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1. Introducción
En este sentido, recientemente hemos llamado la atención mediante una Carta Pastoral1
sobre el flagelo de las adicciones y sus consecuencias para la vida de los ciudadanos y de las
instituciones que conforman el tejido social al que pertenecemos. 2
1
.- Protocolo Nro. 658/15. Obispado Castrense de Argentina. 30 de diciembre de 2015.
2
.- “Entre las amenazas que hoy se tienden contra la juventud y toda la sociedad, la droga se coloca en los primeros
puestos como peligro tanto más insidioso cuanto más invisible, no valorado todavía adecuadamente según la
amplitud de su gravedad(…)se difunde como mancha de aceite, ampliando progresivamente sus tentáculos desde las
metrópolis a los centros menores(…)Se trata de ríos de tráfico clandestino que se entrecruzan y recorren pistas
internacionales para llegar, a través de mil canales a los laboratorios de refinamiento y de aquí a la venta capilar”.
Juan Pablo II. A los jóvenes de la comunidad terapéutica de toxicómanos de Viterbo. 27 de mayo de 1984.
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.- “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. En su
Evangelio, Juan había expresado este acontecimiento con las siguientes palabras: «Tanto amó Dios al mundo, que
entregó a su Hijo único, para que todos los que creen en él tengan vida eterna» (cf. 3, 16). La fe cristiana, poniendo
el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva
profundidad y amplitud. En efecto, el israelita creyente reza cada día con las palabras del Libro del Deuteronomio
que, como bien sabe, compendian el núcleo de su existencia: «Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es solamente
uno. Amarás al Señor con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas» (6, 4-5). Jesús, haciendo de
ambos un único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo, contenido en el
Libro del Levítico: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (19, 18; cf. Mc 12, 29- 31). Y, puesto que es Dios quien
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El ámbito institucional donde desarrollamos nuestra labor pastoral está conformado por
hombres – varones y mujeres – que no son ajenos a la sociedad que integran y a la cultura que los
edifica. No sorprende, entonces, que lo que es una amenaza potencial para todos y cada uno de
los ciudadanos lo sea, también, para cuantos nos desenvolvemos en este ámbito. Por esto mismo,
la concientización, 5 la educación y la prevención 6 serán herramientas de máxima importancia
para llegar antes que el sufrimiento se instale, al modo de una esclavitud lacerante, en la vida
concreta de las personas. El acecho de las adicciones, en sus más diversas manifestaciones y
formas, es un factor a tener en cuenta y – al mismo tiempo – un fuerte llamado a la vigilancia
evangélica para que no se dañe la dignidad de la persona humana ni se la afecte con falsas
promesas de felicidad que, con la fuerza de una seducción maliciosa, se cierne sobre la vida
concreta de cuantos son vulnerados por un mensaje cultural confuso o por la difusión de
seudovalores.
nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no es sólo un «mandamiento», sino la respuesta al don del
amor, con el cual viene a nuestro encuentro”. Benedicto XVI. Deus caritas est, nº1.
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.- “La plaga del narcotráfico que favorece y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la
sociedad”. Discurso del Papa Francisco en el Hospital San Francisco de la Providencia. Río de Janeiro. 24 de julio
de 2013.
5
.- Cfr. Conferencia Episcopal Argentina, Pastoral Social, Programa Nacional de Acción Pastoral sobre
Drogadependencia, I, 1.
6
.- Cfr. Conferencia Episcopal Argentina, Pastoral Social, Programa Nacional de Acción Pastoral sobre
Drogadependencia, 1; II, 1.
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.- Cfr. 1 Sam 2, 2; Éx 19, 3-6.
8
.- Cf. Ef 5, 25.
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Santiago: “Muéstrame, si puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te
demostraré mi fe.” 9
9
.- Sant 2, 18.
