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RESUMEN
INTRODUCCION
La anorexia y la bulimia nerviosa son los trastornos alimentarios mas graves que
conocemos hoy en día, que se caracterizan por alteraciones graves de la conducta
alimentaria.
El principal motivo por el cual se decidió realizar dicha investigación fue el encontrar
un cúmulo creciente de evidencia que sugiere que la prevalencia de desórdenes
alimentarios y excesivo interés acerca del peso corporal se está incrementando en ciertas
poblaciones especiales, como es el caso de las deportistas femeninas1.
La presión sobre las atletas femeninas para mejorar sus performances y físicos, unida a
la demanda sociocultural puesta en todas las mujeres para ser delgadas, generalmente
resulta en intentos para lograr objetivos de tamaño y pesos corporales irreales. Para
algunas atletas femeninas la presión para lograr y mantener un bajo peso corporal
conduce a patrones potencialmente perjudiciales de conductas de alimentación
(alimentación restrictiva o dieta crónica por ejemplo).
Las distorsiones en la percepción de la imagen corporal constituyen unas de las
manifestaciones de los trastornos alimentarios. La imagen corporal fue descripta
inicialmente por Shilder en 1935 como la imagen que forma nuestra mente de nuestro
propio cuerpo; es decir, el modo en que nuestro propio cuerpo se manifiesta. En este
enunciado está implícita la idea de que la imagen corporal no es necesariamente
consistente con nuestra apariencia física real, y resalta, por el contrario la importancia
de las actitudes y valoraciones que el individuo hace de su propio cuerpo2.
Por ende, también nos propusimos analizar la auto-percepción que las mujeres hacen de
su peso, en comparación con su peso real.
Si bien hay deportes considerados de riesgo para trastornos, se encontró publicaciones
de estudios que muestran que hay deportistas con trastornos alimentarios en muchas
otras disciplinas deportivas3, por lo cual se eligió trabajar con deportes que no están
clasificados como de riesgo tales como el hockey y el cestobol.
OBJETIVOS
MARCO TEORICO
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Para millones de mujeres el someterse a planes alimentarios restrictivos se tornó un
modo de vida. Se estima que habitualmente el 40% de todas las mujeres
estadounidenses están tratando de perder peso. Esta obsesión nacional por la pérdida de
peso es alimentada primariamente por el valor desmedido que la sociedad le da a la
perfección física y las subsecuentes presiones inexorables sobre las mujeres para lograr
el arquetipo de la perfección, un físico delgado y esbelto. Por ende, durante las últimas
tres décadas hubo una marcada tendencia en incremento hacia un ideal delgado, casi
irreal, de belleza de la mujer. Consecuentemente, la presión está puesta sobre las
mujeres jóvenes para restringir sus ingestas de alimentos hacer dieta para lograr esa
delgadez consumada1. La anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa son los trastornos
alimentarios más graves que conocemos hoy en día, que se caracterizan por alteraciones
graves de la conducta alimentaria4.
Anorexia quiere decir literalmente falta de apetito, y es un término habitual para
designar un síntoma que aparece en muchos otros trastornos y enfermedades, como la
depresión5. Cuando hablamos de anorexia nerviosa nos encontramos en un caso en el
que la persona, lejos de carecer de apetito, se comporta como un organismo hambriento;
no come pero no deja de pensar en cuáles son los alimentos idóneos que debe ingerir
para no aumentar de peso6. En el caso de los deportistas, estudios de casos ilustran la
intensa angustia emocional que muchos atletas tienen en relación a los alimentos, el
peso corporal y la imagen corporal7.
La anorexia nerviosa se caracteriza por el rechazo a mantener el peso corporal en los
valores mínimos normales, un miedo intenso a convertirse en obeso y una alteración de
la imagen corporal8.
Se han propuesto diversos modelos explicativos para dar cuenta de la etiología,
desarrollo y mantenimiento de la anorexia nerviosa. A continuación se muestra una
relación de la interacción de factores predisponentes, precipitantes y de mantenimiento
de la anorexia nerviosa según Toro y Vilardell (1987)9.
