C:APÍTULO 9

11:zANSGRESIÓN ADOLESCENTE
Y VIOLENCIA SOCIAL

José Barrionuevo

Acerca de la violencia el psicoanálisis propone algunas

consideraciones que abordaremos en este espado, para en--
lazadas a la problemática de las actuaciones transgresoras en
adolescentes que viven en un mundo globalizado que i.ncen.-.
ti va la segregación, el individualismo narcisista y el culto del
mercado, un mundo violento sin lugar a dudas.
Refiriéndose al tema del adolescente transgresor, en
conflicto con la ley, Alicia Cibeira (2001) con.sidera la
existencia de un fenómeno de deJ)ositación y segregación social,
concepto que se enlazaría con la afirmación freudiana, en
otra dimensión de arnilisis, respecto de que la educación
pecaría por no preparar a los jóvenes para las agresiones a
las que estíÍn destinados a ser, dejándoles creer que todos los
dernás cumplen con los preceptos éticos y que t:arnbién ellos
deberían. hacerlo.

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 José Barrionuevo
¿Qué dice el psicoanálisis acerca de la violencia?
Albert Einstein, interroga a Freud sobre la guerra. ¿Por qué
la guerra?, pregunta Einstein y propone Freud (1932) una res-
puesta recurriendo a su doctrina de las pulsiones para intentar
explicar dicho complejo fen6meno.
Sostiene Freud (1932):
"Suponemos que las pulsiones del ser hun:rnno son
sólo de dos clases: aquellas que quieren conservar y
reunir ····las llamadas eróticas, [... ] o sexuales--- y otras
que quieren destruir y matar, a estas últimas las re-
unimos bajo el título de pulsiones de agresión o de
destrucción. 11
Y agrega: "Cada una de estas pulsiones es tan indispensable
como la otra; de las acciones conjugadas y contrarias de ambas
surgen los fenórnenos de la vida''.
Pero fue un poco más allá, tratando de pensar acerca del
desequilibrio que, en el incesante juego de fuerzas entre Eros
y pulsión de muerte en el surgimiento y en el mantenimiento
de los fenómenos de la vida, provoca la pulsión de destrucción
en los hombres y en la civilización. Analiza entonces, las
determinaciones de esta supuestamente inevitable manifesta-
ción humana: la guerra, y la forma en que la violencia puede ser
quebrant;ada jJor la unión de los miembros de la sociedad (Preud,
1932), siendo el poder de éstos, unidos, lo que constituye el
derecho en oposición a la violencia del (mico o de unos pocos.
El derecho sería así el poder de una cornunidad, y para sost:c-·
ncrlo se dictan leyes y se designan y organizan instituciones que
tendrían la nüsión de velar por el cutnplimiento de las mismas.
Para el psicoanálisis pues, derecho y violencia, sl bien
opuestos entre sí, uno se desarrolla de la otra, slendo esa
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Capítulo 7. Trasgresión adolescente y violencia social
violencia transformada en legalidad lo que garantizaría el
mantenimiento de la comunidad a través del establec~imient:o
de ciertas ligazones de afecto entre sus miembros.
La cohesión de una comunidad dependería de dos ele-
mentos: la compulsión de la violencia, cuya satisfacción se
facilitaría por su entrelazamiento con aspiraciones eróticas e
ideales, y las ligazones de sentimiento entre los sujetos que la
componen, identificaciones aclara Freud, reproduciendo en lo
social el modelo que a nivel individual articula permanente-
mente, Eros y pulsión de muerte.
Las dificultades se plantearían cuando en el seno mismo
de una comunidad surgen o se mantienen elementos d~ poder
desigual y el derecho se convierte en cxprcsi.ón de tal situación,
en reali.dad sólo violencia, siendo la ley una hcrrat~lie1\1:a del
dom.inador y no existiendo entonces igualdad de derecho,
estado hacia el cual la unión de todos.debería tender. Lacan
( 1959) en La ética del J>sicoanálisis, al trabajar sobre la paracfr1ja
del goce, decía siguiendo el pensamiento freudiano: "El domi-
nio del bien es el nacimiento del poder", remarcando que la
noción de la disposición del bien sería esencial para entender
toda la reivindicación del hombre, y agregaba: "Esta función
del bien engendra la dialéctica. Quiero decir que el poder de
privar de ellos a los demás es un vínculo muy fuerte, del que
surgirá el otro como tal".
