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de relaciones
interculturales
di versi dad y g l o b a l i z a c i ó n
Coordinadores: Ascensión Barañano, José Luis García,
María Cátedra y Marie J. Devillard
EDITORIAL COMPLUTENSE
uCM
D ICCIO N A RIO D E R ELA C IO N ES IN T E R C U L T U R A L E S .
D IVERSID AD Y G LO BA LIZA C IÓ N
DICCIONARIO DE RELACIONES
INTERCULTURALES.
DIVERSIDAD Y GLOBALIZACIÓN
EDITORIAL
uCm COMPLUTENSE
Agradecemos la ayuda de:
AGENCIA ESPAÑOLA
C DE COOPERACIÓN
INTERNACIONAL
ISBN: 978-84-7491-814-4
Depósito legal: M -14.728-2007
Indice
Introducción ................................................................................................................................... IX
Notas biográficas........................................................................................................................... XI
D iccion ario...................................................................................................................................... 1
explicitan, tras cada definición y desde una en el mundo académico, no hay que olvidar
palabra clave resaltada con un asterisco, los que, por la naturaleza de las mismas ciencias
nexos categoriales del conjunto de los textos sociales, las opiniones divergentes sobre lo
del diccionario. En el mismo sentido también mismo no son, ni mucho menos, aconteci
adjuntamos, a continuación de esta breve in mientos excepcionales. Además, si, como es el
troducción, el índice jerárquico de las voces caso de este libro, se pretende salvaguardar al
troncales —con mayúscula—y secundarias a és máximo la libertad de cada autor para abor
tas —en minúscula—que se definen en el dic dar el tema de la manera que él mismo consi
cionario. Por último, en relación con la dera más adecuada, el objetivo último de este
selección de categorías, se ha puesto especial diccionario no puede ser otro que el de situar
cuidado en la incorporación de términos ha al lector en la línea fronteriza en la que la
bituales en los discursos científicos sobre la in- orientación y la información objetiva dejan
terculturalidad que o bien no se recogen en paso a la reflexión y a la investigación inaca
otras publicaciones o requieren, desde nues bada del tema. Sólo cabe una observación más
tro punto de vista, una actualización. para enmarcar esta cuestión: cualquier cientí
En segundo lugar, hemos tratado de mo fico social sabe que las tradiciones académicas
vernos en el ámbito de las ciencias sociales. tienen ineludibles configuraciones territo
Esta es una tarea compleja porque los proble riales. El diccionario ha tratado de recoger las
mas que tratamos no son abordados de la mis tradiciones europeas -E sp añ a, Portugal,
ma manera en los espacios académicos de Francia, Gran Bretaña, Alemania y Suecia—y
cada una de ellas. La antropología, la sociolo americanas —México, Estados Unidos, Brasil,
gía, el derecho, la economía, la psicología Argentina y Colom bia—, incorporando au
social, las ciencias de la información, la lin tores que por su campo de investigación pu
güística y la politología son las áreas de cono dieran representarlas de forma destacada. F i
cimiento de las que provienen los autores de nalmente, la limitación del número de refe
los textos que se incluyen en este libro. Si pen rencias bibliográficas sobre cada tema tratado
samos que las fronteras científicas están tiene el objetivo de orientar al lector de modo
construidas en buena medida partiendo de conciso y eficaz sobre la ruta que debería se
convencionalismos académicos, no tenemos guir para realizar esta tarea complementaria.
más remedio que pasar por alto las diferen No podemos term inar esta introducción
cias circunstanciales de los planteamientos y sin el reconocimiento debido a los numerosos
declarar nuestra convicción de que la diversi autores que han hecho posible con su disponi
dad de los análisis es un ingrediente constitu bilidad y sus aportaciones la edición de este
tivo del conocimiento integrado de cualquier diccionario en el breve tiempo que necesitaba
problema social. Con todo, las tradiciones la Editorial Complutense. No menos valiosa
académicas de los autores están bien refleja ha sido la colaboración de Débora Avila, re
das en las breves referencias biográficas que pasando y coordinando nuestro trabajo, tra
se incluyen en el libro, y el lector puede a tra duciendo textos, completando referencias y
vés de ellas conocer los contextos académicos acortando la batalla contra el tiempo. Nuestra
en los que se elaboraron los diferentes textos. gratitud también a la Editorial Complutense
Y por último, están los problemas relati por brindarnos la oportunidad de realizar una
vos al mismo campo temático sobre el que se obra que, sin duda, resultará muy útil para es
plantearon los textos: un espacio complejo y tudiantes y profesionales de la intereulturali-
de difícil fragmentación, si se tiene en cuenta dad. Asimismo queremos agradecer los apoyos
que la interculturalidad, en el contexto de la recibidos por la Dirección General ce Coope
globalización, lejos de ser una problemática ración y Comunicación Cultural del Ministerio
parcial relativa a las sociedades modernas, de Cultura y de la Agencia Española de Coope
ración Internacional (Dirección General de
constituye la forma social integral en la que la
Relaciones Culturales y Científicas) del Minis
mayoría de los seres humanos tienen que de
terio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.
sarrollar actualmente su vida cotidiana. Inclu
so limitándonos expresamente a la problemá Los editores
tica convencionalmente reconocida como tal Diciembre de 2006
Notas biográficas
Margarita Barañano Cid nos Aires (1999); Negros esclavos y libres en las
ciudades hispanoam ericanas (2001), y Un Inca
Modernidad, Modernización
platonicien : G arcilaso de la Vega, 1539-1616
Doctora, con Premio Extraordinario, por (2006). 4, Villa Lourcine, 74014 Paris.
la Universidad Complutense de Madrid, es
profesora de Sociología en esta Universidad,
José Jorge de Carvalho
de la que además es vicerrectora. Fue Visiting
Scholar en la Universidad de Cambridge, par Acciones afirmativas, Criollización,
ticipa desde 2003 en el Proyecto G localidad e Discriminación positiva, H IBR ID A C IÓ N ,
Inmigración Transnacional, y desde 2004 diri Mestizaje, Sujeto intercultural
ge el Equipo de la Universidad Complutense
Es profesor del Departamento de Antro
S ocial R égulation o f E uropean Transnational
pología de la Universidad de Brasilia. Fue
Companies. Ha publicado recientemente: Los
investigador de la Fundación de Etnomusico-
fu n dam en tos de la teoría social en Thorstein
logía y Folklore de Venezuela y docente invi
B. Veblen (2002); “Escalas, Des/Reanclajes y
tado en numerosas universidades americanas.
Transnacionalismo” (2005), y G lobalización,
Investiga sobre etnomusicología, negritud, re
Inmigración Transnacional y Reestructuración
ligiones y religiosidad, mito, ritual y exclusión
de la Región M etropolitana de M adrid (2006, en
énica. Entre sus publicaciones destacan: H a
col. ).mbaranan@ccee. ucm.es.
cia una estética de la sensibilidad musical con
temporánea (1995); “O holgar etnográfico e a
Joelle Ana Bergere Dezaphi voz subalterna” (1999); “An Enchanted Pu
blic Space. Religious Plurality and Modernity
D ESA RRO LLO
in Brazil” (2000); “The Mystic o f the marginal
Es profesora titular en la Facultad de spirits” (2001); “Estéticas de la opacidad y la
Ciencias Políticas y Sociología de la Universi transparencia” (2002), e Inclusáo Étnica e R a
dad Complutense de Madrid. Ha sido docente cial no Brasil. A questáo das cotas no ensino supe
en las universidades de Malta, Rabat, Tours, rior (2005). jorgedc@terra.com.br.
Saint-Joseph y AUB de Beirut, y U A SD de la
República Dominicana. Investiga sobre parti Wenceslao Castañares
cipación y gestion local, desarrollo civil y polí
tico en varios países árabes y movimientos COMUNICACIÓN, Esfera mediática
sociales. Ha publicado recientemente: “Actitu Es profesor titular de Teoría General de
des de las mujeres marroquíes inmigrantes ha la Información y de Análisis e Investigación
cia la emigración y la percepción social de las en Comunicación en la Facultad de Ciencias
actitudes de la población española hacia la de la Inform ación de la Universidad C om
inmigración y los inmigrantes” (1999); “La plutense de Madrid. Sus trabajos de investi
femme Arabo-Africaine Face aux Défis du gación se han centrado fundamentalmente en
Développement” (2000), y “La categorización el campo de la semiótica y la comunicación de
social de los marroquíes a través de la literatu masas. Dentro del campo de la semiótica, sus
ra de viajes” (2002). jo.an.berde@cps.ucm.es. trabajos sobre C. S. Peirce han contribuido de
forma notable al conocimiento de este autor
Carmen Bernand Muñoz en España y Latinoamérica. Entre sus obras
cabe citar: D e la interpretación a le lectura
IN D IG EN ISM O (1994); “Signo y representación en las teorías
Nacida en París de padres españoles, estu semióticas” (2002); “La vida en directo: el úl
dió Antropología en la Universidad de Buenos timo espectáculo televisivo” (2003), y Televi
Aires donde se especializó en el mundo andi sión y valores (en prensa).
no. M iem bro del Institut Universitaire de
France, es profesora emérita en la Université María Cátedra Tomás
de Paris X y ha enseñado Antropología histó
M INORÍAS
rica y contemporánea en varias universidades
de Europa y América. Entre sus catorce libros Doctora en Antropología por la Universi
en español y francés sobre América colonial, dad de Pennsylvania y Tin ker Visit.ng Pro-
mestizaje y esclavitud, se hallan: D escu bri fessor en la Universidad de Chicago, es
miento, conquista y colonización de América a catedrática de Antropología Social en el D e
quinientos años (1994, comp.); Historia de B u e partamento de Antropología Social de la
XIII
Povo II: A Colecqäo (1994, en col.); Vozesdo Povo: la Latin Am erican Studies Association por
A folclorizagáo em Portugal (2003, en col.); E s Culturas H íbridas (1990), considerado en 1992
trada Viva? Aspectos da M otorizando na So- el m ejor libro sobre Am érica Latina. Entre
cied ad e Portuguesa (2003), y M áquinas nos sus otras obras destacan: Consumidores y ciu
cam pos. Urna visdo m useológica (2005). dadanos (1995); L a g lobalización im aginada
jorge.branco@sapo.pt. (1999), y Diferentes, desiguales y desconectados:
mapas de la interculturalidad (2004).
Jonathan Friedman
Javier García Castaño
G LO BA LIZA C IÓ N , G lobalización
y antiglobalización, NUEVOS Integración educativa
M OVIM IEN TO S SO CIALES
Profesor de Antropología Social de la
Es director de Estudios en el E H E S S de Universidad de G ranada, es coordinador
París y catedrático de Antropología Social en desde su creación en esta universidad del
la Universidad de Lund en Suecia. Investiga Grupo de Investigación: Laboratorio de E s
en el Sudeste asiático, Oceanía y Hawai so tudios Interculturales. Impulsor de los estu
bre procesos sociales de cambio, movimiento dios de antropología de la educación en
hawaiano, movimientos sociales indígenas, España, ha coordinado varios proyectos de
perspectivas sistémicas globales y, durante investigación sobre la escolarización de po
las dos últimas décadas, desarrollo de una blación inm igrante extranjera en España
antropología de los sistemas globales. Entre y Andalucía. Entre sus publicaciones más
otras publicaciones, destacan: Cultural Iden recientes destacan: Lecturas para educación
tity an d G lobal Process (1994); G lobalization intercultural (1999); Interculturalidad y E du ca
the State and Violence (2002, ed.), y H egem onie ción en los noventa: un análisis crítico (2000), y
D eclines: Present and Past (2005, coedición). L a inmigración en España: contextos y alternati
jonathan.friedman@soc.lu.se. vas (2003, ed.). fjgarcia@ugr.es.
losofía de las ciencias sociales, sociología del Autónoma Metropolitana en México, inves
cuerpo y teoría de la fluidez social. Ha publi tiga sobre políticas cu ltu rales urbanas,
cado: Teoría S ocial y M etateoría. E l caso de recepción artística, representaciones del pa
Anthony Giddens (1994); Retos de la Postm oder trimonio arquitectónico en centros históricos
nidad (1999, coedición); G lobalización, Riesgo y públicos de museos, cine, televisión, video y
y Reflexividad (1999, en col.), y E l doble filo de salones de baile y rock. Coordina un Grupo
la navaja: Violencia y representación (2006, en de Trabajo del Consejo Latinoamericano de
col.), fgselgas@cps.ucm.es. Ciencias Sociales sobre consumo cultural. Ha
publicado: L a ciudad de los viajeros. Travesías e
Jesús Leal Maldonado im aginarios urbanos (1996, en col.); Consumo
cultural y recepción artística (2000, comp. En
Megalópolis, Segregación col.), y “De capital nacional a ciudad global”
Es catedrático del Departamento de So (2002, en col.), anarosasm@hotmail.com.
ciología II —Ecología Humana y Población-
de la Facultad de Ciencias Políticas y Socio Ubaldo Martínez Veiga
logía de la Universidad Complutense de M IGRACIONES, Migraciones. Redes
Madrid. Investiga sobre sociología urbana,
sociales, Migraciones. Teoría macro,
vivienda y morfología social urbana. Ha pu
Migraciones y economía,
blicado recientemente: “Retraso de la em an
Migraciones y racismo
cipación juvenil y dificultad de acceso de los
jóvenes a la vivienda” (2002); H ousing and Catedrático de Antropología en el Depar
Welfare in Southern Europe (2004, en col.); In tamento de Antropología Social y Cultural de
fo rm e sobre la situación demográfica en España la U N E D , investiga sobre antropología eco
(2004); “Segregation and social change in M a nómica y ecológica, etnicidad e identidad,
drid metropolitan región” (2004), y Caracterís grupo doméstico y, más recientem ente, po
ticas del parque de viviendas en la Comunidad de breza, exclusión social e inmigración extran
M adrid (2005). jleal@cps.ucm.es. jera en España. Ha realizado trabajos de
campo en Sri Lanka, Madrid, León, Galicia y
Andalucía. Ha publicado: A ntropología e c o
Enrique Luque Baena
nómica (1990); L a integración social de los inm i
VIOLENCIA Y PO LÍTICA , Violencia grantes extranjeros en España (1997); E l E ji
política. Tipos do. D iscrim inación, exclusión social y racismo
(2001), y “La integración cultural de los inmi
Doctor en Derecho por la Universidad de
grantes en España: el m ulticulturalism o
Granada y graduado en Antropología Social
como justicia social” (2006). ubaldo.m arti-
por la Universidad de Manchester, es cate
nez@uam.es.
drático en el Departamento de Antropología
Social de la Universidad Autónoma de M a
drid. Anteriormente fue profesor en las uni Susana Narotzky
versidades de Granada, Complutense de R ELA C IO N E S Y PROCESOS
Madrid y Salamanca. Ha sido también Visi- IN FO RM ALES, Relaciones y procesos
ting Fellow en la Universidad de Chicago. Su informales económicos, Relaciones
trabajo de campo se realiza en Granada, Cá- y procesos informales políticos
ceres y León e investiga sobre antropología
Doctora por la Universität de Barcelona y
jurídica y política, en especial violencia, len
la New School for Social Research de Nueva
guaje y comunicación políticos. Ha publicado
York, es catedrática del Departament d’An-
recientemente: “De la palabra al silencio: Va
tropologia Cultural, Historia d’América i
riaciones en el tiempo” (2002); “Historia y sig
Africa de la Universität de Barcelona. Inves
nificación” (2003), y “Autoritat i poder en
tiga en Cataluña, Valencia, Galicia y el norte
la societat tradicional” (2004). enrique.lu-
de Italia —Brianza—sobre economía informal,
que@uam.es.
prácticas de consumo, procesos de reciproci
dad y responsabilidad, políticas de la memo
Ana Rosas Mantecón ria y formas de producción del conocimiento
antropológico. Sus últimos libros son: N ew
CONSUMO C U LTU R A L
D irections in E con om ic A nthropology (1997);
Profesora e investigadora del D eparta L a A ntropología de los Pueblos de España
mento de Antropología de la Universidad (2001), e Im m ediate Struggles. People, P ow er
XVII
an d P lace in R ural Spain (2006, en col.)- na- Raymond Firth (1979) en la London School
rotzky@ub.edu. o f Economics y —por la versión portuguesa de
su libro de 1987— el Prem io Internacional
Beatriz Nates Cruz de Estudios Etno-Antropológicos (1985) en Ita
lia. bbb.oneill@sapo.pt.
Centro -Periferia, Desterritorialización,
Espacios locales, Lugar y no-lugar,
Alvaro Pazos
T E R R IT O R IO S
Apartheid
Doctora en Antropología por la Universi
dad Complutense, es profesora de la Univer Es profesor de Antropología Social en la
sidad de Caldas en Manizales, tras su estancia Universidad Autónoma de Madrid. Estudia
en París como profesora invitada en la U ni el tema del cuerpo como objeto de investiga
versidad de la Sorbonne e investigadora invi ción en ciencias sociales, las representaciones
tada en La Maison des Sciences de l’Homme sociales y la construcción social del cuerpo.
y en el C E M C A . Es investigadora asociada Tam bién investiga los problemas derivados
del Centre de Recherche et Documentation del estudio de la subjetividad en sociología y
sur l’Amérique Latine, de la Universidad de antropología social. Ha publicado reciente
la Sorbonne. Ha publicado: Territorialidades mente: Los niños españoles en la URSS. N arra
reconstituidas (2001, en col.); D e lo bravo a lo ción y m em oria (2002, en col.); “El tiempo
manso (2002); Más allá de la historia (2004, en pasado. Formas discursivas y usos sociales del
col.), y L a desgeneralización del mundo (2004, recuerdo” (2002), y “Lisa y su vida. Narrativa
comp. En col.). beatriz.nates@ucaldas.edu.co. y subjetividad” (2004). alvaro.pazos@uam.es.
Cristina Peñamarín Beristain
Javier Noya Miranda
COMUNICACIÓN, Sociedad de la
Nacionalidad, Plurinaciotialidad
información y del conocimiento
Es profesor titular del Departamento de
Doctora en H istoria, es catedrática de
Sociología V —Teoría Sociológica—de la U ni
Teoría de la Inform ación en la Facultad
versidad Complutense de Madrid e investiga
de Ciencias de la Información de la Universi
dor principal del área de Imagen Exterior y
dad Complutense de Madrid y directora de la
Opinión Pública del Real Instituto Elcano de
Editorial Complutense. Investiga, enseña y
Estudios Internacionales y Estratégicos. Ha
escribe sobre semiótica, comunicación y estu
publicado, entre otras obras: Actitudes y com
dios de género. Ha publicado, entre otras
portam ientos hacia el medio am biente en Espa
obras: L os m elodram as televisivos y la cultura
ña (1999, en col.); E l ciudadano de las dos caras:
sentim ental (1995, en col.); E l análisis d el dis
am bivalencias en las actitudes ante la igualdad y
curso. H acia una semiótica de la interacción tex
el Estado de bienestar en España (2003), e Igua
tual (1997, en col.); Com unicación y cotiflicto
litarismo y legitimación del Estado de bienestar:
intercultural (2004, en col.), y “Políticas infor
España en perspectiva com parada (2004). ja-
mativas y subjetivación colectiva: la guerra de
viernoya@yahoo.com.
Irak en la televisión global” (2004).
ESTIGM A
María Rubio Gómez
Catedrático de Antropología Social en el
Integración educativa
Departam ent d’Antropologia, Filosofía i
Treball Social de la Universität Rovira i Vir- Es diplomada en Magisterio por la U n i
gili de Tarragona, es profesor distinguido de versidad de Córdoba y licenciada en Antropo
esta entidad (2004). Medalla Narcís Montu- logía Social por la Universidad de Granada.
riol al mérito científico y tecnológico (2003), En la actualidad desarrolla su tesis doctoral
dirige la colección Temes d ’Etnología de C ata sobre escolarización de población inmigrante
lunya. Ha publicado recientemente: E l estig extranjera en España como investigadora del
ma d el extraño: un ensayo antropológico sobre Laboratorio de Estudios Interculturales de la
sectas religiosas (1997); Investigadores e inves Universidad de Granada, mariarubio@ugr.es.
tigados: literatura antropológica en España des
de 1954 (1199, coord.); Vida, m em oria María José Sánchez Leyva
oblit (2003, coord.); .. aixó és la meva vida’’.
Reíais biografíes i societat (2004, coord.). COMUNICACIÓN, Traducción
joan.prat@urv.es. Es profesora de Teoría de la Información
y de Semiótica de la Comunicación de Masas
Carlos Prieto Rodríguez en la Universidad Rey Juan Carlos de M a
TRABAJO drid. Form a parte del Grupo de Investi
gación de la Universidad Complutense de
Doctor en Sociología por la Sorbonne, es Madrid: Sociosemiótica de la Comunicación
profesor de Sociología de las Relaciones L a Intercultural, y del Instituto de Investigacio
borales en la Facultad de Ciencias Políticas y nes Fem inistas de esta misma universidad.
Sociología de la Universidad Complutense de Investiga sobre feminismo, ciudadanía, m i
Madrid. También es director de Cuadernos de graciones y semiótica. Ha publicado reciente
Relaciones L aborales y miembro del Consejo mente: “Representaciones del amor y rela
de Redacción de Travail et E m ploi y del Con tos sentimentales. ¿Prisioneras de lo rosa?”
sejo de Orientación de Sociologie du Travail. (1999); “La construcción discursiva del espa
Ha publicado, entre otras obras: Trabajadores cio público: sentido, argumentación y consen
y condiciones de trabajo (1994); Las relaciones so” (2003, en col.); “Argumentar los límites.
de em pleo en España (1999, en col.); L a crisis del Las palabras públicas como lugares del acuer
em pleo en Europa (1999); Collective bargaining do social” (2004).
and the social construction o f em ploym ent
(2001, en col.); “Teoría social del trabajo”
Francisco Serra Giménez
(2003), y “Teoría sociológica m oderna”
(2003). cprieto@cps.ucm.es. CIUDADANÍA
Fue profesor de Filosofía del Derecho
Miquel Rodrigo Alsina Moral y Político en la Facultad de Derecho de
la Universidad Complutense de Madrid y en
Multilingüismo
la actualidad es profesor de Derecho Consti
Es catedrático de Teoría de la Comunica tucional en la Facultad de Ciencias Políticas y
ción en la Universidad Autónoma de B ar Sociología de esta misma universidad. Es au
celona. Ha impartido docencia en distintas tor, entre otras obras, de: D erecho y política
universidades españolas y extranjeras, siendo (1997); H istoria, p olítica y derecho en Ernst
también investigador en el Research Center Bloch (1998); “Problemas políticos, jurídicos
for Language and Semiotic Studies —Univer de la democracia electrónica” (2002), y E l
X IX
principio esperanza: escrito en Estados Unidos tigación. Sus estudios más recientes se centran
entre 1938 y 1947: revisado en 1953 y 1959 en la naturaleza cambiante de la movilidad y
(2006, ed.). fserra@cps.ucm.es. la teoría de la complejidad. Sus publicaciones
en estos campos son numerosas e incluyen, en
M. Lourdes Soto Páez tre otras: “Global Complexity” (2003); “Auto-
mobilities” (2005); “Mobilities, Geographies,
Integración educativa
N etw orks” (2006, en col.), y “M obilities” (en
Licenciada en Filología Inglesa por la preparación), j.urry@lancs.ac.uk.
Universidad de Granada y catedrática de In
glés en el IE S Alba Longa de Armilla, Grana María Valdés
da, estudia y documenta el fenómeno de
Etnocentrismo y relativismo cultural,
la escolarización de la población inm igran
Racismo y neoracismo, X enofobia
te extranjera en las escuelas andaluzas. Es
y xenofilia
miembro del Laboratorio de Estudios Inter-
culturales de la Universidad de Granada. Ha Estudió Filosofía y Antropología en la
construido el portal web dedicado al Alum Universität Autónoma de Barcelona, donde
nado de Nueva Incorporación —A N I—. es profesora titular en su D epartam ento de
http://ldei.ugr.es/ani. lourdessotopaez@tele- Antropología Social y Cultural. Especializa
fonica.net. da en Historia de la Antropología, investiga
también sobre raza y cultura y textos etnográ
Terence S. Turner ficos. Ha publicado, entre otras obras: “Inm i
gración y racismo. Aproximación conceptual
D E R E C H O S HUMANOS, E L IT E S , desde la antropología” (1991); “Los textos et
Elites cosmopolitas, Pluralismo nográficos como textos disciplinarios” (1996);
sincrónico E l pensam iento antropológico de L . H . M or
Catedrático emérito de Antropología de gan (1998), y E l pensam iento antropológico de
la Universidad de Chicago, investiga sobre F. Boas (2006). Maria.Valdes@uab.es.
derechos humanos, luchas indígenas, teoría
antropológica, etnografía y etnohistoria de Fernando Villaamil
Sudam érica, ética profesional y activismo,
H om ofobia y heterofobia
nuevos movimientos sociales y globalización.
Su trabajo de campo se ha desarrollado entre Profesor en el Departamento de Antropo
los kayapó, del centro de Brasil. Además de logía Social de la Universidad Complutense
colaborar en la realización de diversas pelícu de Madrid, cursó estudios de Sociología y An
las etnográficas, ha escrito, entre otras obras: tropología en esta universidad y en las de
Anthropology and Multiculturalism (1994); S o Konstanz y Berkeley. Especializado en A n
cial Body and E m bodied Subject (1995), y “The tropología Médica y en la socioantropología
Elem entary Structure o f Practically Every de las sexualidades, investiga en Madrid y
thing” (en prensa), tst3@cornell.edu. San Francisco sobre comunidades gays y bise
xuales y la prevención del V IH . También co
John Urry labora con las asociaciones gays madrileñas
desde la investigación y el activismo. Ha pu
M OVILIDAD, Nom adism o y turismo,
blicado recientem ente: “Llevar los tacones
Viajes y sistemas de m ovilidad
por dentro. Identidad, ironía y resistencia”
Es catedrático de Sociología y director (2003), L a transform ación de la iden tidad gay
del Centre f o r M obilities Research —CeMoRe— en España (2005), y “Masculinidad, homofo
en la Universidad de Lancaster, donde actual bia y clase. Un enfoque socioantropológico
mente dirige un máster en Turismo, así como de la experiencia gay” (2005). villam il@cps.
la Revista M obilities y varios grupos de inves ucm.es.
Relación de términos
agrupados temáticamente
EST E R E O T IP O S
D EREC H O S HUM ANOS, 54 Y ESEN C IA LIZ A C IÓ N , 119
E X P L O T A C IÓ N SO C IA L , 136 M O V IL ID A D , 244
Esclavitud, 97 Nomadismo y turismo, 275
Viajes y sistemas de movilidad, 355
F R O N T E R A , 147
Frontera geográfica y administrativa, 148 M U L T IC U L T U R A L ISM O , 250
Fronteras económicas, 150 Comunidad transnacional, 34
Fronteras políticas y religiosas, 153 Comunitarismo, 36
Fronteras simbólicas, 155 Multiculturalismo en los estudios
culturales, 255
G E N O C ID IO , 159 Multiculturalismo en los estudios
Etnocidio, 136 étnicos, 256
G L O B A L IZ A C IÓ N , 166 N U E V O S M O V IM IE N T O S
Globalización y antiglobalización, 170 SO C IA LES, 279
PA TR IM O N IO , 289
H IB R ID A C IÓ N , 175
Criollización, 44 P O SM O D E R N ID A D , 303
Mestizaje, 216 Modernidad, 242
Sujeto intercultural, 336 Modernización, 243
ID E N T ID A D , 183 R E L A C IO N E S Y P R O C E SO S
Etnicidad, 128 IN F O R M A L E S , 312
Nacionalismo, 267 Relaciones y procesos informales
Pluralismo sincrónico, 296 económicos, 313
Relaciones y procesos informales
IN D IG E N IS M O , 185 políticos, 317
S A B E R Y S A B E R E S , 323
IN T E G R A C IÓ N , 192
Integración educativa, 196
T E R R IT O R IO S , 341
Integración religiosa, 203
Espacios locales, 108
Desterritorialización, 65
M IG R A C IO N E S , 219 Centro-Periferia, 13
Migraciones. Redes sociales, 222 Lugar y no-lugar, 210
Migraciones. Teoría macro, 229
Migraciones y economía, 232 T R A B A JO , 345
Migraciones y racismo, 234
V IO L E N C IA P O L ÍT IC A , 358
M IN O R ÍA S, 237 Violencia política. Tipos, 360
A
fue el acceso preferente de los estudiantes ne
Acciones afirmativas gros e indígenas a las universidades y tam
La expresión acción afirmativa se pone en bién a los puestos de ^trabajo del servicio
circulación a comienzos de los años sesenta público. En la medida en que se trataba de
del siglo pasado en Estados Unidos para defi una política de Estado, destinada a provocar
nir un conjunto de políticas públicas centra un cambio profundo en la sociedad como un
das en la población negra, con la finalidad de todo, el gobierno norteam ericano también
acelerar el proceso de combate a las d e s empezó a estimular, con incentivos fiscales y
igualdades raciales provocadas por siglos de facilidades para contratar la realización de
*esc!avitud y por el *racism o posesclavista. servicios públicos, a las empresas que dieran
Inmediatamente pasó a designar también las preferencia a la contratación de negros e indí
políticas compensatorias para las naciones in genas.
dígenas norteam ericanas, igualmente vícti A pesar de la hegemonía ideológica del
mas de siglos de *genocidio y *discrim ina- Estado norteamericano en el momento pre
ción. Desde entonces el término viene siendo sente, el paradigma de universalismo e iguali
usado internacionalmente y en diversos paí tarismo en el espacio europeo y de N or
ses del mundo para definir políticas específi teamérica aún es el modelo de Estado francés,
cas, compensatorias y de inclusión *étnica y constituido bajo la égida de la Ilustración, y
racial en general. A la práctica de la acción que decretaba la triple unidad: una nación, un
afirmativa se la denomina en muchas ocasio pueblo, una lengua. El Estado norteamerica
nes ^discriminación positiva. Otro concepto no también operó con este credo igualitario
relacionado directamente con la noción de ac abstracto hasta que la *violencia racial y étni
ciones afirmativas es el de reparación, sobre ca condujo a la sociedad a una situación tan
todo para los pueblos africanos y afroam eri enormemente explosiva —afectó incluso a su
canos en las Américas y el Caribe, vinculado a imagen internacional—que las políticas de de-
los daños sufridos durante los siglos de escla *segregación tuvieron que incluir a la fuerza
vitud y ^colonialismo; daños que, aún hoy en mecanismos de preferencia de admisión para
día, afectan a esas poblaciones. La idea de re negros e indígenas. Fueron estos mecanismos
paración se extiende también a las poblacio los que recibieron el nom bre, difundido
nes originarias de las Américas, que reciben el ampliamente por el mundo, de acciones afir
nombre genérico de indígenas por los coloni mativas.
zadores europeos. Cuotas, discriminación po Sin embargo, en sentido contrario a las
sitiva y reparaciones conforman actualmente ideas que se difunden en los países occidenta
el gran tema de las acciones afirmativas a es les, las acciones afirmativas no fueron inven
cala internacional. tadas en Estados Unidos. En realidad, fue la
Una de las primeras medidas, que llama India el primer país en romper con la lógica
mos de acción afirmativa en Estados Unidos, universalista y colocar derechos diferenciados
Acciones afirmativas 2
los pueblos originarios de los países andinos, do en el contexto de las sociedades explícita
liderados por los ^movimientos indígenas de mente segregadas. Se abre ahora un nuevo
Bolivia y Ecuador, también reivindican accio campo teórico y político al iniciarse el proceso
nes afirmativas para el acceso de indígenas a de las acciones afirmativas en las sociedades
las universidades. Por consiguiente, el tema del mestizaje.
de las acciones afirmativas, que hasta el mo
mento se había asociado sobre todo a Estados
Unidos y a Sudáfrica, pasa hoy por un perio Bibliografía
do de gran efervescencia en el conjunto del
espacio iberoamericano. AMBEDKAR, Bhimrao Ramji (2002): The Essen
Desde un punto de vista político-ideológi tial Writings o f B. R. Ambedkar. Oxford: Ox
co, las acciones afirmativas se vienen conci ford University Press.
biendo hasta el momento presente como una AROCHA, Jaime (2004): Utopía para los Exclui
lucha por la afirmación de minorías discrimi dos. E l Multiculturalismo en Africa y América
nadas dentro de la sociedad nacional, sin lle Latina. Bogotá: Universidad Nacional de Co
gar a cuestionar, sin embargo, las bases de la lombia.
constitución del Estado. En este sentido han BO W EN , William; BOCK, Derek; LOURY,
sido objeto de crítica política por gran parte Glenn (2000): The Shape o f the River. Prince
del pensamiento de izquierdas, desde donde ton: Princeton University Press.
se consideran medidas reformistas, que no CARVALHO, José Jorge de (2001): “As Propostas
consigue subvertir la desigualdad de clase de Cotas para Negros e o Racismo Académi-
que estructura las sociedades capitalistas, tan cono Brasil”. Revista Sociedade e Cultura, 4 (2):
to las ^centrales, caso de Estados Unidos, 13-30.
como las periféricas, caso de Brasil. Sin em — (2003): “Agoes afirmativas para negros na Pós-
bargo, desde un punto de vista conceptual, no graduafáo, ñas bolsas de pesquisa e nos con
parece pertinente lim itar la idea de acción cursos para professores universitários como
afirmativa a un paradigma político de tipo li resposta aoracismo académico”, en Petronilha
beral, como si su única función fuera la de Silva, Beatriz Gonsalves, Valter R. Silvério
preparar a las minorías étnicas y raciales dis (Orgs.), Educando e Aqóes Afirmativas. Brasilia:
criminadas para enfrentar el universo indivi Inep/MEC, 161-190.
dualista y competitivo del capitalismo. El — (2005): Inclusáo Etnica e Racial no Brasil. Sao
desafío que se plantea a muchas corrientes teó Paulo: Attar Editorial.
ricas y políticas de las acciones afirmativas, CARVALHO, José Jorge de; SEGATO, Rita
desarrolladas en Brasil y Am érica latina, es Laura (2002): Urna Proposta de Cotas para Estu -
precisamente cómo sacarlas del marco liberal dantes Negros na Universidade de Brasilia. Bra
capitalista que fue su modelo hegemónico en silia: Departamento de Antropología. Uni
el mundo occidental. versidade de Brasilia, Série Antropología, 314.
Otra cuestión conceptual importante, de EMERSON, Renato; LO BATO , Fátima (eds.)
rivada de las acciones afirmativas en Brasil y (2003): Aqoes Afirmativas. Políticas Públicas
otros países de América latina, es de qué ma contra as Desigualdades Raciais. Rio de Janeiro:
nera se puede identificar al individuo suscep DP&A.
tible de ser beneficiario de las cuotas, dado el K H A LK A N I, Akil Kokayi (2005): The Hidden
m estizaje de la población. En Estados U ni Debate: The Truth Revealed About the Battle
dos, por ejemplo, declararse negro implica la over Affirmative Action in South Africa and the
pertenencia a una categoría legalmente defi United States. New York: Routledge.
nida. Se trata de todo individuo que pueda MABOKELA, Reitumetse Obakeng (2000): Voi
probar que posee al menos un octavo de as ces o f conflict: desegregating South African uni
cendencia negra. En la India no se puede versities. New York: Routledge, Falmer.
ocultar la condición de dalit y en Malasia no MARX, Anthony (1998): Maying race and nation: a
resulta posible disimular la identidad malaya. comparison o f South Africa , the United States
Por otra parte, en el caso brasileño, y también and Brazil. Cambridge: Cambridge University
en el colombiano, surge un nuevo problema Press.
que no se registraba en el proceso indio, mala SEGATO, Rita Laura (2003): Uma Agenda de
yo o norteamericano de las acciones afirmati Afóes Afirmativas paras as Mulheres Indígenas
vas: quién es negro, e incluso indio, en Brasil no Brasil. Brasilia: Dpto. de Antropología,
o en Colombia. Hasta el momento, la teoría Universidade de Brasilia. Série Antropolo
de las acciones afirmativas se había construi gía, 326.
5 Aculturación
SILVA, Petronilha; GONgALVES, Beatriz; SIL- activos y pasivos en los procesos de contacto y
VÉRIO, ' Valter Roberto Silvério (orgs.) que los individuos quedan subsumidos en esa
(2003): Educaqáo e Aqóes Afirmativas. Brasilia: dinámica colectiva. En el M emorándum sobre
Inep/MEC. la aculturación, de Redfield, Linton y Hers-
José Jorge de Carvalho kovits (1936), se utiliza el término para expre
sar “aquellos fenómenos que se producen
cuando grupos de individuos que tienen dife
Véanse además Centro-periferia, Ciudadano,
rentes culturas entran en contacto directo
C C) L O N IALIS M O Y A N T 1C 0 1„O N IA -
continuo, con los subsecuentes cambios en las
IJSMO, Comunitarismo, DERECHOS HU
pautas originales de uno o de los dos grupos”.
MANOS, DESARROLLO, DIFERENCIA
Puestas así las cosas, es evidente que en la ma
Y D ESIG U A LD A D , Diferencias sociales y
yoría de los casos son las culturas dominadas
diferencias culturales, Discriminación positi
las que pierden sus características, asumiendo
va, D ISCRIM IN A CIÓ N Y EXC LU SIÓ N
las más rentables “pautas de cultura” de los
SOCIAL, E L IT E S , Esclavitud, ESTADO-
dominadores.
NACIÓN, ESTEREO TIPO S Y ESENCIA
La valoración actual del concepto debe te
LIZACIÓN, Etnicidacl, EXPLO TA C IÓ N
ner en cuenta los cambios producidos en la
SOCIAL, G EN O CID IQ , I D E N T I DAD,
noción de cultura, de la que, al fin y al cabo, es
INTEGRA(:iÓN, Mestizaje, MINORí AS,
un derivado, e integrar teóricamente las con
NU EVOS MOV I MI E N T O S SOCI A LES,
clusiones extraídas del estudio de las relacio
Racismo y neorracismo, Segregación, Sujeto
nes *interculturales que se están produciendo
intercultural, TRABAJO, Traducción, VIO
en las sociedades complejas. Si la cultura no es
LENCIA POLÍTICA.
la homogeneidad estructurada de la que se
hablaba en la época del M em orándum , sino
Aculturación una organización de una diversidad de suje
tos, los procesos de aculturación entre indivi
Aculturación en sentido estricto significa duos provenientes de distintos grupos no
la pérdida o transform ación de algunos as tienen por qué diferir cualitativamente de los
pectos culturales en situaciones de contacto que se producen entre diferentes sujetos del
entre culturas ^diferentes. En un sentido más mismo grupo. Aculturación y enculturación
amplio, invade el terreno de otros conceptos no aparecen en este sentido como realidades
como los de Asim ilación, *transculturación, opuestas, sino como procesos equivalentes.
intercambios y préstamos culturales, S in c re Tanto más si se tiene en cuenta, como ya había
tismo o cambio cultural. Incluso Bastide demostrado de forma brillante Linton (1937)
(1972) habla d e aculturación planificada para en un breve texto sobre la cultura americana,
referirse a programas de *desarrollo. Esta que todas las culturas son de una u otra forma
complejidad expresa bien a las claras la im mezclas.
precisión de un concepto, que se ha gestado Se ha dicho que la aculturación hace refe
en la encrucijada formada por las experien rencia a los cambios en las conductas cultura
cias ^coloniales y las contingencias de las les y la asimilación a los cambios sociales (Gor-
teorías antropológicas integracionistas. En don, 1964). Esta visión de los hechos se adapta
contextos de dominación no es difícil hablar mal a las experiencias del mundo moderno.
de agentes y pacientes. Los sujetos que pier El conocimiento cultural es acumulativo a di
den sus tradiciones son damnificados pasivos ferencia de las adaptaciones físicas sujetas a la
del proceso y a ellos se aplicaba inicialmente el evolución biológica, que son sustitutivas. Los
concepto de aculturación, expresión proble sujetos adquieren constantemente en los gru
mática que ni siquiera se aceptó en todas las pos sociales nuevas competencias, que coexis
tradiciones académicas. Fue en la antropolo ten con las antiguas, y que estratégicamente
gía americana donde tuvo un mayor segui son seleccionadas, reactivadas y reinventadas
miento. Con todo, resulta difícil sostener según contextos para ajustarse a las circuns
actualmente los dos pilares epistemológicos tancias que más les puedan interesar. Pero es
sobre los que se asienta la delimitación de su tas formas sólo tienen sentido en sus contextos
significado; contactos entre ^culturas y con de ejecución, y fuera de ellos no son más que
sistencia estructural de la cultura. En princi recursos textuales almacenados en la memo
pio, las situaciones de dominación política ria. Por ello los cambios en las conductas cul
acrecientan la percepción de que las culturas, turales sólo se dan cuando las circunstancias
como bloques homogéneos, son los agentes sociales lo exigen. Esto es tan válido para las
Aculturación 6
situaciones de dominación colonial como pa Por último, no se debe olvidar que en las
ra los contactos entre personas provenientes sociedades complejas los contextos conduc-
de diferentes dominios culturales cuando se tuales son tan novedosos para los individuos
encuentran como ^marginados en el mundo desplazados como para los sujetos origina
occidental. Por ello la llamada aculturación rios. A lo largo de la vida cualquier individuo
puede considerarse tanto una respuesta estra recorre espacios culturales nuevos que le obli
tégica al entorno social como una cuestión re gan a ser constantemente selectivo en relación
ferida a los procesos cognitivos. Olvidar algo con sus recursos culturales. Aprender, ol
en lo que uno fue competente tiempo atrás no vidar, rememorar, poner en práctica o sim
tiene por qué considerarse una tragedia si el plem ente textualizar los conocim ientos
olvido se debe a la inutilidad de las prácticas culturales son ejercicios propios de cualquier
derivadas de ese conocimiento, cuando el proceso cultural. No cabe duda de que hay al
contexto ha cambiado. “La salvaguarda de la gunas dimensiones del proceso que implican
cultura popular”, por sí misma, puede ser un competencias generales que son más fácil
contrasentido si lejos de favorecer a las *m i- mente disponibles para los nativos que para
norías las sume de manera directa en la mar- los extraños, como, por ejemplo, el dominio
ginación. Por lo demás, las estrategias que de la lengua, pero la capacidad de aprendiza
guían el olvido y el aprendizaje cultural pue je de los seres humanos hace que estos condi
den ser muy diferentes según las protagoni cionantes no sean obstáculos absolutos, sino
cen individuos aislados o integrados en gru simplemente requisitos que, igual que tantos
pos de la misma procedencia. En este caso las otros a los que nunca acceden los de dentro de
colectividades emergentes funcionan como su propio grupo, configuran contextos espe
nuevos contextos en los que los #recursos cul cializados, que están en la base de las diferen
turales pueden permanecer e incluso perder cias sociales en general.
su significado original y transformarse en ele
mentos reivindicativos. Estas reivindicacio
nes pueden afectar a cuestiones pragmáticas Bibliografia
relacionadas con la vida cotidiana, o a otras
más complejas e ideológicas, entre otras a BASTID E, Roger (1972): Antropologia aplicada.
aquéllas que afectan a los #derechos políticos Buenos Aires: Amorrortu.
de las minorías (Scott, 1985). GORDON, Milton (1964): Assimilation in Ameri
Si considerado desde el punto de vista de can life. The role o f race, religion and national
los procesos culturales alterados en los grupos origins. New York: Oxford University Press.
dominados o en las minorías descontextuali- LIN TO N , Ralph (1937): “One handred percent
zadas, el concepto de aculturación es proble American”. American Mercury , 40: 427-429.
mático, no lo es menos en su aplicación a los R ED FIELD , R.; LIN TO N R.; HERSKOVITS,
contextos internos de los grupos dominantes. M. J. (1936): “Memorandum for the study of
El trasvase cultural nunca es tan simple como acculturation”. American Anthropologist, 38(1):
se sugiere en ^ M em orándum : una cultura se 149-152.
pierde porque se adquieren elementos de SCOTT, James C. (1985): Weapons o f the wea\.
otras: se pasa de vivir en una cultura a vivir en New Haven: Yale University Press.
otra. Si las culturas no son todos integrados y
José Luis García García
homogéneos, sino complejos heterogéneos
organizados, las formas sociales de los en
cuentros pueden ser muy variadas, y la ten Véanse además COL()NI ALISMO Y ANTI-
dencia a tipificar las situaciones de contacto, COLONIALISMO, Criollización, CULTU
partiendo de los lugares de origen de los pro RA, D ERECH O S HUMANOS, D E S
tagonistas de los encuentros, debe ser muy ARROLLO, Diferencias sociales y diferen
m atizada, pues los contextos sociales en los cias culturales, DISCRIM INACIÓN Y
que se ubican los procedentes de un mismo EXCLUSIÓN SOCIAL, ESTEREO TIPO S
país pueden generar situaciones radicalmente Y ESENCIALIZACIO N , Etnocentrismo y
diferentes: las diferencias internas son tan relativismo cultural, Etnocidio, Fronteras
transcendentes en la mayoría de los casos co simbólicas, G E N O C ID IO , H IB R ID A
mo las externas. Son los individuos y sus redes CIÓ N , IN D IG E N ISM O , IN T E G R A
sociales, y no los grupos sociales abstractos, los CION, Integración educativa, Interculturali-
protagonistas de los contactos e intercambios dad, MINORÍAS, PATRIMONIO, Sujeto
culturales. inte re u1tu ra1, Tra nscu 11u rae ió n.
7 Alteridad
1996; Augé, 1995; Bartra, 1996; Clifford, otras lenguas y costumbres en la propia ciu
1999; H annerz, 1996; W arnier, 2002). Esta dad o porque la mayor parte de mensajes m a
producción antropológica ha influido en la sivos que vemos proceden de culturas
construcción de una perspectiva multifocal e distintas, somos habitados por voces y gustos
intercultural en la filosofía (Habermas, 1999; heterogéneos. Vivimos en una época intercul
Ricoeur, 1996). Ultimamente, el avance de la tural y somos interculturales en nuestro pro
investigación antropológica en todos los con pio interior.
tinentes y la incipiente formación de “antro Siguen siendo importantes las etnias y las
pologías mundiales” (Lins y Escobar, 2006) va naciones como marcos de pertenencia y, por
construyendo una conversación teórica mul- tanto, como delimitación de lo otro. Ser indio
ticentrada, a escala planetaria, que comienza o afrodescendiente, ser español, turco o bra
a indicar caminos por los cuales podría supe sileño, y obviamente ser hombre o m ujer,
rarse el etnocentrismo euronorteamericano, continúan diferenciando a vastos sectores po-
la simple refutación anticolonialista y los de blacionales y oponiéndolos a quienes tienen
más “cosmopolitismos provincianos” en la re otras identidades. Pero en muchísimos casos
flexión sobre la alteridad. En vez de buscar las interdependencias generadas en la globali-
un único paradigma universal, para capturar zación, o los deslizamientos identitarios, los
su sentido, las preguntas son cómo podría fer m estizajes e hibridaciones, relativizan
tilizarse la alteridad con el cruce de modos di los perfiles de cada grupo. La afirmación de
versos de concebirla y estudiarla. Se aspira a identidades y la confrontación con los dife
una visión epistémica polifónica. rentes aparece aún con fuerza en múltiples
Esta reformulación incluye una nueva procesos actuales, y es a veces fuente de un
mirada sobre el pasado. Las épocas lejanas, y a “esencialismo estratégico”, de la defensa de
veces las próximas, de la propia cultura son reivindicaciones por la dignidad o contra la
escenas extrañas. Suele ocurrir que las com injusticia, en los grupos más explotados, dis
prendamos tan mal como a nuestros con criminados o vulnerables. Sin embargo,
temporáneos distantes. Sin embargo, las crecen las situaciones de intercambios *m ulti-
reinterpretaciones antropológicas e históricas culturales, la apropiación heterogénea de
de “nuestros antepasados prim itivos”, del bienes y mensajes diversos.
Medievo y del Renacimiento, por ejemplo, re Se vuelve así una realidad cotidiana el
plantean lo que veníamos entendiendo por al desdibujamiento de las fronteras entre lo pro
teridad (Krotz, 2002). pio y lo ajeno, como filósofos y científicos so
El pensamiento *posmoderno, por su par ciales vienen mostrando en investigaciones
te, al criticar el evolucionismo unilineal que desde hace décadas. La identidad y la alteri
consagraba una supuesta teleología progresis dad son construcciones Acciónales, leíamos ya
ta occidental y descartaba a las sociedades que en el estudio de Benedict Anderson sobre las
no encajaban allí, hizo visible una heteroge naciones como comunidades imaginadas, o
neidad compleja de la historia: la libertad que en las investigaciones psicoanalíticas y en la
el posmodernismo dio a las artes y a la arqui antropología posmoderna. Decir que son Ac
tectura para retomar estilos de distintas épo ciónales no implica atribuirles falsedad; alude
cas y combinarlos, también contribuyó a al carácter construido, no esencial, de lo pro
volver próximos —a veces superficialmente— pio y lo extraño.
búsquedas formales y relatos diversos. Reconocer que la otredad es en gran me
La etapa globalizadora que vivimos desde dida imaginada no puede hacer olvidar tam
inicio de los años ochenta del siglo xx cambia poco que la humanidad está dividida por
aún más radicalmente las diferencias entre lo diferencias em píricam ente observables. La
familiar y lo extraño. Cada vez menos perso alteridad sigue manifestándose consistente
nas pueden afirmar, como en tiempos de las mente en cualquier confrontación política,
etnias y las naciones autocontenidas en un te cultural o económica. Tan cierto como que
rritorio, que pertenecen a un solo lugar; úni solemos proyectar en los desconocidos aspec
camente les interesa conocer y convivir con tos inconscientes o rechazados de nosotros, es
sus semejantes o hablar una sola lengua. Ad que hay diferencias —no sólo imaginadas—de
vertimos con frecuencia, en palabras de Julia piel, lenguaje, etnia o gustos. Los otros gustan
Kristeva, que somos “extranjeros para nos comidas que rechazo, se visten de maneras
otros mismos”. Ya sea por las experiencias de que no me atraen, proponen modos de rela
múltiples sociedades que tenemos como cionarse que no comparto. La diferencia no es
migrantes o turistas, por la convivencia con únicamente invención y proyección.
9 Alteridad
A las históricas diferencias étnicas, de gé y ritmos de innovación propios de esas redes,
nero, y otras biológicas y culturales que per en suma, con la conciencia de pertenecer a
sisten, se agregan las nuevas producidas por una región más amplia y heterogénea que el
los intercambios globalizados. Además de re- propio país.
lativizar las formas tradicionales de diferen Un obstáculo para este aprendizaje es que
ciación, la interdependencia mundial —en el la desigual participación en las redes de infor
comercio, en los viajes y las migraciones, en la mación se combina con la desigual distribu
comunicación cultural industrializada—ge ción mediática de los bienes y mensajes de
nera nuevos agrupamientos y Exclusiones: aquellas culturas con las que estamos interac
por un lado, quienes acceden a los bienes y a la tuando. Los circuitos transnacionales en los
inform ación estratégicos o novedosos; por que circulan músicas de más países que en
otro, los que quedan fuera. cualquier otra época, pese a que simulan re
Hasta la primera mitad del siglo X X , la presentar a todos, como sugiere el nombre
diversidad cultural se configuraba casi exclu world. music, dejan fuera a centenares de m i
sivamente dentro de cada sociedad, subordi llones de creadores y audiencias, y “ecuali-
nando las diferencias étnicas y regionales en zan” los estilos melódicos y las variaciones
espacios educativos y políticos nacionales mo- tímbricas que pueden mostrar una alteridad
nolingües. La interconexión de todas las cla demasiado desafiante para las culturas hege-
ses y muchas etnias ocurre desde finales del mónicas en los mercados artísticos (Carvalho,
siglo xx a escala transnacional, y las industrias 1995). Tampoco hay condiciones de efectiva
culturales se han convertido en agentes clave mundialización de las formas del conoci
en la gestión globalizada de las diferencias. Es miento y representación expresadas en las pe
necesario considerar entonces cómo reorgani lículas árabes, indias o latinoam ericanas, si
zan la diversidad estas industrias, especial están casi ausentes en las pantallas, incluso de
mente a través de los medios audiovisuales. los países vecinos: ni siquiera circulan en ciu
Por supuesto, las nuevas modalidades de dades del primer m undo—Los Angeles, Nue
diferenciación y alteridad no están desvincu va York, Berlín—donde habitan millones de
ladas de las tradicionales. Las diferencias pro migrantes de esas regiones que serían públi
vocadas por la brecha digital entre quienes cos “naturales”.
tienen acceso a las tecnologías y quienes están Algo semejante sucede con las ofertas mu
excluidos se combinan con diferencias étnicas sicales y fílmicas en televisión, videos y en las
de los grupos subalternos o marginados deri páginas de Internet. La enorme capacidad de
vadas de formas anteriores de desigualdad. unas pocas megaempresas de manejar combi
Las modalidades antiguas de diversidad cul nadamente los circuitos de distribución en es
tural no pueden descuidarse, en tanto que no tos medios, en todos los continentes, les
son suprimidas por la homogeneización o por permite controlar la casi totalidad de los mer
las comunicaciones que hacen posible las in cados en beneficio de sus producciones. Se
novaciones tecnológicas. Las reflexiones so convierten de este modo en administradores
bre la ^sociedad del conocimiento —no sólo de privilegiados de la diversidad y la alteridad.
la información—necesitan retomar los análisis Como conclusión, puede decirse que —si
precedentes sobre la conversión de diferen bien la alteridad continúa siendo una figura
cias en desigualdades a causa de la discrimi significativa en todo desarrollo social—está
nación lingüística, la marginación territorial produciéndose un desplazamiento de la d i
y la subestimación de *saberes tradicionales o versidad y la alteridad a la interculturalidad co
su baja legitimidad jurídica (García Canclini, mo núcleo de las experiencias humanas. Si se
2004). En las ciudades, y sobre todo en las ge entiende el énfasis en la diversidad y la alteri
neraciones jóvenes, encontramos a menudo dad como la valoración de la capacidad de ca
que se sigue afirmando la pertenencia étnica, da nación, etnia o grupo para expresar su
grupal y nacional, y a la vez crece el acceso a cultura en su espacio propio, no puede negar
los repertorios transnacionales difundidos se su vigencia. Pero en un mundo tan interco
por los medios masivos de comunicación. Por nectado la simple afirmación de la diversidad
eso la noción de alteridad se replantea en las puede conducir al aislamiento, y finalmente a
culturas juveniles: la conjunción de pantallas la ineficacia. También se ve necesario trabajar
televisivas, ordenadores y videojuegos está fa en los espacios globalizados a favor de una in
m iliarizando a las nuevas generaciones con terculturalidad dem ocrática: el problema no es
un imaginario transnacional y con modos di apenas que a cada uno le permitan hablar su
gitales de experimentar el mundo, con estilos lengua con su grupo, educarse de acuerdo con
Apartheid 10
tencia de los agricultores negros, impidiendo más, sean abiertamente racistas o no, en Sud
el desarrollo autónomo de las reservas y for áfrica ayer o en la actualidad en Europa, las
zando las ^migraciones desde las comunida condiciones de empleo de trabajadores m i
des aldeanas a los campamentos mineros. En grantes son del mismo tipo. El apartheid re
consecuencia, la industrialización ha supuesto presenta entonces el paradigma de una si
en este caso una progresiva racialización de la tuación *global; una situación presidida por
clase obrera, de manera que se constituye un la división mundial del mercado de trabajo.
proletariado no homogéneo sino dual: cualifi
cado y con derechos uno —blanco—, descualifi
cado y sin derechos el otro -n e g ro -. En esta Bibliografía
perspectiva la institucionalización, a partir de BALIBAR, E.; W A LL ES T E IN , I. (1997): Race,
1948, del apartheid se interpretaría como una nation, classe. Les identités ambigúes. Paris: La
respuesta a problemas específicos de desarti Découverte.
culación de las condiciones de la reproducción M EILLASOUX, C. (1975): Femmes, greniers et ca
humana. Los bantustanes resultarían un dis pitaux. Paris: Maspero.
positivo que, manteniendo unos rasgos “triba POSESE, D. (1991): The Making o f Apartheid,
les” o “culturales”, e impidiendo en su seno la 1948-1961. Conflict and Compromise. London:
propiedad privada de la tierra y la constitu Clarendon Press.
ción de relaciones sociales de producción capi W O LPE, H. (1972): “Capitalism and Cheap La
talistas, aseguraría la reproducción de fuerza bour-Power in South Africa: from Segrega
de trabajo. Esta lógica explica las decisiones tion to Apartheid”. Flconomy and Society, 1,4:
políticas de independización forzada de los 425-456.
bantustanes (.B lad[ H om eland Citizenship Act W O RD EN , N. (1998): The Making o f Modem
de 1970): al negar a sus miembros la C iu d a South Africa. Conquest, Segregation and Apar
danía sudafricana y ligarlos sólo laboralmen theid. London: Blackwell.
te en tanto que “trabajadores ^extranjeros”,
se arrojaba también al exterior la carga econó Alvaro Pazos Garciandia
mica de la reproducción y las contradicciones
del sistema. Veanse además Centro-periferia, CIUDA
Como ha subrayado Meillasoux (1975), el DANÍA, COLONIALISMO Y ANTICO-
apartheid tiene un carácter modélico, pues re L O NIA LIS M O , DI •S ARROLLO, DI F E -
vela en todos sus detalles un procedimiento y RENCIA Y D E SIG U A LD A D , DISCRI
una función de explotación más difundidos o MINACIÓN Y E X C L U S IÓ N SOCIAL,
generales que en otros lugares donde no re Esc 1avitud, ESTA190-NACIÓN, EXPIDO
sultan tan evidentes. Sudáfrica es un buen TACIÓN SOCIAL, Extranjero, Frontera
ejemplo del modo en que el colonialismo y la geográfica v administrativa, GLOBAL1ZA-
explotación de toda *periferia por un centro CION, HIBRID ACIÓN. ID E N T ID A D ,
no descansa en unas condiciones de intercam Mestizaje, MIGRACIONES, Néocolonialis
bio, sino en la intervención directa en los sis me), Racismo v ncorracismo, Segregación,
temas de producción dominados. Por lo de TRABAJO.
c
Centro-Periferia tro-periferia más allá de la relación clásica en
tre desarrollo y desigualdades. Esta relación
El término de centro se registra en lengua de conceptos también implica considerar los
castellana alrededor de 1729 y el de periferia niveles de escala geográfica; por ejemplo, el
hacia 1780. El centro-periferia, al igual que lo centro-periferia dentro de los límites estable
rural-urbano o lo *local-global, debe expli cidos de pueblo, *ciudad, región, *país, etc.
carse en su estrecha relación, sin querer por Estos no son ^lugares o sitios #marcados fija
ello negar sus propias naturalezas conceptua mente; pueden ser zonas contiguas alrededor
les y sociales. El centro-periferia es una de las de un centro o una *red de lugares en cone
materializaciones mas marcadas de la territo xión que conforman una periferia con rela
rialidad. Esta relación participa de lo que po ción a un centro que puede igualmente ser
demos llamar una doble gram ática del eso, redes o zonas. Tanto en el caso del mode
^territorio: una centrada y otra cartesiana. Es lo de desarrollo/desigualdad como en el de los
una gramática centrada en la medida en que niveles de escala geográfica, la dimensión cul
los territorios que componen la localidad con tural tiempo y el acceso a los #recursos ejercen
tribuyen fuertemente a la toma de conciencia una definición básica. Muchas son las regula
de sí del ser y del tener. Y es una gramática ciones ejercidas en la interacción social de
cartesiana, puesto que esos territorios definen centros-periferias a partir de la relación dis
las estructuras socioespaciales más o menos tancia-tiempo-acceso a recursos, a lugares, a
constantes, espacios de mesura y de acción, sitios en concordancia con actividades tanto
que hacen que la pertenencia se transforme esporádicas —diversión, gestiones administra
gradualmente en apropiación y que ésta se tivas, adquisición de bienes, etc.—como regu
convierta in-sensiblemente en pertenencia. lares —especialmente *trabajo.
El centro-periferia, como lo entendemos La posición de lugar entre el centro-peri
de forma general en la actualidad, ha sido un feria implica que hay un centro dominante y
aporte efectuado por los estudiosos de las una periferia subordinada, pero también al
*desigualdades y del #desarrollo, particular contrario; es decir, que no debe verse sólo des
mente desde 1970. Samir Amin en su obra L e de la perspectiva de un modelo vertical de im
développement inégal (1973) ha planteado que posición, sino igualmente como un modelo
centro-periferia son conceptos en mutua explicativo que puede ser de tipo fractal u ho
interdependencia. O riginariam ente los pri rizontal donde se domina y se subordina recí
meros autores en presentar esta relación cen procamente. Como ha señalado Y i-Fu Tuan
tro-periferia son quizá W erner Sombart, en (1977): no por estar fundado sobre desigual
1902, y Carlos M arx desde su exposición dades se puede omitir la noción de intercam
#campo/ciudad. Sin embargo, el análisis rela- bio que soporta la relación centroperiferia. Es
cional entre form a, función, estructura e un intercambio dinámico, aunque desigual,
interacciones nos conduce a examinar el cen donde hay una mutua dependencia entre el
Centro-Periferi: 14
larga evolución, que culminaría en una “glo cracia representativa aparece como elemento
riosa Revolución” —Inglaterra—o era el fun determinante para la “constitución” de la co
damento de la formación de un nuevo Estado munidad y la representación no podrá estar
—N orteam érica— y donde todavía la per basada sino en ese derecho “sagrado”, el “te
sistencia de los elementos aristocráticos era rrible derecho”, que es el que cualifica para
palpable. La radicalidad de la Revolución participar en la elección de aquellos que de
Francesa hacía posible que entre los especta ben tomar las decisiones esenciales para la co
dores del proceso, que más allá de las *fronte- lectividad. De ahí derivan la prohibición del
ras del país asistían a los acontecimientos, mandato imperativo y la restricción del sufra
pudiera producirse el “entusiasmo” derivado gio en los primeros momentos de la nueva
de que un pueblo tomara el poder en sus conformación política. Pero representan a la
manos y, por eso, como decía Kant, indepen Nación, y el nombre, que aparece para desig
dientem ente de que triunfara o fracasara, nar a la nueva forma de identidad, refleja
constituía un hecho que no se olvidaría jamás. cómo se lleva a cabo la inserción de los ciuda
Ya desde sus inicios la Revolución France danos en la comunidad: la defensa de la colec
sa aportó uno de los textos más bellos y, a la tividad exige que todos participen en ella y
vez, más indicativo de todas las ambigüeda el ciudadano es el que debe participar en el
des de la nueva concepción de la ciudadanía. cuerpo armado encargado de asegurar su
Por eso la Declaración de los derechos del hom existencia. Los ciudadanos se convierten en
bre y d el ciudadano representa la máxima soldados, constituyen el “pueblo en armas”,
expresión de los ideales y también de las limi antes incluso de poder participar en la toma
taciones del nuevo orden político. Para que de decisiones.
pueda producirse la correcta “constitución” La formación de la “comunidad de los
del pueblo francés debe establecerse una ga ciudadanos” representa la consagración de la
rantía de los derechos y una separación de po moderna idea de Nación, basada en la exis
deres, en las que culmina ese complejo tencia de una identidad colectiva y en el reco
sistema de “pesos y contrapesos” en que se ha nocimiento de un conjunto de derechos que,
bía cifrado el buen éxito del nuevo orden bur progresivamente, se van a ir extendiendo a to
gués derivado de las Revoluciones. Pero ya el dos los que forman parte de esa comunidad.
propio título de la D eclaración expresaba la Pero esos “derechos del ciudadano”, aplica
dualidad que caracterizaba a los ideales re bles a todos los que forman esa comunidad y
volucionarios: “el hom bre” se contrapone al que, finalmente, se reflejan en la posibilidad
“ciudadano”; y poco años después Marx pudo de participación en la vida política a través de
ver en esa antinomia la máxima expresión del la paulatina extensión del sufragio, siguen
contradictorio legado de la Revolución Fran contraponiéndose a los “derechos del hom
cesa: los derechos del hombre no son nece bre”. El texto fundamental sobre “derechos”
sariam ente los derechos del ciudadano y el en el s. X X es la Declaración Universal de D ere
capitalismo podía convertirse en el “paraíso chos H um anos de las N aciones Unidas y ya su
de los derechos”, sin que eso supusiera una propia denominación marca la diferencia en
necesaria transformación social. Los hombres tre la D eclaración , más representativa de la
nacen y permanecen “libres e iguales en dere Revolución Francesa, y esta última D ecla
chos”, pero el orden del derecho no es auto ración , que es considerada como la máxima
máticamente equivalente al de la comunidad expresión de la “conciencia jurídica de la H u
política. Entre los derechos reconocidos hay manidad”. Se reconocen derechos a todos los
uno que es calificado como “inviolable y seres humanos, aunque la escisión que había
sagrado”, la propiedad, y de ahí que se con puesto de relieve la Revolución Francesa,
vierta en el derecho esencial a la hora de ahora permanece vigente bajo nuevas formas:
“constituir” la comunidad política. Lo que di los “derechos humanos” son propios de todos
ferencia al ciudadano de la Revolución Fran los hombres, pero sin que su reconocimiento
cesa frente al de la polis griega es la forma de suponga una garantía efectiva. La teoría jurí
considerar la participación en la vida política, dica actual diferencia entre “derechos huma
porque la democracia, que ahora se consagra, nos” y “derechos fundamentales”, reservando
no está basada en la igual intervención en la esta calificación para aquellos dotados de au
toma de decisiones, sino en la creación de un téntica protección ante los tribunales. Esto su
cuerpo de representantes de la *N ación que pone que se reconocen derechos a todos los
se encargan de elaborar esas leyes que son seres humanos más allá de la existencia de Es
“expresión de la voluntad general”. La demo tados nacionales, pero la garantía efectiva
Ciudadanía 18
queda limitada a algunos de ellos y sólo es po ciedades oligárquicas. N o en vano se trata
sible, dentro de los límites de un Estado de de una categoría abstracta, en la que es el
terminado, para el que es considerado como conjunto de la conformación de la com uni
“ciudadano” de ese Estado. Así se inicia una dad política el que la dota de un contenido
nueva caracterización de la categoría de ciu concreto.
dadanía como forma de exclusión. La “ciu En realidad, la crisis del concepto de ciu
dadanía” se opone a la “extranjería”, a la dadanía no puede desligarse de la crisis del
existencia de seres humanos que poseerán Estado nacional y, paradójicamente, la exten
ciertos derechos, en cuanto hombres, pero a sión de la categoría de la ciudadanía a toda la
los que les serán negados otros, en cuanto que comunidad y la concreción de su abstracto
“extranjeros”. La desigualdad de las con contenido jurídico en la posibilidad de plena
diciones de existencia en el mundo actual participación política son las que han llegado
llevará a que se produzca un continuo *mo- a mostrar su carácter en esencia formal. Los
vimiento por los habitantes de los Estados derechos del ciudadano nunca han llegado a
menos ^desarrollados para intentar acceder a convertirse en derechos del hombre y cada
las condiciones de vida más favorables de los momento de extensión de la ciudadanía ha
Estados desarrollados. La extensión de este coincidido con un vaciamiento de su conteni
fenómeno migratorio reproduce en los Esta do concreto. El lenguaje jurídico no ha veni
dos nacionales del mundo desarrollado la do más que a reflejar esta situación y el pleno
misma escisión que había tenido lugar en los reconocimiento de los “derechos” ha ido pa
momentos iniciales en los que se aplica el con ralelo a la limitación de sus posibilidades con
cepto moderno de ciudadanía: se utiliza esta cretas de actuación: al reservar la categoría de
categoría como forma de exclusión y discri “derechos” a los derechos fundamentales se
minación de aquellos que se han visto margi pone de relieve el carácter puramente “for
nados del proceso de desarrollo; y se intenta mal” de su reconocimiento. Desde este punto
convertir en límite y #frontera para que quie de vista, más allá de los “derechos fundamen
nes pretenden acceder a esa situación se vean tales”, no hay más que “derechos m orales”,
impedidos de alcanzar ese objetivo. El resul que no serían más que pura plasmación de va
tado es que la ciudadanía, que consistía en ser lores, de exigencias éticas, pero sin efecto jurí
considerado “sujeto de derechos”, se convier dico alguno -y , en cierta medida, serían ex
te en una forma de limitar las posibilidades de presión de una auténtica contradicción, ya
aquellos que no pertenecen a un determinado que lo que ha caracterizado al Derecho mo
Estado nacional. De ahí que en la teoría jurí derno ha sido precisamente su delimitación
dica actual se plantee la posibilidad de la y diferenciación respecto de la moral—. La re
“eliminación” del concepto de ciudadanía, ca ferencia a una “ciudadanía social”, caracte
tegoría que, si bien ha cumplido una función rizada por el reconocim iento de derechos
positiva en otro tiempo como forma de inclu económicos y sociales, mostraría su auténtico
sión de los individuos en la colectividad, se sentido como mera coartada ideológica, en la
habría convertido en excluyente, en elemento medida en que no supondría una verdadera
de discriminación y exclusión. De manera plasmación de esas aspiraciones en “dere
menos tajante, también se preconiza la susti chos” exigióles ante un tribunal, sino en un
tución de la “ciudadanía nacional” por una establecimiento de “principios rectores de la
“ciudadanía cosmopolita”, en la que se identi política económica y social”, pero sin garan
fique ciudadanía con la propia consideración tías reales. Con todo, lo característico de esa
como ser humano. Sin embargo, el concepto “ciudadanía social” es que posibilita la deno
#moderno de ciudadanía está asociado a los minación del Estado como Estado “social”.
Estados nacionales y su sustitución por una En él se considera elemento determinante de
consideración diferente de esa categoría no la propia caracterización del Estado el esta
deja de ser problemática. En último extremo, blecimiento de una esfera de protección de los
el resultado de la aparición de nuevas formas ciudadanos, que forman parte de la comuni
de considerar la ciudadanía no hace más que dad política, que no responde a una con
plasm ar todas las ambigüedades presentes cesión, sino que constituye una auténtica
desde el inicio en la propia idea de ciudada exigencia, derivada de la propia condición de
nía, que no es necesariamente identificable la ciudadanía. Aunque sólo algunos de esos
con una sociedad dem ocrática, ya que, se derechos sociales sean realmente entendidos
gún ha sucedido a lo largo de la mayor parte como “derechos fundam entales”, su propia
de la historia, puede ser compatible con so existencia constituye un “reconocimiento” de
19 Ciudadanía
último término, la que se ponga en cuestión nómicas y sociales. Fundam entalm ente, la
sea la primera de esas caracterizaciones. Se ciudadanía europea, más que una vía para un
trata de la que afecta de forma más destacada mayor reconocim iento de derechos, lo que
a la propia existencia del “sujeto de dere representa es una forma de exclusión de
chos”: la “ciudadanía civil”, que se torna nue aquellos que no pertenecen a los Estados na
vamente en vía de exclusión de aquellos a los cionales que forman parte de la Unión Euro
que se les niega esa condición. pea. Lo que se pretende al crear esa nueva
La crisis de los Estados nacionales viene forma de ciudadanía, la “ciudadanía eu
también determinada por la existencia de lí ropea”, es intentar aprovechar la carga sim
neas de fractura dentro de los propios Esta bólica que lleva consigo la categoría de
dos, que pasarían de ser “comunidades de ciudadanía para constituir una forma de co
ciudadanos”, caracterizados por una identi munidad que englobe a los Estados naciona
dad común, a constituir “comunidades” en les. En lugar de crear, primero, esa nueva
las que se entrecruzan diferentes identidades. forma de organización política y, después, de
En este sentido, la existencia de esa “política finir el carácter de la pertenencia a ella y lo
de la diferencia” lleva al establecimiento de propio de esa “ciudadanía”, se pretende utili
Estados fragmentados, en los que aparecen zar lo que este concepto ha representado en el
formas diferentes de integración de la comu imaginario colectivo de los que pertenecen a
nidad. A los Estados nacionales, basados en la los Estados nacionales como un instrumento
homogeneidad y la identidad común, los sus para facilitar la conformación de esa unión.
tituyen Estados en los que coexisten culturas Es una unión que se ha constituido antes co
heterogéneas, a veces difícilm ente asim ila mo una forma económica —mercado— que
bles, lo que lleva a plantearse desde otro pun como una organización política.
to de vista la idea de ciudadanía para dar En definitiva, el constructo moderno de
cabida a formas de “ciudadanía multicultu ciudadanía, al término de este proceso, acaba
ral”. A nivel jurídico esa pluralidad de formas poniendo de relieve todas las posibilidades
de integración y diferenciación sugiere la que mostraba en el momento de su aparición:
posibilidad de la existencia de “derechos co desde el com ienzo estaba ligado a un cierto
lectivos”, susceptibles de ser ejercitados por concepto de Nación y a una determinada for
grupos de “ciudadanos” con identidad propia ma de entender la democracia representativa
dentro del Estado nacional. Así, en la “ciuda que, llevada al extremo, podía conducir a que,
danía ^multicultural” desaparece el carácter después de extenderse para convertirse en un
abstracto igualitario de la categoría de ciuda modo de inclusión, se transformaría en una
danía para disgregarse en la existencia de forma de exclusión, tanto de los individuos
colectivos que fragmentan la identidad en como de los grupos que se integraban en la co
elementos diferenciales, difícilmente integra munidad nacional. Con todo, el concepto mo
bles en la identidad colectiva. La superposi derno de ciudadanía ha actuado en paralelo
ción de identidades que llevaría consigo la con el reconocim iento y la ampliación de la
“ciudadanía multicultural” encuentra difícil esfera de los derechos, y lo que resulta desea
mente acomodo en una “comunidad”. De es ble no es su elim inación como una cáscara
ta forma, la “comunidad de los ciudadanos” vacía y su sustitución por categorías que su
termina convirtiéndose en la “comunidad de pongan una mayor limitación y exclusión, si
las comunidades”. no su extensión y la conversión de su abstracto
Por otra parte, la crisis de los Estados na carácter jurídico-formal en un concreto reco
cionales lleva también al intento de estableci nocimiento de “derechos” efectivos y jurídi-
miento de unidades políticas superiores en las co-reales para todos los miembros de la
que pudieran integrarse esas comunidades. comunidad. Se trata de una comunidad que
En concreto, el proceso de integración euro ya no es pensable en los límites del Estado na
peo ha llevado a la creación de una “ciudada cional, sino como una ^comunidad trans
nía europea”, que se pretende superponer a la nacional.
existencia de la ciudadanía de los propios Es
tados nacionales. Pero esa “ciudadanía euro
pea” apenas supone una ampliación de la Bibliografía
esfera de actuación de la “ciudadanía nacio
nal” y, además, no incide en ese ámbito de ABEN D RO TH , W.; FORSTHOFF, E.; DOEH-
“ciudadanía social” que se ha vuelto pro RING, K. (1986): E l Estado social. Madrid:
blem ático ante las nuevas condiciones eco Centro de Estudios Constitucionales.
21 Ciudadano
ayuda a despejar la ambigüedad que genera Wieviorka (2005) al diseñar lo que llama el
la confrontación del marco ideal con la prác “triángulo de la diferencia”. Como la cons
tica. El autor parte de los dos grandes cambios trucción de ésta en un ámbito *intercultural,
que han marcado la historia ^moderna de las el hecho de ser o considerarse “ciudadano” se
ideas y las formas de abordar las relaciones so presenta como un objeto en juego dentro de
ciales: centra el primero en torno al abandono unos espacios donde intervienen —de diferen
de la noción de “honor” —del grupo—en favor tes modos y con desigual impronta según los
de la de —igual—“dignidad” —del individuo—, momentos, contextos e intereses—el “indivi
en base a la defensa universalista de la “igual duo” —moderno-, el “sujeto” —reflexivo—y el
dad”; el segundo, apoyado en el desarrollo de “grupo” —con sus distintas configuraciones y
la noción de identidad personal, deriva hacia modalidades de intervención—. Sin olvidar su
una “política de la diferencia”. Sobre todo re carácter fundamentalmente ideal, el modelo
calca el común fundamento universalista de presenta no sólo el interés de no reducir los
ambos planteamientos como una fuente prin procesos a dinámicas dicotómicas y fijas, sino
cipal de equívocos. Esta misma distinción de plantear la cuestión en términos de “ten
entre lo universal y lo particular que, en an siones” fluctuantes entre distintos componen
tropología social ha derivado sobre definicio tes simbólico-sociales. En la práctica, ser
nes divergentes de la Cultura y, en las discu ciudadano o no serlo, sentirse y ser reconoci
siones en torno a los “#derechos humanos”, do o no como tal por los otros —sea por los de
ha enfrentado posturas opuestas sobre lo que más conciudadanos del Estado-nación o por
define al Hombre —¿lo común o lo diferente?; los del grupo de pertenencia—, no se constru
¿qué es lo común, y lo diferente?...—, es, a su yen objetiva y subjetivamente en base a prin
vez, fundamental para los desarrollos subsi cipios abstractos o marcos legales, sino, co
guientes y el entendimiento de las divergen tidianamente, en función de los objetivos y
cias sobre la posición del ciudadano en una del espacio social.
sociedad caracterizada por el pluralismo so Mientras, desde un punto de vista abstrac
cial y cultura!. Según subraya Taylor, m ien to, la ciudadanía está basada en la diferencia
tras “la política [del reconocimiento] de igual ción entre el ámbito de acción privado y el
dignidad... instituye un conjunto idéntico de público, y entre el individuo y el colectivo, en
derechos y obligaciones..., la política de la di la práctica social, los derechos y los deberes,
ferencia insta a reconocer la identidad única que en principio otorga, topan con toda una
del individuoo del grupo, lo que les distingue serie de limitaciones que replantea su alcance,
de los demás’ . Pero, en ultima instancia, “la así como, muy directamente, la posición y el
política de la diferencia —sigue—crece orgáni nivel de ^integración efectivos del ciudadano
camente a partir de la política de la digni en la sociedad. A este respecto, los grupos do
dad”. Sin embargo, tanto la una como la otra minados -en particular los inmigrantes y sus
dan lugar a apreciaciones y medidas políticas descendientes- no son sólo las principales víc
que tienen consecuencias, a menudo, contra timas de los conflictos generados por la do
dictorias o ambivalentes: tan pronto la “polí minación política y la interacción social
tica de la dignidad” genera desigualdades co multicultural, sino también los exponentes
mo, por el contrario, la “política de la diferen más claros de las contradicciones que afectan
cia”, bastión ideal de la no discriminación, al individuo confrontado simultáneamente a
introduce nuevas causas de exclusión social. varios campos sociales, caracterizados habi
El hecho de que todas las políticas —orienta tualmente por la desigualdad política, social y
das por el universalismo humanista o el rela económica. Destacan varios tipos de inciden
tivismo social- topen con fuentes potenciales cias que, al concernir al agente social de dife
de discriminación —y eventual marginación— rentes maneras, conllevan distintos niveles de
individual o colectiva muestra que no se pue implicación o compromiso del ciudadano.
den dar respuestas unívocas y generalizables. Sobresale el contraste entre dos maneras
Según recuerda Taylor, al llamar la atención diferentes de construir la pertenencia y, por lo
sobre la dimensión inevitablemente “dialógi tanto, la participación social. En efecto, al ca
ca” del *multiculturalismo, lo que se presenta rácter heredado y/o impuesto de los víncu
a menudo como rasgos sustantivos, hereda los sociales, más claram ente asociados a los
dos, particularistas, no es aislable del contexto grupos corporativos de las sociedades tradi
relacional que mueve a reivindicarlos. En es cionales, se opone el fundamento electivo -c a
te sentido podría resultar provechoso situar racterístico del individualismo—de los lazos
al ciudadano mediante la figura utilizada por que, al fundamentar la ciudadanía moderna,
23 Ciudadano
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25 Colonialismo y anticolonialismo
La Conferencia de Berlín, celebrada entre boa con el que se esfuman las aspiraciones ex-
el 15 de noviembre de 1884 y el 26 de febrero pansionistas lusitanas.
de 1885, pretendía regular el comercio euro
peo en el continente africano —teniendo en
Gobernar y conocer
cuenta los grandes ríos como el Congo o el
Níger—y definir futuras ocupaciones de terri En tiempos del colonialismo moderno la
torio. Se acordó el principio de libre comercio expresión imperio colonial, relativa a una na
y libre circulación en las cuencas de aquellos ción en exceso (Richards, 1993), pretendió
dos ríos. Se estableció, además, que cualquier imponer “comunidades imaginadas” consi
país que ocupara una región costera o consti deradas la comunión entre el espacio de una
tuyera un protectorado debería notificárselo a metrópoli y los territorios de sus colonias. En
los restantes signatarios del acta final de la Portugal la constitución republicana de 1911
Conferencia para obtener una ratificación. establecía el principio de la “nagáo una” que
Las negociaciones diplomáticas ocurridas en se reconocía en su proyección mucho más allá
los bastidores de la Conferencia dictaron el de las ^fronteras europeas, alcanzando domi
reparto de Africa. Alemania, país anfitrión, nios geográficamente tan remotos como T i-
vio reconocido por los restantes trece pleni mor. Esta concepción justificaría que J. M.
potenciarios —Austria, Bélgica, Dinam arca, Norton de Matos (1867-1955), militar y gober
España, Estados Unidos, Francia, Gran Bre nador de la colonia de Angola en la década de
taña, Italia, Países Bajos, Portugal, Rusia, 1920, considerara cualquier iniciativa de in
Suecia y Tu rqu ía- el derecho de administrar vasión de las posesiones ultramarinas como si
el Sudoeste africano —actual Namibia—, Tan- de un intento de “ocupar Lisboa” se tratara.
ganica —integrado en Tanzania— y en 1890 Con ocasión de la I Exposigüo C olonial Portu
también Ruanda, en la costa este, Camerún y guesa —Oporto, 1934—, aquella noción se tra
Togo, colonias éstas que perdería al final de la dujo al ámbito cartográfico, a través de una
Primera Guerra Mundial. Bélgica salió igual manipulación de la realidad física en la que
mente victoriosa del encuentro, una vez que aparecían las colonias superpuestas al mapa
Leopoldo II se convirtió en propietario del de Europa. Eficaz desde un punto de vista
Congo, con una extensión mayor que Inglate propagandístico, este mapa tenía como objeti
rra, Francia, Alemania, España e Italia jun vo contrariar, según la leyenda, la percepción
tas, que pasó a llamarse Estado Libre del de que Portugal era “un país pequeño” y di
Congo. España e Italia también estaban re fundir nuevas formas de imaginar la nación.
presentadas en Africa: la primera administraba Compuestos por territorios geográfica
dominios en la costa norte y oeste del continen mente distantes entre sí, los imperios colonia
te —plazas en Marruecos, Río de Oro, Guinea les resultaron desafíos administrativos para
Ecuatorial- y la segunda ocupaba las actuales las potencias coloniales europeas (Richards,
Libia y parte de Somalia. Sin embargo, fueron 1993). Era difícil garantizar la soberanía so
Francia y Gran Bretaña las que compartieron bre espacios en discontinuidad territorial con
la hegemonía de la presencia colonial europea la metrópoli y entre ellos mismos, mantener
en el continente a partir de la última década del controladas áreas mayores que la metrópoli
siglo XIX: Africa Austral y casi toda la costa este —casos de Angola, el Congo, la India o Arge
se hallaban bajo dominio británico, mientras lia—e imponer la voluntad de una ^minoría
que parte del norte de Africa —Marruecos, Ar de colonos a la aplastante mayoría que consti
gelia—, Africa Ecuatorial y Africa Occiden tuían las poblaciones indígenas. Para solucio
tal, además de la isla de Madagascar, estaban nar estos problemas, los regímenes europeos
bajo administración francesa. Portugal pre intentaron diferentes respuestas: desde la con
tendía apoderarse de una amplia franja de cesión privada de territorio hasta la incorpora
territorio que uniera Angola y M ozam bi ción de las estructuras tradicionales de poder
que. La expedición realizada por H. Capelo en la administración colonial —indirect rule.
(1841-1917), y R. Ivens (1850-1898), entre La naturaleza megalómana de la empresa
1884 y 1885 tenía como objetivo encontrar el colonial europea incentivó la realización de
m ejor paso entre las dos colonias. El éxito de esfuerzos ambiciosos de producción de sa
la travesía fue importante para la afirmación beres sobre esas realidades. La recogida y
del sentim iento ^nacionalista portugués acumulación de datos sobre las colonias —i n
frente a la competencia de rivales más pode formación que se sistematizó en forma de
rosos. Portugal no logró imponerse a Gran memorias, estadísticas, gráficos y mapas, o a
Bretaña, que en 1890 da un ultimátum a Lis través de su organización en museos, archi
27 Colonialismo y anticolonialismo
buir concesiones a sociedades privadas para de los viajes transoceánicos. Se trata de un sis
que explotaran áreas determinadas. Como tema de intercambios diferidos: a los consu
sustitutos de la administración, estas empre mos del colonizador le corresponden los del
sas crearon un mundo propio, al margen de colonizado —cristianismo, alfabetización—.
cualquier tipo de control jurídico, en el que Hay apropiaciones múltiples de bienes mate
someten a las poblaciones afectadas por sus riales y de sistemas de creencias (Thom as,
intereses y se originan los abusos descritos 1994).
más atrás. La explotación incontrolada de
mano de obra empujaba a huir a los implica Conversiones
dos, con lo que acechaba la amenaza de la des
población y la imposibilidad de mantener la El colonialismo europeo se autolegitimó
actividad económica al nivel deseado. invocando un espíritu de misión que preten
La tercera modalidad consistía en la día la transform ación del modo de vida de
exp lotació n directa conducida por la ad poblaciones consideradas inferiores, pero ca
m in istració n colonial. F u e la opción más paces de alcanzar un estadio superior de civi
generalizada en las políticas de varias poten lización. Este presupuesto, basado en una
cias coloniales. Se manifestó en la explotación concepción #etnocéntrica de la diversidad
minera, en la agricultura dirigida por colonos cultural, predominó en diferentes esfuerzos
europeos y en las agriculturas practicadas por de colonización. La evangelización llevada a
las poblaciones nativas sometidas a cultivos cabo por los misioneros constituyó el resulta
obligatorios —cash crops. do práctico más efectivo (Beidelman, 1982).
Estos sistemas de organización económica Es más, John y Jean Com aroff (1991) conside
transform aron las sociedades afectadas. La ran que, de entre todos los colonizadores, los
imposición de nuevas reglas económicas y de misioneros fueron aquellos que más se empe
otras actitudes frente al trabajo no se produjo ñaron en revolucionar la visión del mundo y
de forma persuasiva, sino por la fuerza. Se de la cultura africanas. La reorganización de
instalaron administraciones coloniales que los espacios locales, por medio de la construc
históricamente significaron introducir el mo ción de asentamientos misioneros y de la fi
delo occidental de Estado en sociedades que jación de poblados a su alrededor, fue una
no disponían hasta aquel momento de esa ins forma de control de las poblaciones.
tancia. Se pusieron de manifiesto los dispo La relación entre misioneros y adminis
sitivos m ilitares destinados a asegurar la tradores coloniales no siempre estuvo pauta
pacificación interna. La adm inistración re da por el equilibrio de intereses. Las misiones
presentaba el poder blanco y la occidentali- religiosas tuvieron que convivir con la resis
zación forzada de los comportamientos: la tencia de las poblaciones, con la competencia
m onetarización por la introducción de im de un Estado que establecía unas instalacio
puestos pagados en dinero, con el objetivo de nes laicas —también interesadas en promover
que el colonizado pasara a depender del con la enseñanza y los cuidados m édico-sanita
sumo. El reclutamiento implicaba recibir un rios—y con la rivalidad confesional —congre
salario, lo cual permitiría el pago del impues gaciones católicas y sociedades protestantes.
to y la desarticulación de los sistemas produc Indolencia, embriaguez, prácticas pa
tivos nativos. ganas, tosquedad de las vestimentas y de
El proceso colonial se deriva del dominio las viviendas, sexualidad disoluta, lenguaje
blanco y de las formas de resistencia a la opre y corporalidad excesivas son características
sión ejercida. Se populariza el consumo de atribuidas a las poblaciones indígenas de las
productos tales como el café, el té o el cacao, colonias que los misioneros consideraron que
las imágenes de la publicidad de esos insu era necesario erradicar o, cuando menos, dis
mos, la visión de las *culturas exóticas trans ciplinar. Así, además de la conversión religio
mitida por los museos etnográficos y los sa, las diferentes congregaciones misioneras
jardines zoológicos de las metrópolis, el cos cristianas que se instalaron en Africa, Asia, el
mopolitismo en boga en las clases urbanas, Pacífico y las Américas procuraron valorizar
patente en canciones y en estilos de baile —las el *trabajo y la familia monógama, domesti
canciones de K. W eill y B. Brecht Y oukali car los usos del cuerpo, introducir hábitos de
y S u rabaya-John n y son ejem plo de este higiene y, en general, imponer los sistemas
espíritu—. A todo ello lo acompañan la cre de valores de sus lugares de origen. Según
ciente dimensión y capacidad de los fletes co N. Thomas (1994), la clasificación racial no fue
mo expresión material de la industrialización el único criterio de representación negativa
Colonialismo y anticolonialismo 30
de los africanos, de los asiáticos o de los ame tre misiones religiosas y poderes coloniales, a
rindios. En la literatura medieval y renacen menudo discordantes en su consideración de
tista se llama la atención sobre figuras las prácticas indígenas y de los objetivos de la
monstruosas y sobre los paganos. Si bien a colonización.
partir del siglo XIX la idea de raza gana fuerza Los encuentros coloniales no sólo fueron
en los discursos hegemónicos sobre la *dife- escenarios de resistencia y dominación, con
rencia, en las representaciones de los misio poblaciones indígenas y colonizadores irre
neros evangélicos sigue prevaleciendo la mediablemente antagonizados. La respuesta
caracterización del *otro como pagano, en indígena osciló entre el rechazo explícito y la
detrimento del color de la piel. adhesión a las ideas religiosas llevadas por los
Se puede calificar la naturaleza de las misioneros, pasando por la apropiación y
prácticas evangelizadoras llevadas a cabo en transformación de los mensajes evangélicos.
el contexto del colonialismo como proyecto En este sentido hay que referir el surgimiento
de transform ación ontològica con el que se y la difusión de los movimientos mesiáni-
pretende la reconstrucción de la subjetividad cos, tales como los cultos de la carga en Mela
y de la moralidad de las poblaciones, la trans nesia. En este caso, es la religión llevada y
formación de sus cuerpos y de sus mentes enseñada por los blancos la que proporciona
(Beidelm an, 1982; C om aroff y Com aroff, los argumentos para resistir a la opresión co
1991). Se trataba, a fin de cuentas, de un pro lonial.
grama de reformulación de las identidades,
individual y colectiva, que se lleva a cabo por
Colonialismo como cultura
medio de la conversión religiosa y de la modi
ficación de prácticas y comportamientos con Al estudiar el África francesa en el perio
siderados desviados y antisociales. A la luz de do final de la presencia colonial, Georges Ba-
esta idea, Thom as O. Beidelman (1982) de landier caracteriza así la situación colonial:
fiende que las misiones cristianas desempe presencia extranjera que, por medio del uso
ñan el papel más ingenuo y etnocèntrico de los de la fuerza militar y de la instalación de una
proyectos coloniales. Mientras que adminis administración, impone la pacificación; a esta
tradores, comerciantes y terratenientes tenían presión exterior le suceden reacciones inter
en mente objetivos pragmáticos —m anteni nas que modifican el equilibrio de fuerzas an
miento del orden, obtención de beneficios, terior; se definen nuevas alianzas regionales
conseguir mano de obra barata, eficacia en la en función del dominio blanco; el control po
tributación—, los misioneros ansiaban trans lítico sobre los colonizados va a promover la
formaciones profundas y radicales en lo que aparición de sentimientos nacionalistas (Ba-
se refiere a creencias y comportamientos de landier, 1971).
las poblaciones, practicando una colonización La situación colonial se sintetiza en una
del espíritu y del cuerpo. cultura #híbrida en la que convergen domi
Con el objetivo de difundir mejor la doc nadores y dominados. La curiosidad se revela
trina religiosa, muchos misioneros se ocu en la voluntad de observación y de conoci
paron de estudiar concienzudamente las miento mutuos, patentes en la cultura mate
lenguas y culturas de muchos pueblos de todo rial que se produce en tales circunstancias. A
el mundo, rivalizando o confundiéndose con la minucia en la representación de detalles fí
el trabajo desarrollado por los antropólogos. sicos, del vestuario, del estatus, de la actividad
Es digna de mención la actividad desarrolla ejercida o del estado de ánimo, los artistas eu
da por el francés Maurice Leenhardt (1878- ropeos no conseguían corresponder con el
1954), que permaneció más de dos décadas en mismo grado de detalle en relación a los “sal
Nueva Caledonia, entre 1902 y 1926, donde vajes”. La apropiación desigual y desincroni
fundó y dirigió un asentamiento protestante. zada del otro por medio de los artefactos
De su experiencia misionera entre los kanak producidos sólo se ha valorado conveniente
resultó una producción etnográfica relevante mente en estudios recientes.
—D o K am o, L a personne et le mythe dans le El contraste con la cultura llevada por el
m onde m élanésien, 1947, versión inglesa de colonizador permite al colonizado apropiarse
1979, alemana de 1984, y española de 1997— de herramientas intelectuales para resistir y
en la historia de la antropología. En la biogra actuar. Frantz Fanón (1925-1961), psicoana
fía intelectual que le dedica James Clifford se lista y escritor —Les damnés de la t e ñ e , 1961—
destaca, a propósito de la actividad del bio nacido en M artinica, sensibilizado tempra
grafiado, la complejidad de las relaciones en namente por el movimiento literario de la
31 Colonialismo y anticolonialismo
négritude y que más tarde apoyó la lucha francesas. Como consecuencia, se siguieron
anticolonial en Argelia, fue una figura desta acciones punitivas de gran envergadura: el in
cada entre los intelectuales que surgen en la cendio de la aldea “traidora” y casi doscientos
situación colonial para combatirla. rebeldes muertos. Para esta zona montañosa
La reflexión sobre la situación colonial del litoral argelino supuso su implicación to
desde un punto de vista simultáneamente in tal en la guerra de liberación. Referido el con
terior y exterior caracteriza la biografía de texto, resta indagar las razones de este desaire
Amílcar Cabral (1924-1973). Pasa su infancia y político sufrido por el gobierno colonial. Por
adolescencia en la Guinea portuguesa —ac el estudio de C. Lacoste-Dujardin, ya citado,
tualmente Guinea-Bissau—. En 1945 se des se sabe que en la planificación de la contrain-
plaza a Lisboa para estudiar agronomía. Su surgencia el mando militar francés contó con
estancia en Portugal y el medio académico en la orientación de )ean Servier (1918-2000), un
el que se mueve le permitieron conocer reali antropólogo buen conocedor de la zona. Los
dades más amplias -com o la négritude—, con acontecimientos no confirmaron sus opinio
vivir con intelectuales y nacionalistas de las nes sobre la índole predominante de la pobla
demás colonias portuguesas y familiarizarse ción. Camille Lacoste-Dujardin, al comparar
con los movimientos de liberación. De vuelta su experiencia sobre el terreno con la de
a su país organiza la resistencia política al co aquél, concluye que su predecesor compartía
lonialismo y más tarde la transforma en gue con la mayoría de los colonos franceses la opi
rra de liberación nacional. A. Cabral destacó nión que éstos tenían de la población argelina:
no sólo como dirigente, sino también como gentes dominadas por puntos de vista tradi-
teórico de la lucha anticolonial. Defendió la cionalistas. Se olvidaba de que los cabileños
vía del partido único, que desempeña el papel de aquellas montañas situadas al este de A r
de vanguardia en el combate y en la posterior gel no vivían aislados, sino que desde hacía
construcción del Estado, y considera a la clase mucho tiempo estaban habituados a *em i-
asalariada y a la pequeña burguesía urbana grar. Sin embargo, transmite a los militares la
negras las bases sociales de la lucha de libera idea de que los iflissen eran una población ais
ción nacional (Andrade, 1975). lada, sin interés por el exterior, herederos y
Las formas de adquisición y el uso que se perpetuadores de ritos transmitidos desde la
da a los conocimientos disponibles se consti antigüedad mediterránea. Lacoste-Dujardin
tuyen en indicadores de la relación entre colo acusa a Servier de no haber sabido interpretar
nizador y colonizados. La reconstrucción de los factores de la dinámica histórica reciente:
la operación Oiseau b leu , desencadenada en la resistencia armada a la presencia turca y a la
Cabilia, muestra algunos de estos aspectos conquista francesa en el s. XIX, y la em igra
(Lacoste-D ujardin, 1997). Un año después ción. Aunque Servier recorrió toda Argelia
del inicio de la guerra de Argelia, 1954-1961, durante cinco años con un cuestionario sobre
las autoridades coloniales desarrollaron un prácticas de ritos agrícolas, matrimoniales y
plan para la pacificación de los iflissen. G a funerarios y preguntaba a los ancianos, no per
nando su confianza, se pretendía separarlos maneció más que algunos días en cada aldea y
de los núcleos insurgentes y promover su or no convivía con la gente. Tanto C. Lacoste-
ganización en grupos de autodefensa articu Dujardin como J. Servier habían crecido en el
lados con las fuerzas militares francesas. Se seno de familias de colonos, pero ante la expe
organizó una ceremonia pública, previamen riencia colonial asumieron posturas opuestas.
te preparada, para consagrar la colaboración Permanece abierto el debate sobre las re
con el poder colonial. Ante una asistencia de laciones entre gobierno, ciencia y el empeño
miles de personas, se distribuyó armamento. personal en el contexto colonial. Varios traba
Pasados algunos días, de madrugada, un gru jos abordan la investigación realizada por
po de presunta autodefensa constituida simu encargo de las autoridades coloniales y la pos
la que su aldea está siendo atacada por los tura del científico que la desarrolla (Stocking
nacionalistas del F L N —Frente de Liberación Jr., 1991). J. Goody (1995) recuerda que las au
Nacional—y pide socorro a las fuerzas milita toridades coloniales sospechaban de los an
res. Durante el trayecto la columna m ilitar tropólogos de la llamada escuela británica en
cae en una emboscada, que se salda con un cuanto a sus verdaderas intenciones en el te
muerto y varios heridos, entre ellos el oficial rreno. La independencia financiera de la que
que la comandaba. Esta acción había sido lle disponían —los fondos provenían de institu
vada a cabo por fuerzas del F L N con las ar ciones privadas norteamericanas—le lleva a
mas y el material recibido de las autoridades concluir que, en sus décadas doradas, carrera
Colonialismo y anticolonialismo 32
académica en antropología social y British G LED H ILL, John (2000): E l poder y sus disfraces.
Em pire en Africa siguieron caminos paralelos Perspectivas antropológicas de la política. Barce
y sólo ocasionalmente convergentes. lona: Bellaterra.
GOODY, Jack (1995): The Expansive Moment. The
Herencias Rise o f Social Anthropology in Britain and Afri
ca, 1918-1970. Cambridge: Cambridge Uni
En el libro de Georges Balandier citado versity Press.
más arriba, cuya primera edición es de 1955, HARDMAN, Francisco Foot (1988): Trem fantas
no se abordan los temas clásicos de la antro ma. A modernidade na selva. San Pablo: Com-
pología imperial, tales como el parentesco y la panhia das Letras.
hechicería, sino la conquista militar, la explo LACOSTE-DUJARDIN, Camille (1997): Opéra-
tación económica y la ideología racista carac tion oiseau bleu. Des Kabyles, des ethnologues et
terísticos de los proyectos coloniales europeos. la guerre d ’Algérie. Paris: La Découverte.
Pasadas algunas décadas desde el final de los N EUM ANN , Roderick P. (1998): Imposing Wil
imperios coloniales, la propuesta de G. Balan derness: Struggles Over Livelihood and Nature
dier no pierde actualidad. Se asiste a la proli Preservation in Africa. Berkeley: University of
feración de reflexiones académicas sobre el California Press.
colonialismo y estudios de caso sobre socieda RICHARDS, Thomas (1993): The Imperial Archi
des coloniales. Este interés se explica por el re ve. Knowledge and the Fantasy o f Empire. New
conocimiento de que las sociedades coloniales York: Verso.
son parte de Europa y de su historia, y vice STOCKING, George W. Jr. (ed.) (1991): Colonial
versa. Las colonias europeas no fueron espa Situations: Essays on the Contextualization o f
cios vacíos construidos a imagen de Europa y Ethnographic Knowledge. Madison: University
de sus intereses, ni las potencias colonizado
of Wisconsin Press.
ras estaban cerradas sobre sí mismas. Hubo TAUSSIG, Michael (1987): Colonialism, Shama
relaciones, contactos, intercambios y tensio nism and the Wild Man. A Study in Terror and
nes múltiples, por medio de las cuales Europa Healing. Chicago: University of Chicago
y las colonias se fueron construyendo. Press.
La renovación del interés académico por el THOMAS, Nicholas (1994): Colonialism's Culture.
fenómeno colonial se deriva también de la pre Anthropology, Travel and Government. Cam
sencia de intelectuales y escritores originarios
bridge: Polity Press.
de ex colonias en las universidades e institucio W OLF, Eric R. (1982): Europe and the People wi
nes literarias occidentales —caso de Salman thout History. Berkeley: University of Califor
Rushdie, Chinua Achebe, V. S. Naipaul, Ami- nia Press.
tav Gosh, Gayatri Spivak, Homi Baba—, lo que
ha posibilitado la divulgación de otras mane Jorge Freitas Branco
ras de ver la experiencia colonial. Leonor Pires Martins
ca pública, sea del nivel gubernamental que national migration”, en L. Pries (ed.), Migra
sea: el principio de discrecionalidad y delimi- tion and Transnational Social Spaces. Aldershot:
tabilidad de competencias en función del cri Ashgate, 73-105.
terio territorial. GUARNIZO, Luis Eduardo; SMITH, Michael
Indicios de una tendencia hacia la deste- Peter (1999): “Las localizaciones del transna-
rritorialización, inducida por las comunida cionalismo”, en G. Mummert (ed.), Fronteras
des transnacionales, se encuentran antes que fragmentadas. Zamora, Mich.: Colegio de Mi-
nada en el ámbito del asociacionismo migran choacán, 87-112.
te. Mientras que las “clásicas” organizaciones JO PPK E, Christian (1998): Challenge to the N a
y asociaciones surgidas de las migraciones eu tion-State: immigration in Western Europe and
ropeas de la posguerra están fuertemente the United States. Oxford: Clarendon.
orientadas hacia la participación política, sin KEARNEY, Michael (1986): “From the Invisible
dical y vecinal dentro del contexto de la socie Hand to Visible Feet: anthropological studies
dad de “acogida”, el nuevo asociacionismo of migration and development”. Annual R e
migrante y su relación con las asociaciones y view ofAnthropology, 15:331-361.
organizaciones no-gubernamentales, proce — (1995): “The Local and the Global: the anthro
dentes de la sociedad mayoritaria, indican pology of globalization and transnationa
una creciente hibridación y transnacionaliza lism”. Annual Review o f Anthropology, 24:
ción de las pautas organizativas, las reivindi 547-565.
caciones y los intereses que se articulan, así M ALGESINI, Graciela (1998): “Introducción”,
como de los polifacéticos destinatarios a los en G. Malgesini (comp.), Cruzando fronteras:
que se dirigen (Dietz, 2004). migraciones en el sistema mundial. Barcelona,
Es evidentemente el ámbito jurídico-polí- Madrid: Icaria, Fundación Hogar del Em
tico sobre todo el que más “preocupado” se pleado, 11-40.
muestra ante la diasporización y transnacio MARCUS, George E. (1995): “Ethnography
nalización de las comunidades, sus lealtades y In/Of the World System: the Emergence of
sus identidades colectivas. Las implicaciones Multi-Sited Ethnography”. Annual Review o f
normativas de una futura “ciudadanía posna Anthropology, 24: 95-117.
cional” (Habermas), reflejada no sólo en las MASSEY, Douglass et al. (1987): Return to Aztlan:
comunidades transnacionales, sino también The Social Process o f International Migration
en la vigorización de las instituciones multila from Western Mexico. Berkeley: University of
terales transnacionales, desafiará la noción California Press.
intrínsecamente “^moderna” de la legitim i PRIES, Ludger (1999): “New migration in trans
dad del Derecho y de su vinculación normati national spaces”, en L. Pries (ed.), Migration
va a la democracia territorializada bajo la and Transnational Social Spaces. Aldershot:
forma consuetudinaria del Estado-nación, se Ashgate, 1-35.
declare éste ^multicultural o monocultural.
Gunther Dietz
digm ática a finales del siglo XIX por Ferd i- social” —relaciones intra e intercomunitarias
nand Tonnies (1979), los ámbitos com unita que se mantienen a nivel local— en la vida
rios ocupan un destacado lugar no sólo en las comunal de diversas ^localidades estadouni
ciencias antropológicas, sino en toda una co denses en comparación con otras, por ejem
rriente interdisciplinar de los “estudios de co plo, italianas. El mensaje de estos autores es a
munidad”. El énfasis en la esfera *local y en la menudo alarmista: la comunalidad vecinal,
interacción “cara a cara” entre los miembros residencial y asociativa, como núcleo de rela
de una comunidad localizada y *territoriali- ciones que amalgama cualquier sociedad, se
zada, como lo propone la llamada Escuela de está diluyendo en el caso de las relaciones su
Chicago para análisis sociales de corte funcio- puestamente cada vez más individualizadas y
nalista, sin embargo, no se limita a enfoques atomizadas de las #ciudades estadounidenses
teóricos y/o empíricos. Desde inicios de los contemporáneas.
años ochenta son sobre todo propuestas nor Este “déficit de comunalidad”, producto
mativas surgidas en el seno de la filosofía po de la pérdida paulatina de capital social, es el
lítica los que recuperan y reivindican “lo eje de la propuesta política comunitarista que
comunitario” no como una unidad de análisis —sobre todo a partir de la red internacio
social, sino como una propuesta política de reor nal T he Com m unitarian N etw ork creada y
ganización de las sociedades contemporáneas. promovida por Amitai Etzioni (http://
En debate estrecho y enfrentado con la www.communitariannetwork.org/)—consi
tradición liberal e individualista de la filosofía dera la comunidad una forma de organiza
política anglosajona, que se remonta a John ción local alternativa, que se independiza
Stuart Mili, los autodenominados “comunita- tanto del excesivo control del Estado vigilan
ristas” constatan y critican un exceso de indi te como del mercado polarizador y que com
vidualismo y un creciente debilitamiento de bina la autonomía individual y familiar con la
lazos “comunales” entre los miembros de las necesidad de un orden social compartido. Es
sociedades occidentales. Charles Taylor ta propuesta indirectamente recupera la cen-
(1993), Michael Walzer (1993) y otros reivin tralidad de la sociedad civil, concebida en
dican las interacciones cotidianas, las i d e n Estados Unidos desde los pioneros análisis de
tidades colectivas y las solidaridades Alexis de Tocqueville como una red asociati
suprafamiliares como fuentes de valores hu va basada en organizaciones de ^ciudadanos
manos antiindividualistas. Ante lo que ellos voluntarios que sirven a la vez de “talleres”
diagnostican la pérdida decisiva y dramática de democracia local, cogestión y participación
de valores comunitarios tradicionales a lo lar política (Etzioni, 2004).
go de los choques *m odernizadores e in- La crítica al comunitarismo se centra en
dividualizadores, que implica el sistema dos aspectos (Rauch, 2000). Por una parte, la
económ ico y político internacional, la “vida supuesta recuperación y revitalización de las
en comunidad” constituiría una estrategia al prácticas comunitarias, ya completamente
ternativa, que pudiera trascender el antiguo enajenadas en gran parte del espacio público
binom io ideológico entre “más *E stad o ” y de las ciudades estadounidenses, a menudo se
“más mercado”, entre el fortalecimiento del identifican como un anhelo “rom ántico” y
Estado benefactor y protector de tipo keyne- “conservador” de las clases medias acomoda
siano, por un lado, y el desmantelamiento das en sus g ated com m unities que proliferan
progresivo del Estado en aras del neolibera- por los suburbios semirrurales contemporá
lismo, por otro (Rauch, 2000; Etzioni, 2004). neos. Por otra parte, la reivindicación esencia-
El resultante “comunitarismo” aboga por lista de “la comunidad” también se critica por
la recuperación no de las comunidades tradi su implícito riesgo de neoautoritarismo: los
cionales en cuanto tales, sino de los valores lo espacios comunales no sólo sirven para culti
calmente compartidos y transmitidos y de las var prácticas solidarias y participativas, sino
unidades sociales que, como las familias y las que asimismo pueden reproducir viejos mo
asociaciones, organizaciones e instituciones delos de roles sociales —caciquismo rural, pa-
locales, se dedican a transmitir y se rigen por ternalismo y patriarcado autoritario—. A esta
dichos valores en sus quehaceres cotidianos crítica, sobre todo, Etzioni (2003) responde
(Etzioni, 1996, 2003). Para demostrar la im distinguiendo dos tipos de comunitarismo: el
portancia práctica del énfasis en estos lazos, “asiático”, autoritario y paternalista, practica
interacciones y valores localmente comparti do y fomentado en cuanto ideología oficial en
dos, Robert Putnam (2000) analiza el impacto países como Singapur o Malaysia, frente al
que tiene el paulatino descenso del “capital “sensible” —responsive com m unitarianism —,
Consumo cultural 38
que combina la libertad individual de “tradi — (2004): From Em pire to Community. New
ción occidental” con la cultura compartida Cork: Palgrave Macmillan.
por una “comunidad de valores”. KYM LICKA, Will (1996): Ciudadanía multicultu
Aunque esta definición “culturalista” de ral: una teoría liberal de los derechos de las mino
la comunidad acerca el comunitarismo a otras rías. Barcelona: Paidós.
propuestas políticas que reivindican el valor PUTNAM , Robert (2000): Bowling Alone: the co
de la #diferencia cultura y/o *étnica, Etzioni llapse and revival o f community in America.
enfatiza lo que separa el comunitarismo pro New York: Simon & Schuster.
pagado por él del *multiculturalismo, particu RAUCH , Jonathan (2000): “Confessions o fan
larm ente de su vertiente estadounidense: Alleged Libertarian (and the virtues o f ‘soft’
su noción, a menudo esencialista y reduccio commmunitarianism)”. The Responsive Com
nista, de lo com unitario, su insistencia en munity, 10 (3).
crear y mantener *fronteras discretas entre TAYLOR, Charles (1993): E l multiculturalismo y
los grupos que componen una sociedad y su la política del reconocimiento. México: FCE.
preferencia por políticas de “*acción afirma — (1994): La ética de la autenticidad. Barcelona:
tiva” y de “^discriminación positiva” a favor Paidós
de unos grupos y en detrim ento de otros. TÓ N NIES, Ferdinand (1979 [1987]): Comunidad
Contra este concepto de lo comunitario, el au- y asociación: el comunismo y el socialismo como
toproclamado “comunitarismo sensible” abo formas de vida social. Barcelona: Península.
ga por una noción múltiple y *heterogénea de WALZER, Michael (1993): “Comentario”, en Char
los espacios comunales que reivindica; según les Taylor (ed.), E l multiculturalismo y la política
Etzioni, las comunidades sólo serán incluyen del reconocimiento. México: FCE, 139-145.
tes si admiten afiliaciones que se solapan, per
Gunther Dietz
tenencias diversas y afinidades múltiples.
A diferencia de esta delimitación explíci
Véanse además Acciones afirmativas. Ciuda
ta frente al multiculturalismo, Taylor (1993,
dano, CULTURA, DIFERENCIA Y D E S
1994), por su parte, busca la cercanía y com-
IGUALDAD, Diferencias sociales v dife
plem entariedad de ambos enfoques políti
rencias culturales, DISCRIMINACIÓN Y
cos, el com unitarista y el m ulticulturalista.
EXCLUSION S( )CI AL, Discriminación po
Es en el campo del reconocimiento político,
sitiva, ESPACIO-TIEMPO, IDENTIDAD,
oficial, de las ^minorías étnicas, #culturales
Espacios locales, ESTADO-NACION, Etni-
y/o religiosas donde, según este autor, se da
cidad, FRONTERA, Global v local, Lugar y
dicha confluencia: sólo a través de la delimi
no lugar. MINORIAS, Modernización,
tación nítida entre comunidades será posible
MOVILIDAD, MUI TICIUI T U RALIS-
reconocer, proteger y fortalecer —“empode-
MO, Plurinacionalidad, Racismo y neorracis-
ra r”—m inorías ^marginadas y discrim ina
mo, TERRITORIOS.
das m ediante la codificación de derechos
colectivos compartidos y disfrutados colecti
vamente por la minoría en cuestión. En este
sentido, el “multiculturalismo de la diferen
Consumo cultural
cia”, que insiste en la necesidad de empode- El consumo cultural es en la actualidad un
rar comunidades para prevenir y revertir las tema clave para comprender las relaciones
discrim inaciones históricas ejercidas por la que entablamos en este mundo #globalizado.
sociedad m ayoritaria, se convierte en una El contacto y el intercambio entre las *cultu-
de las vertientes del pensamiento com uni ras han sido parte de la historia de la humani
tarista. dad, pero, a partir del momento en que las
sucesivas revoluciones industriales dotaron a
los países *desarrollados de máquinas para
Bibliografia fabricar productos culturales y de medios de
difusión de gran potencia, apareció una situa
ETZIA N I, Amitai (1996): The golden Rule: com ción completamente novedosa que les permi
munity and morality in a democratic society. tió divulgarlos masivamente. Los bienes y
New York: Basic Books. mensajes que circulan ahora por todo el pla
— (2003): “Communitarianism”, en Karen neta intensifican los encuentros y las cone
Christensen y David Levinson (eds.), Encyclo xiones. Es justamente la crítica a la forma
pedia o f Community: from the village to the vir profundamente #desigual en la que este pro
tual world. London: SAGE, 1,224-228. ceso se está dando la que ha catapultado al
39 Consumo cultural
consumo cultural al centro de las discusiones en mercancías, que los ponen en escena para
sobre la mundialización de la cultura. A las diversos públicos, generando un mercado, y
barreras económicas y educativas de *d i- que transforman las prácticas culturales en
ferentes sectores sociales para acceder a las espectáculo —si bien el inicio emblemático de
ofertas culturales, se suman ahora otros las industrias culturales es el invento de los ti
obstáculos, estructurados por los Aflujos disí pos móviles por Gutenberg en el s. XV, se
miles de la globalización: la desigual expan trata en realidad de un fenómeno característi
sión económica y *com unicacional de las co de la industrialización según empezó
industrias culturales no beneficia equitativa a desarrollarse a partir del siglo XVIII—. Se
mente a todos los países ni a todas las regio incluyen así tanto a las industrias culturales
nes, por lo que la producción cultural de la clásicas -cin e, libros, revistas y folletines, tele
mayoría de las naciones difícilmente tiene ac visión, música, fotografía, publicidad—como
ceso a los canales, vitrinas, repisas, escenarios a todas aquellas que, de una u otra manera, se
o pantallas locales, regionales y globales. Por vinculan a la industria del entretenimiento y
lo anterior, el *ciudadano medio no cuenta del espectáculo -turism o, deporte empresa
con una verdadera diversidad de bienes y ser rialmente organizado—. La categoría consu
vicios culturales a su disposición para escoger, mo cultural también ha sido cuestionada por
consumir, disfrutar y crear. Basta como ejem su génesis económica, que pareciera reducir
plo el caso de la exhibición cinematográfica a el papel del sujeto-consumidor al de cliente o
nivel mundial: de los más de 4.300 largo- comprador en el mercado —ya sea de bienes
m etrajes que se producen anualmente, un o servicios culturales—, por la pasividad que
p orcen taje m ínim o llega a las pantallas, sugiere así como por su restringida visión co
com pitiendo desventajosamente con las mo simple deglución de lo que es en realidad
cintas norteam ericanas que, apoyadas por una práctica productora de sentidos. Recibe el
m illonarias campañas de publicidad y un mismo cuestionamiento el concepto recep
deform ado mercado de la distribución, le ción —igual que la denominación del sujeto
arrebatan las preferencias de los auditorios que se relaciona con las ofertas culturales co
incluso en los países con cinematografías de mo consumidor, receptor, espectador o au
larga tradición. diencia—y se han propuesto como alternativas
L a comprensión plena del encuentro de términos que buscan reconocer la dimensión
los públicos con las ofertas culturales de los activa de la práctica: apropiación, negocia
medios de comunicación y de espacios locali ción, interacción o pacto. El término consu
zados, como los museos, íos teatros, los salo midor cultural, al igual que el de industria
nes de baile, los cines, las bibliotecas, el arte cultural, fue acuñado por Max Horkheimer y
público, sigue planteando para las ciencias so Theodor Adorno en 1947, ambos pertene
ciales un reto teórico y metodológico. Para cientes a la Escuela de Frankfurt, preocupada
empezar, la definición misma del concepto por el papel de las industrias culturales como
consumo cultural es problemática. Desde una atrofiadoras de la imaginación y por el empo
perspectiva antropológica todo consumo es brecimiento que suponían en relación con el
un proceso productor de sentido y de simboli arte no masivo, porque se dirigían a un mer
zaciones, independientemente de que a la vez cado pasivo de consumidores, al que no se
cumpla funciones prácticas -ta l como lo ha ofrecía nada más que imitación y estandari
mostrado Roland Barthes con el concepto de zación. En Am érica Latina la discusión se
función-signo—, y esto nos ubica en un univer desarrolló con un fuerte acento político de de
so ilimitado de objetos de estudio. Para evitar nuncia del imperialismo cultural, con estu
el colapso de la especialidad puede acotarse la dios —como el de Armand M attelart— que
noción sólo al consumo de aquellos bienes u generalmente deducían del análisis de la es
objetos que han sido producidos específica tructura y lógica de los medios, lo mismo que
mente para significar o en los que prevalece la sus mensajes, el impacto que tenían en las au
función simbólica sobre los valores de uso y diencias. Desde los años setenta, se dio una in
de cambio, o donde al menos estos últimos se tensa reacción a lo que fue una amplia
configuran subordinados a aquélla (G arcía tradición de investigaciones sobre los efectos
Canclini, 1993). Otra alternativa es conside de los mensajes de los medios sobre sus au
rar al consumo cultural como aquel que se diencias y surgieron las investigaciones sobre
produce a partir del momento en que surgen los usos de los mensajes por parte del público,
industrias, instituciones o agentes sociales que cuestionaban la visión del espectador co
que transforman la cultura en productos y/o mo ente pasivo o simple receptor. Si bien fue
Consumo cultural 40
crucial para la investigación el reconocimien de los públicos con una perspectiva m ultidi
to del carácter activo del acto de consumo, se mensional, e interesarse por los cambios de
dieron extremos en esta reacción que tendie largo plazo ocurridos en la estructura de la
ron a ofrecer una versión romántica del rol personalidad social y en la naturaleza del goce.
del receptor, concentrándose en el estudio de También demanda un acercamiento m ul-
las llamadas resistencias de sectores, grupos o tidisciplinario el hecho de que el encuentro de
individuos, y en los procesos de apropiación, los públicos con las ofertas culturales está re
resignificación y resemantización. Con una gulado por racionalidades diversas —econó
lectura excesivamente optimista o incluso micas, políticas, psicosociales, simbólicas—, ín
simplificadora de Michel de Certeau, la valo timamente vinculadas a la amplia gama de
ración de la resistencia de las audiencias como prácticas que engloba. Al consumir nos rela
actividad central se volverá hegemónica en la cionamos directamente con una oferta bus
descendencia norteamericana de los estudios cando entretenim iento, in fo rm a c ió n , una
culturales, especialmente en torno a figuras experiencia estética, etc., pero al mismo tiem
como Lawrence Grossberg y John Fiske. po satisfacemos otras necesidades —de i d e n
Stuart Hall y David Morley, del Centro de tificación grupal, regional, nacional o m ul
Estudios Culturales Contemporáneos de la tinacional; sociabilidad; búsqueda de un
Universidad de Birm ingham , permitieron espacio propio; independencia; ritualidad;
reposicionar nuevamente la reflexión, mos distinción; apropiación del espacio público;
trando que, aunque el contenido de los me participación política; inclusión social, etc.—;
dios es polisémico, es decir, está abierto a la las cuales, pese a no ser siempre conscientes,
interpretación, dicha polisemia no significa pueden llegar a alcanzar mayor relevancia
que no obedezca a una estructura. Los públi que la relación con la oferta cultural espe
cos no ven en un texto sólo lo que quieren ver cífica. El reconocimiento de la com pleja
en él. y ello en la medida en que no se trata de trama de actividades que engloba la práctica
una ventana abierta al mundo sino de una del consumo cultural ha llevado a determina
construcción. Los mecanismos significantes dos investigadores, como Néstor García Can-
que pone en juego promueven ciertas signifi clini y Jesús M artín-Barbero, a trascender el
caciones y suprimen otras, ya que todo men análisis de la dimensión comunicativa y/o es
saje conlleva elementos directivos respecto de tética, y a ubicar la práctica del consumo en su
la clausura del sentido, imponiendo las signi contexto sociocultural, para entender no sólo
ficaciones preferenciales de las cuales ha habla la recepción de un producto particular, sino el
do Hall. Además, según ha señalado Morley, conjunto de procesos que atraviesan y condi
el consumo se realiza dentro de estructuras de cionan la recepción. Además de las propias
poder determinadas, lo que permite acotar el características identitarias del sujeto receptor,
posible margen de actividad del receptor. Es el consumo está mediado por una amplia
ta es una de las ricas vetas abordadas por éste gama de variables, factores, instituciones, si
y otros autores en En busca del público, compi tuaciones y disposiciones, tanto de índole
lado por Daniel Dayan (1997). individual como social. Estas reflexiones han
Otra limitante para el entendimiento del conducido a la crítica de la visión reduccionis
fenómeno radica en la dificultad de delimitar ta del proceso de la comunicación: no es sólo
el inicio y término de la experiencia de consu un asunto de emisión/recepción, sino que lo
mo: el contacto con una oferta cultural nunca *m ediático se rearticula con procesos mayo
es inaugural, es precedido e influido por el res de producción de sentido.
acercamiento a otros discursos y otras ofertas, Junto con el abandono del concepto tradi
continúa y se transforma al paso del tiempo. cional de audiencia, compuesta por una masa
La intertextualidad de la experiencia nos ubi de individuos pasivos, se desistió de la supues
ca ante consumidores múltiples, cuya com ta homogeneidad de su reacción. Hay públi
prensión requiere la convergencia de diversas cos de la cultura, en plural: las d ife re n cia s
disciplinas -antropología, comunicación, so sociales, de género, etarias y regionales son
ciología, historia, semiótica, estética de la re patentes no sólo en el acceso a determinados
cepción, estadística, psicología social, etc.—, equipamientos u ofertas culturales, sino tam
un enfoque transversal de las prácticas de lec bién en los usos que se realizan de ellos. Con
tura de los objetos culturales y el estudio de frecuencia se piensa que las ofertas cultura
sus posibles articulaciones (Piccini, Mantecón les atraen de manera natural. Sin em bar
y Schm ilchuk, 2004), según lo emprendiera go, aquellos que logran llegar a los espacios
Norbert Elias al estudiar los comportamientos culturales situados —librerías, bibliotecas,
41 Consumo cultural
museos, teatros, salas de concierto, etc.— y la vereda de enfrente, sea porque el mercado
constituirse en públicos, son los vencedores de laboral demanda aún más formación, sea por
una larga carrera de obstáculos: han recorrido falta de acceso a redes de promoción (Hopen-
la distancia geográfica que separa estos luga hayn, 2005: 9).
res, alejados del ámbito cotidiano de las m a Las posibilidades de que ciertos públicos
yorías; pagaron su traslado y el precio del se acerquen a determinadas ofertas cultura
boleto, en los casos en que no podían gozar de les se ven favorecidas o limitadas por las pro
alguna exención, y dejaron el abrigo de sus pias comunidades a las cuales pertenecen. Las
hogares, venciendo la poderosa atracción que actividades de consumo cultural no se dan de
ejerce la oferta mediática. Lo pudieron hacer manera aislada: encuentran o dejan de encon
porque adquirieron, en su familia y/o en la es trar su lugar dentro de una constelación de
cuela, determinados hábitos de estructura otras prácticas y actividades que les dan senti
ción del tiempo libre y, lo más importante, un do (Petit, 1999: 108). Si reconocemos que el
capital cultural concreto, un conjunto de dis consumo no es algo “privado, atomizado y
posiciones estéticas y habilidades que les per pasivo”, sino “eminentemente social, correla
miten identificar, evaluar y disfrutar ciertas tivo y activo”, no un “artefacto de los capri
prácticas y productos culturales. Una vez que chos o necesidades individuales”, sino “un
traspasan el umbral de los recintos culturales, impulso socialmente regulado y generado”
es posible que los que no forman parte del pú (Appadurai, 1991: 48-49), entenderemos el
blico implícito deban enfrentar barreras en desinterés de ciertos sectores por determina
los dispositivos de comunicación e inform a das ofertas culturales; éste no se debe sólo al
ción, incluso en el trato que les brinda el per débil capital simbólico con que cuentan para
sonal de custodia. Este público implícito en apreciarlas, sino también a la fidelidad a los
cualquier oferta cultural convoca a los elegi grupos en los que se insertan. Son sus contex
dos, esto es, crea sus propias audiencias a par tos familiares, de barrio y de trabajo los que
tir de una oferta de comunicación que busca controlan la homogeneidad y las desviaciones
su recepción ideal. W olfgang Iser lo llamó (García Canclini, 1993). Los usos o apropia
lector implícito, y Umberto Eco, lector m odelo. ciones que hagan los diversos públicos de las
La oferta mediática no tiene muchos de los ofertas culturales dependen de las condicio
inconvenientes de la situada y logra llegar, en nes y posibilidades con que cuentan para
el caso de la televisión y la radio, a ia mayor aprovechar las potencialidades de una oferta,
parte de los hogares. Las diferencias en el y están atravesados por diferencias culturales,
equipamiento doméstico se dan en términos sociales, etarias, de género, etc. El recono
de calidad y variedad: televisión abierta o de cimiento de las dinámicas de inclusión y
pago, aparatos de dvd, tipos de ordenadores ^exclusión que atraviesan los consumos cul
y de acceso a Internet. La dem ocratización turales nos lleva a otro tema clave, la relación
del acceso a los medios, sin embargo, presenta de dichas prácticas con la desigualdad social y
paradojas. De acuerdo con la investigación de con otros procesos de diferenciación. Los aná
la C EPA L, Organización Iberoamericana de lisis tradicionales acerca de los modos de do
Juventud, una tensión que afecta a todos los minación y resistencia de las clases sociales
grupos de edad, pero con mayor intensidad a ven al consumo exclusivamente como el lugar
los jóvenes de Iberoam érica, es la creciente de reproducción de la fuerza de trabajo y ex
desproporción entre consumo cultural y m a pansión del capital. Por el contrario, Pierre
terial. Es cierto que el acceso a símbolos, m en Bourdieu mostró magistralmente cómo se
sajes, imágenes, información y conocimiento construyen las diferencias de clase también a
ha aumentado de manera exponencial para partir de las dinámicas de distinción que se
los jóvenes en las últimas décadas, sobre todo generan con la constitución del gusto y de los
por el crecimiento del consumo audiovisual y estilos de vida en diversos sectores sociales.
la conexión a redes virtuales. Pero esta ten Igualmente influyente fue la obra de Mary
dencia no tiene una contraparte proporcional Douglas y Barón Isherwood que, al plantear
en el acceso a los bienes materiales, dado que que las mercancías “sirven para pensar”, ayu
el desempleo juvenil aumentó durante la dé dó a entender al consumo como un espacio de
cada de los noventa y los ingresos de los comunicación, relación y clasificación social.
jóvenes ocupados se mantuvieron muy por El consumo cultural se presenta entonces
debajo del ingreso medio de los adultos. De como un lugar clave para sustentar la necesi
esta manera, gran parte de los jóvenes ven pa dad de la intervención pública frente a las in
sar las oportunidades de movilidad social por suficiencias e inequidades del mercado. Los
Consumo cultural 42
públicos no nacen como tales, sino que son tituyen elementos fundamentales de form a
constantemente formados y transformados ción de la sensibilidad, la expresividad, la
por la familia, la escuela, los medios, las ofer convivencia y la construcción de una C iu d a
tas culturales comerciales y no comerciales, danía plena.
entre otros agentes, que influyen —con dife
rentes capacidades y recursos—en las maneras
en que se acercan o se alejan de las experien Bibliografía
cias de consumo cultural. De modo creciente,
niños y jóvenes de todo el mundo se forman APPADURAI, Arjun (ed.) (1991): La vida social
como públicos fundamentalmente por Inter de las cosas. Perspectiva cultural de las mercan
net, la televisión y la radio comerciales, así co cías. México: Grijalbo/Consejo Nacional para
mo en la frecuentación de centros comerciales la Cultura y las Artes.
y en la adquisición de productos piratas. Lo BOURDIEU, Pierre (2002): La distinción. Criterios
podemos corroborar en las encuestas realiza y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus.
das a escala nacional o en diferentes ciudades DAYAN, Daniel (comp.) (1997): En busca del p ú
de Estados Unidos, Canadá, Colombia, A r blico. Barcelona: Gedisa.
gentina, Chile, Uruguay, México, Brasil o ELIAS, Norbert (1992): Deporte y ocio en el proce
Francia, o en las estadísticas españolas de la so de la civilización. México: Fondo de Cultura
Sociedad General de Autores y las portugue Económica.
sas del Observatorio das Actividades Cultu GARCÍA CANCLINI, Néstor (coord.) (1993): E l
ráis, entre otras fuentes. En este contexto, “la consumo cultural en México. México: Consejo
asimetría de mercados y la abstención de los Nacional para la Cultura y las Artes.
