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En este sentido, y como señala Suárez (2007), se produce una dependencia mutua entre
la empresa y los stakeholders, dado que: a) el Estado depende de las organizaciones
empresariales como fuentes de recursos que le permiten desarrollar sus políticas de
gasto, reportando a las mismas seguridad y condiciones políticas, económicas y sociales
adecuadas, que facilitan el desarrollo de su actividad y su supervivencia; b) mientras los
proveedores reportan insumos vitales para la producción de bienes o la prestación de
servicios, su estabilidad depende, en gran parte, de la capacidad de la empresa para
cumplir con sus compromisos de pago; c) la dependencia mutua de clientes se
manifiesta en que éstos son la fuente principal de ingresos de la empresa como
consumidores de bienes o servicios, dependiendo, a su vez, de la capacidad de ésta para
atender sus necesidades y seguir operando; d) los acreedores financieros, como
suministradores de capital financiero, asumen el riesgo de que la empresa no sea viable
económicamente y no pueda hacer frente a la devolución del principal y de los intereses;
e) los empleados aportan trabajo, capacidades, conocimientos y experiencia al
desarrollo del objetivo empresarial y asumen el riesgo de que la empresa no tenga
liquidez suficiente para hacer frente al pago de sus nóminas o el mantenimiento de sus
puestos de trabajo; y f) los accionistas, potenciales o actuales, asumen el riesgo de una
gestión inadecuada de la empresa.
De acuerdo con lo antedicho, puede significarse que, mientras los intereses y objetivos
de cada uno de estos stakeholders se encuentren alineados y equilibrados, sus
actuaciones serán de tipo cooperativo, produciéndose relaciones eficientes en beneficio
de los propios objetivos empresariales. Por el contrario, si en un momento determinado
las aspiraciones de algún stakeholders difieren a las del resto, pueden surgir conflictos
de intereses que fomenten el desarrollo de comportamientos oportunistas, provocando
tensiones que pongan en peligro el cumplimiento de los objetivos generales de la
empresa. Esta situación es más evidente en procesos de crisis empresarial, debido a que
la supervivencia de la propia empresa depende, en gran medida, de los acuerdos y
cesiones que se produzcan entre todas las partes implicadas, de tal modo que los
stakeholders con mayor capacidad y poder de negociación acabarán instaurando sus
condiciones frente al resto.
Figura 1: Influencia de los Stakeholders en los objetivos empresariales.
En definitiva, este trabajo parte de la idea de que la inmersión en una situación crítica de
fracaso de una empresa, y su posterior recuperación, depende no sólo de su capacidad
de gestión, sino también de su capacidad de relación, porque, ante dificultades, la
colaboración de los stakeholders resulta especialmente relevante para superarlas. Cabría
hablar pues de “corresponsabilidad de los stakeholders en situaciones de crisis
empresarial”, dado que el comportamiento de cada uno de éstos podría afectar al resto y,
en última instancia, a la supervivencia de la empresa.
Por este motivo, el trabajo, que se presenta, tiene como objetivo esencial la aportación
de evidencia empírica respecto a la incidencia de los diferentes stakeholders en los
procesos de fracaso empresarial, recurriendo a la capacidad de la información
económico-financiera emanada de los estados contables para explicar dichos
comportamientos.
Stakeholders externos
Stakeholders internos
Accionistas
Trabajadores
Directivos
En este sentido, trabajos previos han revelado que, la aparición de conflicto de intereses
entre las partes implicadas en situaciones de crisis empresarial, contribuye a la
formación de coaliciones entre los diferentes stakeholders, provocando que los acuerdos
adoptados en estos contextos sólo satisfagan a una parte, y no a todos ellos como un
único conjunto (Gilson, John y Lang, 1990; Indro, Learch y Lee 1999; Andrade y
Kaplan, 1998; Chatterjee, Dhillon y Ramírez, 1996; y López y Torre, 2002).
Así pues, cuando los diferentes stakeholders entran en conflicto, el nivel de deterioro de
la empresa aumentará, puesto que éstos pueden suspender su apoyo a la misma (Flint,
2008) y actuar en interés propio. A título de ejemplo, sirvan los escenarios en los que,
mientras la empresa incurría en una situación de quiebra técnica, los directivos inflaban
artificialmente los beneficios a fin de elevar sus retribuciones (Ingley y Walt, 2005),
detrayendo así riqueza al resto de stakeholders.
