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diccionario

de relaciones
interculturales
di versi dad y g l o b a l i z a c i ó n
Coordinadores: Ascensión Barañano, José Luis García,
María Cátedra y Marie J. Devillard
EDITORIAL COMPLUTENSE
uCM
D ICCIO N A RIO D E R ELA C IO N ES IN T E R C U L T U R A L E S .
D IVERSID AD Y G LO BA LIZA C IÓ N
DICCIONARIO DE RELACIONES
INTERCULTURALES.
DIVERSIDAD Y GLOBALIZACIÓN

A scensión B arañano , J osé L. G arcía ,

M aría C áted ra y M arie J. D evillard (eds.)

EDITORIAL
uCm COMPLUTENSE
Agradecemos la ayuda de:

AGENCIA ESPAÑOLA

C DE COOPERACIÓN
INTERNACIONAL

MINISTERIO DIRECCIÓN GENERAL


DE ASUNTOS EXTERIORES DE RELACIONES
CULTURALES Y CIENTIFICAS
Y DE COOPERACION

No está permitido la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático,


ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia,
por registro u otros métodos, s/>i e/ permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

Colaboradora: Débora Avila ✓

Traducción: Ascensión Barañano, Débora Avila y Pedro Dono

© 2007 by los autores de sus textos


© 2007 by Editorial Complutense, S. A.
Donoso Cortés, 63 - 4.aplanta. 28015 Madrid
Tel.: 91 394 64 60/1. Fax: 91 394 64 58
ecsa@rect.ucm.es
www.editorialcomplutense.com

Primera edición: marzo de 2007

ISBN: 978-84-7491-814-4
Depósito legal: M -14.728-2007

Fotocomposición: MCF Textos, S. A.

Impresión: Top Printer Plus

Diseño de cubierta: La Fábrica de Diseño

Impreso en España-Printed in Spain


r

Indice

Introducción ................................................................................................................................... IX

Notas biográficas........................................................................................................................... XI

Relación de términos agrupados temáticamente .................................................................. XXI

D iccion ario...................................................................................................................................... 1

índice de temas citados................................................................................................................. 373

índice de autores, entidades y organismos citados................................................................ 405


Introducción
Recibimos la propuesta de Cristina Peña- mente el problema de una tarea como la que
marín de elaborar un “Diccionario de las rela­ aquí se persigue: la de ordenar alfabéticamen­
ciones interculturales” para la Editorial te palabras, en el contexto de las ciencias so­
Complutense con gran interés y enseguida vi­ ciales, dando cuenta de la problemática de las
mos que había de ser un trabajo de gran enver­ diferencias culturales y de las relaciones inter­
gadura, por la trascendencia que para todo el culturales en el mundo globalizado.
campo de las disciplinas y las actividades im­ Hablando, en primer lugar, de las pala­
plicadas en estas cuestiones tendría este libro. bras, no ha sido fácil reducir a categorías léxi­
Se trata, en efecto, de la primera obra que, en cas la temática de la interculturalidad. Se ha
castellano, recoge, sistematiza y aúna los mantenido abierta esta cuestión hasta poco
conceptos y acepciones nuevos que están sur­ antes de entregar a la imprenta los textos de
giendo de los estudios sobre el contacto los distintos autores. El planteamiento inicial
intercultural. Este emergente ámbito de la vi­ consistió en la elaboración de un catálogo de
da social y académica genera en nuestros días categorías y subcategorías relacionadas que
análisis, reflexiones y conceptualizaciones que sirviesen de base para delimitar campos de es­
cuestionan y renuevan el acervo de las ciencias tudio especializados dentro del ámbito de la
sociales. Pero tan significativas aportaciones se interculturalidad. Cada una de estas unida­
encontraban dispersas y fragmentadas en las des fue, en principio, encomendada a un mis­
obras de sus estudiosos más relevantes. Este li­ mo autor, con la intención de que su de­
bro supone un importante avance en las cien­ sarrollo tuviese una cierta coherencia y al
cias sociales en tanto proporciona un marco mismo tiempo para que en el proceso de ela­
conceptual, sintético y básico, un espacio trans­ boración se fíjase definitivamente el conjunto
disciplinar común para los estudios y los traba­ de categorías y subcategorías que deberían
jos implicados en el análisis y la teoría social, conformar cada bloque temático. El resulta­
la comunicación, la elaboración jurídica, entre do de este proceso, que va desde la planifica­
otros ámbitos que se encuentran inmersos en ción inicial al texto terminado por cada autor,
las relaciones con la alteridad, la diversidad, la es el que el lector encontrará en las páginas de
globalización cultural, etc. Hemos tenido este libro. El índice de autores y la relación
la fortuna de contar con muchos de los estudio­ de temas, territorios y grupos tratados por cada
sos de muy diferentes países y disciplinas que uno de ellos pretende dar pistas sobre la es­
en nuestra idea inicial debían estar en este pro­ tructura interna de cada una de las unidades
yecto y cuya relevancia es uno de los principa­ de análisis. En algunos casos, para asegurar la
les valores de esta obra, al que hay que sumar relación entre los distintos temas y una vez
el entusiasmo y la disponibilidad con que sus elaborados los materiales, ha sido necesario
cincuenta autores han abordado este trabajo. recurrir al procedimiento de enunciar la cate­
Diccionario, según la Real Academia Es­ goría general y repetirla con sus correspon­
pañola, es un “libro en el que se recogen y ex­ dientes subtítulos, para que así el orden
plican de forma ordenada voces de una o más alfabético no separase m aterialm ente en el
lenguas, de una ciencia o de una materia de­ diccionario lo que temáticamente debería ir
terminada”. Así de simple y así de complica­ junto. Así ocurre, por ejemplo, con la catego­
do, sobre todo si se trata de ordenar los ría Migraciones. Redes sociales, con Violencia
contenidos de una ciencia o deslindar alfabé­ política. Tipos, o con Relaciones y procesos
ticamente un campo temático. Aunque un re­ informales políticos. Conscientes, sin em bar­
quisito esencial de un diccionario es el orden go, de que con estos procedimientos generales
alfabético marcado por los términos, al des­ no se da cuenta de todas las relaciones implí­
menuzar una materia en categorías léxicas se citas en el orden alfabético de los térm inos,
corre el peligro de introducir en el conjunto hemos elaborado un amplio índice de refe­
un cierto desorden temático. Y éste es precisa­ rencias cruzadas —véase además—en el que se
X

explicitan, tras cada definición y desde una en el mundo académico, no hay que olvidar
palabra clave resaltada con un asterisco, los que, por la naturaleza de las mismas ciencias
nexos categoriales del conjunto de los textos sociales, las opiniones divergentes sobre lo
del diccionario. En el mismo sentido también mismo no son, ni mucho menos, aconteci­
adjuntamos, a continuación de esta breve in­ mientos excepcionales. Además, si, como es el
troducción, el índice jerárquico de las voces caso de este libro, se pretende salvaguardar al
troncales —con mayúscula—y secundarias a és­ máximo la libertad de cada autor para abor­
tas —en minúscula—que se definen en el dic­ dar el tema de la manera que él mismo consi­
cionario. Por último, en relación con la dera más adecuada, el objetivo último de este
selección de categorías, se ha puesto especial diccionario no puede ser otro que el de situar
cuidado en la incorporación de términos ha­ al lector en la línea fronteriza en la que la
bituales en los discursos científicos sobre la in- orientación y la información objetiva dejan
terculturalidad que o bien no se recogen en paso a la reflexión y a la investigación inaca­
otras publicaciones o requieren, desde nues­ bada del tema. Sólo cabe una observación más
tro punto de vista, una actualización. para enmarcar esta cuestión: cualquier cientí­
En segundo lugar, hemos tratado de mo­ fico social sabe que las tradiciones académicas
vernos en el ámbito de las ciencias sociales. tienen ineludibles configuraciones territo­
Esta es una tarea compleja porque los proble­ riales. El diccionario ha tratado de recoger las
mas que tratamos no son abordados de la mis­ tradiciones europeas -E sp añ a, Portugal,
ma manera en los espacios académicos de Francia, Gran Bretaña, Alemania y Suecia—y
cada una de ellas. La antropología, la sociolo­ americanas —México, Estados Unidos, Brasil,
gía, el derecho, la economía, la psicología Argentina y Colom bia—, incorporando au­
social, las ciencias de la información, la lin­ tores que por su campo de investigación pu­
güística y la politología son las áreas de cono­ dieran representarlas de forma destacada. F i­
cimiento de las que provienen los autores de nalmente, la limitación del número de refe­
los textos que se incluyen en este libro. Si pen­ rencias bibliográficas sobre cada tema tratado
samos que las fronteras científicas están tiene el objetivo de orientar al lector de modo
construidas en buena medida partiendo de conciso y eficaz sobre la ruta que debería se­
convencionalismos académicos, no tenemos guir para realizar esta tarea complementaria.
más remedio que pasar por alto las diferen­ No podemos term inar esta introducción
cias circunstanciales de los planteamientos y sin el reconocimiento debido a los numerosos
declarar nuestra convicción de que la diversi­ autores que han hecho posible con su disponi­
dad de los análisis es un ingrediente constitu­ bilidad y sus aportaciones la edición de este
tivo del conocimiento integrado de cualquier diccionario en el breve tiempo que necesitaba
problema social. Con todo, las tradiciones la Editorial Complutense. No menos valiosa
académicas de los autores están bien refleja­ ha sido la colaboración de Débora Avila, re­
das en las breves referencias biográficas que pasando y coordinando nuestro trabajo, tra­
se incluyen en el libro, y el lector puede a tra­ duciendo textos, completando referencias y
vés de ellas conocer los contextos académicos acortando la batalla contra el tiempo. Nuestra
en los que se elaboraron los diferentes textos. gratitud también a la Editorial Complutense
Y por último, están los problemas relati­ por brindarnos la oportunidad de realizar una
vos al mismo campo temático sobre el que se obra que, sin duda, resultará muy útil para es­
plantearon los textos: un espacio complejo y tudiantes y profesionales de la intereulturali-
de difícil fragmentación, si se tiene en cuenta dad. Asimismo queremos agradecer los apoyos
que la interculturalidad, en el contexto de la recibidos por la Dirección General ce Coope­
globalización, lejos de ser una problemática ración y Comunicación Cultural del Ministerio
parcial relativa a las sociedades modernas, de Cultura y de la Agencia Española de Coope­
ración Internacional (Dirección General de
constituye la forma social integral en la que la
Relaciones Culturales y Científicas) del Minis­
mayoría de los seres humanos tienen que de­
terio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.
sarrollar actualmente su vida cotidiana. Inclu­
so limitándonos expresamente a la problemá­ Los editores
tica convencionalmente reconocida como tal Diciembre de 2006
Notas biográficas

Gonzalo Abril Curto Jesús Azcona Mauleón


COMUNICACIÓN, Inform ación Etnicidad, ID EN TID A D , N acionalism o
Doctor en Filosofía y catedrático de Pe­ Doctor en Antropología por la Universi­
riodismo en la Facultad de Ciencias de la In­ dad de Friburgo, es catedrático de Antropo­
formación de la Universidad Complutense de logía Social en la Universidad del País Vasco,
Madrid, ha sido docente en numerosas uni­ donde además es coordinador de la Cátedra
versidades de España y América Latina. Su Baroja. Investiga sobre etnicidad e identidad
actividad investigadora versa sobre semiótica, y temas políticos relacionados con ambos te­
cultura y comunicación. Entre sus últimas mas en el País Vasco. Asimismo trabaja sobre
publicaciones destacan: Análisis del discurso. cultura, historia de la antropología, construc­
H a tía una sem iótica de la interacción textual ción de límites sociales y procesos internos de
(1999, en col.); Cortar y pegar. L a frag m en ta­ colonización. Ha publicado recientem ente:
ción visual en los orígenes del texto informativo Teoría y práctica de la an tropología social
(2003); Presunciones II. Ensayos sobre com uni­ (1996); M em oria y creatividad. Estudios baro-
cación y cultura (2003), y Teoría G eneral de la jia n o s (2000, dir.); Tiem pos y culturas (2002,
Información. Datos, relatos y ritos (2005). dir.), y “Dioses antiguos, gentes nuevas. Tra­
dición y modernidad en los Baroja” (2002).
Ana Aliende Urtasun
Etnicidad, ID EN TID A D , N acionalism o
Ascensión Barañano Cid
Es profesora del Departamento de Socio­
PATRIM ONIO
logía de la Universidad Pública de Navarra.
Investiga sobre globalización y modernidad, Conservadora del Instituto del Patri­
cambio social, diferencia y desigualdad y es­ monio Histórico Español y profesora del D e­
trategias de investigación social. Ha publicado partamento de Antropología Social de la
recientemente: Elem entos fundantes de la iden­ Universidad Complutense de Madrid, inves­
tidad colectiva navarra. D e la diversidad social a tiga sobre patrimonio cultural, interculturali-
la unidad política (1841-1936) (1999); “ ¿Es dad, antropología visual y campesinado. Su
Pamplona una ciudad ociosa? Estudio sobre trabajo de campo discurre en la región de Ma­
ocio y tiempo libre en los barrios de Pamplo­ drid y Murcia. Ha publicado: Cam pesinos y
na” (2000); L as transformaciones sociales en el capitalism o en e l agro m adrileño d el siglo XX
mundo contemporáneo. Una aproximación des­ (2002); Culturas en contacto. Encuentros y des­
de la sociología (2004), y “Diversidad cultural encuentros (2003, coord., en colaboración); y
y patrimonio en el Caribe. Una aproximación “La representación del poder y el poder de la
desde la República D om inicana” (2004). representación” (2005, en colaboración), as-
ana.aliende@unavarra.es. bar@cps.ucm.es.
XII

Margarita Barañano Cid nos Aires (1999); Negros esclavos y libres en las
ciudades hispanoam ericanas (2001), y Un Inca
Modernidad, Modernización
platonicien : G arcilaso de la Vega, 1539-1616
Doctora, con Premio Extraordinario, por (2006). 4, Villa Lourcine, 74014 Paris.
la Universidad Complutense de Madrid, es
profesora de Sociología en esta Universidad,
José Jorge de Carvalho
de la que además es vicerrectora. Fue Visiting
Scholar en la Universidad de Cambridge, par­ Acciones afirmativas, Criollización,
ticipa desde 2003 en el Proyecto G localidad e Discriminación positiva, H IBR ID A C IÓ N ,
Inmigración Transnacional, y desde 2004 diri­ Mestizaje, Sujeto intercultural
ge el Equipo de la Universidad Complutense
Es profesor del Departamento de Antro­
S ocial R égulation o f E uropean Transnational
pología de la Universidad de Brasilia. Fue
Companies. Ha publicado recientemente: Los
investigador de la Fundación de Etnomusico-
fu n dam en tos de la teoría social en Thorstein
logía y Folklore de Venezuela y docente invi­
B. Veblen (2002); “Escalas, Des/Reanclajes y
tado en numerosas universidades americanas.
Transnacionalismo” (2005), y G lobalización,
Investiga sobre etnomusicología, negritud, re­
Inmigración Transnacional y Reestructuración
ligiones y religiosidad, mito, ritual y exclusión
de la Región M etropolitana de M adrid (2006, en
énica. Entre sus publicaciones destacan: H a ­
col. ).mbaranan@ccee. ucm.es.
cia una estética de la sensibilidad musical con ­
temporánea (1995); “O holgar etnográfico e a
Joelle Ana Bergere Dezaphi voz subalterna” (1999); “An Enchanted Pu­
blic Space. Religious Plurality and Modernity
D ESA RRO LLO
in Brazil” (2000); “The Mystic o f the marginal
Es profesora titular en la Facultad de spirits” (2001); “Estéticas de la opacidad y la
Ciencias Políticas y Sociología de la Universi­ transparencia” (2002), e Inclusáo Étnica e R a ­
dad Complutense de Madrid. Ha sido docente cial no Brasil. A questáo das cotas no ensino supe­
en las universidades de Malta, Rabat, Tours, rior (2005). jorgedc@terra.com.br.
Saint-Joseph y AUB de Beirut, y U A SD de la
República Dominicana. Investiga sobre parti­ Wenceslao Castañares
cipación y gestion local, desarrollo civil y polí­
tico en varios países árabes y movimientos COMUNICACIÓN, Esfera mediática
sociales. Ha publicado recientemente: “Actitu­ Es profesor titular de Teoría General de
des de las mujeres marroquíes inmigrantes ha­ la Información y de Análisis e Investigación
cia la emigración y la percepción social de las en Comunicación en la Facultad de Ciencias
actitudes de la población española hacia la de la Inform ación de la Universidad C om ­
inmigración y los inmigrantes” (1999); “La plutense de Madrid. Sus trabajos de investi­
femme Arabo-Africaine Face aux Défis du gación se han centrado fundamentalmente en
Développement” (2000), y “La categorización el campo de la semiótica y la comunicación de
social de los marroquíes a través de la literatu­ masas. Dentro del campo de la semiótica, sus
ra de viajes” (2002). jo.an.berde@cps.ucm.es. trabajos sobre C. S. Peirce han contribuido de
forma notable al conocimiento de este autor
Carmen Bernand Muñoz en España y Latinoamérica. Entre sus obras
cabe citar: D e la interpretación a le lectura
IN D IG EN ISM O (1994); “Signo y representación en las teorías
Nacida en París de padres españoles, estu­ semióticas” (2002); “La vida en directo: el úl­
dió Antropología en la Universidad de Buenos timo espectáculo televisivo” (2003), y Televi­
Aires donde se especializó en el mundo andi­ sión y valores (en prensa).
no. M iem bro del Institut Universitaire de
France, es profesora emérita en la Université María Cátedra Tomás
de Paris X y ha enseñado Antropología histó­
M INORÍAS
rica y contemporánea en varias universidades
de Europa y América. Entre sus catorce libros Doctora en Antropología por la Universi­
en español y francés sobre América colonial, dad de Pennsylvania y Tin ker Visit.ng Pro-
mestizaje y esclavitud, se hallan: D escu bri­ fessor en la Universidad de Chicago, es
miento, conquista y colonización de América a catedrática de Antropología Social en el D e­
quinientos años (1994, comp.); Historia de B u e­ partamento de Antropología Social de la
XIII

Universidad Complutense de Madrid. Inves­ A ntropología Social del I S C T E (Lisboa).


tiga entre los vaqueiros de alzada asturianos y Investiga los procesos de construcción de la
en las ciudades de Avila y Evora sobre la identidad nacional, principalmente en rela­
muerte, antropología urbana y simbólica. ción al Estado Nuevo portugués, y sobre la
Destacan entre sus obras: L a m uerte y otros raya luso-española, incidiendo en el papel
mundos (1989); This World, Other Worlds de la m em oria social y la narrativa en la
(1992); Un santo para una ciudad (1997), y L a construcción de las representaciones socia­
Mirada cruzada en la Península Ibérica (2001, les en torno a la frontera. Ha publicado re­
ed.). mcatedra@cps.ucm.es. cientem ente: “A na$áo ñas m alhas da sua
identidade” (2002); “A estética e o sentido:
Matilde Córdoba Azcárate modos de representar o negro na Banda
Desenhada portuguesa contem p oránea”
M OVILIDAD, Nom adism o y turismo,
(2006, en col.), y M em oria S o cia l em C am po
Viajes y sistemas de movilidad
Maior. Usos e percursos da fro n teira (2006 en
Profesora ayudante del Departamento de col.). Im cunha@ ics.um inho.pt.
Antropología Social de la Universidad Com ­
plutense de M adrid, sus áreas de investi­
gación son los discursos y las políticas de Manuela Ivone Cunha
desarrollo en relación a la actividad turística.
Ha realizado estudios de caso en la península D IFE R E N C IA Y D ESIG U A LD A D ,
de Yucatán y España. Recientemente ha pu­ Diferencias naturales y diferencias sociales,
blicado: “ ¿Y después del posdesarrollo?” Diferencias sociales y diferencias culturales
(2002); “Entre parientes de dos mundos” Doctora en Antropología, es profesora en
(2002), y “Between Local and Global, Dis- la Universidad do M inho y m iem bro del
courses and Practices: Rethinking Ecotou- N EA , C E A S —Portugal—, y del ID E M E C en
rism Development in Celestún (Yucatán, Francia. En 2002 obtuvo el Prémio Sedas Nu-
México)” (2006).m.cordoba@cps.ucm.es. nes Para as Ciencias Sociais. Investiga sobre
prisiones e instituciones integrales, crim ina­
Josepa Cucó i Giner lidad y economías informales; etnicidad, gé­
Espacio de los flujos, Espacio red, ESPACIQ- nero, política de la identidad; cuerpo, y
TIEMPO, G lobal y local, Localidades vacunación. Entre sus publicaciones desta­
fantasm agóricas y desanclaje, Megalópolis, can: “Malhas que a reclusáo tece. Questoes de
Multilocal, Revolución técnico-comunicativa identidade numa prisáo fem inina” (1994);
“Corpo Recluido: Controlo e Resistencia nu­
Es catedrática del Departam ento de So­ ma Prisáo Fem inina” (1996), y Entre o Bairro
ciología y Antropología Social de la Universi­ e a Prisáo: Tráfico e Trayectos (2002). micun-
dad de Valencia. Su línea de investigación, ha@ics.uminho.pt.
centrada desde hace tiempo en los grupos in­
formales y las asociaciones voluntarias, se ha
ampliado en los últimos años a otros campos Marie José Devillard Desroches
transversales o contiguos como los estudios de
Ciudadano, Extranjero, Naturalización
género, el urbanismo y los movimientos so­
ciales y políticos. Ha publicado recientemen­ Catedrática del Departam ento de A ntro­
te: L a amistad. Perspectiva antropológica (1995); pología Social de la Universidad Compluten­
L a rosa de las solidaridades. Necesidades sociales se de Madrid, investiga sobre antropología
y voluntariado en la C om unidad Valenciana económica, parentesco y fam ilia, salud, m i­
(1999, en col.); Modelos emergentes en los siste­ nería, reproducción social y construcción de
mas y relaciones de género (2001, en col.), y An­ identidades. Su trabajo de cam po discurre
tropología urbana (2004). Josepa.Cuco@uv.es. en Salam anca, Asturias, M adrid y Rusia.
Entre otras publicaciones, destacan: “De ‘lo
Luis Cunha m ío’ a ‘lo de nadie’. Individualism o, colec­
tivismo agrario y vida cotidiana” (1993); Los
FRON TERA, Frontera geográfica y
niños españoles en la URSS. N arración y
administrativa, Fronteras económicas, Fronteras
m em oria (2002, en col.), y E spañ oles en R u ­
políticas y religiosas, Fronteras simbólicas
sia y rusos en España. L a s am biv alen cias
Doctor en Antropología por la Universi­ de los vínculos sociales (2006). m j.d evi-
dad do Minho, es investigador del Centro de llard@cps.ucm .es.
XIV

Günther Dietz ya. Estado de la opinión” (2004, en col.); “Lo


audiovisual y la educación: el caso del Conse­
Comunidad transnacional, Comunitarismo,
jo del Audiovisual de Catalunya” (2006, en
IN TEG R A C IÓ N , Integración religiosa,
col.), y “La pantalla, ni amiga ni enemiga, sino
M U L T IC U L T UR A LIS MO,
todo lo contrario” (2006).
Multiculturalismo en los estudios culturales,
Multiculturalismo en los estudios étnicos
James W. Fernández McClintock
Máster y doctor en Antropología por la
Universidad de Hamburgo, es profesor titu­ E STE R EO TIPO S
lar de Antropología Social en la Universidad Y E SEN C IA LIZ A C IÓ N
de Granada y profesor-investigador titular Catedrático em érito de Antropología,
en la Universidad Veracruzana de México. desde 1986 enseña en la Universidad de C hi­
Investiga sobre indigenismo, educación inter­ cago, tras su estancia en la Universidad de
cultural, etnicidad, diversidad religiosa y Princeton. Su experiencia etnográfica ha te­
sociedad civil. Su etnografía transcurre en nido lugar en Africa, entre los Fang, Zulu y
Michoacán y Andalucía. Publicó reciente­ Ewe-Fon, y recientemente ha investigado en
mente: M ulticulturalismo, interculturalidad y el occidente de Asturias. E ntre sus últimas
educación (2003); “Frontier, Hybridization or obras se encuentran: B eyon d M etaphor: T he
Cultura C lash?” (2004); From Em igration to Theory ofT ropes in Anthropology (1991); En el
Immigration to Transmigration? (2004, coedi­ dominio del tropo: imaginación figurativa y vida
ción), y M uslim Women in Southern Spain social en España (2006), y “Rhetoric in the mo­
(2005, en col.), gdietz@ugr.es. gdietz@uv.mx. ral order” (en prensa), jw fl@ uchicago.edu.

Adela Franzé Mudanó


Jean-Yves Durand
D ISC R IM IN A C IÓ N Y
Diferencias sociolingüísticas y desigualdad,
E X C LU SIÓ N SOCIAL
SABER Y SA BER ES
Licenciada en Antropología Social por la
Doctor en Antropología por la Universi­
Universidad de Buenos Aires, es profesora
dad de Provenza y máster en Literatura
del Departamento de Antropología Social de
Comparada por la Universidad Estatal de
la Universidad Complutense de Madrid y
New York en Binghamton, es profesor de An­
miembro del grupo de investigación Antro­
tropología en la Universidad do Minho,
pología de las Políticas Públicas y Culturales.
miembro del N E A en Braga, del C E A S en
Investiga en Madrid y la bahía de Cádiz sobre
Lisboa y del ID E M E C en Aix-en-Provence.
antropología y etnografía de la educación,
Investiga en el sur de Francia, Portugal y
procesos de desigualdad, sistemas de edad, in­
Estados Unidos sobre saberes y técnicas coti­
terculturalidad e inmigración. Ha publicado
dianos, comunicación interlingüística, mer-
recientemente: Len gu a y Cultura de origen
cantilización de la cultura y vacunación. Ha
(1999, ed.); L o qu e sabía no valía (2002), y
publicado recientemente: “Des bulles dans le
“Discurso experto, educación intercultural y
calcaire: les images locales d’une montagne”
patrimonialización de la ‘cultura de origen’ ”
(2002); “A diluigco do consenso” (2003), y Vila
(2005). adelafranze@cps.ucm.es.
verde: urna E tnografía no Presente (2004, en
col.), jydurand@yahoo.com.
Jorge Freitas Branco
COLO NIALISM O Y
Anna Estrada Alsina
A N T IC O L ONIALISMO, D erecho de
Multilingüismo injerencia, Neocolonialismo, Poscolonulismo
Es profesora de Teoría de la Com unica­ Profesor de Antropología Social en el Ins­
ción y de la Inform ación de la Universität tituto Superior de Ciencias do Trabalho e da
Oberta de Catalunya y Técnica del Departa­ Empresa de Lisboa. Investiga en Portugal,
mento de Investigación, Estudios y Publi­ Alemania, Guinea-Bissau, Amazonia y Ma-
caciones del Conseil de l’Audiovisual de deira sobre folklorismo, museología etnográ­
Catalunya —C A C —. Ha publicado reciente­ fica, sociedades campesinas, cultura popular y
mente: Teoría de la Comunicación y de la In for­ ritualización de la laicidad. Entre sus últimas
mación (2003, en col.); “La interculturalidad publicaciones destacan: A o Encontró do Po-
en el campo de la comunicación en Catalun­ vo I: A Missáo (1993, en col.); Ao Encontró do
XV

Povo II: A Colecqäo (1994, en col.); Vozesdo Povo: la Latin Am erican Studies Association por
A folclorizagáo em Portugal (2003, en col.); E s­ Culturas H íbridas (1990), considerado en 1992
trada Viva? Aspectos da M otorizando na So- el m ejor libro sobre Am érica Latina. Entre
cied ad e Portuguesa (2003), y M áquinas nos sus otras obras destacan: Consumidores y ciu ­
cam pos. Urna visdo m useológica (2005). dadanos (1995); L a g lobalización im aginada
jorge.branco@sapo.pt. (1999), y Diferentes, desiguales y desconectados:
mapas de la interculturalidad (2004).

Jonathan Friedman
Javier García Castaño
G LO BA LIZA C IÓ N , G lobalización
y antiglobalización, NUEVOS Integración educativa
M OVIM IEN TO S SO CIALES
Profesor de Antropología Social de la
Es director de Estudios en el E H E S S de Universidad de G ranada, es coordinador
París y catedrático de Antropología Social en desde su creación en esta universidad del
la Universidad de Lund en Suecia. Investiga Grupo de Investigación: Laboratorio de E s­
en el Sudeste asiático, Oceanía y Hawai so­ tudios Interculturales. Impulsor de los estu­
bre procesos sociales de cambio, movimiento dios de antropología de la educación en
hawaiano, movimientos sociales indígenas, España, ha coordinado varios proyectos de
perspectivas sistémicas globales y, durante investigación sobre la escolarización de po­
las dos últimas décadas, desarrollo de una blación inm igrante extranjera en España
antropología de los sistemas globales. Entre y Andalucía. Entre sus publicaciones más
otras publicaciones, destacan: Cultural Iden ­ recientes destacan: Lecturas para educación
tity an d G lobal Process (1994); G lobalization intercultural (1999); Interculturalidad y E du ca­
the State and Violence (2002, ed.), y H egem onie ción en los noventa: un análisis crítico (2000), y
D eclines: Present and Past (2005, coedición). L a inmigración en España: contextos y alternati­
jonathan.friedman@soc.lu.se. vas (2003, ed.). fjgarcia@ugr.es.

Joan Frigolé Reixach José Luis García García


GEN O CID IO , Etnocidio Aculturación, Contracultura, CULTURA,
Interculturalidad, Transculturación
Es catedrático de A ntropología Social
en el D epartam ent d’A ntropologia C u ltu ­ Es catedrático de Antropología Social en
ral, H istoria d’Am érica i A frica de la U n i­ la Universidad Complutense de Madrid. Ha
versität de Barcelona. Ha realizado trabajo realizado trabajo de campo en Asturias, en la
de campo en M urcia, A lm ería y el Pirineo comarca occidental de Los Oseos y en las
catalán. Ha publicado, entre otras obras: Un cuencas mineras centrales. Temáticamente se
hom bre. Género, clase y cultura en e l relato de ocupa de problemas relacionados con la cons­
un trabajador (1997); Llevarse la N ovia. E stu­ trucción discursiva de la homogeneidad cul­
dio com parativo de m atrim onios con su etu di­ tural. Entre sus publicaciones destacan An­
narios en Murcia y Andalucía (1999,3.a edición); tropología d el Territorio (1976); R ituales y
C ultura y g en ocid io (2003), y D ones qu e proceso social (1991, en col.); Prácticas Paterna­
anaven p e í món. Estudi etn ográfic de les tre- listas: un estudio antropológico sobre los mineros
m en tin aires de la valí de la Vansa i Tuixent asturianos (1996), y L os últimos mineros. Un es­
(2005). frigole@trivium.gh.ub.es. tudio antropológico sobre la minería en España
(2002, en col.), jlgg@cps.ucm.es.
Néstor García Canclini
Fernando J. García Selgas
A L T E R IDAD
POSM ODERNIDAD
D irige el Programa de Estudios sobre
Cultura Urbana en la Universidad Autóno­ Es profesor titular en el Departamento
ma Metropolitana de México. Ha sido profe­ de Sociología V —Teoría sociológica— de la
sor en las universidades de Austin, Duke, Universidad Complutense de Madrid. Ha si­
Stanford, Barcelona, Buenos Aires y Sao Pau­ do investigador invitado en las universidades
lo. Ha recibido la beca Guggenheim, el Pre­ de Cambridge, Berkeley y Los Angeles. In ­
mio Casa de las Américas y el Book Award de vestiga sobre teoría social contemporánea, fi-
XVI

losofía de las ciencias sociales, sociología del Autónoma Metropolitana en México, inves­
cuerpo y teoría de la fluidez social. Ha publi­ tiga sobre políticas cu ltu rales urbanas,
cado: Teoría S ocial y M etateoría. E l caso de recepción artística, representaciones del pa­
Anthony Giddens (1994); Retos de la Postm oder­ trimonio arquitectónico en centros históricos
nidad (1999, coedición); G lobalización, Riesgo y públicos de museos, cine, televisión, video y
y Reflexividad (1999, en col.), y E l doble filo de salones de baile y rock. Coordina un Grupo
la navaja: Violencia y representación (2006, en de Trabajo del Consejo Latinoamericano de
col.), fgselgas@cps.ucm.es. Ciencias Sociales sobre consumo cultural. Ha
publicado: L a ciudad de los viajeros. Travesías e
Jesús Leal Maldonado im aginarios urbanos (1996, en col.); Consumo
cultural y recepción artística (2000, comp. En
Megalópolis, Segregación col.), y “De capital nacional a ciudad global”
Es catedrático del Departamento de So­ (2002, en col.), anarosasm@hotmail.com.
ciología II —Ecología Humana y Población-
de la Facultad de Ciencias Políticas y Socio­ Ubaldo Martínez Veiga
logía de la Universidad Complutense de M IGRACIONES, Migraciones. Redes
Madrid. Investiga sobre sociología urbana,
sociales, Migraciones. Teoría macro,
vivienda y morfología social urbana. Ha pu­
Migraciones y economía,
blicado recientemente: “Retraso de la em an­
Migraciones y racismo
cipación juvenil y dificultad de acceso de los
jóvenes a la vivienda” (2002); H ousing and Catedrático de Antropología en el Depar­
Welfare in Southern Europe (2004, en col.); In ­ tamento de Antropología Social y Cultural de
fo rm e sobre la situación demográfica en España la U N E D , investiga sobre antropología eco­
(2004); “Segregation and social change in M a­ nómica y ecológica, etnicidad e identidad,
drid metropolitan región” (2004), y Caracterís­ grupo doméstico y, más recientem ente, po­
ticas del parque de viviendas en la Comunidad de breza, exclusión social e inmigración extran­
M adrid (2005). jleal@cps.ucm.es. jera en España. Ha realizado trabajos de
campo en Sri Lanka, Madrid, León, Galicia y
Andalucía. Ha publicado: A ntropología e c o ­
Enrique Luque Baena
nómica (1990); L a integración social de los inm i­
VIOLENCIA Y PO LÍTICA , Violencia grantes extranjeros en España (1997); E l E ji­
política. Tipos do. D iscrim inación, exclusión social y racismo
(2001), y “La integración cultural de los inmi­
Doctor en Derecho por la Universidad de
grantes en España: el m ulticulturalism o
Granada y graduado en Antropología Social
como justicia social” (2006). ubaldo.m arti-
por la Universidad de Manchester, es cate­
nez@uam.es.
drático en el Departamento de Antropología
Social de la Universidad Autónoma de M a­
drid. Anteriormente fue profesor en las uni­ Susana Narotzky
versidades de Granada, Complutense de R ELA C IO N E S Y PROCESOS
Madrid y Salamanca. Ha sido también Visi- IN FO RM ALES, Relaciones y procesos
ting Fellow en la Universidad de Chicago. Su informales económicos, Relaciones
trabajo de campo se realiza en Granada, Cá- y procesos informales políticos
ceres y León e investiga sobre antropología
Doctora por la Universität de Barcelona y
jurídica y política, en especial violencia, len­
la New School for Social Research de Nueva
guaje y comunicación políticos. Ha publicado
York, es catedrática del Departament d’An-
recientemente: “De la palabra al silencio: Va­
tropologia Cultural, Historia d’América i
riaciones en el tiempo” (2002); “Historia y sig­
Africa de la Universität de Barcelona. Inves­
nificación” (2003), y “Autoritat i poder en
tiga en Cataluña, Valencia, Galicia y el norte
la societat tradicional” (2004). enrique.lu-
de Italia —Brianza—sobre economía informal,
que@uam.es.
prácticas de consumo, procesos de reciproci­
dad y responsabilidad, políticas de la memo­
Ana Rosas Mantecón ria y formas de producción del conocimiento
antropológico. Sus últimos libros son: N ew
CONSUMO C U LTU R A L
D irections in E con om ic A nthropology (1997);
Profesora e investigadora del D eparta­ L a A ntropología de los Pueblos de España
mento de Antropología de la Universidad (2001), e Im m ediate Struggles. People, P ow er
XVII

an d P lace in R ural Spain (2006, en col.)- na- Raymond Firth (1979) en la London School
rotzky@ub.edu. o f Economics y —por la versión portuguesa de
su libro de 1987— el Prem io Internacional
Beatriz Nates Cruz de Estudios Etno-Antropológicos (1985) en Ita­
lia. bbb.oneill@sapo.pt.
Centro -Periferia, Desterritorialización,
Espacios locales, Lugar y no-lugar,
Alvaro Pazos
T E R R IT O R IO S
Apartheid
Doctora en Antropología por la Universi­
dad Complutense, es profesora de la Univer­ Es profesor de Antropología Social en la
sidad de Caldas en Manizales, tras su estancia Universidad Autónoma de Madrid. Estudia
en París como profesora invitada en la U ni­ el tema del cuerpo como objeto de investiga­
versidad de la Sorbonne e investigadora invi­ ción en ciencias sociales, las representaciones
tada en La Maison des Sciences de l’Homme sociales y la construcción social del cuerpo.
y en el C E M C A . Es investigadora asociada Tam bién investiga los problemas derivados
del Centre de Recherche et Documentation del estudio de la subjetividad en sociología y
sur l’Amérique Latine, de la Universidad de antropología social. Ha publicado reciente­
la Sorbonne. Ha publicado: Territorialidades mente: Los niños españoles en la URSS. N arra­
reconstituidas (2001, en col.); D e lo bravo a lo ción y m em oria (2002, en col.); “El tiempo
manso (2002); Más allá de la historia (2004, en pasado. Formas discursivas y usos sociales del
col.), y L a desgeneralización del mundo (2004, recuerdo” (2002), y “Lisa y su vida. Narrativa
comp. En col.). beatriz.nates@ucaldas.edu.co. y subjetividad” (2004). alvaro.pazos@uam.es.
Cristina Peñamarín Beristain
Javier Noya Miranda
COMUNICACIÓN, Sociedad de la
Nacionalidad, Plurinaciotialidad
información y del conocimiento
Es profesor titular del Departamento de
Doctora en H istoria, es catedrática de
Sociología V —Teoría Sociológica—de la U ni­
Teoría de la Inform ación en la Facultad
versidad Complutense de Madrid e investiga­
de Ciencias de la Información de la Universi­
dor principal del área de Imagen Exterior y
dad Complutense de Madrid y directora de la
Opinión Pública del Real Instituto Elcano de
Editorial Complutense. Investiga, enseña y
Estudios Internacionales y Estratégicos. Ha
escribe sobre semiótica, comunicación y estu­
publicado, entre otras obras: Actitudes y com ­
dios de género. Ha publicado, entre otras
portam ientos hacia el medio am biente en Espa­
obras: L os m elodram as televisivos y la cultura
ña (1999, en col.); E l ciudadano de las dos caras:
sentim ental (1995, en col.); E l análisis d el dis­
am bivalencias en las actitudes ante la igualdad y
curso. H acia una semiótica de la interacción tex­
el Estado de bienestar en España (2003), e Igua­
tual (1997, en col.); Com unicación y cotiflicto
litarismo y legitimación del Estado de bienestar:
intercultural (2004, en col.), y “Políticas infor­
España en perspectiva com parada (2004). ja-
mativas y subjetivación colectiva: la guerra de
viernoya@yahoo.com.
Irak en la televisión global” (2004).

Juan Brian O’Neill Leonor Pires Martins


Esclavitud, EX PLO TA CIÓ N SOCIAL CO LO N IALISM O Y
A N T IC O L ONIA LISMO, Derecho
Brian Juan O ’Neill, norteam ericano de
de injerencia, Neocolonialismo,
origen irlandés, puertorriqueño y andaluz
Poscolonialismo
—black Irish—, realizó investigación antropo­
lógica en Galicia, Portugal y Malasia. Cate­ Doctoranda en Antropología en el Insti­
drático del IS C T E , Lisboa, fue profesor tuto Superior de Ciencias do Trabalho e da
visitante en las Universidades de Santiago de Empresa de Lisboa y profesora de Literatura
Com postela, Tarragona y Paris X —Nante- Comparada en la Facultad de Letras de la
rre—. Ha publicado: S ocial Inequality in a Universidad de Lisboa. Investiga sobre litera­
Portuguese H am let (1987), A ntropología S o­ tura portuguesa de temática africana y prácti­
cial-Sociedades Complexas (2006) y diversos ar­ cas informales de naturaleza etnográfica en el
tículos sobre la comunidad criolla portuguesa contexto de las antiguas colonias portuguesas
de Malaca. Recibió —ex a e q u o - el Premio de Africa. Ha publicado recientemente: “Má-
XVIII

rio M outinho. O Indígena no Pensamento sidad de Indiana—, en el Centre d’Études sur


Colonial Portugués, 1895-1961” (2001); “Me­ l’Actuel et le Quotidien —Universidad René
nina e moga ñas colonias. Maria Archer e a li­ Descartes, París V — y en el Center for the
teratura colonial portuguesa” (2005), y “Ossos Study o f Communication and Culture —U ni­
do oficio. Antropometria e etnografía no nor­ versidad de Saint Louis—. Ha publicado úl­
te de M ozambique, 1916-1917” (2006). leo- timamente: L a com unicación intercultural
norpmartins@sapo.pt. (1999) ; Identitats i com u n icad o intercultural
(2000) ; Teorías de la Comunicación (2001), y L a
Joan Prat i Caros construcción de la noticia (2005).

ESTIGM A
María Rubio Gómez
Catedrático de Antropología Social en el
Integración educativa
Departam ent d’Antropologia, Filosofía i
Treball Social de la Universität Rovira i Vir- Es diplomada en Magisterio por la U n i­
gili de Tarragona, es profesor distinguido de versidad de Córdoba y licenciada en Antropo­
esta entidad (2004). Medalla Narcís Montu- logía Social por la Universidad de Granada.
riol al mérito científico y tecnológico (2003), En la actualidad desarrolla su tesis doctoral
dirige la colección Temes d ’Etnología de C ata­ sobre escolarización de población inmigrante
lunya. Ha publicado recientemente: E l estig­ extranjera en España como investigadora del
ma d el extraño: un ensayo antropológico sobre Laboratorio de Estudios Interculturales de la
sectas religiosas (1997); Investigadores e inves­ Universidad de Granada, mariarubio@ugr.es.
tigados: literatura antropológica en España des­
de 1954 (1199, coord.); Vida, m em oria María José Sánchez Leyva
oblit (2003, coord.); .. aixó és la meva vida’’.
Reíais biografíes i societat (2004, coord.). COMUNICACIÓN, Traducción
joan.prat@urv.es. Es profesora de Teoría de la Información
y de Semiótica de la Comunicación de Masas
Carlos Prieto Rodríguez en la Universidad Rey Juan Carlos de M a­
TRABAJO drid. Form a parte del Grupo de Investi­
gación de la Universidad Complutense de
Doctor en Sociología por la Sorbonne, es Madrid: Sociosemiótica de la Comunicación
profesor de Sociología de las Relaciones L a­ Intercultural, y del Instituto de Investigacio­
borales en la Facultad de Ciencias Políticas y nes Fem inistas de esta misma universidad.
Sociología de la Universidad Complutense de Investiga sobre feminismo, ciudadanía, m i­
Madrid. También es director de Cuadernos de graciones y semiótica. Ha publicado reciente­
Relaciones L aborales y miembro del Consejo mente: “Representaciones del amor y rela­
de Redacción de Travail et E m ploi y del Con­ tos sentimentales. ¿Prisioneras de lo rosa?”
sejo de Orientación de Sociologie du Travail. (1999); “La construcción discursiva del espa­
Ha publicado, entre otras obras: Trabajadores cio público: sentido, argumentación y consen­
y condiciones de trabajo (1994); Las relaciones so” (2003, en col.); “Argumentar los límites.
de em pleo en España (1999, en col.); L a crisis del Las palabras públicas como lugares del acuer­
em pleo en Europa (1999); Collective bargaining do social” (2004).
and the social construction o f em ploym ent
(2001, en col.); “Teoría social del trabajo”
Francisco Serra Giménez
(2003), y “Teoría sociológica m oderna”
(2003). cprieto@cps.ucm.es. CIUDADANÍA
Fue profesor de Filosofía del Derecho
Miquel Rodrigo Alsina Moral y Político en la Facultad de Derecho de
la Universidad Complutense de Madrid y en
Multilingüismo
la actualidad es profesor de Derecho Consti­
Es catedrático de Teoría de la Comunica­ tucional en la Facultad de Ciencias Políticas y
ción en la Universidad Autónoma de B ar­ Sociología de esta misma universidad. Es au­
celona. Ha impartido docencia en distintas tor, entre otras obras, de: D erecho y política
universidades españolas y extranjeras, siendo (1997); H istoria, p olítica y derecho en Ernst
también investigador en el Research Center Bloch (1998); “Problemas políticos, jurídicos
for Language and Semiotic Studies —Univer­ de la democracia electrónica” (2002), y E l
X IX

principio esperanza: escrito en Estados Unidos tigación. Sus estudios más recientes se centran
entre 1938 y 1947: revisado en 1953 y 1959 en la naturaleza cambiante de la movilidad y
(2006, ed.). fserra@cps.ucm.es. la teoría de la complejidad. Sus publicaciones
en estos campos son numerosas e incluyen, en­
M. Lourdes Soto Páez tre otras: “Global Complexity” (2003); “Auto-
mobilities” (2005); “Mobilities, Geographies,
Integración educativa
N etw orks” (2006, en col.), y “M obilities” (en
Licenciada en Filología Inglesa por la preparación), j.urry@lancs.ac.uk.
Universidad de Granada y catedrática de In­
glés en el IE S Alba Longa de Armilla, Grana­ María Valdés
da, estudia y documenta el fenómeno de
Etnocentrismo y relativismo cultural,
la escolarización de la población inm igran­
Racismo y neoracismo, X enofobia
te extranjera en las escuelas andaluzas. Es
y xenofilia
miembro del Laboratorio de Estudios Inter-
culturales de la Universidad de Granada. Ha Estudió Filosofía y Antropología en la
construido el portal web dedicado al Alum ­ Universität Autónoma de Barcelona, donde
nado de Nueva Incorporación —A N I—. es profesora titular en su D epartam ento de
http://ldei.ugr.es/ani. lourdessotopaez@tele- Antropología Social y Cultural. Especializa­
fonica.net. da en Historia de la Antropología, investiga
también sobre raza y cultura y textos etnográ­
Terence S. Turner ficos. Ha publicado, entre otras obras: “Inm i­
gración y racismo. Aproximación conceptual
D E R E C H O S HUMANOS, E L IT E S , desde la antropología” (1991); “Los textos et­
Elites cosmopolitas, Pluralismo nográficos como textos disciplinarios” (1996);
sincrónico E l pensam iento antropológico de L . H . M or­
Catedrático emérito de Antropología de gan (1998), y E l pensam iento antropológico de
la Universidad de Chicago, investiga sobre F. Boas (2006). Maria.Valdes@uab.es.
derechos humanos, luchas indígenas, teoría
antropológica, etnografía y etnohistoria de Fernando Villaamil
Sudam érica, ética profesional y activismo,
H om ofobia y heterofobia
nuevos movimientos sociales y globalización.
Su trabajo de campo se ha desarrollado entre Profesor en el Departamento de Antropo­
los kayapó, del centro de Brasil. Además de logía Social de la Universidad Complutense
colaborar en la realización de diversas pelícu­ de Madrid, cursó estudios de Sociología y An­
las etnográficas, ha escrito, entre otras obras: tropología en esta universidad y en las de
Anthropology and Multiculturalism (1994); S o­ Konstanz y Berkeley. Especializado en A n­
cial Body and E m bodied Subject (1995), y “The tropología Médica y en la socioantropología
Elem entary Structure o f Practically Every­ de las sexualidades, investiga en Madrid y
thing” (en prensa), tst3@cornell.edu. San Francisco sobre comunidades gays y bise­
xuales y la prevención del V IH . También co­
John Urry labora con las asociaciones gays madrileñas
desde la investigación y el activismo. Ha pu­
M OVILIDAD, Nom adism o y turismo,
blicado recientem ente: “Llevar los tacones
Viajes y sistemas de m ovilidad
por dentro. Identidad, ironía y resistencia”
Es catedrático de Sociología y director (2003), L a transform ación de la iden tidad gay
del Centre f o r M obilities Research —CeMoRe— en España (2005), y “Masculinidad, homofo­
en la Universidad de Lancaster, donde actual­ bia y clase. Un enfoque socioantropológico
mente dirige un máster en Turismo, así como de la experiencia gay” (2005). villam il@cps.
la Revista M obilities y varios grupos de inves­ ucm.es.
Relación de términos
agrupados temáticamente

A LTER ID A D , 7 D IFE R E N C IA Y D ESIG U A LD A D , 67


Etnocentrismo y relativismo cultural, 132 Diferencias naturales y diferencias sociales, 71
Diferencias sociales y diferencias
CIUD AD A N ÍA , 15 culturales, 74
Ciudadano, 21 Diferencias sociolingüísticas
Extranjero, 143 y desigualdad, 76
Nacionalidad, 263
Naturalización, 271 DISCRIM INACIÓN Y EX C L U S IÓ N
Plurinacionalidad, 299 SOCIAL, 82
Acciones afirmativas, 1
COLO NIALISM O Y Apartheid, 10
A N TICO LO N IA LISM O , 24 Discriminación positiva, 78
Derecho de injerencia, 53 Homofobia y heterofobia, 178
Neocolonialismo, 274 Racismo y neorracismo, 307
Poscolonialismo, 301 Segregación, 330
Xenofobia y xenofilia, 369
CO M UN ICACIÓ N , 33
Esfera mediática, 100 E L IT E S , 89
Información, 190 Elites cosmopolitas, 93
Multilingüismo, 258
Sociedad de la información ESPA CIO -TIEM PO , 106
y del conocimiento, 333 Espacio de los flujos, 102
Traducción, 350 Espacio red, 104
Global y local, 162
CONSUMO C U L T U R A L , 38 Localidades fantasmagóricas
y desanclaje, 209
Megalópolis, 213
C U LTU R A , 47
Multilocal, 259
Aculturación, 5
Revolución técnico-comunicativa, 319
Contracultura, 43
Interculturalidad, 205
ESTA D O -N A C IÓ N , 111
Transculturación, 352

EST E R E O T IP O S
D EREC H O S HUM ANOS, 54 Y ESEN C IA LIZ A C IÓ N , 119

D ESA R RO LLO , 62 ESTIG M A, 124


XXII

E X P L O T A C IÓ N SO C IA L , 136 M O V IL ID A D , 244
Esclavitud, 97 Nomadismo y turismo, 275
Viajes y sistemas de movilidad, 355
F R O N T E R A , 147
Frontera geográfica y administrativa, 148 M U L T IC U L T U R A L ISM O , 250
Fronteras económicas, 150 Comunidad transnacional, 34
Fronteras políticas y religiosas, 153 Comunitarismo, 36
Fronteras simbólicas, 155 Multiculturalismo en los estudios
culturales, 255
G E N O C ID IO , 159 Multiculturalismo en los estudios
Etnocidio, 136 étnicos, 256

G L O B A L IZ A C IÓ N , 166 N U E V O S M O V IM IE N T O S
Globalización y antiglobalización, 170 SO C IA LES, 279

PA TR IM O N IO , 289
H IB R ID A C IÓ N , 175
Criollización, 44 P O SM O D E R N ID A D , 303
Mestizaje, 216 Modernidad, 242
Sujeto intercultural, 336 Modernización, 243

ID E N T ID A D , 183 R E L A C IO N E S Y P R O C E SO S
Etnicidad, 128 IN F O R M A L E S , 312
Nacionalismo, 267 Relaciones y procesos informales
Pluralismo sincrónico, 296 económicos, 313
Relaciones y procesos informales
IN D IG E N IS M O , 185 políticos, 317

S A B E R Y S A B E R E S , 323
IN T E G R A C IÓ N , 192
Integración educativa, 196
T E R R IT O R IO S , 341
Integración religiosa, 203
Espacios locales, 108
Desterritorialización, 65
M IG R A C IO N E S , 219 Centro-Periferia, 13
Migraciones. Redes sociales, 222 Lugar y no-lugar, 210
Migraciones. Teoría macro, 229
Migraciones y economía, 232 T R A B A JO , 345
Migraciones y racismo, 234
V IO L E N C IA P O L ÍT IC A , 358
M IN O R ÍA S, 237 Violencia política. Tipos, 360
A
fue el acceso preferente de los estudiantes ne­
Acciones afirmativas gros e indígenas a las universidades y tam ­
La expresión acción afirmativa se pone en bién a los puestos de ^trabajo del servicio
circulación a comienzos de los años sesenta público. En la medida en que se trataba de
del siglo pasado en Estados Unidos para defi­ una política de Estado, destinada a provocar
nir un conjunto de políticas públicas centra­ un cambio profundo en la sociedad como un
das en la población negra, con la finalidad de todo, el gobierno norteam ericano también
acelerar el proceso de combate a las d e s ­ empezó a estimular, con incentivos fiscales y
igualdades raciales provocadas por siglos de facilidades para contratar la realización de
*esc!avitud y por el *racism o posesclavista. servicios públicos, a las empresas que dieran
Inmediatamente pasó a designar también las preferencia a la contratación de negros e indí­
políticas compensatorias para las naciones in­ genas.
dígenas norteam ericanas, igualmente vícti­ A pesar de la hegemonía ideológica del
mas de siglos de *genocidio y *discrim ina- Estado norteamericano en el momento pre­
ción. Desde entonces el término viene siendo sente, el paradigma de universalismo e iguali­
usado internacionalmente y en diversos paí­ tarismo en el espacio europeo y de N or­
ses del mundo para definir políticas específi­ teamérica aún es el modelo de Estado francés,
cas, compensatorias y de inclusión *étnica y constituido bajo la égida de la Ilustración, y
racial en general. A la práctica de la acción que decretaba la triple unidad: una nación, un
afirmativa se la denomina en muchas ocasio­ pueblo, una lengua. El Estado norteamerica­
nes ^discriminación positiva. Otro concepto no también operó con este credo igualitario
relacionado directamente con la noción de ac­ abstracto hasta que la *violencia racial y étni­
ciones afirmativas es el de reparación, sobre ca condujo a la sociedad a una situación tan
todo para los pueblos africanos y afroam eri­ enormemente explosiva —afectó incluso a su
canos en las Américas y el Caribe, vinculado a imagen internacional—que las políticas de de-
los daños sufridos durante los siglos de escla­ *segregación tuvieron que incluir a la fuerza
vitud y ^colonialismo; daños que, aún hoy en mecanismos de preferencia de admisión para
día, afectan a esas poblaciones. La idea de re­ negros e indígenas. Fueron estos mecanismos
paración se extiende también a las poblacio­ los que recibieron el nom bre, difundido
nes originarias de las Américas, que reciben el ampliamente por el mundo, de acciones afir­
nombre genérico de indígenas por los coloni­ mativas.
zadores europeos. Cuotas, discriminación po­ Sin embargo, en sentido contrario a las
sitiva y reparaciones conforman actualmente ideas que se difunden en los países occidenta­
el gran tema de las acciones afirmativas a es­ les, las acciones afirmativas no fueron inven­
cala internacional. tadas en Estados Unidos. En realidad, fue la
Una de las primeras medidas, que llama­ India el primer país en romper con la lógica
mos de acción afirmativa en Estados Unidos, universalista y colocar derechos diferenciados
Acciones afirmativas 2

directamente en su Constitución. La Consti­ pendencia de su adscripción étnica o racial.


tución india, que entró en vigor en 1949, ga­ De la misma forma que ocurrió en la India o
rantizó cuotas para los llamados dalits o en Estados Unidos, también aquí hubo siem­
intocables, que pertenecían a las castas más pre polémica y reacciones protagonizadas por
bajas y discriminadas del país. La lucha a fa­ los grupos poderosos, que sintieron la pérdida
vor de cuotas para los dalits comienza en los de muchos de sus privilegios. Otra experien­
años veinte del siglo pasado y la lidera el gran cia, más reciente, de acciones afirmativas es la
intelectual y político dalit B. R. Ambedkar. de Sudáfrica, donde la población negra repre­
Durante más de dos décadas, Ambedkar de­ senta el 75% del total del país y aún se en­
fiende la necesidad de acciones afirmativas cuentra en condiciones de exclusión extrema,
para los intocables, incluso rivalizando con social y económica. A partir de 1994 se pone
Mahatma Ghandi, que era un acérrimo opo­ en marcha un plan nacional de de-segrega­
sitor a las cuotas de acuerdo con los principios ción de las universidades y de acceso al poder
de las constituciones liberales occidentales. de la población negra del país. Sudáfrica fue
Ambedkar argumentaba que los dalits habían más allá en su modelo cuando en 2004 el go­
sido discriminados a lo largo de tres mil años bierno presentó un plan de objetivos para que
y que era totalmente injusto aprobar una en 2010 las industrias del país, actualmente
Constitución para un nuevo país, recién sali­ aún predominantemente blancas en los pues­
do del colonialismo, pensando en una igual­ tos más importantes, contaran con un 25% de
dad ficticia entre aquéllos y las demás castas. negros en todas las categorías profesionales.
Am bedkar acabó por ser el redactor de la Es necesario aclarar que, conceptualmen­
Constitución de la India, que garantiza cuo­ te, las cuotas son una modalidad de acciones
tas para dalits en la educación y en el servicio afirm ativas. El modelo norteam ericano, en
público hasta la actualidad. A despecho de la rigor, no trabaja con cuotas, como el brasile­
intensa polémica que el sistema de cuotas ha ño, el indio o el malayo, y sí con otras discri­
provocado hasta el momento actual, los datos minaciones positivas, como la puntuación y
oficiales revelan que éstas han supuesto una los planes de objetivos generales de inclusión
mejora considerable de las condiciones socia­ a medio y largo plazo. La diferencia entre ac­
les de los dalits. En 1950 éstos ocupaban ción afirmativa y cuotas es de posición ideoló­
únicamente el 1% de los cargos más im por­ gica. Las acciones afirmativas son un conjunto
tantes del país, a pesar de que representaban de estímulos, generalmente ^traducidos a un
el 17% de la población. Hoy en día ocupan el idioma de puntuación sobre un conjunto de
12% de estos cargos. Por consiguiente, el gran indicadores asociados a los miembros de las
constructor y defensor, a escala mundial, de minorías, a las que se pretende beneficiar con
las propuestas de acción afirmativa es el pen­ accesos a cargos o licenciaturas universitarias.
sador indio B. R. Ambedkar. Según este modelo, las acciones afirmativas
Otro país que ha implantado un sistema no garantizan que una cantidad definida de
de cuotas étnicas a escala nacional es Malasia, negros o de las demás minorías ingresen en
en este caso desde 1971. Las acciones afirma­ las universidades y en el servicio público. Se
tivas pretendían corregir una desigualdad trata de un movimiento general hacia la in­
histórica sufrida por el grupo étnico nativo de clusión cuyo ritmo no está predeterminado.
Malasia, conocido como los bumiputeras —los En el caso de las instituciones privadas, ni si­
malayos o hijos de la tierra—. A pesar de ser quiera el Estado puede obligarlas a la i n t e ­
dem ográficam ente mayoritarios en el país, gración racial. Lo máximo que puede hacer es
estaban totalmente ^excluidos de las posicio­ premiarlas, ateniéndose a su predisposición
nes de poder y de la riqueza nacional, concen­ hacia la integración, o castigarlas, de acuerdo
tradas en manos de las ^minorías india y con la lógica capitalista de los contratos, por
china. Al igual que en el caso de la India, se su eventual negativa o no a la aceptación de
instituyeron cuotas en las universidades y en los procesos integradores.
el servicio público malayo, dentro de un plan En el caso brasileño, la lucha actual a fa­
de #desarrollo económico y social más am ­ vor de las cuotas en las universidades públicas
plio. Después de treinta años ininterrum pi­ cuestiona las bases de la construcción del pro­
dos de cuotas, la igualdad étnica en Malasia pio Estado. Brasil fue el último país en abolir
ha m ejorado muy sensiblemente y aquella la esclavitud, en 1888, y la República, instau­
política centrada en la acción afirmativa pue­ rada en 1889, aband onó a su suerte a los
de dar lugar ahora a reglas universalistas de antiguos esclavos, sin contemplar ningún pro­
competencia entre los individuos con inde­ yecto de reparación o de apoyo para que pu­
3 Acciones afirmativas

dieran disponer de un m ínim o de bienestar Sudáfrica, el movimiento a favor de las accio­


en su nueva condición de Ciudadanos libres. nes afirmativas en Brasil ha provocado gran­
La igualdad manifestada en la Constitución des tensiones políticas e ideológicas en la
de 1891 era solamente formal y, como resulta­ estructura del poder nacional y una enorme
do de su universalismo, los negros brasileños crisis de legitimidad en las Ciencias Sociales y
estuvieron durante el siglo X X prácticamente en las Humanidades, visible en todos los
excluidos de las universidades y de todos los grandes centros académicos del país. Una vez
puestos clave de la sociedad, tanto políticos más, mientras las realidades de ^opresión de
como económicos. los dalits, en la India, y de los negros, en Esta­
A pesar de la poderosa retórica del mito dos Unidos y en Sudáfrica, estaban recono­
de la democracia racial, que estuvo en vigor cidas y difundidas internacionalm ente, la
en el país durante todo el s. X X , el porcentaje ideología brasileña de la democracia racial y
de estudiantes negros en las universidades del *m estizaje consiguió proyectar una ima­
públicas brasileñas no pasa, por término me­ gen internacional de buena convivencia ra­
dio, del 12% respecto a una población com ­ cial, sobre todo en base a la música popular,
puesta en un 48% por negros. Asimismo el como la samba, y a las grandes fiestas popula­
porcentaje de docentes negros en las universi­ res, como el carnaval. La mayoría de los tex­
dades más importantes no llega al 1%. En las tos canónicos sobre la id e n tid a d brasileña
universidades más poderosas, como las de Sao refuerzan este mito de una convivencia pací­
Paulo, la Estadual de Campiñas y la Federal fica entre las razas.
do Rio de Janeiro, el porcentaje es inferior El movimiento en favor de las cuotas, la
al 0,5%. Este paradigma de exclusión social ya parte silenciada y censurada de esta imagen
se arrastra desde hace un siglo y diversas pro­ de convivencia se proyecta internacional­
yecciones de tipo estadístico indican que no se mente desde la universidad, y empieza a ser
modificará a lo largo de todo el s. XXI sin una debatido de manera abierta y teorizado en
intervención drástica en el sistema de cuotas profundidad, poniendo en jaque los argu­
para docentes negros e indígenas. mentos de los universitarios blancos que se
En esta atmósfera de elevada exclusión so­ habían difundido hasta el último rincón del
cial surge en la última década el movimiento planeta y que reforzaban los Estereotipos de
a favor de las cuotas para negros en las uni­ la democracia racial brasileña. La crisis de la
versidades públicas. La primera propuesta de elite universitaria nacional alcanzó tal grado
cuotas se presentó en la Universidade de Bra­ de polarización que en 2006 un grupo de cien­
silia en 1999. El movimiento crece a partir de tíficos sociales e intelectuales de renombre re­
la I I I Conferencia M undial contra el Racismo, dactó un M anifiesto contra la L ey de Cuotas y
la Discriminación Racial, la X enofobia y las F o r­ contra el Estatuto de la Igualdad R acial. Ambos
mas Conexas de Intolerancia, que tuvo lugar en manifiestos se encuentran en debate actual­
Durban —Sudáfrica—en 2001. La Universida­ mente en el Congreso brasileño. Acto segui­
de do Estado do Rio de Janeiro y la Universi­ do el frente multirracial de universitarios y
dade do Estado da Bahia instituyen las cuotas activistas negros en favor de las cuotas lanzó
en 2002 y la Universidade de Brasilia fue la un manifiesto a favor de la Ley de Cuotas y del
primera institución universitaria federal en Estatuto. Tal y como ocurrió en los países an­
aprobarlas durante 2003. A finales de 2006, tes mencionados, la discusión de las cuotas ha
más de treinta universidades públicas brasile­ provocado una polarización general de la so­
ñas, estatales y federales, ya habían aprobado ciedad, lo que resulta indicativo del interés
cuotas para negros e indígenas. El porcentaje teórico y conceptual del tema.
de cuotas para negros supone generalmente el Aparte de Brasil, otros países de la Diàs­
20% del total de las plazas existentes en todas pora Afroam ericana en Am érica Latina,
las licenciaturas. Esta proporción es mucho como Colom bia, Uruguay y Venezuela, es­
más baja para los indígenas. En general, sola­ timulados igualmente por los movimientos
mente representa el 1 o el 2% de las plazas negros que se construyen en torno a la C on fe­
ofertadas. Téngase en cuenta, no obstante, rencia de D urban, han comenzado a valorar y
que los indígenas suponen sólo un 0,4% de la discutir propuestas de acciones afirm ativas
población brasileña. y de cuotas para el acceso de los negros a las
Aunque no presente los aspectos externos universidades. Se abre de este modo un capí­
de violencia racial, que caracterizaron las mo­ tulo muy importante en el proceso de des­
vilizaciones por los derechos civiles en Esta­ colonización de las Américas Negras. En
dos Unidos y las luchas contra el *apartheid en paralelo, las luchas recientes de afirmación de
Acciones afirmativas 4

los pueblos originarios de los países andinos, do en el contexto de las sociedades explícita­
liderados por los ^movimientos indígenas de mente segregadas. Se abre ahora un nuevo
Bolivia y Ecuador, también reivindican accio­ campo teórico y político al iniciarse el proceso
nes afirmativas para el acceso de indígenas a de las acciones afirmativas en las sociedades
las universidades. Por consiguiente, el tema del mestizaje.
de las acciones afirmativas, que hasta el mo­
mento se había asociado sobre todo a Estados
Unidos y a Sudáfrica, pasa hoy por un perio­ Bibliografía
do de gran efervescencia en el conjunto del
espacio iberoamericano. AMBEDKAR, Bhimrao Ramji (2002): The Essen­
Desde un punto de vista político-ideológi­ tial Writings o f B. R. Ambedkar. Oxford: Ox­
co, las acciones afirmativas se vienen conci­ ford University Press.
biendo hasta el momento presente como una AROCHA, Jaime (2004): Utopía para los Exclui­
lucha por la afirmación de minorías discrimi­ dos. E l Multiculturalismo en Africa y América
nadas dentro de la sociedad nacional, sin lle­ Latina. Bogotá: Universidad Nacional de Co­
gar a cuestionar, sin embargo, las bases de la lombia.
constitución del Estado. En este sentido han BO W EN , William; BOCK, Derek; LOURY,
sido objeto de crítica política por gran parte Glenn (2000): The Shape o f the River. Prince­
del pensamiento de izquierdas, desde donde ton: Princeton University Press.
se consideran medidas reformistas, que no CARVALHO, José Jorge de (2001): “As Propostas
consigue subvertir la desigualdad de clase de Cotas para Negros e o Racismo Académi-
que estructura las sociedades capitalistas, tan­ cono Brasil”. Revista Sociedade e Cultura, 4 (2):
to las ^centrales, caso de Estados Unidos, 13-30.
como las periféricas, caso de Brasil. Sin em ­ — (2003): “Agoes afirmativas para negros na Pós-
bargo, desde un punto de vista conceptual, no graduafáo, ñas bolsas de pesquisa e nos con­
parece pertinente lim itar la idea de acción cursos para professores universitários como
afirmativa a un paradigma político de tipo li­ resposta aoracismo académico”, en Petronilha
beral, como si su única función fuera la de Silva, Beatriz Gonsalves, Valter R. Silvério
preparar a las minorías étnicas y raciales dis­ (Orgs.), Educando e Aqóes Afirmativas. Brasilia:
criminadas para enfrentar el universo indivi­ Inep/MEC, 161-190.
dualista y competitivo del capitalismo. El — (2005): Inclusáo Etnica e Racial no Brasil. Sao
desafío que se plantea a muchas corrientes teó­ Paulo: Attar Editorial.
ricas y políticas de las acciones afirmativas, CARVALHO, José Jorge de; SEGATO, Rita
desarrolladas en Brasil y Am érica latina, es Laura (2002): Urna Proposta de Cotas para Estu -
precisamente cómo sacarlas del marco liberal dantes Negros na Universidade de Brasilia. Bra­
capitalista que fue su modelo hegemónico en silia: Departamento de Antropología. Uni­
el mundo occidental. versidade de Brasilia, Série Antropología, 314.
Otra cuestión conceptual importante, de­ EMERSON, Renato; LO BATO , Fátima (eds.)
rivada de las acciones afirmativas en Brasil y (2003): Aqoes Afirmativas. Políticas Públicas
otros países de América latina, es de qué ma­ contra as Desigualdades Raciais. Rio de Janeiro:
nera se puede identificar al individuo suscep­ DP&A.
tible de ser beneficiario de las cuotas, dado el K H A LK A N I, Akil Kokayi (2005): The Hidden
m estizaje de la población. En Estados U ni­ Debate: The Truth Revealed About the Battle
dos, por ejemplo, declararse negro implica la over Affirmative Action in South Africa and the
pertenencia a una categoría legalmente defi­ United States. New York: Routledge.
nida. Se trata de todo individuo que pueda MABOKELA, Reitumetse Obakeng (2000): Voi­
probar que posee al menos un octavo de as­ ces o f conflict: desegregating South African uni­
cendencia negra. En la India no se puede versities. New York: Routledge, Falmer.
ocultar la condición de dalit y en Malasia no MARX, Anthony (1998): Maying race and nation: a
resulta posible disimular la identidad malaya. comparison o f South Africa , the United States
Por otra parte, en el caso brasileño, y también and Brazil. Cambridge: Cambridge University
en el colombiano, surge un nuevo problema Press.
que no se registraba en el proceso indio, mala­ SEGATO, Rita Laura (2003): Uma Agenda de
yo o norteamericano de las acciones afirmati­ Afóes Afirmativas paras as Mulheres Indígenas
vas: quién es negro, e incluso indio, en Brasil no Brasil. Brasilia: Dpto. de Antropología,
o en Colombia. Hasta el momento, la teoría Universidade de Brasilia. Série Antropolo­
de las acciones afirmativas se había construi­ gía, 326.
5 Aculturación

SILVA, Petronilha; GONgALVES, Beatriz; SIL- activos y pasivos en los procesos de contacto y
VÉRIO, ' Valter Roberto Silvério (orgs.) que los individuos quedan subsumidos en esa
(2003): Educaqáo e Aqóes Afirmativas. Brasilia: dinámica colectiva. En el M emorándum sobre
Inep/MEC. la aculturación, de Redfield, Linton y Hers-
José Jorge de Carvalho kovits (1936), se utiliza el término para expre­
sar “aquellos fenómenos que se producen
cuando grupos de individuos que tienen dife­
Véanse además Centro-periferia, Ciudadano,
rentes culturas entran en contacto directo
C C) L O N IALIS M O Y A N T 1C 0 1„O N IA -
continuo, con los subsecuentes cambios en las
IJSMO, Comunitarismo, DERECHOS HU­
pautas originales de uno o de los dos grupos”.
MANOS, DESARROLLO, DIFERENCIA
Puestas así las cosas, es evidente que en la ma­
Y D ESIG U A LD A D , Diferencias sociales y
yoría de los casos son las culturas dominadas
diferencias culturales, Discriminación positi­
las que pierden sus características, asumiendo
va, D ISCRIM IN A CIÓ N Y EXC LU SIÓ N
las más rentables “pautas de cultura” de los
SOCIAL, E L IT E S , Esclavitud, ESTADO-
dominadores.
NACIÓN, ESTEREO TIPO S Y ESENCIA­
La valoración actual del concepto debe te­
LIZACIÓN, Etnicidacl, EXPLO TA C IÓ N
ner en cuenta los cambios producidos en la
SOCIAL, G EN O CID IQ , I D E N T I DAD,
noción de cultura, de la que, al fin y al cabo, es
INTEGRA(:iÓN, Mestizaje, MINORí AS,
un derivado, e integrar teóricamente las con­
NU EVOS MOV I MI E N T O S SOCI A LES,
clusiones extraídas del estudio de las relacio­
Racismo y neorracismo, Segregación, Sujeto
nes *interculturales que se están produciendo
intercultural, TRABAJO, Traducción, VIO­
en las sociedades complejas. Si la cultura no es
LENCIA POLÍTICA.
la homogeneidad estructurada de la que se
hablaba en la época del M em orándum , sino
Aculturación una organización de una diversidad de suje­
tos, los procesos de aculturación entre indivi­
Aculturación en sentido estricto significa duos provenientes de distintos grupos no
la pérdida o transform ación de algunos as­ tienen por qué diferir cualitativamente de los
pectos culturales en situaciones de contacto que se producen entre diferentes sujetos del
entre culturas ^diferentes. En un sentido más mismo grupo. Aculturación y enculturación
amplio, invade el terreno de otros conceptos no aparecen en este sentido como realidades
como los de Asim ilación, *transculturación, opuestas, sino como procesos equivalentes.
intercambios y préstamos culturales, S in c re ­ Tanto más si se tiene en cuenta, como ya había
tismo o cambio cultural. Incluso Bastide demostrado de forma brillante Linton (1937)
(1972) habla d e aculturación planificada para en un breve texto sobre la cultura americana,
referirse a programas de *desarrollo. Esta que todas las culturas son de una u otra forma
complejidad expresa bien a las claras la im ­ mezclas.
precisión de un concepto, que se ha gestado Se ha dicho que la aculturación hace refe­
en la encrucijada formada por las experien­ rencia a los cambios en las conductas cultura­
cias ^coloniales y las contingencias de las les y la asimilación a los cambios sociales (Gor-
teorías antropológicas integracionistas. En don, 1964). Esta visión de los hechos se adapta
contextos de dominación no es difícil hablar mal a las experiencias del mundo moderno.
de agentes y pacientes. Los sujetos que pier­ El conocimiento cultural es acumulativo a di­
den sus tradiciones son damnificados pasivos ferencia de las adaptaciones físicas sujetas a la
del proceso y a ellos se aplicaba inicialmente el evolución biológica, que son sustitutivas. Los
concepto de aculturación, expresión proble­ sujetos adquieren constantemente en los gru­
mática que ni siquiera se aceptó en todas las pos sociales nuevas competencias, que coexis­
tradiciones académicas. Fue en la antropolo­ ten con las antiguas, y que estratégicamente
gía americana donde tuvo un mayor segui­ son seleccionadas, reactivadas y reinventadas
miento. Con todo, resulta difícil sostener según contextos para ajustarse a las circuns­
actualmente los dos pilares epistemológicos tancias que más les puedan interesar. Pero es­
sobre los que se asienta la delimitación de su tas formas sólo tienen sentido en sus contextos
significado; contactos entre ^culturas y con­ de ejecución, y fuera de ellos no son más que
sistencia estructural de la cultura. En princi­ recursos textuales almacenados en la memo­
pio, las situaciones de dominación política ria. Por ello los cambios en las conductas cul­
acrecientan la percepción de que las culturas, turales sólo se dan cuando las circunstancias
como bloques homogéneos, son los agentes sociales lo exigen. Esto es tan válido para las
Aculturación 6

situaciones de dominación colonial como pa­ Por último, no se debe olvidar que en las
ra los contactos entre personas provenientes sociedades complejas los contextos conduc-
de diferentes dominios culturales cuando se tuales son tan novedosos para los individuos
encuentran como ^marginados en el mundo desplazados como para los sujetos origina­
occidental. Por ello la llamada aculturación rios. A lo largo de la vida cualquier individuo
puede considerarse tanto una respuesta estra­ recorre espacios culturales nuevos que le obli­
tégica al entorno social como una cuestión re­ gan a ser constantemente selectivo en relación
ferida a los procesos cognitivos. Olvidar algo con sus recursos culturales. Aprender, ol­
en lo que uno fue competente tiempo atrás no vidar, rememorar, poner en práctica o sim ­
tiene por qué considerarse una tragedia si el plem ente textualizar los conocim ientos
olvido se debe a la inutilidad de las prácticas culturales son ejercicios propios de cualquier
derivadas de ese conocimiento, cuando el proceso cultural. No cabe duda de que hay al­
contexto ha cambiado. “La salvaguarda de la gunas dimensiones del proceso que implican
cultura popular”, por sí misma, puede ser un competencias generales que son más fácil­
contrasentido si lejos de favorecer a las *m i- mente disponibles para los nativos que para
norías las sume de manera directa en la mar- los extraños, como, por ejemplo, el dominio
ginación. Por lo demás, las estrategias que de la lengua, pero la capacidad de aprendiza­
guían el olvido y el aprendizaje cultural pue­ je de los seres humanos hace que estos condi­
den ser muy diferentes según las protagoni­ cionantes no sean obstáculos absolutos, sino
cen individuos aislados o integrados en gru­ simplemente requisitos que, igual que tantos
pos de la misma procedencia. En este caso las otros a los que nunca acceden los de dentro de
colectividades emergentes funcionan como su propio grupo, configuran contextos espe­
nuevos contextos en los que los #recursos cul­ cializados, que están en la base de las diferen­
turales pueden permanecer e incluso perder cias sociales en general.
su significado original y transformarse en ele­
mentos reivindicativos. Estas reivindicacio­
nes pueden afectar a cuestiones pragmáticas Bibliografia
relacionadas con la vida cotidiana, o a otras
más complejas e ideológicas, entre otras a BASTID E, Roger (1972): Antropologia aplicada.
aquéllas que afectan a los #derechos políticos Buenos Aires: Amorrortu.
de las minorías (Scott, 1985). GORDON, Milton (1964): Assimilation in Ameri­
Si considerado desde el punto de vista de can life. The role o f race, religion and national
los procesos culturales alterados en los grupos origins. New York: Oxford University Press.
dominados o en las minorías descontextuali- LIN TO N , Ralph (1937): “One handred percent
zadas, el concepto de aculturación es proble­ American”. American Mercury , 40: 427-429.
mático, no lo es menos en su aplicación a los R ED FIELD , R.; LIN TO N R.; HERSKOVITS,
contextos internos de los grupos dominantes. M. J. (1936): “Memorandum for the study of
El trasvase cultural nunca es tan simple como acculturation”. American Anthropologist, 38(1):
se sugiere en ^ M em orándum : una cultura se 149-152.
pierde porque se adquieren elementos de SCOTT, James C. (1985): Weapons o f the wea\.
otras: se pasa de vivir en una cultura a vivir en New Haven: Yale University Press.
otra. Si las culturas no son todos integrados y
José Luis García García
homogéneos, sino complejos heterogéneos
organizados, las formas sociales de los en­
cuentros pueden ser muy variadas, y la ten­ Véanse además COL()NI ALISMO Y ANTI-
dencia a tipificar las situaciones de contacto, COLONIALISMO, Criollización, CULTU­
partiendo de los lugares de origen de los pro­ RA, D ERECH O S HUMANOS, D E S­
tagonistas de los encuentros, debe ser muy ARROLLO, Diferencias sociales y diferen­
m atizada, pues los contextos sociales en los cias culturales, DISCRIM INACIÓN Y
que se ubican los procedentes de un mismo EXCLUSIÓN SOCIAL, ESTEREO TIPO S
país pueden generar situaciones radicalmente Y ESENCIALIZACIO N , Etnocentrismo y
diferentes: las diferencias internas son tan relativismo cultural, Etnocidio, Fronteras
transcendentes en la mayoría de los casos co­ simbólicas, G E N O C ID IO , H IB R ID A ­
mo las externas. Son los individuos y sus redes CIÓ N , IN D IG E N ISM O , IN T E G R A ­
sociales, y no los grupos sociales abstractos, los CION, Integración educativa, Interculturali-
protagonistas de los contactos e intercambios dad, MINORÍAS, PATRIMONIO, Sujeto
culturales. inte re u1tu ra1, Tra nscu 11u rae ió n.
7 Alteridad

Alteridad problemáticas concebidas desde la perspecti­


va singular de cada ser humano —o de una hu­
Se designan con este término desde la anti­ manidad abstracta—. Las ciencias sociales, en
güedad las experiencias de la ^diferencia y lo cambio, han destacado que la alteridad no es
extraño. Es uno de los conceptos que más lar­ sólo una cuestión intersubjetiva, sino de indi­
gamente ha organizado las preguntas por lo viduos situados: en lenguas colectivamente
otro y los otros, lo ajeno o la diversidad. No se codificadas, en historias sociales y en culturas
refiere a cualquier tipo de fenómeno descono­ estructuradas que preceden a cada persona.
cido o distinto; no se aplica a los paisajes, climas Además de examinar la alteridad como dife­
o músicas que sorprenden. Su uso habitual se rencia y confrontación entre sujetos singula­
reserva para la otredad humana: la que se res, es necesario verla como contraposición
experimenta al conocer otras culturas en los entre tradiciones, formas de vida y sistemas
viajes o al recibir a extranjeros, al conocer in­ simbólicos de estructuración colectiva. Las
formación sobre otras lenguas, costumbres, posibilidades y dificultades de comunicación
modos de pensar y sentir. Por eso varios auto­ y comprensión entre diferentes implican mo­
res consideran a la alteridad el objeto de estu­ dos socialmente constituidos de hacer, pensar
dio o la categoría central de la antropología. y decir. Lo propio y lo extraño son, más que
El análisis inicial de esta noción se de­ resultados de elecciones individuales diver­
sarrolló en la filosofía. El problema del Otro, sas, producto de historias sociales paralelas,
del prójimo, del conocimiento que puede al­ instituciones y reglas que forman a los indivi­
canzarse de él y de cómo actuar en relación duos para pertenecer y actuar en una sociedad
con sus diferencias, recorrió el pensamiento específica, y, por tanto, para ver como raros a
griego y medieval, y se complejizó en la *m o- los demás y tener problemas para encontrarse
dernidad con los “descubrimientos” de nue­ con ellos.
vos continentes y la creciente información Distintas corrientes antropológicas han
sobre maneras de vivir y pensar radicalmente caracterizado lo que sucede cuando nos
distintas de las europeas u occidentales. La encontramos con los otros como “contacto
mayoría de los filósofos, aun los modernos, cultural”, “*etnocentrism o”, “*intercultura-
elaboraron sus preguntas sobre la alteridad en lidad”, “relaciones interétnicas”, ‘^colonialis­
un contexto intersubjetivo, es decir, en la rela­ mo” o “*poscolonialismo”. Si bien, como
ción de un sujeto con otros. Para no caer en el dijimos, las descripciones de las ciencias socia­
subjetivismo o el solipsismo, cada individuo les se distinguen de las filosóficas en el propó­
debe considerar no sólo lo que es verdadero sito de historizar la alteridad y situarla en
para sí mismo; la preocupación por la objeti­ condiciones sociales específicas, algunas ten­
vidad, por lo que sería universalmente válido, dencias dan visiones más neutrales, como las
lleva a interrogarse por los modos en que que hablan de “contacto”. Otras, en cambio,
otros configuran sus juicios. marcan el enfoque teórico y la etnografía con
Este interés por el otro rara vez desembo­ la selección de un tipo de otredad —la *étnica—
ca en un saber feliz. Prevalecen más bien las o con una perspectiva peculiar de conocimien­
dudas sobre la posibilidad de conocer la alte­ to-desconocimiento del diferente -p o r ejem ­
ridad, comunicarse con los diferentes y actuar plo, el producido por la interacción colonial.
en forma significativa en relación con ellos. La alteridad se desenvuelve en una histo­
Desde Hegel a Max Scheler, desde Alfred ria de redefiniciones. Se exhibe diversa según
Schuetz a Jean-Paul Sartre, la intersubjetivi­ se la fue configurando en las miradas asom­
dad es un espacio de incomprensiones y con­ bradas de los europeos hacia los “orientales” o
flictos. Si bien no todos son tan críticos y “los africanos” o “los americanos”, en las des­
suspicaces como Sartre en su célebre afir­ cripciones que los viajeros o antropólogos de
mación de que “el infierno son los otros”, la estas otras regiones les devolvieron, o en la vi­
distancia entre sujetos —aun en la misma cul­ sión de los urbanos sobre el campo o de los
tura—muestra la alteridad como una de las campesinos hacia las ciudades. Las distintas
experiencias más desafiantes para cualquier formas de heterogeneidad social y cultural de
pretensión de afirmar una ^identidad propia. cada continente, cada nación y aun cada ciu­
La mayoría de los filósofos tratan estos dad generan perspectivas diversas sobre los
problemas gnoseológicos y malentendidos otros y conceptualizaciones discrepantes.
prácticos como relaciones entre sujetos indi­ En las últimas décadas comenzaron a es­
viduales o entre sujetos trascendentales, no cribirse balances históricos e interculturales
em píricam ente individualizables, pero con sobre los estudios de la otredad (Appadurai,
Alteridad 8

1996; Augé, 1995; Bartra, 1996; Clifford, otras lenguas y costumbres en la propia ciu­
1999; H annerz, 1996; W arnier, 2002). Esta dad o porque la mayor parte de mensajes m a­
producción antropológica ha influido en la sivos que vemos proceden de culturas
construcción de una perspectiva multifocal e distintas, somos habitados por voces y gustos
intercultural en la filosofía (Habermas, 1999; heterogéneos. Vivimos en una época intercul­
Ricoeur, 1996). Ultimamente, el avance de la tural y somos interculturales en nuestro pro­
investigación antropológica en todos los con­ pio interior.
tinentes y la incipiente formación de “antro­ Siguen siendo importantes las etnias y las
pologías mundiales” (Lins y Escobar, 2006) va naciones como marcos de pertenencia y, por
construyendo una conversación teórica mul- tanto, como delimitación de lo otro. Ser indio
ticentrada, a escala planetaria, que comienza o afrodescendiente, ser español, turco o bra­
a indicar caminos por los cuales podría supe­ sileño, y obviamente ser hombre o m ujer,
rarse el etnocentrismo euronorteamericano, continúan diferenciando a vastos sectores po-
la simple refutación anticolonialista y los de­ blacionales y oponiéndolos a quienes tienen
más “cosmopolitismos provincianos” en la re­ otras identidades. Pero en muchísimos casos
flexión sobre la alteridad. En vez de buscar las interdependencias generadas en la globali-
un único paradigma universal, para capturar zación, o los deslizamientos identitarios, los
su sentido, las preguntas son cómo podría fer­ m estizajes e hibridaciones, relativizan
tilizarse la alteridad con el cruce de modos di­ los perfiles de cada grupo. La afirmación de
versos de concebirla y estudiarla. Se aspira a identidades y la confrontación con los dife­
una visión epistémica polifónica. rentes aparece aún con fuerza en múltiples
Esta reformulación incluye una nueva procesos actuales, y es a veces fuente de un
mirada sobre el pasado. Las épocas lejanas, y a “esencialismo estratégico”, de la defensa de
veces las próximas, de la propia cultura son reivindicaciones por la dignidad o contra la
escenas extrañas. Suele ocurrir que las com ­ injusticia, en los grupos más explotados, dis­
prendamos tan mal como a nuestros con­ criminados o vulnerables. Sin embargo,
temporáneos distantes. Sin embargo, las crecen las situaciones de intercambios *m ulti-
reinterpretaciones antropológicas e históricas culturales, la apropiación heterogénea de
de “nuestros antepasados prim itivos”, del bienes y mensajes diversos.
Medievo y del Renacimiento, por ejemplo, re­ Se vuelve así una realidad cotidiana el
plantean lo que veníamos entendiendo por al­ desdibujamiento de las fronteras entre lo pro­
teridad (Krotz, 2002). pio y lo ajeno, como filósofos y científicos so­
El pensamiento *posmoderno, por su par­ ciales vienen mostrando en investigaciones
te, al criticar el evolucionismo unilineal que desde hace décadas. La identidad y la alteri­
consagraba una supuesta teleología progresis­ dad son construcciones Acciónales, leíamos ya
ta occidental y descartaba a las sociedades que en el estudio de Benedict Anderson sobre las
no encajaban allí, hizo visible una heteroge­ naciones como comunidades imaginadas, o
neidad compleja de la historia: la libertad que en las investigaciones psicoanalíticas y en la
el posmodernismo dio a las artes y a la arqui­ antropología posmoderna. Decir que son Ac­
tectura para retomar estilos de distintas épo­ ciónales no implica atribuirles falsedad; alude
cas y combinarlos, también contribuyó a al carácter construido, no esencial, de lo pro­
volver próximos —a veces superficialmente— pio y lo extraño.
búsquedas formales y relatos diversos. Reconocer que la otredad es en gran me­
La etapa globalizadora que vivimos desde dida imaginada no puede hacer olvidar tam­
inicio de los años ochenta del siglo xx cambia poco que la humanidad está dividida por
aún más radicalmente las diferencias entre lo diferencias em píricam ente observables. La
familiar y lo extraño. Cada vez menos perso­ alteridad sigue manifestándose consistente­
nas pueden afirmar, como en tiempos de las mente en cualquier confrontación política,
etnias y las naciones autocontenidas en un te­ cultural o económica. Tan cierto como que
rritorio, que pertenecen a un solo lugar; úni­ solemos proyectar en los desconocidos aspec­
camente les interesa conocer y convivir con tos inconscientes o rechazados de nosotros, es
sus semejantes o hablar una sola lengua. Ad­ que hay diferencias —no sólo imaginadas—de
vertimos con frecuencia, en palabras de Julia piel, lenguaje, etnia o gustos. Los otros gustan
Kristeva, que somos “extranjeros para nos­ comidas que rechazo, se visten de maneras
otros mismos”. Ya sea por las experiencias de que no me atraen, proponen modos de rela­
múltiples sociedades que tenemos como cionarse que no comparto. La diferencia no es
migrantes o turistas, por la convivencia con únicamente invención y proyección.
9 Alteridad

A las históricas diferencias étnicas, de gé­ y ritmos de innovación propios de esas redes,
nero, y otras biológicas y culturales que per­ en suma, con la conciencia de pertenecer a
sisten, se agregan las nuevas producidas por una región más amplia y heterogénea que el
los intercambios globalizados. Además de re- propio país.
lativizar las formas tradicionales de diferen­ Un obstáculo para este aprendizaje es que
ciación, la interdependencia mundial —en el la desigual participación en las redes de infor­
comercio, en los viajes y las migraciones, en la mación se combina con la desigual distribu­
comunicación cultural industrializada—ge­ ción mediática de los bienes y mensajes de
nera nuevos agrupamientos y Exclusiones: aquellas culturas con las que estamos interac­
por un lado, quienes acceden a los bienes y a la tuando. Los circuitos transnacionales en los
inform ación estratégicos o novedosos; por que circulan músicas de más países que en
otro, los que quedan fuera. cualquier otra época, pese a que simulan re­
Hasta la primera mitad del siglo X X , la presentar a todos, como sugiere el nombre
diversidad cultural se configuraba casi exclu­ world. music, dejan fuera a centenares de m i­
sivamente dentro de cada sociedad, subordi­ llones de creadores y audiencias, y “ecuali-
nando las diferencias étnicas y regionales en zan” los estilos melódicos y las variaciones
espacios educativos y políticos nacionales mo- tímbricas que pueden mostrar una alteridad
nolingües. La interconexión de todas las cla­ demasiado desafiante para las culturas hege-
ses y muchas etnias ocurre desde finales del mónicas en los mercados artísticos (Carvalho,
siglo xx a escala transnacional, y las industrias 1995). Tampoco hay condiciones de efectiva
culturales se han convertido en agentes clave mundialización de las formas del conoci­
en la gestión globalizada de las diferencias. Es miento y representación expresadas en las pe­
necesario considerar entonces cómo reorgani­ lículas árabes, indias o latinoam ericanas, si
zan la diversidad estas industrias, especial­ están casi ausentes en las pantallas, incluso de
mente a través de los medios audiovisuales. los países vecinos: ni siquiera circulan en ciu­
Por supuesto, las nuevas modalidades de dades del primer m undo—Los Angeles, Nue­
diferenciación y alteridad no están desvincu­ va York, Berlín—donde habitan millones de
ladas de las tradicionales. Las diferencias pro­ migrantes de esas regiones que serían públi­
vocadas por la brecha digital entre quienes cos “naturales”.
tienen acceso a las tecnologías y quienes están Algo semejante sucede con las ofertas mu­
excluidos se combinan con diferencias étnicas sicales y fílmicas en televisión, videos y en las
de los grupos subalternos o marginados deri­ páginas de Internet. La enorme capacidad de
vadas de formas anteriores de desigualdad. unas pocas megaempresas de manejar combi­
Las modalidades antiguas de diversidad cul­ nadamente los circuitos de distribución en es­
tural no pueden descuidarse, en tanto que no tos medios, en todos los continentes, les
son suprimidas por la homogeneización o por permite controlar la casi totalidad de los mer­
las comunicaciones que hacen posible las in­ cados en beneficio de sus producciones. Se
novaciones tecnológicas. Las reflexiones so­ convierten de este modo en administradores
bre la ^sociedad del conocimiento —no sólo de privilegiados de la diversidad y la alteridad.
la información—necesitan retomar los análisis Como conclusión, puede decirse que —si
precedentes sobre la conversión de diferen­ bien la alteridad continúa siendo una figura
cias en desigualdades a causa de la discrimi­ significativa en todo desarrollo social—está
nación lingüística, la marginación territorial produciéndose un desplazamiento de la d i­
y la subestimación de *saberes tradicionales o versidad y la alteridad a la interculturalidad co­
su baja legitimidad jurídica (García Canclini, mo núcleo de las experiencias humanas. Si se
2004). En las ciudades, y sobre todo en las ge­ entiende el énfasis en la diversidad y la alteri­
neraciones jóvenes, encontramos a menudo dad como la valoración de la capacidad de ca­
que se sigue afirmando la pertenencia étnica, da nación, etnia o grupo para expresar su
grupal y nacional, y a la vez crece el acceso a cultura en su espacio propio, no puede negar­
los repertorios transnacionales difundidos se su vigencia. Pero en un mundo tan interco­
por los medios masivos de comunicación. Por nectado la simple afirmación de la diversidad
eso la noción de alteridad se replantea en las puede conducir al aislamiento, y finalmente a
culturas juveniles: la conjunción de pantallas la ineficacia. También se ve necesario trabajar
televisivas, ordenadores y videojuegos está fa­ en los espacios globalizados a favor de una in­
m iliarizando a las nuevas generaciones con terculturalidad dem ocrática: el problema no es
un imaginario transnacional y con modos di­ apenas que a cada uno le permitan hablar su
gitales de experimentar el mundo, con estilos lengua con su grupo, educarse de acuerdo con
Apartheid 10

sus tradiciones y administrar en forma autó­ D IFEREN CIA Y DESIGUALDAD, Dife­


noma el territorio propio. El desarrollo cultu­ rencias naturales y diferencias sociales, D i­
ral y político pone en juego qué significa ferencias sociales y diferencias culturales,
convivir entre nativos y migrantes, entre dis­ Diferencias sociolingüísticas v desigualdad,
tintas religiones, gustos y concepciones de la DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SO ­
familia, en medio de conflictos transnaciona­ CIAL., Estera mediática. Espacios locales, ES-
les. Las preguntas no se refieren sólo a cómo T E R E O T IP O S Y ESENCI A L IZACIÓN,
reivindicar lo propio. Una política contempo­ ESTIGMA, Etnicidad, Etnocentrismo y rela­
ránea de gestión más equitativa de la alteri- tivismo cultural, EXPLOTACIÓN SOCIAL,
dad requiere, por ejemplo, que la escuela y los Extranjero, Fronteras políticas y religiosas,
medios de comunicación nos ayuden a descu­ G LO BA LIZA CIÓ N , H IBRID A C IÓ N ,
brir el valor de lo diferente, a reducir la des­ ID EN TID A D , Información, IN T E G R A ­
igualdad que convierte las diferencias en CION, Integración educativa, Integración
amenazas irritantes y a generar intercambios religiosa, Lnterculturalidad, Mestizaje, MI­
constructivos a distancia. Se hace necesario NORÍAS, Modernidad, MOVILIDAD,
trabajar, además de los derechos a la diversi­ MULTICULTURALISMO, Multiculturalis-
dad, sobre los derechos interculturales. mo en los estudios étnicos, Multilocal, Nacio­
nalidad, Nacionalismo, Nomadismo v turis­
mo, NUEVOS M OVIM IEN TOS SOCIA­
Bibliografía LES, PATRIMONIO, Pluralismo sincrónico,
Poscolonialismo, POSMODERNIDAD, Ra­
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Apartheid
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nografía de la sensibilidad musical contemporá­ ción de la ^diversidad social que desarrolla al
nea. Brasil: Universidad de Brasilia. límite la separación para el mantenimiento de
Departamento de Antropología. identidades diferenciadas, y la oposición a la
GARCÍA CANCLINI, Néstor (2004): Diferentes, *hibridación o mestizaje. Se asocia, además, al
desiguales y desconectados: mapas de la intercul- #racismo, por cuanto basa la definición de los
turalidad. Barcelona: Gedisa. grupos sociales y la justificación de la articula­
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estudios sobre teoría política. Barcelona: Paidós. de los años noventa, aunque arraiga en prácti­
KROTZ, Esteban (2002): La otredad cultural entre cas anteriores y sus fundamentos ideológicos
utopía y ciencia: un estudio sobre el origen, el de­ habría que buscarlos en las nociones religiosas
sarrollo y la reorientación de la antropología. Mé­ y colonialistas de los bóers.
xico: FCE-UAM. El apartheid no debe entenderse sólo como
LINS RIBEIRO, Gustavo; ESCOBAR, Arturo un régimen de articulación de la diversidad
(comps.) (2006): World anthropologies: discipli­ social, sino, y esto es más importante, como
nary transformations within systems o f power. un mecanismo de legitim ación y de repro­
New York: Berg. ducción de un sistema de Explotación econó­
RICOEUR, Paul (1996): S í mismo como otro. Ma­ mica; en este sentido, su consideración es
drid: Siglo XXL imprescindible si se quiere entender la géne­
sis del capitalismo en Sudáfrica y el papel del
Néstor García Canclini
#Estado en este proceso.
Históricamente, el apartheid es el produc­
Vcanse además Ciudadano, COLONI A LIS- to de la extensión y la organización sistemáti­
MO Y AN TICO LO N IALISM O , COMU- ca de las políticas *segregacionistas de los
NIC A ( VI ( ) N, ( ' o rnu n idad t ra n sna c io na 1, gobiernos blancos en Africa del Sur durante
CONSUMO CU LTU RA L, CULTURA, el periodo #colonial. El carácter de estas poli-
11 Apartheid

ticas se refleja claramente en la N ative L an d de acuerdo a criterios raciales. El apartheid re­


Act de 1913, que prohibía a los negros adqui­ sulta ser así el prototipo de la discriminación
rir tierras fuera de las reservas que se les ha­ racista; no tanto por ser el extremo de una gra­
bían asignado, tras la guerra entre los boers y dación, sino porque funciona como modelo
el imperio británico de 1899 a 1902. En 1948 el revelador de los elementos estructurales de to­
Partido Nacional gana las elecciones. Tras es­ do racismo tal y como en la actualidad lo en­
ta victoria, el sistema del apartheid se constitu­ tendemos. En esta línea, Balibar (1997) afirma
ye progresivamente a través de una cadena de que el apartheid mezcla estrechamente las tres
leyes durante los años cincuenta y sesenta; es­ formas de las que se deriva nuestra noción de
ta legislación incluye desde la prohibición de racismo: el nazismo, el colonialismo y la escla­
matrimonios mixtos o de relaciones sexuales vitud de los negros en E E. UU. Es cierto, en
interraciales hasta posteriormente la separa­ cualquier caso, que el apartheid expresa para­
ción cotidiana de grupos en medios de trans­ digmáticamente una constante del imaginario
porte, lugares de ocio, centros sanitarios y moderno occidental: la fundamentación natu­
otros servicios, escuelas, etc. La Population ralista del orden social y político. Funciona,
Registration Act de 1950 obliga a la población a por tanto, como justificación ideológica, ya
registrarse en cuatro grupos: blancos, negros, que oculta y deniega la entidad y complejidad
indios y mestizos. Esta diferenciación racial reales de los grupos, las problemáticas, los
activa una Reparación geográfica que se ex­ procesos y el orden sociales.
presará plenamente en la Groupe Action Act, Pero el apartheid no es sólo un conjunto de
aprobada el mismo año. Esta última ley, que representaciones y prácticas destinadas a la le­
se puede ver como el elemento nuclear del gitimación de un sistema. De manera más ra­
apartheid, obliga a vivir en zonas prefijadas a dical, hay que entenderlo como un dispositivo
cada uno de aquellos grupos. Como conse­ institucional crucial en la organización de la
cuencia de ello, los negros ocuparon un 13,7 % producción económica. A diferencia de las
del territorio, consistente éste, por lo demás, aproximaciones liberales, tendentes a inter­
en zonas pobres en los márgenes de las áreas pretar el apartheid como resultado de actitu­
industriales: los homelands o bantustanes. des y prejuicios que constituirían una especie
Para encontrar las bases ideológicas del de entidad política e ideológica autónoma, al­
apartheid hay que apuntar, en primer lugar, a gunos autores marxistas han subrayado su
la reformulación que hacen los bóers, en la se­ imbricación orgánica en la génesis y el de­
gunda mitad del s. XIX y en una situación de sarrollo del capitalismo en Sudáfrica. Esta
aislamiento y presión desde el exterior —im ­ imbricación sería en rigor el centro estructu­
perio británico, colonia autónoma de El C a­ ral del sistema. Por ello que el apartheid coti­
bo, bantúes...—, de la antigua idea de un pacto diano —el Wzmaáo petty apartheid- , es decir, la
entre Dios y el pueblo bóer —como pueblo ele­ separación racial de servicios públicos, ocio,
gido—. El calvinismo sudafricano de origen educación, recreo, prohibición de m atrim o­
holandés está, por tanto, en la raíz del “de­ nio, etc., fuera ligeramente modificado y
sarrollo separado”; más concretam ente, las reducido a mediados de los años ochenta,
teorías puritanas sobre la diversidad inheren­ debido a las presiones internacionales de di­
te a la creación divina, diversidad que impli­ verso tipo, en absoluto supuso —ni podía deri­
ca, en el orden sociopolítico, la separación de var en—una quiebra del régimen, basado en
pueblos y naciones. realidad en un tipo de organización del *tra-
El apartheid es deudor igualmente de la bajo y en la exclusión política de la población
ideología de la superioridad del “hombre negra. Desde este ángulo, la segregación ra­
blanco” y de la cultura occidental, sustentado­ cial es un modo de integración en el orden
ra de la empresa colonialista de conquista y ci­ productivo. Por ello W allerstein (1997) dice
vilización. En este sentido es deudor de que el apartheid no puede ser total: nunca
nociones, avaladas y alimentadas por el dar- puede llegar a anular su auténtica función,
winismo social y por otras aportaciones cien­ que es constituir y reproducir una fuerza de
tíficas, sobre las diferencias y las jerarquías trabajo racializada.
morales de raza. El progreso del capitalismo en Sudáfrica,
La segregación cotidiana, quizá el rasgo ligado al desarrollo de la minería, ha dependi­
más evidente y espectacular del sistema, refle­ do del control, a través de la legislación del
ja de manera muy nítida el núcleo ideológico y apartheid, de la fuerza de trabajo; se trataba de
la aspiración última del apartheid: la racializa- asegurar la incorporación de mano de obra
ción, o la definición completa de la población barata, restringiendo la capacidad de compe­
Apartheid 12

tencia de los agricultores negros, impidiendo más, sean abiertamente racistas o no, en Sud­
el desarrollo autónomo de las reservas y for­ áfrica ayer o en la actualidad en Europa, las
zando las ^migraciones desde las comunida­ condiciones de empleo de trabajadores m i­
des aldeanas a los campamentos mineros. En grantes son del mismo tipo. El apartheid re­
consecuencia, la industrialización ha supuesto presenta entonces el paradigma de una si­
en este caso una progresiva racialización de la tuación *global; una situación presidida por
clase obrera, de manera que se constituye un la división mundial del mercado de trabajo.
proletariado no homogéneo sino dual: cualifi­
cado y con derechos uno —blanco—, descualifi­
cado y sin derechos el otro -n e g ro -. En esta Bibliografía
perspectiva la institucionalización, a partir de BALIBAR, E.; W A LL ES T E IN , I. (1997): Race,
1948, del apartheid se interpretaría como una nation, classe. Les identités ambigúes. Paris: La
respuesta a problemas específicos de desarti­ Découverte.
culación de las condiciones de la reproducción M EILLASOUX, C. (1975): Femmes, greniers et ca­
humana. Los bantustanes resultarían un dis­ pitaux. Paris: Maspero.
positivo que, manteniendo unos rasgos “triba­ POSESE, D. (1991): The Making o f Apartheid,
les” o “culturales”, e impidiendo en su seno la 1948-1961. Conflict and Compromise. London:
propiedad privada de la tierra y la constitu­ Clarendon Press.
ción de relaciones sociales de producción capi­ W O LPE, H. (1972): “Capitalism and Cheap La­
talistas, aseguraría la reproducción de fuerza bour-Power in South Africa: from Segrega­
de trabajo. Esta lógica explica las decisiones tion to Apartheid”. Flconomy and Society, 1,4:
políticas de independización forzada de los 425-456.
bantustanes (.B lad[ H om eland Citizenship Act W O RD EN , N. (1998): The Making o f Modem
de 1970): al negar a sus miembros la C iu d a­ South Africa. Conquest, Segregation and Apar­
danía sudafricana y ligarlos sólo laboralmen­ theid. London: Blackwell.
te en tanto que “trabajadores ^extranjeros”,
se arrojaba también al exterior la carga econó­ Alvaro Pazos Garciandia
mica de la reproducción y las contradicciones
del sistema. Veanse además Centro-periferia, CIUDA­
Como ha subrayado Meillasoux (1975), el DANÍA, COLONIALISMO Y ANTICO-
apartheid tiene un carácter modélico, pues re­ L O NIA LIS M O , DI •S ARROLLO, DI F E -
vela en todos sus detalles un procedimiento y RENCIA Y D E SIG U A LD A D , DISCRI­
una función de explotación más difundidos o MINACIÓN Y E X C L U S IÓ N SOCIAL,
generales que en otros lugares donde no re­ Esc 1avitud, ESTA190-NACIÓN, EXPIDO­
sultan tan evidentes. Sudáfrica es un buen TACIÓN SOCIAL, Extranjero, Frontera
ejemplo del modo en que el colonialismo y la geográfica v administrativa, GLOBAL1ZA-
explotación de toda *periferia por un centro CION, HIBRID ACIÓN. ID E N T ID A D ,
no descansa en unas condiciones de intercam­ Mestizaje, MIGRACIONES, Néocolonialis­
bio, sino en la intervención directa en los sis­ me), Racismo v ncorracismo, Segregación,
temas de producción dominados. Por lo de­ TRABAJO.
c
Centro-Periferia tro-periferia más allá de la relación clásica en­
tre desarrollo y desigualdades. Esta relación
El término de centro se registra en lengua de conceptos también implica considerar los
castellana alrededor de 1729 y el de periferia niveles de escala geográfica; por ejemplo, el
hacia 1780. El centro-periferia, al igual que lo centro-periferia dentro de los límites estable­
rural-urbano o lo *local-global, debe expli­ cidos de pueblo, *ciudad, región, *país, etc.
carse en su estrecha relación, sin querer por Estos no son ^lugares o sitios #marcados fija­
ello negar sus propias naturalezas conceptua­ mente; pueden ser zonas contiguas alrededor
les y sociales. El centro-periferia es una de las de un centro o una *red de lugares en cone­
materializaciones mas marcadas de la territo­ xión que conforman una periferia con rela­
rialidad. Esta relación participa de lo que po­ ción a un centro que puede igualmente ser
demos llamar una doble gram ática del eso, redes o zonas. Tanto en el caso del mode­
^territorio: una centrada y otra cartesiana. Es lo de desarrollo/desigualdad como en el de los
una gramática centrada en la medida en que niveles de escala geográfica, la dimensión cul­
los territorios que componen la localidad con­ tural tiempo y el acceso a los #recursos ejercen
tribuyen fuertemente a la toma de conciencia una definición básica. Muchas son las regula­
de sí del ser y del tener. Y es una gramática ciones ejercidas en la interacción social de
cartesiana, puesto que esos territorios definen centros-periferias a partir de la relación dis­
las estructuras socioespaciales más o menos tancia-tiempo-acceso a recursos, a lugares, a
constantes, espacios de mesura y de acción, sitios en concordancia con actividades tanto
que hacen que la pertenencia se transforme esporádicas —diversión, gestiones administra­
gradualmente en apropiación y que ésta se tivas, adquisición de bienes, etc.—como regu­
convierta in-sensiblemente en pertenencia. lares —especialmente *trabajo.
El centro-periferia, como lo entendemos La posición de lugar entre el centro-peri­
de forma general en la actualidad, ha sido un feria implica que hay un centro dominante y
aporte efectuado por los estudiosos de las una periferia subordinada, pero también al
*desigualdades y del #desarrollo, particular­ contrario; es decir, que no debe verse sólo des­
mente desde 1970. Samir Amin en su obra L e de la perspectiva de un modelo vertical de im ­
développement inégal (1973) ha planteado que posición, sino igualmente como un modelo
centro-periferia son conceptos en mutua explicativo que puede ser de tipo fractal u ho­
interdependencia. O riginariam ente los pri­ rizontal donde se domina y se subordina recí­
meros autores en presentar esta relación cen­ procamente. Como ha señalado Y i-Fu Tuan
tro-periferia son quizá W erner Sombart, en (1977): no por estar fundado sobre desigual­
1902, y Carlos M arx desde su exposición dades se puede omitir la noción de intercam­
#campo/ciudad. Sin embargo, el análisis rela- bio que soporta la relación centroperiferia. Es
cional entre form a, función, estructura e un intercambio dinámico, aunque desigual,
interacciones nos conduce a examinar el cen­ donde hay una mutua dependencia entre el
Centro-Periferi: 14

centro-periferi;-centro. Se debe evitar la idea gen de cambio del centro-periferia, desloca­


de quietud de <os partes que en masa actúan lizando centros de poder y administrativos
la una sobre la )tra. Por eí contrario, los me­ para manejar de modo distinto este modelo
dios de intercanbio son bien variados y cons­ de desarrollo. Estos *movimientos son posi­
tantes, puesto cpe en cuanto una periferia esté bles siempre y cuando se establezcan en el in­
solo “a la espea” de la subordinación, ésta terior de un mismo país o en las jurisdicciones
desaparece, pu<s lo que la mantiene es su sen­ territoriales para antiguas ^colonias, transfor­
tido de *movililad y, en ciertos casos, hasta la madas en “departamentos de ultramar” como
búsqueda de beneficio de su condición. lo hace Erancia. Lo que están haciendo cada
Cuando se nstrumentaliza metodológi­ vez más países, como los Estados Unidos
camente la artioilación del medio territorial y (Raymond, 2005), es mover ciertos espacios
sus produccion-s aparece la vigencia de las es­ administrativos hacia las periferias para m ar­
calas en la representación del territorio, don­ car flujos más cercanos de control e intentar
de el centro-periferia se ubica más allá del cambiar así la imagen horizontal del centro-
reducido sentuo de concentricidad como una periferia. El crecimiento *m etropolitano se
posición lineal le radiaciones dentro del jue­ establece a partir de los suburbs que se extien­
go social, y se nanifiesta como posibilidades den hacia los condados no-metropolitanos.
correlacionalcsque permiten superar los po­ En consecuencia, un número importante de
deres unívoco; y dominantes. Este tipo de condados, clasificados no-metropolitanos en
problemáticas ubican dos tipos de escalas los años setenta, son considerados estadística­
dentro de la reheión centro-periferia: por un mente en la actualidad como metropolitanos.
lado, las escala, con relación a la dimensión Después de la Segunda Guerra Mundial y
política de la *ciltura, y por el otro, las escalas hasta comienzos de los años setenta, los pro­
respecto al pod-r simbólico. En el primer ca­ cesos de redistribución de la población en los
so hacemos refrenda a un escenario político Estados Unidos eran sobre todo sinónimos de
—país, región...- y en el segundo a una fuerza concentración de las zonas metropolitanas y
política —naciói, rep ú blica...—. El escenario de la desconcentración de sus centros. Las
como la fuerzapolítica se define a través de ^migraciones de la población de los centros de
estructuras, línites, ^fronteras y márgenes las ciudades y del campo hacia las periferias
que actúan cono interconexiones de relacio­ han contribuido a la recomposición del espa­
nes que general conjunto de sentidos en el es­ cio. La extensión de sus espacios periféricos
pacio social loal —la estructura-; como el parece empujar cada vez más lejos la “fronte­
producto de uia imposición de dichas rela­ ra” rural/urbana. Sin embargo, las cosas no
ciones —*lím ite—, y como figura que materia­ son tan simples o fragmentadas. Los Estados
liza la acotaciói de las acciones -m argen. Unidos crean nuevos polos urbanos, los “Ed-
Para ir más illá de la idea de dominadores ge Cities” —centros de empleo, decisión y po­
y dominados, cpe de por sí evoca el concepto d er- localizados en el extremo periférico de las
de centro-perif-ria, se debe trascender la do­ grandes aglomeraciones, imponiendo una re­
ble tipificación le la relación centro-periferia definición de los espacios polarizados. Logran
como distribucón de criterios (objetivados en así revertir los flujos cotidianos domicilio-tra­
rasgos culturafs) en un espacio neutral o co­ bajo que iban tradicionalmente de la periferia
mo un *estereoipo territorial explícito que se —de los suburbs donde dominaba la vocación
dispone en un á ea. Estos dos aspectos son po­ residencial—hacia los centros de las ciudades,
los clave para li constitución de lo llamado reversando y renovando por ese mismo paso la
céntrico y periféico pero, por lo mismo, deben función residencial de los centros-ciudades tra­
ser utilizados nás como datos, discursos o dicionales -C ore Ciñes-, y atribuyendo enton­
eventos dentro le lo macro, llámese país, na­ ces a los suburbs un rol primordial en materia
ción, república >estado. En segundo lugar, la de empleo. Se forman igualmente nuevas ra­
definición no cfbe desconocer que el centro- mificaciones con las ciudades o pueblos no-me-
periferia es engran parte un trabajo de un tropolitanos que pudiendo estar muy alejados
sector dominarte en alguna instancia, pero a de las áreas metropolitanas de los centros, se
la vez debe reonocer este dato como punto enlazan directamente con los centros por me­
de partida, en jarte producto y en parte cau­ dio de personas activas que van a trabajar coti­
sa, del fenómem mismo de lo céntrico-perifé- dianamente. Esos espacios no-metropolitanos
rico, aunque nccomo una explicación. toman generalmente el nombre de exurbs, que
En la actualdad son varias las estrategias actúan muchas veces de espacios residenciales
de los países incustrializados para dar la ima­ a la manera de pueblos-dormitorio.
15 Ciudadanía

Por todo ello no sería riguroso utilizar el S ARROLLO, D IFE R E N C IA Y D E S ­


vocablo centro-periferia en el sentido corrien­ IGUALDAD, ESPACIO-TIEMPO, Espa­
te, que no hace más que distinguir lo que está cio red, Espacios locales, E S T A D O -N A ­
en el medio de lo que se halla en el exterior. CIÓN, E S T E R E O T IP O S Y E S E N C IA L I­
Sería pertinente tratar con cuidado las repre­ ZACIÓN, Etnicidad, E X P L O T A C I Ó N
sentaciones en círculos que pueden designar SOCIAL, FRONTERA, Frontera geográfi­
tanto simples etapas sucesivas, reparticiones ca y administrativa, Fronteras políticas y reli­
de fenómenos de naturalezas diferentes según giosas, Fronteras simbólicas. Global y local,
un parámetro de distancia, como una oposi­ HIBRIDACION, Integración religiosa, Lu­
ción entre lugares dominantes y dominados. gar y no-lugar, Megalópolis, M IG RA CIO ­
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política en la era global”, en Arturo Escobar, basada en la participación plena de todos
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Política cultural y cultura política; una nueva modo que lo que llamamos democracia es di­
mirada sobre los movimientos sociales latinoame­ fícilmente conciliable con lo que en sus oríge­
ricanos. Bogotá: Taurus-ICAN, 411 -435. nes recibió el nombre de tal, la ciudadanía,
SOMBART, W. (1902): D er moderne Kapitalismus. según aparece en la polis griega, constituye só­
Leipzig: Duncker y Humblot. lo un remoto antecedente de la forma actual
TU A N , Y. F. (1977): Space and place: The perspecti­ de considerar esta categoría, aunque las ac­
ve o f expérience. Minneapolis: University of tuales constataciones de su insuficiencia no
Minnesota. son tanto el resultado de una m odificación
sustancial que se haya venido produciendo
Beatriz Nates Cruz
en los tiempos más recientes como de las últi­
mas manifestaciones de una dinámica per­
Véanse además Acciones afirmativas, Apar­ manente entre inclusión y exclusión. Esta se
theid, COLONIALISMO Y ANd { C O L O ­ halla en la raíz profunda de la categoría de
NIA LISMO, Criollización, CULTURA, DE- ciudadanía.
Ciudadanía 16

Cuando la oración fúnebre de Pericles a mayor capacidad de participación en el go­


los muertos, en la Historia de las Guerras del bierno. En Roma, la ciudadanía constituye el
Peloponeso, ahde a lo que constituye el valor resultado de una “concesión”, es algo a lo que
de aquellos que componen la comunidad, no se permite que todos puedan acceder, pero
está haciendo referencia tanto a un concepto desde la base de su carácter abstracto, pues la
jurídico comea una categoría ética. Es la po­ toma de decisiones está reservada a los grupos
sibilidad de participación en el gobierno lo oligárquicos. La ciudadanía es teóricamente
que se halla en el origen de la pertenencia a universal, pero el ejercicio práctico de todo
esa comunidad y esa implicación en la vida lo que antes llevaba ésta aparejada queda re­
política, que onstituye el núcleo de lo que lle­ servado a las clases privilegiadas. El orden
va aparejada la ciudadanía, descansa sobre la jurídico opera en un nivel abstracto de consi­
existencia de toda una serie de actividades deración igual que, lo mismo que en una so­
realizadas por hombres y mujeres que que­ ciedad profundamente ^desigual, no supone
dan excluidos de esa condición, pero que posibi­ más que el reconocimiento de una situación
litan el fatigcso ejercicio de las labores que jurídica que no se plasma en expectativas po­
conlleva la ciudadanía. La existencia de un líticas reales.
“gobierno de leyes y no de hombres” supone La lógica de la fragmentación del final de
la participación en el proceso por el que se la Antigüedad tardía llevará a la paulatina
efectúa la elaboración de aquéllas y la sumi­ desaparición de la ciudad, como el espacio en
sión a la autoridad que se deriva de esa capa­ el que se produce la participación política, y
cidad de tonar parte en la asunción de será sólo al térm ino del largo período en el
decisiones. Esa noción de ciudadanía no flota que asienta la sociedad estamental cuando
en el vacío, siró que es el resultado de la com­ volverá a emerger la ciudad como el lugar en
binación de d ferentes requisitos, que son los el que se despliegan todas las potencialidades
que permiten la configuración de una comu­ de los individuos que buscan una vida basada
nidad: un requisito económico, derivado de la en la libertad y la autorrealización. “El aire de
propiedad sobre determinados bienes; un re­ la ciudad hace libre” y son las ciudades las que
quisito ético, vinculado a la capacidad para están en el origen de ese mundo nuevo, en el
ser autosuficiente y, en consecuencia, disfru­ que sus habitantes nutren la clase social en as­
tar de la condición de “ser libre”, y un requisi­ censo, la burguesía, que va incorporándose a
to político, que se deriva de la participación la formación de nuevas vías económicas y po­
en el gobierno. La ciudadanía que así se con­ líticas. Pero si algo resulta propio del Renaci­
figura es una ‘categoría privilegiada”, que es miento, desde sus primeras caracterizaciones
la única que permite la plena inserción en la en la historia intelectual, no es el poder de la
comunidad política, fuertem ente limitada ciudad, sino la construcción del “*Estado co­
por la pertenencia a un determinado orden mo obra de arte”. La categoría de la “ciudada­
derivado del nacimiento y por ello imposible nía” no vendrá ahora asociada tanto a ese
de generalizar, de tal forma que la extensión a espacio limitado, que presupone la “ciudad”,
los ‘^extranjeros” está restringida a supuestos sino a la integración en esa comunidad su­
excepcionales y permanece como una catego­ perior, en la que la “comunidad de los ciu­
ría cerrada, de imposible universalización. dadanos” debe establecerse sobre una “i d e n ­
En lo relativo a la ciudadanía, como a mu­ tidad” determinada. La consecución de esa
chas otras ca:egorías de la vida política, la nueva forma política será el resultado de un
aportación de Roma consiste en definirla en largo proceso, que conocemos como la época
relación con elementos jurídicos. La exten­ de las Revoluciones y que alcanzará su máxi­
sión cada vez mayor de los ^territorios y po­ ma expresión en el imaginario colectivo con
blaciones sometidas al control del poder de la Revolución Francesa, aunque no sea sino la
Roma llevaba aparejada la necesaria conce­ última manifestación de algo más complejo:
sión de la ciudadanía a grupos cada vez más la búsqueda de un orden político basado en la
numerosos, pero sin que ello supusiera una “constitución” de una comunidad política. Lo
mayor particioación en la toma de decisiones. que tiene de ejem plar el proceso que repre­
Ser *ciudadaro significaba ser sujeto de dere­ senta la Revolución que se produce en Fran­
chos y ahí se ísentó, primero, la posibilidad cia es que lleva a sus últimas consecuencias lo
de una cada \ez mayor consideración como que sólo parcialmente se había manifestado
ciudadanos, de los *grupos dirigentes provin­ con anterioridad en Inglaterra y en los Esta­
ciales y, luego, la universalización de la ciuda­ dos Unidos de América, donde la Constitu­
danía civil, pero sin que eso supusiese una ción había sido alcanzada a través de una
17 Ciudadanía

larga evolución, que culminaría en una “glo­ cracia representativa aparece como elemento
riosa Revolución” —Inglaterra—o era el fun­ determinante para la “constitución” de la co­
damento de la formación de un nuevo Estado munidad y la representación no podrá estar
—N orteam érica— y donde todavía la per­ basada sino en ese derecho “sagrado”, el “te­
sistencia de los elementos aristocráticos era rrible derecho”, que es el que cualifica para
palpable. La radicalidad de la Revolución participar en la elección de aquellos que de­
Francesa hacía posible que entre los especta­ ben tomar las decisiones esenciales para la co­
dores del proceso, que más allá de las *fronte- lectividad. De ahí derivan la prohibición del
ras del país asistían a los acontecimientos, mandato imperativo y la restricción del sufra­
pudiera producirse el “entusiasmo” derivado gio en los primeros momentos de la nueva
de que un pueblo tomara el poder en sus conformación política. Pero representan a la
manos y, por eso, como decía Kant, indepen­ Nación, y el nombre, que aparece para desig­
dientem ente de que triunfara o fracasara, nar a la nueva forma de identidad, refleja
constituía un hecho que no se olvidaría jamás. cómo se lleva a cabo la inserción de los ciuda­
Ya desde sus inicios la Revolución France­ danos en la comunidad: la defensa de la colec­
sa aportó uno de los textos más bellos y, a la tividad exige que todos participen en ella y
vez, más indicativo de todas las ambigüeda­ el ciudadano es el que debe participar en el
des de la nueva concepción de la ciudadanía. cuerpo armado encargado de asegurar su
Por eso la Declaración de los derechos del hom ­ existencia. Los ciudadanos se convierten en
bre y d el ciudadano representa la máxima soldados, constituyen el “pueblo en armas”,
expresión de los ideales y también de las limi­ antes incluso de poder participar en la toma
taciones del nuevo orden político. Para que de decisiones.
pueda producirse la correcta “constitución” La formación de la “comunidad de los
del pueblo francés debe establecerse una ga­ ciudadanos” representa la consagración de la
rantía de los derechos y una separación de po­ moderna idea de Nación, basada en la exis­
deres, en las que culmina ese complejo tencia de una identidad colectiva y en el reco­
sistema de “pesos y contrapesos” en que se ha­ nocimiento de un conjunto de derechos que,
bía cifrado el buen éxito del nuevo orden bur­ progresivamente, se van a ir extendiendo a to­
gués derivado de las Revoluciones. Pero ya el dos los que forman parte de esa comunidad.
propio título de la D eclaración expresaba la Pero esos “derechos del ciudadano”, aplica­
dualidad que caracterizaba a los ideales re­ bles a todos los que forman esa comunidad y
volucionarios: “el hom bre” se contrapone al que, finalmente, se reflejan en la posibilidad
“ciudadano”; y poco años después Marx pudo de participación en la vida política a través de
ver en esa antinomia la máxima expresión del la paulatina extensión del sufragio, siguen
contradictorio legado de la Revolución Fran­ contraponiéndose a los “derechos del hom ­
cesa: los derechos del hombre no son nece­ bre”. El texto fundamental sobre “derechos”
sariam ente los derechos del ciudadano y el en el s. X X es la Declaración Universal de D ere­
capitalismo podía convertirse en el “paraíso chos H um anos de las N aciones Unidas y ya su
de los derechos”, sin que eso supusiera una propia denominación marca la diferencia en­
necesaria transformación social. Los hombres tre la D eclaración , más representativa de la
nacen y permanecen “libres e iguales en dere­ Revolución Francesa, y esta última D ecla ­
chos”, pero el orden del derecho no es auto­ ración , que es considerada como la máxima
máticamente equivalente al de la comunidad expresión de la “conciencia jurídica de la H u­
política. Entre los derechos reconocidos hay manidad”. Se reconocen derechos a todos los
uno que es calificado como “inviolable y seres humanos, aunque la escisión que había
sagrado”, la propiedad, y de ahí que se con­ puesto de relieve la Revolución Francesa,
vierta en el derecho esencial a la hora de ahora permanece vigente bajo nuevas formas:
“constituir” la comunidad política. Lo que di­ los “derechos humanos” son propios de todos
ferencia al ciudadano de la Revolución Fran­ los hombres, pero sin que su reconocimiento
cesa frente al de la polis griega es la forma de suponga una garantía efectiva. La teoría jurí­
considerar la participación en la vida política, dica actual diferencia entre “derechos huma­
porque la democracia, que ahora se consagra, nos” y “derechos fundamentales”, reservando
no está basada en la igual intervención en la esta calificación para aquellos dotados de au­
toma de decisiones, sino en la creación de un téntica protección ante los tribunales. Esto su­
cuerpo de representantes de la *N ación que pone que se reconocen derechos a todos los
se encargan de elaborar esas leyes que son seres humanos más allá de la existencia de Es­
“expresión de la voluntad general”. La demo­ tados nacionales, pero la garantía efectiva
Ciudadanía 18

queda limitada a algunos de ellos y sólo es po­ ciedades oligárquicas. N o en vano se trata
sible, dentro de los límites de un Estado de­ de una categoría abstracta, en la que es el
terminado, para el que es considerado como conjunto de la conformación de la com uni­
“ciudadano” de ese Estado. Así se inicia una dad política el que la dota de un contenido
nueva caracterización de la categoría de ciu­ concreto.
dadanía como forma de exclusión. La “ciu­ En realidad, la crisis del concepto de ciu­
dadanía” se opone a la “extranjería”, a la dadanía no puede desligarse de la crisis del
existencia de seres humanos que poseerán Estado nacional y, paradójicamente, la exten­
ciertos derechos, en cuanto hombres, pero a sión de la categoría de la ciudadanía a toda la
los que les serán negados otros, en cuanto que comunidad y la concreción de su abstracto
“extranjeros”. La desigualdad de las con­ contenido jurídico en la posibilidad de plena
diciones de existencia en el mundo actual participación política son las que han llegado
llevará a que se produzca un continuo *mo- a mostrar su carácter en esencia formal. Los
vimiento por los habitantes de los Estados derechos del ciudadano nunca han llegado a
menos ^desarrollados para intentar acceder a convertirse en derechos del hombre y cada
las condiciones de vida más favorables de los momento de extensión de la ciudadanía ha
Estados desarrollados. La extensión de este coincidido con un vaciamiento de su conteni­
fenómeno migratorio reproduce en los Esta­ do concreto. El lenguaje jurídico no ha veni­
dos nacionales del mundo desarrollado la do más que a reflejar esta situación y el pleno
misma escisión que había tenido lugar en los reconocimiento de los “derechos” ha ido pa­
momentos iniciales en los que se aplica el con­ ralelo a la limitación de sus posibilidades con­
cepto moderno de ciudadanía: se utiliza esta cretas de actuación: al reservar la categoría de
categoría como forma de exclusión y discri­ “derechos” a los derechos fundamentales se
minación de aquellos que se han visto margi­ pone de relieve el carácter puramente “for­
nados del proceso de desarrollo; y se intenta mal” de su reconocimiento. Desde este punto
convertir en límite y #frontera para que quie­ de vista, más allá de los “derechos fundamen­
nes pretenden acceder a esa situación se vean tales”, no hay más que “derechos m orales”,
impedidos de alcanzar ese objetivo. El resul­ que no serían más que pura plasmación de va­
tado es que la ciudadanía, que consistía en ser lores, de exigencias éticas, pero sin efecto jurí­
considerado “sujeto de derechos”, se convier­ dico alguno -y , en cierta medida, serían ex­
te en una forma de limitar las posibilidades de presión de una auténtica contradicción, ya
aquellos que no pertenecen a un determinado que lo que ha caracterizado al Derecho mo­
Estado nacional. De ahí que en la teoría jurí­ derno ha sido precisamente su delimitación
dica actual se plantee la posibilidad de la y diferenciación respecto de la moral—. La re­
“eliminación” del concepto de ciudadanía, ca­ ferencia a una “ciudadanía social”, caracte­
tegoría que, si bien ha cumplido una función rizada por el reconocim iento de derechos
positiva en otro tiempo como forma de inclu­ económicos y sociales, mostraría su auténtico
sión de los individuos en la colectividad, se sentido como mera coartada ideológica, en la
habría convertido en excluyente, en elemento medida en que no supondría una verdadera
de discriminación y exclusión. De manera plasmación de esas aspiraciones en “dere­
menos tajante, también se preconiza la susti­ chos” exigióles ante un tribunal, sino en un
tución de la “ciudadanía nacional” por una establecimiento de “principios rectores de la
“ciudadanía cosmopolita”, en la que se identi­ política económica y social”, pero sin garan­
fique ciudadanía con la propia consideración tías reales. Con todo, lo característico de esa
como ser humano. Sin embargo, el concepto “ciudadanía social” es que posibilita la deno­
#moderno de ciudadanía está asociado a los minación del Estado como Estado “social”.
Estados nacionales y su sustitución por una En él se considera elemento determinante de
consideración diferente de esa categoría no la propia caracterización del Estado el esta­
deja de ser problemática. En último extremo, blecimiento de una esfera de protección de los
el resultado de la aparición de nuevas formas ciudadanos, que forman parte de la comuni­
de considerar la ciudadanía no hace más que dad política, que no responde a una con­
plasm ar todas las ambigüedades presentes cesión, sino que constituye una auténtica
desde el inicio en la propia idea de ciudada­ exigencia, derivada de la propia condición de
nía, que no es necesariamente identificable la ciudadanía. Aunque sólo algunos de esos
con una sociedad dem ocrática, ya que, se­ derechos sociales sean realmente entendidos
gún ha sucedido a lo largo de la mayor parte como “derechos fundam entales”, su propia
de la historia, puede ser compatible con so­ existencia constituye un “reconocimiento” de
19 Ciudadanía

la necesidad de inclusión de los ciudadanos “social” la política se reduce a ser “política


no sólo en la esfera política, sino también en la económica”. De esta forma, la “economía po­
vida social y económica. El resultado de esa lítica” que había surgido a partir de catego­
transformación del Estado liberal en Estado rías éticas, desgajada de las enseñanzas de la
“social”, pese a todo, no resuelve el problema “filosofía moral”, se transforma en “política
de conciliar una forma de entender al Estado, económica”.
que no pretende más que ser una articulación La transformación de las condiciones eco­
de una sociedad que se autodirige con una nómicas ha llevado a que se sustraiga a los Es­
consideración del Estado como conformador tados nacionales la posibilidad de dirección
de la misma. En esta articulación se establecen de esa política económica y a que los principa­
límites a la autodirección de la sociedad y el les instrumentos, a través de los cuales el Es­
Estado es el que define objetivos y, en último tado “social” llevaba a cabo la protección
extremo, marca la línea de actuación de aqué­ “social” de los ciudadanos, no puedan actuar
lla. De ahí que la definición del Estado social al margen de una economía actualmente ca­
se superponga a su consideración como Esta­ racterizada por la *globalización. La existen­
do de derecho y Estado democrático, estable­ cia de este marco *global torna difícil la
ciendo tres formas de calificar al Estado difí­ realización de una política social en el marco
cilmente conciliables. Del mismo modo, la de los Estados nacionales y pone en cuestión
ciudadanía “social” se superpone a la ciuda­ el pleno desarrollo de un Estado “social”, en el
danía “civil” y a la ciudadanía “política”, crean­ que, además, se convierte la ciudadanía “so­
do tensiones difícilmente superables, ya que cial” en una ^barrera para intentar impedir el
los principios definitorios de cada una de ellas acceso a aquella protección de quienes no per­
presentan elementos antagónicos con los de tenecen a ese Estado nacional. En consecuen­
las demás. De esta manera, la conocida dife­ cia, se intenta limitar el acceso a la ciudadanía
renciación, establecida por M arshall, entre a aquellos que son “extranjeros”, que no for­
distintos periodos de extensión de la ciuda­ man parte de ese Estado nacional, y se vuelve
danía se correspondería con tres formas dife­ a convertir a la “ciudadanía” en una barrera,
rentes de caracterización del Estado: la en una forma de exclusión para el acceso a de­
“ciudadanía civil” se asociaría con la idea del terminados derechos que ahora quedan suje­
Estado de derecho, en la que lo más relevante tos a las cambiantes condiciones de la vida
es el puro reconocimiento del individuo como económica. Más allá de la retórica política, los
sujeto de derechos, mientras la “ciudadanía derechos sociales que constituirían el conteni­
política” aludiría esencialmente a los procedi­ do de la “ciudadanía social” se caracterizan
mientos que se utilizan para la toma de de­ por su inestabilidad y porque, aun siendo en
cisiones, es decir, la noción de un Estado ocasiones todavía denominados “derechos”,
democrático, en el que no se busca más que la pierden su determinación jurídica y se evita
legitimación que nace de una cierta forma de reconocerlos carácter jurídico pleno para con­
participación política. El carácter puramente vertirlos en “principios” que “deben” regir la
abstracto de esa noción de la democracia, que política económica y social.
ya pudo ser denunciada por el joven Marx co­ Además, la distinción de diferentes perio­
mo ajena a la “verdadera democracia”, lleva­ dos en el desenvolvimiento de la categoría de
ría a tomar en consideración la necesidad de ciudadanía se correspondería con las lla­
que esa ciudadanía, para “materializarse”, se madas generaciones de derechos: derechos
convirtiera en “ciudadanía social” y de que el civiles, políticos y económico-sociales. La
Estado, que se convierte en el aspecto central referencia a un nuevo tipo de derechos, lla­
de su determinación, se califique como Esta­ mados de última generación y que se encon­
do “social”. En la práctica, todas esas etapas trarían en relación con la “contaminación de
en la extensión de la ciudadanía se correspon­ las libertades” propias de las sociedades
derían con diferentes fórmulas utilizadas pa­ tecnológicas avanzadas, permitiría aludir al
ra caracterizar al Estado, pero en las que la surgimiento de una supuesta “ciudadanía
que desempeña el papel fundamental es la ca­ postsocial”, en la que se recogerían las nuevas
tegoría de “ciudadanía civil”, que representa exigencias del mundo contemporáneo. La
el núcleo esencial del Estado de derecho. La falta de realización siquiera de aquellas for­
“ciudadanía política”, en último extremo, só­ mas previas de “ciudadanía” y el vaciamiento
lo puede concretarse en una determinada de esos derechos llevan a que esa nueva cate-
“política” que se plasma en determinadas di­ gorización de la “ciudadanía” muestre aún
rectrices “económicas”, ya que en el Estado más su carácter puramente ficticio y a que, en
Ciudadanía 20

último término, la que se ponga en cuestión nómicas y sociales. Fundam entalm ente, la
sea la primera de esas caracterizaciones. Se ciudadanía europea, más que una vía para un
trata de la que afecta de forma más destacada mayor reconocim iento de derechos, lo que
a la propia existencia del “sujeto de dere­ representa es una forma de exclusión de
chos”: la “ciudadanía civil”, que se torna nue­ aquellos que no pertenecen a los Estados na­
vamente en vía de exclusión de aquellos a los cionales que forman parte de la Unión Euro­
que se les niega esa condición. pea. Lo que se pretende al crear esa nueva
La crisis de los Estados nacionales viene forma de ciudadanía, la “ciudadanía eu­
también determinada por la existencia de lí­ ropea”, es intentar aprovechar la carga sim­
neas de fractura dentro de los propios Esta­ bólica que lleva consigo la categoría de
dos, que pasarían de ser “comunidades de ciudadanía para constituir una forma de co­
ciudadanos”, caracterizados por una identi­ munidad que englobe a los Estados naciona­
dad común, a constituir “comunidades” en les. En lugar de crear, primero, esa nueva
las que se entrecruzan diferentes identidades. forma de organización política y, después, de­
En este sentido, la existencia de esa “política finir el carácter de la pertenencia a ella y lo
de la diferencia” lleva al establecimiento de propio de esa “ciudadanía”, se pretende utili­
Estados fragmentados, en los que aparecen zar lo que este concepto ha representado en el
formas diferentes de integración de la comu­ imaginario colectivo de los que pertenecen a
nidad. A los Estados nacionales, basados en la los Estados nacionales como un instrumento
homogeneidad y la identidad común, los sus­ para facilitar la conformación de esa unión.
tituyen Estados en los que coexisten culturas Es una unión que se ha constituido antes co­
heterogéneas, a veces difícilm ente asim ila­ mo una forma económica —mercado— que
bles, lo que lleva a plantearse desde otro pun­ como una organización política.
to de vista la idea de ciudadanía para dar En definitiva, el constructo moderno de
cabida a formas de “ciudadanía multicultu­ ciudadanía, al término de este proceso, acaba
ral”. A nivel jurídico esa pluralidad de formas poniendo de relieve todas las posibilidades
de integración y diferenciación sugiere la que mostraba en el momento de su aparición:
posibilidad de la existencia de “derechos co­ desde el com ienzo estaba ligado a un cierto
lectivos”, susceptibles de ser ejercitados por concepto de Nación y a una determinada for­
grupos de “ciudadanos” con identidad propia ma de entender la democracia representativa
dentro del Estado nacional. Así, en la “ciuda­ que, llevada al extremo, podía conducir a que,
danía ^multicultural” desaparece el carácter después de extenderse para convertirse en un
abstracto igualitario de la categoría de ciuda­ modo de inclusión, se transformaría en una
danía para disgregarse en la existencia de forma de exclusión, tanto de los individuos
colectivos que fragmentan la identidad en como de los grupos que se integraban en la co­
elementos diferenciales, difícilmente integra­ munidad nacional. Con todo, el concepto mo­
bles en la identidad colectiva. La superposi­ derno de ciudadanía ha actuado en paralelo
ción de identidades que llevaría consigo la con el reconocim iento y la ampliación de la
“ciudadanía multicultural” encuentra difícil­ esfera de los derechos, y lo que resulta desea­
mente acomodo en una “comunidad”. De es­ ble no es su elim inación como una cáscara
ta forma, la “comunidad de los ciudadanos” vacía y su sustitución por categorías que su­
termina convirtiéndose en la “comunidad de pongan una mayor limitación y exclusión, si­
las comunidades”. no su extensión y la conversión de su abstracto
Por otra parte, la crisis de los Estados na­ carácter jurídico-formal en un concreto reco­
cionales lleva también al intento de estableci­ nocimiento de “derechos” efectivos y jurídi-
miento de unidades políticas superiores en las co-reales para todos los miembros de la
que pudieran integrarse esas comunidades. comunidad. Se trata de una comunidad que
En concreto, el proceso de integración euro­ ya no es pensable en los límites del Estado na­
peo ha llevado a la creación de una “ciudada­ cional, sino como una ^comunidad trans­
nía europea”, que se pretende superponer a la nacional.
existencia de la ciudadanía de los propios Es­
tados nacionales. Pero esa “ciudadanía euro­
pea” apenas supone una ampliación de la Bibliografía
esfera de actuación de la “ciudadanía nacio­
nal” y, además, no incide en ese ámbito de ABEN D RO TH , W.; FORSTHOFF, E.; DOEH-
“ciudadanía social” que se ha vuelto pro­ RING, K. (1986): E l Estado social. Madrid:
blem ático ante las nuevas condiciones eco­ Centro de Estudios Constitucionales.
21 Ciudadano

BAUBÓCK, R. (1995): Transnational Citizenship. lizada de reconocimiento social en el ámbito


Membership and Rights in Internacional Migra­ público, la ^ciudadanía es una categoría, si no
tion. Aldershot: Elgar. unificadora propiamente dicha, a la que se
CRICK, B. (ed.) (2001): Citizenship: Towards a Ci­ encomienda al menos constituir —retomando
tizenship Culture. Oxford: Blackwell. la expresión de Elias—una “sociedad de indi­
FERRAJOLI, L. (1999): Derechos y garantías. Ma­ viduos” por encima de los particularismos. La
drid: Trotta. ciudadanía como constructo simbólico y crite­
KYM LICKA; W. (1996): Ciudadanía multicultu­ rio de organización sociopolítica clasifica y
ral. Barcelona: Paidós. #diferencia al ciudadano del que no lo es, sea
K YM LICKA, W.; NORMAN, W. (2000): Citi­ nativo o de origen #extranjero, independien­
zenship in diverse societies. Oxford: Oxford temente de su procedencia, trayectoria y
University Press. características personales o grupales. Desde
MARSHALL, T. H.; BOTTOMORE, T. (1998): un punto de vista formal, sus modalidades de
Ciudadanía y clase social. Madrid: Alianza. concesión en base a unos criterios variables,
SCHN APPER, D. (2001): La comunidad de los ciu­ según los momentos históricos y los países,
dadanos. Acerca de la idea moderna de nación. permiten, pues, la eventual incorporación de
Madrid: Alianza. personas foráneas a la #nación como ciuda­
— (2004): La democracia providencial. Ensayo so­ danos, confiriéndoles iguales derechos y
bre la igualdad contemporánea. Buenos Aires: obligaciones —tam bién variables: civism o,
Homo Sapiens. laicid ad ...—que a los demás. En consecuen­
VV. AA. (2001): Anthropos, 191. Monográfico so­ cia, la posición del ciudadano dentro de un
bre “Ciudadanía e interculturalidad”, coordi­ campo sociopolítico, caracterizado por el
nado por R. Zapata. pluralismo social y cultural, estaría definido
dentro de unos márgenes marcados simultá­
Francisco Serra
neamente por una doble defensa —de la igual­
dad civil y de la diversidad cultural—, y un
Véanse además Apartheid, Ciudadano, Comu­
doble rechazo —tanto del “universalismo” co­
nidad transnacionah CONSUMO CULTU­
RAL, Derecho de injerencia, D E SA RRO ­ mo del “particularismo”.
Sin embargo, el universalismo republica­
LLO, DIFERENCIA Y DESIGUALDAD,
no que los conceptos “ciudadanía” y “ciuda­
Diferencias naturales v diferencias sociales,
dano” pretenden *traducir e instaurar tiene
Diferencias sociales y diferencias culturales,
poco que ver con la experiencia cotidiana.
Discriminación positiva, DISCRIMINACION
“¿Cómo [se puede] estar ^excluido y encarnar
Y EXCLUSIÓ N SOCIAL, E L IT E S , Elites
lo universal?”, pregunta Khosrokhavar inci­
cosmopolitas, E sc 1a vit ud, E S T A D O - N A -
sivamente (1997: 97). En la práctica, no se da
CIÓN, Etnicidad, EXPLOTACIÓN SO­
la homogeneidad deseada entre los beneficia­
CIAL, Extranjero, FR O N TE R A , Frontera
rios, ni los excluidos están en pie de igualdad
geográfica y administrativa, Fronteras políti­
-según lo demuestra el trato ^diferencial fre­
cas y religiosas, Global y local, GLOBALI-
cuentemente reservado a las personas que
ZACIÓ N. I D E N T I D A D , Información,
presentan rasgos fenotípicos ^distintos—, ni la
INTEGRACIÓN, Integración religiosa, In-
ciudadanía asegura a los individuos el no ser
tcrculturalidad, Megalópolis, Mestizaje, MI­
considerados y/o tratados como “extranje­
GRACIONES, MI NORIAS, Modernidad,
ros”, ni tampoco todos los ciudadanos por na­
M ULTIC UI T U R A LIS MO , M ulticultura-
cimiento se sienten como tales. Además, las
lisrno en los estudios étnicos. Nacionalidad,
multipertenencias, el hecho de que la ciuda­
Na tu ra1iza c ión, PA l ' RIM O NI O, P1ura1ismo
danía no defina por sí sola la posición, junto a
sincrónico, Plurinacionalidad, Relaciones y
la presencia simultánea de grupos sociales di­
procesos informales económicos. Relaciones y
ferentes que reivindican ser reconocidos co­
procesos informales políticos, SABER Y SA­
mo sujetos de derechos y de obligaciones
BERES, Sociedad de la información y del co­
distintivos —bien sea a nivel individual o gru-
nocimiento, TERRITORIOS.
pal—, constituyen verdaderos desafíos que
cuestionan no sólo los vínculos históricos en­
Ciudadano tre la institución de la “ciudadanía” y la “na­
ción”, sino también las relaciones simbólicas
La categorización es un proceso cognitivo, entre el “individuo” y la “igualdad”.
un hecho *cultural y también una necesidad El pequeño texto de Taylor (1992), M ulti-
política. Así, en tanto que forma instituciona­ culturalism and “the Politics o f R ecogn ition ”,
Ciudadano 22

ayuda a despejar la ambigüedad que genera Wieviorka (2005) al diseñar lo que llama el
la confrontación del marco ideal con la prác­ “triángulo de la diferencia”. Como la cons­
tica. El autor parte de los dos grandes cambios trucción de ésta en un ámbito *intercultural,
que han marcado la historia ^moderna de las el hecho de ser o considerarse “ciudadano” se
ideas y las formas de abordar las relaciones so­ presenta como un objeto en juego dentro de
ciales: centra el primero en torno al abandono unos espacios donde intervienen —de diferen­
de la noción de “honor” —del grupo—en favor tes modos y con desigual impronta según los
de la de —igual—“dignidad” —del individuo—, momentos, contextos e intereses—el “indivi­
en base a la defensa universalista de la “igual­ duo” —moderno-, el “sujeto” —reflexivo—y el
dad”; el segundo, apoyado en el desarrollo de “grupo” —con sus distintas configuraciones y
la noción de identidad personal, deriva hacia modalidades de intervención—. Sin olvidar su
una “política de la diferencia”. Sobre todo re­ carácter fundamentalmente ideal, el modelo
calca el común fundamento universalista de presenta no sólo el interés de no reducir los
ambos planteamientos como una fuente prin­ procesos a dinámicas dicotómicas y fijas, sino
cipal de equívocos. Esta misma distinción de plantear la cuestión en términos de “ten­
entre lo universal y lo particular que, en an­ siones” fluctuantes entre distintos componen­
tropología social ha derivado sobre definicio­ tes simbólico-sociales. En la práctica, ser
nes divergentes de la Cultura y, en las discu­ ciudadano o no serlo, sentirse y ser reconoci­
siones en torno a los “#derechos humanos”, do o no como tal por los otros —sea por los de­
ha enfrentado posturas opuestas sobre lo que más conciudadanos del Estado-nación o por
define al Hombre —¿lo común o lo diferente?; los del grupo de pertenencia—, no se constru­
¿qué es lo común, y lo diferente?...—, es, a su yen objetiva y subjetivamente en base a prin­
vez, fundamental para los desarrollos subsi­ cipios abstractos o marcos legales, sino, co­
guientes y el entendimiento de las divergen­ tidianamente, en función de los objetivos y
cias sobre la posición del ciudadano en una del espacio social.
sociedad caracterizada por el pluralismo so­ Mientras, desde un punto de vista abstrac­
cial y cultura!. Según subraya Taylor, m ien­ to, la ciudadanía está basada en la diferencia­
tras “la política [del reconocimiento] de igual ción entre el ámbito de acción privado y el
dignidad... instituye un conjunto idéntico de público, y entre el individuo y el colectivo, en
derechos y obligaciones..., la política de la di­ la práctica social, los derechos y los deberes,
ferencia insta a reconocer la identidad única que en principio otorga, topan con toda una
del individuoo del grupo, lo que les distingue serie de limitaciones que replantea su alcance,
de los demás’ . Pero, en ultima instancia, “la así como, muy directamente, la posición y el
política de la diferencia —sigue—crece orgáni­ nivel de ^integración efectivos del ciudadano
camente a partir de la política de la digni­ en la sociedad. A este respecto, los grupos do­
dad”. Sin embargo, tanto la una como la otra minados -en particular los inmigrantes y sus
dan lugar a apreciaciones y medidas políticas descendientes- no son sólo las principales víc­
que tienen consecuencias, a menudo, contra­ timas de los conflictos generados por la do­
dictorias o ambivalentes: tan pronto la “polí­ minación política y la interacción social
tica de la dignidad” genera desigualdades co­ multicultural, sino también los exponentes
mo, por el contrario, la “política de la diferen­ más claros de las contradicciones que afectan
cia”, bastión ideal de la no discriminación, al individuo confrontado simultáneamente a
introduce nuevas causas de exclusión social. varios campos sociales, caracterizados habi­
El hecho de que todas las políticas —orienta­ tualmente por la desigualdad política, social y
das por el universalismo humanista o el rela­ económica. Destacan varios tipos de inciden­
tivismo social- topen con fuentes potenciales cias que, al concernir al agente social de dife­
de discriminación —y eventual marginación— rentes maneras, conllevan distintos niveles de
individual o colectiva muestra que no se pue­ implicación o compromiso del ciudadano.
den dar respuestas unívocas y generalizables. Sobresale el contraste entre dos maneras
Según recuerda Taylor, al llamar la atención diferentes de construir la pertenencia y, por lo
sobre la dimensión inevitablemente “dialógi­ tanto, la participación social. En efecto, al ca­
ca” del *multiculturalismo, lo que se presenta rácter heredado y/o impuesto de los víncu­
a menudo como rasgos sustantivos, hereda­ los sociales, más claram ente asociados a los
dos, particularistas, no es aislable del contexto grupos corporativos de las sociedades tradi­
relacional que mueve a reivindicarlos. En es­ cionales, se opone el fundamento electivo -c a ­
te sentido podría resultar provechoso situar racterístico del individualismo—de los lazos
al ciudadano mediante la figura utilizada por que, al fundamentar la ciudadanía moderna,
23 Ciudadano

definen al ciudadano. Las diferencias entre que el autor califica de “neocomunitarista”]


estos modos de adhesión se aprecian clara­ no remite a una pertenencia étnica en el mar­
mente al comparar las actitudes y las prácticas co de la sociedad de origen de los padres, sino
de los ^inmigrantes y de sus descendientes a la construcción de una identidad específica
nacidos en el país de acogida. En este sentido, en el seno de la sociedad francesa” (1997: 61).
es sumamente relevante la advertencia contra También señala que, contrariamente a lo que
el hecho de atribuir al “*com unitarism o” cabría pensar, “el refugio de los excluidos
unos fenómenos que no proceden de él sino, consiste en replegarse sobre lo particular, lo
por el contrario, del “individualismo”. Así, no-universal y lo indecible, no por exceso de
Schnapper (1994) señala la incidencia simul­ particularismo, sino por la incapacidad
tánea de dos movimientos: uno que afecta de participar de lo universal” (1997:97). No es
más específicamente a las personas que expe­ sorprendente que estas personas se sientan a
rimentan dificultades de integración debidas menudo como ciudadanos de segundo orden.
a su inserción en una sociedad ajena, y el otro A falta de una política de integración capaz
que abarca a todos por igual porque es conse­ de combinar la igualdad tanto con la equidad
cuencia de la evolución de los vínculos socia­ como con la diferencia, la realidad parece ha­
les desde lo político hacia lo socioeconómico, ber evolucionado a menudo en sentido con­
volviéndose la ciudadanía “menos cívica y trario a las expectativas de asimilación del
más utilitarista”. ciudadano. En este sentido, la evocación de la
Socializados —y a menudo nacidos—en la ^hibridación de la cultura y de unos “^sujetos
antigua metrópoli, los hijos de inmigrantes interculturales” no permite entender toda la
son mucho más proclives a incorporar formas complejidad y ambivalencia de las dinámicas
de ser y de hacer aceptadas en ésta que sus pa­ sociales vigentes en un contexto de multicul-
rientes, y a utilizar en provecho propio —fren­ turalidad. Si bien tiene la virtud de llamar la
te al exterior y dentro del grupo—los recursos atención sobre la naturaleza plural —y a veces
que su incorporación como ciudadanos de “mestiza”—de las formas de ser y de hacer de
pleno derecho les proporciona. La ciudadanía los ciudadanos, así como de la propia subjeti­
abre una brecha entre el ciudadano que es del vidad, no pone a salvo de un planteamiento
Estado-nación y el miembro que también es culturalista.
de una colectividad articulada a partir de De forma inversa a lo que sugiere el víncu­
otros principios de afiliación. Sin embargo, la lo privilegiado del ciudadano con la nación,
realidad dista de ser tan simple. De un lado, tampoco se reduce el espacio social concerni­
esta afinidad ideológica no se convierte en do al país receptor de inmigrantes en el que
una afinidad social que iguale a los ciudada­ éstos son residentes habituales. La incorpora­
nos entre sí. Por otro lado, la afirmación del ción como ciudadano, al igual que la búsqueda
sujeto que vive a caballo entre varios mundos de *trabajo o la petición de asilo, constituye
se precia de imponerse como ser reflexivo y un objeto en juego dentro de un marco *plu-
goza de un cierto nivel de autonomía, no des­ rinacional y pluricultural. El énfasis excesivo
emboca necesariamente en el repliegue sobre en las dimensiones electivas e individualistas
sí mismo ni sobre la negación de sus orígenes. corre el riesgo de hacer caso omiso de los mar­
Más bien al contrario, los estudios evocan va­ cos más amplios y colectivos en los que se
rios errores, debidos a una mala apreciación inserta la decisión, por muy personal que
de las divisiones internas y del juego existente parezca. La doble ausencia —o también el
entre los valores individualistas y las relacio­ hecho de hablar de dos semiidentidades en
nes grupales preestablecidas. Así, se contra­ vez de “doble identidad”—evocada por Sayad
dice la visión común de los inmigrantes, (1999) para referirse a la ambigüedad funda­
mostrando que numerosos vínculos asociati­ mental que generan las migraciones, expresa
vos actuales y sus reivindicaciones —errónea­ claramente los efectos desestabilizadores del
mente atribuidas al supuesto tradicionalismo, proceso y las consecuencias que éste tiene tan­
sectarismo o incluso fundamentalismo—im ­ to sobre los individuos como sobre la comuni­
plican en realidad unas rupturas muy profun­ dad que han dejado. Aunque permanezca un
das, tanto ideológicas como generacionales y inmigrante en la nación de acogida, a pesar in­
sociales, que dividen transversalmente a las cluso de tener el estatus de ciudadano, arras­
comunidades de origen extranjero. Resulta tra duraderamente su situación de emigrante
significativo que Khosrokhavar apunte que, con respecto al país de origen, es decir, de ciu­
para los jóvenes musulmanes franceses de la dadano que no está en situación de igualdad
segunda y tercera generación, “el Islam [al con los residentes. Este autor muestra no sólo
Colonialismo y anticolonialismo 24

cómo en Francia la llamada naturalización ha W IEVIO RKA, M. (2005 [2001]): La différence.


cambiado de sentido social y político en fun­ Identités culturelles: enjeux, débats et politiques.
ción de los distintos contextos históricos que Paris: Éditions de l’Aube.
han seguido a la descolonización, sino sobre
Marie José Devillard
todo que no es una decisión neutra, reducible
a sus dimensiones instrumentales de acto ad­ Véanse además Acciones afirmativas, CIU­
ministrativo: está, en ambos sitios, sobrecar­ DADANÍA, COLONIALISMO Y ANTI-
gada simbólicamente y tiene consecuencias COLONIA LISMO, Com u nita rismo, CON -
personales y sociales no siempre fáciles de su­ SUMO CULTURAL, CULTURA, D E R E ­
perar. No en balde Sayad alude también a la CHOS HUM ANOS, D ESA RRO LLO ,
“doble conciencia”: según pone de manifies­ DIFERENCIA Y DESIGUALDAD, Dife­
to, el problema no concierne única e unívoca­ rencias naturales y diferencias sociales. Dife­
mente a la adquisición de la ^nacionalidad, rencias sociales y diferencias culturales. Dis­
sino también a cómo las fuerzas que articulan criminación positiva, DISCRIMINACIÓN
los propios campos sociales afectan a las re­ Y EXCLUSIÓN SOCIAL, E L IT E S, Elites
presentaciones del sujeto sobre sí mismo. cosmopolitas, Espacio red, E STAD O -N A­
Subjetivamente, estas circunstancias se tradu­ CION, Etnicidad, Extranjero, H IB R ID A ­
cen frecuentemente en fuentes de malestar CIÓN, ID E N T ID A D , INTEG RACIÓ N,
personal y/o colectivo que la nacionalidad y/o Inte re u 11u rali dad, M ega 1ópol is, MIGRA-
la ciudadanía no permiten aliviar debido a C ION ES, MINORÍAS, Modernidad, MUL­
que su posesión arrastra promesas o expecta­ TI C U LI ' U R A L I S M ( ), Multiculturali sm o
tivas no cumplidas. Sufrimientos, contradic­ en los estudios étnicos. Nacionalidad, Nacio­
ciones, incomprensiones y conflictos, reales o nalismo, Naturalización, Nomadismo y turis­
potenciales, tanto dentro del grupo —interge­ mo, NUEVOS M O V IM IEN TO S SOCIA­
neracionales—como con los demás —dentro y LES, IEVI RIMONTO, Plurinacionalidad,
fuera del país de origen—, se entretejen sobre RELACIONES Y PROCESOS IN F O R ­
este trasfondo cognitivo y social, nacional e MALES, Relaciones y procesos informales
internacional. políticos, SABER Y SABERES, Sujeto ínter-
cultural, TRABAJO, Viajes y sistemas de mo­
vilidad, Violencia política. Tipos.

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Colonialismo
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de l’émigré aux souffrances de l’immigré. Paris: territorios de Africa—. Con posterioridad se
Seuil. incorporan países como Alemania —Africa y
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toyens. Paris: Gallimard. que se apropia de las colonias españolas de
TAYLOR, C. (1992): Multiculturalism and “the Po­ Asia y el Caribe —Filipinas, Cuba, Puerto Ri­
litics o f Recognition”. Princeton: Princeton co -, Bélgica —crea el Estado Libre del Con­
University Press. g o - y Japón —Corea y China—, esta última
25 Colonialismo y anticolonialismo

como única potencia no occidental. En víspe­ Imperios ultramarinos: la construcción


ras de la Prim era Guerra M undial, casi un de *espacios
85% de la superficie del planeta pertenecía a
las naciones colonizadoras. El colonialismo Durante la segunda mitad del s. XIX se re­
fue un agente de uniformización del mundo a dujeron los espacios en blanco en el mapa de
imagen de Occidente. Africa. Fue el periodo de los grandes viajes de
Quedaban atrás siglos de contactos entre exploración terrestre que pretendían atrave­
europeos y otros pueblos, en su mayor parte sar tierras aún no cartografiadas, localizar las
iniciados con las navegaciones oceánicas qui- cabeceras de las principales vías fluviales y de­
nientistas de las naciones ibéricas. La bús­ finir potenciales *fronteras que reivindicar en
queda de ^conocimientos implicó aceptar un reparto del continente que se avecinaba.
dominios, ofrecer resistencias o establecer En la acción de los exploradores se con­
consensos. Hasta finales del siglo XVIII predo­ funden ciencia, política y aventura. Richard
minaron las ^exploraciones m arítim as, que Burton (1821-1890) y John Speke (1827-1864),
permitieron el reconocimiento de las franjas llegan al lago Tanganica en febrero de 1858.
costeras de los continentes. En el s. XIX se pro­ Meses más tarde éste último encuentra el la­
ducirán los grandes viajes terrestres para el go Victoria. Entre los años 1849 y 1871, el
descubrimiento y la ocupación del hinterland escocés David Livingstone (1813-1873), misio­
(Wolf, 1982). nero en Africa del Sur, reconoce el río Zam-
La toponimia mantiene viva esta expe­ beze, descubre las cataratas Victoria y los
riencia secular en la memoria de coloniza­ lagos Ngami y Chilwa. En 1874 el periodista
dores y colonizados. Regiones —T ierra de británico Henry M. Stanley (1841-1904), al
Baffin, Rodesia, Franja de C ap riv i-, islas que el N ew Yor\ H erald Tribune había encar­
—Nueva Guinea, Nueva Bretaña—, relieve gado que localizase al entretanto desapareci­
-M ou n t Hagen—, ríos -Stanley P o o l-, lagos do Livingstone, parte de Zanzíbar y explora
—Victoria—, ciudades —Lourengo Marques, el Africa ecuatorial desde la costa este hasta el
Batavia, Pretoria, Brazzaville, Léopoldville, litoral oeste. Más tarde, al servicio del rey Leo­
Nova Lisboa—y espacios urbanos —Praga do poldo II de Bélgica, que ansiaba administrar
Império, en Lisboa—remiten a sucesos y figu­ una colonia en A frica, explora el Congo.
ras enaltecidos por unos y rechazados por También el alemán Hermann von Wissmann
otros. La expansión y ocupación coloniales (1853-1905), que entre 1881 y 1882 había ex­
significaron la inm ortalización del nombre plorado con Paul Pogge (1838-1884), el río
de los conquistadores, navegantes, pacifica­ Kasai y sus afluentes con el patrocinio de la
dores y exploradores europeos. Una vez con­ Deutsche A frica Gesellschaft, trabajaría para el
seguida la independencia, el ímpetu de los monarca belga en la exploración del Congo
movimientos anticoloniales favoreció la nati- comandando dos expediciones, 1884-1885 y
vización de las referencias territoriales. Es el 1886-1887. Verney L. Cameron (1844-1894), al­
momento de rebautizar lo que supone la canzó celebridad por ser el primer europeo que
ocultación de las antiguas denominaciones, cruzó Africa desde la costa este -Z an zíbar—
por ejemplo, las ciudades de Maputo, Kinsha- hasta el oeste —Benguela—entre 1873 y 1875.
sa, Yakarta o Huambo. Los viajes por el interior del continente
El siglo de colonialismo moderno consta de africano permitieron acumular conocimien­
dos periodos. El primero acaba en los años in­ tos sobre antropología, botánica, hidrología,
mediatamente anteriores a la Segunda Guerra meteorología y topografía. En tiempos de la
Mundial y se caracteriza por la consolidación “carrera por A frica”, las pruebas que demos­
continuada de los regímenes coloniales. En el traban el conocimiento de una región explo­
segundo emerge con fuerza el movimiento de rada las proporcionaban las inform aciones
liberación de los pueblos colonizados, con lo científicas compiladas. Constituían una pie­
que se producen las primeras independencias: za fundamental en la competición entre las
la India se separa de Gran Bretaña —1947-, In­ potencias con intereses coloniales. A finales
donesia de los Países Bajos —1949—y Vietnam del s. XIX, el derecho colonial se basaba en el
de Francia —1945-1954—. En la década de los principio de la demostración de la presencia
sesenta será la vez del continente africano, con previa en un determinado territorio, lo que
el surgimiento de decenas de nuevas d a c io ­ garantizaba el derecho de ocupación y la so­
nes. La emancipación de los pueblos coloniza­ beranía. El interés simultáneo de varias po­
dos se convirtió en un factor determinante en tencias en la empresa colonial obligó a una
las relaciones internacionales. concertación.
Colonialismo y anticolonialismo 26

La Conferencia de Berlín, celebrada entre boa con el que se esfuman las aspiraciones ex-
el 15 de noviembre de 1884 y el 26 de febrero pansionistas lusitanas.
de 1885, pretendía regular el comercio euro­
peo en el continente africano —teniendo en
Gobernar y conocer
cuenta los grandes ríos como el Congo o el
Níger—y definir futuras ocupaciones de terri­ En tiempos del colonialismo moderno la
torio. Se acordó el principio de libre comercio expresión imperio colonial, relativa a una na­
y libre circulación en las cuencas de aquellos ción en exceso (Richards, 1993), pretendió
dos ríos. Se estableció, además, que cualquier imponer “comunidades imaginadas” consi­
país que ocupara una región costera o consti­ deradas la comunión entre el espacio de una
tuyera un protectorado debería notificárselo a metrópoli y los territorios de sus colonias. En
los restantes signatarios del acta final de la Portugal la constitución republicana de 1911
Conferencia para obtener una ratificación. establecía el principio de la “nagáo una” que
Las negociaciones diplomáticas ocurridas en se reconocía en su proyección mucho más allá
los bastidores de la Conferencia dictaron el de las ^fronteras europeas, alcanzando domi­
reparto de Africa. Alemania, país anfitrión, nios geográficamente tan remotos como T i-
vio reconocido por los restantes trece pleni­ mor. Esta concepción justificaría que J. M.
potenciarios —Austria, Bélgica, Dinam arca, Norton de Matos (1867-1955), militar y gober­
España, Estados Unidos, Francia, Gran Bre­ nador de la colonia de Angola en la década de
taña, Italia, Países Bajos, Portugal, Rusia, 1920, considerara cualquier iniciativa de in­
Suecia y Tu rqu ía- el derecho de administrar vasión de las posesiones ultramarinas como si
el Sudoeste africano —actual Namibia—, Tan- de un intento de “ocupar Lisboa” se tratara.
ganica —integrado en Tanzania— y en 1890 Con ocasión de la I Exposigüo C olonial Portu­
también Ruanda, en la costa este, Camerún y guesa —Oporto, 1934—, aquella noción se tra­
Togo, colonias éstas que perdería al final de la dujo al ámbito cartográfico, a través de una
Primera Guerra Mundial. Bélgica salió igual­ manipulación de la realidad física en la que
mente victoriosa del encuentro, una vez que aparecían las colonias superpuestas al mapa
Leopoldo II se convirtió en propietario del de Europa. Eficaz desde un punto de vista
Congo, con una extensión mayor que Inglate­ propagandístico, este mapa tenía como objeti­
rra, Francia, Alemania, España e Italia jun­ vo contrariar, según la leyenda, la percepción
tas, que pasó a llamarse Estado Libre del de que Portugal era “un país pequeño” y di­
Congo. España e Italia también estaban re­ fundir nuevas formas de imaginar la nación.
presentadas en Africa: la primera administraba Compuestos por territorios geográfica­
dominios en la costa norte y oeste del continen­ mente distantes entre sí, los imperios colonia­
te —plazas en Marruecos, Río de Oro, Guinea les resultaron desafíos administrativos para
Ecuatorial- y la segunda ocupaba las actuales las potencias coloniales europeas (Richards,
Libia y parte de Somalia. Sin embargo, fueron 1993). Era difícil garantizar la soberanía so­
Francia y Gran Bretaña las que compartieron bre espacios en discontinuidad territorial con
la hegemonía de la presencia colonial europea la metrópoli y entre ellos mismos, mantener
en el continente a partir de la última década del controladas áreas mayores que la metrópoli
siglo XIX: Africa Austral y casi toda la costa este —casos de Angola, el Congo, la India o Arge­
se hallaban bajo dominio británico, mientras lia—e imponer la voluntad de una ^minoría
que parte del norte de Africa —Marruecos, Ar­ de colonos a la aplastante mayoría que consti­
gelia—, Africa Ecuatorial y Africa Occiden­ tuían las poblaciones indígenas. Para solucio­
tal, además de la isla de Madagascar, estaban nar estos problemas, los regímenes europeos
bajo administración francesa. Portugal pre­ intentaron diferentes respuestas: desde la con­
tendía apoderarse de una amplia franja de cesión privada de territorio hasta la incorpora­
territorio que uniera Angola y M ozam bi­ ción de las estructuras tradicionales de poder
que. La expedición realizada por H. Capelo en la administración colonial —indirect rule.
(1841-1917), y R. Ivens (1850-1898), entre La naturaleza megalómana de la empresa
1884 y 1885 tenía como objetivo encontrar el colonial europea incentivó la realización de
m ejor paso entre las dos colonias. El éxito de esfuerzos ambiciosos de producción de sa­
la travesía fue importante para la afirmación beres sobre esas realidades. La recogida y
del sentim iento ^nacionalista portugués acumulación de datos sobre las colonias —i n ­
frente a la competencia de rivales más pode­ formación que se sistematizó en forma de
rosos. Portugal no logró imponerse a Gran memorias, estadísticas, gráficos y mapas, o a
Bretaña, que en 1890 da un ultimátum a Lis­ través de su organización en museos, archi­
27 Colonialismo y anticolonialismo

vos, bibliotecas y departamentos universita­ territorio dependía de la circulación de los


rios- se convertía en conocimiento puesto al bienes transaccionables para los europeos. En
servicio de las administraciones coloniales. Se las condiciones entonces vigentes esto impli­
creó así un dispositivo para ejercer el poder caba el reclutamiento compulsivo de hombres
imperial, en virtud del carácter estable, com­ como porteadores y mano de obra en las plan­
binable y comparable de la documentación taciones y en la ejecución de obras públicas
reunida (Thom as, 1994). B. Cohn (1996) in­ necesarias para la administración blanca. El
terpreta la subyugación británica de la India increm ento de las exportaciones suponía la
como una conquista del conocim iento. La disponibilidad de mayores contingentes de
creación de reservas de caza en Africa, en la porteadores para dar salida a las cosechas y a
primera mitad del s. XIX, ilustra cómo el co­ las materias primas. Se apartaba a los hom­
nocimiento científico puede ser usado en pro­ bres durante largos periodos de su ámbito do­
vecho del control político de las poblaciones. méstico. Para escapar a los reclutamientos y a
La delimitación de áreas protegidas en este la represión de los agentes gubernamentales,
continente se basó en el presupuesto de que las poblaciones huían de las aldeas, lo que se
las prácticas cinegéticas locales eran nocivas, tradujo en la desorganización de la vida eco­
por lo que se introdujo una gestión de los es­ nómica y social de muchas regiones por el
pacios naturales regulada por los principios abandono de los campos, la ausencia de cose­
científicos admitidos por el colonizador. Esta chas y la consiguiente hambruna.
concepción justificó prácticas de reorganiza­ Otra consecuencia del sistema colonial fue
ción de los espacios inspiradas en los cotos de la adopción del impuesto pagado en dinero, lo
caza europeos, con el consiguiente desplaza­ que obligaba al colonizado a la posesión de
miento de poblaciones fuera de sus tierras moneda, algo que sólo podía conseguir reco­
(Neumann, 1998). La colonia debía ser una giendo caucho u otro producto impuesto y
réplica de la metrópoli. vendiéndolo a las autoridades. El colonizado
oponía resistencia a las imposiciones del colo­
nizador, a lo que seguía una represión siste­
*Violencia
mática y la transformación de las Sociedades
Occidente legitimó el colonialismo como locales. El recurso generalizado a la violencia
una práctica civilizadora que se desencadena física extendió el terror por las aldeas —ejecu­
a escala mundial. La imposición de ese nuevo ciones sumarias, secuestros—. Las grandes
orden se basó en un método de gobierno que compañías concesionarias, que disponían de
tutelaba a las poblaciones con la coerción. Re­ jurisdicción propia, no modificaron en nada
curriendo a la violencia, se aplastó resistencias la esencia opresiva de la relación establecida
y se ^incorporó a las poblaciones a un marco entre europeos y africanos: la autonomía de la
de vida concebido para monetarizar las eco­ que disponían estas empresas favoreció los
nomías nativas, al tiempo que se creaban abusos contra las poblaciones por su endeuda­
mercados protegidos para las metrópolis. El miento permanente, una vez que estaban
proceso colonial consistió en la sumisión de obligadas a aprovisionarse en los almacenes
cuerpos y mentes a un espíritu llegado e im­ de la compañía.
puesto desde el exterior. En 1912 la opinión pública occidental co­
La divulgación de situaciones de terror noce la denuncia de una cultura del terror
ejercidas sobre poblaciones se debió a la ac­ (Taussig, 1987) instaurada en la selva amazó­
ción de figuras públicas comprometidas en nica, que en aquel tiempo se presentó como
causas políticas y de escritores. En el primer un Congo en el Nuevo Mundo. La revelación,
caso se encuentra sir Roger Casement (1864- una vez más, está asociada al cónsul sir Roger
1916), diplomático británico de origen irlan­ Casement que, destinado entonces en Brasil,
dés y defensor de la causa nacionalista, lo que es enviado al Putumayo —noroeste amazónico
le supuso ser condenado por traición y ejecu­ que comparten Colombia y Perú—para verifi­
tado; entre los escritores figuran Joseph Con- car las acusaciones realizadas contra una em ­
rad (1857-1924), y André Gide (1869-1951). presa peruana de caucho participada por
Mientras los dos primeros denuncian la situa­ capital británico. El informe enviado a las au­
ción en el Estado Libre del Congo, Gide re­ toridades de Londres confirma los rumores
corre entre 1926 y 1927 el Congo francés, con hechos presenciados. En pocos años la ci­
publicando a su regreso una denuncia de la tada empresa se había apoderado de un terri­
realidad observada en forma de diario de via­ torio inmenso y ejercía un control absoluto
je. Demuestra que la apropiación colonial del sobre los nativos y los escasos colonos. Había
Colonialismo y anticolonialismo 28

instaurado un régimen Esclavista y obligaba una de ellas sucumbieron millares le perso­


a las poblaciones a la recogida de látex bajo nas entre trabajadores y personal drigente.
amenaza permanente de tortura, secuestro o Para mantener semejante demandade mano
ejecución sumaria, lo que, por otra parte, les de obra era necesario disponer de ui sistema
impedía producir su propio sustento. Esta si­ de reclutamiento compulsivo que n» repara­
tuación recibió tratamiento literario en L a ba en fronteras, creencias, razas o coitinentes.
Vorágine (1924) del colombiano José Eustacio La violencia no conocía límites nacimales.
Rivera y en A selva (1930) del portugués Ferrei- Por el consumo de vidas que supusieron
ra de Castro. La tradición oral de los huitoto estos proyectos técnicos desmedidos:onstitu-
perpetúa el recuerdo de la prepotencia y del yeron un sacrificio colectivo. Afecó tanto a
exterminio vividos durante el ciclo del caucho. las colonias formales como a los terriorios, de
Las denuncias realizadas por figuras pú­ hecho, coloniales por la realidad endlos ins­
blicas contemporáneas deben interpretarse taurada. La violencia física sistem.tica y el
como una crítica a los excesos practicados por trabajo en régimen de servidumbre ío conlle­
agentes de la administración colonial sin pre­ varon la liberación. Fueron produces del ca­
paración y no como un cuestionamiento de la pitalismo en una época de triunfos fe en el
misión civilizadora que los europeos se ha­ progreso, confianza en la técnica, epíritu de
bían atribuido. Civilizar era un designio que aventura, búsqueda del beneficio innediato y
englobaba gentes y paisajes: los avances téc­ obsesión por domesticar por la fuersa lo sal­
nicos perm itirían someter selva, estepas, vaje tanto en la naturaleza como enla socie­
sabanas y desiertos a los imperativos de la dad; aspecto éste que W erner Herzcg abordó
modernidad. El tren y el automóvil permiti­ en la película Fitzcarraldo (1982), rocada en la
rían acabar con el reclutamiento compulsivo selva peruana.
de porteadores, lo que aseguraría al poder co­
lonial un m ejor control sobre la totalidad de
Una economía a escala planetaria
los territorios ocupados. Al mismo tiempo,
estas infraestructuras garantizarían el flujo J. Gledhill (2000) resume trestipos de
regular y previsible de materias primas, lo sistemas económicos coloniales: a) eonomía-
que supondría una explotación más racional, mundo —esclavitud—, b) compañía conce­
en términos capitalistas, de los recursos exis­ sionarias, y c) intervención direca de la
tentes. Civilizar era sinónimo de un compro­ administración colonial.
miso moral en el que la aceptación del La economía-mundo es el m aro domi­
progreso conllevaba la emancipación. nante en la época anterior al coloiialismo
La violencia surge, una vez más, como el moderno. Se caracteriza por recurrí a mano
precio que deben pagar los colonizados por de obra esclava, capturada en África/ despla­
una liberación que se les imponía. La intro­ zada hacia las plantaciones de las Anéricas.
ducción de la modernidad en la selva afectó a Ocupar territorio no constituía toda ía el ob­
territorios coloniales —Africa, Asia—y a otros jetivo determinante, una vez que lo jue inte­
espacios de frontera -e n las dos Américas—en resaba era acceder al potencial humaio como
forma de proyectos internacionales de gran­ fuerza de trabajo. En el periodo imprialista,
des obras. Son casos conocidos la construcción la captura de esclavos resulta un ftnómeno
de los canales de Suez -1859-1869—, y de Pa­ marginal que subsiste en pocas regioies, aun­
n am á-1881-1889, 1894-1898, 1904-1914-, de que hay singularidades en la costa ocidental
la vía férrea de penetración en el Congo Belga africana: la creación de Liberia, a comienzos
—Matadi-Léopoldville, 1890-1898,366 km.—y del siglo XIX, tiene como objetivo acqer afro­
después en el francés —Congo-Océan, de Pun­ americanos libres, y la vecina Siern Leona,
ta Negra a Brazzaville, 1921-1934, 510 km.—, bajo tutela británica, es el destino pa'a los es­
y la línea M adeira-M am oré -1878-1879 y clavos interceptados por los navíosingleses
1907-1912,400 km.—que uniría Bolivia con el que los ponen en libertad en la capial, Free­
Atlántico por el río Amazonas. Al estudiar town.
esta última situación, que pretendió desbra­ A partir de la Conferencia de B rlín, las
var parte de aquel f a r west brasileño some­ potencias europeas inician la ocupacón efec­
tiéndolo a la fuerza del acero y del vapor, tiva de territorios, aunque no disporrn de los
Francisco F. Hardman (1988) veía en aquellos recursos necesarios —financieros, científicos,
lugares cementerios internacionales de obre­ técnicos y administrativos—para suaprove-
ros. En las diversas obras trabajaban muchos chamiento desde una racionalidad capitalista.
miles de hombres simultáneamente y en cada Una forma de eludir esta dificultadfue atri­
29 Colonialismo y anticolonialismo

buir concesiones a sociedades privadas para de los viajes transoceánicos. Se trata de un sis­
que explotaran áreas determinadas. Como tema de intercambios diferidos: a los consu­
sustitutos de la administración, estas empre­ mos del colonizador le corresponden los del
sas crearon un mundo propio, al margen de colonizado —cristianismo, alfabetización—.
cualquier tipo de control jurídico, en el que Hay apropiaciones múltiples de bienes mate­
someten a las poblaciones afectadas por sus riales y de sistemas de creencias (Thom as,
intereses y se originan los abusos descritos 1994).
más atrás. La explotación incontrolada de
mano de obra empujaba a huir a los implica­ Conversiones
dos, con lo que acechaba la amenaza de la des­
población y la imposibilidad de mantener la El colonialismo europeo se autolegitimó
actividad económica al nivel deseado. invocando un espíritu de misión que preten­
La tercera modalidad consistía en la día la transform ación del modo de vida de
exp lotació n directa conducida por la ad ­ poblaciones consideradas inferiores, pero ca­
m in istració n colonial. F u e la opción más paces de alcanzar un estadio superior de civi­
generalizada en las políticas de varias poten­ lización. Este presupuesto, basado en una
cias coloniales. Se manifestó en la explotación concepción #etnocéntrica de la diversidad
minera, en la agricultura dirigida por colonos cultural, predominó en diferentes esfuerzos
europeos y en las agriculturas practicadas por de colonización. La evangelización llevada a
las poblaciones nativas sometidas a cultivos cabo por los misioneros constituyó el resulta­
obligatorios —cash crops. do práctico más efectivo (Beidelman, 1982).
Estos sistemas de organización económica Es más, John y Jean Com aroff (1991) conside­
transform aron las sociedades afectadas. La ran que, de entre todos los colonizadores, los
imposición de nuevas reglas económicas y de misioneros fueron aquellos que más se empe­
otras actitudes frente al trabajo no se produjo ñaron en revolucionar la visión del mundo y
de forma persuasiva, sino por la fuerza. Se de la cultura africanas. La reorganización de
instalaron administraciones coloniales que los espacios locales, por medio de la construc­
históricamente significaron introducir el mo­ ción de asentamientos misioneros y de la fi­
delo occidental de Estado en sociedades que jación de poblados a su alrededor, fue una
no disponían hasta aquel momento de esa ins­ forma de control de las poblaciones.
tancia. Se pusieron de manifiesto los dispo­ La relación entre misioneros y adminis­
sitivos m ilitares destinados a asegurar la tradores coloniales no siempre estuvo pauta­
pacificación interna. La adm inistración re­ da por el equilibrio de intereses. Las misiones
presentaba el poder blanco y la occidentali- religiosas tuvieron que convivir con la resis­
zación forzada de los comportamientos: la tencia de las poblaciones, con la competencia
m onetarización por la introducción de im ­ de un Estado que establecía unas instalacio­
puestos pagados en dinero, con el objetivo de nes laicas —también interesadas en promover
que el colonizado pasara a depender del con­ la enseñanza y los cuidados m édico-sanita­
sumo. El reclutamiento implicaba recibir un rios—y con la rivalidad confesional —congre­
salario, lo cual permitiría el pago del impues­ gaciones católicas y sociedades protestantes.
to y la desarticulación de los sistemas produc­ Indolencia, embriaguez, prácticas pa­
tivos nativos. ganas, tosquedad de las vestimentas y de
El proceso colonial se deriva del dominio las viviendas, sexualidad disoluta, lenguaje
blanco y de las formas de resistencia a la opre­ y corporalidad excesivas son características
sión ejercida. Se populariza el consumo de atribuidas a las poblaciones indígenas de las
productos tales como el café, el té o el cacao, colonias que los misioneros consideraron que
las imágenes de la publicidad de esos insu­ era necesario erradicar o, cuando menos, dis­
mos, la visión de las *culturas exóticas trans­ ciplinar. Así, además de la conversión religio­
mitida por los museos etnográficos y los sa, las diferentes congregaciones misioneras
jardines zoológicos de las metrópolis, el cos­ cristianas que se instalaron en Africa, Asia, el
mopolitismo en boga en las clases urbanas, Pacífico y las Américas procuraron valorizar
patente en canciones y en estilos de baile —las el *trabajo y la familia monógama, domesti­
canciones de K. W eill y B. Brecht Y oukali car los usos del cuerpo, introducir hábitos de
y S u rabaya-John n y son ejem plo de este higiene y, en general, imponer los sistemas
espíritu—. A todo ello lo acompañan la cre­ de valores de sus lugares de origen. Según
ciente dimensión y capacidad de los fletes co­ N. Thomas (1994), la clasificación racial no fue
mo expresión material de la industrialización el único criterio de representación negativa
Colonialismo y anticolonialismo 30

de los africanos, de los asiáticos o de los ame­ tre misiones religiosas y poderes coloniales, a
rindios. En la literatura medieval y renacen­ menudo discordantes en su consideración de
tista se llama la atención sobre figuras las prácticas indígenas y de los objetivos de la
monstruosas y sobre los paganos. Si bien a colonización.
partir del siglo XIX la idea de raza gana fuerza Los encuentros coloniales no sólo fueron
en los discursos hegemónicos sobre la *dife- escenarios de resistencia y dominación, con
rencia, en las representaciones de los misio­ poblaciones indígenas y colonizadores irre­
neros evangélicos sigue prevaleciendo la mediablemente antagonizados. La respuesta
caracterización del *otro como pagano, en indígena osciló entre el rechazo explícito y la
detrimento del color de la piel. adhesión a las ideas religiosas llevadas por los
Se puede calificar la naturaleza de las misioneros, pasando por la apropiación y
prácticas evangelizadoras llevadas a cabo en transformación de los mensajes evangélicos.
el contexto del colonialismo como proyecto En este sentido hay que referir el surgimiento
de transform ación ontològica con el que se y la difusión de los movimientos mesiáni-
pretende la reconstrucción de la subjetividad cos, tales como los cultos de la carga en Mela­
y de la moralidad de las poblaciones, la trans­ nesia. En este caso, es la religión llevada y
formación de sus cuerpos y de sus mentes enseñada por los blancos la que proporciona
(Beidelm an, 1982; C om aroff y Com aroff, los argumentos para resistir a la opresión co­
1991). Se trataba, a fin de cuentas, de un pro­ lonial.
grama de reformulación de las identidades,
individual y colectiva, que se lleva a cabo por
Colonialismo como cultura
medio de la conversión religiosa y de la modi­
ficación de prácticas y comportamientos con­ Al estudiar el África francesa en el perio­
siderados desviados y antisociales. A la luz de do final de la presencia colonial, Georges Ba-
esta idea, Thom as O. Beidelman (1982) de­ landier caracteriza así la situación colonial:
fiende que las misiones cristianas desempe­ presencia extranjera que, por medio del uso
ñan el papel más ingenuo y etnocèntrico de los de la fuerza militar y de la instalación de una
proyectos coloniales. Mientras que adminis­ administración, impone la pacificación; a esta
tradores, comerciantes y terratenientes tenían presión exterior le suceden reacciones inter­
en mente objetivos pragmáticos —m anteni­ nas que modifican el equilibrio de fuerzas an­
miento del orden, obtención de beneficios, terior; se definen nuevas alianzas regionales
conseguir mano de obra barata, eficacia en la en función del dominio blanco; el control po­
tributación—, los misioneros ansiaban trans­ lítico sobre los colonizados va a promover la
formaciones profundas y radicales en lo que aparición de sentimientos nacionalistas (Ba-
se refiere a creencias y comportamientos de landier, 1971).
las poblaciones, practicando una colonización La situación colonial se sintetiza en una
del espíritu y del cuerpo. cultura #híbrida en la que convergen domi­
Con el objetivo de difundir mejor la doc­ nadores y dominados. La curiosidad se revela
trina religiosa, muchos misioneros se ocu­ en la voluntad de observación y de conoci­
paron de estudiar concienzudamente las miento mutuos, patentes en la cultura mate­
lenguas y culturas de muchos pueblos de todo rial que se produce en tales circunstancias. A
el mundo, rivalizando o confundiéndose con la minucia en la representación de detalles fí­
el trabajo desarrollado por los antropólogos. sicos, del vestuario, del estatus, de la actividad
Es digna de mención la actividad desarrolla­ ejercida o del estado de ánimo, los artistas eu­
da por el francés Maurice Leenhardt (1878- ropeos no conseguían corresponder con el
1954), que permaneció más de dos décadas en mismo grado de detalle en relación a los “sal­
Nueva Caledonia, entre 1902 y 1926, donde vajes”. La apropiación desigual y desincroni­
fundó y dirigió un asentamiento protestante. zada del otro por medio de los artefactos
De su experiencia misionera entre los kanak producidos sólo se ha valorado conveniente­
resultó una producción etnográfica relevante mente en estudios recientes.
—D o K am o, L a personne et le mythe dans le El contraste con la cultura llevada por el
m onde m élanésien, 1947, versión inglesa de colonizador permite al colonizado apropiarse
1979, alemana de 1984, y española de 1997— de herramientas intelectuales para resistir y
en la historia de la antropología. En la biogra­ actuar. Frantz Fanón (1925-1961), psicoana­
fía intelectual que le dedica James Clifford se lista y escritor —Les damnés de la t e ñ e , 1961—
destaca, a propósito de la actividad del bio­ nacido en M artinica, sensibilizado tempra­
grafiado, la complejidad de las relaciones en­ namente por el movimiento literario de la
31 Colonialismo y anticolonialismo

négritude y que más tarde apoyó la lucha francesas. Como consecuencia, se siguieron
anticolonial en Argelia, fue una figura desta­ acciones punitivas de gran envergadura: el in­
cada entre los intelectuales que surgen en la cendio de la aldea “traidora” y casi doscientos
situación colonial para combatirla. rebeldes muertos. Para esta zona montañosa
La reflexión sobre la situación colonial del litoral argelino supuso su implicación to­
desde un punto de vista simultáneamente in­ tal en la guerra de liberación. Referido el con­
terior y exterior caracteriza la biografía de texto, resta indagar las razones de este desaire
Amílcar Cabral (1924-1973). Pasa su infancia y político sufrido por el gobierno colonial. Por
adolescencia en la Guinea portuguesa —ac­ el estudio de C. Lacoste-Dujardin, ya citado,
tualmente Guinea-Bissau—. En 1945 se des­ se sabe que en la planificación de la contrain-
plaza a Lisboa para estudiar agronomía. Su surgencia el mando militar francés contó con
estancia en Portugal y el medio académico en la orientación de )ean Servier (1918-2000), un
el que se mueve le permitieron conocer reali­ antropólogo buen conocedor de la zona. Los
dades más amplias -com o la négritude—, con­ acontecimientos no confirmaron sus opinio­
vivir con intelectuales y nacionalistas de las nes sobre la índole predominante de la pobla­
demás colonias portuguesas y familiarizarse ción. Camille Lacoste-Dujardin, al comparar
con los movimientos de liberación. De vuelta su experiencia sobre el terreno con la de
a su país organiza la resistencia política al co­ aquél, concluye que su predecesor compartía
lonialismo y más tarde la transforma en gue­ con la mayoría de los colonos franceses la opi­
rra de liberación nacional. A. Cabral destacó nión que éstos tenían de la población argelina:
no sólo como dirigente, sino también como gentes dominadas por puntos de vista tradi-
teórico de la lucha anticolonial. Defendió la cionalistas. Se olvidaba de que los cabileños
vía del partido único, que desempeña el papel de aquellas montañas situadas al este de A r­
de vanguardia en el combate y en la posterior gel no vivían aislados, sino que desde hacía
construcción del Estado, y considera a la clase mucho tiempo estaban habituados a *em i-
asalariada y a la pequeña burguesía urbana grar. Sin embargo, transmite a los militares la
negras las bases sociales de la lucha de libera­ idea de que los iflissen eran una población ais­
ción nacional (Andrade, 1975). lada, sin interés por el exterior, herederos y
Las formas de adquisición y el uso que se perpetuadores de ritos transmitidos desde la
da a los conocimientos disponibles se consti­ antigüedad mediterránea. Lacoste-Dujardin
tuyen en indicadores de la relación entre colo­ acusa a Servier de no haber sabido interpretar
nizador y colonizados. La reconstrucción de los factores de la dinámica histórica reciente:
la operación Oiseau b leu , desencadenada en la resistencia armada a la presencia turca y a la
Cabilia, muestra algunos de estos aspectos conquista francesa en el s. XIX, y la em igra­
(Lacoste-D ujardin, 1997). Un año después ción. Aunque Servier recorrió toda Argelia
del inicio de la guerra de Argelia, 1954-1961, durante cinco años con un cuestionario sobre
las autoridades coloniales desarrollaron un prácticas de ritos agrícolas, matrimoniales y
plan para la pacificación de los iflissen. G a­ funerarios y preguntaba a los ancianos, no per­
nando su confianza, se pretendía separarlos maneció más que algunos días en cada aldea y
de los núcleos insurgentes y promover su or­ no convivía con la gente. Tanto C. Lacoste-
ganización en grupos de autodefensa articu­ Dujardin como J. Servier habían crecido en el
lados con las fuerzas militares francesas. Se seno de familias de colonos, pero ante la expe­
organizó una ceremonia pública, previamen­ riencia colonial asumieron posturas opuestas.
te preparada, para consagrar la colaboración Permanece abierto el debate sobre las re­
con el poder colonial. Ante una asistencia de laciones entre gobierno, ciencia y el empeño
miles de personas, se distribuyó armamento. personal en el contexto colonial. Varios traba­
Pasados algunos días, de madrugada, un gru­ jos abordan la investigación realizada por
po de presunta autodefensa constituida simu­ encargo de las autoridades coloniales y la pos­
la que su aldea está siendo atacada por los tura del científico que la desarrolla (Stocking
nacionalistas del F L N —Frente de Liberación Jr., 1991). J. Goody (1995) recuerda que las au­
Nacional—y pide socorro a las fuerzas milita­ toridades coloniales sospechaban de los an­
res. Durante el trayecto la columna m ilitar tropólogos de la llamada escuela británica en
cae en una emboscada, que se salda con un cuanto a sus verdaderas intenciones en el te­
muerto y varios heridos, entre ellos el oficial rreno. La independencia financiera de la que
que la comandaba. Esta acción había sido lle­ disponían —los fondos provenían de institu­
vada a cabo por fuerzas del F L N con las ar­ ciones privadas norteamericanas—le lleva a
mas y el material recibido de las autoridades concluir que, en sus décadas doradas, carrera
Colonialismo y anticolonialismo 32

académica en antropología social y British G LED H ILL, John (2000): E l poder y sus disfraces.
Em pire en Africa siguieron caminos paralelos Perspectivas antropológicas de la política. Barce­
y sólo ocasionalmente convergentes. lona: Bellaterra.
GOODY, Jack (1995): The Expansive Moment. The
Herencias Rise o f Social Anthropology in Britain and Afri­
ca, 1918-1970. Cambridge: Cambridge Uni­
En el libro de Georges Balandier citado versity Press.
más arriba, cuya primera edición es de 1955, HARDMAN, Francisco Foot (1988): Trem fantas­
no se abordan los temas clásicos de la antro­ ma. A modernidade na selva. San Pablo: Com-
pología imperial, tales como el parentesco y la panhia das Letras.
hechicería, sino la conquista militar, la explo­ LACOSTE-DUJARDIN, Camille (1997): Opéra-
tación económica y la ideología racista carac­ tion oiseau bleu. Des Kabyles, des ethnologues et
terísticos de los proyectos coloniales europeos. la guerre d ’Algérie. Paris: La Découverte.
Pasadas algunas décadas desde el final de los N EUM ANN , Roderick P. (1998): Imposing Wil­
imperios coloniales, la propuesta de G. Balan­ derness: Struggles Over Livelihood and Nature
dier no pierde actualidad. Se asiste a la proli­ Preservation in Africa. Berkeley: University of
feración de reflexiones académicas sobre el California Press.
colonialismo y estudios de caso sobre socieda­ RICHARDS, Thomas (1993): The Imperial Archi­
des coloniales. Este interés se explica por el re­ ve. Knowledge and the Fantasy o f Empire. New
conocimiento de que las sociedades coloniales York: Verso.
son parte de Europa y de su historia, y vice­ STOCKING, George W. Jr. (ed.) (1991): Colonial
versa. Las colonias europeas no fueron espa­ Situations: Essays on the Contextualization o f
cios vacíos construidos a imagen de Europa y Ethnographic Knowledge. Madison: University
de sus intereses, ni las potencias colonizado­
of Wisconsin Press.
ras estaban cerradas sobre sí mismas. Hubo TAUSSIG, Michael (1987): Colonialism, Shama­
relaciones, contactos, intercambios y tensio­ nism and the Wild Man. A Study in Terror and
nes múltiples, por medio de las cuales Europa Healing. Chicago: University of Chicago
y las colonias se fueron construyendo. Press.
La renovación del interés académico por el THOMAS, Nicholas (1994): Colonialism's Culture.
fenómeno colonial se deriva también de la pre­ Anthropology, Travel and Government. Cam­
sencia de intelectuales y escritores originarios
bridge: Polity Press.
de ex colonias en las universidades e institucio­ W OLF, Eric R. (1982): Europe and the People wi­
nes literarias occidentales —caso de Salman thout History. Berkeley: University of Califor­
Rushdie, Chinua Achebe, V. S. Naipaul, Ami- nia Press.
tav Gosh, Gayatri Spivak, Homi Baba—, lo que
ha posibilitado la divulgación de otras mane­ Jorge Freitas Branco
ras de ver la experiencia colonial. Leonor Pires Martins

Bibliografía Véanse además Acciones afirmativas, Acul-


toración, ALTERIDAD, Apartheid, Centro-
ANDRADE, Mário de (1975): A guerra do povo na periferia, Ciudadano, Críollización, CUL-
Guiné-Bissau. Lisboa: Sá da Costa. T U R A , D e ste r r ito rial i zac ió n, DIF E R E N -
BALANDIER, Georges (1971): Sociologie actuelle CIA Y DESIG UALD AD , Discriminación
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céntrale. París: PUF. cales, E S T A D O -N A C IÓ N , E S T E R E O ­
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Princeton University Press. gl oba 1iza c ió n, HIB R ID A C IO N , IDE N I I-
COMAROFF, Jean; COMAROFF, John (1991): DAD, INDIGENISMO, Información, IN ­
O f Revelation and Revolution. Christianity, Co­ I ' E G R A C ION, Interculturali d ad, MI -
lonialism, and Consciousness in South Africa. GRACIONES, MINORÍAS, Modernidad,
Volume One. Chicago, London: The Univer­ M O V IL ID A D , Multiculturalismo en los
sity of Chicago Press. estudios culturales, Multiculturalismo en
33 Comunicación

los estudios étnicos, Nacionalidad, Nacio- Con la noción de mediación se trata de


na 1isni o, N a t u ra 1i zac ió n, N eoc o 1o nia 1ism o, contrarrestar la idea simplista de la comuni­
N U E V O S M O V 1M 1E N T O S S O CIA - cación como transmisión: los medios de co­
E E S , P o sc o 1o n ia 1i s m o, P O S M O D E R NI - municación no transmiten contenidos, sino
DAD, SABER Y SABERES, Sujeto inter- que median las relaciones humanas, el conoci­
cultural, T E R R I T O R 10 S , T R A P>A J O , miento, la experiencia y la sensibilidad. Como
Viajes y sistemas de movilidad, V I O L E N ­ dice M artín-Barbero (2002), al mediar la pro­
CIA POLÍTICA, Violencia política. Tipos. ducción de los imaginarios que integran la
experiencia de los ciudadanos, los medios son
constitutivos del espacio de lo público y fuen­
te de los recursos sociales de sentido. Así, un
Comunicación objeto central de los estudios sobre la comuni­
El limitado modelo de la comunicación cación se encuentra en las mediaciones e in­
—emisor-mensaje-receptor—propuesto a me­ terconexiones por las que los productos de las
diados del siglo X X por la teoría matemática industrias de la comunicación y de la cultura
de la información gozó de gran éxito e inspi­ proporcionan las matrices de la organización
ró aproximaciones a la comunicación desde —y de la des- y reorganización—de la expe­
diversas disciplinas. Sin embargo, gran parte riencia social, de las ^identidades y las subjeti­
de los estudios modernos sobre com unica­ vidades.
ción y ^cultura se han desarrollado a partir Observar la comunicación como media­
de presupuestos, no siempre explícitos, de ción implica indagar los conflictos y las
*interculturalidad: en E E . U U ., G. Bateson negociaciones en que las diferencias de
entiende la comunicación desde el cruce de la posición, culturales, afectivas, de poder, se
cibernética y la antropología; en Francia, traducen en discursos, objetos y expresiones
R. Barthes la enfoca desde la semiótica y el simbólicas. Desde el último tercio del s. XX,
malestar por los conflictos de la descoloniza­ hablar de comunicación es hacerlo de cultu­
ción; en los estudios culturales británicos se ra de masas, la cual ha dejado de considerar­
abren paso perspectivas de clases subalternas se como una unidad. Desde la antropología,
y provenientes de la diáspora intelectual *pos- autores como R. Rosaldo o G. Lipsitz han
colonial, como S. H all; y el pensamiento mostrado cómo las diferentes comunidades
feminista introduce la *diferencia y la culturales tratan polémicamente de estable­
subjetivación en la agenda de estudios comu­ cer los hitos de referencia masivos y de defi­
nicativos. Surge con estos pioneros una mira­ nir su sentido. En el ámbito del mercado de
da “extrañada” respecto de las propias las audiencias, estas dinámicas de lucha por
culturas y de la precedente distribución disci­ el espacio sim bólico, configurado por las
plinaria: un nuevo paradigma en el que son producciones culturales más o menos masi­
centrales las aportaciones de estudiosos rusos vas, disputan su hegemonía omnímoda a los
—como R. Jakobson o J. Lotm an, quien en­ grandes poderes sociopolíticos y m ediáti­
tiende la com unicación como un juego de cos. En la ^sociedad de la inform ación, la
complejos sistemas y dinámicas culturales—y cultura de masas es también la base de una
de U. Eco, para quien los procesos culturales reflexividad social difusa en la cual emergen
y sociales han de verse como procesos comu­ las pautas y las normas de la acción, las for­
nicativos que implican siempre diversos sis­ mas de identificación y de reconocim iento
temas de significación. recíproco de las comunidades de pertenencia
Estas perspectivas abordan la com unica­ —que algunos consideran una única comuni­
ción como un juego de estrategias, una rela­ dad globalizada y hom ogeneizada en una
ción social en la que se genera y se negocia el cultura de masas.
sentido, mientras inevitablemente se definen Los sujetos sociales, de acuerdo con sus
los participantes y su tipo de relación. Otro diferentes pertenencias, procedencias, com ­
ruso, M. M. Bajtin, afirma que la comunica­ petencias y opciones, activan lenguajes y
ción transcurre siempre en el territorio del enciclopedias distintos que se relacionan
otro: todo comunicar es diálogo, posiciona- polifónicam ente en la comunicación inter­
miento, previsión, anticipación, presunción, cultural. Y toda com unicación es in tercu l­
implicación. Un proceso en el que todos deve­ tural, pues im plica sistemas y procesos de
nimos otros al tratar de aproximarnos al len­ significación diversos que han de in tertra­
guaje y los sistemas de sentido de nuestro ducirse. El sentido se alcanza siempre en un
interlocutor. proceso de ^traducción —apunta A. J. G rei-
Comunidad transnacional 34

mas— de un sistema de sentido o un len ­ técnico-comunicativa, SABER Y SABERES,


guaje extraño a otro más próximo, más im ­ Sociedad de la información v del conocimien-
J

plicado o más sugerente. De un interpretante to. Traducción, Viajes y sistemas de movili­


a otro, el sentido se realiza como permanen­ dad, Xenofobia y xenofilia.
te aplazamiento y desplazamiento, señala C.
S. Peirce. Incluso la relación consigo mismo
im plica el *plurilingüism o y la pluralidad Comunidad
de perspectivas necesarios para observarse
desde los puntos de vista de los otros.
transnacional
En el campo emergente e interdiscipli­
nario de los estudios de #migraciones, el con­
Bibliografía cepto de “comunidad transnacional” se ha
comenzado a acuñar por dos motivos básicos.
BAJTIN, M. (1989): Teoría y estética de la novela. En primer lugar, la noción misma de comuni­
Madrid: Taurus. dad refleja una crítica cada vez más abierta­
BARTHES, R. (1980): Mitologías, Madrid: Si­ mente expresada al uso excesivo de modelos
glo XXI. económicos, a menudo economicistas, en las
CASTAÑARES, W. (1996): “El efecto Peirce: su­ teorías sobre migraciones. Estos modelos ex­
gestiones para una teoría de la comunicación”. plican las migraciones contemporáneas a
Anuario Filosófico,29: 1313-1330. partir de decisiones individuales de actores
ECO, U. (1977): Tratado de semiótica general. Bar­ atomizados, pero completamente racionales
celona: Lumen. en sus cálculos y decisiones migratorias —el
FABBRI, P. (1995): Tácticas de los signos. Barcelo­ “modelo neoclásico” que reduce las decisio­
na: Gedisa nes migratorias a factorespush-pull—, o consi­
LOTM AN, I. M. (1996): Semiosfera. Madrid: Cá­ derando a los migrantes víctimas colectivas
tedra. de factores económicos subterráneos como la
MARTIN-BARBERO, J. (2002): Oficio de cartó­ división internacional del ^trabajo, la seg­
grafo. Travesías latinoamericanas de la comuni­ mentación de los mercados laborales y las
cación en la cultura. México: FCE. dependencias económicas y políticas de los
M ATTELART, A.; M ATTELART, M. (1997): países emisores respecto a los receptores
Historia de las teorías de la comunicación. Barce­ —los modelos marxistas y dependentistas (Mal-
lona: Paidós. gesini, 1998)—. Frente a estas teorías polariza-
PEIRCE, C. S. (1988): E l hombre, un signo. Barce­ damente opuestas, el pionero estudio de Massey
lona: Crítica. et al. (1987) logra demostrar que los procesos
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nicativa”. Revista de Occidente, 170-171: 25-44. de lazos, *redes y/o comunidades que agrupan,
socializan e interrelacionan a emigrados, re­
Gonzalo Abril Curto
tornados y futuros migrantes procedentes de
Wenceslao Castañares una determinada región.
Cristina Peñamarín Beristain
En segundo lugar, los estudios m igrato­
María José Sánchez Leyva
rios tienden aún a reproducir la lógica N acio­
nalista, detectable también en las políticas de
Véanse además ALTERIDAD, CONSUMO “^integración de inm igrantes”, que distin­
CULTURAL, CULTURA, Derecho de inje­ gue nítidam ente entre fenómenos y sujetos
rencia, DESARROLLO, D IFE R E N C IA Y emigrantes versus inmigrantes. Desde los
D E S 1C3 U A L D A D, Diferencias soc io1in - orígenes del nacionalismo, las migraciones
güísticas y desigualdad, Elites cosmopolitas, —seguramente una de las constantes antropo­
Esfera mediática, Espacio de los flujos, lógicas por excelencia- son percibidas por el
Espacio red, ESPACIO-TIEMPO, Espacios *Estado-nación como un “problem a”, dado
locales, Global y local, IDENTIDAD, Infor­ que la ^movilidad humana desafía no sólo la
mación, Integración educativa. Intercultu­ capacidad del Estado de controlar, disciplinar
ra 1id a d, L o c a 1id ades fa utas m ag ó r ic as y y sedentarizar a la ^ciudadanía, sino también
desanclaje. Megalòpoli, Migraciones. Redes el principio mismo de territorialidad, eje de la
sociales, MINC )RÍ AS, MOVILIDAD, Multi­ “soberanía nacional” y de la “inviolabilidad”
culturalismo en los estudios culturales, Multi- de sus *fronteras (Joppke, 1998). La misma
lingiiismo, Nomadismo y turismo. Poscolo­ terminología adoptada por las instituciones
nialismo, Pluralismo sincrónico, Revolución nacionales y reproducida por la academia re­
35 Comunidad transnacional

fleja el intento de territorializar un fenómeno tido comunitario y su correspondiente identi­


que parece no ser territorializable: durante dad compartida se cultivan desde *diferentes
décadas, las legislaciones y las investigaciones y dispersas *m ultilocalidades asentadas en
acerca del fenómeno migratorio han girado una gran variedad de países. Básicamente se
en torno a la distinción entre factores de “in­ distinguen dos tipos de comunidades trans­
migración” versus factores de “e-migración”, nacionales:
como si de fenómenos distintos se tratara. — Por una parte, las regiones fronterizas
Frente a este tipo de proyección naciona­ entre dos Estados-naciones tienden a albergar
lista hacia el “#otro”, varios estudios em pí­ a comunidades transnacionales que se consti­
ricos de las migraciones contemporáneas tuyen como núcleos transfronterizos de m i­
cuestionan el mito de la linealidad del pro­ graciones cíclicas (Pries 1999). Dos factores
ceso m igratorio —supuestamente divisible contribuyen a esta transfronterización: en
en fases p rem igratorias, m igratorias y primer lugar, el debilitamiento de la capaci­
posmigratorias—, que aún reflejan los m en­ dad de los Estados-naciones lim ítrofes de
cionados modelos “clásicos” de la emigración “controlar” sus fronteras y, en segundo lugar,
e inmigración más o menos definitiva. Con­ la existencia de ventajas comparativas entre
forme en la época posindustrial las migracio­ ambas regiones fronterizas que conviertan la
nes se van *inform alizando, terciarizando y transmigración en una actividad “rentable” a
precarizando (Guarnizo y Smith, 1999), se re­ largo plazo.
quiere de enfoques menos mecanicistas, más — Por otra parte, una variante específica de
etnográficos y “m ultisituad os” (M arcus, las comunidades transnacionales son las diás-
1995). Gracias a este giro teórico y metodoló­ poras históricas que, debido a una experiencia
gico, las migraciones aparecen como fenóme­ colectiva de dispersión a menudo ^violenta,
nos a menudo circulares y no lineales, en cuyo mantienen y cultivan una distintiva identidad
transcurso las “redes migratorias” —entendi­ étnica, nacional y/o religiosa que procura equi­
das como “los vínculos de carácter transnacio­ librar la promesa del mítico “retorno” y re­
nal que se establecen entre las sociedades de arraigo con la permanencia de la condición y la
origen y de destino” (Colectivo IO E , 1996: ^cultura diaspóricas (Brah, 1996).
48)—, que en condiciones de precarización e Este segundo uso del concepto de las co­
“ilegalización” como las actuales proporcio­ munidades transnacionales, como diásporas
nan la protección necesaria, sobre todo en la ya no históricas, sino emergentes a raíz de la
primera etapa de llegada y orientación, tien­ constitución de espacios m igratorios trans­
den a estabilizarse y perpetuarse (Kearney, nacionales, es el que parece generalizarse.
1986,1995). Mientras que algunos critican el uso indiscri­
Los lazos parentales, residenciales y/o minado del concepto, acuñado para determi­
^étnicos que así vinculan a migrantes, em i­ nados casos históricos como la diáspora judía,
grados, retornados y aún-no-em igrados, armenia y palestina, otros perciben procesos
constituyen frecuentemente “familias trans­ generalizabas de “diasporización” (Cohén,
nacionales”, “hogares transnacionales” que, a 1997). Es precisamente en la confluencia del
su vez, comienzan a articular “campos” o “es­ surgimiento de espacios transnacionales y de
pacios sociales transnacionales” (Pries, 1999). la *globalización tecnológica y del incremen­
Estos trascienden el principio de territoria­ to de “interconectividad” en el que —a dife­
lidad nacional y/o étnico-regional y, como rencia de épocas anteriores—las comunidades
tales, desencadenan procesos de transnacio­ migrantes pueden, simultáneamente, articu­
nalización *identitaria. lar identidades a diferentes niveles. La re­
En aquellos casos en los cuales los cíclicos sultante multidimensionalidad identitaria
“transm igrantes” (G lick, Basch y Szanton, desencadena y promueve nuevos procesos de
1999; Pries, 1999), como protagonistas que ar­ #hibridación cultural, que desafían al Estado-
ticulan este nuevo espacio social, logran man­ nación de forma mucho más profunda y radi­
tener un vínculo simbólico y afectivo entre cal que los discursos identitarios étnicos y/o
sus miembros, las redes transnacionales se regionalistas formulados a nivel subnacional
convierten en comunidades transnacionales. (Dietz, 2004). La transnacionalización no sólo
Este nuevo tipo de “comunidad” *desterrito- disminuye ostensiblemente la capacidad de
rializada es el que —incluso literalmente—más las instituciones nacionales de controlar, edu­
se asemeja a la noción de “comunidad imagi­ car y/o “ciudadanizar” a las poblaciones m i­
nada”, originalmente acuñada por Anderson: grantes, sino que pone en entredicho el
carentes de una dimensión territorial, el sen­ principio mismo en el que se basa toda políti­
Comunitarismo 36

ca pública, sea del nivel gubernamental que national migration”, en L. Pries (ed.), Migra­
sea: el principio de discrecionalidad y delimi- tion and Transnational Social Spaces. Aldershot:
tabilidad de competencias en función del cri­ Ashgate, 73-105.
terio territorial. GUARNIZO, Luis Eduardo; SMITH, Michael
Indicios de una tendencia hacia la deste- Peter (1999): “Las localizaciones del transna-
rritorialización, inducida por las comunida­ cionalismo”, en G. Mummert (ed.), Fronteras
des transnacionales, se encuentran antes que fragmentadas. Zamora, Mich.: Colegio de Mi-
nada en el ámbito del asociacionismo migran­ choacán, 87-112.
te. Mientras que las “clásicas” organizaciones JO PPK E, Christian (1998): Challenge to the N a­
y asociaciones surgidas de las migraciones eu­ tion-State: immigration in Western Europe and
ropeas de la posguerra están fuertemente the United States. Oxford: Clarendon.
orientadas hacia la participación política, sin­ KEARNEY, Michael (1986): “From the Invisible
dical y vecinal dentro del contexto de la socie­ Hand to Visible Feet: anthropological studies
dad de “acogida”, el nuevo asociacionismo of migration and development”. Annual R e­
migrante y su relación con las asociaciones y view ofAnthropology, 15:331-361.
organizaciones no-gubernamentales, proce­ — (1995): “The Local and the Global: the anthro­
dentes de la sociedad mayoritaria, indican pology of globalization and transnationa­
una creciente hibridación y transnacionaliza­ lism”. Annual Review o f Anthropology, 24:
ción de las pautas organizativas, las reivindi­ 547-565.
caciones y los intereses que se articulan, así M ALGESINI, Graciela (1998): “Introducción”,
como de los polifacéticos destinatarios a los en G. Malgesini (comp.), Cruzando fronteras:
que se dirigen (Dietz, 2004). migraciones en el sistema mundial. Barcelona,
Es evidentemente el ámbito jurídico-polí- Madrid: Icaria, Fundación Hogar del Em ­
tico sobre todo el que más “preocupado” se pleado, 11-40.
muestra ante la diasporización y transnacio­ MARCUS, George E. (1995): “Ethnography
nalización de las comunidades, sus lealtades y In/Of the World System: the Emergence of
sus identidades colectivas. Las implicaciones Multi-Sited Ethnography”. Annual Review o f
normativas de una futura “ciudadanía posna­ Anthropology, 24: 95-117.
cional” (Habermas), reflejada no sólo en las MASSEY, Douglass et al. (1987): Return to Aztlan:
comunidades transnacionales, sino también The Social Process o f International Migration
en la vigorización de las instituciones multila­ from Western Mexico. Berkeley: University of
terales transnacionales, desafiará la noción California Press.
intrínsecamente “^moderna” de la legitim i­ PRIES, Ludger (1999): “New migration in trans­
dad del Derecho y de su vinculación normati­ national spaces”, en L. Pries (ed.), Migration
va a la democracia territorializada bajo la and Transnational Social Spaces. Aldershot:
forma consuetudinaria del Estado-nación, se Ashgate, 1-35.
declare éste ^multicultural o monocultural.
Gunther Dietz

Véanse además ALTERIDAD, CIUDADA­


Bibliografía NÍA, Desterritorialización, DIFERENCIA Y
D ESI GU A EDA I ), ESTADO-NACIÓN,
BRAH, Avtar (1996): Cartographies ofDiaspora: con-
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Comunitarismo
GLICK SC H ILLER , Nina; BASCH, Linda; Desde la clásica distinción sociológica
SZANTON BLANC, Cristina (1999): “From entre “comunidad” —Gemeinschaft—y “socie­
Immigrant to Transmigrant: theorizing trans- dad” —Gesellschaft- , acuñada de forma para­
37 Comunitarismo

digm ática a finales del siglo XIX por Ferd i- social” —relaciones intra e intercomunitarias
nand Tonnies (1979), los ámbitos com unita­ que se mantienen a nivel local— en la vida
rios ocupan un destacado lugar no sólo en las comunal de diversas ^localidades estadouni­
ciencias antropológicas, sino en toda una co­ denses en comparación con otras, por ejem ­
rriente interdisciplinar de los “estudios de co­ plo, italianas. El mensaje de estos autores es a
munidad”. El énfasis en la esfera *local y en la menudo alarmista: la comunalidad vecinal,
interacción “cara a cara” entre los miembros residencial y asociativa, como núcleo de rela­
de una comunidad localizada y *territoriali- ciones que amalgama cualquier sociedad, se
zada, como lo propone la llamada Escuela de está diluyendo en el caso de las relaciones su­
Chicago para análisis sociales de corte funcio- puestamente cada vez más individualizadas y
nalista, sin embargo, no se limita a enfoques atomizadas de las #ciudades estadounidenses
teóricos y/o empíricos. Desde inicios de los contemporáneas.
años ochenta son sobre todo propuestas nor­ Este “déficit de comunalidad”, producto
mativas surgidas en el seno de la filosofía po­ de la pérdida paulatina de capital social, es el
lítica los que recuperan y reivindican “lo eje de la propuesta política comunitarista que
comunitario” no como una unidad de análisis —sobre todo a partir de la red internacio­
social, sino como una propuesta política de reor­ nal T he Com m unitarian N etw ork creada y
ganización de las sociedades contemporáneas. promovida por Amitai Etzioni (http://
En debate estrecho y enfrentado con la www.communitariannetwork.org/)—consi­
tradición liberal e individualista de la filosofía dera la comunidad una forma de organiza­
política anglosajona, que se remonta a John ción local alternativa, que se independiza
Stuart Mili, los autodenominados “comunita- tanto del excesivo control del Estado vigilan­
ristas” constatan y critican un exceso de indi­ te como del mercado polarizador y que com­
vidualismo y un creciente debilitamiento de bina la autonomía individual y familiar con la
lazos “comunales” entre los miembros de las necesidad de un orden social compartido. Es­
sociedades occidentales. Charles Taylor ta propuesta indirectamente recupera la cen-
(1993), Michael Walzer (1993) y otros reivin­ tralidad de la sociedad civil, concebida en
dican las interacciones cotidianas, las i d e n ­ Estados Unidos desde los pioneros análisis de
tidades colectivas y las solidaridades Alexis de Tocqueville como una red asociati­
suprafamiliares como fuentes de valores hu­ va basada en organizaciones de ^ciudadanos
manos antiindividualistas. Ante lo que ellos voluntarios que sirven a la vez de “talleres”
diagnostican la pérdida decisiva y dramática de democracia local, cogestión y participación
de valores comunitarios tradicionales a lo lar­ política (Etzioni, 2004).
go de los choques *m odernizadores e in- La crítica al comunitarismo se centra en
dividualizadores, que implica el sistema dos aspectos (Rauch, 2000). Por una parte, la
económ ico y político internacional, la “vida supuesta recuperación y revitalización de las
en comunidad” constituiría una estrategia al­ prácticas comunitarias, ya completamente
ternativa, que pudiera trascender el antiguo enajenadas en gran parte del espacio público
binom io ideológico entre “más *E stad o ” y de las ciudades estadounidenses, a menudo se
“más mercado”, entre el fortalecimiento del identifican como un anhelo “rom ántico” y
Estado benefactor y protector de tipo keyne- “conservador” de las clases medias acomoda­
siano, por un lado, y el desmantelamiento das en sus g ated com m unities que proliferan
progresivo del Estado en aras del neolibera- por los suburbios semirrurales contemporá­
lismo, por otro (Rauch, 2000; Etzioni, 2004). neos. Por otra parte, la reivindicación esencia-
El resultante “comunitarismo” aboga por lista de “la comunidad” también se critica por
la recuperación no de las comunidades tradi­ su implícito riesgo de neoautoritarismo: los
cionales en cuanto tales, sino de los valores lo­ espacios comunales no sólo sirven para culti­
calmente compartidos y transmitidos y de las var prácticas solidarias y participativas, sino
unidades sociales que, como las familias y las que asimismo pueden reproducir viejos mo­
asociaciones, organizaciones e instituciones delos de roles sociales —caciquismo rural, pa-
locales, se dedican a transmitir y se rigen por ternalismo y patriarcado autoritario—. A esta
dichos valores en sus quehaceres cotidianos crítica, sobre todo, Etzioni (2003) responde
(Etzioni, 1996, 2003). Para demostrar la im ­ distinguiendo dos tipos de comunitarismo: el
portancia práctica del énfasis en estos lazos, “asiático”, autoritario y paternalista, practica­
interacciones y valores localmente comparti­ do y fomentado en cuanto ideología oficial en
dos, Robert Putnam (2000) analiza el impacto países como Singapur o Malaysia, frente al
que tiene el paulatino descenso del “capital “sensible” —responsive com m unitarianism —,
Consumo cultural 38

que combina la libertad individual de “tradi­ — (2004): From Em pire to Community. New
ción occidental” con la cultura compartida Cork: Palgrave Macmillan.
por una “comunidad de valores”. KYM LICKA, Will (1996): Ciudadanía multicultu­
Aunque esta definición “culturalista” de ral: una teoría liberal de los derechos de las mino­
la comunidad acerca el comunitarismo a otras rías. Barcelona: Paidós.
propuestas políticas que reivindican el valor PUTNAM , Robert (2000): Bowling Alone: the co­
de la #diferencia cultura y/o *étnica, Etzioni llapse and revival o f community in America.
enfatiza lo que separa el comunitarismo pro­ New York: Simon & Schuster.
pagado por él del *multiculturalismo, particu­ RAUCH , Jonathan (2000): “Confessions o fan
larm ente de su vertiente estadounidense: Alleged Libertarian (and the virtues o f ‘soft’
su noción, a menudo esencialista y reduccio­ commmunitarianism)”. The Responsive Com­
nista, de lo com unitario, su insistencia en munity, 10 (3).
crear y mantener *fronteras discretas entre TAYLOR, Charles (1993): E l multiculturalismo y
los grupos que componen una sociedad y su la política del reconocimiento. México: FCE.
preferencia por políticas de “*acción afirma­ — (1994): La ética de la autenticidad. Barcelona:
tiva” y de “^discriminación positiva” a favor Paidós
de unos grupos y en detrim ento de otros. TÓ N NIES, Ferdinand (1979 [1987]): Comunidad
Contra este concepto de lo comunitario, el au- y asociación: el comunismo y el socialismo como
toproclamado “comunitarismo sensible” abo formas de vida social. Barcelona: Península.
ga por una noción múltiple y *heterogénea de WALZER, Michael (1993): “Comentario”, en Char­
los espacios comunales que reivindica; según les Taylor (ed.), E l multiculturalismo y la política
Etzioni, las comunidades sólo serán incluyen­ del reconocimiento. México: FCE, 139-145.
tes si admiten afiliaciones que se solapan, per­
Gunther Dietz
tenencias diversas y afinidades múltiples.
A diferencia de esta delimitación explíci­
Véanse además Acciones afirmativas. Ciuda­
ta frente al multiculturalismo, Taylor (1993,
dano, CULTURA, DIFERENCIA Y D E S ­
1994), por su parte, busca la cercanía y com-
IGUALDAD, Diferencias sociales v dife­
plem entariedad de ambos enfoques políti­
rencias culturales, DISCRIMINACIÓN Y
cos, el com unitarista y el m ulticulturalista.
EXCLUSION S( )CI AL, Discriminación po­
Es en el campo del reconocimiento político,
sitiva, ESPACIO-TIEMPO, IDENTIDAD,
oficial, de las ^minorías étnicas, #culturales
Espacios locales, ESTADO-NACION, Etni-
y/o religiosas donde, según este autor, se da
cidad, FRONTERA, Global v local, Lugar y
dicha confluencia: sólo a través de la delimi­
no lugar. MINORIAS, Modernización,
tación nítida entre comunidades será posible
MOVILIDAD, MUI TICIUI T U RALIS-
reconocer, proteger y fortalecer —“empode-
MO, Plurinacionalidad, Racismo y neorracis-
ra r”—m inorías ^marginadas y discrim ina­
mo, TERRITORIOS.
das m ediante la codificación de derechos
colectivos compartidos y disfrutados colecti­
vamente por la minoría en cuestión. En este
sentido, el “multiculturalismo de la diferen­
Consumo cultural
cia”, que insiste en la necesidad de empode- El consumo cultural es en la actualidad un
rar comunidades para prevenir y revertir las tema clave para comprender las relaciones
discrim inaciones históricas ejercidas por la que entablamos en este mundo #globalizado.
sociedad m ayoritaria, se convierte en una El contacto y el intercambio entre las *cultu-
de las vertientes del pensamiento com uni­ ras han sido parte de la historia de la humani­
tarista. dad, pero, a partir del momento en que las
sucesivas revoluciones industriales dotaron a
los países *desarrollados de máquinas para
Bibliografia fabricar productos culturales y de medios de
difusión de gran potencia, apareció una situa­
ETZIA N I, Amitai (1996): The golden Rule: com­ ción completamente novedosa que les permi­
munity and morality in a democratic society. tió divulgarlos masivamente. Los bienes y
New York: Basic Books. mensajes que circulan ahora por todo el pla­
— (2003): “Communitarianism”, en Karen neta intensifican los encuentros y las cone­
Christensen y David Levinson (eds.), Encyclo­ xiones. Es justamente la crítica a la forma
pedia o f Community: from the village to the vir­ profundamente #desigual en la que este pro­
tual world. London: SAGE, 1,224-228. ceso se está dando la que ha catapultado al
39 Consumo cultural

consumo cultural al centro de las discusiones en mercancías, que los ponen en escena para
sobre la mundialización de la cultura. A las diversos públicos, generando un mercado, y
barreras económicas y educativas de *d i- que transforman las prácticas culturales en
ferentes sectores sociales para acceder a las espectáculo —si bien el inicio emblemático de
ofertas culturales, se suman ahora otros las industrias culturales es el invento de los ti­
obstáculos, estructurados por los Aflujos disí­ pos móviles por Gutenberg en el s. XV, se
miles de la globalización: la desigual expan­ trata en realidad de un fenómeno característi­
sión económica y *com unicacional de las co de la industrialización según empezó
industrias culturales no beneficia equitativa­ a desarrollarse a partir del siglo XVIII—. Se
mente a todos los países ni a todas las regio­ incluyen así tanto a las industrias culturales
nes, por lo que la producción cultural de la clásicas -cin e, libros, revistas y folletines, tele­
mayoría de las naciones difícilmente tiene ac­ visión, música, fotografía, publicidad—como
ceso a los canales, vitrinas, repisas, escenarios a todas aquellas que, de una u otra manera, se
o pantallas locales, regionales y globales. Por vinculan a la industria del entretenimiento y
lo anterior, el *ciudadano medio no cuenta del espectáculo -turism o, deporte empresa­
con una verdadera diversidad de bienes y ser­ rialmente organizado—. La categoría consu­
vicios culturales a su disposición para escoger, mo cultural también ha sido cuestionada por
consumir, disfrutar y crear. Basta como ejem ­ su génesis económica, que pareciera reducir
plo el caso de la exhibición cinematográfica a el papel del sujeto-consumidor al de cliente o
nivel mundial: de los más de 4.300 largo- comprador en el mercado —ya sea de bienes
m etrajes que se producen anualmente, un o servicios culturales—, por la pasividad que
p orcen taje m ínim o llega a las pantallas, sugiere así como por su restringida visión co­
com pitiendo desventajosamente con las mo simple deglución de lo que es en realidad
cintas norteam ericanas que, apoyadas por una práctica productora de sentidos. Recibe el
m illonarias campañas de publicidad y un mismo cuestionamiento el concepto recep­
deform ado mercado de la distribución, le ción —igual que la denominación del sujeto
arrebatan las preferencias de los auditorios que se relaciona con las ofertas culturales co­
incluso en los países con cinematografías de mo consumidor, receptor, espectador o au­
larga tradición. diencia—y se han propuesto como alternativas
L a comprensión plena del encuentro de términos que buscan reconocer la dimensión
los públicos con las ofertas culturales de los activa de la práctica: apropiación, negocia­
medios de comunicación y de espacios locali­ ción, interacción o pacto. El término consu­
zados, como los museos, íos teatros, los salo­ midor cultural, al igual que el de industria
nes de baile, los cines, las bibliotecas, el arte cultural, fue acuñado por Max Horkheimer y
público, sigue planteando para las ciencias so­ Theodor Adorno en 1947, ambos pertene­
ciales un reto teórico y metodológico. Para cientes a la Escuela de Frankfurt, preocupada
empezar, la definición misma del concepto por el papel de las industrias culturales como
consumo cultural es problemática. Desde una atrofiadoras de la imaginación y por el empo­
perspectiva antropológica todo consumo es brecimiento que suponían en relación con el
un proceso productor de sentido y de simboli­ arte no masivo, porque se dirigían a un mer­
zaciones, independientemente de que a la vez cado pasivo de consumidores, al que no se
cumpla funciones prácticas -ta l como lo ha ofrecía nada más que imitación y estandari­
mostrado Roland Barthes con el concepto de zación. En Am érica Latina la discusión se
función-signo—, y esto nos ubica en un univer­ desarrolló con un fuerte acento político de de­
so ilimitado de objetos de estudio. Para evitar nuncia del imperialismo cultural, con estu­
el colapso de la especialidad puede acotarse la dios —como el de Armand M attelart— que
noción sólo al consumo de aquellos bienes u generalmente deducían del análisis de la es­
objetos que han sido producidos específica­ tructura y lógica de los medios, lo mismo que
mente para significar o en los que prevalece la sus mensajes, el impacto que tenían en las au­
función simbólica sobre los valores de uso y diencias. Desde los años setenta, se dio una in­
de cambio, o donde al menos estos últimos se tensa reacción a lo que fue una amplia
configuran subordinados a aquélla (G arcía tradición de investigaciones sobre los efectos
Canclini, 1993). Otra alternativa es conside­ de los mensajes de los medios sobre sus au­
rar al consumo cultural como aquel que se diencias y surgieron las investigaciones sobre
produce a partir del momento en que surgen los usos de los mensajes por parte del público,
industrias, instituciones o agentes sociales que cuestionaban la visión del espectador co­
que transforman la cultura en productos y/o mo ente pasivo o simple receptor. Si bien fue
Consumo cultural 40

crucial para la investigación el reconocimien­ de los públicos con una perspectiva m ultidi­
to del carácter activo del acto de consumo, se mensional, e interesarse por los cambios de
dieron extremos en esta reacción que tendie­ largo plazo ocurridos en la estructura de la
ron a ofrecer una versión romántica del rol personalidad social y en la naturaleza del goce.
del receptor, concentrándose en el estudio de También demanda un acercamiento m ul-
las llamadas resistencias de sectores, grupos o tidisciplinario el hecho de que el encuentro de
individuos, y en los procesos de apropiación, los públicos con las ofertas culturales está re­
resignificación y resemantización. Con una gulado por racionalidades diversas —econó­
lectura excesivamente optimista o incluso micas, políticas, psicosociales, simbólicas—, ín­
simplificadora de Michel de Certeau, la valo­ timamente vinculadas a la amplia gama de
ración de la resistencia de las audiencias como prácticas que engloba. Al consumir nos rela­
actividad central se volverá hegemónica en la cionamos directamente con una oferta bus­
descendencia norteamericana de los estudios cando entretenim iento, in fo rm a c ió n , una
culturales, especialmente en torno a figuras experiencia estética, etc., pero al mismo tiem ­
como Lawrence Grossberg y John Fiske. po satisfacemos otras necesidades —de i d e n ­
Stuart Hall y David Morley, del Centro de tificación grupal, regional, nacional o m ul­
Estudios Culturales Contemporáneos de la tinacional; sociabilidad; búsqueda de un
Universidad de Birm ingham , permitieron espacio propio; independencia; ritualidad;
reposicionar nuevamente la reflexión, mos­ distinción; apropiación del espacio público;
trando que, aunque el contenido de los me­ participación política; inclusión social, etc.—;
dios es polisémico, es decir, está abierto a la las cuales, pese a no ser siempre conscientes,
interpretación, dicha polisemia no significa pueden llegar a alcanzar mayor relevancia
que no obedezca a una estructura. Los públi­ que la relación con la oferta cultural espe­
cos no ven en un texto sólo lo que quieren ver cífica. El reconocimiento de la com pleja
en él. y ello en la medida en que no se trata de trama de actividades que engloba la práctica
una ventana abierta al mundo sino de una del consumo cultural ha llevado a determina­
construcción. Los mecanismos significantes dos investigadores, como Néstor García Can-
que pone en juego promueven ciertas signifi­ clini y Jesús M artín-Barbero, a trascender el
caciones y suprimen otras, ya que todo men­ análisis de la dimensión comunicativa y/o es­
saje conlleva elementos directivos respecto de tética, y a ubicar la práctica del consumo en su
la clausura del sentido, imponiendo las signi­ contexto sociocultural, para entender no sólo
ficaciones preferenciales de las cuales ha habla­ la recepción de un producto particular, sino el
do Hall. Además, según ha señalado Morley, conjunto de procesos que atraviesan y condi­
el consumo se realiza dentro de estructuras de cionan la recepción. Además de las propias
poder determinadas, lo que permite acotar el características identitarias del sujeto receptor,
posible margen de actividad del receptor. Es­ el consumo está mediado por una amplia
ta es una de las ricas vetas abordadas por éste gama de variables, factores, instituciones, si­
y otros autores en En busca del público, compi­ tuaciones y disposiciones, tanto de índole
lado por Daniel Dayan (1997). individual como social. Estas reflexiones han
Otra limitante para el entendimiento del conducido a la crítica de la visión reduccionis­
fenómeno radica en la dificultad de delimitar ta del proceso de la comunicación: no es sólo
el inicio y término de la experiencia de consu­ un asunto de emisión/recepción, sino que lo
mo: el contacto con una oferta cultural nunca *m ediático se rearticula con procesos mayo­
es inaugural, es precedido e influido por el res de producción de sentido.
acercamiento a otros discursos y otras ofertas, Junto con el abandono del concepto tradi­
continúa y se transforma al paso del tiempo. cional de audiencia, compuesta por una masa
La intertextualidad de la experiencia nos ubi­ de individuos pasivos, se desistió de la supues­
ca ante consumidores múltiples, cuya com ­ ta homogeneidad de su reacción. Hay públi­
prensión requiere la convergencia de diversas cos de la cultura, en plural: las d ife re n cia s
disciplinas -antropología, comunicación, so­ sociales, de género, etarias y regionales son
ciología, historia, semiótica, estética de la re­ patentes no sólo en el acceso a determinados
cepción, estadística, psicología social, etc.—, equipamientos u ofertas culturales, sino tam­
un enfoque transversal de las prácticas de lec­ bién en los usos que se realizan de ellos. Con
tura de los objetos culturales y el estudio de frecuencia se piensa que las ofertas cultura­
sus posibles articulaciones (Piccini, Mantecón les atraen de manera natural. Sin em bar­
y Schm ilchuk, 2004), según lo emprendiera go, aquellos que logran llegar a los espacios
Norbert Elias al estudiar los comportamientos culturales situados —librerías, bibliotecas,
41 Consumo cultural

museos, teatros, salas de concierto, etc.— y la vereda de enfrente, sea porque el mercado
constituirse en públicos, son los vencedores de laboral demanda aún más formación, sea por
una larga carrera de obstáculos: han recorrido falta de acceso a redes de promoción (Hopen-
la distancia geográfica que separa estos luga­ hayn, 2005: 9).
res, alejados del ámbito cotidiano de las m a­ Las posibilidades de que ciertos públicos
yorías; pagaron su traslado y el precio del se acerquen a determinadas ofertas cultura­
boleto, en los casos en que no podían gozar de les se ven favorecidas o limitadas por las pro­
alguna exención, y dejaron el abrigo de sus pias comunidades a las cuales pertenecen. Las
hogares, venciendo la poderosa atracción que actividades de consumo cultural no se dan de
ejerce la oferta mediática. Lo pudieron hacer manera aislada: encuentran o dejan de encon­
porque adquirieron, en su familia y/o en la es­ trar su lugar dentro de una constelación de
cuela, determinados hábitos de estructura­ otras prácticas y actividades que les dan senti­
ción del tiempo libre y, lo más importante, un do (Petit, 1999: 108). Si reconocemos que el
capital cultural concreto, un conjunto de dis­ consumo no es algo “privado, atomizado y
posiciones estéticas y habilidades que les per­ pasivo”, sino “eminentemente social, correla­
miten identificar, evaluar y disfrutar ciertas tivo y activo”, no un “artefacto de los capri­
prácticas y productos culturales. Una vez que chos o necesidades individuales”, sino “un
traspasan el umbral de los recintos culturales, impulso socialmente regulado y generado”
es posible que los que no forman parte del pú­ (Appadurai, 1991: 48-49), entenderemos el
blico implícito deban enfrentar barreras en desinterés de ciertos sectores por determina­
los dispositivos de comunicación e inform a­ das ofertas culturales; éste no se debe sólo al
ción, incluso en el trato que les brinda el per­ débil capital simbólico con que cuentan para
sonal de custodia. Este público implícito en apreciarlas, sino también a la fidelidad a los
cualquier oferta cultural convoca a los elegi­ grupos en los que se insertan. Son sus contex­
dos, esto es, crea sus propias audiencias a par­ tos familiares, de barrio y de trabajo los que
tir de una oferta de comunicación que busca controlan la homogeneidad y las desviaciones
su recepción ideal. W olfgang Iser lo llamó (García Canclini, 1993). Los usos o apropia­
lector implícito, y Umberto Eco, lector m odelo. ciones que hagan los diversos públicos de las
La oferta mediática no tiene muchos de los ofertas culturales dependen de las condicio­
inconvenientes de la situada y logra llegar, en nes y posibilidades con que cuentan para
el caso de la televisión y la radio, a ia mayor aprovechar las potencialidades de una oferta,
parte de los hogares. Las diferencias en el y están atravesados por diferencias culturales,
equipamiento doméstico se dan en términos sociales, etarias, de género, etc. El recono­
de calidad y variedad: televisión abierta o de cimiento de las dinámicas de inclusión y
pago, aparatos de dvd, tipos de ordenadores ^exclusión que atraviesan los consumos cul­
y de acceso a Internet. La dem ocratización turales nos lleva a otro tema clave, la relación
del acceso a los medios, sin embargo, presenta de dichas prácticas con la desigualdad social y
paradojas. De acuerdo con la investigación de con otros procesos de diferenciación. Los aná­
la C EPA L, Organización Iberoamericana de lisis tradicionales acerca de los modos de do­
Juventud, una tensión que afecta a todos los minación y resistencia de las clases sociales
grupos de edad, pero con mayor intensidad a ven al consumo exclusivamente como el lugar
los jóvenes de Iberoam érica, es la creciente de reproducción de la fuerza de trabajo y ex­
desproporción entre consumo cultural y m a­ pansión del capital. Por el contrario, Pierre
terial. Es cierto que el acceso a símbolos, m en­ Bourdieu mostró magistralmente cómo se
sajes, imágenes, información y conocimiento construyen las diferencias de clase también a
ha aumentado de manera exponencial para partir de las dinámicas de distinción que se
los jóvenes en las últimas décadas, sobre todo generan con la constitución del gusto y de los
por el crecimiento del consumo audiovisual y estilos de vida en diversos sectores sociales.
la conexión a redes virtuales. Pero esta ten­ Igualmente influyente fue la obra de Mary
dencia no tiene una contraparte proporcional Douglas y Barón Isherwood que, al plantear
en el acceso a los bienes materiales, dado que que las mercancías “sirven para pensar”, ayu­
el desempleo juvenil aumentó durante la dé­ dó a entender al consumo como un espacio de
cada de los noventa y los ingresos de los comunicación, relación y clasificación social.
jóvenes ocupados se mantuvieron muy por El consumo cultural se presenta entonces
debajo del ingreso medio de los adultos. De como un lugar clave para sustentar la necesi­
esta manera, gran parte de los jóvenes ven pa­ dad de la intervención pública frente a las in­
sar las oportunidades de movilidad social por suficiencias e inequidades del mercado. Los
Consumo cultural 42

públicos no nacen como tales, sino que son tituyen elementos fundamentales de form a­
constantemente formados y transformados ción de la sensibilidad, la expresividad, la
por la familia, la escuela, los medios, las ofer­ convivencia y la construcción de una C iu d a­
tas culturales comerciales y no comerciales, danía plena.
entre otros agentes, que influyen —con dife­
rentes capacidades y recursos—en las maneras
en que se acercan o se alejan de las experien­ Bibliografía
cias de consumo cultural. De modo creciente,
niños y jóvenes de todo el mundo se forman APPADURAI, Arjun (ed.) (1991): La vida social
como públicos fundamentalmente por Inter­ de las cosas. Perspectiva cultural de las mercan­
net, la televisión y la radio comerciales, así co­ cías. México: Grijalbo/Consejo Nacional para
mo en la frecuentación de centros comerciales la Cultura y las Artes.
y en la adquisición de productos piratas. Lo BOURDIEU, Pierre (2002): La distinción. Criterios
podemos corroborar en las encuestas realiza­ y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus.
das a escala nacional o en diferentes ciudades DAYAN, Daniel (comp.) (1997): En busca del p ú ­
de Estados Unidos, Canadá, Colombia, A r­ blico. Barcelona: Gedisa.
gentina, Chile, Uruguay, México, Brasil o ELIAS, Norbert (1992): Deporte y ocio en el proce­
Francia, o en las estadísticas españolas de la so de la civilización. México: Fondo de Cultura
Sociedad General de Autores y las portugue­ Económica.
sas del Observatorio das Actividades Cultu­ GARCÍA CANCLINI, Néstor (coord.) (1993): E l
ráis, entre otras fuentes. En este contexto, “la consumo cultural en México. México: Consejo
asimetría de mercados y la abstención de los Nacional para la Cultura y las Artes.
^Estados respecto a las industrias culturales HOPENHAYN, Martín (2005): “Tensiones y pa­
ha sido una doble alianza formadora de gus­ radojas en América Latina”. TodaVía, 10: 4-9.
to”, según ha señalado Jesús Martín Barbero, MARTÍN BARBERO, Jesús (2004): Políticas de
para quien “las políticas públicas continúan interculturalidad. Conferencia sin editar pre­
mayoritariamente siendo cómplices del em­ sentada en el Seminario sobre Comunicación y
pobrecimiento de la producción endógena y Diversidad. Barcelona: Forum Mundial de
de la desigual segmentación de los consumos Barcelona.
culturales” (Martín Barbero, 2004). Los pode­ PETIT, Michele (1999): Nuevos acercamientos a los
res públicos se tornan actores insustituibles jóvenes y a la lectura. México: Fondo de Cultu­
para estimular, apoyar y reforzar la distribu­ ra Económica.
ción de bienes y servicios culturales en cada PICCINI, Mabel; M AN TECÓ N , Ana Rosa;
nación y entre los países de las regiones, ase­ SCHM ILCHUK, Graciela (coords.) (2000):
gurándose de que los ciudadanos de cada Recepción artística y consumo cultural. México:
territorio tengan acceso a una verdadera di­ Juan Pablos/CENIDIAP/Consejo Nacional
versidad de ofertas y estimulando la forma­ para la Cultura y las Artes INBA.
ción de los actuales y futuros ciudadanos. SUNKEL, Guillermo (coord.) (2006): E l consumo
Asumir esta responsabilidad implica desarro­ cultural en América Latina. Bogotá: Convenio
llar políticas que impulsen en los públicos un Andrés Bello.
alfabetismo integral múltiple: formación de
Ana Rosas Mantecón
ciudadanos capacitados para la lectura, la es­
cucha, la escritura y el dominio de la visuali­
dad. Es visible la recuperación de varias de las Véanse además ALTERIDAD, CIUDA­
dimensiones políticas del consumo cultural DANÍA, Ciudadano, COMUNICACIÓN,
con su actual vinculación al tema de la ciuda­ CULTURA, DESARROLLO, D IFE R E N ­
danía cultural y la ampliación de la noción de CIA Y DESIGUALDAD, Diferencias natu­
derechos culturales, conforme lo planteara la rales v diferencias sociales. Diferencias socia­
Agenda 21 de la Cultura, impulsada en Bar­ les v diferencias culturales, DISCRIMINA­
celona por más de 300 gobiernos locales en el CIÓN Y EXCLU SIÓ N SOCIAL, Elites
2004 (www.agenda21cultura.net/agenda21/ cosmopolitas. Estera mediática, ESTADO-
castellano/default.htm). Desde esta perspecti­ NACIÓN, G LOBAEIZA(TÓN, ID E N T I­
va, el acceso al universo cultural y simbólico DAD, 1n <o r rnac ió n, M O V71L11) A D , N U E -
en todos los momentos de la vida y la partici­ V O S M O \TI MI E N T O S S O GIA L E S,
pación cultural —estimulados por las políticas PATRIMONIO, SABER Y SABERES, So­
de generación y ampliación de públicos y, de ciedad de la información v del conocimiento,
manera muy desigual, por el mercado—cons­ TRABAJO.
43 Contracultura

Contracultura empeñan empleos ocasionales humildes.