^Estados respecto a las industrias culturales HOPENHAYN, Martín (2005): “Tensiones y pa
ha sido una doble alianza formadora de gus radojas en América Latina”. TodaVía, 10: 4-9.
to”, según ha señalado Jesús Martín Barbero, MARTÍN BARBERO, Jesús (2004): Políticas de
para quien “las políticas públicas continúan interculturalidad. Conferencia sin editar pre
mayoritariamente siendo cómplices del em sentada en el Seminario sobre Comunicación y
pobrecimiento de la producción endógena y Diversidad. Barcelona: Forum Mundial de
de la desigual segmentación de los consumos Barcelona.
culturales” (Martín Barbero, 2004). Los pode PETIT, Michele (1999): Nuevos acercamientos a los
res públicos se tornan actores insustituibles jóvenes y a la lectura. México: Fondo de Cultu
para estimular, apoyar y reforzar la distribu ra Económica.
ción de bienes y servicios culturales en cada PICCINI, Mabel; M AN TECÓ N , Ana Rosa;
nación y entre los países de las regiones, ase SCHM ILCHUK, Graciela (coords.) (2000):
gurándose de que los ciudadanos de cada Recepción artística y consumo cultural. México:
territorio tengan acceso a una verdadera di Juan Pablos/CENIDIAP/Consejo Nacional
versidad de ofertas y estimulando la forma para la Cultura y las Artes INBA.
ción de los actuales y futuros ciudadanos. SUNKEL, Guillermo (coord.) (2006): E l consumo
Asumir esta responsabilidad implica desarro cultural en América Latina. Bogotá: Convenio
llar políticas que impulsen en los públicos un Andrés Bello.
alfabetismo integral múltiple: formación de
Ana Rosas Mantecón
ciudadanos capacitados para la lectura, la es
cucha, la escritura y el dominio de la visuali
dad. Es visible la recuperación de varias de las Véanse además ALTERIDAD, CIUDA
dimensiones políticas del consumo cultural DANÍA, Ciudadano, COMUNICACIÓN,
con su actual vinculación al tema de la ciuda CULTURA, DESARROLLO, D IFE R E N
danía cultural y la ampliación de la noción de CIA Y DESIGUALDAD, Diferencias natu
derechos culturales, conforme lo planteara la rales v diferencias sociales. Diferencias socia
Agenda 21 de la Cultura, impulsada en Bar les v diferencias culturales, DISCRIMINA
celona por más de 300 gobiernos locales en el CIÓN Y EXCLU SIÓ N SOCIAL, Elites
2004 (www.agenda21cultura.net/agenda21/ cosmopolitas. Estera mediática, ESTADO-
castellano/default.htm). Desde esta perspecti NACIÓN, G LOBAEIZA(TÓN, ID E N T I
va, el acceso al universo cultural y simbólico DAD, 1n <o r rnac ió n, M O V71L11) A D , N U E -
en todos los momentos de la vida y la partici V O S M O \TI MI E N T O S S O GIA L E S,
pación cultural —estimulados por las políticas PATRIMONIO, SABER Y SABERES, So
de generación y ampliación de públicos y, de ciedad de la información v del conocimiento,
manera muy desigual, por el mercado—cons TRABAJO.
43 Contracultura
TU R N ER , Víctor (1988): E l proceso ritual. Ma colonias de las Américas y del Caribe, a ex
drid: Taurus. cepción de Brasil, donde la palabra criou lo
siempre tuvo un sentido ligado exclusiva
José Luis García García
mente a la condición racial de los no blancos.
Crioulo es un eufemismo -con carácter peyo
Véanse además DISCRIMINACION Y
rativo—de negro y no ha sido resignificado
EXCLUSIÓ N SOCIAL. ESTIGMA, M I
políticamente como símbolo de afirmación de
NORÍAS.
una ^identidad negra. Por este motivo, no
puede decirse que exista una ideología del
“criollism o” en Brasil como ocurrió en la
Criollización América hispánica y que tan importante re
sulta en el mundo caribeño.
La primera fuente de referencia del tér Además de definir la lengua, el término
mino criollo en español, crioulo en portugués, de criollo explica también una tradición culi
créole en francés y creóle en inglés, viene de la naria regional, como la comida criolla —o créo
lingüística. El concepto de lengua criolla ad le fo o d , en el Caribe de lengua inglesa—. Es
quirió inicialmente la noción peyorativa de más, puede referirse asimismo a todo un esti
una lengua vernácula, hablada sólo en las No- lo de vida y de *tradiciones culturales, como
lomas y construida por medio de una #combi- el cajún de Luisiana, que es al mismo tiempo
nación supuestamente aleatoria y precaria de comida, música, dialecto y manera de vestir.
elementos gramaticales y léxicos extraídos Así están implícitas dos ideas importantes en
de las lenguas europeas —francés, inglés, ho el concepto de comida -y *cultura—criolla: la
landés, español y portugués—y de las lenguas noción de mezcla y de carácter #local. Esta
africanas que hablaban los ^esclavos proce condensación de la mezcla y de lo local con
dentes de dicho continente —en algunos casos, vierte al concepto de lo criollo en una cuestión
la combinación se daba también entre lenguas emblemática del momento actual, marcado
europeas y lenguas indígenas—. Hasta hace por el debate de la *interculturalidad.
poco, las lenguas criollas en las Américas no En paralelo con su importancia como dia
se consideraban idiomas con el mismo *esta- crítico lingüístico para diferenciar europeos
tus lingüístico que los idiomas europeos. Para hegemónicos y no europeos subalternizados,
el poder académico hegemónico, serían sólo los términos de criollo en español y crioulo en
“dialectos” o hablas criollas, es decir, formas portugués surgieron ya en el primer siglo de
secundarias e incluso provisionales de expre la colonización de las Américas para designar
sión lingüística. En este sentido disminuido a los colonos blancos nacidos en el Nuevo
del término se crearon lenguas criollas en la Mundo. Con este término se marcaba una
mayoría de las islas del Caribe y esta misma ^diferencia de estatus y de referencia históri
designación se transfirió a sus equivalentes en ca que distinguía a los nativos —blancos y no
diversas partes del mundo, aunque ello suce blancos—de los blancos nacidos en Europa y
dió siempre fuera del espacio propiamente radicados en las colonias. En este sentido se
europeo. Una de las más famosas hablas crio dice que el fenómeno de formación de las po
llas, la haitiana, ha alcanzado recientemente blaciones locales en el Nuevo Mundo fue un
el estatus de lengua nacional. Al habla criolla proceso de criollización del espacio colonial,
de las islas holandesas —Aruba, Curagao y D o que implicó un proyecto de afirm ación de
naire—se le llama papiamento. En diversas islas una versión local de la sociedad y de la cultu
francófonas y en la Guayana francesa, al créo ra occidental. La trayectoria del término re
le local se le llamapatois. También muchas is fleja la historia de las diversas posiciones de
las del Caribe de lengua inglesa han desa proximidad y distanciamiento entre Europa y
rrollado créoles propios. las Américas. La experiencia de vida en las
La connotación lingüística de este térm i colonias se veía desde la #metrópoli como
no ha contribuido de manera muy importan destierro, exilio, caída; en suma, como un dis
te a apartarlo de su otra acepción, más tanciamiento de la fuente plena de significa
biologizante, de mezcla racial, como si el crio do, prestigio y “civilización”. Por otra parte,
llo fuese el tipo racial legítimo de la colonia, la condición de criollo significaba un embru
resultado del cruce de los europeos —blancos— tecimiento, una aproximación a los salvajes o
con los negros y los indígenas. La acepción de nativos de las islas o de tierra firme.
criollo como ^mestizo racial entró en declive Esta connotación peyorativa de la voz
ya durante el periodo colonial en casi todas las criollo sigue vigente hoy en día y funciona co
45 Criollización
teóricos antillanos francófonos apoyan la créo pacio vernáculo ‘nativo’ o indígena, marcado
lité como una identidad o forma característi por la fusión de elementos culturales extraí
camente caribeña de estar en el mundo. Y, dos de todas las culturas originarias, resul
desde este punto de vista, la definen diacríti tando una configuración en la que estos
camente como una condición de movimiento, elementos, aunque en ningún caso iguales, ya
fusión y cambio constantes. Según Glissant, no pueden desagregarse o reconducirse a sus
créolité es “esa capacidad de transformarse de formas originales, pues ya no existen en un es
una manera continua sin perderse”. Paradóji tado ‘puro’ al haber sido ‘*traducidos’ perma
camente, pese a que la condición de créolité se nentemente”.
define como algo estable, desde el momento En la aproximación de Hall hay que re
en que se ejerce de modo constante y colecti saltar el carácter provisional, tenso y no pro
vamente, lo que supuestamente la distingue gramado, de la convivencia, del acuerdo y de
de otras condiciones o maneras de estar en el la expresión de tipo simbólico implícitos en la
mundo es justamente su inestabilidad. Esta actitud del criollism o. En estos térm inos se
paradoja, aunque secundaria, parece síntoma puede encontrar un punto común entre las
del peligro, apuntado por Stuart Hall entre posiciones de Edward Brathwaite, Edouard
otros autores, de que la criollización como ac Glissant y Stuart Hall, y de este modo mante
titud de apertura, absorción y entrega a la cir ner vivo el poder interpretativo e inspirador
culación se convierta en criollismo, ideología de la idea de criollización.
de distinción y singularidad tan problemática
como las ideologías/identidades que subyacen
tras el mestizaje y el hibridismo. Lo criollo en Bibliografía
su acepción de criollismo puede caer en la mis
ma polarización y en el mismo maniqueísmo ALI, Suk (2003): Mixed-Race, Post-Race: Gender,
político y simbólico que precisamente se pro New Ethnicities and Cultural Practices. Oxford:
puso criticar: la sociedad criolla es más flexible Berg.
en la convivencia, la cultura criolla resulta más ALUND, A. (2003): «Ethnicity, social subordina
híbrida y la identidad criolla se halla menos su tion and cultural resistence». Comparative So
jeta a caracteres fijos. Obviamente, el reverso cial Research, 22: 245-261.
de esta plasticidad ejemplar se encuentra en la ASHCROFT, Bill; G R IFFITH S, Gareth; T I F
condición no criolla, que en este contexto sólo FIN, Helen (eds.) (1998): Key Concepts in Post-
puede ser la europea: rígida, inflexible y cerra Colonial Studies. London: Routledge.
da social, política y culturalmente. ASSUN^AO, M. R. (2005): «Brazilian popular
Una de las novedades de Glissant es intro culture or the curse and blessings of cultural
ducir la dimensión de la apertura como un as hybridism». Bulletin o f Latin American R e
pecto más de la manera criolla de fundirse y search, 24,2: 157—66.
mezclarse. Por otra parte, tanto él como los AUDINET, Jacques (2005): The Human Face o f
demás teóricos de la créolité tienden a m ini Globalization: From Multiculturalism to Mesti
m izar otras dimensiones, igualmente cons zaje. Lanham: Rowman & Littlefield. Transla
titutivas del proceso de criollización: el ted by Chele Frances Dal.
conflicto y las disparidades de poder. No se BR A TH W A ITE, Edward Kamau (1971): The
puede ejercer una apertura constante en un Development o f Creole Society in Jamaica, 1770-
mundo desigual sin enfrentarse en algún mo 1820. Oxford: Oxford University Press.
mento a las disparidades de poder. Otro GLISSANT, Édouard (1990): Poétique de la Refla
problema del criollismo o de lo criollo como tion. Paris: Gallimard.
ideología es eliminar, aunque sea inadverti — (2005): Introdugáo a urna Poética da Diversida-
damente, la dimensión del carácter local de la de. Juiz de Fora: Editora da Universidade de
expresión criolla, tratándola como una singu Juiz de Fora.
laridad que de alguna manera podría expor GRANDIS, Rita de; BERND, Zilá (eds.) (2000):
tarse o generalizarse. Unforseeable Americas: Questioning Cultural
Con el objetivo de ofrecer una alternativa Identity in the Americas. Amsterdam: Rodopi.
para la superación de las paradojas que pre H ALL, Stuart (2003): «Créolité and the Process of
senta esta concepción de lo criollo, Stuart Creolization», en Okwi Enwenzor, Caros Ba-
Hall propone entender el proceso de criolli sualdo, Ute Meta Bauer et al. (eds.), Créolité
zación como la generación de un “tercer and Creolization. Documenta 11. Platform 3.
espacio” -q u e es el mismo “entrelugar” New York: DAP/Distributed Art Publishers,
híbrido, teorizado por Hom i Baba—: “un es 27-41.
47 Cultura
JUNIOR, Benjamin Abdala (ed.) (2004): Margens la cultura se hace tradicional y popular, desta
da Cultura. Sâo Paulo: Boitempo. cando entre sus características más deter
YOUNG, Robert ( 1995): ColonialDesire. Hibridity in minantes su capacidad de conform ar el
Theory, Culture and Race. London: Routledge. Voll^sgeist, o espíritu del pueblo. La incipiente
Antropología del s. XIX, impulsada por otros
José Jorge de Carvalho
condicionantes académicos, mantiene bajo
paradigmas evolucionistas la equivalencia
Véanse además Aculturación, Centro-perife
entre civilización y cultura. La cultura marca
ria, C O LO NIALISM O Y A N T ICO L O -
el camino recorrido por la humanidad para
NIA LIS M (), C U 1.TU R A, DES A R ROLLO,
llegar a la civilización. En este trayecto los
D IFE R E N C IA Y DESIG UALD AD , D i
productos culturales se hacen cada vez más
ferencias naturales y diferencias sociales,
perfectos y elaborados. A nivel temático
Diferencias sociales y diferencias culturales, Di
Tylor, en una de las definiciones más citadas
ferencias sociolingüísticas v desigualdad,
desde el s. XIX, habla de cultura —o civiliza
DISCRIMINACION Y EXCLUSIÓN SO
ción—como de “un todo complejo que incluye
CIAL, E L IT E S , Esclavitud, Espacio local,
conocim iento, creencia, arte, moral, leyes,
E t n ic id ad, HIB R11) ACIÓ N, ID E N TI -
costumbres y cualquier otra aptitud y hábito
I )AI), INTLGRA( 'I ( )N, I ntere ul tu ral idad,
adquiridos por el hombre como miembro de
M est iz a j e, MIG R A CIO N L S, MIN O R í A S,
la sociedad” (Tylor, 1971: 19). La cultura hu
Nacionalismo, PATRIMONIO, Racismo y
mana aparece aquí como un conjunto de
neorracismo, Segregación, Traducción, Trans-
fenómenos objetivos, susceptibles de ser
culturación, VIOLENCIA POLÍTICA.
utilizados por los sujetos sociales y de progre
sar, aunque en este proceso siempre afloren
Cultura reminiscencias del pasado. La alternativa más
próxima a esta definición de los evolucionis
El concepto académico de cultura, de por tas estuvo marcada por el intento, iniciado
sí confuso —como se puede constatar en la dis por Boas, de particularizar la cultura y poner
cusión de la ingente cantidad de definiciones ía, según hicieron los románticos, en relación
recopiladas ya por Kroeber y Kluckhohn en con los grupos sociales ^diferenciados, enten
1952-, ha incrementado su complejidad en la diendo el concepto en un sentido más acorde
medida en que ha pasado, de forma generali con lo que se estaba configurando como obje
zada, del mundo académico al lenguaje coti to de estudio de la Antropología Social y Cul
diano, asumiendo significados no menos tural: las diferencias culturales. En su artículo
complejos e irreductibles. Se habla de cultura sobre la voz «Anthropology » en la Encyclope-
como conjunto de características aprendidas, dia o f the Social Sciences, Boas escribe que “la
eruditas o tradicionales, de las personas y de cultura incluye todas las manifestaciones de
los colectivos; pero también como una forma los hábitos sociales de una comunidad; las re
estructurada de comprender y ejecutar com acciones de los individuos en cuanto están
portamientos temáticamente ^diferenciados: afectadas por los hábitos del grupo en el que
éste es el sentido que tienen expresiones como viven, y los productos de las actividades hu
cultura del deporte, cultura de la violencia, manas en la medida en que están determina
cultura política, cultura del ahorro y del des das por esos hábitos” (1930: 74). Boas, sin
pilfarro.. . y cultura de casi todo lo que a uno embargo, a pesar de estas determinaciones de
se le pueda ocurrir. Su origen metafórico está los individuos dentro de sus grupos, era per
en el fondo de la bifurcación del significado fectamente consciente del carácter flexible y
del concepto. Ya desde el s. XVIII cultura viene cambiante de las culturas humanas y de la im
del verbo latino colere cuya significación se re portancia que tenían en todas ellas las aporta
laciona con el cultivo de la tierra. Los produc ciones y préstamos culturales externos.
tos cultivados contrastan con los que se Con todo, la alternativa inicial en las defi
originan de forma natural, adquieren el valor niciones antropológicas de la cultura, es decir,
añadido del trabajo humano, pertenecen a un la posibilidad de entenderla como correlato
espacio determinado y tienen dueño. Si ese de toda la humanidad o un referente de cada
dueño es la humanidad, el concepto de cultu uno de los grupos que la componen, no es el
ra, de acuerdo con la tradición ilustrada, se problema fundamental del concepto, pues es
equipara con el de civilización; si por el con ta cuestión se puede resolver fácilmente alu
trario, como proponían los románticos y más diendo, según hace Goodenough, al “punto
concretamente Herder, el dueño es el pueblo, de vista”: nada impide teóricamente hablar
Cultura 48
de la cultura como característica de los seres una generación a la siguiente por medio del
hum anos y de la C ultura de una sociedad lenguaje y de la imitación.
—con mayúscula—como “el sistema global Esta definición implica que los miembros
de culturas públicas m utuam ente ordena de una cultura comparten un mundo pecu
das pertenecientes a todas las actividades liar, que les homogeneiza. Desde este punto
que se desarrollan dentro de la sociedad” de vista, la cultura es fundamentalmente nor
(1975:238). mativa y su eficacia en la configuración de los
Resulta mucho más problemática la cues sujetos sociales es, como recalcaba Margaret
tión de la naturaleza de la cultura: dilucidar si Mead en la Introducción a su obra D esde los
estamos ante una realidad mental y subjetiva Mares del Sur, “muy, muy fuerte”. Esta forma
de carácter psicológico o si, por el contrario, es de entender las cosas enlaza directamente con
un fenómeno social que, siguiendo las exigen las concepciones mentalistas que se siguen
cias de las Reglas d el M étodo Sociológico de manteniendo hasta nuestros días. Goode-
D urkheim , puede ser tratada como si fuera nough argumenta que la dificultad para en
una cosa, estructurada por sus propias leyes. tender la cultura proviene de no haber sido
En las orientaciones subjetivistas tuvieron un capaces de cargar con las consecuencias del
importante papel las pautas marcadas por los hecho de que la cultura es algo que se apren
estudios lingüísticos de Sapir, quien dio las de, y de que lo que se aprende son fundamen
pistas para que los discípulos de Boas —él era talmente percepciones, conceptos, recetas,
uno de ellos—llegasen a equiparar literalmen normas y habilidades para hacer cosas. Todo
te la cultura y sus efectos con el lenguaje. ello forma parte del propiospecto de los sujetos
Según Sapir, el lenguaje configura profunda humanos y, al margen de las relaciones exis
mente a los que lo hablan y hablar distintos tentes entre los diferentes individuos que
lenguajes significa vivir en mundos diferen componen un grupo, los fenómenos aprendi
tes. De hecho, los discípulos de Boas unieron dos deben distinguirse claramente de los ob
rápidamente la problemática de la cultura jetos materiales derivados de la puesta en
con la psicología colectiva, y la llamada E s práctica de ese aprendizaje. Distingue, pues,
cuela de Cultura y Personalidad partía del su la cultura, como realidad mental, de los arte
puesto de que la cultura era configuradora de factos culturales, que son manifestaciones ma
formas de pensar y de conductas colectivas. teriales de lo que se aprende (1975: 190 y ss.).
Conceptos como los de pautas culturales, p er El punto de vista objetivista considera la
sonalidad modal, personalidad de base, carácter cultura como una propiedad de la sociedad,
nacional —que tienen reminiscencias del viejo más que de los individuos particulares. Inclu
Volksgeist—son derivados de estas equipara so para muchos antropólogos, sobre todo bri
ciones. Ruth Benedict (1989) desarrolló temá tánicos, el estudio de los fenómenos sociales
ticamente este paralelismo entre lenguaje y por sí mismo explica mejor las peculiaridades
cultura. Para ella la cultura era un todo pau de los grupos humanos que su abordaje desde
tado, es decir, codificado que, al igual que el el concepto más abstracto de cultura. El he
lenguaje, se produce por selección de algunos cho de que en las distintas tradiciones acadé
elementos del gran arco de formas posibles, micas se hable de Antropología Social o de
que se combinan primero y se integran des Antropología C ultural, para referirse a la
pués en conjuntos estructurados. Los mismos misma disciplina, es una consecuencia evi
elementos formales se diferencian en sus fun dente de estas discrepancias en la consi
ciones y significados según pertenezcan a uno deración de la cultura. Si en la tradición
u otro conjunto. Lo más probable es que los durkheimiana, precursora del punto de vista
seres humanos que tienen diferentes culturas sociológico que seguiría, por ejemplo, Rad-
no puedan entenderse, a no ser que ejecuten cliffe Brown, se pensaba que los fenómenos
un difícil ejercicio de ^traducción entre sus sociales, coactivos y transindividuales, debe
respectivos mundos: *fronteras del significa rían ser susceptibles de estudio en términos
do, ^fronteras del comportamiento y fronte sociales, otro discípulo de Boas hizo en Amé
ras en sus formas de ser. En este contexto, rica una propuesta paralela para el estudio de
según una definición prototípica dada por la cultura: los fenómenos culturales deben
Barnouw en su libro Cultura y Personalidad, la estudiarse en térm inos culturales. Esta for
cultura es el sistema de vida de un grupo de mulación de Kroeber se concreta en la consi
personas; la configuración de todas las nor deración de la cultura como una realidad
mas más o menos Estereotipadas de compor superorgánica, diferente de los hechos natu
tamiento aprendido que son transmitidas de rales y de los orgánicos. Kroeber analiza fenó
49 Cultura
menos históricos como las invenciones para de la cultura en la que los individuos que la
lelas o las oscilaciones pautadas de la moda protagonizan son en principio diferentes en
para poner de manifiesto la fuerza coactiva y tre sí, pero por el hecho de vivir en proximi
transindividual de la cultura. Leslie W hite dad, compartir un espacio físico, someterse a
coincide con Kroeber en el carácter superor- unas condiciones ecológicas similares y mo
gánico —extrasomático, dice él—de la cultura verse en un mundo dotado de unos recursos
y, emulando a Comte, hace una jerarquiza- materiales bien delimitados, tanto en su con
ción de las ciencias, en función de su comple sistencia como en la forma de acceder a ellos,
jidad, en la que la culturología ocupa el lugar tienen grandes probabilidades de mantener
superior. Siguiendo explícitamente a D ur- una cierta equivalencia en sus conductas y en
kheim, habla de esta ciencia como del estudio sus formas de pensar. Sin duda existen reglas
de la cultura en términos de cultura, es decir, y normas culturales, pero su función no es
de un proceso simbólico, continuo, acumula otra que organizar la diversidad de los sujetos
tivo y progresivo: “El lego ve gente que bebe sociales. La cultura, en términos de Wallace,
leche de vaca, evita las suegras, practica la po- es una organización de la diversidad.
liginia y la inhumación y forma los plurales No son pocas las consecuencias teóricas de
por el agregado de afijos. Nota que otro gru esta forma de entender la cultura. La cultura,
po aborrece la leche de vaca, se asocia libre al contrario de lo que postulaban los configu-
mente con las suegras, practica la monogamia racionistas, incluye alternativas conductuales
y la cremación y forma los plurales por repeti y formas de pensar diferentes. Desde esta
ción. La pregunta no es ahora ¿quién bebe la nueva perspectiva las viejas polémicas sobre
leche, la gente o la cultura? El culturólogo sa la naturaleza objetiva —superorgánica— o
be quién bebe la leche tan bien como sus opo mental de la cultura pierden mucho sentido.
nentes ‘realistas’. La pregunta es: ‘¿a qué se Resulta evidente que si la cultura sólo puede
debe que haya gente que aprecie la leche co ser predicada estadísticamente de los indivi
mo una bebida agradable y nutritiva, en tanto duos de un grupo social, es porque tiene mu
que a otra le despierta repugnancia?’ ” cho de opcional, y porque en sentido estricto
(1964:145). no crea ningún determinismo psicológico en
Lo que, sin embargo, mantienen tanto los los sujetos que la practican. Esta desmentali-
defensores de la perspectiva objetivista como zación de la cultura se puede documentar
los de la subjetivista es el carácter integrado bastante bien desde los estudios cognitivos y
de la cultura y su papel determinante en los por la forma en que desde ellos se explica la
comportamientos de los sujetos sociales. Con naturaleza de los modelos culturales. La na
ello se entroniza el papel homogeneizante de turaleza cultural de los contenidos cognitivos,
la cultura y su naturaleza integrada. Desde es decir, de los esquemas cognitivos estructu
cualquiera de las dos perspectivas se puede rados que sirven para organizar las experien
hablar de la cultura como atributo exclusivo cias, carece de normatividad, y se activa, de
de un grupo social, y desde ahí sostener una forma conexionista y en versiones a veces di
visión etnicista de ella, como generadora de ferentes en los mismos sujetos, cuando se dan
fronteras, marcadora de límites sociales y determinadas circunstancias en ciertos con
diferenciadora, más o menos fuerte, de los textos. La idea de que tales esquemas están de
grupos humanos. forma permanente interiorizados, lejos de ser
La alternativa a este punto de vista la de una propuesta científica, responde a lo que
fiende bien W allace, representante de la Andrade llama modelo popular de la mente
última etapa de la Escuela de Cultura y Per (1995), en el que se recurre a la metáfora del
sonalidad, para quien la cultura son “las for contenedor para visualizar el proceso mental
mas de conducta o técnicas de resolución de del aprendizaje. Sin duda, los mentalistas su
problemas que, por tener mayor frecuencia y cumbieron a estas apariencias cuando trata
menor dispersión que otras formas, puede de ban de buscar un lugar interior para ubicar la
cirse que tienen una alta probabilidad de ser cultura. Pero tampoco el otro extremo de
utilizadas por los miembros de una sociedad” la disyuntiva tiene mayor consistencia: la cul
(1972: 15). tura objetivada en la vida social supone una
En esta definición los procesos normativos exteriorización del problema que da perma
se transforman en procesos normales. Los tér nencia estructurada a lo que sólo aparece
minos incluidos en la definición son básica cuando los sujetos actúan. También la metá
mente estadísticos. Se habla de frecuencia y fora del contenedor opera aquí para salvar un
de dispersión. Todo ello apunta a una visión abismo todavía más abstracto: el de la socie
Cultura 50
dad que guarda en un inmenso cajón de sastre en ocasiones con la experiencia de gentes de
los recursos culturales de los que nos servi distintos orígenes que se *com unican en la
mos. E n ambos casos, la etnificación y psi- misma lengua, que se organizan eficazmente
cologización de la cultura han dado por en un trabajo común, que cumplen de las
supuesto que .os sujetos humanos están siem misma manera requisitos burocráticos e in
pre abocados a moverse por el mundo con sus cluso que participan sin ningún tipo de diso
inevitables bagajes culturales. El estudio de nancia en los rituales colectivos, templos en
los procesos cognitivos, aplicando modelos otro tiempo de las id en tid ad es incluyentes
epistemológicos conexionistas a la explicación y excluyentes. Esto no es óbice para que unos
de las conductas culturales, diferencia clara y otros, más allá de esta coexistencia organi
mente los esquemas culturales y los significa zativa, mantengan vivas las fronteras de su
dos culturales (Andrade, 1995; Strauss y privacidad. Se puede vivir sin ningún proble
Quinn, 1997). Los primeros son organizacio ma utilizando estratégicamente recursos de
nes flexibles, recursos emanados de las ex varios procesos culturales, sin que ello supon
periencias que los sujetos sociales pueden ga contradicciones o traumas especialmente
describir prototípicamente. Los segundos son virulentos. En este contexto resulta relevante
activaciones de los esquemas, de naturaleza la distinción entre lo público y lo privado. La
exclusivamente individual. Para resolver este esfera pública se define básicamente desde la di
problema, Bourdieu (1991) desarrolla una mensión organizativa de la diversidad. Esta
visión bastante similar cuando se refiere al dimensión pública aúna potencialmente a un
habitus como una estructura estructurada y número heterogéneo de sujetos sociales, sean
estructurante, que no está nada más que allí nativos o foráneos. La esfera privada funcio
donde se activa. Dicho esto, se puede concluir na igualmente como exponente de diversi
que los significados culturales son fundamen dad. Que las diferencias sean intraculturales o
talmente individuales y contextúales: no es interculturales no tiene una trascendencia es
tán en ninguna parte, pero se activan en los pecial en el ámbito de la esfera privada.
contextos apropiados. No tiene mucho senti Si estas consideraciones son ciertas, parece
do hablar de la cultura —o de los procesos cul evidente que la magnificación de las diferen
turales—de un sujeto social que ha cambiado cias culturales no se deriva de la realidad de
de contexto, como si esa cultura fuese una los hechos a los que habitualmente nos referi
propiedad que le acompaña de forma per mos al hablar de la cultura, sino de fenóme
manente. nos sociales de otra naturaleza, especialmente
Una consecuencia de esta forma de ver las de aquellos que se generan a partir de los dis
culturas tiene relación con la consistencia cul cursos sociales. Los discursos esencialistas
tural de los grupos humanos. Desde los plan sobre la cultura propia y de los *otros son fá
teamientos configuracionistas se ha dado por cilmente desmontables en su referencialidad,
supuesto que las culturas están sustentadas desde el punto de vista teórico, con los argu
por individuos más o menos homogéneos, o mentos que se acaban de esbozar, pero lo que
en el peor de los casos, como postulaba el mis no es fácilmente eludible es su performativi-
mo W allace, equivalentes en sus formas de dad. Son discursos socialmente eficaces que
actuar y entender las cosas. Sin embargo, si la afectan a aspectos muy relevantes de las rela
cultura en funcionamiento es una heteroge ciones sociales.
neidad organizada, la diversidad interna es La cultura constituye una realidad repre
siempre el fundamento de esa organización. sentada por ser una representación construida
Y esto no sólo es así en el mundo moderno, si y divulgada en los discursos homogeneizan-
no también en las culturas habitualmente til tes y no por la traducción referencial de los
dadas de tradicionales. hechos a la esfera del conocimiento. La cons
Este planteamiento sugiere inm ediata trucción discursiva de las categorías colecti
mente la pregunta sobre las diferencias entre vas se genera básicamente en el ámbito de la
la heterogeneidad intra e *intercultural, que retórica y como tal incluye habitualmente una
se evidencia en las experiencias del m un intencionalidad persuasiva. Son precisamen
do moderno. Los contactos culturales y las te los discursos políticos, en todas sus varieda
^mezclas nos permiten contrastar diariamen des, los que manejan más reiteradamente este
te en distintos ámbitos sociales hasta qué pun tipo de categorías. La cultura se trata habi
to los orígenes resultan irrelevantes para tualmente en este contexto como un correlato
explicar similitudes y diferencias. Las dife de la identidad colectiva y, en este ejercicio de
rencias entre los del mismo lugar contrastan delim itación identitaria, se construyen y se
51 Cultura
divulgan simultáneamente las identidades re dos contextos. Lejos de ellos, las culturas, si se
feridas a las culturas de los otros. Los m e les dota de unidad y coherencia y se les atribu
canismos de construcción discursiva de lo yen dueños, se convierten en textos retóricos.
colectivo son bastantes simples: anulan dife No dejan de tener razón los que postulan un
rencias internas y generalizan rasgos supuesta sentido adjetivo para la cultura (Appadurai,
mente distintivos. Y el resultado es una esen 1996:12). Es más real hablar de instituciones,
cialización del producto. Una simple lectura conductas y modelos culturales que de cul
lógica de estos discursos descubriría fácil turas cerradas y específicas en las que la
mente la inconsistencia retórica de considerar gente vive.
más próximos, en el ámbito de las mentalida
des, a un creyente y a un ateo de la misma tra
dición cultural, que a dos creyentes de religio Bibliografía
nes diferentes; por ejemplo, a un cristiano y a
un musulmán. Otra de las constantes discur ANDRADE, Roy d’ (1995): The development o f
sivas sobre la que se apoya la construcción de cognitive anthropology. Cambridge: Cambrid
la categoría integrada de cultura es su delimi ge University Press.
tación territorial: resulta extravagante consi APPADURAI, Arjun (1996): Modernity at large:
derar más afín culturalmente a un antepasa cultural dimensions o f globalization. Minneapo
do “colectivo” de varios siglos atrás, nacido en lis: University of Minnesota Press.
el mismo territorio, que a un coetáneo de otro BENEDICT, Ruth (1989): E l hombre y la cultura.
país, con el que teóricamente se podría esta Barcelona: Edhasa.
blecer contacto e incluso convivir. La retórica BOAS, Franz (1930): “Anthropology”, en E ncy
de la elaboración territorial es uno de los pila clopedia o f the Social Sciences. New York: Mac
res de la construcción cultural, en detrimento millan, vol. II: 74-86.
de las virtualidades reales de la convivencia BO URDIEU, Pierre (1991): E l sentido práctico.
temporal. Desde este punto de vista los dis Madrid: Taurus.
cursos cultural-identitarios pueden reforzar GOODENOUGH, Ward H. (1975): “Cultura,
las diferencias entre los seres humanos inclu lenguaje y sociedad”, en J. S. Kahn (ed.), E l
so cuando plantean objetivos de salvaguarda concepto de cultura. Textosfundamentales. Bar
y respeto a las culturas de los demás. celona: Anagrama, 157-248.
En relación con esta construcción de la ca KROEBER, Alfred (1917): “The superorganic”.
tegoría colectiva de cultura, no menos impor American Anthropologist, 19: 163-213.
tantes han sido los discursos académicos, KRO EBER, Alfred; K LU C K H O H N , Clyde
sobre todo el antropológico. Todo el proceso (1952): Culture. A critical review o f concepts and
de investigación disciplinar conduce, casi ine definitions. Cambridge: Papers of the Peabody
xorablemente, a apuntalar la categoría colec Museum of Archeology and Ehnology, 47, 1.
tiva de cultura. Ello ocurre porque la cultura STRAUSS, C.; QUINN, N. (1997): A cognitive
misma es el objetivo teórico de la disciplina y, theory o f cultural meaning. New York: Univer
desde este punto de vista, al definir clara y sity Press.
unitivamente el concepto que maneja la disci T Y LO R , E. B. (1971 [1871]): Cultura primitiva.
plina, se corre el peligro de construirlo. Pero, Madrid: Ayuso.
en segundo lugar, sucede porque la especiali- W A LLA CE, Anthony F. C. (1972): Cultura y per
zación de la Antropología Social en el análisis sonalidad. Buenos Aires: Paidós.
de las diferencias y en el proceso que lleva a W H IT E, Leslie A. (1964): La ciencia de la cultura:
estudiarlas, desde el trabajo de campo hasta Un estudio sobre el hombre y la civilización. Bue
su explicación teórica, conduce casi ineludi nos Aires: Paidós.
blemente a hablar de los pueblos como de
José Luis García García
entidades culturalm ente consistentes, con
instituciones coherentes y peculiares que los
diferencian entre sí. Rara vez los antropólo Véanse además Aculturación, ALTERI DAD,
gos se fijan en las diferencias internas de los C c n tro- pe riieri a, G iu da d a n o, C O L O -
grupos que estudian y casi nunca renuncian a NIALISMO Y A N TICO LO N IALISM O ,
la generalización de las coincidencias. COMUNICACIÓN, Comunitarismo, CON-
Así pues, las culturas pueden considerarse SUMO CULTURAL, D E R E C H O S H U
recursos abiertos, susceptibles de ser utiliza MANOS, DESARROLLO, Desterritoriali-
dos por nativos y extraños. Lo fundamental es zación, D IF E R E N C IA Y D E S I G U A L
la vinculación de esos recursos a determina DAD, Diferencias sociales v diferencias
Cultura 52
minada por abogados, filósofos, científicos po caracterizan el actual discurso sobre los dere
líticos, ideólogos políticos y activistas de los chos humanos. Una de estas divergencias se
movimientos sociales. Los antropólogos, hasta sitúa en el significado mismo del térm ino
hace relativamente poco tiempo, apenas tuvie “humano”: como ciencia dedicada al descu
ron nada que decir al respecto. Y este poco, re brimiento del sentido general de lo humano a
pito sólo recientemente, estuvo cargado de través del estudio comparativo de las *d ife-
reservas bastante críticas, que se extendieron rencias humanas —culturales, sociales, políti
en casos importantes a un rotundo rechazo al cas, históricas, lingüísticas y biológicas—, la
hecho de que unos derechos humanos univer antropología debería de tener algo que decir
sales pudiesen realmente existir. sobre el significado del primero de los dos vo
cablos que componen la expresión “derechos
humanos”, e igualmente acerca de las impli
Acercamientos desde la Antropología
caciones que este significado tiene sobre el
a los derechos humanos: ¿un nuevo
segundo térm ino. ¿En qué sentido puede
paradigma teórico?
afirmarse que los derechos son humanos y, de
Mientras que los antropólogos han man ser así, cómo y en qué grado pueden ser consi
tenido opiniones variadas y discrepantes res derados universales? Una segunda cuestión
pecto a los derechos humanos en la pasada sería cómo reconciliar esta concepción de la
mitad de siglo, se ha producido un brusco humanidad como presuntamente universal
cambio de posición en las últimas dos décadas con la gran diversidad de formas de existen
dirigido al reconocimiento de que el concepto cia humana en todos los sentidos menciona
de derechos humanos entraña importantes dos anteriormente. Muchos antropólogos han
cuestiones de tipo antropológico y de que los argumentado que la diversidad de culturas
derechos humanos de los sujetos de las inves humanas es incompatible con cualquier no
tigaciones antropológicas, así como de los an ción de una naturaleza humana universal.
tropólogos mismos, son temas que convocan a Otros han sostenido que, si bien las diferen
la discusión y acción por parte de los antropó cias culturales existentes excluyen la posibili
logos como activistas y de las asociaciones dad de generalizaciones de tipo universal
profesionales de antropología. A raíz de ello sobre las formas y contenidos específicos de
ha tenido lugar una renovada producción de las categorías culturales —incluyendo entre és
pensamiento y publicaciones sobre la materia, tas “humanidad” y “derechos”- , sigue siendo
a la par que las asociaciones profesionales han posible distinguir rasgos uniformes en los
desarrollado importantes intervenciones en procesos a través de los cuales estos conceptos
casos de derechos humanos que implicaban y aquellos que los sustentan son producidos.
cuestiones de derechos de pueblos indígenas y Dicho de otro modo, los procesos por los que
de ^mujeres. En algunos casos han llevado a las culturas, las relaciones sociales y las perso
cabo declaraciones formales sobre los nas son producidas en toda su variedad deben
derechos humanos que han involucrado a comprender en sí mismos toda una serie de
la antropología. Sin ánimo de m inim izar la uniformidades que podrían ser fundamento
existencia de desacuerdos dentro de la profe de derechos universales. No obstante, incluso
sión sobre, por ejemplo, lo adecuado o no de si esto último pudiera ser afirmado, una ter
que la antropología como disciplina científica cera cuestión de gran importancia se plantea
se vea envuelta en temas tan política y ética con respecto a la definición de la unidad que
mente marcados como los derechos humanos, sustenta los mencionados derechos universa
puede decirse que ha emergido un consenso les: ¿individualidad biológica?, ¿grupos so
en torno a varios puntos entre la mayoría de ciales del tipo de familias o corporaciones?,
los antropólogos que han trabajado en el área ¿categorías colectivas de personas definidas
que hace posible definir una perspectiva an en función del género o lo étnico?, ¿culturas?,
tropológica contemporánea de los derechos ¿o todos ellos en función del contexto en el
humanos. cual se reivindican o niegan estos derechos?
Este consenso surge de ideas específica En las últimas décadas han surgido nue
mente antropológicas, debates teóricos y vas formas de activismo antropológico a favor
cuestiones pragmáticas por las que han lucha de los derechos de las ^minorías culturales,
do los antropólogos como trabajadores de indígenas y de mujeres y niños de regiones en
campo, etnógrafos y activistas, y contiene las que sufren cualquier tipo de opresión que
marcadas diferencias críticas respecto a algu han venido a sumarse a la serie de perspecti
nas de las principales ideas y posiciones que vas desde las cuales los antropólogos tratan de
Derechos humanos 56
resolver todas las cuestiones mencionadas an cultural y un acto de imperialismo cultural el
teriormente. En este punto puede afirmarse hecho de imponer el concepto ajeno —occi
que, aunque la antropología no ha producido dental—de unos derechos o naturaleza huma
un consenso o una perspectiva unificada en la na universales”, puesto que muchas culturas
materia, sí ha generado un vigoroso debate adolecen de conceptos explícitos de derechos
interno que ha quedado expresado tanto en o de nociones universales de humanidad co
literatura experta como en contextos políticos mún, que incluyan otras culturas o grupos ét
institucionales y activistas. Con el crecimien nicos en pie de igualdad con ellos mismos.
to de una literatura antropológica centrada en Merece la pena enfatizar que Herskovits en
los derechos y con el aumento de experiencias marcó la cuestión del relativismo exclusiva
prácticas en defensa y apoyo de ellos, los an mente en términos de lo ilegítimo de imponer
tropólogos han alcanzado una comprensión valores específicamente occidentales sobre
cada vez más sofisticada de la complejidad de otras culturas. No consideró la posibilidad de
los temas relacionados con los derechos hu referirse a formulaciones teóricas basadas en
manos. Una característica común al pensa criterios culturalm ente neutros y cohibidos
miento antropológico más reciente ha sido el en lugar de a una concepción específicamente
énfasis en antonimias tan transcendentes co occidental, pese a que queda razonablemente
mo principios de derechos universales versus claro por sus otros escritos que consideraría
relativismo cultural, derechos individuales un producto “occidental” a cualquier otro
versus grupales, categorías teóricas abstrac tipo de formulación teórica general y, por
tas versus procesos y acciones contextual izadas. tanto, sujeta a la misma objeción desde el re
El dialogo desarrollado entre relativistas lativismo cultural.
culturales y los defensores de principios uni No todos los antropólogos aceptaron esta
versales de derechos humanos, que ha enmar postura relativista. En los momentos inm e
cado históricam ente gran parte de los diatamente posteriores a la Segunda Guerra
enfoques antropológicos en el tema de los de Mundial, justo cuando tuvo lugar el debate en
rechos humanos, ejem plifica claram ente el torno a la Declaración de Naciones Unidas,
proceso descrito. sostuvieron que defender el relativismo cul
tural significaba aceptar las acciones e ideo
logías nazis y fascistas sobre la base de sus
Relativismo cultural versus “derechos
propios valores. Para aquéllos, comprometi
humanos” universales: ¿contradicción
dos con la idea de una antropología como
o compatibilidad?
ciencia o disciplina filosófica situada dentro
El rechazo en 1974 por parte de la Asocia de la tradición del humanismo liberal ilustra
ción de Antropología Americana —en adelan do, ésta forma parte del proyecto ilustrado
te A A A —a la Declaración Universal de los encaminado a descubrir atributos humanos
Derechos, proclamada por Naciones Unidas, universales, capaces de orientar esfuerzos co
fue representativo de todas las reacciones crí lectivos más eficaces a la hora de alcanzar el
ticas generadas al respecto por los antropólo conocimiento de cualidades humanas inna
gos tanto en esos momentos como desde que tas. Esta visión quedó condensada en la con
se formuló el concepto de derechos humanos cepción ilustrada de los derechos humanos;
universales (American Anthropological As en palabras de Thompson (1997: 790): “El dis
sociation, 1947: 539-43). Dicho rechazo resu curso liberal sobre los derechos humanos es,
me lo que muchos sentían incompatible: unos por tanto, un argumento moral que las socie
principios abstractos sobre la universalidad dades necesitan para establecer las condicio
de los derechos, es más, sobre la naturaleza nes en las cuales los potenciales humanos que
humana, frente al principio antropológico del conduzcan al florecimiento personal puedan
relativismo cultural, en el que la declaración prosperar y florecer.”
de la AAA —cuya autoría pertenece a Melville Muchos relativistas culturales identifica
Herskovits—basa su repudio a la Declaración ron también su batalla en pro de una igualdad
de Naciones Unidas. La declaración de Hers de derechos entre todas las culturas con este
kovits estaba formulada en términos muy programa idealista, afirmando que las cul
categóricos que negaban la posibilidad de turas, consideradas entidades cerradas e
cualquier tipo de formulación universal tanto internam ente homogéneas, representan el
en lo que respecta a los derechos como al sig equivalente funcional o al menos moral de la
nificado del adjetivo “humano”. Argumenta realización del potencial humano en este sen
que “supone una violación de su integridad tido. Esta línea argumental sobre los derechos
57 Derechos humanos
de las culturas, entendidas como una colecti independiente o a disposiciones propias”, las
vidad de individuos, proviene de la tradición concepciones de la cultura que se desprenden
de Herder y del idealismo romántico germá de estas líneas enfatizan, no obstante, “proce
nico que se desarrolló en oposición al libera sos, fluidez y contestación... que podrían escla
lismo ilustrado. Mientras que la concepción recer las cuestiones en torno a la idea de
romántica de cultura influyó enormemente derechos, incluyendo aquellas que tienen co
los acercamientos antropológicos hacia esta mo objeto a una cultura concreta, mucho más
noción, especialmente entre los relativistas que una postura que niegue o menosprecie es
culturales americanos como Herskovits, ha tos aspectos” (Cowan, Dembour y Wilson,
recibido crecientes críticas por los antropólo 2001: 14).
gos en las últimas décadas. Estos ataques han Otra línea de crítica a los desafíos plantea
tenido implicaciones directas en la concep dos por el relativismo cultural respecto a los
ción antropológica de los derechos humanos. principios de derechos universales ha sido su
Las críticas procedentes de la antropolo fracaso en buscar soluciones a los distintos
gía se han centrado en la tendencia del discur modos en los que las comunidades culturales
so del relativismo cultural a reificar la noción oprimen o niegan los derechos —entendidos
de *cultura como un sistema de ideas, signifi en términos universales— de sus propios
cados y valores internamente uniforme y con miembros. Según ha subrayado Zechenter, en
sistente, compartido por todos los miembros una representativa crítica esgrimida desde es
de una sociedad, y por su propensión a abs te punto de vista bajo el título “En el nombre
traer los conflictos sociales internos y externos de la cultura: Relativismo Cultural y los abu
provenientes de la desigual distribución del sos del individuo”, no se trata de una cuestión
poder y de los valores sociales entre personas y meramente teórica: Los resultados del debate
grupos en el seno de su propia cultura. Esta entre los defensores de los derechos humanos
tendencia a esencializar las culturas como en universales, representados en la Declaración
tidades homogéneas ha sido común, no sólo de Naciones Unidas, y la defensa desde el
en antropología entre los relativistas cultura relativismo cultural de regímenes políticos
les, sino también entre los escritores jurídicos, y religiones concretas que abusan de ellos
filósofos y politólogos que han abordado el te “tendrán consecuencias prácticas para millo
ma de los derechos culturales. “La tendencia nes de personas en todo el mundo” (Zechen
de los sistemas jurídicos a demandar catego ter, 1997:319-348). Zechenter ilustra su punto
rías claramente definidas y contextualmente de vista con un análisis del “modo en que las
neutras —incluyendo las categorías de id e n ti distintas formulaciones de la noción de dere
dad y pertenencia-, para ser capaces de clasi chos influye en las respuestas internacionales
ficar a las personas y tratar con ellas sobre la dadas a los abusos de género, perpetrados
base de estas categorías; en otras palabras, contra las mujeres, o respecto a la negación de
la tendencia a la esencialización de la legisla derechos políticos a las personas que viven
ción contribuye en gran medida a la estrate en sociedades no occidentales”. (Zechenter,
gia de esencializar grupos culturalm ente 1997:319). Su idea central es que las entidades
definidos” (Cowan, Dem bour y W ilson, colectivas —esencializadas o no—, tales como
2001: 10-11; véase Gellner, 2001: 177-200). culturas o comunidades que se definen a sí
Frente a la estrategia esencializadora de mismas por el hecho de compartir una deter
esta clase de discursos, los autores argum en minada religión o identidad cultural, no de
tan que investigar sobre la base de este tipo de ben ser reconocidas como portadoras de una
asunciones puede tener efectos de retroali- serie de derechos que las capacite a anular los
mentación, conduciendo a los grupos a dis derechos de sus miembros individuales. D i
torsionar sus propios discursos y prácticas cho con otras palabras: el individuo debe ser
para adaptarlos a aquellos que sostienen go reconocido como portador irreductible de de
biernos y abogados de derechos con el o bje rechos humanos.
tivo de lograr una defensa de los mismos. Las críticas de Zechenter y muchos otros
Defienden una concepción de cultura como pensadores y activistas, desde la antropología
una “ficción sociológica”, que sirve para ofre y otras disciplinas de las ciencias sociales, con
cer una representación cómoda del “desorde vergen en la postura de politólogos como
nado campo social de prácticas y creencias Donnelly, que insiste en la idea de que el tér
conectadas entre sí que se producen fuera de mino “derechos humanos” sólo puede ser
la acción social”. Aunque es un error atribuir aplicado a individuos, nunca a grupos, cultu
esta ficción “a ningún tipo de representación ras o comunidades sociales. Donnelly sinteti
Derechos humanos 58
se sostiene en la idea de derechos humanos co ciación social para hacerlos respetar. Ésta es
mo derechos grupales sino, según argumenta una de las razones por la que los esfuerzos pa
Donnelly, en que los grupos en cuestión de ra descubrir un principio o principios de
ben demandar otro tipo de derechos (D on derechos humanos universales y transcultu
nelly, 1989: 149-154). rales, a través de una exploración comparati
Sin embargo, este supuesto teórico no es va de los derechos concretos reconocidos por
capaz de ofrecer respuestas suficientes para todas las culturas del mundo, según defendió,
una de las formas más comunes de negación por ejemplo, Renteln (1985, 1990), fueran in
de los derechos humanos: aquella que afecta a capaces de dar resultados. Sin embargo, las
grupos completos o a categorías de personas a reclamaciones específicas de derechos deben
causa de cualidades supuestas o reales de los ser interpretadas como implícitamente —y en
grupos a los que estas últimas pertenecen. Si muchos casos explícitam ente— basadas en
bien debe aceptarse que los grupos o las cate principios más generales de imparcialidad,
gorías sociales no pueden tener derechos hu derecho, justicia o equidad. Dichos principios
manos como tales, debe contemplarse el generales deben ser compartidos por todas las
hecho de que éstos puedan ser la base para la sociedades y culturas con distintas form ula
negación de los derechos humanos de sus ciones de derechos, incluso aunque carezcan
miembros. En estos casos, los grupos o cate de una concepción de derechos en el sentido
gorías en cuestión —tales como los grupos in estricto del término. Las distintas form ula
dígenas y su territorio, o grupos étnicos o ciones culturales de derechos probablemen
raciales concretos—deben convertirse, en un te deban ser entendidas como extrapolacio
sentido pragmático, en portadores colectivos nes dentro de diferentes condiciones con
de los derechos humanos de sus miembros. textúales de estos principios com unes y
La negación de derechos humanos a los transculturales de derecho, equidad o justi
miembros de un grupo por el mero hecho de cia. Esto debe ser interpretado como conse
su identificación con él, debería otorgar a éste cuencia de un aspecto o de aspectos genéricos
un derecho colectivo que sea, en un sentido del ser humano; esto es, en sentido antropoló
analítico, la suma total de los derechos de sus gico, la endoculturación como miembros de
miembros. una sociedad concreta y la ^integración en su
Otra implicación del acercamiento al con sistema de relaciones sociales. Esta es, en defi
cepto de derechos humanos desarrollado en nitiva, la línea argumental propuesta.
estas líneas es la necesaria interdependencia
mutua entre las formulaciones universalis
Derechos humanos y diferencias
tas y las del relativismo cultural. El proceso
humanas: un principio antropológico
transformador de dar a la capacidad genérica
de derecho
de convertirse en humano una forma especí
fica social y cultural, que he afirmado como el Los últimos desarrollos históricos que han
denominador común y universal de todas las afectado al sistema mundial, al Estado-na
formulaciones culturales específicas de hu ción y a la sociedad civil han convergido con
manidad y, por tanto, a fo rtio ri, de los dere los temas apuntados por los activistas antro
chos humanos, solamente puede llevarse a pológicos de derechos humanos y los movi
cabo dentro de unas formas culturales especí mientos proderechos humanos en el Tercer
ficas. Se trata, por consiguiente, de un uni Mundo para la transformación de los contex
versal que requiere lógica y pragmáticamente tos sociales, políticos y culturales que siguen
un nivel complementario de formas cultura empleando la definición que el liberalismo
les concretas y diversas para su realización ilustrado proporcionó respecto a los derechos
material. humanos; definición que continúa presente,
No hay duda de que los derechos conlle con apenas cambios significativos, en la tradi
van una gran diversidad de formas y conteni ción que domina en la actualidad las discusio
dos en las distintas sociedades y culturas. En nes en torno a los derechos humanos. Como
uno de los extremos de este continuum de va resultado de estas transformaciones históri
riaciones, muchas sociedades sin Estado ado cas, las cuestiones de diferencia cultural y ét
lecen claramente de nociones específicas de nica y los derechos colectivos han sido puestos
“derechos”, entendidos como reclamaciones de relieve a la par que el nexo axiomático
concretas a favor o en detrim ento de otros entre derechos humanos y *Estado ha sido
miembros de la sociedad o de la sociedad en puesto en cuestión. Estos temas se han incor
su conjunto, y de los mecanismos de diferen porado de una manera destacada al discurso
Derechos humanos 60
Comité respecto a las diferencias humanas se nos del contexto político y de los aspectos so
ha llevado a cabo sobre una base sensible a los ciales de los conflictos que aquéllos generan
diferentes contextos, que surge de una per supone que el movimiento proderechos hu
cepción pragmática de los contrastes entre manos y, sobre todo, los antropólogos como
identidad social y práctica. Enfatiza a la par teóricos y activistas de los derechos humanos
tanto la dimensión colectiva como la indivi deben esforzarse por integrar en la teoría y en
dual de “lo hum ano”. Dicho en otras pala la práctica las dimensiones políticas y concep
bras: las diferencias colectivas se tratan como tuales de su compromiso con el sujeto.
“humanas” en el sentido de diferencias indi
viduales, al tiempo que se considera que los
derechos individuales implican una dim en Bibliografía
sión colectiva. Al mismo tiempo, el criterio de
diferencia humana adoptado por el Comité AMERICAN AN TH RO PO LO G ICA L ASSO-
trata de combinar lo universal con el recono CIATON (1947): “Statement on Human
cimiento, desde el relativismo cultural, de la Rights, submitted to the United Nations
importancia fundamental de las diferencias Commission on Human Rights”. American
culturales, sociales y humanas. Anthropologist (new series), 49, 4: 539-543.
AMERICAN AN TH RO PO LO G ICA L ASSO-
CIATON, COMIMSSION FOR HUMAN
Diferencia, derechos y conflictos:
RIGHT (1993): “Report”. Anthropology News
principios, políticas y pluralismo
letter, 34, 3: 1-5. (1995): Guidelines fo r a perma
Decir que los sujetos tienen derecho a ser nent Committee fo r H um an Rights within the
diferentes, según afirma la declaración de la American Anthropological Association (Memo
AAA, no implica, por otra parte, el derecho a ria en la página web de la AAA www.anthro-
imponerse sobre los otros ni forzarles a adap net.org).
tar sus valores y prácticas sociales a expensas BOBBIO, Norberto (1996): The Age o f rights. Lon
de la realización de los suyos propios. El de don: Blackwell.
sarrollo en condiciones de igualdad de los dis COWAN, Jane K.; DEMBOUR, Marie-Bénédic-
tintos valores, formas sociales e identidades te; WILSON, Richard A. (eds.) (2001): Cultu
tampoco implica como resultado la consecu re and Rights: Anthropological Perspectives.
ción de una sociedad armónica y libre de Cambridge: Cambridge University Press.
reclamaciones de derechos que enfrenten a DON NELLY, Jack (1989J: Universal Human
diferentes partes. Por el contrario, es de espe Rights in theory and practice. London: Cornell
rar que estos conflictos sean producto de las University Press.
relaciones sociales de cooperación y com G ELLN ER , David N. (2001): “From group rights
petencia entre las distintas partes en las ac to individual rights and back: Nepalese strug
tuaciones encaminadas a la satisfacción de gles over culture and equality”, en Jane K.
distintas necesidades y valores sobre la base de Cowan, Marie-Bénédicte Dembour y Richard
diferentes capacidades. Desde esta perspecti A. Wilson (eds.), Culture and Rights: Anthropo
va, el criterio de diferencia humana implica logical Perspectives. Cambridge: Cambridge
una nueva conceptualización del rol de las University Press, 177-200.
prácticas sociales e instituciones, tales como el R EN T ELN , Alison D. (1985): “The unanswered
Estado, en su papel de mediadoras, árbitros challenge of relativism and the consequences
y reguladoras de las múltiples, divergentes for human rights”. H um an Rights Quarterly ,
y potencialmente conflictivas identidades 7-4:514-540.
culturales. — (1990): International human rights: universalism
La defensa de los derechos humanos afec vs. relativism. Newbury Park, California: Sage.
ta de lleno a la compleja lucha en pro de una THOMPSON, Richard H. (1997): “Ethnic mino
educación plural, con sus intrínsecos corola rities and the case for collective rights”. Ame
rios políticos de adaptación y compromiso, rican Anthropologist, 99-4: 789-798.
una vez que las batallas por los derechos fun T U R N ER , Terence (1997): “Human rights, hu
damentales se han vencido. Así la defensa del man difference: Anthropology’s contribution
derecho a la diferencia lleva a una continui to an emancipatory cultural politics”. Journal
dad fundamental en la defensa de derechos y o f Anthropological Research, 53-3: 273-292.
en las luchas políticas por lograr el empodera- — (2003a): “Clase, cultura y capitalismo. Perspec
miento, la liberación y la educación. EÍ último tivas históricas y antropológicas de la globali-
e inútil intento de aislar los derechos huma zación”, en José Luis García y Ascensión
Desarrollo 62
Barañano (coords.), Culturas en contacto: E n Esta perspectiva es sin duda el punto débil
cuentros y desencuentros. Madrid: Ministerio de de las propuestas de quienes abogan por el
Educación, Cultura y Deporte, 65-110. desarrollo “sostenible” y que han sido percibi
— T U R N ER , Terence (2003b): “Class projects, das como la prolongación lógica de una defi
social consciousness, and the contradictions of nición superficial del desarrollo, sin que se
globalization”, en Jonathan Friedman (ed.), aprecie, en definitiva, una diferencia sustanti
Violence, the state and globalization. New York: va entre las dos tendencias que se inscriben
Altamira, 35-66. dentro de esta corriente. En efecto, mientras
Z E N C H E N T E R , Elizabeth M. (1997): “In the que para la primera de ellas el desarrollo se
name of culture: Cultural relativism and the restringe al ámbito económico limitándose fi
abuse of the individual”, en Carole Nagengast nalmente al crecimiento económico, concre
y Terence Turner (eds.), Journal o f Anthropolo tamente al del producto interior bruto, para
gical Research, 53-3: 319-348. la segunda, el carácter sostenible del desarro
llo, que implica la conservación del medio
Terence S. Turner
ambiente, se refiere a políticas locales que no
cuestionan las pautas de comportamientos de
Yea use además Acciones afirmativas, Acultu-
consumo —o consumismo—y la producción
ración, CIUDADANÍA, Ciudadano, CUL-
de bienes y residuos, ni el impacto que tienen
I URA, Derecho de injerencia, DESARRO
estas conductas sobre el medio ambiente. A
LLO, DIFERENCIA Y DESIGUALDAD,
fin de cuentas, aunque se mencionen ciertas
Diferencias naturales y diferencias sociales.
consideraciones sobre el impacto ecológico
Discriminación positiva, ELITES, Elites cos
del desarrollo, se subordinan los problemas
mopolitas, ESTADO-NACIÓN, I D E N T I medioambientales a aspectos económicos, in
DAD, INDIGENISMO, INTEGRACIÓN,
fravalorando la participación social como me
MI N i ) RíAS, MUL T ICUT,TURAIASMC),
dio ad hoc para garantizar la “sostenibilidad”
Naturalización, NUEVOS MOVIMIEN
y menospreciando el alcance del proceso polí
TOS SOCIALES, PATRIMONIO, Racismo
tico para reforzar el desarrollo.
y neorracismo.
En respuesta a estas formulaciones que
descartan la posibilidad de otorgar un papel
activo a las comunidades en los procesos de
Desarrollo toma de decisión, lo que convierte a éstas en
Si la polisemia constituye un rasgo caracte meros receptores pasivos de prestaciones im
rístico de los conceptos científico-sociales, en puestas desde fuera, se contrapone una pers
el caso que nos ocupa la multiplicidad de pectiva alternativa del desarrollo apoyada en
significados resulta aún más relevante. Esta la idea de sustentabilidad. Con ella se supera
particularidad no es ajena a la naturaleza pluri- el reduccionismo economicista de las pro
disciplinar de la definición del vocablo a y la puestas anteriores ampliando significativa
pluralidad de los enfoques, tanto teóricos como mente el ámbito definicional del desarrollo al
aplicados y centrados en la intervención social, incluir dentro de éste nuevas dimensiones re
que se han ido generando desde varias décadas. lacionadas con el desarrollo de la equidad
Ciertamente, entre los modos de abordar —distribución del PIB, existencia de oportuni
el desarrollo destacan doctrinas y prácticas dades económicas, búsqueda de una mayor
que han privilegiado y siguen anteponiendo igualdad y mejora del bienestar hum ano-, las
la dimensión económica a otros aspectos, dan oportunidades ^laborales -q u e ofrecen un
do lugar a lo que, en el campo de la economía, trabajo productivo y salarios adecuados—, el
se designa como desarrollismo, es decir, la acceso a diferentes categorías de bienes —co
ideología que propugna el desarrollo m era mo tierras, infraestructuras materiales o cré
mente económico como objetivo prioritario. ditos y sobre los cuales debe velar el *Estado—,
Cabe señalar que esta concepción del desarro los gastos sociales —para atender los servicios
llo subyace en varias acepciones de la palabra básicos—, la igualdad de género —para garan
que remiten a la noción de mayor o menor tizar a las mujeres un mejor acceso a la educa
grado de crecimiento o aumento de la impor ción, medios financieros y al trabajo—, la
tancia de la riqueza, y ello desde un punto de buena gobernación y la sociedad civil activa.
vista cuantitativo que desestima la dimensión Los debates definicionales en torno a lo
cualitativa de cualquier mejora económica o “sostenible” y lo “sustentable”, que son par
evolución progresiva de la economía que ticularmente abundantes en el mundo hispa
apunte hacia mejores niveles de vida. nohablante —véase, entre las numerosas
63 Desarrollo
definiciones que nos brindan autores españo colectiva—. De este modelo se deriva una con
les y latinoamericanos, el análisis propuesto figuración compleja de la participación que se
por Cortés, 2 0 0 1 -, lo cual contrasta con la expresa y traduce, por medio de un cuadrino
aparente unanimidad de opiniones en el ám mio, en acciones ^cívicas, individuales, socia
bito anglosajón, por lo menos en lo que atañe les y colectivas (Sandoval, 1997).
a la unicidad lexicológica —la lengua inglesa Amén de la atención prestada a los modos
sólo admite los nombres sustantivo y adjetivo de articulación entre esferas y componentes,
sustainability y sustainable, restando especifi las últimas contribuciones al análisis del de
cidad significativa al desarrollo—, no se ciñen sarrollo integral hacen hincapié en varias pro
a ingeniosos juegos malabares, sino que obe blemáticas que se distinguen por el notable
decen a una exigencia de precisión conceptual interés que suscitan entre expertos teóricos,
y práctica que conduce ineludiblemente a un practicantes, instituciones gubernamentales y
refinam iento semántico y a un perfeccio organismos internacionales.
namiento terminológico. Así, la noción de de La primera de ellas radica en los efectos de
sarrollo sustentable, a diferencia de la de los nuevos procesos de *globalización que, en
desarrollo sostenible, no sólo incorpora los as comparación con fenómenos pretéritos de
pectos cualitativos del crecimiento económi m undialización, generan transformaciones
co, sino que da prioridad al cómo inherente a desconcertantes de signos contrarios —para
la realización del desarrollo y a la redistribu tratar el tema de las transformaciones produ
ción de la riqueza, sobre el crecimiento. Este cidas por los procesos de globalización y los
planteamiento entraña el reconocimiento de retos que éstas envuelven para impulsar el
ía existencia de varios tipos de crecim iento desarrollo integral se ha utilizado, entre otros
que pueden ser inclusivos o ^exclusivos, equi documentos, el informe publicado por la C E -
tativos o, por el contrario, causantes de polari PAL, 2000—. Entre los cambios positivos in
zación, y destructivos o respetuosos con los ducidos por la globalización destaca la
ecosistemas. En resumidas cuentas, la susten- progresiva generalización de ideas y valores
tabilidad que descansa sobre tres pilares, a sa con vocación universal que incentivan, entre
ber, la sustentabilidad medioambiental, la otras organizaciones, las Naciones Unidas.
sustentabilidad social, focalizada en la erradi Esta tendencia se plasma en el reconocimien
cación de la pobreza y la consolidación de la to de las sucesivas generaciones de ^derechos
justicia social, y la sustentabilidad económica, humanos constituidas por los derechos civiles y
requiere acciones en los campos ecológico, políticos, y los derechos económicos, sociales
económico, social, político y técnico-científico. y culturales, que, de un modo u otro y en un
Las perspectivas citadas previamente se sentido amplio, abarcan el derecho al de
hallan subsumidas en otra definición del de sarrollo. Ahora bien, estos avances, junto con
sarrollo que enfatiza la naturaleza m ultidi otros progresos muy variables en el terreno
mensional del mismo: el desarrollo integral, macroeconómico y el ámbito de las políticas
el cual alude a la articulación entre varias es aplicadas al gasto social público, los espacios
feras que son la económico-laboral, la social, locales, la incorporación de las mujeres a dife
la política y la ^cultural. Hay que advertir que rentes áreas sociales, la gestión de recursos na
esta interconexión afecta igualmente a otras turales y la democratización, son fácilmente
nociones ligadas a cada una de las esferas se quebradizos, máxime habida cuenta de los
ñaladas. En este sentido sirva de ejemplo la cambios negativos de la globalización que se
significación del concepto de democracia que hacen patentes en la inestabilidad económica
reclama de los analistas una aprehensión glo y las crisis financieras, la deslocalización de
bal de este último, ya que conlleva conno los mercados de trabajo y la subsiguiente pre-
taciones de diversa índole, más allá de su carización laboral, así como en la fragiliza-
significado estrictamente político. ción de la cohesión social y la dualización y la
Este enfoque enlaza con otra propuesta exclusión sociales, circunstancias todas ellas
que pone de relieve la interacción de varios que hacen peligrar la gobernabilidad en mu
componentes en la participación y los com chos países y regiones.
portamientos políticos vinculados al desa De estas transformaciones se infieren
rrollo, cuya caracterización se expresa en otras problemáticas entre las que hay que su
términos de espacios de participación y locus brayar la tocante a la necesidad de velar por la
de comportamiento —formalizados y no f o r indivisibilidad de los derechos y la ciudada
malizados, públicos y privados— y tipos de nía. A ésta se suman las relacionadas con la
participación o conducta —individual versus adopción de medidas encaminadas a recom
Desarrollo 64
poner y fortalecer el tejido social, a evitar la contra estas últimas deben promover simultá
reproducción de estructuras fuertemente seg neamente la equidad material y la simbólica
mentadas —sean económicas o de relaciones que se extienden a la equidad por adscripción
entre clases u otras categorías sociales, o de para grupos más vulnerables -en tre otros, los
género, de índole intergeneracional o *étni- constituidos por mujeres, *minorías étnicas y
cas—y a potenciar programas de desarrollo poblaciones asentadas en hábitats o *territo-
que entramen las diferentes políticas en sus rios aislados o marginales—y sometidos a una
distintos niveles de espacios de intervención. discriminación que arranca de culturas exclu-
Este último asunto reconduce a la inseparabi yentes.
lidad de las esferas y al carácter integral de to De los planteamientos anteriores se dedu
das las políticas involucradas en el desarrollo. ce una intervención desde varias instan
Con otras palabras, ello quiere decir que del cias, que atienda a las distintas facetas de la
mismo modo que las políticas en materia eco igualdad y la distribución de bienes varios
nómica no pueden prescindir de las políticas (C E P A L , 2000, 302-307). Entre éstas se en
sociales, culturales y las propias de la gober cuentra la igualdad social que debe revertir en
nación, las políticas sociales integrales no pue el aminoramiento de la desigualdad material y
den ejecutarse al margen de las demás que productiva mediante la distribución, por un la
operan en los campos sociales, culturales y po do, del acceso al bienestar dispensable por cada
líticos. Por otro lado, las políticas específicas sociedad y, por otro, de la distribución del em
no pueden ser parciales. Así, retomando el pleo y recursos productivos y de la capacita
ejemplo de las políticas económicas, se entien ción profesional. A dicha igualdad le sigue la
de que éstas no deben perseguir únicamente igualdad simbólica cuya implementación pa
la ^movilidad de capitales, bienes y servicios, sa por la distribución del acceso a la educa
sino que tienen que redundar también en be ción, al Conocimiento, a la #información y a
neficio de la movilidad de mano de obra, es la Comunicación. Otros aspectos que vienen
decir, a la postre, de las personas en busca de a perfeccionar la igualdad son la igualdad
un puesto de trabajo, y ello a fin de reequili “volitiva”, referida a la capacidad de decisión,
brar las tendencias ^asimétricas de la globa- influencia y gestión de los grupos o comuni
lización. En última instancia, todos estos dades para controlar e intervenir en la situa
aspectos demandan la coordinación de políti ción y los proyectos que los afectan, y la
cas a distintas escalas: local, regional, nacional igualdad vinculante con la que se procura
e internacional. la distribución del acceso a redes sociales que,
Otra noción que se desprende de las ob como elemento esencial del capital social,
servaciones anteriores es la de red sobre la que contribuyen al empoderamiento y la promo
se sostienen todo el edificio conceptual y la ción de los grupos desfavorecidos. Finalm en
praxis ligados al desarrollo integral y las te, tales igualdades que impulsan la nueva
políticas que lo definen. Este concepto, polisé- ciudadanía tienen que conjugarse con otras
mico por antonomasia, merece varios comen formas complementarias que consisten en la
tarios. En primer lugar, cabe insistir en su igualdad política y la igualdad *identitaria
ligazón con la idea de capital social que, a pe que piden, respectivamente, un mejor repar
sar de presentar un campo definido marcado to y mayor presencia de las expresiones
por características dicotómicas, apunta la plurales de la opinión pública, y el reconoci
existencia de “sinergias entre capital humano, miento del derecho a m anifestar valores y
capital social, capital político, capital produc prácticas culturales dentro de un espacio pú
tivo, etc.” y asimismo entre el capital material blico dialógico y, por lo tanto, abierto a la li
y el capital simbólico. Estas dicotomías, tanto bertad de expresión de los mismos.
metodológicas como epistemológicas e ideo Ahora bien, con respecto a las explicacio
lógicas, oscilan, respectivamente, entre el nes previas, hay que guardarse de adoptar in
holismo funcional estructuralista y el indivi terpretaciones y políticas de desarrollo que
dualismo metodológico, el enfoque deducti privilegian cualquier aspecto de la igualdad
vo y el enfoque inductivo, y el paradigma sobre los demás, so pena de que se opte por
cartesiano y el paradigma sistèmico (Hopen- una intervención de tipo parcial o sectorial.
hayn, 2003). A tenor de este paradigma de la Esta advertencia se extiende también a los es
complejidad que, inrrincadamente fundido pacios que sostienen el desarrollo integral y
en el enfoque sistèmico, atraviesa todas estas conforman la triangulación entre sociedad ci
categorías y las diversas desigualdades re vil, Estado, es decir, lo público y el mercado,
lacionadas con ellas, las acciones de lucha pues, como recalca Em m anuelle Barozet
65 Desterritorialización
versos referentes te rrito ria le s poseen para tinacionales expropiando o cualquiera de las
específicos procesos transnacionales y globa formas sin control de los llamados fenómenos
les. Otros autores como Néstor García Can- globales. Las horizontalidades territoriales
clini (1990) definen la desterritorialización tienen lugar cuando la desterritorialización se
como la pérdida de relación de la tu ltu r a con produce por factores o actores sociales colecti
los territorios, y la reterritorialización como vos internos; esto es, cuando el fenómeno no
ciertas relocalizaciones territoriales que pue es producido desde manejos o políticas que
den ser relativas parcialmente a viejas y nue vienen del exterior, sino por distintas circuns
vas producciones tim bólicas. tancias y momentos sociopolíticos que ejercen
Cuando la producción de territorio, es de transformaciones territoriales profundas,
cir, la territorialidad, se da desde fuera del *desplazando o eliminando a sus “mismos”.
control to c a l o *estatal, el proceso suscitado Son muestra de ello el desplazamiento forza
es el de la desterritorialización. Por tanto, de do interno en Colombia o los refugiados de la
finimos la desterritorialización como la pér guerra de Uganda. Por lo tanto, la desterrito
dida de los tin d ero s territoriales que se han rialización puede darse por escalas —locales,
creado a partir de códigos culturales que lle estatales, globales—o por dimensiones —eco
nan de orgullo a sus sustentadores, aunque en nóm icas, ^religiosas, políticas, de educa
ocasiones resulten inaceptables para otros ción, etc.
grupos. Por ello la desterritorialización for Tanto las verticalidades como las horizon
zada por circunstancias no buscadas (ca talidades territoriales tienen en común el he
tástrofes naturales, guerras, imposiciones cho de ocasionar desarraigos —separación—o
económicas de cambio social impuesto, entre desalojos —destierro—según la naturaleza del
otros factores), al provocar un desvaneci impacto que produzca la desterritorialización.
miento de los límites, tiende a producir una Pero ¿qué sucede cuando es el grupo
suerte de esquizofrenia cu ltu ral; es decir, un social mismo desde dentro quien decide des-
detrimento de las fronteras de la ^identidad territorializar? En estos casos la desterritoria
#étnica, social o *nacional, por el hecho de es lización implica deshacer el uso material
tar expuesto al ^tráfico de infinidad de in espacial de origen, para permitir al grupo so
fluencias y subordinado constantemente al cial una nueva actividad igualmente espacial,
saqueo y al consumo visual o material de todo. y liberarlo de lo que lo oprime; es decir, se des-
La desterritorialización puede darse es territorializa para desalinearse (Deleuze y
pecialmente bajo dos circunstancias: 1) al Guattari, 1972). Esto sucede a menudo en ca
producirse una imposición de recursos y sos de ^colonización. Cuando el colonizador
decisiones sobre éstos desde organismos o ins o invasor se ha marchado, se des-hacen los te
tituciones externas; 2) cuando se da una im rritorios y se les da una nueva significación, se
posición de decisiones sobre recursos propios. dan otros usos y manejos y se intenta, al tiem
En el orden local, estas circunstancias pueden po, re-inventar la vida; es el caso de los arge
estar propiciadas por entes macro de los Esta linos o de los campesinos e indígenas del
dos-nación, y en el orden estatal por organis Macizo Colombiano —maciceños—. Los arge
mos externos. M ontáñez y Delgado (1998) linos lo han hecho desde estrategias que tra
consideran que los procesos de desterritoriali zan lazos estrechos entre la política y la
zación producen redes complejas, expresadas religión. Los maciceños, por su parte, han re
en la *transnacionalización, la globalización y currido a los mitos: frente a una historia de
la fragmentación. Los nuevos contextos, pro fundación de territorios está el relato del mito
ducidos por los procesos de desterritorializa que sirve como mecanismo a través del cual la
ción en cualquiera de sus formas, darán como memoria colectiva refunda sus pueblos. Los
resultado verticalidades y horizontalidades pobladores del M acizo Colombiano no re
territoriales. Las verticalidades territoriales cuerdan su historia en los periodos de la Con
las imponen quienes pretenden ampliar su quista y la Colonia, por más que se imparta en
control territorial y con ello enajenar los dis las escuelas de educación pública. Esta histo
tintos poderes locales. Esto puede darse bajo ria no ha llegado a ser significativa para ellos
el consumo ^desigual y desmesurado de cosas porque, para los efectos sociopolíticos busca
materiales o bien, en otras circunstancias, co dos con esta legitimación, no basta una histo
mo imposiciones económicas y de transfor ria aprendida; es sobre la historia vivida
mación territorial de multinacionales, entre donde se apoya su memoria. En la actualidad
otras mediaciones. Ejemplo sugerente de ello no se reconoce a los conquistadores españoles
son las guerras, las factorías o empresas mul la creación de estos pueblos, puesto que los in-
67 Diferencia y desigualdad
dígenas y campesinos han reescrito oralmente Fragmentando. Sao Paulo: Editora HUCI-
la historia de estas fundaciones a favor de sus T EC , 233-246.
propias comunidades. Empleando la figura de H A LL, E. T. (1989): E l lenguaje silencioso. Madrid:
ciertas imágenes católicas como reaparecidas, Editorial Alianza.
éstas se transforman en “Santos Rem aneci MATO, D. (2001): “Producción transnacional de
dos” que sirven como símbolo a los nativos ac representaciones sociales y cambio social en
tuales para recobrar políticamente el poder de tiempos de globalización”, en Daniel Mato
sus antepasados y desterritorializar los territo (coord.), Globalización, cultura y transformacio
rios colonizados; son ellos los que ejercen con nes sociales. Buenos Aires: Consejo Latino
trol social sobre lo que podríamos llamar la americano de Ciencias Sociales, 127-160.
apropiación política del territorio. Así los na MEAD, M. (1956): New livesfor oíd, cultural trans
tivos relatan cómo el origen de cada uno de form aron (Manus 1928-1953). New York: Wi-
sus pueblos data de cuando algún campesino lliam Morrow.
o indígena encontró en el monte o en el bos M ONTAÑEZ GÓMEZ, G.; D ELGADO MA-
que lejano una estatuilla de algún santo o H EC H A , O. (1998): “Espacio, territorio y
virgen, no considerados católicos, sino una di región: Conceptos básicos para un proyecto
vinidad de los antepasados. De este modo se nacional”. Cuadernos de Geografía, Revista del
dio a conocer a los demás, y todos se congre Departamento de Geografía de la Universidad
garon en torno a un territorio común bajo la Nacional de Colombia, VII (1-2): 120-134.
tutela de estas imágenes, puestas en casas es NATES CRUZ, B. (2001): “Reapropiación y ar
peciales hechas de paja o materiales sencillos, ticulación sociocultural de santos y vírgenes
que son —según sus narraciones—el verdadero católicos en los Andes Colombianos”. Les A r
origen de sus poblados (Nates C ruz, 2001; chives des Sciences Sociales des Religions, 113.
Nates Cruz et al., 2003). www.assr.revues.org
Otra ilustración la podemos encontrar en NATES CRUZ, B.; JARAMILLO SALAZAR, P.;
lo que, hacia 1956, cuenta Margaret Mead so H ERN ÁND EZ PULGARIN, G. (2003): Más
bre cómo los pobladores de Manus, en el sur allá de la historia. Sentidos de pertenencia, sociali
del Pacífico, al entrar en contacto directo con zación y economía en el concepto de pueblo. Mani-
los estadounidenses durante la Segunda Gue zales: Editorial de la Universidad de Caldas.
rra Mundial, tuvieron acceso a nuevos siste
Beatriz Nates Cruz
mas de comportamiento y nuevas maneras de
organizar la sociedad. Los manus a partir de
Véanse además COLONI ALISMO Y AN
esta experiencia desterritorializaron lo que
TI COLONIALISMO, Comunidad transna
quedaba y reterritorializaron organizando
cional, CULTURA, Derecho de injerencia,
una nueva sociedad que estaba más acorde
DIFERENCIA Y DESIGUALDAD, Elites
con el mundo exterior. “No esperaron a que el
cosmopolitas, Esclavitud, Esfera mediática,
cambio les alcanzara, ni fueron desplazán
Espacio red, ESPACIO-TIEMPO, Espacios
dose en grupos pequeños hasta desaparecer
locales, E S T A D O - N A C I Ó N , Etnicidad,
entre los hombres blancos. Se reunieron y es
FRONTERA, Fronteras económicas, Fron
bozaron una sociedad desde sus cimientos.
teras políticas y religiosas, Fronteras simbóli-
Esto lo hicieron al parecer cambiando cosas
cas, Global y local, GLOBALIZACIÓN,
que representaran una franja relativamente
ID E N T ID A D , MIGRACIONES, M O VI
superficial alrededor de un núcleo más esta
LIDAD, Nacionalidad, Naturalización, No
ble y persistente” (Hall, 1989: 99).
madismo y turismo, PATRIMONIO, T E -
RRITORIOS, Traducción.
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GEIGER, P. (1996): “Des-territorializaçâo e espa- dos casos. Para pensar estas nociones, así co
cializaçâo”, VV. AA., Territorio: Globalizaçâo e mo las ecuaciones existentes entre ellas, pode
Diferencia y desigualdad 68
mos comenzar por invocar el par de términos las clases, la situación de las personas por su
ante el que se colocan en una relación de anto- posesión y control de recursos. Así, además de
nimia. Así, “ ‘igual’ no se opone a ‘diferente’ contemplar en la dimensión económica la es
sino a ‘jerarquizado’; ‘diferencia’ no se opone fera de la distribución y del consumo, aparte
a ‘igualdad’ sino a ‘idéntico’, a ‘sim ilitud’ ” de la productiva, la perspectiva weberiana la
(San Rom án, 1996: 134). Aquí se prestará articula también con factores sociales y polí
atención a los criterios implicados en algunos ticos como los de estatus, autoridad y poder,
usos de estos términos y, en segundo lugar, se considerando estos ámbitos convertibles en
atenderá a las articulaciones existentes entre tre sí. Las credenciales escolares y políticas o
ellos, una vez que “así como la similitud no la cartera de conocidos, por ejemplo, pueden
supone necesariamente igualdad, así las dife convertirse en poder adquisitivo (Weber,
rencias no son todas generadoras de desigual 1978; D ahrendorf, 1959; Parkin, 1979). Se
dades” (opus cit., 1996: 135). trata de una visión amplia y polifacética de las
desigualdades de clase, que se establecerían
en función de diversos criterios, tales como la
Estratificación y clases sociales
propiedad, el poder adquisitivo, la formación
Con la palabra desigualdad se hace refe académica, las relaciones sociales o el pres
rencia a derechos, a la distribución del poder tigio. Ante la creciente complejidad de las
y de la riqueza, al acceso a recursos y recom estructuras de desigualdad en el sistema capi
pensas materiales o simbólicas. En este senti talista —por ejemplo, a través de la ascensión
do, la idea de desigualdad se ha expresado de capas de la nueva pequeña burguesía, pro
sobre todo a través de las nociones de estrati tagonizada por personajes como ejecutivos,
ficación social -o de jerarquía, cuando este técnicos, intelectuales, etc.—, los teóricos neo-
término se emplea como sinónimo de aqu él- marxistas incorporan también en su lectura
y de clases sociales. En la teoría social la no de las clases sociales dimensiones extra
ción de estratificación tiende a ser más des económicas, destacadas por W eber (Althus
criptiva, ordenando las diferentes posiciones ser, 1972; Poulantzas, 1975; W right, 1989),
sociales de manera vertical en función de in abriendo el camino a otras perspectivas de
dicadores y criterios simples como, por ejem síntesis sobre la desigualdad —es el caso de
plo, ingresos, profesión u ocupación, estilo de Pierre Bourdieu (1979, 1989), por indicar uno
vida y, a veces, de otros aún más específicos: de los más sobresalientes.
tiempo libre o cuidados m édico-sociales... Pero las nociones de estratificación y de
Tal como sugiere el propio recurso a la metá clase social no se han distinguido entre sí sólo
fora geológica de “estrato”, al caracterizar a desde estos aspectos analíticos. También se las
una sociedad como un conjunto de capas so ha puesto en correspondencia con sociedades
brepuestas, las teorías de la estratificación, de reales, según el esquema dicotòm ico de la
raíz estructural-funcionalista, tienden a con- “gran división”: Nosotros/Otros, prim iti-
ceptualizar la desigualdad de forma estática y vo/#moderno o simple/complejo. Por un la
a encararla como un dato, un aspecto consti do, se perfilarían las sociedades sin *Estado,
tutivo de cualquier contexto social que pre con una estratificación social elemental, basa
sente alguna diferenciación de funciones da en ^desigualdades “naturales” de edad y
(Parsons, 1949; Merton, 1996; Bell, 1973). La sexo; por otro, las sociedades con Estado, je
noción de clase, por su parte, se deriva de rarquizadas en clases. A partir de los años se
perspectivas que destacan su carácter históri senta, los antropólogos marxistas vinieron a
co y el conflicto o las contradicciones subya relativizar esta oposición que hacía corres
centes a ella, lo cual suele asociarla a un ponder categorías analíticas a tipos de socie
cuestionamiento de los propios fundamentos dad. Al desplazar el eje del análisis de las
de las estructuras de desigualdad (Silva, relaciones sociales, descentrándolo de la esfe
2006). En el concepto de clase se utiliza tanto su ra de la producción y ampliándolo a la de la
acepción de raíz marxista, como más webe- reproducción (Terray, 1969), identificaron
riana. Las aproximaciones de tradición m ar antagonismos de clase en sociedades “sim
xista ponen más énfasis en el lugar que los ples”; por ejemplo, entre los miembros de ma
individuos ocupan en la esfera económica de yor edad de los linajes, por un lado, y los
la producción, concretamente en relación al jóvenes y las m ujeres, por otro. En conse
control de los medios de producción, m ien cuencia, entre grupos de sexo y edad también
tras las orientaciones weberianas privilegian, se podría constatar un reparto desigual de los
como criterio de clasificación y definición de medios de producción y de las relaciones de
69 Diferencia y desigualdad
^explotación, susceptible de configurar rela fenómeno casta no era tanto de orden cultural
ciones de clase —para un debate sobre esta —la religión, los valores—, ya que, por ejemplo,
cuestión, véanse, entre otros, Meillassoux, los cingaleses budistas, de religión no hindú, y
1975; Bonte, 1976; Rey, 1977—. Así el estudio otros grupos culturales próximos a la India
de sociedades exóticas ha contribuido a una también se organizaban en castas. Ese criterio
reformulación de la propia categoría marxis- era más bien de orden estructural. Como fe
ta de clase como cuadro comparativo que ne nómeno de m orfología social, el fenómeno
cesitaba ajustarse a la lectura de sociedades no panindio de las castas presentaba característi
capitalistas. cas específicas que lo distinguían de las socie
dades de clases y de las aristocracias, tales
como la interdependencia orgánica, las mo
Jerarquía y casta
dalidades de competencia —intra y no inter
Otra de las nociones a través de la que se casta—y las lógicas de la endogamia y otras
expresa la idea de desigualdad ha sido tam estrategias de cierre —que estaban en vigor en
bién objeto de asociación, en la teoría antro todos los grupos y no sólo en los superiores
pológica, a una sociedad concreta, a un lugar: frente a los inferiores.
se trata del concepto de jerarquía y de su aso La reflexión sobre la casta como expresión
ciación a la civilización india (Appadurai, de desigualdad fue de esta manera suscitando
1988). Pero en el sistema de castas, que el con diversos debates. Com o ocurre en muchos
cepto de jerarquía vino a caracterizar, se puso otros casos, la dificultad reside en conseguir
de relieve la alteridad de este fenómeno en identificar las especificidades de un fenóme
relación a formas de desigualdad “occi no sin caer en la exotización, que hace de las
dentales”, lo cual llevó a que la casta fuese diferencias en relación a otras sociedades el
considerada como algo más que una forma de único eje de comparación, no atendiendo su
estratificación social llevada al extremo. ficientemente a las semejanzas. Este error y el
Louis Dumont (1966) consideró el sistema de de brahm anocentrism o son precisamente
castas sobre todo un sistema de valores, basa el objeto de una de las críticas dirigidas a D u
do en la oposición entre puro e impuro y en la mont y a otros indianistas. No había una, sino
interdependencia entre estas dos categorías, varias visiones de la jerarquía ligadas a la
que estarían encarnadas por brahmanes e in ^identidad de cada casta. Ninguna casta se
tocables como polos simétricos de un trayecto consideraba intrínsecamente inferior a otra o
jerárquico. Pero esta oposición era de natura parte de una jerarquía englobante en la que
leza religiosa, y la jerarquía que de ella se de cada una participaba en el sustentamiento del
riva estaba disociada de las materialidades del sistema como un todo (Gupta, 2005). Esta lec
poder: el poder no se localizaría en la cima de tura se derivaba muy probablemente de una
la jerarquía de castas, sino en su centro, en los sobrevaloración de la versión brahmánica de
escalones intermedios. El pensamiento jerár la jerarquía que, en efecto, privilegia el crite
quico y la ideología holística de la que se deri rio de la pureza y de la contaminación. Pero
vaba el sistema de castas, en el que la totalidad las justificaciones brahmánicas de superiori
se sobrepone a los elementos constituyentes, dad e inferioridad no eran de naturaleza dife
fueron contrastados por D um ont con los rente, ni sociológicamente más válidas que las
valores igualitarios y con el individualismo narraciones míticas de otras castas que invo
prevalecientes en la ideología “occidental” can un pasado glorioso y reivindican a partir
moderna. de él su propia superioridad. Según esta vi
De acuerdo con esta perspectiva, el con sión crítica, lo que ocurre es que habían sido
cepto de casta estaba vinculado a una realidad ésas las versiones privilegiadas por los estu
particular y era abusivo emplear este término diosos indianistas. A fin de cuentas, se trataba
a propósito de cualquier tipo de m anifesta de tensión y com petición políticas y no de
ción rígida y acentuada de desigualdad, como concordancia o de aquiescencia ideológica
a veces sucede en el discurso coloquial y en los por las castas más bajas en su papel subal
medios de comunicación. Esta posición, se terno.
gún la cual el término casta describía mal Sin embargo, hay que considerar otras ra
otras realidades y no podía ser usado como zones para esta invisibilidad de las discordan
equivalente del exponente máximo de algo cias relacionadas con el orden jerárquico, más
universal —la desigualdad—, fue también la de allá de eventuales problemas de perspectiva
Edmund Leach (1960), pero por razones dife implicados en los estudios indianistas. Tales
rentes. El criterio que otorga su especifidad al razones tienen que ver también con una mu-
Diferencia y desigualdad
tación histórica, con las transformaciones Aspects o f Cast in South India, Ceylon and
económicas y políticas ocurridas en la India North-West Pakistan. Cambridge: Cambridge
contemporánea. Si la invisibilidad de la con University Press.
testación ha prevalecido durante mucho M EILLASSOUX, Claude (1975): Femmes, G re
tiempo, eso se debe asimismo al hecho de que niers et Capitaux. Paris: Maspero.
las relaciones entre las castas se procesaban MERTON, Robert (1996): On Social Structure and
exclusivamente dentro de los límites de una Science. Chicago: The University of Chicago
economía rural de aldea cerrada, que no deja Press.
ba a las castas subalternas margen de mani POULANTZAS, Nicos (1975): Classes in Contem
obra. La disolución de esta economía, el porary Capitalism. London: NLB.
*éxodo rural, los cambios jurídicos para pro SAN ROMÁN, Teresa (1996): Los muros de la se
mover una mayor igualdad consagrados en la paración. Ensayo sobre alterofobia y filantropía.
Constitución de la India independiente, la Barcelona: Tecnos-Universitat autónoma de
multiplicación de organizaciones de casta, Barcelona.
entre otros factores, se conjugaron para per TERR AY, Emanuel (1969): L e Marxisme Devant
A
mitir la expresión de la competición en ámbi les Sociétés Primitives. D eux Etudes. Paris:
tos abiertos y de mayor proyección, sin miedo Maspero.
a ofender a los superiores y a los poderosos. Es W EB ER , Max (1978): Economy and Society. An
en este contexto en el que autores como Di- Outline o f Interpretative Sociology. Berkeley:
pankar Gupta (2005) alegan que la casta se University of California Press.
manifiesta ahora más como identidad que co WRIGHT, Erik Olin (1989): “The Comparative
mo sistema. Ello quiere decir que, al colapso Project on Class Structure and Class Cons
del sistema de castas, según existía en la eco cience: An Overview”. Acta Sociológica, 32 (1):
nomía cerrada de la aldea, le habría corres 3-22.
pondido el ascenso ruidoso de las identidades
Manuela Ivone P. da Cunha
de casta en el ámbito político nacional. Tam
bién es así porque la participación de las cas
tas en la política no se dio en el sentido de Véanse además Acciones afirmativas, ALTE-
eliminar la casta, sino en el de usarla como un RIDAL), Apartheid, Centro-periferia, CIU
instrumento de cambio social. Esto es, la de DADANÍA, Ciudadano, C O L O N IA L IS
mocracia ha proporcionado una afirmación MO Y ANT1 COLONIALISMO, COMU-
sin complejos de la casta, pero no ha conduci NIC A ( A() N , C om un idad t ran sn ac io nal,
do a la contestación de la propia categoría Comunitarismo, CONSUMO CULTURAL,
“casta”. Por el contrario, la ordenación verti Criollización, CULTURA, DE, R E O IOS
cal de las castas en la jerarquía de la pureza ha HUMANOS, DESARROLLO, Desterrito-
sido sustituida por una consolidación hori rialización, Diferencias naturales y diferen
zontal de estas categorías. cias sociales, Diferencias sociales y diferencias
culturales, Idiferencias sociolingüísticas y des
igualdad, Discriminación positiva, DISCRI
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should we mean by caste?”, en E. Leach (ed.), lismo en los estudios culturales, Multicultura-
71 Diferencias naturales y diferencias sociales
el origen religioso, que marcan com por Véanse además Acciones afirmativas, Acuì-
tamientos en ámbitos tan variados como la tu ración, A UTERI DAD, CIUDADANÍA ,
relación con el cuerpo, la enfermedad, los mé Giu cl ada no, ( >o m un ita r ism o, C O N S U M O
dicos y los medicamentos, según informan la CULTURAL, Criollización, CULTURA,
relación con la escritura, el *saber y la autori D ESARROLLO, D IF E R E N C IA Y D E S
dad (Fainzang, 2001). Es así como es posible IGUALDAD, Diferencias sociolingüísticas y
dar cuenta de divergencias significativas desigualdad, Discriminación positiva, DIS
constatadas en el seno de un mismo medio so CRIMINACIÓN Y E X C L U S IÓ N SO
cial, o en marcos sociales equivalentes, entre CIAL, ELITES, ESPACIO-TIEMPO, Et in
individuos asociados a categorías culturales cidaci, Etnocentrismo v relativismo cultural,
diferentes, de .a misma forma que se pueden E X P L O T A C IÓ N SOCI AL, Ext ran jero,
descubrir tendencias semejantes, verificadas F R O N T E R A , HIBRID ACIÓN, Homofo-
por recurrencias en el interior del mismo ám bia y heterofobia, I D E N T ID A D , I N T E
bito cultural, que son transversales a una po GRACION, Integración educativa, Integra
blación heterogénea desde un punto de vista ción religiosa, Intercultural idad. Megalopo
socioeconómico, educativo, profesional o de lis, Migraciones. Teoría macro, MINORIAS,
medio rural/urbano. MOVÍ LID AD, MULTICULTURALIS M( ),
Nacionalidad, Nacionalismo, Naturaliza
ción, Nomadismo y turismo, NUEVOS M()-
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y desigualdad
Culture of Poverty: Conceptual, Logical, and
Una población puede manifestar una va
Empirical Problems, with Perspectives From
riedad de prácticas lingüísticas que informan
Brazil and Peru”, en E. Leacock (ed.), The
y son informadas por *diferencias sociales y
Culture o f Poverty: A Critique. New York: Si
culturales, que se toman como causas o justi
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ficaciones de diversas desigualdades (B ar
LEW IS, Oscar (1966): La Vida. A Puerto Rican in the
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Culture of Poverty. New York: Random House.
la unidad genética de la especie humana es al
LIEBOW , Elliot (1967): Tally's Corner. A Study o f
go que se ha venido aceptando con dificulta
Negro Streetcorner Men. Boston: Little, Brown
des, nos encontramos habitualm ente con la
and Company.
idea de la existencia de una lengua original
ORTN ER, Shirley (1998): “Identities: The Hid
que se habría ram ificado. Ahora bien, es
den Life of Class”. Journal o f Anthropological
plausible que las familias de lenguas hayan te
Research ,54(1): 1-17.
nido múltiples orígenes, instancias diversas
V A LEN T IN E, Charles (1966): Culture and Po
de realización de una universal capacidad hu
verty. Critique and Counter Proposals. Chicago:
mana para el lenguaje. Sea como sea, la va
The Chicago University Press.
riedad que representan los varios miles de
W ILLIS, Paul (1977): Learning to Labour: How
lenguas de la humanidad es patente. En este
Wording Class Kids Get Wording Class Jobs.
sentido las estimaciones varían según los cri
London: Saxon House.
terios que se tengan en cuenta, como, por
WILSON, William Julius (1987): The Truly Disavan-
ejemplo, la distinción lengua/dialecto, cuyos
taged. Chicago: The Chicago University Press.
usos políticos pueden ilustrar la jerarquiza-
Manuela Ivone P. Da Cunha ción social de las diferencias lingüísticas.
77 Diferencias sociolingüísticas y desigualdad
Al mismo tiempo, relega otros tipos de dife y es indiferente a su reproducción futura, des
rencias que marcaban a los ciudadanos, como de la discriminación positiva se considera a la
lo ocurrido con las lenguas, las aptitudes físi sociedad como un complejo sistema de nego
cas desiguales y los ^patrimonios simbólicos ciación de ventajas, relativas e interrelacio
específicos de los diversos grupos sociales. nadas, para ciertos grupos específicos. Se
En el caso particular de Estados Unidos, desvanece la visión de un individuo universal,
la igualdad manifestada en la Constitución no abstracto, incorpóreo, sin género, ni edad, ni
eliminó el ^racismo, ya que este texto resultó aptitudes físicas diversas. Cambia igualmente
manifiestamente excluyente para la pobla la concepción de justicia, que deja de ser la
ción negra y favorable a la blanca. En esta aplicación uniforme de un mismo conjunto
propuesta constitucional, que pretendía teóri de leyes y deberes universales para convertir
camente la universalidad de la ciudadanía, no se en un tipo de justicia redistributiva, capaz
se contempló a los esclavos. Por consiguiente, de adaptar los principios legales a las condi
éstos y sus descendientes se vieron sometidos ciones específicas de determinados grupos e
a un trato desigual, basado en una discrimi incluso de individuos en el interior de la so
nación y en una segregación claras en los ciedad.
espacios públicos. En el caso francés, las mi Habida cuenta del hecho histórico y socio
norías étnicas se vieron asfixiadas y las len lógico de que no somos iguales y de que mu
guas diferentes del francés fueron censuradas, chas personas son discriminadas o excluidas
conforme ocurrió con el vasco, el catalán o el socialmente a causa de su diferencia, la discri
bretón. En la actualidad, tanto en Francia co minación positiva requiere la activación del
mo en otros países europeos, el credo univer principio de tratar desigualmente a los que
salista se encuentra en una gran crisis, son desiguales. La lógica subyacente a esta
provocada por un racismo creciente contra los noción de justicia es sumamente clara: si tra
inm igrantes africanos, asiáticos y musulma tamos igualmente a los desiguales, no hare
nes. Este nuevo proceso de discriminación, mos otra cosa que perpetuar su desigualdad.
producido en un periodo de pos-descoloni- Por otra parte, tratar desigualmente a los des
zación, está poniendo en jaque el pacto uni iguales está justificado legal y m oralmente
versalista fundador de esos Estados. Por desde el punto de vista de la justicia redistri
primera vez el problema de la discriminación butiva, siempre y cuando este tratam iento
positiva se presenta para los grupos sociales desigual contribuya de una manera positiva y
no blancos como una medida compensatoria no ^violenta a la construcción de una igual
y restauradora de un nuevo pacto nacional de dad futura entre todos los ciudadanos. Un
convivencia no racista. principio general que justifica la discrimina
Las distintas luchas anticoloniales, anti ción positiva, más allá de la d iscrim in ación
racistas y de afirmación étnica a lo largo del racial, es la Convención Internacional para la
s. XX llevaron a un cuestionamiento de aquel Elim inación de Todas las Form as de D iscrim i
universalismo, que impidió que la sociedad se nación, aprobada por las Naciones Unidas en
conociera en su diversidad y diferencia. Esta 1966 y ratificada por ochenta y cuatro países
supresión de la diferencia se ve ahora cuestio en 1969. En ella se afirm a, en su artículo 1,
nada desde el nuevo discurso que introduce párrafo 4, que: “No serán consideradas dis
un conjunto complejo de argumentos históri crim inación racial las medidas especiales
cos, jurídicos, sociológicos, antropológicos y tomadas con el único objetivo de garantizar el
lingüísticos. D e este modo, una política de progreso adecuado de ciertos grupos raciales
afirmación de la diferencia contra cualquier o étnicos o de individuos, que necesiten la
forma de discriminación ha conducido a la protección que pueda ser necesaria para pro
formulación de diversas propuestas de discri porcionar a dichos grupos o individuos igual
minación positiva. En consecuencia, pode disfrute o ejercicio de d e re ch o s humanos y
mos definir discriminación positiva como un libertades fundamentales, siempre que dichas
conjunto de derechos que determinadas per medidas no tengan como consecuencia la per
sonas o grupos humanos adquieren, como re sistencia de derechos separados para diferen
paración, compensación o redistribución tes grupos raciales y no prosigan después de
justa, debido a sus condiciones de desventaja haber sido alcanzados sus objetivos”.
—intrínseca, crónica o provisional—frente a los Las cuotas destinadas a la población negra
sujetos no discriminados. en la enseñanza superior, que actualmente se
En un sentido contrario al universalismo encuentran en intenso proceso de implanta
formal, que acata las desigualdades de origen ción en Brasil, son una modalidad de discri
Discriminación positiva 80
minación positiva, que se entiende como una futuro. En esta situación, la discrim inación
medida de emergencia y, en consecuencia, positiva para los individuos con necesidades
temporal. El papel de las cuotas consiste en especiales es una acción que pretende perpe
acelerar el proceso de inclusión de los negros tuar la compensación de una particularidad.
en las universidades hasta el momento en que De manera similar, las diversas medidas de
estén presentes dentro del mundo académico protección y excepción destinadas a niños,
en la misma proporción que define su presen adolescentes y ancianos siguen este mismo mo
cia demográfica como un todo en la sociedad delo desde el momento en que estabilizan la
brasileña. Puede decirse que en este sentido intervención en favor de la diferencia que ge
no se abandona el horizonte universalista que nera desventaja y desigualdad. Consecuente
está detrás de la formulación de las cuotas, si mente, universalismo y diferencialismo no son
no que únicamente esta perspectiva se pro incompatibles en la lógica de la discriminación
yecta hacia el futuro con el apoyo de un plan positiva, dada la diversidad de desigualdades y
de objetivos para la construcción de la igual diferencias y la multidimensionalidad de la
dad racial. Si concebimos las cuotas como un propia idea universal de igualdad.
tipo de discriminación positiva destinada a Una de las principales resistencias provo
combatir el racismo que produce la discrimi cadas por las medidas de discriminación posi
nación negativa, se espera que en algún mo tiva llevadas a cabo respecto a las minorías en
mento futuro habrá de cesar la exclusión India, Malasia, Estados Unidos, Sudáfrica y
racial. A partir de ese momento, las cuotas ha Brasil tiene que ver con el principio de m é
brán cumplido su función. Si la discrim i rito. Según los adversarios de las acciones
nación racial deja de producirse, podrá afirmativas, la discriminación positiva de re
instalarse por fin la regla de la igualdad; si la servar plazas para los discriminados puede
discriminación racial continúa existiendo, se conducir a otra discriminación negativa, en
rá posible tomar otras medidas antirracistas, este caso contra personas que tengan más
diferentes de las cuotas. Por lo tanto, las cuo méritos que los beneficiados por las acciones
tas form an parte de la lucha antirracista. positivas y que pese a ello serán rechazados.
Existe una relación causal compleja, no lineal, Resulta emblemático de esta tensión e inco
entre exclusión racial y práctica racista. La ex modidad constante el famoso caso Bakke
periencia de los países que han adoptado ac contra la Universidad de California, de 1977,
ciones afirm ativas demuestra que éstas no cuyas consecuencias teóricas exploró Ronald
tienen el poder de eliminar el racismo, pero Dw orkin. O currió que un estudiante, sus
provocan una disminución en uno de sus pendido en el examen de ingreso a la licencia
principales efectos: impedir a las minorías ét tura que otorgaba la Facultad de Medicina,
nicas y raciales discriminadas el acceso iguali procesó a la universidad alegando que había
tario a los recursos económicos, políticos y sido rechazado debido al trato de favor que se
simbólicos de la sociedad como un todo. La dispensó a un candidato negro con una pun
discriminación positiva y la acción afirmativa tuación menor que la suya. El Tribunal Supe
son en este sentido instrumentos de políticas rior del Estado ordenó a la Facultad de
de inclusión muy diversas en el campo étnico, Medicina que lo matriculara, al tiempo que
racial, de género o de otra índole. prohibió a las universidades de California
Sin embargo, existen tipos de discrimina que tuvieran en cuenta la raza en decisiones
ción positiva, según resulta constatable en el futuras sobre la admisión de estudiantes. Esta
caso de las diversas acciones afirmativas desti decisión del Tribunal dio lugar a una comple
nadas a los individuos con necesidades espe ja discusión sobre la universalidad del mérito
ciales, que ni se construyen con el criterio de académico y en qué medida éste debe ser ca
la temporalidad ni se entienden como m e paz de arm onizarse respecto a inveteradas
didas de emergencia. Dado que se trata de desigualdades raciales, teniendo en cuenta a
condiciones constitutivas de algunos seres la vez la escasez de plazas en las Facultades de
humanos, discriminaciones positivas, diseña Medicina; todo ello en el marco de la función
das de acuerdo con el tipo y grado de nece social de la profesión médica. Después de una
sidad, pasan a constituirse en derechos larga disputa, la Universidad de California
perennes de esas personas. Se construye de es pudo retomar su sistema de discriminación
ta forma una tercera posición, distinta de la positiva para individuos negros por medio de
postura universalista anticuotas y también de la puntuación por razas.
la posición diferencialista de emergencia, que Al igual que sucede con las cuotas y las ac
posterga el momento de la igualdad para el ciones afirmativas, la mayoría de las discusio
81 Discriminación positiva
nes sobre discriminación positiva tiende a CARVALHO, José Jorge de; SEGATO, Rita
asumir el carácter estrictamente liberal for Laura (2002): Urna Proposta de Cotas para Es-
mulado en las políticas de Estado. Además, tudantes Negros na Universidade de Brasilia.
muchas teorías sobre este asunto inciden en la Brasilia: Departamento de Antropología.
oposición entre igualdad y diferencia sin Universidade de Brasilia. Sèrie Antropologia.
cuestionar la hegemonía mundial del capita DW ORKIN, Ronald (1986): “The B a k fe Case:
lismo contemporáneo, que transforma algu are quotas unjust? & What did Bakfce really
nas diferencias en desventajas y exclusiones, y decide?”, en Ronald Dworkin, A Matter o f
sin evaluar las alternativas planteadas por el Principle. Cambridge: Harvard University
socialismo o por otras propuestas y movi Press.
mientos de tipo autonomista. Recordemos EMERSON, Renato; LOBATO, Fátima (eds.)
que la antigua Unión Soviética y China tam (2003): Andes Afirmativas. Políticas Públicas
bién diseñaron políticas desde la dimensión contra as Desigualdades Raciais. Rio de Janeiro:
de la discriminación positiva al construir el DP&A.
pacto comunista entre naciones y regiones au GOMES, Nilma Lino (2004): Afirmando Direitos.
tónomas, unas experiencias sobre las que se Acesso e Permanencia de J ovens Negros na Uni
ha discutido escasamente. versidade. Belo Horizonte: Auténtica.
Por último, hay que resaltar el momento MUNANGA, Kabengele (org.) (1996): Estratégias
particularmente rico que atraviesan en Amé e Políticas de Combate à Discriminando Racial.
rica Latina las discusiones sobre el tema de la Sao Paulo: EDUSP/Estagao Ciéncia.
discriminación positiva. Los movimientos ONU (1969): International Convention on All
negros antirracistas, en pro de la inclusión y Forms o f Racial Discrimination. Resolution
de las reparaciones de la Diáspora africana 2106, in Accordance with Article 19. ONU, 4 Ja
y las luchas de las poblaciones nativas, lideradas nuary.
por los #movimientos indígenas de Bolivia, SANTOS, Boaventura de Souza (2003): “Intro
México y Ecuador, cuestionan radicalmente d u c o : para ampliar o canone do reconheci-
los siglos de Colonización, Esclavitud y *ge- mento, da diferen^a e da igualdade”, en
nocidio producidos por los blancos europeos. Boaventura de Souza, Reconhecer para Liber
Sim ultáneam ente, rechazan la continuidad tar : Os Caminhos do Cosmopolitanismo Multi
de un sistema capitalista dependiente que cultural. Rio de Janeiro: Civilizado Brasileira.
marcó el siglo XX en América Latina. Sus mode SEGATO, Rita Laura (2003): Urna Agenda de
los de autonomía, horizontalidad en el en Andes Afirmativas paras as Mulheres Indígenas
tendimiento y ejercicio del poder y justicia no Brasil. Brasilia: Dpto. Antropologia, Uni
redistributiva apuntan propuestas de renova versidade de Brasilia. Sèrie Antropologia, 326.
ción del socialismo, que incluyen una dimen — (2007): “Racismo, Discriminación y Acciones
sión de discriminación positiva para los Afirmativas: Herramientas Conceptuales”, en
grupos étnicos y raciales y para todos los de Juan Ansión et al. (eds.), Acción Afirmativa e
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Paulo: Attar Editorial. tarismo, DERECHOS HUMANOS, DIFE-
Discriminación y exclusión social 82
clusión—, los motivos para examinar esta cate comunes” —nociones con las cuales se argu
goría con el fin de extraer las dinámicas m enta, pero sobre las cuales jamás seargum en
sociales que en ella se expresan y a la vez se di ta— estarían destinadas a funcionar según la
simulan. Las categorías “exclusión” y “exclui lógica de la alodoxia, aportando más “benefi
do” evocan la idea de exterioridad, un estar cios” ideológicos que conceptuales, al encu
“fuera de lo social”, inexistente en el absoluto. brir con una pátina científica los discursos de
Es una imagen que invita a concebir estos “fe las *elites dominantes sobre la agudización
nómenos” y los grupos sociales afectados, co de las desigualdades y profundización de la
mo si estuvieran al margen del sistema de pobreza.
relaciones sociohistóricas del cual forman En cualquier caso, el creciente pluralismo
parte y de los campos específicos en los que se sociocultural de las sociedades contemporá
desarrollan las interacciones excluyentes. La neas, y en particular las *migraciones inter
oposición excluido/integrado tiende así a nacionales, exigen poner en relación la noción
oscurecer la naturaleza específica de las es de exclusión con las políticas de Ciudadanía.
tructuras y mecanismos de dominación y Los criterios restrictivos de acceso a ella -v a
desigualdad en que se sustenta: las lógicas a riables según los conceptos de Nacionalidad
partir de las cuales se construye la asimetría y el ^desarrollo histórico de los Estados-na
de posiciones en el espacio social, se atribuyen ción—conllevan para amplios sectores de in
las dignidades o indignidades sociales, y las migrantes y sus descendientes considerables
formas ordinarias con arreglo a las cuales las limitaciones en el acceso a diversos derechos
dialécticas de la inclusión/exclusión tienen lu —en particular políticos, además de civiles y
gar en las sociedades contemporáneas. Los sociales, según momentos históricos y luga
usos faltos de rigor y equívocos han propicia res—, conformando uno de los fundamentos
do no pocos debates e intentos de precisión. El de las condiciones de vulnerabilidad y des
propio Robert Castel (2000) se ha inclinado igualdad. No obstante, una consideración le
por restringir el concepto a aquellas prácticas gal de la ciudadanía no es suficiente para
pasadas o presentes de erradicación total de la comprender los sutiles mecanismos de pro
comunidad —expulsión—, de reclusión en ducción y reproducción de las desigualdades
espacios cerrados en el seno de la comunidad inscritos en las prácticas cotidianas, como lo
—manicomios, prisiones, ghettos—, o de atri demuestra la extensa historia de marginación
bución de un estatuto especial a ciertas cate de los gitanos europeos, o de los afroamerica
gorías de población, sea que las prive de nos, o la aún dificultosa trayectoria de otros
ciertos derechos —*apartheid— o las haga colectivos desde la igualdad formal a la real
beneficiarias de políticas específicas —por —m ujeres, homosexuales, discapacitados,
ejem plo, de discrim inación *positiva como etc.—. En el caso de las poblaciones inmigran
eventuales fuentes de Nstigmatización—. Las tes, aquellos mecanismos no pueden desligar
nociones de desafiliación y vulnerabilidad in se, de una parte y más allá, de los efectos
troducidas en su lugar refieren, en el primer jurídico-formales de la ciudadanía, de las dis
caso, a los procesos que conducen al aisla tinciones que en tanto construcción socio-
miento social —a una manera de ser y que le simbólica ésta instaura —reforzadas a su vez
hace a uno inútil para la sociedad y de saber por las políticas de gestión de Aflujos—.
lo - y, en el segundo, a la amenaza de desafi Asociada a la noción de pertenencia —a la N a
liación que recae sobre sectores de población ción— constituye una potente categoría de
plenamente “integrados” con anterioridad marcadora entre “interiores” y “exteriores”
—parados, etc.—. Ambos procesos no pueden imponiendo, como indica Sayad (1999), una
comprenderse más que en el contexto con “condición”, una marca sociocultural mucho
temporáneo del declive de las instituciones, más durable que la situación jurídica. S i
de la crisis del empleo, de la individualización m ultáneam ente, y de otra parte, es preciso
y descolectivización y de la quiebra de las re considerar la aportación de los discursos
des sociales. Otros autores, como Wacquant y culturalistas contemporáneos a las dialécticas
Bourdieu (2001), han elaborado una crítica cotidianas de inclusión/exclusión. Estos dis
radical de los fundamentos teóricos y de las cursos enfatizan las diferencias *identitarias,
condiciones sociales de producción y circula presentándolas como entidades autoconteni-
ción de un sistema de categorías afines entre das de rasgos particulares y propician la ima
sí: exclusión —y su análoga estadounidense gen de la unicidad grupal y del su jeto
underclass— multiculturalidad, N tnicidad, —comunidad “cultural”, costumbres, tradi
etc. Resituadas en el espacio de los “lugares ciones, religiones, lenguas, memoria históri
Discriminación y exclusión social 84
San Román (1996), sólo contribuye a revelar tre creencia/discurso —“alterófobo”—y com
un aspecto de una realidad mucho más com portamiento. Aun cuando se comprueban
pleja y “multifocal”. En la primacía otorgada, constantes históricas generales respecto a
en la lucha contra la discriminación, a los pro ciertos grupos alterizados —judíos, moros, gi
gramas de “sensibilización” o de “educación tanos, negros...—, la investigación pone en evi
en valores” pueden advertirse presunciones dencia el carácter no estático y relativo —a las
derivadas de planteamientos similares: la “di posiciones, trayectorias y escenarios sociales—
solución” de prejuicios y estereotipos operaría de las relaciones mayoría/minoría, y las am
a través de una acción directa sobre el campo bigüedades y contradicciones que se produ
de las “ideas” y “valores” —una suerte de “con cen en función de encuentros y situaciones
ciencia” generalizada—al margen de las rela específicos y campos sociales concretos. Las
ciones sociales mismas, de las posiciones y variadas estrategias de distanciam iento, re
trayectorias de los agentes involucrados. traim iento o jerarquización interna —entre
Las prácticas discriminatorias, incuestio otras—, elaboradas por los grupos alterizados
nablemente, hunden sus raíces en procesos y discriminados para recuperar la dignidad
sociales de clasificación: en modos de visión, social, reafirmar la legimitidad de su estatus y
división y apreciación, a través de los cuales, “resistir” a la dominación, ponen en entredi
en cada tiempo y lugar, se trazan líneas de cho, complementariamente, el efecto homo
marcadoras entre grupos sociales, se establece géneo de la discriminación sobre los grupos a
una distinción —y adscripción—jerárquica en- los cuales afecta. Por otra parte, la preponde
. íí . u 11 u >5 i u >> T
tre nosotros y ellos , yo y el otro . Los rancia del diferencialismo cultural —y su par
diversos modos que asume la discriminación cial sustitución del “racialismo”—, el impacto
—las formas y grados de “hetero” o “alterofo- de los *nuevos movimientos sociales, las polí
bia”, desde las más explícitas a las más sutiles, ticas de discriminación positiva, las transfor
desde la violencia física, a la sim bólica- se sus maciones legales respecto a las anteriores
tentan sobre la construcción de una #alte- formas institucionales directas de discrimina
ridad radical, constituida en función de ción y exclusión, etc., constituyen actualmen
complejas mixturas de marcadores —físicos, te un marco para la redefinición de las
culturales, religiosos, sexuales, lingüísticos, relaciones entre mayorías y minorías, cuyos
etc.—, la esencialización y negativización de efectos y consecuencias no son los mismos se
los individuos y el grupo “marcados”. Pero la gún los diferentes ámbitos de la vida social.
comprobación de aquellos principios genera La emergencia de prácticas discriminatorias
les de orden “cognitivo” no exime considerar más implícitas, indirectas y menos abiertas
las condiciones históricas particulares —socia —aunque no menos eficaces—invita a conside
les, políticas, económicas—que hacen posible rar, entre otras cosas, las dispares situaciones y
y dan lugar al procesamiento mismo de la contextos de interacción social y el modo en
diferencia, a su constitución en factor de dis- que las relaciones de fuerza entre “segmen
criminación/dominación y a su articulación tos” de la sociedad se resuelven en ellos.
—variable y sujeta a indeterm inaciones—en Por todo ello resulta conveniente resituar
lógicas prácticas concretas. Contra la idea el análisis en la relación entre grupos, en los
común —sustancialista y, finalmente, naturali- arreglos estructurales e institucionales que
zadora—de que en la diferencia misma se en posibilitan y dan cobertura a su reconoci
cuentra el germen de los eventuales rechazos, miento como tales, e igualmente en las fun
cabe recordar la mutabilidad en tiempo y es ciones y rendimientos materiales y simbólicos
pacio de los grupos susceptibles de alteridad, que la alterización —y dominación—proporcio
la transform ación de los marcadores de la na tanto en contextos ^globales como locales.
dignidad/indignidad social y que cualquier
diferencia no se constituye en factor de discri
minación —y dom inación—. Por último, hay Bibliografía
que considerar que no puede comprenderse
la configuración de un otro “intolerable” con BOURDIEU, P. (1991 [1980]): E l sentido práctico.
independencia del canon desde el cual se Madrid: Taurus.
construye —del “nosotros”—ni de la regula C A ST EL, R. (2000): “Cadrer lexclusion”, en
ción de las relaciones sociales específicas a las Karsz, S. (dir.) L!exclusión, definir pour en finir.
que sirve. Una perspectiva meramente cog- Paris: Dunod.
nitivista/ideológica podría llevar a pensar C H E B E L D’A PPO LLO N IA, A. (1998): Los ra
igualmente en la coherencia sistemática en cismos cotidianos. Barcelona: Bellaterra.