Por tanto, puede decirse que la viabilidad de una empresa estará condicionada, en gran
medida, por su dependencia de clientes, proveedores, acreedores, empleados, directivos
e inversores, stakeholders que mantienen criterios diferentes, al decidir el destino de la
misma.
Tabla 1: Estudios sobre costes de agencia y conflicto de intereses en situaciones de crisis empresarial.
Factores indicativos de
Stakeholders actuaciones ante conflictos de Estudios
intereses
Baxter (1967); Jensen y Meckling (1976); Altman
(1984); Titman (1984); Weiss (1990); Opler y
Clientes Reducción de ventas
Titman (1994); Chen, Cheving y Merville (1997);
Branch (2002).
Cantidad de crédito a clientes Tomás, Amat y Esteve (2002)
1
Tomado de: Flint (2008, p. 21).
Calidad del crédito a clientes Van Hemmen (2000); Tomás, Amat y Esteve (2002)
Miller (1977); Bowen, Daley y Huber (1982); Weiss
Deterioro de la relación con
Proveedores (1990); Chatterjee, Dhillon y Ramírez (1996); Van
proveedores
Hemmen (2000)
Miller (1962); Altman (1984); Bradley, Jarrel y Kim
Otros Acreedores (1984); Myers y Majluf (1984); Moreno Luzón
Racionamiento del crédito
(Entidades financieras) (1985).
Esto nos conduce a desarrollar de manera mas detallada cada uno de estos aspectos y su
relación con las probabilidades de insolvencia de la empresa.
2.1. Clientes e insolvencia empresarial.
H1: Una reducción del nivel de ventas por debajo de la media del sector incrementa el
riesgo de insolvencia de la empresa (suspensión del apoyo de clientes).
H2: Un mayor volumen de clientes sobre ventas en relación con la media del sector
incrementa el riesgo de insolvencia de la empresa (cantidad de crédito a clientes).
H3: Un mayor riesgo con clientes incide en un mayor riesgo de insolvencia de la
empresa (calidad del crédito a clientes).
Miller (1977) y Bowen, Daley y Huber (1982) sostienen que los proveedores tenderán a
mostrar un comportamiento menos cooperativo, cuando la empresa manifieste signos de
dificultad financiera e, incluso, exigirán el pago adelantado para la realización del
suministro habitual. Por tanto, los proveedores pueden contribuir a la generación de
conflictos operativos, y financieros, en el funcionamiento de la fase de
aprovisionamiento de la empresa (Miller, 1977).
La mayor parte de la financiación ajena obtenida por las empresas españolas procede de
las entidades financieras, no existiendo unanimidad de criterio en la literatura
precedente respecto a su efecto sobre la insolvencia empresarial. Así pues, mientras
autores, como Diamond (1993) y Gestner y Scharfestein (1991), argumentan que, la
prioridad en el cobro que suelen gozar este tipo de acreedores, reduce sus incentivos
para llegar a acuerdos, suponiendo, la realización de éstos, una transferencia de riqueza
al resto de acreedores; otros, como Indro, Leach y Lee (1999), James (1995), Berlin,
John y Saunders (1996), Gilson, John y Lang (1990) o Van Hemmen (2000)
manifiestan que los acreedores financieros disponen de mayor nivel de información en
relación al deudor, lo que facilita la reestructuración y propicia la participación del resto
de acreedores en la negociación, reduciendo los problemas de asimetría de dicha
información. En este sentido, si el acreedor bancario participa en la negociación para
llegar a un acuerdo, los demás seguirán sus actuaciones.
Por su parte, autores como Rajan (1992) opinan que la deuda bancaria también puede
originar costes para la empresa en caso de necesidad de fondos adicionales. Ante estas
circunstancias, la entidad financiera puede amenazar con no renovar el préstamo o
solicitar el pago de un mayor interés, apropiándose de parte de la riqueza generada por
las inversiones empresariales. Por otro lado, esta amenaza puede trascender al resto de
acreedores e influir en el apoyo que pudieran brindar a la empresa.
Sin embargo, otros autores señalan que este aspecto generará desventajas, derivadas de
la barrera de salida o el riesgo de contagio (Cuervo 1991, Canals, 1996), de modo que
las entidades financieras pueden apoyar a empresas no viables económicamente por el
simple hecho de no perder el capital invertido, transmitiendo una percepción errónea al
resto de stakeholders.
