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CICLO: II
En este capítulo se habla acerca del terrible fracaso de las reformas coloniales en el Perú y
como aquello originaria la corrupción. El capítulo empieza cuando Antonio de Ulloa el capitán
bárbara, que era la única fuente americana importante de mercurio .Ulloa se encontró con una
situación crítica en la administración local. Los males incluían fraudes, descuidos técnicos en la
incalculables a la Corona española y a sus súbditos. Los esfuerzos reformistas del Capitán por
No era la primera vez que Ulloa denunciaba prácticas corruptas, pues, había escrito un
informe, en colaboración con Jorge Juan, que trataba principalmente sobre las disfunciones y
abusos administrativos observados en Lima, Quito, Cartagena, Panamá y los puertos de Chile. El
cáustico informe, escrito en 1748 «Discurso y reflexiones políticas sobre el estado presente de los
reinos del Perú» se ideó para uso confidencial de los ministros del rey Fernando VI. Permaneció
inédito hasta que David Barry en 1826 publicó el manuscrito se extraoficialmente en Londres bajo
el título de “Noticias secretas de América”. Barry publicó el texto para advertir sobre las
anticorrupción en las letras hispanas y peruanas. Durante su servicio al rey, Ulloa contribuyó a la
reformador, sin embargo, puede sostenerse que Ulloa fue el más articulado e informado del grupo
experiencia empírica como informante privilegiado y autoridad real. La postura de Ulloa en contra
de la corrupción tenía sus raíces en la fase temprana de las reformas borbónicas. Estas reformas
buscaban mejorar la eficiencia administrativa del Perú y otros reinos hispanoamericanos para
sostener a la Corona española en su competencia con otros poderes atlánticos. Estas reformas
Antonio Ulloa y Jorge juan fueron enviados a una misión especial en Quito donde debían
unirse a una expedición enviada por la Academia de Ciencias de París y lideraba por el naturista
estratégica sobre los lugares que visitaran y sobre sus habitantes. Dos años más tarde, durante la
guerra de la Oreja de Jenkins, el virrey requirió de los servicios navales de Ulloa y Juan para la
defensa de la costa y puertos peruanos. Mientras cumplían estas tareas oficiales entre Quito, Lima
y algunos puertos chilenos, Ulloa y Juan recogieron importante información confidencial sobre las
España en octubre de 1744. Juan llegó a España sin mayor problema, pero la marina británica
capturó el navío en el que viajaba Ulloa. Antes de ser aprehendido, Ulloa echó por la borda los
papeles confidenciales. Más tarde llegaría, Ulloa, sano y salvo a España. Su confidencial tratado
«Discurso y reflexiones políticas sobre el estado presente de los reinos del Perú» fue implacable
en la exposición del mal funcionamiento de casi todos los aspectos de la administración colonial,
así como en la propuesta de soluciones reformistas. El Tratado detallaba las distintas formas de
reformas. Además de Ulloa otros autores pusieron descubierto los males de la corrupción en la
colonia. Así, por ejemplo, en abril de 1747, Mariano Machado de Chaves, quien al principio
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permaneció anónimo, presentó al Rey un tratado titulado «Estado político del Reino del Perú.».
Algunas observaciones de este texto coinciden con puntos centrales del informe confidencial de
Ulloa y Juan. Ya antes de Machado de Chaves y Ulloa, otros autores consideraron a la corrupción
como un serio problema. Hacia 1615, el cronista Felipe Guamán Poma de Ayala produjo una
crónica realista y crítica que podemos considerar como el primer tratado contra la corrupción.
