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por e. S. tBSSDESl

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L A MUJER Y E L HOGAR
POR ORISON SW ETT MARDEN
ESTUDIO IMPARCIAL DEL MOVIMIENTO FEMINISTA DE

§
I NUESTRA ÉPOCA

I ORIGINAL

TRADUCCIÓN DIRECTA DEL INGLÉS

POR
ÍNDICE
tActWA*

PRÓLOGO DE D.* MARÍA DOMENECHDE CAÑ ELLAS. 9

PREFACIO DEL A U T O R ..................................................... 17


BS PROPIEDAD d e l e d it o r
m f o su a d o p*
, a l o , pA ls„ d, l a
CA PÍTU LO r
U miÚK t 1 » (L R r C[8i i e „ r C o p t -
LA MUJER MODERNA. SUS REIVINDICACIONES Y
KtCBT t>« WAlBtNOTDJI
RESPONSABILIDADES..................................................... 21

CAPÍTU LO II
CONCEPTO DEL IIO G A R ..................................................... 53

CA PÍTU LO III
EL VOTO DE LA M U JE R ..................................................... 73

CAPÍTU LO IV
LA MUJER VEINTICENTISTA.............................................. IO9

CA PÍTU LO V '
EDUCACIÓN DE LA M U JE R .............................................. I3 I

CAPÍTU LO VI
E L PORVENIR DE NUESTRAS H I J A S ........................ 155

CAPÍTU LO v i l
^ 4t U p “ Robert 1 O . Conde del A w lto . S j. - B a r c e lo w
VtGORIZACIÓN DE LA R A Z A .......................................... iS l

Z
rlcitui

C A P ÍT U L O VIII
LA MUJER Y EL M A TRIM O N IO ........................................ 303 P R Ó L O G O

C A P ÍT U L O IX
LA CASADA Y LA C A S A ...................................................... 225
A la mujer española

C A P ÍT U L O X [Trata esta nueva obra de Marden de diversos


NOVIOS Y M A R ID O S.............................................................. 24I aspectos del problema feminista, y me parece, des­
pués de leída, que para prevenir dudas o equivo­
C A PÍTU LO XI cadas interpretaciones, conviene aclarar el exacto
LA PARÁSITA ......................................................................... 271 sentido de la palabra feminista, que no es, como
C A PÍT U LO x a ' algunos suponen, expresión unilateral de los eman­
cipadores anhelos de la mujer, pues lejos de todo
LA MENDIGA DEL H O G A R .................................................. 2 f)3
egoísmo de secta, partido o bandería, en contra­
C A P ÍT U L O XIII posición del secular predominio del hombre, en­
LA AUTONOMÍA DE LA ESPO SA ....................................... 309
traña una doble idea de justicia y moralidad. De
justicia, porque la mujer no pretende prevalecer
C A PÍT U LO X IV socialmente contra el hombre, sino ser su colabora­
REIVINDICACIONES FEMENINAS . . . ....................... 33T dora en la vida de la colectividad, ya que de alma
tan humana, tan libre y responsable la dotó Dios
al formar su cuerpo recíprocamente complemen­
tario del cuerpo del hombre.
Seguramente que tomando en este sentido el
feminismo, se estimaría en su justo valor el pro­
blema, considerándolo, cual su esencia exige, como
una faceta del magno problema cuya solución/una
vez despejadas todas las incógnitas, ha de ser el
a
II
10
bajo cuyos pliegues se ordenan en línea de pací­
equilibrio social basado en el incomparable y des­
fica, pero empeñada batalla, todas las mujeres del
atendido sermón de la Montaña.
mundo que mantienen vivo el sentimiento de sus
Cuando la mujer logre sus justas reivindicacio­
deberes.
nes, cuantos coadyuven a su logro habrán cum­
La trina personalidad cívica, jurídica y política
plido con el deber moral de afirmar prácticamente
de la mujer irá avanzando gradualmente, a impul­
un derecho durante largos siglos hollado por leyes
inicuas; y además, la acción de la mujer, puesta al sos de su interna energía, por la trayectoria que
su propia índole le tiene trazada desde el punto
servicio de las causas sociales que mejor cuadran
a sus delicados sentimientos y aguda intuición, le­ inicial, e inútil será entorpecer su camino con arti­
ficiosos obstáculos, como inútil fuera el intento de
vantaría a muy alto nivel la pública moralidad.
apagar con tupidos cendales la luz del sol.
Tanta transcendencia tiene, a juicio de cuantos
saben reflexionar, el pleito de la reivindicación de Así lo han comprendido los espíritus serenos
los derechos de la mujer, que no dudamos en afir­ cuya natural bondad y claro entendimiento repu­
mar que su favorable fallo es condición esencial dian todo prejuicio egoísta, demostrando con su
para la vida de las venideras sociedades. Basta liberal proceder el deseo de contribuir al mejora­
Ajarse en la magnitud e intensidad de la fuerza miento de las condiciones sociales de todos los pue­
viva que impulsa las reivindicaciones femeninas, blos. Hasta nosotras llegan los vislumbres de la
para advertir que no es un movimiento iniciado nueva lu z; y sin embargo, son muchísimas todavía
por elementos dispersos saturados de egoísmo, sino las mujeres españolas que por ceguera o miopía
que dimana de la propia vitalidad que hace pro­ mental están bien halladas en las tinieblas de ve­
gresar a los pueblos por el camino de su incesante tustas preocupaciones y arcaicas rutinas. Pero con
evolución, en pugna con el siniestro y demoledor su casi musulmana pasividad no lograrán impedir,
aunque lo demoren, el triunfo final de nuestra co­
empuje del vicio, la injusticia y el crimen, que ame­
nazan sumir en el caos a las naciones. mún Causa, porque una mano redentora rasgará
las nubes que ensombrecen nuestro horizonte y
L a mujer, madre de la humanidad, se da cuenta
del progresivo movimiento en que está encentrada, una fuerza irresistible romperá los mal cimenta­
dos diques opuestos por el egoísmo del hombre
y anhelosa de dar a sus hijos algo más que la vida
física, iza la bandera de la justicia distributiva. para detener la corriente.
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N o obstante, seria deplorable que sin prepara­ Así es que la mujer no reclama sus derechos por
ción suficiente pasáramos de un salto mortal de vanidad ni por altanería ni por egoísmos, sino
la tenebrosa obscuridad a la esplendente luz cuyo precisamente por abnegación y altruismo, para que
intensó fulgor tal vez nos ofuscara sin dejamos gozando de plena libertad se le pueda exigir es­
ver con claridad el camino todavía nuevo para tricta responsabilidad en el cumplimiento de sus
nuestros pasos. Por lo tanto, la necesidad nos apre­ deberes. Si ahora está legalmente protegida y como
mia para estudiar el problema y hacérnoslo nues­ en tutela, equiparada socialmente al menor de
tro, adaptando a nuestra naturaleza sus enuncia­ edad, es absurdo exigirle la responsabilidad jurí­
dos y documentándonos individual y colectiva­ dica y penal que le exigen las mismas leyes desco­
mente para ajustar nuestra conducta a sus inmu­ nocedoras de sus derechos.
tables principios de justicia y equidad, que se re­ V e con pena la m ujer el desmoronamiento 'del
sumen en la reivindicación de los naturales, im­ edificio social sobre inestables cimientos levantado
prescriptibles e inalienables derechos de la mujer por el hombre, y ansiosa de realizar la moraliza-
como mitad del género humano y parte esencial dora misión a que la llama su íntimo Y o , expone
de la sociedad, sin cuyo legal ejercicio es inicuo d programa mínimo de sus reivindicaciones en
exigirle el cumplimiento de los correlativos -de­ todos los órdenes de la vida social, en parigualdad
beres. de ciudadanía con el hombre, puesto que iguales
L a mujer aspira, con su abnegación y delicadeza son sus deberes personales.
de sentimientos, a recobrar la porción de su per­ Contra los sofismas de los legisladores anti fe­
sonalidad que le usurpó el orgulloso desdén de ministas, cabe oponer las sabias y divinas leyes de
obcecados legisladores; mas para recobrarla le es la naturaleza, que no dan más valor a uno que a
indispensable capacitarse por medio de la educa­ otro sexo, pues ambos son igualmente indispensa­
ción y del ejercicio de sus naturales derechos al bles para la vida y evolución de la humanidad. Tan
cumplimiento de los deberes de la maternidad, en­ sólo el artificio de una deficiente civilización pudo
tre los cuales sobresale por más sagrado la edu­ talsear transitoriamente los preceptos legales de
cación de los hijos. ¿ Y cómo podrá educarlos si la inmortal naturaleza. Reconózcase la autonomía
no está ella previamente educada y se le niega toda individual de la mujer con la misma amplitud que
autoridad legal sobre ellos ? se le reconoce al hombre, y sabrá gobernarse a sí
14 15
misma tan gallardamente como el hombre al llegar de sus reivindicaciones, y así aspira a la represión
a la mayor edad. del vicio de la carne cuya nefanda reglamentación
Por otra parte, argüirán los sociólogos diciendo la rebaja al nivel de bestia inmolada en infame
que la mujer no está preparada para el ejercicio holocausto de la lujuria del hombre. L a sociedad
de los derechos que reclama; pero este argumento repudia de su seno y llena de oprobio a la infeliz
es doblemente vicioso, porque sin mayor prepara­ que peca por la paga> mientras que es indulgente
ción los disfrutan la analfabeta e inconsciente ma­ y aun alaba a quien paga por pecar, siendo una y
yoría de los hombres, y mal podrá la mujer demos­ otro delincuentes de la misma culpa. Quiere tam­
trar su aptitud para el ejercicio de sus derechos bién la mujer intervenir en la vida social para
si sistemáticamente se le niegan. Es como si nunca extirpar el alcoholismo y el juego, vicios insepa­
se le pusieran al niño los pies en el suelo, alegando rables de la Iibidínosidad, que tan cruelmente hipo­
que no está preparado para andar, o como si al tecan por fisiológica ley de herencia la salud mo­
nadador se le exigiera aprender a nadar antes de ral y física de la raza humana.
meterse por primera vez en el agua. Quiere la mu­ No rehuye la mujer el trabajo ni la responsa­
jer sobre sus hijos la misma potestad que el padre, bilidad de sus acciones; antes al contrario, quiere
puesto que la influencia materna es más poderosa que se la deje en libertad de abrazar y ejercer las
que la paterna en la educación de la prole. Quiere profesiones, empleos y oficios adecuados a sus na­
la mujer que la ley exija la investigación de la turales aptitudes, con entera facultad para dispo­
paternidad para poner coto a los desalmados que ner del fruto de su labor y de su hacienda personal,
dejan a la madre en abandono y al hijo sin nombre. equiparando la retribución del trabajo a la que en
En este como en los demás puntos del programa igualdad de condiciones y rendimiento recibe el
de sus reivindicaciones, pospone la mujer sus indi­ hombre.
viduales intereses al supremo interés de la huma­ E l sano y razonable feminismo piensa, habla y
nidad vinculado en la protección a la infancia, de obra inspirado por el amor a la justicia y a la hu­
suerte que todo nacido de mujer lleve el nombre manidad. Anhela debelar la fortaleza de egoísmos,
de su padre y tenga derecho a la vida material por prejuicios e iniquidades en que abusando de su
el sustento y a la vida espiritual por la educación. fuerza bruta se ha encastillado el hombre, relegán­
Sabe la mujer que el vicio es declarado enemigo dola a perpetua inferioridad en lo referente a de-
i6
rechos y exigiéndole igualdad en lo relativo a de­
beres.
El vicio en todas sus formas y modalidades es
el mayor enemigo de las reivindicaciones femeni­
nas, y con ellas de las de cuantos sin distinción P R E F A C IO D E L A U T O R
de sexo claman por una equilibrada sociedad donde
como en su solariega casa more la justicia en in­
separable compañía de la virtud. Por lo tanto, la
mujer ha de iniciar la obra de su emancipación
Hace cuarenta años, una mujer del Estado nor­
social, emancipándose individualmente de la desi­ teamericano de Massachusetts se querelló contra
dia, la indiferencia, la vanidad y la poca estima­ una Compañía ferroviaria por la pérdida de un
ción propia, vicios todos que entorpecen su noble baúl de equipaje lleno de valiosas prendas de ropa.
labor de apostolado social. Si la mujer española E l juez no admitió la querella fundándose en que
emprende desde luego y cumple la interna recons­ la mujer no era dueña de las ropas, sitio que perte­
titución que siquiera la aproxime a la mujer fuerte necían a su marido. La personalidad de ¡a esposa
de la Escritura, seguramente vencerá en la lucha estaba por entonces embebida en la del marido, sin
por sus nobles y justísimas reivindicaciones. que tuviera derecho individual ninguno.
Cuatro años más tarde, cuando el Parlamento
M a r ía D om énech d e C a Sellas
del Estado de Massachusetts concedió a las muje­
res voto en la elección de las Juntas escolares, un
Barcelona, 15 de Diciembre de 1920.
retardatario miembro del Parlamento, protestó so­
lemnemente diciendo: “ S i se lleva a efecto esta
reforma, destruiremos la rasa bajo la maldición
de Dios omnipotente
Sin embargo, a la mujer se le reconoce hoy la
personal propiedad de sus ropas, la rasa está toda­
vía floreciente y gracias a la intervención feme-
l 7.
2 .—IA WUJKR Y IL HOSilft
u8 19
nina en las Juntas escolares, el sistema pedagógico miento de la vida ciudadana y de las funciones de
de Massachusetts es el más perfecto de cuantos gobierno, autoridad y mando en el régimen so­
rigen en los Estados Unidos. cial. Opina también el autor que fracasarán siem­
E l mundo marcha. A pesar de los conservadores pre las leyes y los códigos y las condiciones sociales
retrógrados o llámense reaccionarios, pues no todos dictadas y estatuidas por el egoísmo masculino que
los conservadores son lapas políticas, la humani­ les da un espíritu unilateral, especialmente en
dad sigue adelante, aunque con paso demasiado aquellos puntos en que el elemento sexual tiene
tardo para las necesidades sociales. avasalladora importancia.
E l objeto de esta obra es impulsar en cuanto No obstante, el siglo X X ha impelido formida­
alcancen las fuerzas del autor, inferiores a su vo­ blemente el progreso de la humanidad. Sin cesar
luntad, el progreso del mundo. Tratará de demos­ se amplía la educación de la mujer y son más nu­
trar, aunque imperfectamente, cómo puede dársele merosas las ocasiones que de abrirse Paso en el
dicho impulso. En sus páginas se discuten con es­ mundo se le deparan. La chinesca muralla levan­
tricta imparcialidad los problemas capitales del tada por los prejuicios entre las profesiones de
feminismo contemporáneo y las mudanzas sociales ambos sexos está ya poco menos que derruida, y
y económicas que están meiamorfoseando el ve­ hombres y mujeres se encaminan hoy hacia un
tusto concepto del hogar doméstico. Las reformas común centro de intereses y destino. Y aunque en
que hoy demanda la educación de la mujer y las muchos países todavía se mantiene en pie el obs­
cuestiones relativas al noviazgo, matrimonio, euge­ tinado baluarte del misoneísmo contra la com­
nesia y divorcio, a la independencia económica de pleta emancipación de la mujer, no tardarán en de­
la esposa, al sufragio de la mujer y alas profesio­ belarlo los vigorosos asaltos de la justicia y el
nes femeninas deslindadas de la maternidad, tie­ derecho. Cuando desmantelado se arruine, y ello
nen todas un lugar más o menos amplio en este ha de ser pronto, la fortaleza de hombres y muje­
libro. res, en vez de fraccionarse como ahora, se combi­
E l autor cree sinceramente que sin o progresa­ nará en el bien común, para enaltecimiento de
mos con mayor rapidez en el orden moral es a la humanidad. Dice Maeterlinck: " Toda mujer
causa, en grandísima parte, de la preterición de la con quien me puso en relación la vida, me allegó
mujer en tiempos pasados y de su completo aleja­ algún bien." Siempre que la mujer dió un paso
adelante, resultó con ello beneficiada la humani­
dad. Todo cuanto toca, lo mejora, depura y realza. I. L A M U JER M O D ERN A. SU S R E IV IN ­
En la redacción de esta obra, destinada especial­ D IC A C IO N E S Y R E SP O N S A B IL ID A ­
mente a exponer los puntoj de vista de la mujer, DES.
el autor agradece el valioso auxilio que le prestó
Margarita Connolly.
L dramaturgo inglés Alfredo Su-
tro dice;
O ríso n Sw e it M arden

Por primera vea desde que el


mundo es mundo ha encontrado
la mujer su propia individualidad.
Por vez primera es un factor de
intrínseca valía en la vida civilizada con ideales pro­
pios. De esta suerte está actualizando en la sociedad
su formidable energía potencial.

E! siglo X X se ha distinguido de sus predeceso­


res en la maravillosa acumulación de peregrinos
inventos y adelantos durante los primeros años de
su centena. Todos los ramos de la humana activi­
dad han recibido durante estos cuatro primeros
lustros de la vigésima centuria un impulso de mul­
tiplicada dinamicidad comparado con el del mismo
período en el siglo anterior. Descubrimientos, in­
venciones, artificios, adelantos no siempre aplica­
dos al mejoramiento y bienestar del mundo, sino
por el contrario, a la cainica destrucción del hom­
bre por el hombre, constituyen el activo capital del
ingenio humano en el balance de la evolución; pero
el gran descubrimiento y la mayor sorpresa de los
21
22 23
Pero hoy día presenciamos un admirable des­
tiempos ha sido el descubrimiento de los anímicos
pertar de la mujer, que asume una nueva signifi­
tesoros subyacentes en la mujer.
cación social. Reconoce que, en igualdad, o mejor
Durante todas las épocas de la historia, la
dicho, en equivalencia de derechos y deberes, pue­
sociedad legal, aunque injustamente monopoli­
de prestar a la humanidad otros servicios además
zada por los hombres, concentró todos los dere­
de los de esposa y madre, por lo que de ahora en
chos, privilegios, dignidades y profesiones en el
sexo masculino, dejando al femenino en desdeñoso adelante ha de cumplir una nueva y más amplia
menosprecio, como una especie de mal irremedia­ función en la sociedad civilizada. La mujer mo­
ble por lo necesario. Hasta muy recientemente, la derna protesta contra la inicua esclavitud y depri­
mujer no tenia apenas importancia social, aparte mente servidumbre en que la ha tenido y en algu­
de sus funciones de esposa y madre, y era distrac­ nos países continúa teniéndola el hombre para ex­
ción, recreo y juguete del hombre, en cuyo prove­ plotarla en su egoísta beneficio.
cho se la preparaba desde la infancia, para que le La superioridad de la fuerza física y el predo­
sirviera con sacrificio de su personal comodidad minio intelectual han compilado hasta ahora las
y cuidara de los intereses del marido, padre o leyes y establecido las costumbres de la civiliza­
hermano aun en perjuicio de los propios. Su vida ción, por lo que el sexo llamado fuerte tuvo siem­
giraba en torno de la del hombre como satélite pre el arrogado derecho de gobierno y el sexo débil
en torno de su planeta, (i) se vió en la precisión de callar, obedecer y sufrir.
( i) Coa razón y verdad se ha dicho que el cristianismo
En el pasado estuvo la mujer en situación pa­
elevó a la mujer a la dignidad de compañera del hombre, recida a la de las históricas nacionalidades cuyo
restaurando así el primieval concepto que de las funciones
femeninas vemos simbolizado en el Génesis. Según el acertado
asiento geográfico y parquedad de territorio las
comentario de 5 an Agustín, Dios no sacó a la mujer de la puso en las garras de poderosos vecinos. Así la
cabeza del hombre como para mandar y ser la señora; ni
tampoco de los píes, porque no debía ser pisoteada como esclava;
sino de] costado, con el fin de que el hombre la mírase como negaciones que allí da el insigne propugnador del cristianismo
compañera para conllevar los trabajos de la vida. También hubiesen arraigado en las costumbres de los pueblos que llevan
el apóstol Pablo expone magistral mente la condición de la mu­ el nombre de cristianos, no habría necesidad de reivindicar
je r respecta del hombre en los versículos sa al 33 del quinto para la mujer loa derechos inherentes a su natural condición
capítulo de su epístola a los efesios; en los t al 16 y 3$ al 34 de compañera y no esclava ni sierva ni criada del hombre.
del séptimo de la primera a los corintios; en los 18 y tg del Pero el mal esti en que leyes y costumbres se apartaron siem­
tercero de la escrita a los col osen ses. Si los consejos y amo- pre del espíritu del criatianismo. (N. del T.)
24 25
hoy resucitada Polonia estuvo durante generacio­ L a mujer, alentada por la renovación del espí­
nes esclavizada por Rusia, y acabamos de ver a ritu social, se apresura a renovarse también, empe­
Bélgica inicuamente pisoteada por las herraduras zando por la renovación de sus ideas y pensamien­
de Alemania. La mujer no pudo, en los 'pasados tos, a fin de eliminar los prejuicios, preocupaciones,
siglos, mantener sus derechos; pero la evolución temores y recelos que durante tantos siglos ofus­
humana ha transpuesto ya la edad del músculo, caron su mente y deprimieron su ánimo, como se
la era de la fuerza bruta, y a pesar de la transito­ elimina la escoria del refinado mineral. La mujer
ria crisis que parece retrollevarnos por atavismo empieza a pensar N con su propio cerebro y su pen­
a los tiempos de barbarie en las devastaciones de samiento la conduce a la libertad autónoma, en ar­
Francia y Bélgica, los terrores de Rusia, las vio­ monía con la también autónoma libertad del hom­
lencias de Irlanda, los desmanes de Alemania y bre, para que los dos sean una misma carne y
los crímenes sociales de España, se avecina la nue­ descubran el hasta ahora escondido punto de coin­
va etapa de libertad hermanada con la responsabi­ cidencia de sus a primera vista contrarios y en
lidad en que la mente prevalezca contra la mus­ realidad solidarizados aunque distintos intereses.
culatura, las ideas contra las bombas y la justicia Pero conviene advertir, porque no escasean los
contra la violencia. No importa para el porvenir tergiversadores, que la libertad y la autonomía
de la humanidad que todavía a horas de ahora no significan en modo alguno independencia ni se-
hayan de recurrir los hombres a la fuerza brutal paratividad. A nuestro modo de ver, se equivoca­
de las armas fratrioidas para dirimir contiendas ron en el nombre.los que resumieron en el de
que fácilmente fallara el discernimiento si no lo emancipación las reivindicaciones de la mujer. Na­
estorbara el egoísmo, mil veces más funesto para die puede emanciparse en el sentido de vivir y
la paz y concordia entre individuos y naciones que actuar sin relación alguna con los demás compo­
los modernos proyectiles y explosivos. No han de nentes de la sociedad. No ya en el limitado seno
triunfar la brutalidad y la musculatura en su em­ de la sociedad política y civil constituida por el
peño de gobernar el mundo. Tuvieron su época género humano, sino en el seno infinito del uni­
de pujanza y deben desaparecer muy pronto del verso sin límites es imposible la absoluta emanci­
escenario de la historia. El juicio, la razón y el pación e independencia de criatura alguna. Desde
entendimiento las están substituyendo rápidamente. el sol al átomo y desde el serafín hasta el gusano,
26 27

todos los seres y todas las cosas están eslabonadas sexos, tan insensatamente como lo perturbó en
en la cadena sin fin con que el Creador mantiene sentido contrario la inicua preva-lencia del hombre.
sujeta a sus divinas leyes la manifestación uni­ Si la mujer esquiva el peligro subyacente en
versal. Todos los seres de la tierra y el cielo, visi­ todas las exageraciones y lejos de entregarse a
bles e invisibles, constituyen la parentela a que las violencias y desmanes de las sufragistas ingle­
sas o de permanecer musulmanamente en la mogi-
alude San Pablo (Efesios 3: 14, 15) porque todos
gata apatía de la mayor parte de mujeres de raza
son igualmente hijos de Dios.
latina, se vale de las poderosas armas de la aso­
Así al hablar de las reivindicaciones de la mu­
ciación, Ja tribuna y la prensa para exponer razo­
jer moderna no podemos por menos de pensar en
nadamente sus demandas; y si por otra parte las
las responsabilidades inherentes a toda libertad;
mujeres que ya disfrutan derechos políticos y ci­
y en consecuencia, conviene precisar el alcance de
viles en algunos países demuestran prácticamente
la palabra emancipación, que para nuestro propó­
su capacidad para Ja administración y gobierno
sito y según nuestro criterio no consiste en que
de Jos intereses colectivos, no tendrán los hom­
la mujer obre a su antojo y de esclava se con­
bres más remedio que rendirse a la evidencia y
vierta en tirana y abuse de sus reconocidos dere­
legitimar la justicia. En vez de andar Ja mujer a
chos dejando sin cumplir sus naturales deberes.
reata del hombre, andará junto a él como es su
Por el contrario, la emancipación a que nos refe­
derecho. Entre las recientes mudanzas del mundo
rimos es la de la miseria, la ignorancia, la des­
social, ninguna acaso tan señalada como el pau­
honra y el vicio a cuyos antros la empujaron pre­
latino aflojamiento de los grilletes en que el hom­
cisamente las condiciones en que la mantuvo su­
bre tenía aprisionada a la mujer. L a educación
jeta la brutal fuerza dej hombre. El feminismo
la va emancipando, y por vez primera en la histo­
apoyado en la prudencia y la justicia lleva en sí
ria, el sexo femenino en conjunto está en vías de
la fortaleza de los ideales cuyo triunfo es seguro
gozar de libertad. L a mujer se va percatando de
con el tiempo. Pero el feminismo anarquizante y
su valía, vislumbra las dilatadas posibilidades que
libertario, ateo y materialista, que amenaza des­
pojar de sus nativos encantos a la mujer, convir­ le brinda la civilización moderna y no consentirá
jamás en volver a su antigua esclavitud. Sin em­
tiéndola en un marimacho, desbarataría el armó­
bargo, la educación debe ser la base de la libertad
nico equilibrio establecido por Dios entre ambos
28 29

