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Los problemas afectan a muchas personas en prácticamente todos los países del
mundo y su solución es la verdadera razón de ser del análisis macroeconómico.
Probablemente el principal problema macroeconómico sea descubrir cuáles son las
causas que limitan el crecimiento económico y que se puede hacer para favorecer el
crecimiento de los países pobres. Incluso en los países que han experimentado un
crecimiento sostenido en los últimos 50 años, este se ha producido de una forma
intermitente. Los altibajos en la evolución de la tasa de crecimiento de una economía
son los ciclos económicos, en los cuales en algún punto de estos ciclos se produce la
inflación que no es más que la pérdida de valor de la moneda nacional incurrida por
grandes demandas y costos, la cual de manera controversial a menudo de resuelve
con el desempleo, lo que significa tirar por la borda gran cantidad de bienes que
pueden generar en una nación como consecuencia la pobreza la cual restringe el
consumo de las personas o impide la satisfacción de las necesidades básicas de la
personas de una nación lo que significa incurrir en un problema social de
preocupación para el país; este desequilibrio existente producto de los problemas
económicos (ciclos económicos, inflación, desempleo, pobreza), se conocen como
problemas básicos macroeconómicos, los cuales estudiaremos a continuación.
EL DESEMPLEO
El desempleo creciente se ha convertido en uno de los problemas más graves que ha
padecido el país en los últimos años, afectando más del 28% de la fuerza laboral del
país. Estos niveles constituyen motivos de preocupación para toda la sociedad,
donde el trabajo asalariado constituye la mayor fuerza de ingreso para toda la
población.
Así las cosas, el consultor René Quevedo, quien presentó un informe sobre la
Evolución, Situación y Perspectivas de Empleo en Panamá, recalcó que se necesita
buscar jóvenes y capacitación técnica para estos. De hecho, los jóvenes de 15 a 29
años representan el 60% de las personas que buscan un trabajo.
LA INFLACION
Panamá ha pasado progresivamente de constituir uno de los países con más baja
inflación en el mundo, a uno que padece de moderada inflación (pero sostenida), al
incrementarse su tasa de inflación promedio de 1.5% hace algunas décadas a una
que oscila entre el 5% y 6% anual, lo cual genera impactos en lo social y lo económico.
En Panamá con más frecuencia los análisis de la inflación se centran en el impacto
social, producto del deterioro del poder adquisitivo (capacidad real del consumidor
para adquirir bienes, por ejemplo, alimentarios, en función de su ingreso).
Panamá es un país rico, muy rico. Solo hay que ver las cifras: En el 2013 tuvo un
crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del 8.3%, que ahora es de $42.65 miles
de millones a nivel colectivo y de $11.037, según el Banco Mundial (BM), que
cataloga al istmo como una nación con un ‘ingreso medio-alto’.
Pero Panamá es un país desigual, muy desigual. Según el propio BM, el 20% de la
población, la llamada ‘clase alta’, maneja el 56% de los ingresos que se hacen en el
país. El 10% de los más pobres, reciben el 3.3% del ingreso del país. Datos de la
Comisión Económica para América Latina (Cepal), colocan a Panamá como el sexto
país más desigual de América Latina.
El primer ciclo fue el más extenso. Inició en 1964 y culminó en 1977. En este periodo
igualmente se registró el crecimiento más prolongado del PIB real (de 1965 a 1970),
y se mantuvo entre el 7% y el 9.6%. El resto de los ciclos económicos de la economía
nacional tuvieron una duración entre cinco y ocho años. Es decir, que de 1977 hasta
finalizar 2015, un ciclo tiene una duración promedio de seis años y medio.
Predecir los ciclos económicos es imposible, pero se puede concluir que Panamá ha
mantenido una tendencia en su crecimiento económico mejor que gran parte de
países en desarrollo y de varios países desarrollados. También se evidencia una
transición progresiva hacia las actividades del sector de los servicios. Pero deben
diseñarse e implementase políticas públicas, planes y estrategias con la participación
del sector privado, que hagan más competitivas y productivas las actividades de los
sectores primarios e industrial, porque concentran (a agosto de 2016) un tercio (33%)
de la mano de obra nacional.