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SOCIALES
Concepto de Territorio:
El concepto de territorio ha experimentado cambios a través del tiempo. Tradicionalmente, estuvo asociado a la
noción de espacio físico sobre el cual el Estado, provincia o municipio ejerce el poder político y control administrativo.
Es decir, se hacía hincapié en las dimensiones políticas, jurídicas, administrativas e institucionales. Si bien el ejercicio
del poder, la política y control del Estado son relevantes, en la actualidad, un territorio es eso y mucho más. Se lo
considera una construcción social, compleja y dinámica, en permanente transformación y se valoran nuevas
dimensiones. En este sentido, la noción de territorio no es solo jurídica o político-administrativa, sino que también es
social, histórica, cultural, simbólica e incluso afectiva.
En efecto, “el territorio implica siempre la apropiación o dominio de un espacio delimitado por parte de un grupo
social o individuo; espacio que es puesto en valor y sobre el que se advierte un ejercicio efectivo del poder. El
territorio alude al espacio efectivamente usado, resumen de las relaciones históricas entre la sociedad y la naturaleza.
La organización del territorio tiene una dimensión histórica, que se trata de un proceso protagonizado por diferentes
sectores de la sociedad que se relacionan entre sí y que esta relación es distinta en cada momento histórico”.
Es importante destacar que, si bien el concepto de territorio lleva implícitas las nociones de apropiación, ejercicio del
dominio y control de una porción de la superficie terrestre, también contiene el sentido de pertenencia y los
imaginarios que una sociedad desarrolla en un espacio dado, es decir constituye un elemento fundamental de su
identidad cultural. Se trata de una dimensión simbólica y cultural, ya que las sociedades construyen una identidad
territorial como forma de “apropiación simbólica” sobre el espacio donde viven.
En todo tiempo y lugar, las distintas sociedades han valorizado el espacio bajo modalidades particulares. Esta
proyección que hace todo grupo social de sus necesidades, su organización del trabajo, su modo de producir, sus
técnicas, su cultura y relaciones de poder es lo que transforma a ese espacio de vivencia y producción en un territorio.
Podemos afirmar, entonces, que el territorio no se reduce a ser una categoría exclusiva del ámbito político y deja de
ser sinónimo de suelo para ser considerado como un proceso que incluye tres aspectos:
● material (referida al terreno concreto en el que se define)
● funcional (formas de control, ordenamiento, gestión del espacio que se ponen en juego)
● simbólica (formas de identidad social y cultural)
Existen infinidad de territorialidades locales, regionales, nacionales, superpuestas o en conflicto, a diferentes escalas.
En unos casos, los territorios poseen un límite de carácter jurídico, con un alcance político – administrativo; en otros,
los limites corresponden a marcas culturales propias de un grupo social o un pueblo. En el caso de los Estado
Nacionales, la delimitación territorial tiene carácter jurídico (ej. territorio argentino). También existen pueblos cuyos
territorios han quedado subordinados al poder de un Estado, tal es el caso de los pueblos originarios.
Concepto de ambiente:
El concepto de ambiente lo podemos entender así:
Esta imagen, si la observas bien, tiene círculos concéntricos, uno
incluido dentro del otro. El primero, el del Yo – Uno mismo – la
esfera de la identidad. Lugar fundamental para trabajar en
términos de responsabilidad, cuidado de sí, identidad. En el
segundo nivel está el Nosotros, el lugar de la alteridad, cuando
en nuestra esfera individual entran los demás, los otros. La
tercera esfera, la que contiene e incluye a las dos anteriores, es
la del Oikos, nuestra casa común. Considerar e internalizar este
tercer nivel es ampliar la alteridad, es aceptar que existen otros
otros-no-humanos, y justamente de ellos depende nuestra
subsistencia como sociedad a su vez que nos arraiga y nos da
identidad como sujetos. Por ello la representación se hace de
manera espiralada y abierta, en la que se ve comunicación y
dependencia entre los tres niveles.
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Una concepción compleja de ambiente implica:
1. Elaborar la noción de interacción;
2. y manejar el concepto de sistema
Usualmente se hace referencia al ambiente como un mero escenario o bien se adopta la visión de un medio aditivo,
lo que supone enumerar los recursos presentes en el sin establecer relaciones. Superar estas perspectivas simplistas
y construir una mirada compleja supone entender que la organización del ambiente es una organización sistémica, en
la que las interacciones constituyen una red que conectan sus distintos componentes en conjuntos de sistemas
jerarquizados. La noción de sistema y sus propiedades son concebidos como irreductibles a sus componentes, dicho
de otra manera “el todo es más que la suma de sus partes”. Es importante reconocer aquí que nada existe en sí mismo
sino como parte de una totalidad de mayor complejidad.