femenina y el indispensable antecedente para ejer­ Siempre hubo en el mundo más mujeres que hom­
cer los derechos de ciudadanía en parigualdad con bres, y aun hoy, a pesar del creciente aumento de
el hombre, de modo que no hallen los retrógrados población, la guerra mundial substrajo al sexo viril
motivo alguno para congratularse de haber acer­ diez millones de individuos que redujeron su nú­
tado en sus agoreras predicciones. Sin la educa­ mero hasta el extremo de septuplicarlo el de mu­
ción por delante, el feminismo político fracasaría jeres. Así resulta tan monstruoso y absurdo como
bochornosamente entre la escarnecedora rechifla malvado y desleal, que menos de la mitad del gé­
de los anticuados mantenedores de la mujer hon­ nero humano restrinja la actuación de la mayoría
rada con la pierna quebrada. Pero con la educación cuya conducta regule y establezca sus normas mo­
a propósito para disponerla a ocupar dignamente rales y coarte ‘legalmente sus derechos e intervenga
su lugar en la familia y en Ja sociedad, la progre­ sus bienes y resuelva lo que ha de hacer o no hacer
siva marcha de la mujer es tan segura como inexo­ y lo que le conviene aprender o ignorar.
rable es la ley de la atracción universal. Cuando Pensemos en los perjuicios que le ha irrogado
la mujer sepa ser madre y al propio tiempo maes­ a la civilización o tan sólo en los beneficios que
tra de sus hijos, y cuando las no destinadas por dejó de allegarle el mantener en semejante tutela
Dios a la maternidad ni al matrimonio sepan ha­ a las futuras madres de la raza humana. En vez
cer buen uso de su autonomía individual y cum- de tan deprimentes restricciones hubiera debido
plart estrictamente sus deberes de ciudadanía, no gozar la mujer de la mayor libertad posible sin
cabe duda de que la humanidad acelerará como menoscabo de los altísimos intereses colectivos y
nunca su marcha por los caminos de perfección, a recibir del hombre la solícita consideración que de­
cuyo término la espera inefable par. manda la maternidad latente en su seno, aunque
De cuantos crímenes sociales que, sin derramar no siempre se actualice, pues de las condiciones y
sangre, pero a costa de mares de lágrimas, se han circunstancias que concurren en la madre depende
cometido en el mundo, no es el menor la esclavitud 1 el porvenir de la raza. Merece por ello la mujer
de la mujer por el hombre. En toda época y en atentísima consideración en cuanto a su cultura
casi todos los países la belicosa condición del hom­ física para que sea acabado troquel de humanas
bre fue causa de que el sexo masculino estuviera formas; en cuanto a su cultura intelectual, para
en minoría de número respecto del feminismo. que tenga verdadero concepto de la vida y com-
3° 31
prenda siquier rudimentariamente el universo que en vez de quedar tendida en el cenagoso suelo.
la rodea, a fin de limpiar su entendimiento de los Ahora se pone en pie y al incorporarse erguida
escombros de la superstición, el fanatismo, la mo- levanta con ella a la entera humanidad. Y a es cons­
gigatería, el escepticismo, la credulidad y el pre­ ciente de su fuerza y del lugar que por naturaleza
juicio que ya en uno u otro extremo de la cre­ le corresponde en el grandioso plan de la creación.
dulidad malsana y de la morbosa incredulidad la Las diferentes asociaciones femeninas esparci­
apartan del punto en que la razón coincide con la das por el mundo entero están soldando a las mu­
fe y el alma se enlaza con el cuerpo por medio de jeres en un numeroso y disciplinado ejército de
la mente; en cuanto a su cultura moral para que irresistible empuje. Los congresos, asambleas y
aleccionada mayormente por los hechos y por la conferencias de carácter societario internacional
experiencia que por los «libros y por las máximas, que sobre temas referentes al porvenir de la hu­
acierte, cuando madre, a sofocar en el corazón de manidad se celebran periódicamente en París,
sus hijos las inclinaciones siniestras y fortalecer Chicago, Londres, Barcelona, Nueva Y ork, Ma­
las virtuosas en el período más crítico de la vida drid, Washington, Ginebra y otras ciudades de
cual es el de la primera infancia. importancia mundial han sido y siguen siendo po­
Algunos de los que esto lean, acaso pongan re­ derosos eslimulos para la mujer de toda condición
paros a (a afirmación de que la mujer estuvo siem­ social. El movimiento societario de nuestros días
pre en servidumbre, diciendo que en muchas épo­ que va invadiendo todas las esferas, despierta de
cas y no pocos países fué tratada con el mayor su secular modorra a la mujer de la clase media
miramiento, amabilidad y galantería; pero quien sacudida por los terribles codazos de la mujer
conozca la historia sabrá que no hubo tal. En todas proletaria. Las femeninas aspiraciones cobran ma­
sus páginas encontramos las huellas del sufri­ yor vuelo a impulsos de la acelerada marcha del
miento de la mujer, marcadas con lágrimas y san­ mundo, dando a la mujer por doquiera la solida­
gre en su «lucha por la libertad que hoy empieza ridad de pensamiento, número y acción de que
a conseguir. hasta ahora había carecido. Aun las mismas mu-
En su obra: Sueño, nos describe Oliva Schrei- jetves orientales quebrantan la dorada prisión de
ner los penosos esfuerzos de la mujer para librarse ■ los harenes donde sus dueños las tenían recluidas
de la esclavitud y ponerse a lo menos de rodillas para la innoble satisfacción de sus groseros apeti­
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por voluntad de Dios y fuero de justicia debía
tos, y se unen a Ja gran confraternidad de su sexo
tratar como compañera.
para luchar por sus derechos, constituyendo formi­
Ningún hombre de claro entendimiento negará
dables coligaciones sin distinción de credo ni de
que la mujer no ha tenido hasta ahora las mismas
raza. Así como los partidos políticos y las faccio­
nes sociales encarnizadamente empeñadas en intes­ facilidades que el hombre para la armónica e inte­
tinas querellas, se solidarizan contra el enemigo gral educación de su ser. En realidad la única es­
común en caso de invasión extranjera, así las mu­ cuda de la mujer ha sido el hogar, al paso que la
jeres dejan de lado sus divergentes opiniones para del hombre fue además del hogar, la universidad
unirse en combinada acción contra la terca resis­ o el taller y el trato del mundo. Las fuerzas que
tencia de los legisladores anticuados que todavía concurrieron a desenvolver al hombre, actualizan­
menosprecian a la mujer como ser inferior e inca­ do sus potencias latentes, han' sido infinitamente
paz de pensar con su propio cerebro. variadas y múltiples, calculadas todas para dar
En el pasado todo propendía a la preterición de por resultante al hombre entero, mientras que la
la mujer en el reparto de las funciones sociales o mujer quedó siempre en situación pasiva y sub­
a sumergirla en un ambiente artificiosamente for­ alterna, sujeta a fuerzas unilaterales y mortecinas.
mado por el hombre. Ahora vamos en camino de Si las actividades del hombre hubiesen estado tan
reformar la sociedad en términos que no sea obra restrictas y limitadas como Jas de la mujer, segu­
exclusiva de los hombres ni de las mujeres ni que ramente que no alcanzara la talla física y mental
en ella predomine abusivamente un sexo sobre el de las eminencias masculinas del día.
otro, con superioridad en una parte e inferioridad Si las mismas fuerzas desenvolventes y educ-
en la otra, sino que se funde en principios de toras, con la misma variedad de puntos de apli­
parigual dad y armonía con la cordial cooperación cación que actuaron en el hombre, hubiesen im­
de ambos sexos para el bien de todos. pelido a la mujer en pasados tiempos, nadie podría
Aunque el hombre creyó en pasados siglos que hoy hablar neciamente de su inferioridad, como
la mujer era inferior a él por decreto de la Pro­ algunos hablan, arguyendo que las hembras de las
videncia, no pasaba de ser aparente la tal inferio­ especies animales son inferiores en tamaño,, as­
ridad por el abuso de su fuerza puesta al servicio pecto, color y ornamento natural a los machos.
del egoísmo para retener como esclava a la que La melena del león, la cresta del gallo, la cola del
S.— LA WUJBE y EL HOGAK
34 35
pavo real, los penadlos de muchas aves son, a presión de la individualidad no podía por menos
juicio de quienes sólo ven la materialidad de los de entorpecer el espíritu de originalidad e iniciativa.
seres creados, indicio manifiesto de la superiori­ L a contrariación de 'las aspiraciones femeninas,
dad masculina. Pero si bien se observa, la hembra obligando a multitud de jóvenes soberbiamente
de los animales es superior al macho por razón dotadas por la naturaleza, a dedicarse a tareas
de la mayor importancia de sus funciones sexuales, opuestas a su congénita capacidad, atrofian sus
pues en algunas especies inferiores de la escala talentos y facultades en términos de esterilizar
zoológica, la única tarea asignada por la natura­ cuanto pudieran dar de sí, con desperdicio de va­
leza al macho es la fecundación de la hembra. A liosas energías humanas.
lo sumo se nota en el reino animal la equivalencia En tiempos de la esclavitud negrera, había mu­
fisiológica de ¡os sexos, nunca la superioridad del jeres de esta raza que poseían ciertas cualidades
macho respecto de la hembra. personales en igual grado que sus dueñas, y sin
No es extraño que en una civilización cuyas embargo no les era posible desplegarlas en la for­
leyes y costumbres han sido obra de los hombres zosa labor de las plantaciones. No se les permitía
que en todo y por todo y para todo tomaron la aprender ni siquiera los más rudimentarios prin­
iniciativa, despachándose a su gusto sin contar con cipios de ’la cultura humana, por lo que les faltaba
más opinión que la de su sexo, sea la mujer en ocasión oportuna de explayar su mentalidad. De
general algo deficiente en inventiva, ingeniosidad la propia suerte estuvo durante siglos la mujer
y talentos científicos, aunque el ejemplo de las blanca, en apariencia libre y en realidad poco me­
señoras Curie, Besant y Blavatsky dan prueba de nos esclava que la negra, cohibida en el natural
que no estén la investigación científica ni las espe­ desenvolvimiento de sus nativas facultades.
culaciones filosóficas fuera del alcance de los cere­ Peno cuando Ja campaña emprendida por Garrí-
bros femeninos. son y felizmente terminada por Lincoln, al de­
No tenían antes las mujeres libertad para seguir cretar la abolición de la esclavitud en los Estados
su vocación ni emplearse en las profesiones más Unidos, dio la libertad civil a cuatro millones de
conformes con sus aptitudes. Se les negaba el de­ seres humanos, tratados hasta entonces como bes­
recho de escoger la modalidad de acción adecuada tias de labor, la emancipada mujer de raza negra
a sus naturales inclinaciones, y esta violenta su* demostró tan excelentes cualidades como la que
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había sido su dueña. Así también la mujer blanca, go, los cincuenta años desde entonces transcurridos
conforme se va manumitiendo de la servidumbre no son bastantes para ponerse al nivel de la raza
en que durante siglos la tuvo el hombre, negándole blanca, que lleva en sí acumulados los efectos de
medios de educación, coartando su libertad y cohi­ muchos siglos de heredadas experiencias. Se ne­
biendo sus iniciativas, denota en las diversas esfe­ cesita mucho tiempo para borrar las huellas de la
ras de la actividad humana las cualidades que dis­ esclavitud en que estuvo aherrojada la raza negra,
tinguen a las notabilidades masculinas. y tampoco es posible invalidar en un instante los
Si se hubiese invertido la posición social de resultados de la semi-esclavitud de la mujer blanca,
los dos sexos, de modo que como en una dilatada que todavía no ha tenido amplias ocasiones de ma­
isla de San Balandrán tuvieran las mujeres el pre­ nifestarse en toda su pujanza (i).
dominio en todas las naciones, obligando a los Pero la perspectiva es brillante. L a corriente
hombres a seguir caminos de acción previamente se ha vuelto en favor de la mujer, y el hombre
trazados, como los animales de tiro empantallados ha descubierto por fin que en la evolución de la
por las ojeteras, a buen seguro que fuera muy raza actúa una omnipotente fuerza en dirección y
triste la suerte de ellos, pues habrían de verse sentido de la justicia y el derecho, y que por mu­
débiles, subordinados, sujetos y dependientes del cho que él se esfuerce en retener a las mujeres
apoyo que quisiese prestarle la mujer. Nunca donde mejor puedan servir a sus egoístas propó­
hubieran ¡desenvuelto la fortaleza y virilidad, la sitos, se van emancipando de la arbitraria sujeción
energía física y mental en que hoy fundan la y buscan y encuentran su realzamiento social tan
presuntuosa denominación de sexo fuerte, porque decorosa y dignamente como el hombre, quien así
no hubieran podido cultivar persistentemente sus aprende la penosa lección de que la esfera de la
facultades, que a la postre arriesgaran quedar mujer está en donde sus naturales talentos e in­
atrofiadas. . clinaciones la colocan y no en donde los personales
Hace ya más de medio siglo que se abolió la intereses y; antojos masculinos quisieran colocarla.
esclavitud en los Estados Unidos, y hoy día ma­
( i) La actuación de ta mujer durante la guerra mundial en
nifiesta la raza negra un maravilloso adelanto en tas fábricas de pertrechos, talleres militares, hospitales, cam­
el desarrollo de las predominantes facultades que pamentos y ambulancias bastaría para otorgarle de grado los
caracterizan al hombre de raza blanca. Sin embar­ mismos derechos sociales que hoy posee el hombre. (IV. det T.)
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38
Las leyes y costumbres sancionadas por reyes y
Se han desvanecido en el pasado los antiguos
pueblos están, si bien se examinan, en palmaria
prejuicios que señalaban el hogar doméstico por
contradicción con las palabras que el Génesis pone
única esfera de la actuación femenina. Su natural
en labios de Adán, cuando al despertar de su sueño
campo de actividad es cada día más vasto y ampli­
vió ante él a la mujer que Dios había formado de
fica sus límites en proporción con el progreso de
su propia carne y huesos para acompañarlo en
ios tiempos y la mudanza de las condiciones so­
perpetuidad de vida. "Hueso de mis huesos y carne
ciales. Y a empezamos a darnos cuenta de que el
de mi carne” exclama Adán al ver a Eva. Y
talento no tiene sexo, como tampoco el espíritu ni
añade: "Esta será llamada Varona, porque del
la mente.
varón fué tomada” .
La generalidad de los hombres estaban muy afe­
Si los hombres que en academias y liceos dieron
rrados a su prejuicio de que la mujer había sido
las normas gramaticales de los idiomas, depurán­
creada para servirles, sin advertir, a pesar de latan
dolos de bárbaras corrupciones y compilaron los
ponderada piedad del tiempo viejo, que desde el
diccionarios, con la recta y figurada acepción
punto de vista estrictamente cristiano, el esoteris-
de las palabras, hubiesen tenido presente el citado
mo bíblico nos evidencia que en juicio de Dios no
pasaje de la Escritura Sagrada, no sancionaran
era bueno que el hombre estuviese solo y por ello
de seguro el denigrante apelativo de hembra, con
. le hizo ayuda idónea para él, es decir una compa­
que la brutal ignorancia del vulgo inficionado to­
ñera que fuese su cooperadora en equivalencia de
davía de paganismo designó a la mujer, sin dife­
dignidad y en modo alguno su sierva en condición
renciarla nominativamente de las bestias. En cam­
de inferioridad.
bio, el orgullo masculino tuvo buen cuidado de
La ortodoxia religiosa de que alardeaban las
reservarse el nombre de varón, relegando despecti­
generaciones de fanática intolerancia, cuando la
vamente el de macho a los irracionales, cuando en
nominalista creencia en el dogma de cualquiera
justicia y en homenaje a la equidad debieran haber­
confesión que fuese bastaba para disimular los
se esforzado las autoridades literarias en incor­
más vitandos desenfrenos de conducta, no tuvo
porar al idioma la palabra varona, que hoy mal-
en cuenta en la práctica de la vida, el enalteci­
suena por lo inusitada, y sin embargo es la que en
miento de la mujer, tan explícitamente afirmado
rigor debiera designar a la mujer al compararla
en teoría por el cristianismo apostólico y patrístico.
40 4i
estadísticamente con el hombre. Es de todo punto gobierno del hogar al de las instituciones políticas
denigrante, aunque el uso ío disimule, la colectiva y sociales, no ya en funciones de reina, que ya
denominación de hembras a las mujeres aplicada, desempeñó y continúa ejerciendo por el fortuito
siempre que es preciso distinguir su sexo del de derecho de estirpe, contraído a pocas de ellas, sino
los varones. La palabra hembra es correlativa de en la concejalía de los municipios, en la alcaldía
la de macho y no de la de varón. A ésta le corres­
de las ciudades, la diputación en los Parlamentos,
ponde la bíblica y ortodoxa de varona, que dicho
los sillones de las academias y la presidencia de
sea para atajarles el paso a los chuscos, no fuera
todo linaje de corporaciones. Unicamente los cie­
propio sinon ¡miza ría con la de varonesa.
Si Jas mujeres se diesen cuenta de lo denigrante gos de entendimiento dejarán de ver el realce que
que en recto sentido es para ellas la denominación a la categoría social de la mujer ha dado la co­
de hembras, romperían desde luego las hostilidades rriente de los tiempos y Ja progresiva marcha del
contra tan brutal tradición idiomática e iniciarían mundo. El intento de contrariar este formidable
ía moda de llamarse varonas, como Dios mandó impulso sería tan vano como efl parar a los astros
por boca del progenitor de la raza humana. Segu­ en su inerte carrera.
ramente que sí en reuniones, tertulias, visitas y L a nueva y constantemente creciente indepen­
demás focos de influencia femenina en que la cor­ dencia de la mujer entraña por necesidad la refor­
tesanía otorga una aparente superioridad a la mu­ ma y reajuste de las instituciones sociales, sobre
jer, se atreviesen las dictadoras de la moda a todo de las pedagógicas. Es preciso dar carácter
poner en sus iabios la palabra varona, pronto mucho más práctico a la educación femenina. A
cundiría hasta resonar sin estrañeza en todos los fin de que sea del todo apta para moverse desem­
oídos y substituir ventajosamente en padrones y barazadamente en la más amplia esfera de sus mo­
estadísticas a su despectiva antecesora. dernas actividades, ha de recibir la mujer otra
Mayor motivo para equiparar en denominación clase de enseñanzas que le abran mucho más dila­
a los dos sexos nos da el incremento que de pocos tados horizontes de Ja vida que los que tuvo en el
años a esta parte ha tomado el feminismo razona­ pasado, pues las nuevas ocasiones de adelanto que
ble, cuya finalidad repugna las exageraciones de se le deparan a la mujer de hoy día exigen clamo­
las extremistas. L a mujer promete elevarse del rosamente el desenvolvimiento de sus más robus­
tas facultades. La educación ha de alumbrar nu-
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nantiales de energía que durante siglos estuvieron allá de ser un tiranuelo, un cacique o un cabecilla
ocultos en la mente femenina. sin otra finalidad que la egoísta satisfacción de
El estrecho camino por donde, desde un prin­ sus concupiscencias a costa de la bausáníca cre­
cipio, anduvo la mujer a remolque del hombre, dulidad de sus secuaces. Pero el formidable mo­
sin libertad de elegir su modalidad de actuación vimiento feminista de nuestra época está engen­
en la vida, se está ensanchando ante sus pasos de drando rápidamente mujeres capaces de alternar,
tal manera, que reclama a voz en grito superior sin temor de fracaso, con políticos y estadistas
educación y más completo desenvolvimiento de su en la administración y gobierno de los intereses
carácter y aptitudes por medio de conocimientos colectivos.
prácticos de inmediata aplicación a las necesida­ Muy notable es que, no obstante Jas desventa­
des de la vida doméstica y social. Reclama el des­ josas condiciones en que durante tiempo actuó,
pliegue de sus más vigorosas facultades que la ca­ haya demostrado la mujer insospechados dotes de
paciten para dirigir y gobernar, que le infundan organización y mando con espíritu de iniciativa y
el clon de mando, el espíritu de organización e ini­ clarísimo discernimiento por doquiera ha compar­
ciativa. La mujer del porvenir prosperará en con­ tido con el hombre la responsabilidad de los cargos
fianza propia y autonomía individual. Desapare­ sociales. Han desechado por completo el prejuicio
cerán las parasitarias, las que para vivir han de de que para la mujer no hay más caminos abiertos,
buscar algún arrimo en que apoyarse y no saben sin menoscabo de su honra, que el del matrimonio
andar sin tener al hombre por cayado. Siempre, o el del convento, ni más egidas para su cabeza
hasta ahora, ha sido la mujer un niño grande lle­ que el velo de desposada o el de religiosa.
vado por la mano a lo largo del camino de la vida. El ingreso de la mujer moderna en el mundo
Ahora insistirá en colocarse junto al hombre y industrial no tuvo plena efectividad hasta que en
con él compartir la dirección de la sociedad. la Exposición universal de Filadelfia, el año 1876,
Las características que distinguen a los caudi­ apareció la primera máquina de escribir. Hasta
llos y jefes de partidos, agrupaciones, escuelas y entonces, aparte de las fábricas de tejidos, pocas
naciones se desenvuelven por el estímulo de un industrias empleaban a la mujer en sus manipula­
gran propósito con la mira puesta en altísimos ciones, aunque por excepción se concedió en los
ideales. Quien contrariamente proceda no irá más Estados Unidos, durante la guerra civil de 18G2,
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a las esposas, hijas y hermanas de los voluntarios
ahitados a las banderas de la Unión, que ocuparan lleras, que a todas sin excepción no les amarga el
los cargos que habían dejado vacantes sus mari­ dulce de la lisonja ni las mieles del requiebro.
dos, padres y hermanos. Si por el contrario la dependencia fuese femenina,
Más tarde, la mujer empezó a emplearse como no tendrían las mujeres y sobre todo las solteras
dependiente de mostrador en ‘los almacenes de las amigas del impecaminoso discreteo, otro aliciente
principales ciudades de los Estados Unidos, de que la necesidad para ir de tiendas.
donde cundió esta innovadora costumbre por otros Lo mismo sucede en los colmados y abacerías,
países hasta generalizarse en el mundo civilizado. cuya clientela es por la máxima parte femenina,
Verdaderamente es una lástima que no se haya entre la que predominan las muchachas de servicio,
generalizado todavía más, porque resulta algún siempre aficionadas a paliques y chicoleos, en que
tanto ridículo ver a fornidos mocetones y apuestos son astutos maestros los dependientes. Para re­
jovenceles despachando cintas y carretes en una novar femeninamente la dependencia de los esta­
mercería, o metros de lienzo en un almacén de blecimientos de dichas Índoles, que de tiempo in­
novedades, sin que los dueños de estos estableci­ memorial la tienen masculina, sería necesario que
mientos se resuelvan a dar la alternativa en esta el sentido moral de -la sociedad se acartonase hasta
un punto lindante con el ascetismo e impropio de
fase de la dependencia mercantil al elemento feme­
nino. Quienes han observado el fenómeno psicoló­ las alegrías, esperanzas, discreteos, emociones, bro­
mas e ingeniosidades que mantenidas decorosa­
gico sobre que se asienta el monopolio de los mos­
mente bajo el dominio de la honestidad amenizan
tradores por la juventud masculina, descubrirán
la vida de la juventud.
seguramente su principal motivo en la natural y
Sin embargo, la honda transformación y el ma­
honesta atracción de los sexos. En las tiendas y
ravilloso incremento del comercio al por menor
almacenes de lencería y novedades se venden ar­
en estos últimos años, ha obligado a los comer­
tículos propios en su mayor parte de las amas de
ciantes a renovar la organización de sus estable­
casa, madres de familia y la mujer en general. La
cimientos y las plantillas de su personal. Hoy día
dependencia masculina y juvenil en tales estable­
las ciudades populosas cuentan con buen número
cimientos es un aliciente para que acudan y se
de almacenes en que se vende todo cuanto para
aparroquien las muchachas nubiles y aun las tobi­
las necesidades, comodidad y lujo de la vida puede
4fi 47
comprar el dinero. Algunos de estos almacenes de la administración pública está oficialmente auto­
como, por ejemplo, los de Woohvorth, en Nueva rizada la máquina de escribir. En ayuntamientos,
York y Filadelfia, el Louvre y Bon Marché; de diputaciones, dependencias del Estado, notarías,
París, y E l Siglo, de Barcelona, son un modelo bufetes y casa editoriales podrá hallar la mujer
de organización comercial en cuanto a la venta al honroso empleo de mecanógrafa además del que
pormenor y están divididos en secciones autóno­ ya se le confía en los establecimientos comer­
mas en sus peculiares funciones, pero subordinadas ciales.
a la gerencia y dirección general del estableci­ Algo curioso es el origen de la hoy tan generali­
miento. Los estadistas de circunstancias que tanto zada profesión de mecanógrafa. L a primera com­
hablan de autonomía, sin recta noción de] signifi­ pañía de máquinas de escribir se organizó en los
cado espiritual de esta palabra, podrían tomar Estados Unidos y su primer cliente fueron las
ejemplo de la organización de los grandes almace­ oficinas del gobierno. L a mayor dificultad estaba
nes comerciales para calcar en ella la de las na­ en encontrar tipístas (como por entonces se dió
ciones puestas por la suerte bajo su gobierno. en llamar a los que escribían a máquina) lo bas­
Pero volviendo a nuestro tema, he aquí como la tante veloces para que el éxito del nuevo invento
natural mudanza de las costumbres comerciales justificara su adopción en todas las oficinas del
igualó a la mujer con el hombre en las plantillas Estado, de donde seguramente se extendería a las
de la dependencia mercantil de los establecimientos particulares. A uno de los consejeros de la Com­
multitentaculares; y a pesar de los agoreros vatici­ pañía se le ocurrió que siendo la agilidad digital
nios de la gazmoñería, que todo lo ve con el cristal la primera condición para pulsar velozmente el
de sus gafas, conviven honestamente ambos sexos teclado, nadie más a propósito que las mujeres
en los mostradores de las secciones, sin menoscabo que supieran tocar el piano, pues la analogía entre
de la más rigurosa honestidad. este instrumento y la nueva máquina era promesa
Además de este empleo que la transformación segura de la misma analogía entre la habilidad de
del comercio abrió a la actividad de la mujer, las pianistas y las incipientes mecanógrafas. Así
tiene hoy casi monopolizada la mecanografía co­ fue que en los anuncios para reclutar el personal
mercial, con esperanza propincua de que también se daba la preferencia a las jóvenes que supiesen
prevalezca su agilísimo digíteo en cuantos ramos tocar el piano, y por esta circunstancia predomina-
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tintos de las actividades propias del hogar? Dios
ron desde un principio las mujeres en la moderna
no se hubiera burlado de la golondrina dotándola
mecanografía.
del instinto de emigrar en invierno a las tierras
Desde entonces, y al ver cuán cumplidamente
desempeñaba Ja mujer esta profesión, se desva­ cálidas, sí no existieran estas cálidas tierras que
neció el prejuicio que las mantenía alejadas de corroboran el instinto de emigración. Tampoco
muchas otras en las cuales les ha dado ingreso el se hubiera burlado Dios de la mujer dotándola de
adelanto de los tiempos. En honor de la justicia los mismos anhelos que al hombre para abrirse
y en elogio de la mujer, debe decirse que en todas paso en el mundo, y negándole, por otra parte, la
las modalidades de la vida donde interviene, posibilidad de realizar su anhelo.
su influencia ha mejorado las condiciones domi­ ¿Por qué ansia ia mujer, tan bien instruida co­
nantes, purificando el ambiente moral. No hay mo exquisitamente educada, vivir a su albedrío y
oficio ni profesión en que haya entrado la mu­ desenvolver sus talentos naturales como se les per­
jer, que no esté mucho mejor de lo que estaba en mite a sus hermanos? ¿Por qué tiene geniales ap­
las exclusivas manos del hombre. A l propio tiem­ titudes para el arte, para la música y literatura?
po, de todo progreso realizado por la mujer re­ ¿Por qué es apta para los negocios? ¿Por qué de­
sultó inmediatamente la mejora de las condicio­ nota tan excelentes disposiciones como el hombre
nes de su sexo, haciéndola más buena mujer, es­ para cursar las carreras universitarias y ejercer
posa y madre. las profesiones liberales? ¿Qué la mueve a con­
Estamos cansados de oír que “ el hogar es la tribuir, con todas sus potencias y sentidos, a las
única esfera de acción de la mujer” . Hay hom­ reformas sociales de que depende el mejoramiento
bres de talento unilateral que, si bien son eminen­ de la humanidad? ¿ A qué todos estos anhelos, an­
cias en su respectiva profesión, desbarran lastimo­ sias y aspiraciones, si su natural y privativa esfera
samente al discurrir sobre el tema del feminismo. es el hogar?
Están ofuscados por las preocupaciones y prejui­ A las jóvenes de otro tiempo se les inculcaba,
cios tradicionales que no les dejan ver clara la desde que empezaban a razonar, la idea de que
cuestión. Si el único destino de la mujer es el ho­ su destino era el matrimonio o el convento, y al
gar, ¿por qué nace con aptitudes, inclinaciones y salir ya núbíl del colegio, había de quedarse en
capacidad para salir airosa de empeños muy dis­ casa para ayudar a su madre en los menesteres
4 . — LA IfV J IH V CL HOGAR
50
domésticos, en espera de que algún hombre vi­ abierta de par en par. Muchos hombres empujan
niese a pedir su mano. Durante el período de su a su vez por el otro lado con intento de que no
vida comprendido entre la salida del colegio y la llegue a abrirla por completo; pero el hombre no
celebración de las bodas, se interrumpía su activi­ ha sido nunca capaz de cerrar las puertas que
dad, porque ni por asomo pensaba entonces nadie abrió la mujer. Cuando la mujer puso el píe en
en la posibilidad de que -las muchachas siguiesen alguna parte, allí se mantuvo sin retroceder ni un
una carrera, abrazasen un oficio o desempeñaran paso.
un empleo con tanto lucimiento como pudieran sus
hermanos. En consecuencia, se deterioraba su ca­
rácter por falta de aplicación de las ociosas cuali­
dades, pues ley inexorable es que todo progreso
tenga por fundamento la acción.
No hay otro motivo que tan poderosamente ac­
tualice las potencias del ser humano como la grave
responsabilidad del cargo que ejerza. Siempre fué
la experiencia el gran educador del hombre. Su
fortaleza, iniciativa y éxito estuvieron siempre
subordinados a la responsabilidad que sobre él pe­
saba. La mujer moderna está adquiriendo en gran
manera y practicando con gallarda desenvoltura el
mismo concepto de la vida que hasta ahora fué
privativo del hombre. Su mayor responsabilidad
y más amplias actividades la fortalecen rápida­
mente y la ayudan a conocerse a sí misma.
La evolución social ha estado preparando por
múltiples vias a la mujer para el cumplimiento de
nuevos deberes. Poco a poco fué empujando la
puerta de la ocasión, que hoy está ya para ella casi
II. CONCEPTO DEL HOGAR.

IEM PO atrás, una señora inte­


resó de un miembro del Parla­
mento de Nueva Y ork que vo­
tara en contra de cierto proyecto
de ley cuya aprobación sería
funesta para las mujeres y ni-
ños del Estado neoyorquino. El parlamentario
respondió con mirada hosca y voz de reconven­
ción: “ Señora, ¿no sabe usted que la mujer hon­
rada ha de quedarse en casa cuidando de sus
hijos?"
"¡E l puesto de la mujer está en el hogar!" Esta
ha sido la estereotipada respuesta en que se atrin­
cheran los anti feministas para oponerse a toda
reivindicación de la mujer. Resonó su eco a tra­
vés de los siglos y todavía fluye de labios de los
misoneístas. Aunque la mujer ha transpuesto ya
muchas hitas en el camino de su completa eman­
cipación, aun hiere sus oídos a cada paso el papa-
yaguesco grito: “ El puesto de la mujer está en el
hogar.” Pero preguntemos a los anti feministas:
¿Qué es el hogar en el siglo X X ? ¿En dónde está?
¿Cuáles son sus límites? ¿En dónde empieza y en
dónde acaba?
La señora que interpeló particularmente al par­
lamentario neoyorquino opina que su hogar está
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nos damos cuenta exacta de los trascendentales
doquiera van sus hijos, y que allí ha de ir ella, no
cambios realizados durante tan sólo los últimos
sólo con su corazón y simpatía, sino también con
cincuenta años. Especialmente en las ciudades po­
su solícito cuidado y protección. Además, cree que
pulosas, donde la vida es mucho más compleja e
todo cuanto atañe al interés de sus hijos le atañe
intensa que en los pueblos rurales, el hogar es
a ella, y que en este concepto el hogar abarca la
muy otro del de cien años atrás. Entonces no se
ciudad, la comarca, la región, el estado y la nación.
conocía la maquinofactura ni estaba generalizado
En efecto, el hogar ya no se encierra entre las
el empleo del vapor como fuerza fabril ni siquiera
cuatro paredes de una casa. Los intereses del ho­
barruntaban las gentes la inagotable energía de la
gar son los que por doquiera puedan tener los in­
desconocida electricidad. El campesino labraba los
dividuos de la familia, que no emplean por la ma­
campos como en los tiempos de Columela y el ciu­
yor parte sus actividades en tareas exclusivamente
dadano sólo se aventuraba a viajar cuando le apre­
domésticas, sino en las de Índole social que durante
miaban irremisiblemente las circunstancias, pues
el día los ocupan en los talleres, fábricas, oficinas,
no disponía de más medios de transporte que los
almacenes, ferrocarriles, minas, campos, montes,
acostumbrados en la antigüedad. A fines del si­
tiendas, despachos y por doquiera bulle tumultuo­
glo X V III, la vida doméstica superaba en intensi­
samente la industria humana. El hogar se dilata
dad a la vida civil y el hogar se indentificaba con
a todas las modalidades de trabajo y de ellas recibe
la vivienda en cuyo recinto y aledaños elaboraba
no escasa influencia.
el hombre todo lo necesario para el consumo de la
A l leer la historia nos admiran los profundos
familia. La mujer hilaba el lino y la lana y el
cambios operados de siglo en siglo en la civiliza­
hombre tejía los hilos en el histórico telar de
ción social; pero aunque apenas lo advirtamos,
mano. El hombre cultivaba el trigo y la mujer
porque somos al propio tiempo actores y especta­
amasaba y cocía el pan. Toda prenda de vestido
dores, mucho más admirables y profundos que en
y calzado tenía en el hogar su fábrica, todo man­
el pasado son los cambios que se están efectuando
jar su cocina y todo ingrediente su laboratorio.
a nuestra vista. El hogar doméstico no se substrajo
El queso, la manteca, las velas, el jabón, los tintes,
a la renovación de los tiempos. Lenta y gradual­
el lavado y la plancha, todo se hacía en casa. Nada
mente se ha ido modificando. En ningún pueblo
o muy poco se compraba fuera del hogar. Ni si-
culto es ya el hogar lo que era hace un siglo. No
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quiera las escobas, que se elaboraban con retama cas del mundo entero. El buque de vapor, el telar
traída del bosque. mecánico, el telégrafo, la segadora mecánica, la
Recuerdo que ya era yo mayorcito cuando mi máquina de coser, la fotografía, el teléfono, el
abuela adquirió el primer fogón de cocina, y no fonógrafo, el cinematógrafo, la radiografía, la ra­
pocas veces por falta de costumbre en emplearlo diotelegrafía, la luz eléctrica, la dínamo; he aquí
se abrasó los dedos al cocer tortas de harina o la pingüe herencia legada a nuestro siglo por el
cualquier otro manjar, gritando como una chiqui­ precedente en cuyos cien años adelantó la civili­
lla contra aquel demonio de invención, como ella zación material en términos jamás conocidos y
k llamaba. en modo alguno igualados desde la aurora del
Las generaciones se suceden en cada vez más Renacimiento. L a aviación es el primer fruto del
alto plano; pero cada una de ellas se connatura­ siglo X X en el orden material y la emancipación
liza con lo que encontró al nacer, y al acercarse al de la mujer promete ser su primicia en el orden
sepulcro añora el tiempo viejo y repugna las no­ moral.
vedades cual sí estuviese poseída del espíritu mi- L a creciente división del trabajo que cada día
soneísta, sin advertir que la generación precedente va especializando más y más las profesiones; la
también repugnó por nuevo lo que a ella en sus pos­ mayor necesidad de disminuir la fatiga corporal y
trimerías le place por viejo. Sin duda ha de llegar acrecer la actividad mental y espiritual; los ade­
día en la vida de la humanidad en que una nueva lantos de la mecánica que parece haber in fundido
generación arrincone por antiguallas las locomo­ alma, vida e inteligencia a máquinas como la sel*
toras que fueron pasmo de nuestros padres, y rele­ factína y la linotipia; todos estos y otros muchos
guen a subalterno orden como medio de locomo­ factores combinados han substraído <tel hogar las
ción los aeroplanos cuyo vuelo atrae hacia lo alto tareas domésticas que un tiempo lo convirtieron
las miradas de las gentes con tan absorta curiosi­ en patriarcal fábrica.
dad como un eclipse total de sol. Las artes industriales producen hoy con mayor
Las invenciones y descubrimientos que se han comodidad, rapidez, abundancia y baratura cuan­
¡do pisando unos a otros los talones con inusitada tos artículos se elaboraban antes en el hogar, y la
rapidez, subvirtieron más hondamente que pudie­ fabricación del más ruin de ellos ha sido turquesa
ra una revolución social las condiciones económi­ de fabulosas fortunas. Todo cuanto hace un siglo
59
era producto doméstico, se elabora hoy con ven­ parse en otra cosa que en modas, diversiones y
taja de precio y calidad fuera del hogar, merced superfluidades, y señalan su inutilidad en com­
a la maquinaria moderna y a los perfeccionados y paración con sus antepasadas, las cuales no sólo
científicos procedimientos de fabricación. Aun la hilaban y tejían y amasaban, sino que también
misma cocina casera está modificándose en no pe­ criaban numerosa prole sin la ayuda de nodrizas,
queña parte, pues muchos manjares de pastelería ayas ni niñeras. Como los antiguos romanos en
y frutas de sartén que antiguamente confecciona­ análoga crisis de la civilización, vituperan los anti­
ban las amas de casa, pueden comprarse hoy a la feministas a la mujer por condiciones y mudan­
vuelta de la esquina. zas de que en gran parte son ellos mismos los pro­
Millones de hogares se aprovechan de estas motores.
ventajas sin necesidad de molestarse en elaborar Un autor romano de la época de la decadencia
por mano de la madre de familia las vituallas de escribía en aquellas circunstancias:
consumo diario. Lo mismo cabe decir del lavado
y plancha de la lencería y del corte y hechura de Tiempo hubo en que la matrona volteaba la rueca
y simultáneamente tenía la vista fija en la hornilla
las prendas de vestuario que se encuentran del para que no se le chamuscase la comida;pero ahora,
todo listas en las tiendas y almacenes del ramo. en que la mujer cargada de joyas se tiende sobre
A consecuencia de la renovación del antiguo cogines y disipa las horas en las termas o en el tea­
tro, todo va manga por hombro y decae la nación.
orden de cosas, inevitablemente caído en los abis­
mos del pasado, suspiran los antifeministas por Así como en la antigua Roma la degeneración
el tiempo viejo, cuando la mujer se contentaba de la mujer se inició cuando las esclavas substi­
con actuar en la esfera donde, según ellos, la co­ tuyeron a las matronas y doncellas en los menes­
locara el Creador. Nos dicen que entonces la mu­ teres domésticos, así en nuestra época quedó la
jer permanecía en el hogar cumpliendo con sus mujer desglosada del conjunto social por falta de
deberes de esposa y madre en vez de apartarse activas ocupaciones, desde el momento en que la
de la índole natural de su sexo, como hace hoy día maquino factura de las industrias proceres anuló
al inmiscuirse en las tareas comerciales en concu­ las múltiples manufacturas domésticas. Ley de la
rrencia con el hombre. También recriminan a la naturaleza es que se atrofien los órganos y facul­
mujer rica por la vida ociosa que lleva, sin ocu­ tades inactivos. O actuar o perecer es su dilema;
6o 61
y cuando las facultades creadoras y productivas le prohibían a la mujer ganarse la vida por sí mis­
de la mujer no hallaron apropiado ejercicio en el ma. Sólo se le dejaban abiertos dos caminos libres:
hogar, fueron poco a poco debilitándose hasta la el del libertinaje y el de la gazmoñería. En los
atrofia como en análogas condiciones les hubiera demás habia de estar sujeta a las condiciones de
sucedido a los hombres. vida con arbitrario artificio establecidas por el
Mientras la actual nación estadíunense fue un hombre. Pero como todo lo que ha de estallar, es­
mosaico de colonias inglesas, las madres de fami­ talla, y tan imposible es impedir el espontáneo ex­
lia tenían las mismas oportunidades que sus ma­ playe de las facultades naturales como el brote ger­
ridos para desenvolver sus cualidades, aunque no minal de una semilla, llegó la hora en que por ine­
gozaban de los mismos derechos políticos, porque xorable ley de evolución habían de actualizarse
si el maridó trabajaba en el campo o en los oficios las potencias anímicas de la mujer, so pena de
artesánicos, no le faltaban a la mujer penosas ocu­ atrofia. Cuerpo, mente y espíritu clamaban al uní­
paciones domésticas. Pero cuando a consecuencia sono por decorosa y honrada actividad, que ya no
del cambio de las condiciones sociales perdió la encontraban cumplidamente en el hogar. Fué una
mujer su ocupación fabril en el hogar sin ninguna lástima que los convencionales prejuicios contra el
otra a propósito para ejercitar las facultades prác­ trabajo femenino, puertas allá del hogar, desper­
ticas que habían hecho de sus antepasadas exce­ diciara en la ociosidad o en fútiles labores de es­
lentes madres de familia, ¿qué de extraño tiene téril entretenimiento copiosos caudales de energía
que la naturaleza le exija responsabilidad? Atu­ con menoscabo de la dignidad social de la mujer.
rrullada por lo violento del cambio, quedó la mu­ No hay más que pensar en las congénitas apti­
jer durante algún tiempo inconsciente de su valía. tudes y claro entendimiento de muchas jóvenes
Cual vapor de agua en caldera sin válvula de que debidamente cultivadas hubieran podido ser
desahogo, estaban sus facultades físicas, intelec­ ornamento de su sexo y prez de la especie humana
tuales y morales comprimidas en el interior de por el ejercicio de sus educidas facultades en pro­
su ser bajo la enorme presión de los prejuicios de fesiones útiles a la sociedad, en vez de convertir
sexo, tan funestos para el progreso moral del gé­ el hogar en celda de monasterio y malgastar sus
nero humano como los de raza, religión y nacio­ anímicas energías en las baladres labores de fan­
nalidad. El injusto código de las rutinas sociales tasía. Computemos el precioso tiempo consumido
Ó2 63
por muchachas de mérito y talento, con natural dades inherentes al astro soberano de nuestro uni­
disposición para el estudio de las ciencias o el ejer­ verso, como la luz, el calor, la electricidad y el
cicio de las artes, en inútiles primores de aguja magnetismo que de su foco dimanan, son intrín­
mientras esperaban que el príncipe de sus sueños secamente siempre las mismas, aunque varíen en
llegara a pedir su mano. No es maravilla que de intensidad y grado según la distancia a que se
tan frívola existencia hayan resultado caracteres halle y el estado en que se encuentre el planeta
superficiales. Lo pasmoso es que, cual rescoldo que su influencia recibe. Así en el lenguaje co­
bajo la ceniza, haya conservado la mujer sus es­ rriente y aun en eí científico decimos que el sol se
pléndidas cualidades durante el largo período de obscurece en los eclipses o que los borrascosos nu­
opresión moral y mental a que estuvo sujeta. Si barrones debilitan su luz, cuando, en realidad, el
otros argumentos no concurrieran a demostrar la sol no pierde su brillo y sigue refulgiendo tan
divina esencia del espíritu humano y su absoluta esplendoroso como siempre tras la masa de la luna
identidad original en ambos sexos, bastaría la con­ en el eclipse y de la nube en la borrasca. De la
sideración apuntada para convencer a los escépti­ propia suerte, el alma humana posee inherente­
cos de que si tal no fuese, se irían debilitando las mente las potencias y facultades con que Dios la
facultades del espíritu hasta desvanecerse por ani­ infundió de un soplo en el recién modelado cuerpo
quilamiento. de Adán; pero sólo puede manifestarlas por medio
Acaso alguien eche de ver contradicción en lo de los órganos corporales de expresión y según
expuesto, pues por una parte dijimos que las na­ las condiciones en que se halle. Por lo tanto, sí
turales facultades de la mujer se fueron debili­ estas condiciones son, por lo adversas, a manera
tando por falta de ejercicio con riesgo de atrofia de nubes que interceptan los rayos del alma, pare­
durante el tiempo en que la oprimieron los pre­ cerá que se obscurecen y debilitan sus facultades,
juicios sociales, y por otra parte acabamos de afir­ cuando, en efecto, conservan su vigorosa y divina
mar que dicha opresión no fué poderosa para des­ potencialidad. Que se aparte de ante el sol la masa
pojarla de su anímico patrimonio. Desde el punto lunar y volverá a esplender su luz sobre la tierra.
de vista psicológico necesita esta aparente para­ Que se resuelva en lluvia la nube borrascosa y el
doja algún tanto de explicación. Comparemos para post nubila Fcebus se repetirá por enésima vez en
el caso al espíritu humano con el sol. Las propie­ e> curso de los siglos. Que se truequen de adversas
64
en favorables las circunstancias ambientes del es­ romano, cada uno de los cuales tuvo por contra­
píritu y se manifestarán sus facultades en levan­ peso el levantamiento del siguiente a un mayor
tadas acciones. nivel de civilización. Aun nos hallamos en el pe­
Han cambiado favorablemente para la mujer riodo histórico de los reinos que sucedieron al im­
las circunstancias y condiciones sociales, y he aquí perio romano, y si examinamos racionalmente la
que tras prolongado eclipse de su espíritu, vuelve profecía de Daniel, que en poéticos símbolos pre­
a resplandecer con mayor viveza, como siempre dijo el levantamiento, decadencia y ruina de los
nos parece el sol más brillante y luminoso después
cuatro imperios que, uno tras otro, iban a domi­
de la tormenta. Lejos de embrutecerse y degra­ nar al mundo entonces conocido, no podremos por
darse, está la mujer y con ella la humanidad en­
menos de reconocer en el reino de Dios, que el pro­
tera ascendiendo a un plano superior de evolución,
feta señala como sucesor perpetuo de los actuales
aunque al somero observador le parezca que de
reinos del mundo, ese estado de superioridad fí­
día en día se va acercando al borde del abismo.
sica, mental y moral que se vislumbra, no ya muy
Esto consiste en una ilusión mental, porque la hu­
lejos, en la próxima espira de la evolución.
manidad no marcha en línea recta situada en un
La mujer no ha de quedar rezagada en este
solo plano, sino en línea helizoidal, cuyos puntos
movimiento, y aun suponiendo, bajo interina con­
están en superior nivel y más alto plano a cada
cesión a sus adversarios, que fuese un satélite del
vuelta de espira. Mas, para ascender al nivel de
hombre, no tendría más remedio que seguir con él
una espira cualquiera, es indispensable bajar du­
adelante como todo satélite sigue el movimiento
rante la mitad del trayecto de la espira precedente; de traslación de su planeta. Pero no es por natu­
y así resulta que si bien los pesimistas tienen ra­
raleza tal satélite. Los astrónomos del firmamento
zón al señalar la decadencia de las razas, la co­ psicológico erraron en la observación. Su teles­
rrupción de las costumbres, el predominio del
copio tenía aberradísima la lente. En el universo
egoísmo y la prevalencia de toda hipocresía, es moral, la mujer y el hombre son a manera de esas
porque precisamente está ahora la humanidad en
estrellas dobles que de algún tiempo acá han des­
el trayecto descendente de una espira de su evo­
cubierto los exploradores del cielo, y que parecen
lución, como sucesivamente lo estuvo cuando Ja
centros parejales de un dual universo.
caída de los imperios asirio, persa, macedónico y
La transferencia de las actividades femeninas
6 .—“L A «fUJEB Y B1 UO CAtt
66 67

al mundo social no significa que la mujer haya de dicionalmente femeninas se han multiplicado en
abandonar el hogar, sino, por el contrario, dila­ tan infinita variedad para satisfacer las exigencias
tarlo a la tienda, la fábrica, el almacén, la escuela, de una civilización más próspera y refinada, que
el municipio y el gobierno de la nación. por lo complejas ya no caben en el recinto del
Hoy día millones de mujeres vuelven a ejerci­ hogar.
tar mucho más cumplidamente sus facultades de Por otra parte, las condiciones de las actuales
todo linaje en profesiones que en otro tiempo es­ viviendas urbanas, con sus casas de cuatro, cinco
tuvieron embrionariamente recluidas en el hogar y siete pisos que en los arañacielos neoyorquinos
doméstico, cuya evolución no tiene más remedio llegan hasta veinte y treinta en alturas de que no
que seguir la mujer. Las gentes inclinadas a glo­ tienen idea las gentes de Europa, difieren muchí­
rificar el pasado a costa del presente se figuran simo de las del antiguo hogar, cuyas característi­
que el poderoso movimiento feminista de nuestros cas sólo se conservan en las poblaciones rurales.
días es una novedad contraria a las costumbres tra­ Las codiciosas especulaciones con los solares y el
dicionales, cuando si bien atendieran echarían de afán de obtener del capital invertido el mayor in­
ver que no va más allá de ser una especializada terés posible, aun a costa de la salubridad e hi­
ampliación de sus primitivas labores. Olvidan o giene, han levantado esas modernas casas de ve­
ignoran que casi todo cuanto ahora hace la mujer cindario cuyos estrechos aposentos, escasa luz y
fuera del hogar lo hizo antiguamente en él, con la peor ventilación contrastan con las espaciosas es­
diferencia de que entonces la producción domés­ tancias y elevados techos de las casas solariegas,
tica se reducía al consumo de la familia y hoy al­ provistas de cuantos elementos requería antaño la
canza enormísimas proporciones de cantidad y ca­ industriosa vida de familia. Las viviendas moder­
lidad a favor de los modernos procedimientos nas no responden ni aproximadamente al verda­
establecidos por la mecánica y la química para ela­ dero concepto del hogar y la mujer está en ellas
borar con mayor rapidez, abundancia y economía como ardilla enjaulada, impotente para toda labor
los mismos productos que un tiempo se elaboraban de familiar trascendencia.
Cabe preguntar si por la misteriosa relación que
en el hogar. Así resulta que la mujer no tiene otra
■ alternativa que seguir la corriente del progreso o solidariza los fenómenos sociales más antitéticos
en apariencia, es la estrechez de los modernos ho-
rezagarse con amenaza de nulidad. Las tareas tra­
68 69
gares espontáneo reflejo de k s condiciones de la vertirse más provechosamente en beneficio del ho­
actividad humana. Si en el hogar urbano ya no se gar. Las nuevas condiciones derivadas de la evo­
cuece el pan ni se hila el lino ni se urde la tela ni lución del hogar doméstico abren cada día nuevos
se cultiva el huerto ni se elabora^ el queso y la campos de acción al esfuerzo de la mujer. L a na­
manteca ni se ahúman las carnes ni se conservan turaleza ordenó que el capital interés de la mujer
las frutas, ¿para qué hornos ni trojes ni huertos se concentre en el hogar; pero, ¿quién será capaz
ni desvanes ni despensas? Basta con las indispen­ de poner definidos límites a los intereses del hogar
sables habitaciones para comer, dormir y conver­ veinticentista? ¿Qué mueve a la mujer, aun a la
sar. El hogar urbano es, si bien se mira, una resul­ que por su opulenta fortuna no necesita emplearse
tante de las condiciones de la vida ciudadana, cuya en profesiones lucrativas, qué la mueve a inter­
más intensa actividad se concentra en los estable­ venir en cada vez más creciente número de acti­
cimientos fabriles y comerciales, dejando para la vidades sociales? ¿No es el profundamente hu­
vida doméstica la recatada expresión de los ínti­ mano, pero peculiarmente femenino, sentimiento
mos sentimientos. de maternidad que siempre incitó a la mujer a lu­
Cuando la familia satisfacía de por sí sus pro­ char y sacrificarse, a osar y obrar por amor de su
pias necesidades, cada uno de sus individuos y es­ casa y de su familia? ¿ Y cuál es la célula del orga­
pecialmente las mujeres habían de aprender desde nismo social sino la familia? Los hombres que
niñas diversos oficios, cuales eran los de panadera, desempeñan las públicas funciones sociales en el
tintorera, lavandera, planchadora, avicultora, et­ municipio, la región y el estado, en la magistra­
cétera. Pero la moderna tecnología protesta contra tura, en la enseñanza, en la administración, ¿no
la pluralidad de oficios en una misma mano y por pertenecen a una u otra familia en cuyo seno se
ello insiste en la especialización de las en otro tiem­ educaron? ¿Qué es el gobierno nacional sino una
po unificadas industrias. Los adelantos científicos ampliación de la autoridad y curadoría del hogar?
han acudido en auxilio de la tecnología para eman­ Las ordenanzas en el municipio, los estatutos en
cipar a la mujer, del mismo modo que emancipó al la región, y la constitución política en el Estado,
hombre, de gran parte de la penosa labor que ma­ con todas sus leyes adjetivas, no son ni más ni
nualmente hubo de hacer en el pasado, y el tiempo menos, o debieran serlo allí donde no lo sean, que
que con las labores mecánicas se ahorra puede in­ la expresión justa, en un plano superior, de la pa­
7o

tria potestad, y de la protección, defensa y tutela mundo es mi patria” , ¿no podría decir hoy la mu­
de la familia aplicadas al gobierna de la nación. jer: “ el mundo es mi hogar” ? Porque, en verdad,
No en balde llamaron los antiguos romanos padres no hay paraje alguno de la tierra a donde no al­
de la patria a los senadores cuyo voto decretaba las cance la simpatía y el amor del corazón de las
leyes de la gloriosa república de los Escipiones. madres.
Asi como la transferencia de las industrias domés­
ticas a las grandes fábricas y almacenes, dilató el
hogar por los términos industriales de la sociedad,
así también debieran serlos regímenes políticos de
las naciones una ampliación del patriarcal régimen
que apoyado en la solícita labor de la mujer fue
un tiempo la terrena felicidad de las familias pr¡-
mievales. Y el nuevo impulso feminista que hoy
vibra en todo el mundo civilizado y que tanto alar­
ma a los legisladores prejuiciosos, a los adorantes
del pasado, significa sencillamente que la mujer
sigue la evolución del hogar cuyos límites son hoy
los del mundo.
Se ha dicho que doquiera está el corazón de la
mujer, allí está el hogar doméstico. Durante la
guerra el hogar de millones de mujeres europeas
estaba en los frentes de batalla. El corazón de las
madres latía telepáticamente en donde su hijo es­
taba expuesto a los tiros del enemigo, o herido
gemía en los hospitales de sangre o este rtorizaba
moribundo en el fondo de las trincheras de Fran­
cia o entre las nieves de las estepas rusas.
Parafraseando a Tomás Paine, que d ijo : “ el
III. EL VOTO DE LA MUJER.