87 Discriminación y exclusión social
ra Guerra Mundial —el último periodo más las relaciones comerciales y financieras trans
significativo de globalización—habría alcan nacionales con el objetivo de m antener una
zado unos niveles de intercambio transnacio paridad monetaria sólo alcanzable con la abo
nal de mercancías y de Circulación financie lición de las políticas sociales inflacionistas.
ra muy próximos a los que encontramos en el Las *migraciones de trabajadores proceden
comienzo del siglo XXI. Pese a ello, resultan es tes de países relativamente pobres hacia las
pecialmente importantes las diferencias consta principales naciones capitalistas, así como la
tabas entre el presente periodo de globaliza exportación de manufacturas y empleos del
ción —posterior a 1970—y las épocas anteriores sector servicios de los últimos territorios a los
de comercio transnacional, como la situada en primeros, han contribuido también al retro
los inicios del s. XX. Una de las principales di ceso social de las clases trabajadoras y medias
ferencias radica en que, mientras en el perio bajas de los Estados más avanzados en el
do anterior a la Primera Guerra Mundial, el contexto del crecim iento de sus economías.
Estado-nación y sus posesiones políticas —ba Mientras tanto, las ascendentes elites empre
jo la forma de Colonias territoriales—conti sariales y financieras han usado sus cone
nuaban siendo el principal marco dentro del xiones con el sistema transnacional como
cual quedaban organizadas y reguladas las palanca para forzar una redistribución a su
actividades económicas transnacionales, en la favor de los ingresos, en detrimento del resto
fase contemporánea de globalización asisti de las clases y los segmentos de clase. En con
mos al debilitam iento y desmantelamiento traste con la última fase de globalización
parcial del Estado-nación como marco políti -q u e debe mucho a las políticas de los gobier
co y económico y a la par, el control imperial nos del Estado y de los Bancos Centrales—, la
de las relaciones políticas y económicas trans actual, posterior a 1970, está siendo dirigida
nacionales se ejerce ahora a través de un siste por estas elites empresariales y financieras,
ma de alianzas y bases militares que funcio cuyas operaciones transnacionaies implican la
nan como extensiones del poder militar de exención de impuestos y regulaciones antes
Estados Unidos —convertido en garante de la establecidos por los gobiernos nacionales, es
estabilidad de un sistema global consistente decir, suponen el fin de sus obligaciones C iu
en uniones económicas regionales, pactos de dadanas (Friedman, 2003; Gilí, 1994; Lasch,
mercado y transferencias de capital que se 1995; Turner, 2002). Según ha subrayado
sostienen por medio de entidades reguladoras Lasch, dichas elites, alejadas por su propia vo
supranacionales e instituciones financieras. luntad de las responsabilidades políticas y
Un efecto ampliamente reconocido de la económicas vinculadas a su inserción como
última oleada globalizadora ha sido el au ciudadanos en las sociedades nacionales —que
mento de la polarización de clase (Friedman, ha sido sustituida por políticas encaminadas a
1994, 2003; G ilí, 1994; Turner, 2002, 2003a, una participación de tipo personal y corpora
2003b). En los países capitalistas más avanza tivo en los beneficios de la economía transna
dos, la clase media —que había crecido y pro cional—tienen mucho más en común con sus
gresado en las tres décadas siguientes al fin de homólogos de otras naciones que con los con
la Segunda Guerra M undial— se ha polari ciudadanos de sus mismos países de origen.
zado de tal forma que la mayoría de sus Reich ha sido uno de los encargados de llamar
miembros —especialmente los vinculados a la atención sobre esta “secesión de analistas
funciones administrativas y económicas inte simbólicos”, según denomina a los nuevos
riores—han descendido socialmente o se han segmentos de elite de las clases medias. Alude
mantenido en su estatus, mientras que una a este hecho como el lado más oscuro de fsu]
reducida parte de aquélla ha ascendido hacia cosmopolitismo. El propio Lasch cita la for
la elite que participa en asuntos económicos y mulación de Reich como el principal ejemplo
políticos transnacionales y le ha ido mucho de lo que designa “la rebelión de las elites” en
mejor (Friedman, 2003; Lasch, 1995; Turner, la actual era de la globalización (Reich, 1992;
2003a). Las políticas sociales del bienestar, Lasch, 1995: 46-47).
desarrolladas en el periodo posterior a la Se Wilfredo Pareto, el sociólogo italiano cu
gunda Guerra Mundial como políticas de ya producción se concentra en las primeras
compromiso de clase que habían sostenido el décadas del s. X X —y a quien debemos el con
ascenso de gran parte de la clase trabajadora a cepto de sociedad como un sistema inestable
las clases medias, quedaron limitadas o aban pero que tiende hacia la búsqueda de equili
donadas en las décadas de los años setenta y brio—, desarrolló su teoría de la “*circulación
ochenta bajo las presiones que llevaron a cabo de las elites” para tratar de explicar la inesta
91 Elites
bilidad intrínseca a los sistemas sociales. Así guerra —Estados Unidos y Europa—y Japón.
lo enuncia en su Trattato di Sociología Genéra Los motores económicos de este sistema
le, publicado en 1916. Según dicha teoría, las fueron suministrados básicamente por los
clases dominantes tenderían a polarizarse en inmensos presupuestos de defensa estadouni
segmentos de elites opuestos, que Pareto apo denses y por la metástasis del “complejo m ili
da como “leones” y “zorros”. Los “leones” se tar-industrial”, que pasó a convertirse en el
rían las elites conservadoras, tendentes a principal canal de inversión pública de la eco
enfatizar la jerarquía social y a adherirse a po nomía empresarial de Estados Unidos. Los
líticas militaristas y represivas. Los “zorros” eurodólares, obtenidos de los préstamos soli
se identificarían con los liberales igualitarios, citados por Estados Unidos para la guerra de
que abogan por las reformas, el sufragio Vietnam, proporcionaron la mayor parte del
abierto y la libertad de mercado. Cada tipo de capital necesario para el despegue del creci
elite, cuando se encuentra en una posición miento explosivo de las transacciones fi
de poder, tiende a forzar sus políticas hasta un nancieras económicas. Este crecimiento fue
punto en el que desembocan en crisis, de for inmediatamente posterior al colapso del con
ma que queda abierto el camino para la susti trol estatal sobre las transacciones financieras
tución de dicha elite por otra del tipo opuesto. transnacionales, derivado de los acuerdos de
La más influyente aplicación del modelo de Bretton Woods establecidos en los inicios de
Pareto en antropología es la llevada a cabo la década de los años setenta (Turner, 2002).
por Leach en su trabajo P olitical Systems o f La construcción de este complejo militar de
H ighland Burm a, publicado en 1954, en don producción armamentística, fuerzas militares
de la descripción de la alternancia entre las permanentes y alianzas colectivas, funcionó
formasgumsa ygum lao de la sociedad Kachin como escudo protector para el desarrollo de
se corresponde con la circulación entre “leo economías capitalistas nacionales y transna
nes” y “zorros”, respectivamente. En un im cionales bajo hegemonía americana. Con el
portante desarrollo del análisis de Leach, derrumbe de la Unión Soviética y su imperio
Friedm an mostró cómo la rotación entre a finales de la década de los ochenta, Estados
gumsa y gum lao es, en gran parte, consecuen Unidos, secundado por el Reino Unido y el
cia de las relaciones político-económicas y resto de países de la O TA N , trató de expandir
ecológicas establecidas entre las distintas co este sistema de seguridad colectiva de forma
munidades dentro del marco del sistema que abarcase al mundo entero, alegando una
social Kachin considerado en su totalidad continua necesidad de defensa frente a las
(Friedman, 1975). Dicho en otras palabras, el amenazas militares procedentes de nuevas
tipo de elite o sistema político dominante en categorías de adversarios tales como los Esta
una comunidad dada depende de las relacio dos “desviados” y de “terror”. Este proyecto
nes históricas de dicha elite con el sistema po militar ha tenido un papel determinante en la
lítico y de las relaciones económicas entre éste perpetuación de la hegemonía de las elites po
y otras comunidades. Este desarrollo teórico líticas y de poder que han dominado la políti
no está exento de relevancia en el estudio del ca norteamericana y de la O T A N —así como
desenvolvimiento de las elites en el sistema gran parte de las economías domésticas—bajo
mundial contemporáneo, donde las dom i la forma de un complejo militar-industrial.
nantes y leoninas corporaciones transnacio Asimismo ha constituido una parte esencial
nales y elites financieras y político-militares se del proceso de construcción de un nuevo or
encuentran continuamente acosadas, cuando den mundial globalizado y, como tal, ha des
no sorteadas, por una variopinta colección de empeñado un papel fundamental en el
activistas en pro de los ^derechos humanos, contexto de la formación de unas elites trans
ecologistas, anarquistas, movimientos *indí- nacionales que han desarrollado, y continúan
genas y académicos críticos, con el apoyo va ejerciendo, un rol hegemónico en el universo
riable de una ciudadanía inquieta. global (Wood, 2003).
Los fundamentos de la “globalización” Este periodo, que data de la década de los
quedaron instaurados en la “Guerra F ría ”, años setenta, se extiende hasta la actualidad y
con sus guerras calientes intermitentes en Co se caracteriza por movimientos globales no
rea y Vietnam, cuando el sistema de alianzas regulados de finanzas y capitales productivos
militares establecido por los Estados Unidos y por migraciones masivas de trabajo a los
—fundam entalm ente por la O T A N —pasó a que se suma la hipertrofia de las corporacio
garantizar la seguridad del universo capita nes transnacionales ha sido, a la par, testigo
lista, constituido por el Occidente de la pos del surgimiento de nuevas formas de concien
Elites 92
TURN ER, Terence S. (2003a): “Clase, cultura y de trabajo y otras formas de participación—a
capitalismo. Perspectivas históricas y antropo las economías y sistemas sociales de sus países
lógicas de la globalización”, en J. L. García y de origen. Los gastos estatales improductivos
A. Barañano (coords.), Culturas en contacto. y las ^transacciones financieras, a las que de
Encuentros y desencuentros. Madrid: Ministerio ben esas *elites gran parte de su riqueza, son
de Educación, Cultura y Deporte, 65-110. fundamentalmente resultado de las políticas
— (2003b): “Class projects, social consciousness, del Estado diseñadas para lograr una estabili
and the contradictions o f ‘globalization’ ”, en dad monetaria nacional y evitar toda política
J. Friedman (ed.), Globalization, the State, and social inflacionista, incompatible con las exi
violence. Walnut Creek: Altamira Press, 35-66. gencias de las agencias reguladoras transna
WOOD, Ellen M. (2003): Empire o f capital. New cionales. Las nuevas elites tienden, por tanto,
York, London: Verso. a mostrar absoluta indiferencia -incluso hos
ZUNZ, Olivier (2002): “Introduction: Social Con- tilidad—ante las necesidades sociales e intere
tracts under Stress?”, en O. Zunz, L. Schoppa ses económicos de aquellos Conciudadanos
y N. Hiwatari (eds.), Social Contracts under que no pertenecen a los segmentos elitistas
Stress: The Middle Classes o f America, Europe (Gilí, 1996). Hasta tal punto llega esta orienta
and Japan at the Turn o f the Century. New ción global, que el control obtenido por las
York: Russell Sage Foundation, 1-20. elites de la política social y económica *na-
cional ocasiona un debilitam iento de las
Terence S. Turner
responsabilidades estatales en materia de
Ciudadanía igualitaria y soberanía popular
Véanse además Acciones afirmativas, CIU-
(Sassen, 2001a). La distribución de importan
1) A DANÍA, Ciudadano, C C)LO NIA CIS
tes áreas de soberanía —relacionadas con las
MO Y ANTIGOLONIAL1SMO, Griolliza-
políticas sociales y monetarias—a las agencias
ción, CULTURA, D ERECH O S H UMA
reguladoras transnacionales y a los bancos de
NOS, D ESA RRO L L O , D IFE RE N CIA Y
#desarrollo m ultilateral generando la crisis
DESIGUALDAD, Diferencias sociales y di
de soberanía del Estado contemporáneo (Sas
ferencias culturales, DISCRIMINACIÓN Y
sen, 1996,1998, 2001a, 2001b).
EXCLUSIÓ N SOCIAL, Elites cosmopoli
Todos estos aspectos político-económicos
tas, Espacio de los flujos, E S T A D O -N A
e ideológicos que acompañan al desarrollo de
CIÓN, Etnicidad, Global y local, GLOBA-
las nuevas y no tan nuevas elites contemporá
LIZACIÓN, Globalización v antiglobali-
neas han sido largamente eludidos por la m a
zación, 1IDENTIDAD, INDIGENISMO,
yoría de los antropólogos dedicados al estudio
Mestizaje, M IG R A C 1ONES, Modernidad,
de la globalización, en especial por los deno
MOVI LI DAD, MULTIC ULTURALIS-
minados teóricos transnacionales, que han
MO, Nacionalismo, Neocolonialismo, No
celebrado a las nuevas elites como Consum i
madismo v turismo, NUEVOS MO VI
doras cosmopolitas de formas y bienes cul
M IEN TO S SOCIALES, PATRI MONI O,
turales procedentes de distintas C ulturas,
Plural ismo sinc rón ico, P1 u ri nacionalidad,
cuando no como participantes directas, por su
Polarización de clase, Relaciones y procesos
idiosincrasia viajera, de los #flujos de perso
informales económicos, Relaciones y procesos
nas y modas culturales a través de las *fronte-
informales políticos, Revolución técnico-co
ras políticas y *geográficas y comprometidas
municativa, Segregación, Sujeto intercultu
en la construcción de imaginarios culturales
ral, TERRITORIOS, TRABAJO.
*híbridos.
Hemos de tener en cuenta que el término
Elites cosmopolitas de antropólogos “transnacionales” se aplica a
un grupo de analistas de la globalización
La misma dinámica que opera en el de cuyas perspectivas teóricas derivan funda
sarrollo de las elites transnacionales en el or mentalmente de los estudios culturales #pos-
den *global mundial. Las elites rentistas, coloniales y *posmodernos, los de Appadurai
empresariales y financieras especializadas, (1996) , Babha (1994), Gupta y Ferguson
que han prosperado en la nueva oleada *glo- (1997) .
balizadora, orientan cada vez más sus políti La concepción “transnacionalista” del ca
cas y actividades hacia la participación en el rácter cosmopolita de las elites globales y de la
comercio y los mercados financieros y de condición híbrida de las formas culturales del
*trabajo transnacionales, a expensas de su imaginario global se encuentra íntimamente
contribución —mediante impuestos, políticas conectada con sus ideas acerca de cómo la glo-
Elites cosmopolitas 94
balización ha convertido a los #lugares especí de las elites. Típicamente, las elites se consti
ficos e igualmente a los sistemas sociales y tuyen a sí mismas al controlar el paso, en el
culturales delimitados de todo tipo, en enti espacio o en el tiempo, a través de áreas fron
dades que han dejado de ser relevantes. Des terizas, fases o niveles de organización. Dicho
de su perspectiva, los flujos de personas, en otras palabras, gobiernan sobre tales inter
bienes y formas culturales a través de las fron faces, por lo que poseen un interés especial en
teras regionales y estatales, unidos a la posi el m antenim iento de los límites o fronteras
bilidad de una C om unicación inmediata que median y, en cierto sentido, trascienden.
gracias a los nuevos medios de comunicación, Dicha trascendencia y la ^identidad de elite
han dado lugar a una fusión de culturas y so que ella confiere dependen, tanto desde un
ciedades aisladas en un popurrí de formas punto de vista lógico como práctico, de los lí
culturales híbridas y fluidos movimientos so mites que rebasan, sin los cuales carecerían de
ciales de *m igrantes, viajeros comerciales o sentido.
turistas. Las unidades políticas y sociales que De los argumentos lógicos expuestos se
se sitúan entre el Estado-nación y las comuni derivan implicaciones políticas y pragmáticas
dades rurales o las sociedades indígenas —tan tanto para el proyecto de las elites, global
estrechamente ligadas a la teoría antropológi mente orientadas, de liberarse de una identi
ca y a las preocupaciones etnográficas— se ficación ideológica con sus conciudadanos,
interpretan como una categoría ^residual que conlleva toda una serie de responsabilida
dentro de las reliquias en proceso de desapari des sociales y económicas con ellos como para
ción, cuando no se afirma directamente su di el constructo teórico “transnacionalista”, que
solución. La movilidad global de las elites considera al cosmopolitismo la expresión ideo
cosmopolitas y de los migrantes fundadores lógica de dicho proyecto. Según han destaca
de comunidades diaspóricas, y las continuas do numerosas críticas realizadas desde la
transformaciones de los imaginarios cultura antropología y la sociología sobre las elites
les híbridos —catalizados por los nuevos me globalizadas contemporáneas, la búsqueda de
dios de comunicación—se consideran efectos valores cosmopolitas mediante la atenuación
de la transcendencia en todas sus consecuen o el rechazo de la ciudadanía común conduce,
cias de las conexiones espaciales y fronterizas paradójicamente, a una forma distinta de pa-
y, por lo tanto, de todas las estructuras socia rroquianismo. En su polémica contra lo que
les y culturales (Appadurai, 1996; Gupta y denomina “la rebelión de las elites” —es decir,
Ferguson, 1997). Las elites cosmopolitas se su dejación de las responsabilidades que im
convierten de esta forma para los “transna plica la ciudadanía—, Lasch alude a Robert
cionalistas” en el valor hegemónico de una Reich —en otro sentido, un defensor de la que
nueva era liberadora —teórica e im aginaria Lasch denomina una nueva elite global de
mente, cuando no en un sentido p ráctico- “analistas simbólicos”—al explicar el “lado os
para la sociedad, la cultura, el sistema, la es curo” de su cosmopolitismo: “la desnacionali
tructura y, finalmente, para la antropología, zación de las empresas de negocios tiende a
al menos respecto a las épocas preglobaliza- producir una clase de cosmopolitas que se ven
das anteriores a la aparición de los estudios a sí mismos como ciudadanos del mundo, pe
culturales. ro sin aceptar... ninguna de las implicaciones
Varios malentendidos parecen estar im que, desde el punto de vista político, suele
plícitos en estas afirmaciones. El hecho de que acarrear la noción de ciudadanía. Sin embar
las ^fronteras puedan cruzarse no las convier go, el cosmopolitismo de estos pocos favoreci
te en realidades pasadas de moda o irrelevan dos, puesto que resulta ajeno a la práctica de
tes. Las fronteras, tanto estatales como de la ciudadanía, conduce a una forma profunda
Ciudades o enclaves culturales, siguen siendo de parroquianismo. Las nuevas elites invier
instrumentos para regular selectivamente el ten su dinero en la m ejora de sus propios
paso entre los espacios que delimitan y los si enclaves autoaislados en vez de en el mante
tuados más allá de ellos, es decir, funcionan nimiento de los servicios públicos... [Su caso]
como dispositivos que confieren significados proporciona... un llamativo ejemplo de la re
específicos al tránsito de un te rrito rio a otro. belión de las elites contra los constreñimien
Las sociedades y las culturas han asimilado tos del *tiempo y del lugar” (Lasch, 1995: 47;
desde siempre los elementos procedentes de citado por Reich, 1992:309-11).
más allá de sus fronteras, y el proceso a través Las implicaciones políticas e ideológicas
del cual lo llevan a cabo constituye uno de los de los análisis de Lasch y Reich son evidentes.
modos más comunes de definición del estatus El dominio político, económico y cultural de
95 Elites cosmopolitas
las elites en el sistema global actual —debido a sociales y culturales. Cada ciudad global fun
su compromiso con los intercambios transna ciona como interfaz entre las regiones interio
cionales de mercancías, las transacciones fi res y los sistemas de comunicación e
nancieras, la diplomacia, las alianzas intercambio transnacionales originados por el
militares y los pactos comerciales—ya no se sistema global (Sassen, 2001b). Las ciudades
basa en su rol como mediadoras entre los sis globales actúan, por tanto, como centros cul
temas políticos y económicos internos de sus turales cosmopolitas: son a la par formas cul
países de origen y los sistemas transnaciona turales y estructuras sociales de localización
les. Su capacidad de controlar y encauzar las fija, que sirven de nudos espaciales para la
actividades sociales, políticas y económicas de organización de espacios intra- y transnacio
sus compatriotas es precisamente de donde se nales. En este sentido dentro del espacio ma-
deriva su facultad de tener un papel de elite crosocial representan un rol análogo al de las
en el escenario transnacional. La búsqueda de elites en la organización política, económica
un nuevo programa neoconservador, que ate e ideológica del orden social.
núe sus responsabilidades con los conciuda Estos flujos de mercancías, turistas y ma
danos de sus Estados-nación originarios, no de obra migrante suceden dentro de un or
conlleva paradójicamente el estrechamiento den espacialmente articulado de unidades
y, con ello, la socavación de las bases políticas políticas, sostenidas por el ejercicio del poder
e ideológicas de su hegemonía. que en su extremo —en el caso del sistema glo
La concepción “transnacionalista” del sis bal entendido como un todo—protagonizan
tema global como un espacio libre de fronte política y militarmente el Estado imperial do
ras en el que actores “#desterritorializados” y minante y sus aliados. La hegemonía de las
flujos no estructurados de m igrantes, m er elites en el actual orden global está directa
cancías y formas imaginarias circulan libres mente vinculada con la gestión de los flujos
del constreñimiento de los anticuados paisa de poder dentro de este sistema de lugares es
jes de la ^modernidad, caracterizados por Es pacialmente delimitados. Para dichas elites, el
tados-nación y comunidades perfectamente sistema global es una compleja jerarquía de
delimitados, que constituye la base de la no espacios delimitados.
ción “transnacionalista” del carácter global de La explicación “transnacionalista” de la
las elites, resulta inadecuada en cuanto se exa globalización como enemiga de “lugares” y
mina la producción de mercancías, películas, “fronteras” es, en suma, completamente in
medios de transporte y comunicaciones, y la correcta: engañosa desde una perspectiva
infraestructura inmaterial de las comunida lógica, teóricamente equivocada y etnográfi
des diaspóricas que incluye el contenido de su camente errónea. Por consiguiente, la idea de
imaginario global. Los bienes, servicios y un carácter cosmopolita, propio de las elites
personas que constituyen los flujos transna globales y formas culturales globalizadas, es
cionales —y que se incluyen en la noción igualmente desacertada. Esto no significa
“transnacionalista” de cosmopolitismo—de •afirmar que la globalización no haya produci
ben ser producidos, según destaca Sassen, en do nuevas clases de cosmopolitismo, elites es
un proceso cada vez más complejo que com pecializadas y formas culturales consagradas
prende un conjunto de redes de lugares que a sus valores. Las transformaciones de la es
son frecuentemente transnacionales (Sassen, tructura de clase y de las representaciones
1996, 1998, 2001b). Más allá de esto, insiste ideológicas del Estado-nación producidas por
Sassen, la organización de dichas redes de la globalización han estimulado, no obstante,
producción y distribución bajo condiciones el nacimiento de nuevas elites de carácter im
de globalización genera en sí misma una cate plícitam ente -y , frecuentem ente, explíci
goría especializada de superespacios: “las tam ente— transnacional y cosmopolita: los
ciudades globales”. La “ciudad global” es un denominados *nuevos movimientos sociales
tipo de espacio producido por el sistema glo se hallan comprometidos con valores de ca
bal, cuyas relaciones entabladas con otros rácter universal. Ya que las políticas de tipo
“superespacios” poseen una estructura pro nacional han tendido a la fragmentación en
pia. Ambos hechos entran en obvia contradic identidades subnacionales y grupos ^étnicos,
ción con los argumentos de los teóricos las identidades y los grupos étnicos recientes
“transnacionalistas”, que defienden que la se inclinan e interesan por los valores univer
globalización ha disuelto los lugares y los ha sales —*derechos humanos, medio ambiente,
sustituido por un conjunto de flujos no es paz, etc.—que transcienden al Estado y a su
tructurados que conforman las estructuras ideología nacional. Dichos valores y causas
Elites cosmopolitas 96
universales funcionan como fuente de legiti ción de las elites de Pareto, podemos entender
midad superior a la otorgada a los estados y que los tipos de elites cosmopolitas son procli
las ideologías nacionales en la política con ves a la form ación de grupos opuestos que
vencional y las instituciones legales (Keck y constituyen una reminiscencia de los “leones”
Sikkink, 1998; Laraña, 1994; Offe, 1985; Tur- y “zorros”, y que los “liberales del champag
ner, 1997). Los vehículos sociales y defensores ne” ocupan una posición interm edia, quizá
de estos valores universales suelen ser movi dentro del rol zoomórfico de los pollos de co
mientos nacionales o transnacionales para la rral criados en libertad. Sigue pareciendo co
defensa de los derechos de las ^minorías y de mo si las luchas de los “zorros” con los, en el
determinadas categorías sociales tales como presente, hegemónicos “leones” pudieran en
mujeres y niños, derechos culturales y territo carnar la visión de Pareto “circulando” a la
riales de los pueblos indígenas y reivindica posición hegemónica que deja vacante el or
ciones medioambientales. Dicha tendencia gullo desintegrado de unos fallidos leones.
supone una reorientación del concepto de
derecho desde las normas proclamadas e
impuestas estatalmente de acuerdo con prin Bibliografía
cipios sostenidos —independientemente de los
Estados—por la opinión global, las organiza APPADURAI, Arjun (1996): Modernity at large:
ciones no gubernamentales y, en ocasiones, Cultural dimensions o f globalization. Minnea
instituciones intergubernamentales como polis: University of Minnesota.
Naciones Unidas: es decir, por formas e insti BABHA, Homi (1994): The location o f culture.
tuciones cosmopolitas. Los grupos identita- London: Routledge
rios y movimientos sociales que defienden GILL, Stephen (1996): “Globalization, Democra
dichos valores universales están formados tization and the Politics of Indifference”, en
frecuentemente por miembros con una pro J. M. Mittelman (ed.), Globalization: Critical
yección internacional que colaboran entre sí Reflections. Boulder: Lynne Rienner, 205-227.
en acciones políticas, manifestaciones y cam GUPTA, Akhil; FERG USO N , James (1997):
pañas que atraviesan las fronteras estatales, “Culture, power, place: Ethnography at the
dando lugar al desarrollo de redes o alianzas end of an era”, en A. Gupta y J. Ferguson
de movimientos con una orientación transna (eds.), Culture, power, place: Explorations in cri
cional. Los activistas que forman estas redes y tical anthropology. Durham: Duke University
sus causas de carácter universal constituyen Press, 1-46.
una auténtica contraelite cosmopolita, com KECK, M.; SIKKINK, K. (1998): Activists Beyond
prometida en la lucha contra las políticas de Borders: Advocacy Networks in International
las elites político-m ilitares y empresariales, Politics. Ithaca, NY: Cornell University Press.
transnacionalmente orientadas, que intentan LARAÑA, Enrique; JOHNSTON, Hank; GUS-
en la actualidad consolidar su control del FIE L D , Joseph R. (1994): N ew Social Move
mundo y sus recursos naturales (Turner, ments: From Ideology to Identity. Philadelphia:
2004). Temple University Press.
En resumen, en contra de la perspectiva LASCH, Christopher (1995): The revolt o f the elites
monista defendida por la mayoría de los teó and the betrayal o f democracy. New York: Norton.
ricos “transnacionalistas”, las dinámicas de la O FFE, C. (1985): “New Social Movements: Cha
globalización no han dado lugar a una sola llenging the Boundaries of Institutional Poli
elite, sino a múltiples. Friedman ha denomi tics”. Social Research, 52: 817-868.
nado a estas elites culturales —tan celebradas REICH , Robert B. (1991): The Wor\ o f Nations.
por los teóricos “transnacionalistas”—los “li New York: Alfred A. Knopf.
berales del champagne”. Dentro del mismo SASSEN, Saskia (1996): Losing Control? Sove
estilo metafórico, podríamos entender el uni reignty in an Age o f Globalization. New York:
verso cultural y político del orden mundial Columbia University Press.
globalizado como una lucha alcohólica entre — (1998): Globalization and its discontents: Selected
los “liberales del champagne”, “los conserva Essays 1984-1998. New York: New Press.
dores del whisky” y los “habituales del vino” — (2001a): “Cracked Casings: Notes towards an
activistas internacionales, que cuentan con la Analytics for Studying Transnational Proces
lealtad política de los “trabajadores cervece ses”, en L. Pries (ed.), New Transnational Spa
ros” y, más dudosamente, con la de “los traba ces: International Migration and Transnational
jadores migrantes del tequila”. También, en Companies in the Early Twenty-First Century.
el idioma zoológico de la teoría de la circula London: Routledge, 187-208.
97 Esclavitud
— SASSEN, Saskia (2001b [1991]): The global gica e incluso sexual de la vida social. La in
city: New York, London, Tokyo. Princeton: vestigación acerca de la esclavitud que
Princeton University. desarrollen las ciencias sociales —y que con an
TURNER, Terence S. (1997): “Human Rights, Hu terioridad se había llevado a cabo fundamen
man Difference: Anthropology’s Contribution talmente dentro del ámbito de la economía, la
to an Emancipatory Cultural Politics”.Journal o f historia o las ciencias políticas— no puede,
Anthropological Research, 53, 3: 273-292. Special dentro de nuestro mundo *globalizado e
Issue: C. Nagengast and T. Turner (eds.), Uni *intercultural, seguir por más tiempo concen
versal Human Rights versus Cultural Relativity. trada sólo en los dos ejemplos espacio-tempo-
— (2004): “Anthropological Activism, Indige rales que hasta el momento han centrado la
nous Peoples and Globalization”, en C. N a atención: el tráfico trasatlántico que estableció
gengast y C. Velez-Ibanez (eds.), Human el sistema colonial europeo y americano en las
Rights: The Scholar as Activist. Oklahoma City: Américas y el Caribe (Genovese, 1972), junto
Society for Applied Anthropology , 83-119. con su predecesor en el universo grecorroma
no de la antigüedad (Finley, 1980).
Terence S. Turner
En los contextos clásicos, el esclavo era un
individuo que ocupaba una posición subordi
Véanse ademas CIUDADANÍA, Ciuda-
nada desde el punto de vista *étnico al que
da no. C () M U N 1C ACIÓ N, C O N S U M ()
por la fuerza se le llevaba de su sociedad de ori
C U 1;I'URAL, C U I ; i ’URA, D E RE CH O S
gen a otra, en la que su trabajo físico se “usaba”
HUMANOS. DESARROLLO, Desterrito
de forma no remunerada para la producción de
rial i/.ación, DISCRIMINACIÓN Y E X
cosechas a gran escala —tales como azúcar
CLUSIÓN SOCIAL, E L IT E S , Etmcidad.
(Mintz, 1985), café, tabaco o algodón—. De es
ES PAC I( )-Tl EMPO, ESTADO-NACIÓN,
ta forma, se arrancaba al esclavo de una cultu
F R O N T E R A , Frontera geográfica y admi
ra para ^insertarlo en otra, despojándole de
nistrativa, Fronteras políticas v religiosas,
su anterior ^identidad social para atribuirle
Global y local, GLORALIZACIÓN, Glo
otra nueva, basada en la servidumbre, la infe
bal izaciém y antiglobalización, HIBRID A-
rioridad jerárquica y la reducción de los
CI( )N, 1DENT1 DA I), Lugar y no lugar, MI-
derechos #civiles —si es que, de hecho, se con
G R A CIC)N E S, MIN () R í A S M o d e r nidad,
servaba alguno-, y con el fantasma de ser in
MOVÍ El DAD, Nacionalismo, Nomadismo
tercambiado o vendido como si se tratase de
y turismo, NUEVOS MOVIMIENTOS SO-
una especie de propiedad “hum ana”. N or
C IA L E S, Po scol o n ia 1i sm o, POS M () D E R -
malmente, este tipo de control económico y
NIDAL), TERRITORIOS, TRABAJO, Via
social iba acompañado de sanciones suma
les y sistemas de movilidad.
mente fuertes, lo que no impedía que contara
con el respaldo de formas jurídicas e incluso
Esclavitud *violentam ente coercitivas de hegemonía y
dominación. En muchos casos, el esclavo era
Cuando abordamos el tema de la esclavi considerado como subhumano, una no “per
tud social —una de las formas más complejas sona” en sentido estricto, despojado de los
de experiencia humana que podemos identi más mínimos elementos de libertad y elec
ficar a lo largo de la Tierra—nos enfrentamos ción, y arrojado a una nueva identidad social
a un caso especial de #explotación social que tendente a anular o al menos ocultar sus ca
merece atención particular, debido a que im racterísticas lingüísticas, religiosas y cultura
plica una gran multiplicidad de facetas com les previas. En consecuencia, el esclavo es un
puestas por factores interrelacionados. A ser deshumanizado, despersonalizado y *des-
primera vista aparenta ser un modo de ex plazado en un proceso que algunos espe
plotación de *fuerza de trabajo predomi cialistas han denominado “m uerte social”
nantem ente económico, por el cual los (Patterson, 1982). Al constituir fundamental
representantes del poder ^colonial —normal mente un recurso de tipo económico —apro
mente europeos—someten a enormes cantida piado como una fuente de mano de obra
des de población, de origen africano en su barata o no pagada de gigantescas proporcio
mayoría, dentro de los sistemas de plantacio nes—, las poblaciones esclavizadas constituyen
nes o minas desarrollados en el Nuevo Mun ejemplos extremos de explotación social, en
do. No obstante, la práctica institucional de la los que el uso de personas —individual o colec
esclavitud también incluye dimensiones di tivamente—revela poco de procesos de disi
versas de la esfera #cultural, política, psicoló mulo o suavidad, y mucho de lo que puede
Esclavitud 98
considerarse una explotación abierta, directa, Entre 1761 —fecha en la que el marqués de
ostensible o violenta. Pombal abolió la esclavitud dentro del Portu
Las investigaciones antropológicas han gal continental—y mediados del s. X X , nume
aportado tres puntos adicionales más allá de rosos países han abolido form alm ente la
esta reducida escena euroamericana. En pri esclavitud como institución. Sin embargo, los
mer lugar, los modelos de esclavitud desarro primeros intentos por sacar a debate público
llados dentro de contextos ajenos al mundo el dilema de los individuos y poblaciones es
clásico afroamericano muestran complejas si clavizadas datan de fechas anteriores: ya a
tuaciones respecto a los tránsitos de indivi principios del s. XVII, los cuáqueros protago
duos de una cultura a otra. A través de nizaron una de estas tentativas en Gran
determinadas formas de “adopción” o de resi Bretaña. Hacia 1830, el movimiento abierta
dencia de larga duración, los esclavos que mente abolicionista había ganado ya mucho
daban frecuentemente incorporados como terreno. La variedad de fechas —entre los si
parientes dentro de los sistemas de vida fami glos XIX y XX— en las que se van produciendo
liar preexistentes. Los sistemas de esclavitud las sucesivas aboliciones en los distintos conti
africanos o asiáticos no sólo eran diferentes de nentes es reflejo de las diversas historias que
los europeos, sino que lo eran también entre sí. componen el periodo moderno de esclavitud.
Como ha argumentado Watson (1980) —un En fechas tan tempranas como mediados del
experto en la materia—, en general, los contex siglo XV, Portugal ya transportaba esclavos
tos de esclavitud africanos implican abundan africanos a Europa, mientras que España
tes recursos en tierras, dando lugar a formas practicaba distintas modalidades de trabajos
más “abiertas” en las que la riqueza se concen forzados en el Caribe y América Latina usan
tra en las personas más que en las propiedades do a las poblaciones indígenas; todo ello antes
materiales. Por el contrario, los sistemas asiá del posterior comercio trasatlántico de escla
ticos no desarrollan estos sistemas de incorpo vos africanos dominado por Gran Bretaña,
ración de individuos como cuasiparientes o Francia, Holanda y los citados países ibéricos.
miembros adoptados en la familia. En segun No debemos olvidar, además, que dentro de
do lugar, en la mayoría de los casos no-euro- los modelos clásicos de interpretación marxis-
peos, los esclavos podían desempeñar diversos ta de la historia, la esclavitud constituye un
roles sociales: desde ser criados, guerreros, bu modo de producción independiente en y de sí
rócratas o comerciantes hasta sirvientes do mismo. Son varias las fechas que podemos
mésticos, amantes o cónyuges; situaciones que destacar como significativas en el proceso de
ponen en duda la posibilidad de “exportar” los abolición de la esclavitud desde el punto
conceptos europeos de libertad, propiedad o de vista global: 1885 -la Conferencia de Ber
explotación a otros contextos culturales de na lín -, 1890 -e l Acta de Bruselas—, 1926 -C o n
turaleza diferente. En resumen, en otros luga vención Internacional sobre Esclavitud-,
res los esclavos no sufrieron la subyugación y 1948 —Declaración Universal de los Derechos
dominación extremas que fueron característi Humanos, aprobada por Naciones Unidas-,
cas de las situaciones coloniales clásicas. En 1956 —Convención de Naciones Unidas— y
tercer lugar, el proceso de transformación 2004 —al declarar la Asamblea General de
identitaria experimentada por los esclavos ne Naciones el Año Internacional de Conmemo
cesita de un enfoque más amplio: no en todas ración de la Lucha contra la Esclavitud y de
partes los esclavos se convirtieron en “cosas” su Abolición—. Pese a todo, tal y como muchos
para ser vendidas o intercambiadas —de he especialistas han destacado, la liberación legal
cho, ¿se puede aplicar el significado occiden de los esclavos —manumisión—es un proceso
tal del término identidad en otros contextos complejo e intrincado, que implica años si no
no europeos?—. En algunas ocasiones, es posi décadas de reajustes judiciales, sociales y cul
ble encontrar una limitada posibilidad de as turales. En algunas ocasiones, se trata sim
censo social; en otras, las formas mayoritarias plemente de modificaciones en definiciones
de integración social de esclavos no implica burocráticas, detrás de las cuales persisten
ron violencia ni coerción evidentes. formas ocultas o in fo rm a le s de esclavitud.
A pesar de estas perspectivas críticas, si De hecho, no está completamente claro si los
guen manteniendo su vigencia dos dimensio factores que sostuvieron la abolición de la es
nes más de la esclavitud en su sentido clásico: clavitud en determinados países y regiones
a) los procesos históricos de su abolición, fueron fundamentalmente de tipo económi
y b) las nuevas y más modernas formas de lo co, o si prevalecieron motivaciones de tipo
que en la actualidad se denomina como tal. ideológico y hum anitario —derivadas en su
99 Esclavitud
comunicación inmediata por muy alejado Estas teorías no pueden ser totalmente
que se esté en el espacio. Este achicamiento desligadas de una concepción que ha conside
del espacio físico en beneficio del espacio de la rado a los medios y a la comunicación que lle
comunicación es una de las manifestaciones van a cabo como “de masas”. Sin embargo, en
de ese fenómeno más amplio que conocemos la actualidad se piensa que los presupuestos
como “globalización”, expresión desde luego subyacentes en la expresión “comunicación
ambigua, pero que permite describir, entre de masas” yerran en una cuestión fundamen
otros, el hecho de que la información y la co tal: el papel de los receptores y consumidores.
municación pueden llegar a cualquier rincón Contrariamente a lo que esta concepción su
del espacio humano. pone, los consumidores de los productos cul
Al dislocar el espacio y el tiempo, la comu turales no se comportan ni como átomos
nicación mediática introduce nuevas formas aislados ni pasivamente, sino que la apropia
de relación. La escritura o bien difiere la res ción de sentido es una actividad, muchas ve
puesta del interlocutor —la carta—o bien la ces creativa, realizada por individuos que
hace prácticamente imposible —el libro, el viven en lugares y en momentos históricos de
periódico-. Otro medios—el telégrafo, el telé terminados, que tienen señas de id en tid a d
fono, las nuevas tecnologías—permiten la in individual y colectiva peculiares, que poseen
terlocución, pero reduciendo en gran medida competencias enciclopédicas diferentes y qué
los canales y los sistemas semióticos asociados interaccionan unos con otros en su vida coti
a la copresencia física. Como ocurre con todo diana. En definitiva, si la difusión es g lo b a l e
tipo de tecnologías, algo se gana y algo se pier implica desterritorialización, la recepción es
de. Los medios monológicos han encontrado local y exige una reterritorialización que da
procedimientos para llegar a una multitud de lugar a interpretaciones diferentes según
destinatarios. La imprenta primero, la radio, contextos culturales diversos. Estudios de
el cine y la televisión después, se convirtieron recepción sobre cómo han sido interpretados
en medios “masivos”: ponen a disposición de conocidas series y programas de televisión
un público muy numeroso una gran cantidad americanas en otras culturas, como los lleva
de ^información. La imprenta fue el primer dos a cabo por Liebes y Katz o J. Lull, avalan
medio capaz de producir grandes cantidades esta posición.
de ^bienes de consumo simbólicos. La venta La complejidad del proceso de produc
de libros y “noticias” —los primeros periódicos ción e interpretación de los productos
nacen en el s. XVII— constituye el comienzo de m ed iáticos ha p rod u cid o co n secu en cias
un proceso que en el siglo X IX adquiere un contradictorias. Si la producción y difusión
impulso decisivo y en el siglo XX un alcance glo globalizada de unos bienes simbólicos favore
bal. Los medios se vinculan a la industria y al ce la homogeneización cultural, los procesos
mercado para ser así más eficaces en la pro de reapropiación del sentido se hacen en con
ducción, la difusión y el consumo de produc textos culturales muchas veces fragmentados,
tos simbólicos. cuando no individualizados, en los que se en
Para describir este proceso, Adorno y cuentran unos sujetos que recurren a reglas
H orkheim er utilizaron el concepto de “in de interpretación y ^traducción muy diversas
dustria cultural”. Desde una perspectiva críti y que usan los medios según criterios no pre
ca, ponen de manifiesto que la producción de vistos. La fragmentación es un fenómeno que
bienes culturales se somete a la racionalidad se deriva tanto de la cantidad de productos
técnica de una producción industrial que con culturales como de las nuevas prácticas intro
forma todo el proceso comunicativo: impone ducidas por las nuevas tecnologías de la
procedimientos estandarizados para la pro comunicación. La individualización es el re
ducción, unos canales institucionalizados de sultado tanto de la accesibilidad como de la
distribución, y da lugar a productos que obe proliferación de nuevas tecnologías: muchos
decen a modelos —géneros, series, formatos— de los medios están concebidos para ser usa
que anticipan y determinan una recepción y dos individualmente y obstaculizan las rela
un consumo que anula la autonomía de los in ciones inmediatas con los más próximos para
dividuos. Otros autores, como H. Schiller, favorecer las relaciones mediatizadas con los
han puesto de manifiesto que la industria cul que están alejados. Los nuevos medios son,
tural no puede ser examinada al margen del gracias a la digitalización, “multimedia”, es
proceso de *globalización que ha llevado a la decir, permiten integrar diversas sustancias
difusión mundial de los contenidos y a una expresivas —sonido, imagen, palabra-, y, gra
concentración de los medios. cias a una estructuración en red, a la facilidad
Espacio de los flujos 102
y rapidez con que transmiten los datos, están GOODY, J. (1990): La lógica de la escritura y la organi
reestableciendo una capacidad de interacción zación de la sociedad. Madrid: Alianza Editorial.
aparentemente semejante a la de la comuni MARTÍN BARBERO, J. (1987): D e los medios a
cación cara a cara. La “simultaneidad deses- las mediaciones. Comunicación , cultura y hege
pacializada” ya no es un obstáculo para una monía. México: Gustavo Gili.
comunicación dialógica —unas veces entre in MORIN, E. (1967): E l espíritu del tiempo. Madrid:
dividuos, otras entre grupos, chats, foros de Taurus.
discusión, blogs, etc.— pero profundamente THOMPSON, J. B. (1998): Los media y la moder
transformada por la mediación tecnológica: nidad. Una teoría de los medios de comunicación.
los medios unen al tiempo que separan. La Barcelona: Paidós.
fragm entación y la individualización coha
Wenceslao Castañares
bitan con la formación de nuevas “comu
nidades herm enéuticas”, constituidas por
Véanse además ALTERID AD, COMUNI
individuos localizados en lugares alejados pe
CACIÓN, CONSUMO CULTURAL, Dere
ro que comparten los mismos intereses, gus
cho de injerencia, Desterritorialización, ES
tos, aficiones, referencias simbólicas, o que,
PACIO-TIEMPO, Espacios locales. Espacio
simplemente, coinciden en los nuevos lugares
red, FRO NTERA, Global v local, C L O R A
“virtuales” que han construido las redes.
LE/ A C 1Ó N , I I ) E N T 11)A I ), 1nformacion,
Los medios han producido cambios sus
IN FEG R A CION, i\1oder nidad, Modern iza-
tanciales que afectan tanto a las sociedades co
ción, Multilingüismo, Nomadismo y turismo,
mo a los individuos. Si bien es cierto que,
Pluralismo sincrónico, Revolución técnico-co
contra lo que algunos auguraban, no han
municativa, Sociedad de la información y del
terminado con las tradiciones, las han des
conocimiento, TERRITORIOS, Traducción.
arraigado para reelaborarlas y re-arraigarlas
cuando no re-crearlas. Fue W. B enjam in
quien nos puso en la pista de los cambios ope
rados por las tecnologías comunicativas -im
Espacio de los flujos
prenta, fotografía, cine—en la experiencia, tal Manuel Castells parte de la premisa cen
como antes se vivía, y el advenimiento de otro tral de que el espacio es la expresión de la so
tipo de experiencia: la del que interpreta una ciedad (2001: 488). Puesto que las sociedades
narración novelada o contempla desde la des contemporáneas están sufriendo un cambio
atención una obra de arte reproducida mecá estructural, cree razonable que tal cambio ha
nicamente. ya provocado también el surgimiento de nue
Los nuevos medios no hacen sino acen vas formas y procesos espaciales. La dinámica
tuar esas tendencias. Su reestructuración del espacial de nuestra sociedad, afirma, surge y
espacio y del tiempo construye un nuevo tipo se alimenta de la síntesis histórica del infor-
de realidad, la “virtual”, y, consecuentemen macionalismo y del capitalismo que aparecen
te, nuevas formas de experiencias todavía no a partir de los años ochenta, para transformar
suficientemente exploradas. Finalm ente, los el paisaje urbano y la geografía regional.
instrumentos no sólo modifican la experien La *sociedad de la inform ación, afirm a
cia, sino el órgano al servicio del que aparen este sociólogo español, está construida en tor
temente estaban: la sensibilidad. no a #fiujos —de capital, información, tecno
No menos importancia han adquirido los logía, interacción organizativa, imágenes,
medios como procuradores de nuevos mate símbolos, etc.— que son la expresión de los
riales simbólicos que los individuos utilizan procesos que “dominan” la vida económica,
en la organización reflexiva del yo, aunque al política y simbólica. La dimensión espacial de
precio de hacerlo de forma más fragmentaria, la sociedad no puede escapar a su poderosa in
dispersa y descentralizada, y, consecuente fluencia; de ahí deriva su tesis de una nueva
mente, menos unitaria y coherente. forma espacial característica de la sociedad
red: el espacio de los flujos. Entendido como
“la organización material de las prácticas so
Bibliografía ciales en tiempo compartido que funcionan a
través de los flujos” (2001: 489), el espacio de
ABRIL, G. (1997): Teoría general de la información. los flujos es la forma de articulación espacial
Madrid: Cátedra. del poder y de la riqueza en nuestro mundo.
GIDDENS, A. (1999): Consecuencias de la moder “Conecta a través del globo flujos de capi
nidad. Madrid: Alianza Editorial. tales, gestión de multinacionales, imágenes
103 Espacio de los flujos
audiovisuales, inform aciones estratégicas, nización de las masas son los mecanismos ge
programas tecnológicos, tráfico de drogas, melos fundamentales de dominación social
modas Culturales y miembros de una *elite en nuestra sociedad. En esos mecanismos el
Cosmopolita que gira, gira, crecientemente espacio desempeña un papel esencial, porque
despegada de cualquier referente cultural o el poder domina mediante flujos, mientras
^nacional” (Castells, 1995: 18). que la gente vive en lugares. De hecho, seña
La abstracción de este concepto se com la, “hasta las democracias pierden poder fren
prende mejor cuando se especifica su conte te a la habilidad del capital para circular *glo-
nido, integrado, según Castells, por la com balmente, de la información para transferirse
binación de tres capas de soportes m ate secretamente, de los mercados para ser pe
riales: la red de C om unicación electrónica, netrados o abandonados, de las estrategias
los nodos y ejes del espacio de los flujos y la planetarias de poder político-militar para ser
organización espacial de las elites gestoras do decididas sin el conocimiento de las d a c io
minantes. El primero está formado por un nes, y de los mensajes culturales para ser co
circuito de impulsos electrónicos —microelec mercializados, empaquetados, grabados y
trónica, telecomunicaciones, procesamiento difundidos en las mentes de la gente... No
informático, sistemas de radiodifusión, etc.— existe una opresión tangible, ni un enemigo
que constituyen la base material de los proce identificable, ni centro de poder alguno que
sos cruciales en la sociedad red y se estruc pueda ser responsabilizado de problemas so
turan en la red de com unicación, que es la ciales específicos” (1995: 484-485).
configuración espacial fundamental. Según Mientras que la vida y la experiencia del
ilustra el propio autor, la infraestructura tec común de la gente está arraigada en lugares,
nológica que conforma dicha red define el las elites son cosmopolitas. Pero para repro
nuevo espacio de modo muy parecido a como ducirse socialmente y conservar su poder, las
los ferrocarriles definieron regiones económi elites no pueden convertirse ellas mismas en
cas y mercados nacionales en la economía in flujos. Deben, por el contrario, desarrollar un
dustrial. Los *lugares no desaparecen, pero conjunto de reglas y códigos culturales que
su lógica y significado quedan absorbidos en marquen nítidamente las #fronteras de su co
la red. munidad cultural y política. Para ello utilizan
El segundo soporte material del espacio dos tipos de estrategias. La primera consiste
de los flujos lo constituyen sus nodos y ejes. en formar su propia sociedad, constituyendo
Aunque su base sea una red electrónica, el es comunidades simbólicamente aisladas que se
pacio de los flujos conecta lugares específicos atrincheran tras la barrera material del precio
que poseen características sociales, culturales, de la propiedad inmobiliaria. Estas comuni
físicas y funcionales bien definidas. Algunos dades de elite, que Castells define como “una
lugares son ejes de comunicación, que desem subcultura ligada al espacio y con conexiones
peñan un papel de coordinación; otros son los interpersonales”, le llevan a plantear una in
nodos de la red, en donde se ubican funciones, teresante hipótesis que da concreción —o, si se
actividades y organizaciones estratégicamen quiere, permite ponerle nombres y apellidos-
te importantes —las *ciudades ^globales—. ai abstracto espacio de los flujos: sugiere que
Tanto los nodos como los ejes están organiza está compuesto por “microrredes personales
dos de forma jerárquica, según su peso relati que proyectan sus intereses en macrorredes
vo en la red; tal jerarquía puede cambiar, sin funcionales por todo el conjunto global de
embargo, dependiendo de la evolución de las interacciones del espacio de los flujos”. Se tra
actividades procesadas a través de la red. ta de un fenómeno bien conocido en el mun
Mientras que los soportes anteriores se do financiero: las decisiones estratégicas se
traducen en redes de comunicaciones, siste toman en comidas de negocios celebradas en
mas financieros inform atizados, ciudades restaurantes exclusivos, o en fines de semana
globales y en el nuevo espacio industrial de la pasados en casas de campo, al igual que ocu
alta tecnología, el tercer soporte material del rría antaño. Pero estas decisiones, añade, “se
espacio de los flujos está constituido por la or rán ejecutadas en procesos de toma de
ganización espacial de las elites dominantes, decisión inmediatos sobre ordenadores te
que ejercen las funciones directrices en torno lecomunicados que pueden provocar sus
a las que se articula ese espacio. ¿Cómo mani propias decisiones para reaccionar a las
fiestan espacialmente su dominio las actuales tendencias del mercado” (2001: 494).
elites dominantes? Para Castells, la articula La segunda estrategia consiste en crear un
ción de las elites y la segmentación y desorga estilo de vida e idear formas espaciales ten
Espacio red 104
dentes a unificar el entorno simbólico de las perspectiva crítica, reivindicarán autores co
elites en todo el mundo. Así, uniendo los dis mo Arturo Escobar (2000) -qu ien destaca la
tintos ejes y nodulos del espacio de los flujos, necesidad de reafirmar los lugares y la cultu
se construye por todo el mundo un espacio ra local no capitalista frente a la dominación
—relativamente—aislado y homogéneo com del espacio, del capital y de la #modernidad—
puesto por hoteles internacionales, salas para y tantos otros estudiosos que, distanciándose
VIP en los aeropuertos, servicios secretariales, de las visiones dicotómicas, apuestan por el
etc., que recrean una sensación de fam i enfoque de la glocalización (Barañano, 2005).
liaridad con el mundo interior, mantienen la
distancia frente a la sociedad exterior y con
servan la unidad de un reducido círculo de la Bibliografía
elite empresarial a través de sensaciones, ritos
y experiencias similares en todos los países. BARAÑANO Cid, M. (2005): “Escalas, des/rean-
Paralelam ente, entre la elite de la inform a clajes y transnacionalismo. Complejidades de
ción también se está gestando un estilo de vi la relación global-local”, en A. Ariño (ed.), Las
da desvinculado de la especificidad histórica encrucijadas de la diversidad cultural. Madrid:
de cualquier sociedad específica e integrado CIC, 425-451.
por diversos símbolos —como el uso regular de CASTELLS, M. (1995 [1989]): La ciudad informa
instalaciones de hidromasaje, la práctica del cional, Tecnologías de la información, reestruc
jogging, el ubicuo ordenador portátil, la com turación económica y proceso urbano-regional.
binación de ropa formal y de deporte, el estilo Madrid: Alianza.
de ropa unisex, etc.—que, crecientemente, se — (1998 [ 1996]): La era de la información: econo
relacionan con la pertenencia a los círculos mía, sociedad y cultura, Vol. 1, E l poder de la
gestores de la economía informacional global. identidad. Madrid: Alianza.
Esta cultura internacional y homogenei- — (2001 [1997]): La era de la información: econo
zadora que transmite el espacio de los flujos mía, sociedad y cultura, Vol. 2, La sociedad red.
se refleja también en la tendencia hacia la uni Madrid: Alianza.
formidad arquitectónica que distingue a los ESCOBAR, A. (2000): “El lugar de la naturaleza y
lugares que constituyen los ejes y nodos de ca la naturaleza del lugar: globalización o posde
da red a lo largo del mundo. De este modo, sarrollo”, en A. Viola (comp.), Antropología del
“la arquitectura escapa a la historia y la cultu desarrollo, Barcelona, Buenos Aires, México:
ra de cada sociedad y queda capturada en el Paidós, 169-217.
nuevo mundo imaginario y maravilloso de
Josepa Cucó i Giner
posibilidades ilimitadas que subyace en la ló
gica transmitida por el multimedia: la cultura
Véanse además COMUNICACIÓN, CU L
de la navegación electrónica, como si se pu
TURA, ELITES, ESTADO-NACIÓN, Et-
dieran reinventar todas las formas en un
nicidad, FRONTERA, Global v local, G L O
lugar, con la sola condición de saltar a la inde
RALIZACIÓN, ID E N T ID A D , Informa
finición cultural de los flujos de poder” (Cas-
ción, Lugar y no lugar, Migraciones. Redes
tells, 2001: 495).
sociales, Modernidad, MOVI LI DAD, Na
Junto a este dominante, expansivo, fluido
cionalismo, Nomadismo y turismo, Sociedad
y global espacio de los flujos persiste el *espa-
de la información y del conocimiento.
cio de los lugares, en el que se construye y prac
tica la experiencia cotidiana de la gran
mayoría de personas. Para Castells, éste es un
espacio cuya tendencia evolutiva tiende a con
Espacio red
vertirlo en algo “cada vez más local, más te Desde los años setenta casi todas las re
rritorial, más apegado a la ^identidad propia, giones metropolitanas del mundo han experi
como vecinos, como miembros de una cultu mentado unos cambios tan intensos que a
ra, una #etnia, una nación... Idonde] se re menudo es imposible reconocer lo que existía
cupera la tradición histórica y afirma la en ellas hace sólo tres décadas. Los especialis
geografía de las culturas, pero también a ve tas consideran que esas transformaciones son
ces degenera en tribalización, fragmentación el resultado de un nuevo proceso de urbani
y ^xenofobia” (1995: 18). Es un espacio que el zación que se hace efectivo en diversos niveles
propio Castells explorará más tarde bajo interconectados —^territorial, económico, so
el filtro único del crisol identitario (1998). Es cial y *cultural—. En el núcleo de los cambios
precisamente este espacio el que, desde una se halla la economía *global, organizada en
105 Espacio red
torno a *centros de mando y de control, con tida a una feroz competencia entre las ciu
capacidad para coordinar, innovar y gestionar dades y a la aventura de las inversiones finan
las actividades de las redes empresariales. El cieras e inmobiliarias de alto riesgo. La
resultado es un modelo espacial reticular ca arquitectura de redes se reproduce en el inte
racterizado por su dispersión y concentración rior de cada país, de manera que, al tiempo
simultáneas. La dispersión obedece a que el que sus centros regionales y locales quedan
automóvil, la separación entre áreas de servi interconectados a escala internacional, entran
cio, *trabajo y residencia, la ^migración y la también en la espiral de dependencia y vulne
deslocalización industrial, la expansión del rabilidad ante los cambiantes flujos globales.
^turismo y el auge de las segundas residencias Pero la *globalización no sólo comporta
provocan una gran #movilidad que abarca un no existencia de territorios tendentes a la uni
territorio cada vez más extenso y complejo, ficación económica y política en ámbitos su-
dando lugar a una urbanización agresiva praestatales, sino que, según enfatiza Jordi
mente expansiva y a un uso despilfarrador del Borja (2002), conlleva también la revaloriza
territorio (Borja, 2003). Y ello ocurre al tiem ción de las entidades subestatales —ciudades,
po que los servicios avanzados -finanzas, se comarcas y regiones—, como ámbitos socio
guros, inm obiliaria, consultoría, servicios económicos y espacios significativos de auto
legales, relaciones públicas, publicidad, dise gobierno y de cohesión social y cultural. A
ño, mercadotecnia, seguridad, gestión de los más globalización, destaca este autor, más se
sistemas de inform ación e innovación cien relativiza el “soberanismo” de los Estados,
tífica—, convertidos en el eje de todos los más oportunidad tienen las regiones y las ciu
procesos económicos, aumentan de forma dades para fortalecerse. Y más necesitan los
considerable sus tasas de empleo e inversión #ciudadanos tener poderes políticos próximos
en la mayoría de países y centros metropolita y ámbitos significativos de id en tifica ció n
nos del mundo. cultural.
Simultáneamente, en algunos centros ur La nueva revolución urbana afecta de una
banos de unos cuantos países se produce una manera particular a las ciudades (Cucó, 2004).
concentración espacial de los niveles supe Representativa de los cambios que acarrea, la
riores de las referidas actividades, que se carencia de iím ite s distingue a las grandes
distingue por su ordenación jerárquica y aglomeraciones urbanas actuales, que ya no
cambiante. En la cúspide se sitúan las tres presentan la imagen compacta y continua del
^ciudades globales por excelencia: Nueva municipio central y sus periferias, sino que
York, Londres y Tokio, que conjuntamente ofrecen, por el contrario, otra imagen de
dominan las finanzas y la mayoría de los ser carácter discontinuo y reticular, donde se
vicios avanzados internacionales. Tras ellas se suceden elementos de centralidad y de baja
ubican otras ^metrópolis que también son no densidad, que incluye a ciudades pequeñas y
dos importantes de la economía internacio medias. En su insaciable expansión, las gran
nal, como Hong Kong, Osaka, Los Angeles, des urbes van devorando y/o englobando a
San Francisco, Frankfu rt, Zurich, Am ster- otras localidades próximas hasta formar una
dam, París o Milán, a las que siguen otros cen densa red interconectada. Tal es el caso, por
tros regionales como Buenos Aires, Sao ejemplo, de México D. F., cuyo vertiginoso
Paulo, M éxico D. F., Moscú o Madrid, los crecim iento, demográfico y espacial, de los
cuales, en un acelerado proceso, se incorporan últimos cincuenta años ha supuesto la incor
con rapidez a esta cada vez más tupida red poración en la zona m etropolitana de nada
mundial. Lo característico del proceso, como menos que 27 localidades vecinas; pero no se
destaca Castells (2001: 458-459), es que no se trata sólo de que el territorio de esta ciudad
limita a los pocos núcleos urbanos situados en cubra en nuestros días unos 1.500 km 2 y que
el nivel superior de la jerarquía, sino que im sus habitantes hayan pasado de poco más de
plica a los centros de producción, los servicios un millón y medio en 1940 hasta los 20 millo
avanzados y los mercados de una red de al nes actuales, sino que tales cambios han hecho
cance mundial. A ella se conectan a diferente imposible la interacción real de sus diferentes
escala y con distinta intensidad ciudades, re partes y han disuelto su imagen física global.
giones y áreas metropolitanas de todo el mun Pero, al tiempo que las prácticas urbanas
do, *desarrolladas y menos desarrolladas, se reorganizan fragm entariam ente, los m e
según la importancia relativa de las activida dios de comunicación de masas recomponen
des allí ubicadas respecto a la red global. La las prácticas en materia de in form ación y de
jerarquía es inestable, cambiante y está some ocio, restableciendo con ello la significación
Espacio-tiempo 106
a las economías nacionales y pone en peligro, M cLUHAN, M. (1996 [1964]): Comprender los
según algunos autores, la autonomía e incluso medios de comunicación. Barcelona: Paidós.
la continuidad del Estado-nación. La segun
Josepa Cucó i Giner
da da lugar a ^movimientos a gran escala de
trabajadores hacia los centros de producción
industrial, ahora más numerosos que antes. Véa nse además Cent ro-periferia, C O M U N 1-
Las reordenaciones espacio-temporales CACION, Comunitarismo, Desterritoriali-
mencionadas trastocan los objetos de estudio zación. Diferencias sociales v diferencias cul-
de las ciencias sociales, de la sociología y la tundes, Elites cosmopolitas. Esfera mediática,
antropología pero también de la historia, Espacio red, Espacios locales, ESTADO-NA
suscitando a estas disciplinas nuevos retos CION, F R O N T E R A , Fronteras políticas y
teórico-metodológicos, a los que se responde religiosas, Fronteras simbólicas, Global v lo-
con nuevos planteamientos. Así, frente los ex ca 1, GLOB ALIZ ACIÓN, HIB RI DAC1 6 N,
cesos de las tesis hiperglobalistas y los sesgos Información, Integración religiosa. Localida
de las visiones dicotómicas, surge el enfoque des fantasmagóricas y desanclaje. Lugar y no-
de la glocalización (Barañano, 2005) que acu lugar, Megalópolis, MIGRACIONES, MO
ña términos como glocal, localismos globali- VILIDAD, Multilocal, Nomadismo y turis
zados o globalismos localizados, para denotar mo, PATRIMONIO, Pluralismo sincrónico,
la fusión actual de ambas dimensiones. Igual POSM.C )I )ERN11 )AI), Revolución técnico-
mente, frente al *m ovim iento continuo de comunicativa, Sociedad de la información y
personas, bienes, significados y cosas, se afian del conocimiento, T E R R I T O R I O S , T R A
za la idea del campo de estudio *multilocaI BAR ), Viajes y sistemas de movilidad.
(Marcus, 1995; Hannerz, 2003).
*geográfico y espacio *social. El primero alu 1. Desde su carácter, el espacio local se de
de a un conjunto muy variado de datos de or fine mediante procesos de tradicionalización
den natural, histórico —^patrimonio, por y creación. La tradicionalización implica ex
ejem plo— y orgánico —economía, sociedad, plorar y determinar el sentido de cómo los su
política—, y el segundo se refiere a escenarios jetos aprehenden de manera localizada y con
en un juego de fuerzas permanentes. El espa sentido histórico; esto es, determinan desde
cio social en dicha relación influye y dosifica dónde el sujeto fabrica su ^identidad con res
la *alteridad, y es donde la dimensión política pecto al espacio. En cuanto a los procesos de
del territorio garantiza la especificidad, la creación podemos establecer como un ejerci
permanencia y la reproducción sociocultural cio metodológico tres modalidades de acceso
de los grupos humanos que lo ocupan. (Di Méo, 1991) al espacio local: A) Las m odali
El espacio local es tanto geográfico como dades de la cognición cuando se trata de la per
social y debe ser entendido en su morfología y cepción y representación del espacio. Desde
su distribución. El espacio local tiende a ser este punto de vista podemos abordar los códi
definido por ^delimitaciones geográficas co gos culturales y las ideologías y desde allí las
mo un espacio localizado, lo que da la sen inclusiones, ^discriminaciones y deducciones,
sación de sedentarismo social y físico. Sin o examinar cómo se controlan, verifican o se
embargo, un espacio local puede estar defini leccionan con la ayuda o no de reglas lógicas
do por la acotación de varios territorios con las pertinencias sociales. B) Deben conside
dinámicas distintas, pero bajo una misma de rarse también las m odalidades de la acción
finición de grupo social o *étnico. Así sucede cuando se trata de la producción de espacio.
en el caso de los kurdos en Turquía, o de los Es una ejecución sobre producciones como
indígenas paeces en Colombia, que, ocupan los paisajes, la región, las *vías de comunica
do territorios discontinuos, los definen como ción terrestres o acuáticas construidas, los
uno solo por el control político, ^religioso o campos, las oficinas, las fábricas, los puertos o
propiamente étnico que ejercen. La dim en las líneas. C) Y además hay que pensar en las
sión geográfica sirve al espacio local como m odalidades de la existencia hum ana cuando
punto de referencia para la interacción; éste hacemos referencia a la vivencia del espacio.
representa un enlace de dispositivos organi En esta dimensión podemos abordar lo fre
zados desde distintas dimensiones sociales. cuentado y recorrido por cada uno con un m í
Lo local puede resultar siendo un barrio, nimo de regularidad, los nudos alrededor de
una aldea, una *metrópoli, una comuna, una los cuales se cristaliza la existencia individual
*ciudad, una provincia, una m icrorregión, de trabajo, esparcimiento, recreación, reen
una comarca y cuantas acotaciones de este ti cuentro y entre los que surgen los corredores
po podamos definir. No obstante, bien por el de C irculación. La conjunción de estas tres
relieve histórico o por la naturaleza de las modalidades evidencia ciertos énfasis en el es
alianzas, el peso social y político es siempre tudio del espacio local. La tradición de la
constante en la definición del espacio local. morfología social pone su acento en que el
Entre los inuit esa importancia social y políti comportamiento social no depende de los es
ca está basada en distintas figuras históricas. pacios dentro de los cuales se desenvuelve, si
El espacio local es propio de las anécdotas que no sólo de las formas de organización social
configuran el mapa del espacio frecuentado que los engendran. Y asimismo incide en la
por cada subgrupo —una fa m ilia ...—; en su proclamación de la forma en que los fenóme
ma, del espacio vivido. Como opuesto, lo na nos sociales se distribuyen sobre el mapa so
cional corresponde a narraciones de mitos y de cial y las contradicciones que sobresalen de
ciertas leyendas que proponen una explicación esta distribución. Pero desde el primer énfasis
del universo y de la vida humana compartida o desde el segundo, es su articulación el eje de
por el grupo en conjunto. Lo regional, por su las grandes dimensiones de las relaciones pro
parte, se define por los relatos de tipo legenda pias de cada grupo localizado, a saber: las
rio e histórico, cuyo contenido geográfico re dimensiones históricas, identitarias, econó
fleja la lectura del territorio propio del grupo micas, políticas, semánticas, de uso y de ma
que los produce (Collignon, 1996). nejo público y privado.
El análisis del espacio local como una de 2. En las condiciones sociopolíticas y cul
las formas del espacio social puede ser abor turales actuales es poco viable explicar lo local
dado desde su carácter —representación—y fuera de los procesos globales o, en su defecto,
desde su estructura —organización/disposi- abordar un espacio local como aquel que está
ción—: sujeto a imposiciones globales. En la contem
Espacios locales 110
poraneidad los espacios locales pueden ser sociedades que a partir de un referente espa
definidos a partir de continuidades o discon cial acotado interactúan a través de distintos
tinuidades, debido a las múltiples formas de medios con otras sociedades. Esta interacción
C om unicación y de control sociocultural y puede darse desde el *flujo de personas que
político. En esta medida, podemos distinguir viven en ese espacio dado, pero que trabajan
espacios locales mantenidos a través de inter en otros, y desde personas que inmigran, aun
acciones directas o de interacciones definidas que mantienen fuertes relaciones con su espacio
y fortalecidas por procesos más globales, co de origen: relaciones económicas de com er
mo los que se dan en el espacio virtual, lo que cio, de producción y consumo de bienes.
produce sociedades interdependientes en la En este tipo de sistemas las decisiones in
relación espacio-tiempo, aumentando así las ternas de un llamado espacio local ya no de
posibilidades de la acción espacial y de su im penderán solamente de quienes permanezcan
pacto en la construcción de nuevas formas de en él bajo todas sus normas, sino también de
territorialidad. Los espacios locales y sus cri factores externos. Para los dos tipos de siste
terios de delimitación de mundos, regiones y ma es necesario entender que las dinámicas
comunidades son en sí mismos la base para propias del espacio local se producen en un
imputar identidades y mecanismos de iden ambiente ecológico y social con sus distintas
tificación que ya tienen muchas veces filia dimensiones económicas y políticas a partir
ciones profundas con ciertos patrones pre de las cuales se establecen normas y valores de
viamente establecidos: tan profundas que funcionamiento y relación con sistemas exter
tienden a diluir el punto social de su origen y nos al espacio local. Estas normas y valores
de su funcionamiento; o a eliminar la manera producen y, al mismo tiempo, fortalecen el
en que grupos humanos concretos han expre poder y desarrollo locales como instrumentos
sado o expresan, durante su cotidianeidad, que permiten mantener la legitimidad y auto
sus relaciones de hegemonía o subalternidad nomía del espacio local, especialmente en el
ante la presencia de esos “otros” que, por in caso de los sistemas abiertos. El fortaleci
vasión, Colonización, intercambio o mera co miento del poder y del desarrollo local es lo
existencia, llegan a incorporarse dentro, junto que, en definitiva, permitirá a este tipo de es
o sobre el espacio ocupado. Por esto el proble pacios una existencia distintiva y diferenciada
ma de una perspectiva espacial ampliada obli en la apropiación del hábitat, de la C ircu la
garía, al igual que en el caso del tiempo, a un ción, la explotación —o producción—y la ad
reconocimiento del carácter plástico y ambi ministración —o gestión—. Esta existencia
guo de cualquiera de sus criterios de caracte varía de un espacio local a otro según las orga
rización. Esto implica no dar por sentado que nizaciones, los fines y recursos.
la mera adscripción de un criterio de identi 2.1. El poder local lo definimos como un
dad —personal, local, regional o general—obli medio de origen institucional y organiza-
ga a una absoluta identificación de grupo o cional por medio del cual se establecen
comunidad. relaciones horizontales entre un gobierno
Por ello el espacio local debe ser conside subsiguiente a la referencia del espacio local,
rado en su estructura como sistema cerrado o por ejemplo, un gobierno municipal o regio
abierto. En este tipo de sistemas interviene el nal y las organizaciones político-sociales del
poder y el ^desarrollo local como la concre espacio local. La finalidad de este tipo de rela
ción del perfil sociopolítico inherente a la de ciones de poder es producir beneficios locales
finición de esta clase de espacios. D efinir el que responden a intereses, aspiraciones y ne
espacio local desde sistemas cerrados implica cesidades básicas -bienestar físico, seguridad,
definirlo a partir de una interdependencia to fines lúdicos, crecim iento.. . —, instrumentales
talmente localizada de personas que habitan, —renovación del aparato cultural, control de
trabajan y comparten un mismo espacio. Esta la conducta, organización de las relaciones
forma de definir el espacio local ha sido apli de fuerza y de sentido...—y simbólicas —formas
cada a espacios rurales o a definiciones clási de control intelectual y emocional, ritmo de
cas de comunidades supuestamente aisladas. convergencia com u n al...—, para quienes allí
Sin embargo, en el mundo actual difícilmen conviven o dependen de esos espacios. De ahí
te podemos pensar en sociedades sin interac que en la práctica social sea importante en los
ción; por tanto, la tendencia de abordar el espacios locales crear, cualificar y mantener
espacio local desde su estructura de sistema los movimientos sociales de base y las organi
abierto es cada vez más frecuente. El siste zaciones ciudadanas que materializan el po
ma abierto puede ser definido como el de las der local.
Ill Estado-nación
cas. Fraguadas éstas al calor de las revolucio nales o intentos, más o menos exitosos, de con
nes europeas que se iniciaron con la francesa trol del papado—según se trate de reinos donde
de 1789, no se identifica plenamente con país triunfa la Reforma o de aquellos otros que se
regido por un mismo gobierno hasta finales suman a, o lideran, la Contrarreforma.
del s. XIX —según el D iccionario de la Real Este proceso va perfilando las etapas de la
Academia Española de 1884—. Y ello pese al evolución estatal, desde aquella primera don
voluntarismo del texto constitucional de de el Estado lucha o negocia con los viejos
1812, que sí emplea nación española en sentido controles internos o externos hasta la que cul
político, si bien con alcance, personal y terri mina con la eliminación o recorte de los mis
torial muy diferente al que luego tendría. Sin mos, esto es, el Estado monárquico absoluto,
embargo, cuando el Estado moderno ofrecía para abocar al Estado que hereda las cada vez
ya perfiles bien deslindados en el s. XVI, la na más amplias competencias estatales y las
ción apenas se desligaba de sus significados acrecienta en todas las esferas sociales. Este
originarios —raza, nacimiento—para adquirir último, el Estado surgido de la Revolución
tintes polémicos en las confrontaciones reli francesa, se fundamenta en el individuo y en
giosas de la época. Tal es el caso del Discurso a sus derechos, única garantía que resta frente a
la nobleza cristiana de la nación alem ana, lanza las atribuciones del Estado una vez elimina
do por Lutero más de trescientos años antes de das o en declive acentuado las antiguas ins
que Alemania existiera como entidad política. tancias intermedias.
Se analizarán, por tanto, primero uno y En el desarrollo que se acaba de esbozar
otro término por separado; a continuación, su no cuentan exclusivamente el crecimiento y la
evolución paralela; y, por último, sus vicisitu ampliación de las competencias del Estado.
des más recientes. En ese proceso también han sido decisivos
tanto la evolución del armamento y de las de
fensas como las estrategias bélicas. Esta es la
Del Estado medieval al Estado-nación
base de la argumentación de Philip Bobbitt.
Según Naef, en la baja Edad Media el Es Para este autor, el Estado moderno se originó
tado ofrece ya algunas características de fases cuando el gobierno y los atributos de los prín
posteriores, sobre todo lo relativo a la fuerza cipes medievales se transfirieron a “entidades
de cara al exterior y al mantenimiento de la jurídicas separadas de —y a veces en oposición
paz y el orden en su ámbito externo, pero con a—la sociedad civil” (Bobbitt, 2002: 81). De ese
dos importantes limitaciones que afectan a su modo, características netamente individuales
contenido y al control del poder. Respecto a lo —legitimidad, personalidad, continuidad, in
primero, ni el bienestar espiritual ni el mate tegridad y, sobre todo, soberanía—se confirie
rial de los súbditos, salvo en mínima parte, ron al Estado. Este debió contar a partir de
competen a la esfera estatal. De ellos se ocu entonces, tanto con una burocracia civil perma
pan otras instituciones y asociaciones: monas nente para la toma de decisiones como con una
terios, municipios, gremios y señoríos. Por estructura militar que pudiera respaldarlas con
otra parte, el poder estatal se ve constreñido la fuerza en caso necesario. Pero la naturaleza
por la diversidad de jurisdicciones —señoria de los ejércitos y de la guerra fue cambiando y
les, municipales, eclesiásticas—y por la varie con ella la configuración del Estado.
dad de inmunidades y privilegios de que Así, los Estados principescos —los reinos
están dotados determinados individuos y hispanos, los británicos, las ciudades-Estado
grupos. Además, si el Estado se ve limitado italianas—se caracterizaron por el predomi
dentro de su propio territorio por esa plurali nio de ejércitos mercenarios y por el nuevo di
dad de competencias, también lo está más allá seño de fortalezas, capaces de resistir los em
de sus #fronteras, ya que el contorno supraes- bates de la artillería que había inaugurado la
tatal lo ocupan en gran medida la Iglesia de toma de Constantinopla en 1453. El costo de
Roma y el Sacro Imperio. El proceso que con largos asedios, de prolongadas guerras reli
duce al Estado moderno se apoya precisa giosas —Guerra de los Treinta Años—y la pér
mente en la lucha contra esos obstáculos, infra dida de importancia de la infantería —como
y supraestatales: creciente intervención en la los tercios españoles—a favor de fuerzas de ca
economía, recorte brusco o paulatino de juris ballería más móviles, unidos a la aparición de
dicciones señoriales o municipales —donde armas de fuego más eficaces, fueron todos
subsisten, se reducen a funciones bien subsi factores presentes en la consolidación de Esta
diarias, bien ornamentales y casi irrelevantes—, dos regios o absolutos a mediados del siglo
aliento y defensa de las nuevas iglesias nacio XVII. Las fuerzas m ercenarias subsistieron,
113 Estado-nación
pero, como en el caso de la Suecia de Gustavo mente económicos, polémicas teológicas o co
Adolfo, entrenadas y dirigidas por oficiales rrientes filosóficas dispares.
nativos, el auténtico núcleo de los nuevos
ejércitos. Con todo, más que las armas o las
Diversidad de orígenes de las naciones
tácticas lo decisivo fue la creciente pericia de
y los nacionalismos
la burocracia para recaudar impuestos y el re
forzamiento de la disciplina militar. El um Pese a su consolidación política tardía res
bral del Estado-nación fue ya en el s. XVIII el pecto al Estado, la nación ofrece al imaginario
Estado territorial que representa la Prusia de de los pueblos europeos la apariencia de un pa
Federico el Grande: desaparición de ejércitos sado profundo y remoto. Los creadores de la
mercenarios y sustitución de los mismos por nación norteamericana, por ejemplo, se veían a
otros que reflejaban la rígida estratificación de sí mismos como herederos de los conquistado
la sociedad prusiana —esto es, oficiales proce res sajones de las islas británicas, “de los cuales
dentes de la nobleza y campesinos sobrantes de reclamamos el honor de descender y cuyos
la agricultura como tropa—; preocupación extre principios políticos hemos asumido” (en pala
ma por la nitidez de las fronteras —lo que ami bras del tercer presidente de la Unión, Thomas
noraba los conflictos externos, hacía posible un Jefferson, cit. por Geary, 2003:7). Por la misma
sistema impositivo claro, favorecía el desarrollo época, los constitucionalistas españoles reuni
de mercados internos y externos y de ahí incre dos en Cádiz trazaban la ascendencia de las
mentaba la riqueza del Estado en su conjunto—, instituciones más preciadas hasta los godos. De
y una lealtad que se transfería de la dinastía al modo parecido, Le Pen, en la Francia actual,
Estado —algo que reflejaba gráficamente la es ve el origen de su patria en el bautismo del
tricta disciplina y uniformidad del ejército pru franco Cíodoveo, o tiempo atrás en España se
siano-, En suma, “el Estado territorial se ca buscaban antepasados ilustres en el lusitano
racterizó por el deslizamiento del monarca co Viriato, el turdetano Argantonio o el astur Pe-
mo encarnación de la soberanía al monarca layo. La realidad histórica, sin embargo, es bas
como ministro de la soberanía” (Bobbitt, 2002: tante más complicada; o, como decía Renán:
143). A las revoluciones que iniciaron la etapa “Las naciones no son algo eterno. Han tenido
siguiente se les facilitaba de este modo el cami un inicio y tendrán un final” (1987: 84). Así, el
no para reemplazar ese depositario individual nacionalismo germánico que condujo al paro
de la soberanía por otro colectivo: la nación. xismo hitleriano remontaba sus raíces al pue
No obstante, el camino que condujo a ese blo teutón; pero “esa palabra para pueblo
estadio no fue tan homogéneo como sugieren —peud—, de donde proceden el alemán deutch y
esos grandes esquemas. La diversidad de pro nuestro teutón, no se refería tanto a la id e n ti
cesos y de tiempos de maduración del Estado- dad #étnica como al hecho de combatir juntos”
nación en Europa permite apreciar al menos (Bernárdez, 2002: 44). El problema de distor
tres vías diferentes (según Rolh, cit. por Muri- siones como éstas estriba en sus consecuencias.
11o, 1990: 10): a) la de los Estados atlánticos Como dice el historiador serbio Milorad E k-
-desde la Península Ibérica a la escandinava-, mecic: “el nacionalismo empieza con cánticos
donde el recorrido comenzó muy pronto, épicos y populares y termina con grandes gue
gracias a las monarquías unificadoras; b) la de rras. Empieza con Hansel y Gretel y se con
los países que alcanzaron una relativa unidad vierte en el monstruo de Frankenstein”
lingüística y ^cultural con anterioridad a la (Judah, 2000:134).
creación de un Estado unitario —como A le Sin duda, los orígenes reales de las nacio
mania e Italia—, y c) la de los Estados surgidos nes contemporáneas son menos bucólicos.
de la desmembración de grandes imperios Dos series de factores son decisivos en su con
formados por pueblos muy heterogéneos—co figuración y desarrollo. De un lado, hay pro
mo los imperios zarista, austrohúngaro y tur cesos históricos donde entran en juego fuerzas
co—. Por otra parte, ni factores jurídicos ni de políticas, religiosas, económicas y tecnológi
estrategia militar pueden explicar por sí solos, cas; de otro, corrientes estéticas, literarias y fi
conjunta o separadamente, el intrincado pro losóficas que alientan, recrean o interpretan
ceso que llevó a la aparición del Estado-na esos procesos o se enfrentan a ellos.
ción. Fueron también, como resalta Gellner,
las exigencias estructurales de la sociedad in
a) Procesos históricos
dustrial. E igualmente contribuyeron al de
sarrollo del Nacionalismo procesos simbólicos El término “nación” como sinónimo de gru
—cambios de cosmovisiones—, factores neta po de individuos asentados en un territorio
Estado-nación 114
tardó en ser aplicado a la totalidad de los mis de finales de la Edad Media a la Ilustración,
mos. La Constitución española de 1812, por realeza y nobleza se vieron a sí mismas como
ejemplo, establece que: “la Nación española herederas de los conquistadores francos que
es la reunión de todos los españoles de ambos habían liberado Francia del yugo romano y,
hemisferios” (2001: 1), pero matiza enseguida por tanto, con derecho a gobernar un pueblo
que “son españoles... Todos los hombres de siervos, heredero a su vez de los galos. La
libres nacidos y avecindad os...” y sus hijos Revolución no cambió sustancialmente el pa
(2001: 5) y a continuación se refiere a quiénes norama, simplemente invirtió los términos: el
pueden llegar a serlo: ^extranjeros con carta abate Sieyès aceptó el origen germ ánico —y,
de N aturaleza, residentes durante diez años por tanto, foráneo y usurpador—de nobles y
y libertos. Los todavía numerosos ^esclavos reyes y argumentó que el auténtico pueblo
de los territorios hispanos, por enraizados francés era el galo (Geary, 2003). Probable
que estuvieran sus linajes, quedaban *exclui- mente, señores o vasallos se verían mucho
dos de tal condición. Por otra parte, durante más como descendientes de estirpes diferen
muchos años el vocablo mismo mereció el re tes que como miembros de un mismo conjun
pudio manifiesto de amplios sectores de la to. Y, en la práctica, “en 1776 la Academia
población: Galdós relata en sus Episodios N a todavía definía en términos locales —palabras
cionales cómo, “al grito famoso de ‘¡Vivan las como pays, p eu p le o p atrie—. ‘El país de un
caenas!’, se unía significativamente el de francés era m eramente la parte del mismo
‘¡Muera la N ación!’. La Nación se ve enton donde casualmente había nacido’ ” (Hobs-
ces no como un ente territorial, sino como un bawm, 1991: 99). Porque, como dice Gellner,
artefacto político” (Murillo, 1990: 25). es el “nacionalismo el que engendra naciones,
Si nos remontamos siglos atrás, el término no a la inversa” (1988: 80).
era aún más restringido. Como queda indica Los procesos de forja de cada nación refle
do, la apelación de Lutero a la nación alem ana jan, sin duda, diversidad tanto en su seno co
tenía un destinatario exclusivo: la nobleza. mo en relación con los que engendraron otras
Esa misma restricción operaba en otros países naciones. Sin embargo, cabe establecer algu
europeos, como Polonia o Hungría, durante nos parámetros comunes a tales procesos. Es
el siglo XVII. Se trataba de lo que llamaban los lo que hace Benedict Anderson en su libro
francesespays legal, integrado por el rey o em Im agined com munities. R eflexions on the ori-
perador, la nobleza y la hidalguía. Incluso gin and spread o f nationalism , publicado en
muy avanzado el s. XIX, muchos inmigrantes Londres en 1991 por Verso. Según él, hay dos
a Estados Unidos, procedentes de la Europa series de factores que posibilitan imaginar na
oriental, sólo llegaron a tener conciencia de su ciones. La primera implica la quiebra de los
antigua Nacionalidad a su llegada al país de supuestos en que se apoyaban el mundo an
acogida (según señala Tony Judt en “The Nex tiguo y medieval, en un triple sentido. En
Oíd Nationalism”, publicado en 1994 por The primer lugar está el debilitamiento de la cre
N ew Y o if R eview o f Boo\s, vol. 41, 10, 26 de encia en un solo idioma —latín, hebreo o ára
mayo). Tam bién en los antecedentes inm e be— como clave para acceder a la verdad;
diatos de la nación española de las Cortes de idioma que, universalizado, actúa de sostén
Cádiz tuvieron un papel decisivo la acción de una Nomunidad transnacional —cristian
conjunta de los ilustrados y de la fundación dad, umma o pueblo elegido—. Frente a ello se
regia de las Academias, por obra de una mo desarrolla el interés por las lenguas vernácu
narquía que, como la prusiana, había evolu las y por su sistematización en las primeras
cionado de la identificación con la estirpe a la gramáticas de las mismas. En segundo lugar,
del Estado, pero con escasa o nula participa hay un cuestionamiento de la cosmovisión
ción en el proceso de amplias capas sociales que concibe las sociedades ordenadas de for
(Álvarez Junco, 2001). ma natural en torno a la #centralidad de mo
Por otra parte, las identidades de los pue narcas por derecho divino y la existencia de
blos europeos no surgieron, evidentemente, amplios territorios de límites difusos —impe
de modo instantáneo. Se fraguaron durante rios—. La contrapartida vendrá dada tanto por
siglos de enfrentamientos bélicos entre ellos, el desarrollo de teorías sobre la soberanía
de orgullos por victorias y resentimientos por ^ciudadana como por la preocupación por la
derrotas, ocupaciones y humillaciones. Se periferia y las fronteras territoriales; esto es,
configuraron, además, con arreglo a las claves los bordes donde una nación puede colisionar
míticas o ideológicas de la sociedad de la épo con otra. Por último, a una dimensión tempo
ca. Así, en la Francia del A nden Régim e, des ral, donde acontecer y cosmología inmutable
115 Estado-nación
ciones, ya fuera a través del idioma, del credo glo XIX, empezando por las originadas por las
religioso o de una de sus variantes doctrinales campañas napoleónicas, llevaron a muchos
o rituales o de los vínculos administrativos. políticos a considerar que cada raza —esto es,
Una vez que actúa el principio nacionalista, el cada etnia—constituía una nación y debería
mapa se asemeja ya a un cuadro de Modiglia- poder constituir un Estado. Sin embargo, co
ni: “Hay muy pocas sombras; superficies lisas mo pone de relieve W alter C onnor en
y ordenadas se separan claramente, por regla “Nation-building or nation-destroying”, pu
general está claro dónde empieza una y ter blicada en 1972 por World Politics —2 4 ,3 : 319-
mina la otra, y hay poca ambigüedad o super 355—, de una muestra de 132 Estados, sólo el
posición, si es que la hay. Si pasamos del mapa 9% está formado por Estados étnicamente
a la realidad cartografiada, vemos que la au homogéneos; por el contrario, el porcentaje
toridad política se concentra casi abrumado superior (29,5%) corresponde a aquellos otros
ramente en manos de un tipo determinado de donde el mayor de sus grupos étnicos no abar
institución: un Estado de tamaño adecuado y ca ni a la mitad de la población. Fue preci
plenamente centralizado” (1988: 178). Hay samente el Estado y sus políticas las que
que añadir que lo que resulta paradójico de forzaron una imagen uniformadora que al
esta deriva es que a esa fuerza centrípeta del canzó consecuencias sangrientas en los nacio
Estado-nación haya ido unida, tal vez como nalismos excluyentes y totalitarios del s. XX.
reacción, por la inadecuada articulación del Pero, según ha sabido mostrar G. L. Mosse,
mismo o incluso por su debilidad en algunos tanto en estos casos como en sus precedentes
casos, una fuerza centrífuga. Paradójico, ade decimonónicos, explicar las claves del fenó
más, porque la nación —singular- de los movi meno recurriendo a causas tales como el te
mientos liberales apareció como intento de rror o la propaganda estatales es simplificarlo.
superar segmentaciones e identidades previas Antes al contrario, la búsqueda y consecución
—territoriales, étnicas o religiosas—y, sin em de la homogeneidad se articula por medio de
bargo, considerarse nación y conseguir un todo un ritual o liturgia políticos. En la Fran
Estado se ha convertido en la divisa de identi cia revolucionaria se pasó en breve tiempo de
dades tales. Así, por ejem plo, los enfrenta una multicolor apertura de los Estados Gene
mientos multiseculares entre católicos, rales, debida a la vestimenta de los distintos
ortodoxos y musulmanes de los países balcá estamentos, a una severa monotonía en el ves
nicos llegaron a verse, sobre todo a partir del tir congruente con la “sagrada base de la
Rom anticism o, como luchas entre naciones igualdad” (Wrigley, 2002). Mosse resalta có
—croata, serbia y turca—(Judah, 2000). El caso mo en esa misma circunstancia se imita y se
español, con el desarrollo temprano de los na trata de reemplazar el culto cristiano y la de
cionalismos vasco y catalán —y en su estela voción a la Virgen por el culto a la Razón, cu
otros de más tardía aparición, cuando las cir ya alegoría se entroniza en Nótre Dame. En
cunstancias políticas lo permiten o lo propi Alemania el camino es más largo y complejo.
cian—, responde a esa tendencia. E l punto Se inicia con el pietismo, que, aunque deriva
extremo lo constituye en el siglo X X el Estado do del luteranismo, exalta las buenas obras y
yugoslavo, de vida tan corta que no alcanza reacciona contra el fideísmo dogmático. Con
los tres cuartos de siglo; en ellos, sin embargo, él, el amor a la patria se convierte en un deber
ha conocido guerras civiles, ^genocidios entre religioso que se exterioriza en los lugares y
sus pueblos y una fase de paz a duras penas monumentos, réplica de la arquitectura sa
conseguida con el corsé antidemocrático del cra, donde se la glorifica. Frustrada tras el
régimen del mariscal Tito. Esta tendencia Congreso de Viena la unidad política, el mo
también está presente, aunque sin consecuen vimiento germano conoce una fase contesta
cias tan ominosas, en las aspiraciones separa taria del statu quo y liberal. Pero a partir del
tistas de la Liga Norte italiana, en el difícil Segundo Reicb, en 1871, se acentúa el papel
equilibrio entre flamencos y valones en Bélgi del Estado y se subraya la unidad espiritual de
ca o en el pujante nacionalismo escocés en el los nacionalistas: la liturgia se transforma
Reino Unido. Como se ha dicho, estamos en de arma revolucionaria en instrumento mani
la época de la “nación en crisis —y del—nacio pulado por el Estado para servir a la nación. El
nalismo en auge” (Murillo, 1990: 35). cambio lo sintetiza la figura de Richard Wag
Probablemente, el gran error con respecto ner, quien pasa de las barricadas de la revolu
al Estado-nación ha consistido en identificar ción de 1848, en su juventud, a dirigir, con los
sus términos con homogeneidad cultural. Las festivales de ópera, la renovación de la mística
guerras de liberación o independencia del si nacionalista en la época, ya en su madurez. La
117 Estado-nación
evocación de un pasado atemporal y mítico esta segunda fase se considera que la forma
—que combina Estereotipos germánicos, clá que adquiera el Estado es secundaria con res
sicos y cristianos— se expresa en múltiples pecto a la pervivencia de la nación: ésta per
facetas: en la arquitectura parlan te de los manece, los regímenes políticos cambian. El
monumentos, la música y en la ópera, las acti derecho internacional se adapta a ese cambio:
vidades gimnásticas y deportivas o la in poco importa cómo haya obtenido el poder un
dum entaria. El fracaso de la República de gobierno en tanto que pueda garantizar el
Weimar, ya en la era de las masas, se encuadra control sobre el territorio nacional. Es la fase
en la ^recuperación primigenia de la liturgia que culmina con el Estado del bienestar, atento
nacionalista que conduce directamente al a satisfacer las demandas de los más diversos
triunfo del nazismo y al Tercer Reich. sectores —laborales, empresariales, ancianos,
El desarrollo del Estado-nación ha cono jóvenes, m ujeres...—para ^integrarlos en la
cido fases bien diferenciadas. Bobbitt les ad arena política nacional. Regímenes diversos e
judica incluso nombres distintos: la primera incluso antitéticos —democracias liberales,
es propiamente la del Estado-nación, la segun dictaduras fascistas o comunistas—tratan de
da la de la nación-Estado y la última, en la que satisfacer esos mismos fines, si bien por vías
empezamos a vivir, la del E stado-m ercado también diferentes.
—una expresión al tiempo metafórica y realis Precisam ente lo que se abandona en la
ta—. En la primera —que manifiesta claramen fase actual, la del E stado-m ercado, es la pre
te el voluntarismo de los constituyentes de tensión de obtener el bienestar de todos los
Cádiz— es el Estado el que crea o moviliza ciudadanos. El Estado cifra su legitimidad,
una nación para la realización de sus fines. en cam bio, en la habilidad para garantizar
Así el modelo revolucionario francés supone que el mayor número posible de individuos,
la creación de un Estado unitario que funde pero inevitablemente no todos, hagan uso de
en sus distritos, conocidos por guarismos, la las oportunidades que el mercado ofrece. El
amplia variedad de países o regiones, con sus nuevo Estado es más poderoso política y m i
nombres, del A n den R égim e. Y, al propio litarm ente, pero sus proponentes alardean
tiempo, las consecuencias de la Revolución haber reducido su acción a las condiciones de
Francesa, mediante la expansión y el imperia seguridad que garantizan el libre juego del
lismo napoleónicos trajeron consigo la supre mercado. Diríase que el concepto de seguri
sión o represión del nacionalismo en otros dad social —colectiva y que afecta a aspectos
países; bien es cierto que, a la larga, la re variados de la personalidad, como la salud
sistencia en ellos despertó o fortaleció cotidiana, las pensiones de jubilación o las
sentimientos nacionalistas. De igual modo ayudas familiares—va siendo también paula
operaron otras empresas imperialistas, con tinamente sustituido por otra noción de se
proyección fuera de Europa: británica, belga guridad, limitada a individuos que compiten
—donde la ambición de Leopoldo condujo, en libremente. Son los individuos, y no el Esta
el Congo, a uno de los mayores genocidios de do, quienes deben ocuparse de resolver las
la historia—, francesa, etc., que engendraron a cuestiones a las que atendía el welfare-state\
su vez movimientos nacionalistas en sus res también, y cada vez más, han de velar por la
pectivas Eolonias. La movilización de la na propia protección frente a las agresiones
ción al servicio del Estado logró que, mientras a nuestros cuerpos o a nuestras viviendas. Y a
en 1800 Europa controlaba el 35% del plane esta especie de revival del viejo Estado gen
ta, en 1878 ese porcentaje se hubiera elevado darme, liberal, pero ahora con escasa o insu
al 67%. Incluso Estados en franca decadencia ficiente fuerza policial, contribuyen con
que, en lugar de aumentar sus imperios, los entusiasmo líderes políticos de la más varia
perdieron en el siglo XIX, emprendieron con da procedencia ideológica. El Estado, por su
quistas más emblemáticas que efectivas. Tal parte, tiende a ocuparse, de modo creciente
fue el caso de España y su aventura norteafri- y casi exclusivo, de su propia protección
cana, apoyada tanto por liberales como por frente a quienes difícilm ente pueden com
reaccionarios (Alvarez Junco, 2001). petir en el m ercado. E n ello confluyen so-
En contraste, la nación-Estado supone que cialdem ócratas como Tony B lair y
el segundo se ponga al servicio de la primera ultraliberales como George W. Bush: guerra
o, más exactamente, de sus elementos consti contra e l terror y limitación de las libertades
tutivos. El cambio de una a otra fase se origi ciudadanas.
na a mediados del siglo XIX y se consolida Habría que añadir que uno de los cambios
después de la Prim era Guerra Mundial. En más reveladores de la etapa presente es el pa-
Estado-nación 118
peí que representan los límites territoriales MURRILLO FERROL, Francisco (1990): E l na
del Estado. Las fronteras, tal como hoy las cionalismo de fin de siglo. Madrid: Ed. Univer
concebimos, nacieron sobre todo con una do sidad Autónoma de Madrid.
ble finalidad, militar y política. Una y otra NAEF, W. (1973): La idea de Estado en la Edad Mo
han ido perdiendo sentido a lo largo del pasa derna. Madrid: Aguilar.
do siglo. El primer aviso de este declive lo co RENAN, Ernest (1987): ¿Quées una nación? Car
noció el mundo europeo en la Prim era tas a Strauss. Madrid: Alianza.
G uerra M undial, con el papel de aviones y VV. AA. (2001): Constitución política de la Monar
dirigibles que hacían inútiles las fron te quía española. Promulgada en Cádiz á 19 de
ras convencionales. Ya en el umbral del si Marzo de 1812. Valladolid: Ed. Maxtor.
glo X X I, el Estado no se enfrenta, como lo WRIGLEY, Richard (2002): The politics o f appea
bacía desde el Renacimiento, con otro Esta rances. Representations o f dress in revolutionary
do rea l, sino con uno virtual, encarnado por France. Oxford: Berg.
los esporádicos videos de Bin Laden, por m i
Enrique Luque Baena
siles en form a humana o por una ideología
de la muerte que no registran los escáneres.
Todo ello hace bastante inútiles los controles Véanse además Acciones afirmativas, A par-
*fronterizos. Como contrapartida, las *fron- th c id , C e n t ro - pc r i fe r ia, CT U D A D A N í A,
teras de los países desarrollados son ante to Ciudadano, C O L O N IA L IS M O Y A N TI-
do de tipo económ ico, artilugios para C O I„()N I A I I S M O , Cornunielad transna
controlar, con escaso éxito bien es verdad, los cional, Cornunitarismo, CONSUMO CU L
movimientos ^migratorios: muros kilom é TURAL, CULTURA, Derecho de injerencia,
tricos, vallas electrificadas, patrulleras m arí DERECHOS HUMANOS, D E S A R R O
timas, etc. LLO, Desterritorial ización, D I F E R E N
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119 Estereotipos y esencialización
parte de las investigaciones de las ciencias so en 1916 de la obra The M in dor Prim itive M an.
ciales al respecto. Mucho antes de este momento —finales del
En la producción literaria, llevada a cabo s. XIX y principios del X X — la antropología ya
desde la antropología y la historia sobre la había realizado un trabajo de descripción et
Península Ibérica, ha sido fundamentalmente nográfica ejem plar que buscaba superar los
Julio Caro Baroja quien más ha advertido y estereotipos europeos desarrollados sobre la
criticado tanto lo superfluo como lo pernicio sociedad y la ^cultura azteca: la obra de fray
so de antiguos y extendidos estereotipos, tópi Bernardino de Sahagún conocida con el nom
cos como se les conoce en español, acerca de bre de Códice Florentino y publicada en 1590
supuestos caracteres regionales: la vagancia y es, excepto por la habitual visión estereotipa
superficialidad de los andaluces, la obstinada da —si bien profusamente documentada—de
incomprensión de los vascos, la avaricia cata la idolatría azteca, un magistral ejemplo de la
lana, la hosquedad y desconfianza de los ga obligación de la antropología de enfrentarse a
llegos (para una recopilación mayor de estos los simples estereotipos creados en torno a la
tópicos, recogidos por Caro Baroja en su tra idea de gentes salvajes.
bajo, véase Temprano, 1988). Debe de haber El trabajo de campo permitió también a
seguramente algo jocosamente hostil en estos los antropólogos ser conscientes del proceso
estereotipos, llamados benévolos dicterios, de creación de estereotipos y del *etnocentris-
que quizá haga necesaria su comparación con mo que conlleva la idea de “tribalism o”,
prejuicios mucho más profundos que han entendida como el predominio de miradas
acompañado a los estereotipos desarrollados negativas y juicios globalizantes de los miem
en la Península Ibérica hacia los gitanos, ju bros de otras familias, clanes o grupos tribales
díos y moros. en este tipo de sociedades. Así, por ejemplo, a
La tradición investigadora angloam eri partir de los estudios sobre los fang de la G ui
cana en el campo de los estereotipos se ha nea Española y Gabón, éstos fueron conside
extendido fundamentalmente desde la socio rados en la literatura europea y casi desde los
logía y la psicología social. Pese a ello, los an primeros contactos “grandes caníbales”, si
tropólogos no han sido del todo ajenos a este bien ellos fácilmente atribuirían este estereo
interés, ya que sus investigaciones se han cen tipo a los pueblos africanos adyacentes y nun
trado en averiguar cómo el orden social se ca a sí mismos. Y cuando lo hicieron no fue
sistematiza, enturbia o traiciona, tanto den más que como reflejo de intereses y estereoti
tro del parentesco como en las divisiones en pos europeos preexistentes. De hecho, la prác
clanes, mitades, organizaciones tribales, etc., tica cristiana de la Eucaristía convenció a los
entendidas como categorías para la sistemati fang de que el canibalismo era una práctica
zación de las pertenencias sociales. De hecho, frecuente entre los europeos.
el temprano interés desarrollado por la antro
pología hacia el ^totemismo, aunque primase
Estereotipos y cognición
en sus inicios un enfoque más desde lo reli
gioso —como es el caso del trabajo del antro The Nature ofP reju dice, obra publicada en
pólogo J. G. Frazer—, con el tiempo se ha ido 1954 por Allport, se convirtió en el siglo pasa
convirtiendo en una preocupación por las do en la fuente clásica dentro de las ciencias
prácticas totémicas asumidas como un siste sociales para todos aquellos estudios interesa
ma crucial de categorías para la organización dos en la complejidad de actitudes y prácticas
social (Lévi-Strauss, 1962). que entrañan los procesos de creación de este
Desde sus inicios, dada la propia naturale reotipos, estigmatización, prejuicio y *discri-
za de los estudios antropológicos sobre socie minación, procesos todos ellos de gran interés
dades simples, llevados a cabo en medios para dichas ciencias. Tanto en la obra de All
claramente ajenos, éstos tuvieron que enfren port como en muchos de los trabajos llevados
tarse a multitud de estereotipos propagados a cabo dentro de las ciencias sociales del mo
sobre los otros en dichas sociedades y, a la vez, mento y posteriores, el interés principal se
con los difundidos en sus propias sociedades fijó, según sugiere su propio título, en el
euroamericanas acerca de los “primitivos” o prejuicio y la discrim inación; de forma que
“salvajes”. Boas y sus discípulos emprendie las investigaciones perseguían el objetivo pa
ron una larga lucha contra estos estereotipos liativo de corregir las consecuentes injusticias
en torno a lo primitivo y al pensamiento sobre e inequidades producidas en el orden social.
ello, especialmente a través de la publicación, En el periodo que siguió a la Segunda Guerra
revisada y reeditada en numerosas ocasiones, Mundial, éste fue un interés bastante desarro-
121 Estereotipos y esencialización
ce referencia a los procesos llevados a cabo por por distintos antropólogos con el objetivo de
la memoria a corto plazo para procesar la hallar la verdad y ser capaces de generalizar
complejidad de la información entrante a tra acerca de los rasgos distintivos de las culturas
vés de su fragmentación en porciones familia que estudiaron pueden ser contemplados co
res. Este procedimiento de la memoria es mo tentativas al borde del estereotipo. En
muy semejante al que opera en la creación de esta misma línea de pensamiento se sitúa
estereotipos, que puede ser vista como un mo también el trabajo de Renato Rosaldo, que
do de “cognición laminada” por medio de la sostiene que todos los reclamos de verdad
cual se reducen a segmentos preexistentes hechos por los antropólogos olvidan la par
toda la complejidad de comportamientos y cialidad y la “opción por una perspectiva
creencias del nosotros mismos o de otros grupos. concreta” inevitables en todo trabajo de cam
Por ello merece la pena recuperar dos con po (Rosaldo, 1989).
ceptos desarrollados en los trabajos de la psi Otros estudios antropológicos, previos a
cología social de los años cincuenta que dan los ochenta, habían señalado ya, por un lado,
cuenta más explícitamente de los procesos cómo la diversidad dentro de cualquier cultu
cognitivos sobre los que descansa la teoría de ra se resuelve a través de distintos procesos de
la “cognición laminada”: reducción de atribu creación de estereotipos que aseguran el con
tos y codificación con fgu racion al. El primero senso social (Fernández, 1965) y, por otro lado,
de ellos alude a la propensión a reducir el nú el hecho de que la variedad de estilos de vida
mero de criterios distintivos en función de los existente en las distintas culturas sometidas
cuales un objeto o grupo de objetos puede ser en los procesos de ^colonización fue, por ra
juzgado. El segundo concepto se refiere al zones administrativas, prácticamente simpli
proceso de agrupar varios rasgos distingui ficada en entidades estereotipadas (Bernard
bles en uno solo. Resulta evidente que ambos Cohn). El fruto de las enseñanzas de Cohn
procesos, que se explican por las limitaciones puede observarse en el trabajo de Richard
propias de la memoria a corto plazo, eliminan Handler (1988) que identificó lo que pueden
la diversidad en el otro y actúan en la creación ser consideradas las tres “dimensiones” de
de estereotipos y la esencialización, donde la reificación de cualquier objeto o sujeto de
diversidad de características del otro queda interés, del tipo de una cultura o nación: su
reducida o eliminada en pro de caracteriza contemplación estereotipadamente “delimi
ciones relativamente simples —¡cuando no ha tada”, “homogénea” y “continua” a través del
blamos directamente de caricaturizaciones! tiempo.
Quizá el mayor argumento en contra de
una etnografía que caiga en el peligro de crear
Estereotipos, esencialización
estereotipos es el aviso que Anthony Wallace
y orden social
hace al resto de antropólogos para que recon
Estos dos conceptos y la idea de “cogni sideren su propensión a “reproducir unifor
ción laminada” nos devuelven la mirada a la midades” en el estudio de una cultura y
discusión que originalmente planteó Lipp- reconozcan que el verdadero reto se halla en
man acerca de la creación de estereotipos. En comprender que una cultura es siempre y en
su opinión, este tipo de procesos enfatiza la todas partes una “organización de la diversi
completa igualdad, lo indistinguible, de los dad”, por lo que el desafío no es otro que des
miembros de un grupo estereotipado; una cifrar cómo dichas culturas logran alcanzar el
tendencia a la que se ha aludido en las últimas orden social para afrontar esta diversidad.
décadas bajo la idea de “esencialización” del Es posible identificar al menos dos escue
otro. El movimiento “etnografía textual”, las de pensamiento que influyeron en estos
desarrollado en la década de los ochenta, movimientos antiesencialistas en antropolo
prestó gran atención a este enfoque, y en espe gía. En primer lugar, se halla la teoría evoluti
cial despertó un singular interés en el trabajo va y, en particular, las orientaciones del
de uno de sus máximos representantes, James trabajo del evolucionista darwiniano Steven
Clifford, y en su argumentación de los “apu J. Could, quien insistió en que lo que la evolu
ros y medias verdades” que afectan a cual ción enseña es que tanto en la vida humana
quier intento de interpretación etnográfica. como en toda existencia “la diversidad supo
Para Clifford (1988) resulta imposible todo ne todo y la esencia no resulta más que una
intento de llevar a cabo una interpretación ilusión”. Aceptar el hecho de la diversidad
“pura” e intachable de la esencia de cualquier tanto en la vida como en el objeto cultural es
cultura. Los intentos previos emprendidos un reto que la creación de estereotipos intenta
123 Estereotipos y esencialización
evitar. Una segunda escuela con una influen acontecimientos que han caracterizado sus
cia bastante mayor fue el pensamiento interrelaciones de *aculturación, ya que es
deconstruccionista, antifundamentalista y an- posible afirmar que dichas culturas han esta
tiesencialista del posmodernismo en literatu do, en mayor o menor medida, siempre en
ra y filosofía. Bajo el influjo de las ideas de contacto las unas con las otras. Sucede, y así lo
N ietzsche, los escritores posmodernos tales han reconocido los antropólogos desde hace
como D errida, Lyotard, Baudrillard y Fou- bastante tiempo, que los procesos de creación
cault, intentaron desde la década de los sesen de estereotipos respecto a otras culturas han
ta huir de cómodos universales sobre la sido una de las principales características de la
esencia de la naturaleza humana, por ejem interculturalidad. Menos reconocida ha sido
plo, de aquellos acerca del parentesco a los hasta fechas muy recientes la definición esen
que nos hemos referido al principio, que bus cialista, no del todo estereotipada, empleada
can manejar las volátiles complejidades de la en sus propios trabajos etnográficos sobre
existencia humana, reduciéndolas a condicio otras culturas.
nes fácilm ente definibles y permanentes o a La presencia, si no de estereotipos, sí al
un conjunto de observaciones axiomáticas. menos de reificaciones y esencializaciones en
Si bien este corpas teórico deconstrucio- el estudio y la interpretación del otro ha sido
nista fue extremadamente crítico con el pen quizá una carga en la discusión y el debate
samiento esencialista, se convirtió a la vez en acerca de los procesos de pensamiento, que
una especie de defensa del mismo o al menos operan en la creación de estereotipos, que ha
en una “estrategia esencialista”. Tal fue el ca perdurado durante décadas, sobre todo en la
so sobre todo de los movimientos feministas: medida en que afecta a los propios antropólo
que, en su defensa de aquellas ^mujeres y m i gos. Sólo en décadas recientes se ha desa
norías que habían sido perjudicadas o estig rrollado un movimiento alejado de lo que
matizadas por la creación de estereotipos, W allace denominó “duplicación de unifor
usaron el mismo arma para lograr una auto- midades”, un deseo de entender cómo se or
organización más efectiva, ganar más control ganiza la diversidad dentro de una cultura
sobre sus propias clasificaciones y así poder para alcanzar un mínimo de orden social.
reclamar un lugar más favorable y justo en el Si la creación de estereotipos y la esencia
orden social (Spivak, 1989). lización han sido generalm ente rechazadas
Estamos presentes aquí ante un ejemplo en las ciencias sociales es debido al hecho de
de los “procesos de categorización” en los que que se hallan frecuentemente acompañadas
la creación de estereotipos y la esencialización de prejuicios, discriminaciones y estigmatiza-
producen como respuesta nuevos estereotipos dones del otro —véase la voz de }. Prat en esta
y esencializaciones opuestas; simplemente en misma obra. Este tipo de prácticas, sin duda
lugar de permitir este frecuente “proceso de repugnantes e injustas, constituyen una clara
categorización”, éste debería ser obligatorio violación del espíritu de una época identifica
en los estudios de los antropólogos: compren da con el influyente trabajo de Rawls,2l The-
der “el reduccionismo mutuo y sus implica ory o fju stice, en el cual la justicia se concibe,
ciones” como una estrategia de grupo, tanto de una manera muy sencilla pero a la par
en el escenario #local como regional, nacional fruto de una conceptualización muy detalla
e internacional, para construir representacio da, como la imparcialidad en las relaciones
nes de nosotros mismos y de los otros con los humanas (Rawls, 2001), a lo que deberíamos
que interactuamos en las relaciones que con añadir imparcialidad en unas relaciones que
forman los procesos identitarios (H erzfeld, son a la vez interculturales.
1998). Deberíamos concluir este análisis sobre la
En conclusión, la antropología, entendida creación de estereotipos y la esencialización
como una familia de disciplinas, está especia con esta idea de virtud moral, ya que gran
lizada en el conocimiento de la diversidad de parte de la literatura, entre la que se encuen
las distintas culturas humanas, tanto en el tra sin duda la antropológica, está motivada
tiempo prehistórico e histórico como en la ac por la búsqueda de esa “imparcialidad” en las
tualidad y probablemente en el futuro. La relaciones humanas. Pero al mismo tiempo
#“interculturalidad”, térm ino guía de este debemos recordar en nuestro examen que la
Diccionario, es un buen concepto para refe creación de estereotipos, en la medida en que
rirse tanto al conocimiento que los antropólo se trata de una generalización de uno mismo
gos han alcanzado sobre la diversidad de y del otro que no reconoce las complejidades
culturas en el mundo como a los principales y variaciones que contienen, se asemeja mu
Estigma 124
cho a los procesos de formación de categorías LIPPM AN, Walter (1922): Public Opinion. New
y conceptos propios del pensamiento huma York: Harcourt Brace.
no. En dichos procesos de pensamiento es po RAWLS, John; KELLY, Erin (eds.) (2001): Justice
sible observar, dada la debilidad propia de la as fairness: A restatement by John Rawls. Cam
memoria humana a corto plazo, las tenden bridge: Harvard University Press.
cias definidas hace ya bastante tiempo hacia la ROS ALDO, Renato (1989): Culture and Truth:
reducción de atributos y la codificación confi- The Remaking o f Social Analysis. Boston: Bea
guracional, así como hacia la “cognición lami con Press.
nada”, es decir, orientadas a la reducción del SPIVAK, G. C. (1989): “In a Word”. Differences., 1,
otro en categorías atributivas simplificadas. 2: 124-156. Monográfico especial: “The Essen
La ironía presente en esta búsqueda de justi tial Difference: Another Look at Essentia-
cia en medio de un proceso cognitivo que lism”.
lleva a la simplificación, cuando no a la injus T A JFE L , Henri (1969): “Cognitive Aspects of
ticia, debe ser afrontada de una manera refle Prejudic Journal o f Social Issues, 25,4: 79-97.
xiva y sin certezas absolutas. Es decir, se TEM PRANO, Emilio (1988): España : La Selva de
encuentra determinada, y así debe enfrentar los Tópicos. Madrid: Mondadori.
se, por un sentido irónico y apaciguador de
James W. Fernandez McClintock
dicha contradicción presente en la condición
humana. ¿Es posible que no sirva para m iti
Véanse además Acciones afirmativas, Acul-
gar lo injusto de una creación de estereotipos,
turación, A L T E R IDAD, Centro-periferia,
irreflexiva y autojustificativa, y de los no ra
COLONIALISMO Y A NTl C O L O N I A -
zonados e irracionales imperativos de lo “ca
LISMO, CULTURA, D IF E R E N C IA Y
tegórico” que se producen en las relaciones
D E S IG U A L D A D , Diferencias naturales y
humanas? ¡Determinada literatura acerca de
diferencias sociales, DISCRIMINACIÓN Y
creación de estereotipos y la esencialización
EXCLU SIÓ N SOCIAL, E S T A D O -N A
podría llevarnos a pensar que así es! Pero no
CION, ESTIGMA, Etnocentrismo v relati-
nos dejemos llevar por ello. y
entendidos y lesbianas, chaperos, un herma- igualmente en muchos sin techo que deam
frodita famoso —Herculine Barbin—esplén bulan por los barrios de nuestras ciudades—es
didamente analizado por M. Foucault...; que se trata de cuerpos mal nutridos, faltos de
borrachos y alcohólicos, anónimos o no, dro- la higiene usual, que desprenden suciedad,
gadictos de grifa, marihuana, heroína, éxtasis sudor, mal olor corporal y que su descuido ge
o crack...; handicapés, discapacitados físicos o neralizado, desde la perspectiva de los pará
sensoriales, parapléjicos, tetrapléjicos, aque metros convencionales, los convierte en una
jados de esclerosis múltiple, ciegos, enfermos primera barrera que separa y contamina.
crónicos de cáncer y de sida, enfermos menta Las marcas físicas, en segundo lugar, y, por
les, esquizofrénicos, paranoicos, delirantes, extensión, la indumentaria nos llevan directa
afectados por el síndrome de Down... En se mente al sentido etimológico ya referido del
gundo lugar, prologué un libro de historiado estigma como marca indeleble en el cuerpo de
res, coordinado por Daniel Piñol (2003) y alguien que permite visualizar su condición
titulado Historia deis altres, que me familiari degradante, pero también, en un sentido más
zó con diversas formas de estigmatización en positivo, nos indican la pertenencia a un de
el ámbito de la historia local. terminado grupo. Las marcas con hierro can
A partir de esta doble aproximación se fue dente de los esclavos ilustrarían la primera
dibujando un mapa conceptual que, en nues variante mientras que la circuncisión entre
tra opinión, refleja los grandes ejes del ima los judíos o la ablación del clítoris en grupos
ginario colectivo sobre el estigma. Para desa africanos e islámicos lo serían de la segunda.
rrollarlo vamos a tener en cuenta los pun Otras señales corporales visibles —quemadu
tos siguientes: el cuerpo, las marcas físicas ras, cicatrices, escarificaciones—, consecuencia
corporales y la indumentaria, el —bajo—nivel de los ritos de paso e iniciación en las socieda
de instrucción reglada, el oficio u ocupación, des tribales, quizá tengan su correlato en los
los escasos ingresos obtenidos y un nivel de tatuajes de los presos, en los brazos agujerea
pobreza habitual, el hábitat familiar, también dos de los yonquis o en el cada vez más exten
el barrio o te rrito rio en el que se vive y, final dido arte del tatuaje o del piercing. De todas
mente, una desconfianza más o menos gene formas, posiblemente sea el color de la piel y
ralizada hacia el estigmatizado. Veámoslo. ciertos rasgos del esquema gestual o corporal
Examinemos en primer lugar el cuerpo o aquello que más claramente define y dife
la percepción del cuerpo. En una primera mi rencia a unos grupos de otros. El caso de los
rada panorámica parece como si el cuerpo de gitanos, autocalificados como “calés” —que
los estigmatizados estuviera devaluado, en el significa “negro”, en el idioma caló—, es buen
sentido de que o bien no les pertenece porque ejemplo en esta dirección entre otros muchos.
es propiedad de otros o bien porque se trata Si el vestido convencional es una característi
de un cuerpo de segunda en su condición de ca de ^integración en el sistema, el m ante
tullido, mal cuidado o despreciado. El caso nerse, por obligación o por gusto, fuera del
paradigmático es el de los esclavos, que se mismo tiene unas claras repercusiones indu
compran y venden, o el de las prostitutas, cu mentarias. Pensemos, por ejemplo, en las ro
yos servicios sexuales vehiculados a través del pas viejas, gastadas, rotas y sucias de muchos
cuerpo son objeto de transacción económica. homeless, signo evidente de su desarraigo, o en
Históricamente las alusiones a castigos físicos la indumentaria bien estudiada de determi
y torturas corporales —principalmente la fla nadas tribus urbanas —los antiguos loubards,
gelación p ública- contra ciertos grupos de st{ins, góticos, okupas, heavys, etc.—que a tra
estigmatizados —judíos, moriscos, gitanos, vés de su atuendo envían mensajes sobre su
esclavos, prisioneros, galeotes, vagabundos, automarginación respecto al sistema. Históri
etc.—son continuas y parecen haber sido una cam ente, algunos grupos estigmatizados,
práctica casi rutinaria. También lo eran, y el principalmente judíos y moriscos, eran obli
espectro del horror va in crescendo, los cuerpos gados a proclamar su condición con marcas o
despedazados, descoyuntados o quemados de sambenitos rojos los primeros, o azules los se
brujas, brujos, milenaristas, cátaros, herejes, gundos. El ya citado Ervin Goffman y Lewis
pero además de sodomitas y criptojudios, víc A. Coser, expertos en instituciones totales y
timas todos ellos de los tribunales laicos o reos voraces, respectivamente, han señalado el im
de la Inquisición. Otra característica de los portante papel del uniforme en internados,
cuerpos estigmatizados —aquí pensamos de hospitales, leproserías, manicomios, psiquiá
nuevo en presidiarios, condenados a trabajos tricos, cárceles, cuarteles y también en sec
forzados, inquilinos de los manicomios, pero tas, órdenes religiosas y monasterios, cuyos
127 Estigma
miembros deben vestir de forma uniformada tuaciones de pobreza o de miseria, nuevo ras
como signo de pertenencia. go compartido por un buen número de estig
Desde la perspectiva histórica, la instruc matizados y que realza aún más su nivel de
ción, el saber, ha sido un privilegio que los estigmatización. De nuevo hallamos el estere
grupos dominantes se han reservado para sí otipo de que un negro pobre parece más ne
mismos —o, vicariamente, para sus sacerdo gro, una prostituta vieja y miserable más puta
tes—y lo cierto es que hemos establecido de y, en fin, un moro rico deja de serlo para con
forma consciente o inconsciente una conexión vertirse en un árabe digno de respeto y adula
entre riqueza, poder e instrucción. Para de ción por sus riquezas y posición social.
cirlo de forma primaria: ¿alguien imagina La pobreza, en general, conlleva unos es
una prostituta de calle amante de la prosa pacios vitales, privados y públicos, marcados
poética de William Blake o de la filosofía de por la subalteridad. Oscar Lewis, al referirse a
Heidegger?, ¿o a un clochard alcohólico que Buena Vista, la vecindad del D F mexicano
debajo de un puente se entusiasma con Rilke dónde vivían Los hijos de Sánchez (1971), des
o con el Ulysses de Joyce? Seguramente debe cribe unas habitaciones o cuartuchos de
haberlos, pero serán la excepción que confir dimensiones muy reducidas en las que los
ma la regla, y continuaremos asociando la miembros de las familias pobres se amonto
prostitución y el vagabundaje con la ignoran naban sin las mínimas condiciones higiénicas
cia y el analfabetismo más patentes. —falta de agua corriente, sin ventilación y a
¿Y qué diremos —punto cuarto—de los ofi menudo en un estado de abandono y de sucie
cios y ocupaciones de los estigmatizados? De dad deplorables. Según Lewis, esta atmósfera
los antiguos gitanos —como también de los favorecía la promiscuidad, la violencia física y
más modernos—sabemos que ejercían activi la agresión verbal y psíquica, rasgos de su
dades económicas relacionadas con el ganado controvertida Cultura de la P obreza (1969).
—tratantes, esquiladores—o con los trabajos Por lo que refiere a los espacios públicos, es
artesanales del hierro y del mimbre y con la Neis Anderson, en su clásica monografía The
venta ambulante. Muchas familias eran nó H obo (1923), quien nos describe con precisión
madas. De los musulmanes y moriscos, que el vasto submundo de callejuelas, barracones,
hasta el siglo XV vivían en los márgenes del restaurantes baratos, pensiones y prostíbulos
Ebro catalán, conocemos sus actividades agro que había proliferado en el centro del nudo
pecuarias y también que muchos eran alfare ferroviario de Chicago donde estos nómadas
ros, tejedores o tintoreros. A los judíos, que urbanos se habían instalado con su provi-
por su relación con el comercio y las altas fi sionalidad característica. Los suburbios, ba
nanzas hubieran podido acceder al mundo de rriadas, bidonvilles y villas-miseria, con sus
las profesiones liberales —en muchas épocas chabolas, favelas y cuartuchos de autocons
los grandes médicos de las cortes europeas trucción no parecen haber cambiado desde
fueron precisamente judíos—, se les prohibirá los tiempos de Anderson y de Lewis y, des
por decreto acceder a la universidad y tam graciadamente, caracterizan los extramuros
bién a las órdenes sagradas o a cualquier otro de las grandes ciudades de los cinco continen
cargo de la jurisdicción eclesiástica. tes, desde el Primer al Tercer Mundo.
