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CULTURA Y NATURALEZA:

EL HOMBRE EN SOCIEDAD DESDE UNA


PERSPECTIVA FILOSÓFICA

LA PREGUNTA POR EL HOMBRE EN LAS CIENCIAS

Las expresiones “ser humano u hombre”, “cultura” y “naturaleza” son ideas de claro
origen filosófico tratadas –implícita o explícitamente- de distinta manera a lo largo de la
historia de los sistemas filosóficos –cada uno con premisas distintas-. Nosotros
seguiremos las premisas del materialismo filosófico de Gustavo Bueno (1924-2016)
tratando de aclarar, sistematizar y organizar estas ideas dentro de una antropología de
tipo filosófico.

A las respuestas sobre estas cuestiones que da la filosofía hay que sumar la que dar las
respuestas (intencionales1) que dan las ciencias particulares, y si tenemos en cuenta que
además las ciencias no se ponen de acuerdo entre sí y tampoco dicen lo mismo –y lo
mismo ocurre con la filosofía-, resulta que las cuestiones por el hombre, la naturaleza y
la cultura son realmente complejas.

Aunque las ciencias humanas (sociología, antropología cultural, economía, historia,


etc.) digan que tienen por objeto de estudio al “hombre”, no es realmente así –ni puede
serlo-. Su declaración es intencional. Dicen que tiene por objeto al hombre porque cada
una de ellas estudia “asuntos” humanos (ej.: la historia estudia las sociedades humanas
del pasado, o la geografía estudia el paisaje o espacio humano o humanizado, o la
economía estudia las relaciones de producción, consumo, etc. entre grupos humanos).
Lo común a todas estas ciencias es que se interesan por las “operaciones” u “obras” del
hombre.

Atención especial requiere la antropología cultural2, que se desarrolló especialmente en


los países occidentales ligada al colonialismo. La antropología cultural ha generado una
perspectiva comparatista3 y pretende que, por ello, ha llegado a un conocimiento más
profundo acerca del hombre, y de ahí que se reivindique como la gran ciencia acerca del
hombre.
1
Debemos distinguir intencional de afectivo. Intencional es aquello que se mantiene en el plano de la
declaración de principios o de intenciones, mientras que efectivo es aquello que es real. Don Quijote
luchaba intencionalmente con gigantes y Sancho Panza percibía que efectivamente eran molinos.
2
La antropología cultural tiene por objeto efectivo de estudio las sociedades primitivas actuales. Es
normal considerar parte de ella tanto la etnografía –estudio de los pueblos, culturas e individuos- como la
etnología –ciencia que compara pueblos y culturas-.
3
La mayoría de los antropólogos culturales opinan que experimentando, pensando y reflexionando sobre
pueblos y culturas lejanas, extrañas y remotas alcanzamos un mejor y profundo conocimiento de nosotros
mismos, de nuestra sociedad y cultura porque ampliamos nuestros horizontes.
El problema está en que ninguna ciencia particular puede decir que estudia al hombre –
ni siquiera la antropología cultural, que tiene por campo de estudio efectivo las
sociedades primitivas contemporáneas- porque entonces tendría que estudiar también
todos los contenidos humanos de las demás ciencias, lo cual es contradictorio porque
(1) una ciencia tiene su “objeto” o “campo de estudio” y no el de los demás a la vez, (2)
no es posible que muchas ciencias tengan un mismo “objeto”, (3) una ciencia estudia lo
humano en su totalidad entonces deja de ser una ciencia porque las ciencias se encargan
de estudiar partes o regiones de la realidad, (4) las ciencias son inconmensurables4 y
contradictorias entre sí. En resumen, aunque el objeto hombre sea un contenido
intencional de las ciencias ni realmente ni epistemológicamente lo es.

Debe abandonarse este planteamiento cientificista que nos lleva a un callejón y


abordarlo desde un planteamiento filosófico, no tratando al “hombre” como una
categoría científica (objeto de la ciencia) sino como una Idea filosófica.

EL HOMBRE PARA LA FILOSOFÍA

El planteamiento filosófico de esta cuestión no es ya, de manera inmediata, una


satisfactoria, pues existen diferentes perspectivas filosóficas enfrentadas entre sí5. De
manera que será necesario, en primer lugar, formular las premisas de una
antropología filosófica.

Tenemos que distinguir 2 dimensiones distintas:

- Dimensión intensional. Define un conjunto o clase por compresión, es decir,


mediante un rasgo preciso que posean sus miembros. Ej: la “la clase de los
planetas del sistema solar” engloba a Mercurio, Venus, Marte, &c. mediante un
rasgo (pertenencia al sistema solar).
- Dimensión extensional. La extensión determina un conjunto muy preciso
mediante la referencia a todos y cada uno de los objetos que designe. Ej: la
designación “planetas del sistema solar” se refiere a Mercurio, Venus, Marte,
&c.

Cuando usamos el término «hombre» en sentido intensional nos encontramos con


expresiones que definen por compresión mediante una “diferencia específica” o nota
que demarca qué es y qué no es humano y que es, por tanto, una características global o
universal del hombre (ej: “el hombre es una animal racional” –homo sapiens-rationalis-
, “el hombre es un animal social” –homo socialis-, “el hombre es una animal que

4
Cuando una ciencia se erige sobre las demás, pretendiendo entrar en su campo y abarcarlas está
haciendo un planteamiento filosófico, solo que de falsa filosofía.
5
La filosofía es ineludiblemente crítica, con otras filosofías y consigo misma. Decía Nicolás Gómez
Dávila en sus Escolios a un texto implícito II: «El tonto se escandaliza y ríe cuando advierte que los filósofos se
contradicen. Es difícil hacerle entender al tonto que la filosofía, precisamente, es el arte de contradecirse mutuamente sin
anularse».
fabrica –homo faber-). Como es obvio, estas concepciones llevan a contradicciones y
paradojas.

La otra posibilidad es recurrir a la definición o método extensional que considera al


hombre como un conjunto de contenidos diversos y heterogéneos (material) que se
relacionan y componen entre sí y permiten establecer varias líneas de demarcación
entre lo humano y no-humano. El hombre es una conjunto de objetos y materiales
heterogéneos decantados históricamente6 a los que llamamos «material
antropológico» y que está formado de partes formales y materiales y que se organiza
en clases distintas. El contexto envolvente7 de los materiales antropológicos se llama
“espacio antropológico”8.

Todo esto que acabamos de exponer constituye las premisas de una concepción
filosófica de la antropología (antropología filosófica) que excluye y critica las
concepciones de las ciencias particulares y las concepciones filosóficas que acaban en
paradojas y contradicciones metafísicas.

6
“Decantados históricamente” quiere decir que estos materiales no son eternos sino que surgen a lo
largo de la historia, de manera que lo humano varía y cambia a lo largo de la historia.
Es importante remarcar que si este conjunto de materiales que es el hombre es algo que se decanta o
construye históricamente entonces el hombre es una realidad que se está haciendo (in fieri)
históricamente y de la que no cabe decir nada definitivo. La realidad humana está inacabada (infecta).
Decir que el hombre es una realidad histórica o inacabada ¿es hacer de nuevo una definición intensional?
No, porque debe entenderse en sentido crítico, corrector de toda definición intensional.

7
Pues el material antropológico o lo humano no flota por ahí (no es una realidad sustancial o
metafísica), sino que existe en un contexto de realidades no antropológicas.

8
El espacio antropológico está tiene una serie de ejes que lo coordinan u organizan.

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