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Valle Inclán (1866 - 1936) es un poeta español que asumió un compromiso político y social

con los sucesos ocurridos en su querida España: el fin del imperio colonial (derrota de la
flota española por el poderío de Estados Unidos, en 1898) y la primera Guerra Mundial
(toma partido por los aliados). Un grupo de intelectuales de la época, conocidos como la
Generación del desastre, hicieron oír sus voces ante estos sucesos nacionales. Esta
generación ha protestado en contra de las políticas públicas, discusión que comenzó con la
generación anterior (de Galdós).
La generación del 98 se vio influenciada por el movimiento italiano, el movimiento francés y
el romanticismo. Particularmente, Valle Inclán se vio fuertemente influenciado por el
Renacimiento Italiano: visión paisajística, figuras como gallardos palacios, jardines con
estanques, viejas estatuas, damas desdeñosas y refinadas, entre otros. Además, este grupo
de jóvenes intelectuales tuvieron un “guía ideológico” (en términos de Salinas) que fue
Nietzsche.
Cuando asume un compromiso político con su realidad nacional, el espíritu que lo mueve a
él y a los de su generación es de protesta y rebeldía. Era necesario generar un estado de
conciencia, intentarán acercarse a la realidad española a través de distintos procedimientos:
desarticular el idioma con palabras de la jerga popular de la España contemporánea para
tener una mayor aprehensión de la realidad, rehabilitación de Góngora (estética del
culteranismo), continuación del movimiento ideológico iniciado anteriormente.
Algunos autores hacen un recorrido histórico y estético por la obra de Valle Inclán para ver
cómo fue evolucionando su estética literaria con el correr de los años. Primeramente, este
escritor comienza con la estética modernista que acarrea rasgos del romanticismo,
simbolismo y parnasianismo; hasta desembocar en la estética del esperpentismo. En este
sentido, y siguiendo a Sylvia Truxa (1991) ambas estéticas se pueden reducir groseramente
a la siguiente oposición: el modernismo valleinclaniano→ estética de la belleza, placentera y
exornada; frente al esperpentismo→ estética de la fealdad, grotesca y escueta.
Observamos que el autor hace un quiebre a lo largo de su obra, inicia con una fluidez
estética y luego toma una posición ética con el esperpento y la estética que entrecruza
rasgos del modernismo con rasgos del esperpentismo.

En lo que nos concierne, Luces de bohemia aparece en 1920 como publicaciones


periódicas hasta su versión definitiva en 1924. Está compuesta por 15 escenas, aunque en
su primera aparición no estaban presentes las escenas II (tumulto callejero), VI (calabozo,
síntesis política-económica, fusilamiento del preso) y XI (expone su proyecto estético a
través del grotesco, muerte del niño inocente en manos de su madre). Añadidas estas
escenas se da cuenta de su asunción al compromiso político mediante la ética del
esperpento.
Estructuralmente, este texto rompe con el teatro burgués para insertar lo absurdo mediante
una ruptura temática y formal. La primera deja de lado al protagonista para poner en primer
plano la escena de la sociedad contemporánea, la segunda implica encadenar las 15
escenas en distintos escenarios que cambian bruscamente: en este sentido, el texto se
retrotrae a “La Celestina” y se adelanta a la técnica de guión cinematográfico.
Durán (1970) en su texto alude a la afirmación de Azorín que la teoría del esperpento es
propia de este poeta, si bien puede tener vagas referencias a novelas dialogadas anteriores
como “La Celestina” de Rojas, a Lope de Vega e incluso a Galdós, ninguno ha logrado el
esperpento: “¿Qué se necesita para que una novela dialogada sea esperpento? Ante todo,
un aire de sarcasmo, de profundo sarcasmo. Después, un poco de caricatura”. Asimismo,
expone que son ciertos factores los que potenciaron la creación del esperpento:
1) Inmensa amargura personal que la biografía del autor pone de relieve,
2) Repudio a la mediocridad, estrechez y tontería que permeaba en España.
3) La Restauración de Cánovas, que no logró conciliar los problemas del pasado y del
presente.
El pasado se desvanece en un escenario plagado de “pobretería y locura” donde subyace la
represión y el militarismo. Valle Inclán asume la ética del esperpento como instrumento de
ataque y corrección, de crítica combativa y apasionada.