En El reverso del {Jsicoanálisis (Lacan, 1969), reflexionan-
do sobre el empeño que se pone en sostener que todos sotnos
hermanos recalca Lacan que eso mi.smo sería prueba evidente
de que no lo somos;_dicc entonces: "Sólo conozco un origc11
de la fraternidad: es la segregación ... todo lo que existe se ba"'a
en la segregación, y la fraternidad primero".
Entonces, ¿qué hacer con la violencia si el propósito de
una sociedad es intentar garantizar vida pacífica y bienestar
para sus miembros?
123
José Banionuevo
Para intentar respu~sta a esta pregunta volvamos a la
anteriormente citada carta de Freud.
Sería posible la paz si los hombres acordaran la institución
de la violencia central encargada de entender en todos los conflictos
de intereses, reflexiona Freud en su respuesta a Einstein, lo cual
implicaría dos exigencias: crear una instancia superior como
aquélla y que se le otorgue el poder requerido, que todos reco-
nozcan su autoridad. Es en relación con esta última condición
en que la cuestión generalmente se complica.
Quedarían algunos interrogantes que podríamos plantear
como ser la existencia de algún tipo de correlato entre complejo
de Edipo y configuración histórico-socio-cultural, y acerca de
la articulación entre el orden de la ley en la dimensión de la
constitución subjetiva y el orden jurídico que legisla sobre los
vínculos entre los hombres ...
Avancemos hacia ese punt;o de articulación para intentar
algunas respuestas.
Considera Freud que cuando se instalan en una cultura
exigencias desmedidas para sus miembros, en una situación que
exige de cada uno un exceso de represión y/o sublimación en
aras de anhelos y pretensiones sociales, o también cuando se
somete a carencias o privaciones extremas, podríamos afirmar,
citando a Freud, que:
"S e .mcrcrnenta en genera l la angustia vital y el
miedo a la muerte, factores que perturban la capa-
ci<fad individual ele goce, suprimen la disposición
individual a arrostrar la muerte por la consecución
de un fin, disminuyen el deseo de engendrar descen-
dencia y excluyen, en fin, al pueblo o al grupo de
que se trate de toda participación en el porvenir".
(Frcud, 1908).
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Capítulo 7. Trasgresión adolescente y violencia social
Incrernento de angustia, disminución del deseo, perturba-
ción de la capacidad de goce ... pueden ser entonces consecuen-
cias de las condiciones de vida en la que se juegan violencia
y desamparo, ilusión de todo bien y crisis económica mundial,
en un enloquecedor panorama en el que se encuentra el sujeto
que vive en la actual compleja sociedad de consumo.
Angustia y disrninución del deseo
En publicaciones anteiiores abordamos el estudio de las
relaciones existentes entre la angustia y las patologías del acto
(adicciones; anorexia-bulimia, actuaciones transgresoras, etc.).
En esta oportunidad nos detendremos en consideraciones res-
pecto del trabajo de duelo, ante pérdidas concretas o no, en
tanto como Freud lo afirma no es necesario que sólo sea algo
material lo que se pierde, y sus consecuencias posibles en la
vida anímica del sujeto.
Ante el despido o la pérdida de una actividad laboral el
proceso del duelo es muy claro y ent:endible, así como lo es
ante la pérdida de un ser amado, pero también se presenta
ante la pérdida de expectativas o de posibilidades (cuando el
sujeto no puede encontrar trabajo por ejemplo), o frente al
debilitamiento de objetivos o proyectos vitales, produciendo
diversos desenlaces si el duelo es patológico, entre ellos las
actuaciones transgresoras.