Factores genéticos
Edad 13 a 20 años
Trastorno afectivo
Introversión/inestabilidad
FACTORES PREDISPONENTES Sobrepeso en la pubertad y adolescencia
Nivel social medio/alto
Familiares con trastorno afectivo
Familiares con adicciones
Familiares con trastornos de la ingesta
Obesidad materna
Valores estéticos dominantes
Cambios corporales
Separaciones y pérdidas
Rupturas conyugales con el padre
FACTORES PRECIPITANTES Contactos sexuales
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Incremento rápido de peso
*Críticas sobre el cuerpo
Enfermedad adelgazante
*Traumatismo desfigurador
Incremento en la actividad física
Acontecimientos vitales
Consecuencias de la inanición
Interacción familiar
FACTORES PERPETUANTES Aislamiento social
Cogniciones anoréxicas
Actividad física excesiva
Iatrogenia
Fuente: Toro y Vilardell, 1987.
La presión sobre las atletas femeninas para mejorar sus performances y físicos, unida a
la demanda sociocultural puesta en todas las mujeres para ser delgadas, generalmente
resulta en intentos para lograr objetivos de tamaño y pesos corporales irreales. Para
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algunas atletas femeninas la presión para lograr y mantener un bajo peso corporal
conduce a patrones potencialmente perjudiciales de alimentación restrictiva o dieta
crónica.
Los deportes son con frecuencia iniciadores de trastornos del comportamiento
alimentario11. Muchos deportistas de elite, o que están en camino de serlo, sufren
irregularidades y disfunciones alimentarías de gravedad variable.
En el ámbito deportivo se pueden mencionar algunos factores de riesgo específicos para
el desarrollo de trastornos alimentarios. Los factores predisponentes pueden ser
genéticos, sociales, biológicos y psíquicos, los cuales interactúan para el desarrollo de
estas patologías en personas vulnerables.
Los factores o situaciones de riesgo más observados en la población de deportistas son:
1- Deportes de mayor riesgo: aquellos que enfatizan una apariencia delgada, que
requieren un porcentaje bajo de grasa para un rendimiento deportivo óptimo o
que requieren un peso determinado para clasificar.
2- La hipótesis de la atracción por el deporte sugiere que algunos deportes
específicos atraen a los individuos que tienen la patología o alto riesgo de
desarrollarla ya que estos encontrarían en esa actividad la forma de gastar
calorías y justificar su bajo peso o su forma anormal de comer. Por ejemplo, un
deporte de resistencia como la maratón, con énfasis en la masa magra y
caracterizada por un alto grado de entrenamiento, sería el elegido por estas
personas, o tal vez un deporte cuyo estándar de a forma corporal esté
estereotipado y aceptado como delgado, de esta manera pueden ocultar el
problema.
3- Ciclos de dietas y peso corporal: los ciclos de peso por lo general se dan en
deportistas que desean mantener bajo pero tienen dificultades para conseguirlo.
Un ejemplo puede ser un taekwondista que desea competir en una categoría
menor y cuando termina la temporada recupera su peso. Estas personas suelen
estar presionadas por el tiempo, lo que constituye un factor de riesgo adicional.
4- Comienzo precoz del entrenamiento específico en un deporte: se sabe que la
forma corporal de una persona puede orientar a la elección de un deporte
determinando y que cuanto mayor es la desviación del cuerpo con respecto al
ideal para ese deporte más alto será el riesgo de desarrollar trastornos
alimentarios. Se ha comprobado que cuanto más jóven (edad prepuberal)
comienzan un entrenamiento específico, sin tener aún la forma corporal definida,
el riesgo y la prevalencia de los trastornos alimentarios es mayor.
5- Rasgos determinados de la personalidad: entre las deportistas y las personas con
trastornos alimentarios hay rasgos comunes. Por ejemplo, ambos tienden a ser
perfeccionistas, a tener expectativas de grandes logros, son persistentes e
independientes. Estas cualidades en un deportista le facilitan el éxito pero
también lo exponen a un riesgo mayor.
6- Impacto de los técnicos o entrenadores: muchos deportistas pueden acatar la
recomendación de su entrenador de disminuir el peso corporal en forma
demasiado estricta como única forma de alcanzar el éxito en ese deporte. En
individuos vulnerables esta situación puede activar o exacerbar un problema de
la conducta alimentaria. Las mujeres corren mayor riesgo de desarrollar un
trastorno alimentario, porque la sociedad ejerce mas presiones sobre ellas que
sobre los hombres por la delgadez. Tanto la perdida del entrenador como una
enfermedad o lesión pueden considerarse acontecimientos traumáticos y también
disparadores de trastornos alimentarios.