Todos o casi todos los miembros de gru Iniciábamos la presentación de las marcas
pos estigmatizados han ejercido o ejercen del estigma hablando del cuerpo del estigma
ocupaciones de escaso prestigio social —aun tizado como un núcleo duro de rechazo que
que puedan ser lucrativas—, y lo dicho es váli fija barreras, fronteras y lím ites entre los
do tanto para las m ujeres de la vida con su que padecen el estigma y los que no. Pero no
“oficio más viejo del mundo” como para los es únicamente el cuerpo lo que contamina, si
ladrones u otros practicantes de actividades no que es la totalidad de la persona estigmati
ilícitas o delictivas. También aquí el E stereo zada la que es repudiada y despreciada.
tipo asocia la incapacidad del estigmatizado Goffman, como se recordará, subtitula su li
para integrarse en el mundo laboral conven bro sobre el estigma como “la id en tid ad de
cional con aquello de: “son vagos, flojos y pa teriorada”. Y efectivamente es esta identidad
rásitos”, incapaces del esfuerzo del hombre o deteriorada, como algo que no es ni completo
de la mujer de bien para ganarse el pan con el ni puro, la que nos encamina hacia otras aso
sudor de su frente. Es esta falta de instruc ciaciones simbólicas. Carm en Bernand
ción, ligada a la supervivencia a través de (2001), por ejemplo, en un hermoso artículo
oficios más o menos inespecíficos o de ocupa analiza el porqué los bastardos, los ^híbridos,
ciones poco cualificadas, lo que conduce a si los mestizos o los conversos, que poseen una
Etnicidad 128
doble identidad, tradicionalmente han sido bre un proyecto en curso”, en Prat, M artí
vistos como seres desleales por naturaleza, nez, Contreras y Moreno (eds f Antropología
precisamente a causa de ese doble origen. El de los pueblos de España. Madrid: Taurus,
híbrido es, pues, monstruoso, ya que su iden 151-158.
tidad es conflictiva y se aleja de aquello que es TURN ER, Víctor (1992 [1974]): “Pasos, márgenes
auténtico y completo. Y, como ya señaló Mary y pobreza: símbolos religiosos de la commu-
Douglas en su famoso libro Pureza y peligro. nitas”, en Bohannan y Glazer (eds.), Antro
Un análisis de los conceptos de contaminación y pología, Lecturas. Madrid, Buenos Aires:
tabú (2000), en muchos sistemas simbólicos, McGraw-Hill.
sólo lo que es completo es puro y santo. El es
Joan Prat i Caros
tigma, ya sea físico, moral o tribal, es siempre
una marca de imperfección y de falta de com-
plitud, lo que confiere a su portador, el estig Véanse además ALTERI DAD, Contracultu
matizado, su carácter triplemente impuro, ra, DIFERENCIA Y DESIGUALDAD SO
contaminante y peligroso. CIAL, Diferencias naturales y diferencias
sociales, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U
SIÓN SOCIAL, Esclavitud, E S T E R E O T I
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Extranjero, Global v local, HIBRIDACION,
A LLU É, Marta (2003): Discapacitados. La reivindi ID ENTIDA D, INTEGRACIÓN, Integra
cación de la igualdad en la diferencia. Barcelona: ción religiosa, MULTIC ULTURALISMO,
Edicions Bellatera. Pluralismo sincrónico, SABER Y SABERES,
BARBIN, Herculine (1978): Herculine Barbin, di Segregación, T E R R I T O R IO S , V I O L E N
te Alexina B. Presenté par Michel Foucault. CIA POLÍTICA, Xenofobia v xenofilia.
Paris: Gallimard.
BERNAND, Carmen (2001): “La imposible lealtad,
o el conflicto entre la naturaleza y la filiación”,
Etnicidad
en Dascal, Gutiérrez y De Salas (eds.), La plura Un modo de constatar el surgimiento de
lidad y sus atributos. Usos y maneras en la construc las etnias en los procesos de #modernización y
ción de la persona. Madrid: Fundación Duques *desarrollo lo constituyen las definiciones que
de Soria, Biblioteca Nueva, 191-209. de ellas se han dado a partir del s. XIX. Los an
CUADRADA, Coral (2003): “Pobresa, margi tropólogos de este siglo XIX y otros estudiosos
nado i sexe a l’edat mitjana”, en D. Piñol describen los orígenes colectivos y el desarrollo
(coord.), Historia deis altres. Exclusió social i de los seres humanos hasta nuestros días como
marginado a les comarques tarragonines (se- si se tratara de una manera primitiva y atada al
gles XIII-XX). Tarragona: Cercle d’Estudis His suelo y a la sangre. Frente a este procedimien
tories i Socials Guillem Oliver del Camp de to de constituir los grupos étnicos se encontra
Tarragona, 21-41. ría el *moderno y/o civilizado: las etnias serían
DOUGLAS, Mary (2000 [1966]): Pureza y peligro. una forma específica de juntarse que tienen los
Un análisis de los conceptos de contaminación y individuos pertenecientes a una determinada
tabú. Madrid: Siglo XXI de España Editores. colectividad. Esta forma de agruparse se consi
G O FFM AN , Erving (1986 [1963]): Estigma. La deraba no solamente diferente, sino inferior.
identidad deteriorada. Buenos Aires: Amorror- Se trata del núcleo duro en que descansan la
tu editores. mayor parte de las definiciones de la etnia
LEW IS, Oscar (1069 [1959]): Antropología de la po prácticamente hasta la actualidad.
breza: cinco familias. México: Fondo de Cultu En este sentido es más que ilustrativa la
ra Económica. definición de etnia que proporciona Topi-
PRAT, Joan (2001): E l estigma del extraño. Un ensa nard a finales del siglo XIX. “Los caracteres
yo antropológico sobre sectas religiosas. Barcelo étnicos comprenden todos los hechos que re
na: Ariel. sultan de la asociación de hombres entre sí,
ROMANÍ, Oriol (1996): “Antropología de la mar- sea cual fuere el móvil que los guía, la necesi
ginación: Una cierta incertidumbre”, en dad de vivir en sociedad, el capricho o las
J. Prat y A. Martínez ( e d s f Ensayos de antropo pasiones bélicas. La unidad nacional y la fede
logía cultural. Homenaje a Claudio Esteva-Fa- ración de las provincias autónomas son las
bregat. Barcelona: Ariel, 303-318. formas más elevadas de esa ilustrada asocia
SAN ROMÁN, Teresa (1991): “La marginación ción. Las pequeñas tribus de los todas, cuyos
como dominio conceptual. Comentarios so miembros están unidos por los lazos de pa-
129 Etnicidad
clara distinción que establece entre los grupos posee casi nunca la experiencia de la raciona
y por la naturalización que opera en la vida lidad y de la Ciudadanía, sino de forma pri
social al tener su fundamento en las diferen vativa: nacionalm ente, cívicam ente, él no
cias culturales, pensadas como una forma de es sino aquello que no es el colonizador”
ser esencial. (1973:125).
Pese a la universalización y aceptación de Es esta situación la que aboca al coloniza
este discurso, la etnia como sustantivo —referi do a refugiarse en los considerados “valores
do a un grupo que posee existencia real inde tradicionales” como la familia o la religión,
pendientemente de los individuos—no es expli no el querer o los deseos de los individuos de
cable en sí misma. Tampoco lo es la etnicidad, pegarse a la tradición. En ambos casos, “no se
entendida como cualidad diferenciadora que trata de una psicología original que explica la
distingue a los individuos pertenecientes a uno importancia de la familia, ni la intensidad de
u otro colectivo. En consecuencia, no es ade la vida familiar, el estado de las estructuras so
cuado analizar únicamente los rasgos que dife ciales. Al contrario, es la imposibilidad de una
rencian a los individuos y deducir a partir de vida social completa, de un libre juego de la
ellos la existencia de distintos grupos étnicos, dinámica social, la que mantiene en vigor a
suponiendo al mismo tiempo que esas diferen la familia, la que repliega al individuo sobre
cias dimanan de la forma de ser. esta célula restringida que le salva y le sofoca”
La etnia es, en primera instancia, lo (1973: 130).
opuesto a lo que podría deducirse del concep Bauman se expresa de forma similar, pero
to de modernidad: aquello con lo que éste es más contundente y explícito al referirse a
cree que ha roto y aquello que cree que puede las #minorías étnicas. Las minorías étnicas se
llegar a alcanzar. En este sentido se podría de construyen desde el exterior, desde el poder, y
cir que la etnia es una ideación. sus diferencias les son otorgadas. Aunque lar
Es lo que se imagina que constituye la mo ga, esta cita de Bauman es sumamente escla-
dernidad lo que la produce con la ayuda de recedora: “Las minorías étnicas son en primer
los antropólogos. Al resaltar muchos de ellos lugar y ante todo productos de un confina
lo que la modernidad no es y ellos mismos no miento desde el exterior”, y sólo en segundo
son, la antropología lo que hace es volver ve término, si acaso, resultado del autoconfina-
rosímil lo ideado e imaginado. La antropolo miento. La de “minoría étnica” es una rúbrica
gía contribuye a hacer creíble lo que sin ella bajo la que se esconden u ocultan entidades
difícilm ente hubiera sido posible presentar sociales de tipos diferentes, y rara vez se hace
como carente de falsedad. Es lo que queda co explícito qué es lo que les hace diferentes.
mo núcleo duro, como inalterable y fundado Esas diferencias no se derivan de los atributos
en lo natural, en el origen de los tiempos. de la minoría en cuestión, y mucho menos de
Tampoco las etnias se constituyen sólo por cualquier estrategia que pueda seguir la con
el acervo heredado de los antepasados. Se ducta de los miembros de las minorías. Las
tiende a pensar con excesiva ligereza que han diferencias se derivan del contexto social en
sido los antepasados de cada uno de los gru que fueron convertidas en lo que son: de la
pos quienes habrían creado sus particulares naturaleza de esa adscripción impuesta que
imaginarios sociales, sin reparar en que —des condujo al confinamiento. La naturaleza de
de hace mucho tiempo—la mayoría de los co la “sociedad en sentido amplio” deja su sello
lectivos, que hoy designamos como etnias, en cada una de sus partes A quienes se les nie
fueron conquistados y que los grupos domi ga sumariamente el derecho a la asimilación,
nados acaban haciendo suyas las categoriza- les adviene con la mayor naturalidad el “#co-
ciones creadas por los dominadores, según m unitarism o”. Se les ha negado la elección:
señala Memmi que habría ocurrido con los buscar un refugio en la supuesta “fraterni
Colonizados. “La caracterización y el rol del dad” del grupo nativo es su única opción. Los
colonizado ocupan un lugar privilegiado en miembros de las minorías étnicas no son “co-
la ideología colonizadora; característica infiel munitaristas” naturales. Su “comunitarismo
a lo real, incoherente en sí misma, pero realmente existente” está impulsado desde el
necesaria y coherente en el interior de esa poder, es el resultado de la expropiación. La.
ideología; y a la cual el colonizado da su con propiedad de la que no se les permite dispo
sentimiento, turbado, parcial, pero innega ner o que se les retira es el derecho a elegir”
ble” (1973: 118). Y agrega, resaltando que la (2003:118 y 114).
creación del colonizado constituye el contra Las etnias de la modernidad y del desa
modelo del colonizador, “el colonizado no rrollo nada tienen que ver, sin embargo, con
131 Etnicidad
las surgidas en Occidente a fines del siglo XIX fuerzas centrífugas pasan a primer plano. El
y comienzos del siglo XX. Su surgimiento está desarraigo, producto del estancamiento y de
relacionado con los procesos de m oderniza la regresión de las condiciones sociales y eco
ción, pero se trata de reacciones a la moderni nómicas (y al mismo tiempo de una superes
dad que socavan las bases de “un específico tructura caracterizada por la pérdida de la
aspecto de tradicionalidad, la legitimación ilusión, algo para que los pueblos no estaban
del orden social, político y cultural en térm i preparados), refuerza esas fuerzas centrífu
nos de una combinación d epatterns o sacrali gas. En las siempre frágiles #periferias, las
dad con sus derivados en lo simbólico y en lo fuerzas centrífugas rompieron la unidad de
estructural” (Eisenstadt, 1973: 208-209). Se las clases dirigentes y las pusieron en apu
trata de un proceso que provoca la recons ros. De pronto parecían haber perdido toda
trucción de la tradición para dar respuesta a la legitim ación en que se basaba su poder”
los problemas,surgidos del socavamiento de (1998:90).
la legitimación tradicional. El modelo segui Samin Amir ve el auge de la etnicidad li
do es el mismo que el de la modernidad (An- gado a este proceso, lo que recuerda al pro
derson, 1993), aunque basado y legitimado en ducido en Occidente en el siglo XIX con la
tradiciones diferentes. modernidad y al que hemos aludido anterior
Ni estas etnias ni las anteriores tienen mente. Las diferentes etnias y los dirigentes de
que ver con las etnicidades surgidas a media las mismas, apoyándose en las prácticas políti
dos de los años setenta y promovidas, dentro cas y económicas que crean las diferencias en
de los ^Estados nacionales, por colectivida tre las distintas etnias, compiten ahora entre sí
des de diversos orígenes -raciales, profesio y dentro del mismo Estado-nacional “por al
nales, de género, de nacionalidad, etc.—. Lo canzar el poder y el control del capital”.
expresa claramente Bennett en la introduc Los tipos de etnias y de etnicidades señala
ción al libro colectivo The new ethnicity. Pers- das no son, sin embargo, las únicas posibles.
pectives fr o m etnology, resultado de los Existen otras que surgen en situaciones his
proceedigns de la Sociedad Americana de E t tóricas y existenciales, más azarosas, más
nología. Escribe que: “La nueva etnicidad circunstanciales y más traumáticas, respectiva
posee un doble significado. El prim ero, la mente. Se trata de etnias y etnicidades que
nueva etnicidad implica algo nuevo en el rompen la lógica relativamente lineal y causal
mundo —o, en cualquier caso, algo nuevo re de los casos precedentes. Su construcción es
portado por los antropólogos: la proclividad más compleja en el sentido de que intervienen
de la gente a definir su propia identidad en elementos de herencias y tradiciones al menos
base a signos culturales tradicionales—o para aparentemente contradictorias, se fraguan los
reafirmar el propio yo, sobre y, con respecto elementos más heteróclitos y dispares imagi
al estado impersonal o para obtener los re nables y convergen en una multiplicidad de
cursos que uno necesite para sobrevivir y factores que, en teoría, aparecen como irrecon
consumir. El segundo significado de la nue ciliables. Es el caso de las etnias y etnicidades
va etnicidad es interdisciplinario: se refiere surgidas en naciones otrora “sovietizadas”. Es
al corte del marco de referencia en la antro tas son producto de herencias culturales y de
pología; el paso de la consideración cultura- prácticas *híbridas, pero también de situacio
población-grupo a un m arco cognitivo y nes y acontecimientos vividos recientemente
estratégico-conductual que considera la et de los cuales toman aquello que les resulta más
nicidad como un componente de la partici importante y significativo para sus propósitos.
pación social” (1975: 3-4). Muchos de los También es el caso de las etnias y etnicidades
trabajos que se recogen en este libro se inspi surgidas en la actualidad entre inmigrantes en
ran en la pionera obra de Barth (1976). los países de acogida. Como apunta Sami Náir:
Igualmente estas etnias son diferentes de “librada a las únicas leyes del mercado y por
las nuevas etnias y etnicidades surgidas re tanto privatizada —sólo las leyes de la oferta y la
cientemente en países colonizados. El resur demanda legitiman su valor—, la inmigración
gir de estas nuevas etnicidades en la era de la se ve sometida a una lucha salvaje y frontal en
*globalización económica tiene que ver, se el país de acogida; ^expulsada de los márgenes
gún Samin Amir, básicamente con las “estra de la sociedad, territorializada, *guetizada los
tegias del capital y de las clases dominantes” efectos del paro, la precariedad, el fracaso esco
(1998,76). lar, la competitividad en el mercado laboral y
La hipótesis general de Sam in A m ir es la territorialización en barrios relegados pro
que, “en periodos de crisis estructural las vocan el repliegue comunitario y la entregan a
Etnocentrismo y relativismo cultural 132
que quedan en el exterior del grupo perma que la etnología nos muestra implican un im
necen también fuera de ella. portante avance de nuestro conocimiento del
El etnocentrismo o, como algunos —Du- desarrollo de la cultura humana. Jamás se in
mont, Preyswerk y Perrot—prefieren, el so- sistirá lo bastante sobre un hecho derivado de
ciocentrism o, no sería, pues, más que una estos estudios, a saber, la corrección relativa
perspectiva, una posición, la del propio grupo de las emociones que a nosotros nos parecen tan
—el endogrupo o grupo in - , desde la que se naturales. De los datos de la etnología aprende
contemplan los otros grupos —los exogrupos o mos que no sólo nuestras habilidades y conoci
grupos out—, una proyección en cierto modo mientos, sino también las formas y maneras de
irrenunciable en la medida en que es imposi nuestros sentimientos y pensamientos, son el
ble liberarse por completo de la influencia del resultado de nuestra educación com o individuos
marco cultural propio. Perder esta referencia y de nuestra historia com o pueblo" (Boas, 1982:
nos colocaría en el estado de ingravidez que 71; las cursivas son nuestras).
Kristeva advierte en los extranjeros, nos haría Estos dos conceptos, etnocentrismo y rela
extraños en nuestra propia ^cultura, instala tivismo cultural, han ido siempre de la mano
ría nuestras conductas en el caos. Así, un cier en antropología y las definiciones que se sue
to grado de etnocentrismo parece ser común a len dar de ellos suponen obviamente una
todas las culturas: en numerosísimas ocasio visión negativa del primero y positiva del se
nes el nombre con el que los grupos se auto- gundo. El etnocentrism o sería un enfoque
designan es el término indígena que significa “deform ante”, mientras que el relativismo
“hombre”, y en sus mitos de origen sus ances entrañaría el reconocimiento del valor igual
tros son los “primeros hombres”; o bien re de todas las culturas. Ambas expresiones, en
servan para sí mismos el nombre de “los esta versión canónica, reposan sobre un su
buenos”, “los excelentes”, “los principales”, re puesto: la existencia de un mundo poblado de
firiéndose a grupos vecinos como “los malos”, agregados humanos con una cultura neta
“los perversos”, o ... los “comedores de carne mente ^diferenciada o grupos que se autorre-
cruda” (“esquimales” por inuit). Pero aunque conocen como diferentes, sea tal diferencia
un cierto grado de etnocentrismo sea común a empíricamente observable o tan sólo esgrimi
todas las culturas, no todo etnocentrismo en da en el proceso de las relaciones intercultura
gendra *xenofobia, *racismo o *marginación; les. Hay una vinculación evidente entre el
también puede generar *xenofilia, curiosidad sentido —el valor—de esos conceptos: los cam
o, la mayoría de las veces, indiferencia hacia bios que se han registrado en las relaciones
culturas ajenas que ni ocupan ni preocupan. entre las sociedades involucradas en el proce
Los prejuicios etnocéntricos parecen, so colonial protagonizado por Occidente y el
pues, prácticamente inevitables: si nuestra devenir de la teoría antropológica, en particu
cultura es el único repertorio de modelos de lar su cambiante concepción de la/s cultura/s.
comportamiento de que disponemos, difícil En apretadísimo esquema (falso en cuanto
mente podremos actuar conforme a él y a la tal, pero orientativo):
vez relativizarlo. Los antropólogos viven en 1) Segunda mitad del siglo XIX: culminación
la ilusión de que el etnocentrismo es mitiga- de la etapa colonial —imperialismo—. E m er
ble, cuando no perfectamente evitable, a tra gencia de la antropología como disciplina
vés de la experiencia de la diversidad cultural, académica: evolucionismo decimonónico. Vi
llegando a hacer de la liberación de los prejui sión etnocéntrica de los otros —heredada de la
cios etnocéntricos, de la aceptación plena de la Ilustración—. Ideología colonial. Monismo
diversidad cultural, el objetivo mismo de cultural. Concepción de la cultura como sinó
la empresa antropológica. Sólo con la experien nimo de civilización: pueblos más y menos
cia de la diversidad de las culturas será posible cultos, más y menos civilizados. Comparati-
—sostienen, optimistas—abdicar de los prejui vismo. Diacronía.
cios etnocéntricos y alcanzar su contrario, el 2) Primera mitad/décadas centrales del si
relativismo cultural, esto es: ver a los otros co glo XX: inicio y desarrollo de los procesos de
mo se ven ellos mismos -desde dentro de los descolonización. Funcionalism o, particula
límites de su cultura—, vernos como ellos nos rismo, estructuralismo. Pluralismo cultural.
ven —desde fuera—. En palabras de Lranz Concepción esencialista de la/s cultura/s: cada
Boas, el autor que introdujo la noción —que no cultura tiene su estructura, su lógica interna,
la expresión, al parecer acuñada por su discípu imposible de ser comprendida desde fuera.
lo M. Herskovits—como imperativo metódico Relativismo. Inconmensurabilidad de las cul
de la disciplina antropológica: “los hechos turas. Análisis sincrónicos.
Etnocentrismo y relativismo cultural 134
3) Últimas décadas del s. XX: *poscoloni- vismo moral o ético, relativismo ontológico,
zación. *G lobalización. Antropologías sim relativismo lingüístico, relativismo metodo
bólicas, ecológicas, posestructuralistas.. lógico, etc.—y buscando ciertas paradojas o
posmodernismo antropológico. Ruptura con ejemplos críticos que socavan sus cimientos.
la concepción esencialista y estática de la cul Por tomar sólo un par de casos: el relativismo
tura. Concepción dinámica y no monolítica gnoseológico, se dice, implicaría poner en pie
de la cultura: reconocimiento de la diversi de igualdad la ciencia que ha surgido de una
dad intracultural —diferencias de clase, *gé- tradición cultural concreta —la grecolatina—y,
nero, *etnia, *edad—y de las relaciones de pongamos por caso, las creencias en la bruje
desigualdad que suelen generar. Concepción ría de muchos pueblos africanos. El relativis
dinámica de las relaciones *interculturales. mo moral, por su parte, supondría que no
*M ulticulturalidad. Interculturalidad. Aná existen hábitos condenables desde un punto
lisis procesuales de las condiciones socio- de vista ético porque toda costumbre debe re
históricas y ecológicas que determ inan las ferirse al contexto de la cultura en la que apa
culturas y las relaciones interculturales, pero rece —“com prendre c'est tout p ard on n er"—:
también autorreflexividad de la escritura et ¿qué ocurre entonces con prácticas como la
nográfica. escisión del clítoris, el sati —la quema de las
Aparentem ente, etnocentrismo y relati viudas—o la lapidación de las adúlteras?
vismo son dos maneras alternativas y exclu- Sea como fuere, la crítica más severa al re
yentes de enfrentarse a la diversidad cultural lativismo cultural ha sido lanzada desde la fi
—así los evolucionistas habrían sido etnocén- losofía a la antropología, y apunta contra una
tricos, en tanto que los particularistas, con de las nociones centrales de la disciplina, se
Boas a la cabeza, relativistas—. El dilema pue guramente su concepto estrella: el de cultura.
de resumirse así: o bien sólo una de las cultu Paradójicamente, es una crítica que no lanza
ras es considerada la portadora de valores a quien la suscribe en brazos del etnocentris
auténticos o excelsos y todas las otras pue mo, concepto que tampoco queda indemne.
den medirse por ese rasero —monismo cul El problema radica en qu e, d efa cto , las cultu
tural = etnocentrism o—, o bien todas las ras no se dan como entidades sustantivas, en
culturas son iguales en valor —pluralismo que es imposible diferenciar unas de otras,
cultural = relativismo—. La antropología ha en que no cabe, como han pretendido muchí
derivado desde el etnocentrismo decimonóni simos antropólogos, fijar las fronteras de las
co hacia el relativismo que impregna, en ma mismas en “la pluralidad irreductible de lo
yor o menor medida, buena parte del discurso existente”. Con palabras de Gustavo Bueno:
antropológico actual, que participa del “espí “no existen esferas culturales dotadas de una
ritu moderno” —anti y poscolonial—encarna ^identidad sustantiva. Esas esferas sólo tienen
do en la tolerancia y el respeto por el otro. una identidad fenoménica, la suficiente para
Pero tanto el relativismo como el etnocen comenzar a organizar las descripciones etno
trismo entrañan problemas que han sido ob gráficas y etnológicas pertinentes”; más aún:
jeto de debate no sólo entre antropólogos, “las esferas culturales son sólo construcciones
sino también con sociólogos, historiadores y ideológicas, pura y simplemente mitos” (Bue
filósofos. La visión puramente etnocéntrica no, 2002: 3). Si las culturas son sólo mitos, si
ha sido abandonada por la ingenuidad del no existen agregados humanos con culturas
planteamiento que resume bien la archicitada diferenciadas, entonces ni la noción de etno
fórmula de Lévi-Strauss, “salvaje es quien centrismo ni la de relativismo cultural tienen
llama al otro salvaje” - “el bárbaro es sobre to sentido alguno: no existen los endogrupos, ni
do el hombre que cree en la barbarie... y cree los exogrupos, no puede hablarse siquiera de
poder hacer legítimamente *violencia al pró diversidad cultural. Esta crítica equivale a
jim o basándose en sus propias justas creen una carga en la línea de flotación de la propia
cias” (Lévi-Strauss, 1979: 310)—, y los autores, disciplina antropológica.
como Richard Rorty, que sostienen dicha po Lo que soslayan, no obstante, estos críticos
sición lo hacen con muchos matices y están a de las nociones de etnocentrismo y relativis
años luz del etnocentrismo grosero de los evo mo es que la teoría antropológica hace tiempo
lucionistas del s. XIX. El relativismo cultural que dejó en la cuneta ese concepto esencia-
también ha sido puesto en entredicho: las crí lista de la cultura y que el proceso de globa-
ticas suelen hacerse desglosando el concepto lización ha obligado a revisar incluso la
genérico en sus diversas variantes o especies concepción tradicional de la diversidad cultu
—relativismo gnoseológico o cognitivo, relati ral. De hecho, esa imagen de la cultura como
135 Etnocentrismo y relativismo cultural
revista crítica del presente, 2: 3. http:// www.no- concepto de genocidio incluyera de forma ex
dulo.org/ec/ plícita las políticas de prohibición y destruc
GARCÍA CANCLINI, Néstor (2004): Diferentes, ción de lenguas y culturas como aspectos del
desiguales y desconectados: mapas de la intercul- genocidio. El concepto de etnocidio se ha in
turalidad. Madrid: Gedisa. troducido con posterioridad al de genocidio y,
a pesar de distinguirse de él, puede constituir
KRISTEVA, Julia (1988): Étrangers à nous-mêmes.
una fase o un aspecto de un proceso de geno
Paris: Fayard.
cidio. Jaulin, uno de los principales impulso
LÉVI-STRAUSS, Claude (1979 [1952]): “Raza e res de este término, escribe que el etnocidio es
historia”, en Antropología estructural (dos). M i “ante todo una modificación total aportada e
to, sociedad, humanidades. México: Siglo X X I, impuesta al orden cotidiano”, y lo ilustra con
304-339. el ejemplo de una población amazónica: “te
PREISSW ERK, Roy; PERROT, Dominique nía que vestirse a la blanca, sustituir el ta
(1975): Ethnocentrisme et histoire. Paris, Anth parrabo por nuestros oropeles ridículos e
ropos. inadecuados para el calor; comer a la blanca:
SÁNCHEZ DURÁ, Nicolas (1977): “El desafia sustituir los asados por las fritangas; sustituir
dor desafiado: ¿es sensato el relativismo cultu la tierra fresca, que se limpia fácilmente, con
ral?”, en VV. A A. E l desafío del relativismo. inmensos techos de hojas, por el cemento frío
Madrid: Trotta, 145-162. y sucio y el techo ondulado bajo el cual uno se
asfixia; producir a la blanca, etc.” (1976: 9-10).
SEBRELI, Juan José (1992 ):E l asedio a la moderni El etnocidio se refiere a un proceso de *acul-
dad. Crítica del relativismo cultural. Barcelona:
turación impuesto a una población por parte
Ariel. de otra más poderosa, y cuyas consecuencias
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Mode rn idad, Moder n iza c ión, M U L1 IGUL- Véanse además Aculturación, G E N O C I
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Poscolonialismo, Racismo y ncorracismo,
SABER Y SABERES, Sujeto intercultural,
VIOLENCIA POLÍTICA, Xenofobia y xe- Explotación social
nofilia. ¿Qué queremos decir cuando nos referi
mos a la explotación específicamente con el
adjetivo d e social? Bajo este significado explí
Etnocidio cito del término se esconden dos sentidos dis
El término etnocidio y su sinónimo geno tintos. El primero apunta a la explotación
cidio cultural no habrían sido necesarios si el entendida como simple aprovechamiento de
137 Explotación social
recursos —naturales o de cualquier otro tipo—, atenuada, o al menos enmascarada, por el me
en el sentido de uso o apropiación. El segun canismo redistributivo de benevolente pro
do subraya un proceso mucho más específico, tección real.
localizado principalmente en las sociedades Si extendemos el térm ino aplicándole el
industriales capitalistas, a través del cual un adjetivo “social”, se desvela una nueva di
determinado grupo produce más de lo que mensión clave, que nos permite sugerir un
necesita para su subsistencia, de forma tercer significado del concepto de explota
que emplea cantidades de *trabajo que no se ción: aquel que señala la dudosa naturaleza
devuelven recíproca ni equitativam ente a de la explotación en términos morales, éticos
través de salarios o sueldos. Dentro del marco o *cívicos. Durante siglos se ha considerado
de la teoría marxista, los beneficios que obtie injusto y moralmente condenable “utilizar” a
ne la clase dominante se explican como pro personas, familias, asociaciones o grupos so
cedentes de la sustracción de este exceso de ciales —o, de hecho, en un plano más general,
trabajo de la clase obrera, exceso que se a posesiones ^coloniales en su conjunto—para
transforma posteriormente en plusvalía. Vis fines propios. En este caso la escala de análi
to desde uno de sus ángulos, la explotación sis se convierte en infinita. En la actualidad
puramente económica que es posible identifi ha surgido toda una serie de instituciones pú
car dentro del mencionado proceso queda blicas orientadas hacia la defensa de los dere
oculta tras el complejo juego de salarios, pre chos civiles, que dan asistencia a todo tipo de
cios y economía de mercado. De esta forma, personas atrapadas dentro de engañosas rela
la clase explotadora se polariza frente a la ex ciones o situaciones de explotación desde un
plotada, supuestamente en beneficio del cre punto de vista social; este hecho resulta en sí
cimiento y *desarrollo del sistema capitalista mismo indicativo de que la distinción entre,
en su totalidad. por un lado, explotación puramente econó
Sin embargo, antropólogos y arqueólogos mica o laboral y, por otro lado, el abuso social
han ido más atrás en el tiempo para situar la del “*otro” es una formulación muy reciente
aparición de incipientes estructuras de clase desde el punto de vista histórico. Mientras
en las tempranas formaciones estatales del que la explotación económica puede medirse
V iejo y Nuevo Mundo —aproximadamente de forma precisa en términos estadísticos, no
entre el 10000 y el 3000 a. C .—, ligada a la pro sucede lo mismo con la explotación social,
ducción de excedentes a través de la explota que parece escaparse de cualquier marco
ción de campesinos, artesanos, sirvientes y cuantitativo: ¿cómo podemos medir numéri
*esclavos. Muchos de los miembros de estas camente sentimientos, percepciones artísticas
clases dependientes fueron incorporados den o sensibilidades musicales? Muchas poblacio
tro de los ^límites del *Estado por medio de nes explotadas en un sentido económico se re
posteriores procesos de expansión a través velan o sublevan, mientras que las familias o
de la conquista de ^territorios *periféricos. ¿Po grupos que sufren una explotación social no
drían las teorías de Marx, formuladas acerca siempre son capaces de concretar dicha ac
de las sociedades capitalistas, adaptarse, ser ción, de forma que la venganza o represalia
retocadas y aplicarse modificadas a estas ar normalmente sólo puede encontrar vías indi
caicas formaciones estatales? Los incas, por rectas de manifestación a través de la expre
ejem plo, desarrollaron un sistema de servi sión simbólica.
cios de trabajo —la m ita—sumamente sofistica De esta forma hemos abierto una especie
do, en el que aquellos sometidos al imperio de caja de Pandora. Nuestra atención debe
producían un excedente o tributo por medio centrarse en toda una plétora de vínculos es
del empleo de considerables cantidades extras tablecidos entre —norm alm ente—dos perso
de trabajo y tiempo en obras públicas, identi nas o grupos y caracterizados por elementos
ficadas con el soberano inca o con el Rey Sol de intercambio, reciprocidad, pagos, depen
—templos, puentes, caminos, graneros—. Sin dencia, jerarquía y refinados juicios de com
embargo, las “clases dominantes” del imperio portamientos sociales morales y éticos. Tal y
redistribuían a su vez, a través de un compli como el propio Marx señaló, las dimensiones
cado sistema de servicios sociales, muchas morales y sociales de la injusticia se encuen
modalidades de ayuda que se consideraban tran siempre incluidas dentro de la figura del
compensatorias de los esfuerzos extra de los trabajador explotado en un sentido económi
plebeyos. En este sentido —¡aún a riesgo de co. Sin embargo, nuestro enfoque provoca el
simplificar!—podría afirmarse que cualquier surgimiento de una dimensión paralela: in
hipotética explotación unilateral quedaría numerables formas de explotación social no
Explotación social 138
tienen en absoluto ningún vínculo con una damente, a la par que aquellos cuyas casas,
base de tipo económico. tierras y cultivos son considerablemente ma
¿Bajo qué circunstancias empieza a sentir yores también obtienen su propio beneficio:
una de las partes implicadas que ha sido o es en lugar de tener que pagar por mano de obra
tá siendo explotada socialmente? Aún más asalariada, la tradición de la cooperación thi
complejo: ¿en qué momento define la otra wizi pone a su disposición un gran equipo de
parte su rol como un rol de explotador? La ta ayudantes capaces de llevar a cabo las tareas
rea es desalentadora, simplemente por el mucho más rápido.
hecho de que la pluralidad de sociedades y Bien, pues precisamente aquí es donde
*culturas que existen en el mundo —siguien descansa el problema. ¿Podemos considerar a
do el saber tradicional de la antropología, estos grupos de trabajo simplemente como de
aún valido— muestran una extraordinaria ayuda mutua o, por el contrario, se trata
variedad de actividades que pueden clasifi de una forma enmascarada de pago por presta
carse como comportamientos “sociales”. F re ción personal? ¿Son un tipo de impuesto de
cuentemente solapadas, las leyes, reglas, trabajo #asimétrico? ¿Estamos ante un inter
normas, prácticas y estrategias, empleadas cambio abstracto e igualitario de esfuerzo y
dentro de las esferas estrictamente económi tiempo entre iguales, o se trata más bien de
cas, no siempre toman la misma forma cuan prestaciones laborales concretas y jerárquicas
do se activan dentro de los campos sociales. de abajo arriba en la escala social? Bourdieu
De hecho, gran parte del pensamiento an adopta una postura teórica, construida sobre
tropológico y sociológico ha prestado una la base del ideario marxista, pero interpretán
atención minuciosa a esta especie de semiau- dolo de un modo flexible. Si bien no hay cir
tonomía de la esfera social. culación de dinero, las familias situadas en
Aporto tres ejemplos para clarificar este posiciones superiores obtienen beneficios de
punto. La lógica interna social del trabajo co la acumulación de capital simbólico por me
operativo en contextos agrícolas muestra un dio del prestigio y del honor. Encontramos
pretendidamente sincero intercambio de una doble realidad que penetra estas situacio
esfuerzo físico, tiempo, habilidades y sociabi nes de cosecha: una conducta ambigua que
lidad entre individuos y familias. En su influ sirve para ocultar el pago de servicios —en di
yente y crítica obra, Outlijie o f a Theory o f nero y tiempo desembolsado—de los grupos
Practice, que inauguró el pensamiento que domésticos inferiores a los superiores. En rea
posteriormente desarrollará en su mucho más lidad se trata de una economía dual en la que,
madura teoría práctica -y que concede un es detrás de una aparente estructura de coopera
pacio mucho más activo a individuos y fa ción, se enmascaran o disfrazan profundas
milias entendidos como agentes sociales distinciones de estatus social y potencial eco
estratégicos—, Pierre Bourdieu analiza con es nóm ico. Es a esto a lo que apunta el an
crupuloso detalle un tipo de ayuda voluntaria tropólogo al calificar al fenómeno como
denominada thiw izi, desarrollada entre los “explotación suave”, ya que la extracción de
campesinos de la región de Kabylia, en Arge un tipo específico de excedente —horas inver
lia (Bourdieu, 1977: 60,179-80,192). Algunas tidas y energía gastada- se realiza bajo un
de las tareas que se realizan requieren de la lenguaje social de colaboración e igualdad.
inversión de trabajo de grupos grandes, más Las familias situadas en posiciones superiores
allá de los recursos que suponen los miembros *traducen la ayuda económica que le prestan
del grupo doméstico; se trata de épocas de co los otros residentes en confirmaciones simbó
secha, en las que la actividad es intensa y los licas sociales de su nombre y fama. De esta
trabajos deben ser completados con gran ra forma los intereses económicos quedan ca
pidez. Los grupos domésticos de igual estatus muflados bajo una gramática social de ayuda
colaboran entre sí, pero los acontecimientos mutua que envuelve a todo el pueblo.
también reúnen a familias más ricas y resi Lo enormemente atractivo de esta inter
dentes más pobres. Las situaciones thiw izi pretación descansa en el hecho de que ésta re
siempre concluyen con copiosas comidas ri vela contradicciones sumamente sutiles, o las
tuales, con lo que se crea una atmósfera festi disfunciones existentes entre las prácticas ob
va y comunitaria, que supone una conclusión servables de los individuos y familias en el
de tipo ritual para muchos días tediosos de es ámbito de la vida cotidiana y las impercepti
fuerzo agotador. Los campesinos que poseen bles estrategias e intereses que se emplean en
pequeñas parcelas de tierra resultan benefi tre bastidores. De esta forma el etnógrafo
ciados al ver sus labores concluidas rápi puede desmitificar lo que aparentemente era
139 Explotación social
una sencilla costumbre rural. Sin embargo, comparan, tras el seguimiento de cerca de dos
aún persiste una cuestión clave: ¿sienten los docenas de grupos de trabajo, los tiempos la
campesinos pobres que se están aprovechan borales de cada uno de los extremos de una
do de ellos? ¿Pueden acusar a sus vecinos más jerarquía: mientras que para terminar las co
ricos de explotar su tiempo y trabajo? El au sechas de las familias de las posiciones supe
tor deja las respuestas a estos interrogantes riores se emplean uno o dos días, las de los
dentro de la esfera de las interpretaciones se- vecinos más pobres apenas requieren una ho
mihermenéuticas. Pese a ello, parece que la ra de trabajo. ¿Adonde va a parar este gasto
mejor contestación por la que se puede optar desigual de tiempo y esfuerzo? ¿Cómo “re
es que probablemente ni sean conscientes ni embolsan” las familias más ricas a sus vecinos
puedan ser acusados: las preguntas se han di este excedente de trabajo y tiempo que les
suelto dentro de la máscara social de la coope ofrecen? Todo el sistema de rotación de cose
ración. chas —tornajeira—oculta de este modo un in
Nos encontramos con ejemplos similares tercambio sumamente asim étrico entre el
de cooperación rural en la provincia nor- extremo superior y el inferior de la aldea, lo
oriental de Trás-os-M ontes, en Portugal que concede a esa práctica el mismo carácter
(O ’Neil, 1987); una región con importantes que al thiwizi argelino: el trabajo extra de los
afinidades históricas y geográficas con G ali campesinos pobres se difumina dentro de la
cia, León y otras áreas del norte y centro de tradición colectiva de un intercam bio—ideal
España. En dicha provincia hasta la más di mente—igualitario de “un día por otro”. Al
minuta de las aldeas —de unos pocos cientos preguntarles repetidamente sobre este hecho,
de habitantes—muestra tradiciones sociales los informantes coincidieron en responder:
de trabajo cooperativo semejantes al thiw izi “ninguno hace cuentas: en la tornajeira ¡un
de Kabylia, así como a los elementos en los día es un día!” —“ninguém faz contas: na torna
que se centra el clásico estudio de Joaquín je ir a , um dia éu m dia\"—. No obstante, los gru
Costa sobre el colectivismo agrario (1898). La pos domésticos de los niveles más superiores
práctica del tornajeira —algo así como un in tienen gran cuidado en mantener una repu
tercambio, o rotación, de un día de trabajo tación pública positiva por medio de la gene
por otro—se afirma entre los aldeanos como rosidad, los regalos y distribuciones bien
un pacto igualitario que hace más fáciles los visibles. No debemos olvidar, por último, que
periodos de cosecha, durante los que “unos la aureola exaltadamente festiva creada du
ayudan a otros en toda la aldea”, exaltando de rante el trillo —que incluye chistes, bebidas y
esta forma el espíritu altruista de la comuni comidas pantagruélicas en abundancia—pue
dad. Para tareas ingentes, como la matanza de ser considerada en sí misma una forma de
del cerdo de invierno —matanqas d op orco—o el pago social indirecta.
trillo del centeno en agosto —m alhas o debul- ¡Pero incluso el antropólogo puede ser en
h a s-, todo grupo doméstico debe reclutar, gañado por estos esquemas! Meses más tarde,
además de sus propios miembros, un equipo tras continuar insistentemente con mis pre
de 30 o más personas, que en algunos casos guntas, se me informó de que durante las co
puede superar las 60, muchas de las cuales sechas más largas —aunque no en todas—parte
pertenecen a otras familias con las que no se de los aldeanos más pobres recibían un salario
guarda relación de parentesco. Se lleva una diario, un hecho social que en aquel tiempo
contabilidad precisa de qué grupos domésti era encubierto por todo el mundo. ¿Se trata
cos prestan un adulto —o dos jóvenes—como simplemente de la renuncia a echar a perder
ayuda en una determinada cosecha, para de un am biente de aparente cooperación, de un
volver dicha ayuda un día más tarde. Es posi intento de evitar mezclar los niveles de ayuda
ble observar formas semejantes de rotación no monetaria y de trabajo asalariado?; ¿o es
igualitaria en los sistemas de irrigación, lla que en realidad la ayuda mutua comunitaria
mados rotaciones o rodas, así como en trabajos desinteresada nunca ha existido?; ¿quiénes
públicos organizados por el consejo de veci colaboran y quiénes explotan? ¿Se sienten los
nos (Dias, 1984; Pais de Brito, 1996). campesinos en este tipo de situaciones llenos
No obstante, análisis microscópicos seña de rencor, engañados o sutilmente domina
lan que, si bien los campesinos de nivel medio dos por sus vecinos de estatus superior, o son
practican efectivamente intercambios iguali las propias costumbres de la aldea las que fal
tarios, muchas familias desheredadas apare sean la realidad? James C. Scott (1985; 1990)
cen sólo como prestadoras de ayuda a las más daría una respuesta afirmativa a estos interro
ricas. Nuestro análisis queda alterado si se gantes. Toda una serie de comportamientos
Explotación social 140
lingüísticos y culturales indican cómo en rea la que no sea posible hallar cualquier modo de
lidad —en otras esferas sociales u ocasiones no apropiación social? ¿Es inevitable que el sig
relacionadas con el trillo—los campesinos se nificado del concepto de explotación social se
sienten, en un sentido amplio, “utilizados” de diluya dentro del sentido común en la noción
algún modo dentro del sistema jerárquico. del uso de una persona por otra? En su famo
Según ha señalado Scott, las represalias se lle so estudio sobre los campesinos rusos, A. V.
van a cabo por medio de ocultas, entre basti Chayanov demostró cómo, durante periodos
dores, o latentes formas de venganza verbal específicos del ciclo de vida de las familias ru
simbólica. Esta debe ser tan sólo una de las ar rales, miembros de todas las edades del grupo
mas de las que disponen. doméstico tuvieron que autoexplotarse, maxi-
La explotación social también se introdu mizando hasta dimensiones extremas la in
ce dentro de la esfera familiar. Los aldeanos versión de trabajo propio por medio de la
más pobres se constituyen en recursos comu realización de numerosas horas de trabajo ex
nes al ser empleados como sirvientes o pasto tra (Chayanov, 1974). ¿Qué es entonces aque
res en otros grupos domésticos, mientras que llo que queda entre medias de la abstracta
—dentro del ámbito de las relaciones domésti noción roussoniana del contrato social -b a sa
cas y de parentesco—un importante número da en un acuerdo voluntario, aunque codifi
de solteros “sirve” a sus hermanas o hermanos cado, o en un tipo de relaciones humanas
casados siendo sus ayudantes en las tareas horizontales entre iguales desde el punto de
agrícolas. El hecho de permanecer soltero, co vista social—y un vínculo entre dos personas
mo una especie de mano de obra semiemplea- que se transforma en apropiación o utiliza
da por sus propios hermanos, no impide ción a través de la explotación social?
m antener relaciones sexuales con mujeres Es más, no se puede esperar que sea posi
de estatus inferior, fundamentalmente con ble establecer una equivalencia simple y di
aquellas incluidas dentro de la categoría de recta entre las distintas formas de explotación
jornaleras. Los hijos ilegítimos engendrados social y la desigualdad. La explotación no
—zorros—son posteriormente empleados —de aparece sólo en situaciones de estratificación y
forma cíclica- por las familias más ricas como jerarquía, ni es únicamente una relación so
capataces -caseiros—, pastores o sirvientes. Es cial basada en un intercambio desigual ne
to significa que los solteros de más edad no só cesariamente explotador. Atendamos a un
lo se encuentran explotados socialmente por tercer ejemplo.
sus hermanos, sino también —en un sentido Antropólogos y politólogos especializados
abstracto—por todo el sistema social, que uti en el Mediterráneo —así como en América L a
liza a su prole como recursos de trabajo, co tina, el Sureste asiático y Europa—han derra
munes y continuamente renovables, al mado mucha tinta en sus análisis sobre los
servicio de las familias pertenecientes a los es lazos denominados clientelares, que univer
tratos superiores de la aldea. Dentro de la es salmente son vistos como fruto de relaciones
fera del género (Bourdieu, 2002. Análisis de asimétricas verticales entre un patrón -q u e
un clásico caso de explotación social de solte ocupa un estatus superior—y los clientes —si
ros en el suroeste de Francia), los individuos tuados en una posición inferior—. El patrón
pueden permanecer ocupando dichos roles proporciona un acceso estratégico a la tierra,
sociales, caracterizados por una “explotación recursos, instituciones formales del Estado e
suave y amable”, incluso dentro del supuesta importantes contactos personales en las ciuda
mente íntimo universo familiar. des; a cambio, los clientes le juran lealtad polí
Estos ejemplos nos plantean un dilema. tica o militar, y le ofrecen parte de su cosecha
No sirven como casos cristalinos y clásicos de —a modo de pagos de alquiler—, presentes, ser
explotación, según la definió Marx para los vilismo público y, lo más importante —en
sistemas capitalistas. Sin embargo —y es en es tiempos de elecciones-, su voto. Aunque me
te punto donde descansa la relevancia de las nos estudiadas por los antropólogos -hasta ha
perspectivas de Bourdieu—, las situaciones ru ce muy poco sumidos en modelos orientados
rales no-capitalistas tampoco parecen ser tan hacia lo masculino—, es posible descubrir mu
claras o transparentes como se había pen jeres patronas, con clientes tanto masculinos
sado. En suma, una cosa es la explotación como femeninos. También se ha prestado una
laboral pura, tosca y a gran escala, y otra la ex menor atención a los vínculos de tipo horizon
plotación sutil, disimulada y de tipo no econó tal establecidos entre los propios patrones, así
mico, sino cultural. De hecho, ¿existe en como a las solidaridades horizontales desarro
algún lugar del mundo un tipo de sociedad en lladas entre grupos colectivos de clientes. Lo
141 Explotación social
más común ha sido pensar que los patrones de un acuerdo mutuo, pero que de hecho se
tendían a reunir a un extenso círculo social de deriva de lazos muy diversos, como una espe
clientes, mientras que los clientes raras veces cie de nudo que aúna distintos hilos o hebras.
tenían varios patrones. Es importante señalar Y es que ni las desigualdades económicas o
que los vínculos se conciben —tanto por parte políticas, ni la jerarquía en sí misma, condu
del patrón como del cliente—como una rela cen de manera irrevocable a la explotación so
ción recíproca, personalizada y multifacética, cial por medio de la sustracción de bienes o
que dura varios años o incluso décadas (Albe- valores “excedentes”. Esto es así porque las
ra, Block, Bromberger, 2001). Sin embargo, los dimensiones sociales, culturales, lingüísticas y
grupos implicados no consideran dichos mentales de la relación revelan un área de in
vínculos ni igualitarios ni voluntarios, ni si tercambios imperceptibles y disimulados.
quiera basados en un modelo inequívocamen Una vez más, la teoría práctica de Bourdieu
te paternalista de confianza mutua. Son ofrece constructivos consejos, uno de los cua
fundamentalmente jerárquicos y, como tales, les permite enfatizar la naturaleza social -n o -
están caracterizados por intercambios desigua económica—de los vínculos patrón/cliente.
les de objetos, recursos o formas de dedicación. ¿Qué dicen y hacen en realidad los autén
¿Se sienten los clientes explotados social ticos patrones y clientes? ¿Encaja siempre y
mente? Probablemente la respuesta sea que adecuadamente la explotación social dentro
sí. Ahora bien, ¿sucede así en todas las situa de la económica? El último ejem plo acerca
ciones? Una mirada superficial nos llevaría a del patronazgo sugiere que tal vez no sea
la conclusión —¿errónea?—de que, efectiva así. Los vínculos patrón/cliente pueden con
mente, todos los patrones son “por naturale frecuencia convertirse en “asimétricas” rela
za” explotadores y, por consiguiente, todos los ciones de amistad vertical, o en lazos de
clientes se encuentran “por naturaleza” ex compadrazgo formalizados en la esfera ecle
plotados. Y, sin embargo, ¡muchos clientes re siástica. ¿Pueden verse las relaciones sociales
conocen explotar también a sus patrones! establecidas entre este tipo de amigos o com
¿Estarían estos últimos remotamente de padres únicamente como explotadoras? ¿Son
acuerdo con dicha afirmación? A la inversa, sencillamente unidireccionales o, por el con
muchos clientes concluyen que técnicamente trario, resultan múltiples, dando lugar a espa
no son explotados por sus patrones: por el cios simultáneos de existencia de explotación
contrario, la relación sería más bien de carác suave —entre las diferentes hebras- más allá
ter simbiótico, en la que cada parte del víncu de la simple y explícita cooperación? Las téc
lo “usa” a la otra en innumerables ocasiones nicas de explotación de la Mafia aportan un
de tipo económico, político, social e incluso caso especial; entre el patrón y el cliente se si
sentim ental. Más allá, los patrones pueden túan los agentes de bolsa, mediadores que se
cambiar sus clientelas, al igual que los clientes apropian tanto del patrón como de sus pro
hacen lo propio con sus patrones, estrategia pios clientes. En estos contextos, los beneficios
que continúa siendo una de las principales ar económicos no son la única meta; se busca a la
mas defensivas de estos últimos. Para muchos par obtener honor y una mayor influencia so
de los analistas del patronazgo, los lazos verti bre otros. En situaciones extremas, la explo
cales que se establecen son tan eficaces a la ho tación múltiple se convierte en inequívoca,
ra de atar a los subordinados a sus líderes, que derivando en el uso de la violencia y la coer
en numerosos casos históricos han sido capa ción física, con el homicidio como consecuen
ces de amortiguar distintas manifestaciones cia final de una extracción de excedentes
de potenciales protestas políticas por los clien altamente organizada (Block, 1988). No es
tes, al volverse éstos incapaces de organizarse sorprendente entonces que muchos analistas
entre sí de un modo efectivo a consecuencia subrayen el hecho de que el homicidio de la
de sus alianzas verticales. Mafia -ya sea en Sicilia, Chicago, Moscú o en
¿Qué diría Rousseau a propósito de todo cualquier otra parte—no es más que un medio
esto? ¿En qué tipo de laberinto nos hemos in para lograr un fin muy concreto: la acumula
merso? La institución del patronazgo nos ción de prestigio social y poder.
aporta otro caso más de lazos enmascarados Sin embargo, es sumamente difícil sepa
que revelan dobles niveles de realidad social. rar las distintas hebras involucradas en estos
Distintos en ciertos sentidos al trabajo co casos especiales de violencia de la Mafia, que
operativo, los vínculos de dependencia pa- no es sólo económica, política, coercitiva o so
trón/cliente incluso revelan otra relación cial, sino psicológica por su uso de la intim i
social basada en lo que en apariencia se trata dación y del miedo. No debemos subestimar
Explotación social 142
este factor mental; de hecho, ¿puede ser visto Nuestro objetivo no es ofrecer una lista ex
el terrorismo contemporáneo como una ex haustiva o totalizadora de las innumerables
plotación social indirecta de doble filo, que formas de explotación social, sino alcanzar
inteligentemente aúna el plano social y el psi otra meta: estimular una actitud reflexiva
cológico? Los personajes de las novelas de acerca de las formas de pensamiento crítico so
Fran z K afka vienen a la mente inm ediata bre el tema, y sobre las vías a través de las que
mente. Abstractamente “explotados” por las es posible establecer un vínculo entre la teoría
burocracias estatales, sus estados mentales re social macro —sea el marxismo o cualquier otra
velan una compleja conjunción de sentimien teoría—y el nivel micro de la vida cotidiana
tos de confusión, desorientación, miedo, —tanto en el caso de campesinos remotos como
alienación y culpa. Se trata de una dimensión en nuestro curso diario dentro de las denomi
más —aunque más personal y subjetiva- de la nadas sociedades industriales avanzadas.
explotación social misma. Siguiendo con dicha sugerencia, podría
Esto último nos devuelve al punto de par mos ponernos en el papel de abogados del
tida: ¿dónde situar de forma precisa la línea diablo y concluir con una pregunta para el
que separa la explotación económica o políti lector. Mientras lee estas líneas, piense en su
ca de la social? No toda explotación social se vida cotidiana en cualquiera de sus aspectos
percibe como tal. Las formas hegemónicas de - “en el trabajo”, la escuela, frente a un orde
dominación y control que se filtran dentro de nador, conectado a Internet, con su familia o
la máscara social de la explotación son tan en el universo social en general—. ¿H a sido
efectivas que muchas veces las víctimas aca hoy explotado socialmente?
ban interiorizando la ilusión de la ausencia de
cualquier tipo de explotación. Dicho de otro
modo, los mecanismos de enmascaramiento
son mucho más sutiles e insidiosos de lo que
Bibliografía
hasta el momento habíamos imaginado. Por
tanto, para analizar la explotación social de ALBERA, Dionigi; BLOK, Anton; BROMBER-
bemos convertirnos en una especie de detecti GER, Christian (eds.) (2001): L'Anthropologie
ves en busca de lo camuflado, enmascarado, de la Mediterranée!Anthropology o f the Medite-
distorsionado y disimulado. Por si fuera poco rranean. Paris: Maisonneuve et Larose/Maison
con esto, en nuestra época contemporánea en Méditerranéenne des Sciences de l'Homme.
contramos además nuevas categorías increí BLOK, Anton (1988 [1974]): The Mafia o fa Sici-
blemente variopintas de patrones (Hannerz, lian Village 1860-1960: A Study o f Violent Pea-
1992), tales como los expertos profesionales sant Entrepreneurs. Prospect Heights, Illinois:
—abogados, trabajadores sociales, consultores Waveland.
financieros o profesionales, profesores, docto BOURDIEU, Pierre (1977 [1972]): Outline o fa
res, sacerdotes—o los especialistas tecnológi Theory o f Practice. Cambridge: Cambridge
cos —tecnócratas políticos y administrativos—. University Press. Traducción del original: Es
Todos ellos ofrecen servicios y ^conocimiento quisse d ’Une Théorie de la Pratique, Précédé de
a clientes inexpertos, una forma novedosa en Trois Etudes d ’Ethnologie Kabyle. Genève: Li
la que “cultura es poder”. Surgen entonces brairie Droz.
m ultitudinarias nuevas formas de explota — (2002 [1962]): “Célibat et Condition Paysan
ción social. Esta perspectiva obliga a revisar ne”, en Pierre Bourdieu, L e Bal des Célibatai
todos los modelos antropológicos de explica res: Crise de la Société Paysanne en Béarn. Paris:
ción de las relaciones patrón/cliente. Seuil, 15-166.
En conclusión, las formas de explotación CHAYANOV, Alexander Vasilevich (1974 [1925]):
social constatables en el mundo son probable La Organización de la Unidad Económica
mente tan variadas y diversas como el arco Campesina. Buenos Aires: Nueva Vision
iris de sociedades, lenguajes y culturas. Así, si (org. Eduardo P. Archetti).
bien “la belleza se encuentra en el ojo del es DIAS, Antonio Jorge (1984 [1953]): Rio de Onor:
pectador”, no podemos concluir del mismo Comunitarismo Agro-pastoril. Lisboa: Presença.
modo que en cualquier lugar y condición “el HANNERZ, Ulf (1992): Cultural Complexity: Stu-
sentimiento de explotacióníoaa/ se encuentre dies in the Social Organization ofMeaning. New
en el corazón del explotado”. Es precisamen York: Columbia University Press.
te por este motivo por lo que la apropiación O’NEILL, Brian Juan (1987): Social Inequality in a
social es tan refinadamente suave. Pocas veces Portuguese Hamlet: Land, Late Marriage, and
se siente como lo que realmente e s ... Bastardy 1870-1978. Cambridge: Cambridge
143 Extranjero
ducto de la actividad clasificatoria constituti guo pero que se ha convertido en una refe
va de la formación de los grupos, de lo propio rencia, sobre la oposición inveterada que ca
y de lo ajeno, es decir, el resultado de un pro racteriza las relaciones entre pueblos vecinos,
ceso de adscripción y de distinción inherente Caro Baroja (1954) ha destacado diferentes
al género humano y a la vida en sociedad. Así, esferas concéntricas, mostrando que la inclu
la relación dual entre la extranjería y la ciuda sión y la exclusión varían con la proximidad
danía, surgida de la institucionalización de espacial y social. En particular, ha subrayado
esta última, se presenta como una manifesta cómo el marco de referencia en función de la
ción particular, sociohistóricamente defini posición social cambia la percepción y la re
da, de un mecanismo de diferenciación de presentación del otro. En dicho análisis ha di
aplicación mucho más general, que está en la ferenciado también distintos grados de
base de los procesos de identificación. El rela aceptación al pasar de lo general a lo particu
tivismo estructural aparece, pues, como un lar, de los extraños-desconocidos a los extra
rasgo elemental de la categoría “extranjero” ños-conocidos o del grupo anónimo a las
que destaca la cerrazón del enfoque sustanti personas concretas. Estudios más recientes
vo cuando asimila al extranjero con cualida sobre poblaciones afines culturalm ente o
des particulares. *pluriculturales siguen corroborando la exis
No obstante, la constatación de que la ca tencia de estos mecanismos cognitivos y so
tegoría social “extranjero” hunde sus raíces ciales pero, sobre todo, ponen de relieve la
en un proceso social y cognitivo primario -y influencia decisiva de los marcos estructura
com ún- no permite obviar las condiciones so- les e impersonales. Las relaciones privilegia
ciohistóricas que dan un respaldo a su recono das con determinados países o su ausencia
cimiento institucional, proporcionan el dependen de los vínculos internacionales y de
marco donde situar los ^movimientos sociales las fuerzas respectivas de cada nación, tanto a
a favor o en contra de la ^integración social de nivel económico como sociopolítico en cada
los extranjeros y explican eventualmente la momento. Por ejemplo, durante la llamada
*demonización del “otro” que alimenta dis “Guerra F ría ”, la división entre los “países
tintas formas de *hom ofobia, heterofobia o am igos” -so cialistas- y los “enemigos de la
*racism o. En la medida en que la categoría Unión Soviética” —capitalistas—definió dura
expresa más la segregación que el reconoci deramente tanto el trato y la consideración
miento como “otro”, la apuesta social por una del extranjero como los vínculos internos con
jerarquización de los grupos más que por una los residentes cuya nacionalidad era distinta
defensa de la igualdad, su uso en el juego so de las integrantes de la U R SS. Las imágenes
cial, predispone al sociocentrismo y al *etno- sociales sobre los “judíos” en distintos contex
centrismo. tos sociopolíticos son también paradigmáti
Se pueden distinguir diferentes niveles de cas (Devillard, 2006; W ieviorka, 1997). De
construcción social del extranjero. Destaca, en una manera general, las políticas de extranje
primer lugar, el sociopolítico donde se asiste ría, y en particular la regulación de la emigra
actualmente a un doble movimiento, de direc ción y de ^inmigración, están directamente
ción contraria. La política exterior de los Esta ligadas a los campos políticos y estratégicos.
dos-nación constituye el cauce oficial median Pero éstos también repercuten sobre fenó
te el cual se establecen y regulan las relaciones menos como el turismo y, de manera más
con los demás países y con sus habitan insidiosa, sobre la gestión de las relaciones
tes respectivos, de tal modo que configura *interculturales cotidianas. El llamamiento
nuevos mapas geopolíticos, más flexibles y de Bourdieu contra la “*xenofobia de Esta
transnacionales. Simultáneamente los nacio do” en 1997 cumplía un doble cometido: de
nalismos internos —apoyados ya sea en la con nunciar la política gubernamental e
tigüidad espacial de sus miembros o en la *dis- internacional de inmigración y luchar contra
persión—favorecen movimientos de exclusión el hecho de que “ba o el efecto del acostum-
social que implican unas redefiniciones más o bramiento, [aquella] se pueda imponer poco
menos profundas de las redes sociales y, por a poco como un dogma” (2002: 346), dando
consiguiente, de los márgenes de la alteridad, así cobertura oficial al rechazo y a la configu
de la amistad y de la enemistad, de la cons ración de un estigma.
trucción del “nosotros” frente a “ellos”. Si se desplaza la atención desde el ámbito
Ambos procesos muestran las insuficien macropolítico hacia el cotidiano, y desde la
cias del relativismo estructural, tanto espacial población de acogida hacia el extranjero pro
como social y cognitivo. En un texto, ya anti piamente dicho, los conflictos derivados de su
145 Extranjero
posición respectiva se aprecian más clara asiáticos del Sureste, sin que se pueda achacar
mente. En primer lugar, demasiada insisten a un menor nivel de integración de los prime
cia sobre la complementariedad conceptual y ros con respecto a los segundos. De hecho,
social entre el “autóctono” y el “extranjero”, estudios cualitativos aplicados al seguimien
el hecho de que no se puedan definir de ma to de inmigrantes enseñan que una persona
nera separada, puede dar lugar a que se sub puede dominar el idioma, compartir las pau
estimen las ^desigualdades de posición. Si se tas culturales, haber adquirido la nacionali
entiende que “ninguna de las dos partes está dad del país donde reside o, como mínimo,
totalmente desprovista de poder, ni puede estar integrado legalmente dentro de la socie
ejercerlo sin límites” (Tabboni, 1997: 241), ca dad de acogida mediante el cumplimiento de
be preguntarse si es suficiente apelar a la asi las condiciones fijadas en las llamadas leyes
metría como hace la autora, comentando el de extranjería —estar en reg la, tener los p a p e
modelo de Sim m el: “La ambivalencia que les—, sin que esto le proporcione objetiva
reina en las relaciones entre el extranjero y el y/o subjetivamente todos los atributos del ciu
grupo mayoritario -escrib e—refleja la rela dadano. Ocurre incluso —según muestran fi
ción asimétrica de poder... Hasta el momento namente los escritos de Sayad (1999, 2002)—
en el cual la relación se interrumpe... el ex que, a consecuencia del proceso migratorio,
tranjero sigue teniendo una función en la re uno puede llegar a ser —considerado- un ex
lación y sacando una ventaja relativa. La tranjero en su propia tierra. En realidad, con
cantidad, aunque modesta, de poder del que trariam ente a lo previsible de acuerdo con
dispone el extranjero ejerce su influencia de una definición ^naturalizada y sustantiva de
distintas maneras y provoca procesos de mo la identidad y de la diferencia, las modalida
dificación recíproca tanto en él como en el au des de la inserción y del reconocimiento —o la
tóctono.” El planteamiento corre el riesgo de negación- del “otro”, la relación entre “nos
diluir las relaciones de dominación que es otros” y “ellos” —cuya suerte parece ligada
tructuran las modalidades de integración so cognitivam ente- son el producto variable y a
cial y la interacción. En efecto, las reacciones menudo ambivalente y contradictorio de
que el extranjero suscita en la práctica coti distintos procesos sociales cuyo peso respecti
diana, cómo se le construye dentro del país, vo cambia en función del contexto: la génesis
sólo son comprensibles desde las situaciones sociohistórica de las relaciones intergrupales,
sociales y las relaciones de fuerza concretas. la situación socioeconómica presente, el nivel
En este sentido es preceptivo desmentir va de personificación y de interacción social con
rias prenociones. Lévi-Strauss (1983: 44) ya creta. La consideración y las imágenes del
advertía que, para que se produzca “toleran “otro”, los discursos y las prácticas reales, va
cia recíproca”, tienen que cumplirse dos con rían en función de los objetos en juego, las re
diciones, que se dan cada vez más raramente laciones de fuerza entre los distintos grupos y
en las sociedades contemporáneas: una igual las consecuencias sociales y personales de los
dad relativa y una distancia física suficiente. diferentes procesos.
Como pone de manifiesto Kosakai (2000), los Así, la desconfianza hacia el extranjero
datos desmienten la idea de “umbral de to —observable, especialmente pero no sólo, en
lerancia”: de acuerdo con las observaciones tre los más desprovistos de capital social,
realizadas, la tolerancia parece más bien pro económico y cu ltu ral- y su estigmatización
porcional a la presencia de extranjeros; éstos están estrecham ente vinculadas a los pro
no reciben todos igual trato ni son objeto de cesos socioeconómicos e históricos que, al
representaciones similares, y, sobre todo, el definir las posiciones sociales respectivas,
hecho de que muchos conflictos étnicos tienden a convertir al “otro” en chivo expia
opongan pueblos próximos en términos de torio de los males sociales y predisponen a la
cultura, religión, lengua y apariencia física reproducción de los prejuicios y al ostracis
muestra que se aguantan peor las similitudes mo. De acuerdo con este enfoque, los límites
que las diferencias. que van definiendo al “extranjero”, su posi
Al igual que Elias y Scotson (1994) en su ción relativa, tanto objetiva como subjetiva,
análisis de las relaciones entre established y y su práctica social son mucho más certera
outsiders, Kosaka'í destaca que no se puede mente construidos —cognitiva y sim bólica
aislar el trato diferencial de los procesos histó mente—e inteligibles en función del juego y
ricos que contribuyen a construirlo. Da el de las coyunturas sociohistóricas concretas
ejemplo de los magrebís, que en Francia son que de la geografía política o de la psicología
rechazados en mucha mayor medida que los colectiva.
Extranjero 146
obstáculos naturales, tales como cadenas mon suetudinarios de las poblaciones. En conse
tañosas o el curso de los ríos. Este esfuerzo cuencia, no existió un esfuerzo efectivo de ra
debe considerarse como consecuencia del im cionalización del trazado en el sentido de una
pulso de la cartografía comercial y real verifi adecuación de los límites administrativos a las
cado desde finales del s. XVI, pero también barreras naturales. Lo mismo se puede decir
como resultado del desarrollo y de la afirma en relación a los Pirineos, donde el trazado de
ción de la concepción de soberanía del Estado. la frontera, acordado también en la segunda
En relación a la cartografía, importa destacar mitad del siglo XIX, habría sido mucho
no sólo los aspectos técnicos que se derivan de más tradicional que convencional, sobrepo
una representación rigurosa del espacio en un niéndose igualmente en este caso el deseo de
mapa, sino también la dimensión simbólica consenso al criterio de las fronteras naturales.
implicada en esta representación. El mapa La aceptación de una división de hecho evi
permite considerar el espacio de una forma dencia lo que realmente importaba: legitimar
distanciada y que se cree racional, al tiempo y reforzar la territorialización de la soberanía.
que favorece la creación de una conciencia co Nos reencontramos de nuevo con Ratzel y
mún, expresada simbólicamente en las líneas con la idea de los movimientos orgánicos que
de colores que trazan las fronteras. se encuentran, una idea por medio de la cual
Sobre el segundo aspecto que hemos refe podemos considerar los tratados ochocentis
rido, de lo que se trata es de poner el énfasis en tas como marcadores simbólicos de la sustitu
el paso de una concepción jurisdiccional de la ción de una frontera de agresión por una
soberanía a una concepción eminentemente frontera de equilibrio. Rigurosamente carto-
territorial, según Peter Sahlins (1989: 44) de grafiada, pacificada e incontestada, señalada
mostró en su estudio sobre la frontera pire en el terreno por un conjunto de hitos, esta úl
naica. Este paso es condición indispensable tima frontera es el resultado de un proceso
para la estabilización de la frontera, una vez histórico y del desarrollo político y adminis
que del reconocimiento y de la aceptación del trativo del Estado.
vínculo jurisdiccional se deriva la capacidad, Nos hemos habituado a considerar las
por el Estado, de convertirlas en eficaz instru fronteras como líneas imaginarias que sepa
mento político y fundamental para su afir ran entidades de naturaleza semejante. Pode
mación. El control policial y militar de la mos imaginarlas como una especie de ope
frontera, al igual que instituciones como la es rador simbólico que distingue algo que de
cuela, que presentan y consolidan una deter otra forma podría estar unido, pero que, en la
minada imagen de la #nación, con sus héroes medida en que existe, impone prácticas y re
y sus símbolos, son ejemplos de estos instru presentaciones. Dos Estados, al igual que dos
mentos que se afianzan definitivamente en el regiones administrativas, poseen una natu
moderno Estado-nación. Efectivam ente, el raleza semejante pero se construyen mu
principio de las fronteras naturales y la arqui tuamente por medio de diferencias reales e
tectura simbólica del Estado-nación derivan imaginadas. Es la asimetría económica, social
de una idealización de tipo semejante, exis e incluso política la que convierte a la fronte
tiendo en ambas situaciones el deseo de afir ra en un recurso y en un *lugar de tránsito y
mación de una ^identidad colectiva: en el de h ib rid a ció n , pues su dimensión más fe
primer caso, anclada en un territorio cuyos lí cunda se revela en la confrontación y la dife
mites define la naturaleza; en el segundo, con rencia, en el intercambio y la mezcla. Las
base en la defensa de un sentido de pertenen fronteras concebidas por el Estado-nación
cia, fundamentado en la historia, la tradición tienden a esconder o a secundarizar esta di
e incluso la consanguinidad. mensión; pero si abordamos la cuestión histó
Sin perder de vista el carácter general de ricamente, veremos claramente la frontera
la cuestión, un ejemplo concreto puede ayu como un lugar de confrontación. El limes ro
darnos a clarificar algunos aspectos. El “T ra mano, que separaba al imperio de los pueblos
tado de Lím ites”, firmado entre España y bárbaros, evidencia esta dimensión de con
Portugal en 1864, no modificó sustancial frontación que también marcó algunas de las
mente el trazado de una frontera que desde el fronteras coloniales. El caso de América del
s. XIII había sido regulada por innumerables Norte lo estudió muy bien el historiador Fre-
instrumentos jurídicos. El trabajo de la “C o deric Turner (1893-1961), pero también en lu
misión de Límites” sobre el terreno duró más gares como Brasil la frontera se consideraba
de una década, pero incidió sobre todo en la un límite de lo humano. U lf Hannerz (1997:
averiguación de los derechos históricos y con 598), a propósito de las observaciones de Tur-
Fronteras económicas 150
ner sobre Am érica del N orte, indica que a ZIENTARA, Benedikt (1989): “Fronteira”, en
aquella frontera, móvil y provisional, se ade Enciclopédia Einaudi. Lisboa: Imprensa Na
cuaba bien la expresión confines, que da cuen cional-Casa da Moeda, 306-317.
ta del final de algo más que de una dis Luis Cunha
continuidad en el espacio. Esta concepción
de frontera, que llama la atención sobre la
Véanse además A pa rth eid , Centro-periferia,
confrontación, da cuenta de una separación
C I U D A D A N í A , C O I , ( ) N IA L IS M O Y
profunda. Lo que se confronta no son realida
A N T IC O L O N IA L IS M O , C U L T U R A , D I
des homologas, sino la naturaleza con la C u l
F E R E N C I A Y D E S I G U A L D A D , Elites
tura o lo salvaje con la civilización.
cosmopolitas, Espacios locales, E S T A D O -
La concepción moderna de frontera tien
N A C I Ó N , Etmcidad, F R O N T E R A , F r o n
de a considerarla, según se ha dicho ya, línea
teras económicas. Fronteras políticas y reli
separadora, producto de una voluntad sobera giosas, Fronteras simbólicas, Global v local,
na, pero que debe convertirse también en la H I B R I D A C I Ó N , I D E N T I D A D , Integra-
demarcación natural de dos pueblos. Se trata ción religiosa. Lugar v no-lugar, Megalópolis,
de una concepción que siempre ha oscilado
M IN O R í A S, \ lod e r n idad, M O VI L I D A I ),
entre la idealización nunca cumplida y la rea Multiculturalismo en los estudios étnicos,
lización de un conjunto de acciones políticas Na c io na 1ism o. Na tu r a 1izac ió n , Nom a d ism o
que pretenden su concretización. Si aborda y turismo, P A T R IM O N IO , Pluralismo sin
mos la cuestión desde el punto de vista de las
crónico, Segregación, T E R R L I ORIOS, Via
fronteras intraestatales, nos encontramos, jes y sistemas de movilidad. Violencia política.
más allá de las especificidades políticas y ad
Tipos.
ministrativas de cada país, con principios de
demarcación idénticos a los que acabamos de
referir. En un país como Portugal, las desig
naciones regionales no tienen ningún tipo
Fronteras económicas
de connotación *étnica —así, los términos Las reglas del comercio interfronterizo se
“Beira” o “Extrem adura” designan antiguas derivan de la legitimidad del ejercicio de la
fronteras, mientras que “A lentejo” o “Trás- ^autoridad política, más específicamente del
os-Montes” reflejan la perspectiva de la enti poder tributario. Si tomamos a Portugal en la
dad administrativa *central—, pero incluso en Edad Media como ejemplo, nos encontramos
España, donde el Estado nunca ha consegui con el cobro de una dízima —almojarifazgo—a
do alcanzar un nivel de centralización y ate las mercancías importadas y exportadas, tal
nuación de diferencias tan acentuado, las como para aquellas que ^circulaban por el
fronteras internas han sido concebidas como país, particularmente en tránsito fluvial. N a
líneas fijas, capaces de operar distinciones. turalm ente, desde esa época las cosas han
Estas fronteras no dependen sólo del Estado, cambiado bastante, pero el proceso se sis
pero, en lo que a éste se refiere, pueden fa tematiza con el desarrollo de instrumentos
vorecer la diversidad interna —por ejemplo, jurídicos y de control policial, capaces de
promoviendo una identidad regional folclo- asegurar la eficacia en el derecho de control
rizada— o bien obstaculizarla, sobre todo territorial asumido por la autoridad política
cuando la diversidad se siente como una *nacional. En casos extremos, el Estado pue
amenaza al ejercicio efectivo de la soberanía. de imponer un régimen de intransponibili-
dad de la #frontera, pero, exceptuando estas
situaciones, lo que está en cuestión es la defi
Bibliografïa nición de un conjunto de reglas de circulación
de personas y bienes. La definición de estas
ANDERSON, Malcom (1996): Frontiers, Territory reglas, al igual que el respeto o la desobedien
and State Formation in the M odem World. cia de las mismas, define la dinámica y la his
Cambridge: Polity Press. toria de cada frontera concreta. Es en este
FOUCHER, Michel (1998): Fronts etfrontières. Un nivel en el que la consideración de la *fronte-
tour du monde géopolitique. Paris: Fayard. ra como recurso se vuelve más evidente. La
HANNERZ, Ulf (1997): “Frontières”. Revue In idea de frontera como raya, esto es, como lí
ternationale des Sciences Sociales, 154: 597-609. nea de separación emanada y controlada por
SAHLINS, Peter (1989): Frontières et identités na el Estado, se revela aquí insuficiente o inade
tionales. La France et iEspagne dans les Pyrénées cuada. Cuando se piensa en la frontera como
depuis le XVII siècle. Paris: Belin. un recurso, debemos verla como un *territo
151 Fronteras económicas
mente se establecen con los contrabandistas. que todavía se invoca: generoso, incluso des
Si echamos un vistazo a la historia del contra pilfarrador, habituado a diversos vicios, entre
bando en la frontera hispanolusa (Cunha, ellos el juego de cartas. Podemos interpretar
2006; Medina G arcía, 1997; U riarte, 1994), esta generosidad como factor de redistribu
entenderemos que la decisión de detener al ción de los excesivos beneficios obtenidos por
contrabandista o limitarse a la aprehensión de determinadas personas en ciertos momentos,
la carga transportada se ponderaba a diversos pero, más allá de este aspecto, existe en esta
niveles, pero entre éstos pesaba el criterio per representación del contrabandista profesio
sonal. Con el reclutamiento de guardias natu nal un juicio moral. De hecho, al usarse como
rales de regiones diferentes de aquellas donde contrapunto a otra imagen, la del contra
ejercerían su actividad, se procuraba evitar bandista ocasional, que sólo se dedicaba al
que las relaciones personales pudiesen pesar contrabando como forma de garantizar la
sobre la actividad de vigilancia y combate al subsistencia familiar, aquella representación
contrabando. Sin embargo, la eficacia de me consolida una de las narraciones morales que
didas como ésta parece dudosa, sobre todo la frontera estructura.
porque los guardias se integraban en un En el mundo contemporáneo, muy m ar
microcosmo muy particular, en el cual se cado por un elevado índice de circulación de
manifestaba una ética que les precedía y con personas, bienes y servicios, la econ om ía de
dicionaba. frontera se ha diluido en un concepto más am
Desde el punto de vista de los contraban plio que podemos denominar economía m un
distas, el juego no era menos complejo: por do. La circulación clandestina de mercancías
una parte, porque ésta es una categoría hete en una frontera abierta ha quedado limitada a
rogénea, existiendo diferentes formas de rela algunos productos lícitos específicos —tabaco
ción con la actividad; por otra parte, porque el y ganado, por ejemplo—y a productos ilícitos,
contrabando acabó por constituir un factor de como drogas y armas. En general, el contra
d iferen ciació n en las comunidades locales, bando de estos productos implica una organi
con consecuencias desde el punto de vista de zación centralizada que desplaza hacia fuera
la estratificación social. Factores como la ca del espacio rayano el control del proceso. En
pacidad de iniciativa, la disponibilidad para cierto modo, por lo menos en lo que se refiere
correr riesgos e incluso la suerte, elemento de a los aspectos político y económico, las fronte
difícil definición, pero siempre invocado co ras internas de la Unión Europea, al igual que
mo central, determinan la obtención de dife ocurre con otras agregaciones más o menos
rentes resultados para la misma actividad. A formales de economías nacionales, se han di
lo largo de la frontera hispanolusa la actividad luido, lo cual ha provocado la extinción de un
agrícola ha supuesto la ocupación dominante modo de vida estructurado y estructurante.
de la inmensa mayoría de su población, siendo La desarticulación de esta economía de fron
el contrabando una actividad complementaria tera se ha traducido, desde el punto de vista
o alternativa a la labranza. El contrabando de de las comunidades locales, en la extinción de
incidencia local, basado en la evasión de tribu un recurso que durante décadas contribuyó a
tos de productos lícitos, debe ser considerado la configuración de la estratificación social
fundamentalmente en el ámbito de la econo (Uriarte, 1994). Es verdad que, en el plano de
mía doméstica, pues es en el interior de la fa las representaciones, la *frontera sigue mar
milia y en relación con ésta donde se generan cando una separación, con importancia en la
las estrategias y se configuran las redes. estructuración de narraciones que reiteran y
En algunos casos los beneficios obtenidos actualizan distinciones. Sin embargo, los es
con el contrabando posibilitan un cambio de pacios que operan con una liminaridad activa
estatus; por ejemplo, cuando un contraban y no sólo simbólica siguen siendo aquellos
dista de éxito dejaba la actividad directa y pa que separan económicamente dos mundos,
saba a tener un grupo de contrabandistas a su como es el caso de las fronteras externas de la
servicio. Ejem plos de esta movilidad social Unión Europea o el límite que separa México
marcan aún el presente de la frontera hispa de E E . U U . (Álvarez, 1995). La emigración
nolusa (Cunha, 2006), pero los elevados bene clandestina, con los dramas cotidianos que de
ficios obtenidos raramente tenían efectos ella se derivan, traduce bien esta idea de mun
duraderos sobre la situación económica de los dos en confrontación, separados por la histo
contrabandistas y sus familias. Estos ingresos ria, pero sobre todo por la economía,
han permitido que el contrabandista profe dimensión ésta que expresa de manera in
sional haya adquirido una imagen destacada equívoca la realidad de un mundo desigual.
153 Fronteras políticas y religiosas
mentales, por los discursos que circulan y define el límite interior/exterior, aunque en la
producen sentido e incluso por un conjunto práctica éste haya sido y siga siendo un límite
de representaciones abstractas y mitológicas. provisional, revisado por la adhesión de nue
De ese acto de trazar fronteras, dem ar vos países, concretada o en proyecto. Tal vez
cando un interior y un exterior, definiendo la esto no convierta este límite externo en una
pertenencia y la diferencia, tal vez conozca frontera de expansión a la manera del lim es
mos m ejor las consecuencias que el proceso. romano, pero si bien es cierto que la adhesión
Hemos aprendido a ver las naciones como co no implica una conquista, sí que obliga a una
munidades imaginadas, pero al mismo tiem especie de conversión, que en última instancia
po descubrimos que los factores primordiales tiene el sentido de la aceptación de un vínculo
que han estado en la base de esta realidad cultural, como ilustran las dificultades de ad
imaginada que es el Estado-nación han deja hesión de un país como Turquía.
do de poder concebirse como coincidentes Las fronteras políticas y administrativas
con cualquier frontera administrativa. La no se limitan a frenar o dificultar los *flujos
lengua, el color de la piel o el establecimiento de bienes, personas e ideas que las cruzan;
de relaciones de parentesco se han convertido también provocan un efecto de deformación,
hasta tal punto en factores *globalizados que contribuyendo a crear o reproducir represen
están refundando la imaginación política y taciones Estereotipadas del otro. La atenua
social, creando nuevas narraciones y mitogra- ción de estas fronteras o, cuando esto no se
fías, haciendo emerger aquello que A rjun verifica, la aceleración y multiplicación de los
Appadurai (1996: 38) denomina mundo polí flujos provocan modificaciones en aquellos
tico *poscolonial. Globalización no significa ejercicios de deform ación. No quiere decir
ausencia de fronteras, pero conduce inevita que los extingan, una vez que participan de
blemente al cuestionamiento de los regíme cualquier proceso de constitución de identi
nes de pertenencia y fidelización. Tener una dades sociales, pero sí focalizan en la cultura,
identidad sigue pasando por un reconocimien en una determinada representación de la cul
to de pertenencia; pero no sólo esa pertenen tura, el debate de la identidad/*alteridad. Las
cia se ha diluido en diversas instancias, sino grandes ^metrópolis europeas o americanas
que todas ellas se revelan cada vez más hete contienen una enorme diversidad, tanto en lo
rogéneas. La variabilidad de regímenes de que se refiere a la lengua como a la N aciona
pertenencia (García Canclini, 1989: XXXIII) lidad, al color de la piel, a la religión, etc. Si el
vuelve más difusos, inciertos y volátiles los “otro” sigue siendo un extraño, ya no lo es por
procesos de vinculación. El ideal de coheren culpa de una frontera política que le esconde
cia perseguido por el Estado-nación, en el y deforma, sino por un conjunto de fronteras
que lengua, historia y #cultura nacional for culturales que reifican la diferencia. En este
maban un todo, ya no es posible, ni siquiera contexto, las fronteras religiosas parecen des
en el plano de la idealización. empeñar un papel particularm ente im por
Esta complejidad creciente de las señales tante. No se trata de nada nuevo, quede claro.
de pertenencia y de las prácticas sociales que Appadurai (1996: 44) considera que la guerra
de ella se derivan no implica la extinción del y las religiones de conversión fueron hasta el
Estado o de la nación. Por una parte, esto ocu siglo XX las dos principales fuerzas de interac
rre porque el primero puede vivir sin la se ción cultural duradera. El islam es el ejemplo
gunda, es decir, el Estado puede encontrar más importante y más presente de la superpo
vías de legitimación al margen de la nación. sición de una identidad religiosa a las fron
En cuanto a ésta, a pesar de estar amenazada, teras políticas, pero la fragmentación de la ex
sigue siendo una instancia de vinculación que Yugoslavia, la división de Chipre o las tensio
resiste y sobrevive a cualquier tipo de cultura nes de católicos y protestantes en Belfast son
#transnacional (Hannerz, 1996: 135 y ss.). La buenos ejemplos de la dramatización de las
disolución de las fronteras internacionales y fronteras religiosas.
la adopción de una moneda única en el ámbi La definición de fronteras políticas se de
to de la Unión Europea no ha conducido a la riva, según hemos dicho ya, de una voluntad
desaparición del sentimiento de vinculación a soberana. Sin embargo, su reconocimiento y
una nación, pero ha introducido nuevos refe eficacia son producto de la capacidad de im
rentes de pertenencia, provocando efectos poner la lealtad a las poblaciones que circuns
profundos en la conceptualización del espacio cribe. La expresión máxima de esta lealtad es
y en las redes de sociabilidad. Por otra parte, el honor de morir por la patria, ese sacrificio
el fortalecimiento de las fronteras externas re personal supremo que se complementa con la
155 Fronteras simbólicas
sis en la variabilidad permite evidenciar que cir, de definir las fronteras sociales. Ú nica
los agentes y grupos sociales que se cruzan en mente como proceso, nunca acabado, puede
las fronteras, sean éstas cuales sean, cuentan ser entendida la frontera, asociándose de esta
con ^recursos desiguales. De hecho, no basta forma un espacio, físico o simbólico, a una
indicar los flujos, también interesa entender temporalidad concreta.
que éstos sostienen y reproducen desigualda
des. Por este motivo, pensar en flujos igual
mente significa pensar en resistencia, tanto en Bibliografía
la que se observa en la práctica cotidiana co
mo en la que se enuncia, es decir, en la que se BARTH, Fredrik (ed.) (1969): Ethnie groups and
corporeiza en el discurso, lo que una vez más boundaries. Bergen-Oslo-Boston: Universitets
nos remite a la temporalidad. La memoria so Forlaget, Little Brown.
cial que de esta forma traemos aquí debe ser BR O M BERG ER, Christian; M O REL, Alain
vista, pues, como un instrumento con el que (2000): “L’ethnologie à l’épreuve des frontières
se piensan, refuerzan o recrean las fronteras culturelles”, en C. Bromberger y A. Morel
sociales y culturales de los grupos. (dirs.), Limites floues frontières vives. Paris:
El concepto de hibridación ha sido usado Maison des sciences de l’homme, 3-24.
por diversas disciplinas, desde la biología a los GARCÍA CANCLINI, Néstor (2004): Diferentes,
estudios literarios, y ha acabado por revelarse desiguales y desconectados. Mapas de la intercul-
como un térm ino repleto de ambigüedades turalidad. Barcelona: Gedisa.
(Hannerz, 1997: 14). En el estudio de los terri HANNERZ, Ulf (1997): “Fluxos, fronteiras, hí
torios de frontera, la idea de hibridismo se bridos: palavras-chave da antropología trans
adecúa no sólo a la descripción del objeto, si nacional”. Mana , 3 (1), Rio de Janeiro, 7-39
no también a la comprensión de los procesos M IC H A E LS EN , Scout; JOHNSON, David
que llevan a la configuración de esos territo (orgs.) (2003 [1997]): Teoría de lafrontera. Los
rios. Si la idea de flujo se puede entender co límites de la política cultural : Barcelona: Ge
mo un redescubrimiento de las virtudes de la disa.
noción de difusión, el concepto de hibridismo Luis Cunha
ayuda a repensar el constructo de *acultura-
ción. Evidentemente, es importante destacar
la m ultilateralidad, contraponiéndola a la Véanse además Aculturación, Centro-perife
idea de transformación unilateral con la que ria, C O L O N IA L IS M O Y A N T I C O L O N IA -
en el pasado se consideró la difusión cultural. L I SM O , C U L T U R A , D E S A R R O I .L O ,
De la misma forma, el hibridismo debe sobre Deste r r ito r ia 1i za c ió n , D IF E R E N C IA Y
poner a la idea de discontinuidad que el tér D E S I G U A L D A D , Espacio de los flujos, E S
mino aculturación lleva consigo, la noción P A C I O - T I E M P O , Espacios locales, E S T A
contraria. El ser híbrido tiene en la frontera ISO - N A C IÓ N , E t n ici d a d, F R O N T E R A ,
su hábitat, no sus límites. Esto no significa, Frontera geográfica y administrativa. Fronte
quede claro, que las fronteras no existan y no ras económicas, Fronteras políticas y religio
demarquen efectivam ente el espacio social, sas, G L O B A 1A Z A C IÓ N , H IB R ID A G IO N ,
sino únicamente que esa demarcación es di I D E N T I D A D , I N T E G R A C I Ó N , Intercul-
námica. La recomendación de Barth sobre la turalidad, L u gar y no-lugar, M IN O R IA S ,
atención que se debe prestar a la naturaleza Modernidad, MOVI L ID A I), M U L T I C U L -
de las fronteras resulta ahora más clara: se T U R A L IS M O , M u 11i1oc a 1, Nación a 1id a d ,
trata de una naturaleza fluida, provisional, Nacionalismo, N om adism o y turismo, P A
contingente, pero que impone sentidos y T R I M O N I O , Pluralismo sincrónico, Pluri-
representaciones. Una naturaleza que debe nacionalidad, Sujeto intercultural, T E R R I
entenderse en la disputa de los grupos sociales T O R I O S , Viajes v sistemas de movilidad,
por la legitimidad de producir sentido, es de V I O L E N C I A P O L Í T I C A.
G
kin calificó el genocidio de crim en interna
Genocidio cional porque apela a toda la humanidad, pe
Este término, creado por el jurista polaco ro también porque resultaría incongruente, y
Raphael Lemkin en 1943 a partir de la pala a la vez poco práctico, considerarlo de ámbito
bra griega genos —raza, clan—y el sufijo latino nacional, dado que la naturaleza de este cri
cide —matar—, se refiere a la negación del dere men está conformada por el Estado. Genoci
cho a existir para poblaciones definidas dio contiene una referencia a lo particular y a
en términos étnicos, nacionales, raciales o lo general: las víctimas pertenecen o son ads
religiosos. El genocidio no significa nece critas a grupos nacionales, raciales o religiosos
sariamente, según Lemkin (1944: 79), “la in específicos, pero lo que se niega de ellas es su
mediata destrucción de una nación, excepto condición humana. La difusión por los m e
cuando se lleva a cabo mediante el asesinato dios de comunicación de masas de ideologías
masivo de todos sus miembros. Se refiere más políticas que niegan la humanidad del otro
bien a un plan coordinado de diferentes ac constituye un primer paso en el proceso de ge
ciones que pretende la destrucción de las nocidio. El término “deshumanización”, re
bases esenciales de la vida de los grupos na ferido al proceso de degradación simbólica y
cionales con el fin de aniquilarlos”. Este física que sufren las víctimas, ha sido consi
plan incluye “la desintegración de las institu derado inadecuado por algún autor, que
ciones políticas y sociales, de la cultura, de la argumenta que el verdadero proceso de des
lengua, de los sentimientos nacionales, de humanización es sólo imputable a los perpe
la religión y de la existencia económica de los tradores de los genocidios.
grupos nacionales, y la destrucción de la segu El siglo XX ha sido llamado “siglo del geno
ridad personal, la libertad, la salud, la digni cidio” por el número de genocidios y la cantidad
dad e incluso las vidas de los individuos de sus víctimas. La relación entre genocidio y
pertenecientes a tales grupos” (opus citado, *Estado-nación ha sido afirmada por muchos
1944: 79). Ni los términos “asesinato masivo” autores: Arendt (1963) destaca el inherente po
ni “desnacionalización” eran suficientes, dado tencial genocida del Estado moderno; Kuper
que el primero no ponía de relieve la motiva (Hinton, 2002a) mantiene que la mayor arena
ción de los asesinatos nazis ni el segundo impli para el genocidio contemporáneo se localiza en
caba la destrucción biológica. Basándose en el el seno del Estado soberano, y Fein (Hinton,
estudio de la legislación promulgada y aplica 2002a: 79) afirma que virtualmente todos los
da por los nazis, Lem kin fue el primero en científicos sociales reconocen que “el genocidio
darse cuenta de que la persecución e/y exter es primariamente un crimen de Estado”. El ge
minio de judíos, polacos y otros grupos no nocidio es la cara “antihumana” del Estado, se
eran incidentales, ni accidentales, ni meros gún expresión de Primo Levi.
actos de venganza, sino que constituían la Bauman (1989) relaciona genocidio con
esencia de la ocupación nazi de Europa. Lem ^modernidad, un término más amplio y me
Genocidio 160
nos preciso. Sin ignorar el papel del Estado- transmisión de la vida y de la identidad, la
nación, destaca la cara perversa de dos ele concepción de la procreación subyacente a
mentos centrales de la sociedad moderna: la la política del triunvirato era más moderna,
burocracia y la ciencia disociada de los valores acorde también con el proceso de moderniza
morales. H illberg afirma que “cuando en ción que impulsaban, que incluía la transfor
1933 el primer burócrata alemán redactó la mación del imperio otomano en un Estado-
primera definición de ‘no-ario’ en un docu nación turco, lo que implicó que los armenios
mento administrativo, la suerte de los judíos cambiaran su estatus de comunidad religiosa
quedó ya marcada” (Bauman, 1989: 61). Bau- no musulmana al de nacionalidad ajena a la
man señala que “como todo lo que se hace de nación turca.
forma moderna, y por tanto racional, planifi La definición adoptada por la Convención
cada, científica, experta, bien gestionada y co de la O N U en 1948, que no hubiera sido posi
ordinada, el holocausto sobrepasa en mucho a ble sin la elaboración intelectual y la acción
todos sus equivalentes premodernos” (opus diplomática de Lemkin, no recoge la dimen
cit., 1989: 152). sión cultural, un elemento básico de la defi
La Convención para la Prevención y la nición de Lem kin. La definición oficial de
Sanción del Delito de Genocidio de las N a genocidio no incluye de manera explícita la
ciones Unidas adoptó y sancionó en 1948 la persecución y destrucción de una lengua y de
siguiente definición de genocidio: “cuales una cultura, es decir, el genocidio cultural.
quiera de los siguientes actos realizados con la No contempla tampoco la persecución y el ex
intención de destruir, en su totalidad o en par terminio de otros tipos de grupo, tales como
te, un grupo nacional, étnico, racial o religio los grupos políticos y las clases sociales, con lo
so, tales como: a) matanza de miembros del que se plantea el problema de cómo concep
grupo; b) lesión grave a la integridad física o tuar la persecución y el exterminio de los opo
mental de los miembros del grupo; c) someti nentes y disidentes políticos por parte de los
miento intencionado del grupo a condiciones regímenes totalitarios. La definición oficial
de existencia que conlleven necesariamente impide por principio equiparar genocidio a
su destrucción física, total o parcial; d) medi persecución política y equiparar los efectos
das destinadas a impedir los nacimientos en el del primero con los de la segunda. Por ejem
seno del grupo; e) transferencia forzada de ni plo, en la medida en que los confinados en el
ños del grupo a otro grupo” (Hinton, 2002a: Gulag soviético no constituyen un grupo étni
43-44). co o racial, no se les puede aplicar el término
Las dos últimas acciones representan un “genocidio”. Pero a pesar de ello se ha plantea
atentado contra el sistema de procreación. El do repetidamente la comparación entre el
sistema de procreación define la naturale Holocausto y el Gulag, una comparación que
za de las personas y de las relaciones recípro hace énfasis en las semejanzas y suele dejar de
cas implicadas en este proceso. Por ejemplo, lado las diferencias. Entre las primeras se ha
mientras que para sectores de la administra llan la planificación por parte de un poder to
ción y de la población turca resultaba acep talitario y la intencionalidad de las matanzas
table la incorporación forzada de mujeres relacionada con la planificación. Las diferen
jóvenes y niños armenios a familias turcas, el cias son múltiples e importantes. Una de ellas,
triunvirato gobernante concibió e impuso probablemente la más significativa, se refiere
el exterminio generalizado (1915-1923) de la a la conceptuación de las víctimas y a la dis
población armenia. Concepciones distintas de tinta ideología en que estaba basada. Holquist
la procreación se relacionan con prácticas di (Bartov, 2000) señala que, por contraste con el
ferenciadas en el contexto de la deportación y modelo biológico-racial del régimen nacional
del exterm inio de los armenios, pero ambas socialista, el sistema soviético utilizó uno
prácticas encajan dentro de la definición de fundamentalmente sociológico. Por ello, “los
genocidio. El rapto, el casamiento forzado soviets no concibieron su misión como intrín
de mujeres y otras prácticas, la “adopción”, la secamente relacionada con la eliminación fí
conversión forzada, el cambio de nombres, sica total de un grupo particular, ni con la
etc., perseguían el objetivo general del geno completa aniquilación física de todos los seres
cidio: la desaparición biológica y social de un humanos pertenecientes a esta particular ca
grupo étnico, definido como nacional. Mien tegoría sociológica” (Bartov, 2000: 141). Co-
tras sectores de la población turca actuaban de quio (1999: 35) considera que el régimen
acuerdo con una concepción de la procrea soviético, a diferencia del nazi, “no naturaliza
ción que minimiza el papel de la mujer en la a su enemigo hasta el punto de atacar filia
161 Genocidio
sirvió para el más importante genocidio co connotaciones negativas que legitiman de algu
metido en el corazón de Europa, el genocidio na manera la violencia ejercida sobre ellas.
efectuado por los nazis. Según Lindqvist
(2004), la doctrina del espacio vital, elemento
ideológico clave para el exterminio acometi Bibliografía
do por los nazis, procede de la ideología que
justificó la expansión imperialista. Según la ARENDT, Hannah (1963): Eichmann in Jerusa
doctrina del espacio vital, “los judíos eran un lem: A Report on the Banality o f Evil. New
pueblo sin tierra, igual que las primitivas tri York: Viking Press.
bus de cazadores en el interior de Africa. Per BARTOV, Omer (2000): Mirrors o f Destruction.
tenecían a una raza más inferior aún que los War, Genocide, and Modern Identity. New
rusos y los polacos, una raza que no podía exi York: Oxford University Press.
gir derecho a la vida. Era simplemente natu BAUMAN, Zygmunt (1989): Modernity and the
ral que este tipo de razas —llámense ahora Holocaust. Cornell: Cornell University Press.
tasmanios, indios o judíos—fueran exterm i COQUIO, Catherine (ed.) (1999): Parler des camps,
nadas si estorbaban en el cam ino” (opus cit., penser lesgénocides. Paris: Albin Michel.
2004: 212). Detrás de esta formulación está el FE1ERSTEIN, Daniel (ed.) (2005): Genocidio. Ca
postulado del darwinismo social de la desapa seros: Eduntref.
rición de las razas consideradas inferiores, FR1GOLÉ, Joan (2003): Cultura y genocidio. Bar
que no deben ser un obstáculo para el progre celona: Universidad de Barcelona.
so que se considera inexorable. Para L ind q HINTON, Alexander (ed.) (2002a): Genocide. An
vist, el salto desde “las masacres al genocidio” Anthropological Reader. Oxford: Blackwell.
se dio sólo cuando “la tradición antisemita — (2002b): Annihilating Difference. The Anthropo
converge con la tradición genocida que surgió logy o f Genocide. Berkeley: University of Cali
con la expansión de Europa en América, Aus fornia Press.
tralia, África y Asia” (Lindqvist, 2004: 212). LEMKIN, Raphael (1944): Axis Rule in Occupied
Naimark (2002) distingue entre limpieza Europe. Washington: Carnegie Endowment
étnica y genocidio porque considera que “son for International Peace.
dos actividades diferentes y las diferencias en LEVI, Primo (1998): Entrevistas y Conversaciones.
tre ellos son importantes”. La limpieza étnica Barcelona: Península.
pretende “la remoción de un pueblo y a veces LINDQVIST, Sven (2004): Exterminad a todos los
también de todas sus huellas de un territorio” salvajes. México: Océano.
(opus cit., 2002: 3), habiendo sido declarado NAIMARK, Norman (2001): Fires o f Hatred.
previamente como extranjero. Limpieza ét Ethnic Cleansing in Twentieth Century Europe.
nica implica la deportación de una población. Cambridge, Mass.: Harvard University Press.
Dadrian (Rosenbaum, 2001: 153) escribe so ROSENBAUM, Alan (ed.) (2001): Is the Holocaust
bre ella: “el método más chocante y al mismo Unique? Perspectives on Comparative Genocide.
tiempo más funcional de atrapar a la pobla Westview: Boulder, Co.
ción víctima, judía y armenia, fue la confian
Joan Frigolé Reixach
za en el térm ino ‘deportación’ ”. La palabra
era fácil de explicar y entender en el contexto
de las exigencias de la guerra. Permitía que
Véanse además Acciones afirmativas, Acul-
las víctimas se fijaran en lo que denotaba, sin
turación, C O L O N I A L IS M O Y A N T I
que sospecharan lo que podía connotar para
C O L O N 1A LIS M O, D I F E R E N C I A Y
los perpetradores del genocidio. Para refor
DESIGUALDAD, Discriminación positiva,
zar la imagen de falta de incomodidad tem ESTADO-NACION, Etnicidad, Etnocentris-
poral se usaban en ambos casos términos
mo y relativismo cultural, Etnocidio, H I
como “reubicación”. Bringa (Hinton, 2002b: BRIDACIÓN, IDENTIDAD, MINORÍAS,
23) escribe sobre este término en relación a la
Mod c rnidad, Na c io na1ism o, Naturalización,
guerra en la ex Yugoslavia y más en concreto
Racismo v ncorracismo, Segregación. Sujeto
en Bosnia-Hercegovina: “El uso del término
intercultural, VIOLENCIA POLÍTICA, Vio
vago lim pieza étnica exotizó la violencia y, a
lencia política. Tipos, Xenofobia y xenofilia.
diferencia del término genocidio, no conlleva
el imperativo legal de la intervención.” La
metáfora “limpieza” proyecta sobre las víctimas
Global y local
ideas de fuera de lugar, incompatibilidad con el Los cambios #espacio-temporales que
orden clasificatorio y suciedad, un conjunto de acarrea la *globalización han sido objeto de
163 Global y local
tónomas. El lugar se crea cuando las comuni AUGÉ, M. (1993): Los “no lugares”. Espacios del
dades locales aparecen dentro del amplio sis anonimato. Una antropología de la sobremoder
tema mundial y se constituyen como áreas nidad. Barcelona: Gedisa.
particulares. De esta forma, estos autores en BARAÑANO, M. (2005): “Escalas, des/reanclajes
tienden el lugar como una construcción cul y transnacionalismo. Complejidades de la re
tural, creada a la luz de la conciencia global lación global-local”, en A. Ariño (ed.), Las en
del significado de la experiencia local. crucijadas de la diversidad cultural. Madrid:
Tam bién Appadurai parte de la idea de CIC, 425-451.
que los lugares deben ser definidos en rela BAUMAN, Z. (1999): La globalización. Conse
ción con las estructuras más amplias. Este cuencias humanas. México: FCE.
autor identifica dos tipos diferentes de lu CASTELLS, M. (2001 [1997]): La era de la infor
gares —p la ces—. Por un lado, hallamos los mación: economía, sociedad y cultura, Vol. 1, La
denominados “barrios” —neighbourhoods—y sociedad red. Madrid: Alianza.
que se refieren a las formas sociales efectiva GARCÍA CANCLINI, N. (2000): La globaliza
mente existentes en las que la localidad, como ción imaginada. Buenos Aires: Paidós.
dimensión o valor, se realiza de modos varia GUPTA, A.; FERGUSON, J. (1992): “Beyond
bles, aunque no necesariamente se plasma en ‘culture’: space, identity, and the politics of dif
comunidades locales. En esta acepción, “los ference”. Cultural Anthropology, 7: 6-23.
barrios son comunidades situadas caracteri — (1997): “Discipline and practice: the ‘field’ as
zadas por su realidad, espacial o virtual, y por site, method, and location in anthropology”,
su potencial para la reproducción social (2004: en A. Gupta y J. Ferguson (eds.), Anthropologi
238). Al segundo tipo de lugar lo denomina, cal Locations: Boundaries and Grounds o f a Field
por otro lado, “localidad” —locality—, a la que Science. Berkeley, Los Angeles, London: Uni
considera como una propiedad fenomenoló- versity of California Press, 1-46.
gica de la vida social, de carácter fundamen ROBERTSON, R. (2000 [1997]): “Glocalización:
talmente relacional y contextual, y con valor tiempo-espacio y homogeneidad”. 7.ona Abier
emocional y simbólico. La localidad es “una ta, 92-93:213-241.
estructura de sentimiento” generada por al SOUSA, B. (2005): E l milenio huérfano. Ensayos
gunas formas de actividad intencional, que para una nueva cultura política. Madrid: Edito
produce ciertos tipos de efecto material y se rial Trotta.
expresa en determinados modos de acción, de Josepa Cucó i Giner
socialidad (2004: 237 y 245).
Las localidades no conducen necesaria
mente a la construcción de formas sociales Véanse además Centro-periferia, C I U D A
unidas a sitios físicos específicos, sino que D A N Í A , C O M U N I C A C I Ó N , C o m u n ita
pueden tom ar un aspecto más imaginado. rismo, C U L T U R A , D E S A R R O L L O , Deste
Así, por ejemplo, la gente *diaspórica puede rri to r ia 1izac ion, DI F E R E N C IA Y D E S
tener su patria distante como lugar de iden I G U A L D A D , Diferencias naturales y di
tificación, pero su apego a esa localidad no se ferencias sociales, D I S C R I M I N A C I Ó N Y
plasma necesariamente en una forma social E X C L U S I Ó N S O C I A L , E L I T E S , Elites
localizada. Desde un punto de vista global, cosmopolitas, Esfera mediática, Espacio de
el lugar no es sólo un espacio *geográfica- los flujos, Espacio red, E S P A C I O -T IE M P O ,
m ente delim itado donde la gente vive su Espacios locales, E S T A D O - N A C I O N , E S
vida y al que atribuye significados particula T E R E O T IP O S Y ESEN C IA LIZ A C IÓ N ,
res. Tam bién se ha convertido en un punto E S T I G M A , Frontera geográfica y adminis
de anclaje en el que la gente que se desplaza trativa,? Fronteras económicas, G L O B A L I -
a través de grandes distancias, en un mundo ZAC 'IO N , Globalización y antiglobalización,
cam biante, puede encontrar una fuente de I D L N T I I ) A D, 1N T E G R A C ION, I .oca 1i-
identidad. dados fantasmagóricas y desanclaje. Lugar y
no lugar, Megalópolis, Migraciones. Teoría
macro, M O V I L I D A D , Multilocal, Nomadis
Bibliografía mo y turismo, N U E V O S M O V I M I E N T O S
S O C I A L E S , P A T R IM O N IO , Pluralismo
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Duke University Press. de clase, P O S M O I ) E R N 11) A I ), Relaciones
— (2004 [1996]): Dimensóes Culturáis da Globali- y procesos informales económicos. Relaciones
zaqao. Lisboa: Teorema. y procesos informales políticos. Revolución
Globalización 166
que un producto y no un proceso en sí mismo todo dentro del marco del desarrollo capita
o una estructura fija. Durante estos años au lista. D icken estudia, desde una perspectiva
menta la evidencia de una descentralización más em pírica, el *m ovim iento de inversión
en la acumulación de capitales, una reconfi de capitales y de producción en el mundo, do
guración de la producción a escala mundial cumentando una intensificación en la ex
—añadiendo el desplazamiento a nuevas áreas— portación de capital desde Occidente y el de
y la aparición de nuevos competidores en la sarrollo de nuevas zonas de acumulación
escena mundial. El final de la “Guerra Fría” de capitales, sobre todo en el este y sureste de
no supuso el reforzam iento de la jerarquía Asia. Saskia Sassen —reelaborando un análisis
mundial, pese a que sólo permaneció un úni de John Friedmann—sugiere que el mundo se
co poder militar. Aparecen al mismo tiempo está reorganizando en una serie de ciudades
nuevas zonas de crecimiento en el sur y este globales en las que las relaciones centro-peri
de Asia y en Brasil, a la par que una prolonga feria se condensan dentro de un área urbana.
da crisis —incluso puede hablarse de declive- Dichas relaciones ya no son características de
afecta a las economías occidentales. Surge en los vínculos establecidos entre el Primer y el
estos momentos un debate acerca de si la Tercer Mundo, sino que se generalizan y con
estructura centro-periferia de la economía centran en determinadas ciudades y #áreas
mundial no se estaría transformando en una geográficas del norte y del sur. El Tercer
novedosa economía transnacional con múlti Mundo ha vuelto a casa en forma de mano de
ples centros, que implicaba una nueva divi obra barata y flexible, situada en los *márge-
sión global del trabajo en la que nuevas zonas nes de las grandes ciudades —convertidas en
se convertían, cada vez más, en actores com los nuevos centros de la economía mundial—,
petitivos dentro del escenario mundial. La y la dominación económica no viene ya de la
emergencia —o re-emergencia, desde el punto mano de la producción, sino de las finanzas.
de vista histórico—de empresas multinaciona Este hecho ba sido apuntado por numerosos
les —denominadas transnacionales— parece autores, no sólo por marxistas como Harvey.
implicar falsamente que éstas no se encuen Toda una serie de cambios, que llevan del for-
tran concentradas en un único continente, dismo al posfordismo —como, por ejemplo, la
apuntando un renovado interés hacia lo que flexibilización de la mano de obra y de la acu
parece ser una nueva economía global más mulación de capitales, que implica la subcon
flexible. tratación y la reducción de la producción e in
A lo largo de la década de los pasados años cluso de los servicios—, han hecho del capital
ochenta aparece un conjunto de tendencias de financiero el principal protagonista en este
investigación, dentro de la economía mercan proceso.
til y de las ciencias políticas y geográficas, en La globalización se convierte en los años
caminado a un paradigma que debe ser en ochenta en el paradigma dominante, ligado a
tendido en términos de globalización. Este los cambios económicos anteriormente men
proceso es paralelo al cambio operado en una cionados. Se emplea para referirse al aumen
tradición anterior de la sociología cultural, to de la movilidad, al debilitam iento del
que se movió de las tesis de la “coca-coliza- Estado-nación respecto a los movimientos de
ción” —por ejem plo, el imperialismo am e capitales, a la descentralización de la acumu
ricano—a los postulados de la “M cDonaliza- lación de capitales a escala mundial, a la
ción”, es decir, al planteamiento de que el emergencia de #nuevos actores —ya se trate de
mundo resulta cada vez más homogéneo por Estados o empresas—, etc., factores todos ellos
que está siendo crecientemente americaniza que desafían el paradigma de un mundo in
do. La term inología característica de este ternacional.
periodo incluye nociones tales como el “alcan Las discusiones en torno a la cultura crea
ce global”, un mundo sin *fronteras, el fin del ron escuela, subrayando las relaciones fron
#Estado-nación y, por supuesto, la propia glo terizas, el paradigma trans-x: trans-local,
balización. David Harvey emplea la noción trans-nacional, trans-sexual. Se tiende a
braudeliana de la compresión *espacio-tiem- abandonar la homogeneización como marco
po para caracterizar el modo en que las tec de referencia para acentuar la *mezcla, la *hi-
nologías de aceleración, responsables del bridación y las apropiaciones *locales de lo
transporte de alta velocidad y de los medios global, si bien para algunos esto no es más que
electrónicos, han convertido al mundo en un una prueba de que lo local consiste funda
lugar mucho más pequeño, a la vez que han mentalmente en una localización de lo global,
traído consigo cambios en la propia #cultura, según sucedió con las lenguas globales impe
Globalización 168
riales al convertirse en las lenguas locales gico sea parte fundamental de una antropolo
creole y pidgin. La globalización convierte es gía que hunde sus orígenes en el denominado
tos temas en los nuevos sujetos de estudios “giro cultural”.
culturales y *poscoloniales. La antropología Un rasgo común a todo este tipo de acer
no fue ajena a este proceso, si bien su implica camientos a la globalización es un evolucio
ción fue fundamentalmente como receptora nismo implícito: antes éramos locales, ahora
de los conceptos desarrollados en otras áreas. globales. Lo más frecuente es que el cambio se
La publicación periódica Public Culture —co sitúe en el momento presente: para algunos,
editada por Arjun Appadurai—tuvo un papel hace cien años, si bien, para la mayoría de los
crucial a la hora de vincular a la antropología antropólogos, tal transformación se produce
con el discurso de la globalización. Así, desde en los últimos quince años —momento en el
los últimos años de la pasada década de los que ellos mismos toman conciencia de la rea
ochenta, la globalización se convirtió en un lidad global de nuestro mundo—. La aproxi
tema desarrollado desde dentro de la propia mación a la globalización hecha desde la
antropología. Esta nueva orientación fue en antropología carece de las raíces históricas
cabezada por Appadurai, al que siguieron U lf descritas anteriormente. Quizá éste sea el ras
Hannerz, Jean y John Com aroff, Ferguson, go más interesante. Mientras en otras discipli
Gupta y M alkki, tomando la forma de un nas se da todo un desarrollo que va de la
cuestionamiento de las clásicas —y no tan clá teoría del imperialismo a la globalización, en
sicas—categorías de investigación en antro antropología esta idea aparece de forma es
pología y de un clamor por un cambio de pontánea, resultado de una especie de percep
enfoque. Se asume que la antropología —en ción de que algo se ha modificado en el
tendida como parte de la empresa imperialista mundo, y de que dicho cambio debe asociarse
occidental—había sido una disciplina dedica a una movilidad cada vez mayor tanto de los
da a la clasificación de las personas en distin académicos como de otros segmentos de la
tas categorías, muy cerradas, esencializadas y clase media y de las *elites. No encontramos,
homogeneizantes. Esta crítica no es nueva en por ejemplo, ningún desarrollo histórico inte
absoluto. La encontramos ya en artículos pu lectual que vincule a los defensores de la
blicados en los años sesenta por Grough y L é globalización con los análisis y las discusio
vi-Strauss, así como en las publicaciones de nes anteriores acerca de las relaciones impe
Fabian, Ekholm y Friedman de la pasada dé rialistas.
cada de los años setenta y principios de los
ochenta. Dichas críticas se basan en otro tipo
Un acercamiento sistèmico global
de acercamiento global que no puede reducir
a la globalización
se al concepto de globalización. E ntre las
influencias externas que recibió la antropolo Si puede señalarse una continuidad en los
gía destaca el trabajo de Roland Robertson, estudios acerca de la globalización, sería
desarrollado en gran parte en su obra G lobali aquella que conecta a historiadores como
zation. En ella la globalización se entiende en Braudel con las discusiones desarrolladas en
términos macrohistóricos, incluso evolucio los pasados años sesenta y setenta dentro del
nistas, al consistir ésta en un acercam iento marxismo económico, centradas en la necesi
mundial progresivo, caracterizado tanto por dad de entender los fenómenos sociales en
el aumento de las conexiones como por una términos de sus condiciones globales de exis
mayor conciencia de las mismas. Para R o tencia. Este tipo de acercamiento partía de la
bertson, este fenómeno se inicia con la llegada crítica tanto al evolucionismo como a los mo
del s. XX y se refleja en la creación de institu delos basados en la teoría de la dependencia.
ciones tales como la Liga de Naciones —si bien Frente a ambos se argumenta que el proceso
debemos añadir que la idea de humanidad histórico global sólo puede entenderse en fun
como referente global fue ya un concepto ción de ciclos de expansión y contracción.
fundamental en la Ilustración e incluso en pe Aunque pueden existir tendencias a largo
riodos anteriores de la historia europea, por plazo de tipo evolutivo a consecuencia de desa
no hablar del mundo antiguo—. Los defen rrollos tecnológicos de larga duración, esto no
sores de este acercamiento sostienen que la alteraría en absoluto los contornos básicos del
globalización es un fenómeno claramente proceso global. Unicamente amplían sus ho
reciente, fruto, para la mayoría de ellos, del rizontes y aumentan su periodicidad. Así en
d esarro llo tecn oló g ico. N o d eja de ser tendida, la globalización no consistiría en una
significativo que este determinismo tecnoló etapa histórica o evolutiva, sino en un fenó
169 Globalización
de clase de los viajeros frecuentes”. Sin duda, ROSTOW, Walter W. (1990): The stages o f econo
el discurso de la globalización puede enten mic growth. A non-communist manifesto. Cam
derse como reflejo de una identificación cos bridge, New York: Cambridge University
mopolita, incluyendo en ésta a todos los Press.
académicos e intelectuales que se identifican
Jonathan Friedman
con el cosmopolitismo y que son los responsa
bles de la producción de gran parte de este
Véanse además A LT ER 1 DAD, A partheid ,
discurso. El grupo varía según el país y la si
C I U D A D A N Í A , C O L O N IA L IS M O Y A N -
tuación social; únicamente comparte una
T I C O L O N IA LIS M (), Co m u nielad transna
identificación con la elite cosmopolita y con
cional, C O N S U M O C U L T U R A L , C U L T U
los ideales del cosmopolitismo.
RA, Derecho de injerencia, D E S A R R O L L O ,
Este grupo es el instrumento que convier
D e sterri t orializ a c ió n, D I F E R E N C I A Y
te una identidad cosmopolita en ideología, e
D E S IG U A L D A D , D ISCRIM IN A CIÓ N Y
incluso la sitúa en una posición hegemónica.
E X C L U S I Ó N S O C I A L , E L I T E S , Elites
Y cuando una identidad se transforma en ideo
cosmopolitas, Esclavitud, Esfera mediática,
logía, el discurso sobre uno mismo se con
Espacio de los flujos, Espacio red, E S P A C IO -
vierte en discurso generalizado del mundo.
T I E M P O , Espacios locales, E S T A D O - N A
Mi propia experiencia pasa a ser la de los
C I O N , Etnicidad, Etnocentrismo y reía ti-
#otros, aun cuando éstos no reconozcan su *
vos. E n los casos referidos con anterioridad den considerarse movimientos de antiglobali
no existe más que una correlación entre accio zación, excepto si se entienden como una res
nes locales y condiciones locales. Se trata del puesta frente al consenso de W ashington,
mismo tipo de error que comenten aquellos contra el poder global orquestado por las *eli-
que interpretan la violencia en las saturadas tes globales. Se trata de un conflicto sistèmico
aulas del interior de las ciudades de Estados global, de un complejo fenómeno en el que la
Unidos como una forma de resistencia frente globalización es un elemento más en juego,
al capitalismo, en lugar de comprender, por pero que no puede considerarse una confron
medio de un análisis etnográfico, que las ver tación frente a ella en sí misma. En el caso que
daderas intenciones de sus protagonistas nos ocupa, la oposición se establece entre la
revelan prácticas mucho más limitadas y au- indigenización local de los niveles más infe
todestructivas. Existen otros movimientos riores del orden social y la cosmopolitización
que sí que participan del escenario global, co de las *elites, cada vez más globales en sus es
mo ocurre con la mayoría de la contestación tilos de vida, movimientos e identificación
indígena a escala mundial. Para algunos, esta con el mundo como un todo.
contestación no sería un movimiento de esca Hay desde luego una contestación que se
pe, de soberanía local, sino una visión alterna define a sí misma como movimiento de anti
tiva del mundo construida conscientemente globalización o, más bien, de alterglobaliza-
en oposición al nuevo orden global, es decir, al ción. Surge principalmente en Occidente y se
orden de la globalización liberal (Castells, desarrolla como un conjunto de movimientos
1997). Pero en realidad no es una tarea senci y actores —José Bové, Attac, algunos autono
lla encontrar un movimiento organizado en m istas...—que se oponen explícitamente a lo
torno a un rechazo tan rotundo al sistema co que consideran una globalización neoliberal.
mo un todo. Los movimientos indígenas se Son aquellos que, a través de débiles alianzas
han centrado, en general, en cuestiones de au con otras asociaciones y organizaciones del
tonomía política o al menos de soberanía Primero y Tercer Mundo, se manifestaron en
cultural. En este sentido, el caso mexicano re Seattle, Génova, Gotemburgo y Davos —con
sulta una interesante excepción, ya que el resultados en los que la #violencia adquirió
Estado se construyó dentro del marco del distintos grados—y organizaron carnavales
pluralismo, de forma que lo indígena fue un cos encuentros a gran escala como el que se
elemento constitutivo de aquél. A diferencia celebró en Porto Alegre. En estos casos en
de los Estados en los que los indígenas se cate- contramos un intento explícito por definir
gorizan como poblaciones externas, situadas una alternativa frente al orden global con
en el nivel más bajo del orden social, en los temporáneo. Esta tentativa no ha sido más
Estados plurales, como el mexicano, los indí que eso, puesto que nunca se ha logrado orga
genas constituyen elementos centrales en la nizar una resistencia real. El centro de esta
identidad social de la mayoría de la sociedad. débil alianza está constituido por un conjunto
Sus luchas son un intento de alcanzar poder de intelectuales que han sido rotundos a la
dentro del propio Estado, más que la sobera hora de definir la emergencia y amenaza del
nía local y la vuelta a formas de vida ante capitalismo globalizado. Las soluciones dadas
riores (López Caballero). D urante los dos al problema son demasiado variadas como
últimos siglos ha habido multitud de formas para enumerarlas en estas páginas, si bien
de resistencia indígena, si bien la mayor parte existe un claro consenso en torno a la necesi
de ellas fracasó, en especial durante el periodo dad de una reforma drástica del sistema capi
de expansión de los *Estados-naciones. A c talista mundial para la supervivencia de la
tualm ente, con el debilitam iento de dichos población mundial. Algunos estudios han te
Estados y de la identidad ^modernista en la nido un papel clave, al menos en términos
que éstos basaban su ideología, los movimien simbólicos, en este desarrollo. Entre ellos des
tos indígenas han logrado un éxito mayor, taca la obra de Hardt y Negri, Im perio, en la
fundamentalmente como resultado de la co que se anuncia un nuevo periodo caracteriza
yuntura histórica de declive de la hegemonía do por la emergencia del Imperio, una ubicua
occidental. Explicar estos movimientos como estructura de poder sin centro —como hasta el
una reacción a la globalización es afirm ar momento había sido Estados U nidos- que ha
prácticamente lo contrario a esta perspectiva. dado lugar a un nuevo tipo de población que
Del mismo modo, activismos como los que viene a sustituir a las anteriores clases traba
protagonizan los grupos Michigan Militia en jadoras, una “m ultitud”, en palabras de los
Estados Unidos, de extrema derecha, no pue propios autores, que incluye todo tipo de per
173 Globalización y antiglobalización
sonas procedentes de distintas “clases” defini FRIEDM AN, Jonathan (1994): Cultural Identity
das por su carácter esencialmente globalizado and Global Process. London: Sage.
o *nom ádico. Las oposiciones comunes a la FRIED M A N , Jonathan (ed.) (2002): Globaliza
mayoría de los discursos en torno a la tion, the State and Violence. Walnut Creek:
globalización se traducen a un vocabulario Altamira.
radical, en el que nómadas, inmigrantes, aca HARDT, Michael; NEGRI, Antonio (2000): E m
démicos de viaje, consultores, etc., represen pire. Cambridge: Harvard University Press.
tan lo progresista, mientras que lo local queda LÓPEZ CABALLERO, Paula (2006): “Mexicains
asociado al terreno de lo reaccionario e inclu sans être métis, autochtones sans être indiens.
so constituye un potencial para el desarrollo Variations dans la représentation de soi chez
del fascismo dada su *xenofobia y miedo a lo les originarios de Milpa Alta (México) (1950-
global. Este discurso es sorprendentemente 2000)”. Sin publicar.
parecido al que se produce en otros ámbitos MARWICK, Max (1965): Sorcery in its Social Set
en los que la globalización constituye el nú ting. A Study o f the Northern Rhodesian Cewa.
cleo retórico dominante, al mismo tiempo Manchester: Manchester University Press.
que se declara una alternativa al proceso que M EYER, Birgit; G ESCH IERE, Peter (eds.)
se entiende como la globalización del poder. (1999): Globalization and Identity. Dialectics o f
Expresiones del tipo transnacionalismo o g lob a Flow and Closure. Oxford: Blackwell.
lización desde la base son el vocabulario princi
Jonathan Friedman
pal de estos movimientos y de la identidad que
ha crecido en torno a ellos.
Véanse además COLONIALISMO Y AN-
TI COLONIALISMO, CULTURA, Dere
Bibliografía cho de injerencia, ELITES, Elites cosmopoli
tas, Espacios locales, ESTADO-NACIÓN,
BARBER, Benjamín R. (1995): Jihad vs. McWorld. F R O N T E R A , Fronteras políticas v religio
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“Millenial capitalism: firsts thoughts on a se- POLÍTICA, Violencia política. Tipos, Xeno
cond coming”. Public Culture , 12, 2. fobia v
j xenofilia.
