Modelo de autoestima de N.

Branden

El modelo de autoestima de Nathaniel Branden

Nathaniel Branden es un psicólogo estadounidense que ha orientado su

carrera profesional a la elaboración de un modelo que defina y explique el
funcionamiento de la autoestima. No sólo ha tenido una inquietud científica o
teórica, sino que ha sido responsable del desarrollo de programas para su
desarrollo en distintos ámbitos (terapéuticos, de desarrollo personal, en el ámbito
laboral, en el de las relaciones personales, etc.).

Su modelo básico propone que la esencia de la autoestima consiste en

confiar en la propia mente y saber que somos merecedores de la felicidad. No se
trata de una opinión o un sentimiento, sino de una fuerza motivadora: inspira un
tipo de comportamiento. Además de inspirar el comportamiento, influye
directamente en nuestros actos.

Lo que propone es que se trata de una causalidad recíproca. Es decir, existe

una retroalimentación permanente entre nuestros actos y nuestra autoestima. El
nivel de nuestra autoestima influye en nuestra forma de actuar, y nuestra forma de
actuar influye en nuestra autoestima.

El valor de la autoestima radica no solamente en el hecho de que nos

permite sentir mejor sino que nos permite vivir mejor, responder a los desafíos y a
las oportunidades con mayor ingenio y deforma más apropiada.

Cuando hay una autoestima alta:

✓ Se busca el desafío, seleccionando metas dignas y exigentes.
✓ Se está más preparado para afrontar los problemas cotidianos, y más rápido
nos levantamos después de una caída.
✓ Existe ambición no exclusivamente profesional o financiera, sino sobre lo
que deseamos experimentar en la vida a nivel emocional, racional, creativo
y espiritual.
✓ Se tiene el deseo fuerte de mostrar y compartir la riqueza interior.
✓ Se muestra una comunicación abierta y apropiada basada en la creencia de
que lo que decimos tiene valor.
✓ Hay una disposición a establecer relaciones constructivas y saludables.
✓ El trato con los demás se basa en el respeto y la benevolencia. El respeto a
uno mismo es el fundamento del respeto a los demás, por lo que no existe
amenaza, y por ende, desaparecen actitudes defensivas.

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Cuando hay una autoestima baja:

✓ Se busca la seguridad de lo conocido y la falta de exigencia.
✓ Se dispone de expectativas pobres en cuanto a lo que esperamos, y será
poco lo que aspiremos a conseguir.
✓ Se manifiesta la “necesidad de probarnos”, o también la necesidad de
olvidarnos de nosotros mismos y vivir fuera de la consciencia.
✓ Se muestra una comunicación opaca, evasiva e inapropiada, con
incertidumbre sobre lo que expresamos y con ansiedad por la actitud del que
escucha.
✓ Se muestran desde actitudes pasivas, a actitudes defensivas.
✓ Se establecen relaciones con personas con baja autoestima, que no suelen
ser saludables.

Este autor defiende que de forma opuesta a la creencia de que una actitud
individualista inclina a las personas a un comportamiento antisocial, las
investigaciones muestran que un buen desarrollo del sentido de valía personal y de
autonomía se correlaciona significativamente con la amabilidad, la generosidad, la
cooperación social y con un espíritu de ayuda mutua; esto se confirma, por
ejemplo, en el extenso análisis de A. S. Watermann en su investigación sobre The
Psychology of individualism.

Y finalmente, las investigaciones revelan que la autoestima alta pronostica

una gran felicidad personal, como ha indicado D. G. Meyers en su obra The Pursuit
of Happiness. Lógicamente, una baja autoestima se correlaciona con la infelicidad.

Además, Branden propone que la autoestima es una necesidad y la

fundamente de la siguiente manera:
• Que proporciona una contribución esencial para el proceso vital.
• Que es indispensable para un desarrollo normal y saludable.
• Que tiene valor para la supervivencia.

A veces surge la pregunta: “¿es posible tener demasiada autoestima?”. No,

no lo es; como tampoco es posible tener demasiada salud física o un robusto
sistema inmunitario. Algunas veces la autoestima se confunde con ser jactancioso,
fanfarrón o arrogante; pero tales rasgos no reflejan una gran autoestima, sino una
muy pequeña; este tipo de personas refleja una falta de autoestima. Las personas
con una autoestima alta no se comportan de una forma superior a los demás; no

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persiguen mostrar su valor comparándose con los demás. Su alegría se debe a ser
quienes son, no a ser mejores que los demás.

