Balada (Lautaro. 2017).

------------------------------------ Cuando el mundo se dispara ya no estamos. Y se me pasa la tarde

tirando piedras entre medianías, vacío botellas, desconfío de los coches, escribo en las paredes,
le pego a la pelota con las dos piernas, festejo goles.

Pienso que me duelen los libros sin leer, los que no escribo, los dos que escribiste con poemas
para mí y otros para muchos más, las cosas que no desvirgo, el penal de Maxi Lopez en la
Libertadores 2004, la tierra que se hunde, una cama destrozada por el medio, las puertas que
sólo abre ya para adentro, que nos encontramos solamente en la noche intrusa entre quien sabe
qué, en la cara B de mi patente, monopolizar la tristeza, apurar el último vaso pero no el último
beso en la mesa más perdida del mundo por no chocarte con las partes que me cuelgan.

No dejo de eyacular dentro de la vida, de tomarla de los pelos, de seguir la sequía impulsiva de
los ebrios, de escapar de los bombardeos de las ciudadestrampa.

Pero todo es una mentira absurda en el fondo. Pero todo es amor hooligan y líneas que no van
rectas. Todo es lo que yo no sé leer, todo aquello que nos licua.

Se me pasa la tarde. Y no vuelve hoy. Y mierda, porque sigo siendo joven y tengo que tirar del
carro.