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1. ¿Qué es la ciudadanía?
Es la condición del hombre moderno, que se caracteriza por ser una persona autónoma,
es decir, sin lazos de dependencia personal (no es esclavo ni siervo); además, tiene
derechos y responsabilidades para con la comunidad política (Estado) a la que
pertenece.
Los derechos son las capacidades que se atribuye a los individuos, para puedan
desenvolverse con libertad.
Derechos civiles: Es decir, libertad para actuar sin impedimentos que bloqueen la
acción ni restricciones que lo obliguen a actuar de una manera no deseada. El
ciudadano puede hacer todo aquello que la ley no prohíba. Los derechos civiles son los
siguientes: libertad de la persona, libertad de palabra, libertad de pensamiento y de fe;
derecho a la propiedad personal y a establecer contratos válidos, y el derecho a la
justicia. Nuestros derechos civiles están consagrados
en la Constitución Política del Perú.
Derechos sociales: Es decir, son aquellos que nos permiten participar de la riqueza y
el bienestar que produce la sociedad. Los derechos sociales van desde el derecho a un
mínimo bienestar y seguridad económica, hasta el derecho a compartir plenamente el
patrimonio social, viviendo como seres civilizados, de acuerdo a los patrones vigentes
en la sociedad. Nuestros derechos sociales están consagrados en la Constitución
Política del Perú.
Son las acciones o conductas que deben adoptar los ciudadanos, para contribuir al bien
común, a la redistribución de la riqueza, al sostenimiento de la administración del Estado
y, principalmente, para garantizar el ejercicio de sus derechos y el de todos los
individuos que componen la comunidad política a la que pertenecen.
5. ¿Cuáles son las responsabilidades ciudadanas?
En un país que crece, las expectativas sociales crecen aún más. Por ello, no sorprende
que haya más de 200 conflictos sociales latentes, según lo informado por la Defensoría
del Pueblo. Muchos tienen una larga historia y todos tienen algo en común: la ausencia
del Estado y la precariedad de la ciudadanía en nuestro país.
Un Estado que se respete debe suponer una gestión eficiente y rápida de los recursos
públicos en diálogo con la población. Y para afrontar y resolver los conflictos sociales
propongo tres medidas.
El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) debe designar en cada región del Perú
un delegado que se ocupe de conocer la realidad local, promueva buenos proyectos
de inversión y vea cómo se mejora la formalidad y la recaudación fiscal.
Fortalecer la Carrera Pública Competitiva, con un servicio civil de calidad al que se
ingrese por concurso público y que sea conocedora de la realidad nacional y
sensible a los problemas de la gente. Cada nuevo funcionario debe pasar algunos
años en provincias antes de volver a Lima o ser reubicado a otra ciudad.
Repensar el sistema de distribución de la riqueza proveniente de la minería y el
petróleo. Una parte del canon debería beneficiar directamente a la población, como
ocurre en algunas partes del mundo, como Alaska y otros lugares. Si no hay
inclusión económica no habrá inclusión social.
Hay que acabar con la mentira. Por ejemplo, en el caso de Espinar, las autoridades
locales no ejecutaron el proyecto de agua potable que estaba listo y le hicieron creer a
la gente que no se puede hacer el proyecto porque el agua se va hacia Arequipa.
Y esa ha sido la base del conflicto entre Cusco y Arequipa, por las aguas que en su
mayor parte van al río Apurímac y que terminan en el Atlántico mientras solo una parte
pequeña va al río Colca y al río Camaná. La protesta social generó incluso la detención
del alcalde provincial, pero está claro que el conflicto no ha culminado y hay una larga
historia aún por escribir.