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Materia:

Manejo Integrado de Plagas


Facilitador:
Dra. Ma. Teresa Valdés Perezgasga
Carrera:
Ingeniero Agrónomo
Nombre del alumno:
Oscar Eduardo Sánchez Santis
Introducción

La medición del tiempo o la duración de ciertos eventos, siempre ha sido de suma


importancia para el hombre a través de toda su historia por lo que ha desarrollado ciertos
sistemas para su medición, siendo uno de los más importantes los calendarios, que en su gran
mayoría son basados en los astros y que el hombre con forme a su conveniencia ha ido
modificándolos, ya sea por celebraciones o eventos religiosos, periodos que favorecen a la
agricultura, a la fertilidad, etc., para lograr una mayor exactitud en la medición del tiempo.

Algunos calendarios son más exactos que otros, tomando en cuenta a ciclos biológicos
y no a los astrológicos, como mayormente están basados todos, siendo de mucha importancia
pero no comúnmente conocidos.
El calendario lunar

Es muy probable que el calendario lunar se estableciera en la prehistoria, cuando los


hombres observaron el curso de la luna y registraron su regularidad. Luego, consiguieron ver
ese mismo ritmo en el comportamiento de la naturaleza y fijaron la periodicidad de las
estaciones.

Al principio nuestros antepasados se contentaban con recoger el grano y los frutos


silvestres, después aprendieron a cultivarlos, y por último, fueron capaces de programar las
labores del campo y comenzaron a medir el tiempo en “lunas”, que corresponderían más o
menos con los meses actuales. Mucho más tarde, considerando oportuno disponer de una
noción más precisa del tiempo, decidieron dividir cada “luna” en periodos más cortos, que
corresponderían aproximadamente con cada una de las fases (un cuarto de la luna por
semana).

La luna recorre su curso con un ligero retraso diario, por lo que no es posible establecer
una correspondiente exacta entre los días del mes y las fases lunares.

Esta es la razón por la que la semana santa se celebra cada año en una fecha diferente,
entre marzo y abril.

Aproximadamente cada 19 años las fases de la luna se producen en los mismos días
del calendario.

A pesar de la inexistencia de un calendario escrito (pero sí tallado en piedra) era habitual


el uso del calendario lunar en las culturas pre indoeuropeas con el fin de que nuestros
ancestros pudieran anticiparse a acontecimientos regulares como las mareas, las tareas
agrícolas, condiciones estacionales, el ciclo menstrual, la caza, etc.

Pasados 12 meses lunares, se contemplaba que se había completado un año. Pero


pasado el tiempo, debido a las cosechas y la agricultura, se tenía la necesidad de contemplar
también las estaciones, y por este motivo se crearon los calendarios lunisolares. Estos tipos
de calendarios formaban grupos de periodos climáticos con sus respectivos meses lunares.

En los entornos rurales todavía es habitual hacer referencia al ciclo lunar para
determinados trabajos.
Un calendario lunar está basado en el periodo sinódico de la luna que es, como hemos
dicho, de unos 29.5 días. En este calendario, cada mes comienza con la misma fase de la
luna, que, típicamente, es la luna nueva. Se suelen agrupar 12 meses lunares para dar lugar
a un año lunar de 254 días. Para conseguir la duración “promedio” del mes de 29.5 días se
suelen alternar meses de 29 y de 30 días. En este tipo de calendario, el año se va desfasando
con las estaciones unos 11.25 días cada año, de forma que este año corre más rápido que el
año solar a razón de, aproximadamente, un año más cada 32 años solares. Un ejemplo de
este tipo de calendario en la actualidad es el calendario musulmán.

Es muy conocido que el movimiento de translación de la tierra alrededor del sol provoca
que, en función de la estación, este astro recorra una órbita más alta o más baja respecto del
horizonte. De la misma forma, el movimiento de la luna alrededor de la tierra provoca que de
un día a otro la luna recorra una órbita más alta o más baja con respecto del horizonte. Por
tanto, si la luna se encuentra en una fase ascendente, la luna recorrerá cada día una órbita
más alta que la del día anterior y, por el contrario, cuando esté en una fase descendente cada
día recorrerá un camino más bajo que el del día anterior (no debemos confundirlo con las fases
creciente y decreciente de la luna que están ligadas al reflejo de la luz del sol en la superficie
lunar).

De modo que los calendarios lunares recomiendan que:

 Si la luna está en fase ascendente, la mayor actividad se concentra en la


parte aérea de la planta (tallos, hojas, etc.). Por tanto, es una buena época para sembrar
y plantar hortalizas de las que consumimos sus flores, frutos o semillas, recoger
verduras que se consuman en fresco, recoger semillas, cosechar aromáticas y plantas
medicinales, realizar injertos, talar árboles o cortar plantas para secar.
 Si la luna está en fase descendente, hay mayor actividad en la parte
subterránea de la planta (raíces), por lo que es una buena época para podar, para
sembrar y plantar hortalizas de las que consumimos sus hojas, raíces, tallos, tubérculos
o bulbos, para laborear el suelo y abonar o para airear o mover el compost y el estiércol.

