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Impacto de las políticas neoliberales en Nicaragua

Entre los principios más visibles del neoliberalismo están: La propiedad privada sin límites, la
libertad como valor absoluto, pero en manos de una minoría, el predominio del mercado,
defendiendo la no intervención del estado en la economía, el orden, exigiendo a los gobiernos
mantener una situación económica que no entorpezca los negocios ni la vida económica y el
individualismo por encima de los interés colectivos

Los neoliberales aseguran que el aumento de las ganancias es el único motor de la economía,
de ahí que se deben reducir los costos volviendo al liberalismo tradicional con la reducción del
papel rector del Estado, disminución de los salarios y eliminación de los puestos de trabajo
innecesarios.

Para los neoliberales el mercado es el gran maná llegado con la modernidad. En la mayoría de
los países de América Latina, se aplicaron las políticas neoliberales alentadas por Estados
Unidos a través del Fondo Monetario Internacional (FMI), y esta aplicación generó una ola de
privatizaciones de servicios públicos, afectando principalmente a los sectores más vulnerables
en cada país, lo que se reflejo en el aumento de los niveles de pobreza como nunca antes
visto, demostrándose que el modelo era una maquina de producir pobres.

Convirtiendo al mercado en el motor de la vida económica, productiva y social pero a un


altísimo costo, sobre todo para los trabajadores, lo que se expreso en despidos, reducción de
salarios y el empeoramiento de las condiciones de trabajo en la sociedad inglesa.

En Nicaragua, la aplicación de las políticas neoliberales se iniciaron con la Sra. Chamorro, lo


que se llamó por sus siglas en ingles ESAF o “medidas de ajuste estructural a la economía”
generando una situación muy compleja y dramática en el terreno económico y social porque el
país venía saliendo de una guerra, esto fue como operar a un paciente sin anestesia. Los
gobiernos de Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, continuaron con estas políticas, destacando
la privatización de importantes servicios públicos como energía y comunicaciones, por ejemplo:
la empresa de telecomunicaciones TELCOR era una empresa rentable y no tenía caso su
privatización.

Los 17 años que empobrecieron a Nicaragua

Orlando Núñez Soto

Entre 1990 y 2006 gobiernan Nicaragua tres regímenes políticos de corte neoliberal, el
de Violeta Barrios de Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños. 17 años de
contrarrevolución neoliberal en el que los gobiernos facilitaron a la empresa privada
extranjera desmantelar el Estado, saquear a la nación y empobrecer a su población.
Los mecanismos utilizados fueron el desmontaje del fisco, la privatización de las
empresas y servicios públicos, el endeudamiento del país y la corrupción de sus
funcionarios, el desempleo de los trabajadores y la descapitalización de los
productores.

Desmantelamiento y regresividad fiscal


Lo primero que hicieron fue desmantelar la protección arancelaria, eliminando los
impuestos a la importación de mercancías competitivas con la producción nacional, lo
que dejó desamparado a nuestros productores, beneficiando por supuesto a los
importadores y sobre todo a las empresas estadounidenses y europeas que pudieron
invadir nuestra economía con mercancías desgravadas.

Si hasta 1990 el promedio de imposición arancelaria era de 50%, al final del período
neoliberal dicho porcentaje había bajado a 5%. Las actividades que más sufrieron
fueron las alimentarias y artesanales. Nicaragua comenzó a ser invadida de alimentos,
muebles o zapatos y nuestros productores comenzaron a resentir fuertemente dicha
competencia.

A su vez a las grandes corporaciones transnacionales se les exoneró de todo tipo de


impuestos: impuesto sobre la renta, impuesto sobre bienes inmuebles, impuesto al
valor agregado, etc., etc. Esta situación, unida a otras facilidades, contribuyó incluso a
la quiebra de muchos productores y empresas nacionales que fueron sustituidas por
empresas extranjeras.

Se calcula que el fisco dejó de percibir cada año 500 millones de dólares por
exenciones y exoneraciones impositivas y por reducción de los aranceles externos.
Las corporaciones extranjeras se enriquecieron y Nicaragua entera se empobreció.

Es así que Nicaragua tiene la tributación más regresiva del mundo, pues el sector
privado apenas paga el 10% de nuestras recaudaciones, mientras que el pueblo
aporte el 90% del presupuesto fiscal de la república.

Privatización, endeudamiento y corrupción

Alrededor de 400 empresas del Estado se vendieron a precio de guate mojado,


incluyendo los bancos estatales, como el Banco Nacional de Desarrollo, el Banco
Popular, entre otros.

