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2018

Mateo Esteves Munin. 2


C Historia

Instituto De Profesores
Artigas

[PRIMER TRABAJO DE
PSICOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN]
Mateo Esteves Munin 2 C. Instituto de Profesores Artigas. Psicología de la Educación. Profesora Silvia Cardoso.
Mateo Esteves Munin

2°C. Instituto de Profesores Artigas.

Psicología de la Educación. Profesora Silvia Cardoso.

Descomposición Institucional y las tareas de la docencia actual para


encarar dicho proceso

A) Lectura de textos elegidos.


1. Pregunta: ¿Corresponde a los docentes actuales la responsabilidad de enfrentar las fallas
del sistema educativo?
2. Temática de interés: descomposición de las instituciones y efectos en la educación actual.
3.Texto seleccionado: ¿Mutaciones institucionales y/o neohberalismo?’’ de Francois
Dubet.
B) Exposición de las ideas principales del autor.
C) Reflexiones a partir de dichas ideas.

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B) Exposición de las ideas principales del autor.

El autor centra su artículo alrededor del percibido declive de las instituciones y del programa
institucional desde los años 1970 hasta la actualidad, las causas del fenómeno, las diferentes
respuestas al mismo, y las posibles soluciones.

Dubet subraya que la institución surge como el método de socialización y subjetivación clave de la
modernidad. Las características de las instituciones modernas según el autor son las siguientes: en
primer lugar, se destaca por producir valores y principios ‘’fuera del mundo’’, es decir, conceptos
que reafirman a la escuela como espacio de lo sagrado, nacional y racional, que no se discuten. Estos
valores son el centro de lo que denominamos vocación: la identificación de alumnos con los valores
mediante el ejemplo del maestro que los porta e imparte, como un sacerdote católico en las
sociedades pre-modernas. Weber le denomina legitimidad carismática. Por otra parte, la institución
se contempla como un santuario. Un santuario demuestra una ruptura de la institución con el resto de
la sociedad mediante diversos mecanismos homogeneizadores como la separación de los sexos, la
disciplina, etc,, que solo remiten a la propia institución. Actores ajenos a la institución son vistos con
hostilidad por la misma, no deben intervenir. Finalmente, la institución moderna se basaba en el
principio fundamental de la socialización como subjetivación: la idea de que el sometimiento a la
disciplina deriva en autonomía del sujeto.

Dubet continúa destacando las diversas razones del declive institucional, enfatizando a este como un
proceso dependiente de factores externos pero mutuamente unidos a los cambios endógenos de las
propias instituciones. El desencantamiento del mundo: pese a que la institución fue construida para
funcionar para la modernidad, el desarrollo de la última ( época de la cultura de masas) hace obsoleta
a la primera, y la va descomponiendo, por ej, debilitando el monopolio cultural de la escuela. Medios
de comunicación masiva y otros dispositivos culturales compiten con la escuela que antes ofrecía al
niño la única salida de su clase social, ciudad, etc. Otro factor de declive institucional es la
sustitución de la vocación por profesión. Los valores homogéneos y universales en que se fundaba la
institución se ven cada vez más contradictorios por sus ejercientes, lo que debilita la vocación de los
mismos. Ni la sociedad ni los docentes esperan que los docentes encarnen esos valores como
demostración de su habilidad docente. La vocación se convierte en profesión, se espera que
demuestren su aptitud mediante su ethos particular sobre la disciplina. La escuela se convierte en una
burocracia profesional, contrapuesta a la institución.

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La institución como santuario se volvió obsoleta fundamentalmente debido a la masificación de la
enseñanza. Esta introduce en el santuario problemas sociales de los que antes éste estaba protegido.
La masificación también genera competencias entre diversos establecimientos y orientaciones,
complejizando la administración de la política escolar. El santuario deja de existir, pues la
institución se convierte en un actor social más en el que empiezan a intervenir factores externos: el
estado, las empresas y los individuos.

Finalmente, Dubet enuncia a la masificación de la ideología de la autonomía individual, como el


último factor de desintegración de los programas institucionales. La diversidad que trae la
masificación, atrajo a la escuela no ya a alumnos para homogeneizar, sino adolescentes de los que se
espera un desarrollo singular. Esto modifica sustancialmente las teorías y prácticas pedagógicas,
abandonando el énfasis en la repetición y la memoria y enfatizando la formación de la subjetividad
autonómica (proyectos, participación, etc). Esta nueva realidad distancia a los actores institucionales
de los modelos anticuados en los que estas se basan, la masificación no iguala, la utilidad de los
estudios se pone en duda, el rol escolar no es suficiente para sostener la institución.