Dan más im portancia a las relaciones per­
El concepto de contracultura fue acuñado sonales que a las obligaciones sociales, y
para dar cuenta del conjunto de valores y for­ consideran la sexualidad más como un ins­
mas de vida alternativos propuestos en los trumento polimórfico de la com m unitas in­
años sesenta por grupos juveniles, que cues­ mediata que como el fundam ento de un
tionaban así los convencionalismos culturales vínculo social, permanente y estructurado”
de las mayorías. Afectaban, entre otras cosas, (Turner, 1988: 119).
a la organización económica de la sociedad, a Este tipo de comunidades antiestructurales
las relaciones sexuales, a las manifestaciones ha sido frecuente a lo largo de la historia. Muy
estéticas, al uso de estupefacientes y, en gene­ posiblemente muchos aspectos de las trans­
ral, a todas aquellas conductas que, de una u formaciones sociales son derivados de movi­
otra forma, rechazaban los fundamentos de la mientos de esta naturaleza. En Occidente
sociedad capitalista. Esta limitación temporal pueden considerarse contraculturales una
del concepto es, sin embargo, circunstancial. buena parte de los movimientos políticos y re­
Más allá de los movimientos de los años se­ ligiosos formados en situaciones de domina­
senta, todavía relativamente próximos como ción política o de revitalización religiosa. La
para que sigan formando parte del imagina­ paradoja de todos ellos es que su continuidad
rio social, los cuestionamientos de las formas y crecim iento es incompatible con la condi­
de vida mayoritarias por ^minorías insatisfe­ ción antiestructural de sus orígenes, y tarde o
chas y combativas han sido una constante a lo temprano acaban organizándose estructural­
largo de la historia de la humanidad. Es, pues, mente para subsistir.
necesario trascender las circunstancias origi­ La contracultura debe entenderse, pues,
narias del concepto de contracultura y anali­ como un proceso inherente a cualquier orga­
zar sistemáticamente las constantes de este nización social y por ello hay que ser preca­
tipo de movimientos, y su sentido. En cual­ vido al analizar estos movimientos como
quier organización social coexisten los inte­ plasmaciones intelectualistas derivadas de
reses individuales y los convencionalismos unas filosofías determinadas. Es frecuente
sociales, es decir, la posibilidad del conflicto es referirse a la trascendencia de algunos auto­
una constante de la vida social. Hay conflictos res de tradición marxista, como Gramsci, o a
individuales que se dirimen directamente en la escuela de Frankfurt, en general, para ex­
el ámbito de las relaciones personales, y otros plicar los movimientos contraculturales de
que tienen que ver con el conjunto de prác­ los años sesenta. Sin duda alguna, el marxis­
ticas estructurales que organizan la convi­ mo y sus reformulaciones internas, la teoría
vencia. Los conflictos contraculturales son crítica de la sociedad, y también las aporta­
siempre de tipo estructural. Como la estruc­ ciones de Freud sobre la cultura, son pilares
tura es colectivizante, los conflictos contra­ importantes del pensamiento del s. XX. Pero,
culturales suelen serlo también, es decir, se sin duda también, estas teorías nunca se hu­
plantean como soluciones colectivas a proble­ biesen formulado sin la constatación em píri­
mas colectivos. Aunque puede haber per­ ca de las prácticas sociales sobre las que
sonajes carismáticos que los impulsan, los reflexionan.
movimientos contraculturales tienen todas
las características que atribuye Turner a la
com m unitas, concepto tomado de la vieja dis­ Bibliografía
tinción de Tonnies entre sociedad -G e s e ll-
schaft— y comunidad —G em einschaft—. La FEIX A , Carlos; COSRA, Carmen; PALLARÉS,
sociedad es estructural, la comunidad anties­ Joan (2002): Movimientos juveniles en la Penín­
tructural. Y éste es el paradigma en el que se sula Ibérica: graffitis, grifólas, ocupas. Barcelo­
generan a lo largo de la historia este tipo de na: Ariel.
movimientos. No en vano en su libro E l p r o ­ GRAMSCI, Antonio (1977): Cultura y literatura.
ceso R itu al, Turner ejemplifica el concepto de Barcelona: Península.
com m unitas aludiendo a la alternativa hippy HAROUEL, Jean Louis (1994): Culture et contre-
de los años sesenta: “se ^marginan del orden culture. París: PUF.
social basado en <c\status y hacen suyos los *es- MARCUSE, Herbert (2001): E l hombre unidimen­
tigmas de los inferiores, se visten cual si sional. Barcelona: Ariel.
fuesen vagabundos, son itinerantes en sus ROSZAK, Theodore (1984): E l nacimiento de una
hábitos, folk en sus gustos musicales y des­ contracultura. Barcelona: Cairos.
Criollización 44

TU R N ER , Víctor (1988): E l proceso ritual. Ma­ colonias de las Américas y del Caribe, a ex­
drid: Taurus. cepción de Brasil, donde la palabra criou lo
siempre tuvo un sentido ligado exclusiva­
José Luis García García
mente a la condición racial de los no blancos.
Crioulo es un eufemismo -con carácter peyo­
Véanse además DISCRIMINACION Y
rativo—de negro y no ha sido resignificado
EXCLUSIÓ N SOCIAL. ESTIGMA, M I­
políticamente como símbolo de afirmación de
NORÍAS.
una ^identidad negra. Por este motivo, no
puede decirse que exista una ideología del
“criollism o” en Brasil como ocurrió en la
Criollización América hispánica y que tan importante re­
sulta en el mundo caribeño.
La primera fuente de referencia del tér­ Además de definir la lengua, el término
mino criollo en español, crioulo en portugués, de criollo explica también una tradición culi­
créole en francés y creóle en inglés, viene de la naria regional, como la comida criolla —o créo­
lingüística. El concepto de lengua criolla ad­ le fo o d , en el Caribe de lengua inglesa—. Es
quirió inicialmente la noción peyorativa de más, puede referirse asimismo a todo un esti­
una lengua vernácula, hablada sólo en las No- lo de vida y de *tradiciones culturales, como
lomas y construida por medio de una #combi- el cajún de Luisiana, que es al mismo tiempo
nación supuestamente aleatoria y precaria de comida, música, dialecto y manera de vestir.
elementos gramaticales y léxicos extraídos Así están implícitas dos ideas importantes en
de las lenguas europeas —francés, inglés, ho­ el concepto de comida -y *cultura—criolla: la
landés, español y portugués—y de las lenguas noción de mezcla y de carácter #local. Esta
africanas que hablaban los ^esclavos proce­ condensación de la mezcla y de lo local con­
dentes de dicho continente —en algunos casos, vierte al concepto de lo criollo en una cuestión
la combinación se daba también entre lenguas emblemática del momento actual, marcado
europeas y lenguas indígenas—. Hasta hace por el debate de la *interculturalidad.
poco, las lenguas criollas en las Américas no En paralelo con su importancia como dia­
se consideraban idiomas con el mismo *esta- crítico lingüístico para diferenciar europeos
tus lingüístico que los idiomas europeos. Para hegemónicos y no europeos subalternizados,
el poder académico hegemónico, serían sólo los términos de criollo en español y crioulo en
“dialectos” o hablas criollas, es decir, formas portugués surgieron ya en el primer siglo de
secundarias e incluso provisionales de expre­ la colonización de las Américas para designar
sión lingüística. En este sentido disminuido a los colonos blancos nacidos en el Nuevo
del término se crearon lenguas criollas en la Mundo. Con este término se marcaba una
mayoría de las islas del Caribe y esta misma ^diferencia de estatus y de referencia históri­
designación se transfirió a sus equivalentes en ca que distinguía a los nativos —blancos y no
diversas partes del mundo, aunque ello suce­ blancos—de los blancos nacidos en Europa y
dió siempre fuera del espacio propiamente radicados en las colonias. En este sentido se
europeo. Una de las más famosas hablas crio­ dice que el fenómeno de formación de las po­
llas, la haitiana, ha alcanzado recientemente blaciones locales en el Nuevo Mundo fue un
el estatus de lengua nacional. Al habla criolla proceso de criollización del espacio colonial,
de las islas holandesas —Aruba, Curagao y D o­ que implicó un proyecto de afirm ación de
naire—se le llama papiamento. En diversas islas una versión local de la sociedad y de la cultu­
francófonas y en la Guayana francesa, al créo­ ra occidental. La trayectoria del término re­
le local se le llamapatois. También muchas is­ fleja la historia de las diversas posiciones de
las del Caribe de lengua inglesa han desa­ proximidad y distanciamiento entre Europa y
rrollado créoles propios. las Américas. La experiencia de vida en las
La connotación lingüística de este térm i­ colonias se veía desde la #metrópoli como
no ha contribuido de manera muy importan­ destierro, exilio, caída; en suma, como un dis­
te a apartarlo de su otra acepción, más tanciamiento de la fuente plena de significa­
biologizante, de mezcla racial, como si el crio­ do, prestigio y “civilización”. Por otra parte,
llo fuese el tipo racial legítimo de la colonia, la condición de criollo significaba un embru­
resultado del cruce de los europeos —blancos— tecimiento, una aproximación a los salvajes o
con los negros y los indígenas. La acepción de nativos de las islas o de tierra firme.
criollo como ^mestizo racial entró en declive Esta connotación peyorativa de la voz
ya durante el periodo colonial en casi todas las criollo sigue vigente hoy en día y funciona co­
45 Criollización

mo una estructura de relación no sólo política da mucho la noción de *transculturación for­


o social, sino también simbólica y cultural en­ mulada tres décadas antes por el cubano F er­
tre la metrópoli y la periferia. Al alejamiento nando Ortiz. También se asemeja al concepto
del centro se le han atribuido efectos de "^dis­ de hibridación definido, entre otros, por Nés­
minución, carencia, simplificación, rudeza y tor García Canclini.
falta de cultura. El criollismo como ideología La exaltación del mundo caribeño como
apuntó, en primer lugar, a la idea de una ver­ el universo de la cultura criolla, de la criolli-
sión local o copia posible, existente sólo en la dad o de la créolité ha generado una rica tradi­
colonia, de la forma m etropolitana de vida. ción artística y literaria en el archipiélago
Por consiguiente, la genealogía inicial, antillano, muy especialmente en las islas de
desde el punto de vista de la descolonización, colonización francesa, donde la teorización
del término criollización o criollismo evoca el de la condición de créolité consiguió gran pro­
significado atribuido a lo largo de los siglos al yección internacional. Entre los teóricos fran­
encuentro colonial, #violento y conflictivo, cófonos se destaca el martiniqueño Edouard
entre los europeos, por una parte, y los indíge­ Glissant, que considera que la actitud genera­
nas y africanos esclavizados en el Nuevo Mun­ da por la créolité resulta positiva, inclusiva y
do, por otra. En la Am érica hispánica el abierta, definiéndola como una poética de la
término criollismo tuvo un sentido N aciona­ relación y no de la oposición.
lista, de afirmación de la elite local antiespa­ Para Glissant, la vida de relación se inspi­
ñola contra las *elites españolas o locales ra en la circulación constante que siempre ha
favorables al dominio español. Para enaltecer existido entre las islas caribeñas. Ello le lleva a
las sagas de las elites locales en su empresa de concebir las formas antillanas de pensar como
“civilizar” las tierras incultas de las Américas un “pensamiento archipiélago”, opuesto a las
con sus salvajes y esclavos se desarrolló una ideas de los colonizadores europeos, acostum­
tradición literaria y de artes plásticas de esté­ brados a cerrar y delim itar territorios con
tica criollista. En esta afirmación de lo local, pretensión de control y dominación. Esta teo­
desde la perspectiva de la elite, el criollismo ría de la créolité pretende afirmarse como una
siguió marcando una ^separación en relación alternativa cultural y política frente a la pode­
a las expresiones culturales y a los modos de rosa propuesta de la negritud, desarrollada
vida propios de los indígenas y de los negros. desde los años treinta del siglo pasado por
Se trataba de desarrollar una versión criolla grandes intelectuales caribeños y africanos,
de la cultura occidental y no de afirm ar las tales como los también martiniqueños Aimé
culturas no occidentales. La estética criollista Césaire y Frantz Fanón y el senegalés Leo-
consistía en incorporar elementos culturales pold Cédar Senghor. La negritud, movimien­
de los pueblos oprimidos —negros e indíge­ to que tanto ha contribuido a las luchas
nas— sin romper con el canon y los valores, *antirracistas y anticoloniales en Africa y en
considerados indiscutiblemente superiores, todas las regiones de la #Diáspora afroameri­
de los países europeos colonizadores. Esta cana, es rechazada por Glissant al considerar­
acepción de criollismo en las artes abrió lenta­ la cerrada, *excluyente, polarizadora y,
mente el cam ino para una afirm ación des­ llevada al extremo, endurecedora de posicio­
colonizadora, bastante más compleja y so­ nes raciales, políticas y culturales.
fisticada, del proceso de criollización en las Teniendo en cuenta la larga historia de
Américas. minusvaloración del término de criollo, recu­
Sin embargo, donde se ha exaltado y teori­ perarlo como un atributo positivo de los sub­
zado más la condición criolla ha sido en el alternos caribeños ha resultado una estrategia
Caribe. Para el poeta jam aicano Edward eficaz de resistencia y autoafirmación, equi­
Brathwaite, el proceso de criollización permi­ valente a la recuperación positiva que los ne­
tió la generación de una manera de vivir y gros norteamericanos han hecho del término
sentir completamente nueva, propia del espa­ nigger. Si lo criollo se define como un tér­
cio caribeño. Su definición del térm ino lo mino negativo, su utilización simbólica por
aproxima al concepto sociocultural de "^hibri­ los no blancos representa sus procesos de au-
dación: “la ‘criollización’ es un proceso cultu­ toidentificación y funciona como un meca­
ral —material, psicológico y espiritual- basado nismo capaz de desarmar los prejuicios
en el estímulo y la respuesta de los individuos, introducidos en esa expresión racista.
en el interior de una sociedad, a su nuevo am­ Al tiempo que Brathw aite defiende el
biente y entre ellos mismos”. Esta concepción proceso de criollización como una manera di­
de criollización del poeta Brathwaite recuer­ ferente de definir la hibridación cultural, los
Criollización 46

teóricos antillanos francófonos apoyan la créo­ pacio vernáculo ‘nativo’ o indígena, marcado
lité como una identidad o forma característi­ por la fusión de elementos culturales extraí­
camente caribeña de estar en el mundo. Y, dos de todas las culturas originarias, resul­
desde este punto de vista, la definen diacríti­ tando una configuración en la que estos
camente como una condición de movimiento, elementos, aunque en ningún caso iguales, ya
fusión y cambio constantes. Según Glissant, no pueden desagregarse o reconducirse a sus
créolité es “esa capacidad de transformarse de formas originales, pues ya no existen en un es­
una manera continua sin perderse”. Paradóji­ tado ‘puro’ al haber sido ‘*traducidos’ perma­
camente, pese a que la condición de créolité se nentemente”.
define como algo estable, desde el momento En la aproximación de Hall hay que re­
en que se ejerce de modo constante y colecti­ saltar el carácter provisional, tenso y no pro­
vamente, lo que supuestamente la distingue gramado, de la convivencia, del acuerdo y de
de otras condiciones o maneras de estar en el la expresión de tipo simbólico implícitos en la
mundo es justamente su inestabilidad. Esta actitud del criollism o. En estos térm inos se
paradoja, aunque secundaria, parece síntoma puede encontrar un punto común entre las
del peligro, apuntado por Stuart Hall entre posiciones de Edward Brathwaite, Edouard
otros autores, de que la criollización como ac­ Glissant y Stuart Hall, y de este modo mante­
titud de apertura, absorción y entrega a la cir­ ner vivo el poder interpretativo e inspirador
culación se convierta en criollismo, ideología de la idea de criollización.
de distinción y singularidad tan problemática
como las ideologías/identidades que subyacen
tras el mestizaje y el hibridismo. Lo criollo en Bibliografía
su acepción de criollismo puede caer en la mis­
ma polarización y en el mismo maniqueísmo ALI, Suk (2003): Mixed-Race, Post-Race: Gender,
político y simbólico que precisamente se pro­ New Ethnicities and Cultural Practices. Oxford:
puso criticar: la sociedad criolla es más flexible Berg.
en la convivencia, la cultura criolla resulta más ALUND, A. (2003): «Ethnicity, social subordina­
híbrida y la identidad criolla se halla menos su­ tion and cultural resistence». Comparative So­
jeta a caracteres fijos. Obviamente, el reverso cial Research, 22: 245-261.
de esta plasticidad ejemplar se encuentra en la ASHCROFT, Bill; G R IFFITH S, Gareth; T I F ­
condición no criolla, que en este contexto sólo FIN, Helen (eds.) (1998): Key Concepts in Post-
puede ser la europea: rígida, inflexible y cerra­ Colonial Studies. London: Routledge.
da social, política y culturalmente. ASSUN^AO, M. R. (2005): «Brazilian popular
Una de las novedades de Glissant es intro­ culture or the curse and blessings of cultural
ducir la dimensión de la apertura como un as­ hybridism». Bulletin o f Latin American R e­
pecto más de la manera criolla de fundirse y search, 24,2: 157—66.
mezclarse. Por otra parte, tanto él como los AUDINET, Jacques (2005): The Human Face o f
demás teóricos de la créolité tienden a m ini­ Globalization: From Multiculturalism to Mesti­
m izar otras dimensiones, igualmente cons­ zaje. Lanham: Rowman & Littlefield. Transla­
titutivas del proceso de criollización: el ted by Chele Frances Dal.
conflicto y las disparidades de poder. No se BR A TH W A ITE, Edward Kamau (1971): The
puede ejercer una apertura constante en un Development o f Creole Society in Jamaica, 1770-
mundo desigual sin enfrentarse en algún mo­ 1820. Oxford: Oxford University Press.
mento a las disparidades de poder. Otro GLISSANT, Édouard (1990): Poétique de la Refla­
problema del criollismo o de lo criollo como tion. Paris: Gallimard.
ideología es eliminar, aunque sea inadverti­ — (2005): Introdugáo a urna Poética da Diversida-
damente, la dimensión del carácter local de la de. Juiz de Fora: Editora da Universidade de
expresión criolla, tratándola como una singu­ Juiz de Fora.
laridad que de alguna manera podría expor­ GRANDIS, Rita de; BERND, Zilá (eds.) (2000):
tarse o generalizarse. Unforseeable Americas: Questioning Cultural
Con el objetivo de ofrecer una alternativa Identity in the Americas. Amsterdam: Rodopi.
para la superación de las paradojas que pre­ H ALL, Stuart (2003): «Créolité and the Process of
senta esta concepción de lo criollo, Stuart Creolization», en Okwi Enwenzor, Caros Ba-
Hall propone entender el proceso de criolli­ sualdo, Ute Meta Bauer et al. (eds.), Créolité
zación como la generación de un “tercer and Creolization. Documenta 11. Platform 3.
espacio” -q u e es el mismo “entrelugar” New York: DAP/Distributed Art Publishers,
híbrido, teorizado por Hom i Baba—: “un es­ 27-41.
47 Cultura

JUNIOR, Benjamin Abdala (ed.) (2004): Margens la cultura se hace tradicional y popular, desta­
da Cultura. Sâo Paulo: Boitempo. cando entre sus características más deter­
YOUNG, Robert ( 1995): ColonialDesire. Hibridity in minantes su capacidad de conform ar el
Theory, Culture and Race. London: Routledge. Voll^sgeist, o espíritu del pueblo. La incipiente
Antropología del s. XIX, impulsada por otros
José Jorge de Carvalho
condicionantes académicos, mantiene bajo
paradigmas evolucionistas la equivalencia
Véanse además Aculturación, Centro-perife­
entre civilización y cultura. La cultura marca
ria, C O LO NIALISM O Y A N T ICO L O -
el camino recorrido por la humanidad para
NIA LIS M (), C U 1.TU R A, DES A R ROLLO,
llegar a la civilización. En este trayecto los
D IFE R E N C IA Y DESIG UALD AD , D i ­
productos culturales se hacen cada vez más
ferencias naturales y diferencias sociales,
perfectos y elaborados. A nivel temático
Diferencias sociales y diferencias culturales, Di­
Tylor, en una de las definiciones más citadas
ferencias sociolingüísticas v desigualdad,
desde el s. XIX, habla de cultura —o civiliza­
DISCRIMINACION Y EXCLUSIÓN SO­
ción—como de “un todo complejo que incluye
CIAL, E L IT E S , Esclavitud, Espacio local,
conocim iento, creencia, arte, moral, leyes,
E t n ic id ad, HIB R11) ACIÓ N, ID E N TI -
costumbres y cualquier otra aptitud y hábito
I )AI), INTLGRA( 'I ( )N, I ntere ul tu ral idad,
adquiridos por el hombre como miembro de
M est iz a j e, MIG R A CIO N L S, MIN O R í A S,
la sociedad” (Tylor, 1971: 19). La cultura hu­
Nacionalismo, PATRIMONIO, Racismo y
mana aparece aquí como un conjunto de
neorracismo, Segregación, Traducción, Trans-
fenómenos objetivos, susceptibles de ser
culturación, VIOLENCIA POLÍTICA.
utilizados por los sujetos sociales y de progre­
sar, aunque en este proceso siempre afloren
Cultura reminiscencias del pasado. La alternativa más
próxima a esta definición de los evolucionis­
El concepto académico de cultura, de por tas estuvo marcada por el intento, iniciado
sí confuso —como se puede constatar en la dis­ por Boas, de particularizar la cultura y poner­
cusión de la ingente cantidad de definiciones ía, según hicieron los románticos, en relación
recopiladas ya por Kroeber y Kluckhohn en con los grupos sociales ^diferenciados, enten­
1952-, ha incrementado su complejidad en la diendo el concepto en un sentido más acorde
medida en que ha pasado, de forma generali­ con lo que se estaba configurando como obje­
zada, del mundo académico al lenguaje coti­ to de estudio de la Antropología Social y Cul­
diano, asumiendo significados no menos tural: las diferencias culturales. En su artículo
complejos e irreductibles. Se habla de cultura sobre la voz «Anthropology » en la Encyclope-
como conjunto de características aprendidas, dia o f the Social Sciences, Boas escribe que “la
eruditas o tradicionales, de las personas y de cultura incluye todas las manifestaciones de
los colectivos; pero también como una forma los hábitos sociales de una comunidad; las re­
estructurada de comprender y ejecutar com­ acciones de los individuos en cuanto están
portamientos temáticamente ^diferenciados: afectadas por los hábitos del grupo en el que
éste es el sentido que tienen expresiones como viven, y los productos de las actividades hu­
cultura del deporte, cultura de la violencia, manas en la medida en que están determina­
cultura política, cultura del ahorro y del des­ das por esos hábitos” (1930: 74). Boas, sin
pilfarro.. . y cultura de casi todo lo que a uno embargo, a pesar de estas determinaciones de
se le pueda ocurrir. Su origen metafórico está los individuos dentro de sus grupos, era per­
en el fondo de la bifurcación del significado fectamente consciente del carácter flexible y
del concepto. Ya desde el s. XVIII cultura viene cambiante de las culturas humanas y de la im­
del verbo latino colere cuya significación se re­ portancia que tenían en todas ellas las aporta­
laciona con el cultivo de la tierra. Los produc­ ciones y préstamos culturales externos.
tos cultivados contrastan con los que se Con todo, la alternativa inicial en las defi­
originan de forma natural, adquieren el valor niciones antropológicas de la cultura, es decir,
añadido del trabajo humano, pertenecen a un la posibilidad de entenderla como correlato
espacio determinado y tienen dueño. Si ese de toda la humanidad o un referente de cada
dueño es la humanidad, el concepto de cultu­ uno de los grupos que la componen, no es el
ra, de acuerdo con la tradición ilustrada, se problema fundamental del concepto, pues es­
equipara con el de civilización; si por el con­ ta cuestión se puede resolver fácilmente alu­
trario, como proponían los románticos y más diendo, según hace Goodenough, al “punto
concretamente Herder, el dueño es el pueblo, de vista”: nada impide teóricamente hablar
Cultura 48

de la cultura como característica de los seres una generación a la siguiente por medio del
hum anos y de la C ultura de una sociedad lenguaje y de la imitación.
—con mayúscula—como “el sistema global Esta definición implica que los miembros
de culturas públicas m utuam ente ordena­ de una cultura comparten un mundo pecu­
das pertenecientes a todas las actividades liar, que les homogeneiza. Desde este punto
que se desarrollan dentro de la sociedad” de vista, la cultura es fundamentalmente nor­
(1975:238). mativa y su eficacia en la configuración de los
Resulta mucho más problemática la cues­ sujetos sociales es, como recalcaba Margaret
tión de la naturaleza de la cultura: dilucidar si Mead en la Introducción a su obra D esde los
estamos ante una realidad mental y subjetiva Mares del Sur, “muy, muy fuerte”. Esta forma
de carácter psicológico o si, por el contrario, es de entender las cosas enlaza directamente con
un fenómeno social que, siguiendo las exigen­ las concepciones mentalistas que se siguen
cias de las Reglas d el M étodo Sociológico de manteniendo hasta nuestros días. Goode-
D urkheim , puede ser tratada como si fuera nough argumenta que la dificultad para en­
una cosa, estructurada por sus propias leyes. tender la cultura proviene de no haber sido
En las orientaciones subjetivistas tuvieron un capaces de cargar con las consecuencias del
importante papel las pautas marcadas por los hecho de que la cultura es algo que se apren­
estudios lingüísticos de Sapir, quien dio las de, y de que lo que se aprende son fundamen­
pistas para que los discípulos de Boas —él era talmente percepciones, conceptos, recetas,
uno de ellos—llegasen a equiparar literalmen­ normas y habilidades para hacer cosas. Todo
te la cultura y sus efectos con el lenguaje. ello forma parte del propiospecto de los sujetos
Según Sapir, el lenguaje configura profunda­ humanos y, al margen de las relaciones exis­
mente a los que lo hablan y hablar distintos tentes entre los diferentes individuos que
lenguajes significa vivir en mundos diferen­ componen un grupo, los fenómenos aprendi­
tes. De hecho, los discípulos de Boas unieron dos deben distinguirse claramente de los ob­
rápidamente la problemática de la cultura jetos materiales derivados de la puesta en
con la psicología colectiva, y la llamada E s­ práctica de ese aprendizaje. Distingue, pues,
cuela de Cultura y Personalidad partía del su­ la cultura, como realidad mental, de los arte­
puesto de que la cultura era configuradora de factos culturales, que son manifestaciones ma­
formas de pensar y de conductas colectivas. teriales de lo que se aprende (1975: 190 y ss.).
Conceptos como los de pautas culturales, p er­ El punto de vista objetivista considera la
sonalidad modal, personalidad de base, carácter cultura como una propiedad de la sociedad,
nacional —que tienen reminiscencias del viejo más que de los individuos particulares. Inclu­
Volksgeist—son derivados de estas equipara­ so para muchos antropólogos, sobre todo bri­
ciones. Ruth Benedict (1989) desarrolló temá­ tánicos, el estudio de los fenómenos sociales
ticamente este paralelismo entre lenguaje y por sí mismo explica mejor las peculiaridades
cultura. Para ella la cultura era un todo pau­ de los grupos humanos que su abordaje desde
tado, es decir, codificado que, al igual que el el concepto más abstracto de cultura. El he­
lenguaje, se produce por selección de algunos cho de que en las distintas tradiciones acadé­
elementos del gran arco de formas posibles, micas se hable de Antropología Social o de
que se combinan primero y se integran des­ Antropología C ultural, para referirse a la
pués en conjuntos estructurados. Los mismos misma disciplina, es una consecuencia evi­
elementos formales se diferencian en sus fun­ dente de estas discrepancias en la consi­
ciones y significados según pertenezcan a uno deración de la cultura. Si en la tradición
u otro conjunto. Lo más probable es que los durkheimiana, precursora del punto de vista
seres humanos que tienen diferentes culturas sociológico que seguiría, por ejemplo, Rad-
no puedan entenderse, a no ser que ejecuten cliffe Brown, se pensaba que los fenómenos
un difícil ejercicio de ^traducción entre sus sociales, coactivos y transindividuales, debe­
respectivos mundos: *fronteras del significa­ rían ser susceptibles de estudio en términos
do, ^fronteras del comportamiento y fronte­ sociales, otro discípulo de Boas hizo en Amé­
ras en sus formas de ser. En este contexto, rica una propuesta paralela para el estudio de
según una definición prototípica dada por la cultura: los fenómenos culturales deben
Barnouw en su libro Cultura y Personalidad, la estudiarse en térm inos culturales. Esta for­
cultura es el sistema de vida de un grupo de mulación de Kroeber se concreta en la consi­
personas; la configuración de todas las nor­ deración de la cultura como una realidad
mas más o menos Estereotipadas de compor­ superorgánica, diferente de los hechos natu­
tamiento aprendido que son transmitidas de rales y de los orgánicos. Kroeber analiza fenó­
49 Cultura

menos históricos como las invenciones para­ de la cultura en la que los individuos que la
lelas o las oscilaciones pautadas de la moda protagonizan son en principio diferentes en­
para poner de manifiesto la fuerza coactiva y tre sí, pero por el hecho de vivir en proximi­
transindividual de la cultura. Leslie W hite dad, compartir un espacio físico, someterse a
coincide con Kroeber en el carácter superor- unas condiciones ecológicas similares y mo­
gánico —extrasomático, dice él—de la cultura verse en un mundo dotado de unos recursos
y, emulando a Comte, hace una jerarquiza- materiales bien delimitados, tanto en su con­
ción de las ciencias, en función de su comple­ sistencia como en la forma de acceder a ellos,
jidad, en la que la culturología ocupa el lugar tienen grandes probabilidades de mantener
superior. Siguiendo explícitamente a D ur- una cierta equivalencia en sus conductas y en
kheim, habla de esta ciencia como del estudio sus formas de pensar. Sin duda existen reglas
de la cultura en términos de cultura, es decir, y normas culturales, pero su función no es
de un proceso simbólico, continuo, acumula­ otra que organizar la diversidad de los sujetos
tivo y progresivo: “El lego ve gente que bebe sociales. La cultura, en términos de Wallace,
leche de vaca, evita las suegras, practica la po- es una organización de la diversidad.
liginia y la inhumación y forma los plurales No son pocas las consecuencias teóricas de
por el agregado de afijos. Nota que otro gru­ esta forma de entender la cultura. La cultura,
po aborrece la leche de vaca, se asocia libre­ al contrario de lo que postulaban los configu-
mente con las suegras, practica la monogamia racionistas, incluye alternativas conductuales
y la cremación y forma los plurales por repeti­ y formas de pensar diferentes. Desde esta
ción. La pregunta no es ahora ¿quién bebe la nueva perspectiva las viejas polémicas sobre
leche, la gente o la cultura? El culturólogo sa­ la naturaleza objetiva —superorgánica— o
be quién bebe la leche tan bien como sus opo­ mental de la cultura pierden mucho sentido.
nentes ‘realistas’. La pregunta es: ‘¿a qué se Resulta evidente que si la cultura sólo puede
debe que haya gente que aprecie la leche co­ ser predicada estadísticamente de los indivi­
mo una bebida agradable y nutritiva, en tanto duos de un grupo social, es porque tiene mu­
que a otra le despierta repugnancia?’ ” cho de opcional, y porque en sentido estricto
(1964:145). no crea ningún determinismo psicológico en
Lo que, sin embargo, mantienen tanto los los sujetos que la practican. Esta desmentali-
defensores de la perspectiva objetivista como zación de la cultura se puede documentar
los de la subjetivista es el carácter integrado bastante bien desde los estudios cognitivos y
de la cultura y su papel determinante en los por la forma en que desde ellos se explica la
comportamientos de los sujetos sociales. Con naturaleza de los modelos culturales. La na­
ello se entroniza el papel homogeneizante de turaleza cultural de los contenidos cognitivos,
la cultura y su naturaleza integrada. Desde es decir, de los esquemas cognitivos estructu­
cualquiera de las dos perspectivas se puede rados que sirven para organizar las experien­
hablar de la cultura como atributo exclusivo cias, carece de normatividad, y se activa, de
de un grupo social, y desde ahí sostener una forma conexionista y en versiones a veces di­
visión etnicista de ella, como generadora de ferentes en los mismos sujetos, cuando se dan
fronteras, marcadora de límites sociales y determinadas circunstancias en ciertos con­
diferenciadora, más o menos fuerte, de los textos. La idea de que tales esquemas están de
grupos humanos. forma permanente interiorizados, lejos de ser
La alternativa a este punto de vista la de­ una propuesta científica, responde a lo que
fiende bien W allace, representante de la Andrade llama modelo popular de la mente
última etapa de la Escuela de Cultura y Per­ (1995), en el que se recurre a la metáfora del
sonalidad, para quien la cultura son “las for­ contenedor para visualizar el proceso mental
mas de conducta o técnicas de resolución de del aprendizaje. Sin duda, los mentalistas su­
problemas que, por tener mayor frecuencia y cumbieron a estas apariencias cuando trata­
menor dispersión que otras formas, puede de­ ban de buscar un lugar interior para ubicar la
cirse que tienen una alta probabilidad de ser cultura. Pero tampoco el otro extremo de
utilizadas por los miembros de una sociedad” la disyuntiva tiene mayor consistencia: la cul­
(1972: 15). tura objetivada en la vida social supone una
En esta definición los procesos normativos exteriorización del problema que da perma­
se transforman en procesos normales. Los tér­ nencia estructurada a lo que sólo aparece
minos incluidos en la definición son básica­ cuando los sujetos actúan. También la metá­
mente estadísticos. Se habla de frecuencia y fora del contenedor opera aquí para salvar un
de dispersión. Todo ello apunta a una visión abismo todavía más abstracto: el de la socie­
Cultura 50

dad que guarda en un inmenso cajón de sastre en ocasiones con la experiencia de gentes de
los recursos culturales de los que nos servi­ distintos orígenes que se *com unican en la
mos. E n ambos casos, la etnificación y psi- misma lengua, que se organizan eficazmente
cologización de la cultura han dado por en un trabajo común, que cumplen de las
supuesto que .os sujetos humanos están siem­ misma manera requisitos burocráticos e in ­
pre abocados a moverse por el mundo con sus cluso que participan sin ningún tipo de diso­
inevitables bagajes culturales. El estudio de nancia en los rituales colectivos, templos en
los procesos cognitivos, aplicando modelos otro tiempo de las id en tid ad es incluyentes
epistemológicos conexionistas a la explicación y excluyentes. Esto no es óbice para que unos
de las conductas culturales, diferencia clara­ y otros, más allá de esta coexistencia organi­
mente los esquemas culturales y los significa­ zativa, mantengan vivas las fronteras de su
dos culturales (Andrade, 1995; Strauss y privacidad. Se puede vivir sin ningún proble­
Quinn, 1997). Los primeros son organizacio­ ma utilizando estratégicamente recursos de
nes flexibles, recursos emanados de las ex­ varios procesos culturales, sin que ello supon­
periencias que los sujetos sociales pueden ga contradicciones o traumas especialmente
describir prototípicamente. Los segundos son virulentos. En este contexto resulta relevante
activaciones de los esquemas, de naturaleza la distinción entre lo público y lo privado. La
exclusivamente individual. Para resolver este esfera pública se define básicamente desde la di­
problema, Bourdieu (1991) desarrolla una mensión organizativa de la diversidad. Esta
visión bastante similar cuando se refiere al dimensión pública aúna potencialmente a un
habitus como una estructura estructurada y número heterogéneo de sujetos sociales, sean
estructurante, que no está nada más que allí nativos o foráneos. La esfera privada funcio­
donde se activa. Dicho esto, se puede concluir na igualmente como exponente de diversi­
que los significados culturales son fundamen­ dad. Que las diferencias sean intraculturales o
talmente individuales y contextúales: no es­ interculturales no tiene una trascendencia es­
tán en ninguna parte, pero se activan en los pecial en el ámbito de la esfera privada.
contextos apropiados. No tiene mucho senti­ Si estas consideraciones son ciertas, parece
do hablar de la cultura —o de los procesos cul­ evidente que la magnificación de las diferen­
turales—de un sujeto social que ha cambiado cias culturales no se deriva de la realidad de
de contexto, como si esa cultura fuese una los hechos a los que habitualmente nos referi­
propiedad que le acompaña de forma per­ mos al hablar de la cultura, sino de fenóme­
manente. nos sociales de otra naturaleza, especialmente
Una consecuencia de esta forma de ver las de aquellos que se generan a partir de los dis­
culturas tiene relación con la consistencia cul­ cursos sociales. Los discursos esencialistas
tural de los grupos humanos. Desde los plan­ sobre la cultura propia y de los *otros son fá­
teamientos configuracionistas se ha dado por cilmente desmontables en su referencialidad,
supuesto que las culturas están sustentadas desde el punto de vista teórico, con los argu­
por individuos más o menos homogéneos, o mentos que se acaban de esbozar, pero lo que
en el peor de los casos, como postulaba el mis­ no es fácilmente eludible es su performativi-
mo W allace, equivalentes en sus formas de dad. Son discursos socialmente eficaces que
actuar y entender las cosas. Sin embargo, si la afectan a aspectos muy relevantes de las rela­
cultura en funcionamiento es una heteroge­ ciones sociales.
neidad organizada, la diversidad interna es La cultura constituye una realidad repre­
siempre el fundamento de esa organización. sentada por ser una representación construida
Y esto no sólo es así en el mundo moderno, si­ y divulgada en los discursos homogeneizan-
no también en las culturas habitualmente til­ tes y no por la traducción referencial de los
dadas de tradicionales. hechos a la esfera del conocimiento. La cons­
Este planteamiento sugiere inm ediata­ trucción discursiva de las categorías colecti­
mente la pregunta sobre las diferencias entre vas se genera básicamente en el ámbito de la
la heterogeneidad intra e *intercultural, que retórica y como tal incluye habitualmente una
se evidencia en las experiencias del m un­ intencionalidad persuasiva. Son precisamen­
do moderno. Los contactos culturales y las te los discursos políticos, en todas sus varieda­
^mezclas nos permiten contrastar diariamen­ des, los que manejan más reiteradamente este
te en distintos ámbitos sociales hasta qué pun­ tipo de categorías. La cultura se trata habi­
to los orígenes resultan irrelevantes para tualmente en este contexto como un correlato
explicar similitudes y diferencias. Las dife­ de la identidad colectiva y, en este ejercicio de
rencias entre los del mismo lugar contrastan delim itación identitaria, se construyen y se
51 Cultura

divulgan simultáneamente las identidades re­ dos contextos. Lejos de ellos, las culturas, si se
feridas a las culturas de los otros. Los m e­ les dota de unidad y coherencia y se les atribu­
canismos de construcción discursiva de lo yen dueños, se convierten en textos retóricos.
colectivo son bastantes simples: anulan dife­ No dejan de tener razón los que postulan un
rencias internas y generalizan rasgos supuesta­ sentido adjetivo para la cultura (Appadurai,
mente distintivos. Y el resultado es una esen­ 1996:12). Es más real hablar de instituciones,
cialización del producto. Una simple lectura conductas y modelos culturales que de cul­
lógica de estos discursos descubriría fácil­ turas cerradas y específicas en las que la
mente la inconsistencia retórica de considerar gente vive.
más próximos, en el ámbito de las mentalida­
des, a un creyente y a un ateo de la misma tra­
dición cultural, que a dos creyentes de religio­ Bibliografía
nes diferentes; por ejemplo, a un cristiano y a
un musulmán. Otra de las constantes discur­ ANDRADE, Roy d’ (1995): The development o f
sivas sobre la que se apoya la construcción de cognitive anthropology. Cambridge: Cambrid­
la categoría integrada de cultura es su delimi­ ge University Press.
tación territorial: resulta extravagante consi­ APPADURAI, Arjun (1996): Modernity at large:
derar más afín culturalmente a un antepasa­ cultural dimensions o f globalization. Minneapo­
do “colectivo” de varios siglos atrás, nacido en lis: University of Minnesota Press.
el mismo territorio, que a un coetáneo de otro BENEDICT, Ruth (1989): E l hombre y la cultura.
país, con el que teóricamente se podría esta­ Barcelona: Edhasa.
blecer contacto e incluso convivir. La retórica BOAS, Franz (1930): “Anthropology”, en E ncy­
de la elaboración territorial es uno de los pila­ clopedia o f the Social Sciences. New York: Mac­
res de la construcción cultural, en detrimento millan, vol. II: 74-86.
de las virtualidades reales de la convivencia BO URDIEU, Pierre (1991): E l sentido práctico.
temporal. Desde este punto de vista los dis­ Madrid: Taurus.
cursos cultural-identitarios pueden reforzar GOODENOUGH, Ward H. (1975): “Cultura,
las diferencias entre los seres humanos inclu­ lenguaje y sociedad”, en J. S. Kahn (ed.), E l
so cuando plantean objetivos de salvaguarda concepto de cultura. Textosfundamentales. Bar­
y respeto a las culturas de los demás. celona: Anagrama, 157-248.
En relación con esta construcción de la ca­ KROEBER, Alfred (1917): “The superorganic”.
tegoría colectiva de cultura, no menos impor­ American Anthropologist, 19: 163-213.
tantes han sido los discursos académicos, KRO EBER, Alfred; K LU C K H O H N , Clyde
sobre todo el antropológico. Todo el proceso (1952): Culture. A critical review o f concepts and
de investigación disciplinar conduce, casi ine­ definitions. Cambridge: Papers of the Peabody
xorablemente, a apuntalar la categoría colec­ Museum of Archeology and Ehnology, 47, 1.
tiva de cultura. Ello ocurre porque la cultura STRAUSS, C.; QUINN, N. (1997): A cognitive
misma es el objetivo teórico de la disciplina y, theory o f cultural meaning. New York: Univer­
desde este punto de vista, al definir clara y sity Press.
unitivamente el concepto que maneja la disci­ T Y LO R , E. B. (1971 [1871]): Cultura primitiva.
plina, se corre el peligro de construirlo. Pero, Madrid: Ayuso.
en segundo lugar, sucede porque la especiali- W A LLA CE, Anthony F. C. (1972): Cultura y per­
zación de la Antropología Social en el análisis sonalidad. Buenos Aires: Paidós.
de las diferencias y en el proceso que lleva a W H IT E, Leslie A. (1964): La ciencia de la cultura:
estudiarlas, desde el trabajo de campo hasta Un estudio sobre el hombre y la civilización. Bue­
su explicación teórica, conduce casi ineludi­ nos Aires: Paidós.
blemente a hablar de los pueblos como de
José Luis García García
entidades culturalm ente consistentes, con
instituciones coherentes y peculiares que los
diferencian entre sí. Rara vez los antropólo­ Véanse además Aculturación, ALTERI DAD,
gos se fijan en las diferencias internas de los C c n tro- pe riieri a, G iu da d a n o, C O L O -
grupos que estudian y casi nunca renuncian a NIALISMO Y A N TICO LO N IALISM O ,
la generalización de las coincidencias. COMUNICACIÓN, Comunitarismo, CON-
Así pues, las culturas pueden considerarse SUMO CULTURAL, D E R E C H O S H U ­
recursos abiertos, susceptibles de ser utiliza­ MANOS, DESARROLLO, Desterritoriali-
dos por nativos y extraños. Lo fundamental es zación, D IF E R E N C IA Y D E S I G U A L ­
la vinculación de esos recursos a determina­ DAD, Diferencias sociales v diferencias
Cultura 52

culturales, D IS C R IM IN A C IÓ N V E X ­ Migraciones v racismo, M IN O R ÍA S , M O ­


C L U S IÓ N S O C IA L , E L IT E S , Elites cos­ c
V IL ID A D , ' m u i ;r i u l t u r a l i s m o ,
mopolitas, Esclavitud, Esfera mediática, Multiculturalismo en los estudios culturales,
Espacio de los flujos, Espacio red, E ST A D O - M u 11i1oca 1, Nac io na 1id ad, N a c io n a 1ism o,
N A C IÓ N , E S T E R E O T IP O S Y E S E N ­ Naturalización, Neocolonialismo, Nomadis­
C IA L IZ A C IO N , Etnicidad, Et nocen trismo mo v turismo, i
V relativismo cultural, E X P L O T A C IO N S OC 1A L E S , PA TR IM O N IO , Pluralism o
SO C IA L , Extranjero, F R O N T E R A , Fro n ­ sincrónico, Pluri nacional idad. Poscolonialis­
tera geográfica y adm inistrativa. Fronteras mo, Racismo y neorracism o. Relaciones y
políticas y religiosas. Fronteras simbólicas. procesos informales económicos. Revolución
Global y local, G L O R A L IZ A C IÓ N , Globa- técnico-com unicativa, S A B E R Y S A B E ­
lización v antiglobalización, H IB R ID A ­ R ES, Segregación, Sociedad de la inform a­
C IÓ N , ID E N T ID A D , IN T E G R A C IÓ N , ción y del conocim iento. Sujeto intercultu­
Integración educativa. Integración religiosa, ral, T E R R IT O R IO S , Traducción, Trans-
Interculturalidad, Localidades fantasmagó­ culturación, Abajes y sistemas de movilidad,
ricas y desanclaje. M estizaje, Migraciones. Abolencia política. Tipos, Xenofobia y xeno-
Redes sociales, Migraciones. Teoría macro, f iba.
—O T A N —. La O N U pierde influencia como
Derecho de injerencia actor en el tablero internacional. La interven­
La caída del “Muro de Berlín” puso fin a ción humanitaria justifica operaciones arma­
la “Guerra F ría ” -1948-1989—. Se configura das en países soberanos, aunque no se haya
un nuevo orden en las relaciones internacio­ formulado una petición de asistencia. O c­
nales. Termina la rivalidad entre las dos gran­ cidente proclama sus valores —democracia
des potencias y el mundo deja de estar m ultipartid ista, garantía de las libertades
dividido en dos esferas de influencia. M ien­ individuales, respeto por los derechos huma­
tras la U R SS se disolvía, Estados Unidos pa­ nos— como los mejores, con lo que se con­
saba a ser la potencia hegemónica. vierten en imperativos en las relaciones in­
El ascenso del neoliberalismo —Escuela de ternacionales.
Chicago: Milton Friedman, 1912-2006—abre Los *críticos de la globalización conside­
el camino a la liberalización del comercio in­ ran que la falta de regulación de los circuitos
ternacional y de la circulación financiera, lo financieros transnacionales es la causa de la
que supone la supresión en la práctica de las crisis social que afecta a los países y no sólo a
*fronteras nacionales. En el ámbito tecnoló­ los del llamado Tercer Mundo. Se caracteriza
gico, la revolución digital transforma nuestro por la precarización del *trabajo —se forma
día a día —internet, teléfonos celulares—, pro­ una nueva clase social, el precariado depen­
porcionándonos así una ^comunicación diente, término construido sobre proletaria­
planetaria *sin barreras. La *globalización do—y por el desmantelamiento de los sistemas
—m u ndialización en los países francófonos— públicos de educación, salud y seguridad so­
resulta de la convergencia de estos factores. cial. Aparecen movimientos alterglobaliza-
Estas transformaciones en los sistemas so­ dores que luchan por una sociedad con menos
ciales ponen en cuestión las reglas en las que *asimetrías. Expresan su descontento frente a
se basaba la convivencia internacional. Los la injusticia económica instituida por medio
principios y los propósitos de intervención se de iniciativas con impacto ^mediático, eclip­
anteponen a la soberanía y a la autodetermi­ sando las cumbres del F M I, del G 8, de la
nación de los pueblos o naciones. Se invocan OM C y del Banco Mundial —A T T A C : Asso­
#los derechos humanos y se apela a un dere­ ciation pou r une taxation des transactionsfin a n ­
cho de injerencia uni-, bi- o multilateral. Los cières pour l ’aide aux citoyens.
principales conflictos armados posteriores a Las operaciones de injerencia han condu­
la “Guerra F ría ” —1989, Panamá; 1990-1991, cido a la degradación de los #Estados — fa ile d
Irak; 199,3, Som alia; 1999, Kosovo; 2001, states—, sobre todo en Africa —Congo, Soma­
Afganistán; 2003, una vez más Irak, y 2004, lia, Liberia, Sierra Leona—, pero también en
H a ití— se produjeron por iniciativa o ba­ Asia —Afganistán, Irak—y en el Caribe -H a i­
jo liderazgo norteam ericano en sucesivas tí—. En otros casos, la intervención no se debe
alianzas con otros países u organizaciones a la acción de un gobierno ^extranjero, sino a
Derechos humanos 54

la iniciativa de organizaciones clandestinas ción? ¿Permanecerá el Estado como entidad


—narcotráfico—. La situación de Colombia es soberana, asistida o en vías de extinción, se­
paradigmática. El conflicto armado interno gún pronosticó Friedrich Engels?
—guerrillas estabilizadas— que asóla al país
desde hace décadas no ha podido derrotar al
poder instituido y éste tampoco ha consegui­ Bibliografía
do neutralizar a la insurgencia. De este impas­
se se deriva la actual erosión progresiva del COWAN, J.; DEMBOUR, M. B.; W ILSO N , R.
Estado, de la economía y del tejido social, así A. (2001): Culture and Rights. Anthropological
como también la reducción de los espacios de­ Perspectives. London: Cambridge University
mocráticos (Pizarro, 2004). Press.
En una agenda de la investigación en ma­ F R IE D M A N , Jonathan; C H A S E -D U N N ,
teria de injerencia debe figurar la producción Christopher (eds.) (2005): Hegemonic Declines:
de etnografías de terrenos globalizados/mun- Present and Past. Boulder: Paradigm Press.
dializados por intervenciones externas —no LONDOÑO, Luz María; N IET O , Y. F. (2006):
confundir con la antropología de interven­ Mujeres no contadas. Procesos de desmovilización
ción o actions anthropology de los años sesen­ y retorno a la vida civil de mujeres ex combatien­
ta—. Revisamos a continuación algunos de los tes en Colombia, 1990-2003. Medellin: La Ca­
aspectos sujetos a mayor visibilidad. La mili­ rreta Editores.
tarización del espacio (Lutz, 2001) por las LU T Z , Catherine (2001): Homefront. A Military
fuerzas de ocupación comprende diversos as­ City and the American Twentieth Century. Bos­
pectos. La presencia más o menos prolongada ton: Beacon Press.
de tropas -norteam ericanas, occidentales o PIZARRO LEO N G Ó M EZ, Eduardo (2004):
multinacionales—conduce a una norteameri- Una democracia asediada. Balance y perspectivas
canización o, al menos, occidentalización de del conflicto armado en Colombia. Bogotá: Gru­
hábitos, de consumos, de la organización de la po Editorial Norma.
vida *cívica, de la gestión humanitaria —po­
Jorge Freitas Branco
blaciones desplazadas—y del funcionamien­
Leonor Pires Martins
to de las instituciones, al tiempo que se
constituye en un factor fundamental para la
Véanse además CIUDADANÍA, COMUNI­
creación de empleo. Al ponerse en circulación
CACIÓN, DERECHOS HUMANOS, Des-
una moneda extranjera, bien en exclusividad
o como medio de pago alternativo —algunos
territorialización. Esfera mediática, ESTA ­
DO-NACIÓN, Extranjero, F R O N TE R A ,
países de los Balcanes adoptaron el marco ale­
Fronteras políticas y religiosas, G LO BALI­
mán y actualmente el euro; en Sudamérica,
ZA CION, Globalización y antiglobalización,
Ecuador introdujo el dólar como billete—, se
TRABAJO.
está supeditando o abandonando un atributo
de la soberanía. Relacionadas con los símbo­
los se encuentran las iniciativas políticas de
vencedores y vencidos. Una vez más el caso
Derechos humanos
colombiano sirve para la realización de un es­ La idea de derechos humanos, que hunde
tudio sobre las dificultades del retorno a la sus raíces en la filosofía política antigua, el libe­
vida civil de guerrillas desmovilizadas (Lon- ralismo ilustrado, la Revolución Francesa y
doño y Nieto, 2006). la Revolución Industrial inglesa, se convirtió
Partiendo de procesos políticos —injeren­ en un renovado foco de importancia política y
cia, conflicto armado, ocupación, desmovili­ de debate teórico tras la Segunda Guerra
zación, organización de la sociedad civil—es Mundial y, más recientemente, con el surgi­
importante construir etnografías dedicadas a miento de la centralización global del capital
los efectos culturales generados (Cowan, en los inicios de la década de los setenta (Bob-
Dembour y Wilson, 2001). bio, 1996: 32-46; Cowan, Dembour y Wilson,
La imposición de un derecho de injeren­ 2001:1-26; Turner, 1979:279-285). Por razones
cia y las implicaciones prácticas de su aplica­ que reflejan su historia intelectual y su papel
ción conducen a que nos preguntemos por el en los escenarios políticos y sociales contempo­
papel que se reserva al Estado en la configu­ ráneos, la discusión en torno a cuestiones teóri­
ración actual de las sociedades globalizadas: cas y pragmáticas asociadas con los derechos
¿nos enfrentamos al fortalecimiento, el debi­ humanos que se desarrolló en el periodo poste­
litamiento o la reformulación de esta institu­ rior a la Segunda Guerra Mundial estuvo do­
55 Derechos humanos

minada por abogados, filósofos, científicos po­ caracterizan el actual discurso sobre los dere­
líticos, ideólogos políticos y activistas de los chos humanos. Una de estas divergencias se
movimientos sociales. Los antropólogos, hasta sitúa en el significado mismo del térm ino
hace relativamente poco tiempo, apenas tuvie­ “humano”: como ciencia dedicada al descu­
ron nada que decir al respecto. Y este poco, re­ brimiento del sentido general de lo humano a
pito sólo recientemente, estuvo cargado de través del estudio comparativo de las *d ife-
reservas bastante críticas, que se extendieron rencias humanas —culturales, sociales, políti­
en casos importantes a un rotundo rechazo al cas, históricas, lingüísticas y biológicas—, la
hecho de que unos derechos humanos univer­ antropología debería de tener algo que decir
sales pudiesen realmente existir. sobre el significado del primero de los dos vo­
cablos que componen la expresión “derechos
humanos”, e igualmente acerca de las impli­
Acercamientos desde la Antropología
caciones que este significado tiene sobre el
a los derechos humanos: ¿un nuevo
segundo térm ino. ¿En qué sentido puede
paradigma teórico?
afirmarse que los derechos son humanos y, de
Mientras que los antropólogos han man­ ser así, cómo y en qué grado pueden ser consi­
tenido opiniones variadas y discrepantes res­ derados universales? Una segunda cuestión
pecto a los derechos humanos en la pasada sería cómo reconciliar esta concepción de la
mitad de siglo, se ha producido un brusco humanidad como presuntamente universal
cambio de posición en las últimas dos décadas con la gran diversidad de formas de existen­
dirigido al reconocimiento de que el concepto cia humana en todos los sentidos menciona­
de derechos humanos entraña importantes dos anteriormente. Muchos antropólogos han
cuestiones de tipo antropológico y de que los argumentado que la diversidad de culturas
derechos humanos de los sujetos de las inves­ humanas es incompatible con cualquier no­
tigaciones antropológicas, así como de los an­ ción de una naturaleza humana universal.
tropólogos mismos, son temas que convocan a Otros han sostenido que, si bien las diferen­
la discusión y acción por parte de los antropó­ cias culturales existentes excluyen la posibili­
logos como activistas y de las asociaciones dad de generalizaciones de tipo universal
profesionales de antropología. A raíz de ello sobre las formas y contenidos específicos de
ha tenido lugar una renovada producción de las categorías culturales —incluyendo entre és­
pensamiento y publicaciones sobre la materia, tas “humanidad” y “derechos”- , sigue siendo
a la par que las asociaciones profesionales han posible distinguir rasgos uniformes en los
desarrollado importantes intervenciones en procesos a través de los cuales estos conceptos
casos de derechos humanos que implicaban y aquellos que los sustentan son producidos.
cuestiones de derechos de pueblos indígenas y Dicho de otro modo, los procesos por los que
de ^mujeres. En algunos casos han llevado a las culturas, las relaciones sociales y las perso­
cabo declaraciones formales sobre los nas son producidas en toda su variedad deben
derechos humanos que han involucrado a comprender en sí mismos toda una serie de
la antropología. Sin ánimo de m inim izar la uniformidades que podrían ser fundamento
existencia de desacuerdos dentro de la profe­ de derechos universales. No obstante, incluso
sión sobre, por ejemplo, lo adecuado o no de si esto último pudiera ser afirmado, una ter­
que la antropología como disciplina científica cera cuestión de gran importancia se plantea
se vea envuelta en temas tan política y ética­ con respecto a la definición de la unidad que
mente marcados como los derechos humanos, sustenta los mencionados derechos universa­
puede decirse que ha emergido un consenso les: ¿individualidad biológica?, ¿grupos so­
en torno a varios puntos entre la mayoría de ciales del tipo de familias o corporaciones?,
los antropólogos que han trabajado en el área ¿categorías colectivas de personas definidas
que hace posible definir una perspectiva an­ en función del género o lo étnico?, ¿culturas?,
tropológica contemporánea de los derechos ¿o todos ellos en función del contexto en el
humanos. cual se reivindican o niegan estos derechos?
Este consenso surge de ideas específica­ En las últimas décadas han surgido nue­
mente antropológicas, debates teóricos y vas formas de activismo antropológico a favor
cuestiones pragmáticas por las que han lucha­ de los derechos de las ^minorías culturales,
do los antropólogos como trabajadores de indígenas y de mujeres y niños de regiones en
campo, etnógrafos y activistas, y contiene las que sufren cualquier tipo de opresión que
marcadas diferencias críticas respecto a algu­ han venido a sumarse a la serie de perspecti­
nas de las principales ideas y posiciones que vas desde las cuales los antropólogos tratan de
Derechos humanos 56

resolver todas las cuestiones mencionadas an­ cultural y un acto de imperialismo cultural el
teriormente. En este punto puede afirmarse hecho de imponer el concepto ajeno —occi­
que, aunque la antropología no ha producido dental—de unos derechos o naturaleza huma­
un consenso o una perspectiva unificada en la na universales”, puesto que muchas culturas
materia, sí ha generado un vigoroso debate adolecen de conceptos explícitos de derechos
interno que ha quedado expresado tanto en o de nociones universales de humanidad co­
literatura experta como en contextos políticos mún, que incluyan otras culturas o grupos ét­
institucionales y activistas. Con el crecimien­ nicos en pie de igualdad con ellos mismos.
to de una literatura antropológica centrada en Merece la pena enfatizar que Herskovits en­
los derechos y con el aumento de experiencias marcó la cuestión del relativismo exclusiva­
prácticas en defensa y apoyo de ellos, los an­ mente en términos de lo ilegítimo de imponer
tropólogos han alcanzado una comprensión valores específicamente occidentales sobre
cada vez más sofisticada de la complejidad de otras culturas. No consideró la posibilidad de
los temas relacionados con los derechos hu­ referirse a formulaciones teóricas basadas en
manos. Una característica común al pensa­ criterios culturalm ente neutros y cohibidos
miento antropológico más reciente ha sido el en lugar de a una concepción específicamente
énfasis en antonimias tan transcendentes co­ occidental, pese a que queda razonablemente
mo principios de derechos universales versus claro por sus otros escritos que consideraría
relativismo cultural, derechos individuales un producto “occidental” a cualquier otro
versus grupales, categorías teóricas abstrac­ tipo de formulación teórica general y, por
tas versus procesos y acciones contextual izadas. tanto, sujeta a la misma objeción desde el re­
El dialogo desarrollado entre relativistas lativismo cultural.
culturales y los defensores de principios uni­ No todos los antropólogos aceptaron esta
versales de derechos humanos, que ha enmar­ postura relativista. En los momentos inm e­
cado históricam ente gran parte de los diatamente posteriores a la Segunda Guerra
enfoques antropológicos en el tema de los de­ Mundial, justo cuando tuvo lugar el debate en
rechos humanos, ejem plifica claram ente el torno a la Declaración de Naciones Unidas,
proceso descrito. sostuvieron que defender el relativismo cul­
tural significaba aceptar las acciones e ideo­
logías nazis y fascistas sobre la base de sus
Relativismo cultural versus “derechos
propios valores. Para aquéllos, comprometi­
humanos” universales: ¿contradicción
dos con la idea de una antropología como
o compatibilidad?
ciencia o disciplina filosófica situada dentro
El rechazo en 1974 por parte de la Asocia­ de la tradición del humanismo liberal ilustra­
ción de Antropología Americana —en adelan­ do, ésta forma parte del proyecto ilustrado
te A A A —a la Declaración Universal de los encaminado a descubrir atributos humanos
Derechos, proclamada por Naciones Unidas, universales, capaces de orientar esfuerzos co­
fue representativo de todas las reacciones crí­ lectivos más eficaces a la hora de alcanzar el
ticas generadas al respecto por los antropólo­ conocimiento de cualidades humanas inna­
gos tanto en esos momentos como desde que tas. Esta visión quedó condensada en la con­
se formuló el concepto de derechos humanos cepción ilustrada de los derechos humanos;
universales (American Anthropological As­ en palabras de Thompson (1997: 790): “El dis­
sociation, 1947: 539-43). Dicho rechazo resu­ curso liberal sobre los derechos humanos es,
me lo que muchos sentían incompatible: unos por tanto, un argumento moral que las socie­
principios abstractos sobre la universalidad dades necesitan para establecer las condicio­
de los derechos, es más, sobre la naturaleza nes en las cuales los potenciales humanos que
humana, frente al principio antropológico del conduzcan al florecimiento personal puedan
relativismo cultural, en el que la declaración prosperar y florecer.”
de la AAA —cuya autoría pertenece a Melville Muchos relativistas culturales identifica­
Herskovits—basa su repudio a la Declaración ron también su batalla en pro de una igualdad
de Naciones Unidas. La declaración de Hers­ de derechos entre todas las culturas con este
kovits estaba formulada en términos muy programa idealista, afirmando que las cul­
categóricos que negaban la posibilidad de turas, consideradas entidades cerradas e
cualquier tipo de formulación universal tanto internam ente homogéneas, representan el
en lo que respecta a los derechos como al sig­ equivalente funcional o al menos moral de la
nificado del adjetivo “humano”. Argumenta realización del potencial humano en este sen­
que “supone una violación de su integridad tido. Esta línea argumental sobre los derechos
57 Derechos humanos

de las culturas, entendidas como una colecti­ independiente o a disposiciones propias”, las
vidad de individuos, proviene de la tradición concepciones de la cultura que se desprenden
de Herder y del idealismo romántico germá­ de estas líneas enfatizan, no obstante, “proce­
nico que se desarrolló en oposición al libera­ sos, fluidez y contestación... que podrían escla­
lismo ilustrado. Mientras que la concepción recer las cuestiones en torno a la idea de
romántica de cultura influyó enormemente derechos, incluyendo aquellas que tienen co­
los acercamientos antropológicos hacia esta mo objeto a una cultura concreta, mucho más
noción, especialmente entre los relativistas que una postura que niegue o menosprecie es­
culturales americanos como Herskovits, ha tos aspectos” (Cowan, Dembour y Wilson,
recibido crecientes críticas por los antropólo­ 2001: 14).
gos en las últimas décadas. Estos ataques han Otra línea de crítica a los desafíos plantea­
tenido implicaciones directas en la concep­ dos por el relativismo cultural respecto a los
ción antropológica de los derechos humanos. principios de derechos universales ha sido su
Las críticas procedentes de la antropolo­ fracaso en buscar soluciones a los distintos
gía se han centrado en la tendencia del discur­ modos en los que las comunidades culturales
so del relativismo cultural a reificar la noción oprimen o niegan los derechos —entendidos
de *cultura como un sistema de ideas, signifi­ en términos universales— de sus propios
cados y valores internamente uniforme y con­ miembros. Según ha subrayado Zechenter, en
sistente, compartido por todos los miembros una representativa crítica esgrimida desde es­
de una sociedad, y por su propensión a abs­ te punto de vista bajo el título “En el nombre
traer los conflictos sociales internos y externos de la cultura: Relativismo Cultural y los abu­
provenientes de la desigual distribución del sos del individuo”, no se trata de una cuestión
poder y de los valores sociales entre personas y meramente teórica: Los resultados del debate
grupos en el seno de su propia cultura. Esta entre los defensores de los derechos humanos
tendencia a esencializar las culturas como en­ universales, representados en la Declaración
tidades homogéneas ha sido común, no sólo de Naciones Unidas, y la defensa desde el
en antropología entre los relativistas cultura­ relativismo cultural de regímenes políticos
les, sino también entre los escritores jurídicos, y religiones concretas que abusan de ellos
filósofos y politólogos que han abordado el te­ “tendrán consecuencias prácticas para millo­
ma de los derechos culturales. “La tendencia nes de personas en todo el mundo” (Zechen­
de los sistemas jurídicos a demandar catego­ ter, 1997:319-348). Zechenter ilustra su punto
rías claramente definidas y contextualmente de vista con un análisis del “modo en que las
neutras —incluyendo las categorías de id e n ti­ distintas formulaciones de la noción de dere­
dad y pertenencia-, para ser capaces de clasi­ chos influye en las respuestas internacionales
ficar a las personas y tratar con ellas sobre la dadas a los abusos de género, perpetrados
base de estas categorías; en otras palabras, contra las mujeres, o respecto a la negación de
la tendencia a la esencialización de la legisla­ derechos políticos a las personas que viven
ción contribuye en gran medida a la estrate­ en sociedades no occidentales”. (Zechenter,
gia de esencializar grupos culturalm ente 1997:319). Su idea central es que las entidades
definidos” (Cowan, Dem bour y W ilson, colectivas —esencializadas o no—, tales como
2001: 10-11; véase Gellner, 2001: 177-200). culturas o comunidades que se definen a sí
Frente a la estrategia esencializadora de mismas por el hecho de compartir una deter­
esta clase de discursos, los autores argum en­ minada religión o identidad cultural, no de­
tan que investigar sobre la base de este tipo de ben ser reconocidas como portadoras de una
asunciones puede tener efectos de retroali- serie de derechos que las capacite a anular los
mentación, conduciendo a los grupos a dis­ derechos de sus miembros individuales. D i­
torsionar sus propios discursos y prácticas cho con otras palabras: el individuo debe ser
para adaptarlos a aquellos que sostienen go­ reconocido como portador irreductible de de­
biernos y abogados de derechos con el o bje­ rechos humanos.
tivo de lograr una defensa de los mismos. Las críticas de Zechenter y muchos otros
Defienden una concepción de cultura como pensadores y activistas, desde la antropología
una “ficción sociológica”, que sirve para ofre­ y otras disciplinas de las ciencias sociales, con­
cer una representación cómoda del “desorde­ vergen en la postura de politólogos como
nado campo social de prácticas y creencias Donnelly, que insiste en la idea de que el tér­
conectadas entre sí que se producen fuera de mino “derechos humanos” sólo puede ser
la acción social”. Aunque es un error atribuir aplicado a individuos, nunca a grupos, cultu­
esta ficción “a ningún tipo de representación ras o comunidades sociales. Donnelly sinteti­
Derechos humanos 58

za la cuestión en la siguiente definición: en mi cia transformadora de llegar a ser humano no


opinión, solo los individuos son “humanos”, sólo es un proceso intrínsecamente social, sino
por consiguiente colectividades compuestas que el ejercicio personal de las capacidades
por una pluralidad de individuos no pueden humanas está en sí mismo dirigido y constre­
poseer “derechos humanos” como tales (Don- ñido por las relaciones con los otros. La
nelly, 1989: 19-21,90-100,143-158). “Si los de­ “humanidad” que es objeto de “derechos hu­
rechos humanos son aquellos derechos que manos” es así un modelo de interacciones so­
uno tiene simplemente por el hecho de ser un ciales, ceñido por otras relaciones sociales. De
ser humano, entonces sólo los seres humanos ello se desprende que los derechos humanos
pueden tener derechos humanos: si uno no es deben ser entendidos esencialmente como
un ser humano, por definición no puede tener relaciones sociales, en lugar de meros atribu­
derechos humanos” (Donnelly, 1989: 20). tos de individuos en un sentido presocial o
Esta formulación engañosa y simplifica- asocial.
dora evita la cuestión de cuál es la cualidad o Trasladar la definición de “hum ano” de
cualidades específicas que hacen a un “ser hu­ una simple cualidad de individuos corpóreos
mano” “humano”; sin duda, la cuestión clave a un proceso por el cual los individuos se con­
cuando se intenta identificar una propiedad vierten en humanos implica conceptualizar
común, potencialmente universal, subyacente los seres humanos y sus derechos humanos
a las distintas formulaciones culturales de los como compuestos por relaciones sociales. Es­
derechos humanos. En consonancia con la ta afirmación vuelve a plantear la pregunta
discusión mantenida por Cowan, Dembour y sobre si es posible decir que las relaciones o
Wilson, citada anteriormente, y con la Decla­ grupos que contribuyen a este proceso son su­
ración Antropológica sobre los Derechos H u­ jeto de “derechos humanos”.
manos adoptada por la AAA, sugiero que el Las relaciones con otras personas a través
pensamiento antropológico contemporáneo de familias, instituciones y comunidades son
desarrollado sobre esta materia debe partir de una parte esencial en este proceso o deben
la base de dos relevantes características de lo contribuir, si no de una forma esencial, sí al
“hum ano”. La primera es que la “hum ani­ menos constructiva. ¿Debería esta capacidad
dad” no se da como una propiedad del indivi­ ser definida como un derecho “humano”? De
duo, considerado independientemente de sus acuerdo con los criterios anteriores, sí; pero
relaciones sociales con otros seres humanos, este derecho no viene dado como grupo que
sino que constituye una cualidad construida y aporta, sino como individuos que se producen
limitada por esas relaciones. En segundo lu­ a sí mismos en calidad de seres humanos a tra­
gar, no se trata de una cualidad que se mani­ vés de las relaciones grupales. Los individuos
fieste de forma fija en patrones de actividad y deberían tener el derecho humano de partici­
conciencia, sino de una capacidad impredeci­ par en los grupos si éstos son necesarios para
ble de transform ación de cualquier patrón permitirles producirse a sí mismos como seres
específico. D icho de otro modo, el atributo humanos definidos por sus propias socieda­
esencial de lo “Humano” es el proceso social a des y culturas. En este sentido, debe conside­
través del cual los individuos desarrollan su rarse que los individuos tienen el derecho
capacidad de producir y transformar patro­ humano a ser alimentados por la familia,
nes de acción y conciencia en formas sociales y remunerados adecuadamente por los emplea­
culturales. Los derechos humanos, por consi­ dores, educados por la comunidad o protegi­
guiente, como derechos a ser humano, deben dos por el Estado-nación. Sin embargo, estas
ser definidos como protectores de la facultad entidades sociales no experimentan en sí mis­
de los individuos, en su calidad de agentes so­ mas las transformaciones hacia la humaniza­
ciales, para desarrollar esta capacidad: con­ ción, propias de las personas individuales
vertirse en humano. La manera de llevarlo a —por mucho que contribuyan a ellas—, y es
cabo es transformando capacidades y habili­ precisamente este proceso de cambio, como
dades innatas mediante los patrones de rela­ característica fundamental de lo humano, el
ción y conducta que se interiorizan a partir que es fuente y objeto de derechos “huma­
del contexto de relaciones sociales en el que nos”. En suma, dichas entidades no pueden
los individuos son formados, y ejercitando es­ considerarse humanas en sí mismas, al me­
tas capacidades humanizadas en función de nos no en un sentido adecuado, y, por consi­
limitaciones sociales que garanticen que en guiente no pueden pensarse, en términos
este ejercicio no se impida a los otros hacer lo de colectividad, como poseedoras de derechos
mismo. Un último punto crucial: esta secuen­ “humanos”. El análisis teórico presentado no
59 Derechos humanos

se sostiene en la idea de derechos humanos co­ ciación social para hacerlos respetar. Ésta es
mo derechos grupales sino, según argumenta una de las razones por la que los esfuerzos pa­
Donnelly, en que los grupos en cuestión de­ ra descubrir un principio o principios de
ben demandar otro tipo de derechos (D on­ derechos humanos universales y transcultu­
nelly, 1989: 149-154). rales, a través de una exploración comparati­
Sin embargo, este supuesto teórico no es va de los derechos concretos reconocidos por
capaz de ofrecer respuestas suficientes para todas las culturas del mundo, según defendió,
una de las formas más comunes de negación por ejemplo, Renteln (1985, 1990), fueran in­
de los derechos humanos: aquella que afecta a capaces de dar resultados. Sin embargo, las
grupos completos o a categorías de personas a reclamaciones específicas de derechos deben
causa de cualidades supuestas o reales de los ser interpretadas como implícitamente —y en
grupos a los que estas últimas pertenecen. Si muchos casos explícitam ente— basadas en
bien debe aceptarse que los grupos o las cate­ principios más generales de imparcialidad,
gorías sociales no pueden tener derechos hu­ derecho, justicia o equidad. Dichos principios
manos como tales, debe contemplarse el generales deben ser compartidos por todas las
hecho de que éstos puedan ser la base para la sociedades y culturas con distintas form ula­
negación de los derechos humanos de sus ciones de derechos, incluso aunque carezcan
miembros. En estos casos, los grupos o cate­ de una concepción de derechos en el sentido
gorías en cuestión —tales como los grupos in­ estricto del término. Las distintas form ula­
dígenas y su territorio, o grupos étnicos o ciones culturales de derechos probablemen­
raciales concretos—deben convertirse, en un te deban ser entendidas como extrapolacio­
sentido pragmático, en portadores colectivos nes dentro de diferentes condiciones con­
de los derechos humanos de sus miembros. textúales de estos principios com unes y
La negación de derechos humanos a los transculturales de derecho, equidad o justi­
miembros de un grupo por el mero hecho de cia. Esto debe ser interpretado como conse­
su identificación con él, debería otorgar a éste cuencia de un aspecto o de aspectos genéricos
un derecho colectivo que sea, en un sentido del ser humano; esto es, en sentido antropoló­
analítico, la suma total de los derechos de sus gico, la endoculturación como miembros de
miembros. una sociedad concreta y la ^integración en su
Otra implicación del acercamiento al con­ sistema de relaciones sociales. Esta es, en defi­
cepto de derechos humanos desarrollado en nitiva, la línea argumental propuesta.
estas líneas es la necesaria interdependencia
mutua entre las formulaciones universalis­
Derechos humanos y diferencias
tas y las del relativismo cultural. El proceso
humanas: un principio antropológico
transformador de dar a la capacidad genérica
de derecho
de convertirse en humano una forma especí­
fica social y cultural, que he afirmado como el Los últimos desarrollos históricos que han
denominador común y universal de todas las afectado al sistema mundial, al Estado-na­
formulaciones culturales específicas de hu­ ción y a la sociedad civil han convergido con
manidad y, por tanto, a fo rtio ri, de los dere­ los temas apuntados por los activistas antro­
chos humanos, solamente puede llevarse a pológicos de derechos humanos y los movi­
cabo dentro de unas formas culturales especí­ mientos proderechos humanos en el Tercer
ficas. Se trata, por consiguiente, de un uni­ Mundo para la transformación de los contex­
versal que requiere lógica y pragmáticamente tos sociales, políticos y culturales que siguen
un nivel complementario de formas cultura­ empleando la definición que el liberalismo
les concretas y diversas para su realización ilustrado proporcionó respecto a los derechos
material. humanos; definición que continúa presente,
No hay duda de que los derechos conlle­ con apenas cambios significativos, en la tradi­
van una gran diversidad de formas y conteni­ ción que domina en la actualidad las discusio­
dos en las distintas sociedades y culturas. En nes en torno a los derechos humanos. Como
uno de los extremos de este continuum de va­ resultado de estas transformaciones históri­
riaciones, muchas sociedades sin Estado ado­ cas, las cuestiones de diferencia cultural y ét­
lecen claramente de nociones específicas de nica y los derechos colectivos han sido puestos
“derechos”, entendidos como reclamaciones de relieve a la par que el nexo axiomático
concretas a favor o en detrim ento de otros entre derechos humanos y *Estado ha sido
miembros de la sociedad o de la sociedad en puesto en cuestión. Estos temas se han incor­
su conjunto, y de los mecanismos de diferen­ porado de una manera destacada al discurso
Derechos humanos 60

teórico sobre derechos humanos en antropo­ La “diferencia” aparece en la declaración


logía y otras disciplinas por la vía de la expe­ como un principio más general que el concep­
riencia práctica de los activistas de derechos to de “derechos”. Estos últimos, aunque no se
humanos, que se han visto obligados a intro­ definen directamente, son abordados por su
ducir respuestas pragmáticas en su trabajo implicación en reivindicaciones relativamen­
(Turner, 2003a, 2003b). te más específicas. Si bien la noción de dife­
Fue resultado de la experiencia práctica rencia sólo se cita explícitamente en tanto que
de los miembros del Com ité pro-Derechos base inadecuada de negación de derechos más
Humanos de la A A A , como activistas en lu­ que como principio positivo de derecho en sí
cha contra las violaciones de los derechos de misma, lo que en definitiva se deduce es que
los pueblos indígenas y otras minorías cultu­ resulta precisamente el derecho a la diferen­
rales, que las cuestiones de diferencia pasaran cia lo que debe constituir la base efectiva para
a ocupar un papel principal en el borrador de unos derechos humanos transculturales.
Declaración de Derechos Humanos prepara­ En el criterio de “diferencia humana” co­
do por el Comité. En casos de violación de de­ mo derecho humano fundamental -según
rechos humanos, la Asociación prevé que este queda explícito en los párrafos citados ante­
borrador actúe como definición de trabajo riormente de la declaración—está implícito
que pueda sentar las bases para la acción. El que dicha diferencia se halla presente por
fragmento clave de la declaración del Comité, igual entre todos los grupos humanos e indi­
al que me he referido en las líneas anteriores, viduos. Por tanto, resulta incoherente cual­
dice lo siguiente: “La Antropología como dis­ quier reivindicación individual o grupal del
ciplina académica estudia las bases y las for­ derecho a desarrollar identidades o valores
mas de la diversidad y unidad humana; la propios a expensas de otros grupos o indivi­
antropología como práctica persigue aplicar duos diferentes o impedir a estos últimos un
este conocimiento a la solución de los proble­ desarrollo autónomo y distinto. Evidente­
mas humanos. La AA A , como organización mente, tampoco autoriza a los gobiernos es­
profesional de antropólogos, ha estado, y debe tatales a actuar, en nombre de un supuesto
continuar estando, implicada siempre que la “derecho al desarrollo” colectivo, con vistas a
diferencia cultural sea esgrimida como motivo la supresión de las diferencias culturales entre
de la negación de derechos -donde lo “huma­ grupos comunitarios o individuos, según han
no” es entendido en todos sus sentidos, tanto sostenido ciertos regímenes asiáticos —Mala­
desde el punto de vista cultural como social, lin­ sia, Singapur, Indonesia— De hecho, propor­
güístico y biológico” (American Anthropologi­ ciona una base conceptual incuestionable
cal Association, Commission for Human para la promoción del derecho, tanto indivi­
Rights; en Anthropology Newsletter, 1993; las dual como colectivo, a la autoproducción
cursivas son mías). La Comisión pasó a llamar­ mutua. Al mismo tiempo, el criterio de dife­
se “Comité pro-Derechos Humanos” en 1996. rencia es impredecible: implica no sólo el de­
En los términos del documento, “diferen­ recho a identidades distintas producidas en el
cia humana” es criterio de derechos humanos, pasado, sino a aquellas que se producirán en
ya que incluye la especificidad concreta en el futuro. Como tal, no apunta a un concepto
función de la cual los seres humanos, indivi­ de cultura entendido como estructura sincró­
dual y colectivamente, se han hecho a sí mis­ nica y ahistórica, compuesta por característi­
mos evolutiva, social y culturalmente. Según cas o cánones esencializados, sino al proceso
se usa en el texto, el concepto de “diferen­ histórico activo de crear cultura, significados,
cia” se refiere a características culturales, so­ identidades y formas —sociales y lingüísticos.
ciales, lingüísticas o biológicas específicas que En opinión de los autores de las Directri­
contrastan, en tanto que variables y contingen­ ces del Comité pro-Derechos Humanos de la
tes, con las aptitudes humanas universales que AAA, los criterios de diferencia emergen de
posibilitan su producción: en una frase ya fami­ la necesidad de un principio común o regla
liar en antropología, la “capacidad humana pa­ general de consulta, que oriente la acción
ra la cultura”. La “capacidad para la cultura” es en los casos presentados ante la Comisión o
fundamentalmente la facultad de producir aquellos a los que han tenido que enfrentarse
existencia social, y determina, por tanto, su sig­ los antropólogos en el campo. En contraste
nificado y forma social. La “diferencia”, como con la concepción del liberalismo ilustrado de
principio de derechos humanos, es el resultado la idea de una naturaleza humana universal,
del desarrollo de esta capacidad. Es de esta for­ personificada en individuos concebidos como
ma un principio esencial de empoderamiento. autónomos y presociales, la formulación del
61 Derechos humanos

Comité respecto a las diferencias humanas se nos del contexto político y de los aspectos so­
ha llevado a cabo sobre una base sensible a los ciales de los conflictos que aquéllos generan
diferentes contextos, que surge de una per­ supone que el movimiento proderechos hu­
cepción pragmática de los contrastes entre manos y, sobre todo, los antropólogos como
identidad social y práctica. Enfatiza a la par teóricos y activistas de los derechos humanos
tanto la dimensión colectiva como la indivi­ deben esforzarse por integrar en la teoría y en
dual de “lo hum ano”. Dicho en otras pala­ la práctica las dimensiones políticas y concep­
bras: las diferencias colectivas se tratan como tuales de su compromiso con el sujeto.
“humanas” en el sentido de diferencias indi­
viduales, al tiempo que se considera que los
derechos individuales implican una dim en­ Bibliografía
sión colectiva. Al mismo tiempo, el criterio de
diferencia humana adoptado por el Comité AMERICAN AN TH RO PO LO G ICA L ASSO-
trata de combinar lo universal con el recono­ CIATON (1947): “Statement on Human
cimiento, desde el relativismo cultural, de la Rights, submitted to the United Nations
importancia fundamental de las diferencias Commission on Human Rights”. American
culturales, sociales y humanas. Anthropologist (new series), 49, 4: 539-543.
AMERICAN AN TH RO PO LO G ICA L ASSO-
CIATON, COMIMSSION FOR HUMAN
Diferencia, derechos y conflictos:
RIGHT (1993): “Report”. Anthropology News­
principios, políticas y pluralismo
letter, 34, 3: 1-5. (1995): Guidelines fo r a perma­
Decir que los sujetos tienen derecho a ser nent Committee fo r H um an Rights within the
diferentes, según afirma la declaración de la American Anthropological Association (Memo­
AAA, no implica, por otra parte, el derecho a ria en la página web de la AAA www.anthro-
imponerse sobre los otros ni forzarles a adap­ net.org).
tar sus valores y prácticas sociales a expensas BOBBIO, Norberto (1996): The Age o f rights. Lon­
de la realización de los suyos propios. El de­ don: Blackwell.
sarrollo en condiciones de igualdad de los dis­ COWAN, Jane K.; DEMBOUR, Marie-Bénédic-
tintos valores, formas sociales e identidades te; WILSON, Richard A. (eds.) (2001): Cultu­
tampoco implica como resultado la consecu­ re and Rights: Anthropological Perspectives.
ción de una sociedad armónica y libre de Cambridge: Cambridge University Press.
reclamaciones de derechos que enfrenten a DON NELLY, Jack (1989J: Universal Human
diferentes partes. Por el contrario, es de espe­ Rights in theory and practice. London: Cornell
rar que estos conflictos sean producto de las University Press.
relaciones sociales de cooperación y com ­ G ELLN ER , David N. (2001): “From group rights
petencia entre las distintas partes en las ac­ to individual rights and back: Nepalese strug­
tuaciones encaminadas a la satisfacción de gles over culture and equality”, en Jane K.
distintas necesidades y valores sobre la base de Cowan, Marie-Bénédicte Dembour y Richard
diferentes capacidades. Desde esta perspecti­ A. Wilson (eds.), Culture and Rights: Anthropo­
va, el criterio de diferencia humana implica logical Perspectives. Cambridge: Cambridge
una nueva conceptualización del rol de las University Press, 177-200.
prácticas sociales e instituciones, tales como el R EN T ELN , Alison D. (1985): “The unanswered
Estado, en su papel de mediadoras, árbitros challenge of relativism and the consequences
y reguladoras de las múltiples, divergentes for human rights”. H um an Rights Quarterly ,
y potencialmente conflictivas identidades 7-4:514-540.
culturales. — (1990): International human rights: universalism
La defensa de los derechos humanos afec­ vs. relativism. Newbury Park, California: Sage.
ta de lleno a la compleja lucha en pro de una THOMPSON, Richard H. (1997): “Ethnic mino­
educación plural, con sus intrínsecos corola­ rities and the case for collective rights”. Ame­
rios políticos de adaptación y compromiso, rican Anthropologist, 99-4: 789-798.
una vez que las batallas por los derechos fun­ T U R N ER , Terence (1997): “Human rights, hu­
damentales se han vencido. Así la defensa del man difference: Anthropology’s contribution
derecho a la diferencia lleva a una continui­ to an emancipatory cultural politics”. Journal
dad fundamental en la defensa de derechos y o f Anthropological Research, 53-3: 273-292.
en las luchas políticas por lograr el empodera- — (2003a): “Clase, cultura y capitalismo. Perspec­
miento, la liberación y la educación. EÍ último tivas históricas y antropológicas de la globali-
e inútil intento de aislar los derechos huma­ zación”, en José Luis García y Ascensión
Desarrollo 62

Barañano (coords.), Culturas en contacto: E n ­ Esta perspectiva es sin duda el punto débil
cuentros y desencuentros. Madrid: Ministerio de de las propuestas de quienes abogan por el
Educación, Cultura y Deporte, 65-110. desarrollo “sostenible” y que han sido percibi­
— T U R N ER , Terence (2003b): “Class projects, das como la prolongación lógica de una defi­
social consciousness, and the contradictions of nición superficial del desarrollo, sin que se
globalization”, en Jonathan Friedman (ed.), aprecie, en definitiva, una diferencia sustanti­
Violence, the state and globalization. New York: va entre las dos tendencias que se inscriben
Altamira, 35-66. dentro de esta corriente. En efecto, mientras
Z E N C H E N T E R , Elizabeth M. (1997): “In the que para la primera de ellas el desarrollo se
name of culture: Cultural relativism and the restringe al ámbito económico limitándose fi­
abuse of the individual”, en Carole Nagengast nalmente al crecimiento económico, concre­
y Terence Turner (eds.), Journal o f Anthropolo­ tamente al del producto interior bruto, para
gical Research, 53-3: 319-348. la segunda, el carácter sostenible del desarro­
llo, que implica la conservación del medio
Terence S. Turner
ambiente, se refiere a políticas locales que no
cuestionan las pautas de comportamientos de
Yea use además Acciones afirmativas, Acultu-
consumo —o consumismo—y la producción
ración, CIUDADANÍA, Ciudadano, CUL-
de bienes y residuos, ni el impacto que tienen
I URA, Derecho de injerencia, DESARRO­
estas conductas sobre el medio ambiente. A
LLO, DIFERENCIA Y DESIGUALDAD,
fin de cuentas, aunque se mencionen ciertas
Diferencias naturales y diferencias sociales.
consideraciones sobre el impacto ecológico
Discriminación positiva, ELITES, Elites cos­
del desarrollo, se subordinan los problemas
mopolitas, ESTADO-NACIÓN, I D E N T I ­ medioambientales a aspectos económicos, in­
DAD, INDIGENISMO, INTEGRACIÓN,
fravalorando la participación social como me­
MI N i ) RíAS, MUL T ICUT,TURAIASMC),
dio ad hoc para garantizar la “sostenibilidad”
Naturalización, NUEVOS MOVIMIEN­
y menospreciando el alcance del proceso polí­
TOS SOCIALES, PATRIMONIO, Racismo
tico para reforzar el desarrollo.
y neorracismo.
En respuesta a estas formulaciones que
descartan la posibilidad de otorgar un papel
activo a las comunidades en los procesos de
Desarrollo toma de decisión, lo que convierte a éstas en
Si la polisemia constituye un rasgo caracte­ meros receptores pasivos de prestaciones im ­
rístico de los conceptos científico-sociales, en puestas desde fuera, se contrapone una pers­
el caso que nos ocupa la multiplicidad de pectiva alternativa del desarrollo apoyada en
significados resulta aún más relevante. Esta la idea de sustentabilidad. Con ella se supera
particularidad no es ajena a la naturaleza pluri- el reduccionismo economicista de las pro­
disciplinar de la definición del vocablo a y la puestas anteriores ampliando significativa­
pluralidad de los enfoques, tanto teóricos como mente el ámbito definicional del desarrollo al
aplicados y centrados en la intervención social, incluir dentro de éste nuevas dimensiones re­
que se han ido generando desde varias décadas. lacionadas con el desarrollo de la equidad
Ciertamente, entre los modos de abordar —distribución del PIB, existencia de oportuni­
el desarrollo destacan doctrinas y prácticas dades económicas, búsqueda de una mayor
que han privilegiado y siguen anteponiendo igualdad y mejora del bienestar hum ano-, las
la dimensión económica a otros aspectos, dan­ oportunidades ^laborales -q u e ofrecen un
do lugar a lo que, en el campo de la economía, trabajo productivo y salarios adecuados—, el
se designa como desarrollismo, es decir, la acceso a diferentes categorías de bienes —co­
ideología que propugna el desarrollo m era­ mo tierras, infraestructuras materiales o cré­
mente económico como objetivo prioritario. ditos y sobre los cuales debe velar el *Estado—,
Cabe señalar que esta concepción del desarro­ los gastos sociales —para atender los servicios
llo subyace en varias acepciones de la palabra básicos—, la igualdad de género —para garan­
que remiten a la noción de mayor o menor tizar a las mujeres un mejor acceso a la educa­
grado de crecimiento o aumento de la impor­ ción, medios financieros y al trabajo—, la
tancia de la riqueza, y ello desde un punto de buena gobernación y la sociedad civil activa.
vista cuantitativo que desestima la dimensión Los debates definicionales en torno a lo
cualitativa de cualquier mejora económica o “sostenible” y lo “sustentable”, que son par­
evolución progresiva de la economía que ticularmente abundantes en el mundo hispa­
apunte hacia mejores niveles de vida. nohablante —véase, entre las numerosas
63 Desarrollo

definiciones que nos brindan autores españo­ colectiva—. De este modelo se deriva una con­
les y latinoamericanos, el análisis propuesto figuración compleja de la participación que se
por Cortés, 2 0 0 1 -, lo cual contrasta con la expresa y traduce, por medio de un cuadrino­
aparente unanimidad de opiniones en el ám ­ mio, en acciones ^cívicas, individuales, socia­
bito anglosajón, por lo menos en lo que atañe les y colectivas (Sandoval, 1997).
a la unicidad lexicológica —la lengua inglesa Amén de la atención prestada a los modos
sólo admite los nombres sustantivo y adjetivo de articulación entre esferas y componentes,
sustainability y sustainable, restando especifi­ las últimas contribuciones al análisis del de­
cidad significativa al desarrollo—, no se ciñen sarrollo integral hacen hincapié en varias pro­
a ingeniosos juegos malabares, sino que obe­ blemáticas que se distinguen por el notable
decen a una exigencia de precisión conceptual interés que suscitan entre expertos teóricos,
y práctica que conduce ineludiblemente a un practicantes, instituciones gubernamentales y
refinam iento semántico y a un perfeccio­ organismos internacionales.
namiento terminológico. Así, la noción de de­ La primera de ellas radica en los efectos de
sarrollo sustentable, a diferencia de la de los nuevos procesos de *globalización que, en
desarrollo sostenible, no sólo incorpora los as­ comparación con fenómenos pretéritos de
pectos cualitativos del crecimiento económi­ m undialización, generan transformaciones
co, sino que da prioridad al cómo inherente a desconcertantes de signos contrarios —para
la realización del desarrollo y a la redistribu­ tratar el tema de las transformaciones produ­
ción de la riqueza, sobre el crecimiento. Este cidas por los procesos de globalización y los
planteamiento entraña el reconocimiento de retos que éstas envuelven para impulsar el
ía existencia de varios tipos de crecim iento desarrollo integral se ha utilizado, entre otros
que pueden ser inclusivos o ^exclusivos, equi­ documentos, el informe publicado por la C E -
tativos o, por el contrario, causantes de polari­ PAL, 2000—. Entre los cambios positivos in­
zación, y destructivos o respetuosos con los ducidos por la globalización destaca la
ecosistemas. En resumidas cuentas, la susten- progresiva generalización de ideas y valores
tabilidad que descansa sobre tres pilares, a sa­ con vocación universal que incentivan, entre
ber, la sustentabilidad medioambiental, la otras organizaciones, las Naciones Unidas.
sustentabilidad social, focalizada en la erradi­ Esta tendencia se plasma en el reconocimien­
cación de la pobreza y la consolidación de la to de las sucesivas generaciones de ^derechos
justicia social, y la sustentabilidad económica, humanos constituidas por los derechos civiles y
requiere acciones en los campos ecológico, políticos, y los derechos económicos, sociales
económico, social, político y técnico-científico. y culturales, que, de un modo u otro y en un
Las perspectivas citadas previamente se sentido amplio, abarcan el derecho al de­
hallan subsumidas en otra definición del de­ sarrollo. Ahora bien, estos avances, junto con
sarrollo que enfatiza la naturaleza m ultidi­ otros progresos muy variables en el terreno
mensional del mismo: el desarrollo integral, macroeconómico y el ámbito de las políticas
el cual alude a la articulación entre varias es­ aplicadas al gasto social público, los espacios
feras que son la económico-laboral, la social, locales, la incorporación de las mujeres a dife­
la política y la ^cultural. Hay que advertir que rentes áreas sociales, la gestión de recursos na­
esta interconexión afecta igualmente a otras turales y la democratización, son fácilmente
nociones ligadas a cada una de las esferas se­ quebradizos, máxime habida cuenta de los
ñaladas. En este sentido sirva de ejemplo la cambios negativos de la globalización que se
significación del concepto de democracia que hacen patentes en la inestabilidad económica
reclama de los analistas una aprehensión glo­ y las crisis financieras, la deslocalización de
bal de este último, ya que conlleva conno­ los mercados de trabajo y la subsiguiente pre-
taciones de diversa índole, más allá de su carización laboral, así como en la fragiliza-
significado estrictamente político. ción de la cohesión social y la dualización y la
Este enfoque enlaza con otra propuesta exclusión sociales, circunstancias todas ellas
que pone de relieve la interacción de varios que hacen peligrar la gobernabilidad en mu­
componentes en la participación y los com ­ chos países y regiones.
portamientos políticos vinculados al desa­ De estas transformaciones se infieren
rrollo, cuya caracterización se expresa en otras problemáticas entre las que hay que su­
términos de espacios de participación y locus brayar la tocante a la necesidad de velar por la
de comportamiento —formalizados y no f o r ­ indivisibilidad de los derechos y la ciudada­
malizados, públicos y privados— y tipos de nía. A ésta se suman las relacionadas con la
participación o conducta —individual versus adopción de medidas encaminadas a recom­
Desarrollo 64

poner y fortalecer el tejido social, a evitar la contra estas últimas deben promover simultá­
reproducción de estructuras fuertemente seg­ neamente la equidad material y la simbólica
mentadas —sean económicas o de relaciones que se extienden a la equidad por adscripción
entre clases u otras categorías sociales, o de para grupos más vulnerables -en tre otros, los
género, de índole intergeneracional o *étni- constituidos por mujeres, *minorías étnicas y
cas—y a potenciar programas de desarrollo poblaciones asentadas en hábitats o *territo-
que entramen las diferentes políticas en sus rios aislados o marginales—y sometidos a una
distintos niveles de espacios de intervención. discriminación que arranca de culturas exclu-
Este último asunto reconduce a la inseparabi­ yentes.
lidad de las esferas y al carácter integral de to­ De los planteamientos anteriores se dedu­
das las políticas involucradas en el desarrollo. ce una intervención desde varias instan­
Con otras palabras, ello quiere decir que del cias, que atienda a las distintas facetas de la
mismo modo que las políticas en materia eco­ igualdad y la distribución de bienes varios
nómica no pueden prescindir de las políticas (C E P A L , 2000, 302-307). Entre éstas se en­
sociales, culturales y las propias de la gober­ cuentra la igualdad social que debe revertir en
nación, las políticas sociales integrales no pue­ el aminoramiento de la desigualdad material y
den ejecutarse al margen de las demás que productiva mediante la distribución, por un la­
operan en los campos sociales, culturales y po­ do, del acceso al bienestar dispensable por cada
líticos. Por otro lado, las políticas específicas sociedad y, por otro, de la distribución del em­
no pueden ser parciales. Así, retomando el pleo y recursos productivos y de la capacita­
ejemplo de las políticas económicas, se entien­ ción profesional. A dicha igualdad le sigue la
de que éstas no deben perseguir únicamente igualdad simbólica cuya implementación pa­
la ^movilidad de capitales, bienes y servicios, sa por la distribución del acceso a la educa­
sino que tienen que redundar también en be­ ción, al Conocimiento, a la #información y a
neficio de la movilidad de mano de obra, es la Comunicación. Otros aspectos que vienen
decir, a la postre, de las personas en busca de a perfeccionar la igualdad son la igualdad
un puesto de trabajo, y ello a fin de reequili­ “volitiva”, referida a la capacidad de decisión,
brar las tendencias ^asimétricas de la globa- influencia y gestión de los grupos o comuni­
lización. En última instancia, todos estos dades para controlar e intervenir en la situa­
aspectos demandan la coordinación de políti­ ción y los proyectos que los afectan, y la
cas a distintas escalas: local, regional, nacional igualdad vinculante con la que se procura
e internacional. la distribución del acceso a redes sociales que,
Otra noción que se desprende de las ob­ como elemento esencial del capital social,
servaciones anteriores es la de red sobre la que contribuyen al empoderamiento y la promo­
se sostienen todo el edificio conceptual y la ción de los grupos desfavorecidos. Finalm en­
praxis ligados al desarrollo integral y las te, tales igualdades que impulsan la nueva
políticas que lo definen. Este concepto, polisé- ciudadanía tienen que conjugarse con otras
mico por antonomasia, merece varios comen­ formas complementarias que consisten en la
tarios. En primer lugar, cabe insistir en su igualdad política y la igualdad *identitaria
ligazón con la idea de capital social que, a pe­ que piden, respectivamente, un mejor repar­
sar de presentar un campo definido marcado to y mayor presencia de las expresiones
por características dicotómicas, apunta la plurales de la opinión pública, y el reconoci­
existencia de “sinergias entre capital humano, miento del derecho a m anifestar valores y
capital social, capital político, capital produc­ prácticas culturales dentro de un espacio pú­
tivo, etc.” y asimismo entre el capital material blico dialógico y, por lo tanto, abierto a la li­
y el capital simbólico. Estas dicotomías, tanto bertad de expresión de los mismos.
metodológicas como epistemológicas e ideo­ Ahora bien, con respecto a las explicacio­
lógicas, oscilan, respectivamente, entre el nes previas, hay que guardarse de adoptar in­
holismo funcional estructuralista y el indivi­ terpretaciones y políticas de desarrollo que
dualismo metodológico, el enfoque deducti­ privilegian cualquier aspecto de la igualdad
vo y el enfoque inductivo, y el paradigma sobre los demás, so pena de que se opte por
cartesiano y el paradigma sistèmico (Hopen- una intervención de tipo parcial o sectorial.
hayn, 2003). A tenor de este paradigma de la Esta advertencia se extiende también a los es­
complejidad que, inrrincadamente fundido pacios que sostienen el desarrollo integral y
en el enfoque sistèmico, atraviesa todas estas conforman la triangulación entre sociedad ci­
categorías y las diversas desigualdades re­ vil, Estado, es decir, lo público y el mercado,
lacionadas con ellas, las acciones de lucha pues, como recalca Em m anuelle Barozet
65 Desterritorialización

(2003) —en un proyecto dirigido por Vicente plinar de Conhecimento: A Reaproxima^áo


Espinoza—, las experiencias más exitosas de da Sociologia e da Psicologia Social”, en
desarrollo local en cuanto al alcance de la par­ L. Lhullier, L. Camino y S. Sandoval, Estudos
ticipación ^ciudadana son las que m ejor ar­ sobre Comportamento Político. Florianópolis:
ticulan los espacios antes señalados. Letras Contemporáneas, 13-23.
Por último, los logros que se obtengan en V ILLA SA N T E, T. R. (2002): Sujetos en movi­
el análisis y la praxis del desarrollo no depen­ miento. Redes y procesos creativos en la com­
den sólo de la toma en consideración de los plejidad social. Construyendo ciudadanía/4.
enunciados ya formulados, o de la capacidad Montevideo, Editorial Nordan-Comunidad.
para vencer concepciones particularistas y de­
Joelle Ana Bergere Dezaphi
terministas alimentadas desde la economía, la
antropología, la psicología social, la sociolo­
Véanse además Acciones afirmativas, Acul-
gía, la historia, la politología, etc., sino tam ­
turación, Apartheid, Centro-periferia,
bién de la facultad para reflexionar sobre el
Gl U DAD ANÍA, Ciudadano, COMUNICA­
proceso de retroalim entación entre teoría y
CIÓN, CONSUMO CULTURAL, Cnolliza-
praxis haciendo uso de metodologías y episte­
ción, CULTURA, DERECHOS HUMA­
mologías dialécticas abiertas (Villasante,
NOS. DIFERENCIA Y DESIGUALDAD,
2002). En cualquier caso, los resultados no
Diferencias sociales y diferencias culturales,
pueden estar supeditados a criterios teleológi-
DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SO­
cos que desembocan en prácticas que justifi­
CIAL, ELIT ES, Elites cosmopolitas, Esfera
can cualquier medio para alcanzar el fin
mediática, ESPACIO-TIEMPO, Espacio red,
propuesto. Como bien señala R. Villasante
Espacios locales, ESTADO-NACION, Etnici-
(2002, 118-119), los estilos práxicos y reflexi­
dad, EXPLOTACIÓN SOCIAL, Extranjero,
vos suponen, entre otras cosas, una ética. Este
Fronteras económicas, Fronteras simbólicas,
componente ético es otra vertiente del de­
Global y local. GLORALIZACIÓN, IDEN­
sarrollo contenida en las distintas formas de
TIDAD, INDIGENISMO, Información, In­
la igualdad y que algunos autores encuadran
tegración educativa, Megalópolis, Migraciones.
dentro de un proceso más amplio: el de la “re­
Redes sociales, Migraciones. Teoría macro, MI­
volución ética”. (Sobre este necesario proceso
NORÍAS, Modernidad, Modernización, MO­
de transform ación, véase la aportación de
VILIDAD, Nacionalidad, Neocolonialismo,
Núñez Hurtado, 2001.)
Nomadismo y turismo, NUEVOS MOVI­
MIENTOS SOCIALES, Pluralismo sincróni­
co, POSMODERNIDAD, RELACIONES V'
Bibliografía PROCESOS INFORMALES, Relaciones y
procesos informales económicos, Revolución
BAROZET, E (2003): “Análisis de experiencias de
técnico-comunicativa, SABER Y SABERES,
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Sociedad de la información y del conocimiento,
y Gestión Local: el mercado como sustento de
Sujeto intercultural, TERRITORIOS, T R A ­
redes complejas entre sociedad civil y sector
BAJO, Viajes y sistemas de movilidad, Violen­
público”. Serie Seminarios y conferencias del
cia política. Tipos Xenofobia y xenofilia.
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CORTÉS RAMOS, Alberto (2001): “Desarrollo
Desterritorialización
sustentable, pobreza y calidad de vida”. La implantación de nuevas naturalezas
Ambientico, 92 (www.ambientico.una.ac.cr/ y sentidos es una de las estrategias de des­
EAambientico.htm). territorialización más contundentes. La
H OPEN HAYN, M. (2003): “Disyuntivas episte­ definición de desterritorialización resulta
mológicas y políticas tras la noción de capital problemática en la actualidad por el hecho de
social: debate en curso”. Serie Seminarios y con­ su reducción en los discursos que asumen este
ferencias del CEPAL, 31; Capital social: poten­ concepto como un pretexto para explicar las
cialidades analíticas y metodológicas para la relaciones norte-sur en los procesos de *glo-
superación de la pobreza (en prensa). balización contemporáneos. Algunos autores
N Ú Ñ EZ HURTADO, Carlos (2001): La revolu­ como Daniel Mato (2001) prefieren hablar de
ción ética. Xátiva: Diálogos, L’Ullal Edicions. transterritorialidad, m ultiterritorialidad o rete-
SANDOVAL, Salvador A. M. (1997): “O Com- rritorialización, invitando con ello a un debate
portamento Político como Campo Interdisci­ hacia la importancia y significación que di­
Desterritorialización 66

versos referentes te rrito ria le s poseen para tinacionales expropiando o cualquiera de las
específicos procesos transnacionales y globa­ formas sin control de los llamados fenómenos
les. Otros autores como Néstor García Can- globales. Las horizontalidades territoriales
clini (1990) definen la desterritorialización tienen lugar cuando la desterritorialización se
como la pérdida de relación de la tu ltu r a con produce por factores o actores sociales colecti­
los territorios, y la reterritorialización como vos internos; esto es, cuando el fenómeno no
ciertas relocalizaciones territoriales que pue­ es producido desde manejos o políticas que
den ser relativas parcialmente a viejas y nue­ vienen del exterior, sino por distintas circuns­
vas producciones tim bólicas. tancias y momentos sociopolíticos que ejercen
Cuando la producción de territorio, es de­ transformaciones territoriales profundas,
cir, la territorialidad, se da desde fuera del *desplazando o eliminando a sus “mismos”.
control to c a l o *estatal, el proceso suscitado Son muestra de ello el desplazamiento forza­
es el de la desterritorialización. Por tanto, de­ do interno en Colombia o los refugiados de la
finimos la desterritorialización como la pér­ guerra de Uganda. Por lo tanto, la desterrito­
dida de los tin d ero s territoriales que se han rialización puede darse por escalas —locales,
creado a partir de códigos culturales que lle­ estatales, globales—o por dimensiones —eco­
nan de orgullo a sus sustentadores, aunque en nóm icas, ^religiosas, políticas, de educa­
ocasiones resulten inaceptables para otros ción, etc.
grupos. Por ello la desterritorialización for­ Tanto las verticalidades como las horizon­
zada por circunstancias no buscadas (ca­ talidades territoriales tienen en común el he­
tástrofes naturales, guerras, imposiciones cho de ocasionar desarraigos —separación—o
económicas de cambio social impuesto, entre desalojos —destierro—según la naturaleza del
otros factores), al provocar un desvaneci­ impacto que produzca la desterritorialización.
miento de los límites, tiende a producir una Pero ¿qué sucede cuando es el grupo
suerte de esquizofrenia cu ltu ral; es decir, un social mismo desde dentro quien decide des-
detrimento de las fronteras de la ^identidad territorializar? En estos casos la desterritoria­
#étnica, social o *nacional, por el hecho de es­ lización implica deshacer el uso material
tar expuesto al ^tráfico de infinidad de in­ espacial de origen, para permitir al grupo so­
fluencias y subordinado constantemente al cial una nueva actividad igualmente espacial,
saqueo y al consumo visual o material de todo. y liberarlo de lo que lo oprime; es decir, se des-
La desterritorialización puede darse es­ territorializa para desalinearse (Deleuze y
pecialmente bajo dos circunstancias: 1) al Guattari, 1972). Esto sucede a menudo en ca­
producirse una imposición de recursos y sos de ^colonización. Cuando el colonizador
decisiones sobre éstos desde organismos o ins­ o invasor se ha marchado, se des-hacen los te­
tituciones externas; 2) cuando se da una im ­ rritorios y se les da una nueva significación, se
posición de decisiones sobre recursos propios. dan otros usos y manejos y se intenta, al tiem­
En el orden local, estas circunstancias pueden po, re-inventar la vida; es el caso de los arge­
estar propiciadas por entes macro de los Esta­ linos o de los campesinos e indígenas del
dos-nación, y en el orden estatal por organis­ Macizo Colombiano —maciceños—. Los arge­
mos externos. M ontáñez y Delgado (1998) linos lo han hecho desde estrategias que tra­
consideran que los procesos de desterritoriali­ zan lazos estrechos entre la política y la
zación producen redes complejas, expresadas religión. Los maciceños, por su parte, han re­
en la *transnacionalización, la globalización y currido a los mitos: frente a una historia de
la fragmentación. Los nuevos contextos, pro­ fundación de territorios está el relato del mito
ducidos por los procesos de desterritorializa­ que sirve como mecanismo a través del cual la
ción en cualquiera de sus formas, darán como memoria colectiva refunda sus pueblos. Los
resultado verticalidades y horizontalidades pobladores del M acizo Colombiano no re­
territoriales. Las verticalidades territoriales cuerdan su historia en los periodos de la Con­
las imponen quienes pretenden ampliar su quista y la Colonia, por más que se imparta en
control territorial y con ello enajenar los dis­ las escuelas de educación pública. Esta histo­
tintos poderes locales. Esto puede darse bajo ria no ha llegado a ser significativa para ellos
el consumo ^desigual y desmesurado de cosas porque, para los efectos sociopolíticos busca­
materiales o bien, en otras circunstancias, co­ dos con esta legitimación, no basta una histo­
mo imposiciones económicas y de transfor­ ria aprendida; es sobre la historia vivida
mación territorial de multinacionales, entre donde se apoya su memoria. En la actualidad
otras mediaciones. Ejemplo sugerente de ello no se reconoce a los conquistadores españoles
son las guerras, las factorías o empresas mul­ la creación de estos pueblos, puesto que los in-
67 Diferencia y desigualdad

dígenas y campesinos han reescrito oralmente Fragmentando. Sao Paulo: Editora HUCI-
la historia de estas fundaciones a favor de sus T EC , 233-246.
propias comunidades. Empleando la figura de H A LL, E. T. (1989): E l lenguaje silencioso. Madrid:
ciertas imágenes católicas como reaparecidas, Editorial Alianza.
éstas se transforman en “Santos Rem aneci­ MATO, D. (2001): “Producción transnacional de
dos” que sirven como símbolo a los nativos ac­ representaciones sociales y cambio social en
tuales para recobrar políticamente el poder de tiempos de globalización”, en Daniel Mato
sus antepasados y desterritorializar los territo­ (coord.), Globalización, cultura y transformacio­
rios colonizados; son ellos los que ejercen con­ nes sociales. Buenos Aires: Consejo Latino­
trol social sobre lo que podríamos llamar la americano de Ciencias Sociales, 127-160.
apropiación política del territorio. Así los na­ MEAD, M. (1956): New livesfor oíd, cultural trans­
tivos relatan cómo el origen de cada uno de form aron (Manus 1928-1953). New York: Wi-
sus pueblos data de cuando algún campesino lliam Morrow.
o indígena encontró en el monte o en el bos­ M ONTAÑEZ GÓMEZ, G.; D ELGADO MA-
que lejano una estatuilla de algún santo o H EC H A , O. (1998): “Espacio, territorio y
virgen, no considerados católicos, sino una di­ región: Conceptos básicos para un proyecto
vinidad de los antepasados. De este modo se nacional”. Cuadernos de Geografía, Revista del
dio a conocer a los demás, y todos se congre­ Departamento de Geografía de la Universidad
garon en torno a un territorio común bajo la Nacional de Colombia, VII (1-2): 120-134.
tutela de estas imágenes, puestas en casas es­ NATES CRUZ, B. (2001): “Reapropiación y ar­
peciales hechas de paja o materiales sencillos, ticulación sociocultural de santos y vírgenes
que son —según sus narraciones—el verdadero católicos en los Andes Colombianos”. Les A r­
origen de sus poblados (Nates C ruz, 2001; chives des Sciences Sociales des Religions, 113.
Nates Cruz et al., 2003). www.assr.revues.org
Otra ilustración la podemos encontrar en NATES CRUZ, B.; JARAMILLO SALAZAR, P.;
lo que, hacia 1956, cuenta Margaret Mead so­ H ERN ÁND EZ PULGARIN, G. (2003): Más
bre cómo los pobladores de Manus, en el sur allá de la historia. Sentidos de pertenencia, sociali­
del Pacífico, al entrar en contacto directo con zación y economía en el concepto de pueblo. Mani-
los estadounidenses durante la Segunda Gue­ zales: Editorial de la Universidad de Caldas.
rra Mundial, tuvieron acceso a nuevos siste­
Beatriz Nates Cruz
mas de comportamiento y nuevas maneras de
organizar la sociedad. Los manus a partir de
Véanse además COLONI ALISMO Y AN­
esta experiencia desterritorializaron lo que
TI COLONIALISMO, Comunidad transna­
quedaba y reterritorializaron organizando
cional, CULTURA, Derecho de injerencia,
una nueva sociedad que estaba más acorde
DIFERENCIA Y DESIGUALDAD, Elites
con el mundo exterior. “No esperaron a que el
cosmopolitas, Esclavitud, Esfera mediática,
cambio les alcanzara, ni fueron desplazán­
Espacio red, ESPACIO-TIEMPO, Espacios
dose en grupos pequeños hasta desaparecer
locales, E S T A D O - N A C I Ó N , Etnicidad,
entre los hombres blancos. Se reunieron y es­
FRONTERA, Fronteras económicas, Fron­
bozaron una sociedad desde sus cimientos.
teras políticas y religiosas, Fronteras simbóli-
Esto lo hicieron al parecer cambiando cosas
cas, Global y local, GLOBALIZACIÓN,
que representaran una franja relativamente
ID E N T ID A D , MIGRACIONES, M O VI­
superficial alrededor de un núcleo más esta­
LIDAD, Nacionalidad, Naturalización, No­
ble y persistente” (Hall, 1989: 99).
madismo y turismo, PATRIMONIO, T E -
RRITORIOS, Traducción.
Bibliografía
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Diferencia y desigualdad
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lation. Paris: Editions Gallimard-Seuil. mismo plano. Ambos son de carácter relativo
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das, Estrategias para entrar y salir de la moderni­ de elementos entre sí; pero el criterio en el que
dad. México: Editorial Grijalbo. se basa la comparación no es el mismo en los
GEIGER, P. (1996): “Des-territorializaçâo e espa- dos casos. Para pensar estas nociones, así co­
cializaçâo”, VV. AA., Territorio: Globalizaçâo e mo las ecuaciones existentes entre ellas, pode­
Diferencia y desigualdad 68

mos comenzar por invocar el par de términos las clases, la situación de las personas por su
ante el que se colocan en una relación de anto- posesión y control de recursos. Así, además de
nimia. Así, “ ‘igual’ no se opone a ‘diferente’ contemplar en la dimensión económica la es­
sino a ‘jerarquizado’; ‘diferencia’ no se opone fera de la distribución y del consumo, aparte
a ‘igualdad’ sino a ‘idéntico’, a ‘sim ilitud’ ” de la productiva, la perspectiva weberiana la
(San Rom án, 1996: 134). Aquí se prestará articula también con factores sociales y polí­
atención a los criterios implicados en algunos ticos como los de estatus, autoridad y poder,
usos de estos términos y, en segundo lugar, se considerando estos ámbitos convertibles en­
atenderá a las articulaciones existentes entre tre sí. Las credenciales escolares y políticas o
ellos, una vez que “así como la similitud no la cartera de conocidos, por ejemplo, pueden
supone necesariamente igualdad, así las dife­ convertirse en poder adquisitivo (Weber,
rencias no son todas generadoras de desigual­ 1978; D ahrendorf, 1959; Parkin, 1979). Se
dades” (opus cit., 1996: 135). trata de una visión amplia y polifacética de las
desigualdades de clase, que se establecerían
en función de diversos criterios, tales como la
Estratificación y clases sociales
propiedad, el poder adquisitivo, la formación
Con la palabra desigualdad se hace refe­ académica, las relaciones sociales o el pres­
rencia a derechos, a la distribución del poder tigio. Ante la creciente complejidad de las
y de la riqueza, al acceso a recursos y recom­ estructuras de desigualdad en el sistema capi­
pensas materiales o simbólicas. En este senti­ talista —por ejemplo, a través de la ascensión
do, la idea de desigualdad se ha expresado de capas de la nueva pequeña burguesía, pro­
sobre todo a través de las nociones de estrati­ tagonizada por personajes como ejecutivos,
ficación social -o de jerarquía, cuando este técnicos, intelectuales, etc.—, los teóricos neo-
término se emplea como sinónimo de aqu él- marxistas incorporan también en su lectura
y de clases sociales. En la teoría social la no­ de las clases sociales dimensiones extra­
ción de estratificación tiende a ser más des­ económicas, destacadas por W eber (Althus­
criptiva, ordenando las diferentes posiciones ser, 1972; Poulantzas, 1975; W right, 1989),
sociales de manera vertical en función de in­ abriendo el camino a otras perspectivas de
dicadores y criterios simples como, por ejem ­ síntesis sobre la desigualdad —es el caso de
plo, ingresos, profesión u ocupación, estilo de Pierre Bourdieu (1979, 1989), por indicar uno
vida y, a veces, de otros aún más específicos: de los más sobresalientes.
tiempo libre o cuidados m édico-sociales... Pero las nociones de estratificación y de
Tal como sugiere el propio recurso a la metá­ clase social no se han distinguido entre sí sólo
fora geológica de “estrato”, al caracterizar a desde estos aspectos analíticos. También se las
una sociedad como un conjunto de capas so­ ha puesto en correspondencia con sociedades
brepuestas, las teorías de la estratificación, de reales, según el esquema dicotòm ico de la
raíz estructural-funcionalista, tienden a con- “gran división”: Nosotros/Otros, prim iti-
ceptualizar la desigualdad de forma estática y vo/#moderno o simple/complejo. Por un la­
a encararla como un dato, un aspecto consti­ do, se perfilarían las sociedades sin *Estado,
tutivo de cualquier contexto social que pre­ con una estratificación social elemental, basa­
sente alguna diferenciación de funciones da en ^desigualdades “naturales” de edad y
(Parsons, 1949; Merton, 1996; Bell, 1973). La sexo; por otro, las sociedades con Estado, je­
noción de clase, por su parte, se deriva de rarquizadas en clases. A partir de los años se­
perspectivas que destacan su carácter históri­ senta, los antropólogos marxistas vinieron a
co y el conflicto o las contradicciones subya­ relativizar esta oposición que hacía corres­
centes a ella, lo cual suele asociarla a un ponder categorías analíticas a tipos de socie­
cuestionamiento de los propios fundamentos dad. Al desplazar el eje del análisis de las
de las estructuras de desigualdad (Silva, relaciones sociales, descentrándolo de la esfe­
2006). En el concepto de clase se utiliza tanto su ra de la producción y ampliándolo a la de la
acepción de raíz marxista, como más webe- reproducción (Terray, 1969), identificaron
riana. Las aproximaciones de tradición m ar­ antagonismos de clase en sociedades “sim­
xista ponen más énfasis en el lugar que los ples”; por ejemplo, entre los miembros de ma­
individuos ocupan en la esfera económica de yor edad de los linajes, por un lado, y los
la producción, concretamente en relación al jóvenes y las m ujeres, por otro. En conse­
control de los medios de producción, m ien­ cuencia, entre grupos de sexo y edad también
tras las orientaciones weberianas privilegian, se podría constatar un reparto desigual de los
como criterio de clasificación y definición de medios de producción y de las relaciones de
69 Diferencia y desigualdad

^explotación, susceptible de configurar rela­ fenómeno casta no era tanto de orden cultural
ciones de clase —para un debate sobre esta —la religión, los valores—, ya que, por ejemplo,
cuestión, véanse, entre otros, Meillassoux, los cingaleses budistas, de religión no hindú, y
1975; Bonte, 1976; Rey, 1977—. Así el estudio otros grupos culturales próximos a la India
de sociedades exóticas ha contribuido a una también se organizaban en castas. Ese criterio
reformulación de la propia categoría marxis- era más bien de orden estructural. Como fe­
ta de clase como cuadro comparativo que ne­ nómeno de m orfología social, el fenómeno
cesitaba ajustarse a la lectura de sociedades no panindio de las castas presentaba característi­
capitalistas. cas específicas que lo distinguían de las socie­
dades de clases y de las aristocracias, tales
como la interdependencia orgánica, las mo­
Jerarquía y casta
dalidades de competencia —intra y no inter­
Otra de las nociones a través de la que se casta—y las lógicas de la endogamia y otras
expresa la idea de desigualdad ha sido tam ­ estrategias de cierre —que estaban en vigor en
bién objeto de asociación, en la teoría antro­ todos los grupos y no sólo en los superiores
pológica, a una sociedad concreta, a un lugar: frente a los inferiores.
se trata del concepto de jerarquía y de su aso­ La reflexión sobre la casta como expresión
ciación a la civilización india (Appadurai, de desigualdad fue de esta manera suscitando
1988). Pero en el sistema de castas, que el con­ diversos debates. Com o ocurre en muchos
cepto de jerarquía vino a caracterizar, se puso otros casos, la dificultad reside en conseguir
de relieve la alteridad de este fenómeno en identificar las especificidades de un fenóme­
relación a formas de desigualdad “occi­ no sin caer en la exotización, que hace de las
dentales”, lo cual llevó a que la casta fuese diferencias en relación a otras sociedades el
considerada como algo más que una forma de único eje de comparación, no atendiendo su­
estratificación social llevada al extremo. ficientemente a las semejanzas. Este error y el
Louis Dumont (1966) consideró el sistema de de brahm anocentrism o son precisamente
castas sobre todo un sistema de valores, basa­ el objeto de una de las críticas dirigidas a D u­
do en la oposición entre puro e impuro y en la mont y a otros indianistas. No había una, sino
interdependencia entre estas dos categorías, varias visiones de la jerarquía ligadas a la
que estarían encarnadas por brahmanes e in­ ^identidad de cada casta. Ninguna casta se
tocables como polos simétricos de un trayecto consideraba intrínsecamente inferior a otra o
jerárquico. Pero esta oposición era de natura­ parte de una jerarquía englobante en la que
leza religiosa, y la jerarquía que de ella se de­ cada una participaba en el sustentamiento del
riva estaba disociada de las materialidades del sistema como un todo (Gupta, 2005). Esta lec­
poder: el poder no se localizaría en la cima de tura se derivaba muy probablemente de una
la jerarquía de castas, sino en su centro, en los sobrevaloración de la versión brahmánica de
escalones intermedios. El pensamiento jerár­ la jerarquía que, en efecto, privilegia el crite­
quico y la ideología holística de la que se deri­ rio de la pureza y de la contaminación. Pero
vaba el sistema de castas, en el que la totalidad las justificaciones brahmánicas de superiori­
se sobrepone a los elementos constituyentes, dad e inferioridad no eran de naturaleza dife­
fueron contrastados por D um ont con los rente, ni sociológicamente más válidas que las
valores igualitarios y con el individualismo narraciones míticas de otras castas que invo­
prevalecientes en la ideología “occidental” can un pasado glorioso y reivindican a partir
moderna. de él su propia superioridad. Según esta vi­
De acuerdo con esta perspectiva, el con­ sión crítica, lo que ocurre es que habían sido
cepto de casta estaba vinculado a una realidad ésas las versiones privilegiadas por los estu­
particular y era abusivo emplear este término diosos indianistas. A fin de cuentas, se trataba
a propósito de cualquier tipo de m anifesta­ de tensión y com petición políticas y no de
ción rígida y acentuada de desigualdad, como concordancia o de aquiescencia ideológica
a veces sucede en el discurso coloquial y en los por las castas más bajas en su papel subal­
medios de comunicación. Esta posición, se­ terno.
gún la cual el término casta describía mal Sin embargo, hay que considerar otras ra­
otras realidades y no podía ser usado como zones para esta invisibilidad de las discordan­
equivalente del exponente máximo de algo cias relacionadas con el orden jerárquico, más
universal —la desigualdad—, fue también la de allá de eventuales problemas de perspectiva
Edmund Leach (1960), pero por razones dife­ implicados en los estudios indianistas. Tales
rentes. El criterio que otorga su especifidad al razones tienen que ver también con una mu-
Diferencia y desigualdad

tación histórica, con las transformaciones Aspects o f Cast in South India, Ceylon and
económicas y políticas ocurridas en la India North-West Pakistan. Cambridge: Cambridge
contemporánea. Si la invisibilidad de la con­ University Press.
testación ha prevalecido durante mucho M EILLASSOUX, Claude (1975): Femmes, G re­
tiempo, eso se debe asimismo al hecho de que niers et Capitaux. Paris: Maspero.
las relaciones entre las castas se procesaban MERTON, Robert (1996): On Social Structure and
exclusivamente dentro de los límites de una Science. Chicago: The University of Chicago
economía rural de aldea cerrada, que no deja­ Press.
ba a las castas subalternas margen de mani­ POULANTZAS, Nicos (1975): Classes in Contem­
obra. La disolución de esta economía, el porary Capitalism. London: NLB.
*éxodo rural, los cambios jurídicos para pro­ SAN ROMÁN, Teresa (1996): Los muros de la se­
mover una mayor igualdad consagrados en la paración. Ensayo sobre alterofobia y filantropía.
Constitución de la India independiente, la Barcelona: Tecnos-Universitat autónoma de
multiplicación de organizaciones de casta, Barcelona.
entre otros factores, se conjugaron para per­ TERR AY, Emanuel (1969): L e Marxisme Devant
A

mitir la expresión de la competición en ámbi­ les Sociétés Primitives. D eux Etudes. Paris:
tos abiertos y de mayor proyección, sin miedo Maspero.
a ofender a los superiores y a los poderosos. Es W EB ER , Max (1978): Economy and Society. An
en este contexto en el que autores como Di- Outline o f Interpretative Sociology. Berkeley:
pankar Gupta (2005) alegan que la casta se University of California Press.
manifiesta ahora más como identidad que co­ WRIGHT, Erik Olin (1989): “The Comparative
mo sistema. Ello quiere decir que, al colapso Project on Class Structure and Class Cons­
del sistema de castas, según existía en la eco­ cience: An Overview”. Acta Sociológica, 32 (1):
nomía cerrada de la aldea, le habría corres­ 3-22.
pondido el ascenso ruidoso de las identidades
Manuela Ivone P. da Cunha
de casta en el ámbito político nacional. Tam ­
bién es así porque la participación de las cas­
tas en la política no se dio en el sentido de Véanse además Acciones afirmativas, ALTE-
eliminar la casta, sino en el de usarla como un RIDAL), Apartheid, Centro-periferia, CIU ­
instrumento de cambio social. Esto es, la de­ DADANÍA, Ciudadano, C O L O N IA L IS ­
mocracia ha proporcionado una afirmación MO Y ANT1 COLONIALISMO, COMU-
sin complejos de la casta, pero no ha conduci­ NIC A ( A() N , C om un idad t ran sn ac io nal,
do a la contestación de la propia categoría Comunitarismo, CONSUMO CULTURAL,
“casta”. Por el contrario, la ordenación verti­ Criollización, CULTURA, DE, R E O IOS
cal de las castas en la jerarquía de la pureza ha HUMANOS, DESARROLLO, Desterrito-
sido sustituida por una consolidación hori­ rialización, Diferencias naturales y diferen­
zontal de estas categorías. cias sociales, Diferencias sociales y diferencias
culturales, Idiferencias sociolingüísticas y des­
igualdad, Discriminación positiva, DISCRI­
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71 Diferencias naturales y diferencias sociales

lismo en los estudios étnicos, Multilingüismo, piensan ni se movilizan de la misma manera


Muítilocal. Nacionalismo, Naturalización, en diferentes contextos culturales.
Neocolonialismo, NUEVOS MOVI MI EN­ Una vez recorrido el camino de desnatu­
TOS SOCIALES, PATRIMONIO, Pluralis­ ralización analítica de algunas desigualdades,
mo sincrónico, POSMODERNIDAD, Ra­ es decir, desmontada la base natural de las di­
cismo v neorracismo, RELACIONES Y ferencias consideradas como fuente de des­
PROCESOS INFORMALES, Relaciones y igualdades sociales, cabrá preguntarse en qué
procesos informales políticos, Revolución medida este tipo de ejercicio es susceptible de
téc nico - cornunica 11 va, S ABER Y SABERES, ser puesto al servicio de las reivindicaciones
Segregación, Sociedad de la inlormación y ^cívicas de igualdad de derechos. Aunque sea
del conocimiento. Sujeto intercultural, T E ­ evidente su utilidad para promover una pers­
RRITORIOS, TRABAJO , Traducción, pectiva distanciada y crítica sobre lo que de
VIOLENCIA POLÍTICA, Violencia políti­ otro modo tiende a pasar por ineluctable, al
ca. Tipos, Xenofobia y xenofilia. mismo tiempo corre el riesgo de convertirse
en una trampa si se esgrime imprudentemen­
te en la esfera pública: situar los debates *ciu-
Diferencias naturales dadanos, de carácter eminentemente político,
en continuidad directa con el conocimiento
y diferencias sociales sobre la naturaleza y así reforzar inadvertida­
mente la idea de que es ésta el árbitro último
Las diversas formas de *desigualdad enu­ de las discusiones sobre lo que pueden y de­
meradas en D IF E R E N C IA Y D E S IG U A L ­ ben ser los derechos y deberes de personas, ca­
D A D se encuentran interseccionadas con tegorías y grupos. La igualdad, por tanto, sólo
categorías de diferencia que pueden configu­ sería legítima siempre que la desigualdad no
rar por sí mismas tipos específicos de des­ tuviera base natural alguna. En este sentido
igualdad, no totalm ente reductibles a las sería consecuentemente indispensable el im ­
primeras. Es el caso de las categorías “racia­ prim a tur legitimador de la ciencia. Pero ¿y si,
les”, de edad y género. Estas categorías vienen por mera hipótesis, la ciencia viniera a sos­
a segmentarlas —a una misma inserción de tener lo contrario, que la esencia de las
clase, por ejem plo, pueden corresponderle desigualdades sociales se encuentra en las di­
desigualdades de poder entre hombres y mu­ ferencias naturales? ¿Hasta qué punto se­
jeres— y al mismo tiempo son segmentadas ría aceptable, en consecuencia, la revisión
por ellas -la experiencia de las mujeres no es de principios democráticos? Los riesgos del
uniforme, difiriendo según las inserciones de cientifismo aquí implícito pueden ilustrarse
clase-. En consecuencia, la similitud no con el caso de la m ilitancia antirracista en
implica igualdad. Este primer conjunto de nombre de la ciencia, que en el presente —pe­
categorías de diferencia hace referencia a ca­ ro no en el pasado—afirma la unicidad genéti­
racterísticas ^naturales. Sin embargo, esto no ca del género humano y la inexistencia de
quiere decir que se deriven naturalmente de “razas”. Este combate cívico, si se desarrolla
éstas. No todas las diferencias naturales se re­ únicamente sobre esta base, incurre en una si­
visten de significado —se convierten en social­ m etría peligrosa, pues acaba por reflejar las
mente visibles—ni todas son generadoras de tesis racistas que hacían derivar la desigual­
desigualdad. Es lo que ocurre en el caso histó­ dad social de las diferencias biológicas y que­
rico, en lo que se refiere a la formulación de da cautivo del discurso genético, al cual por
las clasificaciones “raciales”, de la racializa- principio trasciende.
ción de ciertas características físicas y no de
otras, no menos prominentes pero que han
Edad
permanecido socialmente neutras. En conse­
cuencia, la propia visibilidad de la apariencia La edad es un modo de evaluación rela­
física puede ser más el resultado de una cons­ cionado con el desarrollo físico del individuo
trucción ideológica que un dato inm edia­ y con la sucesión de etapas socialmente signi­
to (Wade, 1993). En muchas ocasiones lo ficativas en las que aquél se manifiesta. Como
que está en juego no es la naturalidad de las objeto demarcado culturalmente que es, la re­
diferencias, sino la naturalización de las de­ ferencia a la edad resulta variable y sus moda­
sigualdades sociales como forma de legiti­ lidades son múltiples. Tanto puede situar al
marlas y perpetuarlas (Stolcke, 1993). En individuo, considerado en su existencia par­
cualquier caso, las diferencias naturales no se ticular, como servir de base para la definición
Diferencias naturales y diferencias sociales 72

de categorías sociales y la constitución de gru­ los masai en Tanzania y Kenia, no es el único


pos; tanto puede implicar la periodización de modo de constitución de clases de edad; otro
etapas del ciclo de vida, de la infancia a la ve­ criterio es de orden generacional, en la medi­
jez, como las posiciones relativas de indivi­ da en que lo decisivo es la pertenencia de pa­
duos entre sí. En este sentido pueden existir dre e hijo a clases de edad distintas. La edad
desigualdades fundadas sobre principios de genealógica prevalece en este caso sobre la
senioridad y ancestralidad, como es el caso en cronológica. Teniendo en cuenta que cada
varias sociedades de linajes, es decir, basadas clase de edad va progresando a lo largo de su
menos en la edad cronológica per se, en térmi­ existencia por diversos grados, que enmarcan
nos absolutos, y más en la proximidad genea­ diferentes funciones sociales desempeñadas
lógica entre vivos o con los muertos. En las por los individuos, la conciliación de estos dos
sociedades de linajes los vínculos de los ma­ aspectos puede resultar más com pleja de lo
yores con los más jóvenes son también, en que se podría suponer.
general, una relación de autoridad y de de­
pendencia que pasa por el importante control
Sexo y género
que los primeros atesoran sobre la reproduc­
ción y la circulación e, indirectamente, sobre La desigualdad también puede formular­
la reproducción cuando este control tiene im­ se en relación al género. Invirtiendo la pers­
plicaciones en las compensaciones matrimo­ pectiva de esta formulación, el género ha sido
niales debidas por los más jóvenes. definido, de hecho, como una forma de des­
En algunas de estas sociedades la edad igualdad, por lo que el estudio del género se­
puede convenirse en un principio organiza­ ría por inherencia un análisis de las relaciones
dor central de la vida social, condicionando de poder asimétrico (O rtner y W hitehead,
de manera global no sólo los principales acon­ 1981; Collier y Yanagisako, 1987). En la ac­
tecimientos de la existencia del individuo, si­ tualidad, esta consideración no implica, como
no que también puede definir estatus, cargos en tiempos conllevó, el presupuesto simple de
políticos, funciones, derechos y obligaciones. la dominación universal de las m ujeres por
En estos contextos la vida social y económica los hombres, ni el de la universalidad de las
está regulada por la transición sincronizada nociones de género que afirman la superiori­
de un conjunto de personas de una etapa a dad masculina y la inferioridad femenina. Es­
otra. Se trata ce los sistemas de clases de edad, ta subordinación, como llegó a pensarse, se
que combinan un principio jerárquico, rela­ derivaría de la capacidad reproductora de las
cionado con las diferencias etarias, con un mujeres, que induciría en todas las épocas y
principio igualitario que gobierna las relacio­ en todos los lugares a una desvalorizante aso­
nes de copertenencia a una misma clase de ciación simbólica con la naturaleza y la esfera
edad (Bernardi, 1985; Hábeles y Collard, privada o doméstica. Los hombres, por su
1985; Stewart, 1977). Sin embargo, hay que parte, representarían universalmente la cul­
precisar que normalmente estos grupos com­ tura y la esfera pública (Rosaldo y Lamphere,
prenden sólo individuos del mismo sexo. En 1974). Una perspectiva comparativa más
el caso de esta configuración social, constata­ atenta a las diferencias culturales y sociales vi­
da en diversas regiones del globo, pero con no a evidenciar, no obstante, no sólo una ma­
presencia destacada sobre todo en varios paí­ yor complejidad y diversidad de formas en
ses del Africa oriental —en parte porque aquí este ámbito, sino también que esos dos presu­
una determinada clase de edad gana presen­ puestos están en parte estrechamente ligados
cia mucho mas allá del nivel *local, proyec­ a construcciones ideológicas y esquemas “oc­
tándose a escala #nacional—, las categorías cidentales” de pensamiento. Se trata de
colectivas definidas con base en el factor edad esquemas dicotómicos tales como cultura/ na­
tienen, pues, verdaderamente una expresión turaleza, público/privado, producción/repro-
institucional, lo cual no ocurre con la noción ducción. Es más, esas dicotomías se
de generaciones. Se entiende por clase de encuentran organizadas siempre de manera
edad un grupo de individuos nacido en un asimétrica: la cultura figura en ellas como
mismo intervalo de tiempo, periodo éste va­ superior a la naturaleza, la esfera pública
riable y socialinente determinado. Puede tra­ masculina engloba el ámbito doméstico feme­
tarse del intervalo comprendido entre dos nino. En este marco, el pensamiento sobre la
rituales colectaos de iniciación de adolescen­ diferencia de género sería, pues, en principio
tes. Pero este criterio de coiniciación pubes­ jerarquizador e incapaz de reconocer, según
cente, popularizado por el conocido caso de los contextos, la igualdad entre los géneros, lo
73 Diferencias naturales y diferencias sociales

mismo que admite la desigualdad; de identi­ relativismo un tanto simétrico, la ideolo­


ficar semejanzas, a la vez distingue diferen­ gía androcéntrica en sociedades diferentes
cias. El problema de la desigualdad es por considerar que las mujeres tendrían un
también indisociable de la cuestión de la re­ poder real, aunque discreto, por detrás del
presentación de las mujeres y desde luego es­ poder visible, pero superficial de los hombres.
tá inscrito en ella, como la antropología En este caso la cuestión es saber si las mujeres
feminista ha destacado. No sólo se ha descui­ detentan, sobre los hombres y la sociedad, el
dado a las mujeres en cuanto objeto de aten­ poder de decisión global que éstos muchas ve­
ción etnográfica, quedando sus actividades ces tienen sobre las mujeres y la sociedad, o si
invisibles o subevaluadas, sino que tampoco ellas poseen poder esencialmente en el domi­
se las representaba como actores plenos de la nio que se les atribuye (Mathieu, 1991). Final­
vida social, habiendo permanecido durante mente, el par binario naturaleza/cultura, y su
mucho tiempo sin voz. asociación a un contraste entre los sexos, han
Ahora bien, la dicotomización que ha es­ visto cuestionados su contenido y universali­
tructurado la representación del género está dad, una vez que también han sido considera­
lejos de ser universal. Además, la cuestión de dos una particularidad “occidental” imputada
la subordinación de las mujeres no se plantea a otras visiones del mundo (M acCormack e
en los mismos términos en las sociedades Strathern, 1980). Lo mismo sucede con el ali­
igualitarias (Leacock, 1978), sin jerarquía po­ neamiento simbólico de las mujeres con la na­
lítica, donde el poder no se concibe como turaleza, de las mujeres con la reproducción y
fuerza coercitiva y las mujeres controlan su de ésta con la naturaleza: ninguna de estas
^trabajo y lo que de él resulta. Como han des­ asociaciones culturales se puede generalizar
tacado diversos antropólogos, el conjunto de universalmente. Así lo señalan Collier y Ro-
dicotomías referido más arriba es menos una saldo (Ortner y Whitehead, 1981).
característica de los universos culturales es­ El modo en que el binomio naturaleza/
tudiados que del discurso desarrollado sobre cultura está presente en la propia articulación
éstos. Es el caso de la oposición entre pro­ entre sexo y género es menos lineal de lo que
ducción y reproducción, que se basa en la ten­ se pensaba en un principio. El término “géne­
dencia “occidental” a m arcar la distinción ro” fue introducido por los estudios feminis­
entre la producción de personas y de cosas tas para designar la construcción social de
(Collier y Yanagisako, 1987) y a radicar en esa la diferencia entre hombres y mujeres —por
diferenciación la idea de la “naturalidad” de ejem plo, sus respectivas actividades y com ­
la división sexual del trabajo. Es más, la con- portamientos o aquello que se entiende por
ceptualización naturalista de las mujeres con “m asculino” y “fem enino”—, y para distin­
la que se relaciona ha estado en la base de un guirla de la diversidad biológica entre ambos,
análisis económico distorsionado del trabajo referida con el término “sexo”. El género co­
de aquéllas —y, en consecuencia, de la produc­ mo construcción simbólica sería cultural­
ción en su conjunto—al privilegiar las tareas mente variable, frente al hecho universal de
reproductivas que desempeñan en detri­ las diferencias naturales de sexo. Sin embar­
mento de otras (Mathieu, 1991). En cuanto a go, las categorías de género “m asculino” y
la dicotomía público/privado, no todas las so­ “fem enino” no son necesariamente simples
ciedades la elaboran y se puede situar históri­ comentarios o prolongaciones culturales de
camente (Leacock, 1978). De la misma forma, las diferencias biológicas entre hombres y
este binomio no recubre uniformemente las mujeres, ni las diversidades de sexo son for­
mismas realidades —la noción de privado pue­ zosamente la base universal a partir de la cual
de referirse a la persona, no a un grupo do­ se generan las distinciones de género (Collier
méstico; la idea de público no siempre se y Yanagisako, 1987). En otros contextos cul­
puede reducir a la de político—; tampoco co­ turales, las diferencias de género también
rresponde necesariamente a una distribución pueden naturalizarse o radicarse en el cuerpo,
de actividades masculinas y femeninas, ni a pero de manera diversa y sin que esa naturali­
una jerarquización que revaloriza unas —las zación corresponda a la agregación específica
de las m ujeres—y devalúa otras —las de los de ingredientes que componen la noción occi­
hom bres- (Overing, 1986). Se impone, no dental de sexo —una construcción que aglo­
obstante, una precisión en este punto. Una co­ mera en una misma unidad aspectos diversos,
sa es revelar el *etnocentrismo y el androcen- tales como elementos anatómicos, funciones
trismo presentes en las propias categorías biológicas, y que produce categorizaciones se­
analíticas utilizadas, y otra subestimar, con un xuales binarias—. A pesar de reconocidas, las
Diferencias sociales y diferencias culturales 74

diferencias genitales y de papeles reproducti­ STEW ART, Frank Henderson (1977): F u n da ­


vos entre hombres y mujeres pueden ser me­ mentals o f Age-Group Systems. New York: Aca­
nos relevantes, en las categorizaciones demic Press.
sexuales emprendidas por otras sociedades, STO CKLE, Verena (1993): “Is Sex to Gender as
que otros aspectos de la fisiología del cuerpo. Race is to Ethnicity?”, en T. del Valle (ed.),
Es lo que ocurre, por ejemplo, con la carne y Gendered Anthropology. London: Routledge.
el hueso, entendidos como femenino y mas­
Manuela Ivone P. da Cunha
culino, entre los khumbo de Nepal (Diem -
berger, 1993). Pero en este caso, en lugar de
realzar diferencias entre cuerpos, las nociones Véanse además A L T E R I D A D , C I U D A ­
de distinción sexual subrayan aspectos dife­ DANÍA, Ciudadano, CONSUMO C U L T U ­
rentes contenidos en cada cuerpo. Desde esta RAL, Criollización, D ERECH O S H UMA­
perspectiva se argumentó más tarde que, en NOS, DIFERENCIA Y DESIGUALDAD,
último término, ¡a distinción analítica entre Diferencias sociales y diferencias culturales,
sexo y género tal vez fuera innecesaria —e in­ Discriminación positiva. Espacios locales, ES-
cluso reedite, a otro nivel, el tipo de naturali­ TA D O -N A C 1<>N , ESA E 1*E( )TI POS Y
zación que en un principio sirvió para ESE N ( : IALIZA( : IÓ N , EST I ( M A , Etno-
j

cuestionar—, pues la noción de “sexo” en sí centrismo v relativismo cultural, Global y lo-


misma está modulada por construcciones cul­ cal, Homoíobia y heterofobia. IN T E G R A -
turales particulares (Collier y Yanagisako, CI( )N, Integración educativa, Intcrculturali-
1987; Butler, 1999). dack Migraciones. Teoría macro, Migraciones
y racismo, MINí )RÍ AS, KSTEREOT1 POS Y
ESENCIALIZACION, Etnocentrismo y re­
Bibliografïa lativismo cultural. Naturalización, Nomadis­
mo y turismo, Plunnacionalidad, Racismo y
BERNARDI, Bernardo (1985): Age Class Systems. neorracismo, RELACIONES Y PROCESOS
Cambridge: Cambridge University Press. INFORMALES, Relaciones y procesos infor­
B U T LER , Judith (1990): Gender Trouble: F em i­ males económicos, SABER Y SABERES, Ma­
nism and the Subversion o f Identity. London: jes y sistemas de movilidad.
Routledge.
CO LIER, Jane F.; YANAGISAKO, Sylvia J.
(eds.) (1987): Gender and Kinship. Essays To­ Diferencias sociales
ward a Unified Analysis. Stanford: Stanford
University Press. y diferencias culturales
D IE M B E R G E R , Hildegard (1993): “Blood,
Sperm, Soul and the Mountain. Gender Rela­ De la misma manera que algunas *des-
tions, Kinship and Cosmovision among the igualdades han sido Naturalizadas, otras han
Kumbo”, en T. del Valle (ed.), Gendered sido *culturalizadas, esto es, se atribuyó a di­
Anthropology. London: Routledge, 88-127. ferencias culturales aquello que muchas veces
LAECOCK, Eleanor (1978): “Women’s Status in se debe, sobre todo, a disparidades sociales.
Egalitarian Societies: Implications for Social La lógica esencialista es la misma en ambas
Evolution”. Current Anthropology, 19: 247-75. conversiones, tal como el efecto de escamoteo
MacCORMACK, Carol; STRA TH ERN , Ma­ de estructuras de desigualdad. Este es uno de
rilyn (eds.) (1980): Nature, Culture and Gender. los tres principales problemas que pueden
Cambridge: Cambridge University Press. afectar al análisis de las relaciones entre dife­
M ATH IEU, Nicole-Claude (1991): L!Anatomie rencias sociales y culturales. La confusión en­
Politique. Catégorisations et Idéologies du Sexe. tre estos dos planos se ha manifestado, por
Paris: Côté Femmes. ejemplo, en la tendencia a exotizar la pobre­
MOORE, Henrietta (1988): Feminism and Anthro­ za, atribuyendo a una inserción *étnica o a
pology. Cambridge: Polity Press. una opción cultural aspectos del modo de vi­
O RTN ER, Sherry; W H IT E H E A D , Harriet da tales como las condiciones precarias de vi­
(eds.) (1981): Sexual Meanings. The Cultural vienda de una comunidad dada en barrios de
Construction o f Gender and Sexuality. Cam­ chabolas (Bourdieu, 1993; Cunha, 2002). La
bridge: Cambridge University Press. distancia social se ve también amplificada y
ROSALDO, Michelle; LA M PH ER E, Louise transformada en inconmensurabilidad, cuan­
(eds.) (1974): Woman, Culture and Society. do se suprime del abanico de las motivaciones
Stanford: Stanford University Press, 67-88. posibles de un comportamiento los factores
75 Diferencias sociales y diferencias culturales

socioeconómicos y se lo reduce desde un prin­ de abordaje de la cuestión, en la que los


cipio a una mentalidad #“otra” o a rasgos psi- pobres figuran menos como un conjunto es­
cosociales específicos, como puede ser la tadístico de individuos que como una cate­
“orientación hacia el presente”. goría social con contenido ontològico.
Este fue uno de los problemas que afectó En el extremo opuesto se sitúa otro tipo de
a la noción de “cultura de la pobreza”, una equívocos en los que incurrieron precisamen­
construcción que también ilustra un segun­ te algunos de los críticos de Lewis (Valentine,
do tipo de equívocos analíticos que rodean 1961; Leeds, 1971), al encarar la reproducción
esta cuestión: aquel que consiste en desco­ de las relaciones de clase únicamente como un
nectar por completo los procesos culturales efecto mecánico, directo y sobredeterminado
de los económicos y políticos. Según Oscar de las estructuras de desigualdad. Varias et­
Lew is (1966), que propuso tal concepto, se nografías han demostrado que no es así, al po­
habría generado un conjunto particular de ner de relieve los procesos de carácter cultural
comportamientos, valores e ideas como res­ implicados en esa reproducción (Howe, 1990;
puesta adaptativa a la *marginalidad econó­ Willis, 1977). Es más, la antropología abando­
mica y, una vez constituida, esa cultura se nó hace mucho tiempo la noción cosifícante
perpetuaría de forma autosostenida, inmune de cultura que orientó la idea de “cultura de
al cambio y condenando por sí misma a los la pobreza” y que la distinción analítica entre
pobres en la m iseria. A despecho de las “cultura” y “respuesta situacional” —una pri­
intenciones de Lew is, la “cultura de la mera tentativa de resolver los problemas que
pobreza” abrió un cam ino a la exclusiva tal concepto implicaba—no había contribuido
responsabilización de los pobres de su subal- a superar. Más bien había creado una falsa di­
ternidad, dados los valores contraproducen­ cotomía, una vez que la cultura no debe
tes por los que se regirían, llegándose a entenderse como un arcano núcleo fijo de
juzgar inútil cualquier intervención en el valores, sino como un proceso ligado a la acti­
sentido de m ejorar su condición, por ejem ­ vidad social, por lo que, en consecuencia,
plo, a través de programas sociales. El tipo también es en buena medida contextual y re­
de apropiación de la que esta noción ha sido creada continuamente en la práctica. Tenien­
objeto ilustra perfectamente la polarización do esto en cuenta, estudios recientes han
ideológica existente en torno a los estudios procurado analizar modos de vida ligados a la
sobre la pobreza, especialmente en el caso de pobreza como algo que representa más que
E E . UU. Esta noción también entronca con una respuesta pasiva a constreñimientos es­
la propia organización de las categorías cul­ tructurales, y que es susceptible de exacerbar
turales a través de las cuales la diferencia una marginalidad social impuesta por esos
tiende a ser pensada ah í, y con el modo en constreñimientos (Day, Papataxiarchis y Ste­
que a h í se establecen las ^identidades socia­ wart, 1999). La recuperación de la idea de
les, donde sobresale la tendencia a subsumir “orientación hacia el presente” es central en
la identidad de clase en étn ico-“racial” y a esos abordajes, aunque los riesgos de cosifica-
que la condición de clase sea el último factor ción y de sociocentrismo, identificados hace
invocado para explicar la pobreza y la impo­ mucho tiempo por Elliot Liebow (1967), no
tencia social (Ortner, 1998). Cuando no lo es, estén definitivam ente apartados (Cunha,
adquiere a veces un carácter sui generis, co­ 2002). En todo caso, están atentos al tercer
mo en la noción de underclass (W ilson, 1987), riesgo analítico referido, es decir, reducir las
desarrollada para caracterizar al subproleta­ diferencias culturales a las sociales.
riado de los guetos urbanos am ericanos, Otro dominio en el que ha sobresalido la
afectados por la desindustrialización y por el tendencia a prestar atención a la dimensión
paro, por la descomposición de las estructu­ social en detrimento de la cultural es el ámbi­
ras familiares y, sobre todo, por el aislamien­ to de la salud y de la enfermedad. Con todo, es
to social. En esta noción se subrayan los precisamente la dimensión cultural la que
aspectos colectivos de la exclusión social y puede perm itir comprender diferencias de
simbólica que caracteriza al gueto como un conducta de las que no da suficiente cuenta la
todo, al igual que, siguiendo a Lew is, los dimensión propiamente sociológica. No su­
aspectos culturales de la organización de pone ceder a un culturalismo estéril, ni esto
la supervivencia que en él emergen como re­ implica obliterar los aspectos sociales e histó­
acción a esa exclusión. La centralidad asumi­ ricos, el reconocer la importancia de esta di­
da en este contexto por el concepto de mensión, donde se incluyen, por ejemplo, los
underclass ilustra una tradición anglosajona valores y las representaciones vehiculadas por
Diferencias sodolingüísticas y desigualdad 76

el origen religioso, que marcan com por­ Véanse además Acciones afirmativas, Acuì-
tamientos en ámbitos tan variados como la tu ración, A UTERI DAD, CIUDADANÍA ,
relación con el cuerpo, la enfermedad, los mé­ Giu cl ada no, ( >o m un ita r ism o, C O N S U M O
dicos y los medicamentos, según informan la CULTURAL, Criollización, CULTURA,
relación con la escritura, el *saber y la autori­ D ESARROLLO, D IF E R E N C IA Y D E S ­
dad (Fainzang, 2001). Es así como es posible IGUALDAD, Diferencias sociolingüísticas y
dar cuenta de divergencias significativas desigualdad, Discriminación positiva, DIS­
constatadas en el seno de un mismo medio so­ CRIMINACIÓN Y E X C L U S IÓ N SO­
cial, o en marcos sociales equivalentes, entre CIAL, ELITES, ESPACIO-TIEMPO, Et in­
individuos asociados a categorías culturales cidaci, Etnocentrismo v relativismo cultural,
diferentes, de .a misma forma que se pueden E X P L O T A C IÓ N SOCI AL, Ext ran jero,
descubrir tendencias semejantes, verificadas F R O N T E R A , HIBRID ACIÓN, Homofo-
por recurrencias en el interior del mismo ám ­ bia y heterofobia, I D E N T ID A D , I N T E ­
bito cultural, que son transversales a una po­ GRACION, Integración educativa, Integra­
blación heterogénea desde un punto de vista ción religiosa, Intercultural idad. Megalopo­
socioeconómico, educativo, profesional o de lis, Migraciones. Teoría macro, MINORIAS,
medio rural/urbano. MOVÍ LID AD, MULTICULTURALIS M( ),
Nacionalidad, Nacionalismo, Naturaliza­
ción, Nomadismo y turismo, NUEVOS M()-
Bibliografía VI MI ENTOS SOCIALES, Pluralismo sin­
crónico, Plurinacionalidad, Racismo y neo-
racismo, Relaciones y procesos informales
CUNHA, Manuela Ivone P. da (2002): Entre oBai-
económicos, Revolución técnico-comunicati­
rro e a Prisâo: Trdfico e Trayectos. Lisboa: Fim
va, SABER i' SABERES, Segregación, Suje­
de Século.
to intercultural, TRABAJO, Viajes y sistemas
DAY, Sophie; PAPATAXIARCHIS, Evyhymios;
de movilidad. Violencia política. 1 ipos.
STEWART, Michael (eds.) (1999): Lilies o f the
Field. Marginal People Who Live For the M o­
ment. Boulder, Co. Westview Press.
FAINZANG, Sylvie (2001): Médicaments et Socié­
té. Paris: PUF.
Diferencias
H O W E, Leo (1990): Being Unemployed in Nor-
• them Ireland: An Ethnographic Study. Cam­
sociolingüísticas
bridge: Cambridge University Press.
LEED S, Anthony (1971): “The Concept of the
y desigualdad
Culture of Poverty: Conceptual, Logical, and
Una población puede manifestar una va­
Empirical Problems, with Perspectives From
riedad de prácticas lingüísticas que informan
Brazil and Peru”, en E. Leacock (ed.), The
y son informadas por *diferencias sociales y
Culture o f Poverty: A Critique. New York: Si­
culturales, que se toman como causas o justi­
mon and Schuster, 226-284.
ficaciones de diversas desigualdades (B ar­
LEW IS, Oscar (1966): La Vida. A Puerto Rican in the
man, 2003; Schieffelin et al., 1998). Mientras
Culture of Poverty. New York: Random House.
la unidad genética de la especie humana es al­
LIEBOW , Elliot (1967): Tally's Corner. A Study o f
go que se ha venido aceptando con dificulta­
Negro Streetcorner Men. Boston: Little, Brown
des, nos encontramos habitualm ente con la
and Company.
idea de la existencia de una lengua original
ORTN ER, Shirley (1998): “Identities: The Hid­
que se habría ram ificado. Ahora bien, es
den Life of Class”. Journal o f Anthropological
plausible que las familias de lenguas hayan te­
Research ,54(1): 1-17.
nido múltiples orígenes, instancias diversas
V A LEN T IN E, Charles (1966): Culture and Po­
de realización de una universal capacidad hu­
verty. Critique and Counter Proposals. Chicago:
mana para el lenguaje. Sea como sea, la va­
The Chicago University Press.
riedad que representan los varios miles de
W ILLIS, Paul (1977): Learning to Labour: How
lenguas de la humanidad es patente. En este
Wording Class Kids Get Wording Class Jobs.
sentido las estimaciones varían según los cri­
London: Saxon House.
terios que se tengan en cuenta, como, por
WILSON, William Julius (1987): The Truly Disavan-
ejemplo, la distinción lengua/dialecto, cuyos
taged. Chicago: The Chicago University Press.
usos políticos pueden ilustrar la jerarquiza-
Manuela Ivone P. Da Cunha ción social de las diferencias lingüísticas.
77 Diferencias sociolingüísticas y desigualdad

Basadas en esta proliferación de la dife­ estos fenómenos en el mundo occidental. Son


rencia interlingüística sincrónica, las teorías situaciones que se articulan con diferencias
del ^relativismo lingüístico más destacadas se intralingüísticas —de *clase, de género, de
encuentran en las ideas de W ilhelm von edad, regionales, contextúales, etc.—que la so-
Humboldt y en la hipótesis Sapir-W horf, se­ ciolingüística ha convertido en su objeto de
gún las cuales, por decirlo en pocas palabras, estudio principal, sobre todo bajo el impulso
la lengua de un individuo determina su visión de Labov y, en un principio, en contextos mo-
del mundo. Estas ideas, controvertidas y, en nolingües, prestando atención a las correla­
sus versiones más radicales, desmentidas par­ ciones existentes entre variación lingüística y
ticularmente por la posibilidad de la traduc­ estratificación social.
ción, tienen equivalentes en diversos lugares En su hipótesis del déficit, Bernstein
comunes. De la misma manera que el racialis­ (1971) considera que el fracaso escolar de de­
mo escapa difícilmente al ^racismo, es poco terminados niños negros de las clases popula­
habitual que estos lugares comunes no sean res norteamericanas se debe a que reciben de
jerarquizadores. Ponderar la “musicalidad” sus padres un código restringido diferente del
de un idioma o la aptitud para la filosofía de código elaborado, utilizado por los profeso­
otro supone trazar los límites de una *alteri- res, o a que, en el caso de que dispongan de es­
dad de la que, según el sentido común o las te último, no lo emplean. Estas ideas, que a
teorías sustancialistas de la *etnicidad, la len­ veces alimentan prejuicios racistas, podrían
gua es un marcador importante. De esta ma­ llevar a la conclusión de que esta “carencia
nera, una leve diferencia basta para traicionar verbal” comporta una deficiencia cognitiva
la xenidad de un hablante: según la Biblia para tratar la abstracción, y su aceptación ha
(Jueces, 12), la pronunciación de la palabra dado lugar a acciones de compensación edu­
shibboleth con una [s] inicial denunció a cativa. De hecho, la política lingüística procu­
42.000 hombres de Efraín ante los galaaditas, ra intervenir sobre las diferencias sociales y
que los ejecutaron. Y los griegos aplicaban el culturales: definir una lengua oficial; exigir
término onomatopéyico “bárbaro” a los que su dominio; apoyar o reprimir una lengua do­
no hablaban su lengua: a diferencia del color minada; controlar la innovación léxica, y, so­
de piel, elemento privilegiado por el racismo, bre todo, promover la in te g ra c ió n de la
la lengua puede ser “*extranjera” y así moti­ norma hablada y la escrita —el alfabeto puede
var una ^exclusión. Algunos sociolectos pre­ diferenciar lenguas próximas, como el servio
tenden reforzar desigualdades de estatus: la y el croata, o marcar una opción ideológica: la
jerga procura ser discriminadora. Por el con­ elección, contra el islam, del alfabeto latino
trario, un idioma artificial de vocación uni­ por parte de Turquía—. Ahora bien, el analfa­
versal —volapük, esperanto, etc.—tiene como betismo es un factor de desigualdad social de­
objetivo la indiferenciación, confiando en la bido al valor instrumental que le concede a la
incidencia de los factores lingüísticos sobre escritura el modelo técnico-económico domi­
los hechos sociales. nante, y no a diferencias esenciales entre la es­
El sentimiento de enraizamiento *identi- critura y la oralidad. Además, la evolución
tario en la lengua materna, efectivo a nivel in­ fonética conlleva una inadecuación progresi­
dividual y colectivo, la ve a menudo de un va de la ortografía, cuyo aprendizaje, en sus
modo estático y acompañada de una ilusoria aspectos funcionalmente caducos, se convier­
homogeneidad lingüística del grupo que te a su vez en criterio de selección escolar. La
el hablante considera como el suyo. Sin em ­ lingüística ha tardado en ver en la escritura
bargo, el estudio del contacto lingüístico algo más que una representación de la orali­
(W einreich, 1953) ha demostrado que el dad. Pero si Goody (1977) abordó el efecto de
monolingüismo homogéneo es muy poco la representación gráfica en los procesos cog-
frecuente, concretamente al analizar las nitivos, lo hizo sin considerar las aptitudes
sociedades *multilingües de Asia, la form a­ propias de las lenguas con escritura o pura­
ción de los criollos, el code-sw itching, la in­ mente orales, de la misma forma que las teo­
teriorización por parte del hablante de la rías relativistas no jerarquizan. Discernir el
imagen negativa de un idioma socialmente alcance cognitivo inherente a los diferentes
dominado. La noción ampliada (Fishm an, códigos de una lengua procede del sociocen-
1967) de diglosia (Ferguson, 1959) designa el trismo de las clases medias: los alumnos que
estatus desigual de dos lenguas usadas dentro no alcanzan la norma del código elaborado
de un mismo grupo. La intensificación de los presentan un déficit. Labov (1957) demostró
movimientos *migratorios hace más visibles que estos niños usan sin ningún problema
Discriminación positiva 78

conceptos abstractos en discursos formulados Ideologies: Practice and Theory. Oxford:


en código restringido. La diferencia lingüísti­ Oxford University Press.
ca no es por sí misma la causa de la desigual­ W EIN R EIC H , Uriel (1953): Languages in C on­
dad escolar. tact: Findings and Problems. New York: Lin­
Lo que sí es cierto es que a diferentes orí­ guistic Circle of New York.
genes de clase corresponden, según los con­
Jean-Yves Durand
textos, distintos relaciones con el repertorio
de códigos e incluso con el habitus lingüístico.
En consecuencia, la etnografía de la p erfo r­ Véanse además ALT ER ID A D , C O M UNI­
m ance Comunicativa, de la “agencialidad”, y CACIÓN, Criollizacióm D IFE R E N C IA Y
la sociolingüística de la interacción son nece­ DESIGUALDAD, Diferencias sociales v di-
sarias, en articulación con una crítica social de ferencias culturales. Discriminación positiva,
la lengua y de sus usos como actos de identi­ DISCRIMINACION Y EXCLUSION SO-
dad (Le Page y Tabouret-Keller, 1985). La (X AL, Etnicidad, Etnocentrismo y relativis­
economía de los intercambios lingüísticos no mo cultural, Extranjero, IDENTIDAD, IN­
es más igualitaria que la de otros bienes sim­ T EGRACIO N, Integración educativa, MI­
bólicos (Bourdieu, 1982). Además, las ciencias GRACIONES, Migraciones y racismo,
sociales encuentran aquí una oportunidad pa­ Multilingüismo, Racismo y neorracismo,
ra la reflexividad: traducciones, citas, prisa o Traducción.
reticencia en relación a la adaptación de con­
ceptos —como, actualmente, agency—demues­
tran el papel de las diferencias lingüísticas en
la administración de los desiguales capitales
Discriminación positiva
simbólicos de las diversas “escuelas” naciona­ El término de discriminación positiva es
les en el campo disciplinario mundial. otra de las designaciones que reciben las polí­
ticas de *acción afirm ativa, de cuotas o de
reparaciones, formuladas para apoyar legal­
Bibliografía mente a aquellos grupos sociales que son #dis-
criminados y excluidos de los bienes de la
BAUMAN, Richard (2003): Voices o f Modernity: ciudadanía a causa de sus ^diferencias, ya sean
Language, Ideologies and the Politics o f Inequa­ étnicas, raciales, lingüísticas, de género y
lity. Cambridge: Cambridge University Press. edad, por incapacidad física o de otro tipo.
BERNSTEIN, Basil (1971): Class, Codes, and Con­ La discriminación positiva supone, pues,
trol. Vol. 1. London: Routledge and Kegan Paul. un cuestionamiento profundo de la lógica
BOURDEU, Pierre (1982): Ce q u eparler veut dire. universalista subyacente a la mayoría de las
L!économie des ¿changes linguistiques. Paris: Fa- Constituciones de los países occidentales y la­
yard. tinoamericanos, que garantizan el deber del
FERGUSON, Charles (1959): “Diglossia”. Word, Estado de tratar a todos de forma igualitaria.
15 (2): 325-340. En los dos modelos más influyentes de *Esta-
FISH M AN , Joshua (1967): “Bilingualism with do-nación del conjunto del mundo occidental
and without diglossia; diglossia with and wi­ —Estados Unidos y Francia—, la Constitución
thout bilingualism”. Journal o f Social Issues, 23 vino a establecer una igualdad absoluta entre
(2): 29-38. todos los #ciudadanos, como garantía de que
GOODY, Jack (1977): The Domestication o f the Sa­ las desigualdades sociales y políticas anterio­
vage Mind. Cambridge: Cambridge University res —propias de regímenes feudales y monár­
Press. quicos anteriores—, así como las de origen
LABOV, William (1972): “The Logic of Nonstan­ religioso, quedaran absolutamente elim ina­
dard English”, en W. Labov, Language in the das. Este paradigma, a pesar de poseer un
Inner City: Studies in the Blac\ English Vernacu­ carácter “revolucionario” en el marco del
lar, Philadelphia: University of Pennsylvania s. XVIII, “decreta”, por así decirlo, como elimi­
Press, 201-240. nadas o inexistentes diversas desigualdades
L E PAGE Robert; TABO U RET-K ELLER, An- que se habían acumulado hasta ese momento
drée (1985): Acts o f Identity: Creole-Based -e s el caso, por ejemplo, del acceso desigual a
Approaches to Language and Ethnicity. Cam­ los recursos materiales y a las más altas esferas
bridge: Cambridge University Press. del poder político y militar que caracterizaba
S C H E IE F F E L IN , Bambi; W OOLARD, K.; a los diferentes grupos étnicos que compo­
KROSKRITY, Paul (eds.) (1998): Language nían las naciones fundadas por aquel entonces—.
79 Discriminación positiva

Al mismo tiempo, relega otros tipos de dife­ y es indiferente a su reproducción futura, des­
rencias que marcaban a los ciudadanos, como de la discriminación positiva se considera a la
lo ocurrido con las lenguas, las aptitudes físi­ sociedad como un complejo sistema de nego­
cas desiguales y los ^patrimonios simbólicos ciación de ventajas, relativas e interrelacio­
específicos de los diversos grupos sociales. nadas, para ciertos grupos específicos. Se
En el caso particular de Estados Unidos, desvanece la visión de un individuo universal,
la igualdad manifestada en la Constitución no abstracto, incorpóreo, sin género, ni edad, ni
eliminó el ^racismo, ya que este texto resultó aptitudes físicas diversas. Cambia igualmente
manifiestamente excluyente para la pobla­ la concepción de justicia, que deja de ser la
ción negra y favorable a la blanca. En esta aplicación uniforme de un mismo conjunto
propuesta constitucional, que pretendía teóri­ de leyes y deberes universales para convertir­
camente la universalidad de la ciudadanía, no se en un tipo de justicia redistributiva, capaz
se contempló a los esclavos. Por consiguiente, de adaptar los principios legales a las condi­
éstos y sus descendientes se vieron sometidos ciones específicas de determinados grupos e
a un trato desigual, basado en una discrimi­ incluso de individuos en el interior de la so­
nación y en una segregación claras en los ciedad.
espacios públicos. En el caso francés, las mi­ Habida cuenta del hecho histórico y socio­
norías étnicas se vieron asfixiadas y las len­ lógico de que no somos iguales y de que mu­
guas diferentes del francés fueron censuradas, chas personas son discriminadas o excluidas
conforme ocurrió con el vasco, el catalán o el socialmente a causa de su diferencia, la discri­
bretón. En la actualidad, tanto en Francia co­ minación positiva requiere la activación del
mo en otros países europeos, el credo univer­ principio de tratar desigualmente a los que
salista se encuentra en una gran crisis, son desiguales. La lógica subyacente a esta
provocada por un racismo creciente contra los noción de justicia es sumamente clara: si tra­
inm igrantes africanos, asiáticos y musulma­ tamos igualmente a los desiguales, no hare­
nes. Este nuevo proceso de discriminación, mos otra cosa que perpetuar su desigualdad.
producido en un periodo de pos-descoloni- Por otra parte, tratar desigualmente a los des­
zación, está poniendo en jaque el pacto uni­ iguales está justificado legal y m oralmente
versalista fundador de esos Estados. Por desde el punto de vista de la justicia redistri­
primera vez el problema de la discriminación butiva, siempre y cuando este tratam iento
positiva se presenta para los grupos sociales desigual contribuya de una manera positiva y
no blancos como una medida compensatoria no ^violenta a la construcción de una igual­
y restauradora de un nuevo pacto nacional de dad futura entre todos los ciudadanos. Un
convivencia no racista. principio general que justifica la discrimina­
Las distintas luchas anticoloniales, anti­ ción positiva, más allá de la d iscrim in ación
racistas y de afirmación étnica a lo largo del racial, es la Convención Internacional para la
s. XX llevaron a un cuestionamiento de aquel Elim inación de Todas las Form as de D iscrim i­
universalismo, que impidió que la sociedad se nación, aprobada por las Naciones Unidas en
conociera en su diversidad y diferencia. Esta 1966 y ratificada por ochenta y cuatro países
supresión de la diferencia se ve ahora cuestio­ en 1969. En ella se afirm a, en su artículo 1,
nada desde el nuevo discurso que introduce párrafo 4, que: “No serán consideradas dis­
un conjunto complejo de argumentos históri­ crim inación racial las medidas especiales
cos, jurídicos, sociológicos, antropológicos y tomadas con el único objetivo de garantizar el
lingüísticos. D e este modo, una política de progreso adecuado de ciertos grupos raciales
afirmación de la diferencia contra cualquier o étnicos o de individuos, que necesiten la
forma de discriminación ha conducido a la protección que pueda ser necesaria para pro­
formulación de diversas propuestas de discri­ porcionar a dichos grupos o individuos igual
minación positiva. En consecuencia, pode­ disfrute o ejercicio de d e re ch o s humanos y
mos definir discriminación positiva como un libertades fundamentales, siempre que dichas
conjunto de derechos que determinadas per­ medidas no tengan como consecuencia la per­
sonas o grupos humanos adquieren, como re­ sistencia de derechos separados para diferen­
paración, compensación o redistribución tes grupos raciales y no prosigan después de
justa, debido a sus condiciones de desventaja haber sido alcanzados sus objetivos”.
—intrínseca, crónica o provisional—frente a los Las cuotas destinadas a la población negra
sujetos no discriminados. en la enseñanza superior, que actualmente se
En un sentido contrario al universalismo encuentran en intenso proceso de implanta­
formal, que acata las desigualdades de origen ción en Brasil, son una modalidad de discri­
Discriminación positiva 80

minación positiva, que se entiende como una futuro. En esta situación, la discrim inación
medida de emergencia y, en consecuencia, positiva para los individuos con necesidades
temporal. El papel de las cuotas consiste en especiales es una acción que pretende perpe­
acelerar el proceso de inclusión de los negros tuar la compensación de una particularidad.
en las universidades hasta el momento en que De manera similar, las diversas medidas de
estén presentes dentro del mundo académico protección y excepción destinadas a niños,
en la misma proporción que define su presen­ adolescentes y ancianos siguen este mismo mo­
cia demográfica como un todo en la sociedad delo desde el momento en que estabilizan la
brasileña. Puede decirse que en este sentido intervención en favor de la diferencia que ge­
no se abandona el horizonte universalista que nera desventaja y desigualdad. Consecuente­
está detrás de la formulación de las cuotas, si­ mente, universalismo y diferencialismo no son
no que únicamente esta perspectiva se pro­ incompatibles en la lógica de la discriminación
yecta hacia el futuro con el apoyo de un plan positiva, dada la diversidad de desigualdades y
de objetivos para la construcción de la igual­ diferencias y la multidimensionalidad de la
dad racial. Si concebimos las cuotas como un propia idea universal de igualdad.
tipo de discriminación positiva destinada a Una de las principales resistencias provo­
combatir el racismo que produce la discrimi­ cadas por las medidas de discriminación posi­
nación negativa, se espera que en algún mo­ tiva llevadas a cabo respecto a las minorías en
mento futuro habrá de cesar la exclusión India, Malasia, Estados Unidos, Sudáfrica y
racial. A partir de ese momento, las cuotas ha­ Brasil tiene que ver con el principio de m é­
brán cumplido su función. Si la discrim i­ rito. Según los adversarios de las acciones
nación racial deja de producirse, podrá afirmativas, la discriminación positiva de re­
instalarse por fin la regla de la igualdad; si la servar plazas para los discriminados puede
discriminación racial continúa existiendo, se­ conducir a otra discriminación negativa, en
rá posible tomar otras medidas antirracistas, este caso contra personas que tengan más
diferentes de las cuotas. Por lo tanto, las cuo­ méritos que los beneficiados por las acciones
tas form an parte de la lucha antirracista. positivas y que pese a ello serán rechazados.
Existe una relación causal compleja, no lineal, Resulta emblemático de esta tensión e inco­
entre exclusión racial y práctica racista. La ex­ modidad constante el famoso caso Bakke
periencia de los países que han adoptado ac­ contra la Universidad de California, de 1977,
ciones afirm ativas demuestra que éstas no cuyas consecuencias teóricas exploró Ronald
tienen el poder de eliminar el racismo, pero Dw orkin. O currió que un estudiante, sus­
provocan una disminución en uno de sus pendido en el examen de ingreso a la licencia­
principales efectos: impedir a las minorías ét­ tura que otorgaba la Facultad de Medicina,
nicas y raciales discriminadas el acceso iguali­ procesó a la universidad alegando que había
tario a los recursos económicos, políticos y sido rechazado debido al trato de favor que se
simbólicos de la sociedad como un todo. La dispensó a un candidato negro con una pun­
discriminación positiva y la acción afirmativa tuación menor que la suya. El Tribunal Supe­
son en este sentido instrumentos de políticas rior del Estado ordenó a la Facultad de
de inclusión muy diversas en el campo étnico, Medicina que lo matriculara, al tiempo que
racial, de género o de otra índole. prohibió a las universidades de California
Sin embargo, existen tipos de discrimina­ que tuvieran en cuenta la raza en decisiones
ción positiva, según resulta constatable en el futuras sobre la admisión de estudiantes. Esta
caso de las diversas acciones afirmativas desti­ decisión del Tribunal dio lugar a una comple­
nadas a los individuos con necesidades espe­ ja discusión sobre la universalidad del mérito
ciales, que ni se construyen con el criterio de académico y en qué medida éste debe ser ca­
la temporalidad ni se entienden como m e­ paz de arm onizarse respecto a inveteradas
didas de emergencia. Dado que se trata de desigualdades raciales, teniendo en cuenta a
condiciones constitutivas de algunos seres la vez la escasez de plazas en las Facultades de
humanos, discriminaciones positivas, diseña­ Medicina; todo ello en el marco de la función
das de acuerdo con el tipo y grado de nece­ social de la profesión médica. Después de una
sidad, pasan a constituirse en derechos larga disputa, la Universidad de California
perennes de esas personas. Se construye de es­ pudo retomar su sistema de discriminación
ta forma una tercera posición, distinta de la positiva para individuos negros por medio de
postura universalista anticuotas y también de la puntuación por razas.
la posición diferencialista de emergencia, que Al igual que sucede con las cuotas y las ac­
posterga el momento de la igualdad para el ciones afirmativas, la mayoría de las discusio­
81 Discriminación positiva

nes sobre discriminación positiva tiende a CARVALHO, José Jorge de; SEGATO, Rita
asumir el carácter estrictamente liberal for­ Laura (2002): Urna Proposta de Cotas para Es-
mulado en las políticas de Estado. Además, tudantes Negros na Universidade de Brasilia.
muchas teorías sobre este asunto inciden en la Brasilia: Departamento de Antropología.
oposición entre igualdad y diferencia sin Universidade de Brasilia. Sèrie Antropologia.
cuestionar la hegemonía mundial del capita­ DW ORKIN, Ronald (1986): “The B a k fe Case:
lismo contemporáneo, que transforma algu­ are quotas unjust? & What did Bakfce really
nas diferencias en desventajas y exclusiones, y decide?”, en Ronald Dworkin, A Matter o f
sin evaluar las alternativas planteadas por el Principle. Cambridge: Harvard University
socialismo o por otras propuestas y movi­ Press.
mientos de tipo autonomista. Recordemos EMERSON, Renato; LOBATO, Fátima (eds.)
que la antigua Unión Soviética y China tam­ (2003): Andes Afirmativas. Políticas Públicas
bién diseñaron políticas desde la dimensión contra as Desigualdades Raciais. Rio de Janeiro:
de la discriminación positiva al construir el DP&A.
pacto comunista entre naciones y regiones au­ GOMES, Nilma Lino (2004): Afirmando Direitos.
tónomas, unas experiencias sobre las que se Acesso e Permanencia de J ovens Negros na Uni­
ha discutido escasamente. versidade. Belo Horizonte: Auténtica.
Por último, hay que resaltar el momento MUNANGA, Kabengele (org.) (1996): Estratégias
particularmente rico que atraviesan en Amé­ e Políticas de Combate à Discriminando Racial.
rica Latina las discusiones sobre el tema de la Sao Paulo: EDUSP/Estagao Ciéncia.
discriminación positiva. Los movimientos ONU (1969): International Convention on All
negros antirracistas, en pro de la inclusión y Forms o f Racial Discrimination. Resolution
de las reparaciones de la Diáspora africana 2106, in Accordance with Article 19. ONU, 4 Ja­
y las luchas de las poblaciones nativas, lideradas nuary.
por los #movimientos indígenas de Bolivia, SANTOS, Boaventura de Souza (2003): “Intro­
México y Ecuador, cuestionan radicalmente d u c o : para ampliar o canone do reconheci-
los siglos de Colonización, Esclavitud y *ge- mento, da diferen^a e da igualdade”, en
nocidio producidos por los blancos europeos. Boaventura de Souza, Reconhecer para Liber­
Sim ultáneam ente, rechazan la continuidad tar : Os Caminhos do Cosmopolitanismo Multi­
de un sistema capitalista dependiente que cultural. Rio de Janeiro: Civilizado Brasileira.
marcó el siglo XX en América Latina. Sus mode­ SEGATO, Rita Laura (2003): Urna Agenda de
los de autonomía, horizontalidad en el en­ Andes Afirmativas paras as Mulheres Indígenas
tendimiento y ejercicio del poder y justicia no Brasil. Brasilia: Dpto. Antropologia, Uni­
redistributiva apuntan propuestas de renova­ versidade de Brasilia. Sèrie Antropologia, 326.
ción del socialismo, que incluyen una dimen­ — (2007): “Racismo, Discriminación y Acciones
sión de discriminación positiva para los Afirmativas: Herramientas Conceptuales”, en
grupos étnicos y raciales y para todos los de­ Juan Ansión et al. (eds.), Acción Afirmativa e
más colectivos sociales excluidos de los bienes Interculturalidad. Reflexiones a partir de la E x ­
de la ciudadanía, reservados a las elites blan­ periencia. Lima: Pontificia Universidad Cató­
cas del continente. lica del Perú.
SILVA, Petronilha; GONQALVES, Beatriz; SIL­
VÉRIO, Valter Roberto Silvério (orgs.)
Bibliografía (2003): Educando e Andes Afirmativas. Brasilia:
Inep/MEC. III C O N FER EN C IA MUN­
CARVALHO, José Jorge de (2001): “As Propostas DIAL DE COMBATE AO RACISMO, DIS-
de Cotas para Negros e o Racismo Académi- CRIMINAgÁO RACIAL, XENOFOBIA
cono Brasil”. Revista Sociedade e Cultura , 4 (2): E INTOLERANCIA CORRELATA - DE-
13-30. CLARAgÁO DE DURBAN E PLANO DE
— (2003): “Agoes afirmativas para negros na Pós- AgAO. s.a. Brasilia: Fundagáo Cultural Pal­
gradua^ao, ñas bolsasde pesquisa e nos con­ mares.
cursos para professores universitários como
José Jorge de Carvalho
resposta aoracismo académico”, en Petronilha
Silva, Beatriz Gongalves, Valter R. Silvério
(orgs.), Educando e Andes Afirmativas. Brasilia: Véanse además Acciones Afirmativas, CIU­
Inep/MEC, 161-190. DADANÍA, Ciudadano, C O L O N IA L IS ­
— (2005): Inclusáo Etnica e Racial no Brasil. Sao MO Y ANTICOLONIALISMO, Comuni­
Paulo: Attar Editorial. tarismo, DERECHOS HUMANOS, DIFE-
Discriminación y exclusión social 82

RENCIA Y DESIGUALDAD, Diferencias ción por la extensión de la pobreza, el aumen­


naturales v diferencias sociales, Diferen- to de los riesgos de polarización social, el “de­
cías- sociales y diferencias culturales. Dife­ bilitam iento de la cohesión social” y el
rencias socio-lingüísticas v desigualdad, DIS- creciente “*m ulticulturalism o” emerge una
CRIM1NACIÓN Y EXCÚAJSIÓX SOCI AL, concepción “m utidim ensional” de la exclu­
Esclavi ttu 1. ESTA 1)()-N ACIÓN, Etnicidad, sión. Se pretende con ella sustituir y “comple-
EXPLOTACIÓN SOCIAL, GENOCIDIO, jizar” la noción de “pobreza”, para evitar la
Mesti z aje, MI ( íR A G IO N E S , MIN ( ) R í AS, reducción de estos fenómenos a una dim en­
M U L T I C U I T U R A LIS M O , M u11ic u 11u ra - sión meramente distribucional. Desde esta
lismo en los estudios étnicos, NUEYC)S MO- óptica, la exclusión se define por una combi­
VIMIENTC)S SOCIALES, PATRIMO­ nación —y retroalimentación—de privaciones
NIO, Racismo y neorracismo, Segregación, que dificultan el acceso a los individuos y gru­
TRA B AIO, VI(')I .ENCIA PC)IATICA. pos sociales—a diversos ámbitos; fundamen­
talmente, al mercado de ^trabajo, la salud, la
educación, la vivienda, la *cultura, los ser­
Discriminación vicios sociales y al ejercicio pleno de los
derechos. Las situaciones de exclusión no
y exclusión social remitirían sólo a un déficit en el acceso a re­
cursos, sino además a la eventual ruptura
Desde que comenzara a ser utilizada en de los lazos sociales que unen a individuos y
Francia en los años setenta del siglo pasado grupos con la sociedad a la cual pertenecen
—en el contexto del debate sobre el crecimien­ -fam iliares, amistosos, comunitarios, institu­
to económico y la persistente pobreza- hasta cionales, etc.—. En un contexto marcado por la
la actualidad, la noción de exclusión social se retirada del *Estado en materia de regulación
ha constituido en un paradigma dominante. general de la vida económica y por el replie­
Generalizada en el campo político, de la ac­ gue del Estado del Bienestar, estos plantea­
ción social, mediático, también académico, e mientos incentivan el diseño de políticas de
integrada al lenguaje cotidiano, esta noción integración dirigidas a conciliar la “competi-
debe en gran parte la amplia difusión actual a tividad”, la “flexibilidad” y la “solidaridad”.
su incorporación a las agendas de los altos or­ La idea general que los preside es que la *glo-
ganismos internacionales y nacionales y a su balización y la *sociedad del conocimiento
conformación como categoría de acción pú­ ofrecen grandes oportunidades a quienes po­
blica. La fuerza de convicción y el poder de le­ seen mayores capacidades de adecuación, pero
gitimidad que extrae especialmente de las sitúan en riesgo de exclusión a los individuos y
aplicaciones institucionales no puede, sin em ­ grupos que encuentran obstáculos y carecen de
bargo, ocultar las ambigüedades e indetermi­ “habilidades”, “competencias“ o “cualificacio-
naciones que comporta ni menos aún las nes” suficientes para adaptarse a los cambios.
dificultades y obstáculos que engendran, para Estos principios se traducen en la aparición de
la comprensión sociológica, las imágenes que formas y dispositivos de intervención de carác­
encierra y evoca. Resulta pertinente, pues, so­ ter individualizador —movilización de las “ca­
meter a interrogación el tratamiento de la ex­ pacidades” del sujeto, individualización de
clusión social —y el modelo de in teg ra ció n , trayectorias a través del análisis del “potencial
explícito o implícito, sobre el cual se edifica— y de las necesidades individuales”, diseño de
en el ámbito de los discursos y políticas pues­ “itinerarios de formación e inserción”, etc.—. Se
tos en juego por organismos internacionales y trata de estrategias prioritariamente enfocadas
los saberes expertos. Esto obedece además, a demarcar objetos de intervención, dirigidas a
por una parte, a que ellos constituyen el ins­ categorías de individuos o grupos “acotados”,
trumento principal de construcción de inicia­ cuyas situaciones de “vulnerabilidad” lo justi­
tivas y líneas de acción públicas y privadas y, fican —inmigrantes, parados, hogares “deses­
por otra, a que cumplen un rol fundamental en tructurados”, niños en riesgo, etc.
la solidificación y homogenización de catego­
rías de interpretación de la realidad a través del
La exclusión social: consideraciones
conjunto de acciones materiales y simbólicas
críticas y aportes en perspectiva
que se emprenden en nombre de la lucha con­
antropológica
tra la exclusión —o en favor de la integración.
De los principales debates dentro de la Numerosos son, por emplear los términos
Unión Europea, encuadrados en la preocupa­ de Robert Castel (2000) —L as trampas de la ex­
83 Discriminación y exclusión social

clusión—, los motivos para examinar esta cate­ comunes” —nociones con las cuales se argu ­
goría con el fin de extraer las dinámicas m enta, pero sobre las cuales jamás seargum en­
sociales que en ella se expresan y a la vez se di­ ta— estarían destinadas a funcionar según la
simulan. Las categorías “exclusión” y “exclui­ lógica de la alodoxia, aportando más “benefi­
do” evocan la idea de exterioridad, un estar cios” ideológicos que conceptuales, al encu­
“fuera de lo social”, inexistente en el absoluto. brir con una pátina científica los discursos de
Es una imagen que invita a concebir estos “fe­ las *elites dominantes sobre la agudización
nómenos” y los grupos sociales afectados, co­ de las desigualdades y profundización de la
mo si estuvieran al margen del sistema de pobreza.
relaciones sociohistóricas del cual forman En cualquier caso, el creciente pluralismo
parte y de los campos específicos en los que se sociocultural de las sociedades contemporá­
desarrollan las interacciones excluyentes. La neas, y en particular las *migraciones inter­
oposición excluido/integrado tiende así a nacionales, exigen poner en relación la noción
oscurecer la naturaleza específica de las es­ de exclusión con las políticas de Ciudadanía.
tructuras y mecanismos de dominación y Los criterios restrictivos de acceso a ella -v a ­
desigualdad en que se sustenta: las lógicas a riables según los conceptos de Nacionalidad
partir de las cuales se construye la asimetría y el ^desarrollo histórico de los Estados-na­
de posiciones en el espacio social, se atribuyen ción—conllevan para amplios sectores de in­
las dignidades o indignidades sociales, y las migrantes y sus descendientes considerables
formas ordinarias con arreglo a las cuales las limitaciones en el acceso a diversos derechos
dialécticas de la inclusión/exclusión tienen lu­ —en particular políticos, además de civiles y
gar en las sociedades contemporáneas. Los sociales, según momentos históricos y luga­
usos faltos de rigor y equívocos han propicia­ res—, conformando uno de los fundamentos
do no pocos debates e intentos de precisión. El de las condiciones de vulnerabilidad y des­
propio Robert Castel (2000) se ha inclinado igualdad. No obstante, una consideración le­
por restringir el concepto a aquellas prácticas gal de la ciudadanía no es suficiente para
pasadas o presentes de erradicación total de la comprender los sutiles mecanismos de pro­
comunidad —expulsión—, de reclusión en ducción y reproducción de las desigualdades
espacios cerrados en el seno de la comunidad inscritos en las prácticas cotidianas, como lo
—manicomios, prisiones, ghettos—, o de atri­ demuestra la extensa historia de marginación
bución de un estatuto especial a ciertas cate­ de los gitanos europeos, o de los afroamerica­
gorías de población, sea que las prive de nos, o la aún dificultosa trayectoria de otros
ciertos derechos —*apartheid— o las haga colectivos desde la igualdad formal a la real
beneficiarias de políticas específicas —por —m ujeres, homosexuales, discapacitados,
ejem plo, de discrim inación *positiva como etc.—. En el caso de las poblaciones inmigran­
eventuales fuentes de Nstigmatización—. Las tes, aquellos mecanismos no pueden desligar­
nociones de desafiliación y vulnerabilidad in­ se, de una parte y más allá, de los efectos
troducidas en su lugar refieren, en el primer jurídico-formales de la ciudadanía, de las dis­
caso, a los procesos que conducen al aisla­ tinciones que en tanto construcción socio-
miento social —a una manera de ser y que le simbólica ésta instaura —reforzadas a su vez
hace a uno inútil para la sociedad y de saber­ por las políticas de gestión de Aflujos—.
lo - y, en el segundo, a la amenaza de desafi­ Asociada a la noción de pertenencia —a la N a ­
liación que recae sobre sectores de población ción— constituye una potente categoría de­
plenamente “integrados” con anterioridad marcadora entre “interiores” y “exteriores”
—parados, etc.—. Ambos procesos no pueden imponiendo, como indica Sayad (1999), una
comprenderse más que en el contexto con­ “condición”, una marca sociocultural mucho
temporáneo del declive de las instituciones, más durable que la situación jurídica. S i­
de la crisis del empleo, de la individualización m ultáneam ente, y de otra parte, es preciso
y descolectivización y de la quiebra de las re­ considerar la aportación de los discursos
des sociales. Otros autores, como Wacquant y culturalistas contemporáneos a las dialécticas
Bourdieu (2001), han elaborado una crítica cotidianas de inclusión/exclusión. Estos dis­
radical de los fundamentos teóricos y de las cursos enfatizan las diferencias *identitarias,
condiciones sociales de producción y circula­ presentándolas como entidades autoconteni-
ción de un sistema de categorías afines entre das de rasgos particulares y propician la ima­
sí: exclusión —y su análoga estadounidense gen de la unicidad grupal y del su jeto
underclass— multiculturalidad, N tnicidad, —comunidad “cultural”, costumbres, tradi­
etc. Resituadas en el espacio de los “lugares ciones, religiones, lenguas, memoria históri­
Discriminación y exclusión social 84

ca, estilos de vida...—. Al hacerlo actúan “negociar” la distribución y apropiación de


reforzando y ^naturalizando aquellas dis­ los “recursos” y el poder —según las circuns­
tinciones, aportándoles el sustento de las tancias, contextos y estados de las relaciones
-s e u d o - teorías que postulan la adhesión de fuerza-, así como las condiciones y cons­
primordialista al grupo. El culturalismo asu­ tricciones sociopolíticas, económicas, ju ríd i­
me una de sus manifiestas expresiones en las cas -tam bién variables- que son constitutivas
“nuevas retóricas de la exclusión” (Stolcke, de aquéllas, dista mucho de sujetarse a tal
1995), discursos que propagan la incompati­ simplificación, como lo han evidenciado nu­
bilidad cultural apelando a una *amalgama y merosos estudios, algunos ya clásicos (entre
superposición entre lo étnico, lo cultural, ra­ otros, Dubet, 1995; San Román, 1997; W ac-
cial y la identidad nacional para fundamentar quant, 2004). Por otra parte, la representación
la pertenencia exclusiva al Estado-nación y/o sustantiva y “diferencialista” facilita una in­
la participación exclusiva —excluyente—en sus terpretación de los obstáculos para la “inte­
recursos materiales y simbólicos. Pero la posi- gración” como consecuencia de una adhesión
tivación contemporánea de las *diferencias al grupo y del repliegue comunitario, e, inver­
culturales —étnicas, “raciales”, de orientación sa pero sim étricam ente, el abandono de los
sexual, etc.—, propugnada por cierto multicul- marcos referenciales del “grupo” como una
turalismo junto a su reivindicación de políti­ condición necesaria para la “integración”. El
cas de la diferencia, confluye y se confunde análisis procesual y dinámico de las identifica­
con el anterior, pues ambos pueden conside­ ciones étnicas duraderas o emergentes, de la
rarse tributarios de un mismo reduccionismo “etnicidad” o del “etnicismo” —u otras formas
sociológico procedente de un planteamiento de identificación/reivindicación grupal-cul-
sustantivo de las categorías sociales. Si bien el tural—, muestra, por el contrario, que ellas no
multiculturalismo ha puesto de manifiesto las pueden comprenderse al margen de las con­
contradicciones del universalismo en la con­ diciones contextúales históricas y de los meca­
quista de la igualdad, las categorías de apre­ nismos sociales generales que las producen y
ciación y división de lo social, inscritas potencian; entre otras, las imposiciones estruc­
habitualmente en los discursos y acciones que turales y simbólicas que asignan a los grupos y
promueve —públicas, privadas, oficiales o es­ a los individuos una posición desigual en la
pontáneas—, fomentan la proliferación de sociedad con arreglo a la “etnia” —pero tam ­
visiones Estereotipadas donde la cultura bién a la clase, al genero, a la opción sexual,
atribuida al “grupo” conforma la clave princi­ etc.—. Se desvela así el carácter instrumental
pal de interpretación, orientación valorativa y de los “repliegues” identitarios, entre otras
acción. Paradójicamente nutren así, en térmi­ cosas, como reacción misma a las formas de
nos de Chebel (1998), un sociocentrismo exclusión, respuesta al cierre de alternativas
negativo que redunda en el conjunto de pre­ y/o expresión de la pugna por el reconoci­
juicios en circulación, actualizando las —alte- miento negado —social, político, etc.—. Aun­
rofobias y “^racismos” cotidianos, renovando que la deriva “diferencialista” actual remita,
y justificando las fuentes de discriminación erróneamente, a una lógica de yuxtaposición
y Segregación. . entre totalizaciones socioculturales abstrac­
En las visiones dominantes en torno a la tas contenidas para el caso de las poblaciones
exclusión se combinan ambiguamente la res- inmigrantes y las ^minorías “étnicas” dentro
ponsabilización del individuo y del grupo, así de los límites del territorio/nación/pueblo, los
como una representación en negativo caren­ análisis evidencian la inexistencia de tal ho­
cial y problematizada de las categorías socia­ mogeneidad. Al contrario, las rupturas y con­
les a las cuales “afecta”. A esta perspectiva, tradicciones son moneda corriente, como lo
imputable fácilmente por sus componentes demuestra el caso de los jóvenes franceses de
estigmatizadores, puede reprochársele una las banlieues, de “segunda” y “tercera genera­
doble y más fundamental insuficiencia: aque­ ción”, quienes a un tiempo objetan la auto­
lla que deriva de la dificultad de comprender, ridad y el modelo social de sus padres, se
simultáneamente, la agencialidad de los suje­ identifican como franceses y se rebelan contra
tos sociales y los marcos más amplios en los unas instituciones y estructuras sociales que
que ésta se desarrolla. El complejo conjunto no les dan cabida como ^ciudadanos de pleno
de estrategias —culturales, económicas, socia­ derecho. En este sentido no puede eludirse la
les, políticas...—de “adaptación” a la precari- pregunta sobre cuánto hay de común, por
zación y discriminación, puestas en práctica ejemplo, entre los parados y solicitantes de
por los individuos y grupos dominados para empleo o entre los habitantes de los barrios se­
85 Discriminación y exclusión social

gregados, con independencia de su “proce­ ción—, respectivamente. Así —en su expresión


dencia” nacional-étnica, en la medida en que negativa- en la noción de discriminación
buena parte de su “condición” se debe a las quedan comprendidas las actitudes, conduc­
transformaciones estructurales en las relacio­ tas y políticas - d tju r e o de fa c t o - que confie­
nes entre lo económico y lo político. Asi­ ren un trato sistemático de inferioridad,
mismo, cabe indagar en lo que la noción de perjudicial y/o agraviante a determinadas
exclusión consiente en homogeneizar —los ex­ personas o grupos sociales. Los estereotipos y
cluidos son definidos básicamente sobre la ba­ prejuicios constituirían los componentes cog-
se de la “privación”—. Resulta relevante, pues, nitivos/ideacionales subyacentes, que mo­
preguntarse con Castel (2000) si al identificar­ tivan, justifican e inspiran las conductas
los de tal modo, dentro de un mismo paradig­ discriminatorias. No obstante, por diáfana
ma “desocializado” —y “deslocalizado”—, no que resulte tal distinción, puede alegarse que,
se diluye la especificidad de situaciones dispa­ en tanto se sustenta en formas de pensamien­
res, y se pasan por alto las trayectorias dife­ to binario —objetivo/subjetivo; exterior/inte-
renciales individuales —aunque sociales—de rior; material/inmaterial, e tc .-, induce a
quienes no tienen ni el mismo pasado, ni el concebir una línea de corte entre representa­
mismo presente, ni probablemente el mismo ciones y acción, así como una secuencialidad
futuro. En esta línea no puede obviarse el lineal entre aspectos de la realidad cuya com­
hecho de que la vida de los individuos se prensión, sin embargo, no puede darse mas
desenvuelve en torno a la participación - s i ­ que en su simultaneidad y trabazón práctica.
multánea—en diversos campos sociales —por Dicha distinción opera así una doble reduc­
ejemplo: laborales, educativos, habitaciona- ción. Por una parte, invita a pensar que los
les, espaciales, etc.—. Desde el punto en que las principios de discriminación —de diferencia­
lógicas particulares de los campos, sus “reglas ción y valoración—se encuentran contenidos
de juego” y principios de legitimación, difie­ en co n figu racion es p rep ond eran tem en te
ren, las formas de inclusión/exclusión que los “ideacionales”: concepciones, juicios, valores,
caracterizan no funcionan con arreglo a idén­ opiniones, creencias... Por otra, como nos re­
ticas modalidades, ni involucran estrategias cuerda Bourdieu (1991), incita a sustituir el
sociales equivalentes, ni, menos aún, enfren­ sentido práctico por el modelo teórico elabo­
tan a los agentes sociales a las mismas —ni ho­ rado para dar cuenta de él, despojando a las
mogéneas—experiencias constituyentes de las prácticas sociales de su “temporalidad”, con­
subjetividades. El análisis situado de las dia­ creción y localización. En consecuencia, se las
lécticas de la “exclusión/inclusión”, anclado hace aparecer como meras ejecuciones de un
en las condiciones específicas de los espacios proyecto, de un plan o de un programa mecá­
sociales, supera con creces la constatación de nico, y, más aún, se tiende a captarlas a través
“carencias” y “dificultades”, para poner en evi­ de sus expresiones manifiestas, fundamental­
dencia la articulación de los macro y micro- mente declarativas o discursivas. Se olvidan
procesos en la producción y reproducción de así, entre otras cosas, las múltiples formas y
las relaciones de dominación, así como la sus­ materiales a través de los cuales, como nos re­
tantiva intervención de las prácticas cotidianas cuerdan los análisis de las inscripciones espa­
a través de las cuales aquéllas se actualizan. ciales de las relaciones sociales —por ejemplo,
de los espacios urbanos segregados—, se repre­
sentan y objetivan las propiedades negativas
Políticas y prácticas discriminatorias
—en la calidad, estructura y disposición de los
La constatación de la contribución inne­ bienes en el espacio, así como en las modali­
gable de políticas y prácticas discriminatorias dades de utilización que tal ordenamiento
a los procesos de exclusión, marginación, se­ posibilita...—. Estos sistemas de diferencias
gregación u otras formas de dominación —en cualitativas objetivadas en el espacio son ex­
las cuales éstos encuentran buena parte de sus presión de las divisiones sociales y actúan a
fundamentos—no ha de ser óbice para poner un tiempo como fuente de inculcación e inte­
de relieve los distintos niveles de concreción riorización de las jerarquías. La reiteración
de la noción de “discriminación”. de los análisis centrados en los discursos —de
La sociología y la psicología social acos­ los medios de comunicación, las elites, la “opi­
tumbran a distinguir los conceptos de estereo­ nión pública”, etc.—desde el punto de vista de
tipo y prejuicio del de discriminación, sobre sus contenidos ideológicos —racistas, *xenófo-
la base de un énfasis en el orden ideológico/ bos, sexistas, *homófobos, etc.—dan cuenta de
cognitivo y en el de las actitudes —o de la ac­ un tipo de aproximación que, como señala
Discriminación y exclusión social 86

San Román (1996), sólo contribuye a revelar tre creencia/discurso —“alterófobo”—y com ­
un aspecto de una realidad mucho más com­ portamiento. Aun cuando se comprueban
pleja y “multifocal”. En la primacía otorgada, constantes históricas generales respecto a
en la lucha contra la discriminación, a los pro­ ciertos grupos alterizados —judíos, moros, gi­
gramas de “sensibilización” o de “educación tanos, negros...—, la investigación pone en evi­
en valores” pueden advertirse presunciones dencia el carácter no estático y relativo —a las
derivadas de planteamientos similares: la “di­ posiciones, trayectorias y escenarios sociales—
solución” de prejuicios y estereotipos operaría de las relaciones mayoría/minoría, y las am ­
a través de una acción directa sobre el campo bigüedades y contradicciones que se produ­
de las “ideas” y “valores” —una suerte de “con­ cen en función de encuentros y situaciones
ciencia” generalizada—al margen de las rela­ específicos y campos sociales concretos. Las
ciones sociales mismas, de las posiciones y variadas estrategias de distanciam iento, re­
trayectorias de los agentes involucrados. traim iento o jerarquización interna —entre
Las prácticas discriminatorias, incuestio­ otras—, elaboradas por los grupos alterizados
nablemente, hunden sus raíces en procesos y discriminados para recuperar la dignidad
sociales de clasificación: en modos de visión, social, reafirmar la legimitidad de su estatus y
división y apreciación, a través de los cuales, “resistir” a la dominación, ponen en entredi­
en cada tiempo y lugar, se trazan líneas de­ cho, complementariamente, el efecto homo­
marcadoras entre grupos sociales, se establece géneo de la discriminación sobre los grupos a
una distinción —y adscripción—jerárquica en- los cuales afecta. Por otra parte, la preponde­
. íí . u 11 u >5 i u >> T
tre nosotros y ellos , yo y el otro . Los rancia del diferencialismo cultural —y su par­
diversos modos que asume la discriminación cial sustitución del “racialismo”—, el impacto
—las formas y grados de “hetero” o “alterofo- de los *nuevos movimientos sociales, las polí­
bia”, desde las más explícitas a las más sutiles, ticas de discriminación positiva, las transfor­
desde la violencia física, a la sim bólica- se sus­ maciones legales respecto a las anteriores
tentan sobre la construcción de una #alte- formas institucionales directas de discrimina­
ridad radical, constituida en función de ción y exclusión, etc., constituyen actualmen­
complejas mixturas de marcadores —físicos, te un marco para la redefinición de las
culturales, religiosos, sexuales, lingüísticos, relaciones entre mayorías y minorías, cuyos
etc.—, la esencialización y negativización de efectos y consecuencias no son los mismos se­
los individuos y el grupo “marcados”. Pero la gún los diferentes ámbitos de la vida social.
comprobación de aquellos principios genera­ La emergencia de prácticas discriminatorias
les de orden “cognitivo” no exime considerar más implícitas, indirectas y menos abiertas
las condiciones históricas particulares —socia­ —aunque no menos eficaces—invita a conside­
les, políticas, económicas—que hacen posible rar, entre otras cosas, las dispares situaciones y
y dan lugar al procesamiento mismo de la contextos de interacción social y el modo en
diferencia, a su constitución en factor de dis- que las relaciones de fuerza entre “segmen­
criminación/dominación y a su articulación tos” de la sociedad se resuelven en ellos.
—variable y sujeta a indeterm inaciones—en Por todo ello resulta conveniente resituar
lógicas prácticas concretas. Contra la idea el análisis en la relación entre grupos, en los
común —sustancialista y, finalmente, naturali- arreglos estructurales e institucionales que
zadora—de que en la diferencia misma se en­ posibilitan y dan cobertura a su reconoci­
cuentra el germen de los eventuales rechazos, miento como tales, e igualmente en las fun­
cabe recordar la mutabilidad en tiempo y es­ ciones y rendimientos materiales y simbólicos
pacio de los grupos susceptibles de alteridad, que la alterización —y dominación—proporcio­
la transform ación de los marcadores de la na tanto en contextos ^globales como locales.
dignidad/indignidad social y que cualquier
diferencia no se constituye en factor de discri­
minación —y dom inación—. Por último, hay Bibliografía
que considerar que no puede comprenderse
la configuración de un otro “intolerable” con BOURDIEU, P. (1991 [1980]): E l sentido práctico.
independencia del canon desde el cual se Madrid: Taurus.
construye —del “nosotros”—ni de la regula­ C A ST EL, R. (2000): “Cadrer lexclusion”, en
ción de las relaciones sociales específicas a las Karsz, S. (dir.) L!exclusión, definir pour en finir.
que sirve. Una perspectiva meramente cog- Paris: Dunod.
nitivista/ideológica podría llevar a pensar C H E B E L D’A PPO LLO N IA, A. (1998): Los ra­
igualmente en la coherencia sistemática en­ cismos cotidianos. Barcelona: Bellaterra.
87 Discriminación y exclusión social

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Adela Franzé Mudanó
S A B E R Y S A B E R E S , Segregación, Socie-
dad de la inform ación y del conocim iento,
Véanse además Acciones afirmativas, Acul- Su jeto intercultural, T E R R IT O R IO S ,
t u rac io n, A LT E R II) A 1), Apa rth cid, C IU D A - T R A B A JO , Violencia política. Tipos, X e ­
I ) A N IA , C i u d a d a n o, C o m unitarism o, nofobia y xenofilia.
ción. En esta nueva y antiestructural estruc­
Elites tura de la conciencia social, los mecanismos
Los cambios acontecidos a escala mundial reversibles del mercado sustituyen al Estado-
en las esferas económica y política, interrela­ nación como marco de organización de la vi­
cionados entre sí, acelerados a comienzos de da social. Los mencionados cambios en la
los años setenta y expresados con el cómodo y conciencia, los valores y las relaciones sociales
abreviado término de “*globalización”, han han quedado reflejados en la construcción de
originado toda una serie de transformaciones nuevos conceptos y aproximaciones por las
en la conciencia, la organización y los valores ciencias sociales en busca de una explicación
sociales. Destaca entre todas ellas el proceso capaz de dar cuenta del proceso. Entre estas
de acentuación de la polarización de clase construcciones teóricas e ideológicas, aquéllas
que ha conllevado una fragmentación de las que abordan los cambios en los roles y atribu­
formaciones de clase existentes y el surgi­ tos de las *elites —asociándolas en general con
m iento de nuevas elites. Como corolario de actitudes, estilos de vida y formas ^culturales
dichas transformaciones encontramos un de­ “cosmopolitas”—y el proceso de sustitución de
bilitamiento del *Estado-nación en su papel las nociones modernistas de progreso y de asi­
de marco fundamental de la vida social y po­ milación de las d iferen cias étnicas y cultura­
lítica, en parte a consecuencia de la reorien­ les dentro del marco del Estado-nación por
tación de las nuevas elites que, de estar las ideas neoliberales de supremacía del mer­
identificadas con los *ciudadanos de sus na­ cado y de las políticas de identidad *m u lti-
ciones de origen, pasan a participar cada vez cultural, que he denominado “^pluralismo
más en las relaciones económicas y políticas sincrónico” (Turner, 2002, 2003a, 2003b), son
transnacionales. Este proceso ha estado precisamente las que m ejor personifican el
acompañado por los correspondientes cam ­ carácter ideológico del emergente orden so­
bios en la conciencia social. Las nociones cial y cultural de la globalización.
^modernistas de progreso, entendido éste co­
mo un #desarrollo temporal lineal que culmi­
Las elites en el sistema de clases
na en la creación de un Estado-nación
del capitalismo globalizado
^étnicamente homogéneo y que representa el
fin —en ambos sentidos—de la historia, han si­ Según han señalado muchos autores, el
do sustituidas —al menos entre las elites o es­ sistema de intercambio de productos y rasgos
tratos más elevados de la población nacional— culturales a escala *global existe, en sus dis­
por una visión a-histórica de la sociedad, con­ tintas variantes, desde hace al menos cinco
cebida como una serie ^heterogénea de dife­ mil años (Friedm an, 1994). La “globaliza­
rentes grupos *identitarios entre los que no es ción” no sería en este sentido un fenómeno
posible encontrar una línea de desarrollo nuevo. De hecho, la economía mundial de las
orientada hacia una mayor homogeneiza- tres décadas anteriores al estallido de la Prim e­
Elites 90

ra Guerra Mundial —el último periodo más las relaciones comerciales y financieras trans­
significativo de globalización—habría alcan­ nacionales con el objetivo de m antener una
zado unos niveles de intercambio transnacio­ paridad monetaria sólo alcanzable con la abo­
nal de mercancías y de Circulación financie­ lición de las políticas sociales inflacionistas.
ra muy próximos a los que encontramos en el Las *migraciones de trabajadores proceden­
comienzo del siglo XXI. Pese a ello, resultan es­ tes de países relativamente pobres hacia las
pecialmente importantes las diferencias consta­ principales naciones capitalistas, así como la
tabas entre el presente periodo de globaliza­ exportación de manufacturas y empleos del
ción —posterior a 1970—y las épocas anteriores sector servicios de los últimos territorios a los
de comercio transnacional, como la situada en primeros, han contribuido también al retro­
los inicios del s. XX. Una de las principales di­ ceso social de las clases trabajadoras y medias
ferencias radica en que, mientras en el perio­ bajas de los Estados más avanzados en el
do anterior a la Primera Guerra Mundial, el contexto del crecim iento de sus economías.
Estado-nación y sus posesiones políticas —ba­ Mientras tanto, las ascendentes elites empre­
jo la forma de Colonias territoriales—conti­ sariales y financieras han usado sus cone­
nuaban siendo el principal marco dentro del xiones con el sistema transnacional como
cual quedaban organizadas y reguladas las palanca para forzar una redistribución a su
actividades económicas transnacionales, en la favor de los ingresos, en detrimento del resto
fase contemporánea de globalización asisti­ de las clases y los segmentos de clase. En con­
mos al debilitam iento y desmantelamiento traste con la última fase de globalización
parcial del Estado-nación como marco políti­ -q u e debe mucho a las políticas de los gobier­
co y económico y a la par, el control imperial nos del Estado y de los Bancos Centrales—, la
de las relaciones políticas y económicas trans­ actual, posterior a 1970, está siendo dirigida
nacionales se ejerce ahora a través de un siste­ por estas elites empresariales y financieras,
ma de alianzas y bases militares que funcio­ cuyas operaciones transnacionaies implican la
nan como extensiones del poder militar de exención de impuestos y regulaciones antes
Estados Unidos —convertido en garante de la establecidos por los gobiernos nacionales, es
estabilidad de un sistema global consistente decir, suponen el fin de sus obligaciones C iu ­
en uniones económicas regionales, pactos de dadanas (Friedman, 2003; Gilí, 1994; Lasch,
mercado y transferencias de capital que se 1995; Turner, 2002). Según ha subrayado
sostienen por medio de entidades reguladoras Lasch, dichas elites, alejadas por su propia vo­
supranacionales e instituciones financieras. luntad de las responsabilidades políticas y
Un efecto ampliamente reconocido de la económicas vinculadas a su inserción como
última oleada globalizadora ha sido el au­ ciudadanos en las sociedades nacionales —que
mento de la polarización de clase (Friedman, ha sido sustituida por políticas encaminadas a
1994, 2003; G ilí, 1994; Turner, 2002, 2003a, una participación de tipo personal y corpora­
2003b). En los países capitalistas más avanza­ tivo en los beneficios de la economía transna­
dos, la clase media —que había crecido y pro­ cional—tienen mucho más en común con sus
gresado en las tres décadas siguientes al fin de homólogos de otras naciones que con los con­
la Segunda Guerra M undial— se ha polari­ ciudadanos de sus mismos países de origen.
zado de tal forma que la mayoría de sus Reich ha sido uno de los encargados de llamar
miembros —especialmente los vinculados a la atención sobre esta “secesión de analistas
funciones administrativas y económicas inte­ simbólicos”, según denomina a los nuevos
riores—han descendido socialmente o se han segmentos de elite de las clases medias. Alude
mantenido en su estatus, mientras que una a este hecho como el lado más oscuro de fsu]
reducida parte de aquélla ha ascendido hacia cosmopolitismo. El propio Lasch cita la for­
la elite que participa en asuntos económicos y mulación de Reich como el principal ejemplo
políticos transnacionales y le ha ido mucho de lo que designa “la rebelión de las elites” en
mejor (Friedman, 2003; Lasch, 1995; Turner, la actual era de la globalización (Reich, 1992;
2003a). Las políticas sociales del bienestar, Lasch, 1995: 46-47).
desarrolladas en el periodo posterior a la Se­ Wilfredo Pareto, el sociólogo italiano cu­
gunda Guerra Mundial como políticas de ya producción se concentra en las primeras
compromiso de clase que habían sostenido el décadas del s. X X —y a quien debemos el con­
ascenso de gran parte de la clase trabajadora a cepto de sociedad como un sistema inestable
las clases medias, quedaron limitadas o aban­ pero que tiende hacia la búsqueda de equili­
donadas en las décadas de los años setenta y brio—, desarrolló su teoría de la “*circulación
ochenta bajo las presiones que llevaron a cabo de las elites” para tratar de explicar la inesta­
91 Elites

bilidad intrínseca a los sistemas sociales. Así guerra —Estados Unidos y Europa—y Japón.
lo enuncia en su Trattato di Sociología Genéra­ Los motores económicos de este sistema
le, publicado en 1916. Según dicha teoría, las fueron suministrados básicamente por los
clases dominantes tenderían a polarizarse en inmensos presupuestos de defensa estadouni­
segmentos de elites opuestos, que Pareto apo­ denses y por la metástasis del “complejo m ili­
da como “leones” y “zorros”. Los “leones” se­ tar-industrial”, que pasó a convertirse en el
rían las elites conservadoras, tendentes a principal canal de inversión pública de la eco­
enfatizar la jerarquía social y a adherirse a po­ nomía empresarial de Estados Unidos. Los
líticas militaristas y represivas. Los “zorros” eurodólares, obtenidos de los préstamos soli­
se identificarían con los liberales igualitarios, citados por Estados Unidos para la guerra de
que abogan por las reformas, el sufragio Vietnam, proporcionaron la mayor parte del
abierto y la libertad de mercado. Cada tipo de capital necesario para el despegue del creci­
elite, cuando se encuentra en una posición miento explosivo de las transacciones fi­
de poder, tiende a forzar sus políticas hasta un nancieras económicas. Este crecimiento fue
punto en el que desembocan en crisis, de for­ inmediatamente posterior al colapso del con­
ma que queda abierto el camino para la susti­ trol estatal sobre las transacciones financieras
tución de dicha elite por otra del tipo opuesto. transnacionales, derivado de los acuerdos de
La más influyente aplicación del modelo de Bretton Woods establecidos en los inicios de
Pareto en antropología es la llevada a cabo la década de los años setenta (Turner, 2002).
por Leach en su trabajo P olitical Systems o f La construcción de este complejo militar de
H ighland Burm a, publicado en 1954, en don­ producción armamentística, fuerzas militares
de la descripción de la alternancia entre las permanentes y alianzas colectivas, funcionó
formasgumsa ygum lao de la sociedad Kachin como escudo protector para el desarrollo de
se corresponde con la circulación entre “leo­ economías capitalistas nacionales y transna­
nes” y “zorros”, respectivamente. En un im ­ cionales bajo hegemonía americana. Con el
portante desarrollo del análisis de Leach, derrumbe de la Unión Soviética y su imperio
Friedm an mostró cómo la rotación entre a finales de la década de los ochenta, Estados
gumsa y gum lao es, en gran parte, consecuen­ Unidos, secundado por el Reino Unido y el
cia de las relaciones político-económicas y resto de países de la O TA N , trató de expandir
ecológicas establecidas entre las distintas co­ este sistema de seguridad colectiva de forma
munidades dentro del marco del sistema que abarcase al mundo entero, alegando una
social Kachin considerado en su totalidad continua necesidad de defensa frente a las
(Friedman, 1975). Dicho en otras palabras, el amenazas militares procedentes de nuevas
tipo de elite o sistema político dominante en categorías de adversarios tales como los Esta­
una comunidad dada depende de las relacio­ dos “desviados” y de “terror”. Este proyecto
nes históricas de dicha elite con el sistema po­ militar ha tenido un papel determinante en la
lítico y de las relaciones económicas entre éste perpetuación de la hegemonía de las elites po­
y otras comunidades. Este desarrollo teórico líticas y de poder que han dominado la políti­
no está exento de relevancia en el estudio del ca norteamericana y de la O T A N —así como
desenvolvimiento de las elites en el sistema gran parte de las economías domésticas—bajo
mundial contemporáneo, donde las dom i­ la forma de un complejo militar-industrial.
nantes y leoninas corporaciones transnacio­ Asimismo ha constituido una parte esencial
nales y elites financieras y político-militares se del proceso de construcción de un nuevo or­
encuentran continuamente acosadas, cuando den mundial globalizado y, como tal, ha des­
no sorteadas, por una variopinta colección de empeñado un papel fundamental en el
activistas en pro de los ^derechos humanos, contexto de la formación de unas elites trans­
ecologistas, anarquistas, movimientos *indí- nacionales que han desarrollado, y continúan
genas y académicos críticos, con el apoyo va­ ejerciendo, un rol hegemónico en el universo
riable de una ciudadanía inquieta. global (Wood, 2003).
Los fundamentos de la “globalización” Este periodo, que data de la década de los
quedaron instaurados en la “Guerra F ría ”, años setenta, se extiende hasta la actualidad y
con sus guerras calientes intermitentes en Co­ se caracteriza por movimientos globales no
rea y Vietnam, cuando el sistema de alianzas regulados de finanzas y capitales productivos
militares establecido por los Estados Unidos y por migraciones masivas de trabajo a los
—fundam entalm ente por la O T A N —pasó a que se suma la hipertrofia de las corporacio­
garantizar la seguridad del universo capita­ nes transnacionales ha sido, a la par, testigo
lista, constituido por el Occidente de la pos­ del surgimiento de nuevas formas de concien­
Elites 92

cia social. La hegemonía ideológica y el domi­ Bibliografía


nio político y económico del mercado globali-
zado han conducido a una polarización de la FRIED M AN, Jonathan (1975): “Dynamique et
clase media entre, por un lado, una elite di­ transformations du système tribal: l’exemple
rectamente asociada al capital transnacional y des Katchin”. L’Homme, XV, 1: 63-98.
a los acuerdos políticos y militares que buscan — (1994): Cultural Identity and Global Process.
garantizar su estabilidad y, por otro, la in­ London: Sage.
mensa mayoría de los profesionales y gerentes — (2003): “Los liberales del champagne y las nue­
junto con las clases medias bajas, que perma­ vas clases peligrosas: reconfiguraciones de clase,
necen identificados preferentemente con las identidad y producción cultural”, en J. L. Gar­
economías y políticas internas de sus respecti­ cia y A. Barañano (coords.), Culturas en con­
vos Estados (H iw atari, 2002; McMichael, tacto. Encuentros y desencuentros. Madrid:
2000; Turner, 2002; Schoppa, 2002; Zunz, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte,
2002). Dado que la soberanía se ha redistri­ 161-197.
buido entre los Estados, las corporaciones G ILL, Stephen (1994): “Structural Change and
transnacionales, las instituciones reguladoras Global Political Economy: Globalizing Elites
multilaterales, los bloques comerciales regio­ and the Emerging World Order”, en Y. Saka­
nales y las alianzas m ilitares, la clase media moto (ed.), Global Transformation: Challenges
—base original del ^nacionalismo—ha queda­ to the State System. Tokyo: United Nations
do dividida y enfrentada entre sí. Las nuevas University Press, 169-199.
elites globalmente orientadas, que constitu­ HIWATARI, Nobuhiro (2002): “Disinflationary
yen el segmento hegemónico dentro de la cla­ Adjustment: the Link between Economic
se media, no necesitan su identificación con el Globalization and Challenges to Postwar So­
Estado —ni mucho menos con el resto de la cial Contracts”, en O. Zunz, L. Schoppa y
nación—para obtener la legitim ación de su N. Hiwatari (eds.), Social Contracts under
dominio político y económico. El nacionalis­ Stress: The Middle Classes o f America, Europe
mo, bajo estas circunstancias históricas cam­ and Japan at the Turn o f the Century. New
biantes, se ha convertido, consecuentemente, York: Russell Sage Foundation, 281-318.
en un lenguaje que constituye el último re­ LASCH, Christopher (1995): The revolt o f the elites
curso de los #perdedores sociales y grupos and the betrayal o f democracy. New York: Norton.
m arginales, tanto con el objetivo de recla­ M cM ICHAEL, Philip (2000): “Globalization:
mar al Estado una m ejora de su situación Trend or Project?”, en R. Palan (ed.), Global
marginal como para alejarse completamente Political Economy: Contemporary Theories.
del mismo con vistas a la fundación de pe­ London: Routledge, 100-114.
queños e independientes Estados-nación REICH , Robert B. (1991): The W or{ o f Nations.
(Turner, 1999). New York: Alfred A. Knopf.
Así pues, la nueva era de la globalización SCHOPPA, L. (2002): “Globalization and the
ha estado acompañada por un proceso de Squeeze on the Middle Class: Does any Ver­
formación de nuevas elites políticas, cultura­ sion of the Postwar Social Contract Meet the
les y sociales y por el realineam iento de las challenge?”, en O. Zunz, L. Schoppa y N. Hi­
relaciones entre las anteriores. Cualquier in­ watari (eds.), Social Contracts under Stress: The
tento de entender la dinámica de la form a­ Middle Classes o f America, Europe and Japan at
ción de nuevas elites y de sus relaciones en el the Turn o f the Century. New York: Russell Sa­
contexto global contem poráneo debe tener ge Foundation, 319-344.
presente la heterogeneidad y pluralidad ca­ TU R N ER , Terence S. (1999): “Indigenous and
racterísticas de dichas elites y la inestabili­ Culturalist Movements in the Contemporary
dad propia de los vínculos entre éstas. La Global Conjuncture”, en F. F. del Riego et al.
tendencia que Pareto denominó “circulación (eds.), Las identidades y las tensiones culturales
de las elites” funciona como elemento clave en la modernidad. Santiago de Compostela:
dentro de dicha inestabilidad, y debe ser VIII Congreso de Antropología, Federación
puesta en relación con las expansiones y con­ de Asociaciones de Antropología del Estado
tracciones cíclicas, así como con las fragmen­ Español, 53-72.
taciones y consolidaciones de las unidades — (2002): “Shifting the frame from nation-state
estructurales de la organización política —co­ to global market: Class and social conscious­
m unidades, regiones, Estados, alianzas ness in the advanced capitalist countries”. So­
m ilita re s, bloqu es co m e rcia le s o redes cial analysis: The International Journal o f Social
imperiales—(Friedman, 1994, 2003). and Cultural Analysis, 46, 2: 56-80.
93 Elites cosmopolitas