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7- El aumento súbito del volumen de entrenamiento o el entrenamiento inadecuado
pueden activar o exacerbar este problema en individuos vulnerables12.
PREVALENCIA
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Sundgot-Borgen, más recientemente, propuso algunas características distintivas de una
forma de anorexia subclínica a la que ella se refirió como anorexia atlética. De acuerdo
con Sundgot-Borgen, la deportista femenina con anorexia atlética demuestra un miedo
intenso a ganar peso o volverse gorda, aunque su peso esté bajo (al menos 5% menor al
peso normal esperado para la edad y altura de la población femenina general). Este bajo
peso corporal, está acompañado por una reducción en la ingesta total de energía (<1200
Kcal. / día), ejercicio excesivo o ambos. Frecuentemente la deportista con anorexia
atlética también reportará comidas excesivas, vómitos auto inducidos, uso de laxantes o
diuréticos, o las tres conductas a la vez.
La atleta con un desorden alimentario subclínico como la anorexia atlética puede
presentar signos de alimentación desordenada pero falla en reunir el criterio estricto del
DSM1.
Aunque como hemos dicho anteriormente, en todos los deportes existe el riesgo de
presentar trastornos en la conducta alimentaria, encontramos fundamentalmente cuatro
grupos de deportes donde surgen, con mayor frecuencia, comportamientos alimentarios
patológicos1 (Otros: Daluiski, Rahbar y Meals, 1997; Teitz, 1998; Sundgot-Borgen,
1994; Sykora, Grilo, Wilfley y Brownell, 1993; Wilmore y Costill, 1998):
• Deportes que establecen categorías de peso: boxeo, lucha, halterofilia.
• Deportes en los que un peso bajo resulta beneficioso para la mejora del
rendimiento en la competición: remeros, piragüistas y jockeys.
• Deportes de resistencia: fondo, mediofondo y maratón.
• Deportes en los que un peso bajo resulta beneficioso para el desarrollo de los
movimientos y que requieren buena presencia ante los jueces: ballet, gimnasia,
patinaje artístico y aeróbic.
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Rosen, McKeag, Hough y Curley (1986) pusieron de manifiesto que el 74% de las
gimnastas de los colegios universitarios vomitaban más de dos veces por semana,
consumían laxantes, diuréticos, pastillas para adelgazar o hacían ayunos.
Rosen y Hough (1988) hallaron que todas las gimnastas de sus investigaciones
practicaban dietas restrictivas. La mitad de estas deportistas intentaban aumentar el
rendimiento, pero la otra mitad pretendían mejorar el aspecto físico. El 62% practicaban
por lo menos una forma de control patógeno del peso: vómitos autoinducidos, píldoras
adelgazantes, ayuno, consumo de diuréticos, restricción de líquidos y uso indebido de
laxantes.
Sundgot-Borgen (1996) con 12 mujeres del equipo nacional noruego de gimnasia
rítmica (algunas de ellas cumplían los requisitos establecidos por el DMS III-R para el
diagnóstico de la anorexia nerviosa), muestra los siguientes resultados: todas las
gimnastas estaban a dieta a pesar de estar extremadamente delgadas, presentaban retraso
en la madurez, irregularidades menstruales, déficit energético, alta frecuencia de
lesiones y un alto volumen de entrenamiento8.
Existen fundamentalmente tres posturas que intentan explicar el porqué de la incidencia
de este tipo de trastornos en el deporte (Blasco, García-Merita y Balaguer, 1993):
• Algunos autores atribuyen a la influencia de la presión social como factor
responsable del desarrollo de los trastornos (Garfinkel y Garner, 1982; Garner y
Garfinkel, 1980; Pérez, Rodríguez, Esteve, Larraburu, Font y Pons, 1992; Rosen y
Hough, 1988).
• Otros, defienden que los deportes que exigen un control de peso, son elegidos por
aquellos individuos que poseen determinadas características de personalidad que los
hacen ser susceptibles de desórdenes alimentarios (Eisler y le Grance, 1990; Leon,
1984).
• La tercera postura es la defendida por Epling, Pierce y Stefan (1983), quienes
concluyen que para el caso de la anorexia nerviosa, existe un subtipo anoréxico
denominado anorexia basada en la actividad o anorexia por hiperactividad. Plantean
que el exceso de ejercicio físico puede provocar el inicio de la anorexia nerviosa.