La autoestima tiene dos componentes fundamentales: la eficacia personal

y el respeto a uno mismo.

La eficacia personal significa confianza en el funcionamiento de mi mente,

en mi capacidad para pensar y entender, para aprender, elegir y tomar decisiones;
confianza en mi capacidad para entender los hechos de la realidad que entran en el
ámbito de mis intereses y necesidades; en creer mi mismo; en la confianza en mi
mismo.

El respeto a uno mismo significa el reafirmarme en mi valía personal; es

una actitud positiva hacia el derecho de vivir y de ser feliz; el confort al reafirmar
de forma apropiada mis pensamientos, mis deseos y mis necesidades; el
sentimiento de que la alegría y la satisfacción son derechos innatos naturales.

Considerando ambos aspectos se define autoestima como la disposición a

considerarse competente para hacer frente a los desafíos básicos de la
vida y sentirse merecedor de la felicidad.

Es importante señalar que el concepto de eficacia personal no se basa en la

consecución de objetivos, sino que con la confianza en nuestras capacidades se
esté predispuesto a obtener los logros debido a los esfuerzos realizados. No se basa
tanto en la habilidad a la hora de desempeñar una habilidad concreta, o en el
dominio de un campo de conocimiento, sino en la capacidad de aprendizaje.
Expectativa de éxito.

El respeto a uno mismo se basa en considerarnos merecedores de la felicidad y por

tanto entraña la expectativa de la amistad, del amor y de la felicidad como algo
natural, como resultado de lo que somos y hacemos. Expectativa de felicidad.

Según Branden, una autoestima alta está orientada a la racionalidad concebida

como la integración no contradictoria de la experiencia, por lo que ser relaciona con
vivir conscientemente.

Este concepto de racionalidad está relacionado con:

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• Realismo, definido como respeto por los hechos. Reconocimiento de lo que

se es, y de lo que no se es.
• Intuición como la capacidad de prestar atención y respetar las señales
internas en la toma de decisiones.
• Creatividad confianza en los propios pensamientos e intuiciones por encima
de lo habitual.
• Independencia como pensar por uno mismo.
• Flexibilidad, como la capacidad para adaptarse a cambios imprevistos o
contextos nuevos.
• Deseo de admitir y corregir los propios errores. Los hechos tienen
superioridad sobre las creencias.
• Benevolencia y cooperación, basado en el respeto el derecho de existir
por lo que somos y hacemos. Carencia de actitudes defensivas que
entorpecen la cooperación.

Para mejora la autoestima, propone un enfoque orientado a la acción.

Plantea a no se puede intervenir directamente sobre ella, sino que tiene que ver
con la puesta en práctica de acciones que potencian su desarrollo.

Se basa en el principio de causalidad recíproca: una buena autoestima

hace que actuemos de una forma determinada, y a su vez, el desarrollo de
una serie de acciones, incrementan la autoestima.

Basa los programas para su desarrollo en prácticas, puesto que en palabras

del propio autor “Todo valor vinculado a la vida exige una acción para conseguirlo,
mantenerlo o disfrutarlo”.

La autoestima es el resultado de prácticas que se generan interiormente, y

una vez que se comprenden se puede proceder a su incorporación desde el
compromiso personal.

Nathaniel propone 6 tipos de prácticas, que para él son los pilares de la

autoestima.
1. La práctica de vivir conscientemente.
2. La práctica de aceptarse a sí mismo.
3. La práctica de asumir la responsabilidad de uno mismo.
4. La práctica de la autoafirmación.
5. La práctica de vivir con propósito.

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6. La práctica de la integridad personal.

La práctica de vivir conscientemente

Consiste en vivir con plena conciencia no sólo con respecto a uno

mismo, sino también a los hechos y las situaciones. Supone entre otros
aspectos:
• Una mente activa.
• Funcionamiento de la inteligencia, disfrutando de la capacidad de
razonar.
• Estar centrado en el momento, sin descuidar elementos del contexto.
Vivir aquí y ahora.
• Estar dispuesto a afrontar los hechos importantes (agradables y
desagradables) en lugar de rehuirlos.
• Distinguir los hechos de la “interpretaciones interesadas”.
• Estar en contacto con todas las facetas de nuestra experiencia,
pensamientos, inseguridades, sentimientos; aceptándola aunque
resulte desagradable.
• Estar dispuesto a reconocer y corregir los errores.
• Ser consciente de los valores que nos guían.