E dió una señora de baja en la


subscripción a una revista por­
que publicaba artículos para ella
muy desagradables acerca de las
penosísimas condiciones en que
trabajaban las costureras de la
ciudad. Cohonestaba la señora su determinación
diciendo: "S i yo crío debidamente a mis cinco hi­
jos en casa, nada me importa que a cien leguas
de aquí trabajen las costureras como esclavas.”
Poco tiempo después, compró la señora en
una tienda una blusa para uno de sus hijos, el cual
cayó a los tres días enfermo de escarlatina. E x­
trañado el médico de aquella invasión, pues no se
había registrado ningún caso en la ciudad, hizo
sus averiguaciones, resultando de ellas que la blusa
comprada para el niño tenía entre las costuras unas
cuantas escoriaciones de piel humana procedentes
de una convaleciente de escarlatina que, sin duda
obligada por el hambre, había vuelto al obrador
de costura sin esperar el término de la convale­
cencia.
Durante el curso de la enfermedad de su hijo
aprendió penosamente la frívola señora que sus
deberes de esposa y madre no se limitaban, como
hasta entonces creyera, a las cuatro paredes en
73
75
74
la sanción legal de sus naturales derechos secular­
que con su familia moraba. Comprendió las res­
ponsabilidades que había rehuido, dominada por mente detentados por el hombre."
el prejuicio de que era impropio de una mujer L a mujer moderna no pide nada injusto ni abu­
sivo ní mucho menos que merme los derechos del
ocuparse en política ni preocuparse de los asuntos
públicos. hombre. Pide la protección legal de su persona y
Por doquiera van despertando las mujeres dis­ bienes; el reconocimiento de la materna potestad
cretas al convencimiento de que todas las cuestio­ en el mismo plano jurídica que la paterna; el de­
nes políticas y sociales de nuestro tiempo afectan recho de disponer de lo suyo y actuar en las rela­
al bienestar y dicha de la familia y por lo tanto ciones civiles en el pleno ejercicio de la ciudadanía
del hogar doméstico. Cada día es mayor el nú­ sin verse supeditada a la autoridad muchas veces
mero de mujeres convencidas de que las leyes ci­ tiránica y siempre humillante del marido (i). So­
viles que regulan la conducta de los ciudadanos y bre todo necesita la mujer su emancipación legal.
las leyes políticas que guían la conducta colectiva No quiere que la proteja el favor del hombre.
de la nación no difieren en esencia, sino en inten­ Quiere no sólo igualdad ante la ley respecto del
sidad y amplitud, de las nó codificadas leyes que hombre, sino también quiere intervenir en la dis­
presiden la vida doméstica. Por lo tanto, si la cusión de las leyes a cuyo imperio ha de someterse
mujer, según pregonan los mismos hombres, es el lo mismo que el hombre.
ángel custodio del hogar, responsable de la salud L a mujer no cesará de luchar por su emancipa­
y bienestar de la familia, ¿por qué no ha de reco­ ción legal hasta conseguirla. Gastante tiempo ha
nocérsele el natural derecho de compartir con el padecido bajo la férula del hombre y ya no se sa­
hombre las prerrogativas de la ciudadanía y tener tisface con menos que con la completa igualdad.
voz y voto en las cuestiones de interés colectivo?
( i ) La leg ialw U i civil española reclama en este panto
¿Quién puede arrogarse con justicia la facultad radicalísitms reformas, pues tal como rige es un amasijo de
de privar a la mujer de lo que le concedió la mis­ contradicciones y absurdos jurídicos que a veces lindan con lo
grotesco. La mujer casada no puede vender, hipotecar, com­
ma naturaleza? Hace años dijo Margarita Fuller prar, prestar ni hacer operación alguna de índole notarial sin
Ossoli: “ L a mujer no demanda intrínseca equidad estar explícitamente autoritaria por el marido, dándose e] caso
de todo punto ridiculo, de que para actuar el marido con po­
de condiciones, porque la naturaleza no consentirá deres de su mujer es indispensable que antes le otorgue el
jamás que nadie se las defraude. Lo que exige es marido poderes para otorgárselos a él. (Jf, del T.)
77
No pretende privilegios ni fueros ni inmunidades El hombre y la mujer, en las sociedades bien
para su sexo, sino tan sólo los derechos inherentes constituidas, han de seguir al mismo paso la mar­
a su personalidad jurídica y social (i). cha del progreso, so pena de que la civilización

(t) Los Estados Unidos se adelantaron de muchos años además los defensores de la separación política de sexos, que
a las naciones europeas en la concesión de los derechos civiles si se le concede voto a la mujer en los comicios y asiento en
y políticos a la mujer. Recientemente, Inglaterra y Suecia han los Parlamentos y jurados, también se la debiera obligar al
otorgado, por fin, el derecho electoral a la mujer que ya puede servicio militar, no ya como cantinera u hospitalaria en los
votar en los comicios y sentarse en los Parlamentos, como en campamentos, sino con el máuser en la mano en los batallones;
efecto se sienta en el británico la diputada lady Astor, pri­ puesto que si los feministas extienden a la mujer la famosa
mera mujer que obtuvo los sufragios del cuerpo electoral en declaración de los derechos del hombre, justo es que igualmente
Inglaterra. Este avance del feminismo en un país tan apegado se le exijan los deberes aun a riesgo de renunciar a cuantas
a sus tradiciones parlamentarías intensifica las esperanzas de preferencias, privilegios y exenciones tuvo con ella la galan­
las mujeres de los demás países civilizados, donde por la vir­ tería en el trato social.
tualidad del ejemplo corroborado por la experiencia dejará Bien está que los reformistas de hogaño pidan muchas liber­
muy luego de servir el derecho electoral femenino de tema tades, muchos derechos y muchas garantías; pero que no se
a las especulaciones académicas y a los escarceos periodísticos olviden de la educación cívica sin la cual no es posible su
para elevarse a la categoría de ley que arraigue sin tropiezo goce y ejercicio en correspondencia con los deberes. Cierta­
en las costumbres. mente es absurdo que a mujeres de tan evolucionada menta­
Aseguran los feministas que las mujeres pueden ejercer el lidad como las muchas que en España cultivan felicisimamente
derecho electoral sin menoscabo de sus deberes domésticos, las letras, las ciencias y las artes, les niegue la ley el derecho
como lo está demostrando hace tiempo la realidad en algunos electoral y en cambio se lo conceda a sus criados, lacayos,
Estados federadas de la gran república norteamericana; pero cocineros y mozos de labranza por la material circunstancia
replican a esto los antifeministas diciendo que la intervención del sexo. Para nada tiene la ley en cuenta lo que más importa
de la mujer en los asuntos públicas no ha mejorado visible­ para el discreto ejercicio del derecho electoral, esto es, las
mente las condiciones de aquella sociedad. Dejando en duda condiciones y circunstancias de cuttura, honradez y prestigio
la certeza de esta negativa afirmación, resulta evidente que el social, que nada tienen que ver Con el sexo, porque son pecu­
sufragio femenino en los paises donde, como en España, no liares del espíritu.
está todavía establecido, aunque ya se inicié en un reciente E s el sufragio universal un arma que sin riesgo pueden
proyecto no discutido de ley electoral, es una de aquellas manejar loa pueblos bien dispuestos por la educación cívica
reformas politíco-sociales a cuya prosperidad se oponen con para esgrimirla; pero es como explosivo en manos de orate
mayor obstáculo las inercias de la tradición y la rutina que cuando el derecho de sufragio está sólo escrito en las leyes
los requerimientos de la lógica. y no esculpido en la conciencia de los electores. Por esto la
Aún son en grandísimo número los que creen sinceramente extensión del voto a la mujer exige un estado social mucho
que a la mujer honrada le conviene pierna quebrada para no más perfecto que el de los paises rezagados en la marcha uni­
distraer''cuerpo ni espíritu de los menesteres domésticos, ■ y versal de la humanidad, y este perfeccionamiento únicamente
apartarse como de malas ocasiones de las luchas casi siempre puede alcanzarse por medio de la educación cívica. A l admitir
apasionadas y muchas veces cruentas que los hambres vienen un principio se han de admitir todas sus consecuencias. Si la
sosteniendo desde los albores de la historia con el nunca logrado mujer es electora, que también sea elegible para cuantos cargos
empeño de aposentar a la felicidad en este mundo. Alegan políticos monopoliza hoy el hombre; y así como las monarquías
70
sólo consiga éxitos parciales. Sabe la mujer que bre; y que, por el contrarío, sí se resigna a vivir en
cuanto más firme se muestre en la reivindicación esclavitud continuará indefinidamente recibiendo
de sus derechos, mayor respeto inspirará al hom- trato de esclava, pues condición humana es la de
pisotear a quien por ignorancia o debilidad de ca­
stentan en sus tronos a reinas constitucionales, no rehúsen las rácter se echa a los pies del písoteador.
repúblicas e) tener a las mujeres en sus presidencias, pues
sólo de esta suerte desaparecerán los privilegios que tan incom­ Todos sabemos que ni la riqueza ni la alcurnia
patibles son con los regímenes democráticos. ni la opulencia ni los favores ni privilegios valen
Pero aunque el advenimiento de la mujer al mundo político
fuera sin duda prematuro y un algo sambalandranesco en los nada sin los derechos de ciudadanía. En la época
países todavía no muy cultos, tampoco ha de considerarse como floreciente de la república romana se estimaba en
una de esas ideologías perpetuas que la realidad repudia inde­
pendientemente de toda circunstancia de lugar y tiempo, tan sumo grado la ciudadanía, que muchos grie­
La mujer no es de condición superior ni inferior al hombre. gos de las clases acomodadas se vendían por es­
Es su complemento en el orden de la naturaleza y su igual en
el orden de la libertad y la responsabilidad. El juicio de Dios clavos a los ciudadanos romanos para luego ma­
no distinguirá de senos, sino de culpas. Sólo por el continuada numitirse por rescate y gozar así del derecho de
influjo del ambiente servil en que la tradición la mantuvo,
degeneró en ser débii y necesitado de protección y amparo; mas ciudadanía. No es, por lo tanto, extraño que la
a pesar de esta deprimente influencia, sobresalieron mujeres mujer de todos los pueblos cultos aspire también
célebres entre millones de hombres cuya vida no transcendió
más allá del circulo de su parentela, al reconocimiento legal de sus derechos cívicos.
SÍ la reforma electoral que entraña el voto de las mujeres Para el bienestar del género humano es indis­
ha de tener eficacia, conviene ante todo no negarles los dere­
chos propios de su destina social, como indispensable antece­ pensable que la sociedad se funde en los principios
dente de] ulterior ejercicio de los políticos; y el primero de de la cooperación, y no esté unilateralmente orga-
ellos es el derecho a la vida, a la decorosa subsistencia que
resguarde su virtud de las asechanzas de la miseria, equipa­
rándola al hombre en la retribución del trabajo. Este seria un mente agrupadas en municipios, comarcas, regiones, naciones
paso en firme para lograr la emancipación sinceramente Cris­ y continentes que a un tiempo el mar separa y une. Y en la
tiana de la mujer; y una vez conseguida la igualdad econó­ familia tiene la mujer derechos y deberes complementaria­
mica llegaríamos más fácilmente a la política, dando inter­ mente correlativos a los de su cónyuge. En Ja familia ejerce
vención en la reforma de las leyes a quien siempre tuvo en su la mujer lo que pudiera llamarse cosoberanía del hogar; y sólo
mano la de costumbres. por ello, como madre de familia serla digna de intervenir con
En cuanto a los derechos .políticos, no hemos de ver en la su voto en la resolución de los intereses de la sociedad.
sociedad un conglomerado de individuos a semejanza de los A la fórmula de Gladstone: one moit one vote, lema de la
átomos 'que Constituyen las insensibles masas inorgánicas. La sociedad atómicamente disgregada, y a su feminista corolario:
sociedad es un cuerpo organizado y 'v iv o con la familia por one urotnon one vote, opondríamos como apotegma electoral:
núcleo celular. Al fin y al cabo, la sociedad humana no es one lióme two volee. Cada hogar dos votos: el del marido y
Otra cosa que una vastísima confederación de familias seriada- el de la mujer. (.V. del T.)
8o 81
nizada por el dominante predominio de la mitad como para el del hogar. Y puesto que la mayor
de la raza. En el pasado anduvo con una sola pier­ parte de las tradicionales tareas domésticas con­
na, con la pierna masculina, y por lo tanto, coja. fiadas a la mujer en el pasado están ahora conte­
De aquí sus numerosas obcecaciones, tropiezos y nidas en la esfera de la actividad pública, ¿es justo
caídas. Es tan imposible constituir una sociedad y provechoso para las intereses sociales excluir a
ideal con uno sólo de los dos sexos, como una fa­ la mujer del campo de acción que un tiempo fué
milia sin la cooperación de ambos. Los gobiernos completamente suyo? ¿Qué razón hay para negar
de las naciones están faltos de los elementos espi­ a la mujer ilustrada los derechos políticos, civiles
rituales y éticos que sólo puede proporcionar la y sociales que una legislación injusta concede al
mujer. El hombre ha sido tan zafio e incompetente más zafio analfabeto y al más ruín majagranzas?
respecto a muchas fases de la gobernación de los Si en una compañía mercantil formada por seis
estados, como lo sería en los menesteres domés­ socios, se reunieran tres de ellos y acordaran ha­
ticos y en el cuidado de los chiquitines. De la pro­ cer mangas y capirotes en su personal beneficio
pia suerte que en el gobierno del hogar cada cón­ sin consultar a los otros tres, fuera notoria la in­
yuge tiene sus funciones asignadas por la natura­ justicia y todos los entendidos en derecho mercan­
leza y ambos deben concurrir con los elementos til calificarían de abusiva, usurpadora y tiránica
psíquicos de su sexo a la integral educación de los la conducta del mangoneador triunvirato. Sin em­
hijos, así también en el gobierno y administración bargo, semejante procedimiento de administrar los
de las ciudades, comarcas, regiones, estados y na­ negocios no es ni la mitad tan insensato como el
ciones es necesario el concurso de las cualidades de codificar el régimen de la familia sin consultar
de sagacidad, previsión, delicadeza y método que siquiera al copartícipe más importante de la socie­
en mayor grado que el hombre posee la mujer de­ dad doméstica. En las actuales circunstancias y
bidamente educada. condiciones de la vida social, todo cuanto afecta,
La mujer no ve las cosas desde el mismo punto importa e influye en la estructura y organización
que el hombre ni viceversa, pero la entrefusión de un país, influye, importa y afecta también al
de ambos rayos visuales iluminará más vivamente hogar doméstico. Las relaciones sociales en todos
el objeto percibido. La armonizada acción de am­ sus aspectos, especialmente en el económico y ju­
bos sexos es tan esencial para el gobierno del país rídico, se han ampliado en nuestros días tan an-
6 . — LA MUJER Y EL HOGAR
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churosamente, que las relaciones de familia en andar fuera a buscar la vida y el de la mujer es
guardar la casa. El oñcio del marido es buscar di­
el recinto del hogar han quedado reducidas a la neros y el de la mujer no malgastarlos. El oñcio del
intimidad puramente personal. marido es ser señor de todo, y el de la mujer es
En el siglo X V I, la sociedad europea, única a dar cuenta de todo. El oñcio del marido es despa­
char todo lo que es de la puerta afuera, y el de la
la sazón civilizada, vivía poco menos que como en mujer es dar recaudo a todo lo de dentro de casa.
los tiempos de Roma, concentrada en los núcleos Finalmente digo que el oficio del marido es granjear
de población sin apenas relacionarse unas naciones la hacienda y el de la mujer es gobernar la familia.
con otras como no fuera por el cruento vehículo
N o cabe más acertada, distinción de las obliga­
de las guerras. No había entonces ferrocarriles ni
ciones familiares de ambos cónyuges que la seña­
aeroplanos ni teléfonos ni telégrafos ni transatlán­
lada por el discretísimo confesor de Carlos I de
ticos ni automóviles ni tantos otros medios de rá­
pida comunicación y velocísimo transporte que hoy España y quinto de su nombre en el entonces im­
perio de Alemania. Ni las vicisitudes de los tiem­
avecinan a los más lejanos países. Tampoco las
artes mecánicas disponían de los potentes motores pos ni los progresos de la civilización ni los ade­
lantos de las ciencias alteran en lo más mínimo el
del vapor y la electricidad que animan las ingenio­
sas máquinas y artificios en cuyos casi inteligentes fundamental concepto de este deslinde de atribu­
mecanismos se transforma proteicamente la mate­ ciones porque tiene su raíz en los permanentes
ria en productos necesarios, útiles o convenientes al postulados de la desdoblada naturaleza humana.
bienestar y comodidad de la vida. La familia era Pero esta diversidad de funciones en modo algu­
entonces una diminuta pero completa sociedad que no menoscaba, antes bien consolida la unidad del
por el esfuerzo de sus individuos subvenía directa­ hogar, puesto que así resultan el marido y la mu­
mente a todas sus necesidades, y así estaban des­ jer como dos fuerzas psíquico físicas equivalentes
lindadas las funciones de ambos cónyuges en los en magnitud, intensidad, dirección y sentido apli­
términos que tan cumplidamente señaló el insigne cadas al punto común de la prosperidad del hogar
escritor español Fray Antonio de Guevara, al y crecimiento de la familia.
decir: Pero aun admitiendo este deslinde de funciones
domésticas como base de la sociedad conyugal, no
El oficio del marido es ganar hacienda y el de la
mujer allegarla y guardarla. El oficio del marido es es obstáculo, sino por el contrario, estímulo para
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que en los regímenes democráticos tenga la mujer gionales o códigos de la nación, afectan honda­
los mismos derechos y deberes políticos y sociales mente a los intereses de la familia y por lo tanto
que-el marido, que ambos gocen por igual de las influyen, sobre todo en su aspecto económico, en
prerrogativas de ciudadanía. Antiguamente, bajo la administración doméstica confiada naturalmente
el régimen absolutista en que la voluntad del mo­ a la mujer.
narca o los antojos del valido eran ley para los Empecemos por analizar el derecho de la mujer
súbditos, la acción ciudadana se contraía a obe­ a intervenir con su voto y con su acción en el ré­
decer, callar, sufrir y someterse, o de lo contrario, gimen municipal. Un municipio es una sociedad
rebelarse. Ni hombres ni mujeres individualmente de familias que voluntariamente o competidas por
considerados intervenían en el gobierno de la so­ las circunstancias conviven en un mismo centro
ciedad civil; pero hoy prevalece en todos los paí­ de población que, según su importancia, se llama
ses, siquier en fórmula legal, el régimen democrá­ aldea, villa o ciudad. Hay intereses comunes a
tico, y no es justo que el principio de la soberanía todas las familias constituyentes del municipio, y
nacional quede falseado o por lo menos incom­ para la armónica convivencia de los vecinos y el
pleto en la práctica, negando sistemáticamente a la mejor gobierno y administración de dichos inte­
mujer la intervención en los negocios públicos del reses, es preciso que la voluntad de la mayoría
municipio, la comarca, lá región y la nación, que de familias designe con su voto a cierto número de
bien pudiera ejercer sin menoscabo de sus funcio­ individuos que, en nombre y representación de
nes domésticas y familiares como los ejerce el hom­ todo el vecindario, organicen los servicios muni­
bre sin desatender sus ocupaciones profesionales. cipales y determinen la cuota con que cada familia
Por otra parte, las leyes civiles de todo linaje ha de contribuir a sufragar su coste. Ahora bien;
no son más, si bien se mira, que normas a las cua­ la familia no está constituida tan sólo por el ma­
les, ha de ajustarse la conducta de los habitantes rido, aunque las leyes y la tradición lo erijan en su
de un país sin distinción de clase, sexo ni estado jefe y cabeza. También la mujer es parte esencial­
social, pues ya no hay fueros n¡ privilegios ni cas­ mente integrante de la familia, y sus derechos
tas que diferencien a los ciudadanos ante el impe­ individuales son tan imprescriptibles e ilegislables
rio de la ley. Dichas leyes, ya sea en su modalidad como los del marido, pues de lo contrario le ne­
de ordenanzas municipales, ya en la de estatutos re­ garíamos a la mujer personalidad humana, y so
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pena de atropellar la lógica, habríamos de exi­ Además, las dotes administrativas de la mujer
mirla de toda responsabilidad cuando delinquiere, no han sido puestas todavía a prueba en el manejo
como si se tratara de un irracional, pues así la de los intereses comunales del municipio, y en
tratan quienes le niegan el mismo derecho que en cambio los hombres han demostrado hasta la sa­
el hombre reconocen de intervenir en los asuntos ciedad su incompetencia en esta importantísima
de interés común a todas las familias de un mu­ función administrativa. No pocos países hay en
nicipio. que la casi totalidad de las corporaciones munici­
Acaso digan los antifeministas que la mujer no pales que se han ido sucediendo durante un siglo
entiende de estas cosas ni está su cerebro organi­ sin otra alteración que la de los collares, adminis­
zado para discurrir con acierto en los complicados tran, si vale la palabra, por el cómodo sistema de
problemas económicos que hoy entretejen la vida trampa adelante, a costa no sólo del vecindario,
municipal, sobre todo en las urbes populosas. Pero que musulmanamente soporta la extorsión, sino
contra esta gratuita suposición se levanta la expe­ también de las generaciones venideras, cuyo pa­
trimonio -hipotecan. Sobre todo en las ciudades
riencia a demostrar que la prosperidad económica
de los hogares se debe tanto al hombre laborioso populosas, el cargo de concejal ha sido, durante
que sabe llevar abundancia de pan a su casa, como muchos años, para la mayoría de quienes lo des­
empeñaron, un medio de allegar fortuna personal
a la mujer que acierta a distribuirlo de modo que,
evitando por igual la mezquindad y el derroche, bajo astutas apariencias de honradez que no de­
sacie en la familia todas las bocas sin desperdiciar jaban ni ei menor resquicio a la prueba jurídica
de sus prevaricaciones. Hombres que a duras penas
ni una migaja. No es necesario esforzarse gran
tenían para vivir obscuramente con el ejercicio de
cosa en la demostración de que muchísimos más
su profesión, convirtieron la venera edilicia en un
hogares se arruinan por holgazanería o viciosidad
venero de riqueza, y al cesar en el cargo poseían
del marido que por desidia o torpeza de la mujer,
bienes de inconfesable procedencia.
en quien la Mano distribuidora de dones puso,
L a mujer, por la delicadeza de sus sentimientos y
hasta colmar la medida, el del acierto en la admi­
el altísimo concepto que tiene de la honradez, segu­
nistración de la hacienda doméstica. Una mujer
ramente administrarla los intereses municipales
derrochadora es tan contra la natural condición
con más tino y probidad que muchísimos hombres.
de su sexo como una mujer borracha.
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Además, la gestión económica de los municipios saciones que se les echan en cara, tiene toda con­
afecta intensamente a los comerciantes e indus­ ciencia honrada el convencimiento moral'de que
tríales de la respectiva población; y en esto se ad­ en vez de haber procurado durante las críticas cir­
vierte una de tantas absurdas contradicciones de cunstancias que siguieron a la guerra, aminorar
la vigente desorganización social. Porque, por una su rigor con providencias encaminadas, si no al
parte, las leyes sancionan el derecho de la mujer abaratamiento, por lo menos al no abusivo enca­
viuda o de la soltera en mayoría de edad de recimiento de las subsistencias, se aprovecharon
ejercer el comercio o la industria en las mis­ egoístamente de ellas para confabularse con los
mas condiciones que el hombre; y sin embargo, acaparadores y ponerse en secreta connivencia con
le niega el que al hombre concede de intervenir las compañías monopolizadoras, de suerte que fué
en la administración de los arbitrios, impuestos y la vida encareciéndose cada vez más, mientras los
contribuciones que, como tal comerciante o indus­ que tenían el deber de velar por el vecindario reci­
trial, satisface para costear los servicios de carác­ bían clandestinamente el pingüe salario de su pre­
ter público. varicación.
Hartos están de argumentar los antifeministas L a mujer en el municipio no fuera capaz de se­
diciendo despectivamente que la mujer tiene su mejantes concusiones. Su experiencia en la admi­
lugar propio en la cocina y que su bagaje domés­ nistración de los menesteres domésticos y el co­
tico ha de ser la cesta de la compra. Sin embargo, nocimiento de las condiciones económicas de los
el abastecimiento de subsistencias, el régimen de artículos de primera necesidad para la vida, le hu­
los mercados, la provisión de agua y luz, la lim­ bieran seguramente sugerido el medio, si no de
pieza de las calles, la higiene de las habitaciones, vencer, por lo menos de disminuir, en vez de acre­
la construcción de las viviendas, son servicios mo­ centar el rigor de las circunstancias.
nopolizados por el hombre en los municipios, a pe­ Por otra parte, la beneficencia domiciliaria, la
sar de que reducidos a la esfera doméstica corres­ cultura pública, la represión de la mendicidad, la
ponden a la mujer y caería en la nota de afeminado lucha contra las plagas de la prostitución y la
el hombre que en el hogar los desempeñara. tuberculosis, las instituciones municipales de pue­
Aunque los prevaricadores se revuelvan con có­ ricultura y tantas otras como requieren mayor ab­
mica indignación calificando de insidias las acu­ negación y amoroso servicio que frío talento, son
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más propias del temperamento femenino que de
Tan entretejidos están hoy los intereses de la
los rígidos formulismos de la burocracia mascu­
familia con los del municipio, que no es posible
lina.
negar a la mujer el voto en las elecciones muni­
Aun prescindiendo de cuantas consideraciones
cipales sin socavar al propio tiempo los cimientos
anteceden, resulta de justicia colocar en el mismo
de la institución familiar y de rechazo los de la
plano social a los dos sexos, por cuanto la torpe y
sociedad entera. No hace mucho tiempo, los gér­
concusionaria administración municipal de que tan
menes de la fiebre tifoidea, procedentes de un hos­
bochornosas pruebas están dando los hombres, re­
pital situado en la falda de una montaña de Penn-
percute dolorosamente en las familias y recae con
sylvania, contaminaron la corriente de un arroyo
mayor estrago en la mujer, que ninguna interven­
que fluía por el valle, en cuyas aldeas se declaró
ción tuvo en las causas.
una epidemia de que fueron víctimas muchos niños
Pongamos por ejemplo particular el de abaste­ en hogares gobernados por madres pulcramente
cimiento de aguas de una ciudad. A primera vista cuidadosas del aseo de sus viviendas. Decimos que
parece un problema puramente técnico y econó­ la madre es responsable de la salud de sus hijos;
mico que, confiado a hombres de mucha cabeza y pero ¿qué responsabilidad le cabe, si no puede re­
minúsculo corazón, tal vez lo resuelvan en bene­ gular higiénicamente el abastecimiento de agua de
ficio de la compañía o empresa que más crecida modo que no contaminen su hogar con gérmenes
gratificación les ofrezca por su voto; pero si en patógenos?
el estudio del problema interviene el factor senti­ El ama de casa puede establecer las condiciones
mental de la mujer, sobre todo de la madre de fa­ sanitarias del hogar en cuanto está al alcance de
milia, dará de mano a todo interés egoísta y su su buen gobierno y atenta vigilancia, pero no puede
voto a la solución más beneficiosa para el vecin­ impedir que se contamine en su misma fuente el
dario, teniendo en cuenta que, como ella a los agua de las cañerías de conducción. No está facul­
hijos de sus entrañas, aman multitud de madres a tada para legislar contra los tablajeros que ex­
los de las suyas, y que los hijos están expuestos a penden carnes tuberculosas amparados en su
ser víctimas de una estragadora epidemia dima­ homicida negocio por un veterinario accesible al
nante de la pésima calidad de las aguas distribui­ soborno. No puede impedir la sofisticación de las
das por los hogares de la población. substancias alimenticias ni atar las manos de los
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desalmados negociantes que embadurnan el arroz de Reformas Sociales y de las Comisiones inspec­
con parafina para blanquearlo de modo que halague toras del trabajo para exigir el cumplimiento, to­
a la vista, ni de ella depende que el fabricante de davía no logrado, de las leyes reguladoras del tra­
harinas robe 'al trigo la mayor parte de los nutri­ bajo de las mujeres y de los niños, cuya inveterada
tivos principios que servirían para formar el es­ transgresión está consintiendo el hombre. Ahora
queleto óseo de sus hijos. se le niega injustamente toda influencia directa en
Los anales médicos registran muchos casos de las cuestiones sociales y en cuanto atañe a las
niños de familias indigentes que murieron a con­ condiciones de higiene y salubridad de las pobla­
secuencia de la adulteración de los medicamentos ciones.
recetados por el médico, que por lo mismo no pro­ Desde <el momento en que el niño sale de la casa,
dujeron el deseado efecto en la crisis de la enfer­ por favorables que sean las condiciones del hogar
medad. ¿Cómo ha de proteger la madre a sus hijos y las precauciones que haya tomado la madre por
de la codicia de los inescrupulosos fabricantes de su salud física y moral, arriesgan quebrantarla las
medicamentos, si no tiene voz ni voto en la pro­ nocivas influencias del vecindario en cuya conducta
mulgación de las leyes? relacionada con la salud pública no tiene la mujer
jurisdicción. N o puede eliminar los miasmas mo­
Los gobiernos propenden a preocuparse de la
salud y educación de todas las familias y de prote­ rales que amenazan emponzoñar la mente de sus
hijos, con mayor perjuicio que la ponzoña del
ger los hogares; ¿y quién tan interesado en estas
cuerpo, y no tiene autoridad para legislar contra
cuestiones como las madres? Seguramente debiera
la invasión de las lecturas malsanas. Tampoco
tener intervención edílicia en los mercados y pla­
puede censurar las películas cinematográficas ni
zas de abastos de las poblaciones para impedir la
las obras teatrales ni los espectáculos públicos que
venta de alimentos averiados o sofisticados que
en nuestros dias transponen los limites de la sin­
tanto daño infieren a la salud pública. La misma
vergüenza y caen de Heno en los lodazales de la
intervención debiera tener en los mataderos, donde
obscenidad. L a timba, el lupanar, el cafetín y
por la venalidad de los empleados y la secreta con­
demás lugares de corruptor atractivo que con­
nivencia entre concejales y abastecedores suelen
vierten en cárdenos dias las noches de las ciu­
sacrificarse reses enfermas de tuberculosis. Tam­
dades populosas, rebullen como gusanera en ca­
bién habría de formar parte la mujer de las Juntas
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dáver, sin que la mujer tenga autoridad para ¿Como es posible que hombrunen a la mujer los
contener el general derrumbamiento de las buenas esfuerzos' que haga para purificar el mundo y ade­
costumbres. centarlo y sanearlo de suerte que sea mejor y más
Si reflexionamos sobre el verdadero concepto agradable vivienda para la raza humana? ¿Mascu­
cívico del gobierno de las ciudades y de las nacio­ liniza a la mujer el desempeñar en más elevado
nes, veremos que son prolongación del gobierno de plano las funciones propias del hogar? ¿Será me­
la familia, pues el municipio es un conjunto social nos mujer porque procure combatir fuera del ho­
de familias y la nación no es ni más ni menos que gar a los enemigos de la salud física y moral de
el conjunto de municipios agrupados en comarcas, sus hijos? ¿Sufrirá detrimento su natural femi­
provincias, regiones o estados, según la consti­ nidad porque impida que codiciosos traficantes
tución política de cada país. Son el gobierno mu­ pongan en peligro la vida de sus hijos con sofisti­
nicipal, regional y nacional mecanismos más com­ cados alimentos? ¿Serán marimachos las mujeres
plicados porque han de funcionar en beneficio de que celen por la moralidad en el teatro y en el cine,
mayor número de individuos, pero la índole de su de suerte que no beban allí sus hijos el veneno de
funcionamiento en los órdenes económico, higié­ mente y alma? ¿Perderá la mujer las gracias es­
nico y moral es esencialmente idéntica al del go­ pirituales de su sexo porque anhele el perfeccio­
bierno de la familia. Así, por ejemplo, el Instituto namiento de las leyes sanitarias?
de Higiene urbana en los municipios y la Direc­ Contra la intervención de la mujer en las cues­
ción general de Sanidad en el Estado, han de ser tiones de público interés por medio del sufragio
ampliación y complemento de las funciones que en suelen oponer los partidarios del régimen unila­
su casa desempeña la mujer para conservar la sa­ teral el reparo puramente hipotético, de que si se
lud de la familia. le concede a la mujer el voto electoral, no sabrá
Pero por doquiera se levanta con nuevos sofis­ qué hacer de este derecho. Otros suponen que en
mas la misma objeción, ya suscitada de antiguo caso de ejercitarlo, la casada votará según le indi­
contra la superior cultura de la mujer, diciendo que su marido y la novia cederá desde luego a ta'S
que al intervenir en las cuestiones sociales y polí­ insinuaciones de su novio, cuando precisamente la
ticas menoscaba la natural gracia de su sexo, se experiencia de la vida enseña que en el orden de
masculiniza y pierde sus encantos. la intimidad familiar prevalece al fin y al cabo la
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voluntad de la mujer, si con tesón se empeña en el fortunas por tortuosos medios, porque saben que
preval ecimi «lío. la influencia de la mujer se inclinará siempre a lo
Niegan "¡os antífeministas que en las actuales puro, limpio y honrado.
condiciones j'urídicas de la sociedad sea la mujer Los hombres que amasan fortunas a costa de
esclava, y afirman que, por el contrario, la consi­ la miseria humana y ceden a sus brutales pasiones;
deran como su igual. Pero los hechos desmienten los traficantes en el negocio de licores y en la trata
esta afirmación evidentemente insincera en labios de negros; todos cuantos basan sus maquinaciones
de quienes no consienten que la mujer posea bie­ en la desmoralización de seres humanos cuya debi­
nes en nombre propio ni tenga el derecho de pro­ lidad explotan, han sido y serán siempre enemigos
teger a los hijos que dió al mundo con riesgo de del voto de la mujer, porque saben perfectamente
su vida. bien que la mujer empleará siempre su voz, su voto
Otros dicen que están dispuestos a otorgar el y su influencia contra los adversarios de aquellos a
voto a la mujer cuando todas universalmente lo quienes ama más que a su propia vida. Saben muy
reclamen; pero a esto cabe responder que no hu­ bien que la madre que ha arriesgado la vida por
biera adelantado gran cosa el mundo si para esta­ sus Hijos, que diariamente se sacrificó por ellos al
blecer una reforma se hubiese tenido que esperar criarlos y que anhelosamente los cuidó a cada mo­
a que el mundo entero la reclamase. mento desde que nacieron, no consentirá la exis­
L a mujer, en general, votaría siempre en favor tencia de viles lugares que a toda hora amenazan
de cuanto mejore, purifique y realce el hogar. La desbaratar la obra que tanto trabajo le costó a
mujer tiene más sentimiento que el hombre. No ella realizar.
es avara, codiciosa ni egoísta. El hombre es más Algunos de los más violentos adversarios de la
apeten te del dinero aun por medios ilícitos. No re­ emancipación de la mujer alegan para negarle
para en convertir en moneda acuñada o en divi­ igualdad de derechos políticos y civiles las mismas
dendos de acciones bancarias o industriales la vida sinrazones que antes de la guerra norteamericana
de millones de niños. Ninguna madre fuera capaz de Secesión alegaban los hacendados del Sur para
de semejante infamia. no conceder la libertad a los esclavos. Están lu­
Así vemos que los más significados enemigos crando con la esclavitud de la mujer. ¿Cabe pen­
del voto femenino son los hombres que agencian sar que si la mujer hubiese tenido voto electoral
7 . —L A UU JCR T XL HOGAR
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desde hace un cuarto de siglo, consintiera ta ex­ civiles con el hogar, el problema sexual, la pro­
plotación de su sexo por gentes mil veces peor que tección de la infancia, la educación escolar y los
rufianes? ¿Fuera la trata de blancas lo que sigue tribunales para niños, no podemos por menos de
siendo hoy día? ¿Se mantendrían mucho tiempo advertir la monstruosa paradoja de negar voz y
las timbas y lupanares sí las mujeres interviniesen voto al factor más vitalmente interesado en el
activamente en las funciones del poder público? asunto. ¿Quién mejor que la madre puede esta­
SÍ la mujer votara, los políticos de oñcio no se blecer recta justicia para los niños y para las mu­
atreverían a poner en candidatura a hombres de jeres sus ¡hermanas? N o es depresivo para los
earácter inmoral, porque la mujer los derrotaría. hombres decir que son incapaces de ver las cosas
En la sola ciudad de Nueva Y o rk hay trescien­ desde el punto de vista femenino. Siempre las ven
tas mil mujeres que trabajan fuera de su hogar. y verán desde su peculiar punto de vista. Sus de­
Si todas ellas, en unión de las amas de casa, inter­ cisiones estarán siempre teñidas del color de sus
vinieran en el gobierno municipal, no prosperarían egoístas intereses. E l mal ejemplo de un juez de
las inmoralidades que corroen la administración California, que durante muchos años y acaso in­
neoyorquina. conscientemente sentenció siempre en favor de los
La mujer tiene voto en el Estado norteameri­ intereses masculinos, es una formidable protesta
cano del Colorado, y según declara el juezLindsey, contra el exclusivo gobierno de los hombres. Se­
en dicho Estado rigen las mejores leyes regulado­ gún consta en los archivos del aludido juzgado,
ras del trabajo de los niños, así como las referentes a los acusados de ataques contra la propiedad se
a la educación y protección de la infancia, y el Ies exigían cuantiosas fianzas para ponerlos en li­
mejor organizado tribunal para la juventud delin­ bertad provisional, mientras que a los encartados
cuente. Añade en textuales palabras: por ataques a la honestidad o atentados contra el
pudor no se les exigía fianza o era de insignificante
Tenemos leyes más progresivas que ningún otro
Estado para el cuidado y protección del hogar, fir­ cuantía. En cierta ocasión dicho juez rebajó de
mísimo fundamento de la República. Esto lo debemos tres mil a mil dólares la fianza señalada para con­
al sufragio de la mujer más que a cualquiera otra
cansa. ceder libertad provisional a un acusado de abusos
deshonestos. Algunas señoras, dirigidas por una
Al considerar la directa relación de las leyes de esforzado ánimo, aunque pobre de fortuna, for-
IO I
100
problemas de la humanidad, especialmente los re­
mularon una enérgica protesta contra la providen­
lativos a la explotación del sexo femenino, están
cia del juez. No tenían estas señoras influencia
sobre el tapete, las mujeres deben olvidar sus di­
política ni valedores en los estrados judiciales ni
ferencias de religión, política y clase, para unirse
medios pecuniarios para entablar recurso contra
en el común propósito de su protección. Por do­
el ju e z; pero celebraron reuniones públicas en las
quiera extirparán el cáncer de la esclavitud blanca,
esquinas de las calles y en los parques de San Fran­
como han hecho en Nueva Zelanda, donde ya no
cisco de California para manifestar su indignación,
existe semejante infamia, gracias al sufragio fe­
logrando conmover tan hondamente a los audito­
menino. Rápidamente van acabando las mujeres
rios, que el mismo juez se creyó obligado a asistir
con la trata de blancas en todas partes donde dis­
a una de las reuniones para defenderse diciendo
frutan del derecho electoral. En los Estados de la
que no había hecho nada de extraordinario, pues
Unión norteamericana donde desde hace tiempo
todos los tribunales acostumbrabran a hacer lo
tienen voto las mujeres, señalaron en los diez y
mismo. Preguntó a las señoras de la comisión que
siete años y medio la edad para la mancebía de las
por qué le tomaban a él por cabeza de turco sin
jóvenes, que en los Estados antisufragistas eran los
otra culpa que seguir la ordinaria costumbre. La
quince años y en algunos los diez. Los hombres no
presidenta de la comisión organizadora de las re­
hubieran cambiado estas leyes.
uniones de protesta respondió diciendo que su pro­
Una de las primeras providencias legislativas
pósito era desterrar una costumbre que daba valor
que se promulgaron en el Colorado cuando la mujer
monetario a la justicia y estimaba en más los bie­
nes materiales que la honra de las mujeres. El obtuvo derecho electoral fué ampliar la edad de la
resultado fué que las señoras provocaron una nue­ mancebía hasta los diez y ocho años. A l votarse de­
va elección en la que fué derrotado aquel juez que finitivamente el proyecto de ley, un diputado ex­
tan seguro se creía en su puesto antes de que las clamó en tono sarcástico: "Estas son las conse­
mujeres califomianas tuviesen derecho electoral. cuencias de haber concedido a la mujer el demonio
En el ejercicio de este derecho las mujeres han del voto. ” El tal diputado y cuantos como él pien­
de atender más bien a los principios jurídico- san, 'no han visto todavía las últimas consecuen­
sociales que a los partidos políticos. L a experien­ cias de haber concedido a la mujer "el demonio
cia ha demostrado que cuando los fundamentales del voto."
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E l advenimiento de la mujer alas funciones po­ semejante argumento, pues ¿qué hicieron las muje­
líticas-producirá en la actual organización' social res de los infortunados países beligerantes sino
efectos análogos a los que produjo su intervención contribuir a la defensa de su patria? ¿Qué hicie­
en las cuencas mineras del Oeste de los Estados ron las médicas y enfermeras en los frentes de ba­
Unidos, donde sanearon los parajes infectos y real­ talla sino arriesgar sus vidas para salvar la de los
zaron el nivel de las condiciones deprimidas por soldados a quienes las crueldades de la guerra de­
la unilateral dirección del hombre. jaron lisiados, impedidos, ciegos o enfermos de
El profesor Schuman, rector de la Universi­ alguna incurable dolencia? ¿Quién dió a luz y edu­
dad de Cornell, dice sobre el problema feminista: có a los soldados que tomaron las armas en de­
fensa de su país?
En muchas modalidades de la administración pú­
blica, los hombres hallarían poderoso auxilio en la No hay modalidad ni aspecto de las humanas
cooperación de las mujeres. Entre dichas modalida­ luchas en que la mujer no tenga plena participa­
des se cuentan los problemas de higiene y sanidad ción. No hay fase de la vida en que no intervengan
municipal, de educación y de moralidad pública.
También creo que la mujer podría influir poderosa­ la mujer y el hogar y hayan sido siempre elemen­
mente en las^ amistosas relaciones diplomáticas y en tos esenciales. En las dos supremas crisis de la his­
el mantenimiento de la paz internacional. toria nacional de los Estados Unidos, la guerra de
Los esfuerzos que la mujer está haciendo hoy día la independencia y la de liberación de los esclavos,
en pro de la paz mundial y de la abolición de las las mujeres se portaron tan valerosamente como
guerras es prueba sobrada de lo que llevará a cabo los hombres. No empuñaron las armas, pero alen­
en este punto cuando disponga del necesario ins­ taron a los soldados que las empuñaban. Dos mi­
trumento político para dar eficacia a sus propósitos. llones de hombres de los que tomaron parte en la
Sin embargo, la actitud de la mujer respecto de guerra civil eran jóvenes menores de veintiún años.
las guerras es uno de los más aparatosos puntales Ni un solo instante dejaron las madres de estar
en que se apoyan los antisufragistas para oponerse con ellos en pensamiento. Y el pensamiento es una
al voto femenino. Dicen que la mujer no debe vo­ fuerza invisible e incoercible, pero más eñeaz que
tar porque tampoco toma las armas para defender las aceradas bayonetas y los plúmbeos proyectiles.
la patria en tiempo de guerra. Pero la última con­ Las madres estaban en el campo de batalla con sus
tienda mundial ha evidenciado la deleznabilidad de oraciones y con su espíritu animaban a los comba-
104