Calendario juliano
Ya desde la antigüedad clásica se formularon numerosas propuestas para confeccionar
un calendario civil que tomara como base el año trópico y que utilizara meses de más o de
menos longitud.

Pero la gran reforma del calendario proviene de Julio César, quien, asesorado por el
astrónomo de Alejandría Sosígenes, promulgo en el 46 a.C. un decreto por el cual se
instauraba el calendario juliano. Este calendario consta de ciclos de 4 años, de los cuales los
3 primeros se llaman comunes y tienen 365 días, mientras que el cuarto año, denominado
bisiesto, dura 366 días. Así, el año civil consta en promedio de 365.25 días, un valor bastante
cercano al año trópico. En el calendario juliano se establecía que los años bisiestos fueran los
divisibles por cuatro.

El año civil de Julio César se divide en 12 meses, los cuales los impares tienen 31 días
y los pares 30, salvo el mes de febrero, que tiene 29 o 30 días dependiendo de si el año es
común o bisiesto.

El año 44 a.C. EL Senado de Roma dedico el mes quintilis (julio) a Julio César y lo llamo
Julius. En el año 8 d.C. el mes siguiente a Julius se dedicó al emperador Augusto y recibió su
nombre. Pero este mes solo tenía 30 días y, para darle a los dos emperadores la misma
importancia, se le añadió un día que se sustrajo al mes de febrero, que paso a tener 28 o 29
días, como en la actualidad. Algunas reformas posteriores modificaron el número de días de
los últimos meses del año.

Pasado el tiempo, el calendario juliano fue adoptado por todos los países europeos
descendientes del imperio romano. El calendario juliano proponía una solución sencilla e
inteligente, pero implicaba una diferencia entre el valor promedio del año civil juliano y el año
trópico, u hecho que planteo conflictos con el paso de los siglos.

Por lo tanto, este calendario va retrasando en esta cantidad anual de días las fechas de
los equinoccios y solsticios.

Ahora bien, teniendo en cuenta los datos actuales, la duración del año trópico es unos
11 minutos menor que la estimación de Socígenes, esto es el error acumulado por el calendario
juliano añadía un día más cada 132 años. Este error hizo que ya desde el siglo XIII se
manifestara la necesidad de una reforma.
Los días de más, acumulados por la inexactitud del calendario juliano, suponían un
problema para la terminación de fechas religiosas importantes para la iglesia católica, la de la
Pascua y otras fechas litúrgicas móviles que dependen del equinoccio de primavera.

El calendario Gregoriano

Desde el concilio de Nicea, celebrado en el año 325, la pascua cristiana se celebra el


primer domingo posterior a la primera Luna llena coincidente con o posterior al equinoccio de
primavera. Aquel año el equinoccio cayó en 21 de marzo, y se adoptó esa fecha como
referencia. Hacia el año 1580, el retardo acumulado era ya de 10 días y la primavera empezaba
no en la fecha de referencia del 21 de marzo, sino alrededor del 11 del mismo mes. Se hacía
necesario, por tanto, una nueva reforma del calendario juliano. El papa Gregorio XIII, a
propuesta de los hermanos Luigi y Antonio Lilius, publico en el año 1582 una bula por la cual
instauraba un calendario nuevo que se ajustaba mejor a la duración del año trópico.

Pero para implementarlo se consideró necesario ante todo recuperar los días perdidos
para devolver el equinoccio vernal al 21 de marzo. Para ello, del jueves 4 de octubre de 1582
se pasó directamente al viernes 15 de octubre de 1582. El nuevo calendario gregoriano se
basa en ciclos de 400 años, entre los cuales hay 303 comunes de 365 días y 97 bisiestos de
366 días, de manera que el año civil adopta, en promedio, una duración de 365.2425 días
solares medios. La reforma gregoriana establece que son bisiestos los años divisibles por 4,
excepto los fines de siglo no divisibles por 400. Así, en el año 2000 (divisible entre 400) es
bisiesto, pero 1900 no lo es.

La diferencia entre año gregoriano promedio y año trópico asciende a tan solo 0.0003
días, lo cual implica un día de retraso en la fecha media de las estaciones cada 3333 años.

El calendario gregoriano fue adoptado de manera lenta y paulatina. Los países católicos
los asumieron inmediatamente, mientras que los demás lo fueron aplicando entre siglos XVI y
XX. La Unión Soviética lo adoptó en 1918. Por eso, la Revolución de Octubre de 1917 sucedió
realmente en noviembre de 1917 según el calendario gregoriano.