TURN ER, Terence S. (2003a): “Clase, cultura y de trabajo y otras formas de participación—a
capitalismo. Perspectivas históricas y antropo­ las economías y sistemas sociales de sus países
lógicas de la globalización”, en J. L. García y de origen. Los gastos estatales improductivos
A. Barañano (coords.), Culturas en contacto. y las ^transacciones financieras, a las que de­
Encuentros y desencuentros. Madrid: Ministerio ben esas *elites gran parte de su riqueza, son
de Educación, Cultura y Deporte, 65-110. fundamentalmente resultado de las políticas
— (2003b): “Class projects, social consciousness, del Estado diseñadas para lograr una estabili­
and the contradictions o f ‘globalization’ ”, en dad monetaria nacional y evitar toda política
J. Friedman (ed.), Globalization, the State, and social inflacionista, incompatible con las exi­
violence. Walnut Creek: Altamira Press, 35-66. gencias de las agencias reguladoras transna­
WOOD, Ellen M. (2003): Empire o f capital. New cionales. Las nuevas elites tienden, por tanto,
York, London: Verso. a mostrar absoluta indiferencia -incluso hos­
ZUNZ, Olivier (2002): “Introduction: Social Con- tilidad—ante las necesidades sociales e intere­
tracts under Stress?”, en O. Zunz, L. Schoppa ses económicos de aquellos Conciudadanos
y N. Hiwatari (eds.), Social Contracts under que no pertenecen a los segmentos elitistas
Stress: The Middle Classes o f America, Europe (Gilí, 1996). Hasta tal punto llega esta orienta­
and Japan at the Turn o f the Century. New ción global, que el control obtenido por las
York: Russell Sage Foundation, 1-20. elites de la política social y económica *na-
cional ocasiona un debilitam iento de las
Terence S. Turner
responsabilidades estatales en materia de
Ciudadanía igualitaria y soberanía popular
Véanse además Acciones afirmativas, CIU-
(Sassen, 2001a). La distribución de importan­
1) A DANÍA, Ciudadano, C C)LO NIA CIS­
tes áreas de soberanía —relacionadas con las
MO Y ANTIGOLONIAL1SMO, Griolliza-
políticas sociales y monetarias—a las agencias
ción, CULTURA, D ERECH O S H UMA­
reguladoras transnacionales y a los bancos de
NOS, D ESA RRO L L O , D IFE RE N CIA Y
#desarrollo m ultilateral generando la crisis
DESIGUALDAD, Diferencias sociales y di­
de soberanía del Estado contemporáneo (Sas­
ferencias culturales, DISCRIMINACIÓN Y
sen, 1996,1998, 2001a, 2001b).
EXCLUSIÓ N SOCIAL, Elites cosmopoli­
Todos estos aspectos político-económicos
tas, Espacio de los flujos, E S T A D O -N A ­
e ideológicos que acompañan al desarrollo de
CIÓN, Etnicidad, Global y local, GLOBA-
las nuevas y no tan nuevas elites contemporá­
LIZACIÓN, Globalización v antiglobali-
neas han sido largamente eludidos por la m a­
zación, 1IDENTIDAD, INDIGENISMO,
yoría de los antropólogos dedicados al estudio
Mestizaje, M IG R A C 1ONES, Modernidad,
de la globalización, en especial por los deno­
MOVI LI DAD, MULTIC ULTURALIS-
minados teóricos transnacionales, que han
MO, Nacionalismo, Neocolonialismo, No­
celebrado a las nuevas elites como Consum i­
madismo v turismo, NUEVOS MO VI­
doras cosmopolitas de formas y bienes cul­
M IEN TO S SOCIALES, PATRI MONI O,
turales procedentes de distintas C ulturas,
Plural ismo sinc rón ico, P1 u ri nacionalidad,
cuando no como participantes directas, por su
Polarización de clase, Relaciones y procesos
idiosincrasia viajera, de los #flujos de perso­
informales económicos, Relaciones y procesos
nas y modas culturales a través de las *fronte-
informales políticos, Revolución técnico-co­
ras políticas y *geográficas y comprometidas
municativa, Segregación, Sujeto intercultu­
en la construcción de imaginarios culturales
ral, TERRITORIOS, TRABAJO.
*híbridos.
Hemos de tener en cuenta que el término
Elites cosmopolitas de antropólogos “transnacionales” se aplica a
un grupo de analistas de la globalización
La misma dinámica que opera en el de­ cuyas perspectivas teóricas derivan funda­
sarrollo de las elites transnacionales en el or­ mentalmente de los estudios culturales #pos-
den *global mundial. Las elites rentistas, coloniales y *posmodernos, los de Appadurai
empresariales y financieras especializadas, (1996) , Babha (1994), Gupta y Ferguson
que han prosperado en la nueva oleada *glo- (1997) .
balizadora, orientan cada vez más sus políti­ La concepción “transnacionalista” del ca­
cas y actividades hacia la participación en el rácter cosmopolita de las elites globales y de la
comercio y los mercados financieros y de condición híbrida de las formas culturales del
*trabajo transnacionales, a expensas de su imaginario global se encuentra íntimamente
contribución —mediante impuestos, políticas conectada con sus ideas acerca de cómo la glo-
Elites cosmopolitas 94

balización ha convertido a los #lugares especí­ de las elites. Típicamente, las elites se consti­
ficos e igualmente a los sistemas sociales y tuyen a sí mismas al controlar el paso, en el
culturales delimitados de todo tipo, en enti­ espacio o en el tiempo, a través de áreas fron­
dades que han dejado de ser relevantes. Des­ terizas, fases o niveles de organización. Dicho
de su perspectiva, los flujos de personas, en otras palabras, gobiernan sobre tales inter­
bienes y formas culturales a través de las fron­ faces, por lo que poseen un interés especial en
teras regionales y estatales, unidos a la posi­ el m antenim iento de los límites o fronteras
bilidad de una C om unicación inmediata que median y, en cierto sentido, trascienden.
gracias a los nuevos medios de comunicación, Dicha trascendencia y la ^identidad de elite
han dado lugar a una fusión de culturas y so­ que ella confiere dependen, tanto desde un
ciedades aisladas en un popurrí de formas punto de vista lógico como práctico, de los lí­
culturales híbridas y fluidos movimientos so­ mites que rebasan, sin los cuales carecerían de
ciales de *m igrantes, viajeros comerciales o sentido.
turistas. Las unidades políticas y sociales que De los argumentos lógicos expuestos se
se sitúan entre el Estado-nación y las comuni­ derivan implicaciones políticas y pragmáticas
dades rurales o las sociedades indígenas —tan tanto para el proyecto de las elites, global­
estrechamente ligadas a la teoría antropológi­ mente orientadas, de liberarse de una identi­
ca y a las preocupaciones etnográficas— se ficación ideológica con sus conciudadanos,
interpretan como una categoría ^residual que conlleva toda una serie de responsabilida­
dentro de las reliquias en proceso de desapari­ des sociales y económicas con ellos como para
ción, cuando no se afirma directamente su di­ el constructo teórico “transnacionalista”, que
solución. La movilidad global de las elites considera al cosmopolitismo la expresión ideo­
cosmopolitas y de los migrantes fundadores lógica de dicho proyecto. Según han destaca­
de comunidades diaspóricas, y las continuas do numerosas críticas realizadas desde la
transformaciones de los imaginarios cultura­ antropología y la sociología sobre las elites
les híbridos —catalizados por los nuevos me­ globalizadas contemporáneas, la búsqueda de
dios de comunicación—se consideran efectos valores cosmopolitas mediante la atenuación
de la transcendencia en todas sus consecuen­ o el rechazo de la ciudadanía común conduce,
cias de las conexiones espaciales y fronterizas paradójicamente, a una forma distinta de pa-
y, por lo tanto, de todas las estructuras socia­ rroquianismo. En su polémica contra lo que
les y culturales (Appadurai, 1996; Gupta y denomina “la rebelión de las elites” —es decir,
Ferguson, 1997). Las elites cosmopolitas se su dejación de las responsabilidades que im ­
convierten de esta forma para los “transna­ plica la ciudadanía—, Lasch alude a Robert
cionalistas” en el valor hegemónico de una Reich —en otro sentido, un defensor de la que
nueva era liberadora —teórica e im aginaria­ Lasch denomina una nueva elite global de
mente, cuando no en un sentido p ráctico- “analistas simbólicos”—al explicar el “lado os­
para la sociedad, la cultura, el sistema, la es­ curo” de su cosmopolitismo: “la desnacionali­
tructura y, finalmente, para la antropología, zación de las empresas de negocios tiende a
al menos respecto a las épocas preglobaliza- producir una clase de cosmopolitas que se ven
das anteriores a la aparición de los estudios a sí mismos como ciudadanos del mundo, pe­
culturales. ro sin aceptar... ninguna de las implicaciones
Varios malentendidos parecen estar im ­ que, desde el punto de vista político, suele
plícitos en estas afirmaciones. El hecho de que acarrear la noción de ciudadanía. Sin embar­
las ^fronteras puedan cruzarse no las convier­ go, el cosmopolitismo de estos pocos favoreci­
te en realidades pasadas de moda o irrelevan­ dos, puesto que resulta ajeno a la práctica de
tes. Las fronteras, tanto estatales como de la ciudadanía, conduce a una forma profunda
Ciudades o enclaves culturales, siguen siendo de parroquianismo. Las nuevas elites invier­
instrumentos para regular selectivamente el ten su dinero en la m ejora de sus propios
paso entre los espacios que delimitan y los si­ enclaves autoaislados en vez de en el mante­
tuados más allá de ellos, es decir, funcionan nimiento de los servicios públicos... [Su caso]
como dispositivos que confieren significados proporciona... un llamativo ejemplo de la re­
específicos al tránsito de un te rrito rio a otro. belión de las elites contra los constreñimien­
Las sociedades y las culturas han asimilado tos del *tiempo y del lugar” (Lasch, 1995: 47;
desde siempre los elementos procedentes de citado por Reich, 1992:309-11).
más allá de sus fronteras, y el proceso a través Las implicaciones políticas e ideológicas
del cual lo llevan a cabo constituye uno de los de los análisis de Lasch y Reich son evidentes.
modos más comunes de definición del estatus El dominio político, económico y cultural de
95 Elites cosmopolitas

las elites en el sistema global actual —debido a sociales y culturales. Cada ciudad global fun­
su compromiso con los intercambios transna­ ciona como interfaz entre las regiones interio­
cionales de mercancías, las transacciones fi­ res y los sistemas de comunicación e
nancieras, la diplomacia, las alianzas intercambio transnacionales originados por el
militares y los pactos comerciales—ya no se sistema global (Sassen, 2001b). Las ciudades
basa en su rol como mediadoras entre los sis­ globales actúan, por tanto, como centros cul­
temas políticos y económicos internos de sus turales cosmopolitas: son a la par formas cul­
países de origen y los sistemas transnaciona­ turales y estructuras sociales de localización
les. Su capacidad de controlar y encauzar las fija, que sirven de nudos espaciales para la
actividades sociales, políticas y económicas de organización de espacios intra- y transnacio­
sus compatriotas es precisamente de donde se nales. En este sentido dentro del espacio ma-
deriva su facultad de tener un papel de elite crosocial representan un rol análogo al de las
en el escenario transnacional. La búsqueda de elites en la organización política, económica
un nuevo programa neoconservador, que ate­ e ideológica del orden social.
núe sus responsabilidades con los conciuda­ Estos flujos de mercancías, turistas y ma­
danos de sus Estados-nación originarios, no de obra migrante suceden dentro de un or­
conlleva paradójicamente el estrechamiento den espacialmente articulado de unidades
y, con ello, la socavación de las bases políticas políticas, sostenidas por el ejercicio del poder
e ideológicas de su hegemonía. que en su extremo —en el caso del sistema glo­
La concepción “transnacionalista” del sis­ bal entendido como un todo—protagonizan
tema global como un espacio libre de fronte­ política y militarmente el Estado imperial do­
ras en el que actores “#desterritorializados” y minante y sus aliados. La hegemonía de las
flujos no estructurados de m igrantes, m er­ elites en el actual orden global está directa­
cancías y formas imaginarias circulan libres mente vinculada con la gestión de los flujos
del constreñimiento de los anticuados paisa­ de poder dentro de este sistema de lugares es­
jes de la ^modernidad, caracterizados por Es­ pacialmente delimitados. Para dichas elites, el
tados-nación y comunidades perfectamente sistema global es una compleja jerarquía de
delimitados, que constituye la base de la no­ espacios delimitados.
ción “transnacionalista” del carácter global de La explicación “transnacionalista” de la
las elites, resulta inadecuada en cuanto se exa­ globalización como enemiga de “lugares” y
mina la producción de mercancías, películas, “fronteras” es, en suma, completamente in­
medios de transporte y comunicaciones, y la correcta: engañosa desde una perspectiva
infraestructura inmaterial de las comunida­ lógica, teóricamente equivocada y etnográfi­
des diaspóricas que incluye el contenido de su camente errónea. Por consiguiente, la idea de
imaginario global. Los bienes, servicios y un carácter cosmopolita, propio de las elites
personas que constituyen los flujos transna­ globales y formas culturales globalizadas, es
cionales —y que se incluyen en la noción igualmente desacertada. Esto no significa
“transnacionalista” de cosmopolitismo—de­ •afirmar que la globalización no haya produci­
ben ser producidos, según destaca Sassen, en do nuevas clases de cosmopolitismo, elites es­
un proceso cada vez más complejo que com­ pecializadas y formas culturales consagradas
prende un conjunto de redes de lugares que a sus valores. Las transformaciones de la es­
son frecuentemente transnacionales (Sassen, tructura de clase y de las representaciones
1996, 1998, 2001b). Más allá de esto, insiste ideológicas del Estado-nación producidas por
Sassen, la organización de dichas redes de la globalización han estimulado, no obstante,
producción y distribución bajo condiciones el nacimiento de nuevas elites de carácter im­
de globalización genera en sí misma una cate­ plícitam ente -y , frecuentem ente, explíci­
goría especializada de superespacios: “las tam ente— transnacional y cosmopolita: los
ciudades globales”. La “ciudad global” es un denominados *nuevos movimientos sociales
tipo de espacio producido por el sistema glo­ se hallan comprometidos con valores de ca­
bal, cuyas relaciones entabladas con otros rácter universal. Ya que las políticas de tipo
“superespacios” poseen una estructura pro­ nacional han tendido a la fragmentación en
pia. Ambos hechos entran en obvia contradic­ identidades subnacionales y grupos ^étnicos,
ción con los argumentos de los teóricos las identidades y los grupos étnicos recientes
“transnacionalistas”, que defienden que la se inclinan e interesan por los valores univer­
globalización ha disuelto los lugares y los ha sales —*derechos humanos, medio ambiente,
sustituido por un conjunto de flujos no es­ paz, etc.—que transcienden al Estado y a su
tructurados que conforman las estructuras ideología nacional. Dichos valores y causas
Elites cosmopolitas 96

universales funcionan como fuente de legiti­ ción de las elites de Pareto, podemos entender
midad superior a la otorgada a los estados y que los tipos de elites cosmopolitas son procli­
las ideologías nacionales en la política con­ ves a la form ación de grupos opuestos que
vencional y las instituciones legales (Keck y constituyen una reminiscencia de los “leones”
Sikkink, 1998; Laraña, 1994; Offe, 1985; Tur- y “zorros”, y que los “liberales del champag­
ner, 1997). Los vehículos sociales y defensores ne” ocupan una posición interm edia, quizá
de estos valores universales suelen ser movi­ dentro del rol zoomórfico de los pollos de co­
mientos nacionales o transnacionales para la rral criados en libertad. Sigue pareciendo co­
defensa de los derechos de las ^minorías y de mo si las luchas de los “zorros” con los, en el
determinadas categorías sociales tales como presente, hegemónicos “leones” pudieran en­
mujeres y niños, derechos culturales y territo­ carnar la visión de Pareto “circulando” a la
riales de los pueblos indígenas y reivindica­ posición hegemónica que deja vacante el or­
ciones medioambientales. Dicha tendencia gullo desintegrado de unos fallidos leones.
supone una reorientación del concepto de
derecho desde las normas proclamadas e
impuestas estatalmente de acuerdo con prin­ Bibliografía
cipios sostenidos —independientemente de los
Estados—por la opinión global, las organiza­ APPADURAI, Arjun (1996): Modernity at large:
ciones no gubernamentales y, en ocasiones, Cultural dimensions o f globalization. Minnea­
instituciones intergubernamentales como polis: University of Minnesota.
Naciones Unidas: es decir, por formas e insti­ BABHA, Homi (1994): The location o f culture.
tuciones cosmopolitas. Los grupos identita- London: Routledge
rios y movimientos sociales que defienden GILL, Stephen (1996): “Globalization, Democra­
dichos valores universales están formados tization and the Politics of Indifference”, en
frecuentemente por miembros con una pro­ J. M. Mittelman (ed.), Globalization: Critical
yección internacional que colaboran entre sí Reflections. Boulder: Lynne Rienner, 205-227.
en acciones políticas, manifestaciones y cam­ GUPTA, Akhil; FERG USO N , James (1997):
pañas que atraviesan las fronteras estatales, “Culture, power, place: Ethnography at the
dando lugar al desarrollo de redes o alianzas end of an era”, en A. Gupta y J. Ferguson
de movimientos con una orientación transna­ (eds.), Culture, power, place: Explorations in cri­
cional. Los activistas que forman estas redes y tical anthropology. Durham: Duke University
sus causas de carácter universal constituyen Press, 1-46.
una auténtica contraelite cosmopolita, com ­ KECK, M.; SIKKINK, K. (1998): Activists Beyond
prometida en la lucha contra las políticas de Borders: Advocacy Networks in International
las elites político-m ilitares y empresariales, Politics. Ithaca, NY: Cornell University Press.
transnacionalmente orientadas, que intentan LARAÑA, Enrique; JOHNSTON, Hank; GUS-
en la actualidad consolidar su control del FIE L D , Joseph R. (1994): N ew Social Move­
mundo y sus recursos naturales (Turner, ments: From Ideology to Identity. Philadelphia:
2004). Temple University Press.
En resumen, en contra de la perspectiva LASCH, Christopher (1995): The revolt o f the elites
monista defendida por la mayoría de los teó­ and the betrayal o f democracy. New York: Norton.
ricos “transnacionalistas”, las dinámicas de la O FFE, C. (1985): “New Social Movements: Cha­
globalización no han dado lugar a una sola llenging the Boundaries of Institutional Poli­
elite, sino a múltiples. Friedman ha denomi­ tics”. Social Research, 52: 817-868.
nado a estas elites culturales —tan celebradas REICH , Robert B. (1991): The Wor\ o f Nations.
por los teóricos “transnacionalistas”—los “li­ New York: Alfred A. Knopf.
berales del champagne”. Dentro del mismo SASSEN, Saskia (1996): Losing Control? Sove­
estilo metafórico, podríamos entender el uni­ reignty in an Age o f Globalization. New York:
verso cultural y político del orden mundial Columbia University Press.
globalizado como una lucha alcohólica entre — (1998): Globalization and its discontents: Selected
los “liberales del champagne”, “los conserva­ Essays 1984-1998. New York: New Press.
dores del whisky” y los “habituales del vino” — (2001a): “Cracked Casings: Notes towards an
activistas internacionales, que cuentan con la Analytics for Studying Transnational Proces­
lealtad política de los “trabajadores cervece­ ses”, en L. Pries (ed.), New Transnational Spa­
ros” y, más dudosamente, con la de “los traba­ ces: International Migration and Transnational
jadores migrantes del tequila”. También, en Companies in the Early Twenty-First Century.
el idioma zoológico de la teoría de la circula­ London: Routledge, 187-208.
97 Esclavitud

— SASSEN, Saskia (2001b [1991]): The global gica e incluso sexual de la vida social. La in­
city: New York, London, Tokyo. Princeton: vestigación acerca de la esclavitud que
Princeton University. desarrollen las ciencias sociales —y que con an­
TURNER, Terence S. (1997): “Human Rights, Hu­ terioridad se había llevado a cabo fundamen­
man Difference: Anthropology’s Contribution talmente dentro del ámbito de la economía, la
to an Emancipatory Cultural Politics”.Journal o f historia o las ciencias políticas— no puede,
Anthropological Research, 53, 3: 273-292. Special dentro de nuestro mundo *globalizado e
Issue: C. Nagengast and T. Turner (eds.), Uni­ *intercultural, seguir por más tiempo concen­
versal Human Rights versus Cultural Relativity. trada sólo en los dos ejemplos espacio-tempo-
— (2004): “Anthropological Activism, Indige­ rales que hasta el momento han centrado la
nous Peoples and Globalization”, en C. N a­ atención: el tráfico trasatlántico que estableció
gengast y C. Velez-Ibanez (eds.), Human el sistema colonial europeo y americano en las
Rights: The Scholar as Activist. Oklahoma City: Américas y el Caribe (Genovese, 1972), junto
Society for Applied Anthropology , 83-119. con su predecesor en el universo grecorroma­
no de la antigüedad (Finley, 1980).
Terence S. Turner
En los contextos clásicos, el esclavo era un
individuo que ocupaba una posición subordi­
Véanse ademas CIUDADANÍA, Ciuda-
nada desde el punto de vista *étnico al que
da no. C () M U N 1C ACIÓ N, C O N S U M ()
por la fuerza se le llevaba de su sociedad de ori­
C U 1;I'URAL, C U I ; i ’URA, D E RE CH O S
gen a otra, en la que su trabajo físico se “usaba”
HUMANOS. DESARROLLO, Desterrito­
de forma no remunerada para la producción de
rial i/.ación, DISCRIMINACIÓN Y E X ­
cosechas a gran escala —tales como azúcar
CLUSIÓN SOCIAL, E L IT E S , Etmcidad.
(Mintz, 1985), café, tabaco o algodón—. De es­
ES PAC I( )-Tl EMPO, ESTADO-NACIÓN,
ta forma, se arrancaba al esclavo de una cultu­
F R O N T E R A , Frontera geográfica y admi­
ra para ^insertarlo en otra, despojándole de
nistrativa, Fronteras políticas v religiosas,
su anterior ^identidad social para atribuirle
Global y local, GLORALIZACIÓN, Glo­
otra nueva, basada en la servidumbre, la infe­
bal izaciém y antiglobalización, HIBRID A-
rioridad jerárquica y la reducción de los
CI( )N, 1DENT1 DA I), Lugar y no lugar, MI-
derechos #civiles —si es que, de hecho, se con­
G R A CIC)N E S, MIN () R í A S M o d e r nidad,
servaba alguno-, y con el fantasma de ser in­
MOVÍ El DAD, Nacionalismo, Nomadismo
tercambiado o vendido como si se tratase de
y turismo, NUEVOS MOVIMIENTOS SO-
una especie de propiedad “hum ana”. N or­
C IA L E S, Po scol o n ia 1i sm o, POS M () D E R -
malmente, este tipo de control económico y
NIDAL), TERRITORIOS, TRABAJO, Via­
social iba acompañado de sanciones suma­
les y sistemas de movilidad.
mente fuertes, lo que no impedía que contara
con el respaldo de formas jurídicas e incluso
Esclavitud *violentam ente coercitivas de hegemonía y
dominación. En muchos casos, el esclavo era
Cuando abordamos el tema de la esclavi­ considerado como subhumano, una no “per­
tud social —una de las formas más complejas sona” en sentido estricto, despojado de los
de experiencia humana que podemos identi­ más mínimos elementos de libertad y elec­
ficar a lo largo de la Tierra—nos enfrentamos ción, y arrojado a una nueva identidad social
a un caso especial de #explotación social que tendente a anular o al menos ocultar sus ca­
merece atención particular, debido a que im­ racterísticas lingüísticas, religiosas y cultura­
plica una gran multiplicidad de facetas com­ les previas. En consecuencia, el esclavo es un
puestas por factores interrelacionados. A ser deshumanizado, despersonalizado y *des-
primera vista aparenta ser un modo de ex­ plazado en un proceso que algunos espe­
plotación de *fuerza de trabajo predomi­ cialistas han denominado “m uerte social”
nantem ente económico, por el cual los (Patterson, 1982). Al constituir fundamental­
representantes del poder ^colonial —normal­ mente un recurso de tipo económico —apro­
mente europeos—someten a enormes cantida­ piado como una fuente de mano de obra
des de población, de origen africano en su barata o no pagada de gigantescas proporcio­
mayoría, dentro de los sistemas de plantacio­ nes—, las poblaciones esclavizadas constituyen
nes o minas desarrollados en el Nuevo Mun­ ejemplos extremos de explotación social, en
do. No obstante, la práctica institucional de la los que el uso de personas —individual o colec­
esclavitud también incluye dimensiones di­ tivamente—revela poco de procesos de disi­
versas de la esfera #cultural, política, psicoló­ mulo o suavidad, y mucho de lo que puede
Esclavitud 98

considerarse una explotación abierta, directa, Entre 1761 —fecha en la que el marqués de
ostensible o violenta. Pombal abolió la esclavitud dentro del Portu­
Las investigaciones antropológicas han gal continental—y mediados del s. X X , nume­
aportado tres puntos adicionales más allá de rosos países han abolido form alm ente la
esta reducida escena euroamericana. En pri­ esclavitud como institución. Sin embargo, los
mer lugar, los modelos de esclavitud desarro­ primeros intentos por sacar a debate público
llados dentro de contextos ajenos al mundo el dilema de los individuos y poblaciones es­
clásico afroamericano muestran complejas si­ clavizadas datan de fechas anteriores: ya a
tuaciones respecto a los tránsitos de indivi­ principios del s. XVII, los cuáqueros protago­
duos de una cultura a otra. A través de nizaron una de estas tentativas en Gran
determinadas formas de “adopción” o de resi­ Bretaña. Hacia 1830, el movimiento abierta­
dencia de larga duración, los esclavos que­ mente abolicionista había ganado ya mucho
daban frecuentemente incorporados como terreno. La variedad de fechas —entre los si­
parientes dentro de los sistemas de vida fami­ glos XIX y XX— en las que se van produciendo
liar preexistentes. Los sistemas de esclavitud las sucesivas aboliciones en los distintos conti­
africanos o asiáticos no sólo eran diferentes de nentes es reflejo de las diversas historias que
los europeos, sino que lo eran también entre sí. componen el periodo moderno de esclavitud.
Como ha argumentado Watson (1980) —un En fechas tan tempranas como mediados del
experto en la materia—, en general, los contex­ siglo XV, Portugal ya transportaba esclavos
tos de esclavitud africanos implican abundan­ africanos a Europa, mientras que España
tes recursos en tierras, dando lugar a formas practicaba distintas modalidades de trabajos
más “abiertas” en las que la riqueza se concen­ forzados en el Caribe y América Latina usan­
tra en las personas más que en las propiedades do a las poblaciones indígenas; todo ello antes
materiales. Por el contrario, los sistemas asiá­ del posterior comercio trasatlántico de escla­
ticos no desarrollan estos sistemas de incorpo­ vos africanos dominado por Gran Bretaña,
ración de individuos como cuasiparientes o Francia, Holanda y los citados países ibéricos.
miembros adoptados en la familia. En segun­ No debemos olvidar, además, que dentro de
do lugar, en la mayoría de los casos no-euro- los modelos clásicos de interpretación marxis-
peos, los esclavos podían desempeñar diversos ta de la historia, la esclavitud constituye un
roles sociales: desde ser criados, guerreros, bu­ modo de producción independiente en y de sí
rócratas o comerciantes hasta sirvientes do­ mismo. Son varias las fechas que podemos
mésticos, amantes o cónyuges; situaciones que destacar como significativas en el proceso de
ponen en duda la posibilidad de “exportar” los abolición de la esclavitud desde el punto
conceptos europeos de libertad, propiedad o de vista global: 1885 -la Conferencia de Ber­
explotación a otros contextos culturales de na­ lín -, 1890 -e l Acta de Bruselas—, 1926 -C o n ­
turaleza diferente. En resumen, en otros luga­ vención Internacional sobre Esclavitud-,
res los esclavos no sufrieron la subyugación y 1948 —Declaración Universal de los Derechos
dominación extremas que fueron característi­ Humanos, aprobada por Naciones Unidas-,
cas de las situaciones coloniales clásicas. En 1956 —Convención de Naciones Unidas— y
tercer lugar, el proceso de transformación 2004 —al declarar la Asamblea General de
identitaria experimentada por los esclavos ne­ Naciones el Año Internacional de Conmemo­
cesita de un enfoque más amplio: no en todas ración de la Lucha contra la Esclavitud y de
partes los esclavos se convirtieron en “cosas” su Abolición—. Pese a todo, tal y como muchos
para ser vendidas o intercambiadas —de he­ especialistas han destacado, la liberación legal
cho, ¿se puede aplicar el significado occiden­ de los esclavos —manumisión—es un proceso
tal del término identidad en otros contextos complejo e intrincado, que implica años si no
no europeos?—. En algunas ocasiones, es posi­ décadas de reajustes judiciales, sociales y cul­
ble encontrar una limitada posibilidad de as­ turales. En algunas ocasiones, se trata sim­
censo social; en otras, las formas mayoritarias plemente de modificaciones en definiciones
de integración social de esclavos no implica­ burocráticas, detrás de las cuales persisten
ron violencia ni coerción evidentes. formas ocultas o in fo rm a le s de esclavitud.
A pesar de estas perspectivas críticas, si­ De hecho, no está completamente claro si los
guen manteniendo su vigencia dos dimensio­ factores que sostuvieron la abolición de la es­
nes más de la esclavitud en su sentido clásico: clavitud en determinados países y regiones
a) los procesos históricos de su abolición, fueron fundamentalmente de tipo económi­
y b) las nuevas y más modernas formas de lo co, o si prevalecieron motivaciones de tipo
que en la actualidad se denomina como tal. ideológico y hum anitario —derivadas en su
99 Esclavitud

mayoría de la Ilustración y la Revolución exhaustiva narración autobiográfica escrita


Francesa—. Por todo esto debemos concluir por una m ujer ex esclava en 1861, en la que
que la esclavitud —práctica social extremada­ describe los numerosos episodios de explota­
mente compleja tanto en su naturaleza como ción sexual sufridos a mano de su propietario,
en su distribución global a lo largo del tiempo un doctor local (Jacobs, 1861). Nacida en el
y del espacio, de la historia y la geografía—no norte de C alifornia en 1813, H arriet Jacobs
es menos com pleja que su propia desapa­ —una mulata—consiguió escapar al norte de
rición. los Estados Unidos tras permanecer escondi­
A propósito de esto último surge una da durante siete años, donde fue liberada por
cuestión final: ¿Realmente ha desaparecido la compra en 1853. Jacobs, que murió en 1897 a
esclavitud en nuestro mundo contemporáneo los ochenta y cuatro años de edad, nos dejó un
y supuestamente ^multicultural? La respues­ relato sumamente original de sensaciones,
ta debe ser negativa. ¿Cómo definir de otro sentimientos y estados psicológicos experi­
modo el estatus de la mano de obra infantil o mentados en primera persona por un ser hu­
de los trabajadores de regiones subdesarrolla­ mano atrapado dentro de la institución de la
das a los que se embauca o engaña para que esclavitud. En dicho relato, la cuestión de
firmen contratos que claramente no les favo­ la explotación sexual se evidencia más allá
recen? ¿Cómo definir entonces las distintas de las clásicas dimensiones de subordinación
modalidades de tráfico de personas, raptos o económica y apropiación del trabajo.
el contrabando de mujeres y niños desarrai­ Para concluir, podemos afirmar que la es­
gados de un continente y llevados a otro gene­ clavitud constituye “uno de los mayores crí­
ralmente en barcos? ¿Dónde situar la línea menes de la historia” (Genovese, 1972: X V I) y
que separa el trabajo doméstico de la explota­ quizá la forma más extrema conocida de ex­
ción sexual? ¿Dónde está la frontera entre la plotación social directa y deshumanizante.
in m igración legítima y la clandestina? Uno de los trabajos recientes más estimulante
Resulta imposible dar una respuesta a es­ sobre la esclavitud es el estudio de Paul Gilroy
tas cuestiones sin acudir a una nueva defini­ (1993), en el que ahonda en la doble conciencia
ción contemporánea de la diferencia entre la de los negros inmersos en un universo históri­
esclavitud tradicional y las formas que en co y cultural triangular que conecta, por un
la actualidad perduran de esclavización social y lado, Europa con Africa y, por otro lado, el
laboral. Es importante recoger al respecto las Caribe y América Latina. Los negros eran —y
afirmaciones de un especialista como Phillips: siguen siendo—a la vez “americanos” y “afri­
“La esclavitud continúa existiendo hoy en día. canos”, a la par que han existido dentro —y
Podemos encontrarla entre las prostitutas del fuera—de la Europa occidental durante varios
Sureste asiático, los empleados domésticos de siglos. Al tener que hacer frente a la tortura
Africa y del mundo islámico y los trabajado­ física, la humillación social e incluso el terror
res explotados en las industrias de Los Ange­ racial, la opción por la muerte en lugar de
les y Nueva Y ork” (1996: 127). Una de las continuar viviendo como esclavo constituyó
publicaciones que cita Phillips es el estudio de de hecho una solución para algunos esclavos
Dorthy Q. Thom as de 1993, titulado A M ó­ en determinadas situaciones y lugares. La
d em Form o f Slavery: Trafficking o f Burm ese subyugación, dominación y reducción del es­
Women and Chüdren into Brothels in Thailand, clavo a un estado más cercano al animal dan
en el que se subrayan dos factores clave de la lugar a una situación anómala, en la que la
esclavitud actual: el tráfico transnacional de muerte es considerada en sí misma una solu­
seres humanos y las formas específicas de es­ ción menos dolorosa y negativa (Gilroy, 1993:
clavitud sexual. Esto no significa que esta 68). En nuestro mundo moderno este tipo de
dimensión haya sido ignorada en estudios conclusión parece totalmente anacrónica. El
más tempranos. En su extenso análisis de la dilema actual parece situarse —dentro de las
obra de Patterson de 1982, en la que se aborda ciencias sociales y humanas—en la necesidad
la esclavitud como una forma de muerte so­ de documentar con cuidado y precisión aque­
cial o “alienación natal”, Davis subraya el pa­ llas situaciones en las que la esclavitud
pel de los eunucos políticos en contextos informal continúa existiendo escondida, disi­
reales al servicio de los emperadores en las so­ mulada u oscurecida, con el objeto de denun­
ciedades bizantinas y chinas (Davis, 1983:21). ciar dichos casos y prevenir —a través de las
Estos eran esclavos de diferente orden, pese a organizaciones humanitarias nacionales e in­
que su condición sexual fuese profundamen­ ternacionales—toda forma de explotación o
te am bigua. Otro ejemplo lo hallamos en la esclavización de seres humanos.
Esfera mediática 100

Al final de este breve texto, humanamen­ RALISMO, Nomadismo v turismo, Plurina-


te doloroso, es necesario plantear una pregun­ cionalidad, RELACIONES Y PROCESOS
ta incluso más dramática, que nos sitúa en el INF( )RMALES, Sujeto intercultural, TRA-
papel de abogados del diablo. En el trabajo o BAJ(), VI () LENCA A POLÍTICA.
en “casa”, ¿ha sido —usted o alguien cercano—
esclavizado hoy de algún modo?
Esfera mediática
Bibliografia Los medios de comunicación constituyen
un poderoso factor de cambio en la Edad Mo­
DAVIS, David Brion (1983): “Of Human Bonda­ derna. En sí mismo considerado éste no es, sin
ge”. The New Yorl[ Review o f Boohs, 17 Fe­ embargo, un hecho específico. Los medios de
bruary: 19-22. Review of Orlando Patterson: comunicación han sido siempre un factor
Slavery and Social Death: A Comparative Study. de cambio social y cultural. Como han mos­
FIN LEY, Moses I. (\980): Ancient Slavery and Mo­ trado los estudios sobre los efectos de la escri­
dern Ideology. New York: Viking Press. tura y de la imprenta, la introducción en una
G EN O VESE, Eugene D. (1972): Roll, Jordan, cultura de nuevos medios de comunicación
Roll: The World the Slaves Made. New York: afecta profundamente a las relaciones que los
Random HouseAfintage Books. hombres mantienen entre sí, a las que mantie­
GILROY, Paul (1993): The Blacf Atlantic: Moder­ nen con la naturaleza e incluso a su propia
nity and Double Consciousness. London: Verso. percepción como sujetos. De ahí que quizá sea
JACOBS, Harriet A. (1987 [1861 ]): Incidents in the más exacto decir que lo que se produce desde
Life o f a Slave Girl, Written by Herself. Cam­ los inicios de la ^modernización es una “me-
bridge, Massachusetts: Harvard University diatización de la cultura” que produjo una
Press. Edited by Lydia Maria Child. Introduc­ transformación sistemática de la sociedad.
tion by Jean Fagan Yellin. El efecto más evidente de la “tecni-
MINTZ, Sidney W. (1985): Sweetness and Power: ficación” de la comunicación es que altera
The Place o f Sugar in Modern History. New profundamente las condiciones espaciotempo-
York: Viking Penguin. rales y da lugar a un fenómeno, también no
PATTERSON, Orlando (1982): Slavery and Social específico, pero muy característico de la mo­
Death: A Comparative Study. Cambridge, Mas­ dernidad: el “desanclaje” o “despegue” de las
sachusetts: Harvard University Press. relaciones de los contextos locales de interac­
PHILLIPS, William D. Jr. (1996): “Slavery in Spa­ ción social (Giddens, 1999). Esta reorganiza­
ce and Time: Continuities”, en Alberto Vieira ción del espacio y del tiempo fue aún más
(coord.), Slaves With or Without Sugar: Registers profunda cuando aparecieron los medios que
o f the International Seminar. Funchal/Regiao se basan en la electricidad. El efecto más in­
Autonoma da Madeira: Atlantic History Study mediato del primero de ellos, el telégrafo, es
Centre & Regional Tourist and Culture Office, verdaderamente revolucionario: el transporte
127-42. Colec^ao Memorias, 13. de la información se independiza del trans­
THOMAS, Dorthy Q. (1993): A Modern Form o f porte físico. Si la invención de los relojes
Slavery: Trafficking o f Burmese Women and mecánicos había facilitado la concepción
Children into Brothels in Thailand. New York: abstracta del tiempo, la introducción de los
Human Rights Watch. medios electrónicos hace posible una distin­
WATSON, James (ed.) (1980): Asian and African ción conceptual de gran importancia: el lugar
Systems o f Slavery. Oxford: Basil Blackwell. —el asentamiento o localización física— y el
*espacio —abstracto—. Esta dislocación ha he­
Brian Juan O’Neill
cho habitual algo en otros tiempos inimagi­
nable: la “simultaneidad desespacializada”
Veanse Acciones afirmativas. Apartheid, (Thompson, 1998), es decir, la experimenta­
CIUDADANÍA, C( )LONIALISMO Y AN­ ción simultánea de acontecimientos en luga­
TICA )L()NIA L ISMO, CULTURA, Deste- res espacialmente alejados. De esta manera el
rritorialización, Discriminación positiva, ES­ espacio de la comunicación se ensancha mien­
TADO-NACIÓN, ESTIGMA, Etnicidad, tras que el espacio físico parece reducirse. Co­
EXPLOTACIÓN SOCIAL, GL( )BALIZA- rrelativamente, la experiencia misma del
CIÓN, ID ENTIDAD, INTEGRACIÓN, “ahora” cambia también de sentido porque
I nte re1111ural i(Iad, MI ( ¡ R A CI () N ES ^Migra­ los nuevos medios de comunicación e infor­
ciones y racismo, Mestizaje, MULTICULTU- mación se organizan en redes que permiten la
101 Esfera mediática

comunicación inmediata por muy alejado Estas teorías no pueden ser totalmente
que se esté en el espacio. Este achicamiento desligadas de una concepción que ha conside­
del espacio físico en beneficio del espacio de la rado a los medios y a la comunicación que lle­
comunicación es una de las manifestaciones van a cabo como “de masas”. Sin embargo, en
de ese fenómeno más amplio que conocemos la actualidad se piensa que los presupuestos
como “globalización”, expresión desde luego subyacentes en la expresión “comunicación
ambigua, pero que permite describir, entre de masas” yerran en una cuestión fundamen­
otros, el hecho de que la información y la co­ tal: el papel de los receptores y consumidores.
municación pueden llegar a cualquier rincón Contrariamente a lo que esta concepción su­
del espacio humano. pone, los consumidores de los productos cul­
Al dislocar el espacio y el tiempo, la comu­ turales no se comportan ni como átomos
nicación mediática introduce nuevas formas aislados ni pasivamente, sino que la apropia­
de relación. La escritura o bien difiere la res­ ción de sentido es una actividad, muchas ve­
puesta del interlocutor —la carta—o bien la ces creativa, realizada por individuos que
hace prácticamente imposible —el libro, el viven en lugares y en momentos históricos de­
periódico-. Otro medios—el telégrafo, el telé­ terminados, que tienen señas de id en tid a d
fono, las nuevas tecnologías—permiten la in­ individual y colectiva peculiares, que poseen
terlocución, pero reduciendo en gran medida competencias enciclopédicas diferentes y qué
los canales y los sistemas semióticos asociados interaccionan unos con otros en su vida coti­
a la copresencia física. Como ocurre con todo diana. En definitiva, si la difusión es g lo b a l e
tipo de tecnologías, algo se gana y algo se pier­ implica desterritorialización, la recepción es
de. Los medios monológicos han encontrado local y exige una reterritorialización que da
procedimientos para llegar a una multitud de lugar a interpretaciones diferentes según
destinatarios. La imprenta primero, la radio, contextos culturales diversos. Estudios de
el cine y la televisión después, se convirtieron recepción sobre cómo han sido interpretados
en medios “masivos”: ponen a disposición de conocidas series y programas de televisión
un público muy numeroso una gran cantidad americanas en otras culturas, como los lleva­
de ^información. La imprenta fue el primer dos a cabo por Liebes y Katz o J. Lull, avalan
medio capaz de producir grandes cantidades esta posición.
de ^bienes de consumo simbólicos. La venta La complejidad del proceso de produc­
de libros y “noticias” —los primeros periódicos ción e interpretación de los productos
nacen en el s. XVII— constituye el comienzo de m ed iáticos ha p rod u cid o co n secu en cias
un proceso que en el siglo X IX adquiere un contradictorias. Si la producción y difusión
impulso decisivo y en el siglo XX un alcance glo­ globalizada de unos bienes simbólicos favore­
bal. Los medios se vinculan a la industria y al ce la homogeneización cultural, los procesos
mercado para ser así más eficaces en la pro­ de reapropiación del sentido se hacen en con­
ducción, la difusión y el consumo de produc­ textos culturales muchas veces fragmentados,
tos simbólicos. cuando no individualizados, en los que se en­
Para describir este proceso, Adorno y cuentran unos sujetos que recurren a reglas
H orkheim er utilizaron el concepto de “in­ de interpretación y ^traducción muy diversas
dustria cultural”. Desde una perspectiva críti­ y que usan los medios según criterios no pre­
ca, ponen de manifiesto que la producción de vistos. La fragmentación es un fenómeno que
bienes culturales se somete a la racionalidad se deriva tanto de la cantidad de productos
técnica de una producción industrial que con­ culturales como de las nuevas prácticas intro­
forma todo el proceso comunicativo: impone ducidas por las nuevas tecnologías de la
procedimientos estandarizados para la pro­ comunicación. La individualización es el re­
ducción, unos canales institucionalizados de sultado tanto de la accesibilidad como de la
distribución, y da lugar a productos que obe­ proliferación de nuevas tecnologías: muchos
decen a modelos —géneros, series, formatos— de los medios están concebidos para ser usa­
que anticipan y determinan una recepción y dos individualmente y obstaculizan las rela­
un consumo que anula la autonomía de los in­ ciones inmediatas con los más próximos para
dividuos. Otros autores, como H. Schiller, favorecer las relaciones mediatizadas con los
han puesto de manifiesto que la industria cul­ que están alejados. Los nuevos medios son,
tural no puede ser examinada al margen del gracias a la digitalización, “multimedia”, es
proceso de *globalización que ha llevado a la decir, permiten integrar diversas sustancias
difusión mundial de los contenidos y a una expresivas —sonido, imagen, palabra-, y, gra­
concentración de los medios. cias a una estructuración en red, a la facilidad
Espacio de los flujos 102

y rapidez con que transmiten los datos, están GOODY, J. (1990): La lógica de la escritura y la organi­
reestableciendo una capacidad de interacción zación de la sociedad. Madrid: Alianza Editorial.
aparentemente semejante a la de la comuni­ MARTÍN BARBERO, J. (1987): D e los medios a
cación cara a cara. La “simultaneidad deses- las mediaciones. Comunicación , cultura y hege­
pacializada” ya no es un obstáculo para una monía. México: Gustavo Gili.
comunicación dialógica —unas veces entre in­ MORIN, E. (1967): E l espíritu del tiempo. Madrid:
dividuos, otras entre grupos, chats, foros de Taurus.
discusión, blogs, etc.— pero profundamente THOMPSON, J. B. (1998): Los media y la moder­
transformada por la mediación tecnológica: nidad. Una teoría de los medios de comunicación.
los medios unen al tiempo que separan. La Barcelona: Paidós.
fragm entación y la individualización coha­
Wenceslao Castañares
bitan con la formación de nuevas “comu­
nidades herm enéuticas”, constituidas por
Véanse además ALTERID AD, COMUNI­
individuos localizados en lugares alejados pe­
CACIÓN, CONSUMO CULTURAL, Dere­
ro que comparten los mismos intereses, gus­
cho de injerencia, Desterritorialización, ES­
tos, aficiones, referencias simbólicas, o que,
PACIO-TIEMPO, Espacios locales. Espacio
simplemente, coinciden en los nuevos lugares
red, FRO NTERA, Global v local, C L O R A ­
“virtuales” que han construido las redes.
LE/ A C 1Ó N , I I ) E N T 11)A I ), 1nformacion,
Los medios han producido cambios sus­
IN FEG R A CION, i\1oder nidad, Modern iza-
tanciales que afectan tanto a las sociedades co­
ción, Multilingüismo, Nomadismo y turismo,
mo a los individuos. Si bien es cierto que,
Pluralismo sincrónico, Revolución técnico-co­
contra lo que algunos auguraban, no han
municativa, Sociedad de la información y del
terminado con las tradiciones, las han des­
conocimiento, TERRITORIOS, Traducción.
arraigado para reelaborarlas y re-arraigarlas
cuando no re-crearlas. Fue W. B enjam in
quien nos puso en la pista de los cambios ope­
rados por las tecnologías comunicativas -im ­
Espacio de los flujos
prenta, fotografía, cine—en la experiencia, tal Manuel Castells parte de la premisa cen­
como antes se vivía, y el advenimiento de otro tral de que el espacio es la expresión de la so­
tipo de experiencia: la del que interpreta una ciedad (2001: 488). Puesto que las sociedades
narración novelada o contempla desde la des­ contemporáneas están sufriendo un cambio
atención una obra de arte reproducida mecá­ estructural, cree razonable que tal cambio ha­
nicamente. ya provocado también el surgimiento de nue­
Los nuevos medios no hacen sino acen­ vas formas y procesos espaciales. La dinámica
tuar esas tendencias. Su reestructuración del espacial de nuestra sociedad, afirma, surge y
espacio y del tiempo construye un nuevo tipo se alimenta de la síntesis histórica del infor-
de realidad, la “virtual”, y, consecuentemen­ macionalismo y del capitalismo que aparecen
te, nuevas formas de experiencias todavía no a partir de los años ochenta, para transformar
suficientemente exploradas. Finalm ente, los el paisaje urbano y la geografía regional.
instrumentos no sólo modifican la experien­ La *sociedad de la inform ación, afirm a
cia, sino el órgano al servicio del que aparen­ este sociólogo español, está construida en tor­
temente estaban: la sensibilidad. no a #fiujos —de capital, información, tecno­
No menos importancia han adquirido los logía, interacción organizativa, imágenes,
medios como procuradores de nuevos mate­ símbolos, etc.— que son la expresión de los
riales simbólicos que los individuos utilizan procesos que “dominan” la vida económica,
en la organización reflexiva del yo, aunque al política y simbólica. La dimensión espacial de
precio de hacerlo de forma más fragmentaria, la sociedad no puede escapar a su poderosa in­
dispersa y descentralizada, y, consecuente­ fluencia; de ahí deriva su tesis de una nueva
mente, menos unitaria y coherente. forma espacial característica de la sociedad
red: el espacio de los flujos. Entendido como
“la organización material de las prácticas so­
Bibliografía ciales en tiempo compartido que funcionan a
través de los flujos” (2001: 489), el espacio de
ABRIL, G. (1997): Teoría general de la información. los flujos es la forma de articulación espacial
Madrid: Cátedra. del poder y de la riqueza en nuestro mundo.
GIDDENS, A. (1999): Consecuencias de la moder­ “Conecta a través del globo flujos de capi­
nidad. Madrid: Alianza Editorial. tales, gestión de multinacionales, imágenes
103 Espacio de los flujos

audiovisuales, inform aciones estratégicas, nización de las masas son los mecanismos ge­
programas tecnológicos, tráfico de drogas, melos fundamentales de dominación social
modas Culturales y miembros de una *elite en nuestra sociedad. En esos mecanismos el
Cosmopolita que gira, gira, crecientemente espacio desempeña un papel esencial, porque
despegada de cualquier referente cultural o el poder domina mediante flujos, mientras
^nacional” (Castells, 1995: 18). que la gente vive en lugares. De hecho, seña­
La abstracción de este concepto se com ­ la, “hasta las democracias pierden poder fren­
prende mejor cuando se especifica su conte­ te a la habilidad del capital para circular *glo-
nido, integrado, según Castells, por la com ­ balmente, de la información para transferirse
binación de tres capas de soportes m ate­ secretamente, de los mercados para ser pe­
riales: la red de C om unicación electrónica, netrados o abandonados, de las estrategias
los nodos y ejes del espacio de los flujos y la planetarias de poder político-militar para ser
organización espacial de las elites gestoras do­ decididas sin el conocimiento de las d a c io ­
minantes. El primero está formado por un nes, y de los mensajes culturales para ser co­
circuito de impulsos electrónicos —microelec­ mercializados, empaquetados, grabados y
trónica, telecomunicaciones, procesamiento difundidos en las mentes de la gente... No
informático, sistemas de radiodifusión, etc.— existe una opresión tangible, ni un enemigo
que constituyen la base material de los proce­ identificable, ni centro de poder alguno que
sos cruciales en la sociedad red y se estruc­ pueda ser responsabilizado de problemas so­
turan en la red de com unicación, que es la ciales específicos” (1995: 484-485).
configuración espacial fundamental. Según Mientras que la vida y la experiencia del
ilustra el propio autor, la infraestructura tec­ común de la gente está arraigada en lugares,
nológica que conforma dicha red define el las elites son cosmopolitas. Pero para repro­
nuevo espacio de modo muy parecido a como ducirse socialmente y conservar su poder, las
los ferrocarriles definieron regiones económi­ elites no pueden convertirse ellas mismas en
cas y mercados nacionales en la economía in­ flujos. Deben, por el contrario, desarrollar un
dustrial. Los *lugares no desaparecen, pero conjunto de reglas y códigos culturales que
su lógica y significado quedan absorbidos en marquen nítidamente las #fronteras de su co­
la red. munidad cultural y política. Para ello utilizan
El segundo soporte material del espacio dos tipos de estrategias. La primera consiste
de los flujos lo constituyen sus nodos y ejes. en formar su propia sociedad, constituyendo
Aunque su base sea una red electrónica, el es­ comunidades simbólicamente aisladas que se
pacio de los flujos conecta lugares específicos atrincheran tras la barrera material del precio
que poseen características sociales, culturales, de la propiedad inmobiliaria. Estas comuni­
físicas y funcionales bien definidas. Algunos dades de elite, que Castells define como “una
lugares son ejes de comunicación, que desem­ subcultura ligada al espacio y con conexiones
peñan un papel de coordinación; otros son los interpersonales”, le llevan a plantear una in­
nodos de la red, en donde se ubican funciones, teresante hipótesis que da concreción —o, si se
actividades y organizaciones estratégicamen­ quiere, permite ponerle nombres y apellidos-
te importantes —las *ciudades ^globales—. ai abstracto espacio de los flujos: sugiere que
Tanto los nodos como los ejes están organiza­ está compuesto por “microrredes personales
dos de forma jerárquica, según su peso relati­ que proyectan sus intereses en macrorredes
vo en la red; tal jerarquía puede cambiar, sin funcionales por todo el conjunto global de
embargo, dependiendo de la evolución de las interacciones del espacio de los flujos”. Se tra­
actividades procesadas a través de la red. ta de un fenómeno bien conocido en el mun­
Mientras que los soportes anteriores se do financiero: las decisiones estratégicas se
traducen en redes de comunicaciones, siste­ toman en comidas de negocios celebradas en
mas financieros inform atizados, ciudades restaurantes exclusivos, o en fines de semana
globales y en el nuevo espacio industrial de la pasados en casas de campo, al igual que ocu­
alta tecnología, el tercer soporte material del rría antaño. Pero estas decisiones, añade, “se­
espacio de los flujos está constituido por la or­ rán ejecutadas en procesos de toma de
ganización espacial de las elites dominantes, decisión inmediatos sobre ordenadores te­
que ejercen las funciones directrices en torno lecomunicados que pueden provocar sus
a las que se articula ese espacio. ¿Cómo mani­ propias decisiones para reaccionar a las
fiestan espacialmente su dominio las actuales tendencias del mercado” (2001: 494).
elites dominantes? Para Castells, la articula­ La segunda estrategia consiste en crear un
ción de las elites y la segmentación y desorga­ estilo de vida e idear formas espaciales ten­
Espacio red 104

dentes a unificar el entorno simbólico de las perspectiva crítica, reivindicarán autores co­
elites en todo el mundo. Así, uniendo los dis­ mo Arturo Escobar (2000) -qu ien destaca la
tintos ejes y nodulos del espacio de los flujos, necesidad de reafirmar los lugares y la cultu­
se construye por todo el mundo un espacio ra local no capitalista frente a la dominación
—relativamente—aislado y homogéneo com ­ del espacio, del capital y de la #modernidad—
puesto por hoteles internacionales, salas para y tantos otros estudiosos que, distanciándose
VIP en los aeropuertos, servicios secretariales, de las visiones dicotómicas, apuestan por el
etc., que recrean una sensación de fam i­ enfoque de la glocalización (Barañano, 2005).
liaridad con el mundo interior, mantienen la
distancia frente a la sociedad exterior y con­
servan la unidad de un reducido círculo de la Bibliografía
elite empresarial a través de sensaciones, ritos
y experiencias similares en todos los países. BARAÑANO Cid, M. (2005): “Escalas, des/rean-
Paralelam ente, entre la elite de la inform a­ clajes y transnacionalismo. Complejidades de
ción también se está gestando un estilo de vi­ la relación global-local”, en A. Ariño (ed.), Las
da desvinculado de la especificidad histórica encrucijadas de la diversidad cultural. Madrid:
de cualquier sociedad específica e integrado CIC, 425-451.
por diversos símbolos —como el uso regular de CASTELLS, M. (1995 [1989]): La ciudad informa­
instalaciones de hidromasaje, la práctica del cional, Tecnologías de la información, reestruc­
jogging, el ubicuo ordenador portátil, la com­ turación económica y proceso urbano-regional.
binación de ropa formal y de deporte, el estilo Madrid: Alianza.
de ropa unisex, etc.—que, crecientemente, se — (1998 [ 1996]): La era de la información: econo­
relacionan con la pertenencia a los círculos mía, sociedad y cultura, Vol. 1, E l poder de la
gestores de la economía informacional global. identidad. Madrid: Alianza.
Esta cultura internacional y homogenei- — (2001 [1997]): La era de la información: econo­
zadora que transmite el espacio de los flujos mía, sociedad y cultura, Vol. 2, La sociedad red.
se refleja también en la tendencia hacia la uni­ Madrid: Alianza.
formidad arquitectónica que distingue a los ESCOBAR, A. (2000): “El lugar de la naturaleza y
lugares que constituyen los ejes y nodos de ca­ la naturaleza del lugar: globalización o posde­
da red a lo largo del mundo. De este modo, sarrollo”, en A. Viola (comp.), Antropología del
“la arquitectura escapa a la historia y la cultu­ desarrollo, Barcelona, Buenos Aires, México:
ra de cada sociedad y queda capturada en el Paidós, 169-217.
nuevo mundo imaginario y maravilloso de
Josepa Cucó i Giner
posibilidades ilimitadas que subyace en la ló­
gica transmitida por el multimedia: la cultura
Véanse además COMUNICACIÓN, CU L ­
de la navegación electrónica, como si se pu­
TURA, ELITES, ESTADO-NACIÓN, Et-
dieran reinventar todas las formas en un
nicidad, FRONTERA, Global v local, G L O ­
lugar, con la sola condición de saltar a la inde­
RALIZACIÓN, ID E N T ID A D , Informa­
finición cultural de los flujos de poder” (Cas-
ción, Lugar y no lugar, Migraciones. Redes
tells, 2001: 495).
sociales, Modernidad, MOVI LI DAD, Na­
Junto a este dominante, expansivo, fluido
cionalismo, Nomadismo y turismo, Sociedad
y global espacio de los flujos persiste el *espa-
de la información y del conocimiento.
cio de los lugares, en el que se construye y prac­
tica la experiencia cotidiana de la gran
mayoría de personas. Para Castells, éste es un
espacio cuya tendencia evolutiva tiende a con­
Espacio red
vertirlo en algo “cada vez más local, más te­ Desde los años setenta casi todas las re­
rritorial, más apegado a la ^identidad propia, giones metropolitanas del mundo han experi­
como vecinos, como miembros de una cultu­ mentado unos cambios tan intensos que a
ra, una #etnia, una nación... Idonde] se re­ menudo es imposible reconocer lo que existía
cupera la tradición histórica y afirma la en ellas hace sólo tres décadas. Los especialis­
geografía de las culturas, pero también a ve­ tas consideran que esas transformaciones son
ces degenera en tribalización, fragmentación el resultado de un nuevo proceso de urbani­
y ^xenofobia” (1995: 18). Es un espacio que el zación que se hace efectivo en diversos niveles
propio Castells explorará más tarde bajo interconectados —^territorial, económico, so­
el filtro único del crisol identitario (1998). Es cial y *cultural—. En el núcleo de los cambios
precisamente este espacio el que, desde una se halla la economía *global, organizada en
105 Espacio red

torno a *centros de mando y de control, con tida a una feroz competencia entre las ciu­
capacidad para coordinar, innovar y gestionar dades y a la aventura de las inversiones finan­
las actividades de las redes empresariales. El cieras e inmobiliarias de alto riesgo. La
resultado es un modelo espacial reticular ca­ arquitectura de redes se reproduce en el inte­
racterizado por su dispersión y concentración rior de cada país, de manera que, al tiempo
simultáneas. La dispersión obedece a que el que sus centros regionales y locales quedan
automóvil, la separación entre áreas de servi­ interconectados a escala internacional, entran
cio, *trabajo y residencia, la ^migración y la también en la espiral de dependencia y vulne­
deslocalización industrial, la expansión del rabilidad ante los cambiantes flujos globales.
^turismo y el auge de las segundas residencias Pero la *globalización no sólo comporta
provocan una gran #movilidad que abarca un no existencia de territorios tendentes a la uni­
territorio cada vez más extenso y complejo, ficación económica y política en ámbitos su-
dando lugar a una urbanización agresiva­ praestatales, sino que, según enfatiza Jordi
mente expansiva y a un uso despilfarrador del Borja (2002), conlleva también la revaloriza­
territorio (Borja, 2003). Y ello ocurre al tiem­ ción de las entidades subestatales —ciudades,
po que los servicios avanzados -finanzas, se­ comarcas y regiones—, como ámbitos socio­
guros, inm obiliaria, consultoría, servicios económicos y espacios significativos de auto­
legales, relaciones públicas, publicidad, dise­ gobierno y de cohesión social y cultural. A
ño, mercadotecnia, seguridad, gestión de los más globalización, destaca este autor, más se
sistemas de inform ación e innovación cien­ relativiza el “soberanismo” de los Estados,
tífica—, convertidos en el eje de todos los más oportunidad tienen las regiones y las ciu­
procesos económicos, aumentan de forma dades para fortalecerse. Y más necesitan los
considerable sus tasas de empleo e inversión #ciudadanos tener poderes políticos próximos
en la mayoría de países y centros metropolita­ y ámbitos significativos de id en tifica ció n
nos del mundo. cultural.
Simultáneamente, en algunos centros ur­ La nueva revolución urbana afecta de una
banos de unos cuantos países se produce una manera particular a las ciudades (Cucó, 2004).
concentración espacial de los niveles supe­ Representativa de los cambios que acarrea, la
riores de las referidas actividades, que se carencia de iím ite s distingue a las grandes
distingue por su ordenación jerárquica y aglomeraciones urbanas actuales, que ya no
cambiante. En la cúspide se sitúan las tres presentan la imagen compacta y continua del
^ciudades globales por excelencia: Nueva municipio central y sus periferias, sino que
York, Londres y Tokio, que conjuntamente ofrecen, por el contrario, otra imagen de
dominan las finanzas y la mayoría de los ser­ carácter discontinuo y reticular, donde se
vicios avanzados internacionales. Tras ellas se suceden elementos de centralidad y de baja
ubican otras ^metrópolis que también son no­ densidad, que incluye a ciudades pequeñas y
dos importantes de la economía internacio­ medias. En su insaciable expansión, las gran­
nal, como Hong Kong, Osaka, Los Angeles, des urbes van devorando y/o englobando a
San Francisco, Frankfu rt, Zurich, Am ster- otras localidades próximas hasta formar una
dam, París o Milán, a las que siguen otros cen­ densa red interconectada. Tal es el caso, por
tros regionales como Buenos Aires, Sao ejemplo, de México D. F., cuyo vertiginoso
Paulo, M éxico D. F., Moscú o Madrid, los crecim iento, demográfico y espacial, de los
cuales, en un acelerado proceso, se incorporan últimos cincuenta años ha supuesto la incor­
con rapidez a esta cada vez más tupida red poración en la zona m etropolitana de nada
mundial. Lo característico del proceso, como menos que 27 localidades vecinas; pero no se
destaca Castells (2001: 458-459), es que no se trata sólo de que el territorio de esta ciudad
limita a los pocos núcleos urbanos situados en cubra en nuestros días unos 1.500 km 2 y que
el nivel superior de la jerarquía, sino que im ­ sus habitantes hayan pasado de poco más de
plica a los centros de producción, los servicios un millón y medio en 1940 hasta los 20 millo­
avanzados y los mercados de una red de al­ nes actuales, sino que tales cambios han hecho
cance mundial. A ella se conectan a diferente imposible la interacción real de sus diferentes
escala y con distinta intensidad ciudades, re­ partes y han disuelto su imagen física global.
giones y áreas metropolitanas de todo el mun­ Pero, al tiempo que las prácticas urbanas
do, *desarrolladas y menos desarrolladas, se reorganizan fragm entariam ente, los m e­
según la importancia relativa de las activida­ dios de comunicación de masas recomponen
des allí ubicadas respecto a la red global. La las prácticas en materia de in form ación y de
jerarquía es inestable, cambiante y está some­ ocio, restableciendo con ello la significación
Espacio-tiempo 106

de la metrópoli. Este tipo de reorganización Bibliografía


es el que conduce a García Canclini (1997:
388) a plantear la necesidad de complementar BORJA, J. (2002): Ciudadanía y urbanismo. Ma­
la caracterización socioespacial de la ciudad drid: Alianza Editorial.
con una nueva definición que tenga en cuen­ — (2003): La ciudad conquistada. Madrid: Alianza.
ta el rol estructurante de los mass-media en su CA STELLS, M. (2001 [1997]): La era de la infor­
desarrollo. En ese sentido, en mayor o menor mación: economía, sociedad y cultura, Vol. 1, La
medida, en la ciudad *posmoderna siempre sociedad red, Madrid: Alianza.
se deja sentir el impacto de dos procesos si­ CUCO, J. (2004): Antropología urbana. Barcelona:
multáneos: uno pone en peligro el apego y los Ariel.
vínculos que unen los *lugares y las comuni­ GARCÍA CAN CLIN I, N. (1997): “Cultures ur­
dades de personas —*desterritorialización—, el baines de la fin du siècle: la perspective anthro­
otro crea nuevas formas y combinaciones de pologique”. Revue internationale des sciences
identidad territorial —reterritorialización. sociales, 153: 381-392. Monográfico sobre
La combinación de dispersión espacial e “Anthropologie-problématiques et perspecti­
^integración global otorga, según Saskia Sas- ves: I. Franchir les anciennes frontières”.
sen (1991: 3-4), un nuevo papel estratégico a PRYTHERCH, D. (2001): “El paisaje ideológico: la
las principales ciudades del mundo, que fun­ huerta, la globalización y la modernidad valen­
cionan de cuatro nuevas formas: como cen­ ciana. Una mirada norteamericana”, www.
tros de poder en la economía mundial; lu­ uv.es/metode/anuario2001/131 _2001.html.
gares clave para los servicios avanzados; SASSEN, S. (1991): The Global City. New Yor{,
centros de producción, incluida la innovación London, Tokyo. Princeton: Princeton Univer-
en los sectores punta, y mercados para los pro­ sity Press.
ductos. Paralelam ente, los impactos de la SOJA, E. W. (2000): Postmetropolis. Critical Studies
globalización tienden a fomentar en las m e­ o f Cities and Régions. Oxford: Blackwell.
trópolis posmodernas una preocupación casi
obsesiva por la competitividad. En una acele­ Josepa Cucó i Giner
rada carrera por renovar su economía y ocu­
par un lugar destacado en la cambiante Véanse además Centro-periferia, Ciudadano,
jerarquía territorial que diseñan los flujos COMUNICACIÓN, CULTURA, DESA-
globales, los gobiernos *locales y regionales R R ( )L LO, I ) ester r itor ial i za c ió n, D I F E -
tienden a apostar por un único caballo gana­ RENCIA Y DESIGUALDAD, Esfera me­
dor: el que representa la renovación de la diática, ESPACIO-TIEMPO, Espacios
oferta urbana como motor de transformación locales, FRONTERA, Global v local, GLO-
de la base de actividades. Siguiendo esta lógi­ B A L IZ A C IÓ N, 11) E N T ID A D , 1n fo r m a -
ca, actúan como empresarios, y pugnan por ción. INTEG RACIO N, Lugar y no lugar,
atraer capital y gente con el m ejor instru­ Megalópolis, MIGRACIONES, MOVILI-
mento de que disponen: la planificación I ) A D , Nom ad ism o y turis m o, P O S MO -
de las infraestructuras y del espacio urbano DERNIDAD, Sociedad de la información y
(Prytherch, 2001), que corre paralela a la es- del conocimiento, T E R R I T O R IO S , T R A ­
pectacularización mediática de la ciudad. BAJO.
Un último elemento a destacar del espacio
red es la implosión y explosión simultánea de la
escala de las ciudades. A un nivel, cualquier cen­
Espacio-tiempo
tro urbano tiende a contener cada vez más en Existe un acuerdo unánime en que se está
su interior toda la complejidad del mundo, produciendo un cambio fundamental en los
creando unos espacios culturales tan h e te ro ­ referentes que han constituido el mundo, al
géneos como jamás pudimos imaginar. En menos desde la Segunda Guerra Mundial. Lo
otro nivel, el mundo entero se está urbanizan­ distintivo no parece ser tanto la ^globalización
do rápidamente, dado que el impacto espacial p er se como la intensificación de un proceso
de las culturas, economías y sociedades basa­ histórico cuya última fase vendría desarro­
das en la ciudad se está expandiendo por todo llándose en los últimos treinta años. Dicha fa­
el planeta. De esta forma, como concluye Ed- se difiere cualitativa y cuantitativamente de
ward Soja (2000: 152), “la posmetrópoli puede las anteriores por ía conjunción masiva
representarse como un producto intensificado de procesos ^globales que implican la fluida
del proceso de globalización a través del cual lo ^circulación de capitales, bienes, mensajes y
global se localiza y lo local se globaliza”. personas a través de estructuras reticulares en
107 Espacio-tiempo

expansión. El trastocamiento —separación y organización social que han sido conceptuali-


compresión—de las coordenadas espacio-tem­ zadas de formas distintas, como las de *so-
porales, la ^revolución técnico-comunicativa ciedad informacional que emplea Manuel
y la *fusión-confusión entre lo global y lo local Castells (2001). Dicha revolución impone
serían algunas de las novedades fundamenta­ nuevas interdependencias que transform an
les de este periodo. A ellas cabría sumar la pro­ todas las interacciones sociales e inaugura una
liferación de riesgos y peligros mundiales; el nueva fase en las relaciones de vecindad, in­
mantenimiento y la agudización de las d e s ­ cluso entre los que se hallan separados por
igualdades sociales planetarias; la mediatiza- grandes distancias. Algunos autores, como
ción, transnacionalización e individualización Marshall McLuhan (1996), se avanzaron a su
de las relaciones sociales; la retroalimentación tiempo y sobrestimaron las implicaciones
entre los modos de reflexividad y el aumento ^comunitarias del nuevo orden comunicacio-
de complejidad social; la coexistencia ambiva­ nal al calificar este mundo como aldea global.
lente e interconectada de procesos de *deste- Otros, como A rjun Appadurai (2004), han
rritorialización y reterritorialización cultural, destacado la transformación de las subjetivi­
de destradicionalización y retradicionaliza- dades cotidianas que los referidos factores
ción, y un etcétera no demasiado más largo. provocan; gracias a su impacto, la im agina­
La primera novedad mencionada alude al ción se convierte en un hecho colectivo y en
problema de la génesis e imbricación de las un carburante esencial para la acción social.
categorías espacio y tiempo en la vida social La globalización implica la extensión pro­
contemporánea, que se tornaron teóricamen­ gresiva de una red de flujos y movimientos que
te relevantes a partir de los años ochenta del cubre paulatinamente el mundo y genera una
pasado siglo, cuando el cúmulo de transfor­ trama crecientemente densa de interconexio­
maciones ocurridas —económicas, tecnológi­ nes e interdependencias. Este cúmulo de pro­
cas, políticas, etc.—tendió a despojarlas de su cesos provoca el surgimiento de nuevas formas
contenido tradicional, propiciando el sur­ espaciales (Cucó, 2004: 45 y ss.), como el deno­
gim iento de nuevas articulaciones espacio- minado *espacio red, al tiempo que diluye las
temporales cuyas variadas facetas pretenden distinciones y *fronteras entre los ámbitos glo­
aprehender conceptos tales como los de #loca- bal y local. Las redes hacen referencia a los
lidades fantasmagóricas, procesos de desan­ conjuntos de nodos interconectados, y están
claje (Giddens, 1990) y espacio de los flujos conformadas por las interacciones entre agen­
(Castells, 1995, 2001), pero también los de tes, actividades y/o núcleos de poder. Lós flujos
desterritorialización o deslocalización. aluden a los artefactos físicos, personas, símbo­
La segunda novedad hace referencia a las los e información que se movilizan a través del
transformaciones que se derivan del cambio espacio y del tiempo. La conectividad genera­
tecnológico. La idea de globalidad significa da por las redes de flujos es compleja y selecti­
básicamente que es mucho más sencillo que va, lo que significa que no todo el mundo se
antes C om unicarse de un punto al otro del conecta de la misma manera, ni con la misma
planeta y enviar mensajes, personas y m er­ intensidad, ritmo y recursos iguales.
cancías. Las nuevas tecnologías de la i n f o r ­ Con la aceleración de la globalización, el
mación y la comunicación representan un capitalismo se reestructura y el *Estado-na-
fenómeno paralelo a lo que la revolución ción se transforma, el primero en clave global,
energética significó en siglos pasados. No obs­ el segundo en clave transnacional. La rees­
tante, existen diferencias significativas entre tructuración del capitalismo, de la que habla
ambas: mientras en la primera la reducción Castells (1995: 45 y ss.), significa la quiebra de
de costes se producía en múltiplos de diez, en la antigua economía capitalista internacional
la segunda se mide en múltiplos de cien mil, o y de su distintiva división espacial del trabajo,
incluso de un millón; mientras la revolución básicamente asentada en los Estados-nación,
energética se produjo a lo largo de dos siglos, y la ascensión del capitalismo global o trans­
la de la microelectrónica tan sólo ha necesita­ nacional, desregulado y flexible, articulado
do dos décadas. En esta última, además, la por las grandes corporaciones multinaciona­
retroalimentación acumulativa entre la inno­ les ligadas a potencias occidentales, cuyos
vación y el uso que se hace de ella es mucho flujos traspasan ampliamente las "^fronte­
más rápida (Hernández, 2005: 188). Al igual ras nacionales. La globalización del capital
que ocurrió con la industrialización, la constituye una de las caras más conocidas
revolución técnico-com unicativa ha preci­ del capitalismo global, al igual que lo es la
pitado el surgimiento de nuevas formas de globalización del ^trabajo. La primera afecta
Espacios locales 108

a las economías nacionales y pone en peligro, M cLUHAN, M. (1996 [1964]): Comprender los
según algunos autores, la autonomía e incluso medios de comunicación. Barcelona: Paidós.
la continuidad del Estado-nación. La segun­
Josepa Cucó i Giner
da da lugar a ^movimientos a gran escala de
trabajadores hacia los centros de producción
industrial, ahora más numerosos que antes. Véa nse además Cent ro-periferia, C O M U N 1-
Las reordenaciones espacio-temporales CACION, Comunitarismo, Desterritoriali-
mencionadas trastocan los objetos de estudio zación. Diferencias sociales v diferencias cul-
de las ciencias sociales, de la sociología y la tundes, Elites cosmopolitas. Esfera mediática,
antropología pero también de la historia, Espacio red, Espacios locales, ESTADO-NA­
suscitando a estas disciplinas nuevos retos CION, F R O N T E R A , Fronteras políticas y
teórico-metodológicos, a los que se responde religiosas, Fronteras simbólicas, Global v lo-
con nuevos planteamientos. Así, frente los ex­ ca 1, GLOB ALIZ ACIÓN, HIB RI DAC1 6 N,
cesos de las tesis hiperglobalistas y los sesgos Información, Integración religiosa. Localida­
de las visiones dicotómicas, surge el enfoque des fantasmagóricas y desanclaje. Lugar y no-
de la glocalización (Barañano, 2005) que acu­ lugar, Megalópolis, MIGRACIONES, MO­
ña términos como glocal, localismos globali- VILIDAD, Multilocal, Nomadismo y turis­
zados o globalismos localizados, para denotar mo, PATRIMONIO, Pluralismo sincrónico,
la fusión actual de ambas dimensiones. Igual­ POSM.C )I )ERN11 )AI), Revolución técnico-
mente, frente al *m ovim iento continuo de comunicativa, Sociedad de la información y
personas, bienes, significados y cosas, se afian­ del conocimiento, T E R R I T O R I O S , T R A ­
za la idea del campo de estudio *multilocaI BAR ), Viajes y sistemas de movilidad.
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World System: The Emergence of Multi-sited ceptos o clasificaciones que hacen individuos
Ethnography”. Annual Anthropological R e­ o grupos sociales. Cuando hacemos referencia
view, 24: 95-117. a espacio debemos distinguir entre espacio
109 Espacios locales

*geográfico y espacio *social. El primero alu­ 1. Desde su carácter, el espacio local se de­
de a un conjunto muy variado de datos de or­ fine mediante procesos de tradicionalización
den natural, histórico —^patrimonio, por y creación. La tradicionalización implica ex­
ejem plo— y orgánico —economía, sociedad, plorar y determinar el sentido de cómo los su­
política—, y el segundo se refiere a escenarios jetos aprehenden de manera localizada y con
en un juego de fuerzas permanentes. El espa­ sentido histórico; esto es, determinan desde
cio social en dicha relación influye y dosifica dónde el sujeto fabrica su ^identidad con res­
la *alteridad, y es donde la dimensión política pecto al espacio. En cuanto a los procesos de
del territorio garantiza la especificidad, la creación podemos establecer como un ejerci­
permanencia y la reproducción sociocultural cio metodológico tres modalidades de acceso
de los grupos humanos que lo ocupan. (Di Méo, 1991) al espacio local: A) Las m odali­
El espacio local es tanto geográfico como dades de la cognición cuando se trata de la per­
social y debe ser entendido en su morfología y cepción y representación del espacio. Desde
su distribución. El espacio local tiende a ser este punto de vista podemos abordar los códi­
definido por ^delimitaciones geográficas co­ gos culturales y las ideologías y desde allí las
mo un espacio localizado, lo que da la sen­ inclusiones, ^discriminaciones y deducciones,
sación de sedentarismo social y físico. Sin o examinar cómo se controlan, verifican o se­
embargo, un espacio local puede estar defini­ leccionan con la ayuda o no de reglas lógicas
do por la acotación de varios territorios con las pertinencias sociales. B) Deben conside­
dinámicas distintas, pero bajo una misma de­ rarse también las m odalidades de la acción
finición de grupo social o *étnico. Así sucede cuando se trata de la producción de espacio.
en el caso de los kurdos en Turquía, o de los Es una ejecución sobre producciones como
indígenas paeces en Colombia, que, ocupan­ los paisajes, la región, las *vías de comunica­
do territorios discontinuos, los definen como ción terrestres o acuáticas construidas, los
uno solo por el control político, ^religioso o campos, las oficinas, las fábricas, los puertos o
propiamente étnico que ejercen. La dim en­ las líneas. C) Y además hay que pensar en las
sión geográfica sirve al espacio local como m odalidades de la existencia hum ana cuando
punto de referencia para la interacción; éste hacemos referencia a la vivencia del espacio.
representa un enlace de dispositivos organi­ En esta dimensión podemos abordar lo fre­
zados desde distintas dimensiones sociales. cuentado y recorrido por cada uno con un m í­
Lo local puede resultar siendo un barrio, nimo de regularidad, los nudos alrededor de
una aldea, una *metrópoli, una comuna, una los cuales se cristaliza la existencia individual
*ciudad, una provincia, una m icrorregión, de trabajo, esparcimiento, recreación, reen­
una comarca y cuantas acotaciones de este ti­ cuentro y entre los que surgen los corredores
po podamos definir. No obstante, bien por el de C irculación. La conjunción de estas tres
relieve histórico o por la naturaleza de las modalidades evidencia ciertos énfasis en el es­
alianzas, el peso social y político es siempre tudio del espacio local. La tradición de la
constante en la definición del espacio local. morfología social pone su acento en que el
Entre los inuit esa importancia social y políti­ comportamiento social no depende de los es­
ca está basada en distintas figuras históricas. pacios dentro de los cuales se desenvuelve, si­
El espacio local es propio de las anécdotas que no sólo de las formas de organización social
configuran el mapa del espacio frecuentado que los engendran. Y asimismo incide en la
por cada subgrupo —una fa m ilia ...—; en su­ proclamación de la forma en que los fenóme­
ma, del espacio vivido. Como opuesto, lo na­ nos sociales se distribuyen sobre el mapa so­
cional corresponde a narraciones de mitos y de cial y las contradicciones que sobresalen de
ciertas leyendas que proponen una explicación esta distribución. Pero desde el primer énfasis
del universo y de la vida humana compartida o desde el segundo, es su articulación el eje de
por el grupo en conjunto. Lo regional, por su las grandes dimensiones de las relaciones pro­
parte, se define por los relatos de tipo legenda­ pias de cada grupo localizado, a saber: las
rio e histórico, cuyo contenido geográfico re­ dimensiones históricas, identitarias, econó­
fleja la lectura del territorio propio del grupo micas, políticas, semánticas, de uso y de ma­
que los produce (Collignon, 1996). nejo público y privado.
El análisis del espacio local como una de 2. En las condiciones sociopolíticas y cul­
las formas del espacio social puede ser abor­ turales actuales es poco viable explicar lo local
dado desde su carácter —representación—y fuera de los procesos globales o, en su defecto,
desde su estructura —organización/disposi- abordar un espacio local como aquel que está
ción—: sujeto a imposiciones globales. En la contem­
Espacios locales 110

poraneidad los espacios locales pueden ser sociedades que a partir de un referente espa­
definidos a partir de continuidades o discon­ cial acotado interactúan a través de distintos
tinuidades, debido a las múltiples formas de medios con otras sociedades. Esta interacción
C om unicación y de control sociocultural y puede darse desde el *flujo de personas que
político. En esta medida, podemos distinguir viven en ese espacio dado, pero que trabajan
espacios locales mantenidos a través de inter­ en otros, y desde personas que inmigran, aun­
acciones directas o de interacciones definidas que mantienen fuertes relaciones con su espacio
y fortalecidas por procesos más globales, co­ de origen: relaciones económicas de com er­
mo los que se dan en el espacio virtual, lo que cio, de producción y consumo de bienes.
produce sociedades interdependientes en la En este tipo de sistemas las decisiones in­
relación espacio-tiempo, aumentando así las ternas de un llamado espacio local ya no de­
posibilidades de la acción espacial y de su im­ penderán solamente de quienes permanezcan
pacto en la construcción de nuevas formas de en él bajo todas sus normas, sino también de
territorialidad. Los espacios locales y sus cri­ factores externos. Para los dos tipos de siste­
terios de delimitación de mundos, regiones y ma es necesario entender que las dinámicas
comunidades son en sí mismos la base para propias del espacio local se producen en un
imputar identidades y mecanismos de iden­ ambiente ecológico y social con sus distintas
tificación que ya tienen muchas veces filia­ dimensiones económicas y políticas a partir
ciones profundas con ciertos patrones pre­ de las cuales se establecen normas y valores de
viamente establecidos: tan profundas que funcionamiento y relación con sistemas exter­
tienden a diluir el punto social de su origen y nos al espacio local. Estas normas y valores
de su funcionamiento; o a eliminar la manera producen y, al mismo tiempo, fortalecen el
en que grupos humanos concretos han expre­ poder y desarrollo locales como instrumentos
sado o expresan, durante su cotidianeidad, que permiten mantener la legitimidad y auto­
sus relaciones de hegemonía o subalternidad nomía del espacio local, especialmente en el
ante la presencia de esos “otros” que, por in­ caso de los sistemas abiertos. El fortaleci­
vasión, Colonización, intercambio o mera co­ miento del poder y del desarrollo local es lo
existencia, llegan a incorporarse dentro, junto que, en definitiva, permitirá a este tipo de es­
o sobre el espacio ocupado. Por esto el proble­ pacios una existencia distintiva y diferenciada
ma de una perspectiva espacial ampliada obli­ en la apropiación del hábitat, de la C ircu la­
garía, al igual que en el caso del tiempo, a un ción, la explotación —o producción—y la ad­
reconocimiento del carácter plástico y ambi­ ministración —o gestión—. Esta existencia
guo de cualquiera de sus criterios de caracte­ varía de un espacio local a otro según las orga­
rización. Esto implica no dar por sentado que nizaciones, los fines y recursos.
la mera adscripción de un criterio de identi­ 2.1. El poder local lo definimos como un
dad —personal, local, regional o general—obli­ medio de origen institucional y organiza-
ga a una absoluta identificación de grupo o cional por medio del cual se establecen
comunidad. relaciones horizontales entre un gobierno
Por ello el espacio local debe ser conside­ subsiguiente a la referencia del espacio local,
rado en su estructura como sistema cerrado o por ejemplo, un gobierno municipal o regio­
abierto. En este tipo de sistemas interviene el nal y las organizaciones político-sociales del
poder y el ^desarrollo local como la concre­ espacio local. La finalidad de este tipo de rela­
ción del perfil sociopolítico inherente a la de­ ciones de poder es producir beneficios locales
finición de esta clase de espacios. D efinir el que responden a intereses, aspiraciones y ne­
espacio local desde sistemas cerrados implica cesidades básicas -bienestar físico, seguridad,
definirlo a partir de una interdependencia to­ fines lúdicos, crecim iento.. . —, instrumentales
talmente localizada de personas que habitan, —renovación del aparato cultural, control de
trabajan y comparten un mismo espacio. Esta la conducta, organización de las relaciones
forma de definir el espacio local ha sido apli­ de fuerza y de sentido...—y simbólicas —formas
cada a espacios rurales o a definiciones clási­ de control intelectual y emocional, ritmo de
cas de comunidades supuestamente aisladas. convergencia com u n al...—, para quienes allí
Sin embargo, en el mundo actual difícilmen­ conviven o dependen de esos espacios. De ahí
te podemos pensar en sociedades sin interac­ que en la práctica social sea importante en los
ción; por tanto, la tendencia de abordar el espacios locales crear, cualificar y mantener
espacio local desde su estructura de sistema los movimientos sociales de base y las organi­
abierto es cada vez más frecuente. El siste­ zaciones ciudadanas que materializan el po­
ma abierto puede ser definido como el de las der local.
Ill Estado-nación

2.2. También definimos el desarrollo local PAUL-LÉVY, E ; SEGAUD M. ( \983): Anthropo­


en estrecha interrelación con el poder local, logie de l'espace. Paris: Centre Georges Pompi­
como un proceso fundamentado en negocia­ dou-Centre de Création Industrielle.
ciones de alianzas tanto desde el interior como
Beatriz Nates Cruz
hacia el exterior con la finalidad de estimular
e inducir cambios que posibiliten mejoras en
el bienestar sociocultural colectivo. Véanse además ALTERIDAD, Centro-peri­
Podemos hablar de la relación espacio local- feria, C O LO NIALISM O Y A N T I C O L O ­
desarrollo local-poder local, cuando, al igual NIA L! SMO, Criollización, CO M UNICA­
que productos, hay producción de valores. Es LAI ( )N , C o m u n ita r ism o, I) E S A R R () L L ( ),
precisamente la valoración del espacio local de D e ste r r ito ria lización, DI F E R E NCIA Y
una sociedad territorial lo que genera desarro­ D E SIG U A L D A D , Diferencias naturales v
llo local. Tal desarrollo y autonomía del espacio diferencias sociales, DISCRIMINACIÓN Y
local debe tomar en cuenta los recursos existen­ E X C L U S IÓ N SOCIAL, Esfera mediática,
tes y sus potenciales tanto en personas como en Espacio red, ESPACIO-TIEMPO, E S T A ­
productos, en modos y formas culturales. La IS O - N A GIO N , E tnicidad, Ext ran j e ro,
autonomía y vivencia de un espacio local pue­ F R O N T E R A , Frontera geográfica y admi­
den estar fuertemente posibilitada por líderes, nistrativa, Fronteras económicas, Fronteras
chamanes, sabedores y personajes de distinta políticas y religiosas. Fronteras simbólicas.
importancia, que tanto en sistemas abiertos co­ Global y local, GLOBALIZACION, Globa-
mo encerrados —del espacio local—tienen cono­ 11za c ió n v a nt ig 1oba 1izac ió n, HIB RID A -
cimientos profundos de la configuración y CIÓN, ID ENTIDAD, Información, Locali­
dinámicas locales, pero también de sus interlo­ dades fantasmagóricas v desanclaje, Megaló-
cutores exteriores. Este tipo de actores sociales polis, MIGRACIONES, MOVILIDAD,
puede hacer posible en un espacio local el reco­ MU LTI CU I T U RALI S M O, Multilocal, Na­
nocimiento efectivo de la historia vivida, pero cionalidad, NUEVOS M OVIMIEN TOS
también generar disposición a las transforma­ SOCI ALES, PATRI MONI (), POSMO-
ciones y al cambio sociocultural en un marco DERN1 DAD, Relaciones y procesos infor­
coherente con la identidad y la territorialidad. ín a 1es económicos. Relación es y procesos
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‘globalización’ ”. Revista Venezolana de Análisis Nación, por el contrario, es término que
de Coyuntura, 5 (1): 147-178. tarda en adquirir claras connotaciones políti­
Estado-nación 112

cas. Fraguadas éstas al calor de las revolucio­ nales o intentos, más o menos exitosos, de con­
nes europeas que se iniciaron con la francesa trol del papado—según se trate de reinos donde
de 1789, no se identifica plenamente con país triunfa la Reforma o de aquellos otros que se
regido por un mismo gobierno hasta finales suman a, o lideran, la Contrarreforma.
del s. XIX —según el D iccionario de la Real Este proceso va perfilando las etapas de la
Academia Española de 1884—. Y ello pese al evolución estatal, desde aquella primera don­
voluntarismo del texto constitucional de de el Estado lucha o negocia con los viejos
1812, que sí emplea nación española en sentido controles internos o externos hasta la que cul­
político, si bien con alcance, personal y terri­ mina con la eliminación o recorte de los mis­
torial muy diferente al que luego tendría. Sin mos, esto es, el Estado monárquico absoluto,
embargo, cuando el Estado moderno ofrecía para abocar al Estado que hereda las cada vez
ya perfiles bien deslindados en el s. XVI, la na­ más amplias competencias estatales y las
ción apenas se desligaba de sus significados acrecienta en todas las esferas sociales. Este
originarios —raza, nacimiento—para adquirir último, el Estado surgido de la Revolución
tintes polémicos en las confrontaciones reli­ francesa, se fundamenta en el individuo y en
giosas de la época. Tal es el caso del Discurso a sus derechos, única garantía que resta frente a
la nobleza cristiana de la nación alem ana, lanza­ las atribuciones del Estado una vez elimina­
do por Lutero más de trescientos años antes de das o en declive acentuado las antiguas ins­
que Alemania existiera como entidad política. tancias intermedias.
Se analizarán, por tanto, primero uno y En el desarrollo que se acaba de esbozar
otro término por separado; a continuación, su no cuentan exclusivamente el crecimiento y la
evolución paralela; y, por último, sus vicisitu­ ampliación de las competencias del Estado.
des más recientes. En ese proceso también han sido decisivos
tanto la evolución del armamento y de las de­
fensas como las estrategias bélicas. Esta es la
Del Estado medieval al Estado-nación
base de la argumentación de Philip Bobbitt.
Según Naef, en la baja Edad Media el Es­ Para este autor, el Estado moderno se originó
tado ofrece ya algunas características de fases cuando el gobierno y los atributos de los prín­
posteriores, sobre todo lo relativo a la fuerza cipes medievales se transfirieron a “entidades
de cara al exterior y al mantenimiento de la jurídicas separadas de —y a veces en oposición
paz y el orden en su ámbito externo, pero con a—la sociedad civil” (Bobbitt, 2002: 81). De ese
dos importantes limitaciones que afectan a su modo, características netamente individuales
contenido y al control del poder. Respecto a lo —legitimidad, personalidad, continuidad, in­
primero, ni el bienestar espiritual ni el mate­ tegridad y, sobre todo, soberanía—se confirie­
rial de los súbditos, salvo en mínima parte, ron al Estado. Este debió contar a partir de
competen a la esfera estatal. De ellos se ocu­ entonces, tanto con una burocracia civil perma­
pan otras instituciones y asociaciones: monas­ nente para la toma de decisiones como con una
terios, municipios, gremios y señoríos. Por estructura militar que pudiera respaldarlas con
otra parte, el poder estatal se ve constreñido la fuerza en caso necesario. Pero la naturaleza
por la diversidad de jurisdicciones —señoria­ de los ejércitos y de la guerra fue cambiando y
les, municipales, eclesiásticas—y por la varie­ con ella la configuración del Estado.
dad de inmunidades y privilegios de que Así, los Estados principescos —los reinos
están dotados determinados individuos y hispanos, los británicos, las ciudades-Estado
grupos. Además, si el Estado se ve limitado italianas—se caracterizaron por el predomi­
dentro de su propio territorio por esa plurali­ nio de ejércitos mercenarios y por el nuevo di­
dad de competencias, también lo está más allá seño de fortalezas, capaces de resistir los em­
de sus #fronteras, ya que el contorno supraes- bates de la artillería que había inaugurado la
tatal lo ocupan en gran medida la Iglesia de toma de Constantinopla en 1453. El costo de
Roma y el Sacro Imperio. El proceso que con­ largos asedios, de prolongadas guerras reli­
duce al Estado moderno se apoya precisa­ giosas —Guerra de los Treinta Años—y la pér­
mente en la lucha contra esos obstáculos, infra dida de importancia de la infantería —como
y supraestatales: creciente intervención en la los tercios españoles—a favor de fuerzas de ca­
economía, recorte brusco o paulatino de juris­ ballería más móviles, unidos a la aparición de
dicciones señoriales o municipales —donde armas de fuego más eficaces, fueron todos
subsisten, se reducen a funciones bien subsi­ factores presentes en la consolidación de Esta­
diarias, bien ornamentales y casi irrelevantes—, dos regios o absolutos a mediados del siglo
aliento y defensa de las nuevas iglesias nacio­ XVII. Las fuerzas m ercenarias subsistieron,
113 Estado-nación

pero, como en el caso de la Suecia de Gustavo mente económicos, polémicas teológicas o co­
Adolfo, entrenadas y dirigidas por oficiales rrientes filosóficas dispares.
nativos, el auténtico núcleo de los nuevos
ejércitos. Con todo, más que las armas o las
Diversidad de orígenes de las naciones
tácticas lo decisivo fue la creciente pericia de
y los nacionalismos
la burocracia para recaudar impuestos y el re­
forzamiento de la disciplina militar. El um­ Pese a su consolidación política tardía res­
bral del Estado-nación fue ya en el s. XVIII el pecto al Estado, la nación ofrece al imaginario
Estado territorial que representa la Prusia de de los pueblos europeos la apariencia de un pa­
Federico el Grande: desaparición de ejércitos sado profundo y remoto. Los creadores de la
mercenarios y sustitución de los mismos por nación norteamericana, por ejemplo, se veían a
otros que reflejaban la rígida estratificación de sí mismos como herederos de los conquistado­
la sociedad prusiana —esto es, oficiales proce­ res sajones de las islas británicas, “de los cuales
dentes de la nobleza y campesinos sobrantes de reclamamos el honor de descender y cuyos
la agricultura como tropa—; preocupación extre­ principios políticos hemos asumido” (en pala­
ma por la nitidez de las fronteras —lo que ami­ bras del tercer presidente de la Unión, Thomas
noraba los conflictos externos, hacía posible un Jefferson, cit. por Geary, 2003:7). Por la misma
sistema impositivo claro, favorecía el desarrollo época, los constitucionalistas españoles reuni­
de mercados internos y externos y de ahí incre­ dos en Cádiz trazaban la ascendencia de las
mentaba la riqueza del Estado en su conjunto—, instituciones más preciadas hasta los godos. De
y una lealtad que se transfería de la dinastía al modo parecido, Le Pen, en la Francia actual,
Estado —algo que reflejaba gráficamente la es­ ve el origen de su patria en el bautismo del
tricta disciplina y uniformidad del ejército pru­ franco Cíodoveo, o tiempo atrás en España se
siano-, En suma, “el Estado territorial se ca­ buscaban antepasados ilustres en el lusitano
racterizó por el deslizamiento del monarca co­ Viriato, el turdetano Argantonio o el astur Pe-
mo encarnación de la soberanía al monarca layo. La realidad histórica, sin embargo, es bas­
como ministro de la soberanía” (Bobbitt, 2002: tante más complicada; o, como decía Renán:
143). A las revoluciones que iniciaron la etapa “Las naciones no son algo eterno. Han tenido
siguiente se les facilitaba de este modo el cami­ un inicio y tendrán un final” (1987: 84). Así, el
no para reemplazar ese depositario individual nacionalismo germánico que condujo al paro­
de la soberanía por otro colectivo: la nación. xismo hitleriano remontaba sus raíces al pue­
No obstante, el camino que condujo a ese blo teutón; pero “esa palabra para pueblo
estadio no fue tan homogéneo como sugieren —peud—, de donde proceden el alemán deutch y
esos grandes esquemas. La diversidad de pro­ nuestro teutón, no se refería tanto a la id e n ti­
cesos y de tiempos de maduración del Estado- dad #étnica como al hecho de combatir juntos”
nación en Europa permite apreciar al menos (Bernárdez, 2002: 44). El problema de distor­
tres vías diferentes (según Rolh, cit. por Muri- siones como éstas estriba en sus consecuencias.
11o, 1990: 10): a) la de los Estados atlánticos Como dice el historiador serbio Milorad E k-
-desde la Península Ibérica a la escandinava-, mecic: “el nacionalismo empieza con cánticos
donde el recorrido comenzó muy pronto, épicos y populares y termina con grandes gue­
gracias a las monarquías unificadoras; b) la de rras. Empieza con Hansel y Gretel y se con­
los países que alcanzaron una relativa unidad vierte en el monstruo de Frankenstein”
lingüística y ^cultural con anterioridad a la (Judah, 2000:134).
creación de un Estado unitario —como A le­ Sin duda, los orígenes reales de las nacio­
mania e Italia—, y c) la de los Estados surgidos nes contemporáneas son menos bucólicos.
de la desmembración de grandes imperios Dos series de factores son decisivos en su con­
formados por pueblos muy heterogéneos—co­ figuración y desarrollo. De un lado, hay pro­
mo los imperios zarista, austrohúngaro y tur­ cesos históricos donde entran en juego fuerzas
co—. Por otra parte, ni factores jurídicos ni de políticas, religiosas, económicas y tecnológi­
estrategia militar pueden explicar por sí solos, cas; de otro, corrientes estéticas, literarias y fi­
conjunta o separadamente, el intrincado pro­ losóficas que alientan, recrean o interpretan
ceso que llevó a la aparición del Estado-na­ esos procesos o se enfrentan a ellos.
ción. Fueron también, como resalta Gellner,
las exigencias estructurales de la sociedad in­
a) Procesos históricos
dustrial. E igualmente contribuyeron al de­
sarrollo del Nacionalismo procesos simbólicos El término “nación” como sinónimo de gru­
—cambios de cosmovisiones—, factores neta­ po de individuos asentados en un territorio
Estado-nación 114

tardó en ser aplicado a la totalidad de los mis­ de finales de la Edad Media a la Ilustración,
mos. La Constitución española de 1812, por realeza y nobleza se vieron a sí mismas como
ejemplo, establece que: “la Nación española herederas de los conquistadores francos que
es la reunión de todos los españoles de ambos habían liberado Francia del yugo romano y,
hemisferios” (2001: 1), pero matiza enseguida por tanto, con derecho a gobernar un pueblo
que “son españoles... Todos los hombres de siervos, heredero a su vez de los galos. La
libres nacidos y avecindad os...” y sus hijos Revolución no cambió sustancialmente el pa­
(2001: 5) y a continuación se refiere a quiénes norama, simplemente invirtió los términos: el
pueden llegar a serlo: ^extranjeros con carta abate Sieyès aceptó el origen germ ánico —y,
de N aturaleza, residentes durante diez años por tanto, foráneo y usurpador—de nobles y
y libertos. Los todavía numerosos ^esclavos reyes y argumentó que el auténtico pueblo
de los territorios hispanos, por enraizados francés era el galo (Geary, 2003). Probable­
que estuvieran sus linajes, quedaban *exclui- mente, señores o vasallos se verían mucho
dos de tal condición. Por otra parte, durante más como descendientes de estirpes diferen­
muchos años el vocablo mismo mereció el re­ tes que como miembros de un mismo conjun­
pudio manifiesto de amplios sectores de la to. Y, en la práctica, “en 1776 la Academia
población: Galdós relata en sus Episodios N a­ todavía definía en términos locales —palabras
cionales cómo, “al grito famoso de ‘¡Vivan las como pays, p eu p le o p atrie—. ‘El país de un
caenas!’, se unía significativamente el de francés era m eramente la parte del mismo
‘¡Muera la N ación!’. La Nación se ve enton­ donde casualmente había nacido’ ” (Hobs-
ces no como un ente territorial, sino como un bawm, 1991: 99). Porque, como dice Gellner,
artefacto político” (Murillo, 1990: 25). es el “nacionalismo el que engendra naciones,
Si nos remontamos siglos atrás, el término no a la inversa” (1988: 80).
era aún más restringido. Como queda indica­ Los procesos de forja de cada nación refle­
do, la apelación de Lutero a la nación alem ana jan, sin duda, diversidad tanto en su seno co­
tenía un destinatario exclusivo: la nobleza. mo en relación con los que engendraron otras
Esa misma restricción operaba en otros países naciones. Sin embargo, cabe establecer algu­
europeos, como Polonia o Hungría, durante nos parámetros comunes a tales procesos. Es
el siglo XVII. Se trataba de lo que llamaban los lo que hace Benedict Anderson en su libro
francesespays legal, integrado por el rey o em­ Im agined com munities. R eflexions on the ori-
perador, la nobleza y la hidalguía. Incluso gin and spread o f nationalism , publicado en
muy avanzado el s. XIX, muchos inmigrantes Londres en 1991 por Verso. Según él, hay dos
a Estados Unidos, procedentes de la Europa series de factores que posibilitan imaginar na­
oriental, sólo llegaron a tener conciencia de su ciones. La primera implica la quiebra de los
antigua Nacionalidad a su llegada al país de supuestos en que se apoyaban el mundo an­
acogida (según señala Tony Judt en “The Nex tiguo y medieval, en un triple sentido. En
Oíd Nationalism”, publicado en 1994 por The primer lugar está el debilitamiento de la cre­
N ew Y o if R eview o f Boo\s, vol. 41, 10, 26 de encia en un solo idioma —latín, hebreo o ára­
mayo). Tam bién en los antecedentes inm e­ be— como clave para acceder a la verdad;
diatos de la nación española de las Cortes de idioma que, universalizado, actúa de sostén
Cádiz tuvieron un papel decisivo la acción de una Nomunidad transnacional —cristian­
conjunta de los ilustrados y de la fundación dad, umma o pueblo elegido—. Frente a ello se
regia de las Academias, por obra de una mo­ desarrolla el interés por las lenguas vernácu­
narquía que, como la prusiana, había evolu­ las y por su sistematización en las primeras
cionado de la identificación con la estirpe a la gramáticas de las mismas. En segundo lugar,
del Estado, pero con escasa o nula participa­ hay un cuestionamiento de la cosmovisión
ción en el proceso de amplias capas sociales que concibe las sociedades ordenadas de for­
(Álvarez Junco, 2001). ma natural en torno a la #centralidad de mo­
Por otra parte, las identidades de los pue­ narcas por derecho divino y la existencia de
blos europeos no surgieron, evidentemente, amplios territorios de límites difusos —impe­
de modo instantáneo. Se fraguaron durante rios—. La contrapartida vendrá dada tanto por
siglos de enfrentamientos bélicos entre ellos, el desarrollo de teorías sobre la soberanía
de orgullos por victorias y resentimientos por ^ciudadana como por la preocupación por la
derrotas, ocupaciones y humillaciones. Se periferia y las fronteras territoriales; esto es,
configuraron, además, con arreglo a las claves los bordes donde una nación puede colisionar
míticas o ideológicas de la sociedad de la épo­ con otra. Por último, a una dimensión tempo­
ca. Así, en la Francia del A nden Régim e, des­ ral, donde acontecer y cosmología inmutable
115 Estado-nación

son indistinguibles —y legitimadores de fatali­ narios, es fundamental en el desarrollo del


dades sociales o naturales—, se contrapone concepto de libertad: en lo económico, lo espi­
una concepción que exalta temporalidad e ritual y lo político. Como apunta N aef, esas
historicidad. dos líneas políticas, tradicional y liberal, mar­
Junto a esos factores, la conciencia nacio­ chan paralelas a partir de entonces. Combina­
nal se origina también en la convergencia de das, a veces entrelazadas, nunca netamente
otros elementos heterogéneos: el incipiente diferenciadas en las actitudes de las gentes del
desarrollo del capitalismo, la tecnología deri­ siglo XIX: iconoclastia y amor a la patria, dere­
vada de la imprenta y el reconocimiento de la chos individuales y sentimientos colectivos, o
#pluralidad de las lenguas. Este último favo­ intercambiadas: “la patrie, con sus connota­
reció, saturado pronto el mercado del culto y ciones revolucionarias para los franceses,
#minoritario latín renacentista, la comerciali­ se convirtió en la patria, y pasó a ser un
zación y difusión de libros que ponían al llamamiento para defender una patria con­
alcance de masas monolingües una amplia trarrevolucionaria, sus leyes, costumbres y
variedad de temas. Los idiomas vernáculos tradiciones, el Viejo Orden de España, su mo­
impresos, eficaces instrumentos de centra­ narquía y su religión” (Fraser, 2006: 22). En
lización administrativa en los Estados ab­ cualquier caso, patria, en manos del carlismo,
solutos, crearon y fijaron un medio de tuvo desde muy pronto un carácter “no ya
comunicación unificado, situado en el terreno distinto, sino casi opuesto a nación". De la pa­
favorable al Estado-nación: por debajo del la­ tria, además, podrían excluirse, en los térmi­
tín transnacional y por encima de las lenguas nos de Menéndez Pelayo, los heterodoxos
habladas —pero no impresas— de los reinos españoles, que en tanto que “hijos de sangre
plurilingües —como el escocés, el vascuence o española pero no católicos constituían una es­
el gallego—. Esos idiomas privilegiados term i­ pecie aberrante, a n tin atu ral...”, lo que con­
narían por convertirse en las naciones europeas ducía a “la idea de la anti-España. Identificaba
en lenguas de la Academia y de la adminis­ al enemigo interno. Y con ello no le faltaba
tración, en los lenguajes del poder estatal. nada al nacional-catolicism o conservador”
(Álvarez Junco, 2001: 4-5-7).
Sin duda, determinadas derivaciones del
b) Marcos ideológicos
romanticismo tradicionalista —incluidos al­
Frente al espíritu universalista de la Ilus­ gunos aspectos prerrománticos o rousseau-
tración surge el particularista del Romanticis­ nianos— han conducido a los perfiles más
mo, o más bien de una de sus versiones: la extremos o funestos de los nacionalismos fas­
tradicionalista y añorante de paisajes y estruc­ cistas del s. X X . Sin embargo hay toda una
turas sociales medievales, unos y otras igual­ línea que deriva de Herder y que tiene un ca­
mente idealizados. Del mismo modo aparece riz muy diferente, como recordara I. Berlin
idealizado lo medieval en los románticos pro­ (Gardels, 1991). La crítica herderiana al uni­
gresistas: como ámbito de libertades cercena­ versalismo ilustrado lo lleva a la idea de perte­
das por monarcas absolutos. La historia real nencia. Esta se concreta en un Vol\sgeist o un
poco importa: “El olvido, y hasta yo diría que Nationalgeist que nada tiene que ver con raza
el error histórico, son un factor esencial en la o con sangre, sino sólo con el suelo, la lengua,
creación de una nación, de modo que el pro­ las memorias comunes y las costumbres. Es,
greso histórico es a menudo un peligro para la en suma, un nacionalismo no agresivo que no
nacionalidad” (Renán, 1987: 65). Con la ver­ tiene las consecuencias funestas que sí han te­
sión tradicional conecta toda una tendencia nido algunas derivaciones del universalismo
contrarrevolucionaria, tan decisiva como la de la Ilustración; esto es, los diversos comu­
liberal o progresista en la conformación del nismos del siglo X X (Gardels, 1991).
Estado-nación. Así De Bonald ve en el Estado
y en la autoridad la inspiración divina y un
Del Estado-nación al Estado-mercado
origen tan antiguo como la humanidad. Por
eso es el Estado quien crea al hombre, no a la Gráficamente puede expresarse el impac­
inversa. Frente a la idea ilustrada del hom bre, to político del nacionalismo con la imagen
De Maistre dice: “quant á l’homme, je decla­ pictórica que utiliza Gellner. Antes de que
re ne l’avoir rencontré dans ma vie”; esto es, aquél se produjera, nos dice, el mapa del
sólo existen comunidades: franceses, italia­ mundo ofrecía una imagen de conjunto, pero
nos, rusos... (cit. por Naef, 1973: 152). Pero la no zonas definidas. Las partes, los grupos hu­
Ilustración, atacada por los contrarrevolucio­ manos mantenían complejas y ambiguas reía-
Estado-nación 116

ciones, ya fuera a través del idioma, del credo glo XIX, empezando por las originadas por las
religioso o de una de sus variantes doctrinales campañas napoleónicas, llevaron a muchos
o rituales o de los vínculos administrativos. políticos a considerar que cada raza —esto es,
Una vez que actúa el principio nacionalista, el cada etnia—constituía una nación y debería
mapa se asemeja ya a un cuadro de Modiglia- poder constituir un Estado. Sin embargo, co­
ni: “Hay muy pocas sombras; superficies lisas mo pone de relieve W alter C onnor en
y ordenadas se separan claramente, por regla “Nation-building or nation-destroying”, pu­
general está claro dónde empieza una y ter­ blicada en 1972 por World Politics —2 4 ,3 : 319-
mina la otra, y hay poca ambigüedad o super­ 355—, de una muestra de 132 Estados, sólo el
posición, si es que la hay. Si pasamos del mapa 9% está formado por Estados étnicamente
a la realidad cartografiada, vemos que la au­ homogéneos; por el contrario, el porcentaje
toridad política se concentra casi abrumado­ superior (29,5%) corresponde a aquellos otros
ramente en manos de un tipo determinado de donde el mayor de sus grupos étnicos no abar­
institución: un Estado de tamaño adecuado y ca ni a la mitad de la población. Fue preci­
plenamente centralizado” (1988: 178). Hay samente el Estado y sus políticas las que
que añadir que lo que resulta paradójico de forzaron una imagen uniformadora que al­
esta deriva es que a esa fuerza centrípeta del canzó consecuencias sangrientas en los nacio­
Estado-nación haya ido unida, tal vez como nalismos excluyentes y totalitarios del s. XX.
reacción, por la inadecuada articulación del Pero, según ha sabido mostrar G. L. Mosse,
mismo o incluso por su debilidad en algunos tanto en estos casos como en sus precedentes
casos, una fuerza centrífuga. Paradójico, ade­ decimonónicos, explicar las claves del fenó­
más, porque la nación —singular- de los movi­ meno recurriendo a causas tales como el te­
mientos liberales apareció como intento de rror o la propaganda estatales es simplificarlo.
superar segmentaciones e identidades previas Antes al contrario, la búsqueda y consecución
—territoriales, étnicas o religiosas—y, sin em­ de la homogeneidad se articula por medio de
bargo, considerarse nación y conseguir un todo un ritual o liturgia políticos. En la Fran­
Estado se ha convertido en la divisa de identi­ cia revolucionaria se pasó en breve tiempo de
dades tales. Así, por ejem plo, los enfrenta­ una multicolor apertura de los Estados Gene­
mientos multiseculares entre católicos, rales, debida a la vestimenta de los distintos
ortodoxos y musulmanes de los países balcá­ estamentos, a una severa monotonía en el ves­
nicos llegaron a verse, sobre todo a partir del tir congruente con la “sagrada base de la
Rom anticism o, como luchas entre naciones igualdad” (Wrigley, 2002). Mosse resalta có­
—croata, serbia y turca—(Judah, 2000). El caso mo en esa misma circunstancia se imita y se
español, con el desarrollo temprano de los na­ trata de reemplazar el culto cristiano y la de­
cionalismos vasco y catalán —y en su estela voción a la Virgen por el culto a la Razón, cu­
otros de más tardía aparición, cuando las cir­ ya alegoría se entroniza en Nótre Dame. En
cunstancias políticas lo permiten o lo propi­ Alemania el camino es más largo y complejo.
cian—, responde a esa tendencia. E l punto Se inicia con el pietismo, que, aunque deriva­
extremo lo constituye en el siglo X X el Estado do del luteranismo, exalta las buenas obras y
yugoslavo, de vida tan corta que no alcanza reacciona contra el fideísmo dogmático. Con
los tres cuartos de siglo; en ellos, sin embargo, él, el amor a la patria se convierte en un deber
ha conocido guerras civiles, ^genocidios entre religioso que se exterioriza en los lugares y
sus pueblos y una fase de paz a duras penas monumentos, réplica de la arquitectura sa­
conseguida con el corsé antidemocrático del cra, donde se la glorifica. Frustrada tras el
régimen del mariscal Tito. Esta tendencia Congreso de Viena la unidad política, el mo­
también está presente, aunque sin consecuen­ vimiento germano conoce una fase contesta­
cias tan ominosas, en las aspiraciones separa­ taria del statu quo y liberal. Pero a partir del
tistas de la Liga Norte italiana, en el difícil Segundo Reicb, en 1871, se acentúa el papel
equilibrio entre flamencos y valones en Bélgi­ del Estado y se subraya la unidad espiritual de
ca o en el pujante nacionalismo escocés en el los nacionalistas: la liturgia se transforma
Reino Unido. Como se ha dicho, estamos en de arma revolucionaria en instrumento mani­
la época de la “nación en crisis —y del—nacio­ pulado por el Estado para servir a la nación. El
nalismo en auge” (Murillo, 1990: 35). cambio lo sintetiza la figura de Richard Wag­
Probablemente, el gran error con respecto ner, quien pasa de las barricadas de la revolu­
al Estado-nación ha consistido en identificar ción de 1848, en su juventud, a dirigir, con los
sus términos con homogeneidad cultural. Las festivales de ópera, la renovación de la mística
guerras de liberación o independencia del si­ nacionalista en la época, ya en su madurez. La
117 Estado-nación

evocación de un pasado atemporal y mítico esta segunda fase se considera que la forma
—que combina Estereotipos germánicos, clá­ que adquiera el Estado es secundaria con res­
sicos y cristianos— se expresa en múltiples pecto a la pervivencia de la nación: ésta per­
facetas: en la arquitectura parlan te de los manece, los regímenes políticos cambian. El
monumentos, la música y en la ópera, las acti­ derecho internacional se adapta a ese cambio:
vidades gimnásticas y deportivas o la in­ poco importa cómo haya obtenido el poder un
dum entaria. El fracaso de la República de gobierno en tanto que pueda garantizar el
Weimar, ya en la era de las masas, se encuadra control sobre el territorio nacional. Es la fase
en la ^recuperación primigenia de la liturgia que culmina con el Estado del bienestar, atento
nacionalista que conduce directamente al a satisfacer las demandas de los más diversos
triunfo del nazismo y al Tercer Reich. sectores —laborales, empresariales, ancianos,
El desarrollo del Estado-nación ha cono­ jóvenes, m ujeres...—para ^integrarlos en la
cido fases bien diferenciadas. Bobbitt les ad­ arena política nacional. Regímenes diversos e
judica incluso nombres distintos: la primera incluso antitéticos —democracias liberales,
es propiamente la del Estado-nación, la segun­ dictaduras fascistas o comunistas—tratan de
da la de la nación-Estado y la última, en la que satisfacer esos mismos fines, si bien por vías
empezamos a vivir, la del E stado-m ercado también diferentes.
—una expresión al tiempo metafórica y realis­ Precisam ente lo que se abandona en la
ta—. En la primera —que manifiesta claramen­ fase actual, la del E stado-m ercado, es la pre­
te el voluntarismo de los constituyentes de tensión de obtener el bienestar de todos los
Cádiz— es el Estado el que crea o moviliza ciudadanos. El Estado cifra su legitimidad,
una nación para la realización de sus fines. en cam bio, en la habilidad para garantizar
Así el modelo revolucionario francés supone que el mayor número posible de individuos,
la creación de un Estado unitario que funde pero inevitablemente no todos, hagan uso de
en sus distritos, conocidos por guarismos, la las oportunidades que el mercado ofrece. El
amplia variedad de países o regiones, con sus nuevo Estado es más poderoso política y m i­
nombres, del A n den R égim e. Y, al propio litarm ente, pero sus proponentes alardean
tiempo, las consecuencias de la Revolución haber reducido su acción a las condiciones de
Francesa, mediante la expansión y el imperia­ seguridad que garantizan el libre juego del
lismo napoleónicos trajeron consigo la supre­ mercado. Diríase que el concepto de seguri­
sión o represión del nacionalismo en otros dad social —colectiva y que afecta a aspectos
países; bien es cierto que, a la larga, la re­ variados de la personalidad, como la salud
sistencia en ellos despertó o fortaleció cotidiana, las pensiones de jubilación o las
sentimientos nacionalistas. De igual modo ayudas familiares—va siendo también paula­
operaron otras empresas imperialistas, con tinamente sustituido por otra noción de se­
proyección fuera de Europa: británica, belga guridad, limitada a individuos que compiten
—donde la ambición de Leopoldo condujo, en libremente. Son los individuos, y no el Esta­
el Congo, a uno de los mayores genocidios de do, quienes deben ocuparse de resolver las
la historia—, francesa, etc., que engendraron a cuestiones a las que atendía el welfare-state\
su vez movimientos nacionalistas en sus res­ también, y cada vez más, han de velar por la
pectivas Eolonias. La movilización de la na­ propia protección frente a las agresiones
ción al servicio del Estado logró que, mientras a nuestros cuerpos o a nuestras viviendas. Y a
en 1800 Europa controlaba el 35% del plane­ esta especie de revival del viejo Estado gen­
ta, en 1878 ese porcentaje se hubiera elevado darme, liberal, pero ahora con escasa o insu­
al 67%. Incluso Estados en franca decadencia ficiente fuerza policial, contribuyen con
que, en lugar de aumentar sus imperios, los entusiasmo líderes políticos de la más varia­
perdieron en el siglo XIX, emprendieron con­ da procedencia ideológica. El Estado, por su
quistas más emblemáticas que efectivas. Tal parte, tiende a ocuparse, de modo creciente
fue el caso de España y su aventura norteafri- y casi exclusivo, de su propia protección
cana, apoyada tanto por liberales como por frente a quienes difícilm ente pueden com ­
reaccionarios (Alvarez Junco, 2001). petir en el m ercado. E n ello confluyen so-
En contraste, la nación-Estado supone que cialdem ócratas como Tony B lair y
el segundo se ponga al servicio de la primera ultraliberales como George W. Bush: guerra
o, más exactamente, de sus elementos consti­ contra e l terror y limitación de las libertades
tutivos. El cambio de una a otra fase se origi­ ciudadanas.
na a mediados del siglo XIX y se consolida Habría que añadir que uno de los cambios
después de la Prim era Guerra Mundial. En más reveladores de la etapa presente es el pa-
Estado-nación 118

peí que representan los límites territoriales MURRILLO FERROL, Francisco (1990): E l na­
del Estado. Las fronteras, tal como hoy las cionalismo de fin de siglo. Madrid: Ed. Univer­
concebimos, nacieron sobre todo con una do­ sidad Autónoma de Madrid.
ble finalidad, militar y política. Una y otra NAEF, W. (1973): La idea de Estado en la Edad Mo­
han ido perdiendo sentido a lo largo del pasa­ derna. Madrid: Aguilar.
do siglo. El primer aviso de este declive lo co­ RENAN, Ernest (1987): ¿Quées una nación? Car­
noció el mundo europeo en la Prim era tas a Strauss. Madrid: Alianza.
G uerra M undial, con el papel de aviones y VV. AA. (2001): Constitución política de la Monar­
dirigibles que hacían inútiles las fron te­ quía española. Promulgada en Cádiz á 19 de
ras convencionales. Ya en el umbral del si­ Marzo de 1812. Valladolid: Ed. Maxtor.
glo X X I, el Estado no se enfrenta, como lo WRIGLEY, Richard (2002): The politics o f appea­
bacía desde el Renacimiento, con otro Esta­ rances. Representations o f dress in revolutionary
do rea l, sino con uno virtual, encarnado por France. Oxford: Berg.
los esporádicos videos de Bin Laden, por m i­
Enrique Luque Baena
siles en form a humana o por una ideología
de la muerte que no registran los escáneres.
Todo ello hace bastante inútiles los controles Véanse además Acciones afirmativas, A par-
*fronterizos. Como contrapartida, las *fron- th c id , C e n t ro - pc r i fe r ia, CT U D A D A N í A,
teras de los países desarrollados son ante to­ Ciudadano, C O L O N IA L IS M O Y A N TI-
do de tipo económ ico, artilugios para C O I„()N I A I I S M O , Cornunielad transna­
controlar, con escaso éxito bien es verdad, los cional, Cornunitarismo, CONSUMO CU L ­
movimientos ^migratorios: muros kilom é­ TURAL, CULTURA, Derecho de injerencia,
tricos, vallas electrificadas, patrulleras m arí­ DERECHOS HUMANOS, D E S A R R O ­
timas, etc. LLO, Desterritorial ización, D I F E R E N ­
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119 Estereotipos y esencialización

Estereotipos de los extraordinarios avances logrados en


nuestro bienestar a nivel mundial. Del mismo
y esencialización modo, las injusticias cometidas en dicha dis­
tribución, a las cuales ha ayudado la creación
de estereotipos, se consideran una turbación
Pese al riesgo de caer en un estereotipo, que acosa a las relaciones sociales, una in­
empezarem os tomando cautelosamente co­ fluencia *estigm atizante y una úlcera en el
mo axiom ático, e incuestionable dentro del cuerpo político.
contexto de esta discusión, el hecho de que los La anomalía a la que nos enfrentamos
seres humanos somos animales sociales y de constituye quizá una de las ironías más pro­
que la vida en sociedad es fundamental para fundas de la condición humana, y es que la
nuestro bienestar. Tomaremos también como voz que estamos tratando, la creación de este­
axiomático, aunque en este caso sí será forzo­ reotipos, parece ser una tendencia netamente
samente objeto de discusión aquí, la idea de humana dentro de nuestra naturaleza cultu­
que somos por excelencia animales que cate- ral íntimamente ligada a los “procesos de ca­
gorizan. Em pleam os esta capacidad de ca- tegorización”. Contribuye así al sentido de
tegorizar para obtener y mantener el orden en solidaridad social, al orden y a la justicia so­
la sociedad. Ello supone afirmar que una par­ cial, mientras que al mismo tiempo es fuente
te importante de nuestra existencia social se de injusticia e iniquidad en el orden social.
realiza, confirma y mantiene gracias a la ca­ ¿Cómo puede resolverse esta contradicción?
pacidad moral de la categorización.
Hablamos de “capacidad m oral” basán­
Desarrollo del interés hacia
donos en la noción filosófica de “imperativo
la creación de estereotipos
categórico”, si bien sólo hasta el punto de re­
y fenómenos asociados
conocer que, en muchos de los casos, las cate­
gorías dentro de una sociedad cumplen una Al menos en América, existe cierta unani­
función imperativa sobre sus miembros, en el midad a la hora de reconocer al columnista de
sentido de que existe una obligación moral de prensa y brillante político W alter Lippman
reconocerlas y seguir sus dictados inclusivos y (1922) como acuñador del término “estereoti­
exclusivos sobre derechos y deberes, lealtades po”, entendido éste como aquellas imágenes,
y obligaciones, dominaciones y subordina­ generalmente desafortunadas, internas, rígi­
ciones. Si hablamos de “procesos de catego­ das y persistentes, que se tienen acerca de
rización” es debido a las continuas luchas otros grupos sociales y que no se correspon­
desestabilizadoras que se han producido tan­ den con la realidad. La palabra surgió por
to en la prehistoria como en la historia en prim era vez en Europa, a principios del si­
torno a derechos y deberes, lealtades y obliga­ glo XVIII, dentro del comercio de impresiones,
ciones, ejercicios de dominio y rechazos de para designar al proceso por el cual se realiza­
subordinación. Casi podríamos afirmar que ba una reproducción idéntica de ilustraciones
los “procesos de categorización” son de hecho por m old es. E n el siglo X I X la palabra
la dinámica central dentro de la historia de la com enzó a usarse dentro del ámbito de la
humanidad. El tema que vamos a desarrollar, psiquiatría para describir comportamientos
la creación de estereotipos y la esencialización patológicos de tenacidad y rigidez. Fue en
como fenómeno asociado a ella, tiene con se­ 1922 cuando Lippm an difundió en su libro
guridad un papel crucial en dicha dinámica. P ublic Opinión una visión negativa de los este­
Se podría argumentar que si esta dinámi­ reotipos como generalizaciones irracionales y
ca es fundamental se debe al extraordinario erróneas sobre los *otros y que comportan
éxito logrado, en comparación con otros una idea de injusticia que ha continuado ca­
miembros del mundo animal y derivado di­ racterizando las distintas perspectivas sobre
rectam ente de nuestra capacidad de distri­ los estereotipos hasta nuestros días. Esta posi­
buir responsabilidades, recursos y, con ello, ción quedaría reforzada por el hecho de que
^identidades en torno a categorías. Tanto la mayoría de los estereotipos construidos so­
la intrincada distribución del ^trabajo en bre los otros tienden a ser desfavorables y ne­
categorías como el complicado reparto de gativos. Continuam ente encontramos entre
recursos, y las identidades laboriosamente ob­ los investigadores el reconocimiento como in­
tenidas de esta forma, han sido, por ejemplo, justo e inaceptable de la práctica de aglutinar
poderosas invenciones culturales humanas, a los otros; su búsqueda de los motivos por los
centrales en la consecución y afianzamiento que dicha práctica persiste ha guiado gran
Estereotipos y esencialización 120

parte de las investigaciones de las ciencias so­ en 1916 de la obra The M in dor Prim itive M an.
ciales al respecto. Mucho antes de este momento —finales del
En la producción literaria, llevada a cabo s. XIX y principios del X X — la antropología ya
desde la antropología y la historia sobre la había realizado un trabajo de descripción et­
Península Ibérica, ha sido fundamentalmente nográfica ejem plar que buscaba superar los
Julio Caro Baroja quien más ha advertido y estereotipos europeos desarrollados sobre la
criticado tanto lo superfluo como lo pernicio­ sociedad y la ^cultura azteca: la obra de fray
so de antiguos y extendidos estereotipos, tópi­ Bernardino de Sahagún conocida con el nom ­
cos como se les conoce en español, acerca de bre de Códice Florentino y publicada en 1590
supuestos caracteres regionales: la vagancia y es, excepto por la habitual visión estereotipa­
superficialidad de los andaluces, la obstinada da —si bien profusamente documentada—de
incomprensión de los vascos, la avaricia cata­ la idolatría azteca, un magistral ejemplo de la
lana, la hosquedad y desconfianza de los ga­ obligación de la antropología de enfrentarse a
llegos (para una recopilación mayor de estos los simples estereotipos creados en torno a la
tópicos, recogidos por Caro Baroja en su tra­ idea de gentes salvajes.
bajo, véase Temprano, 1988). Debe de haber El trabajo de campo permitió también a
seguramente algo jocosamente hostil en estos los antropólogos ser conscientes del proceso
estereotipos, llamados benévolos dicterios, de creación de estereotipos y del *etnocentris-
que quizá haga necesaria su comparación con mo que conlleva la idea de “tribalism o”,
prejuicios mucho más profundos que han entendida como el predominio de miradas
acompañado a los estereotipos desarrollados negativas y juicios globalizantes de los miem­
en la Península Ibérica hacia los gitanos, ju ­ bros de otras familias, clanes o grupos tribales
díos y moros. en este tipo de sociedades. Así, por ejemplo, a
La tradición investigadora angloam eri­ partir de los estudios sobre los fang de la G ui­
cana en el campo de los estereotipos se ha nea Española y Gabón, éstos fueron conside­
extendido fundamentalmente desde la socio­ rados en la literatura europea y casi desde los
logía y la psicología social. Pese a ello, los an­ primeros contactos “grandes caníbales”, si
tropólogos no han sido del todo ajenos a este bien ellos fácilmente atribuirían este estereo­
interés, ya que sus investigaciones se han cen­ tipo a los pueblos africanos adyacentes y nun­
trado en averiguar cómo el orden social se ca a sí mismos. Y cuando lo hicieron no fue
sistematiza, enturbia o traiciona, tanto den­ más que como reflejo de intereses y estereoti­
tro del parentesco como en las divisiones en pos europeos preexistentes. De hecho, la prác­
clanes, mitades, organizaciones tribales, etc., tica cristiana de la Eucaristía convenció a los
entendidas como categorías para la sistemati­ fang de que el canibalismo era una práctica
zación de las pertenencias sociales. De hecho, frecuente entre los europeos.
el temprano interés desarrollado por la antro­
pología hacia el ^totemismo, aunque primase
Estereotipos y cognición
en sus inicios un enfoque más desde lo reli­
gioso —como es el caso del trabajo del antro­ The Nature ofP reju dice, obra publicada en
pólogo J. G. Frazer—, con el tiempo se ha ido 1954 por Allport, se convirtió en el siglo pasa­
convirtiendo en una preocupación por las do en la fuente clásica dentro de las ciencias
prácticas totémicas asumidas como un siste­ sociales para todos aquellos estudios interesa­
ma crucial de categorías para la organización dos en la complejidad de actitudes y prácticas
social (Lévi-Strauss, 1962). que entrañan los procesos de creación de este­
Desde sus inicios, dada la propia naturale­ reotipos, estigmatización, prejuicio y *discri-
za de los estudios antropológicos sobre socie­ minación, procesos todos ellos de gran interés
dades simples, llevados a cabo en medios para dichas ciencias. Tanto en la obra de All­
claramente ajenos, éstos tuvieron que enfren­ port como en muchos de los trabajos llevados
tarse a multitud de estereotipos propagados a cabo dentro de las ciencias sociales del mo­
sobre los otros en dichas sociedades y, a la vez, mento y posteriores, el interés principal se
con los difundidos en sus propias sociedades fijó, según sugiere su propio título, en el
euroamericanas acerca de los “primitivos” o prejuicio y la discrim inación; de forma que
“salvajes”. Boas y sus discípulos emprendie­ las investigaciones perseguían el objetivo pa­
ron una larga lucha contra estos estereotipos liativo de corregir las consecuentes injusticias
en torno a lo primitivo y al pensamiento sobre e inequidades producidas en el orden social.
ello, especialmente a través de la publicación, En el periodo que siguió a la Segunda Guerra
revisada y reeditada en numerosas ocasiones, Mundial, éste fue un interés bastante desarro-
121 Estereotipos y esencialización

liado en una América caracterizada por la trarse en la creación de estereotipos, vista


existencia de múltiples *minorías culturales y como una consecuencia de la “avaricia cogni­
grupos étnicos y por la práctica regular de tiva” o de “atajos cognitivos”, que descansaría
prejuicios y discriminaciones contra ambos. sobre una mezquindad natural propia de la
Este tipo de actitudes y prácticas quedaron formación de conceptos y categorías en las
reconocidas como una turbación y malestar interacciones sociales. De esta forma, lo reco­
en el cuerpo político, por lo que lógicamente nocido fue la normalidad, con la cual las per­
se convirtieron en obligado interés para unas sonas sortean la ineficiencia cognitiva y la
ciencias sociales deseosas de un cambio social laboriosidad que supone la producción de
que terminase con la injusticia y la d esig u a l­ enunciaciones perfectamente matizadas acer­
dad preventiva. ca de toda la complejidad y diversidad, esco­
Sin embargo, la atención se fijó cada vez giendo en su lugar procesos taquigráficos,
más en los procesos cognitivos que intervie­ generalizaciones “testadas y comprobadas”, si
nen en el prejuicio y la discriminación, es de­ bien ilusorias, que conllevan la creación de es­
cir, en la creación de estereotipos, entendida tereotipos. El desalentador mensaje propues­
como una acción cognitiva lógica, cuando no to por los estudios cognitivos acerca de “la
norm al, que opera en la práctica social pro­ naturalidad”, característica de los procesos de
porcionando determinados beneficios al gru­ creación de estereotipos y de la esencializa­
po que la genera en prejuicio de los otros. En ción, fue consecuencia de los estudios llevados
el campo de la psicología social, los experi­ a cabo entre *niños. En ellos se demostró que,
mentos y trabajos de H enri T ajfel (1969) aparentemente sin una instrucción previa por
demostraron que el propio acto de categori- sus mayores, los niños creían que la mayoría
zación arbitraria de grupos sociales lleva a de las categorías sociales constituían en reali­
la creación de estereotipos, com porta­ dad “clases naturales”, con una existencia au­
mientos discriminatorios y prejuicios, dentro tónoma en el universo de la naturaleza, ajenas
y entre los miembros de los grupos, produci­ a cualquier tipo de invención o construcción
dos a raíz de aquella arbitrariedad. Dicho por el pensamiento humano y que, además,
comportamiento discriminatorio parece estar estas “clases naturales” estaban dotadas de
ligado tanto al ascenso de un grupo como a su principios propios, simples y esenciales, es de­
autoestima y resulta vital en el mantenimien­ cir, que no eran modos de entendimiento cul­
to de la integridad del grupo y del sujeto una turalmente elegidos.
vez que ha sido reconocido como m iem bro Paralelamente, se produjo en la antropo­
del mismo. Tajfel y sus discípulos demostra­ logía de los años sesenta y setenta un giro
ron, en lo que a la creación de categorías so­ hacia preocupaciones de tipo lingüístico-se-
ciales se refiere, el poder que tienen estas mántico respecto al léxico nativo y su compo­
definiciones de la situación social para mode­ sición, es decir, hacia el modo en que los
lar la experiencia de uno mismo y del otro; rasgos distintivos o componentes de significa­
conforme había señalado años antes el soció­ do de este léxico categorizan el mundo a tra­
logo W. I. Thomas en el que se conoce como vés de “prototipos cognitivos” propios de cada
Teorema de Thom as: “Si los hombres defi­ cultura. Este tipo de trabajos fueron princi­
nen determinadas situaciones como reales, se palmente aplicados al universo de la cultura
convierten en reales en sus consecuencias.” material, dejando bastante de lado la esfera
Este teorema, tan claro en su enunciación, social del “uno mismo” y del “otro”.
puede aplicarse a las consecuencias sociales El análisis componencial fue sobre todo
reales de los estereotipos. una orientación propia de la antropología
El asunto, que estaba realmente en juego americana y de la lingüística antropológica.
en estos trabajos sobre la cognición social, era Quizá fue el trabajo de Mary Douglas, sinteti­
un cambio de una perspectiva, en la que los zado en una importante colección de artículos
procesos de creación de estereotipos y prejui­ publicada en 1992, una de las labores más sig­
cios se consideraban anormales, a una visión nificativas acerca de la categorización en la es­
de los mismos como acciones normales, aun­ fera social de las creencias y acciones humanas.
que quizá compañeras poco deseables en los En el proceso de creación de estereotipos,
penetrantes procesos de categorización social. el interés prestado por la ciencia cognitiva y
Otro tipo de trabajos, desarrollados funda­ los antropólogos cognitivos a la idea de “cog­
mentalmente por psicólogos, dejaron un poco nición lam inada” (Andrade, 1995) propor­
al margen estas cuestiones relacionadas con la cionó una mayor profundidad en dicho
autoestima del sujeto y del grupo para cen­ conocimiento. Esta “cognición laminada” ha­
Estereotipos y esencialización 122

ce referencia a los procesos llevados a cabo por por distintos antropólogos con el objetivo de
la memoria a corto plazo para procesar la hallar la verdad y ser capaces de generalizar
complejidad de la información entrante a tra­ acerca de los rasgos distintivos de las culturas
vés de su fragmentación en porciones familia­ que estudiaron pueden ser contemplados co­
res. Este procedimiento de la memoria es mo tentativas al borde del estereotipo. En
muy semejante al que opera en la creación de esta misma línea de pensamiento se sitúa
estereotipos, que puede ser vista como un mo­ también el trabajo de Renato Rosaldo, que
do de “cognición laminada” por medio de la sostiene que todos los reclamos de verdad
cual se reducen a segmentos preexistentes hechos por los antropólogos olvidan la par­
toda la complejidad de comportamientos y cialidad y la “opción por una perspectiva
creencias del nosotros mismos o de otros grupos. concreta” inevitables en todo trabajo de cam­
Por ello merece la pena recuperar dos con­ po (Rosaldo, 1989).
ceptos desarrollados en los trabajos de la psi­ Otros estudios antropológicos, previos a
cología social de los años cincuenta que dan los ochenta, habían señalado ya, por un lado,
cuenta más explícitamente de los procesos cómo la diversidad dentro de cualquier cultu­
cognitivos sobre los que descansa la teoría de ra se resuelve a través de distintos procesos de
la “cognición laminada”: reducción de atribu­ creación de estereotipos que aseguran el con ­
tos y codificación con fgu racion al. El primero senso social (Fernández, 1965) y, por otro lado,
de ellos alude a la propensión a reducir el nú­ el hecho de que la variedad de estilos de vida
mero de criterios distintivos en función de los existente en las distintas culturas sometidas
cuales un objeto o grupo de objetos puede ser en los procesos de ^colonización fue, por ra­
juzgado. El segundo concepto se refiere al zones administrativas, prácticamente simpli­
proceso de agrupar varios rasgos distingui­ ficada en entidades estereotipadas (Bernard
bles en uno solo. Resulta evidente que ambos Cohn). El fruto de las enseñanzas de Cohn
procesos, que se explican por las limitaciones puede observarse en el trabajo de Richard
propias de la memoria a corto plazo, eliminan Handler (1988) que identificó lo que pueden
la diversidad en el otro y actúan en la creación ser consideradas las tres “dimensiones” de
de estereotipos y la esencialización, donde la reificación de cualquier objeto o sujeto de
diversidad de características del otro queda interés, del tipo de una cultura o nación: su
reducida o eliminada en pro de caracteriza­ contemplación estereotipadamente “delimi­
ciones relativamente simples —¡cuando no ha­ tada”, “homogénea” y “continua” a través del
blamos directamente de caricaturizaciones! tiempo.
Quizá el mayor argumento en contra de
una etnografía que caiga en el peligro de crear
Estereotipos, esencialización
estereotipos es el aviso que Anthony Wallace
y orden social
hace al resto de antropólogos para que recon­
Estos dos conceptos y la idea de “cogni­ sideren su propensión a “reproducir unifor­
ción laminada” nos devuelven la mirada a la midades” en el estudio de una cultura y
discusión que originalmente planteó Lipp- reconozcan que el verdadero reto se halla en
man acerca de la creación de estereotipos. En comprender que una cultura es siempre y en
su opinión, este tipo de procesos enfatiza la todas partes una “organización de la diversi­
completa igualdad, lo indistinguible, de los dad”, por lo que el desafío no es otro que des­
miembros de un grupo estereotipado; una cifrar cómo dichas culturas logran alcanzar el
tendencia a la que se ha aludido en las últimas orden social para afrontar esta diversidad.
décadas bajo la idea de “esencialización” del Es posible identificar al menos dos escue­
otro. El movimiento “etnografía textual”, las de pensamiento que influyeron en estos
desarrollado en la década de los ochenta, movimientos antiesencialistas en antropolo­
prestó gran atención a este enfoque, y en espe­ gía. En primer lugar, se halla la teoría evoluti­
cial despertó un singular interés en el trabajo va y, en particular, las orientaciones del
de uno de sus máximos representantes, James trabajo del evolucionista darwiniano Steven
Clifford, y en su argumentación de los “apu­ J. Could, quien insistió en que lo que la evolu­
ros y medias verdades” que afectan a cual­ ción enseña es que tanto en la vida humana
quier intento de interpretación etnográfica. como en toda existencia “la diversidad supo­
Para Clifford (1988) resulta imposible todo ne todo y la esencia no resulta más que una
intento de llevar a cabo una interpretación ilusión”. Aceptar el hecho de la diversidad
“pura” e intachable de la esencia de cualquier tanto en la vida como en el objeto cultural es
cultura. Los intentos previos emprendidos un reto que la creación de estereotipos intenta
123 Estereotipos y esencialización

evitar. Una segunda escuela con una influen­ acontecimientos que han caracterizado sus
cia bastante mayor fue el pensamiento interrelaciones de *aculturación, ya que es
deconstruccionista, antifundamentalista y an- posible afirmar que dichas culturas han esta­
tiesencialista del posmodernismo en literatu­ do, en mayor o menor medida, siempre en
ra y filosofía. Bajo el influjo de las ideas de contacto las unas con las otras. Sucede, y así lo
N ietzsche, los escritores posmodernos tales han reconocido los antropólogos desde hace
como D errida, Lyotard, Baudrillard y Fou- bastante tiempo, que los procesos de creación
cault, intentaron desde la década de los sesen­ de estereotipos respecto a otras culturas han
ta huir de cómodos universales sobre la sido una de las principales características de la
esencia de la naturaleza humana, por ejem ­ interculturalidad. Menos reconocida ha sido
plo, de aquellos acerca del parentesco a los hasta fechas muy recientes la definición esen­
que nos hemos referido al principio, que bus­ cialista, no del todo estereotipada, empleada
can manejar las volátiles complejidades de la en sus propios trabajos etnográficos sobre
existencia humana, reduciéndolas a condicio­ otras culturas.
nes fácilm ente definibles y permanentes o a La presencia, si no de estereotipos, sí al
un conjunto de observaciones axiomáticas. menos de reificaciones y esencializaciones en
Si bien este corpas teórico deconstrucio- el estudio y la interpretación del otro ha sido
nista fue extremadamente crítico con el pen­ quizá una carga en la discusión y el debate
samiento esencialista, se convirtió a la vez en acerca de los procesos de pensamiento, que
una especie de defensa del mismo o al menos operan en la creación de estereotipos, que ha
en una “estrategia esencialista”. Tal fue el ca­ perdurado durante décadas, sobre todo en la
so sobre todo de los movimientos feministas: medida en que afecta a los propios antropólo­
que, en su defensa de aquellas ^mujeres y m i­ gos. Sólo en décadas recientes se ha desa­
norías que habían sido perjudicadas o estig­ rrollado un movimiento alejado de lo que
matizadas por la creación de estereotipos, W allace denominó “duplicación de unifor­
usaron el mismo arma para lograr una auto- midades”, un deseo de entender cómo se or­
organización más efectiva, ganar más control ganiza la diversidad dentro de una cultura
sobre sus propias clasificaciones y así poder para alcanzar un mínimo de orden social.
reclamar un lugar más favorable y justo en el Si la creación de estereotipos y la esencia­
orden social (Spivak, 1989). lización han sido generalm ente rechazadas
Estamos presentes aquí ante un ejemplo en las ciencias sociales es debido al hecho de
de los “procesos de categorización” en los que que se hallan frecuentemente acompañadas
la creación de estereotipos y la esencialización de prejuicios, discriminaciones y estigmatiza-
producen como respuesta nuevos estereotipos dones del otro —véase la voz de }. Prat en esta
y esencializaciones opuestas; simplemente en misma obra. Este tipo de prácticas, sin duda
lugar de permitir este frecuente “proceso de repugnantes e injustas, constituyen una clara
categorización”, éste debería ser obligatorio violación del espíritu de una época identifica­
en los estudios de los antropólogos: compren­ da con el influyente trabajo de Rawls,2l The-
der “el reduccionismo mutuo y sus implica­ ory o fju stice, en el cual la justicia se concibe,
ciones” como una estrategia de grupo, tanto de una manera muy sencilla pero a la par
en el escenario #local como regional, nacional fruto de una conceptualización muy detalla­
e internacional, para construir representacio­ da, como la imparcialidad en las relaciones
nes de nosotros mismos y de los otros con los humanas (Rawls, 2001), a lo que deberíamos
que interactuamos en las relaciones que con­ añadir imparcialidad en unas relaciones que
forman los procesos identitarios (H erzfeld, son a la vez interculturales.
1998). Deberíamos concluir este análisis sobre la
En conclusión, la antropología, entendida creación de estereotipos y la esencialización
como una familia de disciplinas, está especia­ con esta idea de virtud moral, ya que gran
lizada en el conocimiento de la diversidad de parte de la literatura, entre la que se encuen­
las distintas culturas humanas, tanto en el tra sin duda la antropológica, está motivada
tiempo prehistórico e histórico como en la ac­ por la búsqueda de esa “imparcialidad” en las
tualidad y probablemente en el futuro. La relaciones humanas. Pero al mismo tiempo
#“interculturalidad”, térm ino guía de este debemos recordar en nuestro examen que la
Diccionario, es un buen concepto para refe­ creación de estereotipos, en la medida en que
rirse tanto al conocimiento que los antropólo­ se trata de una generalización de uno mismo
gos han alcanzado sobre la diversidad de y del otro que no reconoce las complejidades
culturas en el mundo como a los principales y variaciones que contienen, se asemeja mu­
Estigma 124

cho a los procesos de formación de categorías LIPPM AN, Walter (1922): Public Opinion. New
y conceptos propios del pensamiento huma­ York: Harcourt Brace.
no. En dichos procesos de pensamiento es po­ RAWLS, John; KELLY, Erin (eds.) (2001): Justice
sible observar, dada la debilidad propia de la as fairness: A restatement by John Rawls. Cam­
memoria humana a corto plazo, las tenden­ bridge: Harvard University Press.
cias definidas hace ya bastante tiempo hacia la ROS ALDO, Renato (1989): Culture and Truth:
reducción de atributos y la codificación confi- The Remaking o f Social Analysis. Boston: Bea­
guracional, así como hacia la “cognición lami­ con Press.
nada”, es decir, orientadas a la reducción del SPIVAK, G. C. (1989): “In a Word”. Differences., 1,
otro en categorías atributivas simplificadas. 2: 124-156. Monográfico especial: “The Essen­
La ironía presente en esta búsqueda de justi­ tial Difference: Another Look at Essentia-
cia en medio de un proceso cognitivo que lism”.
lleva a la simplificación, cuando no a la injus­ T A JFE L , Henri (1969): “Cognitive Aspects of
ticia, debe ser afrontada de una manera refle­ Prejudic Journal o f Social Issues, 25,4: 79-97.
xiva y sin certezas absolutas. Es decir, se TEM PRANO, Emilio (1988): España : La Selva de
encuentra determinada, y así debe enfrentar­ los Tópicos. Madrid: Mondadori.
se, por un sentido irónico y apaciguador de
James W. Fernandez McClintock
dicha contradicción presente en la condición
humana. ¿Es posible que no sirva para m iti­
Véanse además Acciones afirmativas, Acul-
gar lo injusto de una creación de estereotipos,
turación, A L T E R IDAD, Centro-periferia,
irreflexiva y autojustificativa, y de los no ra­
COLONIALISMO Y A NTl C O L O N I A -
zonados e irracionales imperativos de lo “ca­
LISMO, CULTURA, D IF E R E N C IA Y
tegórico” que se producen en las relaciones
D E S IG U A L D A D , Diferencias naturales y
humanas? ¡Determinada literatura acerca de
diferencias sociales, DISCRIMINACIÓN Y
creación de estereotipos y la esencialización
EXCLU SIÓ N SOCIAL, E S T A D O -N A ­
podría llevarnos a pensar que así es! Pero no
CION, ESTIGMA, Etnocentrismo v relati-
nos dejemos llevar por ello. y

vismo cultural, Extranjero, Fronteras políti­


cas y religiosas. Global v local, HIBRIDA-
C 10 N , 1D E N T I D A D , IN T EG RACIÓN,
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LÉVI-STRAUSS, Claude (1962): L e totémisme Erving G offm an es el autor de un libro
aujourd’hui. Paris: PUF. titulado Estigma. L a identidad deteriorada
125 Estigma

(1986) en el que, después de retomar la defini­ expósitos y también, en el otro extremo de la


ción etimológica y señalar que los signos del vida, los viejos desamparados y asilados. Cua­
estigma “consistían en cortes o quemaduras drada señala que, en un contexto claramente
en el cuerpo, y advertían que el portador era patriarcal, el dominio de género podía ser una
un esclavo, un criminal o un traidor, una per­ losa para el sexo femenino con ribetes fre­
sona corrupta, ritualm ente deshonrada, a cuentes de estigma y *violencia doméstica y
quien debía evitarse, especialmente en luga­ social. La estigmatización moral, por último,
res públicos” (1986: 11), pasa a referirse al uso afectaba a aquellos pobres que, además de
actual del concepto original y establece tres serlo, eran asimilados a jugadores, borrachos
grandes tipos o ámbitos de estigma: 1) las abo­ y blasfemos. Otras categorías de estigmatiza­
minaciones del cuerpo —en el sentido de per­ ción no tratadas explícitamente en la tipolo­
sonas con deformidades físicas—; 2) los defectos gía de Coral Cuadrada pero que se dejan
de carácter del individuo —perturbaciones entrever en su texto son: el estigma sexual
mentales, adicciones a drogas, alcoholismo, —prostitutas, homosexuales...—, los desviados
intentos de suicidio, etc.—y que podríamos religiosos —herejes, sectarios, milenaristas, in­
calificar de abominaciones del espíritu; y, fi­ fieles, paganos, conversos—y, finalmente, los
nalmente, 3) los estigmas tribales, es decir, acusados de brujería, víctimas predilectas del
aquellas abominaciones derivadas del iu ssan­ santo tribunal de la Inquisición.
guinis, del ius solis y también de la religión y Si sintetizamos lo dicho podemos obser­
que son transmitidas por herencia. En cual­ var que los mismos criterios que nos sirven
quier caso, tanto la discapacidad física como para clasificar e identificar socialmente —gé­
la tara psíquica, espiritual o moral o los oríge­ nero, edad, lugar de origen, familia, etnia,
nes socialmente dudosos, se rodean de aquel clase, profesión, adscripción religiosa, etc.—
halo de contaminación y tabú, en la termino­ son también los elementos clave para marcar
logía de Mary Douglas, que convierte al indi­ el carácter polucionante de ciertos individuos
viduo o al grupo afectado por el estigma en el o grupos que, desviados de la norma hegemó-
“otro” por excelencia. Es ahí cuando el con­ nica, caen de lleno en las diversas categorías
cepto de estigma —que, dicho sea de paso, ja­ del estigma.
más figura en las grandes Enciclopedias o Teresa San Román (1991) en uno de sus
Diccionarios de Ciencias Sociales—se enlaza, textos clásicos sobre marginación se pregunta:
confunde o imbrica con otros grandes con­ ¿qué es aquello que define la marginación y la
ceptos que sí aparecen, como son el de *alteri- exclusión social? Y su contestación es contun­
dad, desviación, *discriminación y exclusión dente: el acceso directo a los recursos disponi­
social, etiquetaje, #gueto, marginación y otros bles o, mejor aún, las restricciones impuestas a
similares. determinados grupos para que puedan acce­
Coral Cuadrada (2003), una historiadora der libremente a los recursos citados. En una
medieval, ofrece una buena tipología de la es- dirección similar también nosotros podemos
tigm atización y la m arginación en la Edad preguntarnos: ¿cuáles son los síntomas o las
Media, basada en criterios variados. Mencio­ marcas que denotan la estigmatización del
na el estigma económico, en primer lugar, es marginado o del excluido, precisamente en su
decir, la pobreza del vagabundo, del mendigo, condición de estigmatizado?
de los pobres de solemnidad que deambula­ Para contestar al interrogante hemos re­
ban por pueblos y ciudades; el estigma *étni- currido, en primer lugar, a la bibliografía
co, que en el caso español afectaba a los judíos, antropológica y sociológica sobre método bio­
a los moriscos y gitanos, que vivían rodeados gráfico referida a colectivos de estigm a­
del menosprecio explícito de los cristianos tizados. Y, en efecto, desde la Escuela de
viejos; el estigma físico de los discapacitados, Chicago hasta la actualidad, los ejemplos son
disminuidos, mutilados y también de locos abundantísimos: delincuentes, jacl^-rollers, la­
o afectados por enfermedades contagiosas, drones, asesinos condenados a cadena perpe­
siendo la lepra la enfermedad estigmatizante tua o a muerte; hobos, homeless, sin techo, sin
por excelencia; la estigmatización jurídica o hogar, vagabundos, nómadas urbanos, clo-
forzosa, referida a esclavos, siervos, campesi­ chards, niños/as de la calle, pequeños harragas,
nos de remensa y todos aquellos cuya propia miembros d e gangs, gamberros, loubards, bar-
persona no les pertenece, y, en quinto lugar, el jots, pachuchos, malandros, punketas, chavos
estigma por razón de *edad y *sexo, que in­ banda, latin f{ings, sicarios, okupas...; taxi-
cluía en primer lugar aquellas criaturas aban­ girls, prostitutas, de la calle y de barrio chino o
donadas en hospicios, orfanatos y casas de de alto standing, cabareteras, homosexuales,
Estigma 126

entendidos y lesbianas, chaperos, un herma- igualmente en muchos sin techo que deam ­
frodita famoso —Herculine Barbin—esplén­ bulan por los barrios de nuestras ciudades—es
didamente analizado por M. Foucault...; que se trata de cuerpos mal nutridos, faltos de
borrachos y alcohólicos, anónimos o no, dro- la higiene usual, que desprenden suciedad,
gadictos de grifa, marihuana, heroína, éxtasis sudor, mal olor corporal y que su descuido ge­
o crack...; handicapés, discapacitados físicos o neralizado, desde la perspectiva de los pará­
sensoriales, parapléjicos, tetrapléjicos, aque­ metros convencionales, los convierte en una
jados de esclerosis múltiple, ciegos, enfermos primera barrera que separa y contamina.
crónicos de cáncer y de sida, enfermos menta­ Las marcas físicas, en segundo lugar, y, por
les, esquizofrénicos, paranoicos, delirantes, extensión, la indumentaria nos llevan directa­
afectados por el síndrome de Down... En se­ mente al sentido etimológico ya referido del
gundo lugar, prologué un libro de historiado­ estigma como marca indeleble en el cuerpo de
res, coordinado por Daniel Piñol (2003) y alguien que permite visualizar su condición
titulado Historia deis altres, que me familiari­ degradante, pero también, en un sentido más
zó con diversas formas de estigmatización en positivo, nos indican la pertenencia a un de­
el ámbito de la historia local. terminado grupo. Las marcas con hierro can­
A partir de esta doble aproximación se fue dente de los esclavos ilustrarían la primera
dibujando un mapa conceptual que, en nues­ variante mientras que la circuncisión entre
tra opinión, refleja los grandes ejes del ima­ los judíos o la ablación del clítoris en grupos
ginario colectivo sobre el estigma. Para desa­ africanos e islámicos lo serían de la segunda.
rrollarlo vamos a tener en cuenta los pun­ Otras señales corporales visibles —quemadu­
tos siguientes: el cuerpo, las marcas físicas ras, cicatrices, escarificaciones—, consecuencia
corporales y la indumentaria, el —bajo—nivel de los ritos de paso e iniciación en las socieda­
de instrucción reglada, el oficio u ocupación, des tribales, quizá tengan su correlato en los
los escasos ingresos obtenidos y un nivel de tatuajes de los presos, en los brazos agujerea­
pobreza habitual, el hábitat familiar, también dos de los yonquis o en el cada vez más exten­
el barrio o te rrito rio en el que se vive y, final­ dido arte del tatuaje o del piercing. De todas
mente, una desconfianza más o menos gene­ formas, posiblemente sea el color de la piel y
ralizada hacia el estigmatizado. Veámoslo. ciertos rasgos del esquema gestual o corporal
Examinemos en primer lugar el cuerpo o aquello que más claramente define y dife­
la percepción del cuerpo. En una primera mi­ rencia a unos grupos de otros. El caso de los
rada panorámica parece como si el cuerpo de gitanos, autocalificados como “calés” —que
los estigmatizados estuviera devaluado, en el significa “negro”, en el idioma caló—, es buen
sentido de que o bien no les pertenece porque ejemplo en esta dirección entre otros muchos.
es propiedad de otros o bien porque se trata Si el vestido convencional es una característi­
de un cuerpo de segunda en su condición de ca de ^integración en el sistema, el m ante­
tullido, mal cuidado o despreciado. El caso nerse, por obligación o por gusto, fuera del
paradigmático es el de los esclavos, que se mismo tiene unas claras repercusiones indu­
compran y venden, o el de las prostitutas, cu­ mentarias. Pensemos, por ejemplo, en las ro­
yos servicios sexuales vehiculados a través del pas viejas, gastadas, rotas y sucias de muchos
cuerpo son objeto de transacción económica. homeless, signo evidente de su desarraigo, o en
Históricamente las alusiones a castigos físicos la indumentaria bien estudiada de determi­
y torturas corporales —principalmente la fla­ nadas tribus urbanas —los antiguos loubards,
gelación p ública- contra ciertos grupos de st{ins, góticos, okupas, heavys, etc.—que a tra­
estigmatizados —judíos, moriscos, gitanos, vés de su atuendo envían mensajes sobre su
esclavos, prisioneros, galeotes, vagabundos, automarginación respecto al sistema. Históri­
etc.—son continuas y parecen haber sido una cam ente, algunos grupos estigmatizados,
práctica casi rutinaria. También lo eran, y el principalmente judíos y moriscos, eran obli­
espectro del horror va in crescendo, los cuerpos gados a proclamar su condición con marcas o
despedazados, descoyuntados o quemados de sambenitos rojos los primeros, o azules los se­
brujas, brujos, milenaristas, cátaros, herejes, gundos. El ya citado Ervin Goffman y Lewis
pero además de sodomitas y criptojudios, víc­ A. Coser, expertos en instituciones totales y
timas todos ellos de los tribunales laicos o reos voraces, respectivamente, han señalado el im­
de la Inquisición. Otra característica de los portante papel del uniforme en internados,
cuerpos estigmatizados —aquí pensamos de hospitales, leproserías, manicomios, psiquiá­
nuevo en presidiarios, condenados a trabajos tricos, cárceles, cuarteles y también en sec­
forzados, inquilinos de los manicomios, pero tas, órdenes religiosas y monasterios, cuyos
127 Estigma

miembros deben vestir de forma uniformada tuaciones de pobreza o de miseria, nuevo ras­
como signo de pertenencia. go compartido por un buen número de estig­
Desde la perspectiva histórica, la instruc­ matizados y que realza aún más su nivel de
ción, el saber, ha sido un privilegio que los estigmatización. De nuevo hallamos el estere­
grupos dominantes se han reservado para sí otipo de que un negro pobre parece más ne­
mismos —o, vicariamente, para sus sacerdo­ gro, una prostituta vieja y miserable más puta
tes—y lo cierto es que hemos establecido de y, en fin, un moro rico deja de serlo para con­
forma consciente o inconsciente una conexión vertirse en un árabe digno de respeto y adula­
entre riqueza, poder e instrucción. Para de­ ción por sus riquezas y posición social.
cirlo de forma primaria: ¿alguien imagina La pobreza, en general, conlleva unos es­
una prostituta de calle amante de la prosa pacios vitales, privados y públicos, marcados
poética de William Blake o de la filosofía de por la subalteridad. Oscar Lewis, al referirse a
Heidegger?, ¿o a un clochard alcohólico que Buena Vista, la vecindad del D F mexicano
debajo de un puente se entusiasma con Rilke dónde vivían Los hijos de Sánchez (1971), des­
o con el Ulysses de Joyce? Seguramente debe cribe unas habitaciones o cuartuchos de
haberlos, pero serán la excepción que confir­ dimensiones muy reducidas en las que los
ma la regla, y continuaremos asociando la miembros de las familias pobres se amonto­
prostitución y el vagabundaje con la ignoran­ naban sin las mínimas condiciones higiénicas
cia y el analfabetismo más patentes. —falta de agua corriente, sin ventilación y a
¿Y qué diremos —punto cuarto—de los ofi­ menudo en un estado de abandono y de sucie­
cios y ocupaciones de los estigmatizados? De dad deplorables. Según Lewis, esta atmósfera
los antiguos gitanos —como también de los favorecía la promiscuidad, la violencia física y
más modernos—sabemos que ejercían activi­ la agresión verbal y psíquica, rasgos de su
dades económicas relacionadas con el ganado controvertida Cultura de la P obreza (1969).
—tratantes, esquiladores—o con los trabajos Por lo que refiere a los espacios públicos, es
artesanales del hierro y del mimbre y con la Neis Anderson, en su clásica monografía The
venta ambulante. Muchas familias eran nó­ H obo (1923), quien nos describe con precisión
madas. De los musulmanes y moriscos, que el vasto submundo de callejuelas, barracones,
hasta el siglo XV vivían en los márgenes del restaurantes baratos, pensiones y prostíbulos
Ebro catalán, conocemos sus actividades agro­ que había proliferado en el centro del nudo
pecuarias y también que muchos eran alfare­ ferroviario de Chicago donde estos nómadas
ros, tejedores o tintoreros. A los judíos, que urbanos se habían instalado con su provi-
por su relación con el comercio y las altas fi­ sionalidad característica. Los suburbios, ba­
nanzas hubieran podido acceder al mundo de rriadas, bidonvilles y villas-miseria, con sus
las profesiones liberales —en muchas épocas chabolas, favelas y cuartuchos de autocons­
los grandes médicos de las cortes europeas trucción no parecen haber cambiado desde
fueron precisamente judíos—, se les prohibirá los tiempos de Anderson y de Lewis y, des­
por decreto acceder a la universidad y tam ­ graciadamente, caracterizan los extramuros
bién a las órdenes sagradas o a cualquier otro de las grandes ciudades de los cinco continen­
cargo de la jurisdicción eclesiástica. tes, desde el Primer al Tercer Mundo.
Todos o casi todos los miembros de gru­ Iniciábamos la presentación de las marcas
pos estigmatizados han ejercido o ejercen del estigma hablando del cuerpo del estigma­
ocupaciones de escaso prestigio social —aun­ tizado como un núcleo duro de rechazo que
que puedan ser lucrativas—, y lo dicho es váli­ fija barreras, fronteras y lím ites entre los
do tanto para las m ujeres de la vida con su que padecen el estigma y los que no. Pero no
“oficio más viejo del mundo” como para los es únicamente el cuerpo lo que contamina, si­
ladrones u otros practicantes de actividades no que es la totalidad de la persona estigmati­
ilícitas o delictivas. También aquí el E stereo ­ zada la que es repudiada y despreciada.
tipo asocia la incapacidad del estigmatizado Goffman, como se recordará, subtitula su li­
para integrarse en el mundo laboral conven­ bro sobre el estigma como “la id en tid ad de­
cional con aquello de: “son vagos, flojos y pa­ teriorada”. Y efectivamente es esta identidad
rásitos”, incapaces del esfuerzo del hombre o deteriorada, como algo que no es ni completo
de la mujer de bien para ganarse el pan con el ni puro, la que nos encamina hacia otras aso­
sudor de su frente. Es esta falta de instruc­ ciaciones simbólicas. Carm en Bernand
ción, ligada a la supervivencia a través de (2001), por ejemplo, en un hermoso artículo
oficios más o menos inespecíficos o de ocupa­ analiza el porqué los bastardos, los ^híbridos,
ciones poco cualificadas, lo que conduce a si­ los mestizos o los conversos, que poseen una
Etnicidad 128

doble identidad, tradicionalmente han sido bre un proyecto en curso”, en Prat, M artí­
vistos como seres desleales por naturaleza, nez, Contreras y Moreno (eds f Antropología
precisamente a causa de ese doble origen. El de los pueblos de España. Madrid: Taurus,
híbrido es, pues, monstruoso, ya que su iden­ 151-158.
tidad es conflictiva y se aleja de aquello que es TURN ER, Víctor (1992 [1974]): “Pasos, márgenes
auténtico y completo. Y, como ya señaló Mary y pobreza: símbolos religiosos de la commu-
Douglas en su famoso libro Pureza y peligro. nitas”, en Bohannan y Glazer (eds.), Antro­
Un análisis de los conceptos de contaminación y pología, Lecturas. Madrid, Buenos Aires:
tabú (2000), en muchos sistemas simbólicos, McGraw-Hill.
sólo lo que es completo es puro y santo. El es­
Joan Prat i Caros
tigma, ya sea físico, moral o tribal, es siempre
una marca de imperfección y de falta de com-
plitud, lo que confiere a su portador, el estig­ Véanse además ALTERI DAD, Contracultu­
matizado, su carácter triplemente impuro, ra, DIFERENCIA Y DESIGUALDAD SO­
contaminante y peligroso. CIAL, Diferencias naturales y diferencias
sociales, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U ­
SIÓN SOCIAL, Esclavitud, E S T E R E O T I ­
Bibliografía POS Y ESENCIALIZACIÓN, Etnicidad,
Extranjero, Global v local, HIBRIDACION,
A LLU É, Marta (2003): Discapacitados. La reivindi­ ID ENTIDA D, INTEGRACIÓN, Integra­
cación de la igualdad en la diferencia. Barcelona: ción religiosa, MULTIC ULTURALISMO,
Edicions Bellatera. Pluralismo sincrónico, SABER Y SABERES,
BARBIN, Herculine (1978): Herculine Barbin, di­ Segregación, T E R R I T O R IO S , V I O L E N ­
te Alexina B. Presenté par Michel Foucault. CIA POLÍTICA, Xenofobia v xenofilia.
Paris: Gallimard.
BERNAND, Carmen (2001): “La imposible lealtad,
o el conflicto entre la naturaleza y la filiación”,
Etnicidad
en Dascal, Gutiérrez y De Salas (eds.), La plura­ Un modo de constatar el surgimiento de
lidad y sus atributos. Usos y maneras en la construc­ las etnias en los procesos de #modernización y
ción de la persona. Madrid: Fundación Duques *desarrollo lo constituyen las definiciones que
de Soria, Biblioteca Nueva, 191-209. de ellas se han dado a partir del s. XIX. Los an­
CUADRADA, Coral (2003): “Pobresa, margi­ tropólogos de este siglo XIX y otros estudiosos
nado i sexe a l’edat mitjana”, en D. Piñol describen los orígenes colectivos y el desarrollo
(coord.), Historia deis altres. Exclusió social i de los seres humanos hasta nuestros días como
marginado a les comarques tarragonines (se- si se tratara de una manera primitiva y atada al
gles XIII-XX). Tarragona: Cercle d’Estudis His­ suelo y a la sangre. Frente a este procedimien­
tories i Socials Guillem Oliver del Camp de to de constituir los grupos étnicos se encontra­
Tarragona, 21-41. ría el *moderno y/o civilizado: las etnias serían
DOUGLAS, Mary (2000 [1966]): Pureza y peligro. una forma específica de juntarse que tienen los
Un análisis de los conceptos de contaminación y individuos pertenecientes a una determinada
tabú. Madrid: Siglo XXI de España Editores. colectividad. Esta forma de agruparse se consi­
G O FFM AN , Erving (1986 [1963]): Estigma. La deraba no solamente diferente, sino inferior.
identidad deteriorada. Buenos Aires: Amorror- Se trata del núcleo duro en que descansan la
tu editores. mayor parte de las definiciones de la etnia
LEW IS, Oscar (1069 [1959]): Antropología de la po­ prácticamente hasta la actualidad.
breza: cinco familias. México: Fondo de Cultu­ En este sentido es más que ilustrativa la
ra Económica. definición de etnia que proporciona Topi-
PRAT, Joan (2001): E l estigma del extraño. Un ensa­ nard a finales del siglo XIX. “Los caracteres
yo antropológico sobre sectas religiosas. Barcelo­ étnicos comprenden todos los hechos que re­
na: Ariel. sultan de la asociación de hombres entre sí,
ROMANÍ, Oriol (1996): “Antropología de la mar- sea cual fuere el móvil que los guía, la necesi­
ginación: Una cierta incertidumbre”, en dad de vivir en sociedad, el capricho o las
J. Prat y A. Martínez ( e d s f Ensayos de antropo­ pasiones bélicas. La unidad nacional y la fede­
logía cultural. Homenaje a Claudio Esteva-Fa- ración de las provincias autónomas son las
bregat. Barcelona: Ariel, 303-318. formas más elevadas de esa ilustrada asocia­
SAN ROMÁN, Teresa (1991): “La marginación ción. Las pequeñas tribus de los todas, cuyos
como dominio conceptual. Comentarios so­ miembros están unidos por los lazos de pa-
129 Etnicidad

rentesco y donde la asociación es sinónimo de Si bien H untington sitúa las diferencias


familia, son el ejemplo del más íntimo grado en lo cultural, en lo universal frente a lo par­
inverso” (1878: 447). ticular, y Weber pone el acento del origen de
Aunque de forma más matizada y con las naciones en el “ansia de poder”, a lo que se
una mayor complejidad de los muchos y va­ refiere el primero es a “los modelos predomi­
riados elementos que entran en juego, “en el nantes de desarrollo político y económ ico”
actuar comunitario”, en expresión de Weber, subyacentes entre la civilización angloameri­
también subyacen formas de asociación dife­ cana y el resto del mundo. Es de estos mode­
rentes a la modernidad y al desarrollo. Para los de donde dimanan “los presupuestos
Weber, la comunidad étnica se asemeja a la filosóficos, valores subyacentes, relaciones so­
#nacional, pero son otros los elementos en que ciales, costumbres y puntos globales sobre la
ésta última se funda. Para Weber, lo étnico y vida” (1997: 30 y 23); no a la inversa. Son estos
la etnia se encuentran unidos a la herencia ge­ modelos los que diferencian a unos grupos de
nética, al parentesco, a la tradición y a las cos­ otros, a unas asociaciones de otras, antes y
tumbres, a antiguas creencias, “en la afinidad ahora. Huntington no desarrolla sino lo que
o extrañeza de sangre”, y a formas ancestrales se hallaba in nuce en la construcción de las na­
comunitarias con sus rasgos lingüísticos, polí­ ciones, aunque en ambos casos resulte algo
ticos y religiosos. La nación, en cambio, se tautológico, ya que el concepto de ^identidad
halla constituida por una “unión política par­ es, a la vez, explanans y explanandum.
ticular” y por la “*cultura”, entendida esta úl­ Para Huntington y Weber, se trata de los
tima como m emoria política y forma de principales ejes que vertebran la modernidad.
comportamiento, de “cultura sensual”, inclu­ “La especificidad del proceso de moderniza­
so, como ocurre con los miembros de la G ran­ ción, en comparación con otras situaciones y
de Nation, Francia. Es lo que produce el movimientos de cambio en la historia de la
“sentimiento nacional”, esa especie de “leal­ humanidad —escribe Eisenstadt—, radica en el
tad política” capaz de herrum brar las *d i- hecho de que se hallaba basado en las presu­
ferencias estam entales, de clase y los posiciones de la posibilidad de la creación ac­
particularismos. “Los sentimientos colectivos tiva por el hombre de un orden sociopolítico
que se designan con el nombre genérico de nuevo, un orden basado en las premisas del
‘nacionales’ no son unívocos, pero siempre el universalismo y de la igualdad. Y la propaga­
concepto de ‘nación’ nos refiere a su ‘poder’ ción de estos presupuestos se combinó con el
político y lo ‘nacional’ —si en general es algo desarrollo de largo alcance, especialmente en
unitario—constituye un tipo especial d e pathos los campos económico y político. A través de
que, en un grupo humano unido por una co­ esta propagación se desarrolló una tendencia
munidad de lenguaje, religión, costumbres o hacia una civilización universal, mundial, en la
destino, se vincula a la idea de una organiza­ cual diferentes sociedades —comenzando por
ción política propia, ya existente o a la que se las europeas—servían de puntos de referencia a
aspira, y cuanto más se carga el acento sobre el partir de los cuales se juzgaba su propio lugar y
‘poder’, tanto más específico resulta ese senti­ el de los *otros de acuerdo con esas premisas de
miento patético” (1964:326 y 327). universalismo e igualdad” (1973: 209).
Las naciones constituyen para Weber for­ Que para fundamentar el proceso de mo­
mas de asociación superior a las etnias, aun­ dernización se recurra a las diferencias cultu­
que posean sem ejanzas, de igual forma a rales puede tener varias explicaciones, que
como la civilización lo es de la nación, según pueden fluctuar desde la visibilidad y tan­
la propuesta de Huntington. Para él las na­ gibilidad con que se manifiestan, hasta la
ciones constituyen la forma tradicional que invisibilidad e inmaterialidad en que se
poseen los humanos de definirse por lo fundamentan. La explicación también podría
particular y lo *local. “La gente se define des­ venir de poseer ambas características inextri­
de el punto de vista de la genealogía, la re­ cablemente relacionadas. Ésta parece la más
ligión, la lengua, la historia, los valores, convincente, ya que tales procesos implican la
costumbres e instituciones. Se identifican con creencia de que su implantación no solamen­
grupos culturales: tribus, grupos étnicos, co­ te es deseable para todos, sino beneficiosa e in­
munidades religiosas, naciones y, en el nivel cluso salvífica. La modernidad libera a todos
más alto, civilizaciones” (Huntington, 1997: de cualquier tipo de ataduras, especialmente
22). La civilización angloamericana, por el de aquellas que ligan a los individuos a la san­
contrario, lo hace por lo universal y, por tanto, gre y a la naturaleza, sobre todo. La cultura
se encuentra en el nivel más alto. justifica tal empresa por partida doble: por la
Etnicidad 130

clara distinción que establece entre los grupos posee casi nunca la experiencia de la raciona­
y por la naturalización que opera en la vida lidad y de la Ciudadanía, sino de forma pri­
social al tener su fundamento en las diferen­ vativa: nacionalm ente, cívicam ente, él no
cias culturales, pensadas como una forma de es sino aquello que no es el colonizador”
ser esencial. (1973:125).
Pese a la universalización y aceptación de Es esta situación la que aboca al coloniza­
este discurso, la etnia como sustantivo —referi­ do a refugiarse en los considerados “valores
do a un grupo que posee existencia real inde­ tradicionales” como la familia o la religión,
pendientemente de los individuos—no es expli­ no el querer o los deseos de los individuos de
cable en sí misma. Tampoco lo es la etnicidad, pegarse a la tradición. En ambos casos, “no se
entendida como cualidad diferenciadora que trata de una psicología original que explica la
distingue a los individuos pertenecientes a uno importancia de la familia, ni la intensidad de
u otro colectivo. En consecuencia, no es ade­ la vida familiar, el estado de las estructuras so­
cuado analizar únicamente los rasgos que dife­ ciales. Al contrario, es la imposibilidad de una
rencian a los individuos y deducir a partir de vida social completa, de un libre juego de la
ellos la existencia de distintos grupos étnicos, dinámica social, la que mantiene en vigor a
suponiendo al mismo tiempo que esas diferen­ la familia, la que repliega al individuo sobre
cias dimanan de la forma de ser. esta célula restringida que le salva y le sofoca”
La etnia es, en primera instancia, lo (1973: 130).
opuesto a lo que podría deducirse del concep­ Bauman se expresa de forma similar, pero
to de modernidad: aquello con lo que éste es más contundente y explícito al referirse a
cree que ha roto y aquello que cree que puede las #minorías étnicas. Las minorías étnicas se
llegar a alcanzar. En este sentido se podría de­ construyen desde el exterior, desde el poder, y
cir que la etnia es una ideación. sus diferencias les son otorgadas. Aunque lar­
Es lo que se imagina que constituye la mo­ ga, esta cita de Bauman es sumamente escla-
dernidad lo que la produce con la ayuda de recedora: “Las minorías étnicas son en primer
los antropólogos. Al resaltar muchos de ellos lugar y ante todo productos de un confina­
lo que la modernidad no es y ellos mismos no miento desde el exterior”, y sólo en segundo
son, la antropología lo que hace es volver ve­ término, si acaso, resultado del autoconfina-
rosímil lo ideado e imaginado. La antropolo­ miento. La de “minoría étnica” es una rúbrica
gía contribuye a hacer creíble lo que sin ella bajo la que se esconden u ocultan entidades
difícilm ente hubiera sido posible presentar sociales de tipos diferentes, y rara vez se hace
como carente de falsedad. Es lo que queda co­ explícito qué es lo que les hace diferentes.
mo núcleo duro, como inalterable y fundado Esas diferencias no se derivan de los atributos
en lo natural, en el origen de los tiempos. de la minoría en cuestión, y mucho menos de
Tampoco las etnias se constituyen sólo por cualquier estrategia que pueda seguir la con­
el acervo heredado de los antepasados. Se ducta de los miembros de las minorías. Las
tiende a pensar con excesiva ligereza que han diferencias se derivan del contexto social en
sido los antepasados de cada uno de los gru­ que fueron convertidas en lo que son: de la
pos quienes habrían creado sus particulares naturaleza de esa adscripción impuesta que
imaginarios sociales, sin reparar en que —des­ condujo al confinamiento. La naturaleza de
de hace mucho tiempo—la mayoría de los co­ la “sociedad en sentido amplio” deja su sello
lectivos, que hoy designamos como etnias, en cada una de sus partes A quienes se les nie­
fueron conquistados y que los grupos domi­ ga sumariamente el derecho a la asimilación,
nados acaban haciendo suyas las categoriza- les adviene con la mayor naturalidad el “#co-
ciones creadas por los dominadores, según m unitarism o”. Se les ha negado la elección:
señala Memmi que habría ocurrido con los buscar un refugio en la supuesta “fraterni­
Colonizados. “La caracterización y el rol del dad” del grupo nativo es su única opción. Los
colonizado ocupan un lugar privilegiado en miembros de las minorías étnicas no son “co-
la ideología colonizadora; característica infiel munitaristas” naturales. Su “comunitarismo
a lo real, incoherente en sí misma, pero realmente existente” está impulsado desde el
necesaria y coherente en el interior de esa poder, es el resultado de la expropiación. La.
ideología; y a la cual el colonizado da su con­ propiedad de la que no se les permite dispo­
sentimiento, turbado, parcial, pero innega­ ner o que se les retira es el derecho a elegir”
ble” (1973: 118). Y agrega, resaltando que la (2003:118 y 114).
creación del colonizado constituye el contra­ Las etnias de la modernidad y del desa­
modelo del colonizador, “el colonizado no rrollo nada tienen que ver, sin embargo, con
131 Etnicidad

las surgidas en Occidente a fines del siglo XIX fuerzas centrífugas pasan a primer plano. El
y comienzos del siglo XX. Su surgimiento está desarraigo, producto del estancamiento y de
relacionado con los procesos de m oderniza­ la regresión de las condiciones sociales y eco­
ción, pero se trata de reacciones a la moderni­ nómicas (y al mismo tiempo de una superes­
dad que socavan las bases de “un específico tructura caracterizada por la pérdida de la
aspecto de tradicionalidad, la legitimación ilusión, algo para que los pueblos no estaban
del orden social, político y cultural en térm i­ preparados), refuerza esas fuerzas centrífu­
nos de una combinación d epatterns o sacrali­ gas. En las siempre frágiles #periferias, las
dad con sus derivados en lo simbólico y en lo fuerzas centrífugas rompieron la unidad de
estructural” (Eisenstadt, 1973: 208-209). Se las clases dirigentes y las pusieron en apu­
trata de un proceso que provoca la recons­ ros. De pronto parecían haber perdido toda
trucción de la tradición para dar respuesta a la legitim ación en que se basaba su poder”
los problemas,surgidos del socavamiento de (1998:90).
la legitimación tradicional. El modelo segui­ Samin Amir ve el auge de la etnicidad li­
do es el mismo que el de la modernidad (An- gado a este proceso, lo que recuerda al pro­
derson, 1993), aunque basado y legitimado en ducido en Occidente en el siglo XIX con la
tradiciones diferentes. modernidad y al que hemos aludido anterior­
Ni estas etnias ni las anteriores tienen mente. Las diferentes etnias y los dirigentes de
que ver con las etnicidades surgidas a media­ las mismas, apoyándose en las prácticas políti­
dos de los años setenta y promovidas, dentro cas y económicas que crean las diferencias en­
de los ^Estados nacionales, por colectivida­ tre las distintas etnias, compiten ahora entre sí
des de diversos orígenes -raciales, profesio­ y dentro del mismo Estado-nacional “por al­
nales, de género, de nacionalidad, etc.—. Lo canzar el poder y el control del capital”.
expresa claramente Bennett en la introduc­ Los tipos de etnias y de etnicidades señala­
ción al libro colectivo The new ethnicity. Pers- das no son, sin embargo, las únicas posibles.
pectives fr o m etnology, resultado de los Existen otras que surgen en situaciones his­
proceedigns de la Sociedad Americana de E t­ tóricas y existenciales, más azarosas, más
nología. Escribe que: “La nueva etnicidad circunstanciales y más traumáticas, respectiva­
posee un doble significado. El prim ero, la mente. Se trata de etnias y etnicidades que
nueva etnicidad implica algo nuevo en el rompen la lógica relativamente lineal y causal
mundo —o, en cualquier caso, algo nuevo re­ de los casos precedentes. Su construcción es
portado por los antropólogos: la proclividad más compleja en el sentido de que intervienen
de la gente a definir su propia identidad en elementos de herencias y tradiciones al menos
base a signos culturales tradicionales—o para aparentemente contradictorias, se fraguan los
reafirmar el propio yo, sobre y, con respecto elementos más heteróclitos y dispares imagi­
al estado impersonal o para obtener los re­ nables y convergen en una multiplicidad de
cursos que uno necesite para sobrevivir y factores que, en teoría, aparecen como irrecon­
consumir. El segundo significado de la nue­ ciliables. Es el caso de las etnias y etnicidades
va etnicidad es interdisciplinario: se refiere surgidas en naciones otrora “sovietizadas”. Es­
al corte del marco de referencia en la antro­ tas son producto de herencias culturales y de
pología; el paso de la consideración cultura- prácticas *híbridas, pero también de situacio­
población-grupo a un m arco cognitivo y nes y acontecimientos vividos recientemente
estratégico-conductual que considera la et­ de los cuales toman aquello que les resulta más
nicidad como un componente de la partici­ importante y significativo para sus propósitos.
pación social” (1975: 3-4). Muchos de los También es el caso de las etnias y etnicidades
trabajos que se recogen en este libro se inspi­ surgidas en la actualidad entre inmigrantes en
ran en la pionera obra de Barth (1976). los países de acogida. Como apunta Sami Náir:
Igualmente estas etnias son diferentes de “librada a las únicas leyes del mercado y por
las nuevas etnias y etnicidades surgidas re­ tanto privatizada —sólo las leyes de la oferta y la
cientemente en países colonizados. El resur­ demanda legitiman su valor—, la inmigración
gir de estas nuevas etnicidades en la era de la se ve sometida a una lucha salvaje y frontal en
*globalización económica tiene que ver, se­ el país de acogida; ^expulsada de los márgenes
gún Samin Amir, básicamente con las “estra­ de la sociedad, territorializada, *guetizada los
tegias del capital y de las clases dominantes” efectos del paro, la precariedad, el fracaso esco­
(1998,76). lar, la competitividad en el mercado laboral y
La hipótesis general de Sam in A m ir es la territorialización en barrios relegados pro­
que, “en periodos de crisis estructural las vocan el repliegue comunitario y la entregan a
Etnocentrismo y relativismo cultural 132

los defensores de los identitarios étnicos, reli­ IN I) IGENISMO, IN T E G R A C IÓ N , Inte­


giosos o tribales” (2006: 197-198). gración educativa, Integración religiosa, Mes­
tizaje, Migraciones. Redes sociales, Mí-
N ORÍ A S, M od e r nidad, M od e r niz ac ió n,
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and Modernity. Florida: Robert E. Krieger Pu­ Etnocentrism o es un concepto acuñado
blishing Company Malabar. desde las ciencias sociales para dar cuenta de
H UN TIN G TO N , S. P. (1997): E l choque de civili­ la que ha sido considerada una de las actitu­
zaciones y la reconfiguración del orden mundial. des frente a —o visiones de—el #otro más co­
Barcelona: Paidós. munes en la historia de la humanidad. Su
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tiempos hostiles. Barcelona: Planeta. sión de las cosas según la cual el propio grupo
TO PIN ARD, P. (1878): Geografía Universal, To­ es el centro de todo y todos los otros se miden
mo I. Barcelona: Montaner y Simón. por referencia a é l... Cada grupo -añ ad ía—
W EBER, M. (1964): Economía y Sociedad. Esbozo alimenta su propio orgullo y su vanidad, pro­
de sociología comprensiva. México, Buenos Ai­ clama su superioridad, exalta a sus propias
res: FCE. divinidades y mira con desprecio a los profa­
nos” (Summer, 1953: 16). El apelativo de
Ana Aliende Urtasun
“bárbaros” con el que los griegos se referían a
Jesús Azcona Mauleón
los ^extranjeros que quedaban al margen del
ideal de lapaideia, el de “paganos” con el que
Véanse además Acciones afirmativas, ALTE- designaban los cristianos a quienes no partici­
RID A D , C e nt ro - pe rifc ria, CIU D A I) A N í A , paban de su fe, el de “salvajes” con el que los
Ciudadano, COLONIALISMO Y ANT1- Colonizadores mentaban a los indígenas de
COLONIALISMO,Comunidad transnacional, las tierras americanas, el de “primitivos” con
Comunitarismo, Criollización, C U L T U ­ el que se refirió la antropología durante más
RA, D E R E C H O S HUMANOS, DESA- de cien años a los miembros de las sociedades
RR(ILEO, Desterritorialización, Diferencias no occidentales: todos ellos son términos que
sociales y diferencias culturales. Diferen­ expresan prejuicios etnocéntricos frente
cias sociolingüísticas y desigualdad. Discri­ al otro.
minación positiva, IMSCRIMINACK)N Para la antropología el etnocentrismo es el
Y EXCLU SIÓ N SOCIAL, E L IT E S , Eli­ convencimiento de que las normas por las
tes cosmopolitas. Esclavitud, Espacio de que se rige el propio comportamiento,
los flujos, Espacios locales, E S T A D O -N A ­ las pautas culturales adquiridas por el indivi­
CIÓN, ESTEREC )TIPOS Y ESE N C IA L I­ duo durante el proceso de enculturación, son
ZACION, ESTIGMA, Etnocentrismo y las únicas posibles, las naturales, las mejores,
relativismo cultural, Extranjero, Frontera las más bellas, y que todos cuantos exhiban
geográfica v administrativa, Fronteras otras apenas son dignos de ser llamados hu­
simbólicas, GENOCID IO, G L O R A L IZ A ­ manos: sólo los que comparten aquellas nor­
CION, H l RRI DACIÓN, I DEN TI DAD, mas gozan del privilegio de la humanidad; los
133 Etnocentrismo y relativismo cultural

que quedan en el exterior del grupo perma­ que la etnología nos muestra implican un im­
necen también fuera de ella. portante avance de nuestro conocimiento del
El etnocentrismo o, como algunos —Du- desarrollo de la cultura humana. Jamás se in­
mont, Preyswerk y Perrot—prefieren, el so- sistirá lo bastante sobre un hecho derivado de
ciocentrism o, no sería, pues, más que una estos estudios, a saber, la corrección relativa
perspectiva, una posición, la del propio grupo de las emociones que a nosotros nos parecen tan
—el endogrupo o grupo in - , desde la que se naturales. De los datos de la etnología aprende­
contemplan los otros grupos —los exogrupos o mos que no sólo nuestras habilidades y conoci­
grupos out—, una proyección en cierto modo mientos, sino también las formas y maneras de
irrenunciable en la medida en que es imposi­ nuestros sentimientos y pensamientos, son el
ble liberarse por completo de la influencia del resultado de nuestra educación com o individuos
marco cultural propio. Perder esta referencia y de nuestra historia com o pueblo" (Boas, 1982:
nos colocaría en el estado de ingravidez que 71; las cursivas son nuestras).
Kristeva advierte en los extranjeros, nos haría Estos dos conceptos, etnocentrismo y rela­
extraños en nuestra propia ^cultura, instala­ tivismo cultural, han ido siempre de la mano
ría nuestras conductas en el caos. Así, un cier­ en antropología y las definiciones que se sue­
to grado de etnocentrismo parece ser común a len dar de ellos suponen obviamente una
todas las culturas: en numerosísimas ocasio­ visión negativa del primero y positiva del se­
nes el nombre con el que los grupos se auto- gundo. El etnocentrism o sería un enfoque
designan es el término indígena que significa “deform ante”, mientras que el relativismo
“hombre”, y en sus mitos de origen sus ances­ entrañaría el reconocimiento del valor igual
tros son los “primeros hombres”; o bien re­ de todas las culturas. Ambas expresiones, en
servan para sí mismos el nombre de “los esta versión canónica, reposan sobre un su­
buenos”, “los excelentes”, “los principales”, re­ puesto: la existencia de un mundo poblado de
firiéndose a grupos vecinos como “los malos”, agregados humanos con una cultura neta­
“los perversos”, o ... los “comedores de carne mente ^diferenciada o grupos que se autorre-
cruda” (“esquimales” por inuit). Pero aunque conocen como diferentes, sea tal diferencia
un cierto grado de etnocentrismo sea común a empíricamente observable o tan sólo esgrimi­
todas las culturas, no todo etnocentrismo en­ da en el proceso de las relaciones intercultura­
gendra *xenofobia, *racismo o *marginación; les. Hay una vinculación evidente entre el
también puede generar *xenofilia, curiosidad sentido —el valor—de esos conceptos: los cam­
o, la mayoría de las veces, indiferencia hacia bios que se han registrado en las relaciones
culturas ajenas que ni ocupan ni preocupan. entre las sociedades involucradas en el proce­
Los prejuicios etnocéntricos parecen, so colonial protagonizado por Occidente y el
pues, prácticamente inevitables: si nuestra devenir de la teoría antropológica, en particu­
cultura es el único repertorio de modelos de lar su cambiante concepción de la/s cultura/s.
comportamiento de que disponemos, difícil­ En apretadísimo esquema (falso en cuanto
mente podremos actuar conforme a él y a la tal, pero orientativo):
vez relativizarlo. Los antropólogos viven en 1) Segunda mitad del siglo XIX: culminación
la ilusión de que el etnocentrismo es mitiga- de la etapa colonial —imperialismo—. E m er­
ble, cuando no perfectamente evitable, a tra­ gencia de la antropología como disciplina
vés de la experiencia de la diversidad cultural, académica: evolucionismo decimonónico. Vi­
llegando a hacer de la liberación de los prejui­ sión etnocéntrica de los otros —heredada de la
cios etnocéntricos, de la aceptación plena de la Ilustración—. Ideología colonial. Monismo
diversidad cultural, el objetivo mismo de cultural. Concepción de la cultura como sinó­
la empresa antropológica. Sólo con la experien­ nimo de civilización: pueblos más y menos
cia de la diversidad de las culturas será posible cultos, más y menos civilizados. Comparati-
—sostienen, optimistas—abdicar de los prejui­ vismo. Diacronía.
cios etnocéntricos y alcanzar su contrario, el 2) Primera mitad/décadas centrales del si­
relativismo cultural, esto es: ver a los otros co­ glo XX: inicio y desarrollo de los procesos de
mo se ven ellos mismos -desde dentro de los descolonización. Funcionalism o, particula­
límites de su cultura—, vernos como ellos nos rismo, estructuralismo. Pluralismo cultural.
ven —desde fuera—. En palabras de Lranz Concepción esencialista de la/s cultura/s: cada
Boas, el autor que introdujo la noción —que no cultura tiene su estructura, su lógica interna,
la expresión, al parecer acuñada por su discípu­ imposible de ser comprendida desde fuera.
lo M. Herskovits—como imperativo metódico Relativismo. Inconmensurabilidad de las cul­
de la disciplina antropológica: “los hechos turas. Análisis sincrónicos.
Etnocentrismo y relativismo cultural 134

3) Últimas décadas del s. XX: *poscoloni- vismo moral o ético, relativismo ontológico,
zación. *G lobalización. Antropologías sim­ relativismo lingüístico, relativismo metodo­
bólicas, ecológicas, posestructuralistas.. lógico, etc.—y buscando ciertas paradojas o
posmodernismo antropológico. Ruptura con ejemplos críticos que socavan sus cimientos.
la concepción esencialista y estática de la cul­ Por tomar sólo un par de casos: el relativismo
tura. Concepción dinámica y no monolítica gnoseológico, se dice, implicaría poner en pie
de la cultura: reconocimiento de la diversi­ de igualdad la ciencia que ha surgido de una
dad intracultural —diferencias de clase, *gé- tradición cultural concreta —la grecolatina—y,
nero, *etnia, *edad—y de las relaciones de pongamos por caso, las creencias en la bruje­
desigualdad que suelen generar. Concepción ría de muchos pueblos africanos. El relativis­
dinámica de las relaciones *interculturales. mo moral, por su parte, supondría que no
*M ulticulturalidad. Interculturalidad. Aná­ existen hábitos condenables desde un punto
lisis procesuales de las condiciones socio- de vista ético porque toda costumbre debe re­
históricas y ecológicas que determ inan las ferirse al contexto de la cultura en la que apa­
culturas y las relaciones interculturales, pero rece —“com prendre c'est tout p ard on n er"—:
también autorreflexividad de la escritura et­ ¿qué ocurre entonces con prácticas como la
nográfica. escisión del clítoris, el sati —la quema de las
Aparentem ente, etnocentrismo y relati­ viudas—o la lapidación de las adúlteras?
vismo son dos maneras alternativas y exclu- Sea como fuere, la crítica más severa al re­
yentes de enfrentarse a la diversidad cultural lativismo cultural ha sido lanzada desde la fi­
—así los evolucionistas habrían sido etnocén- losofía a la antropología, y apunta contra una
tricos, en tanto que los particularistas, con de las nociones centrales de la disciplina, se­
Boas a la cabeza, relativistas—. El dilema pue­ guramente su concepto estrella: el de cultura.
de resumirse así: o bien sólo una de las cultu­ Paradójicamente, es una crítica que no lanza
ras es considerada la portadora de valores a quien la suscribe en brazos del etnocentris­
auténticos o excelsos y todas las otras pue­ mo, concepto que tampoco queda indemne.
den medirse por ese rasero —monismo cul­ El problema radica en qu e, d efa cto , las cultu­
tural = etnocentrism o—, o bien todas las ras no se dan como entidades sustantivas, en
culturas son iguales en valor —pluralismo que es imposible diferenciar unas de otras,
cultural = relativismo—. La antropología ha en que no cabe, como han pretendido muchí­
derivado desde el etnocentrismo decimonóni­ simos antropólogos, fijar las fronteras de las
co hacia el relativismo que impregna, en ma­ mismas en “la pluralidad irreductible de lo
yor o menor medida, buena parte del discurso existente”. Con palabras de Gustavo Bueno:
antropológico actual, que participa del “espí­ “no existen esferas culturales dotadas de una
ritu moderno” —anti y poscolonial—encarna­ ^identidad sustantiva. Esas esferas sólo tienen
do en la tolerancia y el respeto por el otro. una identidad fenoménica, la suficiente para
Pero tanto el relativismo como el etnocen­ comenzar a organizar las descripciones etno­
trismo entrañan problemas que han sido ob­ gráficas y etnológicas pertinentes”; más aún:
jeto de debate no sólo entre antropólogos, “las esferas culturales son sólo construcciones
sino también con sociólogos, historiadores y ideológicas, pura y simplemente mitos” (Bue­
filósofos. La visión puramente etnocéntrica no, 2002: 3). Si las culturas son sólo mitos, si
ha sido abandonada por la ingenuidad del no existen agregados humanos con culturas
planteamiento que resume bien la archicitada diferenciadas, entonces ni la noción de etno­
fórmula de Lévi-Strauss, “salvaje es quien centrismo ni la de relativismo cultural tienen
llama al otro salvaje” - “el bárbaro es sobre to­ sentido alguno: no existen los endogrupos, ni
do el hombre que cree en la barbarie... y cree los exogrupos, no puede hablarse siquiera de
poder hacer legítimamente *violencia al pró­ diversidad cultural. Esta crítica equivale a
jim o basándose en sus propias justas creen­ una carga en la línea de flotación de la propia
cias” (Lévi-Strauss, 1979: 310)—, y los autores, disciplina antropológica.
como Richard Rorty, que sostienen dicha po­ Lo que soslayan, no obstante, estos críticos
sición lo hacen con muchos matices y están a de las nociones de etnocentrismo y relativis­
años luz del etnocentrismo grosero de los evo­ mo es que la teoría antropológica hace tiempo
lucionistas del s. XIX. El relativismo cultural que dejó en la cuneta ese concepto esencia-
también ha sido puesto en entredicho: las crí­ lista de la cultura y que el proceso de globa-
ticas suelen hacerse desglosando el concepto lización ha obligado a revisar incluso la
genérico en sus diversas variantes o especies concepción tradicional de la diversidad cultu­
—relativismo gnoseológico o cognitivo, relati­ ral. De hecho, esa imagen de la cultura como
135 Etnocentrismo y relativismo cultural

un sistema coherente, homogéneo, que se de­ centrismo es un fenómeno universal: en todas


fine por un núcleo duro que constituye su las sociedades humanas se da una idea de su­
esencia —sus “señas de identidad”—y que per­ perioridad de la propia sobre el resto, pero esa
mite fijar sin dificultad los límites entre gru­ idea suele combinarse con una actitud de in­
pos de diferente cultura, no corresponde a la diferencia ante los otros —el etnocentrismo
antropología sino a la retórica empleada en tradicional—. En cambio, el etnocentris­
la batalla de las identidades. La antropología, mo “moderno”, exhibido por las sociedades
desde -p o r lo menos—sus inicios como disci­ que han protagonizado la expansión del siste­
plina académica, ha sido muy consciente de ma capitalista a escala planetaria, combinaba
los efectos de renovación constante de las cul­ la idea de la superioridad occidental sobre las
turas que produce el contacto entre las socie­ otras sociedades con una actitud de A sim ila­
dades humanas, las relaciones interculturales. ción, de eliminación de la diferencia -Ju a n
El fenómeno de la globalización -la extensión Aranzadi habló en su momento de “etnocen­
del sistema capitalista a escala planetaria—no trismo jerárquico dominador”—. Obviamen­
ha hecho sino multiplicar esas relaciones po­ te, esa asimilación no se produjo en términos
niendo aún más de manifiesto el carác­ de igualdad y las relaciones interculturales
ter abierto y dinámico de las culturas y que se han generado están gobernadas por la
produciendo fenómenos de ^hibridación, desigualdad, por la posición relativa que ocu­
de *aculturación y resistencia cultural más pan las distintas sociedades y grupos en el
abundantes que en cualquier otra época de la sistema. La cuestión que entretiene en el pre­
historia humana. ¿Qué efectos puede tener sente a científicos sociales y filósofos es cómo
ese fenómeno en el etnocentrismo y en el rela­ garantizar el necesario y deseable diálogo en­
tivismo cultural? Un mundo interconectado, tre culturas —“si la m ulticulturalidad es un
en el que los individuos no sólo reciben la in­ hecho, la interculturalidad ha de ser un fin”-
fluencia de su propio marco cultural, sino que cuando no existe el requisito básico de la
tienen al alcance múltiples formas alternati­ igualdad en el diálogo. Pues tampoco cabe
vas de existencia humana implica una cierta obviar —insistimos— el innegable hecho de
crisis del etnocentrismo tradicional, en la me­ que, si bien la globalización tiende a interco­
dida en que la adscripción al grupo y a la co­ nectarnos de modo cada vez más creciente,
munidad de comunicación con sus miembros ello no equivale a la homogeneización cultu­
es más laxa, ensanchando el margen de elec­ ral asimismo creciente del planeta: la contra­
ción del individuo ante un repertorio cultural partida del proceso continúa siendo, de un
muy ampliado. La coexistencia en un mismo lado, la producción constante de diferencia
contexto de pautas culturales de diversos mar­ cultural por parte de los excluidos de la cultu­
cos, a veces incluso contradictorias, instala a los ra hegemónica, de los que no tienen acceso ni
individuos en la relatividad, de forma que to­ a los medios ni a los beneficios de la misma, y,
dos somos un poco extraños a nosotros mismos. del otro, la insoslayable pero común con­
Pero no todas las sociedades humanas —ni fusión entre la parte y el todo, entre las
todos los sectores de esas sociedades—existen­ industrias de la cultura —responsables de la
tes en la actualidad participan de igual forma globalización de ciertos mercados de bienes
en ese proceso y, por tanto, no todos los miem­ llamados culturales: cine, discos, revistas...—y
bros de las mismas tienen ese abanico de op­ las culturas mismas, vivas y en transform a­
ciones ampliado. Todavía cabe considerar un ción permanente (Warnier, 2002: 117).
elemento más en la relación entre etnocen­
trismo, relativismo cultural y globalización.
Aunque es cierto que, como algunos analistas Bibliografía
sistémicos sostienen, los procesos de mundia-
lización existen desde hace cinco mil años, BENHABIB, Seyla (2006): Las reivindicaciones de
desde el origen de las civilizaciones comercia­ la cultura. Igualdad y diversidad en la era global.
les, y siempre han impulsado una tendencia a Katz: Buenos Aires.
la centralización de estructuras políticas y BOAS, Franz (1982): “The Aims of Ethnology”
económicas y a la homogeneización de las (1889), en George W. Stocking (ed.), A Franz
formas socioculturales, también lo es que la Boas Reader. The Shaping o f American Anthro-
globalización propiciada por la expansión del pology, 1883-1911. Chicago: The University of
sistema capitalista ha tenido un efecto demo­ Chicago Press, 67-71.
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planetaria. Lévi-Strauss señaló que el etno­ vismo y pluralismo cultural”. E l Catoblepas:
Etnocidio 136

revista crítica del presente, 2: 3. http:// www.no- concepto de genocidio incluyera de forma ex­
dulo.org/ec/ plícita las políticas de prohibición y destruc­
GARCÍA CANCLINI, Néstor (2004): Diferentes, ción de lenguas y culturas como aspectos del
desiguales y desconectados: mapas de la intercul- genocidio. El concepto de etnocidio se ha in­
turalidad. Madrid: Gedisa. troducido con posterioridad al de genocidio y,
a pesar de distinguirse de él, puede constituir
KRISTEVA, Julia (1988): Étrangers à nous-mêmes.
una fase o un aspecto de un proceso de geno­
Paris: Fayard.
cidio. Jaulin, uno de los principales impulso­
LÉVI-STRAUSS, Claude (1979 [1952]): “Raza e res de este término, escribe que el etnocidio es
historia”, en Antropología estructural (dos). M i­ “ante todo una modificación total aportada e
to, sociedad, humanidades. México: Siglo X X I, impuesta al orden cotidiano”, y lo ilustra con
304-339. el ejemplo de una población amazónica: “te­
PREISSW ERK, Roy; PERROT, Dominique nía que vestirse a la blanca, sustituir el ta­
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ropos. inadecuados para el calor; comer a la blanca:
SÁNCHEZ DURÁ, Nicolas (1977): “El desafia­ sustituir los asados por las fritangas; sustituir
dor desafiado: ¿es sensato el relativismo cultu­ la tierra fresca, que se limpia fácilmente, con
ral?”, en VV. A A. E l desafío del relativismo. inmensos techos de hojas, por el cemento frío
Madrid: Trotta, 145-162. y sucio y el techo ondulado bajo el cual uno se
asfixia; producir a la blanca, etc.” (1976: 9-10).
SEBRELI, Juan José (1992 ):E l asedio a la moderni­ El etnocidio se refiere a un proceso de *acul-
dad. Crítica del relativismo cultural. Barcelona:
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Ariel. de otra más poderosa, y cuyas consecuencias
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Interculturalidad. Mestizaje, MINORÍAS,
Mode rn idad, Moder n iza c ión, M U L1 IGUL- Véanse además Aculturación, G E N O C I­
T UI ( A I. IS MO , M u 11i1oca1, N a t u ra 1i z.ac ió n, DIO, Violencia política. Tipos.
Poscolonialismo, Racismo y ncorracismo,
SABER Y SABERES, Sujeto intercultural,
VIOLENCIA POLÍTICA, Xenofobia y xe- Explotación social
nofilia. ¿Qué queremos decir cuando nos referi­
mos a la explotación específicamente con el
adjetivo d e social? Bajo este significado explí­
Etnocidio cito del término se esconden dos sentidos dis­
El término etnocidio y su sinónimo geno­ tintos. El primero apunta a la explotación
cidio cultural no habrían sido necesarios si el entendida como simple aprovechamiento de
137 Explotación social

recursos —naturales o de cualquier otro tipo—, atenuada, o al menos enmascarada, por el me­
en el sentido de uso o apropiación. El segun­ canismo redistributivo de benevolente pro­
do subraya un proceso mucho más específico, tección real.
localizado principalmente en las sociedades Si extendemos el térm ino aplicándole el
industriales capitalistas, a través del cual un adjetivo “social”, se desvela una nueva di­
determinado grupo produce más de lo que mensión clave, que nos permite sugerir un
necesita para su subsistencia, de forma tercer significado del concepto de explota­
que emplea cantidades de *trabajo que no se ción: aquel que señala la dudosa naturaleza
devuelven recíproca ni equitativam ente a de la explotación en términos morales, éticos
través de salarios o sueldos. Dentro del marco o *cívicos. Durante siglos se ha considerado
de la teoría marxista, los beneficios que obtie­ injusto y moralmente condenable “utilizar” a
ne la clase dominante se explican como pro­ personas, familias, asociaciones o grupos so­
cedentes de la sustracción de este exceso de ciales —o, de hecho, en un plano más general,
trabajo de la clase obrera, exceso que se a posesiones ^coloniales en su conjunto—para
transforma posteriormente en plusvalía. Vis­ fines propios. En este caso la escala de análi­
to desde uno de sus ángulos, la explotación sis se convierte en infinita. En la actualidad
puramente económica que es posible identifi­ ha surgido toda una serie de instituciones pú­
car dentro del mencionado proceso queda blicas orientadas hacia la defensa de los dere­
oculta tras el complejo juego de salarios, pre­ chos civiles, que dan asistencia a todo tipo de
cios y economía de mercado. De esta forma, personas atrapadas dentro de engañosas rela­
la clase explotadora se polariza frente a la ex­ ciones o situaciones de explotación desde un
plotada, supuestamente en beneficio del cre­ punto de vista social; este hecho resulta en sí
cimiento y *desarrollo del sistema capitalista mismo indicativo de que la distinción entre,
en su totalidad. por un lado, explotación puramente econó­
Sin embargo, antropólogos y arqueólogos mica o laboral y, por otro lado, el abuso social
han ido más atrás en el tiempo para situar la del “*otro” es una formulación muy reciente
aparición de incipientes estructuras de clase desde el punto de vista histórico. Mientras
en las tempranas formaciones estatales del que la explotación económica puede medirse
V iejo y Nuevo Mundo —aproximadamente de forma precisa en términos estadísticos, no
entre el 10000 y el 3000 a. C .—, ligada a la pro­ sucede lo mismo con la explotación social,
ducción de excedentes a través de la explota­ que parece escaparse de cualquier marco
ción de campesinos, artesanos, sirvientes y cuantitativo: ¿cómo podemos medir numéri­
*esclavos. Muchos de los miembros de estas camente sentimientos, percepciones artísticas
clases dependientes fueron incorporados den­ o sensibilidades musicales? Muchas poblacio­
tro de los ^límites del *Estado por medio de nes explotadas en un sentido económico se re­
posteriores procesos de expansión a través velan o sublevan, mientras que las familias o
de la conquista de ^territorios *periféricos. ¿Po­ grupos que sufren una explotación social no
drían las teorías de Marx, formuladas acerca siempre son capaces de concretar dicha ac­
de las sociedades capitalistas, adaptarse, ser ción, de forma que la venganza o represalia
retocadas y aplicarse modificadas a estas ar­ normalmente sólo puede encontrar vías indi­
caicas formaciones estatales? Los incas, por rectas de manifestación a través de la expre­
ejem plo, desarrollaron un sistema de servi­ sión simbólica.
cios de trabajo —la m ita—sumamente sofistica­ De esta forma hemos abierto una especie
do, en el que aquellos sometidos al imperio de caja de Pandora. Nuestra atención debe
producían un excedente o tributo por medio centrarse en toda una plétora de vínculos es­
del empleo de considerables cantidades extras tablecidos entre —norm alm ente—dos perso­
de trabajo y tiempo en obras públicas, identi­ nas o grupos y caracterizados por elementos
ficadas con el soberano inca o con el Rey Sol de intercambio, reciprocidad, pagos, depen­
—templos, puentes, caminos, graneros—. Sin dencia, jerarquía y refinados juicios de com­
embargo, las “clases dominantes” del imperio portamientos sociales morales y éticos. Tal y
redistribuían a su vez, a través de un compli­ como el propio Marx señaló, las dimensiones
cado sistema de servicios sociales, muchas morales y sociales de la injusticia se encuen­
modalidades de ayuda que se consideraban tran siempre incluidas dentro de la figura del
compensatorias de los esfuerzos extra de los trabajador explotado en un sentido económi­
plebeyos. En este sentido —¡aún a riesgo de co. Sin embargo, nuestro enfoque provoca el
simplificar!—podría afirmarse que cualquier surgimiento de una dimensión paralela: in­
hipotética explotación unilateral quedaría numerables formas de explotación social no
Explotación social 138

tienen en absoluto ningún vínculo con una damente, a la par que aquellos cuyas casas,
base de tipo económico. tierras y cultivos son considerablemente ma­
¿Bajo qué circunstancias empieza a sentir yores también obtienen su propio beneficio:
una de las partes implicadas que ha sido o es­ en lugar de tener que pagar por mano de obra
tá siendo explotada socialmente? Aún más asalariada, la tradición de la cooperación thi­
complejo: ¿en qué momento define la otra wizi pone a su disposición un gran equipo de
parte su rol como un rol de explotador? La ta­ ayudantes capaces de llevar a cabo las tareas
rea es desalentadora, simplemente por el mucho más rápido.
hecho de que la pluralidad de sociedades y Bien, pues precisamente aquí es donde
*culturas que existen en el mundo —siguien­ descansa el problema. ¿Podemos considerar a
do el saber tradicional de la antropología, estos grupos de trabajo simplemente como de
aún valido— muestran una extraordinaria ayuda mutua o, por el contrario, se trata
variedad de actividades que pueden clasifi­ de una forma enmascarada de pago por presta­
carse como comportamientos “sociales”. F re­ ción personal? ¿Son un tipo de impuesto de
cuentemente solapadas, las leyes, reglas, trabajo #asimétrico? ¿Estamos ante un inter­
normas, prácticas y estrategias, empleadas cambio abstracto e igualitario de esfuerzo y
dentro de las esferas estrictamente económi­ tiempo entre iguales, o se trata más bien de
cas, no siempre toman la misma forma cuan­ prestaciones laborales concretas y jerárquicas
do se activan dentro de los campos sociales. de abajo arriba en la escala social? Bourdieu
De hecho, gran parte del pensamiento an­ adopta una postura teórica, construida sobre
tropológico y sociológico ha prestado una la base del ideario marxista, pero interpretán­
atención minuciosa a esta especie de semiau- dolo de un modo flexible. Si bien no hay cir­
tonomía de la esfera social. culación de dinero, las familias situadas en
Aporto tres ejemplos para clarificar este posiciones superiores obtienen beneficios de
punto. La lógica interna social del trabajo co­ la acumulación de capital simbólico por me­
operativo en contextos agrícolas muestra un dio del prestigio y del honor. Encontramos
pretendidamente sincero intercambio de una doble realidad que penetra estas situacio­
esfuerzo físico, tiempo, habilidades y sociabi­ nes de cosecha: una conducta ambigua que
lidad entre individuos y familias. En su influ­ sirve para ocultar el pago de servicios —en di­
yente y crítica obra, Outlijie o f a Theory o f nero y tiempo desembolsado—de los grupos
Practice, que inauguró el pensamiento que domésticos inferiores a los superiores. En rea­
posteriormente desarrollará en su mucho más lidad se trata de una economía dual en la que,
madura teoría práctica -y que concede un es­ detrás de una aparente estructura de coopera­
pacio mucho más activo a individuos y fa­ ción, se enmascaran o disfrazan profundas
milias entendidos como agentes sociales distinciones de estatus social y potencial eco­
estratégicos—, Pierre Bourdieu analiza con es­ nóm ico. Es a esto a lo que apunta el an­
crupuloso detalle un tipo de ayuda voluntaria tropólogo al calificar al fenómeno como
denominada thiw izi, desarrollada entre los “explotación suave”, ya que la extracción de
campesinos de la región de Kabylia, en Arge­ un tipo específico de excedente —horas inver­
lia (Bourdieu, 1977: 60,179-80,192). Algunas tidas y energía gastada- se realiza bajo un
de las tareas que se realizan requieren de la lenguaje social de colaboración e igualdad.
inversión de trabajo de grupos grandes, más Las familias situadas en posiciones superiores
allá de los recursos que suponen los miembros *traducen la ayuda económica que le prestan
del grupo doméstico; se trata de épocas de co­ los otros residentes en confirmaciones simbó­
secha, en las que la actividad es intensa y los licas sociales de su nombre y fama. De esta
trabajos deben ser completados con gran ra­ forma los intereses económicos quedan ca­
pidez. Los grupos domésticos de igual estatus muflados bajo una gramática social de ayuda
colaboran entre sí, pero los acontecimientos mutua que envuelve a todo el pueblo.
también reúnen a familias más ricas y resi­ Lo enormemente atractivo de esta inter­
dentes más pobres. Las situaciones thiw izi pretación descansa en el hecho de que ésta re­
siempre concluyen con copiosas comidas ri­ vela contradicciones sumamente sutiles, o las
tuales, con lo que se crea una atmósfera festi­ disfunciones existentes entre las prácticas ob­
va y comunitaria, que supone una conclusión servables de los individuos y familias en el
de tipo ritual para muchos días tediosos de es­ ámbito de la vida cotidiana y las impercepti­
fuerzo agotador. Los campesinos que poseen bles estrategias e intereses que se emplean en­
pequeñas parcelas de tierra resultan benefi­ tre bastidores. De esta forma el etnógrafo
ciados al ver sus labores concluidas rápi­ puede desmitificar lo que aparentemente era
139 Explotación social

una sencilla costumbre rural. Sin embargo, comparan, tras el seguimiento de cerca de dos
aún persiste una cuestión clave: ¿sienten los docenas de grupos de trabajo, los tiempos la­
campesinos pobres que se están aprovechan­ borales de cada uno de los extremos de una
do de ellos? ¿Pueden acusar a sus vecinos más jerarquía: mientras que para terminar las co­
ricos de explotar su tiempo y trabajo? El au­ sechas de las familias de las posiciones supe­
tor deja las respuestas a estos interrogantes riores se emplean uno o dos días, las de los
dentro de la esfera de las interpretaciones se- vecinos más pobres apenas requieren una ho­
mihermenéuticas. Pese a ello, parece que la ra de trabajo. ¿Adonde va a parar este gasto
mejor contestación por la que se puede optar desigual de tiempo y esfuerzo? ¿Cómo “re­
es que probablemente ni sean conscientes ni embolsan” las familias más ricas a sus vecinos
puedan ser acusados: las preguntas se han di­ este excedente de trabajo y tiempo que les
suelto dentro de la máscara social de la coope­ ofrecen? Todo el sistema de rotación de cose­
ración. chas —tornajeira—oculta de este modo un in­
Nos encontramos con ejemplos similares tercambio sumamente asim étrico entre el
de cooperación rural en la provincia nor- extremo superior y el inferior de la aldea, lo
oriental de Trás-os-M ontes, en Portugal que concede a esa práctica el mismo carácter
(O ’Neil, 1987); una región con importantes que al thiwizi argelino: el trabajo extra de los
afinidades históricas y geográficas con G ali­ campesinos pobres se difumina dentro de la
cia, León y otras áreas del norte y centro de tradición colectiva de un intercam bio—ideal­
España. En dicha provincia hasta la más di­ mente—igualitario de “un día por otro”. Al
minuta de las aldeas —de unos pocos cientos preguntarles repetidamente sobre este hecho,
de habitantes—muestra tradiciones sociales los informantes coincidieron en responder:
de trabajo cooperativo semejantes al thiw izi “ninguno hace cuentas: en la tornajeira ¡un
de Kabylia, así como a los elementos en los día es un día!” —“ninguém faz contas: na torna­
que se centra el clásico estudio de Joaquín je ir a , um dia éu m dia\"—. No obstante, los gru­
Costa sobre el colectivismo agrario (1898). La pos domésticos de los niveles más superiores
práctica del tornajeira —algo así como un in­ tienen gran cuidado en mantener una repu­
tercambio, o rotación, de un día de trabajo tación pública positiva por medio de la gene­
por otro—se afirma entre los aldeanos como rosidad, los regalos y distribuciones bien
un pacto igualitario que hace más fáciles los visibles. No debemos olvidar, por último, que
periodos de cosecha, durante los que “unos la aureola exaltadamente festiva creada du­
ayudan a otros en toda la aldea”, exaltando de rante el trillo —que incluye chistes, bebidas y
esta forma el espíritu altruista de la comuni­ comidas pantagruélicas en abundancia—pue­
dad. Para tareas ingentes, como la matanza de ser considerada en sí misma una forma de
del cerdo de invierno —matanqas d op orco—o el pago social indirecta.
trillo del centeno en agosto —m alhas o debul- ¡Pero incluso el antropólogo puede ser en­
h a s-, todo grupo doméstico debe reclutar, gañado por estos esquemas! Meses más tarde,
además de sus propios miembros, un equipo tras continuar insistentemente con mis pre­
de 30 o más personas, que en algunos casos guntas, se me informó de que durante las co­
puede superar las 60, muchas de las cuales sechas más largas —aunque no en todas—parte
pertenecen a otras familias con las que no se de los aldeanos más pobres recibían un salario
guarda relación de parentesco. Se lleva una diario, un hecho social que en aquel tiempo
contabilidad precisa de qué grupos domésti­ era encubierto por todo el mundo. ¿Se trata
cos prestan un adulto —o dos jóvenes—como simplemente de la renuncia a echar a perder
ayuda en una determinada cosecha, para de­ un am biente de aparente cooperación, de un
volver dicha ayuda un día más tarde. Es posi­ intento de evitar mezclar los niveles de ayuda
ble observar formas semejantes de rotación no monetaria y de trabajo asalariado?; ¿o es
igualitaria en los sistemas de irrigación, lla­ que en realidad la ayuda mutua comunitaria
mados rotaciones o rodas, así como en trabajos desinteresada nunca ha existido?; ¿quiénes
públicos organizados por el consejo de veci­ colaboran y quiénes explotan? ¿Se sienten los
nos (Dias, 1984; Pais de Brito, 1996). campesinos en este tipo de situaciones llenos
No obstante, análisis microscópicos seña­ de rencor, engañados o sutilmente domina­
lan que, si bien los campesinos de nivel medio dos por sus vecinos de estatus superior, o son
practican efectivamente intercambios iguali­ las propias costumbres de la aldea las que fal­
tarios, muchas familias desheredadas apare­ sean la realidad? James C. Scott (1985; 1990)
cen sólo como prestadoras de ayuda a las más daría una respuesta afirmativa a estos interro­
ricas. Nuestro análisis queda alterado si se gantes. Toda una serie de comportamientos
Explotación social 140

lingüísticos y culturales indican cómo en rea­ la que no sea posible hallar cualquier modo de
lidad —en otras esferas sociales u ocasiones no apropiación social? ¿Es inevitable que el sig­
relacionadas con el trillo—los campesinos se nificado del concepto de explotación social se
sienten, en un sentido amplio, “utilizados” de diluya dentro del sentido común en la noción
algún modo dentro del sistema jerárquico. del uso de una persona por otra? En su famo­
Según ha señalado Scott, las represalias se lle­ so estudio sobre los campesinos rusos, A. V.
van a cabo por medio de ocultas, entre basti­ Chayanov demostró cómo, durante periodos
dores, o latentes formas de venganza verbal específicos del ciclo de vida de las familias ru­
simbólica. Esta debe ser tan sólo una de las ar­ rales, miembros de todas las edades del grupo
mas de las que disponen. doméstico tuvieron que autoexplotarse, maxi-
La explotación social también se introdu­ mizando hasta dimensiones extremas la in ­
ce dentro de la esfera familiar. Los aldeanos versión de trabajo propio por medio de la
más pobres se constituyen en recursos comu­ realización de numerosas horas de trabajo ex­
nes al ser empleados como sirvientes o pasto­ tra (Chayanov, 1974). ¿Qué es entonces aque­
res en otros grupos domésticos, mientras que llo que queda entre medias de la abstracta
—dentro del ámbito de las relaciones domésti­ noción roussoniana del contrato social -b a sa ­
cas y de parentesco—un importante número da en un acuerdo voluntario, aunque codifi­
de solteros “sirve” a sus hermanas o hermanos cado, o en un tipo de relaciones humanas
casados siendo sus ayudantes en las tareas horizontales entre iguales desde el punto de
agrícolas. El hecho de permanecer soltero, co­ vista social—y un vínculo entre dos personas
mo una especie de mano de obra semiemplea- que se transforma en apropiación o utiliza­
da por sus propios hermanos, no impide ción a través de la explotación social?
m antener relaciones sexuales con mujeres Es más, no se puede esperar que sea posi­
de estatus inferior, fundamentalmente con ble establecer una equivalencia simple y di­
aquellas incluidas dentro de la categoría de recta entre las distintas formas de explotación
jornaleras. Los hijos ilegítimos engendrados social y la desigualdad. La explotación no
—zorros—son posteriormente empleados —de aparece sólo en situaciones de estratificación y
forma cíclica- por las familias más ricas como jerarquía, ni es únicamente una relación so­
capataces -caseiros—, pastores o sirvientes. Es­ cial basada en un intercambio desigual ne­
to significa que los solteros de más edad no só­ cesariamente explotador. Atendamos a un
lo se encuentran explotados socialmente por tercer ejemplo.
sus hermanos, sino también —en un sentido Antropólogos y politólogos especializados
abstracto—por todo el sistema social, que uti­ en el Mediterráneo —así como en América L a­
liza a su prole como recursos de trabajo, co­ tina, el Sureste asiático y Europa—han derra­
munes y continuamente renovables, al mado mucha tinta en sus análisis sobre los
servicio de las familias pertenecientes a los es­ lazos denominados clientelares, que univer­
tratos superiores de la aldea. Dentro de la es­ salmente son vistos como fruto de relaciones
fera del género (Bourdieu, 2002. Análisis de asimétricas verticales entre un patrón -q u e
un clásico caso de explotación social de solte­ ocupa un estatus superior—y los clientes —si­
ros en el suroeste de Francia), los individuos tuados en una posición inferior—. El patrón
pueden permanecer ocupando dichos roles proporciona un acceso estratégico a la tierra,
sociales, caracterizados por una “explotación recursos, instituciones formales del Estado e
suave y amable”, incluso dentro del supuesta­ importantes contactos personales en las ciuda­
mente íntimo universo familiar. des; a cambio, los clientes le juran lealtad polí­
Estos ejemplos nos plantean un dilema. tica o militar, y le ofrecen parte de su cosecha
No sirven como casos cristalinos y clásicos de —a modo de pagos de alquiler—, presentes, ser­
explotación, según la definió Marx para los vilismo público y, lo más importante —en
sistemas capitalistas. Sin embargo —y es en es­ tiempos de elecciones-, su voto. Aunque me­
te punto donde descansa la relevancia de las nos estudiadas por los antropólogos -hasta ha­
perspectivas de Bourdieu—, las situaciones ru­ ce muy poco sumidos en modelos orientados
rales no-capitalistas tampoco parecen ser tan hacia lo masculino—, es posible descubrir mu­
claras o transparentes como se había pen­ jeres patronas, con clientes tanto masculinos
sado. En suma, una cosa es la explotación como femeninos. También se ha prestado una
laboral pura, tosca y a gran escala, y otra la ex­ menor atención a los vínculos de tipo horizon­
plotación sutil, disimulada y de tipo no econó­ tal establecidos entre los propios patrones, así
mico, sino cultural. De hecho, ¿existe en como a las solidaridades horizontales desarro­
algún lugar del mundo un tipo de sociedad en lladas entre grupos colectivos de clientes. Lo
141 Explotación social

más común ha sido pensar que los patrones de un acuerdo mutuo, pero que de hecho se
tendían a reunir a un extenso círculo social de deriva de lazos muy diversos, como una espe­
clientes, mientras que los clientes raras veces cie de nudo que aúna distintos hilos o hebras.
tenían varios patrones. Es importante señalar Y es que ni las desigualdades económicas o
que los vínculos se conciben —tanto por parte políticas, ni la jerarquía en sí misma, condu­
del patrón como del cliente—como una rela­ cen de manera irrevocable a la explotación so­
ción recíproca, personalizada y multifacética, cial por medio de la sustracción de bienes o
que dura varios años o incluso décadas (Albe- valores “excedentes”. Esto es así porque las
ra, Block, Bromberger, 2001). Sin embargo, los dimensiones sociales, culturales, lingüísticas y
grupos implicados no consideran dichos mentales de la relación revelan un área de in­
vínculos ni igualitarios ni voluntarios, ni si­ tercambios imperceptibles y disimulados.
quiera basados en un modelo inequívocamen­ Una vez más, la teoría práctica de Bourdieu
te paternalista de confianza mutua. Son ofrece constructivos consejos, uno de los cua­
fundamentalmente jerárquicos y, como tales, les permite enfatizar la naturaleza social -n o -
están caracterizados por intercambios desigua­ económica—de los vínculos patrón/cliente.
les de objetos, recursos o formas de dedicación. ¿Qué dicen y hacen en realidad los autén­
¿Se sienten los clientes explotados social­ ticos patrones y clientes? ¿Encaja siempre y
mente? Probablemente la respuesta sea que adecuadamente la explotación social dentro
sí. Ahora bien, ¿sucede así en todas las situa­ de la económica? El último ejem plo acerca
ciones? Una mirada superficial nos llevaría a del patronazgo sugiere que tal vez no sea
la conclusión —¿errónea?—de que, efectiva­ así. Los vínculos patrón/cliente pueden con
mente, todos los patrones son “por naturale­ frecuencia convertirse en “asimétricas” rela­
za” explotadores y, por consiguiente, todos los ciones de amistad vertical, o en lazos de
clientes se encuentran “por naturaleza” ex­ compadrazgo formalizados en la esfera ecle­
plotados. Y, sin embargo, ¡muchos clientes re­ siástica. ¿Pueden verse las relaciones sociales
conocen explotar también a sus patrones! establecidas entre este tipo de amigos o com­
¿Estarían estos últimos remotamente de padres únicamente como explotadoras? ¿Son
acuerdo con dicha afirmación? A la inversa, sencillamente unidireccionales o, por el con­
muchos clientes concluyen que técnicamente trario, resultan múltiples, dando lugar a espa­
no son explotados por sus patrones: por el cios simultáneos de existencia de explotación
contrario, la relación sería más bien de carác­ suave —entre las diferentes hebras- más allá
ter simbiótico, en la que cada parte del víncu­ de la simple y explícita cooperación? Las téc­
lo “usa” a la otra en innumerables ocasiones nicas de explotación de la Mafia aportan un
de tipo económico, político, social e incluso caso especial; entre el patrón y el cliente se si­
sentim ental. Más allá, los patrones pueden túan los agentes de bolsa, mediadores que se
cambiar sus clientelas, al igual que los clientes apropian tanto del patrón como de sus pro­
hacen lo propio con sus patrones, estrategia pios clientes. En estos contextos, los beneficios
que continúa siendo una de las principales ar­ económicos no son la única meta; se busca a la
mas defensivas de estos últimos. Para muchos par obtener honor y una mayor influencia so­
de los analistas del patronazgo, los lazos verti­ bre otros. En situaciones extremas, la explo­
cales que se establecen son tan eficaces a la ho­ tación múltiple se convierte en inequívoca,
ra de atar a los subordinados a sus líderes, que derivando en el uso de la violencia y la coer­
en numerosos casos históricos han sido capa­ ción física, con el homicidio como consecuen­
ces de amortiguar distintas manifestaciones cia final de una extracción de excedentes
de potenciales protestas políticas por los clien­ altamente organizada (Block, 1988). No es
tes, al volverse éstos incapaces de organizarse sorprendente entonces que muchos analistas
entre sí de un modo efectivo a consecuencia subrayen el hecho de que el homicidio de la
de sus alianzas verticales. Mafia -ya sea en Sicilia, Chicago, Moscú o en
¿Qué diría Rousseau a propósito de todo cualquier otra parte—no es más que un medio
esto? ¿En qué tipo de laberinto nos hemos in­ para lograr un fin muy concreto: la acumula­
merso? La institución del patronazgo nos ción de prestigio social y poder.
aporta otro caso más de lazos enmascarados Sin embargo, es sumamente difícil sepa­
que revelan dobles niveles de realidad social. rar las distintas hebras involucradas en estos
Distintos en ciertos sentidos al trabajo co­ casos especiales de violencia de la Mafia, que
operativo, los vínculos de dependencia pa- no es sólo económica, política, coercitiva o so­
trón/cliente incluso revelan otra relación cial, sino psicológica por su uso de la intim i­
social basada en lo que en apariencia se trata dación y del miedo. No debemos subestimar
Explotación social 142

este factor mental; de hecho, ¿puede ser visto Nuestro objetivo no es ofrecer una lista ex­
el terrorismo contemporáneo como una ex­ haustiva o totalizadora de las innumerables
plotación social indirecta de doble filo, que formas de explotación social, sino alcanzar
inteligentemente aúna el plano social y el psi­ otra meta: estimular una actitud reflexiva
cológico? Los personajes de las novelas de acerca de las formas de pensamiento crítico so­
Fran z K afka vienen a la mente inm ediata­ bre el tema, y sobre las vías a través de las que
mente. Abstractamente “explotados” por las es posible establecer un vínculo entre la teoría
burocracias estatales, sus estados mentales re­ social macro —sea el marxismo o cualquier otra
velan una compleja conjunción de sentimien­ teoría—y el nivel micro de la vida cotidiana
tos de confusión, desorientación, miedo, —tanto en el caso de campesinos remotos como
alienación y culpa. Se trata de una dimensión en nuestro curso diario dentro de las denomi­
más —aunque más personal y subjetiva- de la nadas sociedades industriales avanzadas.
explotación social misma. Siguiendo con dicha sugerencia, podría­
Esto último nos devuelve al punto de par­ mos ponernos en el papel de abogados del
tida: ¿dónde situar de forma precisa la línea diablo y concluir con una pregunta para el
que separa la explotación económica o políti­ lector. Mientras lee estas líneas, piense en su
ca de la social? No toda explotación social se vida cotidiana en cualquiera de sus aspectos
percibe como tal. Las formas hegemónicas de - “en el trabajo”, la escuela, frente a un orde­
dominación y control que se filtran dentro de nador, conectado a Internet, con su familia o
la máscara social de la explotación son tan en el universo social en general—. ¿H a sido
efectivas que muchas veces las víctimas aca­ hoy explotado socialmente?
ban interiorizando la ilusión de la ausencia de
cualquier tipo de explotación. Dicho de otro
modo, los mecanismos de enmascaramiento
son mucho más sutiles e insidiosos de lo que
Bibliografía
hasta el momento habíamos imaginado. Por
tanto, para analizar la explotación social de­ ALBERA, Dionigi; BLOK, Anton; BROMBER-
bemos convertirnos en una especie de detecti­ GER, Christian (eds.) (2001): L'Anthropologie
ves en busca de lo camuflado, enmascarado, de la Mediterranée!Anthropology o f the Medite-
distorsionado y disimulado. Por si fuera poco rranean. Paris: Maisonneuve et Larose/Maison
con esto, en nuestra época contemporánea en­ Méditerranéenne des Sciences de l'Homme.
contramos además nuevas categorías increí­ BLOK, Anton (1988 [1974]): The Mafia o fa Sici-
blemente variopintas de patrones (Hannerz, lian Village 1860-1960: A Study o f Violent Pea-
1992), tales como los expertos profesionales sant Entrepreneurs. Prospect Heights, Illinois:
—abogados, trabajadores sociales, consultores Waveland.
financieros o profesionales, profesores, docto­ BOURDIEU, Pierre (1977 [1972]): Outline o fa
res, sacerdotes—o los especialistas tecnológi­ Theory o f Practice. Cambridge: Cambridge
cos —tecnócratas políticos y administrativos—. University Press. Traducción del original: Es­
Todos ellos ofrecen servicios y ^conocimiento quisse d ’Une Théorie de la Pratique, Précédé de
a clientes inexpertos, una forma novedosa en Trois Etudes d ’Ethnologie Kabyle. Genève: Li­
la que “cultura es poder”. Surgen entonces brairie Droz.
m ultitudinarias nuevas formas de explota­ — (2002 [1962]): “Célibat et Condition Paysan­
ción social. Esta perspectiva obliga a revisar ne”, en Pierre Bourdieu, L e Bal des Célibatai­
todos los modelos antropológicos de explica­ res: Crise de la Société Paysanne en Béarn. Paris:
ción de las relaciones patrón/cliente. Seuil, 15-166.
En conclusión, las formas de explotación CHAYANOV, Alexander Vasilevich (1974 [1925]):
social constatables en el mundo son probable­ La Organización de la Unidad Económica
mente tan variadas y diversas como el arco Campesina. Buenos Aires: Nueva Vision
iris de sociedades, lenguajes y culturas. Así, si (org. Eduardo P. Archetti).
bien “la belleza se encuentra en el ojo del es­ DIAS, Antonio Jorge (1984 [1953]): Rio de Onor:
pectador”, no podemos concluir del mismo Comunitarismo Agro-pastoril. Lisboa: Presença.
modo que en cualquier lugar y condición “el HANNERZ, Ulf (1992): Cultural Complexity: Stu-
sentimiento de explotacióníoaa/ se encuentre dies in the Social Organization ofMeaning. New
en el corazón del explotado”. Es precisamen­ York: Columbia University Press.
te por este motivo por lo que la apropiación O’NEILL, Brian Juan (1987): Social Inequality in a
social es tan refinadamente suave. Pocas veces Portuguese Hamlet: Land, Late Marriage, and
se siente como lo que realmente e s ... Bastardy 1870-1978. Cambridge: Cambridge
143 Extranjero

University Press. Traducción al portugués en neos: genéricamente usado, el término no re­


