Sei sulla pagina 1di 4

LIBERTAD DE EXPRESION EN GUATEMALA

Pocos son los derechos que han merecido una celosa protección, que han sido catalogados
como baluartes de la democracia y que se han apuntado como fundamentales. Dentro del
prestigioso listado de derechos que revisten tan distinguidas calificaciones, se puede
encontrar el de la libertad de expresión. El debate sobre este derecho, y en especial lo relativo
a su extensión y sus límites, se ha intensificado considerablemente en el Siglo XXI. Las
nuevas formas de comunicación, información y participación democrática han ido
revolucionando el debate y ello hace necesario realizar ciertas consideraciones.

El derecho a la libertad de expresión, entendido como un vehículo que sirve, no solo para
emitir y difundir opiniones, sino también para difundir y recibir información, representa para
los gobiernos autoritarios una gran amenaza, porque apareja un gran empoderamiento a las
personas. En la arena política se han librado feroces contiendas entre gobiernos (sobre todo
los autoritarios) y políticos -por un lado- y periodistas, medios de comunicación y ciudadanos
-por el otro- para disputarse la extensión y la dimensión de la libertad de expresión. Los
primeros tratan de acortar esa libertad; los segundos abogan por su expansión. Debido a la
inmensa dificultad que existe para conciliar las posiciones de ambos bandos, las pugnas
generalmente llegan a ser dilucidadas por los jueces.

En el tema de libertad de expresión, Guatemala se enfrenta a un gran reto: la Ley de Emisión


del Pensamiento (ley especial de la materia) es obsoleta, defectuosa e inoperante.

Ello hace necesario recordar que existe normativa, igual o más importante, que puede
utilizarse para entender, interpretar y aplicar correctamente esta libertad.

Los jueces guatemaltecos se han ceñido a la aplicación de normas locales como la Ley de
Emisión del Pensamiento y el Código Penal para dirimir los conflictos que se dan en el
ejercicio de la libertad de expresión. Pareciera que los togados no han sopesado la posibilidad
-es más, la obligación- de aplicar los estándares internacionales de protección a la libertad de
expresión. Es necesario recordar que el ordenamiento jurídico convencional (en especial la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos) y la jurisprudencia internacional (en especial la de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos) son directrices normativas que deben ser seguidas
por los tribunales nacionales.

Para que las autoridades nacionales empiecen a comprender, utilizar y aplicar estos
estándares internacionales, es necesario que los abogados, periodistas, doctrinarios y
estudiantes los invoquen. Solo así podremos, poco a poco, ir fomentando una cultura donde
se entienda y respete a cabalidad este derecho que oxigena nuestra democracia

Artículo 35 Constitución Política de la República de Guatemala

Artículo 35.- Libertad de emisión del pensamiento. Es libre la emisión del pensamiento por
cualesquiera medios de difusión, sin censura ni licencia previa. Este derecho constitucional
no podrá ser restringido por ley o disposición gubernamental alguna. Quien en uso de esta
libertad faltare al respeto a la vida privada o a la moral, será responsable conforme a la ley.
Quienes se creyeren ofendidos tienen derechos a la publicación de sus defensas, aclaraciones
y rectificaciones.

No constituyen delito o falta las publicaciones que contengan denuncias, críticas o


imputaciones contra funcionarios o empleados públicos por actos efectuados en el ejercicio
de sus cargos.

Los funcionarios y empleados públicos podrán exigir que un tribunal de honor, integrado en
la forma que determine la ley, declare que la publicación que los afecta se basa en hechos
inexactos o que los cargos que se les hacen son infundados. El fallo que reivindique al
ofendido, deberá publicarse en el mismo medio de comunicación social donde apareció la
imputación.

La actividad de los medios de comunicación social es de interés público y éstos en ningún


caso podrán ser expropiados. Por faltas o delitos en la emisión del pensamiento no podrán
ser clausurados, embargados, intervenidos, confiscados o decomisados, ni interrumpidos en
su funcionamiento las empresas, los talleres, equipo, maquinaria y enseres de los medios de
comunicación social.

Es libre el acceso a las fuentes de información y ninguna autoridad podrá limitar ese derecho.
La autorización, limitación o cancelación de las concesiones otorgadas por el Estado a las
personas, no pueden utilizarse como elementos de presión o coacción, para limitar el ejercicio
de la libre emisión del pensamiento.

Un jurado conocerá privativamente de los delitos o faltas a que se refiere este artículo.

Todo lo relativo a este derecho constitucional se regula en la Ley Constitucional de Emisión


del Pensamiento.

Los propietarios de los medios de comunicación social, deberán proporcionar cobertura


socioeconómica a sus reporteros, a través de la contratación de seguros de vida.

Decreto 0009

Ley de Emisión del Pensamiento

LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA

CONSIDERANDO:

Que la Constitución de la República en su artículo 65 ordena la emisión de una ley


constitucional que determine todo lo relativo al derecho de la libre emisión del pensamiento,

POR TANTO, DECRETA: LEY DE EMISION DEL PENSAMIENTO

CAPITULO I

DISPOSICIONES GENERALES

Artículo 1º. Es libre la emisión del pensamiento en cualesquiera formas, y no podrá exigirse
en ningún caso, fianza o caución para el ejercicio de este derecho ni sujetarse a previa
censura.

libertad de expresión forma parte de los derechos humanos de las personas y está protegida
por la Declaración Universal de 1948 y las leyes de todos los Estados democráticos.
Esta libertad supone que todos los seres humanos tienen derecho de expresarse sin ser
hostigados debido a lo que opinan. Representa la posibilidad de realizar investigaciones, de
acceder a la información y de transmitirla sin barreras.
La expresión nunca debe ser objeto de censura previa: en cambio, puede regularse a partir de
la responsabilidad ulterior. Esto supone que, con la libertad de expresión, no se puede impedir
que una persona se exprese, pero sí se la puede penar por sus mensajes. Por ejemplo: un
periodista planea denunciar en un programa de TV la corrupción de un funcionario. Este
último intenta detener la emisión del espectáculo pero el primero, amparado por su derecho
a decir lo que piensa, logra difundir los contenidos. Sin embargo, la Justicia demuestra que
la información es falsa y el periodista debe, finalmente, enfrentar cargos por calumnias e
injurias.
El derecho a la libertad de expresión, por lo tanto, no es absoluto. La legislación suele
prohibir que una persona incite a la violencia o al delito, que haga una apología de la
discriminación y el odio o que estimule una guerra. En un país con libertad de expresión no
se puede promover el rechazo racial o incentivar los asesinatos.
La libertad de expresión está vinculada a la libertad de prensa, que es la garantía de transmitir
información a través de los medios de comunicación social sin que el Estado pueda ejercer
un control antes de la emisión.

Potrebbero piacerti anche