Hibridación obvio que todas las tradiciones culturales po
drían definirse como híbridas, en la medida
Del mismo modo que ocurre con la no en que son el resultado de innumerables pro
ción de #mestizaje, para entender el concepto cesos de intercambio, imitación, fusión, difu
de culturas híbridas se suele recurrir a la bio sión, interposición y asimilación de rasgos
logía para transferirlo posteriormente al uni culturales de unos grupos respecto a otros a lo
verso de la *cultura. Si nos atenemos a la largo de milenios. La propia concepción de la
significación que adquiere este concepto en el cultura como una suma sincrónica de diversas
campo biológico, la hibridación es un proceso síntesis, heredadas de múltiples y numerosos
de generación de nuevas especies —las híbri procesos históricos, apunta a un compuesto
das—a partir del injerto entre dos especies dis que combina, simultáneamente, elementos
tintas y preexistentes. En este sentido, la considerados originales, diferentes o contras
condición de híbrido recuerda inm ediata tantes, y componentes híbridos, o intermedia
mente el fenómeno de la mezcla de razas, en rios, resultado de injertos de aquellos
tendida como la constitución —en un plano ingredientes originarios. En este sentido en
simbólico, en el caso de la especie humana—de fatizar el hibridismo de la cultura es una ma
una nueva categoría racial, aunque en el inte nera de luchar contra los conceptos de pureza
rior de la misma especie. Los trabajos teóricos cultural, de autenticidad e incluso de singula
que abordan la hibridación se han desarrolla ridad. Hablar de lo híbrido es negar el esen-
do durante las últimas décadas, particular cialismo y la reificación en el plano de lo
mente en el contexto de la teoría *poscolonial simbólico.
y de los Estudios Culturales, como una crítica Una de los constructos básicos en los que se
a los modelos ^colonialistas, #racistas e impe basa el hibridismo fue el formulado por Mi-
rialistas sobre la estabilidad, coherencia, fija khail Bakhtin en su idea de polifonía, en la
ción, continuidad y centralidad de las formas que ninguna de las partes implicadas puede
culturales. Esta crítica surge como conse dirigir el discurso producido como resultado
cuencia de las luchas por la ^descolonización de su interacción. Según afirma Bakhtin, to
en el Tercer Mundo, sobre todo en A frica, do discurso humano, oral o escrito, es funda
Asia y América Latina. Incluso en el llamado mentalmente híbrido. Cuando hablamos, se
Primer Mundo, la emergencia de las *m ino- hacen presentes en nuestro discurso las voces
rías *étnicas, que durante mucho tiempo se de otros que recuperamos e invariablemente
han visto privadas de su expresión simbólica transformamos, la mayor parte de las veces de
plena y autónoma, apunta a la dimensión hí una manera automática e inconsciente. El hi
brida de las culturas #nacionales de los países, bridismo verbal y literario de cada ser huma
considerados centrales, de Occidente. no es una garantía de supervivencia de la voz
Si reflexionamos sobre la cultura humana colectiva en la voz individual. Hasta tal pun
desde una dimensión histórica amplia parece to es híbrido nuestro discurso, es decir, está
Hibridación 176
una epistem e en la que la desigualdad de las producción —la clase, que a su vez entra en
orientaciones sexuales queda naturalizada intersección con la cuestión de la masculini-
como en el de la negación del acceso al espacio dad—, a pesar de que existe suficiente eviden
de la representación en público —desde la no cia de la existencia de profundas diferencias
ocultación siempre leída como “exhibición” en términos de posición y trayectoria social en
hasta la justificación de la ausencia en el mar cuanto a la forma que adopta la homofobia,
co jurídico, político, etc.—. Así, público/priva- así como sobre su intensidad y relevancia
do/personal se consideran mecanismos de de formas que no son necesariamente las es-
poder que actúan crucialm ente en la cons perables por un sentido común bienpensante
titución del cuerpo social, un concepto cen y liberal.
tral en algunos autores. En cuanto a la Por otro lado, otro foco de debate, ín ti
violencia, puede ser entendida como agre mamente relacionado con los anteriores, se
sión —un modo de imponer el respeto a los refiere a la inclusión de todas las formas de
límites de la norma que incluye el insulto y exclusión de las disidencias sexuales bajo un
la agresión física, pero no se limita necesa mismo concepto. Así se ha acentuado la ne
riam ente a ellos—. Es tam bién abordada cesidad de tom ar en consideración las es
como violencia simbólica, es decir, incorpo pecificidades tanto de la experiencia de
ración de la diferencia en tanto desigual exclusión de otras m inorías sexuales como
dad en form a de hábitos de percepción y de su articulación en discursos e institucio
acción —ya sea por los homosexuales o por nes —lesbofobia, transfobia—. Por último, no
los heterosexuales. puede dejar de señalarse el énfasis puesto en
Con toda su utilidad, el marco de interro los últimos años en ir más allá de la descrip
gación que autoriza el concepto de ho ción y del análisis de la experiencia de la ho
mofobia no deja de presentar límites e mofobia y su repercusión en la existencia de
inconsistencias, a las que conviene prestar gays y lesbianas, para dar cuenta asimismo
atención. En primer lugar, resulta problemá de las estrategias y prácticas de éstos y éstas
tica la relación de esta específica forma de en la negociación de espacios de visibilidad y
subordinación con otras formas y mecanis seguridad y para la contestación de la norma
mos de articulación de las relaciones de poder, misma. Todo ello reclama análisis más dife
en especial con el #género. Por una parte, la renciados, que eviten el riesgo de victimismo
importancia de la hegemonía masculina a al negar cualquier agencialidad a las minorías
la hora de comprender la homofobia en sus sexuales, prestando además una considera
distintas formas y niveles de articulación ya ción detallada a las transformaciones en los
fue destacada por el propio Weinberg, y pare modelos dominantes de masculinidad que in
ce existir unanimidad en considerar que la evitablemente afectarán al modo en que se
homofobia se entiende desde la dominación experimenta e institucionaliza la homofobia.
de los varones tanto sobre las mujeres como
sobre los homosexuales, como garante del ca
rácter esencialmente competitivo y asexual de Bibliografía
las relaciones entre varones (Bourdieu, 1998:
35-36 y 143-149), en las que la homosexuali BAUMAN, Zygmunt (1997): Modernidad y holo
dad se constituye como el “otro regulador” causto. Madrid: Sequitur.
que garantiza y al tiempo pone límites a los BERLANT, Lauren; W ARNER, Michael (1999):
vínculos entre hombres. Por otra parte, se “Sex in Public”, en Simón During (ed.), Cultu
mantiene que la homofobia puede ser abor ral Studies Reader. Florence, EE. UU.: Rouded-
dada como forma de opresión específica, que ge, 354-365.
si bien se comprende en el marco de la orga BORRILLO, Daniel (2001): Homofobia. Barcelo
nización del género, no puede reducirse a ella na: Bellaterra.
y debe conformar un eje de análisis diferen BOURDIEU, Pierre (\998): La dominación mascu
ciado (Rubin, 1984: 33 y ss.), argumentando lina. Barcelona: Anagrama.
que un análisis de la sexualidad en torno al B U T L E R , Judith (1990): G ender trouble: fem i-
sexismo se mantiene sobre presupuestos im nism and thesubversión ofidentity. New York,
plícitamente heterosexistas que, en última London: Routledge. Traduc. en español en
instancia, llevan a ignorar la experiencia espe 2001. E l género en disputa. México: Paidós.
cíficam ente homosexual de la sexualidad. FOUCAULT, Michel (1995 [1976]): Historia de la
Menos atención ha recibido hasta el momen sexualidad, tomo I: la voluntad de saber. México:
to el papel de la posición en las relaciones de Siglo XXI.
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dical Theory of the Politics of Sexuality”, en Caro rencias sociales, D IS C R IM IN A C IÓ N
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ción en español en: 1989,Placer y peligro. Exploran M O V IM 1E N T O S S O CIA L E S , V I O L E N -
do la sexualidadfemenina. Madrid: Revolución. CIA POLÍTICA.
sus comportamientos. Por ello la identidad no
Identidad es posible estudiarla independientemente de
El estudio de la identidad implica esclare los individuos; no se deben abordar única
cer las relaciones entre realidad y representa mente sus componentes “objetivos” u “objeti-
ciones: adentrarse en el mundo de las ideas, vables”, conductuales y actitudinales, y los
creencias e imágenes de los actores y constatar rasgos que los diferencian. Sólo con ello no es
sus imbricaciones con el entramado estructu- posible comprender lo que unos y otros sien
ral-organizativo de los grupos. Para com ten, hacen y piensan. Tampoco la sola com
prender el proceso de construcción de las prensión de la diferencialidad, atribuida
identidades es necesario partir de que la reali usualmente a los individuos a partir de la
dad social, en contra de quienes la piensan y comparación de lo objetivado por los científi
analizan como si únicamente se tratara de cos sociales, la explica adecuadamente.
“cosas” objetivas y visibles, esconde lo invisi Las preguntas que es preciso realizar con
ble pasando los elementos culturales a un pri respecto a la identidad son las siguientes: ¿a
mer plano, es decir, a un uso de las variables qué hace referencia la identidad?; ¿qué so
basadas en la *cultura para explicar el com porte o soportes posee la identidad colectiva?;
portamiento humano. Los sujetos construyen ¿cómo se objetiva?, y ¿qué diferencias posee
su realidad social “a partir de las herramien con respecto a la identidad personal?, etc. Las
tas culturales con que cuentan en cada m o respuestas a estas cuestiones son muchas y va
mento”: la cultura proporciona “los esquemas riadas, pero para la mayoría de los autores re
con los que los hombres analizan e interpre ferirse a la identidad es una apuesta para
tan” y, a partir de las percepciones comparti diseñar conceptualmente puentes entre la
das, identifican sus intereses y construyen comprensión de la identidad individual —los
significaciones que definen formas de acción sentidos de conciencia de pertenencia que un
(Cruz, 1997: 14 y 17). individuo tiene—y las identidades colectivas
Las ciencias sociales, cuando hablan de —sus referentes grupales—. La identidad posee
problemas de identidad, hacen referencia a una dimensión individual, es un atributo del
procesos de construcción de la realidad. Estos individuo. La conciencia de identidad se ex
procesos establecen las relaciones entre la rea perimenta desde uno mismo, individualmen
lidad exterior y las percepciones que los suje te. Sin embargo, el concepto de identidad sólo
tos realizan de esa realidad. La percepción es explicable desde las relaciones sociales, “el
que tienen de la realidad es ^diferente según yo interior encuentra su hogar en el mundo
el lugar que ocupan en el espacio social. Los participando en la identidad de una colectivi
individuos incorporan esquemas cognitivos y dad —por ejemplo, una nación, una ^minoría
afectivos que tienden a persistir o a generar *étnica, una clase social o un movimiento
dinámicas nuevas dependiendo de la forma religioso—” (Kuper, 2001: 271) y se hace indivi
en que esas percepciones y esquemas orientan duo en ese proceso. La conciencia de identidad
Identidad 184
es una tarea personal a realizar a partir de la los individuos, entre otras la moral, la con
biografía, enmarcada en una trayectoria vital. ciencia y las actitudes que guían las acciones
Esa tarea se encuentra atravesada por la de los individuos, algo que han señalado va
conducta observada en “los *otros”. Sin refe rios autores.
rencia a “los otros”, que se hallan dentro y Por ello es preciso abordar las relaciones
fuera del grupo, alcanzar el “yo interior” no entre etnicidad y N acionalism o desde una
sería posible. Siempre se es alguien en rela perspectiva identitaria; concretamente, desde
ción con los otros. En este sentido es preciso el modo en que, más allá de las diferencias en
agregar que la identidad entraña entramados la utilización de los “materiales culturales”, se
de lealtad; un compromiso con el grupo y una fusionan en determinados momentos repre
correspondencia incluso con los afectos. La sentaciones y creencias con las formas organi
construcción del nosotros se realiza en las re zativas y estructurales. En todas ellas el “yo
laciones que mantienen los individuos entre interior” se construye de forma similar, acep
sí en cuanto miembros del grupo. La iden tando como propia, haciendo suya, la “super
tidad se halla anclada en “las formas de la ficie superior, pública, iluminada, fácilmente
praxis”, penetradas por una realidad social es perceptible y claramente descriptible” (Ber-
pecífica en la que interactúan diferentes gru íin, 1998: 52) de la respectiva sociedad o aso
pos de individuos, movidos por intereses, ciación grupal. Es lo que une a todos.
pero atados por la cultura que no se deja ab Así ía etnia y la nación se construyen a
sorber por éstos (Eder, 1996-1997: 116). partir de la previa definición de la etnia por la
Existen, en consecuencia, diferentes nive nación. Tras un titubeante comienzo en el
les de objetivación y distintas dimensiones de que la definición de la nación se equipara al
la realidad, la “ideal y la material”. Se trata de de la etnia, como sucede en concreto con el ca
instancias constituyentes de la identidad tan so español (Cánovas, 1981), ésta acaba impo
recíprocamente implicadas que, aunque se niendo a las etnias la definición que para sí
parables, ninguna de ellas es comprensible de había aceptado en un primer momento. Pos
forma aislada. O, dicho de otra forma, la tota teriormente, la nación asume otras creencias,
lidad que todas juntas crean, la identidad, es otras representaciones y otros contenidos cul
inseparable de cada uno de los niveles e ins turales: las propias del capitalismo. En este
tancias consideradas por separado, pese a que sentido hay que considerar las diferencias
todas las apariencias tienden a hacer ver, y a existentes entre las construcciones étnicas de
hacer pensar, que se trata de realidades autó los proyectos de *modernización y d e s a rro
nomas y separables. Este es el principal pro llo, y las surgidas aproximadamente a partir
blema analítico del estudio de la identidad, de los años setenta. No debe procederse del
pero también el más fructífero, pues, además mismo modo en el caso de los nacionalismos,
de permitir una mejor comprensión, posibili dado que las diferencias que los separan no al
ta romper los muros y barreras construidas teran su núcleo central. Esto no ocurre con las
entre los grupos utilizando “materiales cultu etnias ni con las etnicidades.
rales” para legitimar, antes y ahora, territorios
ocupados y territorios por ocupar, así como las
formas político-administrativas encargadas de Bibliografía
objetivar y de marcar “la realidad interior a sus
^fronteras” (Pérez-Agote, 1989: 25). BAUMAN, Z. (2005): Identidad. Barcelona: Lo
Desde esta perspectiva, otra cuestión tam sada.
bién importante es hacer constar que la pre BERLIN, I. (1998): E l sentido de la realidad. Sobre
gunta acerca de quién eres únicamente tiene las ideas y la historia. Madrid: Taurus.
sentido cuando se cree que uno pudiera ser CÁNOVAS, A. (1981): Concepto de nación, Obras
otro distinto del que se es (Bauman, 2005). Se Completas, Tomo I, 13T I 52. Madrid: Funda
entiende así que, en principio, existen varias ción Cánovas del Castillo.
posibilidades de ser y, en consecuencia, es po CRUZ, R. (1997): “La cultura regresa a primer
sible elegir entre ellas. Dicho de otro modo, plano” en R. Cruz y M. P. Ledesma (eds.).
no tiene sentido plantearse lo que uno es, si su Cultura y movilización en la España Contempo
ser está ya de antemano definido, si no hay ránea. Madrid: Alianza.
alternativas y no existen posibilidades de ED ER, K (1996/97): “La paradoja de la ‘cultura’.
cambiarlo. Tampoco sería posible, es preciso Más allá de una teoría de la cultura como fac
agregar, sin las representaciones del pasado tor consensual”. Zona Abierta, Cultura y Políti
que orientan en el presente esferas últimas de ca, 77/78: 95-126.
185 Indigenismo
KUPER, A. (2001): Cultura. La versión de los antro terario que surgió en varios países latinoame
pólogos. Barcelona: Paidós. ricanos a partir de 1910 y se mantuvo hasta
PÉREZ-AG O TE, A. (1989): “Hacia una concep mitad del siglo XX, siendo su objetivo princi
ción sociológica de la nación”, en A. Pérez- pal el ^desarrollo económico, sanitario, social
Agote (eds.), Sociología del Nacionalismo. y cultural de los grupos indígenas, población
Bilbao: Universidad del País Vasco, Gobierno que representaba un sector muy amplio del
Vasco. mundo rural, pero que estaba marginada y
Ana Aliende Urtasun discriminada desde la época ^colonial. El pro
Jesús Azcona Mauleón grama indigenista promovió la redistribución
de la tierra, la comunicación entre las comu
nidades apartadas y los centros urbanos, el
Véanse además Acciones afirmativas, ALTE- mejoramiento de la salud, la alfabetización y
R 1DA D, Apartheid, C1UD AD ANÍA, Ciuda
la valoración de las lenguas vernáculas. En
dano, COLONIALISMO Y A N T IC O L O - nombre del progreso las autoridades de dife
X 1A LISM O, CC )MUNIC AC IÓ N , Coni u- rentes gobiernos, revolucionarios como Mé
n idad transnación a 1, Co m u ni ta r ism o,
xico o reformistas y populistas como Perú o
CONSUMO C U I; r U R AL, Criollizac ion, Brasil, se esforzaron por ^asimilar las pobla
CULTURA, D E RE CH O S HUMANOS,
ciones indígenas a la *sociedad nacional y
DESARROLLO, Desterritorialización, DI transformar sus condiciones de vida, juzga
FERENCIA Y DESIGUALDAD, Diferen
das como vestigios arcaicos o un indicador de
cias sociales v diferencias culturales, Dife- atraso social y cultural. Para entender el
rencias sociolingüísticas y desigualdad, alcance de la ideología indigenista y su im
DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓ N SO portancia es necesario contextualizarla y rela
CIAL, ELLEES, Elites cosmopolitas. Esclavi cionarla con dos corrientes políticas muy
tud, Esfera mediática, Espacio de los flujos, influyentes: el socialismo y el agrarismo. El
Espacio red, Espacios locales, ESTADO-NA proyecto indigenista es también una reacción
CIÓN, E S T E R E O T I P O S Y ESE N C IA L I contra las teorías ^raciales del s. XIX, el darwi-
ZACION, ESTIGMA, Etnicidad, Etnocen nismo social y las jerarquías raciales de Gobi-
trismo y relativismo cultural, Extranjero,
neau y de Gustave Le Bon, que servían a los
FR O N T E R A , Frontera geográfica y admi terratenientes para justificar la sumisión de
nistrativa, F'ronteras políticas y religiosas, las “razas inferiores” al blanco.
Fronteras simbólicas, GENOCIDIO, Global La incorporación del indio o del #mestizo
y local, G LOE A LI ZAC IÓN, Globalización en los nuevos Estados nacionales en vías
y antiglobalización, HIB RID ACIO N, IN-
de ^modernización originó intensos debates
DIGENISMO, IN T E G R AG IÓN, I ntegra-
políticos. Repudiando la inferiorización ra
ción educativa, Interculturalidad, Lugar
cial del indio, varios escritores concebían la
y no-lugar, Megalcípolis, Mestizaje, MI literatura como un manifiesto militante: los
NI( ) R í A S, M od e rn i za c ió n, M O V IL I!) A I ), bolivianos Rigoberto Paredes y Alcides A r-
M U L T 1CU LTURA LISMC), Multicultu
guedas, el brasileño Euclides da Cunha o el
ralismo en los estudios culturales. Mul
peruano Luis Valcárcel afirmaban que sólo
ticulturalismo en los estudios étnicos.
podía haber dos opciones positivas en la nue
Multilingüismo, Multilocal, Nacionalismo,
va nación: “ser blanco” o “ser indio”, es decir,
Naturalización, Neocolonialismo, Nomadis pertenecer a una “raza pura”, ya que todo lo
mo v turismo, NUEVOS MOVIMIENTOS que era ^híbrido, mestizo, “cholo” o “cabo-
S O CIA L E S, PAT' RIM O N I O , Pluralismo clo” era una marca de degeneración -a r g u
si nc ró n ico, P1u rin ac io na 1id ad, Posc o 1o n ia - mento que ya sostenía a fines del s. XVI el
lismo, P O S M O D E R N ID A D , Racismo y
cronista indígena de Perú, Guamán Poma de
neorracismo, SABER Y SABERES, Sociedad Ayala—. Estos autores no negaban los funda
ele la información v del conocimiento, Sujeto mentos de las teorías raciales, sino que despla
intercultural, T E R R IT O R IO S , TRABAJO,
zaban el problema y convertían a los mestizos
Traducción, Violencia política. Tipos, Xeno en el prototipo de todos los vicios. Este tipo de
fobia y xenofilia. razonamiento era consecuente con el repudio
de las castas —mezcla de indios, blancos y ne
gros—compartido por las elites coloniales y
Indigenismo republicanas. En Bolivia, que disfrutaba a co
El indigenismo, en sentido estricto, fue un mienzos del s. X X de un notable crecimiento
movimiento político, intelectual, artístico y li económico gracias a la explotación de las
Indigenismo 186
minas de estaño, la cuestión del indio fue de distintas naciones indígenas fragmentadas
nunciada por varios escritores en una época por la conquista y la colonización. Gamio fue
temprana. Cabe recordar que hasta los años quien definió los componentes de toda nación
sesenta, en muchos rincones de la sierra que a comienzos del siglo XXI siguen siendo
andina el indio que trabajaba en las haciendas temas #identitarios de los distintos organis
vivía en condiciones infrahumanas de pro mos indígenas: el territorio, la *etnia, la len
miscuidad, desnutrición, alcoholismo y *ex- gua, la cultura, la economía. Partidario de
plotación. Bautista Saavedra, autor de E l Emiliano Zapata, apoyó sus reivindicaciones
ayllu (1904), explicaba la degradación social y agrarias, equiparando agrarismo e indigenis
moral de los indios como consecuencia de las mo. De ahí la importancia de la problemática
conquistas respectivas de los incas y de los es del campesinado indígena en las ciencias so
pañoles, que condujeron al mestizaje y a la hi ciales mexicanas. En 1917 el fundador de la
bridación. Rigoberto Paredes, en su Provincia antropología indigenista creó un grupo inter
de Inquisive (1906), describe la miseria de la disciplinario que se trasladó a Teotihuacán
vida rural boliviana, y denuncia la explota con la misión de estudiar la tenencia de la tie
ción despiadada de los indígenas por el clero y rra, la productividad y las relaciones entre los
las autoridades provinciales. distintos productores. Esta fue la primera in
La Revolución mexicana de 1910 fue el vestigación de antropología aplicada, proyec
fermento del indigenismo latinoamericano. to que concurrió al establecimiento de un
En 1912, el político Luis Cabrera pronunció modelo de desarrollo regional que debía ge
un discurso en la Cámara de Diputados de neralizarse al Estado de México y a los circun
México, sosteniendo la urgencia de la redistri vecinos. Gonzalo A guirre Beltrán, que fue
bución agraria. La denuncia de los abusos co discípulo de Gamio, es sin duda el represen
metidos por los terratenientes en detrimento tante más ilustre de esta corriente. En la se
de los indígenas se condensó en un lema céle gunda mitad del siglo X X , los trabajos de
bre en su época: “Hay que darle al indio la ra Guillermo Bonfil Batalla, de inspiración indi
zón aunque no la tenga”. Desde el comienzo genista, desembocan en una problemática
el indigenismo reivindicó la necesidad de res más actual ligada a la emergencia indígena en
tituir a las comunidades indígenas las tierras la esfera política americana.
colectivas que habían sido desmanteladas por El liderazgo mexicano, en lo que toca a la
los gobiernos surgidos de las luchas indepen- problemática indigenista, se manifestó de va
dentistas, en nombre de la propiedad privada, rias maneras, ya sea amparando exiliados po
situación que favoreció la extensión de los la líticos como el peruano Haya de la Torre, ya
tifundios y la pauperización de los indígenas. sea irradiando sus ideas en los países latino
En México, la reforma agraria fue acompaña americanos. A comienzos de los años treinta
da por un apoyo oficial a la escuela rural, cuya la Secretaría de Educación Pública de México
misión principal era la alfabetización y cas- envió a Moisés Sáenz a Guatem ala, Perú,
tellanización de los indios monolingües, con Ecuador y Bolivia, para informarse sobre la
dición imprescindible para asimilarlos a la situación social del indio. En 1940 se celebró
nación. En el campo del arte, puesto al servi el Prim er Congreso Indigenista Interameri-
cio de la causa revolucionaria, el indio y su cano en Pátzcuaro, que reunía representantes
opresión secular fueron inmortalizados por de la mayoría de los países latinoamericanos.
los muralistas mexicanos; Diego Rivera des Los representantes mexicanos insistieron so
cribió la crueldad de la conquista, la derrota bre la necesidad de *integrar al indio en la na
de los indios y la servidumbre, como también ción mediante la ^educación, y rechazaron
las esperanzas abiertas por la revolución. Un todo intento de mantenerlo encerrado en sus
factor importante para la difusión de estas tradiciones, porque ello sería marginarlo. El
ideas indigenistas fue la acción de la Universi desarrollo de la antropología mexicana, la
dad, institución que en toda América latina y creación de institutos de investigación de las
hasta los años sesenta representó el mayor fo culturas indígenas y los numerosos progra
co cultural y político. El indigenismo m exi mas de desarrollo reflejan la vitalidad de la
cano transform ó la antropología racial que corriente indigenista.
dominaba la esfera académica y dio a esa A pesar del interés por lo indio, favoreci
disciplina un contenido a la vez científico y do por el contexto revolucionario y académi
militante. Manuel Gamio fue la figura emble co, Gamio aceptó que el mestizaje, y no la raíz
mática de ese nuevo enfoque, que buscó re indígena, fuese reconocido como el elemento
construir la estructura social y cultural de las esencial y prototípico de la nación mexicana,
187 Indigenismo
aunque no conservó el criterio de raza sino el sublevaciones, reales o exageradas, que esta
cultural. Según él, la identidad no dependía llaron por toda la sierra tuvieron efectos con
del origen racial, sino del tipo de actividades, traproducentes y sirvieron de pretexto a las
de normas y valores ligados a la práctica coti clases dirigentes para desprestigiar a los
diana. Como la mayoría de los hombres de su indios.
época, Manuel Gamio confiaba en el progre Los indigenistas peruanos de los años
so, y estaba convencido de que los rasgos ar veinte, como los mexicanos, hablaban en
caicos de los grupos indígenas desaparecerían nombre del indio, aunque también había
a mediano plazo bajo los efectos positivos de líderes indígenas alfabetizados que no se
la modernización. Ya en los últimos años del definían como mestizos. Los pensadores
porfiriato, Molina Enriquez había hecho un peruanos Luis Valcárcel y José Carlos Mariá-
emblema nacional del mestizo de clase media tegui retomaron y ampliaron esta inter
y pequeño propietario rural. Pero fue José de pretación que legitim aba las aspiraciones
Vasconcelos quien reformuló en 1925 la teo socialistas peruanas de construir un futu
ría de la “raza cósmica”, mestiza, dotada de ro más justo. Estos autores ensalzaron la
todas las cualidades de los dos troncos origi pureza de la raza india y su integridad mo
narios, y que era la única capaz de producir ral, en contraste con el estereotipo del mesti
una civilización universal, o por lo menos ex zo, borracho, jugador, perezoso y corrupto
tensible a todo el continente. La teoría de Vas por la vida urbana. Los indios encarnaban la
concelos era racial en sus presupuestos de la colectividad contra el individualismo, la raza
“superioridad” mestiza. Bajo una forma des contra la mezcla. El planteo de Luis Valcár
provista de metafísica, la ideología del mesti cel era racial y cultural. La comunidad indí
zaje como fundamento de la nación mexicana gena, el ayllu incaico, era descrita como un
dominó hasta los años noventa. modelo de perfección, mientras que el mesti
El indigenismo que se desarrolló en Perú, zo sólo había heredado las taras de sus ances
y principalmente en la ciudad del Cuzco des tros. En su libro Tem pestad en los Andes
de el inicio del siglo X X , está marcado por la (1927), Valcárcel anunciaba el despertar del
imagen de los incas idealizada por Garcilaso indio contra sus opresores, los blancos y los
de la Vega en sus Comentarios reales, y por un m estizos, y la inm inencia de una rebelión
fuerte regionalismo serrano, hostil a Lima y a con tintes milenaristas. José Carlos Mariáte-
la “sofisticación” de las elites blancas y espa gui, fundador de la revista A m anta, que se
ñolizadas de la capital. Encabezados por la convirtió en la principal tribuna del indige
figura señera de Luis Valcárcel, ensayista, nismo literario y político, sostenía que sólo el
historiador y político, estos indigenistas, con indio podía ser considerado genuina encar
trariam ente a los mexicanos, no querían nación de lo nacional, pero en su análisis de
m odernizar a los indios y convertirlos en inspiración marxista este autor rechazaba las
mestizos, pues, según ellos, esto iría en des explicaciones raciales y afirmaba que el pro
medro de su esencia, sino que proponían me blema del indio era fundamentalmente eco
jorar las condiciones de la vida cotidiana, nómico. Sólo una revolución socialista
restituirles sus tierras y permitirles vivir de podría restituirle el derecho a la tierra. Su
centem ente de la agricultura, actividad que obra Siete ensayos de interpretación de la reali
ejercían desde milenios. En los años veinte, el dad peruana (1930) se convirtió en una refe
gobierno populista de Leguía, fundador de la rencia insoslayable de los partidos y de los
“Patria N ueva”, favoreció el indigenismo pensadores de izquierda. La identificación
concebido como el estudio de todas las fases del colectivismo de los incas con el modelo
de la cuestión indígena, produciendo un dis comunista había adquirido una garantía aca
curso político, académico y cotidiano que en démica con la publicación, en 1928, del libro
cierto modo permaneció hasta el presente. La de Louis Baudin, L ’E m pire so d a liste des In
constitución de 1921 reconoció oficialmente cas, en el que el autor analizaba los m eca
las comunidades indígenas, que habían sido nismos de reciprocidad y de redistribución
abolidas en los primeros años de la indepen estatal del incario. Por otra parte, la evoca
dencia, para desarraigar todo tipo de resabios ción del sistema económico y político de los
coloniales. Las medidas adoptadas por L e incas justificaba los nuevos combates ideoló
guía implicaron el reconocimiento legal de la gicos y brindaba una variante autóctona y
propiedad colectiva de los pastos y de las tie nacional que corregía los principios univer
rras, y frenaron —pero no im pidieron— la sales de la III Internacional. N o sólo hubo
expansión de los latifundios, ya que las textos sino también imágenes, como las mag-
Indigenismo 188
niñeas fotografías de M artín Cham bi, que —el huayno—como factor de cohesión nacio
realzaron la dignidad del indio y lo equipa nal. Luis María Arguedas, antropólogo y
raron con los incas imperiales. autor de varias novelas y cuentos sobre el
En los años treinta el indigenismo racial mundo indígena de gran valor literario (Ya-
de la primera época cobra un nuevo cariz, ba w ar Fiesta, 1941; L os ríos profundos, 1958),
jo la influencia del A PRA —Alianza Popular comparte con Uriel García la afirmación del
Revolucionaria Americana—, un partido na poder a sim ila tiv o del in d íg en a a través
cionalista popular fundado en México por un del mestizaje cultural. La denuncia de la bru
peruano exiliado, Víctor Raúl Haya de la To talidad de los gamonales y de la servidumbre
rre, que tuvo allí la ocasión de colaborar con del indio lo lleva a valorar la riqueza de sus ri
Vasconcelos. Haya de la Torre propuso bauti tos y de sus valores, construyendo lo que Ma
zar a América del Sur: “Indoamérica”, pero rio Vargas Llosa llama la “utopía arcaica”.
introdujo el “mestizaje” como opción ideoló El neoindigenismo alcanzó su apogeo en
gica que favorecía la integración de todos los 1944, cuando un intelectual de clase media,
sectores de la sociedad. En 1937, la creación Humberto Vidal Unda, fundador de la “Socie
del Instituto Americano de Arte (1937) im dad de los Cholos”, propuso crear un Día del
pulsó el folklore, considerado como la expre Cuzco que se celebraría cada 24 de junio. Esa
sión del alma mestiza. El A PRA evolucionó fecha era sumamente oportuna, ya que corres
bacia un nacionalismo reform ista, abando pondía al solsticio de invierno y, por consi
nando su programa revolucionario. guiente, a la fiesta incaica y solar del Inti
Después de la Segunda Guerra Mundial, Raymi vinculada desde la conquista con el
la noción de “raza”, que había sido ensalzada Corpus Christi. El festival brindaba la ocasión
por los primeros indigenistas, cayó en desuso de recrear el folklore prehispánico, de promo
debido a su trágica implementación por la ver el turismo y de convertir al Cuzco en la cu
ideología nazi. Desacreditada como referen na de la peruanidad y, por extensión, a los incas
cia, la “raza” y su “pureza” fueron rechazadas como la quintaesencia del indio americano.
en favor del mestizaje. Reivindicar el mesti Para reconstituir el rito solar, los organizado
zaje era una manera de marcar el desacuerdo res se apoyaron principalmente en la descrip
y las diferencias con los Estados Unidos y la ción de Garcilaso de la Vega, quien nunca
segregación racial. El “cholo”, nombre que se presenció la ceremonia propiamente dicha, si
daba al mestizo y que conllevaba un sentido no que asistió de niño a un Corpus mezclado
negativo, pasó a ser una categoría positiva, co con elementos prehispánicos. La fortaleza de
mo lo muestran las letras de canciones po Sacsahuaman, defendida hasta la muerte por
pulares serranas de la época. En 1930, Uriel los incas rebeldes de Manco Inca en 1536, cons
García publicó un ensayo cuyo título, “El tituyó el escenario grandioso del nuevo Inti
nuevo indio”, es sugestivo del cambio de Raymi. Arqueólogos, escritores locales, poetas,
orientación. El nuevo indio ya no se definía músicos y conjuntos de baile participaron in
por su raza, sino que es una “entidad moral” tensamente en el festival que se festeja todos
que incluía a todos los que espiritualmente se los años con un éxito cada vez mayor. Estas fes
identifican con la tierra serrana, sus costum tividades se siguen celebrando hasta hoy y han
bres y su dureza. Lo “serrano” viril era supe dado lugar a un recrudecimiento de rituales,
rior a lo “costeño”, femenino, españolizado y efectuados por los llamados “neoindios” o “neo-
pervertido. Esa dicotomía machista, aplicada incas”, que tienen su paralelo en México con
a las regiones y a sus poblaciones respectivas, los neoaztecas y la revalorización de Teotihua-
figura en todos los textos indigenistas perua cán. En 1991, cuando las organizaciones Ma
nos. La osmosis del hombre y del paisaje apa puche establecidas en las principales ciudades
rece como vínculo identitario fundamental, de Chile convocaron una asamblea general pa
temática por cierto de gran importancia en la ra saber en qué fecha debía iniciarse el nuevo
historia hispanoamericana. En cierto modo año araucano, surgió una discusión entre los
Cieza de León había dicho algo semejante mayores y las nuevas generaciones. Los prime
cuando comentaba que la perfección de la ros recordaron que la primavera —es decir, sep
“policía” de la sociedad incaica estaba relacio tiembre—inauguraba un nuevo periodo anual,
nada con la hostilidad de una naturaleza que pero los jóvenes impusieron el 24 de junio, ple
aquellos hombres habían tenido que doble gándose a la neotradición incaica. A comien
gar. Uriel García se singularizó por su equi zos del siglo XXI, en el noroeste de Argentina,
paración de lo mestizo con lo popular y por la se trató de promover el Inti Raymi como la
importancia que atribuye a la música andina fiesta indígena por excelencia.
189 Indigenismo
runa. Porto Alegre: Mercado Aberto Editora. se somete al poder “arcóntico”, performativo,
Série Depoimentos 2. de la instancia archivante (Derrida, 1997), en
RIBEIRO, Darcy (1982): Utopia selvagem. Sauda tanto que ésta selecciona, categoriza y con
des da Inocencia perdida. Urnafábula. Rio de Ja centra la inform ación según criterios que
neiro: Ed. Nova Fronteira. resultarán determ inantes de su sentido y
VALCÁRCEL, Luis Eduardo (1946): Historia del utilización ulteriores. En la “exom em oria”
Perú Antiguo. Lima: Editorial Juan Mejía Baca. digital de nuestros días el peligro del oligopo-
VARGAS LLOSA, Mario (1996): La utopía arcai lio epistémico y de la precarización de los
ca. José María Arguedas y las ficciones del indi marcos culturales tradicionales llega a adqui
genismo. México: Fondo de Cultura E co rir una significación política de primer orden
nómica. (García Gutiérrez, 2Ó04), dado que las opera
ciones archivantes vienen orientadas por
Carmen Muñoz Bernand
criterios expertos —tecnocientíficos, profesio
nales, comerciales—en gran medida ajenos a
Véanse además Aculturación, COLONIALIS- tales marcos.
MO Y A N T 1C O LO NIA LIS M O , D E R E La información, como hecho cultural, en
CHOS 1IUMANOS, DESARROLLO, DI cuentra su plena expresión en la *m oderni-
FERENCIA Y DESIGUALDAD, DISCRI dad, desde el capitalismo industrial hasta el
MINACIÓN Y EXCLUSIÓ N SOCIAL, que algunos han llamado precisamente “capi
E L IT E S , ESTADÍ ENACIÓN, Etmculad, talismo inform ativo” de nuestros días, y ad
EXPLí.ELACION SOCIAL,Globalización y quiere relevancia en todas las dimensiones de
antiglobal ización, HIBRIDACION, ID EN la experiencia colectiva y en tres aspectos que
TIDAD, INTEGRACIÓN, Mestizaje, Mo interesan especialmente a un punto de vista
dernización, NUEVOS M O V IM IEN TO S comunicativo:
SOCIALES, Racismo v neorracismo. Reía-
✓ A) Como modo de * comunicación-, “era de la
cienes y procesos informales económicos. Xe información” no se deja traducir por “era de las
nofobia y xenofilia. informaciones”, porque designa una variedad
“abstracta” de la información que no estuvo
presente en ninguna lengua antes de mediados
Información del s. XIX (Nunberg, 1998). Esta acepción remi
te a dos supuestos: a) el reconocimiento de
Aunque al presente concebimos esta no un valor, tanto simbólico como económico, de
ción como una categoría y un proceso *trans- rivado del tamaño y/o la cantidad del conteni
cultural, la “teoría m atemática” (Shannon y do de los textos; b) la prioridad del contenido
Weaver, 1981) entendió la información como comunicado/comunicable sobre el privado o
medida probabilística de la aparición de una irreproducible o, lo que es lo mismo, la consti
señal. En otros contextos científicos se definió tutiva subordinación de los procesos informa
semánticamente: el contenido de una propo tivos a la optimación instrumental de una
sición o de un texto, o como un hecho cogniti- comunicabilidad que se quiere ilimitada. Am
vo: el conocimiento en tanto que procesado y bos supuestos son inseparables del carácter co
comunicado por algún dispositivo natural o mercial o comercializable del conocimiento.
tecnológico de memoria. Las reglas que pretenden asegurar la co
Una teoría cultural de la información ha municabilidad, así como las condiciones de
brá de verla además y sobre todo desde un homologación “hegemónica” de lenguajes y
punto de vista sociodiscursivo: como un con perspectivas que requiere, se activan, como es
junto de prácticas y discursos, los institucio propio de toda mediación, con un alto grado
nalizados en la así llamada inform ación de desapercibimiento por parte de los sujetos
tecnocientífica, periodística, didáctica, etc., y que participan en el proceso informativo. Por
por ende como un hecho histórico en que el ejemplo, la panopsis geopolítica del discurso
acopio, el tratamiento y la transmisión de da periodístico, su mirada ubicua y centralista,
tos están determinados por la construcción incluso sus modos ritualizados de puesta en
reflexiva de marcos de interpretación y por escena audiovisual, son deudores del marco
los contextos de actividad social, incluida la simbólico *colonial en que se gestó la infor
tecnológica, en que se definen las condiciones mación periodística moderna, y de las estruc
de esa elaboración y las demandas de recupe turas de una subjetividad burguesa, europea y
ración y uso de los datos (Abril, 2005). Todo masculina como la que instituyó el escenario
archivo, entendido en el sentido más amplio, enunciativo de la vida pública y de la *ciuda
191 Información
GOMIS, L. L. (1989): Teoría deis generes periodís- ran —de forma bidireccional, no unidireccio
tics. Barcelona: Centre cTInvestigació de la Co- nal, como en el caso de la asimilación—espa
municació-Generalitat de Catalunya. cios de participación y de identificación mu
NUNBERG, G. (1998): “Adiós a la era de la infor tua que transforman a todos los actores partí
mación”, en G. Nunberg (comp.), Elfuturo del cipes, no únicam ente al grupo minoritario
libro, j E sto matará eso? Barcelona: Paidós, (Valverde, Begley y Piedra G arcía, 2005).
107-142. Esta acepción del término, sin embargo,
SHANNON, C. E.; WEAVER, W. (1981 [1948]): expresa más bien un anhelo normativo, pres-
Teoría matemática de la comunicación. Madrid: criptivo e ideológico de cómo debería trans
Forja. currir un proceso de integración. La práctica
TUCHM AN, G. (1983): La producción de la noti de los procesos contemporáneos de integra
cia. Estudio sobre la construcción de la realidad. ción social, residencial, *laboral, ^educativa
Barcelona: Gustavo Gili. y/o ^religiosa de las minorías en la sociedad
V IL A L T E L L A , J. G.(1994): “Imagen barroca y mayoritaria, pese a las connotaciones del tér
cultura popular”, en B. Echevarría (comp.), mino “integración”, lo acercan bastante a la
Modernidad, mestizaje cultural, ethos barroco. antigua noción asimiladora y unidireccional.
México: UNAM, 245275. Ello se debe a que, sobre todo en las sociedades
Gonzalo Abril Curto
occidentales, los procesos de integración de
minorías están altamente institucionalizados
por el *Estado-nación “receptor” de dichas
Véanse además ALTERIDAD, CIUDADA minorías: se convierten en “filosofías públicas
NÍA, COLONIALISMO Y ANT1COLO- de la integración” (Farell, 2000). Ya histórica
NIA U S MC), COMUN IC ACIÓ N, CO N mente, los Estados-naciones de cuño europeo
SUMO CULTURAL, DESARROLLO, DI reproducen un “#nacionalismo nacionalizan
FERENCIA Y DESIGUALDAD, Esfera te” (Brubaker) que sigue recurriendo al pro
mediática, Espacio de los flujos, Espacio red, yecto homogenizador para implementar cada
ESPACIO-TIEMPO, Espacios locales, IN vez nuevas estrategias institucionales a fin
TEGRACION, Interculturalidad, Migracio de lograr su anhelo original: homogeneizar,
nes. Redes sociales, MI N( IRÍAS, Modernidad, “m onoculturalizar” e integrar a los grupos
MOVILIDAD, Nomadismo y turismo, Plu minoritarios, sean éstos autóctonos o alócto
ralismo sincrónico, Revolución técnico-comu nos, inmigrados. Como en todo tipo de nacio
nicativa, SABER Y SABERES, Sociedad de la nalismo, esta anhelada monoculturalización
información y del conocimiento, Transcultu- se basa en una ideología del “homogenismo”
ración, Viajes y sistemas de movilidad. mediante la cual “la homogeneidad es vista
no sólo como algo deseable, sino incluso ccmo
la norm a, la más norm al manifestación de
Integración cualquier sociedad hum ana” (Blommaert y
Verschueren, 1998: 117).
Integración es una noción clave a la que se Consecuentemente, aquellos actores insti
recurre para expresar la relación entre las tucionales —y académicos—, que desde las esfe
partes y un todo, en nuestro contexto la rela ras públicas del Estado-nación se dedican a
ción entre las *minorías y la mayoría que con desarrollar políticas de “integración de mi
forman un determinado conjunto societal. norías”, despliegan en su quehacer institu
En las ciencias sociales, en general, y en la an cional prácticas de visibilización, de problema-
tropología, en particular, el concepto de “inte tización y a menudo de #estigmatización
gración” se ha venido definiendo en oposición precisamente de aquellos que se pretende tin-
al concepto de “asim ilación” o incluso de visibilizar”, o sea, integrar. Según ha derros
“*aculturación”. Mientras bajo estos últimos trado la anthropology o f policy (Shore y
se entiende convencionalmente que un grupo W right, 1997), las políticas y prácticas de inte
m inoritario se “diluye” como tal formando gración están estrechamente relacionadas con
parte del grupo al que se asimila y/o integra y estas percepciones y problematizaciones del
perdiendo con ello sus rasgos culturales ca “*o tro ”, generadas desde el Estado-nación.
racterísticos y su ^identidad *étnica d ife re n Por ello, conforme demuestran los análisis de
cial, la noción de “integración”, en cambio, se las políticas de integración desplegadas tanto
aplica cuando en el proceso de integración frente a poblaciones inmigrantes (Gil, 2006)
ambas partes implicadas, tanto la minoría co como ante comunidades gitanas (San Román,
mo la mayoría, interactúan, negocian y gene 1996), estas políticas revelan más sobre sus
193 Integración
gestores que sobre los gestionados por ellas gumentación (Vermeulen y Perlmann, 2000;
(Farell, 2000). Schiffauer et al., 2004).
Estas políticas y sus correspondientes “fi Para poder identificar y distinguir “pro
losofías de integración” constituyen, por tan blemas de integración”, se recurre a una pos
to, para la antropología del policy ma\ing una tulada “cultura nacional” codificada y ca
fuente etnográfica de primera mano, no para nonizada, de forma abierta, en regímenes y
estudiar a “las minorías”, sino para analizar sociedades explícitamente nacionalistas y, de
cómo a través de prácticas y discursos de “mi- forma encubierta, en las llamadas sociedades
noritización” el Estado-nación “se piensa a sí “posnacionales” (Habermas). En ambos ca
mismo” a través del objeto de sus políticas pú sos, sin embargo, esta “cultura nacional” se
blicas, a través de las cuales se materializa una presupone una Leitf{ultur, una “cultura m a
pensée d ’État (Sayad, 2004). Las ciencias socia triz” que constituye un inventario continua
les apenas están descubriendo esta perspecti mente nacionalizado y re-nacionalizado de
va del análisis institucional, que trasciende la “tradiciones” y “rasgos” supuestamente com
convencional percepción de las medidas de partidos por todos los miembros de la so
integración desde sus “víctimas” para girar la ciedad mayoritaria. Dicha nacionalización
mirada hacia sus “perpetradores” (Farell, cultural, siempre precaria, sólo se logra cuan
1998). Según detallan W im m er y Glick Schi- do entre el ^ciudadano in spe y “su” nación se
11er (2002), el persistente nacionalism o na establece una “intimidad cultural”, aquella
cionalizante no sólo impregna las prácticas peculiar sensación de pertenencia y confianza
habitualizadas del Estado-nación, sino que cuasifam iliar basada en “el reconocimiento
también guía tácitamente las rutinas investi de aquellos aspectos de la identidad cultural
gadoras de aquellos que piensan y conciben el que, aunque desde fuera sean considerados
objeto de la integración desde y con el Estado. como fuente de desconcierto, proveen a los
Se trata de un persistente “nacionalismo me enterados con la promesa de una sociabilidad
todológico” que sigue autolimitando sus aná compartida” (Herzfeld, 1997: 3).
lisis de los procesos y procedimientos de inte La “integración lingüística” constituye
gración de minorías al propio “contenedor una rama preferencial ya clásica de las políti
nacional”, invisibilizándolo con ello. cas de integración de minorías. La invención
¿Cuáles son las consecuencias de dicha y posterior estandarización de las denomina
práctica de “integracionismo nacionalizante”? das “lenguas nacionales” ha resultado ser uno
Desde hace ya décadas, en los diferentes siste de los mecanismos más eficaces para crear
mas “welfaristas” occidentales se está dando “intimidad cultural”. Por consiguiente, el
una discusión —potencialmente *xenófoba— proceso de monolingüización es un fiel indi
sobre la “integrabilidad” de determinadas cador del avance del nacionalismo nacionali
“minorías”, sean éstas étnicas, ^culturales, zante. El éxito obtenido a largo plazo por esta
religiosas, etc. En la percepción de muchos ac “doctrina nacional” se evidencia en los pro
tores institucionales tanto como no-guber pios proyectos contrahegemónicos, promovi
namentales y académicos, el “fracaso de la dos por nuevos actores sociales que a su vez
integración” de estas minorías, supuestamente etnifican y/o nacionalizan su disidencia polí
evidenciado por el surgimiento de “sociedades tica. En sus reivindicaciones de un “derecho a
paralelas”, “*guetos identitarios” y demás re la diferencia”, tanto las llamadas “naciones
ductos no completamente nacionalizados por sin Estado” o “naciones contra el Estado”, en
el Estado-nación integrador, se tiende a equi Europa, como gran parte de los movimientos
parar con la pertenencia a un determinado indígenas latinoamericanos de forma tardía
“grupo étnico” o a una cierta confesión religio pero fehaciente, confirman la centralidad es
sa. Destaca en este tipo de discursos el uso in tratégica del factor lingüístico. El Nacionalis
discriminado de explicaciones monocausales mo nacionalizante y el etnonacionalismo
que sólo recurren a simplistas variables demo disidente tienden a percibir el plurilingüismo
gráficas como “minoría”, “indígena” o “inmi como un problema, por lo cual la “normaliza
grante” que no se contrastan ni interrelacionan ción lingüística” a menudo acaba equiparán
con otro tipo de influencias, como la clase social dose con una fase transitoria cuyo objetivo
de origen, el contexto laboral y residencial y la implícito sigue consistiendo en monolingüi-
actitud de rechazo de la sociedad de “acogida”. zar al conjunto de la naciente sociedad “na
Estudios empíricos realizados en diferentes cional”.
países europeos han demostrado el carácter Es aquí donde más visiblemente conflu
simplificante y reduccionista de este tipo de ar yen los objetivos específicos de la “filosofía de
Integración 194
las ^migraciones como tales con supues naciones entre lo público y lo privado no es
tos problemas de integración. M ezclando subsumible bajo los convencionales y ya clási
constantem ente variables dependientes e cos conceptos de asimilacionismo versus se-
independientes, en las correspondientes gregacionismo, sino que en la mayoría de los
“evaluaciones” acerca del desafío de la diver sistemas institucionales los contextos nacio
sidad cultural la condición migratoria en sí se nales y regionales permiten un amplio abani
convierte en un problema para la institución co de soluciones intermedias.
educativa y/o social.
— La problematización del fenómeno mi
gratorio como tal a menudo se dramatiza con el Bibliografía
topos de Huntington acerca de la inevitabilidad
del “choque” civilizacional entre las culturas. BLOMMAERT, Jan; VERSCHUEREN, Jef
En gran parte del discurso de las pedagogías de (1998): Debating Diversity: analysing the dis
la “otredad”, la diversidad cultural se visualiza course o f tolerance. London, New York: Rou-
de forma bipolar y mecanicista. tledge.
— Por otra parte, con frecuencia también BRUBAKER, Rogers (1996): Nationalism Refra
es la “cuestión religiosa”, y preferencialmente med: nationhood and the national question in the
la mera existencia de diversidad religiosa, la New Europe. Cambridge: Cambridge Univer
que es utilizada para identificar un presunto sity Press.
problema escolar o de convivencia vecinal. DIETZ, Gunther (2003): Multiculturalismo, inter-
Este problema no se formula a raíz de un aná culturalidady educación: una aproximación an
lisis empírico de la coexistencia y confluencia tropológica. Granada, México: EUG-CIESAS.
de diferentes prácticas religiosas y/o confesio FAVELL, Adrian (1998): Philosophies o f Integra
nales en el ámbito escolar, sino que parte de la tion: immigration and the idea o f citizenship in
simple presencia de educandos con credos no France and Britain. London: MacMillan.
m inalm ente divergentes. Por consiguiente, GIL ARAUJO, Sandra (2006): Las argucias de la
esta “cuestión religiosa” en el discurso institu integración. Construcción nacional y gobierno de
cional acaba mezclándose con factores apenas lo social a través de las políticas de integración
relacionados con la diversidad religiosa. de inmigrantes: los casos de Cataluña y Madrid.
— Por último, la originaria función disci Madrid: Universidad Complutense de Ma
plinaria que cumplen las políticas públicas de drid. Tesis doctoral.
integración se revela en la frecuente asocia HERZFELD, Michael (1997): Cultural Intimacy:
ción de la diversidad cultural con desafíos de social poetics in the nation-state. New York:
tipo “policial”. Según esta argumentación, el Routledge.
“desarraigo” cultural del migrante, sobre to SAN ROMÁN, Teresa (1996): Los muros de la se
do adolescente, de forma cuasiautomática ge paración: ensayo sobre alterofobia y filantropía.
nera comportamientos “antisociales” que Barcelona: Tecnos, Universidad Autónoma de
requieren de una decidida intervención peda Barcelona.
gógica o social. SAYAD, Abdelmalek (2004): The Suffering o f the
La combinación de estos criterios de pro Immigrant. Cambridge: Polity.
blem atización y su aplicación a sistemas de SCHIFFAUER, Werner et al. (2004): Civil Encul-
integración en diferentes contextos naciona turation: nation-state, school and ethnic differen
les, altamente heterogéneos, ha desencadena ce in the Netherlands, Britain, Germany and
do una exorbitante proliferación de enfoques, France. New York: Berghahn.
modelos y programas pedagógicos para “tra SHORE, Chris; WRIGHT, Susan (eds.) (1997):
tar” y “gestionar la diversidad”. La aparente Anthropology o f Policy: critical perspectives on
pluralidad de enfoques resulta ficticia si con governance and power. London, New York:
trastamos em píricam ente las propuestas de Routledge.
integración, los discursos institucionales nor VALVERDE SERRANO, Amparo; BEGLEY,
mativos y las prácticas de su aplicación con Anthony; PIEDRA GARCÍA, M.aJosé (2005):
creta. Las diferentes propuestas nominales de Integración de minorías étnicas. Málaga: Aljibe.
asimilación, ^segregación, integración, mul- VERM EULEN, Hans; PERLMANN, Joel
ticulturalización o interculturalización se (2000): Immigrants, Schooling and Social Mobi
materializan en función de las diferentes po lity: does culture mal^e a difference? New York:
sibilidades de definir, delim itar y combinar St. Martin’s Press.
las esferas de “lo público” y “lo privado”. La WIMMER, Andreas; GLICK SCHILLER, Nina
tipología resultante de estas posibles combi (2002): “Methodological Nationalism and Be
Integración educativa 196
yond: nation-state building, migration and the lenguas diferentes a la vehicular de la escuela.
social sciences”. Global Networks 2 (4): 301-334. Una segunda fuente de problemas es la resis
Gunther Dietz
tencia a aceptar la ^diversidad en escuelas
cimentadas sobre sólidos pilares monocul-
Véanse además Acciones Afirmativas, Acui turales. En este sentido, los sistemas educati
ti! rac ió n, AI ;i ' E RII) A I), CIUI) A I ) AN í A, vos de los países receptores de migrantes
Ciudadano, COLONIALISMO Y A N T I asisten a la contrucción de todo un discurso
CO LON IALISM( ). Comunidad t ransnacio que problematiza la presencia de este “alum
nal, Criollización, CULTURA, D E R E nado de nueva incorporación”. Sin embargo,
CHOS HUMANOS, Diferencias naturales tras el análisis de la supuesta problemática, re
v diferencias sociales, Diferencias sociales jy sulta fácil descubrir que muchos de los nuevos
»
diferencias culturales, Diferencias sociolin- conflictos no son tan nuevos para esas mismas
gíiísticas v desigualdad, DISCRIM INA escuelas ni para el conjunto de sus escolares.
CIÓN Y EXCLUSIÓ N SOCIAL, Esclavi Entre los asuntos más importantes referi
tud, Esfera mediática, Espacio red, E S dos a las relaciones entre migraciones y escue
TADO-NACIÓN. E S T E R E O T IP O S Y la durante los últimos treinta años y que
ESENCIALIZACIÓN, ESTIGMA, Emna configuran el espacio de trabajo para la “inte
dad, Etnocentrismo y relativismo cultu gración escolar” en muchos países, el tema
ral, Extranjero, Eronteras simbólicas. Global estrella se asocia a la cuantificación del fe
y local, Globalización v antiglobalización, nómeno. N o obstante, este interés, lejos de
í DENTI DA I). 1NDIGENISMC ). I nforma aportarnos completas radiografías demográ
ción, Integración educativa. Integración reli ficas con inform ación, entre otros ámbitos,
giosa , I nte re ul tur a1idad, MI Ci R AC I ( ) NES, del campo escolar, nos remite a meras discu
MINORÍAS, MUE T IC U IT 'UR A LISMO, siones sobre los porcentajes de escolares de
Multiculturalismo en los estudios étnicos, origen inmigrante y/o extranjeros en cada es
Multilingiiismo, Nacionalidad, Nacionalis cuela. Después de constatarse el crecimiento
mo, Naturalización, Nomadismo v turismo, anual de estos “nuevos alumnos” —que en no
NUEVOS MOVIMIENTC )S SOCIALES, pocos sistemas educativos ha equilibrado el
PATRIMONIO, Segregación, Sociedad de la mantenimiento general de las poblaciones es
información y del conocimiento, TRABAR ), colares por los bajos índices de natalidad de
Traducción, Transculturación, Violencia po los países receptores de m igrantes-, surge el
lítica. Tipos, Xenofobia y xenofilia. interrogante sobre la capacidad del sistema
educativo para acoger a los recién llegados: ¿a
cuántos más podrá admitir el sistema? A con
Integración educativa tinuación se ofrece la demostración, ya admi
tida por todos los estudios, de la desigual
El *flu jo de población trabajadora de distribución de la población inmigrante ex
otros países ha generado cambios importantes tranjera en las escuelas y en especial entre las
en las organizaciones de las sociedades recep que configuran los sistemas públicos y priva
toras. Es cierto que no podemos hablar ni de dos de escolarización —concentración espacial
un tipo homogéneo de migrantes ni de un ti de alumnado inmigrante extranjero en deter
po único de población receptora, pero lo que sí minados centros educativos y barrios y, junto
se encuentra, en no pocos casos, es la presencia a ello, la “huida” de alumnos autóctonos a es
de las familias de estos migrantes. Es así como cuelas sin inm igrantes. En este capítulo de
han llegado a las escuelas niños y niñas inmi cuantificación nos encontramos con algunos
grantes E xtranjeros. Aunque estos “nuevos otros asuntos, como la dificultad de catego-
alumnos” no constituyen el objetivo único de rizar a estos “nuevos escolares”, clasificados
la “in te g ra ció n escolar” en términos de di tanto por su condición jurídica de extranjeros
versidad *cultural, la verdad es que sólo en y su adscripción demográfica de inmigrantes
torno a ellos ha nacido y crecido el discurso de como por su pertenencia a colectivos aparen
la interculturalidad. Además, esta vincula temente homogéneos en función de la proce
ción entre inmigración e interculturalidad se dencia geográfica. Más recientemente se han
presenta en múltiples ocasiones como una comenzado a detectar problemas de sobre
fuente más de problemas en la escuela. representación en el alumnado extranjero
En primer lugar, se dice que estos proble considerado “con necesidades educativas es
mas surgen por la dificultad de la #comunica- peciales” —destinatario de educación especial
ción, dado que estos escolares aportan otras por algún tipo de limitación física o psíquica.
197 Integración educativa
Una vez “contados” y, con ello, constatada las *diferencias étnicas en relación al éxito y
su presencia, se ha pasado a su “acogida”. Aun bienestar en la escuela. La aparición de “listas
que las respuestas de las administraciones han de éxito” escolar en base a la procedencia geo
sido muy desiguales en lo que se refiere a la ve gráfica no hace sino ocultar un rancio discur
locidad para tratar el asunto, los tipos de acogi so #xenófobo, que intenta relacionar progreso
da han terminado pareciéndose mucho entre escolar y nacionalidad de procedencia. Por
diferentes países y regiones. Esta similitud re suerte, no son pocos los estudios que mues
sulta quizá explicable por la concepción simi tran la necesidad de ligar el éxito y el fracaso
lar del tipo de escuela que tienen los países no al pasaporte del escolar o al de sus padres,
receptores de migrantes: fuertemente mono- sino a temas como las estrategias familiares y
cultural y que no admiten, y menos aún, ges sociales, el tipo de escuela, los distintos con
tiona con facilidad la diversidad cultural. La juntos de inquilinos y, en general, a las expec
primera acogida comienza por adscribir a es tativas de los propios individuos.
tos “nuevos escolares” al grupo de aquellos que Pero los fracasos de estos “nuevos escola
necesitan algún tipo de compensación educati res”, ahora más documentados, también pro
va, todo ello basándose de manera implícita en porcionan la pista sobre la necesidad de
la teoría del déficit. Esta compensación conlle cambios en el propio sistema educativo, aun
va la creación de “aulas de acogida”, donde se que en este discurso sean pocos aún los que
adoptan tanto estrategias abiertamente S e g re militan. Dos asuntos están siendo importan
gadoras, “apartando” a la población escolar ex tes en este terreno.
tranjera hasta que domina la lengua vehicular Por un lado, hay que destacar el creciente
de la escuela, como modelos menos segregado reconocimiento de la falta de cualificación del
res en apariencia en los que estos alumnos profesorado para atender este nuevo asunto
comparten algunas horas de la jornada escolar de diversidad cultural—aunque lo justo sería
con el conjunto de compañeros y del horario reconocer para trabajar en ella apenas, y con
con aquellos que representan la *diversidad. escasa eficacia, se había preparado al profe
En este sentido son ya insistentes los estudios sorado—. En algunos países las demandas
que advierten que las autoridades escolares en respecto a este tema consisten en la incor
muchos países buscan la asimilación de los ni poración de miembros de las #minorías al
ños inmigrantes a la cultura dominante tan grupo de profesores para que ejerzan como
pronto como sea posible. enseñantes, pero lo más significativo ha sido
La gran excusa que justifica la mayoría de reclamar formación para el conocimiento de
las veces este tipo de actuaciones tiene que ver otras lenguas, culturas diferentes y compe
con el “idioma de la escuela”. La necesidad de tencias que ayuden a saber gestionar en el au
dotar al “alumnado de nueva incorporación” la los posibles conflictos de convivencia. De
con la lengua vehicular de la escuela justifica cualquier manera, no son pocos los que insis
su enseñanza con rapidez y prontitud. Esto ten en seguir recomendando que, cuando un
ha llevado a que en muchas ocasiones se esta escolar inmigrante extranjero llega a un aula,
blezca como relación de causa-efecto el domi éste debe ser atendido por personal excepcio
nio de la lengua de la escuela y la integración nal y especializado y que sólo una vez que el
escolar y, con ello, el éxito académico. Y todo alumno “norm alice” su situación —es decir,
esto en medio del creciente y numeroso volu entienda al profesor—podrá incorporarse al
men de investigaciones que muestran que tal aula, por lo que se hace innecesaria cualquier
relación es mucho más compleja. Así para do nueva formación del profesorado en su con
minar una segunda lengua, lo mejor es afian junto.
zar el conocimiento y m anejo de la materna Por otro lado, existe una creciente de
—lo que se olvida casi constantemente en estos manda respecto a la modificación de los cu-
programas de integración, se trata de manera rrículos escolares. Desde la desaparición de
muy residual o se aborda como una cuestión contenidos xenófobos, *racistas o sim ple
de estricta competencia de cada comunidad mente *etnocéntricos, hasta la incorporación
“#étnica”—. Además, la integración escolar y de otras culturas, las demandas y los estudios
social la conforman muchos más asuntos que sobre estos asuntos están ya centrándose en
los exclusivamente lingüísticos, y estos últi el tratam iento de este fenómeno de la inte
mos no son los prioritarios de una hipotética gración. En este terreno crecen las denuncias
lista de temas. sobre las incorrecciones e insuficiencias de
Otro de los asuntos relevantes de los últi los libros de textos con los que se trabaja en
mos tiempos ha sido la explicación cultural de las escuelas.
Integración educativa 198
Un tema que cobra fuerza en los últimos canos que utilizan el termino educación m ul
años ha sido el referido como binomio de la ticultural se refieren a lo mismo que estudio
integración para estos escolares: familia versus sos europeos que usan la voz de educación
escuela, aunque a menudo la cuestión se trata intercultural—. De cualquier modo, son varias
en términos del papel del hogar familiar en el las posibles maneras de organizar lo que se ha
éxito académico de este “nuevo alumnado” y escrito. Muchas de las propuestas se pueden
de identificar las prácticas educativas de las ubicar dentro de alguna de las tres siguientes
familias que contribuyen a ese éxito —lo que opciones: a) los modelos más habituales de la
muchas veces termina en culpar a padres y escuela en forma de asimilación y/o compen
madres del fracaso escolar de sus descendien sación educativa; b) los modelos llamados
tes—. En otras ocasiones se plantea la necesaria muy comúnmente “m ulticulturales” y que,
colaboración tanto en la educación infantil en cierto sentido, utilizan el argumento del
como juvenil entre el sistema educativo y las reconocimiento como forma de gestión de la
redes familiares y sociales. Se comienza por diversidad cultural,y c) los modelos que algu
insistir en varios aspectos: las relaciones entre nos califican de “auténticos” para enfatizar su
las familias y el entorno étnico y/o m inorita carácter positivo, y que se reúnen en torno al
rio, y los vínculos con el conjunto de las insti termino “educación intercultural” —como si
tuciones que les pueden prestar algún servicio se tratara de la verdadera solución a lo que se
público, incluyendo a la escuela, etc. En este considera el problem a de la diversidad—. Son
punto aparecen con fuerza los asuntos que tres opciones que se podrían reducir a dos si
vinculan todas estas estrategias con el desplie tan sólo se distingue entre quienes consideran
gue de las ^identidades étnicas. Algunos es la diversidad cultural en la gestión de la con
tudios están mostrando que las prácticas vivencia y quienes o no la tienen en cuenta
monoculturales e inflexibles dentro del con —por no reconocerla—o no creen que deba ser
texto escolar son consideradas amenazas para atendida para el asunto de la convivencia. De
las identidades étnicas y, junto a ello, otros cualquier manera, la dificultad conceptual
trabajos manifiestan las dificultades y los con se nos presenta cuando, bajo el rótulo de
flictos en la construcción de las identidades de “educación intercultural”, se despliega todo
los adolescentes migrantes cuando éstos se en un conjunto de medidas segregadoras con
cuentran “atrapados” entre los valores fam i claro contenido ideológico asimilacionista, o
liares —que en algunas ocasiones tildan de cuando no se distingue entre el hecho de la di
tradicionales—y los de la escuela —con los que versidad o pluralidad cultural —lo que podría
no se identifican, al percibirse como rechaza mos denominar multiculturalidades— y la
dos en ella—. A estas dos opciones se añaden propuesta normativa e ideológica que los ges
los discursos de algunos maestros y maestras tiona —lo que deberían llamarse multicultu-
que defienden que supone una rèmora para ralismos—. Estas confusiones resultan muy
la integración de los “nuevos escolares” que significativas, aunque no sean las únicas y
éstos se mantengan apegados a sus tradicio junto a ellas quepa aludir a la identificación
nes, costumbres y, sobre todo, a sus lenguas entre educación y escuela, cuando se habla de
maternas. integración educativa en términos intercultu
La lista de temas que genera el llamado rales y sin relacionar la integración social y la
problema de la inmigración en la escuela es educativa, y a la absoluta reducción de lo in
extensa, pero no pocos de ellos son comparti tercultural a determinadas poblaciones de
dos con los escolares autóctonos, aunque se migrantes.
presenten bajo formas distintas. No obstante, El primer grupo de modelos sería el de
son varias las respuestas que con el tiempo se la asimilación y/o compensación educativa,
han configurado en torno a la llamada educa “educar para igualar: asimilación cultural”.
ción intercultural o multicultural, dando lu Se trata de modelos de “deprivación cultural”
gar a diferentes modelos de actuación. en palabras de Banks (1986). Lo que se pre
La literatura internacional ha sido prolija tende desde este primer modelo es igualar las
a lo largo de los últimos cincuenta años a la oportunidades educativas para alumnos cul
hora de organizar y discutir los modelos de la turalmente diferentes, partiendo de que, en la
“educación #multicultural”, aunque esta pro medida en que los individuos desarrollan su
ducción es claramente diferenciable en mu capital humano a través de la educación, me
chos casos su origen francófono o anglòfono, jorarían sus condiciones de vida, la economía
entre otras posibles variables —se debe adver y la sociedad en general. Así pues, a nivel teó
tir que, en muchas ocasiones, autores am eri rico, la pobreza y la #discriminación provie
199 Integración educativa
nen, en gran parte, del hecho de que los gru asimilacionista con un tipo de educación que
pos marginados en general no posean las trata de ofrecer una verdadera igualdad de
mismas oportunidades para adquirir el cono oportunidades en la sociedad, para lo que de
cimiento y las destrezas necesarias. El objeti ben borrarse las diferencias. Así, la diversidad
vo de la educación es lograr la com patibili cultural se considera un problema tanto para
dad entre la dinámica del aula y la dinámica los alumnos minoritarios, que deben superar
cultural de origen de los grupos de indivi sus deficiencias, como para los autóctonos que
duos “diferentes” al grupo cultural dominan- pueden ver amenazado su nivel académico.
te/mayoritario que sirve como referencia en Concluye Besalú que, al ser negativos los re
la escuela. En definitiva, se trata de diseñar sultados de este modelo sobre todo para los
sistemas de compensación educativa median alumnos minoritarios, deben implantarse es
te los cuales el “diferente” pueda lograr acce tructuras para compensar sus problemas de
der con cierta rapidez a la competencia en la adaptación y rendimiento académico. Se trata
cultura dom inante, siendo la escuela la que de los programas compensatorios que poseen
facilita el “tránsito” de una cultura a la otra. un importante componente preventivo e ins
Las escuelas son los principales instrumentos trumental, pues su objetivo principal es la ad
de integración; desde ellas se intenta generar quisición de la cultura y lengua de la escuela.
—forzar- en los estudiantes inmigrantes y re Este diseño de programas para educar al
fugiados la conformidad y el ajuste con la cul excepcional o al culturalmente diferente (Slee-
tura dominante y tienen un papel crucial en ter y Grant, 1988) está basado en la teoría del
todos los procesos de asimilación cultural —el capital humano, según la cual la educación es
ambiente familiar se asume como una patolo una forma de inversión en la que el individuo
gía y se intenta cambiar a los niños su lengua adquiere destrezas y conocimientos que pue
e incluso las pautas de los padres sobre su den convertirse en ingresos —en el sentido
crianza (Gibson, 1984)—. Para ello no se esca económico—cuando son usados para obtener
timan esfuerzos ni fondos económicos, como un *empleo. Así pues, a nivel teórico, la po
los destinados a la enseñanza de la lengua do breza y la discriminación provienen, en gran
minante, cuyo manejo por parte de los niños parte, del hecho de que los grupos margina
inmigrantes se considera condición sine qua dos en general no posean las mismas oportu
non. Se trata de igualar a todos en lo que a nidades para adquirir el conocimiento y las
oportunidades educativas se refiere, y se da destrezas necesarias. Rechazadas las teorías
por sentado que aquellos culturalmente dife que defendían la deficiencia fisiológica, men
rentes a la mayoría están en desventaja. tal o lingüística de estos colectivos, surgieron
En este primer grupo se situarían los mo otras que sustituyeron el término “deficien
delos que, según Muñoz Sedaño (2001), pri cia” por el de “diferencia”, basadas en la idea
man la cultura del país de acogida en tér de una multiplicidad de modelos de desarro
minos de asimilacionismo —programas de llo psicológico, aprendizaje y/o estilo comuni
inmersión lingüística, infravaloración e in cativo.
cluso desprecio de la cultura y la lengua de El segundo grupo de modelos de integra
origen, considerando éstas negativas para la ción educativa es el denominado multicultu
integración de las minorías—, segregacionistas ral. Las respuestas “m ulticulturales” de la
—inclusión del programa de d iferen cias ge gestión de la diversidad para la integración
néticas en el que se relaciona el fracaso escolar educativa plantean una agrupación y un en
con las características biológicas—y de com caje más difícil, y ello explica, en parte, que se
pensación —relación del retraso escolar con usen similares o idénticos términos para posi
el ambiente socioeconómico y fam iliar del ciones ideológicas diferentes, y que, en no po
alumnado, así como con su cultura y lengua cas ocasiones, no se planteen las asunciones
de origen, a las que se califica como menos ideológicas de las que se parte en las descrip
d esarro llad as que las del país de acogida. ciones de cada modelo. Tres son los enfoques
Todas estas variaciones de los modelos asi- que aquí se agrupan: el conocimiento de las
milacionistas insisten en la necesidad de diferencias, la promoción del pluralismo y la
incorporar al recién llegado a la lengua protección del biculturalismo.
vehicular de la escuela, y es ése uno de los ar Desde el entendimiento cultural, el cono
gumentos más utilizados para resaltar el mar cimiento de la diferencia, se trata de enseñar a
cado carácter asimilador de tales propuestas todos a valorar las diferencias entre las cultu
de integración educativa. De forma similar lo ras. Partiendo de este criterio, se piensa en
hace Besalú (2001), que relaciona la postura tonces que la escuela debería orientarse hacia
Integración educativa 200
el enriquecim iento cultural de todos los significa no juzgar el modo de vida de los
alumnos. La multiculturalidad se convierte *otros usando los criterios de la cultura pro
en un contenido curricular. Todos los alum pia de uno. Hay que mantener la diversidad y
nos —sean de minorías o de la corriente cultu por ello la escuela debe preservar y extender
ral dominante—necesitan aprender acerca de el pluralismo cultural. Cuando la escuela no
las diferencias culturales, hacia las cuales las refleja el pluralismo cultural —por ejemplo,
escuelas deben mostrar una mayor sensibili en la composición del profesorado— puede
dad, modificando si fuese necesario sus cu ocurrir que una de las comunidades se replie
rricula para reflejar de manera más precisa gue y pase a controlar la educación de sus ge
sus intereses y peculiaridades. Hay que pre neraciones jóvenes, desarrollando sus valores
parar a los estudiantes para que vivan armo y creencias frente a los del grupo, con lo que el
niosamente en una sociedad m ultiétnica, y temido separatismo estaría muy cercano.
para ello se deben abordar en el aula las dife Coinciden aquí en buena medida los tra
rencias y similitudes de los grupos, con objeto bajos de “educación multicultural” (Sleeter y
de que los alumnos comprendan esa plu G rant, 1988) y los paradigmas del “plura
ralidad. Educación m ulticultural significa lismo cultural” y de la “diferencia cultural”
aprender acerca de diversos grupos cultura identificados por Banks (1986). Para Sleeter y
les, y ese aprendizaje pasa por la apreciación y Grant (1988), el pluralismo cultural, como en
aceptación de las diferencias, lo cual constitu foque de la educación multicultural, se apoya
ye una experiencia educativa muy enrique- en teorías sociológicas, antropológicas y del
cedora para todos los estudiantes. En este aprendizaje social. Las teorías antropológicas
enfoque está presente la idea de que profeso implicadas en este enfoque son aquellas que
res y alumnos deben ahondar en las diferen abordan los procesos de transmisión cultural,
cias culturales, pero también, y con el mismo desarrolladas por la antropología de la edu
énfasis, en el reconocimiento e identificación cación.
de las similitudes culturales. El proceso co Desde la educación bicultural, la compe
mienza con la clarificación, análisis y evalua tencia en dos culturas, la enseñanza multicul
ción de los valores, creencias y normas que tural debe producir sujetos competentes en
cada uno sostiene, y a lo largo de su desarrollo dos culturas diferentes. Tal posición es la con
contempla temas como el racismo, el sexismo, secuencia del rechazo por los grupos minori
el clasismo, los prejuicios, el rechazo cultural, tarios de la idea de la asimilación. Para ellos la
etc. El fundamento teórico de este enfoque, cultura nativa debe mantenerse y preservarse,
según Sleeter y Grant (1988), se encuentra en adquiriéndose la cultura dominante como
buena medida en teorías de la psicología so una alternativa o segunda cultura. Se trata de
cial como las construidas sobre el prejuicio, el que la educación bicultural conduzca, en últi
autoconcepto o el grupo de referencia. Por mo térm ino, a la completa participación de
ello este modelo, siguiendo otras tipologías los jóvenes del grupo mayoritario o del mino
de educación m ulticultural, se inscribe en ritario en las oportunidades socioeconómicas
la literatura de “relaciones humanas” según que ofrece el *Estado, y todo ello sin que los
Sleeter y G rant, y los paradigmas “aditivo miembros del colectivo minoritario tengan
étnico”, del “autoconcepto” y del “racismo”, que perder su identidad cultural o su lengua,
como apunta Banks (1986), se corresponden dotándoles de un sentido de su identidad y
con los estudios realizados bajo este segundo preparándoles a la vez para que participen de
enfoque. lleno en la sociedad dominante. En este senti
Desde el pluralismo cultural, preservar y do, la lengua, aunque tiene un papel en el
extender el pluralismo, la educación m ulti mantenimiento de la identidad cultural y en
cultural surge de la no aceptación por las la expresión de las actitudes de los miembros
minorías étnicas de las prácticas de *acultura- de una cultura hacia la cultura principal, tie
ción y asimilación a las que se encuentran ne como función básica facilitar un marco in-
sometidas en el contacto con las culturas ter-bi-cultural de referencia en el cual los
mayoritarias. Para estas minorías ni la asimi significados y valores concretos de la cultura
lación cultural ni la #fusión cultural son acep principal fuesen incorporados —^traducidos—
tables como objetivos sociales últimos. En el a la cosmovisión de la minoritaria. Este enfo
pluralismo cultural subyace la idea de que ni que bicultural fam iliariza de una manera
la asimilación ni el separatismo son metas so activa y directa a los estudiantes con las
ciales últimas, sino que se aboga por una zona actitudes, sistemas de valores, estilos de
intermedia en la cual el pluralismo cultural comunicación y patrones de pensamiento y
201 Integración educativa
comportamiento necesarios para el desarrollo minaciones. Es por ello por lo que conviene
de habilidades biculturales. La calidad de la prevenir el exceso de nominalismos, en espe
interacción entre las diferentes etnias de una cial cuando, tras los rótulos, no aparecen los
escuela multicultural depende en gran medi principios ideológicos que guían cada mode
da de la distancia social que pueda existir en lo. En este tercer enfoque se incluyen dos
tre los diversos grupos: puede haber una gran tipos de respuestas: la educación como trans
distancia y separación mantenida por los form ación y la educación antirracista.
alumnos de la cultura dominante frente al La educación como transformación, edu
deseo de acercamiento y acogida del grupo cación multicultural y reconstrucción social,
m inoritario. Puede que, efectivam ente, ser se contempla como un proceso encaminado a
bicultural de manera plena no sea sino un de lograr un desarrollo de los niveles de cons
seo más que una realidad alcanzable. ciencia de los estudiantes de minorías, de sus
Aunque algunas voces agrupan en un padres y de la comunidad en general sobre
mismo bloque las respuestas multiculturalis- sus condiciones socioeconómicas, con objeto de
tas y las interculturalistas, entendiendo que se capacitarles para la ejecución de acciones so
trata de diferentes modelos de un intento de ciales basadas en una comprensión crítica de
pluralismo cultural y añadiendo la necesidad la realidad. Para la solidificación, extensión y
de delimitar —posición muy poco habitual en legitimación del control que ejercen, los gru
los discursos más pedagógicos- el plano Lácti pos dominantes estructuran las instituciones
co del normativo, no faltan quienes m antie sociales que operan para mantener o incre
nen la diferencia, como es el caso de Muñoz mentar dicho control, y es esta estructuración
Sedaño (2001), distinguiendo entre enfoques la que conduce al racismo, al sexismo y al cla
o paradigmas pluralistas e interculturalistas. sismo institucionales. A primera vista, parece
Los modelos pluralistas son los que denomi imposible un cambio social, pero el desarrollo
namos multiculturalistas, organizados por de la teoría de la resistencia pone de manifies
Muñoz Sedaño en: a) paradigma de currícu to que los grupos oprimidos no se acomodan
lum multicultural —se modifica el currículum pasivamente a la situación, sino que luchan y
para visibilizar las diversas culturas del alum se oponen a ella de formas muy variadas. La
nado—; b) modelo de pluralismo cultural —se cultura se considera una adaptación a cir
valora a todas las culturas por igual, pero al cunstancias vitales, determinadas en gran
gunos grupos minoritarios promueven, para parte por la competición entre grupos por la
afianzar su identidad, crear escuelas específi posesión de recursos. Se rechaza el acento en
cas para ellos—, y c) modelo de competencias los aspectos ideacionales —conocimientos, va
multiculturales. Todas estas visiones son muy lores, creencias—de la cultura y en la concep
próximas a las que establece Besalú (2001) ción estática presente en las teorías sobre su
para el modelo de educación m ulticultural, transmisión, enfatizándose, por el contrario,
donde se considera una opción deseable la co los aspectos materiales y los relativos a la es
existencia de grupos culturalmente diferen tructura política de las sociedades, así como el
ciados en un mismo espacio, reconociendo y carácter “improvisado” de la creación de la
valorando todas las culturas. No obstante, es cultura a partir de la base del día a día, un
te modelo, llevado al extremo, supondría la proceso siempre en curso similar al que sigue
ruptura del sistema educativo, establecién la construcción individual del conocimiento.
dose para cada grupo cultural una escuela es Según Sleeter y Grant (1988), tres tipos de
pecífica. teorías convergen en la base de este enfoque.
El tercer grupo de modelos, denominado En primer lugar, hay teorías sociológicas co
educación intercultural, pretende ser diferen mo las del conflicto y de la resistencia. El
te a la llamada educación multicultural y su- comportamiento social está organizado a par
perador de ésta —la solución a la gestión de la tir de una base grupal más que individual y
diversidad cultural—. En este punto es necesa los grupos luchan por el control de los recur
rio aclarar previamente que, en no pocas sos de poder, riqueza y prestigio que existen
ocasiones, la literatura anglosajona no suele en la sociedad. Cuanto más escasos son estos
distinguir entre modelos m ulti o inter y que recursos, más intensa es esa lucha y más im
donde aquí leemos interculturalismo, como portante deviene la pertenencia al grupo.
propuesta superadora de los déficit, allí se lee En segundo lugar están las teorías sobre el
multiculturalismo como alternativa trasfor- desarrollo cognitivo en las que se defiende
madora de las desigualdades, es decir, se trata el carácter constructivista del aprendizaje (Pia-
de los mismos objetivos con diferentes deno get, Vygotsky), y la importancia de la expe
Integración educativa 202
riencia propia del sujeto en esa construcción. cultural plural en la escuela. Para lograrlo es
No basta con decirles a los niños que hay otros necesario relativizar todas las culturas y
grupos y hablarles acerca de ellos, sino que los adoptar una actitud de descentramiento cul
alumnos tienen que interactuar con éstos, tural. Muy similar en su planteamiento es lo
pues es la experiencia directa la que contribu que describe Antonio Muñoz Sedano (2001)
ye a generar un conocimiento sobre tales co con la misma denominación e indicando que
lectivos. El énfasis en el mundo del niño y en se basa en la simetría cultural. El mismo ex
la acción social, reflejados en estas teorías, ex plica las diversas variantes de este modelo:
plican su adopción por los defensores de este a) el modelo de educación intercultural antirra
enfoque de la educación m ulticultural. En cista —el sistema educativo como transmisor
tercer lugar se encuentran las teorías de la de una ideología debe luchar contra el racis
cultura en las que ésta se considera una adap mo explícita e implícitamente y confía en el
tación a circunstancias vitales definidas en papel de la escuela para elim inar el racis
gran parte por la competición entre grupos mo institucional—; b) el modelo holístico de
por la posesión de recursos. Banks (1986) —que implica a toda la institu
La educación antirracista se alza frente al ción escolar en la educación intercultural, fo
liberalismo que enfatiza la libertad de pensa mentando el análisis crítico de la realidad
miento y acción que posee cada individuo, social y la lucha contra las desigualdades—, y
sustentador de una educación multicultural c) el modelo de educación intercultural —la
que persigue el entendimiento entre culturas diversidad cultural es legítima, la lengua m a
y el cambio paulatino de la sociedad a través terna supone un apoyo im portante para el
de la educación. Subyace en ella una ideología aprendizaje, y las diferencias culturales son
radical, apoyada en un análisis de clases de consideradas un factor de enriquecim iento
inspiración marxista y puesta al servicio mutuo que se aplica a todo el alumnado.
de una transformación social basada en la li
beración de los grupos oprimidos y la elim i
nación de las discriminaciones institucionales,
que concibe la escuela como una agencia para Bibliografía
la promoción de la acción política. Para los an-
tirracistas las explicaciones acerca de la trans BANKS, J. A. (1986): “Multicultural Education:
formación de las diferencias en desigualdades Development, Paradigms and Goals”, en J. A.
no son de tipo psicopatológico, sino ideológi Banks y J. Linch (eds.), Multicultural Educa
co. Por tanto, para los antirracistas lo esencial tion in Western Societies. London: Holt, Rine
es organizar una estrategia de intervención hart and Winston, 12-28.
educativa adecuada para que no se “repro BESALÚ I COSTA, X. (2001): Diversidad Cultu
duzca” el racismo. La educación antirracista ral y Educación. Madrid: Síntesis.
representa un cambio por cuanto se pasa de CARRASCO I PONS, S. (2003): “La escolariza-
una preocupación por las diferencias cultura ción de los hijos e hijas de inmigrantes y de
les a un énfasis en la forma en que éstas se uti minorías étnico-culturales”. Revista de Educa
lizan para albergar la desigualdad. ción, 330: 99-136.
A pesar de estas distinciones en este tercer GARCÍA CASTAÑO, F. J.; GRANADOS
grupo de modelos, Besalú (2001) entiende el MARTÍNEZ, A. (1999): Lecturas para educa
enfoque del interculturalismo centrado en ción intercultural. Madrid: Trotta.
el diálogo y la interacción cultural en un pla GARCÍA CASTAÑO, F. J.; GRANADOS
no de igualdad real, lo que implica una refle M ARTÍNEZ, A.; GARCÍA-CANO TO -
xión y acción sobre los factores ideológicos y RRICO, M. (2000): Interculturalidad y Educa
estructurales que conllevan la desigualdad y ción en los noventa: un análisis crítico. Granada:
el racismo. No ofrece una visión idílica del in Junta de Andalucía.
terculturalismo, sino que, partiendo de que la GIBSON, M. A. (1984): “Approaches to Multicul
coexistencia de grupos culturales distintos es tural Education in the United States: Some
conflictiva, no niega ni las diferencias ni los Concepts and a Assumptions”. Anthropology
conflictos, aunque crea necesario rechazar el and Education Quarterly, 15(1): 94-119.
aislamiento que se sostiene sobre la heteroge MUÑOZ SEDAÑO, A. (2001): “Enfoques y
neidad. Se trata de favorecer la convivencia modelos de educación multicultural e inter
de diferentes grupos culturales en un medio cultural. Hacia una educación Intercultural:
común, donde el mantenimiento de esta di Enfoques y modelos”. Encounters on Educa
versidad se traduzca en la transmisión de la tion, 1, 81-106.
203 Integración religiosa
SLEETER, C. E.; GRANT, C. A. (1988): Mailing sión no sólo redefine la biografía individual
Chotees fo r Multicultural Education. Five Ap- del converso, sino que suele ir acompañado de
proaches to Race, Class, and Gender. New York: la creación o consolidación de vigorosas co
Macmillan P. C. munidades de neófitos que comparten dichas
experiencias novedosas a través de una rica
F. Javier García Castaño
vida intracomunitaria. Por otra parte, este ti
María Rubio Gómez
po de “pluralización endógena” a menudo
M. Lourdes Soto Páez
coincide temporal y espacialmente con un
proceso de “pluralización exógena”; grupos
Véanse además Aculturación, ALTER.1D AD ,
migrantes se establecen y generan sus propias
C O M U N IC A C IÓ N . C U L T U R A . D E S A
estructuras comunitarias, necesarias para
R R O L L O , D IF E R E N C IA Y D E S IG U A L -
mantener —aunque sea de forma rudimenta
I ) A I ), Diferencias naturales v diferencias so-
ria y adaptada al contexto de acogida— sus
cíales. Diferencias sociales y diferencias cultura
propias prácticas religiosas en su situación
les, I )iferencias sociolingiiísticas v desigualdad,
*diaspórica (Lacomba, 2001).
D IS C R IM IN A C IÓ N Y E X C L U S IO N SO
El surgimiento de nuevas comunidades
C IA L , E S T A D O -N A C IÓ N , Etnicidad, E x
religiosas sobre todo en determinados barrios
tranjero, Global V local, H IB R ID A C IÓ N ,
C éntricos de las Ciudades europeas y occi
I D E N T E ) A D , IN D I (i E X 1S M O , IN T E -
dentales, en general, implica el establecimien
C R A C K )N , I nterculturalidad, M IG R A -
to paulatino de una infraestructura adecuada
CIC) N E S , M IN O R í A S , M U E T I C U L -
para el ejercicio de las respectivas prácticas y
T U R A L IS M O , N acionalism o, Racism o y
ritos: nuevos lugares de culto, espacios públi
neorracismo, Segregación, Sociedad tic la in
cos de reunión de los feligreses, acceso a los
formación y del conocim iento, Sujeto inter-
^territorios públicos compartidos para cele
c u 11u r a 1, T R A BA J O , Tr a d u c c ió n.
brar ritos de paso y las celebraciones corres
pondientes a su ciclo festivo y litúrgico,
entrada a los cementerios municipales y la
Integración religiosa apertura de tiendas especializadas en ofrecer
Es en el ámbito de lo religioso y/o confe determinadas comidas —h alal o \osher, por
sional donde más nítidamente se ilustra la ejem plo—, bebidas rituales y la parafernalia
ambigüedad inherente al concepto de i n t e religiosa necesaria para ritos específicos. Este
gración. Dado que la sociedad mayoritaria y desarrollo de infraestructuras, destinadas a
sus instituciones sociales, educativas y cultu los miembros de la propia comunidad, se
rales de “acogida” perciben, problematizan y complementa luego con demandas de reco
definen con ello los “desafíos” o “déficits” de nocim iento del derecho de la “nueva reli
integración a partir de la visibilidad de prácti gión” dirigidas a la sociedad mayoritaria y sus
cas “anómalas” entre el grupo *m inoritario, instituciones; se trata de negociar la “permea-
la *diversidad religiosa se presta más que bilización” de las instituciones educativas, sa
cualquier otro tipo de diversidad, *diferencia nitarias y de servicios sociales frente a la
y/o desigualdad para “detectar” dichos de comunidad religiosa minoritaria y sus respec
safíos. Las prácticas religiosas, los cultos reali tivas prácticas, normas y creencias (Moreras,
zados por grupos minoritarios, se visibilizan 1999; Dietz y El-Shohoumi, 2005).
frente a una sociedad mayoritaria que tiende Es en esta esfera institucional donde más
a invisibilizar su propio *legado religioso- intensamente se evidencian los conflictos in
c u ltu ra l, a neutralizarlo como “lo norm al” terreligiosos e *interculturales. En función de
(Santamaría, 2002). su autodefmición y su autopercepción impe
El discurso institucional de la integración rante —^nacionalismo cívico versus nacionalis
religiosa tiende a visibilizar dos procesos di mo C tn ico , sociedad homogénea versus
ferentes, pero estrechamente entrelazados y sociedad de inmigración, etc.—, la sociedad
m u tu am ente in flu id o s, de p lu ralizació n mayoritaria tenderá a oscilar entre dos polos
religiosa y confesional. Por una parte, deter opuestos: entre la opción, por un lado, de ins
minados grupos ya establecidos en el seno de tar a las nuevas comunidades religiosas m i
la sociedad mayoritaria, tales como los neo- noritarias a invisibilizar por completo su
musulmanes españoles (Rosón, 2005) o los gi presencia pública —relegando sus prácticas re
tanos pentecostales (Cantón, 2004), acceden ligiosas al ámbito estrictamente privado,
crecientemente a nuevas experiencias religio siguiendo los parámetros del modelo laicista-
sas no-católicas; el proceso mismo de la conver asim ilacionista- o, al contrario y por otro
Integración religiosa 204
que tiene unas consecuencias sociales que van tos y en la subsecuente interpretación de lo
frecuentemente en la dirección contraria a la que ha sucedido” (Quinn y H olland, 1987:
de los valores que se quieren inculcar. Resulta 6-7). Los modelos constituyen constructos su
evidente que la cultura implícita en el concep mamente flexibles, a los que se puede recurrir
to de interculturalidad es un constructo al parcial o totalmente, pero son los individuos
que se le dota de entidad diferencial y conte los que los ejecutan sin ningún tipo de nor-
nido homogéneo. En el contexto antropológi matividad, y sujetos de la misma cultura los
co, el concepto de cultura ha pasado, de ser pueden poner en práctica de manera diferen
algo objetivable e integrado, a considerarse te. No hay en los modelos ningún determ i
una organización contextual de los recursos nante ineludible y, lejos de crear fronteras
a los que recurren los individuos para so infranqueables, cualquiera puede llegar a su
lucionar sus problemas cotidianos. No hay conocimiento fácilmente por la experiencia y
ninguna evidencia de que las diferencias in el aprendizaje. No tiene mucho sentido ad
terculturales operen en esos contextos sociales mitir que las mismas prácticas sociales reali
de forma distinta a como lo hacen las diferen zadas por muchos sujetos llevan siempre
cias intraculturales. Sin embargo, en los plan detrás los mismos argumentos, y mucho me
teamientos interculturales unas y otras son nos suponer que existen conductas que los
sometidas a un proceso de etnificación que, nativos de una cultura se ven forzados a
en vez de funcionar como plataforma para desarrollar, de forma más o menos convulsi
producir la interculturalidad que se procla va, como consecuencia de sus creencias y va
ma, genera ^fronteras y marca límites que lores, y que ello es un obstáculo para la
nunca han existido. convivencia intercultural. La separación de lo
El problema inicial que hay que afrontar público y lo privado es una realidad en todos
al abordar el tema de los contactos intercultu los grupos humanos, que afecta por igual a los
rales es la relación entre la cultura y los su nativos y a los que no lo son. Y el aprendizaje
jetos a los que, por motivos bastante cir de la vida pública está normalmente al alcan
cunstanciales, se les atribuye. De hecho, como ce de unos y otros.
consecuencia de una tradición particularista, Así pues, una visión esencializada de cul
se generalizó la idea de que la cultura genera tura, más que facilitar la convivencia y la
en los individuos determinados condicionan interacción social, genera barreras y funciona
tes psicológicos. No se puede negar que la como un obstáculo, incluso dentro de la tole
apariencia de profundidad de las diferencias rancia, para anular las diferencias y la des
está enraizada en una serie de de convencio igualdad de oportunidades de los ciudadanos
nalismos que se reiteran y hacen posible la por motivos culturales. No es extraño que,
interacción social: en estas circunstancias debajo de tanta prevención y prospectiva para
“nosotros hacemos esto y ellos esto otro”. Esta inculcar el respeto entre las diferentes cultu
es una forma frecuente y cotidiana de homo- ras, hayan vislumbrado algunos una versión
geneizar las diferencias, que no desaparece amable del viejo *racismo: no se rechaza ex
cuando “el otro”, tras un rápido aprendizaje, plícitamente al diferente, incluso se le recono
pasa a hacer las mismas cosas que “nosotros”. ce su derecho a ser *distinto, pero, por el hecho
El concepto de mentalidad para explicar las de pertenecer discursivamente a otro colec
diferencias y justificar los desencuentros es tivo culturalm ente definido, se le recorta
todavía bastante común. Sin embargo, la no derechos y oportunidades. Si los ^recursos
ción de modelo cultural, que se utiliza en la culturales sólo tienen sentido en contextos
antropología cognitiva para explicar las con sociales específicos, defender a ultranza la
ductas y formas de pensar contextúales, no continuidad acontextual de determinadas
tiene mucho que ver con esos supuestos con prácticas culturales es un ejercicio tan teórico
dicionantes psicológicos: “Los modelos cultu como socialmente ineficaz, que sólo puede
rales... se utilizan para ejecutar una gran llevar consigo la *marginación. De esta ma
variedad de tareas cognitivas. A veces estos nera se corre el riesgo de que a la gran
modelos sirven para fijar metas para la ac cantidad de circunstancias, más o menos
ción, en ocasiones se usan en la planificación estructurales, sobre las que se asientan las di
de la realización de esas metas o para dirigir ferencias sociales en un grupo humano, se
su consecución, a veces para dar sentido a las añada la supuesta procedencia cultural.
acciones de los demás y entender sus objeti Por ello, desencializada la cultura y admi
vos; a veces para producir verbalizaciones que tida la igualdad de capacidades y el carácter
pueden tener su papel en todos estos proyec construido de los colectivos culturales y de las
207 Interculturalidad
sea, los llena de itinerarios innombrables (Cer- convierte en un no-lugar, en un espacio no re
teau, 1980). Para M. de Certeau el lugar se conocido y lleno de gentes que circulan sin
deshace, pero también se rehace en no-lugar, y mayor reconocimiento. Otro elemento a su
quizá por ello no se connota negativamente, brayar son los llamados ^territorios públicos
pues el no-lugar es un espacio cambiable a la de socialización —plazas, parques, centros de
escala de la persona y, por tanto, constituye an recreo...—. Por su naturaleza de circulación
tes que nada un Aflujo de experiencias. constante dan la impresión de ser de todos y
Por su parte, Marc Augé sustenta que el de nadie. Lo que marca su referencia de lugar
pasaje está marcado por el mundo contempo o no-lugar son las prácticas sociales que allí se
ráneo y es sinónimo de velocidad que m e realicen. “Un botellón” hará de una plaza un
dia, que induce a la mera tran sferen cia y al no-lugar si recurrimos a su definición “de
tran sp orte casi anónimo de un lugar a otro. hombres anónimos, ajenos por un periodo de
Según Augé, los no-lugares no pueden defi tiempo a su identidad -m ás allá de la genera
nirse como espacios de identidad, relaciónales ción—, origen u ocupación”. Pero en cuanto la
o históricos, puesto que son espacios que se limpieza llegue y amanezca el día con pasean
caracterizan por su propia condición de en tes jubilados o madres tomando el aire con sus
claves anónimos para hombres anónimos, hijos pequeños, esa plaza se convierte en el lu
ajenos por un periodo de tiempo a su identi gar de referencia e identidad del barrio, del
dad, origen u ocupación. En esta medida se pueblo. Ver el no-lugar en un #espacio de
plantea que los no-lugares se ubican en marcado indicaría que hay, por excelencia y
autopistas y habitáculos móviles llamados de manera bien delimitada, prácticas moder
“medios de transporte” —aviones, trenes, au nas o posmodernas de prácticas clásicas o me
tomóviles—, aeropuertos y estaciones ferro dievales, en su defecto. Cuando lo que sucede
viarias, estaciones aeroespaciales, grandes en verdad es que las prácticas pueden entre
cadenas hoteleras, parques de recreo o super cruzarse o realizarse en los mismos espacios
mercados, entre otros espacios de su mismo en tiempos diferentes. Es eso, el tiempo y la
género. En esta definición el no-lugar aparece actividad realizada, lo que fabrica el no-lugar.
más como un fuera de lugar que como un Mientras el lugar es ese “espacio estriado”
no-lugar. que se caracteriza por el control, la medida, la
Proponemos aquí definir el no-lugar co localización precisa, la organización estatui
mo un espacio producido por la sobremoder da, el no-lugar conforma un “espacio liso” en
nidad, que no podría ser *acotado de manera el que no existe ningún punto de referencia fi
físicamente establecida, sólo se puede caracte jo, ningún obstáculo en el sentido de que la
rizar a través de rasgos que, en general, úni libertad de ^movimiento resulta completa.
camente existen en mecanismos de juicio ex Para Deleuze y Guattari (1980), un espacio
terno. El no-lugar es un efecto producido estriado, lo que hemos denominado lugar, es
por procesos de territorialización circunstan aquel que las sociedades organizan para ha
cial que bien pueden denominarse en a cer funcionar sus valores, constituye la ins
jenación de lugar. Es un efecto de ciertos luga cripción de un *código —social— sobre el
res, que no permite adaptarse, sino tan sólo espacio. Es un espacio fabricado para devol
instalarse debido a restricciones circunstan ver un orden necesario. Por el contrario, el
ciales. El no-lugar, más que con el espacio, espacio liso o lo que hemos denominado
tiene que ver con el tiempo, con un tiempo no-lugar significa que podemos desplazar
practicado, con una intersección de ambulan nos sin necesidad de una territorialización
tes, como diría M. de Certeau, puesto que la obligatoria. Este está ocupado por eventos o
enajenación de lugar, que es su característica especificidades, mucho más que por cosas for
básica, puede aparecer en localizaciones de madas o percibidas. Es un espacio de efectos
diversa índole y por tiempos acotados según más que de propiedades —como es el lugar—.
el desarrollo de la situación circunstancial. Resulta una percepción a-óptica más que óp
Por ello no sería posible naturalizar los no-lu tica. Constituye un espacio intensivo más que
gares y situarlos emblemáticamente en aero extensivo, de distancia y no de medida; spa-
puertos, autopistas o hipermercados. En el tium intenso en lugar de extensio.
análisis del no-lugar es clave contem plar la Así el lugar se relaciona con el no-lugar.
temporalidad como la circulación del tiempo Se puede pasar recíprocamente de un lugar a
físico y social. Pongamos por caso el de un te un no-lugar. Lo que tendremos que examinar
rremoto: en los momentos de caos y dolor, el en todo caso es qué pasa del uno hacia el otro
lugar con su peso histórico y de identidad se para que sea definido de una u otra manera.
Lugar y no-lugar 212
líos que requieren una actuación unitaria pa área metropolitana se aplicaba a un espacio
ra todo el espacio urbano. Cuestiones como la urbano formado por diversos municipios.
red viaria, el sistema de transporte colectivo, Los límites de su espacio en este caso podían
la red de aprovisionamiento de agua, el alcan resultar controvertidos, pero en general se es
tarillado y posteriormente las redes de ener tablecían a partir de una funcionalidad deter
gía y comunicación exigían una actuación minada. Las áreas metropolitanas podían
unitaria que chocaba con el desbordamiento estar definidas por la existencia de un merca
del espacio urbano más allá del límite del mu do de trabajo unitario, de forma que se podía
nicipio ^central. habitar en un municipio o en una localidad y
Ante ese problema se plantearon alterna trabajar en otra integrada dentro de esa área.
tivas diferenciadas. La primera de ellas fue la Un área metropolitana podría estar com
extensión del ámbito municipal englobando puesta por distintos municipios con funciones
en un solo municipio los municipios circun diferenciadas, podía tener uno o varios cen
dantes. Esta alternativa se refleja en la dismi tros que debían estar conectados entre sí para
nución del número de municipios que se facilitar la posibilidad de una interacción en
produce en algunos países al final del si tre ellos. Un área metropolitana era sobre to
glo XIX y comienzos del siglo XX. En otras oca do un espacio funcional y plurinuclear, pero
siones se revisa la propia concepción del espacio con una cierta jerarquía, aunque ésta fuera
municipal como unidad básica de gestión del múltiple, es decir, aun cuando los centros
territorio y se amplían sus límites de forma principales asumieran funciones diferentes.
generalizada. Todavía quedan trazas de esa
agregación; los municipios rurales en Portu
Del área metropolitana
gal o en Galicia solo tienen un carácter admi
a la megalópolis
nistrativo frente a un asentamiento basado en
parroquias. El crecimiento de las concentraciones ur
banas ha ido aumentando a lo largo de los úl
timos siglos. En las grandes ciudades no ha
De la urbe a la metrópolis
habido límites a la concentración de las pobla
Pero la ampliación del ámbito municipal, ciones procedentes de todo el mundo. La ur
ya sea de forma generalizada, como en la si banización del planeta ha avanzado a un
tuación de Portugal, o de forma puntual, en el ritmo intenso. La población urbana pasa de
caso de las ciudades más grandes, tenía el lí alrededor de 150 millones, a finales del s. XIX,
mite de la propia continuidad de una sobera a los más de 3.000 millones un siglo más tarde,
nía cuya desaparición debería hacerse por constituyendo cerca de la mitad de todo el
decisión propia. Por otra parte, la extensión contingente mundial. El aumento supera con
del tamaño municipal, si bien facilitaba la creces el crecim iento de la población m un
gestión de ciertos elementos, llevaba a un dis- dial, aunque su reparto es dispar. Mientras
tanciamiento de los individuos respecto a los Asia y A frica conservan aún una propor
órganos de gobierno más básicos que dificul ción de población rural significativa, ésta se re
taba otros aspectos de la gestión. Los órganos duce a menos del 25% en Europa y América.
de gobierno quedaban alejados y separa En los últimos años han sido sobre todo las
dos de los problemas concretos que podían grandes ciudades las que han experimentado
afectar a una localid ad determinada. un mayor crecimiento, alcanzando elevadas
La respuesta fue la creación de organismos cifras de población. De las dos ciudades que
con capacidad de gestión sobre distintos ámbi sobrepasaban los 10 millones de habitantes, a
tos municipales que constituyeran una cierta mitad del siglo XX, se ha pasado a 18 ciudades
unidad. La cuestión entonces estribaba en la en la actualidad y su número sigue creciendo
definición de esa unidad, surgiendo el concep a la vez que la extensión y población de las
to de metrópolis y de área metropolitana. existentes. Algunas de estas ciudades siguen
La palabra “metrópolis” significa ciudad m anteniendo crecim ientos elevados, que
madre, y su sentido de origen es bastante más amenazan con llevar a la superación de todos
antiguo que el que tiene su aplicación a exten los lím ites que habíamos considerado ante
sas áreas urbanas. La metrópoli era el territo riormente en la definición de ciudad o de área
rio o la ciudad de origen. Se hablaba de un metropolitana. Son ciudades con diferentes
territorio metropolitano como el formado por formas y distinto grado de funcionalidad, con
la unidad de origen de una nación que estaba mayor o menor potencial económico, pero to
compuesta de varias partes. Por su lado, el das ellas con problemas de una gran dimen
215 Megalopolis
sión que exigen una gran capacidad de ges Emergencia de la ciudad global
tión.
La cuestión está en que todo parece indi
Pero el continuo crecimiento de las ciuda
car que las nuevas tecnologías del transporte y
des y su extensión en el territorio ha llevado a
de las comunicaciones llevan a extender aún
la introducción de nuevos conceptos para
más el territorio de estas megalópolis frente a
proceder a su calificación. El concepto de área
lo que podría ser el desarrollo de un sistema
metropolitana entra en desuso y viene a ser
de ciudades relacionadas entre sí, tal como
sustituido por el de Región Urbana Funcio
había descrito Christaller (1966).
nal, que en principio integra lo que también
De todas formas, el impacto de las nuevas
se denomina un valle de empleo. Con esta de
tecnologías y el desarrollo de la *sociedad del
terminación se trata de resaltar tres elementos
conocimiento han llevado a replantear la pro
importantes. El primero es que el espacio re
pia noción de las relaciones espaciales, lo que
gional supera el ámbito municipal. El segun
indujo al geógrafo sueco Hägerstrand (1977)
do es que se trata de un espacio urbanizado,
a introducir la idea de que se estaba dando un
en el que el área construida destaca frente a
encogimiento del ^espacio y del tiempo, pro
los posibles espacios vacíos o espacios agríco
ducido por las facilidades de la comunicación
las. El tercero es el carácter funcional de su
a distancia y del sistema de transporte. Este
delim itación, en el doble sentido de experi
fenómeno, recogido y comentado por gran
mentar un funcionamiento unitario y de en
parte de los científicos sociales (Giddens,
globar espacios integrados funcionalm ente,
1991; Castells, 1996; Harvey, 1989), supone
es decir, territorios que podrían tener funcio
que se diluyen las distancias y que los lugares
nes diferenciadas que contribuirían a la ope-
como espacios de vinculación pierden su rele
ratividad unitaria de esa región urbana.
vancia para dar paso a una relación reticular
El otro fenómeno que se escapa de la con
en la que la distancia se difumina, disminuye
cepción de Area M etropolitana es el que se
o simplemente desaparece. La consecuencia
caracteriza por un *desarrollo del espacio ur
es, sin duda, la emergencia de un tipo nuevo
bano fuera de toda proporción, estando cons
de ciudad en la que la pérdida de la fricción
tituido por ciudades que mantienen una
espacial lleva a reconsiderar el propio concep
cierta unidad, con un centro principal y unos
to de megalópolis, conurbación o región ur
centros secundarios que vienen envueltos en
bana. Esa ciudad emergente sería la ciudad
una serie de periferias, extendiéndose en un
red construida por las interacciones de las ciu
ancho espacio e integrando poblaciones que
dades que la forman que, en definitiva, serían
superan los diez millones de habitantes. La
los principales núcleos urbanos del planeta y
proliferación de estos espacios ha llevado a
que se enganchan en esa red con intensidades
que se les califique de megaciudades para es
y funcionalidades diferentes.
tablecer una cierta distinción con las ciudades
de proporciones más limitadas. Esa nueva ciudad red perdería su condi
Pero esta delimitación no abarcaba otras ción espacial para convertirse en una ciudad
formas de asentamiento en las que el espacio que, aunque fuera virtual, no dejaba de ser
urbano se extendía a lo largo de un territorio real. Las ciudades globales, cuyas característi
extenso y en el que la interacción resultaba im cas definió Friedman (1986) y posteriormente
posible, pese a existir una cierta continuidad. Saskia Sassen (1991), pasarían a ser los princi
Se trataba de algo parecido a una sucesión con pales nodos de esa retícula, en la que todas
tinua de ciudades o áreas metropolitanas a lo aquéllas estarían conectadas. Pero la jerarquía
largo de un territorio, como ocurre en ciertas de los asentamientos y la relación funcional se
zonas del planeta —costa este de Estados Uni reproducen en esa red de la ciudad global. Las
dos o centro de Europa—, en donde en un espa grandes diferencias sociales y económicas que
cio limitado se sucede un rosario de ciudades caracterizaban a la gran ciudad se reproducen
de elevado tamaño o de áreas metropolitanas. a escala planetaria, apareciendo mucho mayo
La definición de ese fenómeno ha sido di res que en cualquiera de las ciudades que
fícil. La palabra conurbación o megalópolis componen esa retícula. Este es uno de los
viene a expresar este tipo de fenómenos, aun principales retos con los que se enfrenta la
que sólo sea por una distinción formal con gestión planetaria de esta ciudad global.
otros conceptos. Una megalópolis o una co Desde esa consideración, el mundo entero
nurbación sería una sucesión de ciudades o de constituiría una gran megalópolis, en la que
áreas metropolitanas que adquiere dimensio cada una de sus regiones urbanas no serían
nes colosales. más que un barrio más o menos pintoresco de
Mestizaje 216
esa gran ciudad, al que podríamos viajar de HÁGERSTRAND, T. (1975): “Survival and Are
forma virtual o física con una gran facilidad. na: On the life history of individuáis in rela-
Esos nodos o ciudades insertas en la red g l o tion to their geographical environment”, en
bal competirían entre sí por el capital, el T. Carlstein, D. Parkes y M. Thrift (eds.), H u
^trabajo y los recursos. Eso no llevaría a la man activity and Time Geography. London: Ar-
desaparición de esas ciudades que se han tra nold, 47-63.
tado de definir de forma diferente a medida H ARVE Y, D. (1989): The postmodern condition.
que transcurría el último siglo, sino a la cons Oxford: Basil Blackwell.
titución de una nueva polis, que no sería más SASSEN S. (1991): The Global City N ew Yori
que una inmensa ciudad global. London, Tokio. Princeton: Princeton Univer
Los problemas de esta ciudad globalmega- sity Press.
lópolis amenazan con llevar a cabo su propia
Jesús Leal Maldonado
destrucción, pero, a pesar de lo que podría pa
recer, no consisten en asuntos técnicos o de pro-
visión de recursos. E n tre los principales Véanse además Centro-periferia, Ciudadano,
problemas que se plantean destaca el de su CIUDADANÍA, COMUNICACIÓN, D E
propia id en tid ad . El intercambio entre ur SARROLLO, Diferencias sociales v diferen-
banistas y técnicos ha homogeneizado tanto el cias culturales, Espacio red, ESPACIO-
espacio de las grandes ciudades, que es difícil TIEMPO, Espacios locales, F R O N T E R A ,
distinguir la identidad de amplias zonas in Frontera geográfica y administrativa. Fronte
cluidas en ellas. La extensión de las grandes ras políticas y religiosas, Global y local,
firmas y las cadenas de establecimientos glo IDENTIDAD, Lugar y no lugar, Nacionali
bales hace que proliferen soluciones y paisajes dad, Sociedad de la información v del conoci
que se asemejan entre sí. El problema de esas miento, T E R RITC )R 1OS, TR ABAJO.
ciudades es la identificación de sus habitantes
y de sus espacios frente a una proliferación en
las mismas de “no lugares” que se asemejan a
los de cualquier otra ciudad. La construcción
Mestizaje
de identidades y de lugares que faciliten la Según sostiene la ciencia genética, en sen
Comunicación interpersonal se convierte en tido estricto, hoy en día todas las poblaciones
uno de los grandes imperativos para poder so humanas existentes son mestizas. Hace por lo
brevivir, mientras que la constitución de re menos cuarenta mil años, la especie H om o sa
des de relación y participación se hace cada piens sapiens empezó a dispersarse y a ocupar
vez más imperiosa para poder gobernar estas toda la superficie de la Tierra con las mismas
ciudades que se convierten en la expresión características que nos distinguen en la actua
más destacada de la humanidad. lidad de todas las demás especies animales
—incluyendo a las más próximas a la especie
humana que existieron en tiempos pasados—
Bibliografía En consecuencia, sean cuales sean los sentidos
que decidamos adoptar para definir el térm i
BURGESS, E. (1967): “The growth of the city: an no mestizaje, todos los seres humanos, indivi
introduction to a research project”, en R. Park, dual y colectivam ente, somos mestizos. A
E. Burgess y R. McKenzie (eds.), The city. Chi pesar de una apariencia externa de homoge
cago: University of Chicago Press, 47-62. neidad fenotípica, poblaciones que han vivido
CASTELLS, M. (1996): The Information Age: Eco- en un relativo aislamiento durante varios si
nomy, Society and Culture. Volumel. The Rise o f glos e incluso milenios, conforme ocurre con
the Networf^ Society. Cambridge: Blackwell. los islandeses, son tan mestizas desde un pun
CHRISTALLER, W. (1966 [1933]): Central Places to de vista biológico como los pueblos del Me
in Southern Germany. New Jersey: Prentice diterráneo, del archipiélago indonesio o de
Hall. Traducción del original: D ie zentralen América Latina, considerados habitualmente
Orte in Suddeutschland. Jena: Gustav Fischer. muy “mezclados” racialmente. De este modo,
FRIED M AN N , J. (1986): “The World City desde un punto de vista biológico, la historia
Hypothesis”. Development and Change , 17: de la especie humana puede entenderse como
6983. la historia de la formación de varias poblacio
GIDDENS, A. (1991): Modernity and self identity. nes que permanecieron relativamente aisla
Selfand society in the late modern age. Cambrid das y estables en nichos ecológicos o cerradas
ge: Polity Press. en sus procesos migratorios. El propio énfasis
217 Mestizaje
sobre el mestizaje indica el reconocimiento de mestizaje, generada por la *elite blanca de los
esas características físicas, secundarias y exte países latinoamericanos desde finales del si
riores, de las poblaciones humanas. Tanto es glo XIX, se filtró por el tejido social hasta las
así que es posible atribuir la noción de “mesti clases populares, que también lo celebran a
zo” a un ser humano que manifieste rasgos de través de diversos medios expresivos y perfor-
más de una de esas características secunda mativos, como resulta constatable en las
rias, identifícadoras de las diferentes “razas” músicas, los bailes, la poesía popular, los
históricam ente definidas. En suma, el con autos dramáticos y las artes plásticas. En este
cepto de m estizaje es una construcción que sentido, el mestizaje pasa a considerarse un
sólo adquiere sentido cuando se considera en auténtico *patrimonio de los pueblos latino
relación con su par, la noción de raza. americanos, una particularidad y una excep
Ello nos conduce a la paradoja básica de la ción de esta región del planeta.
idea de mestizaje. Un mestizo se forma a par El idioma del mestizaje se ha extendido,
tir de dos o más razas. Sin embargo, el para no obstante, desde la metáfora racial a la me
digma dominante de las ciencias biológicas táfora cultural. En esta línea, se habla de mes
afirm a vehementemente que no existen ra tizaje cultural y se celebran las grandes tra
zas, que sólo hay una única raza humana. A diciones culturales de alcance nacional en
esto responde que se haya impuesto necesa los países latinoamericanos como si fueran
riamente la noción de poblaciones humanas tradiciones mestizas. En Brasil el Carnaval se
como sustituto heurístico del concepto obso celebra como mestizo y la samba se define co
leto de raza, de manera que nos permita se mo el género musical mestizo, y ambos se
guir usando la idea de m estizaje. En caso consideran una ^síntesis de las contribuciones
contrario, sucederá con el concepto de mesti de las tres razas constitutivas del país. En A r
zaje lo mismo que ha ocurrido con la noción gentina también se entiende que el tango es
de raza: estará sujeto a constantes y radicales mestizo. En los países andinos se invoca asi
cuestionamientos, teóricos y prácticos. mismo al mestizaje cultural para describir las
Con todo, la palabra mestizaje encuentra fiestas populares. Con esta ampliación de la
su mayor difusión en el sentido ideológico de metáfora del m estizaje entra en funciona
caracterizar a algunos grupos humanos que miento una biologización no solamente de la
se autodefinen estratégicam ente, frente a cultura, sino a la par de la sociedad. Las tres
*otros considerados “puros” u homogéneos razas no sólo están presentes en las fiestas de
racialm ente, como mestizos. Esta ideología carnaval, sino que los propios símbolos de es
del mestizaje es especialmente importante en ta celebración serían mestizos, combinando
América Latina, que se ve mestiza en oposi elementos simbólicos de las tradiciones euro
ción a Estados Unidos y a Sudáfrica durante peas, indígenas y africanas.
el régimen del *apartheid\ naciones ambas La ideología del m estizaje ha sido una
que se definen como ^segregadas y, en conse marca predominante de la intelectualidad la
cuencia, no mestizas. Además de la metáfora tinoamericana, hasta el punto de que escrito
biológica y racial, la idea de mestizaje presen res, pensadores y científicos sociales de los
ta también dimensiones Culturales, lingüísti más diversos espectros políticos e ideológicos
cas e incluso epistemológicas. celebran el mestizaje de sus respectivos países
Dejando a un lado, en principio, una eva en términos extrem adamente similares. En
luación de la capacidad explicativa o interpre los años veinte del siglo pasado, el mexicano
tativa del concepto analítico o científico de José Vasconcelos hablaba de una raza cósmica
m estizaje, resulta importante separar este latinoam ericana, resultado de un m estizaje
constructo de su utilización como ideología di supuestamente singular ocurrido en el conti
fundida por toda América Latina. En un pri nente. Para él, alcanzar la madurez como na
mer nivel, los países latinoamericanos se ción ^moderna implicaba ir más allá de las
asumen racialmente mestizos, como si fueran cuatro razas y desarrollar una quinta raza,
la síntesis de tres razas —blanca, negra y ama cósmica, inclusiva, abierta al futuro y esen
rilla o indígena—. Las metáforas de esta con cialmente no *discrim inadora. En los años
formación mestiza de nuestros pueblos son treinta, Gilberto Freyre condujo tan lejos esta
diversas. En Brasil se utiliza la fábula de las celebración del mestizaje que llegó a defen
tres razas, mientras que en los países hispáni der una supuesta suavidad del régimen de
cos se habla del “crisol de razas”, en referencia ^esclavitud en Brasil en comparación con Es
igualmente a los orígenes europeos, africanos tados Unidos, argumentando que ese sistema
e indígenas de la población. Esta apología del favorecía la mezcla de razas. Gilberto Freyre
Mestizaje 218
también formuló, ya en los años setenta del si que desafía la base de la ideología del mesti
glo pasado, la idea de una “metarraza” surgi zaje en América Latina. Los m ilitantes pro
da de la modernidad, en la misma línea de la inclusión afirman que es cierto que existe una
raza cósmica de José Vasconcelos. Incluso mezcla de razas intensa en los países latino
Fernando O rtiz, intelectual bastante menos americanos y que este m estizaje ha hecho
conservador que Freyre, hizo apología de la proliferar una amplia gama de colores de piel
sociedad cubana resaltando el “inmenso mes y otros caracteres fenotípicos secundarios. Sin
tizaje de razas y culturas que influyeron en la embargo, este mestizaje nunca ha garantiza
formación de aquel pueblo”. Lo único que do la igualdad de oportunidades y la ciudada
hizo Fernando Ortiz fue exponer de una ma nía para todos. Puede decirse que el mestizaje
nera más explícita lo que habían dicho dife no ha inhibido, de hecho, la reproducción de
rentes políticos e intelectuales, tales como nuestro ^racismo posesclavista. Más todavía,
Fidel Castro, Ernesto “Ché” Guevara, Gabriel el blanqueamiento, que se traduce en privile
García Márquez, Octavio Paz, Mario de An- gios para los que son más blancos, es el lado
drade o Isabel Allende: la celebración de la la- racista aún intocado de este m estizaje cele
tinoamericanidad en términos de mestizaje brado a lo largo de todo el s. XX por las elites
tanto cultural como racial. Se trata de una nacionales latinoamericanas, de derecha y de
ideología tan poderosa, a nivel continental, izquierda. El cuestionamiento político del
que hasta el historiador francés Serge G ru- mestizaje incide en aspectos profundos de la
zinski ha titulado a uno de sus libros más constitución de las sociedades latinoamerica
recientes sobre los procesos de hibridismo nas, hasta el punto de que anuncia una verda
cultural en las Américas como E l pensamiento dera refundación de nuestras repúblicas,
mestizo. forjadas en el siglo XIX sobre bases #eurocén-
En este comienzo de siglo, dicha ideología tricas y racistas.
del mestizaje está siendo muy cuestionada en
Brasil, en Colombia y en los demás Estados
que componen la Diáspora Africana en Ibe Bibliografía
roamérica. Y asimismo se cuestiona en los paí
ses andinos de mayoría indígena, liderados BHABHA, Homi (1994): The Location o f Culture.
por Bolivia y Ecuador, sobre todo en el con London, New York: Routledge.
texto de la contestación y los movimientos an- CARVALHO, José Jorge de (1988): “Mesti^agem
tirracistas que demandan ^reparaciones y e Segregado”. Revista Humanidades , Ano V,
*acciones afirmativas dentro de un marco 17:3539.
general de lucha por la *ciudadanía y la igual — (2002): “Las culturas afroamericanas en Ibe
dad de derechos, negados ambos mayoritaria- roamérica: lo negociable y lo innegociable”,
mente hasta el día de hoy a los no blancos de en N. García Canclini (org.), Ibeoamérica
América Latina. 2002. Diagnóstico y propuestas para el desarro
Por primera vez desde la independencia llo cultural. Madrid: OEI/México: Santillana,
de las naciones latinoamericanas, el discurso 97-132.
ideológico del mestizaje empieza a salir del CAVALLI-SFORZA, Luigi Lúea (2003): Genes,
lugar supuestamente universal y positivo que Povos e Línguas. Sao Paulo: Companhia das
siempre ha ocupado y pasa a ser cuestionado Letras.
por los no blancos —negros, mulatos e indíge CAVALLI-SFORZA, Luigi Lúea; CAVALLI-
nas—como una retórica del mestizaje única SFORZA, Francesco (2002): Quem Somos?
mente blanca. Muchos intelectuales y líderes Historia da Diversidade Hum ana. Sao Paulo:
negros e indígenas ya no aceptan esta ideolo Editora UNESP.
gía de una nación mestiza y han pasado a afir GRUZINSKI, Serge (2001): O Pensamento Mesti
mar una ^identidad negra e indígena frente a zo. Sao Paulo: Companhia das Letras.
la identidad blanca privilegiada por las elites LÉVI-STR AUSS, Claude (2000): Race et Histoire-
del poder. Esta crítica se ha multiplicado so Race et Culture. Paris: Presse de l’UNESCO.
bre todo después de la I I I Conferencia M un MUÑOZ BERNAND, Carmen (1993): “Altérités
d ial contra el Racism o, la X en ofobia y la et métissages hispano-americains”, en Chris-
D iscrim inación R acial realizada en Durban, tian Descamps (dir.),Amériques latines: une al-
en Sudáfrica. térité. Paris: Editions du Centre Pompidou,
Los movimientos políticos y sociales que 13-28.
están comprometidos en la lucha por la inclu SEGATO, Rita Laura (1998): “The Color-Blind
sión *étnica y racial aducen un argumento Subject of Myth, Or Where to Find Africa in
219 Migraciones
the Nation”. Annual Review o f Anthropology, tución en enero de 1958 (1989) en donde plan
27: 129-151. tea una serie de problemas absolutamente se
VASCONCELOS, José (1948): Raza Cósmica. M i minales. De acuerdo con Mitchell (1989: 43),
sión de la Raza Iberoamericana. Buenos Aires: hay que distinguir entre la “incidencia” y la
Espasa-Calpe. “tasa” de migración. “Cuando se habla de in
cidencia nos referimos a un conjunto de cir
José Jorge de Carvalho
cunstancias únicas que inducen a un
emigrante particular a abandonar su área ru
Véanse además Acciones afirmativas, A L T E -
ral”. “Los factores personales que hemos des
R 1D A D , A partheid, C IU D A D A N ÍA , C rio-
crito han sido responsables de la migración en
11i/.ación, C U L T U R A, I ) ISC R IM 1N A C IÓ N
muchas instancias individuales. Pero ellos
Y E X C L U S IÓ N S O C IA L , Discrim inación
en sí mismos no explican la salida continua de
positiva, E L I T E S , Esclavitud, E tn icid ad ,
tanta gente. Una causa mucho más universal,
Etnocentrism o y relativismo cultural, G L O -
f * *
y ciertamente la más importante de todas, es
RALI Z A C IO N , 1 11B R ID A C IO N , ID E N -
ía necesidad económica.”