1984: Proprietários, Lavradores e Jornaleiras: para en el país de procedencia, la trayectoria
Desigualdade Social numa Aldeia Transmon­ personal y social, ser inmigrante económico o
tana, 1870-1978 . Lisboa: Publicares Dom exiliado político, refugiado o simple Eurista;
Quixote. según los casos y las circunstancias, las perso­
PAIS DE BRITO, Joaquim (1996): Retrato de Al­ nas así identificadas pueden ser conocidas o
deia com Espelho: Ensaio sobre Rio de Onor. Lis­ desconocidas, vivir dentro o fuera de la *na-
boa: Publicares Dom Quixote. ción, en el barrio vecino o incluso en el mis­
SCOTT, James C. (1985): Weapons o fth e Wea{: mo descansillo de un inmueble; los matices
Everyday Forms o f Peasant Resistance. New que estas disimilitudes introducen son a me­
Haven: Yale University Press. nudo insuficientes para prevenir y/o con­
— (1990): Domination and the Arts o f Resistance: trarrestar de manera duradera eventuales
Hidden Transcripts. New Haven: Yale Univer­ generalizaciones, esquematizaciones, E s te ­
sity Press. reotipos y prejuicios —sean favorables o desfa­
Brian Juan O’Neill
vorables—. Simultáneamente, como muestran
Hannerz o Appadurai, la *globalización, los
avances tecnológicos y los medios de comuni­
Véanse además Acciones afirmativas, ALTERI- cación de masas trastocan la noción de espa­
1) A l ), A partheid , Centro-periferia, CIUDA­ cio, las imágenes en torno a los extraños y, en
DANÍA, COLONIALISMO Y ANTICO- consecuencia, la representación subjetiva de
LONIALISMO, CULTURA, DESARRO­ uno mismo. Pero, a pesar de que los E m ite s
LLO, DIFERENCIA Y DESIGUALDAD, territoriales y sociales sean más permeables, el
Diferencias sociales y diferencias culturales, individuo originario de un país extranjero
Discriminación positiva, Esclavitud, ESTA­ sigue siendo el prototipo de lo diferente, del
DO-NACIÓN, F R O N T E R A . I N D I G E ­ no-*ciudadano, de lo que no es el “otro” gene­
NISMO, Migraciones. Redes sociales, Plura­ ralizado —como dice Mead—y presente en ca­
lismo sincrónico, Racismo y neorracismo, Re­ da uno en tanto que m iembro de una
laciones v procesos informales políticos, comunidad.
SABER Y SABERES, T E R R I T O R IO S , A primera vista, la categoría “extranjero”
T R A B A JO, 1 Yad ucc ión. no se construye de manera diferente de la de
“forastero” ni de los principios que sirven pa­
Extranjero ra categorizar a todo aquel que, en función
del criterio seleccionado —género, clase, E t -
Entiéndase el término ya sea en su acep­ nia, casta...—, representa la cara opuesta de la
ción espacial —lo que está fu era- o social —las id en tid a d personal o colectiva. Se trata,
personas procedentes de dicho lugar—, tanto pues, de un proceso comparable al constatado
el sustantivo como el adjetivo “extranjero” re­ por Lévi-Strauss (1983) cuando señalaba que
miten, en última instancia, a la construcción entre los pueblos estudiados por los etnólogos
de la *alteridad. En el mundo contem porá­ era muy común conferir la dignidad humana
neo, desde el punto de vista del autóctono, únicamente a los miembros del grupo propio
ciertam ente el “otro” extranjero evoca ante y confundir a los demás con la animalidad o,
todo al que procede de otro país o *nación y, siguiendo la etimología del térm ino “cultu­
por consiguiente, a una persona a la que se ra”, con lo no “cultivado”. No obstante, si
atribuye una trayectoria social, unas formas bien el rechazo fuera de la humanidad consti­
de ser y de hacer *distintas de las de los nati­ tuye el preludio que favorece la confusión en­
vos. Representa a —y se le considera a menudo tre el “extranjero” y el “enem igo”, las dos
como representativo de—un *territorio y una figuras no están ligadas entre sí de manera
*cultura. El uso del concepto está estrecha­ inextricable. En palabras de Tabboni (1997:
mente conectado con los modos de pertenen­ 235), “el extranjero es ‘originario’..., habita
cia a los que se opone, la ^ciudadanía y la desde siempre, incluso antes de aparecer, la
^nacionalidad. E iu d ad [entendida en sentido metafórico]
En la práctica, la categoría “extranjero” del autóctono, su presencia es esencial para
tiende a ser englobante y sociológicamente in­ alim entar la imaginación, el ^desarrollo, la
diferenciada. Es un principio de *discrimina- vida de este último”. En primera aproxima­
ción social de alcance variable cuya función es ción, pues, se puede abordar la categoría “ex­
separar más que unir y que, al diferenciar, tranjero” como una especie de universal
tiende a ^amalgamar a colectivos heterogé­ antropológico en la medida en que es un pro­
Extranjero 144

ducto de la actividad clasificatoria constituti­ guo pero que se ha convertido en una refe­
va de la formación de los grupos, de lo propio rencia, sobre la oposición inveterada que ca­
y de lo ajeno, es decir, el resultado de un pro­ racteriza las relaciones entre pueblos vecinos,
ceso de adscripción y de distinción inherente Caro Baroja (1954) ha destacado diferentes
al género humano y a la vida en sociedad. Así, esferas concéntricas, mostrando que la inclu­
la relación dual entre la extranjería y la ciuda­ sión y la exclusión varían con la proximidad
danía, surgida de la institucionalización de espacial y social. En particular, ha subrayado
esta última, se presenta como una manifesta­ cómo el marco de referencia en función de la
ción particular, sociohistóricamente defini­ posición social cambia la percepción y la re­
da, de un mecanismo de diferenciación de presentación del otro. En dicho análisis ha di­
aplicación mucho más general, que está en la ferenciado también distintos grados de
base de los procesos de identificación. El rela­ aceptación al pasar de lo general a lo particu­
tivismo estructural aparece, pues, como un lar, de los extraños-desconocidos a los extra­
rasgo elemental de la categoría “extranjero” ños-conocidos o del grupo anónimo a las
que destaca la cerrazón del enfoque sustanti­ personas concretas. Estudios más recientes
vo cuando asimila al extranjero con cualida­ sobre poblaciones afines culturalm ente o
des particulares. *pluriculturales siguen corroborando la exis­
No obstante, la constatación de que la ca­ tencia de estos mecanismos cognitivos y so­
tegoría social “extranjero” hunde sus raíces ciales pero, sobre todo, ponen de relieve la
en un proceso social y cognitivo primario -y influencia decisiva de los marcos estructura­
com ún- no permite obviar las condiciones so- les e impersonales. Las relaciones privilegia­
ciohistóricas que dan un respaldo a su recono­ das con determinados países o su ausencia
cimiento institucional, proporcionan el dependen de los vínculos internacionales y de
marco donde situar los ^movimientos sociales las fuerzas respectivas de cada nación, tanto a
a favor o en contra de la ^integración social de nivel económico como sociopolítico en cada
los extranjeros y explican eventualmente la momento. Por ejemplo, durante la llamada
*demonización del “otro” que alimenta dis­ “Guerra F ría ”, la división entre los “países
tintas formas de *hom ofobia, heterofobia o am igos” -so cialistas- y los “enemigos de la
*racism o. En la medida en que la categoría Unión Soviética” —capitalistas—definió dura­
expresa más la segregación que el reconoci­ deramente tanto el trato y la consideración
miento como “otro”, la apuesta social por una del extranjero como los vínculos internos con
jerarquización de los grupos más que por una los residentes cuya nacionalidad era distinta
defensa de la igualdad, su uso en el juego so­ de las integrantes de la U R SS. Las imágenes
cial, predispone al sociocentrismo y al *etno- sociales sobre los “judíos” en distintos contex­
centrismo. tos sociopolíticos son también paradigmáti­
Se pueden distinguir diferentes niveles de cas (Devillard, 2006; W ieviorka, 1997). De
construcción social del extranjero. Destaca, en una manera general, las políticas de extranje­
primer lugar, el sociopolítico donde se asiste ría, y en particular la regulación de la emigra­
actualmente a un doble movimiento, de direc­ ción y de ^inmigración, están directamente
ción contraria. La política exterior de los Esta­ ligadas a los campos políticos y estratégicos.
dos-nación constituye el cauce oficial median­ Pero éstos también repercuten sobre fenó­
te el cual se establecen y regulan las relaciones menos como el turismo y, de manera más
con los demás países y con sus habitan­ insidiosa, sobre la gestión de las relaciones
tes respectivos, de tal modo que configura *interculturales cotidianas. El llamamiento
nuevos mapas geopolíticos, más flexibles y de Bourdieu contra la “*xenofobia de Esta­
transnacionales. Simultáneamente los nacio­ do” en 1997 cumplía un doble cometido: de­
nalismos internos —apoyados ya sea en la con­ nunciar la política gubernamental e
tigüidad espacial de sus miembros o en la *dis- internacional de inmigración y luchar contra
persión—favorecen movimientos de exclusión el hecho de que “ba o el efecto del acostum-
social que implican unas redefiniciones más o bramiento, [aquella] se pueda imponer poco
menos profundas de las redes sociales y, por a poco como un dogma” (2002: 346), dando
consiguiente, de los márgenes de la alteridad, así cobertura oficial al rechazo y a la configu­
de la amistad y de la enemistad, de la cons­ ración de un estigma.
trucción del “nosotros” frente a “ellos”. Si se desplaza la atención desde el ámbito
Ambos procesos muestran las insuficien­ macropolítico hacia el cotidiano, y desde la
cias del relativismo estructural, tanto espacial población de acogida hacia el extranjero pro­
como social y cognitivo. En un texto, ya anti­ piamente dicho, los conflictos derivados de su
145 Extranjero

posición respectiva se aprecian más clara­ asiáticos del Sureste, sin que se pueda achacar
mente. En primer lugar, demasiada insisten­ a un menor nivel de integración de los prime­
cia sobre la complementariedad conceptual y ros con respecto a los segundos. De hecho,
social entre el “autóctono” y el “extranjero”, estudios cualitativos aplicados al seguimien­
el hecho de que no se puedan definir de ma­ to de inmigrantes enseñan que una persona
nera separada, puede dar lugar a que se sub­ puede dominar el idioma, compartir las pau­
estimen las ^desigualdades de posición. Si se tas culturales, haber adquirido la nacionali­
entiende que “ninguna de las dos partes está dad del país donde reside o, como mínimo,
totalmente desprovista de poder, ni puede estar integrado legalmente dentro de la socie­
ejercerlo sin límites” (Tabboni, 1997: 241), ca­ dad de acogida mediante el cumplimiento de
be preguntarse si es suficiente apelar a la asi­ las condiciones fijadas en las llamadas leyes
metría como hace la autora, comentando el de extranjería —estar en reg la, tener los p a p e­
modelo de Sim m el: “La ambivalencia que les—, sin que esto le proporcione objetiva
reina en las relaciones entre el extranjero y el y/o subjetivamente todos los atributos del ciu­
grupo mayoritario -escrib e—refleja la rela­ dadano. Ocurre incluso —según muestran fi­
ción asimétrica de poder... Hasta el momento namente los escritos de Sayad (1999, 2002)—
en el cual la relación se interrumpe... el ex­ que, a consecuencia del proceso migratorio,
tranjero sigue teniendo una función en la re­ uno puede llegar a ser —considerado- un ex­
lación y sacando una ventaja relativa. La tranjero en su propia tierra. En realidad, con­
cantidad, aunque modesta, de poder del que trariam ente a lo previsible de acuerdo con
dispone el extranjero ejerce su influencia de una definición ^naturalizada y sustantiva de
distintas maneras y provoca procesos de mo­ la identidad y de la diferencia, las modalida­
dificación recíproca tanto en él como en el au­ des de la inserción y del reconocimiento —o la
tóctono.” El planteamiento corre el riesgo de negación- del “otro”, la relación entre “nos­
diluir las relaciones de dominación que es­ otros” y “ellos” —cuya suerte parece ligada
tructuran las modalidades de integración so­ cognitivam ente- son el producto variable y a
cial y la interacción. En efecto, las reacciones menudo ambivalente y contradictorio de
que el extranjero suscita en la práctica coti­ distintos procesos sociales cuyo peso respecti­
diana, cómo se le construye dentro del país, vo cambia en función del contexto: la génesis
sólo son comprensibles desde las situaciones sociohistórica de las relaciones intergrupales,
sociales y las relaciones de fuerza concretas. la situación socioeconómica presente, el nivel
En este sentido es preceptivo desmentir va­ de personificación y de interacción social con­
rias prenociones. Lévi-Strauss (1983: 44) ya creta. La consideración y las imágenes del
advertía que, para que se produzca “toleran­ “otro”, los discursos y las prácticas reales, va­
cia recíproca”, tienen que cumplirse dos con­ rían en función de los objetos en juego, las re­
diciones, que se dan cada vez más raramente laciones de fuerza entre los distintos grupos y
en las sociedades contemporáneas: una igual­ las consecuencias sociales y personales de los
dad relativa y una distancia física suficiente. diferentes procesos.
Como pone de manifiesto Kosakai (2000), los Así, la desconfianza hacia el extranjero
datos desmienten la idea de “umbral de to­ —observable, especialmente pero no sólo, en­
lerancia”: de acuerdo con las observaciones tre los más desprovistos de capital social,
realizadas, la tolerancia parece más bien pro­ económico y cu ltu ral- y su estigmatización
porcional a la presencia de extranjeros; éstos están estrecham ente vinculadas a los pro­
no reciben todos igual trato ni son objeto de cesos socioeconómicos e históricos que, al
representaciones similares, y, sobre todo, el definir las posiciones sociales respectivas,
hecho de que muchos conflictos étnicos tienden a convertir al “otro” en chivo expia­
opongan pueblos próximos en términos de torio de los males sociales y predisponen a la
cultura, religión, lengua y apariencia física reproducción de los prejuicios y al ostracis­
muestra que se aguantan peor las similitudes mo. De acuerdo con este enfoque, los límites
que las diferencias. que van definiendo al “extranjero”, su posi­
Al igual que Elias y Scotson (1994) en su ción relativa, tanto objetiva como subjetiva,
análisis de las relaciones entre established y y su práctica social son mucho más certera­
outsiders, Kosaka'í destaca que no se puede mente construidos —cognitiva y sim bólica­
aislar el trato diferencial de los procesos histó­ mente—e inteligibles en función del juego y
ricos que contribuyen a construirlo. Da el de las coyunturas sociohistóricas concretas
ejemplo de los magrebís, que en Francia son que de la geografía política o de la psicología
rechazados en mucha mayor medida que los colectiva.
Extranjero 146

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(ed.), Une sociétéfragmentée? Paris: Editions de neorracismo, Segregación, T E R R IT C )R IO S,
La Découverte. TR A BA JC ), Xenofobia v xenofilia.
F
Frontera y eje estructurante que nos permite abordar la
polisemia del concepto. La expresión metafó­
La dificultad de tratar la frontera como rica de frontera surge a partir de la idea de lí­
objeto de estudio se deriva, en primer lugar, mite, también de etimología latina: limes, línea
de la importante polisemia del concepto, agra­ que determina una extensión espacial o que
vada por su centralidad. En un momento en el separa dos extensiones. La naturaleza de esta
que las ciencias sociales procuran dar cuenta línea y su capacidad de separar y unir atravie­
de un mundo en profunda transformación, y san el intento de comprensión de la frontera
en el que algunas de las delimitaciones *iden- que aquí se realiza.
titarias de la *modernidad parecen inade­
cuadas, reflexionar sobre los límites se ha
convertido en tema central de muchos deba­ Bibliografía
tes. Podemos hablar de frontera como metáfo­
ra, pero no podemos olvidar que también es COHEN, Anthony (ed.) (2000): Signifying identi­
una realidad concreta, un ^territorio situado ties. Anthropological perspectives on boundaries
en el margen, como nos indica su etimología and contested values. London, New York: Rou-
latina. También podemos considerarla como tledge.
realidad dinámica, una vez que, desde un P E L L O W, Deborah (ed.) (1996): Setting bounda­
punto de vista militar, ^frontera define la línea ries. The anthropology o f spatial and social orga­
del frente, el lugar de enfrentamiento de aquel nization. London: Begin & Garvey.
que está vinculado a otra soberanía. Ahora PUJADAS, J. J. (ed.) (1999): Globeilización, fr o n ­
bien, por otra parte, la ^frontera moderna, teras culturales y políticas y ciudadanía. Actas
aquella que el *Estado-Nación ha producido, VIII Congreso de Antropología. Santiago de
se fundamenta en el reconocimiento y eterni­ Compostela: FAAEE.
zación de las demarcaciones, es decir, en la V E R M E U L E N , Hans; GOVERS, Cora (ed.)
* naturalización de los límites trazados. Pode­ (1994): The anthropology o f ethnicity. Beyond
mos aún considerar la frontera como un lugar <(Ethnic groups and boundaries”. Amsterdam:
de distinciones —geográficas, políticas, cultu­ Het Spinhuis.
rales—, pero no será posible comprenderla si W ILSON, Thomas; DONNAN, Hasting (ed.)
no la vemos como espacio de fusión, mezcla e (1998): Border identities: nation and state o f in­
h ib rid ació n . Estos diferentes sentidos de la ternational frontiers. Cambridge: Cambridge
frontera no definen un itinerario analítico li­ University Press.
neal, pero será este itinerario el que procurare­
Luis Cunha
mos seguir en el tratam iento de las voces
secundarias que se derivan de este término. El
sentido más literal de frontera, el de una enti­ Véanse además Centro-periferia, C IU D A ­
dad que separa Estados, es el punto de partida DANÍA, COLONIALISMO Y ANTICO-
Frontera geográfica y administrativa 148

L O N IA L IS M O , Comunidad trans nacional. Esta concepción de la frontera como de­


Comunitarismo, CUI „TURA, Derecho de in­ marcador natural o al menos *natu ralizado
jerencia, Desterri to talizació n , D I F E R E N - no resiste la evidencia de su carácter contin­
C IA Y D E S I G U A L D A D , Elites cosmopoli­ gente e histórico. Algo diferente, con todo, es
tas, Esfera mediática. Espacio de los flujos, deducir su volubilidad a partir del modo arbi­
Espacio red, E S P A C I O - T I E M P O , Espacios trario en que se han trazado las divisiones.
locales, E S T A D O - N A C I Ó N , E X P I A ) T A ­ Ocurre exactamente lo contrario. Incluso en
CHON S O C IA L , Extranjero, Frontera geo­ relación con demarcaciones de evidente raíz
gráfica v administrativa. Fronteras economi- ^colonial, como aquellas que han generado la
cas, Fronteras políticas y religiosas, Fronteras mayor parte de los actuales Estados africanos,
simbólicas, G E ( ) B A E I Z A ( d( )N, Globaliza- el principio dominante es la conservación de
ción v antiglobalización, H I B R I D A C I O N , los trazados heredados. El rechazo a la idea
I D E N T I D A D , Intcrculturalidad, Lugar y de coherencia entre las divisiones naturales
no-lugar, Megalópolis, Migraciones. Redes del espacio y las fronteras administrativas no
sociales, Modernidad, M U E T I C U E T U R A - cierra el debate sobre las fronteras naturales,
EISMC ), Multiculturalismo en los estudios ét­ más bien lo abre para la discusión de la posi­
nicos, Naturalización, P A T R IM O N IO , Plu­ bilidad de naturalización de estos límites. De
ralismo sincrónico, Racismo v neorracismo, hecho, infraestructuras importantes, tales co­
S A B E R Y S A B E R E S , Sujeto intercultural, mo vías de comunicación o equipamientos so­
T E R R I T O R I O S , T R A B A J O , Viajes y siste­ ciales, se consideran a partir de un espacio
mas de movilidad, Xenofobia y xenofilia. fragmentado que así se legitima y fortalece.
Esta construcción del ^territorio a partir de la
frontera puede ser tanto una forma de poten­
Frontera geográfica ciar el aprovechamiento de la división ad­
ministrativa por las poblaciones como una
y administrativa manera de fortalecer la soberanía e incluso de
ilustrar simbólicamente la separación políti­
La división del planeta en unidades políti­ ca. Piénsese en la multiplicación de caminos y
cas *desiguales pero contiguas, tal como se veredas derivados del contrabando, en la edi­
puede observar en cualquier *mapa político, ficación de equipamientos que permiten la
deriva de la confrontación de fuerzas sociales, vigilancia y control de la frontera y en la cons­
políticas y militares, más que de la adaptación trucción de obras emblemáticas que señalan la
de las poblaciones a compartimentaciones “puerta de entrada” del país. Esta mirada so­
dictadas por la naturaleza. La configuración bre el proceso histórico de estabilización y na­
del mapa político, según lo conocemos hoy turalización del trazado fronterizo revela su
en día, es un producto bastante reciente y pro­ am bigüedad, en la medida en que muestra la
visional de la acción humana. Basta pensar en frontera como instrumento de ordenación po­
el reparto del continente africano como con­ lítica, pero también como recurso para las
secuencia de la Conferencia de Berlín (1884- poblaciones rayanas. Es en la oscilación entre
1885), en la forma en que el Oriente Próximo estas vertientes, que efectivamente se condi­
se reorganizó a partir de las cenizas del Impe­ cionan e influyen, donde la frontera se revela
rio Otomano e incluso en la manera en que plenamente como objeto de investigación.
Europa se recompuso políticamente después La buena fron tera, aquella que sólo encon­
de la caída del “Muro” de Berlín. Cuando, a tramos como idealización, debe ser natural
finales del siglo XIX, Ratzel definió *frontera pero discreta, abierta pero al tiempo protecto­
como una sucesión de innumerables puntos, ra, lugar que distingue, pero que simultánea­
sobre los cuales un ^movimiento orgánico es­ mente promueve intercambios y contactos
tá obligado a parar, puso el énfasis en la ma­ (Foucher, 1988: 9). La encontramos en el pla­
nera como la naturaleza articula orgánico e no de la ficción política, que nos muestra el
inorgánico, pero también en el modo en que mundo como un archipiélago de Estados in­
dos movimientos orgánicos se pueden en­ sulares. El ideal de adecuación de las fronte­
frentar, configurando así el espacio natural de ras jurídicas y administrativas a la naturaleza,
cada uno. Entendida de esta forma, la fron­ aun contrariando la realidad histórica y geo­
tera se nos presenta como expresión de un política, fue invocado como criterio impor­
equilibrio provisional, producido por la tante sobre todo en los siglos XVII y XVIII.
confrontación de fuerzas naturalmente anta­ Estaba en cuestión un esfuerzo de racionaliza­
gónicas. ción del trazado de la frontera con base en los
149 Frontera geográfica y administrativa

obstáculos naturales, tales como cadenas mon­ suetudinarios de las poblaciones. En conse­
tañosas o el curso de los ríos. Este esfuerzo cuencia, no existió un esfuerzo efectivo de ra­
debe considerarse como consecuencia del im­ cionalización del trazado en el sentido de una
pulso de la cartografía comercial y real verifi­ adecuación de los límites administrativos a las
cado desde finales del s. XVI, pero también barreras naturales. Lo mismo se puede decir
como resultado del desarrollo y de la afirma­ en relación a los Pirineos, donde el trazado de
ción de la concepción de soberanía del Estado. la frontera, acordado también en la segunda
En relación a la cartografía, importa destacar mitad del siglo XIX, habría sido mucho
no sólo los aspectos técnicos que se derivan de más tradicional que convencional, sobrepo­
una representación rigurosa del espacio en un niéndose igualmente en este caso el deseo de
mapa, sino también la dimensión simbólica consenso al criterio de las fronteras naturales.
implicada en esta representación. El mapa La aceptación de una división de hecho evi­
permite considerar el espacio de una forma dencia lo que realmente importaba: legitimar
distanciada y que se cree racional, al tiempo y reforzar la territorialización de la soberanía.
que favorece la creación de una conciencia co­ Nos reencontramos de nuevo con Ratzel y
mún, expresada simbólicamente en las líneas con la idea de los movimientos orgánicos que
de colores que trazan las fronteras. se encuentran, una idea por medio de la cual
Sobre el segundo aspecto que hemos refe­ podemos considerar los tratados ochocentis­
rido, de lo que se trata es de poner el énfasis en tas como marcadores simbólicos de la sustitu­
el paso de una concepción jurisdiccional de la ción de una frontera de agresión por una
soberanía a una concepción eminentemente frontera de equilibrio. Rigurosamente carto-
territorial, según Peter Sahlins (1989: 44) de­ grafiada, pacificada e incontestada, señalada
mostró en su estudio sobre la frontera pire­ en el terreno por un conjunto de hitos, esta úl­
naica. Este paso es condición indispensable tima frontera es el resultado de un proceso
para la estabilización de la frontera, una vez histórico y del desarrollo político y adminis­
que del reconocimiento y de la aceptación del trativo del Estado.
vínculo jurisdiccional se deriva la capacidad, Nos hemos habituado a considerar las
por el Estado, de convertirlas en eficaz instru­ fronteras como líneas imaginarias que sepa­
mento político y fundamental para su afir­ ran entidades de naturaleza semejante. Pode­
mación. El control policial y militar de la mos imaginarlas como una especie de ope­
frontera, al igual que instituciones como la es­ rador simbólico que distingue algo que de
cuela, que presentan y consolidan una deter­ otra forma podría estar unido, pero que, en la
minada imagen de la #nación, con sus héroes medida en que existe, impone prácticas y re­
y sus símbolos, son ejemplos de estos instru­ presentaciones. Dos Estados, al igual que dos
mentos que se afianzan definitivamente en el regiones administrativas, poseen una natu­
moderno Estado-nación. Efectivam ente, el raleza semejante pero se construyen mu­
principio de las fronteras naturales y la arqui­ tuamente por medio de diferencias reales e
tectura simbólica del Estado-nación derivan imaginadas. Es la asimetría económica, social
de una idealización de tipo semejante, exis­ e incluso política la que convierte a la fronte­
tiendo en ambas situaciones el deseo de afir­ ra en un recurso y en un *lugar de tránsito y
mación de una ^identidad colectiva: en el de h ib rid a ció n , pues su dimensión más fe­
primer caso, anclada en un territorio cuyos lí­ cunda se revela en la confrontación y la dife­
mites define la naturaleza; en el segundo, con rencia, en el intercambio y la mezcla. Las
base en la defensa de un sentido de pertenen­ fronteras concebidas por el Estado-nación
cia, fundamentado en la historia, la tradición tienden a esconder o a secundarizar esta di­
e incluso la consanguinidad. mensión; pero si abordamos la cuestión histó­
Sin perder de vista el carácter general de ricamente, veremos claramente la frontera
la cuestión, un ejemplo concreto puede ayu­ como un lugar de confrontación. El limes ro­
darnos a clarificar algunos aspectos. El “T ra­ mano, que separaba al imperio de los pueblos
tado de Lím ites”, firmado entre España y bárbaros, evidencia esta dimensión de con­
Portugal en 1864, no modificó sustancial­ frontación que también marcó algunas de las
mente el trazado de una frontera que desde el fronteras coloniales. El caso de América del
s. XIII había sido regulada por innumerables Norte lo estudió muy bien el historiador Fre-
instrumentos jurídicos. El trabajo de la “C o­ deric Turner (1893-1961), pero también en lu­
misión de Límites” sobre el terreno duró más gares como Brasil la frontera se consideraba
de una década, pero incidió sobre todo en la un límite de lo humano. U lf Hannerz (1997:
averiguación de los derechos históricos y con­ 598), a propósito de las observaciones de Tur-
Fronteras económicas 150

ner sobre Am érica del N orte, indica que a ZIENTARA, Benedikt (1989): “Fronteira”, en
aquella frontera, móvil y provisional, se ade­ Enciclopédia Einaudi. Lisboa: Imprensa Na­
cuaba bien la expresión confines, que da cuen­ cional-Casa da Moeda, 306-317.
ta del final de algo más que de una dis­ Luis Cunha
continuidad en el espacio. Esta concepción
de frontera, que llama la atención sobre la
Véanse además A pa rth eid , Centro-periferia,
confrontación, da cuenta de una separación
C I U D A D A N í A , C O I , ( ) N IA L IS M O Y
profunda. Lo que se confronta no son realida­
A N T IC O L O N IA L IS M O , C U L T U R A , D I­
des homologas, sino la naturaleza con la C u l­
F E R E N C I A Y D E S I G U A L D A D , Elites
tura o lo salvaje con la civilización.
cosmopolitas, Espacios locales, E S T A D O -
La concepción moderna de frontera tien­
N A C I Ó N , Etmcidad, F R O N T E R A , F r o n ­
de a considerarla, según se ha dicho ya, línea
teras económicas. Fronteras políticas y reli­
separadora, producto de una voluntad sobera­ giosas, Fronteras simbólicas, Global v local,
na, pero que debe convertirse también en la H I B R I D A C I Ó N , I D E N T I D A D , Integra-
demarcación natural de dos pueblos. Se trata ción religiosa. Lugar v no-lugar, Megalópolis,
de una concepción que siempre ha oscilado
M IN O R í A S, \ lod e r n idad, M O VI L I D A I ),
entre la idealización nunca cumplida y la rea­ Multiculturalismo en los estudios étnicos,
lización de un conjunto de acciones políticas Na c io na 1ism o. Na tu r a 1izac ió n , Nom a d ism o
que pretenden su concretización. Si aborda­ y turismo, P A T R IM O N IO , Pluralismo sin­
mos la cuestión desde el punto de vista de las
crónico, Segregación, T E R R L I ORIOS, Via­
fronteras intraestatales, nos encontramos, jes y sistemas de movilidad. Violencia política.
más allá de las especificidades políticas y ad­
Tipos.
ministrativas de cada país, con principios de
demarcación idénticos a los que acabamos de
referir. En un país como Portugal, las desig­
naciones regionales no tienen ningún tipo
Fronteras económicas
de connotación *étnica —así, los términos Las reglas del comercio interfronterizo se
“Beira” o “Extrem adura” designan antiguas derivan de la legitimidad del ejercicio de la
fronteras, mientras que “A lentejo” o “Trás- ^autoridad política, más específicamente del
os-Montes” reflejan la perspectiva de la enti­ poder tributario. Si tomamos a Portugal en la
dad administrativa *central—, pero incluso en Edad Media como ejemplo, nos encontramos
España, donde el Estado nunca ha consegui­ con el cobro de una dízima —almojarifazgo—a
do alcanzar un nivel de centralización y ate­ las mercancías importadas y exportadas, tal
nuación de diferencias tan acentuado, las como para aquellas que ^circulaban por el
fronteras internas han sido concebidas como país, particularmente en tránsito fluvial. N a­
líneas fijas, capaces de operar distinciones. turalm ente, desde esa época las cosas han
Estas fronteras no dependen sólo del Estado, cambiado bastante, pero el proceso se sis­
pero, en lo que a éste se refiere, pueden fa­ tematiza con el desarrollo de instrumentos
vorecer la diversidad interna —por ejemplo, jurídicos y de control policial, capaces de
promoviendo una identidad regional folclo- asegurar la eficacia en el derecho de control
rizada— o bien obstaculizarla, sobre todo territorial asumido por la autoridad política
cuando la diversidad se siente como una *nacional. En casos extremos, el Estado pue­
amenaza al ejercicio efectivo de la soberanía. de imponer un régimen de intransponibili-
dad de la #frontera, pero, exceptuando estas
situaciones, lo que está en cuestión es la defi­
Bibliografïa nición de un conjunto de reglas de circulación
de personas y bienes. La definición de estas
ANDERSON, Malcom (1996): Frontiers, Territory reglas, al igual que el respeto o la desobedien­
and State Formation in the M odem World. cia de las mismas, define la dinámica y la his­
Cambridge: Polity Press. toria de cada frontera concreta. Es en este
FOUCHER, Michel (1998): Fronts etfrontières. Un nivel en el que la consideración de la *fronte-
tour du monde géopolitique. Paris: Fayard. ra como recurso se vuelve más evidente. La
HANNERZ, Ulf (1997): “Frontières”. Revue In ­ idea de frontera como raya, esto es, como lí­
ternationale des Sciences Sociales, 154: 597-609. nea de separación emanada y controlada por
SAHLINS, Peter (1989): Frontières et identités na­ el Estado, se revela aquí insuficiente o inade­
tionales. La France et iEspagne dans les Pyrénées cuada. Cuando se piensa en la frontera como
depuis le XVII siècle. Paris: Belin. un recurso, debemos verla como un *territo­
151 Fronteras económicas

rio específico, un espacio que sim ultánea­ mo consecuencia el incremento de la activi­


mente separa y articula dos comunidades y dad contrabandista, de la misma forma que
dos economías. políticas más liberales la convirtieron en me­
El tráfico fronterizo muestra la coexisten­ nos rentable. De igual manera, un diferente
cia en la frontera de dos atributos aparen­ desarrollo económico de los países es factor
temente contradictorios, la separación y el decisivo en la determinación del sentido de la
contacto. Los agentes políticos —^locales, re­ circulación de mano de obra entre Estados y
gionales y nacionales—de ambos lados de la regiones.
frontera, al igual que sus poblaciones, que son Existe documentación sobre la comisión
heterogéneas desde el punto de vista de sus de delitos en el tráfico fronterizo en la raya
intereses y expectativas, intervienen en la os­ hispanolusa desde por lo menos el siglo XIV.
cilación entre la gestión política centralizada La legislación medieval, cuando trata de la
de ese espacio y su utilización como recurso distinción entre la circulación de mercancías
por los grupos locales. Es esta oscilación la prohibidas, como armas o metales amoneda­
que confiere ambigüedad a ese espacio limi- dos, y la mera evasión de impuestos, anticipa
nar que constituye la frontera. Su realidad se la distinción moderna entre contrabando y d e­
define por el modo en que todas estas partes fraudación. Con todo, será necesario que se dé
interactúan en cada momento. Tanto es así un fortalecimiento de las fronteras externas y
que, de la misma forma que podemos indicar de las internas, que aún en el siglo XVIII
convenios de origen medieval establecidos al imponían el pago de impuestos a los produc­
margen de los Estados centrales, como ilus­ tos que entraban en las ciudades, para que el
tran los acuerdos, y formalizados entre pobla­ contrabando interestatal se convierta en un
ciones de los valles pirenaicos, también nos fenómeno social de gran relevancia y en un
encontramos con situaciones de cierre casi ab­ importante recurso para las poblaciones raya­
soluto de fronteras, según ocurrió en Europa, nas. A lo largo del siglo XIX, por medio de la
dividida por el llamado “Telón de A cero”. constitución de cuerpos militares encargados
Está claro que la gestión de una frontera no de la vigilancia de la frontera y de la elabora­
sólo tiene que ver con cuestiones comerciales ción de legislación específica, la frontera his­
stricto sensu. Es un instrumento definidor de panolusa se convertirá en un instrumento de
las relaciones entre naciones independientes, gestión económica. Está claro que la articula­
en las que se incluye la circulación de perso­ ción entre los dos lados de una frontera no só­
nas y bienes. Sin embargo, al margen de estas lo se produce por la actividad comercial, lícita
reglas, la frontera sigue siendo un recurso dis­ o ilícita, ni por la circulación de mano de obra.
ponible. A pesar de todas las prohibiciones y Esta articulación se realiza a varios niveles,
procesos represivos, la frontera es franqueada que van desde las estrategias políticas a las
diariamente por ^emigrantes clandestinos, continuidades y discontinuidades culturales.
provengan éstos de México o del Magreb; lo De todas formas, desde un punto de vista eco­
mismo se puede decir de la circulación co­ nómico, lo que importa discutir es hasta qué
mercial clandestina. Cuando consideramos la punto las relaciones interfronterizas crean
frontera como recurso, contraponemos ense­ una entidad económica específica articulada
guida al Estado con las poblaciones rayanas, por la frontera.
olvidando que ni éstas son una entidad homo­ La actividad del contrabando adquiere
génea ni el Estado entiende siempre la fronte­ una significación diferente según se encare a
ra en base a su función de separación. partir del centro político o de las comunida­
La frontera hispanolusa puede ilustrar, de des locales, pero esto no significa que la cues­
una forma que nos parece clara, las diferentes tión pueda reducirse a la contraposición de
implicaciones que esta frontera suscita. En pri­ diferentes intereses. Creemos que es más ri­
mer lugar, consideremos la cuestión a partir guroso concebir la frontera como un tablero
de los *lugares donde se ejerce el poder políti­ complejo, donde se juegan varias partidas si­
co. La legislación, la ideología dominante y la multáneamente. Desde el punto de vista del
práctica política, dimensiones estructurantes Estado, y dependiendo del sentido de la circu­
de la vida colectiva, han marcado de forma lación de los productos y de su naturaleza, el
decisiva la naturaleza de la frontera y los mo­ contrabando puede ser tanto perseguido co­
dos de circular por ella. Por ejemplo, algunas mo tolerado. En cuanto a las autoridades
políticas proteccionistas, que pretenden el fronterizas, la adecuación de su actuación a
^desarrollo interno de estructuras de produc­ los intereses del Estado acaba por coexistir
ción y combaten la importación, tuvieron co­ con las relaciones personales que inevitable­
Fronteras económicas 152

mente se establecen con los contrabandistas. que todavía se invoca: generoso, incluso des­
Si echamos un vistazo a la historia del contra­ pilfarrador, habituado a diversos vicios, entre
bando en la frontera hispanolusa (Cunha, ellos el juego de cartas. Podemos interpretar
2006; Medina G arcía, 1997; U riarte, 1994), esta generosidad como factor de redistribu­
entenderemos que la decisión de detener al ción de los excesivos beneficios obtenidos por
contrabandista o limitarse a la aprehensión de determinadas personas en ciertos momentos,
la carga transportada se ponderaba a diversos pero, más allá de este aspecto, existe en esta
niveles, pero entre éstos pesaba el criterio per­ representación del contrabandista profesio­
sonal. Con el reclutamiento de guardias natu­ nal un juicio moral. De hecho, al usarse como
rales de regiones diferentes de aquellas donde contrapunto a otra imagen, la del contra­
ejercerían su actividad, se procuraba evitar bandista ocasional, que sólo se dedicaba al
que las relaciones personales pudiesen pesar contrabando como forma de garantizar la
sobre la actividad de vigilancia y combate al subsistencia familiar, aquella representación
contrabando. Sin embargo, la eficacia de me­ consolida una de las narraciones morales que
didas como ésta parece dudosa, sobre todo la frontera estructura.
porque los guardias se integraban en un En el mundo contemporáneo, muy m ar­
microcosmo muy particular, en el cual se cado por un elevado índice de circulación de
manifestaba una ética que les precedía y con­ personas, bienes y servicios, la econ om ía de
dicionaba. frontera se ha diluido en un concepto más am ­
Desde el punto de vista de los contraban­ plio que podemos denominar economía m un­
distas, el juego no era menos complejo: por do. La circulación clandestina de mercancías
una parte, porque ésta es una categoría hete­ en una frontera abierta ha quedado limitada a
rogénea, existiendo diferentes formas de rela­ algunos productos lícitos específicos —tabaco
ción con la actividad; por otra parte, porque el y ganado, por ejemplo—y a productos ilícitos,
contrabando acabó por constituir un factor de como drogas y armas. En general, el contra­
d iferen ciació n en las comunidades locales, bando de estos productos implica una organi­
con consecuencias desde el punto de vista de zación centralizada que desplaza hacia fuera
la estratificación social. Factores como la ca­ del espacio rayano el control del proceso. En
pacidad de iniciativa, la disponibilidad para cierto modo, por lo menos en lo que se refiere
correr riesgos e incluso la suerte, elemento de a los aspectos político y económico, las fronte­
difícil definición, pero siempre invocado co­ ras internas de la Unión Europea, al igual que
mo central, determinan la obtención de dife­ ocurre con otras agregaciones más o menos
rentes resultados para la misma actividad. A formales de economías nacionales, se han di­
lo largo de la frontera hispanolusa la actividad luido, lo cual ha provocado la extinción de un
agrícola ha supuesto la ocupación dominante modo de vida estructurado y estructurante.
de la inmensa mayoría de su población, siendo La desarticulación de esta economía de fron­
el contrabando una actividad complementaria tera se ha traducido, desde el punto de vista
o alternativa a la labranza. El contrabando de de las comunidades locales, en la extinción de
incidencia local, basado en la evasión de tribu­ un recurso que durante décadas contribuyó a
tos de productos lícitos, debe ser considerado la configuración de la estratificación social
fundamentalmente en el ámbito de la econo­ (Uriarte, 1994). Es verdad que, en el plano de
mía doméstica, pues es en el interior de la fa­ las representaciones, la *frontera sigue mar­
milia y en relación con ésta donde se generan cando una separación, con importancia en la
las estrategias y se configuran las redes. estructuración de narraciones que reiteran y
En algunos casos los beneficios obtenidos actualizan distinciones. Sin embargo, los es­
con el contrabando posibilitan un cambio de pacios que operan con una liminaridad activa
estatus; por ejemplo, cuando un contraban­ y no sólo simbólica siguen siendo aquellos
dista de éxito dejaba la actividad directa y pa­ que separan económicamente dos mundos,
saba a tener un grupo de contrabandistas a su como es el caso de las fronteras externas de la
servicio. Ejem plos de esta movilidad social Unión Europea o el límite que separa México
marcan aún el presente de la frontera hispa­ de E E . U U . (Álvarez, 1995). La emigración
nolusa (Cunha, 2006), pero los elevados bene­ clandestina, con los dramas cotidianos que de
ficios obtenidos raramente tenían efectos ella se derivan, traduce bien esta idea de mun­
duraderos sobre la situación económica de los dos en confrontación, separados por la histo­
contrabandistas y sus familias. Estos ingresos ria, pero sobre todo por la economía,
han permitido que el contrabandista profe­ dimensión ésta que expresa de manera in­
sional haya adquirido una imagen destacada equívoca la realidad de un mundo desigual.
153 Fronteras políticas y religiosas

Bibliografía man como natural un límite arbitrario (Bour-


dieu, 1982: 58), son fundamentales en la defi­
ÁLVAREZ, Robert R. Jr. (1995): “The Mexican- nición de un vínculo y en la aceptación de una
US border: the making of an anthropology of pertenencia. Cuando se llevó a cabo la demar­
borderlands”. Annual Review o f Anthropology, cación de la frontera hispanolusa, la “Com i­
^ 24: 447-70. sión de Límites” se encontró con una situación
BÉQUET, Paul (1959): Contrebande et contreban- particularmente ambigua, los llamados “Co­
diers. París: PUF. tos Mixtos”, poblaciones confusamente portu­
CUNHA, Luis (2006): Memoria Social em Campo guesas y españolas, según fueron definidas en
Maior. Usos e percursos da fronteira. Lisboa: aquel momento. Traemos aquí este ejemplo
Dom Quixote. no tanto por la situación de ambigüedad, sino
MEDINA GARCIA, Eusebio (1997): Estudio so­ sobre todo para recordar el modo en que, aún
bre el contrabando de postguerra en Olivenza y su a fines del siglo XVIII, se describía la aceptación
área de influencia. Mérida: Gabinete de Inicia­ de una soberanía por aquellas poblaciones.
tivas Transfronterizas. Los hombres elegían ser vasallos del rey por­
URIARTE, Luis (1994): La Codosera. Cultura de tugués o del español una vez casados, y para
fronteras yfronteras culturales en la Raya luso-ex­ eso sólo tenían que hacer un brindis por el rey
tremeña. Mérida: Asamblea de Extremadura. elegido. Aquel trago de vino, acompañado
por un conjunto de palabras formalizadas, te­
Luis Cunha nía el efecto mágico de instituir un vínculo, en
este caso no a partir de la voluntad soberana,
Véanse además DESARROLLO, Desterrito-
sino de la elección del súbdito.
rialización, DIFERENCIA Y DESIGUAL­
Este ejemplo, que fácilmente clasificamos
DAD, Espacios locales, E S T A D O - N A ­
como premoderno, pero que, paradójicamen­
CIÓN, FRONTERA, Frontera geográfica y
te, parece anticipar la conciencia, que diría­
administrativa, Fronteras políticas y religio­
mos posmoderna, de la arbitrariedad de los
sas, Fronteras simbólicas. Global v local, Lu­
límites políticos y administrativos, nos ha ser­
gar v no-lugar, MIGRACIONES^ MOVILI­
vido aquí para ilustrar un ritual de insti­
DAD, PATRIMONIO, Pluralismo sincróni­
tución. También muestra la coexistencia de
co, Racismo y neorracismo, TERRITORIOS.
diversos planos de producción de sentido so­
bre el mismo objeto. Cuando la “Comisión de
Fronteras políticas L ím ites” finalizó su trabajo, las poblaciones
“confusamente portuguesas y españolas” de
y religiosas los “Cotos Mixtos” vieron su pertenencia de­
finida. El ritual que indicamos más arriba de­
En su trabajo sobre el vocabulario de las jó de tener sentido o siquiera de ser posible.
instituciones indoeuropeas, Em ile Benveniste La ordenación impuesta a aquel espacio se
llama la atención sobre la coincidencia entre derivó de una voluntad soberana, desplazan­
los límites de la sociedad y los límites del po­ do, pero no extinguiendo, la dimensión ritual
der del rey. En esta coincidencia se expresa de la adhesión. La prestación del servicio
una operación de carácter mágico y religioso, militar, las obligaciones fiscales o el registro
efectuada por el personaje del rey, investido formal por el Estado del nacimiento, m atri­
del más alto poder. Por medio de su atributo monio y defunción, son ejemplos de vincula­
de regerefines, esto es, de trazar con líneas rec­ ción a una comunidad imaginada (Anderson,
tas las *fronteras, el rey delimita el interior y 1983). Al igual que de las personas, también
el exterior, el reino de lo sagrado frente al rei­ se hace apropiación del espacio por medio de
no de lo profano, el te rrito rio ^nacional fren­ actos que no dispensan ritualización y magia
te al territorio *extranjero. Podemos decir social. Los hitos fronterizos, con las iniciales
que muchas de las fronteras, que en el presen­ de los países que allí se confrontan, no son só­
te separan #Estados, naciones y aun regiones lo señales convencionales e informativas,
Administrativas, poco tienen que ver con la tienen la función simbólica de indicar los
tradición indoeuropea que Benveniste cita. confines de una ^identidad colectiva. La se-
Sin embargo, la ^naturalización de una fron­ miotización del espacio traduce simultánea­
tera, cualquiera que sea, no se produce sin un mente un deseo de ordenación de lo ^diverso
conjunto de procedimientos simbólicos, in­ y una estrategia de dominio. Es una realidad
vestidos de alguna forma de sacralidad. Los compleja que pasa por las líneas trazadas en
rituales de institución, que consagran o legiti­ un mapa, pero también por las imágenes
Fronteras políticas y religiosas 154

mentales, por los discursos que circulan y define el límite interior/exterior, aunque en la
producen sentido e incluso por un conjunto práctica éste haya sido y siga siendo un límite
de representaciones abstractas y mitológicas. provisional, revisado por la adhesión de nue­
De ese acto de trazar fronteras, dem ar­ vos países, concretada o en proyecto. Tal vez
cando un interior y un exterior, definiendo la esto no convierta este límite externo en una
pertenencia y la diferencia, tal vez conozca­ frontera de expansión a la manera del lim es
mos m ejor las consecuencias que el proceso. romano, pero si bien es cierto que la adhesión
Hemos aprendido a ver las naciones como co­ no implica una conquista, sí que obliga a una
munidades imaginadas, pero al mismo tiem­ especie de conversión, que en última instancia
po descubrimos que los factores primordiales tiene el sentido de la aceptación de un vínculo
que han estado en la base de esta realidad cultural, como ilustran las dificultades de ad­
imaginada que es el Estado-nación han deja­ hesión de un país como Turquía.
do de poder concebirse como coincidentes Las fronteras políticas y administrativas
con cualquier frontera administrativa. La no se limitan a frenar o dificultar los *flujos
lengua, el color de la piel o el establecimiento de bienes, personas e ideas que las cruzan;
de relaciones de parentesco se han convertido también provocan un efecto de deformación,
hasta tal punto en factores *globalizados que contribuyendo a crear o reproducir represen­
están refundando la imaginación política y taciones Estereotipadas del otro. La atenua­
social, creando nuevas narraciones y mitogra- ción de estas fronteras o, cuando esto no se
fías, haciendo emerger aquello que A rjun verifica, la aceleración y multiplicación de los
Appadurai (1996: 38) denomina mundo polí­ flujos provocan modificaciones en aquellos
tico *poscolonial. Globalización no significa ejercicios de deform ación. No quiere decir
ausencia de fronteras, pero conduce inevita­ que los extingan, una vez que participan de
blemente al cuestionamiento de los regíme­ cualquier proceso de constitución de identi­
nes de pertenencia y fidelización. Tener una dades sociales, pero sí focalizan en la cultura,
identidad sigue pasando por un reconocimien­ en una determinada representación de la cul­
to de pertenencia; pero no sólo esa pertenen­ tura, el debate de la identidad/*alteridad. Las
cia se ha diluido en diversas instancias, sino grandes ^metrópolis europeas o americanas
que todas ellas se revelan cada vez más hete­ contienen una enorme diversidad, tanto en lo
rogéneas. La variabilidad de regímenes de que se refiere a la lengua como a la N aciona­
pertenencia (García Canclini, 1989: XXXIII) lidad, al color de la piel, a la religión, etc. Si el
vuelve más difusos, inciertos y volátiles los “otro” sigue siendo un extraño, ya no lo es por
procesos de vinculación. El ideal de coheren­ culpa de una frontera política que le esconde
cia perseguido por el Estado-nación, en el y deforma, sino por un conjunto de fronteras
que lengua, historia y #cultura nacional for­ culturales que reifican la diferencia. En este
maban un todo, ya no es posible, ni siquiera contexto, las fronteras religiosas parecen des­
en el plano de la idealización. empeñar un papel particularm ente im por­
Esta complejidad creciente de las señales tante. No se trata de nada nuevo, quede claro.
de pertenencia y de las prácticas sociales que Appadurai (1996: 44) considera que la guerra
de ella se derivan no implica la extinción del y las religiones de conversión fueron hasta el
Estado o de la nación. Por una parte, esto ocu­ siglo XX las dos principales fuerzas de interac­
rre porque el primero puede vivir sin la se­ ción cultural duradera. El islam es el ejemplo
gunda, es decir, el Estado puede encontrar más importante y más presente de la superpo­
vías de legitimación al margen de la nación. sición de una identidad religiosa a las fron­
En cuanto a ésta, a pesar de estar amenazada, teras políticas, pero la fragmentación de la ex
sigue siendo una instancia de vinculación que Yugoslavia, la división de Chipre o las tensio­
resiste y sobrevive a cualquier tipo de cultura nes de católicos y protestantes en Belfast son
#transnacional (Hannerz, 1996: 135 y ss.). La buenos ejemplos de la dramatización de las
disolución de las fronteras internacionales y fronteras religiosas.
la adopción de una moneda única en el ámbi­ La definición de fronteras políticas se de­
to de la Unión Europea no ha conducido a la riva, según hemos dicho ya, de una voluntad
desaparición del sentimiento de vinculación a soberana. Sin embargo, su reconocimiento y
una nación, pero ha introducido nuevos refe­ eficacia son producto de la capacidad de im­
rentes de pertenencia, provocando efectos poner la lealtad a las poblaciones que circuns­
profundos en la conceptualización del espacio cribe. La expresión máxima de esta lealtad es
y en las redes de sociabilidad. Por otra parte, el honor de morir por la patria, ese sacrificio
el fortalecimiento de las fronteras externas re­ personal supremo que se complementa con la
155 Fronteras simbólicas

disponibilidad de matar en su nombre. Son de injerencia, Desterritorialización, D I F E -


actos de desprendimiento que el Estado-na­ ' N C I A Y D E S I G U A L D A D , Elites cos-
ción exige en exclusiva para sí mismo. No se mopol itas, ES P A C I ( ) - T I E M P O , Espacios
trata solamente de poseer el monopolio de la 1oc a 1e s, E S T A D O - N A C 1Ó N , E S T E R E O -
*violencia legítima, sino de marcar en el dis­ T IPO S Y E S E N C IA L IZ A C IÓ N , Extran­
curso y en la práctica un vínculo de lealtad sin jero, F R O N T E R A , Fron tera geográfica y
competencia. Una hipótesis que vale la pena administrativa, Fronteras económicas, F ro n ­
barajar es la posibilidad de que la erosión de teras simbólicas, G L O B A L I Z A C I O N ,
las fronteras físicas y simbólicas del Estado- Globalización y antiglobalización, I D E N T I ­
nación esté permitiendo la constitución de D A D , L u g a r y no-lugar, Megalopolis, M I­
nuevos vínculos de lealtad. La religión, que N O R I A S , M O V I L I D A D , Nacionalidad,
habría sido la base fundamental de vincula­ Nacionalismo, Naturalización, Pluralismo
ción en el mundo premoderno, parece reasu­ sincrónico, P1 urinacionalidad. Poscolonia­
mir mayor protagonismo en una época a la lism o , P O S M O D E R N I D A D , T E R R I ­
que, aunque de forma provisional e incluso T O R I O S , Transculturación, V I O L E N C I A
escéptica, podemos llam ar posnacional. La PO LÍTIC A .
idea de que la lealtad a una instancia colecti­
va, suficientemente amplia y difusa para ca­
ber en el concepto de comunidad imaginada,
Fronteras simbólicas
persiste a pesar de los cambios, merece ser En las últimas décadas del siglo X X se asis­
destacada. Podemos concebir un mundo sin tió a un cuestionamiento de la concepción ge­
fronteras políticas, económicas o ideológicas, opolítica que se había ido imponiendo como
pero difícilm ente acertarem os si lo conce­ matriz de la *modernidad y que se basaba en
bimos sin una im aginación productora de buena medida en el ideal de convergencia,
diferencias. Desde este punto de vista, la en un mismo ^territorio, de una unidad políti­
consideración de las fronteras como objeto de ca y de una id en tid ad ^nacional. Existieron
estudio nos revela fundamentalmente proce­ dinámicas históricas, económicas y sociales que
sos de desplazamiento de sentidos identi- condujeron a ese cuestionamiento, entre las
tarios, pero no su desaparición. Entendida cuales se cuentan la fragilidad de algunas
simultáneamente como expresión y produc­ ^fronteras legadas por el C olonialism o, la
tora de vínculos, la frontera es una realidad acentuación de la *globalización económica
constantemente inventada e imaginada, aun­ o el *desarrollo de los #medios de comunica­
que sean diferentes los materiales que en cada ción, lo que permitió acortar el tiempo y la
momento le dan forma. distancia a escala planetaria. El abordaje de
la frontera por los estudios sociales y culturales
pasó a privilegiar la idea de la *artificialidad
Bibliografía de los trazados fronterizos y de la identidad
subsumida en la nación. La contingencia his­
ANDERSON, Benedict (1983): Imagined Com ­ tórica de las *fronteras políticas y su natural
munities. Reflections on the Origin and Spread o f porosidad se contraponía a la determinación
Nationalism. London: Verso. jurídica y política, por esto mismo artificial,
APPADURAI, Arjun (2004 [1996]): Dimensóes de un mundo como archipiélago de ^Estados
Culturáis da Globalizaçâo. Lisboa: Teorema, y de naciones consolidadas en torno a una su­
2004. puesta identidad común.
BOURDIEU, Pierre (1982): “Les rites comme ac­ Una concepción como ésta, que rechaza la
tes d’institution”. Actes de la Recherche en reificación de las identidades producidas a
Sciences Sociales, 43: 58-63. partir de la matriz del *Estado-nación, corre
GARCÍA CANCLINI, Néstor (2003 [1989]): C ul­ el riesgo, paradójicamente, de producir otras
turas híbridas: Sâo Paulo: Edusp. esencializaciones. Al contraponer el Estado a
HANNERZ, Ulf (1996): Conexiones Transnaciona­ las #comunidades locales, se incurre fácil­
les. Cultura, gente, lugares. Madrid: Ediciones mente en una simplificación que coloca, de
Cátedra. una parte, la ^violencia física y simbólica de los
aparatos del Estado y, de otra, la resistencia de
Luis Cunha
las comunidades locales. En consecuencia,
éstas pueden considerarse unidades que la
Véanse además A L T E R I D A D , Centro-peri­ frontera jurídica comprime por medio de
feria, C I U D A D A N Í A , C U L T U R A , Derecho la inevitable e innegable vinculación a la enti­
Fronteras simbólicas 156

dad política estatal. La idea de cultura de fr o n ­ la idea de coexistencia de culturas distintas en


tera sintetiza esta concepción. El énfasis se un mismo espacio (García Canclini, 2004: 15).
puede poner tanto en la resistencia a la violen­ Fredrik Barth (1969), al llamar la atención
cia normativa del Estado como en la cons­ sobre la importancia del estudio de la natura­
trucción de soluciones de reproducción social leza de las fronteras, marcó un camino que,
a partir de las relaciones transfronterizas. En pasadas más de tres décadas, parece aún poco
el primer caso se atiende a las autoridades po­ transitado. A pesar de que la etnografía no
liciales o militares que vigilan la frontera des­ haya tomado las fronteras interestatales como
de ambos lados, pero también a una escuela campo privilegiado de investigación, lo que
que vehicula una lengua y una historia y, por estas fronteras revelan y han ido revelando en
medio de éstas, el sentido de pertenencia a el pasado debe ser tomado como caso particu­
una ^cultura nacional territorializada. El lar de Circulación y contacto cultural y, desde
segundo enfoque llama la atención sobre la este punto de vista, como algo a tener en
ancestralidad y preservación de lazos trans­ cuenta en el debate de la interculturalidad.
fronterizos que se basan en intercambios lin­ Cuando se trata de considerar la continui-
güísticos y culturales y en el establecimiento dad/discontinuidad cultural, la etnografía de
de relaciones comerciales y matrimoniales. la frontera resulta interesante como materia
Desde un cierto punto de vista, el cambio de reflexión. Con todo, es importante que se
de concepción al que acabamos de aludir no encaren las fronteras no tanto como marcado­
implicó verdaderamente un nuevo paradig­ res de discontinuidades, sino sobre todo como
ma. Desde la óptica de la identidad atribuida, espacios de liminaridad. Es un lugar de iden­
de lo que se trata es de desplazar de la nación tidades difusas, donde el otro está siempre
hacia la comunidad local el lugar de produc­ presente, al alcance de la vista, pero donde, al
ción y reproducción de una cultura que se mismo tiempo, resulta habitual que se exija y
supone compartida y vinculativa. De esta ma­ se afirme una especie de incremento de fideli­
nera, la cuestión de la frontera, aquí entendi­ dad a los valores de la nación. Lugar de cruce
da como límite de la identidad, no llega a ser y mezcla de referencias culturales tan fun­
discutida, ya que, a fin de cuentas, una esen­ damentales como la lengua, las fronteras
cialización sustituye a otra. Cuando aún era interestatales conforman una permanente
posible imaginar un mundo como un mosaico ambigüedad que marca su día a día. En lo que
de discontinuidades culturales, trazadas a se refiere a poderes formales, nacionales o lo­
partir de la matriz de las identidades naciona­ cales, y en relación a las representaciones y
les, las fronteras eran entendidas como los prácticas sociales de quien allí vive, las fronte­
márgenes y, por este motivo, como ^lugares ras se revelan como lugares de disputa, donde
privilegiados de intercepción y *m estizaje ni las fusiones eliminan las diferencias ni éstas
cultural. Lo que ha ocurrido en estas últimas se circunscriben a la demarcación política y
décadas es que esta cualidad atribuida y, aun­ administrativa.
que en grados diversos, efectivamente vivida Los conceptos de *flu jo y de hibridación
en los espacios fronterizos, se ha ampliado a han venido siendo utilizados como conceptos
toda la sociedad. Creemos que el problema no importantes, capaces de dar cuenta de un con­
reside tanto en la aceptación de este diagnós­ junto de procesos que dinamizan y estructu­
tico como en la manera de abordar la cues­ ran las identidades sociales (Hannerz, 1997).
tión. Cualquier simplificación implica un Del primero de estos conceptos se puede decir
riesgo evidente: la vieja fantasía de la nación que recupera la idea de difusión cultural, re­
una y cohesionada, fundamentada en un pa­ binando el concepto y despojándolo de los
sado y en una lengua comunes, resurge en la excesos que lo llevaron a una justa estigmati-
idea de nación que combina y sintetiza la *di- zación por la antropología (Brom berger y
versidad, que la re-compone en un marco de Morel, 2000). Es un concepto importante por
in tegración política y cultural. Esta solución diversas razones, pero destacamos entre ellas
*m ulticultural, entendida como yuxtaposi­ la posibilidad de permitirnos considerar el fe­
ción de *etnias o grupos, sigue postulando la nómeno de la circulación cultural de una for­
discontinuidad cultural, sin dar cuenta de ma compleja. A la idea de flujo se asocia la de
la dimensión in tercu ltu ral de la #globaliza- variabilidad, sea ésta considerada en cuanto a
ción. Se hace necesario operar el paso de la dirección, intensidad o velocidad, lo que nos
multiculturalidad a la interculturalidad, pues permite articular las categorías de espacio y
ésta significa sobreponer la confrontación, la tiempo, ejes fundamentales de los procesos de
negociación y los intercambios culturales, a reproducción social. Por otra parte, este énfa­
157 Fronteras simbólicas

sis en la variabilidad permite evidenciar que cir, de definir las fronteras sociales. Ú nica­
los agentes y grupos sociales que se cruzan en mente como proceso, nunca acabado, puede
las fronteras, sean éstas cuales sean, cuentan ser entendida la frontera, asociándose de esta
con ^recursos desiguales. De hecho, no basta forma un espacio, físico o simbólico, a una
indicar los flujos, también interesa entender temporalidad concreta.
que éstos sostienen y reproducen desigualda­
des. Por este motivo, pensar en flujos igual­
mente significa pensar en resistencia, tanto en Bibliografía
la que se observa en la práctica cotidiana co­
mo en la que se enuncia, es decir, en la que se BARTH, Fredrik (ed.) (1969): Ethnie groups and
corporeiza en el discurso, lo que una vez más boundaries. Bergen-Oslo-Boston: Universitets
nos remite a la temporalidad. La memoria so­ Forlaget, Little Brown.
cial que de esta forma traemos aquí debe ser BR O M BERG ER, Christian; M O REL, Alain
vista, pues, como un instrumento con el que (2000): “L’ethnologie à l’épreuve des frontières
se piensan, refuerzan o recrean las fronteras culturelles”, en C. Bromberger y A. Morel
sociales y culturales de los grupos. (dirs.), Limites floues frontières vives. Paris:
El concepto de hibridación ha sido usado Maison des sciences de l’homme, 3-24.
por diversas disciplinas, desde la biología a los GARCÍA CANCLINI, Néstor (2004): Diferentes,
estudios literarios, y ha acabado por revelarse desiguales y desconectados. Mapas de la intercul-
como un térm ino repleto de ambigüedades turalidad. Barcelona: Gedisa.
(Hannerz, 1997: 14). En el estudio de los terri­ HANNERZ, Ulf (1997): “Fluxos, fronteiras, hí­
torios de frontera, la idea de hibridismo se bridos: palavras-chave da antropología trans­
adecúa no sólo a la descripción del objeto, si­ nacional”. Mana , 3 (1), Rio de Janeiro, 7-39
no también a la comprensión de los procesos M IC H A E LS EN , Scout; JOHNSON, David
que llevan a la configuración de esos territo­ (orgs.) (2003 [1997]): Teoría de lafrontera. Los
rios. Si la idea de flujo se puede entender co­ límites de la política cultural : Barcelona: Ge­
mo un redescubrimiento de las virtudes de la disa.
noción de difusión, el concepto de hibridismo Luis Cunha
ayuda a repensar el constructo de *acultura-
ción. Evidentemente, es importante destacar
la m ultilateralidad, contraponiéndola a la Véanse además Aculturación, Centro-perife­
idea de transformación unilateral con la que ria, C O L O N IA L IS M O Y A N T I C O L O N IA -
en el pasado se consideró la difusión cultural. L I SM O , C U L T U R A , D E S A R R O I .L O ,
De la misma forma, el hibridismo debe sobre­ Deste r r ito r ia 1i za c ió n , D IF E R E N C IA Y
poner a la idea de discontinuidad que el tér­ D E S I G U A L D A D , Espacio de los flujos, E S ­
mino aculturación lleva consigo, la noción P A C I O - T I E M P O , Espacios locales, E S T A ­
contraria. El ser híbrido tiene en la frontera ISO - N A C IÓ N , E t n ici d a d, F R O N T E R A ,
su hábitat, no sus límites. Esto no significa, Frontera geográfica y administrativa. Fronte­
quede claro, que las fronteras no existan y no ras económicas, Fronteras políticas y religio­
demarquen efectivam ente el espacio social, sas, G L O B A 1A Z A C IÓ N , H IB R ID A G IO N ,
sino únicamente que esa demarcación es di­ I D E N T I D A D , I N T E G R A C I Ó N , Intercul-
námica. La recomendación de Barth sobre la turalidad, L u gar y no-lugar, M IN O R IA S ,
atención que se debe prestar a la naturaleza Modernidad, MOVI L ID A I), M U L T I C U L -
de las fronteras resulta ahora más clara: se T U R A L IS M O , M u 11i1oc a 1, Nación a 1id a d ,
trata de una naturaleza fluida, provisional, Nacionalismo, N om adism o y turismo, P A ­
contingente, pero que impone sentidos y T R I M O N I O , Pluralismo sincrónico, Pluri-
representaciones. Una naturaleza que debe nacionalidad, Sujeto intercultural, T E R R I ­
entenderse en la disputa de los grupos sociales T O R I O S , Viajes v sistemas de movilidad,
por la legitimidad de producir sentido, es de­ V I O L E N C I A P O L Í T I C A.
G
kin calificó el genocidio de crim en interna­
Genocidio cional porque apela a toda la humanidad, pe­
Este término, creado por el jurista polaco ro también porque resultaría incongruente, y
Raphael Lemkin en 1943 a partir de la pala­ a la vez poco práctico, considerarlo de ámbito
bra griega genos —raza, clan—y el sufijo latino nacional, dado que la naturaleza de este cri­
cide —matar—, se refiere a la negación del dere­ men está conformada por el Estado. Genoci­
cho a existir para poblaciones definidas dio contiene una referencia a lo particular y a
en términos étnicos, nacionales, raciales o lo general: las víctimas pertenecen o son ads­
religiosos. El genocidio no significa nece­ critas a grupos nacionales, raciales o religiosos
sariamente, según Lemkin (1944: 79), “la in­ específicos, pero lo que se niega de ellas es su
mediata destrucción de una nación, excepto condición humana. La difusión por los m e­
cuando se lleva a cabo mediante el asesinato dios de comunicación de masas de ideologías
masivo de todos sus miembros. Se refiere más políticas que niegan la humanidad del otro
bien a un plan coordinado de diferentes ac­ constituye un primer paso en el proceso de ge­
ciones que pretende la destrucción de las nocidio. El término “deshumanización”, re­
bases esenciales de la vida de los grupos na­ ferido al proceso de degradación simbólica y
cionales con el fin de aniquilarlos”. Este física que sufren las víctimas, ha sido consi­
plan incluye “la desintegración de las institu­ derado inadecuado por algún autor, que
ciones políticas y sociales, de la cultura, de la argumenta que el verdadero proceso de des­
lengua, de los sentimientos nacionales, de humanización es sólo imputable a los perpe­
la religión y de la existencia económica de los tradores de los genocidios.
grupos nacionales, y la destrucción de la segu­ El siglo XX ha sido llamado “siglo del geno­
ridad personal, la libertad, la salud, la digni­ cidio” por el número de genocidios y la cantidad
dad e incluso las vidas de los individuos de sus víctimas. La relación entre genocidio y
pertenecientes a tales grupos” (opus citado, *Estado-nación ha sido afirmada por muchos
1944: 79). Ni los términos “asesinato masivo” autores: Arendt (1963) destaca el inherente po­
ni “desnacionalización” eran suficientes, dado tencial genocida del Estado moderno; Kuper
que el primero no ponía de relieve la motiva­ (Hinton, 2002a) mantiene que la mayor arena
ción de los asesinatos nazis ni el segundo impli­ para el genocidio contemporáneo se localiza en
caba la destrucción biológica. Basándose en el el seno del Estado soberano, y Fein (Hinton,
estudio de la legislación promulgada y aplica­ 2002a: 79) afirma que virtualmente todos los
da por los nazis, Lem kin fue el primero en científicos sociales reconocen que “el genocidio
darse cuenta de que la persecución e/y exter­ es primariamente un crimen de Estado”. El ge­
minio de judíos, polacos y otros grupos no nocidio es la cara “antihumana” del Estado, se­
eran incidentales, ni accidentales, ni meros gún expresión de Primo Levi.
actos de venganza, sino que constituían la Bauman (1989) relaciona genocidio con
esencia de la ocupación nazi de Europa. Lem ­ ^modernidad, un término más amplio y me­
Genocidio 160

nos preciso. Sin ignorar el papel del Estado- transmisión de la vida y de la identidad, la
nación, destaca la cara perversa de dos ele­ concepción de la procreación subyacente a
mentos centrales de la sociedad moderna: la la política del triunvirato era más moderna,
burocracia y la ciencia disociada de los valores acorde también con el proceso de moderniza­
morales. H illberg afirma que “cuando en ción que impulsaban, que incluía la transfor­
1933 el primer burócrata alemán redactó la mación del imperio otomano en un Estado-
primera definición de ‘no-ario’ en un docu­ nación turco, lo que implicó que los armenios
mento administrativo, la suerte de los judíos cambiaran su estatus de comunidad religiosa
quedó ya marcada” (Bauman, 1989: 61). Bau- no musulmana al de nacionalidad ajena a la
man señala que “como todo lo que se hace de nación turca.
forma moderna, y por tanto racional, planifi­ La definición adoptada por la Convención
cada, científica, experta, bien gestionada y co­ de la O N U en 1948, que no hubiera sido posi­
ordinada, el holocausto sobrepasa en mucho a ble sin la elaboración intelectual y la acción
todos sus equivalentes premodernos” (opus diplomática de Lemkin, no recoge la dimen­
cit., 1989: 152). sión cultural, un elemento básico de la defi­
La Convención para la Prevención y la nición de Lem kin. La definición oficial de
Sanción del Delito de Genocidio de las N a­ genocidio no incluye de manera explícita la
ciones Unidas adoptó y sancionó en 1948 la persecución y destrucción de una lengua y de
siguiente definición de genocidio: “cuales­ una cultura, es decir, el genocidio cultural.
quiera de los siguientes actos realizados con la No contempla tampoco la persecución y el ex­
intención de destruir, en su totalidad o en par­ terminio de otros tipos de grupo, tales como
te, un grupo nacional, étnico, racial o religio­ los grupos políticos y las clases sociales, con lo
so, tales como: a) matanza de miembros del que se plantea el problema de cómo concep­
grupo; b) lesión grave a la integridad física o tuar la persecución y el exterminio de los opo­
mental de los miembros del grupo; c) someti­ nentes y disidentes políticos por parte de los
miento intencionado del grupo a condiciones regímenes totalitarios. La definición oficial
de existencia que conlleven necesariamente impide por principio equiparar genocidio a
su destrucción física, total o parcial; d) medi­ persecución política y equiparar los efectos
das destinadas a impedir los nacimientos en el del primero con los de la segunda. Por ejem ­
seno del grupo; e) transferencia forzada de ni­ plo, en la medida en que los confinados en el
ños del grupo a otro grupo” (Hinton, 2002a: Gulag soviético no constituyen un grupo étni­
43-44). co o racial, no se les puede aplicar el término
Las dos últimas acciones representan un “genocidio”. Pero a pesar de ello se ha plantea­
atentado contra el sistema de procreación. El do repetidamente la comparación entre el
sistema de procreación define la naturale­ Holocausto y el Gulag, una comparación que
za de las personas y de las relaciones recípro­ hace énfasis en las semejanzas y suele dejar de
cas implicadas en este proceso. Por ejemplo, lado las diferencias. Entre las primeras se ha­
mientras que para sectores de la administra­ llan la planificación por parte de un poder to­
ción y de la población turca resultaba acep­ talitario y la intencionalidad de las matanzas
table la incorporación forzada de mujeres relacionada con la planificación. Las diferen­
jóvenes y niños armenios a familias turcas, el cias son múltiples e importantes. Una de ellas,
triunvirato gobernante concibió e impuso probablemente la más significativa, se refiere
el exterminio generalizado (1915-1923) de la a la conceptuación de las víctimas y a la dis­
población armenia. Concepciones distintas de tinta ideología en que estaba basada. Holquist
la procreación se relacionan con prácticas di­ (Bartov, 2000) señala que, por contraste con el
ferenciadas en el contexto de la deportación y modelo biológico-racial del régimen nacional
del exterm inio de los armenios, pero ambas socialista, el sistema soviético utilizó uno
prácticas encajan dentro de la definición de fundamentalmente sociológico. Por ello, “los
genocidio. El rapto, el casamiento forzado soviets no concibieron su misión como intrín­
de mujeres y otras prácticas, la “adopción”, la secamente relacionada con la eliminación fí­
conversión forzada, el cambio de nombres, sica total de un grupo particular, ni con la
etc., perseguían el objetivo general del geno­ completa aniquilación física de todos los seres
cidio: la desaparición biológica y social de un humanos pertenecientes a esta particular ca­
grupo étnico, definido como nacional. Mien­ tegoría sociológica” (Bartov, 2000: 141). Co-
tras sectores de la población turca actuaban de quio (1999: 35) considera que el régimen
acuerdo con una concepción de la procrea­ soviético, a diferencia del nazi, “no naturaliza
ción que minimiza el papel de la mujer en la a su enemigo hasta el punto de atacar filia­
161 Genocidio

ción, nacim iento y descendencia”. Prim o La definición de grupo plantea problemas


Levi (1998: 98), superviviente de un campo tanto para los tribunales de justicia como para
de exterm inio nazi, escribió: “Estudié bien los investigadores. Es preciso tomar en conside­
el prim er libro de Solenitsin, para ver las ración el contexto total para captar el significa­
afinidades y las divergencias entre los Lager do de las categorías sociales y culturales. El
rusos y los alemanes, y puedo decir una cosa: tribunal penal internacional para Ruanda tuvo
en los Lager rusos la muerte es un subpro­ que definir qué entendía por grupo víctima,
ducto, no es la finalidad. Y esto es una bue­ dado que compartía con los agresores la misma
na diferencia.” lengua, religión y cultura. El tribunal recono­
La alternativa ha sido proponer una defi­ ció en primer lugar que las víctimas formaban
nición más comprehensiva desde el punto de parte de un grupo estable y permanente, carac­
vista sociológico. Lein (Hinton, 2002a: 82) de­ terísticas objetivas, y luego tomó en considera­
fine el genocidio como una “acción sostenida ción la percepción que tenía de las víctimas el
e intencionada de destrucción física de una grupo perpetrador del genocidio. Ambas pers­
colectividad directa o indirectamente, a tra­ pectivas resultan complementarias.
vés de la interdicción de la reproducción bio­ Dadrian (Rosenbaum, 2001) ha seleccio­
lógica y social de los miembros del grupo, nado los siguientes criterios para comparar el
acción sostenida a pesar de la rendición o la genocidio armenio y el Holocausto, que po­
ausencia de amenaza que ofrece la víctima”. drían ser utilizados en otras comparaciones:
Hinton (2002a: 1) añade que la razón para el profundidad histórica de la persecución, esta­
exterminio de un grupo es “a causa de lo que tus permanente de ^minoría en relación al
es”, a lo que se podría agregar: “o de lo que se grupo perpetrador del genocidio, vulnerabili­
le atribuye que es”. Kuper sostiene que la de­ dad creciente frente a la impunidad creciente
finición de la O N U contiene un núcleo válido para el grupo perpetrador del genocidio, es­
para un uso interdisciplinario, que Bjorlund, tructura de oportunidad para cometer un ge­
Markusen y Mennecke (Leierstein, 2005: 25) nocidio relacionada con la declaración y el
concretan en “la destrucción intencional de desarrollo de una guerra, rol decisivo de par­
por lo menos una parte de un grupo”. El cri­ tidos políticos monolíticos que controlan el
terio de intencionalidad es un requisito sine Estado, y el genocidio como una función de la
qu a non. Probar la intencionalidad resulta reestructuración social. Este último criterio se
problemático tanto desde el punto de vista asemeja a la formulación de Barm an, que
jurídico como sociológico, histórico, etc. Los considera el Holocausto como un elemento
tribunales penales internacionales para la de ingeniería social para crear un orden social
antigua Yugoslavia y para Ruanda han inferi­ nuevo de acuerdo con un proyecto de socie­
do la intencionalidad genocida basándose en dad ideal con una jerarquía nítida de razas, lo
la denominada “evidencia circunstancial”. El que implicaba la eliminación de la raza, o
tribunal de Ruanda tomó en consideración “antirraza”, que perturbaba el modelo ideal y
para probar la intención genocida “la natura­ social. Algunos autores sostienen que la ideo­
leza sistemática de las ejecuciones, la mutila­ logía racial antisemita de los nazis es el factor
ción de las víctimas a fin de inmovilizarlas, la determinante para explicar el Holocausto y lo
ejecución de recién nacidos, de mujeres hutu que le distingue de otros genocidios, mientras
embarazadas por hombres tutsi, el levanta­ que otros adoptan explicaciones menos inten­
miento de barricadas para impedir que los cionales de Holocausto y se inclinan, por lo
tutsi escapasen y el uso de la radio para difun­ tanto, por explicaciones más funcionales.
dir propaganda antitutsi y facilitar la locali­ La célebre frase de Kurtz, el protagonista
zación de las víctimas” (Feierstein, 2005: 32). de E l corazón de las tinieblas (1902), de Con-
La planificación es una característica funda­ rad, “exterminad a todos los salvajes”, desen­
mental del genocidio y constituye una de las mascara de manera brutal la retórica del
principales pruebas de la intencionalidad. proyecto civilizador asociado con la coloniza­
Lespinay (Coquio, 1999:315) ha señalado que ción de los pueblos indígenas y asocia de for­
“con la ayuda de una propaganda permanen­ ma estrecha dos tipos de política: colonizar y
te desde la independencia, del encuadramien- exterminar. Otro aspecto a considerar es has­
to rígido de la población por el Estado, del ta qué punto la ideología política y la política
partido gubernamental y de sus medios de co­ de exterm inio llevada a cabo por Alemania
m unicación, el genocidio de los tutsis fue con los herero de Namibia (1904-1907) y por
masivo, rápido, con un gran número de eje­ otros países europeos o poblaciones origina­
cutores de todas las edades”. rias de Europa con otros pueblos indígenas
Global y local 162

sirvió para el más importante genocidio co­ connotaciones negativas que legitiman de algu­
metido en el corazón de Europa, el genocidio na manera la violencia ejercida sobre ellas.
efectuado por los nazis. Según Lindqvist
(2004), la doctrina del espacio vital, elemento
ideológico clave para el exterminio acometi­ Bibliografía
do por los nazis, procede de la ideología que
justificó la expansión imperialista. Según la ARENDT, Hannah (1963): Eichmann in Jerusa­
doctrina del espacio vital, “los judíos eran un lem: A Report on the Banality o f Evil. New
pueblo sin tierra, igual que las primitivas tri­ York: Viking Press.
bus de cazadores en el interior de Africa. Per­ BARTOV, Omer (2000): Mirrors o f Destruction.
tenecían a una raza más inferior aún que los War, Genocide, and Modern Identity. New
rusos y los polacos, una raza que no podía exi­ York: Oxford University Press.
gir derecho a la vida. Era simplemente natu­ BAUMAN, Zygmunt (1989): Modernity and the
ral que este tipo de razas —llámense ahora Holocaust. Cornell: Cornell University Press.
tasmanios, indios o judíos—fueran exterm i­ COQUIO, Catherine (ed.) (1999): Parler des camps,
nadas si estorbaban en el cam ino” (opus cit., penser lesgénocides. Paris: Albin Michel.
2004: 212). Detrás de esta formulación está el FE1ERSTEIN, Daniel (ed.) (2005): Genocidio. Ca­
postulado del darwinismo social de la desapa­ seros: Eduntref.
rición de las razas consideradas inferiores, FR1GOLÉ, Joan (2003): Cultura y genocidio. Bar­
que no deben ser un obstáculo para el progre­ celona: Universidad de Barcelona.
so que se considera inexorable. Para L ind q­ HINTON, Alexander (ed.) (2002a): Genocide. An
vist, el salto desde “las masacres al genocidio” Anthropological Reader. Oxford: Blackwell.
se dio sólo cuando “la tradición antisemita — (2002b): Annihilating Difference. The Anthropo­
converge con la tradición genocida que surgió logy o f Genocide. Berkeley: University of Cali­
con la expansión de Europa en América, Aus­ fornia Press.
tralia, África y Asia” (Lindqvist, 2004: 212). LEMKIN, Raphael (1944): Axis Rule in Occupied
Naimark (2002) distingue entre limpieza Europe. Washington: Carnegie Endowment
étnica y genocidio porque considera que “son for International Peace.
dos actividades diferentes y las diferencias en­ LEVI, Primo (1998): Entrevistas y Conversaciones.
tre ellos son importantes”. La limpieza étnica Barcelona: Península.
pretende “la remoción de un pueblo y a veces LINDQVIST, Sven (2004): Exterminad a todos los
también de todas sus huellas de un territorio” salvajes. México: Océano.
(opus cit., 2002: 3), habiendo sido declarado NAIMARK, Norman (2001): Fires o f Hatred.
previamente como extranjero. Limpieza ét­ Ethnic Cleansing in Twentieth Century Europe.
nica implica la deportación de una población. Cambridge, Mass.: Harvard University Press.
Dadrian (Rosenbaum, 2001: 153) escribe so­ ROSENBAUM, Alan (ed.) (2001): Is the Holocaust
bre ella: “el método más chocante y al mismo Unique? Perspectives on Comparative Genocide.
tiempo más funcional de atrapar a la pobla­ Westview: Boulder, Co.
ción víctima, judía y armenia, fue la confian­
Joan Frigolé Reixach
za en el térm ino ‘deportación’ ”. La palabra
era fácil de explicar y entender en el contexto
de las exigencias de la guerra. Permitía que
Véanse además Acciones afirmativas, Acul-
las víctimas se fijaran en lo que denotaba, sin
turación, C O L O N I A L IS M O Y A N T I ­
que sospecharan lo que podía connotar para
C O L O N 1A LIS M O, D I F E R E N C I A Y
los perpetradores del genocidio. Para refor­
DESIGUALDAD, Discriminación positiva,
zar la imagen de falta de incomodidad tem ­ ESTADO-NACION, Etnicidad, Etnocentris-
poral se usaban en ambos casos términos
mo y relativismo cultural, Etnocidio, H I ­
como “reubicación”. Bringa (Hinton, 2002b: BRIDACIÓN, IDENTIDAD, MINORÍAS,
23) escribe sobre este término en relación a la
Mod c rnidad, Na c io na1ism o, Naturalización,
guerra en la ex Yugoslavia y más en concreto
Racismo v ncorracismo, Segregación. Sujeto
en Bosnia-Hercegovina: “El uso del término
intercultural, VIOLENCIA POLÍTICA, Vio­
vago lim pieza étnica exotizó la violencia y, a
lencia política. Tipos, Xenofobia y xenofilia.
diferencia del término genocidio, no conlleva
el imperativo legal de la intervención.” La
metáfora “limpieza” proyecta sobre las víctimas
Global y local
ideas de fuera de lugar, incompatibilidad con el Los cambios #espacio-temporales que
orden clasificatorio y suciedad, un conjunto de acarrea la *globalización han sido objeto de
163 Global y local

distintas interpretaciones. De las insatisfac­ global hacia mercados *locales y particulares


ciones generadas por las perspectivas más ex­ crecientemente diferenciados. En la teoría so­
tendidas, las que sustentan respectivamente cial, sin embargo, el concepto posee otros sig­
los enfoques hiperglobalista y dicotòmico, nificados, ya que surge como contrapunto de
surge una tercera que apuesta por la tesis de la los deslices y errores de las versiones dicotó-
glocalización. micas e hiperglobalistas de la relación entre lo
Como destaca Margarita Barañano (2005), global y lo local.
las concepciones hiperglobalistas han enfati­ Para este autor, la globalización ha impli­
zado los fenómenos de la “globalización por cado y sigue implicando de manera creciente
arriba”, a los que equiparan con los más insti­ la creación e incorporación de la localidad, la
tucionalizados y estratégicos en la dirección comunidad y el hogar, procesos que, a su vez,
de la dinámica social; entre ellos destacan los configuran ampliamente la comprensión del
Aflujos financieros y productivos, así como mundo como un todo. En ese sentido, al me­
otros de tipo tecnológico o Comunicativo. Al nos desde un punto de vista analítico o inter­
tiempo que ponen el acento en lo global y pretativo, lo local no puede ser visto como
propugnan la casi completa subsunción en és­ contrapunto de lo global. De hecho, afirma, lo
te de lo local, estos enfoques son propensos a local puede ser considerado como un aspecto
defender el universalismo cultural, al que en­ de la globalización. La noción de glocaliza­
tienden en clave de homogeneización progre­ ción tiene la ventaja de expresar precisamente
siva. El ocaso del C n cla je ^territorial y el esta idea. Por eso aboga por la incorporación
declive de las identidades territoriales serían sistemática de este concepto en el actual de­
otros de sus principales supuestos, en los que bate sobre la globalización, ya que ayuda a
el globalismo tiene un papel activo. Como clarificar la forma de la globalización, una
ideología, el globalismo tiende a asumir que cuestión que tiene específicam ente que ver
la globalización es un proceso inevitablemen­ con el modo en que se estructura la compre­
te superador de lo local en el que radica el sión del mundo (Robertson, 2000: 236-237).
progreso. En términos generales, el enfoque de la
En contraste, el enfoque dicotòmico en­ glocalización implica la adopción de cuatro
tiende los actuales procesos espacio-tempora­ principales supuestos (Barañano, 2005). Pri­
les en clave de ascenso tanto de lo global como mero, implica la elección de una perspectiva
de lo local, pero concibe a estos últimos como analítica orientada a romper la oposición lo-
pares antagónicos. Esta dicotomía central se­ cal/global y a comprender su interdependen­
ría paralela de otras disyuntivas, como la que cia. Segundo, supone una nueva manera de
se establece entre los flujos globales y el espa­ entender la reconfiguración espacio-tempo­
cio de los lugares (Castells, 2001), los *no lu­ ral actual que se considera desde el principio
gares y los lugares antropológicos (Augé, como glocal, y que parte de una idea básica: la
1993), o la que insiste en las consecuencias ra­ imposibilidad de hacer una distinción entre lo
dicalmente *desiguales de la globalización y local —nuestro hogar, allí donde uno es su pro­
en la polarización social (Bauman, 1999), por pio jefe—y lo global, el mundo cambiante en
señalar algunas de las más celebradas. el que mandan fuerzas externas. De la mano
Frente a los planteamientos anteriores, el de este planteamiento, diversos autores como
enfoque de la glocalización se muestra mucho Appadurai (2001, 2004), G arcía Canclini
más novedoso y sugerente. Básicamente, im­ (2000), Robertson (2000) o Gupta y Ferguson
plica repensar la relación entre lo local y lo (1992, 1997), por ejemplo, proponen avanzar
global desde una perspectiva significativa­ en la disolución de otras dicotomías paralelas
mente distinta, ya que tiene como punto de como la oposición entre las tendencias hacia
partida el tratamiento unificado de una y otra la homogeneización y la heterogeneización,
dimensiones. la estandarización mercantilizada y la indige-
nización, universalismo y particularismo, o
los procesos des/re-concentración, C en trali­
Glocalización y giocai
zación o territorialización. La tercera premi­
Según Robertson (2000), los términos “gio­ sa considera el carácter irregular, cambiante y
cai” y “glocalización” se modelaron en la C u l­ asimétrico de los procesos en curso; de ahí
tura japonesa y en el ámbito del márquetin; y, precisamente la dificultad de su com pren­
en su sentido comercial, la idea de glocaliza­ sión. Finalmente, lo que destaca el último su­
ción significa la adaptación y propaganda de puesto es que estamos ante procesos de una
las mercancías y los servicios con una base gran complejidad que, más que configurar
Global y local 164

un puzzle ordenado, conforman un entrama­ riores, y constituyen sendas formas de “globa­


do caleidoscòpico de tendencias distintas, y lización desde abajo” o “contrahegemónica”.
que requieren, por tanto, de una aproxi­ Ambas han conocido también una gran evo­
mación igualmente compleja y abierta. De lución en las últimas décadas, y han encon­
acuerdo con Barañano, la perspectiva de la trado fortísimas resistencias por parte de los
glocalización supone en ese sentido un “enor­ que manejan la globalización económica o se
me avance sobre el planteamiento hiper- aprovechan de ella. A la primera la denomina
globalista, al tiempo que ofrece una apro­ * cosmopolitismo, concepto con el que se refie­
ximación sobre la relación entre lo local y lo re a “la organización transnacional de la resis­
global mucho más pertinente de la que pro­ tencia de #Estados-nación, regiones, clases o
porciona su concepción dicotòmica, o en clave grupos sociales víctimas de los intercambios
de oposición o disyuntiva” (2005: 434). desiguales de los cuales se alimentan los loca­
lismos globalizados y los globalismos locali­
zados” (2005: 277). Recurriendo al Derecho
Localismos globalizados y globalismos
Internacional, conceptualiza al segundo pro­
localizados
ceso de resistencia global como el patrim onio
Boaventura de Sousa Santos (2005) consi­ común de la humanidad; con él se refiere a “las
dera que, tanto lo global como lo local, son luchas transnacionales por la protección y la
socialmente producidos en los procesos de desmercantilización de recursos, entidades,
globalización. Distingue cuatro formas prin­ artefactos y ambientes considerados esen­
cipales de globalización, y en cada una de ellas ciales para la supervivencia digna de la hu­
destaca la inseparable interacción de ambas manidad y cuya sustentabilidad sólo puede
dimensiones. Denomina a la primera localis­ ser garantizada a una escala planetaria”
mo g lo b a liz a d o , entendido como el proceso (2005: 280).
por el cual un determinado fenómeno local se Precisando en la relación entre lo local y lo
globaliza con éxito, ya sea éste la actividad de global, Boaventura Santos destaca que desde
las multinacionales, la lengua inglesa o la co­ el punto de vista de los procesos transnaciona­
mida rápida norteamericana. La segunda for­ les, lo local y lo global son cada vez más las dos
ma es el globalism o localizado, que consiste caras de la misma moneda. En este contexto,
“en el impacto específico en las condiciones afirma, la globalización contrahegemónica es
locales, producido por las prácticas y los im ­ tan importante como la localización contra­
perativos transnacionales que se desprenden hegemónica. “Las iniciativas, organizaciones
de los localismos globalizados. Para respon­ y movimientos de los procesos que definen
der a estos imperativos transnacionales, las como integrantes del cosmopolitismo y del
condiciones locales son desintegradas, deses­ patrimonio común de la humanidad tienen
tructuradas y eventualmente reestructuradas una vocación transnacional, mas no por ello
bajo la forma de inclusión subalterna” (2005: dejan de estar anclados en lugares determina­
276). Los referidos procesos operan conjunta­ dos y en luchas sociales concretas” (2005: 283).
mente, pero, según Santos, deben ser tratados
por separado, ya que los factores, agentes y
Localidad y conciencia
conflictos que intervienen en uno y otro son
distintos. Algunos antropólogos han destacado que
Los localismos globalizados y los globalis­ la importancia del lugar —p lace—y su enorme
mos localizados son considerados por este significado cultural y social no son lo contra­
sociólogo portugués como formas de “globa­ rio de la globalización, sino que constituyen
lización desde arriba” o “globalización hege- un rasgo de ésta. Es más, se puede decir que
m ónica”. Característicam ente, ésta consiste no es a pesar de, sino a causa de, como vivimos
en un “proceso por el cual un fenómeno dado en un mundo tan interconectado, el lugar se
o una entidad local consigue difundirse glo­ ha hecho muy significativo. Para Gupta y
balmente y, al lograrlo, adquiere la capacidad Ferguson (1992, 1997), el mundo actual se ca­
de designar un fenómeno o una entidad rival racteriza por conexiones globales marcadas
como local” (2005: 134). por complejas constelaciones de poder y rela­
Las dos formas de globalización restantes ciones jerárquicas que cristalizan en estre­
son las que m ejor definen, según Santos, las chos lazos entre las áreas centrales y periféri­
diferencias y las novedades del actual sistema cas. Desde esta perspectiva, los lugares locales
mundial. Ambas tienen que ver con la globa­ —localp laces—no existen como unidades eco­
lización de la resistencia a los procesos ante­ nóm icas, sociales, culturales o políticas au­
165 Global y local

tónomas. El lugar se crea cuando las comuni­ AUGÉ, M. (1993): Los “no lugares”. Espacios del
dades locales aparecen dentro del amplio sis­ anonimato. Una antropología de la sobremoder­
tema mundial y se constituyen como áreas nidad. Barcelona: Gedisa.
particulares. De esta forma, estos autores en­ BARAÑANO, M. (2005): “Escalas, des/reanclajes
tienden el lugar como una construcción cul­ y transnacionalismo. Complejidades de la re­
tural, creada a la luz de la conciencia global lación global-local”, en A. Ariño (ed.), Las en­
del significado de la experiencia local. crucijadas de la diversidad cultural. Madrid:
Tam bién Appadurai parte de la idea de CIC, 425-451.
que los lugares deben ser definidos en rela­ BAUMAN, Z. (1999): La globalización. Conse­
ción con las estructuras más amplias. Este cuencias humanas. México: FCE.
autor identifica dos tipos diferentes de lu­ CASTELLS, M. (2001 [1997]): La era de la infor­
gares —p la ces—. Por un lado, hallamos los mación: economía, sociedad y cultura, Vol. 1, La
denominados “barrios” —neighbourhoods—y sociedad red. Madrid: Alianza.
que se refieren a las formas sociales efectiva­ GARCÍA CANCLINI, N. (2000): La globaliza­
mente existentes en las que la localidad, como ción imaginada. Buenos Aires: Paidós.
dimensión o valor, se realiza de modos varia­ GUPTA, A.; FERGUSON, J. (1992): “Beyond
bles, aunque no necesariamente se plasma en ‘culture’: space, identity, and the politics of dif­
comunidades locales. En esta acepción, “los ference”. Cultural Anthropology, 7: 6-23.
barrios son comunidades situadas caracteri­ — (1997): “Discipline and practice: the ‘field’ as
zadas por su realidad, espacial o virtual, y por site, method, and location in anthropology”,
su potencial para la reproducción social (2004: en A. Gupta y J. Ferguson (eds.), Anthropologi­
238). Al segundo tipo de lugar lo denomina, cal Locations: Boundaries and Grounds o f a Field
por otro lado, “localidad” —locality—, a la que Science. Berkeley, Los Angeles, London: Uni­
considera como una propiedad fenomenoló- versity of California Press, 1-46.
gica de la vida social, de carácter fundamen­ ROBERTSON, R. (2000 [1997]): “Glocalización:
talmente relacional y contextual, y con valor tiempo-espacio y homogeneidad”. 7.ona Abier­
emocional y simbólico. La localidad es “una ta, 92-93:213-241.
estructura de sentimiento” generada por al­ SOUSA, B. (2005): E l milenio huérfano. Ensayos
gunas formas de actividad intencional, que para una nueva cultura política. Madrid: Edito­
produce ciertos tipos de efecto material y se rial Trotta.
expresa en determinados modos de acción, de Josepa Cucó i Giner
socialidad (2004: 237 y 245).
Las localidades no conducen necesaria­
mente a la construcción de formas sociales Véanse además Centro-periferia, C I U D A ­
unidas a sitios físicos específicos, sino que D A N Í A , C O M U N I C A C I Ó N , C o m u n ita ­
pueden tom ar un aspecto más imaginado. rismo, C U L T U R A , D E S A R R O L L O , Deste­
Así, por ejemplo, la gente *diaspórica puede rri to r ia 1izac ion, DI F E R E N C IA Y D E S ­
tener su patria distante como lugar de iden­ I G U A L D A D , Diferencias naturales y di­
tificación, pero su apego a esa localidad no se ferencias sociales, D I S C R I M I N A C I Ó N Y
plasma necesariamente en una forma social E X C L U S I Ó N S O C I A L , E L I T E S , Elites
localizada. Desde un punto de vista global, cosmopolitas, Esfera mediática, Espacio de
el lugar no es sólo un espacio *geográfica- los flujos, Espacio red, E S P A C I O -T IE M P O ,
m ente delim itado donde la gente vive su Espacios locales, E S T A D O - N A C I O N , E S ­
vida y al que atribuye significados particula­ T E R E O T IP O S Y ESEN C IA LIZ A C IÓ N ,
res. Tam bién se ha convertido en un punto E S T I G M A , Frontera geográfica y adminis­
de anclaje en el que la gente que se desplaza trativa,? Fronteras económicas, G L O B A L I -
a través de grandes distancias, en un mundo ZAC 'IO N , Globalización y antiglobalización,
cam biante, puede encontrar una fuente de I D L N T I I ) A D, 1N T E G R A C ION, I .oca 1i-
identidad. dados fantasmagóricas y desanclaje. Lugar y
no lugar, Megalópolis, Migraciones. Teoría
macro, M O V I L I D A D , Multilocal, Nomadis­
Bibliografía mo y turismo, N U E V O S M O V I M I E N T O S
S O C I A L E S , P A T R IM O N IO , Pluralismo
APPADURAI, A. (2001): Globalization. Durham: sincrónico, P1 urinacionalidad, Polarización
Duke University Press. de clase, P O S M O I ) E R N 11) A I ), Relaciones
— (2004 [1996]): Dimensóes Culturáis da Globali- y procesos informales económicos. Relaciones
zaqao. Lisboa: Teorema. y procesos informales políticos. Revolución
Globalización 166

técnico-comunicativa, S A B E R Y S A B E R E S , tes relaciones sociales y políticas en función de


T E R R I T ( )R1()S, Traducción, Viajes y siste­ dicho cambio: desde la sociedad primitiva
mas de movilidad, Violencia política. Tipos. hasta el socialismo o comunismo como meta
final. La obra de W alter Rostow constituye
Globalización una respuesta desde una perspectiva más tec­
nológica que la ofrecida por los m arxistas,
El uso de la palabra “globalización” en las gracias a la noción de etapas de crecimiento,
ciencias sociales carece de una larga historia. algo así como pasos evolutivos que unen la so­
Empezó a emplearse como expresión común ciedad tradicional con el producto final: las
a finales de la década de los años setenta del sociedades de consumo de masas a gran esca­
siglo pasado, haciendo su aparición en los ám ­ la. Tecnología y mentalidad aparecen unidas
bitos de la economía mercantil, la sociología en un único proceso de desarrollo. El adveni­
cultural y la geografía económica y cultural. miento de la teoría de la dependencia invirtió
Previamente, puede afirmarse que son varias este tipo de explicaciones, al argumentar que
las áreas que se habían visto influidas por el la distribución de la acumulación de riqueza
uso de este término. Así, la teoría de la depen­ es un proceso interconectado por el cual el
dencia —surgida dentro del campo de la desarrollo de un determinado lugar va unido
economía en Sudam érica, con el trabajo al subdesarrollo de otro. Lo que encontramos
realizado por Raoul Prebisch—se convirtió en en esta afirmación es la base del pensamiento
un constructo a nivel mundial gracias a los *centro-periferia, característico del orden
modelos elaborados por A. G. Frank. En *global, sobre el que se fundó la teoría impe­
muchos sentidos, se trataba de un argumen­ rialista -los conceptos no eran, por tanto, nue­
to realmente global frente a lo que con vos ya que se venían discutiendo desde el
anterioridad había sido una interpretación es­ comienzo del siglo XX y resultaban claramente
trictamente evolutiva del ^desarrollo social, representativos de la obra de Lenin, Luxem-
de la riqueza y la pobreza. En el modelo do­ burg, Kautsky y Bukharin—. La idea de que el
minante a finales de la década de los años cua­ mundo es un todo interrelacionado está pre­
renta y en los cincuenta del siglo pasado se sente hasta cierto punto en las teorías mercan-
daba por sentado que el cambio social y, sobre tilistas de autores como Adam Smith, si bien
todo, el crecim iento económico y sus conse­ ocupa una posición m arginal en la obra de
cuencias —agrupadas bajo la etiqueta de M o ­ Marx. Fue Frank quien llegó más lejos en el
d ern ización- eran procesos completamente perfeccionamiento de este modelo de interde­
endógenos. Tanto si se asume, según lo hace pendencia. Los trabajos de Wallerstein sobre
la teoría marxista, que la fuerza motriz está el “sistema mundial” proporcionaron una ba­
constituida por la tecnología o las fuerzas de se social e histórica más amplia, a la par que
producción, como si se acepta que son los va­ los últimos estudios de Frank sobre la acumu­
lores, el individualismo, la democracia y un lación a escala mundial pusieron de relieve el
espíritu emprendedor los que desencadenan hecho de que el crecimiento de Occidente, en­
los impulsos, lo cierto es que los procesos de tendido en términos sistémicos, estaba rela­
cambio se organizan y orquestan dentro de la cionado con la formación de una estructura
propia sociedad. Para afrontar la continuada centro-periferia y con la transferencia de ri­
distribución ^desigual de riqueza que carac­ queza de la última al primero.
terizó al mundo tras la Segunda G uerra El declive del marxismo en los años seten­
Mundial, los investigadores se vieron obliga­ ta del siglo pasado estuvo acompañado por
dos a buscar qué era lo que se hallaba ausente una transform ación fundamental del enfo­
o dificultaba el proceso de desarrollo. Para la que —a veces denominada “giro cultural” y
teoría de la modernización, la respuesta esta­ que más adelante se asoció con el posmoder­
ba en la propia sociedad tradicional, sus rela­ nismo—, consistente en el rechazo a los apara­
ciones de parentesco, clientelares, etc., ya que tos teóricos a gran escala para centrarse en
todo ello constituía el principal bloqueo para cuestiones de id en tid ad , significados simbó­
un desarrollo concebido como fuerza que de­ licos y construcciones sociales. Sin embargo,
bía liberarse. El modelo “estalinista” —vul­ dentro de este cambio hay un aspecto que
garización de la obra de M arx y Engels— apunta un acercamiento a la globalización y
afirm aba que todas y cada una de las socie­ que está más encuadrado dentro de la econo­
dades desarrolladas por medio de la trans­ mía política. Un número importante de in­
form ación de las fuerzas de producción vestigadores critica el modelo jerárquico de
generarían por sí mismas las correspondien­ centro-periferia, al afirmar que éste no es más
167 Globalización

que un producto y no un proceso en sí mismo todo dentro del marco del desarrollo capita­
o una estructura fija. Durante estos años au­ lista. D icken estudia, desde una perspectiva
menta la evidencia de una descentralización más em pírica, el *m ovim iento de inversión
en la acumulación de capitales, una reconfi­ de capitales y de producción en el mundo, do­
guración de la producción a escala mundial cumentando una intensificación en la ex­
—añadiendo el desplazamiento a nuevas áreas— portación de capital desde Occidente y el de­
y la aparición de nuevos competidores en la sarrollo de nuevas zonas de acumulación
escena mundial. El final de la “Guerra Fría” de capitales, sobre todo en el este y sureste de
no supuso el reforzam iento de la jerarquía Asia. Saskia Sassen —reelaborando un análisis
mundial, pese a que sólo permaneció un úni­ de John Friedmann—sugiere que el mundo se
co poder militar. Aparecen al mismo tiempo está reorganizando en una serie de ciudades
nuevas zonas de crecimiento en el sur y este globales en las que las relaciones centro-peri­
de Asia y en Brasil, a la par que una prolonga­ feria se condensan dentro de un área urbana.
da crisis —incluso puede hablarse de declive- Dichas relaciones ya no son características de
afecta a las economías occidentales. Surge en los vínculos establecidos entre el Primer y el
estos momentos un debate acerca de si la Tercer Mundo, sino que se generalizan y con­
estructura centro-periferia de la economía centran en determinadas ciudades y #áreas
mundial no se estaría transformando en una geográficas del norte y del sur. El Tercer
novedosa economía transnacional con múlti­ Mundo ha vuelto a casa en forma de mano de
ples centros, que implicaba una nueva divi­ obra barata y flexible, situada en los *márge-
sión global del trabajo en la que nuevas zonas nes de las grandes ciudades —convertidas en
se convertían, cada vez más, en actores com­ los nuevos centros de la economía mundial—,
petitivos dentro del escenario mundial. La y la dominación económica no viene ya de la
emergencia —o re-emergencia, desde el punto mano de la producción, sino de las finanzas.
de vista histórico—de empresas multinaciona­ Este hecho ba sido apuntado por numerosos
les —denominadas transnacionales— parece autores, no sólo por marxistas como Harvey.
implicar falsamente que éstas no se encuen­ Toda una serie de cambios, que llevan del for-
tran concentradas en un único continente, dismo al posfordismo —como, por ejemplo, la
apuntando un renovado interés hacia lo que flexibilización de la mano de obra y de la acu­
parece ser una nueva economía global más mulación de capitales, que implica la subcon­
flexible. tratación y la reducción de la producción e in­
A lo largo de la década de los pasados años cluso de los servicios—, han hecho del capital
ochenta aparece un conjunto de tendencias de financiero el principal protagonista en este
investigación, dentro de la economía mercan­ proceso.
til y de las ciencias políticas y geográficas, en­ La globalización se convierte en los años
caminado a un paradigma que debe ser en­ ochenta en el paradigma dominante, ligado a
tendido en términos de globalización. Este los cambios económicos anteriormente men­
proceso es paralelo al cambio operado en una cionados. Se emplea para referirse al aumen­
tradición anterior de la sociología cultural, to de la movilidad, al debilitam iento del
que se movió de las tesis de la “coca-coliza- Estado-nación respecto a los movimientos de
ción” —por ejem plo, el imperialismo am e­ capitales, a la descentralización de la acumu­
ricano—a los postulados de la “M cDonaliza- lación de capitales a escala mundial, a la
ción”, es decir, al planteamiento de que el emergencia de #nuevos actores —ya se trate de
mundo resulta cada vez más homogéneo por­ Estados o empresas—, etc., factores todos ellos
que está siendo crecientemente americaniza­ que desafían el paradigma de un mundo in­
do. La term inología característica de este ternacional.
periodo incluye nociones tales como el “alcan­ Las discusiones en torno a la cultura crea­
ce global”, un mundo sin *fronteras, el fin del ron escuela, subrayando las relaciones fron­
#Estado-nación y, por supuesto, la propia glo­ terizas, el paradigma trans-x: trans-local,
balización. David Harvey emplea la noción trans-nacional, trans-sexual. Se tiende a
braudeliana de la compresión *espacio-tiem- abandonar la homogeneización como marco
po para caracterizar el modo en que las tec­ de referencia para acentuar la *mezcla, la *hi-
nologías de aceleración, responsables del bridación y las apropiaciones *locales de lo
transporte de alta velocidad y de los medios global, si bien para algunos esto no es más que
electrónicos, han convertido al mundo en un una prueba de que lo local consiste funda­
lugar mucho más pequeño, a la vez que han mentalmente en una localización de lo global,
traído consigo cambios en la propia #cultura, según sucedió con las lenguas globales impe­
Globalización 168

riales al convertirse en las lenguas locales gico sea parte fundamental de una antropolo­
creole y pidgin. La globalización convierte es­ gía que hunde sus orígenes en el denominado
tos temas en los nuevos sujetos de estudios “giro cultural”.
culturales y *poscoloniales. La antropología Un rasgo común a todo este tipo de acer­
no fue ajena a este proceso, si bien su implica­ camientos a la globalización es un evolucio­
ción fue fundamentalmente como receptora nismo implícito: antes éramos locales, ahora
de los conceptos desarrollados en otras áreas. globales. Lo más frecuente es que el cambio se
La publicación periódica Public Culture —co­ sitúe en el momento presente: para algunos,
editada por Arjun Appadurai—tuvo un papel hace cien años, si bien, para la mayoría de los
crucial a la hora de vincular a la antropología antropólogos, tal transformación se produce
con el discurso de la globalización. Así, desde en los últimos quince años —momento en el
los últimos años de la pasada década de los que ellos mismos toman conciencia de la rea­
ochenta, la globalización se convirtió en un lidad global de nuestro mundo—. La aproxi­
tema desarrollado desde dentro de la propia mación a la globalización hecha desde la
antropología. Esta nueva orientación fue en­ antropología carece de las raíces históricas
cabezada por Appadurai, al que siguieron U lf descritas anteriormente. Quizá éste sea el ras­
Hannerz, Jean y John Com aroff, Ferguson, go más interesante. Mientras en otras discipli­
Gupta y M alkki, tomando la forma de un nas se da todo un desarrollo que va de la
cuestionamiento de las clásicas —y no tan clá­ teoría del imperialismo a la globalización, en
sicas—categorías de investigación en antro­ antropología esta idea aparece de forma es­
pología y de un clamor por un cambio de pontánea, resultado de una especie de percep­
enfoque. Se asume que la antropología —en­ ción de que algo se ha modificado en el
tendida como parte de la empresa imperialista mundo, y de que dicho cambio debe asociarse
occidental—había sido una disciplina dedica­ a una movilidad cada vez mayor tanto de los
da a la clasificación de las personas en distin­ académicos como de otros segmentos de la
tas categorías, muy cerradas, esencializadas y clase media y de las *elites. No encontramos,
homogeneizantes. Esta crítica no es nueva en por ejemplo, ningún desarrollo histórico inte­
absoluto. La encontramos ya en artículos pu­ lectual que vincule a los defensores de la
blicados en los años sesenta por Grough y L é­ globalización con los análisis y las discusio­
vi-Strauss, así como en las publicaciones de nes anteriores acerca de las relaciones impe­
Fabian, Ekholm y Friedman de la pasada dé­ rialistas.
cada de los años setenta y principios de los
ochenta. Dichas críticas se basan en otro tipo
Un acercamiento sistèmico global
de acercamiento global que no puede reducir­
a la globalización
se al concepto de globalización. E ntre las
influencias externas que recibió la antropolo­ Si puede señalarse una continuidad en los
gía destaca el trabajo de Roland Robertson, estudios acerca de la globalización, sería
desarrollado en gran parte en su obra G lobali­ aquella que conecta a historiadores como
zation. En ella la globalización se entiende en Braudel con las discusiones desarrolladas en
términos macrohistóricos, incluso evolucio­ los pasados años sesenta y setenta dentro del
nistas, al consistir ésta en un acercam iento marxismo económico, centradas en la necesi­
mundial progresivo, caracterizado tanto por dad de entender los fenómenos sociales en
el aumento de las conexiones como por una términos de sus condiciones globales de exis­
mayor conciencia de las mismas. Para R o­ tencia. Este tipo de acercamiento partía de la
bertson, este fenómeno se inicia con la llegada crítica tanto al evolucionismo como a los mo­
del s. XX y se refleja en la creación de institu­ delos basados en la teoría de la dependencia.
ciones tales como la Liga de Naciones —si bien Frente a ambos se argumenta que el proceso
debemos añadir que la idea de humanidad histórico global sólo puede entenderse en fun­
como referente global fue ya un concepto ción de ciclos de expansión y contracción.
fundamental en la Ilustración e incluso en pe­ Aunque pueden existir tendencias a largo
riodos anteriores de la historia europea, por plazo de tipo evolutivo a consecuencia de desa­
no hablar del mundo antiguo—. Los defen­ rrollos tecnológicos de larga duración, esto no
sores de este acercamiento sostienen que la alteraría en absoluto los contornos básicos del
globalización es un fenómeno claramente proceso global. Unicamente amplían sus ho­
reciente, fruto, para la mayoría de ellos, del rizontes y aumentan su periodicidad. Así en­
d esarro llo tecn oló g ico. N o d eja de ser tendida, la globalización no consistiría en una
significativo que este determinismo tecnoló­ etapa histórica o evolutiva, sino en un fenó­
169 Globalización

meno histórico específico, indirectam ente tiempo, conforme ha sucedido incluso en el


elaborado por Braudel y explicitado más di­ siglo pasado. El periodo comprendido entre
rectamente en un reciente trabajo de Arrighi. 1880 y 1920 fue un tiempo de globalización
La globalización consiste en una transfe­ que se invirtió desde 1920 hasta la década de
rencia de capitales que sobreviene en los pe­ los cincuenta, momento en el que vuelve a
riodos en los que se produce un declive en la despegar otro ciclo de globalización. Pode­
hegemonía de los antiguos centros, al finan­ mos observar muchas de las características
ciar éstos el crecim iento de nuevos centros propias del periodo actual en la fase de globa­
por razones directamente relacionadas con su lización anterior: la pasión por la nueva tec­
propio hundimiento —por ejemplo, la relativa nología —futurism o—, el miedo al cambio
improductividad de los capitales locales y las rápido, las ^migraciones masivas y todos los
vías de salida disponibles en el escenario discursos desarrollados al respecto —tanto po­
mundial—. Por tanto, la globalización, enten­ sitivos como negativos—, la fragmentación y
dida como el establecim iento de relaciones nacionalización del continente europeo junto
políticas y económicas a gran escala o a nivel con la formación de nuevos Estados-nacio­
global, acontece en periodos de expansión. nes, los debates en torno a la inmigración y
Éste fue el caso de la expansión ^colonial y de al ^m ulticulturalism o... Todos estos rasgos
la formación de órdenes imperiales, en los pueden ser provechosamente comparados
que se produce un movimiento hacia el exte­ con los cambios actuales y las supuestas nove­
rior de determinados tipos de capitales. Sin dades. Es de destacar que ya en 1916 un pe­
embargo, en estas ocasiones los capitales que riódico tan popular como el Atlantic Monthly
se desplazan lo hacen en forma de inversiones empleaba el térm ino “América transnacio­
en materias primas y productos necesarios pa­ nal” (Bourne, 1916). Como se ha indicado, a
ra la producción final de bienes de consumo este periodo le siguió, a partir de 1920, otro
en el propio centro. El movimiento de per­ tiempo de inversión, una auténtica desglobali-
sonas, como en el caso de la colonización zación, que se extendió hasta los años cin­
real, actúa de instrumento en este proceso de cuenta del siglo pasado, momento en el que se
transferencia neta desde la periferia al centro. inicia una nueva oleada globalizadora, esta
En sentido estricto, la globalización es un mo­ vez procedente de los Estados Unidos, que
vimiento que genera centros potencialmente fue ganando fuerza en las décadas de los años
competitivos en nuevas áreas. Estos ciclos de sesenta y setenta hasta hacerse obvia durante
globalización están relacionados en la historia los ochenta.
europea con los cambios de poder que despla­ Desde esta perspectiva, la globalización
zaron a Italia de su posición dominante para puede entenderse como la realización de un
situar el centro de poder en la Península Ibé­ auténtico cambio, pero del que no se han
rica, desde donde se trasladó a Amsterdam y comprendido los mecanismos que lo envuel­
después a Inglaterra, por poner un ejemplo ven. Los acercamientos a la globalización cul­
de sucesión de poderes hegemónicos. Lo que tural tienden a echar mano del evolucionismo
dentro de los tratamientos típicos de la globa­ para explicar un fenómeno que la antropolo­
lización se considera un proceso de desarro­ gía sistèmica global ha entendido como un
llo, cabe explicarlo en términos de ciclos de proceso histórico específico.
hegemonía de larga duración. Si se entiende Otra cuestión importante nos sitúa en la
desde una perspectiva evolutiva, es debido al perspectiva de los actores: globalización, ¿pa­
reducido horizonte cronológico desde el que ra quién? Se ha sugerido que la globalización
se contempla la globalización. Para muchos, se ha convertido en una palabra clave dentro
es un fenómeno que atañe a todo aquello que de la ideología dominante, empleada para de­
ha acontecido en su propia experiencia vital. finir el mundo desde un punto de vista muy
Del mismo modo, para los defensores de la particular, el de las elites, para luego generali­
llamada globalización cultural, el m arco zar dicha perspectiva y convertirla en una rea­
temporal refleja el modo en el que se han ex­ lidad que debe ser asumida. De este modo,
perimentado los cambios más recientes, tal y afirmaciones del tipo “vivimos en un mundo
como éstos han sido m ediatizados y publi- globalizado” —que normalmente encontra­
citados. mos en boca de los políticos— no son el re­
La intención no es negar la existencia de la sultado de una investigación, sino de la
globalización según ha sido definida por geó­ experiencia concreta de movimiento que tie­
grafos y urbanistas, sino sugerir que los pro­ nen los actores que ocupan las posiciones a las
cesos que ésta implica son reversibles en el que Calhoun se ha referido como “conciencia
Globalización y antiglobalización 170

de clase de los viajeros frecuentes”. Sin duda, ROSTOW, Walter W. (1990): The stages o f econo­
el discurso de la globalización puede enten­ mic growth. A non-communist manifesto. Cam­
derse como reflejo de una identificación cos­ bridge, New York: Cambridge University
mopolita, incluyendo en ésta a todos los Press.
académicos e intelectuales que se identifican
Jonathan Friedman
con el cosmopolitismo y que son los responsa­
bles de la producción de gran parte de este
Véanse además A LT ER 1 DAD, A partheid ,
discurso. El grupo varía según el país y la si­
C I U D A D A N Í A , C O L O N IA L IS M O Y A N -
tuación social; únicamente comparte una
T I C O L O N IA LIS M (), Co m u nielad transna­
identificación con la elite cosmopolita y con
cional, C O N S U M O C U L T U R A L , C U L T U ­
los ideales del cosmopolitismo.
RA, Derecho de injerencia, D E S A R R O L L O ,
Este grupo es el instrumento que convier­
D e sterri t orializ a c ió n, D I F E R E N C I A Y
te una identidad cosmopolita en ideología, e
D E S IG U A L D A D , D ISCRIM IN A CIÓ N Y
incluso la sitúa en una posición hegemónica.
E X C L U S I Ó N S O C I A L , E L I T E S , Elites
Y cuando una identidad se transforma en ideo­
cosmopolitas, Esclavitud, Esfera mediática,
logía, el discurso sobre uno mismo se con­
Espacio de los flujos, Espacio red, E S P A C IO -
vierte en discurso generalizado del mundo.
T I E M P O , Espacios locales, E S T A D O - N A ­
Mi propia experiencia pasa a ser la de los
C I O N , Etnicidad, Etnocentrismo y reía ti-
#otros, aun cuando éstos no reconozcan su *

vismo cultural, Extranjero, F R O N T E R A ,


realidad.
Fronteras políticas y religiosas. Fronteras
simbólicas, Global y local, Globalización y an­
tiglobalización, HIBRIIDACION, IID EN TI­
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MALKKI, Lisa (1992): “National Geographic. The chos de los escritos al respecto, gran parte de
Rooting of Peoples and the Territorialization of los movimientos locales, de los cultos y de las
National Identity among Scholars and Refu­ organizaciones terroristas se consideran cla­
gees”. Cultural Anthropology, 7, 1: 24-44. ras reacciones frente a la *globalización. En
PREBISCH, Raul (1989): E l pensamiento de Raúl este sentido la variedad de supuestas reaccio­
Prehisch. Buenos Aires: Fundación Raúl Pre- nes frente a la globalización es enorme, yendo
bisch, Editorial Tesis. desde acusaciones de brujería y de intensifica­
ROBERTSON, Roland (1992): Globalization ción de la magia a los movimientos in d íg e ­
London: Sage. nas y a las organizaciones islámicas actuales.
171 Globalización y antiglobalización

Dentro del campo de la antropología, estas evolutiva, derivada de la intensificación de los


ideas se han adaptado para comprender toda flujos. Una perspectiva sistèmica global tam­
la serie de fenómenos que pueden ser defini­ bién tendría en cuenta dichos flujos, pero los
dos como reactivos. Así, las publicaciones más contemplaría como generados por unas con­
recientes han extendido la metáfora anterior diciones específicas de acumulación de capi­
a la oposición establecida entre los flujos glo­ tales, como articulaciones entre condiciones
bales y las ^identidades locales. Los flujos de globales y relaciones locales, entre las cuales la
^cultura se consideran el estado normal de las globalización sería una de ellas. Así se expli­
cosas en el mundo actual, donde todo —perso­ caría que, mientras el desastre y la desintegra­
nas, cosas, cultura y dinero—se encuentra glo- ción social se multiplican en Á frica, el este
balizado. Sin duda, esta idea es bien difícil de asiático esté cada vez más integrado dentro de
aceptar para los antropólogos, tradicional­ las condiciones de un crecimiento rápido.
mente centrados en un modelo basado en uni­ Como paradoja, es precisamente el carác­
dades con ^fronteras bien definidas, por lo ter limitado de la perspectiva transnacional,
que en muchos casos se ha tendido a negar tal su obsesión con el cierre de lo local, lo que ha
realidad. En la obra que editaron en 1999, permitido a sus partidarios criticar a aquellos
Geschiere y Meyer argumentan que el cierre que siguen hablando de fronteras y *territo-
es una reacción a los flujos, dada ía sensación rialización, pese a la tendencia a pensar que
—no re a l- que éstos producen de pérdida de dichos términos están pasados de moda o in­
control sobre las propias condiciones de exis­ cluso son reaccionarios —una postura que los
tencia. La diferencia entre este enfoque más defensores del enfoque transnacional com ­
reciente y los primeros escritos que se produ­ parten con los neoliberales—. Pero si aquellos
jeron desde la antropología es que hay menos que son criticados por seguir empleando estas
optimismo de cara al nuevo mundo globali- categorías están equivocados, también debe
zado. Otra tendencia ha sido la aceptación de de estarlo la gente que estudian: “la obsesión
la globalización como un hecho de la propia de los antropólogos por la ausencia de fronte­
naturaleza, conforme han demostrado m u­ ras es paralela al modo en que las personas
chos políticos y deterministas tecnológicos. que estudian tratan de afrontar los aparente­
Jean y John C om aroff (2000) sugieren que mente interminables flujos globales” (Meyer
Sudáfrica ha desarrollado en la actualidad un y Geschiere, 1999: 3).
sistema moderno o #poscolonial de “econo­ Si las personas continúan creando l í m i ­
mía oculta”, en el que las acusaciones de tes, encerrando y esencializando, ¿no debe­
magia y brujería se entremezclan desordena­ ríamos reconocer estas prácticas como un
damente con la *violencia real, todo como re­ fenómeno social real en lugar de evitarlas co­
sultado de la in teg ració n de la zona en una mo si se tratasen de un terrible error? Todo,
economía globalizada en la que hay mucho desde el nuevo derecho a la brujería africana,
que comprar, pero pocos ingresos con los que debe ser explicado en términos de producción
hacerlo. No es la primera vez que nos encon­ de localidades, como una aparente reacción a
tramos con una argumentación de este tipo. la globalización en sí misma. Y, por supuesto,
De hecho, se trata de una #traducción de las debemos preguntarnos quién es el que produ­
explicaciones estructural-funcionalistas pro­ ce esa localidad. ¿Existe algún sujeto o agente
puestas por Marwick y otros autores dentro protagonista de este proceso de conversión de
del nuevo discurso poscolonial. La situación flujos en ^lugares? ¿Es posible que las perso­
que analizan Jean y John C om aroff consiste nas hayan sido locales todo el tiempo en lugar
en el ofrecimiento por los mercados C olonia­ de pensar que han aterrizado las corrientes
les de oportunidades de acumulación que en­ globales para construir localidades? ¿Es posi­
tran en directa contradicción con el control ble que lo local sí que sea una estructura de lo
ejercido sobre la distribución de la riqueza. global, pero no por la vía de la aplicación de
En el contexto actual —que data de varias dé­ una idea difundida a lo largo de todo el mun­
cadas atrás—resulta evidente que la acumula­ do? ¿No puede ser que lo local sea una rela­
ción de riqueza se hace cada vez más ción de interlocalidades, y de esta forma no
imposible en relación con la demanda de con­ constituya una representación cultural sino
sumo. No obstante, que este hecho genere una práctica cultural y social dentro de un es­
acusaciones de brujería no puede explicarse cenario más amplio?
sólo en función de las circunstancias. Jean y La principal interpretación de la mayoría
John Com aroff entienden la globalización co­ de los movimientos surgidos en la escena glo­
mo una entidad en sí misma, una realidad bal sostiene que éstos son en sí mismos reacti­
Globalización y antiglobalización 172

vos. E n los casos referidos con anterioridad den considerarse movimientos de antiglobali­
no existe más que una correlación entre accio­ zación, excepto si se entienden como una res­
nes locales y condiciones locales. Se trata del puesta frente al consenso de W ashington,
mismo tipo de error que comenten aquellos contra el poder global orquestado por las *eli-
que interpretan la violencia en las saturadas tes globales. Se trata de un conflicto sistèmico
aulas del interior de las ciudades de Estados global, de un complejo fenómeno en el que la
Unidos como una forma de resistencia frente globalización es un elemento más en juego,
al capitalismo, en lugar de comprender, por pero que no puede considerarse una confron­
medio de un análisis etnográfico, que las ver­ tación frente a ella en sí misma. En el caso que
daderas intenciones de sus protagonistas nos ocupa, la oposición se establece entre la
revelan prácticas mucho más limitadas y au- indigenización local de los niveles más infe­
todestructivas. Existen otros movimientos riores del orden social y la cosmopolitización
que sí que participan del escenario global, co­ de las *elites, cada vez más globales en sus es­
mo ocurre con la mayoría de la contestación tilos de vida, movimientos e identificación
indígena a escala mundial. Para algunos, esta con el mundo como un todo.
contestación no sería un movimiento de esca­ Hay desde luego una contestación que se
pe, de soberanía local, sino una visión alterna­ define a sí misma como movimiento de anti­
tiva del mundo construida conscientemente globalización o, más bien, de alterglobaliza-
en oposición al nuevo orden global, es decir, al ción. Surge principalmente en Occidente y se
orden de la globalización liberal (Castells, desarrolla como un conjunto de movimientos
1997). Pero en realidad no es una tarea senci­ y actores —José Bové, Attac, algunos autono­
lla encontrar un movimiento organizado en m istas...—que se oponen explícitamente a lo
torno a un rechazo tan rotundo al sistema co­ que consideran una globalización neoliberal.
mo un todo. Los movimientos indígenas se Son aquellos que, a través de débiles alianzas
han centrado, en general, en cuestiones de au­ con otras asociaciones y organizaciones del
tonomía política o al menos de soberanía Primero y Tercer Mundo, se manifestaron en
cultural. En este sentido, el caso mexicano re­ Seattle, Génova, Gotemburgo y Davos —con
sulta una interesante excepción, ya que el resultados en los que la #violencia adquirió
Estado se construyó dentro del marco del distintos grados—y organizaron carnavales­
pluralismo, de forma que lo indígena fue un cos encuentros a gran escala como el que se
elemento constitutivo de aquél. A diferencia celebró en Porto Alegre. En estos casos en­
de los Estados en los que los indígenas se cate- contramos un intento explícito por definir
gorizan como poblaciones externas, situadas una alternativa frente al orden global con­
en el nivel más bajo del orden social, en los temporáneo. Esta tentativa no ha sido más
Estados plurales, como el mexicano, los indí­ que eso, puesto que nunca se ha logrado orga­
genas constituyen elementos centrales en la nizar una resistencia real. El centro de esta
identidad social de la mayoría de la sociedad. débil alianza está constituido por un conjunto
Sus luchas son un intento de alcanzar poder de intelectuales que han sido rotundos a la
dentro del propio Estado, más que la sobera­ hora de definir la emergencia y amenaza del
nía local y la vuelta a formas de vida ante­ capitalismo globalizado. Las soluciones dadas
riores (López Caballero). D urante los dos al problema son demasiado variadas como
últimos siglos ha habido multitud de formas para enumerarlas en estas páginas, si bien
de resistencia indígena, si bien la mayor parte existe un claro consenso en torno a la necesi­
de ellas fracasó, en especial durante el periodo dad de una reforma drástica del sistema capi­
de expansión de los *Estados-naciones. A c­ talista mundial para la supervivencia de la
tualm ente, con el debilitam iento de dichos población mundial. Algunos estudios han te­
Estados y de la identidad ^modernista en la nido un papel clave, al menos en términos
que éstos basaban su ideología, los movimien­ simbólicos, en este desarrollo. Entre ellos des­
tos indígenas han logrado un éxito mayor, taca la obra de Hardt y Negri, Im perio, en la
fundamentalmente como resultado de la co­ que se anuncia un nuevo periodo caracteriza­
yuntura histórica de declive de la hegemonía do por la emergencia del Imperio, una ubicua
occidental. Explicar estos movimientos como estructura de poder sin centro —como hasta el
una reacción a la globalización es afirm ar momento había sido Estados U nidos- que ha
prácticamente lo contrario a esta perspectiva. dado lugar a un nuevo tipo de población que
Del mismo modo, activismos como los que viene a sustituir a las anteriores clases traba­
protagonizan los grupos Michigan Militia en jadoras, una “m ultitud”, en palabras de los
Estados Unidos, de extrema derecha, no pue­ propios autores, que incluye todo tipo de per­
173 Globalización y antiglobalización

sonas procedentes de distintas “clases” defini­ FRIEDM AN, Jonathan (1994): Cultural Identity
das por su carácter esencialmente globalizado and Global Process. London: Sage.
o *nom ádico. Las oposiciones comunes a la FRIED M A N , Jonathan (ed.) (2002): Globaliza­
mayoría de los discursos en torno a la tion, the State and Violence. Walnut Creek:
globalización se traducen a un vocabulario Altamira.
radical, en el que nómadas, inmigrantes, aca­ HARDT, Michael; NEGRI, Antonio (2000): E m ­
démicos de viaje, consultores, etc., represen­ pire. Cambridge: Harvard University Press.
tan lo progresista, mientras que lo local queda LÓPEZ CABALLERO, Paula (2006): “Mexicains
asociado al terreno de lo reaccionario e inclu­ sans être métis, autochtones sans être indiens.
so constituye un potencial para el desarrollo Variations dans la représentation de soi chez
del fascismo dada su *xenofobia y miedo a lo les originarios de Milpa Alta (México) (1950-
global. Este discurso es sorprendentemente 2000)”. Sin publicar.
parecido al que se produce en otros ámbitos MARWICK, Max (1965): Sorcery in its Social Set­
en los que la globalización constituye el nú­ ting. A Study o f the Northern Rhodesian Cewa.
cleo retórico dominante, al mismo tiempo Manchester: Manchester University Press.
que se declara una alternativa al proceso que M EYER, Birgit; G ESCH IERE, Peter (eds.)
se entiende como la globalización del poder. (1999): Globalization and Identity. Dialectics o f
Expresiones del tipo transnacionalismo o g lob a­ Flow and Closure. Oxford: Blackwell.
lización desde la base son el vocabulario princi­
Jonathan Friedman
pal de estos movimientos y de la identidad que
ha crecido en torno a ellos.
Véanse además COLONIALISMO Y AN-
TI COLONIALISMO, CULTURA, Dere­
Bibliografía cho de injerencia, ELITES, Elites cosmopoli­
tas, Espacios locales, ESTADO-NACIÓN,
BARBER, Benjamín R. (1995): Jihad vs. McWorld. F R O N T E R A , Fronteras políticas v religio­
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well. P AT R 1M O N i O , P o sc o 1o n i a 1i s m o, T E ­
COMAROFF, Jean; COMAROFF, John (2000): RRITORIOS, Traducción, VIOLENCIA
“Millenial capitalism: firsts thoughts on a se- POLÍTICA, Violencia política. Tipos, Xeno­
cond coming”. Public Culture , 12, 2. fobia v
j xenofilia.
Hibridación obvio que todas las tradiciones culturales po­
drían definirse como híbridas, en la medida
Del mismo modo que ocurre con la no­ en que son el resultado de innumerables pro­
ción de #mestizaje, para entender el concepto cesos de intercambio, imitación, fusión, difu­
de culturas híbridas se suele recurrir a la bio­ sión, interposición y asimilación de rasgos
logía para transferirlo posteriormente al uni­ culturales de unos grupos respecto a otros a lo
verso de la *cultura. Si nos atenemos a la largo de milenios. La propia concepción de la
significación que adquiere este concepto en el cultura como una suma sincrónica de diversas
campo biológico, la hibridación es un proceso síntesis, heredadas de múltiples y numerosos
de generación de nuevas especies —las híbri­ procesos históricos, apunta a un compuesto
das—a partir del injerto entre dos especies dis­ que combina, simultáneamente, elementos
tintas y preexistentes. En este sentido, la considerados originales, diferentes o contras­
condición de híbrido recuerda inm ediata­ tantes, y componentes híbridos, o intermedia­
mente el fenómeno de la mezcla de razas, en­ rios, resultado de injertos de aquellos
tendida como la constitución —en un plano ingredientes originarios. En este sentido en­
simbólico, en el caso de la especie humana—de fatizar el hibridismo de la cultura es una ma­
una nueva categoría racial, aunque en el inte­ nera de luchar contra los conceptos de pureza
rior de la misma especie. Los trabajos teóricos cultural, de autenticidad e incluso de singula­
que abordan la hibridación se han desarrolla­ ridad. Hablar de lo híbrido es negar el esen-
do durante las últimas décadas, particular­ cialismo y la reificación en el plano de lo
mente en el contexto de la teoría *poscolonial simbólico.
y de los Estudios Culturales, como una crítica Una de los constructos básicos en los que se
a los modelos ^colonialistas, #racistas e impe­ basa el hibridismo fue el formulado por Mi-
rialistas sobre la estabilidad, coherencia, fija­ khail Bakhtin en su idea de polifonía, en la
ción, continuidad y centralidad de las formas que ninguna de las partes implicadas puede
culturales. Esta crítica surge como conse­ dirigir el discurso producido como resultado
cuencia de las luchas por la ^descolonización de su interacción. Según afirma Bakhtin, to­
en el Tercer Mundo, sobre todo en A frica, do discurso humano, oral o escrito, es funda­
Asia y América Latina. Incluso en el llamado mentalmente híbrido. Cuando hablamos, se
Primer Mundo, la emergencia de las *m ino- hacen presentes en nuestro discurso las voces
rías *étnicas, que durante mucho tiempo se de otros que recuperamos e invariablemente
han visto privadas de su expresión simbólica transformamos, la mayor parte de las veces de
plena y autónoma, apunta a la dimensión hí­ una manera automática e inconsciente. El hi­
brida de las culturas #nacionales de los países, bridismo verbal y literario de cada ser huma­
considerados centrales, de Occidente. no es una garantía de supervivencia de la voz
Si reflexionamos sobre la cultura humana colectiva en la voz individual. Hasta tal pun­
desde una dimensión histórica amplia parece to es híbrido nuestro discurso, es decir, está
Hibridación 176

tan presente en él la expresión del otro, que el “mezclada”, “*criollizada”, inmediatamente


propio sujeto del discurso pasa a ser también nos daremos cuenta de que el discurso del do­
híbrido. Por lo tanto, en un sentido amplio de minador, que se pretende coherente, consis­
la idea de polifonía, ningún sujeto es dueño tente, exento de fisuras y transparente desde
de su expresión. Si el discurso es híbrido y un punto de vista lógico y gramatical, se pre­
también el sujeto que lo enuncia, la creación senta igualmente problemático. Cuando se
discursiva resulta siempre constante, ininte­ somete a éste a una crítica poscolonial, puede
rrumpida, nueva y sorprendente. La noción ser deconstruido como un discurso que es
lingüística de hibridismo nos conduce a una también híbrido, resultado de combinaciones
realidad de apertura perenne del campo de la contingentes, arbitrarias, provisionales, llenas
expresión humana, dimensión que M ikhail de fisuras que sólo resultan parcialmente su­
Bakhtin definía con el término por él inven­ turadas. Este hibridismo de la condición he-
tado de “infinalizabilidad”. gemónica, que cabe atribuir tanto al discurso
En consecuencia, desde la significación como al propio sujeto hegemónico, ha sido
bakhtiana de hibridismo, el discurso del suje­ expuesto y analizado críticamente por diver­
to, incluso aunque se halle sometido a una es­ sos autores como Frantz Fanón, Edward
tructura de opresión y dominación, nunca Said, Homi Bhabha, Gayatri Spivak e incluso
está controlado completamente por el opre­ por Jacques Derrida.
sor. La simple actividad de obedecer de mala Un aspecto central de la condición híbrida
gana a las reglas impuestas ya provoca de por es su ambivalencia, su indecibilidad ante las
sí un cierto grado de resistencia y desplaza­ polaridades ^estereotipadas entre dominante y
miento significativo en el sujeto oprimido. subalterno, grupo racial blanco y grupo racial
Este movimiento acaba por generar una obe­ no blanco, beterosexualidad normativa y se­
diencia híbrida que, como tal, abre el camino xualidades desviantes, civilizados y bárbaros,
a la posibilidad de un cuestionamiento de la modernos y premodernos, *centro y periferia.
acción impositiva de opresión y obediencia, Homi Bhabha enfatiza con estos términos la
aun cuando no se ponga de manifiesto en el ambivalencia de los “entrelugares”, del tercer
momento de la construcción de la expresión hí­ espacio que capitalizan los movimientos anti­
brida. Las teorizaciones bakhtianas del hibri­ coloniales. Edward Said expone la inserción
dismo han inspirado diversas formulaciones híbrida de significantes emblemáticos de la
actuales que proponen generalizar, más allá de condición subalterna o periférica en las obras
las dimensiones lingüísticas, otros dilemas de literarias canónicas de las metrópolis colonia­
las expresiones culturales puestas en confronta­ listas e imperialistas. Y, desde estos plantea­
ción en situaciones de ^desigualdades de poder mientos, Said sostiene que las expresiones de la
y de imposición de modelos y valores, y que ca­ “alta cultura” nunca consiguen aislarse com­
racterizan tanto al colonialismo como al impe­ pletamente de la presencia incómoda de las
rialismo cultural contemporáneo. marcas que expresan la condición de los opri­
El concepto de lo híbrido como un proce­ midos. Gayatri Spivak muestra la inesta­
so siempre abierto fue introducido en las H u­ bilidad semántica generada por los intentos
manidades y en las Ciencias Sociales por su constantes del subalterno de hacerse represen­
potencial de positividad frente a un tipo de tar ante el sujeto hegemónico. Jacques D e­
discurso binario, que presentaba las diferen­ rrida, por su parte, apunta al hibridismo
cias de poder como insuperables y fijas, sin constitutivo de cualquier forma de discurso
posibilidad de cuestionamiento. Se trataba debido al ineludible proceso de \adifférance del
del discurso del orden económico, político y lenguaje, que hace desplazar constantemente
militar que organizaba las estructuras de do­ el significante hegemónico por un sustitutivo
minación regidas por el colonialismo y el im­ hibridizante. El proceso de diseminación cons­
perialismo. A ello obedece en gran medida la tante del significante textual también posterga
absorción de las teorías del hibridismo por los la pretensión de cerramiento y coherencia de
pensadores y activistas implicados en la lucha todo texto que se presenta como capaz de
por la descolonización y por sus sucedáneos ^identificar al sujeto que lo enuncia. El resul­
más próximos, como los movimientos frente tado de estos diversos mecanismos es un estado
al imperialismo, antirracistas, de defensa de de permanente “incompletitud”, consecuencia
los pueblos originarios y por la igualdad de los hibridismos producidos y reproducidos
de género y de opción sexual. en los embates discursivos propios de los cam­
Si empezamos por demostrar que la pos social, político, racial, étnico, sexual y de
propia retórica del colonialismo es híbrida, género, entre otros.
177 Hibridación

La teoría del hibridismo ha sido empleada cultural latinoamericano, en contraposición a


para identificar la compleja relación de Amé­ las presiones imperialistas que inciden directa
rica Latina con Occidente y, dentro de éste úl­ e indirectamente en la homogeneización y es­
timo ámbito, con Europa y Estados Unidos. El tandarización de las producciones culturales
proyecto de ^modernización de tipo occiden- periféricas, debe evitarse el riesgo de esencia-
talizante fue impuesto a los pueblos latino­ lizar esa noción de cultura híbrida. De no ser
americanos desde la formación de nuestros así, nos veríamos abocados a una paradoja
Estados nacionales. Este proyecto, ^genocida, teórica y política análoga a las aserciones ab­
racista y *eurocéntrico, demandaba una supre­ surdas que provoca la apología del mestizaje
sión completa de los horizontes culturales de latinoamericano.
los pueblos originarios y de los de procedencia Si defendemos que las culturas de Am éri­
africana. Sin embargo, ciertos autores, como ca Latina son en alguna medida más híbridas
Néstor García Canclini, han llamado la aten­ que las europeas o norteamericanas, tendría­
ción sobre el predominio de las culturas híbri­ mos que sostener al mismo tiempo que las
das en el mundo latinoamericano. Contra la primeras, en contraposición a las últimas, po­
causalidad lineal de la ^modernidad occiden­ seen ciertos estatutos que las confieren mayor
tal, este proceso de modernización se establece “pureza”, “autenticidad” o coherencia “tradi­
en el área latinoamericana y caribeña de una cional”. Puede decirse, en otras palabras, que
manera híbrida. Diversas capas de ex­ la teoría del hibridismo ha pasado a asumir
presiones simbólicas, de cosmovisión y de un valor en las estrategias intelectuales de la
ordenamientos políticos, todas consideradas descolonización y en la superación de las con­
premodernas, coexisten e interactúan con la diciones subalternas, en la medida en que de­
dimensión de modernidad ya instalada en fiende un horizonte de democracia en el
nuestros países. Paralelamente, están presentes campo simbólico. Ello significa que no sólo
también diversas dimensiones consideradas son los sujetos periféricos —en general, negros
*posmodernas, surgidas en las últimas décadas e indígenas, “negros” o “nativos”—los que vi­
como reacción crítica a los proyectos de mo­ ven una condición de hibridismo cultural. Al
dernización de hace más de un siglo e insensi­ contrario, la cultura metropolitana, la del co­
bles a esa pluralidad étnica, racial y cultural lonizador occidental, también es híbrida. De
propia del espacio latinoamericano. este modo, la teoría del hibridismo pretende
El hibridismo cultural en América Latina criticar una ideología de la desigualdad, que
se manifiesta, por ejemplo, en las denomina­ atribuía al sujeto hegemónico una condición
das artes eruditas, que siempre incluyen ele­ de coherencia, estabilidad y consistencia sim­
mentos oriundos de las culturas populares. Las bólica que supuestamente le faltaría al sujeto
expresiones de la cultura popular, a su vez, ab­ colonizado y periférico. Por lo tanto, se trata
sorben componentes de la cultura erudita de deconstruir esta falsa dicotomía para des­
continental y de la industria cultural transna­ pués provocar un espacio de intervención
cional. La propia industria cultural latinoame­ que defienda plenamente el derecho de ex­
ricana, en sus diversas dimensiones expresivas, presión simbólica de los subalternos. A la pos­
es un gigantesco híbrido simbólico, al tiempo tre, no se trata solamente de invertir la misma
familiar y exótico en su relación con las su­ polaridad, exaltando lo híbrido y rebajando lo
puestas “raíces” culturales —que también eran supuestamente puro o auténtico. La decons­
híbridas ya en sus orígenes—de nuestro conti­ trucción, la descolonización, la puesta en va­
nente. Resistencia y asimilación, colonialismo lor de la dignidad de las condiciones de una
y anticolonialismo, autoafirmación *local y etnicidad m inoritaria, la lucha antirracista
apertura sin restricciones al mundo confor­ y la demanda de un Estado ^multicultural y
man, en consecuencia, los polos principales de multiétnico constituyen todas ellas com po­
las culturas híbridas latinoamericanas. nentes que conforman el campo semántico y
Por último, resulta necesario separar la teo­ político en el cual tiene pleno sentido, en la
ría del hibridismo, entendido como un proce­ América Latina actual, la teoría del hibridis­
so cultural de elevada com plejidad, del mo cultural.
hibridismo como ideología que caracteriza a
determinadas escuelas de pensamiento, ex­
presiones artísticas e incluso identidades con­ Bibliografía
tinentales. En este sentido, aun cuando
Néstor García Canclini y otros autores de­ AARUP, Annie (1995): “Defining Intercultural
fienden la dimensión híbrida del panorama Competence: A Discussion of its Essential
Homofobia y heterofobia 178

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ricana. miedo ante unos actos que en sí mismos no
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Cátedra, Universität de Valencia. que sufre ese miedo —de ahí su conceptualiza-
KRANIAUSKAS, John (2000): “Hybridity in ción y abordaje como fobia, esto es, un miedo
a Transnational Frame: Latin-Americanist and patológico a estar en la proximidad de homo­
Postcolonial Perspectives on Cultural Studies”. sexuales—. Ya poco después de que se acuñara
Nepantla: Viewsfrom South, 1,1:111-137. el concepto, se señaló que como perspectiva
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Theory: Contexts, Practices, Politics. London: carácter histórico y contingente de las regu­
Verso. laciones que establecen las sociedades con
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ferenga. A Política dos Estudos Culturáis Lati­ disidencias sexuales. Conceptualizada como
no-Americanos. Belo Horizonte: Editor da problema psicológico, esta relación es inevita­
UFMG. blemente sustraída del contexto sociocultural
SAID, Edward (1996): Cultura e Imperialismo. que lo define. En esta línea, desde la sociolo­
Barcelona: Anagrama. gía se cuestiona el concepto básicamente por
ofuscar el hecho de que estamos ante un con­
José Jorge de Carvalho
junto de fenómenos y procesos que van
mucho más allá de un miedo irracional indi­
V éa nse a dem á s A c u11u rac ió n, A LT E RI - vidual. La homofobia refleja y encarna los
DAD, Apartheid, Centro-periferia, Ciudada­ discursos normativos de la sexualidad y sus
no, COLONIALISMO Y ANTICOLO- desviaciones, y cristaliza en un conjunto de
NIA LIS M O , C o m u nidad t ra n snac io na I, instituciones políticas, sociales, económicas y
Criollización, CULTURA, Diferencias socia­ culturales que dan concreción y forma a la re­
les v diferencias culturales, DISCRIMIN A­ lación con las sexualidades no normativas.
CIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL, Elites cos­ Así, se propuso poco después (Morin y Gar-
til o po litas, ES PACI () -T I E M 1* O , E spados finkle, 1978) el concepto de heterosexismo,
locales, ESTADO-NACIÓN, E S T E R E O ­ con el objetivo de subrayar el carácter sis­
TIPOS Y ESENCIALIZACIÓN, E S T I G ­ temático y socialmente organizado de la
MA, Etnicidad, Etnocentrismo y relativismo d iscrim in a ció n de gays y lesbianas y otras
cultural, Extranjero, FRONTERA, Frontera ^minorías sexuales. Para Borrillo (2001: 24),
geográfica y administrativa. Fronteras simbó­ la homofobia debiera entenderse como la di­
licas, GENOCIDIO, GLORALIZACIÓN, mensión cognitiva y psicológica del heterose­
ID E N T ID A D , INDIGENISMO, Integra­ xismo como institución social. Finalm ente,
ción educativa, Mestizaje, MINORIAS, Mo­ desde la propia psicología se cuestiona la ade­
rí e r n idad, M ode r n izac:ió n, M O VILID AI), cuación del concepto de fobia, ya que, desde
179 Homofobia y heterofobia

un punto de vista estricto, la reacción de ira o ra debemos contemplar como normativamen­


desprecio que viene a describir el concepto no te heterosexual y opresora. Abrió todo un
se corresponde tampoco con la definición clí­ campo de interrogación académica, los estu­
nica de fobia, que tiene como síntoma funda­ dios gays y lésbicos, a los que el concepto pro­
mental la ansiedad —elem ento que sólo vee de un elemento central en la clarificación
excepcionalmente está presente entre perso­ de la organización social de la sexualidad.
nas que no conciben la sexualidad en tér­ Esta ya sólo será vista como un conjunto de pro­
minos tales que hetero y homosexualidad cesos eminentemente socioculturales estructu­
puedan situarse en pie de igualdad (H erek, rados en torno a relaciones de poder y exclusión.
2004)—. Desde un punto de vista político, ello Más recientem ente, la teoría qu eer —un
lleva a considerar la exclusión de los homose­ desarrollo de los estudios gay-lésbicos— ha
xuales más como un elemento irracional y pa­ propuesto como concepto maestro el de
tológico individual que como una relación de heteronormatividad, es decir, el conjunto
poder de carácter estructural. de instituciones, estructuras cognitivas y
El concepto de heterofobia es utilizado de orientaciones prácticas que hacen que la hete­
muy diferentes maneras. En primer lugar, en rosexualidad se considere no sólo coherente,
el sentido —más correcto desde el punto de sino también privilegiada (Berlant y Warner,
vista etimológico—de miedo u odio al diferen- 1999: 355). La especificidad de esta perspecti­
te/extranjero (véase, por ejem plo, Bauman, va estriba en la hipótesis de que lo que se
1997) forma parte de un marco de interroga­ juega en torno a la homofobia es fundamen­
ción más amplio que el aquí tratado; en psico­ talmente la N aturalización, el carácter evi­
logía, se restringe el sentido del término dente y natural de la heterosexualidad. A
a miedo al sexo opuesto. En el campo del partir de una crítica de la sexualidad como
estudio socioantropológico de la sexualidad inscrita en la naturaleza biológica, dada y evi­
ha conocido una circulación mucho más res­ dente, se aborda ésta en calidad de dispositivo
tringida que el de homofobia, en buena medi­ (Foucault, 1995), repetición obligatoria sin un
da por el uso que se ha hecho de él desde la original (Butler, 1990), cuya hegemonía es
derecha religiosa como odio/discriminación asegurada por un conjunto de instituciones y
contra los heterosexuales, achacado al movi­ discursos reguladores. En este marco la ho­
miento gay y a sus aliados, en una maniobra mosexualidad asegura la integridad normati­
ideológica de ofuscación que confunde m ie­ va de la heterosexualidad al funcionar como
dos individuales con relaciones de poder en­ lo otro excluido e impropio. H eteronorm a­
tre conjuntos sociales, estableciendo así una tividad y homofobia son mutuamente cons­
falsa simetría entre homo y heterosexualidad tituyentes: no cabe heterosexualidad sin la
que invisibiliza precisamente el carácter constitución simultánea de una minoría ho­
estructural de la subordinación de la homose­ mosexual. Las minorías sexuales no preexis­
xualidad -com o si, desde cualquier perspectiva ten al conjunto de prácticas discursivas que
razonablemente probable, los homosexuales regulan su régimen de existencia y visibili­
estuvieran en disposición de discriminar a los dad, sino que son más bien el efecto de reali­
heterosexuales como categoría social. dad de esas prácticas.
El término “homofobia”, por el contrario, En su uso en las ciencias sociales, por tan­
ha conocido un éxito rotundo. Surgido en el to, la homofobia debe entenderse articulada
contexto de aparición de los movimientos de en diferentes niveles, que a su vez deben ser
liberación gay-lésbicos modernos, ha pasado puestos en relación: la subjetividad, al con­
al lenguaje común y al político, a pesar de ser templarse la sexualidad como un eje funda­
etimológicamente sucio —mezcla raíces lati­ mental del proceso de constitución del sujeto;
nas y griegas— y conceptualm ente confuso. las instituciones explícita o im plícitam ente
Debe su éxito instantáneo a que facilitó un encargadas de regular la sexualidad; y los dis­
cambio duradero en el modo en que se abor­ cursos normativos históricamente situados e
da la homosexualidad, tanto en un sentido inscritos decisivamente en las luchas hegemó-
académico como político: invirtió enteramen­ nicas entre conjuntos sociales. La homofobia
te la interrogación y la intervención política al se examina en torno a dos problemáticas, que
permitir el paso de la consideración del pro­ son determinantes en esta específica modali­
blema que representan los homosexuales para dad de exclusión social: visibilidad y V io len ­
la sociedad mayoritaria a la problematización cia. En cuanto a la primera, la homofobia
de la exclusión sistem ática^ los homosexuales puede ser comprendida como un régimen de
que practica una sociedad que a partir de aho­ visibilidad, tanto en el sentido de proponer
Homofobia y heterofobia 180

una epistem e en la que la desigualdad de las producción —la clase, que a su vez entra en
orientaciones sexuales queda naturalizada intersección con la cuestión de la masculini-
como en el de la negación del acceso al espacio dad—, a pesar de que existe suficiente eviden­
de la representación en público —desde la no cia de la existencia de profundas diferencias
ocultación siempre leída como “exhibición” en términos de posición y trayectoria social en
hasta la justificación de la ausencia en el mar­ cuanto a la forma que adopta la homofobia,
co jurídico, político, etc.—. Así, público/priva- así como sobre su intensidad y relevancia
do/personal se consideran mecanismos de de formas que no son necesariamente las es-
poder que actúan crucialm ente en la cons­ perables por un sentido común bienpensante
titución del cuerpo social, un concepto cen­ y liberal.
tral en algunos autores. En cuanto a la Por otro lado, otro foco de debate, ín ti­
violencia, puede ser entendida como agre­ mamente relacionado con los anteriores, se
sión —un modo de imponer el respeto a los refiere a la inclusión de todas las formas de
límites de la norma que incluye el insulto y exclusión de las disidencias sexuales bajo un
la agresión física, pero no se limita necesa­ mismo concepto. Así se ha acentuado la ne­
riam ente a ellos—. Es tam bién abordada cesidad de tom ar en consideración las es­
como violencia simbólica, es decir, incorpo­ pecificidades tanto de la experiencia de
ración de la diferencia en tanto desigual­ exclusión de otras m inorías sexuales como
dad en form a de hábitos de percepción y de su articulación en discursos e institucio­
acción —ya sea por los homosexuales o por nes —lesbofobia, transfobia—. Por último, no
los heterosexuales. puede dejar de señalarse el énfasis puesto en
Con toda su utilidad, el marco de interro­ los últimos años en ir más allá de la descrip­
gación que autoriza el concepto de ho­ ción y del análisis de la experiencia de la ho­
mofobia no deja de presentar límites e mofobia y su repercusión en la existencia de
inconsistencias, a las que conviene prestar gays y lesbianas, para dar cuenta asimismo
atención. En primer lugar, resulta problemá­ de las estrategias y prácticas de éstos y éstas
tica la relación de esta específica forma de en la negociación de espacios de visibilidad y
subordinación con otras formas y mecanis­ seguridad y para la contestación de la norma
mos de articulación de las relaciones de poder, misma. Todo ello reclama análisis más dife­
en especial con el #género. Por una parte, la renciados, que eviten el riesgo de victimismo
importancia de la hegemonía masculina a al negar cualquier agencialidad a las minorías
la hora de comprender la homofobia en sus sexuales, prestando además una considera­
distintas formas y niveles de articulación ya ción detallada a las transformaciones en los
fue destacada por el propio Weinberg, y pare­ modelos dominantes de masculinidad que in­
ce existir unanimidad en considerar que la evitablemente afectarán al modo en que se
homofobia se entiende desde la dominación experimenta e institucionaliza la homofobia.
de los varones tanto sobre las mujeres como
sobre los homosexuales, como garante del ca­
rácter esencialmente competitivo y asexual de Bibliografía
las relaciones entre varones (Bourdieu, 1998:
35-36 y 143-149), en las que la homosexuali­ BAUMAN, Zygmunt (1997): Modernidad y holo­
dad se constituye como el “otro regulador” causto. Madrid: Sequitur.
que garantiza y al tiempo pone límites a los BERLANT, Lauren; W ARNER, Michael (1999):
vínculos entre hombres. Por otra parte, se “Sex in Public”, en Simón During (ed.), Cultu­
mantiene que la homofobia puede ser abor­ ral Studies Reader. Florence, EE. UU.: Rouded-
dada como forma de opresión específica, que ge, 354-365.
si bien se comprende en el marco de la orga­ BORRILLO, Daniel (2001): Homofobia. Barcelo­
nización del género, no puede reducirse a ella na: Bellaterra.
y debe conformar un eje de análisis diferen­ BOURDIEU, Pierre (\998): La dominación mascu­
ciado (Rubin, 1984: 33 y ss.), argumentando lina. Barcelona: Anagrama.
que un análisis de la sexualidad en torno al B U T L E R , Judith (1990): G ender trouble: fem i-
sexismo se mantiene sobre presupuestos im­ nism and thesubversión ofidentity. New York,
plícitamente heterosexistas que, en última London: Routledge. Traduc. en español en
instancia, llevan a ignorar la experiencia espe­ 2001. E l género en disputa. México: Paidós.
cíficam ente homosexual de la sexualidad. FOUCAULT, Michel (1995 [1976]): Historia de la
Menos atención ha recibido hasta el momen­ sexualidad, tomo I: la voluntad de saber. México:
to el papel de la posición en las relaciones de Siglo XXI.
181 Homofobia y heterofobia

H ER EK , Gregory M. (2004 ): “Beyond ‘Homo­ W EIN B ER G , George (1972): Society and the
phobia’: Thinking About Sexual Prejudice healthy homosexual. New York: St. Martin’s
and Stigma in the Twenty-First Century”. Se­ Press.
xuality research & social policy, 1 (2): 6-24.
Fernando Villaamil
MORIN, Stephen R; G A R FIN K LE, Ellen M.
(1978): “Male Homophobia”. Journal o f Social
Issues, 34 (1): 29-47. Véanse además D IF E R E N C IA Y D E S -
RUBIN, Gayle (1984): “Thinking Sex: Notes for a Ra­ IG U A L D A D , Diferencias naturales y dife­
dical Theory of the Politics of Sexuality”, en Caro­ rencias sociales, D IS C R IM IN A C IÓ N
le Vance (ed.), Pleasure and Danger. London, New Y E X C L U S I Ó N S O C IA L , E x tr a n je r o ,
York: Roudedge & Kegan Paul, 269-319. Traduc­ M I N O R í A S , Natura 1ización, N U E V O S
ción en español en: 1989,Placer y peligro. Exploran­ M O V IM 1E N T O S S O CIA L E S , V I O L E N -
do la sexualidadfemenina. Madrid: Revolución. CIA POLÍTICA.
sus comportamientos. Por ello la identidad no
Identidad es posible estudiarla independientemente de
El estudio de la identidad implica esclare­ los individuos; no se deben abordar única­
cer las relaciones entre realidad y representa­ mente sus componentes “objetivos” u “objeti-
ciones: adentrarse en el mundo de las ideas, vables”, conductuales y actitudinales, y los
creencias e imágenes de los actores y constatar rasgos que los diferencian. Sólo con ello no es
sus imbricaciones con el entramado estructu- posible comprender lo que unos y otros sien­
ral-organizativo de los grupos. Para com ­ ten, hacen y piensan. Tampoco la sola com ­
prender el proceso de construcción de las prensión de la diferencialidad, atribuida
identidades es necesario partir de que la reali­ usualmente a los individuos a partir de la
dad social, en contra de quienes la piensan y comparación de lo objetivado por los científi­
analizan como si únicamente se tratara de cos sociales, la explica adecuadamente.
“cosas” objetivas y visibles, esconde lo invisi­ Las preguntas que es preciso realizar con
ble pasando los elementos culturales a un pri­ respecto a la identidad son las siguientes: ¿a
mer plano, es decir, a un uso de las variables qué hace referencia la identidad?; ¿qué so­
basadas en la *cultura para explicar el com ­ porte o soportes posee la identidad colectiva?;
portamiento humano. Los sujetos construyen ¿cómo se objetiva?, y ¿qué diferencias posee
su realidad social “a partir de las herramien­ con respecto a la identidad personal?, etc. Las
tas culturales con que cuentan en cada m o­ respuestas a estas cuestiones son muchas y va­
mento”: la cultura proporciona “los esquemas riadas, pero para la mayoría de los autores re­
con los que los hombres analizan e interpre­ ferirse a la identidad es una apuesta para
tan” y, a partir de las percepciones comparti­ diseñar conceptualmente puentes entre la
das, identifican sus intereses y construyen comprensión de la identidad individual —los
significaciones que definen formas de acción sentidos de conciencia de pertenencia que un
(Cruz, 1997: 14 y 17). individuo tiene—y las identidades colectivas
Las ciencias sociales, cuando hablan de —sus referentes grupales—. La identidad posee
problemas de identidad, hacen referencia a una dimensión individual, es un atributo del
procesos de construcción de la realidad. Estos individuo. La conciencia de identidad se ex­
procesos establecen las relaciones entre la rea­ perimenta desde uno mismo, individualmen­
lidad exterior y las percepciones que los suje­ te. Sin embargo, el concepto de identidad sólo
tos realizan de esa realidad. La percepción es explicable desde las relaciones sociales, “el
que tienen de la realidad es ^diferente según yo interior encuentra su hogar en el mundo
el lugar que ocupan en el espacio social. Los participando en la identidad de una colectivi­
individuos incorporan esquemas cognitivos y dad —por ejemplo, una nación, una ^minoría
afectivos que tienden a persistir o a generar *étnica, una clase social o un movimiento
dinámicas nuevas dependiendo de la forma religioso—” (Kuper, 2001: 271) y se hace indivi­
en que esas percepciones y esquemas orientan duo en ese proceso. La conciencia de identidad
Identidad 184

es una tarea personal a realizar a partir de la los individuos, entre otras la moral, la con­
biografía, enmarcada en una trayectoria vital. ciencia y las actitudes que guían las acciones
Esa tarea se encuentra atravesada por la de los individuos, algo que han señalado va­
conducta observada en “los *otros”. Sin refe­ rios autores.
rencia a “los otros”, que se hallan dentro y Por ello es preciso abordar las relaciones
fuera del grupo, alcanzar el “yo interior” no entre etnicidad y N acionalism o desde una
sería posible. Siempre se es alguien en rela­ perspectiva identitaria; concretamente, desde
ción con los otros. En este sentido es preciso el modo en que, más allá de las diferencias en
agregar que la identidad entraña entramados la utilización de los “materiales culturales”, se
de lealtad; un compromiso con el grupo y una fusionan en determinados momentos repre­
correspondencia incluso con los afectos. La sentaciones y creencias con las formas organi­
construcción del nosotros se realiza en las re­ zativas y estructurales. En todas ellas el “yo
laciones que mantienen los individuos entre interior” se construye de forma similar, acep­
sí en cuanto miembros del grupo. La iden­ tando como propia, haciendo suya, la “super­
tidad se halla anclada en “las formas de la ficie superior, pública, iluminada, fácilmente
praxis”, penetradas por una realidad social es­ perceptible y claramente descriptible” (Ber-
pecífica en la que interactúan diferentes gru­ íin, 1998: 52) de la respectiva sociedad o aso­
pos de individuos, movidos por intereses, ciación grupal. Es lo que une a todos.
pero atados por la cultura que no se deja ab­ Así ía etnia y la nación se construyen a
sorber por éstos (Eder, 1996-1997: 116). partir de la previa definición de la etnia por la
Existen, en consecuencia, diferentes nive­ nación. Tras un titubeante comienzo en el
les de objetivación y distintas dimensiones de que la definición de la nación se equipara al
la realidad, la “ideal y la material”. Se trata de de la etnia, como sucede en concreto con el ca­
instancias constituyentes de la identidad tan so español (Cánovas, 1981), ésta acaba impo­
recíprocamente implicadas que, aunque se­ niendo a las etnias la definición que para sí
parables, ninguna de ellas es comprensible de había aceptado en un primer momento. Pos­
forma aislada. O, dicho de otra forma, la tota­ teriormente, la nación asume otras creencias,
lidad que todas juntas crean, la identidad, es otras representaciones y otros contenidos cul­
inseparable de cada uno de los niveles e ins­ turales: las propias del capitalismo. En este
tancias consideradas por separado, pese a que sentido hay que considerar las diferencias
todas las apariencias tienden a hacer ver, y a existentes entre las construcciones étnicas de
hacer pensar, que se trata de realidades autó­ los proyectos de *modernización y d e s a rro ­
nomas y separables. Este es el principal pro­ llo, y las surgidas aproximadamente a partir
blema analítico del estudio de la identidad, de los años setenta. No debe procederse del
pero también el más fructífero, pues, además mismo modo en el caso de los nacionalismos,
de permitir una mejor comprensión, posibili­ dado que las diferencias que los separan no al­
ta romper los muros y barreras construidas teran su núcleo central. Esto no ocurre con las
entre los grupos utilizando “materiales cultu­ etnias ni con las etnicidades.
rales” para legitimar, antes y ahora, territorios
ocupados y territorios por ocupar, así como las
formas político-administrativas encargadas de Bibliografía
objetivar y de marcar “la realidad interior a sus
^fronteras” (Pérez-Agote, 1989: 25). BAUMAN, Z. (2005): Identidad. Barcelona: Lo­
Desde esta perspectiva, otra cuestión tam­ sada.
bién importante es hacer constar que la pre­ BERLIN, I. (1998): E l sentido de la realidad. Sobre
gunta acerca de quién eres únicamente tiene las ideas y la historia. Madrid: Taurus.
sentido cuando se cree que uno pudiera ser CÁNOVAS, A. (1981): Concepto de nación, Obras
otro distinto del que se es (Bauman, 2005). Se Completas, Tomo I, 13T I 52. Madrid: Funda­
entiende así que, en principio, existen varias ción Cánovas del Castillo.
posibilidades de ser y, en consecuencia, es po­ CRUZ, R. (1997): “La cultura regresa a primer
sible elegir entre ellas. Dicho de otro modo, plano” en R. Cruz y M. P. Ledesma (eds.).
no tiene sentido plantearse lo que uno es, si su Cultura y movilización en la España Contempo­
ser está ya de antemano definido, si no hay ránea. Madrid: Alianza.
alternativas y no existen posibilidades de ED ER, K (1996/97): “La paradoja de la ‘cultura’.
cambiarlo. Tampoco sería posible, es preciso Más allá de una teoría de la cultura como fac­
agregar, sin las representaciones del pasado tor consensual”. Zona Abierta, Cultura y Políti­
que orientan en el presente esferas últimas de ca, 77/78: 95-126.
185 Indigenismo

KUPER, A. (2001): Cultura. La versión de los antro­ terario que surgió en varios países latinoame­
pólogos. Barcelona: Paidós. ricanos a partir de 1910 y se mantuvo hasta
PÉREZ-AG O TE, A. (1989): “Hacia una concep­ mitad del siglo XX, siendo su objetivo princi­
ción sociológica de la nación”, en A. Pérez- pal el ^desarrollo económico, sanitario, social
Agote (eds.), Sociología del Nacionalismo. y cultural de los grupos indígenas, población
Bilbao: Universidad del País Vasco, Gobierno que representaba un sector muy amplio del
Vasco. mundo rural, pero que estaba marginada y
Ana Aliende Urtasun discriminada desde la época ^colonial. El pro­
Jesús Azcona Mauleón grama indigenista promovió la redistribución
de la tierra, la comunicación entre las comu­
nidades apartadas y los centros urbanos, el
Véanse además Acciones afirmativas, ALTE- mejoramiento de la salud, la alfabetización y
R 1DA D, Apartheid, C1UD AD ANÍA, Ciuda­
la valoración de las lenguas vernáculas. En
dano, COLONIALISMO Y A N T IC O L O - nombre del progreso las autoridades de dife­
X 1A LISM O, CC )MUNIC AC IÓ N , Coni u- rentes gobiernos, revolucionarios como Mé­
n idad transnación a 1, Co m u ni ta r ism o,
xico o reformistas y populistas como Perú o
CONSUMO C U I; r U R AL, Criollizac ion, Brasil, se esforzaron por ^asimilar las pobla­
CULTURA, D E RE CH O S HUMANOS,
ciones indígenas a la *sociedad nacional y
DESARROLLO, Desterritorialización, DI­ transformar sus condiciones de vida, juzga­
FERENCIA Y DESIGUALDAD, Diferen­
das como vestigios arcaicos o un indicador de
cias sociales v diferencias culturales, Dife- atraso social y cultural. Para entender el
rencias sociolingüísticas y desigualdad, alcance de la ideología indigenista y su im ­
DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓ N SO­ portancia es necesario contextualizarla y rela­
CIAL, ELLEES, Elites cosmopolitas. Esclavi­ cionarla con dos corrientes políticas muy
tud, Esfera mediática, Espacio de los flujos, influyentes: el socialismo y el agrarismo. El
Espacio red, Espacios locales, ESTADO-NA­ proyecto indigenista es también una reacción
CIÓN, E S T E R E O T I P O S Y ESE N C IA L I­ contra las teorías ^raciales del s. XIX, el darwi-
ZACION, ESTIGMA, Etnicidad, Etnocen­ nismo social y las jerarquías raciales de Gobi-
trismo y relativismo cultural, Extranjero,
neau y de Gustave Le Bon, que servían a los
FR O N T E R A , Frontera geográfica y admi­ terratenientes para justificar la sumisión de
nistrativa, F'ronteras políticas y religiosas, las “razas inferiores” al blanco.
Fronteras simbólicas, GENOCIDIO, Global La incorporación del indio o del #mestizo
y local, G LOE A LI ZAC IÓN, Globalización en los nuevos Estados nacionales en vías
y antiglobalización, HIB RID ACIO N, IN-
de ^modernización originó intensos debates
DIGENISMO, IN T E G R AG IÓN, I ntegra-
políticos. Repudiando la inferiorización ra­
ción educativa, Interculturalidad, Lugar
cial del indio, varios escritores concebían la
y no-lugar, Megalcípolis, Mestizaje, MI­ literatura como un manifiesto militante: los
NI( ) R í A S, M od e rn i za c ió n, M O V IL I!) A I ), bolivianos Rigoberto Paredes y Alcides A r-
M U L T 1CU LTURA LISMC), Multicultu­
guedas, el brasileño Euclides da Cunha o el
ralismo en los estudios culturales. Mul­
peruano Luis Valcárcel afirmaban que sólo
ticulturalismo en los estudios étnicos.
podía haber dos opciones positivas en la nue­
Multilingüismo, Multilocal, Nacionalismo,
va nación: “ser blanco” o “ser indio”, es decir,
Naturalización, Neocolonialismo, Nomadis­ pertenecer a una “raza pura”, ya que todo lo
mo v turismo, NUEVOS MOVIMIENTOS que era ^híbrido, mestizo, “cholo” o “cabo-
S O CIA L E S, PAT' RIM O N I O , Pluralismo clo” era una marca de degeneración -a r g u ­
si nc ró n ico, P1u rin ac io na 1id ad, Posc o 1o n ia - mento que ya sostenía a fines del s. XVI el
lismo, P O S M O D E R N ID A D , Racismo y
cronista indígena de Perú, Guamán Poma de
neorracismo, SABER Y SABERES, Sociedad Ayala—. Estos autores no negaban los funda­
ele la información v del conocimiento, Sujeto mentos de las teorías raciales, sino que despla­
intercultural, T E R R IT O R IO S , TRABAJO,
zaban el problema y convertían a los mestizos
Traducción, Violencia política. Tipos, Xeno­ en el prototipo de todos los vicios. Este tipo de
fobia y xenofilia. razonamiento era consecuente con el repudio
de las castas —mezcla de indios, blancos y ne­
gros—compartido por las elites coloniales y
Indigenismo republicanas. En Bolivia, que disfrutaba a co­
El indigenismo, en sentido estricto, fue un mienzos del s. X X de un notable crecimiento
movimiento político, intelectual, artístico y li­ económico gracias a la explotación de las
Indigenismo 186

minas de estaño, la cuestión del indio fue de­ distintas naciones indígenas fragmentadas
nunciada por varios escritores en una época por la conquista y la colonización. Gamio fue
temprana. Cabe recordar que hasta los años quien definió los componentes de toda nación
sesenta, en muchos rincones de la sierra que a comienzos del siglo XXI siguen siendo
andina el indio que trabajaba en las haciendas temas #identitarios de los distintos organis­
vivía en condiciones infrahumanas de pro­ mos indígenas: el territorio, la *etnia, la len­
miscuidad, desnutrición, alcoholismo y *ex- gua, la cultura, la economía. Partidario de
plotación. Bautista Saavedra, autor de E l Emiliano Zapata, apoyó sus reivindicaciones
ayllu (1904), explicaba la degradación social y agrarias, equiparando agrarismo e indigenis­
moral de los indios como consecuencia de las mo. De ahí la importancia de la problemática
conquistas respectivas de los incas y de los es­ del campesinado indígena en las ciencias so­
pañoles, que condujeron al mestizaje y a la hi­ ciales mexicanas. En 1917 el fundador de la
bridación. Rigoberto Paredes, en su Provincia antropología indigenista creó un grupo inter­
de Inquisive (1906), describe la miseria de la disciplinario que se trasladó a Teotihuacán
vida rural boliviana, y denuncia la explota­ con la misión de estudiar la tenencia de la tie­
ción despiadada de los indígenas por el clero y rra, la productividad y las relaciones entre los
las autoridades provinciales. distintos productores. Esta fue la primera in­
La Revolución mexicana de 1910 fue el vestigación de antropología aplicada, proyec­
fermento del indigenismo latinoamericano. to que concurrió al establecimiento de un
En 1912, el político Luis Cabrera pronunció modelo de desarrollo regional que debía ge­
un discurso en la Cámara de Diputados de neralizarse al Estado de México y a los circun­
México, sosteniendo la urgencia de la redistri­ vecinos. Gonzalo A guirre Beltrán, que fue
bución agraria. La denuncia de los abusos co­ discípulo de Gamio, es sin duda el represen­
metidos por los terratenientes en detrimento tante más ilustre de esta corriente. En la se­
de los indígenas se condensó en un lema céle­ gunda mitad del siglo X X , los trabajos de
bre en su época: “Hay que darle al indio la ra­ Guillermo Bonfil Batalla, de inspiración indi­
zón aunque no la tenga”. Desde el comienzo genista, desembocan en una problemática
el indigenismo reivindicó la necesidad de res­ más actual ligada a la emergencia indígena en
tituir a las comunidades indígenas las tierras la esfera política americana.
colectivas que habían sido desmanteladas por El liderazgo mexicano, en lo que toca a la
los gobiernos surgidos de las luchas indepen- problemática indigenista, se manifestó de va­
dentistas, en nombre de la propiedad privada, rias maneras, ya sea amparando exiliados po­
situación que favoreció la extensión de los la­ líticos como el peruano Haya de la Torre, ya
tifundios y la pauperización de los indígenas. sea irradiando sus ideas en los países latino­
En México, la reforma agraria fue acompaña­ americanos. A comienzos de los años treinta
da por un apoyo oficial a la escuela rural, cuya la Secretaría de Educación Pública de México
misión principal era la alfabetización y cas- envió a Moisés Sáenz a Guatem ala, Perú,
tellanización de los indios monolingües, con­ Ecuador y Bolivia, para informarse sobre la
dición imprescindible para asimilarlos a la situación social del indio. En 1940 se celebró
nación. En el campo del arte, puesto al servi­ el Prim er Congreso Indigenista Interameri-
cio de la causa revolucionaria, el indio y su cano en Pátzcuaro, que reunía representantes
opresión secular fueron inmortalizados por de la mayoría de los países latinoamericanos.
los muralistas mexicanos; Diego Rivera des­ Los representantes mexicanos insistieron so­
cribió la crueldad de la conquista, la derrota bre la necesidad de *integrar al indio en la na­
de los indios y la servidumbre, como también ción mediante la ^educación, y rechazaron
las esperanzas abiertas por la revolución. Un todo intento de mantenerlo encerrado en sus
factor importante para la difusión de estas tradiciones, porque ello sería marginarlo. El
ideas indigenistas fue la acción de la Universi­ desarrollo de la antropología mexicana, la
dad, institución que en toda América latina y creación de institutos de investigación de las
hasta los años sesenta representó el mayor fo­ culturas indígenas y los numerosos progra­
co cultural y político. El indigenismo m exi­ mas de desarrollo reflejan la vitalidad de la
cano transform ó la antropología racial que corriente indigenista.
dominaba la esfera académica y dio a esa A pesar del interés por lo indio, favoreci­
disciplina un contenido a la vez científico y do por el contexto revolucionario y académi­
militante. Manuel Gamio fue la figura emble­ co, Gamio aceptó que el mestizaje, y no la raíz
mática de ese nuevo enfoque, que buscó re­ indígena, fuese reconocido como el elemento
construir la estructura social y cultural de las esencial y prototípico de la nación mexicana,
187 Indigenismo

aunque no conservó el criterio de raza sino el sublevaciones, reales o exageradas, que esta­
cultural. Según él, la identidad no dependía llaron por toda la sierra tuvieron efectos con­
del origen racial, sino del tipo de actividades, traproducentes y sirvieron de pretexto a las
de normas y valores ligados a la práctica coti­ clases dirigentes para desprestigiar a los
diana. Como la mayoría de los hombres de su indios.
época, Manuel Gamio confiaba en el progre­ Los indigenistas peruanos de los años
so, y estaba convencido de que los rasgos ar­ veinte, como los mexicanos, hablaban en
caicos de los grupos indígenas desaparecerían nombre del indio, aunque también había
a mediano plazo bajo los efectos positivos de líderes indígenas alfabetizados que no se
la modernización. Ya en los últimos años del definían como mestizos. Los pensadores
porfiriato, Molina Enriquez había hecho un peruanos Luis Valcárcel y José Carlos Mariá-
emblema nacional del mestizo de clase media tegui retomaron y ampliaron esta inter­
y pequeño propietario rural. Pero fue José de pretación que legitim aba las aspiraciones
Vasconcelos quien reformuló en 1925 la teo­ socialistas peruanas de construir un futu­
ría de la “raza cósmica”, mestiza, dotada de ro más justo. Estos autores ensalzaron la
todas las cualidades de los dos troncos origi­ pureza de la raza india y su integridad mo­
narios, y que era la única capaz de producir ral, en contraste con el estereotipo del mesti­
una civilización universal, o por lo menos ex­ zo, borracho, jugador, perezoso y corrupto
tensible a todo el continente. La teoría de Vas­ por la vida urbana. Los indios encarnaban la
concelos era racial en sus presupuestos de la colectividad contra el individualismo, la raza
“superioridad” mestiza. Bajo una forma des­ contra la mezcla. El planteo de Luis Valcár­
provista de metafísica, la ideología del mesti­ cel era racial y cultural. La comunidad indí­
zaje como fundamento de la nación mexicana gena, el ayllu incaico, era descrita como un
dominó hasta los años noventa. modelo de perfección, mientras que el mesti­
El indigenismo que se desarrolló en Perú, zo sólo había heredado las taras de sus ances­
y principalmente en la ciudad del Cuzco des­ tros. En su libro Tem pestad en los Andes
de el inicio del siglo X X , está marcado por la (1927), Valcárcel anunciaba el despertar del
imagen de los incas idealizada por Garcilaso indio contra sus opresores, los blancos y los
de la Vega en sus Comentarios reales, y por un m estizos, y la inm inencia de una rebelión
fuerte regionalismo serrano, hostil a Lima y a con tintes milenaristas. José Carlos Mariáte-
la “sofisticación” de las elites blancas y espa­ gui, fundador de la revista A m anta, que se
ñolizadas de la capital. Encabezados por la convirtió en la principal tribuna del indige­
figura señera de Luis Valcárcel, ensayista, nismo literario y político, sostenía que sólo el
historiador y político, estos indigenistas, con­ indio podía ser considerado genuina encar­
trariam ente a los mexicanos, no querían nación de lo nacional, pero en su análisis de
m odernizar a los indios y convertirlos en inspiración marxista este autor rechazaba las
mestizos, pues, según ellos, esto iría en des­ explicaciones raciales y afirmaba que el pro­
medro de su esencia, sino que proponían me­ blema del indio era fundamentalmente eco­
jorar las condiciones de la vida cotidiana, nómico. Sólo una revolución socialista
restituirles sus tierras y permitirles vivir de­ podría restituirle el derecho a la tierra. Su
centem ente de la agricultura, actividad que obra Siete ensayos de interpretación de la reali­
ejercían desde milenios. En los años veinte, el dad peruana (1930) se convirtió en una refe­
gobierno populista de Leguía, fundador de la rencia insoslayable de los partidos y de los
“Patria N ueva”, favoreció el indigenismo pensadores de izquierda. La identificación
concebido como el estudio de todas las fases del colectivismo de los incas con el modelo
de la cuestión indígena, produciendo un dis­ comunista había adquirido una garantía aca­
curso político, académico y cotidiano que en démica con la publicación, en 1928, del libro
cierto modo permaneció hasta el presente. La de Louis Baudin, L ’E m pire so d a liste des In ­
constitución de 1921 reconoció oficialmente cas, en el que el autor analizaba los m eca­
las comunidades indígenas, que habían sido nismos de reciprocidad y de redistribución
abolidas en los primeros años de la indepen­ estatal del incario. Por otra parte, la evoca­
dencia, para desarraigar todo tipo de resabios ción del sistema económico y político de los
coloniales. Las medidas adoptadas por L e­ incas justificaba los nuevos combates ideoló­
guía implicaron el reconocimiento legal de la gicos y brindaba una variante autóctona y
propiedad colectiva de los pastos y de las tie­ nacional que corregía los principios univer­
rras, y frenaron —pero no im pidieron— la sales de la III Internacional. N o sólo hubo
expansión de los latifundios, ya que las textos sino también imágenes, como las mag-
Indigenismo 188

niñeas fotografías de M artín Cham bi, que —el huayno—como factor de cohesión nacio­
realzaron la dignidad del indio y lo equipa­ nal. Luis María Arguedas, antropólogo y
raron con los incas imperiales. autor de varias novelas y cuentos sobre el
En los años treinta el indigenismo racial mundo indígena de gran valor literario (Ya-
de la primera época cobra un nuevo cariz, ba­ w ar Fiesta, 1941; L os ríos profundos, 1958),
jo la influencia del A PRA —Alianza Popular comparte con Uriel García la afirmación del
Revolucionaria Americana—, un partido na­ poder a sim ila tiv o del in d íg en a a través
cionalista popular fundado en México por un del mestizaje cultural. La denuncia de la bru­
peruano exiliado, Víctor Raúl Haya de la To­ talidad de los gamonales y de la servidumbre
rre, que tuvo allí la ocasión de colaborar con del indio lo lleva a valorar la riqueza de sus ri­
Vasconcelos. Haya de la Torre propuso bauti­ tos y de sus valores, construyendo lo que Ma­
zar a América del Sur: “Indoamérica”, pero rio Vargas Llosa llama la “utopía arcaica”.
introdujo el “mestizaje” como opción ideoló­ El neoindigenismo alcanzó su apogeo en
gica que favorecía la integración de todos los 1944, cuando un intelectual de clase media,
sectores de la sociedad. En 1937, la creación Humberto Vidal Unda, fundador de la “Socie­
del Instituto Americano de Arte (1937) im ­ dad de los Cholos”, propuso crear un Día del
pulsó el folklore, considerado como la expre­ Cuzco que se celebraría cada 24 de junio. Esa
sión del alma mestiza. El A PRA evolucionó fecha era sumamente oportuna, ya que corres­
bacia un nacionalismo reform ista, abando­ pondía al solsticio de invierno y, por consi­
nando su programa revolucionario. guiente, a la fiesta incaica y solar del Inti
Después de la Segunda Guerra Mundial, Raymi vinculada desde la conquista con el
la noción de “raza”, que había sido ensalzada Corpus Christi. El festival brindaba la ocasión
por los primeros indigenistas, cayó en desuso de recrear el folklore prehispánico, de promo­
debido a su trágica implementación por la ver el turismo y de convertir al Cuzco en la cu­
ideología nazi. Desacreditada como referen­ na de la peruanidad y, por extensión, a los incas
cia, la “raza” y su “pureza” fueron rechazadas como la quintaesencia del indio americano.
en favor del mestizaje. Reivindicar el mesti­ Para reconstituir el rito solar, los organizado­
zaje era una manera de marcar el desacuerdo res se apoyaron principalmente en la descrip­
y las diferencias con los Estados Unidos y la ción de Garcilaso de la Vega, quien nunca
segregación racial. El “cholo”, nombre que se presenció la ceremonia propiamente dicha, si­
daba al mestizo y que conllevaba un sentido no que asistió de niño a un Corpus mezclado
negativo, pasó a ser una categoría positiva, co­ con elementos prehispánicos. La fortaleza de
mo lo muestran las letras de canciones po­ Sacsahuaman, defendida hasta la muerte por
pulares serranas de la época. En 1930, Uriel los incas rebeldes de Manco Inca en 1536, cons­
García publicó un ensayo cuyo título, “El tituyó el escenario grandioso del nuevo Inti
nuevo indio”, es sugestivo del cambio de Raymi. Arqueólogos, escritores locales, poetas,
orientación. El nuevo indio ya no se definía músicos y conjuntos de baile participaron in­
por su raza, sino que es una “entidad moral” tensamente en el festival que se festeja todos
que incluía a todos los que espiritualmente se los años con un éxito cada vez mayor. Estas fes­
identifican con la tierra serrana, sus costum­ tividades se siguen celebrando hasta hoy y han
bres y su dureza. Lo “serrano” viril era supe­ dado lugar a un recrudecimiento de rituales,
rior a lo “costeño”, femenino, españolizado y efectuados por los llamados “neoindios” o “neo-
pervertido. Esa dicotomía machista, aplicada incas”, que tienen su paralelo en México con
a las regiones y a sus poblaciones respectivas, los neoaztecas y la revalorización de Teotihua-
figura en todos los textos indigenistas perua­ cán. En 1991, cuando las organizaciones Ma­
nos. La osmosis del hombre y del paisaje apa­ puche establecidas en las principales ciudades
rece como vínculo identitario fundamental, de Chile convocaron una asamblea general pa­
temática por cierto de gran importancia en la ra saber en qué fecha debía iniciarse el nuevo
historia hispanoamericana. En cierto modo año araucano, surgió una discusión entre los
Cieza de León había dicho algo semejante mayores y las nuevas generaciones. Los prime­
cuando comentaba que la perfección de la ros recordaron que la primavera —es decir, sep­
“policía” de la sociedad incaica estaba relacio­ tiembre—inauguraba un nuevo periodo anual,
nada con la hostilidad de una naturaleza que pero los jóvenes impusieron el 24 de junio, ple­
aquellos hombres habían tenido que doble­ gándose a la neotradición incaica. A comien­
gar. Uriel García se singularizó por su equi­ zos del siglo XXI, en el noroeste de Argentina,
paración de lo mestizo con lo popular y por la se trató de promover el Inti Raymi como la
importancia que atribuye a la música andina fiesta indígena por excelencia.
189 Indigenismo

El caso de Brasil es un poco diferente, ya indios arékuna y taulipang de Amazonia. El


que en ese país el indigenismo siguió sendas personaje de Macunaima, indio genérico, es
distintas a las de Perú o México. Allí el interés emblemático del Brasil y de lo que los moder­
por lo indígena no brotó de los claustros uni­ nistas llamaron la antropofagia cultural, es
versitarios, sino de la acción de un militar in­ decir, la asimilación de la cultura extranjera y
geniero, Cándido Mariano de Silva Rondón, su fusión con elementos brasileros. La crea­
mestizo por parte de su madre y encargado, ción narrativa de Mario de Andrade se expli­
en 1890, de colocar la primera línea telegráfi­ ca también por el contexto político favorable
ca a través del Mato Grosso, que era hasta la al indígena, que es sin duda la figura más im­
fecha territorio prácticamente desconocido. portante del indigenismo brasileiro.
El éxito de su misión sirvió para que lo envia­ El indigenismo como ideología política
ran con un destacamento militar a proseguir declinó en los años sesenta. La antropología,
con la instalación de la línea que debía cubrir que había sido un vehículo académico impor­
todo el territorio y llegar hasta Bolivia y Perú. tante, se volcó hacia otras problemáticas. A
La personalidad de Rondón le ganó el respeto partir de los años setenta, las reivindicaciones
de tribus indígenas belicosas, como los boro- de los propios indios por medio de sus líderes
ro, que el futuro mariscal supo pacificar y que y asociaciones se han incrementado en toda
le ayudaron en su interm inable tarea. En América. Estos movimientos políticos, pro­
1909, en el curso de una expedición que lo lle­ pulsados por los indígenas, rechazan el mes­
vó hasta el río Madeira, en Amazonia, descu­ tizaje y toman en sus manos su destino,
brió la tribu de los nambikwara, que redujo difundiendo sus mensajes por Internet y utili­
también pacíficamente. Nombrado mariscal zando la tribuna internacional que les brin­
en los últimos años de su vida, Cándido Ron­ dan las Naciones Unidas. El indianismo,
dón dedicó su vida a proteger a los indios, y como encarnación de una etnicidad que re­
preconizó la creación de una zona reservada, clama la autogestión, no se reconoce en el in­
dirigida por la Fundación Nacional del Indio, digenismo de la primera mitad del siglo XX.
la F U N A I, de la que fue el primer director. Sin embargo, esto no significa que las ideas
En 1952 creó el parque nacional del Xingú. que florecieron y se difundieron en toda
La solución de Rondón al problema del indio América, vinculadas con la reforma agraria y
fue proteger su aislamiento y limitar los con­ la educación, no hayan ayudado a la toma de
tactos con el mundo exterior, que siempre conciencia de una población mantenida en el
habían sido nefastos, como su discípulo, el silencio por la opresión.
antropólogo Darcy Ribeiro, expuso, distin­
guiendo los indios tribales de los “indios
genéricos”, desprotegidos y explotados. La Bibliografía
“utopía salvaje” de Brasil sobrevivió difícil­
mente a las agresiones del mundo exterior AGUIRRE BELTRÁN, Gonzalo (1976): Obrapo-
-carretera transamazónica, desplazamientos, lémica. México: SEP-INAH.
nuevos frentes de colonización—y a las críti­ ANDRADE, Mario (1928): Macunaima. O héroi
cas de los mismos indios, como las del cacique sem nenhum caráter. Sao Paulo: Eugenio Cu-
Xavante Mario Juruna, primer diputado in­ polo.
dígena, quien en los años ochenta militó para BENGOA, José (2001): “Políticas públicas y co­
la constitución de una agrupación que no es­ munidades mapuches: del indigenismo a la
tuviera dominada por los administradores de autogestión”, en J. Aylwin (ed.), Políticas p ú ­
la FU N A I. blicas y pueblo mapuche. Temuco: Ed. Escapa­
En Brasil, la ideología nacional ensalza el rate-Instituto de Estudios Indígenas.
aporte y el mestizaje de las tres razas funda­ CADENA, Marisol de la (2000J: Indigenous mesti­
doras, indígena, africana y blanca. Pero en zos. The politics o f race and culture in Cuzco , Pe­
1928, la publicación de M acunaim a, o héroi rú, 1919-1991. Durham: Duke University
sem nem hum caráter, de Mario de Andrade, Press.
inaugura un indigenismo brasileño distinto G A LIN IER, Jacques; M OLINIÉ, Antoinette
del de los dos países hispanoamericanos men­ (2006,); Les Néo-Indiens. Une religión du
cionados. Mario de Andrade se inspiró para la lile millénaire. París: Odile Jacob.
ejecución de su novela modernista y surrealis­ GAMIO, Manuel (1916): Forjando patria. México:
ta en el libro de un etnólogo alemán, Koch- Porrúa.
Grünberg, Vom Roroim a zum Orinoco (1924), JURUN A, Mario; H O H LFE LD T , Antonio, y
que recopilaba los mitos y las leyendas de los HOFFM ANN, Assis (1982): Ogravador do Ju -
Información 190

runa. Porto Alegre: Mercado Aberto Editora. se somete al poder “arcóntico”, performativo,
Série Depoimentos 2. de la instancia archivante (Derrida, 1997), en
RIBEIRO, Darcy (1982): Utopia selvagem. Sauda­ tanto que ésta selecciona, categoriza y con­
des da Inocencia perdida. Urnafábula. Rio de Ja­ centra la inform ación según criterios que
neiro: Ed. Nova Fronteira. resultarán determ inantes de su sentido y
VALCÁRCEL, Luis Eduardo (1946): Historia del utilización ulteriores. En la “exom em oria”
Perú Antiguo. Lima: Editorial Juan Mejía Baca. digital de nuestros días el peligro del oligopo-
VARGAS LLOSA, Mario (1996): La utopía arcai­ lio epistémico y de la precarización de los
ca. José María Arguedas y las ficciones del indi­ marcos culturales tradicionales llega a adqui­
genismo. México: Fondo de Cultura E co ­ rir una significación política de primer orden
nómica. (García Gutiérrez, 2Ó04), dado que las opera­
ciones archivantes vienen orientadas por
Carmen Muñoz Bernand
criterios expertos —tecnocientíficos, profesio­
nales, comerciales—en gran medida ajenos a
Véanse además Aculturación, COLONIALIS- tales marcos.
MO Y A N T 1C O LO NIA LIS M O , D E R E ­ La información, como hecho cultural, en­
CHOS 1IUMANOS, DESARROLLO, DI­ cuentra su plena expresión en la *m oderni-
FERENCIA Y DESIGUALDAD, DISCRI­ dad, desde el capitalismo industrial hasta el
MINACIÓN Y EXCLUSIÓ N SOCIAL, que algunos han llamado precisamente “capi­
E L IT E S , ESTADÍ ENACIÓN, Etmculad, talismo inform ativo” de nuestros días, y ad­
EXPLí.ELACION SOCIAL,Globalización y quiere relevancia en todas las dimensiones de
antiglobal ización, HIBRIDACION, ID EN­ la experiencia colectiva y en tres aspectos que
TIDAD, INTEGRACIÓN, Mestizaje, Mo­ interesan especialmente a un punto de vista
dernización, NUEVOS M O V IM IEN TO S comunicativo:
SOCIALES, Racismo v neorracismo. Reía-
✓ A) Como modo de * comunicación-, “era de la
cienes y procesos informales económicos. Xe­ información” no se deja traducir por “era de las
nofobia y xenofilia. informaciones”, porque designa una variedad
“abstracta” de la información que no estuvo
presente en ninguna lengua antes de mediados
Información del s. XIX (Nunberg, 1998). Esta acepción remi­
te a dos supuestos: a) el reconocimiento de
Aunque al presente concebimos esta no­ un valor, tanto simbólico como económico, de­
ción como una categoría y un proceso *trans- rivado del tamaño y/o la cantidad del conteni­
cultural, la “teoría m atemática” (Shannon y do de los textos; b) la prioridad del contenido
Weaver, 1981) entendió la información como comunicado/comunicable sobre el privado o
medida probabilística de la aparición de una irreproducible o, lo que es lo mismo, la consti­
señal. En otros contextos científicos se definió tutiva subordinación de los procesos informa­
semánticamente: el contenido de una propo­ tivos a la optimación instrumental de una
sición o de un texto, o como un hecho cogniti- comunicabilidad que se quiere ilimitada. Am­
vo: el conocimiento en tanto que procesado y bos supuestos son inseparables del carácter co­
comunicado por algún dispositivo natural o mercial o comercializable del conocimiento.
tecnológico de memoria. Las reglas que pretenden asegurar la co­
Una teoría cultural de la información ha­ municabilidad, así como las condiciones de
brá de verla además y sobre todo desde un homologación “hegemónica” de lenguajes y
punto de vista sociodiscursivo: como un con­ perspectivas que requiere, se activan, como es
junto de prácticas y discursos, los institucio­ propio de toda mediación, con un alto grado
nalizados en la así llamada inform ación de desapercibimiento por parte de los sujetos
tecnocientífica, periodística, didáctica, etc., y que participan en el proceso informativo. Por
por ende como un hecho histórico en que el ejemplo, la panopsis geopolítica del discurso
acopio, el tratamiento y la transmisión de da­ periodístico, su mirada ubicua y centralista,
tos están determinados por la construcción incluso sus modos ritualizados de puesta en
reflexiva de marcos de interpretación y por escena audiovisual, son deudores del marco
los contextos de actividad social, incluida la simbólico *colonial en que se gestó la infor­
tecnológica, en que se definen las condiciones mación periodística moderna, y de las estruc­
de esa elaboración y las demandas de recupe­ turas de una subjetividad burguesa, europea y
ración y uso de los datos (Abril, 2005). Todo masculina como la que instituyó el escenario
archivo, entendido en el sentido más amplio, enunciativo de la vida pública y de la *ciuda­
191 Información

danía; pero estas determinaciones raramente emisivo-receptivas en los propios formatos:


son objeto de una reflexión crítica. así los actuales libros didácticos de estructura
B) La información adopta form as textuales hipertextual han sustituido a los antiguos ma­
características: el discurso de la información nuales narrativos, de tal modo que en el
periodística moderna se desarrolló mediante form ato mismo se visualizan las funciones
dispositivos ettunciativos que sirvieron a la ho­ —clasificar, relacionar, preguntar, ilustrar,
mologación de discursos y lenguajes sociales e tc—que antes los maestros desarrollaban en su
múltiples, conforme a juegos del lenguaje práctica docente gracias a determinadas com­
que fueron progresivamente naturalizados y petencias retóricas, narrativas y dramáticas. Se
sometidos a una regulación técnico-profesio­ puede conjeturar que muchas particularidades
nal. Se sometió, pues, la diversidad retórica y culturales cifradas en aquellas operaciones so-
expresiva, pero también moral e ideológica de ciodiscursivas —cada maestrillo tenía su libri­
las sociedades a un espacio trascendente a las llo—han cedido ante la potencia transcultural, o
jurisdicciones simbólicas particulares, que neocultural, de los formatos actuales.
acabaría identificándose con el espacio público Las taxonomías propias de las prácticas
moderno. La “unidad de expresión”, que pre­ informativas, como las categorías temáticas
tendía ya L e Jou rn al des Savants en el s. XVII de los archivos y/o bases de datos y de las sec­
(Gom is, 1989) es la forma incipiente de un ciones periodísticas, han formateado bajo
discurso público unificado y legítimo que se protocolos comunes géneros discursivos que
sustentará sobre una paradoja: reducir la va­ eran impartidos por sujetos socioculturales
riedad de los discursos sociales siguiendo el diferenciados: autoridades religiosas y políti­
objetivo oficial de representarla y comunicar­ cas, filósofos, pregoneros, juglares, viajeros,
la (Abril, 2005). La enunciación periodística, chamanes, etc. En la industria mediática las
mediante formas citacionales tan abundantes rutinas de producción de información tien­
como las que se aprecian en el género de “no­ den a desacreditar los procedimientos y dis­
ticia”, pasó a regir la multiplicidad de esas vo­ cursos idiosincrásicos (Tuchman, 1983).
ces socioculturales que expresan formas de El modelo racional-positivista de la tradi­
memoria y experiencia social depositadas en ción epistemológica europea se ha hecho mar­
la palabra (Bajtin, 1997). La homologación co y fuente de legitimidad de toda otra forma
enunciativa de la información periodística su­ de conocimiento y garante de las prácticas de
pone así un cierto monopolio de la paráfrasis información; así actúa en un sentido cultural­
*intercultural. mente desdiferenciador. En una perspectiva
C) La información se procesa por medio crítica de la organización del conocimiento se
de determinados form atos psicotécnicos: éstos reivindican prácticas como la “epistemogra-
suponen una fragmentación funcional y mo­ fía interactiva” (García Gutiérrez, 2004), que
dular de las sustancias y las formas semióticas, quiere incorporar los conocimientos exclui­
su desarrollo no lineal y el control de las prác­ dos de las redes digitales desde presupuestos
ticas y los hábitos receptivos por medio de una participativos, interculturales y no desdeño­
anticipación de las condiciones de la atención sos de las singularidades.
y de las disposiciones perceptivas y afectivas
de los usuarios (Abril, 2003). Las estrategias
de discurso, que se guiaron en otra época por Bibliografía
reglas narrativas o retóricas, adoptan en la
modernidad pautas “psicotécnicas” como las ABRIL, G. (2003): Cortar y pegar. La fragmentación
que observamos en la lectura del periódico o visual en los orígenes del texto informativo. Ma­
de los anuncios publicitarios y que atañen al drid: Cátedra.
orden espaciotemporal de los segmentos tex­ — (2005): Teoría general de la información. Datos,
tuales, a su pregnancia perceptiva y a su pre­ relatos y ritos. Madrid: Cátedra.
visible impacto emocional. Puede que incluso BAJTIN, M. M. (1997): Hacia una filosofía del acto
el llamado “sujeto popular” apareciera en el ho­ ético. D e los borradores y otros escritos (Comenta­
rizonte cultural porque, y cuando, los emisores rios de Iris M. Zavala y Augusto Ponzio). Barce­
del acto persuasivo tomaron en cuenta estraté­ lona: Anthropos.
gicamente las necesidades y los sentimientos DERRIDA, J. (1997): Mal de archivo. Una impre­
imputados al receptor (Vilaltella, 1994). siónfreudiana. Madrid: Trotta.
La racionalización histórica de los forma­ GARCIA GUTIÉRREZ, A. (2004): Otra memoria
tos, orientada al beneficio económico, da lu­ es posible. Estrategias descolonizadoras del archi­
gar a una inm anentización de las prácticas vo mundial. Buenos Aires: La Crujía.
Integración 192

GOMIS, L. L. (1989): Teoría deis generes periodís- ran —de forma bidireccional, no unidireccio­
tics. Barcelona: Centre cTInvestigació de la Co- nal, como en el caso de la asimilación—espa­
municació-Generalitat de Catalunya. cios de participación y de identificación mu­
NUNBERG, G. (1998): “Adiós a la era de la infor­ tua que transforman a todos los actores partí­
mación”, en G. Nunberg (comp.), Elfuturo del cipes, no únicam ente al grupo minoritario
libro, j E sto matará eso? Barcelona: Paidós, (Valverde, Begley y Piedra G arcía, 2005).
107-142. Esta acepción del término, sin embargo,
SHANNON, C. E.; WEAVER, W. (1981 [1948]): expresa más bien un anhelo normativo, pres-
Teoría matemática de la comunicación. Madrid: criptivo e ideológico de cómo debería trans­
Forja. currir un proceso de integración. La práctica
TUCHM AN, G. (1983): La producción de la noti­ de los procesos contemporáneos de integra­
cia. Estudio sobre la construcción de la realidad. ción social, residencial, *laboral, ^educativa
Barcelona: Gustavo Gili. y/o ^religiosa de las minorías en la sociedad
V IL A L T E L L A , J. G.(1994): “Imagen barroca y mayoritaria, pese a las connotaciones del tér­
cultura popular”, en B. Echevarría (comp.), mino “integración”, lo acercan bastante a la
Modernidad, mestizaje cultural, ethos barroco. antigua noción asimiladora y unidireccional.
México: UNAM, 245275. Ello se debe a que, sobre todo en las sociedades
Gonzalo Abril Curto
occidentales, los procesos de integración de
minorías están altamente institucionalizados
por el *Estado-nación “receptor” de dichas
Véanse además ALTERIDAD, CIUDADA­ minorías: se convierten en “filosofías públicas
NÍA, COLONIALISMO Y ANT1COLO- de la integración” (Farell, 2000). Ya histórica­
NIA U S MC), COMUN IC ACIÓ N, CO N­ mente, los Estados-naciones de cuño europeo
SUMO CULTURAL, DESARROLLO, DI­ reproducen un “#nacionalismo nacionalizan­
FERENCIA Y DESIGUALDAD, Esfera te” (Brubaker) que sigue recurriendo al pro­
mediática, Espacio de los flujos, Espacio red, yecto homogenizador para implementar cada
ESPACIO-TIEMPO, Espacios locales, IN­ vez nuevas estrategias institucionales a fin
TEGRACION, Interculturalidad, Migracio­ de lograr su anhelo original: homogeneizar,
nes. Redes sociales, MI N( IRÍAS, Modernidad, “m onoculturalizar” e integrar a los grupos
MOVILIDAD, Nomadismo y turismo, Plu­ minoritarios, sean éstos autóctonos o alócto­
ralismo sincrónico, Revolución técnico-comu­ nos, inmigrados. Como en todo tipo de nacio­
nicativa, SABER Y SABERES, Sociedad de la nalismo, esta anhelada monoculturalización
información y del conocimiento, Transcultu- se basa en una ideología del “homogenismo”
ración, Viajes y sistemas de movilidad. mediante la cual “la homogeneidad es vista
no sólo como algo deseable, sino incluso ccmo
la norm a, la más norm al manifestación de
Integración cualquier sociedad hum ana” (Blommaert y
Verschueren, 1998: 117).
Integración es una noción clave a la que se Consecuentemente, aquellos actores insti­
recurre para expresar la relación entre las tucionales —y académicos—, que desde las esfe­
partes y un todo, en nuestro contexto la rela­ ras públicas del Estado-nación se dedican a
ción entre las *minorías y la mayoría que con­ desarrollar políticas de “integración de mi­
forman un determinado conjunto societal. norías”, despliegan en su quehacer institu­
En las ciencias sociales, en general, y en la an­ cional prácticas de visibilización, de problema-
tropología, en particular, el concepto de “inte­ tización y a menudo de #estigmatización
gración” se ha venido definiendo en oposición precisamente de aquellos que se pretende tin-
al concepto de “asim ilación” o incluso de visibilizar”, o sea, integrar. Según ha derros­
“*aculturación”. Mientras bajo estos últimos trado la anthropology o f policy (Shore y
se entiende convencionalmente que un grupo W right, 1997), las políticas y prácticas de inte­
m inoritario se “diluye” como tal formando gración están estrechamente relacionadas con
parte del grupo al que se asimila y/o integra y estas percepciones y problematizaciones del
perdiendo con ello sus rasgos culturales ca­ “*o tro ”, generadas desde el Estado-nación.
racterísticos y su ^identidad *étnica d ife re n ­ Por ello, conforme demuestran los análisis de
cial, la noción de “integración”, en cambio, se las políticas de integración desplegadas tanto
aplica cuando en el proceso de integración frente a poblaciones inmigrantes (Gil, 2006)
ambas partes implicadas, tanto la minoría co­ como ante comunidades gitanas (San Román,
mo la mayoría, interactúan, negocian y gene­ 1996), estas políticas revelan más sobre sus
193 Integración

gestores que sobre los gestionados por ellas gumentación (Vermeulen y Perlmann, 2000;
(Farell, 2000). Schiffauer et al., 2004).
Estas políticas y sus correspondientes “fi­ Para poder identificar y distinguir “pro­
losofías de integración” constituyen, por tan­ blemas de integración”, se recurre a una pos­
to, para la antropología del policy ma\ing una tulada “cultura nacional” codificada y ca­
fuente etnográfica de primera mano, no para nonizada, de forma abierta, en regímenes y
estudiar a “las minorías”, sino para analizar sociedades explícitamente nacionalistas y, de
cómo a través de prácticas y discursos de “mi- forma encubierta, en las llamadas sociedades
noritización” el Estado-nación “se piensa a sí “posnacionales” (Habermas). En ambos ca­
mismo” a través del objeto de sus políticas pú­ sos, sin embargo, esta “cultura nacional” se
blicas, a través de las cuales se materializa una presupone una Leitf{ultur, una “cultura m a­
pensée d ’État (Sayad, 2004). Las ciencias socia­ triz” que constituye un inventario continua­
les apenas están descubriendo esta perspecti­ mente nacionalizado y re-nacionalizado de
va del análisis institucional, que trasciende la “tradiciones” y “rasgos” supuestamente com­
convencional percepción de las medidas de partidos por todos los miembros de la so­
integración desde sus “víctimas” para girar la ciedad mayoritaria. Dicha nacionalización
mirada hacia sus “perpetradores” (Farell, cultural, siempre precaria, sólo se logra cuan­
1998). Según detallan W im m er y Glick Schi- do entre el ^ciudadano in spe y “su” nación se
11er (2002), el persistente nacionalism o na­ establece una “intimidad cultural”, aquella
cionalizante no sólo impregna las prácticas peculiar sensación de pertenencia y confianza
habitualizadas del Estado-nación, sino que cuasifam iliar basada en “el reconocimiento
también guía tácitamente las rutinas investi­ de aquellos aspectos de la identidad cultural
gadoras de aquellos que piensan y conciben el que, aunque desde fuera sean considerados
objeto de la integración desde y con el Estado. como fuente de desconcierto, proveen a los
Se trata de un persistente “nacionalismo me­ enterados con la promesa de una sociabilidad
todológico” que sigue autolimitando sus aná­ compartida” (Herzfeld, 1997: 3).
lisis de los procesos y procedimientos de inte­ La “integración lingüística” constituye
gración de minorías al propio “contenedor una rama preferencial ya clásica de las políti­
nacional”, invisibilizándolo con ello. cas de integración de minorías. La invención
¿Cuáles son las consecuencias de dicha y posterior estandarización de las denomina­
práctica de “integracionismo nacionalizante”? das “lenguas nacionales” ha resultado ser uno
Desde hace ya décadas, en los diferentes siste­ de los mecanismos más eficaces para crear
mas “welfaristas” occidentales se está dando “intimidad cultural”. Por consiguiente, el
una discusión —potencialmente *xenófoba— proceso de monolingüización es un fiel indi­
sobre la “integrabilidad” de determinadas cador del avance del nacionalismo nacionali­
“minorías”, sean éstas étnicas, ^culturales, zante. El éxito obtenido a largo plazo por esta
religiosas, etc. En la percepción de muchos ac­ “doctrina nacional” se evidencia en los pro­
tores institucionales tanto como no-guber­ pios proyectos contrahegemónicos, promovi­
namentales y académicos, el “fracaso de la dos por nuevos actores sociales que a su vez
integración” de estas minorías, supuestamente etnifican y/o nacionalizan su disidencia polí­
evidenciado por el surgimiento de “sociedades tica. En sus reivindicaciones de un “derecho a
paralelas”, “*guetos identitarios” y demás re­ la diferencia”, tanto las llamadas “naciones
ductos no completamente nacionalizados por sin Estado” o “naciones contra el Estado”, en
el Estado-nación integrador, se tiende a equi­ Europa, como gran parte de los movimientos
parar con la pertenencia a un determinado indígenas latinoamericanos de forma tardía
“grupo étnico” o a una cierta confesión religio­ pero fehaciente, confirman la centralidad es­
sa. Destaca en este tipo de discursos el uso in­ tratégica del factor lingüístico. El Nacionalis­
discriminado de explicaciones monocausales mo nacionalizante y el etnonacionalismo
que sólo recurren a simplistas variables demo­ disidente tienden a percibir el plurilingüismo
gráficas como “minoría”, “indígena” o “inmi­ como un problema, por lo cual la “normaliza­
grante” que no se contrastan ni interrelacionan ción lingüística” a menudo acaba equiparán­
con otro tipo de influencias, como la clase social dose con una fase transitoria cuyo objetivo
de origen, el contexto laboral y residencial y la implícito sigue consistiendo en monolingüi-
actitud de rechazo de la sociedad de “acogida”. zar al conjunto de la naciente sociedad “na­
Estudios empíricos realizados en diferentes cional”.
países europeos han demostrado el carácter Es aquí donde más visiblemente conflu­
simplificante y reduccionista de este tipo de ar­ yen los objetivos específicos de la “filosofía de
Integración 194

integración”, oficializada a nivel nacional, definición no sustancial sino relacional del


con las macropolíticas del nacionalismo na­ poder permite estudiar empíricamente las
cionalizante. El encargo del sistema educati­ instituciones políticas y/o educativas de inte­
vo público, por ejemplo, de no sólo integrar, gración no como “objetos” individualizados,
sino a la vez distinguir mediante la asig­ sino como conjuntos de redes hegemónica-
nación ^diferencial y segmentada de capital mente interrelacionadas que articulan la “tec­
cultural (Bourdieu), responde a su impacto nología política” de la gubernamentalidad
normativo en la “ciudadanización” del súbdi­ (Shore y W right, 1997).
to. La peculiar “cara de Jano” del concepto Para analizar y comparar las específicas
nación (Habermas) se m aterializa en su ca­ medidas de integración del “otro” desarrolla­
racterística combinación de derechos que in­ das por las respectivas instituciones naciona­
cluyen y distinciones que excluyen. A pesar les, el punto de partida, por consiguiente, no
de los diferentes principios de ciudadanía co­ será la “objetiva” composición étnico-cultural
dificados en cada Estado-nación —que suelen de las sociedades en cuestión, sino los imagi­
girar en torno al carácter “*innato” versus narios colectivos de la “otredad”, tal como son
“adquirido” de los derechos ciudadanos, por políticamente institucionalizados e instru-
un lado, y al efecto inclusivo versus exclusivo mentalizados. El estudio comparativo de las
que tienen las “obligaciones” culturales aso­ políticas de integración ilustra antes que nada
ciadas a dichos derechos, por otro-, en todos el carácter construido, relativo y contextual
ellos hasta la fecha la política de ciudadanía y de los discursos identitarios nacionalizantes y
de integración son parte integral del proyecto subyacentes. Del sinfín de posibles crite­
de “identidad nacional”, sea éste de orienta­ rios de “#discrim inación” institucional para
ción predominantemente “cívica” o “étnica”. categorizar y con ello “problem atizar” a los
La correspondiente tendencia hacia una “otros” —como son, por ejemplo, la E d ad , el
etnificación de los no-nacionalizados, de los género, el origen geográfico, la residencia ac­
“problemas de integración” que acaban esen- tual, la lengua materna, la religión practica­
cializando y estigmatizando a estos grupos da, la “cultura”, la identificación “étnica”, la
no nacionalizados, paradójicamente ha sido ciudadanía y/o nacionalidad, las pautas de
aprovechada por el *multiculturalismo para comportamiento, etc.—, las instituciones ge­
acceder al debate acerca de la necesaria p a r a ­ neran una combinación específica de criterios
lización de la sociedad mayoritaria y de sus a fin de detectar o negar la existencia de *di-
instituciones educativas y de provisión de versidad, generando con esto su particular y
servicios sociales. A consecuencia de ello, característica “gram ática de la diversidad”.
se sigue identificando en gran parte de la lite­ Así, por ejemplo, desde el discurso institucio­
ratura la “integración de m inorías” en una nal español la problematización del “otro”
determinada sociedad con un “desafío” que recurre a explicaciones muy heterogéneas
requiere de adaptaciones compensatorias del (Dietz, 2003):
Estado de bienestar vigente. Mientras que, a — El punto de partida de la “detección”
partir del ^indigenismo, en los países latino­ institucional de los problemas, por ejemplo,
americanos —y en menor medida, norteame­ educativos, a menudo lo constituye el criterio
ricanos—son las poblaciones aborígenes las lingüístico. En vez de enfocar la diversidad
que se convierten en “problema”, en el con­ lingüística realmente existente entre la pobla­
texto europeo lo son las poblaciones migran­ ción destinataria de la intervención integra-
tes y sus descendientes. dora, la institución —producto y productora
Estas diferencias nacionales e incluso de un “habitus monolingüe” imperante (Go-
continentales demuestran que existe una di­ golin)—suele basarse únicamente en el crite­
mensión “sintáctica” (Dietz, 2003) de la inte­ rio de la lengua materna, de la identificación
gración de minorías, que en cada sistema de de educandos cuya primera lengua no es la
Estado-nación de forma subyacente estructu­ hegemónica a nivel nacional y/o regional. El
ra —ampliando o restringiendo—tanto los sen­ monolingüismo institucionalizado genera
tidos discursivamente expresados por los una visión altamente Estereotipada de la rea­
propios actores de las políticas de integración lidad multilingüe.
como la praxis #intercultural de estos actores. — En este tipo de problematizaciones ins­
Por ello se requiere de un enfoque etnográfi- titucionales, el argumento lingüístico se suele
co-institucional explícitamente centrado en mezclar y/o confundir con otros factores muy
los poderes públicos y en su capacidad de heterogéneos. Por una parte, existe una ten­
generar “problemas de integración”. Una dencia generalizada hacia la equiparación de
195 Integración

las ^migraciones como tales con supues­ naciones entre lo público y lo privado no es
tos problemas de integración. M ezclando subsumible bajo los convencionales y ya clási­
constantem ente variables dependientes e cos conceptos de asimilacionismo versus se-
independientes, en las correspondientes gregacionismo, sino que en la mayoría de los
“evaluaciones” acerca del desafío de la diver­ sistemas institucionales los contextos nacio­
sidad cultural la condición migratoria en sí se nales y regionales permiten un amplio abani­
convierte en un problema para la institución co de soluciones intermedias.
educativa y/o social.
— La problematización del fenómeno mi­
gratorio como tal a menudo se dramatiza con el Bibliografía
topos de Huntington acerca de la inevitabilidad
del “choque” civilizacional entre las culturas. BLOMMAERT, Jan; VERSCHUEREN, Jef
En gran parte del discurso de las pedagogías de (1998): Debating Diversity: analysing the dis­
la “otredad”, la diversidad cultural se visualiza course o f tolerance. London, New York: Rou-
de forma bipolar y mecanicista. tledge.
— Por otra parte, con frecuencia también BRUBAKER, Rogers (1996): Nationalism Refra­
es la “cuestión religiosa”, y preferencialmente med: nationhood and the national question in the
la mera existencia de diversidad religiosa, la New Europe. Cambridge: Cambridge Univer­
que es utilizada para identificar un presunto sity Press.
problema escolar o de convivencia vecinal. DIETZ, Gunther (2003): Multiculturalismo, inter-
Este problema no se formula a raíz de un aná­ culturalidady educación: una aproximación an­
lisis empírico de la coexistencia y confluencia tropológica. Granada, México: EUG-CIESAS.
de diferentes prácticas religiosas y/o confesio­ FAVELL, Adrian (1998): Philosophies o f Integra­
nales en el ámbito escolar, sino que parte de la tion: immigration and the idea o f citizenship in
simple presencia de educandos con credos no­ France and Britain. London: MacMillan.
m inalm ente divergentes. Por consiguiente, GIL ARAUJO, Sandra (2006): Las argucias de la
esta “cuestión religiosa” en el discurso institu­ integración. Construcción nacional y gobierno de
cional acaba mezclándose con factores apenas lo social a través de las políticas de integración
relacionados con la diversidad religiosa. de inmigrantes: los casos de Cataluña y Madrid.
— Por último, la originaria función disci­ Madrid: Universidad Complutense de Ma­
plinaria que cumplen las políticas públicas de drid. Tesis doctoral.
integración se revela en la frecuente asocia­ HERZFELD, Michael (1997): Cultural Intimacy:
ción de la diversidad cultural con desafíos de social poetics in the nation-state. New York:
tipo “policial”. Según esta argumentación, el Routledge.
“desarraigo” cultural del migrante, sobre to­ SAN ROMÁN, Teresa (1996): Los muros de la se­
do adolescente, de forma cuasiautomática ge­ paración: ensayo sobre alterofobia y filantropía.
nera comportamientos “antisociales” que Barcelona: Tecnos, Universidad Autónoma de
requieren de una decidida intervención peda­ Barcelona.
gógica o social. SAYAD, Abdelmalek (2004): The Suffering o f the
La combinación de estos criterios de pro­ Immigrant. Cambridge: Polity.
blem atización y su aplicación a sistemas de SCHIFFAUER, Werner et al. (2004): Civil Encul-
integración en diferentes contextos naciona­ turation: nation-state, school and ethnic differen­
les, altamente heterogéneos, ha desencadena­ ce in the Netherlands, Britain, Germany and
do una exorbitante proliferación de enfoques, France. New York: Berghahn.
modelos y programas pedagógicos para “tra­ SHORE, Chris; WRIGHT, Susan (eds.) (1997):
tar” y “gestionar la diversidad”. La aparente Anthropology o f Policy: critical perspectives on
pluralidad de enfoques resulta ficticia si con­ governance and power. London, New York:
trastamos em píricam ente las propuestas de Routledge.
integración, los discursos institucionales nor­ VALVERDE SERRANO, Amparo; BEGLEY,
mativos y las prácticas de su aplicación con­ Anthony; PIEDRA GARCÍA, M.aJosé (2005):
creta. Las diferentes propuestas nominales de Integración de minorías étnicas. Málaga: Aljibe.
asimilación, ^segregación, integración, mul- VERM EULEN, Hans; PERLMANN, Joel
ticulturalización o interculturalización se (2000): Immigrants, Schooling and Social Mobi­
materializan en función de las diferentes po­ lity: does culture mal^e a difference? New York:
sibilidades de definir, delim itar y combinar St. Martin’s Press.
las esferas de “lo público” y “lo privado”. La WIMMER, Andreas; GLICK SCHILLER, Nina
tipología resultante de estas posibles combi­ (2002): “Methodological Nationalism and Be­
Integración educativa 196

yond: nation-state building, migration and the lenguas diferentes a la vehicular de la escuela.
social sciences”. Global Networks 2 (4): 301-334. Una segunda fuente de problemas es la resis­
Gunther Dietz
tencia a aceptar la ^diversidad en escuelas
cimentadas sobre sólidos pilares monocul-
Véanse además Acciones Afirmativas, Acui­ turales. En este sentido, los sistemas educati­
ti! rac ió n, AI ;i ' E RII) A I), CIUI) A I ) AN í A, vos de los países receptores de migrantes
Ciudadano, COLONIALISMO Y A N T I ­ asisten a la contrucción de todo un discurso
CO LON IALISM( ). Comunidad t ransnacio­ que problematiza la presencia de este “alum­
nal, Criollización, CULTURA, D E R E ­ nado de nueva incorporación”. Sin embargo,
CHOS HUMANOS, Diferencias naturales tras el análisis de la supuesta problemática, re­
v diferencias sociales, Diferencias sociales jy sulta fácil descubrir que muchos de los nuevos
»

diferencias culturales, Diferencias sociolin- conflictos no son tan nuevos para esas mismas
gíiísticas v desigualdad, DISCRIM INA­ escuelas ni para el conjunto de sus escolares.
CIÓN Y EXCLUSIÓ N SOCIAL, Esclavi­ Entre los asuntos más importantes referi­
tud, Esfera mediática, Espacio red, E S ­ dos a las relaciones entre migraciones y escue­
TADO-NACIÓN. E S T E R E O T IP O S Y la durante los últimos treinta años y que
ESENCIALIZACIÓN, ESTIGMA, Emna­ configuran el espacio de trabajo para la “inte­
dad, Etnocentrismo y relativismo cultu­ gración escolar” en muchos países, el tema
ral, Extranjero, Eronteras simbólicas. Global estrella se asocia a la cuantificación del fe­
y local, Globalización v antiglobalización, nómeno. N o obstante, este interés, lejos de
í DENTI DA I). 1NDIGENISMC ). I nforma­ aportarnos completas radiografías demográ­
ción, Integración educativa. Integración reli­ ficas con inform ación, entre otros ámbitos,
giosa , I nte re ul tur a1idad, MI Ci R AC I ( ) NES, del campo escolar, nos remite a meras discu­
MINORÍAS, MUE T IC U IT 'UR A LISMO, siones sobre los porcentajes de escolares de
Multiculturalismo en los estudios étnicos, origen inmigrante y/o extranjeros en cada es­
Multilingiiismo, Nacionalidad, Nacionalis­ cuela. Después de constatarse el crecimiento
mo, Naturalización, Nomadismo v turismo, anual de estos “nuevos alumnos” —que en no
NUEVOS MOVIMIENTC )S SOCIALES, pocos sistemas educativos ha equilibrado el
PATRIMONIO, Segregación, Sociedad de la mantenimiento general de las poblaciones es­
información y del conocimiento, TRABAR ), colares por los bajos índices de natalidad de
Traducción, Transculturación, Violencia po­ los países receptores de m igrantes-, surge el
lítica. Tipos, Xenofobia y xenofilia. interrogante sobre la capacidad del sistema
educativo para acoger a los recién llegados: ¿a
cuántos más podrá admitir el sistema? A con­
Integración educativa tinuación se ofrece la demostración, ya admi­
tida por todos los estudios, de la desigual
El *flu jo de población trabajadora de distribución de la población inmigrante ex­
otros países ha generado cambios importantes tranjera en las escuelas y en especial entre las
en las organizaciones de las sociedades recep­ que configuran los sistemas públicos y priva­
toras. Es cierto que no podemos hablar ni de dos de escolarización —concentración espacial
un tipo homogéneo de migrantes ni de un ti­ de alumnado inmigrante extranjero en deter­
po único de población receptora, pero lo que sí minados centros educativos y barrios y, junto
se encuentra, en no pocos casos, es la presencia a ello, la “huida” de alumnos autóctonos a es­
de las familias de estos migrantes. Es así como cuelas sin inm igrantes. En este capítulo de
han llegado a las escuelas niños y niñas inmi­ cuantificación nos encontramos con algunos
grantes E xtranjeros. Aunque estos “nuevos otros asuntos, como la dificultad de catego-
alumnos” no constituyen el objetivo único de rizar a estos “nuevos escolares”, clasificados
la “in te g ra ció n escolar” en términos de di­ tanto por su condición jurídica de extranjeros
versidad *cultural, la verdad es que sólo en y su adscripción demográfica de inmigrantes
torno a ellos ha nacido y crecido el discurso de como por su pertenencia a colectivos aparen­
la interculturalidad. Además, esta vincula­ temente homogéneos en función de la proce­
ción entre inmigración e interculturalidad se dencia geográfica. Más recientemente se han
presenta en múltiples ocasiones como una comenzado a detectar problemas de sobre­
fuente más de problemas en la escuela. representación en el alumnado extranjero
En primer lugar, se dice que estos proble­ considerado “con necesidades educativas es­
mas surgen por la dificultad de la #comunica- peciales” —destinatario de educación especial
ción, dado que estos escolares aportan otras por algún tipo de limitación física o psíquica.
197 Integración educativa

Una vez “contados” y, con ello, constatada las *diferencias étnicas en relación al éxito y
su presencia, se ha pasado a su “acogida”. Aun­ bienestar en la escuela. La aparición de “listas
que las respuestas de las administraciones han de éxito” escolar en base a la procedencia geo­
sido muy desiguales en lo que se refiere a la ve­ gráfica no hace sino ocultar un rancio discur­
locidad para tratar el asunto, los tipos de acogi­ so #xenófobo, que intenta relacionar progreso
da han terminado pareciéndose mucho entre escolar y nacionalidad de procedencia. Por
diferentes países y regiones. Esta similitud re­ suerte, no son pocos los estudios que mues­
sulta quizá explicable por la concepción simi­ tran la necesidad de ligar el éxito y el fracaso
lar del tipo de escuela que tienen los países no al pasaporte del escolar o al de sus padres,
receptores de migrantes: fuertemente mono- sino a temas como las estrategias familiares y
cultural y que no admiten, y menos aún, ges­ sociales, el tipo de escuela, los distintos con­
tiona con facilidad la diversidad cultural. La juntos de inquilinos y, en general, a las expec­
primera acogida comienza por adscribir a es­ tativas de los propios individuos.
tos “nuevos escolares” al grupo de aquellos que Pero los fracasos de estos “nuevos escola­
necesitan algún tipo de compensación educati­ res”, ahora más documentados, también pro­
va, todo ello basándose de manera implícita en porcionan la pista sobre la necesidad de
la teoría del déficit. Esta compensación conlle­ cambios en el propio sistema educativo, aun­
va la creación de “aulas de acogida”, donde se que en este discurso sean pocos aún los que
adoptan tanto estrategias abiertamente S e g re ­ militan. Dos asuntos están siendo importan­
gadoras, “apartando” a la población escolar ex­ tes en este terreno.
tranjera hasta que domina la lengua vehicular Por un lado, hay que destacar el creciente
de la escuela, como modelos menos segregado­ reconocimiento de la falta de cualificación del
res en apariencia en los que estos alumnos profesorado para atender este nuevo asunto
comparten algunas horas de la jornada escolar de diversidad cultural—aunque lo justo sería
con el conjunto de compañeros y del horario reconocer para trabajar en ella apenas, y con
con aquellos que representan la *diversidad. escasa eficacia, se había preparado al profe­
En este sentido son ya insistentes los estudios sorado—. En algunos países las demandas
que advierten que las autoridades escolares en respecto a este tema consisten en la incor­
muchos países buscan la asimilación de los ni­ poración de miembros de las #minorías al
ños inmigrantes a la cultura dominante tan grupo de profesores para que ejerzan como
pronto como sea posible. enseñantes, pero lo más significativo ha sido
La gran excusa que justifica la mayoría de reclamar formación para el conocimiento de
las veces este tipo de actuaciones tiene que ver otras lenguas, culturas diferentes y compe­
con el “idioma de la escuela”. La necesidad de tencias que ayuden a saber gestionar en el au­
dotar al “alumnado de nueva incorporación” la los posibles conflictos de convivencia. De
con la lengua vehicular de la escuela justifica cualquier manera, no son pocos los que insis­
su enseñanza con rapidez y prontitud. Esto ten en seguir recomendando que, cuando un
ha llevado a que en muchas ocasiones se esta­ escolar inmigrante extranjero llega a un aula,
blezca como relación de causa-efecto el domi­ éste debe ser atendido por personal excepcio­
nio de la lengua de la escuela y la integración nal y especializado y que sólo una vez que el
escolar y, con ello, el éxito académico. Y todo alumno “norm alice” su situación —es decir,
esto en medio del creciente y numeroso volu­ entienda al profesor—podrá incorporarse al
men de investigaciones que muestran que tal aula, por lo que se hace innecesaria cualquier
relación es mucho más compleja. Así para do­ nueva formación del profesorado en su con­
minar una segunda lengua, lo mejor es afian­ junto.
zar el conocimiento y m anejo de la materna Por otro lado, existe una creciente de­
—lo que se olvida casi constantemente en estos manda respecto a la modificación de los cu-
programas de integración, se trata de manera rrículos escolares. Desde la desaparición de
muy residual o se aborda como una cuestión contenidos xenófobos, *racistas o sim ple­
de estricta competencia de cada comunidad mente *etnocéntricos, hasta la incorporación
“#étnica”—. Además, la integración escolar y de otras culturas, las demandas y los estudios
social la conforman muchos más asuntos que sobre estos asuntos están ya centrándose en
los exclusivamente lingüísticos, y estos últi­ el tratam iento de este fenómeno de la inte­
mos no son los prioritarios de una hipotética gración. En este terreno crecen las denuncias
lista de temas. sobre las incorrecciones e insuficiencias de
Otro de los asuntos relevantes de los últi­ los libros de textos con los que se trabaja en
mos tiempos ha sido la explicación cultural de las escuelas.
Integración educativa 198