10
.- Cfr. Conferencia Episcopal Argentina, Pastoral Social, Programa Nacional de Acción Pastoral sobre
Drogadependencia, II, 1, Acción 2.
11
.- Cfr. Conferencia Episcopal Argentina, Pastoral Social, Programa Nacional de Acción Pastoral sobre
Drogadependencia, II, 2, Acción 1.
12
.- Cfr. Conferencia Episcopal Argentina, Pastoral Social, Programa Nacional de Acción Pastoral sobre
Drogadependencia, II, 1, Acción 3.
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Conocer lo que podemos aportar y, efectivamente, ponerlo al servicio de los demás nos da
un “lugar” en nuestra sociedad. Desde allí, la especificidad de nuestro anuncio cobrará mayor
resplandor y credibilidad.
Así, todos estos modelos explicativos de referencia son un punto de apoyo importante
para el abordaje de una problemática de suyo tan compleja. Sin embargo, en razón de tal
complejidad y por las limitaciones propias del método que aplican, suelen adolecer de una visión
integral del hombre que, como imagen de Dios, adquiere su dignidad en la creación. 13 Creado a
imagen y semejanza de quien le ha otorgado el ser y en él lo conserva, el hombre, actor y víctima
del pecado, necesita de la redención de Cristo. 14
13
.- Cfr. Concilio Vaticano II, Gaudium et spes nro. 12.
14
.- Cfr. Concilio Vaticano II, Gaudium et spes nro. 13.
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En este sentido, la variable distintiva que caracteriza al ethos propio del uniformado y que
gira en torno a sus hábitos, costumbres, valores, virtudes y práctica religiosa, tendrá que ser
capitalizado como un eficaz antídoto para contrarrestar el acecho de los más diversos flagelos que
progresivamente cobran protagonismo en nuestro entorno cultural.
Por tal motivo, es de gran importancia incentivar un serio y cuidadoso abordaje de estas
variables propias que distinguen al ambiente castrense y que permiten esbozar una explicación
más contextualizada acerca de cómo puede llegar a repercutir la amenaza de las adicciones en
nuestro ámbito de pertenencia. Sólo en este marco seremos capaces de dar una respuesta
estratégica viable para el diseño e implementación de acciones concretas fundamentalmente
encaminadas a la prevención y, dado el caso, apoyar el proceso de recuperación de quienes
sufren, directa o indirectamente, el drama de las toxicomanías y otras conductas adictivas.
4. Actitudes pastorales
Entender la actividad pastoral desde una perspectiva integral nos exigirá una profunda
conversión pastoral 15 y renovación misionera. 16 Es necesario emprender una auténtica
conversión comunitaria que haga de los discípulos servidores de una vida plena, que evite la
fragmentación y favorezca su integralidad.
Emprender la lucha contra el flagelo de las drogas requerirá una renovación urgente de
todas nuestras estructuras y de las actitudes pastorales para que nuestra acción misionera se
encamine tras los pasos de Jesús que nos ha dejado un ejemplo para que sigamos sus huellas.17
Estar al servicio de la “vida plena” – en particular de los marginados, de los que más sufren y de
cuantos viven en las periferias de la existencia 18 – deberá ser el sello que marque a fuego nuestras
estructuras, planeamientos, programas y acciones pastorales. El servicio a la Verdad en el Amor
Misericordioso del Padre manifestado en Jesucristo nos apremia 19 para que, a imagen del Buen
Samaritano 20, socorramos al que sufre, preservando su dignidad personal y poniendo de
manifiesto su condición bautismal de hijo en el Hijo. 21
15
.- Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, nn° 25-33.
16
.- Documento de Aparecida, 7.2.
17
.- Cfr. 1 Pe 2, 21.
18
.- Cfr. Conferencia Episcopal Argentina. No al narcotráfico, si a la vida plena. Noviembre de 2015.
19
.- Cfr. 2 Cor 5, 14.
20
.- Cfr. Lc 10, 25-37.