TI DAD. 1NDIG ENISMO, Modernidad,
“Los factores económicos parecen afectar
PA T R IM O N IO , Racismo y neorracistno, Se
la tasa de migración de trabajo a través de dos
gregación.
condiciones relacionadas. La primera se re
fiere a la posibilidad de subsistencia en las
áreas rurales.” Cuando esta subsistencia es
Migraciones imposible, la gente emigra. “El segundo con
Un tratam iento general de los procesos junto de condiciones económicas básicas se
migratorios parece requerir niveles de análi refiere al nivel de vida y a las nuevas necesi
sis teóricos más o menos coherentes y capaces dades que aumentan mucho por el contacto
de dar cuenta de la mayor parte de fenómenos con la civilización occidental.” Encontramos
posibles. Esta dimensión es quizás la más ol ya aquí perfectamente formulada la idea de
vidada en los estudios sobre migraciones. En que la penetración capitalista juega un papel
este sentido, tal vez el proyecto más ambicio importante en la iniciación de migración de
so sea el de Massey, Araujo, Hugo eta l. (1998). trabajo a gran escala. De ello hablarán poste
Al principio de esta obra se dedica una buena riormente Portes, Walton o Saskia Sassen sin
parte a la exposición de las teorías sobre los añadir demasiado a lo que se había dicho
procesos migratorios, pero se lleva a cabo una treinta años antes. Todos los antropólogos
exposición puramente acumulativa en la que conocen las relaciones estrechas que el Rho
no se establecen jerarquías explicativas y otras des-Livingstone Institute tiene con el D e
veces se apilan elementos teóricos, unos al la partamento de Antropología social de Man-
do de otros, sin ordenarlos demasiado. Con chester. Esto explica que, como vamos a ver,
ello el análisis de las teorías sobre las m igra la noción de “red social” se desarrollara en
ciones se convierte en poco más que una des dos lugares. Desde este punto de vista, resulta
cripción, llevada a cabo a un cierto nivel de interesante comprender lo que dice Mitchell
abstracción. Todo intento de jerarquizar y or (1989: 47): es posible “ver la migración de tra
denar las teorías o elementos teóricos, procu bajo como la resultante de la operación de dos
rando establecer pesos causales o explicativos influjos opuestos. Desde el punto de vista de
a cada una de ellos, debe presuponer que no se las áreas rurales, las tendencias económicas
puede hablar de una única teoría capaz de dar actúan normalmente de un modo centrífugo
cuenta de la migración. Más bien existen forzando a los hombres, y a veces a las m uje
fragmentos teóricos que unas veces pueden res, a salir hacia fuera, a centros de trabajo
ser unificados y otras no; pero esto no quiere alejados en donde son capaces de ganar sala
decir que sea legítimo analizar las teorías co rios en dinero que les permiten satisfacer sus
mo una especie de florilegio en donde se trata necesidades. El sistema social, que opera bási
de sumar elementos que no tienen mucho que camente a través de la red de relaciones socia
ver los unos con los otros. les, tiende a actuar de un modo centrípeto
Quizás sea conveniente partir de algunos manteniendo a cada individuo en su puño, de
puntos de vista que estaban presentes entre tal manera que pueda resistir los influjos que
los antropólogos que formaban parte del lo atraen hacia fuera”. Aparece aquí una de
Rhodes-Livingstone Institute en los años cin las ideas más interesantes en el análisis de la
cuenta y sesenta del siglo pasado. J. Clyde migración: la distinción entre las fuerzas que
Mitchell presenta una ponencia en esta insti atraen a los individuos hacia fuera, a *salir de
Migraciones 220
su lugar de origen, y las otras fuerzas que lo productiva, sopesando sus habilidades, pero,
obligan a quedarse en su *lugar. Mitchell di antes de llegar a ello, deben gastar en *viajar y
ce, con razón, que la cuestión radica en la pro mantenerse cuando se están moviendo y bus
pia estructura social, actuando a través de las cando trabajo, tienen que aprender un idio
redes de relaciones. Según nuestro autor, estas ma nuevo y adaptarse a un nuevo mercado de
redes de relaciones servirían como fuerza trabajo. Pensamos que los elementos ofreci
centrípeta que atrae al migrante hacia su lu dos por esta microteoría tienen una gran va
gar de origen. En el momento en que se lleva lidez empírica y son útiles para explicar la
a cabo el análisis, Mitchell no comprende to incidencia de la migración, es decir, el aspecto
davía que en los procesos migratorios no sólo individual de los fenómenos migratorios. Pe
migran los individuos, sino que, con ellos, lo ro el hecho de que estas teorías, a nivel micro,
hacen las propias redes de relaciones que jue tengan una gran potencia explicativa, no im
gan entonces un doble papel (Tilly, 1990). plica que todo pueda ser explicado en base a
Por una parte, atraen a los migrantes hacia el ellas. No se puede afirmar, como hacen algu
lugar de origen y, por otra, hacia el lugar de nos defensores de la teoría económica neoclá
destino y los ayudan a emigrar. En estos plan sica, que los *flujos agregados de migración
teamientos de Mitchell aparecen los tres ni sean sumas de los movimientos y decisiones
veles en que se plantean las teorías de las m i individuales, que están basadas en una es
graciones. Se trata del nivel micro o de la timación de costos y beneficios. Los flujos
m icroteoría, denominado “incidencia” por agregados de migración, o lo que Mitchell de
Mitchell, el nivel macro o de la macroteoría, signaba con el término de tasa de migración,
que aquí se designa con el término de “tasa” y, vienen determinados por un conjunto de de
por último, el nivel meso o de la mesoteoría cisiones individuales que están basadas en
que sería el de las redes de relaciones. Alejan una consideración de la diferencia de salarios
dro Portes (1997: 810) afirma que, en contra entre el lugar de origen y destino y de las tasas
de posturas muy extendidas según las cuales de empleo/desempleo entre los dos lugares.
es necesario integrar las teorías macroestruc- Pero estas decisiones individuales vienen de
turales y las microestructurales, en el caso de terminadas por otros factores o constricciones
la migración los dos niveles no se pueden dentro de las cuales la elección tiene lugar.
unir; algo que no parece del todo exacto. Por esta razón, es absurdo pensar en el
La microteoría de las migraciones es bas flujo total de migración como algo que se ba
tante fácil de comprender si se tiene en cuen sa en la suma de los movimientos migratorios
ta que, de acuerdo con ella, el sujeto es el actor individuales. Sin embargo, también es absur
individual que actúa racionalmente y decide do afirmar que los movimientos migratorios,
emigrar, en cuanto que lleva a cabo un cálcu a veces o frecuentemente, no tengan nada que
lo de costos/beneficios y, en base a ello, descu ver con las diferencias en salarios o en la tasa
bre una ganancia neta por el movimiento de de empleo. Una cosa es decir que un diferen
un sitio a otro (Todaro, 1969; Harris y Toda- cial en salarios no es una causa necesaria y su
ro, 1970). De acuerdo con esta teoría la migra ficiente para la m igración internacional y
ción está basada en una elección individual algo muy distinto que no sea un fenómeno
entre distintos lugares con diferentes sala fundamental que está presente prácticamente
rios y probabilidades de obtener un empleo. siempre. Somos conscientes de que es posible
La migración internacional viene determina que la migración internacional no se pare o
da por las diferencias en la oferta y demanda frene cuando desaparece el diferencial en sa
de trabajo. Un país tiene una gran canti larios o tasas de empleo, pero esto no invalida
dad de trabajo en relación con el capital, lo cual la idea de la importancia de dicho diferencial.
lleva consigo un excedente de trabajo. Otro Aun así, parece que la desconfianza sobre el
país con una cantidad limitada de trabajo con valor explicativo de esta idea por parte de an
relación al capital tendrá salarios más altos. El tropólogos y sociólogos ha impedido la crea
diferencial en salarios hará que los individuos ción de teorías suficientemente potentes sobre
del país con salarios más bajos se muevan ha las migraciones, y la colaboración necesaria
cía el país con salarios más altos. La m igra entre los economistas y otros científicos socia
ción internacional se conceptualiza también les, lo que ha tenido graves consecuencias en
como una especie de inversión en capital hu el análisis de las migraciones. Sin embargo, la
mano (Sjastaad, 1962; Chiswick, 2000). Según explicación en base a las decisiones y actuacio
este punto de vista, la gente tiende a emigrar a nes individuales, así como la microteoría, de
aquellos lugares en los que puede ser más ben ser tenidas en cuenta.
221 Migraciones
Quizás el autor que más ha insistido en la lizar la terminología de Gary Becker, se pien
importancia de un dominio intermedio entre sa que en las familias se da una única función
el de las decisiones individuales y el nivel es de utilidad. Sin embargo, esto está bastante
tructural o m acroteórico sea Thom as Faist alejado de la realidad. La unidad doméstica
(Faist, 1997). El nivel “meso” es aquel en el debe ser considerada una arena de relaciones
cual los actores son estudiados a partir de las sociales organizadas alrededor de las líneas
unidades domésticas, redes sociales e institu generacionales, del género y del parentesco.
ciones, suponiendo que este ámbito interme Las relaciones se generan y refuerzan por las
dio es el que sirve para unir lo micro y lo ma- estructuras de poder, por los significados ideo
cro. En los años ochenta del siglo pasado apa lógicos y los sentimientos que contribuyen a
rece una teoría que pretendía oponerse a la jerarquía y #desigualdad dentro de la uni
algunos de los presupuestos del punto de vis dad doméstica. El conflicto y la lucha entre
ta neoclásico y que se autotitulaba, un poco los miembros de la familia por el control y el
pomposamente, “la nueva economía de la in cambio de las características del poder y de la
migración de trabajo” (Stark y Bloom, 1985; autoridad sobre la toma de decisión, la divi
Stark, 1996 y 1991). Los autores que propug sión del trabajo y de los recursos, son una par
nan este punto de vista parten de un pre te central de la dinámica de las unidades
supuesto ya viejo en la antropología y la socio domésticas (Pessar, 1988). La “Nueva Econo
logía de la migración. Se trata de la idea de mía de la Migración” parte de estos puntos de
que en el proceso m igratorio no son única vista y postula que las decisiones migratorias
m ente los individuos los que toman deci no son llevadas a cabo por actores aislados,
siones, sino que las unidades domésticas y fami sino por unidades más grandes de gente rela
lias desempeñan un papel fundamental. Una cionada tales como las familias o unidades
de las obras maestras de la literatura sociológi domésticas o incluso las comunidades. En es
ca sobre las migraciones es The Polish Peasant tos grupos los individuos actúan colectiva
in Europe and America, de W. I. Thom as y F. mente no sólo para maximizar los recursos,
Znaniecki, publicada entre 1918 y 1920 por la sino también para minimizar los riesgos y su
Universidad de Chicago, que muestra cómo perar los fallos del mercado. Las unidades do
las decisiones de los que emigran y de los que mésticas pueden controlar los riesgos en los
se quedan están basadas en la ruptura de la so que se encuentra su bienestar, diversificando
ciedad tradicional y, particularm ente, en la la utilización de recursos, tales como el traba
ruptura de la familia extensa, que crea nuevas jo (Stark y Lehvhari, 1982). Las unidades
posibilidades, especialmente a través de la domésticas pueden diversificar los recursos
afirmación creciente de la personalidad indi colocando a miembros distintos en diferentes
vidual. Investigaciones más recientes van a mercados de trabajo. Algunos pueden traba
insistir en la migración, no como una expre jar en el mercado local, otros pueden hacerlo
sión de la desorganización social, sino como más lejos, en el mismo país, y otros en un país
una estrategia activa para diversificar los re extranjero, con lo cual son capaces de contro
cursos en las zonas rurales. Quizás lo que se lar el riesgo a través de la diversificación.
necesite más claramente sea una descripción
procesual de los fenómenos migratorios en los
que se introduzcan procesos de organización Bibliografía
y desorganización social. De alguna manera,
el análisis admirable de Thomas y Znaniecki CH ISW ICK, B. R. (2000): “Are Immigrants Fa-
insiste mucho en los lazos comunales y de vorably Self-Selected?”, en C. B. Brettell y J. F.
otro tipo que ayudan a construir un nivel in Hollifield (eds.), Migration Theories. New
termedio o “mesonivel” entre el individuo y York: Routledge, en prensa.
las estructuras más amplias, y este dominio se FAIST, T. (1997): “The Crucial Meso-Level”, en
refiere a la desorganización o destrucción de T. Hamar, G. Brochmann, K. Tamas et al.
estos vínculos o a la organización o reorgani (eds.), International Migration, Immobility and
zación de los mismos; por ejemplo, cuando se Development. Oxford: Berg, 187-217.
interpreta la migración como una estrategia HARRIS, J. R.; TODARO, M. P. (1970): “Migra
de las unidades domésticas, ya sea para la su tion Unemployment and Development: a Two
pervivencia o para el avance económico. F re Sector Analysis”. American Economic Review ,
cuentemente se presenta a las familias o uni 60:126-142.
dades domésticas como algo cooperativo MASSEY, D.; ARAUJO, J.; HUGO, G. et al.
en donde los recursos se comparten. Para uti (1998): Worlds in Motion, Understanding Migra-
Migraciones. Redes sociales 222
tion at the End o f the Millenium. Oxford: Cla lonialism e, N om adism o y turism o, N U E
rendon Press. VOS M O V IM IE N T O S S O C IA L E S , Pos
MITCHELL, J. C. (1989): “The Causes of Labour colonialismo, Racismo y neorracism o, R evo
Migration”, en A. Zegeye y S. Ichema (eds.), lución técnico-com unicativa, S A B E R Y
Forced labour and Migration, Patterns o f Move S A 11E R E S, T E R R IT O R IO S , T R A B A ) O ,
ment within Africa. New York: Hans Zell, 28-53. Transculturación, Viajes y sistemas de movili
PESSAR, P. (1988): “The Constraints and Release dad, Violencia política. 1 ipos, Xenofobia y
of Female Labor Power: Dominican Migra xenof'ilia.
tion to the United States”, en D. Dwyer y
J. Bruce (eds.), A Home Divided. Women and
Income in the Third World. Stanford: Stanford
Migraciones.
University, 195-215.
PORTES, A. (1997): “Immigration Theory for a Redes sociales
New Century: Some Problems and Opportu En un artículo ya clásico publicado en la
nities”. International Migration Review , 31,4: American Jou rn al o f Sociology, “W hat is dri-
799-825. ving M exico-U.S. Migration? A theoretical,
SJASTAAD, A. (1962): “The Costs and Returns empirical and policy analysis”, Douglas Mas-
of Human Migration”.Journal o f Political Eco sey y Kristin Espinosa (1992: 989) realizan
nomy, 70: 83-93. una evaluación de las teorías sobre las *m i-
STARK, O. (1991): The Migration o f Labour. graciones entre México y Estados Unidos
Cambridge: Basil Blackwell. y llegan a una conclusión muy interesante.
STARK, O. (ed.) (1996): Migration Decision M a Después de considerar de una manera siste
ying. London: Jai Press. mática cuarenta y una variables y analizar
STARK, O.; BLOOM, S. (1985): “The New Eco cinco teorías sobre las migraciones interna
nomics of Labour Migration”. American E co cionales, afirman que la variable fundamen
nomic Review, 75 (2): 173-178. tal en la determinación de este proceso es la
STARK, O.; LEHVHARI, D. (1982): “On Migra “formación del capital social que tiene lugar
tion and Risk in LDCS”. Economic Develop porque la gente que está relacionada con los
ment and Cultural Change, 31 (1): 191-196. migrantes a USA tiene una mayor probabili
TILLY, C. (1990): “Transplanted Networks”, en dad de ^emigrar”. Si preguntamos por lo que
Y. MacLaughlin (ed.), Immigration Reconside significa capital social, podemos recurrir
red. History, Sociology and Politics. New York: a Pierre Bourdieu. Después de G. Lourie
Oxford University, 79-95. (1977), que fue el que descubrió este concepto,
TODARO, M. P. (1969): “A. Model of Labor Mi él lo ha desarrollado ampliamente. Se trata de
gration and Urban Unemployment in Less la suma de los recursos actuales o virtuales
Developed Countries”. American Economic que tienen un individuo o un grupo por po
Review, 59(1): 138-148. seer una red duradera de relaciones, C onoci
mientos y reconocimiento mutuo. Si esto es
Ubaldo Martinez Veiga
así, hay que admitir que el determinante bási
co en al menos algunos procesos migratorios
Véanse adem ás A partheid, Cent ro-periferia, son las redes de relaciones.
C IU D A D A N í A . C i iid a <1a no , C O L O N IA - El descubrimiento de la importancia de
LIS MO Y A N T IC O L O N IA L IS M O , C o las redes sociales y su propia conceptualiza-
munidad transnacional, C riollización, Des- ción se llevó a cabo dentro de la llamada Es
territorialización, D I F E R E N C I A Y D E S - cuela de Manchester de Antropología Social,
IG U A L D A D , Diferencias sociolingüísticas y dirigida por Max Gluckm an. En “Class and
desigualdad, D iscrim inación positiva, D IS- Committees in a Norwegian Parish Island”,
C R IM IN A C K )N Y E X C L U S IO N S O C IA L , publicado por H u m an R elations en 1954,
E L IT E S , Elites cosmopolitas, Esclavitud, E s J. Barnes realizó un estudio de un pequeño
pacio red, E S P A C IO -T IE M P O , Espacios lo pueblo del sur de Noruega donde, en contra de
cales, E xtran jero , F ron teras económ icas, lo esperado, no encuentra nada parecido a una
( i I Á ) B A I.IZ A (: 1Ó N , 1N T EC IR A C IÓ N , In- entidad cerrada sobre sí misma. El pueblo de
tegración educativa. Integración religiosa. Bremnes formaba parte de una entidad más
Migraciones. Redes sociales. Migraciones. Teo grande de carácter regional y nacional, pero
ría m acro, M igraciones y econom ía. M igra - su estructura interna, la vida social del mismo,
ciones y racism o, M IN O R IA S , M O V IL I “podía ser considerada como un conjunto de
D A D , M ultilocal, N atu ralización , N éo co puntos, algunos de los cuales estaban unidos
223 Migraciones. Redes sociales
por líneas para formar una red total de rela rado del mensaje, su novedad. Esto trae con
ciones” (Barnes, 1954: 43). Lo que Barnes de sigo el hecho paradójico de que el contenido
cía era que cada individuo tiene relaciones informativo de una relación puede ser más
con otras personas, y que algunas de ellas tie grande cuanto menos estrecha sea ésta o se rea
nen contacto entre sí, mientras que otras no. lice de una manera, no continua, sino casual.
El conjunto de relaciones forma un campo so La razón es muy sencilla: cuando las relacio
cial que se puede llamar red y que puede re nes son “muy fuertes” los individuos suelen
presentarse como un conjunto de puntos que moverse en los mismos entornos y círculos y
están unidos entre sí por medio de líneas. Los tener experiencias muy parecidas, incluso co
puntos representarían las personas, y las lí nocimientos e información compartidos des
neas simbolizarían las relaciones entre unos de el principio. Si esto es así, resulta normal
individuos y otros. Lo que es fundamental en que la información que se transmite de unos a
este tipo de análisis no son los atributos de las otros a través de las relaciones estrechas sea
personas que están vinculadas entre sí, sino el bastante limitada. La observación de Marc
tipo de relaciones. En primer lugar, llama la Granovetter (1973: 1378), según la cual los la
atención que en el caso de Bremnes estudiado zos débiles pueden ser más importantes a la
por Barnes, él encuentra, desde el punto de hora de buscar y encontrar un ^trabajo, tiene
vista del contenido de las relaciones que cons su fundamento en lo que acabamos de decir.
tituyen la red, tres elementos fundamentales: Por esta razón, relaciones lejanas y débiles,
“los lazos de parentesco, los lazos de amistad como poseer un lugar de origen común, pue
y los lazos de barrio” o de *lugar común de re den tener una importancia fundamental en la
sidencia (Barnes, 1954: 43). Curiosamente, transmisión de información.
Douglas Massey (1986) encuentra los mismos Ha aparecido aquí una distinción que es
tipos de relaciones como constitutivos básicos básica. Se trata de la diferencia que existe en
de la red migratoria. De acuerdo con él, se tre lazos o relaciones sociales fuertes y débiles.
trata de lazos de parentesco, amistad y paisa Las primeras se caracterizan por transaccio
naje, o de un origen común. nes cara a cara, suelen ser duraderas e impli
Este tipo de relaciones no se crean con el can obligaciones y emociones importantes.
proceso ^migratorio, sino que son anteriores, Están más extendidas en grupos pequeños y
aunque con frecuencia son ^activadas en él, bien definidos, tales como los grupos de fami
pues previamente estaban en estado latente. lia o de parentesco en general. Las relaciones
El parentesco es frecuentemente una de las débiles, por el contrario, implican un contac
bases fundamentales de la organización social to más lejano o no directo. Quizá la expresión
de los emigrantes mientras que la amistad “relaciones entre amigos de amigos” podía re
desempeña un papel central en los procesos sumir lo que son las relaciones débiles.
migratorios, y el lazo del origen común, aun Otro elemento fundamental que constitu
que resulta mucho menos fuerte, también se ye las redes de relaciones, y que también había
activa a menudo en la ^emigración. sido ya descubierto por los autores de la escue
La red de relaciones es en gran medida un la de Manchester, es el intercambio. Dentro de
flujo que se establece entre los individuos. estos lazos entre personas siempre se inter
Desde el principio del análisis de redes, los cambia algo, y no sólo mensajes, sino también
antropólogos de Manchester comprendieron bienes y servicios. A través de estas redes flu
que lo primero que fluye a través de las rela yen bienes de unas personas a otras, de un gru
ciones es lo que ellos llamaban *com uni- po de personas a otras (Mitchell, 1973).
cación, y que, más exactam ente, podíamos Cuando se estudian las redes de relaciones
designar como ^información. Las relaciones dentro del fenómeno migratorio hay que dis
son formas de contacto entre unas personas y tinguir entre las conexiones que existen entre
otras y, por lo tanto, modos de comunicación. la gente de origen, que podíamos designar co
Sin embargo, en el caso de la emigración in mo redes emisoras, y los vínculos en el lugar
teresa más bien el contenido informativo que de destino, que son las redes receptoras. La
se transmite a través de las redes. Es obvio unión de las dos crea nuevas redes que juntan
que la inform ación suele ser más im p o r el origen y el destino. La distinción entre to
tante que el contenido de lo que se transmite, el dos estos elementos es difícil de establecer
intento de poner en contacto y mantener viva la porque la gente se mueve muchas veces y,
relación entre el lugar de origen y la sociedad cuando los procesos migratorios se ponen en
receptora. Hay que subrayar que la medida marcha, la separación entre origen y destino
de la información es precisamente lo inespe tiende a difuminarse. Sin embargo, es impor
Migraciones. Redes sociales 224
tante tener en cuenta estas particularidades, comprender que el efecto que estas redes de
ya que pueden ayudarnos a comprender las relaciones tienen en la migración es muy va
diferencias en la organización de las redes en riable. En primer lugar, es posible que tengan
distintos casos concretos. un efecto disuasorio, si es negativa la infor
Las redes migratorias son conjuntos de re mación transmitida sobre las condiciones en
laciones interpersonales que conectan a los el lugar de destino. Pero también pueden te
que migran de un lugar a otro con los que han ner un efecto estimulante si la información es
emigrado antes y con los que se quedan en el positiva. De todas maneras, la presencia de las
país de origen. redes de relaciones siempre favorece el ajuste
de los que acaban de llegar al país, pues sumi
nistra ayuda en la obtención del trabajo, de la
Redes y sistemas migratorios
vivienda, etc. Este último elemento es funda
El hecho de que las relaciones a las que he mental y explica el carácter autoalimentado
mos aludido no sean creadas sino que están que a veces tienen las migraciones, ya que las
presentes previamente ha hecho decir a Char redes de relaciones en la sociedad de acogida
les Tilly que: “Las redes emigran, las catego disminuyen los gastos monetarios directos del
rías permanecen y las redes crean nuevas movimiento migratorio y también los costes
categorías. En gran medida, las unidades de oportunidad —las pérdidas económicas al
efectivas de migración son y eran, no los indi moverse del lugar, la búsqueda de empleo y
viduos, sino conjuntos de individuos relacio vivienda o la posibilidad de obtener informa
nados entre sí” (Tilly, 1990: 84). ción más directa sobre las condiciones de tra
El gran historiador se está refiriendo al he bajo en el lugar de destino.
cho de que las relaciones de parentesco, amis
tad u origen común emigran, no se crean en el
Lugar estructural de las redes
proceso migratorio. Este proceso tiene un cier
to carácter colectivista en cuanto que los emi También es importante subrayar el lugar
grantes se enfrentan al nuevo entorno que estructural de las redes de relaciones en el
conlleva la em igración con unos medios proceso migratorio. Siguiendo a Thom as
que tienen su origen no en el individuo aislado, Faist (1997), en el sistema migratorio se pue
sino en un conjunto de personas. El hecho de den distinguir tres niveles.
que el individuo se encuentre inserto en una red El primero de ellos es el nivel estructural o
de relaciones representa una ventaja enorme en macro, que está constituido por diversos facto
el momento de comenzar el proceso migratorio res que, enumerados brevemente, serían: los
y a la hora de adaptarse a una nueva situación. componentes #económicos —como el diferen
Todas estas observaciones fuerzan a en cial en recursos, oportunidades de empleo y ac
tender el proceso m igratorio como un sis ceso a capital—, los elementos políticos —por
tema. Fue el gran geógrafo africano A. Ma- ejemplo, las regulaciones y las leyes sobre movi
bogunje (1970) quien propuso por primera lidad espacial, la represión política en los países
vez este punto de vista. Afirm aba que las de emisión y de acogida y la interdependencia
migraciones en el tercer mundo eran la res en el sistema político internacional—y los aspec
puesta a una combinación de las condiciones tos culturales -com o la mayor o menor seme
en el origen y el destino. La idea de la migra janza cultural, aunque en la mayoría de los
ción como un sistema implica que los flujos casos se trata de construcciones arbitrarias—.
m igratorios se ponen en relación con otros Por último, están los factores demográficos y
movimientos como los de capital y m ercan ecológicos, como el crecimiento de la pobla
cías. Posteriormente se comprende que el ca ción, la cantidad de tierra disponible, etc.
nal a través del cual se producen los flujos son El segundo nivel es el relacional, al que
precisamente las redes de relaciones que se es Faist designa con el término meso. Se trata de
tablecen entre los países emisores y los re las relaciones sociales entre el lugar de emi
ceptores. Por esta razón la movilidad de la po sión y recepción. Dentro de ellas se puede dis
blación entre unos países y otros se relacio tinguir entre:
na y form a sistema con otros modos de a) lazos fuertes, que son los que se estable
interacción espacial, como las relaciones eco cen dentro de la familia o unidad doméstica;
nómicas, políticas, históricas y ^culturales. b) lazos débiles, más distantes o lejanos;
Las redes de relaciones que tienen un carácter c) lazos simbólicos, que se basan en orga
migratorio están introducidas en estos siste nizaciones ^étnicas o religiosas;
mas más amplios. Tam bién es importante d) lazos indirectos.
225 Migraciones. Redes sociales
Todas estas relaciones constituyen redes cuando los lazos entre las diversas sociedades
que conforman lo que se designa como capital se mantienen, renuevan y reconstituyen en el
social. contexto de familias, instituciones, inversio
El tercer nivel es el micro, que se refiere nes económicas, negocios y ^organizaciones
a factores individuales, entre los que hay políticas y estructuras que incluyen a las D a
que considerar los valores y expectativas, así ciones-Estado”. Este texto describe muy bien
como los recursos. Dentro de los valores in el campo transnacional que constituye la m i
dividuales se pueden subrayar algunos, co gración, ese campo de flujos entre unos países
mo la supervivencia, el empleo, la riqueza, y otros.
etc., y entre los recursos hay que considerar Sin embargo, desde un punto de vista es
el capital financiero, humano, cultural y po tructural pensamos que es mucho más exacto
lítico. afirmar que estos flujos de bienes y activida
Considerando estos elementos podemos des se canalizan a través de las redes de rela
preguntarnos por la importancia que tienen ciones. No son únicamente signos o muestras
las redes de relaciones dentro del sistema m i de estas relaciones.
gratorio. Pensamos que estas redes constitu
yen estructuras intermedias que sirven para
Las redes como variables
poner en relación el sistema estructural o ma-
cro y el individual o micro. Por esta razón Las redes de relaciones resultan centrales
hay que subrayar que no se trata de los únicos en el análisis de los procesos migratorios, pero
factores, aunque a veces se pueda afirm ar no son una constante. Son una variable que a
que son los más importantes, como prueban veces es fundamental, pero que como tal va
los estudios de Massey y sus colaboradores. ría, fluctuando también su incidencia en los
La importancia de las redes debe ser probada procesos migratorios. En un trabajo realizado
en cada caso. Pero en línea de máxima se pue en 1994 (Martínez Veiga, 1997) se compara la
de afirmar que los factores que tienen un ca migración de las mujeres dominicanas a E s
rácter “m acro”, así como los que son más paña con la de los marroquíes al mismo des
“m icro”, frecuentem ente se ponen en rela tino. Al analizar los datos de una encuesta
ción por medio del conjunto o de la red de re administrada a estas dos poblaciones, entre
laciones. otras, se descubren algunos fenómenos que
Tanto los que emigran como los que ya lo parecen tener bastante interés.
han hecho y los que se quedan están insertos En el caso de los marroquíes, se da un por
en un contexto sociorrelacional caracterizado centaje muy alto de personas que no conocen
por relaciones sociales, un conjunto de trans a nadie al llegar a España: un 45% está en esta
acciones interpersonales a las que los parti situación. Si de esto pasamos a las remesas,
cipantes atribuyen intereses compartidos, encontramos que muchos marroquíes no
obligaciones, memorias y expectativas. Este mandan nada —un 60% —. No sólo hay m u
conjunto de relaciones constituye una especie chos que no mandan remesas, sino que las en
de *campo de flujos entre el país emisor y el vían de tarde en tarde. Sólo un 28% manda
receptor, que explicaron muy bien las autoras dinero cada mes. Cuando se preguntó por la
que empezaron a hablar a principios de los intención de los inmigrantes marroquíes de
años noventa de “espacios sociales transnacio traer a alguna persona de su país, únicamente
nales”. Hay que destacar la necesidad de de un 18% dijo que quería hacerlo. Si compa
sarrollar conceptos que no sean sólo aplicables ramos estos datos con lo que ocurre con las
a la situación del país emisor o del receptor, si mujeres dominicanas encontramos diferen
no a lo que está entre los dos, y esto es lo que cias interesantes.
subraya el concepto de red migratoria. En primer lugar, únicamente un 5% de
N. Glick-Schiller, N. Basch y C. Blanc-Szan- las m ujeres dominicanas dice no conocer a
ton (1992: 11) afirman que: “Ya se trate de que nadie al llegar a España -d e los marroquíes,
la actividad transnacional consista en enviar el 45%—, y con respecto a las remesas, un 83%
barbacoas a Haití, frutos secos o tejidos a T ri envía dinero a la República Dom inicana —a
nidad, estos bienes pueden ser preparados pa Marruecos, un 37%—. La frecuencia en el en
ra una boda en Nueva York..., el constante y vío de dinero es también significativa: el
variado flujo de bienes y actividades pone el 76,3% lo hace cada mes y un 20% cada dos o
énfasis en las relaciones entre la gente. Estas tres meses —sólo un 28% de los marroquíes lo
relaciones sociales cobran significado dentro manda cada mes—. Con respecto a la pregun
del flujo y de la estructura de la vida diaria, ta referente a las personas que quieren traer a
Migraciones. Redes sociales 226
ley por la Universidad de California (1987: charse de otros inmigrantes que llegan más
139-140, 316). Sin embargo, muchos investi tarde, y para ello se constituyen en piezas cen
gadores han encontrado vínculos A sim étri trales de su red de relaciones. Mahler (1995)
cos incluso entre miembros de la familia, así descubre que muchos inmigrantes, incluso
como relaciones fundamentales, que sirven familiares, prestan ayuda únicamente cuando
para poner en contacto a unas personas con se paga o presta trabajo. Por eso es im por
otras, por las que se pagan cantidades no des tante comprender que una “gran cantidad”
preciables de dinero (Mahler, 1995; Mengívar, de capital social negativo circula dentro de las
2000). Por otra parte, las redes de relaciones redes migratorias. Resulta muy interesante el
no sólo incluyen a la fam ilia, sino que inte trabajo de Sarah Mahler porque, al estudiar a
gran actores de la sociedad más amplia, y esto los emigrantes salvadoreños en Long Island
trae consigo intercambios desiguales, debido —NuevaYork—, descubre cómo la red de rela
a la penetración del capitalismo (Krissm an, ciones que aparece en el lugar de destino es
2000). En el lenguaje ordinario y de los políti totalmente distinta de la que existía en el sitio
cos esta monetarización de la red se considera de origen y en ella están incluidos inmigran
un proceso mañoso de una manera absoluta tes de toda Suramérica que no estaban rela
mente injustificada, a no ser que se designe cionados previamente con los salvadoreños.
como mañosa toda penetración del capitalis Estos inmigrantes suramericanos ofrecen
mo. Las redes migratorias no son únicamente todo tipo de servicios, desde itinerarios para
un conjunto de relaciones simétricas entre pa introducirse clandestinamente hasta docu
rientes o paisanos que unen el lugar de origen mentos falsos para residir y trabajar, o casas
y destino, sino que a ello hay que añadir, ade para vivir, transporte y trabajo. Ello indica
más de los propios individuos, los agentes de que la red de relaciones en el lugar de destino
las organizaciones —desde las asociaciones puede ser, y casi siempre es, distinta de la que
de inmigrantes a las corporaciones multina se crea en el territorio de origen. Por esta ra
cionales- y otras instituciones —desde el pa zón hay que manejar con cuidado la idea de
rentesco al Estado—, Todos estos elementos que las redes de relaciones “viajan con los mi
forman parte de la red de relaciones, y por grantes” como si la red en destino no fuera
ello ésta se sitúa en el nivel “meso”, interme más que algo que se ha creado previamente
dio, que sirve para poner en relación las en origen. Esto no parece exacto en ningún
estructuras “m icro” —individuos, unidades caso, y, aunque parezca irrelevante, tiene mu
dom ésticas- y las “macro” —los estados o las cha importancia porque sirve para enmas
instituciones estatales—. Dentro de todos estos carar una parte importante del proceso
elementos quizás los más importantes sean migratorio. Hace años Myron Weiner (1987:
los empleadores que reclutan en los países de 176) hizo una afirmación muy documentada
destino y que a través de esta leva atraen la en este sentido: “La evidencia es totalmente
migración desde los países de origen, ya sea convincente: la emigración económica a los
bajo modos formales de reclutamiento o i n Estados Unidos, a Europa occidental y a los paí
formales, regulares o irregulares. Además de ses productores de petróleo está prim aria
ellos están los interm ediarios, siempre pre mente inducida por la demanda y no por la
sentes, que proporcionan servicios a los inmi oferta.” La idea de que los inmigrantes llegan
grantes actuales o futuros. Estos elementos, a estos países, como España, demandados, pe
centrales dentro de la red, llevan consigo un didos o exigidos por las necesidades de la eco
pago por los inmigrantes y, a veces, por los nomía es algo que los gobiernos están siempre
empleadores. Hay que tener en cuenta que dispuestos a enmascarar, o, incluso cuando no
muchos autores consideran que las redes m i lo esconden, nunca aceptan sus plenas conse
gratorias son siempre y de una manera in cuencias porque si los inmigrantes llegan res
diferenciada una fuente de “capital social pondiendo a una demanda de trabajo, parece
positivo”. En este sentido, se piensa que las re lo lógico y normal que tengan desde un prin
des migratorias funcionan fundamentalmen cipio derechos como trabajadores. En un ar
te para obtener acceso al mercado de trabajo, tículo ya famoso, Massey y Espinosa (1992:
ayuda mutua y asistencia en una situación de 989), resumiendo las teorías sobre las redes,
urgencia. Esto es verdad con tal de que no se dicen que las fuerzas que mueven la migra
considere como el único efecto. Frecuente ción de México a los Estados Unidos son: 1) el
mente, la ayuda prestada a los inmigrantes es capital social que se forma entre los inm i
muy costosa. No es extraño que algunos in grantes; 2) el capital humano de éstos, y 3) la
migrantes vean la oportunidad de aprove consolidación del mercado entre México y los
Migraciones. Redes sociales 228
Estados Unidos. Únicamente la tercera fuer LOURY, G. (1977): “A Dynamic Theory of Racial
za implica un influjo de la situación en des Income Differences”, en P. A. Wallace y
tino; los otros elementos son claramente A. Lamond (eds.), Women Minorities and E m
principios de la oferta de trabajo, y esto es ployment Discrimination. Lexington: Lexing
comprensible porque la teoría normal, y ton Books, 153-186.
equivocada, sobre las redes sólo las tiene en MABOGUNJE, A. (1970): “A Systems Approach
cuenta en el territorio de origen, aunque pos to a Theory of Rural Urban Migration”. Geo
teriormente pasen al lugar de destino. Estas graphical Analysis,! (1): 1-18.
redes sirven para ofrecer el trabajo inmigran MAHLER, S. (\995): American Dreaming. Prince
te pero, al despreciar la novedad de las redes ton: Princeton University Press.
que se crean en destino, no tienen en cuenta la M ARTÍNEZ VEIGA, U. (1997): La Integración
demanda de trabajo. Al interpretar el fenó social de los inmigrantes en España. Madrid:
meno migratorio como un fenómeno de ofer Trotta.
ta de trabajo, resulta muy fácil deducir que MASSEY, D. (1986): “The Social Organization of
los países receptores tienen derecho a contro Mexican Migration to the U.S.”. Annals o f the
lar la ^frontera para evitar las invasiones de American Association o f Political and Social
los inmigrantes que no vienen demandados Science (1), 102-113.
por ninguna necesidad estructural, sino que MASSEY, D.; ESPINOSA, K. (1992): “What is
acuden por algo que es aceptado graciosa y driving Mexico-U.S. Migration? A theoreti
caritativamente. A partir de esto, para aque cal, empirical and policy analysis”. American
llos que exigen que los flujos migratorios se Journal o f Sociology, 102, 939-999.
an controlados, las únicas soluciones MENGÍVAR, C. (2000): Fragmented Ties. Berke
basadas en la oferta son: 1) políticas neolibe ley: University of California Press.
rales para “*desarrollar” los países emisores M IT C H EL L, J. C. (1973): “Networks, Norms
de trabajo, y 2) las medidas policiales con and Institutions”, en J. Boissevain y J. C. Mit
respecto a los inmigrantes, especialmente en chell (eds.), N etw oif Analysis. Studies in H u
las fronteras internacionales, para hacer que man Interaction. Paris: Mouton, 15-35.
la entrada autorizada sea más costosa y SIN G H A N ETRA -REN A RD , A. (1986): “The
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grant Network’ fails to explain international PROCESOS INFORMALES, SABER Y
migration”. International Migration Review , 39 SABERES, TRABAJO, Viajes y sistemas de
(1): 4-44. movilidad.
229 Migraciones. Teoría macro
ha sido estudiado muy bien por Saskia Sas- De una manera general, la interpretación
sen, en donde la penetración de relaciones estructural o macro de la migración interna
económicas o precapitalistas crea una pobla cional afirma que ésta es fruto de la penetra
ción móvil que tiende a emigrar. Los propie ción de la economía global de los países
tarios y directivos de firmas capitalistas en las centrales en las zonas más periféricas. Esta
zonas ^centrales de capitalismo, y España es penetración puede traer consigo la creación
una zona central de éste al menos desde el del mercado capitalista en zonas de la perife
punto de vista de la pesca, deciden penetrar ria y, en otros casos, la expulsión de las pobla
en naciones más pobres de la periferia del sis ciones de la actividad productiva a la que se
tema económico mundial. Esta penetración dedicaban, y por ello es posible —y esto habría
tiene lugar para buscar tierra, materias pri que probarlo en base a un estudio concre
mas —no podemos olvidar que los peces son to—que los trabajadores acudan, más que por el
materia prima aunque estén vivos—, trabajo o aumento de los salarios en España, por la sim
incluso mercados para sus productos. La ple perspectiva de encontrar un empleo. Hay
migración internacional es un efecto de las que tener en cuenta que el flujo de mano de
transformaciones y los procesos destructivos obra a los países centrales sigue el movimien
que tienen lugar como resultado del *desa- to de capital y bienes, y estos dos flujos tienen
rrollo capitalista. En este caso la llegada de direcciones opuestas. El trabajo fluye desde el
los inmigrantes senegaleses se explica clara país periférico a las zonas más centrales del
mente por la penetración del capitalismo es capitalismo, mientras que los bienes y el capi
pañol en la forma de compañías pesqueras tal se movilizan en la dirección contraria.
que, como una especie de “retribución lírica”, Esto no es siempre así. La obra de Brinley
acarrean la puesta fuera de empleo de pesca Thomas (1963, 1973) demuestra con claridad
dores y marineros que son los que van a guiar cómo a principios del siglo XIX se crea un
y organizar los barcos que arriban a Canarias. sistema de libre comercio en el que están
Se subraya el carácter cuasimecánico del insertos el Reino Unido, Alemania y los Esta
proceso porque es enormemente instructivo. dos Unidos. Dentro de este sistema se genera
Aunque en ciencias sociales las explicaciones una em igración, enorme desde el punto de
“m ecanicistas” no son populares, es im por vista cuantitativo, desde los países europeos
tante rem arcarlas por lo instructivas que hacia los Estados Unidos, y a la vez hay un
resultan. En esta circunstancia explican per flujo de capital que va en la misma dirección.
fectamente los elementos macro o estructura La migración internacional viene determina
les que están presentes en este proceso da por la dinámica de la creación de m erca
migratorio. No hay que descartar, sin embar dos, la dependencia económica y la estructura
do, que los ciudadanos de Senegal aprenden política de la economía global. Esto no quiere
francés, estudian en liceos que son hasta cier decir que estos elementos estructurales sean
to punto una im itación de los lycées, y usan la única y fundamental causa de los flujos mi
una moneda en sus actividades económicas gratorios; las diferencias salariales y las tasas
que está unida de una manera u otra a la de empleo tienen una importancia decisiva en
francesa. Estos influjos ideológicos y C u ltu este proceso. Dígase lo que se diga, en este
rales son también muy importantes y crean análisis es necesaria, no obstante, una cierta
un contexto en el que la emigración a Europa dosis de eclecticismo.
se hace posible y se piensa como algo viable. Es interesante subrayar en qué consisten
No obstante, esta emigración desde la costa, los factores estructurales y macro que deter
aunque involucre además a personas de otros minan los procesos migratorios. Sin embargo,
países como pueden ser M auritania y Malí, se puede presentar una dificultad que tiene
está determinada de una manera directa e in bastante interés analizar: parece que el pro
mediata por la penetración del capital español yecto migratorio de los trabajadores subsaha-
a través de las industrias pesqueras. Y ello rianos que han llegado en cayuco a Canarias
aunque miembros prominentes del gobier en el año 2006 ha fracasado, debido a que, po
no español, en su interés por involucrar a la co a poco y según da la impresión, gran parte
Unión Europea, han insistido en que estos in de los senegaleses va a ser repatriada. En la
migrantes no trataban de llegar a España sino historia reciente de la inmigración a España
a Francia, que es el país con el que Senegal se ha producido algo muy parecido. A princi
tiene más relaciones culturales y presenta un pios del año 2000, el delegado del Gobierno
elemento contextual no despreciable para para la Extranjería en el Gobierno del Parti
analizar el fenómeno. do Popular —el señor Enrique Fernández
231 Migraciones. Teoría macro
Miranda—, ante la llegada de un número im de la adm inistración; algo que nadie osará
portante de trabajadores del Ecuador —cu nunca criticar. Las organizaciones no gu
ya cifra era veinte veces mayor que la de bernamentales entran a formar parte de la
subsaharianos llegados en 2006 a Canarias—, red migratoria en destino como asociaciones
decidió que los inmigrantes ecuatorianos de que ejercitan la caridad y prestan ayuda hu
bían ser obligados a volver a su país. Allí de manitaria, pero que no defienden los dere
bían solicitar el permiso de residencia y trabajo chos de esos trabajadores. La ausencia de una
en España, y una vez que esto fuera concedi red migratoria fuerte, diversificada y con an
do, podían volver a entrar. La razón que el se clajes importantes en la sociedad española
ñor Fernández Miranda ofrecía era que había hace que estos grupos estén totalmente des
que fomentar la “cultura de la legalidad”, validos sin poder defender sus derechos. Se
exactamente lo mismo que en estos momen comprende aquí perfectamente la importan
tos está diciendo el gobierno socialista con cia de la presencia de una red migratoria en el
respecto a los inmigrantes subsaharianos. lugar de destino.
Aunque algunos inmigrantes ecuatorianos Hay otra razón relacionada con ciertos as
regresaron a su país, subyace una pregunta: pectos estrictam ente ^racistas, patentes, en
¿por qué el señor Fernández Miranda nunca primer lugar, en la reacción del gobierno y del
cumplió realmente sus propósitos, mientras partido en el poder en Canarias, Coalición
que el gobierno socialista actual parece que Canaria. No hay que buscar mucho en los pe
está llevando a cabo la repatriación? Hay mu riódicos para descubrir cómo esta reacción es
chas razones para explicar este fenómeno. siempre la misma. La llegada de inmigrantes
Quizás la más obvia es que la repatriación a a las costas canarias se lee como una avalan
Senegal se está llevando con gran discreción cha, frente a la que las islas no tienen recursos
y secreto, m ientras que lo que ocurrió con ni espacio y cuya población nativa corre el
respecto a los ecuatorianos fue anunciado a riesgo de ser “contagiada” por las enfermeda
bombo y platillo por el propio Fernández des infecciosas que los inmigrantes arrastran
Miranda. Sin embargo, dicha explicación no consigo. Los recursos limitados de las islas se
sirve demasiado porque en estos momentos pueden agotar, y la cultura y modo de vida de
tal información está en todos los periódicos y, los nativos está seriamente amenazada. Esta
por lo tanto, resulta del dominio público. Por idea de la avalancha o invasión de las islas es
el contrario, hay dos explicaciones funda algo que está presente desde hace tiempo,
mentales. mucho antes de tal llegada de subsaharianos.
La primera razón tiene que ver con la crea Un ejemplo de ello son las declaraciones rea
ción de las *redes migratorias. Los ecua lizadas en 2002 por el Diputado del Común,
torianos eran muchos en España, lo cual cargo equivalente al Defensor del Pueblo en
indicaba la existencia de una red migratoria Canarias, en las que advierte que las islas “es
amplia y diversificada. Dentro de ella estaban tán siendo invadidas” por inmigrantes de
incluidos *O N G , sindicatos y partidos polí Africa y América, generando con ello “el pro
ticos que defendían a la población de in blema más grave de todo el archipiélago” (El
migrantes. Si se observa la situación de los País, 2002). Aunque estas afirmaciones fue
subsaharianos que llegan a Canarias se puede ron reprobadas desde casi todos los ámbitos
descubrir fácilm ente que se trata de algo políticos y sociales de las islas (El País, 2002),
totalmente distinto. En primer lugar, los se expresan perfectamente la idea de la invasión,
negaleses, malianos o los extranjeros de Mau de la avalancha de los ^extranjeros; algo que
ritania son menos en España y por ello su red frecuentemente no tiene mucho que ver con
migratoria en el lugar de destino no presenta el número mayor o menor de inmigrantes.
una gran magnitud ni diversificación. Por Da la impresión de que una sola persona bas
otra parte, las ramificaciones de esta red m i ta, como una sola gota de agua, para desbor
gratoria son mínimas para incluir en ella dar el vaso. A pesar de que “El alcalde de Las
ON Gs u otras organizaciones de la sociedad Palmas y presidente del PP en las islas, José
civil. El gobierno ha captado a esas organiza Manuel Soria, rechazó los términos utiliza
ciones, que se han convertido en instituciones dos por el Diputado del Común y cuestionó
de ayuda humanitaria, tanto en Canarias co que los inmigrantes iberoamericanos pro
mo en la Península, cuando los inm igran duzcan ‘problem as sim ilares’ a los subsa
tes son trasladados a ella. Con eso, las harian os” (E l País, 2002), introdujo una
organizaciones no gubernamentales se con matización muy importante cuando dijo que
vierten de fa c t o en brazos “hum anitarios” los inmigrantes iberoamericanos, en aquellos
Migraciones y economía 232
mográfico de los inmigrantes, y se descubre actitudes ^racistas con respecto a los gitanos
que, lejos de este crecimiento, lo que se hu en España, ni tampoco en examinar la escasez
biera producido sería una dism inución del de estudios del racismo en nuestro país. A ello
P IB anual del 0,64% (Oliver, 2006: 1 18). El habría que dedicar un libro entero o quizás
inform e estima que más de la mitad de los mejor una magna sesión de “psicoanálisis co
nuevos empleos creados en los últimos cuatro lectivo”. De todas maneras, parece imposible
años en el país han sido absorbidos por los in estudiar la ^inmigración en España y Europa
migrantes. Tam bién parece que el 50% del sin tener en cuenta lo que es la raza y el racis
aumento del consumo y un tercio del creci mo, sobre lo que vamos a ofrecer sólo unas
miento de la demanda de viviendas están re ideas generales. Se va a partir del análisis de
lacionados con la entrada de inmigrantes. De un caso paradigmático, el de El E jid o en el
prescindir de éstos, la riqueza de los países año 2000, y posteriormente se ofrecerán algu
europeos habría disminuido; sólo hubiera nas consideraciones más generales.
aumentado, aunque no mucho, en Irlanda, Un principio que hay que tener en cuenta
Finlandia y Francia. Estos informes prueban es que: “El concepto de raza —dice Richard
claramente que la llegada de inmigrantes es Weiss—no era únicamente un concepto bioló
uno de los motores del crecimiento económi gico. No sólo incluía ^diferencias físicas y ana
co español y por ello no hay ninguna razón tómicas tales como el color, el tamaño del
para frenarla. cerebro o características faciales. Incluía esto
pero también mucho más... ^diferencias en el
lenguaje, las artes, la organización social, las
Bibliografía aspiraciones eran parte del alma de los pue
blos y el alma era una parte de las tendencias
BECK ER, G.; GLAESSER, E.; MURPHY, K. heredadas tan importantes como el tamaño o
(1999): “Population and Economic Growth”. el color de la piel. Los atributos físicos y cul
American Economic Review , 89 (2): 145-149. turales están unidos bajo la idea de raza”
BLOOM, D. E.; WILLIAMSON, J. (1998): “De- (Weiss, 1970:134-135). Esto era exacto en los
mographic Transitions and Economic Mi- Estados Unidos a finales del siglo XIX y co
racles in Emerging Asia”. The World Ban/{ mienzos del XX, que es el tiempo al que se re
Economic Review, 12 (3): 419-455. fiere Weiss, y en España lo es en el momento
E L PAIS (2006): “Los inmigrantes atrasan la crisis actual.
del sistema público de pensiones a 2025”. 29 de Al inicio del s. XX en los Estados Unidos se
marzo, Madrid. hablaba de que entrar a form ar parte de la
E L PERIÓ D ICO D E CATALUÑA (2006): 29 de “raza americana” podía transformar los hábi
marzo, Barcelona. tos y el alma de los individuos. Aprender el
O LIVER, Josep (2006): Informe Semestral 1/2006 lenguaje podía tener los mismos resultados.
sobre la economía española y el contexto interna De hecho servía para cambiar la raza de las
cional. Barcelona: Caixa de Catalunya. personas. Se utilizaba mucho la expresión
“razas que hablan inglés”, que parece estar en
Ubaldo Martínez Veiga
contradicción con la idea de la raza como algo
que tiene que ver con la biología. Esta distin
Véanse acIeniás E xtranjero, MIGRACI( )N ES, ción entre “razas que hablan inglés” y las que
Migraciones. Redes sociales. Migraciones. no lo hablan es fundamental en la obra de
Teoría rnacro, MOV I LIDAI), Nomadismo y Frank ). Warne, que fue un promotor, a prin
turismo, TRABAJO. cipios del siglo XX, de la idea de la “#Invasión
de los inmigrantes” (cit. por Roediger, 2005).
Este autor publicó dos obras básicas para el
Migraciones estudio de la raza y del racismo en Estados
Unidos. La primera se titulaba The Slav Inva
y racismo sión an d the M ine W orker y fue publicada
L. Perry Curtis (1971: 13-14), el gran his en Philadelphia en 1904. La segunda se
toriador de los irlandeses en Estados Unidos, llamaba The Immigrant Invasión y se publicó
escribe que “cada país europeo ha tenido su en Nueva York en 1913. En la primera
equivalente de blancos negros y de hombres obra habla de la ^invasión de la raza eslava.
que se piensa que se parecen a simios, ya se Esta invasión trae consigo un gran conflicto
trate de... ^esclavos, gitanos, judíos o campe de razas que se manifiesta en las huelgas de
sinos”. No vamos a entrar en el análisis de las las minas de antracita que tuvieron lugar en
235 Migraciones y racismo
Pensilvania en 1900 y 1902. Este conflicto en americanos. A ello responde el alcalde de Las
frenta a los trabajadores eslavos —entre los Palmas de Gran Canaria que, colocando las
que había un 20% de italianos—que habían cosas en su sitio, afirma que no se puede decir
invadido los Estados Unidos con la “raza que lo mismo de los latinoamericanos que de los
habla inglés” -d en tro de ella los alemanes africanos. Con ello quiere subrayar que,
eran la mayoría—que habían *emigrado antes mientras que los africanos invaden, los latino
a este país. No sólo el lenguaje parece el crite americanos no invaden aunque sean más nu
rio de diferenciación de las razas, sino que el merosos.
hogar también parecía el lugar adecuado en Algunos elementos centrales de lo ocurri
donde se mostraban las características raciales do en El Ejido en el año 2000 apuntan en esa
de los diversos grupos. W arne describe cómo dirección racista (M artínez Veiga, 2004). El
las mujeres eslavas recogían carbón de lo que E jid o es una agrociudad, situada en el po
sobraba en la mina y también traían madera niente almeriense, que en el año 2000 tenía al
del bosque cercano, mientras que las mujeres rededor de 60.000 habitantes y unos 12.000
que hablaban inglés nunca hacían algo pare trabajadores inmigrantes, prácticamente to
cido. Es interesante de todas maneras tener en dos ellos procedentes de Marruecos. El 5,6 y 7
cuenta que la idea de la invasión se aplica di- de febrero del año 2000 se produjeron unos
ferencialmente a los diversos grupos de inm i ataques brutales y masivos de los nativos con
grantes que llegan a los Estados Unidos; “los tra los trabajadores inmigrantes, que tuvie
que hablan inglés” —aunque sean alemanes y ron mucha repercusión en la prensa nacional
realmente no lo hablen— no invaden nada, e internacional y estuvieron precedidos del
mientras que los eslavos —pese a que la mayo asesinato de dos agricultores locales —el 28 de
ría sean italianos—sí invaden. enero de 2000—y de una joven por dos tra
La observación de Roediger (2005: 7) tiene bajadores m arroquíes, uno de los cuales se
gran interés: la evocación de una invasión por hallaba en tratamiento psiquiátrico. No obs
eslavos , latinos , italianos y judíos , tante, los asesinatos previos de marroquíes
razas que no se consideran blancas, puede por la población local apenas tuvieron conse
parecer extraña a los lectores americanos mo cuencias.
dernos. El típico texto de historia de E sta A raíz del asesinato de la joven Encarna
dos Unidos menciona que el presidente ción, un grupo numeroso de ciudadanos in
Theodore Roosevelt popularizó el térm ino tenta reunirse con el alcalde, que se niega a
“suicidio de la raza”, aunque no subraya sufi recibirlos. A raíz de esto los acontecimientos
cientemente que esta expresión fuera tomada se suceden muy rápidamente. Se cortan las
del artículo de Edward Ross “The Causes o f carreteras de acceso a El Ejido de tal manera
Race Superiority”. Ross no sólo usó el lengua que se expulsa a todos los marroquíes que
je de la raza para establecer distinciones entre pretenden llegar y no se deja entrar, en prin
los “asiáticos” y los blancos, sino también cipio, a nadie procedente de fuera. Hasta el
entre grupos europeos que en la actualidad 8 de febrero todas las madrugadas se cortan
consideraríamos blancos. Lo que con esto se las carreteras de acceso al pueblo. Simultánea
quiere decir es que la idea de la “invasión” es mente se va desatando la ira de una multitud
tá relacionada con otra noción muy popular en aumento, que vaga en son de guerra por
en la época, la del suicidio de la raza. El “sui diversos lugares del municipio. Los ciuda
cidio de la raza”, am ericana en este caso, se danos ejidenses, armados de palos, bates de
produce por la llegada de razas como los esla béisbol, barras de hierro, etc., comienzan a
vos, los italianos y los judíos, que son los que agredir a los inmigrantes marroquíes, a veces
llevan a cabo la “invasión”, mientras que esto a las personas y en otras ocasiones a sus pro
no tiene lugar con la llegada masiva de los an piedades. Desde el primer día se empiezan a
glosajones o “los hablantes de inglés”, porque quemar los coches que pertenecen a los inmi
ellos “no invaden”. Por tanto, la invasión tie grantes marroquíes y se asaltan los estableci
ne que ver más con las características de los mientos comerciales que éstos regentan. Se
inmigrantes, llamadas raciales en aquel mo destruyen locutorios, bares, carnicerías o ba
mento, que con el número de gente que llega. zares por grupos de personas, que frecuen
Si de principios del s. X X en los Estados U ni temente son aplaudidas por quienes los ob
dos pasamos a Canarias a comienzos del servan como si se tratase de un espectáculo
siglo XXI, se observa cómo el Diputado del C o teatral. A veces no sólo se destruye el bar, el
mún afirma que en las islas se ha producido locutorio, las chabolas o las casas viejas en las
una auténtica invasión de africanos y latino que viven los inmigrantes, sino que también
Migraciones y racismo 236
se amenaza con quemar casas relativamente Lo mismo ocurre con los subsaharianos
nuevas habitadas por “cristianos” en las que que llegan a Canarias en ese momento. Su
se instala algún marroquí. llegada constituye una “avalancha” que puede
Otro acontecimiento cargado de simbolis “destruir”, pese a que no se pueda decir que
mo es la destrucción de la mezquita. Cuando arruinen la economía, porque el crecimiento
se vuelve del entierro de la joven que fue ase económico los exige, ni que destruyan la cul
sinada, un grupo más bien grande de jóvenes tura o sociedad española, porque esto suena
entra en la mezquita, forzando la puerta, des demasiado al “suicidio de la raza”, a racismo.
troza todo lo que había dentro, libros, lám Si esto se tiene en cuenta, habría que decir que
paras, etc., y profana el libro del Corán a los africanos que llegan a Canarias se les de
orinando sobre él. Posteriorm ente abren el vuelve porque sí. Pero de todas maneras este
lugar en donde está el dinero y lo roban. Todo “porque sí” hay que elaborarlo en la línea que
esto lo llevan a cabo recitando un verso que se apunta Eduardo Bonilla-Silva, (1993).
había hecho famoso en la Revolución portu En Estados Unidos todo un conjunto de
guesa de los claveles: “el pueblo unido jamás estudios se refiere al ser blanco y a lo que esto
será vencido” y “vamos a hacer la revolución significa desde el punto de vista del racismo;
contra los moros”. Por último, el día 7 circula uno de ellos es de Roediger (1991, 2002). De
el rumor del envenenamiento por los moros acuerdo con estos análisis, el ser blanco o la
de los depósitos de agua potable y de que el blancura en todas sus manifestaciones es “po
Ayuntamiento se había visto obligado a va der racial incorporado”, ya se exprese de una
ciarlos. Este rumor coloca los acontecimien manera militante —como en el caso del Ku
tos de El Ejido en relación con los pogromos Klux Klan—o más tranquila -m iem bros de la
contra los judíos que tuvieron lugar en Euro clase media—. En todos estos casos, la blancu
pa en los siglos XIII y XIV. Entonces también se ra es la manifestación externa del grupo racial
decía que los judíos eran perseguidos porque dominante. Pero es importante tener en
“habían envenenado los pozos y las aguas y cuenta que, además de los “blancos”, hay
habían infectado el aire”. también los casi-blancos. En Estados Unidos,
El alcalde de El Ejido pone en relación los los irlandeses, los italianos y hasta los judíos,
acontecimientos con la Ley de Extranjería cuando llegan al país como inmigrantes, son
(4/2000) que, según él, era un desastre, y sos considerados negros o casi-blancos y poco a
tiene: “Es importante dar un mensaje de tran poco con sus luchas consiguen convertirse en
quilidad. Yo lamento que se me haya cri blancos. Según Bonilla Silva, algo parecido
ticado tanto por mi opinión negativa hacia la está ocurriendo con los latinos en los Estados
ley porque en estos momentos desearía ha Unidos donde se está configurando un siste
berme equivocado en mis declaraciones y que ma de tres razas constituido por los blancos,
no se hubiera repetido este hecho; pero, des los que este autor designa con el término de
afortunadamente, todos los grupos que han blancos honorarios y los negros. Las razones
aprobado la nueva ley han hecho que se favo por las cuales los latinos han pasado de ser ne
rezca una avalancha de inmigrantes buscan gros a casi blancos tienen que ver con la
do regularización; en suma, han hecho que demografía de una América que se está “os
entraran personas de toda clase y toda índole cureciendo” y, dado que la población blanca
que sólo han hecho aumentar la confusión” va disminuyendo en número, la solución a es
(La Voz de A lm ería, 2000). La “avalancha” te problema sería “em blanquecer” la pobla
viene únicamente de los marroquíes y no de ción latina inmigrante o crear un grupo
otros grupos. Hay que insistir en que poste intermedio que sirva de tampón del conflicto
riormente, en septiembre de 2000, uno de los racial entre negros y blancos. La cuestión es si
sindicatos agrarios ofrece 100 puestos de tra no estará pasando algo parecido en España,
bajo en la agricultura de El Ejido y dice que en donde los fenómenos no se plantean tan
no son para los m arroquíes, sino para otros claramente en términos de blanco o negro, si
inmigrantes, básicamente latinoamericanos. no de poder económico, legalidad o ilegali
Cuando se pregunta por la razón por la cual dad, derechos o falta de ellos, avalancha o no.
no se contrata a los marroquíes, se contestará En ello hay un orden tripartito: en lo más alto
que “por su cultura son conflictivos”. Por tan se encuentran los españoles y europeos, que se
to, es la *cultura la que se naturaliza y sirve corresponden con los blancos; en el espacio
para ^discriminar. En última instancia, los intermedio están los latinoamericanos, que
marroquíes siempre constituyen una avalan no son directamente carne de expulsión, y por
cha que hay que parar. último, se hallan los africanos —magrebíes y
237 Minorías
unidades muy conscientes de sí mismas y con var las características que marcan la iden
solidadas por esos rasgos especiales. En oca tidad colectiva del grupo. Puesto que las
siones puede ser ventajoso m antener su identidades cada vez más se aprecian como
posición aparte o les está prohibido ascender. voluntarias, cambiantes y múltiples, es difícil
Suele haber endogamia. El rango es asignado, hablar en nombre de “una” minoría de origen
pero los individuos pueden rechazar o asumir marroquí o asiática. Muchos de los miembros
tal categoría. Esta temprana incursión en el de estas minorías son ambivalentes respecto a
estudio de minorías —indios, negros y em i su identidad diferencial; por ejemplo, algunos
grantes europeos—mostró cómo la situación jóvenes que adoptan un estilo de vida o valo
empírica es muy diversa y compleja. res incompatibles con las tradiciones de su
Así pues, el estudio de las minorías cultu grupo de pertenencia o, por el contrario, los
rales tiene que ver fundamentalmente con el que se aferran a una imagen #fundamentalis-
rango asignado, la presentación de uno mis ta, ideal y sin cambios del mismo. También la
mo, el simbolismo y la id entid ad . Los miem identidad en muchos casos es situacional, es
bros de una minoría comparten ciertas ca decir, surge o se crea en ciertos contextos co
racterísticas subjetivas —conciencia de sí mo respuesta a adaptaciones concretas. Pero
mismos, sentimientos de pertenencia, sistema además, desde la publicación del texto de
de creencias— u objetivas —nombre, lengua, Barth (1969) se ha rechazado la idea de que
apariencia física, indum entaria- que les dis los grupos étnicos son definibles en razón de
tinguen de la mayoría nacional. En 1985 la su inventario de rasgos culturales comparti
O N U lo ha definido incorporando estas dos. Los #límites de un grupo étnico se cons
características: grupo de C iudadanos del truyen por autoadscripción, en que las gentes
Estado, en minoría numérica y posición no eligen unos pocos atributos culturales —vesti
dominante en él, dotados de características do, lenguaje...—como signo de su singulari
étnicas, religiosas o lingüísticas diferentes de dad. Se supone que tienen una descendencia
la mayoría de la población, solidarios entre sí compartida a través de la narración, con me
y animados de una voluntad colectiva de su morias de migración, sufrimiento, etc. Preci
pervivencia y con aspiración de igualdad, de samente la urdimbre de la biografía personal
hecho y derecho, con la mayoría (G rin, y la narrativa colectiva genera un podero
2004). so sentimiento de identificación con el grupo
Esta lista de criterios presenta ciertos pro étnico.
blemas. Por ejemplo, la inferioridad numé Resulta indudable que se evoca una dife
rica no siempre presupone inferioridad rencia respecto a la mayoría, pero cabe tam
política, como muestra el caso de los afrika- bién preguntarse: ¿qué es una mayoría?, ¿es
ners en Sudáfrica o los criollos en Sierra Leo algo estable? Una mayoría no es algo monolí
na (Cohén, 1981), y viceversa, una mayoría tico y depende del contexto. Al igual que ocu
como la de las mujeres puede ser minoría po rre con la minoría, se puede ser a la vez
lítica. Aún más, un mismo actor puede ser mayoría y minoría. Hace ya tiempo, Clifford
mayoría —catalán en Cataluña— y minoría Geertz (1973) se refirió al carácter problemá
—musulmán—. Por otra parte, las caracterís tico de las naciones y culturas nacionales, ana
ticas que remiten a la etnia, la cultura, la lizando la tensión entre los sentimientos
religión, la lengua o la presencia antigua y du primordiales enraizados en las diferencias
radera en el ^territorio, sobre el que se extien premodernas de lenguaje, religión y herencia
de la ju risd icc ió n del Estado, incluirían a cultural y los sentimientos civiles instalados
ciertos grupos étnicos, por ejemplo, indígenas en la ciudadanía. Las naciones se construyen a
o sefardíes, pero podrían excluir a otros como través de imaginerías nacionales que im pli
los emigrantes o los actores sin papeles que as can jerarquías en la ciudadanía del Estado.
piran a conseguir la *ciudadanía del Estado Quedan relegados a la condición de minoría
en cuestión; una categoría con mayor peso étnica o racial quienes tienen una identidad
que el estatus de minoría. La paradoja es que, cultural marginal respecto a la cultura nacio
en cierto modo, no hay un pueblo que no sea nal. Sin embargo, si la base del poder del
emigrante —los indios americanos proceden Estado se hace problemática, las minorías
de A sia...—y la cuestión es en qué momento pueden tratar de hacer realidad sus propias
se erige la #frontera temporal que le convier aspiraciones nacionales. En muchas ocasiones
te a uno en “autóctono”, o qué grado de an el imaginario nacional se cuestiona por los
tigüedad legitima a una minoría. Sim ilar que se encuentran atrapados entre Estados y
indefinición plantea la “voluntad” de preser naciones.
239 Minorías
La movilización de los grupos m inorita que exige y por el poder material y simbóli
rios plantea muchos problemas de naturaleza co que supone. Y se construye sobre la amena
política y étnica. En primer lugar, el acentuar za porque las fuerzas económicas, políticas y
el carácter distintivo de una identidad étnica sociales tienen como efecto erosionar la diver
o cultural lleva el riesgo de reforzar ciertos sidad objetiva. Frente a ésta, la diversidad
^estereotipos. Pero, además, la aplicación del subjetiva, de la que nos percibimos cotidiana
principio de representación es muy delicada: mente, tiende a aumentar en razón de los flu
los líderes comunitarios no son siempre de jos m igratorios la intensidad del comercio
mócratas y provienen muchas veces de los internacional y la reafirmación de identida
sectores más conservadores. des étnicas tradicionales.
Desde la década de los ochenta el término
minoría se ha convertido en algo cotidiano en
Derechos de las minorías
el discurso público de muchos países occiden
tales. Ello se explica por estar asociado al pa La protección y promoción de las mino
radigma del *multiculturalismo que rechaza rías ocupan un lugar importante en la acción
el modelo de in teg ra ció n por asimilación y de las organizaciones internacionales y están
valora el pluralismo identitario. Las minorías asociadas a un análisis moderno de los proble
étnicas —formadas por sumas de emigrantes mas que plantea la diversidad. La idea de la
que convergen sobre un mismo espacio—y las diversidad no sólo contribuye a la vitalidad
nacionales —comunidades históricas o territo del cuerpo social, sino que es indisociable de
riales preexistentes al Estado-nación— ad un funcionamiento democrático, según han
quieren en este contexto nuevos derechos y puesto de manifiesto W ieviorka y Ohana
medios específicos para preservar, impulsar (2001). Sin embargo, los derechos de las m i
y difundir su *patrimonio cultural. La iden norías son objeto de debate en las ciencias
tidad diferencial debería ser una identidad sociales y políticas. ¿Qué es el derecho a la
afirmada y positiva frente a la que se atribuye diferencia? ¿Es una donación, un deseo in
como negativa. tangible o una diferencia identitaria o contin
Pero, por otro lado, el uso del término su gente? ¿Hablamos de derechos colectivos o
braya los riesgos de fragmentación inherentes individuales? Básicamente hay dos teorías al
a las sociedades posindustriales. Puesto que respecto: las aspiraciones de las minorías o se
todo grupo se puede afirmar como una mino entienden como una remisión comunitarista
ría —un conjunto de individuos desfavo del individualismo, en que reposa el liberalis
recidos por la sociedad por una diferencia mo político —propio del mundo anglosajón—,
significativa que no es necesariamente de tipo o se consideran un ataque contra los valores
etnocultural como los homosexuales, disca republicanos —Francia.
pacitados, maltratadas, jubilados, sin pa Tanto en la tradición liberal como en la re
p e le s...—, los que se presentan como tales publicana se parte del principio de que los
buscan obtener del Estado o de la opinión pú particularismos de los individuos atañen a la
blica un reconocimiento de su sufrimiento esfera privada, y de que el Estado debe tratar
actual o pasado y una retribución de las a todos los ciudadanos de manera igualitaria
injusticias. Esta profusión de identidades par sin intervenir ni privilegiar su especificidad.
ticulares en concurrencia hace que se hable de Si acaso, frente a la diversidad racial y a fin de
la irrupción de una sociedad “balcanizada”, articular una política eficaz de no discrim i
en la que los principios universalistas no se nación, el Estado puede ofrecer formas de
rían preferentes (Armony, 2004). Los temas de discriminación positiva para garantizar la
las minorías abren un nuevo campo de acción: igualdad de los ciudadanos. En este modelo el
la elaboración y evaluación de las políticas pú punto débil está en la lengua, que obviamente
blicas donde se encuadran las cuestiones clási no se puede “privatizar”. El vasco o el hopi
cas de eficacia e igualdad en la administración son la expresión de una cultura y de una iden
de los recursos del Estado. tidad y la asimilación forzosa contraviene los
Las cuestiones de las minorías no existen principios de justicia.
por sí mismas; constituyen también asuntos El debate se plantea sobre dos ejes que,
de mayorías o, más fundam entalm ente, de en gran medida, se superponen: desde las
gestión de la diversidad. La diversidad étnica, ciencias sociales se opone individualismo a
lingüística y cultural está construida sobre el *comunitarismo, y desde el Derecho se con
conflicto y la amenaza. Se organiza sobre traponen los derechos individuales a los co
el conflicto por la confrontación de *alteridad lectivos. Según Tylor, desde las filas “comuni-
Minorías 240
taristas” y, por tanto, desde el reconocimiento de la sociedad supone que, en el acceso al mis
de derechos de las minorías como derechos mo conjunto de posibilidades —es decir, en el
colectivos (1993), la “política del reconoci contexto de elección—, ningún individuo debe
miento” es una exigencia de los grupos mino ría tener desventaja por el azar de su naci
ritarios o subalternos debido a los nexos entre miento en una u otra comunidad lingüística o
reconocimiento e identidad. La identidad se cultural. Los derechos especiales para las m i
moldea en parte por el reconocimiento o por norías no son privilegios, sino disposiciones
la falta de éste -u n a forma de opresión- En para restablecer la igualdad. A esto se respon
un primer momento la política del reconoci de que la identidad es evolutiva y la composi
miento igualitario ocupa un lugar crucial en ción del grupo no constituye algo objetivo y
la sociedad a nivel individual y en la esfera permanente, los individuos se asimilan o pue
pública. Es una visión universalista que su den tener distintas y cambiantes identidades,
braya la dignidad igual para todos los ciuda por lo que las minorías se diluyen. Pero no hay
danos. Un segundo giro es el de la “política de que olvidar que los ataques y cuestionamien-
la diferencia”, el reconocimiento de la identi tos a la minoría favorecen a la mayoría. Si la
dad única de un individuo o grupo por ser minoría debe ser tratada como secundaria y
distinto a los demás, lo que impide una asimi contingente, ello también afecta a la mayoría.
lación a la identidad dominante o mayorita- Tras estos planteamientos, hay presuncio
ria. La política de la dignidad universal es cie nes del trato uniform e en las sociedades ac
ga a las diferencias, es decir, las homogeniza; tuales, que se fundamentan en valores: en
la política de la diferencia redefine la no dis definitiva, se trata de los juicios y creencias de
criminación exigiendo que se trate de un mo lo que es una buena vida. Las minorías no
do diferente la diferencia. Pero no es una me siempre comparten la definición pública de lo
dida transitoria, como se pensó al principio bueno, un juicio en el que ocupa un lugar im
—mientras se nivelaban las diferencias—, sino portante la propia integridad y vitalidad de
algo permanente, ya que implica la propia las culturas.
identidad y uno no debe perderla. Son dos La lucha para el reconocimiento por el Es
modos de política que comparten el concepto tado o los organismos internacionales ha sido
básico de igualdad de respeto: uno se centra una constante en muchos grupos m inorita
en lo que es igual para todos, otro en lo que es rios. Puesto que las minorías son, por defini
diferente o particular. ción, más vulnerables a las actitudes ^racistas
Una sociedad democrática debería recono o *xenófobas, la mayoría de las sociedades de
cer el derecho a la diferencia. Esta lógica plan mocráticas han adoptado medidas para pro
tea un conflicto con la del liberalismo, fundada tegerlas: políticas de ayuda, programas de
sobre la primacía de la persona y la igualdad de educación y campañas de sensibilización para
los individuoso la defensa de la diversidad cul combatir los prejuicios y la intolerancia. La
tural como derechos individuales (Habermas, protección de sus derechos se ha convertido
1999). Otra idea del liberalismo ciego a la dife en una cuestión importante para los Estados
rencia es la que sostiene que la política puede en el cuadro de las organizaciones internacio
ofrecer un terreno neutral en que podrán unir nales. El reconocimiento de derechos parte,
se y coexistir personas de todas las culturas, pues, del propio Estado-nación, aunque hay
siempre que se hagan ciertas distinciones: pú muchas situaciones donde las fronteras nacio
blico-privado, política-religión. Pero los prin nales no tienen sentido. Esta política ha toma
cipios ciegos a la diferencia —el propio li do diferentes formas y objetivos. Hay países
beralismo— no son neutrales: constituyen que han introducido diversas medidas basa
también el reflejo de una cultura hegemónica das en la discriminación positiva o acción afir
—h ablar en cristiano—, un credo combatiente. mativa para contrarrestar los mecanismos de
El pensamiento liberal sobre los derechos de discriminación sistemática y las prácticas ra
las minorías contiene sus dosis de *etnocentris- cistas —o sexistas—de las instituciones. Estas
mo y de generalizaciones. El debate actual medidas de tratamiento preferencial precisan
intenta la posibilidad de reconciliar los dos de la definición del grupo, generalmente una
enfoques, procurando justificar los derechos minoría poco representada —con respecto a la
desde el pensamiento liberal y tratando de en población total—en la función pública, el mer
contrar respuestas moralmente defendibles cado de ^trabajo o las universidades, que es
y políticamente viables en las democracias objeto de diferenciación para corregir las des
(Kymlicka, 1995). Para Kymlicka, la exigencia igualdades de ciertas poblaciones y promover
liberal de igualdad entre todos los miembros una igualdad efectiva.
241 Minorías
éxito, que la llevaría a expandirse ahora bajo Desde el advenimiento de la sociedad in
esta nueva versión reflexiva. dustrial con la revolución en los transportes y
el nacimiento del tiempo de ocio, la movili
dad ha sido estudiada en términos de la ma
yor independencia que los seres humanos han
Bibliografía ido ganando respecto a las constricciones im
puestas por el medio geográfico o natural
BECK, U. (2002): La sociedad de riesgo global. Ma
(Makimoto y Manners, 1997). Fundamental
drid: Siglo XX I.
mente, por movilidad geográfica se entiende el
BECK, U.; GIDDENS, A.; LASH, S. (1997): Mo
movimiento físico de desplazamiento de ma
dernización reflexiva. Política, tradición y estéti
teriales o personas, desde un punto espacial a
ca en el orden social moderno. Madrid: Alianza.
otro. Este tipo de movilidad ha sido especial
SOLÉ, C. (1997): “Acerca de la modernización, la
mente importante en los estudios de *migra-
modernidad y el riesgo”. REIS, 80, octubre-di
ciones y también en los estudios en transportes
ciembre: 111-131.
desde la década de los años sesenta. Donde
CARNERO, T. (ed.) (1992): Modernización,
los primeros estudian los ^movimientos de los
desarrollo político y cambio social. Madrid:
sujetos migrantes internacionales, los segun
Alianza.
dos exploran las rutas de personas y mercan
Margarita Barañano Cid cías a través del espacio.
En las aproximaciones clásicas a la proble
Véanse además Comunitarismo, DESARRO- mática de la movilidad, los sujetos móviles por
LLO, DIFEREN CIA Y DESIGUALDAD, antonomasia han sido, pues, los sujetos m i
Esfera mediática, ESTADO-NACION, Et- grantes, y los movimientos considerados se
nicidad, Etnocentrismo y relativismo cultu han referido primordialmente a los flujos mi
ral, GLCÍBALIZACIÓN, HIBRIDACIÓN, gratorios por razones de *trabajo. El movi
IDENTIDAD, 1NDIGENISMO, Migracio miento de personas a través del espacio ha sido
nes. Teoría macro, MINORÍAS, Moderni analizado desde su carácter voluntario u obli
dad, NUEVOS M O VIM IEN TOS SOGIA- gado y su duración permanente o temporal.
I.ES, PATRIMC)NIO, PC)SMODERNI- Los objetos en m ovim iento, por su parte,
DAD, RELACIONES Y PROCESOS IN han sido siempre estudiados desde la estrecha
FORM ALES, Relaciones y procesos infor vinculación que éstos, ya sean comodidades,
males económicos, Sociedad de la informa regalos, alimentos o capital, poseen respecto a
ción y del conocimiento. las prácticas humanas de viajar y morar en es
pacios determinados (Clifford, 1999). Así, si
la movilidad de capital y trabajo se define co
mo la condición sin equ a non para el *desarro-
Movilidad 11o de la economía de mercado y también
La movilidad ha sido considerada un ras como un requisito indispensable en la activa
go inherente a las sociedades humanas, y ción de la competencia dentro de la misma;
mientras unos hablan del hom o m obilis, como los objetos móviles asociados a los viajeros, tu
concepto integrador y unificador de la con ristas, misioneros, pueden sufrir procesos de
dición humana, otros van a subrayar la na vaciamiento de contenido en el movimiento
turaleza #diferenciadora que la movilidad que es ejercido sobre ellos, o contribuir a tra
imprime en la misma (Bauman, 2004). Como vés de su circulación en la lógica de mercado
objeto de estudio, el concepto de movilidad a la reproducción de lazos comerciales ya
encapsula, por un lado, los ^movimientos a existentes. Estos últimos son, por otra parte,
gran escala de personas, objetos, capital e susceptibles de adoptar diferentes re-signifi-
ideas a través del mundo y, por otro, aquellos caciones en el proceso de apropiación y adap
flujos más locales directamente relacionados tación a nuevos usos o deseos suscitados en el
con el movimiento a través del espacio públi transcurso del *viaje acometido por los suje
co y el viaje de objetos, materiales y símbolos tos que los transportan, sobre todo una vez
en el desarrollo de la vida cotidiana. que han llegado a su destino.
La movilidad en ciencias sociales ha sido Si para los estudios que enfatizan la movi
principalm ente considerada un fenómeno lidad geográfica ésta es registrada como un
geográfico y social referido al movimiento movimiento eminentemente espacial y físico,
que determinados cuerpos —objetos/sujetos— para los análisis realizados bajo la perspectiva
acometen en espacios y tiempos definidos. de la movilidad social, ésta está por lo general
245 Movilidad
nos que se han practicado en las ciencias través de las *barreras nacionales, ya se trate
sociales, aunque se hayan organizado fun de procesos Colonizadores, migraciones la
damentalm ente en diferentes “regiones” o borales, viajes individuales o de un turismo
“fortalezas” de disciplinas, cerradas y antago- organizado.
nísticas. De esta manera, el objetivo del para En segundo lugar, el paradigma de la mo
digma de la movilidad es, por un lado, hacer vilidad rechaza la metafísica del nomadismo
sustantivo el reclamo de que existen múltiples que celebra las metáforas de la movilidad y
tipos de movimiento y de que gran parte de concibe ésta como factores que erosionan pro
las ciencias sociales los han examinado de un gresivamente fronteras disciplinares y geo
modo inadecuado y, por otro, subrayar que gráficas (Urry, 2000). Para autores como
hay un putativo nuevo paradigma que impli Clifford (1999), la nomadología no es el nom
ca una forma productiva y posdisciplinaria de bre del juego, pues entender que las culturas,
realizar ciencia social, muy especialmente en en virtud del proceso globalizador, no pueden
el nuevo siglo, en el que la temática de la mo ser consideradas entes estables no significa
vilidad parece haberse ubicado en el centro pensar que éstas son puro flujo o concebir el
del escenario. movimiento —de ideas o conocimiento—desde
Concretamente, el paradigma de la movi una perspectiva romántica y meliorativa.
lidad rechaza tres posiciones fundamentales Uno no puede asumir, claman este autor y,
(Baerenhold et al., 2004: 139) en virtud de las con él, los partidarios del giro de la m ovili
cuales los espacios, culturas y sujetos móviles dad, que no existen nexos estables, que todo es
ni se descubren eternamente en movimiento contingente y fluido (opus cit., 1999: 113). La
ni tampoco siendo invadidos o penetrados movilidad genera y se nutre de estructuras re
por movilidades o, por el contrario, exentos guladas y regulatorias que atañen no sólo a la
de prácticas de estabilización y significación movilidad de mercancías en la lógica del con
precisas (opus cit., 2004: 140). La movilidad sumo y a la de sujetos —el propio turista mo
desde el paradigma de la movilidad deja de derno y también el académico.
ser un concepto homogéneo y homogeneiza- En tercer lugar, el paradigma de la movi
dor para pasar a ser concebido en sus dispa lidad rechaza la crítica cultural de la ausencia
res, pero interrelacionadas, dimensiones y de lugar, o los no lugares, asociada a la antro
formas. pología de M. Augé (1993) y según la cual los
En primer lugar, el paradigma de la movi lugares de movilidad —motel, aeropuerto, es
lidad rechaza la metafísica sedentarista de taciones— son desposeídos de significado e
una geografía humanista que ubica lugares interés científico como espacios que simple
cerrados y auténticos en las raíces de la identi mente se atraviesan —tránsito—y que no nece
dad y experiencia humanas. Los lugares son sitan ser estabilizados a través de prácticas
contemplados como fuentes contingente concretas o abordados en las significaciones
mente establecidas de significados y apegos, que pueden engendrar o albergar. Tales es
profundamente sostenidos, que emergen de pacios de paso son estudiados no sólo en las
redes habilitadoras de performances específi movilidades que en ellos se generan, sino
cas, materiales y encarnadas (opus cit., 2004). también a través de que estos mismos se
El rechazo a una metafísica sedentarista configuran como lugares diferenciales. Un
afecta especialmente a la concepción de la cul ejemplo interesante a este respecto es el
tura. La situación contemporánea de la glo- desarrollo de los estudios sobre automovili-
balización hace evidente que las culturas dades y de conceptos como el de “las socieda
implican y también necesitan diversas y ex des de autom ovilidad” o de los “cuerpos
tensas formas de movilidad. Las culturas no conductores” (T h rift, 1996; Sheller y Urry,
existen en estado puro, no están herm ética 2000). Estos estudios encuentran en las socie
mente cerradas y separadas unas de otras ni dades actuales el nexo m ovilidad-m oder
tampoco poseen una esencia clara y definida. nidad, que constituye la forma global pre
Por ejemplo, las culturas *poscoloniales se de dominante de un tipo de movilidad casipriva-
rivan de, y engendran, varias modalidades de da. En ella el automóvil no sólo es un
movilidad, y no sólo eso, constituyen tipos medio de transporte, sino todo un complejo
culturales en los que las movilidades están sistema de generación de significaciones, sub
más fragmentadas, híbridas y dislocadas. Es ordinaciones de otro tipo de movilidades pú
tas culturas están en continuo proceso de blicas —andar, montar en bicicleta, viajar en
constricción a consecuencia de los flujos tren—y también, fundamentalmente, el modo
de m ovim ientos de personas e imágenes a a través del cual las personas negocian y reor
249 Movilidad
Véanse además ALTERI DAD, Cent ro-periie- nominador común, que se caracterizaría por
ria, CO LO NIALISM O Y A N T IC O L O - los siguientes rasgos: una estructura organi
NIA U S M O , COMUNIC ACIÓ N , C o m u- zativa altamente flexible, expresada median
nielad transnacional, CONSUMO CUL- te redes escasamente jerarquizadas y un
T U RAL, CU LTU R A, I ) ESA R ROL LO, rechazo abierto a liderazgos explícitos, pro
D est e r r ito r ia 1iz ac ió n. D 1F E R E N CIA Y ducto del legado “antiautoritario” de la re
DESIGUALDAD, Diferencias sociales y di vuelta estudiantil que desencadenó este tipo
ferencias culturales, DISCRIMINACIÓN Y de movimiento; la insistencia en la autonomía
EXC LU SIÓ N SOCIAL, E L IT E S , Elites del movimiento específico frente a otros acto
cosmopolitas, Espacio de los flujos, Espacio res políticos, sobre todo frente al #Estado y a
red, ESPACIO-TIEMPO, Espacios locales, los partidos políticos, interpretados como
E S T A I) O - N AC I ( ) N, Extranjero, P' ron tera “aliados” o representantes del viejo establish
geográfica y administrativa, Fronteras econó ment y de los movimientos sociales de origen
micas, Fronteras políticas y religiosas, Fronte decimonónico; la carencia de una ideología de
ras simbólicas. Global y local, GLORALIZA transformación de la sociedad en su totalidad,
CION, Globalización y antiglobalización, como lo fuera el proyecto marxista; el rechazo
HIBR1I) ACIÓN, ID E N U D A D , Informa a los amplios proyectos de cambio societal se
ción, Lugar y no-lugar, MIGRACIONES, rá el punto de partida de la confluencia entre
Migraciones. Redes sociales. Migraciones. Teo los movimientos multiculturalistas y los dis
ría macro, Migraciones y economía, Migracio cursos “*posm odernos”; no la política revo
nes y racismo, Modernidad, Multilocal, No lucionaria, sino la life politics (Giddens), la
madismo y turismo, Pluralismo sincrónico, individualizada política vital, se convertirá en
Poscolonialismo, Racismo y neorracismo, So el lema común; la consecuente limitación a te
ciedad de la información v del conocimiento, máticas específicas que no abarcan un proyec
TERRITO R IO S, TRABAJO, Viajes y siste to societal global, sino que sólo se articula
mas de movilidad, Violencia política. Tipos. como single-issue-movement, cuyos ejes verte-
bradores estarían íntimamente relacionados
con la “política de ^identidad” del propio
Multiculturalismo movimiento; una composición social he
terogénea, “m ulticlasista”, con un fuerte
Desde los años ochenta, inicialmente so componente procedente de las clases medias,
bre todo en Estados Unidos, Canadá, Austra lo cual para algunos analistas plantea el pro
lia y el Reino Unido, un conjunto altamente blema de cómo identificar el “sujeto históri
heterogéneo de movimientos contestatarios co”, y, probablemente como consecuencia de
“post-68” emprende el camino de la institu- dicha composición plural, una constante te-
cionalización social, política y académica. Las matización de la identidad y la subjetividad.
confluencias programáticas de estos * “nue- Son el ám bito filosófico y sobre todo el
vos” movimientos sociales —afroamericanos, epistemológico en los que los movimientos
indígenas, chicanos, feministas, gay-lesbia- multiculturalistas y su reivindicación de una
nos, “tercermundistas” etc.—se han dado a co nueva “política de la diferencia” encuentran
nocer a partir de entonces bajo el, a menudo un peculiar aliado académico: el giro “posmo
ambiguo, lema del “m ulticulturalism o”: un derno”, inicialm ente denominado a veces
heterogéneo conjunto de movimientos, aso “neoestructuralista”, pero mayoritariamente
ciaciones, comunidades y —posteriormente— “posestructuralista”, que ha protagonizado
instituciones que confluyen en la reivindica la filosofía francesa de los años setenta y
ción del valor de la “#diferencia” étnica y/o ochenta. Es sobre todo el feminismo, tanto
cultural así como en la lucha por la pluraliza- académico como político, el que ofrece una
ción de las sociedades que acogen a dichas co primera crítica sistematizada al universalis
munidades y movimientos. Como tales, los mo y la esencialización subyacentes en las
movimientos multiculturalistas forman parte nociones occidentales del análisis social. Par
del panorama de los “nuevos movimientos so tiendo de esta crítica feminista de la supuesta
ciales” (Touraine, Melucci). En el contexto de neutralidad genérica del pensamiento occi
la terciarización de las economías occidenta dental, que camufla su carácter patriarcal y
les y del surgimiento de una “sociedad posin autoritario bajo la singularización y monopo
dustrial” se pretende agrupar a movimientos lización del “C onocim iento”, las diferentes
estudiantiles, urbanos, feministas, ecologis corrientes posestructuralistas coinciden en su
tas, pacifistas y multiculturalistas bajo un de afán de de-construir los grandes “relatos” he-
251 Multiculturalismo
gemónicos, las autorizadas “narrativas” occi de este tipo de movimientos. Existen obvias
dentales que dotan de sentido y, con ello, legi “afinidades electivas” entre el multicultura-
tim an los poderes fácticos vigentes en las lismo y la corriente posmoderna. Cuando
sociedades contemporáneas. Este afán “de- desde los años ochenta el desafío posestructu
constructivista”, crítico y disidente del poses- ralista comienza paulatinamente a institucio
tructuralismo es retomado y aprovechado por nalizarse en el ambiente académico, primero,
los protagonistas de los movimientos multi- francés y, luego, anglosajón como “pensa
culturalistas en su intento de demostrar el miento posmoderno”, el punto de partida
carácter subversivo y potencialmente contra- será la crítica del proyecto ^moderno de la
hegemónico del propio multiculturalismo. Ilustración, entendido como un intento hege-
La corriente posestructuralista retoma la mónico de subyugar, uniformizar y —en últi
noción de los “nuevos movimientos sociales” ma instancia—silenciar una multiplicidad de
haciendo especial hincapié en su faz identita culturas, identidades y narraciones bajo la ca
ria. La identidad se vuelve una preocupación nonización del racionalismo cartesiano y del
constante de los movimientos. Lejos de ser criticismo kantiano.
simple expresión de los intereses comunes de El consecuente énfasis posmoderno en la
un grupo, la identidad se convierte en “políti pluralidad de identidades, #géneros y cultu
ca identitaria”, en negociación de múltiples ras confiere legitimidad a la reivindicación
identidades frente a diversos contrincantes multiculturalista del reconocimiento, tanto de
sociales. A lo largo del subsiguiente proceso, identidades históricamente marginadas y si
tanto conceptual como político-social-educa- lenciadas como de nuevas identidades em er
tivo, los “sujetos sociales” son des-centrados y gentes. Las “identidades proyecto” (Castells)
des-esenciaiizados. Por ello, para que un de de dichos movimientos no son el punto de
term inado movimiento multiculturalista se partida, sino el objetivo y resultado de la mo
afiance y sobreviva a los vaivenes de sus mani vilización. Esto implica que para consolidarse
festaciones espontáneas y puntuales, tendrá como movimiento social e impactar en el con
que inventar y/o generar nuevos sujetos so junto de la sociedad, el m ulticulturalism o
ciales que, a su vez, necesitarán engendrar requerirá de una fase de construcción y esta
prácticas culturales específicas del grupo o bilización de las identidades de los nuevos
movimiento en cuestión. actores sociales cuyo surgimiento y consolida
Con ello los heterogéneos movimientos ción alberga. Estas identidades permanente
que desde los años sesenta comienzan a mente “recicladas”, sin embargo, a menudo
articular los intereses específicos de las *m i- no generan discrecionalidad identitaria: el
norías subalternas de las sociedades contempo movimiento social corre el riesgo de diluirse a
ráneas pronto adquieren un matiz eminente través de la paulatina individualización de
mente cultural. Varios estudiosos de los nuevos “estilos de vida”. Por ello los movimientos
movimientos contestatarios, tanto norteameri multiculturalistas, igual que los demás “nue
canos como europeos y latinoamericanos, vos” movimientos sociales, refuncionalizan la
afirman la necesidad de indagar en la relación cultura como un recurso emancipatorio (Ha-
entre un determinado movimiento social y las bermas).
prácticas culturales de sus miembros. Sobre Mientras que el constructivismo filosófico
todo en contextos de *marginación socioeco profundiza en la noción ^híbrida, policontex-
nómica y/o política, la ^cultura se puede con tual, escenificada y, por tanto, construida de
vertir en pilar básico de una acción colecti las identidades sociales, el discurso dominan
va. Recreando prácticas culturales ^locales y te de los movimientos multiculturalistas rom
adaptándolas a nuevas situaciones extraloca pe con la de-construcción filosófica y retorna
les, el movimiento es “re-significado”, genera a sus inicios como disidencia ética y política.
su propia identidad y puede convertirse con Para el autoanálisis de los propios movimien
ello en una nueva “com unidad” para sus tos afroam ericanos, indígenas, feministas,
miembros. gay-lesbianos, etc., se postula la necesidad de
Precisamente por las consecuencias políti partir de antagonismos realmente existentes
cas que tendría una relativización antiesen- en el seno de la sociedad y de la relación que
cialista de las identidades, hasta entonces mantienen los diversos actores sociales con el
binarias y antagónicas, de los movimientos Estado. Sobre todo en contextos de desigual
sociales en su capacidad de movilización, el dad socioeconómica, incluso la actividad me
encuentro con el posestructuralismo/posmo- ramente “cultural”, no política, desplegada
dernismo será un paraguas para el conjunto por un determinado actor social, se inserta en
Multiculturalismo 252
procesos hegemónicos, de lucha por la distri académico y educativo, consiste en paliar las
bución y apropiación de poderes entre grupos persistentes discriminaciones que, por crite
dominantes y subordinados. rios de sexo, color de piel, religión, etnicidad
Superando el maniqueísmo originalmen etc., sufren las minorías a través de una deli
te im p líc ito en la n oció n de h eg em on ía berada política de “*discriminación positiva”.
(Gramsci), en su reformulación “multicultu A finales de los años ochenta las *elites
ral” es posible aplicarla a todo tipo de prácti académicas de estas diferentes comunidades
cas culturales que constituyen sistemas de sexuales, étnicas y/o culturales, que original
sentidos y valores generados en contextos mente habían impulsado a los nuevos movi
de dominación y subordinación y que, por tan mientos sociales, logran asentarse en una gran
to, han internalizado dichas desigualdades. Lo mayoría de los espacios educativos y académi
distintivo de esta noción de hegemonía es su cos, sobre todo anglosajones. Es a partir de
“doble cara” —paradójicamente, lo hegemóni- entonces cuando el m ulticulturalism o y la
co es tanto un proceso como el resultado de “acción afirmativa” —como su expresión polí
dicho proceso—. Sin embargo, los generadores tico-institucional más visible—se establecen
y portadores de las prácticas culturales que como un discurso hegemónico en gran parte
conforman un determinado movimiento no de la opinión pública, sobre todo anglosajona.
son simples víctimas de imposiciones hege- Desde ese momento, muchos de los protago
mónicas, sino que resultan a la vez artífices nistas de estos movimientos se dedicarán a
creativos de estas prácticas. La elaboración de defender las “cuotas” de poder conquistadas
una identidad propia en un proceso de recrea dentro de las instituciones públicas no sólo
ción de prácticas culturales y de apropiación frente al antiguo antimulticulturalismo *asi-
de espacios de autonomía, característica fun milacionista de la “derecha histórica”, sino
damental de los nuevos movimientos sociales sobre todo frente a dos corrientes críticas,
de cuño m ulticulturalista, también es, por articuladas desde posiciones políticas muy
consiguiente, una “construcción hegemóni- próximas al primer multiculturalismo como
ca” (Laclau y Mouffe), que bajo determinadas movimiento social. En primer lugar, se trata
circunstancias puede convertirse en resorte de aquellos que coinciden con el multicultu
de una estrategia “contrahegemónica” frente ralismo institucionalizado y hegemónico en
a los poderes dominantes. Como “fuentes de la necesidad de superar el anárquico anything
sentido”, las identidades construidas a lo lar goes (Feyerabend) del pensamiento posmo
go de una movilización social y proyectadas derno, pero que —a diferencia del m ulti
hacia el futuro pueden confluir con identida culturalismo “oficializado”— insisten en la
des residuales, producto de resistencias gene necesidad de distinguir entre identidades
radas por “comunidades” contrahegemónicas subjetivas, por una parte, y relaciones de po
(Castells). der objetivamente existentes en el seno de la
Para los movimientos multiculturalistas, sociedad, por otra. La segunda corriente, crí
el afianzam iento normativo de estas nuevas tica con la ya institucionalizada “política de
identidades ha pasado por una fase de “re diferencia”, cuestiona dos de los principales
esencialización” de diferencias originalmente postulados del multiculturalismo: por un la
construidas. De forma paralela al inicio de la do, su elección del ámbito educativo y acadé
institucionalización educativa, académica y mico anglosajón como campo preferencial de
luego política del multiculturalismo, es sobre actuación y reivindicación, y, por otro lado, su
todo en el contexto de los estudios étnicos y insistencia en la necesidad de construir comu
culturales donde las diferencias “raciales”, nidades delimitables y portadoras de identi
“*étnicas” y/o “culturales” se utilizan como dades discernibles.
argumentos en la lucha por el acceso a los po Ante las críticas formuladas desde estos
deres fácticos. En esta estrategia nuevamente ámbitos, tanto académicos y educativos como
se acude al prototipo del feminismo, cuya no políticos, al trato diferencial y su algo artifi
ción de “cuotas” de acceso al poder es retoma cial distinción entre discriminaciones “nega
da por el multiculturalismo para generar un tivas” versus “positivas”, el multiculturalismo
sistema altamente complejo de trato diferen reivindica la diferencia normativa entre las
cial de grupos minoritarios. El objetivo de es discriminaciones históricamente sufridas por
ta política de “*acción afirm ativa”, aplicada los miembros de un colectivo ^estigmatizado,
primero en los órganos de representación y por un lado, y las discriminaciones que a ni
toma de decisiones de los propios movimien vel individual puede generar la política
tos y posteriorm ente trasladada al ámbito de “acción afirm ativa” para determinados
253 Multiculturalismo
miembros del grupo hegemónico, por otro. topercepción de las clásicas sociedades de in
Transferida de su inicial contexto feminista y migración, por otro lado, impregna este deba
su análisis de las diferencias de género al nue te de un fuerte carácter norm ativo: ¿hacia
vo contexto m ulticultural, la política de dónde deberían evolucionar las sociedades
cuotas para ser efectiva requiere de cierta contemporáneas de composición multicultu
estabilidad en las “#fronteras” y delimitacio ral? Al inicio de la confrontación se percibe
nes establecidas no sólo entre la mayoría he- un fuerte maniqueísmo entre posiciones uni
gemónica y las minorías subalternas, sino versalistas y particularistas a ultranza. Los
asimismo entre cada uno de dichos grupos defensores del liberalismo clásico y del anti
m inoritarios. Con ello, paradójicam ente, guo asimilacionismo sostienen que la única
cuanto más éxito tiene el movimiento multi- alternativa al clásico paradigma *integracio-
culturalista en la praxis social, más profundi nista del m elting p o t son las neotribales
za en una noción estática y esencialista de “comunidades cercadas”, que acabarán des
“cultura”. Subsumiendo diferencias “racia componiendo el “proyecto” común del “sue
les”, “étnicas”, “culturales”, “subculturales” y ño americano”. Por su parte, sus antagonistas
relativas a los “estilos de vida”, el nuevo con m u lticu ltu rales resaltan el ca rá cter nada
cepto multiculturalista de “cultura” se aseme n eu tro, sino *e u ro cé n trico del supuesto
ja cada vez más a la noción estática que la u niversalism o an g lo sajó n . F re n te a esta
antropología había generado en el s. XIX y que interpretación, la tradición liberal del pensa
pretendía definitivam ente superar a finales miento político defiende la democracia “uni
del siglo XX y comienzos del XXI. versalista” como un mecanismo m eramente
La evidente culturalización detectable en procedimental, exento de contenidos cultura
los discursos públicos, que en los años ochen les particulares. Este supuesto axiomático del
ta giran en torno a cualquier problema social universalismo es rechazado por el discurso
y educativo, constituye a la vez el principal lo multiculturalista. A pesar del proceso de secu
gro y el mayor peligro de los movimientos larización y del laicismo como principio de
multiculturalistas. Al tratar a las minorías co las democracias contemporáneas, su trasfon
mo “especies en vías de extinción” (Vertovec) do sigue revelando una determinada matriz
y diseñar políticas exclusivamente orientadas cultural, la cristiana. En este sentido, la sepa
hacia su “conservación”, el m ulticulturalis- ración liberal de lo público y lo privado no es
mo, aplicado a la intervención educativa y tablece un “terreno neutro”, sino que impone
social, corre el riesgo de “etnificar” la diversi una forma específica de concebir la política.
dad cultural de sus destinatarios originales. Sin embargo, la crítica que desde el par
La apropiación de este tipo de discurso esen- ticularismo se formula contra el proyecto in-
cialista de la diferencia por parte de los gru tegracionista, sobre todo estadounidense, no
pos hegemónicos genera nuevas ideologías de se restringe a las minorías étnicas. También es
supremacía grupal, que basan sus privilegios retomada por aquellos sectores de la sociedad
en un culturalism o difícil de distinguir del mayoritaria que rechazan las injerencias pú
“nuevo racismo cultural”. A menudo, autores blicas —tachadas como “centralistas”—en sus
sobre todo europeos critican la indirecta con ámbitos locales y regionales. Según una per
fluencia entre la tendencia *segregacionista cepción creciente en estos sectores, “todos so
del multiculturalismo recién institucionaliza mos minorías”, por lo cual somos portadores
do en Estados Unidos y un incremento de la de derechos y obligaciones únicam ente en
#xenofobia y del *racismo; ambos coinciden función de nuestra pertenencia a determina
en relativizar la vigencia universal de los *de- das comunidades, integradas de form a seg
rechos humanos más allá de las —supuestas o mentada en el conjunto de la nación. La
reales—diferencias culturales. correspondiente noción de ^ciudadanía tam
Cuando el discurso multiculturalista pasa poco puede ser neutra o meramente formal,
así del ámbito m eram ente académico a ad como estipula el ideal del “patriotismo consti
quirir una creciente influencia en la opinión tucional” (Haberm as), sino que ha de tener
pública, sobre todo norteamericana y británi una faz com unitaria, definida en térm inos
ca, a finales de los años ochenta e inicios de los culturales y/o nacionales. D urante los años
noventa surge un debate político y pedagógi noventa, el resultante “*com unitarism o” se
co acerca del futuro de las sociedades occiden establece como el movimiento políticamente
tales. La confluencia de los “discursos de la más influyente, que ha surgido de forma indi
diferencia”, por un lado, con cambios cualita recta en los confines del multiculturalismo y
tivos en la composición y, por tanto, la au- que desafía el “monopolio” discursivo del que
Multiculturalismo 254
tuaciones de uso de las lenguas coexistentes otro, que no sabrían hablar de manera fluida,
en una sociedad veríamos cómo en cada si pero que al entenderla, aunque fuera con di
tuación hay múltiples variables que intervie ficultades, entenderían el ‘genio’, el universo
nen en las opciones lingüísticas —las personas cultural que cada uno expresa cuando habla
implicadas, el contexto, la situación, los la lengua de sus antepasados y de su propia
tem as, la ideología, etc.— y que dan lugar tradición.”
a estrategias comunicativas distintas. El
multilingüismo, en su dimensión social, nos
plantea el tema de la diglosia. El concepto de Bibliografía
diglosia también articula posturas distintas.
ECO, Umberto (1994): La búsqueda de la lengua
Por un lado, se puede entender la diglosia co
perfecta. Barcelona: Crítica.
mo el uso funcional de dos o más lenguas en
BURKE, Peter (1996): Hablar y callar. Funciones
una sociedad. Pero, por otro lado, la diglosia
sociales del lenguaje a través de la historia. Barce
también sería la expresión de un conflicto lin
lona: Gedisa.
güístico en el que se da una relación de domi
KYM LICKA, Will (2003): La política vernácula.
nio de una lengua sobre otra. Así, la lengua
Nacionalismo, multiculturalismo y ciudadanía.
dominante tendría carácter oficial y dim en
Barcelona: Paidós.
sión pública, y la lengua dominada un uso
LODARES, Juan Ramón (2000): E l paraíso polí
restringido y poca visibilidad mediática.
glota. Madrid: Taurus.
En los sistemas democráticos los conflic
PU EYO , Miquel; T U R U L L , Albert (2003): D i-
tos lingüísticos dan lugar a soluciones polí
versitat i política lingüística en un món global.
ticas negociadas que implican políticas
Barcelona: Pórtic.
lingüísticas. En el ámbito institucional, una
SIGUÁN, Miquel (1992): España plurilingüe. Ma
de estas políticas es la normalización lingüís
drid: Alianza editorial.
tica. La lengua dominante de una sociedad es
— (1996): La Europa de las lenguas. Madrid:
la de los grupos política y socialmente domi
Alianza editorial.
nantes. La normalización lingüística implica
TUSÓN, Jesús (1989): E l lujo del lenguaje. Barce
necesariamente un cambio en la distribución
lona: Paidós.
del poder. Pero en las sociedades este cambio
— (1996): Los prejuicios lingüísticos. Barcelona:
necesita, además de políticas lingüísticas, la
Octaedro.
participación colectiva de los hablantes. La
normalización lingüística de una lengua mi- Miquel Rodrigo Alsina
norizada supone la extensión de su uso social. Anna Estrada Alsina
Sin embargo, la norm alización lingüística
también implica un modelo lingüístico, que Véanse además COMUNICACION, D IF E
puede tender al monolingüismo o al m ultilin RENCIA Y DESIGUALDAD, Diferencias
güismo. También se debe apuntar que el mul sociolingüísticas y desigualdad, Estera mediá
tilingüismo institucional no tiene muy en tica, ESTADO-NACÍ ÓN, 1DEN TI DAD,
cuenta, en su normalización lingüística, todo I N TEG RACION, I ntercultu ral idad, MI -
el multilingüismo existente en el ámbito indi NORÍAS, Modernidad, PATRIMONIO, So
vidual y social. Sólo las lenguas con carácter ciedad de la información y del conocimiento.
oficial son contempladas en las políticas lin
güísticas de normalización.
La relación entre las lenguas, en el ámbito
Multilocal
institucional, y sus hablantes, en el ámbito so Las reordenaciones #espacio-temporales
cial, no está libre de tensiones. La inclinación ocurridas en la #modernidad avanzada han
al monolingüismo y la tendencia a la diversi trastocado de manera importante los objetos
dad lingüística coexisten. No hay soluciones clásicos de la antropología —la relación entre
fáciles ni exentas de la colisión de intereses. *cultura y ^territorio, la ^diversidad cultural,
Pero es un reto que la humanidad ha de los ^límites de la ^identidad, e tc —, plantean
arrostrar. Quizás una posible respuesta es la do a esta disciplina nuevos problemas de ín
que propone Umberto Eco (1994: 292): “Una dole teórico-m etodológica. Entre otros, ha
Europa de políglotas no es una Europa de contribuido a cuestionar el arraigado mito del
personas que hablan con facilidad muchas “localismo premoderno”, nacido, hasta cierto
lenguas, sino, en el mejor de los casos, de per punto, de las exigencias del trabajo de campo
sonas que pueden encontrarse hablando cada etnográfico. Según Morley y Robins (1995:
uno su propia lengua y entendiendo la del 129-130), dicho localismo está compuesto por
Multilocal 260
diferencia entre los ciudadanos y los no-ciu régimen semiperiférico —países europeos me
dadanos en lo tocante a los derechos sociales? diterráneos—, en economías menos *de-
y, más concretam ente, ¿cómo se establecen sarrolladas caracterizadas por flujos in
distintas categorías dentro de los inmigrantes migratorios recientes, infraestructuras de
respecto a su inclusión en el Estado de Bienes inmigración precarias y escasa protección a
tar? Para Faist (1995), la clave está en las dife los inmigrantes; régimen continental —A le
rencias internacionales en la definición de mania, Bélgica—, con controles estrictos y
ciudadanía y nacionalidad. El estatus legal limitación de la reunificación; régimen escan
del inmigrante es una variable clave en el ac dinavo —Dinamarca—, y régimen anglosajón
ceso a los derechos sociales. Al respecto Faist -Estados Unidos y Gran Bretaña.
(1995: 82) distingue tres tipos: El contraste más pronunciado en esta
—Citizens: ciudadanos del Estado-nación, interacción de regímenes R I-R E B se da entre
con plenos derechos cívicos, políticos y sociales. el modelo continental —Alemania—y el liberal
—Denizens: no ciudadanos o inmigrantes, —Estados Unidos—. E E . UU. es el paradigma
pero con derecho de residencia permanente de un tipo de integración incluyente y cívico,
—ciudadanía civil—, derechos sociales equiva mientras que Alemania representa la quin
lentes a los de los ciudadanos y algunos dere taesencia de un modelo excluyente y etno-
chos políticos. cultural. En E E. UU. prevalece el ju s soli: los
— Aliens: sin derechos civiles, y con pocos residentes permanentes pueden convertirse
derechos sociales o ninguno. en ciudadanos americanos pasados cinco años
Dentro de los aliens hay diferencias de —dimensión intrageneracional—y la primera
derechos sociales entre los inmigrantes con generación nacida en el país es naturalizada
permisos temporales de residencia, los soli automáticamente —factor intergeneracional—.
citantes de asilo político y los inmigrantes ile En Alemania prevalece el ju s sanguinis: la na
gales. Esto indica que el estatus de ciudadano turalización es más difícil. En definitiva, en
no es la única variable determinante en el ac Alemania tenemos un RI excluyente, pero un
ceso de los inmigrantes al Estado de Bienes R E B incluyente, mientras que en los E E . UU.
tar. Hay que considerar factores como la el RI es incluyente, pero el R E B excluyente.
presencia física en el país —permanente frente Como consecuencia de lo anterior, la com
a temporal—y el estatus laboral-legal. paración entre E E. UU. y Alemania, conside
En la hipótesis de la simetría de regímenes rando los derechos sociales de los cuatro
de Faist se da una interacción entre el tipo de estatus de inmigrantes —residentes perm a
políticas sociales y de políticas de inm igra nentes, trabajadores temporales, refugiados e
ción. La conexión entre los derechos civiles de ilegales—, permite hablar de puntos de seme
admisión en el país y el tipo de derechos socia janza, pero sobre todo de diferencias.
les concedidos a los inmigrantes da lugar a Alemania y E E . UU. son similares en al
una correlación entre el régimen de Estado de gunos aspectos: 1) en ambos casos, se establece
Bienestar —R E B - y el régimen de políticas de una diferencia clara entre los inmigrantes le
inmigración —R I—. Faist basa su hipótesis en gales e ilegales, de manera que los segundos
la comparación entre Estados Unidos y Ale apenas tienen derechos sociales —menos en
mania. Para el Estado de Bienestar, Faist uti Alemania que en los E E . U U .—; 2) los refugia
liza la tipología de los regímenes de Estado de dos son una categoría aparte: con derecho a
Bienestar de Esping-Anderson (1990), en la determinadas prestaciones de asistencia social
que las variables determinantes son la des- en Alemania y con posibilidad de acceso a ser
mercantilización de la fuerza de trabajo y el vicios especiales en los E E . U U ., y 3) en ambas
efecto de las políticas sobre la estratificación. situaciones se distingue entre prestaciones
Los tipos de Estados de Bienestar resultantes contributivas y no contributivas o asistencia-
son: liberal —países anglosajones—, corporatis- les, excluyéndose a los no ciudadanos de estas
ta —Europa continental—y socialdemócrata últimas, aunque los denizens tienen un acceso
—países escandinavos. mayor que los aliens.
A partir de la crítica de Ferrera a Esping- Con todo, las diferencias son mayores que
Anderson, habría que añadir un cuarto tipo: las similitudes. La primera diferencia funda
el latino —países europeos mediterráneos—, mental tiene su origen en el concepto de ciu
con lo que se obtendrían cuatro mundos del dadanía. El modelo étnico prevaleciente en
bienestar. También serían cuatro los regíme Alemania hace que se privilegie a los inm i
nes de —políticas de—inmigración. Faist recu grantes de origen alemán provenientes del es
rre a la tipología de Baldwin-Edwards (1991): te de Europa —Aussiedler—. Por otro lado, por
Nacionalidad 266
“sobre la base de una combinación de factores sobre las ideas cosmológicas y los valores so
prim ordiales particulares —históricos, te r r ito ciales de varios pueblos africanos, “entre esas
riales, lingüísticos, étnicos—, los que pos creencias y los patrones éticos de un pueblo y
teriormente fueron relacionados con com sus oportunidades para la acción parece haber
ponentes universalistas-religiosos" (Eisenstadt, un proceso continuo de ajuste recíproco”. “La
1991:21 y 22). verdad es que puede parecer, desde cierto
Paralelamente a estos procesos, las civili punto de vista —especialmente del forastero—,
zaciones que él denomina “axiales”, las euro que dichos mitos bloquean las oportunidades
peas, “establecieron el concepto de la relación obvias e importantes para un avance general
entre el orden político y un orden trascenden económico o de reorganización social; mas,
tal más elevado de una forma propia nueva. desde otro punto de vista, pueden frecuente
Estas conciben el orden político -e l principio mente ser considerados como tipos de conser
central del mundo de aquí—como uno que, vación de la actividad y de las relaciones
medido con el orden trascendental, es situado sociales que son sentidos por el propio pueblo
más bajo. Por ello el orden político-mundano como de valor intrínseco e imponente, y de es
debía ser trasformado teniendo como refe ta suerte pueden, también y de hecho, ser
rente la visión trascendental” (1991: 24). indispensables para la conservación de su
Son muchas y diversas las diferencias que, cohesión y solidaridad sociales” (1959: 9-11).
basadas en la analogía con el orden trascen Al capitalismo no le ocurre lo que a la so
dente, introduce la modernidad para dife ciedad tribal, o a la tradicional, porque el m i
renciarse de él y legitimar el nuevo orden to en que se funda es distinto. Este no ata la
político. Eisenstadt remarca la diferencia sa- actividad productiva a las mismas formas y a
cral: “Los modelos de legitimación del orden los mismos cultivos. Tampoco reproduce la
político se caracterizaron por la tensión, por cohesión y la solidaridad sociales a través de
la continua oscilación y separación entre las un mito inalterado e inalterable. El mito del
dimensiones sacrales primordiales y civiles capitalismo es poroso y fluido; lleva en sí mis
dentro de las distintas esferas de la vida social. mo la potencialidad del cambio social y de su
De ahí viene la importante tendencia a atar y propia transformación. Es ésta la característi
unir estas dimensiones” (1991: 25). ca, la diferencia, tal como lo han puesto de
Es probable que en los inicios de la mo manifiesto algunos sociólogos. Eisenstadt lo
dernidad fuera así, pero en el transcurso del apunta y Bolstanki y Chiapello lo explicitan
siglo XIX se opera, aunque de forma paulatina extensamente.
y desigual en las diferentes sociedades, la se El capitalismo, pese a ser “en muchos as
paración de ambos órdenes y el abandono del pectos un sistema absurdo: los asalariados
modelo trascendente religioso. Este es susti pierden en él la propiedad sobre el resultado
tuido por el modelo del capitalismo indus de su *trabajo y la posibilidad de llevar a cabo
trial, o, dicho de otra forma, por el mito que lo una vida activa más allá de la subordinación”,
funda. Este se va constituyendo en el modelo escriben Boltanski y Chiapello (2002, 40), in
de legitimación más perfecto al contener en sí sufla a la actividad productiva y a la cohesión
mismo el resto de dimensiones de la vi y solidaridad sociales, siempre y en los diver
da social, incluida la forma política, esto es, sos tiempos, nuevas formas y renovados com
los nacionalismos. El capitalismo industrial promisos de los trabajadores a través de su
decimonónico se asemeja al “huevo del mun “espíritu”, de su mitología. Esta mitología se
do” de la mitología de los Dogo, según lo des designa comúnmente como ideología —“con
criben Griaule y Dieterlen (cit. por Forde, junto de creencias compartidas, inscritas en
1959: 140-175). instituciones, comprometidas en acciones y
La mitología en torno al “huevo del mun de esta forma ancladas en lo real”, según Du-
do” y al capitalismo industrial decimonónico mont (cit. por Bolstanki y Chiapello, 2002:
son dos de las ejemplificaciones más compli 33)—, que cambia y se metamorfosea sin alte
cadas, más sutilmente elaboradas pero a la rar “la exigencia de acumulación ilimitada de
vez más nítidas de las recíprocas relaciones capital mediante medios formalmente pacífi
que mantienen, por un lado, el mundo de las cos” (Bolstanki y Chiapello, 2002: 35), y tien
creencias y, por otro, la estructuración social y de a la transformación de todo en producción
ético-conductual de los individuos pertene ascendente y progresiva que, se piensa, bene
cientes al grupo, designado tribal el primero y ficia cada vez más a los individuos y al bien
nacional el segundo. Como escribe Forde en común, colectivo. Se trata del núcleo duro del
la introducción a la recopilación de estudios mito del capitalismo.