tientes por la justa causa de la abolición de la es­ cazmente el hogar, a menos que comparta con el
clavitud. Las madres enseñaron a los niños' a ser hombre el gobierno y dirección de los intereses
hombres de noble y valerosa hombría. Les ense­ sociales? ¿No es hora de que los hombres que
ñaron a ser patriotas y amantes de la libertad con presumen de ir a la vanguardia del progreso reco­
suficiente espíritu de sacrificio para ofrecer su nozcan que una nación no es más que un ampliado
vida en el altar de la patria. hogar, una numerosa familia social cuyo gobierno
El hogar y con él la madre estaban espiritual­ requiere el concurso de las diferentes facultades
mente presentes en los campamentos y en los cam­ y la común devoción de hombres y mujeres?
pos de batalla, en las marchas forzadas, en las con­ Si admitimos que la mujer tiene su peculiar
centraciones de prisioneros, en todas las fatigas y labor que cumplir en pro de la civilización, nece­
penalidades de la campaña. Donde estaba el hijo es­ sario es que le proporcionemos los medios de
taban el amor, la simpatía y el corazón de la cumplirla, sin los cuales no podrá desempeñar su
madre. parte con la autonomía y libertad propias de un
La Cruz Roja, instituida por una mujer, que en responsable -ser humano.
el campo de batalla arrebata a los heridos de entre Unicamente cuando la mujer goce del derecho
las garras de la muerte, y los cuida solícita en los electoral en todos los países, cabrá esperar que los
hospitales, no es más que el prolongado brazo del pueblos progresen verdaderamente y disfruten la
hogar extendido en auxilio del sufriente. E l hogar genuina libertad que ha de preceder y acompañar
salvó a la nación norteamericana en aquellas cri­ a la responsabilidad en el desempeño de la res­
ticas contingencias. El carácter y la fortaleza de pectiva obra nacional.
un pueblo ha de ser la silente y eficacísima obra del Inglaterra no vaciló en conceder a sus mujeres
hogar doméstico. el voto electoral en premio de su heroico comporta­
Hoy día la madre déla raza humana se esfuerza miento durante la tremenda lucha que por un ins­
en proteger al hogar no sólo de los horrores de tante tambaleó los cimientos del imperio británico.
la guerra, sino de enemigos todavía más peligrosos Los Estados Unidos acaban de dar un nuevo paso
que la-guerra: el sátiro, el truhán y el libertino, adelante en la emancipación político-social de la
conjurados enemigos de la moralidad y la salud. mujer, otorgándole dignidad de ciudadana en
Pero ¿cómo podrá la mujer salvaguardar efi­ la plenrtud de sus derechos y por consiguiente en la
io6 107

de sus deberes. No sólo votan ya las mujeres de los que no les ha llegado todavía la vez, que son pre­
Estados donde de tiempo atrás gozaban del derecho maturas sus reivindicaciones, y ante tan inesperada
de sufragio, sino que en todo el territorio de la negativa se disponen a la lucha y comienza la épo­
Unión tienen voto en las elecciones presidenciales y ca heroica del feminismo norteamericano. En 1869
en las del Congreso, cuyos miembros representan a logran el primer triunfo en el Estado de Vynning,
toda la nación. que les concede el derecho electoral, y desde en­
Tres cuartos de siglo lia durado la campaña tonces esgrimen las sufragistas la poderosa arma
feminista, iniciada cuando se proclamó la emanci­ del ejemplo y de la experiencia que ponen en sus
pación de los esclavos.' Entonces las mujeres nor­ manos las compatriotas de Vynning con la in­
teamericanas se percataron de su propia esclavi­ fancia mejor protegida, las ciudades más honra­
tud, y en el Congreso antiesclavista celebrado en damente administradas y la institución familiar
Londres, una mujer cuáquera, Lucrecia Molt, ex­ robustecida. De 1910 a 1914 otros siete Estados
puso la idea de la emancippación de la mujer, pero del Oeste reconocen legalmente el derecho electo­
la arrojaron del Congreso los mismos que defen­ ral a la mujer, mientras que los del Este se mues­
dían la libertad de los negros y se la negaban a la tran reacios a la novísima reforma.
mujer blanca. En 1848 se reunió en Nueva York Pero durante la guerra mundial, las mujeres ri­
el primer Congreso feminista donde se condena­ valizan en patriotismo con los hombres, y en las
ron las leyes que favorecían exclusivamente a los oficinas del ejército y en los servidos civiles con­
hombres. tribuyen poderosamente a la organización rápida
AI estallar la guerra civil, las mujeres norteame­ de las expediciones. E l presidente Wilson no puede
ricanas dieron el primer ejemplo de movilización por menos de declarar que sin la colaboración de
femenina en el ejército que luchaba por la libertad las mujeres, sin su concurso material y apoyo mo­
de los esclavos. Trabajaron en campos y talle­ ral no hubieran podido los norteamericanos ganar
res, organizaron brigadas de aprovisionamiento y la guerra. Los Estados del Centro siguen el ejem­
compañías de Cruz Roja, y algunas ejercieron plo del Oeste y por fin el gran Estado oriental de
funciones de secretario en los Estados Mayores. Nueva Y ork decreta en Noviembre de 1917 la
Pero después de la liberación de los esclavos, concesión del voto a tres millones de nuevas elec­
los políticos estadiunenses Ies dicen a las mujeres toras. Posteriormente otros tres Estados acep-
io8

taron Ja reforma que por último prevaleció tam­ IV. L A M UJER V E IN T IC E K T IS T A .


bién en el de Tcnnesee, que ha inclinado la balanza
en favor de las reivindicaciones femeninas. N A de las más discretas escrito­
De la intervención electoral de la mujer cabe es­ ras feministas de nuestra época,
perar el triunfo de los temperantes contra los al­ Oliva Schreiner, sintetiza en la
cohólicos y el de los pacifistas contra el belicoso siguiente frase las diversas rei­
imperialismo. En las elecciones presidenciales, las vindicaciones de la mujer mo­
mujeres norteamericanas votarán al candidato que derna en el mundo entero. D ice:
mayor fianza ofrezca para cumplir estas aspira­ “ Dadnos trabajo y la educación que capacita para
ciones. el trabajo. Pedimos esto, no sólo para nosotras,
sino para la raza humana.”
L a clave del magno problema social estriba en
situar a cada individuo en el puesto que por natu­
raleza y educación le corresponde y confiarle la
tarea que con mayor gozo y entusiasmo pueda
desempeñar. De la solución de este problema de­
pende el rápido avance del género humano, porque
el individuo sólo puede realizar su más excelente
obra siguiendo la linea de menor resistencia mental
coincidente con la de mayor capacidad intelectual.
L a más dichosa y al propio tiempo la más útil
mujer será la que ejercíte plenamente las dotes
que le concedió Dios; la que más cumplidamente
manifieste su individualidad actualizando las po­
tencias y cualidades que el Creador infundió en su
naturaleza. Será la más inteligente e idónea madre
la que en más alto grado desenvuelva las faculta­
des humanas aparte de las peculiares de su sexo.
109
no til

Dijo Felipe Brooks que nadie puede quedar principio dejaron incultas la ignorancia, el prejui­
satisfecho de si mismo cuando reconoce la posibi­ cio o la preocupación.
lidad de vivir más noble y altamente. Hoy día la No cabe imaginar las miserias, tribulaciones y
mujer vive a medias y reconoce la posibilidad de sufrimientos resultantes de la tradición que con­
vivir por entero y explayar su conciencia de con­ denó a las mujeres a ser tratadas como pigmeos
formidad con la plenitud de vida. La mujer ha mentales, incapaces de gobernarse y sujetas irre­
traído al mundo un sellado mensaje para la huma­ misiblemente al arbitrio del sexo dominante en
nidad, y el hombre no tiene derecho de impedirle cuanto atañe al desenvolvimiento de sus faculta­
que lo proclame, bajo el especioso pretexto de que des superiores.
en el hogar está el exclusivo sitial de la mujer. No Cosa rara fué que en el primer cuarto del si­
tiene el hombre derecho de privarla de la oportuni­ glo X IX la Comisión de Cultura de Boston con­
dad de realizar sus aspiraciones y concretar el ideal cediese a las jóvenes el ingreso en las escuelas
de su vida, como tampoco tiene el derecho de arre­ superiores. Contra este acuerdo se alzaron nume­
batarle los materiales bienes de su hacienda privada. rosas protestas del elemento masculino diciendo
El ser humano no puede lograr la completa ac­ que los estudios superiores convertirían a las alum-
tualización de su intrínseca potencialidad sin per­ nas en marimachos, privándolas de los encantos
fecta libertad de pensamiento y acción sujeta a la de la feminidad. Este era el protestatario clamor
consiguiente responsabilidad, pues si no se le exi­ que por doquiera se oía. Las jóvenes deseosas de
giera de sus acciones y aun de la manifestación de matricularse hubieron de luchar contra la oposi­
sus pensamientos, degeneraría la libertad en des­ ción de sus padres y las cuchufletas de sus herma­
enfrenada licencia. nos. Siempre ha sucedido lo mismo a cada paso
Muchas gentes van por la vida en desviada direc­ de los adelantos de la mujer. Los hombres se opu­
ción, con sus potencias deprimidas por no haber sieron y protestaron. L a mujer ha tenido que dis­
tenido libertad para manifestarse desembarazada­ putar centímetro por centímetro el camino de su
mente o por no haber descubierto la verdadera ín­ emancipación, el derecho de gobernarse autonó­
dole de su ser. En uno y otro caso se empequeñece micamente y de usar con plena libertad la? facul­
la vida y la amarga el sentimiento de no poder tades que le otorgó Dios.
actualizar las facultades anímicas que desde un Poco antes de estallar la guerra de Secesión en
los Estados Unidos, el Colegio de Médicos de Ei- máquina de hacer hijos o un mueble viviente que
ladelfia acordó expulsar de su seno a todo médico presidierá el ornamento de la casa, sin otra finali­
que admitiera alumnas en sus enseñanzas profe­ dad que recrearle y complacerle. La enemiga del
sionales o que tuviera por compañera de consulta hombre contra la educación de la mujer y su par­
a una titulada doctora en medicina. ticipación en las actividades profesionales ha teni­
No hace todavía medio siglo insultaban las gen­ do por causa principal el temor de que con ello
tes a toda mujer que se atrevía a ejercer una pro­ fuese menos atractiva. Nunca tuvo el hombre en
fesión liberal, especialmente la medicina y la cuenta si la nueva modalidad de vida beneficiaría
abogacía. mayormente a la mujer. Sólo consideró la cuestión
Cuando Ana Preston y Emiliana Cleveland, dos bajo el egoísta aspecto de cómo pudiera afectarle
notablemente aventajadas alumnas, ingresaron en a él. Nunca se les ocurrió a los hombres que aun
el primer hospital abierto a la enseñanza clínica cuando la mujer perdiera algunos de los atracti­
de la mujer, se vieron insultadas en su camino con vos que la masculinidad admira, no fuera ello
todo linaje de dicterios por los hombres, En aque­ parte a impedir que realizara cuanto desee y juz­
lla época, era tan hondo el prejuicio contra las gue más conveniente para la dignificación, mejora­
literatas, que muchas de ellas publicaban sus obras miento y bienestar de su personalidad.
con un seudónimo masculino. A la mujer que se A consecuencia de tan erróneas ideas prevale­
dedicaba a los negocios se la miraba con irrisorio cientes en el pasado respecto a la vocación de la
recelo, pues era .creencia general que los negocios mujer, muchas jóvenes encubrían o disimulaban
eran incompatibles con el carácter femenino. Los su situación cuando desgracias de familia o reve­
jóvenes repugnaban casarse con muchachas dedi­ ses de fortuna las obligaban a emplearse en alguna
cadas a profesiones que entonces se diputaban por profesión tenida entonces por peculiarmente mas­
privativamente masculinas, pues creían que no po­ culina. Jóvenes hubo de buena familia que al salir
drían ser mujeres de su casa y que perderían los del despacho u oficina en donde estaban emplea­
naturales encantos de su sexo. das, se iban a su casa por desviados trayectos, a
Esta ha sido siempre la actitud del hombre fin de desorientar a las amigas y conocidas que
hacia la'emancipación de la mujer. Siempre pensó acertaban a encontrar en su camino.
que la mujer ha sido creada para él, como una Una joven exquisitamente educada, hija de una
8 . — L \ MUJER V E L UOC íl»
ii5
opulenta familia venida a menos, se levantaba to­ tantas ocasiones de adelanto y tantos campos de
dos los dias a las cuatro de la mañana, incluso en actuación como para él.
el invierno, para tomar el primer tren que la con­ En todas las esferas donde está interviniendo
ducía a una distante población donde estaba em­ la mujer evidencia experimentalmente la falacia
pleada, pues prefería sufrir esta molestia a tra­ de las objeciones argüidas contra su empleo fuera
bajar en la misma ciudad de su habitual residencia del hogar. Los antiguos prejuicios van cayendo
por recelo de que la vituperasen por asalariada. rápidamente en los polvorientos montones del
Las gentes de la vecindad creían que era una es­ pasado.
tudiante que todos los días iba y venía de algún L a mujer de nuestro siglo está demostrando
colegio famoso de la distante población. que la carrera comercial no es intrínsecamente
Cabe pensar en las humillaciones que sufrieron privativa del hombre. Por el contrario, el conoci­
las jóvenes de la pasada generación a causa de los miento que de los negocios y cuestiones mercan­
prejuicios sociales respecto de la diferencia de tiles va adquiriendo la mujer ensancha las pers­
clases y el menosprecio en que se tenía todo tra­ pectivas de su vida y contribuye maravillosamente
bajo femenino, tanto material como intelectual, a mejorar las condiciones domésticas. Si bien se
excepto lo que rutinariamente se llamaban las mira, los progresos que la mujer ha realizado a
labores propias de su sexo. ¡ Qué de preciosos años, pesar de las protestas masculinas, la ha colocado
qué de oportunidades de adelanto y prosperidad en un plano superior, haciéndola más noble, inte­
perdió la mujer de otro tiempo en espera paciente ligente y atractiva que nunca.
del matrimonio! L a mujer jurisconsulta, la mujer comerciante,
Sin embargo, las tradiciones del pasado se van la mujer médica, la mujer moderna en las profe­
desvaneciendo rápidamente en la ya casi eman­ siones liberales, en las mercantiles y en las obras
cipada mujer de nuestro siglo. En esta nueva era sociales están demostrando cuán mucho más ade­
millares de jóvenes hallan camino abierto para lantada estaría la civilización si en vez de desper­
ejercitar sus talentos en todas las actividades de diciar durante tantos siglos la capacidad de la
la vida. L a mujer ya reconoce que el éxito nada mujer se la hubiese utilizado para el realce y pro­
tiene que ver con la sexualidad; que puede ser tan greso de la raza humana.
independiente como el hombre y que para ella hay L a vida sin ideal, sin definido y provechoso pro-
ii6 117

pósito es mucho peor que malgastada. Hemos ve­ tos sobre la inferioridad de las muchachas res­
nido a este mundo para hacer algo bueno y útil, pecto de los jóvenes, cuando la verdad es que
y quienquiera que repugne el esfuerzo que su rea­ hasta muy recientemente no tuvieron ellas ocasión
lización exige habrá de sufrir las penosas conse­ alguna de medir sus fuerzas anímicas con ellos.
cuencias en el menoscabo y atrofia de sus facul­ Prescindiendo del problema de la educación y pro­
tades, porque todo órgano, toda célula, todo mús­ fesiones, las mujeres han tropezado en su camino
culo, toda facultad que no se ejercita está conde­ con toda suerte de obstáculos, dificultades, pre­
nada a la parálisis y a la atrofia. No hay medio juicios, rutinas y limitaciones opuestos por el
de rehuir ni soslayar siquiera el terminante dile­ hombre. Desde la cuna está acostumbrada la mu­
ma de la ley de actividad: o utilizar o perder. jer a que le digan: “ Tú no puedes hacer esto. Es
Quien cesa de ascender, desciende, y no hay otro cosa de muchachos. T ú no puedes hacer esto otro.
medio de ascender dignamente en este mundo que No es propio de una señorita. No puedes ni debes
valiéndose de las propias fuerzas. Nadie podrá imitar en tal o cual cosa a tus hermanos.” De esta
ascender ni progresar por nosotros. Por doquiera, suerte se le sofocaban los naturales instintos mien­
en el universo entero está maldita la inacción. tras los del hombre hallaban plena expansión.
Los hombres han progresado admirablemente Esta insistencia de la supuesta inferioridad del
porque ninguna restricción se les opuso. Millares sexo deprimía el ánimo de la niña y fué causa
de profesiones tuvieron abiertas ante sus pasos. principal del estancamiento de la mujer, determi­
Ningún límite entorpeció su deseo ni malogró sus nando infinidad de prejuicios en toda su futura
ocasiones de manifestarse cumplidamente en todo actuación, por el desconocimiento en que madres
el valor de su personalidad, mientras que a las mu­ y maestras se hallaban de que a la infancia se la
jeres se las encerró en un rutinario, uniforme y ha de educar viendo en el educando un ser hu­
estrecho molde. No es exagerado decir que la mano y no la distinción del sexo. Aun hoy día se
emancipación de la mujer, su libertad para des­ le representa a la niña con excesiva viveza esta
envolverse tan desembarazadamente como el hom­ distinción. Como ser humano, tiene la niña los
bre, le cuesta al mundo un millón de veces más de mismos derechos que el niño, y por lo tanto se le
tiempo y esfuerzo que la abolición de la esclavitud. ha de permitir, cuando mujer, su libre ejercicio.
Frecuentemente se oyen deleznables argumen­ La diferencia de sexo se contrae a una relativa-
1 19

mente leve diferencia orgánica. El problema del mujer, el criterio biológico ha de ser forzosamente
feminismo tiene su aspecto biológico muy de cerca feminista, aunque opone algunos reparos respecto
enlazado con el psicológico, y si bien hay algunos a la oportunidad de aplicación de las reformas de
autores, como el alemán Moebins, que en su co­ orden político. Concluye el doctor Marañón di­
nocida obra: Ueber den physiologischen Schwach- ciendo que deben abandonarse para siempre las
shm des Weibes, se ensaña rabiosamente contra la antiguas discusiones de la supuesta superioridad
mujer, basando sus sofismas en el anticuado pre­ de un sexo sobre otro. Y termina citando las si­
juicio de la inferioridad del sexo femenino, hay guientes palabras de un gran pensador contem­
médicos eminentes que se declaran a favor de la poráneo :
comunidad de actuación social de ambos sexos, en “ A nadie se le ocurrirá que un hombre tipo sea
cuya esfera no influye la diferenciación fisioló­ lo mismo que una mujer; pero tampoco que la
gica. El insigne histólogo español Cajal defiende mujer sea inferior al hombre, o viceversa. Es ab­
resueltamente la capacidad intelectual de la mujer, surdo discutir el valor de los dos sexos. Ambos
diciendo, en coincidencia con mi argumentación, existen, son indispensables y dependientes uno de
que el menor rendimiento intelectual del sexo otro. Su justificación está en que se completan.
femenino se debe a que, ocupada la mujer en Es una dicha que todo hombre nazca de una mu­
las labores domésticas, no ha podido perfeccio­ jer. ¡Y quién se atreverá a despreciar la fuente de
nar el desarrollo anatómico y funcional de su ce­ su vida!”
rebro. Pero -esperad— prosigue diciendo Cajal— • En efecto, la mentalidad es intrínsecamente la
que la sociedad conceda a todas las jóvenes de la misma en ambos sexos, porque la mente es cuali­
dase media el mismo tipo de educación que al dad peculiar del espíritu y el espíritu no tiene sexo,
hombre, dispensando a las más inteligentes de la porque pertenece a la individualidad, al Y o supe­
preocupación y el cuidado de la prole... y entonces rior, idéntico en el hombre y en la mujer. De aquí
hablaremos. que siendo las facultades intelectuales potencias
Otro médico español, no menos eminente, el del alma humana, puedan manifestarse con la mis­
doctor Marañón, en su admirable folleto titulado: ma amplitud en el organismo femenino que en el
Biología y Feminismo, declara que en lo referente masculino, con tal de no entorpecer su manifesta­
a las reivindicaciones jurídicas y políticas de la ción. Es verdaderamente absurdo que se dé por
120 121

sentada la inferioridad de la mujer y en tan burdo la nrserin a la familia y en desolación el hogar.


sofisma se funde el desconocimiento de sus huma­ Pero--entonces, una de aquellas jóvenes muelle­
nos derechos, cuándo los mismos que se los niegan mente criadas echa sobre sus hombros las cargas
le exigen idéntica responsabilidad que al hombre del hogar, despliega maravillosas facultades, halla
en caso de delincuencia. El sexo no es circunstan­ inesperados recursos y denota en todos sus actos
cia atenuante en la calificación de un delito ni los iniciativa, originalidad, ingenio, levantando la casa
códigos penales distinguen de sexo para'graduar de su postración y salvando a su madre y herma­
las sanciones. La pena de muerte en los países don­ nos menores de la ruina. Si tantas jóvenes, sin
de todavía rige esta antigualla jurídica, se aplica previo alcccionamiento en los menesteres de la
con el mismo rigor sin parar mientes en el sexo, vida práctica realizan tales prodigios de habili­
del reo. dad, prudencia y economía, ¿qué no cupiera espe­
Por otra parte, todas las religiones están acor­ rar de las jóvenes debidamente educadas y conve­
des en medir con la misma vara a hombres y mu­ nientemente dispuestas para afrontar las contin­
jeres y exigirles la misma responsabilidad moral gencias de la suerte y esgrimir armas bien tem­
de sus pensamientos, palabras y acciones. La trans­ pladas en las batallas de la vida?
gresión de la ley en igual intensidad y grado no Son incalculables las posibilidades de la mujer
es leve en la mujer y grave en el hombre, sino que moderna en el campo de la medicina. Siempre ha
el sexo tampoco es circunstancia atenuante de la sido el ángel custodio en la estancia del enfermo;
culpa y la misma sanción hay en el más allá para pero añadid a su tacto y simpatía, a su ternura y
todas las almas. afabilidad, la educación científica y la experiencia
Multitud de ejemplos entresacados de la vida de que han disfrutado los médicos y obrará ma­
práctica demuestran que en los momentos de su­ ravillas. Hasta ahora no ha tenido ocasión de emu­
prema crisis brotan de lo íntimo de la mujer ener­ lar al hombre en las prácticas de hospital y en la
gías anímicas y mentales que nadie hubiera podido técnica quirúrgica.
sospechar. No las acostumbraron al trabajo ni Dice, a este propósito, el ilustre médico español
aprendieron a ganarse la vida. Pero la muerte del doctor Marañón:
padre, el quebranto de los negocios, un'revés de La dulzura y el espíritu de sacrificio de la mujer,
fortuna, cualquiera vicisitud desastrosa deja en ese espíritu de sacrificio tan característico del alma
122 123
femenina y del que con tan poca fortuna se burlaba mularse en España el ejercicio femenino de la
Moebins, y además su habilidad y diligencia en las
pequeñas operaciones manuales déla vigilancia y cui­ medicina, contrayéndoio por de pronto a las enfer­
dado del enfermo, la hacen a este respecto infinita­ medades de la mujer y de los niños, para cuyo
mente superior al hombre. Bien se ha probado esta tratamiento sería sin duda más a propósito la mu­
superioridad en la guerra que acaba de terminar, en jer que el hombre, con añadidura de que las mé­
la que ejércitos de heroicas mujeres repartidas por
los hospitales y hasta ipor los puestos de las líneas dicas titulares substituirían ventajosamente a las
de fuego han conquistado para su sexo una aureola matronas en los servicios de obstetricia.
que contrasta con máximo esplendor entre tanta y Por otra parte, creo que a la mujer se le abre
tanta crueldad cometida por los hombres. Y en tiem­
pos de paz, bien podemos afirmar que ni en los hos­ muy expedito porvenir en la profesión bancaria,
pitales ni en las casas de los enfermos se echa de si no en calidad de gerentes y directoras, por lo
menos a las médicas; pero ni los que sufren ni los menos en las funciones subalternas de jefes de
que trabajamos por curarlos podríamos prescindir de
la insubstituible actuación de las enfermeras, contabilidad, de correspondencia, cajeras, tenedo­
ras de libros y demás operaciones propias de la
Aunque sin duda sea exacta la afirmación del banca. L a mujer es por naturaleza más cuidadosa
ilustre biólogo español, por lo que a su país se re­ y exacta, por no decir más proba que el hombre,
fiere en cuanto a no echar de menos en los hospi­ y está generalmente libre de la funesta inclina­
tales ni en las casas de los enfermos a las médicas, ción a los juegos de azar y extravíos sexuales, que
no por ello queda invalidada la axiomática verdad siempre han sido causa principal de las irregula­
de que si la actuación de las enfermeras es insubs­ ridades, falsificaciones y desfalcos ocurridos en
tituible, mayor motivo hay para reconocer la posi­ las casas de banca.
bilidad de su aptitud para el ejercicio de la Me­ Igualmente tiene la mujer moderna amplio cam­
dicina mediante la conveniente educación científica. po de actividad en los laboratorios, donde aventaja
Bien sé que es muy difícil alterar súbitamente de mucho al hombre por su delicada destreza y la
las costumbres de un país, y en España, donde tan aguda percepción de sus sentidos, cualidades indis­
hondas raíces tiene la tradición, ha de transcurrir pensables en esta clase de prácticas.
todavía mucho tiempo antes de que los enfermos Los archivos y bibliotecas ofrecen asimismo
se resuelvan a solicitar la asistencia facultativa de ocupación adecuada a la mujer de nuestra época,
la mujer médica. Sin embargo, bien pudiera esti­ y prueba ejemplar de ello da al mundo entero la
124 125