21
.- Cfr. Ef 1, 5.
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En este sentido, conviene rescatar aquellas virtudes teologales que nos ponen en camino
de la conquista del amor salvador de Cristo que, en su misterio Pascual, nos ha dado alcance: 23
a) La FE en Dios Padre, amor incondicional y fuente inagotable de la
Misericordia; en el Hijo de Dios y nuestro hermano, Jesucristo, amor fiel, salvador y liberador; y
Dios Espíritu Santo, amor inspirador, guía y fuerza santa de los hombres.
b) La ESPERANZA, en tanto horizonte de confianza que nos impulsa a ser
protagonistas de un futuro responsable, en el cual se concrete la alegría del proyecto amoroso de
Dios sobre nuestra vida. “Estamos salvados en esperanza”, 24 nos recuerda el apóstol Pablo, y
aguardamos con perseverancia a que Dios complete la buena obra que Él ha comenzado en
nosotros 25.
c) La CARIDAD, como dinámica del amor que procede de Dios 26 y que nos atrae
y conduce hacia la eternidad, ese recinto sagrado de Dios en el cual será todo en todos.27
Peregrinando en la caridad, el discípulo de Cristo – transitando por los senderos del Pueblo de la
Nueva Alianza – está llamado a ser artífice de su destino, de modo que, al convertir su corazón,
sea motor de transformación de la realidad para que resplandezca la soberanía del Señor de la
historia.
22
.- Cfr. Jn 10, 11.
23
.- Cfr. Flp 3, 12.
24
.- Cfr. Rom 8, 24.
25
.- Cfr. Flp 1, 6.
26
.- Cfr. 1 Jn 4, 7.
27
.- Cfr. 1 Cor 15, 28.
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El quiebre de las redes de contención naturales del grupo familiar, que aparece ligado a
las adicciones como facilitador y/o consecuencia, impacta sobre el sistema de relaciones
interpersonales y sobre la dinámica de funcionamiento vincular de la comunidad, con lo cual los
patrones o pautas de comportamiento naturales que deberían de asumirse se ven truncados o
desvirtuados. Asimismo, la baja tolerancia a la frustración, el empobrecimiento en el cultivo de
las virtudes, la subversión de los valores, el descuido de los hábitos saludables y el relativismo
ético imperante exponen a las nuevas generaciones a un horizonte de sentido carente de
contenido que, a modo de desfiladero, lo sumergen en un vacío existencial que resulta intolerable
para el hombre que ha sido pensado y creado con ansias de eternidad.
28
.- Cfr. Cirillo, Stefano et al. (Grupo de Milán). Año 1999. La familia del Toxicodependiente.
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En lo que hace a la prevención, siempre tendrá que cultivarse una actitud proactiva
centrada no tanto en “evitar” cuanto en “proponer”. Toda conducta proactiva conjuga el basto
mundo de los pensamientos, las emociones, el lenguaje y la actividad. Las conductas saludables
comienzan a partir de pensamientos saneados, signados por la esperanza y la actitud necesaria
para enfrentar los desafíos como oportunidades de crecimiento y de superación. Las emociones,
fortalecidas desde una autoestima razonable y fundada en el valor y la dignidad que tiene cada
persona en particular, serán motores que han de impulsar los deseos y los anhelos hacia acciones
concretas, capaces de realizar el bien en la vida; de esta manera, la actividad humana, centrada en
un éxito de cuño moral, será capaz de retroalimentar la vida interior de quien se ha decidido a ser
protagonista libre de su existencia. Finalmente, el lenguaje ha de jugar un papel relevante al
poner en conceptos y expresiones el mundo interior de quien precisa del diálogo sincero, familiar
y fraterno para descubrirse acompañado en el diario peregrinar.