Así pues, de los argumentos expresados, y desde la óptica del conflicto de intereses, se
deduce una relación positiva entre la financiación bancaria (préstamos) y las
posibilidades de supervivencia empresarial, puesto que ésta reduce las asimetrías de
información entre la empresa y el resto de stakeholders. Por el contrario, si prima el
efecto proveniente de las barreras de salida y el riesgo moral, la relación entre la
financiación bancaria y la supervivencia de la empresa se mostrará negativa.
H5: Mayores gastos financieros sobre los recursos generados son indicativos de la
percepción de un superior riesgo de insolvencia por parte de las entidades financieras
que exigen un incremento de la retribución por los recursos prestados (Mayor coste
financiero).
H6: Una reducción de los gastos financieros sobre los recursos generados es indicativa
de una suspensión del apoyo de las entidades financieras y en consecuencia,
incrementa el riesgo de insolvencia (Suspensión del apoyo de entidades financieras) .
A este respecto, Padilla y Requejo (2000) y Van Hemmen (2000) sostienen que existe
una relación directa entre el tamaño de la plantilla y el riesgo de insolvencia. Conforme
a esta hipótesis, se supone que, mayores gastos salariales sobre el total de ingresos de
explotación, implican un mayor peso de la plantilla en la empresa, disminuyendo las
probabilidades de reestructuración empresarial. En concreto, cabría plantear que una
mayor dependencia de los empleados causa un mayor riesgo de insolvencia empresarial.
Algunos autores proponen dos posibles explicaciones a esta relación: 1) los empleados
con habilidades abandonarán la empresa en crisis, dificultando la reestructuración
(D’Aveni, 1989; Weiss, 1990; Baker III y Mone, 1994;); y, 2) una mayor plantilla y de
mayor antigüedad dificultará la reestructuración empresarial, puesto que originaría más
costes de redimensionamiento laboral (Tomás, Amat y Esteve, 2002). Estos argumentos
nos llevan a plantear la hipótesis número 7:
Desde la perspectiva de los costes de agencia, los accionistas están bien informados
acerca de los problemas por los que atraviesa la empresa y es difícil mantener relaciones
estables con los mismos. La falta de legitimidad externa (Kale and Arditi,1998) y la
desconfianza de los accionistas puede acelerar el proceso de fracaso (Tomado de Ooghe
y De Prijcker 2008). En este sentido se platea la última de las hipótesis:
H8: Una mayor dependencia de inversores o propietarios está asociada a un superior
riesgo de insolvencia de la empresa.
3. METODOLOGÍA.
En este orden de ideas, en esta parte del trabajo se trata de probar si las variables
obtenidas de los estados contables, y representativos de la dependencia mutua entre la
empresa y los Stakeholders, resultan significativas en la explicación del riesgo de
insolvencia y determinar cuál es el sentido de dicha relación.
Para contrastar las hipótesis planteadas, se ha tomado una muestra de 112 PYMES de
Castilla-La Mancha, que, considerando los datos contenidos en la base de datos SABI y
en las estadísticas de la Dirección General de Política de la Pequeña y Mediana
Empresa de esta Comunidad Autónoma, representan una proporción adecuada de los
sectores económicos presentes en la misma.
SABI 26.840 1.295 4,82% 11.653 43,42% 2.208 8,23% 6.334 23,60% 5.350 19,93%
Dirección General de
137.751 13.901 10,09% 28.333 20,57% 35.738 25,94% 59.779 43,40%
política de la PYME
2
Concurso de acreedores: Regulado por la ley 22/2003 de 9 de julio que trata de solucionar los problemas
de insolvencia a través de un proceso judicial que reúna las garantías suficientes para proteger a todas las
partes implicadas en dicho proceso. En este sentido puede derivar en el inicio de un procedimiento
tendente a lograr un convenio entre la empresa y sus acreedores para satisfacer los pagos pendientes o en
liquidación de la sociedad insolvente.
Disolución: Es el proceso que persigue la desvinculación de los socios de la sociedad, y en determinados
casos, utiliza el proceso de liquidación del patrimonio dando lugar posteriormente a la extinción de la
personalidad jurídica de la sociedad.
el número de empleados. A este fin, se ha obtenido una muestra total de 224 PYMES 3
castellano-manchegas.
3
Se han considerado como PYMES aquellas que presenta cuentas abreviadas a fin de contar con formatos
homogéneos respecto a la presentación de los estados contables que permitan calcular las variables objeto
de estudio en la segunda parte de este trabajo.