Siguiendo una tradición distinta, el sargento Juan de Aponte escribió uno de los primeros proyectos
recompensaban mal, pues «todo corre fundado en interés, y los que tienen pueden y los pobres
mueren». Entre los muchos males identificados por Aponte, el más dañino para la economía
colonial era la administración corrupta del asiento minero de Huancavelica. Las minas habían sido
trabajadas en forma negligente. Los estribos y arcos que sostenían los techos se encontraban
dañados por obtener mineral en forma fácil sin cuidar la infraestructura en consecuencia había
frecuentes derrumbes que mataban a muchos indios que trabajaban en las minas. Casi un siglo
después, el ilustrado don Antonio de Ulloa habría de enfrentar problemas similares durante su
dificultad asociado a su nuevo puesto, pero no podía prever la seriedad de los problemas que le
peor a la de su «Discurso» (1749). Además se vio envuelto en diversos juicios y procesos legales
en los cuales tuvo que defenderse de maliciosas acusaciones se enfrentó a intereses corruptos de
las más altas autoridades coloniales, y perdió. La mina de Huancavelica se explotaba sin
preocupación alguna por su derrumbe; la contabilidad y tesoro real quedó a merced de los fraudes
mercurio se convirtió en objeto de utilidad privada; la tiranía había reemplazado al buen gobierno;
y soborno le trajo, a Ulloa, muchos problemas durante su gobernación. Además, como lo había
hecho en su «Discurso» de 1749, Ulloa también denunció los excesos de los repartos, el fraude en
monstruosidades en la asociación de los hombres, Ulloa afirmaba, en ninguna otra sociedad era
esto más cierto que en la del gremio de mineros de Huancavelica. Ulloa denunciaba su falta de
respeto a la autoridad y su abuso de los indios. Aguirre organizó una campaña por defenestrar a
Ulloa. Los esfuerzos en contra del gobernador llevaron a una segunda averiguación oficial,
encabezada por Diego de Holgado, el fiscal de la Audiencia de Lima que le abrió un juicio de
residencia. A pesar de las decisiones judiciales iniciales, favorables a Ulloa, Amat y Holgado
procedieron con nuevas investigaciones y lo acusaron de haber cometido los mismos delitos de
corrupción que él había denunciado. Los esfuerzos reformistas de Ulloa para efectuar mejoras
técnicas en la mina e infraestructura urbana de Huancavelica fueron socavados por los líos legales.
Intereses adversos a la reforma y profundamente arraigados vencieron a Ulloa, así como a otros
comercio, el financiamiento, los impuestos reales que generaba y el contrabando al que daba lugar;
tesoro real subsidiaba a los mineros. Pero los oficiales corruptos de las cajas reales imponían
condiciones interesadas a los mineros especulando con el precio oficial y el de venta del mercurio,
en complicidad con aquellos que lo recibían privilegiadamente. Estos oficiales exigían el pago del
mercurio con plata piña, es decir, plata sin sellar (toda plata producida estaba sujeta al quinto real
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al momento de fundirla en barras selladas oficialmente). La plata piña era preferida para la
beneficiarios del contrabando. Desde comienzos del siglo XVIII la Corona española concentró su
contrabando realizado tanto por aliados franceses como por enemigos ingleses y holandeses.
España con Felipe V. Paradójicamente el primer virrey que la monarquía borbónica nombró,
casos de contrabando francés durante su gestión, pues, había hecho promesas de devolver favores.
Francisco Espinosa de los Monteros denunció a Castelldosrius ante el Consejo de Indias y en 1709
fue separado de su cargo. Pero ello no puso fin a la bien establecida red de contrabando. Así, el
contrabando contribuyó a que la corrupción pública y privada formara parte integral del liderazgo
otros intereses sentaron las bases de las redes de patronazgo coloniales, que se hallaban controladas
en la cima por autoridades políticas que buscaban ganancias privadas a costa del bien público.
Con la abolición de los corregimientos y el reparto, así como la implementación de las intendencias
en 1784, la sierra se benefició al menos en el corto plazo. Años después se creó, en 1787, la
Audiencia del Cuzco. Estos importantes cambios se produjeron bajo el mando de Jorge Escobedo
cumplimiento de la ley. Sin embargo, los intereses locales presentaron resistencia a la reforma.