Sugieren que la actividad física y la ingesta de alimentos se relacionan
recíprocamente; de tal manera que la disminución de la ingesta produce aumento de
actividad, y ésta produce, a su vez, una disminución de la ingesta, y así
sucesivamente8.
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restitución de glucógeno, las proteínas necesarias para la construcción y reparación de
tejidos, y los micronutrientes necesarios para el metabolismo y mantenimiento de la
homeostasis corporal.
Además de la reducción en la perfomance, la ingesta inadecuada de energía y/o
macronutrientes puede afectar adversamente el estado de salud directamente, como
consecuencia del bajo peso corporal, o indirectamente a través de efectos de prácticas de
conducta, de dieta o de ejercicio, utilizadas para mantener un bajo peso corporal.
Algunas potenciales consecuencias de la deficiencia crónica de nutrientes incluyen
fatiga crónica, incremento de la susceptibilidad a la infección, curación y recuperación
de lesiones pobre o retrasada, anemia, disbalances electrolíticos, y cambios
cardiovasculares, anomalías endocrinas y osteoporosis1.
POBLACION Y MUESTRA
MUESTREO
Definición de términos
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Menarca: Primera menstruación que supone el comienzo de la función menstrual
cíclica.
Amenorrea: ausencia de menstruación.
Imagen Corporal: percepción y sentimientos que tenemos sobre nuestro propio cuerpo.
REPAROS ETICOS
Todas los datos y preguntas las completaba la deportista, según lo que ella manifestaba.
Excepto peso y talla que fueron evaluados por el equipo de trabajo del LAFyS. Las
variables en estudio fueron:
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IMC = PESO ACTUAL (Kg)
TALLA (metros)2
• PESO: El peso se midió utilizando una balanza de pie, marca CAM, de 150
Kilogramos de capacidad y con presición de 100g. La deportista debía estar
descalza, con la mínima cantidad de ropa y pararse sobre la balanza en el centro de
la plataforma, derecha, mirando al frente, con los brazos al costado del cuerpo y
luego se realizaba la lectura.
• TALLA: La talla fue evaluada colocando a la deportista sobre el tallímetro de pared,
con los talones, glúteos y espalda tocando la pared, en plano de Frankfurt, y
utilizando una escuadra Rosscraft se procedía a hacer la lectura, con precisión en
milímetros.
IMC Clasificación
Menos de 18,5 Bajo Peso
18,5 – 24,9 Peso Normal
25,0 – 29,9 Sobrepeso grado 1
30,0 – 39,9 Sobrepeso grado 2
Fuente: Torresani M.E., Somoza, M. I. (1999).
Lineamientos para el cuidado nutricional.
Buenos Aires: Eudeba.
Variables de caracterización
• Edad: a partir de fecha de nacimiento y fecha al momento de ser evaluadas se
estimó la edad decimal en años.
• Deporte de competencia que actualmente practica: si indicaba hockey o cestobol
• Edad en que comenzó ese deporte: en años según lo referido por la encuestada.
• Horas de entrenamiento: cantidad de horas semanales promedio que la
encuestada dedicaba a las actividades deportivas, incluyendo los partidos.
Se utilizaron los datos recogidos de las encuestas auto administradas entregadas a las
deportistas. Los mismos fueron volcados en una base de datos (Microsoft Excel 2000) y
luego analizados empleando el paquete estadístico (Medcalc y VCCSTAT). Para todas
las variables se establecerá la distribución de frecuencias y/o porcentajes en relación con
el total de casos. Para aquellas medidas en escala ordinal o superior, se computaron las
siguientes estadísticas: numero de casos, valor mínimo hallado, valor máximo hallado,
media aritmética, desvío estándar. Se estimaron los intervalos de confianza del 95% y se
estimó el grado de concordancia a través de la estimación del coeficiente Kappa.
DESCRIPCIÓN DE LA MUESTRA
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Se estudiaron los datos obtenidos de 55 deportistas femeninas encuestadas. 43/55
practicaban hockey (78.2%) y el resto (21.8%) cestobol.
El promedio de edad fue 19.96 ± 3.48 años (mínimo 15.40, máximo 28.51)
El tiempo promedio de años de practica deportiva fue 13.01 ± 3.2 años (mínimo 4.4,
máximo 21.5 años)
La media de horas de entrenamiento por semana referidas por las encuestadas fue de 8 ±
2 (mínimo 3, máximo 14 horas)
En la tabla 1 se detallan los valores obtenidos de peso y talla de las jugadoras.