En su estudio sobre duelo y melancolía sugiere Frcud
(1915) que el trabajo del duelo invita a una cierta li.beración,
pues en el momento en que el sujeto logra desprenderse de
los lazos amorosos que invistieron al objeto amado (o lo que
hacía las veces del ideal) sucede que el yo se vuelve otra vez libre
y desinhibido. Pero antes de que eso ocurra, el sujeto intenta
por varios caminos desasir los vínculos estrechos que en otro
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José Barrionuevo
momento de su historia lo ligaron al objeto que ya no está:
trabajo que se perdió, un ser amado, posición económica que
deparó un lugar en lo social. .. Son todos puntos de anclaje que
brindaron al sujeto cierto reconocimiento de ser, un lugar en
el amor del otro que sostiene al sujeto deseant:e en tanto el
deseo del hornbre se constituye bajo el signo de la mediación,
a través del deseo del Otro, podríamos decir, aportando desde
la lectura que realizara Lacan en cuanto al tema del duelo.
Con cada pérdida se abre lo que otrora fuera velado por
el amor. Lo que impone el duelo es que tras la pérdida queda
implícita la propia muerte. Se trata de una doble pérdida o de
una doble muerte: del objeto amado y del sujeto en ese espa-
cio de amor. No es frente a cualquier pérdida que sobreviene
el duelo, sino cuando esta pérdida arrastra tras sí un pedazo
del sujeto. O para decirlo de otra forma: es la existencia la
que se pone en juego y la que nos hace historizar, a partir de
la significación fálica, las marcas de nuestras muertes, así,
cada pérdida signi.ficativa es una de tantas muertes que se
tienen en vida.
Esto explica lo que en la clínica se escucha en el duelo,
por la pérdida del amor, por el quiebre de la empresa, por haber
sido despedido: que perdió sentido la vida, que no tiene nada
por lo cual. vivir, que es nada, apelándose a una identificación
con lo inanimado, con la cosa, identificación que puede tornar
diferentes formas de expresión en el discurso, significando el
desfallecimiento de la imagen especular y el estrechamiento
o clausura de hori.zonte para la propia vida.
El orden simbólico se trastoca y es en referencia a la ima-
gen de quien partió desde donde el sujeto se anuda, y ya no se
enuncian preguntas por lo que perdió sino que se hace frente a
lo real de la pérdida con la certeza de que fue el sujeto mismo
lo que se perdió (d propio sujeto) y, como consecuencia, el
sentido de la vida.
126
Capítulo 7. Trasgresión adolescente y violencia social
Toda pérdida abre tras sí lo que los velos del amor cubrían,
decíamos, de allí que uno de los afectos que surgen sea el odio,
como posibilidad de ligar la palabra a la imagendel objeto
perdido, pero que en la melancolía se vuelve sobre la propia
persona. Y se responde a la pregunta por el ser: o bien con un
delirio de insignificancia, identificándose con la nada, o bien
aspirando a la pureza que exigiría el ideal, a la completud, en
un pasaje a la manía en la que el sujeto se identifica ya no con
la nada sino con el Otro al que supone omnipotente.
Con las dificultades de nombrar, de recurrir a la palabra y
recubrir la ausencia, en la melancolización se afirma el ser en
la negación de su existencia, quedando todo el tiempo al borde
del acto con riesgo de la propia vida como fonna de poner fin
a su dolor de existir.
En el mejor de los casos es el acting out, que está dirigido a
Otro, que se despliega en el marco de la transforencia y supone
una demanda de amor. En el pasaje al acto en cambio el sujeto
sale de escena y se rompe la relación que establece Lacan en el
nudo borromeo de tres al no existir o estar debilitado el cuarto
registro, el sinthome, l.a nominación, que anudaría los registros
del nudo de tres desanudado. Refiriéndose a Joycc decía Lacan
al respecto que por la escritura, por su trabajo de escribir, se
restituiría el nudo borromeo, corrigiendo el ego de tal manera la
relación faltant:e en las psicosis. Pues el sinthome está en el lugar
mismo donde el nudo falla, donde hay la[Jsus del nudo, y aclara en el
Seminario 23: "El cuarto ... es el sinthome. fo; también el Padre ... ".
Cuando el cuarto nudo se mu~stra frágil o débil para sos-
tener la cohesión del nudo borromeo de tres, puede buscarse
una supuesta salida: a través del acto, como salida del mundo
simbólico, y como cultivo puro de pulsión de muerte la agresión
puede manifestarse en violencia hada la propia persona, como
en el caso de suicidio e intentos de suicidio, o hacia los otros
como agresión en modalidades diversas.