Es fundamental entonces, trabajar la noción de interacción, que podemos ampliar al de interrelación e
interdependencia. Si esto lo incorporamos como parte de nuestro pensamiento, avanzaríamos en lo que Edgar Morin
llama “pensamiento ecologizado” es decir, “un pensamiento capaz de establecer vínculos”.
El concepto de ambiente implica entenderlo y abordarlo entonces como un sistema complejo, que tenga
permanentemente en cuenta el resguardo de los equilibrios biológicos, el pleno desarrollo del hombre y sus
instituciones sociales, la búsqueda de una mejor calidad de vida y el desarrollo de las potencialidades productivas en
una perspectiva sustentable y respetando las características culturales de las diferentes poblaciones. Lo anterior
llevará a tener en cuenta las interacciones e interdependencias entre los aspectos naturales, sociales, económicos,
culturales, políticos, tecnológicos, éticos y estéticos, siempre en una perspectiva histórica.
El ambiente es una realidad cultural y contextualmente determinada, es socialmente construido, es el “resultante de
las interacciones entre sistemas ecológicos y socioeconómicos, susceptibles de provocar efectos sobre los seres
vivientes y las actividades humanas” (Brailovsky, 1991). Gómez Orea (1988) sostiene que “ambiente es el conjunto de
factores físico – naturales, sociales, culturales, económicos y estéticos que interactúan entre sí, con el individuo y con
la comunidad en la que vive, determinando su forma, carácter, relación y supervivencia. No debe considerarse como
el medio envolvente del hombre, sino como algo indisociable de él, de su organización y su progreso.” El aporte de
este planteo radica en que no se puede disociar a los grupos humanos del ambiente, porque de algún modo el
ambiente “atraviesa” las condiciones de la existencia humana.
Desde esta perspectiva compleja y sistémica, los
problemas ambientales ya no pueden situarse por fuera de
la dimensión sociocultural. Esto tiene implicancias tanto
en la definición de los problemas ambientales como en su
tratamiento, así como en los procesos de enseñanza que
emprendamos. Al analizar una problemática ambiental
deberemos tener en cuenta diversos procesos y variables
ligadas a las dimensiones naturales, sociales, culturales,
tecnológicas, económicas, relacionadas en definitiva a los
distintos sistemas de valores y creencias desde los cuales
se sostienen, justifican o legitiman modos particulares de
producción. Desde una perspectiva crítica consideramos
que los problemas ambientales son emergentes de los
modos de producción y consumo que sostenemos
actualmente y del sistema de valores que sustenta dicho
modelo.
Pipkin, Varela y Zenobi, Aportes para el debate curricular. Trayecto de Formación Centrado en la Enseñanza en el Nivel
Primario. Bs As. GCBA. 2001
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El concepto de ambiente lo podemos entender así:


Esta imagen, si la observas bien, tiene círculos concéntricos, uno incluido dentro del otro. El primero, el del Yo – Uno
mismo – la esfera de la identidad. Lugar fundamental para trabajar en términos de responsabilidad, cuidado de sí,
identidad. En el segundo nivel está el Nosotros, el lugar de la alteridad, cuando en nuestra esfera individual entran
los demás, los otros. Esto nos lleva a la cuestión central de la aceptación y valoración de las diferencias. La tercera
esfera, la que contiene e incluye a las dos anteriores, es la del Oikos, nuestra casa común. Considerar e internalizar
este tercer nivel es ampliar la alteridad, es aceptar que existen otros otros-no-humanos, y justamente de ellos
depende nuestra subsistencia como sociedad a su vez que nos arraiga y nos da identidad como sujetos. Por ello la
representación se hace de manera espiralada y abierta, en la que se ve comunicación y dependencia entre los tres
niveles.

De una concepción simple de ambiente hacia una compleja


La concepción simple del ambiente aparece en el conocimiento cotidiano y también en determinadas formas de
conocimiento científico. Una primera forma de manifestarse de dicha concepción sería la comprensión parcelada y
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dispersa de la organización del medio. El medio se considera un medio-escenario, es decir, el medio percibido como
un fondo homogéneo e indiferenciado donde todo se entremezcla sin una organización aparente; o bien un medio-
aditivo en el que éste se entiende como la mera suma de sus elementos componentes, mera enumeración de
recursos naturales” García (2000). Se muestra una concepción aditiva del medio cuando se alude a un inventario de
lo que hay en él y cuando se realiza una descripción de dichos elementos. La concepción aditiva no solo se refiere a
los componentes del ambiente, sino también a las relaciones sencillas que se establecen entre ellos, como la
localización espacial y temporal de las cosas o sus semejanzas y diferencias.