269 Nacionalismo
Para el capitalismo, apoyado desde sus Es esta inversión, provocada por la econo
inicios por una ciencia económica separada de mía y que los propios trabajadores acaban
las leyes que gobiernan la sociedad, sus leyes asumiendo, comprometiéndose con ella, la
morales y sus formas políticas, la acum ula que permite al capitalismo “adquirir una le
ción de las riquezas, el capital, tiende al bien gitimidad sin precedentes, logrando legiti
individual y al bien común al mismo tiempo. mar al mismo tiempo sus objetivos y su
Esta separación de la economía del tejido so motor” (Bolstanki y Chiapello, 2002: 51).
cial y su constitución como ámbito autónomo, El compromiso de los trabajadores con el
pero vinculado a él, aparece ya en la obra de capitalismo aflora y se hace patente desde la
Smith y se radicaliza y se liga más fuertemen incipiente industrialización. Los relatos auto
te, si cabe, posteriormente. Según escribe Po- biográficos del aprendiz de orfebrería —que
lanyi: “Nada en su obra deja traslucir que llega a ser miembro fundador de la Deutsche
sean los intereses económicos de los capitalis Gesellschaft para el cultivo del idioma y de la
tas los que imponen su ley a la sociedad, ni historia en B e rlín -, Friedrid von Klóden
que sean los portavoces en la tierra de la divi (1786-1856), y los de A dolf Kolping (1813-
na providencia, que gobierna el mundo eco 1865) —que no pudo soportar “el mundo ce
nómico como si se tratara de una entidad rrado” del zapatero en un pequeño pueblo y
separada. La esfera económica, según él, no que, tras pasar por varias ciudades, se con
está sometida todavía a leyes autónomas que vierte en 1845 en sacerdote católico—, mues
nos proporcionen un criterio del bien y del tran no sólo el afán de liberarse de la
mal” (1989: 188). La economía se funda muy “existencia embrutecida en la que la masa de
pronto, sin embargo, en un “naturalism o” trabajadores corría el peligro de caer, como
que altera los fundamentos éticos y morales opinaba el político Bebel por las mismas fe
del tejido social y trastoca los principales ele chas (cit. por Plum, 1976:136), sino también el
mentos de la organización social. La sociedad profundo deseo de superar la situación, de as
y lo social se ligan de tal forma a la naturaleza cender en el nuevo mundo descubierto. Ste-
que devienen realidades regidas por unas phan Born (1824-1898), también trabajador,
mismas leyes. La sociedad es conceptualiza- constata cómo el número de trabajadores ubi
da, incluso por las ciencias del hombre, como cados en una posición intermedia entre la
un organismo similar al natural. La visión burguesía y los obreros no calificados era ya
precedente, que equiparaba los diversos esta perceptible en 1848. En comparación con
mentos de la sociedad con las distintas partes los obreros “no especializados”, escribe, “los
del cuerpo humano, es sustituida por la del obreros calificados constituían una especie de
organismo, en la que cada órgano demanda la aristocracia” (cit. por Plum, 1976: 80).
cantidad de alimentos adecuada a su digni Con ser importante lo señalado, también
dad, tal como escribe D urkheim , por ejem lo son los medios de socialización empleados
plo, refiriéndose al establecimiento de la jus por el capitalismo para su implantación, in
ticia en la sociedad orgánica. Lo apunta cluidos los cuentos. De ahí que sea necesario
Villermé en 1840 al escribir que los trabajado precisar, sin embargo, las bases en que des
res, “muy a menudo, no son miserables sino cansa su enunciado más importante y su crea
por su culpa” (1971: 291), y a partir de finales ción más genuina: el em parejam iento de lo
del siglo XIX se convierte en realidad. Las ne individual y lo colectivo; en otras palabras,
cesidades se encuentran jerarquizadas de tal aquellas creencias que operan la mistificación
forma que cada clase posee las suyas. Con ello de su visión del mundo y de las instituciones
surge una nueva visión de los individuos en que definen e imponen situaciones objetivas
grupos y sociedades. Esta invierte no sólo la que cercan a los individuos y troquelan sus
moral sobre los pobres, sino también los fun conductas e incluso sus rostros. Lo apunta
damentos de los principios que sustentan la Sim m el. El s. XIX *am algam a las “grandes
sociedad tradicional precedente. La escala de fuerzas de la #cultura moderna” —“el indivi
dignidades y jerarquías desaparece, comen dualismo de las personalidades simplemente
zando por el Creador hasta el más ínfimo iguales y el que se dirige a la unicidad e
mortal y de las ciudades hasta la más pobre intransformabilidad cualitativa” (Sim m el,
choza de labrador. Ese orden es sustituido por 1986: 279)—y las constituye en base, en meta
los designios de la economía capitalista. De física de la economía de la libre competencia;
ella depende el bienestar general de las nacio en metafísica de la libre competencia, el pri
nes y la libertad y la igualdad de los indivi mero, y en metafísica de la división del traba
duos que en ellas viven. jo, el segundo. “Competencia y división del
Nacionalismo 270
trabajo aparecen de este modo como proyec (Barry Clark, 1999: 40). Se pueden imaginar
ciones económicas de los aspectos metafísicos infinitud de pasados y futuros; el reto consiste
del individuo social” (Sim m el, 1986: 279). en hacer inteligibles los procesos sociales re
Aunque Simmel no lo menciona, se trata de velando las relaciones existentes entre las con
la hibridación del pensamiento de la Ilustra diciones materiales, los conflictos de intereses
ción y del Romanticismo, las grandes fuerzas de los distintos grupos sociales y sus vínculos
de la cultura moderna. con las construcciones de la realidad —valores,
Ilustración y Romanticismo fraguan en símbolos, normas, creencias—que hacen facti
una misma realidad lo que se presenta como ble la conversión de los intereses objetivos en
realidades antagónicas: lo individual y lo co subjetivos. Es necesario que las tradiciones
lectivo, el bien personal y el bien colectivo. El culturales hayan existido antes en las historias
pensamiento ilustrado y sus prácticas preci particulares y que luego se metamorfoseen
san del pensamiento romántico y de sus prác cambiando incluso su sentido originario. Lo
ticas para la legitimación del capitalismo. que caracteriza a toda tradición cultural es
También lo precisan la nación y el nacionalis su capacidad de adaptación y su cam uflaje.
mo. Hasta lo natural y lo humano se ven afec Aquélla siempre actúa ocultándose bajos
tados por la misma hibridación. Es lo que nuevos ropajes o los mismos términos, aun
ocurre con la unión de la concepción evoluti que con significados distintos. La polisemia es
va del s. XIX con el empirismo, que halla el un mecanismo poderoso. Por medio de ella
fundamento que posibilita borrar todas las “conceptos nuevos pasan a ser de uso corrien
#diferencias esenciales entre lo físico y lo espi te” (Barry C lark, 1999: 54) sin necesidad de
ritual, entre ciencias de la naturaleza y cien inventar nada nuevo. La tradición mitógena,
cias del espíritu. escribe Balandier, “no es ni lo que parece ser
Ambas tradiciones, hibridadas y m istifi ni lo que dice ser” (1996: 36).
cadas, son las que auguran la utopía de un Cualquier forma de vida social —que en
bienestar común, colectivo, capaz de exudar globa pensamientos y acciones, relaciones so
las cualidades más sublimes de los seres hu ciales y naturaleza, al mismo tiempo que las
manos: la libertad, la igualdad y la soberanía relaciones sociales y la naturaleza se refunden
popular. Lo tenido hasta entonces por impen en los pensamientos y en las acciones—, para
sable e imposible es ahora posible y pensable: que sea considerada legítima, para que tenga
que de la maldición bíblica del trabajo surgie significado y sentido para los actores, según lo
ra un nuevo Edén humano. Es más, la conse señala Weber, precisa de la fundamentación
cución de esos objetivos, gracias a la idea de que le aportan creencias y representaciones.
progreso que encierra, acaban apareciendo Sin representaciones y creencias que legiti
como necesarios e históricamente inevitables. men la vida social, ésta no existe; tampoco es
De esta forma el mito en que se fundan el ca posible su permanencia si, una vez tenidas,
pitalismo y las naciones —que de la riqueza aquéllas son arrebatadas por otras, o no se
individual surge el bienestar material y espi metamorfosean las primigenias. Representa
ritual de los pueblos—queda sellado y garanti ciones y creencias, es preciso agregar, parten
zado. de un principio básico, de la visión nuclear
Sobre este mito, común a todos los nacio que contiene en sí misma el origen, el presen
nalismos, han construido cada uno de ellos te y el futuro de cualquier forma de vida
sus particulares tradiciones culturales para social y que se despliega a todo cuanto la
diferenciarse. Estas tradiciones, considera constituye en un momento dado de la histo
das por algunos imaginadas, por otros in ria. Los Dioses, la Providencia, el Progreso,
ventadas o tergiversadas y por otros producto en concreto, han constituido visiones nuclea
de determinadas elites intelectuales, tienen, res de buena parte de la historia conocida de
sin embargo, sus límites. La acentuación de la humanidad.
la capacidad creadora de imaginarios, sobre En suma, los nacionalismos, al igual que
los que descansa la variedad de tradiciones las etnias y que las etnicidades, se traducen en
culturales en que se apoyan los diversos conductas efectivas, en comportamientos ac
nacionalismos, hace que se tienda a pensar tuantes y constituyentes por medio de una de
que cualquier tradición cultural es posible. terminada mistificación de la vida social; esto
No es el caso. Es cierto que todo imaginario es, en el sentido que otorga a la realidad social
social es una invención, “pero no es pura ni una idea, seductora aunque engañosa, a tra
fortuita invención: una sociedad no puede vés de la creencia en un mito, en su caso, el
inventarse cualquier relato sobre sí mism a” mito de que la historia camina hacia la conse
271 Naturalización
cución de los ideales que la impulsan: la liber SIMMEL, G. (1986): E l individuo y la libertad. Ma
tad política, la igualdad social y la soberanía drid: Alianza.
popular. Se trata de creencias basadas, en opi V ILLERM É, L. R. (1971): État physique et moral
nión de Barry Clark, en un “meta-relato” cu des ouvrières. Paris: Unions Générale d'édi
yo trasfondo es “religioso y teológico”. Es el tions.
que les da sentido, igual que otros mitos otor Ana Aliende Urtasun
garon y otorgan sentido a la vida social de Jesús Azcona Mauleón
otras colectividades, e incluso a la autobio
grafía de un individuo. “Cualquier institu Véanse además A U T E R I D A D , C I U D A
ción social construye —escribe- una estructura D A N Í A , Ciudadano, C O L O N I A L I S M O
narrativa mediante la cual adquiere pertinen Y A N T I C O L O N IA LI S M O , Comunidad
cia y sentido ante los ojos de los que participan t r a n s n a c ion a 1, C r io 11i z a c ió n , C U L T U R A ,
en ella. Esta estructura narrativa incluye rela Diferencias naturales y diferencias sociales.
tos tanto puntuales como generales. El relato Diferencias sociales y diferencias culturales,
más amplio y general es el meta-relato: la na D ISC RIM IN A C IÓ N Y E X C L U SIÓ N SO
rración que recoge todas las cuestiones y per CIAL, E I J T E S , Elites cosmopolitas. Espacio
cepciones básicas y que confiere forma y de los flujos, ESTADO-NACIÓN, Etnici-
significado a las narraciones específicas, ya dad, Extranjero, Frontera geográfica y admi
sea la historia de un pueblo o de un país o la nistrativa, Fronteras políticas y religiosas.
biografía de una persona” (Barry Clark, 1999: Fronteras simbólicas, GENOCID IO, H I
37). Es el meta-relato o mito el que “determi BRIDACIÓN, IDENTIDAD, IN T E G R A
na los acontecimientos, las actitudes y la con CION, Integración religiosa, MINORÍAS,
ciencia” (Barry Clark, 1999: 39). M od emida d, N at urali za c ión, N eoc o 1o nia1is-
mo, NUEVOS M OVIMIEN TOS SOCIA
LES, Pluralismo sincrónico, Plurinacionali-
Bibliografía da d, P o sc o 1o n ia 1is mo, R ac is m o y neo r ra -
*
des de los sujetos son móviles y la gente fluye nes sociales desde la irrupción del proceso
dentro y fuera de identidades fijas, convir globalizador. El motel y las salas de espera de
tiéndose en lo que M akim oto y Manners los aeropuertos no representan ni las llegadas
(1997) denominan nómadas digitales. Los nó ni las salidas, sino las “pausas” que acontecen
madas digitales son sujetos que desarrollan entre diferentes, pero interm itentes, m ovi
relaciones lúdicas, pasajeras o contingentes mientos. El motel “no tiene un lobby real, está
con comunidades móviles, adoptando a m e atado a una red de autopistas, es un nodo de
nudo irónicamente identidades alternativas paso más que un lugar de encuentro entre su
y múltiples. En el germen de estas identida jetos culturales coherentes” (Clifford, 1999:
des nómadas debemos buscar el *desarrollo 32). Los moteles memorializan sólo el movi
de las nuevas tecnologías digitales y la posibi miento, la velocidad y el perpetuo circular, no
lidad contenida en ellas de que millones de llegando a constituirse nunca en verdaderos
personas *trabajen donde quieran y cuando lugares de significado (Clifford, 1999) y alber
deseen, pudiendo elegir libremente entre mo gando la esencia de un mundo en movimien
dos de vida sedentarios o nómadas. Este to. Como sitio de tránsito, el motel es el
hecho, sumado a la compulsión por la movili ejem plo perfecto en el mundo posmoderno
dad o la urgencia del nomadismo impuesta de un no-lugar o espacio del anonimato, pos
por las revoluciones tecnológicas y en el mun tulado por Augé (1993). Como el motel, “las
do de los transportes, culminará, sugieren es autopistas y los habitáculos móviles llamados
tos autores, en unas culturas en las que todos ‘medios de transporte’ —aviones, trenes, auto
podremos elegir vivir, trabajar y existir en móviles—, los aeropuertos y las estaciones fe
movimiento sin renunciar por ello a las como rroviarias, las estaciones aeroespaciales, las
didades tradicionalmente adscritas a los mo grandes cadenas hoteleras, los parques de re
dos de vida sedentarios. creo, los supermercados, la madeja compleja,
Para ciertos autores, entre los que se en fin, de las redes de cables o sin hilos que
ecuentra Streck (2003), las culturas nómadas movilizan el espacio extraterrestre a los fines
actuales -p o r ejemplo, “la cultura gitana del de una *comunicación tan extraña que a me
contraste”—emplean la movilidad como una nudo no pone en contacto al individuo más
de las formas de eludir el conflicto y un medio que con otra imagen de sí mismo” (Augé,
fundamental de resistencia ante la in te g r a 1993: 85), son otros ejemplos paradigmáticos
ción de sus rasgos culturales en las sociedades de no-lugares generados por la incesante mo
sedentarias mayoritarias. Estas culturas no vilidad propia de la “sobremodernidad”.
sedentarias usan, por tanto, el nomadismo Ahora bien, subrayar que la era global es
como proceso a través del cual pueden preser tá caracterizada por un incesante movimiento
var rasgos culturales intactos o puros (Okely, no quiere decir que éste sea igualmente expe
1983) frente a tendencias de corte integracio- rimentado por diferentes agentes, en distintas
nista o asimilador. culturas. Según subraya Bauman (2004: 15),
Por otra parte, se ha llegado a postular aplicar indiscriminadamente el término “nó
hasta unas nuevas “ciencias sociales nóm a madas” a todos los contemporáneos de la era
das”, que, hijas de la multidisciplinariedad, posmoderna es sumamente engañoso, pues
son capaces de moverse en el complejo entra pasa por alto las profundas ^diferencias exis
mado cultural contemporáneo (García Can- tentes entre varios tipos de vivencia de la mo
clini, 1995:14), viajando horizontalmente en vilidad, asemejando experiencias dispares
la búsqueda de puntos de contacto y diálogo como, por ejemplo, las encarnadas en las figu
entre los variopintos movimientos culturales ras del turista y del vagabundo o en unas cul
para desde ahí iniciar teorizaciones *híbri- turas nómadas y otras.
das sobre la condición global y fluida de socie- Atendiendo a Bauman (2004), las culturas
dades-en-movimiento. Estas ciencias sociales nómadas, lejos de moverse azarosamente por
nómadas dotan a la movilidad y a la condi el espacio, siguen en sus movimientos rutas y
ción nomádica de lo social de coherencia teó patrones regulares y ciertam ente sistem áti
rica y metodológica, desarrollando estrategias cos. De ello dan fe no sólo las monografías an
de investigación adaptadas a esos flujos. tropológicas clásicas sobre el nomadismo, por
En un mundo en constante movimiento, ejemplo, la realizada por Lee (1979) entre los
la metáfora del motel, desarrollada por C lif kung del desierto del Kalahari, sino tam
ford (1999), es, junto a la metáfora nomádica, bién trabajos antropológicos sobre las cultu
otra de las más empleadas para dar cuenta de ras nómadas actuales, entre los que cabe citar
la creciente movilidad que abraza las relacio los estudios acerca de la cultura gitana, o las
Nomadismo y turismo 278
tribus de las estepas de Mongolia e Indonesia. gocios, sólo es posible a través de la *exclusión
En estas culturas nómadas contemporáneas, organizada y sistemática de otros que se ven
donde los gitanos ven en la movilidad un ele forzados a deambular como vagabundos, m i
mento conformador de su cultura diferencial grantes ilegales o refugiados, o bien a per
respecto a la cultura m ayoritaria (Okely, manecer condenados a una inmovilidad
1983; Streck, 2003), los nómadas de las estepas permanente. La movilidad de unos y la inmo
han sido, en virtud de sus movimientos, con vilidad de otros se revelan, pues, más allá de lo
vertidos en atracciones turísticas y estabiliza que llegaron a ver los partidarios del nom a
dos bajo protecciones específicas (U N ESC O , dismo como metáfora de la modernidad, en
1998). toda su naturaleza co-constitutiva, de tal mo
Las figuras del turista y del vagabundo do que ciertos tipos de movilidad implican
aparecen con fuerza a mediados de los años atar a otros en espacios y tiempos concretos
noventa como metáforas sustitutivas del no (Sheller, 2003: 29).
madismo para referirse a la creciente movili El rechazo a la metafísica nomádica para
dad del mundo moderno y, sobre todo, al dar cuenta de la condición posmoderna y el
carácter eminentemente diferenciador que la énfasis en el carácter dialéctico de la m ovi
misma imprime en la condición humana lidad y la inmovilidad son evidentes en los
(Baum an, 1999). El vagabundo y el turista, trabajos de M. Sheller (2003) sobre las movili
por contraposición al nómada, son figuras dades vinculantes del consumo —the binding
completamente ajenas a una movilidad regu m obilities o f consum ption—, y también en el
larizada, y precisamente por ello se revelan desarrollo del concepto de la mirada turística
como las mejores metáforas de un mundo —o tourist g a z e—de J. Urry (1996). Así, si en
atrapado en un proceso globalizador que no las binding m obilities o f consumption no son
controla. Si el vagabundo es un peregrino sin sólo los objetos los que circulan, los que están
destino, un nómada sin itinerario, el turista, en perpetuo movimiento al margen de ideas,
“pagando por su libertad de m ovimientos”, informaciones e imágenes, sino que sus movi
parece gozar del derecho de viajar a la cultu mientos son interdependientes unos de otros
ra del otro sin por ello hacerse partícipe de és y, a su vez, vicarios respecto a las relaciones
ta o de sus problemas (Bauman, 1999). Según entre aquellos que viajan y aquellos que mo
Bauman, el vagabundo y el turista se mueven ran, según la mirada turística, el turista tam
a través de los espacios de otras personas; am poco es un agente que se mueva sin rutas que
bos implican la separación de una presencia encarnen su deseo de viajar y animen sus mo
física de una proximidad moral, y si los turis vimientos. El turismo, como una forma de
tas sientan los estándares de la buena vida y la consumir “vistas”, es más bien una forma
felicidad en un mundo globalizado hecho pa de viaje colectivamente organizada, sujeta a
ra ellos, los vagabundos encarnan una movili unas pautas y a unos movimientos definidos y
dad forzada por un mundo en constante sistematizados que, en cada época, discrimi
movimiento. Si el turista encarna la vivencia nan lo que hay que ver y cómo hay que verlo,
de la libertad posmoderna, el vagabundo de lo que no merece la pena ser visto. A de
“produce una exasperante sensación de *es- más, en la industria turística, al movimiento
clavitud en los tiempos posmodernos” (Bau de los turistas en sus viajes se contraponen la
man, 1999:103); una esclavitud que le empuja inmovilidad o fijeza de aquellos que les atien
a una movilidad que ni ha buscado ni m u den y sirven en destinos habilitados e inmovi
chas veces desea. “Quedarse en casa”, apunta lizados también a tal efecto.
Barman, en un mundo hecho a la medida del Annemarie Mol y John Law (1994), par
turista parece humillante y sofocante además tiendo de los estudios de ciencia y tecnología
de no ser una propuesta factible a largo plazo. iniciados por la sociología de B. Latour, pre
“Por más que la estrategia turística sea una fieren hablar de los espacios flu idos como me
necesidad en un mundo caracterizado por táfora de un mundo en movimiento. Los
muros que se desplazan y vías móviles, la car espacios fluidos hacen referencia a un mundo
ne y la sangre del turista son la libertad de atado a coherencias cambiantes y fracciona
elección. Despojado de ésta, su vida pierde to das, donde la estabilidad de las relaciones que
da atracción, poesía e incluso viabilidad” le conforman da paso a la fluidez social y al
(Bauman, 1999: 121-122). movimiento de sus elementos como condi
Es crucial advertir que la libertad de mo ción fundamental. Los flujos y movilidades
vimientos de unos, ya sean Ciudadanos de los espacios fluidos no son, sin embargo,
móviles (Kaplan, 1996), turistas o gente de ne azarosos, sino que sirven a fines e intereses de
279 Nuevos movimientos sociales
juntos su cocina bajo el eslogan: “1968 R e ropa se acentuó un giro general hacia la iden
formamos el Mundo; 1986 Reform am os la tidad cultural. En Francia, donde la historia
Cocina”. se había escrito siempre en términos estatales,
Es sorprendente toda la serie de aconteci un gran número de lectores empezó a adqui
mientos paralelos que es posible encontrar en rir libros sobre los celtas, los franceses antes de
Estados Unidos y Europa al comparar los Francia y sus raíces étnicas. El término “etni-
años finales de la pasada década de los sesenta cidad” se convirtió en un concepto muy popu
con los años ochenta. La década de los sesen lar en la Francia de mediados de la década de
ta en Estados Unidos fue testigo de la em er los setenta, tras haber sido desterrado del dis
gencia del movimiento estudiantil y de la curso intelectual hacía medio siglo.
transformación de la contestación pro dere Es interesante destacar la existencia de
chos civiles —concebida como tarea conjunta significativas diferencias nacionales en el mo
de blancos y negros de la clase media—en un do en que estas categorías se m anifiestan.
movimiento identitario mucho más radical, Durkheim, que siempre se negó a considerar
en el que los negros dejaron de ser las víctimas a la etnicidad como una realidad social, envió
y pasaron a demandar su reconocimiento ra a su estudiante Maurice Halbwachs a Chica
cial y el derecho a ser declarados y asumidos go a principios de los pasados años veinte.
como ^ciudadanos en igualdad de condicio Cuando regresó escribió un artículo en Année
nes con los blancos. De ser una cuestión de Sociologiqu e en el que expresaba un cierto
asim ilación, por medio del otorgamiento asombro por el nivel de ^diferenciación étni
de la igualdad de ^derechos a todos los indivi ca que había en Estados Unidos, sobre el que
duos con independencia de su raza, la contes la Escuela de Chicago se había fundado. Des
tación pro derechos civiles se configuró como tacó el contraste existente entre su propio país
un asunto de reconocimiento de derechos a y Estados Unidos. Señaló que mientras que
un grupo particular, en el caso de los negros, éste último, al ser un país de in m ig ra n te s,
en función de su “raza”. La radicalización ad había dado lugar a una sociedad multiétnica,
quirió varias formas, pero permaneció cons en Francia no ocurría así. Sin embargo, pasó
tante un núcleo basado en una identidad por alto el hecho de que en ese mismo perio
colectiva, desarrollada a lo largo de las décadas do había al menos tantos inmigrantes en E s
de los setenta y ochenta. A esta contestación le tados Unidos como en Francia. La diferencia
siguieron otros movimientos identitarios; al estribaba en que en la Francia republicana,
principio el Poder Rojo fue el más prominen donde por principio se niega todo origen, los
te, pero pronto le sucedió el Poder Latino. E s inmigrantes no se clasificaban como tales. En
ta efervescencia dio lugar al surgimiento de suma, la diferencia fundamental entre los dos
un nuevo campo, los estudios étnicos, que en países residía en el significado cultural atri
este periodo se convirtió en una asignatura buido a la inmigración, en el reconocimiento
fundamental de las universidades. La Europa de los orígenes por un Estado y su negación
de la década de los setenta fue testigo a su vez por el otro.
del surgim iento de un conjunto de m ovi En Alemania, donde la identidad nacio
mientos bastante inesperados. A lo largo del nal se había reprimido oficialm ente tras la
periodo que siguió a la Segunda Guerra Segunda Guerra M undial, una serie de
Mundial, los especialistas se centraron en los televisión, H eim at, relata en un estilo etno
procesos de asimilación, y se convirtió en la gráfico la vida cotidiana de las familias ale
cuestión principal el tiempo que sería necesa manas del siglo X X , centrándose en lo que
rio para que las identidades étnicas quedaran podríamos denominar nociones de hogar y
absorbidas dentro de las identidades N acio raíces, no sólo en el sentido de ideología polí
nales. De repente, todo pareció ir en sentido tica, sino también de práctica cotidiana. Hay
contrario. Entre los primeros años y la mitad paralelismos interesantes en la búsqueda de
de la década de los setenta del siglo XX, sur raíces no sólo respecto a los negros de Nortea
gieron movimientos regionales en numerosas mérica, sino también entre todos aquellos que
partes de Europa. El movimiento bretón y el participaron en este renacimiento étnico.
occitano suponían un cambio dramático para En las pasadas décadas de los años setenta
Francia, el más centralizado y asimilacionista y ochenta, a la par que emergían las identida
de los *Estados europeos. Tom Nairm califi des regionales y étnicas —en un sentido cultu
có de “Desintegración de Gran B retaña” al ral—, se produce un incremento mayor de las
surgimiento de nuevos regionalismos en Es identidades indígenas. Entre 1970 y 1980, la
cocia, Gales e incluso Cornwall. En toda E u población de indios norteamericanos aumen
281 Nuevos movimientos sociales
ta en el censo de 700.000 a 1.800.000. Eviden sociales que luchen por la sociedad en su con
temente, no se trata de una cuestión de identi junto, por lo que podría afirmarse que éstos
dad, sino de re-identificación. Este mismo desaparecen por completo en este periodo.
fenómeno es evidente en el caso de los ha- Los nuevos movimientos son mucho más par
waianos. Su población aumentó rápidamente ticularistas tanto en su base como en las metas
entre 1970 y 1980. Es significativo que los ha- que se proponen.
waianos, tendentes a la formación de familias De todo lo expuesto anteriormente debe
numerosas, pareciesen estar experimentando concluirse que la distribución y forma de los
un descenso de su población en el periodo an movimientos sociales están profundamente
terior. Una vez más, se trata de una cuestión condicionadas por los cambios acontecidos en
de identificación más que de biología. Previa el contexto social más amplio en el que se in
mente los hawaianos se identificaban hacia el sertan. La desaparición de los movimientos
exterior, pero en este periodo se produce una de clase modernos es parte de una trasforma
fuerte re-identificación con la etnicidad ha- ción mayor en la que el declive del m oder
waiana. nismo da lugar a una retirada donde las
La identidad religiosa también experi identidades culturales concretas ocupan el te
menta un rápido crecimiento en este tiempo, rreno que éste ha dejado libre. Etnia, t e r r it o
no sólo entre las *minorías. En 1970 existían rio, cultura nacional, indígena, ecológico o
cinco mezquitas en París. Diez años después género-sexo son las nuevas categorías que
su número ronda el millar. Es parte del proce emergen en este periodo. La última de todas
so de reacción frente la creciente *marginali- ellas refleja la fragmentación de unidades
zación de la época. Los niños procedentes del mayores: del Estado a la familia y de ésta a las
norte de Africa, que habían conseguido una personas.
integración bastante importante en la socie La fragmentación cultural de los espacios
dad francesa —sobre todo en términos cultu identitarios modernos se corresponde con el
rales—, empiezan a desintegrarse en este declive de la hegemonía occidental que se ori
periodo, al desaparecer las oportunidades de gina en la pasada década de los años setenta y
ir a b a jo y aumentar el desempleo, que les se extiende hasta nuestros días. La búsqueda
afecta a ellos más que al resto de la población de identidades culturales alternativas alberga
y que alcanza porcentajes situados en torno al también una rebelión contra la propia moder
10%. La nueva inmigración que llega a Fran nidad occidental, expresada en términos de
cia, procedente del norte de África y Oriente un cierto “occidentalism o” o, su reverso,
Medio, parte de zonas en las que el islam se “orientalismo”. El proceso es equivalente a la
encuentra en pleno renacimiento a conse implosión del orden jerárquico imperial an
cuencia de un presente y un futuro que resul terior. Opuesta a los movimientos modernis
tan ser distópicos. tas, la base de las movilizaciones actuales es
La situación es nueva si se compara con la cada vez más anticivilizacional, al menos en
existente en los pasados años veinte, cuando el sentido de civilización occidental. Buruma
los movimientos de clase eran completamen y Margalit detallan en su obra la realidad his
te predominantes, sobre todo en Europa, y el tórica de los movimientos antioccidente en los
modernismo constituía la identidad hegemó- últimos siglos. La novedad radica en la ten
nica en Occidente. En el periodo de la moder dencia a que estos movimientos formen parte
nidad, los movimientos partían de proyectos cada vez más de la ideología dominante.
sociales en los que se buscaba la transforma Los movimientos modernistas se sitúan
ción de la sociedad en su conjunto. Los in dentro de periodos de hegemonía, en el d e n
migrantes procedentes del norte de África tro del sistema, mientras que en dichas etapas
quedaban englobados en dichos movimientos la periferia se caracteriza por revueltas de tipo
de la clase obrera, al igual que los indígenas religioso y cultos-cargo; cualquier rebelión
maoríes de Nueva Zelanda lo eran dentro del contra los Colonizadores se expresa normal
movimiento obrero de este país. Todo este pa mente en términos religiosos o de cultos de la
norama cambió rápidamente desde mediados modernidad. En la periferia sólo pueden de
de la década de los pasados años setenta. El sarrollarse movimientos verdaderamente re
proceso puede describirse como una frag volucionarios entre aquellos implicados en la
mentación de identidades, una proliferación modernidad y socializados en una conciencia
de identificaciones culturales que sirve de ba común de lo moderno, fundam entalm ente
se para una nueva movilización bien distinta entre miembros de la clase media y media-al
de la anterior. Ya no habrá más movimientos ta. En periodos de declive de la hegemonía se
Nuevos movimientos sociales 282
invierte la situación al aumentar el numero lución social. Es una situación que convierte a
de movimientos culturales y desaparecer los los que sostienen este discurso en miembros
modernistas. Es entonces cuando la identidad de una vanguardia autoidentificada. Los que
empieza a destacar como el principio de orga producen dicho discurso no se sitúan en la
nización fundamental. Puede que muchos no cúspide, sino que son intelectuales orgánicos
estén de acuerdo, pero la identidad no es lo —en la terminología de Gramsci—que sirven a
novedoso en este proceso, puesto que lo mo los intereses de una minoría con la que se
derno o la identidad de clase son también identifican fuertemente. El periodo que se
identidades. Lo realmente novedoso es la pre corresponde con el fenómeno descrito se ca
eminencia del particularism o como forma racteriza por una doble polarización. La frag
principal de política identitaria. mentación en identidades culturales separa
Mientras que Occidente y sus periferias se das puede considerarse una polarización ho
caracterizan por una gran fragmentación po rizontal. A la par se produce una polarización
lítica, el Este se encuentra sumido en un pro vertical al aumentar la d iferen ciación exis
ceso inverso de ^desarrollo modernista, que tente entre los dos extremos de la sociedad: las
implica una unificación territorial sobre la poblaciones ascendentes se identifican trans-
base de la idea de progreso. La fragmentación nacionalmente, mientras que las descenden
de identidades experimentada en Occidente y tes lo hacen en términos nacionales o subna-
en sus dependencias —incluyendo la Europa cionalcs.
del Este—es paralela a la fragmentación de la Las dos tendencias opuestas a las que nos
ayuda estatal, ahora repartida entre pequeñas acabamos de referir se corresponden con los
organizaciones u O N G que proliferan en es conceptos de cosmopolitización e indigeniza-
tos momentos. Se trata de una fragmentación ción. La primera consiste en una identifica
que caracteriza a otras muchas actividades ción con el mundo en sentido amplio, es
anteriorm ente controladas por el Estado y antinacional y global y a menudo abraza no
que explica el desarrollo de empresas milita un internacionalismo modernista, sino una
res, desmembradas de la maquinaria militar ^hibridación global *posmoderna de mezco
estatal, dedicadas al tráfico de armas, perso lanza cultural, fundamentalmente reflejada
nas y drogas, comercios todos ellos conecta en un intento de aglutinar a las diferentes po
dos a través de *redes *locales #fuera del blaciones del mundo. Estas normalmente se
control estatal. Castells y otros autores se re reducen a meros objetos y se representan por
fieren a este fenómeno como intrínseco al medio de sus productos, etnografías, arte y si
desarrollo de la sociedad red, si bien desde milares, de forma que pueden ser coleccio
nuestra perspectiva esta fragmentación pro nadas en los ámbitos públicos y privados de
cede de un orden mundial anterior más uni las *elites. La tendencia a la indigenización
tario. En este sentido, la *globalización puede cuenta con el arraigo, la localidad y la historia
entenderse como la unificación de un mundo como componentes fundamentales. El proce
fragmentado a través de conexiones en red. so no se refiere simplemente a los pueblos
La globalización es en sí misma un discur “definidos” como indígenas, sino a la práctica
so producido por los estratos superiores del de la indigeneidad, que puede darse entre
orden social que son los que participan en cualquier segmento de una población nacio
dicho proceso. Estos defensores de la globa nal. En este proceso pueden aparecer extrañas
lización se contemplan bajo la identidad compañías, como es el caso de la tribu washi-
^cosmopolita de “ciudadanos del mundo” o taw, del sur de los Estados Unidos, que
transnacionales, una experiencia del mundo reclama su independencia respecto al E s
claramente propia de una minoría selecta. D i tado-nación. El grupo está compuesto por in
cha minoría está formada por miembros de dios que reclaman un estatus indio, llegando
las elites ^globales, ya sea del ámbito financie incluso a proclamarse como los primeros in
ro, político o cultural. Sus identidades no son dios que existieron, cuando los continentes
nuevas, pero es cierto que sólo en determina americano y africano aún estaban unidos. Es
dos periodos históricos se convierten en fuen tán regidos por su propia emperatriz, poseen
te de nuevas ideologías hegemónicas. E x una página web y placas de matrícula propias
presiones del tipo “vivimos en un mundo y, por supuesto, están armados. Están aliados
globalizado” o en la era del Im perio —noción con la República de Texas, una milicia bien
acuñada por Hardt y Negri—subrayan lo no conocida. Sin duda, podríamos preguntarnos
vedoso de la situación actual como si ésta cómo es posible que un grupo *racista como
fuese el producto de un largo proceso de evo la República de Texas se alíe con los washi-
283 Nuevos movimientos sociales
vimientos étnicos protagonizados por inmi cional también se oponen a esta misma agen
grantes e incluso una contestación en la que se d a-. Sin embargo, la alternativa a la globali
tiende a etnificar la propia categoría de inmi zación neoliberal no se encuentra claramente
grante. M ientras que las variantes más perfilada. De hecho, la sensación más exten
radicales de los movimientos nacionalistas dida entre aquellos que acudieron al encuen
pueden llegar a ser separatistas, la contesta tro de Porto Alegre es que no debería de
ción étnica tiende a la lucha por la apropia finirse ninguna estrategia transversal. En este
ción de derechos civiles en nombre de una sentido se trata de un movimiento pos
identidad colectiva. moderno. Las protestas en contra de distintas
4. En oposición a la mayor parte del femimanifestaciones del nuevo orden mundial no
nismo y posfeminismo, hay tendencias sepa parten de ningún tipo de totalidad ideológica,
ratistas —no sólo entre las lesbianas— que sino de un deseo generalizado de lograr el
reflejan una fuerte oposición a una sociedad mantenimiento del bienestar y la protección
dominada por el poder y los valores masculi de las condiciones de existencia de los ciu
nos. En su extremo, dichos movimientos con dadanos.
ducen a la formación de colectivos de mujeres 3. Fundam entalism o islám ico. Los pilares
que intentan vivir fuera de la sociedad mayo- de esta estrategia se sitúan en un intento de
ritaria. Sin embargo, en este caso tampoco transformación del mundo entero, el rechazo
existen modelos que reflejen modos de vida al modo de vida occidental y su sustitución
propios, como sí que ocurre dentro de los mo por la sharia como nuevo orden vital. El fun
vimientos indígenas. damentalismo islámico se encuentra cla
ramente ligado a los cambios que se están
produciendo en el sistema global. Al igual
Proyectos mundiales
que el occidentalismo, descrito con anteriori
1. M ovim iento Verde. Los movimientos dad, puede ser visto como una inversión de
ecologistas surgidos a mediados de la pasada un orientalism o previo, reflejo del fin de la
década de los setenta son bien distintos de los expansión imperial occidental; el fundamen
modernistas, puesto que parten de la crítica a talismo islámico puede considerarse un occi
la civilización moderna como tal. Hemos pre dentalismo exterior. Es algo más que una
senciado una diversificación en las estrategias rebelión contra la modernidad occidental. Se
de estos movimientos, desde el más completo trata de un desafío en el que el orden de un
reformismo o incluso sensacionalismo, como imperio anterior, que no se refiere sólo al
Greenpeace, a perspectivas más holísticas que otomano, se contrapone al decadente y decli
se reflejan en el Movimiento de Ecología Pro nante orden mundial occidental. El funda
funda o en determinadas formas de ecología mentalismo islámico puede contemplarse
política. Para algunos existe incluso un pro como una inversión simétrica del m oder
yecto de transformación del mundo, basado nismo occidental. Y, como tal, representa el
en la reducción del consumo de energía, el único movimiento alterglobalización que re
descenso en el nivel de vida y la adaptación a almente existe, ya que es el único que plantea
un desarrollo sostenible en función de las ca una alternativa claramente articulada.
pacidades del planeta. La distribución de los movimientos socia
2. M ovimiento alterglobalización. Comen les puede entenderse en función del modelo
zó siendo, al menos para los medios de comu geográfico de centro/periferia, dentro de un
nicación, un movimiento *<z/2í/globalización, periodo de declive de la hegemonía. En las
si bien poco a poco se ha ido definiendo a sí zonas periféricas encontramos una combina
mismo como una contestación que no se opo ción entre una fuerte identificación con el
ne a la globalización capitalista en su calidad centro, característica del periodo anterior en
de tal, sino a su forma actual. Movimientos el que todos los bienes y riquezas se origina
como A T T A C han proporcionado los temas rían en estas zonas, y también un rechazo a es
ideológicos centrales para este conglomerado te mundo, a veces expresado en términos
bien disperso de grupos. La mejor manera de nacionalistas o incluso bajo la forma de mo
comprender este movimiento es por la oposi dernismos alternativos —el socialismo, en el
ción de algunos de sus más importantes pasado—. En los últimos años en aquellas zo
miembros a la presente organización del nas en las que se ha producido un debilita
mundo, la agenda neoliberal de la globaliza miento o la privatización del Estado, como
ción, según ellos la denominan —la Nueva sucede en Africa, encontramos un proceso de
Derecha e incluso la extrema derecha tradi etnificación emergente, ligado a una organi
Nuevos movimientos sociales 286
Esta visión desintegrada de la cultura y la Tras todo ello hay un denominador fun
naturaleza comporta su división disciplinar damental, sobre todo en lo referente a la natu
en patrimonios con competencias y lenguajes raleza y a la “cultura popular”. Es lo que
parcelados y estancos, estratigráficos (Geertz, K. Marx definió el fetichismo de la mercancía:
1989), sobre el conocimiento —artístico, ar la ilusión de que el valor de las mercancías en el
queológico, arquitectónico, ecológico, paleon sistema capitalista emana de la relación entre
tológico—, que trocean también los soportes de ellas y no de los procesos humanos incorpora
las producciones —material, inmaterial, mue dos. En efecto, los actores sociales que crean y
ble, inmueble, documental, bibliográfico, viven la “cultura popular” y la naturaleza
plástico, audiovisual—, los espacios donde co se hallan ocultos, individual y grupalmente,
bran sentido —local, rural, urbano, nacional, igual que su diversidad, sus contactos e hibri
mundial, de la humanidad-, sus tiempos —tra daciones y sus procesos identitarios y de cam
dicional, moderno—y sus sistemas productivos bio. No ocurre igual, sin embargo, y no por
—industrial, artesanal—. Puro dislate en el azar, con las producciones de la “alta cultura”,
marco científico y académico, no sorprende muy sensibles al relieve social de sus creado
demasiado, por otro lado, que la “cultura po res, patrocinadores y consumidores más
pular”, un objetivo secundario o residual en elitistas que parecen merecer visibilidad y
las normativas y políticas sobre patrimonio, se protagonismo. Con todo, ya se trate de los ac
asigne de lleno a una de las disciplinas menos tores sociales de una u otra cultura o de los es
valoradas desde las instancias de poder y que pacios naturales, es innegable su sustitución,
se ocupa de la cultura como un todo: la antro en mayor o menor medida, por los museos o
pología, casi nunca citada así en este discurso distintas entidades públicas de los Estados,
sino etnología o, por su método, etnografía. colectivos abstractos, desde donde se les me
Muy criticada desde el llamado Tercer dia o suplanta por sus objetos. Otro tanto ocu
Mundo, la marcada opción por los aspectos rre con los actores sociales que, en calidad de
tangibles de la cultura y la naturaleza ha tra destinatarios de las actuaciones patrim onia
tado de corregirse desde finales de los años les, configuran sus audiencias; algo que resul
ochenta, en particular desde la U N E S C O ta muy negador cuando es este “público” el
(2003). Así, mediante declaraciones y leyes so constructor de las producciones sobre las que
bre el denominado patrimonio intangible, se se opera. En el mejor de los casos, cuando se
busca proteger derechos indígenas, principal alude a “cultura popular” y espacios natura
mente territoriales, y mostrar preocupación les, se habla de actores sociales tradicionales;
por ciertos conocimientos, logros y activida lo que connota otro denominador básico de
des no escritas y sin firma que pudieran sufrir este discurso patrimonial: la segmentación
expolios o ilícitos tráficos internacionales. E s de lo tradicional y lo moderno, que elude la
ta rectificación no ha impedido, sin embargo, hibridación de pasado y presente.
que se siga primando la materialidad de las En esta mirada, cultura y naturaleza se re
obras, su consistencia formal y sensorial, fren ducen a sus tradiciones y, confundiéndose los
te a su contexto social e histórico y su sentido. ámbitos significativos de unas y otras, se afir
No ha sido obstáculo tampoco para que el dis ma que la desaparición de las segundas, la
curso del patrimonio y de los museos, archi parte, conlleva el fin de las primeras, el todo.
vos y bibliotecas dependa casi por completo Lo tradicional se contempla como un cons-
de sus obras inventariadas y del coleccionis tructo atemporal, sin presente y futuro, que
mo, siendo mudo cuando pretende testim o ata a sus actores a un pasado invariable, ancla
niar relaciones sin contenido materializable, do a entornos ruralizados o presociales genui-
y para unir lo material y lo inmaterial en un nos, con valores eternos y contrapuestos a los
todo. Asegurándose que los objetos tangibles territorios urbanos e industriales cuya ’ mo
son capaces por sí mismos de crear conoci dernización acaba con ese tiempo y su espacio
miento cultural y que las culturas y sus espa y, a la par, con la vida y las identidades, inclui
cios los define la suma de colecciones que se das las nacionales, que en ellos se crean y
tiene de ellos, a las que se reducen, se sigue corren “riesgo de desaparecer”. Pero el
eludiendo que una misma producción e in dualismo sobre presente y pasado, lo tradicio
cluso los símbolos más comunes suelen tener nal y lo moderno, no se agota en la “cultura
diferentes funciones y significados según su popular” y el patrimonio natural. El progreso
contexto y sentido, y que, por contra, formas no sólo es nocivo para los “tradicionales” y la
dispares responden a menudo a categorías nación; en las áreas con éxito define sujetos
contextúales y discursivas similares. sin pasado ni presente reseñables. Mientras la
Patrimonio 292
“alta cultura”, aunque apuesta cada vez más vitrinas ni recintos donde se quedan mudos.
por lo contemporáneo, se desentiende a me Así, la investigación, circunscrita a las colec
nudo del pasado y de su legado en el presente. ciones, constituye una mera reconstrucción a
posteriori, consecutiva y no constructiva, del
sentido y contexto de las piezas ya clasificadas
Tratamiento del patrimonio
previamente por sus soportes o formas, lo que
Las representaciones subyacentes en este plantea unas premisas al conocim iento
discurso público trasladan sus errores concep que comprometen de antemano la fiabilidad
tuales y metodológicos al tratamiento del pa de sus conclusiones, máxime cuando se intenta
trimonio, primando las medidas normativas recoger en masa patrimonios “en peligro
y burocráticas sobre su conocimiento y orien de desaparición”. Sobre éstos debe dejarse
tándose principalmente a la intervención le constancia para el conocim iento futuro, sin
gal y al inventario de bienes bajo criterios presuponer que todo cambio implique forzo
proteccionistas, de salvaguardia y de una samente la desaparición de culturas y ecosis
competencia exclusiva de ciertas instituciones temas y los convierta en otros distintos de sí
públicas que niega el diálogo con los sujetos y mismos e irreconocibles.
la transdisciplinariedad. Pero la intervención Frente a estas actuaciones se desarrolla
legal —declaración de Bien de Interés Cultu desde los años setenta otro tratamiento alter
ral, por ejemplo—sólo parece aceptable sobre nativo que las cuestiona y abre nuevos cami
producciones de culturas y espacios desapare nos para investigar, conservar, difundir y
cidos que trascienden ya a sus propios auto restituir el patrimonio. Una de sus críticas
res, y no sólo con el objetivo de evitar expolios, centrales es la ocultación de los sujetos, de la
sino de que no se tergiverse su conocimiento que se derivan otros muchos desacuerdos que
futuro. Su aplicación sobre culturas y espacios permiten correcciones conceptuales y m eto
naturales vivos interfiere, encierra y fosiliza dológicas. Por ello se propone el diálogo entre
la dinámica de los procesos sociales, institu los representados patrimonialmente y quie
cionaliza injerencias de poder en la vida de los nes les representan, insistiendo en que éstos,
individuos y grupos y, a la larga, resulta in tras su pretensión de neutralidad, creativi
operante, generando muchas veces un efecto dad, sensibilidad y universalidad, abandonen
contrario al buscado. La conservación artifi sus posiciones elitistas y de poder, desde las
cial, que intenta frenar una desaparición in que construyen y manipulan símbolos al ser
m inente de aspectos o conjuntos que ya no vicio del Estado-nación y de sus principales
tienen valor ni sentido para sus actores socia valedores. El tratamiento y las representacio
les, desvirtúa su veraz comprensión presente nes del patrimonio se consideran un acto
y futura. Más que una intervención legal di político que debe efectuarse negociando con
recta, es preciso defender el derecho de los in sensos con las comunidades para oír su voz
dividuos y grupos a mantener sus maneras de como protagonistas y destinatarias, entre
vivir, pensar y sentir y sus rasgos identitarios, otros individuos y grupos, del discurso cons
lo que implica garantizar sus *derechos polí truido sobre ellas. El objetivo es que la noción
ticos, eliminar ^desigualdades que les impi de comunidad sustituya a la de audiencia y
den o dificultan usar sus recursos y espacios, y que ésta, de ser una entidad pasiva en la crea
atender, conocer críticamente —en especial si ción y el mantenimiento de su patrimonio, se
hay conflictos u oportunismos dentro del pro convierta en agente activo (Karp, 1992). Ello
pio grupo—y reconocer sus demandas cultu es extensible no sólo a la necesidad de que, por
rales y territoriales, sobre todo en el caso de las ejemplo, los museos se conviertan en centros
^minorías. Por otra parte, la conservación de de encuentro y crítica, sino a la investigación,
los bienes patrimonializados se reduce prácti conservación, difusión y restitución patrimo
camente a su inventario en fichas y su ex nial. Se introduce en el dominio del patri
hibición en colecciones, por lo que su monio discursos, ya existentes en el ámbito
conocimiento se limita a la selección y recogi académico de las ciencias sociales, que apor
da de piezas o a la adquisición por compra o tan nuevas miradas sobre poder, cultura,
donación de conjuntos ya constituidos por co identidad, *interculturalidad, diversidad,
leccionistas. No hay sujetos de estudio ni ne territorio, arte, relaciones entre pasado y
cesidad de explicarlos, sino objetos a los que presente —incluidas las tradiciones y la
se arroga la capacidad de representar unas desaparición de culturas y espacios—, lenguaje
culturas y unos espacios que, por ser una for de los objetos, procesos de cambio, interdisci-
ma de acción social, no se pueden guardar en plinariedad y educación. La investigación ya
293 Patrimonio
no es un trabajo a posteriori y circunscrito a los de un Estado civil, con el que cohabita y com
objetos, se abre a los sujetos como fase previa parte su espacio. Pese a que el Patrim onio
para su conocim iento negociado y crítico, Real continúa, en general, diferenciado en
rompiendo las dicotomías entre los saberes muchos órdenes del Patrimonio del Estado,
del pueblo y los académicos, centrándose en el no posee la exclusividad que se arroga sobre sí
presente e incorporando a éste el pasado, y mismo y frente a otras instancias patrimonia
ocupándose de lo común, representativo, re les el Patrimonio Eclesiástico o religioso. Bien
levante y recurrente y no tanto de lo exótico o entrada la modernidad, para afianzarse fren
extraordinario. El conocimiento de los senti te a su sociedad civil, las monarquías y otros
dos y contextos de las producciones culturales Estados, el Estado-nación inicia sus propias
pasa a ser también tarea de investigación ne construcciones de patrimonio y arbitra fo r
gociada entre actores sociales y profesionales mas de coexistencia con los patrimonios rea
en estrecha colaboración con las universida les y religiosos. En nombre del “pueblo”,
des. Es una investigación que fundamenta el priva de sentido a los recursos patrimoniales
trabajo de conservación cuyo objetivo no de los individuos y grupos, se los apropia sim
radica ya en conservar el patrimonio, sólo bólicamente y los convierte en estereotipos
conservable y reproducible por sus propios controlados políticamente. Inventa represen
protagonistas, sino su conocimiento crítico en taciones para sí mismo y ese “pueblo”, aunque
un proceso holístico que ofrezca referentes sin él, relegado a público espectador del dis
capaces de que los actores sociales se reconoz curso que erige sobre él y sus recursos.
can en ellos sin fragmentaciones. La difusión, Desde entonces, aun cuando la noción de
por su parte, incide en la divulgación no de patrimonio ha ido asumiendo nuevos senti
una mera información ni sólo del saber ordi dos proyectados en nuevas formulaciones
nario transmitido generacionalmente, sino de legislativas y, sobre todo, políticas, éstos
unos conocimientos críticos elaborados por la responden siempre a intereses concretos de
investigación y la conservación, que ayudan a poder del Estado-nación. Así, en su d efini
los actores sociales a comprender cómo son ción actual, desarrollada sobre todo desde los
ellos mismos, los *otros y las relaciones entre años sesenta, el patrimonio, como conjunto
ambos. Incita así a una restitución que no di de bienes culturales y naturales, se considera
ferencia el trabajo científico y el com porta capital cultural y natural de los ^ciudadanos,
miento y compromiso políticos, y que genera tutelado, protegido, conservado, regulado y
reflexiones conjuntas, integraciones de nive gestionado por el Estado-nación, ya lo asuma
les distintos de experiencia entre los protago en calidad de competencia única o comparti
nistas y los profesionales del patrimonio, da con otros Estados —patrimonio mundial o
produciendo aprendizajes significativos por de la humanidad—. Se trata de una atribución
comparación. Se alude además a una restitu del Estado-nación, legitimada no sólo retóri
ción dinámica, pues todo cambio social modi camente sino en el plano de lo real y del reco
fica también, generalmente a igual ritmo, las nocimiento jurídico, y próxima o, en muchos
necesidades de conocimiento. casos, equivalente a la categoría de propiedad.
No por casualidad la idea de bienes patri
Patrimonio cultural y natural moniales adquiere valor para quienes los re
como símbolos de poder del presentan y se interesan en protegerlos y
Estado-nación conservarlos, no tanto para aquellos que pro
Durante el Antiguo Régim en el patrim o tagonizan la cultura y sus espacios. Tampoco
nio representa casi en exclusiva el poder de las por azar se magnifica la importancia de in
monarquías y la imagen de su herencia, fami ventariar y contar esos bienes. De este modo,
lia y “Casa”, aunque desde la primera m o la cultura y la naturaleza, como patrimonio,
dernidad, sobre todo en Europa y salvo recursos y atributos de los individuos y gru
excepciones, los bienes patrimoniales de la rea pos, se convierten en el patrimonio del Esta
leza, sin dejar de pertenecer a la corona, van do-nación y, por él y a través de él, de la
sometiéndose más o menos a la hegemonía sociedad nacional en su conjunto e incluso de
del Estado-nación. No ocurre igual con el toda la humanidad. Pasa a ser un bien colecti
patrimonio de la Iglesia o religioso que en vo de todos y, por ende, de cada uno de ellos,
muchos enclaves sigue constituyendo una capacitado desde este momento para deman
parcela privativa y representativa de un poder dar acciones intervencionistas sobre tal recur
—un universo que no es de este mundo—que se so, ahora compartido discursivamente. Tras
superpone a otro, de un Estado divino dentro la metáfora que alude a la proximidad al otro,
Patrimonio 294
a la solidaridad con él, se opera una transfe eclipsan diferencias y desigualdades entre
rencia de bienes simbólicos de unos a otros, nosotros y los otros, identidades opuestas,
mediada por el Estado-nación, que los repar mundo en conflicto y, esencialmente, la verti
te porque los tiene. D ecir que lo del otro es calidad con la que se impone ese orden, la
mío sobrepasa el marco de lo retórico y ad fuente de la que emana y su variable acepta
quiere realidad. El mito de Drácula, que co ción por la ciudadanía. Que el patrimonio sea
bra vida, la nutre y recluta a sus súbditos con cada vez más un sustituto de las grandes ideo
la sangre de otros, trasciende el confín del re logías, no sólo expresa el terreno ganado por
lato, para ilustrar este proceso de expolio, los esencialismos culturalistas a los plantea
visto y justificado con frecuencia como mientos de clase, sino la necesidad de utili
encuentro intercultural. Las consecuencias de zarlo como factor de educación, toma de
esta transferencia para los sujetos que crean conciencia ciudadana, limpieza de imágenes
las mercancías transferibles son muy obvias no deseadas y, en fin, de una integración so
en el caso de la “cultura popular” y los bienes cial que impone lo colectivo, al margen de su
naturales, pero tampoco queda inmune a ellas amplitud, sobre los individuos. Ello justifica
la “alta cultura”. A esto se une la presunción que el patrimonio se asuma como un bien de
de que los protagonistas de los patrimonios interés nacional, a pesar de que el soterra
representados y el resto de la ^ciudadanía miento de las diferencias presentes y proce
comparten las definiciones del Estado-nación dentes del pasado impida el reconocimiento
y de las instituciones internacionales, y de que de la diversidad del legado patrimonial al fu
desean conservar lo que éstos deciden que turo. Desde el patrimonio se realza o suprime
merece una actuación patrimonial. La insis aspectos según su pertinencia sistèmica, se
tencia de las diferentes normativas en demo construye a los individuos y grupos y se expli
cratizar el patrimonio, en difundirlo sin ca sus desigualdades por las distintas posi
límites para que llegue al conjunto de la na ciones espacio-temporales que les asigna la
ción y más allá, resulta así un correlato del cultura y no por su clase social. En fin, se rea
crecim iento y de la reproducción del poder liza una determinada reproducción social. Lo
estatal. En suma, son representaciones que corrobora, entre otros procesos tempranos, la
aúnan el universo real y simbólico, pues el folclorización populista promovida al inicio
discurso es conducta, construye realidad. “El del siglo XX por ciertos Estados europeos para
discurso mismo crea en buena parte su propia integrar al campesinado en la nación (Caste-
realidad”, quedando “prohibida como igno lo-Branco y Branco, 2003).
rancia y sinsentido la sospecha misma” de que La eliminación y Asimilación retórica de
su brillo y eficacia no sean más que pura se diferencias y desigualdades, junto a la impo
ducción (Zulaika, 1997: 73). sición de lo colectivo sobre lo individual, que
Todo este proceso, por otra parte, no es ex comportan estas representaciones, abonan la
clusivo del Estado-nación; se reproduce —sin legitimación y reproducción social de las éli
demasiada variación—en otros espacios socia tes y las burocracias que sustentan al Estado-
les y políticos contenidos dentro de sus *fron- nación y son sostenidas por él. De hecho, en
teras. Ocurre además a menudo que, tras un esos discursos es la voz de las elites la que se
discurso universalista (Zulaika, 1997), es el arroga el deber y privilegio nacional, en nom
propio Estado-nación uno de los principales bre de los otros, de definirlos y clasificarlos a
interesados en esa réplica. Sostiene que la i n través de sus objetos, decidiendo los valores
tegración -entendida como unidad, orden y económicos, políticos, morales, estéticos, reli
uniformidad e invisibilidad de realidades giosos o científicos, los textos y contextos que
presentes e históricas diferentes—, lograda en merecen ser representados y los conceptos e
aquellos espacios gracias a la democratización imágenes que lo permiten. Entre estas nocio
del patrimonio y, por consiguiente, de la vida nes y figuras se priman las referentes a la in
política, revierte en otros marcos más amplios capacidad del común para percibir su propio
y, a la postre, en el propio espacio que se asig valor y el de lo que hacen, piensan o sienten,
na a sí mismo el Estado-nación, en la per que tienen que ser reconocidos y salvados por
meabilidad de sus fronteras interiores y la quienes no pertenecen a aquél (Bourdieu,
aceptación del poder y de la cohesión estatal. Darbel y Schnapper, 1969). Cautivas de su
Nótese el rédito político que obtiene el Esta propia voz, estas elites en realidad hablan de
do-nación de difundir al máximo el ideal de sí mismas y sus valores (Clifford, 1999). N u
homogeneidad cultural y, sobre todo, de lo merosas experiencias —como las que ilustran
grarla. Reificando culturas y espacios, se en España los museos estatales de Antropoio-
295 Patrimonio
gía—aluden al poder de las elites para crear y tos antes en el mercado, a fin de hacer desea
clausurar instituciones de patrimonio al mar ble el bien en y para el intercambio y acrecen
gen de su relieve. tar su valor de cambio y su utilidad como
Por otro lado, las representaciones patri fuente de creación y desarrollo de capitales,
moniales del Estado-nación cosifican la cul empleo, equipamientos, *turism o o indus
tura y la naturaleza, transformándolas en trias. Muy ligados a intereses urbanísticos,
mercancías con un valor político que expresa legitiman regeneraciones urbanas, medioam
cómo los individuos y los grupos se interesan bientales o de comunidades deshabitadas. En
en ellas y, a la par, de qué modo éstas revalúan ellas “los ciudadanos se convierten en felices
las relaciones sociales. Las producciones pa- voyeurs de su propia grandeza progresista”
trimonializadas se convierten en objetos de (Zulaika, 1979: 129). Asimismo se vinculan a
seables, bienes de intercambio, que impulsan recreaciones turísticas —rutas—y de ocio, pro
y abrigan el sueño de salvar las distancias en pias del espectáculo o del star system, sin des
tre quienes los anhelan y los que los detentan, cartar los negocios de las O N G y agencias
tutelan y ofrecen como valores. A la vez, este culturales y medioambientales, y la búsqueda
proceso hace deseable la misma existencia de de prestigio de patrocinadores que con esos
la opción de eludir esas distancias entre ofe bienes revalorizan su competitividad y sus
rentes y demandantes de unos objetos, en los mercancías. A la postre, el Estado-nación crea
que se representa poder y, por tanto, el propio una oferta de bienes patrimoniales para cu
del Estado-nación y de sus elites. Se desea que brir su demanda, que él también desencadena
el sistema ofrezca no sólo la posibilidad de in e incita.
tercambiar, para que haya transferencias de Además, confundiendo, no sin intención
valores, sino de que exista el propio intercam política, los conceptos de identidad y cultura,
bio. Y, mientras que la presencia de ese inter el Estado-nación incorpora a los bienes patri-
cambio es la fuente del valor atribuida a los monializados un valor identitario, necesario
objetos, la dificultad de su adquisición, el sa para la identificación nacional, pero que a la
crificio efectuado al intercambiar, resulta el par es usado por diversos colectivos existentes
único elemento constitutivo de valor (Appa- dentro de las fronteras estatales. Desde estos
durai, 1998). Poseer real o simbólicamente al colectivos la identidad que confiere el patri
go de los otros gracias a que el poder nos lo monio se reivindica muchas veces como sím
ofrece, viajar por el mundo de lo ajeno y pe bolo de diferencia, incluida la *étnica y
netrar en él, lejos de constituir una aventura, ^nacional, afirm ación, defensa y respuesta;
son experiencias políticas y trascendentes que pero también en términos de privilegio y dis
nos acerca a ese poder. En suma, la creación y tinción, de poder. Se asigna al patrimonio la
el deseo de valor son un proceso mediado po capacidad de definir, crear, destruir y recupe
líticamente, un asunto de definición política y rar identidades como si ello respondiera a
control social. La política del patrimonio su elementos objetivos o campañas de sensibili
giere que sus bienes, más allá de usarse como zación, orquestadas desde el poder, para que
mercancías deseadas para satisfacer objetivos la gente se anime a querer o pedir identidad al
prim arios, encarnan deseos de otra índole. mirar su pasado, en vez de obedecer sobre to
Esos bienes conllevan relaciones de poder, do a procesos subjetivos y de consenso de los
privilegio y control social, como la ostenta actores sociales, que se articulan sobre el
ción del propio cuerpo y del consumo de lujo presente y frente al futuro. Este valor iden
confieren autenticidad y autentificación e in titario, en alza para los organismos interna
cluso nos hacen sabios frente a los ignorantes, cionales, presupone que quienes comparten
al definir ambos conceptos y las claves para una misma cultura o localidad, a la vez par
ser unos u otros. ticipan de la misma identidad y son hom o
Pero el Estado-nación no sólo asigna a los géneos.
bienes patrimoniales un valor político sino
además económico, que redunda en la repro
ducción del primero y que no se basa tanto en Bibliografía
las cualidades intrínsecas del bien como
en atribuciones inventadas, contrarias a veces APPADURAI, Arjun (1988): “Introduction: com-
—“alta cultura”—o siempre —“cultura popu modities and the politics of valué”, en Arjun
lar” y patrimonio natu ral- con la condición Appadurai (ed.), The social life o f the things.
real de aquél. Así sucede con el signo de la au Commodities in culturalperspective. Cambrid
tenticidad. Son atributos simbólicos impues ge: Cambridge University Press, 3-63.
Pluralismo sincrónico 296
ideológica que acompaña a este proyecto, los ciencia social de la clase media consumista.
mecanismos uniformes de mercado —cuya En una sociedad de pluralismo sincrónico las
concepción en abstracto los hace proceder de diferencias igualan, al no tener cabida la no
las naciones, Estados e identidades cultura ción de “*cen tro” ni, consecuentemente, la
les—se sustituyen como marcos de conciencia idea de frontera o periferia en el sentido de
social dentro del Estado-nación y de su pro puntos donde la diferencia comienza a ser de-
yecto aparentemente igualitario de form a valuada como lo ajeno o lo “subdesarrollado”.
ción de una comunidad nacional uniforme. Cuando toda identidad o estilo cultural resul
Los valores fundamentales del nacionalis tan igualmente válidos y coexisten sin
mo, defendidos por la antigua clase media crónicam ente, no puede haber dinámicas
nacional —asimilación de toda diferencia *ét- sistémicas profundas o infraestructuras, ni
nica, regional o cultural dentro de la identi causas subyacentes o limitaciones, tan sólo un
dad homogeneizante de *ciudadanía, y modelo superficial de variaciones, compuesto
soberanía popular como principio de distri por signos contrastantes de diferencia. La sin
bución igualitaria del poder político—, han cronía, entendida como “pluralism o”, no
quedado eclipsados por el nuevo y, abierta implica un universo estático de enclaves espa
mente, no igualitario ascenso de los m e ciales fijos, sino un mundo de *movimientos
canismos de mercado —ideológicamente aleatorios y discursos que circulan libremen
neutrales—responsables de la ^polarización te, donde los “flujos” no implican consecuen
de clase. El nacionalismo, como afirmación tes cambios estructurales, sino que son
de la homogeneidad de la población pertene reversibles y por ello carecen de una dirección
ciente a un Estado, ha perdido de esta forma temporal constante.
gran parte de su fortaleza ideológica —junto En su extremo, la perspectiva de “flujos”
con la hegemonía de la clase media nacional- —entendidos como movimientos espaciales
ante el asalto del neoliberalismo de libre mer aleatorios—converge, según el pensamiento
cado. En conclusión, la diferencia, en vez de la de algunos analistas, con la noción de “com
homogeneidad que otorgaba una identidad presión espacio-tem poral” propuesta por el
nacional unificada, se ha convertido en el geógrafo David Harvey (1989). Según dicha
paradigma ideológico de la nueva conciencia idea, el desarrollo de los nuevos medios de co
social —“políticas identitarias”, “m ulticultu municación, la tra n sferen cia de in fo r m a
ralismo”, etc.-. Con el respaldo de la nueva ción y los medios de transporte rápidos han
hegemonía del mercado, la “identidad” plu creado un tipo de sincronismo que ha neutra
ralista se ha convertido, en consecuencia, en lizado el significado del espacio y el tiempo
una idea positivamente valorada como fin en como obstáculos materiales para la interac
sí misma de las sociedades consumistas, enca ción social y la Com unicación instantáneas.
minada a la realización de la identidad perso En lugar de una concepción del espacio y del
nal y la diferencia colectiva. Con el eclipse de tiempo como entidades “materiales”, las nue
la noción de “asimilación”, o al menos de la vas tecnologías han posibilitado la aparición
represión de la diferencia —característica y de un espacio y un tiempo virtuales, que fun
misión fundamental de la nación-, la idea de cionan como dimensión privilegiada de los
“progreso” y la concepción histórica del tiem intercambios económicos e ideológicos, supe
po que constituían un proceso lineal de conso rando todos aquellos rasgos arcaicos del
lidación social dentro del marco espacial de espacio-tiempo social —fronteras, #lugares es
las fronteras estatales han perdido su estatus pecíficos, procesos históricos—y las distintas
dominante como categorías de formación de identidades sociales y culturales que llevan
la conciencia social en las sociedades capitalis asociados (Boruchoff, 1995, 1999).
tas más ^desarrolladas. Sin negar la importancia de las nuevas
La visión de la sociedad como una varie tecnologías, que posibilitan la transferencia
dad pluralista de diferentes identidades de información y las transacciones m oneta
colectivas resulta una concepción bastante rias instantáneas en la construcción de los
estática, que no deja espacio para la asimila circuitos financieros del capitalismo transna
ción o transform ación de cualquier identi cional, cabe argumentar que el logro tecnoló
dad, colectiva o individual, en otra. De esta gico que supone la casi simultaneidad de las
forma, el “pluralismo sincrónico” sustituye a tran saccio n es individuales no reduce ni
la noción de asimilación diacrònica —por acorta, lógica o pragmáticamente, el tiempo
ejemplo, el progreso—, propia del Estado-na histórico ni supone el derrumbe de la concep
ción *m oderno, como nueva forma de con ción lineal de progreso encarnada en la con
Pluralismo sincronico 298
cepción nacionalista de la misión asimilativa su vez oscurecen las condiciones políticas, eco
del Estado-nación. En este nivel de conciencia nómicas y sociales de tipo sistèmico que pro
social cualquier explicación que trate de dar ducen dichas hegemonías.
cuenta de los cambios en los conceptos de es
pacio y tiempo debe buscarse en fenómenos de
escala macrosocial: en concreto, en los movi
mientos de estatus hegemónico y de las rela
Bibliografía
ciones políticas de las clases sociales, como
BAKTIN, Mikhail (1981): “Forms of time and of
aquellos que se encuentran envueltos en las
the chronotope in the novel”, en M. Holquist
transformaciones contemporáneas del Esta
(ed.), The Dialogical Imagination: Four Essays.
do-nación. En este sentido, los cambios funda
Austin: University of Texas Press, 84-258.
mentales en la conciencia social referidos con
BORUCHOFF, Judith A. (1995): Paradoxes o f the
anterioridad deben considerarse parte inte
United States-Mexico border. Paper presented
gral del desarrollo de nuevos esquemas de he
at the Annual Meeting of the American Eth
gemonía, unidad y oposición entre segmentos
nological Society. Austin, Texas.
polarizados de la clase media y elementos de la
— (1999): Creating Continuity across Borders: R e
clase trabajadora y de grupos *marginales.
configuring the Spaces o f Community, State, and
La pérdida de su proyecto histórico hege
Culture in Guerrero, Mexico and Chicago.
mónico ha dejado a la clase media nacional sin
Ph. D. Dissertation. Chicago: University of
otro programa que no sea el consumo indivi
Chicago Press, Department of Anthropology.
dual de mercancías como instrumento de pro
EH R EN R EIC H , Barbara; EH R EN R EIC H ,
ducción de una identidad personal social. Así,
John (1979): “The professional-managerial
la condición individual del ^trabajo profe
class”, en P. Walker (ed.), Between labor and
sional y administrativo —la actividad laboral
capital. Boston: South End Press, 5-45.
definitoria del segmento de profesionales y
FR IE D M A N , Jonathan (1999): “Indigenous
gerentes de la clase media—y la naturaleza in
struggles and the discreet charm of the bour
dividualista del consumo de mercancías expli
geoisie”. Journal o f World-Systems Research, V,
can el carácter individualista de la conciencia
2:391-411.
social de la mayoría de los miembros de dicha
HARVEY, David (1989): The Condition o f Postmo
clase. Esto, unido a la separación del trabajo
dernity: An Enquiry into the Origins o f Cultural
profesional y administrativo de la participa
Change. Oxford: Basil Blackwell.
ción directa en la producción económica, per
PFEIL, Fred (1985 “Makin’ Flippy-floppy: Post
mite dar cuenta del acento puesto por la clase
modernism and the Baby-boom PMC”, en
de profesionales y gerentes en los procesos de
M. Davis, F. Pfeil y M. Sprinker (eds.), The
circulación y consumo del mercado, haciendo
Year Left: An American Socialist Yearbook^.
abstracción de la producción y de las relacio
London: Verso, 263-295.
nes de ^explotación características de la mis
TURNER, Terence S. (1993): “Anthropology and
ma (Ehrenreich y Ehrenreich, 1979; Pfeil,
Multiculturalism: What is Anthropology
1985). La combinación de todos estos rasgos
That Multiculturalists Should Be Mindful of
deja a la clase media, en general, y a la clase de
It?”. Cultural Anthropology, 8, 4: 411-429.
profesionales y gerentes, en particular, sin una
— (2002): “Shifting the frame from nation-state
relación política o ideológica coherente con la
to global market: Class and social conscious
sociedad en su totalidad. La perspectiva social
ness in the advanced capitalist countries”. So
del pluralismo sincrónico permite la ausencia
cial analysis: The International Journal o f Social
de profundidad, centro, fronteras y bases para
and Cultural Analysis, 46, 2: 56-80.
una relación con cualquier forma de realidad
— (2003a): “Clase, cultura y capitalismo. Perspec
social más allá de las cambiantes identidades
tivas históricas y antropológicas de la glo-
construidas por el consumo y permite de esta
balización”, en J. L. García y A. Barañano
forma la ausencia de estructura. En resumen,
(coords.), Culturas en contacto. Encuentros y
el pluralismo sincrónico ofrece *posmoder-
desencuentros. Madrid: Ministerio de Educa
nismo. Si bien se ha defendido la idea de que
ción, Cultura y Deporte, 65-110.
las formas de conciencia social posmodernas
— (2003b): “Class projects, social consciousness,
—tales como el multiculturalismo, el pluralis
and the contradictions of ‘globalization”, en
mo sincrónico o la teoría “transnacionalista”—
J. Friedman (ed.), Globalization, the state, and
reflejan fielmente las formas ideológicas de las
violence. Walnut Creek: Altamira Press, 35-66.
relaciones sociales que resultan de la hegemo
nía del mercado y del capital transnacional, a Terence S. Turner
299 Plurinacionalidad
derechos, deberes, identidad, etc. Como seña humanidad en su conjunto, difiere de las res
la Heater, el cosmopolitismo es una ética en tantes formas de identificación social en un
parte falsa y en parte verdadera. Si desde el aspecto decisivo: es totalmente incluyente, no
marxismo hasta el comunitarismo actual se se excluye a ningún ser humano. La dialéctica
ha negado por distintos motivos la existencia de inclusión y exclusión, la dinámica de la
o la posibilidad de demarcar unos valores competencia, están ausentes de este sentido de
universales, no es menos cierto que desde el la unidad global. Hay que imaginar otras
Derecho Natural a la Declaración Universal amenazas que puedan movilizar los mecanis
de los Derechos Humanos no faltan las ins mos de identificación: enemigos del espacio
tancias en las que se ha afirmado la presencia exterior, o un peligro que, aunque emane de
de una moralidad e identidad que trasciende la acción humana, afecta a la humanidad en
las ^fronteras culturales y nacionales. Históri su conjunto: desastre nuclear o catástrofe me
cam ente, Haskell cifra el nacimiento de la dioambiental (De Swaan, 1995: 6). En la me
“sensibilidad hum anitaria”, que se pondría dida en que el cosmopolitismo es totalmente
de manifiesto en el movimiento anti-*escla- incluyente y no hay un enemigo exterior, fal
vista de principios del s. XIX, en sus afinida ta el segundo componente necesario para el
des electivas con el espíritu del capitalismo. La sentimiento de identificación. Esto puede ha
forma de vida orientada hacia el mercado se cer que el cosmopolitismo nunca llegue a
extendió entre la burguesía afectando sus per tener la intensidad de otras identidades
cepciones y estilo cognitivo. Además del ethos colectivas como la nacional. El ideario y las
calculador, apuntado ya por Weber, desarrolló prácticas de la sociedad civil global serían el
la tendencia a cumplir con compromisos y único correlato empírico. Las *organizacio-
promesas, pero también a prestar atención a nes humanitarias transnacionales encarnan el
las consecuencias remotas de las acciones. espíritu de un cosmopolitismo ético.
Desde el punto de vista no normativo, si Las investigaciones sociológicas más re
no sociológico, el punto débil está en la identi cientes indican que los jóvenes de cualquier
dad cosmopolita. Como señala Heater, la U E lugar del mundo, aunque se identifican con
es el m ejor ejemplo de cómo las identidades su país, como los mayores, están socializados
múltiples son posibles, siendo compatibles la en valores cosmopolitas que los hacen estar
identificación nacional y la universal. Sólo en menos apegados a su entorno y más abiertos a
caso de graves conflictos de intereses puede la influencia exterior. Por lo tanto, en ellos se
haber tensiones. El auténtico problema es la va a dar la connivencia de la identidad lo
debilidad del cosmopolitismo frente a las cal-nacional y una identidad trasnacional.
identidades nacionales y subnacionales, por Norris (2000), a partir de los datos de las E n
que el sentimiento se nutre de mitologías his cuestas Mundiales de 1990-91 y 1995-97 que
tóricas, símbolos y rituales que sí se dan a le permiten agregar un total de 147.000 entre
nivel nacional y subnacional, pero no a escala vistas de todo el mundo, concluyó que la pro
mundial. Existen rituales internacionales o porción de cosmopolitas en los jóvenes y en
mundiales en el terreno de la cultura de ma los mayores es de 3 a 1: 21 % en los nacidos en
sas como los Juegos Olímpicos. En la U E se tre 1965 y 1978, frente al 6% de los nacidos
han puesto en marcha varias iniciativas al res entre 1905 y el 14.
pecto para alimentar esa identidad europea, Numerosos estudios constatan el efecto
desde la elección de la “Oda a la Alegría” de la negativo de la edad sobre la confianza inter
novena sinfonía de Beethoven como himno nacional: los mayores siempre desconfían
europeo hasta festivales: Eurovisión o loterías más de otros países que los jóvenes. Para unos
trasnacionales. Pero como señala también investigadores se trata de un efecto de cohor
Heater, ni la O N U , ni la U N ESC O , ni tan si te, de las distintas experiencias vividas en los
quiera la U E, han logrado el grado de lealtad años de formación de la personalidad según la
cívica que generan el Estado-nación o los edad de nacimiento: quienes por su edad han
Nacionalismos ^periféricos. sufrido las guerras mundiales tienen una
De Swaan (1995) va más allá. La existen visión más negativa de la realidad inter
cia de rituales de identificación mundial no nacional, y serán más desconfiados; por el
sería suficiente. Quizás el problema está en la contrario, quienes no la han experimentado
forma en la que se construyen las identidades serán menos desconfiados. Y esto es lo que ex
colectivas. De Swaan subraya que las identifi plica las #diferencias por edad. Para otros in
caciones sociales son a la vez incluyentes y ex- vestigadores es una cuestión relacionada con
cluyentes. La identificación global, con la los estudios. Las generaciones jóvenes han te
301 Poscolonialismo
nido más acceso a los estudios, y cuanto más Véanse además Centro-periferia, C I U D A
avanzados son éstos, mayor es la capacidad DANIA, Ciudadano, Comunitarismo, C U L
para entender a otros países y culturas. Final TURA, Diferencias naturales y diferencias
mente, para otros investigadores la identidad sociales, Diferencias sociales y diferencias cul
cosmopolita está ligada al auge de nuevos va turales, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U
lores “posmaterialistas”: ¿quiénes son posma SIÓN SOCIAL, E L IT E S , Esclavitud, E S
terialistas?, los que anteponen valores como TA I ) O - N A CI () N , E xt ra njero, F ro n te ra s
la realización personal al dinero, la libertad políticas y religiosas, Fronteras simbólicas,
de expresión al orden público, el respeto del Global y local, IDENTIDAD, MINORÍAS,
medio ambiente al crecim iento económico. N ac io na1idad, N a c io na 1ism o, NU E V O S
Los posmaterialistas son un grupo en aumen M O V IM IEN TO S SOCIALES, SA BER Y
to en todas las sociedades del mundo. Sólo SABERES.
uno de cada tres encuestados de la última E n
cuesta Mundial de Valores, realizada entre
1999-2002 en 90 países aproximadamente de Poscolonialismo
todo el mundo, es materialista. En los demás
casos se comparte algún valor posmaterialista Pasadas algunas décadas desde el final del
y un 11% es posmaterialista puro. ^colonialismo, las reflexiones producidas so
Conforme aumenta el nivel de bienestar y bre ese pasado y sus implicaciones materiales
el nivel educativo de las sociedades, también se y culturales en el tiempo presente se agrupan
extienden los valores posmaterialistas. De ahí en un dominio de investigación designado es
que la proporción de posmaterialistas aumente tudios poscoloniales. La definición de este
al 25% en los países más avanzados, pero tam campo de estudio se ve dificultada por las
bién entre las elites de los países menos de complejidades y especificidades del fenóme
sarrollados y con otra cultura. Así, por ejemplo, no histórico sobre el que pretende reflexionar,
representan el 36% de los universitarios turcos debido a las diferentes procedencias discipli
o el 26% de los marroquíes (Inglehart, 1998: narias de los investigadores -antropología,
384). Los posmaterialistas están más abiertos a sociología, historia y estudios literarios—, a las
la influencia exterior porque son más cosmo interacciones con otros dominios marcados
politas y se sienten menos orgullosos de su na por la interdisciplinaridad —estudios de géne
cionalidad. Consecuentemente, las personas ro, de lo subalterno, whiteness studies, entre
con valores posmaterialistas son quienes me otras líneas—y a la consiguiente diversidad
nos se identifican con su propia nación. de metodologías y orientaciones teóricas
adoptadas.
El impulso más importante para la consti
Bibliografía tución de los estudios poscoloniales vino de
los departamentos de literatura en los años
ochenta. En estos departamentos ya existía un
ANDERSON, B. (1998): Comunidades imaginadas.
dominio de investigación, los estudios cultu
México: FCE.
rales, que defendía las ventajas de la inter
H EC H TER , M. (1987): Principles o f Group Solida
disciplinaridad y abordaba las distinciones
rity. Berkeley: University of California Press.
clásicas entre *centros y periferias, obser
INGLEHART, R. (1998): Modernización y postmo
vando en éstas intenciones políticas. La
dernización: cambio cultural, económico y politi
importancia creciente de los fenómenos 'M i
co. Madrid: CIS.
gratorios les proporcionó un nuevo objeto de
MERTON, R. K. (1982): Ambivalencia sociológica.
estudio, el *multiculturalismo y las com uni
Madrid: Espasa.
dades multiétnicas, que requería nuevas
NORRIS, P. (2000): Global Governance and cosmo
aproximaciones sobre la #identidad cultural y
politan citizens. Cambridge: JFK School of Go
la *alteridad (Sanches, 1999). Por otra parte,
vernment, Harvard University. Documento
el proyecto de un grupo de historiadores in-
de trabajo.
dúes, conocido como Subaltern Studies G roup,
SWA AN, A. de (1995): “Widening circles of identifi
de repensar la historiografía de su país desde
cation: emotional concerns in sociogenetic pers
un punto de vista exento de la retórica colo
pective”. Theory, Culture & Society, 12 (1): 25-39.
nial, también se considera una contribución
TOM LISON, J. (2001): Globalización y cultura.
importante a la emergencia de los estudios
México: Oxford University Press.
poscoloniales. En los intelectuales y activis
Javier Noya tas de la resistencia al colonialismo —como
Poscolonialismo 302
Frantz Fanón; Amílcar Cabral; Aimé Césai- desdeñaba otras subjetividades, varios histo
re, nacido en 1913; Léopold Senghor, 1906- riadores hindúes —Gyan Prakash, Gayatri
2001; Raja Rao, 1908-2006; o Ngugi wa Chakravorty Spivak, Ranajit Guha, Dipesh
T hiong’o, nacido en 1938—, los estudios pos Chakrabarty y Partha Chatterjee—se propo
coloniales encontraron antepasados y cons nen escribir la historia de aquellos que tuvie
truyeron una genealogía de su disciplina ron un papel importante en la resistencia a los
(Ashcroft et al., 1995; Loomba, 1998). En las regímenes coloniales. Hay que destacar en la
últimas décadas ha venido aumentando la in literatura de los estudios poscoloniales la pre
fluencia de los estudios poscoloniales en las tensión de “dar voz” al “subalterno” (Spivak,
ciencias sociales y humanas. Presentan como 1988). Este proyecto de dar relevancia a voces
principales líneas teóricas la crítica al *euro- y subjetividades, anteriormente marginadas
centrismo de la disciplina histórica, la urgen por el colonialismo y la historiografía occi
cia de la reescritura de la historia desde los dentales, es tributario de la history fro m below
márgenes, según la perspectiva de los *exclui- practicada por historiadores marxistas britá
dos y de los resistentes al colonialismo, o la nicos en la década de 1960, así como de un
problematización de los modos esencialistas movimiento más amplio de renovación y ex
de entender las identidades. tensión de los intereses de la investigación aca
Orientalism (1978) de Edward W. Said démica, que pasa a contemplar el estudio de
(1935-2003) se considera la obra inspiradora mujeres, ^minorías ^étnicas, homosexuales.
de los estudios poscoloniales. Para Said, El campo de los estudios poscoloniales
O riente es una invención literaria de O cci ha recibido críticas. Una de ellas, indicada
dente. Partiendo del análisis de un corpus am por algunos autores (Thomas, 1994; Cooper,
plio y diversificado de textos -políticos, 2005), llama la atención sobre la excesiva im
literarios, científicos, periodísticos—, pretende portancia que los teóricos poscoloniales
demostrar que existen visiones convenciona conceden a los artefactos textuales del colo
les de las sociedades “de O riente” profunda nialismo —claro ejemplo de ello sería la cues
mente imbricadas en la literatura y ^cultura tión de la representación de la alteridad- en
europeas. La diseminación de estas represen detrim ento del análisis de la experiencia
taciones ^estereotipadas resultó importante histórica del colonialismo y de su legado ma
también para la afirmación de la superioridad terial.
moral de Occidente (Said, 1978).
En Occidente halló Edward Said —pales
tino, educado en El Cairo y establecido en Es Bibliografía
tados Unidos—las herramientas teóricas para
formular esta crítica. Su pensamiento es deu ASHCROFT, Bill; G RIFFITH S, Gareth; T IF -
dor de las reflexiones teóricas de Michel Fou FIN , Helen (orgs.) (1995): The Post-Colonial
cault —poder/conocimiento— y de Antonio Studies Reader. London, New York: Routledge.
Gram sci —dom inación—. Recurrieron tam BHABHA, Homi (1994): The Location o f Culture ,
bién al pensamiento occidental algunos de los London: Routledge.
principales representantes de la teoría posco COOPER, Frederick (2005): Colonialism in Ques
lonial, particularmente a los posestructuralis- tion: Theory, Knowledge, History. Berkeley:
tas franceses: Gayatri Chakravorty Spivak University of California Press.
encuentra inspiración en Jacques Derrida GUHA, Ranajit (org.) (1982): Subaltern Studies I.
—pero también en Karl Marx—, y Homi Bhab- Writings on South Asia History and Society. Del
ha (1994) se nutre de Jacques Lacan. hi: Oxford University Press.
La influencia de Orientalism fue profunda LOOMBA, Ania (1998): Colonialism!Postcolonia
en el medio académico y anticipa la reapro lism. London, New York: Routledge.
ximación al colonialismo desde el punto de SAID, Edward (1990): Orientalismo. Madrid: Li
vista del colonizado que propondrán los estu bertarias.
dios poscoloniales. A inicios de la década de SANCHES, Manuela Ribeiro (1999): “Nas mar-
1980, el repudio de las grandes narraciones y gens: os estudos culturáis e o assalto as frontei-
de la historiografía eurocéntrica por los estu ras académicas e disciplinares”. Etnográfica ,
dios poscoloniales dominó la producción del III, 1: 193-210.
Subaltern Studies G roup (Guha, 1982). Al SPIVAK, Gayatri (1988): “Can the Subaltern
tiempo que critican la historiografía N acio Speak?”, en C. Nelson y Lawrence Grossberg
nalista, por entender que ésta reproducía mo (orgs.), Marxism and the Interpretation o f Cultu
delos y epistemologías del colonizador y re. Urbana: University of Illinois Press, 271-313.
303 Posmodernidad
para hacerse ellas mismas dudosas y proble chas crisis y derrotas de los años setenta, se re
máticas al aparecer como parte y efecto de fieren más a la resistencia, a la pervivencia y a
una interacción histórica y mutuamente cons los orígenes que al avance o a la utopía, por no
titutiva de lo dicho, del decir y de quien lo di hablar de unas guerras que no se declaran y
ce. Por otro lado, la suposición de una razón permanecen a distintas escalas materiales o
universal, inserta e inscrita en el mundo y que mediáticas. Más aún, con ese descentramien-
podría ser descifrada mediante el riguroso to del futuro se ha ido esfumando la posi
razonamiento científico, se term inó encon bilidad de que la historia, el paso de unas
trando con que es racionalmente imposible generaciones y acontecimientos a otros, tuvie
—según el teorema de Goédel—, con que, redu ra alguna finalidad o sentido. Con ello tam
cida a razón instrumental, había sido motor bién se ha hecho saltar por los aires la d i
del Holocausto y prueba de la dialéctica per nám ica rupturista o revolucionaria, princi
versa de la Ilustración —Escuela de F ra n k pal forma de desarrollo de la modernidad,
furt— y con que los “buenos” la habían que consistía en desechar las rigideces del pa
celebrado lanzándola sobre Hiroshima. Poco sado, desvaneciendo su solidez en el aire del
más tuvieron que hacer los estudios sociohis- futuro y empeñándose en construir nuevos
tóricos de la ciencia para mostrar el espejismo fundamentos sólidos, que posteriormente se
de la razón universal y la enorme cantidad de rían derribados. El agotamiento de las ener
trabajo social, material e intelectual que re gías revolucionarias y la irrupción de las nue
quiere la más mínima generalización. Con es vas tecnologías, que instauran una multiplici
tos dos pilares se han derrumbado también la dad de distintos presentes y ayudan a ver en
noción sólida y referencial de la realidad, la éstos la presencia del pasado y del futuro, con
oposición entre esencia y apariencia, la dico tribuyen a la quiebra de aquella tensión dina-
tomía público-privado o la separación tajante mizadora y de la experiencia moderna de
entre ciencia e ideología. A todo ello ha coad conjugar el deseo de cambio con el miedo a la
yuvado la omnipresencia de los mundos me desorientación.
diáticos o virtuales.
En la modernidad, el carácter promisorio
Emergencias y tendencias
del futuro ha sido un donador de sentido, un
mecanismo de legitimación y una máquina A pesar de tantas quiebras y disloques, la
de ordenar los acontecimientos. Por ello, aun parálisis sólo se produce en quienes son inca
que también constituye un pilar del imagina paces de caminar sin imágenes estables o se
rio moderno, el buen fu tu ro ha tenido un guían por esa divinidad que es el balance-
papel fundamental en las dinámicas más es contable. Para los demás se abren vías y posi
pecíficamente modernas. Como utopía que bilidades.
sitúa la sociedad ideal más adelante en el El final del sujeto no implica el final de las
tiempo, como innovación que otorga valor o subjetividades, de la responsabilidad o de la
como idea d e progreso continuo, el futuro ha acción social. Lo que ocurre es que, como cla
legitimado toda una serie de prácticas típica man y reclaman los movimientos sociales
m ente modernas —de la industria al ar subalternos, más que de sujeto, como propie
te, pasando por la ciencia—, a la vez que ha dad natural o esencial, ha de hablarse d ep o si
constituido un punto de referencia para la ción-sujeto, como posición que se logra y ha de
ordenación —histórica y evolutiva— de los mantenerse en medio de antagonismos diver
acontecimientos. Sin embargo, el futuro ha sos. En este sentido la tematización que se ha
terminado dejando de ser aval de m ejora y hecho de las * identidades expresa la forma
orientación en todos los ámbitos: en la estética fragmentada, abierta, inestable y contestada
son muchos los movimientos y momentos en que hoy se van constituyendo las diversas
—desde el artepovera de los sesenta al rock de identidades, personales -subjetividades— o
garaje de los noventa—que han venido a ex colectivas, y sus distintos accesos a las posicio
presar el final de la identificación entre inno nes-sujeto. La teoría social se ha visto obliga
vación y belleza, entre vanguardismo y arte; da así a hablar de agencia más que de acción o
en el campo de la teoría, la construcción racio actor, pues para alcanzar y mantener esas po
nal de una sociedad ideal se ha atragantado siciones-sujeto no sólo se requiere el concurso
con el totalitarismo que incubaba, hecho ex de individuos, colectividades y relaciones so
plícito en los fangos del Gulag o en la crisis ciales, sino también el de objetos, instrumen
ecológica; en la práctica política los *nuevos tos, mediaciones o animales que hacen posible
movimientos sociales, surgidos tras las mu y estabilizan la capacidad de intervención.
Posmodernidad 306
aspira pero en la que confiesa seguir trabajan la raza para concedérsela a la cultura. Proba
do: “Todo se desarrolla como si el conjunto de blemente F ran z Boas, que a partir de cierto
las manifestaciones concretas del racismo de momento se convirtió en uno de los apóstoles
pendiese de un mismo sistema del que, dada del antirracismo, nunca imaginó que con su
su com plejidad, desconocemos todavía las crítica al formalismo clasificatorio de las teo
claves” (Wieviorka, 1992: 175). rías racialistas y al etnocentrism o de las re
La explicación del racismo en sus diversas construcciones evolucionistas estaba dando
manifestaciones es tanto más urgente y nece argumentos nuevos a sus contrincantes. En su
saria cuanto que sigue siendo un fenómeno discusión del racialismo, Boas adoptó una
presente en las relaciones interculturales, y perspectiva culturalista, pero al tratar a las ra
ello a pesar de la campaña de descrédito de las zas como hasta entonces se había tratado a las
teorías racialistas emprendida tras la victo culturas —la inestabilidad de los tipos físicos,
ria sobre el nazismo y el descubrimiento de Aus- ambientalismo—y a éstas como hasta entonces
ch w itz y auspiciada por instituciones in se había tratado a las primeras —culturalis-
ternacionales como la U N E SC O . El mismo mo—, condujo por otro camino a la misma
empeño que habían puesto los especialistas de conclusión: que las diferencias entre los seres
las más variadas disciplinas en construir el humanos —si no por raza, sí por cultura—son
mito de la raza en el s. XIX fue el que se dedi insalvables. De igual modo, el rechazo boa-
có desde las mismas a cancelarlo tras el cono siano del etnocentrism o im plícito en las
cimiento de los horrores de la Shoah. Es a es reconstrucciones evolucionistas invocaba la
ta época a la que corresponden la Declaración igualdad de todas las culturas: el igual valor,
Universal de los *Derechos Humanos, apro la misma dignidad, el relativismo cultural y el
bada en la Asamblea General de la O N U el 10 derecho a la diferencia. Tam bién opuso al
de diciembre de 1948 —precedida en un año universalismo evolucionista un particularis
por el proyecto de Declaración del Bureau mo diferencialista y, en el extremo, potencial
ejecutivo de la Am erican Anthropological mente mixófobo (Valdés, 2006, caps. II y IV).
Association, un proyecto claramente inspira Argumentos de este cariz fueron los que
do por M. Herskovits—, y textos célebres de desplegó el boasiano confeso Claude Lévi-
contenido antirracista como el famoso estu Strauss en 1971 en “Race et culture”, su po
dio de Adorno sobre la personalidad autori lémica conferencia escrita por encargo de
taria y los papers de Leiris —“Race et ci la U N E SC O —veinte años después de la polí
vilisation”, 1951—y Lévi-Strauss —“Race et ticamente correcta “Race et histoire”—, en
histoire”, 1952; “Race et culture”, 1971—ela la que venía a recomendar la evitación de la
borados por encargo de la propia U N E SC O . mezcla —indiscriminada, incontrolada—para
Lam entablem ente, como recuerda Michel conjurar el peligro de la homogeneización y
Crozier en el título de su célebre obra, “la so preservar la riqueza de la diversidad cultural.
ciedad no se cambia por decreto” y la difusión Tales son los argumentos de los que se ha
de esta vulgata antirracista sólo le ha restado apropiado el nuevo racismo diferencialista.
plausibilidad al racialismo, que ha quedado Lo que se proclama no es ya el derecho a “do
marginado de la producción científica respe minar, explotar o destruir” a las otras razas
table, aunque todavía haya reductos y foros por su inferioridad natural, sino el de todos
en los que sigue siendo mantenido y hasta in los pueblos a la diferencia, a preservar su
vestigado —¿como el creacionismo? esencia étnico-cultural. Con razón ha podido
Por otro lado, son muchos los investigado decirse que “racismo y antirracismo se expli
res que vinculan esta campaña internacional can mutuamente, se responden y, sin querer,
de desprestigio del racialismo a la mutación se mezclan” (San Román, 1996: 19). La nueva
que ha sufrido éste en las últimas décadas, el retórica, que constituye el racismo culto de los
neorracismo. La mordaza impuesta a quienes líderes de la “nueva derecha” europea, lo que
apelaban a la jerarquía racial ha conducido a hace es camuflar el horror del viejo racismo a
una eufemización del discurso racista, que no la mezcla, al “caos racial” —la m ixofobia—,
habla ya de “razas”, sino de “etnias” —verda convirtiéndolo en un “racismo clandestino”
dero eufemismo, ya que este término involu (Taguieff); de ahí la sólo aparente antilogía de
cra tanto factores físicos como culturales— la expresión “racismo sin razas” a que ya nos
(véase Stolcke, 1992) o de “culturas”. Por aña hemos referido. El efecto de todo ello es que el
didura, el nuevo discurso racista ha tomado racismo popular, que no siempre se nutre de
prestada su retórica del discurso antirracista las ideologías, sigue alegando las diferencias
que restaba toda importancia determinante a de raza, de calidad del patrimonio genético,
311 Racismo y neorracismo
para justificar la segregación, la discrimina contexto, la forma —no nueva, pero sí *revigo-
ción y la violencia con que obsequia a sus rizada por el proceso globalizador—del “ra
víctimas y, además, ha ganado un nuevo ar cismo de los pequeños blancos”, un fenómeno
gumento, el argumento culturalista, mucho ya estudiado por Tocqueville y Weber: el ra
más difícil de erradicar. Este es el racismo que cismo protagonizado por las clases sociales en
impera en la etapa de la globalización, un ra situación crítica que ven en los grupos en po
cismo camuflado en un lenguaje culturalista, siciones más próximas —en este caso los inmi
particularista y diferencialista y que acecha grantes— el reflejo de su propio descenso
tanto a las nuevas como a las viejas víctimas. social y a ellos transfieren su frustración y
En apretada síntesis, una vez superado el amenazan con su violencia. En palabras de
bipolarismo en el orden político mundial, la A. Burgio, dicho racismo “opera una doble tra
etapa actual se caracteriza por el carácter de ducción de las jerarquías y de los conflictos so
finitivamente transnacional del capital fi ciales, metaforizando las primeras y desplazando
nanciero y de las operaciones comerciales y los segundos” (Gallissot et al., 2000:211).
bursátiles. La “ruptura de ^fronteras” que
exige la internacionalización de los procesos
económicos se ha producido para todos los Bibliografía
factores que intervienen salvo uno, la fuerza
de ^trabajo. Se han puesto las condiciones po ARANZADI, Juan (2001): E l escudo de Arquíloco.
líticas, jurídicas y económicas para el inter Sobre mesías, mártires y terroristas. Vol. 1. Ma
cambio fluido de capitales y mercancías, pero drid: A. Machado.
no ocurre así con la ^circulación de personas, BALIBAR, Étienne; W A LL E R S T E IN , Im-
que sigue siendo severamente restringida por manuel (1991): Raza, nación y clase. Madrid:
leyes ^estatales y tratados internacionales. IEPALA.
Ello no ha impedido el incremento acelerado GALLISSOT, René; KILANI, Mondher; RIVE
del flujo ^migratorio de los países desfavore RA, Annamaria (2000): L'imbroglio ethnique
cidos a los más prósperos —el efecto de “Tercer en quatorze mots clés. Paris: Payot.
Mundo a dom icilio” del que hablaba Todo- LÉV I-STRA U SS, Claude; ÉRIBON, Didier
rov—. Por ende, la situación de crisis del sector (1990): D e cerca y de lejos. Madrid: Alianza.
asalariado en esos países, la espada de Damo- MARGULIS, Mario (1997): “Cultura y discrimi
cles del desempleo, el notable retroceso de las nación social en la época de la globalización”.
conquistas laborales y del nivel de vida han Nueva Sociedad. Democracia y política en Amé
perfilado un contexto especialmente propicio rica Latina , 152: 37-52.
para el conflicto y la intolerancia, recrude SAN ROMÁN, Teresa (1996): Los muros de la se
ciendo las viejas figuras de la exclusión (Mar- paración. Ensayo sobre alterofobia y filantropía.
gulis, 1997: 7). En un panorama como éste los Madrid: Tecnos-UAB.
argumentos del nuevo —y del viejo—racismo STO LC K E, Verena (1992): “¿Es el sexo para el
encuentran un campo abonado en el que género como la raza para la etnicidad?”. Mien
arraigan y crecen libremente. En las últimas tras Tanto, 48: 87-111.
décadas, además de en las tradicionales vícti TAGUIEFF, Pierre-André (1988): La forcé du pré-
mas, la violencia racista ha venido a fijarse en jugé. Essai sur le racisme et ses doubles. Paris: La
la figura del inmigrante: aquel que —tanto Découverte.
en la retórica culta como en la popular—pro VALDES, María (2006): E l pensamiento antropoló
cede de lejanos países, que no “es” como “nos gico de Franz Boas. Barcelona: Servei de Publi-
otros”, no come lo que “nosotros”, no viste cacions de la UAB.
como “nosotros”, habla una lengua “extraña”, W IEVIORKA, Michel (1992): E l espacio del racis
pretende introducir entre nosotros “sus” cos mo. Barcelona: Paidós.
tumbres y quitarnos “nuestro” trabajo. El ra
María Valdés
cismo culto de los ideólogos de la nueva
derecha toma al inmigrante como chivo ex
piatorio e, invocando el derecho de todas las Véanse además Acciones afirmativas, ALTE-
culturas a diferenciarse, proclama la necesi RIDAD, Apartheid, Comunitarismo, Criolli-
dad de expulsar a los ^extranjeros —ob zación, CULTURA, D ERECH O S HU
viamente, no a todos; no a los ricos— para MANOS. D IF E R E N C IA Y D E S IG U A L
mantener sin mácula la “esencia *nacional”. DAD, Diferencias naturales y diferencias
El racismo popular, sea o no sensible a las pro sociales, Diferencias sociales y diferencias
clamas del culto, adopta, sobre todo en este culturales, Diferencias sociolingüísticas y des
Relaciones y procesos informales 312
costumbre en la sociedad salvaje—, Mauss - “Es- BARNES, J. A. (1990 [1954]): “Class and Commit
sai sur le don”—y Polanyi —“The economy as tees in a Norwegian Island Parish”, en }. A.
instituted process”—se ocuparon de ellos. Barnes, Selected Essays. Models and Interpreta
En muchos casos la distinción entre formal tions. Cambridge: Cambridge University Press.
e informal en las prácticas es difícil de CO LEM AN, James S. (1988): “Social Capital in
observar, creando una zona gris que se estruc the Creation of Human Capital”, American
tura simultáneamente a ambos lados de la lí Journal o f Sociology, 94: 95-120; Issue Supple
nea de regulación y plantea preguntas ment: Organization and Institutions: Socio
fundamentales sobre las nuevas estructuras de logical and Economic Approaches to the
poder, las formas de gobernabilidad y los ám Analysis of Social Structure.
bitos de legitimación (Duffield, 1998; Supiot, D U FFIE L D , M. (1998): “Post-modern Conflict:
2000). En el ámbito de la economía, determi Warlords, Post-adjustment States and Private
nados conceptos, como el de “capital social” Protection”. Civil Wars, 1 (1): 65-102.
(Coleman, 1988; Fine, 2001), tienden a “pro- FIN E , B. (2001): Social Capital versus Social
mocionar” a la categoría de cuasiformal prácti Theory. London: Routledge.
cas económicas particularistas, no reguladas GOTMAN, A. (2001): L e sens de Ihospitalité. Essai
por la ley y basadas en la confianza mutua y en sur lesfondements sociaux de l’accueil de l'autre.
la responsabilidad moral que establecen lazos Paris: Presses Universitaires de France.
de sociabilidad previos a las transacciones G RA N O V ETTER, Mark (1985): “Economic Ac
(Granovetter, 1985). En el ámbito de la políti tion and Social Structure: The Problem of
ca, conceptos como el de “solidaridad” —por Embeddedness”. American Journal o f Socio
ejemplo, intergeneracional—o sobre todo de logy 91 (3): 481-510.
“sociedad civil”, promovidos desde las instan PITROU, A. (2002): “Conclusion: Á la recherche
cias de gobierno de muchos Estados occidenta des solidarités familiales. Concepts incertains
les, amparan prácticas de protección ligadas a et réalité mouvante”, en D. Debordeaux,
la existencia y al desarrollo de lazos personales P. Strobel (eds.), Les solidarités familiales en
también aquí sustentados en criterios morales question. Entraide et transmission. Paris: Droit
antes que legales (Gotman, 2001; Pitrou, 2002). et Société, Maison des Sciences de 1’Homme.
Por tanto, cabe preguntarse si la distin PORTES, A. (1983): “The Informal Sector. Defi
ción entre procesos formales e informales no nition, Controversy, and Relations to National
cobra precisamente su pleno —quizá único— Development”. Cultures et Développement, XV
sentido de su estrecha articulación en la prác (2): 295-315.
tica. En efecto, esto produce un contexto de SUPIOT, A. (2000): “The Dogmatic Foundations
incertidumbre sobre los ámbitos de responsa of the Market (Comments illustrated by some
bilidad que atañen a las personas respecto a examples from labour law and social security
sus allegados en sus relaciones afectivas, a los law)”. Industrial Law Journal , 29 (4): 321-45.
#ciudadanos ante el Estado en sus derechos y
Susana Narotzky
deberes, a los empresarios frente a los trabaja
dores en sus esfuerzos y beneficios recíprocos.
En definitiva, la tensión entre la especificidad Véanse además Centro-periferia, Ciudadano,
central a los procesos informales y la abstrac Comunidad transnacional, DESARROLLO,
ción necesaria a la formalización de reglas es D IFE R E N C IA Y DESIGUALDAD, Dife
quizá un aspecto ineludible de las organiza rencias naturales y diferencias sociales, Escla
ciones sociales, un aspecto que permite flexi vitud, ESTADO-NACIÓN, Migraciones.
bilidad en la distribución de los recursos Redes sociales, Modernización, Relaciones y
políticos y económicos y, por tanto, produce procesos informales económicos, Relaciones
formas diversas de *diferenciación. y procesos informales políticos, T E R R I
TORIOS.
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Relaciones y procesos
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Anthropology o f Complex Societies. London: Keith Hart (1973) acuñó el término de “eco
Tavistock. nomía informal” que inmediatamente fue re
Relaciones y procesos informales económicos 314
tomado por los economistas de diversas insti nes de tipo mercantil, que es el caso de los úl
tuciones ocupadas en temas de *desarrollo. timos niveles de las redes de subcontratación
Estaba pensado para una conferencia sobre en industrias como el calzado, la confección o
desempleo urbano en Africa (1971), en la que la construcción, adquieren un elemento delic
pretendía mostrar que los pobres de Accra, tivo al escapar al control del Estado en lo que
aunque carecieran de “#empleo” estable, esta respecta a su fiscalidad, pero también a la con
ban trabajando y, por tanto, no estaban des tratación laboral y a la normativa medioam
empleados. Tal como ha descrito este trabajo biental. Además, las relaciones que sustentan
H art en un escrito reciente, aún en prensa el entramado productivo se basan en formas
—“Bureaucratic form and the inform al eco- de obligación no contractual, y apelan a un
nomy”—: “El mensaje principal de la comuni orden moral y a un sentimiento afectivo de
cación (H art, 1973: 4) era que los pobres de pertenencia a grupos preexistentes como
Accra no estaban “desempleados”. Trabaja pueden ser la familia, los amigos o la lo c a li
ban, a menudo de forma eventual, a cambio dad, insertándose en el ámbito de la ayuda
de ingresos erráticos y generalmente bajos; mutua o de la reciprocidad generalizada. E s
pero trabajaban sin ninguna duda. Lo que ta es la situación de las pequeñas empresas fa
distinguía estos ingresos del autoempleo del m iliares, en las que la relación laboral se
empleo asalariado era el grado de racionaliza superpone a una serie de relaciones de alianza
ción de las condiciones de trabajo. Siguiendo y de filiación, donde la responsabilidad apare
a Weber, argumenté que la capacidad de esta ce ligada a cuestiones como el #género y la
bilizar la actividad económica gracias a una *edad de un modo específico a cada entorno
forma burocrática hacía más calculables y re cultural, pero en general instituyendo la de
gulares los réditos tanto para los trabajadores pendencia, la autoridad y la eficiencia sobre
como para sus jefes. A su vez, esa estabilidad modalidades ajenas al contrato (Benton, 1990;
estaba garantizada por las leyes del #Estado, Blim, 1990; Yanagisako, 2002). En el caso del
que sólo alcanzaban hasta un límite en la eco trabajo a domicilio, la propia normativa
nomía de Ghana. Los ingresos ‘formales’ pro del Estado definió históricamente el “trabajo”
venían de actividades económicas reguladas y protegido como aquel que se realizaba por
los ingresos ‘informales’, tanto los legales co cuenta ajena y fuera del domicilio, y excluyó
mo los ilegales, se situaban fuera del alcance de su ámbito regulador el trabajo remunera
de la regulación.” El concepto ha sido muy do dentro del hogar, afectando así de forma
utilizado tanto por antropólogos como por particular a muchas tareas realizadas por las
sociólogos y economistas para describir for m ujeres (M artínez Veiga, 1995). A pesar de
mas de relación económica no reguladas por que la legislación ha intentado posteriormen
el Estado. El ámbito de lo que abarca es muy te regular este ámbito laboral, las dificultades
amplio y refleja en negativo los distintos as para aplicar la normativa la convierten con
pectos de la regulación: 1) actividades delicti frecuencia en papel mojado. Para muchas
vas como el robo o el comercio de drogas, m ujeres el trabajo doméstico, que continúa
2) actividades que se sitúan fuera del ámbito siendo considerado como parte del ámbito
del mercado y del contrato sobre las que el Es privado de la reproducción de las familias y
tado no se constituye garante de los acuerdos por tanto ajeno a la fiscalidad del Estado, se
entre las partes como el caso de la economía confunde en el tiempo con las actividades del
doméstica y de la ayuda mutua y 3) activida trabajo a domicilio remunerado. Además, la
des idénticas a las de la economía regulada carga de responsabilidad laboral y el cuidado
pero que escapan a ésta sea por cuestiones fis filial se entrelazan ahí estrechamente, y los in
cales o para evitar someterse a las garan gresos que produce se entienden como una
tías que para los contratos instituye el Estado, ayuda marginal para la economía doméstica
sin que medie contrato explícito entre emplea devaluando desde el punto de vista económico
dor y empleado —como es la situación de la esta forma de trabajo (Benería y Roldán, 1987).
producción de mercancías en talleres no de Si en un primer momento se entendieron
clarados o de servicios—. La literatura sobre estos fenómenos como parte del “atraso” eco
economía informal ha intentado diferenciar nómico, y por tanto condenados a desapare
estos distintos tipos de “informalidad”, pero cer con el “desarrollo” siguiendo las teorías de
en la experiencia etnográfica a menudo apa la ^modernización, a partir de los años ochen
recen articulados. ta se produce un giro en la evaluación de estos
En efecto, actividades que en sí mismas no procesos informales. Si antes se consideraban
constituyen delito y forman parte de relacio un remedio coyuntural a la pobreza de los
315 Relaciones y procesos informales económicos
países del Tercer Mundo, ahora los procesos en donde la “incrustación” de los procesos
informales se van a situar en el centro de los económicos se revela como la clave del éxito
sistemas capitalistas de acumulación flexible, de estas regiones, se convierte en un ejemplo
según señala Portes. de desarrollo productivo y de flexibilidad en
Varias corrientes académicas en las cien un momento en que el sistema fordista está en
cias sociales concurren en esta transform a quiebra. La idea que va tomando fuerza
ción. Quizá la más significativa en cuanto a su en los ámbitos de decisión de las políticas del
impacto en el ámbito de las políticas económi desarrollo es que el entramado de relaciones
cas internacionales —Banco Mundial—es la re sociales preexistentes y las obligaciones de or
cuperación de dos conceptos provenientes de den moral, que establece una cultura para sus
la antropología económica, uno, y de la socio- miembros, pueden constituirse en elementos
antropología, otro. Son los conceptos de “in fundamentales del entramado productivo ca
crustación” —embeddedness—y “capital social”. pitalista. Son “capital” del mismo modo en
El primero proviene de la obra de Polanyi y el que lo son el “capital material” -clásico—y el
segundo del trabajo de Bourdieu sobre el ca “capital humano” recientemente elevado a es
pital social; sin embargo, en ambos casos su ta categoría de factor económico—distinta a la
celebridad va ligada a su re-interpretación de trabajo—. Son “capital social". En lugar de
por parte de una serie de sociólogos y politó- intentar imponer una nueva “racionalidad”
logos de renombre como Colem an, G rano- económica que disuelva las estructuras socia
vetter, Putnam, Piore y Sabel. En la obra de les y culturales históricamente situadas en
éstos, siguiendo una perspectiva transaccional #lugares concretos, el desarrollo capitalista
de las relaciones sociales en las que éstas se re actual promociona al estado de “racional”
ducen a elementos circunscritos que los ac cualquier relación existente que sea útil para
tores sociales intercam bian, se resalta la articular el desarrollo con un sistema *global
importancia de considerar el valor económico de acumulación flexible. Es sorprendente có
de otras relaciones sociales —parentesco, amis mo se parece esta situación a lo que Marx de
tad, vecindad—que contribuyen a producir nominó en E l capital la subsunción formal del
un contexto de confianza, siendo ésta un ele trabajo al capital y que veía como una etapa
mento esencial de la consolidación de los previa a la plena expresión del capitalismo en
mercados. Lo que vemos aparecer en estas ía subsunción real, que representaba una
obras es un interés por resaltar los elementos transformación radical de la composición del
no formales de constitución del espacio de in capital. Es también interesante resaltar que
tercambio, tanto para el trabajo como para muchos de los problemas que nos planteamos
otros factores de la producción y de la distri ahora, respecto a la articulación entre proce
bución; esto es lo que aquí se denomina “in sos formales e informales y entre sistemas lo
crustación” de las relaciones económicas. cales y globales de interacción económica y
Estos elementos *no formales producen *política, fueron inicialmente planteados en
un desplazamiento del marco de la regula los años setenta en los estudios de la depen
ción, alejándolo de la garantía otorgada por el dencia, del sistema mundo y de la articulación
Estado en el derecho, y situándolo en el eje de de los modos de producción. Así lo planteó ya
las obligaciones morales, *culturalmente im E. W o lf en su trabajo E urope and the P eople
puestas y socialmente sancionadas. Este mis Without History.
mo proceso produce una particularización en El concepto de “capital social” ha sido
la medida en que la relación es siempre espe muy criticado por su vaguedad definitoria.
cífica y singular, dificultándose su “ascenso a Además, produce la fetichización de la es
la generalidad” (Boltanski, 1990), y por tan tructura económica hegemónica mediante la
to la conciencia de una posición estructural, o paradójica ocultación del hecho de que el ca
incluso de una posición de ^ciudadanía en pital es siem pre una relación social y no un
términos de abstracción individual en un or conjunto de elementos o factores agregados.
den legal de aplicación universal. Las con Otro de los aspectos que se critican es la vuel
secuencias para los más débiles de este ta a una culturalización de la potencialidad
desplazamiento del marco de la regulación no sólo de desarrollo económico sino también
son considerables. de desarrollo democrático de determ ina
Por otra parte, el modelo económico de la das sociedades. El impacto en las políticas
Tercera Italia (Becattini, 1992; Piore y Sabel, neoconservadoras americanas del libro de
1984), basado en la aparente funcionalidad de Putnam (1993) subraya la idea de que deter
la cohesión cultural de la “comunidad” local minadas regiones, por su desarrollo histórico
Relaciones y procesos informales económicos 316
HART, Keith (1973): “Informal Income Opportu formales del *Estado-nación ^moderno. E s
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Sexual Divisions and Social Change. Sussex: carecen de ellos, y 2) como relaciones específi
Wheatsheaf Books. cas y personales —no impersonales, abstractas
MARTÍNEZ VEIGA, U. (1995): Mujer, trabajo y y universales que son las propias de la *ciuda-
domicilio.Los orígenes de la discriminación. Bar danía—. El patronazgo se establece como una
celona: Icaria. relación de dependencia en la que el patrón
MAY, M. (1982): “The Historical Problem of the proporciona medios de subsistencia básicos
Family Wage: The Ford Motor Company and —por ejemplo, acceso a una parcela de tierra—,
the Five Dollar Day”. Feminist Studies, 8 (2): seguridad en tiempos de crisis, protección
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Basil Blackwell. bre otros poderosos en beneficio del cliente.
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Industrial Divide. New York: Basic Books. reconocimiento y deferencia simbólicos —es
PUTNAM , R. (1993): Making Democracy Work- decir, honor—y, finalmente, apoya a la facción
Civic Traditions in Modern Italy. Princeton: del patrón en la competencia política (Scott,
Princeton University Press. 1986: 38-40). En la medida en que no están
PU T Z EL, J. (1997): “Accounting for the ‘Dark Si enmarcadas en las formas institucionalizadas
de’ of Social Capital: Reading Robert Putnam y reguladas explícitamente por el Estado —es
on Democracy”, Journal o f International Deve decir, en la legalidad—, estas relaciones susten
lopment, 9 (7): 939-49. tan su legitimidad en nociones de justicia o
TERRADAS, I. (1995): La qüestió de les colonies equidad moralmente determinadas.
industrials: l’exemple de VAmetlla de Merola. La tensión entre E xp lotación —de los
Manresa: Centre d’Estudis del Báges. clientes por parte de los patronos- y consenti
YANAGISAKO, S. J. (2002): Producing Culture miento —de los clientes hacia los patronos—ha
and Capital: Family Firms in Italy. Princeton constituido uno de los temas de debate cen
NJ: Princeton University Press. trales de la literatura sobre patronazgo, y ha
girado en torno al significado de lo que cons
Susana Narotzky
tituye la “reciprocidad” de esa relación. Para
el caso que estudia del campesinado en el
Véanse además CIUDADANÍA, CULTURA, Sudeste asiático, Scott (1976) va a proponer dos
DESARROLLO, Diferencias naturales y di- principios morales que definen el ámbito de
lerendas sociales, Diferencias sociales y dife la equidad: la norma de reciprocidad y el de
rencias culturales, EL IT E S, Espacios locales, recho a la subsistencia. “La reciprocidad sirve
ESTADO-NACIÓN, Global y local, G L O como norma moral central para la conducta
BA LI Z ACIÓN, INDIGENISMO, Lugar y interpersonal. El derecho a la subsistencia, de
no lugar, Modernización, MULTICULTU- hecho, define las necesidades mínimas que
RABISMO, Naturalización, NUEVOS MO deben ser cumplidas para los miembros de la
VIMIENTOS SOCIALES, RELACIONES comunidad dentro del marco de la reciproci
Y PROCESOS INFORMALES, Relaciones dad” (Scott, 1976: 167). Cuando los campesi
y procesos informales políticos, TRABAJO. nos sienten que las *elites incumplen alguno
de estos dos principios se sienten explotados e
injustamente tratados y pueden llegar a la re
Relaciones y procesos vuelta con el fin de re-instaurar la equidad.
En la teoría de Scott, la “comparabilidad” de
informales políticos los valores que se transfieren entre elites y
campesinos es el elemento crucial para diri
La literatura antropológica sobre patro mir la equivalencia de los bienes y servicios
nazgo (Pitt-Rivers, 1971; Gellner et al., 1986; intercambiados, pero no se concibe en térm i
Wolf, 1978) es sin duda la que más ha explo nos de “identidad” de una sustancia común
rado un tipo de relaciones sociales que pue computable. Ahora bien, esta posibilidad de
den denominarse in fo rm a le s en la medida pensar la equivalencia más allá de una sus
en que aparecen como sustitutivas, comple tancia idéntica y mensurable, como sería el
mentarias o intersticiales a las instituciones trabajo abstracto de la teoría clásica del valor-
Relaciones y procesos informales políticos 318
trabajo, plantea toda la cuestión de la mécon- riales de regulación —la federación de E sta
naissance —el desconocimiento- de las relacio dos, el Estado, la región autónoma, los dis
nes de dominación, tratadas por Bourdieu en tritos, las municipalidades— produce una
L e senspratique. Para éste, la apariencia de reci incertidumbre de hecho respecto a la legisla
procidad, o sea, de equidad en las transferencias ción —a menudo contradictoria, por ejemplo,
entre dominadores y dominados, es precisa ante la capacidad y legalidad de las activida
mente lo que sustenta la posibilidad de explotar des comerciales—, así como frente a las instan
a éstos últimos fuera de las relaciones *formales cias responsables de proveer ciertos recursos a
del contrato y del mercado propias del capitalis los ciudadanos. Esto lleva a la consolidación
mo. Así lo abordan Silverman y Gilsenan en el de “feudos” que proveen una mínima seguri
trabajo citado de Gellner etat. (1986). dad, los “icebergs” —con frecuencia antiguas
La relación de estos procesos informales empresas estatales o colectivas—cuyos directi
con el Estado ha sido valorada de varias for vos se convierten en auténticos patronos para
mas. En un primer momento, siguiendo en sus empleados y allegados. A su vez, estas or
ello los postulados weberianos, estas formas ganizaciones se articulan con “m afias” que
personalizadas de práctica política se veían a ofrecen protección —en un contexto altamen
menudo como pervivencias de un pasado en te precario y depredador- a cambio de tri
el que las instituciones burocráticas y univer- buto. Por lo menos en parte, estas mafias
salizadoras -racionales—del Estado-nación provienen de redes de antiguos crim inales,
no habían conseguido una hegemonía real. A formadas en las cárceles soviéticas. Es signifi
medida que el Estado fuera afianzando su ra cativo que una misma palabra “techo” —cobi
cionalidad e implementándola hasta los luga jo—se emplee para los patronos y los mafiosos.
res más recónditos de su territorio, el uso En cuanto a la corrupción sigue siendo un
político de las relaciones personales, la instru- delito formalmente castigado, pero su prácti
mentalización y reproducción del privilegio ca es ubicua. Hasta hace poco el pago de so
de acceso a los centros de poder instituidos y bornos se admitía explícitamente como una
legales, perdería peso hasta desaparecer. Esta “necesidad” en el trato con países del Tercer
es la tesis que Boissevain (1986) ejem plifica Mundo, justificado como “costum bre” que
con el sistema de patronazgo en Malta. mostraba la falta de “racionalidad” económi
Estudios antropológicos e históricos re ca y política de éstos. Esta práctica, sin embar
cientes sobre la Mafia siciliana y las mafias go, está imbricada con los sistemas políticos y
rusas muestran cómo es muy compleja la re económicos de las democracias occidentales
lación entre las formas de regulación estata como parte de los procedimientos de finan
les, la capacidad o voluntad del Estado para ciación de los partidos políticos, así como de
implementarlas y la aparición de fuertes or instancias de gobierno *local. A menudo, se
ganizaciones al margen de la legalidad, basa hace difícil discriminar qué prácticas forman
das en la personalización de la prestación de parte de la sociabilidad informal propia del
los bienes que debería proveer el Estado —se m antenim iento de las redes y qué prácticas
guridad, protección, justicia—a sus Ciudada pueden definirse claramente como corrup
nos (Humphrey, 2002; Schneider y Schneider, ción. El caso del guanxi en China —el arte de
2003). En efecto, la debilidad o quiebra del intercam biar favores y regalos—muestra la
Estado transform a y acentúa prácticas pre ambigüedad de estas prácticas que acompa
existentes ligadas a la especificidad de las ñan habitualmente las transacciones econó
transformaciones históricas de cada caso, más micas y las gestiones político-administrativas.
o menos ligadas con prácticas ya consideradas El intento del Estado chino de definir los lí
ilegales o criminales. Sin embargo, lo que mites de la corrupción sancionable en este
muestran estas dos situaciones es que existe contexto cambia con frecuencia según las co
una densa interrelación entre las formas de yunturas (Yang, 1994; Smart, 1993).
regulación del Estado, sus agentes y las moda
lidades informales y personalizadas de ejerci
cio del poder de estas organizaciones. Pero Bibliografía
también se aprecia la interpenetración de es
tas redes de manejo del poder con las prácti BOISSEVAIN, J. (1986): “When the Saints Go Mar-
cas económicas tanto de los emprendedores ching Out (Cuando los santos salen de proce
como de los ciudadanos corrientes. Para el sión). Reflexiones sobre la decadencia del
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California Press.
SCOTT, J. (1986): “¿Patronazgo o explotación?”, El término sociedad inform acional de Cas-
en E. Gellner (ed.), Patronos y clientes en las so tells se refiere precisamente a “una forma es
ciedades mediterráneas. Gijón: Júcar. pecífica de organización social en la que la
SCOTT, J. C. (1976): The Moral Economy o f the Pea generación, el procesamiento y la transmisión
sant. Rebellion and Subsistence in Southeast Asia. de la información se convierten en las fuentes
New Haven: Yale University Press. fundamentales de la productividad y poder,
SMART, A. (1993): “Gifts, Bribes and Guanxi: A debido a las nuevas condiciones tecnológicas
Reconsideration of Bourdieu’s Social Capital”. que surgen en este periodo histórico” (2001:
Cultural Anthropology, 8 (3): 388-408. 51). Para este autor, las principales caracterís
W OLF, E. (1978 [1966]: “Kinship, Friendship, ticas del paradigma tecnológico de la socie
and Patron-Client Relations in Complex dad inform acional son tener como materia
Societies”, en M. Banton (ed.), The Social A n prima la inform ación, la convergencia cre
thropology o f Complex Societies. London: ciente de tecnologías específicas en un sistema
Tavistock. altamente integrado, la lógica reticular de la
YANG, M. M. (1994): Gifts, Favors & Banquets. interconexión, su flexibilidad y su enorme ca
The Art o f Social Relationships in China. Ithaca, pacidad de penetración -n u estra existencia
NY: Cornell University Press. individual y colectiva está directamente con
formada por el nuevo medio tecnológico—.
Susana Narotzky
Esta infraestructura tecnológica ha permitido
el ^desarrollo de la economía *global, que se
Véanse además CIUDADANÍA, Ciudada basa en la gestión del capital las veinticuatro
no, D IF E R E N C IA Y D ESIGUALDAD, horas del día y se organiza en un sistema fi
E L I T E S , Espacios locales, E S T A D O -N A nanciero integrado globalmente gracias a las
CIÓN, EXPLOTACIÓN SOCIAL, Global redes informáticas. La información, la tecno
y local. Modernidad, RELACIO NES Y logía y la ciencia también están organizadas
PROCESOS INFORMALES, Relaciones y *globalm ente y poseen una estructura *asi-
procesos informales económicos, T E R R I T O métrica. Todo ello ha producido un mundo
RIOS, TRABAJO. altamente interdependiente y profundamen
te desigual, en el que se acrecientan las rela
ciones de dependencia entre el Norte y el Sur.