Todos los factores antes mencionados terminan demostrando una situación que se percibe
efectivamente como una crisis educativa. Esta es vista por el autor como fruto de la contradicción
entre cultura de masas (rapidez, autenticidad, inmediatez) y cultura escolar (trabajo, esfuerzo,
resultados y beneficios en largo plazo). La empresa de la organización crece y genera una
mistificación de la escuela tradicional, buscando retornar al republicanismo de la edad de oro,
específicamente la izquierda y extrema izquierda, que pierde así su enfoque crítico. En el esquema de
análisis de la fragilidad de la escuela como producto de la globalización liberal, la escuela vuelve a
convertirse en un santuario víctima de su ambiente y sus virtudes son intactas, se abandona una
crítica endógena de la escuela, todos los defectos son externos.

La declinación de la institución no es producto exclusivo del neoliberalismo sino de una


contradicción intrínseca de la modernidad. Esta contradicción es entre la religión cívica que permitía
la sostenibilidad ideológica de la modernidad, y la crítica y autonomía como conceptos abstractos,
también emanados de los supuestos valores modernos. La obediencia contradice a la libre elección, y
ambas son elementos fundamentales de la construcción del ciudadano, por lo tanto esa contradicción
deja en descubierto la contradicción entre los objetivos de la escuela y los efectos que
verdaderamente produce en la sociedad. A decir del autor: ‘’ las desigualdades sociales

siempre juegan un rol determinante en la formación de las desigualdades escolares,


pero ella nos enseña también que la escuela misma, mediante sus métodos, sus modos

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de agrupar a los alumnos, sus maneras de orientarlos y de seleccionarlos juega en
este campo un rol no despreciable.’’ (Dubet, F. 2005. Página 73.)

De esta forma queda claro que el propio funcionamiento de la escuela es causa también de su fracaso
actual, en obvia combinación con las causas exógenas determinadas por el sistema socioeconómico,
ya que la escuela actual cumple, según su propio funcionamiento contemporáneo, una función de
diferenciación social y de mejora técnica del mercado laboral. El fracaso de la izquierda en ofrecer
una alternativa deriva de la falta de autocrítica de los agentes educadores involucrados en los
métodos institucionales actuales, que son propios del neoliberalismo y producen las mismas
consecuencias sociales dentro de la institución que los que el modo de producción produce fuera de
la misma.

Soluciones: El neoliberalismo como ‘’solución’’ y no como causa. El autor apunta a los métodos
liberales de resolución del problema actual en la educación. Estos se basan principalmente en la
competitividad educativa, sobre todo por el florecimiento de instituciones de educación privada. Se
pretende de esta manera, solucionar el problema ‘’desde la demanda’’, obligando a las instituciones a
competir para producir cambios en sí mismas con el objetivo de captar más individuos.

‘’No se puede pedir eternamente


a las familias que participen en la escolaridad de sus hijos v al mismo tiempo negarle la
capacidad de elegir la escuela que le conviene más. Por esta razón las respuestas liberales
se instalan con tanta facilidad. ¿Cómo mantener un principio de no elección escolar
en una sociedad donde se permite que los individuos elijan sus estilos de vida, su
religión, sus gustos y hasta su sexualidad?’’ (Dubet, F. 2005. Página 74.)

En la línea argumentativa del autor, el comportamiento esperado del alumno por parte de la sociedad
es el del individuo signado por la ‘’libre elección’’ y la ‘’identidad propia’’ característica de las
sociedades de consumo. De esta manera, la educación neoliberal no es más que un reflejo utilitario
de la coyuntura político-económica global. Pese a manifestar la necesidad de oponerse a esta
solución a los cambios institucionales, la tesis fundamental del autor es que la crítica debe
fundamentarse en base a la construcción de un proyecto verdaderamente emancipador que, al
contrario de retornar al conservadurismo, permita atacar los problemas percibidos, sin aversión a los
cambios.