Este tipo de concepción simple del ambiente se deriva en una serie de explicaciones causales del siguiente tipo:
• Causalidad lineal y mecánica, en términos de relaciones causa – efecto sin observar la reciprocidad que pueden
darse entre los elementos del medio. Un ejemplo simple de ver “la causa de la contaminación existente en un
determinado lugar es debida a la desidia de ciertos políticos (y no a la conjunción de muy diversos factores)” García
(2000)
• Causalidad mítica: en la que “el mundo se compone según un orden absoluto, estático y predeterminado” Noción
que dice que cada cosa ocupa un lugar fijo en el mundo.
Mutar hacia concepciones complejas del ambiente implica:
1. Elaborar la noción de interacción;
2. y manejar “lo no evidente, lo lejano en el tiempo y en el espacio”.
“La transición de la visión simple a la compleja supone, por tanto, la construcción de la idea de interacción, pues
entender el mundo como un conjunto de sistemas requiere que se comprenda que las interacciones existentes entre
los elementos componentes del ambiente son las que organizan esos sistemas” La noción de sistema y sus
propiedades son concebidos como irreductibles a sus componentes, dicho de otra manera “el todo es más que la
suma de sus partes”. Es importante reconocer aquí que nada existe en sí mismo sino como parte de una totalidad de
mayor complejidad. “La organización del ambiente es una organización sistémica, en la que las interacciones
constituyen una red que conectan los distintos componentes en un conjunto de sistemas jerarquizados (en términos
de complejidad, de menos a más complejos)”. García, (2000).
Es fundamental entonces, trabajar la noción de interacción, que podemos ampliar al de interrelación e
interdependencia. Si esto lo incorporamos como parte de nuestro pensamiento, avanzaríamos en lo que Edgar
Morin llama “pensamiento ecologizado” es decir, “un pensamiento capaz de establecer vínculos”.
El concepto de ambiente implica entenderlo y abordarlo entonces como un sistema complejo, que tenga
permanentemente en cuenta el resguardo de los equilibrios biológicos, el pleno desarrollo del hombre y sus
instituciones sociales, la búsqueda de una mejor calidad de vida y el desarrollo de las potencialidades productivas en
una perspectiva sustentable y respetando las características culturales que las diferentes poblaciones quieran
mantener como fundamento y sentido de su vida. Lo anterior llevará a tener en cuenta las interacciones e
interdependencias entre los aspectos naturales, sociales, económicos, culturales, políticos, tecnológicos, éticos y
estéticos de los distintos fenómenos estudiados, siempre en una perspectiva histórica. El ambiente siendo una
realidad cultural y contextualmente determinada, es socialmente construido, es el “resultante de las interacciones
entre sistemas ecológicos y socioeconómicos, susceptibles de provocar efectos sobre los seres vivientes y las
actividades humanas” (Brailovsky, 1991). En este concepto se jerarquizan las interacciones entre los componentes
naturales y sociales del ambiente. Gómez Orea (1988) sostiene que “el medio ambiente es el el conjunto de factores
físico – naturales, sociales, culturales, económicos y estéticos que interactúan entre sí, con el individuo y con la
comunidad en la que vive, determinando su forma, carácter, relación y supervivencia. No debe considerarse como el
medio envolvente del hombre, sino como algo indisociable de él, de su organización y su progreso.” El aporte de este
planteo radica en que no se puede disociar a los grupos humanos del ambiente, porque de algún modo el ambiente
“atraviesa” las condiciones concretas de la existencia humana.
Desde esta perspectiva compleja y sistémica, los problemas ambientales ya no pueden situarse por fuera de la
dimensión sociocultural. Esto tiene implicancias tanto en la definición de los problemas ambientales como en su
tratamiento, así como en los procesos educativos ambientales que emprendamos. En su análisis, se multiplican y
diversifican los factores y procesos que llevan a que se produzcan determinadas manifestaciones, incorporándose
variables ligadas a las dimensiones sociales, culturales, tecnológicas, económicas, relacionadas en definitiva a los
distintos sistemas de valores y creencias desde los cuales se sostienen, justifican o legitiman modos particulares de
CS. SOCIALES
producción. Desde una perspectiva crítica consideramos que los problemas ambientales son emergentes de los
modos de producción y consumo que sostenemos actualmente y del sistema de valores que sustenta dicho modelo

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