4
Un análisis detallado de la importancia y evolución de la PYME en Castilla-La Mancha puede verse en
la página de la Dirección General de Política de la Pequeña y Mediana Empresa.
Dependencia de clientes: La dependencia de clientes se ha medido a través de tres
variables: 1) La tasa de variación de los ingresos de explotación en relación a la de
variación media del sector (Altman, 1984); 2) cuantía del crédito a clientes en relación
con la media del sector; 3) calidad del crédito a clientes (Van Hemmen, 2000).
Las medias sectoriales se han calculado a partir de los datos disponibles en la base de
datos SABI para una agrupación de dos dígitos, según la clasificación nacional de
actividades económicas (CNAE) de 1993.
4. RESULTADOS.
Los resultados del análisis univariante, desarrollado sobre las variables consideradas, se
muestran en la tabla 4.
Tabla 4. Resultados del análisis univariante de las variables.
Contrastes de
No fracasadas Fracasadas Sig.
Desv. Desv. Prueba U-Mann
Media Mínimo Máximo Media Mínimo Máximo
típ. típ. T Whitney
C1
2007 0,338 1,510 -6,630 7,670 -0,168 1,179 -4,710 3,000 0,006 ,009
2006 0,269 0,866 -1,540 4,350 0,679 6,517 -3,470 67,340 0,511 ,067
2005 1,133 4,622 -4,660 31,860 1,027 7,195 -6,110 71,670 0,896 ,591
Prueba T (2007-2005) 0,077 0,064
Wilcoxon (2007-2005) 0,523 0,002
C2
2007 1,266 5,583 0,000 54,286 2,676 10,168 0,000 87,307 0,200 0,334
2006 0,612 1,524 0,000 14,998 1,060 2,280 0,000 13,583 0,085 0,095
Clientes
2005 0,699 1,707 0,000 15,404 1,209 3,078 0,000 22,177 0,126 0,021
Prueba T (2007-2005) 0,135 0,294
Wilcoxon (2007-2005) 0,376 0,174
C3
2007 0,068 0,240 0,000 1,000 0,038 0,075 0,001 0,251 0,485 0,937
2006 0,010 0,008 0,000 0,028 0,007 0,010 0,000 0,030 0,824 0,767
2005 0,012 0,015 0,001 0,053 0,006 0,008 0,000 0,029 0,336 0,089
Prueba T (2007-2005) 0,415 0,217
Wilcoxon (2007-2005) 0,884 0,104
P1
2007 0,889 5,206 0,000 53,971 1,739 7,376 0,000 53,971 0,320 0,391
2006 0,372 1,085 0,000 9,957 0,644 2,446 0,000 24,756 0,283 0,114
Proveedores
2005 0,296 0,649 0,000 4,456 0,728 2,832 0,000 25,060 0,117 0,063
Prueba T (2007-2005) 0,101 0,227
Wilcoxon (2007-2005) 0,626 0,408
A1
2007 1,622 7,269 -2,286 59,516 -,109 4,201 -24,176 11,407 0,030 0,010
Acreedores 2006 0,378 1,040 -1,774 7,263 0,723 1,910 -0,956 16,518 0,095 0,553
Financieros 0,235 0,901 -6,058 3,752 0,697 2,404 -1,786 18,618 0,058 0,524
2005
Prueba T (2007-2005) 0,087 0,043
Wilcoxon (2007-2005) 0,866 0,019
E1
2007 0,260 0,208 0,000 0,890 0,278 0,252 0,000 1,097 0,566 0,992
2006 0,281 0,213 0,000 0,875 0,289 0,252 0,000 1,020 0,815 0,757
Empleados
2005 0,286 0,225 0,000 1,066 0,339 0,525 0,000 5,146 0,327 0,959
Prueba T (2007-2005) 0,204 0,076
Wilcoxon (2007-2005) 0,303 0,147
I1
2007 0,050 1,810 -18,189 1,000 0,253 0,553 -1,789 1,000 0,258 0,567
Inversores o 2006 0,016 1,836 -18,612 0,995 0,259 0,443 -1,847 1,000 0,174 0,264
propietarios 2005 0,009 1,653 -16,695 0,995 0,224 0,470 -2,263 1,000 0,186 0,270
Prueba T (2007-2005) 0,350 0,164
Wilcoxon (2007-2005) 0,075 0,000
Fuente: Elaboración Propia.
