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Despojarse para cumplir la misión

El texto del Evangelio de San Marcos 3, 16-19; 6, 7-15, lo trata San

Mateo también en el capítulo 10, en su famoso discurso apostólico, de un

modo más amplio; Lucas lo hace en el capítulo 6 (14-16); en Marcos y Lucas

el texto es muy escueto.

Se trata de las condiciones con que el Señor va a empezar a enviar a

sus discípulos. Lo que aparece como dominante en la enseñanza y en el texto

es el hecho de que los discípulos van a hacer un anuncio religioso; van a ser

testigos de algo misterioso que ellos han visto y han compartido y que

t i e n e n q u e t r a n s m i t i r ; Va n a s e r t e s t i g o s d e u n a p a l a b r a , d e u n a e n s e ñ a n z a ,

de un anuncio; van a ser testigos de hechos que han compartido y han visto

y que confirman la misión salvífica y mesiánica de Jesús, el Hijo de Dios;

van a ser testigos, entonces, de una esperanza.

Para ello tienen que estar revestidos del poder de lo alto, aunque

a h o r a v a a s e r u n a p r u e b a p a s a j e r a p a r a l o s d i s c í p u l o s . To d a v í a n o h a

llegado el momento de instaurar definitivamente el Reino de los Cielos.

E l S e ñ o r l o s e n v í a a u n a p r i m e r a e x p e r i e n c i a a p o s t ó l i c a . Va n a t e n e r

poder para expulsar los espíritus inmundos, van a tener poder para curar a

los enfermos, van a tener poder para anunciar la palabra y convocar a la

conversión del corazón a Dios.

To d a u n a p r o f u n d a e x p e r i e n c i a e s p i r i t u a l q u e e s t á f u n d a d a e n e l

testimonio que ellos han recibido compartiendo la vida con Jesús.

Ellos son los que han sido llamados para estar con Jesús y predicar el

Reino. Para poder cumplir con esta misión, el Señor les reclama una actitud

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de absoluto despojamiento. Lo único que Marcos les tolera es un bastón,

pero si leen el texto de Mateo y leen el texto de Lucas, verán que ni siquiera

el bastón les deja.

El bastón, de alguna manera está simbolizando: aquellos recursos que

l e v a n a p e r m i t i r c a m i n a r e n l a m i s i ó n . M a r c o s l o t o l e r a ; d i c e : “ To m e n u n

bastón”. Lo que el Señor está reclamando es un absoluto despojamiento para

ponerse en manos de la Providencia.

Se trata de una misión religiosa y, consecuentemente, cualquier

realidad humana que interfiera, profana la misión. El Señor en esto es

terminante y ellos tienen que hacer la experiencia de la misión apostólica,

que exige-, desde el punto de vista de la interioridad, una permanente

purificación interior de lo que he asumido, de lo que el Señor me pide y me

manda.

Purificación interior del corazón, rectitud de intención para que en la

tarea apostólica no aparezca ninguna realidad que de alguna manera profane

la misión.

Despojamiento, el despojamiento para la misión, que no es fácil, y es

una de las grandes pruebas de la vida del sacerdote.

El sacerdote tiene que despojarse de lo que hace, estar siempre

despojado de lo que hace, porque está anunciando una palabra que no es de

él, una doctrina que no es de él, y está preparando los caminos para que los

hombres se encuentren con Cristo, no con él. Él no es el que los salva, él no

es el que les perdona los pecados, él no es el que les quita los espíritus

inmundos. Es un instrumento. Se tienen que encontrar con Cristo.

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Hay que prepararse sacerdotalmente para la misión que hace que el

s a c e r d o t e p e r c i b a l o s f r u t o s n o c o m o p r o p i o s s i n o c o m o d e l S e ñ o r. E s t o n o

es fácil.

A veces hay razones afectivas, porque en la tarea apostólica

evidentemente se dan relaciones humanas, afectos, amistades, y de repente

todo esto se va transformando en una realidad donde el sacerdote se siente

sostenido, acompañado y donde finalmente termina pensando que eso es de

él. No se da cuenta que no es de él, que las almas no son de él, son del

S e ñ o r.

Una experiencia a la cual hay que prepararse sobre todo purificando

mucho la rectitud de intención y aprovechando en la plegaria para decirle al

Señor que todos los frutos de la tarea apostólica son de Él y son para Él.

Que no son para uno y no son de uno.

P e d i r l e a l S e ñ o r l a g r a c i a d e l d e s p o j a m i e n t o i n t e r i o r. E n l a m e d i d a q u e

e l a p ó s t o l s e d e s p o j a i n t e r i o r m e n t e , m á s s u rg e n l o s f r u t o s d e l a t a r e a -

misión; en la medida que se encierra y hace de su tarea una realidad

personal, menos frutos dará.

Muchas veces la esterilidad de la misión apostólica proviene de que no

s e e s t á b u s c a n d o a l S e ñ o r, n o s e e s t á d a n d o t e s t i m o n i o d e l m i s t e r i o , s i n o q u e

se está usando el sacerdocio para una realización personal.

Así no hay frutos ni puede haberlos, porque el Señor está de más. Los

fieles que nos aguardan y nos esperan también perciben ésto. El fiel percibe

al sacerdote que realmente está despojado y está entregado a dar testimonio

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del Misterio de Dios sin reclamar nada, del que trabaja para él. Los fieles

perciben ese tono esencial de la vocación.

En nuestro Obispado Castrense, nuestros capellanes tenemos que ser

h o m b r e s d e s p o j a d o s y p o r e s o d e b e m o s v i g i l a r, trabajar las virtudes, vivir

el ministerio con la mochila ligera.

A veces los superiores no tienen libertad para poder decidir porque se

encuentran con que el sacerdote ha hecho un bunker de su tarea apostólica y

se ha encerrado en su cosa y no se lo puede tocar y tocarlo es crear un

conflicto.

Finalmente se lo va dejando, para daño de él, porque el sacerdote no

hace la experiencia del despojamiento y al no hacer la experiencia del

despojamiento va perdiendo el sentido de la misión. Esto es muy importante

en la vida espiritual de nuestros capellanes.

Sacerdotes despojados, hombres para la misión.

Claro, no se olviden del bastón, pero todo lo demás hay que dejarlo.

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