Revolución El proceso seguido por el desarrollo de las
comunicaciones se inicia a mediados del si
técnico-comunicativa glo XIX, cuando comienza a expandirse por to
do el planeta un sistema de comunicación que
El concepto de ^sociedad de la inform a conquista el ^espacio y el tiempo. Inventos co
ción resalta lo que se considera específico de mo la telegrafía terrestre y submarina y el
esta nueva fase de expansión del capitalismo: desarrollo de las agencias internacionales de
la integración de todos los soportes para la noticias suponen el punto de arranque de un
^información y la Com unicación —escritos, proceso que culmina en el actual sistema de
orales y audiovisuales—en un único sistema: satélites geoestacionales, los medios digitali
el digital. Este sistema tecnológico comenzó a zados y la expansión de empresas gigantes
tomar forma en los años setenta del siglo pa como la C N N , Sony o T h o rn -E M I, por
sado, cuando se desarrollaron el m icropro ejemplo. En total, unos diez conglomerados
cesador, la fibra óptica y las primeras integrados verticalmente dominan en el pre
experiencias de comunicación entre ordena sente el mercado mundial con un cúmulo de
Revolución técnico-comunicativa 320
existía entonces como subdisciplina constitui ra por las infraestructuras. Este abordaje des
da, ésta se enfrentaría a preocupaciones cen embocó en estudios centrados en la relación
trales de la antropología y que se podía de grupos sociales particulares con saberes
encarar de la misma manera el campo del co sectoriales o con ciertos instrumentos técni
nocimiento. De hecho, basta pensar en la difi cos. Formuladas con frecuencia como “creen
cultad para discriminar “^cultura” y “saber”, cias populares” o, en la psicología social,
siendo el segundo tomado a veces como una representaciones sociales, estas investigacio
“modalidad” de la primera. En este sentido, nes adoptaron durante mucho tiempo el es
hablar en un plano general de sociedad del sa quema clásico de la popularización: una
ber o del conocimiento es tan absurdo como difusión realizada “de arriba abajo”, inevita
hablar de sociedad de la cultura. Indepen blemente acompañada de una distorsión o de
dientemente de la relativa complejidad de los una falta de ^información. En los años ochen
diversos sistemas que elabora para organizar ta del siglo pasado, en el mundo académico
se a sí misma y para enmarcar sus relaciones británico se hizo habitual la expresión “com
con su medio, cualquier sociedad humana só prensión pública de la ciencia” —P u blic Un
lo puede ser una “sociedad del saber”, cuya derstanding o f Science—sustituida dos décadas
reproducción y continuidad dependen de la más tarde por “implicación pública con/en la
producción/transmisión de saberes particula ciencia y la tecnología” —P ublic Engagem ent
res, adaptados a contextos y a condicionantes with/in Science and Technology- con la inten
específicos. ción de atenuar la obliteración de la autono
Al igual que ocurre con “cultura”, tam mía de los actores sociales ante el discurso
bién “conocimiento” y “saber” se ven afecta científico hegemónico y, a la vez, la orienta
dos por una falta de rigor en su utilización ción equivocada del análisis de las dinámicas
por las ciencias sociales. Este problema - c u de resistencia/aceptación que éste suscita.
yas implicaciones no se circunscriben a la Mientras la sociología mertoniana se cen
cuestión de los saberes considerados en si tró sobre todo en los aspectos institucionales y
tuaciones de interculturalidad, que aquí profesionales de la ciencia, en el funciona
abordamos—, agravado por el hecho de que en miento de la comunidad científica, dejando a
inglés, por ejemplo, no existe la distinción un lado tanto su actividad —lo que los científi
que encontramos en las lenguas latinas entre cos hacen en los laboratorios y no sólo lo que
saber y conocimiento, debería motivar un es ellos dicen que hacen—como el contenido de
fuerzo de clarificación conceptual. De hecho, la producción de esta actividad, las diferentes
se suele destacar con cierta frecuencia que corrientes denominadas “estudios sociales de
Robert Merton ya en 1945 observaba, en rela la ciencia y la tecnología” se han orientado
ción con los diversos tipos de conocimiento, claramente hacia investigaciones de vanguar
que este término “ha sido concebido tan am dia que pueden ser muy mediáticas —ge
pliamente que alude a todo tipo de idea y nética, reproducción asistida, física de par
modo de pensamiento, desde las creencias po tícu las...—, a veces con recurso al examen de
pulares hasta la ciencia. A menudo, ha llega la “ciencia” según lo hace la etnografía de la
do a ser asimilado al término “cultura”, de boratorio (Latour, 1979). Además de ser áreas
modo que, no sólo las ciencias exactas, sino en las que se pueden observar los instrumen
también las convicciones éticas, los postula tos y las estrategias, en muchas ocasiones poco
dos epistemológicos, las afirm aciones m a preocupadas por la objetividad, que
teriales, los juicios sintéticos, las creencias participan de la resolución de controversias
políticas, las categorías de pensamiento, las (intereses diversos, prestigio relativo de los
doctrinas escatológicas, las normas morales, adversarios, prejuicios éticos, posiciones polí
los supuestos ontológicos y las observaciones ticas.. .), su observación evidencia también las
empíricas, son considerados, de modo mas o frecuentes divergencias entre la imagen idea
menos indiscriminado, como ‘existencialmen- lizada del saber científico y las modalidades
te condicionados’ ” (Merton, 1973 [1945]: 60). reales de su producción: papel de la intuición,
Para Merton, la cuestión que se deriva de del compromiso, de los contratiempos trivia
este hecho es comprender si estos distintos ti les, del saber hacer práctico... La imagen de
pos de conocimiento tienen todos la misma un saber científico producido en cierta medi
relación con sus bases sociológicas, siguiendo da por bricolaje y, a pesar de su formalización
así la línea de análisis marxista que considera explícita, transmitido en parte de manera tá
que diversas formas ideológicas no son nece cita conduce obviamente a su relativización
sariamente determinadas de la misma mane frente a los saberes comunes. También permi
325 Saberes y saberes
“folclore” o “creencias”, es decir, saberes fal do, el creciente aprecio por el patrimonio et
sos a priori. nológico, cultural, inmaterial, etc., hace que
En sentido estricto, desde el punto de vis los “saberes populares” sean cada vez más
ta de las ciencias sociales, aceptando incluso el identificados como tales y gocen de una valo
carácter multívoco de las culturas contempo ración derivada de su imagen —que puede ser
ráneas destacado por el debate sobre la *pos- ilusoria, pero ésta es otra cuestión—de anti
modernidad, será abusivo hablar de la va güedad o autenticidad. De manera simétrica
riabilidad de los tipos y de los regímenes de al argumento publicitario de lo “científica
saberes dentro de una sociedad en lo que se mente demostrado”, designar saberes como
refiere a diferencias culturales. Sin embargo, “populares” o con otros términos próximos e
aunque sólo sea como metáfora, esta idea sus igualmente discutibles: #locales, indígenas,
cita un notable eco, como reveló el inflamado vernáculos..., equivale a sobrentender de
debate desencadenado, a finales de los años golpe que son eficaces, socialmente justos, éti
cincuenta del siglo pasado, por el físico y no camente correctos y económicamente viables,
velista británico C. P. Snow con su formula lo cual no tiene por qué ser necesariamente
ción del desconocimiento recíproco y de la di así. El interés por los saberes subalternos, por
fícil comunicación entre los representantes de sus promotores o determinados científicos so
las “dos culturas”, la científica y la literaria. ciales, también puede fundamentar una críti
Una dimensión notable de esta controversia ca a la “dictadura de la razón”, considerada
tiene que ver con el hecho de que se refiera a responsable de muchos problemas contem
dos grandes categorías de “saberes” que, aun poráneos, y a la incapacidad de las ciencias
sin olvidar las desigualdades sociales que —incluidas las sociales— para alcanzar un
afectan a todos los aspectos de la escolariza- conocimiento real del mundo. Por consi
ción, pueden considerarse —o por lo menos guiente, son saberes que actualmente logran
sus rudimentos—como más o menos trans-so- pasar por sabiduría sin problemas, consi
ciales en el mundo occidental —hoy más que guiendo así una legitimidad un tanto contra
hace cuarenta años, debido a la masificación dictoria, precisamente con el estatuto de
del acceso a todos los niveles de la enseñan “populares”, es decir, excluidos del repertorio
za—. Sin embargo, parece que precisamente a de los instituidos. En consecuencia, su exclu
partir de criterios sociales se hace la reifica- sión está cada vez menos marcada. Las si
ción del “saber popular”, lo cual corresponde tuaciones de pluralismo de saberes son
ría a una cultura de la misma naturaleza. Se inherentes a cualquier sociedad relativamen
gún indicó Pierre Bourdieu a propósito de la te numerosa, debido tanto a sus dinámicas de
lengua: “las locuciones que comprenden el evolución interna como a sus contactos con
epíteto mágico de ‘popular’ ” (1983: 98) no son otros universos sociales. Pero ahora adquie
dignas de examen: el análisis crítico de una ren una mayor visibilidad entre nosotros: las
noción ligada al “pueblo” se identifica como personas pueden recurrir, tal como han hecho
una agresión contra algo que importa defen siempre, al médico y al curandero para resol
der incuestionablemente. Además, los rasgos ver el mismo problema, o al hidrogeólogo y al
sociales del “pueblo” varían según el contex zahori, etc., pero sobre todo hay más médicos
to: toda la población en tiempo de guerra o de que en algunos casos no dudan en aconsejar
mundial de fútbol, determinados grupos en una visita a sus competidores —y a la inversa—,
época de elecciones, otros normalmente rura y hay hidrogeólogos que buscan agua tam
les cuando se habla de “arte popular”, otros bién con un péndulo.
más urbanos a propósito de la lengua, otros El mundo occidental muestra en la actua
diferentes para la religión o la medicina, etc. lidad una fuerte apetencia por determinadas
Una dificultad suplementaria surge aquí: espiritualidades exóticas, sobre todo en rela
numerosos estudios han demostrado la exis ción a algunas de sus representaciones y prác
tencia de flujos de interpenetración —no nece ticas más aplicables en el día a día. Estas
sariamente siempre “de arriba abajo”—entre pueden alim entar el desarrollo de terapias
tipos de saberes habitualmente considerados “alternativas”, mientras se dejan a un lado ge
separados e incluso antagónicos: escolar, eru neralmente los complejos sistemas simbólicos
dito, obrero, campesino, los diversos tipos de que sostienen esas doctrinas o los modos de
saberes profesionales (VV. AA., 1985). vida más o menos ascéticos que pueden estar
La idea de homogeneidad de un grupo so les asociados. Sistemas alimentarios, determi
cial que está implícita en el recurso a la noción nadas formas de arte, técnicas para el cuerpo
de popular es, en consecuencia, falsa. Con to forman parte igualmente de la gama de sabe
327 Saberes y saberes
res exóticos actualmente importados por O c dios de comunicación. Esta articulación entre
cidente. Se podría decir que los saberes del heterogeneidades diversas puede dar origen a
mundo son para el saber lo que las músicas ricas y complejas ^aglutinaciones. Pero, por
del mundo son para la música: además de su otra parte, el dominio de saberes particulares,
potencial comercial, son objeto de una curio percibidos como propios de una comunidad,
sidad e incluso de una cierta fascinación, co desempeña un papel importante de marcador
mo resultado de los cuales consiguen alcanzar *identitario, a fortiori en una situación inter
un grado de legitimidad inédito, pero insu cultural que puede incentivar el recurso a
ficiente para provocar una modificación prácticas distintivas y emblemáticas. Es lo
estructural de la realidad en que son intro que queda de manifiesto en el hecho de que la
ducidos. categoría de “saberes populares” nunca en
En este contexto, las paraciencias también globa a la población inm igrante, a pesar de
manifiestan un gran interés en relación a di que no existen grandes dudas en cuanto a su
ferentes sistemas exógenos. Se trata de un posición en la estratificación social. Y es evi
ejemplo que permite vislumbrar la existencia dente el hecho de que esta población no cons
y la difusión de saberes que, siendo trans-so- tituye el depósito al que se va a buscar la
ciales -la distribución de las teorías paracien mayor parte de los saberes exóticos considera
tíficas o de prácticas médicas alternativas, por dos dignos de interés.
ejemplo, no se circunscribe a un grupo social No hay duda de que “saber”, como verbo
único—, no pueden etiquetarse como “saberes y sustantivo, reenvía a las mismas dimensio
de otros”. Pero son otros saberes cuya alteri- nes que “poder” —un indicio, en una dimen
dad puede provenir no de su localización so sión trivial de este hecho, lo encontramos
cial o geográfica, pero sí, sobre todo, de una en inglés: “sé escribir”, por ejemplo, se dice
variable conformidad con el sentido común “puedo escribir”, I can write—. Cuando se ha
o de una falta de congruencia con los criterios bla de interculturalidad, es posible que nos
de validación de su validez empírica por par olvidemos del hecho de que estamos abor
te de la ciencia instituida. Se puede hablar dando ante todo situaciones de “intersociali-
aquí de “heterosaberes”. Así no se trata sólo dad”: una relación más o menos antagónica
de designar la alteridad de modalidades de entre grupos que pueden estar compitiendo
organización, de interpretación de lo real y por una determinada dominación política.
de acción sobre el saber que escapan a la hege En vez de ser vistas como un enriquecimien
monía de la norma —lo que necesariamente to del abanico de posibilidades de elección, las
no impide a esos “heterosaberes” procurar la situaciones de pluralismo científico y técnico
integración en ella: mientras determinados ligadas a contextos interculturales también
paracientíficos rechazan totalmente el para pueden ser vividas como la manifestación de
digma científico, alcanzar su reconocimiento una dominación, un imperialismo del saber.
es el ideal de la mayoría de ellos—. El objetivo Esto puede ocurrir en casos de déficit demo
es poner en evidencia su frecuente gran hete crático, muy especialmente en situaciones co
rogeneidad interna —incluso en la coexisten loniales o *poscoloniales, donde la coerción
cia, en un mismo individuo, de formas de ejercida sobre la libertad individual toma más
lógicas diferentes, efectivadas de manera dis fácilmente la forma de deliberadas políticas
tinta en función de los contextos—. Importa no normativas e impositivas, eventualmente im
reducir las situaciones de pluralidad de sabe plantadas por la ^violencia física y no sólo por
res a una yuxtaposición de entidades reifica- la dominación simbólica. En general, las si
das y monolíticas, ligadas entre sí y con el tuaciones que tienen que ver con la determi
saber dominante por relaciones estables. nación de normas de seguridad colectiva son
propicias al deslizamiento desde la preem i
nencia del saber científico a la prepotencia
Saberes, poderes
tecnocientífica. Los argumentos de ciertos
En parte debido a su déficit de legitim i opositores a la vacunación son un ejemplo de
dad, los saberes heterodoxos son los más la protesta contra las pretensiones cientifistas
abiertos a los efectos de la difusión de saberes y contra la connivencia entre reglas de salud
inmigrantes en el seno de los ecosistemas cul pública e intereses financieros o políticos
turales de las sociedades occidentales que ocultos. Hace bien poco, la vacunación ha si
resultan de los diferentes y crecientes do considerada en Africa como instrumento
^movimientos poblacionales o de contactos de una conspiración imperialista antim u
culturales in absentia propiciados por los *m e sulmana.
Saberes y saberes 328
bién es verdad que nunca en la historia se ha lar del “saber de los antropólogos”, al igual
producido una aceleración semejante en la que se hacía hace veinticinco años?—. En con
producción de saberes nuevos y en el reciclaje secuencia, sólo pueden esforzarse en objeti
de saberes antiguos, una inmediata valora var su propia inclusión en el mundo social
ción económica de la innovación, una mer- que observan y que contribuyen a producir,
cantilización de informaciones de todo tipo participando en la producción de todos los sa
—el consumo de información, más que la pro beres del mundo.
ducción de saber, lo que, por otra parte, tal
vez sea el verdadero rasgo distintivo de este
modelo—. El trabajo, la propiedad y la rela Bibliografía
ción con los modos de producción ya no se
rían los grandes factores constituyentes de la BARTH, Fredrik (2002): “An anthropology of
vida social y de las identidades, pasando la ca knowledge”. Current Anthropology ,43 (1): 1-18.
pacidad para la acción económica y social a
BASTOS, Cristiana (2002 [1999]): Ciencia, poder,
ser determinada por el conocimiento, el saber,
acçâo. As respostas à SIDA. Lisboa: Imprensa de
el capital intangible. En cierto modo, cual
Ciencias Sociais.
quier ciudadano implicado en una actividad
BERGER, Peter; LUCKMANN, Thomas (1966):
de producción de saber se aproximaría inevi
The social construction o f reality. A treatise in the
tablemente a la figura del “intelectual orgáni
sociology o f knowledge. Garden City, New
co” según lo describió Antonio Gram sci, es
York: Anchor Books.
decir, como agente de producción y organiza
BOURDIEU, Pierre (1983): “Vous avez dit ‘popu
ción del saber y de la cultura ligado al poder
laire’?”. Actes de la Recherche en Sciences Socia
dominante, lo cual sería en la actualidad más
les,46: 98-105.
difuso en la sociedad que en otros tiempos.
— (2001): Science de la science et réflexivité. Paris:
Se trata de una visión que puede ocultar
Raisons d’Agir.
las relaciones de fuerza subyacentes a la dis
BROWN, Michael (2003): Who owns native cultu
tribución social de la autoridad y la legiti
re? Cambridge: Harvard University Press.
midad. Determ inadas fases de la crisis del
COOPER, Frederick; PACKARD, Randall (eds.)
VIH /SID A proporcionaron una inusitada
(1998): International Development and the So
posibilidad de ampliación de la base social de
cial Sciences: Essays on the History and Politics o f
producción de consenso, con la implicación
Knowledge. Berkeley: California University
en el debate científico global y un relativo em-
Press.
poderamiento de grupos locales, a veces *es-
CRICK, Malcolm (1982): “The anthropology of
tigmatizados, como los propios enfermos
knowledge”. Annual Reviews in Anthropology,
motivados por su supervivencia. Pero no se
11:287-313.
produjo ningún g lo b a l unleashing de la pro
GARCÍA CANCLINI, Néstor (1982): Las culturas
ducción del saber, por ejemplo, sobre las
populares en el capitalismo. La Habana: Edicio
propuestas de modelos inmunológicos alter
nes Casa de las Américas.
nativos, y el debate sigue orientado más por la
LATOUR, Bruno (1979): La vie de laboratoire. La
hegemonía que por el diálogo (Bastos, 2002
production des faits scientifiques. Paris: La Dé
[1999]).
couverte.
Con todo, la imagen de la “sociedad del
MERTON, Robert (11977 [1945]): La sociología de
saber” evidencia una vez más el hecho de que
la ciencia. Investigaciones teóricas y empíricas.
la gestión social del saber y de los saberes se
Madrid: Alianza Editorial.
encuentra indisolublemente ligada al ejerci
SHIVA, Vandana; JAFRI, Asfar; BEDI, Gitanjali
cio de la ciudadanía. Aunque no estén de
et al. (1997): The enclosure and Recovery o f the
acuerdo en todas las premisas y en todos los
Commons. Biodiversity, Indigenous Knowledge
objetivos, realistas y relativistas coinciden en
and Intellectual Property Rights. New Delhi:
ver en este punto la necesidad ética y metodo
Research Foundation for Science, Technology
lógica de reflexividad de los científicos socia
and Ecology.
les (Bourdieu, 2001). Además de que su saber
T Y L E R , S. (1969): Cognitive Anthropology. New
puede ser él mismo objeto e instrumento de
York: Holt, Rinehart and Winston.
“desarrollo” (Cooper y Packard, 1998), objeto
VV. A A. (1985): Les savoirs naturalistes populaires.
de m ercantilización o, más probablemente,
Paris: Editions de la Maison des Sciences de
resultar implicado en un proceso de este tipo,
l’Homme.
se encuentra hoy más fragmentado y plural
que nunca —¿se podría hablar ahora en singu Jean-Yves Durand
Segregación 330
Véanse además ALTERI ! )AD, GIUDA I ) A- ciadas que, con frecuencia, coinciden con ti
N íA , Ciudadano, COLONIALISMO Y pologías urbanísticas y arquitectónicas que
ANTICOLONIALISMI ). COMUNICA tienen también una cierta distinción respecto
CIÓN. CULTURA, DESARROLLO, DI al resto de la ciudad. Al aludir a esta segrega
FERENCIA Y DESIGUALDAD, Diferen ción se suele añadir algún calificativo para re
cias naturales v diferencias sociales, Dife- forzar su condición social y urbana. Por eso no
rendas sociales y diferencias culturales, es raro que se refiera como segregación social,
DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN SO segregación espacial o segregación urbana.
CIAL, Esfera mediática. Espacios locales, ES
TA DO-NACK')N, ES1 1GMA, Etnicidad,
Segregación vertical
EXPIA ELACIÓN S( )CIAL, FRONTERA,
G 1oba 1v loca 1, G LO B A L I Z AC I O N , 11IR RI - Pero existen otras formas de segregación
D A C I Ó N , I D E N T I D A D , Información, I n que no implican la agrupación de individuos
terculturali d ad, MI ( f R A ( : I ( ) N E S , M i - socialmente homogéneos y diferenciados del
graciones. Redes sociales, MOVILIDAD. resto en un espacio urbano determinado. A l
MULTICULTURALISMO, N acionalismo, gunos autores apuntan la existencia de una
Naturalización, Nomadismo y turismo, PA segregación vertical, en la que la distribución
TRIMONIO, Piu ri nacionalidad. Poscolo de los grupos socialmente homogéneos y dife
nialismo, P( ISMODERN! DAD, Racismo y renciados del resto se reparte por todo el espa
neorracismo. Revolución técnico-comtinica- cio urbano, ocupando de forma diferencial las
tiva. Sociedad de la información y del conocí plantas de los edificios. Lo curioso es que esta
miento, Sujeto intercultural, T E R R I T O ocupación selectiva de las plantas puede va
RIOS, TRABAJO, Traducción, Viajes y riar de una ciudad a otra. Maloutas (2001) ha
sistemas de movilidad, VIOLENCIA P( )LI- ce referencia a las plantas bajas de los edificios
TICA, Violencia política. Tipos, Xenofobia y de Atenas, pero lo mismo podría aplicarse a
xcnoftlia. las ciudades inglesas en las que las viviendas
de los pisos bajos o sótanos, que tienen una
entrada diferenciada por el denominado “pa
Segregación tio inglés”, suelen estar habitados por hogares
con una condición social distinguible por su
Los diccionarios de la lengua, al explicar posición inferior.
el vocablo “segregar”, manifiestan que con Esta localización socialmente diferencia
siste en separar. Espacialmente segregar un da ha dado lugar a una concepción en la que
barrio es independizarlo A dm inistrativa las clases sociales se inscriben de forma distin
mente en orden a obtener un municipio sepa ta en el espacio vertical. Una serie televisiva
rado e independiente. En España se ha dado denominada “Arriba y abajo” —Up an ddow n —
un doble proceso de agregación hasta media trató de recoger lo que suponía a principios de
dos del siglo XX, y a partir de ahí se ha produ siglo la vida en cada uno de estos lugares del
cido un proceso en el que han predominado edificio. Pero tampoco se puede generalizar
las segregaciones; pero esta concepción no es esa división, ya que en otras ciudades y en
la más usual. otras ocasiones los grupos sociales de catego
El concepto de segregación se suele apli rías inferiores o las ^minorías étnicas habita
car a la percepción espacial de la Reparación ban precisamente el piso superior. En Francia
de grupos sociales con una homogeneidad las denominadas cham bres de bon n e, en las
económica, social, ^cultural o *étnica. Dicha que habitaba la servidumbre, estaban separa
separación puede tener manifestaciones dife das de las viviendas de las clases medias y bur
renciadas. La más generalizada es la segrega guesas y localizadas en la planta superior del
ción horizontal, que lleva a un asentamiento edificio a la que, en ocasiones, se accedía por
de esos grupos sociales en el espacio urbano, una escalera independiente. Estas viviendas
formando unidades con una cierta homoge de tamaño reducido, y con frecuencia mal
neidad interna o al menos con una percep equipadas —un retrete común para una parte
ción de composición social homogénea y o la totalidad de ellas—, han sido readaptadas
d iferen ciad a del resto de la ciudad que ex poco a poco y actualmente son habitadas por
presa la concentración de unos individuos con jóvenes estudiantes y en general por personas
características distintas de la composición que tienen pocos recursos y viven solas.
media de la población. Esta segregación da En otros países esta diferencia social liga
origen a barrios o zonas claramente diferen da a la altura desapareció con la implantación
331 Segregación
de los ascensores, que contribuyeron a homo- simplemente como una expresión espacial de
geneizar el espacio vertical de los edificios al las desigualdades propias de una sociedad
terminar con la *discriminación del esfuerzo competitiva. Pero la existencia del “efecto ba
físico por acceder a los pisos elevados. Es el ca rrio” en las zonas segregadas impulsa políti
so español en el que todavía puede verse en al cas que eviten su formación y desarrollo.
gunos de los edificios, construidos a finales Dicho efecto supone que en zonas segregadas
del s. XIX en los ensanches, una distinción entre socialmente, con predominancia de grupos
los pisos inferiores y las plantas más altas que con escasos recursos, la segregación contribu
lleva incluso a una denominación diferencia ye a empeorar sus condiciones de vida.
da. En algunos de estos edificios la primera Otros tipos de segregación se expresan en
planta se denominaba principal y tenía una espacios distintos del marco residencial. En
configuración distinta que se manifestaba en gran parte de los sistemas de transporte existe
techos más elevados, dimensiones mayores y una diferenciación por clases que recoge la di
ventanas o balcones exteriores más adornados. visión social existente. Hasta los años sesenta,
En ese caso la implantación de los ascen los ferrocarriles españoles tenían tres clases
sores, junto con el desarrollo del tranvía eléc que luego se redujeron a dos: primera y se
trico y el traslado de los habitantes de los pisos gunda. Los aviones suelen tener con frecuen
altos a los barrios obreros de las *periferias, cia dos clases y en los vuelos largos se suele
contribuyó a un cambio en la forma espacial ampliar a tres ¡as opciones de clase. Esta dife
de la segregación. La segregación vertical se rencia no siempre ha venido acompañada de
transform ó en segregación horizontal. Los unas condiciones de transporte mejores que
más desfavorecidos, además de recorrer una las justifique, de forma que el principal fin es
mayor distancia para acceder a su #trabajo, si con frecuencia una separación de los indivi
guieron subiendo pisos, pero esta vez lo hicie duos pertenecientes a cada grupo social.
ron en las viviendas sociales de la periferia, Estas diferencias se extienden de manera
muchas de ellas de promoción pública, cons más o menos evidente a otras actividades y
truidas a mitad del siglo X X en las grandes servicios, la sanidad o el deporte. Hasta la cul
ciudades, sin ascensor por el encarecimiento tura tiene manifestaciones y espacios diferen
que este equipamiento suponía en el precio ciados, tal como muestra Bourdieu (1979) al
del inmueble. separar la cultura *sabia de la cultura popular.
en los que se conectan la pantalla televisiva los medios de comunicación y las asociaciones
con la del ordenador y la del teléfono o el vi de usuarios y públicos.
deojuego y se superponen escritura, grafismo, La educación está sometida a una especial
imagen, voz, música. Las tecnologías y los tensión que exige una reflexión en profundi
nuevos medios están cambiando los modos de dad sobre las formas tradicionales de trans
conocer, de relacionarse, de ver, de aprender; misión del conocimiento, así como sobre los
hacen surgir nuevos lenguajes y nuevas for contenidos que se imparten en el aula o la
mas de economía, de experiencia y de cultura. hostilidad de la escuela a la imagen y a los me
El conocimiento y la información son esen dios de comunicación. Las instituciones de la
ciales en múltiples procesos sociales, en par educación parecen a menudo atrincheradas
ticular en los de producción económica, como en el modelo lineal de adquisición de conoci
se refleja, por ejemplo, en que la innovación mientos dosificados en paquetes adscritos a
sea el principal factor de productividad y la las sucesivas edades, como señalan M artín-
educación la cualidad clave de los que Castells Barbero y Rey. Este modelo lineal y secuen-
llama los nuevos productores del capitalismo cial, basado en este libro, no es eterno ni
informacional: los generadores de conoci incuestionable. Lejos de una actitud defensi
miento y los procesadores de información. La va, el aula debe estudiar sus nuevas funciones
revolución tecnológica de la que hablamos se y cómo realizarlas: cómo articular las anti
basa en la informatización, en el hecho de que guas con las nuevas condiciones del saber, hoy
toda señal y todo texto visual o auditivo son diversificado y difuso; el modelo escolar tra
traducibles a un sistema digital y reversibles a dicional con los modos descentrados, plura
su forma original. Puede así ser tratado en pro les, en palimpsesto, en que se presentan ahora
gramas de ordenador y circular por los nuevos los saberes; la alfabetización formal, que se
canales ultrarrápidos —que permiten realizar guirá precisando de la escuela, con las múlti
también transacciones financieras instantá ples escrituras audiovisuales e informáticas;
neas capaces de desplazar enormes riquezas de cómo puede aportar la educación marcos de
un punto a otro del globo-. Como toda infor sentido y valor; cómo introducir a los alum
mación, ese registro será clasificado y almace nos en las dinámicas de innovación y los pro
nado conforme a criterios y categorías propios cesos de aprender a aprender. Por su parte, en
del archivador. Y puede también ser combina los últimos peldaños de la formación, las
do con elementos de cualesquiera otros oríge universidades más autoexigentes y con más
nes y lenguajes digitalizables para formar un nivel de investigación son elementos funda
nuevo texto compuesto según los estándares mentales de los polos de innovación tecnoló
del formato y del medio al que se vierte. gica, no sólo por su capacidad de producir
Las posibilidades de acceso a la inform a conocimiento, sino también por aportar espa
ción se abren y multiplican en formas con fre cios de discusión libre que, junto con el dina
cuencia muy atractivas y accesibles, sobre mismo de la vida social y cultural de ciertas
todo para quienes, como los jóvenes, se incor ciudades, son esenciales para generar inno
poran fácilmente a los nuevos desarrollos de vación.
estas tecnologías. Esto nos obliga a estudiar La mediatización de la política exige com
qué capacidades permiten a los jóvenes utili prender mejor los diferentes tipos de géneros,
zar la información de modo que incremente discursos y constructos mediáticos, así como
sus recursos cognitivos y creativos, les abra las cuestiones relativas a las relaciones entre
posibilidades sociales, profesionales, etc. N e discurso e imagen; carisma e ^identificación.
cesitamos comprender los nuevos entornos La construcción de la imagen de cada grupo u
del conocimiento, difusos y descentrados, en opción política tiene algo en común con la
que los jóvenes reciben una mixtura de imá construcción de la imagen de una marca
genes, palabras, música, que está desplazando com ercial, pero también con las formas de
las fronteras entre imaginación y razón, entre identificación* con un “nosotros”, la repre
*saber e inform ación. Conviene indagar sentación de los intereses y la tensión social de
cómo se elaboran los marcos cognitivo-valo- las voces, los discursos y las opiniones. Son
rativos y las orientaciones que permiten orga factores decisivos en la presencia y eficacia
nizar y dar sentido a esos caudales de mediática de las ideas, los líderes o los discur
información, y cómo se critican y reelaboran sos, de una parte, su frecuencia de aparición,
aquellos marcos que nos vienen dados. A de su fuerza, su capacidad de afectar o escandali
sarrollar estas funciones se habrán de aplicar zar; de otra, su capacidad de enlazar con cier
sobre todo las instituciones de la enseñanza, tos rasgos que compongan en la memoria y la
335 Sociedad de la información y del conocimiento
imaginación de las audiencias una forma sig saberes, las ideas, los servicios, la atención so
nificativa, un marco con sentido. Sin duda los cial básica asumen la forma de mercancías y
medios son el espacio fundamental para la di se someten a las reglas del mercado. El C o n
fusión de imágenes, ideas y puntos de vista, sumo precisa y realiza una hiperindividuali-
tradicionales o innovadores, así como de pro zación. Cada uno trata de distinguirse por sus
puestas culturales y políticas, por lo que es opciones culturales, que se traducen en su es
preciso crear lugares de observación, discu tilo de consumo. Así el consumo ha cambiado
sión y elaboración crítica y dialógica de sus la relación de prelación entre economía y cul
producciones. La ^ciudadanía está hoy aso tura, ya que es dominando las formas de dife
ciada al “reconocimiento recíproco”, esto es, renciación y agrupación simbólico-cultural
al derecho a ser visto y oído, que equivale a como las mercancías y las marcas consiguen el
existir socialmente, como señala Rey (1998). dominio económico del mercado. Al igual
La construcción visual de lo social implica que los productos, las universidades, los polí
para los *nuevos movimientos sociales y las ticos o las organizaciones que luchan por una
*minorías la demanda de hacerse visibles so causa, todos se introducen en el inmenso flujo
cialmente en su * diferencia. Cabe plantearse comunicacional y se hacen visibles en él sólo si
entre los derechos necesarios para el ejercicio adquieren un carácter distintivo, un perfil de
de la ciudadanía el de la crítica de los medios identidad al que se asocian algunos rasgos
como espacios públicos, esto es, de acceso de sentido, vinculados a alguna sensación o
abierto e igual para todos. emoción. Si la información, la comunicación
Internet sí es un espacio abierto, igual y el sentido se adaptan al mercado, por su par
para todos los que tengan una conexión de te los productos de consumo y las marcas se
cierta calidad e interactivo, por lo que está nos presentan como comunicación y como
cambiando las formas de producción, archivo construcciones de sentido.
y difusión de cultura y conocimiento, además Los flujos de información y comunicación
de las de relación interpersonal. Al ser un es superponen e *hibridan tradiciones, saberes y
pacio vigilado pero difícil de controlar en las prácticas sociales, no en una confusión caóti
sociedades más abiertas, su importancia de ca, como suponen algunos, sino en formatos,
cara a la difusión de propuestas políticas, en géneros y rituales reconocibles, surgidos de
tre otras muchas funciones, es creciente. Jun otros anteriores o enteramente nuevos. Esta
to con los nuevos medios de telecomunicación mos empezando a conocer los géneros que
y telefonía, ha influido poderosamente en la emergen en la neotelevisión, los foros abiertos
transform ación de las relaciones espaciales, en red o los ciberjuegos colectivos y las formas
permitiendo la comunicación instantánea y de participación que procuran. Más intere
plural a cualquier distancia; el intercambio sante que entenderlos a partir de formas ante
y recombinación de escritos, música, im á riores de comunicación será ver qué intereses,
genes, y la creación por parte de individuos afectos, objetos, conocimientos e identidades
o colectividades de hipertextos, a su vez po traducen o mueven estos espacios de relación
tencialmente abiertos e interactivos, con fines y experiencia, cuyas aplicaciones a la educa
que pueden ir de lo práctico a lo lúdico, de la ción, por ejemplo, están por ser exploradas:
investigación a la delincuencia. Las comuni apenas se están incorporando las narraciones
dades que continuamente se crean en la red audiovisuales a la escuela, cuando se puede
están produciendo nuevos lenguajes o nuevas participar en un juego virtual sobre “La caída
formas y usos de los lenguajes comunes. Sur del imperio romano”, pongamos por caso, del
gen posibilidades de autoformación inéditas que ignoramos qué capacidades cognitivas
con la facilidad para conectar con actores, len abre y cuáles cierra o qué resulta traducible de
guajes y saberes, o con centros de formación la escritura a la imagen y la oralidad mediáti
alejados, pero presentes y activos en nuestro ca, de la narración histórica al formato del
entorno virtual. Los debates sobre una cues juego, etc. Participar en este mundo supone
tión se incorporan instantáneamente al archi activar competencias muy diferentes que nos
vo de los saberes especializados o no —por llevan a resignificar, *traducir la experiencia
ejemplo, en la enciclopedia interactiva wi\ipe a los nuevos lenguajes y enciclopedias de los
dia—, con lo que las barreras entre espacios de que nos hemos apropiado para dar sentido a
formación y de discusión, o académicos y pe nuestro mundo y nuestra vida.
riodísticos, se empiezan a disolver. La fluidez de la identidad, la flexibilidad,
La sociedad de la información no se da sin versatilidad y creatividad que se atribuyen al
una hipermercantilización: las relaciones, los sujeto *posmoderno son exigencias del capi-
Sujeto intercultural 336
ciendo aceleradamente proyectos de educa América Latina. Su interés por buscar la afir
ción superior intercultural en Brasil, Chile, mación de un espacio de expresión intercul
Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, Venezue tural no implica necesariamente negar por
la, Nicaragua y México. La imagen blanca del completo la cultura occidental, sino cuestio
sujeto de saber, cristalizada hace siglos y re nar su exclusividad y su pretensión de supe
producida por las instituciones estatales, se ve rioridad como referente en la formación de
desafiada por las imágenes de indígenas y ne individuos que cuentan también con otras
gros que, capaces de transitar sim ultánea referencias. Se trata de cruzar éstas en bus
mente por la cultura occidental y por tradicio ca de una recíproca fertilización y acepta
nes indígenas y africanas, empiezan a asumir ción. En dirección contraria al sectarismo
en la esfera pública papeles de educadores y de monocultural, el sujeto asumidamente inter
sujetos de saber y autoridad. cultural aspira a construirse como sujeto dia
En el caso brasileño, por ejemplo, la lucha logante.
a favor de ^acciones afirmativas para negros e
indios en las universidades supone un cues-
tionamiento del saber académico occidental, Bibliografía
descalificador y excluyente de las intercultu-
ralidades indígenas y africanas. No se trata, AARUP, Annie (1995): «Defining Intercultural
pues, simplemente de incluir individuos ne Computerice: A Discussion of its Essential
gros e indígenas en el mismo formato acadé Components and Prerequisites», en L. Sercu
mico establecido, de carácter eurocéntrico e (ed.), Intercultural Competence: A New Challen
implícitamente racista, sino de transformar el gefor Language Teachers and Trainers in Europe.
modelo vigente, haciendo que, de ser un siste Aalhorg: Aalborg University Press, 41-52.
ma monocultural, sea intercultural. COORDINADORA ANDINA DE ORGANI
La afirmación de la interculturalidad en ZACIONES INDÍGENAS (2006): Declara
Am érica Latina cuestiona el control que la ción del Cusco. Hacia la Construcción de Estados
elite intelectual blanca ha tenido hasta el día Plurinacionales y Sociedades Interculturales.
de hoy sobre las instituciones culturales y Cusco: Coordinadora Andina de Organizacio
científicas, en la medida en que defiende no nes Indígenas. 17 de julio.
sólo nuevas dimensiones de la cultura de los DIETZ, Gunther (2003): Multiculturalismo, inter
pueblos nacionales, sino también nuevos suje culturalidad y educación: una aproximación
tos, no blancos, que pasan a asumir el lugar y antropológica. Granada: Universidad de Gra
la autoridad de los saberes culturales y cientí nada.
ficos. En este sentido, el sujeto intercultural FRIEDMAN, Jonathan (2001): Identidad cultural
configura un sujeto que quiere afirm ar su y proceso global. Buenos Aires: Amorrortu.
protagonismo y no sólo que le reconozcan FU LLER , Norma (ed.) (2002): Interculturalidad y
que es híbrido culturalmente. Política. Desafíos y Posibilidades. Lima: Red pa
Un ejemplo importante del significado de ra el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el
la lucha por la afirmación de la interculturali Perú.
dad en América Latina es la Declaración de GARCÍA CANCLINI, Néstor (2004): Diferentes,
Cuzco, firmada por la Coordinadora Andina Desiguales y Desconectados. Mapas de la Inter
de Organizaciones Indígenas el 17 de julio de culturalidad. Barcelona: Gedisa.
2006, y que lleva por título “Hacia la Cons MIGNOLO, Walter (2003): Historias Locales/Di-
trucción de Estados Plurinacionales y So seños Globales. Colonialidad, Conocimientos
ciedades Interculturales”. Al proponer una Subalternos y Pensamiento Fronterizo. Madrid:
Agenda Indígena Andina, la Declaración Akal.
afirma: “Basta ya de que otros nos ‘*traduz- MOREIRAS, Alberto (2001 ):A Exaustáo da
can’ o ‘interpreten’, o que nuestra ‘participa Diferenqa. A Política dos Estudos Culturáis
ción’ sea de comentaristas de la agenda de Latino-Americanos. Belo Horizonte: Editor da
otros —Banco Mundial, BID , C A N , Estados, UFMG.
Ministerios, O N G —. Debe ser al revés: ahora QUIJANO, Aníbal (1992): «Colonialidad y Mo-
nosotros los invitamos a debatir el sentir y las dernidad/Racionalidad», en Heraclio Bonilla
propuestas de nuestros pueblos.” (ed.), Los Conquistados. 1492 y la Población In
Declaraciones como ésta recuperan la dígena de las Américas. Quito: Libri Mundi. Bo
perspectiva construida por sujetos, hombres y gotá: Tercer Mundo Editores.
mujeres negros e indígenas, que han reaccio Q U IN TIN LAM E, Manuel (2004): Los Pensa
nado a siglos de dominación occidental en mientos del Indio que se Educó dentro de las Sel
339 Sujeto intercultural
de lo dicho es el papel fundamental que juga ámbitos de la vida social y depende de fuerzas
ba la distribución de las aldeas bororo en el orientadas hacia el mareaje de espacios inte
ordenamiento de su estructura social y la for riores. Así sucede con distintos grupos socia
ma en que aquélla fue utilizada por los m i les en las ciudades o también dentro de las
sioneros para fines evangelizadores. La instituciones como es el caso de las facultades
transferencia de poblados circulares a un pue en las universidades.
blo de tipo europeo transformó también la vi La territorialidad, por su parte, la pode
sión del mundo de los bororo y coadyuvó en mos definir como el proceso que se sigue para
su cristianización (Lévi-Strauss, 1970). Ello crear territorio. Esta producción tiene lugar a
significa que las disposiciones territoriales través de sus expresiones en diversas activida
son garantes de la id entid ad social y cultural, des materiales y simbólicas por parte de un
y que aseguran su reproducción. individuo o grupo social que generan sentido
El territorio es multidimensional y mul- de pertenencia y, por tanto, de identidad. La
tiescalonado. Es multidimensional porque territorialidad se origina en un sistema tridi
participa de tres órdenes distintos: en primer mensional (Raffestin, 1980) compuesto por la
lugar, de la materialidad de la realidad con sociedad-espacio-tiempo para atender la más
creta de “esta tierra”, donde el concepto de grande autonomía posible, compatible con los
territorio tiene su origen; en esta medida con ^recursos del sistema. La territorialidad sería
viene considerar la realidad ^geográfica, esto entonces la totalidad de las relaciones bioso-
es, la manera como se registra la acción hu ciales —físicas y sociales—en interacción. D i
mana y se transforma por sus efectos. En chas relaciones pueden ser de fuerza y de
segundo lugar, participa de la psiquis indivi sentido: la primera más desde lo estatuido y la
dual. Sobre este plano el territorio se iden segunda hacia las relaciones vividas. Pode
tifica en parte con una relación a p rio ri, mos decir que dichas relaciones biosociales en
emocional y presocial del hombre con la tie interacción se caracterizan por ganancias y
rra. En tercer lugar, el territorio participa del gustos equivalentes que producen dos tipos
orden de las representaciones colectivas, so de territorialidades, una instable y otra esta
ciales y culturales. ble. Dentro de la primera ninguno de los ele
El territorio es por naturaleza multiesca- mentos sufre cambios sensibles a largo plazo,
lonado (Di Méo, 1998) porque se ubica en en tanto que en la segunda todos los compo
diferentes escalas del espacio geográfico: loca nentes experimentan cambios en el largo pla
lidad, región, área del Estado-nación o de las zo. Entre estas dos situaciones extremas
^entidades plurinacionales. tendremos casos en los cuales uno o dos de los
Desde los enfoques expuestos podemos elementos pueden cambiar, mientras que
hacer alusión a dos nociones según las cuales los otros componentes permanecen estables. La
se define la materialidad y dinámica del terri territorialidad aparece de esta manera consti
torio: la territorialidad y la territorialización. tuida y mediatizada por la exterioridad. La
Estas se vuelven indispensables para la apro territorialidad se inscribe en el cuadro de la
piación y materialización del territorio por producción, del cambio y del consumo de las
quienes lo legitiman y lo viven desde sus co cosas. Cada sistema territorial emana su pro
nocimientos y experiencias individuales y pia territorialidad, que viven los individuos y
colectivas. La territorialización es la estrategia las sociedades. Esta emanación puede produ
que se utiliza, y el efecto que causa delimitar cir efectos *nacionalistas en casos de extrema
un territorio: barrios, adquisición de propie reivindicación, creando escenarios de regio
dades, creación o recuperación de poblados o nalismos y por tanto de contrapunteo de po
el territorio de un Estado, entre otros. La te deres entre regiones.
rritorialización sugiere un control determ i Para comprender la articulación entre te
nado por una persona, grupo social o *étnico, rritorio, territorialidad y territorialización se
por un Estado o bloque de Estados. Podemos debe entender cómo estas nociones se produ
definir dos tipos de territorialización: una de cen casi simultáneamente desde una nece
tipo lineal y otra de tipo zonal. El primer tipo sidad, tanto intelectual como material, de
se utiliza para marcar la soberanía espacial y acceder a un espacio físico para producir en
depende de una autoridad centralizada que él. La territorialidad se hace palpable a todas
define los límites y márgenes hacia el exterior, las escalas espaciales y sociales: ésta constituye
especialmente en el ámbito de los Estados. La lafa s e vivida de la fase significada, que es el te
territorialización de tipo zonal está referida a rritorio. En esta medida la realidad sociocul
la demarcación que se establece en diversos tural del territorio se vuelve prueba del acceso
343 Territorios
a la vez histórico, ideológico, económico y po ción, como sucede, por ejemplo, en Europa
lítico del espacio. No obstante, en las condi occidental.
ciones del mundo actual las posibilidades de Pero todas estas definiciones de territorio,
acceso al territorio no siempre se dan en situa territorialidad y territorialización con sus
ciones de normalidad. Se pueden producir consecuentes procesos y dinámicas sociales
también desde condiciones difíciles de ruptu tienen en cada cultura morfologías y configu
ras, desplazamientos o emigraciones for raciones precisas. Es en esas estrategias y
zosas: catástrofes, invasiones o guerras. Así procesos territoriales donde se elabora el
sucede en las reestructuraciones y en contex sentimiento básico de posesión y reconoci
tos de acción de la *desterritorialización, o en miento de pertenencia. Este sentim iento se
definiciones que aparecen usualmente opues construye tanto desde la representación física,
tas como es el caso de la representación *cen- propiamente dicha, como desde una represen
tro-periferia. tación más intelectual y espiritual. Para los in
Dadas las condiciones de gran *movilidad dígenas yanaconas del sur de Colom bia ese
y tecnificación del mundo actual, resulta su- sentimiento se expresa a través de la agricul
gerente tener en cuenta además la diferencia tura, actividad desde la cual se concibe la tie
entre un territorio de origen y vivencia legíti rra como contexto de acción y lazo emocional,
mo y un territorio apropiado a través de los y desde donde se define para ellos el proceso
múltiples medios que nos proporciona la ac de posesión y pertenencia al territorio (Nates
tualidad. De ahí que sea sugerente recordar Cruz, 2000). Pero no siempre esos sentidos se
la clásica afirm ación que dice: las fron teras establecen en la propia cultura de referencia;
físicas o adm inistrativas no tienen por qué también se dan en circunstancias de movili
coincidir necesariamente con las fronteras dad y migración poblacional. Éste es el caso
culturales o de producción socioeconómica. de los europeos del Norte que emigran hacia el
Este discernim iento nos lleva a contemplar sur de Europa. Especialmente los británicos
un cierto tipo de clasificación del territorio asumen esos sentidos de pertenencia del lugar
como “territorios imaginados” o “territorios a donde llegan -a l sur de Francia, en su ma
de pacto”. El territorio clasificado como ima yoría- por medio de la compra del patrimo
ginado posibilita apropiarnos sim bólica nio local —casas, edificios, pedanías...—, lo que
mente de un *lugar o de un sitio, sin que según ellos permite un sentido de pertenencia
necesariamente hayamos estado allí o sólo con para instalarse y adaptarse al territorio de lle
que lo hayamos visitado temporalmente. Los gada (Nates Cruz, 2006). El mismo caso de
medios de comunicación y las posibilidades emigración, pero en circunstancias distintas,
que ofrece el *turismo son los medios más co es el de los turcos en Berlín, el de los chinos en
rrientes en la producción de estos territorios San Francisco o el de los ecuatorianos en Ma
imaginados. No obstante, algunas culturas drid. En ciertas ocasiones puede tratarse de
construyen territorios imaginados por medio trabajadores que llegan sin familia y que
de mitologías y ritos ancestrales que le llevan quieren regresar a sus países de origen una
a definir discursivamente lugares y sitios sin vez que han cumplido sus búsquedas, gene
haber estado materialmente en ellos. ralmente económicas. En otras circunstan
La clasificación que define en este caso te cias, como la de los hispanos en Texas, se
rritorio de pacto significa que, cuando se uni busca la reivindicación legítima de los territo
fican política y adm inistrativam ente dos rios de ocupación. Entre los inuits del Ártico
regiones sin que coincidan sus acervos cultu central canadiense, el territorio se concibe co
rales, la posibilidad de convivencia no siem mo un conjunto de relaciones: entre los luga
pre es conflictiva: su territorialidad puede ser res y los itinerarios recorridos para acceder a
pactada a través de los usos y manejos de las ellos, entre las formas naturales y los usos so
identidades colectivas, bien sean sociales o ét ciales. Los lugares, los sitios naturales, los
nicas. Si parte de un Estado, de una provincia campos no son identificados por ellos mismos
o un departamento se juntaran en una región, independientemente de las relaciones m a
no podríamos hablar de circunscripciones de teriales o imaginarias que condicionan sus
fronteras culturales en político-administrati prácticas territoriales (Collignon, 1996).
vas, debido a la diferencia cultural que habría Resulta accesible abordar el territorio
en ese conjunto, pero sí de una región cons cuando se trata de poblaciones establecidas,
truida a partir de “territorios de pacto”, - pero ¿qué sucede cuando nos enfrentamos a
categoría clave en los reordenamientos pueblos nómadas? Los tuaregs y los beréberes
territoriales de territorios en vía de integra son nómadas sobre su propio territorio puesto
Territorios 344
mo, Naturalización, Nomadismo v turismo, una categoría cuyo sentido consiste en hacer
NUEVOS MOV 1M IE N T O S SOCIALES, razonable, en el caso de la categoría profana, y
PATRIMONIO, Pluralismo sincrónico, Ra explicable e inteligible, en el del concepto, un
cismo v neorracismo, R ELA C IO N ES Y mismo orden social, un orden, por definición,
PROCESOS INFORMALES, Relaciones y socialmente construido, históricamente con
procesos informales políticos, Revolución téc tingente y políticamente disputado. En estas
nico-comunicativa, SABER Y SABERES, condiciones “epistemológicas”, cuando cual
Segregación, Transculturación, Viajes y siste quier científico social pretende decir algo
mas de movi lidad, Violencia política. Tipos. acerca del trabajo, se encuentra no sólo con lo
que otros científicos sociales han escrito sobre
el tema, sino sobre todo con una categoría
común —“profana”— del orden social viva,
Trabajo cargada políticamente y de la que nunca po
Durante largas décadas del siglo X X , drá desprenderse del todo. Cualquiera que
cualquiera que fuera el discurso sobre el traba sea luego la interpretación “científica” final
jo y por diferentes que fueran los plantea del sentido del trabajo, esa interpretación cae
mientos teóricos de fondo, había al menos dos rá sobre las agitadas aguas de su polémico sig
puntos en los que todo el mundo —científicos nificado en el polémico mundo de lo social. Y
sociales o gente del común—estaba de acuer vuelta a empezar en un proceso sin fin.
do. El primero era su definición. Por trabajo En la medida en que el diverso sentido y
se entendía toda actividad productiva re significado de la actividad que se denomina
munerada y se sobrentendía, además, que en trabajo varía en función del lugar que se le
forma salarial. El segundo era su valor. El otorga en un orden social concreto, un orden
trabajo —asalariado, se suponía—era conside que es siempre a la vez material y discursivo,
rado como la actividad fundamental en torno parece lógico que la forma más adecuada de
a la cual las sociedades se jugaban su cohesión precisarlo sea la de explicitar el significado
interna y aquella que otorgaba a los indivi que adquiere en el seno de los diversos mode
duos un lugar —legítimo—en la sociedad. La los históricos de orden social en que se ha in
Constitución española de 1978 es una muestra sertado. Hay otros modos, como el formulado
de ambos aspectos. No sucede lo mismo hoy y defendido por los partidarios de la así llama
en día. Para unos científicos sociales —antes da historia social como paradigma científico,
que nada los economistas—, el trabajo sigue pero aquí se dejan de lado. Dado que, por otra
teniendo el mismo significado que el prece parte, siendo rigurosos, el trabajo en sentido
dente: una actividad productiva remunerada. estricto no ha existido hasta la constitución de
Para otros, hay actividades no remuneradas la #modernidad, se tomará ésta como eje articu-
—y no de menor importancia, como las labores lador de nuestra argumentación, que se orde
domésticas—que deben ser consideradas tam nará en cuatro partes: 1) la arqueología del
bién trabajo —productivo—; no hay acuerdo, trabajo o el trabajo en las sociedades premo
pues, en su definición. El desacuerdo acerca dernas; 2) la invención del trabajo —asalaria
de su significado se acentúa cuando de lo que d o - como elemento constitutivo del primer
se trata de establecer es su valor. En este senti orden liberal —la modernidad—; 3) la transfor
do hay sociólogos muy reconocidos que mación del “trabajo” en una actividad asa
sostienen que el trabajo ha perdido la cen- lariada social y políticamente regulada —la
tralidad social que un día tuvo (O ffe, 1994; “Gran Transform ación” polanyana/el “em
Bauman, 2000). Otros, sin embargo, defien pleo”—, y 4) la conversión de ese empleo en un
den que poco o nada de esencial ha cambiado trabajo flexible, “de-gradado” y polisémico.
en las sociedades actuales como para despla “Invención”, “transform ación” y “conver
zar al trabajo a un segundo plano (Castillo, sión”, sustantivos que expresan movimiento y
1999). No es nada extraño en este contexto cambio porque el significado y el valor del
que haya autores que se refieran a la situación “trabajo” es siempre el resultado, inestable, de
como de “desorden sem ántico”. La explica un proceso de construcción social que implica
ción de esta confusión no es simple. El trabajo la relación entre clases y actores sociales.
se encuentra entre aquellas categorías cogni-
tivas de la sociología que operan a un mismo
La arqueología del trabajo
tiempo como categorías del sentido común y
conceptos científicos. Sucede, además, que, El significado del trabajo en las sociedades
tanto en uno como en otro caso, se trata de premodernas es radicalmente distinto del que
Trabajo 346
llega a alcanzar en la modernidad. En el or más de Aquino, porque, “pobres” como son,
den social de las sociedades llamadas primiti no tienen otro medio para conseguir “su pan
vas, el trabajo como tal no existe; ni siquiera cotidiano” que el de trabajar, total o parcial
encontramos un término para designar de un mente, para otros a cambio de un “vil” salario.
modo específico y separado la actividad de pro En la Edad Media y Moderna occidentales
ducción. Es la razón por la cual “no puede es aquellos de entre los pobres que se veían obli
perarse... descubrir ni celebración ni desprecio gados a recurrir al “alquiler de su trabajo” se
del trabajo” (Chamoux, 1998: 18). En las so hallaban permanentemente en el *lím ite del
ciedades premodernas que nos son más pró descasamiento total, amenazados por el ries
ximas social y *culturalm ente sí llegan a go de pasar a formar parte de la creciente ma-
encontrarse términos cuyo significado o sig rabunta de pobres, miserables y vagabundos
nificados hacen pensar en la categoría moder que inundaban las Eiudades y que, incansa
na de “trabajo”. No obstante, en modo alguno blemente, se desplazan sin rumbo fijo de una
los significados son asimilables. El significado a otra.
que esos términos han tenido en el orden so
cial de las sociedades premodernas occidenta
La invención del trabajo como pieza
les puede resumirse en los siguientes rasgos:
clave del orden social liberal
A) Las actividades que llevan a cabo las clases
dominantes -discutir en el ágora, filosofar, En y para el sistema de clasificaciones del
orar, guerrear...— no son nunca clasificadas pensamiento liberal clásico —y el orden social
dentro de la categoría “trabajo” o similares. que contribuye a inaugurar en los ss. XVIII
Hagan lo que hagan, esas clases nunca “traba y XIX —no se inventa primero el trabajo y luego
jan”. B) La categoría “trabajo” -y sim ilares- se le hace un sitio en el orden social del Nue
no se refiere más que a tipos de actividad con vo Régimen. El trabajo aparece como una
siderados en el orden social como de nivel pieza necesaria para hacer posible —pensable-
inferior; al igual que sucede con aquellas clases el orden revolucionario. El orden del Nuevo
de personas que las realizan: Esclavos, sier Régimen se hallaba en las antípodas del ante
vos, libertos, artesanos, Extranjeros... C) No rior. Frente a la sociedad jerárquica por vo
obstante, dentro de la clase genérica de quie luntad divina, proclamaba una sociedad de
nes “trabajan” llega a establecerse y consti seres humanos iguales de cuya asociación sur
tuirse en determinados momentos históricos ge con carácter inmanente la sociedad misma;
todo un conjunto, por otro lado, variable, de frente al hombre inmerso en y sujeto a diver
clases específicas que logra conquistar posi sos órdenes jerárquicos, el individuo libre y
ciones de cierto reconocimiento social y basta autónomo; frente a una naturaleza que hay
con algún poder político; el caso más claro es que respetar porque es obra de Dios, una na
el de los collegia romanos y el de los gremios y turaleza concebida como instrumento al ser
corporaciones de oficio del Antiguo Régimen vicio de los intereses humanos. La clave de
en el Occidente cristiano. Nótese, no obstan esos tres componentes básicos del nuevo or
te, el modo en que unos y otros llegan a sal den estará en el individualismo o, mejor, en la
varse de la indignidad social de origen, concepción del ser humano como —y su re
observando el caso de los gremios: “La parti ducción a— un individuo, libre, autónomo,
cipación en un oficio o en una corporación... movido por las pasiones y cerrado en sí mis
marca la pertenencia a una comunidad dis mo y de todos los seres humanos como indi
pensadora de prerrogativas y de privilegios viduos iguales. Ahora bien, partir de los
que aseguran al trabajo un estatus social. G ra individuos concibiéndolos como seres autó
cias a esta dignidad colectiva de la que es nomos, libres y cerrados en sí mismos, con
propietario el oficio y no el individuo, el tra vierte en harto problemática una cuestión que
bajador —el oficial—no es un asalariado que en modo alguno se planteaba en el orden del
vende su fuerza de trabajo, sino el miembro Antiguo Régimen: cómo pensar la sociedad y
de un cuerpo social cuya posición es reconoci su constitución permanente. En el Antiguo
da en un conjunto jerárquico” (Castel, 1997). Régimen esta cuestión ni se planteaba: la so
D) En la estricta periferia “laboral” del entra ciedad estamental precedía a la existencia de
mado interno de todos estos órdenes sociales sus miembros. Ahora no, sino que hay que
se encuentra siempre la clase de “trabajo” y de hacerla desde abajo, desde los propios indivi
“trabajador” que soportan el mayor desdén y duos. El trabajo como actividad y el mercado
menosprecio: el de los “mercenarios que al como forma de coordinación social serán la
quilan su trabajo”, en expresión de Santo To respuesta del pensamiento y del orden liberal
347 Trabajo
guridad social—, y d) políticas de mercado de empleo para hacer frente a una situación de
trabajo orientadas al mantenim iento, crea paro masivo, se haya extendido la concepción
ción de empleo y protección frente al desem del empleo “normal” hasta incluir casi cual
pleo. A medida que estas dimensiones del quier tipo de empleo. Se pretende así que el
trabajo -asalariado—se plasmen en hechos, se empleo asalariado temporal, a tiempo parcial
irá abandonando el sentido del trabajo —asa o por cuenta propia, sea tan normal —y, por lo
lariado—como actividad productiva regida tanto, tan políticamente “justo”— como un
exclusivamente por el mercado para ser una empleo por tiempo indefinido, a tiempo com
actividad regulada, además, por reglas socia pleto, estable, bien protegido socialmente
les y políticas: el trabajo da paso al empleo. y con perspectivas de mejora permanente.
Esta es la concepción del trabajo que va a Ahora bien, es más que dudoso que estas nue
mantenerse -e n la teoría y en la práctica—en vas modalidades de empleo sean como tales
todos los países industrializados desde co un instrumento adecuado para la plena inte
mienzos del s. XX hasta los años setenta. No es gración social de los ciudadanos concernidos
una casualidad ni el resultado ineludible de la como lo eran las anteriores (Alonso, 2001; Mi-
evolución del capitalismo: hay detrás, ante to guélez, 2002): ¿puede un ciudadano adulto
do, actores —movimiento obrero—y discursos con un empleo temporal y a tiempo parcial
—el valor del trabajo y de la igualdad—. Al fi considerarse un ciudadano pleno? Es más
nal de este proceso, el trabajo ya no es una ac que dudoso —y la prueba es que son los que
tividad productiva inserta en el mercado sin menos votan—. Esta “de-gradación” de la nor
más, sino una actividad que, por un lado, toda ma social del empleo se ha visto, además, fa
persona ha de realizar y ser así reconocida co cilitada por la crisis de las organizaciones
mo miembro pleno de la sociedad y, por otro, sindicales y de la clase trabajadora. Aunque
otorga derechos y protecciones que no pue la crisis del sindicalismo no sea tan grave co
den conseguirse de ninguna otra manera. De mo a veces se pretende, no hay duda de que
ahí que sea un trabajo continuado de por vi éste se ha visto debilitado al menos en dos
da, seguro, a tiempo completo y con derechos frentes. Por una parte, sus interlocutores so
—un buen empleo— y los estados se hallen ciales habituales —organizaciones empresa
comprometidos con el pleno empleo —un ple riales, gobiernos y, sobre todo, empresas—no
no empleo de buen empleo—. La centralidad tienen tan presentes a los trabajadores en sus
de este tipo de trabajo —asalariado—social y políticas como en la etapa anterior. Por otra,
políticamente regulado convertirá a la socie la situación del mercado de trabajo y las polí
dad de trabajo en sociedad salarial. ticas públicas y empresariales están favore
ciendo entre los trabajadores unos com
La conversión del (buen) empleo portamientos individualistas que en nada
en un trabajo flexible, “de-gradado” contribuyen a la acción colectiva sindical. Co
y polisémico mo muy gráficam ente ha escrito Bilbao
En torno a los años ochenta del siglo pasa (1993), “la clase obrera ha sido sustituida por
do la definición y valoración del trabajo el mercado de trabajo”. En paralelo, bajo la
hecho empleo empiezan a sufrir múltiples sa forma y la figura de la #globalización econó
cudidas económicas, sociales y políticas de mica, han reafirmado su presencia el poder y
signo diverso que afectan a todas sus dimen la lógica de los intereses corporativos del “ca
siones y que term inan, cuando menos, por pital”. La “de-gradación” del empleo no es así
desestabilizarlas. Uno de los síntomas claros un fenómeno interpretable sólo desde la “es
de esta desestabilización es el debate sobre “el tructura política y económ ica”: tiene detrás
fin del trabajo”. Aquí se opta por destacar, en toda una “infraestructura social”.
tre otros, tres movimientos de desestabiliza L a fem inización del trabajo. Este es proba
ción y redefinición del trabajo. blemente el fenómeno social con mayor inci
L a sustitución de la norma social del “pleno dencia en la redefinición de la actividad de
em pleo de buen em p leo” de la sociedad salarial trabajo. La feminización del trabajo tiene un
p or la del em pleo flex ible. Si se presta atención significado que va mucho más allá del hecho,
a la definición del trabajo/empleo en la socie no menor, de que las mujeres hayan salido
dad salarial en cuanto tal, lo más relevante de masivamente de sus hogares para asentar su
la etapa que se abre en los años ochenta no es presencia en el mercado de trabajo. De sus
que haya desaparecido prácticamente del ho múltiples caras y dimensiones, aquí sólo se su
rizonte político el pleno empleo, sino que, con brayan aquellos dos aspectos que más parecen
el pretendido fin de facilitar la creación de haber incidido en esa redefinición. Si se en
349 Trabajo
tiende la feminización como un movimiento sa, todos debían ser sobre todo productores.
social cuyo objeto consiste en replantear el En —la— “segunda modernidad”, en - l a -
conjunto de las relaciones sociales a partir de modernidad de consumidores, la primera e
la reivindicación de unas relaciones de género imperiosa obligación es ser consumidor; des
igualitarias, uno de sus principales efectos es pués, pensar convertirse en cualquier otra co
el haber desvelado el carácter androcéntrico sa” (Bauman, 2000: 48). La emergencia del
de la definición del trabajo que predomina consumo como vector de orden e identidad
durante la modernidad. El trabajo asalariado, social no significa que el consiguiente descen-
extradomiciliario, continuo —de por vida—, a tramiento del trabajo se traduzca en una rele
tiempo completo, protegido sindicalmente y gación material del mismo; al contrario, uno
portador de derechos sociales había sido defi- de los efectos del consumismo es la intensifi
nido/construido de este modo —y el mo cación de la actividad laboral. Por otra parte,
vimiento obrero no fue ajeno a ello— con el sentido de la transformación del mundo del
pretensiones de universalidad. La fem iniza trabajo en modo alguno se agota en su dimen
ción ha puesto en evidencia dos aspectos rela sión consumista: por mucho que cuente en la
tivos a esta forma de definirlo: a) que siempre actualidad dicho aspecto, su rasgo más carac
que quien lo realiza tenga familia —y ésa es la terístico es, antes que nada, el de su fragmen
norma—, este trabajo “público” sólo puede tación social. En la actualidad el mundo del
mantenerse porque hay quien se ocupa del trabajo son muchos mundos, todos distintos
“trabajo” de su reproducción en el espacio y, cada vez más, ^desiguales: el trabajo es, a la
“privado”, y b) que esta división de “trabajos” vez, lo uno y lo otro. En el orden social de las
se apoya en una asignación sexuada de los sociedades llamadas primitivas el “trabajo” no
mismos: al varón el “trabajo público”, a la existía; en el de las sociedades modernas, por
m ujer el “privado”. Cuando la m ujer se in obra primero de la revolución liberal, que es
corpora masivamente al mercado de trabajo y su inventor, y luego del movimiento obrero, se
reivindica hacerlo en las mismas condiciones convierte, en tanto que actividad productiva
que los hombres, está poniendo en marcha —y asalariada, en una de las paredes maestras de
ésta es la segunda dimensión que resaltamos- todo el edificio; en el momento actual se ha
una redefinición del trabajo/empleo, de los producido una fragmentación social tal en su
“cuidados del hogar” —que ahora son también significado y en su valoración que lo único evi
“trabajo”—, y de las relaciones entre aquél y dente es precisamente su polisemia.
éstos, una redefinición que nace del cuestio-
namiento radical de las relaciones tradi
cionales entre los sexos y apuesta por un Bibliografía
orden sexual estrictamente igualitario (Lau-
fer, Marry y Maruani, 2005). ALONSO, L. E. (2001): Trabajo y posmodernidad:
D e la identidad p or el trabajo a las identida el empleo débil. Madrid: Fundamentos.
des complejas. Uno de los componentes funda BAUMAN, Z. (2000): Trabajo, consumo y nuevos
mentales del orden social de la sociedad pobres. Barcelona: Gedisa.
salarial es el de la centralidad de la identidad BILBAO, Andrés (1993): Obreros y ciudadanos. La
social por el trabajo: el trabajo profesional desestructuración de la clase obrera. Madrid:
-co n sus regulaciones y protecciones sociales— Trotta.
es la forma en que se integra a hombres y mu C A ST EL, Robert (1997): Las metamorfosis de la
jeres en la sociedad. No hace falta llegar a una cuestión social. Una crónica del salariado. Barce
concepción *posm oderna de las sociedades lona: Paidós.
actuales —según la cual, con la desaparición de CASTILLO , Juan José (1999): E l trabajo del fu tu
todo “*centro sim bólico”, sólo son posibles ro. Madrid: Edit. Complutense.
identidades sociales hechas de retazos- para CHAM OUX, M. N. (1998): “Sens et place du tra-
sostener que esa identidad social por el traba vail dans les sociétés”, en J. Kergoat, J. Boutet,
jo ha dejado de ocupar, en posición única, el H. Jacot etal. (dirs.), L e monde du travail. París:
lugar preeminente que tenía. En particular, es La Découverte, 15-23.
consistente la caracterización que hace Bau- L A U FE R , J.; MARRY C., MARUANI, M.
man de las sociedades actuales como socieda (2005): E l trabajo del género. Las ciencias sociales
des de consumo y de la principal identidad de ante el reto de las diferencias de sexo. Alzira:
los individuos como consumidores. “En la Germania.
etapa industrial de la modernidad había un M IGUÉLEZ, F. (2002): “¿Por qué empeora el em
hecho incuestionable: antes que cualquier co pleo?”. Sistema, 168-169: 37-52.
Traducción 350
O FFE, C. (1994): La sociedad del trabajo. Problemas tre *saberes, comunidades, prácticas sociales,
estructurales y perspectivas de futuro. Madrid: agentes, imaginarios, lenguas...; es decir, le
Alianza Edit. jos de ser un “asunto de sinónimos, sintaxis y
POLANYI, K. (1989 [1944]): La Gran Transforma color local” (Mohanty, 2002: 192) que opera
ción. Madrid: Ediciones La Piqueta. en una concepción de la cultura igualmente
PRIETO, Carlos (2000): “Trabajo y orden social: sintáctica y de idioma bien cerrado, la traduc
de la nada a la sociedad de empleo (y su cri- ción es un procedimiento de inteligibilidad,
sis)". Política y Sociedad, 34: 19-32. un asunto de relación social, luego de C om u
— (2003): “Teoría social del trabajo”, en S. Giner, nicación y significación.
Teoría social moderna. Barcelona: Ariel, 401- La traducibilidad, como propiedad fun
430. damental de los sistemas semióticos, ha sido
un ámbito trabajado desde antiguo en una
Carlos Prieto
tradición semiótica que entiende que los pro
cesos culturales son procesos comunicativos,
Véanse además Acciones afirmativas, Apar
caracterizados por implicar procesos de signi
theid, Centro-periferia, Ciudadano, C O L O
ficación (Eco, 1995: 24), y que la significación
NIALISMO Y A\T^COLONIALISMO,
Comunidad transnacional, CONSUMÍ ) es un hacer parafrásico que afecta a la pro
ducción, y al reconocimiento del sentido
GUI;rURAL, G U I T U R A . I)crccho de injc-
(Greimás y Courtés, 1990:374,298). Desde es
renda, DESARROLLO, DIFERENCIA Y
ta perspectiva, toda comunicación es o supone
DESIGUALDAD, Diferencias sociales y di
traducción ya que “la significación es primor
ferencias culturales. Discriminación positiva,
dialmente una operación de traducción antes
DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSION SO
que su resultado” (opus cit., 1990: 414). Esta
CIAL, ELI I ES, Elites cosmopolitas, Esclavi
orientación abre un camino analítico que im
tud, Espacio red, ESPACIO-TIEMPO, ES
pide ver en la traducción una mera operación
TADO-NACIÓN, E S T E R E O T I P O S Y
de equivalencias, pues las ideas de proceso y
ESENCIALIZACIÓN, E XPLO TACIÓ N
acción que implica obligan a pensarla como
SOCIAL, Extranjero, FRONTERA, GEO-
actividad semiótica de interpretación y pro
BAEIZ ACIÓN,
✓ ID E N T ID A D , INTE-
ducción siempre en movimiento. Si conside
GRACION. Integración educativa, Mcgaló-
ramos con Peirce que el sentido de un signo
polis, MIGRACIONES, Migraciones. Redes
no está dado por su objeto, sino por su inter
sociales, Migraciones. Teoría macro. Migra
pretante —que es “otro signo que traduce el
ciones y economía, MINORÍAS, MOVILI-
primer signo” (C.P. 4127, Peirce, 1987)—,
DAD, Modernidad, Nacionalismo, Naturali
el concepto de mediación implicado en la se-
zación, Nomadismo v turismo, NUEVOS
miosis impele de igual modo a observar la tra
M O VIMI EN T O S SC)C IAI TAS, Piuralis m<,
ducción como proceso. La actividad y no el
sincrónico, POSMODERNIDAI), Racismo
resultado, instrumento a construir y negociar
y neorracismo, Relaciones y procesos infor
en los procesos de encuentro y conversación,
males económicos, Relaciones y procesos in
supone entonces un lugar tercero en la rela
formales políticos, Revolución técnico-comu
ción intercultural, la oportunidad de encon
nicativa. SABER Y SABERES, Segregación,
trarse en medio.
Viajes y sistemas de movilidad, Xenofobia y
Como actividad de mediación (Latour,
xenofilia.
2001: 370), se refiere al “trabajo mediante el
que los actores modifican, desplazan y trasla
Traducción dan sus distintos y contrapuestos intereses”.
Traducir no es, por tanto, el paso de algo a al
La traducción es un trabajo de imagina go —palabra, regla, comportamiento.. . - ni la
ción epistemológica y de imaginación demo expresión de una relación de oposición, sino
crática (Sousa, 2005: 186) presente en las “desplazamiento, deriva, invención o media
reflexiones y preocupaciones de todas aque ción: la creación de un lazo que no existía con
llas perspectivas, movimientos y prácticas que anterioridad y que en cierta medida modifica
se plantean el objetivo de construir nuevas y los dos iniciales” (opus cit., 2001: 214).
plurales formas de emancipación social. Por Estas ideas de transformación, performa-
ello es a la vez una categoría analítica y una tividad e imaginación enfrentan ciertos pre
decisión estratégica de importantes conse juicios que reducen la traducción a prácti
cuencias materiales y políticas. Atañe no sólo ca de equivalencias. De igual manera, este
a la ^relación entre culturas, sino también en concepto expresa una ambivalencia que es
351 Traducción
preciso reflejar: por un lado, su tradicional preciso hacer un esfuerzo por pensar nuestras
consideración como dispositivo para la asimi evidencias suspendiendo la familiaridad. De
lación y, por otro, su consideración de activi este modo traducir no es cuestionamiento del
dad emancipadora. otro desde la certidumbre y las certezas sino
Es preciso reconocer que la traducción ha interrogación de nosotros mismos. Este extra
servido y sirve como instrumento de homolo ñamiento obliga a cuestionarnos nuestra
gación y asimilación, que la convierte en identidad interlocutiva y a asumir que, vistas
práctica de dominación al imponer unos desde fu era , las culturas tienen versiones que
marcos de conmensurabilidad que anulan la conviven no sin conflicto. *D esterritoriali-
posibilidad de pensar otras articulaciones zarnos además permite reparar en la asime
culturales no hegemónicas. Esta operación, tría de la relación comunicativa; quienes
que se encuentra en la base del universalismo, intervienen tienen diferentes lenguajes, inte
hace necesario reparar en los procesos de ho- reses, modos y objetivos y suponen una iden
mogenización y jerarquización para ver có tidad social igualmente frágil y artefactual.
mo operan en tanto fuerzas que intervienen Como argumento, la igualdad ha sido utiliza
en los procesos de traducción. Pero esta refle da como medio práctico de dominación al
xión no debería concluir siempre en la impo permitir controlar, repertoriar y sancionar las
sibilidad de la traducción y su negación como asimetrías. Una cosa es sostener que los senti
instrumento de intervención intercultural, dos se gestan en el diálogo social, que su con
del mismo modo que tampoco puede igno figuración es intersubjetiva, y otra, bien dis
rarse para hacer de la traducción una solución tinta, que el carácter social de las formas de
mágica. pensamiento, expresión y representación que
Podem os consid erarla entonces desde ponemos en juego en la traducción sea la ex
una serie de oposiciones fundamentales presión de un consenso forjado en el diálogo
que el térm ino expresa simultáneamente entre iguales. Este consenso, que nos sitúa en
y que han orientado las discusiones: re la pregunta de qué y cómo traducir, versa
sultado-proceso; inefabilidad-accesibilidad; sobre lo que es innegociable e indiscutible,
confinam iento-extrañam iento; asimilación- aquello que bajo ningún concepto puede ser
heteroglosia; prevención-confianza; certi entregado al ejercicio imaginativo y transfor
dumbre-sorpresa; estabilidad-variaciones; mador de la traducción, al otro.
correspond encia-transform ación; equiva Todas las culturas consideran que ciertos
lencia-transposición; transferencia-despla “logros” o ciertas “heridas” no son discutibles
zam ientos; consenso-disenso; arm onía- ni pueden ser expuestos al peligro de la discu
contraposición; simetría-jerarquización; diá sión, que hay cosas que no son negociables por
logo-conversación. los implicados. Es preciso decir que todas las
Si la traducción es, en nuestra propuesta, cosas pueden ser negociables si consiguen ser
una conversación siempre en proceso en la traducidas en los términos adecuados, es de
que no pueden presuponerse las com uni cir, satisfactorios para todos, que hagan de la
dades que hablan, los contenidos del inter traducción una negociación y no una renun
cambio y la manera en que se lleva a cabo, cia. Con Sousa Santos (2005: 182) diremos que
pensamos que las preguntas ¿quiénes?, ¿so lo que es intraducibie es una decisión que for
bre qué?, ¿cómo? son las que permiten orga ma parte del proceso mismo de traducción y
nizar y abordar de forma conjunta las pautas se va modificando conforme éste se va desen
descriptivas anteriores. volviendo. Se trata de identificar lo que nos
Respecto a quiénes son los implicados en une y lo que nos separa en una búsqueda que
la traducción, es necesario descartar una hu no está dada de antemano y que es doble, en el
manidad como grupo transcultural homogé interior del nosotros y con los otros, ya que
neo con experiencias similares que la buena el acuerdo sobre qué versión de la propia cultu
voluntad común y la racionalidad del diálogo ra hay que traducir es algo que también debe
social salvaguardan. Es preferible seguir la dirimirse en el diálogo intercultural. Es nece
recomendación de Deleuze (2000: 102) y ser sario señalar que el problema de la in efa b i
extranjero en nuestra propia lengua, ejercer el lidad atraviesa estas decisiones, dada la
extrañamiento como disposición ética y tácti potencia del mito liberal que diseña un sujeto
ca que implica a todos los implicados en la cuya singularidad y la particularidad de sus
conversación, porque (Fabbri, 2001: 309) uno pensamientos no son expresables ni intercam
comienza a comprender muchas cosas cuan biables, y que sostiene la indecibilidad y la im
do comienza a explicarlas a otros y para ello es posibilidad de traducir en términos comunes
Transculturación 352
que el otro comprenda. Esto no niega la difi sociolingüísticas y desigualdad, Esfera me
cultad de traducir lo que apenas se deja entre diática, EXPLOTACION SOCI AL, Global
ver, presuponer, intuir y que exige un y local, Global ización v antiglobal ización,
esfuerzo de sutileza e imaginación en el que ID ENTIDA D, INTEGRACIÓN, Integra
no basta con apelar a un fundamento ético o ción educativa, Interculturalidad, SABER Y
político; es necesario argumentarlo. SABERES, Sociedad de la información v del
Abandonada la creencia en una racionali conocimiento, Sujeto intercultural.
dad trascendental, que proporciona criterios
de validez de carácter universal que permi
tan establecer el procedimiento correcto de Transculturación
acuerdo a ciertos principios de inteligibilidad,
traducir es un trabajo fundamentalmente ar En su formulación literal, el concepto de
gumentativo. Es una argumentación que, transculturación fue propuesto por Fernando
frente al consensualismo, Santos (2005: 184) Ortiz (1983) para referirse, dentro del contex
considera una hermenéutica diatópica -rea li to del Caribe y de la *cultura cubana, a las for
zada desde las tópicas de dos culturas—, en maciones culturales que, aun ^proviniendo
una concepción de la argumentación como de fuera, son asumidas, recreadas, reactivadas
modo de interacción, en el que el acuerdo no y reinventadas en su lugar de destino. Esta
es punto de partida sino resultado. La conver asunción y recreación de los elementos exóge-
sación deja de ser entonces una presuposición nos hace, según Ortiz, que la transculturación
para ser un ejercicio efectivo y constante, en el se diferencie de la *aculturación, en la que, en
que lo que una cultura entiende como sus to- su sentido más admitido, la relación es más
p o i es precisamente aquello que debe ser ex bien de donación y aceptación consciente o in
puesto al conflicto provechoso de la conscientemente pasiva de algunos elementos
conversación abandonando su evidencia y de las culturas dominantes en detrimento de
naturalidad. Este es un trabajo exigente, con los equivalentes de las receptoras. Precisa
flictivo e incierto que exige la confianza como mente el ^sincretismo propio de determina
esfuerzo ético estratégico. das formas religiosas, bien extendidas en
Cuba, en las que se recrean tradiciones cris
tianas y africanas, es un buen ejemplo de
Bibliografía transculturación. Como suele suceder con los
términos que incluyen en su composición el
D ELEU ZE, G.; GUATTARI, F. (2000): Mil mese- vocablo “cultura”, su significado profundo
tas. Valencia: Pre-textos. depende en buena medida de la forma en que
ECO, U. (1995): Tratado de semiótica general. Bar se entienda la cultura. En unos casos, el con
celona: Lumen. cepto de transculturación se podrá concebir
FABBRI, P. (2001): Tácticas de los signos. Barcelo como una modalidad del contacto cultural,
na: Gedisa. según lo entendía inicialmente Ortiz, o un fe
GREIMÁS, A. J.; COURTÉS, J. ( 1990): Dicciona nómeno tan general que se puede extender,
rio de semiótica. Madrid: Gredos. sin lim itación alguna, a lo que sucede en la
LATOUR, B. (2001): La esperanza de Pandora. form ación de todos los procesos culturales.
Barcelona: Gedisa. Todas las culturas se configuran, en efecto, a
MOHANTY, Ch. T. (2002): “Genealogías, lega través de mezclas que se fo calizan espacial
dos, movimientos”, en VV. AA., Otras in mente y se transmiten de generación en gene
apropiables. Madrid: Traficantes de sueños, ración. Aunque al comentar el pensamiento
137-184. de Boas sobre el tema se ha insistido más en
PEIRCE, C. S. (1987): La logicosemiótica. Madrid: su propuesta particularista frente a las con
Taurus. cepciones evolucionistas, el contenido de la
SOUSA SANTOS, B. (2005): E l milenio huérfano , noción de transculturación forma parte im
Madrid: Akal. portante de sus reflexiones sobre la cultura.
Para Boas, las “transculturaciones” son el
María José Sánchez Leyva
contrapunto necesario de la existencia de las
culturas particulares: la reinterpretación y la
Véanse además Acciones afirmativas. Cauda- in teg ración creativa de los elementos prove
daño, COMUNICACIÓN, Criollización, nientes de otras culturas, de distintos présta
CULTURA, Desterritorialización, D I F E mos culturales, son una condición necesaria
RENCIA Y DESIGUALDAD, Diferencias para que las culturas funcionen de forma más
353 Transculturación
o menos coherente. El tema ha sido tratado de uno pueda tener sobre este tipo de fenóm e
muchas maneras en la historia de la antropo nos, nadie puede negar los hechos y no ten
logía y aún se sigue discutiendo sobre el signi dría ningún sentido recurrir al valor de las
ficado de lo que García Canclini (1989) llama tradiciones propias para rechazarlos. La
culturas híbridas. transculturación es uno de los procesos cons
Sin embargo, si ponemos más énfasis en titutivos de los fenómenos culturales.
las dimensiones culturales del com porta
miento humano que en la existencia de cultu
ras consistentes y delimitadas, el tema de la Bibliografía
transculturación, aunque puede ser relevante
desde el punto de vista histórico, posiblemen BORJA, Jordi; CASTELLS, Manuel (2000): Local
te lo es menos desde una perspectiva compor- y global; la gestión de las ciudades en la era de la
tamental, ya que el origen y la forma de información. Madrid: Taurus.
introducción de los rasgos culturales no tie GARCÍA C A N CLIN I, Néstor (1989): Culturas
nen por qué ser una característica determ i híbridas estrategias para entrar y salir de la mo
nante del significado de las conductas de los dernidad. México: Grijalbo.
sujetos sociales. Sólo una visión romántica de HANNERZ, Ulf (1998): Conexiones transnaciona
la cultura, en la que se preferencia lo autóctono les: cultura, gente, lugares. Madrid: Cátedra.
y se etnifican los rasgos culturales, puede en HARVEY, Penélope (1996): Hybrids o f modernity,
contrar sentido en la disección de las mezclas. Anthropology, the nation State and universal ex
Esta consideración tiene más sentido en el hibition. London: Routledge.
mundo moderno, en el que la influencia de ORTIZ, Fernando (1983 [1940]): Contrapunteo cu
los potentes medios de comunicación actúa bano del tabaco y el azúcar. La Habana: Edito
como vehículo de constantes transculturacio- rial de Ciencias Sociales de Cuba.
nes (Borja y Castells, 2000). Cualquiera es li
José Luis García García
bre de imitar, con fines pragmáticos, lúdicos o
lucrativos, secuencias culturales importadas.
El éxito o el rechazo de estas iniciativas de Véanse además Aculturación, Criollización,
penderá de mil circunstancias, no todas ellas CULTURA, Fronteras políticas y religiosas,
especialmente transcendentes: la extensión HIBRIDACIÓN, Información, I N T E
reciente del Halloween a algunos países occi GRACIÓN, MIGRACIONES, M U L T I
dentales es buen ejemplo de ello. Más allá de CULTURALISMO, Sujeto intercultural,
las valoraciones sociales y políticas que cada TERRITORIOS.
V
Viajes y sistemas zones de copresencia y proximidad, es decir,
por la necesidad que tenemos los seres huma
nos de estar físicamente próximos unos a
de movilidad otros, ya sea por razones laborales, familiares
Ciertas tecnologías de ^movimiento o sis o de ocio o para encontrarnos con determ i
temas de movilidad conectan, literal y vir nados paisajes o modos de vida. Este tipo
tualmente, a muchas personas en diferentes de viaje implica determinados momentos de
partes del mundo (Urry, 2000). Estas conexio proximidad física, donde ésta es vista como
nes tienen en los viajes un punto de articula algo obligado, deseable, apropiado o inevita
ción interesante. Ya sean viajes de placer u ble (opus cit., 2006) y tiene lugar a través del
ocio, de negocios, cargados de simbolismo, a uso de diferentes medios de transporte.
través del tiempo o imposibles, lo cierto es que En segundo lugar, está el movimiento físico
viajar, tanto para los que lo hacen como para de objetos en la cadena de productores, distri
los que no, resulta un aspecto constitutivo de buidores y consumidores, o el viaje de aque
las estructuras de la vida social contem llos demandado por la actual situación de
poránea. mercado. En virtud de ésta, los objetos circu
Los viajes, si bien involucran el movi lan y son transportados a través de largas
miento o desplazamiento de personas y/ o co distancias para poder ser consumidos e inter
sas a través del espacio y del tiempo, no son, cambiados en restaurantes, supermercados,
sin embargo, homogéneos ni en sus implica plazas comerciales, mercados, etc.
ciones sociales, ni espacio temporales, ni tam En tercer lugar, está el viaje im aginativo
poco en los sistemas de movimiento que los que, a través de memorias, textos, imágenes,
habilitan o en las movilidades que encarnan. la televisión o el cine, nos transporta a otros
Desde el paradigm a de la movilidad, y siguien *lugares reales o imaginados (Baerenholdt et
do los postulados de Z. Bauman (2004), se in al., 2004). Este es un viaje que normalmente
vita como propuesta central pensar en cinco implica el movimiento a través del tiempo,
clases de movilidades distintas (Larsen, Urry bien hacia el futuro, a partir de narrativas e
y Axhausen, 2006), producto de diferentes imágenes, bien hacia el pasado, mediante el
tipos de viajes. Estos, estudiados en sus recuerdo y la memoria (opus cit., 2004). El via
relaciones, permiten comprender no sólo la je imaginativo es una forma de movilidad
naturaleza móvil del mundo moderno, sino que no necesita, y que muchas veces es susti-
también muchas de sus nuevas preocupacio tutiva, del uso real de medios de transporte y,
nes y riesgos. por ende, del movimiento real y corporal.
En primer lugar, hay que señalar el viaje En cuarto lugar, debemos señalar el lla
físico de las personas por motivos de ^trabajo, mado propiamente viaje virtual, que hace
de ocio, familiares, de ^migración, escapada o referencia al tipo de movilidad que se da
deseo. Este tipo de viaje está motivado por ra generalmente en tiempo real en Internet; un
Viajes y sistemas de movilidad 356
tipo de movimiento que trasciende ^fronteras naturaleza deviene dramática y sistèm ica
geográficas y también d ista n cia s sociales, mente movilizada en el siglo XIX europeo. En
constituyendo la razón de ser de figuras como 1854, Thom as Cook proclamó como lema
los *nómadas digitales (Makimoto y Manners, del periodo: “Perm anecer inmóvil en estos
1997). tiempos de cambio, cuando todo el mundo es
En quinto y último lugar, es fundamental tá en movimiento, sería un crimen. Un hurra
resaltar el viaje comunicativo o aquel que tiene por el viaje —el barato, barato viaje—” (citado
lugar entre personas a través del intercambio en Brendon, 1991: 65, y en Urry, 2000: 57).
de ^mensajes: cartas, postales, telegramas, fa El s. XX verá un increm ento notorio de
xes, mensajes de telefonía móvil, videoconfe otras tecnologías de movilidad; por ejemplo, el
rencias, etc. Este tipo de viaje comunicativo coche, los sistemas nacionales de telefonía,
establecido, a través del movimiento de i n el poder del aire, los trenes de alta velocidad,
formaciones en tiempo real, es muchas veces los modernos sistemas urbanos, los ordenado
precedente del movimiento real o desplaza res en red, etc. Del mismo modo, según nos
miento físico de las personas en el espacio. adentramos en el s. XX I, estos sistemas de
Todas las movilidades apuntadas son en sí movilidad están desarrollándose con nuevas
mismas una intersección de muchas otras que características. En primer lugar, estos sis
presuponen y como cualquier tipo de viaje o temas se hacen cada vez más complejos, se
desplazamiento —físico, virtual o imaginado— componen de muchos elementos y se basan en
constituyen “sistemas”. Estos sistemas hacen toda una urdimbre de arcanas formas exper
posible el movimiento: posibilitan “#espacios tas. Las movilidades siempre han supuesto
de anticipación” en los que el viaje puede rea sistemas expertos, pero éstos son ahora mu
lizarse y a través de los cuales el mensaje se chísimo más específicos, incluso algunos
transmitirá y el paquete llegará a su destino. están basados en programas de carreras
Los sistemas permiten repeticiones relativa universitarias completas y el desarrollo de
mente a salvo de riesgos y, en cierto modo, compañías especializadas. En segundo lugar,
predecibles de estos movimientos. Los siste tales sistemas son cada vez más interdepen
mas habilitan la repetición e incluyen en el dientes entre sí, de tal modo que los viajes in
mundo contemporáneo la venta en red de en dividuales o elementos de comunicación
tradas para cualquier evento -tic fe tin g —, el concretos dependen de múltiples tecnologías
abastecimiento de petróleo, las direcciones, la que necesitan actuar e interconectarse eficaz
seguridad, los protocolos, los cambios de esta mente entre sí. En tercer lugar, desde los años
ción, los sitios de la red, los puertos o muelles, setenta en adelante los sistemas de movilidad
las transferencias de dinero, los tours turísti son cada vez más dependientes de ordenado
cos o paquetes de viajes, los códigos de barras, res y programas específicos. Respondiendo a
el control del tráfico aéreo, los puentes, los ho esta dependencia ha habido una generación
rarios, los dispositivos de dominación, los lu masiva de sistemas de programación específi
gares de almacenaje de los equipajes y otros cos que necesitan estar intercomunicados en
movimientos similares. tre sí para que determinadas movilidades
La historia de estos sistemas repetitivos es, puedan tener lugar. Y cuarto, estas tecnolo
en efecto, la de los procesos a través de los cua gías han devenido particularmente vulnerables
les el mundo natural se ha “domesticado” y a “incidentes norm ales”, que es casi seguro
convertido en un *lugar seguro, regulado que ocurran vez en vez, dada la naturaleza
y, en cierto modo, libre de riesgos. Para que la claramente inaccesible y móvil de muchos de
gente pueda moverse y, por ende, mover obje estos sistemas interdependientes.
tos, textos, agua, dinero, imágenes, es im Junto a la vulnerabilidad de los sistemas o
prescindible que esta naturaleza se haya tecnologías de movimiento que permiten di
domesticado. Algunos sistemas de movilidad ferentes tipos de viajes, los grupos sociales, in
preindustriales incluían caminar, montar a dividuos y d u ltu ras se sitúan también de
caballo o en palanquín, viajar en autobús, por modos muy distintos con respecto a los flujos
canales, en barco, etc. Sin embargo, muchos e interconexiones *globales, es decir, tienen
de los sistemas de movilidad, ahora significa accesibilidades d iferen ciales a la movilidad
tivos, datan de la Inglaterra y Francia de las de sí mismos o de mercancías, capital o sím
décadas de 1840 y 1850. Su d esarrollo inter bolos y al disfrute de la misma y de sus resul
dependiente moldea el mundo móvil *m o- tados. Este hecho concierne a la cuestión de
derno y conlleva un fantástico “dominio” del quienes se mueven o viajan y quienes no y, so
espacio físico —“revolución industrial”—. La bre todo, a la relación de poder respecto a la
357 Viajes y sistemas de movilidad
tuación que se genera a partir de los últimos en común y estrechamente relacionadas entre
decenios de la pasada centuria y sobre todo en sí. Por una parte, se encuentra la ya mencio
los recientes lustros. El siglo pasado alumbró nada exaltación de los medios violentos por sí
la violencia estatal sin tapujos, encarnada en mismos, al margen o a pesar de los fines que
sistemas políticos tan aparentemente *dife- con ellos pueda obtenerse o de las consecuen
rentes como los totalitarismos nazi y soviéti cias que de ellos se sigan. Dada esa pre
co. El fenómeno ^nacionalista se manifestó em inencia, cualquier praxis política tiende
también con caracteres muy diferentes de sus también a deslizarse —en términos sorelia-
iniciales expresiones románticas y decimonó nos—hacia la mera fu erza o la mera violencia.
nicas: como un rechazo de ^Estados consoli Por otra parte, las distintas formas de la
dados tras siglos de #desarrollo -E T A , IRA , violencia política coinciden también en ri-
movimiento corso y otros—, un fruto de la des tualizar de alguna forma sus variadas mani
integración de Estados relativamente recien festaciones —himnos, desfiles, humillaciones
tes —Yugoslavia, U R SS—o a consecuencia de pautadas, ceremonias, conmemoraciones, tu
la falta de consolidación del Estado en regio multos periódicos, videos de terroristas suici
nes sometidas largo tiempo a la ^colonización das o demostraciones de victoria frente al
—India, Sri Lanka y otros países del Sudeste terror, políticos civiles uniformados en esce
asiático—. En estos casos el papel de los ingre narios bélicos—. Ello va unido a una induda
dientes *étnico y/o religioso colorea o sirve de ble delectación, generalizada en nuestras
vehículo a la violencia política. Por otra parte, sociedades, por mostrar en imágenes a am
los fundamentalismos, de cualquier signo, plias audiencias el ejercicio mismo de la vio
asociados en muchos casos a actuaciones vio lencia inexplicada e inexplicable. El abanico es
lentas o terroristas, no se limitan a culturas o variado: videos o fotos para el recuerdo de eje
países específicos: el continuum fundamenta- cución de rehenes, atentados —Torres Gemelas,
lista abarca desde el yihadismo de países sub estación de Atocha—, humillaciones o torturas a
desarrollados a determinados fenómenos de presos —Abu Graib—o de palizas entre adoles
la pasada década en Estados Unidos —como centes —anunciadas y difundidas en Internet.
los que abocaron en la inmolación de la secta
davidiana en Waco o a la bomba de Oklaho-
Violencia estatal
ma—. Igualmente, tanto en el caso de la vio
lencia a cargo del Estado como contra él, tras En el ascenso e instalación del nazismo en
su desaparición o en su práctica irrelevancia, Alemania, la violencia no fue meramente un
alguna forma de terror —físico, psíquico o más instrumento, sino un objeto de culto ensalza
bien una mixtura de ambos—desempeña un do en los himnos de las formaciones juveniles
lugar central. Por último, el papel del terror hitlerianas. A partir de finales de los años
es aún más decisivo en la *globalización de la veinte, las calles de las principales ciudades
violencia política. Esto es patente tanto en el germanas se convirtieron a diario en esce
caso del llamado terrorismo internacional co narios de ese culto, practicado por los “ca
mo de su contrapartida, la guerra contra éste. misas pardas” contra socialistas, comunistas o
Todo ello nos permite establecer una tipolo cualquier otro enemigo. Las masivas y cons
gía tentativa que recoja al menos parte de esa tantes demostraciones de fuerza dieron resul
diversidad, ilustrada en cada caso con ejem tado y permitieron que Goebbels, bastantes
plos relevantes o cercanos. meses antes de la llegada al poder, escribiera
Los cuatro tipos de violencia política que en su diario: “Sólo hay que enseñar los dientes
se presentan suponen situaciones muy diver a los rojos y pasan por el aro.” Llegados los
sas entre sí y conllevan también objetivos o re nazis al gobierno, la violencia se convirtió en
sultados diferentes: anulación de la disidencia auténtico terrorismo de Estado. Los distintos
y transformación o exterminio del contrario o cuerpos armados del partido -S S , SA, Cascos
disidente; derrota final del Estado considera de Acero—tuvieron luz verde para actuar an
do opresor; mutación de las rivalidades coti te la pasividad obligada de las fuerzas policia
dianamente llevaderas en limpieza étnica, o les. El apaleamiento y asesinato de enemigos
en refriegas fanáticas y periódicas, y triunfo políticos se pudo realizar entonces con abso
definitivo del credo o ideal propio y amenaza luta impunidad. Por otra parte, la lucha con
do y aniquilación de los que sustentan el defi tra el crimen organizado derivó muchas veces
nido como enemigo —ya se categorice a éste en la identificación del enemigo con el crim i
como infiel o terrorista—. Sin embargo, esas va nal, concretamente con los judíos —a los que
riadas formas de violencia ofrecen dos notas los nazis responsabilizaban de la dirección de
Violencia política. Tipos 362
En suma, uno y otro planteamiento mues del segundo bando—no excluyó acuerdos en
tran posiblemente dos caras de la misma tre los enemigos para repartirse Bosnia-H er
moneda: el enraizamiento de la violencia en zegovina entre ellos sin contar con la mayoría
lo local y próximo —el baserria—, Pero los cam musulmana. Pero aparte de los episodios es
bios sociales, culturales y de todo tipo en el en trictamente bélicos, lo que se produjo en el te
torno estatal, europeo o mundial term inan rritorio bosnio fue una auténtica limpieza
modificándola. étnica. La autoridad política fue sustituida
por policías y milicias dedicadas a la corrup
ción, extorsión o robo y detenciones arbi
Violencia en Estados problemáticos
trarias, así como a conceder a los servios
Dos situaciones muy diferentes y de luga documentos de lealtad a la República. Veci
res muy distantes, pero con singulares coinci nos y compañeros de trabajo hasta ese m o
dencias, ilustran este apartado. La primera, mento se convirtieron en horas en agresores y
relativa a la antigua Yugoslavia, abocó a la víctimas. Todo ello en una cadena de homici
guerra abierta en determinados ^territorios o dios, torturas y violaciones que acarreó en
a la matanza, tortura y limpieza étnica en menos de un año decenas de miles de vícti
otros; la segunda, concerniente al Sureste mas. Aunque estas últimas pertenecían a las
asiático, supone la erupción periódica de vio tres comunidades, sin duda en la inmensa
lencia destructiva y ritualizada. mayoría de los casos el papel de agresores co
Al comenzar la desintegración de Yugos rrespondió a los servios y el de víctimas a los
lavia, a mediados de 1991, se pusieron pron musulmanes. La obsesión decimonónica de
to de manifiesto los antagonismos étnicos y los primeros por conseguir un Estado fuerte y
religiosos soterrados durante décadas. P ar grande, identificado con una nación étnica
ticularmente en zonas que históricamente ha mente pura compartida en gran parte por los
bían supuesto una encrucijada entre Oriente croatas, transformó el precario equilibrio an
y Occidente. Tal es el caso de Bosnia-H er- terio r en au tén tico ^genocidio. Los líd e
zegovina, que integraba tres comunidades res políticos servios —el antiguo comunista
principales, servios, croatas y musulmanes. Milosevic, con sus réplicas regionales: el
Los terceros, mayoritarios en zonas clave, no psicópata Karadzic y el sanguinario gene
se distinguían étnica ni lingüísticamente de ral A rk a n - emplearon la maquinaria pro
los primeros —ortodoxos—ni de los segundos pagandística para presentar a los *urbanitas
—católicos—, pero sí de los campesinos servios musulmanes, frente a la masa campesina ser
sobre todo, por su muy superior nivel de vida. via, como los poderosos frente a los desposeí
El equilibrio de las tres comunidades se man dos. Así el conflicto religioso y étnico, siempre
tuvo a lo largo de la historia gracias a un con implícito, explotó con la simplicidad de la pe
trol externo: primero, el imperio otomano ligrosa dicotomía de pobres contra ricos.
durante siglos y, luego, el austrohúngaro des Además, tratando de invertir la historia de la
de finales del s. XIX. Creada Yugoslavia tras la derrota servia frente a los turcos -id e n tifi
Primera Guerra Mundial, todo el estado y, en cados con los musulmanes bosnios—, se cele
particular, Bosnia-Herzegovina atravesaron braron en Kosovo conmemoraciones que
épocas de relativa armonía étnica y religiosa y suponían la humillación de los ahora venci
fases —concretamente de 1941 a 1945—de au dos setecientos años después de la victoria de
téntica guerra civil. El régimen comunista de sus supuestos antepasados.
Tito supuso el periodo de paz más prolonga El estallido de conflictos latentes, donde
do de la historia reciente, pero gracias a repri se transforman de la noche a la mañana veci
mir la expresión democrática de cualquier nos o compañeros en enemigos a muerte, ha
tipo de conflicto. Con todo, desde el punto de sido muy bien analizado por Tambiah (1996).
vista de muchos ortodoxos y católicos, los mu Se trata de un estudio sobre los disturbios ét
sulmanes se consideraban herejes peligrosos nicos y religiosos que sacuden de forma perió
y, una vez estallado el conflicto, fueron pre dica y con rasgos estandarizados desde hace
sentados como temibles fundamentalistas muchas décadas países como India o Sri Lan-
—tildados así, curiosamente, por quienes, cris ka. Desde, aproximadamente, mitad del si
tianos, sí eran y actuaron como tales. glo XX a la actualidad, se han sucedido en
Todos esos elementos estuvieron presen países como ésos tres grandes etapas. Una pri
tes en los acontecimientos de los primeros mera tiene lugar durante el proceso de desco
años noventa del siglo pasado. La guerra ser lonización: guerras de liberación donde las
vo-croata —los musulmanes formaron parte viejas identidades parecen diluirse en torno a
365 Violencia política. Tipos
ble del islam. Afganistán, sin duda, había sido Por últim o, hay que destacar la cadena
decisiva en tanto que, escribirá posteriormen de errores y desaciertos occidentales respec
te Zawahiri, “destruyó el mito de un super- to al surgimiento y desarrollo de Al Qaeda,
poder en las mentes de los jóvenes muyahi- patentes desde su gestación en A fganistán,
díes”. Precisamente ése sería el molde con el donde la política norteam ericana favoreció
se trató de desmitificar a la otra superpoten- el *flu jo de hom bres y capitales de países
cia, la americana. Sin embargo, esos facto árabes para luchar contra los ateos soviéti
res internacionales no pueden hacer olvidar cos. La infortunada cadena concluye, provi
aquel otro endógeno ya mencionado: el fraca soriam ente, en Ira k , donde la m arca más
so o aplastamiento de los movimientos reli que la realidad Al Qaeda entró en juego
giosos nacionales. A todo ello hay que añadir gracias a la guerra derivada de la invasión
la inesperada confluencia en el caldo de culti norteamericana.
vo afgano de corrientes tan disímiles e incluso La reacción frente al terrorismo desde co
contrapuestas como el salafismo-wahavismo mienzos del presente siglo ofrece, por otra
—ritualista y personalista de Bin Laden—y la parte, dos características importantes. La pri
corriente subversiva, derivada de los Herm a mera deriva de la larga etapa de la guerra f r í a :
nos Musulmanes, a la que pertenecía Zawahiri. el enemigo se conceptúa como entidad física,
Otro aspecto es el de los conflictos y dispa equiparable a un bloque o a un Estado, mez
ridades doctrinales y estratégicos en el seno clando así realidades virtuales —videos, pági
del yihadismo en general. Orígenes comunes nas web— o de difícil ubicación —brumosas
no han conducido a resultados uniformes. imágenes de parajes agrestes—con los medios
Antes al contrario, el mundo yihadista está que utiliza -te rro r—. Además, esa condición
repleto de luchas internas. De poner el foco en incorpórea o imprecisa del enemigo —“el te
los países musulmanes y sus gobiernos co rrorismo nos rodea” o “el terrorista vive entre
rruptos, el objetivo del terror es ahora Nueva nosotros”—sirve de justificación a los Estados
York, Madrid o Londres. Existe ya una fisura que se sienten amenazados bien para implan
de hondo calado que hace que una de las más tar medidas de seguridad que se traducen en
acerbas críticas que Al Qaeda ha recibido en limitaciones crecientes de los derechos de los
los últimos años proceda de la egipcia Yemá al ciudadanos a los que se pretende proteger o
Islamiya, el movimiento yihadista más im para emprender aventuras bélicas de resulta
portante del mundo árabe. do más que incierto, como medidas o guerras
En tercer lugar, uno de los errores más preventivas.
frecuentes es confundir Al Qaeda con una
organización piramidal. La realidad es ra
dicalmente diferente: a lo más, una constela Bibliografía
ción de individuos agrupados en torno a
liderazgos indiscutidos, que usan tecnologías APPLEBAUM, Anne (2004): Gulag. Historia
de hoy pero cuya solidaridad tiene raíces mile de los campos de concentración soviéticos. Barce
narias, como laasabiya tribal o grupal. Precisa lona: Debate.
mente en esa laxa estructura —tradicional y ARANZADI, Juan (1993): “Sangre simbólica e
persistente en el mundo árabe—estriba buena impostura antropológica”. Antropología: R e
parte de su éxito y la clave de su permanente vista de Pensamiento Antropológico y Estudios
inestabilidad. Salvo casos iniciales y aislados de Etnográficos, 6: 65-96.
planificación central —los atentados del 11/S — (2001): E l escudo de Arquíloco. Sobre mesías,
y algunos anteriores—, lo que impera son mártires y terroristas. Vol. 1. Sangre vasca. Ma
fracciones semiautónomas, inspiradas por Al drid: A. Machado Libros.
Qaeda más que guiadas por ella —Madrid, ARENDT, Hanna (2001): Eichmann en Jerusalén.
Londres, Bilbao—. Se da en los atentados terro Barcelona: Debolsillo.
ristas, además, una progresión propia de la era EVANS, Richard J. (2004): Thecom ingof the Third
de la globalización: frente al enemigo externo Reich. New York: The Penguin Press.
de los primeros, los más recientes muestran FLORI, Jean (2004): Guerra santa, yihad, cruzada.
una creciente integración del terrorista en la Violencia y religión en el cristianismo y en el is
sociedad a la que ataca -inmigrantes recientes lam. Granada: Universidad de Granada, Uni
en Madrid, nacidos ya en Londres y probable versidad de Valencia.
mente nativos de la India en el caso de Bom- GERGES, Fawaz A. (2005): Thefarenemy. Whyji-
bay—. La vieja distinción entre enemigo interno had went global. New York: Cambridge Uni-
y externo se diluye así progresivamente. versity Press.
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nia Press. V IO L E N C IA P O L ÍT IC A .
X
Xenofilia y xenofobia blamos de “brotes de xenofobia y *racismo”—,
al punto de que xenofilia ha quedado relega
Etim ológicam ente, xenofobia significa da al museo de los diccionarios. ¿De qué ex
odio al - o terror ante el—, ^extranjero, y xeno tranjeros hablamos? ¿A qué se debe el uso
filia, amistad por - o inclinación hacia—, el más habitual de un cultismo sobre el *otro?
extranjero. Este último es, por supuesto, En fin: ¿es que se odia más al foráneo de lo
nombrado por el lexema común, xeno —d e x e que se le quiere o acepta? Pero ¿a todos los ex
nos—. En su origen -griego: en Homero, por tranjeros por igual? Por mor de la completi-
ejem plo— xenos designaba una relación de tud, es de obligada mención aquí el uso que
reciprocidad, la de la obligada hospitalidad desde hace algunos lustros viene haciéndose
—con el preceptivo intercambio de dones-, y en manuales y publicaciones varias de la ex
así aludía tanto al huésped como al que hos presión híbrida “alterofobia” —puesto que las
peda. Tal relación de amistad — p h y lía— ex composiciones lingüísticamente más homo
cluía por ello mismo la posibilidad de la géneas de hetero- y homo- con -filia y -fobia
composición xen o-fobia. El sentido original ya estaban, por decirlo así, ocupadas con sig
de xenos se degradó progresivamente hacia el nificados precisos aunque no muy lejanos de
de extranjero y mercenario, con un valor cada los que aquí discutimos—. Tal expresión ven
vez más negativo, de modo que xenofilia casi dría a recoger, no sólo el contenido circuns
se convirtió en un contrasentido. Como ha se crito por xenofobia, sino también el más
ñalado M.-F. Baslez (1984: 18-19), tal “evo genérico de *rechazo del otro, donde este otro
lución semántica es significativa de la es cualquiera a quien se perciba —y *estigma-
mentalidad del griego, hecha a la vez de hos tice—como extraño, raro o amenazador. El
pitalidad y de desconfianza, que combina el caso de los gitanos no es único en el vasto ca
deseo de crear lazos y la afirmación de una di tálogo que cada país podría exhibir de sus ex
ferencia”. clusiones in. Y es que la extranjería, como
Nosotros hemos heredado el significado hemos de ver, no sólo es asunto de papeles o
de xenos como extranjero y, al dejar en sus *nacionalidad formal, sino ante todo de per
penso la carga negativa que llegó a tener para cepción y de las actitudes y prácticas corres
los griegos, podemos componer con ese tér pondientes.
mino los dos polos de la antítesis que nos Debemos, en general, distinguir dos
ocupa. Pero dejar en suspenso no significa aspectos en el extranjero/extraño: el de su
suprimir y, de hecho, si observamos la presen constitución formal -el ser o llegar a ser del otro—
cia del sustantivo griego en los medios de y el de las imágenes o valores asociados a ella
comunicación o en el habla cotidiana, recono —la representación del otro—. Lo primero sal
ceremos su asociación más frecuente con el le ta a la vista: tanto si existe un patrimonio cul
xema que lo carga negativamente —“yo no soy tural como si no, todo grupo social define sus
xenófobo”, decimos, o, más comúnmente, ha *fronteras fijando quiénes pertenecen a él y
Xenoñlia y xenofobia 370
quiénes no; la identidad —cultural, *étnica, Mundial y eficaces imitadores de las socieda
meramente grupal— es la conciencia de un des industriales vencedoras en el conflicto?,
nosotros excluyente, un nosotros que se opone ¿o del malinchismo en general, por retomar la
a los otros —los extranjeros o extraños precisa expresión de Todorov para referirse a toda
mente—. Ahora bien, que toda sociedad tenga actitud xenófila —como la de los “afrancesa
sus extranjeros no prejuzga nada sobre las ac dos” españoles—que percibe como superior a
titudes que quepa esperar en relación con la propia la cultura ajena contemplada —la ul
ellos. Soslayando la falacia naturalista —cole trapirenaica ilustrada en el caso—? De todo
gir del ser el deber ser— denunciada por - ello no cabe concluir la negación total —esto
el empirismo británico clásico, numerosos es, lógica: “vale lo contrario”- de la tesis del
antropólogos han tendido a dotar a dicha talante hostil universal, sino algo mucho más
relación de un carácter netamente defensivo- modesto: la constatación de que las actitudes
ofensivo: “un extranjero es un hombre-que- ante el extranjero se despliegan en un amplio
no-es-de-la-tribu, y un hom bre-que-no-es- abanico que va desde la xenofobia —y sus va
de-la-tribu es un enemigo en acto o en poten riantes—, en un extremo, a la xenofilia —con
cia” (Davie, 1931: 31). Y lo cierto es que no las suyas—, en el otro, pasando por la indife
faltan ejemplos etnográficos abonando la tesis rencia y la curiosidad. El mismo ejercicio de
de las relaciones intergrupales como una ins modestia —o de realismo, si se prefiere—de
tancia del principio general hobbesiano de la manda la consideración del otro polo, el de los
sociedad como guerra de todos contra todos: extranjeros: ni se les odia a todos por igual ni
el apache conminado desde su más tierna in por igual se les quiere o emula; raramente se
fancia a considerar a las otras gentes como vislumbra al otro como a un todo homogéneo
enemigos naturales; el dayak educado en la —ínter nos: el ejecutivo de origen escandinavo
obligatoriedad de matar al otro antes de que o japonés no suele recibir la misma atención y
pueda procrear, etc. A ello hay que añadir el consideración que el “sin papeles” magrebí o
rosario de representaciones de los otros como éste que el jeque árabe-. Es desde aquí desde
seres de aberrante naturaleza y conducta des donde podemos acercarnos con espíritu ver
ordenada: asociales, en suma. Tal concepción daderamente científico a los fenómenos de
del extraño como alguien a quien odiar -x e - xenofilia y xenofobia en la era de la *globali-
no-fobia—se ha visto reforzada en las últimas zación. Ello no impide atender a las explica
décadas por los aportes de etólogos y sociobió- ciones de carácter subjetivista —del tipo de la
logos que, mediante un giro de naturaliza “personalidad autoritaria” de Adorno y otros,
ción de lo social, han extrapolado al caso o las sugestivas reflexiones de penchant psico-
humano los rasgos animales del gregarismo y analítico de Kristeva sobre el odio al extran
del instinto -im p erativ o- territorial. De ese jero como odio a lo que se rechaza de sí
modo la tesis se ha visto beneficiada de un ha mismo—, que en buena medida marginan los
lo de respetabilidad científica que adorna, aspectos contextúales de dichos fenómenos,
explicándolos, a los propios informes etno pese a que la perspectiva socioantropológica
gráficos. exige mostrarlos inscritos en —o emergiendo
Ahora bien, la historia de las relaciones in de—un escenario definido.
tergrupales —la Historia, sin más—registra un Caracterizado el nuestro como una fase de
número nada despreciable de casos en los que hiperaceleración de los cambios internaciona
las mismas se han resuelto sin derramamien les de todo tipo —efecto de la revolución de las
to de sangre, y aun con provecho mutuo, lo tecnologías del transporte y de la C om unica
que exige, sin duda, una actitud o disposición ción-, así como de transformación de los pa
de apertura a las aportaciones del otro y, por trones de *emp!eo, un análisis serio de las
ende, una valoración positiva del extranjero. pautas de xenofilización/xenofobización de
Por otra parte, y a mayor abundancia, se co bería tomar en cuenta —sin afán de exhaus-
nocen no pocos casos de grupos tradicional tividad ni orden preciso— elementos clave
mente nada belicosos -la famosa lista de como los siguientes:
Marvin Harris dista mucho de ser exhaustiva: a) las dimensiones reales de lo que E n-
los isleños andamán del golfo de Bengala, los zensberger ha denominado la “gran *m i-
shoshoni de California y Nevada, los yahgan gración” o el tránsito de un tipo de flujo
de la Patagonia, los mission de California, los poblacional, que afectaba mayormente sólo a
semai de Malasia y, si es que los hubo, los tasa- las sociedades occidentales, a otro que preci
day de Filipinas—. En fin, ¿qué decir de los samente se caracteriza por la afluencia cada
japoneses vencidos en la Segunda Guerra vez mayor a las mismas de población prove
371 Xenofìlia y xenofobia
niente de sus antiguas colonias, junto con sus dén de lo propio o al menos de fascinación
modos de reubicación y dispersión, expectati por lo ajeno y pu ede actuar como justifica
vas y adaptación a entornos que —como los de ción de un mimetismo cultural y hasta de una
origen- no son homogéneos; acción política.
b) el papel desempeñado por los medios
de comunicación en la denuncia o el fomento
de las actitudes xenófobas; Bibliografía
c) los fenómenos —no nuevos, pero sí acaso
más intensos—de la *m ulticulturalidad y la ARDREY, Robert (1983): La evolución del hombre:
*interculturalidad; la hipótesis del cazador. Madrid: Alianza.
d) los procesos de redistribución del traba BALIBAR, Étienne; W A LLER ST EIN Imma
jo y los modos de asignación del mismo —el nuel (1991): Raza, nación y clase. Madrid:
fenómeno conocido como “etnificación de la IEPALA.
fuerza de trabajo”, por ejem plo— entre los BASLEZ, Marie-Françoise (1984): L'étranger dans
grupos tradicionales y los nuevos de las socie la Grèce Antique. Paris: Les Belles Lettres.
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e) las formas que adoptan en las mismas la ciétés primitives: son rôle et son évolution. Paris:
xenofobia —básicamente los modos de exclu Payot.
sión designados como marginación, *segre- DELGADO, Manuel (1998): Diversitat i integra
gación, discriminación, los nuevos rasgos que do. Lógica i dinámica de les identitats a Catalun
revisten al viejo racismo—y la xenofilia —des ya. Barcelona: Empúries.
de la piedad, la simpatía y la emulación hasta EN ZEN SBER G ER , Hans Magnus (1992): La
el primitivismo de base romántica o neorru- gran migración. Barcelona: Anagrama.
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ta y tercermundista, ¿altermundista?, y que genes de las culturas. Barcelona: Argos-Vergara.
plantea una suerte de evolucionismo a la in KRISTEVA, Julia (1988): Étrangers à nous-mêmes.
versa; Paris: Fayard.
f) la incidencia de normativas y proclamas TODOROV, Tzvetan (ed.) (1988): Cruce de cultu
políticas en orden a generar o alimentar opi ras y mestizaje cultural. Madrid: Júcar.
niones públicas potencialmente xenófobas. VALDÉS, Maria (1991): “Inmigración y racismo.
En otro lugar (Valdés, 1991: 37) propusi Aproximación conceptual desde la antropolo
mos sendas definiciones de xenofobia y xeno gía”. Revista de Treball Social, 123: 22-45.
filia que, levemente modificadas y sin ánimo
María Valdés
de sentar dogma, bien pueden servirnos para
cerrar estas reflexiones. La xenofobia —aver
sión a los extranjeros—implica una jerarquía Véanse además ALTERI DAD, CO M UNI
de los grupos en la que el propio ocupa la po CACIÓN, D IFEREN C IA Y D ESIG U A L
sición superior; consiste en una actitud —inte DAD, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U
riorizada y exteriorizada emocionalmente— SIÓN SOCIAL, Espacio de los flujos,
de defensa de los límites del mismo, exclu ESTIGMA, Etnicidad, Etnocentrismo y reía-
yendo lo que los sobrepasa, rechazándolo, tivismo cultural, Extranjero, FR O N TER A ,
aislándolo o aplastándolo, y actúa como justi G E N OC 11)10, G L O B ALI Z A C ION, G 1o -
ficación y exclusión —social, pero potencial balización y antiglobalización, ID E N T I
mente también p o lítica- de los otros. En DAD, INDIGENISMO, INTEGRACIÓN,
cambio, la xenofilia -simpatía por los extran Interculturalidad, MIGRACIONES, MI
jeros—im plica —aunque no siempre—una je NO R í A S, M U LTIC U LT U R ALI S M O, N a-
rarquía de los grupos en la que —si se presume cionalidad, Naturalización, NUEVOS MO
tal jerarquía—el propio puede ocupar una po V IM IEN TO S SOCIALES, Racismo y neo-
sición inferior, consiste en una actitud de des racismo, Segregación, TRABAJO.
Indice de temas citados
Adaptación y asimilación. Ver Aculturación, CIU- CIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL Elites eos-
DADANÍA, Ciudadano, COLONIALISMO mopolitas, Espacio de los flujos, Espacios loca
Y ANTICOLONIALISMO, DISCRIMINA les, G LO B A LIZ A C IÓ N , Globalización y
CIÓN Y EXCLUSIÓ N SOCIAL, ELITES, antiglobalización, Integración educativa, Inter-
Elites cosmopolitas, Esclavitud, Esfera mediá culturalidad, Espacio de los flujos, Migraciones.
tica, Etnicidad, Etnocentrismo y relativismo Redes sociales, MINORÍAS, MOVILIDAD,
cultural, EXPLOTACIÓN SOCIAL, Extran N UEV O S M O VIM IEN TO S SOCIALES,
jero, Global y local, INDIGENISMO, Infor- TRABAJO, Violencia política. Tipos.
mación, INTEGRACIÓN, Integración edu Aldea global. Ver ESPACIO-TIEM PO, Revolu
cativa, Integración religiosa, Megalópolis, ción técnico-comunicativa.
Migraciones. Redes sociales, MINORÍAS MO- A lianza y solidaridad. Ver C IU D A D A N ÍA ,
V IL ID A D , M U L T IC U L T U R A L IS M O , C O LO N IA LISM O Y A N T IC O L O N IA
Multilingüismo, Nacionalismo, Naturaliza LISM O , C om u n itarism o, C O N SU M O
ción, Nomadismo y turismo, NUEVOS MO C U LT U R A L, Derecho de injerencia, D E-
VIMIENTOS SOCIALES, PATRIMONIO, SARROLLO, DISCRIM INACIÓN Y E X
Pluralismo sincrónico, Plurinacionalidad, Re CLUSIÓN SOCIAL ELITES, Elites cosmo-
volución técnico-comunicativa, Segregación, politas, Espacio de los flujos, Espacio red,
Sociedad de la información y del conocimiento, Espacios locales, ESTADO-NACIÓN, ES
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M IN A C IÓ N Y E X C L U S IÓ N SO C IA L, tiglobalización, IDENTIDAD, Interculturali-
E tn icid ad , E X P L O T A C IÓ N S O C IA L , dad, MINORÍAS, Nacionalismo, Neocolonia-
Extranjero, IDENTIDAD, Integración edu lismo, N om adism o y turismo, N U EV O S
cativa, Migraciones. Redes sociales, Naturali MOVIMIENTOS SOCIALES, Plurinaciona-
zación, Plurinacionalidad, RELACIONES Y lidad, R E L A C IO N E S Y P R O C E S O S
PROCESOS INFORM ALES, Relaciones y INFORMALES, Relaciones y procesos infor
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Antiguo y Nuevo Régimen 374
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red, ESTADO-NACIÓN, Etnicidad, Extran no-lugar, MOVILIDAD, Multilocal, TERRI
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cionalismo, N U EV O S M O V IM IEN TO S mo, DIFERENCIA Y DESIGUALDAD, Di
SOCIALES, Pluralismo sincrónico, Plurina- ferencias sociales y diferencias culturales, Elites
cionalidad, Racismo y neorracismo, Relaciones cosmopolitas, Espacios locales, E X P L O T A
y procesos informales económicos, Relaciones y CIÓN SOCIAL, Megalópolis, MIGRACIO
procesos informales políticos, Segregación, NES, PATRIMONIO, TERRITORIOS, Vio
TRABAJO, VIOLENCIA POLÍTICA, Vio lencia política. Tipos.
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culturales, Diferencias sociolingüísticas y des- EXCLUSIÓN SOCIAL Espacio de los flujos,
igualdad, DISCRIMINACIÓN Y E X C L U Espacio red, GLO BALIZACIÓN , Integra
SIÓN SOCIAL, ESTEREOTIPOS Y ESEN ción religiosa, Megalópolis, PATRIMONIO,
CIALIZACIÓN, ESTIGMA, Etnicidad, Et- Relaciones y procesos informales económicos,
nocentrismo y relativismo cultural, Fronteras Segregación, Violencia política. Tipos.
simbólicas, GLOBALIZACIÓN, Globaliza- Espaciosfluidos. Ver Nomadismo y turismo.
ción y antiglobalización, IDENTIDAD, IN Especialización. Ver Elites cosmopolitas, EX PLO
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Espacio. Ver CIUDADANÍA, Ciudadano, CO pacios locales, ESTADO-NACIÓN, Etnici
LONIALISMO Y ANTICOLONIALISMO, dad, GLOBALIZACIÓN, Integración educa
Comunitarismo, CONSUMO C U LT U R A L tiva, MIGRACIONES, Migraciones. Redes
DESARROLLO, Elites cosmopolitas, Espacio sociales, MOVILIDAD, Nacionalidad, Noma
de los flujos, Espacio red, ESPACIO-TIEM dismo y turismo, Pluralismo sincrónico, T E
PO, Espacios locales, Extranjero, FR O N T E RRITORIOS, TRABAJO, Viajes y sistemas de
RA, Frontera geográfica y administrativa, movilidad, Violencia política. Tipos.
Fronteras económicas, Fronteras políticas y re Estado. Ver CIUDADANÍA, Comunidad trans
ligiosas, Fronteras simbólicas, Global y local, nacional, Comunitarismo, Espacio red, ESTA
Información, Integración educativa, Integra DO-NACIÓN, Extranjero, G LO BA LIZA -
ción religiosa, Megalópolis, Migraciones. Redes CIÓN, Globalización y antiglobalización, IN
sociales, Migraciones. Teoría macro, MOVILI TEGRACIÓN, Migraciones. Redes sociales,
DAD, Multilocal, Naturalización, Nomadis MINORÍAS, Nacionalidad, Naturalización,
mo y turismo, Pluralismo sincrónico, Plurina N U EV O S M O VIM IEN TO S SOCIALES,
cionalidad, Revolución técnico-comunicativa, Plurinacionalidad, Racismo y neorracismo,
Segregación, Sociedad de la información y del VIOLENCIA POLÍTICA, Violencia política.
conocimiento, TERRITORIOS, Viajes y siste Tipos.
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MO C U LT U R A L, D ER EC H O S H U M A Frontera geográfica y administrativa, Fronte
NOS, DESARROLLO, Diferencias naturales ras económicas, Fronteras políticas y religiosas,
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EXCLUSIÓN SOCIAL Espacio de los flujos, LIZACIÓN, Globalización y antiglobaliza-
ESTADO-NACIÓN, ESTER EO TIPO S Y ción, Homofobia y heterofobia, IN TEG R A
ESENCIALIZACIÓN, ESTIGMA, Etnici- CIÓN, Integración educativa, Integración reli
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Fronteras simbólicas, IDENTIDAD, IN T E ría m acro, M igraciones y racism o, M I
GRACIÓN, Integración educativa, Integra NORÍAS, MOVILIDAD, M ULTICULTU
ción religiosa, Interculturalidad, Megalópolis, RALISMO, Multiculturalismo en los estudios
MINORÍAS, M U LTICU LTU R A LISM O , culturales, Multilocal, Nacionalismo, Naturali
Nacionalidad, Naturalización, Pluralismo sin zación, Neocolonialismo, Nomadismo y turis
crónico, Plurinacionalidad, Racismo y neorra mo, N UEVOS M OVIM IENTOS SO CIA
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