Un tema que cobra fuerza en los últimos canos que utilizan el termino educación m ul­
años ha sido el referido como binomio de la ticultural se refieren a lo mismo que estudio­
integración para estos escolares: familia versus sos europeos que usan la voz de educación
escuela, aunque a menudo la cuestión se trata intercultural—. De cualquier modo, son varias
en términos del papel del hogar familiar en el las posibles maneras de organizar lo que se ha
éxito académico de este “nuevo alumnado” y escrito. Muchas de las propuestas se pueden
de identificar las prácticas educativas de las ubicar dentro de alguna de las tres siguientes
familias que contribuyen a ese éxito —lo que opciones: a) los modelos más habituales de la
muchas veces termina en culpar a padres y escuela en forma de asimilación y/o compen­
madres del fracaso escolar de sus descendien­ sación educativa; b) los modelos llamados
tes—. En otras ocasiones se plantea la necesaria muy comúnmente “m ulticulturales” y que,
colaboración tanto en la educación infantil en cierto sentido, utilizan el argumento del
como juvenil entre el sistema educativo y las reconocimiento como forma de gestión de la
redes familiares y sociales. Se comienza por diversidad cultural,y c) los modelos que algu­
insistir en varios aspectos: las relaciones entre nos califican de “auténticos” para enfatizar su
las familias y el entorno étnico y/o m inorita­ carácter positivo, y que se reúnen en torno al
rio, y los vínculos con el conjunto de las insti­ termino “educación intercultural” —como si
tuciones que les pueden prestar algún servicio se tratara de la verdadera solución a lo que se
público, incluyendo a la escuela, etc. En este considera el problem a de la diversidad—. Son
punto aparecen con fuerza los asuntos que tres opciones que se podrían reducir a dos si
vinculan todas estas estrategias con el desplie­ tan sólo se distingue entre quienes consideran
gue de las ^identidades étnicas. Algunos es­ la diversidad cultural en la gestión de la con­
tudios están mostrando que las prácticas vivencia y quienes o no la tienen en cuenta
monoculturales e inflexibles dentro del con­ —por no reconocerla—o no creen que deba ser
texto escolar son consideradas amenazas para atendida para el asunto de la convivencia. De
las identidades étnicas y, junto a ello, otros cualquier manera, la dificultad conceptual
trabajos manifiestan las dificultades y los con­ se nos presenta cuando, bajo el rótulo de
flictos en la construcción de las identidades de “educación intercultural”, se despliega todo
los adolescentes migrantes cuando éstos se en­ un conjunto de medidas segregadoras con
cuentran “atrapados” entre los valores fam i­ claro contenido ideológico asimilacionista, o
liares —que en algunas ocasiones tildan de cuando no se distingue entre el hecho de la di­
tradicionales—y los de la escuela —con los que versidad o pluralidad cultural —lo que podría­
no se identifican, al percibirse como rechaza­ mos denominar multiculturalidades— y la
dos en ella—. A estas dos opciones se añaden propuesta normativa e ideológica que los ges­
los discursos de algunos maestros y maestras tiona —lo que deberían llamarse multicultu-
que defienden que supone una rèmora para ralismos—. Estas confusiones resultan muy
la integración de los “nuevos escolares” que significativas, aunque no sean las únicas y
éstos se mantengan apegados a sus tradicio­ junto a ellas quepa aludir a la identificación
nes, costumbres y, sobre todo, a sus lenguas entre educación y escuela, cuando se habla de
maternas. integración educativa en términos intercultu­
La lista de temas que genera el llamado rales y sin relacionar la integración social y la
problema de la inmigración en la escuela es educativa, y a la absoluta reducción de lo in­
extensa, pero no pocos de ellos son comparti­ tercultural a determinadas poblaciones de
dos con los escolares autóctonos, aunque se migrantes.
presenten bajo formas distintas. No obstante, El primer grupo de modelos sería el de
son varias las respuestas que con el tiempo se la asimilación y/o compensación educativa,
han configurado en torno a la llamada educa­ “educar para igualar: asimilación cultural”.
ción intercultural o multicultural, dando lu­ Se trata de modelos de “deprivación cultural”
gar a diferentes modelos de actuación. en palabras de Banks (1986). Lo que se pre­
La literatura internacional ha sido prolija tende desde este primer modelo es igualar las
a lo largo de los últimos cincuenta años a la oportunidades educativas para alumnos cul­
hora de organizar y discutir los modelos de la turalmente diferentes, partiendo de que, en la
“educación #multicultural”, aunque esta pro­ medida en que los individuos desarrollan su
ducción es claramente diferenciable en mu­ capital humano a través de la educación, me­
chos casos su origen francófono o anglòfono, jorarían sus condiciones de vida, la economía
entre otras posibles variables —se debe adver­ y la sociedad en general. Así pues, a nivel teó­
tir que, en muchas ocasiones, autores am eri­ rico, la pobreza y la #discriminación provie­
199 Integración educativa

nen, en gran parte, del hecho de que los gru­ asimilacionista con un tipo de educación que
pos marginados en general no posean las trata de ofrecer una verdadera igualdad de
mismas oportunidades para adquirir el cono­ oportunidades en la sociedad, para lo que de­
cimiento y las destrezas necesarias. El objeti­ ben borrarse las diferencias. Así, la diversidad
vo de la educación es lograr la com patibili­ cultural se considera un problema tanto para
dad entre la dinámica del aula y la dinámica los alumnos minoritarios, que deben superar
cultural de origen de los grupos de indivi­ sus deficiencias, como para los autóctonos que
duos “diferentes” al grupo cultural dominan- pueden ver amenazado su nivel académico.
te/mayoritario que sirve como referencia en Concluye Besalú que, al ser negativos los re­
la escuela. En definitiva, se trata de diseñar sultados de este modelo sobre todo para los
sistemas de compensación educativa median­ alumnos minoritarios, deben implantarse es­
te los cuales el “diferente” pueda lograr acce­ tructuras para compensar sus problemas de
der con cierta rapidez a la competencia en la adaptación y rendimiento académico. Se trata
cultura dom inante, siendo la escuela la que de los programas compensatorios que poseen
facilita el “tránsito” de una cultura a la otra. un importante componente preventivo e ins­
Las escuelas son los principales instrumentos trumental, pues su objetivo principal es la ad­
de integración; desde ellas se intenta generar quisición de la cultura y lengua de la escuela.
—forzar- en los estudiantes inmigrantes y re­ Este diseño de programas para educar al
fugiados la conformidad y el ajuste con la cul­ excepcional o al culturalmente diferente (Slee-
tura dominante y tienen un papel crucial en ter y Grant, 1988) está basado en la teoría del
todos los procesos de asimilación cultural —el capital humano, según la cual la educación es
ambiente familiar se asume como una patolo­ una forma de inversión en la que el individuo
gía y se intenta cambiar a los niños su lengua adquiere destrezas y conocimientos que pue­
e incluso las pautas de los padres sobre su den convertirse en ingresos —en el sentido
crianza (Gibson, 1984)—. Para ello no se esca­ económico—cuando son usados para obtener
timan esfuerzos ni fondos económicos, como un *empleo. Así pues, a nivel teórico, la po­
los destinados a la enseñanza de la lengua do­ breza y la discriminación provienen, en gran
minante, cuyo manejo por parte de los niños parte, del hecho de que los grupos margina­
inmigrantes se considera condición sine qua dos en general no posean las mismas oportu­
non. Se trata de igualar a todos en lo que a nidades para adquirir el conocimiento y las
oportunidades educativas se refiere, y se da destrezas necesarias. Rechazadas las teorías
por sentado que aquellos culturalmente dife­ que defendían la deficiencia fisiológica, men­
rentes a la mayoría están en desventaja. tal o lingüística de estos colectivos, surgieron
En este primer grupo se situarían los mo­ otras que sustituyeron el término “deficien­
delos que, según Muñoz Sedaño (2001), pri­ cia” por el de “diferencia”, basadas en la idea
man la cultura del país de acogida en tér­ de una multiplicidad de modelos de desarro­
minos de asimilacionismo —programas de llo psicológico, aprendizaje y/o estilo comuni­
inmersión lingüística, infravaloración e in­ cativo.
cluso desprecio de la cultura y la lengua de El segundo grupo de modelos de integra­
origen, considerando éstas negativas para la ción educativa es el denominado multicultu­
integración de las minorías—, segregacionistas ral. Las respuestas “m ulticulturales” de la
—inclusión del programa de d iferen cias ge­ gestión de la diversidad para la integración
néticas en el que se relaciona el fracaso escolar educativa plantean una agrupación y un en­
con las características biológicas—y de com ­ caje más difícil, y ello explica, en parte, que se
pensación —relación del retraso escolar con usen similares o idénticos términos para posi­
el ambiente socioeconómico y fam iliar del ciones ideológicas diferentes, y que, en no po­
alumnado, así como con su cultura y lengua cas ocasiones, no se planteen las asunciones
de origen, a las que se califica como menos ideológicas de las que se parte en las descrip­
d esarro llad as que las del país de acogida. ciones de cada modelo. Tres son los enfoques
Todas estas variaciones de los modelos asi- que aquí se agrupan: el conocimiento de las
milacionistas insisten en la necesidad de diferencias, la promoción del pluralismo y la
incorporar al recién llegado a la lengua protección del biculturalismo.
vehicular de la escuela, y es ése uno de los ar­ Desde el entendimiento cultural, el cono­
gumentos más utilizados para resaltar el mar­ cimiento de la diferencia, se trata de enseñar a
cado carácter asimilador de tales propuestas todos a valorar las diferencias entre las cultu­
de integración educativa. De forma similar lo ras. Partiendo de este criterio, se piensa en­
hace Besalú (2001), que relaciona la postura tonces que la escuela debería orientarse hacia
Integración educativa 200

el enriquecim iento cultural de todos los significa no juzgar el modo de vida de los
alumnos. La multiculturalidad se convierte *otros usando los criterios de la cultura pro­
en un contenido curricular. Todos los alum­ pia de uno. Hay que mantener la diversidad y
nos —sean de minorías o de la corriente cultu­ por ello la escuela debe preservar y extender
ral dominante—necesitan aprender acerca de el pluralismo cultural. Cuando la escuela no
las diferencias culturales, hacia las cuales las refleja el pluralismo cultural —por ejemplo,
escuelas deben mostrar una mayor sensibili­ en la composición del profesorado— puede
dad, modificando si fuese necesario sus cu­ ocurrir que una de las comunidades se replie­
rricula para reflejar de manera más precisa gue y pase a controlar la educación de sus ge­
sus intereses y peculiaridades. Hay que pre­ neraciones jóvenes, desarrollando sus valores
parar a los estudiantes para que vivan armo­ y creencias frente a los del grupo, con lo que el
niosamente en una sociedad m ultiétnica, y temido separatismo estaría muy cercano.
para ello se deben abordar en el aula las dife­ Coinciden aquí en buena medida los tra­
rencias y similitudes de los grupos, con objeto bajos de “educación multicultural” (Sleeter y
de que los alumnos comprendan esa plu­ G rant, 1988) y los paradigmas del “plura­
ralidad. Educación m ulticultural significa lismo cultural” y de la “diferencia cultural”
aprender acerca de diversos grupos cultura­ identificados por Banks (1986). Para Sleeter y
les, y ese aprendizaje pasa por la apreciación y Grant (1988), el pluralismo cultural, como en­
aceptación de las diferencias, lo cual constitu­ foque de la educación multicultural, se apoya
ye una experiencia educativa muy enrique- en teorías sociológicas, antropológicas y del
cedora para todos los estudiantes. En este aprendizaje social. Las teorías antropológicas
enfoque está presente la idea de que profeso­ implicadas en este enfoque son aquellas que
res y alumnos deben ahondar en las diferen­ abordan los procesos de transmisión cultural,
cias culturales, pero también, y con el mismo desarrolladas por la antropología de la edu­
énfasis, en el reconocimiento e identificación cación.
de las similitudes culturales. El proceso co­ Desde la educación bicultural, la compe­
mienza con la clarificación, análisis y evalua­ tencia en dos culturas, la enseñanza multicul­
ción de los valores, creencias y normas que tural debe producir sujetos competentes en
cada uno sostiene, y a lo largo de su desarrollo dos culturas diferentes. Tal posición es la con­
contempla temas como el racismo, el sexismo, secuencia del rechazo por los grupos minori­
el clasismo, los prejuicios, el rechazo cultural, tarios de la idea de la asimilación. Para ellos la
etc. El fundamento teórico de este enfoque, cultura nativa debe mantenerse y preservarse,
según Sleeter y Grant (1988), se encuentra en adquiriéndose la cultura dominante como
buena medida en teorías de la psicología so­ una alternativa o segunda cultura. Se trata de
cial como las construidas sobre el prejuicio, el que la educación bicultural conduzca, en últi­
autoconcepto o el grupo de referencia. Por mo térm ino, a la completa participación de
ello este modelo, siguiendo otras tipologías los jóvenes del grupo mayoritario o del mino­
de educación m ulticultural, se inscribe en ritario en las oportunidades socioeconómicas
la literatura de “relaciones humanas” según que ofrece el *Estado, y todo ello sin que los
Sleeter y G rant, y los paradigmas “aditivo miembros del colectivo minoritario tengan
étnico”, del “autoconcepto” y del “racismo”, que perder su identidad cultural o su lengua,
como apunta Banks (1986), se corresponden dotándoles de un sentido de su identidad y
con los estudios realizados bajo este segundo preparándoles a la vez para que participen de
enfoque. lleno en la sociedad dominante. En este senti­
Desde el pluralismo cultural, preservar y do, la lengua, aunque tiene un papel en el
extender el pluralismo, la educación m ulti­ mantenimiento de la identidad cultural y en
cultural surge de la no aceptación por las la expresión de las actitudes de los miembros
minorías étnicas de las prácticas de *acultura- de una cultura hacia la cultura principal, tie­
ción y asimilación a las que se encuentran ne como función básica facilitar un marco in-
sometidas en el contacto con las culturas ter-bi-cultural de referencia en el cual los
mayoritarias. Para estas minorías ni la asimi­ significados y valores concretos de la cultura
lación cultural ni la #fusión cultural son acep­ principal fuesen incorporados —^traducidos—
tables como objetivos sociales últimos. En el a la cosmovisión de la minoritaria. Este enfo­
pluralismo cultural subyace la idea de que ni que bicultural fam iliariza de una manera
la asimilación ni el separatismo son metas so­ activa y directa a los estudiantes con las
ciales últimas, sino que se aboga por una zona actitudes, sistemas de valores, estilos de
intermedia en la cual el pluralismo cultural comunicación y patrones de pensamiento y
201 Integración educativa

comportamiento necesarios para el desarrollo minaciones. Es por ello por lo que conviene
de habilidades biculturales. La calidad de la prevenir el exceso de nominalismos, en espe­
interacción entre las diferentes etnias de una cial cuando, tras los rótulos, no aparecen los
escuela multicultural depende en gran medi­ principios ideológicos que guían cada mode­
da de la distancia social que pueda existir en­ lo. En este tercer enfoque se incluyen dos
tre los diversos grupos: puede haber una gran tipos de respuestas: la educación como trans­
distancia y separación mantenida por los form ación y la educación antirracista.
alumnos de la cultura dominante frente al La educación como transformación, edu­
deseo de acercamiento y acogida del grupo cación multicultural y reconstrucción social,
m inoritario. Puede que, efectivam ente, ser se contempla como un proceso encaminado a
bicultural de manera plena no sea sino un de­ lograr un desarrollo de los niveles de cons­
seo más que una realidad alcanzable. ciencia de los estudiantes de minorías, de sus
Aunque algunas voces agrupan en un padres y de la comunidad en general sobre
mismo bloque las respuestas multiculturalis- sus condiciones socioeconómicas, con objeto de
tas y las interculturalistas, entendiendo que se capacitarles para la ejecución de acciones so­
trata de diferentes modelos de un intento de ciales basadas en una comprensión crítica de
pluralismo cultural y añadiendo la necesidad la realidad. Para la solidificación, extensión y
de delimitar —posición muy poco habitual en legitimación del control que ejercen, los gru­
los discursos más pedagógicos- el plano Lácti­ pos dominantes estructuran las instituciones
co del normativo, no faltan quienes m antie­ sociales que operan para mantener o incre­
nen la diferencia, como es el caso de Muñoz mentar dicho control, y es esta estructuración
Sedaño (2001), distinguiendo entre enfoques la que conduce al racismo, al sexismo y al cla­
o paradigmas pluralistas e interculturalistas. sismo institucionales. A primera vista, parece
Los modelos pluralistas son los que denomi­ imposible un cambio social, pero el desarrollo
namos multiculturalistas, organizados por de la teoría de la resistencia pone de manifies­
Muñoz Sedaño en: a) paradigma de currícu­ to que los grupos oprimidos no se acomodan
lum multicultural —se modifica el currículum pasivamente a la situación, sino que luchan y
para visibilizar las diversas culturas del alum­ se oponen a ella de formas muy variadas. La
nado—; b) modelo de pluralismo cultural —se cultura se considera una adaptación a cir­
valora a todas las culturas por igual, pero al­ cunstancias vitales, determinadas en gran
gunos grupos minoritarios promueven, para parte por la competición entre grupos por la
afianzar su identidad, crear escuelas específi­ posesión de recursos. Se rechaza el acento en
cas para ellos—, y c) modelo de competencias los aspectos ideacionales —conocimientos, va­
multiculturales. Todas estas visiones son muy lores, creencias—de la cultura y en la concep­
próximas a las que establece Besalú (2001) ción estática presente en las teorías sobre su
para el modelo de educación m ulticultural, transmisión, enfatizándose, por el contrario,
donde se considera una opción deseable la co­ los aspectos materiales y los relativos a la es­
existencia de grupos culturalmente diferen­ tructura política de las sociedades, así como el
ciados en un mismo espacio, reconociendo y carácter “improvisado” de la creación de la
valorando todas las culturas. No obstante, es­ cultura a partir de la base del día a día, un
te modelo, llevado al extremo, supondría la proceso siempre en curso similar al que sigue
ruptura del sistema educativo, establecién­ la construcción individual del conocimiento.
dose para cada grupo cultural una escuela es­ Según Sleeter y Grant (1988), tres tipos de
pecífica. teorías convergen en la base de este enfoque.
El tercer grupo de modelos, denominado En primer lugar, hay teorías sociológicas co­
educación intercultural, pretende ser diferen­ mo las del conflicto y de la resistencia. El
te a la llamada educación multicultural y su- comportamiento social está organizado a par­
perador de ésta —la solución a la gestión de la tir de una base grupal más que individual y
diversidad cultural—. En este punto es necesa­ los grupos luchan por el control de los recur­
rio aclarar previamente que, en no pocas sos de poder, riqueza y prestigio que existen
ocasiones, la literatura anglosajona no suele en la sociedad. Cuanto más escasos son estos
distinguir entre modelos m ulti o inter y que recursos, más intensa es esa lucha y más im ­
donde aquí leemos interculturalismo, como portante deviene la pertenencia al grupo.
propuesta superadora de los déficit, allí se lee En segundo lugar están las teorías sobre el
multiculturalismo como alternativa trasfor- desarrollo cognitivo en las que se defiende
madora de las desigualdades, es decir, se trata el carácter constructivista del aprendizaje (Pia-
de los mismos objetivos con diferentes deno­ get, Vygotsky), y la importancia de la expe­
Integración educativa 202

riencia propia del sujeto en esa construcción. cultural plural en la escuela. Para lograrlo es
No basta con decirles a los niños que hay otros necesario relativizar todas las culturas y
grupos y hablarles acerca de ellos, sino que los adoptar una actitud de descentramiento cul­
alumnos tienen que interactuar con éstos, tural. Muy similar en su planteamiento es lo
pues es la experiencia directa la que contribu­ que describe Antonio Muñoz Sedano (2001)
ye a generar un conocimiento sobre tales co­ con la misma denominación e indicando que
lectivos. El énfasis en el mundo del niño y en se basa en la simetría cultural. El mismo ex­
la acción social, reflejados en estas teorías, ex­ plica las diversas variantes de este modelo:
plican su adopción por los defensores de este a) el modelo de educación intercultural antirra­
enfoque de la educación m ulticultural. En cista —el sistema educativo como transmisor
tercer lugar se encuentran las teorías de la de una ideología debe luchar contra el racis­
cultura en las que ésta se considera una adap­ mo explícita e implícitamente y confía en el
tación a circunstancias vitales definidas en papel de la escuela para elim inar el racis­
gran parte por la competición entre grupos mo institucional—; b) el modelo holístico de
por la posesión de recursos. Banks (1986) —que implica a toda la institu­
La educación antirracista se alza frente al ción escolar en la educación intercultural, fo­
liberalismo que enfatiza la libertad de pensa­ mentando el análisis crítico de la realidad
miento y acción que posee cada individuo, social y la lucha contra las desigualdades—, y
sustentador de una educación multicultural c) el modelo de educación intercultural —la
que persigue el entendimiento entre culturas diversidad cultural es legítima, la lengua m a­
y el cambio paulatino de la sociedad a través terna supone un apoyo im portante para el
de la educación. Subyace en ella una ideología aprendizaje, y las diferencias culturales son
radical, apoyada en un análisis de clases de consideradas un factor de enriquecim iento
inspiración marxista y puesta al servicio mutuo que se aplica a todo el alumnado.
de una transformación social basada en la li­
beración de los grupos oprimidos y la elim i­
nación de las discriminaciones institucionales,
que concibe la escuela como una agencia para Bibliografía
la promoción de la acción política. Para los an-
tirracistas las explicaciones acerca de la trans­ BANKS, J. A. (1986): “Multicultural Education:
formación de las diferencias en desigualdades Development, Paradigms and Goals”, en J. A.
no son de tipo psicopatológico, sino ideológi­ Banks y J. Linch (eds.), Multicultural Educa­
co. Por tanto, para los antirracistas lo esencial tion in Western Societies. London: Holt, Rine­
es organizar una estrategia de intervención hart and Winston, 12-28.
educativa adecuada para que no se “repro­ BESALÚ I COSTA, X. (2001): Diversidad Cultu­
duzca” el racismo. La educación antirracista ral y Educación. Madrid: Síntesis.
representa un cambio por cuanto se pasa de CARRASCO I PONS, S. (2003): “La escolariza-
una preocupación por las diferencias cultura­ ción de los hijos e hijas de inmigrantes y de
les a un énfasis en la forma en que éstas se uti­ minorías étnico-culturales”. Revista de Educa­
lizan para albergar la desigualdad. ción, 330: 99-136.
A pesar de estas distinciones en este tercer GARCÍA CASTAÑO, F. J.; GRANADOS
grupo de modelos, Besalú (2001) entiende el MARTÍNEZ, A. (1999): Lecturas para educa­
enfoque del interculturalismo centrado en ción intercultural. Madrid: Trotta.
el diálogo y la interacción cultural en un pla­ GARCÍA CASTAÑO, F. J.; GRANADOS
no de igualdad real, lo que implica una refle­ M ARTÍNEZ, A.; GARCÍA-CANO TO -
xión y acción sobre los factores ideológicos y RRICO, M. (2000): Interculturalidad y Educa­
estructurales que conllevan la desigualdad y ción en los noventa: un análisis crítico. Granada:
el racismo. No ofrece una visión idílica del in­ Junta de Andalucía.
terculturalismo, sino que, partiendo de que la GIBSON, M. A. (1984): “Approaches to Multicul­
coexistencia de grupos culturales distintos es tural Education in the United States: Some
conflictiva, no niega ni las diferencias ni los Concepts and a Assumptions”. Anthropology
conflictos, aunque crea necesario rechazar el and Education Quarterly, 15(1): 94-119.
aislamiento que se sostiene sobre la heteroge­ MUÑOZ SEDAÑO, A. (2001): “Enfoques y
neidad. Se trata de favorecer la convivencia modelos de educación multicultural e inter­
de diferentes grupos culturales en un medio cultural. Hacia una educación Intercultural:
común, donde el mantenimiento de esta di­ Enfoques y modelos”. Encounters on Educa­
versidad se traduzca en la transmisión de la tion, 1, 81-106.
203 Integración religiosa

SLEETER, C. E.; GRANT, C. A. (1988): Mailing sión no sólo redefine la biografía individual
Chotees fo r Multicultural Education. Five Ap- del converso, sino que suele ir acompañado de
proaches to Race, Class, and Gender. New York: la creación o consolidación de vigorosas co­
Macmillan P. C. munidades de neófitos que comparten dichas
experiencias novedosas a través de una rica
F. Javier García Castaño
vida intracomunitaria. Por otra parte, este ti­
María Rubio Gómez
po de “pluralización endógena” a menudo
M. Lourdes Soto Páez
coincide temporal y espacialmente con un
proceso de “pluralización exógena”; grupos
Véanse además Aculturación, ALTER.1D AD ,
migrantes se establecen y generan sus propias
C O M U N IC A C IÓ N . C U L T U R A . D E S A ­
estructuras comunitarias, necesarias para
R R O L L O , D IF E R E N C IA Y D E S IG U A L -
mantener —aunque sea de forma rudimenta­
I ) A I ), Diferencias naturales v diferencias so-
ria y adaptada al contexto de acogida— sus
cíales. Diferencias sociales y diferencias cultura­
propias prácticas religiosas en su situación
les, I )iferencias sociolingiiísticas v desigualdad,
*diaspórica (Lacomba, 2001).
D IS C R IM IN A C IÓ N Y E X C L U S IO N SO ­
El surgimiento de nuevas comunidades
C IA L , E S T A D O -N A C IÓ N , Etnicidad, E x ­
religiosas sobre todo en determinados barrios
tranjero, Global V local, H IB R ID A C IÓ N ,
C éntricos de las Ciudades europeas y occi­
I D E N T E ) A D , IN D I (i E X 1S M O , IN T E -
dentales, en general, implica el establecimien­
C R A C K )N , I nterculturalidad, M IG R A -
to paulatino de una infraestructura adecuada
CIC) N E S , M IN O R í A S , M U E T I C U L -
para el ejercicio de las respectivas prácticas y
T U R A L IS M O , N acionalism o, Racism o y
ritos: nuevos lugares de culto, espacios públi­
neorracismo, Segregación, Sociedad tic la in­
cos de reunión de los feligreses, acceso a los
formación y del conocim iento, Sujeto inter-
^territorios públicos compartidos para cele­
c u 11u r a 1, T R A BA J O , Tr a d u c c ió n.
brar ritos de paso y las celebraciones corres­
pondientes a su ciclo festivo y litúrgico,
entrada a los cementerios municipales y la
Integración religiosa apertura de tiendas especializadas en ofrecer
Es en el ámbito de lo religioso y/o confe­ determinadas comidas —h alal o \osher, por
sional donde más nítidamente se ilustra la ejem plo—, bebidas rituales y la parafernalia
ambigüedad inherente al concepto de i n t e ­ religiosa necesaria para ritos específicos. Este
gración. Dado que la sociedad mayoritaria y desarrollo de infraestructuras, destinadas a
sus instituciones sociales, educativas y cultu­ los miembros de la propia comunidad, se
rales de “acogida” perciben, problematizan y complementa luego con demandas de reco­
definen con ello los “desafíos” o “déficits” de nocim iento del derecho de la “nueva reli­
integración a partir de la visibilidad de prácti­ gión” dirigidas a la sociedad mayoritaria y sus
cas “anómalas” entre el grupo *m inoritario, instituciones; se trata de negociar la “permea-
la *diversidad religiosa se presta más que bilización” de las instituciones educativas, sa­
cualquier otro tipo de diversidad, *diferencia nitarias y de servicios sociales frente a la
y/o desigualdad para “detectar” dichos de­ comunidad religiosa minoritaria y sus respec­
safíos. Las prácticas religiosas, los cultos reali­ tivas prácticas, normas y creencias (Moreras,
zados por grupos minoritarios, se visibilizan 1999; Dietz y El-Shohoumi, 2005).
frente a una sociedad mayoritaria que tiende Es en esta esfera institucional donde más
a invisibilizar su propio *legado religioso- intensamente se evidencian los conflictos in­
c u ltu ra l, a neutralizarlo como “lo norm al” terreligiosos e *interculturales. En función de
(Santamaría, 2002). su autodefmición y su autopercepción impe­
El discurso institucional de la integración rante —^nacionalismo cívico versus nacionalis­
religiosa tiende a visibilizar dos procesos di­ mo C tn ico , sociedad homogénea versus
ferentes, pero estrechamente entrelazados y sociedad de inmigración, etc.—, la sociedad
m u tu am ente in flu id o s, de p lu ralizació n mayoritaria tenderá a oscilar entre dos polos
religiosa y confesional. Por una parte, deter­ opuestos: entre la opción, por un lado, de ins­
minados grupos ya establecidos en el seno de tar a las nuevas comunidades religiosas m i­
la sociedad mayoritaria, tales como los neo- noritarias a invisibilizar por completo su
musulmanes españoles (Rosón, 2005) o los gi­ presencia pública —relegando sus prácticas re­
tanos pentecostales (Cantón, 2004), acceden ligiosas al ámbito estrictamente privado,
crecientemente a nuevas experiencias religio­ siguiendo los parámetros del modelo laicista-
sas no-católicas; el proceso mismo de la conver­ asim ilacionista- o, al contrario y por otro
Integración religiosa 204

lado, la invitación explícitamente dirigida a (Dietz y El-Shohoumi, 2005). Como demues­


dichas comunidades, de reciente estableci­ tran los estudios comparativos realizados
miento, a expresar la diversidad religiosa y con­ acerca de la persistencia y los vaivenes discur­
fesional en la esfera pública, siempre y cuando sivos del antisemitismo en Europa, estos topoi
opten por las vías oficializadas del *multicultu- antiguos y arraigados sobreviven subrepticia­
ralismo imperante (Vertovec y Peach, 1997). mente en el seno de las sociedades mayorita-
Así, en algunas sociedades, caracterizadas rias, pero son actualizados en situaciones de
sobre todo por un largo monopolio religioso crisis o de transformaciones aceleradas. En
de la Iglesia católica —por ejemplo, Francia, este sentido, tanto el antisemitismo como últi­
España e Italia—, la política de integración mamente también la islamofobia son combi­
tiende a ser asimilacionista, obligando a las naciones de discriminación religiosa, étnica y
minorías religiosas a invisibilizarse en la esfera racial que desde la propia sociedad, supuesta­
pública —modelo francés—o a relegarse a de­ mente “integradora”, frenan y obstaculizan el
terminados márgenes de la sociedad de acogi­ mismo proceso de integración religiosa.
da —lugares de culto en las periferias urbanas,
falta de acceso a la educación religiosa, trato
^discriminatorio en las instituciones sanitarias
públicas, etc.—. Por otra parte, en sociedades
Bibliografía
que ya cuentan con una trayectoria de plura­
ALSAYYAD, Nezar; CASTELLS, Manuel (eds.)
lismo religioso y de acomodo de la “diferencia
(2002): Muslim Europe or Euro-Islam: politics,
confesional”, como sucede en la Europa cen­
culture, and citizenship in the age o f globaliza­
tro-occidental posterior a la Paz de Westfalia,
tion. Lanham: Lexington.
las comunidades religiosas minoritarias son
CANTÓN DELGADO, Manuela (2004): Gitanos
reconocidas en la esfera pública, pero se ven
pentecostales: una mirada antropológica a la Igle­
obligadas a “institucionalizarse” de acuerdo
sia Filadelfia en Andalucía. Sevilla: Signatura.
con el sistema imperante de gestión de la di­
D IETZ, Gunther; EL-SH O H O UM I, Nadia
versidad: “modelo de pilares confesionales” en
(2005): Muslim Women in Southern Spain: Step­
el caso de los Países Bajos —un pilar de organi­
daughters o f Al-Andalus. San Diego: University
zación educativa, política y sindical por cada
of California at San Diego-Center for Compa­
confesión—, programa territorial de los países
rative Immigration Studies.
de habla alemana —una “iglesia” centralizada
LACOMBA VÁZQ UEZ, Joan (2001): E l Islam
y oficializada por cada región o com arca—o
inmigrado: transformaciones y adaptaciones de
modelo etnorreligioso del multiculturalismo
las prácticas culturales y religiosas. Madrid: Mi­
británico —organización por comunidades ét­
nisterio de Educación, Cultura y Deporte.
nicas, que incluyen las religiones m inorita­
MORERAS, Jordi (1999): Musulmanes en Barcelo­
rias—(Verlot, 1996; AISayyad y Castells, 2002).
na: espacios y dinámicas comunitarias. Barce­
Por consiguiente, no existe un solo mode­
lona: CIDOB.
lo o programa de integración religiosa, sino
ROSÓN L O R E N T E , F. Javier (2005): “Tariq’s
que es al fin y al cabo la sociedad anfitriona de
Return? Muslimophobia, muslimophilia and
la diversidad religiosa la que acaba imponien­
the formation of ethnicized religious commu­
do su peculiar “gramática de la diversidad”,
nities in southern Spain”. Migration: European
que siempre visibiliza y problematiza más a
Journal o f International Migration and Ethnic
unas comunidades m inoritarias que a otras.
Relations, 43/44/45: 87-95.
Estos matices no reflejan diferencias sustan­
SANTAMARÍA, Enrique (2002): La incógnita del
ciales entre los credos religiosos en cuestión,
extraño: una aproximación a la significación so­
sino más bien la persistencia o no de arrai­
ciológica de la uinmigración no-comunitaria”.
gados complejos de *estereotipos históricos
Barcelona: Anthropos.
—por ejem plo, “el miedo a la (re-)invasión
VERLOT, Marc (1996): “The Hijab in European
otomana/turca”, la “morofobia”, el antisemi­
Schools: a case for the court or a challenge for
tismo y los tópicos recíprocos que se mantie­
the school?”, en J. de Groof y J. Fiers (eds.),
nen entre poblaciones católicas y protestantes
The Legal Status o f Minorities in Education.
en regiones ^limítrofes—. Estos conjuntos de
Leuwen, Amersfort: Acco, 147-156.
estereotipos suelen m ezclar elementos reli­
VERTO V EC, Steven; PEA C H , Ceri (eds.)
giosos con otros rasgos lingüísticos, cultura­
(1997): Islam in Europe: the politics o f religion
les, étnicos y/o fenotípicos, para generar una
and community. New York: St. Martin’s Press.
sensación de “*alteridad” fuertemente etnifi-
cada, racializada y, con ello, “^naturalizada” Gunther Dietz
205 Interculturalidad

Véanse además A L T E R ID A D , C entro-peri­ dos políticamente por los colonizadores, los


feria, C IU D A D A N ÍA , C U L T U R A , D I F E ­ encuentros se producen en los territorios de
R E N C IA Y D E S IG U A L D A D , Diferencias las antiguas administraciones coloniales. Las
sociales y diferencias culturales, D ISC R IM I­ situaciones pluriculturales así generadas son
N A C IÓ N Y E X C L U S IÓ N S O C IA L , ES- radicalm ente distintas a las de entonces y
PAC I( ) - T I E M P ( ), E S T E R E O T I P O S Y afectan prácticamente a todas las dimensio­
E S E N C I A T I Z A C I Ó N , E S T I G M A , Etnici- nes de la vida social, desde las interacciones
clad, Frontera geográfica y administrativa, cotidianas hasta las relaciones institucionales
IN T E G R A ( >I O N , I n t e r c u 11u r a 1i d a d , MI - con los nuevos vecinos.
G R A C IO N E S , M IN O R IA S, M U L T IC U L ­ Planteadas así las cosas, no es de extrañar
T U R A L IS M O , N a c io na 1is m o , P A l RIM O - que la interculturalidad se haya convertido
N IO , T E R R IT O R IO S . actualmente en una materia recurrente en los
sistemas educativos. Es en el ámbito de la
pedagogía en el que han proliferado los plan­
Interculturalidad teamientos multiculturales y sus correspon­
dientes programas de aprendizaje, como una
Literalmente, el concepto de intercultura­ vía inicial para hacer de las sociedades afecta­
lidad hace alusión a los encuentros que se pro­ das sociedades interculturales. La pedagogía
ducen entre sujetos de *distintas *culturas. intercultural responde además a una necesi­
Desde este punto de vista, la humanidad es y dad práctica, producida por el encuentro en la
ha sido siempre intercultural, y son excepción escuela de los niños nativos con aquellos otros
los grupos que viven o han vivido permanen­ provenientes directa o indirectamente de la
temente aislados. La interculturalidad, en­ E m ig ració n . En este contexto peculiar se
tendida como la puesta en práctica de un plantean no sólo las cuestiones inmediatas re­
programa *m ulticulturalista, hace alusión a lativas al contacto entre diferentes culturas,
una forma especial de relacionarse que tienen sino también al sistema de valores que dentro
los individuos, pertenecientes a distintas tra­ de la escuela, y luego fuera de ella, tiene que
diciones culturales, cuando conviven en el guiar ese encuentro. La interculturalidad se
mismo territorio. En este sentido se habla de opone así a los objetivos *asimilacionistas, ya
interculturalidad para referirse al conjun­ que el respeto a la cultura del E tr o plantea la
to de objetivos y valores que deberían guiar necesidad de protegerla. Actualmente se ha­
esos encuentros. Se trata no sólo de aceptar y bla de intraculturalidad para referirse a una
respetar las diferencias, sino también de valo­ metodología del aprendizaje m ulticultural,
rarlas, y educar a los Ciudadanos en los prin­ consistente no sólo en la valoración activa de
cipios-guía de la convivencia entre sujetos las diferencias culturales, sino también en la
culturalm ente diferentes. Según Touraine comprensión del otro desde dentro de su pro­
(1995), el multiculturalismo se diferencia de pio contexto cultural: algo parecido a lo que se
otras situaciones de contacto cultural, como la viene proponiendo en los centros docentes de
simple convivencia, la tolerancia e incluso lenguas extranjeras para llegar al dominio
la defensa de las diferencias. Por ello la mayoría de una lengua. No sólo hay que aprender el
de las formas de contacto cultural no reúnen léxico y la gramática, sino también la cultura
las condiciones para ser definidas como pro­ en la que todo el proceso del lenguaje tiene
cesos de interculturalidad en este sentido. Ni sentido. La educación intercultural, según es­
los simples intercambios económicos, ni las ta propuesta, debe realizarse intracultural-
relaciones ^coloniales, ni siquiera la convi­ mente: un objetivo por lo demás complicado
vencia en espacios próximos, tejida con alian­ cuando en la misma aula conviven niños de
zas ocasionales, generan automáticamente cinco o seis tradiciones culturales diferentes.
relaciones interculturales en el sentido actual La dimensión pedagógica y política del
del término. La interculturalidad se plantea concepto de interculturalidad ha hecho que el
como una ética de la convivencia entre perso­ tema se abriese paso en la sociedad actual, sir­
nas de distintas culturas y pretende, entre viéndose de un concepto de cultura que no
otras cosas, desmontar el #etnocentrismo y las siempre ha sido bien utilizado. De hecho, la
fronteras *identitarias. El tema de la intercul­ misma configuración del concepto de inter­
turalidad está especialmente vivo en O cci­ culturalidad induce a una objetivación de las
dente. A diferencia de lo que sucedía en las relaciones entre entidades colectivas, las su­
épocas coloniales, cuando los procesos de con­ puestas culturas, que no sólo no resiste una
tacto tenían lugar en los territorios controla­ aproximación epistemológica rigurosa, sino
Interculturalidad 206

que tiene unas consecuencias sociales que van tos y en la subsecuente interpretación de lo
frecuentemente en la dirección contraria a la que ha sucedido” (Quinn y H olland, 1987:
de los valores que se quieren inculcar. Resulta 6-7). Los modelos constituyen constructos su­
evidente que la cultura implícita en el concep­ mamente flexibles, a los que se puede recurrir
to de interculturalidad es un constructo al parcial o totalmente, pero son los individuos
que se le dota de entidad diferencial y conte­ los que los ejecutan sin ningún tipo de nor-
nido homogéneo. En el contexto antropológi­ matividad, y sujetos de la misma cultura los
co, el concepto de cultura ha pasado, de ser pueden poner en práctica de manera diferen­
algo objetivable e integrado, a considerarse te. No hay en los modelos ningún determ i­
una organización contextual de los recursos nante ineludible y, lejos de crear fronteras
a los que recurren los individuos para so­ infranqueables, cualquiera puede llegar a su
lucionar sus problemas cotidianos. No hay conocimiento fácilmente por la experiencia y
ninguna evidencia de que las diferencias in­ el aprendizaje. No tiene mucho sentido ad­
terculturales operen en esos contextos sociales mitir que las mismas prácticas sociales reali­
de forma distinta a como lo hacen las diferen­ zadas por muchos sujetos llevan siempre
cias intraculturales. Sin embargo, en los plan­ detrás los mismos argumentos, y mucho me­
teamientos interculturales unas y otras son nos suponer que existen conductas que los
sometidas a un proceso de etnificación que, nativos de una cultura se ven forzados a
en vez de funcionar como plataforma para desarrollar, de forma más o menos convulsi­
producir la interculturalidad que se procla­ va, como consecuencia de sus creencias y va­
ma, genera ^fronteras y marca límites que lores, y que ello es un obstáculo para la
nunca han existido. convivencia intercultural. La separación de lo
El problema inicial que hay que afrontar público y lo privado es una realidad en todos
al abordar el tema de los contactos intercultu­ los grupos humanos, que afecta por igual a los
rales es la relación entre la cultura y los su­ nativos y a los que no lo son. Y el aprendizaje
jetos a los que, por motivos bastante cir­ de la vida pública está normalmente al alcan­
cunstanciales, se les atribuye. De hecho, como ce de unos y otros.
consecuencia de una tradición particularista, Así pues, una visión esencializada de cul­
se generalizó la idea de que la cultura genera tura, más que facilitar la convivencia y la
en los individuos determinados condicionan­ interacción social, genera barreras y funciona
tes psicológicos. No se puede negar que la como un obstáculo, incluso dentro de la tole­
apariencia de profundidad de las diferencias rancia, para anular las diferencias y la des­
está enraizada en una serie de de convencio­ igualdad de oportunidades de los ciudadanos
nalismos que se reiteran y hacen posible la por motivos culturales. No es extraño que,
interacción social: en estas circunstancias debajo de tanta prevención y prospectiva para
“nosotros hacemos esto y ellos esto otro”. Esta inculcar el respeto entre las diferentes cultu­
es una forma frecuente y cotidiana de homo- ras, hayan vislumbrado algunos una versión
geneizar las diferencias, que no desaparece amable del viejo *racismo: no se rechaza ex­
cuando “el otro”, tras un rápido aprendizaje, plícitamente al diferente, incluso se le recono­
pasa a hacer las mismas cosas que “nosotros”. ce su derecho a ser *distinto, pero, por el hecho
El concepto de mentalidad para explicar las de pertenecer discursivamente a otro colec­
diferencias y justificar los desencuentros es tivo culturalm ente definido, se le recorta
todavía bastante común. Sin embargo, la no­ derechos y oportunidades. Si los ^recursos
ción de modelo cultural, que se utiliza en la culturales sólo tienen sentido en contextos
antropología cognitiva para explicar las con­ sociales específicos, defender a ultranza la
ductas y formas de pensar contextúales, no continuidad acontextual de determinadas
tiene mucho que ver con esos supuestos con­ prácticas culturales es un ejercicio tan teórico
dicionantes psicológicos: “Los modelos cultu­ como socialmente ineficaz, que sólo puede
rales... se utilizan para ejecutar una gran llevar consigo la *marginación. De esta ma­
variedad de tareas cognitivas. A veces estos nera se corre el riesgo de que a la gran
modelos sirven para fijar metas para la ac­ cantidad de circunstancias, más o menos
ción, en ocasiones se usan en la planificación estructurales, sobre las que se asientan las di­
de la realización de esas metas o para dirigir ferencias sociales en un grupo humano, se
su consecución, a veces para dar sentido a las añada la supuesta procedencia cultural.
acciones de los demás y entender sus objeti­ Por ello, desencializada la cultura y admi­
vos; a veces para producir verbalizaciones que tida la igualdad de capacidades y el carácter
pueden tener su papel en todos estos proyec­ construido de los colectivos culturales y de las
207 Interculturalidad

fronteras implícitas en el concepto de inter­ GARCÍA, J. L. (1999): “Razones y sinrazones de


culturalidad, se tiende actualmente a focali­ los planteamientos multiculturalistas”, en Fer­
zar la problemática de los contactos culturales nando J. García Selgas y José B. Monleón
en el tema de la ^ciudadanía. Los problemas (eds.), Postmodernidad. Ciencias sociales y h u ­
de la interculturalidad, lejos de concretarse manas. Madrid: Trotta, 315-323.
en la coexistencia de sujetos con diferentes QUINN, Naomi; HOLLAND, Dorothy (1987):
mentalidades, habilidades y prácticas, en los “Culture and cognition”, en N. Quinn y
problemas interactivos de C om unicación o D. Holland (eds.), Cultural models in language
en la educación para magnificar los valores de and thought. New York: Cambridge Univer­
todas las culturas, se plasman en las conse­ sity Press, 3-40.
cuencias sociales de los mecanismos existentes TOURAINE, Alain (1995): “¿Qué es una socie­
en los *Estados nacionales para acoger, reco­ dad multicultural? Falsos y verdaderos pro­
nocer, dar derechos y exigir deberes de ciuda­ blemas”. Claves de Razón Práctica, 56: 14-25.
danía a los individuos que conviven en su José Luis García García
territorio, sin que la naturaleza del origen les
discrimine en la vida social. Sin duda, en este
cometido la escuela, de la misma manera que Véanse además Aculturación, A LT E R I DAI ),
debe hacer en el tratam iento de otras des­ C U 1 ) A I ) A N Í A . ( audacia no, C O LO N IA -
igualdades, debe cumplir el objetivo de con­ LISM O Y A N T IC O L O N IA L IS M O , C O ­
tribuir a que todos los ciudadanos tengan las M U N IC A C IÓ N , Criollización, C U IT U R A ,
mismas oportunidades sociales. D IF E R E N C IA Y D E S IG U A L D A D , Dife­
rencias naturales y diferencias sociales, Di­
ferencias sociales v diferencias culturales, DIS­
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ralidad. Barcelona: Gedisa. RIOS, Traducción, Xenofobia y xenofilia.
L
magóricas, “lo que equivale a decir que las lo­
Localidades calidades están totalmente penetradas y con­
formadas por influencias sociales remotas. Lo
fantasmagóricas que estructura la localidad no es simplemente
aquello que está presente en la escena; la for­
y desanclaje ma visible de la localidad oculta las relaciones
En su obra The Consequences o f Modernity a distancia que determinan su naturaleza”
(1990), Anthony Giddens afirma que las ins­ (Giddens, 1990: 19).
tituciones sociales contemporáneas poseen Podemos captar mejor la idea de las pre­
propiedades dinámicas específicas, que no sencias fantasmagóricas que pueblan las lo­
estaban presentes en el mundo premoderno y calidades modernas —donde conviven los
que se derivan en gran parte de una transfor­ presentes y los ausentes y donde se unen en
mación en la correspondencia entre las cate­ formas particulares la proximidad y la distan­
gorías ontológicas de *tiempo y espacio. En cia—cuando se compara a estas últimas con su
las sociedades premodernas, antes de la in­ equivalente en la premodernidad. Utilizando
vención y la difusión del reloj mecánico, era la descripción de Le Roy Ladurie de la vi­
imposible calcular el tiempo sin hacer refe­ da de la aldea francesa de Montaillou en el
rencia al contexto de una ^localidad y a m ar­ s. XIV, Tomlinson (2001: 61 y ss.) destaca que
cadores naturales del espacio y del tiempo. El las casas premodernas eran casi exclusiva­
carácter abstracto y uniforme del tiempo cro­ mente lugares para las interacciones presen­
nometrado separó el cálculo del tiempo del ciales íntimas. En contraste, en la actualidad,
*lugar, al igual que liberó también la coordi­ una casa fam iliar occidental, aunque conti­
nación de las actividades sociales de las parti­ núa siendo un lugar donde las relaciones
cularidades del lugar (1990: 12 y ss.). personales íntimas constituyen la norma,
Sostiene este autor que en las sociedades también es el sitio de las interacciones a dis­
premodernas el ^espacio y el lugar —locali­ tancia; por ello está equipada con una gama
dad—son en buena medida coincidentes, dado cada vez más variada de dispositivos de *co-
que en ellas las relaciones directas -in te ra c­ municación —radio, teléfono, televisor, orde­
ciones locales cara a cara—dominan la vida so­ nador, etc.—. Si nuestros hogares son lugares
cial de la mayoría de la gente. En contraste, la en donde la *globalización se hace sentir,
^modernidad los separa, puesto que permite e qué decir de esas otras “localidades” mo­
incluso fomenta las relaciones a distancia dernas que carecen de equivalente en la
entre personas que no están presentes en la premodernidad -aeropuertos, centros co­
misma localidad. Para describir esta trans­ merciales, parques temáticos, etc.—y que se
formación el sociólogo británico utiliza el ca­ hallan completamente penetradas por las re­
lificativo de fantasm agóricas. Las localidades laciones a distancia. Lo que todas estas loca­
modernas, afirma, son cada vez más fantas­ lidades reflejan es, en suma, el desanclaje
Lugar y no-lugar 210

o desarraigo de las actividades y relaciones


sociales respecto a los contextos presenciales.
Lugar y no-lugar
Giddens define el desanclaje como “el El lugar puede definirse como el punto
‘despegar’ las relaciones sociales de sus con­ del espacio físico en que están situados o exis­
textos *locales de interacción y su reestruc­ ten un agente social o una cosa, desde la loca­
turación en intervalos espacio-temporales lización bajo una óptica relacional o como
indefinidos” (1990: 21). Se trata de un proceso posición y rango en un orden. A diferencia
evolutivo expansivo y de alcance mundial que del lugar, el sitio es la extensión, la superficie y
permite comprender la naturaleza eminente­ el volumen que un individuo ocupa en el es­
mente globalizadora de la modernidad. Pero pacio físico, sus dimensiones y su aspecto ex­
el desanclaje no significa que las personas de­ terior (Bourdieu, 1993). El lugar, al igual que
jen de llevar sus vidas en las localidades rea­ el paisaje, requiere ser ejercitado y tradicio-
les. El carácter reconfortante y familiar de los nalizado para que cumpla su función básica:
entornos ^culturales en los que habitualmen­ constituir un referente que produce id e n tifi­
te nos movemos enmascara la influencia de cación. La práctica del lugar no puede ceñirse
fuerzas y procesos sociales distantes. El víncu­ únicamente a las prácticas discursivas de los
lo entre nuestra experiencia cultural cotidia­ sectores dominantes, que imponen los térmi­
na y nuestra localización se transforma en nos bajo los cuales se enuncia, sino que ade­
todos los niveles, de tal manera que llega a más debe contemplar las prácticas espaciales
cambiar el propio tejido de la experiencia es­ de aquellos que lo habitan o se socializan en él.
pacial, que une la proximidad y la distancia Los no-lugares son por excelencia los lu­
en formas que tienen pocos paralelos en épo­ gares de los mundos contemporáneos. Los
cas anteriores (Giddens, 1990: 140). no-lugares no son ni un concepto sociológico,
ni político, ni propiamente antropológico.
Los no-lugares constituyen un modo de civi­
Bibliografía lización característico que se opone al modelo
tradicional de los lugares históricos, pero no
BARAÑANO, M. (2005): “Escalas, des/reanclajes están puestos en parte alguna, no son una
y transnacionalismo. Complejidades de la re­ esencia posmoderna de un modo de tradición
lación global-local”, en A. Ariño (ed.), Las en­ de lugar o de usos de todas las otras culturas
crucijadas de la diversidad cultural. Madrid: anteriores o tradicionales. Tampoco son na­
CIC,.425-451. turales.
CASTELLS, M. (1998 [1996]): La era de la infor­ La diferencia sustancial entre un lugar y
mación: economía, sociedad y cultura , Vol. 1, E l un no-lugar es la categoría que toman los in­
poder de la identidad. Madrid: Alianza. dividuos. En el lugar haremos referencia a
— (2001 [1997]): La era de la información: econo­ habitantes que se socializan o que viven habi­
mía, sociedad y cultura, Vol. 2, La sociedad red. tualmente allí. En el no-lugar diremos usua­
Madrid: Alianza.. rio o consumidor. Para algunos el no-lugar
GIDDENS, A. (1990): The Consequences ofModer- resulta característico de los nómadas, del “ca­
nity. Cambridge: Polity Press (Edición caste­ minante innombrable” (Certeau, 1980); para
llana. 1994. Madrid: Alianza). otros, es el lugar de los individuos anónimos
TOMLINSON, }. (2001): Globalización y cultura. (Augé, 1998). El concepto de nómada se refie­
México: Oxford University Press. re al sujeto que, teniendo la habilidad de ser
ágil, dirige su atención antes que nada al es­
Josepa Cucó i Giner
pacio más próximo, a la manera de un caza­
dor-recolector.
Véanse además Ciudad, C( )M U N IC A C IO N , En 1977, Jean Duvignaud define el no-lu­
Cosmopolitismo, C U L I LIRA, E L IT E S , E S ­ gar como el lugar nómada por excelencia,
P A C IO -T IE M P O , Espacios locales, E S T A ­ oponiéndola a veces a la *ciudad y otras veces
D O -N A C IO N , Etnicidad, Fronteras políti­ expresándola en una permanente topomorfo-
cas v religiosas, Fronteras simbólicas, Global y sis (Duvignaud, 1977).
1oca 1, G L O B A L 1Z A C IÓ N , I D E N El D A D , Para Michel de Certeau resulta posible el
Información, Lugar y no lugar, Modernidad, paso del lugar al no-lugar, y ese pasaje es el ac­
M () VI Id DA D, N acionalism o, N om adism o to del hombre ordinario, también usuario de
y turism o. Sociedad de la inform ación y del espacios pero dentro de una modalidad bien
conocimiento, T E R R IT O R IO S , Xenofobia y distinta: es aquel sujeto habilidoso que mani­
xenofilia. pula sensorialmente los espacios impuestos, o
211 Lugar y no-lugar

sea, los llena de itinerarios innombrables (Cer- convierte en un no-lugar, en un espacio no re­
teau, 1980). Para M. de Certeau el lugar se conocido y lleno de gentes que circulan sin
deshace, pero también se rehace en no-lugar, y mayor reconocimiento. Otro elemento a su­
quizá por ello no se connota negativamente, brayar son los llamados ^territorios públicos
pues el no-lugar es un espacio cambiable a la de socialización —plazas, parques, centros de
escala de la persona y, por tanto, constituye an­ recreo...—. Por su naturaleza de circulación
tes que nada un Aflujo de experiencias. constante dan la impresión de ser de todos y
Por su parte, Marc Augé sustenta que el de nadie. Lo que marca su referencia de lugar
pasaje está marcado por el mundo contempo­ o no-lugar son las prácticas sociales que allí se
ráneo y es sinónimo de velocidad que m e­ realicen. “Un botellón” hará de una plaza un
dia, que induce a la mera tran sferen cia y al no-lugar si recurrimos a su definición “de
tran sp orte casi anónimo de un lugar a otro. hombres anónimos, ajenos por un periodo de
Según Augé, los no-lugares no pueden defi­ tiempo a su identidad -m ás allá de la genera­
nirse como espacios de identidad, relaciónales ción—, origen u ocupación”. Pero en cuanto la
o históricos, puesto que son espacios que se limpieza llegue y amanezca el día con pasean­
caracterizan por su propia condición de en­ tes jubilados o madres tomando el aire con sus
claves anónimos para hombres anónimos, hijos pequeños, esa plaza se convierte en el lu­
ajenos por un periodo de tiempo a su identi­ gar de referencia e identidad del barrio, del
dad, origen u ocupación. En esta medida se pueblo. Ver el no-lugar en un #espacio de­
plantea que los no-lugares se ubican en marcado indicaría que hay, por excelencia y
autopistas y habitáculos móviles llamados de manera bien delimitada, prácticas moder­
“medios de transporte” —aviones, trenes, au­ nas o posmodernas de prácticas clásicas o me­
tomóviles—, aeropuertos y estaciones ferro­ dievales, en su defecto. Cuando lo que sucede
viarias, estaciones aeroespaciales, grandes en verdad es que las prácticas pueden entre­
cadenas hoteleras, parques de recreo o super­ cruzarse o realizarse en los mismos espacios
mercados, entre otros espacios de su mismo en tiempos diferentes. Es eso, el tiempo y la
género. En esta definición el no-lugar aparece actividad realizada, lo que fabrica el no-lugar.
más como un fuera de lugar que como un Mientras el lugar es ese “espacio estriado”
no-lugar. que se caracteriza por el control, la medida, la
Proponemos aquí definir el no-lugar co­ localización precisa, la organización estatui­
mo un espacio producido por la sobremoder­ da, el no-lugar conforma un “espacio liso” en
nidad, que no podría ser *acotado de manera el que no existe ningún punto de referencia fi­
físicamente establecida, sólo se puede caracte­ jo, ningún obstáculo en el sentido de que la
rizar a través de rasgos que, en general, úni­ libertad de ^movimiento resulta completa.
camente existen en mecanismos de juicio ex­ Para Deleuze y Guattari (1980), un espacio
terno. El no-lugar es un efecto producido estriado, lo que hemos denominado lugar, es
por procesos de territorialización circunstan­ aquel que las sociedades organizan para ha­
cial que bien pueden denominarse en a ­ cer funcionar sus valores, constituye la ins­
jenación de lugar. Es un efecto de ciertos luga­ cripción de un *código —social— sobre el
res, que no permite adaptarse, sino tan sólo espacio. Es un espacio fabricado para devol­
instalarse debido a restricciones circunstan­ ver un orden necesario. Por el contrario, el
ciales. El no-lugar, más que con el espacio, espacio liso o lo que hemos denominado
tiene que ver con el tiempo, con un tiempo no-lugar significa que podemos desplazar­
practicado, con una intersección de ambulan­ nos sin necesidad de una territorialización
tes, como diría M. de Certeau, puesto que la obligatoria. Este está ocupado por eventos o
enajenación de lugar, que es su característica especificidades, mucho más que por cosas for­
básica, puede aparecer en localizaciones de madas o percibidas. Es un espacio de efectos
diversa índole y por tiempos acotados según más que de propiedades —como es el lugar—.
el desarrollo de la situación circunstancial. Resulta una percepción a-óptica más que óp­
Por ello no sería posible naturalizar los no-lu­ tica. Constituye un espacio intensivo más que
gares y situarlos emblemáticamente en aero­ extensivo, de distancia y no de medida; spa-
puertos, autopistas o hipermercados. En el tium intenso en lugar de extensio.
análisis del no-lugar es clave contem plar la Así el lugar se relaciona con el no-lugar.
temporalidad como la circulación del tiempo Se puede pasar recíprocamente de un lugar a
físico y social. Pongamos por caso el de un te­ un no-lugar. Lo que tendremos que examinar
rremoto: en los momentos de caos y dolor, el en todo caso es qué pasa del uno hacia el otro
lugar con su peso histórico y de identidad se para que sea definido de una u otra manera.
Lugar y no-lugar 212

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sición y la consideración de sus habitantes.
Megalópolis Mientras existieron unos *límites físicos que
Henry Lefebvre en su libro L a revolución definían el espacio urbano, de forma separada
urbana establece que con la revolución indus­ de su entorno, existió la #ciudadanía, es decir,
trial muere la ciudad y nace lo urbano. Con el derecho de pertenencia a la ciudad y todos
ello quiere decir que dicha revolución produ­ los privilegios que éste traía consigo, entre los
jo, entre otros muchos efectos, una revisión que estaban: el disfrute de sus espacios de for­
del concepto de ciudad y de la forma urbana. ma libre, el derecho de residencia, la posibili­
La revolución industrial está en la base de un dad de poseer una vivienda y el amparo de las
proceso generalizado de crecimiento urbano leyes de ciudadanía. La ruptura llevó a susti­
cuyo límite todavía desconocemos. tuir la ciudadanía por la Nacionalidad, aun­
Desde un punto de vista estrictamente ur­ que por redundancia el ^ciudadano seguirá
banístico, es cierto que el crecimiento y las siendo un calificativo aplicado a un sujeto de
transformaciones urbanas inducidas por la re­ deberes y derechos de ámbito nacional.
volución industrial supusieron una ruptura de Por lo tanto, la muerte de la ciudad, a la
los cinturones, frecuentemente amurallados, que hacíamos referencia, no sólo supone una
que rodeaban gran parte de las ciudades pre­ transformación física, sino también un cambio
industriales, contribuyendo a limitarlas en su social y un posicionamiento diferente de sus
*espacio. La destrucción de los muros y las habitantes, convertidos en ciudadanos de la
cercas que encorsetaban el espacio de la ciudad nación, en la que la ciudad se inscribía. Ciu­
tuvo varias consecuencias de gran significado. dad y campo borran sus diferencias, primero
La primera consecuencia fue la expansión en términos de derecho, luego en términos de
de la ciudad que en la etapa anterior había cre­ comportamiento. La extensión del capitalis­
cido a base de densificar su ámbito residencial mo a todos los ámbitos y el desarrollo de los
limitado por esas lindes o murallas, ocupando medios de comunicación penetraron hasta las
una buena parte de los espacios vacíos interio­ aldeas más recónditas.
res y remodelándolos para conseguir una ma­ A partir de entonces se suceden los cambios
yor capacidad interna sin revisar sus *fronteras. en la concepción del espacio urbano. La supera­
Pero la destrucción de las cercas y muros y la ción de la ciudad preindustrial es también la
expansión del espacio urbano dieron origen a superación del espacio municipal y con ello
una nueva época en la que ya no era posible ha­ aparece la complejidad de la gestión del espacio
blar de ciudad como una concentración homo­ urbano. La unidad que suponía el espacio de
génea. La ciudad explota y se necesitan otras gestión que era la ciudad en su municipio, y fre­
palabras y otros conceptos para denominar esa cuentemente con su espacio circundante, que­
nueva aglomeración de viviendas. da rota como consecuencia de esa expansión.
A la vez que se renueva el espacio urbano La nueva urbe se hace difícil de gestionar
y el concepto de ciudad, cambia la compo­ en una serie de aspectos, sobre todo en aque-
Megalopolis 214

líos que requieren una actuación unitaria pa­ área metropolitana se aplicaba a un espacio
ra todo el espacio urbano. Cuestiones como la urbano formado por diversos municipios.
red viaria, el sistema de transporte colectivo, Los límites de su espacio en este caso podían
la red de aprovisionamiento de agua, el alcan­ resultar controvertidos, pero en general se es­
tarillado y posteriormente las redes de ener­ tablecían a partir de una funcionalidad deter­
gía y comunicación exigían una actuación minada. Las áreas metropolitanas podían
unitaria que chocaba con el desbordamiento estar definidas por la existencia de un merca­
del espacio urbano más allá del límite del mu­ do de trabajo unitario, de forma que se podía
nicipio ^central. habitar en un municipio o en una localidad y
Ante ese problema se plantearon alterna­ trabajar en otra integrada dentro de esa área.
tivas diferenciadas. La primera de ellas fue la Un área metropolitana podría estar com­
extensión del ámbito municipal englobando puesta por distintos municipios con funciones
en un solo municipio los municipios circun­ diferenciadas, podía tener uno o varios cen­
dantes. Esta alternativa se refleja en la dismi­ tros que debían estar conectados entre sí para
nución del número de municipios que se facilitar la posibilidad de una interacción en­
produce en algunos países al final del si­ tre ellos. Un área metropolitana era sobre to­
glo XIX y comienzos del siglo XX. En otras oca­ do un espacio funcional y plurinuclear, pero
siones se revisa la propia concepción del espacio con una cierta jerarquía, aunque ésta fuera
municipal como unidad básica de gestión del múltiple, es decir, aun cuando los centros
territorio y se amplían sus límites de forma principales asumieran funciones diferentes.
generalizada. Todavía quedan trazas de esa
agregación; los municipios rurales en Portu­
Del área metropolitana
gal o en Galicia solo tienen un carácter admi­
a la megalópolis
nistrativo frente a un asentamiento basado en
parroquias. El crecimiento de las concentraciones ur­
banas ha ido aumentando a lo largo de los úl­
timos siglos. En las grandes ciudades no ha
De la urbe a la metrópolis
habido límites a la concentración de las pobla­
Pero la ampliación del ámbito municipal, ciones procedentes de todo el mundo. La ur­
ya sea de forma generalizada, como en la si­ banización del planeta ha avanzado a un
tuación de Portugal, o de forma puntual, en el ritmo intenso. La población urbana pasa de
caso de las ciudades más grandes, tenía el lí­ alrededor de 150 millones, a finales del s. XIX,
mite de la propia continuidad de una sobera­ a los más de 3.000 millones un siglo más tarde,
nía cuya desaparición debería hacerse por constituyendo cerca de la mitad de todo el
decisión propia. Por otra parte, la extensión contingente mundial. El aumento supera con
del tamaño municipal, si bien facilitaba la creces el crecim iento de la población m un­
gestión de ciertos elementos, llevaba a un dis- dial, aunque su reparto es dispar. Mientras
tanciamiento de los individuos respecto a los Asia y A frica conservan aún una propor­
órganos de gobierno más básicos que dificul­ ción de población rural significativa, ésta se re­
taba otros aspectos de la gestión. Los órganos duce a menos del 25% en Europa y América.
de gobierno quedaban alejados y separa­ En los últimos años han sido sobre todo las
dos de los problemas concretos que podían grandes ciudades las que han experimentado
afectar a una localid ad determinada. un mayor crecimiento, alcanzando elevadas
La respuesta fue la creación de organismos cifras de población. De las dos ciudades que
con capacidad de gestión sobre distintos ámbi­ sobrepasaban los 10 millones de habitantes, a
tos municipales que constituyeran una cierta mitad del siglo XX, se ha pasado a 18 ciudades
unidad. La cuestión entonces estribaba en la en la actualidad y su número sigue creciendo
definición de esa unidad, surgiendo el concep­ a la vez que la extensión y población de las
to de metrópolis y de área metropolitana. existentes. Algunas de estas ciudades siguen
La palabra “metrópolis” significa ciudad m anteniendo crecim ientos elevados, que
madre, y su sentido de origen es bastante más amenazan con llevar a la superación de todos
antiguo que el que tiene su aplicación a exten­ los lím ites que habíamos considerado ante­
sas áreas urbanas. La metrópoli era el territo­ riormente en la definición de ciudad o de área
rio o la ciudad de origen. Se hablaba de un metropolitana. Son ciudades con diferentes
territorio metropolitano como el formado por formas y distinto grado de funcionalidad, con
la unidad de origen de una nación que estaba mayor o menor potencial económico, pero to­
compuesta de varias partes. Por su lado, el das ellas con problemas de una gran dimen­
215 Megalopolis

sión que exigen una gran capacidad de ges­ Emergencia de la ciudad global
tión.
La cuestión está en que todo parece indi­
Pero el continuo crecimiento de las ciuda­
car que las nuevas tecnologías del transporte y
des y su extensión en el territorio ha llevado a
de las comunicaciones llevan a extender aún
la introducción de nuevos conceptos para
más el territorio de estas megalópolis frente a
proceder a su calificación. El concepto de área
lo que podría ser el desarrollo de un sistema
metropolitana entra en desuso y viene a ser
de ciudades relacionadas entre sí, tal como
sustituido por el de Región Urbana Funcio­
había descrito Christaller (1966).
nal, que en principio integra lo que también
De todas formas, el impacto de las nuevas
se denomina un valle de empleo. Con esta de­
tecnologías y el desarrollo de la *sociedad del
terminación se trata de resaltar tres elementos
conocimiento han llevado a replantear la pro­
importantes. El primero es que el espacio re­
pia noción de las relaciones espaciales, lo que
gional supera el ámbito municipal. El segun­
indujo al geógrafo sueco Hägerstrand (1977)
do es que se trata de un espacio urbanizado,
a introducir la idea de que se estaba dando un
en el que el área construida destaca frente a
encogimiento del ^espacio y del tiempo, pro­
los posibles espacios vacíos o espacios agríco­
ducido por las facilidades de la comunicación
las. El tercero es el carácter funcional de su
a distancia y del sistema de transporte. Este
delim itación, en el doble sentido de experi­
fenómeno, recogido y comentado por gran
mentar un funcionamiento unitario y de en­
parte de los científicos sociales (Giddens,
globar espacios integrados funcionalm ente,
1991; Castells, 1996; Harvey, 1989), supone
es decir, territorios que podrían tener funcio­
que se diluyen las distancias y que los lugares
nes diferenciadas que contribuirían a la ope-
como espacios de vinculación pierden su rele­
ratividad unitaria de esa región urbana.
vancia para dar paso a una relación reticular
El otro fenómeno que se escapa de la con­
en la que la distancia se difumina, disminuye
cepción de Area M etropolitana es el que se
o simplemente desaparece. La consecuencia
caracteriza por un *desarrollo del espacio ur­
es, sin duda, la emergencia de un tipo nuevo
bano fuera de toda proporción, estando cons­
de ciudad en la que la pérdida de la fricción
tituido por ciudades que mantienen una
espacial lleva a reconsiderar el propio concep­
cierta unidad, con un centro principal y unos
to de megalópolis, conurbación o región ur­
centros secundarios que vienen envueltos en
bana. Esa ciudad emergente sería la ciudad
una serie de periferias, extendiéndose en un
red construida por las interacciones de las ciu­
ancho espacio e integrando poblaciones que
dades que la forman que, en definitiva, serían
superan los diez millones de habitantes. La
los principales núcleos urbanos del planeta y
proliferación de estos espacios ha llevado a
que se enganchan en esa red con intensidades
que se les califique de megaciudades para es­
y funcionalidades diferentes.
tablecer una cierta distinción con las ciudades
de proporciones más limitadas. Esa nueva ciudad red perdería su condi­
Pero esta delimitación no abarcaba otras ción espacial para convertirse en una ciudad
formas de asentamiento en las que el espacio que, aunque fuera virtual, no dejaba de ser
urbano se extendía a lo largo de un territorio real. Las ciudades globales, cuyas característi­
extenso y en el que la interacción resultaba im­ cas definió Friedman (1986) y posteriormente
posible, pese a existir una cierta continuidad. Saskia Sassen (1991), pasarían a ser los princi­
Se trataba de algo parecido a una sucesión con­ pales nodos de esa retícula, en la que todas
tinua de ciudades o áreas metropolitanas a lo aquéllas estarían conectadas. Pero la jerarquía
largo de un territorio, como ocurre en ciertas de los asentamientos y la relación funcional se
zonas del planeta —costa este de Estados Uni­ reproducen en esa red de la ciudad global. Las
dos o centro de Europa—, en donde en un espa­ grandes diferencias sociales y económicas que
cio limitado se sucede un rosario de ciudades caracterizaban a la gran ciudad se reproducen
de elevado tamaño o de áreas metropolitanas. a escala planetaria, apareciendo mucho mayo­
La definición de ese fenómeno ha sido di­ res que en cualquiera de las ciudades que
fícil. La palabra conurbación o megalópolis componen esa retícula. Este es uno de los
viene a expresar este tipo de fenómenos, aun­ principales retos con los que se enfrenta la
que sólo sea por una distinción formal con gestión planetaria de esta ciudad global.
otros conceptos. Una megalópolis o una co­ Desde esa consideración, el mundo entero
nurbación sería una sucesión de ciudades o de constituiría una gran megalópolis, en la que
áreas metropolitanas que adquiere dimensio­ cada una de sus regiones urbanas no serían
nes colosales. más que un barrio más o menos pintoresco de
Mestizaje 216

esa gran ciudad, al que podríamos viajar de HÁGERSTRAND, T. (1975): “Survival and Are­
forma virtual o física con una gran facilidad. na: On the life history of individuáis in rela-
Esos nodos o ciudades insertas en la red g l o ­ tion to their geographical environment”, en
bal competirían entre sí por el capital, el T. Carlstein, D. Parkes y M. Thrift (eds.), H u ­
^trabajo y los recursos. Eso no llevaría a la man activity and Time Geography. London: Ar-
desaparición de esas ciudades que se han tra­ nold, 47-63.
tado de definir de forma diferente a medida H ARVE Y, D. (1989): The postmodern condition.
que transcurría el último siglo, sino a la cons­ Oxford: Basil Blackwell.
titución de una nueva polis, que no sería más SASSEN S. (1991): The Global City N ew Yori
que una inmensa ciudad global. London, Tokio. Princeton: Princeton Univer­
Los problemas de esta ciudad globalmega- sity Press.
lópolis amenazan con llevar a cabo su propia
Jesús Leal Maldonado
destrucción, pero, a pesar de lo que podría pa­
recer, no consisten en asuntos técnicos o de pro-
visión de recursos. E n tre los principales Véanse además Centro-periferia, Ciudadano,
problemas que se plantean destaca el de su CIUDADANÍA, COMUNICACIÓN, D E ­
propia id en tid ad . El intercambio entre ur­ SARROLLO, Diferencias sociales v diferen-
banistas y técnicos ha homogeneizado tanto el cias culturales, Espacio red, ESPACIO-
espacio de las grandes ciudades, que es difícil TIEMPO, Espacios locales, F R O N T E R A ,
distinguir la identidad de amplias zonas in­ Frontera geográfica y administrativa. Fronte­
cluidas en ellas. La extensión de las grandes ras políticas y religiosas, Global y local,
firmas y las cadenas de establecimientos glo­ IDENTIDAD, Lugar y no lugar, Nacionali­
bales hace que proliferen soluciones y paisajes dad, Sociedad de la información v del conoci­
que se asemejan entre sí. El problema de esas miento, T E R RITC )R 1OS, TR ABAJO.
ciudades es la identificación de sus habitantes
y de sus espacios frente a una proliferación en
las mismas de “no lugares” que se asemejan a
los de cualquier otra ciudad. La construcción
Mestizaje
de identidades y de lugares que faciliten la Según sostiene la ciencia genética, en sen­
Comunicación interpersonal se convierte en tido estricto, hoy en día todas las poblaciones
uno de los grandes imperativos para poder so­ humanas existentes son mestizas. Hace por lo
brevivir, mientras que la constitución de re­ menos cuarenta mil años, la especie H om o sa­
des de relación y participación se hace cada piens sapiens empezó a dispersarse y a ocupar
vez más imperiosa para poder gobernar estas toda la superficie de la Tierra con las mismas
ciudades que se convierten en la expresión características que nos distinguen en la actua­
más destacada de la humanidad. lidad de todas las demás especies animales
—incluyendo a las más próximas a la especie
humana que existieron en tiempos pasados—
Bibliografía En consecuencia, sean cuales sean los sentidos
que decidamos adoptar para definir el térm i­
BURGESS, E. (1967): “The growth of the city: an no mestizaje, todos los seres humanos, indivi­
introduction to a research project”, en R. Park, dual y colectivam ente, somos mestizos. A
E. Burgess y R. McKenzie (eds.), The city. Chi­ pesar de una apariencia externa de homoge­
cago: University of Chicago Press, 47-62. neidad fenotípica, poblaciones que han vivido
CASTELLS, M. (1996): The Information Age: Eco- en un relativo aislamiento durante varios si­
nomy, Society and Culture. Volumel. The Rise o f glos e incluso milenios, conforme ocurre con
the Networf^ Society. Cambridge: Blackwell. los islandeses, son tan mestizas desde un pun­
CHRISTALLER, W. (1966 [1933]): Central Places to de vista biológico como los pueblos del Me­
in Southern Germany. New Jersey: Prentice diterráneo, del archipiélago indonesio o de
Hall. Traducción del original: D ie zentralen América Latina, considerados habitualmente
Orte in Suddeutschland. Jena: Gustav Fischer. muy “mezclados” racialmente. De este modo,
FRIED M AN N , J. (1986): “The World City desde un punto de vista biológico, la historia
Hypothesis”. Development and Change , 17: de la especie humana puede entenderse como
6983. la historia de la formación de varias poblacio­
GIDDENS, A. (1991): Modernity and self identity. nes que permanecieron relativamente aisla­
Selfand society in the late modern age. Cambrid­ das y estables en nichos ecológicos o cerradas
ge: Polity Press. en sus procesos migratorios. El propio énfasis
217 Mestizaje

sobre el mestizaje indica el reconocimiento de mestizaje, generada por la *elite blanca de los
esas características físicas, secundarias y exte­ países latinoamericanos desde finales del si­
riores, de las poblaciones humanas. Tanto es glo XIX, se filtró por el tejido social hasta las
así que es posible atribuir la noción de “mesti­ clases populares, que también lo celebran a
zo” a un ser humano que manifieste rasgos de través de diversos medios expresivos y perfor-
más de una de esas características secunda­ mativos, como resulta constatable en las
rias, identifícadoras de las diferentes “razas” músicas, los bailes, la poesía popular, los
históricam ente definidas. En suma, el con­ autos dramáticos y las artes plásticas. En este
cepto de m estizaje es una construcción que sentido, el mestizaje pasa a considerarse un
sólo adquiere sentido cuando se considera en auténtico *patrimonio de los pueblos latino­
relación con su par, la noción de raza. americanos, una particularidad y una excep­
Ello nos conduce a la paradoja básica de la ción de esta región del planeta.
idea de mestizaje. Un mestizo se forma a par­ El idioma del mestizaje se ha extendido,
tir de dos o más razas. Sin embargo, el para­ no obstante, desde la metáfora racial a la me­
digma dominante de las ciencias biológicas táfora cultural. En esta línea, se habla de mes­
afirm a vehementemente que no existen ra­ tizaje cultural y se celebran las grandes tra­
zas, que sólo hay una única raza humana. A diciones culturales de alcance nacional en
esto responde que se haya impuesto necesa­ los países latinoamericanos como si fueran
riamente la noción de poblaciones humanas tradiciones mestizas. En Brasil el Carnaval se
como sustituto heurístico del concepto obso­ celebra como mestizo y la samba se define co­
leto de raza, de manera que nos permita se­ mo el género musical mestizo, y ambos se
guir usando la idea de m estizaje. En caso consideran una ^síntesis de las contribuciones
contrario, sucederá con el concepto de mesti­ de las tres razas constitutivas del país. En A r­
zaje lo mismo que ha ocurrido con la noción gentina también se entiende que el tango es
de raza: estará sujeto a constantes y radicales mestizo. En los países andinos se invoca asi­
cuestionamientos, teóricos y prácticos. mismo al mestizaje cultural para describir las
Con todo, la palabra mestizaje encuentra fiestas populares. Con esta ampliación de la
su mayor difusión en el sentido ideológico de metáfora del m estizaje entra en funciona­
caracterizar a algunos grupos humanos que miento una biologización no solamente de la
se autodefinen estratégicam ente, frente a cultura, sino a la par de la sociedad. Las tres
*otros considerados “puros” u homogéneos razas no sólo están presentes en las fiestas de
racialm ente, como mestizos. Esta ideología carnaval, sino que los propios símbolos de es­
del mestizaje es especialmente importante en ta celebración serían mestizos, combinando
América Latina, que se ve mestiza en oposi­ elementos simbólicos de las tradiciones euro­
ción a Estados Unidos y a Sudáfrica durante peas, indígenas y africanas.
el régimen del *apartheid\ naciones ambas La ideología del m estizaje ha sido una
que se definen como ^segregadas y, en conse­ marca predominante de la intelectualidad la­
cuencia, no mestizas. Además de la metáfora tinoamericana, hasta el punto de que escrito­
biológica y racial, la idea de mestizaje presen­ res, pensadores y científicos sociales de los
ta también dimensiones Culturales, lingüísti­ más diversos espectros políticos e ideológicos
cas e incluso epistemológicas. celebran el mestizaje de sus respectivos países
Dejando a un lado, en principio, una eva­ en términos extrem adamente similares. En
luación de la capacidad explicativa o interpre­ los años veinte del siglo pasado, el mexicano
tativa del concepto analítico o científico de José Vasconcelos hablaba de una raza cósmica
m estizaje, resulta importante separar este latinoam ericana, resultado de un m estizaje
constructo de su utilización como ideología di­ supuestamente singular ocurrido en el conti­
fundida por toda América Latina. En un pri­ nente. Para él, alcanzar la madurez como na­
mer nivel, los países latinoamericanos se ción ^moderna implicaba ir más allá de las
asumen racialmente mestizos, como si fueran cuatro razas y desarrollar una quinta raza,
la síntesis de tres razas —blanca, negra y ama­ cósmica, inclusiva, abierta al futuro y esen­
rilla o indígena—. Las metáforas de esta con­ cialmente no *discrim inadora. En los años
formación mestiza de nuestros pueblos son treinta, Gilberto Freyre condujo tan lejos esta
diversas. En Brasil se utiliza la fábula de las celebración del mestizaje que llegó a defen­
tres razas, mientras que en los países hispáni­ der una supuesta suavidad del régimen de
cos se habla del “crisol de razas”, en referencia ^esclavitud en Brasil en comparación con Es­
igualmente a los orígenes europeos, africanos tados Unidos, argumentando que ese sistema
e indígenas de la población. Esta apología del favorecía la mezcla de razas. Gilberto Freyre
Mestizaje 218

también formuló, ya en los años setenta del si­ que desafía la base de la ideología del mesti­
glo pasado, la idea de una “metarraza” surgi­ zaje en América Latina. Los m ilitantes pro
da de la modernidad, en la misma línea de la inclusión afirman que es cierto que existe una
raza cósmica de José Vasconcelos. Incluso mezcla de razas intensa en los países latino­
Fernando O rtiz, intelectual bastante menos americanos y que este m estizaje ha hecho
conservador que Freyre, hizo apología de la proliferar una amplia gama de colores de piel
sociedad cubana resaltando el “inmenso mes­ y otros caracteres fenotípicos secundarios. Sin
tizaje de razas y culturas que influyeron en la embargo, este mestizaje nunca ha garantiza­
formación de aquel pueblo”. Lo único que do la igualdad de oportunidades y la ciudada­
hizo Fernando Ortiz fue exponer de una ma­ nía para todos. Puede decirse que el mestizaje
nera más explícita lo que habían dicho dife­ no ha inhibido, de hecho, la reproducción de
rentes políticos e intelectuales, tales como nuestro ^racismo posesclavista. Más todavía,
Fidel Castro, Ernesto “Ché” Guevara, Gabriel el blanqueamiento, que se traduce en privile­
García Márquez, Octavio Paz, Mario de An- gios para los que son más blancos, es el lado
drade o Isabel Allende: la celebración de la la- racista aún intocado de este m estizaje cele­
tinoamericanidad en términos de mestizaje brado a lo largo de todo el s. XX por las elites
tanto cultural como racial. Se trata de una nacionales latinoamericanas, de derecha y de
ideología tan poderosa, a nivel continental, izquierda. El cuestionamiento político del
que hasta el historiador francés Serge G ru- mestizaje incide en aspectos profundos de la
zinski ha titulado a uno de sus libros más constitución de las sociedades latinoamerica­
recientes sobre los procesos de hibridismo nas, hasta el punto de que anuncia una verda­
cultural en las Américas como E l pensamiento dera refundación de nuestras repúblicas,
mestizo. forjadas en el siglo XIX sobre bases #eurocén-
En este comienzo de siglo, dicha ideología tricas y racistas.
del mestizaje está siendo muy cuestionada en
Brasil, en Colombia y en los demás Estados
que componen la Diáspora Africana en Ibe­ Bibliografía
roamérica. Y asimismo se cuestiona en los paí­
ses andinos de mayoría indígena, liderados BHABHA, Homi (1994): The Location o f Culture.
por Bolivia y Ecuador, sobre todo en el con­ London, New York: Routledge.
texto de la contestación y los movimientos an- CARVALHO, José Jorge de (1988): “Mesti^agem
tirracistas que demandan ^reparaciones y e Segregado”. Revista Humanidades , Ano V,
*acciones afirmativas dentro de un marco 17:3539.
general de lucha por la *ciudadanía y la igual­ — (2002): “Las culturas afroamericanas en Ibe­
dad de derechos, negados ambos mayoritaria- roamérica: lo negociable y lo innegociable”,
mente hasta el día de hoy a los no blancos de en N. García Canclini (org.), Ibeoamérica
América Latina. 2002. Diagnóstico y propuestas para el desarro­
Por primera vez desde la independencia llo cultural. Madrid: OEI/México: Santillana,
de las naciones latinoamericanas, el discurso 97-132.
ideológico del mestizaje empieza a salir del CAVALLI-SFORZA, Luigi Lúea (2003): Genes,
lugar supuestamente universal y positivo que Povos e Línguas. Sao Paulo: Companhia das
siempre ha ocupado y pasa a ser cuestionado Letras.
por los no blancos —negros, mulatos e indíge­ CAVALLI-SFORZA, Luigi Lúea; CAVALLI-
nas—como una retórica del mestizaje única­ SFORZA, Francesco (2002): Quem Somos?
mente blanca. Muchos intelectuales y líderes Historia da Diversidade Hum ana. Sao Paulo:
negros e indígenas ya no aceptan esta ideolo­ Editora UNESP.
gía de una nación mestiza y han pasado a afir­ GRUZINSKI, Serge (2001): O Pensamento Mesti­
mar una ^identidad negra e indígena frente a zo. Sao Paulo: Companhia das Letras.
la identidad blanca privilegiada por las elites LÉVI-STR AUSS, Claude (2000): Race et Histoire-
del poder. Esta crítica se ha multiplicado so­ Race et Culture. Paris: Presse de l’UNESCO.
bre todo después de la I I I Conferencia M un­ MUÑOZ BERNAND, Carmen (1993): “Altérités
d ial contra el Racism o, la X en ofobia y la et métissages hispano-americains”, en Chris-
D iscrim inación R acial realizada en Durban, tian Descamps (dir.),Amériques latines: une al-
en Sudáfrica. térité. Paris: Editions du Centre Pompidou,
Los movimientos políticos y sociales que 13-28.
están comprometidos en la lucha por la inclu­ SEGATO, Rita Laura (1998): “The Color-Blind
sión *étnica y racial aducen un argumento Subject of Myth, Or Where to Find Africa in
219 Migraciones

the Nation”. Annual Review o f Anthropology, tución en enero de 1958 (1989) en donde plan­
27: 129-151. tea una serie de problemas absolutamente se­
VASCONCELOS, José (1948): Raza Cósmica. M i­ minales. De acuerdo con Mitchell (1989: 43),
sión de la Raza Iberoamericana. Buenos Aires: hay que distinguir entre la “incidencia” y la
Espasa-Calpe. “tasa” de migración. “Cuando se habla de in­
cidencia nos referimos a un conjunto de cir­
José Jorge de Carvalho
cunstancias únicas que inducen a un
emigrante particular a abandonar su área ru­
Véanse además Acciones afirmativas, A L T E -
ral”. “Los factores personales que hemos des­
R 1D A D , A partheid, C IU D A D A N ÍA , C rio-
crito han sido responsables de la migración en
11i/.ación, C U L T U R A, I ) ISC R IM 1N A C IÓ N
muchas instancias individuales. Pero ellos
Y E X C L U S IÓ N S O C IA L , Discrim inación
en sí mismos no explican la salida continua de
positiva, E L I T E S , Esclavitud, E tn icid ad ,
tanta gente. Una causa mucho más universal,
Etnocentrism o y relativismo cultural, G L O -
f * *
y ciertamente la más importante de todas, es
RALI Z A C IO N , 1 11B R ID A C IO N , ID E N -
ía necesidad económica.”
TI DAD. 1NDIG ENISMO, Modernidad,
“Los factores económicos parecen afectar
PA T R IM O N IO , Racismo y neorracistno, Se­
la tasa de migración de trabajo a través de dos
gregación.
condiciones relacionadas. La primera se re­
fiere a la posibilidad de subsistencia en las
áreas rurales.” Cuando esta subsistencia es
Migraciones imposible, la gente emigra. “El segundo con­
Un tratam iento general de los procesos junto de condiciones económicas básicas se
migratorios parece requerir niveles de análi­ refiere al nivel de vida y a las nuevas necesi­
sis teóricos más o menos coherentes y capaces dades que aumentan mucho por el contacto
de dar cuenta de la mayor parte de fenómenos con la civilización occidental.” Encontramos
posibles. Esta dimensión es quizás la más ol­ ya aquí perfectamente formulada la idea de
vidada en los estudios sobre migraciones. En que la penetración capitalista juega un papel
este sentido, tal vez el proyecto más ambicio­ importante en la iniciación de migración de
so sea el de Massey, Araujo, Hugo eta l. (1998). trabajo a gran escala. De ello hablarán poste­
Al principio de esta obra se dedica una buena riormente Portes, Walton o Saskia Sassen sin
parte a la exposición de las teorías sobre los añadir demasiado a lo que se había dicho
procesos migratorios, pero se lleva a cabo una treinta años antes. Todos los antropólogos
exposición puramente acumulativa en la que conocen las relaciones estrechas que el Rho­
no se establecen jerarquías explicativas y otras des-Livingstone Institute tiene con el D e­
veces se apilan elementos teóricos, unos al la­ partamento de Antropología social de Man-
do de otros, sin ordenarlos demasiado. Con chester. Esto explica que, como vamos a ver,
ello el análisis de las teorías sobre las m igra­ la noción de “red social” se desarrollara en
ciones se convierte en poco más que una des­ dos lugares. Desde este punto de vista, resulta
cripción, llevada a cabo a un cierto nivel de interesante comprender lo que dice Mitchell
abstracción. Todo intento de jerarquizar y or­ (1989: 47): es posible “ver la migración de tra­
denar las teorías o elementos teóricos, procu­ bajo como la resultante de la operación de dos
rando establecer pesos causales o explicativos influjos opuestos. Desde el punto de vista de
a cada una de ellos, debe presuponer que no se las áreas rurales, las tendencias económicas
puede hablar de una única teoría capaz de dar actúan normalmente de un modo centrífugo
cuenta de la migración. Más bien existen forzando a los hombres, y a veces a las m uje­
fragmentos teóricos que unas veces pueden res, a salir hacia fuera, a centros de trabajo
ser unificados y otras no; pero esto no quiere alejados en donde son capaces de ganar sala­
decir que sea legítimo analizar las teorías co­ rios en dinero que les permiten satisfacer sus
mo una especie de florilegio en donde se trata necesidades. El sistema social, que opera bási­
de sumar elementos que no tienen mucho que camente a través de la red de relaciones socia­
ver los unos con los otros. les, tiende a actuar de un modo centrípeto
Quizás sea conveniente partir de algunos manteniendo a cada individuo en su puño, de
puntos de vista que estaban presentes entre tal manera que pueda resistir los influjos que
los antropólogos que formaban parte del lo atraen hacia fuera”. Aparece aquí una de
Rhodes-Livingstone Institute en los años cin­ las ideas más interesantes en el análisis de la
cuenta y sesenta del siglo pasado. J. Clyde migración: la distinción entre las fuerzas que
Mitchell presenta una ponencia en esta insti­ atraen a los individuos hacia fuera, a *salir de
Migraciones 220

su lugar de origen, y las otras fuerzas que lo productiva, sopesando sus habilidades, pero,
obligan a quedarse en su *lugar. Mitchell di­ antes de llegar a ello, deben gastar en *viajar y
ce, con razón, que la cuestión radica en la pro­ mantenerse cuando se están moviendo y bus­
pia estructura social, actuando a través de las cando trabajo, tienen que aprender un idio­
redes de relaciones. Según nuestro autor, estas ma nuevo y adaptarse a un nuevo mercado de
redes de relaciones servirían como fuerza trabajo. Pensamos que los elementos ofreci­
centrípeta que atrae al migrante hacia su lu­ dos por esta microteoría tienen una gran va­
gar de origen. En el momento en que se lleva lidez empírica y son útiles para explicar la
a cabo el análisis, Mitchell no comprende to­ incidencia de la migración, es decir, el aspecto
davía que en los procesos migratorios no sólo individual de los fenómenos migratorios. Pe­
migran los individuos, sino que, con ellos, lo ro el hecho de que estas teorías, a nivel micro,
hacen las propias redes de relaciones que jue­ tengan una gran potencia explicativa, no im ­
gan entonces un doble papel (Tilly, 1990). plica que todo pueda ser explicado en base a
Por una parte, atraen a los migrantes hacia el ellas. No se puede afirmar, como hacen algu­
lugar de origen y, por otra, hacia el lugar de nos defensores de la teoría económica neoclá­
destino y los ayudan a emigrar. En estos plan­ sica, que los *flujos agregados de migración
teamientos de Mitchell aparecen los tres ni­ sean sumas de los movimientos y decisiones
veles en que se plantean las teorías de las m i­ individuales, que están basadas en una es­
graciones. Se trata del nivel micro o de la timación de costos y beneficios. Los flujos
m icroteoría, denominado “incidencia” por agregados de migración, o lo que Mitchell de­
Mitchell, el nivel macro o de la macroteoría, signaba con el término de tasa de migración,
que aquí se designa con el término de “tasa” y, vienen determinados por un conjunto de de­
por último, el nivel meso o de la mesoteoría cisiones individuales que están basadas en
que sería el de las redes de relaciones. Alejan­ una consideración de la diferencia de salarios
dro Portes (1997: 810) afirma que, en contra entre el lugar de origen y destino y de las tasas
de posturas muy extendidas según las cuales de empleo/desempleo entre los dos lugares.
es necesario integrar las teorías macroestruc- Pero estas decisiones individuales vienen de­
turales y las microestructurales, en el caso de terminadas por otros factores o constricciones
la migración los dos niveles no se pueden dentro de las cuales la elección tiene lugar.
unir; algo que no parece del todo exacto. Por esta razón, es absurdo pensar en el
La microteoría de las migraciones es bas­ flujo total de migración como algo que se ba­
tante fácil de comprender si se tiene en cuen­ sa en la suma de los movimientos migratorios
ta que, de acuerdo con ella, el sujeto es el actor individuales. Sin embargo, también es absur­
individual que actúa racionalmente y decide do afirmar que los movimientos migratorios,
emigrar, en cuanto que lleva a cabo un cálcu­ a veces o frecuentemente, no tengan nada que
lo de costos/beneficios y, en base a ello, descu­ ver con las diferencias en salarios o en la tasa
bre una ganancia neta por el movimiento de de empleo. Una cosa es decir que un diferen­
un sitio a otro (Todaro, 1969; Harris y Toda- cial en salarios no es una causa necesaria y su­
ro, 1970). De acuerdo con esta teoría la migra­ ficiente para la m igración internacional y
ción está basada en una elección individual algo muy distinto que no sea un fenómeno
entre distintos lugares con diferentes sala­ fundamental que está presente prácticamente
rios y probabilidades de obtener un empleo. siempre. Somos conscientes de que es posible
La migración internacional viene determina­ que la migración internacional no se pare o
da por las diferencias en la oferta y demanda frene cuando desaparece el diferencial en sa­
de trabajo. Un país tiene una gran canti­ larios o tasas de empleo, pero esto no invalida
dad de trabajo en relación con el capital, lo cual la idea de la importancia de dicho diferencial.
lleva consigo un excedente de trabajo. Otro Aun así, parece que la desconfianza sobre el
país con una cantidad limitada de trabajo con valor explicativo de esta idea por parte de an­
relación al capital tendrá salarios más altos. El tropólogos y sociólogos ha impedido la crea­
diferencial en salarios hará que los individuos ción de teorías suficientemente potentes sobre
del país con salarios más bajos se muevan ha­ las migraciones, y la colaboración necesaria
cía el país con salarios más altos. La m igra­ entre los economistas y otros científicos socia­
ción internacional se conceptualiza también les, lo que ha tenido graves consecuencias en
como una especie de inversión en capital hu­ el análisis de las migraciones. Sin embargo, la
mano (Sjastaad, 1962; Chiswick, 2000). Según explicación en base a las decisiones y actuacio­
este punto de vista, la gente tiende a emigrar a nes individuales, así como la microteoría, de­
aquellos lugares en los que puede ser más ben ser tenidas en cuenta.
221 Migraciones

Quizás el autor que más ha insistido en la lizar la terminología de Gary Becker, se pien­
importancia de un dominio intermedio entre sa que en las familias se da una única función
el de las decisiones individuales y el nivel es­ de utilidad. Sin embargo, esto está bastante
tructural o m acroteórico sea Thom as Faist alejado de la realidad. La unidad doméstica
(Faist, 1997). El nivel “meso” es aquel en el debe ser considerada una arena de relaciones
cual los actores son estudiados a partir de las sociales organizadas alrededor de las líneas
unidades domésticas, redes sociales e institu­ generacionales, del género y del parentesco.
ciones, suponiendo que este ámbito interme­ Las relaciones se generan y refuerzan por las
dio es el que sirve para unir lo micro y lo ma- estructuras de poder, por los significados ideo­
cro. En los años ochenta del siglo pasado apa­ lógicos y los sentimientos que contribuyen a
rece una teoría que pretendía oponerse a la jerarquía y #desigualdad dentro de la uni­
algunos de los presupuestos del punto de vis­ dad doméstica. El conflicto y la lucha entre
ta neoclásico y que se autotitulaba, un poco los miembros de la familia por el control y el
pomposamente, “la nueva economía de la in­ cambio de las características del poder y de la
migración de trabajo” (Stark y Bloom, 1985; autoridad sobre la toma de decisión, la divi­
Stark, 1996 y 1991). Los autores que propug­ sión del trabajo y de los recursos, son una par­
nan este punto de vista parten de un pre­ te central de la dinámica de las unidades
supuesto ya viejo en la antropología y la socio­ domésticas (Pessar, 1988). La “Nueva Econo­
logía de la migración. Se trata de la idea de mía de la Migración” parte de estos puntos de
que en el proceso m igratorio no son única­ vista y postula que las decisiones migratorias
m ente los individuos los que toman deci­ no son llevadas a cabo por actores aislados,
siones, sino que las unidades domésticas y fami­ sino por unidades más grandes de gente rela­
lias desempeñan un papel fundamental. Una cionada tales como las familias o unidades
de las obras maestras de la literatura sociológi­ domésticas o incluso las comunidades. En es­
ca sobre las migraciones es The Polish Peasant tos grupos los individuos actúan colectiva­
in Europe and America, de W. I. Thom as y F. mente no sólo para maximizar los recursos,
Znaniecki, publicada entre 1918 y 1920 por la sino también para minimizar los riesgos y su­
Universidad de Chicago, que muestra cómo perar los fallos del mercado. Las unidades do­
las decisiones de los que emigran y de los que mésticas pueden controlar los riesgos en los
se quedan están basadas en la ruptura de la so ­ que se encuentra su bienestar, diversificando
ciedad tradicional y, particularm ente, en la la utilización de recursos, tales como el traba­
ruptura de la familia extensa, que crea nuevas jo (Stark y Lehvhari, 1982). Las unidades
posibilidades, especialmente a través de la domésticas pueden diversificar los recursos
afirmación creciente de la personalidad indi­ colocando a miembros distintos en diferentes
vidual. Investigaciones más recientes van a mercados de trabajo. Algunos pueden traba­
insistir en la migración, no como una expre­ jar en el mercado local, otros pueden hacerlo
sión de la desorganización social, sino como más lejos, en el mismo país, y otros en un país
una estrategia activa para diversificar los re­ extranjero, con lo cual son capaces de contro­
cursos en las zonas rurales. Quizás lo que se lar el riesgo a través de la diversificación.
necesite más claramente sea una descripción
procesual de los fenómenos migratorios en los
que se introduzcan procesos de organización Bibliografía
y desorganización social. De alguna manera,
el análisis admirable de Thomas y Znaniecki CH ISW ICK, B. R. (2000): “Are Immigrants Fa-
insiste mucho en los lazos comunales y de vorably Self-Selected?”, en C. B. Brettell y J. F.
otro tipo que ayudan a construir un nivel in­ Hollifield (eds.), Migration Theories. New
termedio o “mesonivel” entre el individuo y York: Routledge, en prensa.
las estructuras más amplias, y este dominio se FAIST, T. (1997): “The Crucial Meso-Level”, en
refiere a la desorganización o destrucción de T. Hamar, G. Brochmann, K. Tamas et al.
estos vínculos o a la organización o reorgani­ (eds.), International Migration, Immobility and
zación de los mismos; por ejemplo, cuando se Development. Oxford: Berg, 187-217.
interpreta la migración como una estrategia HARRIS, J. R.; TODARO, M. P. (1970): “Migra­
de las unidades domésticas, ya sea para la su­ tion Unemployment and Development: a Two
pervivencia o para el avance económico. F re­ Sector Analysis”. American Economic Review ,
cuentemente se presenta a las familias o uni­ 60:126-142.
dades domésticas como algo cooperativo MASSEY, D.; ARAUJO, J.; HUGO, G. et al.
en donde los recursos se comparten. Para uti­ (1998): Worlds in Motion, Understanding Migra-
Migraciones. Redes sociales 222

tion at the End o f the Millenium. Oxford: Cla­ lonialism e, N om adism o y turism o, N U E ­
rendon Press. VOS M O V IM IE N T O S S O C IA L E S , Pos­
MITCHELL, J. C. (1989): “The Causes of Labour colonialismo, Racismo y neorracism o, R evo­
Migration”, en A. Zegeye y S. Ichema (eds.), lución técnico-com unicativa, S A B E R Y
Forced labour and Migration, Patterns o f Move­ S A 11E R E S, T E R R IT O R IO S , T R A B A ) O ,
ment within Africa. New York: Hans Zell, 28-53. Transculturación, Viajes y sistemas de movili­
PESSAR, P. (1988): “The Constraints and Release dad, Violencia política. 1 ipos, Xenofobia y
of Female Labor Power: Dominican Migra­ xenof'ilia.
tion to the United States”, en D. Dwyer y
J. Bruce (eds.), A Home Divided. Women and
Income in the Third World. Stanford: Stanford
Migraciones.
University, 195-215.
PORTES, A. (1997): “Immigration Theory for a Redes sociales
New Century: Some Problems and Opportu­ En un artículo ya clásico publicado en la
nities”. International Migration Review , 31,4: American Jou rn al o f Sociology, “W hat is dri-
799-825. ving M exico-U.S. Migration? A theoretical,
SJASTAAD, A. (1962): “The Costs and Returns empirical and policy analysis”, Douglas Mas-
of Human Migration”.Journal o f Political Eco­ sey y Kristin Espinosa (1992: 989) realizan
nomy, 70: 83-93. una evaluación de las teorías sobre las *m i-
STARK, O. (1991): The Migration o f Labour. graciones entre México y Estados Unidos
Cambridge: Basil Blackwell. y llegan a una conclusión muy interesante.
STARK, O. (ed.) (1996): Migration Decision M a­ Después de considerar de una manera siste­
ying. London: Jai Press. mática cuarenta y una variables y analizar
STARK, O.; BLOOM, S. (1985): “The New Eco­ cinco teorías sobre las migraciones interna­
nomics of Labour Migration”. American E co­ cionales, afirman que la variable fundamen­
nomic Review, 75 (2): 173-178. tal en la determinación de este proceso es la
STARK, O.; LEHVHARI, D. (1982): “On Migra­ “formación del capital social que tiene lugar
tion and Risk in LDCS”. Economic Develop­ porque la gente que está relacionada con los
ment and Cultural Change, 31 (1): 191-196. migrantes a USA tiene una mayor probabili­
TILLY, C. (1990): “Transplanted Networks”, en dad de ^emigrar”. Si preguntamos por lo que
Y. MacLaughlin (ed.), Immigration Reconside­ significa capital social, podemos recurrir
red. History, Sociology and Politics. New York: a Pierre Bourdieu. Después de G. Lourie
Oxford University, 79-95. (1977), que fue el que descubrió este concepto,
TODARO, M. P. (1969): “A. Model of Labor Mi­ él lo ha desarrollado ampliamente. Se trata de
gration and Urban Unemployment in Less la suma de los recursos actuales o virtuales
Developed Countries”. American Economic que tienen un individuo o un grupo por po­
Review, 59(1): 138-148. seer una red duradera de relaciones, C onoci­
mientos y reconocimiento mutuo. Si esto es
Ubaldo Martinez Veiga
así, hay que admitir que el determinante bási­
co en al menos algunos procesos migratorios
Véanse adem ás A partheid, Cent ro-periferia, son las redes de relaciones.
C IU D A D A N í A . C i iid a <1a no , C O L O N IA - El descubrimiento de la importancia de
LIS MO Y A N T IC O L O N IA L IS M O , C o ­ las redes sociales y su propia conceptualiza-
munidad transnacional, C riollización, Des- ción se llevó a cabo dentro de la llamada Es­
territorialización, D I F E R E N C I A Y D E S - cuela de Manchester de Antropología Social,
IG U A L D A D , Diferencias sociolingüísticas y dirigida por Max Gluckm an. En “Class and
desigualdad, D iscrim inación positiva, D IS- Committees in a Norwegian Parish Island”,
C R IM IN A C K )N Y E X C L U S IO N S O C IA L , publicado por H u m an R elations en 1954,
E L IT E S , Elites cosmopolitas, Esclavitud, E s­ J. Barnes realizó un estudio de un pequeño
pacio red, E S P A C IO -T IE M P O , Espacios lo­ pueblo del sur de Noruega donde, en contra de
cales, E xtran jero , F ron teras económ icas, lo esperado, no encuentra nada parecido a una
( i I Á ) B A I.IZ A (: 1Ó N , 1N T EC IR A C IÓ N , In- entidad cerrada sobre sí misma. El pueblo de
tegración educativa. Integración religiosa. Bremnes formaba parte de una entidad más
Migraciones. Redes sociales. Migraciones. Teo­ grande de carácter regional y nacional, pero
ría m acro, M igraciones y econom ía. M igra - su estructura interna, la vida social del mismo,
ciones y racism o, M IN O R IA S , M O V IL I­ “podía ser considerada como un conjunto de
D A D , M ultilocal, N atu ralización , N éo co ­ puntos, algunos de los cuales estaban unidos
223 Migraciones. Redes sociales

por líneas para formar una red total de rela­ rado del mensaje, su novedad. Esto trae con­
ciones” (Barnes, 1954: 43). Lo que Barnes de­ sigo el hecho paradójico de que el contenido
cía era que cada individuo tiene relaciones informativo de una relación puede ser más
con otras personas, y que algunas de ellas tie­ grande cuanto menos estrecha sea ésta o se rea­
nen contacto entre sí, mientras que otras no. lice de una manera, no continua, sino casual.
El conjunto de relaciones forma un campo so­ La razón es muy sencilla: cuando las relacio­
cial que se puede llamar red y que puede re­ nes son “muy fuertes” los individuos suelen
presentarse como un conjunto de puntos que moverse en los mismos entornos y círculos y
están unidos entre sí por medio de líneas. Los tener experiencias muy parecidas, incluso co­
puntos representarían las personas, y las lí­ nocimientos e información compartidos des­
neas simbolizarían las relaciones entre unos de el principio. Si esto es así, resulta normal
individuos y otros. Lo que es fundamental en que la información que se transmite de unos a
este tipo de análisis no son los atributos de las otros a través de las relaciones estrechas sea
personas que están vinculadas entre sí, sino el bastante limitada. La observación de Marc
tipo de relaciones. En primer lugar, llama la Granovetter (1973: 1378), según la cual los la­
atención que en el caso de Bremnes estudiado zos débiles pueden ser más importantes a la
por Barnes, él encuentra, desde el punto de hora de buscar y encontrar un ^trabajo, tiene
vista del contenido de las relaciones que cons­ su fundamento en lo que acabamos de decir.
tituyen la red, tres elementos fundamentales: Por esta razón, relaciones lejanas y débiles,
“los lazos de parentesco, los lazos de amistad como poseer un lugar de origen común, pue­
y los lazos de barrio” o de *lugar común de re­ den tener una importancia fundamental en la
sidencia (Barnes, 1954: 43). Curiosamente, transmisión de información.
Douglas Massey (1986) encuentra los mismos Ha aparecido aquí una distinción que es
tipos de relaciones como constitutivos básicos básica. Se trata de la diferencia que existe en­
de la red migratoria. De acuerdo con él, se tre lazos o relaciones sociales fuertes y débiles.
trata de lazos de parentesco, amistad y paisa­ Las primeras se caracterizan por transaccio­
naje, o de un origen común. nes cara a cara, suelen ser duraderas e impli­
Este tipo de relaciones no se crean con el can obligaciones y emociones importantes.
proceso ^migratorio, sino que son anteriores, Están más extendidas en grupos pequeños y
aunque con frecuencia son ^activadas en él, bien definidos, tales como los grupos de fami­
pues previamente estaban en estado latente. lia o de parentesco en general. Las relaciones
El parentesco es frecuentemente una de las débiles, por el contrario, implican un contac­
bases fundamentales de la organización social to más lejano o no directo. Quizá la expresión
de los emigrantes mientras que la amistad “relaciones entre amigos de amigos” podía re­
desempeña un papel central en los procesos sumir lo que son las relaciones débiles.
migratorios, y el lazo del origen común, aun­ Otro elemento fundamental que constitu­
que resulta mucho menos fuerte, también se ye las redes de relaciones, y que también había
activa a menudo en la ^emigración. sido ya descubierto por los autores de la escue­
La red de relaciones es en gran medida un la de Manchester, es el intercambio. Dentro de
flujo que se establece entre los individuos. estos lazos entre personas siempre se inter­
Desde el principio del análisis de redes, los cambia algo, y no sólo mensajes, sino también
antropólogos de Manchester comprendieron bienes y servicios. A través de estas redes flu­
que lo primero que fluye a través de las rela­ yen bienes de unas personas a otras, de un gru­
ciones es lo que ellos llamaban *com uni- po de personas a otras (Mitchell, 1973).
cación, y que, más exactam ente, podíamos Cuando se estudian las redes de relaciones
designar como ^información. Las relaciones dentro del fenómeno migratorio hay que dis­
son formas de contacto entre unas personas y tinguir entre las conexiones que existen entre
otras y, por lo tanto, modos de comunicación. la gente de origen, que podíamos designar co­
Sin embargo, en el caso de la emigración in­ mo redes emisoras, y los vínculos en el lugar
teresa más bien el contenido informativo que de destino, que son las redes receptoras. La
se transmite a través de las redes. Es obvio unión de las dos crea nuevas redes que juntan
que la inform ación suele ser más im p o r­ el origen y el destino. La distinción entre to­
tante que el contenido de lo que se transmite, el dos estos elementos es difícil de establecer
intento de poner en contacto y mantener viva la porque la gente se mueve muchas veces y,
relación entre el lugar de origen y la sociedad cuando los procesos migratorios se ponen en
receptora. Hay que subrayar que la medida marcha, la separación entre origen y destino
de la información es precisamente lo inespe­ tiende a difuminarse. Sin embargo, es impor­
Migraciones. Redes sociales 224

tante tener en cuenta estas particularidades, comprender que el efecto que estas redes de
ya que pueden ayudarnos a comprender las relaciones tienen en la migración es muy va­
diferencias en la organización de las redes en riable. En primer lugar, es posible que tengan
distintos casos concretos. un efecto disuasorio, si es negativa la infor­
Las redes migratorias son conjuntos de re­ mación transmitida sobre las condiciones en
laciones interpersonales que conectan a los el lugar de destino. Pero también pueden te­
que migran de un lugar a otro con los que han ner un efecto estimulante si la información es
emigrado antes y con los que se quedan en el positiva. De todas maneras, la presencia de las
país de origen. redes de relaciones siempre favorece el ajuste
de los que acaban de llegar al país, pues sumi­
nistra ayuda en la obtención del trabajo, de la
Redes y sistemas migratorios
vivienda, etc. Este último elemento es funda­
El hecho de que las relaciones a las que he­ mental y explica el carácter autoalimentado
mos aludido no sean creadas sino que están que a veces tienen las migraciones, ya que las
presentes previamente ha hecho decir a Char­ redes de relaciones en la sociedad de acogida
les Tilly que: “Las redes emigran, las catego­ disminuyen los gastos monetarios directos del
rías permanecen y las redes crean nuevas movimiento migratorio y también los costes
categorías. En gran medida, las unidades de oportunidad —las pérdidas económicas al
efectivas de migración son y eran, no los indi­ moverse del lugar, la búsqueda de empleo y
viduos, sino conjuntos de individuos relacio­ vivienda o la posibilidad de obtener informa­
nados entre sí” (Tilly, 1990: 84). ción más directa sobre las condiciones de tra­
El gran historiador se está refiriendo al he­ bajo en el lugar de destino.
cho de que las relaciones de parentesco, amis­
tad u origen común emigran, no se crean en el
Lugar estructural de las redes
proceso migratorio. Este proceso tiene un cier­
to carácter colectivista en cuanto que los emi­ También es importante subrayar el lugar
grantes se enfrentan al nuevo entorno que estructural de las redes de relaciones en el
conlleva la em igración con unos medios proceso migratorio. Siguiendo a Thom as
que tienen su origen no en el individuo aislado, Faist (1997), en el sistema migratorio se pue­
sino en un conjunto de personas. El hecho de den distinguir tres niveles.
que el individuo se encuentre inserto en una red El primero de ellos es el nivel estructural o
de relaciones representa una ventaja enorme en macro, que está constituido por diversos facto­
el momento de comenzar el proceso migratorio res que, enumerados brevemente, serían: los
y a la hora de adaptarse a una nueva situación. componentes #económicos —como el diferen­
Todas estas observaciones fuerzan a en­ cial en recursos, oportunidades de empleo y ac­
tender el proceso m igratorio como un sis­ ceso a capital—, los elementos políticos —por
tema. Fue el gran geógrafo africano A. Ma- ejemplo, las regulaciones y las leyes sobre movi­
bogunje (1970) quien propuso por primera lidad espacial, la represión política en los países
vez este punto de vista. Afirm aba que las de emisión y de acogida y la interdependencia
migraciones en el tercer mundo eran la res­ en el sistema político internacional—y los aspec­
puesta a una combinación de las condiciones tos culturales -com o la mayor o menor seme­
en el origen y el destino. La idea de la migra­ janza cultural, aunque en la mayoría de los
ción como un sistema implica que los flujos casos se trata de construcciones arbitrarias—.
m igratorios se ponen en relación con otros Por último, están los factores demográficos y
movimientos como los de capital y m ercan­ ecológicos, como el crecimiento de la pobla­
cías. Posteriormente se comprende que el ca­ ción, la cantidad de tierra disponible, etc.
nal a través del cual se producen los flujos son El segundo nivel es el relacional, al que
precisamente las redes de relaciones que se es­ Faist designa con el término meso. Se trata de
tablecen entre los países emisores y los re­ las relaciones sociales entre el lugar de emi­
ceptores. Por esta razón la movilidad de la po­ sión y recepción. Dentro de ellas se puede dis­
blación entre unos países y otros se relacio­ tinguir entre:
na y form a sistema con otros modos de a) lazos fuertes, que son los que se estable­
interacción espacial, como las relaciones eco­ cen dentro de la familia o unidad doméstica;
nómicas, políticas, históricas y ^culturales. b) lazos débiles, más distantes o lejanos;
Las redes de relaciones que tienen un carácter c) lazos simbólicos, que se basan en orga­
migratorio están introducidas en estos siste­ nizaciones ^étnicas o religiosas;
mas más amplios. Tam bién es importante d) lazos indirectos.
225 Migraciones. Redes sociales

Todas estas relaciones constituyen redes cuando los lazos entre las diversas sociedades
que conforman lo que se designa como capital se mantienen, renuevan y reconstituyen en el
social. contexto de familias, instituciones, inversio­
El tercer nivel es el micro, que se refiere nes económicas, negocios y ^organizaciones
a factores individuales, entre los que hay políticas y estructuras que incluyen a las D a ­
que considerar los valores y expectativas, así ciones-Estado”. Este texto describe muy bien
como los recursos. Dentro de los valores in­ el campo transnacional que constituye la m i­
dividuales se pueden subrayar algunos, co­ gración, ese campo de flujos entre unos países
mo la supervivencia, el empleo, la riqueza, y otros.
etc., y entre los recursos hay que considerar Sin embargo, desde un punto de vista es­
el capital financiero, humano, cultural y po­ tructural pensamos que es mucho más exacto
lítico. afirmar que estos flujos de bienes y activida­
Considerando estos elementos podemos des se canalizan a través de las redes de rela­
preguntarnos por la importancia que tienen ciones. No son únicamente signos o muestras
las redes de relaciones dentro del sistema m i­ de estas relaciones.
gratorio. Pensamos que estas redes constitu­
yen estructuras intermedias que sirven para
Las redes como variables
poner en relación el sistema estructural o ma-
cro y el individual o micro. Por esta razón Las redes de relaciones resultan centrales
hay que subrayar que no se trata de los únicos en el análisis de los procesos migratorios, pero
factores, aunque a veces se pueda afirm ar no son una constante. Son una variable que a
que son los más importantes, como prueban veces es fundamental, pero que como tal va­
los estudios de Massey y sus colaboradores. ría, fluctuando también su incidencia en los
La importancia de las redes debe ser probada procesos migratorios. En un trabajo realizado
en cada caso. Pero en línea de máxima se pue­ en 1994 (Martínez Veiga, 1997) se compara la
de afirmar que los factores que tienen un ca­ migración de las mujeres dominicanas a E s­
rácter “m acro”, así como los que son más paña con la de los marroquíes al mismo des­
“m icro”, frecuentem ente se ponen en rela­ tino. Al analizar los datos de una encuesta
ción por medio del conjunto o de la red de re­ administrada a estas dos poblaciones, entre
laciones. otras, se descubren algunos fenómenos que
Tanto los que emigran como los que ya lo parecen tener bastante interés.
han hecho y los que se quedan están insertos En el caso de los marroquíes, se da un por­
en un contexto sociorrelacional caracterizado centaje muy alto de personas que no conocen
por relaciones sociales, un conjunto de trans­ a nadie al llegar a España: un 45% está en esta
acciones interpersonales a las que los parti­ situación. Si de esto pasamos a las remesas,
cipantes atribuyen intereses compartidos, encontramos que muchos marroquíes no
obligaciones, memorias y expectativas. Este mandan nada —un 60% —. No sólo hay m u­
conjunto de relaciones constituye una especie chos que no mandan remesas, sino que las en­
de *campo de flujos entre el país emisor y el vían de tarde en tarde. Sólo un 28% manda
receptor, que explicaron muy bien las autoras dinero cada mes. Cuando se preguntó por la
que empezaron a hablar a principios de los intención de los inmigrantes marroquíes de
años noventa de “espacios sociales transnacio­ traer a alguna persona de su país, únicamente
nales”. Hay que destacar la necesidad de de­ un 18% dijo que quería hacerlo. Si compa­
sarrollar conceptos que no sean sólo aplicables ramos estos datos con lo que ocurre con las
a la situación del país emisor o del receptor, si­ mujeres dominicanas encontramos diferen­
no a lo que está entre los dos, y esto es lo que cias interesantes.
subraya el concepto de red migratoria. En primer lugar, únicamente un 5% de
N. Glick-Schiller, N. Basch y C. Blanc-Szan- las m ujeres dominicanas dice no conocer a
ton (1992: 11) afirman que: “Ya se trate de que nadie al llegar a España -d e los marroquíes,
la actividad transnacional consista en enviar el 45%—, y con respecto a las remesas, un 83%
barbacoas a Haití, frutos secos o tejidos a T ri­ envía dinero a la República Dom inicana —a
nidad, estos bienes pueden ser preparados pa­ Marruecos, un 37%—. La frecuencia en el en­
ra una boda en Nueva York..., el constante y vío de dinero es también significativa: el
variado flujo de bienes y actividades pone el 76,3% lo hace cada mes y un 20% cada dos o
énfasis en las relaciones entre la gente. Estas tres meses —sólo un 28% de los marroquíes lo
relaciones sociales cobran significado dentro manda cada mes—. Con respecto a la pregun­
del flujo y de la estructura de la vida diaria, ta referente a las personas que quieren traer a
Migraciones. Redes sociales 226

España, un 32,4% afirma tener intención de migratorias se originan y están compuestas


hacerlo con alguien, un 40,9% sostiene que por personas que son originarias del mismo
desea que sean sus hijas y un 36,9% asegura lugar, Fred Krissman (2005) demuestra con
que pretende que vengan sus hermanas. Uni­ claridad, en el caso de la migración mexicana
camente un 6,8% afirma que quiere traer a su a los Estados Unidos, cómo las redes de m i­
esposo e hijos —entre los marroquíes sólo el gración internacional casi nunca se crean en
18% está dispuesto a hacerlo con alguien—. un mismo lugar de origen y no están inte­
Las mujeres dominicanas envían las remesas gradas por gente del mismo sitio. Las redes
a sus madres, mientras que los marroquíes las migratorias que aparecen en el territorio de
mandan mayoritariamente a sus padres. Por destino son habitualm ente muy diferentes
último, si se pregunta cómo se ha conseguido de las que se crean en el lugar de origen, y en
el dinero para emigrar, las dominicanas res­ ellas están insertas personas e incluso institu­
ponden que a través de la familia —un 70%—, ciones que no tienen nada que ver con el sitio
mientras que en el caso de los marroquíes son de origen, aunque tengan relaciones con perso­
los ahorros personales los que han ayudado a nas que han venido de allí. Hay que reconocer
la m igración y únicamente para un 37% de que, en la mayoría de los contextos, la m i­
los consultados ha tenido un papel la familia. gración está formalizada y dirigida por rela­
Estos datos muestran dos sistemas de organi­ ciones comerciales y burocráticas. Desde el
zación del proceso migratorio: de los marro­ momento en que los reclutadores, interm e­
quíes, en el que las redes desempeñan un diarios y el propio Estado tratan de aprove­
papel muy limitado, y el de las dominicanas, charse de la em igración extranjera, estos
en donde la red de relaciones es centra!. Ba­ elementos forman parte de la propia red m i­
sándonos en las redes migratorias podemos gratoria que de ninguna manera se reduce a
decir que la estructura de la migración domi­ los parientes, amigos o paisanos. Esta forma-
nicana es matrilineal y m atrifocal, lo que lización y dirección es un fenómeno que ha si­
muestra que las mujeres no representan nin­ do estudiado por muchos autores. Uno de los
gún papel pasivo en la migración. más antiguos, A. Singhanetra-Renard, anali­
Debe reconocerse que en estos momentos za los procesos migratorios de los trabajado­
hay un cierto desencanto por el análisis de las res a contrata en el norte de Tailandia (1986) y
redes sociales en los procesos migratorios, a descubre tres fases en la evolución de las redes
las que ya no se atribuye tanta importancia. migratorias. En la primera fase son las anti­
Esto se debe a varios factores. En primer lu­ guas relaciones de patrón-cliente las que ca­
gar, el análisis de las redes sociales ha sido nalizan la migración. Poco a poco éstas se
llevado a cabo con cierta utilización de un convierten en relaciones de empleador-em­
aparato matemático, que frecuentemente no pleado. El empleador mantiene relaciones
ha producido más que un formalismo digno con el poblado y tiene obligaciones con sus ha­
de mejor causa. Sin embargo, también ha sido bitantes que no son sólo el pago de salarios.
sometido a crítica el estudio empírico de las En un segundo momento, los intermediarios
redes y de su incidencia en el análisis de la m i­ organizan la exportación de trabajo y cobran
gración. A menudo se ha identificado las re­ un dinero a los propios migrantes, de tal ma­
des sociales y las migratorias, y hay que tener nera que la economía se convierte poco a po­
en cuenta que las últimas son un caso particu­ co en el principio organizativo de estas redes.
lar de las primeras que tiene su especificidad. En la tercera fase, los reclutadores continúan
Hace tiempo que se sabe que las redes sociales dominando el proceso migratorio, pero mu­
ofrecen información a los migrantes sobre los chos de ellos promueven la inmigración irre­
destinos, contactos con los intermediarios y, a gular en base a sus lazos con los proveedores
veces, recursos para trasladarse de un sitio de migrantes en el lugar de origen. Este aná­
a otro. En el lugar de destino se ofrece asisten­ lisis lleva a considerar las redes migratorias
cia, empleo, etc. Con frecuencia se va a insis­ como algo dinámico y en lo que hay que in­
tir en que estas redes están basadas en la cluir frecuentem ente relaciones sociales de
interacción directa e inmediata. Cuando se E xp lotación . Hay bastantes estudiosos que
trata de las redes migratorias, es importante piensan que las redes de relaciones son simé­
tener en cuenta que en esta red se introducen tricas e igualitarias porque se basan en las re­
personas con las que se tiene contacto pu­ laciones “tradicionales” que se producen en
ramente indirecto. Por ejemplo, es evidente los lugares de origen. Así lo expresan, entre
que, aunque hay autores como Massey y el otros autores, Massey y sus colaboradores en
propio Portes que insisten en que las redes la obra Return to Aztlan, publicada en Berke-
227 Migraciones. Redes sociales

ley por la Universidad de California (1987: charse de otros inmigrantes que llegan más
139-140, 316). Sin embargo, muchos investi­ tarde, y para ello se constituyen en piezas cen­
gadores han encontrado vínculos A sim étri­ trales de su red de relaciones. Mahler (1995)
cos incluso entre miembros de la familia, así descubre que muchos inmigrantes, incluso
como relaciones fundamentales, que sirven familiares, prestan ayuda únicamente cuando
para poner en contacto a unas personas con se paga o presta trabajo. Por eso es im por­
otras, por las que se pagan cantidades no des­ tante comprender que una “gran cantidad”
preciables de dinero (Mahler, 1995; Mengívar, de capital social negativo circula dentro de las
2000). Por otra parte, las redes de relaciones redes migratorias. Resulta muy interesante el
no sólo incluyen a la fam ilia, sino que inte­ trabajo de Sarah Mahler porque, al estudiar a
gran actores de la sociedad más amplia, y esto los emigrantes salvadoreños en Long Island
trae consigo intercambios desiguales, debido —NuevaYork—, descubre cómo la red de rela­
a la penetración del capitalismo (Krissm an, ciones que aparece en el lugar de destino es
2000). En el lenguaje ordinario y de los políti­ totalmente distinta de la que existía en el sitio
cos esta monetarización de la red se considera de origen y en ella están incluidos inmigran­
un proceso mañoso de una manera absoluta­ tes de toda Suramérica que no estaban rela­
mente injustificada, a no ser que se designe cionados previamente con los salvadoreños.
como mañosa toda penetración del capitalis­ Estos inmigrantes suramericanos ofrecen
mo. Las redes migratorias no son únicamente todo tipo de servicios, desde itinerarios para
un conjunto de relaciones simétricas entre pa­ introducirse clandestinamente hasta docu­
rientes o paisanos que unen el lugar de origen mentos falsos para residir y trabajar, o casas
y destino, sino que a ello hay que añadir, ade­ para vivir, transporte y trabajo. Ello indica
más de los propios individuos, los agentes de que la red de relaciones en el lugar de destino
las organizaciones —desde las asociaciones puede ser, y casi siempre es, distinta de la que
de inmigrantes a las corporaciones multina­ se crea en el territorio de origen. Por esta ra­
cionales- y otras instituciones —desde el pa­ zón hay que manejar con cuidado la idea de
rentesco al Estado—, Todos estos elementos que las redes de relaciones “viajan con los mi­
forman parte de la red de relaciones, y por grantes” como si la red en destino no fuera
ello ésta se sitúa en el nivel “meso”, interme­ más que algo que se ha creado previamente
dio, que sirve para poner en relación las en origen. Esto no parece exacto en ningún
estructuras “m icro” —individuos, unidades caso, y, aunque parezca irrelevante, tiene mu­
dom ésticas- y las “macro” —los estados o las cha importancia porque sirve para enmas­
instituciones estatales—. Dentro de todos estos carar una parte importante del proceso
elementos quizás los más importantes sean migratorio. Hace años Myron Weiner (1987:
los empleadores que reclutan en los países de 176) hizo una afirmación muy documentada
destino y que a través de esta leva atraen la en este sentido: “La evidencia es totalmente
migración desde los países de origen, ya sea convincente: la emigración económica a los
bajo modos formales de reclutamiento o i n ­ Estados Unidos, a Europa occidental y a los paí­
formales, regulares o irregulares. Además de ses productores de petróleo está prim aria­
ellos están los interm ediarios, siempre pre­ mente inducida por la demanda y no por la
sentes, que proporcionan servicios a los inmi­ oferta.” La idea de que los inmigrantes llegan
grantes actuales o futuros. Estos elementos, a estos países, como España, demandados, pe­
centrales dentro de la red, llevan consigo un didos o exigidos por las necesidades de la eco­
pago por los inmigrantes y, a veces, por los nomía es algo que los gobiernos están siempre
empleadores. Hay que tener en cuenta que dispuestos a enmascarar, o, incluso cuando no
muchos autores consideran que las redes m i­ lo esconden, nunca aceptan sus plenas conse­
gratorias son siempre y de una manera in­ cuencias porque si los inmigrantes llegan res­
diferenciada una fuente de “capital social pondiendo a una demanda de trabajo, parece
positivo”. En este sentido, se piensa que las re­ lo lógico y normal que tengan desde un prin­
des migratorias funcionan fundamentalmen­ cipio derechos como trabajadores. En un ar­
te para obtener acceso al mercado de trabajo, tículo ya famoso, Massey y Espinosa (1992:
ayuda mutua y asistencia en una situación de 989), resumiendo las teorías sobre las redes,
urgencia. Esto es verdad con tal de que no se dicen que las fuerzas que mueven la migra­
considere como el único efecto. Frecuente­ ción de México a los Estados Unidos son: 1) el
mente, la ayuda prestada a los inmigrantes es capital social que se forma entre los inm i­
muy costosa. No es extraño que algunos in­ grantes; 2) el capital humano de éstos, y 3) la
migrantes vean la oportunidad de aprove­ consolidación del mercado entre México y los
Migraciones. Redes sociales 228

Estados Unidos. Únicamente la tercera fuer­ LOURY, G. (1977): “A Dynamic Theory of Racial
za implica un influjo de la situación en des­ Income Differences”, en P. A. Wallace y
tino; los otros elementos son claramente A. Lamond (eds.), Women Minorities and E m ­
principios de la oferta de trabajo, y esto es ployment Discrimination. Lexington: Lexing­
comprensible porque la teoría normal, y ton Books, 153-186.
equivocada, sobre las redes sólo las tiene en MABOGUNJE, A. (1970): “A Systems Approach
cuenta en el territorio de origen, aunque pos­ to a Theory of Rural Urban Migration”. Geo­
teriormente pasen al lugar de destino. Estas graphical Analysis,! (1): 1-18.
redes sirven para ofrecer el trabajo inmigran­ MAHLER, S. (\995): American Dreaming. Prince­
te pero, al despreciar la novedad de las redes ton: Princeton University Press.
que se crean en destino, no tienen en cuenta la M ARTÍNEZ VEIGA, U. (1997): La Integración
demanda de trabajo. Al interpretar el fenó­ social de los inmigrantes en España. Madrid:
meno migratorio como un fenómeno de ofer­ Trotta.
ta de trabajo, resulta muy fácil deducir que MASSEY, D. (1986): “The Social Organization of
los países receptores tienen derecho a contro­ Mexican Migration to the U.S.”. Annals o f the
lar la ^frontera para evitar las invasiones de American Association o f Political and Social
los inmigrantes que no vienen demandados Science (1), 102-113.
por ninguna necesidad estructural, sino que MASSEY, D.; ESPINOSA, K. (1992): “What is
acuden por algo que es aceptado graciosa y driving Mexico-U.S. Migration? A theoreti­
caritativamente. A partir de esto, para aque­ cal, empirical and policy analysis”. American
llos que exigen que los flujos migratorios se­ Journal o f Sociology, 102, 939-999.
an controlados, las únicas soluciones MENGÍVAR, C. (2000): Fragmented Ties. Berke­
basadas en la oferta son: 1) políticas neolibe­ ley: University of California Press.
rales para “*desarrollar” los países emisores M IT C H EL L, J. C. (1973): “Networks, Norms
de trabajo, y 2) las medidas policiales con and Institutions”, en J. Boissevain y J. C. Mit­
respecto a los inmigrantes, especialmente en chell (eds.), N etw oif Analysis. Studies in H u ­
las fronteras internacionales, para hacer que man Interaction. Paris: Mouton, 15-35.
la entrada autorizada sea más costosa y SIN G H A N ETRA -REN A RD , A. (1986): “The
arriesgada. Mobilization of Labour Migrants in Thailand:
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nal Perspective on Migration: Race, Class, Ethni­ TURA, DESARROLLO, DIFERENCIA Y
city and Nationalism Reconsidered. New York: DESIGUALDAD, Espacio de los flujos, ES­
New York Academy of Sciences, 1-24. TA IX )-N ACIÓN, Etnicidad, E X FLOTA­
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— (2005): “Sin Coyote Ni Patron: Why the ‘Mi­ MIENTOS SOCIALES, RELACIONES Y
grant Network’ fails to explain international PROCESOS INFORMALES, SABER Y
migration”. International Migration Review , 39 SABERES, TRABAJO, Viajes y sistemas de
(1): 4-44. movilidad.
229 Migraciones. Teoría macro

Migraciones. mente sardinas, que les permitían alcanzar


unos aceptables niveles nutricionales. Con la
Teoría macro llegada de las compañías de pesca españolas se
produce, en primer lugar, la expulsión de los
Los procesos migratorios tienen lugar pequeños pescadores nativos porque no pue­
dentro de un sistema en donde de alguna ma­ den competir con los métodos industriales de
nera se ha producido una penetración *eco- aquéllas que, además, esquilman los calade­
nómica de los países emisores con respecto a ros cercanos y lejanos de la costa. Por otra par­
los receptores. En estos momentos en España te, los gobiernos de estos países, ante las tasas
está teniendo lugar una *llegada importante pagadas por los pesqueros españoles, aumen­
de trabajadores extranjeros africanos que tan los impuestos a los pescadores nativos,
*vienen, en primer lugar, de Senegal y, pos­ que se ven obligados a dejar la actividad pes­
teriorm ente, de otros países costeros como quera. Aparece aquí un ejemplo “de libro” de
Mauritania, Senegambia y Guinea Bissau, pe­ lo que diría una explicación basada en la teo­
ro hasta octubre de 2006 la mayoría de inmi­ ría del sistema-mundo: la penetración de
grantes que #llegan en cayuco a las costas de unas relaciones capitalistas en países menos
las islas Canarias proceden de Senegal. En afluentes desde el punto de vista económico.
una política enloquecida del gobierno espa­ Esto trae consigo una disrupción y disloca­
ñol, se ha expulsado en los últimos días de ción de las economías locales que sitúan fuera
septiembre de 2006 a más de 2.000 senegale­ del mercado de trabajo a grupos importantes
ses sin papeles. De acuerdo con el diario E l de la población, los pescadores, y empobrecen
País (2006), “el Ministerio del Interior ha ex­ a las personas que viven en esas zonas coste­
pulsado desde el pasado 18 de septiembre a ras, privándoles incluso de alimentos. Se pro­
2.178 ciudadanos de Senegal”. Tanto los me­ duce una penetración del capital de un país
dios de comunicación como los políticos han europeo con la introducción de tecnologías
dado una importancia desmesurada a la lle­ distintas, frecuentemente depredadoras, y el
gada de estos trabajadores de Africa del oes­ resultado no es realmente la conversión de
te, que no tiene ningún carácter masivo. En campesinos en trabajadores asalariados ni un
2006 han llegado a Canarias en cayucos alre­ cambio de formas tradicionales de organiza­
dedor de 27.000 trabajadores africanos sin ción social y económica por otras más ‘^ m o ­
papeles. dernas”. Este fenómeno puede ocurrir en
Este número es mínimo en relación con la otras situaciones. Lo que ocurre es que un
demanda de ^trabajo de la economía españo­ grupo de la población se “queda sin actividad
la. Las explicaciones que han ofrecido los po­ productiva”, fuera del empleo, mientras que
líticos y los periodistas han consistido tanto en otro resulta depauperado, incluso desde un
la idea de que el “puerto” de entrada en Euro­ punto de vista alimentario. En una situación
pa desde Africa son las islas Canarias como como ésta los pescadores empiezan a utilizar
en la observación de que el diferencial en sala­ las únicas habilidades que tienen. Son m ari­
rios y nivel de vida es posiblemente el más neros y saben utilizar los barcos en el mar. Se
grande del mundo. Esta segunda explicación empieza a fabricar barcazas que son pilotadas
es muy válida y resulta algo central en la ex­ por estos trabajadores del mar que, precisa­
plicación neoclásica y, en general, en las teo­ mente porque están dirigidas por personas
rías micro de la inmigración, pero no parece que “conocen muy bien el oficio”, en su m a­
suficiente. Hay un elemento que se ha olvida­ yoría llegan a su destino. No se trata de “po-
do o pasado por alto. Desde hace años ha brecitos,” “desesperados”, que se lanzan al
habido una penetración importante de las mar a morir, sino de personas con un cúmulo
empresas, pequeñas y grandes, de pesca espa­ importante de habilidades y de recursos hu­
ñolas en Senegal y otros países de esta zona de manos y sociales que los utilizan para llevar a
A frica del oeste. Con el indudable poderío cabo el proceso migratorio, una estrategia de
económico de estas empresas lo primero que movilidad que eventualmente podría permi­
se ha producido es que gran parte de la pesca tirles mejorar económicamente.
artesanal a pequeña escala de estos países ha­ La penetración del capital español a través
ya quedado desmantelada con repercusiones, de las empresas pesqueras expulsa literal­
incluso alimenticias, para las poblaciones que mente a los trabajadores senegaleses hacia E s­
están acarreando graves consecuencias. Hasta paña. Esta es la explicación macroestructural
1997 las poblaciones costeras de Senegal te­ del fenómeno (Mitchell, 1989). No se trata de
nían acceso a un pescado muy barato, básica­ lo que ha ocurrido en otras situaciones, y que
Migraciones. Teoría macro 230

ha sido estudiado muy bien por Saskia Sas- De una manera general, la interpretación
sen, en donde la penetración de relaciones estructural o macro de la migración interna­
económicas o precapitalistas crea una pobla­ cional afirma que ésta es fruto de la penetra­
ción móvil que tiende a emigrar. Los propie­ ción de la economía global de los países
tarios y directivos de firmas capitalistas en las centrales en las zonas más periféricas. Esta
zonas ^centrales de capitalismo, y España es penetración puede traer consigo la creación
una zona central de éste al menos desde el del mercado capitalista en zonas de la perife­
punto de vista de la pesca, deciden penetrar ria y, en otros casos, la expulsión de las pobla­
en naciones más pobres de la periferia del sis­ ciones de la actividad productiva a la que se
tema económico mundial. Esta penetración dedicaban, y por ello es posible —y esto habría
tiene lugar para buscar tierra, materias pri­ que probarlo en base a un estudio concre­
mas —no podemos olvidar que los peces son to—que los trabajadores acudan, más que por el
materia prima aunque estén vivos—, trabajo o aumento de los salarios en España, por la sim­
incluso mercados para sus productos. La ple perspectiva de encontrar un empleo. Hay
migración internacional es un efecto de las que tener en cuenta que el flujo de mano de
transformaciones y los procesos destructivos obra a los países centrales sigue el movimien­
que tienen lugar como resultado del *desa- to de capital y bienes, y estos dos flujos tienen
rrollo capitalista. En este caso la llegada de direcciones opuestas. El trabajo fluye desde el
los inmigrantes senegaleses se explica clara­ país periférico a las zonas más centrales del
mente por la penetración del capitalismo es­ capitalismo, mientras que los bienes y el capi­
pañol en la forma de compañías pesqueras tal se movilizan en la dirección contraria.
que, como una especie de “retribución lírica”, Esto no es siempre así. La obra de Brinley
acarrean la puesta fuera de empleo de pesca­ Thomas (1963, 1973) demuestra con claridad
dores y marineros que son los que van a guiar cómo a principios del siglo XIX se crea un
y organizar los barcos que arriban a Canarias. sistema de libre comercio en el que están
Se subraya el carácter cuasimecánico del insertos el Reino Unido, Alemania y los Esta­
proceso porque es enormemente instructivo. dos Unidos. Dentro de este sistema se genera
Aunque en ciencias sociales las explicaciones una em igración, enorme desde el punto de
“m ecanicistas” no son populares, es im por­ vista cuantitativo, desde los países europeos
tante rem arcarlas por lo instructivas que hacia los Estados Unidos, y a la vez hay un
resultan. En esta circunstancia explican per­ flujo de capital que va en la misma dirección.
fectamente los elementos macro o estructura­ La migración internacional viene determina­
les que están presentes en este proceso da por la dinámica de la creación de m erca­
migratorio. No hay que descartar, sin embar­ dos, la dependencia económica y la estructura
do, que los ciudadanos de Senegal aprenden política de la economía global. Esto no quiere
francés, estudian en liceos que son hasta cier­ decir que estos elementos estructurales sean
to punto una im itación de los lycées, y usan la única y fundamental causa de los flujos mi­
una moneda en sus actividades económicas gratorios; las diferencias salariales y las tasas
que está unida de una manera u otra a la de empleo tienen una importancia decisiva en
francesa. Estos influjos ideológicos y C u ltu ­ este proceso. Dígase lo que se diga, en este
rales son también muy importantes y crean análisis es necesaria, no obstante, una cierta
un contexto en el que la emigración a Europa dosis de eclecticismo.
se hace posible y se piensa como algo viable. Es interesante subrayar en qué consisten
No obstante, esta emigración desde la costa, los factores estructurales y macro que deter­
aunque involucre además a personas de otros minan los procesos migratorios. Sin embargo,
países como pueden ser M auritania y Malí, se puede presentar una dificultad que tiene
está determinada de una manera directa e in­ bastante interés analizar: parece que el pro­
mediata por la penetración del capital español yecto migratorio de los trabajadores subsaha-
a través de las industrias pesqueras. Y ello rianos que han llegado en cayuco a Canarias
aunque miembros prominentes del gobier­ en el año 2006 ha fracasado, debido a que, po­
no español, en su interés por involucrar a la co a poco y según da la impresión, gran parte
Unión Europea, han insistido en que estos in­ de los senegaleses va a ser repatriada. En la
migrantes no trataban de llegar a España sino historia reciente de la inmigración a España
a Francia, que es el país con el que Senegal se ha producido algo muy parecido. A princi­
tiene más relaciones culturales y presenta un pios del año 2000, el delegado del Gobierno
elemento contextual no despreciable para para la Extranjería en el Gobierno del Parti­
analizar el fenómeno. do Popular —el señor Enrique Fernández
231 Migraciones. Teoría macro

Miranda—, ante la llegada de un número im­ de la adm inistración; algo que nadie osará
portante de trabajadores del Ecuador —cu­ nunca criticar. Las organizaciones no gu­
ya cifra era veinte veces mayor que la de bernamentales entran a formar parte de la
subsaharianos llegados en 2006 a Canarias—, red migratoria en destino como asociaciones
decidió que los inmigrantes ecuatorianos de­ que ejercitan la caridad y prestan ayuda hu­
bían ser obligados a volver a su país. Allí de­ manitaria, pero que no defienden los dere­
bían solicitar el permiso de residencia y trabajo chos de esos trabajadores. La ausencia de una
en España, y una vez que esto fuera concedi­ red migratoria fuerte, diversificada y con an­
do, podían volver a entrar. La razón que el se­ clajes importantes en la sociedad española
ñor Fernández Miranda ofrecía era que había hace que estos grupos estén totalmente des­
que fomentar la “cultura de la legalidad”, validos sin poder defender sus derechos. Se
exactamente lo mismo que en estos momen­ comprende aquí perfectamente la importan­
tos está diciendo el gobierno socialista con cia de la presencia de una red migratoria en el
respecto a los inmigrantes subsaharianos. lugar de destino.
Aunque algunos inmigrantes ecuatorianos Hay otra razón relacionada con ciertos as­
regresaron a su país, subyace una pregunta: pectos estrictam ente ^racistas, patentes, en
¿por qué el señor Fernández Miranda nunca primer lugar, en la reacción del gobierno y del
cumplió realmente sus propósitos, mientras partido en el poder en Canarias, Coalición
que el gobierno socialista actual parece que Canaria. No hay que buscar mucho en los pe­
está llevando a cabo la repatriación? Hay mu­ riódicos para descubrir cómo esta reacción es
chas razones para explicar este fenómeno. siempre la misma. La llegada de inmigrantes
Quizás la más obvia es que la repatriación a a las costas canarias se lee como una avalan­
Senegal se está llevando con gran discreción cha, frente a la que las islas no tienen recursos
y secreto, m ientras que lo que ocurrió con ni espacio y cuya población nativa corre el
respecto a los ecuatorianos fue anunciado a riesgo de ser “contagiada” por las enfermeda­
bombo y platillo por el propio Fernández des infecciosas que los inmigrantes arrastran
Miranda. Sin embargo, dicha explicación no consigo. Los recursos limitados de las islas se
sirve demasiado porque en estos momentos pueden agotar, y la cultura y modo de vida de
tal información está en todos los periódicos y, los nativos está seriamente amenazada. Esta
por lo tanto, resulta del dominio público. Por idea de la avalancha o invasión de las islas es
el contrario, hay dos explicaciones funda­ algo que está presente desde hace tiempo,
mentales. mucho antes de tal llegada de subsaharianos.
La primera razón tiene que ver con la crea­ Un ejemplo de ello son las declaraciones rea­
ción de las *redes migratorias. Los ecua­ lizadas en 2002 por el Diputado del Común,
torianos eran muchos en España, lo cual cargo equivalente al Defensor del Pueblo en
indicaba la existencia de una red migratoria Canarias, en las que advierte que las islas “es­
amplia y diversificada. Dentro de ella estaban tán siendo invadidas” por inmigrantes de
incluidos *O N G , sindicatos y partidos polí­ Africa y América, generando con ello “el pro­
ticos que defendían a la población de in­ blema más grave de todo el archipiélago” (El
migrantes. Si se observa la situación de los País, 2002). Aunque estas afirmaciones fue­
subsaharianos que llegan a Canarias se puede ron reprobadas desde casi todos los ámbitos
descubrir fácilm ente que se trata de algo políticos y sociales de las islas (El País, 2002),
totalmente distinto. En primer lugar, los se­ expresan perfectamente la idea de la invasión,
negaleses, malianos o los extranjeros de Mau­ de la avalancha de los ^extranjeros; algo que
ritania son menos en España y por ello su red frecuentemente no tiene mucho que ver con
migratoria en el lugar de destino no presenta el número mayor o menor de inmigrantes.
una gran magnitud ni diversificación. Por Da la impresión de que una sola persona bas­
otra parte, las ramificaciones de esta red m i­ ta, como una sola gota de agua, para desbor­
gratoria son mínimas para incluir en ella dar el vaso. A pesar de que “El alcalde de Las
ON Gs u otras organizaciones de la sociedad Palmas y presidente del PP en las islas, José
civil. El gobierno ha captado a esas organiza­ Manuel Soria, rechazó los términos utiliza­
ciones, que se han convertido en instituciones dos por el Diputado del Común y cuestionó
de ayuda humanitaria, tanto en Canarias co­ que los inmigrantes iberoamericanos pro­
mo en la Península, cuando los inm igran­ duzcan ‘problem as sim ilares’ a los subsa­
tes son trasladados a ella. Con eso, las harian os” (E l País, 2002), introdujo una
organizaciones no gubernamentales se con­ matización muy importante cuando dijo que
vierten de fa c t o en brazos “hum anitarios” los inmigrantes iberoamericanos, en aquellos
Migraciones y economía 232

momentos más numerosos que los africanos,


no producían los mismos problemas. Si los
Migraciones
africanos representan una avalancha, y los
iberoamericanos, más numerosos, no lo ha­
y economía
cen, la idea de la invasión no puede ligarse al Más que abordar de una manera general
número de inmigrantes sino a otros elemen­ el vasto problema de las relaciones entre i n ­
tos como puede ser la cultura. Los africanos migración y economía, se propone tratar
poseen una cultura diferente, mientras que algunos problemas planteados por ciertos
los iberoamericanos tienen la misma. T am ­ informes económicos de entidades bancarias
bién podría ser la religión, pero además hay que han tenido una cierta relevancia en los
un elemento que tiene importancia. Los sub- medios de comunicación y que han represen­
saharianos son negros y los iberoamericanos tado un cambio importante en la visión
son blancos o se acercan a los blancos. Con económica de la inmigración. En un primer
ello parece evidente que se da una dosis im ­ momento vamos a fijarnos en un Informe del
portante de racismo. Si de la situación en las Banco de España publicado el 28 de marzo de
islas Canarias pasamos a la política actual del 2006. Como nos interesa más bien el impacto
gobierno español, que repatría a los subsaha- en la opinión pública, nos basaremos en el re­
rianos y hace la vista gorda con respecto a los sumen que llevan a cabo dos periódicos, E l
inmigrantes que vienen de Rumania, Bulga­ País y E l P eriódico de Cataluña, que ofrecen
ria o de los países latinoamericanos, se puede un resumen exacto del Informe.
decir que las *diferencias culturales, *fenotí- El Informe del Banco de España parte de
picas o de color de piel entre los búlgaros, algunas proyecciones demográficas erróneas
rumanos, latinoamericanos y españoles son que estaban muy extendidas en la opinión pú­
menores que las que se dan entre éstos y los blica. En 1991 se pensaba que en 2006 iba a
subsaharianos. haber en España 41,4 millones de habitantes,
lo cual era una estimación errónea. En 2001
las proyecciones estimaban que en el mismo
Bibliografía año iba a haber 42,1 millones. Esto también
representaba un error porque las cifras son
E L PAÍS (2002): “Las ONG critican al defensor 44,1 millones, de los cuales el 8,37 % se debe a
del Pueblo Canario por hablar de invasión de los inmigrantes que llegan del norte de A fri­
inmigrantes”. 18 de enero, Madrid. ca, Latinoamérica y los países del este de Eu­
E L PAIS (2006): “Interior ha expulsado en menos ropa. “La entrada de inmigrantes en España
de un mes a 2.178 senegaleses”. 7 de octubre, se está produciendo a un ritmo anual de 10
Madrid. E xtran jero s por cada 1.000 nacionales. Este
M ITCH ELL, J. C. (1989): “The Causes of Labour porcentaje es similar al que experimentaron
Migration”, en A. Zegeye y S. Ichema (eds.), grandes países industrializados como Estados
Forced labour and Migration, Patterns o f Move­ Unidos a principios del siglo pasado o Alema­
ment within Africa . New York: Hans Zell, nia a mediados del m ism o” (E l P eriódico de
28-53. Cataluña, 2006). “El Banco de España consi­
THOMAS, B. (1963): International Migration and dera que sin los inmigrantes la economía no
Economic Development. Paris: UNESCO. hubiera crecido tanto —por la aportación al
— (1973): Migration and Economic Growth. Cam­ consumo—, la inflación habría sido más alta y
bridge: Cambridge University. el déficit exterior estaría en una peor situa­
ción” (E l País, 2006). “La inmigración ha sido
Ubaldo Martínez Veiga positiva para el E m p leo, para la flexibiliza-
ción laboral y para los ingresos de la Seguri­
Véanse además Centro-periferia, C U L T U ­ dad Social, con un impacto moderado en el
RA, DESARROLLO, Diferencias naturales gasto público. Aunque sus bajos salarios no
v diferencias sociales. Diferencias sociales v
j *
han provocado ingresos fiscales por IRPF, han
diferencias culturales. Extranjero, Global y contribuido al erario público a través del
local, MIGRACIONES, Migraciones. Redes consumo con un aumento del 10% en la re­
sociales, Migraciones y economía. Migracio­ caudación del IV A ” (El Periódico de Cataluña,
nes v racismo, Modernización, MOVILI­ 2006). Estos fenómenos son explicados con to­
DAD, Nomadismo y turismo, NUEVOS da claridad en otro informe anual del Banco
M( ATMIENTC)S S( )CI ALES, TRABAJO, de España, difundido en Madrid el 15 de ju­
Viajes y sistemas de movilidad. nio de 2006, donde se sostiene que el ere-
233 Migraciones y economía

cimiento económico, que se encuentra en la Aplicada de la Universidad Autónoma de


actualidad en un 3,5%, se mantiene gracias al Barcelona, afirma que en los últimos años, sin
aumento en el empleo (el 80%) por el incre­ la inmigración lejos de crecer como ha creci­
mento de la productividad (el 20%). Si se tie­ do, la “renta p er cápita española” —el PIB
ne en cuenta que el dinamismo de la dividido entre la población—hubiera retroce­
población española se debe en más de un 75% dido un 0,64 anual. En vez de esto el PIB
al incremento de la población inmigrante, la español registró un progreso anual. Ello re­
llegada de mano de obra barata explica alre­ presenta un punto y medio por encima de la
dedor del 75% del crecimiento económico. Se media comunitaria y más de dos puntos por
trata de un modelo de crecimiento basado en encima de Alemania. Teniendo esto en cuen­
la entrada de inmigrantes con sueldos bajos ta, no puede extrañar una conclusión del In­
para satisfacer los fuertes incrementos del forme del Banco de España de 28 de marzo de
consumo interno. Jaim e Caruana, goberna­ 2006. E l P eriódico de Cataluña (2006) lo ex­
dor del Banco de España en junio de 2006, plica con toda claridad cuando allí se dice que
afirma que estos fenómenos han tenido una “los extranjeros en edad de trabajar aumen­
serie de efectos beneficiosos. El aumento de la tan un 30% cada año y en este momento están
población inmigrante ha sostenido la pujanza activos más de dos millones. Para el Banco de
del gasto interno, mientras que, por otra par­ España, estos Aflujos migratorios son positi­
te, esa mayor oferta de trabajo ha incrementa­ vos porque aumentan la demanda y, en con­
do la capacidad productiva de la economía secuencia, estimulan la oferta, es decir, la
española permitiendo alcanzar aumentos de riqueza del país. Por tatito, no hay límites eco ­
la producción más cercanos al dinamismo nómicos para la inmigración. E l único techo es el
de la demanda. La existencia de esta mano de qu e quiera imponer la sociedad y la política". La
obra barata, que presenta un grado de *movi- frase en cursiva representa un punto de vista
lidad elevado, ha contribuido a lim itar los cuasi revolucionario, aunque económicamen­
posibles cuellos de botella sectoriales y las te absolutamente exacto. Si no hay límites
tensiones salariales que suelen caracterizar económicos para la inmigración, no se puede
las situaciones de notable empuje del gasto. afirmar, como ha dicho José Blanco, el secre­
Lo que, en términos eufemísticos o incluso un tario del P S O E , que ha servido en muchos
poco crípticos, quiere decir Caruana es que la momentos como de auténtico portavoz del
llegada de los inmigrantes aumenta el gasto gobierno, que el mercado de trabajo español
interno, lo que ha constituido un motor del ya no puede admitir más inmigrantes y con
crecimiento económico. Por otra parte, como ello pretender justificar la expulsión y el freno
el propio Banco de España afirma en su In ­ a la migración de africanos a España a través
forme de 28 de marzo de 2006, “los inmigran­ de las islas Canarias. Como muy bien subraya
tes cobran de media entre un 30 y un 40% el Banco de España, esto no se puede justificar
menos que el promedio de los trabajadores por ninguna razón económica. Para ju stifi­
nacionales. Las razones de esta situación son carlo hay que ofrecer razones sociales y políti­
que trabajan en sectores con baja remunera­ cas que no están tan claras.
ción; el 33% se dedican al hogar, el 19% al Josep Oliver (2006) en un informe, basado
campo y otro porcentaje muy alto a la cons­ en las teorías de Bloom y Williamson (1998) e
trucción” (E l País, 2006). Aquí está el origen incluso del propio Gary Becker (1999), pone
de la limitación de las tensiones salariales de en relación directa e inmediata el crecimiento
los que habla Caruana. Lo que se quiere decir económico y demográfico. Según este infor­
es que ganar 30 o 40% menos que los nativos me, entre 1995 y 2005 la población aumentó
no sólo no contribuye al aumento de los sala­ en España un 10,7%. Se trata de un creci­
rios, sino a su disminución y, por lo tanto, a la miento mucho mayor que el registrado en el
contención de la inflación, que es un caballo resto de los países vecinos europeos, si se ex­
de batalla fundamental de la economía espa­ ceptúa Irlanda. Dentro de esto, en España un
ñola. Si se admiten estos puntos de vista, y no 79,4% de los nuevos habitantes son inmigran­
hay ninguna razón para no hacerlo, parece tes, lo que hace que éste sea al país donde
evidente que la inmigración, junto con otros la inm igración extranjera ha crecido más
dos factores, la integración en la U E y el des­ —8,4% —. Esto ha tenido repercusiones centra­
censo de los tipos de interés, crea un círculo les para el crecimiento del PIB. El PIB espa­
virtuoso por el que el crecimiento económico ñol aumentó en un 3,6% anual. En el informe
es mayor en España que en otros países de su se lleva a cabo una simulación para ver qué
área. Josep Oliver, catedrático de Economía ocurriría si no hubiera habido el impulso de­
Migraciones y racismo 234

mográfico de los inmigrantes, y se descubre actitudes ^racistas con respecto a los gitanos
que, lejos de este crecimiento, lo que se hu­ en España, ni tampoco en examinar la escasez
biera producido sería una dism inución del de estudios del racismo en nuestro país. A ello
P IB anual del 0,64% (Oliver, 2006: 1 18). El habría que dedicar un libro entero o quizás
inform e estima que más de la mitad de los mejor una magna sesión de “psicoanálisis co­
nuevos empleos creados en los últimos cuatro lectivo”. De todas maneras, parece imposible
años en el país han sido absorbidos por los in­ estudiar la ^inmigración en España y Europa
migrantes. Tam bién parece que el 50% del sin tener en cuenta lo que es la raza y el racis­
aumento del consumo y un tercio del creci­ mo, sobre lo que vamos a ofrecer sólo unas
miento de la demanda de viviendas están re­ ideas generales. Se va a partir del análisis de
lacionados con la entrada de inmigrantes. De un caso paradigmático, el de El E jid o en el
prescindir de éstos, la riqueza de los países año 2000, y posteriormente se ofrecerán algu­
europeos habría disminuido; sólo hubiera nas consideraciones más generales.
aumentado, aunque no mucho, en Irlanda, Un principio que hay que tener en cuenta
Finlandia y Francia. Estos informes prueban es que: “El concepto de raza —dice Richard
claramente que la llegada de inmigrantes es Weiss—no era únicamente un concepto bioló­
uno de los motores del crecimiento económi­ gico. No sólo incluía ^diferencias físicas y ana­
co español y por ello no hay ninguna razón tómicas tales como el color, el tamaño del
para frenarla. cerebro o características faciales. Incluía esto
pero también mucho más... ^diferencias en el
lenguaje, las artes, la organización social, las
Bibliografía aspiraciones eran parte del alma de los pue­
blos y el alma era una parte de las tendencias
BECK ER, G.; GLAESSER, E.; MURPHY, K. heredadas tan importantes como el tamaño o
(1999): “Population and Economic Growth”. el color de la piel. Los atributos físicos y cul­
American Economic Review , 89 (2): 145-149. turales están unidos bajo la idea de raza”
BLOOM, D. E.; WILLIAMSON, J. (1998): “De- (Weiss, 1970:134-135). Esto era exacto en los
mographic Transitions and Economic Mi- Estados Unidos a finales del siglo XIX y co­
racles in Emerging Asia”. The World Ban/{ mienzos del XX, que es el tiempo al que se re­
Economic Review, 12 (3): 419-455. fiere Weiss, y en España lo es en el momento
E L PAIS (2006): “Los inmigrantes atrasan la crisis actual.
del sistema público de pensiones a 2025”. 29 de Al inicio del s. XX en los Estados Unidos se
marzo, Madrid. hablaba de que entrar a form ar parte de la
E L PERIÓ D ICO D E CATALUÑA (2006): 29 de “raza americana” podía transformar los hábi­
marzo, Barcelona. tos y el alma de los individuos. Aprender el
O LIVER, Josep (2006): Informe Semestral 1/2006 lenguaje podía tener los mismos resultados.
sobre la economía española y el contexto interna­ De hecho servía para cambiar la raza de las
cional. Barcelona: Caixa de Catalunya. personas. Se utilizaba mucho la expresión
“razas que hablan inglés”, que parece estar en
Ubaldo Martínez Veiga
contradicción con la idea de la raza como algo
que tiene que ver con la biología. Esta distin­
Véanse acIeniás E xtranjero, MIGRACI( )N ES, ción entre “razas que hablan inglés” y las que
Migraciones. Redes sociales. Migraciones. no lo hablan es fundamental en la obra de
Teoría rnacro, MOV I LIDAI), Nomadismo y Frank ). Warne, que fue un promotor, a prin­
turismo, TRABAJO. cipios del siglo XX, de la idea de la “#Invasión
de los inmigrantes” (cit. por Roediger, 2005).
Este autor publicó dos obras básicas para el
Migraciones estudio de la raza y del racismo en Estados
Unidos. La primera se titulaba The Slav Inva­
y racismo sión an d the M ine W orker y fue publicada
L. Perry Curtis (1971: 13-14), el gran his­ en Philadelphia en 1904. La segunda se
toriador de los irlandeses en Estados Unidos, llamaba The Immigrant Invasión y se publicó
escribe que “cada país europeo ha tenido su en Nueva York en 1913. En la primera
equivalente de blancos negros y de hombres obra habla de la ^invasión de la raza eslava.
que se piensa que se parecen a simios, ya se Esta invasión trae consigo un gran conflicto
trate de... ^esclavos, gitanos, judíos o campe­ de razas que se manifiesta en las huelgas de
sinos”. No vamos a entrar en el análisis de las las minas de antracita que tuvieron lugar en
235 Migraciones y racismo

Pensilvania en 1900 y 1902. Este conflicto en­ americanos. A ello responde el alcalde de Las
frenta a los trabajadores eslavos —entre los Palmas de Gran Canaria que, colocando las
que había un 20% de italianos—que habían cosas en su sitio, afirma que no se puede decir
invadido los Estados Unidos con la “raza que lo mismo de los latinoamericanos que de los
habla inglés” -d en tro de ella los alemanes africanos. Con ello quiere subrayar que,
eran la mayoría—que habían *emigrado antes mientras que los africanos invaden, los latino­
a este país. No sólo el lenguaje parece el crite­ americanos no invaden aunque sean más nu­
rio de diferenciación de las razas, sino que el merosos.
hogar también parecía el lugar adecuado en Algunos elementos centrales de lo ocurri­
donde se mostraban las características raciales do en El Ejido en el año 2000 apuntan en esa
de los diversos grupos. W arne describe cómo dirección racista (M artínez Veiga, 2004). El
las mujeres eslavas recogían carbón de lo que E jid o es una agrociudad, situada en el po­
sobraba en la mina y también traían madera niente almeriense, que en el año 2000 tenía al­
del bosque cercano, mientras que las mujeres rededor de 60.000 habitantes y unos 12.000
que hablaban inglés nunca hacían algo pare­ trabajadores inmigrantes, prácticamente to­
cido. Es interesante de todas maneras tener en dos ellos procedentes de Marruecos. El 5,6 y 7
cuenta que la idea de la invasión se aplica di- de febrero del año 2000 se produjeron unos
ferencialmente a los diversos grupos de inm i­ ataques brutales y masivos de los nativos con­
grantes que llegan a los Estados Unidos; “los tra los trabajadores inmigrantes, que tuvie­
que hablan inglés” —aunque sean alemanes y ron mucha repercusión en la prensa nacional
realmente no lo hablen— no invaden nada, e internacional y estuvieron precedidos del
mientras que los eslavos —pese a que la mayo­ asesinato de dos agricultores locales —el 28 de
ría sean italianos—sí invaden. enero de 2000—y de una joven por dos tra­
La observación de Roediger (2005: 7) tiene bajadores m arroquíes, uno de los cuales se
gran interés: la evocación de una invasión por hallaba en tratamiento psiquiátrico. No obs­
eslavos , latinos , italianos y judíos , tante, los asesinatos previos de marroquíes
razas que no se consideran blancas, puede por la población local apenas tuvieron conse­
parecer extraña a los lectores americanos mo­ cuencias.
dernos. El típico texto de historia de E sta­ A raíz del asesinato de la joven Encarna­
dos Unidos menciona que el presidente ción, un grupo numeroso de ciudadanos in­
Theodore Roosevelt popularizó el térm ino tenta reunirse con el alcalde, que se niega a
“suicidio de la raza”, aunque no subraya sufi­ recibirlos. A raíz de esto los acontecimientos
cientemente que esta expresión fuera tomada se suceden muy rápidamente. Se cortan las
del artículo de Edward Ross “The Causes o f carreteras de acceso a El Ejido de tal manera
Race Superiority”. Ross no sólo usó el lengua­ que se expulsa a todos los marroquíes que
je de la raza para establecer distinciones entre pretenden llegar y no se deja entrar, en prin­
los “asiáticos” y los blancos, sino también cipio, a nadie procedente de fuera. Hasta el
entre grupos europeos que en la actualidad 8 de febrero todas las madrugadas se cortan
consideraríamos blancos. Lo que con esto se las carreteras de acceso al pueblo. Simultánea­
quiere decir es que la idea de la “invasión” es­ mente se va desatando la ira de una multitud
tá relacionada con otra noción muy popular en aumento, que vaga en son de guerra por
en la época, la del suicidio de la raza. El “sui­ diversos lugares del municipio. Los ciuda­
cidio de la raza”, am ericana en este caso, se danos ejidenses, armados de palos, bates de
produce por la llegada de razas como los esla­ béisbol, barras de hierro, etc., comienzan a
vos, los italianos y los judíos, que son los que agredir a los inmigrantes marroquíes, a veces
llevan a cabo la “invasión”, mientras que esto a las personas y en otras ocasiones a sus pro­
no tiene lugar con la llegada masiva de los an­ piedades. Desde el primer día se empiezan a
glosajones o “los hablantes de inglés”, porque quemar los coches que pertenecen a los inmi­
ellos “no invaden”. Por tanto, la invasión tie­ grantes marroquíes y se asaltan los estableci­
ne que ver más con las características de los mientos comerciales que éstos regentan. Se
inmigrantes, llamadas raciales en aquel mo­ destruyen locutorios, bares, carnicerías o ba­
mento, que con el número de gente que llega. zares por grupos de personas, que frecuen­
Si de principios del s. X X en los Estados U ni­ temente son aplaudidas por quienes los ob­
dos pasamos a Canarias a comienzos del servan como si se tratase de un espectáculo
siglo XXI, se observa cómo el Diputado del C o­ teatral. A veces no sólo se destruye el bar, el
mún afirma que en las islas se ha producido locutorio, las chabolas o las casas viejas en las
una auténtica invasión de africanos y latino­ que viven los inmigrantes, sino que también
Migraciones y racismo 236

se amenaza con quemar casas relativamente Lo mismo ocurre con los subsaharianos
nuevas habitadas por “cristianos” en las que que llegan a Canarias en ese momento. Su
se instala algún marroquí. llegada constituye una “avalancha” que puede
Otro acontecimiento cargado de simbolis­ “destruir”, pese a que no se pueda decir que
mo es la destrucción de la mezquita. Cuando arruinen la economía, porque el crecimiento
se vuelve del entierro de la joven que fue ase­ económico los exige, ni que destruyan la cul­
sinada, un grupo más bien grande de jóvenes tura o sociedad española, porque esto suena
entra en la mezquita, forzando la puerta, des­ demasiado al “suicidio de la raza”, a racismo.
troza todo lo que había dentro, libros, lám ­ Si esto se tiene en cuenta, habría que decir que
paras, etc., y profana el libro del Corán a los africanos que llegan a Canarias se les de­
orinando sobre él. Posteriorm ente abren el vuelve porque sí. Pero de todas maneras este
lugar en donde está el dinero y lo roban. Todo “porque sí” hay que elaborarlo en la línea que
esto lo llevan a cabo recitando un verso que se apunta Eduardo Bonilla-Silva, (1993).
había hecho famoso en la Revolución portu­ En Estados Unidos todo un conjunto de
guesa de los claveles: “el pueblo unido jamás estudios se refiere al ser blanco y a lo que esto
será vencido” y “vamos a hacer la revolución significa desde el punto de vista del racismo;
contra los moros”. Por último, el día 7 circula uno de ellos es de Roediger (1991, 2002). De
el rumor del envenenamiento por los moros acuerdo con estos análisis, el ser blanco o la
de los depósitos de agua potable y de que el blancura en todas sus manifestaciones es “po­
Ayuntamiento se había visto obligado a va­ der racial incorporado”, ya se exprese de una
ciarlos. Este rumor coloca los acontecimien­ manera militante —como en el caso del Ku
tos de El Ejido en relación con los pogromos Klux Klan—o más tranquila -m iem bros de la
contra los judíos que tuvieron lugar en Euro­ clase media—. En todos estos casos, la blancu­
pa en los siglos XIII y XIV. Entonces también se ra es la manifestación externa del grupo racial
decía que los judíos eran perseguidos porque dominante. Pero es importante tener en
“habían envenenado los pozos y las aguas y cuenta que, además de los “blancos”, hay
habían infectado el aire”. también los casi-blancos. En Estados Unidos,
El alcalde de El Ejido pone en relación los los irlandeses, los italianos y hasta los judíos,
acontecimientos con la Ley de Extranjería cuando llegan al país como inmigrantes, son
(4/2000) que, según él, era un desastre, y sos­ considerados negros o casi-blancos y poco a
tiene: “Es importante dar un mensaje de tran­ poco con sus luchas consiguen convertirse en
quilidad. Yo lamento que se me haya cri­ blancos. Según Bonilla Silva, algo parecido
ticado tanto por mi opinión negativa hacia la está ocurriendo con los latinos en los Estados
ley porque en estos momentos desearía ha­ Unidos donde se está configurando un siste­
berme equivocado en mis declaraciones y que ma de tres razas constituido por los blancos,
no se hubiera repetido este hecho; pero, des­ los que este autor designa con el término de
afortunadamente, todos los grupos que han blancos honorarios y los negros. Las razones
aprobado la nueva ley han hecho que se favo­ por las cuales los latinos han pasado de ser ne­
rezca una avalancha de inmigrantes buscan­ gros a casi blancos tienen que ver con la
do regularización; en suma, han hecho que demografía de una América que se está “os­
entraran personas de toda clase y toda índole cureciendo” y, dado que la población blanca
que sólo han hecho aumentar la confusión” va disminuyendo en número, la solución a es­
(La Voz de A lm ería, 2000). La “avalancha” te problema sería “em blanquecer” la pobla­
viene únicamente de los marroquíes y no de ción latina inmigrante o crear un grupo
otros grupos. Hay que insistir en que poste­ intermedio que sirva de tampón del conflicto
riormente, en septiembre de 2000, uno de los racial entre negros y blancos. La cuestión es si
sindicatos agrarios ofrece 100 puestos de tra­ no estará pasando algo parecido en España,
bajo en la agricultura de El Ejido y dice que en donde los fenómenos no se plantean tan
no son para los m arroquíes, sino para otros claramente en términos de blanco o negro, si­
inmigrantes, básicamente latinoamericanos. no de poder económico, legalidad o ilegali­
Cuando se pregunta por la razón por la cual dad, derechos o falta de ellos, avalancha o no.
no se contrata a los marroquíes, se contestará En ello hay un orden tripartito: en lo más alto
que “por su cultura son conflictivos”. Por tan­ se encuentran los españoles y europeos, que se
to, es la *cultura la que se naturaliza y sirve corresponden con los blancos; en el espacio
para ^discriminar. En última instancia, los intermedio están los latinoamericanos, que
marroquíes siempre constituyen una avalan­ no son directamente carne de expulsión, y por
cha que hay que parar. último, se hallan los africanos —magrebíes y
237 Minorías

subsaharianos—que se expulsan con rapidez los discursos ^nacionalistas crean un ambien­


y facilidad. ¿No se estará creando también un te propicio para el florecim iento del credo
orden racial tripartito? *étnico y de la cultura nacional. A este respec­
to es significativo que el reconocimiento de
los derechos de las minorías surja a partir del
Bibliografía s. XIX de las tensiones nacionalistas y étnicas
que darán origen a la Primera Guerra Mun­
BONILLA-SILVA, E. (1993): ‘“ New Racism’, dial. Posteriorm ente diversos organismos
Color-Blind Racism, and the Future of Whi­ in tern a cio n a le s —Socied ad de N acio n es,
teness in America”, en A. W. Doane y E. Boni­ U N E S C O ...- van dando forma a la defensa
lla Silva (eds.), White Out. The Continuing de minorías nacionales hasta 1992, cuando la
Significance o f Racism. New York: Routledge, O N U aprueba la D eclaración sobre los D ere­
271-284. chos de las Personas Pertenecientes a M inorías
CURTIS, L. P. (1971): Apes and Angels: The Irish' -seguida de otros manifiestos de la Unión
men in Victorian Caricature. Washington: Europea a través del Consejo de Europa—, a la
George Washington University. que los Estados deben adherirse propugnan­
MARTÍNEZ VEIGA, U. (2004): E l Ejido. Discri­ do medidas ^positivas y no sólo negativas co­
minación, Exclusión Social y Racismo. Madrid: mo la no-discriminación.
La Catarata. Aunque en el pasado la mayor parte de las
ROEDIGER, T. D. R. (1991): The Wages o f White­ comunidades políticas organizadas fueron
ness: Race in the Maying o f the American Wor­ multiétnicas por conquista, comercio o *m i-
ding Class. New York: Verso. gración, normalmente se utiliza un modelo
— (2002): Colored White: Transcending the Racial idealizado de comunidad “pura” en que se
Past. Berkeley: University of California Press. comparte, y se tiene en común, ancestros, len­
— (2005): Wording Toward Whiteness. How Ame­ guaje y cultura. Para alcanzar este ideal, se
rica's Immigrants became White. New York: intenta eliminar a las minorías a través de ex­
Basic Books. pulsiones o ^genocidio, se las asimila forzosa­
WEISS, R. (1970): “Racism in the Era of Indus­ mente, adoptando el lenguaje, la religión y las
trialization”, en G. Nash y R. Weiss (eds.), The costumbres de la mayoría o se trata a sus
Great Fear: Race in the Mind o f America. New miembros como ^extranjeros sin derechos.
York: Routledge, 121-143. Se ha pensado frecuentemente que las m i­
norías son un producto del aislamiento que
Ubaldo Martinez Veiga
las mantiene separadas de la mayoría, pero
esto no es así, sino justam ente al revés: las
Véanse además CULTURA, Diferencias natu­
minorías son medios de estructuración del
rales y diferencias sociales, Diferencias socio-
contacto. La base racial, religiosa o étnica que
lingüísticas v desigualdad, D ISC R IM IN A ­
supone la asignación a la categoría de minoría
CION Y EXC LU SIÓ N SOCIAL, Esclavi­
proviene de las relaciones de poder con que
tud, MIGRACIONES, Migraciones. Teoría
un grupo trata de justificar su posición res­
macro, MOVILIDAD, Naturalización, No­
pecto a los demás. La adscripción al grupo se
madismo y turismo, Racismo y neorracismo,
produce a través de d iferen cias físicas y C u l­
Viajes y sistemas de movilidad.
turales reales o imaginarias, mitos y formas
de sanción religiosa.
Minorías En suma, las minorías étnicas son grupos
sociales que se distinguen de la mayoría de la
Minoría es un concepto difícil de definir y sociedad, a la que pertenecen, por determina­
aplicar en ciertas situaciones. Normalmente dos rasgos como la lengua, el origen nacional,
se utiliza para designar un grupo o una posi­ la religión, los caracteres físicos, el orden de
ción de *discriminación o desventaja relativa valores o las costumbres. Objeto de discrimi­
en términos demográficos, políticos, econó­ nación o represión, las minorías responden o
micos, religiosos o #culturales, por lo que bá­ bien atenuando las diferencias o, por el con­
sicamente entronca con el acceso *desigual al trario, acentuándolas. Charles Wagley y Mar-
poder, la estratificación social y la creación del vin H arris (1958) han identificado cierto
*Estado-nación. número de características de las minorías: son
Bourdieu y Foucault han mostrado cómo segmentos subordinados de sociedades com­
la nación-Estado ^moderna es un contexto plejas; sus rasgos especiales, físicos o cultura­
útil para la expresión de las minorías étnicas: les se tienen en baja estima, y constituyen
Minorías 238

unidades muy conscientes de sí mismas y con­ var las características que marcan la iden­
solidadas por esos rasgos especiales. En oca­ tidad colectiva del grupo. Puesto que las
siones puede ser ventajoso m antener su identidades cada vez más se aprecian como
posición aparte o les está prohibido ascender. voluntarias, cambiantes y múltiples, es difícil
Suele haber endogamia. El rango es asignado, hablar en nombre de “una” minoría de origen
pero los individuos pueden rechazar o asumir marroquí o asiática. Muchos de los miembros
tal categoría. Esta temprana incursión en el de estas minorías son ambivalentes respecto a
estudio de minorías —indios, negros y em i­ su identidad diferencial; por ejemplo, algunos
grantes europeos—mostró cómo la situación jóvenes que adoptan un estilo de vida o valo­
empírica es muy diversa y compleja. res incompatibles con las tradiciones de su
Así pues, el estudio de las minorías cultu­ grupo de pertenencia o, por el contrario, los
rales tiene que ver fundamentalmente con el que se aferran a una imagen #fundamentalis-
rango asignado, la presentación de uno mis­ ta, ideal y sin cambios del mismo. También la
mo, el simbolismo y la id entid ad . Los miem­ identidad en muchos casos es situacional, es
bros de una minoría comparten ciertas ca­ decir, surge o se crea en ciertos contextos co­
racterísticas subjetivas —conciencia de sí mo respuesta a adaptaciones concretas. Pero
mismos, sentimientos de pertenencia, sistema además, desde la publicación del texto de
de creencias— u objetivas —nombre, lengua, Barth (1969) se ha rechazado la idea de que
apariencia física, indum entaria- que les dis­ los grupos étnicos son definibles en razón de
tinguen de la mayoría nacional. En 1985 la su inventario de rasgos culturales comparti­
O N U lo ha definido incorporando estas dos. Los #límites de un grupo étnico se cons­
características: grupo de C iudadanos del truyen por autoadscripción, en que las gentes
Estado, en minoría numérica y posición no eligen unos pocos atributos culturales —vesti­
dominante en él, dotados de características do, lenguaje...—como signo de su singulari­
étnicas, religiosas o lingüísticas diferentes de dad. Se supone que tienen una descendencia
la mayoría de la población, solidarios entre sí compartida a través de la narración, con me­
y animados de una voluntad colectiva de su­ morias de migración, sufrimiento, etc. Preci­
pervivencia y con aspiración de igualdad, de samente la urdimbre de la biografía personal
hecho y derecho, con la mayoría (G rin, y la narrativa colectiva genera un podero­
2004). so sentimiento de identificación con el grupo
Esta lista de criterios presenta ciertos pro­ étnico.
blemas. Por ejemplo, la inferioridad numé­ Resulta indudable que se evoca una dife­
rica no siempre presupone inferioridad rencia respecto a la mayoría, pero cabe tam ­
política, como muestra el caso de los afrika- bién preguntarse: ¿qué es una mayoría?, ¿es
ners en Sudáfrica o los criollos en Sierra Leo­ algo estable? Una mayoría no es algo monolí­
na (Cohén, 1981), y viceversa, una mayoría tico y depende del contexto. Al igual que ocu­
como la de las mujeres puede ser minoría po­ rre con la minoría, se puede ser a la vez
lítica. Aún más, un mismo actor puede ser mayoría y minoría. Hace ya tiempo, Clifford
mayoría —catalán en Cataluña— y minoría Geertz (1973) se refirió al carácter problemá­
—musulmán—. Por otra parte, las caracterís­ tico de las naciones y culturas nacionales, ana­
ticas que remiten a la etnia, la cultura, la lizando la tensión entre los sentimientos
religión, la lengua o la presencia antigua y du­ primordiales enraizados en las diferencias
radera en el ^territorio, sobre el que se extien­ premodernas de lenguaje, religión y herencia
de la ju risd icc ió n del Estado, incluirían a cultural y los sentimientos civiles instalados
ciertos grupos étnicos, por ejemplo, indígenas en la ciudadanía. Las naciones se construyen a
o sefardíes, pero podrían excluir a otros como través de imaginerías nacionales que im pli­
los emigrantes o los actores sin papeles que as­ can jerarquías en la ciudadanía del Estado.
piran a conseguir la *ciudadanía del Estado Quedan relegados a la condición de minoría
en cuestión; una categoría con mayor peso étnica o racial quienes tienen una identidad
que el estatus de minoría. La paradoja es que, cultural marginal respecto a la cultura nacio­
en cierto modo, no hay un pueblo que no sea nal. Sin embargo, si la base del poder del
emigrante —los indios americanos proceden Estado se hace problemática, las minorías
de A sia...—y la cuestión es en qué momento pueden tratar de hacer realidad sus propias
se erige la #frontera temporal que le convier­ aspiraciones nacionales. En muchas ocasiones
te a uno en “autóctono”, o qué grado de an­ el imaginario nacional se cuestiona por los
tigüedad legitima a una minoría. Sim ilar que se encuentran atrapados entre Estados y
indefinición plantea la “voluntad” de preser­ naciones.
239 Minorías

La movilización de los grupos m inorita­ que exige y por el poder material y simbóli­
rios plantea muchos problemas de naturaleza co que supone. Y se construye sobre la amena­
política y étnica. En primer lugar, el acentuar za porque las fuerzas económicas, políticas y
el carácter distintivo de una identidad étnica sociales tienen como efecto erosionar la diver­
o cultural lleva el riesgo de reforzar ciertos sidad objetiva. Frente a ésta, la diversidad
^estereotipos. Pero, además, la aplicación del subjetiva, de la que nos percibimos cotidiana­
principio de representación es muy delicada: mente, tiende a aumentar en razón de los flu­
los líderes comunitarios no son siempre de­ jos m igratorios la intensidad del comercio
mócratas y provienen muchas veces de los internacional y la reafirmación de identida­
sectores más conservadores. des étnicas tradicionales.
Desde la década de los ochenta el término
minoría se ha convertido en algo cotidiano en
Derechos de las minorías
el discurso público de muchos países occiden­
tales. Ello se explica por estar asociado al pa­ La protección y promoción de las mino­
radigma del *multiculturalismo que rechaza rías ocupan un lugar importante en la acción
el modelo de in teg ra ció n por asimilación y de las organizaciones internacionales y están
valora el pluralismo identitario. Las minorías asociadas a un análisis moderno de los proble­
étnicas —formadas por sumas de emigrantes mas que plantea la diversidad. La idea de la
que convergen sobre un mismo espacio—y las diversidad no sólo contribuye a la vitalidad
nacionales —comunidades históricas o territo­ del cuerpo social, sino que es indisociable de
riales preexistentes al Estado-nación— ad­ un funcionamiento democrático, según han
quieren en este contexto nuevos derechos y puesto de manifiesto W ieviorka y Ohana
medios específicos para preservar, impulsar (2001). Sin embargo, los derechos de las m i­
y difundir su *patrimonio cultural. La iden­ norías son objeto de debate en las ciencias
tidad diferencial debería ser una identidad sociales y políticas. ¿Qué es el derecho a la
afirmada y positiva frente a la que se atribuye diferencia? ¿Es una donación, un deseo in­
como negativa. tangible o una diferencia identitaria o contin­
Pero, por otro lado, el uso del término su­ gente? ¿Hablamos de derechos colectivos o
braya los riesgos de fragmentación inherentes individuales? Básicamente hay dos teorías al
a las sociedades posindustriales. Puesto que respecto: las aspiraciones de las minorías o se
todo grupo se puede afirmar como una mino­ entienden como una remisión comunitarista
ría —un conjunto de individuos desfavo­ del individualismo, en que reposa el liberalis­
recidos por la sociedad por una diferencia mo político —propio del mundo anglosajón—,
significativa que no es necesariamente de tipo o se consideran un ataque contra los valores
etnocultural como los homosexuales, disca­ republicanos —Francia.
pacitados, maltratadas, jubilados, sin pa­ Tanto en la tradición liberal como en la re­
p e le s...—, los que se presentan como tales publicana se parte del principio de que los
buscan obtener del Estado o de la opinión pú­ particularismos de los individuos atañen a la
blica un reconocimiento de su sufrimiento esfera privada, y de que el Estado debe tratar
actual o pasado y una retribución de las a todos los ciudadanos de manera igualitaria
injusticias. Esta profusión de identidades par­ sin intervenir ni privilegiar su especificidad.
ticulares en concurrencia hace que se hable de Si acaso, frente a la diversidad racial y a fin de
la irrupción de una sociedad “balcanizada”, articular una política eficaz de no discrim i­
en la que los principios universalistas no se­ nación, el Estado puede ofrecer formas de
rían preferentes (Armony, 2004). Los temas de discriminación positiva para garantizar la
las minorías abren un nuevo campo de acción: igualdad de los ciudadanos. En este modelo el
la elaboración y evaluación de las políticas pú­ punto débil está en la lengua, que obviamente
blicas donde se encuadran las cuestiones clási­ no se puede “privatizar”. El vasco o el hopi
cas de eficacia e igualdad en la administración son la expresión de una cultura y de una iden­
de los recursos del Estado. tidad y la asimilación forzosa contraviene los
Las cuestiones de las minorías no existen principios de justicia.
por sí mismas; constituyen también asuntos El debate se plantea sobre dos ejes que,
de mayorías o, más fundam entalm ente, de en gran medida, se superponen: desde las
gestión de la diversidad. La diversidad étnica, ciencias sociales se opone individualismo a
lingüística y cultural está construida sobre el *comunitarismo, y desde el Derecho se con­
conflicto y la amenaza. Se organiza sobre traponen los derechos individuales a los co­
el conflicto por la confrontación de *alteridad lectivos. Según Tylor, desde las filas “comuni-
Minorías 240

taristas” y, por tanto, desde el reconocimiento de la sociedad supone que, en el acceso al mis­
de derechos de las minorías como derechos mo conjunto de posibilidades —es decir, en el
colectivos (1993), la “política del reconoci­ contexto de elección—, ningún individuo debe­
miento” es una exigencia de los grupos mino­ ría tener desventaja por el azar de su naci­
ritarios o subalternos debido a los nexos entre miento en una u otra comunidad lingüística o
reconocimiento e identidad. La identidad se cultural. Los derechos especiales para las m i­
moldea en parte por el reconocimiento o por norías no son privilegios, sino disposiciones
la falta de éste -u n a forma de opresión- En para restablecer la igualdad. A esto se respon­
un primer momento la política del reconoci­ de que la identidad es evolutiva y la composi­
miento igualitario ocupa un lugar crucial en ción del grupo no constituye algo objetivo y
la sociedad a nivel individual y en la esfera permanente, los individuos se asimilan o pue­
pública. Es una visión universalista que su­ den tener distintas y cambiantes identidades,
braya la dignidad igual para todos los ciuda­ por lo que las minorías se diluyen. Pero no hay
danos. Un segundo giro es el de la “política de que olvidar que los ataques y cuestionamien-
la diferencia”, el reconocimiento de la identi­ tos a la minoría favorecen a la mayoría. Si la
dad única de un individuo o grupo por ser minoría debe ser tratada como secundaria y
distinto a los demás, lo que impide una asimi­ contingente, ello también afecta a la mayoría.
lación a la identidad dominante o mayorita- Tras estos planteamientos, hay presuncio­
ria. La política de la dignidad universal es cie­ nes del trato uniform e en las sociedades ac­
ga a las diferencias, es decir, las homogeniza; tuales, que se fundamentan en valores: en
la política de la diferencia redefine la no dis­ definitiva, se trata de los juicios y creencias de
criminación exigiendo que se trate de un mo­ lo que es una buena vida. Las minorías no
do diferente la diferencia. Pero no es una me­ siempre comparten la definición pública de lo
dida transitoria, como se pensó al principio bueno, un juicio en el que ocupa un lugar im­
—mientras se nivelaban las diferencias—, sino portante la propia integridad y vitalidad de
algo permanente, ya que implica la propia las culturas.
identidad y uno no debe perderla. Son dos La lucha para el reconocimiento por el Es­
modos de política que comparten el concepto tado o los organismos internacionales ha sido
básico de igualdad de respeto: uno se centra una constante en muchos grupos m inorita­
en lo que es igual para todos, otro en lo que es rios. Puesto que las minorías son, por defini­
diferente o particular. ción, más vulnerables a las actitudes ^racistas
Una sociedad democrática debería recono­ o *xenófobas, la mayoría de las sociedades de­
cer el derecho a la diferencia. Esta lógica plan­ mocráticas han adoptado medidas para pro­
tea un conflicto con la del liberalismo, fundada tegerlas: políticas de ayuda, programas de
sobre la primacía de la persona y la igualdad de educación y campañas de sensibilización para
los individuoso la defensa de la diversidad cul­ combatir los prejuicios y la intolerancia. La
tural como derechos individuales (Habermas, protección de sus derechos se ha convertido
1999). Otra idea del liberalismo ciego a la dife­ en una cuestión importante para los Estados
rencia es la que sostiene que la política puede en el cuadro de las organizaciones internacio­
ofrecer un terreno neutral en que podrán unir­ nales. El reconocimiento de derechos parte,
se y coexistir personas de todas las culturas, pues, del propio Estado-nación, aunque hay
siempre que se hagan ciertas distinciones: pú­ muchas situaciones donde las fronteras nacio­
blico-privado, política-religión. Pero los prin­ nales no tienen sentido. Esta política ha toma­
cipios ciegos a la diferencia —el propio li­ do diferentes formas y objetivos. Hay países
beralismo— no son neutrales: constituyen que han introducido diversas medidas basa­
también el reflejo de una cultura hegemónica das en la discriminación positiva o acción afir­
—h ablar en cristiano—, un credo combatiente. mativa para contrarrestar los mecanismos de
El pensamiento liberal sobre los derechos de discriminación sistemática y las prácticas ra­
las minorías contiene sus dosis de *etnocentris- cistas —o sexistas—de las instituciones. Estas
mo y de generalizaciones. El debate actual medidas de tratamiento preferencial precisan
intenta la posibilidad de reconciliar los dos de la definición del grupo, generalmente una
enfoques, procurando justificar los derechos minoría poco representada —con respecto a la
desde el pensamiento liberal y tratando de en­ población total—en la función pública, el mer­
contrar respuestas moralmente defendibles cado de ^trabajo o las universidades, que es
y políticamente viables en las democracias objeto de diferenciación para corregir las des­
(Kymlicka, 1995). Para Kymlicka, la exigencia igualdades de ciertas poblaciones y promover
liberal de igualdad entre todos los miembros una igualdad efectiva.
241 Minorías

La afirmación de las identidades minori­ Bibliografía


tarias está en correlación con la emergencia
de los “*nuevos movimientos sociales”, que se ARMONY, Victor (2004): “Minorité”, en Gilles
distinguen de formas precedentes de movili­ Ferréol y Guy Jucquois (eds.), Dictionnaire de
zación colectiva por la importancia de la sub­ raltérité et des relations interculturelles. Paris:
jetividad, la valorización de la autonomía y la Armand Colin, 209-210.
puesta en causa del control social. Como otros BARTH, F. (ed.) (1976 [1969]): Los grupos étnicos y
grupos de interés, estas minorías se erigen en susfronteras. México: FCE.
actores y se visibilizan a través de diferentes COHEN, Abner (1981): The politics o f Elite Cultu­
canales. Sus reivindicaciones pueden ir desde re. Berkeley: University of California Press.
la demanda de derechos especiales —como la CULTURAL SURVIVAL, Inc. (1993): State o f the
libertad de culto—a la revisión de la historia Peoples: A Global Human Rights Report on So­
que se enseña en las escuelas a fin de que lo cieties in Danger. Boston: Beacon Press.
que se transmita refleje mejor su propia visión G EERTZ, Clifford (1995 [1933]): “La revolución
—por ejemplo, la de los americanos de origen integradora: sentimientos primordiales y políti­
africano—. Las asociaciones de defensa más ca civil en los nuevos Estados”, en La interpreta­
famosas son los interlocutores privilegiados ción de las culturas. Barcelona: Gedisa, 219-261.
de los gobiernos que buscan el apoyo de la so­ GRIN, François (2004): “Droits des minorités”, en
ciedad civil para sus proyectos. Así, minorías Gilles Ferréol y Guy Jucquois (eds.), Diction­
y mayorías se enfrentan cada vez más por naire de l'altérité et des relations interculturelles.
cuestiones de lengua, autonomía regional, re­ Paris: Armand Colin, 210-217.
presentación política, currículum educativo, HABERMAS, J. (1999): La inclusion del otro. Estu­
reivindicaciones territoriales, política de in­ dios de teoría política. Barcelona: Paidós.
migración y N aturalización o utilización de KYMLICKA, Will (1996): Ciudadanía multicultu­
símbolos nacionales —banderas o festividades ral. Barcelona: Paidós.
nacionales... SCHERM ERHORN, R.A. (1970): Comparative
Desde la antropología, una de las respues­ ethnic relations. New York: Random House.
tas en defensa de las minorías culturales ha TYLO R, Charles (1993): E l multiculturalismo y la
sido la creación de Cultural Survival, Inc. política del reconocimiento. México: FCE.
(1993), una organización sin ánimo de lucro W AG LEY, Charles; HARRIS, Marvin (1958):
fundada en 1972 por David Maybury-Lewis, a Minorities in the new world. New York: Co­
raíz de su trabajo de campo en Brasil en los lumbia University Press.
años sesenta, tras comprobar que las gentes y WIEVIORKA, Michel; OHANA, Jocelyne (eds.)
culturas de la zona estaban en riesgo de des­ (2001): La différence culturelle. Une reformula­
trucción. El ánimo de la organización es la tion des débats. Paris: Balland.
defensa de los #derechos humanos de los
indígenas y el mantenimiento de sus culturas. María Cátedra Tomás
La organización publica noticias sobre las in­
justicias que sufren los indígenas y combate los Véanse además Acciones afirmativas, Acultu-
argumentos usados para justificar la violación ración, ALTERIDAD, CIUDADANÍA, Ciu­
de sus derechos. Proporciona soluciones alter­ dadano, COLONIALISMO Y ANTICOLO-
nativas a los problemas de ^desarrollo, manejo NIALISMO, COMUNICACIÓN, Cornu-
de recursos, etnicidad y relaciones con el Esta­ nitarismo, Contracultura, Criollización,
do, y aporta asistencia financiera y técnica a las CULTURA, DERECHOS HUMANOS,
organizaciones indígenas para defender sus DESARROLLO, DIFERENCIA Y DES-
derechos sobre la tierra, proyectos educativos y IGUALDAD, Diferencias naturales y diferen­
sanitarios. Mantiene un medio de in fo r m a ­ cias sociales, Diferencias sociales y diferencias
ción y comunicación de minorías indígenas culturales. Discriminación positiva, DISCRI­
que concierne al 5% de la población mundial. MINACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL,
Aunque resulta difícil definir qué es ser “indí­ Discriminación positiva. Elites cosmopolitas,
gena” en un mundo cambiante y *globalizado ESTADC)-NACIÓN, E STE R E O TIPO S Y
y los Estados temen el impulso de la identidad E SENGIA LIZ A C10 N, E t n icidad, E tn oce n-
étnica que podría ponerlos en peligro, puesto trismo y relativismo cultural, Extranjero,
que los indígenas cambian y se adaptan a Fronteras políticas y religiosas, F'ronteras
la ^modernización, la supervivencia cultural simbólicas, G EN O CID IO , GLC ) B ATI Z A -
que se promueve no es la mera preservación CIÓ N , H IB R ID A C IÓ N , Homofobia y
cultural, sino la continuidad de las culturas. heterofobia, IDENTIDAD, Información, IN-
Modernidad 242

TKGRACION, Integración educativa, Inte­ conceptualización de las dimensiones institu­


gración religiosa, MIGRACK )NES, Moderni­ cionales de ésta, han sido objeto de muy dis­
dad, Modernización, M UIJTICULTUR A - tintas aproximaciones. No obstante, la mayor
LISMO, Multiculturalismo en los estudios parte de ellas se ha apoyado en la contraposi­
étnicos, Multilingüismo, Nacionalidad, Nacio­ ción dicotòmica entre un antes, la sociedad
nalismo, Naturalización, NUEVOS MOVI­ tradicional, premoderna o preindustrial, y un
MIENTOS SOCIALES, PATRIMONIO, después, la sociedad moderna y/o industrial.
Plurinacionalidad, Poscolonialismo, Racismo y Distinciones como la debida a Comte entre la
neorracismo, SABER Y SABE.RE.S, Segrega­ sociedad positiva o militar; la de Maine, entre
ción, Sociedad de la información v del conoci­ el estatus y el contrato; la durkheimniana, re­
miento, TERRITORIOS, TRABAJO, Xeno­ lativa al paso de la solidaridad mecánica a
fobia y xen<afilia. orgánica; la oposición entre comunidad y aso­
ciación, debida a Tónnies, o, en fin, la distin­
ción típico-ideal entre el tradicionalismo
económico y el capitalismo aventurero, de
Modernidad una parte, y el espíritu del capitalismo o el
De acuerdo con el sociólogo Giddens proceso de racionalización formal y m ate­
(1993,1995), el concepto de modernidad se re­ rial, por otra, elaborada por Weber, funda­
fiere a las instituciones y modos de comporta­ mentan algunas de las explicaciones clásicas
miento que surgen en Europa a partir del de la modernidad más celebradas, y to­
s. XVII y que no han cesado de profundizarse y das ellas recurren al tipo de contraposición
difundirse desde entonces, presentando un apuntada.
alcance global por su impacto o sus efectos. De entre todas las oposiciones duales en
También ha sido común localizar su eclosión que, implícita o explícitamente, se apoya la
en la oleada general de cambios vinculada a la noción de modernidad, probablemente la más
Revolución industrial y a la Revolución fran­ relevante es la que la que distingue del mundo
cesa, incluyendo entre ellos el tránsito a un tradicional. Esta oposición, objeto de muy dis­
régimen demográfico moderno; la urbaniza­ tintas interpretaciones, constituye segura­
ción y la industrialización; la expansión de las mente la tesis fundante de la sociología, al
organizaciones secundarias, como el sistema tiempo que atraviesa los debates y las contro­
educativo o la empresa; la nueva estratifica­ versias del conjunto del pensamiento social,
ción social o sistema de clases sociales, o, en clásico y contemporáneo. Así, para Giddens,
fin, el ascenso de la ciencia, del maquinismo y la modernidad es esencialmente un orden
de la tecnología, la administración burocráti­ postradicional. Ello significa, entre otras co­
ca o las comunicaciones. La centralidad de la sas, que el cambio de uno a otro mundo, más
idea y el valor del cambio y de lo nuevo en que una simple evolución, implica una “dis­
la definición de modernidad se aprecia en la continuidad” o una transformación radical,
expresión alemana neuzeit, “tiempo nuevo” apoyado en un proceso de destradicionaliza-
para referirse precisamente a la Edad moder­ ción propiciado por las condiciones facilitado­
na (Bovero, 2002), o en la francesa modernité ras del dinamismo moderno, tales como el
aludiendo a importancia de experimentar la creciente distanciamiento espacio-temporal y
novedad (Solé, 1997). Muchos científicos so­ el desanclaje de las instituciones sociales res­
ciales han coincidido en esta apreciación, des­ pecto de los entornos locales y su rearticula­
tacando el extraordinario dinamismo de la ción a escala cada vez mayor. Esta concepción
modernidad, apoyado, entre otros aspectos, de la destradicionalización entronca así con la
en la intensificación del ritmo de cambio so­ tesis más extendida en la sociología, y se dife­
cial, así como en su creciente extensión y pro­ rencia de otras como la de Heelas, Lash y Mo­
fundidad. Así, para algunos como Jameson, rris (1996), que han insistido en la coexistencia
el modernismo, entendido como forma cultu­ de este proceso con los orientados al “mante­
ral de la modernidad ascendente, habría nimiento de la tradición, la re-tradicionaliza-
representado precisamente una suerte de ción y la construcción de nuevas tradiciones”
batalla final entre lo viejo, en retroceso, y lo (Eleelas, Lash y M orris,1996: 2).
nuevo, en ascenso, a partir de lo cual la La modernidad atraviesa por múltiples
innovación y el cambio se habrían entroniza­ cambios y crisis, pero es sobre todo a partir de
do como “la norma” de la vida social. los años setenta del pasado siglo cuando arre­
La comprensión de los cambios asociados cia la pregunta por su vigencia. Algunos van a
al surgimiento de la modernidad, así como la sostener entonces su agotamiento, y otros, los
243 Modernización

menos, llegan incluso a cuestionar su misma


existencia. Buena parte de los científicos so­
Modernización
ciales, empero, van a dirigir las pesquisas ha­ La expansión del concepto de moderniza­
cia otros terrenos, como la investigación de la ción tiene lugar tras la Segunda Guerra Mun­
globalización, de una parte, o el análisis de dial, de forma correlativa con la propia
la nueva oleada de cambios en clave de trans­ entronización de la aproximación neoevolu-
formación dentro de la modernidad, de otra, cionista y funcionalista en las ciencias sociales.
recurriendo a términos como posindustrialis­ La confianza en el “progreso” acarreado por el
mo (por ejemplo, Bell), sociedad de la infor­ cambio estructural conocido en el mundo occi­
mación (como dice, Castells), modernidad dental más desarrollado, así como el interés
tardía (por ejemplo, Giddens), o, en fin, socie­ por extenderlo a otros países más atrasados,
dad de riesgo o segunda modernidad (Beck). despertó el interés por investigar la moderni­
zación. En las primeras versiones, ésta se en­
tiende como un proceso irreversible, más o
Bibliografía menos unívoco, y dirigido a una meta fija,
identificada explícita o implícitamente con la
BECK, U. (2002): La sociedad del riesgo global. Ma­ sociedad occidental moderna. Las descripcio­
drid: Siglo XXI. nes concretas varían, pero una de las más co­
BOVERO, M. (2002): Una gramática de la demo­ nocidas es la que entiende la modernización
cracia: contra el gobierno de los peores. Madrid: como un proceso de creciente #diferencia-
Trotta. ción e interdependencia funcionales, que se
GIDDENS, A. (1993); Consecuencias de la moder­ postula dentro de un modelo de amplia abs­
nidad. Madrid: Alianza. tracción teórica y de supuesta aplicabilidad
— (1995): Modernidad e identidad del yo. Barcelo­ universal (Solé, 1997). A partir de los años
na: Península. sesenta proliferan las críticas a estas in ter­
HEELAS, R; LASH, S.; MORRIS, P. (eds.) (1996): pretaciones del concepto, así como también
Detraditionalization. Oxford: Blackwell. los intentos por eliminar sus connotaciones
SOLÉ, C. (1997): “Acerca de la modernización, la *eurocéntricas, occidentalistas y *desarro-
modernidad y el riesgo”. R E IS , 80, octubre-di­ llistas y sus importantes rigideces originales
ciembre: 111-131. (Carnero, 1992).
Más recientemente, el concepto de moder­
Margarita Barañano Cid
nización ha vuelto a ser utilizado en un con­
texto muy distinto, vinculado en esta ocasión a
Véanse además ALTERIDAD, CIUDADA­ los debates sobre las transformaciones con­
NÍA, Ciudadano, CO LO N IALISM O Y temporáneas de la modernidad. Así, Beck, ya
A N T 1C O L O NIA LIS M O , C o m unid a d en 1986 distinguió entre la “modernización
transnacional, DESA R ROLLO, D IF E R E N ­ clásica” o “sencilla” y la “modernización refle­
CIA Y D ESIG U A LD A D , E L IT E S , Eli- xiva”. La “modernización clásica” habría pro­
tes cosmopolitas, Esfera mediática, Espacio ducido la “primera modernidad”, identificada
de los flujos, ESTADO-NACIÓN, Etnici- con la sociedad industrial y con la forma del
dad. Etnocentrismo y relativismo cultural, *Estado-nación. Esta primera modernización,
F R O N T E R A , Frontera geográfica y admi­ aún incompleta, se habría visto acompañada
nistrativa, Fronteras simbólicas, GENO- en las últimas décadas de otra segunda oleada
CIDIO, Globalización y antiglobalización, modernizadora, esta vez más extensa e intensa
HIBRIDACIÓN, Información, Localidades que la interior, productora de la sociedad de
fantasmagóricas y desanclaje. Mestizaje, MI­ riesgo global. Con esta última la destradicio-
NO R í A S, M od e r n iz ac ió n, M O V IL ! D A D , nalización habría penetrado en todas las insti­
M U L T 1C U I T ü R A E I S M O , Multilingüis- tuciones, normas e identidades, sustituyendo
mo, Multilocal, Nacionalismo, Nomadismo y sus formas prescriptivas anteriores por nuevas
turismo, N U EV O S M O V IM IEN TO S SO ­ versiones “reflexivas”, abiertas a la diversidad,
CIALES, PATRIMONIO, Pluralismo sin­ al riesgo y a la incertidumbre. La ciencia ha­
crónico, PO SM ODERNIDAD, Racismo y bría registrado un proceso paralelo de desmiti-
neorracismo, Relaciones y procesos informa­ ficación, con resultados en la misma dirección.
les políticos, Sociedad de la información y del Esta segunda modernización, por último, apo­
conocimiento. Sujeto intercultural, TRA BA ­ yada en la globalización e individualización,
JO, Viajes y sistemas de movilidad, V IO ­ no sería producto del agotamiento o del final
LENCIA POLÍTICA. de la modernidad, sino, por el contrario, de su
Movilidad 244

éxito, que la llevaría a expandirse ahora bajo Desde el advenimiento de la sociedad in­
esta nueva versión reflexiva. dustrial con la revolución en los transportes y
el nacimiento del tiempo de ocio, la movili­
dad ha sido estudiada en términos de la ma­
yor independencia que los seres humanos han
Bibliografía ido ganando respecto a las constricciones im­
puestas por el medio geográfico o natural
BECK, U. (2002): La sociedad de riesgo global. Ma­
(Makimoto y Manners, 1997). Fundamental­
drid: Siglo XX I.
mente, por movilidad geográfica se entiende el
BECK, U.; GIDDENS, A.; LASH, S. (1997): Mo­
movimiento físico de desplazamiento de ma­
dernización reflexiva. Política, tradición y estéti­
teriales o personas, desde un punto espacial a
ca en el orden social moderno. Madrid: Alianza.
otro. Este tipo de movilidad ha sido especial­
SOLÉ, C. (1997): “Acerca de la modernización, la
mente importante en los estudios de *migra-
modernidad y el riesgo”. REIS, 80, octubre-di­
ciones y también en los estudios en transportes
ciembre: 111-131.
desde la década de los años sesenta. Donde
CARNERO, T. (ed.) (1992): Modernización,
los primeros estudian los ^movimientos de los
desarrollo político y cambio social. Madrid:
sujetos migrantes internacionales, los segun­
Alianza.
dos exploran las rutas de personas y mercan­
Margarita Barañano Cid cías a través del espacio.
En las aproximaciones clásicas a la proble­
Véanse además Comunitarismo, DESARRO- mática de la movilidad, los sujetos móviles por
LLO, DIFEREN CIA Y DESIGUALDAD, antonomasia han sido, pues, los sujetos m i­
Esfera mediática, ESTADO-NACION, Et- grantes, y los movimientos considerados se
nicidad, Etnocentrismo y relativismo cultu­ han referido primordialmente a los flujos mi­
ral, GLCÍBALIZACIÓN, HIBRIDACIÓN, gratorios por razones de *trabajo. El movi­
IDENTIDAD, 1NDIGENISMO, Migracio­ miento de personas a través del espacio ha sido
nes. Teoría macro, MINORÍAS, Moderni­ analizado desde su carácter voluntario u obli­
dad, NUEVOS M O VIM IEN TOS SOGIA- gado y su duración permanente o temporal.
I.ES, PATRIMC)NIO, PC)SMODERNI- Los objetos en m ovim iento, por su parte,
DAD, RELACIONES Y PROCESOS IN­ han sido siempre estudiados desde la estrecha
FORM ALES, Relaciones y procesos infor­ vinculación que éstos, ya sean comodidades,
males económicos, Sociedad de la informa­ regalos, alimentos o capital, poseen respecto a
ción y del conocimiento. las prácticas humanas de viajar y morar en es­
pacios determinados (Clifford, 1999). Así, si
la movilidad de capital y trabajo se define co­
mo la condición sin equ a non para el *desarro-
Movilidad 11o de la economía de mercado y también
La movilidad ha sido considerada un ras­ como un requisito indispensable en la activa­
go inherente a las sociedades humanas, y ción de la competencia dentro de la misma;
mientras unos hablan del hom o m obilis, como los objetos móviles asociados a los viajeros, tu­
concepto integrador y unificador de la con­ ristas, misioneros, pueden sufrir procesos de
dición humana, otros van a subrayar la na­ vaciamiento de contenido en el movimiento
turaleza #diferenciadora que la movilidad que es ejercido sobre ellos, o contribuir a tra­
imprime en la misma (Bauman, 2004). Como vés de su circulación en la lógica de mercado
objeto de estudio, el concepto de movilidad a la reproducción de lazos comerciales ya
encapsula, por un lado, los ^movimientos a existentes. Estos últimos son, por otra parte,
gran escala de personas, objetos, capital e susceptibles de adoptar diferentes re-signifi-
ideas a través del mundo y, por otro, aquellos caciones en el proceso de apropiación y adap­
flujos más locales directamente relacionados tación a nuevos usos o deseos suscitados en el
con el movimiento a través del espacio públi­ transcurso del *viaje acometido por los suje­
co y el viaje de objetos, materiales y símbolos tos que los transportan, sobre todo una vez
en el desarrollo de la vida cotidiana. que han llegado a su destino.
La movilidad en ciencias sociales ha sido Si para los estudios que enfatizan la movi­
principalm ente considerada un fenómeno lidad geográfica ésta es registrada como un
geográfico y social referido al movimiento movimiento eminentemente espacial y físico,
que determinados cuerpos —objetos/sujetos— para los análisis realizados bajo la perspectiva
acometen en espacios y tiempos definidos. de la movilidad social, ésta está por lo general
245 Movilidad

estrechamente vinculada a cuestiones de es­ determinada estructura social. En esta línea


tratificación socioeconómica y, por ende, di­ destacan, entre otras, las obras de Pitirm So-
rectamente ligada a cuestiones de estatus. La rokin S o c i a l Mobility, 1972—; Peter M. Blau y
movilidad social ha sido un tema clásico de la Otis D. Duncan —The American Occupational
sociología, sobre todo en las investigaciones Structure, 1967—, y, en Europa, sobre todo los
referentes al estudio del cambio social y direc­ estudios de Goldthorpe et al. —realizados en
tamente vinculadas a la noción de clase. Se­ los años setenta en el Oxford M obility Study—
gún ha sido abordada, la movilidad social así como con el proyecto C A SM IN -C o m p a -
consiste en los movimientos que efectúan los rative análisis o f Social M obility in Industrial
individuos o también grupos enteros entre di­ Nations—. De acuerdo con estos últimos estu­
ferentes posiciones en la estratificación de un dios, las estructuras sociales ^modernas están
determinado sistema sociocultural. En estos siempre en movimiento y, aunque los flujos
estudios propios de los años sesenta y setenta, generados en ellas sean desiguales o incluso
con el auge de las teorías estructural-funcio- mínimos, la movilidad interesa, pues es una
nalistas, pero también actualmente en deter­ forma de verificar cambios en la conform a­
minados círculos con aproximaciones más ción de dicha estructura y también de algún
cuantitativistas al análisis del movimiento, las modo poder predecirlos.
sociedades aparecen explicadas en términos M etodológicamente estos estudios de la
de diferentes tipos de movilidad. Así, cuando movilidad social se llevaron a cabo —y todavía
se dice que un sistema sociocultural posee una se realizan sobre todo en la sociología esta­
m ovilidad horizontal, se está hablando de un dounidense— a través de la elaboración de
tipo de movilidad que no supone alteración matrices de transición y escalas de movimien­
del estatus o posición social de sus colectivos o to, en las que se correlacionaban diferentes
individuos. Por el contrario, una sociedad so­ variables susceptibles de intervenir en la mis­
metida a una m ovilidad vertical implica que ma; por ejemplo, el nivel de ingresos, la po­
sus miembros están sujetos a cambios de esta­ sición social o de clase, la educación o la
tus ascendentes o descendentes en una deter­ ocupación laboral. En estos estudios, la movi­
minada jerarquía socioeconómica. lidad social es considerada desde enfoques a
En los estudios sobre movilidad social gran escala y sirve para establecer compara­
destacan sobre todo aquellos que se han cen­ ciones importantes entre unas sociedades y
trado en el movimiento intergeneracional, otras bajo un patrón común: toda sociedad
fundamentalmente desde la atención a la in­ debe aspirar a la consecución de modelos
fluencia que factores adquiridos como la edu­ de movilidad ascendente. Los estudios sobre
cación o la ocupación laboral poseen en la transportes y migraciones se valieron, y toda­
circulación de una persona o grupo social a vía se valen, de la elaboración de encuestas de
diferencia de elementos adscritos como la ra­ movilidad dirigidas en su mayoría a la opti­
za. La m ovilidad intergeneracional es el movi­ mización del movimiento emprendido por
miento entre generaciones medido a través de un colectivo o sujeto: flujos más seguros y efi­
la comparación entre el nivel ocupacional de caces, más cortos y menos problemáticos.
una persona y el de sus padres. La m ovilidad Actualm ente es factible encontrar además
intrageneracional es, por el contrario, el movi­ conceptos como el de m ovilidad sostenible en
miento que se da en el seno de una misma ge­ los transportes que no sólo hablan de que és­
neración y se mide a través de la comparación tos sean más eficaces —social, económica y me­
entre la posición ocupacional que ocupa una dioambientalmente—de cara a las presentes
persona en el momento de la medición res­ generaciones, sino también a las futuras.
pecto a su primera ocupación o trabajo. Mención especial merecen los estudios an­
La mayor parte de los estudios clásicos so­ tropológicos clásicos, en los que la movilidad
bre la movilidad se han desarrollado en ha sido abordada desde los análisis de paren­
las sociedades industriales occidentales y las tesco, los de antropología política y los de an­
comparaciones se han establecido básicamen­ tropología de la religión, estando ésta además
te desde el vector ocupacional. Si la búsqueda estrechamente vinculada a temas *identita-
de trabajo o una vida mejor puede dar lugar a rios. En estos estudios la noción de casta se
migraciones importantes, es decir, al movi­ contrapone a la de clase, la movilidad m atri­
miento de personas a través de largas dis­ monial ocupa el lugar que la movilidad ocu­
tancias en el espacio, analizar la m ovilidad pacional detenta en la sociología más clásica y
ocupacional o socioocupacional es estudiar las las sociedades *nómadas aparecen etnografia-
trayectorias laborales de los individuos en una das en sus rasgos contrapuestos a los pueblos
Movilidad 246

sedentarios. Organizados en clanes, tribus o bién y sobre todo producto de un mundo


jerarquías, el intercambio o movimiento de ob­ *globalizado. La movilidad se considera
jetos en economías de trueque, sistemas de reci­ ahora una constante fundamental de la era
procidad o en la economía de mercado es una moderna, evidente no sólo en la posesión ge­
constante registrada en las primeras monografí­ neralizada de *medios de transporte, como el
as antropológicas. Con este registro, y dentro de coche, o en la mayor accesibilidad de los vue­
sistemas culturales observados sincrónicamente, los en avión, sino a su vez en el desarrollo de
vamos a encontrar el movimiento en forma de tecnologías como el teléfono móvil y, funda­
intercambios matrimoniales de personas —fun­ mentalmente, Internet posibilitados por la re­
damentalmente mujeres—por objetos —sobre to­ volución industrial en los transportes y, sobre
do ganado- estudiados por la antropología todo, en las tecnologías.
africanista y estructuralista, o los circuitos de in­ A pesar de la controversia en torno al con­
tercambio establecidos por sistemas como el Ku- cepto de la globalización y sus significados,
la en Melanesia. existe un común acuerdo al menos en subra­
La noción de viaje o desplazamiento físi­ yar que ésta, según apuntan Held et al. —D e­
co, emprendido por el etnógrafo generalmen­ mocracia y Orden G lobal, 1999:2—, involucra el
te desde Occidente hacia países de culturas ensanchamiento, profundización y acelera­
diferentes a la occidental, ha sido además la miento de la interconexión a nivel mundial
razón fundamental sobre la que se ha asenta­ en todos los aspectos de la vida social contem­
do la antropología clásica y la condición bási­ poránea, y en señalar que, si por algo se dife­
ca del desarrollo de las metodologías de rencia este proceso de otros, es precisamente
trabajo de campo. La elaboración de diarios por la intensa e incesante movilidad —de per­
de campo y monografías antropológicas, con sonas, objetos e ^información—que le caracte­
sutiles diferencias respecto a los primeros li­ riza. Z. Bauman (2004), por ejemplo, subraya
bros de viajes, ha sido asimismo una forma que en virtud del proceso globalizador nos
interesante de narrar el movimiento no sólo hemos desplazado desde una modernidad
físico, sino también cultural, acometido por el dura y sólida -h ard w are-based m odernity—a
antropólogo en la búsqueda de la *alteridad. una modernidad ligera y líquida —softw are-
Entre las implicaciones más problemáti­ based modernity—. Este pasaje implica un cam­
cas de los estudios clásicos sobre la movilidad bio en todos los aspectos de la condición
hay que señalar que, a pesar de que éstos la humana. La intensificación y creciente velo­
otorgan un papel determ inante, ésta se usa cidad de los flujos de información y C onoci­
como un concepto que describe el movimien­ miento, dinero y comodidades, personas e
to —ya sea físico o abstracto—de determinados imágenes se han intensificado hasta tal punto
sujetos y objetos dentro de, y a través de, unos que la ^distancia espacial que antes separaba a
espacios y ^culturas que se consideran en tér­ unos individuos de otros, y también sus pro­
minos absolutos y definitorios. Desde estos blemas y preocupaciones, ya no es importante
enfoques, la movilidad no implica un cambio (Barman, 1994). Pero no sólo ocurre esto; los
en la condición de lo social/cultural en sí mis­ cambios en el mercado de trabajo, las cada
mo, sino que es una característica más de un vez más complejas Cedes electrónicas o la ge­
tipo de sociedad específico: la sociedad mo­ neración de espacios de fuerte movilidad im­
derna, consolidada en *Estados-nación, hijos posibilitan en la era de la globalización hablar
de la revolución industrial y también de la re­ de, o estudiar en, culturas aisladas unas de
volución en el mundo de los transportes. La otras o autocontenidas en sus significaciones.
movilidad no es estudiada en sí misma, sino Producto de estas transformaciones es el cam­
que es subsumida en conceptos como la clase, bio acaecido en muchas de las herramientas y
la estructura social, el parentesco o el espacio asunciones clásicas de las ciencias sociales. Es­
geográfico a los que se otorga un mayor al­ tas ciencias han cambiado sus marcos concep­
cance explicativo. tuales con el fin de acomodarse a tratar con
Investigaciones recientes, dentro de cam­ sujetos hiperm óviles, nóm adas digitales
pos como la geografía cultural, la sociología, (Makimoto y Manners, 1997); espacios y tiem­
los estudios culturales y la antropología y ante pos comprimidos (Harvey, 1998); culturas
el creciente movimiento de objetos, sujetos e viajeras (Clifford, 1999); la aparición de no-
ideas desde mediados de la década de los años lugares (Augé, 1993), o formas culturales
noventa, que entienden, si bien la movilidad cada vez más fluidas e *híbridas, transnacio­
es un rasgo distintivo de las sociedades mo­ nales, *translocales, fuertemente diaspóricas
dernas frente a las premodernas, ésta es tam­ y #desterritorializadas.
247 Movilidad

Ahora bien, si no hay duda al menos de y de la interacción de diferentes tipos de mo­


que la globalización conlleva una creciente vimientos en sus variadas formas —forzados
movilidad e interconexión en todos los aspec­ o deseados—, escalas —globales, locales o re­
tos de la vida y las relaciones humanas, y si gionales— e implicaciones socioculturales
tampoco hay duda alguna de que este proceso y político-económicas se ha desarrollado ac­
ha supuesto un replanteamiento de las teorías tualmente como un campo de análisis y pre­
clásicas respecto al movimiento, las preguntas ocupación en sí mismo dando lugar al
que hay que postular son: ¿cómo se produce conocido, aunque todavía reciente, giro de
ésta en términos m ateriales e ideológicos?; las movilidades o paradigm a de la m ovilidad.
¿quién se mueve?; ¿cómo se mueve?; ¿cómo Desde este paradigma, la movilidad es ante
hacen determinados tipos de movilidad para todo un producto social. L ejos de ser una
resultar significativos?; ¿qué otros tipos de acción neutral y un concepto aproblemático
circulación son habilitados o constreñidos a o deseado sin más, la movilidad se revela
través de este proceso?; ¿quién se beneficia a ahora desde su naturaleza em inentem ente
fin de cuentas de estos movimientos? (Cress- política y también politizada. Como señala
well, 2001:22). Cresswell (2001), la movilidad está intrin-
En respuesta a preguntas como las ante­ cadamente atada a relaciones de poder y do­
riores, el estudio de las movilidades ha sido, m inio que producen y moldean las formas
sin embargo, una caja negra para las ciencias de m ovim iento que varios cuerpos pueden
sociales. Por lo general, las movilidades son acometer.
contempladas como un conjunto neutral de Desde el giro de la movilidad se argu­
procesos que permiten formas de vida econó­ menta que pensar a través de “la lente” de és­
micas, sociales y políticas que son después ta nos provee de una ciencia social distintiva
explicadas, según hemos visto, por otros que genera diferentes teorías, métodos, pre­
procesos causales más poderosos. Los trans­ guntas y soluciones. El término “paradigma”
portes y la ^comunicación han sido estu­ deriva del ejem plar análisis realizado por
diados, pero se han abordado en diferentes Khun en 1970 —L a estructura de las revolucio­
categorías con escaso intercambio con el resto nes científicas— sobre la ciencia norm al, los
de la ciencia social. Ir de vacaciones, caminar, ejemplos científicos y lo que constituye una
conducir, llamar por teléfono, volar, etc., revolución científica.
constituyen prácticas sustancialmente igno­ Puede argüirse, planteado de este modo,
radas por las ciencias sociales a pesar de que que el paradigma de la movilidad no es sus­
son manifiestamente significativas en las vi­ tantivamente diferente a otros planteamien­
das cotidianas de muchas personas. Es más, tos sobre ella, en el sentido en que remedia las
existe una m inim ización del significado de negaciones y *omisiones de varios movimien­
estos movimientos en la constitución de la na­ tos de personas, ideas o de cualquier otra
turaleza de las relaciones de trabajo, la vida entidad. Sin embargo, la naturaleza del pa­
familiar, el ocio, la política y diferentes for­ radigma de la movilidad es transformativa
mas de protesta. Todas estas prácticas im ­ de las ciencias sociales, pues autoriza un pai­
plican m ovim iento o al menos un flujo saje teórica y metodológicamente alternativo.
potencial, afectando a la forma que detentan Por una parte, permite que “el mundo social”
las relaciones sociales que habilitan. Ade­ sea teorizado como un gran conjunto de prác­
más, las ciencias sociales se han concentrado so­ ticas económicas, sociales y políticas, infra­
bre todo en el estudio de las transacciones entre estructuras e ideologías que favorecen o
sujetos móviles, ignorando la permanencia de impiden varios tipos de movimiento de per­
los sistemas de m ovilidad que proveen a dichas sonas, ideas, informaciones u objetos. Por
interacciones de lo que podemos llamar las otra parte, al hacer esto, el paradigma de la
infraestructuras de la vida social. Estos siste­ movilidad saca a la luz teorías, métodos y
mas habilitan, como su propio nombre indica, ejemplos de investigación que han permane­
el movimiento de las personas y la inform a­ cido mayoritariamente subterráneos, fuera de
ción de un lugar a otro, de una persona a otra, la vista. El paradigma de la movilidad en este
de un evento a otro, y, sin embargo, sus impli­ sentido emplea el término m ovilidades para
caciones sociales, económicas, políticas y cul­ referirse al proyecto más amplio de estableci­
turales muchas veces no se examinan por las miento de una ciencia social conducida-por-
ciencias sociales. el-movimiento.
Conscientes de este estancamiento teóri- Al hacer visible lo antes subterráneo, este
co-metodológico, el estudio de la movilidad paradigma aúna muchos de los modos/cami­
Movilidad 248

nos que se han practicado en las ciencias través de las *barreras nacionales, ya se trate
sociales, aunque se hayan organizado fun­ de procesos Colonizadores, migraciones la­
damentalm ente en diferentes “regiones” o borales, viajes individuales o de un turismo
“fortalezas” de disciplinas, cerradas y antago- organizado.
nísticas. De esta manera, el objetivo del para­ En segundo lugar, el paradigma de la mo­
digma de la movilidad es, por un lado, hacer vilidad rechaza la metafísica del nomadismo
sustantivo el reclamo de que existen múltiples que celebra las metáforas de la movilidad y
tipos de movimiento y de que gran parte de concibe ésta como factores que erosionan pro­
las ciencias sociales los han examinado de un gresivamente fronteras disciplinares y geo­
modo inadecuado y, por otro, subrayar que gráficas (Urry, 2000). Para autores como
hay un putativo nuevo paradigma que impli­ Clifford (1999), la nomadología no es el nom­
ca una forma productiva y posdisciplinaria de bre del juego, pues entender que las culturas,
realizar ciencia social, muy especialmente en en virtud del proceso globalizador, no pueden
el nuevo siglo, en el que la temática de la mo­ ser consideradas entes estables no significa
vilidad parece haberse ubicado en el centro pensar que éstas son puro flujo o concebir el
del escenario. movimiento —de ideas o conocimiento—desde
Concretamente, el paradigma de la movi­ una perspectiva romántica y meliorativa.
lidad rechaza tres posiciones fundamentales Uno no puede asumir, claman este autor y,
(Baerenhold et al., 2004: 139) en virtud de las con él, los partidarios del giro de la m ovili­
cuales los espacios, culturas y sujetos móviles dad, que no existen nexos estables, que todo es
ni se descubren eternamente en movimiento contingente y fluido (opus cit., 1999: 113). La
ni tampoco siendo invadidos o penetrados movilidad genera y se nutre de estructuras re­
por movilidades o, por el contrario, exentos guladas y regulatorias que atañen no sólo a la
de prácticas de estabilización y significación movilidad de mercancías en la lógica del con­
precisas (opus cit., 2004: 140). La movilidad sumo y a la de sujetos —el propio turista mo­
desde el paradigma de la movilidad deja de derno y también el académico.
ser un concepto homogéneo y homogeneiza- En tercer lugar, el paradigma de la movi­
dor para pasar a ser concebido en sus dispa­ lidad rechaza la crítica cultural de la ausencia
res, pero interrelacionadas, dimensiones y de lugar, o los no lugares, asociada a la antro­
formas. pología de M. Augé (1993) y según la cual los
En primer lugar, el paradigma de la movi­ lugares de movilidad —motel, aeropuerto, es­
lidad rechaza la metafísica sedentarista de taciones— son desposeídos de significado e
una geografía humanista que ubica lugares interés científico como espacios que simple­
cerrados y auténticos en las raíces de la identi­ mente se atraviesan —tránsito—y que no nece­
dad y experiencia humanas. Los lugares son sitan ser estabilizados a través de prácticas
contemplados como fuentes contingente­ concretas o abordados en las significaciones
mente establecidas de significados y apegos, que pueden engendrar o albergar. Tales es­
profundamente sostenidos, que emergen de pacios de paso son estudiados no sólo en las
redes habilitadoras de performances específi­ movilidades que en ellos se generan, sino
cas, materiales y encarnadas (opus cit., 2004). también a través de que estos mismos se
El rechazo a una metafísica sedentarista configuran como lugares diferenciales. Un
afecta especialmente a la concepción de la cul­ ejemplo interesante a este respecto es el
tura. La situación contemporánea de la glo- desarrollo de los estudios sobre automovili-
balización hace evidente que las culturas dades y de conceptos como el de “las socieda­
implican y también necesitan diversas y ex­ des de autom ovilidad” o de los “cuerpos
tensas formas de movilidad. Las culturas no conductores” (T h rift, 1996; Sheller y Urry,
existen en estado puro, no están herm ética­ 2000). Estos estudios encuentran en las socie­
mente cerradas y separadas unas de otras ni dades actuales el nexo m ovilidad-m oder­
tampoco poseen una esencia clara y definida. nidad, que constituye la forma global pre­
Por ejemplo, las culturas *poscoloniales se de­ dominante de un tipo de movilidad casipriva-
rivan de, y engendran, varias modalidades de da. En ella el automóvil no sólo es un
movilidad, y no sólo eso, constituyen tipos medio de transporte, sino todo un complejo
culturales en los que las movilidades están sistema de generación de significaciones, sub­
más fragmentadas, híbridas y dislocadas. Es­ ordinaciones de otro tipo de movilidades pú­
tas culturas están en continuo proceso de blicas —andar, montar en bicicleta, viajar en
constricción a consecuencia de los flujos tren—y también, fundamentalmente, el modo
de m ovim ientos de personas e imágenes a a través del cual las personas negocian y reor­
249 Movilidad

ganizan sus vidas laborales y los tiempos de —www.cosmobilities.net— o de centros es­


ocio y familiares. pecializados y transdisciplinares en el estu­
El interés por la movilidad, como temáti­ dio de las movilidades como el C eM oR E
ca de estudio en sí misma, y por su ubicuidad —U n iv ersid a d de L a n c a s te r en http://
en todos los aspectos de la vida cotidiana ha www.lancs.ac.uk/ fss/sociology/cemore/ce-
generado importantes cuestiones metodo­ m orehom e.htm —, es otro de los pasos im ­
lógicas. ¿Cómo investigar y representar portantes que se han dado respecto a la
experiencias móviles: estar en un lugar investigación reciente de la movilidad. Estas
momentáneamente, de paso o entre medias? redes y centros de investigación permiten po­
¿Pueden las ciencias sociales, según están ner en contacto a especialistas en movilidad y
planteadas, capturar en toda su complejidad una amplia y difundida distribución de cono­
prácticas de movimiento con metodologías cimiento sobre la materia en la red, consoli­
atadas a espacios y tiempos específicos —como dando, a pesar de las distancias geográficas,
la entrevista, el grupo de discusión, las en­ grupos de trabajo móviles y muy fructíferos.
cuestas-? ¿No pierden las técnicas de investi­ Todas estas nuevas apuestas metodológicas
gación clásicas la importancia del propio parten de una premisa básica: como temática
movimiento en la formación y consolidación de estudio, la movilidad debe ser abordada
de espacios como el turístico? ¿No enfrentan considerando su naturaleza política y su ca­
a sus espacios a un estatismo que no poseen en rácter multidimensional y, sobre todo, em i­
la realidad? ¿Cómo explicar, observar y cuan- nentemente relacional y transdisciplinar.
tificar la importancia creciente de tecnologías
como las grabaciones de video, los diarios fo­
tográficos, los blogs o mensajes de móvil en la Bibliografía
configuración de las relaciones sociales? A
pesar de que son muchas las preguntas, las AUGÉ, M (1993): “Los no lu ga resesp a cio s del
prácticas contemporáneas de movilidad se anonimato: una antropología de la modernidad.
encuentran todavía encorsetadas en teoriza­ Barcelona: Gedisa.
ciones limitadas caracterizadas por su estatis­ BAERENHOLDT, J. O.; HALDRUP, M.; LAR-
mo (Peters, 2006). SEN, J. et al. (2004): Performing tourist places.
Desde el paradigma de la movilidad se es­ Aldershot: Ashgate.
tán dando una serie de pasos interesantes a BAUMAN, Z. (2001): Modernidad líquida. Buenos
este respecto, apuntándose una batería de Aires: Fondo de Cultura Económica.
posibles metodologías para el estudio de la CLIFFO RD , James (1999): Itinerarios transcultu­
movilidad en sus diferentes vertientes y signi­ rales. Barcelona: Gedisa.
ficados. Entre otras, destacan todas aquellas CRESS W E L L , Tim (2001): “The production on
metodologías en movimiento que rompen mobilities”. New Formations, 43: 11-25.
con las tradicionales, atadas a un lugar y mu­ HARVEY, David (1998): La condición de la post­
cho más cercanas a los métodos y técnicas de modernidad: investigación sobre los orígenes del
corte antropológico. Por ejemplo, cabe apun­ cambio cultural. Buenos Aires: Amorrortu.
tar la observación de los movimientos de las MAKIMOTO, T ; MANNERS D. (1997): Digital
personas a través de la realización de etnogra­ nomad. Chichester: John Wiley & Sons.
fías móviles que mantengan diarios sobre los PETERS, Peter Frank (2006): Time Innovation and
diferentes usos y concepciones del tiempo-es­ Mobilities. London, New York: Routledge.
pacio o que realicen entrevistas mientras se SH E L L E R , Mimi (2003): Consuming the Carib­
camina o se viaja; la realización de ciberetno- bean: From Arawa\s to Zombies. London, New
grafías que tracen las diferentes formas que York: Routledge.
pueden tomar los viajes imaginativos desde, S H E LLE R , M.; URRY, J. (2000): “The city and
por ejemplo, la imaginación de una atmósfe­ the car”. International Journal o f Urban and R e­
ra o lugar, o que determinen el papel de la an­ gional Research, 24 (4): 737-757.
ticipación del viaje virtual sobre el real; y T H IR FT , N (1996): Spatial formations . London:
también el examen de puntos de paso móviles Sage.
o inmóviles, lugares en tránsito, o de la confi­ URRY, J. (1996): The tourist gaze. London: Sage.
guración real de estos espacios a través del — (2000): Sociology Beyond Societies: mobilitiesfó r
trazado de redes y conexiones en movimien­ the twenty-first century. London, New York:
to, etc. Routledge.
Del mismo modo, la elaboración de espa­ John Urry
cios virtuales, como C osm obiliíies Networks Matilde Cordoba
Multiculturalismo 250