Escuela de bibliotecarias instituida por la Manco­ que la acallen las perspectiva» de una lucida ca­
munidad de Cataluña en España, de la que han rrera. Por mucho que sea su talento, no se hace
salido señoritas sumamente idóneas en la ordena­ sorda la mujer al grito de la criatura que llama
ción de catálogos, disposición de anaqueles, clasi­ a las puertas de la vida que sólo ella puede abrir.
ficación de obras, formación de índices, anotación En esta circunstancia se apoyan principalmente
de papeletas y demás operaciones peculiares de los antifeministas para sustentar su unilateral te­
las bibliotecas públicas. sis. Dicen que la mujer ha nacido para ser esposa
Eli la administración municipal nadie con ma­ y madre, que sus naturales y privativas funciones
yores ni mejores cualidades que la mujer para son el cuidado del hogar y la crianza y educación
ordenar y dirigir cuanto se refiere a la higiene ur­ de los hijos. Pero precisamente las costumbres do­
bana, beneficencia domiciliaría, abaratamiento de minantes en los países que se precian de cultos,
subsistencias, protección de ¡a infancia, inspección sobre todo en las clases aristocrática y media,
de mercados, organización de festejos y extinción son la más palmaría evidencia del sofisma antife­
de la mendicidad. Aun en los países donde todavía minista, porque la madre s* desentiende de sus
no se le ha reconocido el derecho de electora y más augustas funciones dejando en pechos mer­
elegible en las funciones municipales, es la mujer cenarios la crianza y en mentes asalariadas la edu­
el alma de numerosas instituciones de caridad y cación de los hijos. L a nodriza en la primera in­
beneficencia, como hospitales, roperos, asilos, can­ fancia, el aya en la segunda, el internado o la ins­
tinas, orfanatos, patronatos, etc., cuyo único, pero titutora en la pubertad, suplantan a impulsos de
capital defecto, es divertir en opuestas direcciones una vana preocupación las maternales funciones.
con nociva independencia, energías que debieran Se dice que la madre no puede trabajar fuera del
disciplinarse autonómicamente para convertirlas hogar, que es incompatible con la maternidad el
en unidad de pensamiento y acción a cada una de ejercicio de una profesión o el desempeño de un
las modalidades de la beneficencia social. cargo social; y sin embargo, se mira como la cosa
Pero llega ahora la importantísima cuestión de más lógica del mundo que la madre abandone en
la mujer madre. El instinto femenino del hogar, manos extrañas la educación y cuidado de sus hi­
las ansias de amor que por naturaleza siente la jos, nó para emplearse en obras útiles, en profesio­
mujer suelen hablar en voz demasiado alta para nes humanitarias, sino para malgastar tiempo y
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energías en frivolidades mundanas, en modas, tea­ sujeta de por vida a las perentorias atenciones
tros, cines, bailes, reuniones, convites, deportes y de la crianza y educación de los hijos. Llega día
viajes, que suelen ser los estériles y fatigosos ob­ en que su prole transciende los riesgos de la in­
jetos de su voluble actividad. fancia, salva los peligros de la adolescencia y en
Desde luego que la mujer a quien el destino de­ los linderos de la plena feminidad o de la hombría
pare la feliz oportunidad de ser esposa y madre, alivia a la madre de infinidad de apremiantes cui­
a cualquiera clase social que pertenezca, debe con­ dados, dejándola tiempo bastante para intervenir
centrar todas sus energías en el hogar y atender en la obra social sin menoscabo, antes bien con
al gobierno de la casa, a la crianza de los hijos y ventaja, de los intereses domésticos, que en rigor
a la administración de la hacienda doméstica, pres­ son reflejo y consecuencia de los intereses colec­
cindiendo de toda ocupación que la distraiga de tivos.
sus maternales funciones. Mas para ello es indis­ Además, la actuación social de la esposa y ma­
pensable subvertir las condiciones económicas de dre, aun en la época de la minoridad de sus hijos,
la sociedad, de suerte que la remuneración del tra­ depende de multitud de circunstancias variables,
bajo de los jefes de familia baste para subvenir a según las condiciones de la familia. Cabe en lo
las necesidades domésticas, cual cumple a la dig­ posible de que sin necesidad de valerse de auxi­
nidad humana, sin requerir por ayuda de costa el lios mercenarios disponga de parientas cercanas
trabajo de la esposa y madre De aquí que el pro­ que en su propio hogar convivan y le ayuden solí­
blema feminista esté estrechamente enlazado con citamente en el gobierno de la casa, de suerte que
el hoy más que nunca palpitante de las relaciones tenga ella tiempo sobrado para el ejercicio de una
entre el capital y el trabajo. Cuando el régimen carrera profesional sin detrimento de los intereses
de cooperación suceda por natural progreso evolu­ domésticos. Y puede suceder también que la hija
tivo al descarnadamente capitalista, y al obrero se mayor, convenientemente aleccionada durante sus
le reconozca la categoría de consciente factor de primeros años, la substituya airosamente en el go­
la producción y no se le relegue al asalariado oficio bierno del hogar y la educación de los hermanos
de mecanismo viviente, entonces será fácil supri­ menores.
mir el trabajo de la mujer casada fuera del hogar. Por otra parte ¿es acaso incompatible la ma­
Pero aun siendo esposa y madre no está la mujer ternidad con los derechos políticos y civiles?
128
¿Impide la crianza de los hijos que la madre vaya llas cuyo fuese de seguro el de casadas; pero como
a depositar su voto en las urnas electorales? ¿Se el estadó de matrimonio es en todas contingente,
le ha de negar a la mujer la libre disposición de aunque por naturaleza habría de ser necesario,
sus legítimos bienes por ser madre? ¿No es preci­ aconseja la prudencia, de acuerdo con la previsión,
samente la maternidad razón de más para que se le que se le abran a la mujer los caminos hasta hoy
reconozca la matria potestad paritariamente con para ella obstruidos, por donde llegar a los campos
la potestad patria? de actividad en donde pueda subsistir con honrosa
Es verdaderamente paradójico que nadie haya independencia, si las vicisitudes de la vida le niegan
puesto reparos a la compatibilidad de las funciones la corona nupcial.
de madre y reina, según nos muestra la historia, Y aun si con ella ciñe el destino su virgínea
en las mujeres que empuñaron cetro y gobernaron frente, no siempre a la dignidad de esposa acom­
reinos sin desatender por ello el de su casa y fa­ paña la de madre, y entonces la esterilidad entris­
milia; y sin embargo, se diputen por incompati­ tece el hogar y necesita la esposa distracciones
bles dichas funciones en las esposas y madres sobre que hallaría honestamente en el trabajo profesio­
cuyos hombros no recae la pesadumbre de toda nal, en vez de buscarlas en las frivolidades de
una nación. vecindad y comadrería.
Por otra parte, la población femenina es mu­ Cuando la mujer nace con relevantes aptitudes
cho más numerosa que la masculina y las esta­ para la medicina, el arte, la música, la literatura
dísticas demográficas denotan la desequilibradí­ o los negocios no es la maternidad incompatible
sima proporción de siete mujeres por cada hombre. con el empleo de su talento. Lo antinatural y por
De aquí que aun suponiendo, y fuera exceso de lo tanto antifeminista fuera que sin decidida voca­
suposición, que todos los hombres se casaran, que­ ción, sin manifiestas aptitudes antepusiera el me­
darían millones de mujeres en celibato forzoso, diocre ejercicio de una profesión en que seria muy
sin otro camino que el del convento, so pena de inferior a una de tantas, al silente pero heroico
vivir 'parasitariamente en la precaria condición gobierno de la casa.
de cuñadas o tías. Si al nacer llevaran las mujeres Lo que ocurre es que hay muchas mujeres de
estampado en la frente su destino, podrían pres­ talento inculto, de aptitudes latentes por falta de
cindir de la educación profesional o técnica aque­ especial educación adecuada a su índole, y si esta
9 .— L A MCJEJC Y E L U06A.K
educación se le diera Cuando niña, llegaría a sobre­ V. EDUCACION DE LA MUJER.
salir en determinada profesión, de suerte que no
necesitara emplear muchas horas fuera del hogar N el Congreso Internacional Fe­
para obtener lucrativa remuneración de su trabajo, minista reunido tiempo atrás en
sin descuidar las atenciones de la familia. Viena, la representante de los
Casada o soltera, la mujer comienza a desempe­ Estados Unidos, señora María
ñar con éxito en centenares de ocupaciones la­ YVng'ht Sewell, declaró que las
bores que un tiempo fueron privativas del hombre. mujeres de su país aspiraban a
Las estadísticas de los Estados Unidos, Inglaterra colocarse en igualdad de condiciones que el hom­
y los países escandinavos donde la mujer casi ha bre, animadas por el espíritu democrático en su
quebrantado ya los grilletes del prejuicio y la propósito de levantar y en modo alguno deprimir
rutina, cuentan más de trescientos oficios y pro­ el nivel de la nación. Añadió que el Congreso fe­
fesiones en que la mujer está activamente em­ minista norteamericano había manifestado su es­
pleada. Y si en todos ellos ha cumplido y cumple peranza de colocar a los hombres en el mismo
como buena ¿quién osará limitar su actividad en plano de nítida pureza en que se hallaban las
el porvenir? mujeres, al paso que las mujeres debían alcanzar
el nivel de mentalidad y cultura masculina.
L a oportunidad para su educación, la mayor
libertad para la genuina expresión y desenvolvi­
miento de su personalidad están cumpliendo rápi­
damente tan legítimas aspiraciones. Con el tiempo
tendremos una nueva raza de hombres sanos y de
amplia cultura, como resultado de tener una más
prácticamente educada raza de mujeres. El real­
zamiento dei nivel moral de la humanidad se está
operando en todos sentidos; pero antes de llegar a
la meta es preciso resolver muy importantes pro­
blemas, entre ellos, el de la educación de la niña
I3 1
I3 á >33
de hoy y madre de mañana. Este problema aventa­ plementaria armonía de las dos mitades de la hu­
ja a todos los demás en la transcendencia de sus manidad.
efectos, porque el destino de la raza humana sub­ E l problema de la educación femenina está ya
yace en la madre. mucho más adelantado del punto en que los médi­
L a nueva educación debe adaptarse a la índole cos declaraban solemnemente que el organismo de
natural de la mujer. L a enseñanza recibida en cole­ la mujer era por naturaleza inadecuado para so­
gios de planes didácticos adecuados a los hombres portar el esfuerzo físico y mental de la educación
no logró actualizar su feminidad, por más que superior. Las gentes no preguntan hoy: ¿Son las
diera pruebas de poder alcanzar triunfos académi­ mujeres aptas para recibir educación universitaria?
cos. La educaf jó" d» lo k i rU distinta sino que preguntan: ¿Qué modalidad de educación
modalidad que la del orientada hacia el universitaria, qué planes de enseñanza convienen
ideal femenmó, y este es un punto sobre el cual no mayormente a las necesidades de la mujer?
han reflexionado bastante los feministas incondi­ Las mismas mujeres doctoradas en las univer­
cionales, que demandan para la mujer idéntica edu­ sidades reconocen que aun siendo capaces de emu­
cación que para el hombre. La sociedad no puede lar honrosamente a los hombres en los estudios
consentir que las mujeres se conviertan en mari­ superiores, no alcanzan los planes vigentes a edu­
machos, cuyo resultado fuera duplicar la labor del car a la mujer. Aunque tienen legítimo orgullo en
hombre, porque la mujer tiene una misión distin­ haber conseguido lo que no hace mucho tiempo Ies
tiva en la humanidad, un mensaje femenino y no parecía imposible intentar siquiera; aunque sus
masculino para el mundo, y su educación debe diplomas las colocan en muchos casos cu categoría
seguir la línea de femenina adaptabilidad. mental muy superior a la de sus condiscipulos,
Parece a primera vista que esto es argumentar comprenden que todavía hay una hondísima defi­
en contra del feminismo; pero no contra el femi­ ciencia en su preparación para la vida. En res­
nismo sano y racional que aspira al reconocimiento puesta a este creciente sentimiento de disgusto por
legal de los naturales derechos de la mujer, sino el unilateralismo de la educación superior de la
contra los extravíos del feminismo, contra las abe­ mujer, se ocupan hoy las diplomadas en las uni­
rraciones exaltadas de quienes defienden solucio­ versidades estadiunenses de elaborar un plan de
nes que propenden a la confusión y no a la com­ enseñanza que no sea copia del que rige para los
J35
los niños y todas las condiciones del anhelado bien­
varones, sino especialmente adaptado al integral
estar social.
desarrollo de las facultades femeninas.
L a mujer es tan indispensable a la sociedad co­
Dice con razón Elena Key que si la tradicional
mo el hombre y lo que necesitamos es la completa
modalidad de gobierno tiene carácter celibatario,
armonía de cooperación.
de igual defecto adolece el actual sistema de edu­
A este propósito conviene entresacar algunos
cación femenina. L a mujer debiera mancomunarse
pasajes de las notables conferencias que sobre la
con el hombre para establecer un régimen educa­
educación femenina dieron en el Ateneo de Bar­
tivo que armónicamente satisficiera las necesida­
celona un núcleo de pensadoras que demostraron
des de ambos sexos, pues si la sociedad ha de for­
no sólo la capacidad intelectual de la mujer, sino
mar un acabado conjunto, es indispensable conci­
su acertada comprensión del problema feminista.
liar Jas facultades masculinas y femeninas, no sólo
Aquel ciclo de conferencias tuvo por preludio
en la esfera política, sino igualmente en la peda­
un discurso del traductor de esta obra, quien al
gógica que ha de predisponer para la vida prác­
trazar un paralelo entre la mujer en la antigüedad
tica.
y la mujer moderna, dijo:
Cierto es que en la escuela primaria, campo pe­
culiar de la educación fundamental, el régimen di­
En la antigüedad la mujer fué tanto más esclava
dáctico ha de ser el mismo para ambos sexos, con cuanto más bárbaro e inculto era el pueblo a que per­
la excepción de las labores propias de la mujer; tenecía, porque la esclavitud de la mujer va siempre
pero en los grados superiores hay ciertas modali­ acompañada y sostenida por la ignorancia y bruta­
lidad det hombre, por el desconocimiento de la eterna
dades peculiares de cada uno de los sexos de ley de justicia promulgada por Dios en la Biblia, de
por sí. donde a pesar de la ridicula jactancia de los presun­
L a educación de la mujer y su lugar como fac­ tuosos pedantes modernistas, entresacó en toda ¿poca
la filosofía humana (as doctrinas éticas y sociales que
tor de la vida social está todavía en su fase evolu­ por su intrínseca bondad y verdad resisten a los
tiva; pero no cabe duda de que le corresponden embates del tiempo y a las veleidades de la moda
por derecho propio y naturales prerrogativas de su científica. Y precisamente en el Génesis,- de cuya
sabiduría se -mofan los incapaces de comprenderlo,
sexo funciones sociales fundamentalmente relacio­ encontramos los fundamentos del verdadero femi­
nadas con el hogar, la escuela, la salud pública, la nismo, del sano feminismo que coloca a la mujer
higiene, el problema de los salarios, el trabajo de en el lugar donde Dios la puso, para que no fuese
1 36 137

superior ni inferior ni tampoco igual al hombre, insuficiente'para Ja lucha con la adversidad en que
como proclama el feminismo extraviado, sino para suele acompañarla el infortunio, sin dejarle abiertos
que fuese lo que debe ser: el complemento del hom­ otros caminos que los del matrimonio o del convento.
bre, su compañera y no su esclava. La mujer proletaria se ve sujeta desde la niñez al
Tal es el concepto cristiano y sin riesgo alguno trabajo asalariado y apenas le consiente el hambre
aceptable del feminismo, contra el que se levanta el ocasión de utilizar Jos tesoros de virtud y talento que
egoísmo de hombres encastillados en los todavia no la escuela pudiera descubrir en su corazón y en su
derruidos baluartes de la antigua barbarie, hoy disi­ mente.
mulada bajo el disfraz de una falsa civilización). El único remedio de los males morales que afligen
Dicho concepto está admirablemente simbolizado en a nuestra desasosegada época está en educar funda­
aquel pasaje del Génesis, que nos dice que Dios mentalmente a la mujer con la misma solicitud y em­
formó a la mujer de la costilla, esto es, del costado peño que al hombre, sin considerar el sexo como
del hombre, como dando a entender que 09 la formó impedimento de cultura. Verdaderamente la natura!
de la cabeza para indicar con ello superioridad, ni de profesión de la mujer es la de esposa y madre y su
los pies para señalar inferioridad, sino del costado más adecuado campo de acción es el hogar; pero el
para indicar compañía, complemento, corresponden­ desequilibrio numérico entre ambos sexos, agravado
cia... El adelanto de los intereses materiales ha dado en contra del femenino por las actuales circuns­
a los pueblos modernos una apariencia de civiliza­ tancias, cierra muchas veces a la mujer el camino
ción que está en pugna con su bajo nivel moral. La del matrimonio y la empuja en brazos de la deses­
mujer moderna no es ya uno de tantos bienes mue­ peración por el del convento. Paira impedir este
bles del hombre como en tiempos antiguos; pero to­ daño que malogra toda una vida, es indispensable
davía se la considera en algunos países y por muchos proporcionar a la mujer las bien templadas armas
hombres como un objeto de placer, adorno y lujo, que necesita para valerse y bastarse a sí misma en
sin que ni leyes ni costumbres le reconozcan su cate­ Ja sociedad, aunque no pueda constituir matrimo-
goría de compañera del hombre. Entre el repudio de nialmente una familia, ni establecer un hogar. Estas
Vasti por Asnero y el de Josefina por Napoleón no armas las ha de recibir de la escuela primaria, de
se advierte la mudanza de los siglos. la educación fundamental que, considerándola como
En nuestros días, la aristócrata de estirpe o de ser humano, descubra sus congénitas aptitudes y for­
fortuna tiene a gala educar a sus hijas en el extran­ talezca sus naturales cualidades, para señalarle su
jero o en internados de pensión costosa cuya rígida lugar apropiado en la vida, pues para todos sus hijos,
disciplina retuerce su -voluntad en un ambiente mo­ sin distinción de sexo, raza ni categoría social lo
nacal del todo opuesto a las condiciones del mundo tiene reservado, con tal que sepa encontrario, el
en que han de ser esposas y madres. La mujer de providente dedo de Dios.
la clase media remeda penosamente a la aristócrata
o a Ja opulenta, y en colegios de no tanto boato aun­ La insigne pensadora y socióloga española doña
que de parecido régimen, recibe una educación su­
perficial, más aparatosa que sólida y de todo punto María Doménech de Cañellas, que también tomó
139

parte en aquel memorable ciclo de conferencias moral. Invariablemente oiréis decir al aya o la niñera,
sobre educación femenina, expuso en la suya al­ Í tal vez a la madre dirigiéndose a la niña: "Ño
gunos conceptos perfectamente adecuados a la ín­ agas ésto o aquéllo, que las niñas no deben hacerlo.”
¿Sabe acaso aquella criatura lo que es ser nina ni
dole de este capítulo. D ijo así: lo que es ser niño, para que tan prematuramente
se lo adviertan? ¿Qué puede pensar de su hermanito
A mi juicio, la mujer señala el nivel moral y el aquel cerebro en formación ya que ella no puede
grado intelectual de un pueblo, porque ella modela hacer lo que él?
el alma, estimula las aspiraciones y alienta los sen­ Llega la niña a la edad de comenzar los estudios
timientos de sus hijos... La humanidad es un todo de primera enseñanza y oye siempre la insultante
armónico compuesto de dos seres que compenetrán­ amonestación: “ _No es necesario que eso lo estudien
dose se completan. Son tan dependientes uno de las niñas." ¿Qué concepto formará de las cosas que
otro, que sin esta compenetración ninguno de ellos r.o deben estudiar las niñas aquella inteligencia que
existiría. De ello resulta que siendo dos son uno y va despertando de su sueño infantil? ¿ Y qué con­
siendo tan diferentes son iguales, o por mejor decir, cepto de aquellos otros seres que deben saber lo que
complementarios. Uno sólo no es suficiente a sí mismo a ella le impiden estudiar? ¿ Y qué concepto, en fin,
ni puede menospreciar la cooperación del otro para de sí misma?
existir... La mujer es acreedora a los mismas dere­ Llega a la pubertad. La razón despierta en el
chos y prerrogativas que el hombre, pues si bien en
el misterio de_ la procreación le fué designada por cerebro de la niña, que estimulada por el sentimien­
to del bien y del mal desea indagar el por qué de
Dios la función pasiva, en cambio, en la obra de las cosas. Y entonces es cuando con mayor obstina­
formación subsiguiente, ella sola es quien actúa y ción se le cierra toda puerta por donde pueda ver
con su propia sangre alimenta al hombre... Ver­ algo de la santa luz de la verdad. Y , como en la
gonzoso es confesar el verdadero motivo por el cual infancia, 'le dicen: “ Eso no han de saberlo las mu­
se descuida, o mejor dicho, se pervierte la educación chachas; eso es cosa de muchachos y de hombres.”
de la voluntad en la mujer; porque no es por ne­ ¿Qué mar de dudas 110 inundará el entendimiento de
gligencia ni por desconocimiento, sino por cálculo aquella criatura ante tan sofísticas sinrazones?
£ con aviesa intención... Tanto o más que los horn­ Aquellos dos seres tan diferentemente educados
ees son numerosas las mujeres que han hecho ver­ ¿pueden apreciar la vida de igual manera? ¿puede
daderos prodigios, desplegando sus energías físicas haber cabal compenetración entre los que han de
y mentales al estímulo de un ideal o determinado juntarse el día de mañana y formar una familia?...
sentimiento. Esto es prueba evidente de que la mujer Hasta la pubertad, los niños son todos iguales, cuan­
guarda en sí un caudal inmenso de voluntad, adorme­ do no se les incita a la -precocidad sexual con insi­
cida por desviaciones de educación, que paralizaban nuaciones y reticencias importunas ni con nocivos
sus más preciadas facultades... Juegan un niño y estimulantes. Al llegar a este periodo critico, con­
una niña en la edad en que el sexo no exige dife­ viene dejar al libre albedrío individual la elección
rencia alguna en la educación física, intelectual y de su camino en la vida, sin cerrar el paso a ninguna
140 141
vocación y sin dejar en tinieblas a los seres que el tanto más rica y fuerte cuantos más miembros útiles
orgullo masculino considera indignos de buena edu­ posee,- cuantos más brazos, más inteligencias tiene
cación, por creer que en la ignorancia cumplirán para producir; luego la mujer, que tiene brazos, que
mejor su cometido bajo su dominio. tiene un poder mental, tiene el deber de ponerlos
al servicio de la sociedad de que forma parte para
Igualmente merecen transcribirse los conceptos contribuir a su perfeccionamiento... El segundo
deber de la mujer es el de su propia educación, en
que sobre la educación de la mujer y el problema el más elevado sentido de la palabra, en el sentido
feminista expuso en su conferencia la ilustrada del desarrollo de sus facultades y del perfecciona­
profesora española doña Rosa Sensat, quien dijo miento de todo su ser. Educarse es proseguir y con­
solidar la obra de Dios. Y este deber, que es indivi­
a este propósito: dual, que es muy personal, lo es también social, por­
que a individualidades más educadas siempre co­
Mi tema es de soluciones, de afirmaciones; no es rresponderán sociedades más perfectas. Y así como
de critica de la educación actual que todos conside­ en la educación del hombre se reconoce que aparte
ramos equivocada y deficiente, completamente des­ de aquella preparación especial que le capacita para
orientada, desfocada, inadecuada por completo a las el desempeño de una función social determinada,
necesidades de nuestra época. 'Es de resoluciones y según su vocación, aptitud y condiciones naturales
determinaciones, pues ya es hora de que concretemos de su vida, ha de haber primordialmente aquella edu­
en esta cuestión y nos pongamos de acuerdo sobre cación integral para formar al hombre como a tal
la educación que conviene a la mujer de la sociedad hombre en la unidad y armonía de todas sus fuerzas,
actual. Pero si educación quiere decir formación, pre­ así también en la educación de la mujer, lo esencial
paración para una misión determinada, hemos de es formar su personalidad, la mujer como tal mujer,
poner antes en claro cuál es la verdadera función de con toda la plenitud, con toda la dignidad que la
la mujer moderna en el conjunto social. Y aquí en­ palabra encierra.
tramos de lleno en el problema feminista, que tantos
egoísmos pone de manifiesto, que tantas controver­
sias origina, que tantos recelos y suspicacias despier­ De completo acuerdo con las citas precedentes
ta, seguramente por lo indeterminado del concepto opino que la mujer debe recibir cuando niña tan
o por no estar bien planteado ni bien comprendido. completa educación como el hombre cuando niño,
Entiendo que el verdadero feminismo ha de em­ pero no para rivalizar con él sino para que recí­
pezar por los deberes y no por los derechos de la
mujer... El primer deber de la mujer, como el de procamente se complementen. Es necesario educir
todo individuo, es el del trabajo. En esto no admito y actualizar las facultades y el temperamento fe­
diferencias ni excepciones para nadie. Es condición
menino para obtener el estable equilibrio de la
[iropia de la naturaleza humana, el cumplimiento de
a ley biológica de la actividad... Una sociedad es nueva sociedad.
U fi

El ideal de solidaridad humarla significa que forzando aun a las más reaccionarías naciones a
cada individuo, sin distinción de sexo, debe recibir contar con ella y considerarla desde su peculiar
la educación indispensable para dar de sí cuant¿ punto de vista. Ni el anticuado régimen verbalista
pueda a la sociedad de que es parte integrante. ni el más o menos práctico de los colegios del
Desde luego que la mujer no está destinada a día satisfacen las exigencias de la nueva civiliza­
ocupar en la cuadricula social la misma casilla ción para la mujer del porvenir.
que el hombre. Su tipo es distinto, pero no opuesto Y a se dispone a educarse en el sentido de su
ni mucho menos antitético, sino complementario, propia personalidad, sin esfuerzo alguno para re­
como lo son en mecánica las envolventes recíprocas medar la obra del hombre y quedará con ello más
de la tuerca y el tornillo, el quicio y la quícionera, satisfecha y dichosa a consecuencia de la completa
el eje y el coginete. La cuestión no está en cual' manifestación de su feminidad. El cultivo del más
de los dos sexos es superior o más capaz. Cabe viril y práctico aspecto de su naturaleza, la con­
entre ellos comparación distintiva, pero no disyun­ fianza en sí misma, la independencia, el auxilio
tiva. Cada sexo tiene sus naturales dotes y cuali­ propio prometen actualizar nuevas energías y co­
dades, con las que el sexo opuesto no puede com­ piosos recursos que permanecieron latentes en la
petir, La mujer tiene muchas cualidades peculiares mujer de pasados tiempos.
de su sexo, predominantes en su naturaleza, y la En épocas pretéritas se suponía que todas las
mujer moderna debe ser educada de modo que cualidades vigorosas de empuje e iniciativa eran
desenvuelva las cualidades congenitamente desco­ exclusivas de los hombres. Hasta ahora ellos han
llantes en ella. sido los monopolizadores de los nuevos recursos y
Todavía no tiene la mujer más que incompletas posibilidades. Se les educó para todas las fun­
ocasiones de explayar su feminidad, porque duran­ ciones sociales de responsabilidad y por consi­
te siglos no sólo su educación y adiestramiento, guiente asumieron la dirección de los negocios,
sino todo cnanto en mayor o menor grado con dando por supuesto que la mujer era débil, incapaz
ella se relaciona tomó la dirección señalada por el de defenderse, de resguardarse y de seguir ade­
hombre, que lia sido hasta ahora la fuerza impe- lante sin quien la protegiera en su camino.
lente de la civilización. Pero la cada vez más po­ Pero la educación de la mujer, aunque todavía
derosa influencia de la mujer está rápidamente incompleta y deficiente respecto de lo que debiera
145
144
fución de la familia apoyada en brazos de la ma­
ser, está ya demostrando de notable manera cuári
dre creadora, como minúsculo estado y nación
falaz era semejante idea, y va realzando a siempre
microscópica, pero inconmovible, porque tiene por
más alto nivel un nuevo ideal de la sociedad hu­
inderrocable fundamento el amor, la solicitud y
mana, resultante de la armónica conciliación de
la abnegación de la mujer.
los dos sexos. Enseña la historia que siempre que
La feminidad ha de introducir algo de suprema
actuaron independientemente los sexos, repelién­
importancia en el gobierno de las naciones, una
dose en la vida social con hostilidad manifiesta,
nota que deplorablemente se ha menospreciado:
fueron desastrosos los resultados. Parece como si
la nota de armonía social como perfecto acorde
estuviéramos hechos por mitades. Ningún ser hu­
de solidaridad entre todos los individuos de la
mano constituye de por sí un conjunto completo.
especie humana que sin menoscabo del amor a
El cerebro masculino sólo posee la mitad de las
su patria nativa, consideren el planeta como el di­
cualidades necesarias para constituir un integral
latado hogar de la familia humana cobijada bajo
ser humano. El más delicado, sensible y simpático
los amorosos brazos del común Padre celestial.
cerebro de la mujer es indispensable para comple­
La experiencia de la mujer le ha allegado el
mentar el recio y constructivo cerebro del hombre.
conocimiento de ciertas fases y aspectos de la vida
El progreso de la raza humana está en propor­
que el hombre es incapaz de adquirir a pesar de sus
ción de la armonía entre los ideales masculino y
caudales de ciencia positiva. Sólo la mujer puede
femenino. Las naciones han sufrido amargas vici­
pulsar la nueva nota de que la sociedad tanto ne­
situdes por ignorar la necesidad de esta armonía
cesita. No está la cuestión en si el hombre nece­
sexual. La fortaleza de un pueblo depende de la
integración de las diferenciales del sexo. El hom­ sita sentir las vibraciones de esta nota ni si la
bre levantó imperios, alzó civilizaciones y toda mujer ha de pulsarla, sino que obligación moral
obra de sus manos se ha ido derrumbando en el de la mujer es concertarla en la sinfonía de ideas,
transcurso de la historia, porque en imperios y sentimientos, aspiraciones, esperanzas, propósitos,
civilizaciones faltaba la activa intervención social anhelos e ideales de la raza humana.
de la mujer. De la sucesiva decadencia sólo se ha Por este motivo el problema de la educación de
salvado, como piedra angular mantenida en pie la mujer es tan importante o todavía más que la
en medio del universal derrumbamiento, la ¡nsti- del hombre, y en ciertos aspectos de mayor trans­
ió .— U MUJER T EL MOCAR
146 147
cendencia y eficacia en et modelan» ¡ento délos idea­ En pasadas épocas no necesitaba ser experta en
les y normas de conducta de la sociedad. L a edu­ el manejo* de capitales, porque su educación era
cación de los hombres se manifiesta preferente­ enteramente pasiva y había de obedecer y no man­
mente en las profesiones que ejercen; pero la de dar, servir y no que la sirvieran, pues su hacienda,
las mujeres deja sentir mayormente su influencia lo mismo que su persona, estaba administrada y
en la sociedad en general. L a mujer debidamente regida por el hombre. No conocía el valor de sí
educada tiene de la ciudadanía más alto concepto misma e ignoraba infantilmente todo cuanto a tos
que el hombre. Ejemplo de ello nos dan las mu­ derechos de propiedad se refería. En rigor, no era
jeres que en las nuevas repúblicas surgidas de dueña de nada. En los contratos y estipulaciones
entre las ruinas de los tres imperios cesanstas, se le decía que firmase y subscribiese sin leer los
ejercen con profundo espíritu de ciudadanía los documentos, de cuya importancia estaba ayuna.
cargos edificios, y además de haber establecido Aun hoy día la mayoría de mujeres están eu
centenares de escuelas, cocinas económicas, baños deplorable ignorancia de las operaciones hacendís­
y lavaderos públicos, han aumentado la consigna­ ticas, y es muy vergonzoso que los parientes abu­
ción de los maestros, abastecen los mercados, aba­ sen de la mujer en cuestiones de testamentarías,
ratan las subsistencias, y en los Parlamentos han legados, herencias, hipotecas, donaciones y trans­
influido decisivamente en la promulgación de leyes misión de bienes. Muchas viudas y solteras, a quie­
tan justas y fecundamente revolucionarias como nes jamás se les enseñó el valor de un peso ni cómo
la igualdad de salario en igualdad de trabajo, sin provechosamente emplearlo, han sido víctimas, no
distinción de sexo, la protección a los hijos ilegíti­ sólo de astutos leguleyos y desleales tutores, sino
mos y la abolición de la prostitución reglamentada. de sus propios hermanos y parientes. No es raro
Una de las características de la educación de la encontrar mujeres, en otros aspectos muy bien edu­
mujer, hasta recientemente menospreciada, está cadas, que ni siquiera se toman la molestia de exi­
ahora cautivando la atención de las mismas mu­ gir recibo de las cantidades que pagan y desco­
jeres, convencidas ya de que para desempeñar de­ nocen la importancia de poner su firma en un do­
bidamente su fruición en la obra social necesitan cumento.
tener más práctico adiestramiento en las cuestio­ Ejemplos lastimosos hay de mujeres que otor­
nes económicas. garon plenos poderes a un pariente sin darse cuenta
149
de la transcendencia de su actor. Millares de víc­ de un negocio amenazado de quiebra. En pocos
timas de la ignorancia de los negocios se vieron países del mundo abundan como en Cataluña las
reducidas a la miseria por las arterias de los fulle­ razones sociales con nombres femeninos, y fre­
ros en quienes cándidamente depositaron su con­ cuentísimo es ver allí a la mujer desempeñando
fianza. Otras se encontraron, al perder súbitamente en persona funciones de gerente y llevando por
a sus maridos, con la carga de pesadas responsa­ su propia mano las cotidianas operaciones del ne­
bilidades hacendísticas que no fueron capaces de gocio. Y si esto ocurre a pesar de la deficientísima
asumir, quedando a merced de no siempre hon­ educación hasta ahora recibida, cabe esperar que
rados agentes de negocios, que se prevalieron de la mujer se coloque en el primer plano de la ido­
su ingenuidad. neidad comercial cuando no se la mantenga en
Es desconsoladora la ignorancia que la gran deplorable desconocimiento de las cuestiones fi­
mayoría de las mujeres estadiunenses padecen res­ nancieras. No serán entonces víctimas de la igno­
pecto de los más sencillos procedimientos de ma­ rancia, por una parte, y de la bellaquería, por otra.
nejar su hacienda. Centenares de jóvenes salen de Tendrán educación comercial, siquier rudimenta­
los colegios de nota creyendo haber completado ria, en términos suficientes para la administración
su educación y no saben extender un recibo ni for­ doméstica, y sabrán cómo manejar sus intereses
mular una factura ni redactar un contrato ni sa­ y ganarse la vida fuera del hogar, si necesario
ber lo que son cheques, letras de cambio, acciones, fuese.
obligaciones, resguardos, pólizas y demás instru­ L a nueva educación no dejará en olvido ningún
mentos de la documentación mercantil. aspecto de la naturaleza femenina. Predispondrá
En cambio, la mujer catalana aventaja en este a la mujer en todos sentidos para aprovechar las
punto a cualesquiera otra, según demuestra la ob­ favorables ocasiones y magnas posibilidades que
servación de las costumbres e idiosincrasia de ante ella se abren y dan formidable estimulo a sus
aquella laboriosa región española. Muchas casas anhelos. En el porvenir podrá la mujer aspirar,
de comercio de Cataluña están regentadas por como nunca, a cargos, empleos y profesiones de
mujeres, y a la energía, solicitud, perseverancia, responsabilidad y empeño, por lo que ha de estar
tenacidad y optimismo de la esposa del dueño se perfectamente equipada para las tareas que le
debió la prosperidad de la empresa o la salvación aguardan. A la educanda del porvenir no le serví-
rán los métodos y procedimientos pedagógicos de porque la resguardará de este peligro el científico
incompleta eficacia. Su educación en los aspectos conocimiento de la naturaleza de su sexo y sabrá
de responsabilidad social es de grandísima impor­ cómo guardarse y protegerse a sí misma. Enton­
tancia, porque hay continua demanda de mujeres ces tendrá más acabado cumplimiento el cantar
técnicamente profesionales en esta modalidad. Pero español que dice:
todavía de mayor importancia, que supera a todos
Madre, la mi madre,
los aspectos de la educación femenina, es su edu­ Guardas me ponéis;
cación para la maternidad. En beneficio de la pa­ Si yo no me guardo
tria y la sociedad es indispensable que las madres No me guardaréis.
estén mejor educadas para afrontar su gravísima Desaparecerá la fatal ignorancia de las cuestiones
responsabilidad moral. Todas las jóvenes deben vítales que tan gazmoñamente se mantuvo en las
estar versadas en economía doméstica, en el go­ jóvenes del pasado con el nombre de “ inocencia”-
bierno del hogar, aun cuando la vocación las lleve La experiencia ha demostrado que de los hom­
a seguir una carrera profesional. Muy fatal es la bres considerados en conjunto no cabe esperar el
costumbre de criar a las hijas como delicadas plan­ realce del nivel moral. Esta importantísima obra
tas de estufa, y después transplantarlas, por de­ de la civilización está reservada a la mujer. L a
cirlo así, de pronto a los climas árticos. Se las ha inteligente y bien educada madre del porvenir ele­
de educar para que actúen airosamente en el mun­ vará las normas del matrimonio combatiendo la
do en que han de vivir. Se las ha de fortalecer por anímálica quimera del amor libre. L a unión con­
medio de una sólida e integral educación con mi­ yugal del hombre y la mujer será menos materia­
ras a su discreta independencia y equipadas aní­ lizada y grosera, más espiritual e inteligente, más
micamente, de suerte que si a ello las obligan las conforme con los admirables conceptos que cam­
vicisitudes de la vida puedan bastarse a si mismas. pean, para enseñanza de todas las naciones, en las
L a joven del porvenir conocerá su naturaleza, epístolas del insigne apóstol de los gentiles.
su organismo y sus necesidades. La niña ingenua, L a novia irá al altar con perfecto conocimiento
o por decir mejor, bobalicona, va siendo ya un de la finalidad social del matrimonio, consciente
arcaísmo social. La joven futura no caerá tan fá­ de sus deberes y derechos de esposa, de sus fun­
cilmente en las fauces de los lobos masculinos, ciones de madre, y no como ciega víctima coronada
de azahar, cual fue casi siempre en el pasado. índole fisiológica de su sexo contribuiría a resol­
¡Cuán cara pagaron muchas madres su imprudente ver satisfactoriamente, en bien de la dignidad fe­
solicitud por conservar la que llamaban “ inocen­ menina, el problema déla trata de blancas. Muchas
cia” de sus hijas! El conocimiento del sexo es el jóvenes que de las poblaciones subalternas y de
mejor escudo de la joven casadera. L a ignorancia los pueblos rurales llegan a las ciudades populosas
en este punto es perniciosa. para ejercer un oficio o desempeñar un empleo, se
L a educación sexual de nuestras hijas se funda encuentran tan solas y hallan tan arduas dificulta­
en el principio de que conocer es poder y el poder des para resolver las cuestiones de su vida, que
es atributo de la voluntad. Fortalezcamos la vo­ suelen ser fácil presa de los viles y astutos sátiros
luntad y no será peligroso, antes al contrario, úti­ que se aprovechan de su ignorancia y desamparo.
lísimo el conocimiento. Nuestras escuelas y cole­ El sentimiento de libertad e independencia que
gios enseñan multitud de materias que poca o nin­ experimenta la mujer al emanciparse del hogar,
guna aplicación directa tienen en la vida y sólo sobre todo si hubo de sufrir una severa disciplina
sirven de disciplina escolar; y en cambio se con­ doméstica bajo la autoridad de sus padres, es muy
dena a un insensato noli me tángere el conoci­ peligroso para la joven que no ha recibido educa­
miento de la maternología, cuya ignorancia des­ ción práctica ni aprendió a domar su voluntad y
mocha brutalmente los infantiles brotes de la hu­ reprimir los instintos de su inferior naturaleza.
manidad. L a nueva educación, planeada de propósito para
Dice el profesor Towler, director del Colegio afrontar el cambio de condiciones, derivado de las
Reed de los Estados Unidos: vicisitudes de la vida, evocará en la naturaleza
femenina poderosas energías no actualizadas hasta
Muchas generaciones se han confabulado para tra­
mar la “ conspiración del silencio” en todo lo refe­ ahora. Descubrirá admirables recursos que la mu­
rente al sexo, y por falta de ocasión para tratar con jer nunca soñó poseer. En vez de ser, como en el
honesta reverencia estas cuestiones, casi todas las pasado, una figura ornamental de la sociedad, edu­
jóvenes las oyen tratar con desenvuelta grosería. Los
aspectos de la higiene sexual debieran ser tratados cirá sus facultades de invención, ingenio, habili­
como una fase de la higiene escolar. dad y gobierno, de suerte que sea una nueva y po­
tente fuerza en la civilización.
La adecuada educación de la mujer sobre la La mujer del porvenir recibirá una amplia e ín-
154
tcgral educación que la capacite para cumplir pie* V í. E L P O R V E N IR D E N U E S T R A S HIJAS.
ñámente los deberes de la vida, y su valía se aqui­
latará por su carácter y eficacia personal, por sus A B L A N D O del porvenir de su
actos, por el grado en que manifieste su individua­ prole, decía un eminente juris­
lidad. Ocupará en la sociedad el lugar que por na­ consulto :
tural derecho le corresponde y subirá de punto su
importancia como esposa, madre, luja y hermana, En cuanto a los dos varones,
la cosa no es grave, pero me quita
a consecuencia de su más completa educación y el sueño la idea de que al morir
su aptitud para la vida independiente, de modo que sólo pueda dejar a mis hijas una cuenta corriente
a sí misma pueda valerse por la plena confianza en en el Banco.
Dios y en sí misma. Sobre el mismo asunto añade un distinguido
educacionista:

Año tras año, la experiencia de la vida enseña a


las madres que la felicidad de sus hijas no consiste
en la fortuna material, sino que, por el contrario, es
muy arriesgado confiar en la dote y en las probabi­
lidades de un matrimonio ventajoso.