Muchas de estas empresas habían sido confiscadas a los somocistas y a los enclaves
extranjeros: empresas de comunicación, energéticas, mineras, ganaderas,
algodoneras, tabacaleras, cafetaleras, arroceras, cañeras, industriales y comerciales.
La privatización de estas empresas, benefició a los dueños a quienes posteriormente
se les indemnizó sumas millonarias pagadas por el presupuesto nacional, lo que
comenzó a agrandar la deuda interna del país.

Se calcula que el patrimonio público perdió alrededor de 1,000 millones de dólares por
haber vendido con facturas subvaluadas las cuatrocientas empresas, tanto las
empresas de la Corporación Nacional del Pueblo (CORNAP) como las empresas
públicas nacionales, sin contar con las ganancias que el Estado ha dejado de percibir.

Asimismo, estos gobiernos privatizaron los servicios públicos como la educación, la


salud, el servicio eléctrico, la telefonía, el agua, entre otros. Inmediatamente, por
supuesto, las tarifas de estos servicios comenzaron a aumentar para la población.
La privatización de las empresas productivas y comerciales del Estado, la quiebra de
las empresas nacionales y de los bancos privados, generó una gran corrupción donde
participaron empresarios extranjeros, empresarios nicaragüenses y funcionarios de
gobierno.

El mecanismo más usado fue el siguiente: en un primer momento el gobierno le vendía


a funcionarios tales empresas a precios muy inferiores a los precios en libros o a los
precios de mercado, meses después los primeros compradores las revendían a
empresarios extranjeros a mayores precios, con una diferencia de decenas de
millones de dólares por encima del precio inicial, como fue el caso de las empresas de
telecomunicación y electrificación, hoy en manos de Movistar y Unión Fenosa. Otras
veces se vendían tales empresas directamente a los empresarios extranjeros a precios
ridículos comparados con su precio real, siendo emblemático el caso del balneario de
Montelimar, hoy en manos de Barceló.

Aunque la corrupción más conocida fue la entrega y venta de bonos y certificados


estatales a los empresarios somocistas confiscados y a los banqueros. A los primeros
se les entregaron Bonos de Pago por Indemnización (BPI), a los segundos se les
vendieron Certificados Negociables de indemnización (CENIS).

Los especialistas e instituciones gubernamentales calculan que por concepto de venta


subvaluada de las empresas públicas, BPI y CENIS, el Estado nicaragüense perdió y
sigue perdiendo, pues se sigue pagando una cuantiosa deuda interna. Solamente por
concepto de bonos a los confiscados somocistas se deben 817 millones de dólares y
por bonos a los banqueros se deben 365 millones de dólares, en total más de 1,000
millones de dólares que el Estado le debe a la oligarquía por haberle vendido
ventajosamente empresas y bonos.

Mientras el campo socialista nos condonaba cerca de 5,000 millones de dólares, por
concepto de deuda externa concedida a la revolución, los gobiernos oligarcas nos
endeudaban con 3,000 millones de dólares aproximadamente, por concepto de deuda
interna contraída con ellos mismos en forma ventajosa.

Desempleo masivo, descapitalización y migración

En cuanto llegaron al poder, los gobiernos neoliberales comenzaron a despedir a


cientos de miles de asalariados. Lo primero que hicieron en este sentido fue despedir
a 90.000 personas de las fuerzas armadas que vivían de su salario.

Inmediatamente después despidieron a 50.000 trabajadores de las empresas de las


corporaciones estatales, pues tenían que entregarlas libres de sindicatos y
prestaciones sociales a los antiguos dueños antes de privatizarlas. De los ministerios
despidieron a más de 30,000 empleados, entre ellos a 11, 000 maestros.

Pero el desempleo más masivo se generó en el seno del campesinado y del


artesanado, al cortarles el crédito a los pequeños productores del campo y la ciudad.
Recordemos que Nicaragua es un país donde los cuenta-propistas son la mayoría de
la población laboral. Más de 500.000 campesinos y artesanos se convirtieron de la
noche a la mañana en desempleados, semi-empleados o precaristas. Debido a esta
situación, muchos campesinos emigraron a la ciudad, otros tantos emigraron a Costa
Rica y Estados Unidos. Se calcula que en estos 17 años, el número de nicaragüenses
que migraron al exterior por razones económicas fue mucho mayor que durante la
guerra de los años 80.

En síntesis, en estos 17 años, los ingresos del Estado disminuyeron, los gastos del
Estado se destinaron a pagar servicios de la deuda interna, lo que disminuyó
grandemente el monto de los servicios de educación, salud, electrificación, agua,
carreteras y caminos, crédito a los campesinos. El resultado de toda esta situación se
refleja en la precipitación abrupta del Indice de Desarrollo Humano de Nicaragua, el
que descendió del escalón 60 en que lo dejó el gobierno sandinista (1990), al escalón
112 en que lo dejaron los gobiernos neoliberales (2006).

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