Véanse además ALTERI DAD, Cent ro-periie- nominador común, que se caracterizaría por
ria, CO LO NIALISM O Y A N T IC O L O - los siguientes rasgos: una estructura organi­
NIA U S M O , COMUNIC ACIÓ N , C o m u- zativa altamente flexible, expresada median­
nielad transnacional, CONSUMO CUL- te redes escasamente jerarquizadas y un
T U RAL, CU LTU R A, I ) ESA R ROL LO, rechazo abierto a liderazgos explícitos, pro­
D est e r r ito r ia 1iz ac ió n. D 1F E R E N CIA Y ducto del legado “antiautoritario” de la re­
DESIGUALDAD, Diferencias sociales y di­ vuelta estudiantil que desencadenó este tipo
ferencias culturales, DISCRIMINACIÓN Y de movimiento; la insistencia en la autonomía
EXC LU SIÓ N SOCIAL, E L IT E S , Elites del movimiento específico frente a otros acto­
cosmopolitas, Espacio de los flujos, Espacio res políticos, sobre todo frente al #Estado y a
red, ESPACIO-TIEMPO, Espacios locales, los partidos políticos, interpretados como
E S T A I) O - N AC I ( ) N, Extranjero, P' ron tera “aliados” o representantes del viejo establish­
geográfica y administrativa, Fronteras econó­ ment y de los movimientos sociales de origen
micas, Fronteras políticas y religiosas, Fronte­ decimonónico; la carencia de una ideología de
ras simbólicas. Global y local, GLORALIZA­ transformación de la sociedad en su totalidad,
CION, Globalización y antiglobalización, como lo fuera el proyecto marxista; el rechazo
HIBR1I) ACIÓN, ID E N U D A D , Informa­ a los amplios proyectos de cambio societal se­
ción, Lugar y no-lugar, MIGRACIONES, rá el punto de partida de la confluencia entre
Migraciones. Redes sociales. Migraciones. Teo­ los movimientos multiculturalistas y los dis­
ría macro, Migraciones y economía, Migracio­ cursos “*posm odernos”; no la política revo­
nes y racismo, Modernidad, Multilocal, No­ lucionaria, sino la life politics (Giddens), la
madismo y turismo, Pluralismo sincrónico, individualizada política vital, se convertirá en
Poscolonialismo, Racismo y neorracismo, So­ el lema común; la consecuente limitación a te­
ciedad de la información v del conocimiento, máticas específicas que no abarcan un proyec­
TERRITO R IO S, TRABAJO, Viajes y siste­ to societal global, sino que sólo se articula
mas de movilidad, Violencia política. Tipos. como single-issue-movement, cuyos ejes verte-
bradores estarían íntimamente relacionados
con la “política de ^identidad” del propio
Multiculturalismo movimiento; una composición social he­
terogénea, “m ulticlasista”, con un fuerte
Desde los años ochenta, inicialmente so­ componente procedente de las clases medias,
bre todo en Estados Unidos, Canadá, Austra­ lo cual para algunos analistas plantea el pro­
lia y el Reino Unido, un conjunto altamente blema de cómo identificar el “sujeto históri­
heterogéneo de movimientos contestatarios co”, y, probablemente como consecuencia de
“post-68” emprende el camino de la institu- dicha composición plural, una constante te-
cionalización social, política y académica. Las matización de la identidad y la subjetividad.
confluencias programáticas de estos * “nue- Son el ám bito filosófico y sobre todo el
vos” movimientos sociales —afroamericanos, epistemológico en los que los movimientos
indígenas, chicanos, feministas, gay-lesbia- multiculturalistas y su reivindicación de una
nos, “tercermundistas” etc.—se han dado a co­ nueva “política de la diferencia” encuentran
nocer a partir de entonces bajo el, a menudo un peculiar aliado académico: el giro “posmo­
ambiguo, lema del “m ulticulturalism o”: un derno”, inicialm ente denominado a veces
heterogéneo conjunto de movimientos, aso­ “neoestructuralista”, pero mayoritariamente
ciaciones, comunidades y —posteriormente— “posestructuralista”, que ha protagonizado
instituciones que confluyen en la reivindica­ la filosofía francesa de los años setenta y
ción del valor de la “#diferencia” étnica y/o ochenta. Es sobre todo el feminismo, tanto
cultural así como en la lucha por la pluraliza- académico como político, el que ofrece una
ción de las sociedades que acogen a dichas co­ primera crítica sistematizada al universalis­
munidades y movimientos. Como tales, los mo y la esencialización subyacentes en las
movimientos multiculturalistas forman parte nociones occidentales del análisis social. Par­
del panorama de los “nuevos movimientos so­ tiendo de esta crítica feminista de la supuesta
ciales” (Touraine, Melucci). En el contexto de neutralidad genérica del pensamiento occi­
la terciarización de las economías occidenta­ dental, que camufla su carácter patriarcal y
les y del surgimiento de una “sociedad posin­ autoritario bajo la singularización y monopo­
dustrial” se pretende agrupar a movimientos lización del “C onocim iento”, las diferentes
estudiantiles, urbanos, feministas, ecologis­ corrientes posestructuralistas coinciden en su
tas, pacifistas y multiculturalistas bajo un de­ afán de de-construir los grandes “relatos” he-
251 Multiculturalismo

gemónicos, las autorizadas “narrativas” occi­ de este tipo de movimientos. Existen obvias
dentales que dotan de sentido y, con ello, legi­ “afinidades electivas” entre el multicultura-
tim an los poderes fácticos vigentes en las lismo y la corriente posmoderna. Cuando
sociedades contemporáneas. Este afán “de- desde los años ochenta el desafío posestructu­
constructivista”, crítico y disidente del poses- ralista comienza paulatinamente a institucio­
tructuralismo es retomado y aprovechado por nalizarse en el ambiente académico, primero,
los protagonistas de los movimientos multi- francés y, luego, anglosajón como “pensa­
culturalistas en su intento de demostrar el miento posmoderno”, el punto de partida
carácter subversivo y potencialmente contra- será la crítica del proyecto ^moderno de la
hegemónico del propio multiculturalismo. Ilustración, entendido como un intento hege-
La corriente posestructuralista retoma la mónico de subyugar, uniformizar y —en últi­
noción de los “nuevos movimientos sociales” ma instancia—silenciar una multiplicidad de
haciendo especial hincapié en su faz identita­ culturas, identidades y narraciones bajo la ca­
ria. La identidad se vuelve una preocupación nonización del racionalismo cartesiano y del
constante de los movimientos. Lejos de ser criticismo kantiano.
simple expresión de los intereses comunes de El consecuente énfasis posmoderno en la
un grupo, la identidad se convierte en “políti­ pluralidad de identidades, #géneros y cultu­
ca identitaria”, en negociación de múltiples ras confiere legitimidad a la reivindicación
identidades frente a diversos contrincantes multiculturalista del reconocimiento, tanto de
sociales. A lo largo del subsiguiente proceso, identidades históricamente marginadas y si­
tanto conceptual como político-social-educa- lenciadas como de nuevas identidades em er­
tivo, los “sujetos sociales” son des-centrados y gentes. Las “identidades proyecto” (Castells)
des-esenciaiizados. Por ello, para que un de­ de dichos movimientos no son el punto de
term inado movimiento multiculturalista se partida, sino el objetivo y resultado de la mo­
afiance y sobreviva a los vaivenes de sus mani­ vilización. Esto implica que para consolidarse
festaciones espontáneas y puntuales, tendrá como movimiento social e impactar en el con­
que inventar y/o generar nuevos sujetos so­ junto de la sociedad, el m ulticulturalism o
ciales que, a su vez, necesitarán engendrar requerirá de una fase de construcción y esta­
prácticas culturales específicas del grupo o bilización de las identidades de los nuevos
movimiento en cuestión. actores sociales cuyo surgimiento y consolida­
Con ello los heterogéneos movimientos ción alberga. Estas identidades permanente­
que desde los años sesenta comienzan a mente “recicladas”, sin embargo, a menudo
articular los intereses específicos de las *m i- no generan discrecionalidad identitaria: el
norías subalternas de las sociedades contempo­ movimiento social corre el riesgo de diluirse a
ráneas pronto adquieren un matiz eminente­ través de la paulatina individualización de
mente cultural. Varios estudiosos de los nuevos “estilos de vida”. Por ello los movimientos
movimientos contestatarios, tanto norteameri­ multiculturalistas, igual que los demás “nue­
canos como europeos y latinoamericanos, vos” movimientos sociales, refuncionalizan la
afirman la necesidad de indagar en la relación cultura como un recurso emancipatorio (Ha-
entre un determinado movimiento social y las bermas).
prácticas culturales de sus miembros. Sobre Mientras que el constructivismo filosófico
todo en contextos de *marginación socioeco­ profundiza en la noción ^híbrida, policontex-
nómica y/o política, la ^cultura se puede con­ tual, escenificada y, por tanto, construida de
vertir en pilar básico de una acción colecti­ las identidades sociales, el discurso dominan­
va. Recreando prácticas culturales ^locales y te de los movimientos multiculturalistas rom­
adaptándolas a nuevas situaciones extraloca­ pe con la de-construcción filosófica y retorna
les, el movimiento es “re-significado”, genera a sus inicios como disidencia ética y política.
su propia identidad y puede convertirse con Para el autoanálisis de los propios movimien­
ello en una nueva “com unidad” para sus tos afroam ericanos, indígenas, feministas,
miembros. gay-lesbianos, etc., se postula la necesidad de
Precisamente por las consecuencias políti­ partir de antagonismos realmente existentes
cas que tendría una relativización antiesen- en el seno de la sociedad y de la relación que
cialista de las identidades, hasta entonces mantienen los diversos actores sociales con el
binarias y antagónicas, de los movimientos Estado. Sobre todo en contextos de desigual­
sociales en su capacidad de movilización, el dad socioeconómica, incluso la actividad me­
encuentro con el posestructuralismo/posmo- ramente “cultural”, no política, desplegada
dernismo será un paraguas para el conjunto por un determinado actor social, se inserta en
Multiculturalismo 252

procesos hegemónicos, de lucha por la distri­ académico y educativo, consiste en paliar las
bución y apropiación de poderes entre grupos persistentes discriminaciones que, por crite­
dominantes y subordinados. rios de sexo, color de piel, religión, etnicidad
Superando el maniqueísmo originalmen­ etc., sufren las minorías a través de una deli­
te im p líc ito en la n oció n de h eg em on ía berada política de “*discriminación positiva”.
(Gramsci), en su reformulación “multicultu­ A finales de los años ochenta las *elites
ral” es posible aplicarla a todo tipo de prácti­ académicas de estas diferentes comunidades
cas culturales que constituyen sistemas de sexuales, étnicas y/o culturales, que original­
sentidos y valores generados en contextos mente habían impulsado a los nuevos movi­
de dominación y subordinación y que, por tan­ mientos sociales, logran asentarse en una gran
to, han internalizado dichas desigualdades. Lo mayoría de los espacios educativos y académi­
distintivo de esta noción de hegemonía es su cos, sobre todo anglosajones. Es a partir de
“doble cara” —paradójicamente, lo hegemóni- entonces cuando el m ulticulturalism o y la
co es tanto un proceso como el resultado de “acción afirmativa” —como su expresión polí­
dicho proceso—. Sin embargo, los generadores tico-institucional más visible—se establecen
y portadores de las prácticas culturales que como un discurso hegemónico en gran parte
conforman un determinado movimiento no de la opinión pública, sobre todo anglosajona.
son simples víctimas de imposiciones hege- Desde ese momento, muchos de los protago­
mónicas, sino que resultan a la vez artífices nistas de estos movimientos se dedicarán a
creativos de estas prácticas. La elaboración de defender las “cuotas” de poder conquistadas
una identidad propia en un proceso de recrea­ dentro de las instituciones públicas no sólo
ción de prácticas culturales y de apropiación frente al antiguo antimulticulturalismo *asi-
de espacios de autonomía, característica fun­ milacionista de la “derecha histórica”, sino
damental de los nuevos movimientos sociales sobre todo frente a dos corrientes críticas,
de cuño m ulticulturalista, también es, por articuladas desde posiciones políticas muy
consiguiente, una “construcción hegemóni- próximas al primer multiculturalismo como
ca” (Laclau y Mouffe), que bajo determinadas movimiento social. En primer lugar, se trata
circunstancias puede convertirse en resorte de aquellos que coinciden con el multicultu­
de una estrategia “contrahegemónica” frente ralismo institucionalizado y hegemónico en
a los poderes dominantes. Como “fuentes de la necesidad de superar el anárquico anything
sentido”, las identidades construidas a lo lar­ goes (Feyerabend) del pensamiento posmo­
go de una movilización social y proyectadas derno, pero que —a diferencia del m ulti­
hacia el futuro pueden confluir con identida­ culturalismo “oficializado”— insisten en la
des residuales, producto de resistencias gene­ necesidad de distinguir entre identidades
radas por “comunidades” contrahegemónicas subjetivas, por una parte, y relaciones de po­
(Castells). der objetivamente existentes en el seno de la
Para los movimientos multiculturalistas, sociedad, por otra. La segunda corriente, crí­
el afianzam iento normativo de estas nuevas tica con la ya institucionalizada “política de
identidades ha pasado por una fase de “re­ diferencia”, cuestiona dos de los principales
esencialización” de diferencias originalmente postulados del multiculturalismo: por un la­
construidas. De forma paralela al inicio de la do, su elección del ámbito educativo y acadé­
institucionalización educativa, académica y mico anglosajón como campo preferencial de
luego política del multiculturalismo, es sobre actuación y reivindicación, y, por otro lado, su
todo en el contexto de los estudios étnicos y insistencia en la necesidad de construir comu­
culturales donde las diferencias “raciales”, nidades delimitables y portadoras de identi­
“*étnicas” y/o “culturales” se utilizan como dades discernibles.
argumentos en la lucha por el acceso a los po­ Ante las críticas formuladas desde estos
deres fácticos. En esta estrategia nuevamente ámbitos, tanto académicos y educativos como
se acude al prototipo del feminismo, cuya no­ políticos, al trato diferencial y su algo artifi­
ción de “cuotas” de acceso al poder es retoma­ cial distinción entre discriminaciones “nega­
da por el multiculturalismo para generar un tivas” versus “positivas”, el multiculturalismo
sistema altamente complejo de trato diferen­ reivindica la diferencia normativa entre las
cial de grupos minoritarios. El objetivo de es­ discriminaciones históricamente sufridas por
ta política de “*acción afirm ativa”, aplicada los miembros de un colectivo ^estigmatizado,
primero en los órganos de representación y por un lado, y las discriminaciones que a ni­
toma de decisiones de los propios movimien­ vel individual puede generar la política
tos y posteriorm ente trasladada al ámbito de “acción afirm ativa” para determinados
253 Multiculturalismo

miembros del grupo hegemónico, por otro. topercepción de las clásicas sociedades de in­
Transferida de su inicial contexto feminista y migración, por otro lado, impregna este deba­
su análisis de las diferencias de género al nue­ te de un fuerte carácter norm ativo: ¿hacia
vo contexto m ulticultural, la política de dónde deberían evolucionar las sociedades
cuotas para ser efectiva requiere de cierta contemporáneas de composición multicultu­
estabilidad en las “#fronteras” y delimitacio­ ral? Al inicio de la confrontación se percibe
nes establecidas no sólo entre la mayoría he- un fuerte maniqueísmo entre posiciones uni­
gemónica y las minorías subalternas, sino versalistas y particularistas a ultranza. Los
asimismo entre cada uno de dichos grupos defensores del liberalismo clásico y del anti­
m inoritarios. Con ello, paradójicam ente, guo asimilacionismo sostienen que la única
cuanto más éxito tiene el movimiento multi- alternativa al clásico paradigma *integracio-
culturalista en la praxis social, más profundi­ nista del m elting p o t son las neotribales
za en una noción estática y esencialista de “comunidades cercadas”, que acabarán des­
“cultura”. Subsumiendo diferencias “racia­ componiendo el “proyecto” común del “sue­
les”, “étnicas”, “culturales”, “subculturales” y ño americano”. Por su parte, sus antagonistas
relativas a los “estilos de vida”, el nuevo con­ m u lticu ltu rales resaltan el ca rá cter nada
cepto multiculturalista de “cultura” se aseme­ n eu tro, sino *e u ro cé n trico del supuesto
ja cada vez más a la noción estática que la u niversalism o an g lo sajó n . F re n te a esta
antropología había generado en el s. XIX y que interpretación, la tradición liberal del pensa­
pretendía definitivam ente superar a finales miento político defiende la democracia “uni­
del siglo XX y comienzos del XXI. versalista” como un mecanismo m eramente
La evidente culturalización detectable en procedimental, exento de contenidos cultura­
los discursos públicos, que en los años ochen­ les particulares. Este supuesto axiomático del
ta giran en torno a cualquier problema social universalismo es rechazado por el discurso
y educativo, constituye a la vez el principal lo­ multiculturalista. A pesar del proceso de secu­
gro y el mayor peligro de los movimientos larización y del laicismo como principio de
multiculturalistas. Al tratar a las minorías co­ las democracias contemporáneas, su trasfon­
mo “especies en vías de extinción” (Vertovec) do sigue revelando una determinada matriz
y diseñar políticas exclusivamente orientadas cultural, la cristiana. En este sentido, la sepa­
hacia su “conservación”, el m ulticulturalis- ración liberal de lo público y lo privado no es­
mo, aplicado a la intervención educativa y tablece un “terreno neutro”, sino que impone
social, corre el riesgo de “etnificar” la diversi­ una forma específica de concebir la política.
dad cultural de sus destinatarios originales. Sin embargo, la crítica que desde el par­
La apropiación de este tipo de discurso esen- ticularismo se formula contra el proyecto in-
cialista de la diferencia por parte de los gru­ tegracionista, sobre todo estadounidense, no
pos hegemónicos genera nuevas ideologías de se restringe a las minorías étnicas. También es
supremacía grupal, que basan sus privilegios retomada por aquellos sectores de la sociedad
en un culturalism o difícil de distinguir del mayoritaria que rechazan las injerencias pú­
“nuevo racismo cultural”. A menudo, autores blicas —tachadas como “centralistas”—en sus
sobre todo europeos critican la indirecta con­ ámbitos locales y regionales. Según una per­
fluencia entre la tendencia *segregacionista cepción creciente en estos sectores, “todos so­
del multiculturalismo recién institucionaliza­ mos minorías”, por lo cual somos portadores
do en Estados Unidos y un incremento de la de derechos y obligaciones únicam ente en
#xenofobia y del *racismo; ambos coinciden función de nuestra pertenencia a determina­
en relativizar la vigencia universal de los *de- das comunidades, integradas de form a seg­
rechos humanos más allá de las —supuestas o mentada en el conjunto de la nación. La
reales—diferencias culturales. correspondiente noción de ^ciudadanía tam ­
Cuando el discurso multiculturalista pasa poco puede ser neutra o meramente formal,
así del ámbito m eram ente académico a ad­ como estipula el ideal del “patriotismo consti­
quirir una creciente influencia en la opinión tucional” (Haberm as), sino que ha de tener
pública, sobre todo norteamericana y británi­ una faz com unitaria, definida en térm inos
ca, a finales de los años ochenta e inicios de los culturales y/o nacionales. D urante los años
noventa surge un debate político y pedagógi­ noventa, el resultante “*com unitarism o” se
co acerca del futuro de las sociedades occiden­ establece como el movimiento políticamente
tales. La confluencia de los “discursos de la más influyente, que ha surgido de forma indi­
diferencia”, por un lado, con cambios cualita­ recta en los confines del multiculturalismo y
tivos en la composición y, por tanto, la au- que desafía el “monopolio” discursivo del que
Multiculturalismo 254

hasta entonces disfrutaba el liberalismo en la democracia multicultural. Madrid: Talasa. Es­


teoría política sobre todo estadounidense. tudio introductorio de Javier de Lucas.
A raíz de este tipo de amonestación relati- SOUSA SANTOS, Boaventura de (1995): Toward
vizante surge un segundo debate menos dico­ a New Common Sense: Law, science and politics
tòmico en sus conclusiones políticas y más di­ in the paradigmatic transition. New York: Rou-
rectamente enfocado hacia el multiculturalis­ tledge.
mo. Partiendo del citado reconocimiento de D IETZ, Gunther (2003): Multiculturalismo, inter -
que el universalismo como forma específica culturalidad y educación: una aproximación an­
de conceptualizar derechos y obligaciones es tropológica. Granada, México: EUG-CIESAS.
producto de una determinada tradición occi­ GARCÍA CAN CLINI, Néstor (1995): Consumi­
dental, cabe preguntarse si ello autom á­ dores y ciudadanos: conflictos multiculturales de
ticamente debe hacer sospechar de todo plan­ la globalización. México: Grijalbo.
teamiento universalista. Desde esta pers­ GRILLO, Ralph D. (1998): Pluralism and the Poli­
pectiva, el “monoculturalismo im plícito” tics o f Difference: State, culture, and ethnicity in
(Pinxten) en la tradicional concepción de los comparative perspective. Oxford: Clarendon.
derechos humanos ha de ser des-contextuali- K IN CH ELO E, Joe L.; STEINBERG, Shirley R.
zado y separado de los derechos humanos (2000): Repensar el multiculturalismo. Barcelo­
como tales, para rescatar la aportación —inci- na: Octaedro.
dencialmente “occidental”, pero en principio KYM LICKA, Will (1996): Ciudadanía multicul­
universalizable—que realiza la original D e­ tural: una teoría liberal de los derechos de las mi­
claración de Derechos Humanos a la formu­ norías. Barcelona: Paidós.
lación de un nuevo concepto inclusivo de ciuda­ LAMO DE ESPINOSA, Emilio (ed.) (1995): Cul­
danía. La subsecuente tarea, en la que coinciden turas, estados, ciudadanos: una aproximación al
los liberales y comunitarios menos dogmáticos, multiculturalismo en Europa. Madrid: Alianza.
consiste en reconocer el pluralismo cultural M ARTINIELLO, Marco (ed.) (1998): Multicultu­
existente en las sociedades contemporáneas y ral Policies and the State: a comparison o f two
formular nuevos mecanismos de negociación European societies. Utrecht: Utrecht Univer-
y “criterios procedimentales *transculturales” sity-ERCOMER.
(Sousa), que respeten el principio del reconoci­ TAYLOR, Charles (1993): E l multiculturalismo y
miento de la diversidad existente. la política del reconocimiento. México: FCE.
Una “ciudadanía multicultural” (Kymlic-
Gunther Dietz
ka) deberá basarse, por una parte, en los dere­
chos individuales qua ciudadanos, y, por otra
parte, en el reconocimiento mutuo de “dere­ Véanse además ALTERI DAD, CI U DADA-
chos grupales diferenciales” por todos los NIA, Ciudadano, Comunidad transnacional,
componentes de una sociedad. La concreción Coni unitarismo, CULTURA, DERECH OS
específica de estos derechos sólo será factible IIUM ANOS, D IFE R E N C IA Y D E SI­
si en cada contexto multicultural los derechos GU A LD A D , Diferencias naturales y dife­
universales se traducen en derechos particu­ rencias sociales, Discriminación positiva,
lares de determinados grupos. El punto de DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓ N SO­
partida para este diálogo m ulticultural-libe­ CIAL, Discriminación positiva, ELITES, Es­
ral es la negociación del reconocim iento de clavitud, Espacios locales, ESTA D O -N A ­
derechos colectivos por un Estado basado en CION, Etnicidad, Etnocentrismo y relativis­
la concesión de derechos individuales. Los mo cultural, Extranjero, F R O N T E R A ,
partícipes de dicho diálogo necesariamente Fronteras simbólicas, GLOBALIZACIÓN,
serán las “comunidades” que se consideran H IBRID A C IÓ N , ID E N T ID A D , I N T E ­
portadoras de estos derechos diferenciales. GRACION, Integración educativa, Integra­
Con ello, el propuesto “compromiso” liberal- ción religiosa, Interculturalidad, M INO­
multicultural, llevado a la práctica, desenca­ RÍAS, Modernidad, Multiculturalismo en los
denaría una “invención”, institucionalización estudios culturales, Multiculturalismo en los
y “reificación” de las comunidades cultural­ estudios étnicos, NUEVOS M O V IM IEN ­
mente “diferentes”. TO S SOCIALES, Pluralismo sincrónico,
Poscolonialismo, PC)SMODERNIDAD, Ra­
Bibliografía cismo y neorracismo. Relaciones y procesos
informales económicos, SABER Y S A B E ­
CO HN -BEN DIT, Daniel; SCHMIDT, Thomas RES, Segregación, Transculturación, Xeno­
(1996): Ciudadanos de Babel: apostando por una fobia y xenofilia.
255 Multiculturalismo en los estudios culturales

tendencia estructuralista de “ontologizar” las


Multiculturalismo en los “estructuras subyacentes”. Su énfasis en los
aspectos semiótico e interactivo de la cultura
estudios culturales acerca el quehacer antropológico como una
Aprovechando el boom del concepto de “descripción densa”, interpretativa y, por tan­
*cultura desencadenado por el multicultura­ to, necesariamente posicional al análisis cul­
lismo, pero dirigiéndose, a la vez contra la tural propuesto por Williams. En su intento
tendencia hacia una nueva esencialización de de elaborar una noción integral y multidisci-
las identidades, las autodenominadas “nue­ plinaria de cultura, Bauman distingue entre
vas humanidades” protagonizan un giro pa­ un “concepto jerárquico” de cultura, que di­
radigmático en los años ochenta y noventa. vide verticalmente la variedad cultural, un se­
E ntre estas nuevas humanidades predom i­ gundo “concepto diferencial” de cultura,
nan los “estudios culturales”, término acuña­ cuyo énfasis en la diversidad a nivel horizon­
do por el ya mítico Centre f o r Contem porary tal contiene fuertes resonancias antropoló­
C ultural Studies de la Universidad de Bir- gicas, y un último “concepto genérico” de
mingham, fundado en 1964. Este innovador cultura, que agruparía las constantes y uni­
“campo interdisciplinario, transdisciplinario versales antropológicas. El encuentro entre
y a veces contradisciplinario, que funciona esta ampliación del término por la sociología
dentro de la dinámica de definiciones compe­ de la cultura y los estudios culturales, por un
titivas de cultura” (Kincheloe y Steinberg, lado, y su “semiotización” antropológica, por
1997: 85), pretende trascender sus orígenes otro, logra acercar ambas disciplinas.
disciplinarios, a menudo filológicos. Para ello Sin embargo, la posible confluencia entre
se fusionan la noción filológica y estética de los estudios culturales y la antropología fracasa
“texto”, el concepto de “representación”, pro­ ante el debate generado por el multiculturalis­
veniente de los estudios de los medios de C o ­ mo en torno a la “política de identidad y *dife-
municación y la teorización antropológica y rencia”. A pesar de sus críticas a la tendencia
sociológica en torno a la “cultura”. del multiculturalismo institucionalizado de
La influencia de la antropología llega me­ esencializar y predeterminar las delimitacio­
diatizada a través de la sociología de la cultura nes entre grupos, culturas e identidades, los
de orientación marxista. Es sobre todo W i­ estudios culturales heredan la original reivin­
lliams quien, como precursor directo, impacta dicación de los movimientos multiculturalistas
en la ampliación del concepto de cultura, recu­ de desenmascarar todo tipo de identidad como
rriendo a la noción holística de cuño antropoló­ constructo. Es en este ámbito en el que tanto la
gico para superar las limitaciones del concepto a crítica posmoderna como poscolonial al esen-
menudo elitista y estetizante desarrollado por cialismo es transferida del análisis de las rela­
las humanidades. Más allá de las tradicionales ciones globales entre metrópoli y ^periferia
fronteras disciplinarias, que suelen dividir arti­ #colonial hacia el interior de las sociedades oc­
ficialmente el objeto de estudio antropológico, cidentales. A diferencia de la teorización
sociológico, historiográfico o filológico, la pro­ antropológica acerca de las identidades, los es­
ducción y el consumo de “hechos” y “prácticas” tudios culturales descubren en la política de
culturales son analizados como “procesos de identidad el margen de libertad perdido al
dotación de sentido” (Du Gay). adoptar el concepto holístico de cultura. La
Esta confluencia con nociones antropoló­ identidad se equipara con la identificación
gicas sólo ha sido posible gracias al giro si­ individual, personal y con ello subjetiva y
multáneamente realizado en antropología cambiante del actor social, que sólo puede ser
hacia el *posmodernismo. Tanto el enfoque condicionada a través del juego dialéctico y re-
semiótico y simbólico de Geertz como la “et­ lacional entre lo dominante y lo subalterno.
nografía textual” de Marcus y Cushman, y su Al aplicarla a las relaciones sociales gru-
reformulación como “crítica cultural” (Mar- pales, esta noción básicamente lingüística de
cus y Fisher), acercan la antropología a los es­ identidad tiende a reducir el análisis de la
tudios culturales. Mientras que la crítica de interacción concreta y empíricamente obser­
Marcus et al. a la etnografía convencional in­ vable a la inventarización de recursos cua-
troduce, tematiza y problematiza la subjeti­ siliterarios, que “representan” y “narran”
vidad y posicionalidad de la experiencia identidades, así como al des-enmascaramien­
etnográfica, G eertz re-sitúa el objeto antro­ to y reconocimiento de lo “escenificado” co­
pológico rechazando tanto la reducción men- mo procesos dinámicos de identificación. A
talista de la antropología cognitiva como la pesar del programático afán de desarrollar
Multiculturalismo en los estudios étnicos 256

nuevos enfoques transdisciplinarios, a menu­ Véanse además Centro-periferia, COLONIA­


do se evidencia el persistente peso del legado LISMO Y A N TICO LO N IA LISM O , C O ­
“filológico”. En gran parte de los estudios cul­ MUNICACIÓN, CULTURA, D IF E R E N ­
turales, la desenfrenada discursividad propia CIA Y D ESIG U A LD A D , ID E N T ID A D ,
del analista se mezcla con el análisis de la rea­ M ULTICULTURALISM O, Poscolonialis-
lidad circundante, frecuentemente reducida mo, POSMODERNI DAD.
a “texto social”. En este sentido, la identidad
se definiría como un mero “espacio multidi-
mensional en el que una variedad de escritu­
ras se solapa y enfrenta, escrituras compuestas
Multiculturalismo en los
de muchas citas provenientes de innumera­
bles centros de cultura, aparatos ideológicos
estudios étnicos
de Estado y prácticas” (Sarup, 1996: 25). Por razones eminentemente estratégicas y
Es este “pantextualismo” (Grüner) la ten­ prácticas, los primeros pasos hacia la implan­
dencia a diluir la existencia de poderes fácti- tación de medidas destinadas a multicultura-
cos empíricamente estudiables mediante el lizar a las sociedades contemporáneas se cen­
insistente recurso a paralelismos lingüísticos tran en dos ámbitos de actuación: la escuela
y metáforas textuales, el que despierta críticas pública y la universidad. En Estados Unidos,
no sólo desde la antropología, sino también de la esfera académica tiende a absorber gran
otros sectores aún “disciplinarios” de la aca­ parte no sólo de la discusión acerca del m ul­
demia, en general. Por ello se rechaza la ticulturalism o, sino también de las expe­
pretensión de trascender las fronteras disci­ riencias prácticas y los proyectos-piloto de
plinarias sin antes haber resuelto las im pli­ aplicación del programa multicultural. A di­
caciones epistemológicas que surgen de la ferencia de los Estados Unidos, en el Reino
relación necesariamente establecida con estas Unido la mayor integración del ámbito uni­
disciplinas de origen. La crítica se generaliza versitario en el conjunto de la sociedad, y su
hacia el supuesto “eclecticismo teórico” (Grü­ mayor interrelación con los movimientos
ner) de este enfoque: se pretende superar las pedagógicos, sociales, sindicales y políticos,
fronteras disciplinarias apropiándose a la vez permiten iniciar rápidamente proyectos edu­
del muy heterogéneo abanico de conceptos y cativos no centrados en la universidad, sino
paradigmas que cada una de estas disciplinas en las instituciones escolares.
había ido generando y sistematizando. Como en los afines movimientos sociales
surgidos en torno a la disidencia ^ciudadana
frente a la guerra de Vietnam, ante el escaso
impacto directo obtenido en la sociedad esta­
Bibliografía dounidense el multiculturalismo también op­
ta por la “marcha a través de las instituciones”
BAUMAN, Zygmunt (1999): Culture as Praxis.
para ampliar su influencia y asegurarse su
London: Sage.
supervivencia y permanencia como movi­
DU GAY, Paul et al. (1997): Doing Cultural Studies:
miento disidente. Las transformaciones, que
The story o f the Sony Walkman. London: Sage.
simultáneamente se estaban dando en el inte­
JAMESON, Fredric; ZIZEK, Slavo (1998): Estu­
rior del sistema de educación superior, favo­
dios culturales: Reflexiones sobre el multicultura­
recían la rápida integración académica del
lismo. Buenos Aires: Paidós.
multiculturalismo. Son sobre todo dos facto­
KIN CH ELO E, Joe L.; STEINBERG, Shirley R.
res contemporáneos los que han permitido es­
(2000): Repensar el multiculturalismo. Barcelo­
ta ^integración: por una parte, el creciente
na: Octaedro.
afán de las universidades por trascender la rí­
SARUP, Madan (1996): Identity, Culture and the
gida estructura disciplinaria; al establecer
Postmodern World. Edinburgh: Edinburgh
nuevos estudios interdisciplinarios como lo
University.
son en su primera generación los “estudios de
TUDOR, Andrew (1999): Decoding Culture: The-
áreas” ^geográficas y/o culturales, varias ins­
ory and method in cultural studies. London: Sage.
tituciones académicas también estarán dis­
WILLIAMS, Raymond (1976): Keywords: a voca-
puestas a admitir nuevas ramas #“híbridas” y
bulary o f culture and society. New York, Ox­
potencialmente transdisciplinarias como lo
ford: Oxford University Press.
serían los estudios *étnicos; por otra parte, el
— (1981): Culture. London: Fontana.
progresivo ingreso de los movimientos femi­
Gunther Dietz nistas en las ciencias sociales y las humanida­
257 Multiculturalismo en los estudios étnicos

des no sólo ha permitido abrir un novedoso nicos y su expansión cuantitativa hacia la


campo de investigación propiamente fem i­ práctica totalidad de las instituciones, prime­
nista, sino que a la vez ha facilitado la institu- ro norteamericanas y luego británicas, de
cionalización del primer multiculturalismo educación superior, sin embargo, a la vez de­
bajo la denominación de “estudios étnicos”; es muestran su “fracaso”. En vez de lograr una
antes que nada la mencionada política de multiculturalización “transversal” de las dis­
“*acción afirmativa” la que va abriendo el ca­ ciplinas académicas, se obtiene un “nicho”
mino de la academización para los anteriores propio desde el cual teorizar acerca de las
protagonistas de los *nuevos movimientos so­ políticas de id en tid ad y ^diferencia, desple­
ciales. gando a menudo un “absolutismo étnico”
Antes de la institucionalización de estos (Gilroy) fuertem ente particularista. Esta
protagonistas a través de la universidad, en *marginalidad estructural es reforzada por la
una primera fase de lo que luego se conocería política de acción afirm ativa, que acaba
como los “estudios étnicos”, la academia es imponiendo identidades cada vez más com-
presionada “desde la calle” por las reivindica­ partimentalizadas y esencializadas a los soli­
ciones de los movimientos afroamericanos, citantes del puesto en cuestión. Las cuotas
chícanos e indígenas. Como respuesta, se co­ de trato preferencial, frecuentemente estable­
mienza a diversificar y “multiculturalizar” el cidas a partir de una rígida y artificial combi­
currículum de varias ciencias sociales y hu­ nación de características demográficas —sexo,
manidades. El paso de los cursos monográfi­ edad, lugar de origen— con adscripciones
cos sobre determinadas ^minorías étnicas y/o identitarias —etnia, “raza”, orientación se­
culturales, aún firmemente integrados en el xual—, minoriza, individualiza y, por último,
seno de carreras ya “clásicas” como la antro­ desmoviliza tanto al profesorado como al
pología, al establecimiento de los “estudios alumnado involucrado en los movimientos
étnicos” como carreras autónomas, nueva­ multiculturalistas.
mente es propiciado con el apoyo indirecto Como consecuencia, las “guerras cultura­
del feminismo. A lo largo de los años setenta e les”, desencadenadas por la aparición de los
inicios de los ochenta, el programa político- estudios étnicos, la política de ^discriminación
ideológico del feminismo se academiza no a positiva y los intentos de multiculturalizar no
través de los actuales “estudios de género”, si­ sólo a la academia sino a todas las instituciones
no en su primera vertiente como “estudios de públicas, a menudo se han centrado en reduci­
la m ujer”. La distinción es significativa, pues­ das “guerras de campus" (Arthur y Shapiro)
to que la implícita noción de estudios realiza­ carentes de un impacto generalizado en la so­
dos “por la m ujer y para la m ujer” conlleva ciedad contemporánea. No obstante, aparte
el postulado metodológico de una supuesta de los nichos de poder académico conquista­
identificación entre el sujeto investigador y el dos, su principal aportación consiste en haber
sujeto investigado. despertado una nueva “sensibilidad” cultural
La resultante política de “acción afirm ati­ y étnica en la opinión pública.
va” no sólo es una reivindicación de tipo ético,
sino que connota la necesidad de incluir la
personalidad y “posicionalidad” del sujeto in­ Bibliografía
vestigador en la propia investigación. Este
concepto metodológico y, en últimas instan­ ARTHUR, John; SHAPIRO, Amy (eds.) (1994):
cias, epistemológico también se logrará impo­ Campus Wars: Multiculturalism and the politics
ner en los estudios étnicos, que a partir de ofdijference. Boulder: Westview.
ahora tenderán a generar autoestudios —mo­ HARRISON, Fay V. (ed.) (1991): Decolonizing
nográficos o comparativos—de minorías étni­ Anthropology: Movingfurther towardan anthro-
cas realizados por representantes académicos pology fo r liberation. Washington: Association
de dichas minorías. Con ello se persigue el of Black Anthropologists, A A A.
afán de “descolonizar” las ciencias sociales y LA B E L L E , Thomas J.; WARD, Christopher
sobre todo la antropología de su tradicional R. (1996): Ethnic studies and multiculturalism.
mirada jerarquizante y colonial frente al Albany, New York: State University of New
“otro”. La multiculturalización de f a d o de la York Press.
composición del profesorado y alumnado se­ TORRES, Carlos Alberto (2001): Democracia,
rá el primer resultado palpable de este giro educación y multiculturalismo: dilemas de la
hacia el autoestudio étnico. ciudadanía en un mundo global. México:
El consecuente “éxito” de los estudios ét­ Siglo XXI.
Multilingüismo 258

YO U N G , Philip Q. (2000): Ethnic studies: Issues cierto darwinismo lingüístico y la funcionali­


and approaches. Albany, New York: State Uni­ dad comunicativa de las lenguas más habla­
versity of New York Press. das. En el segundo se defiende un cierto
proteccionismo lingüístico y los derechos lin­
Gunther Dietz
güísticos de los ciudadanos con lenguas m ino­
ritarias o minorizadas.
Véanse además Acciones afirmativas, ALTE- La lengua no es sólo un instrumento de
RIDAD, Acciones afirmativas, C IU D A ­ C om unicación. Para algunas comunidades
DANÍA, Ciudadano, COLONIALISMO Y lingüísticas funciona también como *identifi-
AN U Í ( ) LONIALISMC), D IF I•RE N ( : IA cador cultural. En estos casos pueden darse
Y DESIGUALDAD, Diferencias naturales v unos fuertes sentimientos de fidelidad de los
diferencias sociales. Discriminación positiva, hablantes con su lengua, que se hacen más
DISCRIMINACION Y EXCLUSIÓN SO­ fuertes si sienten su lengua amenazada. Aun­
CIAL, Discriminación positiva, Etnicidad, que no todos los hablantes de una lengua le
Frontera geográfica y administrativa, H I­ dan a ésta el mismo significado.
BRIDACION, IDENTIDAD. INTEGRA- El multilingüismo se manifiesta en cada
GIÓ N, MI ÑOR í A S, M UIJTIC UI .T U R A - contexto en formas diversas y las relaciones en­
LISMO, NUEVOS M O V IM IEN TO S SO­ tre las lenguas tienen características particu­
CIALES. lares. En cualquier caso, el multilingüismo su­
pone la coexistencia de distintas lenguas en
un territorio delimitado políticamente. Toda
Multilingüismo situación multilingüe implica un conflicto
potencial; la convivencia lingüística no puede
Fruto de la *modernidad y de la construc­ estar siempre exenta de conflictos. Además,
ción de los *Estados-nación se instauró la ten­ toda situación multilingüe implica una tal di­
dencia a ver el monolingüismo como la regla versidad de aspectos que para una mejor ex­
y el multilingüismo como un inconveniente plicación podríamos distinguir tres ámbitos,
que rompía la unidad. Hoy en día los térmi­ que están ineludiblemente relacionados de
nos empiezan a cambiar. El multilingüismo forma compleja y a veces contradictoria: el
es la situación de hecho de los Estados y el multilingüismo individual, el social y el insti­
monolingüismo la excepción. tucional.
Si superpusiéramos dos mapamundis, uno A nivel individual la duda que se plantea es
político y otro lingüístico, podríamos apreciar saber qué se entiende por una persona multi­
claramente que en el interior de los Estados lingüe o bilingüe. Así se discute cuál es el gra­
coexisten distintas lenguas. Pero si nos fija­ do de competencia lingüística que debe darse
mos, por ejemplo, en las grandes ciudades eu­ para estar en un caso de bilingüismo. Según
ropeas las lenguas que se hablan en ellas se cuál sea el grado de corrección lingüística que
m ultiplican sustancialmente. La globaliza- se delimite, los casos de bilingüismo variarán.
ción, al mismo tiempo que proyecta el inglés Además, no siempre se ha visto el bilin­
como la lengua internacional vehicular, vi­ güismo como una ventaja. Así se ha conside­
sualiza la babelización de las metrópolis. rado un problema para el dominio correcto
Uno de los retos más importante de la *in- de las lenguas, ya que se producen interferen­
terculturalidad es el m ultilingüismo. Se cias entre ellas.
produce una tensión entre la unidad y la *di- Los individuos, en la actualidad, se ven
versidad lingüísticas. El multilingüismo pue­ impelidos cada vez más a moverse en ámbitos
de ser visto como un problema o como un multilingües. La gestión de las ^diferentes
enriquecim iento. Cuando es visto como lenguas por parte de los individuos variará en
un problema se suele hacer la defensa de la len­ los distintos contextos, según las necesidades
gua dominante frente al caos plurilingüe y se o posibilidades lingüísticas de cada persona.
constata una actitud de indiferencia ante el Esta situación multilingüe puede ser vivida
futuro de las lenguas minoritarias. Si es visto por cada persona de form a distinta. Para
como una riqueza se suele hacer una defensa algunas personas dicha situación supondrá
de la diversidad lingüística y se alerta de que obstáculos y molestias en sus prácticas comu­
muchas lenguas están en peligro. Para esta nicativas cotidianas, mientras que otras la en­
perspectiva la pérdida de cada lengua supone contrarán estimulante.
la merma del *patrimonio cultural de la hu­ Si nos centramos en los comportamientos
manidad. En el primer caso se postula un lingüísticos de los hablantes, en todas las si­
259 Multilocal

tuaciones de uso de las lenguas coexistentes otro, que no sabrían hablar de manera fluida,
en una sociedad veríamos cómo en cada si­ pero que al entenderla, aunque fuera con di­
tuación hay múltiples variables que intervie­ ficultades, entenderían el ‘genio’, el universo
nen en las opciones lingüísticas —las personas cultural que cada uno expresa cuando habla
implicadas, el contexto, la situación, los la lengua de sus antepasados y de su propia
tem as, la ideología, etc.— y que dan lugar tradición.”
a estrategias comunicativas distintas. El
multilingüismo, en su dimensión social, nos
plantea el tema de la diglosia. El concepto de Bibliografía
diglosia también articula posturas distintas.
ECO, Umberto (1994): La búsqueda de la lengua
Por un lado, se puede entender la diglosia co­
perfecta. Barcelona: Crítica.
mo el uso funcional de dos o más lenguas en
BURKE, Peter (1996): Hablar y callar. Funciones
una sociedad. Pero, por otro lado, la diglosia
sociales del lenguaje a través de la historia. Barce­
también sería la expresión de un conflicto lin­
lona: Gedisa.
güístico en el que se da una relación de domi­
KYM LICKA, Will (2003): La política vernácula.
nio de una lengua sobre otra. Así, la lengua
Nacionalismo, multiculturalismo y ciudadanía.
dominante tendría carácter oficial y dim en­
Barcelona: Paidós.
sión pública, y la lengua dominada un uso
LODARES, Juan Ramón (2000): E l paraíso polí­
restringido y poca visibilidad mediática.
glota. Madrid: Taurus.
En los sistemas democráticos los conflic­
PU EYO , Miquel; T U R U L L , Albert (2003): D i-
tos lingüísticos dan lugar a soluciones polí­
versitat i política lingüística en un món global.
ticas negociadas que implican políticas
Barcelona: Pórtic.
lingüísticas. En el ámbito institucional, una
SIGUÁN, Miquel (1992): España plurilingüe. Ma­
de estas políticas es la normalización lingüís­
drid: Alianza editorial.
tica. La lengua dominante de una sociedad es
— (1996): La Europa de las lenguas. Madrid:
la de los grupos política y socialmente domi­
Alianza editorial.
nantes. La normalización lingüística implica
TUSÓN, Jesús (1989): E l lujo del lenguaje. Barce­
necesariamente un cambio en la distribución
lona: Paidós.
del poder. Pero en las sociedades este cambio
— (1996): Los prejuicios lingüísticos. Barcelona:
necesita, además de políticas lingüísticas, la
Octaedro.
participación colectiva de los hablantes. La
normalización lingüística de una lengua mi- Miquel Rodrigo Alsina
norizada supone la extensión de su uso social. Anna Estrada Alsina
Sin embargo, la norm alización lingüística
también implica un modelo lingüístico, que Véanse además COMUNICACION, D IF E ­
puede tender al monolingüismo o al m ultilin­ RENCIA Y DESIGUALDAD, Diferencias
güismo. También se debe apuntar que el mul­ sociolingüísticas y desigualdad, Estera mediá­
tilingüismo institucional no tiene muy en tica, ESTADO-NACÍ ÓN, 1DEN TI DAD,
cuenta, en su normalización lingüística, todo I N TEG RACION, I ntercultu ral idad, MI -
el multilingüismo existente en el ámbito indi­ NORÍAS, Modernidad, PATRIMONIO, So­
vidual y social. Sólo las lenguas con carácter ciedad de la información y del conocimiento.
oficial son contempladas en las políticas lin­
güísticas de normalización.
La relación entre las lenguas, en el ámbito
Multilocal
institucional, y sus hablantes, en el ámbito so­ Las reordenaciones #espacio-temporales
cial, no está libre de tensiones. La inclinación ocurridas en la #modernidad avanzada han
al monolingüismo y la tendencia a la diversi­ trastocado de manera importante los objetos
dad lingüística coexisten. No hay soluciones clásicos de la antropología —la relación entre
fáciles ni exentas de la colisión de intereses. *cultura y ^territorio, la ^diversidad cultural,
Pero es un reto que la humanidad ha de los ^límites de la ^identidad, e tc —, plantean­
arrostrar. Quizás una posible respuesta es la do a esta disciplina nuevos problemas de ín­
que propone Umberto Eco (1994: 292): “Una dole teórico-m etodológica. Entre otros, ha
Europa de políglotas no es una Europa de contribuido a cuestionar el arraigado mito del
personas que hablan con facilidad muchas “localismo premoderno”, nacido, hasta cierto
lenguas, sino, en el mejor de los casos, de per­ punto, de las exigencias del trabajo de campo
sonas que pueden encontrarse hablando cada etnográfico. Según Morley y Robins (1995:
uno su propia lengua y entendiendo la del 129-130), dicho localismo está compuesto por
Multilocal 260

un conjunto de suposiciones sobre el vínculo, tos de un fenómeno cultural complejo. Mar-


arraigam iento, insularidad y pureza de las cus distingue hasta seis técnicas distintas de
culturas premodernas. Llámesele modelo o etnografía multisituada —“seguir a la gente”,
mito, lo cierto es que se ha visto desbordado “a las cosas”, “a la metáfora”, “a la historia o la
por los procesos de cambio que producen un alegoría” y “a la vida o la biografía”—, a las
desfase creciente entre las prácticas ^locales y que suma la “etnografía estratégicamente si­
las fuentes de valor o legitimidad, entre las tuada” que, pese a desarrollarse en un único
coordenadas de la acción presencial y los ejes lugar, sólo es local circunstancialm ente, ya
dominantes de referencia espacio-temporal. que pretende captar algún aspecto del sistema
Con frecuencia, el desbordamiento del espa­ global en términos etnográficos.
cio-tiempo *local es tal que resulta difícil de­ Como ha señalado más recientemente U lf
cidir en qué medida un fenómeno concreto H annerz (2003), la influencia de Marcus ha
pertenece al ámbito de lo local, lo ^nacional sido fundamental para que la antropología
o lo global. hiciera suyo el término “multilocal” y la idea del
Lo más probable, como indica Francisco campo de estudio multilocal. Destaca que los
Cruces (1997: 47), es que corresponda a todos primeros que adoptaron esta perspectiva fue­
a la vez. Los objetos y unidades de análisis ron los estudios de ^migración, ya que en ellos
pueden cambiar o continuar siendo los mis­ resultaba evidente que amplios grupos de
mos, pero lo que ciertamente está cambiando personas vivían sus vidas en dos o más lugares
es la mirada o la perspectiva desde la que se situados a menudo en continentes distintos, y
observa. Apuntando en esa dirección, C lif- que en la antropología sólo se ha adoptado es­
ford aconseja repensar los tradicionales cam­ ta óptica a nivel internacional desde finales de
pos de estudio de la antropología a la luz de los años ochenta del pasado siglo.
un nuevo enfoque que consiste en concebir Basándose en las aportaciones de Marcus
“la aldea tradicional como si fuera una sala de y de Giddens, Margaret Rodman (1992) en­
tránsito, porque resulta difícil encontrar una tiende el concepto de “multilocalidad” como
imagen más cabal de la *posmodernidad, del una forma multidimensional de experimen­
nuevo mundo del *movimiento y de las histo­ tar los lugares. Considera las distintas dimen­
rias del desarraigo” (1997: 1). siones de la multilocalidad como “predicados
El ^movimiento continuo e interconecta­ sobre las conexiones, sobre la presencia inter­
do de personas, significados, capitales y cosas activa de diferentes lugares y de distintas
ha hecho emerger dentro de la investigación voces en diversos contextos geográficos, cul­
antropológica una tendencia metodológica turales e históricos” (1992: 647).
que supone la adaptación de la práctica etno­ Para esta autora, la idea de multilocalidad
gráfica de larga duración a objetos de estudio combina cuatro significados distintos. Prime­
más complejos. Contextualizada por las ma- ro, implica practicar un análisis descentrado,
croconstrucciones de un orden social más que busca la comprensión del lugar desde
amplio, la etnografía se traslada desde su múltiples perspectivas, no *eurocéntricas y no
convencional ubicación, limitada a un solo occidentales; en ese sentido supone “mirar los
#lugar —single-sited—, a lugares múltiples de lugares desde el punto de vista de los *O tros”
observación y participación que atraviesan o (1992: 646). Segundo, puede significar un
disuelven la dicotomía local/global. La pro­ análisis comparativo o contingente del lugar;
puesta de George Marcus (1995), la celebrada con esta idea enfatiza el hecho que algunas
“etnografía multisituada o multilocal”, se dis­ actividades son el resultado de las acciones de
tingue por poseer un objeto de estudio que no múltiples agentes situados en diferentes luga­
puede ser explicado etnográficamente si se re­ res, y que, consecuentemente, sólo pueden
aliza trabajo de campo intensivo en un solo comprenderse cuando se es capaz de identifi­
lugar. Se trata, por tanto, de desarrollar una car las complejas conexiones existentes
etnografía móvil, que se desenvuelve en múl­ dentro del sistema de lugares en que se de­
tiples lugares, para examinar la circulación de sarrollan. Tercero, la multilocalidad puede
los significados culturales, los objetos y las referirse también a las relaciones reflexivas
identidades en un espacio-tiempo difuso. Las con los lugares. Cualquier persona cuyo espa­
etnografías multisituadas o multilocales defi­ cio cotidiano haya sufrido fuertes cambios, o
nen a sus objetos de estudio a través de diver­ que se haya trasladado a otro lugar distinto,
sas técnicas que consisten básicamente en tenderá a comparar lo desconocido con lo fa­
seguir el movimiento, planificado o espontá­ miliar y a considerar al primero en base al se­
neo, y trazar la relación entre diversos aspec­ gundo; es una manera multilocal —señala
261 Multilocal

Rodman—de solucionar la falta de significa­ —o multilocales—y transnacionales al mismo


do. Finalmente, un único espacio físico puede tiempo, y puntualiza que ambos conceptos no
ser multilocal en el sentido que puede ser ex­ son sinónimos, ya que es posible hacer un es­
perim entado de formas muy diferentes por tudio translocal dentro de una sola región
distintos actores; así lo multilocal expresa la (2003:24).
idea de que un lugar tiene significados polisé- Resalta, en tercer lugar, que los estudios
micos según las personas que lo usen. multilocales implican siempre elección, y que
Por su parte, para U lf H annerz (2003), es aquí cuando tiene sentido diferenciar entre
resulta evidente que en el mundo actual la “campo potencial” y “campo real”; el campo
cultura y la gente están a menudo en m o­ potencial puede ser muy amplio —por ejem ­
vimiento, y que las estructuras sociales se han plo, el mundo transnacional del ballet—, pero
extendido en el espacio de una manera tal, el campo real es aquel que los antropólogos
que, si únicamente se partiera del punto de seleccionan y del que dan cuenta realmente
vista local, sólo se podría dibujar un panora­ en su investigación. Finalm ente, H annerz
ma incompleto. En un contexto como éste, el marca la diferencia entre los estudios compa­
campo de lo local no puede considerarse algo rativos y los multilocales: mientras que los
dado; es más, la manera en que se han cons­ primeros rara vez enfatizan que las unidades
truido las localidades se ha convertido en un se encuentran unidas entre sí por una estruc­
problema en sí mismo. Para enfrentarse a es­ tura más o menos coherente, una caracterís­
te problema metodológico repasa las investi­ tica central de los estudios multilocales es
gaciones que en los últimos años se vienen pensar en términos de red. Además, los estu­
realizando en su departamento de la Univer­ dios multilocales incluyen frecuentemente lo­
sidad de Estocolmo, y descubre que el común calidades que no son fácilmente comparables
denominador de todas ellas es que sus mate­ y que, a causa de la movilidad propia de nues­
riales se han recolectado en diversas locali­ tro tiempo, se integran en la red de maneras
dades, es decir, son estudios multilocales. muy distintas. “N o es sorprendente que los
Característicamente, cada uno de estos estu­ cursos y las conferencias sean elementos
dios tiene un campo que consiste en una red importantes de bastantes estudios. En la reali­
de localidades unidas entre sí por algún tipo dad, a menudo es ese tipo de lugares tem ­
de estructura cohesiva. Lo que ocurre en una porales de encuentro el que contribuye de­
localidad influye en lo que sucede en las otras; cisivamente a la form ación y a la cohesión
“por eso se hace necesario o, como m ínim o, estable de las redes translocales. Es allí donde
preferible com binar diversos puntos de se conoce a la gente que habitualmente vive
observación. Esto tam bién supone que el en lugares distintos, y es en estos lugares don­
campo no sólo es m u ltilo c a l, sino tam bién de surgen muchas ideas” (2003: 27-28).
translocal, en el sentido de que ese aspecto es U lf H annerz también se hace eco de las
necesario para clarificar la naturaleza de las notables diferencias existentes entre el trabajo
relaciones entre las distintas localidades. Se de campo clásico y el multilocal. Afirma que el
podría decir que, mientras la entidad analíti­ primero no tiene que ser considerado necesa­
ca es translocal, el trabajo de campo es m ulti­ riamente como el modelo de actividad de cada
local” (2003:21). uno de los lugares de un proyecto multilocal;
Hannerz recoge algunas de las principales unas épocas pueden ser más relevantes que
cuestiones —temáticas, teórico-m etodológi- otras, y unos lugares más importantes o signi­
cas, de enfoques y experiencias de trabajo de ficativos que otros. Igualmente en el trabajo
campo—que han puesto de relieve los estudios de campo multilocal el tiempo de permanen­
multilocales. Señala, en primer lugar, que cia del investigador tiende a alejarse de la
bastantes tienen como objeto de estudio los ortodoxia de un año, y los materiales de entre­
movimientos sociales, un tema que los antro­ vistas se hacen proporcionalmente más
pólogos han trabajado relativamente poco. El importantes que los provenientes de la ob­
interés que despiertan tales movimientos no servación participante. Pero Hannerz no mira
sólo refleja que nos hallamos ante uno de los con añoranza el trabajo de campo de corte clá­
fenómenos organizacionales más im portan­ sico. Comparando los pros y los contras del
tes de nuestro tiempo, sino que, dada la ten­ trabajo de campo multilocal y tradicional, re­
dencia de éstos a desplegarse espacialmente, conoce que el multilocal ofrece menos oportu­
necesitan que su campo de estudio desborde nidades para la observación de actividades e
las áreas locales. Destaca, en segundo lugar, interacciones. Pero, a cambio, destaca, “nos
que muchos de estos estudios son translocales ofrece la riqueza de un tipo de materiales que
Multilocal 262

simplemente no existían en las Trobriand Ethnography”. Annual Anthropological Re-


cuando Malinowski estaba allí” (2003: 35). view, 24: 95-117.
MORLEY, D.; ROBINS, K. (1995): Spaces o f Iden­
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RODMAN, M. (1992): “Empowering Place:
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to Press, 18-38. gar y no lugar, MIGRACIONES, Moderni­
MARCUS, G. E. (1995): “Ethnography in/of the dad, MC )\ ILI DAD, Nomadismo y turismo,
World System: The Emergence of Multi-sited P O S M 01) E R N 11) A D, T E R RIT () RI ( )S.
padres E xtranjeros y se ha nacido en Francia,
Nacionalidad cuando uno de éstos también hubiera nacido
La nacionalidad no es un concepto monolí­ aquí; o, a los dieciocho años, siendo hijo de
tico. Hay considerables diferencias inter­ padres extranjeros, siempre que se demuestre
nacionales en la institucionalización de la la residencia en Francia antes de alcanzar la
Ciudadanía y la asimilación de los inmigrantes. mayoría de edad. Se reconoce el ju s *sol. Por
Alemania y Francia son, por ejemplo, dos el contrario, en Alemania la nacionalidad se
casos que suponen un agudo contraste de ex­ obtiene exclusivamente por descendencia: hay
periencias y políticas ^migratorias, y que nos que ser hijo de alemanes — ju s sanguinis—. La
pueden servir inicialm ente de paradigmas prevalencia de uno u otro principios — ju s soli
para explicar las distintas formas de enfocar versusju s sanguinis—tiene implicaciones direc­
el problema de la nacionalidad. Alemania, un tas para los derechos sociales de los hijos de
*Estado-nación incompleto hasta 1990, se au- inmigrantes. La prevalencia del ju s soli en
todefine hasta entonces como país no de in­ Francia hace que los descendientes de inm i­
m igración, sino de retorno de los alemanes grantes adquieran derechos antes que sus
dispersos por las consecuencias de la II Gue­ equivalentes en Alemania. La consolidación
rra Mundial. Alemania admite a los inm i­ de la residencia y la adquisición de la naciona­
grantes sólo como G astarbeiter. Este es el lidad en los años noventa fueron un proceso
enfoque dual, incluyente respecto a los inmi­ más difícil y largo en Alemania que en Fran­
grantes de origen E tn ic o alemán, y E x c lu - cia. En Alemania el proceso de N atu raliza­
yente respecto a los demás. Este discurso ción se entiende como la consecuencia y no el
oficial de que “Alemania no es un país de in­ instrumento del proceso de ^integración. Pa­
migración” se diluye tras la Reunifícación, so­ ra optar al proceso se debe haber residido le­
bre todo a finales de la década de los años galmente durante al menos quince años, mien­
noventa. Si Alemania es el ejem plo de una tras en Francia el periodo es de cinco años.
nación que desborda los *límites del Estado, Se han dado dos tipos de interpretaciones
Francia, como Inglaterra, representaría la para explicar las diferencias en el grado de in­
problemática inversa de un Estado cuyos lí­ tegración de los inmigrantes en los dos países:
mites políticos son mayores que los de las una que podemos llamar culturalista y otra
#fronteras #culturales de la nación. Francia institucional-materialista. En su explicación
tiene inmigración de sus ex Eolonias —Arge­ culturalista, Brubaker (1992) subraya el papel
lia, Marruecos—. Es una inm igración *pos- que tienen las formas de entender la naciona­
colonial, distinta de la de los G astarbeiter lidad y la ciudadanía en cada país, o, en sus pa­
inmigrantes en Alemania. labras, los “idiomas culturales” de cada país.
La nacionalidad francesa se adquiere au­ Para Brubaker los factores geográficos y polí­
tomáticamente por nacimiento si uno de los ticos son importantes, pero lo determinante es
padres es francés; o, si se es descendiente de la distinta concepción de la nacionalidad y la
Nacionalidad 264

ciudadanía en los dos países: etnocultural en Este argumento m aterialista-institucio-


el caso alemán, política en el francés. nalista explicaría las diferencias entre F ra n ­
La visión de la ciudadanía se forja en cia y A lem ania en lo que se refiere a la
Francia a partir de la Revolución de 1789. Se­ integración de los inm igrantes. En la pers­
ría un idioma ilustrado y racionalista, exclusi­ pectiva de Janoski, sería el colonialismo —más
vamente político, centrado en las libertades extenso y duradero—de Francia, no su cultu­
individuales del *ciudadano, y no un discurso ra o tradición republicana, lo que explicaría
étnico o cultural, en el que priman los dere­ unas tasas de naturalización y, en general, un
chos colectivos. En parte, esto se debería a que grado de integración de los inmigrantes co­
Francia ya es entonces una unidad política. mo ciudadanos mayores en comparación con
Por el contrario, el idioma alemán de la ciu­ Alemania.
dadanía se va forjando en el curso del proceso Además de esta variable, hay otras que ex­
de formación paulatina del Estado alemán, plican el grado de integración de los inm i­
influido intelectualmente por el movimiento grantes y, particularmente, el reconocimiento
romántico. La apelación a los factores étnicos de los derechos de ciudadanía. En el modelo
y culturales, como tegumento en la integra­ clásico de T. H. Marshall (1998) sobre la ciu­
ción de los distintos Länder en una unidad po­ dadanía se establece una secuencia evolutiva
lítica superior, es el caldo de cultivo de una unidireccional que lleva de la inclusión civil a
forma diferencialista o exclusivista de enten­ la social pasando por la política. Elevando a
der la nacionalidad. Esta visión étnica-cultu- categoría universal el desarrollo de los dere­
ral explica la vigencia del ju s sanguinis en chos de ciudadanía en el Reino Unido, en esta
Alemania y su apertura de la ciudadanía a los teoría los pasos eran Estado de Derecho, de­
inmigrantes de origen étnico alemán, que va mocracia y Estado de Bienestar. El modelo de
acompañada de la exclusión del resto de los Marshall ha sido criticado desde el punto
inmigrantes. de vista teórico y también empíricamente, so­
Hasta aquí la explicación culturalista de bre todo a partir de la constatación de que
Brubaker. En su interpretación alternativa, existen varios regímenes de Estado de Bienes­
Janoski (1998) acentúa la posición del país en tar y no sólo el anglosajón (Esping-Anderson,
la economía-mundo: en particular, los intere­ 1990). El debate hasta ahora se ha centrado en
ses creados en los procesos de colonización en la validez o no del modelo para explicar el
el siglo XIX y las instituciones a las que dan lu­ surgimiento de los Estados de Bienestar
gar. El pasado colonial marca las diferencias. nacionales. Pero la inm igración plantea el
En general, cuanto más dura la colonización, problema adicional de cómo la teoría socioló­
mayor es el problema del control social en la gica de la ciudadanía puede explicar el surgi­
colonia. El país colonizador gradualmente irá miento e institucionalización de los derechos
concediendo la ciudadanía a la población de ciudadanía de los ^ciudadanos no naciona­
nativa con el fin de controlar la colonia. La co­ les. En particular, la cuestión comparativa
lonización aumenta la necesidad de los ejér­ clave es: ¿por qué en unos países se conceden
citos, y sobre todo en lo concerniente a los determinados derechos y, sin embargo, éstos
soldados reclutados en las colonias, la conce­ mismos se niegan en otros?
sión de la ciudadanía y la posibilidad de la in­ La relación entre el régim en de Estado
migración a la metrópoli es una forma de de Bienestar y las políticas de inmigración es
garantizar la fidelidad. Esta necesidad es acu­ compleja. En algún momento se ha apunta­
ciante cuando se pretende extender el impe­ do la paradoja de que los países con Estados
rio y se necesitan soldados de unas colonias de Bienestar más débiles, como E E . U U . o
para formar otras. Cuando los países coloni­ Gran Bretaña, tienen políticas de inm igra­
zan durante más de cincuenta años, se abren a ción más integradoras —con tasas más altas
la nacionalización de los nativos de las colo­ de naturalización—, mientras que los Estados
nias como ciudadanos de la metrópoli. Según de Bienestar más consolidados —por ejem ­
Janoski (1998: 171), la colonización debe ex­ plo, Alemania—tienen políticas menos inte­
tenderse como mínimo en ese periodo de gradoras.
tiempo, porque si estamos ante una simple Hay que indagar en la interacción entre
ocupación con fuerzas de la metrópoli, sin ambos tipos de políticas. Desde el punto de
que surja la necesidad de un autocontrol so­ vista comparativo, la cuestión radica en la for­
cial duradero de los nativos, no se produce el ma en que cada Estado de Bienestar regula el
incentivo de ofrecer la nacionalización y la acceso de los inmigrantes a las prestaciones y
ciudadanía. servicios en dos aspectos: ¿cómo se establece la
265 Nacionalidad

diferencia entre los ciudadanos y los no-ciu­ régimen semiperiférico —países europeos me­
dadanos en lo tocante a los derechos sociales? diterráneos—, en economías menos *de-
y, más concretam ente, ¿cómo se establecen sarrolladas caracterizadas por flujos in­
distintas categorías dentro de los inmigrantes migratorios recientes, infraestructuras de
respecto a su inclusión en el Estado de Bienes­ inmigración precarias y escasa protección a
tar? Para Faist (1995), la clave está en las dife­ los inmigrantes; régimen continental —A le­
rencias internacionales en la definición de mania, Bélgica—, con controles estrictos y
ciudadanía y nacionalidad. El estatus legal limitación de la reunificación; régimen escan­
del inmigrante es una variable clave en el ac­ dinavo —Dinamarca—, y régimen anglosajón
ceso a los derechos sociales. Al respecto Faist -Estados Unidos y Gran Bretaña.
(1995: 82) distingue tres tipos: El contraste más pronunciado en esta
—Citizens: ciudadanos del Estado-nación, interacción de regímenes R I-R E B se da entre
con plenos derechos cívicos, políticos y sociales. el modelo continental —Alemania—y el liberal
—Denizens: no ciudadanos o inmigrantes, —Estados Unidos—. E E . UU. es el paradigma
pero con derecho de residencia permanente de un tipo de integración incluyente y cívico,
—ciudadanía civil—, derechos sociales equiva­ mientras que Alemania representa la quin­
lentes a los de los ciudadanos y algunos dere­ taesencia de un modelo excluyente y etno-
chos políticos. cultural. En E E. UU. prevalece el ju s soli: los
— Aliens: sin derechos civiles, y con pocos residentes permanentes pueden convertirse
derechos sociales o ninguno. en ciudadanos americanos pasados cinco años
Dentro de los aliens hay diferencias de —dimensión intrageneracional—y la primera
derechos sociales entre los inmigrantes con generación nacida en el país es naturalizada
permisos temporales de residencia, los soli­ automáticamente —factor intergeneracional—.
citantes de asilo político y los inmigrantes ile­ En Alemania prevalece el ju s sanguinis: la na­
gales. Esto indica que el estatus de ciudadano turalización es más difícil. En definitiva, en
no es la única variable determinante en el ac­ Alemania tenemos un RI excluyente, pero un
ceso de los inmigrantes al Estado de Bienes­ R E B incluyente, mientras que en los E E . UU.
tar. Hay que considerar factores como la el RI es incluyente, pero el R E B excluyente.
presencia física en el país —permanente frente Como consecuencia de lo anterior, la com­
a temporal—y el estatus laboral-legal. paración entre E E. UU. y Alemania, conside­
En la hipótesis de la simetría de regímenes rando los derechos sociales de los cuatro
de Faist se da una interacción entre el tipo de estatus de inmigrantes —residentes perm a­
políticas sociales y de políticas de inm igra­ nentes, trabajadores temporales, refugiados e
ción. La conexión entre los derechos civiles de ilegales—, permite hablar de puntos de seme­
admisión en el país y el tipo de derechos socia­ janza, pero sobre todo de diferencias.
les concedidos a los inmigrantes da lugar a Alemania y E E . UU. son similares en al­
una correlación entre el régimen de Estado de gunos aspectos: 1) en ambos casos, se establece
Bienestar —R E B - y el régimen de políticas de una diferencia clara entre los inmigrantes le­
inmigración —R I—. Faist basa su hipótesis en gales e ilegales, de manera que los segundos
la comparación entre Estados Unidos y Ale­ apenas tienen derechos sociales —menos en
mania. Para el Estado de Bienestar, Faist uti­ Alemania que en los E E . U U .—; 2) los refugia­
liza la tipología de los regímenes de Estado de dos son una categoría aparte: con derecho a
Bienestar de Esping-Anderson (1990), en la determinadas prestaciones de asistencia social
que las variables determinantes son la des- en Alemania y con posibilidad de acceso a ser­
mercantilización de la fuerza de trabajo y el vicios especiales en los E E . U U ., y 3) en ambas
efecto de las políticas sobre la estratificación. situaciones se distingue entre prestaciones
Los tipos de Estados de Bienestar resultantes contributivas y no contributivas o asistencia-
son: liberal —países anglosajones—, corporatis- les, excluyéndose a los no ciudadanos de estas
ta —Europa continental—y socialdemócrata últimas, aunque los denizens tienen un acceso
—países escandinavos. mayor que los aliens.
A partir de la crítica de Ferrera a Esping- Con todo, las diferencias son mayores que
Anderson, habría que añadir un cuarto tipo: las similitudes. La primera diferencia funda­
el latino —países europeos mediterráneos—, mental tiene su origen en el concepto de ciu­
con lo que se obtendrían cuatro mundos del dadanía. El modelo étnico prevaleciente en
bienestar. También serían cuatro los regíme­ Alemania hace que se privilegie a los inm i­
nes de —políticas de—inmigración. Faist recu­ grantes de origen alemán provenientes del es­
rre a la tipología de Baldwin-Edwards (1991): te de Europa —Aussiedler—. Por otro lado, por
Nacionalidad 266

razones históricas, el modelo alemán es com ­ clusión de los extranjeros, y c) en especial en el


parativamente muy generoso con los refugia­ caso de programas asistenciales, más discre­
dos políticos. Finalm ente, la discrepancia cionales que los contributivos, la descentrali­
entre los derechos civiles y los derechos socia­ zación incrementa la probabilidad de que los
les de los inmigrantes es más aguda en los inmigrantes no accedan a los beneficios.
E E. UU. que en Alemania, donde éstos per­ En la teoría de Lieberman la relación en­
manecen privados de derechos durante más tre las dos variables es aditiva y jerárquica.
tiempo. Las tasas de naturalización son El efecto régimen predomina sobre el efecto de
más altas en los E E . UU. que en Alemania. la descentralización. Adem ás, el grado
Estas diferencias tienen consecuencias impor­ de fragmentación refuerza la integración o la
tantes en el discurso político sobre los dere­ exclusión, pero no la contrarresta. En un Es­
chos sociales de los inmigrantes. “Si es cierto tado de Bienestar universalista y centralizado
que la solidaridad social en los Estados de la inclusión de los inmigrantes es máxima, y
Bienestar depende de la congruencia de los en uno corporatista y descentralizado resulta
derechos sociales, por un lado, y de la integra­ mínima. Alemania es el prototipo de régimen
ción política-cultural, por otra, el potencial de corporatista y descentralizado. Por el contra­
un conflicto político en torno a los derechos rio, Francia, con una mezcla de elementos
sociales de los inmigrantes es mayor en A le­ universalistas y corporatistas, en el que pre­
mania que en los EE. U U .” (Faist, 1995: 190). dominan los universalistas, es centralista. Por
En definitiva, la comparación entre A le­ lo tanto, la inclusión de los inmigrantes en el
mania y los E E . UU. validaría la hipótesis de Estado de Bienestar será mayor en Francia
la correspondencia de regímenes R I-R E B que en Alemania.
de Faist. Para la comparación entre Francia y
Alemania es necesario incluir más variables.
Lieberm an (2000) también considera el Bibliografía
régimen de Estado de Bienestar. En su for­
mulación, los regímenes universalistas resul­ BALDW IN-EDW ARDS, M. (1991): “The socio-
tan más incluyentes que los corporatistas, y political rights of migrants in the E C ”, en
éstos a su vez lo son más que los liberales. En G. Room (ed.), Towards a European Welfare
los últimos la integración depende exclusiva­ State?. Bristol: SAUS, 189-234.
mente de la posición en el mercado de traba­ BRUBAKER, R. (1992): Citizenship and Nationho­
jo, y en los primeros se halla desvinculada de od in France and Germany. Cambridge: Har­
ésta. En el medio, en los regímenes corpora­ vard University Press.
tistas, la integración está mediada por la per­ ESPIN G -AN D ERSO N . G. (1990): The Three
tenencia a grupos de estatus no relacionados Worlds o f Welfare Capitalism. New Jersey:
directamente con el mercado de trabajo, que Princeton University Press.
disfrutan de mecanismos de protección de FAIST, T. (1995): Social citizenship fo r whom?
riesgos. La fuerza que puedan ejercer los in­ Young Tur\s in Germany and Mexican Ameri­
migrantes en la sociedad civil será determ i­ cans in the United States. Aldershot: Avebury.
nante en el acceso a esos grupos. JANOSKI, T. (1998): Citizenship and Civil Society.
Pero Lieberman añade otra variable que New York: Cambridge University Press.
influye en el grado de inclusión de los inm i­ JOPPKE, C. (1999): Immigration and the Nation-
grantes en el Estado de Bienestar de los países State. Oxford: Oxford University Press.
receptores. Se trata del grado de d escen trali­ LAMO D E ESPINOSA, E. (1995): Culturas, Esta­
zación y fragmentación de la administración: dos, Ciudadanos. Madrid: Alianza.
a mayor descentralización, menor inclusión LIEBERM AN, R. (2000): Racial Incorporation and
de los inmigrantes. Los sistemas centraliza­ the Welfare State: a Comparative perspectiva.
dos descansan sobre reglas y procedimientos New York: Columbia University
universales y sobre controles administrativos MARSHALL, T. H., y BOTTOMORE, T. (1998):
que reducen las oportunidades de discrim i­ Ciudadanía y clase social. Madrid: Alianza.
nación. Varios mecanismos concretos operan
Javier Noya
en este sentido: a) las unidades políticas más
pequeñas son más propensas a promover los
intereses de las mayorías a expensas de las Véanse además ALTERIDAD, Centro-peri­
^minorías; b) en las unidades más pequeñas, feria, CIUDADANÍA, Ciudadano, COLO­
como las *locales, el clientelismo basado en NIALISMO Y AN TICO LO N IALISM O ,
redes de proximidad puede fomentar la ex­ CULTURA, D ESA R R O L L O , Desterrito-
267 Nacionalismo

rialixación, Diferencias sociales y diferencias tradicionales también existen individuos he­


culturales, DISCRIMINACIÓN Y E X ­ terogéneos y contradictorios, a los que los an­
CLUSION SOCIAL, Espacios locales, ES­ tropólogos designan con términos extraídos
TADO-NACION, E tn ic ic1a d, Extranjero, de la psicología, como desvientes, anormales y
Fronteras políticas y religiosas, Fronteras patológicos, según se expresan Mead y Bene­
simbólicas, 1NT FU RACION, Megalòpoli, dict entre otros, de igual forma a como en las
MIC RACK )NES, MINORÍAS, Naturaliza­ sociedades modernas “existen grupos que tra­
ción, PATRIMC )NIO, Piu ri nacional idad, tan de conformar individuos homogéneos y co­
T E R R I T O R IO S , \Tiolencia política. Tipos, herentes”, conforme señala Lahire (2004: 47).
Xenofobia y xenofilia. Algo similar escribe Durkheim basándose
en la mayor o menor extensión del grupo, su
fluidez y su condensación, y en las circunstan­
Nacionalismo cias exteriores más o menos homogéneas: “En
las sociedades inferiores, el menor desarrollo
El nacionalismo no difiere tan radical­ de las individualidades, la extensión más dé­
mente de las etnias y de las etnicidades, pese a bil del grupo, la homogeneidad de circuns­
la abundante literatura sociológica y, sobre to­ tancias exteriores, todo contribuye a reducir
do, histórica, que lo contraponen. Y no difie­ las ^diferencias y las variaciones al mínimo.
re ni en los elementos sobre los cuales se El grupo realiza, de forma regular, una uni­
constituye ni, sobre todo, en los procesos con­ formidad intelectual y moral de la que no se
ducentes a traducir y establecer como objeti­ encuentran sino escasos ejemplos en las socie­
vas y naturales las conductas de los individuos dades más avanzadas. Todo es común a to­
enclaustrados en él. Tampoco se diferencia en dos” (Durkheim : 1968, 7). En las sociedades
los procesos a través de los cuales crea la modernas, más concentradas, se da el fenó­
^identidad colectiva. meno inverso. “En la medida en que las socie­
Las representaciones y las creencias se im­ dades devienen más amplias y, sobre todo,
plantan en la vida social y en la conciencia de más condensadas aparece un nuevo género de
los individuos de tal forma que, siendo invisi­ vida psíquica. Las diversidades individuales,
bles, las hacen posibles y visibles y, habién­ en un principio perdidas y confundidas en la
dose manifestado o revelado una vez, no masa de las semejanzas sociales, se despren­
precisan de otras manifestaciones o revelacio­ den, toman relieve y se m ultiplican” (D u r­
nes posteriores. Sólo precisan ser recordadas kheim, 1967: 339).
en ocasiones; por lo general, en forma rituali- D urkheim , por el proceso homeopático
zada. También hay que agregar que, pese a la que establece entre sociedad e individuo, se
—en parte—esclarecedora ^diferenciación de halla convencido de que la mayor libertad in­
las formas de legitimación de las distintas so­ dividual no solamente no debilita a la socie­
ciedades —carism àtica, tradicional y racio­ dad, sino que la transforma haciéndola “más
nal—, “toda construcción social o cultural de la libre” y “más acoplada”. Pero no es así. Es de­
realidad contiene, por definición, premisas bido al ensamblaje en los individuos, en sus
que en algunos aspectos son arbitrarias y actitudes y en sus conciencias, de los nuevos
dadas de antemano, en el sentido de que se ideales el que posibilita el mayor acoplamien­
hallan más allá de cualquier criticismo “racio­ to y la mayor libertad en las sociedades mo­
nal” o “comprobación empírica” (Eisenstadt, dernas. También posibilita éste la creación de
1973: 129). las naciones y la constitución de los naciona­
No obstante estas similitudes, la diferen­ lismos o simplemente de la sociedad.
ciación entre las así llamadas sociedades tra­ Según Eisenstadt, los ideales (presuposi­
dicionales y las ^modernas, más ampliamente ciones en su terminología) de lo que el llama
sostenida por sociólogos y antropólogos, es “Gran Tradición” de la modernidad “se ex­
que las primeras crean individuos que poseen pandieron por el mundo a través de una serie
“un sistema de disposiciones o de esquemas de movimientos sociales, políticos y culturales
homogéneo y coherente”, mientras en las se­ que, sin igual a los movimientos de cambio y
gundas lo más corriente es encontrar actores rebelión en otras muchas situaciones histó­
individuales menos unificados y portadores ricas, tendieron a combinar sutil y conjun­
de hábitos —esquemas de acción—heterogé­ tamente orientaciones de protesta y de
neos y en algunos casos contradictorios” (La- formación de centros” (1973: 209). Pero en
hire, 2004: 47). Esta diferenciación es preciso otro de sus trabajos señala y precisa cómo “la
m atizarla agregando que en las sociedades identidad colectiva nacional” se construyó
Nacionalismo 268

“sobre la base de una combinación de factores sobre las ideas cosmológicas y los valores so­
prim ordiales particulares —históricos, te r r ito ­ ciales de varios pueblos africanos, “entre esas
riales, lingüísticos, étnicos—, los que pos­ creencias y los patrones éticos de un pueblo y
teriormente fueron relacionados con com ­ sus oportunidades para la acción parece haber
ponentes universalistas-religiosos" (Eisenstadt, un proceso continuo de ajuste recíproco”. “La
1991:21 y 22). verdad es que puede parecer, desde cierto
Paralelamente a estos procesos, las civili­ punto de vista —especialmente del forastero—,
zaciones que él denomina “axiales”, las euro­ que dichos mitos bloquean las oportunidades
peas, “establecieron el concepto de la relación obvias e importantes para un avance general
entre el orden político y un orden trascenden­ económico o de reorganización social; mas,
tal más elevado de una forma propia nueva. desde otro punto de vista, pueden frecuente­
Estas conciben el orden político -e l principio mente ser considerados como tipos de conser­
central del mundo de aquí—como uno que, vación de la actividad y de las relaciones
medido con el orden trascendental, es situado sociales que son sentidos por el propio pueblo
más bajo. Por ello el orden político-mundano como de valor intrínseco e imponente, y de es­
debía ser trasformado teniendo como refe­ ta suerte pueden, también y de hecho, ser
rente la visión trascendental” (1991: 24). indispensables para la conservación de su
Son muchas y diversas las diferencias que, cohesión y solidaridad sociales” (1959: 9-11).
basadas en la analogía con el orden trascen­ Al capitalismo no le ocurre lo que a la so­
dente, introduce la modernidad para dife­ ciedad tribal, o a la tradicional, porque el m i­
renciarse de él y legitimar el nuevo orden to en que se funda es distinto. Este no ata la
político. Eisenstadt remarca la diferencia sa- actividad productiva a las mismas formas y a
cral: “Los modelos de legitimación del orden los mismos cultivos. Tampoco reproduce la
político se caracterizaron por la tensión, por cohesión y la solidaridad sociales a través de
la continua oscilación y separación entre las un mito inalterado e inalterable. El mito del
dimensiones sacrales primordiales y civiles capitalismo es poroso y fluido; lleva en sí mis­
dentro de las distintas esferas de la vida social. mo la potencialidad del cambio social y de su
De ahí viene la importante tendencia a atar y propia transformación. Es ésta la característi­
unir estas dimensiones” (1991: 25). ca, la diferencia, tal como lo han puesto de
Es probable que en los inicios de la mo­ manifiesto algunos sociólogos. Eisenstadt lo
dernidad fuera así, pero en el transcurso del apunta y Bolstanki y Chiapello lo explicitan
siglo XIX se opera, aunque de forma paulatina extensamente.
y desigual en las diferentes sociedades, la se­ El capitalismo, pese a ser “en muchos as­
paración de ambos órdenes y el abandono del pectos un sistema absurdo: los asalariados
modelo trascendente religioso. Este es susti­ pierden en él la propiedad sobre el resultado
tuido por el modelo del capitalismo indus­ de su *trabajo y la posibilidad de llevar a cabo
trial, o, dicho de otra forma, por el mito que lo una vida activa más allá de la subordinación”,
funda. Este se va constituyendo en el modelo escriben Boltanski y Chiapello (2002, 40), in­
de legitimación más perfecto al contener en sí sufla a la actividad productiva y a la cohesión
mismo el resto de dimensiones de la vi­ y solidaridad sociales, siempre y en los diver­
da social, incluida la forma política, esto es, sos tiempos, nuevas formas y renovados com­
los nacionalismos. El capitalismo industrial promisos de los trabajadores a través de su
decimonónico se asemeja al “huevo del mun­ “espíritu”, de su mitología. Esta mitología se
do” de la mitología de los Dogo, según lo des­ designa comúnmente como ideología —“con­
criben Griaule y Dieterlen (cit. por Forde, junto de creencias compartidas, inscritas en
1959: 140-175). instituciones, comprometidas en acciones y
La mitología en torno al “huevo del mun­ de esta forma ancladas en lo real”, según Du-
do” y al capitalismo industrial decimonónico mont (cit. por Bolstanki y Chiapello, 2002:
son dos de las ejemplificaciones más compli­ 33)—, que cambia y se metamorfosea sin alte­
cadas, más sutilmente elaboradas pero a la rar “la exigencia de acumulación ilimitada de
vez más nítidas de las recíprocas relaciones capital mediante medios formalmente pacífi­
que mantienen, por un lado, el mundo de las cos” (Bolstanki y Chiapello, 2002: 35), y tien­
creencias y, por otro, la estructuración social y de a la transformación de todo en producción
ético-conductual de los individuos pertene­ ascendente y progresiva que, se piensa, bene­
cientes al grupo, designado tribal el primero y ficia cada vez más a los individuos y al bien
nacional el segundo. Como escribe Forde en común, colectivo. Se trata del núcleo duro del
la introducción a la recopilación de estudios mito del capitalismo.
269 Nacionalismo

Para el capitalismo, apoyado desde sus Es esta inversión, provocada por la econo­
inicios por una ciencia económica separada de mía y que los propios trabajadores acaban
las leyes que gobiernan la sociedad, sus leyes asumiendo, comprometiéndose con ella, la
morales y sus formas políticas, la acum ula­ que permite al capitalismo “adquirir una le­
ción de las riquezas, el capital, tiende al bien gitimidad sin precedentes, logrando legiti­
individual y al bien común al mismo tiempo. mar al mismo tiempo sus objetivos y su
Esta separación de la economía del tejido so­ motor” (Bolstanki y Chiapello, 2002: 51).
cial y su constitución como ámbito autónomo, El compromiso de los trabajadores con el
pero vinculado a él, aparece ya en la obra de capitalismo aflora y se hace patente desde la
Smith y se radicaliza y se liga más fuertemen­ incipiente industrialización. Los relatos auto­
te, si cabe, posteriormente. Según escribe Po- biográficos del aprendiz de orfebrería —que
lanyi: “Nada en su obra deja traslucir que llega a ser miembro fundador de la Deutsche
sean los intereses económicos de los capitalis­ Gesellschaft para el cultivo del idioma y de la
tas los que imponen su ley a la sociedad, ni historia en B e rlín -, Friedrid von Klóden
que sean los portavoces en la tierra de la divi­ (1786-1856), y los de A dolf Kolping (1813-
na providencia, que gobierna el mundo eco­ 1865) —que no pudo soportar “el mundo ce­
nómico como si se tratara de una entidad rrado” del zapatero en un pequeño pueblo y
separada. La esfera económica, según él, no que, tras pasar por varias ciudades, se con­
está sometida todavía a leyes autónomas que vierte en 1845 en sacerdote católico—, mues­
nos proporcionen un criterio del bien y del tran no sólo el afán de liberarse de la
mal” (1989: 188). La economía se funda muy “existencia embrutecida en la que la masa de
pronto, sin embargo, en un “naturalism o” trabajadores corría el peligro de caer, como
que altera los fundamentos éticos y morales opinaba el político Bebel por las mismas fe­
del tejido social y trastoca los principales ele­ chas (cit. por Plum, 1976:136), sino también el
mentos de la organización social. La sociedad profundo deseo de superar la situación, de as­
y lo social se ligan de tal forma a la naturaleza cender en el nuevo mundo descubierto. Ste-
que devienen realidades regidas por unas phan Born (1824-1898), también trabajador,
mismas leyes. La sociedad es conceptualiza- constata cómo el número de trabajadores ubi­
da, incluso por las ciencias del hombre, como cados en una posición intermedia entre la
un organismo similar al natural. La visión burguesía y los obreros no calificados era ya
precedente, que equiparaba los diversos esta­ perceptible en 1848. En comparación con
mentos de la sociedad con las distintas partes los obreros “no especializados”, escribe, “los
del cuerpo humano, es sustituida por la del obreros calificados constituían una especie de
organismo, en la que cada órgano demanda la aristocracia” (cit. por Plum, 1976: 80).
cantidad de alimentos adecuada a su digni­ Con ser importante lo señalado, también
dad, tal como escribe D urkheim , por ejem ­ lo son los medios de socialización empleados
plo, refiriéndose al establecimiento de la jus­ por el capitalismo para su implantación, in­
ticia en la sociedad orgánica. Lo apunta cluidos los cuentos. De ahí que sea necesario
Villermé en 1840 al escribir que los trabajado­ precisar, sin embargo, las bases en que des­
res, “muy a menudo, no son miserables sino cansa su enunciado más importante y su crea­
por su culpa” (1971: 291), y a partir de finales ción más genuina: el em parejam iento de lo
del siglo XIX se convierte en realidad. Las ne­ individual y lo colectivo; en otras palabras,
cesidades se encuentran jerarquizadas de tal aquellas creencias que operan la mistificación
forma que cada clase posee las suyas. Con ello de su visión del mundo y de las instituciones
surge una nueva visión de los individuos en que definen e imponen situaciones objetivas
grupos y sociedades. Esta invierte no sólo la que cercan a los individuos y troquelan sus
moral sobre los pobres, sino también los fun­ conductas e incluso sus rostros. Lo apunta
damentos de los principios que sustentan la Sim m el. El s. XIX *am algam a las “grandes
sociedad tradicional precedente. La escala de fuerzas de la #cultura moderna” —“el indivi­
dignidades y jerarquías desaparece, comen­ dualismo de las personalidades simplemente
zando por el Creador hasta el más ínfimo iguales y el que se dirige a la unicidad e
mortal y de las ciudades hasta la más pobre intransformabilidad cualitativa” (Sim m el,
choza de labrador. Ese orden es sustituido por 1986: 279)—y las constituye en base, en meta­
los designios de la economía capitalista. De física de la economía de la libre competencia;
ella depende el bienestar general de las nacio­ en metafísica de la libre competencia, el pri­
nes y la libertad y la igualdad de los indivi­ mero, y en metafísica de la división del traba­
duos que en ellas viven. jo, el segundo. “Competencia y división del
Nacionalismo 270

trabajo aparecen de este modo como proyec­ (Barry Clark, 1999: 40). Se pueden imaginar
ciones económicas de los aspectos metafísicos infinitud de pasados y futuros; el reto consiste
del individuo social” (Sim m el, 1986: 279). en hacer inteligibles los procesos sociales re­
Aunque Simmel no lo menciona, se trata de velando las relaciones existentes entre las con­
la hibridación del pensamiento de la Ilustra­ diciones materiales, los conflictos de intereses
ción y del Romanticismo, las grandes fuerzas de los distintos grupos sociales y sus vínculos
de la cultura moderna. con las construcciones de la realidad —valores,
Ilustración y Romanticismo fraguan en símbolos, normas, creencias—que hacen facti­
una misma realidad lo que se presenta como ble la conversión de los intereses objetivos en
realidades antagónicas: lo individual y lo co­ subjetivos. Es necesario que las tradiciones
lectivo, el bien personal y el bien colectivo. El culturales hayan existido antes en las historias
pensamiento ilustrado y sus prácticas preci­ particulares y que luego se metamorfoseen
san del pensamiento romántico y de sus prác­ cambiando incluso su sentido originario. Lo
ticas para la legitimación del capitalismo. que caracteriza a toda tradición cultural es
También lo precisan la nación y el nacionalis­ su capacidad de adaptación y su cam uflaje.
mo. Hasta lo natural y lo humano se ven afec­ Aquélla siempre actúa ocultándose bajos
tados por la misma hibridación. Es lo que nuevos ropajes o los mismos términos, aun­
ocurre con la unión de la concepción evoluti­ que con significados distintos. La polisemia es
va del s. XIX con el empirismo, que halla el un mecanismo poderoso. Por medio de ella
fundamento que posibilita borrar todas las “conceptos nuevos pasan a ser de uso corrien­
#diferencias esenciales entre lo físico y lo espi­ te” (Barry C lark, 1999: 54) sin necesidad de
ritual, entre ciencias de la naturaleza y cien­ inventar nada nuevo. La tradición mitógena,
cias del espíritu. escribe Balandier, “no es ni lo que parece ser
Ambas tradiciones, hibridadas y m istifi­ ni lo que dice ser” (1996: 36).
cadas, son las que auguran la utopía de un Cualquier forma de vida social —que en­
bienestar común, colectivo, capaz de exudar globa pensamientos y acciones, relaciones so­
las cualidades más sublimes de los seres hu­ ciales y naturaleza, al mismo tiempo que las
manos: la libertad, la igualdad y la soberanía relaciones sociales y la naturaleza se refunden
popular. Lo tenido hasta entonces por impen­ en los pensamientos y en las acciones—, para
sable e imposible es ahora posible y pensable: que sea considerada legítima, para que tenga
que de la maldición bíblica del trabajo surgie­ significado y sentido para los actores, según lo
ra un nuevo Edén humano. Es más, la conse­ señala Weber, precisa de la fundamentación
cución de esos objetivos, gracias a la idea de que le aportan creencias y representaciones.
progreso que encierra, acaban apareciendo Sin representaciones y creencias que legiti­
como necesarios e históricamente inevitables. men la vida social, ésta no existe; tampoco es
De esta forma el mito en que se fundan el ca­ posible su permanencia si, una vez tenidas,
pitalismo y las naciones —que de la riqueza aquéllas son arrebatadas por otras, o no se
individual surge el bienestar material y espi­ metamorfosean las primigenias. Representa­
ritual de los pueblos—queda sellado y garanti­ ciones y creencias, es preciso agregar, parten
zado. de un principio básico, de la visión nuclear
Sobre este mito, común a todos los nacio­ que contiene en sí misma el origen, el presen­
nalismos, han construido cada uno de ellos te y el futuro de cualquier forma de vida
sus particulares tradiciones culturales para social y que se despliega a todo cuanto la
diferenciarse. Estas tradiciones, considera­ constituye en un momento dado de la histo­
das por algunos imaginadas, por otros in­ ria. Los Dioses, la Providencia, el Progreso,
ventadas o tergiversadas y por otros producto en concreto, han constituido visiones nuclea­
de determinadas elites intelectuales, tienen, res de buena parte de la historia conocida de
sin embargo, sus límites. La acentuación de la humanidad.
la capacidad creadora de imaginarios, sobre En suma, los nacionalismos, al igual que
los que descansa la variedad de tradiciones las etnias y que las etnicidades, se traducen en
culturales en que se apoyan los diversos conductas efectivas, en comportamientos ac­
nacionalismos, hace que se tienda a pensar tuantes y constituyentes por medio de una de­
que cualquier tradición cultural es posible. terminada mistificación de la vida social; esto
No es el caso. Es cierto que todo imaginario es, en el sentido que otorga a la realidad social
social es una invención, “pero no es pura ni una idea, seductora aunque engañosa, a tra­
fortuita invención: una sociedad no puede vés de la creencia en un mito, en su caso, el
inventarse cualquier relato sobre sí mism a” mito de que la historia camina hacia la conse­
271 Naturalización

cución de los ideales que la impulsan: la liber­ SIMMEL, G. (1986): E l individuo y la libertad. Ma­
tad política, la igualdad social y la soberanía drid: Alianza.
popular. Se trata de creencias basadas, en opi­ V ILLERM É, L. R. (1971): État physique et moral
nión de Barry Clark, en un “meta-relato” cu­ des ouvrières. Paris: Unions Générale d'édi­
yo trasfondo es “religioso y teológico”. Es el tions.
que les da sentido, igual que otros mitos otor­ Ana Aliende Urtasun
garon y otorgan sentido a la vida social de Jesús Azcona Mauleón
otras colectividades, e incluso a la autobio­
grafía de un individuo. “Cualquier institu­ Véanse además A U T E R I D A D , C I U D A ­
ción social construye —escribe- una estructura D A N Í A , Ciudadano, C O L O N I A L I S M O
narrativa mediante la cual adquiere pertinen­ Y A N T I C O L O N IA LI S M O , Comunidad
cia y sentido ante los ojos de los que participan t r a n s n a c ion a 1, C r io 11i z a c ió n , C U L T U R A ,
en ella. Esta estructura narrativa incluye rela­ Diferencias naturales y diferencias sociales.
tos tanto puntuales como generales. El relato Diferencias sociales y diferencias culturales,
más amplio y general es el meta-relato: la na­ D ISC RIM IN A C IÓ N Y E X C L U SIÓ N SO ­
rración que recoge todas las cuestiones y per­ CIAL, E I J T E S , Elites cosmopolitas. Espacio
cepciones básicas y que confiere forma y de los flujos, ESTADO-NACIÓN, Etnici-
significado a las narraciones específicas, ya dad, Extranjero, Frontera geográfica y admi­
sea la historia de un pueblo o de un país o la nistrativa, Fronteras políticas y religiosas.
biografía de una persona” (Barry Clark, 1999: Fronteras simbólicas, GENOCID IO, H I­
37). Es el meta-relato o mito el que “determi­ BRIDACIÓN, IDENTIDAD, IN T E G R A ­
na los acontecimientos, las actitudes y la con­ CION, Integración religiosa, MINORÍAS,
ciencia” (Barry Clark, 1999: 39). M od emida d, N at urali za c ión, N eoc o 1o nia1is-
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queta. lugar, la intensificación de las ^migraciones y
Naturalización 272

la extensión de ^comunidades transnaciona­ cialización de las relaciones simbólicas y prác­


les. Al no haber un nexo necesario entre la ticas entre el territorio, \a. población y lo que se
pertenencia a una entidad *nacional y la “na­ considera holísticamente como su *cultura.
turaleza” —como ámbito orgánico o biológi­ Los dos primeros términos son los que más
co—o que incite a considerar “natural” el final claramente han permitido hacer una lectura
de este proceso, la vinculación de la naturali­ naturalista al ligar las dimensiones físicas con
zación con la nacionalidad plantea frontal­ el hecho biológico del nacimiento y, por otra
mente todas las incertidumbres ya presentes parte, de la consanguinidad. Otras metáforas
en los criterios seleccionados para definir ésta sacadas de la categorización del mundo vege­
y la ciudadanía: ¿qué es lo que se considera tal u orgánico —“raíz”, “tronco”, “ram a”,
“natural” o define el “origen” de los agentes “cuerpo”, “célula”...—o del parentesco —“ma­
sociales?, ¿el nacimiento?, ¿la filiación?, ¿la dre-patria”, “pueblo-hermano”...—y traslada­
residencia?, ¿o la inserción cotidiana en la vi­ das al ámbito social y político contribuyen a
da social? Lo que era “natural” ayer, en virtud menudo a dar más realismo y consistencia re­
de haber nacido en —o ser hijo de alguien de— tórica a estos paralelismos.
un *lugar, ¿deja de serlo hoy en nombre de la Aunque la historia y la antropología mo­
relación con el ^territorio establecida por dernas se han encargado de mostrar la falacia
la residencia y el ^trabajo? ¿Qué implica con­ de los vínculos así establecidos, recordando su
vertir a una persona en alguien “natural” de origen social y simbólico—arbitrariedad de las
un * Estado? ¿Le otorga los mismos derechos fro n te ra s nacionales, diferenciación entre
e idéntico reconocimiento social que a los au­ consanguinidad y filiación, etc.-, el biologis-
tóctonos? ¿La naturalización es *excluyente y mo y el pensamiento naturalista permanecen
obliga a renunciar a los lazos anteriores con vivos en la calificación y descalificación de la
otras entidades nacionales? diferencia: los mecanismos de discriminación
Resulta, pues, fundamental considerar la social -particularmente el *racismo y la *xe-
ambivalencia inherente al propio uso y a nofobia a menudo apoyados o justificados en
la generalización del concepto “naturaliza­ base a caracteres fenotípicos-, que aquéllos
ción ”. Plantea tres cuestiones, entrelazadas ayudan a alimentar y a reproducir lo demues­
entre sí, que nos alejan de su aplicación en el tran claramente. Para mejor comprender la
marco jurídico-político propiamente dicho: fuerza y la perennidad de lo que está en juego
las connotaciones naturalistas del concepto, la con el concepto “naturalización”, resulta fun­
transform ación de hechos destacados con­ damental enmarcarlo dentro del debate más
vencionalmente en productos naturales y la general sobre las relaciones entre “naturale­
eficacia práctica y retórica de esta esenciali­ za” y “cultura” que domina las divisiones en­
zación dentro del juego social. En otras tre las ciencias, ha ocupado gran parte del
palabras, puede decirse que la institucionali- debate antropológico y ha seguido coleando
zación de la naturalización y sus consecuen­ en la discusión en torno a los #derechos hu­
cias sociales no pueden aislarse de los procesos manos. Las relaciones interétnicas muestran
cognitivos y simbólicos con arreglo a los cua­ que la conversión de hechos culturales en una
les los grupos sociales se forman, id en tifican “forma de ser”, una cuestión de “naturaleza”
o *distinguen. o una manifestación de rasgos atávicos sigue
Esto invita a revisar los principios que, dando consistencia a una predisposición cul­
desde la ciencia —Derecho, Sociología o Polí­ tural compartida —a menudo apoyada en rela­
tica—o la sociedad —el Estado, las institucio­ ciones de dominación real o supuesta—, que
nes, los grupos sociales...—, el discurso docto o tiene mucha dificultad de combinar lo uni­
el sentido común, designan y sirven para defi­ versal con lo particular.
nir la pertenencia y para guiar el recono­ Un trabajo seminal como el de Barth
cim iento social. En efecto, los procesos (1969) ya contribuyó en su momento a relati-
contemporáneos obligan a m atizar todavía vizar el nexo postulado entre los pueblos y los
más lo que bien se podría calificar como pre­ territorios que habitan. Tanto la historia de
nociones recurrentes sobre las formas de los Estados-nación como una mayor aten­
identificación social. En consonancia con un ción a sus procesos de formación y diversifica­
modelo mucho tiempo defendido desde la an­ ción sólo pueden confirmar esta advertencia.
tropología social, las conexiones históricas en­ Pero hoy en día la arbitrariedad de los víncu­
tre el asentamiento del Estado-nación y el los simbólicos que afectan a la nacionalidad
desarrollo del concepto de ciudadanía han por su asimilación con un proceso de “na­
contribuido a reforzar la estrechez y la esen­ turalización” queda todavía más patente e
273 Naturalización

inapropiada: la reversibilidad y la #desterrito- identificar en la naturalización el proceso


rialización crecientes debidas a la magnitud y cognitivo-simbólico consistente en presentar
transnacionalidad de los flujos migratorios un hecho cultural como si fuera una cuestión
—inm igración, exilio, *d iásp ora.. . —aportan de naturaleza. Desde esta perspectiva resulta
nuevas ocasiones de disociar lo que tales iso- fundamental restituir los contextos particula­
morfísmos postulaban. Simultáneamente, co­ res en los que se recurre a ello, poniendo en
mo unos y otros recuerdan, la deslocalización evidencia cómo se construye, los objetos
no implica necesariamente —y a todos los efec­ en juego y la estructura de los espacios políti­
tos—la pérdida —real o simbólica—de las rela­ cos y económicos de los que sus usos son par­
ciones con el lugar o la nación originaria. En tes intrínsecas. Este enfoque muestra además
suma, nuevas modalidades del localismo se cómo sus contenidos son flexibles y suscepti­
trastocan, *com binan, yuxtaponen o entran bles de ser reconducidos para distintos fines
en conflicto con las destacadas desde una sociales y políticos —bien sea en los grupos
perspectiva organicista y esencialista. Asimis­ restringidos o a nivel del Estado—. El caso más
mo el nacimiento —tan pronto asociado con el sobrecogedor probablemente sea el de las
lugar de origen o el de procedencia como con similitudes formales entre el discurso xenófo­
la filiación—ha desvelado ser un criterio re­ bo de la extrema derecha y las respuestas del
lativo, frágil y diversamente valorado en integrismo comunitarista ante la margina-
función de los países y de los contextos socio- ción social, económica y política. Sin atender
políticos. La ambigüedad se refuerza aún más a la convergencia de todos estos procesos y a
por la confusión entre las *etnias, los grupos los contextos sociohistóricos —nacionales e
de filiación o la nación, y la “cultura” que pre­ internacionales—que los enmarcan, es impo­
sumiblemente comparten sus miembros, co­ sible comprender las confusiones y los con­
mo si de hechos naturales se trataran. Las flictos que rodean los criterios que dan
dudas en torno a un uso nomotético de este derecho a la ciudadanía: la integración de las
último concepto, entendido como conjunto *minorías se juega frecuentemente en torno a
de conocimientos, pautas y prácticas transmi­ hechos naturalizados —nacimiento, sexo, etnia
tidos o heredados y sistemáticamente repro­ o incluso religión...—más o menos intencio­
ducidos, retoman todo su sentido en un nadamente por unos o por otros. En ello radi­
contexto en el que es muy fácil convertir la ca su poder simbólico y su fuerza retórica.
cultura en el máximo criterio y exponente de El malestar y los equívocos generados por
las d ife re n cia s grupales y de los problemas la naturalización están bien ilustrados por su
que generan, ya sea con fines defensivos o ex­ rechazo por muchos agentes sociales, en par­
pansivos. Ante todo esto no basta con denun­ ticular tras haber accedido a la independen­
ciar la falsedad del modelo naturalista, sino cia su país de origen y entrado en el concierto
constatar que la metáfora, no sólo es inservible de las naciones. En el caso contrario, es uno de
para dar cobertura a la organización y admi­ los méritos de Sayad haber puesto en eviden­
nistración de la igualdad y de la diferencia, si­ cia las dudas y las estrategias diversas de en­
no que tiene a menudo consecuencias nefastas. cubrimiento —silencio, mentira, simulación,
Con todo, la incitación a tratar con pre­ desdoblamientos...—a las que el ciudadano re­
caución las referencias esencialistas al “terri­ curre para no enfrentarse a la sanción social
torio”, a los criterios diferenciadores de la que su naturalización suscita - o puede susci­
“comunidad” y a la “cultura” misma no debe tar—en el interior del grupo, debido a la falta
ser m alinterpretada. Lejos de descartarlas, de clarificación entre los distintos niveles de
hay que considerar su eficacia social y poder pertenencia y sobre todo a las asociaciones
simbólico, ya que su recurrencia y aparente de ideas que arrastra: la transformación de la
naturalidad se deben precisamente a que se “naturaleza” y la ruptura con las lealtades ori­
trata de representaciones y clasificaciones co­ ginarias. En este sentido se pone de manifies­
rrientes que permanecen en el núcleo de la to cómo la solvencia jurídica no logra vencer
problemática, tanto a nivel legal u oficial (se­ el peso de las afinidades consideradas primor­
gún muestra, por ejemplo, Eriksen con res­ diales y, en este sentido, más “naturales”.
pecto a la U N E S C O ) como en la práctica
cotidiana. Dicha llamada de atención invita,
pues, sobre todo a no considerar dadas o pre­ Bibliografía
determinadas las categorías con las cuales se
reflexiona sobre la naturalización —en el sen­ BARTH, F. (1976 [1969]): Los grupos étnicos y sus
tido ju ríd ico -p o lítico - y la ciudadanía, y a fronteras . México: FCE.
Néocolonialisme) 274

CRO W LEY, J. (2005): “Communautés de souf­ países industrializados y el Tercer Mundo, en


france: le racisme comme principe d’identité”, general.
en R. Bakkar (comp.), Ethnicité et lien social. La descolonización fue el proceso deter­
Paris: L’Harmattan. minante en la modificación de la correlación
ERIKSEN, T. (2001): “Between universalism and de fuerzas verificada en el ámbito internacio­
relativism: a critique of the UNESCO concept nal en la segunda mitad del siglo XX. Está en
of culture”, en }. K. Cowan, M. B. Dembour y el origen de las decenas de nuevos ^Estados
R. Wilson (eds.), Culture and Rights. Anthropo­ independientes que surgen, casi en su totali­
logical Perspectives. Cambridge: Cambridge dad, durante la década de 1960 en A frica,
University Press, 127-148. Asia, el Caribe y el Pacífico. Admitidos en la
FRIEDMAN, J. (2001): Identidad cultural y proce- O N U , pasaron a ser actores de la política in­
so global. Buenos Aires: Amorrortu Editores. ternacional. En el ámbito interno, estos jóve­
GUPTA, A.; FERGUSO N , J. (1992): “Beyond nes países tuvieron que enfrentarse a la tarea
‘culture’: space, identity and the Politics of de construir un Estado basado en la adminis­
Difference”. Cultural Anthropology, 7(1): 6-23. tración ^colonial heredada. Las *elites nati­
SAYAD, A. (1999): La double absence. Des illusions vas, ahora en el poder, Aonciliaban ímpetu
de l'émigré aux souffrances de l'immigré. Paris: occidentalizante y *reinterpretación tradi-
Seuil. cionalista. La creación del Movimiento de los
STO LC K E, V. (1995): “Talking Culture. New Países No Alineados —Conferencia de Ban-
boundaries, New Rhetorics of Exclusion in dung, 1955—revela la consolidación en estos
Europe”. Current Anthropology, 36(1): 1-24. pueblos de la conciencia N acionalista y, si­
Marie José Devillard m ultáneamente, la búsqueda de un camino
propio al margen de la contienda ideológica
Véanse además CIUDADANÍA, Ciudada­ entre Occidente y el Este. Tanto ésta como
no, COLONIALISMO Y A NT ICO LO- otras iniciativas políticas no lograron impe­
N IALLSMO, Comunidad transnacional, dir la dependencia económica heredada del
CULTURA, DEREGLE )S HUMANOS, colonialismo. Coincidiendo con el auge de la
Deste r rito r ia1iza c idn, I ) IF E R EN ( "IA Y Guerra Fría, algunos Estados intentaron po­
DESIGUALDAD, Diferencias naturales v di- ner en práctica alternativas socializantes
lerendas sociales, Diferencias sociales y dife­ —Guinea, Tanzania, Argelia y Siria, y más
rencias culturales, DISCRIMINACIÓN Y tarde Angola, M ozambique y G u in ea-B is­
E XC L U SIÓ N SC)CIAL, E S T A I X T N A - sau—, aplicando políticas contrarias a las
CION, Ltnicidad, Etnocentrismo v relati- doctrinas económicas del capitalismo. Las teo­

vismo cultural, Extranjero, FR O N T E R A , rías de la dependencia formuladas y debati­


Frontera geográfica y administrativa. Fronte­ das en ese momento (Sam ir Am in, 1973;
ras políticas y religiosas, HIBRIDACION, André G. Frank, 1976) traducen el malestar
que se vive en el Tercer Mundo —así llamado
Homofobia v heterofobia, GENOCID IO,
ID ENTIDAD, INTEGRACIÓN, Integra­ en oposición al primero, el del imperialismo,
ción religiosa, Lugar y no-lugar, MIGRA­ y al segundo, el mundo com unista-. El de­
CIONES, Migraciones v racismo, MINO- terioro en lo que se refiere a intercam bios
RIAS, Nacionalidad, Nacionalismo, Noma­ económicos dio lugar a una inestabilidad po­
dismo v turismo, Racismo v neorracismo, lítica que provocó la instauración de dictadu­
Relaciones y procesos informales económicos, ras y experiencias de movilización nacional
T E R R I T O R IO S , TRABAJO, Xenofobia y en régimen de partido único —casos de Indo­
xenofilia. nesia y las ex colonias portuguesas, mientras
la India sigue siendo la democracia política
más populosa del mundo—. Con las crisis po­
Neocolonialismo líticas y económicas se conjugaron las ecoló­
gicas, con la consiguiente escasez alimentaria
Por neocolonialism o se entiende la de­ para gentes y animales, como ocurrió en el
pendencia primordialmente económica que Sahel en los años sesenta y setenta. La sequía
se establece entre las antiguas metrópolis y y el hambre de esa región africana no se de­
los países resultantes de la descolonización. bieron a una inevitabilidad dictada por las
En un sentido más amplio, el término tam ­ condiciones naturales, sino a la expansión de
bién se emplea para designar el marco A s i­ la agricultura de monocultivo -c a c a h u e te -
métrico en el que se encuentran las relaciones impuesta en el periodo colonial (Copans,
políticas, económicas y ^culturales entre los 1975).
275 Nomadismo y turismo

La denuncia del neocolonialismo no que­ nomía por la capacidad industrial adquirida.


dó confinada a las reuniones plenarias de las En la jerarquía de las relaciones internaciona­
organizaciones internacionales. Sectores de la les se introducen más niveles intermedios.
opinión pública occidental se solidarizaron
con la situación vivida en el Tercer Mundo,
que se utilizó como un arma para criticar la Bibliografía
abundancia material y el consumismo que se
habían instalado en sus sociedades —movi­ AMIN, Samir (1973): E l desarrollo desigual. Méxi­
mientos de protesta estudiantil, Mayo del 68—. co: Nuestro Tiempo.
Expresan con huelgas y manifestaciones y con — (2004): “Confronting the Empire”, en John
la exigencia de reformas su indignación por la Bellamy Foster y Robert McChesnay (eds.),
perpetuación del *subdesarrollo, por el *apar- Pax Americana: Exposing the American Empire.
theid en Sudáfrica y su apoyo a la guerra de New York: Monthly Review, 104-111.
Vietnam como paradigma de la liberación APPADURAI, Arjun (1996): Modernity at Large.
de los pueblos oprimidos. En las vitrinas de Cultural Dimensions o f Globalization. Minnea­
los museos etnográficos de las capitales occi­ polis: University of Minnesota Press.
dentales, las piezas que durante décadas ha­ COPANS, Jean (ed.) (1975): Sécheresses etfamines au
bían servido de soporte a un discurso imperial, Sahel. II. Paysans et nomades. Paris: Maspero.
autoritario y civilizador, se disponen de ma­ FRANK, André G. (1976): Capitalismo y subdesa-
nera que los visitantes se sensibilicen con las rrollo en América Latina. México: Siglo XXI.
dificultades que vive la población en muchas N U G EN T, David; V IN CEN T, J. (eds.) (2005):
regiones del Tercer Mundo. Algunos países Anthropology o f Politics. London: Routledge.
empezaron a exigir la restitución de las colec­ SAID, Edward W. (1996): Cultura e imperialismo.
ciones museológicas con ellos relacionadas Barcelona: Anagrama.
para reforzar su id en tid a d nacional. Las — (2003): Fuera de lugar. Barcelona: Debolsillo.
*diásporas adquieren relevancia sobre todo
Jorge Freitas Branco
en las ex metrópolis. Se convierten en un
Leonor Pires Martins
componente político y cultural en Occidente.
En el ámbito internacional, a través del movi­
Véanse además A partheid, C O L O N I A L I S M O
miento olímpico, muchos países se destacan
Y A N TIC O LO N IA LISM O , CULTURA,
en sentido *positivo, una vez que sus atletas
D ESA RRO LLO , D IFER EN C IA Y D E S­
pasan a subir con frecuencia al podio en los
IG U A LD A D , E L IT E S, E ST A D O -N A ­
Juegos Olímpicos. No todas las prácticas de­
CIÓN , H IB R ID A C IÓ N , ID E N T ID A D ,
portivas deben considerarse marcas dejadas
M I G R A C I O N E S , Nacionalismo.
por el colonizador en las sociedades descolo­
nizadas, como ocurre con el criquet en la In­
dia (Appadurai, 1996).
Si bien es cierto que el colonialismo gene­
Nomadismo y turismo
ró el anticolonialism o, no se puede decir lo En la era de la *globalización, donde su­
mismo del neocolonialismo. Las resistencias puestamente “todos vivimos en *movimien-
se constituyen dentro de los países y los go­ to” (Bauman, 2004), el vocablo nomadismo,
biernos que, en vez de presentarse como tradicionalmente empleado para definir un
opresores, lo hacen como subordinados a las modo de vida no sedentario, se ha generaliza­
exigencias de las organizaciones internacio­ do en su uso para dar cuenta de ^identidades
nales acreedoras. La presión de la deuda y formas culturales en creciente, si no perpe­
externa de los países acaba por conducir a tua, movilidad. La movilidad, se dice, no sólo ha
la autocontención de los movimientos de reemplazado al sedentarismo como modo de
protesta. vida, sino también como una nueva y más pro­
Desde la década de 1980 se ha iniciado un lija metáfora para pensar lo social (Urry, 2000).
proceso de diferenciación en lo que antes se Apuntando a diferencias fundamentales
presentaba como un bloque relativamente en las prácticas y vivencias de esta movilidad,
homogéneo de países. Se dejó de hablar de a menudo se diferencia, sin embargo, entre
Tercer Mundo cuando países como Brasil, In­ turistas, vagabundos o espacios fluidos con
dia, China o Sudáfrica, además de los lla­ el fin de *deshom ogeneizar el pretendido
mados “tigres asiáticos” -C o re a del Sur, nomadismo de lo social y el aura de románti­
Cingapura, Taiwán, Indonesia—, emergieron ca libertad de movimientos que rodea a este
como potencias regionales en política y eco­ término.
Nomadismo y turismo 276

Prácticamente hechizados bajo el conjuro rapidez de las transformaciones que sufren


del panta rei, los estudios actuales de las cien­ los espacios habitados, muchas veces no nece­
cias sociales apuntan a unas sociedades y C u l­ sariamente seleccionados, como hacían los
turas #posm odernas en las que, si algo pueblos nómadas tradicionales, con fines pro­
permanece, son precisamente los continuos ductivos o políticos, sino fundamentalmente
cambios y movimientos. En este sentido la de­ *identitarios: “los nómadas caracterizan las
finición clásica de nomadismo o de culturas sociedades #desterritorializadas, constituidas
nomádicas se ha empleado, por lo general, en por líneas de vuelo en lugar de puntos o no­
contraposición a la noción de culturas seden­ dos; ... el nómada no tiene puntos, senderos o
tarias, para dar cuenta del modo de vida de tierras” (Deleuze y G uattari, 1986: 381). El
pequeños grupos de cazadores-recolectores nómada, a diferencia del sujeto ^migrante, no
y pastores que, organizados en bandas y provoca allí donde llega procesos de reterrito-
carentes de residencia fija, se encuentran en rialización. En la nueva era nomádica, la gen­
permanente movimiento por razones fun­ te es libre para vivir y viajar tanto como
damentalm ente de subsistencia (Lee, 1979). quiera; eso sí, teniendo que elegir entre ser
Extrapolado de su contexto inicial, pero man­ meros moradores o verdaderos “nómadas
teniendo su significación fundamental, el globales” (opus cit., 1986: 6).
concepto de nomadismo se emplea desde los Quizá en este sentido uno de los concep­
años noventa para enfatizar el carácter de so­ tos teóricos más influyentes en el replan­
porte y la razón de ser que la movilidad de­ teamiento de lo social para la disciplina
tenta en un mundo globalizado. antropológica haya sido la noción de paisaje
En el mundo globalizado, el movimiento *étnico —ethnoscape—propuesta por A. Appa-
—de personas, objetos, ideas, ^información— durai (1996). Para este autor, una de las conse­
no es ya necesariamente resultado de un * via­ cuencias humanas más evidentes del proceso
j e físico o de un desplazamiento material a globalizador ha sido precisamente la genera­
través del #espacio, como ocurre con los pue­ ción de nuevas formas de transacciones cultu­
blos y culturas nómadas tradicionales y actua­ rales e interacciones claramente conformadas
les —las culturas gitanas o los pueblos de por una mayor y más intensa movilidad. Esta
pastores de las estepas de Mongolia, entre se resuelve en torno a lo que el autor denomi­
otros ejemplos—, sino que constituye un flujo na un nuevo “paisaje étnico global”; es decir:
independiente de constricciones espacio-tem­ “el paisaje de personas que constituyen el
porales o geográfico-sociales. Es más, se trata cambiante mundo en que vivimos: turistas,
de un movimiento ansiado y demandado por inmigrantes, refugiados, exiliados, trabajado­
un mundo pensado para ser visitado. En las res invitados y otros grupos” que desde sus
sociedades posmodernas estamos en movi­ movimientos reales o imaginados generan, en
miento, aunque físicamente nos hallemos en efecto, importantes consecuencias políticas y
reposo: “es el caso del que permanece sentado prácticas (Appadurai, 1996: 32). Si en el pasa­
y recorre los canales de televisión por satélite do las interacciones y los movimientos hu­
o cable, entra y sale de espacios extranjeros manos se veían constreñidos por #fronteras
con una velocidad muy superior a la de los jets geográficas y ecológicas y por la resistencia
supersónicos y los cohetes cósmicos, pero ja ­ activa en el encuentro con la *alteridad, el
más permanece en un *lugar el tiempo sufi­ “ahora global” impone, dice el autor, un ám­
ciente para ser algo más que un transeúnte, bito irregular y *fluido de relaciones; un
para sentirse ch ez so i” (Bauman, 2004: 15). marco transnacional de paisajes étnicos, *m e-
Este apremio posmoderno o sobremoder­ diáticos, tecnológicos, financieros e ideológi­
no por estar en movimiento para sentirse en cos, estrechamente interconectados y a los
casa ha llevado a ciertos autores, como Maki- cuales el antropólogo de la *modernidad no
moto y Manners (1997), a llamar metafórica­ puede permanecer indiferente.
mente a las sociedades actuales las nuevas En la com unidad virtual, postulada por
sociedades nomádicas. Estas sociedades se Rheingold (1996), se detalla, por ejemplo,
constituyen a partir de un tipo especifico de apocalípticamente cómo la vida social, una
movilidad que no es ya lineal —de un punto a vez organizada en sociedades #nacionales, se
otro—, sino que se caracteriza por una intensa desplaza hacia comunidades virtuales que
e indefinida velocidad en sus formas. Las so­ transcienden en su ámbito de alcance cada
ciedades y formas culturales nomádicas, pro­ sociedad y sus identidades, solidaridades y
pias de la posmodernidad, se definen por un comuniones más características. En las
movimiento veloz en sus relaciones y por la comunidades virtuales, las propias identida­
277 Nomadismo y turismo

des de los sujetos son móviles y la gente fluye nes sociales desde la irrupción del proceso
dentro y fuera de identidades fijas, convir­ globalizador. El motel y las salas de espera de
tiéndose en lo que M akim oto y Manners los aeropuertos no representan ni las llegadas
(1997) denominan nómadas digitales. Los nó­ ni las salidas, sino las “pausas” que acontecen
madas digitales son sujetos que desarrollan entre diferentes, pero interm itentes, m ovi­
relaciones lúdicas, pasajeras o contingentes mientos. El motel “no tiene un lobby real, está
con comunidades móviles, adoptando a m e­ atado a una red de autopistas, es un nodo de
nudo irónicamente identidades alternativas paso más que un lugar de encuentro entre su­
y múltiples. En el germen de estas identida­ jetos culturales coherentes” (Clifford, 1999:
des nómadas debemos buscar el *desarrollo 32). Los moteles memorializan sólo el movi­
de las nuevas tecnologías digitales y la posibi­ miento, la velocidad y el perpetuo circular, no
lidad contenida en ellas de que millones de llegando a constituirse nunca en verdaderos
personas *trabajen donde quieran y cuando lugares de significado (Clifford, 1999) y alber­
deseen, pudiendo elegir libremente entre mo­ gando la esencia de un mundo en movimien­
dos de vida sedentarios o nómadas. Este to. Como sitio de tránsito, el motel es el
hecho, sumado a la compulsión por la movili­ ejem plo perfecto en el mundo posmoderno
dad o la urgencia del nomadismo impuesta de un no-lugar o espacio del anonimato, pos­
por las revoluciones tecnológicas y en el mun­ tulado por Augé (1993). Como el motel, “las
do de los transportes, culminará, sugieren es­ autopistas y los habitáculos móviles llamados
tos autores, en unas culturas en las que todos ‘medios de transporte’ —aviones, trenes, auto­
podremos elegir vivir, trabajar y existir en móviles—, los aeropuertos y las estaciones fe­
movimiento sin renunciar por ello a las como­ rroviarias, las estaciones aeroespaciales, las
didades tradicionalmente adscritas a los mo­ grandes cadenas hoteleras, los parques de re­
dos de vida sedentarios. creo, los supermercados, la madeja compleja,
Para ciertos autores, entre los que se en fin, de las redes de cables o sin hilos que
ecuentra Streck (2003), las culturas nómadas movilizan el espacio extraterrestre a los fines
actuales -p o r ejemplo, “la cultura gitana del de una *comunicación tan extraña que a me­
contraste”—emplean la movilidad como una nudo no pone en contacto al individuo más
de las formas de eludir el conflicto y un medio que con otra imagen de sí mismo” (Augé,
fundamental de resistencia ante la in te g r a ­ 1993: 85), son otros ejemplos paradigmáticos
ción de sus rasgos culturales en las sociedades de no-lugares generados por la incesante mo­
sedentarias mayoritarias. Estas culturas no vilidad propia de la “sobremodernidad”.
sedentarias usan, por tanto, el nomadismo Ahora bien, subrayar que la era global es­
como proceso a través del cual pueden preser­ tá caracterizada por un incesante movimiento
var rasgos culturales intactos o puros (Okely, no quiere decir que éste sea igualmente expe­
1983) frente a tendencias de corte integracio- rimentado por diferentes agentes, en distintas
nista o asimilador. culturas. Según subraya Bauman (2004: 15),
Por otra parte, se ha llegado a postular aplicar indiscriminadamente el término “nó­
hasta unas nuevas “ciencias sociales nóm a­ madas” a todos los contemporáneos de la era
das”, que, hijas de la multidisciplinariedad, posmoderna es sumamente engañoso, pues
son capaces de moverse en el complejo entra­ pasa por alto las profundas ^diferencias exis­
mado cultural contemporáneo (García Can- tentes entre varios tipos de vivencia de la mo­
clini, 1995:14), viajando horizontalmente en vilidad, asemejando experiencias dispares
la búsqueda de puntos de contacto y diálogo como, por ejemplo, las encarnadas en las figu­
entre los variopintos movimientos culturales ras del turista y del vagabundo o en unas cul­
para desde ahí iniciar teorizaciones *híbri- turas nómadas y otras.
das sobre la condición global y fluida de socie- Atendiendo a Bauman (2004), las culturas
dades-en-movimiento. Estas ciencias sociales nómadas, lejos de moverse azarosamente por
nómadas dotan a la movilidad y a la condi­ el espacio, siguen en sus movimientos rutas y
ción nomádica de lo social de coherencia teó­ patrones regulares y ciertam ente sistem áti­
rica y metodológica, desarrollando estrategias cos. De ello dan fe no sólo las monografías an­
de investigación adaptadas a esos flujos. tropológicas clásicas sobre el nomadismo, por
En un mundo en constante movimiento, ejemplo, la realizada por Lee (1979) entre los
la metáfora del motel, desarrollada por C lif­ kung del desierto del Kalahari, sino tam ­
ford (1999), es, junto a la metáfora nomádica, bién trabajos antropológicos sobre las cultu­
otra de las más empleadas para dar cuenta de ras nómadas actuales, entre los que cabe citar
la creciente movilidad que abraza las relacio­ los estudios acerca de la cultura gitana, o las
Nomadismo y turismo 278

tribus de las estepas de Mongolia e Indonesia. gocios, sólo es posible a través de la *exclusión
En estas culturas nómadas contemporáneas, organizada y sistemática de otros que se ven
donde los gitanos ven en la movilidad un ele­ forzados a deambular como vagabundos, m i­
mento conformador de su cultura diferencial grantes ilegales o refugiados, o bien a per­
respecto a la cultura m ayoritaria (Okely, manecer condenados a una inmovilidad
1983; Streck, 2003), los nómadas de las estepas permanente. La movilidad de unos y la inmo­
han sido, en virtud de sus movimientos, con­ vilidad de otros se revelan, pues, más allá de lo
vertidos en atracciones turísticas y estabiliza­ que llegaron a ver los partidarios del nom a­
dos bajo protecciones específicas (U N ESC O , dismo como metáfora de la modernidad, en
1998). toda su naturaleza co-constitutiva, de tal mo­
Las figuras del turista y del vagabundo do que ciertos tipos de movilidad implican
aparecen con fuerza a mediados de los años atar a otros en espacios y tiempos concretos
noventa como metáforas sustitutivas del no­ (Sheller, 2003: 29).
madismo para referirse a la creciente movili­ El rechazo a la metafísica nomádica para
dad del mundo moderno y, sobre todo, al dar cuenta de la condición posmoderna y el
carácter eminentemente diferenciador que la énfasis en el carácter dialéctico de la m ovi­
misma imprime en la condición humana lidad y la inmovilidad son evidentes en los
(Baum an, 1999). El vagabundo y el turista, trabajos de M. Sheller (2003) sobre las movili­
por contraposición al nómada, son figuras dades vinculantes del consumo —the binding
completamente ajenas a una movilidad regu­ m obilities o f consum ption—, y también en el
larizada, y precisamente por ello se revelan desarrollo del concepto de la mirada turística
como las mejores metáforas de un mundo —o tourist g a z e—de J. Urry (1996). Así, si en
atrapado en un proceso globalizador que no las binding m obilities o f consumption no son
controla. Si el vagabundo es un peregrino sin sólo los objetos los que circulan, los que están
destino, un nómada sin itinerario, el turista, en perpetuo movimiento al margen de ideas,
“pagando por su libertad de m ovimientos”, informaciones e imágenes, sino que sus movi­
parece gozar del derecho de viajar a la cultu­ mientos son interdependientes unos de otros
ra del otro sin por ello hacerse partícipe de és­ y, a su vez, vicarios respecto a las relaciones
ta o de sus problemas (Bauman, 1999). Según entre aquellos que viajan y aquellos que mo­
Bauman, el vagabundo y el turista se mueven ran, según la mirada turística, el turista tam ­
a través de los espacios de otras personas; am ­ poco es un agente que se mueva sin rutas que
bos implican la separación de una presencia encarnen su deseo de viajar y animen sus mo­
física de una proximidad moral, y si los turis­ vimientos. El turismo, como una forma de
tas sientan los estándares de la buena vida y la consumir “vistas”, es más bien una forma
felicidad en un mundo globalizado hecho pa­ de viaje colectivamente organizada, sujeta a
ra ellos, los vagabundos encarnan una movili­ unas pautas y a unos movimientos definidos y
dad forzada por un mundo en constante sistematizados que, en cada época, discrimi­
movimiento. Si el turista encarna la vivencia nan lo que hay que ver y cómo hay que verlo,
de la libertad posmoderna, el vagabundo de lo que no merece la pena ser visto. A de­
“produce una exasperante sensación de *es- más, en la industria turística, al movimiento
clavitud en los tiempos posmodernos” (Bau­ de los turistas en sus viajes se contraponen la
man, 1999:103); una esclavitud que le empuja inmovilidad o fijeza de aquellos que les atien­
a una movilidad que ni ha buscado ni m u­ den y sirven en destinos habilitados e inmovi­
chas veces desea. “Quedarse en casa”, apunta lizados también a tal efecto.
Barman, en un mundo hecho a la medida del Annemarie Mol y John Law (1994), par­
turista parece humillante y sofocante además tiendo de los estudios de ciencia y tecnología
de no ser una propuesta factible a largo plazo. iniciados por la sociología de B. Latour, pre­
“Por más que la estrategia turística sea una fieren hablar de los espacios flu idos como me­
necesidad en un mundo caracterizado por táfora de un mundo en movimiento. Los
muros que se desplazan y vías móviles, la car­ espacios fluidos hacen referencia a un mundo
ne y la sangre del turista son la libertad de atado a coherencias cambiantes y fracciona­
elección. Despojado de ésta, su vida pierde to­ das, donde la estabilidad de las relaciones que
da atracción, poesía e incluso viabilidad” le conforman da paso a la fluidez social y al
(Bauman, 1999: 121-122). movimiento de sus elementos como condi­
Es crucial advertir que la libertad de mo­ ción fundamental. Los flujos y movilidades
vimientos de unos, ya sean Ciudadanos de los espacios fluidos no son, sin embargo,
móviles (Kaplan, 1996), turistas o gente de ne­ azarosos, sino que sirven a fines e intereses de
279 Nuevos movimientos sociales

poder específicos. A diferencia de los nóma­ Ver además A L T E R I D A D , Ciudadano, C O ­


das, de los turistas, vagabundos y también de M UN ICACIÓN , C U LTU RA , D E S A R R O ­
los no-lugares, los espacios fluidos están muy L L O , Desterritorialización, Diferencias na­
próximos al paradigm a de la m ovilidad en su turales v diferencias sociales, Diferencias
rechazo tanto a una metafísica nomádica co­ sociales v diferencias culturales, D I S C R I M I ­
mo sedentarista que esencializan lugares e N ACIÓN Y E X C L U S IÓ N SOCIAL, E L I­
identidades desde la posesión o desposesión T E S , Elites cosmopolitas, Esclavitud, Esfera
de movimiento. Hablar de espacios fluidos en mediática. Espacio de los flujos, Espacio red,
tiempos posmodernos supone, finalmente y ESPA CIO -TIEM PO , ESTA D O -N A CIÓ N ,
desde esta perspectiva, contemplar lo social, Etnicidad, Extranjero, Frontera geográfica y
poniendo en primer lugar la naturaleza rela- administrativa, Fronteras simbólicas. Global
cional, material y situada de la movilidad. y local, G L O B A L I Z A C I Ó N , G lo b a li z a ­
ción v antiglobalización, H I B R I D A C I Ó N ,
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KAPLAN, Caren (1996): Questions o f Travel: post­ sociales
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La noción de nuevos movimientos socia­
versity Press: Durham.
les se utiliza para referirse al cambio operado
L E E , R. B. (1979): The IKung San: ment women ,
en el carácter de éstos tras el declive en los
and wor\ in a foraging society. Cambridge:
años ochenta de los movimientos basados en
Cambridge University Press.
el concepto de clase. En concreto, se usa para
MAKIMOTO, T ; MANNERS, D. (1997): Digital
aludir a la emergencia de movimientos que ya
nomad. Chichester: John Wiley & Sons eds.
no parten de posiciones sociales, sino de
MOL, Annemarie; LAW, John (1994): “Regions,
^identidades ^culturales, ^étnicas, de género
Networks and Fluids: Anaemia and Topo­
o basadas en la ecología. Para sociólogos como
logy”. Social Studies o f Science , 24 (4), 641-671.
Alain Touraine, dichos movimientos apare­
OKELY, Judith (1983): The Traveller-Gypsies.
cen unidos a la transform ación del orden
Cambridge: Cambridge University Press.
mundial y son el reflejo del fin de la *moder-
RHEINGOLD, H. (1996): La comunidad virtual:
nidad como tal, de una era en la que la histo­
una sociedad sin fronteras. Barcelona: Gedisa.
ricidad se identificaba con el progreso hacia
SH ELLER , M. (2003): Consuming the Caribbean:
un nuevo tipo de sociedad, en la que los movi­
From Arawaks to Zombies. London, New
mientos sociales aspiraban a controlar por
York: Routledge.
completo la dirección de la historia de la so­
STRECK, B (2003): “La cultura del contraste. So­
ciedad. Frente a ello, los nuevos movimientos
bre la diferencia y el sentido de pertenencia. El
serían parciales. No intentarían cambiar el
caso de los gitanos”. Revista de Antropología So­
mundo, sino reform arlo —desde el punto de
cial, 12:159-179.
vista ecológico—o afirmar los derechos de de­
UNESCO (1998): Instituto Internacional del estudio
terminados grupos constituidos culturalmen­
de las civilizaciones nómadas. Documento interno.
te —^indígenas, étnicos, feministas, *gays,
URRY, J. (1996): The tourist gaze. London: Sage.
etc.—. Esta perspectiva general ha sido mara­
John Urry villosamente captada en un anuncio de IK E A
Matilde Cordoba en el que se observa a una pareja amueblando
Nuevos movimientos sociales 280

juntos su cocina bajo el eslogan: “1968 R e­ ropa se acentuó un giro general hacia la iden­
formamos el Mundo; 1986 Reform am os la tidad cultural. En Francia, donde la historia
Cocina”. se había escrito siempre en términos estatales,
Es sorprendente toda la serie de aconteci­ un gran número de lectores empezó a adqui­
mientos paralelos que es posible encontrar en rir libros sobre los celtas, los franceses antes de
Estados Unidos y Europa al comparar los Francia y sus raíces étnicas. El término “etni-
años finales de la pasada década de los sesenta cidad” se convirtió en un concepto muy popu­
con los años ochenta. La década de los sesen­ lar en la Francia de mediados de la década de
ta en Estados Unidos fue testigo de la em er­ los setenta, tras haber sido desterrado del dis­
gencia del movimiento estudiantil y de la curso intelectual hacía medio siglo.
transformación de la contestación pro dere­ Es interesante destacar la existencia de
chos civiles —concebida como tarea conjunta significativas diferencias nacionales en el mo­
de blancos y negros de la clase media—en un do en que estas categorías se m anifiestan.
movimiento identitario mucho más radical, Durkheim, que siempre se negó a considerar
en el que los negros dejaron de ser las víctimas a la etnicidad como una realidad social, envió
y pasaron a demandar su reconocimiento ra­ a su estudiante Maurice Halbwachs a Chica­
cial y el derecho a ser declarados y asumidos go a principios de los pasados años veinte.
como ^ciudadanos en igualdad de condicio­ Cuando regresó escribió un artículo en Année
nes con los blancos. De ser una cuestión de Sociologiqu e en el que expresaba un cierto
asim ilación, por medio del otorgamiento asombro por el nivel de ^diferenciación étni­
de la igualdad de ^derechos a todos los indivi­ ca que había en Estados Unidos, sobre el que
duos con independencia de su raza, la contes­ la Escuela de Chicago se había fundado. Des­
tación pro derechos civiles se configuró como tacó el contraste existente entre su propio país
un asunto de reconocimiento de derechos a y Estados Unidos. Señaló que mientras que
un grupo particular, en el caso de los negros, éste último, al ser un país de in m ig ra n te s,
en función de su “raza”. La radicalización ad­ había dado lugar a una sociedad multiétnica,
quirió varias formas, pero permaneció cons­ en Francia no ocurría así. Sin embargo, pasó
tante un núcleo basado en una identidad por alto el hecho de que en ese mismo perio­
colectiva, desarrollada a lo largo de las décadas do había al menos tantos inmigrantes en E s­
de los setenta y ochenta. A esta contestación le tados Unidos como en Francia. La diferencia
siguieron otros movimientos identitarios; al estribaba en que en la Francia republicana,
principio el Poder Rojo fue el más prominen­ donde por principio se niega todo origen, los
te, pero pronto le sucedió el Poder Latino. E s­ inmigrantes no se clasificaban como tales. En
ta efervescencia dio lugar al surgimiento de suma, la diferencia fundamental entre los dos
un nuevo campo, los estudios étnicos, que en países residía en el significado cultural atri­
este periodo se convirtió en una asignatura buido a la inmigración, en el reconocimiento
fundamental de las universidades. La Europa de los orígenes por un Estado y su negación
de la década de los setenta fue testigo a su vez por el otro.
del surgim iento de un conjunto de m ovi­ En Alemania, donde la identidad nacio­
mientos bastante inesperados. A lo largo del nal se había reprimido oficialm ente tras la
periodo que siguió a la Segunda Guerra Segunda Guerra M undial, una serie de
Mundial, los especialistas se centraron en los televisión, H eim at, relata en un estilo etno­
procesos de asimilación, y se convirtió en la gráfico la vida cotidiana de las familias ale­
cuestión principal el tiempo que sería necesa­ manas del siglo X X , centrándose en lo que
rio para que las identidades étnicas quedaran podríamos denominar nociones de hogar y
absorbidas dentro de las identidades N acio ­ raíces, no sólo en el sentido de ideología polí­
nales. De repente, todo pareció ir en sentido tica, sino también de práctica cotidiana. Hay
contrario. Entre los primeros años y la mitad paralelismos interesantes en la búsqueda de
de la década de los setenta del siglo XX, sur­ raíces no sólo respecto a los negros de Nortea­
gieron movimientos regionales en numerosas mérica, sino también entre todos aquellos que
partes de Europa. El movimiento bretón y el participaron en este renacimiento étnico.
occitano suponían un cambio dramático para En las pasadas décadas de los años setenta
Francia, el más centralizado y asimilacionista y ochenta, a la par que emergían las identida­
de los *Estados europeos. Tom Nairm califi­ des regionales y étnicas —en un sentido cultu­
có de “Desintegración de Gran B retaña” al ral—, se produce un incremento mayor de las
surgimiento de nuevos regionalismos en Es­ identidades indígenas. Entre 1970 y 1980, la
cocia, Gales e incluso Cornwall. En toda E u­ población de indios norteamericanos aumen­
281 Nuevos movimientos sociales

ta en el censo de 700.000 a 1.800.000. Eviden­ sociales que luchen por la sociedad en su con­
temente, no se trata de una cuestión de identi­ junto, por lo que podría afirmarse que éstos
dad, sino de re-identificación. Este mismo desaparecen por completo en este periodo.
fenómeno es evidente en el caso de los ha- Los nuevos movimientos son mucho más par­
waianos. Su población aumentó rápidamente ticularistas tanto en su base como en las metas
entre 1970 y 1980. Es significativo que los ha- que se proponen.
waianos, tendentes a la formación de familias De todo lo expuesto anteriormente debe
numerosas, pareciesen estar experimentando concluirse que la distribución y forma de los
un descenso de su población en el periodo an­ movimientos sociales están profundamente
terior. Una vez más, se trata de una cuestión condicionadas por los cambios acontecidos en
de identificación más que de biología. Previa­ el contexto social más amplio en el que se in­
mente los hawaianos se identificaban hacia el sertan. La desaparición de los movimientos
exterior, pero en este periodo se produce una de clase modernos es parte de una trasforma­
fuerte re-identificación con la etnicidad ha- ción mayor en la que el declive del m oder­
waiana. nismo da lugar a una retirada donde las
La identidad religiosa también experi­ identidades culturales concretas ocupan el te­
menta un rápido crecimiento en este tiempo, rreno que éste ha dejado libre. Etnia, t e r r it o ­
no sólo entre las *minorías. En 1970 existían rio, cultura nacional, indígena, ecológico o
cinco mezquitas en París. Diez años después género-sexo son las nuevas categorías que
su número ronda el millar. Es parte del proce­ emergen en este periodo. La última de todas
so de reacción frente la creciente *marginali- ellas refleja la fragmentación de unidades
zación de la época. Los niños procedentes del mayores: del Estado a la familia y de ésta a las
norte de Africa, que habían conseguido una personas.
integración bastante importante en la socie­ La fragmentación cultural de los espacios
dad francesa —sobre todo en términos cultu­ identitarios modernos se corresponde con el
rales—, empiezan a desintegrarse en este declive de la hegemonía occidental que se ori­
periodo, al desaparecer las oportunidades de gina en la pasada década de los años setenta y
ir a b a jo y aumentar el desempleo, que les se extiende hasta nuestros días. La búsqueda
afecta a ellos más que al resto de la población de identidades culturales alternativas alberga
y que alcanza porcentajes situados en torno al también una rebelión contra la propia moder­
10%. La nueva inmigración que llega a Fran­ nidad occidental, expresada en términos de
cia, procedente del norte de África y Oriente un cierto “occidentalism o” o, su reverso,
Medio, parte de zonas en las que el islam se “orientalismo”. El proceso es equivalente a la
encuentra en pleno renacimiento a conse­ implosión del orden jerárquico imperial an­
cuencia de un presente y un futuro que resul­ terior. Opuesta a los movimientos modernis­
tan ser distópicos. tas, la base de las movilizaciones actuales es
La situación es nueva si se compara con la cada vez más anticivilizacional, al menos en
existente en los pasados años veinte, cuando el sentido de civilización occidental. Buruma
los movimientos de clase eran completamen­ y Margalit detallan en su obra la realidad his­
te predominantes, sobre todo en Europa, y el tórica de los movimientos antioccidente en los
modernismo constituía la identidad hegemó- últimos siglos. La novedad radica en la ten­
nica en Occidente. En el periodo de la moder­ dencia a que estos movimientos formen parte
nidad, los movimientos partían de proyectos cada vez más de la ideología dominante.
sociales en los que se buscaba la transforma­ Los movimientos modernistas se sitúan
ción de la sociedad en su conjunto. Los in­ dentro de periodos de hegemonía, en el d e n ­
migrantes procedentes del norte de África tro del sistema, mientras que en dichas etapas
quedaban englobados en dichos movimientos la periferia se caracteriza por revueltas de tipo
de la clase obrera, al igual que los indígenas religioso y cultos-cargo; cualquier rebelión
maoríes de Nueva Zelanda lo eran dentro del contra los Colonizadores se expresa normal­
movimiento obrero de este país. Todo este pa­ mente en términos religiosos o de cultos de la
norama cambió rápidamente desde mediados modernidad. En la periferia sólo pueden de­
de la década de los pasados años setenta. El sarrollarse movimientos verdaderamente re­
proceso puede describirse como una frag­ volucionarios entre aquellos implicados en la
mentación de identidades, una proliferación modernidad y socializados en una conciencia
de identificaciones culturales que sirve de ba­ común de lo moderno, fundam entalm ente
se para una nueva movilización bien distinta entre miembros de la clase media y media-al­
de la anterior. Ya no habrá más movimientos ta. En periodos de declive de la hegemonía se
Nuevos movimientos sociales 282

invierte la situación al aumentar el numero lución social. Es una situación que convierte a
de movimientos culturales y desaparecer los los que sostienen este discurso en miembros
modernistas. Es entonces cuando la identidad de una vanguardia autoidentificada. Los que
empieza a destacar como el principio de orga­ producen dicho discurso no se sitúan en la
nización fundamental. Puede que muchos no cúspide, sino que son intelectuales orgánicos
estén de acuerdo, pero la identidad no es lo —en la terminología de Gramsci—que sirven a
novedoso en este proceso, puesto que lo mo­ los intereses de una minoría con la que se
derno o la identidad de clase son también identifican fuertemente. El periodo que se
identidades. Lo realmente novedoso es la pre­ corresponde con el fenómeno descrito se ca­
eminencia del particularism o como forma racteriza por una doble polarización. La frag­
principal de política identitaria. mentación en identidades culturales separa­
Mientras que Occidente y sus periferias se das puede considerarse una polarización ho­
caracterizan por una gran fragmentación po­ rizontal. A la par se produce una polarización
lítica, el Este se encuentra sumido en un pro­ vertical al aumentar la d iferen ciación exis­
ceso inverso de ^desarrollo modernista, que tente entre los dos extremos de la sociedad: las
implica una unificación territorial sobre la poblaciones ascendentes se identifican trans-
base de la idea de progreso. La fragmentación nacionalmente, mientras que las descenden­
de identidades experimentada en Occidente y tes lo hacen en términos nacionales o subna-
en sus dependencias —incluyendo la Europa cionalcs.
del Este—es paralela a la fragmentación de la Las dos tendencias opuestas a las que nos
ayuda estatal, ahora repartida entre pequeñas acabamos de referir se corresponden con los
organizaciones u O N G que proliferan en es­ conceptos de cosmopolitización e indigeniza-
tos momentos. Se trata de una fragmentación ción. La primera consiste en una identifica­
que caracteriza a otras muchas actividades ción con el mundo en sentido amplio, es
anteriorm ente controladas por el Estado y antinacional y global y a menudo abraza no
que explica el desarrollo de empresas milita­ un internacionalismo modernista, sino una
res, desmembradas de la maquinaria militar ^hibridación global *posmoderna de mezco­
estatal, dedicadas al tráfico de armas, perso­ lanza cultural, fundamentalmente reflejada
nas y drogas, comercios todos ellos conecta­ en un intento de aglutinar a las diferentes po­
dos a través de *redes *locales #fuera del blaciones del mundo. Estas normalmente se
control estatal. Castells y otros autores se re­ reducen a meros objetos y se representan por
fieren a este fenómeno como intrínseco al medio de sus productos, etnografías, arte y si­
desarrollo de la sociedad red, si bien desde milares, de forma que pueden ser coleccio­
nuestra perspectiva esta fragmentación pro­ nadas en los ámbitos públicos y privados de
cede de un orden mundial anterior más uni­ las *elites. La tendencia a la indigenización
tario. En este sentido, la *globalización puede cuenta con el arraigo, la localidad y la historia
entenderse como la unificación de un mundo como componentes fundamentales. El proce­
fragmentado a través de conexiones en red. so no se refiere simplemente a los pueblos
La globalización es en sí misma un discur­ “definidos” como indígenas, sino a la práctica
so producido por los estratos superiores del de la indigeneidad, que puede darse entre
orden social que son los que participan en cualquier segmento de una población nacio­
dicho proceso. Estos defensores de la globa­ nal. En este proceso pueden aparecer extrañas
lización se contemplan bajo la identidad compañías, como es el caso de la tribu washi-
^cosmopolita de “ciudadanos del mundo” o taw, del sur de los Estados Unidos, que
transnacionales, una experiencia del mundo reclama su independencia respecto al E s­
claramente propia de una minoría selecta. D i­ tado-nación. El grupo está compuesto por in­
cha minoría está formada por miembros de dios que reclaman un estatus indio, llegando
las elites ^globales, ya sea del ámbito financie­ incluso a proclamarse como los primeros in­
ro, político o cultural. Sus identidades no son dios que existieron, cuando los continentes
nuevas, pero es cierto que sólo en determina­ americano y africano aún estaban unidos. Es­
dos periodos históricos se convierten en fuen­ tán regidos por su propia emperatriz, poseen
te de nuevas ideologías hegemónicas. E x ­ una página web y placas de matrícula propias
presiones del tipo “vivimos en un mundo y, por supuesto, están armados. Están aliados
globalizado” o en la era del Im perio —noción con la República de Texas, una milicia bien
acuñada por Hardt y Negri—subrayan lo no­ conocida. Sin duda, podríamos preguntarnos
vedoso de la situación actual como si ésta cómo es posible que un grupo *racista como
fuese el producto de un largo proceso de evo­ la República de Texas se alíe con los washi-
283 Nuevos movimientos sociales

taw. La respuesta parece estar en el hecho de política acontecida en la sociedad contem ­


que ambos han encontrado enemigos comu­ poránea.
nes: W ashington —y el Consenso de W ash­ En el otro extremo de la jerarquía es posi­
ington—, el Vaticano, los judíos y otros ble hablar de cosmopolitización como forma
cosmopolitas en cuya agenda aparezca la in­ de movilización. No se trata de un movi­
tención de gobernar el mundo. Completan así miento colectivo, pero es posible encontrar
su cuenta de cosmopolitas, a la par que consi­ fuertes identificaciones involucradas, en opo­
deran a la indigeneidad el principal enemigo sición a la situación actual del m undo—domi­
del mundo *nomádico que desearían estable­ nada por los Estados-nación—. Es una lucha
cer. Es interesante destacar la convergencia por los derechos humanos globales combina­
de los discursos de distintos movimientos in- da con una estrategia de diversidad cultural,
digenizantes, incluso entre aquellos que no en el sentido de la Nueva Derecha —cuya
parecen pertenecer a estrategias políticas di­ noción de cultura es más existencialista—, sino
ferentes. Paul Piccone, editor de la publica­ entendida como una diversidad de objetos.
ción de izquierdas Telos, quedó fascinado en La noción de diversidad entendida como fe­
la reciente década de los noventa con la N ue­ nómeno anticosmopolita puede formularse
va Derecha francesa, y dedicó un número en­ como sigue: “Una pluralidad de culturas pue­
tero de su publicación a este movimiento y a de coexistir sin necesidad de destruirse o de
su líder, Alain de Benoist, cuyos escritos com ­ absorberse las unas a las otras si se encuen­
paró con los publicados por la Nueva Izquier­ tran incorporaras en comunidades orgánicas
da en las décadas de los pasados años sesenta y y no se trata simplemente de individuos aisla­
setenta. El nexo de unión entre ambos es lo dos. En caso contrario, el resultado no es sólo
que podríamos denominar soberanismo. Pa­ la gradual desaparición de las particularida­
ra De Benoist éste se define como “la legítima des culturales, sino la descomposición de la
defensa de las singularidades e identidades individualidad, lo que explica la inextricable
colectivas” (Benoist, 1993: 121) frente a la conexión establecida en Estados Unidos entre
“nueva clase universalizante que busca impo­ la homogeneización cultural y la ^industria
ner una agenda liberal abstracta sobre todo el cultural, el aumento de la industria terapéuti­
mundo” (Piccone, 1993: 21). La Nueva D ere­ ca y la progresiva desintegración de las comu­
cha se declara en contra del #multiculturalis- nidades” (Piccone, 1993: 16).
mo, al que considera impracticable dentro de Se trata de una noción de diversidad com­
un Estado-nación que se afirma sobre la base pletam ente co n tra ria a la que m an eja la
de una comunidad unificada. Por otra parte, U N E SC O : “el capítulo principal propone
una sociedad plural es perfectamente acepta­ que el tratamiento del patrimonio como bien
ble tanto para la Nueva Derecha como para la capital conduce a mejores decisiones de cara a
vieja Nueva Izquierda (véase, por ejemplo, la asignación de recursos para su preservación
Henri Lefebvre, 1970). En palabras de Alain y protección (U N ESC O , 2000: 8). Una diver­
de Benoist: “dada la situación en la que nos sidad cultural que no pone en peligro a lo cos­
encontramos, sólo vemos motivos para la es­ mopolita es la que se reduce al arte, los objetos
peranza en la afirmación de las singularida­ etnográficos y los textos culturales, en la que
des colectivas, la reapropiación espiritual del la diferencia se transforma en “estructuras de di­
^patrimonio, la clara conciencia de la pose­ ferencia común” en un museo mundial en el
sión de raíces y de culturas específicas... E s­ que puede servir como mobiliario de los festi­
peramos la desintegración del modelo único, vos cócteles multiculturales celebrados para
bien suceda por el renacim iento de las len­ los coleccionistas globales de la diferencia.
guas regionales, la afirmación de minorías ét­ Es posible contemplar estos dos polos
nicas o a través de fenómenos tan diversos opuestos como proyectos de una globaliza-
como la descolonización... (ya sea por] la ción que tiene el carácter de un movimiento,
afirmación de ser negro, el pluralismo políti­ aunque no único, sino como una pluralidad
co de los países del Tercer Mundo, el renaci­ de movimientos organizados en torno a inte­
miento de la civilización latinoamericana, el reses e identidades particulares.
resurgir de la cultura islámica, etc.” (extracto
d e Elem ents, 33. Feb-M arch, 1980: 19-20; re­
Distribución de los movimientos
producido en Telos, 1993: 119). Esta conver­
sociales
gencia sólo puede entenderse dentro del
marco de la hipótesis de la indigenización, co­ Las distintas categorías de movimientos a
mo una polarización del espacio de identidad los que nos hemos referido pueden organi­
Nuevos movimientos sociales 284

zarse en función de su localización geográfica so tendencias separatistas en referencia a esos


y de su posición dentro del cambiante orden últimos, pero no han sido muy comunes.
mundial. A continuación se exponen algunos Es necesario señalar que en estos casos no
ejemplos; no se trata de un examen exhaus­ se trata de fenómenos nuevos ni pueden ser
tivo, sino que simplemente sirven para interpretados como expresiones de la moder­
proporcionar un marco de referencia. Es úni­ nidad occidental, ya que generalmente se en­
camente dentro de los centros del sistema glo­ cuentran organizados en torno a categorías
bal donde podemos hablar claram ente de religiosas específicamente locales, pese a su
Nuevos Movimientos Sociales. En la periferia vinculación a ideologías y redes de mayor es­
han tenido y siguen teniendo un peso mayor cala —incluso de escala mundial.
los movimientos orientados hacia lo moder­
no, aun cuando ni siquiera puedan ser califi­
b) Estrategias de salida/autonomía
cados de modernistas. Se propone este breve
panorama con el objetivo de ayudar a com ­ 1. Los movimientos indígenas rechazan el
prender la distribución de los movimientos orden mundial moderno y manifiestan un
contemporáneos, así como la ambivalencia y deseo de retorno a los modos de vida “tradi­
superposición que necesariamente existen en cionales”. Defienden una autonomía política
las relaciones establecidas entre todos ellos. respecto a los Estados donde se desarrollan
que, en algunos casos, se formula en términos
de secesión respecto a ellos. El movimiento
a) Estrategias de captura de la
hawaiano y ciertos movimientos indios de
m odernidad/m ovim ientos
Norteamérica están más orientados a la sobe­
de inclusión
ranía que a la incorporación dentro del Esta­
1. En la periferia existen muchos movi­ do. No obstante, determinadas adaptaciones
mientos centrados en la captura de la moder­ y compromisos se vuelven necesarios, a la par
nidad o, m ejor dicho, de la riqueza de que se mantiene como central la idea de auto­
Occidente. Es común que tomen la forma de nomía. El carácter de este tipo de movimien­
una monopolización real o simbólica de las tos depende de la naturaleza del contexto
relaciones con una fuente occidental. Los cul­ político mayor en el que se inscriben. Así,
tos Cargo, que fueron muy abundantes en mientras los hawaianos y los indios de N or­
Melanesia y aún continúan existiendo, consti­ teamérica luchan por un mayor grado de auto­
tuyen un claro prototipo de estos movimien­ nomía, el movimiento Kaston en Melanesia
tos, si bien el aspecto estratégico que implican está ligado a los procesos de descolonización y
puede encontrarse en otras partes del mundo. formación de nuevos Estados.
2. Entre los cultos a la modernidad pode­ 2. Un caso peculiar en referencia a lo ante­
mos destacar dos movimientos: rior puede encontrarse en aquellas sociedades
—La SA P E -S o ciété des ambianceurs et en las que los indígenas son una parte cons­
de personnes élégantes—es un culto congole­ titutiva de la propia identidad del Estado,
ño a la alta costura, que constituye un claro según sucede en México. La búsqueda de au­
ejemplo de movimiento que refleja un con­ tonomía sigue estando presente, pero parte
junto más general de relaciones entre el Con­ del reconocimiento del Estado y redefine al
go y Occidente. grupo como una subunidad incluida dentro
—Cultos religiosos basados en el rechazo de una relación federal a mayor escala.
de la “tradición”, del clan y de la familia ex­ 3. Los movimientos étnicos buscan el re­
tensa, frecuentemente asociados a las nuevas conocimiento por la sociedad en su conjunto,
iglesias evangélicas. si bien también incluyen la demanda de auto­
3. El movimiento feminista clásico fue un nomía cultural y, en cierta medida, política. A
movimiento que luchó por la redistribución de diferencia de los movimientos indígenas, no
los derechos y la inclusión de las mujeres en hay modelos que reflejen modos de existencia
igualdad de condiciones con respecto a los hom­ particulares. De hecho, se combinan deman­
bres. La propia historia del movimiento incluye das de inclusión económica con otras más
una gran cantidad de variaciones que se reflejan orientadas a la separación. Las diferencias
en la elaboración de discursos identitarios, que que presentan estos movimientos son asom­
van desde aquellos que buscan la reparación brosas. Encontramos movimientos naciona­
por las injusticias, producto de la discrimina­ listas y regionalistas —y neopaganos— de
ción, a recientes ataques dirigidos contra las tendencias frecuentem ente tradicionalistas
propias categorías de género. Ha habido inclu­ y *xenófobas. Junto a ellos hallamos mo­
285 Nuevos movimientos sociales

vimientos étnicos protagonizados por inmi­ cional también se oponen a esta misma agen­
grantes e incluso una contestación en la que se d a-. Sin embargo, la alternativa a la globali­
tiende a etnificar la propia categoría de inmi­ zación neoliberal no se encuentra claramente
grante. M ientras que las variantes más perfilada. De hecho, la sensación más exten­
radicales de los movimientos nacionalistas dida entre aquellos que acudieron al encuen­
pueden llegar a ser separatistas, la contesta­ tro de Porto Alegre es que no debería de­
ción étnica tiende a la lucha por la apropia­ finirse ninguna estrategia transversal. En este
ción de derechos civiles en nombre de una sentido se trata de un movimiento pos­
identidad colectiva. moderno. Las protestas en contra de distintas
4. En oposición a la mayor parte del femi­manifestaciones del nuevo orden mundial no
nismo y posfeminismo, hay tendencias sepa­ parten de ningún tipo de totalidad ideológica,
ratistas —no sólo entre las lesbianas— que sino de un deseo generalizado de lograr el
reflejan una fuerte oposición a una sociedad mantenimiento del bienestar y la protección
dominada por el poder y los valores masculi­ de las condiciones de existencia de los ciu­
nos. En su extremo, dichos movimientos con­ dadanos.
ducen a la formación de colectivos de mujeres 3. Fundam entalism o islám ico. Los pilares
que intentan vivir fuera de la sociedad mayo- de esta estrategia se sitúan en un intento de
ritaria. Sin embargo, en este caso tampoco transformación del mundo entero, el rechazo
existen modelos que reflejen modos de vida al modo de vida occidental y su sustitución
propios, como sí que ocurre dentro de los mo­ por la sharia como nuevo orden vital. El fun­
vimientos indígenas. damentalismo islámico se encuentra cla­
ramente ligado a los cambios que se están
produciendo en el sistema global. Al igual
Proyectos mundiales
que el occidentalismo, descrito con anteriori­
1. M ovim iento Verde. Los movimientos dad, puede ser visto como una inversión de
ecologistas surgidos a mediados de la pasada un orientalism o previo, reflejo del fin de la
década de los setenta son bien distintos de los expansión imperial occidental; el fundamen­
modernistas, puesto que parten de la crítica a talismo islámico puede considerarse un occi­
la civilización moderna como tal. Hemos pre­ dentalismo exterior. Es algo más que una
senciado una diversificación en las estrategias rebelión contra la modernidad occidental. Se
de estos movimientos, desde el más completo trata de un desafío en el que el orden de un
reformismo o incluso sensacionalismo, como imperio anterior, que no se refiere sólo al
Greenpeace, a perspectivas más holísticas que otomano, se contrapone al decadente y decli­
se reflejan en el Movimiento de Ecología Pro­ nante orden mundial occidental. El funda­
funda o en determinadas formas de ecología mentalismo islámico puede contemplarse
política. Para algunos existe incluso un pro­ como una inversión simétrica del m oder­
yecto de transformación del mundo, basado nismo occidental. Y, como tal, representa el
en la reducción del consumo de energía, el único movimiento alterglobalización que re­
descenso en el nivel de vida y la adaptación a almente existe, ya que es el único que plantea
un desarrollo sostenible en función de las ca­ una alternativa claramente articulada.
pacidades del planeta. La distribución de los movimientos socia­
2. M ovimiento alterglobalización. Comen­ les puede entenderse en función del modelo
zó siendo, al menos para los medios de comu­ geográfico de centro/periferia, dentro de un
nicación, un movimiento *<z/2í/globalización, periodo de declive de la hegemonía. En las
si bien poco a poco se ha ido definiendo a sí zonas periféricas encontramos una combina­
mismo como una contestación que no se opo­ ción entre una fuerte identificación con el
ne a la globalización capitalista en su calidad centro, característica del periodo anterior en
de tal, sino a su forma actual. Movimientos el que todos los bienes y riquezas se origina­
como A T T A C han proporcionado los temas rían en estas zonas, y también un rechazo a es­
ideológicos centrales para este conglomerado te mundo, a veces expresado en términos
bien disperso de grupos. La mejor manera de nacionalistas o incluso bajo la forma de mo­
comprender este movimiento es por la oposi­ dernismos alternativos —el socialismo, en el
ción de algunos de sus más importantes pasado—. En los últimos años en aquellas zo­
miembros a la presente organización del nas en las que se ha producido un debilita­
mundo, la agenda neoliberal de la globaliza­ miento o la privatización del Estado, como
ción, según ellos la denominan —la Nueva sucede en Africa, encontramos un proceso de
Derecha e incluso la extrema derecha tradi­ etnificación emergente, ligado a una organi­
Nuevos movimientos sociales 286

zación política clientelar —normalmente ba­ se define en términos socioculturales, clara­


sada en categorías étnicas—propia de periodos mente vinculado a la situación *poscolonial.
anteriores. En las zonas centrales se produce Sus protagonistas afirm an que el colonialis­
un declive del modernismo y un aumento de mo sigue existiendo en las relaciones que se
lo que podríamos denominar movimientos establecen entre el Estado y las zonas *guetifi-
posmodernos, del tipo de los descritos con an­ cadas o sensibles, según las denomina la Admi­
terioridad, basados en la identidad cultural nistración francesa. Lo que los diferencia de
—que también se expresa en términos de etni- un movimiento de tipo colonial es el énfasis
ficación—. Todos ellos rechazan lo moderno y puesto en la diferencia, la #otredad y la ra-
expresan el deseo de una alternativa distinta. za/etnicidad en la práctica de su identidad.
Ninguna de estas categorías es fija o esta­ Por tanto, no se trata simplemente de un mo­
ble. Existe una gran variabilidad tanto en el vimiento de las ban lieu francesas, no es una
tiempo como en el espacio. A la par se produ­ movilización que se base únicamente en la
cen numerosos solapamientos entre los dis­ posición social, sino que esta última se inser­
tintos ámbitos. Por ejemplo, en la pasada ta en un contexto cultural poscolonial. Resul­
década de los años ochenta el feminismo ex­ ta necesario destacar los solapamientos que se
perimentó un renacimiento del tradicionalis­ observan entre el discurso de los movimientos
mo, que invirtió el discurso de liberación indígenas y el francés. Ambos emplean la re­
modernista predominante hasta el momento tórica de la dominación cultural y utilizan los
en el feminismo clásico. Tam bién existe un aspectos culturales de dicha hegemonía para
solapamiento importante entre la izquierda y diseñar sus estrategias.
la derecha en cuestiones de soberanía. Del En conclusión, los Nuevos Movimientos
mismo modo encontramos numerosas ambi­ Sociales sólo pueden entenderse en relación
valencias entre determinados feminismos y con las transformaciones operadas en el con­
posfeminismos en su confrontación contra el texto en el que emergen. En su mayoría se
islam. Las identidades que se originan en es­ sitúan en Occidente, pero también hemos
tos movimientos se basan, según hemos argu­ aludido a contestaciones surgidas en el Tercer
mentado, en una transformación ideológica a Mundo, así como a movimientos indígenas de
mayor escala que acontece en periodos de de­ diversas partes del planeta. Estos últimos no
clive de la hegemonía y que proporciona ele­ pueden equipararse fácilmente con los movi­
mentos que pueden combinarse de distintas mientos occidentales, pero, desde la perspec­
formas. tiva global que hemos defendido, pueden
Las Panteras Grises, por ejem plo, son relacionarse con transformaciones más gene­
un m ovim iento definido únicam ente en rales que constituyen la base de este “nuevo”
términos de edad, formado por ciudadanos fenómeno. Los movimientos sociales son
mayores, jubilados, que parecen querer cons­ siempre procesos de movilización colectiva
tituirse como grupo dentro del orden social que parten del modo en que se experimentan
de la modernidad. Sin embargo, el hecho de las condiciones de existencia en situaciones
que su identidad esté basada en un aspecto ge­ particulares, tanto en términos espaciales co­
neracional convierte a este movimiento en un mo temporales. El declive de los movimientos
tipo de particularismo que no persigue la de clase modernos está vinculado con una
transformación de la sociedad en su conjunto configuración del orden mundial, en la que se
sino la obtención de derechos específicos para produce un debilitamiento de la hegemonía
un grupo de edad. ¿Es posible observar una de los centros tradicionales y de la identidad
tendencia modernista en dicho movimiento? modernista, con la consecuente búsqueda de
La respuesta debe ser afirmativa, si se tiene en identidades culturales fijas. Este proceso de
cuenta a quienes sostienen que la sociedad transformación del escenario mundial tam­
moderna debería hacer un mejor uso estruc­ bién tiene consecuencias fundamentales para
tural de la sabiduría, del conocimiento y de la el resto del planeta. Así, en contraste con los
experiencia de los ancianos, quizá con vistas a movimientos “enraizados” en Occidente, el
solucionar los principales problemas sociales. este de Asia ha visto surgir movilizaciones,
El movimiento francés conocido como como el neoconfucianismo y toda una serie
“Les Indigènes de la République” surge en los de fenómenos relacionados, que pueden defi­
suburbios franceses con una alta densidad de nirse claram ente como modernistas. Este
población inm igrante, desempleo y salarios último, al igual que el victorianismo, desa­
bajos. Sin embargo, no debe considerarse un rrollado en Inglaterra en el s. XIX, es un movi­
movimiento de las clases más bajas, sino que miento de corte evolucionista, basado en gran
28 7 Nuevos movimientos sociales

medida en abstracciones modernas de la ra­ LEFEB V R E, H. (1970): Le Manifeste Différentia­


cionalidad burocrática y la acumulación de liste. Paris: Gallimard.
riqueza. Japón constituiría, con todo, una ex­ NAIRN, T. (1981): The breaf-up o f Britain: crisis
cepción. Si en los pasados años sesenta y se­ and neonationalism. London: NLB and Verso
tenta podría definirse como modernista, su Editions.
entrada en una fase de exportación de capita­ PICCO NE, P. (1993-1994): “Confronting the
les hizo que la crisis financiera de 1980-1990 French New Right”. Telos, 98-99, Winter,
le afectará de lleno. En ese momento fue tes­ 1993-Spring, 1994.
tigo de la emergencia de una nueva concien­ TAGUIEFF, R-A. ( 1993-1994): “From race to cul­
cia étnica-nacional, de la m ultietnicidad, y ture: the New Right’s view of European Iden­
hoy en día la distribución de sus m ovi­ tity”. Telos, 98-99, Winter, 1993-Spring, 1994.
mientos culturales no puede equipararse a la TO URAIN E, Alain (1992): Critique de la moder­
occidental. nité. Paris: Fayard.
No obstante, la constante en todo este TO U R A IN E, Alain (ed.) (1990 [1982]): Mouve­
proceso no puede situarse en la propia natura­ ments sociaux d ’aujourd’hui. Acteurs et analystes.
leza de los movimientos, sino en la relación Paris: Éditions ouvrières.
existente entre el posicionamiento histórico y UNESCO (2000): Cultural Diversity, Conflict and
el marco cultural y representacional que se Pluralism. World Culture Report. UNESCO.
construye desde dicha posición. Esta relación
no es una mera cuestión geográfica, como Jonathan Friedman
puede evidenciarse en el caso de Japón, un
país que ha experimentado el mismo ciclo que
han atravesado Inglaterra y Estados Unidos, Véanse además Acciones afirmativas, ALTE-
pero en un periodo de tiempo mucho menor. RIDAD, Centro-periferia, Ciudadano, CO-
Tanto los nuevos movimientos sociales que I,ON 1A1.1SMO Y A N T 1COIX)NI A1.1SMO,
surgen en todo el mundo como los Nuevos Comunidad transnacional, CO NSUM O
Movimientos Sociales que se desarrollan en CUIA'URAI., C U I T E R A . DERECH()S
Occidente se encuentran vinculados a cam ­ HUMANOS. D E S A R R O P O ), DIFEREN­
bios sistémicos a gran escala que afectan a las CIA Y DESIGUALDAD, Diferencias sociales
condiciones de existencia de todo el mundo. v diferencias culturales, I discriminación positiva,
Estos cambios sólo pueden entenderse en fun­ DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSION SO­
ción de la articulación de las transformacio­ CIAL, ELITES, Elites cosmopolitas. Espacios
nes globales con las estructuras sociales locales, ESTADO-NACION, Etnicidad, Ex­
locales. tranjero, Global v local, GL( )BALIZACIÓN,
Globalización y antiglobalización, HIBRIDA­
CION, 1lomofobia y heterofobia, IDENTI-
Bibliografia DAI), IN DIG ENISMO, I NTEGRACIÓN,
MIGRACIONES, Migraciones. Redes socia­
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HARDT, M.; NEGRI, A. (2000): Em pire. Cam­ de la información y del conocimiento, TERRI­
bridge, Mass.: Harvard. TORIOS, TRABÁJE), Xenofobia y xenofilia.
p
Patrimonio sia, tradición y dimensión colectiva que su­
puestamente marcan de forma sistèmica las
El patrimonio es un conjunto de recursos áreas culturales y ^fronteras geográficas. Son
y atributos, recibido del pasado por herencia muy diferentes de los constructos de patrimo­
u otro origen, que los individuos y grupos po­ nio cultural y natural y de la inclusión discur­
seen, tienen en común, comparten y con los siva de ambos como patrimonio histórico,
que viven. La vida y el medio natural que la configurados sobre los significados que nie­
posibilita son nuestro don más preciado, pero gan los conceptos de cultura y naturaleza
la *cultura no constituye sólo un adorno o (García, 1998). La unidad conceptual de natu­
agregado, una expresión o un instrumento de raleza y cultura se define desde formalismos y
ellos. Como sistema de símbolos que usamos convencionalismos que hacen de ellas lo que
para definir el mundo y guiar la conducta, la tenemos en común y expresan diversidades,
cultura es la clave de la existencia y de su evo­ cambios, contactos, coexistencias, h ib r id a ­
lución interactiva: “Sin hombres no hay cul­ ciones y procesos *identitarios. En contraste
tura”, pero “sin cultura no hay hombres” con esas adjetivaciones del patrimonio, las ca­
(Geertz, 1989: 55). La cultura nos construye tegorías de cultura y naturaleza se refieren,
no sólo como especie, sino individualmente. por un lado, a modos de vivir, pensar y sentir
Con ella organizamos social y simbólicamen­ y, por otro, a recursos naturales, que los indi­
te los recursos naturales heredados, el t e r r i ­ viduos y grupos adquieren patrimonialmente
torio humano y su coexistencia con el espacio del pasado y modifican durante su existencia,
de otros seres con los que compartimos el pla­ volviéndolos a transmitir a generaciones fu­
neta. N aturaleza y cultura no son ontológi- turas con los cambios introducidos. Unen el
camente dominios opuestos, sino un todo, legado pasado, presente y futuro, por lo que
nuestro patrimonio, por lo que su visión fracr no son inmutables sino construcciones socia­
tal, una de las dicotomías conceptuales más les cambiantes y discontinuas, producidas
antiguas y asentadas en la tradición científica históricamente. Implican la desaparición de
occidental, resulta insostenible, lo mismo que antiguos elementos, la modificación de sus
todo determinismo o esencialismo cultural y contextos y la ruptura de sus continuidades y
biológico que no integre la historia natural en transmisiones. Pero también conllevan la
la social, los actos naturales en conductas cul­ aparición de componentes nuevos y, sobre to­
turales. Las relaciones sociales y el parentesco do, hibridados, más adaptados aí presente,
traducen bien ese vínculo. que rellenan el vacío dejado por lo desapare­
Sin embargo, ni la naturaleza ni la cultura cido, se hacen pertinentes para los actores so­
son nociones esencialistas, homogéneas, uni­ ciales y terminan adquiriendo el carácter de
tarias, sustantivas y delimitadas, conjugables tradición. El cambio, uno de los procesos más
con las ideas ilustradas de progreso, civiliza­ claros de adaptación y reproducción de las
ción y universal cultural, y con la idiosincra­ culturas y los espacios naturales, constituye
Patrimonio 290

un rasgo básico y permanente de ambos, de los mo y el utilitarismo; de la sujetología contra la


individuos y grupos y de sus relaciones. No es 1eviatanología (Sahlins, 2003), e incluso de las
un añadido ni una pérdida de valores genui- posturas que celebran las ^resistencias de lo
nos, específicos y eternos, sino más indicativo local frente a la globalización. Son compartí-
de capacidades de supervivencia que la con­ mentaciones de la cultura y la naturaleza que
servación. Tampoco suele hacerse por afini­ fracturan su carácter, conocimiento y trata­
dad o deseo, sino por imperativos, lo que miento holístico, su contexto y sentido, y que
contradice la afirmación, ampliamente man­ obvian toda dimensión espacio-temporal y
tenida en ciencias sociales, de que los sujetos procesual de lo social.
no se apropian de lo que les repugna o extraña. En estas dicotomías se asientan las políti­
Esos imperativos y los cambios que los provo­ cas y normativas jurídicas sobre patrimonio
can son resultado de relaciones de poder y del cultural y natural que formulan, desde los
papel en ellas de los diferentes sujetos. Desde años sesenta, diferentes organismos interna­
aquí se decide qué se modifica, cuándo y có­ cionales, como la U N E SC O (1989, 2003) y el
mo. Aunque el cambio no es exclusivo del pre­ Consejo de Europa, y los ^Estados de buena
sente, las interacciones que se intensifican, parte del planeta. Estas políticas y legislacio­
aceleran y extienden con la *globalización nes profundizan aún más la visión esencialis-
confieren aún mayor relieve a esas relaciones ta y reduccionista de naturaleza y cultura, así
de poder, ya decisivas como motor de transfor­ como sus dualismos, estableciendo tres blo­
maciones desde el inicio de la *modernidad. ques separados: la alta cultura y la popular y el
No obstante, las categorías de patrimonio patrimonio natural. Mientras a este último lo
cultural, natural e histórico y de cultura y restringen básicamente a paisajes, parques
naturaleza como recurso patrimonial se con­ naturales, jardines históricos o reservas, la
funden retóricam ente en el discurso de los alta cultura se justifica a sí misma como ca­
poderes públicos y de ciertos saberes y disci­ tegoría por el valor incuestionable, único,
plinas. Con antecedentes en el siglo XVIII y Estereotipado, histórico y E litista de las pro­
nacidos en la segunda mitad del XIX, los ducciones que abarca y de los recintos que las
conceptos de patrimonio cultural y natural e contienen —museos, archivos, bibliotecas—,
histórico son, en sentido estricto, invenciones auténticos templos rituales del patrimonio
que responden a fenómenos históricos, ju rí­ cultural. Así, la alta cultura se funda en las co­
dicos y sociales de la modernidad y que infor­ lecciones de arte u obras consideradas artís­
man más acerca de las representaciones de ticas, piezas y yacimientos arqueológicos,
ésta sobre cultura y naturaleza que de cuanto monumentos, ciertos bienes muebles y m a­
pretenden ilustrar. nuscritos y documentos singulares. Es una al­
ta cultura en la que la parte, el arte, se apropia
del todo, la cultura, y que, pese a ello, se iden­
Dicotomías del patrimonio cultural
tifica con lo culto: lo com plejo, elaborado,
y natural
moderno y universalista, propios del espíritu
Aunque esos constructos de patrimonio refinado y de los privilegios de clase. La cul­
comparten de pleno el dualismo conceptual tura popular, por otro lado, ya no se ocupa de
moderno, apuestan por uno u otro de sus ex­ las grandes producciones, sino de las conside­
tremos. Se trata de una división deudora de radas pequeñas, más simples, tradicionales,
antagonismos platónicos que, además de seg­ locales y autónomas, homogéneas y próximas
mentar naturaleza y cultura entre sí y respec­ a lo instintivo; obviando que muchas de ellas
to a sus protagonistas, lo objetivo y lo antes fueron, o son hoy, “cultas”, e implican
subjetivo, lo particular y lo general, y la parte un sofisticado *saber. En realidad esta divi­
y el todo, disgrega: materia —cuerpo, humani­ sión entre lo elevado y lo popular, no ajena al
dad, conducta—y espíritu —pensamiento, so­ legado de las ciencias sociales, la museología y
ciedad, alma y Dios—; tradición —artesanía—y la huella evolucionista, aparte de ignorar que
modernidad —arte—; lo popular -em ociones— cada cultura y medio natural tiene las formas
y lo culto —razón, ciencia y tecnología—, y lo que les resultan aptas para cubrir sus deman­
*local —comunidad aislada y cerrada, genio das sistémicas, expresa metafóricamente la
individual- y lo global —progreso cosmopo­ segmentación clasista de la modernidad en
lita—. Es la reacción de la f^ultu’r alem a­ elites y pueblo y la domesticación cultural de
na respecto a la civilisation francesa; del éste, más predicable bajo esos esencialismos
Romanticismo, con su folclore idiosincrásico, que en el campo social, donde se alude a cul­
ante la Ilustración, el positivismo, el socialis­ tura de masas.
291 Patrimonio

Esta visión desintegrada de la cultura y la Tras todo ello hay un denominador fun­
naturaleza comporta su división disciplinar damental, sobre todo en lo referente a la natu­
en patrimonios con competencias y lenguajes raleza y a la “cultura popular”. Es lo que
parcelados y estancos, estratigráficos (Geertz, K. Marx definió el fetichismo de la mercancía:
1989), sobre el conocimiento —artístico, ar­ la ilusión de que el valor de las mercancías en el
queológico, arquitectónico, ecológico, paleon­ sistema capitalista emana de la relación entre
tológico—, que trocean también los soportes de ellas y no de los procesos humanos incorpora­
las producciones —material, inmaterial, mue­ dos. En efecto, los actores sociales que crean y
ble, inmueble, documental, bibliográfico, viven la “cultura popular” y la naturaleza
plástico, audiovisual—, los espacios donde co­ se hallan ocultos, individual y grupalmente,
bran sentido —local, rural, urbano, nacional, igual que su diversidad, sus contactos e hibri­
mundial, de la humanidad-, sus tiempos —tra­ daciones y sus procesos identitarios y de cam ­
dicional, moderno—y sus sistemas productivos bio. No ocurre igual, sin embargo, y no por
—industrial, artesanal—. Puro dislate en el azar, con las producciones de la “alta cultura”,
marco científico y académico, no sorprende muy sensibles al relieve social de sus creado­
demasiado, por otro lado, que la “cultura po­ res, patrocinadores y consumidores más
pular”, un objetivo secundario o residual en elitistas que parecen merecer visibilidad y
las normativas y políticas sobre patrimonio, se protagonismo. Con todo, ya se trate de los ac­
asigne de lleno a una de las disciplinas menos tores sociales de una u otra cultura o de los es­
valoradas desde las instancias de poder y que pacios naturales, es innegable su sustitución,
se ocupa de la cultura como un todo: la antro­ en mayor o menor medida, por los museos o
pología, casi nunca citada así en este discurso distintas entidades públicas de los Estados,
sino etnología o, por su método, etnografía. colectivos abstractos, desde donde se les me­
Muy criticada desde el llamado Tercer dia o suplanta por sus objetos. Otro tanto ocu­
Mundo, la marcada opción por los aspectos rre con los actores sociales que, en calidad de
tangibles de la cultura y la naturaleza ha tra­ destinatarios de las actuaciones patrim onia­
tado de corregirse desde finales de los años les, configuran sus audiencias; algo que resul­
ochenta, en particular desde la U N E S C O ta muy negador cuando es este “público” el
(2003). Así, mediante declaraciones y leyes so­ constructor de las producciones sobre las que
bre el denominado patrimonio intangible, se se opera. En el mejor de los casos, cuando se
busca proteger derechos indígenas, principal­ alude a “cultura popular” y espacios natura­
mente territoriales, y mostrar preocupación les, se habla de actores sociales tradicionales;
por ciertos conocimientos, logros y activida­ lo que connota otro denominador básico de
des no escritas y sin firma que pudieran sufrir este discurso patrimonial: la segmentación
expolios o ilícitos tráficos internacionales. E s­ de lo tradicional y lo moderno, que elude la
ta rectificación no ha impedido, sin embargo, hibridación de pasado y presente.
que se siga primando la materialidad de las En esta mirada, cultura y naturaleza se re­
obras, su consistencia formal y sensorial, fren­ ducen a sus tradiciones y, confundiéndose los
te a su contexto social e histórico y su sentido. ámbitos significativos de unas y otras, se afir­
No ha sido obstáculo tampoco para que el dis­ ma que la desaparición de las segundas, la
curso del patrimonio y de los museos, archi­ parte, conlleva el fin de las primeras, el todo.
vos y bibliotecas dependa casi por completo Lo tradicional se contempla como un cons-
de sus obras inventariadas y del coleccionis­ tructo atemporal, sin presente y futuro, que
mo, siendo mudo cuando pretende testim o­ ata a sus actores a un pasado invariable, ancla­
niar relaciones sin contenido materializable, do a entornos ruralizados o presociales genui-
y para unir lo material y lo inmaterial en un nos, con valores eternos y contrapuestos a los
todo. Asegurándose que los objetos tangibles territorios urbanos e industriales cuya ’ mo­
son capaces por sí mismos de crear conoci­ dernización acaba con ese tiempo y su espacio
miento cultural y que las culturas y sus espa­ y, a la par, con la vida y las identidades, inclui­
cios los define la suma de colecciones que se das las nacionales, que en ellos se crean y
tiene de ellos, a las que se reducen, se sigue corren “riesgo de desaparecer”. Pero el
eludiendo que una misma producción e in­ dualismo sobre presente y pasado, lo tradicio­
cluso los símbolos más comunes suelen tener nal y lo moderno, no se agota en la “cultura
diferentes funciones y significados según su popular” y el patrimonio natural. El progreso
contexto y sentido, y que, por contra, formas no sólo es nocivo para los “tradicionales” y la
dispares responden a menudo a categorías nación; en las áreas con éxito define sujetos
contextúales y discursivas similares. sin pasado ni presente reseñables. Mientras la
Patrimonio 292

“alta cultura”, aunque apuesta cada vez más vitrinas ni recintos donde se quedan mudos.
por lo contemporáneo, se desentiende a me­ Así, la investigación, circunscrita a las colec­
nudo del pasado y de su legado en el presente. ciones, constituye una mera reconstrucción a
posteriori, consecutiva y no constructiva, del
sentido y contexto de las piezas ya clasificadas
Tratamiento del patrimonio
previamente por sus soportes o formas, lo que
Las representaciones subyacentes en este plantea unas premisas al conocim iento
discurso público trasladan sus errores concep­ que comprometen de antemano la fiabilidad
tuales y metodológicos al tratamiento del pa­ de sus conclusiones, máxime cuando se intenta
trimonio, primando las medidas normativas recoger en masa patrimonios “en peligro
y burocráticas sobre su conocimiento y orien­ de desaparición”. Sobre éstos debe dejarse
tándose principalmente a la intervención le­ constancia para el conocim iento futuro, sin
gal y al inventario de bienes bajo criterios presuponer que todo cambio implique forzo­
proteccionistas, de salvaguardia y de una samente la desaparición de culturas y ecosis­
competencia exclusiva de ciertas instituciones temas y los convierta en otros distintos de sí
públicas que niega el diálogo con los sujetos y mismos e irreconocibles.
la transdisciplinariedad. Pero la intervención Frente a estas actuaciones se desarrolla
legal —declaración de Bien de Interés Cultu­ desde los años setenta otro tratamiento alter­
ral, por ejemplo—sólo parece aceptable sobre nativo que las cuestiona y abre nuevos cami­
producciones de culturas y espacios desapare­ nos para investigar, conservar, difundir y
cidos que trascienden ya a sus propios auto­ restituir el patrimonio. Una de sus críticas
res, y no sólo con el objetivo de evitar expolios, centrales es la ocultación de los sujetos, de la
sino de que no se tergiverse su conocimiento que se derivan otros muchos desacuerdos que
futuro. Su aplicación sobre culturas y espacios permiten correcciones conceptuales y m eto­
naturales vivos interfiere, encierra y fosiliza dológicas. Por ello se propone el diálogo entre
la dinámica de los procesos sociales, institu­ los representados patrimonialmente y quie­
cionaliza injerencias de poder en la vida de los nes les representan, insistiendo en que éstos,
individuos y grupos y, a la larga, resulta in­ tras su pretensión de neutralidad, creativi­
operante, generando muchas veces un efecto dad, sensibilidad y universalidad, abandonen
contrario al buscado. La conservación artifi­ sus posiciones elitistas y de poder, desde las
cial, que intenta frenar una desaparición in­ que construyen y manipulan símbolos al ser­
m inente de aspectos o conjuntos que ya no vicio del Estado-nación y de sus principales
tienen valor ni sentido para sus actores socia­ valedores. El tratamiento y las representacio­
les, desvirtúa su veraz comprensión presente nes del patrimonio se consideran un acto
y futura. Más que una intervención legal di­ político que debe efectuarse negociando con­
recta, es preciso defender el derecho de los in­ sensos con las comunidades para oír su voz
dividuos y grupos a mantener sus maneras de como protagonistas y destinatarias, entre
vivir, pensar y sentir y sus rasgos identitarios, otros individuos y grupos, del discurso cons­
lo que implica garantizar sus *derechos polí­ truido sobre ellas. El objetivo es que la noción
ticos, eliminar ^desigualdades que les impi­ de comunidad sustituya a la de audiencia y
den o dificultan usar sus recursos y espacios, y que ésta, de ser una entidad pasiva en la crea­
atender, conocer críticamente —en especial si ción y el mantenimiento de su patrimonio, se
hay conflictos u oportunismos dentro del pro­ convierta en agente activo (Karp, 1992). Ello
pio grupo—y reconocer sus demandas cultu­ es extensible no sólo a la necesidad de que, por
rales y territoriales, sobre todo en el caso de las ejemplo, los museos se conviertan en centros
^minorías. Por otra parte, la conservación de de encuentro y crítica, sino a la investigación,
los bienes patrimonializados se reduce prácti­ conservación, difusión y restitución patrimo­
camente a su inventario en fichas y su ex­ nial. Se introduce en el dominio del patri­
hibición en colecciones, por lo que su monio discursos, ya existentes en el ámbito
conocimiento se limita a la selección y recogi­ académico de las ciencias sociales, que apor­
da de piezas o a la adquisición por compra o tan nuevas miradas sobre poder, cultura,
donación de conjuntos ya constituidos por co­ identidad, *interculturalidad, diversidad,
leccionistas. No hay sujetos de estudio ni ne­ territorio, arte, relaciones entre pasado y
cesidad de explicarlos, sino objetos a los que presente —incluidas las tradiciones y la
se arroga la capacidad de representar unas desaparición de culturas y espacios—, lenguaje
culturas y unos espacios que, por ser una for­ de los objetos, procesos de cambio, interdisci-
ma de acción social, no se pueden guardar en plinariedad y educación. La investigación ya
293 Patrimonio

no es un trabajo a posteriori y circunscrito a los de un Estado civil, con el que cohabita y com ­
objetos, se abre a los sujetos como fase previa parte su espacio. Pese a que el Patrim onio
para su conocim iento negociado y crítico, Real continúa, en general, diferenciado en
rompiendo las dicotomías entre los saberes muchos órdenes del Patrimonio del Estado,
del pueblo y los académicos, centrándose en el no posee la exclusividad que se arroga sobre sí
presente e incorporando a éste el pasado, y mismo y frente a otras instancias patrimonia­
ocupándose de lo común, representativo, re­ les el Patrimonio Eclesiástico o religioso. Bien
levante y recurrente y no tanto de lo exótico o entrada la modernidad, para afianzarse fren­
extraordinario. El conocimiento de los senti­ te a su sociedad civil, las monarquías y otros
dos y contextos de las producciones culturales Estados, el Estado-nación inicia sus propias
pasa a ser también tarea de investigación ne­ construcciones de patrimonio y arbitra fo r­
gociada entre actores sociales y profesionales mas de coexistencia con los patrimonios rea­
en estrecha colaboración con las universida­ les y religiosos. En nombre del “pueblo”,
des. Es una investigación que fundamenta el priva de sentido a los recursos patrimoniales
trabajo de conservación cuyo objetivo no de los individuos y grupos, se los apropia sim­
radica ya en conservar el patrimonio, sólo bólicamente y los convierte en estereotipos
conservable y reproducible por sus propios controlados políticamente. Inventa represen­
protagonistas, sino su conocimiento crítico en taciones para sí mismo y ese “pueblo”, aunque
un proceso holístico que ofrezca referentes sin él, relegado a público espectador del dis­
capaces de que los actores sociales se reconoz­ curso que erige sobre él y sus recursos.
can en ellos sin fragmentaciones. La difusión, Desde entonces, aun cuando la noción de
por su parte, incide en la divulgación no de patrimonio ha ido asumiendo nuevos senti­
una mera información ni sólo del saber ordi­ dos proyectados en nuevas formulaciones
nario transmitido generacionalmente, sino de legislativas y, sobre todo, políticas, éstos
unos conocimientos críticos elaborados por la responden siempre a intereses concretos de
investigación y la conservación, que ayudan a poder del Estado-nación. Así, en su d efini­
los actores sociales a comprender cómo son ción actual, desarrollada sobre todo desde los
ellos mismos, los *otros y las relaciones entre años sesenta, el patrimonio, como conjunto
ambos. Incita así a una restitución que no di­ de bienes culturales y naturales, se considera
ferencia el trabajo científico y el com porta­ capital cultural y natural de los ^ciudadanos,
miento y compromiso políticos, y que genera tutelado, protegido, conservado, regulado y
reflexiones conjuntas, integraciones de nive­ gestionado por el Estado-nación, ya lo asuma
les distintos de experiencia entre los protago­ en calidad de competencia única o comparti­
nistas y los profesionales del patrimonio, da con otros Estados —patrimonio mundial o
produciendo aprendizajes significativos por de la humanidad—. Se trata de una atribución
comparación. Se alude además a una restitu­ del Estado-nación, legitimada no sólo retóri­
ción dinámica, pues todo cambio social modi­ camente sino en el plano de lo real y del reco­
fica también, generalmente a igual ritmo, las nocimiento jurídico, y próxima o, en muchos
necesidades de conocimiento. casos, equivalente a la categoría de propiedad.
No por casualidad la idea de bienes patri­
Patrimonio cultural y natural moniales adquiere valor para quienes los re­
como símbolos de poder del presentan y se interesan en protegerlos y
Estado-nación conservarlos, no tanto para aquellos que pro­
Durante el Antiguo Régim en el patrim o­ tagonizan la cultura y sus espacios. Tampoco
nio representa casi en exclusiva el poder de las por azar se magnifica la importancia de in­
monarquías y la imagen de su herencia, fami­ ventariar y contar esos bienes. De este modo,
lia y “Casa”, aunque desde la primera m o­ la cultura y la naturaleza, como patrimonio,
dernidad, sobre todo en Europa y salvo recursos y atributos de los individuos y gru­
excepciones, los bienes patrimoniales de la rea­ pos, se convierten en el patrimonio del Esta­
leza, sin dejar de pertenecer a la corona, van do-nación y, por él y a través de él, de la
sometiéndose más o menos a la hegemonía sociedad nacional en su conjunto e incluso de
del Estado-nación. No ocurre igual con el toda la humanidad. Pasa a ser un bien colecti­
patrimonio de la Iglesia o religioso que en vo de todos y, por ende, de cada uno de ellos,
muchos enclaves sigue constituyendo una capacitado desde este momento para deman­
parcela privativa y representativa de un poder dar acciones intervencionistas sobre tal recur­
—un universo que no es de este mundo—que se so, ahora compartido discursivamente. Tras
superpone a otro, de un Estado divino dentro la metáfora que alude a la proximidad al otro,
Patrimonio 294

a la solidaridad con él, se opera una transfe­ eclipsan diferencias y desigualdades entre
rencia de bienes simbólicos de unos a otros, nosotros y los otros, identidades opuestas,
mediada por el Estado-nación, que los repar­ mundo en conflicto y, esencialmente, la verti­
te porque los tiene. D ecir que lo del otro es calidad con la que se impone ese orden, la
mío sobrepasa el marco de lo retórico y ad­ fuente de la que emana y su variable acepta­
quiere realidad. El mito de Drácula, que co­ ción por la ciudadanía. Que el patrimonio sea
bra vida, la nutre y recluta a sus súbditos con cada vez más un sustituto de las grandes ideo­
la sangre de otros, trasciende el confín del re­ logías, no sólo expresa el terreno ganado por
lato, para ilustrar este proceso de expolio, los esencialismos culturalistas a los plantea­
visto y justificado con frecuencia como mientos de clase, sino la necesidad de utili­
encuentro intercultural. Las consecuencias de zarlo como factor de educación, toma de
esta transferencia para los sujetos que crean conciencia ciudadana, limpieza de imágenes
las mercancías transferibles son muy obvias no deseadas y, en fin, de una integración so­
en el caso de la “cultura popular” y los bienes cial que impone lo colectivo, al margen de su
naturales, pero tampoco queda inmune a ellas amplitud, sobre los individuos. Ello justifica
la “alta cultura”. A esto se une la presunción que el patrimonio se asuma como un bien de
de que los protagonistas de los patrimonios interés nacional, a pesar de que el soterra­
representados y el resto de la ^ciudadanía miento de las diferencias presentes y proce­
comparten las definiciones del Estado-nación dentes del pasado impida el reconocimiento
y de las instituciones internacionales, y de que de la diversidad del legado patrimonial al fu­
desean conservar lo que éstos deciden que turo. Desde el patrimonio se realza o suprime
merece una actuación patrimonial. La insis­ aspectos según su pertinencia sistèmica, se
tencia de las diferentes normativas en demo­ construye a los individuos y grupos y se expli­
cratizar el patrimonio, en difundirlo sin ca sus desigualdades por las distintas posi­
límites para que llegue al conjunto de la na­ ciones espacio-temporales que les asigna la
ción y más allá, resulta así un correlato del cultura y no por su clase social. En fin, se rea­
crecim iento y de la reproducción del poder liza una determinada reproducción social. Lo
estatal. En suma, son representaciones que corrobora, entre otros procesos tempranos, la
aúnan el universo real y simbólico, pues el folclorización populista promovida al inicio
discurso es conducta, construye realidad. “El del siglo XX por ciertos Estados europeos para
discurso mismo crea en buena parte su propia integrar al campesinado en la nación (Caste-
realidad”, quedando “prohibida como igno­ lo-Branco y Branco, 2003).
rancia y sinsentido la sospecha misma” de que La eliminación y Asimilación retórica de
su brillo y eficacia no sean más que pura se­ diferencias y desigualdades, junto a la impo­
ducción (Zulaika, 1997: 73). sición de lo colectivo sobre lo individual, que
Todo este proceso, por otra parte, no es ex­ comportan estas representaciones, abonan la
clusivo del Estado-nación; se reproduce —sin legitimación y reproducción social de las éli­
demasiada variación—en otros espacios socia­ tes y las burocracias que sustentan al Estado-
les y políticos contenidos dentro de sus *fron- nación y son sostenidas por él. De hecho, en
teras. Ocurre además a menudo que, tras un esos discursos es la voz de las elites la que se
discurso universalista (Zulaika, 1997), es el arroga el deber y privilegio nacional, en nom­
propio Estado-nación uno de los principales bre de los otros, de definirlos y clasificarlos a
interesados en esa réplica. Sostiene que la i n ­ través de sus objetos, decidiendo los valores
tegración -entendida como unidad, orden y económicos, políticos, morales, estéticos, reli­
uniformidad e invisibilidad de realidades giosos o científicos, los textos y contextos que
presentes e históricas diferentes—, lograda en merecen ser representados y los conceptos e
aquellos espacios gracias a la democratización imágenes que lo permiten. Entre estas nocio­
del patrimonio y, por consiguiente, de la vida nes y figuras se priman las referentes a la in­
política, revierte en otros marcos más amplios capacidad del común para percibir su propio
y, a la postre, en el propio espacio que se asig­ valor y el de lo que hacen, piensan o sienten,
na a sí mismo el Estado-nación, en la per­ que tienen que ser reconocidos y salvados por
meabilidad de sus fronteras interiores y la quienes no pertenecen a aquél (Bourdieu,
aceptación del poder y de la cohesión estatal. Darbel y Schnapper, 1969). Cautivas de su
Nótese el rédito político que obtiene el Esta­ propia voz, estas elites en realidad hablan de
do-nación de difundir al máximo el ideal de sí mismas y sus valores (Clifford, 1999). N u­
homogeneidad cultural y, sobre todo, de lo­ merosas experiencias —como las que ilustran
grarla. Reificando culturas y espacios, se en España los museos estatales de Antropoio-
295 Patrimonio

gía—aluden al poder de las elites para crear y tos antes en el mercado, a fin de hacer desea­
clausurar instituciones de patrimonio al mar­ ble el bien en y para el intercambio y acrecen­
gen de su relieve. tar su valor de cambio y su utilidad como
Por otro lado, las representaciones patri­ fuente de creación y desarrollo de capitales,
moniales del Estado-nación cosifican la cul­ empleo, equipamientos, *turism o o indus­
tura y la naturaleza, transformándolas en trias. Muy ligados a intereses urbanísticos,
mercancías con un valor político que expresa legitiman regeneraciones urbanas, medioam­
cómo los individuos y los grupos se interesan bientales o de comunidades deshabitadas. En
en ellas y, a la par, de qué modo éstas revalúan ellas “los ciudadanos se convierten en felices
las relaciones sociales. Las producciones pa- voyeurs de su propia grandeza progresista”
trimonializadas se convierten en objetos de­ (Zulaika, 1979: 129). Asimismo se vinculan a
seables, bienes de intercambio, que impulsan recreaciones turísticas —rutas—y de ocio, pro­
y abrigan el sueño de salvar las distancias en­ pias del espectáculo o del star system, sin des­
tre quienes los anhelan y los que los detentan, cartar los negocios de las O N G y agencias
tutelan y ofrecen como valores. A la vez, este culturales y medioambientales, y la búsqueda
proceso hace deseable la misma existencia de de prestigio de patrocinadores que con esos
la opción de eludir esas distancias entre ofe­ bienes revalorizan su competitividad y sus
rentes y demandantes de unos objetos, en los mercancías. A la postre, el Estado-nación crea
que se representa poder y, por tanto, el propio una oferta de bienes patrimoniales para cu­
del Estado-nación y de sus elites. Se desea que brir su demanda, que él también desencadena
el sistema ofrezca no sólo la posibilidad de in­ e incita.
tercambiar, para que haya transferencias de Además, confundiendo, no sin intención
valores, sino de que exista el propio intercam­ política, los conceptos de identidad y cultura,
bio. Y, mientras que la presencia de ese inter­ el Estado-nación incorpora a los bienes patri-
cambio es la fuente del valor atribuida a los monializados un valor identitario, necesario
objetos, la dificultad de su adquisición, el sa­ para la identificación nacional, pero que a la
crificio efectuado al intercambiar, resulta el par es usado por diversos colectivos existentes
único elemento constitutivo de valor (Appa- dentro de las fronteras estatales. Desde estos
durai, 1998). Poseer real o simbólicamente al­ colectivos la identidad que confiere el patri­
go de los otros gracias a que el poder nos lo monio se reivindica muchas veces como sím­
ofrece, viajar por el mundo de lo ajeno y pe­ bolo de diferencia, incluida la *étnica y
netrar en él, lejos de constituir una aventura, ^nacional, afirm ación, defensa y respuesta;
son experiencias políticas y trascendentes que pero también en términos de privilegio y dis­
nos acerca a ese poder. En suma, la creación y tinción, de poder. Se asigna al patrimonio la
el deseo de valor son un proceso mediado po­ capacidad de definir, crear, destruir y recupe­
líticamente, un asunto de definición política y rar identidades como si ello respondiera a
control social. La política del patrimonio su­ elementos objetivos o campañas de sensibili­
giere que sus bienes, más allá de usarse como zación, orquestadas desde el poder, para que
mercancías deseadas para satisfacer objetivos la gente se anime a querer o pedir identidad al
prim arios, encarnan deseos de otra índole. mirar su pasado, en vez de obedecer sobre to­
Esos bienes conllevan relaciones de poder, do a procesos subjetivos y de consenso de los
privilegio y control social, como la ostenta­ actores sociales, que se articulan sobre el
ción del propio cuerpo y del consumo de lujo presente y frente al futuro. Este valor iden­
confieren autenticidad y autentificación e in­ titario, en alza para los organismos interna­
cluso nos hacen sabios frente a los ignorantes, cionales, presupone que quienes comparten
al definir ambos conceptos y las claves para una misma cultura o localidad, a la vez par­
ser unos u otros. ticipan de la misma identidad y son hom o­
Pero el Estado-nación no sólo asigna a los géneos.
bienes patrimoniales un valor político sino
además económico, que redunda en la repro­
ducción del primero y que no se basa tanto en Bibliografía
las cualidades intrínsecas del bien como
en atribuciones inventadas, contrarias a veces APPADURAI, Arjun (1988): “Introduction: com-
—“alta cultura”—o siempre —“cultura popu­ modities and the politics of valué”, en Arjun
lar” y patrimonio natu ral- con la condición Appadurai (ed.), The social life o f the things.
real de aquél. Así sucede con el signo de la au­ Commodities in culturalperspective. Cambrid­
tenticidad. Son atributos simbólicos impues­ ge: Cambridge University Press, 3-63.
Pluralismo sincrónico 296

BOURDIEU, Pierre; DARBEL, Alain; SCHNAP- NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES,


PER, Dominique (1969): L ’amour de l’art, les POSMODERNIDAD, Racismo y neorracis-
musées d’art européens et leur public. Paris: Mi­ mo, SABER Y SABERES, TERRITORIOS,
nuit. Violencia política. Tipos, Xenofobia y xenofilia.
CASTELO-BRANCO, Salwa El-Shawan; BR AN­
CO, Jorge F. (eds.) (2003): Vozes do povo. A
folclorizaçao em Portugal. Oeiras: Celta
Pluralismo sincrónico
editora. El “pluralismo sincrónico” alude a la con­
CLIFFO RD , James (1999): Itinerarios transcultu­ ciencia social y el cronotopo que suscita la
rales. Barcelona: Gedisa. *globalización. El térm ino “cronotopo” fue
GARCÍA GARCÍA, José Luis (1998): “De la cul­ acuñado por el teórico de la literatura rusa
tura como patrimonio al patrimonio cultural”. M. Bakhtin (1981) para referirse a las formas
Política y Sociedad, 27: 9-20. características *espacio-temporales em plea­
GEERTZ, Clifford (1989): La interpretación de las das por la novela en distintos periodos. En los
culturas. Barcelona: Gedisa. argumentos de las novelas dichas modalida­
KARP, Ivan (1992): “Introduction: Muséums and des distintivas espacio-temporales suelen ir
Communities: The Politics of Public Cultu­ asociadas con formas de causalidad y tipos de
re”, en I. Karp, C. M. Kreamer and S. D. Lavi- identidad de personajes muy característicos.
ne (eds.), Muséums and Communities: The En la perspectiva ideológica anterior a la
Politics o f Public Culture. Washington, Lon­ década de los años setenta las ideas de *nacio-
don: Smithsonian Institution Press, 1-17. nalismo burgués, ^diferencias de clase, región
SAHLINS, Marshall (2003): “Antropologías, de la y/o cultura eran consideradas *estigmas o se­
leviatanología a la sujetología, y viceversa”, en ñales de una asimilación incompleta dentro
J. L. García y A. Barañano (coords.), Culturas de la comunidad nacional. De esta forma, el
en contacto. Encuentros y desencuentros. Ma­ proyecto burgués de formación del *Estado-
drid: Ministerio de Educación, Cultura y De­ nación es asumido como una etapa en el pro­
porte, 47-64. ceso lineal de asimilación progresiva de la
UNESCO (1989): Proyecto de recomendación a los ^diferencia dentro de los ^límites espaciales
Estados miembros sobre la salvaguardia del fo l­ del ^territorio estatal. Sin embargo, la sustitu­
klore. París: UNESCO ción de la hegemonía del nacionalismo por la
— (2003): Convención para la salvaguardia del pa­ hegemonía del mercado ha ido reemplazan­
trimonio cultural inmaterial. París: UNESCO. do la idea de un proceso diacrònico y lineal de
ZULAIKA, Joseba (1997): Crónica de una seduc­ asimilación de la diferencia por una visión del
ción. E l museo Guggenheim Bilbao. Madrid: pluralismo sincrónico, en la cual las diferencias
Nerea. identitarias establecidas por la cultura son va­
loradas de forma positiva (Turner, 2002,
Ascensión Barañano Cid
2003a, 2003b; Friedm an, 1999). Desde esta
perspectiva las *fronteras espaciales de los Es­
Véanse ademas Aculturación, ALTERIDAD, tados pierden su significación ideológica y
Centro-periferia, CIUDADANÍA, Cauda- cultural como ^límites de unidades de identi­
daño, CONSUMO CULTURAL, Cnolliza- dad relevantes, si bien mantienen sus funcio­
ción, CULTURA, DERECHOS H U M A ­ nes políticas y económicas dentro del orden
NOS, Desterritorialización, DIFERENCIA *global. Esta transformación de los cronoto-
Y DESIGUALDAD, Discriminación positi­ pos —o categorías espacio-temporales—, con
va, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U S IÓ N sus implicaciones sociales, políticas y econó­
SOCIA L, E L I T ES, ES PAC I O - T 1EM PO, micas, deja a la clase media nacional sin un
Espacios locales, ESTADO-NACION, ES­ proyecto de hegemonía; es más, la sitúa sin
T E R E O T I P O S Y ESENCIALIZACIÓN, ningún tipo de proyecto más allá de la pro­
Espacios locales, Etnicidad, FR O N TE R A , ducción de su propia diversidad cultural a
Frontera geográfica y administrativa, Fronte­ través del consumo de mercancías y las políti­
ras económicas, Fronteras simbólicas, Global y cas simbólicas del *m ulticulturalism o (T u r­
local, GLOBALIZACION, Globalización v ner, 1993). En contraste, el segmento de elite
antiglobal ización, HIBRIDACIÓN, ID E N ­ transnacional, procedente de la antigua clase
TIDAD, INTEGRACIÓN, Integración reli­ de profesionales y gerentes, se ha convertido
giosa, Interculturalidad, Mestizaje, MINO­ en auténtico defensor del proyecto hegemóni-
RÍAS, Modernidad, Modernización, Multilin- co del neoliberalismo: la promoción del mer­
güismo, Nacionalidad, Nomadismo y turismo. cado libre a escala global. En la perspectiva
297 Pluralismo sincrónico

ideológica que acompaña a este proyecto, los ciencia social de la clase media consumista.
mecanismos uniformes de mercado —cuya En una sociedad de pluralismo sincrónico las
concepción en abstracto los hace proceder de diferencias igualan, al no tener cabida la no­
las naciones, Estados e identidades cultura­ ción de “*cen tro” ni, consecuentemente, la
les—se sustituyen como marcos de conciencia idea de frontera o periferia en el sentido de
social dentro del Estado-nación y de su pro­ puntos donde la diferencia comienza a ser de-
yecto aparentemente igualitario de form a­ valuada como lo ajeno o lo “subdesarrollado”.
ción de una comunidad nacional uniforme. Cuando toda identidad o estilo cultural resul­
Los valores fundamentales del nacionalis­ tan igualmente válidos y coexisten sin­
mo, defendidos por la antigua clase media crónicam ente, no puede haber dinámicas
nacional —asimilación de toda diferencia *ét- sistémicas profundas o infraestructuras, ni
nica, regional o cultural dentro de la identi­ causas subyacentes o limitaciones, tan sólo un
dad homogeneizante de *ciudadanía, y modelo superficial de variaciones, compuesto
soberanía popular como principio de distri­ por signos contrastantes de diferencia. La sin­
bución igualitaria del poder político—, han cronía, entendida como “pluralism o”, no
quedado eclipsados por el nuevo y, abierta­ implica un universo estático de enclaves espa­
mente, no igualitario ascenso de los m e­ ciales fijos, sino un mundo de *movimientos
canismos de mercado —ideológicamente aleatorios y discursos que circulan libremen­
neutrales—responsables de la ^polarización te, donde los “flujos” no implican consecuen­
de clase. El nacionalismo, como afirmación tes cambios estructurales, sino que son
de la homogeneidad de la población pertene­ reversibles y por ello carecen de una dirección
ciente a un Estado, ha perdido de esta forma temporal constante.
gran parte de su fortaleza ideológica —junto En su extremo, la perspectiva de “flujos”
con la hegemonía de la clase media nacional- —entendidos como movimientos espaciales
ante el asalto del neoliberalismo de libre mer­ aleatorios—converge, según el pensamiento
cado. En conclusión, la diferencia, en vez de la de algunos analistas, con la noción de “com ­
homogeneidad que otorgaba una identidad presión espacio-tem poral” propuesta por el
nacional unificada, se ha convertido en el geógrafo David Harvey (1989). Según dicha
paradigma ideológico de la nueva conciencia idea, el desarrollo de los nuevos medios de co­
social —“políticas identitarias”, “m ulticultu­ municación, la tra n sferen cia de in fo r m a ­
ralismo”, etc.-. Con el respaldo de la nueva ción y los medios de transporte rápidos han
hegemonía del mercado, la “identidad” plu­ creado un tipo de sincronismo que ha neutra­
ralista se ha convertido, en consecuencia, en lizado el significado del espacio y el tiempo
una idea positivamente valorada como fin en como obstáculos materiales para la interac­
sí misma de las sociedades consumistas, enca­ ción social y la Com unicación instantáneas.
minada a la realización de la identidad perso­ En lugar de una concepción del espacio y del
nal y la diferencia colectiva. Con el eclipse de tiempo como entidades “materiales”, las nue­
la noción de “asimilación”, o al menos de la vas tecnologías han posibilitado la aparición
represión de la diferencia —característica y de un espacio y un tiempo virtuales, que fun­
misión fundamental de la nación-, la idea de cionan como dimensión privilegiada de los
“progreso” y la concepción histórica del tiem­ intercambios económicos e ideológicos, supe­
po que constituían un proceso lineal de conso­ rando todos aquellos rasgos arcaicos del
lidación social dentro del marco espacial de espacio-tiempo social —fronteras, #lugares es­
las fronteras estatales han perdido su estatus pecíficos, procesos históricos—y las distintas
dominante como categorías de formación de identidades sociales y culturales que llevan
la conciencia social en las sociedades capitalis­ asociados (Boruchoff, 1995, 1999).
tas más ^desarrolladas. Sin negar la importancia de las nuevas
La visión de la sociedad como una varie­ tecnologías, que posibilitan la transferencia
dad pluralista de diferentes identidades de información y las transacciones m oneta­
colectivas resulta una concepción bastante rias instantáneas en la construcción de los
estática, que no deja espacio para la asimila­ circuitos financieros del capitalismo transna­
ción o transform ación de cualquier identi­ cional, cabe argumentar que el logro tecnoló­
dad, colectiva o individual, en otra. De esta gico que supone la casi simultaneidad de las
forma, el “pluralismo sincrónico” sustituye a tran saccio n es individuales no reduce ni
la noción de asimilación diacrònica —por acorta, lógica o pragmáticamente, el tiempo
ejemplo, el progreso—, propia del Estado-na­ histórico ni supone el derrumbe de la concep­
ción *m oderno, como nueva forma de con­ ción lineal de progreso encarnada en la con­
Pluralismo sincronico 298

cepción nacionalista de la misión asimilativa su vez oscurecen las condiciones políticas, eco­
del Estado-nación. En este nivel de conciencia nómicas y sociales de tipo sistèmico que pro­
social cualquier explicación que trate de dar ducen dichas hegemonías.
cuenta de los cambios en los conceptos de es­
pacio y tiempo debe buscarse en fenómenos de
escala macrosocial: en concreto, en los movi­
mientos de estatus hegemónico y de las rela­
Bibliografía
ciones políticas de las clases sociales, como
BAKTIN, Mikhail (1981): “Forms of time and of
aquellos que se encuentran envueltos en las
the chronotope in the novel”, en M. Holquist
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BORUCHOFF, Judith A. (1995): Paradoxes o f the
anterioridad deben considerarse parte inte­
United States-Mexico border. Paper presented
gral del desarrollo de nuevos esquemas de he­
at the Annual Meeting of the American Eth­
gemonía, unidad y oposición entre segmentos
nological Society. Austin, Texas.
polarizados de la clase media y elementos de la
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clase trabajadora y de grupos *marginales.
configuring the Spaces o f Community, State, and
La pérdida de su proyecto histórico hege­
Culture in Guerrero, Mexico and Chicago.
mónico ha dejado a la clase media nacional sin
Ph. D. Dissertation. Chicago: University of
otro programa que no sea el consumo indivi­
Chicago Press, Department of Anthropology.
dual de mercancías como instrumento de pro­
EH R EN R EIC H , Barbara; EH R EN R EIC H ,
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John (1979): “The professional-managerial
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capital. Boston: South End Press, 5-45.
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FR IE D M A N , Jonathan (1999): “Indigenous
gerentes de la clase media—y la naturaleza in­
struggles and the discreet charm of the bour­
dividualista del consumo de mercancías expli­
geoisie”. Journal o f World-Systems Research, V,
can el carácter individualista de la conciencia
2:391-411.
social de la mayoría de los miembros de dicha
HARVEY, David (1989): The Condition o f Postmo­
clase. Esto, unido a la separación del trabajo
dernity: An Enquiry into the Origins o f Cultural
profesional y administrativo de la participa­
Change. Oxford: Basil Blackwell.
ción directa en la producción económica, per­
PFEIL, Fred (1985 “Makin’ Flippy-floppy: Post­
mite dar cuenta del acento puesto por la clase
modernism and the Baby-boom PMC”, en
de profesionales y gerentes en los procesos de
M. Davis, F. Pfeil y M. Sprinker (eds.), The
circulación y consumo del mercado, haciendo
Year Left: An American Socialist Yearbook^.
abstracción de la producción y de las relacio­
London: Verso, 263-295.
nes de ^explotación características de la mis­
TURNER, Terence S. (1993): “Anthropology and
ma (Ehrenreich y Ehrenreich, 1979; Pfeil,
Multiculturalism: What is Anthropology
1985). La combinación de todos estos rasgos
That Multiculturalists Should Be Mindful of
deja a la clase media, en general, y a la clase de
It?”. Cultural Anthropology, 8, 4: 411-429.
profesionales y gerentes, en particular, sin una
— (2002): “Shifting the frame from nation-state
relación política o ideológica coherente con la
to global market: Class and social conscious­
sociedad en su totalidad. La perspectiva social
ness in the advanced capitalist countries”. So­
del pluralismo sincrónico permite la ausencia
cial analysis: The International Journal o f Social
de profundidad, centro, fronteras y bases para
and Cultural Analysis, 46, 2: 56-80.
una relación con cualquier forma de realidad
— (2003a): “Clase, cultura y capitalismo. Perspec­
social más allá de las cambiantes identidades
tivas históricas y antropológicas de la glo-
construidas por el consumo y permite de esta
balización”, en J. L. García y A. Barañano
forma la ausencia de estructura. En resumen,
(coords.), Culturas en contacto. Encuentros y
el pluralismo sincrónico ofrece *posmoder-
desencuentros. Madrid: Ministerio de Educa­
nismo. Si bien se ha defendido la idea de que
ción, Cultura y Deporte, 65-110.
las formas de conciencia social posmodernas
— (2003b): “Class projects, social consciousness,
—tales como el multiculturalismo, el pluralis­
and the contradictions of ‘globalization”, en
mo sincrónico o la teoría “transnacionalista”—
J. Friedman (ed.), Globalization, the state, and
reflejan fielmente las formas ideológicas de las
violence. Walnut Creek: Altamira Press, 35-66.
relaciones sociales que resultan de la hegemo­
nía del mercado y del capital transnacional, a Terence S. Turner
299 Plurinacionalidad

Véanse además Centro-periferia, CIUDA- de la nación es también, en la mayor parte de


I ) A N í A, C O M U NIC A ( IIÓ N, C U 1T 'U R A, los casos, un asunto de intereses materiales.
DESA RROLLO, D IFE R E N C IA Y D E S ­ En perspectiva temporal, es lo primero en re­
IGUALDAD, Diferencias sociales v diferen­ lación con el pasado; y lo segundo respecto al
cias culturales, DISCRIMINACIÓN Y E X ­ presente y el futuro.
CLUSIÓN SOCIAL, E L IT E S , Esfera Desde el punto de vista sociológico y an­
mediática, ESP A(TIC)-T IEM PO, ESTADO- tropológico, la cuestión de la plurinacionali­
NACIÓN, ESTIGMA, Etnicidad, E X P L O ­ dad se plantea al menos en dos ámbitos bien
TACIÓN SOCIAL, FRC )NTERA, Frontera distintos: las lealtades múltiples, sobre todo
geográfica y administrativa, Fronteras econó­ entre las segundas generaciones de inmigran­
micas, Fronteras políticas y religiosas. Fronte­ tes, y la superposición de identidades nacio­
ras simbólicas, CIlobal y local, GLOBALIZA- nales y supranacionales, especialmente en los
CION, ID E N T ID A D , Información, Lugar jóvenes de las naciones avanzadas.
v no lugar. Modernidad, MOVILIDAD, Ya Merton (1982) en su texto clásico sobre
M U ETI (: U1T U R A El S M O, N ac ion a 11smo, los tipos de ambivalencia sociológica señalaba
Nomadismo v turismo, NUEVOS MOVI- que el conflicto cultural que viven las segun­
MIENTOS SOCIALES. Polarización de das generaciones de inmigrantes sería una de
clase, P O S M O D E R N 11) AI), TERRI TO­ las fuentes de ambivalencia social en el futu­
RIOS, TRABAJO, Viajes y sistemas de mo­ ro. Las investigaciones más recientes de la psi­
vilidad. cología social sobre las identidades sociales de
los inmigrantes han puesto de relieve la ten­
sión que se puede producir entre la identidad
Plurinacionalidad adscriptiva, la de origen, y la nueva identidad,
fruto de la socialización en los valores de la so­
La primera acepción del término es políti­ ciedad de destino. Evidentem ente, el grado
ca y alude a la relación entre Estado y nación. de asimilación de la ^minoría en la sociedad
Desde el punto de vista político, hay que su­ receptora va a influir en el nivel de tensión
brayar la evidencia de que no se puede esta­ que se puede producir entre las identidades.
blecer una correspondencia unívoca entre Lo mismo que la magnitud de las d if e r e n ­
*Estado y nación. Hay naciones sin Estado y cias culturales entre la sociedad emisora y la
Estados plurinacionales, en los que conviven receptora.
varias naciones, entendidas en sentido histó­ Pasando al segundo aspecto, la conviven­
rico y ^cultural. Los derechos colectivos de es­ cia de la identidad nacional, la supranacional
tas naciones pueden estar más o menos y, en particular, cosmopolita, la primera cues­
reconocidos dentro del marco legal del Esta­ tión a dilucidar es qué entendemos por cos­
do que las acoge. mopolitismo. Tomlison (2001) entiende el
No menos cierto que lo anterior es que la cosmopolitismo ético como una conciencia de
nación es siempre un producto cultural con­ responsabilidad #global que se corresponde
tingente, en el que no cabe un discurso esen- con el universalismo kantiano y que da lugar
cialista. Las naciones son constructos sociales a una identidad social posnacional basada en
en los que las *elites políticas e intelectuales una comunidad global imaginada. Ha habido
de los colectivos que se reconocen como na­ varias propuestas en la tradición liberal de
ción desempeñan un papel clave. Ellos son los Kant, como la solidaridad a escala mundial
productores de la “comunidad im aginada” en la versión de Habermas.
que es la nación (Anderson, 1998). También, en otra línea, tenemos los argu­
Y aunque las naciones suelen entenderse a mentos de la democracia global de Held o
sí mismas desde una semántica casi exclusiva­ Falk. En general, la cuestión más debatida es
mente cultural, en la que la historia y la rei­ la compatibilidad entre el cosmopolitismo
vindicación de una id en tid ad propia tienen universalista y el *com unitarism o, aunque
un papel central, no son del todo ajenos los in­ posturas como el pacifismo débil de Zolo
tereses materiales. La nación puede entender­ también son críticas con un cosmopolitismo
se como una estrategia de cierre social en ingenuo.
torno a recursos materiales y políticos (Hech- El debate normativo se centra en la cues­
ter, 1987). La ^nacionalidad permite ^excluir tión de si la ^ciudadanía nacional, tal como es
a los individuos que no son de la nación y li­ conformada por el Estado-nación, puede ser
mitar la competencia. Por lo tanto, además de complementada o sustituida por una ciuda­
una cuestión de identidad, la reivindicación danía global o mundial con lo que conlleva:
Plurinacionalidad 300

derechos, deberes, identidad, etc. Como seña­ humanidad en su conjunto, difiere de las res­
la Heater, el cosmopolitismo es una ética en tantes formas de identificación social en un
parte falsa y en parte verdadera. Si desde el aspecto decisivo: es totalmente incluyente, no
marxismo hasta el comunitarismo actual se se excluye a ningún ser humano. La dialéctica
ha negado por distintos motivos la existencia de inclusión y exclusión, la dinámica de la
o la posibilidad de demarcar unos valores competencia, están ausentes de este sentido de
universales, no es menos cierto que desde el la unidad global. Hay que imaginar otras
Derecho Natural a la Declaración Universal amenazas que puedan movilizar los mecanis­
de los Derechos Humanos no faltan las ins­ mos de identificación: enemigos del espacio
tancias en las que se ha afirmado la presencia exterior, o un peligro que, aunque emane de
de una moralidad e identidad que trasciende la acción humana, afecta a la humanidad en
las ^fronteras culturales y nacionales. Históri­ su conjunto: desastre nuclear o catástrofe me­
cam ente, Haskell cifra el nacimiento de la dioambiental (De Swaan, 1995: 6). En la me­
“sensibilidad hum anitaria”, que se pondría dida en que el cosmopolitismo es totalmente
de manifiesto en el movimiento anti-*escla- incluyente y no hay un enemigo exterior, fal­
vista de principios del s. XIX, en sus afinida­ ta el segundo componente necesario para el
des electivas con el espíritu del capitalismo. La sentimiento de identificación. Esto puede ha­
forma de vida orientada hacia el mercado se cer que el cosmopolitismo nunca llegue a
extendió entre la burguesía afectando sus per­ tener la intensidad de otras identidades
cepciones y estilo cognitivo. Además del ethos colectivas como la nacional. El ideario y las
calculador, apuntado ya por Weber, desarrolló prácticas de la sociedad civil global serían el
la tendencia a cumplir con compromisos y único correlato empírico. Las *organizacio-
promesas, pero también a prestar atención a nes humanitarias transnacionales encarnan el
las consecuencias remotas de las acciones. espíritu de un cosmopolitismo ético.
Desde el punto de vista no normativo, si­ Las investigaciones sociológicas más re­
no sociológico, el punto débil está en la identi­ cientes indican que los jóvenes de cualquier
dad cosmopolita. Como señala Heater, la U E lugar del mundo, aunque se identifican con
es el m ejor ejemplo de cómo las identidades su país, como los mayores, están socializados
múltiples son posibles, siendo compatibles la en valores cosmopolitas que los hacen estar
identificación nacional y la universal. Sólo en menos apegados a su entorno y más abiertos a
caso de graves conflictos de intereses puede la influencia exterior. Por lo tanto, en ellos se
haber tensiones. El auténtico problema es la va a dar la connivencia de la identidad lo­
debilidad del cosmopolitismo frente a las cal-nacional y una identidad trasnacional.
identidades nacionales y subnacionales, por­ Norris (2000), a partir de los datos de las E n ­
que el sentimiento se nutre de mitologías his­ cuestas Mundiales de 1990-91 y 1995-97 que
tóricas, símbolos y rituales que sí se dan a le permiten agregar un total de 147.000 entre­
nivel nacional y subnacional, pero no a escala vistas de todo el mundo, concluyó que la pro­
mundial. Existen rituales internacionales o porción de cosmopolitas en los jóvenes y en
mundiales en el terreno de la cultura de ma­ los mayores es de 3 a 1: 21 % en los nacidos en­
sas como los Juegos Olímpicos. En la U E se tre 1965 y 1978, frente al 6% de los nacidos
han puesto en marcha varias iniciativas al res­ entre 1905 y el 14.
pecto para alimentar esa identidad europea, Numerosos estudios constatan el efecto
desde la elección de la “Oda a la Alegría” de la negativo de la edad sobre la confianza inter­
novena sinfonía de Beethoven como himno nacional: los mayores siempre desconfían
europeo hasta festivales: Eurovisión o loterías más de otros países que los jóvenes. Para unos
trasnacionales. Pero como señala también investigadores se trata de un efecto de cohor­
Heater, ni la O N U , ni la U N ESC O , ni tan si­ te, de las distintas experiencias vividas en los
quiera la U E, han logrado el grado de lealtad años de formación de la personalidad según la
cívica que generan el Estado-nación o los edad de nacimiento: quienes por su edad han
Nacionalismos ^periféricos. sufrido las guerras mundiales tienen una
De Swaan (1995) va más allá. La existen­ visión más negativa de la realidad inter­
cia de rituales de identificación mundial no nacional, y serán más desconfiados; por el
sería suficiente. Quizás el problema está en la contrario, quienes no la han experimentado
forma en la que se construyen las identidades serán menos desconfiados. Y esto es lo que ex­
colectivas. De Swaan subraya que las identifi­ plica las #diferencias por edad. Para otros in­
caciones sociales son a la vez incluyentes y ex- vestigadores es una cuestión relacionada con
cluyentes. La identificación global, con la los estudios. Las generaciones jóvenes han te­
301 Poscolonialismo

nido más acceso a los estudios, y cuanto más Véanse además Centro-periferia, C I U D A ­
avanzados son éstos, mayor es la capacidad DANIA, Ciudadano, Comunitarismo, C U L ­
para entender a otros países y culturas. Final­ TURA, Diferencias naturales y diferencias
mente, para otros investigadores la identidad sociales, Diferencias sociales y diferencias cul­
cosmopolita está ligada al auge de nuevos va­ turales, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U ­
lores “posmaterialistas”: ¿quiénes son posma­ SIÓN SOCIAL, E L IT E S , Esclavitud, E S ­
terialistas?, los que anteponen valores como TA I ) O - N A CI () N , E xt ra njero, F ro n te ra s
la realización personal al dinero, la libertad políticas y religiosas, Fronteras simbólicas,
de expresión al orden público, el respeto del Global y local, IDENTIDAD, MINORÍAS,
medio ambiente al crecim iento económico. N ac io na1idad, N a c io na 1ism o, NU E V O S
Los posmaterialistas son un grupo en aumen­ M O V IM IEN TO S SOCIALES, SA BER Y
to en todas las sociedades del mundo. Sólo SABERES.
uno de cada tres encuestados de la última E n­
cuesta Mundial de Valores, realizada entre
1999-2002 en 90 países aproximadamente de Poscolonialismo
todo el mundo, es materialista. En los demás
casos se comparte algún valor posmaterialista Pasadas algunas décadas desde el final del
y un 11% es posmaterialista puro. ^colonialismo, las reflexiones producidas so­
Conforme aumenta el nivel de bienestar y bre ese pasado y sus implicaciones materiales
el nivel educativo de las sociedades, también se y culturales en el tiempo presente se agrupan
extienden los valores posmaterialistas. De ahí en un dominio de investigación designado es­
que la proporción de posmaterialistas aumente tudios poscoloniales. La definición de este
al 25% en los países más avanzados, pero tam­ campo de estudio se ve dificultada por las
bién entre las elites de los países menos de­ complejidades y especificidades del fenóme­
sarrollados y con otra cultura. Así, por ejemplo, no histórico sobre el que pretende reflexionar,
representan el 36% de los universitarios turcos debido a las diferentes procedencias discipli­
o el 26% de los marroquíes (Inglehart, 1998: narias de los investigadores -antropología,
384). Los posmaterialistas están más abiertos a sociología, historia y estudios literarios—, a las
la influencia exterior porque son más cosmo­ interacciones con otros dominios marcados
politas y se sienten menos orgullosos de su na­ por la interdisciplinaridad —estudios de géne­
cionalidad. Consecuentemente, las personas ro, de lo subalterno, whiteness studies, entre
con valores posmaterialistas son quienes me­ otras líneas—y a la consiguiente diversidad
nos se identifican con su propia nación. de metodologías y orientaciones teóricas
adoptadas.
El impulso más importante para la consti­
Bibliografía tución de los estudios poscoloniales vino de
los departamentos de literatura en los años
ochenta. En estos departamentos ya existía un
ANDERSON, B. (1998): Comunidades imaginadas.
dominio de investigación, los estudios cultu­
México: FCE.
rales, que defendía las ventajas de la inter­
H EC H TER , M. (1987): Principles o f Group Solida­
disciplinaridad y abordaba las distinciones
rity. Berkeley: University of California Press.
clásicas entre *centros y periferias, obser­
INGLEHART, R. (1998): Modernización y postmo­
vando en éstas intenciones políticas. La
dernización: cambio cultural, económico y politi­
importancia creciente de los fenómenos 'M i­
co. Madrid: CIS.
gratorios les proporcionó un nuevo objeto de
MERTON, R. K. (1982): Ambivalencia sociológica.
estudio, el *multiculturalismo y las com uni­
Madrid: Espasa.
dades multiétnicas, que requería nuevas
NORRIS, P. (2000): Global Governance and cosmo­
aproximaciones sobre la #identidad cultural y
politan citizens. Cambridge: JFK School of Go­
la *alteridad (Sanches, 1999). Por otra parte,
vernment, Harvard University. Documento
el proyecto de un grupo de historiadores in-
de trabajo.
dúes, conocido como Subaltern Studies G roup,
SWA AN, A. de (1995): “Widening circles of identifi­
de repensar la historiografía de su país desde
cation: emotional concerns in sociogenetic pers­
un punto de vista exento de la retórica colo­
pective”. Theory, Culture & Society, 12 (1): 25-39.
nial, también se considera una contribución
TOM LISON, J. (2001): Globalización y cultura.
importante a la emergencia de los estudios
México: Oxford University Press.
poscoloniales. En los intelectuales y activis­
Javier Noya tas de la resistencia al colonialismo —como
Poscolonialismo 302

Frantz Fanón; Amílcar Cabral; Aimé Césai- desdeñaba otras subjetividades, varios histo­
re, nacido en 1913; Léopold Senghor, 1906- riadores hindúes —Gyan Prakash, Gayatri
2001; Raja Rao, 1908-2006; o Ngugi wa Chakravorty Spivak, Ranajit Guha, Dipesh
T hiong’o, nacido en 1938—, los estudios pos­ Chakrabarty y Partha Chatterjee—se propo­
coloniales encontraron antepasados y cons­ nen escribir la historia de aquellos que tuvie­
truyeron una genealogía de su disciplina ron un papel importante en la resistencia a los
(Ashcroft et al., 1995; Loomba, 1998). En las regímenes coloniales. Hay que destacar en la
últimas décadas ha venido aumentando la in­ literatura de los estudios poscoloniales la pre­
fluencia de los estudios poscoloniales en las tensión de “dar voz” al “subalterno” (Spivak,
ciencias sociales y humanas. Presentan como 1988). Este proyecto de dar relevancia a voces
principales líneas teóricas la crítica al *euro- y subjetividades, anteriormente marginadas
centrismo de la disciplina histórica, la urgen­ por el colonialismo y la historiografía occi­
cia de la reescritura de la historia desde los dentales, es tributario de la history fro m below
márgenes, según la perspectiva de los *exclui- practicada por historiadores marxistas britá­
dos y de los resistentes al colonialismo, o la nicos en la década de 1960, así como de un
problematización de los modos esencialistas movimiento más amplio de renovación y ex­
de entender las identidades. tensión de los intereses de la investigación aca­
Orientalism (1978) de Edward W. Said démica, que pasa a contemplar el estudio de
(1935-2003) se considera la obra inspiradora mujeres, ^minorías ^étnicas, homosexuales.
de los estudios poscoloniales. Para Said, El campo de los estudios poscoloniales
O riente es una invención literaria de O cci­ ha recibido críticas. Una de ellas, indicada
dente. Partiendo del análisis de un corpus am ­ por algunos autores (Thomas, 1994; Cooper,
plio y diversificado de textos -políticos, 2005), llama la atención sobre la excesiva im ­
literarios, científicos, periodísticos—, pretende portancia que los teóricos poscoloniales
demostrar que existen visiones convenciona­ conceden a los artefactos textuales del colo­
les de las sociedades “de O riente” profunda­ nialismo —claro ejemplo de ello sería la cues­
mente imbricadas en la literatura y ^cultura tión de la representación de la alteridad- en
europeas. La diseminación de estas represen­ detrim ento del análisis de la experiencia
taciones ^estereotipadas resultó importante histórica del colonialismo y de su legado ma­
también para la afirmación de la superioridad terial.
moral de Occidente (Said, 1978).
En Occidente halló Edward Said —pales­
tino, educado en El Cairo y establecido en Es­ Bibliografía
tados Unidos—las herramientas teóricas para
formular esta crítica. Su pensamiento es deu­ ASHCROFT, Bill; G RIFFITH S, Gareth; T IF -
dor de las reflexiones teóricas de Michel Fou­ FIN , Helen (orgs.) (1995): The Post-Colonial
cault —poder/conocimiento— y de Antonio Studies Reader. London, New York: Routledge.
Gram sci —dom inación—. Recurrieron tam ­ BHABHA, Homi (1994): The Location o f Culture ,
bién al pensamiento occidental algunos de los London: Routledge.
principales representantes de la teoría posco­ COOPER, Frederick (2005): Colonialism in Ques­
lonial, particularmente a los posestructuralis- tion: Theory, Knowledge, History. Berkeley:
tas franceses: Gayatri Chakravorty Spivak University of California Press.
encuentra inspiración en Jacques Derrida GUHA, Ranajit (org.) (1982): Subaltern Studies I.
—pero también en Karl Marx—, y Homi Bhab- Writings on South Asia History and Society. Del­
ha (1994) se nutre de Jacques Lacan. hi: Oxford University Press.
La influencia de Orientalism fue profunda LOOMBA, Ania (1998): Colonialism!Postcolonia­
en el medio académico y anticipa la reapro­ lism. London, New York: Routledge.
ximación al colonialismo desde el punto de SAID, Edward (1990): Orientalismo. Madrid: Li­
vista del colonizado que propondrán los estu­ bertarias.
dios poscoloniales. A inicios de la década de SANCHES, Manuela Ribeiro (1999): “Nas mar-
1980, el repudio de las grandes narraciones y gens: os estudos culturáis e o assalto as frontei-
de la historiografía eurocéntrica por los estu­ ras académicas e disciplinares”. Etnográfica ,
dios poscoloniales dominó la producción del III, 1: 193-210.
Subaltern Studies G roup (Guha, 1982). Al SPIVAK, Gayatri (1988): “Can the Subaltern
tiempo que critican la historiografía N acio ­ Speak?”, en C. Nelson y Lawrence Grossberg
nalista, por entender que ésta reproducía mo­ (orgs.), Marxism and the Interpretation o f Cultu­
delos y epistemologías del colonizador y re. Urbana: University of Illinois Press, 271-313.
303 Posmodernidad

THOMAS, Nicholas (1994): Colonialism’s Culture: En el propio seno de la posmodernidad