127
José Barrionuevo
La concreción de actos transgresores, con alto monto de
angustia, pueden también estar provocados, por ejemplo, al
decir de un joven entrevistado en un instituto que alberga a
adolescentes en conflicto con la ley penal, por no tener manera
de conseguir dinero para subsistir, cuando n.o se vislumbran
otras alternativas, porque no había otra, al decir del mismo.
En fragmentos de una viñeta clínica recortamos las pala;
bras de Martín, 17 años:
"Y, si, volví a hacer cagadas porque no tenía para co-
mer en casa, mi vieja me decía que a los más chiquitos
les dolía la panza de no comer.. ., y a mí me agarraba
bronca, me ponía loco, y era capaz de cualquier cosa",
Mientras que en otro momento de la entrevista comenta:
"Y... no lo pensás mucho, le dije al Tuerto que se
trajera unas ginebras para entonarnos, buscarnos los
.
f1erros y sal'unos, y... no 1o pensas
~ ~
... estas l "
como sacaoo .
Ante la injusticia o la violencia social, o bien cuando se
supone que existe aunque así no fuera, la actuación transgre-
sora lejos está de constituirse en respuesta valedera a aquélla.
Constituye, por cierto, búsqueda de salida individual que
ubicaríamos dentro de lo que denominamos patologías del acto.
La marginación y exclusión de crecientes conjuntos
poblaciones provocada por factores políticos y económicos,
están siendo objeto de intensos estudios, desde no hace
mucho tiempo, por los graves problemas urbanos a que dan
lugar, como un llamado de atención y alerta ante una pro-
blemática creciente.
Algunos especialistas en adolescencia de medios urbanos,
sostienen que la pobreza y la indigencia en aumento, y su per--
sistencía, en c iert:os sectores poblacionales borra la frontera que
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Capítulo 7. Trasgresión aclolescenle y violencia social
existía respecto de la llegada a la adultez, o que el tránsito entre
la niñez y el ser adulto es un límite mínimo que se cruza con
rapidez, cuando el niño se ve obligado o empujado a aut:oabas--
tecerse económicamente para paliar las necesidades primad.cu;
que su contexto social y familiar le demandan.
En las patologías del acto, incluyéndose entre ellas: int:en.-
t:os de suicidio, drogadependencias propiamente dichas, o las
actuaciones transgresoras, la impulsión o la tendencia a pasar al
acto es el recurso utilizado en forma prioritaria en tanto si bien
el sujeto en estas problemáticas habita el lenguaje no puede
apelar a este en ciertas circunstancias en las cuales un afecto
de intensidad desbordante hace imposible todo procesamiento
psíquico. Respecto de la función de la palabra podríamos decir
que en las patologías del acto el sistema protector o entramado
de cont:cndón constituido por el lenguaje tiene puntos de
debilidad o fallas, no alcanzando para impedir que el sujeto
quede a merced del goce del Otro, no pudiendo hacer uso del
lenguaje o no teniendo eficacia el n:üsmo para ponerle lírnit:c
a dicho goce.
En el acto se perfila un sujeto en una posición de goce
silencioso, si bien en el callar no se libera del lenguaje. Esta~
mos en terreno del aut:oerotismo, más allá de la demanda y
con un deseo disminuido, en un goce diferente y apartado de
la palabra, en un apelar a un acto con el cual el sujeto_suponc
poder ponerse a salvo de la castración.
Es la función paterna la que permite poner coto al goce
materno, y producciones diversas pueden instalarse en procura
de lograr t:al objetivo, si bien la privilegiada sería el lenguaje,
resultado de procesos intelectuales sujJcriores. Al respecto es
importante citar una expresión de l~reud en su escrito sobre
Moisés y la religión rnonotcísta, que rcsuha apropiada para
ubicar el pasaje de la madre al padre, como antecedente de lo
que luego Lacan dcnorninaría metáfora t>aterna.
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 José Barrionuevo
Capítulo 7. Trasgresión adolescente y violencia social

Decía Freud:
angustia y con la frustración buscando caminos posibles
creativamente.