La práctica de la aceptación de sí mismo

Branden propone que mientras que la autoestima es algo que

experimentamos, la aceptación es algo que hacemos. Se basa en la idea tan
simple como estar de nuestro propio lado; o, en otras palabras, no estar en
un estado de confrontación con uno mismo.

El primer nivel de la aceptación se basa en una especie de egoísmo

natural, un derecho de todo ser humano.

El segundo nivel consiste en una disposición a experimentar, a hacer

realidad a través de los hechos lo que somos, pensamos, deseamos, etc.
Supone reconocernos a nosotros mismos en cada faceta de nuestra
experiencia. Es importante tener en cuenta que:
No se puede perdonar una acción sin reconocer que la he realizado.
La aceptación de uno mismo es la condición previa a promover
cualquier cambio.

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El tercer nivel conlleva compasión definida como ser amigo de uno

mismo. Está demostrado que la aceptación y la compasión reducen la
probabilidad de que se repita la acción no deseada.

La práctica de la responsabilidad de sí mismo

Supone admitir que somos responsables de cada acto, o decisión que

tomamos en la vida. Requiere admitir:
• Yo soy responsable de la consecución de mis objetivos.
• Yo soy responsable de mis elecciones y acciones.
• Yo soy responsable del nivel de consciencia que dedico a mi trabajo.
• Yo soy responsable del nivel de conciencia que aporto a mis
relaciones.
• Yo soy responsable de la conducta que realizo con otras personas.
• Yo soy responsable de mi felicidad personal.
• Yo soy responsable de elevar mi nivel de autoestima.
• (…)

La práctica de la autoafirmación

La autoafirmación significa la disposición a valerme por mí mismo, a ser

quien soy abiertamente, a tratarme con respeto en todas las relaciones humanas.
Consiste en vivir de forma auténtica, desde las convicciones y sentimientos más
íntimos. Se trata de centrarse en la idea de que nuestra vida no pertenece a nadie,
y por tanto no hemos venido al mundo para satisfacer las expectativas de otros.

La práctica de vivir con propósito

Consiste en utilizar nuestras facultades para la consecución de las metas que

hemos elegido. De hecho, son nuestras metas las que nos impulsan, las que nos
exigen desplegar nuestras facultades y tienen el efecto de vigorizar nuestra vida.

Esta práctica exige vivir productivamente, es decir, estar en continua acción

buscando retos acordes a sus habilidades.

Esta práctica requiere autodisciplina. Es decir, que seamos capaces de

planificar las acciones concretas que necesitamos para llegar a la meta, y que

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seamos capaces de darnos cuenta de qué acciones funcionan, y también de

reconocer cuales no nos favorecen para realizar los ajustes oportunos.

Esto de ninguna manera hace que la persona se mida a través de sus logros,
sino que los logros se conciben como el resultado de una serie de prácticas
generadas desde el interior de la persona que aportan bienestar.

La práctica de la integridad

Se basa en que a medida que maduramos y desarrollamos nuestros propios

valores y normas, se hace más necesario preservar nuestra propia integridad.
Consiste en actuar sin traicionarnos a nosotros mismos.

Branden define la integridad como la integración de ideales, convicciones,

normas, creencias, por una parte, y la conducta, por otra. Cuando la conducta es
congruente con mis valores, ideales y convicciones, es cuando tenemos integridad.

La congruencia tiene que ver con la concordancia entre las palabras y el

comportamiento, donde son muy relevantes estas dos líneas de acción:
• Actuar de acuerdo con nuestras convicciones, aunque pueda suponer
conflicto con otras personas.
• Cumplir con los compromisos que establecemos.

Si se llevan a cabo acciones asociadas a los dos puntos anteriores, la

autoestima se incrementará. Y, por lo contrario, si actuamos quebrantando estos
aspectos, nuestra autoestima decaerá irremediablemente aunque racionalmente
parezcan hechos sin importancia.

Estas seis prácticas o pilares, son los que propone este modelo para poder
potenciar un desarrollo saludable de nuestra autoestima.