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Tal como lo hemos esbozado, el ámbito cultural y social en el cual se desarrolla nuestra
vida cotidiana posee dos aspectos cuya incidencia no puede ser descuidada. En primer lugar, la
desprotección de la familia y, en segundo lugar, las exigencias sociales individualistas que
encaminan al aislamiento social, el relativismo ético y el subjetivismo religioso. Cuando estos
elementos se conjugan están dadas las condiciones que propician el surgimiento de las adicciones
como realidad socialmente aceptada o tolerada llegando, incluso, a situaciones límites. 29
29
.- Cfr. Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Informe Mundial sobre las drogas. Año 2012.
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Para consolidar este cometido, proponemos posibles líneas de acción pastoral, entre las
que destacamos:
a) Crear en el ámbito de las Capellanías espacios de encuentro que permitan vincular la fe
y la vida de un modo adulto, crítico y creativo.
b) Canalizar y favorecer en el ámbito institucional de las Fuerzas aquellas iniciativas que
se comprometen con la salud integral de la persona, teniendo el cuidado de sostener las
motivaciones profundas que hacen a la salud espiritual, ético-moral y religiosa.
c) Fomentar una permanente evaluación profesional (trabajo colaborativo) de las
dificultades espirituales que originan el inicio de las adicciones vinculadas con carencias
en la dimensión existencial y en la sana comunicación interpersonal.
d) Promover ambientes saludables donde desarrollar el esparcimiento, la cultura y el
consecuente aprovechamiento del tiempo libre.
e) Iluminar, desde la perspectiva de la fe, aquellas situaciones existenciales que puedan
ayudar a fortalecer las actitudes resilientes fundadas en la dimensión sobrenatural del
creyente.
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.- Pontificio Consiglio per gli Operatori Sanitari, La pastorale sanitaria e la nuova evangelizzazione. Noviembre
2013. Cap IV, pag. 33-34.
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sustentan la vida moral y las mociones del Espíritu Santo, que muestran interiormente la voluntad
de Dios sobre nuestras vidas concretas.
De esta manera, la vida espiritual y las prácticas religiosas impactan favorablemente sobre
los recursos que permiten afrontar y superar situaciones que interpelan o – incluso – que denigran
a quienes las padecen, abriendo perspectivas de salud integrales. Por otra parte, la necesidad de
coherencia de vida, la profundización en el proceso de conversión y la importancia de las buenas
decisiones personales, promueven el deseo de vivir, arraigando en la existencia, y generan
sentimientos sanos, capaces de curar incluso el espacio social primario que sostiene a quien está
en el proceso de rehabilitación.
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8. Conclusión
El Año de la Misericordia se nos ofrece como una ocasión providencial para renovar la
identidad más profunda de nuestra Iglesia Diocesana Castrense en un contexto cultural y social
herido por la esclavitud del pecado, la falta de sentido existencial, el cuestionamiento de las
verdades sobre Dios y el hombre y las múltiples manifestaciones de la corrupción y la injusticia.
Por eso, una Iglesia Diocesana que peregrina es una comunidad creyente en salida 35 que
busca primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar. 36 En tal sentido, la actitud de
Cristo, Buen Pastor 37 y Samaritano 38, se encarna entre los discípulos para que, superado todo
miedo que encierra y vuelve infecundo el testimonio, el gozo del Evangelio transfigure a cuantos
se abren dócilmente a los influjos de su gracia. De esta manera, a imagen de un nuevo
Pentecostés, impulsados por el Espíritu de Dios y acompañados por la presencia maternal de la
Santísima Virgen, venceremos el miedo con el fuego del amor infinito que en su providencia
nunca nos abandona.
31
.- Cfr. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, nn° 84-86.
32
.- Cfr. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, nn° 78-80.
33
.- Cfr. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, nn° 163-168.
34
.- Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, nn° 40-45.
35
.- Cfr. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, nn° 20-24.
36
.- Cfr. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n° 24.
37
.- Cfr. Jn 10, 11.
38
.- Cfr. Lc 10, 25-37.
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