"El progreso de la espiritualidad consiste en preferir
; Puede caerse en la resignación o el anonadamiento que,
los procesos intelectuales llamados superiores, o sea
por cierto, a nada llevan.
los recuerdos, reflexiones, juicios, a los datos de la
; Búsqueda enloquecida de una supuesta salida, maníaca;
percepción sensorial directa; consiste, por ejemplo,
mente, a través del acto en cualquiera de sus formas, acting
en decidir que la paternidad es más importante que
out o pasaje al acto, con sus diferencias o peculiaridades.
la maternidad, pese a no ser demostrable como esta
última por el testimonio de los sentidos. De acuerdo En el caso de la resignación se trataría de un duelo pato;
con ello, el niño deberá llevar el nombre del padre y lógico, y podemos pensar que en su caso extremo puede darse
heredar sus bienes". (Freud, 1938) una derivación de la carga eróti.ca en la misma línea que se
produce en la melancolía, en un doble destino: una parte de ella
Este pasaje de la madre al padre, puede ser entendido
retrocediendo hasta la identificación, regresión al narcisismo y
también como trasmutación de goce. Del goce primero, ar-
otra hasta la fase sádica que aclararía la tendencia al suicidio
caico, un goce casi mitificable, como goce del ser, a formas
en la vía de una caída en la manía.
de goce fálico, goce enlazado a la palabra, al significante,
La supuesta salida en la manía que puede conducir a la
que Freud expresara como procesos intelectuales ... sufJeriores,
transgresión, como desenlace posible también consecuencia
reflexiones, juicios.
de un duelo patológico, es estimulada por el Otro social que
Cuando en esa trasmutación se producen fallas, es posible
ofrece goce potencial con lo cual se procura compensar la
ubicar vacilaciones o aun fracasos en la reconstrucción, en
precariedad de la función paterna y consecuente insuficiencia
el sellado, del fantasma, trabajo especialmente importante
o inconsistencia de proyectos de vida. El acto hace presente
en el tiempo de la adolescencia. La presentificación de un
el objeto como real y provoca un retomo al plano de la frus-
goce arcaico es fuente de impulsiones y formas de acting out
tración, forma de l.a pérdida de objeto.
y de pasaje al acto, en variadísima gama clínica que puede ir
Ambas afecciones, dice Freud, refiriéndose, a la melancolía
desde los trastornos de la alimentación o las adicciones hasta
y a la manía, tendrían que ver con el mismo comP,lejo, que en
otras diversidades impulsivas tales como intentos de suicidio
un caso sojuzga al yo en la melancolía mientras que en la manía
o actuaciones transgresoras.
queda sometido o apartado por el yo.
Qué hacer con la privación deriva en tres caminos posibles,
Respecto de la frustración plantea Lacan (1956):
en una consideración general y sintética:
"¿Qué justifica, en efecto el término frustración? Sólo
Cuando el sujeto se encuentra enmarcado por el Edipo,
hay frustración, si el sujeto reivindica, si el objeto se
y la reconstrucción o refuerzo del fantasma se produce
considera exigible por derecho. En ese momento el
adecuadamente en la adolescencia, el pensar y la palabra
objeto entra en lo que se podría llamar el. área narci#
se mantienen a mano y el sujeto se las arregla con la
sista de las pertenenci.as del sujeto".

130 l.3 l
José Barrionuevo Capítulo 7. Trasgresión adolescente y violencia social

Se produciría una acentuación del narcisismo en el relevo
de la respuesta fálica. Y en tanto la frustración no encuentra
caminos de dialectización en el Otro social, con ausencia de
metáfora y parálisis en el pensar, la actuación es marca de la
desmentida, y conjuntamente con la desestimación de los
peligros que puede llegar a afrontar, la vida se pone en riesgo
en la transgresión en ciertos casos. Mientras que en otros,
la marca de la aceptación de la inexistencia de una salida se
orienta hacia la resignación o se cae en el desfallecimiento,
con abandono de la propia persona.
Cuando el sujeto se encuentra en el seno de una familia
que lo sostiene afectiva y económicamente el problema no es en
apariencia tan grave, o contundente, como cuando la estrechez
o la pobreza pueden empujar al vagabundeo o a la vagancia rnen~
digante o cuando la pérdida abre la dimensión de la depresión
o deriva hacia el acto en su modalidad transgresora enfrentado
el sujeto a la violencia social en un callejón sin sal.ida.
---- (1917): "Duelo y melancolía", en Obras ComJ>leta.s, Buenos
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