RESULTADOS
Perpetuantes:
Consecuencia de la inanición (retraso 7 12.7% 5.3 – 24.5%
menstrual superior 3 meses)
De los factores precipitantes relacionados con las auto-criticas hacia el cuerpo 22/55
(40% IC95% 27.3-54.1) respondieron en forma riesgosa a una o ambas preguntas.
Para el objetivo 2:
En la tabla 3 se detalla el grado de concordancia hallado entre la percepción del peso y
el peso real en las mujeres deportistas encuestadas.
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Alterado Normal
Alterada 0 22 22
Normal 2 31 33
Total 2 53 55
De las 53 deportistas con peso normal según IMC, 22 (41.5% IC95% 28.4-55.8%)
refirieron una percepción alterada del mismo.
CONCLUSIONES
Estos resultados apoyan la hipótesis que el factor de riesgo predisponente edad entre 13
y 20 años fue el más prevalentemente hallado (87.8%), mientras que entre los factores
precipitantes fue la inconformidad de las deportistas con su propio cuerpo (41.2%).
El grado de concordancia entre la percepción del cuerpo y el peso real fue no
significativo, indicando que no existe acuerdo entre estas comparaciones (coeficiente
kappa -0.07, IC95% -0.39 a 0.25). Esto significa que las deportistas tienen en muchos
casos una percepción distinta a su peso real.
Los profesionales que trabajan con deportistas especialmente adolescentes y adultos
jóvenes, ya sea que participan en los deportes considerados de riesgo o no, deben estar
alertas a los síntomas precoces de trastornos alimentarios ya que pueden ocasionar
consecuencias en la salud de estas atletas. Algunas preguntas simples de sondeo acerca
del peso, posible insatisfacción con la apariencia, amenorrea y la ingesta nutricional del
día antes de la evaluación, pueden ayudar a identificar el desarrollo de una patología
alimentaria.
La intervención precoz tanto médica, nutricional como psicológica son claves para la
pronta recuperación; y la educación en nutrición y el apoyo psicológico dentro de un
equipo interdisciplinario son clave para la prevención, permitiéndoles llevar adelante el
deporte de manera saludable.
DISCUSION
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instrumento o valoración; Esto fue debido a que los investigadores no tenían
conocimiento previo de las deportistas y considerando que trabajar con trastornos de la
alimentación es un tema muy delicado que requiere de mucho cuidado a la hora de
evaluarlo, no era apropiado para dicha población. Tampoco disponíamos de suficiente
tiempo, por el acortado contacto que tuvimos con las deportistas para trabajar.
Sin embargo, mas allá del instrumento utilizado, encontramos factores de riesgo
asociados a anorexia y percepción alterada de la imagen corporal.
Un estudio de Perpiñá y cols2, que tenía como objetivo también comprobar las
diferencias entre el peso real y el peso percibido, clasificando la percepción del peso en
“kilos de menos percibidos”, “peso justo percibido” y “peso de más percibido”,
encontró que del total de las que se clasificaron dentro del grupo “peso justo percibido”
(es decir, que se veían con un peso normal), el 73,9%, estaban por debajo de su peso
ideal; y el 23,25% de las mujeres que se clasificaron dentro de la categoría “peso de más
percibido” tenían en realidad un peso por debajo de lo normal. Nuestro trabajo encontró
que de las 53 deportistas, el 41,5% de ellas, a pesar de tener un IMC normal, estaban
disconformes con su peso.
La prevalencia de irregularidades menstruales (oligomenorrea y amenorrea) en
deportistas puede ir del 6 al 79%; esto depende fundamentalmente de la disciplina
atlética y del nivel de competición. Nuestro trabajo encontró que el 12,7% de las
deportistas de nivel medio y participantes de deportes que no eran de riesgo estuvieron
más de tres meses sin menstruar. Un trabajo de Sanborn et al (1987) encontró que
deportistas de ciclismo (n=33) y natación (n=197) tenían una prevalencia del 12%. El
porcentaje es mayor en deportes que requieren de un peso específico como ser gimnasia
artística; autores como Abraham et al encontraron un 79%; Brooks-Gunn et al un 59%;
Glass et al un 34%; y en deportes como la maratón Sanborn encontró un 26%. En la
población general la prevalencia de amenorrea es del 1-8% según estudio de Petterson
et al (1973) y del 5% para Singh (1981)17.
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