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Dicha tesis se enfrenta a lo que Dubet percibe como una pedagogía de izquierda que perdió el
enfoque crítico y racional, para convertirse en conservadora, precisamente porque se muestra incapaz
de señalar su propia complicidad con el sistema educativo actual. Dice Dubet:

‘’[…] estos militantes y estos intelectuales defienden a la


escuela tal como es y silencian las formidables desigualdades que engendra, la relativa
debilidad de sus logros, sus dificultades para acoger a los nuevos alumnos, los menos
favorecidos, aquellos cuyas conductas no se corresponden con las expectativas de la
institución.’’ (Dubet, F. 2005. Página 74.)

A partir de dicha cita, volvemos a la pregunta inicial del trabajo: ¿Corresponde a los docentes
actuales la responsabilidad de enfrentar las fallas del sistema educativo?

La posición del autor se deriva en la noción de que efectivamente, corresponde a los docentes
actuales la responsabilidad de enfrentar las fallas del sistema educativo. Dicha responsabilidad, para
Dubet, debe centrarse en encarar los problemas reales proponiendo alternativas igual de reales,
construyendo lo que denomina una escuela más justa y eficaz. Esta eficacia se debe manifestar según
el autor, en primer lugar, en la necesaria autonomía en la gestión de los actores, pero manteniendo un
control central de los resultados de dichos actores. De esta manera, se puede pretender mantener la
autonomía que la educación reclama en la era actual, pero mediante una regulación central de sus
objetivos y resultados.

Derivado de esta propuesta, señala también la importancia clave de las cuestiones externas, por el
hecho de que la forma y contenido que el organismo central plantee para los actores autónomos,
cumplen el rol central en la educación que se quiere obtener. La única manera de garantizar la
viabilidad de esa educación y de los intereses democráticos, es afirmando a la nación y a la sociedad
como la propietaria de la escuela y de su programa educativo.

C) Reflexiones a partir de dichas ideas.

Si bien las críticas del autor a la reacción de la izquierda en general al proceso de cambio educativo,
y la necesidad de una alternativa eficaz me resultan pertinentes, es preciso señalar algunas
diferencias, muchas bastante fuertes, con las posiciones del autor. En primer lugar, desde una
posición marxista, me es necesario reafirmar la imposibilidad práctica de la construcción eficaz de
una alternativa, si esta se debe construir desde el comando político republicano. Me refiero,
evidentemente, a las contradicciones evidentes entre los intereses que conforman una república

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burguesa y el cambio radical necesario en la educación. Puesto que el autor acierta en que la única
posibilidad de la construcción de una alternativa es que la misma sea construida de forma
centralizada y planificada democráticamente mediante las instituciones pertinentes, la posibilidad de
que los actores individuales (docentes y estudiantes) participen autónomamente en las esferas que les
corresponden se hace casi nula. Esto no quiere decir que mi posición indique una necesidad de
planificación descentralizada del programa educativo según las necesidades comunitarias, sino más
bien a la imposibilidad de que los actores realmente involucrados con los problemas puedan
manifestarse y reconstruir el sistema mediante los canales republicanos pertinentes. Esto se debe
evidentemente a los intereses privados intrínsecos al modo de producción capitalista y su sistema de
gobierno, que impiden una solución alternativa y democrática a la crisis educativa. Volviendo a la
pregunta inicial, la responsabilidad docente frente a la crisis es parcial, puesto que nos vemos sujetos
a factores exógenos que no podemos controlar. Esta falta de control democrático (a mi opinión
derivada del exceso de descentralización deliberado) de los actores sobre el organismo central, es lo
que impide una solución alternativa en la vía que propone el autor.

Mi propuesta, derivada de esta observación, se reduce a la necesidad del control popular y


democrático de las instituciones que aún persisten, para una transformación radical de las que se
encuentran en descomposición y tomadas por intereses particulares. Dubet refleja una alternativa que
es también, como los izquierdistas conservadores a los que se remite, fundamentalmente
‘’reaccionaria’’, ya que se manifiesta como una reacción a la inevitable coyuntura político-
económica. La crítica en la que baso mi propuesta se basa en la necesidad de una acción
transformadora, que se contraponga irreverentemente a las condiciones, para crear condiciones
nuevas mediante valores y objetivos radicalmente contrapuestos a los que plantean la educación
neoliberal, que finalmente logren superarlos.

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