En muchos lugares, aunque se acabó aceptando el calendario gregoriano con fines


civiles, se sigue utilizando de forma paralela un calendario propio. Así, los judíos mantienen un
calendario luni-solar con 12 meses lunares (con inserciones periódicas de meses
embolismales) cuyo año comienza en otoño, y donde cuentan los años desde el 7 de octubre
del 3761 a.C. Los musulmanes, utilizan un año puramente lunar de 254 días, con doce meses
sin intercalaciones, y contabilizan sus años desde el 16 de julio del 622. En muchos países
cristianos ortodoxos, se sigue utilizando el calendario juliano con fines eclesiásticos.
Actualmente existen en el mundo unos 40 calendarios diferentes en uso. Y otros muchos que
ya no se usan pero que existieron en el pasado. Así, por ejemplo, es especialmente curioso el
introducido tras la revolución francesa llamado calendario revolucionario francés o, algo
pretenciosamente, “de la razón”, y que funcionó en Francia entre 1793 y 1805. En él, el año
está dividido en 12 meses de 30 días cuyos nombres hacen referencia a aspectos naturales
de las estaciones correspondientes. Cada mes está dividido en tres décadas de 10 días, y
cada día en 10 horas de 100 minutos de 100 segundos. Los cinco días extras se añaden al
final del año y son festivos. La cuenta de años comienza el 22 de septiembre de 1792, primer
día de la república.

Unidades Calor

La temperatura controla la tasa de desarrollo de muchos organismos. Plantas y


animales invertebrados, incluidos insectos y nematodos, requieren de una cierta acumulación
de calor para poder pasar de un punto a otro en su ciclo de vida. Al calor acumulado le es
conocido como tiempo fisiológico, el cual en teoría establece una referencia para el desarrollo
de organismos. El tiempo fisiológico es aproximado o llamado en unidades calor (OD).

Un grado-día (OD) es una unidad que combina el tiempo y la temperatura para estimar
el desarrollo de un organismo a partir de un punto a otro en su ciclo de vida. También conocidas
como unidades de calor, grados días son el producto acumulado de tiempo y temperatura entre
los umbrales de desarrollo para cada día. El indicador es una herramienta valiosa para el
manejo de los cultivos, ya que ayuda a los productores y consultores a anticiparse a los
acontecimientos biológicos que resulten en un mejor control de plagas y las decisiones en el
manejo de los cultivos para minimizar los conflictos presentados tales como el riego y la
aplicación de un pesticida. Existen varios métodos para calcular los grados-días, los principales
son el método del Seno Simple, Doble Seno, Triángulo Simple y Doble Triángulo. Para el
cálculo de este indicador, el SIMARBC utilizó el método del Seno Simple, avalado por la
University of California Agriculture & Natural Resurces.

Metodología del Seno Simple:


Este método trigonométrico ajusta algunas funciones seno a las temperaturas máximas
y mínimas diarias. Mediante esta metodología se han corregido errores encontrados en otros
métodos utilizando umbrales máximos y mínimos. Las temperaturas máximas y mínimas son
variables importantes, ya que éstas controlan la velocidad de desarrollo de muchos organismos
como las plantas y los animales invertebrados que requieren una cierta cantidad de calor para
el desarrollo de su ciclo de vida. Por otro lado, los umbrales de desarrollo inferior y superior se
han determinado para algunos organismos a través de experimentos de laboratorio
cuidadosamente controlados en campo.

Conclusión

Para el hombre tener un método de medición, los calendarios en este caso, es de suma
importancia, para poder medir la duración de un evento, la repeticiones de los mismos, no solo
en aspectos de la vida cotidiana, sino también en el sector agronómico ya que incluso en la
actualidad se siguen basando en los calendarios muy antiguos como lo es el Lunar, que afecta
no solo a los cultivo también a los recursos naturales como los océanos, animales y a nosotros
mismos como seres humanos, los calendarios actuales tienen el mismo origen, que son los
astros y solo con el paso del tiempo han ido evolucionando con forme al hombre y su
conveniencia o a la autoridad mayor, como en lo ha sido las religiones, imperios, etc., sin
embargo aun con todo el conocimiento que se ha adquirido con el paso del tiempo y los nuevos
descubrimientos y herramientas los calendarios siguen sin ser exactos.

Un método muy importante y de los más exactos son las unidades calor, ya que ellas
están basadas en los organismos vivos y el tiempo que tardan en cada uno de sus ciclos de
vida, siendo muy importantes ya que las unidades calor abarcan no solo las plantas, sino
también los organismos que pueden llegar a considerarse como plagas, conociendo como
influye el calor en ellas. En caso de plagas, se puede tener un mayor control es estas ya sea
controlándolas o eliminándolas. En cuanto a nuestros cultivos es de esencial el conocimiento
de unidades calos ya que dependiendo el cultivo y sus necesidades, el buen manejo de las
unidades calor influye en el buen desarrollo de las plantas, y por lo tanto en una buena
producción y rendimiento de nuestro cultivo.
Bibliografía

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Unidades Calor diseñada por la University of California, Agriculture and Natural
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