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Adrián Ávila Pérez

Literatura mexicana 5
Reporte El filibustero
28.10.15

En su ensayo “El retorno de Ulises”, Salvador Elizondo menciona la importancia que tuvo
el Ulysses (1922) de James Joyce para la independencia de Irlanda, pues la obra “Era la
demostración de autosuficiencia y de que llegaba el momento en que la savia primordial
del lenguaje de los dominadores había sido agotada. Los conquistados entendían todo el
lenguaje de los conquistadores”.
Años más tarde, el mismo Elizondo, autor mexicano, seguiría los pasos de Joyce al
escribir una obra única utilizando el lenguaje de los conquistadores, Farabeuf (1965); sin
embargo, aunque el siglo XX resultó un periodo histórico en el cual floreció la literatura
mexicana con obras como Cartucho de Nellie Campobello (1931), Pedro Páramo (1955)
de Juan Rulfo o La muerte de Artemio Cruz (1962) de Carlos Fuentes, hubo un momento
previo en el cual no sólo se estaba definiendo el rumbo político de la nación, sino el
cultural.
Justo Sierra O’Relly y José Joaquín Fernández de Lizardi se encargaron de ello, pues
fueron quienes, frente a un México que apenas había alcanzado su emancipación de la
corona española, tomaron la pluma para intentar definirlo.
De entre los dos, quisiera concentrarme en Justo Sierra porque fue quien desarrolló
propiamente la novela en el país, aprendió e introdujo las técnicas narrativas de la
vanguardia literaria de su época para nutrir la posterior creación de la literatura moderna
nacional, tal como se puede observar en su novela El filibustero (1841).
Mientras la obra de José Joaquín Fernández de Lizardi se focalizaba en narrar
historias encaminadas a señalar los vicios de su sociedad para utilizarlos como un
elemento moralizador, El Periquillo Sarniento (1916) o Don Catrín de la Fachenda (1832),
la de Sierra tomó un camino diferente, pues su prioridad fue generar una historia atractiva,
llena de trama, emoción y suspenso. Basta con pensar en la sinopsis de El filibustero: Un
pirata conocido por todos como Diego el Mulato asalta la costa de Yucatán con su grupo
de compinches, mientras estos destruyen el pueblo, Diego se percata de que una joven,
Conchita, corre peligro ante sus compañeros, así que, conmiserado por su ternura, decide
rescatarla. Ambos terminan por enamorarse, pero Conchita ignora el oficio y el pasado de
Diego, quien además había asesinado a su padre años atrás.
Tan solo de forma general, se pueden observar los conflictos dentro de la obra. El
suspenso de pensar en qué momento Conchita descubrirá la verdad. Y no es casual,
pues como tal, El filibustero fue una obra escrita al estilo de las novelas de folletín, es
decir, en sí misma necesitaba dejar al público en un constante estado de suspenso
porque era publicada por partes. La primera, por ejemplo, termina cuando el pirata, Diego
el Mulato rescata a Conchita en la capilla, ocurre el primer encuentro entre los
protagonistas, pero deja abierta una serie de posibilidades a desarrollar.
Este entramado de suspenso que genera desde un principio, le sirve para continuar el
desarrollo de la historia. Algo que se podía observar en las obras de teatro de capa y
espada, pero se diferencia porque estas últimas buscan concluir el conflicto en una misma
jornada. Es decir, en las novelas de folletín, se parece retomar la idea del suspenso
escénico, pero la conclusión del mismo se puede extender de acuerdo al gusto del público
o por capricho del autor. La idea no está fija en sí, sino

Al pensar en estos elementos literarios, alejados más allá de lo didáctico y


encaminados a un entretenimiento, descubrimos una trama más compleja. Si bien, como
lo menciona Hernán Lara Zavala en la introducción a la obra, Justo Sierra aprendió de las
obras de folletín de Dumas, Sue y Richardson a generar el suspenso en sus obras,

La obra de Justo Sierra une dos partes de la historia de nuestra nación, pues retoma
una leyenda antigua de Yucatán y la reelabora con técnicas de vanguardia para
encaminar el pasado hacia el futuro

De los romanticistas

Si bien la obra Justo Sierra no puede ser considerada como el cenit de la literatura
mexicana, sí se puede observar en ella uno de los primeros esfuerzos por apropiarse no
sólo de la lengua de los conquistadores, sino de los estilos literarios que ponderaban en
los países europeos, para construir una obra capaz de definir una parte de la autonomía
de la nueva patria que era México en aquel entonces.

No podemos decir que Justo Sierra inspiró al boom latinoamericano, pero sí fue de los
primeros en introducir un modelo de suspenso, desarrollo de personajes y un folclor en su
obra como muchos otros lo hicieron posteriormente. Osar tomar la lengua del
conquistador para definir la propia histora, es una manera de demostrar la libertad.

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