Ahondando en el texto Luces de bohemia, nos interesa apelar a la metáfora “ceguera-


visión” que se establece desde que Valle Inclán expone y encomienda una tarea de
teorización a su personaje principal Máximo Estrella. El callejón del gato sirve de sostén
para exponer el esperpento: compuesto por espejos cóncavos que deforman a cualquiera
que pase por allí. En ese lugar, se enfrentan el Madrid bohemio→ encuentro de
intelectuales con el Madrid de lucha social→ represión policial y esferas políticas. La toma
de conciencia se resume en un viaje “dantesco” que va desde la luz crepuscular hasta el
amanecer, que sorprende muerto a Max.
Medizábal (1995) expone la ceguera de Max como una “ceguera mesiánica” porque le
permite ver otra realidad. Por momentos no sabemos si el personaje alucina o realmente ve.
El mismo Max aprecia su ceguera como un “regalo de Venus”: alusión poética para referirse
a su enfermedad venérea (escena VIII). Hace un año que es de noche para él, según su
afirmación en dicha escena, y que le encomendó la tarea de escritura a su mujer, aunque
profesa que no es lo mismo. Tal vez su ceguera se deba a un exceso de vida; él la ve como
un regalo. Iluminado por las luces de la intelectualidad, serán sus pupilas estáticas
(referencia a la figura de Hermes: clásica-arcaica) las que nos guíen por la sociedad
contemporánea.
Don Latino es el lazarillo del poeta ciego, pues este posee visión física que le permite
moverse espacialmente junto con Max. Sin embargo, podemos pensar que el responsable
de guiar la realidad es la visión mesiánica de Max. A través de sus ojos ciegos construirá el
relato verosimilización, tomando elementos de la realidad y llevarlos hasta su punto máximo
de deformidad para exaltar la tragedia nacional, pero a su vez logrando que quede implícito
a los ojos de los personajes e incluso de los lectores.
Necesariamente Max Estrella debe ser ciego, pues es en sus pupilas inmutables donde la
unidad del mundo se quiebra en los ojos como la unidad de la luz en prisma triangular de
cristal (nos dice en La lámpara maravillosa. Es en él donde explaya su creación literaria y
nadie mejor que el loco ciego puede ver el aspecto estético-histórico.
Los personajes de Luces se caracterizan por ser primarios, es decir, son grotescos al punto
de ser formas humanas con rasgos animales y vegetales.
Valle Inclán inmortalizara a Max en el esperpento, aquí se produce la metateatralidad. Lo
logra con la exposición de los personajes en su estilística cínica y grotesca. Solo Max en su
locura puede ver la realidad a través del esperpento, nadie que no quiera ver con sus ojos
estáticos podrá ver la realidad que Max plantea. En esta línea, Don Latino ve una tragedia
(como las tragedias griegas) mientras que el loco poeta ve una tragedia caricaturizada y
deformada en los espejos cóncavos del callejón del Gato.
Durán, Manuel (1970): “Valle Inclán en 1913 - 1918: El paso de la estética a la ética”. Actas
del Tercer Congreso Internacional de Hispanistas. México.
Medizábal, Juan Cruz (1995): Luces y sombras: el ciego en la literatura hispánica. Escuela
libre editorial. Fundación ONCE.
Truxa, Sylvia (1991): “Del modernismo al esperpentismo de Valle Inclán. Observaciones
sobre estética y lenguaje”. Actas de la AISPI, Palermo.
Zahareas, Anthony (1967) “La historia del esperpento en Valle Inclán” Actas del Segundo
Congreso Internacional de Hispanistas. Universidad de Nimega, Holanda.

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