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TRABAJO ENCARGADO
DIOS PATRIA
LEY
PUNO – PERU
2018
CAMILO BLAS
Su encuentro con Sabogal dio origen a una gran amistad y a una plena
identificación de propósitos. A sugerencia del pintor cajabambino, Camilo
ingresó al taller del maestro Daniel Hernández, Director de la Escuela de
Bellas Artes, para recibir alguna orientación necesaria. Luego en compañía de
Sabogal viajó al Cusco y en seguida a La Paz – Bolivia para pintar un mural.
De regreso en el Cuzco, Camilo se quedó allí por dos años pintando muchos
cuadros y realizando una serie de notables dibujos y xilografías que luego
formarán su primera exposición en Lima. Seguidamente se hechó a viajar por
distintas partes del país, tal como estaba convenido por el grupo indigenista.
En 1946 obtuvo el premio Nacional de Pintura “Ignacio Merino”.
Fue casado por la señorita Anita Silis con quien tubo cuatro hijas. Camilo Blas
Falleció el 26 de julio de 1985, en Lima
ESCUELA CUSQUEÑA DE PINTURA HISTORIA Y ARTE
La escuela cusqueña
La pintura de los siglos XVII y XVIII en el Cusco, adquieren la categoría de
Escuela, por las múltiples características formales e iconográficas, por su
amplia difusión territorial, y, por una continuidad en materia técnica y estética
de los talleres cusqueños, tanto de personalidades identificados como de
autores anónimos. En ella, se desarrollaron los más reelevantes resultados de
la convergencia de tradiciones occidentales y locales indígenas. Los estudios
en esta materia por connotados investigadores peruanos y extranjeros, han
dado luz a aspectos muy reveladores de esta importantísima parcela del arte
peruano colonial.
Antecedentes
La pintura cusqueña de los siglos XVII y XVIII tiene antecedentes en las obras
de Bernardo Bitti, cuyo sello pictórico se mantendrá tanto en pintores de
renombre como en los anónimos. El manierismo del pintor jesuita queda
expresado en una obra de la Catedral del Cusco, "La virgen del pajarito". Otro
pintor, discípulo del manierismo de Angelino Medoro, es Luis de Riaño. Éste,
al igual que su maestro ofrecen los primeros rasgos naturalistas que llevaran
más adelante al estilo propio de la escuela cusqueña, el barroco.
Fig. 2
Fig. 1
Fig. 4
Fig. 3
La otra personalidad artística es Basilio de Santa Cruz Pumacallao. Tiene varias
obras, entre ellas una serie sobre la "Vida de San Francisco Asís". Posee obras
en la Catedral de claro espíritu barroco y siguiendo las ideas contrarreformistas
(Wuffarden, 2004) con "La imposición de la casulla a san Idelfonso" y "El éxtasis
de San Felipe Nieri". Otras obras son "La Virgen de Belén" y "La Virgen de la
Almudena". "La Virgen de Belén" (Fig. 5), es una composición de diferentes
pasajes de la trayectoria de la imagen desde su llegada al virreinato hasta su
arribo al Cusco. La virgen posee una composición triangular, que es el eje de
una división tripartita, a su lado, como orante y donante, el Obispo Molliendo.
Nuevamente somos testigos, de una exaltación popular, una ambientación
idílica, aunque, en este caso los referentes son más concretos, indicativo de una
toma de conciencia de la población cusqueña y sus dirigentes, del surgimiento
de un fenómeno cultural y artístico novedoso y original.
Fig. 5
El conflicto gremial de 1688, entre los españoles frente a los indígenas por el
derecho de cargar el arco efímero, constituyó el inicio más creativo de la escuela
cusqueña. La importancia de los artistas nativos será cada vez mayor. Tenemos
ejemplos como Antonio Sinchi Roca, con la serie de evangelistas y profetas
sobre los pilares de la Catedral (Wuffarden, 2004). Otro maestro indígena, de
estas tendencias cada vez más autóctonas, fue Francisco Chihuantito con una
obra firmada: "La Virgen de Monserrat" (Fig. 6).