Nadie está absolutamente asegurado contra los


quebrantos de fortuna, a no ser que en sí mismo
posea lo que le capacite para dominar las circuns­
tancias. El millonario de hoy puede ser el mendigo
de mañana. Quien no sea capaz de procurarse un
modo de vivir con su inteligencia o con sus manos
quedará siempre a merced de las circunstancias, y
es verdadera crueldad por parte de los padres
criar a los hijos y más particularmente a las hijas
de modo que se vean desamparados cuando un
155
157
revés de fortuna les arrebate los bienes materiales
bordados, baile, modales distinguidos, trato de
en que pusieron su única confianza.
gentes, la manera de estar en visita, de vestir con
'Pensemos en la multitud de negociantes y titu­
elegancia y, en una palabra, de agradar por su
lares universitarios que por quebrantos de salud,
amena frivolidad, por su prestancia personal y la
deslealtad de socios u otras contrariedades no sos­
superficial apariencia que muchas veces disimula
pechadas pierden su negocio o fracasan en su
con barnices de urbanidad las carcomas del alma.
profesión. Pensemos, por consiguiente, en los mi­
Mientras a los varones se Ies enseña a ser útiles, a
llares de huérfanas y viudas reducidas a sus pro­
las hijas se las predispone imprudentemente a ser
pios recursos, que de repente se ven precisadas a
inútiles; y aunque en estos últimos años se le han
ganarse la vida personalmente y mantener a los
abierta a la mujer muchas nuevas profesiones,
pequeñuelos incapaces de ganársela, sin haber re­
todavía vemos millares de señoritas sin otro ci­
cibido la adecuada enseñanza para afrontar tan
miento para la vida que las cada vez más escasas
espantosa contingencia.
probabilidades de matrimonio.
Todos tenemos presente tragedias domésticas
E l duque de Kent, padre de la difunta reina
de esta índole, porque ocurren cada día y sus víc­
Victoria de Inglaterra, murió cuando su hija con­
timas son las mujeres ineducadas para salir en
taba tan sólo ocho meses de edad. La Cámara po­
bien de las vicisitudes de la vida.
pular del Parlamento británico nombró una comi­
Raro es hoy el joven que aun en las familias
sión para que fuera a dar el pésame a la viuda, a
opulentas no recibe una educación más o menos quien los comisionados encontraron con la niña en
acertada, pero siempre con ia mira puesta en el brazos. A l presentársela la duquesa como a su fu­
ejercicio de una carrera universitaria, de una pro­ tura soberana, Ies aseguró que estaba firmemente
fesión liberal o de un oficio artesánico que el día resuelta a dedicar todas sus energías a preparar
de mañana le proporcione honrados medios de a la niña para la altísima posición que estaba des­
vida; pero la inmensa mayoría de las familias edu­ tinada a ocupar.
can a las niñas como si su única finalidad en la El objeto de aquella madre era inspirar a su
vida social hubiese de ser la viviente ornamenta­ hija nobles anhelos, saturar su mente con la idea
ción de los salones o sabroso cebo del anzuelo ma­ de que debía vivir para el levantado propósito de
trimonial. Se k s ensena música, idiomas, pintura, responder cumplidamente a lo que de ella espera­
i5 ?

ba la nación inglesa. Cuando la niña Victoria llegó del hombre en proporción de su aptitud para
a la pubertad y fué objeto de públicas demostra­ ganarse la vida y confiar en sí misma. Compren­
ciones de cariño, su madre le dijo: “ El país no den los jóvenes deseosos de contraer matrimonio,
mira tu persona, sino la dignidad de tu oficio. De­ que la joven educada en la práctica de la vida será
bes obrar de modo que jamás se conviertan los más apta para el gobierno de un hogar con arreglo
vítores en maldiciones. ” a los fundamentales principios de la economía do­
Prudente madre es la que educa a su bija de méstica y también estará en más favorables con­
suerte que sea capaz de responder a cuanto de me­ diciones para cuidar de sí y de sus hijos en el caso
jor se espere de ella. Toda joven tiene derecho a de reveses de fortuna, que la joven sin la adecuada'
que se la eduque como educada fue la reina Vic* preparación para la vida. Por otra parte, los jó­
toria, esto es, con la mira puesta en un definido venes se percatan de que las muchachas expertas
propósito, aparte de su natural, pero no siempre en el prudente manejo de la hacienda doméstica
cumplido destino de esposa y madre. La reina son mucho más económicas, sin caer en la avari­
Victoria fué tan excelente soberana como esposa cia, que las no acostumbradas a llevar las cuentas
y madre. Precisamente le ayudó a ser esposa y de la casa cuyo desconocimiento del valor del di­
madre la amplitud y excelencia de su vocación, nero las mueve al despilfarro.
tanto como la completa preparación del aspecto fe­ Se acerca el día en que no habrá en la sociedad
menil de su naturaleza para esposa y madre la lugar apropiado para zánganos y muñecas. Toda
puso en condiciones de ser gloriosa reina. La pru­ joven considerará una desgracia no tener un con­
dencia, el acierto y el buen sentido de la reina creto propósito en su vida, pues nadie puede estar
Victoria en los negocios de la gobernación del im­ equilibrado sin la conciencia de su capacidad para
perio, desde la edad de diez y ocho años en que cuidar por lo menos de sí mismo. El único medio
comenzó a reinar, le captaron el respeto y la ad­ de formar un carácter firme y vigoroso es la con­
miración de sus ministros, todos ellos eminentes fianza propia que capacita para vivir con absoluta
estadistas encanecidos en el servicio de la patria. independencia. Esta es la única posición social en
En un plano más democrático, pero en igualdad que el adulto de uno u otro sexo puede merecer
de orientaciones desde el punto de vista humano, el respeto ajeno y la satisfacción de sí mismo.
vemos que la mujer se aquista la admiración Si a la mujer no se la enseña a valerse de sus
té t

propias fuerzas, si se convierte en parásita, ni la circunstancias y lastimosamente entorpecida por


fortuna ni el linaje la preservarán de ser un es­ su completa ignorancia de toda profesión u oficio
torbo de la sociedad. El convencimiento de su decoroso, ha de tener virtud en grado heroico para
ineptitud para ganarse la vida conmoverá los ci­ resistir victoriosamente a los medios fáciles de
mientos de su dignidad personal, colocándola en ganarse la vida a costa de su honra.
tremenda desventaja en el campo de las relaciones No han de juguetear las jóvenes con su porve­
sociales. Aun las jóvenes que tienen muchas pro­ nir ni poner grandes esperanzas en la fortuna pro­
babilidades de casarse, se hallan en inseguro por­ pia ni en las probabilidades de matrimonio, pues
venir sí no las predispusieron a ganarse la vida en hay en -los caminos de la vida mil baches y tropie­
alguna ocupación honrosa. zas que mudan en adversas las condiciones prós­
Recientemente vino a pedirme consejo una se­ peras y escapan a toda humana previsión.
ñora cuyo marido había muerto después de arrui­ El sentimiento de desamparo en caso de reveses
nado, dejándola con tres pequeñuelos en la más de fortuna o desgracias de familia, sin saber cómo
lastimosa miseria. La habían criado mimosamente, subvenir a las necesidades domésticas, es amarga
rodeada de lujos, con numerosa servidumbre, y fuente de ansiedad que da por funesto resultado
no había aprendido nada de utilidad para la vida. la depresión del carácter y el debilitamiento de
Con lágrimas en los ojos me dijo esta infortunada la voluntad, al paso que la preparación para todas
viuda que había perdido la salud desempeñando las contingencias y eventualidades de la vida in­
los más groseros servicios domésticos en casas funde un sentimiento de fortaleza, eficiencia y
ajenas para mantener a su prole. Como ella hay confianza que los bienes de fortuna jamás podrán
no pocas en todos los paises. infundir.
No menos deplorable es la suerte de la mujer Es muy lastimoso que todavía se les dé a las
soltera, sin oficio ni beneficio, que inesperadamente jóvenes una educación puramente ornamental en
se ve reducida a sus propios recursos. 'Arrojada el anticuado sentido de que el matrimonio lo es
sin aviso ni preparación en el vertiginoso torbelli­ todo y lo demás no importa. Todavía hay muchas
no de la concurrencia mercantil de labores feme­ jóvenes de excelentes cualidades que esperan el
ninas, después de perdida su juventud o ajados matrimonio como única solución del problema de
sus encantos o incapaz de adaptarse a las nuevas su vida, cuando durante la espera podrían ampliar
1 1 . — LA M tjR R V I I . tlOGAR
i6 i
163
su educación y mejorar maravillosamente sus cir­
cunstancias personales. mandos: "S i yO hubiera escuchado a mí mujer no
Lo primero que una joven ha de hacer sí quiere me vería en estos trotes. Mi mujer me previno
asegurar su porvenir, es un escrupuloso inventario contra este hombre a quien yo pensaba asociar a
de sus fundamentos de éxito como ser humano, mi negocio. Me dijo que me guardase de él, por­
con entera independencia del sexo. Si así lo hi­ que no le gustaba su aspecto. La intuición le decía
ciera, encontraría de seguro que posee cualidades que no era digno de confianza,”
a propósito para aventajar en gran manera al hom­ La mujer es también mucho mejor juez que el
bre en ciertas modalidades de actividad, y que hombre respecto de la idoneidad de los dependien­
no estriba su éxito en remedar servilmente los tes y empleados. Las esposas de los comerciantes
ejemplos masculinos, sino en obedecer a su propia e industriales acertarían con mayor tino que sus
intuición y seguir sus inclinaciones doquiera pue­ maridos en la selección del personal.
dan conducirla. Recuerdo que una joven quedó encargada de
Una de las más señaladas ventajas de la mujer la gerencia de una casa comercial por enfermedad
moderna sobre el hombre es la facilidad que tiene del dueño, y en pocos meses realzó el nivel de la
en percibir y su vivísima intuición. El hombre dependencia hasta el punto de que, al recobrar el
confía en su raciocinio, pero la mujer ve a través dueño la salud, confirmó a la joven en la gerencia
de la lógica del hombre e infiere intuitivamente de la casa. Nunca se había figurado cuántas nuli­
certeras conclusiones. L a mujer es más diestra en dades había entre sus empleados ni se percataba
el trato de gentes y en el conocimiento del carácter, de la desmoralización del establecimiento por te­
ner a recomendados y favoritos desempeñando car­
temperamento e intenciones de las personas con
gos para los que eran incapaces.
quienes se relaciona. E l hombre, a pesar de su ta­ También la mujer posee mucha más fina diplo­
lento, flaquea lastimosamente en este particular. macia que el hombre, y hay razones para creer que
E l razonamiento de la mujer, aunque no tan lógi­ en el porvenir podrá desempeñar con éxito feliz
co, es más profundo y sagaz que el del hombre. cargos diplomáticos, sobre todo si se tiene en
cuenta que de disimulada y encubierta manera los
Muy sabio es el adagio español que dice: "el
está desempeñando desde hace mucho tiempo, me­
consejo de la mujer es poco y quien no lo toma diante las ideas y normas de conducta que a sus
es loco” . Asi se oye decir con frecuencia a los
i 64

maridos sugieren las mujeres de los diplomáticos. Lo esencial es indagar las naturales aptitudes de
Una de las características en que se fundan cada quién y después prepararse a su concreta
quienes afirman la inferioridad mental de la mu­ aplicación para desempeñar el empico, oficio o pro­
jer es que no abrazan su profesión u oficio con el fesión cuanto mejor quepa.
mismo propósito de veneer que el hombre. La ra­ Todo propende hoy a especializarse en orienta­
zón de esto estriba en que las mujeres se figuran ciones de científica eficacia. En el porvenir estarán
que su final destino es el matrimonio, y por con­ todas las puertas cerradas y todos los caminos
siguiente consideran su trabajo de solteras como obstruidos para el inepto. No encontrarán adecua­
una especie de ocupación transitoria con que sub­ do empleo las jóvenes creídas de que no hay espe­
venir a sus necesidades puramente personales, en cial razón para subir de punto y nivel en su labor
espera de la que consideran su verdadera vocación. ni les interese colocarse en primer lugar entre sus
Así suele decirse que la mayoría de jóvenes dedi­ compañeras de trabajo. Se verán desairadas en sus
cadas a la carrera del magisterio nó la abrazan demandas de empleo las que no se hayan prepa­
por amor a la enseñanza, sino como un expediente rado completamente para desempeñarlo en todos
de vida entretanto topan con acomodo matrimo­ sus pormenores y circunstancias, pues los dueños,
nial. Especialmente las que han recibido educación directores y gerentes prefieren ya pagar más cuan­
literaria, prefieren los empleos de mecanógrafa, tioso sueldo a cambio de un trabajo perfecto, que
cajera y dopendienta de mostrador, a los oficios de tener a sus órdenes nulidades o medianías mezqui­
costurera, sastra, cocinera y otros que no requie­ namente retribuidas.
ren estudios-escolares. La rápida especíalización de todas las ramas de
Una de las varias lecciones que han de aprender la actividad humana promete ofrecer a la mujer
las jóvenes de la nueva generación es que no hay del porvenir admirables ocasiones de honrosa
oficio indecoroso con tal de que su desempeño emancipación; pero debe irse poniendo desde niña
satisfaga una necesidad de la vida social, pues las en condiciones de aprovecharlas y de elegir su pro­
tareas en apariencia más serviles pueden dignifi­ fesión con tan resuelto propósito de consagrarse
carse hasta el punto de merecer el respeto ajeno, a ella como se consagra el hombre. Toda joven
si se llevan a cabo con recta actitud mental. Todo debería especializarse en alguna profesión, oficio
depende del espíritu con que se efectúe la labor. o empleo social, con el convencimiento de que ha
i6 ó

Cuando, a consecuencia de la guerra, entró la


de ser artista y no artesana, porque aun los más
mujer por primera vez en el campo de Ja indus­
prosaicos oficios pueden embellecerse por el arte.
tria y substituyó al hombre en el manejo de las
De otro modo será menos útil a la sociedad y en
máquinas herramientas, en los talleres y fundicio­
consecuencia menos independiente y menos dfi-
nes metalúrgicas, quiso hacer las cosas de la mis­
chosa.
ma manera que hasta entonces las hicieran los
Cuando la sociedad se ajuste en su organización
a las legítimas reivindicaciones del feminismo sen­ hombres, de la propia suerte que las estudiantas
sato, toda joven educanda será capaz de dirigirse universitarias se esfuerzan en rivalizar con sus
en derechura a la realización de su ideal, concen­ compañeros a fin de desvanecer el prejuicio de
trando todas sus energías en el determinado pro­ la inferioridad mental de la mujer. A costa de tre­
pósito de alcanzar el pináculo de sus aspiraciones. mendos esfuerzos lograron unas y otras igualar en
Cuando un joven elige una profesión, se entrega intensidad, eficacia y rendimiento el trabajo de
a ella de por vida sin reservas mentales. Si se de­ los hombres; pero mucho más fea...da y no tan
dica a los negocios, en ellos persevera con espe­ fatigosa y más artística hubiese sido su labor si
ranza de prosperar. Si abraza la jurisprudencia en vez de masculinarizarse hubiesen seguido el
es con el propósito de ser jurisconsulto toda su camino trazado por su peculiar naturaleza feme­
vida. Sea cual sea su elección, se propone persistir nina.
en ella, pues de ningún otro modo fuera capaz de Muchas mujeres están todavía bajo la preocu­
rendir al éxito. pación de que lo esencial en ellas ha de ser
Conviene tener muy en cuenta que el verdadero remedar a los hombres. Con ellos estudian en las
feminismo no consiste en igualar a la mujer con universidades sometidas a los mismos planes de
el hombre, sino en realzar el nivel físico, intelec­ enseñanza y les parece que su emancipación estriba
tual y moral de la mujer, de suerte que sin adul­ en duplicar las tareas masculinas, hasta el extremo
terar su feminidad ni mucho menos hombruñarla, de caer en la aberración de imitar al hombre en
sea mucho más mujer de lo que hoy es, y sin sus modales, vestido, costumbres y aun en algu­
embargo esté en condiciones de ejercer gran nú­ nos de sus vicios.
mero de cargos, empleos y oficios que la rutina Es muy triste y al mismo tiempo muy perju­
tradicional diputó por exclusivos de los hombres. dicial para la causa feminista la orientación se­
169
1(58

daño provocará, por heroico remedio, una reac­


guida por las solteronas inglesas, muy numerosas
entre el profesorado femenino, que están infun­ ción que nos retrolleve al apogeo de la esclavitud
diendo en el ánimo de sus discípulas el siniestro femenina. Para evitar este salto atrás en la mar­
cha de la humanidad es indispensable que las ma­
espíritu de a ventu rería e independencia con horror
dres de familia se constituyan desde la cuna en
al matrimonio y propensiones masculinizadoras,
que si cuadran perfectamente a mujeres de extra­ precepto ras de sus hijas, no precisamente para
ordinario carácter, como Luisa Michel y Elena instruirlas en letras y ciencias profanas, sino para
con la vista fija en su porvenir, educar sus senti­
Habn, cada cual en su modalidad de acción, resul­
mientos, fortalecer su voluntad y construir su ca­
tan un disolvente social y una fuerza retardataria
cuando se adoptan por anormal normalidad apli­ rácter, de suerte que cuando mujeres sepan vivir
en el mundo, pero no según el mundo, es decir,
cable unitónicamente a todas las mujeres.
¡Lucido fuera el porvenir de nuestras hijas si que no sea una mujer mundanal sin otros ideales
que la satisfacción de sus apetitos ni otros temas
prevaleciese esa funesta orientación l Lo lastimoso
de actividad que el palco, el auto, las tiendas, las
es que a consecuencia de la debilitación del espí­
joyas, el tenis, los bailes, los convites, las fiestas
ritu religioso, a la par que medra la hipócrita gaz­
moñería tartufiana, van cundiendo entre las jóvenes de salón y jardín, los amoríos escabrosos y la
caretera desenvoltura de modales, actitudes y
del día y sobre todo entre las de la clase social que
fatuamente se adjudica el enfático título de gente acciones en tenuísima linde con la deshonestidad.
bien, las viciosas modas de fumar, sentarse pierna Dicen las seudofeministas solteronas, que no
sobre pierna, menudear las libaciones alcohólicas, quieren ser esclavas del hombre; pero sin advertir
soltar alguno que otro eufemismo blasfemo y elu­ la inconsecuencia, se esclavizan a los vicios y
dir en cuanto su mal empleada fortuna se lo con­ flaquezas de la falsa hombría, y con rapidez de
siente, los austeros deberes de la vida, excitando epidemia están difundiendo por doquiera su per­
con su conducta la iracunda, rencorosa y rebelde vertida afición.
protesta del proletariado. Es, por lo tanto, apremiante la necesidad de
Si no detenemos a tiempo esta inundación de subordinar la educación moral de nuestras hijas
malas costumbres que, como desbordada cloaca, a procedimientos de mayor eficacia que los vigen­
amenaza apestar a la sociedad, la exorbitancia del tes para asegurar su porvenir y proveerlas de bien
170 171

templadas amias espirituales con que vencer en rutinaria práctica de actos devotos que son efecto
las batallas de'la vida. No basta ni con mucho la y no anua del sentimiento religioso, así como esté
sentimiento es también efecto y no causa de la con­
recitación del texto de los catecismos, ni la lectura ciencia moral. (1)
de la Biblia, ni la cotidiana frecuentividad de las
prácticas del culto extemo, en que, como sobre De conformidad con estos conceptos, el mejor
movediza arena, se fundamenta hoy día en casi medio de librar a nuestras hijas de las aberracio­
todos los hogares, escuelas y colegios la educación nes feministas es fortalecer desde la infancia los
moral. Dice a este propósito un autor; sentimientos nobles y las cualidades diestras, ex­
tirpando al propio tiempo los sentimientos ruines
No se aprende la virtud en los libros ni se enseña
y las cualidades siniestras con el mismo celo con
con máximas colgadas de las paredes; se inculca con
el ejemplo, lección más elocuente y provechosa que que extirpa el labrador las malas hierbas. Pero
las disertaciones de los moralistas y las sentencias conviene dar alguna explicación sobre este punto,
de los filósofos. Porque no basta que el entendi­ advirtiendo que la energía o fuerza viva de los
miento conozca lo bueno si no se ejercita la volun­
tad en la querencia del bien conocido. Sólo mella el buenos sentimientos y cualidades es esencialmente
alma del niño, y más vivamente la de la niña, aquello la misma que la de sus contrarios los sentimientos
de que es testigo, lo que ve y observa en la vida real, viles y las cualidades bellacas. La fuerza psíquica
lo que experimenta en su contacto con el mundo. No de ambos elementos del carácter no difiere en í«-
puede emocionarle el convencionalismo de una vida
escolar lánguida y rutinaria, que le aburre con la tensillad ni en magnitud, sino en dirección y sen­
fatigosa repetición de las mismas palabras, de los tido. El amor puede ser tan intenso como el odio.
mismos rezos, de los mismos temas. La moral fría y La energía psíquica de ambos sentimientos será
dulzona de que están empapadas las páginas de los entonces una fuerza de la misma magnitud en
textos no conmueve las fibras de su corazón intacto,
que, como cuerdas de arpas eólicas, esperan el suave ambos, pero en el amor ascenderá a las espirituales
hálito que difunda sus delicadas vibraciones. esferas de la vida y en el odio descenderá a los
El tradicional error de las escuelas es resumir y tenebrosos abismos de la muerte. Por lo tanto, al
limitar toda educación moral en la enseñanza reli­ decir que la educación moral ha de extirpar los
giosa, creyendo que no puede haber moral sin reli­
gión, cuando es evidente que no puede haber religión malos sentimientos y las inclinaciones viciosas, se
sin moral, porque jamás lograremos que el ser hu­
mano conozca y cumpla sus deberes por la sola y (i) F. Climcnt T crr e r: La Educación de loe niños.
172 m

ha de entender que el educador ha de invertir de Cottio remedo, sino como complemento de la obra
izquierda a derecha, de abajo a arriba la energía masculina.
psíquica del sentimiento ruin o de la cualidad vi­ En el campo de las reformas sociales lograría la
ciosa hasta convertirla en la virtud contraria. mujer seguramente mayores éxitos que el hombre,
Esto no se logra aprisionando la voluntad de por su delicado instinto e intuitivo conocimiento
la educanda en el rígido armazón de la disciplina de las necesidades humanas. Por su influencia,
escolar que fomenta la hipocresía, el disimulo, la siguiendo el levantado ejemplo que dió la insigne
mentira y la insinceridad, sino colocándola en un socióloga española Concepción Arenal, cuyo nom­
medio ambiente donde el buen ejemplo, la regu­ bre vale por cien propagandas feministas, caerán
laridad de vida y el acertado régimen didáctico en el olvido, para ludibrio de nuestra época, los
vayan formando hábitos de virtud que el día de bárbaros regímenes carcelarios establecidos por el
mañana sirvan de invulnerable broquel contra los empedernido corazón de los legisladores.
incentivos del mundo. Para ello es necesario diri­ Aunque ya se hacen aquí y allá algunos esfuer­
gir y no esclavizar la voluntad de la educanda. zos para mejorar los sistemas penitenciarios, la
Que obedezca por convencimiento de la justicia y mujer del porvenir extirpará la inhumanidad del
bondad del mandato y no por temor a la coercitiva hombre para con el hombre, de suerte que al cri­
penalidad. En el vigente regimen de colegio, la minal se le trate correccionalmentev como a un en­
voluntad de las educandas queda sofocada bajo fermo del alma, de suerte que por la corrección de
un escorial de halagos, amenazas, sugestiones, su carácter y no por la pena aflictiva pueda resti­
premios, castigos, lisonjas, vituperios, temores, es­ tuirse completamente regenerado al seno de la so­
peranzas, rutinas, supersticiones y convencionalis­ ciedad, pues no hay crimen tan abominable ni delito
mos, hasta que por fin errumpe con volcánica vio­ tnn monstruoso que alcance a borrar de la natu­
lencia en la abrasadora lava de la pasión sin freno. raleza humana la imagen de su Hacedor.
De aquí las aberraciones y extravíos del feminismo No tiene límites la obra que en punto a servicio
masculinizante que arriesga impedir o por lo social espera a las jóvenes debidamente educadas.
menos estorbar la emancipación legítima de la Seguramente que se inicia en nuestros tiempos una
mujer, cuya obra social ha de ser esencialmente nueva profesión femenina que, sin menoscabo de
femenina, no como hembra, sino como varona, no las órdenes religiosas a ella consagradas desde
hace muchos años, dé carácter seglar y no por tónicos, la mujer solventaría, por poca instrucción
ello menos religioso en el fondo, al abnegado ser­ que en este ramo se le diese, las dificultades con
vicio que la mujer del siglo puede prestar en asilos, que por su escasa experiencia del gobierno do­
orfanatos, hospicios, hospitales, reformatorios, méstico tropiezan los arquitectos profesionales en
casas de lactancia y demás instituciones benéficas. la distribución de los aposentos. No hay más que
Prueba de la evolución que ya se advierte en la observar las casas viejas y muchas de las nuevas,
conciencia femenina sobre este punto es el consi­ para advertir la torpeza de su distribución, a pesar
derable número de jóvenes matriculadas en la Es­ de los primores arquitectónicos de la fachada y
cuela de Enfermeras, establecida por la Manco­ la soljdez de la fábrica. En este particular es no­
munidad de Cataluña, en España, donde la mujer table la iniciativa tomada por dos jóvenes neoyor­
recibe enseñanzas a propósito para ser valiosa quinas, Anita Pendleton y Marciala Mead, que han
auxiliar del médico y del cirujano. A todo cuanto establecido, con éxito feliz, una oficina para trazar
cupiera suponer excede el bien que la solicitud proyectos de distribución interior de las casas de
femenina, con su natural amabilidad, delicadeza y nueva planta o reforma de las antiguas.
simpatía, puede allegar a los niños, ancianos y en­ El desenvolvimiento del ideal femenino no sólo
fermos asilados en los establecimientos benéficos, amplía y acrecienta de continuo las ocasiones de
no sólo con el definido carácter de asistentas y adelanto, sino que da por doquiera mayor hechizo
enfermeras, sino por el medio de frecuentes visitas y atractivo a la vida en el hogar, en la oficina,
a los reclusos de toda índole, y aun de cartas im­ en la fábrica, en el taller, en el banco, en el almacén,
pregnadas de alentadores estímulos y consoladoras en la escuela y en todas las instituciones sociales.
esperanzas. L a mujer no sólo realza la vida en los aspectos
Muy ancho campo se le abre también a la mujer materiales y espirituales sino también en el artís­
en la modalidad industrial de la fabricación de tico. Los anaqueles y escaparates de tiendas y al­
objetos para el embellecimiento artístico del hogar, macenes arreglados por manos femeninas parecen
pues la mujer es incomparablemente más capaz que galerías artísticas en comparación de la chabaca­
el hombre para conocer las exigencias domésticas na mezcolanza <le otro tiempo. Según vaya edu­
y cómo distribuir con mayor acierto*el interior ciendo la mujer su individualidad y las cualidades
de las casas. Sin grandes conocimientos arquitec­ adormecidas por falta de educación y de ocasiones
176
m
para fortalecerlas y ejercitarlas, será más capaz de V a no tendrá la criada carácter de apéndice
enmendar los numerosos yerros del hombre en la
postizo de la familia, a todo estar en la casa, sino
acción social. que como ya empieza a ocurrir, sólo ocupará deter­
Muy necesitada está hoy la sociedad de mujeres
minadas horas del día en las mecánicas domés­
sobresalientemente expertas en todas las modali­
ticas.
dades de vida que abarca el ideal femenino. Lo L a mujer de la nueva generación tendrá en la
que mayormente necesitamos es originalidad, no sociedad una labor de efectos muchos más amplios
sólo en aportar cosas nuevas sino en renovar las y transcendentales que cualquiera otra ya cumpli­
viejas. Sobre el particular nada tan rutinario, ve­ da. Así como los jardineros obtienen hoy de una
tusto y relajado como el servicio doméstico, que hectárea de terreno mayor provecho que sus ante­
hoy día se resiente de las terribles consecuencias pasados de cien, por haber adoptado los científicos
de la guerra mundial. Las criadas, influidas por procedimientos de floricultura, así también, si en
la corriente de subversión que penetra por todos el terreno social aplicamos los científicos procedi­
los poros de la masa social, exigen exorbitantes mientos de la sociología al gobierno del hogar,
salarios sin que la eficacia de sus servicio equivalga de la escuela y del país, la mujer futura hallará
a la altanería de sus pretensiones. No podía ocurrir un dilatadísimo campo para el ejercicio de sus
de otro modo, por la movediza base en que durante educadas facultades de cuerpo, mente y espíritu.
largos años se apoyaba el servicio doméstico. Hoy Y a echamos de ver que la eficacia individual
es un problema de orden familiar que sólo puede tiene por fundamento las condiciones psicológicas,
resolverlo la habilidad de las amas de casa, debi­ y la mente femenina es muy a propósito para abar­
damente aleccionadas en economía doméstica, de car este punto de vista. La psicología moderna y
suerte que el gobierno del hogar se eleve a la los estudios sociológicos están descubriendo nuevos
categoría de profesión; y entonces, con el auxilio de campos de actividad femenina. A la mujer incumbe
los artificios mecánicos que cada día se van per­ el prepararse de la más acabada manera para la
feccionando para llevar con ellos a cabo las más tarea que la aguarda. Las puertas de la educación y
molestas tareas domésticas, se operará una profun­ de la oportunidad se abren ante sus pasos. Puede
da y bienhechora revolución en el gobierno de la predisponerse para el desempeño de cualquiera em­
casa. pleo o profesión que escoja. Si acertadamente
1 7 . — LA k v j u I B L HOGAflt
178 m

escoje, no sólo será un más útil y dichoso miembro Ni aun la madre es capaz de leer a primera
de la sociedad, sino que la misma sociedad resul­ vísta el secreto mensaje que el Creador imprimió
tará inestimablemente beneficiada. con los invisibles caracteres de la idiosincrasia
E l mundo pierde hoy enormes riquezas a conse­ moral en aquel pedazo de barro viviente, que con
cuencia de la incompleta, mezquina y desmayada tan amorosa solicitud coloca en la cuna. Pero si
labor de cuantos no ocupan en la sociedad el puesto quiere, puede ayudar a su hijo a descifrar por sí
que por su temperamento psíquico y mental les mismo el enigma de su destino.
corresponde, y así trabajan sin celo ni entusiasmo. Sin embargo, lastimosa verdad es que las ma­
De aquí la inquietud y el disgusto dominantes en dres que sin vacilar darían la vida por sus hijos,
quienes, por error de vocación o tiranía de las cir­ que por ellos sufrieron, que desde la más tierna
cunstancias, se ven forzados a hacer lo que re­ infancia los cuidaron y se figuran que hacen cuan­
pugna a la estructura psíquica de su ser. to les cabe para dar utilidad a su vida, son a veces
Todo nacido trae en sus labios, que sólo des­ sus peores enemigos al señalar inconscientemente
pliega el llanto, un mensaje para el mundo; trae un mal punto de aplicación a su actividad. Entre
como capital remanente las cualidades a propósito los servicios que una madre puede prestar a sus
para prestar a la sociedad determinado servicio. hijos no hay otro mayor que el de ayudarle a co­
Si lo trajera escrito en la frente o tatuado en la nocerse a sí mismo y descubrir el mensaje que se
espalda, la obra de la educación sería sencillísima le confió para la humanidad.
y la más zafia aldeana podría llevarla a cabo. Pero
lo trae escondido en las intimidades de su ser,
como tesoro que avaros encubren los senos de la
tierra, y es indispensable que el educador sea
zahori de almas para descubrir el congénito desti­
no del educando, pues si no analiza, indaga e in­
vestiga su índole psíquica y por error o negligencia
lo aparta del camino a que la naturaleza lo llamó
con la voz de Dios, su vida será un fracaso y la
sociedad sufrirá una lastimosa pérdida.
VII. VIGORIZACION DE LA RAZA,

N TEN D EM O S en nuestro caso


por raza el conjunto de la hu­
manidad. No le damos la acep­
ción étnica que divide a los
hombres por el pigmento de su
piel y otras características fisio­
lógicas y anatómicas que huelga considerar.
La vigorización de la raza depende en primer
término de la obediencia a los principios de la
eugenesia, que tan escrupulosamente aplica el
hombre a la crianza de los animales útiles y des­
cuida o menosprecia cuando se trata de su propia
especie. Toma muchas precauciones y reglamenta
minuciosamente la cría caballar, y en cambio deja
al acaso sin prevención alguna la cría humana.
Tal vez considera indigno de su alteza zoológica
la equiparación en este punto con los irracionales;
pero valga advertir que a pesar de su razón, de
su libre albedrío y de su alma responsable, que
espiritualmente le coloca en un plano no muy in­
ferior a los ángeles, tiene el hombre muchos pun­
tos de contacto con los brutos, y entre ellos quizá
el de más relieve es el de la procreación que per­
petúa la especie, no obstante la incesante renova­
ción individual. Así se echa de ver la importancia
de la eugenesia en la vigorización de la raza y
181
lS 2

cuán necesario es que la mujer preste atención a los Estados Unidos, donde en el libro, en el teatro,
este asunto si quiere ponerse en condiciones de en el pulpito,*en la cátedra y en la tribuna es tema
ocupar su verdadero sitio en el mundo social. 1 de animadísimas discusiones y controversias. 'Al­
Un conspicuo clérigo de Pittsburgo me escribió gunos Estados de la Unión norteamericana, entre
tiempo atrás una carta exhortándome a que re­ ellos el de Pennsylvania, han promulgado leyes
presentara a la juventud de nuestros días la nece­ eugenésicas, de suerte que para contraer matrimo­
sidad de prepararse mejor para el matrimonio, y nio es indispensable que los novios presenten el
a este propósito me decía: certiñcado de cabal salud a que aludía en su carta
el clérigo de Pittsburgo.
A mi modo de ver, debería insistir usted en el En otros Estados, la iniciativa particular se ha
tópico de que no se consintiera ninguna proclama anticipado a la ley en este punto, y así tenemos
de matrimonio sin presentar un certificado de cabal
salud. Si la juventud norteamericana estuviera pre­ en Nueva Y ork la agencia matrimonial dirigida
parada para obtener sin reservas el testimonio sani­ por el doctor Davenport; pero mientras en las de
tario, la ceremonia nupcial sería un motivo de sa­ parecida índole establecidas en otros países sólo se
tisfacción para los ministros del sacramento, que son atiende a la hermosura del rostro y al volumen
los contrayentes, y para el testigo que la unión con­
yugal en nombre de Dios bendice. También podría del bolsillo, posponiendo siempre la belleza a la
usted proceder a una investigación para averiguar si dote, en la agencia Davenport se proporcionan
es verdad que el noventa por ciento de nuestros jó­ confidencialmente cuantos datos convienen a la
venes se han enemistado con la pureza. Si asi fuera
¡qué calamidad para la raza! seguridad de la elección bajo los aspectos físico y
moral, relegando a segundo término la belleza y a
Hace algunos años apenas había quien se inte­ último la fortuna.
resara en el tema de la eugenesia y pocos com­ 'Las gentes reflexivas advierten ya que la vígoti-
prendían el significado de esta palabra sin ayuda zación de la raza es uno de los más importantes
de diccionario, ni eran muchos los que daban im­ problemas sociológicos a cuya resolución debe
portancia a la debida preparación para el matri­ coadyuvar todo adulto, sea cual sea su estado
monio desde el punto de vista de la aptitud mental social. :
y fisíca de los jóvenes nubiles de uno y otro sexo. Una población subalterna invirtió cuantiosas
Hoy día'empiezan a preocuparse de este asunto sumas en filtrar las aguas que abastecían al vecin-
los pensadores de varios paises y especialmente de
184

daño, pero como a pesar de los filtros todavía peculiar esfera sin perder el solidario enlace con
quedaba el agua en malas condiciones de potabi­ el movimiento mundial. En semejantes condicio­
lidad, procedieron los técnicos a examinar el viaje nes de libertad protegida y no cercenada por la
del agua, descubriendo que muy cerca del manan­ autoridad, los individuos, sin distinción de sexo,
tial había una fábrica de productos químicos cuyas podrian explayar con absoluta espontaneidad las
aguas residuales iban a parar al cauce de conduc­ cualidades educidas por la educación, sin que ní
ción, contaminando la vena con toda cíase de in­ privilegios ni monopolios ni confabulaciones difi­
mundicias. Eliminada esta causa, el agua fluyó cultasen o impidiesen la libre concurrencia en las
pura y diáfana sin necesidad de filtrarla. actividades de orden notoriamente individual. Re­
Análogamente, las instituciones oficiales de hi­ novado de esta suerte el organismo social, no po­
giene social han consumido mucho tiempo y di­ drían hacer mella en él las bacterias del vicio, y a
nero en el intento de aminorar las consecuencias consecuencia de la armónica educación recibida
de la inmoralidad por medio del filtro de la regla­ durante la edad escolar, los individuos de ambos
mentación en unos casos y de la coacción en otros, sexos tendrían la conciencia cívica y moral en nivel
sin otro resultado que el espantoso incremento de lo bastante alto para cumplir con sus deberes so­
todas las modalidades del vicio, como en los bíbli­ ciales sin necesidad del imperio de la ley escrita.
cos tiempos de Sodoma, Nínive y Babilonia, en De otro modo, ¿cómo será posible vigorizar la
vez de eliminar la causa inicial de la corrupción. raza si nos entretenemos en remendarla con em­
También en la patologia social vale más pre­ plastos? ¿Cómo purificar la caudalosa corriente de
venir que curar. El sistema preventivo aventaja la vida social por nwdio de reactivos que no logran
enormemente al represivo en la gobernación de precipitar todas las impurezas y aunque precipiten
los pueblos, con tal que no sirva de escudo a la algunas, quedan en sedimento sin eliminarlas?
tiranía y la arbitrariedad. No hay que confundir Continuamente estamos medicando el organismo
la prevención con la opresión, pues los medios pre­ social con paliativos que no alcanzan a los vicios
ventivos de positiva eficacia se resumen todos en de la sangre, y nuestros esfuerzos dan resultados
el establecimiento de condiciones sociales' en que parecidos a los de quien se empeñara en vaciar el
el individuo, la familia, el municipio, la comarca, Atlántico con pozales.
la región y la nación se muevan libremente en su Todos los años, en los países que enfáticamente
iS 6 187

se llaman civilizados, contraen matrimonio milla­ de vigorizar la raza por medio de la aplicación
res de jóvenes decrépitos cuya prole amenaza ser práctica de los principios eugenésicos a los enlaces
más que una carga, una maldición para la socie­ matrimoniales.
dad. Pasivamente tolera el Estado que individuos Quienes hayan viajado mucho por el mundo ha­
de carcomido organismo viertan su inmundicia en brán advertido seguramente la enorme diferencia
la corriente de vida social, para después recluir de la vegetación según las comarcas y países. Así,
a su degenerada progenie en manicomios y pre­ por ejemplo, en California vemos árboles gigantes
sidios. de rojo leño con madera bastante cada uno de
Las investigaciones demográficas que se llevan ellos para construir una aldea, al paso que en otras
a cabo en los Estados Unidos han puesto en claro partes los árboles son enanos y desmedrados como
varios ejemplos de degeneración de la raza, entre ruin remedo de los soberbios colosos califomianos.
ellos el de un marinero llamado Jukes, mujeriego, Lo mismo ocurre con las cosechas. En algunas
alcohólico y jugador, cuyas cinco hijas se entre­ partes vemos trigos de cinco metros de alto car­
garon a la mala vida al cabo de pocos años de mal gados de voluminosas espigas, mientras que en
casadas y cuya descendencia en cinco generaciones otros suelos no llega a un metro <1 tallo de los ce­
llegó al número de mil doscientos individuos, de reales que penosamente medran en campos espo­
los cuales 450 eran sifilíticos, 300 mendigos de rádicos. Pero la diferencia entre la lozanía y el
oficio, 130 ladrones y 7 asesinos. desmedro no estriba tanto en la semilla como en
En cambio, en la descendencia del puro, hon­ el clima y el terreno. Los espléndidos trigales de
rado, sobrio y ecuánime Jonatás Edwards, tan Dakota existieron antes latentemente en el suelo
numerosa como la de Jukes, se contaron 300 titu­ dakotano. La cosecha es en rigor la suma algébrica
lares universitarios, 13 directores de colegio, 100 de las condiciones químicas, geológicas y agrarias
clérigos, 60 médicos, 75 oficiales del ejército o del suelo de que se nutre la semilla.
de la armada, 100 abogados, 60 publicistas, 80 em­ L e la propia suerte, las deficiencias físicas,
pleados públicos, 30 magistrados, 3 senadores y mentales y morales de padres enfermizos, achaco­
varios banqueros y comerciantes. sos, consumidos por una borrascosa adolescencia
E l vivísimo contraste entre los descendientes de y estragados por la deteriorante acción de pasio­
ambas familias demuestran la enorme posibilidad nes desenfrenadas, no pueden engendrar proles
188

sanas y robustas. Así como la cosecha es inherente


al sudo, así también los hijos han de recibir por fíe labio deí lector diciendo: ¿Qué culpa tienen los
hijos de los pecados de los padres? ¿Cómo un
naturaleza lo que los padres tengan para darles.
Dios de infinita bondad consiente que un alma, ima­
De progenitores desequilibrados y deficientes no gen suya, anime un cuerpo previamente condenado
pueden salir magníficos ejemplares de la especie a sufrir las consecuencias de iniquidades que no
humana. De tal palo tal astilla. Las características cometió? ¿Por qué a veces de padres buenos, sa­
físicas, mentales y morales de los padres reapare­ nos y robustos nacen hijos malvados, enfermizos
cen más o menos diversificadas en los hijos. y esmirriados? ¿Por qué, contrariamente, nacen
No de otro modo se esclarece e! significado de hijos de virtuosa excelencia de padres abyectos?
aquel pasaje del Exodo, correspondiente al segun­ Dudas son estas que en otra ocasión dilucidare­
do mandamiento del Decálogo, que dice: “ Porque mos con la amplitud que merece su importancia
yo soy el Señor tu Dios, fuerte, celoso, que visito psicológica (i). Entretanto, volvamos a nuestro
la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tema.
tercera y cuarta generación de aquellos que me Muchísimos creen que todas las obligaciones de
aborrecen; y que hago misericordia sobre millares la paternidad se contraen a mantener, vestir y edu­
con los que me aman y guardan mis preceptos," car a los hijos, sin percatarse de que por herencia
Este texto enuncia en el simbólico estilo orien­ les infundieron ciertas características morbosas o
tal la ley de herencia que los sabios deí día pre­ inclinaciones siniestras que la más acertada edu­
tenden haber descubierto. No es que Dios castigue cación podrá a lo sumo sepultar en las profundi­
rencorosamente en los hijos hasta la cuarta gene­ dades del alma, pero no será bastante poderosa
ración los pecados de los padres, sino que por na­ para invertir en benigna su maligna índole; y
tural enlace entre antecedente y consecuente, los cuando una violenta crisis de la vida o una honda
vicias o las virtudes de los padres se reproducen tentación pasional estremezca el ánimo, despertará
necesariamente en hijos y nietos, y aun en casos virulentamente la morbosa característica que hasta
de atavismo en los bisnietos. El estudio detenido entonces mantuvo en estado saprofítico la educa­
de esta cuestión nos apartaría demasiado del tema ción. Es evidente que el hombre nace ya con el
capital de esta obra, y así esperamos responder en
Otra a las preguntas que sin duda están ya a fior <<} Véase (a nueva obra de Marden, próxima a publicarse»
El etimen del silencio.
19 Í