En cuanto a la dependencia de clientes, los datos muestras un comportamiento
diferenciado respecto a las empresas fracasadas y no fracasadas, para los diferentes años
considerados. Para el año 2006, es decir, dos años antes del fracaso empresarial, las
empresas fracasadas incrementan sus niveles de ingresos de explotación por encima de
la media del sector, probablemente, en un intento por mejorar sus cuotas de mercado y
sus flujos de liquidez.
De acuerdo con los desarrollos teóricos previos, en esta circunstancia los clientes
adquieren la fuerza necesaria para forzar a una bajada de precios, lo que incidirá
negativamente en el riesgo de insolvencia de la empresa (efecto presión de clientes) que
puede llegar a realizar ventas por debajo del precio de coste.
Para el año 2007, sin embargo, la proximidad del fracaso, y la percepción sobre un
agravamiento de la situación de la empresa, evidencia el “efecto suspensión del apoyo
de los clientes”, dado que, mientras las empresas activas venden por encima de la media
del sector, las fracasadas experimentan un descenso significativo en el nivel de ventas.
Así pues, los clientes perciben un riesgo en el suministro de los productos o servicios y
deciden cambiar de suministrador, suspendiendo el apoyo a las empresas en situación de
dificultad.
1,2
0,8
0,6
0,4
0,2
0
2005 2006 2007
-0,2
-0,4
Activas Fracasadas
3,0000
2,5000
2,0000
1,5000
1,0000
,5000
,0000
2005 2006 2007
Activa Fracasada
Aunque cabría esperar que los resultados anteriores derivarán en una mayor
constitución de provisiones por parte de las empresas fracasadas, los resultados
obtenidos evidencian el comportamiento opuesto, revelando la escasa previsión
realizada de créditos insolventes por las empresas fracasadas, pese a que, como se
expuso, éstas conceden mayor volumen de crédito y, en principio, se encontrarían
sometidas a un mayor riesgo de insolvencia de sus clientes.
Gráfico 3: Variación de provisiones por operaciones de tráfico y pérdidas de créditos incobrables sobre
ingresos de explotación (C3).
,0800
,0700
,0600
,0500
,0400
,0300
,0200
,0100
,0000
2005 2006 2007
Activa Fracasada
Estos resultados confirman las hipótesis 1 y 2 sobre la dependencia de los clientes en el
riesgo de insolvencia de la empresa, y hacen rechazar la hipótesis 3, constatando que la
magnitud seleccionada no es eficiente para medir la calidad del crédito a clientes, puesto
que las empresas fracasadas constituyen provisiones en menor medida, pudiendo venir
motivado por la intención de no empeorar sus resultados de explotación a través del
reconocimiento de pérdidas previsibles o por una peor gestión de la cartera de clientes
(Van Hemmen, 2000).
Respecto al comportamiento de los proveedores, los resultados vienen a confirmar la
hipótesis 4. En este sentido, las empresas fracasadas presentan una gran dependencia de
los proveedores, ya que los gastos por aprovisionamiento suponen una mayor
proporción respecto a los ingresos de explotación.
2,0000
1,8000
1,6000
1,4000
1,2000
1,0000
,8000
,6000
,4000
,2000
,0000
2005 2006 2007
Activa Fracasada
1,8000
1,6000
1,4000
1,2000
1,0000
,8000
,6000
,4000
,2000
,0000
2005 2006 2007
-,2000
Activa Fracasada
,3500
,3000
,2500
,2000
,1500
,1000
,0500
,0000
2005 2006 2007
Activa Fracasada
,3000
,2500
,2000
,1500
,1000
,0500
,0000
2005 2006 2007
Activa Fracasada
5. CONCLUSIONES.
ACREEDORES
FINANCIEROS
CLIENTES
Reducción de asimetrías de
información
Presión vía precios Incremento de gastos financieros
Disminución del nivel de ventas
PROVEEDORES
EMPLEADOS PROPIETARIOS
Por ello, y ante situaciones de crisis económica nacional e internacional, como la actual,
muchas empresas pueden encontrar una causa de su fracaso particular en sus relaciones
con los stakeholders. En este sentido, es importante la creación de círculos de confianza
que comprendan: conjunto de empresas, clientes, proveedores, …, que mantienen
políticas comunes y con financiación solvente, que permitan resolver situaciones de
dificultad.