Fig. 6
Uno de los fenómenos más interesantes en el ambiente cusqueño es el
denominado Renacimiento Inca (Stastny, 1982), consecuencia, entre otros
factores, de la lectura de la obra "Los comentarios reales de los Incas" de
Garcilazo de la Vega y un espíritu nacionalista de reincorporación de elementos
incaicos (Rowe). Otros, prefieren ver en esto, las consecuencias de una casta
indígena colonial por el retorno a sus antiguos privilegios sociales ( O'Phelan,
2005). En cualquier caso, estamos ante un mecanismo ideológico de gran
importancia artística a fines del siglo XVII y para casi todo el siglo XVIII. Una de
las obras más significativas en este contexto es "La serie del Corpus Christi",
obra probablemente de uno de los seguidores de Basilio Santa Cruz que fue
realizada para la parroquia de Santa Ana cerca de 1680 (Fig. 7). "Es una imagen
ideal de la sociedad de su tiempo, un ambicioso programa iconográfico que
abarca retratos corporativos, panorámicas urbanas, alegorías religiosas y
argumentaciones políticas" (Wuffarden, 2004). Puede ser interpretado como la
sociedad cusqueña plenamente incorporada a la cristiandad y como triunfo del
proyecto religioso de la corona española (Dean) o como la resistencia cultural de
los indígenas descendientes del Incanato (Stastny).
Fig. 7
El aporte iconográfico de los jesuitas nos ha llegado con los cuadros del
"Matrimonio de Martin García de Loyola con la ñusta Beatriz" (Fig. 8). Las
relaciones entre la orden religiosa y los curacas incas coloniales quedan
manifestadas en esta pintura. "La violenta historia de la conquista se ve
transformaba en una ceremonia nupcial entre vencedores y vencidos"
(Wuffarden, 2004). El mestizaje cultural, como idea socializadora, queda
formulada en una estética pictórica, que modelará el pensamiento visual de
nuestro pasado hasta nuestros dias.
Fig. 8
Otras manifestaciones artísticas a fines del siglo XVII
Al mismo tiempo que la pintura, se desarrollan otros géneros artísticos más
relacionados con el pasado prehispánico y cuyas técnicas y temáticas se
proponen un ideario más localista generada por el Renacimiento Inca, como
ejemplo tenemos: queros, tapices y piedras de huamanga).
Por otro lado, la escultura, con imágenes de vírgenes y santos y la elaboración
de púlpitos y retablos, adquieren una coherencia barroca, que los programas
eclésiasticos y la habilidad de los indígenas supieron congeniar. En este sentido
destaca la figura, algunas veces tradicional de Juan Tomas Tayri Tupac, a quién
se le atribuyen "La Virgen de la Almudena " y la joya del tallado barroco cusqueño
"El púlpito de la Iglesia de San Blas" (Fig. 9).
Fig. 9
Fig. 10 Fig. 11
Fig. 12
Fig. 13
Fig. 14 Fig. 15
La Escuela Cusqueña era una tradición artística que se centró en Cusco en los
siglos XVII y XVIII, después de la conquista española en 1533. La Escuela
Cusqueña es considerada como el primer centro artístico organizado en el Nuevo
Mundo, pero al momento de la conquista ya existía en el imperio una significativa
actividad plástica que perduró hasta la colonia, lo demuestran en sus ceramios,
huacos, keros; así como también en las culturas pre incas, sus tejidos, murales,
etc. Es así que las primeras décadas del virreinato estuvo vinculado netamente
a la difusión de la fe católica, por lo tanto el arte se convirtió en un extraordinario
soporte didáctico para las explicaciones de los catequistas.
En 1575 llegó a la ciudad imperial el Padre jesuita Bernardo Bitti, quien dejaría
una profunda huella a lo largo de más de un siglo. Su enseñanza estuvo a la
base de la pintura colonial peruana, en particular de la cusqueña. Su arte tiene
una gracia y delicadeza peculiar, propios de una espíritu contemplativo, con un
marcado estilo centrado en la figura humana. Dejó varias obras en iglesias,
casas particulares y en las regiones que se hallaban bajo la influencia del Cusco
como Juli, su sucesor sería otro jesuita de gran mérito. Diego de la Puente. Otro
maestro italiano influyente fue Angelino de Medoro que no viajo fuera de Lima,
pero su gravitación se canalizó a través de sus discípulos entre los que destacó
Luis de Riaño. Su arte reúne todas las características del estilo, figuras
alargadas, escorzos acentuados, colores fríos y tornasoles. También Mateo
Pérez de Alessio va a marcar este comienzo del arte pictórico virreinal.
La adoración de los magos (1740) - La anunciación de la Virgen (1632 Luis de
Riaño)
Otro gran exponente de esta corriente artística fue BASILIO DE SANTA CRUZ
PUMACALLO (1661 – 1700), de origen Quechua, muy conocido por su apellido
Quechua: Pumacallo.
Su pintura se caracteriza por tener una composición dinámica, decorativa y de
grandes dimensiones. El estilo de Basilio de Santa Cruz es muy diferente al estilo
de Diego Quispe Tito. Algunas de sus principales obras artísticas fueron: El
Nacimiento de San Francisco y La Virgen de Belén.