raquíticos y tuberculosos a cuyo cuidado atienden


germen de todas las cualidades físicas, mentaleá
los discípulos de aquella alma superheroica que
y morales constituyentes de su carácter; y por lo se llamó Juan de Dios, son generalmente agusa­
tanto, aunque a la mentalidad vulgar le parezca
nado fruto de matrimonios contraídos al azar o
absurdo, cabe hacer mucho más en beneficio del
engendro bastardo de infrabestiales cohabitacio­
niño antes del nacimiento que después de nacido.
nes. Sin embargo, nada o muy poco hacemos para
La educación no ha de empezar en la escuela a
remediar las causas. Consentimos en la procrea­
los cuatro o cinco años, como creían los dómines
ción de la humanidad lo que ni el más zafio pastor
de antaño, ni tampoco desde la cuna, como dicen
consentiría en la de sus rcses; y después de sobre­
los pedagogos de hogaño, sino antes de la cuna,
venido el daño, queremos remediarlo con reforma­
como reconocerán los educadores del porvenir, y
torios, correccionales, manicomios, hospitales, asi­
ya reconocen los pensadores del presente.
los y demás cataplasmas corrientes y emolientes
Reflexionemos por un momento lo que significa
en nuestra desatentada terapéutica social.
para un niño nacer en este mundo con la pesadum­
Es verdaderamente incomprensible que en el
bre de los vicios, flaquezas, defectos y deformi­
cultivo de las plantas y en la cría de los animales
dades físicas, mentales y morales de los padres,
se hayan aplicado de algún tiempo con admirables
de suerte que ya están malditos antes de salir de
resultados los principios eugenésicos para el me­
la cuna y fatalmente se encaminan al presidio, al
joramiento de las variedades, especies y razas, y
manicomio, al hospital o acaso al patíbulo tan
pronto como ven la luz del día. nos detengan rutinarios prejuicios y escrúpulos
Por doquiera vemos quienes toda su vida pug­ monjiles en la aplicación legal de los mismos prin­
nan en vano por vencer vicios congénitos. En este cipios al mejoramiento de la raza humana. En
mundo de terribles porfías, donde ya no hay menos de cincuenta años han obtenido los flori­
término medio entre el fracaso y el éxito, es cultores de la amarilla rosa escocesa más de tres­
una vil vergüenza que todo ser humano no nazca cientas variedades de esta flor en toda gradación
en normales condiciones para luchar sin desventaja de matices e intensidad de colores.
en las batallas de la vida. Y el establecimiento de Cuando por vez primera presintieron los agró­
estas condiciones es obra de higiene social. nomos la posibilidad de extraer azúcar de la re­
Los infelices niños degenerados, escrofulosos, molacha, tan sólo hallaron el cinco por ciento en
Í02 193

este tubérculo; pero después del mejoramiento de Verdad es que en algunas partes se ha iniciado
la especie, la proporción del azúcar llegó al vein­ ya una campaña favorable a la eugenesia huma­
tiuno por ciento. na; pero todavía es necesario que la conciencia
Hace pocos años apenas había en Alaska plantas colectiva despierte en este punto antes de que nos
de cultivo, y hoy se cosechan allí sabrosísimas fre­ quepa esperar más resuelta y general acción en el
sas y otras delicadas frutas gracias al cruzamiento mejoramiento de la raza.
de los ejemplares traídos de la Florida con las En algunos países, entre ellos los Estados Uni­
fresas silvestres de las comarcas menos frías de dos, no hay tantas trabas como en otros para con­
Alaska. Y no digamos nada de las numerosas va­ traer matrimonio, porque la ceremonia religiosa
riedades de trigo resistentes al frío, al vuelco, al surte allí efectos civiles y los clérigos se atienen
tizón y demás plagas del campo que se han obte­
escuetamente a la voluntad de los contrayentes
nido por la científica hibridación de especies que
que son los ministros sacramentales del matrimo­
reunían de por sí alguna de aquellas cualidades.
nio, sin exigir la complicada documentación que
Si en los reinos vegetal y animal ha obtenido la
en otros países prescriben las leyes.
eugenesia resultados que parecían imposibles, no
hay que decir cuán sorprendentes serían los que Pero aun allí en donde el matrimonio está su­
se obtuviesen de aplicar análogos principios a la jeto a determinados requisitos legales, son éstos de
raza humana. índole puramente civil, como el consentimiento pa­
Comparemos los soberbios ejemplares de caba­ terno, la fe de soltería, las proclamas y amonesta­
llos de carreras, perros de raza y reses de rebaño ciones por si hubiese algún impedimento. Nada
que causan la admiración de los inteligentes en se exige ni requiere en cuanto a las condiciones
los concursos agrícolas y en las anuales exposicio­ fisiológicas de los contrayentes, porque se da por
nes caninas, con los degenerados tipos humanos supuesto que a cada cual incumbe indagarlas re­
que en los establecimientos hiperbólicamente lla­ servadamente antes de la petición de mano.
mados benéficos gimen bajo el peso de lisiaduras Sin embargo, la experiencia enseña que el amor
físicas, mentales y morales. ¡Qué contraste entre y el interés obstruyen los caminos de la indagación
el titulado rey de la creación y sus irracionales por recelo de herir el amor propio o la dignidad
súbditos! personal de quien así se ve puesto en sospecha, a
riesgo de que se desbarate la boda aun en el caso
13.—IA HUI IR Y Ib HOGAR
194 195

de resultar infundadas las sospechas. De aquí que tono que en vísperas de la boda entraran las dos
un mal entendido decoro suponga en los contra­ familias cada cual por su lado en averiguaciones
yentes normales circunstancias fisiológicas sin en­ que debieran haber efectuado antes de comprom:-
trar en más averiguaciones, pero exponiéndose a terse. Ahora bien, por lo que respecta al interés
que el achaque, la dolencia, el vicio, la deformi­ social, ninguna pareja ha de resentirse de que se
dad, el defecto, aparezcan después de la boda, fe exija el certificado de sanidad, pues si en efecto
cuando ya no hay otro remedio que el divorcio o la están sanos será motivo de satisfacción, y en caso
nulidad del matrimonio en los graves casos de inca­ contrario se les evitará el remordimiento de con­
pacidad orgánica, pero no en los de lisiadura encu­ ciencia de haber contribuido a la degeneración de
bierta ni mucho menos en los de morbosidad moral. la raza. ¿No se exigen hoy dia certificados de va­
En rigor, no está hoy día convenientemente sal­ cunación y revacunación para el ingreso en los
vaguardada la institución al par social y religiosa establecimientos de enseñanza, en los cuerpos fa­
que más transcendencia tiene en el porvenir de la cultativos del Estado, en el servicio militar y en
sociedad. La coacción del Estado, aun en el caso otras circunstancias menos importantes, que no
de que legalmente se estableciera en todos los paí­ parece sino que nos obsesiona la vacunación ? Pues
ses por tácito acuerdo internacional, no seria tan mucho más necesario es, si bien se mira, el certi­
eficaz para remediar el daño como el escrupuloso ficado de sanidad para contraer matrimonio, y lo
cuidado de las madres y de las propias interesadas único que podría invalidar la eficacia de este re­
en la aceptación de promesas de matrimonio, y en medio preventivo sería la insinceridad de algunos
reciprocidad los padres e interesados en la elec­ médicos capaces de vender su firma, como hay
ción de futura esposa. Con todo, el certificado de quienes la venden para extender falsos certifica­
normal salud podría ser un eficaz requisito para dos de revacunación. L a dificultad está en quién
impedir los enlaces que amenacen reproducir en la reconocería a la novia, y aquí se nos presenta de
prole enfermedades bochornosas, siempre que hu­ nuevo la necesidad social de la mujer médica, úni­
biesen fundados recelos o sospechas por una u ca capaz de efectuar honestamente dicho recono­
otra parte, y precisamente antes de aceptar(formal­ cimiento que, a pesar de su aparente insignifican­
mente las relaciones amorosas ni de darse mutua cia, tanta transcendencia tiene en la vigorización
palabra de casamiento, pues fuera una salida de de la raza.
196 197
De todos modos, el mayor inconveniente de este surdamente ignorantes de su importancia y trans­
sistema preventivo es el aspecto sentimental del cendencia. Llegan al altar sin otra lección que la
matrimonio. Puede ocurrir que la intensidad del de su natural instinto en el arte supremo de la ge­
amor se sobreponga a toda consideración de ín­ neración, equivalente al acto de botar al mar de la
dole fisiológica y llegue la mujer hasta el sacrificio vida un nuevo ser humano.
de vivir castamente con su achacoso cónyuge, o el Estudiamos científicamente los misterios de la
marido se resigne abnegadamente a tomar por es­ generación en los reinos vegetal y animal, y cola­
posa a la elegida de su corazón, aunque esté mi­ boramos con la naturaleza en el mejoramiento de
nada por mortal enfermedad. En tales casos, por las especies, variedades y razas; pero al llegar a
fortuna raros, surge un conflicto indirimible entre la reproducción de la especie humana, millones de
el sentimiento personal y el interés colectivo. La veces más importante para el porvenir del mundo
única manera de resolverlo es evitarlo, despertando que todas las demás en junto, nos hacemos el des­
la conciencia pública en este punto antes de que el entendido y consentimos que la estúpida gazmo­
Estado legisle sobre tan vitalísima cuestión. Es ñería nos selle el labio.
necesario representar a padres y maestros, y es­ E s verdaderamente un crimen de lesa civiliza­
pecialmente a las madres, la responsabilidad que ción dejar que nuestros hijos y sobre todo nuestras
contraen si no proporcionan a sus hijos y discí­ hijas lleguen a la mayor edad equipadas, en el
pulos, y más particularmente a las hijas, una sólida caso de más favorable educación, con multitud de
educación moral que armonice la voluntad con la conocimientos literarios y científicos referentes
mente, de cuyo acorde resulte la bondad de la a su carrera profesional, y en cambio no sepan
acción. ni una palabra de verdad, aunque sí muchas de
Nadie negará que sería una locura mil veces clandestina y extraviada información, respecto de
funesta para un joven expedirle el título de doctor las más augustas funciones de la vida que realizan
en leyes, en medicina o cualquiera otra facultad sin e! milagro de la generación de un nuevo ser.
haber abierto un libro ni empleado medio minuto Los gobernantes de todos los países y las corpo­
en el estudio de la respectiva profesión; y,- sin em­ raciones interesadas en la materia destinan cuan­
bargo, a todos les parece la cosa más natural del tiosas sumas al fomento de la ganadería en todas
mundo que ellos y ellas vayan al matrimonio ab­ sus modalidades, y conceden pingües premios a
ig8 199

los caballos vencedores en las carreras; pero la del matrimonio, que tan vivamente afecta a la
crianza humana se deja al ciego instinto disfra­ salud, pureza y dicha de ellas mismas y de su even­
zado de razón, y sin protesta de nadie se enlazan tual descendencia. Aunque el Estado puede contri­
matrimonialmente dos seres que sin darse cuenta buir en gran parte a vigorizar la raza, el funda­
combinan sus flaquezas y morbosidades y las acu­ mento está en la educación de las jóvenes con la
mulan sobre la cabeza de sus hijos. Si fueran ca­ mira puesta en su posibilidad de ser madres. Los
paces de prever las penalidades, disgustos, contra­ actuales regímenes docentes se empeñan en man­
tiempos, desgracias, miserias e infortunios que la tener a las educandas en un perpetuo estado de
vida les tiene reservados a su infeliz prole, por niñez, sin querer oir las voces de la naturaleza,
mandato imperativo de su conciencia renunciarían más calladas, pero más imperiosas que las de la
de seguro al matrimonio. disciplina escolar. El racional régimen pedagógico
Una vieja máxima, basada en el cuarto manda­ consiste en el paralelismo entre la educación do­
miento de la ley de Dios, dice que los hijos han cente y la evolución natural de la educanda, de
de honrar a los padres y agradecerles el don de la modo que guiada y no aprisionada por la educa­
vida. Pero esto se entiende cuando los padres dora pase sin transtornos de la infancia a la ado­
cumplieron de antemano la ley divina y mantu­ lescencia y a la plena feminidad. Madres y maes­
vieron su cuerpo tan pulquérrimo cual conviene a tras han de considerar a la hija y educanda no
su dignidad de templo del Espíritu Santo; pero como inmutable niña, sino como inminente mujer.
cuando contaminado de corrupción lo ofrecieron Dice a este propósito el Dr. Winfield Scott H all:
profanamente en el ara matrimonial, no es justo
que los hijos agradezcan el don de una vida in­ De la educación sexual depende la mayor parte de
fecta en su misma fuente. Por el contrario, hay cuanto nos cabe esperar acerca del mejoramiento de
la raza humana por medio de la eugenesia. Dicha edu­
millares de padres que de rodillas debieran implo­ cación debe empezar en la pubertad, nunca antes de
rar el perdón de sus hijos por haberlos traído esta época de la vida; y la única educadora y confi­
al mundo en hipoteca de la endeblez, la enferme­ dente de las jóvenes en tan delicadas revelaciones
ha de ser la madre, sin que ni el padre ni la maestra
dad y el pecado. intervengan directamente en el reservado aleccio-
Las jóvenes casaderas, muy especialmente, ne­ namiento. Respecto de los hijos varones, al padre
cesitan conocimientos científicos sobre la fisiología y sólo al padre incumbe esta modalidad de educa­
200 201
ción, dando mayor importancia al aspecto positivo, 3.* s Posibilidad del hombre para mantener de­
aunque sin omitir el negativo.
La coacción legal del Estado sólo logrará prohibir corosamente la familia.
el matrimonio cuando el impedimento fisiológico sea En el porvenir la verdadera aristocracia será la
de evidente enormidad, como en los casos de afeccio­ del nacimiento basada en las aristocráticas cuali­
nes inconfesables o_dolencias contagiosas y trans­ dades personales de los padres, cuyo más noble
misibles por herencia; pero esto podrá a lo sumo
detener la decadencia de la raza, no por cierto me­ anhelo estribará en procrear hijos sanos, robustos,
jorarla, pues su mejoramiento sólo puede lograrse inteligentes y sobre todo virtuosos, en términos
por medio de la educación. que sean magníficos ejemplares de la raza huma­
Las señales de los tiempos indican, al parecer, na. Se considerará como el más señalado privilegio
que la sociedad no tolerará por más tiempo la ig­ de la vida individual el ser colaborador con Dios
norancia o indiferencia respecto de cuestiones que en el acto de engendrar una nueva vida humana.
afectan a las mismas raíces de la vida. Poco a La patrimaternidad será entonces la más noble
poco, las experiencias tan instructivas como dolo- arte de cuantas es capaz el ser humano. Las nue­
rosas de nuestra conturbada época van enseñando vas generaciones aventajarán incomparablemente
a las gentes que el matrimonio no es ni mucho a las pasadas en punto a la superioridad de sus
menos un refugio para la mujer, sino por el con­ cualidades físicas, mentales y morales, y tan raros
trario un estado de más hondas preocupaciones y como los monstruos de dos cabezas serán los lisia­
más estrechas responsabilidades en el orden moral, dos de alma y endebles de cuerpo, cuyo excesivo
por muy aseguradas que tenga las condiciones ma­ número amenaza hoy desquiciar a la sociedad.
teriales, que no bastan de por sí ni de mucho para L a transcendencia social de las funciones se­
la dicha de la vida. xuales no está aún santificada por el matrimonio,
En rectitud de conciencia, ninguna familia de­ porque falta la comprensión de la verdadera fina­
biera consentir ni el Estado legalizar matrimonio lidad de este sacramento, profanado brutalmente
alguno sin que concurrieran en los contrayentes por la codicia y la sensualidad. Y a es hora de al­
tres capitales circunstancias personales, a saber: zarnos en eficaz protesta contra este envilecimiento
1. ® Salud normal de ambos. del admirable medio establecido por Dios para la
2. ® Aptitud de la mujer para el gobierno de perpetuación de la especie. El mandato de creced
la casa. y multiplicaos no debe obedecerse por brutal ins-
202
tinto de concupiscencia, que sólo multiplica los VIII. L A M UJER Y E L M ATRIM O N IO .
cuerpos, sino que racional y conscientemente debe
cumplirse como la más alta y sagrada de las hu­ NA* señorita neoyorquina joven,
manas funciones para proporcionar al Creador hermosa y rica, mimada de la
cuerpos que sirvan de eficaz instrumento de ma­ fortuna, participó a una amiga
nifestación a las almas. suya su próximo enlace. La ami-
La obra de la mujer moderna en este respecto ' ga la felicitó por ello diciendo
supera en importancia a cuantas está destinada a 1 que sin duda había hallado un
realizar. Ella posee las llaves de la vida y es dueña hombre digno de ella, a lo que respondió des­
de los destinos de la raza. A l levantar el nivel so­ preocupadamente la felicitada:
cial y sublimar los ideales del matrimonio de suerte
que sea posible restaurar en el hombre la imagen Eso poco me importa, porque si después de casada
de Dios, borrada por la ignorancia y el pecado, veo que me he equivocado, con tiempo y dinero me
curaré del desengaño. El divorcio es tan fácil y fre­
prestará la mujer a la humanidad un servicio en cuente en nuestros días, que una equivocación de esta
cuya comparación palidecerán las maravillas' de la dase no es tan grave como solía. A no ser porque
ciencia, los portentos de la industria y las bellezas confío en el divorcio, nunca hubiera pensado en ca­
sarme.
del arte.
Multitud de jóvenes'de ambos sexos se echan
de cabeza en el matrimonio tan de ligero como
la despreocupada señorita neoyorquina, sin per­
catarse de la gravedad e importancia dél paso que
van a dar. '
Nada hay que tan profundamente afecte a nues­
tro destino en dicha o infortunio, como la elección
de vitalicio consorte. No obstante, por doquiera
vemos noviazgos iniciados al azar, sin otra con­
sideración por parte de la novia que la perspectiva
del matrimonio, como única solución del problema
203
204 205

de la vida, porque hoy día para la generalidad de besos ni abrazos, sino que más bien el hastio em­
las mujeres, la cuestión es casarse y pescar marido, pieza a invadirles el ánimo. L a fuerza de repulsión
según vulgarmente suele decirse, porque los ma­ prevalece contra la de atracción y se convencen
ridos en perspectiva son muy escasos en compara­ demasiado tarde de que erraron en casarse, con­
ción de las casaderas disponibles, y apenas se pre­ fundiendo lastimosamente el deseo con el amor.
senta un partido no titubean en aceptarlo, aunque Les engañó la fascinación física hasta el extremo
después de consumado el matrimonio Ies resulte de alucinarlos.
una pésima partida. Conviene advertir que toda persona, y mayor­
¿Qué diríamos de un comerciante que necesi­ mente en la juventud, está rodeada de un aura
tando un socio mercantil eligiese al primer quídam imperceptible a la vista ordinaria, pero más o me­
con quien topara, sólo porque le fué simpático? nos cargada de magnetismo, cuyas radiaciones
Seguramente que tardaría en lamentar su error. afectan al aura de la persona con quien se pone
Pues ¿qué decir del compromiso contraído con un en cercana relación. Prueba de la existencia de esta
cónyuge con quien es preciso convivir vitalicia­ aura nos la da la iconografía cristiana, que siempre
mente? ¿Qué saben uno de otro dos jóvenes cuyas pinta a los santos rodeados de un nimbo o aureola,
expresivas miradas se cruzan por vez primera en cuya refulgencia simboliza la intensidad magné­
una reunión, en el teatro, en el paseo o en el baile ? tica del aura, y aun en ciertas imágenes el nimbo o
Suele suceder a veces que una pareja mutua­ aureola envuelve todo el cuerpo, como así sucede
mente atraída por sus aparentes cualidades físicas realmente en toda persona. Pues bien, la atracción
se enamoraron con tal vehemencia, que a estilo entre dos de diferente sexo depende de la intensi­
romántico les parece imposible vivir uno sin otro, dad magnética del aura de cada cual, y así se
y esta física atracción en que la sensualidad des­ explica el cuidado que en otro tiempo se ponía
empeña la parte principal los mueve a casarse en la separación de sexos. Cuando es muy intenso
cuanto antes, y en efecto se casan enamoradí­ el intercambio de fluido entre las dos auras que
simos. Pero al menguar la luna de miel ya se ha están en contacto, aunque no lo estén corporal­
entibiado algún tanto su fervor amoroso, y al mente las personas, puede sobrevenir en la de aura
cabo del año ya no les transporta de gozo el mero más débil un estado muy parecido al hipnótico,
contacto físico. Y a no les estremecen de placer que embarga el ánimo y anubla el entendimiento
206
hasta el punto de producir la alucinación. Esta origen y el sustento de la siniestra prostitución.
es una de las características de la sensualidad exal­ Desde luego que, como sin dificultad habrá com­
tada por el sentimentalismo, de suerte que el ena­ prendido la lectora reflexiva, esa aura de que
moramiento apasionado no es ni más ni menos - hablamos no posee constantemente el mismo po­
que una enfermedad anímica cuyo único remedio tencial magnético, sino que crece o mengua en
estriba en el desvanecimiento de la ilusión al toque intensidad, proporcionalmente a la vehemencia de
de la realidad. No en balde simbolizó la mitología !a emoción sensual, y su fluido se transmite en
al amor en el niño vendado de ojos; pero no es sucesivas efusiones determinadas por los adema­
Cupido el amor razonado y razonable que armoniza nes, actitudes, gestos y sobre todo por el rayo de
corazón y cerebro, sino el travieso hijo de Venus, las miradas y la dulce e insinuante inflexión de
la típica diosa de la concupiscencia sexual. la voz al pronunciar el apasionado y halagador
Cuando el aura de la mujer es de mucha menor requiebro.
intensidad magnética que la del hombre que se Pero como esta emoción no» es verdaderamente
propone enamorarla, poco a poco va tomando éste amorosa, sino análoga en esencia, aunque en muy
positivo ascendiente en el ánimo de ella, hasta que superior grado, a la que mueve al pavo real a
sí la caballerosidad no se interpone queda la mujer reabrir su espléndida cola para fascinar a la hem­
rendida y esclavizada a los deseos del seductor, bra, ocurre que a la plena satisfacción del deseo
Sólo admitiendo, como así es en verdad, la aluci­ sucede el hastio y en consecuencia el abandono del
nante sugestión producida por las emanaciones ya saboreado objeto de deseo. El verdadero amor,
magnéticas del aura seductora, cabe explicar que sin menospreciar la atracción física, la pospone a
en el trance supremo del amorío, en el crítico las afinidades mentales y morales, de suerte que
cuarto de hora de que depende el porvenir de la unión de las almas sea segura fianza de la casta
una vida, olvide la mujer todo cuanto en lecciones unión de los cuerpos. Cuando los dos son uno en
y ejemplos la exhortaba a preservar su honra, se voluntad y pensamiento, son también dos en una
borren de su mente los preceptos religiosos y las misma carne sin recelo de traición. Entonces es la
máximas morales y se desvanezca el sentimiento tierra para los amantes un trasunto del cielo, como
de virginal pudor, avasallado por la emoción eró­ realmente debiera ser para toda pareja feliz. Por
tica elevada a la máxima potencia. He aquí el el contrario, si la única determinante del matri­
208
monio es la atracción física y no hay comunidad las ama por las intrínsecas cualidades de su carác­
de •sentimientos, aspiraciones e ideales, segura­ ter.-Como dice Elena Key, en el alma de toda
mente que saciado el deseo sobrevendrá la tribula­ nubil debiera grabarse con letras de fuego la pre­
ción, y la peor de todas para la mujer es la de vención de que se exponen a la ruina de su vida
haberse engañado en la elección de marido. L a des­ si se entregan por algo que no sea el mutuo y
avenencia conyugal es el infierno en la tierra, y verdadero amor.
no hay condición como ella tan insoportable. Las Este sentimiento, como hijo natural y legítimo
fuerzas anímicas del ser humano podrán sobre­ del espíritu y no de la carne engendradora de su
llevar las penalidades de la enfermedad, de la mi­ remedo el deseo, no entiende ni saber quiere de
seria y del infortunio, con tal que estén adulcigadas linajes, estirpes y alcurnias, ni distingue de colo­
por el amor conyugal, y marido y mujer se sos­ res de sangre ni es para él obstáculo la diferencia
tengan mutuamente en Jas adversidades y vicisi­ de raza, religión, nacionalidad, idioma ni fortuna.
tudes de la vida. L a paz dd hogar y la armonía El verdadero amor levanta perpetua protesta con­
de la familia es un consolador paliativo de las tra los matrimonios de conveniencia en que el in­
más tremendas desgracias; pero cuando a la indi­ terés material le arranca las alas al corazón y
ferencia sigue el desvío y al desvío la hostilidad contra aquellos otros enlaces en que aun no me­
y a la hostilidad el altercado y al altercado la re­ diando el interés prevalece la atracción sensual,
yerta, se ciegan las fuentes de la dicha doméstica, generalmente confundida con el amor, y por no
el hogar se convierte en un infierno y en perpe­ distinguir entre el amor y d deseo, dijo y no dijo
tuo martirio la vida. De aquí las separaciones y bien quien dijo que el matrimonio es la muerte
divorcios que suelen ser el prólogo de los dramas del amor, cuando sólo es la muerte del deseo. L a
conyugales. altísima finalidad del amor conyugal es asegurar
Por lo tanto, toda joven casadera ha de ponerse en los cónyuges 1a mayor dicha compatible con
en guardia contra la siniestra influencia del mag­ las eventualidades de la existencia humana y dar
netismo seductor que arriesga sumirla en la des­ valiosos hijos a la patria. Desde luego que si a
honra y en la miseria. Antes de comprometer su esta capital finalidad acompañan en orden subal­
palabra, deben estar seguras de que el pretendiente terno las materiales conveniencias de proporcionar
no las desea por sus atractivos físicos, sino que a la hija un buen acomodo y de poner al hijo en
l* í.- L A M IJJftR Y R L ft O C A R
210
condiciones de adquirir prestigio social, nada cabe Sí la'ftmjer está bien pertrechada por la educación,
será difícil que el cálculo y el interés menoscaben
argüir en contra, porque estas ventajas materiales sus ideales hondamente sentidos y razonadamente
serán la añadidura de haber buscado primero el cimentados. Por falta de esta educación, la inmensa
reino de Dios y su justicia en la espiritual finali­ mayoría de las mujeres van al matrimonio empuja­
das unas veces ciegamente por 1a simpatía, otras por
dad del matrimonio. Lo vituperable es suplantar la puerilidad de no ser solteras y en ocasiones por
esta altísima finalidad por la en apariencia más tener quien las mantenga. No conocemos al casarnos
positiva del bienestar material, que no tarda en ni nuestros deberes ni nuestros derechos.
invertirse en insufrible martirio moral.
Si fuera posible congregar en vasto auditorio
L a educación que hoy día reciben las jóvenes
a todas las muchachas casaderas y mostrarles en
¿las prepara debidamente para el matrimonio?
película cinematográfica la situación moral y ma­
Oigamos en respuesta algunas opiniones.
terial de las casadas cinco años atrás ¡qué ejem­
Dice el Dr. Hall, catedrático de Fisiología de
plar lección aprenderían! ¡qué de amarguras, des­
la Escuela de Medicina de Northwestern:
engaños, humillaciones y tragedias domésticas!
La educación de las jóvenes para elegir con acierto ¡qué de hijos enfermizos, anormales, escrofulosos,
compañero de su vida no es completa ni podrá serlo raquíticos, con la vida ya estropeada desde la cuna,
hasta que sepa lo que conviene evitar en la elección.
Toda joven debiera estar enterada de que hay ciertos como capullos pisoteados por las patazas de un
achaques físicos y mentajes seguramente transmisi­ cerdo!
bles por herencia a los hijos, y otros que, si no con Cierto es que no faltarán parejas tan dichosa­
toda seguridad como los primeros, también pueden
ocasionalmente transmitirse. mente enamoradas como en los áureos tiempos del
noviazgo, con robusta y sana prole, sin que ni la
Y dice por otra parte la pedagoga española doña
más tenue niebla haya velado su conyugal feli­
María Baldó_: cidad ; pero son tan pocas en comparación de los
Fara que el cálculo cotí su descarnada garra no divorciados, sino legal, espiritualmente, que con­
destroce el ideal de belleza, salud, inteligencia, fir­ firman la regla por excepción.
meza de carácter y capacidad para el trabajóle ize
sobre'estas rumas_ la bandera del dinero, es indis­ Pero no se tomen estas consideraciones por dia­
pensable la educación sexual seria, razonada y lógica triba contra el matrimonio ni sirvan de espantajo
de la mujer, que le enseñe lo que va a hacer y qué
responsabilidad contrae al ostentar el título de esposa. para ahuyentar a las jóvenes de la santa coyunda.
átá 213

A l contrario, quisiéramos que en los nubiles cora* La salud pública demanda que el enfermo de vi­
zones despertaran el deseo de adquirir los conoci­ ruelas o de tifus no contagie al vecindario y se
mientos necesarios para que en ellas recobrase el propague epidémicamente la dolencia por toda la
matrimonio su perdida dignidad, El porvenir de ciudad; pero la salud social exige con el mismo
la civilización exige que el Estado establezca es­ imperio que el degenerado no multiplique su de­
cuelas especiales de puericultura y maternología generación en los hijos que han de ser miembros
donde la futura esposa aprenda nociones de eu­ de la sociedad.
genesia, padeología y patología sexual. SÍ así se Dice a este propósito Mabel M. Irwin:
hiciera, aumentaría prodigiosamente el número de
matrimonios felices y en consecuencia disminuiría Tenemos derecho a exigir que el matrimonio,
el de divorcios, separaciones y amancebamientos. puerta por donde se multiplica el individuo, sea de
Generalmente se cree que el matrimonio es tal índole en forma, contenido y propósito, que pro­
porcione las mejores condiciones físicas y psíquicas
asunto peculiar de los contrayentes, sin que a nadie para el nacimiento, crianza y madurez de la especie
más que a ellos les importe, y en este antiquísimo humana.
prejuicio se basa toda la legislación civil sobre el
particular. Pero la evolución de las ideas nos lleva L a guerra mundial ha sido una prueba eviden­
al moderno concepto de solidaridad social, según tísima de que a pesar de la variedad de idiomas y
el que nadie puede obrar con absoluta independen­ de razas, el género humano constituye una sola
cia de la colectividad a que pertenece. Un hombre familia. Los países del continente americano no­
física, mental y moralmente incapaz para el ma­ taron en su comercio, en su industria, en su vida
trimonio no puede en justicia alegar en su apoyo diaria, las consecuencias de lo que estaba suce­
para contraerlo, que a nadie le importa con tal diendo en el teatro de la guerra, no obstante la
de que su prometida lo acepte según es, como tam­ distancia de millares de kilómetros que de allí- los
poco puede cohonestar su derecho a tener las vi­ separaba por mar y tierra. L a estrecha relación y
ruelas o el tifus, diciendo que a nadie le importa frecuente intercambio que entre los diferentes paí­
con tal de pasar la enfermedad recluido en su casa. ses del mundo han establecido las modernas inven­
Lo extraño es que leyes y costumbres no coarten ciones y los admirables progresos de la ciencia
su acción en el primer extremo y sí en el segundo. denotan con demasiada evidencia para negarlo que
214 215

ningún hombre puede vivir para sí solo. Las con­ Sin embargo, no habrá tal peligro cuando los jó­
secuencias de aun nuestras más sencillas acciones venes reciban la educación a propósito para elegir
no se contraen a nuestra esfera individual, y así acertadamente por sí mismos.
Con todo, algunos objetarán diciendo que esta
no es ni puede ser el matrimonio un asunto de
adecuada educación es quimera de utopistas o de­
privativa incumbencia de los contrayentes, sino
lirio de orate, porque parece ridiculo encasillar el
que en bien o en mal afecta a la sociedad en tér­
amor y enseñarles a los jóvenes cuándo, cómo, a
minos que hay obligación y derecho de exigirles
quién y en qué medida deben amar. Añadirán que
que no den un paso que amenace el bienestar co­
desde el momento en que la eugenesia intervenga
lectivo. Tiene la sociedad derecho a exigir que los en la elección de consorte, quedará sofocado el
hijos no nazcan con la maldición de las culpas de sentimiento amoroso por la rigidez de los princi­
sus padres y predispuestos desde la cuna a ser pios científicos. Cierto es que la ciencia ha desva­
carne de presidio. necido muchas de nuestras ilusiones, pero también
En los Estados Unidos, la costumbre, favorecida ha desarraigado en gran parte la superstición,
por las leyes, da a los jóvenes muchas más facili­ apartándonos de lo falso y acercándonos a la ver­
dades que en Europa para contraer matrimonio, dad. Cuando el amor es verdadero y no un burdo
pues el acto religioso de cualquier denominación remedo en forma de pasión animal, nada ha de
lo es todo y lo demás es secundario. Los clérigos temer del frío e inflexible análisis de la ciencia.
no se preocupan de los impedimentos legales o El examen del botánico no ha robado su fragancia
morales ni tampoco influye gran cosa el parecer ni sus matices a la rosa. La ciencia no puede des­
de los padres. Por el contrario, en los viejos paí­ truir los principios, y el amor verdadero es un
ses de Europa, donde la tradición tiene todavía principio eterno, mientras que su espurio suplan­
mucho arraigo, es creencia general que el criterio tados el magnetismo animal, es meramente una
de los padres es mucho más acertado que el de los transitoria fase de la pasión. El amor puro es una
hijos en punto a la elección de estado, y que los fuerza impelente de la vida. El amor pasional, o
matrimonios concertados por los padres sobre la mejor dicho, el deseo concupiscente, es una fuerza
base de las condiciones y cualidades de los novios degradante. Y mucha precaución se necesita para
resultan mucho más dichosos que los contraídos a distinguir el verdadero del falso. Sin el con ve-
impulso del irreflexivo sentimentalismo juvenil.
216 2 I 7,

niente aleccionamiento le será imposible a una drida media naranja corrompe a la otra media por
j oven *discernirlos. sana que esté, y asi vemos numerosos ejemplos de
Dice sobre el particular un famoso médico: jóvenes tan bellas como virtuosas que, fascinadas
por la gallarda apostura de un libertino, en oca­
La educación eugenésica establecerá una especie
de inhibición psíquica en los dinteles del amor, de siones beodo, jugador y pendenciero, les dieron su
suerte que en el trato con el otro sexo no se enamo­ mano con la esperanza de enmendarlo sin conse­
rará locamente al primer encuentro como solía suce­ guirlo. Por otra parte, también se ven ejemplos
der en tiempo de nuestros padres, sino que reprimirá
el primer impulso hasta obsevar si las cualidades de excelentes jóvenes con las prendas de carácter
internas corresponden al atractivo de la externa per­ propias de un marido ideal, que se casan con
sonalidad. egoístas, derrochadoras, indolentes y casquivanas
La generalidad de las jóvenes casaderas y aun esculturas de carne.
las que todavía no lo son, pero están en precoz Cabe imaginar cómo ha de verse la joven ca­
vecindad de serlo, se representan imaginativa­ sadera que se acerca a la edad crítica en que em­
mente el matrimonio como un estado ideal de pieza a marchitarse la lozanía de los quince mayos
completa dicha sin mezcla de sinsabor alguno. To­ y nada sabe de lo que más importa al porvenir
davía son raras las que contraen matrimonio con de su vida ni conoce el camino por donde va, ex­
algún conocimiento de su significado. Parece como puesta a cada paso a ser víctima de la alucinación
s¡ creyeran que el matrimonio tiene la mágica vir­ de las falsas imágenes que de lo que ignora forja
tud de transmutar las disposiciones anímicas y la su fantasía.
natural tónica del carácter, convirtiendo al avaro Parece como si la experiencia ajena, que tan
en liberal, al perezoso en diligente, al irascible en útil es en todas las demás modalidades de la vida
sufrido, al egoísta en abnegado, al holgazán en para evitar-,escollos, no sirviera de nada en el
laborioso. matrimonio, pues el ejemplo de mil uniones des­
No cabe negar que a veces, cuando uno de los dichadas no basta a detener el vigoroso impulso
cónyuges es un manojo de virtudes, con la energía de la naturaleza que exige de cada individuo el
de carácter por atadero, logra efectuar en el otro la cumplimiento de la ley reproductora de la especie.
alquimia espiritual que transmuta el barro del vicio En ningún otro aspecto de la vida tiene tan común
en el oro de la virtud; pero por regla general lapo- aplicación el non bis in idetn de los romanos; y
2 1 9

sin embargo, lo que ocurre en muchos matrnno­ ten que la mujer declare a un nombre la simpatía
nios pudiera servir de lección a la juventud, no que por él siente. La declaración amorosa corres­
para preferir la soltería vitalicia, sino para refle­ ponde en rigor de costumbre al hombre. Pero esta
xionar detenidamente sobre la capital transcen­ es una de tantas mogigaterías como falsean la
dencia del matrimonio, porque nadie les enseñará vida social dando más importancia a las aparien­
en dónde están los escollos y arrecifes en que cias que a la realidad. Cierto es que ninguna joven,
arriesgue encallar el bvtque marital. Ante el altar sea cual sea su clase social, se atreverá a declararse
se abre la puerta de un nuevo mundo para ellos verbalmente al hombre por quien sienta profunda
desconocido, del cual pudieran informarles todos simpatía; pero en la mirada, en la voz, en el gesto,
cuantos les precedieron en el paso; pero na­ en los ademanes, en los mil y cien artificios y pre­
die les da valiosa información, sino que cada bu­ textos a que da coyuntura el trato social, tiene la
honero alaba sus agujas y habla de la feria según intuición femenina elocuentísimos medios de ma­
le va en ella. Las circunstancias de la vida y even­ nifestar a las claras sus sentimientos sin desplegar
tuales accidentes que escapan a toda previsión, los labios. A veces los ojos aventajan en expresión
pueden algunas veces transmutar en matrimonio a las más expeditas lenguas.
de amor el que tan sólo se contrajo por conve­ Ahora bien; ¿cuál es la causa determinante del
niencia, y también suele ocurrir que la casada por enamoramiento en la generalidad de los casos?
imposiciones de familia con un hombre que al Es algo de que ní siquiera el enamorado sabe darse
principio le repugnaba, acabe por amarlo entraña­ cuenta; algo que ve o cree ver en la persona ama­
blemente; o viceversa, que un amor al parecer da, y así dice bien el adagio que quien feo ama,
eterno e indestructible se invierta en antipatía ma­ hermoso le parece. Este algo inexplicable suele
nifiesta cuando no en repulsivo odio. Por esto es tener por elemento de atracción un pormenor sin
imposible dar reglas fijas y normas invariables en importancia esencial, como una figura arrogante,
la cuestión del matrimonio, de cuyo problema es unos ojos hechiceros, una voz dulce, una afectuosa
la mujer la incógnita por su proteica psicología en sonrisa, unos hoyuelos tentadores, una cabellera
que las emociones se van sucediendo unas a otras espléndida, unos pies diminutos, una nariz gracio­
en infinidad de matices. samente arremangada y otros superficiales encan­
Las llamadas conveniencias sociales no consi; n- tos de la corporal forma humana. A veces se ena-
2 2 0
221