Anthropology, Travel and Government. Cam­ encontramos tres cuestiones iniciales: sobre el
bridge: Polity Press. origen del término, sobre la periodización de
un tiempo que cuestiona la historicidad y
Jorge Freitas Branco
sobre su relación con otros post-. Es en la pe­
Leonor Pires Martins
riferia, y curiosamente en el mundo hispano­
americano, donde aparece por primera vez el
Véanse además ALTERI DAD, Centro-peri­ término, dando prueba ya de que las cuestio­
feria, COLONIALISMO Y ANTICOLO- nes a las que alude no son de incumbencia ex­
N 1A U S M O , CO M U NIC A CIC) N , C U L ­ clusiva de las metrópolis más avanzadas,
TI; RA , D ISC R IM IN A C IÓ N Y E X ­ pues, entre otras cosas, viene a cuestionar la
CLUSION SOCIAL, Elites cosmopolitas, uniformización, el universalismo y el C o lo ­
Etnicidad, Etnocentrismo y relativismo cul­ nialismo inserto en la idea de modernidad. El
tural, Fronteras políticas y religiosas, G L O ­ desarrollo y extensión posterior del término
RALIZACIÓN, Globalización y antiglobali- va ligado, como no podía ser de otra manera,
zación, H IB R ID A C IÓ N , ID E NT11 ) AI ), a los hechos y momentos interpretados como
MIGRAC:IO N E S , M IN O RíAS, MOMICI­ fin de una era o incluso de una civilización,
DA D. M U I ; r IC; U I ;i ' U R ALISM C), Mul­ sea el lanzamiento de la bomba atómica, las
ticulturalismo en los estudios culturales. revueltas político-sociales de finales de los se­
Nacionalidad, Nacionalismo, NU EVOS senta, los procesos descolonizadores, el anti­
M()\TMIENTC)S SOCIALES, PC)SM()- modernismo arquitectónico, etc. Se enlaza así
DERNI DAD, SABER Y SABERES, Sujeto con la segunda polémica que, a pesar de ser
intercultural. más virulenta especialmente en el materialis­
mo histórico, ha terminado fraguando un
relativo consenso: el proceso que lleva a la
Posmodernidad posmodernidad, esto es, la posm odernización,
Las polémicas de la posmodernidad habría arrancado con el final de la Segunda
Guerra Mundial y habría empezado a cobrar
Cuando algunos hablan del final de la cuerpo y extensión en la primera mitad de los
posmodernidad y otros más apresurados lle­ años setenta. Para el caso es igual que ese co­
gan a organizar congresos y publicaciones mienzo de la posmodernidad se ligue a la cri­
con el sonoro título de “Y después de la pos­ sis económica y bursátil que acompañó al
modernidad, ¿qué?”, se puede pensar que es­ arranque del posfordismo, a la resaca de los
tamos en condiciones de dar una definición movimientos contestatarios de finales de
que zanje las discusiones sobre el concepto de los sesenta, a la consolidación de la sociedad
posmodernidad y nos permita utilizarlo sin de consumo y la posterior debacle del modelo
tener que cuestionarlo constantemente. Pero comunista o a la trasformación de los medios
me temo que ni quienes tienen prisa por ente­ de producción que trajo la revolución tecno­
rrarlo, quizá por ser mensajero del desmoro­ lógica en la información y en la biología.
namiento de nuestros supuestos y sueños, ni Con respecto a la tercera polémica, ha de
quienes han querido afeitar sus armas ha­ reconocerse que los diferentes pos —poses-
blando de cosas como “modernidad tardía”, tructuralismo, posm odernism o, poscolonialis­
ni incluso quienes lo han desechado negando mo, poshumanismo, e tc.- nombran y resaltan
la mayor —negando que hayamos sido moder­ los temas o entidades que se dislocan en los di­
nos—, han conseguido otra cosa que avivar y ferentes ámbitos en que cada uno de ellos se
prolongar un debate que todavía continúa y forja —en la fdosofía, el arte, la ordenación po­
aún ha de continuar, ya que en gran medida lítico-social, la teoría social, etc.—. Pero si algo
estamos ante un concepto que prescribe tanto nos han enseñado estos más de treinta años en
como describe. Por su contenido y por su uso, los que la posmodernidad se ha ido haciendo
el término “posmodernidad” sigue partici­ tendencialmente hegemónica es que todos
pando performativamente en la configura­ esos términos apuntan a una profunda trans­
ción de una forma de m irar y ordenar la formación general, todavía en curso, sin dejar
realidad social contemporánea, sin que por de especificar las distintas intensidades, rit­
ello deje de pretender dar testimonio de una mos y características que ésta adopta en cada
determinada situación histórica y de introdu­ ámbito. Por ello se hace conveniente usar un
cir claridad en los análisis de nuestro comple­ término común, como posm odern idad, que
jo mundo. aglutine estos momentos e ingredientes, dan­
Posmodernidad 304

do nombre a esa transformación que ha veni­ despliegue del posfordismo, la *globalización


do a dislocar los mecanismos, las dinámicas y y el capitalismo financiero en economía; la re­
los supuestos que hacían posible la forma de volución tecnocientífica que alim enta a la
ordenación sociohistórica llamada moderni­ ^sociedad del conocimiento; o ya sean las di­
dad y señalando otra ordenación distinta y námicas global-local, turism o-*patrim onio,
emergente, pero en continuidad con ella. por ejemplo, y de hibridación que vienen re­
De este modo las rupturas y los disloques moviendo a las distintas culturas, etc. Requie­
que nombran aquellos términos más específi­ re atender aquellos elementos o supuestos
cos se recogen y aglutinan en el concepto de que, tomados como sólidos o incuestionables,
posmodernidad de forma flexible y abierta, sostenían las instancias y dinámicas propia­
sin ocultarlos ni amalgamarlos confusamen­ mente modernas y cómo se han tornado pro­
te. Así le ocurriría al cuestionamiento de la blemáticos, fragmentarios, descentrados, etc.,
dicotomía copia-original, al desdibujamiento sin importarnos demasiado si han muerto,
del sujeto o a la confrontación con la lógica de desaparecido o aún perviven.
la identidad que el posestructuralismo señala; Un eje claramente constitutivo de la mo­
así también a una estética alejada del elitismo, dernidad —aunque por ello mismo constitui­
de la enferm iza necesidad vanguardista de do en y por ella—ha sido la noción de sujeto
innovar y de ser original, que el posmodernis­ autónom o, esto es, de actor o agente de la his­
mo nombra; así al rechazo del evolucionismo toria, hablante del discurso, responsable de la
lineal inserto en las idea de modernización y acción, etc. A este respecto es indiferente que
al cuestionamiento de la lógica geopolítica di­ se le haya concebido como individuo, actor
cotòmica —*centro-periferia—que el poscolo­ racional, clase social o Estado-nación. En sus
nialismo alimenta, etc. Sin embargo, aquí diversas formas, individuales o colectivas, ese
tenemos que centrarnos en aquellas rupturas sujeto moderno ha ido viendo cómo su soli­
y disloques que resulten más generales o sig­ dez y autonomía, que le habían permitido ser
nificativos. Pero además, si no queremos caer eje y motor de los continuos cambios moder­
en la injusticia que supone reducir la posmo­ nos, se iban mutando en una atomización que
dernidad a un fenómeno localista -euroam e­ le descentra y le resta capacidades. A ello con­
ricano- o meramente reaccionario —limitado tribuían diversos procesos que van desde el
a la celebración de la fragmentación y al rela­ desmoronamiento de la estabilidad de la
tivismo o al regusto del lamento por las múl­ familia nuclear a la quiebra del tratado de
tiples pérdidas—, debemos ocuparnos también Westfalia —manifiesta en las intervenciones
de las tendencias, dinámicas y referencias que “humanitarias”, de Bosnia a Irak—, pasando
emergen de su incansable energía transfor­ por las críticas feministas y poscoloniales a ese
madora y que le ayudan a ir haciendo de supuesto isomorfismo de los sujetos que no
nuestro presente un espacio-tiempo lleno era sino una extrapolación de la posición del
de posibilidades y capacidades, aunque no varón, blanco, propietario y paterfam ilias.
exento de peligros y contradicciones. En este sentido, el vigente proceso de indivi­
dualización, que aisla y des-capacita a las
personas concretas, viene a ser, como los na­
Rupturas y disloques
cionalismos en su histérica reacción ante la
Si hay algo consensuado respecto a la pos­ pérdida de autocracia, una prolongación to­
modernidad es que ha puesto fin a la moder­ zuda y esperpéntica de las formas modernas.
nidad como formación histórica específica, La idea de autor, el modelo burgués o el ideal
imaginario concreto y dinámica dominante del humanismo son otros ingredientes básicos
del ^desarrollo, o que al menos así lo narra. de la modernidad que se han visto seriamente
Apreciar esta profunda transformación re­ afectados por esta quiebra.
quiere algo más que contemplar los cambios El im aginario m oderno, con el que la mo­
que se están viviendo en cada ámbito de la rea­ dernidad justifica su propia dinámica, su
lidad social, ya sea el desbordamiento por trama cultural y cognitiva, su formación his­
abajo —la politización de las relaciones de pa­ tórica, en definitiva, ha visto desmoronarse
reja, por ejem plo—y por arriba —caso de los sus dos pilares principales. Por un lado, la re­
diversos transnacionalismos—de la conten­ presentación, la univocidad de los signos, la le­
ción moderna de la política en el gobierno es­ gibilidad del mundo, han dejado de darse
tatal; el giro lingüístico y el constructivismo como supuesto que ha de ser esclarecido
—social—en epistemología; el desplazamiento —“¿cómo es posible la representación?”, ha si­
del valor-de-cambio por el valor-de-signo o el do la pregunta moderna por antonomasia—
305 Posmodernidad

para hacerse ellas mismas dudosas y proble­ chas crisis y derrotas de los años setenta, se re­
máticas al aparecer como parte y efecto de fieren más a la resistencia, a la pervivencia y a
una interacción histórica y mutuamente cons­ los orígenes que al avance o a la utopía, por no
titutiva de lo dicho, del decir y de quien lo di­ hablar de unas guerras que no se declaran y
ce. Por otro lado, la suposición de una razón permanecen a distintas escalas materiales o
universal, inserta e inscrita en el mundo y que mediáticas. Más aún, con ese descentramien-
podría ser descifrada mediante el riguroso to del futuro se ha ido esfumando la posi­
razonamiento científico, se term inó encon­ bilidad de que la historia, el paso de unas
trando con que es racionalmente imposible generaciones y acontecimientos a otros, tuvie­
—según el teorema de Goédel—, con que, redu­ ra alguna finalidad o sentido. Con ello tam ­
cida a razón instrumental, había sido motor bién se ha hecho saltar por los aires la d i­
del Holocausto y prueba de la dialéctica per­ nám ica rupturista o revolucionaria, princi­
versa de la Ilustración —Escuela de F ra n k ­ pal forma de desarrollo de la modernidad,
furt— y con que los “buenos” la habían que consistía en desechar las rigideces del pa­
celebrado lanzándola sobre Hiroshima. Poco sado, desvaneciendo su solidez en el aire del
más tuvieron que hacer los estudios sociohis- futuro y empeñándose en construir nuevos
tóricos de la ciencia para mostrar el espejismo fundamentos sólidos, que posteriormente se­
de la razón universal y la enorme cantidad de rían derribados. El agotamiento de las ener­
trabajo social, material e intelectual que re­ gías revolucionarias y la irrupción de las nue­
quiere la más mínima generalización. Con es­ vas tecnologías, que instauran una multiplici­
tos dos pilares se han derrumbado también la dad de distintos presentes y ayudan a ver en
noción sólida y referencial de la realidad, la éstos la presencia del pasado y del futuro, con­
oposición entre esencia y apariencia, la dico­ tribuyen a la quiebra de aquella tensión dina-
tomía público-privado o la separación tajante mizadora y de la experiencia moderna de
entre ciencia e ideología. A todo ello ha coad­ conjugar el deseo de cambio con el miedo a la
yuvado la omnipresencia de los mundos me­ desorientación.
diáticos o virtuales.
En la modernidad, el carácter promisorio
Emergencias y tendencias
del futuro ha sido un donador de sentido, un
mecanismo de legitimación y una máquina A pesar de tantas quiebras y disloques, la
de ordenar los acontecimientos. Por ello, aun­ parálisis sólo se produce en quienes son inca­
que también constituye un pilar del imagina­ paces de caminar sin imágenes estables o se
rio moderno, el buen fu tu ro ha tenido un guían por esa divinidad que es el balance-
papel fundamental en las dinámicas más es­ contable. Para los demás se abren vías y posi­
pecíficamente modernas. Como utopía que bilidades.
sitúa la sociedad ideal más adelante en el El final del sujeto no implica el final de las
tiempo, como innovación que otorga valor o subjetividades, de la responsabilidad o de la
como idea d e progreso continuo, el futuro ha acción social. Lo que ocurre es que, como cla­
legitimado toda una serie de prácticas típica­ man y reclaman los movimientos sociales
m ente modernas —de la industria al ar­ subalternos, más que de sujeto, como propie­
te, pasando por la ciencia—, a la vez que ha dad natural o esencial, ha de hablarse d ep o si­
constituido un punto de referencia para la ción-sujeto, como posición que se logra y ha de
ordenación —histórica y evolutiva— de los mantenerse en medio de antagonismos diver­
acontecimientos. Sin embargo, el futuro ha sos. En este sentido la tematización que se ha
terminado dejando de ser aval de m ejora y hecho de las * identidades expresa la forma
orientación en todos los ámbitos: en la estética fragmentada, abierta, inestable y contestada
son muchos los movimientos y momentos en que hoy se van constituyendo las diversas
—desde el artepovera de los sesenta al rock de identidades, personales -subjetividades— o
garaje de los noventa—que han venido a ex­ colectivas, y sus distintos accesos a las posicio­
presar el final de la identificación entre inno­ nes-sujeto. La teoría social se ha visto obliga­
vación y belleza, entre vanguardismo y arte; da así a hablar de agencia más que de acción o
en el campo de la teoría, la construcción racio­ actor, pues para alcanzar y mantener esas po­
nal de una sociedad ideal se ha atragantado siciones-sujeto no sólo se requiere el concurso
con el totalitarismo que incubaba, hecho ex­ de individuos, colectividades y relaciones so­
plícito en los fangos del Gulag o en la crisis ciales, sino también el de objetos, instrumen­
ecológica; en la práctica política los *nuevos tos, mediaciones o animales que hacen posible
movimientos sociales, surgidos tras las mu­ y estabilizan la capacidad de intervención.
Posmodernidad 306

Por ello, y dada la colonización tecnológica de Independientemente de que se esté de


emociones, imaginarios y cuerpos, se ha acuerdo o no con algunas de las rupturas o
hablado del cyborg como forma emergente de emergencias mencionadas y de que nos guste
la agencia social. o no lo que ellas apuntan, todos nos encontra­
La ruptura del espejo mentalista del re- mos inmersos de alguna manera en esta
presentacionismo pone fin al reinado absolu­ profunda transformación social, cultural, po­
to de la conciencia y, unida a la reflexividad lítica, económica y personal a la que da nom­
del conocim iento, hace que nuestro im agi­ bre la posmodernidad.
nario tenga que admitir la interpenetración
mutuamente constitutiva entre los diversos
integrantes del proceso cognitivo. Con ello se Bibliografía
ha ido imponiendo que todo conocim iento es
situado y parcial. Ello no impide que se pueda ANDERSON, P. (2000): Los orígenes de la posmo­
argumentar, especialmente en el ámbito cien­ dernidad. Barcelona: Anagrama.
tífico, que hay perspectivas privilegiadas, GARCÍA CA N CLIN I, Néstor (2001): Culturas
aunque ese privilegio pueda tener fecha de híbridas. Buenos Aires: Paidós.
caducidad y se sustente sobre razones que, GARCÍA SELGAS, Fernando; MONLEÓN, J.
además de empíricas y teoréticas, son políti­ (eds.) (1999): Retos de la postmodernidad. Ma­
cas. No olvidemos que en los procesos cogni- drid: Trotta.
tivos, además del conocimiento, lo conocido y HARAWAY, D. (1995): Ciencia, cyborgs y mujeres.
el conocedor también quedan material y sim­ Valencia: Cátedra.
bólicamente conformados como tales, de mo­ H ARVE Y, D. (1998): ¡ m condición de la postmoder-
do que esos procesos se integran en los nidad. Buenos Aires: Amorrortu.
mecanismos constitutivos y de control de lo JAMESON, F. (1996): Teoría de la postmodernidad.
existente. Por ello se habla de articu lación , Madrid: Trotta.
más que de representación. — (2002): El giro cultural. Buenos Aires: Manantial.
La incorporación del futuro y del pasado LYON, D. (1996): Postmodemidad. Madrid: Alianza.
en un presente continuo, así como el descen-
tramiento de la temporalidad lineal del pro­ Fernando J. García Selgas
gresismo y del evolucionismo, son parte y
efecto del cruce y de la coexistencia de múlti­
ples temporalidades —cíclicas, lineales, gla­ Véanse además ALTERII )A 1), Centro-perife­
ciares, instantáneas— y de la ruptura de ria, COLONIALISMO Y A N U O )L( S I A ­
diferentes fronteras que traen los flujos m i­ LISMO, DESABRÍ ) L L ( ). DIFERENCIA Y
gratorios, financieros, informacionales, etc. DESIGUALDAD, Elites cosmopolitas, Es­
Todo ello se une al imparable desm orona­ pacio red, ESPACK)-TIEMPC), Espacios loca­
miento o im plosión de dicotom ías diversas les, Fronteras políticas v religiosas, Global v lo­
-su jeto -o b jeto , original-copia, naturaleza- ca 1, GL( )BA L17. AC16 N, PIIB R11)ACIO N ,
cultura, masculino-femenino, culto-popular— IDENTIDAD, Lugar v no-lugar, Moderni­
para mostrarnos que las cosas van tendiendo dad, Modero izaciói g M ULTICULTU RALIS­
a caracterizarse por su flu idez, esto es, por su IMO, Multiculturalismo en los estudios cul­
inestable multiplicidad, su mutua constitu­ turales, Nomadismo v turismo, NUEVOS
ción relacional, su naturaleza mestiza o híbri­ MOVI MI EN TO S S()CI ALES, Multilocal,
da y la porosidad de sus límites. De este modo PATRIMONIO, Pluralismo sincrónico. Pos-
la dinámica rupturista queda desplazada por colonialismo, SABER 't SABERES, Socie­
una compleja interrelación entre los distintos dad de la informaciém y del conocimiento,
presentes posibles. TRABAJO.
es la simple expresión de un programa prácti­
Racismo y neorracismo co dictado por eruditos. En segundo lugar, la
El racismo, en sentido estricto, es una doc­ definición es problemática porque restringe
trina de raíz biológica que, tal como certera­ notablemente el grupo de doctrinas y de fenó­
mente señaló Lévi-Strauss (1990: 206), se deja menos que pueden ser calificados de racistas,
resumir en cuatro puntos: “Uno: existe una dejando fuera de la categoría algunos otros
correlación entre el patrimonio genético, de con los que el definiendum guarda un eviden­
un lado, las aptitudes intelectuales y las dispo­ te aire de familia. Esto es lo que ha llevado a
siciones morales, de otro. Dos: ese patrimonio Pierre-A ndré Taguieff, autor del estudio
genético, del que dependen esas aptitudes y sobre el racismo más citado de los últimos
disposiciones, es común a todos los miembros lustros, a calificar definiciones como la de L é­
de ciertos agrupamientos humanos. Tres: esos vi-Strauss de instancias de la “teoría *moder-
agrupamientos, llamados ‘razas’, pueden ser nitaria ultrarrestringida del racismo”. Existe
jerarquizados en función de la calidad de su un racismo biológico, cierto, y éste puede ser
patrimonio genético. Cuatro: esas *diferen- tomado como paradigma -cab e considerarlo
cias autorizan a las ‘razas’ llamadas supe­ el racismo stricto sensu—, pero también existió
riores a dominar, E x p lo ta r a las otras y un racismo de raíz religiosa, aunque con un
eventualmente a ^destruirlas.” componente biológico asociado fundamental
Esta definición, que recorta con aristas —un protorracismo—, como asimismo consta­
muy precisas el fenómeno del racismo dife­ tamos un racismo E tn ico -E u ltu ra l —el neo-
renciándolo de otros fenómenos de E x ­ racismo—, que es el disfraz que ha adoptado el
clusión con los que habitualmente suele racismo en la etapa de la *globalización.
confundirse —el Etnocentrism o, la *xenofo- Con anterioridad al siglo XIX, el del auge
b ia-, entraña ciertos riesgos. En primer tér­ de las teorías racialistas, se dieron ya ciertos
mino, vincula en exceso el racismo con su fenómenos ideológicos y sociopolíticos que
formulación seudocientífica, cuando, como involucraban una “noción genealógica y pre­
sabemos, se trata de un fenómeno trágica­ científica de raza, entendida como ‘linaje’ o
mente presente en la escena de las relaciones ‘descendencia’ (Aranzadi, 2001: 194)”. La no­
*interculturales. El racismo existió antes de ción de “pureza de sangre” contenida en la
que la noción de raza fuese empleada por los mitología cristiano-vieja española, que *dife-
científicos para fragm entar y jerarquizar la renciaba la calidad de ciertos grupos hum a­
especie humana y existe, como veremos, aún nos en virtud de su origen genealógico,
hoy, después de que ese término haya sido des­ remite claramente a la noción de “raza” que
prestigiado y borrado del vocabulario cien­ comenzará a usarse desde el s. XVIII —L in-
tífico. Hay —o al menos ha habido— un ra­ neo en su Systema Naturae, Buffon en su D is­
cismo científico —un racialismo—, desde lue­ cours sur les variétés de l'espèce hum aine—para
go, pero también un racismo popular que no clasificar variedades biofísicas de la especie
Racismo y neorracismo 308

humana y, durante todo el s. XIX, para jerar­ El diferencialism o es la creencia en que la


quizarlas en una gradación legitimadora de la diferencia constituye un valor y la homoge-
dominación de unas por otras. Por otro lado, neización una pérdida y, por tanto, en que los
numerosos especialistas coinciden en que, grupos tienen el derecho —cuando no el de­
desde mediados del siglo X X , la doctrina del ber—de mantener esa diferencia. “Hay siem­
racismo biológico ha experimentado una mu­ pre así en el corazón del racismo un discurso
tación: el nuevo racismo no postularía tanto la que valoriza las diferencias, las jerarquiza, las
superioridad “natural” de unos grupos hu­ absolutiza y las naturaliza" (Gallissot et al.,
manos con respecto a otros en virtud de su 2000:217).
*diferente patrimonio genético —concepción En el plano de la acción social, las actitudes
aún vigente en el racismo popular—, cuanto y comportamientos que animan este ideario
por su diferente *patrimonio cultural, y ni si­ van desde el prejuicio —la percepción del *otro
quiera proclama siempre una jerarquía mo­ se basa en el estereotipo y ninguna de las
ral como la nocividad de que las *fronteras ideas que tenga un racista sobre las víctimas
culturales entre los grupos humanos desapa­ de su racismo es susceptible de modificación
rezcan. Las muchas expresiones con las que se por su conocimiento—, hasta la m ixofobia —el
nombra al neorracismo son: “racismo di- odio a la *m ezcla: las diferencias entre esos
ferencialista”, “racismo *identitario”, “*fun- grupos son insalvables y deben ser amparadas
damentalismo cultural”, “#etnicismo”, “ra­ evitando a toda costa la mezcla—o la xenofobia
cismo cultural” o, incluso en una antilogía —el odio al extraño, al que no pertenece al gru­
sólo aparente, “racismo sin razas”. po—. Los comportamientos asociados a estas
¿Qué tienen en común el “racismo” reli­ actitudes son la Segregación, la discrimina­
gioso, el racismo biológico y el “racismo” cul­ ción y la #violencia que, en el extremo, puede
tural? La N aturalización de lo social, una llegar al genocidio, a la aniquilación del gru­
“metáfora biologizante” (Gallissot <?/#/., 2000: po que se (pre)juzga prescindible.
115) que convierte en absolutas las diferen­ Es cierto que el término “racismo” corres­
cias. En el plano de las ideas, en cualquier tipo ponde exactamente a las doctrinas y las ideo­
de racismo podemos identificar los siguientes logías que se derivaron de la aplicación del
ingredientes: término “raza” al estudio de la diversidad hu­
El *comunitarismo esencialista es la creen ­ mana —el racismo biológico: el racismo strido
cia en la existencia de grupos fijos, inmutables sensu, decíamos—. Hubo un tiempo —todo el
—llámeseles linajes, razas o culturas—, dotados s. XIX y las primeras décadas del X X — en que el
de una esencia indestructible o que debe ser concepto se reificò y fue el principal objeto de
salvaguardada. Grupos en los que el indivi­ análisis de muchas disciplinas —la “fuerza
duo desaparece y que determinan por com ­ causal” de la raza—. Sólo después de que se
pleto su ser —Vacher de Lapouge: l ’individu desvaneciese la ilusión de la raza se utilizó esa
n ’est rien; la race et la nation sont tout—. El indi­ noción para calificar los comportamientos —y
viduo es un mero portador de los caracteres las doctrinas—que la implicaban, denominán­
distintivos del grupo —sean éstos los del linaje, dolos “racistas”. Así parece que caemos en el
los de la raza o los de la cultura—y la simple anacronismo si hablamos de “racismo” reli­
pertenencia al grupo le adorna con todos ellos gioso y de “racismo” cultural; parece que po­
—^estereotipo. demos sólo hablar de “racismo” mientras
La conciencia racial —Max Weber—o senti­ surge y perdura el mito de la raza en la comu­
miento de pertenencia a una “raza” —o a una nidad científica. Pero aunque el concepto de
“etnia”, o a una “cultura”—: la conciencia de raza no hubiese sido formulado aún o ya haya
raza no es algo debido a diferencias heredita­ sido desterrado de los tratados científicos, los
rias, sino a la creencia de los miembros de un comportamientos y los fenómenos racistas
grupo en que esas diferencias existen y obede­ existieron antes y perduran aún después.
cen a su “comunidad de origen”. “La perte­ Precisamente el racismo surgió como ob­
nencia racial, es decir, la posesión de jeto de análisis para la ciencia social tan pron­
disposiciones parecidas heredadas y transmisibles to como la noción de raza fue anulada,
hereditariam ente, realmente fu n dam en tadas cuando se desveló su condición de “mito”. En
sobre la com unidad de origen..., sólo desemboca el momento en que se abandonó la idea de la
en una ‘comunidad’ cuando la misma es expe­ superioridad biológica de unas razas sobre las
rimentada subjetivamente como una caracte­ otras se abordó el análisis de los conflictos en­
rística común” (Weber, citado por Wieviorka, tre grupos humanos que generaba esa idea
1992: 40). —falsa—. Como hemos dicho, la raza fue una
309 Racismo y neorracismo

obsesión para los científicos naturales —biólo­ Y asimismo destaca la perspectiva de la


gos, etólogos, antropólogos físicos, genetis­ ideología. Otro grupo de autores centraron su
tas—y los científicos sociales —historiadores, análisis del fenómeno considerando la entra­
antropólogos, etnólogos—durante todo el si­ da de doctrinas y opiniones racistas en el espa­
glo XIX y las primeras décadas del XX. Esa fue cio político. Entre ellos cabe citar el estudio
la etapa del auge del racialismo: la raza se to­ pionero de Hannah Arendt sobre las fuentes
mó como el factor determinante de la histo­ del totalitarismo —The Origins o f T otalitaria-
ria y el racialismo se convirtió en la ideología nism, 1951—, en el que indaga sobre los oríge­
legitim adora de la explotación, la segrega­ nes del racismo como ideología en tres de sus
ción y el genocidio. Hacia la tercera década más ilustres cunas, Francia, Alem ania e
del pasado siglo, cuando Europa vió crecer el Inglaterra; los trabajos de Louis D um ont
sentim iento antijudío que llegaría al paro­ —H om o hierarchicus, 1967; Essais sur 1’in ­
xismo en el programa nazi de aniquilación d iv id u a d m e, 1983-, en los que utiliza su
sistemática, las ciencias sociales iniciaron cla­ clarividente distinción entre holismo e indivi­
ramente “el giro que condujo de la explica­ dualismo para explicar la emergencia del
ción por la raza hacia el análisis del racismo” racismo, y el análisis de Léon Poliakov so­
(W ieviorka, 1992: 45). Tras la Segunda Gue­ bre el antisemitismo —H istoire de l ’antisém i-
rra M undial, al conocerse en detalle los ho­ tisme, 1955 y ss.—, en que la noción de
rrores del nazismo, el nuevo objeto de “ideología” es desplazada por la de “m ito”.
análisis que interesará a los estudiosos de esas Todos estos trabajos apuntan al racismo como
mismas disciplinas es el racismo en sus mani­ construcción social imaginaria.
festaciones doctrinales y espontáneas: aun Junto a estas teorías del racismo, que eli­
cuando no existan las razas, sí perviven el gen concentrarse en uno de los aspectos que lo
sentimiento de pertenencia, las doctrinas que constituyen, ha habido algún intento de dar
lo avalan y todos los fenómenos de exclusión con una explicación g lo b a l del fenómeno. Y
relacionados con él. aquí nos encontramos con dos tipos de enfo­
Desde que se constituyó en uno de los tó­ ques básicos:
picos de las investigaciones sociales, el ra­ Enfoques biológicos. Desde los años se­
cismo ha sido abordado desde múltiples tenta se ha producido un revival del determi-
perspectivas, casi todas ellas parciales (W ie­ nismo biológico del que se han alimentado
viorka, 1992: 1.a parte): algunas investigaciones que rastrean el origen
Entre ellas sobresale la perspectiva de las del racismo en el orden biológico, investiga­
race relations, o las relaciones interculturales ciones deudoras de luminarias como las de
que se producen entre los grupos, adoptada Konrad Lorenz en el campo de la etología
por el sociólogo norteam ericano Robert —I. Eibl-Eibesfeldt—o Edward O. Wilson en
E. Park —“T h e Basis o f Race Prejudice”, el de la sociobiología —W. D. H am ilton,
1928—y sus discípulos, quienes analizan el fe­ C. Vogel—. Desde esta perspectiva, las doctri­
nómeno comparando el sistema de castas y el nas y los comportamientos racistas se expli­
sistema meritocrático de las modernas socie­ carían como manifestaciones de instintos
dades industriales. Este tipo de explicación ha básicos que la especie humana comparte con
sido posteriormente adoptado y adaptado por el resto de especies animales y que asegura­
autores como Etienne Balibar e Immanuel rían su supervivencia: la agresividad y el im ­
Wallerstein (1991). perativo ^territorial.
Tam bién cabe mencionar la perspectiva Enfoques sociológicos. La obra m onu­
del prejuicio, más decantada hacia una expli­ mental que dedicó Pierre-André Taguieff al
cación de tipo psicológico del racismo. A esta tema —L a fo r c é du préjugé. Essai sur le racisme
línea se adscriben brillantes estudios como los et ses doubles, 1987—ofrece probablemente la
dirigidos.por Gunnar Myrdal —An American visión panorámica más completa de las teo­
D ilem a. T he N egro Problem and Modern D e- rías sobre el racismo y de los diversos aspectos
mocracy, 1944—, Theodor W. Adorno —The que confluyen en este fenómeno. Con carác­
Authoritarian Personality, 1950—, Bruno Bettel- ter programático, Michel Wieviorka publicó
heim y Morris Janowitz —Social Change and en 1991 L ’espace du racisme, donde hace, suce­
Prejudice, 1964—o el hermoso ensayo de Julia sivamente, un recuento de las teorías socioló­
Kristeva —Etrangers á nous-mémes, 1988—. Es­ gicas del racismo desde Tocqueville y Weber
tos análisis pasan del examen de las relaciones hasta Poliakov, un análisis de las m anifesta­
intergrupales al del actor racista, su persona­ ciones concretas del racismo y un^ tentativa
lidad y sus prejuicios. de comprensión global del fenómeno, a la que
Racismo y neorracismo 310

aspira pero en la que confiesa seguir trabajan­ la raza para concedérsela a la cultura. Proba­
do: “Todo se desarrolla como si el conjunto de blemente F ran z Boas, que a partir de cierto
las manifestaciones concretas del racismo de­ momento se convirtió en uno de los apóstoles
pendiese de un mismo sistema del que, dada del antirracismo, nunca imaginó que con su
su com plejidad, desconocemos todavía las crítica al formalismo clasificatorio de las teo­
claves” (Wieviorka, 1992: 175). rías racialistas y al etnocentrism o de las re­
La explicación del racismo en sus diversas construcciones evolucionistas estaba dando
manifestaciones es tanto más urgente y nece­ argumentos nuevos a sus contrincantes. En su
saria cuanto que sigue siendo un fenómeno discusión del racialismo, Boas adoptó una
presente en las relaciones interculturales, y perspectiva culturalista, pero al tratar a las ra­
ello a pesar de la campaña de descrédito de las zas como hasta entonces se había tratado a las
teorías racialistas emprendida tras la victo­ culturas —la inestabilidad de los tipos físicos,
ria sobre el nazismo y el descubrimiento de Aus- ambientalismo—y a éstas como hasta entonces
ch w itz y auspiciada por instituciones in ­ se había tratado a las primeras —culturalis-
ternacionales como la U N E SC O . El mismo mo—, condujo por otro camino a la misma
empeño que habían puesto los especialistas de conclusión: que las diferencias entre los seres
las más variadas disciplinas en construir el humanos —si no por raza, sí por cultura—son
mito de la raza en el s. XIX fue el que se dedi­ insalvables. De igual modo, el rechazo boa-
có desde las mismas a cancelarlo tras el cono­ siano del etnocentrism o im plícito en las
cimiento de los horrores de la Shoah. Es a es­ reconstrucciones evolucionistas invocaba la
ta época a la que corresponden la Declaración igualdad de todas las culturas: el igual valor,
Universal de los *Derechos Humanos, apro­ la misma dignidad, el relativismo cultural y el
bada en la Asamblea General de la O N U el 10 derecho a la diferencia. Tam bién opuso al
de diciembre de 1948 —precedida en un año universalismo evolucionista un particularis­
por el proyecto de Declaración del Bureau mo diferencialista y, en el extremo, potencial­
ejecutivo de la Am erican Anthropological mente mixófobo (Valdés, 2006, caps. II y IV).
Association, un proyecto claramente inspira­ Argumentos de este cariz fueron los que
do por M. Herskovits—, y textos célebres de desplegó el boasiano confeso Claude Lévi-
contenido antirracista como el famoso estu­ Strauss en 1971 en “Race et culture”, su po­
dio de Adorno sobre la personalidad autori­ lémica conferencia escrita por encargo de
taria y los papers de Leiris —“Race et ci­ la U N E SC O —veinte años después de la polí­
vilisation”, 1951—y Lévi-Strauss —“Race et ticamente correcta “Race et histoire”—, en
histoire”, 1952; “Race et culture”, 1971—ela­ la que venía a recomendar la evitación de la
borados por encargo de la propia U N E SC O . mezcla —indiscriminada, incontrolada—para
Lam entablem ente, como recuerda Michel conjurar el peligro de la homogeneización y
Crozier en el título de su célebre obra, “la so­ preservar la riqueza de la diversidad cultural.
ciedad no se cambia por decreto” y la difusión Tales son los argumentos de los que se ha
de esta vulgata antirracista sólo le ha restado apropiado el nuevo racismo diferencialista.
plausibilidad al racialismo, que ha quedado Lo que se proclama no es ya el derecho a “do­
marginado de la producción científica respe­ minar, explotar o destruir” a las otras razas
table, aunque todavía haya reductos y foros por su inferioridad natural, sino el de todos
en los que sigue siendo mantenido y hasta in­ los pueblos a la diferencia, a preservar su
vestigado —¿como el creacionismo? esencia étnico-cultural. Con razón ha podido
Por otro lado, son muchos los investigado­ decirse que “racismo y antirracismo se expli­
res que vinculan esta campaña internacional can mutuamente, se responden y, sin querer,
de desprestigio del racialismo a la mutación se mezclan” (San Román, 1996: 19). La nueva
que ha sufrido éste en las últimas décadas, el retórica, que constituye el racismo culto de los
neorracismo. La mordaza impuesta a quienes líderes de la “nueva derecha” europea, lo que
apelaban a la jerarquía racial ha conducido a hace es camuflar el horror del viejo racismo a
una eufemización del discurso racista, que no la mezcla, al “caos racial” —la m ixofobia—,
habla ya de “razas”, sino de “etnias” —verda­ convirtiéndolo en un “racismo clandestino”
dero eufemismo, ya que este término involu­ (Taguieff); de ahí la sólo aparente antilogía de
cra tanto factores físicos como culturales— la expresión “racismo sin razas” a que ya nos
(véase Stolcke, 1992) o de “culturas”. Por aña­ hemos referido. El efecto de todo ello es que el
didura, el nuevo discurso racista ha tomado racismo popular, que no siempre se nutre de
prestada su retórica del discurso antirracista las ideologías, sigue alegando las diferencias
que restaba toda importancia determinante a de raza, de calidad del patrimonio genético,
311 Racismo y neorracismo

para justificar la segregación, la discrimina­ contexto, la forma —no nueva, pero sí *revigo-
ción y la violencia con que obsequia a sus rizada por el proceso globalizador—del “ra­
víctimas y, además, ha ganado un nuevo ar­ cismo de los pequeños blancos”, un fenómeno
gumento, el argumento culturalista, mucho ya estudiado por Tocqueville y Weber: el ra­
más difícil de erradicar. Este es el racismo que cismo protagonizado por las clases sociales en
impera en la etapa de la globalización, un ra­ situación crítica que ven en los grupos en po­
cismo camuflado en un lenguaje culturalista, siciones más próximas —en este caso los inmi­
particularista y diferencialista y que acecha grantes— el reflejo de su propio descenso
tanto a las nuevas como a las viejas víctimas. social y a ellos transfieren su frustración y
En apretada síntesis, una vez superado el amenazan con su violencia. En palabras de
bipolarismo en el orden político mundial, la A. Burgio, dicho racismo “opera una doble tra­
etapa actual se caracteriza por el carácter de­ ducción de las jerarquías y de los conflictos so­
finitivamente transnacional del capital fi­ ciales, metaforizando las primeras y desplazando
nanciero y de las operaciones comerciales y los segundos” (Gallissot et al., 2000:211).
bursátiles. La “ruptura de ^fronteras” que
exige la internacionalización de los procesos
económicos se ha producido para todos los Bibliografía
factores que intervienen salvo uno, la fuerza
de ^trabajo. Se han puesto las condiciones po­ ARANZADI, Juan (2001): E l escudo de Arquíloco.
líticas, jurídicas y económicas para el inter­ Sobre mesías, mártires y terroristas. Vol. 1. Ma­
cambio fluido de capitales y mercancías, pero drid: A. Machado.
no ocurre así con la ^circulación de personas, BALIBAR, Étienne; W A LL E R S T E IN , Im-
que sigue siendo severamente restringida por manuel (1991): Raza, nación y clase. Madrid:
leyes ^estatales y tratados internacionales. IEPALA.
Ello no ha impedido el incremento acelerado GALLISSOT, René; KILANI, Mondher; RIVE­
del flujo ^migratorio de los países desfavore­ RA, Annamaria (2000): L'imbroglio ethnique
cidos a los más prósperos —el efecto de “Tercer en quatorze mots clés. Paris: Payot.
Mundo a dom icilio” del que hablaba Todo- LÉV I-STRA U SS, Claude; ÉRIBON, Didier
rov—. Por ende, la situación de crisis del sector (1990): D e cerca y de lejos. Madrid: Alianza.
asalariado en esos países, la espada de Damo- MARGULIS, Mario (1997): “Cultura y discrimi­
cles del desempleo, el notable retroceso de las nación social en la época de la globalización”.
conquistas laborales y del nivel de vida han Nueva Sociedad. Democracia y política en Amé­
perfilado un contexto especialmente propicio rica Latina , 152: 37-52.
para el conflicto y la intolerancia, recrude­ SAN ROMÁN, Teresa (1996): Los muros de la se­
ciendo las viejas figuras de la exclusión (Mar- paración. Ensayo sobre alterofobia y filantropía.
gulis, 1997: 7). En un panorama como éste los Madrid: Tecnos-UAB.
argumentos del nuevo —y del viejo—racismo STO LC K E, Verena (1992): “¿Es el sexo para el
encuentran un campo abonado en el que género como la raza para la etnicidad?”. Mien­
arraigan y crecen libremente. En las últimas tras Tanto, 48: 87-111.
décadas, además de en las tradicionales vícti­ TAGUIEFF, Pierre-André (1988): La forcé du pré-
mas, la violencia racista ha venido a fijarse en jugé. Essai sur le racisme et ses doubles. Paris: La
la figura del inmigrante: aquel que —tanto Découverte.
en la retórica culta como en la popular—pro­ VALDES, María (2006): E l pensamiento antropoló­
cede de lejanos países, que no “es” como “nos­ gico de Franz Boas. Barcelona: Servei de Publi-
otros”, no come lo que “nosotros”, no viste cacions de la UAB.
como “nosotros”, habla una lengua “extraña”, W IEVIORKA, Michel (1992): E l espacio del racis­
pretende introducir entre nosotros “sus” cos­ mo. Barcelona: Paidós.
tumbres y quitarnos “nuestro” trabajo. El ra­
María Valdés
cismo culto de los ideólogos de la nueva
derecha toma al inmigrante como chivo ex­
piatorio e, invocando el derecho de todas las Véanse además Acciones afirmativas, ALTE-
culturas a diferenciarse, proclama la necesi­ RIDAD, Apartheid, Comunitarismo, Criolli-
dad de expulsar a los ^extranjeros —ob­ zación, CULTURA, D ERECH O S HU­
viamente, no a todos; no a los ricos— para MANOS. D IF E R E N C IA Y D E S IG U A L ­
mantener sin mácula la “esencia *nacional”. DAD, Diferencias naturales y diferencias
El racismo popular, sea o no sensible a las pro­ sociales, Diferencias sociales y diferencias
clamas del culto, adopta, sobre todo en este culturales, Diferencias sociolingüísticas y des­
Relaciones y procesos informales 312

igualdad, DISCRIMINACION Y E X C L U ­ munidades políticas tradicionales de las ex­


SIÓN SOCIAL, ESTADO-NACIÓN, ES­ colonias— consolidación del Estado-nación
T E R EOTI POS Y ESENCIALIZACIÓ N , occidental prototípico. El patronazgo y el
Etnicidad, Etnocentrisrno v relativismo cul­ caciquismo serán sus mayores exponentes y
tural, EXPLOTACIÓN SOCIAL, Extranje­ atraerán el interés de los antropólogos como
ro, F R O N T E R A , Fronteras económicas, Gellner, Pitt-Rivers y W olf. Este enfoque
GENOCIDIO, G LO BA LIZA CIÓ N , H I- desde la teoría de la “m odernización” viene
BRIDACIÓN, I D E N T ID A D , IN D IG E ­ paradójicamente contrarrestado por otro que
NISMO, Integración educativa, Intercultu- ve a las “sociedades primitivas” muy organi­
ralidad, Mestizaje, MIGRACIONES, Migra­ zadas —en lugar de desorganizadas—en tér­
ciones v racismo, MINORÍAS, Modernidad, minos de estructuras compuestas de grupos
M () VILID A D , M U I T I C U LT U R A LIS - corporativos, que actúan solidariamente de
MO, Nacionalismo, Naturalización, N U E ­ forma bastante predeterminada y estable,
VOS M O V IM IEN TO S SOCIALES, PA­ mientras serían precisamente las “sociedades
TRIMONIO, Segregación, Sujeto inter- com plejas” las que necesitarían una aproxi­
cultural, T E R R I T O R I O S , T R A B A J O , mación adicional a la realidad para entender
VIOLENCIA POLÍTICA, Violencia políti­ aspectos de la interacción social no ordenados
ca. Tipos, Xenofobia y xenofilia. por la dinámica de interacción entre grupos
explícitam ente instituidos (Banton, 1978;
Barnes, 1990).
Relaciones y procesos A partir de ahí se elaborarán una serie de
herramientas metodológicas, en particular el
informales análisis de redes sociales, que se aplicarán al
estudio de los procesos políticos y económicos
Las relaciones y procesos informales se tanto de las sociedades occidentales política y
han abordado en antropología fundamental­ económ icam ente hegemónicas como de las
mente desde dos perspectivas: la *económica sociedades de países menos poderosos. Las re­
y la *política. El interés por los procesos y re­ des sociales han sido muy útiles en antropolo­
laciones informales viene ligado en origen a gía política para mostrar las dinámicas de los
las teorías de la *m odernización inspiradas individuos y camarillas en sus estrategias pa­
por la sociología de Weber —Econom y and So- ra conseguir poder más allá de los grupos for­
ciety—, en las que la mayor “racionalización” males y sus dinámicas de interacción (Bailey,
de los procesos y relaciones sociales aparecía 1977). En antropología económica se han con­
unida a una creciente institucionalización, vertido en una herram ienta muy útil para
burocratización y “form alización” mediante abordar el ámbito de la economía informal, a
una regulación asumida crecientemente por menudo incrustada —em bedded—e n relaciones
un *Estado-nación delimitado en su te r r ito ­ personales que no son de orden económico o
rio y C entralizado. Escritos como “Social por lo menos que no se presentan explícitamen­
Change and Econom ic M odernization in te como orientadas hacia el beneficio material.
Two Indonesian Towns: A Case in Point” de Todo el tema de las relaciones y procesos
C. Geertz sobre la “economía de bazar” de­ informales gira en torno a la tensión entre la
finen formas de producción y distribución regulación de los ámbitos de relación social
económicas que boy en día probablemente por parte del Estado y las modalidades de ac­
consideraríamos en gran medida “economía ción real de los sujetos antropológicos en su
informal” con el término de “sector tradicio­ búsqueda de acceder a recursos políticos y
nal” de una economía en vías de moderniza­ económicos de diverso orden. En este sentido
ción. En la literatura de las actuales políticas las grandes divisiones conceptuales entre lo
de ^desarrollo se ha pasado a intentar valorar público y lo privado, entre comunidad y so­
y canalizar en términos positivos para el cre­ ciedad o entre “estatus” y contrato, clásicas
cimiento económico estos procesos relacióna­ del análisis social desde el siglo XIX subyacen a
les “tradicionales” que se definen ahora como la reflexión teórica de los últimos cincuenta
“capital social” (Portes, 1983). años. Sin embargo, quizá sean los conceptos
También en el ámbito político los procesos de “reciprocidad” e “incrustación” los que
informales aparecen como formas que suplen han resultado más sugerentes para abordar
la deficiente —caso de Estados periféricos me­ estas relaciones sociales menos instituciona­
diterráneos como G recia, Italia, España y lizadas y/o reguladas, a pesar de su am ­
Portugal—o bien incipiente —caso de las co­ bigüedad teórica. Malinowsski —Crimen y
313 Relaciones y procesos informales económicos

costumbre en la sociedad salvaje—, Mauss - “Es- BARNES, J. A. (1990 [1954]): “Class and Commit­
sai sur le don”—y Polanyi —“The economy as tees in a Norwegian Island Parish”, en }. A.
instituted process”—se ocuparon de ellos. Barnes, Selected Essays. Models and Interpreta­
En muchos casos la distinción entre formal tions. Cambridge: Cambridge University Press.
e informal en las prácticas es difícil de CO LEM AN, James S. (1988): “Social Capital in
observar, creando una zona gris que se estruc­ the Creation of Human Capital”, American
tura simultáneamente a ambos lados de la lí­ Journal o f Sociology, 94: 95-120; Issue Supple­
nea de regulación y plantea preguntas ment: Organization and Institutions: Socio­
fundamentales sobre las nuevas estructuras de logical and Economic Approaches to the
poder, las formas de gobernabilidad y los ám ­ Analysis of Social Structure.
bitos de legitimación (Duffield, 1998; Supiot, D U FFIE L D , M. (1998): “Post-modern Conflict:
2000). En el ámbito de la economía, determi­ Warlords, Post-adjustment States and Private
nados conceptos, como el de “capital social” Protection”. Civil Wars, 1 (1): 65-102.
(Coleman, 1988; Fine, 2001), tienden a “pro- FIN E , B. (2001): Social Capital versus Social
mocionar” a la categoría de cuasiformal prácti­ Theory. London: Routledge.
cas económicas particularistas, no reguladas GOTMAN, A. (2001): L e sens de Ihospitalité. Essai
por la ley y basadas en la confianza mutua y en sur lesfondements sociaux de l’accueil de l'autre.
la responsabilidad moral que establecen lazos Paris: Presses Universitaires de France.
de sociabilidad previos a las transacciones G RA N O V ETTER, Mark (1985): “Economic Ac­
(Granovetter, 1985). En el ámbito de la políti­ tion and Social Structure: The Problem of
ca, conceptos como el de “solidaridad” —por Embeddedness”. American Journal o f Socio­
ejemplo, intergeneracional—o sobre todo de logy 91 (3): 481-510.
“sociedad civil”, promovidos desde las instan­ PITROU, A. (2002): “Conclusion: Á la recherche
cias de gobierno de muchos Estados occidenta­ des solidarités familiales. Concepts incertains
les, amparan prácticas de protección ligadas a et réalité mouvante”, en D. Debordeaux,
la existencia y al desarrollo de lazos personales P. Strobel (eds.), Les solidarités familiales en
también aquí sustentados en criterios morales question. Entraide et transmission. Paris: Droit
antes que legales (Gotman, 2001; Pitrou, 2002). et Société, Maison des Sciences de 1’Homme.
Por tanto, cabe preguntarse si la distin­ PORTES, A. (1983): “The Informal Sector. Defi­
ción entre procesos formales e informales no nition, Controversy, and Relations to National
cobra precisamente su pleno —quizá único— Development”. Cultures et Développement, XV
sentido de su estrecha articulación en la prác­ (2): 295-315.
tica. En efecto, esto produce un contexto de SUPIOT, A. (2000): “The Dogmatic Foundations
incertidumbre sobre los ámbitos de responsa­ of the Market (Comments illustrated by some
bilidad que atañen a las personas respecto a examples from labour law and social security
sus allegados en sus relaciones afectivas, a los law)”. Industrial Law Journal , 29 (4): 321-45.
#ciudadanos ante el Estado en sus derechos y
Susana Narotzky
deberes, a los empresarios frente a los trabaja­
dores en sus esfuerzos y beneficios recíprocos.
En definitiva, la tensión entre la especificidad Véanse además Centro-periferia, Ciudadano,
central a los procesos informales y la abstrac­ Comunidad transnacional, DESARROLLO,
ción necesaria a la formalización de reglas es D IFE R E N C IA Y DESIGUALDAD, Dife­
quizá un aspecto ineludible de las organiza­ rencias naturales y diferencias sociales, Escla­
ciones sociales, un aspecto que permite flexi­ vitud, ESTADO-NACIÓN, Migraciones.
bilidad en la distribución de los recursos Redes sociales, Modernización, Relaciones y
políticos y económicos y, por tanto, produce procesos informales económicos, Relaciones
formas diversas de *diferenciación. y procesos informales políticos, T E R R I ­
TORIOS.

Bibliografía
Relaciones y procesos
BAILE Y, F. G. (1977 [1969]): Stratagems and Spoils.
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Blackwell.
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Anthropology o f Complex Societies. London: Keith Hart (1973) acuñó el término de “eco­
Tavistock. nomía informal” que inmediatamente fue re­
Relaciones y procesos informales económicos 314

tomado por los economistas de diversas insti­ nes de tipo mercantil, que es el caso de los úl­
tuciones ocupadas en temas de *desarrollo. timos niveles de las redes de subcontratación
Estaba pensado para una conferencia sobre en industrias como el calzado, la confección o
desempleo urbano en Africa (1971), en la que la construcción, adquieren un elemento delic­
pretendía mostrar que los pobres de Accra, tivo al escapar al control del Estado en lo que
aunque carecieran de “#empleo” estable, esta­ respecta a su fiscalidad, pero también a la con­
ban trabajando y, por tanto, no estaban des­ tratación laboral y a la normativa medioam­
empleados. Tal como ha descrito este trabajo biental. Además, las relaciones que sustentan
H art en un escrito reciente, aún en prensa el entramado productivo se basan en formas
—“Bureaucratic form and the inform al eco- de obligación no contractual, y apelan a un
nomy”—: “El mensaje principal de la comuni­ orden moral y a un sentimiento afectivo de
cación (H art, 1973: 4) era que los pobres de pertenencia a grupos preexistentes como
Accra no estaban “desempleados”. Trabaja­ pueden ser la familia, los amigos o la lo c a li­
ban, a menudo de forma eventual, a cambio dad, insertándose en el ámbito de la ayuda
de ingresos erráticos y generalmente bajos; mutua o de la reciprocidad generalizada. E s­
pero trabajaban sin ninguna duda. Lo que ta es la situación de las pequeñas empresas fa­
distinguía estos ingresos del autoempleo del m iliares, en las que la relación laboral se
empleo asalariado era el grado de racionaliza­ superpone a una serie de relaciones de alianza
ción de las condiciones de trabajo. Siguiendo y de filiación, donde la responsabilidad apare­
a Weber, argumenté que la capacidad de esta­ ce ligada a cuestiones como el #género y la
bilizar la actividad económica gracias a una *edad de un modo específico a cada entorno
forma burocrática hacía más calculables y re­ cultural, pero en general instituyendo la de­
gulares los réditos tanto para los trabajadores pendencia, la autoridad y la eficiencia sobre
como para sus jefes. A su vez, esa estabilidad modalidades ajenas al contrato (Benton, 1990;
estaba garantizada por las leyes del #Estado, Blim, 1990; Yanagisako, 2002). En el caso del
que sólo alcanzaban hasta un límite en la eco­ trabajo a domicilio, la propia normativa
nomía de Ghana. Los ingresos ‘formales’ pro­ del Estado definió históricamente el “trabajo”
venían de actividades económicas reguladas y protegido como aquel que se realizaba por
los ingresos ‘informales’, tanto los legales co­ cuenta ajena y fuera del domicilio, y excluyó
mo los ilegales, se situaban fuera del alcance de su ámbito regulador el trabajo remunera­
de la regulación.” El concepto ha sido muy do dentro del hogar, afectando así de forma
utilizado tanto por antropólogos como por particular a muchas tareas realizadas por las
sociólogos y economistas para describir for­ m ujeres (M artínez Veiga, 1995). A pesar de
mas de relación económica no reguladas por que la legislación ha intentado posteriormen­
el Estado. El ámbito de lo que abarca es muy te regular este ámbito laboral, las dificultades
amplio y refleja en negativo los distintos as­ para aplicar la normativa la convierten con
pectos de la regulación: 1) actividades delicti­ frecuencia en papel mojado. Para muchas
vas como el robo o el comercio de drogas, m ujeres el trabajo doméstico, que continúa
2) actividades que se sitúan fuera del ámbito siendo considerado como parte del ámbito
del mercado y del contrato sobre las que el Es­ privado de la reproducción de las familias y
tado no se constituye garante de los acuerdos por tanto ajeno a la fiscalidad del Estado, se
entre las partes como el caso de la economía confunde en el tiempo con las actividades del
doméstica y de la ayuda mutua y 3) activida­ trabajo a domicilio remunerado. Además, la
des idénticas a las de la economía regulada carga de responsabilidad laboral y el cuidado
pero que escapan a ésta sea por cuestiones fis­ filial se entrelazan ahí estrechamente, y los in­
cales o para evitar someterse a las garan­ gresos que produce se entienden como una
tías que para los contratos instituye el Estado, ayuda marginal para la economía doméstica
sin que medie contrato explícito entre emplea­ devaluando desde el punto de vista económico
dor y empleado —como es la situación de la esta forma de trabajo (Benería y Roldán, 1987).
producción de mercancías en talleres no de­ Si en un primer momento se entendieron
clarados o de servicios—. La literatura sobre estos fenómenos como parte del “atraso” eco­
economía informal ha intentado diferenciar nómico, y por tanto condenados a desapare­
estos distintos tipos de “informalidad”, pero cer con el “desarrollo” siguiendo las teorías de
en la experiencia etnográfica a menudo apa­ la ^modernización, a partir de los años ochen­
recen articulados. ta se produce un giro en la evaluación de estos
En efecto, actividades que en sí mismas no procesos informales. Si antes se consideraban
constituyen delito y forman parte de relacio­ un remedio coyuntural a la pobreza de los
315 Relaciones y procesos informales económicos

países del Tercer Mundo, ahora los procesos en donde la “incrustación” de los procesos
informales se van a situar en el centro de los económicos se revela como la clave del éxito
sistemas capitalistas de acumulación flexible, de estas regiones, se convierte en un ejemplo
según señala Portes. de desarrollo productivo y de flexibilidad en
Varias corrientes académicas en las cien­ un momento en que el sistema fordista está en
cias sociales concurren en esta transform a­ quiebra. La idea que va tomando fuerza
ción. Quizá la más significativa en cuanto a su en los ámbitos de decisión de las políticas del
impacto en el ámbito de las políticas económi­ desarrollo es que el entramado de relaciones
cas internacionales —Banco Mundial—es la re­ sociales preexistentes y las obligaciones de or­
cuperación de dos conceptos provenientes de den moral, que establece una cultura para sus
la antropología económica, uno, y de la socio- miembros, pueden constituirse en elementos
antropología, otro. Son los conceptos de “in­ fundamentales del entramado productivo ca­
crustación” —embeddedness—y “capital social”. pitalista. Son “capital” del mismo modo en
El primero proviene de la obra de Polanyi y el que lo son el “capital material” -clásico—y el
segundo del trabajo de Bourdieu sobre el ca­ “capital humano” recientemente elevado a es­
pital social; sin embargo, en ambos casos su ta categoría de factor económico—distinta a la
celebridad va ligada a su re-interpretación de trabajo—. Son “capital social". En lugar de
por parte de una serie de sociólogos y politó- intentar imponer una nueva “racionalidad”
logos de renombre como Colem an, G rano- económica que disuelva las estructuras socia­
vetter, Putnam, Piore y Sabel. En la obra de les y culturales históricamente situadas en
éstos, siguiendo una perspectiva transaccional #lugares concretos, el desarrollo capitalista
de las relaciones sociales en las que éstas se re­ actual promociona al estado de “racional”
ducen a elementos circunscritos que los ac­ cualquier relación existente que sea útil para
tores sociales intercam bian, se resalta la articular el desarrollo con un sistema *global
importancia de considerar el valor económico de acumulación flexible. Es sorprendente có­
de otras relaciones sociales —parentesco, amis­ mo se parece esta situación a lo que Marx de­
tad, vecindad—que contribuyen a producir nominó en E l capital la subsunción formal del
un contexto de confianza, siendo ésta un ele­ trabajo al capital y que veía como una etapa
mento esencial de la consolidación de los previa a la plena expresión del capitalismo en
mercados. Lo que vemos aparecer en estas ía subsunción real, que representaba una
obras es un interés por resaltar los elementos transformación radical de la composición del
no formales de constitución del espacio de in­ capital. Es también interesante resaltar que
tercambio, tanto para el trabajo como para muchos de los problemas que nos planteamos
otros factores de la producción y de la distri­ ahora, respecto a la articulación entre proce­
bución; esto es lo que aquí se denomina “in­ sos formales e informales y entre sistemas lo­
crustación” de las relaciones económicas. cales y globales de interacción económica y
Estos elementos *no formales producen *política, fueron inicialmente planteados en
un desplazamiento del marco de la regula­ los años setenta en los estudios de la depen­
ción, alejándolo de la garantía otorgada por el dencia, del sistema mundo y de la articulación
Estado en el derecho, y situándolo en el eje de de los modos de producción. Así lo planteó ya
las obligaciones morales, *culturalmente im­ E. W o lf en su trabajo E urope and the P eople
puestas y socialmente sancionadas. Este mis­ Without History.
mo proceso produce una particularización en El concepto de “capital social” ha sido
la medida en que la relación es siempre espe­ muy criticado por su vaguedad definitoria.
cífica y singular, dificultándose su “ascenso a Además, produce la fetichización de la es­
la generalidad” (Boltanski, 1990), y por tan­ tructura económica hegemónica mediante la
to la conciencia de una posición estructural, o paradójica ocultación del hecho de que el ca­
incluso de una posición de ^ciudadanía en pital es siem pre una relación social y no un
términos de abstracción individual en un or­ conjunto de elementos o factores agregados.
den legal de aplicación universal. Las con­ Otro de los aspectos que se critican es la vuel­
secuencias para los más débiles de este ta a una culturalización de la potencialidad
desplazamiento del marco de la regulación no sólo de desarrollo económico sino también
son considerables. de desarrollo democrático de determ ina­
Por otra parte, el modelo económico de la das sociedades. El impacto en las políticas
Tercera Italia (Becattini, 1992; Piore y Sabel, neoconservadoras americanas del libro de
1984), basado en la aparente funcionalidad de Putnam (1993) subraya la idea de que deter­
la cohesión cultural de la “comunidad” local minadas regiones, por su desarrollo histórico
Relaciones y procesos informales económicos 316

plasmado en sus tradiciones culturales, están ción de un determinado modelo de familia en


mejor preparadas que otras para evolucionar relación con las necesidades de regulación de
hacia sistemas democráticos y economías la industria y del Estado a finales del si­
competitivas. No sólo se hace patente la glo XIX, un momento en que la “Cuestión so­
orientación evolucionista de esta filosofía po­ cial” se intentó resolver combinando medidas
lítica, sino que aparece una clara etnificación corporativistas con una ideología de familia
de las ^diferencias político-económicas, que jerarquizada (Lewis, 1984; May, 1982; Terra-
ha sido objeto de fuertes críticas (Putzel, das, 1995). A su vez, este modelo de familia,
1997). Sin embargo, desde el punto de vista de históricamente gestado en Europa, proponía
la antropología, quizá lo que resulta más inte­ modalidades específicas de responsabilidad
resante estudiar es el impacto que estos con­ mutua ligadas a criterios de ^diferenciación,
ceptos tienen en su aplicación a través de el género o la edad, como sustento de obliga­
proyectos de desarrollo concretos en las socie­ ciones recíprocas. Sobre la base de culturas de
dades que estudiamos. El trabajo de Víctor la responsabilidad, históricamente constitui­
Bretón sobre capital social y etnodesarrollo, das, toman cuerpo las dinámicas de relación
realizado en una zona de los Andes de Ecua­ informales.
dor, resulta particularmente revelador. El No resulta extraño entonces que un soció­
autor muestra de qué modo las políticas de et­ logo como Pahl (1984), cuando analiza la im ­
nodesarrollo auspiciadas por los organismos portancia de los sistemas de entreayuda en la
internacionales —en este caso se trata del isla de Sheppey, muestre que la variante de
P R O D E P IN E , un proyecto del Banco Mun­ género es significativa, no sólo para diferen­
dial— se basan en el concepto de “capital ciar el trabajo que realizan hombres o m u­
social” —confianza, reciprocidad, valores jeres en estos circuitos de ayuda mutua
compartidos—como constitutivo de recursos informal, sino también para determ inar la
endógenos esenciales que deben ser moviliza­ forma de las redes sociales de las que pueden
dos mediante los recursos exógenos que cana­ hacer uso. En términos generales, el género es
lizan los proyectos. En la realidad de la un factor a tener muy en cuenta a la hora de
implementación de las ayudas, estos recursos estudiar cómo se conforman los sistemas
más alternativos y sostenibles, supuestamente de obligaciones morales que sustentan las diná­
ligados a una visión indígena, representan micas informales, y no es casual ni “*natural”
una inversión muy marginal, mientras que el que la mayor parte de trabajadores a domici­
grueso de los recursos implementa políticas lio sean mujeres.
económicas típicas de la “revolución verde”.
Ligado a estas modalidades de obtención de
unos recursos orientados al desarrollo indí­ Bibliografía
gen a se observa un proceso importante de
etnogénesis —definición de nuevos grupos in­ BECATTINI, G. (1992): “The marshallian dis-
dígenas—, de ampliación de la ^diferenciación trict as a socio-economic notion.”, en F. Pyke,
interna de las comunidades campesinas y de G. Becattini y W. Sengenberger (eds.), Indus­
dinámicas clientelares. Estos procesos llevan trial districts and inter-firm cooperation in Italy.
a lo que el autor llama “neoindigenismo etnó- Geneva: International Institute for Labour
fago”, que convierte en interlocutores privile­ Studies.
giados y gestores de los recursos para el BENERÎA, L.; ROLDÂN, M. (1987): The Cross­
desarrollo a determinadas *elites indígenas a roads o f Class and Gender. Industrial Homework^
través de las Organizaciones de Segundo Subcontracting, and Household Dynamics in
Grado —asociaciones producto a su vez de Mexico City. Chicago: The University of Chi­
modelos de desarrollo anteriores—, en una cago Press.
suerte de nuevo indirect rule en el contexto del BENTON, L. (1990): Invisible Factories. The In ­
neoliberalismo ^multicultural. formal Economy and Industrial Development in
Estas relaciones informales, por tanto, no Spain. Albany, NY: State University of New
sólo subsisten como formas de interacción York Press.
tradicionales o surgen espontáneamente en BLIM, M. (1990): Made in Italy. Small-Scale Indus­
los intersticios de las relaciones reguladas por trialization and its Consequences. New York:
el Estado, sino que a menudo son creadas por Preager.
determinados modos de regulación formal. BOLTANSKI, L. (1990): L A m o u r et la Justice
La literatura feminista de los años ochenta comme compétences. Trois essais de sociologie de
aportó mucha información sobre la produc­ Faction. Paris: Editions Métailié.
317 Relaciones y procesos informales políticos

HART, Keith (1973): “Informal Income Opportu­ formales del *Estado-nación ^moderno. E s­
nities and Urban Employment in Ghana”. The tas relaciones se definen: 1) como relaciones
Journal o f Modern African Studies 11 (1): 61-89. de *desigualdad entre personas que detentan
LEW IS, J. (1984): Women in England 1870-1950.: recursos económicos o políticos y otras que
Sexual Divisions and Social Change. Sussex: carecen de ellos, y 2) como relaciones específi­
Wheatsheaf Books. cas y personales —no impersonales, abstractas
MARTÍNEZ VEIGA, U. (1995): Mujer, trabajo y y universales que son las propias de la *ciuda-
domicilio.Los orígenes de la discriminación. Bar­ danía—. El patronazgo se establece como una
celona: Icaria. relación de dependencia en la que el patrón
MAY, M. (1982): “The Historical Problem of the proporciona medios de subsistencia básicos
Family Wage: The Ford Motor Company and —por ejemplo, acceso a una parcela de tierra—,
the Five Dollar Day”. Feminist Studies, 8 (2): seguridad en tiempos de crisis, protección
400-408. contra peligros y amenazas de otros podero­
PAHL, R. E. (1984): Divisions o f Labour. Oxford: sos o de extraños y, por último, influencia so­
Basil Blackwell. bre otros poderosos en beneficio del cliente.
PIORE, M. J.; SABEL, Ch. F. (1984): The Second El cliente a cambio proporciona *trabajo,
Industrial Divide. New York: Basic Books. reconocimiento y deferencia simbólicos —es
PUTNAM , R. (1993): Making Democracy Work- decir, honor—y, finalmente, apoya a la facción
Civic Traditions in Modern Italy. Princeton: del patrón en la competencia política (Scott,
Princeton University Press. 1986: 38-40). En la medida en que no están
PU T Z EL, J. (1997): “Accounting for the ‘Dark Si­ enmarcadas en las formas institucionalizadas
de’ of Social Capital: Reading Robert Putnam y reguladas explícitamente por el Estado —es
on Democracy”, Journal o f International Deve­ decir, en la legalidad—, estas relaciones susten­
lopment, 9 (7): 939-49. tan su legitimidad en nociones de justicia o
TERRADAS, I. (1995): La qüestió de les colonies equidad moralmente determinadas.
industrials: l’exemple de VAmetlla de Merola. La tensión entre E xp lotación —de los
Manresa: Centre d’Estudis del Báges. clientes por parte de los patronos- y consenti­
YANAGISAKO, S. J. (2002): Producing Culture miento —de los clientes hacia los patronos—ha
and Capital: Family Firms in Italy. Princeton constituido uno de los temas de debate cen­
NJ: Princeton University Press. trales de la literatura sobre patronazgo, y ha
girado en torno al significado de lo que cons­
Susana Narotzky
tituye la “reciprocidad” de esa relación. Para
el caso que estudia del campesinado en el
Véanse además CIUDADANÍA, CULTURA, Sudeste asiático, Scott (1976) va a proponer dos
DESARROLLO, Diferencias naturales y di- principios morales que definen el ámbito de
lerendas sociales, Diferencias sociales y dife­ la equidad: la norma de reciprocidad y el de­
rencias culturales, EL IT E S, Espacios locales, recho a la subsistencia. “La reciprocidad sirve
ESTADO-NACIÓN, Global y local, G L O ­ como norma moral central para la conducta
BA LI Z ACIÓN, INDIGENISMO, Lugar y interpersonal. El derecho a la subsistencia, de
no lugar, Modernización, MULTICULTU- hecho, define las necesidades mínimas que
RABISMO, Naturalización, NUEVOS MO­ deben ser cumplidas para los miembros de la
VIMIENTOS SOCIALES, RELACIONES comunidad dentro del marco de la reciproci­
Y PROCESOS INFORMALES, Relaciones dad” (Scott, 1976: 167). Cuando los campesi­
y procesos informales políticos, TRABAJO. nos sienten que las *elites incumplen alguno
de estos dos principios se sienten explotados e
injustamente tratados y pueden llegar a la re­
Relaciones y procesos vuelta con el fin de re-instaurar la equidad.
En la teoría de Scott, la “comparabilidad” de
informales políticos los valores que se transfieren entre elites y
campesinos es el elemento crucial para diri­
La literatura antropológica sobre patro­ mir la equivalencia de los bienes y servicios
nazgo (Pitt-Rivers, 1971; Gellner et al., 1986; intercambiados, pero no se concibe en térm i­
Wolf, 1978) es sin duda la que más ha explo­ nos de “identidad” de una sustancia común
rado un tipo de relaciones sociales que pue­ computable. Ahora bien, esta posibilidad de
den denominarse in fo rm a le s en la medida pensar la equivalencia más allá de una sus­
en que aparecen como sustitutivas, comple­ tancia idéntica y mensurable, como sería el
mentarias o intersticiales a las instituciones trabajo abstracto de la teoría clásica del valor-
Relaciones y procesos informales políticos 318

trabajo, plantea toda la cuestión de la mécon- riales de regulación —la federación de E sta­
naissance —el desconocimiento- de las relacio­ dos, el Estado, la región autónoma, los dis­
nes de dominación, tratadas por Bourdieu en tritos, las municipalidades— produce una
L e senspratique. Para éste, la apariencia de reci­ incertidumbre de hecho respecto a la legisla­
procidad, o sea, de equidad en las transferencias ción —a menudo contradictoria, por ejemplo,
entre dominadores y dominados, es precisa­ ante la capacidad y legalidad de las activida­
mente lo que sustenta la posibilidad de explotar des comerciales—, así como frente a las instan­
a éstos últimos fuera de las relaciones *formales cias responsables de proveer ciertos recursos a
del contrato y del mercado propias del capitalis­ los ciudadanos. Esto lleva a la consolidación
mo. Así lo abordan Silverman y Gilsenan en el de “feudos” que proveen una mínima seguri­
trabajo citado de Gellner etat. (1986). dad, los “icebergs” —con frecuencia antiguas
La relación de estos procesos informales empresas estatales o colectivas—cuyos directi­
con el Estado ha sido valorada de varias for­ vos se convierten en auténticos patronos para
mas. En un primer momento, siguiendo en sus empleados y allegados. A su vez, estas or­
ello los postulados weberianos, estas formas ganizaciones se articulan con “m afias” que
personalizadas de práctica política se veían a ofrecen protección —en un contexto altamen­
menudo como pervivencias de un pasado en te precario y depredador- a cambio de tri­
el que las instituciones burocráticas y univer- buto. Por lo menos en parte, estas mafias
salizadoras -racionales—del Estado-nación provienen de redes de antiguos crim inales,
no habían conseguido una hegemonía real. A formadas en las cárceles soviéticas. Es signifi­
medida que el Estado fuera afianzando su ra­ cativo que una misma palabra “techo” —cobi­
cionalidad e implementándola hasta los luga­ jo—se emplee para los patronos y los mafiosos.
res más recónditos de su territorio, el uso En cuanto a la corrupción sigue siendo un
político de las relaciones personales, la instru- delito formalmente castigado, pero su prácti­
mentalización y reproducción del privilegio ca es ubicua. Hasta hace poco el pago de so­
de acceso a los centros de poder instituidos y bornos se admitía explícitamente como una
legales, perdería peso hasta desaparecer. Esta “necesidad” en el trato con países del Tercer
es la tesis que Boissevain (1986) ejem plifica Mundo, justificado como “costum bre” que
con el sistema de patronazgo en Malta. mostraba la falta de “racionalidad” económi­
Estudios antropológicos e históricos re­ ca y política de éstos. Esta práctica, sin embar­
cientes sobre la Mafia siciliana y las mafias go, está imbricada con los sistemas políticos y
rusas muestran cómo es muy compleja la re­ económicos de las democracias occidentales
lación entre las formas de regulación estata­ como parte de los procedimientos de finan­
les, la capacidad o voluntad del Estado para ciación de los partidos políticos, así como de
implementarlas y la aparición de fuertes or­ instancias de gobierno *local. A menudo, se
ganizaciones al margen de la legalidad, basa­ hace difícil discriminar qué prácticas forman
das en la personalización de la prestación de parte de la sociabilidad informal propia del
los bienes que debería proveer el Estado —se­ m antenim iento de las redes y qué prácticas
guridad, protección, justicia—a sus Ciudada­ pueden definirse claramente como corrup­
nos (Humphrey, 2002; Schneider y Schneider, ción. El caso del guanxi en China —el arte de
2003). En efecto, la debilidad o quiebra del intercam biar favores y regalos—muestra la
Estado transform a y acentúa prácticas pre­ ambigüedad de estas prácticas que acompa­
existentes ligadas a la especificidad de las ñan habitualmente las transacciones econó­
transformaciones históricas de cada caso, más micas y las gestiones político-administrativas.
o menos ligadas con prácticas ya consideradas El intento del Estado chino de definir los lí­
ilegales o criminales. Sin embargo, lo que mites de la corrupción sancionable en este
muestran estas dos situaciones es que existe contexto cambia con frecuencia según las co­
una densa interrelación entre las formas de yunturas (Yang, 1994; Smart, 1993).
regulación del Estado, sus agentes y las moda­
lidades informales y personalizadas de ejerci­
cio del poder de estas organizaciones. Pero Bibliografía
también se aprecia la interpenetración de es­
tas redes de manejo del poder con las prácti­ BOISSEVAIN, J. (1986): “When the Saints Go Mar-
cas económicas tanto de los emprendedores ching Out (Cuando los santos salen de proce­
como de los ciudadanos corrientes. Para el sión). Reflexiones sobre la decadencia del
ejem plo que describe Humphrey (2002) en patronazgo”, en E. Gellner (ed.), Patronos y clien­
Rusia, la proliferación de instancias ’^territo­ tes en las sociedades mediterráneas. Gijón: Júcar.
319 Revolución técnico-comunicativa

G ELLN ER, E .etal. ( \986[\977]): Patronos y clien­ dores. Si ésta fue la década de los grandes or­
tes en las sociedades mediterráneas. Gijón: Júcar. denadores, las de los años ochenta y los no­
HUMPHREY, C. (2002): The Unmaking o f Soviet venta se distinguieron por los ordenadores
Life. Everyday Economies After Socialism. Itha­ personales de capacidad creciente y la genera­
ca, NY: Cornell University Press. lización de las redes, respectivamente. Con
PITT-RIVERS, J. A. (1971 [1954]): The People o f ello no sólo ha cambiado el sistema tecnológi­
the Sierra. Chicago: The University of Chicago co, sino también las interacciones sociales y
Press. organizativas.
SCH N EID ER, J.; SCH N EID ER, P. (2003): R e­
versible Destiny. Mafia, Antimafia, and the
Sociedad informacional
Struggle fo r Palermo. Berkeley: University of
y aldea global
California Press.
SCOTT, J. (1986): “¿Patronazgo o explotación?”, El término sociedad inform acional de Cas-
en E. Gellner (ed.), Patronos y clientes en las so­ tells se refiere precisamente a “una forma es­
ciedades mediterráneas. Gijón: Júcar. pecífica de organización social en la que la
SCOTT, J. C. (1976): The Moral Economy o f the Pea­ generación, el procesamiento y la transmisión
sant. Rebellion and Subsistence in Southeast Asia. de la información se convierten en las fuentes
New Haven: Yale University Press. fundamentales de la productividad y poder,
SMART, A. (1993): “Gifts, Bribes and Guanxi: A debido a las nuevas condiciones tecnológicas
Reconsideration of Bourdieu’s Social Capital”. que surgen en este periodo histórico” (2001:
Cultural Anthropology, 8 (3): 388-408. 51). Para este autor, las principales caracterís­
W OLF, E. (1978 [1966]: “Kinship, Friendship, ticas del paradigma tecnológico de la socie­
and Patron-Client Relations in Complex dad inform acional son tener como materia
Societies”, en M. Banton (ed.), The Social A n­ prima la inform ación, la convergencia cre­
thropology o f Complex Societies. London: ciente de tecnologías específicas en un sistema
Tavistock. altamente integrado, la lógica reticular de la
YANG, M. M. (1994): Gifts, Favors & Banquets. interconexión, su flexibilidad y su enorme ca­
The Art o f Social Relationships in China. Ithaca, pacidad de penetración -n u estra existencia
NY: Cornell University Press. individual y colectiva está directamente con­
formada por el nuevo medio tecnológico—.
Susana Narotzky
Esta infraestructura tecnológica ha permitido
el ^desarrollo de la economía *global, que se
Véanse además CIUDADANÍA, Ciudada­ basa en la gestión del capital las veinticuatro
no, D IF E R E N C IA Y D ESIGUALDAD, horas del día y se organiza en un sistema fi­
E L I T E S , Espacios locales, E S T A D O -N A ­ nanciero integrado globalmente gracias a las
CIÓN, EXPLOTACIÓN SOCIAL, Global redes informáticas. La información, la tecno­
y local. Modernidad, RELACIO NES Y logía y la ciencia también están organizadas
PROCESOS INFORMALES, Relaciones y *globalm ente y poseen una estructura *asi-
procesos informales económicos, T E R R I T O ­ métrica. Todo ello ha producido un mundo
RIOS, TRABAJO. altamente interdependiente y profundamen­
te desigual, en el que se acrecientan las rela­
ciones de dependencia entre el Norte y el Sur.
Revolución El proceso seguido por el desarrollo de las
comunicaciones se inicia a mediados del si­
técnico-comunicativa glo XIX, cuando comienza a expandirse por to­
do el planeta un sistema de comunicación que
El concepto de ^sociedad de la inform a­ conquista el ^espacio y el tiempo. Inventos co­
ción resalta lo que se considera específico de mo la telegrafía terrestre y submarina y el
esta nueva fase de expansión del capitalismo: desarrollo de las agencias internacionales de
la integración de todos los soportes para la noticias suponen el punto de arranque de un
^información y la Com unicación —escritos, proceso que culmina en el actual sistema de
orales y audiovisuales—en un único sistema: satélites geoestacionales, los medios digitali­
el digital. Este sistema tecnológico comenzó a zados y la expansión de empresas gigantes
tomar forma en los años setenta del siglo pa­ como la C N N , Sony o T h o rn -E M I, por
sado, cuando se desarrollaron el m icropro­ ejemplo. En total, unos diez conglomerados
cesador, la fibra óptica y las primeras integrados verticalmente dominan en el pre­
experiencias de comunicación entre ordena­ sente el mercado mundial con un cúmulo de
Revolución técnico-comunicativa 320

producciones comerciales basadas en la publi­ interdependencia que transform a todas las


cidad —música, videos, deporte, información, relaciones sociales y recrea al mundo en una
canales comerciales, series de ficción para ni­ aldea global, en la que los seres humanos tie­
ños y para adultos, etc.—; la mayoría de ellos nen que aprender a vivir en estrecha relación,
tienen su sede en los Estados Unidos. Conse­ y en el que el espacio y el tiempo son abolidos.
cuentem ente, los códigos de producción de
programas, en el campo de la información
Imaginación y m a ss-m ed ia
de televisión por satélite, por ejemplo, están
sometidos a toda una gama de sesgos. Depen­ Para A rjun Appadurai (2004), los cam ­
den de normas específicas de m ise-en-scène bios tecnológicos, especialmente los medios
(Keane, 2001:31-32). de comunicación electrónica, constituyen
Con la revolución tecnológica, iniciada a junto a la in m ig ra ció n uno de los factores
mediados del siglo XIX, se inaugura una nue­ culturales determinantes de las mutaciones
va fase en las relaciones de proximidad, inclu­ contemporáneas. Destaca que la transforma­
so entre aquellos que se hallan muy lejos. Un ción de las subjetividades cotidianas que pro­
siglo después, a mediados de los pasados años vocan los referidos factores no es sólo un
sesenta, Marshall McLuhan afirmaría profé- hecho *cultural, sino que está profundamen­
ticamente en su obra Understanding media que te ligada a la política. Considera que los
los adelantos en los medios de comunicación medios de comunicación electrónica han
electrónica iban a convertir al mundo en cambiado decisivamente el amplio campo de
una “aldea global” (M cLuhan, 1993 y 1996; los mass-media y otros medios de com unica­
M cLuhan y Powers, 1995). Su idea sobre esta ción tradicionales. Y no se trata de una fe-
última no puede separarse de su concepción tichización monocausal de la electrónica,
de los efectos de los medios de comunicación afirm a. Lo que permiten esos medios es la
sobre la forma con que los seres humanos se construcción de imaginarios de masas y de
relacionan entre sí y conciben el mundo. Su nuevos mundos imaginados, concepto que
concepción parte de dos ideas-fuerza: prime­ define como los múltiples universos que son
ra, las diferentes tecnologías inventadas por construidos por imaginaciones históricamen­
los seres humanos, incluidos los m ed ia , son te situadas de personas y grupos esparcidos
prolongaciones de sus sentidos, instrumentos por el globo.
para exteriorizar sus pensamientos; segunda, Su afirmación sobre el nuevo y significati­
las sociedades siempre han estado modeladas vo papel de la imaginación en el mundo pos­
más poderosamente por la naturaleza de los electrónico se basa en tres distinciones. Según
medios, a través de los que se comunican, que la primera, la imaginación ha desbordado el
por el propio contenido de la comunicación. particular espacio expresivo del arte, del mito
M cLuhan considera tres etapas en la hu­ y del ritual para pasar a formar parte de la ac­
manidad. La primera es una etapa tribal oral, tividad mental cotidiana de la gente común
en la que los sentidos se entienden armónica­ de muchas sociedades. Nunca como ahora,
mente entre sí. La segunda es una edad en la señala, tantas personas han llegado a im agi­
que la invención del alfabeto fonético, prime­ nar rutinariamente la posibilidad de que ellas
ro, y la imprenta, después, marcan la frag­ o sus hijos pudieran ^trabajar en lugares dife­
mentación del universo sensorial y establecen rentes de los que nacieron: ésta es la fuente del
el predominio del sentido visual, desencade­ aumento de las tasas de ^migraciones en todos
nando un proceso de abstracción y de separa­ los niveles de la vida social, nacional y global.
ción en todas las actividades humanas que se La segunda distinción separa nítidamente
manifiesta, entre otras cosas, en la destribali- imaginación y fantasía, y pone en tela de jui­
zación y la individualización, el mercado y el cio a los críticos de la cultura de masas de la
*Estado Centralizado, la escisión entre el co­ Escuela de Frankfurt. Appadurai considera
razón y la mente, el dinero y la moral. Final­ erróneo presumir simplemente que la comu­
mente, los nuevos m edia, los de la “galaxia nicación electrónica es el opio del pueblo,
Marconi” y la electrónica -teléfono, radio, ci­ porque cada vez hay más pruebas de que el
ne, etc.—, restauran el equilibrio de los senti­ consumo de comunicación de masas origina
dos y abren una tercera era, marcada por la en todo el mundo resistencia, ironía, selectivi­
simultaneidad, anunciando una sociedad tri­ dad y, en general, impulso para la acción. Al
bal planetaria. Como ha señalado Edgar Mo­ contrario que la fantasía, la imaginación tiene
rin (1982) de manera muy general, en esta un sentido proyectivo y, en sus formas colecti­
tercera etapa la electrónica impone una nueva vas, puede convertirse en el carburante de la
321 Revolución técnico-comunicativa

acción: alienta las ideas de comunidad de políticamente adormecidas. Al igual que la


barrio y nación, economías morales y gobier­ comercialización de productos como M cD o­
nos injustos, salarios más altos y perspectivas nald, Coca-Cola y los programas de televisión
de trabajo en el extranjero. norteamericana, que se difunden por todo el
Finalmente, la tercera distinción es la que mundo, ha acentuado la ^diversidad cultural
se establece entre el sentido individual y co­ *local, la globalización de los medios de comu­
lectivo de la imaginación. Precisamente son nicación ha tenido también un particular efecto
los medios de comunicación de masas los que político: ha contribuido a la expansión de una
hacen posible la “comunidad de sentim ien­ pluralidad de esferas públicas de dimensiones
tos”, esto es, el que un grupo comience a ima­ variables —algunas de las cuales son globales—,
ginar y sentir cosas en conjunto o, por decirlo gracias a las cuales millones de personas son
en pocas palabras, que la imaginación se haya testimonio a distancia de controversias sobre
convertido en un hecho social. Algo funda­ quién obtiene qué cosas, cuándo y cómo. G ra­
mental y nuevo atraviesa los procesos cultura­ cias al enorme desarrollo de la *aviación
les globales: la imaginación como práctica transoceánica, Internet o la televisión por
social. La imaginación ha dejado de ser una satélite, ha podido enraizar por todo el mun­
mera fantasía, una simple fuga o un pa­ do la práctica pública de controlar el e je r­
satiempo de las *elites; se ha vuelto, por el cicio del poder por medios no ^violentos
contrario, “un campo orgánico de prácticas (Keane, 2001).
sociales, una manera de trabajar -tan to en el Según Thom son (1998), una explicación
sentido de labor como de práctica cultural­ satisfactoria de la globalización de la comuni­
mente organizada—y una forma de negocia­ cación y de su impacto debe tener en cuenta
ción entre sedes de acción —individuos— y dos aspectos interrelacionados: ha de recons­
campos de posibilidad globalmente defini­ truir históricamente cómo ha tenido lugar el
dos... La imaginación está ahora en el centro proceso de globalización, y ha de poner en re­
de todas las formas de acción, es en sí un he­ lación las pautas de la comunicación global
cho social y el componente clave del nuevo or­ con las condiciones locales bajo las que se asu­
den global” (Appadurai, 2004: 48-49). men los productos mediáticos. Mientras que
Las consecuencias que la sociedad infor- la comunicación y la información se difunden
macional y el nuevo contexto comunicativo a escala global, la apropiación de los productos
acarrean en la sociedad y en el campo de la mediáticos es un fenómeno localizado. Impli­
cultura han sido objeto de intensos debates ca, por tanto, a individuos concretos situados
entre los que compartían un enfoque más en contextos sociohistóricos particulares, que
apocalíptico —teoría de la cultura de masas, utilizan los recursos disponibles para dar sen­
crítica, y del imperialismo cultural- y quienes tido a los mensajes e incorporarlos a sus vidas.
proponían una visión más integrada —teorías A menudo, en el proceso de apropiación, los
de las audiencias activas—. Pero más allá de ta­ mensajes se transforman, ya que los indivi­
les debates, y como destaca Thom son (1998: duos los adaptan a contextos prácticos de la
228-229), en los últimos años, a través de es­ vida cotidiana. La globalización de la comuni­
tudios etnográficos de audiencias, algunos cación no sólo no ha eliminado el carácter local
investigadores han demostrado convincente­ de la apropiación, sino que ha creado en el
mente que la recepción y apropiación de los mundo moderno un nuevo tipo de eje simbóli­
productos mediáticos es un proceso social co, que Thomson denomina eje de la difusión
complejo en el que los individuos dan sentido globalizada y de la apropiación localizada. A
activo a los mensajes que reciben, adoptan medida que la globalización se extiende, el sig­
frente a éstos actitudes diversas, y los utilizan nificado de este eje se incrementa.
de manera distinta en el transcurso de la vida
cotidiana. Siguiendo a Appadurai (2004: 51),
un hecho importante del mundo de hoy es Bibliografía
que en todo el globo muchas personas viven
en mundos imaginados, y no tanto en APPADURAI, A. (2004 [1996]): Dimensóes Cultu-
comunidades imaginadas; Por eso son capa­ vais da Globalizaqáo. Lisboa: Teorema.
ces de contestar y a veces de subvertir los C A STELLS, M. (2001 [1997]): La era de la infor­
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Revolución técnico-comunicativa 322

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dad. Una teoría de los medios de comunicación.
conocimiento, T R A B A J O , Abajes y siste­
Barcelona: Paidós. mas de movilidad, V IO L E N C IA POLÍ-
Josepa Cucó i Giner TICA.
s
m acronivel, particularm ente por medio de
Saberes y saberes contrastadas teorías sociológicas de las ideo­
La certeza de que tenemos que constituir logías. Entre ellas cabe citar, muy esquemáti­
deliberada y definitivamente una “sociedad cam ente, las teorías de los marxistas y Karl
del saber” o “del ^conocimiento” es uno de los Mannheim, con una visión de las estructuras
clichés más frecuentes en la esfera pública, sociales como determinantes de sistemas de
que ha florecido con particular vigor en los ideas que impiden ocultamente la objetiva­
últimos años en las áreas política, periodística ción de la verdad, o sobre todo las construc­
y educativa. Esta idea informa decisiones eco­ ciones de Max Weber y Max Scheler, con una
nómicas, jurídicas y técnicas cuyas implica­ posición en la que ciertas estructuras sociales
ciones sociales y culturales son considerables, pueden ser el producto de las ideologías y de
abarcando áreas tan diversas —aunque inter­ sus regímenes de verdad, orientando, pero
relacionadas—como la implantación de siste­ no necesariamente limitando, las posibilida­
mas de com unicación, la redefinición de la des y las modalidades de acceso al saber ver­
noción de derechos de propiedad intelectual o dadero. Más recientemente, la antropología
la determinación de políticas educativas. Im ­ cognitiva también se ha ocupado de este “co­
plícitas en este discurso, la solidez y la ho­ nocimiento”.
mogeneidad de una impensada noción de Estas disciplinas han venido acompañan­
“saber” tropiezan con la creciente intercultu- do el aumento de la atención explícita al “sa­
ralidad de los universos humanos. Aun cuan­ ber”, como se puede ver en la multiplicación
do el modelo occidental institucional de de títulos dedicados a este tema a partir de los
transmisión, en gran medida por medio de la años sesenta del pasado siglo. Hace menos de
escritura y de la evaluación escolar de saberes veinticinco años, Malcolm Crick (1982) publi­
formalizados, parece que se está imponiendo có un artículo de síntesis sobre “Antropología
*mundialmente, una visibilidad y una legiti­ del conocim iento”, en el que empezaba por
midad renovadas caracterizan ahora modali­ reconocer que los títulos de obras que conte­
dades de conocimiento y tipos de “saberes” o nían esta expresión eran bastante escasos, a
de competencias que escapan a la ortodoxia pesar de que esta etiqueta se ajusta perfecta­
del saber instituido. Además, éste se encuen­ mente a una rica tradición que se deriva de los
tra sometido a una crítica interna aplicada no trabajos de D urkheim y Mauss. Apuntaba
sólo a las condiciones económicas, sociales y también que las investigaciones referidas en
culturales de su producción, sino también a su recopilación se designan normalmente con
algunos de sus fundamentos epistemológicos etiquetas más familiares, tales como cogni-
y ya no goza de una imagen homogénea. tivo, categorías, clasificación, universales,
Las ciencias sociales prestan atención des­ ideología, simbolismo. C rick añadía, por lo
de hace mucho tiempo a una noción muy ge­ demás, que algunos años antes había sugerido
neral de “conocim iento” considerada en un que, aunque la antropología semántica no
Saberes y saberes 324

existía entonces como subdisciplina constitui­ ra por las infraestructuras. Este abordaje des­
da, ésta se enfrentaría a preocupaciones cen­ embocó en estudios centrados en la relación
trales de la antropología y que se podía de grupos sociales particulares con saberes
encarar de la misma manera el campo del co­ sectoriales o con ciertos instrumentos técni­
nocimiento. De hecho, basta pensar en la difi­ cos. Formuladas con frecuencia como “creen­
cultad para discriminar “^cultura” y “saber”, cias populares” o, en la psicología social,
siendo el segundo tomado a veces como una representaciones sociales, estas investigacio­
“modalidad” de la primera. En este sentido, nes adoptaron durante mucho tiempo el es­
hablar en un plano general de sociedad del sa­ quema clásico de la popularización: una
ber o del conocimiento es tan absurdo como difusión realizada “de arriba abajo”, inevita­
hablar de sociedad de la cultura. Indepen­ blemente acompañada de una distorsión o de
dientemente de la relativa complejidad de los una falta de ^información. En los años ochen­
diversos sistemas que elabora para organizar­ ta del siglo pasado, en el mundo académico
se a sí misma y para enmarcar sus relaciones británico se hizo habitual la expresión “com­
con su medio, cualquier sociedad humana só­ prensión pública de la ciencia” —P u blic Un­
lo puede ser una “sociedad del saber”, cuya derstanding o f Science—sustituida dos décadas
reproducción y continuidad dependen de la más tarde por “implicación pública con/en la
producción/transmisión de saberes particula­ ciencia y la tecnología” —P ublic Engagem ent
res, adaptados a contextos y a condicionantes with/in Science and Technology- con la inten­
específicos. ción de atenuar la obliteración de la autono­
Al igual que ocurre con “cultura”, tam ­ mía de los actores sociales ante el discurso
bién “conocimiento” y “saber” se ven afecta­ científico hegemónico y, a la vez, la orienta­
dos por una falta de rigor en su utilización ción equivocada del análisis de las dinámicas
por las ciencias sociales. Este problema - c u ­ de resistencia/aceptación que éste suscita.
yas implicaciones no se circunscriben a la Mientras la sociología mertoniana se cen­
cuestión de los saberes considerados en si­ tró sobre todo en los aspectos institucionales y
tuaciones de interculturalidad, que aquí profesionales de la ciencia, en el funciona­
abordamos—, agravado por el hecho de que en miento de la comunidad científica, dejando a
inglés, por ejemplo, no existe la distinción un lado tanto su actividad —lo que los científi­
que encontramos en las lenguas latinas entre cos hacen en los laboratorios y no sólo lo que
saber y conocimiento, debería motivar un es­ ellos dicen que hacen—como el contenido de
fuerzo de clarificación conceptual. De hecho, la producción de esta actividad, las diferentes
se suele destacar con cierta frecuencia que corrientes denominadas “estudios sociales de
Robert Merton ya en 1945 observaba, en rela­ la ciencia y la tecnología” se han orientado
ción con los diversos tipos de conocimiento, claramente hacia investigaciones de vanguar­
que este término “ha sido concebido tan am ­ dia que pueden ser muy mediáticas —ge­
pliamente que alude a todo tipo de idea y nética, reproducción asistida, física de par­
modo de pensamiento, desde las creencias po­ tícu las...—, a veces con recurso al examen de
pulares hasta la ciencia. A menudo, ha llega­ la “ciencia” según lo hace la etnografía de la­
do a ser asimilado al término “cultura”, de boratorio (Latour, 1979). Además de ser áreas
modo que, no sólo las ciencias exactas, sino en las que se pueden observar los instrumen­
también las convicciones éticas, los postula­ tos y las estrategias, en muchas ocasiones poco
dos epistemológicos, las afirm aciones m a­ preocupadas por la objetividad, que
teriales, los juicios sintéticos, las creencias participan de la resolución de controversias
políticas, las categorías de pensamiento, las (intereses diversos, prestigio relativo de los
doctrinas escatológicas, las normas morales, adversarios, prejuicios éticos, posiciones polí­
los supuestos ontológicos y las observaciones ticas.. .), su observación evidencia también las
empíricas, son considerados, de modo mas o frecuentes divergencias entre la imagen idea­
menos indiscriminado, como ‘existencialmen- lizada del saber científico y las modalidades
te condicionados’ ” (Merton, 1973 [1945]: 60). reales de su producción: papel de la intuición,
Para Merton, la cuestión que se deriva de del compromiso, de los contratiempos trivia­
este hecho es comprender si estos distintos ti­ les, del saber hacer práctico... La imagen de
pos de conocimiento tienen todos la misma un saber científico producido en cierta medi­
relación con sus bases sociológicas, siguiendo da por bricolaje y, a pesar de su formalización
así la línea de análisis marxista que considera explícita, transmitido en parte de manera tá­
que diversas formas ideológicas no son nece­ cita conduce obviamente a su relativización
sariamente determinadas de la misma mane­ frente a los saberes comunes. También permi­
325 Saberes y saberes

te destacar la necesidad de repensar la rela­ Saberes de *otros y otros saberes


ción entre los ^ciudadanos comunes y los “ex­
pertos” de la tecnociencia o, en el ámbito de la Además de tener una historia corta pero
crítica *poscolonial, de cuestionar la hegemo­ ya compleja y variada debido a las diferentes
nía del saber científico occidental en las políti­ tradiciones académicas, la etnociencia es un
cas de “ayuda al #desarrollo”. campo disciplinario mal definido, proliferan­
Pero previamente a estas aportaciones, te, que incorpora los estudios sobre las mo­
que no se afirmaron plenamente antes de los dalidades indígenas de conocimiento y de
años ochenta del siglo pasado, la obra inaugu­ organización del medio material y social en
ral de Peter Berger y Thom as Luckm ann los más diversos dominios. Desarrollada en
(1966), en la que se considera el saber como los contextos exóticos en los que durante los
factor constitutivo de la realidad social, había años sesenta del siglo pasado la corriente co­
invertido la perspectiva tradicional sobre la nocida como new ethnography se esforzaba
determinación de lo ideológico por lo social. por elaborar una antropología cognitiva es­
Centradas en la necesidad de abarcar el saber trechamente ligada a las ideas y los métodos
de la vida cotidiana, las posiciones de estos au­ de la lingüística (Tyler, 1969), la etnociencia
tores se articularon con una atención crecien­ puede considerarse el estudio de los saberes
te a la proliferación de las modalidades de de otros. En sus avatares más divulgados
relación individual y grupal con el saber y con fuera del mundo académico ha tenido últi­
la multiplicidad de saberes contextúales. Esto m amente una marcada orientación ins­
encuentra su traducción en la importancia trum ental, suscitada por la perspectiva de
que ahora se le da a la relativa independencia beneficios financieros y limitada a la identifi­
de la agencialidad de los actores sociales en re­ cación empírica —a veces tan poco preocupada
lación a la estructura: la proximidad entre los por la contextualización social y cultural que
abordajes del saber y de la cultura está aquí de no merece ser considerada como una etnogra­
nuevo presente. De hecho, es lo que apunta fía—de “saberes” cuya eficacia se puede trasla­
Clifford Geertz a propósito de un intento de dar al mundo occidental. En este ámbito,
definición de una antropología del conoci­ la etnobotánica y las diversas vertientes de la
miento elaborada por Fredrik Barth (Barth, etnom edicina representan obviamente una
2002: 1). Tam poco es difícil darse cuenta de parte considerable de un abordaje que viene
que las aproximaciones de estos dos campos siendo aplicado cada vez más a lo que en las
se distribuyen de manera bastante semejante sociedades occidentales se suele designar co­
entre un polo organizado alrededor de lectu­ mo “saberes populares”.
ras más esencializadoras y objetificadoras de El simple paso de la palabra “saber” al
“contenidos” —y de su transmisión más o m e­ plural basta para ampliar y complicar con­
nos mecánica—, y otro que reúne visiones más siderablemente su campo semántico. A la
fluidas de realidades que describen como de nueva categoría gramatical le corresponden
naturaleza procesual y contingente. connotaciones que, en el sentido habitual o,
Por encima de todo, las temáticas de la con cierta frecuencia, también en el discurso
cultura y del saber están ambas atravesadas de las ciencias sociales, distancian la palabra
por la misma relación paradójica entre lo uni­ de las nociones extremadamente generales de
versal y lo particular. Sin embargo, superados ideología, cognición o conocimiento, o inclu­
los debates sobre la “mentalidad primitiva” y so simplemente de los saberes declarativos
una eventual ^variabilidad de las capacidades más o menos formalizados y certificados, pa­
cognitivas humanas, solamente se puede ra colocarla más cerca del dominio de los sa­
constatar que éstas se encuentran realizadas beres procedimentales, aplicados, eficaces o,
en una multitud de instancias de saber par­ más precisamente, de las técnicas —“acción so­
ticulares, que incluso puede parecer que son cializada sobre la materia que moviliza las le­
radicalmente diversas o incompatibles. F o r­ yes del mundo físico”, según la definición
mulada sobre todo en relación a una cultura canónica de la etnotecnología, siguiendo a
considerada no más heterogénea que sus ba­ André Leroi-Gourhan—. Más que nada, a la
ses sociológicas y como una entidad discre­ fragmentación y a la pluralidad se encuentra
ta que escapa a un diálogo permanente con asociada una sospecha de incertidumbre, de
elementos exógenos, el interrogante de Mer- imprecisión y aun de falsedad: de hecho, has­
ton debe ampliarse por medio del com- ta hace bien poco una parte importante de lo
parativismo o del estudio de situaciones que ahora se califica de “saberes populares”
interculturales. en las sociedades occidentales era considerado
Saberes y saberes 326

“folclore” o “creencias”, es decir, saberes fal­ do, el creciente aprecio por el patrimonio et­
sos a priori. nológico, cultural, inmaterial, etc., hace que
En sentido estricto, desde el punto de vis­ los “saberes populares” sean cada vez más
ta de las ciencias sociales, aceptando incluso el identificados como tales y gocen de una valo­
carácter multívoco de las culturas contempo­ ración derivada de su imagen —que puede ser
ráneas destacado por el debate sobre la *pos- ilusoria, pero ésta es otra cuestión—de anti­
modernidad, será abusivo hablar de la va­ güedad o autenticidad. De manera simétrica
riabilidad de los tipos y de los regímenes de al argumento publicitario de lo “científica­
saberes dentro de una sociedad en lo que se mente demostrado”, designar saberes como
refiere a diferencias culturales. Sin embargo, “populares” o con otros términos próximos e
aunque sólo sea como metáfora, esta idea sus­ igualmente discutibles: #locales, indígenas,
cita un notable eco, como reveló el inflamado vernáculos..., equivale a sobrentender de
debate desencadenado, a finales de los años golpe que son eficaces, socialmente justos, éti­
cincuenta del siglo pasado, por el físico y no­ camente correctos y económicamente viables,
velista británico C. P. Snow con su formula­ lo cual no tiene por qué ser necesariamente
ción del desconocimiento recíproco y de la di­ así. El interés por los saberes subalternos, por
fícil comunicación entre los representantes de sus promotores o determinados científicos so­
las “dos culturas”, la científica y la literaria. ciales, también puede fundamentar una críti­
Una dimensión notable de esta controversia ca a la “dictadura de la razón”, considerada
tiene que ver con el hecho de que se refiera a responsable de muchos problemas contem ­
dos grandes categorías de “saberes” que, aun poráneos, y a la incapacidad de las ciencias
sin olvidar las desigualdades sociales que —incluidas las sociales— para alcanzar un
afectan a todos los aspectos de la escolariza- conocimiento real del mundo. Por consi­
ción, pueden considerarse —o por lo menos guiente, son saberes que actualmente logran
sus rudimentos—como más o menos trans-so- pasar por sabiduría sin problemas, consi­
ciales en el mundo occidental —hoy más que guiendo así una legitimidad un tanto contra­
hace cuarenta años, debido a la masificación dictoria, precisamente con el estatuto de
del acceso a todos los niveles de la enseñan­ “populares”, es decir, excluidos del repertorio
za—. Sin embargo, parece que precisamente a de los instituidos. En consecuencia, su exclu­
partir de criterios sociales se hace la reifica- sión está cada vez menos marcada. Las si­
ción del “saber popular”, lo cual corresponde­ tuaciones de pluralismo de saberes son
ría a una cultura de la misma naturaleza. Se­ inherentes a cualquier sociedad relativamen­
gún indicó Pierre Bourdieu a propósito de la te numerosa, debido tanto a sus dinámicas de
lengua: “las locuciones que comprenden el evolución interna como a sus contactos con
epíteto mágico de ‘popular’ ” (1983: 98) no son otros universos sociales. Pero ahora adquie­
dignas de examen: el análisis crítico de una ren una mayor visibilidad entre nosotros: las
noción ligada al “pueblo” se identifica como personas pueden recurrir, tal como han hecho
una agresión contra algo que importa defen­ siempre, al médico y al curandero para resol­
der incuestionablemente. Además, los rasgos ver el mismo problema, o al hidrogeólogo y al
sociales del “pueblo” varían según el contex­ zahori, etc., pero sobre todo hay más médicos
to: toda la población en tiempo de guerra o de que en algunos casos no dudan en aconsejar
mundial de fútbol, determinados grupos en una visita a sus competidores —y a la inversa—,
época de elecciones, otros normalmente rura­ y hay hidrogeólogos que buscan agua tam ­
les cuando se habla de “arte popular”, otros bién con un péndulo.
más urbanos a propósito de la lengua, otros El mundo occidental muestra en la actua­
diferentes para la religión o la medicina, etc. lidad una fuerte apetencia por determinadas
Una dificultad suplementaria surge aquí: espiritualidades exóticas, sobre todo en rela­
numerosos estudios han demostrado la exis­ ción a algunas de sus representaciones y prác­
tencia de flujos de interpenetración —no nece­ ticas más aplicables en el día a día. Estas
sariamente siempre “de arriba abajo”—entre pueden alim entar el desarrollo de terapias
tipos de saberes habitualmente considerados “alternativas”, mientras se dejan a un lado ge­
separados e incluso antagónicos: escolar, eru­ neralmente los complejos sistemas simbólicos
dito, obrero, campesino, los diversos tipos de que sostienen esas doctrinas o los modos de
saberes profesionales (VV. AA., 1985). vida más o menos ascéticos que pueden estar­
La idea de homogeneidad de un grupo so­ les asociados. Sistemas alimentarios, determi­
cial que está implícita en el recurso a la noción nadas formas de arte, técnicas para el cuerpo
de popular es, en consecuencia, falsa. Con to­ forman parte igualmente de la gama de sabe­
327 Saberes y saberes

res exóticos actualmente importados por O c­ dios de comunicación. Esta articulación entre
cidente. Se podría decir que los saberes del heterogeneidades diversas puede dar origen a
mundo son para el saber lo que las músicas ricas y complejas ^aglutinaciones. Pero, por
del mundo son para la música: además de su otra parte, el dominio de saberes particulares,
potencial comercial, son objeto de una curio­ percibidos como propios de una comunidad,
sidad e incluso de una cierta fascinación, co­ desempeña un papel importante de marcador
mo resultado de los cuales consiguen alcanzar *identitario, a fortiori en una situación inter­
un grado de legitimidad inédito, pero insu­ cultural que puede incentivar el recurso a
ficiente para provocar una modificación prácticas distintivas y emblemáticas. Es lo
estructural de la realidad en que son intro­ que queda de manifiesto en el hecho de que la
ducidos. categoría de “saberes populares” nunca en­
En este contexto, las paraciencias también globa a la población inm igrante, a pesar de
manifiestan un gran interés en relación a di­ que no existen grandes dudas en cuanto a su
ferentes sistemas exógenos. Se trata de un posición en la estratificación social. Y es evi­
ejemplo que permite vislumbrar la existencia dente el hecho de que esta población no cons­
y la difusión de saberes que, siendo trans-so- tituye el depósito al que se va a buscar la
ciales -la distribución de las teorías paracien­ mayor parte de los saberes exóticos considera­
tíficas o de prácticas médicas alternativas, por dos dignos de interés.
ejemplo, no se circunscribe a un grupo social No hay duda de que “saber”, como verbo
único—, no pueden etiquetarse como “saberes y sustantivo, reenvía a las mismas dimensio­
de otros”. Pero son otros saberes cuya alteri- nes que “poder” —un indicio, en una dimen­
dad puede provenir no de su localización so­ sión trivial de este hecho, lo encontramos
cial o geográfica, pero sí, sobre todo, de una en inglés: “sé escribir”, por ejemplo, se dice
variable conformidad con el sentido común “puedo escribir”, I can write—. Cuando se ha­
o de una falta de congruencia con los criterios bla de interculturalidad, es posible que nos
de validación de su validez empírica por par­ olvidemos del hecho de que estamos abor­
te de la ciencia instituida. Se puede hablar dando ante todo situaciones de “intersociali-
aquí de “heterosaberes”. Así no se trata sólo dad”: una relación más o menos antagónica
de designar la alteridad de modalidades de entre grupos que pueden estar compitiendo
organización, de interpretación de lo real y por una determinada dominación política.
de acción sobre el saber que escapan a la hege­ En vez de ser vistas como un enriquecimien­
monía de la norma —lo que necesariamente to del abanico de posibilidades de elección, las
no impide a esos “heterosaberes” procurar la situaciones de pluralismo científico y técnico
integración en ella: mientras determinados ligadas a contextos interculturales también
paracientíficos rechazan totalmente el para­ pueden ser vividas como la manifestación de
digma científico, alcanzar su reconocimiento una dominación, un imperialismo del saber.
es el ideal de la mayoría de ellos—. El objetivo Esto puede ocurrir en casos de déficit demo­
es poner en evidencia su frecuente gran hete­ crático, muy especialmente en situaciones co­
rogeneidad interna —incluso en la coexisten­ loniales o *poscoloniales, donde la coerción
cia, en un mismo individuo, de formas de ejercida sobre la libertad individual toma más
lógicas diferentes, efectivadas de manera dis­ fácilmente la forma de deliberadas políticas
tinta en función de los contextos—. Importa no normativas e impositivas, eventualmente im­
reducir las situaciones de pluralidad de sabe­ plantadas por la ^violencia física y no sólo por
res a una yuxtaposición de entidades reifica- la dominación simbólica. En general, las si­
das y monolíticas, ligadas entre sí y con el tuaciones que tienen que ver con la determi­
saber dominante por relaciones estables. nación de normas de seguridad colectiva son
propicias al deslizamiento desde la preem i­
nencia del saber científico a la prepotencia
Saberes, poderes
tecnocientífica. Los argumentos de ciertos
En parte debido a su déficit de legitim i­ opositores a la vacunación son un ejemplo de
dad, los saberes heterodoxos son los más la protesta contra las pretensiones cientifistas
abiertos a los efectos de la difusión de saberes y contra la connivencia entre reglas de salud
inmigrantes en el seno de los ecosistemas cul­ pública e intereses financieros o políticos
turales de las sociedades occidentales que ocultos. Hace bien poco, la vacunación ha si­
resultan de los diferentes y crecientes do considerada en Africa como instrumento
^movimientos poblacionales o de contactos de una conspiración imperialista antim u­
culturales in absentia propiciados por los *m e­ sulmana.
Saberes y saberes 328

Además, muchos saberes, particularmen­ las complejas cuestiones de los derechos de


te los procedimentales y de acción —andar propiedad intelectual, de los dilemas éticos
en bicicleta...—, difícilmente se pueden trans­ y de los asuntos económicos correspondientes
m itir fuera del contexto social en el que se (Brown, 2003), surge aquí un problema sub­
engendran y efectivan. La escolarización yacente a toda la temática de los saberes: la
puede ser el medio más eficaz entre los exis­ evaluación de su “verdad” por la ciencia o,
tentes para permitir el acceso de las masas a la con otras palabras, la replicabilidad de su efi­
alfabetización y para la inculcación de ciertos cacia en un contexto diferente del medio de
tipos de saberes, sobre todo declarativos. Al existencia cultural original, única motivación
apartar a los niños de las instancias de im ­ de eventuales inversiones.
plantación de los saberes tradicionales, se obs­ Como es obvio, el asunto es de notable re­
taculiza la incorporación de las dimensiones levancia, particularmente en el área de los sa­
tácitas de éstos a la vida cotidiana. La relación beres etnobotánicos y terapéuticos, y una vez
de desigualdad que normalmente subyace a más causa problemas a la antropología. Hace
una situación de contacto cultural puede fun­ un siglo, Edward Tylor la veía como la “cien­
cionar como un acelerador de las dinámicas cia del reformador”, que identificaba el mie­
de evolución de un saber —de sus contenidos do supersticioso con vistas a su erradicación.
y de sus formas de presencia en la cultura—. Es Desde entonces tiene seguidores para los que
lo que ocurre cuando un saber local puede eti­ la existencia de saberes o creencias “aparente­
quetarse como “tradicional”. Este calificativo mente irracionales” tiene causas meramente
indica entonces más que la posible naturaleza psicológicas. Otros, más numerosos y dividi­
objetiva de un conjunto de informaciones dos entre diversas líneas de pensamiento
heredadas del pasado y que conserva su po­ —esquemáticamente: empiristas e interpreta-
tencial operante en el presente, pasando a tivistas—, insisten ante todo en la coherencia
connotar, también y principalmente, su valor de sistemas considerados en contexto. Es po­
distintivo. sible imaginar un sinfín de maneras de cons­
Una vez identificado como ‘^ patrim o­ truir socialmente un saber científico o no, de
nio”, un saber entra en el mercado global de contextualizar su significado, de considerar
los bienes culturales, hoy en día en pleno su grado de verdad desde un punto de vista
boom (García Canclini, 1982). Igual que más pragmático y situado que realista, etc., y
ocurre con las formas artísticas, los interro­ los antropólogos ponen menos énfasis en el
gantes sobre la mercantilización de los saberes contenido de los saberes que en su vida como
sobrepasan con mucho el debate sobre la noción procesos de producción de significado an­
de “indígena” y las cuestiones de propiedad de clados en lo social. Por este motivo pueden
piezas arqueológicos o de control de rituales mantener una relación incómoda con la eva­
religiosos. Uno de los principales problemas luación de la eficacia empírica de un etnosa-
prácticos se encuentra en la definición de las ber, lo que resulta problemático cuando,
modalidades de compensación: ¿cómo iden­ implicados en un proyecto de desarrollo o tra­
tificar los detentores de derechos sobre sabe­ bajando para una empresa farm acéutica,
res ancestrales, transmitidos anónimamente disponen de autoridad para conceder recono­
en el seno de un grupo y cuyos inventores ob­ cimiento institucional y el poder de permitir
viamente son desconocidos? La divergencia la producción de beneficios. La premisa
entre este hecho y la organización del derecho relativista, cuyas acepciones, en diversos
moderno alrededor de la noción de individuo grados, son transversales al pensamiento
—o de Estado- ha desembocado en propuestas antropológico, no se adapta a las exigencias
de definición de derechos intelectuales comu­ normativas de la razón instrumental y econó­
nitarios (Shiva et al., 1997). De manera un mica de las firmas multinacionales. Y no es
tanto irónica, la aversión de los juristas frente más aceptable por las “comunidades” locales
a otras ambigüedades diferentes de las for­ que descubren una fuente de ingresos y de re­
muladas por ellos mismos pone en cuestión lativa autonomía en “su” saber, en especial en
una buena parte de lo que las ciencias sociales un universo *multicultural en el que cada vez
han venido diciendo sobre la *etnicidad: exi­ se tolera menos ver cómo la pluralidad de los
gencia de definición unívoca de la identidad, saberes y de las prácticas se traduce en des­
objetivación de los *límites espaciales y socia­ igualdad o en *exclusión de la ^ciudadanía.
les de lo autóctono, homología entre derechos Es aquí donde tal vez se puede considerar
territoriales y espacio social o determinación válida la expresión “sociedad del saber”. Su
de rasgos culturales específicos. Además de carácter pleonàstico resulta obvio, pero tam ­
329 Saberes y saberes

bién es verdad que nunca en la historia se ha lar del “saber de los antropólogos”, al igual
producido una aceleración semejante en la que se hacía hace veinticinco años?—. En con­
producción de saberes nuevos y en el reciclaje secuencia, sólo pueden esforzarse en objeti­
de saberes antiguos, una inmediata valora­ var su propia inclusión en el mundo social
ción económica de la innovación, una mer- que observan y que contribuyen a producir,
cantilización de informaciones de todo tipo participando en la producción de todos los sa­
—el consumo de información, más que la pro­ beres del mundo.
ducción de saber, lo que, por otra parte, tal
vez sea el verdadero rasgo distintivo de este
modelo—. El trabajo, la propiedad y la rela­ Bibliografía
ción con los modos de producción ya no se­
rían los grandes factores constituyentes de la BARTH, Fredrik (2002): “An anthropology of
vida social y de las identidades, pasando la ca­ knowledge”. Current Anthropology ,43 (1): 1-18.
pacidad para la acción económica y social a
BASTOS, Cristiana (2002 [1999]): Ciencia, poder,
ser determinada por el conocimiento, el saber,
acçâo. As respostas à SIDA. Lisboa: Imprensa de
el capital intangible. En cierto modo, cual­
Ciencias Sociais.
quier ciudadano implicado en una actividad
BERGER, Peter; LUCKMANN, Thomas (1966):
de producción de saber se aproximaría inevi­
The social construction o f reality. A treatise in the
tablemente a la figura del “intelectual orgáni­
sociology o f knowledge. Garden City, New
co” según lo describió Antonio Gram sci, es
York: Anchor Books.
decir, como agente de producción y organiza­
BOURDIEU, Pierre (1983): “Vous avez dit ‘popu­
ción del saber y de la cultura ligado al poder
laire’?”. Actes de la Recherche en Sciences Socia­
dominante, lo cual sería en la actualidad más
les,46: 98-105.
difuso en la sociedad que en otros tiempos.
— (2001): Science de la science et réflexivité. Paris:
Se trata de una visión que puede ocultar
Raisons d’Agir.
las relaciones de fuerza subyacentes a la dis­
BROWN, Michael (2003): Who owns native cultu­
tribución social de la autoridad y la legiti­
re? Cambridge: Harvard University Press.
midad. Determ inadas fases de la crisis del
COOPER, Frederick; PACKARD, Randall (eds.)
VIH /SID A proporcionaron una inusitada
(1998): International Development and the So­
posibilidad de ampliación de la base social de
cial Sciences: Essays on the History and Politics o f
producción de consenso, con la implicación
Knowledge. Berkeley: California University
en el debate científico global y un relativo em-
Press.
poderamiento de grupos locales, a veces *es-
CRICK, Malcolm (1982): “The anthropology of
tigmatizados, como los propios enfermos
knowledge”. Annual Reviews in Anthropology,
motivados por su supervivencia. Pero no se
11:287-313.
produjo ningún g lo b a l unleashing de la pro­
GARCÍA CANCLINI, Néstor (1982): Las culturas
ducción del saber, por ejemplo, sobre las
populares en el capitalismo. La Habana: Edicio­
propuestas de modelos inmunológicos alter­
nes Casa de las Américas.
nativos, y el debate sigue orientado más por la
LATOUR, Bruno (1979): La vie de laboratoire. La
hegemonía que por el diálogo (Bastos, 2002
production des faits scientifiques. Paris: La Dé­
[1999]).
couverte.
Con todo, la imagen de la “sociedad del
MERTON, Robert (11977 [1945]): La sociología de
saber” evidencia una vez más el hecho de que
la ciencia. Investigaciones teóricas y empíricas.
la gestión social del saber y de los saberes se
Madrid: Alianza Editorial.
encuentra indisolublemente ligada al ejerci­
SHIVA, Vandana; JAFRI, Asfar; BEDI, Gitanjali
cio de la ciudadanía. Aunque no estén de
et al. (1997): The enclosure and Recovery o f the
acuerdo en todas las premisas y en todos los
Commons. Biodiversity, Indigenous Knowledge
objetivos, realistas y relativistas coinciden en
and Intellectual Property Rights. New Delhi:
ver en este punto la necesidad ética y metodo­
Research Foundation for Science, Technology
lógica de reflexividad de los científicos socia­
and Ecology.
les (Bourdieu, 2001). Además de que su saber
T Y L E R , S. (1969): Cognitive Anthropology. New
puede ser él mismo objeto e instrumento de
York: Holt, Rinehart and Winston.
“desarrollo” (Cooper y Packard, 1998), objeto
VV. A A. (1985): Les savoirs naturalistes populaires.
de m ercantilización o, más probablemente,
Paris: Editions de la Maison des Sciences de
resultar implicado en un proceso de este tipo,
l’Homme.
se encuentra hoy más fragmentado y plural
que nunca —¿se podría hablar ahora en singu­ Jean-Yves Durand
Segregación 330

Véanse además ALTERI ! )AD, GIUDA I ) A- ciadas que, con frecuencia, coinciden con ti­
N íA , Ciudadano, COLONIALISMO Y pologías urbanísticas y arquitectónicas que
ANTICOLONIALISMI ). COMUNICA­ tienen también una cierta distinción respecto
CIÓN. CULTURA, DESARROLLO, DI­ al resto de la ciudad. Al aludir a esta segrega­
FERENCIA Y DESIGUALDAD, Diferen­ ción se suele añadir algún calificativo para re­
cias naturales v diferencias sociales, Dife- forzar su condición social y urbana. Por eso no
rendas sociales y diferencias culturales, es raro que se refiera como segregación social,
DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SO­ segregación espacial o segregación urbana.
CIAL, Esfera mediática. Espacios locales, ES­
TA DO-NACK')N, ES1 1GMA, Etnicidad,
Segregación vertical
EXPIA ELACIÓN S( )CIAL, FRONTERA,
G 1oba 1v loca 1, G LO B A L I Z AC I O N , 11IR RI - Pero existen otras formas de segregación
D A C I Ó N , I D E N T I D A D , Información, I n ­ que no implican la agrupación de individuos
terculturali d ad, MI ( f R A ( : I ( ) N E S , M i - socialmente homogéneos y diferenciados del
graciones. Redes sociales, MOVILIDAD. resto en un espacio urbano determinado. A l­
MULTICULTURALISMO, N acionalismo, gunos autores apuntan la existencia de una
Naturalización, Nomadismo y turismo, PA­ segregación vertical, en la que la distribución
TRIMONIO, Piu ri nacionalidad. Poscolo­ de los grupos socialmente homogéneos y dife­
nialismo, P( ISMODERN! DAD, Racismo y renciados del resto se reparte por todo el espa­
neorracismo. Revolución técnico-comtinica- cio urbano, ocupando de forma diferencial las
tiva. Sociedad de la información y del conocí plantas de los edificios. Lo curioso es que esta
miento, Sujeto intercultural, T E R R I T O ­ ocupación selectiva de las plantas puede va­
RIOS, TRABAJO, Traducción, Viajes y riar de una ciudad a otra. Maloutas (2001) ha­
sistemas de movilidad, VIOLENCIA P( )LI- ce referencia a las plantas bajas de los edificios
TICA, Violencia política. Tipos, Xenofobia y de Atenas, pero lo mismo podría aplicarse a
xcnoftlia. las ciudades inglesas en las que las viviendas
de los pisos bajos o sótanos, que tienen una
entrada diferenciada por el denominado “pa­
Segregación tio inglés”, suelen estar habitados por hogares
con una condición social distinguible por su
Los diccionarios de la lengua, al explicar posición inferior.
el vocablo “segregar”, manifiestan que con­ Esta localización socialmente diferencia­
siste en separar. Espacialmente segregar un da ha dado lugar a una concepción en la que
barrio es independizarlo A dm inistrativa­ las clases sociales se inscriben de forma distin­
mente en orden a obtener un municipio sepa­ ta en el espacio vertical. Una serie televisiva
rado e independiente. En España se ha dado denominada “Arriba y abajo” —Up an ddow n —
un doble proceso de agregación hasta media­ trató de recoger lo que suponía a principios de
dos del siglo XX, y a partir de ahí se ha produ­ siglo la vida en cada uno de estos lugares del
cido un proceso en el que han predominado edificio. Pero tampoco se puede generalizar
las segregaciones; pero esta concepción no es esa división, ya que en otras ciudades y en
la más usual. otras ocasiones los grupos sociales de catego­
El concepto de segregación se suele apli­ rías inferiores o las ^minorías étnicas habita­
car a la percepción espacial de la Reparación ban precisamente el piso superior. En Francia
de grupos sociales con una homogeneidad las denominadas cham bres de bon n e, en las
económica, social, ^cultural o *étnica. Dicha que habitaba la servidumbre, estaban separa­
separación puede tener manifestaciones dife­ das de las viviendas de las clases medias y bur­
renciadas. La más generalizada es la segrega­ guesas y localizadas en la planta superior del
ción horizontal, que lleva a un asentamiento edificio a la que, en ocasiones, se accedía por
de esos grupos sociales en el espacio urbano, una escalera independiente. Estas viviendas
formando unidades con una cierta homoge­ de tamaño reducido, y con frecuencia mal
neidad interna o al menos con una percep­ equipadas —un retrete común para una parte
ción de composición social homogénea y o la totalidad de ellas—, han sido readaptadas
d iferen ciad a del resto de la ciudad que ex­ poco a poco y actualmente son habitadas por
presa la concentración de unos individuos con jóvenes estudiantes y en general por personas
características distintas de la composición que tienen pocos recursos y viven solas.
media de la población. Esta segregación da En otros países esta diferencia social liga­
origen a barrios o zonas claramente diferen­ da a la altura desapareció con la implantación
331 Segregación

de los ascensores, que contribuyeron a homo- simplemente como una expresión espacial de
geneizar el espacio vertical de los edificios al las desigualdades propias de una sociedad
terminar con la *discriminación del esfuerzo competitiva. Pero la existencia del “efecto ba­
físico por acceder a los pisos elevados. Es el ca­ rrio” en las zonas segregadas impulsa políti­
so español en el que todavía puede verse en al­ cas que eviten su formación y desarrollo.
gunos de los edificios, construidos a finales Dicho efecto supone que en zonas segregadas
del s. XIX en los ensanches, una distinción entre socialmente, con predominancia de grupos
los pisos inferiores y las plantas más altas que con escasos recursos, la segregación contribu­
lleva incluso a una denominación diferencia­ ye a empeorar sus condiciones de vida.
da. En algunos de estos edificios la primera Otros tipos de segregación se expresan en
planta se denominaba principal y tenía una espacios distintos del marco residencial. En
configuración distinta que se manifestaba en gran parte de los sistemas de transporte existe
techos más elevados, dimensiones mayores y una diferenciación por clases que recoge la di­
ventanas o balcones exteriores más adornados. visión social existente. Hasta los años sesenta,
En ese caso la implantación de los ascen­ los ferrocarriles españoles tenían tres clases
sores, junto con el desarrollo del tranvía eléc­ que luego se redujeron a dos: primera y se­
trico y el traslado de los habitantes de los pisos gunda. Los aviones suelen tener con frecuen­
altos a los barrios obreros de las *periferias, cia dos clases y en los vuelos largos se suele
contribuyó a un cambio en la forma espacial ampliar a tres ¡as opciones de clase. Esta dife­
de la segregación. La segregación vertical se rencia no siempre ha venido acompañada de
transform ó en segregación horizontal. Los unas condiciones de transporte mejores que
más desfavorecidos, además de recorrer una las justifique, de forma que el principal fin es
mayor distancia para acceder a su #trabajo, si­ con frecuencia una separación de los indivi­
guieron subiendo pisos, pero esta vez lo hicie­ duos pertenecientes a cada grupo social.
ron en las viviendas sociales de la periferia, Estas diferencias se extienden de manera
muchas de ellas de promoción pública, cons­ más o menos evidente a otras actividades y
truidas a mitad del siglo X X en las grandes servicios, la sanidad o el deporte. Hasta la cul­
ciudades, sin ascensor por el encarecimiento tura tiene manifestaciones y espacios diferen­
que este equipamiento suponía en el precio ciados, tal como muestra Bourdieu (1979) al
del inmueble. separar la cultura *sabia de la cultura popular.

Ambigüedad de la segregación La segregación viene de arriba


La existencia de espacios segregados, Pero hablar de segregación es sobre todo
cualquiera que sea su orientación territo rial, referirse a la separación de los espacios re­
se puede estudiar social y políticamente de sidenciales. Más allá de las situaciones con­
forma diferenciada. Por una parte, hay situa­ cretas de segregación, existen procesos se-
ciones de segregación que se consideran de gregacionistas que suponen la formación de
forma positiva en la medida en que dotan a la estas unidades urbanas o espacios segregados.
ciudad de un pintoresquismo y de un coloris­ En gran parte de las ciudades actuales, tal co­
mo que puede incluso atraer a los visitantes. mo se deduce de los análisis temporales reali­
La presencia de barrios chinos en algunas ciu­ zados, las clases altas son las que más se
dades se mira de esa forma, como la existencia segregan y cuentan con índices de segrega­
de barrios en los que la concentración de cier­ ción más elevados (Preteceille, 2004), forman­
tos grupos da lugar a manifestaciones cultu­ do barrios y zonas residenciales que pueden
rales, espaciales o comerciales que resultan llegar a cerrarse para seleccionar y controlar a
atractivas para el conjunto de la población. El las personas que quieren entrar en ellas. Se
barrio chino de San Francisco es una expre­ trata de un fenómeno que es más frecuente en
sión de esa segregación con consideraciones Am érica que en Europa, dando lugar a las
positivas por parte de sus habitantes. gated cities, en las que se puede llegar a con­
En el extremo contrario hay situaciones trolar las características de las personas que
de segregación que se consideran de forma habitan en ellas a partir de unos estatutos es­
negativa por los efectos que tiene para los ha­ peciales que fijan la condición de sus residen­
bitantes de ese barrio y para el conjunto de la tes y de los que puedan sustituirles. Algunas
ciudad. de estas ciudades segregadas pueden llegar a
Finalm ente existe una cierta percepción tener una separación física, una vigilancia
neutra sobre la segregación, asumiéndola privada y un control estricto de sus accesos.
Segregación 332

La localización de estos espacios puede La sola existencia de una diferenciación


cambiar según las ciudades y su proceso de social en una ciudad no es por sí misma un
crecimiento y transformación. Burgess (1967) elemento necesario para que se produzcan si­
detalla el proceso de formación de las perife­ tuaciones de segregación ni procesos segrega­
rias de clase media en las ciudades de Estados tivos. Pero en principio se puede decir que
Unidos a comienzos del s. X X , dando lugar hay una tendencia por la que los individuos
paralelamente a la formación del S lu m : las tratan de asentarse en los espacios urbanos en
zonas centrales e interiores de las urbes en las los que existe una serie de ventajas frecuente­
que se asentaban los más desfavorecidos. Este mente ligadas a la localización en ellos de in­
autor describió los procesos de formación de dividuos de sus mismas condiciones. Esto
estos espacios, tratando de generalizar su puede ser especialmente relevante para los
pauta en las ciudades americanas de su tiem­ grupos más favorecidos, de forma que el te­
po, lo que fue posteriormente contestado por rritorio residencial se dota de un valor social
el hecho de que dicho modelo no se verificaba en el que intervienen aspectos diferenciados,
igual en otras ciudades de la misma época. como pueden ser la centralidad, las condicio­
La transformación de la composición so­ nes del entorno, en términos de conflicti-
cial de las ciudades, los cambios en las formas vidad, el paisaje, la contaminación y, por
de convivencia y en la valoración del espacio supuesto, las características de los habitantes
urbano han llevado a variaciones notables en que habitan en ese espacio. A pesar de ello no
ese espacio de segregación. En casi todas las se puede establecer una relación directa entre
ciudades de los países industrializados se ha el grado de segregación y de desigualdad eco­
producido en las últimas décadas una cierta nómica, social y étnica de estos grupos, ya
inversión de los procesos de segregación y los que, como se ha expresado antes, la segrega­
centros urbanos remodelados se han conver­ ción puede tener muchas expresiones cuya
tido en un espacio atractivo para las clases medición unitaria resulta muy difícil.
medias y altas, conformando un proceso que Las condiciones de localización de los em­
se ha denominado en inglésgentrification cu­ pleos puede condicionar este reparto de los
ya traducción sería la de “aburguesamiento” grupos sociales en el territorio. En las ciuda­
de esos espacios centrales. Este proceso suele des industriales de comienzos de siglo los
venir potenciado por el desarrollo de los ho­ asentamientos de las clases trabajadoras so­
gares constituidos por una pareja o por una lían estar cercanos a las fábricas en las que tra­
sola persona, en los que la dependencia de la bajaban; cuando éstas se asentaban en la
cercanía de equipamientos, lugares de trabajo periferia de la ciudad, el resultado era que los
y sistemas de transporte público resulta m a­ barrios obreros eran los barrios periféricos
yor que para los hogares de mayor tamaño de cercanos a las zonas industriales. En la medi­
las periferias. Ese proceso tiende a afirmarse y da en que la ciudad crecía y estos barrios eran
contribuye a cambiar la fisonomía de una envueltos por ese crecimiento, el carácter pe­
buena parte de los espacios centrales de m u­ riférico de estas localizaciones cambiaba.
chas ciudades, de manera que la variación en En la actualidad los procesos segregativos
la composición social de los mismos supone de la mayor parte de las ciudades de los países
una transformación en las formas arquitectó­ desarrollados vienen marcados por el com ­
nicas, los equipamientos y los comercios de portamiento del mercado de vivienda, trasla­
dichas zonas. dando en parte el valor social de las zonas al
precio de las viviendas que se asientan en
ellas, de manera que dicho mercado se con­
Factores de segregación
vierte en un distribuidor de los grupos socia­
Los procesos de segregación espacial se les en el territorio. No es extraño encontrarse
asientan en la existencia de una diferencia­ con zonas de características similares en
ción social y vienen potenciados por diversos cuanto a su entorno y sus oportunidades, pe­
factores, entre los que hay que tener en cuen­ ro con precios diferenciados para viviendas
ta: el mercado de la vivienda, la localización de las mismas características, siendo la com­
de los empleos, los sistemas de transporte y la posición social de esas áreas el único elemen­
intervención pública a partir de acciones que to que explica tal variación de precios. Las
tratan de contrarrestar este proceso que suele periferias de una buena parte de las ciudades
ser considerado de forma negativa en la valo­ europeas tienen zonas de composición social
ración social y política debido a los efectos que diferenciada que se reflejan en la existencia
puede llegar a tener. de precios de vivienda distintos y, a veces, tan
333 Sociedad de la información y del conocimiento

distanciados como la propia diferenciación Este proceso es extensivo a la localización de


social. otras actividades, en especial a los emplaza­
Pero estos procesos de segregación pue­ mientos de ciertos clubes deportivos de elite:
den venir también condicionados por otra golf, hípica, etc.
serie de elementos, entre los que hay que con­
siderar de forma especial la facilidad de trans­
porte, la proximidad de los empleos de mayor Bibliografía
relevancia y prestigio y la cercanía de ciertos
servicios y equipamientos. BOURDIEU, P. (1979): La distinction: critique so­
La facilidad de transporte ha marcado cial du jugement. Paris: Editions Minuit.
desde hace mucho tiempo el valor de la vi­ BURGESS, E. (1967): “The growth of the city: an
vienda y las características sociales de los es­ introduction to a research project”, en R. Park,
pacios residenciales. La facilidad de acceso al E. Burgess y R. McKenzie (eds.), The city. Chi­
trabajo y a los servicios, que algunas condicio­ cago: University of Chicago Press, 47-62.
nes de transporte pueden prestar, induce cier­ LEA L, J. (2005): “La segregación urbana y el im­
ta valoración del espacio circundante y, como pacto del mercado de viviendas”. Revista Eco­
consecuencia, un asentamiento en el mismo nomistas, 103: 37-51.
de los hogares con rentas más elevadas. Esto M A L O U T A S , T .; K A R A D IM IT R IO U , D.
puede darse por la existencia de autopistas, lí­ (2001): “Vertical social differentiation in
neas férreas o estaciones de metro. Athens: alternative or complement to commu­
La proximidad del asentamiento de los nity segregation?”. International Journal o f Ur­
trabajos más valorados suele también influir ban and Regional Research, 25,4: 699-716.
en la valoración del espacio social, en una mu­ PR ET E C E IL LE, E. (2004): “L’évolution de la sé­
tua interacción que puede explicar asimismo grégation sociale et des inégalités urbaines: le
las formas históricas de los procesos de segre­ cas de la métropole parisienne”. The Greeks R e­
gación. Las oficinas de mayor prestigio pue­ view o f Social Research, 113: 105-120.
den localizarse en los espacios centrales o en
Jesús Leal Maldonado
los más valorados socialmente, pero a su vez
su proximidad reafirma este valor y atrae la
Véanse además Acciones afirmativas, Apar­
localización residencial de los grupos sociales
theid, Centro-periferia, Criollización, C U L ­
más favorecidos.
TU RA , D IF E R E N C IA Y DESICUAL-
La proximidad de ciertos servicios tam ­
I ) A D , D i fe re nc ias so cíales v d ife re nc.ias
bién condiciona los asentamientos de los
culturales, Discriminación positiva, DISCRI­
grupos sociales. Los centros escolares y las
MINACIÓN Y E X C L U S IÓ N SOCIAL,
universidades han tenido una gran influencia
ELITES, ESTIGMA, Etnicidad, Extranjero,
en la formación del valor social del espacio y
Frontera geográfica y administrativa, G E ­
en la concentración de los grupos sociales más
NOCIDIO, INTEGRACIÓN, Integración
favorecidos. Este proceso puede tener carac­
educativa, Mestizaje, MINORÍAS, MULTI-
terísticas distintas según se trate de instalacio­
C U I X U R A I . IS MO, N U E V O S MO VI -
nes públicas o privadas, pero ambas influyen
M IEN TO S SOCIALES, Racismo y neorra-
en esa diferenciación social del espacio resi­
cismo, T E RRITO R IO S, TRABAJO, Xeno-
dencial. La localización de los mejores liceos
ia v xenofília.
en las ciudades francesas no es ajena al asenta­
miento de grupos sociales más favorecidos en
su entorno, cuando existen circunscripciones
espaciales de extracción de los alumnos. Esto
Sociedad de la
puede extenderse también a la proximidad de
las mejores universidades.
información y del
Pero la localización de los centros escola­
res privados de elite también condiciona el
conocimiento
asentamiento de los grupos sociales, a partir
de los precios de las viviendas de su entorno, Estamos viviendo una revolución tecnoló­
en un proceso de interacción similar al que se gica —de la in form ación y la ^comunicación—
daba en el caso de la localización de las activi­ que conlleva una radical transformación
dades de oficina. Los centros tienden a esta­ sociocognitiva capaz de afectar a práctica­
blecerse en lugares bien valorados a los que a mente todos los aspectos de nuestra vida.
su vez contribuyen a dotar de su valor social. Emergen nuevos ecosistemas comunicativos
Sociedad de la información y del conocimiento 334

en los que se conectan la pantalla televisiva los medios de comunicación y las asociaciones
con la del ordenador y la del teléfono o el vi­ de usuarios y públicos.
deojuego y se superponen escritura, grafismo, La educación está sometida a una especial
imagen, voz, música. Las tecnologías y los tensión que exige una reflexión en profundi­
nuevos medios están cambiando los modos de dad sobre las formas tradicionales de trans­
conocer, de relacionarse, de ver, de aprender; misión del conocimiento, así como sobre los
hacen surgir nuevos lenguajes y nuevas for­ contenidos que se imparten en el aula o la
mas de economía, de experiencia y de cultura. hostilidad de la escuela a la imagen y a los me­
El conocimiento y la información son esen­ dios de comunicación. Las instituciones de la
ciales en múltiples procesos sociales, en par­ educación parecen a menudo atrincheradas
ticular en los de producción económica, como en el modelo lineal de adquisición de conoci­
se refleja, por ejemplo, en que la innovación mientos dosificados en paquetes adscritos a
sea el principal factor de productividad y la las sucesivas edades, como señalan M artín-
educación la cualidad clave de los que Castells Barbero y Rey. Este modelo lineal y secuen-
llama los nuevos productores del capitalismo cial, basado en este libro, no es eterno ni
informacional: los generadores de conoci­ incuestionable. Lejos de una actitud defensi­
miento y los procesadores de información. La va, el aula debe estudiar sus nuevas funciones
revolución tecnológica de la que hablamos se y cómo realizarlas: cómo articular las anti­
basa en la informatización, en el hecho de que guas con las nuevas condiciones del saber, hoy
toda señal y todo texto visual o auditivo son diversificado y difuso; el modelo escolar tra­
traducibles a un sistema digital y reversibles a dicional con los modos descentrados, plura­
su forma original. Puede así ser tratado en pro­ les, en palimpsesto, en que se presentan ahora
gramas de ordenador y circular por los nuevos los saberes; la alfabetización formal, que se­
canales ultrarrápidos —que permiten realizar guirá precisando de la escuela, con las múlti­
también transacciones financieras instantá­ ples escrituras audiovisuales e informáticas;
neas capaces de desplazar enormes riquezas de cómo puede aportar la educación marcos de
un punto a otro del globo-. Como toda infor­ sentido y valor; cómo introducir a los alum­
mación, ese registro será clasificado y almace­ nos en las dinámicas de innovación y los pro­
nado conforme a criterios y categorías propios cesos de aprender a aprender. Por su parte, en
del archivador. Y puede también ser combina­ los últimos peldaños de la formación, las
do con elementos de cualesquiera otros oríge­ universidades más autoexigentes y con más
nes y lenguajes digitalizables para formar un nivel de investigación son elementos funda­
nuevo texto compuesto según los estándares mentales de los polos de innovación tecnoló­
del formato y del medio al que se vierte. gica, no sólo por su capacidad de producir
Las posibilidades de acceso a la inform a­ conocimiento, sino también por aportar espa­
ción se abren y multiplican en formas con fre­ cios de discusión libre que, junto con el dina­
cuencia muy atractivas y accesibles, sobre mismo de la vida social y cultural de ciertas
todo para quienes, como los jóvenes, se incor­ ciudades, son esenciales para generar inno­
poran fácilmente a los nuevos desarrollos de vación.
estas tecnologías. Esto nos obliga a estudiar La mediatización de la política exige com­
qué capacidades permiten a los jóvenes utili­ prender mejor los diferentes tipos de géneros,
zar la información de modo que incremente discursos y constructos mediáticos, así como
sus recursos cognitivos y creativos, les abra las cuestiones relativas a las relaciones entre
posibilidades sociales, profesionales, etc. N e­ discurso e imagen; carisma e ^identificación.
cesitamos comprender los nuevos entornos La construcción de la imagen de cada grupo u
del conocimiento, difusos y descentrados, en opción política tiene algo en común con la
que los jóvenes reciben una mixtura de imá­ construcción de la imagen de una marca
genes, palabras, música, que está desplazando com ercial, pero también con las formas de
las fronteras entre imaginación y razón, entre identificación* con un “nosotros”, la repre­
*saber e inform ación. Conviene indagar sentación de los intereses y la tensión social de
cómo se elaboran los marcos cognitivo-valo- las voces, los discursos y las opiniones. Son
rativos y las orientaciones que permiten orga­ factores decisivos en la presencia y eficacia
nizar y dar sentido a esos caudales de mediática de las ideas, los líderes o los discur­
información, y cómo se critican y reelaboran sos, de una parte, su frecuencia de aparición,
aquellos marcos que nos vienen dados. A de­ su fuerza, su capacidad de afectar o escandali­
sarrollar estas funciones se habrán de aplicar zar; de otra, su capacidad de enlazar con cier­
sobre todo las instituciones de la enseñanza, tos rasgos que compongan en la memoria y la
335 Sociedad de la información y del conocimiento

imaginación de las audiencias una forma sig­ saberes, las ideas, los servicios, la atención so­
nificativa, un marco con sentido. Sin duda los cial básica asumen la forma de mercancías y
medios son el espacio fundamental para la di­ se someten a las reglas del mercado. El C o n ­
fusión de imágenes, ideas y puntos de vista, sumo precisa y realiza una hiperindividuali-
tradicionales o innovadores, así como de pro­ zación. Cada uno trata de distinguirse por sus
puestas culturales y políticas, por lo que es opciones culturales, que se traducen en su es­
preciso crear lugares de observación, discu­ tilo de consumo. Así el consumo ha cambiado
sión y elaboración crítica y dialógica de sus la relación de prelación entre economía y cul­
producciones. La ^ciudadanía está hoy aso­ tura, ya que es dominando las formas de dife­
ciada al “reconocimiento recíproco”, esto es, renciación y agrupación simbólico-cultural
al derecho a ser visto y oído, que equivale a como las mercancías y las marcas consiguen el
existir socialmente, como señala Rey (1998). dominio económico del mercado. Al igual
La construcción visual de lo social implica que los productos, las universidades, los polí­
para los *nuevos movimientos sociales y las ticos o las organizaciones que luchan por una
*minorías la demanda de hacerse visibles so­ causa, todos se introducen en el inmenso flujo
cialmente en su * diferencia. Cabe plantearse comunicacional y se hacen visibles en él sólo si
entre los derechos necesarios para el ejercicio adquieren un carácter distintivo, un perfil de
de la ciudadanía el de la crítica de los medios identidad al que se asocian algunos rasgos
como espacios públicos, esto es, de acceso de sentido, vinculados a alguna sensación o
abierto e igual para todos. emoción. Si la información, la comunicación
Internet sí es un espacio abierto, igual y el sentido se adaptan al mercado, por su par­
para todos los que tengan una conexión de te los productos de consumo y las marcas se
cierta calidad e interactivo, por lo que está nos presentan como comunicación y como
cambiando las formas de producción, archivo construcciones de sentido.
y difusión de cultura y conocimiento, además Los flujos de información y comunicación
de las de relación interpersonal. Al ser un es­ superponen e *hibridan tradiciones, saberes y
pacio vigilado pero difícil de controlar en las prácticas sociales, no en una confusión caóti­
sociedades más abiertas, su importancia de ca, como suponen algunos, sino en formatos,
cara a la difusión de propuestas políticas, en­ géneros y rituales reconocibles, surgidos de
tre otras muchas funciones, es creciente. Jun­ otros anteriores o enteramente nuevos. Esta­
to con los nuevos medios de telecomunicación mos empezando a conocer los géneros que
y telefonía, ha influido poderosamente en la emergen en la neotelevisión, los foros abiertos
transform ación de las relaciones espaciales, en red o los ciberjuegos colectivos y las formas
permitiendo la comunicación instantánea y de participación que procuran. Más intere­
plural a cualquier distancia; el intercambio sante que entenderlos a partir de formas ante­
y recombinación de escritos, música, im á­ riores de comunicación será ver qué intereses,
genes, y la creación por parte de individuos afectos, objetos, conocimientos e identidades
o colectividades de hipertextos, a su vez po­ traducen o mueven estos espacios de relación
tencialmente abiertos e interactivos, con fines y experiencia, cuyas aplicaciones a la educa­
que pueden ir de lo práctico a lo lúdico, de la ción, por ejemplo, están por ser exploradas:
investigación a la delincuencia. Las comuni­ apenas se están incorporando las narraciones
dades que continuamente se crean en la red audiovisuales a la escuela, cuando se puede
están produciendo nuevos lenguajes o nuevas participar en un juego virtual sobre “La caída
formas y usos de los lenguajes comunes. Sur­ del imperio romano”, pongamos por caso, del
gen posibilidades de autoformación inéditas que ignoramos qué capacidades cognitivas
con la facilidad para conectar con actores, len­ abre y cuáles cierra o qué resulta traducible de
guajes y saberes, o con centros de formación la escritura a la imagen y la oralidad mediáti­
alejados, pero presentes y activos en nuestro ca, de la narración histórica al formato del
entorno virtual. Los debates sobre una cues­ juego, etc. Participar en este mundo supone
tión se incorporan instantáneamente al archi­ activar competencias muy diferentes que nos
vo de los saberes especializados o no —por llevan a resignificar, *traducir la experiencia
ejemplo, en la enciclopedia interactiva wi\ipe­ a los nuevos lenguajes y enciclopedias de los
dia—, con lo que las barreras entre espacios de que nos hemos apropiado para dar sentido a
formación y de discusión, o académicos y pe­ nuestro mundo y nuestra vida.
riodísticos, se empiezan a disolver. La fluidez de la identidad, la flexibilidad,
La sociedad de la información no se da sin versatilidad y creatividad que se atribuyen al
una hipermercantilización: las relaciones, los sujeto *posmoderno son exigencias del capi-
Sujeto intercultural 336

talismo informacional, aunque a menudo se TI DAD, I n formación, I N T EG RAC IÓN,


presentan como formas de superar el esencia- Megalopolis, MINORÍAS, Modernidad, Mo­
lismo *moderno de la identidad. Allí donde dernización, MO VILID AD, Multilingiiis-
es mayor la erosión de los vínculos sociales y mo, NUEVOS M O V IM IE N T O S SOCIA­
de las plataformas de acción o asociación co­ LES, POSMODERNIDAD, Revolución téc­
lectiva, las personas quedan expuestas al sis­ nico-comunicativa, SABER Y SABERES,
tema económico, que exige capacidad de Traducción.
reeducarse, de adaptarse a nuevas demandas
y de crear proyectos y conexiones innovado­
res y productivos. Aquellos que no tengan
estas capacidades, quienes carezcan de la ra­
Sujeto intercultural
pidez de movilidad requerida, resultan en El concepto de sujeto *intercultural se ha
mayor o menor grado marginados o exclui­ formulado en las últimas dos décadas para
dos del sistema. Pero, incluso para los in­ contraponerlo a la idea, en muchos casos im­
tegrados en la sociedad del capitalismo plícita, de un sujeto que se construye a partir
inform acional, ni el mercado ni las tecnolo­ de su pertenencia a una única ^cultura de re­
gías satisfacen las necesidades de sentido. Por ferencia. En el pensamiento histórico y social
ello la identidad parece que seguirá siendo un del s. X X era relativamente habitual que se
problema y un índice de este déficit de senti­ hablara de un sujeto “inglés”, un sujeto
do —compañero de la continua generación de “obrero”, como si cualquier condición social
inestabilidad y ansiedad—en los actuales pro­ fuera homogénea, estable y monocultural.
cesos de subjetivación. El énfasis sobre el sujeto intercultural es
una manera de rescatar las experiencias de
aquellos que vivieron o viven entre culturas y
Bibliografía no solamente en culturas. La teoría de la in-
terculturalidad ha crecido en América Latina
BOLTANSKI, L.; C H IA P EL LO , E. (2002): E l en el contexto de una revisión radical de las
nuevo espíritu del capitalismo. Madrid: Akal. narraciones históricas nacionales, así como de
CASTELLS, M. (1996-1998): La era de la informa­ las construcciones hegemónicas sobre el papel
ción. Madrid: Alianza. 3 vols. relativo de cada tradición cultural diversa en
LASH, S. (2005): Crítica de la información. Buenos la propia definición de los sujetos de los pue­
Aires: Amorrortu. blos y las #etnias del continente. El debate so­
LATOUR, B. (2005): "Dialogue sur deux systèmes bre el sujeto intercultural se relaciona actual­
de sociologie”, en D. Trom y C. Lafaye (dirs.), mente con otras aproximaciones críticas y de
L e sens de la justice. Actes du colloque de Cerisy. ruptura con el *eurocentrismo, fundador de
Paris: Económica. nuestros #Estados nacionales y que se convir­
M ARTÍN -BARBERO , J.; REY, G (1999): Los tió en obligatorio en nuestras instituciones
ejercicios del ver. Barcelona: Gedisa. académicas. De ahí la intensificación del de­
PASCUAL, M. (2006): E n qué mundo vivimos. bate sobre la interculturalidad en el área de la
Conversaciones con M anuel Castells. Madrid: educación. En realidad, la tradición escolar
Alianza. en todo el espacio académico continental fue
PEÑAMARÍN, C. (2006): “Il focolare e il mondo. básicamente monocultural: nuestras escuelas
L’imaginazione nei discorsi informativi e pub- y universidades fueron creadas desde la B o ­
blicitari”. Versus. Quadernidistudisemiotici, 100. lonia para reproducir el *saber —y también el
REY, G. (1998): Balsas y medusas. Visibilidad co­ propio concepto del saber—europeo. Para eso
municativa y narrativas políticas. Bogotá: Fes- fue necesario negar los saberes no europeos de
col/Cerec. los pueblos originarios de las Américas y de
las poblaciones africanas que allí resultaron
Cristina Peñamarín Beristain
^esclavizados. Por este motivo, el movimien­
to de colonización cultural llevado a cabo en
Véanse además ALT ER ID A D , CIUDA- América debe entenderse también como un
D A N í A, ( : O M U N I ( : A CIÓN, CONS U MC ) proceso intensamente anticultural.
C U LTURAL, D IFE R E N C IA Y D E S ­ En este contexto, la teorización y promo­
IGUALDAD, DISCRIMINACIÓN Y E X­ ción del sujeto intercultural están vinculadas
C L U S I O N S O C I A L , Esfera mediática, a la crítica *poscolonial motivada por la des­
Espacio de los flujos, Espacio red, ESPA­ colonización y a la reivindicación de la *dife-
CIO -T IE M PO , H I RRIDACIÓN, IDEN- rencia cultural no europea. De este modo, la
337 Sujeto intercultural

interculturalidad sería el trabajo positivo, puestas y proyectos para su reform ulación


productivo y progresivo de asimilación, ab­ individual y colectiva a partir de la descolo­
sorción y convivencia, en el mismo individuo, nización.
de los símbolos, valores y horizontes cultura­ Dentro del proyecto de descolonización
les de origen europeo, indígena, africano y del saber dominante, diversos investigadores
asiático. La colonización de América requirió y activistas pretenden recuperar voces censu­
un robustecimiento de los valores europeos en radas y silenciadas de sujetos, negros e indíge­
todos los ámbitos de la vida —religiosos, jurí­ nas, que vivieron la interculturalidad bajo el
dicos, filosóficos, sexuales y económicos—que régimen ^racista y eurocèntrico de nuestros
los nativos y esclavos debían asimilar. Al mis­ Estados nacionales. De esta forma, es posible
mo tiempo, los colonizados se vieron forzados rescatar las figuras de Malinche en México y
a abandonar sus propios valores y tradiciones de Waman Poma en Perú, como testigos in­
culturales. Obviamente, afirm ar la intercul­ terculturales del ^genocidio humano y cultu­
turalidad no presupone la existencia de ral de la conquista española. Y también cabe
*esencias culturales. Cuando hablamos de va­ mencionar a los africanos Ouladah Equiano y
lores propios queremos decir solamente no Quobna Ottabah Cugoano, llevados a las
europeos, una vez que, obviamente, el proce­ Américas como esclavos, que han dejado na­
so de *hibridación cultural ya era habitual en­ rraciones abolicionistas y críticas con la hipo­
tre los pueblos africanos esclavizados y entre cresía de la Ilustración europea, que apoyó la
las naciones indígenas del continente deno­ esclavitud y el genocidio europeo generaliza­
minado América por los conquistadores eu­ dos contra los pueblos no europeos. Otro im ­
ropeos. En consecuencia, el proceso colonial portante testimonio del genocidio blanco en
conllevó un proyecto de negación de la expe­ el s. X X es el conjunto de escritos de Manuel
riencia intercultural, tanto para los coloniza­ Quintín Lame, líder de los indios guam bía­
dos como para los colonizadores. nos de Cauca, en Colombia. En la actualidad
Dada la ambivalencia de la situación colo­ se está produciendo en muchos países un gran
nial latinoamericana, no se cumplieron ni la movimiento de publicación de textos de lí­
fantasía colonialista de una asimilación com­ deres indígenas, chamanes, sacerdotes de
pleta de los colonizados ni una protección las religiones de matriz africana y otros repre­
perfecta de los colonizadores contra la asi­ sentantes de #alteridades negadas que refle­
milación de aspectos culturales de los pueblos jan la experiencia intercultural de aquellos
indígenas y africanos. Lógicam ente, no es­ que se han visto sometidos a la #m oderni-
tamos hablando de interculturalidad hori­ dad occidental eurocèntrica y le oponen
zontal como una dimensión de la realidad resistencia, con el apoyo de la subjetividad in­
cultural separada de las estructuras históricas tercultural que han desarrollado. Com o no
de poder -p o r ejemplo, descubrir que el suje­ podía dejar de ser, estos textos de resistencia
to inglés o francés también es intercultural—, intercultural configuran discursos híbridos,
sino de sujetos interculturales que luchan por generados en un ^espacio fronterizo cuya me­
la afirmación de aquellas dimensiones de sus ra existencia constituye una afirmación de la
experiencias que han sido ^negadas, censura­ dignidad del subalterno latinoam ericano
das, descalificadas o reprimidas a lo largo de frente a los discursos de normativización de
los últimos cinco siglos. las *elites eurocéntricas dominantes.
El actual debate sobre el sujeto intercultu­ Una dimensión importante de la afirm a­
ral pretende recuperar las múltiples dinámi­ ción intercultural es la *educación. En varios
cas de *tránsito cultural —que dan lugar a países latinoamericanos se están desarrollan­
tránsitos #identitarios-, tanto en la experien­ do proyectos de formación intercultural de
cia histórica de nuestros pueblos como en el profesores indígenas, lo que implica una revi­
momento presente. A partir de estos horizon­ sión profunda del contenido de los cursos, de
tes conceptuales se pasa a proponer la afirm a­ los currículos, de los materiales didácticos e
ción de la interculturalidad en diversas di­ incluso de los métodos pedagógicos de vida
mensiones. escolar en la enseñanza primaria, secundaria
Una afirm ación del sujeto intercultural e incluso en la superior. La educación mono-
pasa por la recuperación histórica de intelec­ cultural, base de la reproducción del eurocen­
tuales subalternos, indígenas o negros, que trismo subalternizante en América Latina,
han ofrecido y aún ofrecen perspectivas pro­ deja paso a una práctica educativa intercultu­
pias de lo que ha sido la experiencia de los ral. El monolingüismo obligatorio se sustitu­
pueblos latinoamericanos, al igual que pro­ ye por una enseñanza bilingüe. Están ere-
Sujeto intercultural 338

ciendo aceleradamente proyectos de educa­ América Latina. Su interés por buscar la afir­
ción superior intercultural en Brasil, Chile, mación de un espacio de expresión intercul­
Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, Venezue­ tural no implica necesariamente negar por
la, Nicaragua y México. La imagen blanca del completo la cultura occidental, sino cuestio­
sujeto de saber, cristalizada hace siglos y re­ nar su exclusividad y su pretensión de supe­
producida por las instituciones estatales, se ve rioridad como referente en la formación de
desafiada por las imágenes de indígenas y ne­ individuos que cuentan también con otras
gros que, capaces de transitar sim ultánea­ referencias. Se trata de cruzar éstas en bus­
mente por la cultura occidental y por tradicio­ ca de una recíproca fertilización y acepta­
nes indígenas y africanas, empiezan a asumir ción. En dirección contraria al sectarismo
en la esfera pública papeles de educadores y de monocultural, el sujeto asumidamente inter­
sujetos de saber y autoridad. cultural aspira a construirse como sujeto dia­
En el caso brasileño, por ejemplo, la lucha logante.
a favor de ^acciones afirmativas para negros e
indios en las universidades supone un cues-
tionamiento del saber académico occidental, Bibliografía
descalificador y excluyente de las intercultu-
ralidades indígenas y africanas. No se trata, AARUP, Annie (1995): «Defining Intercultural
pues, simplemente de incluir individuos ne­ Computerice: A Discussion of its Essential
gros e indígenas en el mismo formato acadé­ Components and Prerequisites», en L. Sercu
mico establecido, de carácter eurocéntrico e (ed.), Intercultural Competence: A New Challen­
implícitamente racista, sino de transformar el gefor Language Teachers and Trainers in Europe.
modelo vigente, haciendo que, de ser un siste­ Aalhorg: Aalborg University Press, 41-52.
ma monocultural, sea intercultural. COORDINADORA ANDINA DE ORGANI­
La afirmación de la interculturalidad en ZACIONES INDÍGENAS (2006): Declara­
Am érica Latina cuestiona el control que la ción del Cusco. Hacia la Construcción de Estados
elite intelectual blanca ha tenido hasta el día Plurinacionales y Sociedades Interculturales.
de hoy sobre las instituciones culturales y Cusco: Coordinadora Andina de Organizacio­
científicas, en la medida en que defiende no nes Indígenas. 17 de julio.
sólo nuevas dimensiones de la cultura de los DIETZ, Gunther (2003): Multiculturalismo, inter­
pueblos nacionales, sino también nuevos suje­ culturalidad y educación: una aproximación
tos, no blancos, que pasan a asumir el lugar y antropológica. Granada: Universidad de Gra­
la autoridad de los saberes culturales y cientí­ nada.
ficos. En este sentido, el sujeto intercultural FRIEDMAN, Jonathan (2001): Identidad cultural
configura un sujeto que quiere afirm ar su y proceso global. Buenos Aires: Amorrortu.
protagonismo y no sólo que le reconozcan FU LLER , Norma (ed.) (2002): Interculturalidad y
que es híbrido culturalmente. Política. Desafíos y Posibilidades. Lima: Red pa­
Un ejemplo importante del significado de ra el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el
la lucha por la afirmación de la interculturali­ Perú.
dad en América Latina es la Declaración de GARCÍA CANCLINI, Néstor (2004): Diferentes,
Cuzco, firmada por la Coordinadora Andina Desiguales y Desconectados. Mapas de la Inter­
de Organizaciones Indígenas el 17 de julio de culturalidad. Barcelona: Gedisa.
2006, y que lleva por título “Hacia la Cons­ MIGNOLO, Walter (2003): Historias Locales/Di-
trucción de Estados Plurinacionales y So­ seños Globales. Colonialidad, Conocimientos
ciedades Interculturales”. Al proponer una Subalternos y Pensamiento Fronterizo. Madrid:
Agenda Indígena Andina, la Declaración Akal.
afirma: “Basta ya de que otros nos ‘*traduz- MOREIRAS, Alberto (2001 ):A Exaustáo da
can’ o ‘interpreten’, o que nuestra ‘participa­ Diferenqa. A Política dos Estudos Culturáis
ción’ sea de comentaristas de la agenda de Latino-Americanos. Belo Horizonte: Editor da
otros —Banco Mundial, BID , C A N , Estados, UFMG.
Ministerios, O N G —. Debe ser al revés: ahora QUIJANO, Aníbal (1992): «Colonialidad y Mo-
nosotros los invitamos a debatir el sentir y las dernidad/Racionalidad», en Heraclio Bonilla
propuestas de nuestros pueblos.” (ed.), Los Conquistados. 1492 y la Población In­
Declaraciones como ésta recuperan la dígena de las Américas. Quito: Libri Mundi. Bo­
perspectiva construida por sujetos, hombres y gotá: Tercer Mundo Editores.
mujeres negros e indígenas, que han reaccio­ Q U IN TIN LAM E, Manuel (2004): Los Pensa­
nado a siglos de dominación occidental en mientos del Indio que se Educó dentro de las Sel­
339 Sujeto intercultural

vas Colombianas. Cali: Editorial Universidad L O N IA 1.1S M () Y A N T 1C () LO N 1A 1AS­


del Cauca/Universidad del Valle. MO, C U L T U R A , D E S A R R O L L O , D I F E ­
W ALSH , Catherine; SCHIW Y, F.; CASTRO- R E N C IA Y D E S IG U A L D A D , Diferencias
GÓMEZ, Santiago (eds.) (2002): Indisciplinar sociales v diferencias culturales, D IS C R IM I­
las Ciencias Sociales. Geopolíticas del Cono­ N A C IÓ N Y E X C L U S IÓ N SO C IA L , E L I­
cimiento y Colonialidad del Poder. Quito: T E S , E scla v itu d . E S T A D O -N A C IÓ N ,
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WALSH, Catherine; GARCÍA LINERA, Alvaro; (A O N , Etnicidad, Etnocentrism o y relati­
MIGNOLO, Walter (2006): Interculturalidad, vismo cultural, F R O N T E R A , F ron teras
Descolonización del Estado y del Conocimiento. sim b ó lica s, G E N O C I DI O , 11113 R 1D A -
Buenos Aires: Ediciones del Signo. C IO N , ID E N T ID A D , Integración educa­
tiva, Interculturalidad, Modernidad, Posco­
José Jorge de Carvalho
lonialismo, Racismo y neorracismo, S A B E R
Véanse además Acciones Afirmativas, Acul- Y S A B E R E S , Traducción, T ranscu ltu -
turación, A L T E R ID A D , Ciudadano, C O - ración.
T
nizaciones, y de *empresas locales, nacionales
Territorios y multinacionales, y 2) una superficie terres­
No hay pueblo sin territorio, bien sea que tre demarcada que conlleva una relación de
haya una Circunscripción directa y enraiza­ posesión de individuos o grupos, y que contie­
da o que, en su defecto, se tenga una referen­ ne límites de soberanía, propiedad, apropia­
cia memorística sobre un territorio de origen ción, vigilancia y jurisdicción. Por tanto, bien
y que, a partir de territorios de adopción, co­ puede ser el territorio de un Estado, de los
mo sucede con los inm igrantes, se represen­ propietarios de la tierra rural, de los conjun­
ten de alguna manera los territorios dejados. tos residenciales cerrados de las ciudades o de
El territorio es un concepto que aparece los dominios del mercado de una empresa
en los diccionarios de lengua castellana hacia multinacional (Montañez y Delgado, 1998).
1739. Desde entonces numerosas obras se La antropología sostiene diversas postu­
han escrito desde distintas disciplinas y pro­ ras. Las más relevantes señalan que: 1) el te­
blemáticas acerca de esta noción. Su impor­ rritorio es una construcción cultural donde
tancia radica en que el territorio es también la tienen lugar prácticas sociales con intereses
significación cultural del espacio físico, el sus­ ^distintos, percepciones, valoraciones y acti­
trato que posibilita poner orden, sentido y ló­ tudes territoriales diferentes, que generan
gica a las relaciones sociales. El territorio es relaciones de complementación y de recipro­
sin duda una de las expresiones más fuertes cidad, pero también de confrontación. Dicha
de la *espacialización del poder, del saber y de construcción es susceptible de cambios según
las relaciones de cooperación o de conflicto. las épocas y las dinámicas sociales; 2) el terri­
Referirnos al territorio no es lo mismo que re­ torio es portador de una doble naturaleza.
ferirnos a la tierra y, por tanto, no se puede Una lo convierte en un tema para el estudio
medir ni contar; él es una significación y por de una sociedad, en la que el territorio es sólo
ello, para asirlo, lo podemos nombrar y viven- un medio. Y otra naturaleza, de tipo más cos-
ciar como calle, avenida, parcela, huerta, po­ mogeográfico, que hace que el territorio co­
trero, edificio, com arca, pedanía, #ciudad, bre cuerpo como objeto mismo de estudio;
casa, parque o plaza, entre otras formas. Por 3) no existe un territorio en sí, sólo hay un
esto el territorio ha sido objeto de definición territorio para alguien que puede ser un actor
de varias disciplinas, una de las cuales es la social, tanto individual como colectivo, que lo
ecología, que ha hecho énfasis en que el terri­ influye desde el planteamiento y el ordena­
torio constituye un área defendida por orga­ miento territorial hasta el decoro del hogar o
nismos similares entre sí con el propósito de el acceso a los recursos. Además, el uso social
aparearse, anidar, descansar y alimentarse. del territorio no se puede tomar en abstracto:
La geografía social, por su parte, lo define se concreta en dominios culturales tales como
como: 1) escenario de poder, gestión y domi­ el parentesco, la economía, la salud, la política
nio del *Estado, de individuos, grupos y orga­ o la religión, entre otros. Un ejemplo clásico
Territorios 342

de lo dicho es el papel fundamental que juga­ ámbitos de la vida social y depende de fuerzas
ba la distribución de las aldeas bororo en el orientadas hacia el mareaje de espacios inte­
ordenamiento de su estructura social y la for­ riores. Así sucede con distintos grupos socia­
ma en que aquélla fue utilizada por los m i­ les en las ciudades o también dentro de las
sioneros para fines evangelizadores. La instituciones como es el caso de las facultades
transferencia de poblados circulares a un pue­ en las universidades.
blo de tipo europeo transformó también la vi­ La territorialidad, por su parte, la pode­
sión del mundo de los bororo y coadyuvó en mos definir como el proceso que se sigue para
su cristianización (Lévi-Strauss, 1970). Ello crear territorio. Esta producción tiene lugar a
significa que las disposiciones territoriales través de sus expresiones en diversas activida­
son garantes de la id entid ad social y cultural, des materiales y simbólicas por parte de un
y que aseguran su reproducción. individuo o grupo social que generan sentido
El territorio es multidimensional y mul- de pertenencia y, por tanto, de identidad. La
tiescalonado. Es multidimensional porque territorialidad se origina en un sistema tridi­
participa de tres órdenes distintos: en primer mensional (Raffestin, 1980) compuesto por la
lugar, de la materialidad de la realidad con­ sociedad-espacio-tiempo para atender la más
creta de “esta tierra”, donde el concepto de grande autonomía posible, compatible con los
territorio tiene su origen; en esta medida con­ ^recursos del sistema. La territorialidad sería
viene considerar la realidad ^geográfica, esto entonces la totalidad de las relaciones bioso-
es, la manera como se registra la acción hu­ ciales —físicas y sociales—en interacción. D i­
mana y se transforma por sus efectos. En chas relaciones pueden ser de fuerza y de
segundo lugar, participa de la psiquis indivi­ sentido: la primera más desde lo estatuido y la
dual. Sobre este plano el territorio se iden­ segunda hacia las relaciones vividas. Pode­
tifica en parte con una relación a p rio ri, mos decir que dichas relaciones biosociales en
emocional y presocial del hombre con la tie­ interacción se caracterizan por ganancias y
rra. En tercer lugar, el territorio participa del gustos equivalentes que producen dos tipos
orden de las representaciones colectivas, so­ de territorialidades, una instable y otra esta­
ciales y culturales. ble. Dentro de la primera ninguno de los ele­
El territorio es por naturaleza multiesca- mentos sufre cambios sensibles a largo plazo,
lonado (Di Méo, 1998) porque se ubica en en tanto que en la segunda todos los compo­
diferentes escalas del espacio geográfico: loca­ nentes experimentan cambios en el largo pla­
lidad, región, área del Estado-nación o de las zo. Entre estas dos situaciones extremas
^entidades plurinacionales. tendremos casos en los cuales uno o dos de los
Desde los enfoques expuestos podemos elementos pueden cambiar, mientras que
hacer alusión a dos nociones según las cuales los otros componentes permanecen estables. La
se define la materialidad y dinámica del terri­ territorialidad aparece de esta manera consti­
torio: la territorialidad y la territorialización. tuida y mediatizada por la exterioridad. La
Estas se vuelven indispensables para la apro­ territorialidad se inscribe en el cuadro de la
piación y materialización del territorio por producción, del cambio y del consumo de las
quienes lo legitiman y lo viven desde sus co­ cosas. Cada sistema territorial emana su pro­
nocimientos y experiencias individuales y pia territorialidad, que viven los individuos y
colectivas. La territorialización es la estrategia las sociedades. Esta emanación puede produ­
que se utiliza, y el efecto que causa delimitar cir efectos *nacionalistas en casos de extrema
un territorio: barrios, adquisición de propie­ reivindicación, creando escenarios de regio­
dades, creación o recuperación de poblados o nalismos y por tanto de contrapunteo de po­
el territorio de un Estado, entre otros. La te­ deres entre regiones.
rritorialización sugiere un control determ i­ Para comprender la articulación entre te­
nado por una persona, grupo social o *étnico, rritorio, territorialidad y territorialización se
por un Estado o bloque de Estados. Podemos debe entender cómo estas nociones se produ­
definir dos tipos de territorialización: una de cen casi simultáneamente desde una nece­
tipo lineal y otra de tipo zonal. El primer tipo sidad, tanto intelectual como material, de
se utiliza para marcar la soberanía espacial y acceder a un espacio físico para producir en
depende de una autoridad centralizada que él. La territorialidad se hace palpable a todas
define los límites y márgenes hacia el exterior, las escalas espaciales y sociales: ésta constituye
especialmente en el ámbito de los Estados. La lafa s e vivida de la fase significada, que es el te­
territorialización de tipo zonal está referida a rritorio. En esta medida la realidad sociocul­
la demarcación que se establece en diversos tural del territorio se vuelve prueba del acceso
343 Territorios

a la vez histórico, ideológico, económico y po­ ción, como sucede, por ejemplo, en Europa
lítico del espacio. No obstante, en las condi­ occidental.
ciones del mundo actual las posibilidades de Pero todas estas definiciones de territorio,
acceso al territorio no siempre se dan en situa­ territorialidad y territorialización con sus
ciones de normalidad. Se pueden producir consecuentes procesos y dinámicas sociales
también desde condiciones difíciles de ruptu­ tienen en cada cultura morfologías y configu­
ras, desplazamientos o emigraciones for­ raciones precisas. Es en esas estrategias y
zosas: catástrofes, invasiones o guerras. Así procesos territoriales donde se elabora el
sucede en las reestructuraciones y en contex­ sentimiento básico de posesión y reconoci­
tos de acción de la *desterritorialización, o en miento de pertenencia. Este sentim iento se
definiciones que aparecen usualmente opues­ construye tanto desde la representación física,
tas como es el caso de la representación *cen- propiamente dicha, como desde una represen­
tro-periferia. tación más intelectual y espiritual. Para los in­
Dadas las condiciones de gran *movilidad dígenas yanaconas del sur de Colom bia ese
y tecnificación del mundo actual, resulta su- sentimiento se expresa a través de la agricul­
gerente tener en cuenta además la diferencia tura, actividad desde la cual se concibe la tie­
entre un territorio de origen y vivencia legíti­ rra como contexto de acción y lazo emocional,
mo y un territorio apropiado a través de los y desde donde se define para ellos el proceso
múltiples medios que nos proporciona la ac­ de posesión y pertenencia al territorio (Nates
tualidad. De ahí que sea sugerente recordar Cruz, 2000). Pero no siempre esos sentidos se
la clásica afirm ación que dice: las fron teras establecen en la propia cultura de referencia;
físicas o adm inistrativas no tienen por qué también se dan en circunstancias de movili­
coincidir necesariamente con las fronteras dad y migración poblacional. Éste es el caso
culturales o de producción socioeconómica. de los europeos del Norte que emigran hacia el
Este discernim iento nos lleva a contemplar sur de Europa. Especialmente los británicos
un cierto tipo de clasificación del territorio asumen esos sentidos de pertenencia del lugar
como “territorios imaginados” o “territorios a donde llegan -a l sur de Francia, en su ma­
de pacto”. El territorio clasificado como ima­ yoría- por medio de la compra del patrimo­
ginado posibilita apropiarnos sim bólica­ nio local —casas, edificios, pedanías...—, lo que
mente de un *lugar o de un sitio, sin que según ellos permite un sentido de pertenencia
necesariamente hayamos estado allí o sólo con para instalarse y adaptarse al territorio de lle­
que lo hayamos visitado temporalmente. Los gada (Nates Cruz, 2006). El mismo caso de
medios de comunicación y las posibilidades emigración, pero en circunstancias distintas,
que ofrece el *turismo son los medios más co­ es el de los turcos en Berlín, el de los chinos en
rrientes en la producción de estos territorios San Francisco o el de los ecuatorianos en Ma­
imaginados. No obstante, algunas culturas drid. En ciertas ocasiones puede tratarse de
construyen territorios imaginados por medio trabajadores que llegan sin familia y que
de mitologías y ritos ancestrales que le llevan quieren regresar a sus países de origen una
a definir discursivamente lugares y sitios sin vez que han cumplido sus búsquedas, gene­
haber estado materialmente en ellos. ralmente económicas. En otras circunstan­
La clasificación que define en este caso te­ cias, como la de los hispanos en Texas, se
rritorio de pacto significa que, cuando se uni­ busca la reivindicación legítima de los territo­
fican política y adm inistrativam ente dos rios de ocupación. Entre los inuits del Ártico
regiones sin que coincidan sus acervos cultu­ central canadiense, el territorio se concibe co­
rales, la posibilidad de convivencia no siem­ mo un conjunto de relaciones: entre los luga­
pre es conflictiva: su territorialidad puede ser res y los itinerarios recorridos para acceder a
pactada a través de los usos y manejos de las ellos, entre las formas naturales y los usos so­
identidades colectivas, bien sean sociales o ét­ ciales. Los lugares, los sitios naturales, los
nicas. Si parte de un Estado, de una provincia campos no son identificados por ellos mismos
o un departamento se juntaran en una región, independientemente de las relaciones m a­
no podríamos hablar de circunscripciones de teriales o imaginarias que condicionan sus
fronteras culturales en político-administrati­ prácticas territoriales (Collignon, 1996).
vas, debido a la diferencia cultural que habría Resulta accesible abordar el territorio
en ese conjunto, pero sí de una región cons­ cuando se trata de poblaciones establecidas,
truida a partir de “territorios de pacto”, - pero ¿qué sucede cuando nos enfrentamos a
categoría clave en los reordenamientos pueblos nómadas? Los tuaregs y los beréberes
territoriales de territorios en vía de integra­ son nómadas sobre su propio territorio puesto
Territorios 344

que se acercan y se alejan dentro de sus linde­ Bibliografía


ros y límites de referencia. Como ejemplo de
movilidad y migración extraterritorial pode­ CO LLIG N O N , B. (1996): Les Inuit: ce qu'ils sa­
mos citar el caso de los gitanos y los judíos, di­ vent du territoire. Paris: L'Harmattan.
seminados por el mundo. Con respecto a los COPAINS, J. (2002): “La géographie culturelle de
gitanos podríamos pensar en el reconoci­ Joël Bonnemaison”. Cahiers d ’études africaines,
miento internacional de derechos culturales 167. www.etudesafricaines.revues.org.
de viajeros: la enseñanza de su lengua, el de­ DI MEO, G. (1998): Géographie sociale et territoires.
recho de viajar o detenerse, etc. (Copains, Paris: Nathan.
2002), es decir, en buscar una medida que sea GARCÍA, J. L. (1976): Antropología del territorio.
concebida desde ellos y que posibilite su cir­ Madrid: Taller de Ediciones Josefina Be-
culación. De alguna forma, el sentido de los tancur.
territorios de origen de estos pueblos es la idea LÉVI-STRAUSS, C. (1970): Tristes Trópicos. Bue­
de “lugar de sus ancestros”; es eso lo que les da nos Aires: Editorial EUDEBA.
un sentido territorial y una manera bien par­ M ONTAÑEZ GÓMEZ, G.; D ELGADO MA-
ticular de territorializar el lugar a donde H ECH A, O. (1998): “Espacio, territorio y re­
llegan. Lugares como las sinagogas o el reco­ gión: Conceptos básicos para un proyecto
nocimiento de clanes, para el caso de los gita­ nacional”. Cuadernos de Geografía, Revista del
nos, son vitales para mantener la idea de Departamento de Geografía de la Universidad
vínculo territorial entre sus pueblos. En estos Nacional de Colombia, VII, 1-2: 120-134.
casos se produce una especie de solidaridad N ATES CRUZ, B. (2000): D e lo Bravo a lo Manso.
territorial; es decir, aunque no necesariamen­ Territorio y Sociedad en los Andes (Macizo Co­
te formen comunidades o se reconozcan co­ lombiano). Quito: Editorial Abya-Yala.
mo diáspora, buscan lugares de encuentro y — (2006): “Productions territoriales et innovation
reconocim iento, y a partir de allí saben des traditions des natifs face à l’implantation
“quién es quién” y “quién hace qué”. des Européens du Nord. Étude comparée en
La solidaridad territorial posibilita esta­ zones rurales françaises et espagnoles”. En
blecer *redes que, si bien no están estructura­ prensa.
das a la manera de organizaciones sociales R A FFESTIN , C. (1980): Pour une Géographie du
conexas, ante el hecho de saberse junto o cer­ Pouvoir. Paris: Éditions LITEC .
ca de los “mismos” permiten que las ofertas y W EB ER , M. (1982): La ville. Paris: Éditions
demandas de distintos niveles puedan hacer­ Aubier.
se antes que nada en el interior de los mismos
grupos. A partir de allí —de ese saber de exis­ Beatriz Nates Cruz
tencia de los “mismos”— se genera el senti­
miento básico de posesión y reconocimiento Véanse además Centro-periferia, C IU D A ­
de la territorialidad y territorialización que, DANÍA, COLONIALISMO Y ANTICO-
en los grupos nómadas, se da más desde la re­ L O N IA L IS M O , C om unidad transnacional,
presentación intelectual y espiritual que des­ Comunitarismo, CULTURA, D E SA RRO ­
de la propiamente física. La m igración y la LLO, Desterritorialización, DIFERENCIA
movilidad son procesos que de por sí interpe­ Y DESIGUALDAD, DISCRIMINACIÓN
lan el concepto tradicional de territorio —co­ Y EXCLUSIÓ N SOCIAL, E L IT E S , Elites
mo asentamiento fijo—, para hacer que se cosmopolitas, Esfera mediática, Espacios lo­
defina como un género de territorio “porta­ cales, ESTADO-NACIÓN, E S T E R E O T I ­
do”; es decir, que llevar consigo para desde POS Y ESENCIALIZACION, Espacio red,
allí dar sentido al espacio físico con que se to­ ESPACIO-TIEMPO, Espacios locales, ES­
pan en sus travesías o asentamientos tem ­ TIGMA, Etnicidad, EXPLOTACIÓN SO­
porales. CIAL, Extranjero, F R O N T E R A , Frontera
En todo caso son las mismas poblaciones geográfica y administrativa, Fronteras econó­
quienes buscarán su forma de vivir el territorio, micas, Fronteras políticas y religiosas, Fronte­
pero, al contrario de las poblaciones estableci­ ras simbólicas, Global y local, GLOBALIZA-
das o sedentarias, tendrán que preguntarse CION, Globalización y antiglobalización,
qué clase de territorio legitiman y, además, qué ID E N T ID A D , Integración religiosa, Inter-
tipo de mitologías o historias de referencia en­ culturalidad, Localidades fantasmagóricas y
señarán a sus descendientes para mantener vi­ desanclaje. Lugar v no-lugar, Megalópolis,
va la idea de un origen territorial o de una MIG R A C IO N E S, MI N O R í A S, M O V I L I -
reterritorialización de sus nuevos entornos. DAD, Multilocal, Nacionalidad, Nacionalis­
345 Trabajo

mo, Naturalización, Nomadismo v turismo, una categoría cuyo sentido consiste en hacer
NUEVOS MOV 1M IE N T O S SOCIALES, razonable, en el caso de la categoría profana, y
PATRIMONIO, Pluralismo sincrónico, Ra­ explicable e inteligible, en el del concepto, un
cismo v neorracismo, R ELA C IO N ES Y mismo orden social, un orden, por definición,
PROCESOS INFORMALES, Relaciones y socialmente construido, históricamente con­
procesos informales políticos, Revolución téc­ tingente y políticamente disputado. En estas
nico-comunicativa, SABER Y SABERES, condiciones “epistemológicas”, cuando cual­
Segregación, Transculturación, Viajes y siste­ quier científico social pretende decir algo
mas de movi lidad, Violencia política. Tipos. acerca del trabajo, se encuentra no sólo con lo
que otros científicos sociales han escrito sobre
el tema, sino sobre todo con una categoría
común —“profana”— del orden social viva,
Trabajo cargada políticamente y de la que nunca po­
Durante largas décadas del siglo X X , drá desprenderse del todo. Cualquiera que
cualquiera que fuera el discurso sobre el traba­ sea luego la interpretación “científica” final
jo y por diferentes que fueran los plantea­ del sentido del trabajo, esa interpretación cae­
mientos teóricos de fondo, había al menos dos rá sobre las agitadas aguas de su polémico sig­
puntos en los que todo el mundo —científicos nificado en el polémico mundo de lo social. Y
sociales o gente del común—estaba de acuer­ vuelta a empezar en un proceso sin fin.
do. El primero era su definición. Por trabajo En la medida en que el diverso sentido y
se entendía toda actividad productiva re­ significado de la actividad que se denomina
munerada y se sobrentendía, además, que en trabajo varía en función del lugar que se le
forma salarial. El segundo era su valor. El otorga en un orden social concreto, un orden
trabajo —asalariado, se suponía—era conside­ que es siempre a la vez material y discursivo,
rado como la actividad fundamental en torno parece lógico que la forma más adecuada de
a la cual las sociedades se jugaban su cohesión precisarlo sea la de explicitar el significado
interna y aquella que otorgaba a los indivi­ que adquiere en el seno de los diversos mode­
duos un lugar —legítimo—en la sociedad. La los históricos de orden social en que se ha in­
Constitución española de 1978 es una muestra sertado. Hay otros modos, como el formulado
de ambos aspectos. No sucede lo mismo hoy y defendido por los partidarios de la así llama­
en día. Para unos científicos sociales —antes da historia social como paradigma científico,
que nada los economistas—, el trabajo sigue pero aquí se dejan de lado. Dado que, por otra
teniendo el mismo significado que el prece­ parte, siendo rigurosos, el trabajo en sentido
dente: una actividad productiva remunerada. estricto no ha existido hasta la constitución de
Para otros, hay actividades no remuneradas la #modernidad, se tomará ésta como eje articu-
—y no de menor importancia, como las labores lador de nuestra argumentación, que se orde­
domésticas—que deben ser consideradas tam­ nará en cuatro partes: 1) la arqueología del
bién trabajo —productivo—; no hay acuerdo, trabajo o el trabajo en las sociedades premo­
pues, en su definición. El desacuerdo acerca dernas; 2) la invención del trabajo —asalaria­
de su significado se acentúa cuando de lo que d o - como elemento constitutivo del primer
se trata de establecer es su valor. En este senti­ orden liberal —la modernidad—; 3) la transfor­
do hay sociólogos muy reconocidos que mación del “trabajo” en una actividad asa­
sostienen que el trabajo ha perdido la cen- lariada social y políticamente regulada —la
tralidad social que un día tuvo (O ffe, 1994; “Gran Transform ación” polanyana/el “em ­
Bauman, 2000). Otros, sin embargo, defien­ pleo”—, y 4) la conversión de ese empleo en un
den que poco o nada de esencial ha cambiado trabajo flexible, “de-gradado” y polisémico.
en las sociedades actuales como para despla­ “Invención”, “transform ación” y “conver­
zar al trabajo a un segundo plano (Castillo, sión”, sustantivos que expresan movimiento y
1999). No es nada extraño en este contexto cambio porque el significado y el valor del
que haya autores que se refieran a la situación “trabajo” es siempre el resultado, inestable, de
como de “desorden sem ántico”. La explica­ un proceso de construcción social que implica
ción de esta confusión no es simple. El trabajo la relación entre clases y actores sociales.
se encuentra entre aquellas categorías cogni-
tivas de la sociología que operan a un mismo
La arqueología del trabajo
tiempo como categorías del sentido común y
conceptos científicos. Sucede, además, que, El significado del trabajo en las sociedades
tanto en uno como en otro caso, se trata de premodernas es radicalmente distinto del que
Trabajo 346

llega a alcanzar en la modernidad. En el or­ más de Aquino, porque, “pobres” como son,
den social de las sociedades llamadas primiti­ no tienen otro medio para conseguir “su pan
vas, el trabajo como tal no existe; ni siquiera cotidiano” que el de trabajar, total o parcial­
encontramos un término para designar de un mente, para otros a cambio de un “vil” salario.
modo específico y separado la actividad de pro­ En la Edad Media y Moderna occidentales
ducción. Es la razón por la cual “no puede es­ aquellos de entre los pobres que se veían obli­
perarse... descubrir ni celebración ni desprecio gados a recurrir al “alquiler de su trabajo” se
del trabajo” (Chamoux, 1998: 18). En las so­ hallaban permanentemente en el *lím ite del
ciedades premodernas que nos son más pró­ descasamiento total, amenazados por el ries­
ximas social y *culturalm ente sí llegan a go de pasar a formar parte de la creciente ma-
encontrarse términos cuyo significado o sig­ rabunta de pobres, miserables y vagabundos
nificados hacen pensar en la categoría moder­ que inundaban las Eiudades y que, incansa­
na de “trabajo”. No obstante, en modo alguno blemente, se desplazan sin rumbo fijo de una
los significados son asimilables. El significado a otra.
que esos términos han tenido en el orden so­
cial de las sociedades premodernas occidenta­
La invención del trabajo como pieza
les puede resumirse en los siguientes rasgos:
clave del orden social liberal
A) Las actividades que llevan a cabo las clases
dominantes -discutir en el ágora, filosofar, En y para el sistema de clasificaciones del
orar, guerrear...— no son nunca clasificadas pensamiento liberal clásico —y el orden social
dentro de la categoría “trabajo” o similares. que contribuye a inaugurar en los ss. XVIII
Hagan lo que hagan, esas clases nunca “traba­ y XIX —no se inventa primero el trabajo y luego
jan”. B) La categoría “trabajo” -y sim ilares- se le hace un sitio en el orden social del Nue­
no se refiere más que a tipos de actividad con­ vo Régimen. El trabajo aparece como una
siderados en el orden social como de nivel pieza necesaria para hacer posible —pensable-
inferior; al igual que sucede con aquellas clases el orden revolucionario. El orden del Nuevo
de personas que las realizan: Esclavos, sier­ Régimen se hallaba en las antípodas del ante­
vos, libertos, artesanos, Extranjeros... C) No rior. Frente a la sociedad jerárquica por vo­
obstante, dentro de la clase genérica de quie­ luntad divina, proclamaba una sociedad de
nes “trabajan” llega a establecerse y consti­ seres humanos iguales de cuya asociación sur­
tuirse en determinados momentos históricos ge con carácter inmanente la sociedad misma;
todo un conjunto, por otro lado, variable, de frente al hombre inmerso en y sujeto a diver­
clases específicas que logra conquistar posi­ sos órdenes jerárquicos, el individuo libre y
ciones de cierto reconocimiento social y basta autónomo; frente a una naturaleza que hay
con algún poder político; el caso más claro es que respetar porque es obra de Dios, una na­
el de los collegia romanos y el de los gremios y turaleza concebida como instrumento al ser­
corporaciones de oficio del Antiguo Régimen vicio de los intereses humanos. La clave de
en el Occidente cristiano. Nótese, no obstan­ esos tres componentes básicos del nuevo or­
te, el modo en que unos y otros llegan a sal­ den estará en el individualismo o, mejor, en la
varse de la indignidad social de origen, concepción del ser humano como —y su re­
observando el caso de los gremios: “La parti­ ducción a— un individuo, libre, autónomo,
cipación en un oficio o en una corporación... movido por las pasiones y cerrado en sí mis­
marca la pertenencia a una comunidad dis­ mo y de todos los seres humanos como indi­
pensadora de prerrogativas y de privilegios viduos iguales. Ahora bien, partir de los
que aseguran al trabajo un estatus social. G ra­ individuos concibiéndolos como seres autó­
cias a esta dignidad colectiva de la que es nomos, libres y cerrados en sí mismos, con­
propietario el oficio y no el individuo, el tra­ vierte en harto problemática una cuestión que
bajador —el oficial—no es un asalariado que en modo alguno se planteaba en el orden del
vende su fuerza de trabajo, sino el miembro Antiguo Régimen: cómo pensar la sociedad y
de un cuerpo social cuya posición es reconoci­ su constitución permanente. En el Antiguo
da en un conjunto jerárquico” (Castel, 1997). Régimen esta cuestión ni se planteaba: la so­
D) En la estricta periferia “laboral” del entra­ ciedad estamental precedía a la existencia de
mado interno de todos estos órdenes sociales sus miembros. Ahora no, sino que hay que
se encuentra siempre la clase de “trabajo” y de hacerla desde abajo, desde los propios indivi­
“trabajador” que soportan el mayor desdén y duos. El trabajo como actividad y el mercado
menosprecio: el de los “mercenarios que al­ como forma de coordinación social serán la
quilan su trabajo”, en expresión de Santo To­ respuesta del pensamiento y del orden liberal
347 Trabajo

al problema. El trabajo, dividido, es lo que ciadas, nosotros apacentamos los rebaños,


pone —debe poner—cada individuo en tanto nosotros levantamos sobre los caudalosos ríos
que m iem bro de la sociedad y el mercado puentes gigantes de hierro y de piedra, dividi­
constituye la institución social que conecta, a mos las montañas, juntamos los m ares...”
través del intercambio, a todos los individuos (Prieto, 2000: 27). La identificación de los tra­
que trabajan. Así se hace/debe hacerse, según bajadores con el trabajo será tan fuerte que
los reformistas del momento, la nueva socie­ este trabajo es y será utilizado como sinónimo
dad ordenada y justa para lograr la i n t e ­ de aquéllos: los trabajadores de la Unión G e­
gración social de las inmensas masas de neral —de Trabajadores—española, fundada
vagabundos que amenazaban perm anente­ en 1888, serán el trabajo de la Confederación
mente el orden y el bienestar de la sociedad Nacional —del Trabajo—, fundada en 1910.
entera y, antes que nada, de las clases privile­ Los trabajadores construirán su identidad co­
giadas -la “cuestión social” del Antiguo Régi­ lectiva y reclamarán el derecho al trabajo en sí
men—, convirtiéndolos en “trabajadores” mismo, el derecho a realizarlo en buenas con­
—individuos integrados y formando parte diciones y, por encima de todo, a su reconoci­
de la sociedad a través de su trabajo—. Este miento en tanto que trabajadores, cuando no
trabajo no es una actividad productiva cual­ el derecho a serlo todo, tomando como punto
quiera: es sólo aquella que se realiza en y para de apoyo esta especie de sublimación del “tra­
el mercado, la instancia de coordinación. En el bajo productivo”. Los pensadores socialistas,
límite es trabajo asalariado. El desprecio secular y ante todo y sobre todo K. Marx, les ofrecie­
que venía acompañando a toda actividad asi­ ron las armas ideológicas —y, en su caso, orga­
milable a este trabajo va a ser sustituido por la nizativas— adecuadas para ello. Con ello el
atribución de todo un cúmulo de virtudes: ori­ movimiento obrero retomaba, por así decirlo,
gen y causa de la riqueza —nacional—y de la so­ la bandera de la centralidad del trabajo pro­
ciedad como tal, origen y causa de la riqueza clamada por el orden liberal —“burgués”—, pe­
individual, expresión de la virtud moral, seña ro dándole un sentido distinto: si trabajo y
de identidad del buen ^ciudadano... trabajador son/habían de ser los pilares sobre
los que construir el orden social, las condicio­
nes de trabajo y de vida de los trabajadores no
La “Gran Transformación”:
podían ser las que eran (Prieto, 2000). Esas
del “trabajo” (del siglo x ix )
condiciones habían de modificarse lo sufi­
al “empleo” (del siglo x x )
ciente como para otorgar a ambos la dignidad
El proyecto político liberal de un nuevo pregonada por quienes lo proclamaron en un
orden social tenía la pretensión de poner en principio y que entonces era firm em ente
marcha una sociedad no sólo ordenada, sino exigida por los propios afectados, los trabaja­
también integrada. No obstante, en la reali­ dores y sus organizaciones. Esa reclamación
dad o no lo logró o sólo lo hizo en muy escasa fue tan constante e intensa que se convirtió en
medida. El pauperismo no desapareció con la el mayor reto para el mantenimiento de la co­
sociedad de trabajo y de mercado; sim ple­ hesión social, la versión moderna —y clásica—
mente cambió de faz. Es más, dio lugar a una de la “cuestión social”. Así comienza el proce­
nueva cuestión social, la que por excelencia so de la “Gran Transform ación”, es decir, el
siempre se ha estudiado en los libros de histo­ de la construcción de la centralidad social real
ria: la obrera. Es de ahí de donde surgirá una del trabajo. De la mano de los movimientos
nueva concepción del trabajo, o si se quie­ obreros y de las prácticas del reformismo po­
re, una “G ran Transform ación” (Polanyi, lítico el nuevo contenido del significado del
1989) del mismo. Si la observación de los he­ trabajo va a desplegarse en cuatro direccio­
chos permite poner en duda que las clases pri­ nes: a) el reconocimiento social y público del
vilegiadas otorgaran en términos reales al movimiento sindical como actor central en la
trabajo y a los trabajadores la centralidad que construcción del orden social —es el primero,
el programa liberal proclamaba y prometía, porque sin él el resto de los componentes ca­
lo que sí es cierto es que los trabajadores rece de fuerza y consistencia—; b) la protec­
—aunque se tratara sólo o casi exclusivamente ción y mejora de las condiciones de trabajo,
de los manuales— se lo tomaron en serio: en particular las salariales y las temporales
“Nosotros —escribía el grabador Tomás G on­ —derecho del trabajo—; c) protección y mejora
zález, m iembro del grupo madrileño segui­ de las condiciones de vida de los trabajadores
dor de Bakunin, en 1870— fabricamos los en aquellos momentos en los que, por cir­
palacios, nosotros tejemos las telas más pre­ cunstancias diversas, no pueden trabajar —se­
Trabajo 348

guridad social—, y d) políticas de mercado de empleo para hacer frente a una situación de
trabajo orientadas al mantenim iento, crea­ paro masivo, se haya extendido la concepción
ción de empleo y protección frente al desem­ del empleo “normal” hasta incluir casi cual­
pleo. A medida que estas dimensiones del quier tipo de empleo. Se pretende así que el
trabajo -asalariado—se plasmen en hechos, se empleo asalariado temporal, a tiempo parcial
irá abandonando el sentido del trabajo —asa­ o por cuenta propia, sea tan normal —y, por lo
lariado—como actividad productiva regida tanto, tan políticamente “justo”— como un
exclusivamente por el mercado para ser una empleo por tiempo indefinido, a tiempo com­
actividad regulada, además, por reglas socia­ pleto, estable, bien protegido socialmente
les y políticas: el trabajo da paso al empleo. y con perspectivas de mejora permanente.
Esta es la concepción del trabajo que va a Ahora bien, es más que dudoso que estas nue­
mantenerse -e n la teoría y en la práctica—en vas modalidades de empleo sean como tales
todos los países industrializados desde co­ un instrumento adecuado para la plena inte­
mienzos del s. XX hasta los años setenta. No es gración social de los ciudadanos concernidos
una casualidad ni el resultado ineludible de la como lo eran las anteriores (Alonso, 2001; Mi-
evolución del capitalismo: hay detrás, ante to­ guélez, 2002): ¿puede un ciudadano adulto
do, actores —movimiento obrero—y discursos con un empleo temporal y a tiempo parcial
—el valor del trabajo y de la igualdad—. Al fi­ considerarse un ciudadano pleno? Es más
nal de este proceso, el trabajo ya no es una ac­ que dudoso —y la prueba es que son los que
tividad productiva inserta en el mercado sin menos votan—. Esta “de-gradación” de la nor­
más, sino una actividad que, por un lado, toda ma social del empleo se ha visto, además, fa­
persona ha de realizar y ser así reconocida co­ cilitada por la crisis de las organizaciones
mo miembro pleno de la sociedad y, por otro, sindicales y de la clase trabajadora. Aunque
otorga derechos y protecciones que no pue­ la crisis del sindicalismo no sea tan grave co­
den conseguirse de ninguna otra manera. De mo a veces se pretende, no hay duda de que
ahí que sea un trabajo continuado de por vi­ éste se ha visto debilitado al menos en dos
da, seguro, a tiempo completo y con derechos frentes. Por una parte, sus interlocutores so­
—un buen empleo— y los estados se hallen ciales habituales —organizaciones empresa­
comprometidos con el pleno empleo —un ple­ riales, gobiernos y, sobre todo, empresas—no
no empleo de buen empleo—. La centralidad tienen tan presentes a los trabajadores en sus
de este tipo de trabajo —asalariado—social y políticas como en la etapa anterior. Por otra,
políticamente regulado convertirá a la socie­ la situación del mercado de trabajo y las polí­
dad de trabajo en sociedad salarial. ticas públicas y empresariales están favore­
ciendo entre los trabajadores unos com ­
La conversión del (buen) empleo portamientos individualistas que en nada
en un trabajo flexible, “de-gradado” contribuyen a la acción colectiva sindical. Co­
y polisémico mo muy gráficam ente ha escrito Bilbao
En torno a los años ochenta del siglo pasa­ (1993), “la clase obrera ha sido sustituida por
do la definición y valoración del trabajo el mercado de trabajo”. En paralelo, bajo la
hecho empleo empiezan a sufrir múltiples sa­ forma y la figura de la #globalización econó­
cudidas económicas, sociales y políticas de mica, han reafirmado su presencia el poder y
signo diverso que afectan a todas sus dimen­ la lógica de los intereses corporativos del “ca­
siones y que term inan, cuando menos, por pital”. La “de-gradación” del empleo no es así
desestabilizarlas. Uno de los síntomas claros un fenómeno interpretable sólo desde la “es­
de esta desestabilización es el debate sobre “el tructura política y económ ica”: tiene detrás
fin del trabajo”. Aquí se opta por destacar, en­ toda una “infraestructura social”.
tre otros, tres movimientos de desestabiliza­ L a fem inización del trabajo. Este es proba­
ción y redefinición del trabajo. blemente el fenómeno social con mayor inci­
L a sustitución de la norma social del “pleno dencia en la redefinición de la actividad de
em pleo de buen em p leo” de la sociedad salarial trabajo. La feminización del trabajo tiene un
p or la del em pleo flex ible. Si se presta atención significado que va mucho más allá del hecho,
a la definición del trabajo/empleo en la socie­ no menor, de que las mujeres hayan salido
dad salarial en cuanto tal, lo más relevante de masivamente de sus hogares para asentar su
la etapa que se abre en los años ochenta no es presencia en el mercado de trabajo. De sus
que haya desaparecido prácticamente del ho­ múltiples caras y dimensiones, aquí sólo se su­
rizonte político el pleno empleo, sino que, con brayan aquellos dos aspectos que más parecen
el pretendido fin de facilitar la creación de haber incidido en esa redefinición. Si se en­
349 Trabajo

tiende la feminización como un movimiento sa, todos debían ser sobre todo productores.
social cuyo objeto consiste en replantear el En —la— “segunda modernidad”, en - l a -
conjunto de las relaciones sociales a partir de modernidad de consumidores, la primera e
la reivindicación de unas relaciones de género imperiosa obligación es ser consumidor; des­
igualitarias, uno de sus principales efectos es pués, pensar convertirse en cualquier otra co­
el haber desvelado el carácter androcéntrico sa” (Bauman, 2000: 48). La emergencia del
de la definición del trabajo que predomina consumo como vector de orden e identidad
durante la modernidad. El trabajo asalariado, social no significa que el consiguiente descen-
extradomiciliario, continuo —de por vida—, a tramiento del trabajo se traduzca en una rele­
tiempo completo, protegido sindicalmente y gación material del mismo; al contrario, uno
portador de derechos sociales había sido defi- de los efectos del consumismo es la intensifi­
nido/construido de este modo —y el mo­ cación de la actividad laboral. Por otra parte,
vimiento obrero no fue ajeno a ello— con el sentido de la transformación del mundo del
pretensiones de universalidad. La fem iniza­ trabajo en modo alguno se agota en su dimen­
ción ha puesto en evidencia dos aspectos rela­ sión consumista: por mucho que cuente en la
tivos a esta forma de definirlo: a) que siempre actualidad dicho aspecto, su rasgo más carac­
que quien lo realiza tenga familia —y ésa es la terístico es, antes que nada, el de su fragmen­
norma—, este trabajo “público” sólo puede tación social. En la actualidad el mundo del
mantenerse porque hay quien se ocupa del trabajo son muchos mundos, todos distintos
“trabajo” de su reproducción en el espacio y, cada vez más, ^desiguales: el trabajo es, a la
“privado”, y b) que esta división de “trabajos” vez, lo uno y lo otro. En el orden social de las
se apoya en una asignación sexuada de los sociedades llamadas primitivas el “trabajo” no
mismos: al varón el “trabajo público”, a la existía; en el de las sociedades modernas, por
m ujer el “privado”. Cuando la m ujer se in­ obra primero de la revolución liberal, que es
corpora masivamente al mercado de trabajo y su inventor, y luego del movimiento obrero, se
reivindica hacerlo en las mismas condiciones convierte, en tanto que actividad productiva
que los hombres, está poniendo en marcha —y asalariada, en una de las paredes maestras de
ésta es la segunda dimensión que resaltamos- todo el edificio; en el momento actual se ha
una redefinición del trabajo/empleo, de los producido una fragmentación social tal en su
“cuidados del hogar” —que ahora son también significado y en su valoración que lo único evi­
“trabajo”—, y de las relaciones entre aquél y dente es precisamente su polisemia.
éstos, una redefinición que nace del cuestio-
namiento radical de las relaciones tradi­
cionales entre los sexos y apuesta por un Bibliografía
orden sexual estrictamente igualitario (Lau-
fer, Marry y Maruani, 2005). ALONSO, L. E. (2001): Trabajo y posmodernidad:
D e la identidad p or el trabajo a las identida­ el empleo débil. Madrid: Fundamentos.
des complejas. Uno de los componentes funda­ BAUMAN, Z. (2000): Trabajo, consumo y nuevos
mentales del orden social de la sociedad pobres. Barcelona: Gedisa.
salarial es el de la centralidad de la identidad BILBAO, Andrés (1993): Obreros y ciudadanos. La
social por el trabajo: el trabajo profesional desestructuración de la clase obrera. Madrid:
-co n sus regulaciones y protecciones sociales— Trotta.
es la forma en que se integra a hombres y mu­ C A ST EL, Robert (1997): Las metamorfosis de la
jeres en la sociedad. No hace falta llegar a una cuestión social. Una crónica del salariado. Barce­
concepción *posm oderna de las sociedades lona: Paidós.
actuales —según la cual, con la desaparición de CASTILLO , Juan José (1999): E l trabajo del fu tu ­
todo “*centro sim bólico”, sólo son posibles ro. Madrid: Edit. Complutense.
identidades sociales hechas de retazos- para CHAM OUX, M. N. (1998): “Sens et place du tra-
sostener que esa identidad social por el traba­ vail dans les sociétés”, en J. Kergoat, J. Boutet,
jo ha dejado de ocupar, en posición única, el H. Jacot etal. (dirs.), L e monde du travail. París:
lugar preeminente que tenía. En particular, es La Découverte, 15-23.
consistente la caracterización que hace Bau- L A U FE R , J.; MARRY C., MARUANI, M.
man de las sociedades actuales como socieda­ (2005): E l trabajo del género. Las ciencias sociales
des de consumo y de la principal identidad de ante el reto de las diferencias de sexo. Alzira:
los individuos como consumidores. “En la Germania.
etapa industrial de la modernidad había un M IGUÉLEZ, F. (2002): “¿Por qué empeora el em­
hecho incuestionable: antes que cualquier co­ pleo?”. Sistema, 168-169: 37-52.
Traducción 350

O FFE, C. (1994): La sociedad del trabajo. Problemas tre *saberes, comunidades, prácticas sociales,
estructurales y perspectivas de futuro. Madrid: agentes, imaginarios, lenguas...; es decir, le­
Alianza Edit. jos de ser un “asunto de sinónimos, sintaxis y
POLANYI, K. (1989 [1944]): La Gran Transforma­ color local” (Mohanty, 2002: 192) que opera
ción. Madrid: Ediciones La Piqueta. en una concepción de la cultura igualmente
PRIETO, Carlos (2000): “Trabajo y orden social: sintáctica y de idioma bien cerrado, la traduc­
de la nada a la sociedad de empleo (y su cri- ción es un procedimiento de inteligibilidad,
sis)". Política y Sociedad, 34: 19-32. un asunto de relación social, luego de C om u ­
— (2003): “Teoría social del trabajo”, en S. Giner, nicación y significación.
Teoría social moderna. Barcelona: Ariel, 401- La traducibilidad, como propiedad fun­
430. damental de los sistemas semióticos, ha sido
un ámbito trabajado desde antiguo en una
Carlos Prieto
tradición semiótica que entiende que los pro­
cesos culturales son procesos comunicativos,
Véanse además Acciones afirmativas, Apar­
caracterizados por implicar procesos de signi­
theid, Centro-periferia, Ciudadano, C O L O ­
ficación (Eco, 1995: 24), y que la significación
NIALISMO Y A\T^COLONIALISMO,
Comunidad transnacional, CONSUMÍ ) es un hacer parafrásico que afecta a la pro­
ducción, y al reconocimiento del sentido
GUI;rURAL, G U I T U R A . I)crccho de injc-
(Greimás y Courtés, 1990:374,298). Desde es­
renda, DESARROLLO, DIFERENCIA Y
ta perspectiva, toda comunicación es o supone
DESIGUALDAD, Diferencias sociales y di­
traducción ya que “la significación es primor­
ferencias culturales. Discriminación positiva,
dialmente una operación de traducción antes
DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSION SO­
que su resultado” (opus cit., 1990: 414). Esta
CIAL, ELI I ES, Elites cosmopolitas, Esclavi­
orientación abre un camino analítico que im ­
tud, Espacio red, ESPACIO-TIEMPO, ES­
pide ver en la traducción una mera operación
TADO-NACIÓN, E S T E R E O T I P O S Y
de equivalencias, pues las ideas de proceso y
ESENCIALIZACIÓN, E XPLO TACIÓ N
acción que implica obligan a pensarla como
SOCIAL, Extranjero, FRONTERA, GEO-
actividad semiótica de interpretación y pro­
BAEIZ ACIÓN,
✓ ID E N T ID A D , INTE-
ducción siempre en movimiento. Si conside­
GRACION. Integración educativa, Mcgaló-
ramos con Peirce que el sentido de un signo
polis, MIGRACIONES, Migraciones. Redes
no está dado por su objeto, sino por su inter­
sociales, Migraciones. Teoría macro. Migra­
pretante —que es “otro signo que traduce el
ciones y economía, MINORÍAS, MOVILI-
primer signo” (C.P. 4127, Peirce, 1987)—,
DAD, Modernidad, Nacionalismo, Naturali­
el concepto de mediación implicado en la se-
zación, Nomadismo v turismo, NUEVOS
miosis impele de igual modo a observar la tra­
M O VIMI EN T O S SC)C IAI TAS, Piuralis m<,
ducción como proceso. La actividad y no el
sincrónico, POSMODERNIDAI), Racismo
resultado, instrumento a construir y negociar
y neorracismo, Relaciones y procesos infor­
en los procesos de encuentro y conversación,
males económicos, Relaciones y procesos in­
supone entonces un lugar tercero en la rela­
formales políticos, Revolución técnico-comu­
ción intercultural, la oportunidad de encon­
nicativa. SABER Y SABERES, Segregación,
trarse en medio.
Viajes y sistemas de movilidad, Xenofobia y
Como actividad de mediación (Latour,
xenofilia.
2001: 370), se refiere al “trabajo mediante el
que los actores modifican, desplazan y trasla­
Traducción dan sus distintos y contrapuestos intereses”.
Traducir no es, por tanto, el paso de algo a al­
La traducción es un trabajo de imagina­ go —palabra, regla, comportamiento.. . - ni la
ción epistemológica y de imaginación demo­ expresión de una relación de oposición, sino
crática (Sousa, 2005: 186) presente en las “desplazamiento, deriva, invención o media­
reflexiones y preocupaciones de todas aque­ ción: la creación de un lazo que no existía con
llas perspectivas, movimientos y prácticas que anterioridad y que en cierta medida modifica
se plantean el objetivo de construir nuevas y los dos iniciales” (opus cit., 2001: 214).
plurales formas de emancipación social. Por Estas ideas de transformación, performa-
ello es a la vez una categoría analítica y una tividad e imaginación enfrentan ciertos pre­
decisión estratégica de importantes conse­ juicios que reducen la traducción a prácti­
cuencias materiales y políticas. Atañe no sólo ca de equivalencias. De igual manera, este
a la ^relación entre culturas, sino también en­ concepto expresa una ambivalencia que es
351 Traducción

preciso reflejar: por un lado, su tradicional preciso hacer un esfuerzo por pensar nuestras
consideración como dispositivo para la asimi­ evidencias suspendiendo la familiaridad. De
lación y, por otro, su consideración de activi­ este modo traducir no es cuestionamiento del
dad emancipadora. otro desde la certidumbre y las certezas sino
Es preciso reconocer que la traducción ha interrogación de nosotros mismos. Este extra­
servido y sirve como instrumento de homolo­ ñamiento obliga a cuestionarnos nuestra
gación y asimilación, que la convierte en identidad interlocutiva y a asumir que, vistas
práctica de dominación al imponer unos desde fu era , las culturas tienen versiones que
marcos de conmensurabilidad que anulan la conviven no sin conflicto. *D esterritoriali-
posibilidad de pensar otras articulaciones zarnos además permite reparar en la asime­
culturales no hegemónicas. Esta operación, tría de la relación comunicativa; quienes
que se encuentra en la base del universalismo, intervienen tienen diferentes lenguajes, inte­
hace necesario reparar en los procesos de ho- reses, modos y objetivos y suponen una iden­
mogenización y jerarquización para ver có­ tidad social igualmente frágil y artefactual.
mo operan en tanto fuerzas que intervienen Como argumento, la igualdad ha sido utiliza­
en los procesos de traducción. Pero esta refle­ da como medio práctico de dominación al
xión no debería concluir siempre en la impo­ permitir controlar, repertoriar y sancionar las
sibilidad de la traducción y su negación como asimetrías. Una cosa es sostener que los senti­
instrumento de intervención intercultural, dos se gestan en el diálogo social, que su con­
del mismo modo que tampoco puede igno­ figuración es intersubjetiva, y otra, bien dis­
rarse para hacer de la traducción una solución tinta, que el carácter social de las formas de
mágica. pensamiento, expresión y representación que
Podem os consid erarla entonces desde ponemos en juego en la traducción sea la ex­
una serie de oposiciones fundamentales presión de un consenso forjado en el diálogo
que el térm ino expresa simultáneamente entre iguales. Este consenso, que nos sitúa en
y que han orientado las discusiones: re­ la pregunta de qué y cómo traducir, versa
sultado-proceso; inefabilidad-accesibilidad; sobre lo que es innegociable e indiscutible,
confinam iento-extrañam iento; asimilación- aquello que bajo ningún concepto puede ser
heteroglosia; prevención-confianza; certi­ entregado al ejercicio imaginativo y transfor­
dumbre-sorpresa; estabilidad-variaciones; mador de la traducción, al otro.
correspond encia-transform ación; equiva­ Todas las culturas consideran que ciertos
lencia-transposición; transferencia-despla­ “logros” o ciertas “heridas” no son discutibles
zam ientos; consenso-disenso; arm onía- ni pueden ser expuestos al peligro de la discu­
contraposición; simetría-jerarquización; diá­ sión, que hay cosas que no son negociables por
logo-conversación. los implicados. Es preciso decir que todas las
Si la traducción es, en nuestra propuesta, cosas pueden ser negociables si consiguen ser
una conversación siempre en proceso en la traducidas en los términos adecuados, es de­
que no pueden presuponerse las com uni­ cir, satisfactorios para todos, que hagan de la
dades que hablan, los contenidos del inter­ traducción una negociación y no una renun­
cambio y la manera en que se lleva a cabo, cia. Con Sousa Santos (2005: 182) diremos que
pensamos que las preguntas ¿quiénes?, ¿so­ lo que es intraducibie es una decisión que for­
bre qué?, ¿cómo? son las que permiten orga­ ma parte del proceso mismo de traducción y
nizar y abordar de forma conjunta las pautas se va modificando conforme éste se va desen­
descriptivas anteriores. volviendo. Se trata de identificar lo que nos
Respecto a quiénes son los implicados en une y lo que nos separa en una búsqueda que
la traducción, es necesario descartar una hu­ no está dada de antemano y que es doble, en el
manidad como grupo transcultural homogé­ interior del nosotros y con los otros, ya que
neo con experiencias similares que la buena el acuerdo sobre qué versión de la propia cultu­
voluntad común y la racionalidad del diálogo ra hay que traducir es algo que también debe
social salvaguardan. Es preferible seguir la dirimirse en el diálogo intercultural. Es nece­
recomendación de Deleuze (2000: 102) y ser sario señalar que el problema de la in efa b i­
extranjero en nuestra propia lengua, ejercer el lidad atraviesa estas decisiones, dada la
extrañamiento como disposición ética y tácti­ potencia del mito liberal que diseña un sujeto
ca que implica a todos los implicados en la cuya singularidad y la particularidad de sus
conversación, porque (Fabbri, 2001: 309) uno pensamientos no son expresables ni intercam­
comienza a comprender muchas cosas cuan­ biables, y que sostiene la indecibilidad y la im­
do comienza a explicarlas a otros y para ello es posibilidad de traducir en términos comunes
Transculturación 352

que el otro comprenda. Esto no niega la difi­ sociolingüísticas y desigualdad, Esfera me­
cultad de traducir lo que apenas se deja entre­ diática, EXPLOTACION SOCI AL, Global
ver, presuponer, intuir y que exige un y local, Global ización v antiglobal ización,
esfuerzo de sutileza e imaginación en el que ID ENTIDA D, INTEGRACIÓN, Integra­
no basta con apelar a un fundamento ético o ción educativa, Interculturalidad, SABER Y
político; es necesario argumentarlo. SABERES, Sociedad de la información v del
Abandonada la creencia en una racionali­ conocimiento, Sujeto intercultural.
dad trascendental, que proporciona criterios
de validez de carácter universal que permi­
tan establecer el procedimiento correcto de Transculturación
acuerdo a ciertos principios de inteligibilidad,
traducir es un trabajo fundamentalmente ar­ En su formulación literal, el concepto de
gumentativo. Es una argumentación que, transculturación fue propuesto por Fernando
frente al consensualismo, Santos (2005: 184) Ortiz (1983) para referirse, dentro del contex­
considera una hermenéutica diatópica -rea li­ to del Caribe y de la *cultura cubana, a las for­
zada desde las tópicas de dos culturas—, en maciones culturales que, aun ^proviniendo
una concepción de la argumentación como de fuera, son asumidas, recreadas, reactivadas
modo de interacción, en el que el acuerdo no y reinventadas en su lugar de destino. Esta
es punto de partida sino resultado. La conver­ asunción y recreación de los elementos exóge-
sación deja de ser entonces una presuposición nos hace, según Ortiz, que la transculturación
para ser un ejercicio efectivo y constante, en el se diferencie de la *aculturación, en la que, en
que lo que una cultura entiende como sus to- su sentido más admitido, la relación es más
p o i es precisamente aquello que debe ser ex­ bien de donación y aceptación consciente o in­
puesto al conflicto provechoso de la conscientemente pasiva de algunos elementos
conversación abandonando su evidencia y de las culturas dominantes en detrimento de
naturalidad. Este es un trabajo exigente, con­ los equivalentes de las receptoras. Precisa­
flictivo e incierto que exige la confianza como mente el ^sincretismo propio de determina­
esfuerzo ético estratégico. das formas religiosas, bien extendidas en
Cuba, en las que se recrean tradiciones cris­
tianas y africanas, es un buen ejemplo de
Bibliografía transculturación. Como suele suceder con los
términos que incluyen en su composición el
D ELEU ZE, G.; GUATTARI, F. (2000): Mil mese- vocablo “cultura”, su significado profundo
tas. Valencia: Pre-textos. depende en buena medida de la forma en que
ECO, U. (1995): Tratado de semiótica general. Bar­ se entienda la cultura. En unos casos, el con­
celona: Lumen. cepto de transculturación se podrá concebir
FABBRI, P. (2001): Tácticas de los signos. Barcelo­ como una modalidad del contacto cultural,
na: Gedisa. según lo entendía inicialmente Ortiz, o un fe­
GREIMÁS, A. J.; COURTÉS, J. ( 1990): Dicciona­ nómeno tan general que se puede extender,
rio de semiótica. Madrid: Gredos. sin lim itación alguna, a lo que sucede en la
LATOUR, B. (2001): La esperanza de Pandora. form ación de todos los procesos culturales.
Barcelona: Gedisa. Todas las culturas se configuran, en efecto, a
MOHANTY, Ch. T. (2002): “Genealogías, lega­ través de mezclas que se fo calizan espacial­
dos, movimientos”, en VV. AA., Otras in­ mente y se transmiten de generación en gene­
apropiables. Madrid: Traficantes de sueños, ración. Aunque al comentar el pensamiento
137-184. de Boas sobre el tema se ha insistido más en
PEIRCE, C. S. (1987): La logicosemiótica. Madrid: su propuesta particularista frente a las con­
Taurus. cepciones evolucionistas, el contenido de la
SOUSA SANTOS, B. (2005): E l milenio huérfano , noción de transculturación forma parte im ­
Madrid: Akal. portante de sus reflexiones sobre la cultura.
Para Boas, las “transculturaciones” son el
María José Sánchez Leyva
contrapunto necesario de la existencia de las
culturas particulares: la reinterpretación y la
Véanse además Acciones afirmativas. Cauda- in teg ración creativa de los elementos prove­
daño, COMUNICACIÓN, Criollización, nientes de otras culturas, de distintos présta­
CULTURA, Desterritorialización, D I F E ­ mos culturales, son una condición necesaria
RENCIA Y DESIGUALDAD, Diferencias para que las culturas funcionen de forma más
353 Transculturación

o menos coherente. El tema ha sido tratado de uno pueda tener sobre este tipo de fenóm e­
muchas maneras en la historia de la antropo­ nos, nadie puede negar los hechos y no ten­
logía y aún se sigue discutiendo sobre el signi­ dría ningún sentido recurrir al valor de las
ficado de lo que García Canclini (1989) llama tradiciones propias para rechazarlos. La
culturas híbridas. transculturación es uno de los procesos cons­
Sin embargo, si ponemos más énfasis en titutivos de los fenómenos culturales.
las dimensiones culturales del com porta­
miento humano que en la existencia de cultu­
ras consistentes y delimitadas, el tema de la Bibliografía
transculturación, aunque puede ser relevante
desde el punto de vista histórico, posiblemen­ BORJA, Jordi; CASTELLS, Manuel (2000): Local
te lo es menos desde una perspectiva compor- y global; la gestión de las ciudades en la era de la
tamental, ya que el origen y la forma de información. Madrid: Taurus.
introducción de los rasgos culturales no tie­ GARCÍA C A N CLIN I, Néstor (1989): Culturas
nen por qué ser una característica determ i­ híbridas estrategias para entrar y salir de la mo­
nante del significado de las conductas de los dernidad. México: Grijalbo.
sujetos sociales. Sólo una visión romántica de HANNERZ, Ulf (1998): Conexiones transnaciona­
la cultura, en la que se preferencia lo autóctono les: cultura, gente, lugares. Madrid: Cátedra.
y se etnifican los rasgos culturales, puede en­ HARVEY, Penélope (1996): Hybrids o f modernity,
contrar sentido en la disección de las mezclas. Anthropology, the nation State and universal ex­
Esta consideración tiene más sentido en el hibition. London: Routledge.
mundo moderno, en el que la influencia de ORTIZ, Fernando (1983 [1940]): Contrapunteo cu ­
los potentes medios de comunicación actúa bano del tabaco y el azúcar. La Habana: Edito­
como vehículo de constantes transculturacio- rial de Ciencias Sociales de Cuba.
nes (Borja y Castells, 2000). Cualquiera es li­
José Luis García García
bre de imitar, con fines pragmáticos, lúdicos o
lucrativos, secuencias culturales importadas.
El éxito o el rechazo de estas iniciativas de­ Véanse además Aculturación, Criollización,
penderá de mil circunstancias, no todas ellas CULTURA, Fronteras políticas y religiosas,
especialmente transcendentes: la extensión HIBRIDACIÓN, Información, I N T E ­
reciente del Halloween a algunos países occi­ GRACIÓN, MIGRACIONES, M U L T I­
dentales es buen ejemplo de ello. Más allá de CULTURALISMO, Sujeto intercultural,
las valoraciones sociales y políticas que cada TERRITORIOS.
V
Viajes y sistemas zones de copresencia y proximidad, es decir,
por la necesidad que tenemos los seres huma­
nos de estar físicamente próximos unos a
de movilidad otros, ya sea por razones laborales, familiares
Ciertas tecnologías de ^movimiento o sis­ o de ocio o para encontrarnos con determ i­
temas de movilidad conectan, literal y vir­ nados paisajes o modos de vida. Este tipo
tualmente, a muchas personas en diferentes de viaje implica determinados momentos de
partes del mundo (Urry, 2000). Estas conexio­ proximidad física, donde ésta es vista como
nes tienen en los viajes un punto de articula­ algo obligado, deseable, apropiado o inevita­
ción interesante. Ya sean viajes de placer u ble (opus cit., 2006) y tiene lugar a través del
ocio, de negocios, cargados de simbolismo, a uso de diferentes medios de transporte.
través del tiempo o imposibles, lo cierto es que En segundo lugar, está el movimiento físico
viajar, tanto para los que lo hacen como para de objetos en la cadena de productores, distri­
los que no, resulta un aspecto constitutivo de buidores y consumidores, o el viaje de aque­
las estructuras de la vida social contem ­ llos demandado por la actual situación de
poránea. mercado. En virtud de ésta, los objetos circu­
Los viajes, si bien involucran el movi­ lan y son transportados a través de largas
miento o desplazamiento de personas y/ o co­ distancias para poder ser consumidos e inter­
sas a través del espacio y del tiempo, no son, cambiados en restaurantes, supermercados,
sin embargo, homogéneos ni en sus implica­ plazas comerciales, mercados, etc.
ciones sociales, ni espacio temporales, ni tam­ En tercer lugar, está el viaje im aginativo
poco en los sistemas de movimiento que los que, a través de memorias, textos, imágenes,
habilitan o en las movilidades que encarnan. la televisión o el cine, nos transporta a otros
Desde el paradigm a de la movilidad, y siguien­ *lugares reales o imaginados (Baerenholdt et
do los postulados de Z. Bauman (2004), se in­ al., 2004). Este es un viaje que normalmente
vita como propuesta central pensar en cinco implica el movimiento a través del tiempo,
clases de movilidades distintas (Larsen, Urry bien hacia el futuro, a partir de narrativas e
y Axhausen, 2006), producto de diferentes imágenes, bien hacia el pasado, mediante el
tipos de viajes. Estos, estudiados en sus recuerdo y la memoria (opus cit., 2004). El via­
relaciones, permiten comprender no sólo la je imaginativo es una forma de movilidad
naturaleza móvil del mundo moderno, sino que no necesita, y que muchas veces es susti-
también muchas de sus nuevas preocupacio­ tutiva, del uso real de medios de transporte y,
nes y riesgos. por ende, del movimiento real y corporal.
En primer lugar, hay que señalar el viaje En cuarto lugar, debemos señalar el lla­
físico de las personas por motivos de ^trabajo, mado propiamente viaje virtual, que hace
de ocio, familiares, de ^migración, escapada o referencia al tipo de movilidad que se da
deseo. Este tipo de viaje está motivado por ra­ generalmente en tiempo real en Internet; un
Viajes y sistemas de movilidad 356

tipo de movimiento que trasciende ^fronteras naturaleza deviene dramática y sistèm ica­
geográficas y también d ista n cia s sociales, mente movilizada en el siglo XIX europeo. En
constituyendo la razón de ser de figuras como 1854, Thom as Cook proclamó como lema
los *nómadas digitales (Makimoto y Manners, del periodo: “Perm anecer inmóvil en estos
1997). tiempos de cambio, cuando todo el mundo es­
En quinto y último lugar, es fundamental tá en movimiento, sería un crimen. Un hurra
resaltar el viaje comunicativo o aquel que tiene por el viaje —el barato, barato viaje—” (citado
lugar entre personas a través del intercambio en Brendon, 1991: 65, y en Urry, 2000: 57).
de ^mensajes: cartas, postales, telegramas, fa­ El s. XX verá un increm ento notorio de
xes, mensajes de telefonía móvil, videoconfe­ otras tecnologías de movilidad; por ejemplo, el
rencias, etc. Este tipo de viaje comunicativo coche, los sistemas nacionales de telefonía,
establecido, a través del movimiento de i n ­ el poder del aire, los trenes de alta velocidad,
formaciones en tiempo real, es muchas veces los modernos sistemas urbanos, los ordenado­
precedente del movimiento real o desplaza­ res en red, etc. Del mismo modo, según nos
miento físico de las personas en el espacio. adentramos en el s. XX I, estos sistemas de
Todas las movilidades apuntadas son en sí movilidad están desarrollándose con nuevas
mismas una intersección de muchas otras que características. En primer lugar, estos sis­
presuponen y como cualquier tipo de viaje o temas se hacen cada vez más complejos, se
desplazamiento —físico, virtual o imaginado— componen de muchos elementos y se basan en
constituyen “sistemas”. Estos sistemas hacen toda una urdimbre de arcanas formas exper­
posible el movimiento: posibilitan “#espacios tas. Las movilidades siempre han supuesto
de anticipación” en los que el viaje puede rea­ sistemas expertos, pero éstos son ahora mu­
lizarse y a través de los cuales el mensaje se chísimo más específicos, incluso algunos
transmitirá y el paquete llegará a su destino. están basados en programas de carreras
Los sistemas permiten repeticiones relativa­ universitarias completas y el desarrollo de
mente a salvo de riesgos y, en cierto modo, compañías especializadas. En segundo lugar,
predecibles de estos movimientos. Los siste­ tales sistemas son cada vez más interdepen­
mas habilitan la repetición e incluyen en el dientes entre sí, de tal modo que los viajes in­
mundo contemporáneo la venta en red de en­ dividuales o elementos de comunicación
tradas para cualquier evento -tic fe tin g —, el concretos dependen de múltiples tecnologías
abastecimiento de petróleo, las direcciones, la que necesitan actuar e interconectarse eficaz­
seguridad, los protocolos, los cambios de esta­ mente entre sí. En tercer lugar, desde los años
ción, los sitios de la red, los puertos o muelles, setenta en adelante los sistemas de movilidad
las transferencias de dinero, los tours turísti­ son cada vez más dependientes de ordenado­
cos o paquetes de viajes, los códigos de barras, res y programas específicos. Respondiendo a
el control del tráfico aéreo, los puentes, los ho­ esta dependencia ha habido una generación
rarios, los dispositivos de dominación, los lu­ masiva de sistemas de programación específi­
gares de almacenaje de los equipajes y otros cos que necesitan estar intercomunicados en­
movimientos similares. tre sí para que determinadas movilidades
La historia de estos sistemas repetitivos es, puedan tener lugar. Y cuarto, estas tecnolo­
en efecto, la de los procesos a través de los cua­ gías han devenido particularmente vulnerables
les el mundo natural se ha “domesticado” y a “incidentes norm ales”, que es casi seguro
convertido en un *lugar seguro, regulado que ocurran vez en vez, dada la naturaleza
y, en cierto modo, libre de riesgos. Para que la claramente inaccesible y móvil de muchos de
gente pueda moverse y, por ende, mover obje­ estos sistemas interdependientes.
tos, textos, agua, dinero, imágenes, es im ­ Junto a la vulnerabilidad de los sistemas o
prescindible que esta naturaleza se haya tecnologías de movimiento que permiten di­
domesticado. Algunos sistemas de movilidad ferentes tipos de viajes, los grupos sociales, in­
preindustriales incluían caminar, montar a dividuos y d u ltu ras se sitúan también de
caballo o en palanquín, viajar en autobús, por modos muy distintos con respecto a los flujos
canales, en barco, etc. Sin embargo, muchos e interconexiones *globales, es decir, tienen
de los sistemas de movilidad, ahora significa­ accesibilidades d iferen ciales a la movilidad
tivos, datan de la Inglaterra y Francia de las de sí mismos o de mercancías, capital o sím­
décadas de 1840 y 1850. Su d esarrollo inter­ bolos y al disfrute de la misma y de sus resul­
dependiente moldea el mundo móvil *m o- tados. Este hecho concierne a la cuestión de
derno y conlleva un fantástico “dominio” del quienes se mueven o viajan y quienes no y, so­
espacio físico —“revolución industrial”—. La bre todo, a la relación de poder respecto a la
357 Viajes y sistemas de movilidad

intervención posible o real en flujos e interco­ migrantes y Ciudadanos, de imágenes e in­


nexiones móviles. En el mundo actual, algu­ form ación, de cosas materiales y realidades
nas personas o grupos están más controlados virtuales”.
que otros, reciben más beneficios de estas mo­ En el estudio de las diferentes formas de
vilidades o quedan más atrapados por éstas estas movilizaciones, la teoría feminista su­
que otros (Sheller, M. 2004). Pensar en los tu­ braya además la importancia crucial de no
ristas y los migrantes es un buen modo de ha­ estudiar la movilidad como un concepto
cer estos temas visibles, lo mismo que general que ponga en tela de juicio metafísi­
reflexiones sobre los movimientos norte-sur cas sedentaristas sin más, reclamando que re­
—ya sea de personas o de C onocim iento—, y sulta fundamental co n sid erara naturaleza de
especialmente la libertad coercitiva impuesta gén ero. Sugieren autoras, como C. Kaplan
por la cultura del automóvil como modo pre­ (1996), que la movilidad ha sido, por ejemplo,
dominante de moverse o viajar en las socieda­ en la modalidad de viajes, una actividad ge­
des modernas (Urry, 2004; T hrift, 2004). neralmente más practicable para hombres
Dominando los modos de vida actuales, la que para mujeres. Pero no sólo es constatable
movilidad no ha conllevado una accesibilidad esto, sino que además las maneras de moverse
de masas a los sistemas o infraestructuras de por el espacio real o virtual no se experimen­
movilidad —por ejemplo, a la automovilidad— tan o viven de igual modo por unos y otras.
y, sin embargo, ordena y reestructura flujos, Argumentando estas últimas afirm aciones
tiempos y espacios de acuerdo con sus impe­ existen varios trabajos empíricos que han re­
rativos. La automovilidad, por ejemplo, más gistrado los movimientos de hombres y m uje­
que cualquier otro sistema de viaje, empuja a res al trabajo, las diferentes experiencias de
las personas a habitar en mundos con intensa caminar por espacios similares o la significa­
flexibilidad y a realizar malabarismos en cor­ ción del rol que el género tiene en las aventu­
tos fragmentos de tiempo para poder estar en ras de exploradores, viajeros o vagabundos
—o viajar a—los lugares donde se las espera y (Cresswell, 2006). Fundamentalmente, tam ­
que espacialmente están habilitados para ser bién, la teoría feminista ha subrayado la
surcados (Urry, 2004). *G lobales móviles o importancia de estudiar la movilidad y el mo­
^locales inmóviles (Bauman, 2004) en función vimiento siempre en relación con aquellos
de su cercanía o lejanía respecto a redes y sis­ que permanecen, pero no viendo en estos últi­
temas de movilidad, lo cierto es que los viajes mos sólo pasividad, sino además interesantes
virtuales e imaginativos implican, frente a la formas de resistencia encarnadas en el deseo
automovilidad, un tipo de “movilidad livia­ explícito de inmovilidad (Greswell, 2006) o
na” (Urry, 2004) que, si bien no provee alter­ en el uso de sistemas de movilidad alternati­
nativas obvias a la misma, se añade de manera vos a los hegemónicos.
fundamental a las conexiones sociales entre la Son algunas las voces que reclaman, den­
gente, en lugares diversos, aumentando el de­ tro del giro de las movilidades, la necesidad
seo, no siempre satisfecho o consumado, del de realizar estudios no ya de cada tipo de via­
viaje corporal. je en sí mismo o por separado, sino de todos
A pesar de la erosión de *fronteras y la ellos en conjunto. Propuestas recientes inclu­
creciente interconexión global, facilitadas por yen, por ejemplo, el concepto de m ovilidades
la multiplicación y el alcance de los sistemas y transm ateriales (Adey y Bevan, 2004) que,
tecnologías de movilidad, no hay que olvidar desde el estudio de la combinación fun­
tampoco que la movilidad siempre se sitúa y damental entre viajes o movilidades de natu­
materializa de un modo específico y en lugar raleza material y virtual, enfatiza la trans­
de distinguir, como si de una oposición bina­ materialidad de las mismas: es decir, la
ria se tratase, entre “los globales móviles” y los imposibilidad, en el mundo moderno de
“locales inmóviles”, es fundamental subrayar la existencia de unas movilidades sin las otras
que todo movimiento global tiene lugar a tra­ y también el sinsentido de estudiar autóno­
vés de la movilización y de la remodelación mamente unas y otras.
de la materialidad de lo local. Por ejemplo, se­
gún señala Sheller (Urry y Séller, 2004: 21), los
lugares de ocio “sólo son contingentemente Bibliografía
estabilizados con propósitos de consumo tu­
rístico, y estas estabilizaciones requieren un ADEY, P.; BEVAN, P. (2001): “Connected mobi-
amplio abanico de otras desmovilizaciones y lity?”, en Mimi Sheller y John Urry, Mobile
removilizaciones: del trabajo y capital, de Technologies o f the City . London: Routledge.
Violencia política 358