Desde inicios del siglo XVIII la Escuela Cusqueña se convirtió en una de las
producciones emblemáticas del virreinato. Su fama llegó a extenderse desde el
norte del Perú hasta Buenos Aires y Santiago de Chile, lo que generó la creación
de grandes talleres, en los que a diferencia del periodo anterior marcado por la
fama de los principales maestros de la época, predomina el anonimato, al tiempo
que la pintura tiende a identificarse genéricamente como obra indígena.
Anímese a visitar las principales iglesias de a ciudad para apreciar las grandes
obras de la Escuela Cusqueña y por qué no, llevarse a casa una copia de estos
hermosos cuadros que podrá encontrar en los talleres de pintura a lo largo de la
Cuesta San Blas o la Plazoleta de San Blas, a unos pasos de Casa San Blas
Boutique.
Este artista y sacerdote jesuita introduce el estilo de pintura europeo del siglo
XVII, el Manierismo, dicha tendencia predominó en Italia desde el final del
Renacimiento del siglo XVI, hasta los comienzos del período Barroco en los
inicios del siglo XVII. El nombre de esta manifestación artística, introducida por
Miguel Ángel Buonarroti, (1475-1564), se caracteriza por el tratamiento
elegantemente alargado de las figuras, el brillo frío de sus colores y el hábil
manejo de los escorzos. La definición de este estilo se le debe al pintor, escultor
y escritor, Giorgio Vasari (1511-1574), él que acuñó el término Renacimiento
(rinascita), consciente del continuo renacer en las artes. Es también conocido
como el primer historiador del arte italiano; fue el iniciador de una enciclopedia
de biografías artísticas que continúa hasta hoy.
Diego Cusi Guamán, muralista y pintor indígena cusqueño; activo desde fines
del siglo XVI en Urcos y Chinchero. En los primeros años del siglo XVII realiza
su magnífica obra mural: El Bautismo de Jesús, que se encuentra en el
Baptisterio de la Iglesia de Urcos provincia de Quispicanchis-Cusco, fue
realizada entre 1603-1607, lleva su firma, ésta se encuentra impresa en una cinta
sujeta por un ave, se lee: “DON DºI CVSI GVAMN ME FE$T” (Cusi Guaman me
fecit). Este es el primer maestro indígena que firma de esta forma en una cinta
sujeta por un ave.
Juan Sinchi Roca Inga, indígena noble, activo entre 1691 y 1708. Hermano de
Antonio. Maestro, natural de la villa de Maras, Marquesado de Oropesa-Cusco;
su casa ostenta blasón en una portada esculpida en piedra. El Rey Felipe III
concedió, el 1 de marzo de 1614, el título de Marquesa de Santiago de Oropesa,
unido a la dignidad perpetua de Adelantada del Valle de Yupangui, a Doña María
de Loyola y Coya-Inca, Señora de Loyola y representante legítima de los
antiguos soberanos incas del Perú. Doña María de Loyola Coya-Inca, I Marquesa
de Santiago de Oropesa, I Adelantada del Valle de Yupangui y Señora de Loyola,
era pariente de San Ignacio de Loyola. Casó con Don Juan Enríquez de Borja,
nieto de San Francisco de Borja. En 1691 junto con Juan Inca Raurahua o
Rauraura se contrataron para hacer 4 docenas de lienzos en el plazo de 2
meses. En 1705 trabajó junto con el maestro indígena Felipe García para la
Iglesia de Yucay, Urubamba-Cusco, un lienzo de La Cena, colocado en la parte
interna del arco toral (arco principal) de dicha iglesia. En 1704 trabajó para la
misma diócesis un lienzo del Juicio Final.
Antonio Sinchi Roca Inga, es otro pintor indígena de alcurnia, así lo señala la
denominación, Inga. Nació en la misma casa que su hermano Juan, en la villa
de Maras, Marquesado de Oropesa, actual Quispicanchi-Cusco. Activo en el
Cusco en los siglos XVII y XVIII. En 1687 se contrató con Lázaro Quispe para
facturar unas pinturas. En 1698 contrató junto con Bernabé Nina Inga, un lienzo
de La Inmaculada. Entre 1699 y 1700, realizó varios cuadros para la Catedral del
Cusco, destacan entre ellos: Los Cuatro Evangelistas, la obra que representa al
Evangelista San Lucas está firmada: Antonio Sinche Roca Inga – pinto con Juan
Inca Raurahua.