Alonso Carrió de la Vandera proponía que se mantuvieran los corregidores y repartos incluso
después de la rebelión de Túpac Amaru. Sin embargo, propuso una reforma alternativa. Él tenía
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en mente una capitación directa aplicable a todos los súbditos en el Perú. Este impuesto universal
directo, aparentemente pensado para unir a los súbditos peruanos sin consideración de etnicidad o
nepotismo volvieron a crecer. Los intendentes y los subdelegados comenzaron a asumir la misma
autoridad despótica que los corregidores. Hubo quejas contra intendentes que habían vendido
puestos y la venta forzada de mercaderías a los indios prosiguió. Por otro lado, el contrabando de
mercaderías inglesas y norteamericanas también creció. Para 1812, las minas de Huancavelica
incertidumbre política creada por la invasión napoleónica de España y la legislación liberal en las
Cortes de Cádiz crearon confusión en las reglas institucionales. El virrey Abascal impuso un poder
favoritismo alcanzaron nuevos niveles. Pezuela, un virrey tiránico y conservador, gratificaba con
su favor a los oficiales reales que le eran fieles y a su círculo más íntimo. Por sus claras falencias,
defectos militares y venalidad, este virrey fue depuesto mediante el que quizás fuera el primer
golpe militar moderno en el Perú liderado por el general liberal español José de la Serna (1821-
1824), comandante de la última resistencia contra las invasoras fuerzas emancipadoras, y sucedió
peruano. Con el fracaso de las reformas borbónicas, los conservadores condonaban la corrupción
para recibir respaldo contra la inminente independencia. Los gastos militares exigían que las
de Lima, dispuestos a todo para conservar sus privilegios. Habiendo adquirido ideas económicas
y políticas liberales en la Europa de la era posnapoleónica, Elías retornó al Perú en 1825. Para
poder reformar la republica Domingo Elías nos revela las viejas y nuevas características de una
administración presa de la corrupción en una naciente república. En 1821 y 1822, el libertador José
de Lima, sin conseguir la independencia definitiva del Perú. Su objetivo principal consistía en
El almirante Thomas Cochrane, cuyos servicios habían quedado impagos, se apropió de las
reservas de plata que habían sido acumuladas durante el gobierno de San Martín. El general Simón
Bolívar, también tomó parte en las dañinas prácticas de expropiación local y abuso de autoridad.
Su dedicado ministro José Faustino Sánchez Carrión recibió varias propiedades como recompensa
a sus fieles servicios. Al mando del gobierno, Bolívar ordenó a sus propios oficiales el despojar
propiedades, incluidos los ornamentos de plata de las iglesias, como medio para financiar al
ejército.
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cónsul estadounidense en Lima, al secretario de Estado John Quincy Adams— «los invasores
principios e incapaces. Sus malos manejos, su despilfarro y su sed de saqueo pronto alienaron los
afectos de los habitantes». Tudor no limitó sus críticas a los libertadores extranjeros; la
población peruana, era suave, afeminada e ignorante del resto del mundo debido a su reclusión
bajo el dominio hispano, dijo. Los primeros préstamos externos, contratados apresuradamente en
casi de inmediato. El primer contrato de préstamo externo se firmó en octubre de 1822 y fue
aprobado por el Congreso Constituyente en 1823, durante el breve gobierno de José de la Riva-
Agüero, el primer presidente del Perú. En el Perú se le concedió a Riva-Agüero el más alto rango
libras en enero de 1825, con el cual Bolívar controlaba el poder en el Perú y esperaba
ansiosamente los fondos del préstamo, 40.000 libras de los cuales serían usados para comprar y
remitir 25.000 rifles. Los incumplimientos del gobierno peruano, tuvo como resultado el impago
oficial de los préstamos externos peruanos. De la suma nominal total de 1.816.000 libras el
gobierno peruano solamente recibió el 50 por ciento después de deducidas las elevadas
Juan Manuel Iturregui, Cuando asumió la legación peruana en Londres por vez primera
en 1827, se quejó de los magros ingresos que le habían sido asignados. Iturregui se mantendría
como el representante peruano en Londres, con varias interrupciones en su servicio, hasta 1838.
Tras años de negligencia y decadencia, las actividades mineras necesitaban una masiva inversión
de capital para producir suficiente plata y oro con que equilibrar el creciente déficit comercial.
Pero, las inversiones necesitadas por la minería peruana no se hicieron presentes. La exportación
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ilegal de plata piña aumentó después de la independencia. El congresista liberal peruano Francisco
Javier de Luna Pizarro deseaba incrementar la recaudación de aduanas para contribuir así a la
conjunto inadecuado de prohibiciones y barreras al comercio libre, heredado del régimen colonial,
constituía el germen de la corrupción. Hubo ciertos intentos tempranos pero débiles de moralizar
Menéndez (1844-1845) y otros liberales. En teoría los funcionarios del gobierno seguían estando
sujetos al juicio de residencia que buscaban evidencias de cohecho. Los oficiales de aduanas
enfrentaban la pena de muerte si eran hallados culpables (rara vez eran aplicada). Según un
demasiado vigor en el Perú, como para ser erradicada rápidamente con cualquier medio, por