BAERENHOLDT, J. O.; HALDRUP, M ; LAR- demos por política —coerción, ^desigualdad,


SEN, J. el al. (2001): Performing tourist places. dominación/sumisión, etc.—. Por otra parte,
Aldershot: Ashgate. valores, ideologías, percepciones sociales y
BAUMAN, Z. (2004): Modernidad líquida. Buenos factores estructurales condicionan o determi­
Aires: Fondo de Cultura Económica. nan tanto la diferenciación misma entre vio­
CRESSW ELL, Tim (2006): On the Move: Mobility lencia sin más y violencia política como la
in the Modern Western World. London, New legitimidad o ilegitimidad de esta última.
York: Routledge. Violencia y política son fenómenos uni­
BRENDON, P. (1991): Thomas Coo{: 150 years o f versales pero, como cualquier otro fenómeno
popular tourism. London: Seeker & Warburg. sociocultural, sus *form as o manifestaciones
KAPLAN, Caren (1996): Questions o f Travel: post­ han sido diversas a través de la historia de la
modern discourses o f displacement. Durham: humanidad. Igualmente lo son sus expresio­
Duke University Press. nes concretas a lo largo y ancho del planeta.
LARSEN, J.; URRY, J.; AXH AUSEN, Kay (eds.) Max W eber apuntó a esa doble vertiente de
(2006): Mobilities, networks, geographies. Al­ los fenómenos sociopolíticos al emplear los
dershot: Ashgate. términos poder y autoridad: ubicuo y universal
MAKIMOTO,T.; MANNERS, D. (1997): Digital el primero, específica y cambiante la segunda.
nomad. Chichester: John Wiley & Sons eds. Ambos como tipos ideales, esto es, zonas de en­
S H E LLE R , M.; URRY J. (eds.) (2004): Tourism cuentro de teoría y realidad, integran entre
mobilities. Places to play, places in play. London, sus elementos algún grado de violencia, con­
New York: Routledge. flicto y desigualdad. También esos ingredien­
URRY, J. (2004): “The ‘System’ of Automobility”. tes se encuentran presentes en muy hete­
Theory, Culture & Society, 21: 25-39. rogéneas realidades sociales y culturales, si
URRY, J. (2000): Sociology Beyond Societies: mobili­ bien con ropajes culturales variados.
ties fo r the twenty-first century. London, New Desde la antigüedad, el papel que corres­
York: Routledge. ponde a la violencia ha estado muy presente
T H R IFT , Nigel (2004): “Driving in the City”. en las distintas concepciones políticas, aunque
Theory, Culture & Society, 21:41 -59. de modo muy diferente. En el panorama clá­
sico destaca el paradigma platónico de la acti­
John Urry
vidad de gobierno como arte de tejer. En el
Matilde Cordoba
entramado o lienzo que de ella deriva, leemos
en el P olítico, hay que integrar hombres con
Véanse ademas Ciudadano, COLONIALIS­ caracteres antagónicos: los que representan la
MO Y A X TIC O LO NIA LIS \10 , COMU­ valentía, la osadía, la dureza, la fuerza, que
NICACIÓN, CULTURA, D E SA R R O ­ tienen el papel de la urdimbre, con los que
LLO, Diferencias naturales v diferencias simbolizan la mesura, la blandura y la suavi­
sociales, Diferencias sociales y diferencias cul­ dad de las hebras de la trama. Ese es “el fin del
turales, Elites cosmopolitas, ESPACIO- tejido de la actividad política: la combinación
TIEM PO , Espacios locales, F R O N T E R A , en una trama bien armada del carácter de los
Frontera geográfica y administrativa. Fronte­ hombres valientes con el de los sensatos” (Pla­
ras simbólicas, Global y local, GLOBALIZA- tón, 2000: 311 b-c). En suma, la violencia
CI( )N, Información, Lugar y no-lugar, MI­ atemperada aparece como ingrediente no ya
GRACIONES, Migraciones. Redes sociales, inevitable, sino deseable de la política, por­
Migraciones. Teoría macro, Migraciones y ra­ que, según advierte Platón, mesura sin fuerza
cismo, Modernidad, MOVILIDAD, Noma­ o fuerza sin sensatez conducen a lo mismo: a
dismo v¥ t urismo, Pluralismo sincrónico. Re- la #esclavitud, bien por debilidad o por aca­
volución técnico-comunicativa, SABER 'i’ rrear aventuras guerreras insensatas. En la
S A B ER ES, T E R R11'() RI ( )S, T R A B A JO. concepción hobbesiana, por el contrario,
la violencia se remite a la condición natural, a
lo presocial y prepolítico; en definitiva, a la
Violencia política “guerra de cada hombre con cada hom bre”
(Hobbes, 1979: cap. X III). De esa situación
Estos términos parecen requerirse mu­ m iserable - “sin artes, sin *letras, sin socie­
tuamente, ya que si es difícil imaginar cual­ d a d ... con continuo miedo y peligro de
quier realidad política ajena a algún grado o muerte violenta” (opus cit., 1979: cap. X III) se
tipo de violencia, tampoco es fácil concebir la sale mediante el pacto en virtud del cual los
violencia sin algún atributo de lo que enten­ hombres renuncian a parte de su libertad a
359 Violencia política

cambio de seguridad. Pero la violencia no práctica, a la dictadura del comité central y de


desaparece sino que la asume L eviatán , el su líder. O también hallamos la política tal co­
*Estado, y la utiliza como coacción hacia sus mo la concibe H itler en M ein K am p f: una
súbditos o como hostilidad y guerra hacia batalla a muerte entre visiones d el mundo in­
otros leviatanes. Estos se arrogan, según dirá compatibles que requieren de sus seguidores
luego Weber, el m onopolio legítimo de la vio­ la lealtad inquebrantable de un dogma
lencia. religioso. Los variados terrorismos de las últi­
Pese a la disparidad entre esos grandes ar­ mas décadas, #etnicistas o religiosos, plantean
quetipos, ya se trate de la polis griega o de la el ataque a sus objetivos en términos casi
com m onw ealth —E stad o- #moderna, violen­ idénticos. Pero también la lucha contra ellos
cia, coacción o fuerza se conciben como atri­ parece seguir derroteros semejantes: lucha o
butos del conjunto, no de las partes. Eran guerra contra el terror, medidas políticas ex­
sociedades imaginadas o idealizadas funda­ cepcionales en manos de los gobiernos y limi­
mentalmente como totalidad sin fisuras. En tación creciente de los derechos ciudadanos.
cambio, las sociedades contemporáneas, occi­ Esa entronización de la violencia hace asimis­
dentales o no, son y se conciben de modo muy mo que el juego político se parezca en nues­
diferente. Además, radicalismo revoluciona­ tras sociedades cada vez más a la guerra sucia.
rio, marxismo y anarquismo, de un lado, ul- Al mismo tiempo, los medios contribuyen a
tramontanismo, fascismo y nazismo, de otro, que las confrontaciones políticas adquieran
han coincidido en conferir un papel central a crecientemente el aspecto de duelos deporti­
la violencia en la dinámica política. En la en­ vos seguidos por masas de fa n s ; es decir, lo
crucijada de esas ideologías, influida por unas más parecido a enfrentamientos donde sólo
y con evidentes ecos en otras, se sitúa la ya clá­ importan victorias o derrotas.
sica obra de Georges Sorel, Reflexiones sobre la
violencia. Allí se hace una significativa distin­
Guerra y violencia
ción que refleja precisamente las fracturas de
nuestras sociedades:/«eT 2 tf y violen cia, dice La célebre fórmula de Clausevitz, “la gue­
Sorel, se emplean tanto para hablar de au to­ rra es la continuación de la política por otros
ridad como de rebelión , cuando sus conse­ medios” —o la inversión de Foucault: “la polí­
cuencias son muy diferentes. De ahí que tica es la continuación de la guerra por otros
proponga reservar la primera para la imposi­ medios”—, recalca bien el encadenamiento en­
ción de un orden y la segunda para lo que se tre ambas constantes humanas. Pero, como la
dirige a su destrucción. Como ha resaltado política, también la guerra es cambiante. Es
I. Berlin, la retórica soreliana ofrece claras in­ más que discutible la pretendida continuidad
fluencias y repercusiones en los extremos, iz­ entre agresividad o violencia humanas y gue­
quierdista y derechista, del espectro político rra. Hay, en cualquier caso, belicismo en te­
europeo de los dos últimos siglos. Frente a los rrenos alejados del enfrentam iento bélico
nexos racionales que vinculan la fuerza o la como hay reglas y doctrinas que tratan de
violencia en el arte de tejer platónico o en el deslindar éste del comportamiento agresivo o
p a cto hobbesiano, tenemos aquí la descon­ violento.
fianza o el menosprecio vitalistas hacia las Ejemplos de lo primero abundan en una
componendas de la política convencional. La esfera, tan aparentemente alejada de los esce­
moralidad y, a la postre, la razón se decantan narios guerreros como el lenguaje en general,
a favor de las armas al alcance de los oprimi­ se refiera o no a la política: atacam os o nos en ­
dos: la violencia revolucionaria y trastocado­ fren tam os con un problema; defendem os una
ra, encarnada, según Sorel, en el mito de la postura; dom inam os un tema\ganam os o p er­
huelga general. Esa exaltación de la violencia, demos terreno en una discusión. Por supuesto,
acompañada del descrédito de la política —en el lenguaje más especializado (político, eco­
tanto que articuladora de enfrentamientos y nómico, deportivo) está impregnado metafó­
compromisos entre adversarios, de control de ricamente de términos polémicos, belicosos:
los gobernantes por los gobernados y garan­ lucha, perder/ganar, frente, objetivos, tácticas y
tías o derechos de los segundos—encuentra estrategias, victorias y derrotas. En contraste,
variadas versiones en la última centuria. Así desde antiguo las diferentes tradiciones cul­
está la doctrina leninista del centralismo dem o­ turales han tratado de amortiguar o aminorar
crático: un partido, rígidamente jerarquiza­ los males de la guerra, si bien con variaciones
do, que organiza y canaliza la enorme fuerza significativas entre ellas. Así el estratega chi­
de la clase trabajadora y que conduce, en la no del s. VI a. C., Sun Tzu (2006: 113) advier­
Violencia política. Tipos 360

te de que al enemigo hay que proporcionarle que es la exacerbación y casi sacralización de


escapatorias que no le hagan actuar como bes­ la violencia.
tia acorralada: “Muéstrale que existe una ta­
bla de salvación y hazle comprender que
existe una solución diferente a la muerte. Bibliografía
Después cae sobre él.” Eficacia pura. En el
mundo cristiano, por contraste con el belicis­ BENVENISTE, Émile (1969): L e vocabulaire des
mo del Antiguo Testamento, se desarrolló un institutions indo-européennes. Paris: Les Édi-
pacifismo que sólo a partir de la era constanti- tions de Minuit. Vol. I.
niana comenzó su declive, para abocar, a lo HOBBES,Thomas (1979): Leviatán. Madrid: Edi­
largo de los siglos, en la institucionalización tora Nacional.
de la guerra santa y la cruzada. En el islam, K EEG A N , John (1978): The fa ce ofbattle. New
más inclinado desde sus inicios a la guerra York: Penguin Books.
que el cristianismo primigenio, hay con todo PLATÓN (2000): Político, Diálogos, V. Madrid:
limitaciones al puro exterminio de los enemi­ Ed. Gredos, 472-605.
gos y significados no estrictamente bélicos de SOREL, Georges (2005): Reflexiones sobre la vio­
nociones como yihad. lencia. Madrid: Alianza Editorial. Prólogo de
Tan importantes como las diferencias en­ Isaiah Berlin.
tre tradiciones culturales lo son las que se SUN TZ U (2006): E l arte de la guerra. Madrid:
dan a través del tiempo. No es mucho lo que Ed. Martínez Roca.
sabemos de la guerra en el mundo denomi­
Enrique Luque Baena
nado tribal o primitivo: la presencia y control
^coloniales paralizó o limitó al menos las ac­
tividades bélicas en esas sociedades. Pero lo Véanse además Acciones afirmativas, C O ­
que se conoce apunta en dos sentidos: la gue­ LONIALISMO Y A N TICC >L() NIA L1S-
rra en ellas era fenómeno habitual y recu­ MO, Comunidad transnacional, Criolliza-
rrente, pero ni la tecnología ni los objetivos ción, D IFE RE N CIA Y DESIGUALDAD,
de las conflagraciones permitían la aniquila­ Discriminación positiva, Esclavitud, ESTA­
ción del enemigo. Las sociedades occidenta­ DO-NACIÓN, ESTIGMA, Etnicidad, Et-
les contemporáneas representan frente a su nocentrismo v relativismo cultural, Fronteras
propio pasado y al mundo primitivo un giro políticas y religiosas, Fronteras simbólicas,
radical por lo que a las nociones de guerra y GENOCIDIO, Globalización y antiglobali-
paz se refiere. Como dice E. Benveniste zación, Homofobia y hetcrofobia, Moderni­
(1969: 386), “La paz es para nosotros el esta­ dad, Racismo y neorracismo. Revolución téc­
do normal que viene a romper una guerra; nico-comunicativa, SABER Y SABERES,
para los antiguos, el estado normal es el esta­ Violencia política. Tipos.
do de guerra, al cual viene a poner a poner
fin una paz.” Sin embargo, ni ese tiempo ni
esos grupos humanos fueron necesariamente Violencia política.
más violentos que los nuestros. Al contrario,
como ha mostrado un estudioso de la guerra Tipos
a lo largo de la historia, John Keegan, las
guerras últimas revelan un proceso creciente En el siglo XIX -e n Europa sobre todo—
de deshum anización y de violencia. Este se y primeras décadas del XX —en otras regiones
concreta en tres aspectos: primero, desperso­ del planeta, hasta muy avanzado ese siglo—la
nalización de los combates —la lucha tradi­ ^violencia política, como amenaza o realidad,
cional, frente a frente, podía m itigar la se desarrolló a partir de las convulsiones que
virulencia—; segundo, empleo de armas des­ trajo consigo la transformación de sociedades
tinadas a dañar y no sólo a m atar (napalm, agrícolas en industriales —desamortizaciones,
gases, bombas-racimo, etc.); tercero, constre­ proletarización del campesinado, predomi­
ñimiento del combatiente para m antenerlo nio de la economía de mercado, surgimiento
aferrado al escenario bélico —transformado, y auge de las organizaciones obreras, etc.—. La
habría que añadir, en mera máquina de ma­ violencia, en suma, aparece entonces clara­
tar, como refleja de modo excelente el film mente articulada en torno a las *desigualda-
Chaqueta m etálica, de Kubrick—. De esta ma­ des y quiebras estructurales de las nuevas
nera la guerra actual no hace más que expre­ sociedades industrializadas. Es mucho más
sar ese fenómeno general de nuestro tiempo difícil, en cambio, atribuir tales causas a la si­
361 Violencia política. Tipos

tuación que se genera a partir de los últimos en común y estrechamente relacionadas entre
decenios de la pasada centuria y sobre todo en sí. Por una parte, se encuentra la ya mencio­
los recientes lustros. El siglo pasado alumbró nada exaltación de los medios violentos por sí
la violencia estatal sin tapujos, encarnada en mismos, al margen o a pesar de los fines que
sistemas políticos tan aparentemente *dife- con ellos pueda obtenerse o de las consecuen­
rentes como los totalitarismos nazi y soviéti­ cias que de ellos se sigan. Dada esa pre­
co. El fenómeno ^nacionalista se manifestó em inencia, cualquier praxis política tiende
también con caracteres muy diferentes de sus también a deslizarse —en términos sorelia-
iniciales expresiones románticas y decimonó­ nos—hacia la mera fu erza o la mera violencia.
nicas: como un rechazo de ^Estados consoli­ Por otra parte, las distintas formas de la
dados tras siglos de #desarrollo -E T A , IRA , violencia política coinciden también en ri-
movimiento corso y otros—, un fruto de la des­ tualizar de alguna forma sus variadas mani­
integración de Estados relativamente recien­ festaciones —himnos, desfiles, humillaciones
tes —Yugoslavia, U R SS—o a consecuencia de pautadas, ceremonias, conmemoraciones, tu­
la falta de consolidación del Estado en regio­ multos periódicos, videos de terroristas suici­
nes sometidas largo tiempo a la ^colonización das o demostraciones de victoria frente al
—India, Sri Lanka y otros países del Sudeste terror, políticos civiles uniformados en esce­
asiático—. En estos casos el papel de los ingre­ narios bélicos—. Ello va unido a una induda­
dientes *étnico y/o religioso colorea o sirve de ble delectación, generalizada en nuestras
vehículo a la violencia política. Por otra parte, sociedades, por mostrar en imágenes a am ­
los fundamentalismos, de cualquier signo, plias audiencias el ejercicio mismo de la vio­
asociados en muchos casos a actuaciones vio­ lencia inexplicada e inexplicable. El abanico es
lentas o terroristas, no se limitan a culturas o variado: videos o fotos para el recuerdo de eje­
países específicos: el continuum fundamenta- cución de rehenes, atentados —Torres Gemelas,
lista abarca desde el yihadismo de países sub­ estación de Atocha—, humillaciones o torturas a
desarrollados a determinados fenómenos de presos —Abu Graib—o de palizas entre adoles­
la pasada década en Estados Unidos —como centes —anunciadas y difundidas en Internet.
los que abocaron en la inmolación de la secta
davidiana en Waco o a la bomba de Oklaho-
Violencia estatal
ma—. Igualmente, tanto en el caso de la vio­
lencia a cargo del Estado como contra él, tras En el ascenso e instalación del nazismo en
su desaparición o en su práctica irrelevancia, Alemania, la violencia no fue meramente un
alguna forma de terror —físico, psíquico o más instrumento, sino un objeto de culto ensalza­
bien una mixtura de ambos—desempeña un do en los himnos de las formaciones juveniles
lugar central. Por último, el papel del terror hitlerianas. A partir de finales de los años
es aún más decisivo en la *globalización de la veinte, las calles de las principales ciudades
violencia política. Esto es patente tanto en el germanas se convirtieron a diario en esce­
caso del llamado terrorismo internacional co­ narios de ese culto, practicado por los “ca­
mo de su contrapartida, la guerra contra éste. misas pardas” contra socialistas, comunistas o
Todo ello nos permite establecer una tipolo­ cualquier otro enemigo. Las masivas y cons­
gía tentativa que recoja al menos parte de esa tantes demostraciones de fuerza dieron resul­
diversidad, ilustrada en cada caso con ejem ­ tado y permitieron que Goebbels, bastantes
plos relevantes o cercanos. meses antes de la llegada al poder, escribiera
Los cuatro tipos de violencia política que en su diario: “Sólo hay que enseñar los dientes
se presentan suponen situaciones muy diver­ a los rojos y pasan por el aro.” Llegados los
sas entre sí y conllevan también objetivos o re­ nazis al gobierno, la violencia se convirtió en
sultados diferentes: anulación de la disidencia auténtico terrorismo de Estado. Los distintos
y transformación o exterminio del contrario o cuerpos armados del partido -S S , SA, Cascos
disidente; derrota final del Estado considera­ de Acero—tuvieron luz verde para actuar an­
do opresor; mutación de las rivalidades coti­ te la pasividad obligada de las fuerzas policia­
dianamente llevaderas en limpieza étnica, o les. El apaleamiento y asesinato de enemigos
en refriegas fanáticas y periódicas, y triunfo políticos se pudo realizar entonces con abso­
definitivo del credo o ideal propio y amenaza­ luta impunidad. Por otra parte, la lucha con­
do y aniquilación de los que sustentan el defi­ tra el crimen organizado derivó muchas veces
nido como enemigo —ya se categorice a éste en la identificación del enemigo con el crim i­
como infiel o terrorista—. Sin embargo, esas va­ nal, concretamente con los judíos —a los que
riadas formas de violencia ofrecen dos notas los nazis responsabilizaban de la dirección de
Violencia política. Tipos 362

organizaciones delictivas—. Además, pronto estilo de la burocracia nazi en su estudio sobre


comenzaron las “purgas” de judíos cantantes, A dolf Eichmann y el proceso judicial que lo
cineastas y artistas en general, así como de llevó a la muerte: “Eichmann decía que, si es
científicos y universitarios o el boicot de co­ preciso hacer algo, más vale hacerlo ordena­
mercios judíos. A los judíos, dijo Goebbels en damente.” Arendt, además, insiste en descar­
uno de sus discursos, había que “exterminar­ tar cualquier sospecha de insania mental de
los como a pulgas y piojos”: prohibiciones, aquellos funcionarios del crimen masivo: “los
palizas, muertes, secuestros, quemas de si­ asesinos no eran sádicos, ni tampoco homici­
nagogas, leyes de N urem berg sobre pureza das por naturaleza, y los jefes hacían un
*racial y holocausto final siguieron como pu­ esfuerzo sistemático para elim inar de las
ra consecuencia lógica. Ni que decir tiene que organizaciones a aquellos que experimenta­
la violencia estatal no se limitó a enemigos po­ ban un placer físico al cumplir con su misión”
líticos o judíos. Baste recordar la eliminación (Arendt, 2004: 156). Tanto soviéticos como
de la misma avanzadilla de la violencia nazi, nazis desplegaron lo que Prim o Levi (2001:
las SA, y de sus principales dirigentes en la 99 y 105) denominó la violencia inútil —“diri­
noche de los cuchillos largos, aprovechada tam ­ gida exclusivamente a causar dolor; a veces
bién para aniquilar a otros desafectos. con un propósito determinado pero siempre
Junto al sistema nazi, el soviético también redundante, fuera de toda proporción respec­
se distinguió por ritualizar o burocratizar la to del propósito mismo”—. En ambos casos, el
violencia. En el segundo comenzó pronto con ritual sí que tenía un propósito: “la transfor­
el famoso Gulag. Pese a las diferencias entre mación de los seres humanos en animales”.
la Alemania de Hitler y la Rusia de Stalin, la
ritualización de la violencia ejercida contra
Violencia contra el Estado
los tipificados como enemigos sigue pautas
semejantes: “Si el método soviético de arresto En el ámbito europeo, el fenómeno del
parece haber sido bastante caprichoso a veces, nacionalismo ha ido ligado en las últimas dé­
los rituales que seguían al arresto eran, hacia cadas no ya a expresiones de mera violencia
los años cuarenta, virtualmente inmutables” política, sino a actividades claramente terro­
(Applebaum, 2004: 368). Ocurrían primero ristas. Ello ha ocurrido en dos situaciones
en la prisión local; más tarde en el campo. En muy diferentes: en los Estados más antiguos
el primer caso, una vez fichado, fotografiado del continente —Reino Unido, España y, en
y tomadas sus huellas dactilares, el preso en­ menor medida, Francia o Austria—y en Esta­
traba en una especie de limbo donde se le ig­ dos surgidos o expandidos en el siglo pasado
noraba por completo. La fase probablemente —Yugoslavia y el desmembrado imperio so­
estaba destinada a crear confusión y a que el viético—. El caso yugoslavo será examinado en
detenido comenzara a percibirse como obje­ el apartado siguiente. En cuanto al primero,
to. A ella seguían otras peores: el registro m i­ se ilustrará este punto con el fenómeno etarra.
nucioso del cuerpo, la incomunicación y, si se E T A surgió a finales de los años cincuenta del
consideraba útil, la tortura. Una vez en el pasado siglo como una escisión del Partido
campo, el proceso continuaba con otros pasos, Nacionalista Vasco —P N V —, formado, a su
igualmente ritualizados, que conducían a la vez, a finales del s. XIX —exactamente en
transformación de la antigua en la nueva 1894—. La ideología de ese nacionalismo deci­
^identidad de prisioneros anónimos. Los des­ monónico estaba profundamente impregna­
tinados a los campos, por otra parte, no res­ da por un catolicismo de muy viejo cuño,
pondían a características determinadas de adobado, además, por las teorías raciales o ra­
clase, edad o género: cualquiera podía ser cistas de la época y por la añoranza de los fue­
considerado enemigo y víctima del Gulag. ros abolidos. El lema del PNV, Jaungoikpa eta
El régimen nazi de *guetos y campos Legi Zarra -D ios y ley vieja-, sintetiza en buena
muestra también el proceso de transform a­ parte su espíritu original. Paradójicamente, ya
ción de personas corrientes en verdugos sin que se torjó por oposición a todo lo español, la
piedad; quienes estaban a su cargo actuaban ideología peneuvista era heredera de las viejas
de una manera m ecán ica, como robots. Eran obsesiones hispanas por la pureza de sangre de
tremendamente sistemáticos en su trabajo de los cristianos viejos frente a los nuevos —esto es,
exterminio, de conducción de las pobres vícti­ los conversos del Islam o del judaismo.
mas a los campos, de apresamiento de los hui­ E T A comenzó a realizar atentados con
dos. Fue Hanna Arendt (2004: 277) quien consecuencias mortales a finales de los años
resaltó, bien pronto y de forma magistral, ese sesenta y no ha dejado de hacerlo hasta finales
363 Violencia política. Tipos

de 2006; incluyendo otras formas de violencia no se le da un valor peyorativo, sino todo lo


y de extorsión, incluso después de proclama­ contrario. Curiosam ente, esa condición del
da la tregua perm anente -m arzo, 2006—. Por terrorista como bestia o animal, al que sólo
otra parte, el número de muertos a manos de cabe exterminar, es compartida, con muy otra
E T A en estos últimos cuarenta años ronda el valoración claro está, por sectores de la socie­
millar, con muchos más heridos o mutilados dad española. De hecho, elementos policiales
con carácter irreversible. La desaparición de o parapoliciales la pusieron en práctica, al
la dictadura franquista, marco político en que margen por completo de la ley, hasta muy
se desarrolló la organización etarra, no cam­ avanzados los años ochenta. Por otra parte, el
bió ni sus objetivos secesionistas ni sus pro­ elemento religioso entra en juego con el papel
cedimientos terroristas. Los estudiosos del asignado a la virgen *local. Identificada ésta
fenómeno han tratado de explicar tanto la gé­ con la madre, por extensión, otros ámbitos
nesis como la persistencia del mismo aten­ —iglesia, lengua, país- adquieren también ese
diendo a factores de índole muy diversa. carácter; sobre todo, la tierra o patria. Con to­
Recientemente, desde una perspectiva socio­ do ello queda vinculado el patriota m ilitan­
lógica se ha destacado cómo el aislamiento te, al que se exige un compromiso de vida y
progresivo de E T A se manifiesta casi exclusi­ muerte. Resulta patente, además, la directa
vamente en la lucha callejera —K ale borrosa—, vinculación del clero católico con la organiza­
totalmente alejada de las movilizaciones de ción terrorista. El alejamiento posterior de és­
masas de hace décadas y ajenas a todo tipo ta respecto a las instituciones eclesiásticas no
de espontaneidad. La causa de tal situación evitó, sin embargo, que se mantuviera un sen­
estriba en \aself-fulftllingprophecy en la que se tido trascendente y sacramental en la militan-
ha instalado el nacionalismo vasco. Consiste cia. El ritual etarra, colmado de elementos
en sostener, contra toda evidencia racional, religiosos y mitológicos, se enraíza también
que nada ha cam biado con la dem ocracia. Y, en la tradición vasca —esto es, pocas palabras,
puesto que ello es así, hay que continuar lu­ sospechas frente al diálogo y exaltación de la
chando contra el Estado opresor. La inevita­ acción continua.
ble represalia policial a las acciones terroristas La otra perspectiva supone en buena me­
se convierte en la prueba que la profecía de­ dida el reverso de la anterior. También desde
manda (Pérez Agote, 2005). ese planteamiento se resalta la matriz religio­
Cabe destacar dos perspectivas desde el sa del terrorismo etarra. Ahora bien, se mati­
ámbito antropológico sobre la violencia eta­ za el excesivo peso que suele atribuirse al
rra y vasca muy diferentes entre sí. La prime­ factor religioso, ya que fueron otros elemen­
ra ve la violencia etarra, pese a todos sus tos de mucha importancia en los años sesenta
avatares, como una emanación de la #cultura del pasado siglo los que también configura­
vasca (Zulaika, 1990). La segunda, por el con­ ron la organización desde sus inicios. Se cues­
trario, considera que el contexto estatal o in­ tiona igualmente que el fenómeno sea fruto
cluso el que traspasa las ^fronteras españolas de una discutible cultura vasca. Por lo demás,
y los cambios en ellos acaecidos son decisivos a medida que E T A fue aislándose del conjun­
para entender tanto los orígenes del fenóme­ to de la sociedad vasca, fueron cambiando
no como sus vicisitudes (Aranzadi, 2001). igualmente las formas y contenidos de sus ri­
Según el primer planteamiento, las tácti­ tuales públicos: una especie de desplazamien­
cas de E T A son, en parte, continuación de la to de lo sagrado a lo profan o. Inicialm ente,
guerra de guerrillas de la época carlista. Par­ factores cristianos como el sentido del sufri­
tiendo del estudio de la pequeña ^localidad miento, de la muerte o el compromiso con el
—el caserío o b aserria -, se analiza el tríptico mundo y sus problemas fueron acompañados
violencia, muerte y religión, dado el enorme por el marco ritual tradicional de la Iglesia: en
peso de lo rural en la sociedad vasca tradicio­ los templos se realizaban los funerales por los
nal. Así no es difícil entender que las acciones mártires y de allí partían las manifestaciones
de los etarras se entiendan como fruto de la callejeras. Más tarde fueron inventándose ri­
defensa frente al mundo exterior: en palabras tuales plenamente abertzales y profanos —fes­
de un proetarra, “Las ekjntzal[, acciones, de tivales de canción vasca, maratones que
E T A no son políticas. ¿Qué son entonces? marcaban fronteras, etc.-. El ritual inicial se
Son mera supervivencia. Los etarras son co­ ha transformado de ese modo en pura técni­
mo animales que han de apoyarse fundamen­ ca de “propaganda y de control de las institu­
talmente en su instinto” (Zulaika, 1990: 290). ciones, la prensa, la radio, la educación”
En ese contexto, a la animalidad o bestialidad (Aranzadi, 2001: 93).
Violencia política. Tipos 364

En suma, uno y otro planteamiento mues­ del segundo bando—no excluyó acuerdos en­
tran posiblemente dos caras de la misma tre los enemigos para repartirse Bosnia-H er­
moneda: el enraizamiento de la violencia en zegovina entre ellos sin contar con la mayoría
lo local y próximo —el baserria—, Pero los cam­ musulmana. Pero aparte de los episodios es­
bios sociales, culturales y de todo tipo en el en­ trictamente bélicos, lo que se produjo en el te­
torno estatal, europeo o mundial term inan rritorio bosnio fue una auténtica limpieza
modificándola. étnica. La autoridad política fue sustituida
por policías y milicias dedicadas a la corrup­
ción, extorsión o robo y detenciones arbi­
Violencia en Estados problemáticos
trarias, así como a conceder a los servios
Dos situaciones muy diferentes y de luga­ documentos de lealtad a la República. Veci­
res muy distantes, pero con singulares coinci­ nos y compañeros de trabajo hasta ese m o­
dencias, ilustran este apartado. La primera, mento se convirtieron en horas en agresores y
relativa a la antigua Yugoslavia, abocó a la víctimas. Todo ello en una cadena de homici­
guerra abierta en determinados ^territorios o dios, torturas y violaciones que acarreó en
a la matanza, tortura y limpieza étnica en menos de un año decenas de miles de vícti­
otros; la segunda, concerniente al Sureste mas. Aunque estas últimas pertenecían a las
asiático, supone la erupción periódica de vio­ tres comunidades, sin duda en la inmensa
lencia destructiva y ritualizada. mayoría de los casos el papel de agresores co­
Al comenzar la desintegración de Yugos­ rrespondió a los servios y el de víctimas a los
lavia, a mediados de 1991, se pusieron pron­ musulmanes. La obsesión decimonónica de
to de manifiesto los antagonismos étnicos y los primeros por conseguir un Estado fuerte y
religiosos soterrados durante décadas. P ar­ grande, identificado con una nación étnica­
ticularmente en zonas que históricamente ha­ mente pura compartida en gran parte por los
bían supuesto una encrucijada entre Oriente croatas, transformó el precario equilibrio an­
y Occidente. Tal es el caso de Bosnia-H er- terio r en au tén tico ^genocidio. Los líd e ­
zegovina, que integraba tres comunidades res políticos servios —el antiguo comunista
principales, servios, croatas y musulmanes. Milosevic, con sus réplicas regionales: el
Los terceros, mayoritarios en zonas clave, no psicópata Karadzic y el sanguinario gene­
se distinguían étnica ni lingüísticamente de ral A rk a n - emplearon la maquinaria pro­
los primeros —ortodoxos—ni de los segundos pagandística para presentar a los *urbanitas
—católicos—, pero sí de los campesinos servios musulmanes, frente a la masa campesina ser­
sobre todo, por su muy superior nivel de vida. via, como los poderosos frente a los desposeí­
El equilibrio de las tres comunidades se man­ dos. Así el conflicto religioso y étnico, siempre
tuvo a lo largo de la historia gracias a un con­ implícito, explotó con la simplicidad de la pe­
trol externo: primero, el imperio otomano ligrosa dicotomía de pobres contra ricos.
durante siglos y, luego, el austrohúngaro des­ Además, tratando de invertir la historia de la
de finales del s. XIX. Creada Yugoslavia tras la derrota servia frente a los turcos -id e n tifi­
Primera Guerra Mundial, todo el estado y, en cados con los musulmanes bosnios—, se cele­
particular, Bosnia-Herzegovina atravesaron braron en Kosovo conmemoraciones que
épocas de relativa armonía étnica y religiosa y suponían la humillación de los ahora venci­
fases —concretamente de 1941 a 1945—de au­ dos setecientos años después de la victoria de
téntica guerra civil. El régimen comunista de sus supuestos antepasados.
Tito supuso el periodo de paz más prolonga­ El estallido de conflictos latentes, donde
do de la historia reciente, pero gracias a repri­ se transforman de la noche a la mañana veci­
mir la expresión democrática de cualquier nos o compañeros en enemigos a muerte, ha
tipo de conflicto. Con todo, desde el punto de sido muy bien analizado por Tambiah (1996).
vista de muchos ortodoxos y católicos, los mu­ Se trata de un estudio sobre los disturbios ét­
sulmanes se consideraban herejes peligrosos nicos y religiosos que sacuden de forma perió­
y, una vez estallado el conflicto, fueron pre­ dica y con rasgos estandarizados desde hace
sentados como temibles fundamentalistas muchas décadas países como India o Sri Lan-
—tildados así, curiosamente, por quienes, cris­ ka. Desde, aproximadamente, mitad del si­
tianos, sí eran y actuaron como tales. glo XX a la actualidad, se han sucedido en
Todos esos elementos estuvieron presen­ países como ésos tres grandes etapas. Una pri­
tes en los acontecimientos de los primeros mera tiene lugar durante el proceso de desco­
años noventa del siglo pasado. La guerra ser­ lonización: guerras de liberación donde las
vo-croata —los musulmanes formaron parte viejas identidades parecen diluirse en torno a
365 Violencia política. Tipos

la unidad que se fragua en la lucha contra la ble en el islam tradicional, ni siquiera en el


potencia colonizadora, contra la cual se dirige islamismo radical. Al contrario, Al Qaeda
la violencia y la resistencia. Sigue a ésta una emergió como esfuerzo desesperado para al­
fase optimista o de nation m akjng: tras la inde­ terar la ruta del movimiento. Vistas así las co­
pendencia, trata de reforzarse la “soberanía sas, el emblemático 11/S de 2001 no fue más
nacional”, de crearse una cultura y una iden­ que la expresión de la guerra civil, no ya den­
tidad “nacionales” y de adquirir una i n t e ­ tro de D ar a l Islam - la casa, la patria de los
gración “nacional” como camino hacia el musulmanes—, sino en el seno mismo del mo­
progreso científico, el crecimiento económico vimiento yihadista y fruto de una desespera­
y la justicia social; es la fase en que se crean los da carrera hacia el precipicio. Pero la torpeza
partidos y coaliciones nacionales. Por último, de la reacción de destacados líderes occi­
el reverso de la anterior es la erupción de los dentales y la guerra contra el terrorismo vino a
conflictos étnicos, que aparecen articulados dar a Al Qaeda fuerzas y protagonismo ines­
en torno a la lengua, la raza, la religión o el te­ perados.
rritorio. A partir de entonces, el Estado, actor La guerra interna comenzó con los inten­
principal en los pasos anteriores, queda rele­ tos islamistas y yihadistas, hacia los años se­
gado ahora al papel de simple árbitro entre las tenta del pasado siglo, de instaurar gobiernos
distintas identidades. La etnicidad, diluida o teocráticos en países musulmanes. El fracaso
encubierta en la fase inicial, se politiza y el en lugares tan señalados como Egipto o Arge­
conflicto se convierte en crónico. Este conflic­ lia, dada la eficacia y dureza de los aparatos de
to se expresa en auténticos rituales de enfren­ seguridad estatales, provocó el fracciona­
tamiento: tumultos periódicos, provocados miento de la yihad en dos facciones principa­
por motivos aparentemente fútiles o ancestra­ les: la de quienes siguieron aspirando a la
les que se trastocan en serios agravios religio­ revolución islámica en países concretos y
sos, políticos, étnicos, etc. Son rituales que la y ihad transnacional —con personajes como
enfrentan a quienes conviven habitualmente Bin Laden o Ayman al-Zaw ahiri-. La violen­
como vecinos, colegas de oficio o ciudadanos cia desarrollada contra dirigentes nacionales,
de una misma nación; que, además, acarrean considerados serviles a las potencias occiden­
inevitablemente muertes, saqueos, incendios tales, y en los propios países se encaminó a
y destrucción o robo de propiedades públicas partir de la pasada década contra esas poten­
o privadas. Se da una amplia variabilidad en cias y sus #centros vitales.
cuanto a los bandos enfrentados -sijes, mu­ Cuatro aspectos son destacables en esa
sulmanes, cristianos, hindúes, tamiles o las m etamorfosis del terrorismo: primero, los
variadas procedencias regionales—, pero poca factores que desencadenaron la mutación de
por lo que respecta a las pautas de los enfren­ la yihad de local a global; segundo, la diversi­
tamientos. Éstos incluyen siempre elementos dad y los conflictos en el seno de los mo­
tradicionales del #acervo cultural, fundamen­ vimientos yihadistas; tercero, la engañosa
talmente m ágico-religioso —exaltando a los apariencia organizativa de este movimiento
del propio grupo y mofándose o atacando a hacia el exterior; y, por último, las distor­
los del contrario—. De ese modo el pasado, siones, en parte basadas en lo anterior, y los
más o menos mitificado, pero conocido al fin, numerosos errores de los responsables occi­
simbolizado a través del ritual, sirve de algún dentales que pretenden estar llevando a cabo
modo para encauzar y afrontar los retos y una guerra contra el terrorismo.
conflictos del presente imprevisible, converti­ Las guerras del último cuarto de siglo,
dos tanto en endémicos como en reservorio desde finales de los años setenta, han sido de­
para futuros enfrentamientos. cisivas en el desarrollo del nuevo yihadismo:
Afganistán, frente a la ocupación soviética;
luego la primera campaña contra Sadam
Violencia y globalización
Hussein; más tarde, Bosnia, e Irak de nue­
Son muchos y diversos los grupos terro­ v o ...T an to Afganistán como después Bosnia
ristas que actúan en el escenario mundial fueron campos de entrenamiento y contacto
contemporáneo, pero ninguno de ellos ha al­ entre jóvenes de Nacionalidades y lugares di­
canzado la notoriedad ni sus actividades han versos. Tras la experiencia de Bosnia, según
tenido las consecuencias de Al Qaeda. Pese a testimonio de alguno de ellos, también se ha­
muchas opiniones en contra, buenos conoce­ bía producido la catarsis religiosa: la yihad se
dores de la misma sostienen que no es ésta la le mostraba al combatiente como obligación
consecuencia lógica de una tendencia inevita­ de todo creyente y, por tanto, pilar indiscuti­
Violencia política. Tipos 366

ble del islam. Afganistán, sin duda, había sido Por últim o, hay que destacar la cadena
decisiva en tanto que, escribirá posteriormen­ de errores y desaciertos occidentales respec­
te Zawahiri, “destruyó el mito de un super- to al surgimiento y desarrollo de Al Qaeda,
poder en las mentes de los jóvenes muyahi- patentes desde su gestación en A fganistán,
díes”. Precisamente ése sería el molde con el donde la política norteam ericana favoreció
se trató de desmitificar a la otra superpoten- el *flu jo de hom bres y capitales de países
cia, la americana. Sin embargo, esos facto­ árabes para luchar contra los ateos soviéti­
res internacionales no pueden hacer olvidar cos. La infortunada cadena concluye, provi­
aquel otro endógeno ya mencionado: el fraca­ soriam ente, en Ira k , donde la m arca más
so o aplastamiento de los movimientos reli­ que la realidad Al Qaeda entró en juego
giosos nacionales. A todo ello hay que añadir gracias a la guerra derivada de la invasión
la inesperada confluencia en el caldo de culti­ norteamericana.
vo afgano de corrientes tan disímiles e incluso La reacción frente al terrorismo desde co­
contrapuestas como el salafismo-wahavismo mienzos del presente siglo ofrece, por otra
—ritualista y personalista de Bin Laden—y la parte, dos características importantes. La pri­
corriente subversiva, derivada de los Herm a­ mera deriva de la larga etapa de la guerra f r í a :
nos Musulmanes, a la que pertenecía Zawahiri. el enemigo se conceptúa como entidad física,
Otro aspecto es el de los conflictos y dispa­ equiparable a un bloque o a un Estado, mez­
ridades doctrinales y estratégicos en el seno clando así realidades virtuales —videos, pági­
del yihadismo en general. Orígenes comunes nas web— o de difícil ubicación —brumosas
no han conducido a resultados uniformes. imágenes de parajes agrestes—con los medios
Antes al contrario, el mundo yihadista está que utiliza -te rro r—. Además, esa condición
repleto de luchas internas. De poner el foco en incorpórea o imprecisa del enemigo —“el te­
los países musulmanes y sus gobiernos co­ rrorismo nos rodea” o “el terrorista vive entre
rruptos, el objetivo del terror es ahora Nueva nosotros”—sirve de justificación a los Estados
York, Madrid o Londres. Existe ya una fisura que se sienten amenazados bien para implan­
de hondo calado que hace que una de las más tar medidas de seguridad que se traducen en
acerbas críticas que Al Qaeda ha recibido en limitaciones crecientes de los derechos de los
los últimos años proceda de la egipcia Yemá al ciudadanos a los que se pretende proteger o
Islamiya, el movimiento yihadista más im ­ para emprender aventuras bélicas de resulta­
portante del mundo árabe. do más que incierto, como medidas o guerras
En tercer lugar, uno de los errores más preventivas.
frecuentes es confundir Al Qaeda con una
organización piramidal. La realidad es ra­
dicalmente diferente: a lo más, una constela­ Bibliografía
ción de individuos agrupados en torno a
liderazgos indiscutidos, que usan tecnologías APPLEBAUM, Anne (2004): Gulag. Historia
de hoy pero cuya solidaridad tiene raíces mile­ de los campos de concentración soviéticos. Barce­
narias, como laasabiya tribal o grupal. Precisa­ lona: Debate.
mente en esa laxa estructura —tradicional y ARANZADI, Juan (1993): “Sangre simbólica e
persistente en el mundo árabe—estriba buena impostura antropológica”. Antropología: R e­
parte de su éxito y la clave de su permanente vista de Pensamiento Antropológico y Estudios
inestabilidad. Salvo casos iniciales y aislados de Etnográficos, 6: 65-96.
planificación central —los atentados del 11/S — (2001): E l escudo de Arquíloco. Sobre mesías,
y algunos anteriores—, lo que impera son mártires y terroristas. Vol. 1. Sangre vasca. Ma­
fracciones semiautónomas, inspiradas por Al drid: A. Machado Libros.
Qaeda más que guiadas por ella —Madrid, ARENDT, Hanna (2001): Eichmann en Jerusalén.
Londres, Bilbao—. Se da en los atentados terro­ Barcelona: Debolsillo.
ristas, además, una progresión propia de la era EVANS, Richard J. (2004): Thecom ingof the Third
de la globalización: frente al enemigo externo Reich. New York: The Penguin Press.
de los primeros, los más recientes muestran FLORI, Jean (2004): Guerra santa, yihad, cruzada.
una creciente integración del terrorista en la Violencia y religión en el cristianismo y en el is­
sociedad a la que ataca -inmigrantes recientes lam. Granada: Universidad de Granada, Uni­
en Madrid, nacidos ya en Londres y probable­ versidad de Valencia.
mente nativos de la India en el caso de Bom- GERGES, Fawaz A. (2005): Thefarenemy. Whyji-
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nia Press. V IO L E N C IA P O L ÍT IC A .
X
Xenofilia y xenofobia blamos de “brotes de xenofobia y *racismo”—,
al punto de que xenofilia ha quedado relega­
Etim ológicam ente, xenofobia significa da al museo de los diccionarios. ¿De qué ex­
odio al - o terror ante el—, ^extranjero, y xeno­ tranjeros hablamos? ¿A qué se debe el uso
filia, amistad por - o inclinación hacia—, el más habitual de un cultismo sobre el *otro?
extranjero. Este último es, por supuesto, En fin: ¿es que se odia más al foráneo de lo
nombrado por el lexema común, xeno —d e x e­ que se le quiere o acepta? Pero ¿a todos los ex­
nos—. En su origen -griego: en Homero, por tranjeros por igual? Por mor de la completi-
ejem plo— xenos designaba una relación de tud, es de obligada mención aquí el uso que
reciprocidad, la de la obligada hospitalidad desde hace algunos lustros viene haciéndose
—con el preceptivo intercambio de dones-, y en manuales y publicaciones varias de la ex­
así aludía tanto al huésped como al que hos­ presión híbrida “alterofobia” —puesto que las
peda. Tal relación de amistad — p h y lía— ex­ composiciones lingüísticamente más homo­
cluía por ello mismo la posibilidad de la géneas de hetero- y homo- con -filia y -fobia
composición xen o-fobia. El sentido original ya estaban, por decirlo así, ocupadas con sig­
de xenos se degradó progresivamente hacia el nificados precisos aunque no muy lejanos de
de extranjero y mercenario, con un valor cada los que aquí discutimos—. Tal expresión ven­
vez más negativo, de modo que xenofilia casi dría a recoger, no sólo el contenido circuns­
se convirtió en un contrasentido. Como ha se­ crito por xenofobia, sino también el más
ñalado M.-F. Baslez (1984: 18-19), tal “evo­ genérico de *rechazo del otro, donde este otro
lución semántica es significativa de la es cualquiera a quien se perciba —y *estigma-
mentalidad del griego, hecha a la vez de hos­ tice—como extraño, raro o amenazador. El
pitalidad y de desconfianza, que combina el caso de los gitanos no es único en el vasto ca­
deseo de crear lazos y la afirmación de una di­ tálogo que cada país podría exhibir de sus ex­
ferencia”. clusiones in. Y es que la extranjería, como
Nosotros hemos heredado el significado hemos de ver, no sólo es asunto de papeles o
de xenos como extranjero y, al dejar en sus­ *nacionalidad formal, sino ante todo de per­
penso la carga negativa que llegó a tener para cepción y de las actitudes y prácticas corres­
los griegos, podemos componer con ese tér­ pondientes.
mino los dos polos de la antítesis que nos Debemos, en general, distinguir dos
ocupa. Pero dejar en suspenso no significa aspectos en el extranjero/extraño: el de su
suprimir y, de hecho, si observamos la presen­ constitución formal -el ser o llegar a ser del otro—
cia del sustantivo griego en los medios de y el de las imágenes o valores asociados a ella
comunicación o en el habla cotidiana, recono­ —la representación del otro—. Lo primero sal­
ceremos su asociación más frecuente con el le­ ta a la vista: tanto si existe un patrimonio cul­
xema que lo carga negativamente —“yo no soy tural como si no, todo grupo social define sus
xenófobo”, decimos, o, más comúnmente, ha­ *fronteras fijando quiénes pertenecen a él y
Xenoñlia y xenofobia 370

quiénes no; la identidad —cultural, *étnica, Mundial y eficaces imitadores de las socieda­
meramente grupal— es la conciencia de un des industriales vencedoras en el conflicto?,
nosotros excluyente, un nosotros que se opone ¿o del malinchismo en general, por retomar la
a los otros —los extranjeros o extraños precisa­ expresión de Todorov para referirse a toda
mente—. Ahora bien, que toda sociedad tenga actitud xenófila —como la de los “afrancesa­
sus extranjeros no prejuzga nada sobre las ac­ dos” españoles—que percibe como superior a
titudes que quepa esperar en relación con la propia la cultura ajena contemplada —la ul­
ellos. Soslayando la falacia naturalista —cole­ trapirenaica ilustrada en el caso—? De todo
gir del ser el deber ser— denunciada por - ello no cabe concluir la negación total —esto
el empirismo británico clásico, numerosos es, lógica: “vale lo contrario”- de la tesis del
antropólogos han tendido a dotar a dicha talante hostil universal, sino algo mucho más
relación de un carácter netamente defensivo- modesto: la constatación de que las actitudes
ofensivo: “un extranjero es un hombre-que- ante el extranjero se despliegan en un amplio
no-es-de-la-tribu, y un hom bre-que-no-es- abanico que va desde la xenofobia —y sus va­
de-la-tribu es un enemigo en acto o en poten­ riantes—, en un extremo, a la xenofilia —con
cia” (Davie, 1931: 31). Y lo cierto es que no las suyas—, en el otro, pasando por la indife­
faltan ejemplos etnográficos abonando la tesis rencia y la curiosidad. El mismo ejercicio de
de las relaciones intergrupales como una ins­ modestia —o de realismo, si se prefiere—de­
tancia del principio general hobbesiano de la manda la consideración del otro polo, el de los
sociedad como guerra de todos contra todos: extranjeros: ni se les odia a todos por igual ni
el apache conminado desde su más tierna in­ por igual se les quiere o emula; raramente se
fancia a considerar a las otras gentes como vislumbra al otro como a un todo homogéneo
enemigos naturales; el dayak educado en la —ínter nos: el ejecutivo de origen escandinavo
obligatoriedad de matar al otro antes de que o japonés no suele recibir la misma atención y
pueda procrear, etc. A ello hay que añadir el consideración que el “sin papeles” magrebí o
rosario de representaciones de los otros como éste que el jeque árabe-. Es desde aquí desde
seres de aberrante naturaleza y conducta des­ donde podemos acercarnos con espíritu ver­
ordenada: asociales, en suma. Tal concepción daderamente científico a los fenómenos de
del extraño como alguien a quien odiar -x e - xenofilia y xenofobia en la era de la *globali-
no-fobia—se ha visto reforzada en las últimas zación. Ello no impide atender a las explica­
décadas por los aportes de etólogos y sociobió- ciones de carácter subjetivista —del tipo de la
logos que, mediante un giro de naturaliza­ “personalidad autoritaria” de Adorno y otros,
ción de lo social, han extrapolado al caso o las sugestivas reflexiones de penchant psico-
humano los rasgos animales del gregarismo y analítico de Kristeva sobre el odio al extran­
del instinto -im p erativ o- territorial. De ese jero como odio a lo que se rechaza de sí
modo la tesis se ha visto beneficiada de un ha­ mismo—, que en buena medida marginan los
lo de respetabilidad científica que adorna, aspectos contextúales de dichos fenómenos,
explicándolos, a los propios informes etno­ pese a que la perspectiva socioantropológica
gráficos. exige mostrarlos inscritos en —o emergiendo
Ahora bien, la historia de las relaciones in­ de—un escenario definido.
tergrupales —la Historia, sin más—registra un Caracterizado el nuestro como una fase de
número nada despreciable de casos en los que hiperaceleración de los cambios internaciona­
las mismas se han resuelto sin derramamien­ les de todo tipo —efecto de la revolución de las
to de sangre, y aun con provecho mutuo, lo tecnologías del transporte y de la C om unica­
que exige, sin duda, una actitud o disposición ción-, así como de transformación de los pa­
de apertura a las aportaciones del otro y, por trones de *emp!eo, un análisis serio de las
ende, una valoración positiva del extranjero. pautas de xenofilización/xenofobización de­
Por otra parte, y a mayor abundancia, se co­ bería tomar en cuenta —sin afán de exhaus-
nocen no pocos casos de grupos tradicional­ tividad ni orden preciso— elementos clave
mente nada belicosos -la famosa lista de como los siguientes:
Marvin Harris dista mucho de ser exhaustiva: a) las dimensiones reales de lo que E n-
los isleños andamán del golfo de Bengala, los zensberger ha denominado la “gran *m i-
shoshoni de California y Nevada, los yahgan gración” o el tránsito de un tipo de flujo
de la Patagonia, los mission de California, los poblacional, que afectaba mayormente sólo a
semai de Malasia y, si es que los hubo, los tasa- las sociedades occidentales, a otro que preci­
day de Filipinas—. En fin, ¿qué decir de los samente se caracteriza por la afluencia cada
japoneses vencidos en la Segunda Guerra vez mayor a las mismas de población prove­
371 Xenofìlia y xenofobia

niente de sus antiguas colonias, junto con sus dén de lo propio o al menos de fascinación
modos de reubicación y dispersión, expectati­ por lo ajeno y pu ede actuar como justifica­
vas y adaptación a entornos que —como los de ción de un mimetismo cultural y hasta de una
origen- no son homogéneos; acción política.
b) el papel desempeñado por los medios
de comunicación en la denuncia o el fomento
de las actitudes xenófobas; Bibliografía
c) los fenómenos —no nuevos, pero sí acaso
más intensos—de la *m ulticulturalidad y la ARDREY, Robert (1983): La evolución del hombre:
*interculturalidad; la hipótesis del cazador. Madrid: Alianza.
d) los procesos de redistribución del traba­ BALIBAR, Étienne; W A LLER ST EIN Imma­
jo y los modos de asignación del mismo —el nuel (1991): Raza, nación y clase. Madrid:
fenómeno conocido como “etnificación de la IEPALA.
fuerza de trabajo”, por ejem plo— entre los BASLEZ, Marie-Françoise (1984): L'étranger dans
grupos tradicionales y los nuevos de las socie­ la Grèce Antique. Paris: Les Belles Lettres.
dades posindustriales; DAVIE, Maurice R. (1931): La guerre dans les so­
e) las formas que adoptan en las mismas la ciétés primitives: son rôle et son évolution. Paris:
xenofobia —básicamente los modos de exclu­ Payot.
sión designados como marginación, *segre- DELGADO, Manuel (1998): Diversitat i integra­
gación, discriminación, los nuevos rasgos que do. Lógica i dinámica de les identitats a Catalun­
revisten al viejo racismo—y la xenofilia —des­ ya. Barcelona: Empúries.
de la piedad, la simpatía y la emulación hasta EN ZEN SBER G ER , Hans Magnus (1992): La
el primitivismo de base romántica o neorru- gran migración. Barcelona: Anagrama.
soniana que impregna los discursos ecologis­ HARRIS, Marvin (1978): Caníbales y reyes. Los orí­
ta y tercermundista, ¿altermundista?, y que genes de las culturas. Barcelona: Argos-Vergara.
plantea una suerte de evolucionismo a la in­ KRISTEVA, Julia (1988): Étrangers à nous-mêmes.
versa; Paris: Fayard.
f) la incidencia de normativas y proclamas TODOROV, Tzvetan (ed.) (1988): Cruce de cultu­
políticas en orden a generar o alimentar opi­ ras y mestizaje cultural. Madrid: Júcar.
niones públicas potencialmente xenófobas. VALDÉS, Maria (1991): “Inmigración y racismo.
En otro lugar (Valdés, 1991: 37) propusi­ Aproximación conceptual desde la antropolo­
mos sendas definiciones de xenofobia y xeno­ gía”. Revista de Treball Social, 123: 22-45.
filia que, levemente modificadas y sin ánimo
María Valdés
de sentar dogma, bien pueden servirnos para
cerrar estas reflexiones. La xenofobia —aver­
sión a los extranjeros—implica una jerarquía Véanse además ALTERI DAD, CO M UNI­
de los grupos en la que el propio ocupa la po­ CACIÓN, D IFEREN C IA Y D ESIG U A L­
sición superior; consiste en una actitud —inte­ DAD, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U ­
riorizada y exteriorizada emocionalmente— SIÓN SOCIAL, Espacio de los flujos,
de defensa de los límites del mismo, exclu­ ESTIGMA, Etnicidad, Etnocentrismo y reía-
yendo lo que los sobrepasa, rechazándolo, tivismo cultural, Extranjero, FR O N TER A ,
aislándolo o aplastándolo, y actúa como justi­ G E N OC 11)10, G L O B ALI Z A C ION, G 1o -
ficación y exclusión —social, pero potencial­ balización y antiglobalización, ID E N T I­
mente también p o lítica- de los otros. En DAD, INDIGENISMO, INTEGRACIÓN,
cambio, la xenofilia -simpatía por los extran­ Interculturalidad, MIGRACIONES, MI­
jeros—im plica —aunque no siempre—una je ­ NO R í A S, M U LTIC U LT U R ALI S M O, N a-
rarquía de los grupos en la que —si se presume cionalidad, Naturalización, NUEVOS MO­
tal jerarquía—el propio puede ocupar una po­ V IM IEN TO S SOCIALES, Racismo y neo-
sición inferior, consiste en una actitud de des­ racismo, Segregación, TRABAJO.
Indice de temas citados

Adaptación y asimilación. Ver Aculturación, CIU- CIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL Elites eos-
DADANÍA, Ciudadano, COLONIALISMO mopolitas, Espacio de los flujos, Espacios loca­
Y ANTICOLONIALISMO, DISCRIMINA­ les, G LO B A LIZ A C IÓ N , Globalización y
CIÓN Y EXCLUSIÓ N SOCIAL, ELITES, antiglobalización, Integración educativa, Inter-
Elites cosmopolitas, Esclavitud, Esfera mediá­ culturalidad, Espacio de los flujos, Migraciones.
tica, Etnicidad, Etnocentrismo y relativismo Redes sociales, MINORÍAS, MOVILIDAD,
cultural, EXPLOTACIÓN SOCIAL, Extran­ N UEV O S M O VIM IEN TO S SOCIALES,
jero, Global y local, INDIGENISMO, Infor- TRABAJO, Violencia política. Tipos.
mación, INTEGRACIÓN, Integración edu­ Aldea global. Ver ESPACIO-TIEM PO, Revolu­
cativa, Integración religiosa, Megalópolis, ción técnico-comunicativa.
Migraciones. Redes sociales, MINORÍAS MO- A lianza y solidaridad. Ver C IU D A D A N ÍA ,
V IL ID A D , M U L T IC U L T U R A L IS M O , C O LO N IA LISM O Y A N T IC O L O N IA ­
Multilingüismo, Nacionalismo, Naturaliza­ LISM O , C om u n itarism o, C O N SU M O
ción, Nomadismo y turismo, NUEVOS MO­ C U LT U R A L, Derecho de injerencia, D E-
VIMIENTOS SOCIALES, PATRIMONIO, SARROLLO, DISCRIM INACIÓN Y E X ­
Pluralismo sincrónico, Plurinacionalidad, Re­ CLUSIÓN SOCIAL ELITES, Elites cosmo-
volución técnico-comunicativa, Segregación, politas, Espacio de los flujos, Espacio red,
Sociedad de la información y del conocimiento, Espacios locales, ESTADO-NACIÓN, ES­
TRABAJO, Traducción, Transculturación. T E R E O T IP O S Y ESEN C IA LIZA C IÓ N ,
Afinidad. Compatibilidad. Ver Ciudadano, Comuni­ E tn icid ad , E X P L O T A C IÓ N S O C IA L ,
dad transnacional, Comunitarismo, DISCRI- Extranjero, FRONTERA, Globalización y an­
M IN A C IÓ N Y E X C L U S IÓ N SO C IA L, tiglobalización, IDENTIDAD, Interculturali-
E tn icid ad , E X P L O T A C IÓ N S O C IA L , dad, MINORÍAS, Nacionalismo, Neocolonia-
Extranjero, IDENTIDAD, Integración edu­ lismo, N om adism o y turismo, N U EV O S
cativa, Migraciones. Redes sociales, Naturali­ MOVIMIENTOS SOCIALES, Plurinaciona-
zación, Plurinacionalidad, RELACIONES Y lidad, R E L A C IO N E S Y P R O C E S O S
PROCESOS INFORM ALES, Relaciones y INFORMALES, Relaciones y procesos infor­
procesos informales económicos, Violencia po­ males económicos, TERRITORIOS, T R A ­
lítica. Tipos, Xenofobia y xenofilia. BAJO, Violencia política. Tipos.
Agencia . Ver Diferencias sociolingüísticas y des- Alimentación. Ver EX PLO T A C IÓ N SOCIAL,
igualdad, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U ­ Global y local, Integración religiosa, Migracio-.
SIÓN SOCIAL, Homofobia y heterofobia, nes. Teoría macro, Nacionalismo, Neocolonia-
POSMODERNIDAD, SABER Y SABERES. lismo.
Aislamiento. Ver COLONIALISMO Y ANTICO ­ Anarquismo. V e r ELITES, VIOLENCIA POLÍ­
LONIALISMO, CONSUMO CULTURAL, TICA.
CU LTU RA , DESARROLLO, D IF E R E N ­ Androcentrismo. Ver Diferencias naturales y dife­
CIA Y D ESIG UALDAD , DISCRIM INA­ rencias sociales, Información, TRABAJO.
Antiguo y Nuevo Régimen 374

Antiguo y N uevo Régimen. Ver ESTA D O -N A ­ TERRITORIOS, VIOLENCIA POLÍTICA,


CIÓN, PATRIMONIO, TRABAJO. Violencia política. Tipos.
Antirracismo. Ver Integración educativa, Racismo y Barrio y distrito. Suburbio. Ver Centro-periferia, Co­
neorracismo. munitarismo, CONSUM O C U L T U R A L ,
Antisemitismo y holocausto. Ver GENOCIDIO, DISCRIMINACIÓN Y EXC LU SIÓ N SO­
Integración religiosa, Racismo y neorracismo, CIAL, Espacios locales, ESTADO-NACIÓN,
Violencia política. Tipos. Etnicidad, Extranjero, Integración educativa,
Area cultural. Ver Multiculturalismo en los estudios Integración religiosa, Global y local, Megalópo-
étnicos, PATRIMONIO. lis, Migraciones. Redes sociales, N UEVOS
Arqueología. Ver PATRIMONIO, SABER Y SA­ MOVIMIENTOS SOCIALES, Relaciones y
BERES, TRABAJO. procesos informales políticos, Revolución téc­
Arquitectura. Ver Espacio de los flujos, ESTADO- nico-comunicativa, Segregación, TER R ITO ­
NACIÓN, Segregación. RIOS.
Arte y artesanía. Ver CIUDADANÍA, CONSUMO Bibliotecas y archivos. Ver COLONIALISMO Y
C U LTU R A L, CU LTURA, E X P L O T A ­ A N T IC O L O N IA L IS M O , C O N SU M O
CIÓN SOCIAL, Migraciones. Teoría macro, CULTURAL, Información, PATRIMONIO.
Modernidad, Modernización, NUEVOS MO­ Biculturalismo y bilingüismo. Ver Integración edu­
VIMIENTOS SOCIALES, PATRIMONIO, cativa, Multilingüismo.
POSMODERNIDAD, Revolución técnico- Bienes y recursos. Ver CIUDADANÍA, Ciudadano,
comunicativa, TR A BA JO , V IO L E N C IA COLONIALISMO Y ANTICOLONIALIS­
POLÍTICA. MO, CONSUMO CULTURAL, CULTURA,
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nidad transnacional, Comunitarismo, ESTA- y desigualdad, DISCRIMINACIÓN Y E X ­
DO-NACIÓN, Etnicidad, EXPLOTACIÓN CLUSIÓN SOCIAL, ELITES, Elites cosmo­
SOCIAL, Globalización y antiglobalización, politas, Esclavitud, Esfera mediática, ESPA­
Migraciones. Redes sociales, MINORÍAS, No­ CIO-TIEM PO, Etnicidad, Etnocentrismo y
madismo y turismo, TRABAJO, Violencia po­ relativismo cultural, EXPLO TA C IÓ N SO­
lítica. Tipos. CIAL, Extranjero, Global y local, Globaliza­
Audiencia. Ver COMUNICACIÓN, CONSUMO ción y antiglobalización, IDENTIDAD, IN­
CULTURAL, Esfera mediática, PATRIMO- TEGRACIÓN, Integración educativa, Inter-
NIO, Revolución técnico-comunicativa, Socie­ culturalidad, Megalópolis, MIGRACIONES,
dad de la información y del conocimiento. Migraciones. Redes sociales, Migraciones.
Audiovisual. Ver ALTERIDAD, COM UNICA­ Teoría macro, Migraciones y racismo, MI­
CIÓN, CONSUM O C U LT U R A L, Esfera NORÍAS, M OVILIDAD, Naturalización,
mediática, Espacio de los flujos, Localidades N UEV O S M O VIM IEN TO S SOCIALES,
fantasmagóricas y desanclaje, Nomadismo y PATRIMONIO, Plurinacionalidad, R E LA ­
turismo, Revolución técnico-comunicativa, So­ CIO N ES Y PROCESOS IN FO RM ALES,
ciedad de la información y del conocimiento, Relaciones y procesos informales económicos,
Viajes y sistemas de movilidad. Relaciones y procesos informales políticos,
Autenticidad. Ver ESTADO-NACIÓN, Etnicidad, Revolución técnico-comunicativa, SABER Y
Etnocentrismo y relativismo cultural, Integra­ S A B E R E S , Segregación, V IO L E N C IA
ción educativa, Migraciones. Redes sociales, POLÍTICA.
MOVILIDAD, PATRIMONIO, SABER Y Bondad. Ver EXPLOTACIÓN SOCIAL, Violen-
SABERES. eia política. Tipos.
A utoridad y soberanía. Ver C IU D A D A N ÍA , Bretton Woods. Ver ELITES.
COLONIALISMO Y ANTICOLONIALIS­ Budismo. Ver D IF E R E N C IA Y D ES IG U A L­
MO, Comunidad transnacional, Derecho de DAD.
in je re n cia , D I F E R E N C I A Y D E S ­ Burguesía. Ver CIUDADANÍA, COLONIALIS­
IGUALDAD, DISCRIMINACIÓN Y E X ­ MO Y ANTICOLONIALISM O, Informa­
CLUSIÓN SOCIAL, ELITES, Elites cosmo­ ción, Nacionalismo, Pluralismo sincrónico,
politas, Espacio red, ESTA D O -N ACIÓ N , Plurinacionalidad, POSMODERNIDAD, Se­
FRONTERA, Fronteras políticas y religiosas, gregación, TRABAJO.
Globalización y antiglobalización, Megalopo­ Burocracia. Ver CULTURA, Esclavitud, ESTA-
lis, MIGRACIONES, Nacionalismo, N U E ­ DO-NACIÓN, EXPLOTACIÓN SOCIAL
VOS MOVIMIENTOS SOCIALES, Pluralis­ Migraciones. Redes sociales, NUEVOS MO­
mo sincrónico, Relaciones y procesos informa­ VIMIENTOS SOCIALES, PATRIMONIO,
les económ icos, S A B E R Y S A B E R E S , RELACIONES Y PROCESOS INFORMA-
375 Categorización y clasificación

LES, Relaciones y procesos informales econó­ DISCRIMINACIÓN Y EXCLU SIÓ N SO­


micos, Relaciones y procesos informales políti­ C IA L, EST A D O -N A C IÓ N , ESTIGM A,
cos, Violencia política. Tipos. EXPLOTACIÓN SOCIAL Integración edu-
Cambio. Ver Aculturación, CIUDADANÍA, Ciu­ cativa, In tercu ltu ralid ad , M egalópolis,
dadano, COLONIALISMO Y ANTICOLO- MIGRACIONES, Migraciones. Teoría ma­
N IA LISM O , CO N SU M O C U L T U R A L , cro, Nacionalismo, Neocolonialismo, PATRI­
Contracultura, CULTURA, Derecho de inje­ MONIO, Plurinacionalidad, Racismo y neo­
rencia, D E R E C H O S H U M A N O S, D E ­ rracismo.
SARROLLO, Desterritorialización, D IF E ­ Capital. Ver COLONIALISMO Y ANTICOLO­
RENCIA Y DESIGUALDAD, Diferencias NIALISMO, CONSUMO CU LTU RA L De­
naturales y diferencias sociales, Diferencias so­ recho de injerencia, DESARROLLO, E L I­
ciales y diferencias culturales, Diferencias so- TES, Espacio de los flujos, Espacio red, ESPA-
ciolingüísticas y desigualdad, DISCRIMINA­ CIO-TIEMPO, Etnicidad, EXPLOTACIÓN
CIÓN Y EXCLU SIÓ N SOCIAL, ELITES, SOCIAL Extranjero, Global y local, GLOBA-
Elites cosmopolitas, Esclavitud, Espacio de los LIZACION, Globalización y antiglobaliza-
flujos, Espacio red, ESPACIO-TIEMPO, Es­ ción, Megalópolis, MIGRACIONES, Migra­
pacios locales, ESTADO-NACIÓN, E S T E ­ ciones. Redes sociales, Migraciones. Teoría ma­
REOTIPOS Y ESENCIALIZACIÓN, Etni- cro, MOVILIDAD, Multilocal, Nacionalismo,
cidad, Etnocentrismo y relativismo cultural, N UEVOS M OVIM IENTOS SOCIALES,
E X P L O T A C IÓ N SO C IA L, Extran jero, PATRIMONIO, Pluralismo sincrónico, Racis­
FRONTERA, Frontera geográfica y adminis­ mo y neorracismo, Relaciones y procesos infor­
trativa, Fronteras económicas, Fronteras políti­ males económicos, Revolución técnico-comu­
cas y religiosas, Fronteras simbólicas, Global y nicativa, TR A BA JO , Viajes y sistemas de
local, G LO BALIZACIÓ N , IDENTIDAD, movilidad, Violencia política. Tipos.
Integración educativa, Integración religiosa, Capital humano y social. Ver Comunitarismo, DE­
Localidades fantasmagóricas y desanclaje, Lu­ SARROLLO, Extranjero, Integración educa­
gar y no-lugar, Megalópolis, M IGRACIO ­ tiva, MIGRACIONES, Migraciones. Redes
NES, Migraciones. Redes sociales, Migracio­ sociales, R E L A C IO N E S Y PR O C ESO S
nes. Teoría macro, Migraciones y economía, INFORMALES, Relaciones y procesos infor­
MINORÍAS, Modernidad, Modernización, males económicos.
MOVILIDAD, Multiculturalismo en los estu­ Capitalismo. Ver Apartheid, CIUDADANÍA, Con­
dios culturales, Multilocal, Nacionalidad, Na­ tracultura, D IFER EN C IA Y D ESIG U A L­
cionalismo, Naturalización, Neocolonialismo, DAD, E L IT E S , Espacio de los flujos, ES­
Nomadismo y turismo, N U EV O S M OVI­ PA C IO -T IE M PO , EST A D O -N A C IÓ N ,
M IEN TO S SO CIA LES, PATRIM ONIO, Etnocentrismo y relativismo cultural, EXPLO ­
Pluralismo sincrónico, Racismo y neorracismo, TACIÓN SOCIAL Extranjero, GLOBALI-
Relaciones y procesos informales económicos, ZACIÓN, Globalización y antiglobalización,
Revolución técnico-comunicativa, SABER Y ID EN TID A D , Megalópolis, MIGRACIO­
SABERES, Segregación, Sociedad de la infor­ NES, Migraciones. Redes sociales, Migracio­
mación y del conocimiento, TERRITORIOS, nes. Teoría macro, Nacionalismo, Neocolonia-
TRABAJO, Viajes y sistemas de movilidad, lismo, PATRIMONIO, Pluralismo sincrónico,
VIOLENCIA POLITICA, Violencia política. Plurinacionalidad, Relaciones y procesos infor­
Tipos, Xenofobia y xenofilia. males económicos, Relaciones y procesos infor­
Campo y campesinado. Ver Apartheid, Centro-peri­ males políticos, Revolución técnico-comunica­
feria, DESARROLLO, Desterritorialización, tiva, TRABAJO.
ESTADO-NACIÓN, EXPLOTACIÓ N SO­ C asta . Ver D IF E R E N C IA Y D E S IG U A L ­
CIAL, INDIGENISMO, Fronteras económi­ DAD, Extranjero, INDIGENISMO, MOVI­
cas, Megalópolis, Migraciones. Redes sociales, LIDAD, Racismo y neorracismo.
Migraciones. Teoría macro, Migraciones y eco­ Castigo e impunidad. Ver ESTIGMA EXPLO TA ­
nomía, Migraciones y racismo, MINORÍAS, CIÓN SOCIAL Naturalización, Relaciones y
Nomadismo y turismo, PATRIMONIO, Rela­ procesos informales políticos, Violencia políti­
ciones y procesos informales económicos, Rela­ ca. Tipos.
ciones y procesos informales políticos, TERRI­ Categorización y clasificación. Ver CIUDADANÍA
TORIOS, Violencia política. Tipos. Ciudadano, COLONIALISMO Y ANTICO­
C apacidad y co m p eten cia . Ver A culturación, LONIALISMO, CONSUMO CU LTU RA L
CIUDADANÍA, Comunidad transnacional, CULTURA, DESARROLLO, D IFER EN ­
CONSUMO CULTURAL, DESARROLLO, CIA Y DESIGUALDAD, Diferencias natura­
Cibernética 376

les y diferencias sociales, Diferencias sociales y cias culturales, Diferencias sociolingüísticas y


diferencias culturales, DISCRIMINACIÓN desigualdad, D ISC R IM IN A C IÓ N Y E X ­
Y EXCLUSIÓN SOCIAL, Elites cosmopoli­ CLUSIÓN SOCIAL, ELITES, Elites cosmo­
tas, ESPACIO-TIEMPO, ESTEREOTIPOS politas, E S T E R E O T IP O S Y E S E N C IA ­
Y ESENCIALIZACIÓN, Etnicidad, E X ­ L IZ A C IÓ N , EST IG M A , Etnicidad, E t-
PLOTACIÓN SOCIAL, Extranjero, GLO- nocentrism o y relativism o cu ltural,
BALIZACIÓN, Globalización y antiglobali- EXPLOTACIÓN SOCIAL Extranjero, GE­
zación, Integración educativa, Localidades NOCIDIO, Global y local, Globalización y an­
fantasmagóricas y desanclaje, MIGRACIO­ tiglobalización, Homofobia y heterofobia,
NES, Migraciones. Redes sociales, MINO­ IDENTIDAD, INDIGENISMO, Informa­
RÍAS, MOVILIDAD, Nacionalidad, N a­ ción, INTEGRACIÓN, Integración educativa,
turalización, NUEVOS MOVIMIENTOS Modernidad, MOVILIDAD, M U LTIC U L­
SOCIALES, PATRIMONIO, Pluralismo sin­ TU R A LISM O , Nacionalismo, N U EV O S
crónico, Racismo y neorracismo, SABER Y M O V IM IE N T O S S O C IA L E S , P A T R I­
SABERES, TRABAJO. MONIO, Pluralismo sincrónico, POSMO-
Cibernética. Ver COMUNICACIÓN, CO NSU­ DERNIDAD, Racismo y neorracismo, Segre­
MO CU LTU RA L Derecho de injerencia, Es­ gación, TRABAJO, Violencia política. Tipos.
pacio de los flujos, GLOBALIZACIÓN, In­ Clase media. Ver Comunitarismo, Diferencias so­
formación, Localidades fantasmagóricas y des- cio-lingüísticas y desigualdad, ELITES, Frag­
anclaje, M O V IL ID A D , N om ad ism o y mentación de la clase media, GLOBALIZA-
turismo, Revolución técnico-comunicativa, So­ CIÓN, M ULTICULTURALISM O, N U E ­
ciedad de la información y del conocimiento, VOS M O V IM IE N T O S S O C IA L E S ,
Viajes y sistemas de movilidad, Violencia políti­ Pluralismo sincrónico, Segregación.
ca. Tipos. Clase obrera y lumpenproletariado. Ver Apartheid,
Ciencias naturales y exactas. Ver CO M U N IC A ­ COLONIALISMO Y ANTICOLONIALIS­
CIÓN, Información, Migraciones. Redes socia­ MO, Derecho de injerencia, Diferencias socia­
les, Nacionalismo, PATRIMONIO, Racismo y les y diferencias culturales, ELITES, EXPLO ­
neorracismo, SABER Y SABERES. TACIÓN SOCIAL, Globalización y antiglo­
Ciudad. Ver Centro-periferia, CIUDADANÍA, balización, N acion alism o, N U E V O S
Ciudadano, Comunitarismo, Elites cosmopoli­ M OVIM IENTOS SOCIALES, Pluralismo
tas, Espacio de los flujos, Espacio red, Espacios sincrónico, Segregación, TRABAJO , VIO­
locales, EXPLOTACIÓN SOCIAL Extran­ LENCIA POLÍTICA.
jero, G LO BALIZACIÓN , Globalización y Coerción y control. Ver Centro-periferia, CIUDA­
antiglobalización, Integración religiosa, Lugar DANÍA, Ciudadano, COLONIALISM O Y
y no-lugar, Megalópolis, Naturalización, Se­ ANTICOLONIALISMO, Comunidad trans­
gregación, T E R R IT O R IO S, T R A B A JO , nacional, Comunitarismo, CONSUMO CU L­
VIOLENCIA PO LÍTICA Violencia política. T U R A L CULTURA, Desterritorialización,
Tipos. DIFERENCIA Y DESIGUALDAD, Diferen­
Ciudad-Estado. Ver ESTADO-NACIÓN. cias naturales y diferencias sociales, DISCRIMI­
Ciudad global y posmetrópolis. Ver Elites cosmopoli­ NACIÓN Y EXC LU SIÓ N SOCIAL, E L I­
tas, Espacio de los flujos, Espacio red, GLOBA- TES, Elites cosmopolitas, Esclavitud, Espacio de
LIZACIÓN, Megalópolis. los flujos, Espacio red, ESTADO-NACIÓN, Et­
Civilización. Ver COLONIALISMO Y ANTICO ­ nicidad, EXPLOTACIÓN SOCIAL Extranje­
LO N IALISM O, CULTU RA , D IF E R E N ­ ro^ Frontera geográfica y administrativa, Fronte­
CIA Y DESIGUALDAD, Diferencias socio- ras económicas, Fronteras simbólicas, GENOCI­
lingüísticas y desigualdad, Etnicidad, Etnocen- DIO, IDENTIDAD, Integración educativa,
trism o y relativism o cu ltu ral, F ro n te ra Lugar y no-lugar, Megalópolis, MIGRACIO­
geográfica y administrativa, M IG RA CIO ­ NES, Migraciones. Redes sociales, Migraciones.
N E S , N acionalism o, N eocolon ialism o, Teoría macro, Migraciones y economía, MI­
N U EV O S M OVIM IENTOS SOCIALES, NORÍAS, MOVILIDAD, Nacionalidad, Na­
PATRIMONIO. cionalismo, Nomadismo y turismo, NUEVOS
Clase. Ver ALTERID AD , Apartheid , C IU D A ­ MOVIMIENTOS SOCIALES, Pluralismo sin­
DANÍA, COLONIALISM O Y A N T IC O - crónico, Plurinacionalidad, Relaciones y procesos
LONIALISMO, COMUNICACIÓN, CON­ informales económicos, Revolución técnico-co­
SUMO CULTURAL. Derecho de injerencia, municativa, SABER Y SABERES, Segregación,
D ESA R RO LLO , D IF E R E N C IA Y D ES­ Viajes y sistemas de movilidad, VIOLENCIA
IGUALDAD, Diferencias sociales y diferen­ POLÍTICA Violencia política. Tipos.
377 Conducta

Colectivo social. Ver Aculturación, C IU D A ­ nidad transnacional, Fronteras políticas y reli­


DANÍA, Ciudadano, COLONIALISM O Y giosas, Plurinacionalidad, Revolución técnico-
A N T IC O L O N IA L IS M O , C O N S U M O comunicativa, VIOLENCIA POLÍTICA.
CU LTU RA L, Contracultura, CULTURA, Comunismo. Ver ESTADO-NACIÓN, GLOBA-
D ESA R R O LLO , D ISCRIM IN A CIÓ N Y LIZACIÓN, Violencia política. Tipos.
E X C LU S IÓ N SOCIAL, E L IT E S , ESPA ­ Concentración y centralismo. Desconcentración. Ver
CIO-TIEMPO, ESTADO-NACIÓN, Etnici- Centro-periferia, ELITES, Esclavitud, Espa­
dad, EXPLOTACIÓN SOCIAL, Extranjero, cio red, ESTADO-NACIÓN, Etnocentrismo
ID EN TID AD , INTEG RACIÓ N, Integra­ y relativismo cultural, EXPLOTACIÓN SO­
ción educativa, Interculturalidad, MIGRA­ CIAL, Frontera geográfica y administrativa,
CIONES, Migraciones. Redes sociales, MI­ Fronteras económicas, Global y local, GLO-
NORÍAS, Naturalización, Nacionalismo, BALIZACIÓN, Integración educativa, Mega-
N UEVO S M O VIM IEN TO S SOCIALES, lópolis, MULTICULTURALISMO, Naciona­
Pluralismo sincrónico, Revolución técnico-co­ lidad, N acionalism o, N U E V O S M O V I­
municativa, Segregación, TRABAJO, VIO­ M IENTOS SOCIALES, RELA CIO N ES Y
LENCIA POLITICA. PROCESOS INFORMALES, Segregación,
Común y compartido. Ver Ciudadano, Comunidad Violencia política. Tipos.
transnacional, Comunitarismo, CULTURA, Conciencia y experiencia social. Ver ALTERI DAD,
DERECHOS HUMANOS, ELITES, Elites Centro-periferia, CIUDADANÍA, Ciudada­
cosmopolitas, Esfera mediática, Espacio de los no, COLONIALISMO Y ANTICOLONIA­
flujos, Espacios locales, ESTADO-NACIÓN, LISMO, COM UNICACIÓN, CONSUMO
Etnocentrismo y relativismo cultural, Extran­ C U L T U R A L , C U LT U R A , D E R E C H O S
jero, Fronteras simbólicas, IDENTIDAD, IN- HUMANOS, DISCRIM INACIÓN Y E X ­
TEGRACION, Integración educativa, Inte­ CLUSIÓ N SOCIAL, ELITES, Esclavitud,
gración religiosa, M IG R A C IO N ES, Mi­ Esfera mediática, Espacio de los flujos, Espacios
gracion es. Redes sociales, M IN O R IA S, locales, ESTADO-NACIÓN, ESTER EO TI­
Nacionalismo, NUEVOS MOVIMIENTOS POS Y ESENCIALIZACIÓN, Frontera geo­
SO C IA LES, PA TRIM O N IO , Racismo y gráfica y administrativa, Fronteras políticas y
neorracismo, RELACIONES Y PROCESOS religiosas, Global y local, G L O B A L IZ A -
INFORMALES, Relaciones y procesos infor­ CIÓN, IDENTIDAD, INDIGENISMO, In­
males económicos, Violencia política. Tipos. formación, Integración educativa, Intercultu-
Comunidad. Ver CIUDADANÍA, Ciudadano, Co­ ralidad, Localidades fantasmagóricas y des­
munidad transnacional, Com unitarismo, anclaje, M igraciones. Redes sociales,
CONSUMO CU LTU R A L, Contracultura, MINORÍAS, MOVILIDAD, Multilocal, Na­
C U L T U R A , D E R E C H O S H U M A N O S, cionalismo, Neocolonialismo, Nomadismo y
DESARROLLO, Desterritorialización, DIS­ turismo, N UEVOS M OVIM IENTOS SO­
CRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL, CIALES, PATRIMONIO, Pluralismo sincró­
ELITES, Elites cosmopolitas, Espacio de los nico, Plurinacionalidad, PO SM O D ERN I-
flujos, Espacio red, Espacios locales, ESTADO- DAD, Racismo y neorracismo, Relaciones y
NACIÓN, Etnicidad, Etnocentrismo y relati­ procesos informales económicos, Sociedad de la
vismo cultural, EXPLO TA C IÓ N SOCIAL, información y del conocimiento, T ER R IT O ­
Extranjero, Fronteras económicas, Fronteras RIOS, Viajes y sistemas de movilidad, Xenofo­
simbólicas, Global y local, INTEGRACIÓN, bia y xenofilia.
Integración educativa, Integración religiosa, Conducta. Ver Aculturación, Ciudadano, COLO­
M IG RA CIO N ES, M INORÍAS, M U L T I­ N IA LISM O Y A N T IC O LO N IA LISM O ,
CULTURALISMO, Naturalización, Noma­ CONSUM O CU LTU RA L, Contracultura,
dismo y turismo, NUEVOS MOVIMIENTOS C U L T U R A , D erecho de injerencia, D E ­
SOCIALES, PATRIMONIO, Pluralismo sin­ SARROLLO, Desterritorialización, Diferen­
crónico, Poscolonialismo, Racismo y neorracis­ cias sociales y diferencias culturales, DISCRI-
mo, RELACIONES Y PROCESOS INFOR­ M IN A C IÓ N Y E X C L U S IÓ N SO C IA L,
MALES, Relaciones y procesos informales eco- E L IT E S , Espacios locales, ES T A D O -N A ­
nómicos, Relaciones y procesos informales CIÓN, ESTER EO TIPO S Y ESEN C IA LI-
políticos, Revolución técnico-comunicativa, ZACIÓN, Etnicidad, IDENTIDAD, IN T E ­
S A B E R Y S A B E R E S , T E R R IT O R IO S , GRACIÓN, Integ ración educativa, Intercul-
TRABAJO, Violencia política. Tipos. tu ralid ad , M egalópolis, N acionalism o,
Comunidad idealizada e imaginada. Ver COLONIA­ PATRIMONIO, Plurinacionalidad, Racismo
LISMO Y ANTICOLONIALISMO, Comu­ y neorracismo, Relaciones y procesos informa­
Conferencia de Berlín 378

les políticos, TRABAJO, Transculturación, CIA Y DESIGUALDAD, Diferencias natura­


VIOLENCIA POLÍTICA. les y diferencias sociales, DISCRIMINACIÓN
Conferencia de Berlín. Ver COLONIALISM O Y Y EXC LU SIÓ N SOCIAL, E L IT ES , Elites
ANTICOLONIALISMO, Esclavitud, Fron­ cosmopolitas, ESTADO-NACIÓN, Etnici-
tera geográfica y administrativa. dad, Etnocentrismo y relativismo cultural, E X ­
Configuracionismo. Ver CULTURA. PLOTACIÓN SOCIAL, Extranjero, FRO N ­
Conservación. Ver Aculturación, Comunitarismo, TERA, Frontera geográfica y administrativa,
CULTURA, DESARROLLO, ELITES, Eli­ Fronteras económicas, Fronteras simbólicas,
tes cosmopolitas, Frontera geográfica y admi­ Global y local, Globalización y antiglobaliza­
nistrativa, Integración educativa, MINORÍAS, ción, Homofobia y heterofobia, IN T EG R A ­
Nacionalismo, Nomadismo y turismo, N U E­ CIÓN, Integración educativa, Integración reli­
VOS MOVIMIENTOS SOCIALES, PATRI­ giosa, Interculturalidad, MIGRACIONES,
MONIO, Racismo y neorracismo. Migraciones y economía, Migraciones y racis­
Conservadurismo y neoconservadurismo. Ver COLO- mo, MINORÍAS, MOVILIDAD, M U LTI­
N IALISM O Y A N T IC O LO N IA LISM O , CULTURALISMO, Multiculturalismo en los
ELITES, ESTADO-NACIÓN, Relaciones y estudios étnicos, Multilingüismo, Nacionali­
procesos informales económicos, V IO LEN - dad, Nacionalismo, Naturalización, Neocolo-
CIA POLÍTICA. nialismo, Nomadismo y turismo, NUEVOS
Constitución. Ver CIU D A D A N ÍA , ESTAD O - MOVIMIENTOS SOCIALES, PATRIMO­
NACIÓN, TRABAJO. NIO, Pluralismo sincrónico, Plurinacionali-
Constructivismo y deconstructivismo. Ver E S T E ­ dad, Poscolonialismo, Racismo y neorracismo,
REOTIPOS Y ESENCIALIZACIÓN, Inte­ Revolución técnico-comunicativa, SABER Y
gración educativa, M U LTIC U LTU R A LIS­ SABERES, Segregación, TERRITO RIO S,
MO, POSMODERNIDAD. TRABAJO, Viajes^ sistemas de movilidad,
Consumo. Ver COLONIALISM O Y A N TIC O ­ VIOLENCIA POLITICA, Violencia política.
LONIALISMO, CONSUMO CULTURAL, Tipos.
Derecho de injerencia, DESARROLLO, Des- Conversión religiosa. Ver CO LO N IALISM O Y
territorialización, GLOBALIZACIÓN, Glo- ANTICOLONIALISM O, Integración reli­
balización y antiglobalización, Lugar y no-lu- giosa, Violencia política. Tipos.
gar, Megalópolis, Migraciones y economía, Cooperación y reciprocidad. Colectivismo. Ver Dere­
MOVILIDAD, Neocolonialismo, Nomadis­ cho de injerencia, DESARROLLO, ELITES,
mo y turismo, PATRIMONIO, Pluralismo sin­ ESTADO-NACIÓN, EXPLOTACIÓN SO­
crónico, Revolución técnico-comunicativa, SA­ CIAL, INDIGENISMO, Integración educa­
BER Y SABERES, TERRITORIOS, T R A ­ tiva, MIGRACIONES, Migraciones. Redes
BAJO, Viajes y sistemas de movilidad. sociales, Migraciones. Teoría macro, M I­
Contacto cultural. Ver Aculturación, A LT ER I- NORÍAS, MOVILIDAD, RELACIONES Y
DAD, COLONIALISM O Y A N TIC O LO ­ PROCESOS INFORM ALES, Relaciones y
NIALISMO, Comunidad transnacional, Co­ procesos informales económicos, Relaciones
munitarismo, CONSUMO CULTURAL* Di­ y procesos informales políticos, T E R R IT O ­
ferencias sociolingüísticas y desigualdad, RIOS, Xenofobia y xenofilia.
DISCRIMINACION Y EXC LU SIÓ N SO­ Corporación y corporativismo. Ver Ciudadano, E L I­
CIAL, EST ER EO T IPO S Y E S E N C IA L I­ TES, Migraciones. Redes sociales, Nacionali­
ZACIÓN, Etnocentrismo y relativismo cultu­ dad, RELACIONES Y PROCESOS INFOR­
ral, Frontera geográfica y administrativa, MALES, Relaciones y procesos informales eco­
Fronteras económicas. Fronteras simbólicas, nómicos.
Integración educativa, Interculturalidad, MI­ Corrupción política. Ver Relaciones y procesos infor­
GRACIONES, Migraciones. Redes sociales, males políticos, Violencia política. Tipos.
MINORÍAS, Nomadismo y turismo, PATRI­ Cotidiano. Ver Aculturación, Ciudadano, Comuni­
MONIO, SABER Y SABERES, TER R ITO ­ tarismo, CONSUMO CULTURAL, Derecho
RIOS, Transculturación. de injerencia, DISCRIM INACIÓN Y E X -
Contestación y enfrentamiento. Reivindicación. Ver CLUSIÓN SOCIAL, Espacio de los flujos, ES­
A cu ltu ración , A L T E R ID A D , C IU D A ­ PA C IO -T IEM PO , ES T A D O -N A C IÓ N ,
DANÍA, Ciudadano, COLONIALISM O Y EXPLOTACIÓN SOCIAL, Extranjero, Inte­
ANTICOLONIALISMO, Comunidad trans­ gración educativa, Interculturalidad, Localida­
nacional, CONSUMO CULTURAL, Contra­ des fantasmagóricas y desanclaje, Migraciones.
cultura, Derecho de injerencia, DERECHOS Redes sociales, MINORÍAS, MOVILIDAD,
HUMANOS, DESARROLLO, D IFER EN ­ Multilocal, Naturalización, NUEVOS MOVI-
37 9 Dependencia y subaltemidad

MIENTOS SOCIALES, Revolución técnico- Debilitamiento y degradación. Ver CONSUMO


comunicativa, Violencia política. Tipos. C U LTU R A L, Derecho de injerencia, DIS-
Creacionismo. Ver Racismo y neorracismo. CRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL
Crecimiento. Promoción. Ver COLONIALISMO Y Elites cosmopolitas, Esclavitud, ESTAD O-
A N T IC O L O N IA L IS M O , C O N SU M O NACIÓN, Etnicidad, EXPLOTACIÓN SO­
CU LTU RA L DESARROLLO, DISCRIMI­ CIAL, GLOBALIZACIÓN, Globalización y
NACIÓN Y EXCLU SIÓ N SOCIAL, E L I­ antiglobalización, Megalopolis, Migraciones.
T E S , E lites cosm opolitas, E S T A D O - Redes sociales, Migraciones. Teoría macro, Mi­
N A C IÓ N , E X P L O T A C IÓ N SO C IA L, graciones y economía, Nacionalismo, Neoco-
GLOBALIZACIÓN, Globalización y anti- lonialismo, N U E V O S M O V IM IEN TO S
globalización, Integración educativa, Megaló- S O C IA L E S , T R A B A JO , V IO L E N C IA
polis, MIGRACIONES, Migraciones. Redes POLÍTICA.
sociales, Migraciones. Teoría macro, Migracio­ Declaraciones de derechos y deberes. Ver Apartheid,
nes y economía, Migraciones y racismo, N U E­ CIU D A D AN ÍA, Esclavitud, MINORÍAS,
VOS MOVIMIENTOS SOCI ALES, Pluralis­ Plurinacionalidad, Racismo y neorracismo,
mo sincrónico, Plurinacionalidad, Racismo y Violencia política. Tipos.
neorracismo, Segregación, TRABAJO, Vio­ Democracia. Ver CIUD AD AN ÍA, Comunidad
lencia política. Tipos. transnacional, Comunitarismo, CONSUMO
Creencia . Ver COLONIALISM O Y A N TIC O ­ C U LT U R A L, Derecho de injerencia, D E ­
LONIALISM O, CULTURA, DISCRIM I­ S A R R O L L O , D IF E R E N C IA Y D E S ­
NACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL ESTA­ IGUALDAD, Diferencias naturales y diferen­
DO-NACIÓN, ESTEREOTIPOS Y ESEN ­ cias sociales, Espacio de los flujos, ESTADO-
CIALIZACIÓN, Etnicidad, Etnocentrismo y NACIÓN Extranjero, GLOBALIZACIÓN,
relativismo cultural, IDENTIDAD, Integra­ MINORÍAS, M U LTIC U LTU R A LISM O ,
ción educativa, Integración religiosa, Intercul- Nacionalidad, Neocolonialismo, Plurinaciona­
turalidad, MINORIAS, Nacionalismo, Racis­ lidad, Relaciones y procesos informales econó­
mo y neorracismo, SABER Y SABERES, Vio­ micos, Relaciones y procesos informales políti­
lencia política. Tipos. cos, SABER Y SABERES, Violencia política.
Crisis. Ver CIUDADANÍA, Derecho de injeren- Tipos.
eia, DESARROLLO, DISCRIMINACIÓN Y Dem ografía. Ver Espacio red, E S T A D O -N A ­
EXCLUSIÓN SOCIAL ELITES, Elites eos- CIÓN, INTEGRACIÓN, Megalopolis, Mi­
mopolitas, ESTADO-NACIÓN, Etnicidad, graciones. Redes sociales, Migraciones. Teoría
G L O B A L IZ A C IÓ N , N eocolonialism o, macro, Migraciones y economía, Migraciones y
TRABAJO, Violencia política. Tipos. racismo, M INO RIAS, N U EV O S M O VI­
Cristianismo y catolicismo. Ver COLONIALISMO MIENTOS SOCIALES.
Y A N TIC O LO N IA LISM O , CU LTU R A , Dependencia y subaltemidad. Ver Aculturación,
ESTADO-NACIÓN, ESTER EO TIPO S Y Centro-periferia, CIUDADANÍA, Ciudada­
ESENCIALIZACIÓN, Etnocentrismo y rela­ no, COLONIALISMO Y ANTICOLONIA­
tivismo cultural. Fronteras políticas y religio­ LISMO, CO M UN ICACIÓ N , Comunidad
sas, Integración religiosa, Migraciones y racis­ transnacional, Derecho de injerencia, Desterri-
mo, MULTICULTURALISM O, Racismo y torialización, DIFERENCIA Y DESIGUAL­
neorracismo, TRABAJO, Transculturación, DAD, Diferencias naturales y diferencias so­
VIOLENCIA POLÍTICA, Violencia política. ciales, Diferencias sociales y diferencias cultu­
Tipos. rales, DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN
Cuantitativismo. Ver DESARROLLO, E X P L O ­ SOCIAL Esclavitud, Espacio red, Espacios lo­
TACIÓN SOCIAL MOVILIDAD. cales, ESTEREOTIPOS Y ESENCIALIZA-
Cuerpo. Ver COLONIALISMO Y ANTICOLO­ CIÓN, Etnicidad, E X P L O T A C IÓ N SO­
NIALISMO, Diferencias naturales y diferen­ CIAL, Global y local, GLOBALIZACIÓN,
cias sociales. Diferencias sociales y diferencias Homofobia y heterofobia, Integración educati­
culturales, ESTADO-NACIÓN, ESTIGMA va, Migraciones. Teoría macro, MINORÍAS,
Extranjero, Nacionalismo, PATRIMONIO, MULTICULTURALISMO, Multiculturalis­
POSMODERNISMO, SABER Y SABERES, mo en los estudios culturales, Nacionalismo,
Viajes y sistemas de movilidad. Neocolonialismo, Poscolonialismo, Racismo y
Culturalismo. Ver Ciudadano, Comunitarismo, neorracismo, Relaciones y procesos informales
C U LTU R A , D ISCRIM IN A CIÓ N Y E X ­ económicos, Relaciones y procesos informales
CLUSIÓN SOCIAL Nacionalidad, Racismo políticos, Revolución técnico-comunicativa,
y neorracismo. SABER Y SABERES, TRABAJO, Viajes y sis­
Deporte 380

temas de movilidad, VIOLENCIA PO LÍTI­ Desanclaje y desarraigo. Ver Desterritorialización,


CA, Violencia política. Tipos. Esclavitud, Etnicidad, Global y local, IN T E ­
Deporte. Ver CONSUMO CULTURAL, Espacio GRACIÓN, Localidades fantasmagóricas y
de los flujos, ESTADO-NACIÓN, Neocolo- desanclaje, Multilocal, N U EV O S M OVI­
nialismo, Plurinacionalidad, Revolución técni­ MIENTOS SOCIALES, TRABAJO.
co-comunicativa, Segregación, VIOLENCIA Desempleo. Ver CONSUMO CULTURAL, DIS­
POLÍTICA. CRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL
Derecha política. Ver Globalización y antiglobaliza­ Etnicidad, MIGRACIONES, NUEVOS MO­
ción, Naturalización, NUEVOS MOVIMIEN­ VIMIENTOS SOCIALES, Racismo y neorra­
TOS SOCIALES, Racismo y neorracismo. cismo, Relaciones y procesos informales econó­
Derechos colectivos y sociales. Ver CIUDADANÍA, micos, TRABAJO.
Comunitarismo, DERECHOS HUMANOS, Destrucción y muerte. Ver COLONIALISM O Y
D ESA R R O LLO , D ISCRIM IN A CIÓ N Y ANTICOLONIALISM O, Derecho de inje­
E X C L U S IÓ N SO CIA L, E S T A D O -N A ­ rencia, DESARROLLO, Diferencias naturales
CIÓN, MINORÍAS, M U LT IC U LTU R A - y diferencias sociales, DISCRIMINACIÓN Y
LISMO, Nacionalidad, Plurinacionalidad. EXCLUSIÓ N SOCIAL Esclavitud, ESTA­
Derechos y deberes. Ver ALTERI DAD, Apartheid, DO-NACIÓN, GLOBALIZACIÓN, Globa­
CIU D A D AN ÍA, Ciudadano, C O LO N IA ­ lización y antiglobalización, M IGRACIO ­
LISMO Y ANTICOLONIALISMO, Comu­ NES, Migraciones y racismo, Nacionalismo,
nidad transnacional, CO N SU M O C U L ­ Megalópolis, NUEVOS M OVIM IENTOS
T U R A L , D E R E C H O S H U M A N O S, SOCIALES, VIOLENCIA POLÍTICA, Vio­
D ESA R R O LLO , D IF E R E N C IA Y D ES­ lencia política. Tipos.
IGUALDAD, Diferencias naturales y diferen­ Determinismo y linealidad. Ver Comunidad trans­
cias sociales, D ISCRIM IN A C IÓ N Y E X ­ nacional, CULTURA, DESARROLLO, Etni­
CLUSIÓN SOCIAL, ELITES, Elites cosmo­ cidad, GLOBALIZACIÓN, Globalización y
politas, E sclav itu d , E spacios locales, antiglobalización, PATRIMONIO, Pluralis­
ESTADO-NACIÓN, ESTER EO TIPO S Y mo sincrónico, Racismo y neorracismo.
ESENCIALIZACIÓN, Etnicidad, EX PL O ­ Dicotomías conceptuales. Ver CIU D A D AN ÍA,
TACIÓN SOCI AL» Frontera geográfica y ad­ Ciudadano, DESARROLLO, DIFERENCIA
ministrativa, Fronteras económicas, Fronteras Y DESIGUALDAD, Diferencias naturales y
simbólicas, Global y local, Globalización y diferencias sociales, DISCRIMINACIÓN Y
antiglobalización, INTEGRACIÓN, Integra­ EXCLUSIÓN SOCIAL Espacio de los flujos,
ción religiosa, Interculturalidad, Megalópo- ESPACIO-TIEM PO, ESTER EO TIPO S Y
lis, Migraciones. Redes sociales, Migraciones. ESENCIALIZACIÓN, Extranjero, Global y
Teoría macro, Migraciones y racismo, MI­ local, Modernidad, Modernización, Multilocal,
N O R ÍA S, M odernidad, M O V ILID A D , Naturalización, PATRIMONIO, POSMO-
MULTICULTURALISMO, Multilingüismo, DERNIDAD, Revolución técnico-comunica­
Nacionalidad, Naturalización, Nomadismo y tiva, SABER Y SABERES.
turismo, N UEVO S M OVIM IENTOS SO­ Diferencialismo. Ver DISCRIMINACIÓN Y E X ­
CIALES, PATRIMONIO, Plurinacionalidad, CLUSIÓN SOCIAL Nacionalidad, Racismo
Racismo y neorracismo, R ELA C IO N ES Y y neorracismo.
PROCESOS INFORM ALES, Relaciones y Difusión. Ver COLONIALISM O Y A N T IC O ­
procesos informales económicos, Relaciones LONIALISMO, CONSUMO CULTURAL,
y procesos informales políticos, SABER Y DISCRIMINACIÓN Y EXCLU SIÓ N SO-
SABERES, T ER R IT O R IO S, TRABA JO , C IA L ELITES, Esfera mediática, Espacio de
VIOLENCIA POLÍTICA, Violencia política. los flujos, ESTA D O -N ACIÓ N , Fronteras
Tipos. simbólicas, Global y local, Globalización y anti­
Derechos fundamentales y universales. Ver CIUDA­ globalización, Integración educativa, Localida­
DANÍA, DERECHOS HUMANOS, MUL­ des fantasmagóricas y desanclaje, MINORÍAS,
TICULTURALISMO. Nacionalismo, PATRIMONIO, Revolución
Derechos históricos y de última generación. Ver CIU­ técnico-comunicativa, SABER Y SABERES,
DADANÍA, Frontera geográfica y adminis­ Sociedad de la información y del conocimiento.
trativa. Diglosia. Ver Diferencias sociolingüísticas y des­
Derechos plenos. Ver DISCRIMINACIÓN Y E X ­ igualdad, Multilingüismo.
CLUSIÓN SOCIAL, Nacionalidad. Dignidadeindignidad. VerCiudadano, DISCRIMI-
Derechos de propiedad intelectual. Ver PATRIMO­ NACIÓN Y EXCLUSIÓ N SOCIAL, Elites
NIO, SABER Y SABERES. cosmopolitas, Esclavitud, EST A D O -N A -
381 Economía

CIÓN, EXPLO TACIÓ N SOCIAL, Extran­ ción, INTEGRACIÓN, Integración educati­


jero, Global y local, MINORÍAS, Nacionalis­ va, Integración religiosa, MIGRACIONES,
mo, Racismo y neorracismo, Relaciones y pro­ MINORÍAS, M U LTICU LTU RA LISM O ,
cesos informales políticos, TRABAJO. Multiculturalismo en los estudios culturales,
Dinero y moneda. Entidades bancarias. Ver Ciudada­ Multilingüismo, Nomadismo y turismo, N U E­
no, COLONIALISMO Y ANTICOLONIA­ VOS MOVIMIENTOS SOCIALES, PATRI­
LISMO, COMUNICACIÓN, ELITES, Elites MONIO, Pluralismo sincrónico, Racismoy neo-
cosmopolitas, EX PL O T A C IÓ N SOCIAL, racismo, Revolución técnico-comunicativa,
MIGRACIONES, Migraciones. Redes socia­ SABER Y SABERES, Sociedad de la informa-
les, Migraciones y economía, Pluralismo sincró­ ción y del conocim ien to, V IO L E N C IA
nico, Plurinacionalidad, Poscolonialismo, Vio­ POLÍTICA, Violencia política. Tipos.
lencia política. Tipos. Doctrina del espacio vital. Ver GENOCIDIO.
Disciplinariedad y transdisciplinariedad. Ver Comu­ Doméstico. Ver COLONIALISMO Y ANTICO­
nidad transnacional, CONSUMO C U LT U ­ LONIALISMO, CONSUMO C U LTU RA L
RAL, CULTURA, DESARROLLO, Etnici- Diferencias naturales y diferencias sociales,
dad, M IG R A C IO N E S , M O V IL ID A D , DISCRIMINACIÓN Y EXC LU SIÓ N SO­
MULTICULTURALISMO, Multiculturalis­ C IA L, E L IT E S , Esclavitud, E X P L O T A ­
mo en los estudios culturales, Multicultura­ CIÓN SOCIAL Fronteras económicas, Glo­
lismo en los estudios étnicos, Multilocal, Noma­ bal y local, Integración educativa, Localidades
dismo y turismo, PATRIMONIO, Poscolonia­ fantasmagóricas y desanclaje, MIGRACIO­
lismo, SABER Y SABERES. NES, Migraciones. Redes sociales, Migraciones
Discurso. Ver CIUD AD AN ÍA, CO M U N ICA ­ y economía, Migraciones y racismo, Relaciones
CIÓN, CONSUMO CULTURAL, CULTU- y procesos informales económicos. Segrega­
RA, Desterritorialización, Diferencias socio- ción, TRABAJO, Violencia política. Tipos.
lingüísticas y desigualdad, DISCRIM INA­ Droga. Ver Contracultura, Derecho de injerencia,
CION Y EXCLUSIÓN SOCIAL Extranjero, N UEVOS M O VIM IEN TO S SOCIALES,
GLOBALIZACIÓN, Globalización y antiglo- Relaciones y procesos informales económicos.
balización, Información, INTEGRACION, Ecología y ecologism o. Ver C U L T U R A , D E ­
Integración educativa, Integración religiosa, SARROLLO, ELITES, Elites cosmopolitas,
Interculturalidad, Nacionalidad, Naturaliza­ Espacios locales, Etnocentrismo y relativismo
ción, NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIA­ cultural, Lugar y no-lugar, Migraciones. Redes
LES, PATRIMONIO, Plurinacionalidad, Ra­ sociales, M OVILIDAD, Neocolonialismo,
cismo y neorracismo, Revolución técnico-co­ N UEVO S M O VIM IEN TO S SOCIALES,
municativa, TRABAJO. PATRIMONIO, Plurinacionalidad, Relacio­
Distancia. Dimensiones espaciales. Ver A LTER I- nes y procesos informales económicos, SABER
DAD, Centro-periferia, COLONIALISMO Y Y SABERES, Segregación, TERRITORIOS,
A N T IC O L O N IA L IS M O , C O N SU M O TRABAJO, Xenofobia y xenofilia.
CULTURAL, DISCRIMINACIÓN Y E X - Economía. Ver Apartheid, CIUDADANÍA, CO­
CLUSIÓN SOCIAL Espacio de los flujos, ES­ LONIALISMO Y ANTICOLONIALISMO,
PACIO-TIEMPO, Extranjero, Fronteras sim­ Comunidad transnacional, Comunitarismo,
bólicas, Localidades fantasmagóricas y des­ CONSUMO CU LTU RA L, Contracultura,
anclaje, Megalópolis, M IG R A C IO N ES, Derecho de injerencia, DESARROLLO, Des­
Migraciones. Redes sociales, MOVILIDAD, territorialización, D IFE R E N C IA Y D ES­
Revolución técnico-comunicativa, Segrega­ IGUALDAD, Diferencias naturales y diferen­
ción, TRABAJO, Viajes y sistemas de movili­ cias sociales, Diferencias sociales y diferencias
dad, Violencia política. Tipos. Diversidad. Ver culturales, Diferencias sociolingüísticas y des­
ALTERIDAD, CIUDADANÍA, Ciudadano, igualdad, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U ­
COLONIALISMO Y ANTICOLONIALIS­ SIÓN SOCIAL ELITES, Elites cosmopolitas,
MO, C O N SU M O C U L T U R A L , D E R E ­ Esclavitud, Espacio de los flujos, Espacio red,
CHOS HUMANOS, DESARROLLO, DIS­ ESPACIO-TIEMPO, Espacios locales, ESTA­
CRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL, DO-NACIÓN, ESTIGMA, Etnicidad, E X ­
ELIT ES, Esfera mediática, ESTA D O -N A ­ PLOTACIÓN SOCIAL Frontera geográfica
CIÓN, ESTER EO TIPO S Y E S EN C IA LI­ y administrativa, Fronteras económicas, Fron­
ZACIÓN, Etnocentrismo y relativismo cultu­ teras simbólicas, Global y local, GLOBALIZA-
ral, EXPLOTACIÓN SOCIAL Fronteras po­ CIÓN, Globalización y antiglobalización,
líticas y religiosas, Fronteras simbólicas, Integración educativa, Megalópolis, MIGRA­
Globalización y antiglobalización, Informa­ CIONES, Migraciones. Redes sociales, Migra-
Economía mundo 382

dones. Teoría macro, Migraciones y economía, nicativa, SABER Y SABERES, Segregación,


Migraciones y racismo, MINORÍAS, MOVI­ Sociedad de la información y del conocimiento,
LIDAD, Nacionalidad, Nacionalismo, Natu­ TERRITORIOS, Violencia política. Tipos.
ralización, Neocolonialismo, NUEVOS MO­ Elección y sufragio. Ver CIUDADANÍA, Ciudada­
VIM IENTOS SOCIALES, Pluralismo sin­ no, ELITES, Esclavitud, Etnicidad, EX P L O ­
crón ico, P lu rin acio n alid ad , R acism o y TACIÓN SOCI A L IDENTIDAD, MIGRA­
neorracismo, RELACIONES Y PROCESOS CIONES, MINORÍAS, Nomadismo y turis­
INFORMALES, Relaciones y procesos infor­ mo, Plurinacionalidad.
males económicos, Relaciones y procesos infor­ Elites empresariales yfinancieras. Ver ELITES, Eli­
males políticos, Revolución técnico-comunica­ tes cosmopolitas.
tiva, SABER Y SABERES, Segregación, T E ­ Empirismo. Ver Nacionalismo, SABER Y SABE­
RRITO RIO S, TR A BA JO , V IO L E N C IA RES, Xenofobia y xenofilia.
POLÍTICA, Violencia política. Tipos. Empoderamiento. Ver Comunitarismo, D E R E ­
Economía mundo. Ver COLONIALISMO Y AN­ CHOS HUMANOS, DESARROLLO, Pos­
TICOLONIALISMO, Fronteras económicas, colonialismo,SABER Y SABERES.
Nacionalidad. Empresa y empresariado. Ver COLONIALISMO Y
Economicismo. Ver Comunidad transnacional. A N T IC O L O N IA L IS M O , C O N S U M O
Edad. Grupos. Ver A LTERID A D , Ciudadano, CU LTU RA L Desterritorialización, ELITES,
CONSUMO CU LTU RA L, Contracultura, Elites cosmopolitas, Espacio de los flujos, Espa­
CULTURA DERECHOS HUMANOS, DI­ cio red, ESPACIO-TIEMPO, ESTADO-NA-
FER EN C IA Y DESIGUALDAD, Diferen­ CIÓN, Global y local, GLOBALIZACIÓN,
cias naturales y diferencias sociales, Diferencias Migraciones. Redes sociales, Migraciones. Teo­
sociolingüísticas y desigualdad, DISCRIMI- ría macro, RELACIONES Y PROCESOS IN­
NACIÓN Y EXCLUSIÓ N SOCIAL, Elites FORMALES, Relaciones y procesos informa­
cosmopolitas, Esclavitud, E S T A D O -N A ­ les económicos, Revolución técnico-comunica­
CIÓN, ESTEREO TIPO S Y E S E N C IA L I­ tiva, TERRITORIOS, TRABAJO.
ZACIÓN, ESTIGMA, Etnocentrismo y rela­ Enajenación y pérdida. Derogación. Ver Apartheid,
tivismo cultural, EXPLOTACIÓN SOCIAL CIUDADANÍA, Comunitarismo, Derechode
INTEGRACIÓN, Integración educativa, Mi­ injerencia, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U ­
graciones y economía, MINORÍAS, Nacionali­ SIÓN SOCIAL ELITES, Elites cosmopolitas,
dad, NUEVOS M OVIM IENTOS SOCIA­ Esclavitud, Espacio de los flujos, ESPACIO-
LES, Plurinacionalidad, R ELA C IO N ES Y TIEMPO, ESTADO-NACIÓN, ESTIGMA,
PROCESOS INFORM ALES, Relaciones y Etnicidad, EXPLOTACIÓN SOCIAL Fron­
procesos informales económicos, SABER Y teras económicas, GLOBALIZ ACIÓN, Lugar
SABERES, Segregación, Sociedad de la infor­ y no-lugar, Megalópolis, MIGRACIONES,
mación y del conocimiento, Violencia política. Migraciones. Redes sociales, MINORÍAS,
Tipos. MOVILIDAD, Multilingüismo, Nacionali­
Educación y escuela. Enseñanza y transmisión. Ver dad, N atu ralizació n , N U E V O S M O V I­
Aculturación, COLONIALISMO Y A N T I- M IEN TO S SO CIA LES, PATRIM ONIO,
C O LO N IA LISM O , C O M U N IC A C IÓ N , Pluralismo sincrónico, Racismo y neorracismo,
Comunidad transnacional, Comunitarismo, Revolución técnico-comunicativa, Violencia
CONSUMO CULTURA L CULTURA, D E­ política. Tipos.
RECH O S HUMANOS, D ESA R R O LLO , Endógeno y exterior. Ver COLONIALISMO Y AN­
Desterritorialización, Diferencias sociales y di­ TICO LO N IA LISM O , CONSUMO C U L ­
ferencias culturales, Diferencias sociolingüísti­ T U R A L Derecho de injerencia, DISCRIMI-
cas y desigualdad, D ISCRIM IN ACIÓ N Y NACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCI AL, ESTA­
EXCLUSIÓN SOCIAL Espacios locales, ES­ DO-NACIÓN, Etnicidad EXPLOTACIÓN
TIGMA, Etnicidad, Etnocentrismo y relativis­ SOCIAL, Extranjero, GLOBALIZACIÓN,
mo cultural, Fronteras simbólicas, Globaliza- Globalización y antiglobalización, Integración
ción y antiglobalización, INTEG RACIÓ N, religiosa, Megalópolis, Migraciones y econo­
Integración educativa, Integración religiosa, mía, Nacionalismo, Neocolonialismo, Violen­
Interculturalidad, Migraciones. Redes sociales, cia política. Tipos.
Migraciones y racismo, MINORÍAS, MOVI­ Endogrupo y exogrupo. Ver Etnocentrismo y relati­
LIDAD, MULTICULTURALISMO, Multi­ vismo cultural.
culturalismo en los estudios étnicos, Nacio­ Enemistad y rivalidad. Ver COLONIALISMO Y
nalidad, Naturalización, PATRIM ONIO, ANTICOLONIALISM O, Derecho de inje­
Plurinacionalidad, Revolución técnico-comu­ rencia, D IFEREN CIA Y DESIGUALDAD,
383 Estado de bienestar y social

DISCRIMINACIÓN Y EXC LU SIÓ N SO­ Espacio físico. Ver CULTURA, Espacios locales,
CIAL, ELITES, Elites cosmopolitas, Espacio Fronteras simbólicas, Global y local, Lugar y
red, ESTADO-NACIÓN, Etnicidad, Extran­ no-lugar, MOVILIDAD, Multilocal, TERRI­
jero, Global y local, GLOBALIZACIÓN, Ho- TORIOS, Viajes y sistemas de movilidad.
mofobia y heterofobia, MOVILIDAD, Na­ Espacio rural. Ver Centro-periferia, Comunitaris­
cionalismo, N U EV O S M O V IM IEN TO S mo, DIFERENCIA Y DESIGUALDAD, Di­
SOCIALES, Pluralismo sincrónico, Plurina- ferencias sociales y diferencias culturales, Elites
cionalidad, Racismo y neorracismo, Relaciones cosmopolitas, Espacios locales, E X P L O T A ­
y procesos informales económicos, Relaciones y CIÓN SOCIAL, Megalópolis, MIGRACIO­
procesos informales políticos, Segregación, NES, PATRIMONIO, TERRITORIOS, Vio­
TRABAJO, VIOLENCIA POLÍTICA, Vio­ lencia política. Tipos.
lencia política. Tipos, Xenofobia y xenofilia. Espacio social y simbólico. Ver Ciudadano, COMU­
Escuela de Chicago. Ver Comunitarismo, Derecho N IC A C IÓ N , Comunidad transnacional,
de injerencia, ESTIGMA, NUEVOS MOVI­ Centro-periferia, D ISCRIM IN A CIÓ N Y
MIENTOS SOCIALES. E X C L U S IÓ N SOCIAL, Espacios locales,
Escuela de Cultura y Personalidad. Ver CULTURA. EXPLO TA C IÓ N SO CIA L Fronteras sim­
Escuela de Frankfurt. Ver CONSUMO CU LTU ­ bólicas, ID EN TID A D , IN TEG R A C IÓ N ,
RAL, Contracultura, Modernidad, Moderni­ Migraciones. Redes sociales, Migraciones y ra­
zación, POSM ODERNIDAD, Revolución cismo, SABER Y SABERES, TERRITORIOS.
técnico-comunicativa. Espacio urbano e industrial. Ver Centro-periferia,
Esencialismo. Ver Ciudadano, Comunitarismo, COLONIALISMO Y ANTICOLONIALIS­
CULTURA, Diferencias naturales y diferen­ MO, Comunitarismo, Diferencias sociales y di­
cias sociales, Diferencias sociales y diferencias ferencias culturales, DISCRIMINACIÓN Y
culturales, Diferencias sociolingüísticas y des- EXCLUSIÓN SOCIAL Espacio de los flujos,
igualdad, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U ­ Espacio red, GLO BALIZACIÓN , Integra­
SIÓN SOCIAL, ESTEREOTIPOS Y ESEN ­ ción religiosa, Megalópolis, PATRIMONIO,
CIALIZACIÓN, ESTIGMA, Etnicidad, Et- Relaciones y procesos informales económicos,
nocentrismo y relativismo cultural, Fronteras Segregación, Violencia política. Tipos.
simbólicas, GLOBALIZACIÓN, Globaliza- Espaciosfluidos. Ver Nomadismo y turismo.
ción y antiglobalización, IDENTIDAD, IN ­ Especialización. Ver Elites cosmopolitas, EX PLO ­
T E G R A C IÓ N , In tercu ltu ra lid a d , M I­ TACIÓN SOCIAL Integración educativa.
NORÍAS, MULTICULTURALISMO, Mul­ Espontaneidad y voluntariedad. Ver EX PL O T A -
ticulturalism o en los estudios culturales, CIÓN SOCIAL, GLOBALIZACIÓN, Vio-
Multiculturalismo en los estudios étnicos, Na­ lencia política. Tipos.
cionalismo, Naturalización, Nomadismo y tu­ Estabilidad y dispersión. Ver Ciudadano, Comuni­
rismo, PATRIMONIO, Plurinacionalidad, dad transnacional, DESARROLLO, DISCRI-
Poscolonialismo, Racismo y neorracismo, SA­ M IN A C IÓ N Y E X C L U S IÓ N SO CIA L,
BER Y SABERES, Violencia política. Tipos. ELITES, Elites cosmopolitas, Espacio red, Es­
Espacio. Ver CIUDADANÍA, Ciudadano, CO­ pacios locales, ESTADO-NACIÓN, Etnici­
LONIALISMO Y ANTICOLONIALISMO, dad, GLOBALIZACIÓN, Integración educa­
Comunitarismo, CONSUMO C U LT U R A L tiva, MIGRACIONES, Migraciones. Redes
DESARROLLO, Elites cosmopolitas, Espacio sociales, MOVILIDAD, Nacionalidad, Noma­
de los flujos, Espacio red, ESPACIO-TIEM ­ dismo y turismo, Pluralismo sincrónico, T E ­
PO, Espacios locales, Extranjero, FR O N T E ­ RRITORIOS, TRABAJO, Viajes y sistemas de
RA, Frontera geográfica y administrativa, movilidad, Violencia política. Tipos.
Fronteras económicas, Fronteras políticas y re­ Estado. Ver CIUDADANÍA, Comunidad trans­
ligiosas, Fronteras simbólicas, Global y local, nacional, Comunitarismo, Espacio red, ESTA­
Información, Integración educativa, Integra­ DO-NACIÓN, Extranjero, G LO BA LIZA -
ción religiosa, Megalópolis, Migraciones. Redes CIÓN, Globalización y antiglobalización, IN­
sociales, Migraciones. Teoría macro, MOVILI­ TEGRACIÓN, Migraciones. Redes sociales,
DAD, Multilocal, Naturalización, Nomadis­ MINORÍAS, Nacionalidad, Naturalización,
mo y turismo, Pluralismo sincrónico, Plurina­ N U EV O S M O VIM IEN TO S SOCIALES,
cionalidad, Revolución técnico-comunicativa, Plurinacionalidad, Racismo y neorracismo,
Segregación, Sociedad de la información y del VIOLENCIA POLÍTICA, Violencia política.
conocimiento, TERRITORIOS, Viajes y siste­ Tipos.
mas de movilidad. Estado de bienestar y social. Ver CIUDADANÍA,
Espacio extraterrestre. Ver Nomadismo y turismo. Comunitarismo, DISCRIMINACIÓN Y EX-
Estado de derecho 384

„ CLUSIÓN SOCIAL, ESTADO-NACIÓN, ESEN C IA LIZ A C IÓ N , E X P L O T A C IÓ N


INTEGRACIÓN, Nacionalidad. SOCIAL, Fronteras económicas, ID E N T I­
Estado de derecho. Ver CIUDADANÍA, ESTA ­ DAD, Interculturalidad, MINORÍAS, M UL­
DO-NACIÓN, Nacionalidad. TICULTURALISMO, Multiculturalismo en
Estética. Ver CONSUMO C U LTU R A L Contra­ los estudios étnicos, Nacionalismo, Nomadis­
cultura, ESTADO-NACIÓN, Multicultura- mo y turismo, Plurinacionalidad, Poscolonia­
lismo en los estudios culturales. lismo, Racismo y neorracismo, R E L A C IO ­
Estratificación y movilidad social. Ver Centro-peri- NES Y PROCESOS INFORMALES, Rela­
feria, CIUDADANÍA, Ciudadano, CONSU- ciones y procesos informales económicos,
MO C U L T U R A L , C o n tracu ltu ra, D E ­ Relaciones y procesos informales políticos, Re­
SARROLLO, Desterritorialización, D IF E ­ volución técnico-comunicativa, SABER Y SA­
RENCIA Y DESIGUALDAD, Diferencias BERES, TERRITORIOS, TRABAJO, VIO-
naturales y diferencias sociales, Diferencias so- LEN CIA POLÍTICA.
ciolingüísticas y desigualdad, DISCRIMINA- Etnicismoy etnogénesis. Ver CULTURA Etnicidad,
CIÓN Y EXCLUSIÓ N SO CIAL ELITES, INTEGRACIÓN, Interculturalidad, M UL­
Elites cosmopolitas, Esclavitud, Espacios loca- T IC U LT U R A LISM O , N U EV O S MOVI-
les, ESTADO-NACIÓN, EXPLO TACIÓ N MIENTOS SOCIALES, Racismo y neorracis­
SOCIAL Fronteras económicas, Global y lo­ mo, Relaciones y procesos informales económi­
cal, Globalizaciony antiglobalización, Lugar y cos, Transculturación, Xenofobia y xenofilia.
no-lugar, Megalópolis, MINORÍAS, Moder­ Etnografía. Ver Comunidad transnacional, C U L­
nidad, MOVILIDAD, Multiculturalismo en TURA, Diferencias naturales y diferencias so­
los estudios culturales, Nacionalidad, Nacio­ ciales, Diferencias sociales y diferencias cultu­
nalismo, Nomadismo y turismo, NUEVOS rales, Diferencias sociolingüísticas y desigual­
MOVIMIENTOS SOCIALES, PATRIMO­ dad, Elites cosmopolitas, ESTEREOTIPOS Y
NIO, Pluralismo sincrónico, Racismo y neo- ESENCIALIZACIÓN, Etnocentrismo y rela­
rracismo, R E L A C IO N E S Y PROCESOS tivismo cultural, Fronteras simbólicas, GLO-
INFORMALES, Revolución técnico-comu­ BALIZACIÓN, Globalización y antiglobali­
nicativa, SABER Y SABERES, Segregación, zación, IN TEG R A C IÓ N , M OVILIDAD,
TRABAJO, Violencia política. Tipos. Multiculturalismo en los estudios culturales,
Estructura y antiestructura. Desestructuración. Ver Multiculturalismo en los estudios étnicos, Mul-
COLONIALISMO Y ANTICOLONIALIS­ tilocal, PATRIMONIO, Relaciones y procesos
MO, CONSUMO CU LTU RA L DISCRIMI- informales económicos Revolución técnico-co­
NACIÓN Y EXCLU SIÓ N SOCIAL, E L I- municativa, SABER Y SABERES.
TES, Elites cosmopolitas, EST A D O -N A - Evolucionismo y neoevolucionismo. Ver A LTERI-
CIÓ N , Etnicidad, G L O B A L IZ A C IÓ N , DAD, Apartheid, CULTURA, ELITES, ES-
Globalización y antiglobalización, Integración T E R E O T IP O S Y ESEN C IA LIZA C IÓ N ,
educativa, MIGRACIONES, Migraciones. Etnocentrismo y relativismo cultural, GENO-
Redes sociales, Migraciones. Teoría macro, CIDIO, GLOBALIZACIÓN, Globalización
Nacionalismo, Pluralismo sincrónico, T R A ­ y antiglobalización, INDIGENISMO, Moder­
BAJO. nidad, Modernización, Nacionalismo, N U E­
Estructural funcionalismo. Ver DESARROLLO, VOS MOVIMIENTOS SOCIALES, PATRI­
DIFERENCIA Y DESIGUALDAD, Globa­ MONIO, POSMODERNIDAD, Racismo y
lización y antiglobalización, MOVILIDAD. neorracismo, Relaciones y procesos informales
Estructuralismo. Neoestructuralismo y posestructura - económicos, Transculturación, Xenofobia y xe-
lismo. Ver Etnocentrismo y relativismo cultu­ nofilia.
ral, MOVILIDAD, M ULTICULTURALIS­ Éxito y fracaso. Ver Derecho de injerencia, ESTA­
MO, Multiculturalismo en los estudios cultura­ DO-NACION, Etnicidad, Globalizaciony an­
les, Poscolonialismo, POSMODERNIDAD. tiglobalización, Integración educativa, Migra­
Estudios culturales. Ver C O M U N IC A C IÓ N , ciones. Teoría macro, Plurinacionalidad, Racis­
CONSUMO CULTURAL Elites cosmopoli­ mo y neorracismo, VIOLENCIA PO LÍTICA
tas, Fronteras simbólicas, G L O B A L IZ A - Violencia política. Tipos.
CIÓN, MOVILIDAD, M ULTICULTURA­ Expolio y robo. Ver Esclavitud, Etnicidad, EX PL O ­
LISMO, Multiculturalismo en los estudios cul­ TACIÓN SOCIAL PATRIMONIO, Violen­
turales, Poscolonialismo. cia política. Tipos.
Ética. Ver CIUDADANÍA COLONIALISMO Y Expulsión y deportación. Ver Desterritorialización,
A N T IC O L O N IA L IS M O , C U L T U R A , DISCRIMINACIÓN Y EXC LU SIÓ N SO­
D E S A R R O L L O , E S T E R E O T IP O S Y CIAL, Extranjero, GENOCIDIO, Migracio­
385 Género. Grupos

nes. Teoría macro, Migraciones y economía, FER EN C IA Y DESIGUALDAD, DISCRI-


Migraciones y racismo, MINORIAS, Naturali­ M IN A C IÓ N Y E X C L U S IÓ N SO CIA L,
zación, Nomadismo y turismo, Racismo y neo- ELITES, Elites cosmopolitas, Espacio de los
racismo. flujos, Espacio red, ESPACIO-TIEMPO, Es­
Extranjería. Ver Apartheid, CIUDADANÍA, Dife­ pacios locales, ESTADO-NACIÓN, Etnici-
rencias sociolingüísticas y desigualdad, Espa­ dad, EXPLOTACIÓN SOCIAL Extranjero,
cios locales, Etnocentrismo y relativismo cultu­ FRONTERA, Frontera geográfica y adminis­
ral, Extranjero, Fronteras políticas y religiosas, trativa, Fronteras económicas, Global y local,
Migraciones y racismo, MINORÍAS, Noma­ GLOBALIZACIÓN, Globalización y antiglo-
dismo y turismo, Racismo y neorracismo, Xe­ balización, IDENTIDAD, Integración educa­
nofobia y xenofilia. tiva, Localidades fantasmagóricas y desanclaje,
Favor y desfavor. Privilegio. Ver CIUDADANÍA, Megalópolis, MIGRACIONES, Migraciones.
CONSUMO CULTURAL, ESTAD O -N A­ Redes sociales, MINORÍAS, Modernidad, Mo­
CIÓN, DESARROLLO, ELITES, Extranje­ dernización, MOVILIDAD, M U LTIC U L­
ro, Megalópolis, Migraciones. Redes sociales. TURALISMO, Nacionalidad, Nacionalismo,
Migraciones. Teoría macro, MINORÍAS, Na­ Naturalización, Neocolonialismo, Nomadis­
cionalidad, Racismo y neorracismo, Relaciones mo y turismo, NUEVOS MOVIMIENTOS
y procesos informales políticos, TRABAJO. SOCIALES, Pluralismo sincrónico, POSMO-
Feminismo. Ver COMUNICACIÓN, Diferencias DERNIDAD, Racismo y neorracismo, Revo­
naturales y diferencias sociales, ESTER EO TI­ lución técnico-comunicativa, SABER Y SA­
POS Y ESENCIALIZACIÓN, M ULTICUL­ BERES, Segregación, TRABAJO , Viajes y
TURALISMO, Multiculturalismo en los estu­ sistem as de m ovilidad, V IO L E N C IA
dios étnicos, N U EV O S M O VIM IEN TO S POLÍTICA, Violencia política. Tipos.
SOCIALES, Relaciones y procesos informales Funcionalismo. Ver Comunitarismo, Etnocentris­
económicos, Viajes y sistemas de movilidad. mo y relativismo cultural, Modernidad, Mo­
Fetichismo. Ver PATRIMONIO, Relaciones y pro­ dernización.
cesos informales económicos, Revolución técni­ Garantía. Ver Derecho de injerencia, ELITES, ES­
co-comunicativa, SABER Y SABERES. TADO-NACIÓN, Extranjero, Nacionalidad,
Filosofía. Ver CIUDADANÍA, Comunitarismo, Nacionalismo.
Contracultura, ESTADO-NACIÓN, E S T E ­ Gasto e inversión. Ver ELITES, Espacio red, ESPA­
REOTIPOS Y ESENCIALIZACIÓN, Etno­ CIO-TIEMPO, EXPLOTACIÓN SOCIAL
centrismo y relativismo cultural, INTEG RA­ GLOBALIZACIÓN, Globalización y antiglo-
CIÓN, Relaciones y procesos informales eco­ balización, Integración educativa, MIGRA­
nómicos, Xenofobia y xenofilia. CIONES, Migraciones. Redes sociales, Noma­
Fiscalidady tributación. Ver COLONIALISMO Y dismo y turismo, Relaciones y procesos infor­
A N TICO LO N IA LISM O , E L IT ES , Elites males económicos.
cosmopolitas, ESTADO-NACIÓN, EX P L O ­ Gasto e inversión social públicos. Ver DESARRO­
TACIÓ N SOCIAL, Fronteras económicas, LLO, ELITES, Elites cosmopolitas, Integra­
Migraciones. Teoría macro, Migraciones y eco­ ción educativa, Migraciones y economía.
nomía, Nacionalidad, Neocolonialismo, Rela­ Género. Grupos. Ver CIUDADANÍA, CONSU­
ciones y procesos informales económicos. MO C U LT U R A L, D ER EC H O S H U M A ­
Fobia y transfobia. Ver DISCRIM INACIÓN Y NOS, D ESA R R O LLO , D IF E R E N C IA Y
EXCLUSIÓN SOCIAL Homofobia y hetero- DESIGUALDAD, Diferencias naturales y di­
fobia, Integración religiosa, Racismo y neorra­ ferencias sociales, Diferencias sociolingüísticas
cismo, Xenofobia y xenofilia. y desigualdad, DISCRIMINACIÓN Y E X ­
Folclore. Ver Frontera geográfica y administrativa, CLUSIÓN SOCIAL Elites cosmopolitas, ES­
PATRIMONIO, SABER Y SABERES. T A D O -N A C IÓ N , E S T E R E O T IP O S Y
Fordismo y posfordismo. Ver GLOBALIZACIÓN, ESENCIALIZACIÓN, ESTIGMA, Etnici-
POSMODERNIDAD, Relaciones y procesos dad, Etnocentrismo y relativismo cultural, E X ­
informales económicos. PLOTACIÓN SOCIAL Extranjero, Homo­
Formalismo. Ver Migraciones. Redes sociales. fobia y heterofobia, IN TEG RA CIÓ N , MI­
Fragmentación. Autonomía e independencia. Ver GRACIONES, Migraciones. Redes sociales,
C IU D A D A N ÍA , Ciudadano, C O LO N IA ­ Migraciones y racismo, MINORÍAS, MOVI­
LISMO Y ANTICOLONIALISMO, Comu­ LIDAD, MULTICULTURALISMO, Multi­
nidad transnacional, Comunitarismo, CO N ­ culturalismo en los estudios étnicos, NUEVOS
SUMO C U LTU R A L Derecho de injerencia, MOVIMIENTOS SOCIALES, Poscolonialis­
DESARROLLO, Desterritorialización, DI­ mo, Relaciones y procesos informales economi-
Gestión y cogestion 386

eos, TRABAJO, Viajes y sistemas de movili­ CULTURA, DESARROLLO, Desterritoria-


dad, Violencia política. Tipos. lización, D IF E R E N C IA Y D E S IG U A L ­
Gestión y cogestión. Ver COLONIALISMO Y AN­ DAD, Diferencias naturales y diferencias so­
TICOLONIALISMO, Comunitarismo, De­ ciales, Diferencias sociales y diferencias cultu­
recho de injerencia, DESARROLLO, DIS­ rales, DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓ N
CRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL SOCIAL ELITES, Esclavitud, Espacio de los
ELITES, Elites cosmopolitas, Espacio de los flujos, ESPACIO-TIEMPO, Espacios locales,
flujos, Espacio red, Extranjero, Integración ESTAD O -N ACIÓ N , Etnicidad, E X P L O ­
educativa, Megalópolis, MINORÍAS, Pluralis­ TACIÓN SOCI A L Frontera geográfica y ad­
mo sincrónico, Revolución técnico-comuni­ ministrativa, Fronteras económicas, Fronteras
cativa. políticas y religiosas, Fronteras simbólicas,
Giocai y glocalización. Ver Espacio de los flujos, ES­ GLOBALIZACIÓN, Globalización y antiglo-
PACIO-TIEMPO, Global y local. balización, Información, Integración religiosa,
Gobierno y autogobierno. Ver Apartheid, CIUDA­ Lugar y no-lugar, Migraciones. Redes sociales,
DANÍA, CO LO NIALISM O Y A N T IC O ­ Migraciones. Teoría macro, M INORÍAS,
LONIALISMO, Comunidad transnacional, MULTICULTURALISMO, Multilocal, Na­
Derecho de injerencia, DESARROLLO, ELI­ cionalidad, Nacionalismo, Naturalización,
TES, Elites cosmopolitas, Espacio red, Espacios Nomadismo y turismo, N U EV O S M OVI­
locales, Extranjero, INTEGRACIÓN, Mega­ M IEN TO S SOCIALES, PATRIM ONIO,
lópolis, Migraciones. Redes sociales, Migracio­ Pluralismo sincrónico. Poscolonialismo, Racis­
nes. Teoría macro, MINORÍAS, Nacionalidad, mo y neorracismo, Relaciones y procesos infor­
Neocolonialismo, RELACIONES Y PROCE­ males económicos, Relaciones y procesos infor­
SOS INFORMALES, Relaciones y procesos males políticos, Revolución técnico-comunica­
informales políticos, Revolución técnico- tiva, SABER Y SABERES, TERRITORIOS,
comunicativa, TR A BA JO , V IO L E N C IA TRABAJO, Transculturación, Viajes y siste­
POLÍTICA, Violencia política. Tipos. mas de movilidad, VIOLENCIA POLÍTICA,
Guerra. Ver COLONIALISMO Y ANTICOLO­ Violencia política. Tipos, Xenofobia y xenofilia.
N IALISM O , EST A D O -N A C IÓ N , VIO- Holismo e integralidad. Ver Aculturación, CU LTU ­
L E N C IA P O L ÍT IC A , Viol encia política. RA, D E S A R R O L L O , D IF E R E N C IA Y
Tipos. DESIGUALDAD, Global y local, ID EN T I­
G u erra civil. Ver E S T A D O -N A C IÓ N , M I­ DAD, Integración educativa, Interculturali-
NORIAS, Violencia política. Tipos. dad, Multiculturalismo en los estudios cultura­
Guerra Fría. Ver Derecho de injerencia, Extranjero, les, Naturalización, PATRIMONIO, Racismo
ELITES, GLOBALIZACIÓN, Neocolonia- y neorracismo.
lismo, Violencia política. Tipos. Homicidio y exterminio. Ver COLONIALISMO Y
Guerra de guerrillas. Ver Derecho de injerencia, A N T IC O L O N IA L IS M O , E X P L O T A ­
Frontera geográfica y administrativa. CIÓN SOCIAL Migraciones y racismo, VIO­
Guerra de Vietnam. Ver Multiculturalismo en los es­ L E N C IA PO LÍT IC A , Violencia política.
tudios étnicos, Neocolonialismo. Tipos.
Gueto. Ver Diferencias sociales y diferencias cultu­ Homogeneidad. Igualdad y similitud. Ver Acultura­
rales, DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN ción, CIUDADANÍA, Ciudadano, C O LO ­
SO CIA L, ESTIG M A , Etnicidad, IN T E ­ N IALISM O Y A N TIC O LO N IA LISM O ,
GRACIÓN, Violencia política. Tipos. COMUNICACIÓN, CONSUMO C U LTU ­
Habitus. Ver CULTURA, Diferencias sociolingüís- RAL, CU LTU RA , D ER EC H O S H U M A ­
ticas y desigualdad, Extranjero, IN TEG RA­ NOS, D ESARRO LLO , D IF E R E N C IA Y
CIÓN. DESIGUALDAD, Diferencias naturales y di­
Herejía e iconoclastia. Ver ESTADO-NACIÓN, ferencias sociales, Diferencias sociolingüísticas
Violencia política. Tipos. y desigualdad, DISCRIMINACIÓN Y E X ­
Heterosexismo y heterosexualidad. Ver Homofobia y CLUSIÓN SOCIAL ELITES, Elites cosmo­
heterofobia. politas, Esfera mediática, Espacio de los flujos,
Hiperglobalismo e hiperglobalización. Ver ESPA­ ESPACIO-TIEMPO, ESTADO-NACIÓN,
CIO-TIEMPO, Global y local. ESTEREOTIPOS Y ESENCIALIZACIÓN,
Historia y memoria. Ver Aculturación, Apartheid, Etnicidad, Etnocentrismo y relativismo cultu­
CIUD AD AN ÍA, Ciudadano, C O LO N IA ­ ral, EXPLO TACIÓ N SOCIAL Extranjero,
LISMO Y ANTICOLONIALISMO, Comu­ Fronteras económicas, Global y local, GLO-
nidad transnacional, Comunitarismo, CON­ BALIZACIÓN, Globalización y antiglobali-
SUM O C U L T U R A L , C o n tra cu ltu ra , zación, Homofobia y heterofobia, Información,
387 Incrustación

INTEGRACIÓN, Integración educativa, In­ les, ESTADO-NACIÓN, Etnicidad, Fronte­


tegración religiosa, Interculturalidad, Mega- ras económicas, Global y local, GLOBALIZA-
lópolis, M igraciones. Redes sociales, CIÓN, Globalización y antiglobalización,
MINORÍAS, MOVILIDAD, M ULTICU L­ IDENTID AD, INTEG RACIÓ N, Integra­
TURALISMO, Multilingüísmo, Nacionalis­ ción educativa, Interculturalidad, MIGRA­
mo, Naturalización, Neocolonialismo, N U E­ CIONES, Migraciones. Teoría macro, MOVI­
VOS M O V IM IEN TO S SO CIA LES, PA ­ LIDAD, Nacionalidad, Nacionalismo, Natu­
T R IM O N IO , P lu ralism o sincrónico, ralización, Neocolonialismo, Nomadismo y
POSMODERNIDAD, Racismo y neorracis- turismo, N UEVOS M OVIM IENTOS SO­
mo, Relaciones y procesos informales políticos, CIALES, PATRIMONIO, Pluralismo sincró­
SABER Y SABERES, Segregación, TRABA­ nico, Plurinacionalidad, Racismo y neorracis­
JO, Traducción, Transculturación, Viajes y siste­ mo, Relaciones y procesos informales económi­
mas de movilidad, VIOLENCIA POLÍTICA cos, Revolución técnico-comunicativa, SABER
Violencia política. Tipos, Xenofobia y xenofilia. Y SABERES, TERRITORIOS, TRABAJO,
Homosexualidad. Ver DISCRIMINACIÓN Y E X ­ VIOLENCIA POLÍTICA, Violencia política.
CLUSIÓN SOCIAL Homofobia y heterofo- Tipos.
bia, MINORÍAS, M U LT IC U LT U R A LIS­ Iglesia. V er ESTADO-NACIÓN, E X P L O T A -
MO, Multiculturalismo en los estudios étnicos, CIÓN SOCIAL Integración religiosa, N U E­
N U EV O S M OVIM IENTOS SOCIALES, VOS MOVIMIENTOS SOCIALES, PATRI­
Poscolonialismo. MONIO, Violencia política. Tipos.
Hospitalidad y asilo. Ver Desterritorialización, Ex­ Igualitarismo. Ver ELITES, Pluralismo sincrónico.
tranjero, Integración educativa, Nacionalidad, Ilustración. Ver CULTURA, DERECHOS H U ­
Nomadismo y turismo, TRABAJO, Xenofobia MANOS, Esclavitud, ESTADO-NACIÓN,
y xenofilia. Etnicidad, Etnocentrismo y relativismo cultu­
Huida. Ver COLONIALISMO Y ANTICOLO ­ ral, GLOBALIZACIÓN, Modernidad, Mo­
NIALISM O, DISCRIM INACIÓN Y E X ­ dernización, MULTICULTURALISMO, Na­
CLUSIÓN SOCIAL Viajes y sistemas de mo­ cionalidad, Nacionalismo, PATRIMONIO,
vilidad, Violencia política. Tipos. POSMODERNIDAD.
Hum anidad. Ver CIUDAD AN ÍA, Ciudadano, Imaginación yfantasía. Ver CONSUMO CULTU­
CONSUM O C U L T U R A L Contracultura, RA L Espacio de los flujos, ESPACIO-TIEM­
CULTURA, DERECHOS HUMANOS, De­ PO, ESTA D O -N A C IÓ N , Etnicidad, E X ­
recho de injerencia, Diferencias sociolingüísti- PLOTACIÓN SOCIAL Extranjero, Global y
cas y desigualdad, Esclavitud, ESTADO-NA­ local, MOVILIDAD, Nacionalismo, Noma­
CION, ESTER EO TIPO S Y ESEN C IA LI­ dismo y turismo, Plurinacionalidad, Revolu­
Z A C IÓ N , E tn icid ad , E tn o ce n trism o y ción técnico-comunicativa, TERRITORIOS,
relativismo cultural, Extranjero, G EN O CI­ Viajes y sistemas de movilidad.
DIO, Global y local, GLOBALIZACIÓN, In- Imitación. Ver COLONIALISMO Y A N TICO ­
terculturalidad, Megalópolis, Migraciones. LONIALISMO, CONSUMO C U LTU R A L
Teoría macro, Nacionalismo, PATRIMONIO, CULTURA, Transculturación.
Plurinacionalidad, Racismo y neorracismo, Imperio e imperialismo. Ver COLONIALISMO Y
TRABAJO, VIOLENCIA POLÍTICA. A N T IC O L O N IA L IS M O , C O N SU M O
Humanización y deshumanización. Ver CIU D A ­ CU LTU RA L, Derecho de injerencia, E L I ­
DANÍA, Ciudadano, Contracultura, C U L ­ TES, Elites cosmopolitas, E S T A D O -N A ­
TURA, DERECHOS HUMANOS, Esclavi­ CIÓN, EXPLOTACIÓN SOCIAL Frontera
tud, ESTER EO TIPO S Y ESEN C IA LIZA ­ geográfica y administrativa, G LO BA LIZA -
CIÓN, Etnocentrismo y relativismo cultural, CIÓN, Globalización y antiglobalización, Na­
Extranjero, GENOCIDIO, Global y local, In- cionalidad, Neocolonialismo, NUEVOS MO­
terculturalidad, TRABAJO, V IO LEN CIA VIMIENTOS SOCIALES, Revolución técni­
POLÍTICA. co-comunicativa, Violencia política. Tipos.
Ideología. Ver Aculturación, Apartheid, Ciudadano, Inclusión. Ver ALTERIDAD, CIUDADANÍA,
Comunitarismo, D ESA R R O LLO , D IF E ­ Ciudadano, CONSUMO CU LTU RA L DES­
REN CIA Y DESIGUALDAD, Diferencias ARROLLO, Extranjero, Global y local, MI­
naturales y diferencias sociales, Diferencias so­ NORÍAS, Nacionalidad, NUEVOS MOVI­
ciales y diferencias culturales, Diferencias so- MIENTOS SOCIALES, Plurinacionalidad.
ciolingüísticas y desigualdad, DISCRIMINA­ Incrustación. Ver RELACIONES Y PROCESOS
CIÓN Y EXCLU SIÓ N SOCIAL, ELITES, INFORMALES, Relaciones y procesos infor­
Elites cosmopolitas, Esclavitud, Espacios loca­ males económicos.
Indígena 388

Indígena. Ver COLONIALISM O Y A N TIC O ­ VIOLENCIA POLÍTICA, Violencia política.


LONIALISMO, DERECHOS HUMANOS, Tipos.
Desterritorialización, ELITES, Elites cosmo­ Indumentaria y moda. Ver CULTURA, Espacio de
politas, Esclavitud, Espacios locales, Etnocen­ los flujos, ESTADO-NACIÓN, ESTIGMA,
trismo y relativismo cultural, Globalización y Migraciones y economía, MINORÍAS, Rela­
antiglobalización, INDIGENISMO, IN T E ­ ciones y procesos informales económicos.
GRACIÓN, MINORÍAS, M ULTICULTU­ Industria y energía. Industrialización y desindustriali­
RALISMO, Multiculturalismo en los estudios zación V er Apartheid, COLONIALISM O Y
étnicos, NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIA­ ANTICOLONIALISMO, Comunidad trans­
LES, PATRIMONIO, Relaciones y procesos in­ nacional, CONSUMO C U LTU R A L, Dife­
formales económicos, SABER Y SABERES. rencias sociales y diferencias culturales, E L I­
Individualismo y antiindividualismo. Ver Ciudada­ TES, Esclavitud, Espacio de los flujos, Espacio
no, Comunitarismo, DESARROLLO, D IFE­ red, ESPA CIO -TIEM PO , EST A D O -N A ­
RENCIA Y DESIGUALDAD, GLOBALI- CIÓN, EXPLOTACIÓN SOCIAL Megaló-
Z ACION, Nacionalismo, Pluralismo sincróni­ polis, Migraciones. Teoría macro, Migraciones
co, Racismo y neorracism o, T R A B A JO , y economía, MINORÍAS, Modernidad, Mo­
Violencia política. Tipos. dernización, MOVILIDAD, Nacionalismo,
Individualización. Ver DESARROLLO, DISCRI- Neocolonialismo, Nomadismo y turismo,
MINACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAU Es- N UEVO S M O VIM IEN TO S SOCIALES,
fera m ediática, E S P A C IO -T IE M P O , PATRIMONIO, Relaciones y procesos infor­
EXPLOTACIÓN SOCIAL Homofobia y he- males económicos, Segregación, TRABAJO,
terofobia, INTEGRACIÓN, M U LTIC U L­ Viajes y sistemas de movilidad, Violencia políti­
TURALISMO, Multiculturalismo en los estu­ ca. Tipos.
dios étnicos, Nacionalismo, POSMODERNI- Industria de la construcción e inmobiliaria. Ver Espa­
DAD, Relaciones y procesos inform ales cio de los flujos, Migraciones y economía, Rela­
económicos, Revolución técnico-comunicativa, ciones y procesos informales económicos.
Sociedad de la información y del conocimiento. Industria cultural. Ver CONSUMO CU LTU RA L
Individuo. Ver Aculturación, ALTERIDAD, CIU­ Esfera mediática, Etnocentrismo y relativismo
DADANÍA, Ciudadano, COLONIALISMO cultural, PATRIMONIO.
Y A N T IC O L O N IA L IS M O , Comunidad Inferioridad y superioridad. Ver Apartheid, COLO-
transnacional, Comunitarismo, CONSUMO N IALISM O Y A N TIC O LO N IA LISM O ,
CULTURAL, Contracultura, CULTURA, C o n tracu ltu ra, D IF E R E N C IA Y D E S ­
Derecho de injerencia, DERECHOS HUMA­ IGUALDAD, Diferencias naturales y diferen­
NOS, Diferencias naturales y diferencias socia­ cias sociales, D ISCRIM IN A CIÓ N Y E X -
les, Diferencias sociales y diferencias culturales, CLUSIÓN SOCIAL, Esclavitud, Etnicidad,
Diferencias sociolingüísticas y desigualdad, Etnocentrismo y relativismo cultural, Globali­
DISCRIMINACIÓN Y EXC LU SIÓ N SO- zación y antiglobalización, MINORÍAS, Na­
C IA L ELITES, Elites cosmopolitas, Esclavi­ cionalismo, Poscolonialismo, Racismo y neo-
tud, Espacio de los flujos, Espacio red, ESPA­ racismo, TRABAJO, Xenofobia y xenofilia.
CIO-TIEMPO, Espacios locales, ESTADO- Infraestructuras y equipamientos. Ver COLONIA­
N A C IÓ N , Etnicidad, E X P L O T A C IÓ N LISMO Y ANTICOLONIALISMO, CON­
SOCIAL, Extranjero, Fronteras económicas, SUMO CULTURAL, DESARROLLO, Es­
Homofobia y heterofobia, IDENTIDAD, In­ pacio de los flujos, Espacio red, EXPLO TA -
tegración educativa, Interculturalidad, Locali­ C IÓ N S O C IA L , F ro n te ra g eográfica y
dades fantasmagóricas y desanclaje, Lugar y administrativa, Integración religiosa, Megaló-
no-lugar, MIGRACIONES, Migraciones. Re- polis, MOVILIDAD, Revolución técnico-co­
des sociales, MINORÍAS, M OVILIDAD, municativa, Segregación, Viajes y sistemas de
MULTICULTURALISMO, Multilocal, Na- movilidad.
cionalidad, Nacionalismo, Nomadismo y turis­ Infravaloración y supravaloración. Ver DESARRO­
mo, NUEVOS M OVIM IENTOS SOCIA­ LLO, Diferencias naturales y diferencias socia­
LES, PATRIMONIO, Pluralismo sincrónico, les, Elites cosmopolitas, Integración educativa,
Plurinacionalidad, Racismo y neorracismo, Nomadismo y turismo, Pluralismo sincrónico,
RELACIONES Y PROCESOS INFORMA­ Relaciones y procesos informales económicos.
LES, Relaciones y procesos informales políti­ Innovación e invención. Ver Aculturación, Comuni­
cos, Revolución técnico-comunicativa, SABER dad transnacional, COLONIALISMO Y AN­
Y SABERES, Segregación, TERRITORIOS, TICO LO N IALISM O , CONSUMO C U L ­
TRABAJO, Viajes y sistemas de movilidad, T U R A L CULTURA, Derecho de injerencia,
389 Justicia e injusticia

Diferencias sociolingüísticas y desigualdad, Intercambio y distribución económicos. Ver D E ­


ELITES, Elites cosmopolitas, Espacio red, ES- SARROLLO, ELITES, Elites cosmopolitas,
PACIO-TIEMPO, ESTADO-NACIÓN, ES­ Esclavitud, ESTADO-NACIÓN, Fronteras
T E R E O T IP O S Y ESEN C IA LIZA C IÓ N , económicas, Fronteras simbólicas, Global y lo­
Etnicidad, EXPLO TA CIÓ N SOCIAL, Ex- cal, Globalización y antiglobalización, Inter-
tranjero, Global y local, Globalización y anti­ culturalidad, Migraciones. Redes sociales, Mi­
globalización, ID EN TID A D , IN T E G R A ­ graciones. Teoría macro, MINORÍAS, MOVI­
CIÓN, Integración educativa, Integración re- L ID A D , N U E V O S M O V IM IE N T O S
ligiosa. L o calid ad es fan tasm ag ó ricas y SOCIALES, Pluralismo sincrónico, Racismo y
desanclaje, Megalópolis, MIGRACIONES, neorracismo, RELACIONES Y PROCESOS
Migraciones. Redes sociales, Migraciones y eco­ INFORMALES, Relaciones y procesos infor­
nomía, Nacionalismo, Neocolonialismo, No­ males económicos, Relaciones y procesos infor­
madismo y turismo, NUEVOS MOVIMIEN­ males políticos, Revolución técnico-comunica­
TOS SOCIALES, PATRIMONIO, Pluralis­ tiva, SABER Y SABERES, Viajes y sistemas de
mo sincrónico, Poscolonialismo, Revolución movilidad.
técnico-comunicativa, SABER Y SABERES, Interdependencia y convivencia. Ver Aculturación,
Sociedad de la información y del conocimiento, Ciudadano, Comunidad transnacional, CON­
TRABAJO. SUMO CULTURAL, Contracultura, C U L ­
Institución e institucionalización. Ver C IU D A ­ TURA, Derecho de injerencia, D IF E R E N ­
DANIA, Ciudadano, Comunidad transnacio­ C IA Y D E S IG U A L D A D , D IS C R IM I-
nal, Comunitarismo, CONSUMO C U LT U ­ N A C IÓ N Y E X C L U S IÓ N S O C IA L ,
RAL, C U LTU R A , Derecho de injerencia, ESPACIO-TIEMPO, Espacios locales, ES T E­
DESARROLLO, Desterritorialización, Dife­ REOTIPOS Y ESENCIALIZACIÓN, Etno­
rencias naturales y diferencias sociales, DIS­ centrismo y relativismo cultural, EXPLO TA ­
CRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL CIÓN SOCIAL Frontera geográfica y admi­
ELITES, Elites cosmopolitas, Esclavitud, Es­ nistrativa, Fronteras económicas, Fronteras
pacios locales, ESTADO-NACIÓN, Etnici- simbólicas, G L O B A L IZ A C IÓ N , IN T E -
dad, EXPLOTACIÓN SOCIAL Extranjero, GRACIÓN, Integ ración educativa, Intercul-
GLOBALIZACIÓN, INTEGRACIÓN, In- turalidad, Lugar y no-lugar, Megalópolis, Mi­
tegración educativa, Integración religiosa, In- graciones. Redes sociales, MINORÍAS, Multi-
terculturalidad, Localidades fantasmagóricas y lingüismo, Nacionalidad, Nacionalismo,
desanclaje, MIGRACIONES, Migraciones. Naturalización, Nomadismo y turismo, PA­
Redes sociales, Migraciones. Teoría macro, MI­ TRIMONIO, Pluralismo sincrónico, Plurina-
NORÍAS, Nacionalidad, Nacionalismo, Natu­ cionalidad, RELA CIO N ES Y PROCESOS
ralización, Neocolonialismo, Racismo y neo- INFORMALES, Relaciones y procesos infor­
rracismo, R E L A C IO N E S Y PRO CESO S males políticos, SABER Y SABERES, Segre­
INFORMALES, Relaciones y procesos infor­ gación, TERRITORIOS, Traducción, VIO­
males políticos, TRABAJO, V IO LEN C IA L E N C IA P O L ÍT IC A , Violencia política.
POLÍTICA, Violencia política. Tipos. Tipos.
Intercambio y distribución. Ver Aculturación, Apar­ Intraculturalidad. Ver CULTURA, Intercultura-
theid' Centro-periferia, COLONIALISMO Y lidad.
A N T IC O L O N IA L IS M O , C O N SU M O Invasión. Ver COLONIALISMO Y ANTICOLO­
C U LTU R A L Derecho de injerencia, Diferen­ NIALISMO, Espacios locales, ESTADO-NA-
cias naturales y diferencias sociales, Diferencias CIÓN, E X P L O T A C IÓ N SO CIA L, Inte-
sociolingüísticas y desigualdad, DISCRIMI­ gración religiosa, Migraciones. Redes sociales,
NACIÓN Y EXCLU SIÓ N SOCIAL, E L I­ M igraciones. Teoría macro, Migraciones
TES, Espacio de los flujos, EXPLOTACIÓN y racismo, Nacionalidad, Violencia política.
SOCIAL, Extranjero, Frontera geográfica y Tipos.
administrativa, Fronteras simbólicas, Global y Islam. Ver Ciudadano, Diferencias sociolingüísticas
local, G L O B A L IZ A C IÓ N , IN T E G R A ­ y desigualdad, Esclavitud, Fronteras políticas y
CIÓN, Integración educativa, Migraciones. religiosas, Globalización y antiglobalización,
Redes sociales, MINORÍAS, MOVILIDAD, Migraciones y racismo, N UEV O S M OVI­
Nacionalismo, PATRIMONIO, Pluralismo M IE N T O S S O C IA L E S , V IO L E N C IA
sincrónico, POSMODERNIDAD, Relaciones POLÍTICA, Violencia política. Tipos.
y procesos informales políticos, Segregación, Judaismo. Ver Violencia política. Tipos.
TRABAJO, Viajes y sistemas de movilidad, Justicia e injusticia. Ver CIUDADANÍA, Ciudada­
Xenofobia y xenofilia. no, Derecho de injerencia, DERECHOS HU-
Laicismo y confesionalidad 390

MANOS, DESARROLLO, Esclavitud, ES­ D IFER EN C IA Y DESIGUALDAD, Dife­


T E R E O T IP O S Y ESEN C IA LIZA C IÓ N , rencias naturales y diferencias sociales, DIS­
EXPLO TACIÓ N SOCIAL, GENOCIDIO, CRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL
MINORÍAS, Nacionalismo, NUEVOS MO­ ELITES, Elites cosmopolitas, Esclavitud, Es­
VIMIENTOS SOCIALES, Relaciones y pro­ pacio de los flujos, Espacios locales, ESTADO-
cesos informales políticos, Revolución técnico- NACIÓN, Etnicidad, EXPLOTACIÓN SO­
comunicativa, TRABAJO, Violencia política. CIAL, Extranjero, Frontera geográfica y ad­
Tipos. ministrativa, Fronteras económicas, Fronteras
Laicismo y confesionalidad. Ver Ciudadano, COLO­ políticas y religiosas, Fronteras simbólicas,
NIALISMO Y ANTICOLONIALISMO, Et­ G LO BA LIZA CIÓ N , Globalización y anti-
nocentrismo y relativismo cultural, Fronteras globalización, ID EN TID A D , IN T EG R A ­
políticas y religiosas, Integración religiosa, CIÓN, Integración educativa, Integración re­
MULTICULTURALISMO, Violencia políti­ ligiosa, Interculturalidad, MIGRACIONES,
ca. Tipos. Migraciones. Redes sociales, MINORÍAS,
Lealtad y confianza. Ver CO LO N IA LISM O Y M O VILID AD , Multilocal, Nacionalidad,
ANTICOLONIALISMO, Comunidad trans­ Nacionalismo, Naturalización, Neocolonialis-
nacional, CONSUMO CULTURAL, Elites mo, Nomadismo y turismo, NUEVOS MO­
cosmopolitas, ESTADO-NACIÓN, E S T E ­ VIMIENTOS SOCIALES, PATRIMONIO,
REOTIPOS Y ESENCIALIZACIÓN, Etni- Pluralismo sincrónico, Plurinacionalidad,
cidad, EXPLOTACIÓN SOCIAL Extranje- Poscolonialismo, Racismo y neorracismo, RE­
ro, Fronteras políticas y religiosas, ID EN T I­ L A C IO N E S Y PRO CESO S IN FO R M A ­
DAD, IN T E G R A C IÓ N , N acionalidad, LES, Relaciones y procesos informales políti­
Naturalización, Plurinacionalidad, R E L A ­ cos, R evolución té cn ico -co m u n ica tiv a ,
CIO N ES Y PROCESOS IN FO RM ALES, S A B E R Y S A B ER E S, T R A B A JO , V IO ­
Racismo y neorracismo, Relaciones y procesos L E N C IA P O L ÍT IC A , Violencia política.
inform ales económ icos, V IO L E N C IA Tipos.
POLÍTICA, Violencia política. Tipos, Xenofo­ Lengua. Lingüística. Ver Aculturación, C O LO ­
bia y xenofilia. N IA LISM O Y A N T IC O LO N IA LISM O ,
Legalidad e ilegalidad. Ley y legislación. Ver Apar­ COMUNICACIÓN, CONSUMO CU LTU ­
theid, CIUDADANÍA, COLONIALISMO Y R A L CULTURA, Diferencias sociolingüísti-
ANTICOLONIALISMO, Comunidad trans­ cas y desigualdad, DISCRIM INACIÓN Y
nacional, CULTURA, Derecho de injerencia, EX C LU SIÓ N SOCIAL, Esclavitud, Esfera
DERECHOS HUMANOS, D IFEREN CIA mediática, Espacios locales, ESTA D O -N A ­
Y DESIGUALDAD, DISCRIMINACIÓN CIÓN, ESTER EO TIPO S Y ESEN C IA LI­
Y EXCLUSIÓN SOCIAL, Elites cosmopoli­ ZACIÓN, Etnicidad, EXPLOTACIÓN SO­
tas, Esclavitud, ESTADO-NACIÓN, ESTIG­ C IA L Extranjero, Fronteras políticas y religio­
MA, EXPLOTACIÓN SOCIAL, Extranjero, sas, Fron teras simbólicas, Global y local,
Frontera geográfica y administrativa, Fronte­ G LO BA LIZA CIÓ N , Información, IN T E ­
ras económicas, Fronteras simbólicas, GENO­ GRACIÓN, Integración educativa, Integra­
CIDIO, INTEGRACIÓN, Integración edu­ ción religiosa, Interculturalidad, MIGRACIO­
cativa, Megalópolis, Migraciones. Redes socia­ NES, Migraciones y racismo, MINORÍAS,
les, Migraciones. Teoría macro, Migraciones y Multiculturalismo en los estudios culturales,
racismo, MINORÍAS, Nacionalidad, Nacio­ Multilingüismo, Nacionalismo, Pluralismo
nalismo, Naturalización, Nomadismo y turis­ sincrónico, Revolución técnico-comunicativa,
mo, N UEVOS M OVIM IENTOS SOCIA­ SABER Y SABERES, TERRITORIOS, Tra­
LES, PATRIMONIO, Plurinacionalidad, Ra­ ducción, Violencia política. Tipos.
cismo y neorracism o, R E L A C IO N E S Y Lengua escrita. Literatura. Ver COLONIALISMO
PROCESOS INFORM ALES, Relaciones y Y ANTICOLONIALISMO, Diferencias so­
procesos informales económicos, Relaciones ciales y diferencias culturales, Diferencias
y procesos informales políticos, SABER Y SA­ sociolingüísticas y desigualdad, ESTADO-
BERES, TRABAJO, Violencia política. Tipos, NACIÓN, ESTEREOTIPOS Y ESENCIA­
Xenofobia y xenofilia. LIZACIÓN, Fronteras simbólicas, Multicul­
Legitimación, afirmación y respeto. Ver Apartheid, turalismo en los estudios culturales, Pluralismo
CIUD AD AN ÍA, Ciudadano, C O LO N IA ­ sincrónico, Poscolonialismo Revolución técni­
LISMO Y ANTICOLONIALISMO, Comu­ co-comunicativa.
nidad transnacional, Comunitarismo, CON­ Lengua oficial. Monolingüismo. Ver Diferencias so­
SUM O C U L T U R A L , D E S A R R O L L O , ciolingüísticas y desigualdad, ESTADO-NA-
391 Mayoría

CIÓN, G LO BA LIZA C IÓ N , IN T EG R A - SIÓN SOCIAL, Elites cosmopolitas, Espacio


CIÓN, Integración educativa, Multilingüismo. de los flujos, Espacio red, ESPACIO-TIEM ­
Lenguaje. Ver CIUDADANÍA, CO M UN ICA­ PO, Espacios locales, ESTADO-NACIÓN,
CIÓN, CULTURA, Diferencias sociolingüís- Etnicidad, EXPLO TA C IÓ N SOCIAL, Ex-
ticas y desigualdad, DISCRIMINACIÓN Y tranjero, FRONTERA, Frontera geográfica y
EXCLUSIÓN SOCI AU ELITES, Esfera me­ administrativa, Fronteras políticas y religiosas,
diática, Etnicidad, Información, Interculturali- Fronteras simbólicas, Global y local, GLOBA-
dad, Migraciones y racismo, MINORÍAS, Re­ LIZACIÓN, Integración religiosa, Localida­
volución técnico-comunicativa, Sociedad de la des fantasmagóricas y desanclaje, Lugar y no-
información y del conocimiento, Traducción, lugar, Megalópolis, MOVILIDAD, Multilocal,
VIOLENCIA POLÍTICA. Nacionalidad, Naturalización, Nomadismo y
Liberación y defensa. Ver CIUDADANÍA, Ciuda­ turismo, Relaciones y procesos informales polí­
dano, CO LO NIALISM O Y A N T IC O L O ­ ticos, Revolución técnico-comunicativa, SA­
N IA LISM O , CO N SU M O C U L T U R A L , BER Y SABERES, Segregación, TER R ITO ­
DERECHOS HUMANOS, ELITES, Elites RIOS, Viajes y sistemas de movilidad.
cosmopolitas, Esclavitud, E S T A D O -N A ­ Macrosocial. Ver Elites cosmopolitas, EXPLO TA ­
CIÓN, Etnicidad, E X P L O T A C IÓ N SO­ CIÓN SOCIAL, Pluralismo sincrónico.
CIAL* Extranjero, GLOBALIZACIÓN, Glo- Mafia y crimen organizado. Ver Esclavitud, E X ­
balización y antiglobalización, Integración edu­ PLOTACIÓN SOCIAL Migraciones. Redes
cativa, Interculturalidad, Migraciones. Teoría sociales, Relaciones y procesos informales polí­
macro, MINORÍAS, Naturalización, Neocolo- ticos, Violencia política. Tipos.
nialismo, NUEVOS M OVIM IENTOS SO­ Magia. Ver ESTIGMA, Fronteras políticas y reli­
CIALES, Pluralismo sincrónico, Plurinaciona- giosas, Globalización y antiglobalización, Vio­
lidad, Poscolonialismo, Violencia política. Tipos. lencia política. Tipos.
Liberalismo y neoliberalismo. Ver Apartheid, CIU­ Marxismo y neomarxismo. Ver Apartheid, Comuni­
DADANÍA, Comunitarismo, Derecho de in­ dad transnacional, Contracultura, D IFEREN ­
jerencia, E L IT E S , E S T A D O -N A C IÓ N C IA Y D E S IG U A L D A D , E sclavitu d ,
Fronteras económicas, Globalización y antiglo­ EXPLOTACIÓN SOCIAL GLOBALIZA-
balización, Integración educativa, Migracio­ CIÓN, Integración educativa, M ULTICUL­
nes. Redes sociales, MINORÍAS, Naciona­ TURALISMO, Multiculturalismo en los estu­
lidad, N UEVO S M O V IM IE N T O S dios culturales, Plurinacionalidad, Poscolonia­
SOCIALES, Pluralismo sincrónico, Pluri- lismo, SABER Y SABERES, V IO LEN CIA
nacionalidad, Relaciones y procesos informales POLÍTICA.
económicos, TRABAJO. Mayoría. Ver CIUDADANÍA, CO LO NIALIS­
Libertad. Ver CIUDADANÍA, CO LO N IALIS­ MO Y ANTICOLONIALISMO, COMUNI­
MO Y ANTICOLONIALISMO, Derecho de CACION, Comunidad transnacional, Comu­
injerencia, ELITES, Elites cosmopolitas, Es­ nitarismo, CONSUMO CULTURAL, Con­
clavitud, ESTAD O -N ACIÓ N , I ntegración tra cu ltu ra , C U L T U R A , D E R E C H O S
educativa, Megalópolis, Migraciones. Teoría HUMANOS, DESARROLLO, D IFER EN ­
macro, MINORÍAS, Nacionalidad, Naciona­ CIA Y DESIGUALDAD, Diferencias socio-
lismo, Pluralismo sincrónico, TR A BA JO , lingüísticas y desigualdad, DISCRIMINA-
VIOLENCIA POLÍTICA. CIÓN Y EXCLU SIÓ N SOCIAL, ELITES,
Libertad de expresión. Ver CONSUMO CU LTU ­ Esclavitud, Esfera mediática, Espacio de los flu­
RAL, DESARROLLO, Plurinacionalidad. jos, ESTADO-NACIÓN, Extranjero, Homo-
Liderazgo y representación. Ver CIUDADANÍA, fobia y heterofobia, Información, INTEGRA­
EXPLOTACIÓN SOCIAL Extranjero, MI- CION, Integración educativa, Integración reli­
NORÍAS, Racismo y neorracismo, VIO LEN ­ giosa, Migraciones y racismo, MINORÍAS,
CIA POLÍTICA, Violencia política. Tipos. M ULTICULTURALISM O, Nacionalidad,
Linaje. Ver DIFERENCIA Y DESIGUALDAD, Nacionalismo, Nomadismo y turismo, N U E­
Diferencias naturales y diferencias sociales, ES­ VOS MOVIMIENTOS SOCIALES, PATRI­
TADO-NACIÓN, Racismo y neorracismo. MONIO, Pluralismo sincrónico, Plurinaciona­
Localización. Deslocalización. Territorialidad. Ver lidad, Racismo y neorracismo, RELACIONES
Centro-periferia, CIUDADANÍA, C O LO ­ Y PROCESOS INFORMALES, Revolución
N IALISM O Y A N T IC O LO N IA LISM O , técnico-comunicativa, SABER Y SABERES,
Com unidad transnacional, C O N SU M O Segregación, TRABAJO, Viajes y sistemas de
CULTURAL, DESARROLLO, Desterrito- movilidad, V IO LEN CIA POLITICA, Vio­
rialización, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U ­ lencia política. Tipos.
Mecanicismo 392

Mecanicismo. Ver Comunidad transnacional, Mi­ D IFE R EN C IA Y D ESIGUALDAD, E L I­


graciones. Teoría macro. TES, Elites cosmopolitas, Esclavitud, ESPA­
Mediación. Ver COMUNICACIÓN, CONSUMO CIO-TIEMPO, Fronteras económicas, Global
C U LT U R A L, Desterritorialización, Elites y local, Migraciones. Redes sociales, MOVILI­
cosmopolitas, Esfera mediática, ESPACIO- DAD, PATRIMONIO, Pluralismo sincrónico,
T IE M P O , E X P L O T A C IÓ N SO C IA L, Racismo y neorracismo, Relaciones y procesos
GLOBALIZACIÓN, Información, Migracio­ informales económicos, Viajes y sistemas de
nes. Redes sociales, Nacionalidad, PATRIMO­ movilidad.
NIO, Sociedad de la información y del conoci­ Mercantilización y desmercantilización de la vida so­
miento, TERRITORIOS, Traducción. cial. Ver Global y local, Nacionalidad, PATRI­
Medios de comunicación. Telecomunicaciones. Ver MONIO, Relaciones y procesos informales eco­
COMUNICACIÓN, CONSUMO CULTU­ nómicos, Sociedad de la información y del co­
RAL, D IFER EN C IA Y DESIGUALDAD, nocimiento.
DISCRIMINACIÓN Y EXCLU SIÓ N SO­ Metodología. Ver Centro-periferia, Comunidad
CIAL, Elites cosmopolitas, Esfera mediática, transnacional, CULTURA, DESARROLLO,
Espacio de los flujos, Espacio red, ESTADO- ESPACIO -TIEM PO , Espacios locales, ES­
NACIÓN, Extranjero, Fronteras simbólicas, TIGMA, Etnocentrismo y relativismo cultural,
Información, Megalópolis, Migraciones. Teo­ GENOCIDIO, INTEGRACIÓN, MOVILI­
ría macro, Migraciones y economía, Multilin- DAD, Multiculturalismo en los estudios étni­
güismo, Pluralismo sincrónico, Revolución téc­ cos, Multilocal, Nomadismo y turismo, PA­
nico-comunicativa, SABER Y SABERES, So­ TRIMONIO, RELACIONES Y PROCESOS
ciedad de la información y del conocimiento, INFORMALES, SABER Y SABERES.
TERRITO RIO S, Transculturación, Trans­ Migrante. Ver Aculturación, Apartheid, Ciudadano,
portes, Viajes y sistemas de movilidad, VIO­ Comunidad transnacional, DISCRIM INA­
LEN CIA POLÍTICA, Violencia política. Ti­ CIÓN Y EXCLUSIÓ N SOCIAL Elites cos­
pos, Xenofobia y xenofilia. mopolitas, Espacios locales, ESTA D O -N A ­
Mensaje. Ver COLONIALISMO Y ANTICOLO­ CIÓN, Etnicidad, Extranjero, Fronteras eco­
NIALISMO, CONSUMO CU LTU RA L Es­ nómicas, IN T E G R A C IÓ N , Integración
pacio de los flujos, ESPACIO-TIEMPO, Mi­ educativa, Integración religiosa, Interculturali-
graciones. Redes sociales, Revolución técnico- dad, MIGRACIONES, Migraciones. Redes so­
comunicativa. ciales, Migraciones. Teoría macro, Migraciones
Mercado y mercantilización. Ver CIUDADANÍA, y economía, M igraciones y racismo, M I­
COLONIALISMO Y ANTICOLONIALIS­ NORÍAS, MOVILIDAD, Nacionalidad, Na­
MO, Comunitarismo, CONSUMO CULTU­ turalización, Nomadismo y turismo, N U E ­
R A L, D E S A R R O L L O , D IS C R IM IN A - VOS MOVIMIENTOS SOCIALES, Plurina-
CIÓN Y EXCLUSIÓ N SOCIAL, ELITES, cionalidad, Racismo y neorracismo, SABER Y
Elites cosmopolitas, Esclavitud, Esfera mediá­ SABERES, TERRITORIOS, Viajes y sistemas
tica, Espacio de los flujos, Espacio red, ESTA- de movilidad, Violencia política. Tipos.
DO-NACIÓN, Etnicidad, EXPLOTACIÓN Militarismo y armamentismo. Ver CIUDADANÍA,
SO CIAL Fronteras económicas, Global y lo­ COLONIALISMO Y ANTICOLONIALIS­
cal, GLOBALIZACIÓN, Globalización y an- MO, Derecho de injerencia, ELITES, Elites
tiglobalización, Información, Integración edu­ cosmopolitas, ESTADO-NACIÓN, EX PLO ­
cativa, MIGRACIONES, Migraciones. Redes TACIÓN SO CIAL FRONTERA, Frontera
sociales, Migraciones. Teoría macro, Migracio­ geográfica y administrativa, Fronteras econó­
nes y economía, M IN O R ÍA S, M O V ILI- micas, Fronteras simbólicas, G LOBALIZA-
DAD, Nacionalidad, Nacionalismo, PATRI­ CIÓ N , N acionalidad, N U EV O S M O VI­
MONIO, Pluralismo sincrónico, Plurinaciona- M IENTOS SOCIALES, TRABAJO, VIO­
lidad, R E L A C IO N E S Y PR O C E SO S L E N C IA P O L ÍT IC A , Violencia política.
INFORMALES, Relaciones y procesos infor­ Tipos, Xenofobia y xenofilia.
males económicos, Relaciones y procesos infor­ Mito y desmitificación. Ver Comunidad transnacio­
males políticos, Revolución técnico-comunica­ nal, Desterritorialización, D IFEREN CIA Y
tiva, SABER Y SABERES, Segregación, Socie­ DESIGUALDAD, Espacios locales, ESTA­
dad de la información y del conocimiento, DO-NACIÓN, Etnocentrismo y relativismo
TRABAJO, Transculturación, Viajes y siste­ cultural, EXPLOTACIÓN SOCIAL Fronte-
mas de movilidad, Violencia política. Tipos. ras políticas y religiosas, MINORÍAS, Multilo­
Mercancía. Ver COLONIALISMO Y ANTICO­ cal, Nacionalismo, Plurinacionalidad, Racismo
LONIALISMO, CONSUMO CULTURAL y neorracismo, Revolución tècnico-comuni-
393 Normalización y desviación. Desregulación

cativa, T E R R IT O R IO S , V IO L E N C IA Neocolonialismo, NUEVOS M OVIM IEN­


POLÍTICA, Violencia política. Tipos. TOS SOCIALES, Plurinacionalidad, Violen­
Modelo. Ver Ciudadano, Comunidad transnacio­ cia política. Tipos.
nal, CONSUMO C U LTU R A L CULTURA, Naturaleza. Ver COLONIALISMO Y ANTICO­
Derecho de injerencia, DESARROLLO, Inte­ LONIALISMO, CULTURA Diferencias na­
gración educativa, DISCRIM INACIÓN Y turales y diferencias sociales, Espacios locales,
EXC LU SIÓ N SOCIAL, ELIT ES, Esclavi­ ESTA D O -N ACIÓ N , Etnicidad, E X P L O -
tud, Espacio red, Etnicidad, EXPLOTACIÓN TACIÓN SOCIAL Frontera geográfica y ad­
SOCIAL, Extranjero, GLOBALIZACIÓN, ministrativa, Fronteras simbólicas, Globaliza­
Globalización y antiglobalización, Integración ción y antiglobalización, Interculturalidad, Lo­
religiosa, Interculturalidad, MINORÍAS, calidades fantasmagóricas y desanclaje, Lugar y
MOVILIDAD, Nacionalidad, Nacionalismo, no-lugar, MOVILIDAD, Nacionalismo, Na­
Naturalización, Neocolonialismo, NUEVOS turalización, PATRIMONIO, Plurinacionali­
M OVIM IENTOS SOCIALES, Pluralismo dad, Racismo y neorracismo, TERRITORIOS,
sincrónico, Poscolonialismo, Revolución técni­ TRABAJO, Viajes y sistemas de movilidad,
co-comunicativa, Segregación, TRABAJO, VIOLENCIA POLITICA.
VIOLENCIA POLÍTICA. Naturalismo. Ver Aculturación, Apartheid, D IFE­
Modernismo. Ver Modernidad, Modernización. RENCIA Y DESIGUALDAD, Diferencias
Monarquía. Ver ESTADO-NACIÓN, E X P L O ­ naturales y diferencias sociales, ESTEREO TI-
TACIÓN SO CIAL Fronteras políticas y re­ POS Y ES E N C IA L IZ A C IÓ N , Fronteras
ligiosas, PATRIMONIO, Violencia política. simbólicas, GENOCIDIO, Integración educa­
Tipos. tiva, Migraciones y racismo, Nacionalismo, Na­
Monismo cultural y monoculturalismo. Ver Comuni­ turalización, Racismo y neorracismo, TERRI­
dad transnacional, Elites cosmopolitas, Etno­ TORIOS, Xenofobia y xenofilia.
centrismo y relativismo cultural, INTEG RA­ Neoclasicismo. Ver Comunidad transnacional, MI­
CIÓN, Integración educativa, M ULTICUL­ GRACIONES.
TURALISMO. Neutralidad. Ver Ciudadano, CONSUMO C U L­
Multidimensional. Ver DESARROLLO, DISCRI­ T U R A L ESTEREOTIPOS Y ESENCI ALI-
MINACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL E X ­ ZACIÓN, MINORÍAS, Pluralismo sincróni­
PLOTACIÓN SO CIAL MINORÍAS, MO­ co, SABER Y SABERES, Segregación.
VILIDAD, Multilocal. Nodos y ejes. Ver Elites cosmopolitas, Espacio de los
Multiétnico e interétnico. Ver ALTERIDAD, Inte­ flujos, D ESARRO LLO , Megalópolis, T E ­
gración educativa, MINORÍAS, Naturaliza­ RRITORIOS.
ción, NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIA­ Normalización y desviación. Desregulación. Ver
LES, Poscolonialismo. Apartheid, CIUDADANÍA, Ciudadano, CO­
Multilateral. Ver Comunidad transnacional, Dere­ LONIALISMO Y ANTICOLONIALISMO,
cho de injerencia, ELITES, Elites cosmopo­ Comunidad transnacional, Comunitarismo,
litas. CONSUMO CU LTU RA L CULTURA, De­
Museologia. Ver COLONIALISMO Y ANTICO­ recho de injerencia, D ERECHOS H UM A ­
LONIALISMO, CONSUMO CU LTU RA L NOS, DESARROLLO, Diferencias sociolin-
Neocolonialismo, N UEVOS M OVIM IEN­ güísticas y desigualdad, DISCRIMINACIÓN
TOS SOCIALES, PATRIMONIO. Y EX C LU SIO N SOCIAL, ELITES, Elites
Música. Ver ALTERIDAD, COLONIALISMO Y cosmopolitas, Espacio de los flujos, ESPACIO-
A N T IC O L O N IA L IS M O , C O N SU M O TIEM PO, Espacios locales, ESTA D O -N A ­
C U L T U R A L , ES T A D O -N A C IÓ N , E X ­ CIÓ N , E S T E R E O T IP O S Y E S E N C IA ­
PLOTACIÓN SOCIAL, Plurinacionalidad, L IZ A C IÓ N , ESTIG M A , Etnicidad, E t ­
Revolución técnico-comunicativa. nocentrismo y relativismo cultural, E X P L O ­
Nación y patria. Posnacional. Desnacionalización. TACIÓ N SOCIAL, Extranjero, Fronteras
Ver CIUDADANÍA, COLONIALISMO Y económicas, Fronteras simbólicas, Homofobia
ANTICOLONIALISMO, Comunidad trans­ y heterofobia, INTEGRACIÓN, Integración
nacional, CONSUMO CULTURAL, C U L ­ educativa, Integración religiosa, Interculturali-
T U R A Derecho de injerencia, Elites cosmopo­ dad, Migraciones. Redes sociales, Migraciones y
litas, ESTADO-NACIÓN, Etnicidad, Fronte­ racismo, M OVILIDAD, M U LT IC U LT U ­
ras políticas y religiosas, GENOCIDIO, Global RALISMO, Multilingüismo, Nacionalidad,
y local, GLOBALIZACIÓN, IDENTIDAD, Nacionalismo, Naturalización, Nomadismo y
INTEGRACIÓN, Megalopolis, Migraciones. turismo, NUEVOS M OVIM IENTOS SO­
Redes sociales, Nacionalidad, Nacionalismo, CIALES, Pluralismo sincrónico, Plurinaciona-
Ocio y actividades lúdicas. Espectáculo 394

lidad, Racismo y neorracismo, RELACIONES ción y antiglobalización, ID E N T ID A D ,


Y PROCESOS INFORMALES, Relaciones y INTEGRACIÓN, Integración educativa, In­
procesos informales económicos, Relaciones tegración religiosa, In tercu ltu ralid ad ,
y procesos informales políticos, Revolución téc­ MINORÍAS, MOVILIDAD, M U LTIC U L­
nico-comunicativa, TERRITORIOS, SABER TURALISMO, Multilingüismo, Nacionalismo,
Y SABERES, TRABAJO, Viajes y sistemas de Naturalización, Nomadismo y turismo, N U E­
movilidad, VIO LEN CIA POLÍTICA, Vio­ VOS MOVIMIENTOS SOCIALES, PATRI­
lencia política. Tipos, Xenofobia y xenofilia. MONIO, Pluralismo sincrónico, Revolución
Ocio y actividades lúdicas. Espectáculo. Ver CONSU­ técnico-comunicativa, SABER Y SABERES,
MO CU LTU R A L, Espacio red, M O V ILI­ TERRITORIOS, Traducción, VIOLENCIA
DAD, Nomadismo y turismo, PATRIMO­ POLÍTICA, Violencia política. Tipos.
NIO, Plurinacionalidad, Transculturación, Paisaje étnico global. Ver Nomadismo y turismo.
Viajes y sistemas de movilidad. Paradigma de la movilidad. Ver MOVILIDAD, Via­
ONG y otras organizaciones sociales. Ver Comunidad jes y sistemas de movilidad.
transnacional, Elites cosmopolitas, Esclavitud, Parentesco y descendencia. Familia. Ver Ciudadano,
Migraciones. Redes sociales, Migraciones. Teo­ COLONIALISMO Y ANTICOLONIALIS­
ría macro, MINORÍAS, NUEVOS MOVI­ MO, Comunidad transnacional, Comunitaris­
M IEN TO S SO CIALES, PATRIMONIO, mo, CONSUMO CULTURAL, CULTURA,
Plurinacionalidad, Relaciones y procesos infor­ D ESA R R O LLO , D IF E R E N C IA Y D E S ­
males económicos. IGUALDAD, Diferencias naturales y diferen­
Opinión privada y pública. Ver COLONIALISMO cias sociales, Diferencias sociales y diferencias
Y A N TIC O LO N IA LISM O , D ESA R RO ­ culturales, Diferencias sociolingüísticas y des­
LLO, DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN igualdad, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U ­
SO C IA L, M igraciones y econom ía, M I­ SIÓN S O C IA L , Esclavitud, E S T A D O -
NORÍAS, Neocolonialismo. NACIÓN, ESTEREOTIPOS Y ESEN CIA­
Oportunidades. Ver CONSUMO CULTURAL, LIZACIÓ N, ESTIGMA, Etnicidad, Etno­
DISCRIMINACIÓN Y EXCLU SIÓ N SO­ centrismo y relativismo cultural, EXPLO TA -
CIAL, ESTADO-NACIÓN, Globalización y C IÓ N S O C IA L , F ro n te ra s sim bólicas,
antiglobalización, Integración educativa, In- GENOCIDIO, GLOBALIZACIÓN, IN T E­
terculturalidad, Nacionalismo, Segregación. GRACION, Integración educativa, Localida­
Organicismo. Ver Nacionalismo, Naturalización. des fantasmagóricas y desanclaje, M IGRA­
Origen y autoctonía. Ver CIUDADANÍA, Ciuda­ CIONES, Migraciones. Redes sociales, MOVI­
dano, COLONIALISM O Y A N T IC O LO ­ LID A D , N acionalidad, N aturalización,
NIALISMO, CULTURA, DISCRIM INA­ N UEVO S M O VIM IEN TO S SOCIALES,
CIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL, ELITES, PATRIMONIO, Plurinacionalidad, Racismo
Esclavitud, ESTADO-NACIÓN, Etnicidad, y neorracismo, R ELA C IO N ES Y PR O C E­
Extranjero, IN TEG RACIÓ N , Integración SOS INFORM ALES, Relaciones y procesos
educativa, Interculturalidad, Migraciones. Re­ informales económicos, SABER Y SABERES,
des sociales, Migraciones. Teoría macro, Migra­ Segregación, TRABAJO, Transculturación,
ciones y economía, Migraciones y racismo, MI­ Viajes y sistemas de movilidad, Violencia políti­
NORÍAS, Nacionalidad, Nacionalismo, Natu­ ca. Tipos.
ralización, Neocolonialism o, N U EV O S Participación. Ver CIUDADANÍA, Ciudadano,
MOVIMIENTOS SOCIALES, Plurinaciona­ Comunidad transnacional, Comunitarismo,
lidad, SA BER Y SA BER ES, TR A BA JO , CONSUMO CULTURAL, DESARROLLO,
Transculturación, Violencia política. Tipos. DISCRIMINACIÓN Y EXC LU SIÓ N SO-
Pacto. Negociación y diálogo. Ver Apartheid, Acultu- CIAL, ELITES, Elites cosmopolitas, ESTA­
ración, Ciudadano, C O LO N IA LISM O Y DO-NACIÓN, Etnicidad, Integración educa­
A N T IC O L O N IA L IS M O , C O N SU M O tiva, Megalópolis, Migraciones. Redes sociales,
CU LTU R A L, Contracultura, CULTURA, Nacionalismo, Pluralismo sincrónico.
D ESA R RO LLO , D ISCRIM IN A CIÓ N Y Particularismo. Ver Ciudadano, CULTURA, D E­
EXCLUSIÓN SOCIAL ELITES, Elites eos- SARROLLO, Etnicidad, Etnocentrismo y re­
mopolitas, Esfera mediática, Espacios locales, lativismo cultural, Global y local, Intercultura-
ESTADO-NACIÓN, ESTER EO TIPO S Y lidad, MINORÍAS, M ULTICULTURALIS­
ESENCIALIZACIÓN, Etnocentrismo y reía- MO, Multiculturalismo en los estudios étnicos,
tivismo cultural, EXPLOTACIÓN SOCIAL Naturalización, NUEVOS MOVIMIENTOS
Frontera geográfica y administrativa, Fronteras SOCIALES, Racismo y neorracismo, Trans­
económicas, Fronteras simbólicas, Globaliza­ culturación.
395 Política

Partido político. Ver Migraciones. Teoría macro, Rela­ TURA, Derecho de injerencia, DESARRO­
ciones y procesos informales políticos, VIOLEN­ LLO, Diferencias sociales y diferencias cultura­
CIA POLÍTICA, Violencia política. Tipos. les, Diferencias sociolingüísticas y desigualdad,
Patronazgoy clientelismo. Ver Comunitarismo, E X ­ DISCRIMINACIÓN Y EXCLU SIÓ N SO­
PL O T A C IÓ N SO CIA L, G L O B A L IZ A - C IA L , E L IT E S , EST IG M A , Etnicidad,
CIÓN, Migraciones. Redes sociales, Nacionali­ GLOBALIZACIÓN, Integración educativa,
dad, NUEVOS MOVIM IENTOS SOCIA­ Integración religiosa, Migraciones. Teoría ma­
L E S , R E L A C IO N E S Y P R O C E S O S cro, Nacionalismo, Neocolonialismo, Relacio­
INFORMALES, Relaciones y procesos informa­ nes y procesos informales económicos, TR A ­
les económicos, Relaciones y procesos informa­ BAJO, Violencia política. Tipos.
les políticos. Poder y dominación. Ver Aculturación, Apartheidf
Paz y pacifismo. Ver COLONIALISMO Y A N TI­ Centro-periferia, CIUDADANÍA, Ciudada­
COLONIALISMO, Elites cosmopolitas, ES­ no, COLONIALISMO Y ANTICOLONIA­
TADO-NACIÓN, Nacionalismo, Plurinacio- LISMO, CONSUMO CU LTU RA L Derecho
nalidad, VIOLENCIA POLÍTICA, Violencia de injerencia, Desterritorialización, D IF E ­
política. Tipos. RENCIA Y DESIGUALDAD, Diferencias
Periodismo. Ver Esfera mediática, Información, naturales y diferencias sociales, Diferencias so­
SABER Y SABERES. ciolingüísticas y desigualdad, DISCRIMINA­
Personalidad. Ver CO NSUM O C U LT U R A L, CIÓN Y EXCLUSIÓ N SOCIAL, ELITES,
CULTURA, ESTADO-NACIÓN, MIGRA- Elites cosmopolitas, Esclavitud, Espacio de los
CIONES, Nacionalismo, Plurinacionalidad, flujos, Espacio red, ESPACIO-TIEMPO, Es­
Racismo y neorracismo, Xenofobia y xenofilia. pacios locales, ESTADO-NACIÓN, ESTE-
Pertenencia. Afiliación. Ver ALTERIDAD, Centro- REOTIPOS Y ESENCIALIZACIÓN, Etni-
periferia, CIUDADANÍA, Ciudadano, CO­ cidad, Etnocentrismo y relativismo cultural,
MUNICACIÓN, Comunitarismo, CONSU­ E X P L O T A C IÓ N SO C IA L, E xt ranjero,
MO C U LT U R A L, D ER EC H O S H U M A ­ Frontera geográfica y administrativa, Fronte­
NOS, DESARROLLO, Diferencias naturales ras económicas, Fronteras políticas y religiosas,
y diferencias sociales, DISCRIMINACIÓN Y Fronteras simbólicas, Global y local, GLOBA-
EXCLUSIÓN SOCIAL Espacio de los flujos, LIZACIÓN, Globalización y antiglobaliza-
ESTADO-NACIÓN, ESTER EO TIPO S Y ción, Homofobia y heterofobia, IN TEG R A ­
ESENCIALIZACIÓN, ESTIGMA, Etnici- CIÓN, Integración educativa, Integración reli­
dad, Extranjero, Frontera geográfica y admi­ giosa, Lugar y no-lugar, MIGRACIONES,
nistrativa, Fronteras políticas y religiosas, Migraciones. Redes sociales, Migraciones. Teo­
Fronteras simbólicas, IDENTIDAD, IN T E ­ ría m acro, M igraciones y racism o, M I­
GRACIÓN, Integración educativa, Integra­ NORÍAS, MOVILIDAD, M ULTICULTU­
ción religiosa, Interculturalidad, Megalópolis, RALISMO, Multiculturalismo en los estudios
MINORÍAS, M U LTICU LTU R A LISM O , culturales, Multilocal, Nacionalismo, Naturali­
Nacionalidad, Naturalización, Pluralismo sin­ zación, Neocolonialismo, Nomadismo y turis­
crónico, Plurinacionalidad, Racismo y neorra­ mo, N UEVOS M OVIM IENTOS SO CIA­
cismo, Relaciones y procesos informales econó­ LES, PATRIMONIO, Pluralismo sincrónico,
micos, TERRITORIOS, TRABAJO, Violen­ Poscolonialismo, Racismo y neorracismo, RE­
cia política. Tipos, Xenofobia y xenofilia. LACIONES Y PROCESOS INFORMALES,
Pesca y migración. Ver Migraciones. Teoría macro. Relaciones y procesos informales económicos,
Planificación y programación. Proyección. Ver CO­ Relaciones y procesos informales políticos, Re­
LONIALISMO Y ANTICOLONIALISMO, volución técnico-comunicativa, SABER Y SA­
DESARROLLO, Diferencias sociales y dife­ BERES, TERRITORIOS, TRABAJO, Trans-
rencias culturales, DISCRIM INACIÓN Y culturación, Viajes y sistemas de movilidad, VIO­
EXCLUSIÓN SOCIAL ELITES, Elites cos­ LENCIA POLÍTICA, Violencia política. Tipos.
mopolitas, Espacio red, Fronteras políticas y re­ Política. Ver Aculturación, Apartheid, Centro-peri­
ligiosas, Integración educativa, Migraciones y feria, CIUDADANÍA, Ciudadano, CO LO ­
economía, MINORÍAS, PATRIMONIO, Plu­ N IALISM O Y A N TIC O LO N IA LISM O ,
ralismo sincrónico, TERRITORIOS, T R A ­ Comunidad transnacional, Comunitarismo,
BAJO, Viajes y sistemas de movilidad, Violen­ CONSUMO CU LTU RA L, Contracultura,
cia política. Tipos. CULTURA, Derecho de injerencia, D ER E­
Pobreza y precariedad. Ver COLONIALISMO Y CHOS HUMANOS, DESARROLLO, Des­
ANTICOLONIALISMO, Comunidad trans­ territorialización, D IFE R EN C IA Y D ES­
nacional, CONSUMO CULTURAL, C U L ­ IGUALDAD, Diferencias naturales y diferen-
Populismo 396

cías sociales, Diferencias sociales y diferencias CLUSIÓN SOCIAL, EST ER EO T IPO S Y


culturales, Diferencias sociolingüísticas y des­ ESENCIALIZACIÓN, Etnocentrismo y rela­
igualdad, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U ­ tivismo cultural, Extranjero, Integración edu­
SIÓN SOCIAL, ELITES, Elites cosmopolitas, cativa, MINORÍAS, Racismo y neorracismo.
Esclavitud, Espacio de los flujos, Espacio red, P rem odernidad. Ver D IF E R E N C IA Y D E S ­
ESPACIO-TIEMPO, Espacios locales, ESTA­ IGUALDAD, EXPLO TA C IÓ N SOCIAL,
DO-NACIÓN, Etnicidad, EXPLOTACIÓN Fronteras políticas y religiosas, Localidades
SOCIAL Extranjero, FR O N TER A Frontera fantasmagóricas y desanclaje, Migraciones.
geográfica y administrativa, Fronteras econó­ Teoría macro, MINORÍAS, MOVILIDAD,
micas, Fronteras políticas y religiosas, Fronte­ Multilocal, TRABAJO.
ras simbólicas, GENOCIDIO, Global y local, Presocial y postsocial. Ver CIUDADANÍA, VIO­
GLOBALIZACIÓN, Globalización y antiglo- LENCIA POLÍTICA.
balización, Homofobia y heterofobia, ID EN ­ Préstamo cultural. Ver Aculturación, CULTURA,
TIDAD, INTEGRACIÓN, Integración edu­ Transculturación.
cativa, Integración religiosa, Interculturalidad, Prestigio. Meritocracia. Ver EXPLOTACIÓN SO­
Migraciones. Redes sociales, Migraciones. Teo­ CIAL, Integración educativa, PATRIM O­
ría m acro, M igraciones y economía, M I­ NIO, Racismo y neorracismo, Segregación.
NORÍAS, MOVILIDAD, M ULTICULTU­ Prevención. Ver Comunitarismo, Esclavitud, E x­
RALISMO, Multilingüismo, Nacionalidad, tranjero, Integración educativa, Violencia polí­
Nacionalismo, Naturalización, Neocolonialis- tica. Tipos.
mo, Nomadismo y turismo, NUEVOS MOVI­ Primera y segunda modernidad. Ver Modernidad,
M IEN TO S SO CIALES, PATRIM ONIO, Modernización, Multilocal, PATRIMONIO,
Pluralismo sincrónico, Plurinacionalidad, Pos­ TRABAJO.
colonialismo, Racismo y neorracismo, RELA ­ Primitivismo y exotismo. Ver COLONIALISMO Y
C IO N ES Y PROCESOS IN FO RM A LES, ANTICOLONIALISMO, DIFERENCIA Y
Relaciones y procesos informales económicos, DESIGUALDAD, Diferencias sociales y dife­
Relaciones y procesos informales políticos, Re­ rencias culturales, E S T E R E O T IP O S Y
volución técnico-comunicativa, SABER Y SA­ ESENCIALIZACIÓN, Etnicidad, GLOBA-
BERES, Segregación, TRABAJO, Transcultu- LIZACIÓN, Nomadismo y turismo, PATRI­
ración, VIO LEN CIA POLÍTICA, Violencia MONIO, RELACIONES Y PROCESOS IN­
política. Tipos, Xenofobia y xenofilia. FORMALES, SABER Y SABERES, T R A ­
Populismo. Ver PATRIMONIO, SABER Y SA­ BAJO, VIOLENCIA POLÍTICA, Xenofobia
BERES. y xenofilia.
Posesión y propiedad. V e r Apartheid, C IU D A ­ Producción económica y tecnológica. Ver CO LO ­
DANÍA, CO LO N IA LISM O Y A N T IC O ­ N IALISM O Y A N TIC O LO N IA LISM O ,
LONIALISMO, CONSUMO CU LTU RA L CONSUMO CU LTU RA L DESARROLLO,
CU LTURA D IFEREN CIA Y DESIGUAL­ D IFER EN C IA Y DESIGUALDAD, E L I­
DAD, Esclavitud, Espacio de los flujos, Etnici­ TES, Elites cosmopolitas, Esclavitud, Espacio
dad, EX PLO T A C IO N SOCIAL, GLOBA- red, ESPA CIO -TIEM PO Espacios locales,
LIZACIÓN, Integración educativa, MOVI- EXPLO TA C IÓ N SOCIAL, Global y local,
L ID A D , N acion alid ad , N acion alism o, GLOBALIZACIÓN, MIGRACIONES, Mi-
N U EV O S M O VIM IEN TO S SOCIALES, graciones. Teoría macro, Migraciones y econo­
PATRIMONIO, SABER Y SABERES, T E ­ mía, Nacionalismo, Nomadismo y turismo,
RRITORIOS Violencia política. Tipos. Pluralismo sincrónico, R E L A C IO N E S Y
Positividad y negatividad. Ver COLONIALISMO Y PROCESOS INFORM ALES, Relaciones y
A N T IC O L O N IA L IS M O , E X P L O T A ­ procesos informales económicos, Revolución
CIÓN SO CIAL GLOBALIZACIÓN, Inte­ técnico-comunicativa, TRABAJO, Viajes y sis­
gración educativa, Migraciones. Redes sociales, temas de movilidad.
Migraciones y economía, Neocolonialismo, Se­ Progreso. Bienestar y malestar. Ver ALTERIDAD,
gregación. Ciudadano, COLONIALISMO Y ANTICO­
Positivismo. Ver PATRIMONIO. LONIALISMO, CULTURA, DESARRO-
Posmodernismo. Ver ESTEREOTIPOS Y ESEN ­ LLO, DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN
CIALIZACIÓN, Etnocentrismo y relativismo SOCIAL ELITES, Esclavitud, Espacios loca­
cultural, G L O B A L IZ A C IÓ N , POSM O- les, ESTA D O -N A C IÓ N , Etnicidad, E X ­
DERNIDAD. PL O T A C IÓ N SO C IA L, G EN O C ID IO ,
Prejuicio. Ver Apartheid, Diferencias sociolingüísti­ Global y local, Globalización y antiglobaliza-
cas y desigualdad, DISCRIMINACIÓN Y E X ­ ción, INDIGENISMO, IN TEG RA CIÓ N ,
397 Reclusión y detención. Campo de concentración

Integración educativa, Megalópolis, MIGRA­ LLO, Desterritorialización, Diferencias natu­


CIONES, Migraciones. Redes sociales, Migra­ rales y diferencias sociales, DISCRIM INA­
ciones. Teoría macro, Modernidad, Moderni­ CIÓN Y EXCLU SIÓ N SOCIAL, ELITES,
zación, Nacionalismo, Naturalización, Neoco- Elites cosmopolitas, Espacios locales, EX PLO ­
lonialismo, Nomadismo y turismo, NUEVOS TACIÓN SOCIAL Homofobia y heterofobia,
MOVIMIENTOS SOCIALES, PATRIMO­ Información, INTEGRACIÓN, Integración
NIO, Pluralismo sincrónico, Plurinacionali- educativa, Integración religiosa, Interculturali-
dad, POSMODERNIDAD, Racismo y neo- dad, Lugar y no-lugar, Megalópolis, M I­
rracismo, Relaciones y procesos informales po­ NORÍAS, MOVILIDAD, M ULTICULTU­
líticos, Segregación, TRABAJO, Violencia RALISMO, Plurinacionalidad, R ELA C IO ­
política. Tipos. N ES Y PR O C ESO S IN F O R M A L E S ,
Propio y extraño. Ver Aculturación, ALTERIDAD, Relaciones y procesos informales económi­
CONSUMO C U LT U R A L CULTURA, Es­ cos, Revolución técnico-comunicativa, Se­
pacios locales, Etnicidad, Etnocentrismo y rela­ gregación, Sociedad de la información y del
tivismo cultural, EXPLOTACIÓN SOCIAL conocimiento, TRABAJO, Violencia políti­
Extranjero, Fronteras políticas y religiosas, Glo- ca. Tipos.
balización y antiglobalización, Homofobia y he­ Pureza e impureza. Ver CIUDADANÍA, D IF E ­
terofobia, IDENTIDAD, Multilocal, Neocolo- RENCIA Y DESIGUALDAD, ESTIGMA,
nialismo, Nomadismo y turismo, Plurinaciona- MOVILIDAD, Multilocal, Nomadismo y tu­
lidad, Racismo y neorracismo, Traducción, rismo, Racismo y neorracismo, Violencia políti­
Violencia política. Tipos, Xenofobia y xenofilia. ca. Tipos.
Protección y proteccionismo. Ver CIUDADANÍA, Radicalidad. Ver C IU D A D A N ÍA , ESTA D O -
COLONIALISMO Y ANTICOLONIALIS­ NACIÓN, Integración educativa, NUEVOS
MO, Comunidad transnacional, Comunitaris­ M OVIM IENTOS SO CIALES, V IO L E N ­
mo, CONSUMO CU LTU RA L DESARRO­ CIA PO LÍTICA Violencia política. Tipos.
LLO, DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN Raza y racialización. Ver Apartheid, CO LO N IA ­
SOCIAL, E L IT E S , ESTA D O -N A C IÓ N , LISMO Y AN TICO LO N IA LISM O , Dife­
EXPLOTACIÓ N SOCIAL Fronteras econó­ rencias naturales y diferencias sociales, Dife­
micas, Global y local, Integración educativa, rencias sociales y diferencias culturales, Dife­
Megalópolis, MINORÍAS, Multilingüismo, rencias sociolingüísticas y desigualdad,
Nacionalidad, Nomadismo y turismo, N U E­ DISCRIMINACIÓN Y EXCLU SIÓ N SO­
VOS MOVIMIENTOS SOCIALES, PATRI­ CIAL, Esclavitud, ESTADO-NACIÓN, E t­
MONIO, RELACIONES Y PROCESOS IN­ nicidad, GENOCIDIO, INDIGENISMO, In­
FO RM A LES, Relaciones y procesos infor­ tegración religiosa, Migraciones y racismo,
males políticos, Segregación, TR A BA JO , MINORÍAS, MOVILIDAD, M U LTIC U L­
Violencia política. Tipos. TURALISMO, Multiculturalismo en los estu­
Protestantismo. Ver Apartheid, COLONIALISMO dios étnicos, Naturalización, NUEVOS MO­
Y ANTICOLONIALISMO, ESTADO-NA­ VIMIENTOS SOCIALES, Racismo y neorra­
CIÓN, Fronteras políticas y religiosas, Integra­ cismo, Violencia política. Tipos.
ción religiosa, NUEVOS MOVIMIENTOS Razón y racionalidad. Ver Ciudadano, ESTADO-
SOCIALES. NACIÓN, Etnicidad, M U LTICU LTU RA -
Psicología y psiquiatría. Ver C U LTU R A , D E ­ LISMO, Nacionalidad, Nacionalismo, N U E­
SARROLLO, DISCRIM INACIÓN Y E X ­ VOS MOVIMIENTOS SOCIALES, RELA ­
CLUSIÓN SOCIAL Esclavitud, ESTEREO ­ CIO N ES Y PROCESO S IN FO R M A LES,
TIPOS Y ESENCIALIZACIÓN, Etnicidad, Relaciones y procesos informales económicos,
EXPLO TACIÓ N SOCIAL Extranjero, Ho­ Relaciones y procesos informales políticos, SA­
mofobia y heterofobia, Integración educativa, BER Y SABERES, VIOLENCIA PO LÍTICA
Interculturalidad, Nacionalismo, Plurinacio- Reactivación y reinvención. Ver Aculturación, CO­
nalidad, Racismo y neorracismo, SABER Y LONIALISMO Y ANTICOLONIALISMO,
SABERES. Comunitarismo, Contracultura, Esfera mediá­
Publicidad. Ver CONSUMO CU LTU RA L GLO- tica, ESTADO-NACIÓN, Etnicidad, Integra­
BALIZACIÓN, Revolución técnico-comuni­ ción religiosa, Migraciones. Redes sociales, Mo­
cativa, Violencia política. Tipos. dernidad, Modernización, M U LTICU LTU ­
Público y privado. Ver Ciudadano, COLONIALIS­ RALISM O , Neocolonialismo, Racismo y
MO Y AN TICO LO N IALISM O , Comuni­ neoracismo, Transculturación.
dad transnacional, Comunitarismo, CONSU­ Reclusión y detención. Campo de concentración. Ver
MO C U LT U R A L CULTURA DESARRO- Apartheid, DISCRIMINACIÓN Y EX C L U -
Red 398

SIÓN SOCIAL, Esclavitud, GENOCIDIO, líticas y religiosas, Globalización y antiglobali­


Violencia política. Tipos. zación, IDENTIDAD, INTEGRACION, In­
Red. Ver Comunidad transnacional, CONSUMO tegración religiosa, Interculturalidad, Migra­
CULTURAL DESARROLLO, DISCRIMI­ ciones. Redes sociales, Migraciones. Teoría
NACIÓN Y EXCLUSIÓ N SOCIAL, Elites macro, MINORÍAS, MOVILIDAD, M UL­
cosmopolitas, Espacio de los flujos, Espacio red, TICULTURALISMO, Nacionalismo, Natu­
Megalopolis, M O V ILID A D , Multilocal, ralización, NUEVOS MOVIMIENTOS SO­
NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES. CIALES, PATRIMONIO, Racismo y neorra-
Red social. Ver Extranjero, Integración educativa, cismo, SA BER Y SA BERES, TR A BA JO ,
MIGRACIONES, Migraciones. Redes socia­ Transculturación, VIOLENCIA POLÍTICA,
les, Nacionalidad, NUEVOS MOVIMIEN­ Violencia política. Tipos.
TOS SOCIALES, RELA CIO N ES Y PRO­ Renacimiento. Ver CIUDADANÍA, ESTADO-
CESOS INFORMALES. NACIÓN, Etnicidad.
Reduccionismo. Ver Comunidad transnacional, Co­ República y republicanismo. Ver Ciudadano, MI­
munitarismo, CONSUM O C U LT U R A L, NORÍAS, Nacionalidad.
D ESARRO LLO , D ISCRIM IN A CIÓ N Y Residencia. Ver Centro-periferia, Ciudadano, Co­
EXCLUSIÓ N SOCIAL, ESTEREOTIPOS munidad transnacional, Comunitarismo, DIS-
Y ESENCIALIZACIÓN, INTEGRACIÓN, CRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL
Integración educativa, PATRIMONIO. Esclavitud, Espacio red, ESTADO-NACIÓN,
Reforma y reformismo. Ver ELITES, Esclavitud, EXPLOTACIÓN SOCIAL Extranjero, IN­
ESTADO-NACIÓN, EXPLOTACIÓN SO- TEGRACIÓN, Mig raciones. Redes sociales,
CIAL, Globalización y antiglobalización, IN­ Migraciones. Teoría macro, Migraciones y eco­
DIGENISMO, Neocolonialismo, NUEVOS nomía, Nacionalidad, Naturalización, Noma­
MOVIMIENTOS SOCIALES, TRABAJO. dismo y turismo.
Región y regionalismo. Ver Centro-periferia, Comu­ Restitución. Ver MINORÍAS, Neocolonialismo,
nidad transnacional, CONSUMO C U LT U ­ NUEVOS M OVIM IENTOS SOCIALES,
RAL, DESARROLLO, Diferencias sociolin- PATRIMONIO.
güísticas y desigualdad, ELITES, Elites cosmo­ Retorno. Ver Comunidad transnacional, Migracio­
politas, Espacio de los flujos, Espacio red, nes. Teoría macro, Nacionalidad, NUEVOS
Espacios locales, ESTADO-NACIÓN, Fron­ MOVIMIENTOS SOCIALES,.
tera geográfica y administrativa, Fronteras eco­ Revolución Francesa. Ver CIUDADANÍA, D ERE­
nómicas, Fronteras políticas y religiosas, Global CHOS HUMANOS, Esclavitud, ESTADO-
y local, INTEGRACIÓN, Integración religio­ NACIÓN, Modernidad, Modernización, Na­
sa, Megalopolis, Migraciones. Redes sociales, cionalidad.
MINORÍAS, MOVILIDAD, Multilocal, Neo- Riqueza y lujo. Ver DESARROLLO, Elites cosmo­
colonialismo, NUEVOS MOVIMIENTOS politas, Esclavitud, Espacio de los flujos, ES-
SOCIALES, Pluralismo sincrónico, Relacio­ T A D O -N A C IÓ N , G L O B A L IZ A C IÓ N ,
nes y procesos informales económicos, Relacio­ Globalización y antiglobalización, Integración
nes y procesos informales políticos, T ER R I­ educativa, Migraciones. Redes sociales, Migra­
TORIOS, Violencia política. Tipos. ciones y economía, Nacionalismo, NUEVOS
Región metropolitana. Ver Centro-periferia, Espa­ MOVIMIENTOS SOCIALES, PATRIMO­
cio red, Megalopolis. NIO, TRABAJO, Violencia política. Tipos.
Reificación. Ver Diferencias sociales y diferencias Ritual. Ver COLONIALISMO Y AN TICO LO ­
culturales, ESTEREO TIPO S Y ESEN CIA­ N IA LISM O , CO N SUM O C U L T U R A L ,
LIZACIÓN, Etnicidad, Fronteras políticas y CULTURA, Diferencias naturales y diferen­
religiosas, Fronteras simbólicas, MULTICUL­ cias sociales, Espacio de los flujos, ESTADO-
TURALISMO, NUEVOS MOVIMIENTOS N A C IÓ N , E X P L O T A C IO N S O C IA L ,
SOCIALES, PATRIMONIO, Racismo y neo- Fronteras políticas y religiosas, Integración
racismo, SABER Y SABERES. religiosa, MINORÍAS, Nacionalismo, Pluri-
Religión y espiritualidad. Ver CIUDADANÍA, CO­ nacionalidad, Revolución técnico-comunicati­
LONIALISMO Y ANTICOLONIALISMO, va, SABER Y SABERES, TERRITORIOS,
Comunidad transnacional, Comunitarismo, TRABAJO, Transculturación, Violencia polí­
Contracultura, CULTURA, Desterritorializa- tica. Tipos.
ción, D IFER EN C IA Y DESIGUALDAD, Rol. Ver Comunitarismo, DISCRIMINACIÓN Y
DISCRIMINACIÓN Y EXCLU SIÓ N SO- EXCLUSIÓN SOCIAU ELITES, Elites cos­
CIAL, Esclavitud, ESTADO-NACIÓN, ES­ mopolitas, Esclavitud, Etnicidad, EXPLO TA ­
TIGMA, Etnicidad, Extranjero, Fronteras po­ CIÓN SOCIAL» Viajes y sistemas de movilidad.
399 Simbolismo y representaciones

Romanticismo y prerromanticismo. Ver Comunita­ Sexismo. Ver DISCRIM INACIÓN Y E X C L U ­


rismo, CULTURA, D ERECH O S H UM A ­ SIÓN SOCIAL Homofobia y heterofobia, In­
NOS, ESTADO-NACIÓN, MOVILIDAD, tegración educativa, MINORÍAS.
Nacionalidad, Nacionalismo, Nomadismo y Sexo. Ver D IFER EN C IA Y DESIGUALDAD,
turismo, PATRIMONIO, Transculturación, Diferencias naturales y diferencias sociales,
Violencia política. Tipos, Xenofobia y xenofilia. Homofobia y heterofobia, Naturalización.
Ruta y tránsito. Ver COLONIALISMO Y A N TI­ Sexualidad. Ver Contracultura, DISCRIMINA-
COLONIALISMO, Elites cosmopolitas, Es­ CIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL Esclavitud,
pacios locales, Frontera geográfica y adminis­ EXPLOTACIÓN SOCIAL Homofobia y he-
trativa, Fronteras económicas, Megalópolis, terofobia.
Migraciones. Redes sociales, MINORÍAS, Significación y sentido. Ver Aculturación, Centro-
MOVILIDAD, Nomadismo y turismo, T E ­ periferia, CIUDADANÍA, Ciudadano, Co­
RRITORIOS. munitarismo, CONSUM O C U L T U R A L ,
Sacerdocio y secularización. Ver D IFEREN CIA Y CULTURA, DESARROLLO, Desterritoria-
DESIGUALDAD, ESTADO-NACIÓN, In­ lización, Diferencias naturales y diferencias so­
tegración religiosa, M ULTICULTURALIS­ ciales, Diferencias sociolingüísticas y desigual-
MO, PATRIMONIO, Violencia política. Tipos. dad, DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓ N
Salud y enfermedad. Medicina. Ver COLONIALIS­ SOCIAL Elites cosmopolitas, Esclavitud, Es­
MO Y ANTICOLONIALISMO, Diferencias pacio de los flujos, Espacio red, ESPACIO-
sociales y diferencias culturales, DISCRIMI­ TIEMPO, Espacios locales, ESTAD O-N A-
NACIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL ESTA­ CIÓN, Etnicidad, E X P L O T A C IÓ N SO-
DO-NACIÓN, Integración religiosa, Migra­ CIAL, FR O N T ER A , Fronteras políticas y
ciones. Teoría macro, MINORÍAS, SABER Y religiosas, Fronteras simbólicas, Global y local,
SABERES. ID EN T ID A D , Interculturalidad, IN T E ­
Secta y sectarismo. Ver Ciudadano, Violencia políti­ GRACIÓN, Integración educativa, MIGRA­
ca. Tipos. CIONES, Migraciones. Redes sociales, MOVI­
Segundad. Ver ELITES, ESTADO-NACIÓN, LIDAD, Multiculturalismo en los estudios
Relaciones y procesos informales políticos, SA­ culturales, Multilocal, Nacionalidad, Naciona­
BER Y SABERES, Viajes y sistemas de movili­ lismo, Naturalización, Nomadismo y turismo,
dad, VIOLENCIA PO LÍTICA Violencia po­ N UEVOS M O VIM IEN TO S SOCIALES,
lítica. Tipos. PATRIMONIO, Pluralismo sincrónico, Revo­
Selección. Ver Aculturación, Etnicidad, Segre­ lución técnico-comunicativa, SABER Y SA­
gación. BERES, TERRITORIOS, TRABAJO, VIO­
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N IA LISM O Y A N TIC O LO N IA LISM O , Simbolismo y representaciones. Ver Apartheid, Cen­
Comunitarismo, CONSUMO CULTURAL, tro-periferia, CIUDADANÍA, Ciudadano,
Esclavitud, ESTADO-NACIÓN, Etnicidad, COLONIALISMO Y ANTICOLONIALIS-
EXPLO TACIÓ N SOCIAL IDENTIDAD, MO, COMUNICACIÓN, Comunidad trans­
Integración educativa, MIGRACIONES, Mi­ nacional, CONSUMO C U LTU RA L Contra­
graciones. Redes sociales, MINORÍAS, Pluri- cultura, CULTURA, Derecho de injerencia,
nacionalidad, Racismo y neorracismo, Revolu­ DESARROLLO, Desterritorialización, DI­
ción técnico-comunicativa, TRABAJO, Viajes FER EN C IA Y DESIGUALDAD, Diferen­
y sistemas de movilidad, Violencia política. cias naturales y diferencias sociales, Diferencias
Tipos. sociales y diferencias culturales, Diferencias so­
Servicios generales y sociales. Ver CIUDADANÍA, ciolingüísticas y desigualdad, DISCRIMINA­
Com unidad transnacional, C O N SU M O CIÓN Y EXCLUSIÓ N SO CIAL ELITES,
C U LT U R A L, Derecho de injerencia, D E- Elites cosmopolitas, Espacio de los flujos, Espa­
SARROLLO, DISCRIMINACIÓN Y E X - cio red, Espacios locales, ESTADO-NACIÓN,
CLUSIÓN SOCIAL ELITES, Elites cosmo­ ESTEREOTIPOS Y ESENCIALIZACIÓN,
politas, Espacio red, ESTA D O -N ACIÓ N , Etnicidad, Etnocentrismo y relativismo cultu-
EX PLO T A C IÓ N SOCIAL, Global y local, ral, EXPLO TACIÓ N SOCIAL, Extranjero,
GLOBALIZACIÓN, INTEGRACION, In- FRONTERA, Frontera geográfica y adminis­
tegración educativa, Integración religiosa, Mi­ trativa, Fronteras económicas, Fronteras políti­
graciones. Redes sociales, Migraciones y econo­ cas y religiosas, Fronteras simbólicas, Global y
mía, MINORÍAS, Nacionalidad, Segregación, local, GLOBALIZACIÓN, Globalización y
TRABAJO, Viajes y sistemas de movilidad, antiglobalización, Homofobia y heterofobia,
Violencia política. Tipos. IDENTIDAD, Información, Lugar y no-lu­
Simetría y equilibrio 400

gar, Migraciones. Redes sociales, MINORÍAS, Sociedad de riesgo. Ver Modernidad, Moderni­
MOVILIDAD, Multiculturalismo en los estu­ zación.
dios culturales, Multilocal, Nacionalismo, Sociedades complejas y simples. Ver Aculturación,
Naturalización, Nomadismo y turismo, N U E­ DIFERENCIA Y DESIGUALDAD, ESTA-
VOS MOVIMIENTOS SOCIALES, PATRI­ DO-NACIÓN, ESTEREOTIPOS Y ESEN ­
MONIO, Pluralismo sincrónico, Plurinaciona- CIALIZACIÓN, Megalopolis, Nacionalismo,
lidad, Poscolonialismo, PO SM O D ER N I- PATRIMONIO, RELACIONES Y PROCE­
DAD, Racismo y neorracismo, Relaciones y SOS INFORMALES.
procesos informales políticos, Revolución téc­ Sostenibilidad y sustentabilidad. Ver DESARRO­
nico-comunicativa, SABER Y SABERES, So­ LLO, Global y local, MOVILIDAD, N U E ­
ciedad de la información y del conocimiento, VOS MOVIMIENTOS SOCIALES, Relacio­
TERRITORIOS, TRABAJO, Transcultura- nes y procesos informales económicos.
ción, Viajes y sistemas de movilidad, VIO LEN ­ Subjetivación y cognición. Ver Aculturación, ALTE-
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Simetría y equilibrio. Ver COLONIALISM O Y DESARROLLO, Diferencias naturales y dife­
A N T IC O L O N IA L IS M O , C O N SU M O rencias sociales, Diferencias sociales y diferen­
C U L T U R A L , D IF E R E N C IA Y D E S ­ cias culturales, Diferencias sociolingüísticas y
IGUALDAD, ELIT ES, EX PL O T A C IÓ N desigualdad, D ISCRIM IN A CIÓ N Y E X ­
SOCIAL, Frontera geográfica y administrati­ CLUSIÓN SOCIAL, Esfera mediática, ES­
va, Integración educativa, Migraciones. Redes PACIO-TIEM PO, Espacios locales, E S T E ­
sociales, VIOLENCIA POLÍTICA. REOTIPOS Y ESEN CIALIZACIÓ N , ES­
Sincronismo y simultaneidad. Ver DISCRIMINA- T IG M A , E tn icid ad , E X P L O T A C IÓ N
CIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL, Pluralismo SOCIAL, Extranjero, Global y local, Homofo-
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C om unidad trans nacional, E S T A D O - NORÍAS, MOVILIDAD, M ULTICULTU­
NACIÓN, Integración religiosa, Migraciones. RALISMO, Multiculturalismo en los estudios
Teoría macro, M ULTICULTURALISM O, culturales, Multilocal, Nacionalismo, Naturali­
Multiculturalismo en los estudios étnicos, zación, Nomadismo y turismo, PATRIMO­
TRABAJO, Violencia política. Tipos. NIO, Plurinacionalidad, Poscolonialismo,
Sistema. Ver Apartheid, COLONIALISMO Y AN ­ POSMODERNIDAD, Racismo y neorracis­
TICOLONIALISMO, Comunitarismo, De­ mo, Revolución técnico-comunicativa, SABER
recho de injerencia, DESARROLLO, D IFE ­ Y SABERES, Sociedad de la información y del
RENCIA Y DESIGUALDAD, DISCRIMI- conocimiento, TRABAJO, Traducción, Trans-
N A C IÓ N Y E X C L U S IÓ N S O C IA L , culturación, VIOLENCIA POLÍTICA, X e­
ELITES, Elites cosmopolitas, Esclavitud, Es­ nofobia y xenofilia.
pacio de los flujos, Espacios locales, ESTADO- Sujeto social. Ver CIUDADANÍA, Ciudadano,
NACIÓN, EXPLOTACIÓN SOCIAL Glo­ CULTURA, Información, Megalopolis, Mo­
bal y local, GLOBALIZACIÓN, Globaliza- dernidad, Modernización, M ULTICULTU­
ción y antiglobalización, INTEG RACIÓ N, RALISMO, PATRIMONIO, POSMODER­
Integración educativa, MIGRACIONES, Mi­ NIDAD.
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macro, MOVILIDAD, Nacionalidad, Nacio­ Superespacio. Ver Elites cosmopolitas, MOVILI­
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cismo, Relaciones y procesos informales econó­ CLUSIÓN SOCIAL, Extranj ero.
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BER Y SABERES, TERRITORIOS, Viajes y DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓ N SO­
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laciones y procesos informales económicos. CIALES, Pluralismo sincrónico, Plurinaciona­
Socialismo y socialdemocracia. Ver ESTADO-NA­ lidad.
CIÓN, Extranjero, GLOBALIZACIÓN, IN­ Tecnología. Ver COLONIALISMO Y ANTICO­
DIGENISMO, Nacionalidad, PATRIMO- LONIALISMO, Comunidad transnacional,
NIO, TRABAJO, Violencia política. Tipos. CONSUMO CULTURAL, Derecho de inje­
401 Tradición y herencia

rencia, DESARROLLO, Diferencias socio- nico-comunicativa, SABER Y SABERES, Via­


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Espacio de los flujos, ESPACIO-TIEM PO, POLÍTICA, Violencia política. Tipos.
ESTADO-NACION, Extranjero, Global y lo­ Tolerancia e intolerancia. Ver DISCRIMINACIÓN
cal, GLOBALIZACIÓN, Globalización y an­ Y EXCLUSIÓN SOCIAL, Extranjero, Fron­
tiglobalización, Megalópolis, Migraciones. Teo­ teras económicas, Integración educativa, Inter-
ría macro, M O V ILID A D , Nomadismo y culturalidad, Migraciones y economía, MI­
turismo, Pluralismo sincrónico, POSMODER- NORÍAS, Nacionalismo, Racismo y neorracis­
NIDAD, Revolución técnico-comunicativa, mo, Relaciones y procesos informales políticos,
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Desterritorialización, Espacios locales, ESTA­ Elites cosmopolitas, ESTA D O -N A C IÓ N ,
DO-NACIÓN, Etnicidad, Extranjero, Fron­ EXPLO TACIÓ N SOCIAL, GLOBALIZA-
teras políticas y religiosas, INTEGRACIÓN, CIÓN, Globalización y antiglobalización, Mi­
Integración educativa, Integración religiosa, graciones. Redes sociales, Migraciones. Teoría
MIGRACIONES, Migraciones. Redes socia­ macro, Migraciones y economía, Migraciones y
les, Migraciones. Teoría macro, M O V ILI­ racismo, Nacionalidad, Nacionalismo, Plura­
DAD, Nacionalidad, Plurinacionalidad, Revo­ lismo sincrónico, Racismo y neorracismo, RE­
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IGUALDAD, DISCRIMINACIÓN Y E X ­ LACIONES Y PROCESOS INFORMALES,
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graciones. Redes sociales, MINORÍAS, Mo­ Nacionalidad, Nacionalismo, TRABAJO.
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Multilocal, Nacionalidad, Nacionalismo, Na­ riferia, CIUDADANÍA, Ciudadano, COLO­
turalización, Nomadismo y turismo, PATRI­ N IA LISM O Y A N TIC O LO N IA LISM O ,
MONIO, Pluralismo sincrónico, Plurinaciona­ Comunidad transnacional, Comunitarismo,
lidad, PO SM O D ERN ID AD , Relaciones y CONSUMO CU LTU RA L CULTURA, Des­
procesos informales políticos, Revolución téc­ territorialización, Diferencias naturales y dife-
Transfronterizo. Cotos Mixtos 402

rendas sociales, Diferencias sociolingüísticas y mo, Nomadismo y turismo, Revolución técni­


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lugar, MIGRACIONES, Migraciones. Redes TRIMONIO, POSMODERNIDAD,SABER
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cionalidad, Nacionalismo, Naturalización, ANTICOLONIALISMO, DESARFOLLO,
Neocolonialismo, Nomadismo y turismo, DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SO­
N UEVOS M O VIM IEN TO S SOCIALES, CIAL, ELITES, Elites cosmopolitas, Espacio
PATRIMONIO, Plurinacionalidad, Poscolo­ de los flujos, ESTADO-NACIÓN, Etnicidad,
nialismo, Racismo y neorracismo, RELACIO­ Global y local, GLOBALIZACIÓN, Globali­
NES Y PROCESOS INFORMALES, Rela­ zación y antiglobalización, MINORIAS,
ciones y procesos informales económicos, Revo- M ULTICULTURALISM O, Nacioialidad,
lución técn ico-com u n icativa, SA B ER Y Nacionalismo, Naturalización, NUEVOS
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NACIÓN, Extranjero, Fronteras políticas y re­ DAD, Diferencias sociales y diferencias cultu-
ligiosas, Global y local, GLOBALIZACIÓN, rales, DISCRIMINACIÓN Y EXC LJSIÓ N
Globalización y antiglobalización, Migraciones. SOCIAL, ELITES, Espacios locales,Etnici­
Redes sociales, MINORÍAS, MOVILIDAD, dad, EXPLOTACIÓN SOCIAL Global y lo­
Multilocal, Naturalización, Nomadismo y tu­ cal, GLOBALIZACIÓN, Integración educati­
rismo, NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIA­ va, Interculturalidad, Lugar y no-lu¿ar, Mi­
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403 Vulnerabilidad y peligro

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NACIÓN, Fronteras políticas y religiosas. Zurich. Ver Espacio red.
s publica por primera vez en lengua española una
obra en la que 50 autores de diferentes países y disciplinas
-entre los que se encuentran estudiosos tan destacados
como Néstor G. Canclini, Terence Turner, J. Friedman, James
Fernández, J. Jorge Carvalho, Gunther Dietz...- asumen, junto
a los coordinadores del volumen, el desafío de definir de
forma clara y coherente, pero plural, los conceptos básicos
relativos al emergente campo de problemas de las relaciones
interculturales.
La globalización de la economía, la política, la cultura, etc.,
junto con la crisis de las visiones universalistas modernas,
plantean nuevas cuestiones y requieren la elaboración de
conceptos actualizados que permitan abordar los flujos
de personas, bienes o informaciones; la hibridación de culturas
e identidades; la generación de nuevas fronteras simbólicas,
de figuras de exclusión y de ciudadanía; el colonialismo y
el postcolonialismo; la estereotipización; la normalización
y los conflictos lingüísticos; la mediatización del
conocimiento, de los imaginarios, de la política, etc. Una
iniciativa de la Editorial Complutense que proporciona a
estudiosos, estudiantes y agentes sociales implicados una
herramienta imprescindible para la comprensión de este
campo de cuestiones clave en nuestra sociedad.

C
AGENCIA ESRMÑKXA
DE COOPERACIÓN
INTERNACIONAL

D IR EC C IÓ N GENERAL
MINISTERIO
DE RELACIONES
DE ASUNTOS EXTERIORES
CULTURALES Y CJEN TlftC A S
Y DE COOPERACION

rTp A/f EDI TORI AL


7 8 8 4 7 4 9 18144
U ^ M COMPLUTENSE
ISBN: 978-84-7491-814-4

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