mora la mujer del joven médico que la salvó de que el divorcio legal contra cuya institución tanto
una mortal enfermedad o del que heroicamente la han protestado quienes ven las cosas como debie­
salva de la muerte en un naufragio, en un incendio ran ser y no como hoy por hoy son en realidad.
o en cualquier otro accidente en que peligre su Lástima da ver matrimonios que parecen parejas
vida. Pero cuando el tiempo aja las cualidades de galeotes atados al mismo remo, y si acaso van
físicas o la frecuencia de trato pone en piedra de juntos a alguna parte, no es sin implícita protesta
toque las morales, descubre la locamente enamo­ de uno de ambos. Maridos hay que de por fuerza y
rada que su ídolo es de arcilla barnizada. no de grado llevan a su mujer a tal o cual diversión
Lo importante en la elección de marido son las y se les quita un peso de encima al terminar el
cualidades que después han de resistir sin desgaste espectáculo. Esposas hay aficionadas al arte, a los
el roce de toda una vida conyugal. E l tempera­ viajes, a la lectura o a los deportes, mientras que
mento, la armonía de caracteres, la salud de cuerpo su marido sólo disfruta cuando está embebido en
y mente, la aptitud para el trabajo, la bondad de su negocio y nada le importan las manifestaciones
alma son los elementos esenciales de la dicha con­ de! arte.
yugal. La hermosura del cuerpo, la belleza del Ciertamente no es esta la clase de compañerismo
rostro, los encantos externos se desvanecen o por que conviene a la dicha conyugal. No es la unión
lo menos se marchitan con los años, mientras que que eleva el matrimonio y la paternidad al alto
plano que les señalaron los designios de Dios, por­
el espiritual tesoro del alma más se acrecienta
cuanto más abundosamente se utiliza. que esto sólo cabe lograrlo como resultado de la
No es preciso que los cónyuges tengan idénticos prudente elección de consorte.
gustos, aspiraciones, creencias y opiniones; pero Tal como está hoy día constituida la sociedad,
las consecuencias de un matrimonio desacertado
sí ha de haber entre ellos coincidencia en el con­
son mucho más funestas para la mujer que para el
cepto del matrimonio, del hogar y de la familia, y
marido, porque éste tiene numerosas ocasiones de
han de tener un común ideal que establezca per­
distraerse de los disgustos domésticos en el ma­
fecto acorde entre sus almas. El divorcio espiri­
nejo de los negocios o en las peripecias de la po­
tual o la soledad de dos en compañía, de que nos
lítica. El matrimonio suele ser para el hombre uno
habla él poeta español de las doloras, es para la
de tantos incidentes de la vida, mientras que para
sociedad y las buenas costumbres mil veces peor
222 22%

la mujer el matrimonio es la esencia de su vida. fflonio conviene establecer para que su prole sea
Cuando'el hombre echa de ver que erró en la elec­ bien nacida, en el integral concepto de la frase y
ción, busca solaz en el huerto de la fruta prohi­ no en el que usualmente la contrae al abolengo
bida, al paso que la mujer, por su mayor sentido genealógico.
moral, se resigna a las consecuencias de su error, En semejantes circunstancias de cultura, la elec­
aunque hemos llegado a un punto en que la mujer ción de cónyuge será negocio de particular juicio
suele pagar a su marido en monedas del mismo y de individual discernimiento basado en un puro
cuno. e inegoísta amor, prescindiendo de toda preocupa­
Sin embargo, no lia de ser permanente el reba­ ción social y de todo interés pecuniario. Si no apa­
jamiento moral que por doquiera lamentamos en rece el hombre de sus sueños, o si prefiere man­
el matrimonio. Forzosamente ha de venir la reac­ tenerse soltera antes que entregarse a quien juz­
ción de costumbres favorable a su enaltecimiento, gue incapaz de ser buen marido, tendrá la mujer
porque la mujer futura, según adelante en educa­ el refugio de un trabajo honrado y equitativa­
ción, irá poniendo mucho más cuidado en elegir mente retribuido con derecho a retiro en su vejez,
marido, esto es, en aceptar un pretendiente, y con­ cuando acaben de incorporarse estos principios, de
siderará la cuestión del matrimonio con más juicio reforma social a la vida económica de todas las
y menos sentimentalismo que sus predecesoras. naciones. A l menos no será la ridicula e infeliz
No se dejará dominar por arrechuchos románticos solterona de otro tiempo, mantenida de mala gana
ni permitirá que el corazón se enemiste con el ce­ por los parientes a cambio de servirles de criada,
rebro ; y si desea enmendar la conducta del elegido niñera o aya, como les sucede hoy a las que se
de su corazón, creyendo que así cumple una obra quedan para tías sin otra perspectiva que vestir
redentora, la cumplirá durante el período de no­ sobrinitas en casa e imágenes en la iglesia.
viazgo. Se casará con un hombre a quien pueda No es necesario tener el -don de profecía para
querer, respetar y admirar; un hombre capaz en conjeturar que la mujer del porvenir será dueña
todos sentidos de ser el padre de sus hijos; un de su destino y no una subordinada del hombre.
hombre a cuyo lado se sienta modestámente or- Vivirá según su -propia determinación prudente­
gullosa. Tendrá acabado conocimiento de las con­ mente' elegida, y si prefiere la soltería merecerá
diciones psíquico-físicas que por medio del niatri- tanto respeto como si se casara. No sacrificará
su independencia por el solo deseo de casarse para IX. L A C A SA D A Y L A CASA.
tener marido y evitar el estigma de solterona. La
elección de esposo estará alumbrada por el conoci­ OR muy excelente que sea la edu­
miento y tendrá tanta libertad como el hombre cación científica, literaria y ar­
para gobernar su vida. tística de una joven, o aunque
Muchas desdichas y aun tragedias conyugales tenga una profesión, oficio o
se evitarán cuando en vez de discutir la cuestión negocio en la punta de los dedos,
del dote, hoy día la más batallona, formen implí­ no servirá para casada si no po­
citamente el articulado de los capítulos matrimo­ see los indispensables conocimientos de economía
niales las condiciones psíquico físicas de los con­ doméstica, mucho más esenciales en el matrimonio
trayentes. Cuando hombres y mujeres sean mutua­ para el gobierno de la casa que todo cuanto pu­
mente más sinceros y francos durante el noviazgo, diera aprender en colegios y universidades. El
en vez de disimular solapadamente sus defectos, valor del dinero y su prudente inversión; la valía
habrá menos errores, menos divorcios y más feli­ nutritiva de los alimentos y la mejor manera de
cidad en el matrimonio. Entonces la unión de los prepararlos sin desperdicio; el arreglo y limpieza
dos sexos será trínicamente física, mental y espi­ de los aposentos; el cuidado de los enfermos; la
ritual, según cuadra a la trina naturaleza del ser elaboración de prendas de lencería y de vestir; y
humano. la acertada distribución del tiempo, trabajo y di­
nero son otros tantos temas capitales de estudio y
conocimiento para la aspirante a esposa.
Las mudanzas de los tiempos, los adelantos de
la educación y aun los caprichos de la moda no
alteran las exigencias fundamentales de la vida
humana. Por mucho que progrese la civilización
estará siempre la humanidad sujeta a las fun­
ciones de nutrición, relación y reproducción cuya
normalidad requiere determinadas condiciones que
a la casada corresponde establecer y a los dos'sexos
225
15 —LA MUJER 7 S I. HOGAR
226 227
cumplir. Mientras la vida subsista en el planeta, ser buena esposa la que tan ingrata hija se mos­
el joven reflexivo buscara principalmente en la traba.
que elija por esposa las prendas más a propósito Aunque no ciertamente todos, la mayoría de
para la paz y armonía del hogar, sobre todo si su los jóvenes que con plena seriedad piensan en el
profesión es ruda y penosa. En este caso, sueña el matrimonio son muy reparones de las cualidades
hombre con un hogar donde abrigarse contra las y circunstancias de la futura compañera de su vida,
borrascas levantadas por los negocios de su vida y le estudian cuidadosamente el carácter antes de
profesional, y en consecuencia huye de toda mu­ comprometer su palabra. Las jóvenes que confun­
jer frívola, amiga del lujo y de los devaneos mun­ den la desenvoltura con la elegancia, se figuran
danos, que arriesgue perturbar la paz doméstica. que llamando la atención con las estridencias y
El hombre es más egoísta que la mujer, y por exlravangancias puestas hoy en moda por la abe­
lo tanto piensa más en su propia comodidad, de rración moral, aumentan las probabilidades de en­
suerte que mayormente atiende a lo que la mujer contrar quien de ellas se enamore y les dé su mano
puede proporcionarle de beneficioso, que a lo que y nombre; pero, aunque contagiadas de la despreo­
él pudiera proporcionarle a la mujer. No quiere cupación dominante, crean que les sienta bien to­
disgustos domésticos y así prefiere por esposa a mar una copa de licor al salir del teatro o fumar
la joven que mayor paz y comodidades le pro­ cigarrillos egipcios en una reunión de sociedad, ten­
meta por sus circunstancias personales. gan por seguro que el noventa por ciento de los
Generalmente las jóvenes no comprenden por jóvenes preferirán a las que no beban ni fumen
qué en muchos casos se truecan en desvíos las ni vayan escandalosamente descotadas, a las que
atenciones que al principio tuvo un joven con ellas, en su porte, ademanes, traje y procederes denoten
y hubo quien perdió una excelente proporción por la dignidad y modestia que debe tener una esposa
cosas que no podía figurarse que influyeran en el cuya influencia se deje sentir a toda hora en el
ánimo del galanteador. hogar.
Ejemplo de ello nos da el caso de un joven que El joven reflexivo piensa que la señorita capaz
rompió con su novia por haber notado repetidas de beber y fumar en compañía de jóvenes con quie­
veces que trataba altaneramente a su propia madre, nes sólo la relaciona el trato superficial de las
y en -consecuencia vino a inferir que no podría reuniones de sociedad, arriesga ceder cuando ca­
2 2 8
criterio indinados al matrimonio, quienes mental­
sada a la influencia de un hombre que no sea su mente'calculan la desproporción entre sus medios
marido y perturbar con su conducta la armonía de fortuna y el estrepitoso boato de las mal acon­
conyugal. Los jóvenes no suelen querer para es­ sejadas doncellas.
posas a las señoritas locuaces, coquetas y desen­ Prescindiendo de los qne por tener el corazón
vueltas con quienes en plena soltería les gusta pa­ metalizado van a caza de dotes sin dárseles un ar­
sar el rato en bailes, tertulias y veraneos. dite de las prendas personales, pues tienen por falsa
Por otra parte, tampoco guardan los jóvenes norma que el dinero todo lo consigue en este mun­
mucha consideración a las señoritas que directa do, el joven honrado, laborioso, qué por su propio
o indirectamente declaran con notoria impacien­ esfuerzo se abrió paso en el mundo y a costa «le
cia sus amorosos sentimientos, o se valen del co­ mil penalidades puso ambos pies en la cumbre del
rreo y del teléfono para insinuarse astutamente de éxito, rechaza cortésmente, con toda la galantería
modo que si la tentativa fracasa se pueda achacar de que es capaz su esmerada educación, a las frí­
a broma y aprovecharse de su buen resultado si volas señoritas del quiero y no puedo que con­
por acaso prende. vierten en feria de muestras femeninas las reunio­
Dijo el rey sabio; “ Mujer fuerte ¿quién la ha­ nes de sociedad. Pero por fortuna y a honra del
llará? porque su estima sobrepuja largamente a sexo, aún no escasean las jóvenes casaderas que
la de las piedras preciosas... Engañosa es la gra­ sin la sobrehumana fortaleza de la mujer imagina­
cia y vana la hermosura.- La mujer que teme a riamente descrita por el hijo de Bethsabé, reúnen,
Dios esa será alabada.” Si miramos el mundo por si no en acabado conjunto, en su mayor y princi­
la superficie no veremos en las jóvenes que la ga­ pal parte, las cualidades de la buena esposa y dies­
rrulería de las notas periodísticas de sociedad lla­ tra gobernadora del hogar. A lo menos están libres
ma distinguidas ni el más remoto parecido con de los vicios y defectos que distinguen a las jóve­
la mujer fuerte. nes de relumbrón. No se declaran con los ojos ni
La mayoría de las jóvenes de la clase media tienen por lengua una taravifia ni en la calle pa­
están alucinadas por la vanidad que les ciega el recen escaparates ambulantes o maniquíes semo­
entendimiento y no echan de ver que el lujo chi­ vientes ni se perecen porque su nombre suene en
llón de sus atavíos domingueros repele en vez de las falacísimas reseñas de sociedad, cumplidos rao-
atraer como ellas se figuran a los jóvenes de buen
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délos de laudatorios eufemismos, ni es ciega es­ dades físicas, mentales y espirituales de la vida
clava de los caprichos de la moda, que si siempre human'á. Logrará que su marido prefiera la casa
tuvo sus extravagancias, han llegado en nuestros al casino y la compañía de la familia a la de los
días a términos lindantes con el salvajismo, pues extraños.
no hay diferencia esencial entre el atavío de una La buena esposa, inspirada por el amor conyu­
isleña del Pacífico y el último modelo parisién. gal, reduplica el valor del dinero, y con modestos
En cambio poseen las intrínsecas cualidades que recursos halla el modo de convertir el hogar en
por ser conquistas permanentes del alma no se el más pulcro, suave y cariñoso paraje en donde
ajan como la hermosura del rostro ni se pierden su marido halle refugio contra las tormentas de
como los bienes de fortuna ni varían como las ve­ la vida social. Sin estas condiciones se verá el des­
leidades de la moda. El corazón es arca de su te­ dichado sin casa ni hogar, aunque habite en el más
soro y es su alma inagotable manantial de puro suntuoso palacio.
amor. El hombre que tiene la dicha de encontrar Cuando la esposa, por ignorancia de la econo­
tal joya humana, duda de si son mujeres o muñe­ mía doméstica, es incapaz de gobernar la casa con
cas de carne y hueso las que vio mariposear por los ordinarios ingresos de la profesión de su ma­
los salones. Tiene todas las virtudes que por mano rido o se lamenta de no poder ostentar los lujos
diestra edifican una casa y ninguno de los vicios de soltera, y por extraviados caminos se esfuerza
que por siniestra mano la derrumban. Sabe aco­ en disfrutarlos, sobrevienen sin remedio los alter­
modar en la administración de la casa los gastos cados conyugales, las reyertas domésticas que
a los ingresos, y obediente al consejo de Franklin, amargan la vida y convierten el hogar en trasunto
gasta siempre un Poco menos de lo que gana, para del infierno.
que la lepra de las deudas no corroa la hacienda Ha de entender la recién casada que no todo
doméstica. En cada uno de los menesteres invierte es poesía en el matrimonio. Por el contrario, hay
tan sólo el dinero, tiempo y trabajo estrictamente mucha prosa. El ambiente del hogar propio no es
necesarios para realizar su labor con la mayor efi­ el mismo que el del paterno. Tiene en su casa la
cacia posible. No le pide a su marido joyas y telas casada mayor libertad, pero también mayor res­
costosas ni muebles suntuosos, sino recursos bas­ ponsabilidad; y si cuando soltera no la acostum­
tantes para satisfacer cómodamente las necesi­ bró su madre al gobierno doméstico, enseñándole
2 3 2 n z
prácticamente, cara a cara de las realidades de problemas domésticos entibiaría con el tiempo su
la vida cotidiana, lo que en teoría o en artificiosa romántico amor. La comida nunca a punto y siem­
práctica le enseñaron los colegios, agravará con pre desabrida; la ropa mal cuidada; el dinero mal­
su ineptitud los inconvenientes de un estado en gastado ; las cosas que jamás están en su sitio cuan­
que a los abrazos y besos del noviazgo suceden los do se buscan; los muebles deslucidos y desordena­
quebraderos de cabeza de la maternidad. Piense dos; las sillas paticojas; las butacas con los mue­
la recién casada que no ha de mantenerse siempre lles rotos y vomitando por cien boquetes el pelote;
joven y hermosa a pesar de los gabinetes de pos­ el reloj que señala las doce y suena las cuatro; los
tiza belleza que estucan los rostros como si fueran chiquillos que se pelean a cada minuto y unos be­
paredes, ni tampoco su marido estrechará durante rrean mientras otros chillan; la criada respondona
cuarenta años su blanca mano con la pasión que que a la menor observación amenaza con marchar­
en el ya lejano día de la boda. El matrimonio no se de aquella jaula de grillos; el timbre de la puerta
es una prolongada escena de amor, y vale más que sin cesar resuena pulsado por la violenta mano
comprenderlo así antes por buen juicio que por de los acreedores; todas estas y otras muchas al
parecer menudencias son los alfilerazos que si no
amarga experiencia aprenderlo después.
A los enamorados todo se les representa en por su encono, por su frecuencia, irritan el ánimo
más paciente y matan la más férvida ilusión.
porvenir hermoso, armónico y esplendente. Les
Por el contrario, la acertada distribución del
parece que han de vivir en sublimadas condicio­
tiempo, de! trabajo y del dinero en las ordinarias
nes de vida y tomar al pie de la letra el contigo pan
tareas domésticas es sólido fundamento de armo­
y cebolla, sin preocuparse del buen gobierno del
hogar. Pero no tarda la ilusionada esposa en ad­ nía conyugal. El marido ve con satisfacción cre­
ciente que el amor de su esposa no se queda en
vertir que el pan se amendruga y la cebolla apesta;
buenas razones, sino que se concreta en obras, y so
que si el hombre le entregó su corazón, también
pena de ser un desalmado y brutal egoistón, no po­
le entregó su estómago, y que su protesta contra
drá por menos de corresponder a la solicitud de
la ruin cocina invalidará sus reiteradas protestas
que se le hace primordial objeto. Si al volver a
de amor.
casa después del trabajo diario encuentra la mesa
N o se detuvo el enamorado galán a reflexionar
puesta, la comida a punto, los manjares de su pre­
que la supina ignorancia de su futura acerca de los
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dilección aderezados a su gusto; sí encuentra cuan­ por muchas y poderosas razones que la asistan, no
do la necesita la ropa interior limpia y planchada, las arguya con altaneras palabras ni la indigna­
los trajes sin manchas, las cosas todas en su sitio ción arranque gritos de su pecho, porque la iras­
con un sitio para cada cosa, los muebles en orden, cibilidad invalida los más lógicos argumentos y
las camas hechas, la casa pulcra y al ama de la despierta en el ánimo del oponente el siniestro
casa con mirada alegre, labios sonrientes y brazos espíritu de obstinación contra toda evidencia.
abiertos, no habrá de temer que su marido se has­ Ha de tener presente la buena esposa que a pe­
tíe ni el desvío suplante al cariño, porque la soli­ sar del incremento que va tomando el feminismo
citud, la diligencia-y habilidad de la mujer pru­ en el mundo de Jas ideas, todavía no ha transcen­
dente y hacendosa restauran en el hogar domés­ dido al de los hechos en términos suficientes para
tico las delicias del primitivo Edén. Entre el bien­ convencer a los maridos de que lian de tratar en
estar material y el ánimo placentero hay análoga condiciones de parigualdad a sus mujeres. Al hom­
relación a la entre la salud del cuerpo y la tónica bre le parece que nadie puede arrebatarle ni siquie­
del carácter. Cuando la esposa es verdadera señora ra poner en entredicho su superioridad; y por lo
de su casa y comprende que su deber principal es tanto, si en el orden espiritual no ha dado aún el
contentar a si* marido en todo cuanto lícitamente paso que separa lo vulgar de lo sublime, herirán
necesite y desee, tiene muchísimo ganado para no su amor propio las reconvenciones altaneras de la
perder el amor que por ella sintió durante el no­ esposa a riesgo de que, como casi siempre ocurre
viazgo. Pero ha de discernir entre la solicitud y en los matrimonios de escasa educación moral, se
el halago, porque la solicitud se contrae al estricto enterque el marido en su empeño, aun reconocien­
cumplimiento de sus deberes conyugales, mante­ do que no tiene razón, tan sólo por el puntillo de
niendo siempre con noble tesón, pero sin orgullo, que prevalezca su autoridad y no se diga que le
su dignidad de esposa; y el halago es el preludio gobierna la mujer.
de la servil esclavitud inoral a que seguramente se Pero la buena esposa, la perfecta casada, em­
condenaría si desde un principio no atajara las pieza por fortificar su castillo interior y ponerse a
posibles extralimitaciones de su consorte. Ha de cuentas con su conciencia de modo que nada le
procurar la buena esposa que la razón quede siem­ reproche. Su primera atención en cuanto alumbra
pre de su lado en cualquiera discrepancia; pero el nuevo día es el arreglo de la casa en disposición
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(le cumplir cuantos requisitos y satisfacer cuantas conocimiento de su sinrazón seguirá la gratitud
exigencias demanden las labores de sus veinticua­ ac recentado ra del amor.
tro horas; y si temprano se levanta por no haber Cuando a las cualidades de habilidad, prudencia,
trasnochado en frívolas diversiones, tendrá tiem­ economía, solicitud, diligencia y buen sentido, in­
po de sobra para dejar trazadas las líneas del plan dispensables para el gobierno del hogar en el orden
cotidiano, de suerte que casi automáticamente se del bienestar material, añade la buena esposa aque­
vaya cumpliendb en la natural sucesión de todos llas otras cualidades de ecuanimidad, fortaleza,
sus puntos. Si así lo hace, se admirará de ver que optimismo, intuición, clarividencia y abnegación
el gobierno del hogar y el cuidado de la familia que tanto importan en el orden espiritual, mayor
no son obstáculos para tomar parte activa en la ventaja tiene entonces todavía para mantener la
vida social y ejercer cargos de responsabilidad en paz doméstica y conservar el amor de su marido,
las corporaciones populares. A la mujer hacendosa porque tras la corporal forma humana ve el espí­
que armoniza el movimiento de sus manos con el ritu esencialmente idéntico al de ella y por lo tanto
de las manecillas del reloj, le sobra el tiempo que en la real igualdad que desconocen leyes y costum­
le falta a la mujer displicente, la del poco más bres. En semejantes condiciones ya no se establece
o menos y del tanto da, que no tiene tiempo el trato entre hombre y mujer, entre marido y es­
para nada porque todo lo consume en el atavío posa, sino entre dos espíritus, entre dos almas, y
personal. prevalecerá de ellas la que más ampliamente edu­
Satisfecha del cumplimiento de su deber y sin cidas tenga sus intrínsecas cualidades, la que actúe
torcedores de conciencia, la buena esposa está en en superior plano espiritual.
favorables condiciones de practicar en las desave­ Mas para ostentar esta superioridad, ha de mos­
nencias conyugales el sabio aforismo; suavíter in trarla primero la mujer en el inferior nivel de la
modo, forliter in re, porque si con palabras cuya vida cotidiana, cumpliendo los domésticos debe­
cariñosa firmeza denoten la serenidad de ánimo, res con tal rigor que su marido no tenga derecho a
le representa a su marido el error o la preocupación lamentarse de haberla elegido por esposa. Puesto
que en aquel momento le domina, evocará en él que en el mundo vivimos, preciso es asentar por
los nobles sentimientos que por ser imagen de Dios fundamento el bienestar material de la vida física,
aletean en el fondo de toda alma humana; y al re­ no en el epicúreo sentido de halagar los apetitos
238
239

Si la mujer sabe idiomas, música, dibujo, pintura,


concupiscentes, sino en el más noble de satisfacer
y su erudición en letras y ciencias iguala a la del
las imperiosas necesidades que en manutención,
más encopetado académico, será buena para maes­
comodidad, abrigo y aseo requiere el cuerpo para
tra, médica, abogada, escritora o cualquiera otra
ser, por medio del trabajo, eficaz instrumento del
profesión liberal; pero todos sus conocimientos
espíritu.
reunidos no bastarán para hacerla bien casada y
La sabiduría popular nos dice en sus adagios
confeccionar y servir una sabrosa comida a su
qne donde no hay harina todo es mohína, que tri­
marido cuando le falte el rodrigón dé la cocinera.
pas llevan pies y no pies tripas, y que antes que
De todo lo dicho se infiere que desde el punto
filosofar es preciso vivir. Estas sentencias escon­
de vista material, el matrimonio es una de tantas
den bajo su vulgar expresión un profundo sentido
profesiones abiertas a la actividad de la mujer.
espiritual, porque la experiencia enseña, de acuer­
Es sin duda la profesión más antigua por ser la
do con el buen juicio, que cuanto menos evolucio­
más natural y por añadidura indispensable para
nada está el alma mayor es el egoísmo que la na­
la perpetuación de la especie con arreglo a la ley
turaleza inferior manifiesta por medio de los de­
fisiológica; pero así como las demás profesiones
seos corporales; y si la buena esposa tiene la he­ son de libre elección, según cuadren a las facultades
roica virtud del sacrificio, no perdonará medio
intelectuales de la mujer, la del matrimonio está
lícito para satisfacer en manutención, comodidad, sujeta en los países civilizados a eventualidades
abrigo y aseo el natural egoísmo de su esposo,
independientes de la voluntad, de suerte que cuan­
quien al verse tan solícitamente atendido no bus­
do nubil no sabe la mujer si está destinada o no
cará fuera del hogar lo que sin pedirlo encuentra
para casada, y lejos de abstenerse cu la duda, ha de
siempre a mano en ¿1. añadir a su general educación la modalidad que
Ciertamente, no está de más la cultura general debidamente la prepare para ser buena esposa y
y la instrucción literaria y científica que en los mejor madre.
colegios se adquiere, porque de mucho le sirve a
la mujer para no añadir a la de la soltería la
palma del martirio; pero en la casada es incom­
parablemente más valioso para la dicha del hogar
el conocimiento práctico de la economía doméstica.
X. N O V IO S V M ARIDOS.

pesar de lo mucho que se hart


materializado las gentes en estos
nuestros calamitosos tiempos de
carestía de la vida, conflictos so­
ciales, huelgas continuas y lu­
chas intestinas entre el capital y
el trabajo, aun están en mayoría los jóvenes que
en el fondo de su corazón anhelan para esposa una
mujer afable, de apacible carácter, hacendosa, pru­
dente, de claro entendimiento, con quien compartir
las penas y alegrías de la vida, tal como poética­
mente la describió en sonoros versos Quincy
Adams. Pero el medio ambiente en que se agitan
y las condiciones sociales en que viven, sofocan
tan nobles anhelos y los mueven a buscar la dote
como introito de las relaciones amorosas. En ló­
gica correspondencia, si la joven no está contami­
nada de romanticismo ni por el contrario llega al
bajo extremo de comprar con su dote al hombre
capaz de venderse, no contraerá relaciones de no­
viazgo con quien no tenga oficio ní beneficio, sino
que equilibrando el sentimiento con el cálculo, in­
dagará si quien a ella se dirige tiene al menos en
cercana perspectiva medios honrosos de fundar
decorosamente casa y familia. El cálculo capitaliza
los emolumentos de la profesión del pretendiente
241
1 6 .— LA MUJBB r I L HOOAB
243

por ver si coinciden o a! menos áe aproximan a la — No basta para estos tiempos. Y o quiero para
cuantía de la dote. mi hija un marido de posibles y no un pelagatos.
Pero en este particular, la codicia suele romper — '¿Y si yo te demostrara que el cinco tiene una
el saco, porque el amor, aun en su inferior modali­ fortuna?
dad, prevalece casi siempre contra el interés, so­ .— Entonces no habría inconveniente en conce­
bre todo si está apoyado por la astucia. derle la mano de mi hija.
Cuéntase que un riquísimo curtidor tenía una .— Pues vente conmigo y te convencerás de que,
hija preciosa, verdadero tesoro de belleza y dis­ aunque se Jo tenía muy callado, no le aventajas en
creción, de quien andaba enamorado un joven de riquezas.
excelentes prendas personales, pero sin otros bie­ Fuéronse el fraile y su amigo el curtidor a casa
nes de fortuna que el asiduo trabajo de sus manos. del joven, y acercándose a la puerta del cuarto en
El padre se oponía tenazmente a la boda, y para donde estaba el muchacho, exclamó el fraile diri­
vencer su resistencia recabaron los jóvenes el au­ giéndose a su amigo:
xilio de un fraile muy amigo de la casa y hombre -— Y o te juro por Dios que el pretendiente de tu
que, de acuerdo con los principios de su profesión, hija tiene en este momento pieles en remojo que
anteponía los intereses espirituales a los mundanos. no las daría por un millón de pesetas.
Prometió el buen religioso recurrir a cuantos me­ Y levantando la voz, añadió preguntándole al
dios lícitos estuvieran a su alcance para chasquear joven con el oído pegado a la puerta:
la codicia del curtidor, y al efecto le dijo al ena­ .— ¿Verdad que no darías por un millón de pe­
morado joven que se fuese a su casa y siguiera setas las pieles que tienes ahora en remojo?
punto por punto sus instrucciones. Entretanto abo­ — Ni por el doble, respondió el muchacho.
cóse el fraile con su amigo, diciéndole: Admirado el curtidor del juramento del fraile
— He sabido que te opones a los amores de tu y de la respuesta del hijo, declaró que daba desde
hija con el joven que la pretende, y me parece que aquel punto y hora por concedida la mano de su
no tienes razón, porque si bien se quieren no te hija, sin que nada le hiciese volver atrás de su
has de casar tú por ellos. palabra, con tal de que fuese cierta la afirmación
— Es que ese chico es más pobre que las ratas. de ambos, y entrando en el cuarto vieron al inven
— Pero es honrado y trabajador. metido tal como nació en un baño de cuerpo en­
¿44 245
peranza de libertarse de la esclavitud del trabajo
tero, de suerte que fue imposible negar-que til-
asalariado; y aunque comprenden que es una in­
viese en aquel momento pieles en remojo que no
dignidad valerse de semejante influencia, sabiendo
daría por todo el oro del mundo. E l curtidor no
que no han de poder cumplir sus promesas, la coho­
tuvo más remedio que cumplir su palabra.
nestan diciendo que en los lances de amor, como
Sin recurrir a tan ingeniosos medios, hay jóve­
en los de la guerra y del juego, todas las tácticas
nes que no son sinceros respecto de su situación
son buenas y lícitos todos los ardides, por lo que
económica cuando pretenden a una muchacha, y
esta justificado el empleo de cualquiera arma con
a menudo alucinan a la novia prometiéndole e!
que conquistar a la joven en quien puso su corazón.
oro y el moro para cuando se casen. Sobre todo
Había en Nebraska un joven labriego sin más
si la novia es de familia humilde y ha de trabajar
bienes de fortuna que un pedazo de tierra y una
penosamente para subvenir a sus gastos persona­
cabaña. Conoció a una joven, hija de una pobre
les además de los ordinarios de la casa, la perspec­
familia del Tenessee, con la que mantuvo amis­
tiva de mejora de posición la mueve a creer inge­
tosa correspondencia durante algún tiempo, hasta
nuamente cuanto su novio inventa acerca de
que por fin se compró un traje nuevo con el
eventuales herencias, de fincas ilusorias y de fan­
propósito de ir a verla a su casa y pedirle rela­
tásticas fortunas que cuando muera la tía rica y
ciones amorosas. Aceptó ella y se casaron sin
solterona irán a parar forzosamente a sus manos.
que la novia hubiese visto el hogar doméstico
El contraste entre su actual penuria y la vida de
que tan lleno de comodidades le había represen­
lujos y comodidades que su novio le describe con
tado su marido durante el noviazgo, diciéndole
tan vivos colores, influyen poderosamente en el
además que poseía numerosísimos rebaños. Rece­
ánimo de la joven para comprometer su palabra.
laba él de que su crédula esposa se llamase a en­
Olvida que de dinero y santidad, la mitad de la
gaño al ver la triste realidad, y cuando llegaron a
mitad; y una vez casada, cuando la cosa no tiene
la cabaña no se atrevió a decirle que aquel era su
remedio, sufre amargo desengaño al ver que las
tierras, las fincas, las acciones y herencias esta­ hogar, sino que tramó un embuste fingiendo que
todavía no estaba del todo arreglada la magnífica
ban tan sólo en la astuta imaginación del galan­
teador. Saben los jóvenes cuánto influye en el áni­ residencia rural en donde habían de vivir y que
mo de una muchacha de posición precaria la cs- entretanto les era forzoso acomodarse en aquella
2 4 7

humilde morada. Tremenda fue la decepción de sonalídad del pretendiente en todos sus aspectos.
la esposa al descubrir la verdad y pasaron muchos Desde luego que una juventud borrascosa henchida
meses antes de que se reconciliase con su marido. de amoríos y devaneos sin consecuencias será en
Como este caso hay muchos otros por el estilo la mayor parte de los casos una nota favorable a
que si difieren en la forma son idénticos en el fon­ los ojos de la presunta novia, porque por lo gene­
do, y abundan los jóvenes que al cortejar a una ral a la mujer le gusta más un novio que haya
señorita se colocan en actitud parecida a la del rendido a la juventud su natural tributo, que el
comerciante respecto del eventual comprador. Po­ novel en amorosas lides, recién salido de las rigi­
nen sumo cuidado en esconder todo cuanto arries­ deces det colegio y arrimado todavía a las mater­
gue causar mala impresión y muestran aparatosa­ nales faldas, cuyas reprimidas, pero no transmu­
mente todo cuanto induce a adquirir la mercancía. tadas pasiones, amenazan estallar con volcánica
Así el joven deseoso de aquistarse el amor de una violencia después del matrimonio. Pero todos los
joven que poco o nada le conooe, empieza por encu­ extremos son viciosos, y por lo tanto conviene que
brir sus defectos, disimular sus vicios y esconder el pretendiente a novio haya conservado en medio
de la vista de ella todo cuanto pueda despertar de las tormentas juveniles la indispensable salud
repulsión o antipatía, a fin de que no sospeche su física y mental para ser buen esposo, y que no
verdadero carácter; pero después de casado se tenga en su persona estigmas de vergonzosa in­
muestra sin rebozo tal cual es, y tan cambiado apa­ moralidad.
rece, que la desengañada esposa apenas reconoce Nadie se resolverá a comprar una finca sin an­
en su marido al que fué su novio. tes examinar las escrituras notariales por ver si
No estaría mal que así como menudean con ex­ está gravada con alguna servidumbre o hipoteca
celente éxito las agencias de información comer­ en los registros de la propiedad; pero mucho más
cial, hubiese otras de índole más reservada, pero importante es enterarse de si el pretendiente a ma­
de austérrima moralidad, que proporcionasen a las rido adolece de la servidumbre de algún vicio o
familias de las jóvenes casaderas informes exac­ de la hipoteca de alguna flaqueza en su carác­
tos acerca de la conducta, circunstancias persona­ ter. La mujer arriesga en el matrimonio muchí­
les, situación económica, antecedentes y demás da­ simo más que el hpmbre, y así tiene el derecho y
tos por los cuales venir en conocimiento de la per- el deber de indagar en su calidad de futura nía-
249

por otra parte despierta en ella la compasión, te­


dre si el que la pretende por esposa está en con­ merosa 'de cargar aquel suicidio sobre su con­
diciones físicas y morales de ser buen marido y ciencia.
padre, de modo que no legue siniestra herencia a Otras jóvenes de más delicado y sensitivo tem­
los hijos. H ay casaderas, sobre todo las de flaco
peramento responden prontamente a los impulsos
entendimiento, que fascinadas por la dulce pala­
de su naturaleza superior. Tienen, por decirlo así,
brería del galanteador sólo piensan en el anillo de vocación de redentoras y anhelan realzar al hom­
prometida, y aunque no sientan verdadero amor,
bre por quien sienten simpatía, estando dispuestas
se casan lo mismo que suelen las gentes adquirir
a hacer cuanto les quepa por fortalecerlos y ele­
un artículo de comercio, por la sugestión del re­
varlos al nivel de la caballerosa hombría. Se figu­
petido anuncio, no porque verdaderamente lo ne­
ran que por saber relativamente manejar a su al­
cesiten. Y cuando la mujer es de temperamento
bedrío al hombre enamorado de ellas, podrían ma­
romántico y apasionado y el hombre persevera en
el asedio, acaba por captarle la voluntad, aunque nejarlo todavía con mayor facilidad después de
sólo sea hombre a medias, mientras que un hom­ casadas, y así muchas jóvenes aceptan por novio
bre superior, de carácter entero, nada lograría si a un tunante y malogran lastimosamente su por­
le faltara persistencia. Centenares de jóvenes así venir.
sugestionadas sufren después del matrimonio la No le conviene a la joven prudente casarse con
muerte en vida al descubrir la ordinariez, brutali­ un hombre cuyo carácter se proponga reformar,
dad y egoísmo del marido que tantas protestas de porque milagro será que salga airosa del empeño.
amor eterno la hiciera mientras la pretendía. La enmienda de la conducta y la reforma del ca­
Los hombres saben que el punto flaco de la ma­ rácter se han de llevar a cabo con pruebas convin­
yor parte de las jóvenes casaderas es el sentimen­ centes-antes del casamiento, porque después se ex­
talismo, y cuando han fracasado los demás medios pone a encontrarse con un incorregible.
de enamorar a la cjue pretenden, juegan la última Apartaos, como del veneno, de un hombre rece­
carta amenazando con suicidarse si les rechaza. loso, suspicaz, pendenciero y camorrista, porque
Esta actitud amedrenta y a la par halaga a la mu­ amargaría vuestra vida. El hombre que no tiene
jer sentimental, que por una parte se engríe de que absoluta confianza en su novia no puede ser buen
haya hombre capaz de quitarse la vida por ella, y marido. El receloso es siempre de ánimo mezquino .
2 5 0 251

y suele tener otras rajas en su carácter. Mucho en su vida haya proferirlo un terno ni haya fumado
mejor es el tolerante y magnánimo, aunque ado­ un cigarrillo ni bebido una copa de licor.
lezca de algún defecto, porque al menos su afable [Tampoco ha de preferir la mujer al hombre que
disposición de ánimo hará soportable su vitalicia en todo exija el predominio de su opinión. La in­
compañía. Así como la amabilidad es prenda esti­ dependencia de carácter y originalidad de criterio
mabilísima en el carácter de la esposa, la toleran­ convienen tanto a la mujer como a l‘hombre, mien­
cia es muy valiosa virtud en el marido. tras no degeneren en espíritu de contradicción. La
No os dejéis influir demasiado por vuestra madre esposa que responde amén a cuanto su marido dice,
en la apreciación del joven hacia quien os sintáis se convierte en su eco y en su esclava, siendo
inclinadas. No quiere esto decir que se prescinda así que ya pasaron los tiempos de las esposas
de la mayor experiencia y conocimiento del mundo esclavas.
que tienen las madres, sino que hay algunas cuyo La verdadera consorte no es la que se somete
celo por sus hijas las lleva al inconsiderado extre­ sin abrir los labios a las decisiones del marido, sino
mo de abultar los defectos del pretendiente o pon­ la inteligente compañera que actuando en su pro­
derar en exceso las que les parecen buenas cuali­ pio plano mental discute con serena lógica las
dades. A menudo oímos decir a las madres que cuestiones conyugales y es de esta suerte un estí­
tal o cual presunto novio es un dechado de jóve­ mulo y no una traba a los «proyectos del marido.
nes porque no fuma ni bebe ni juega ni blasfema, Para la dicha del hogar es preciso que en todas las
como si por esto sólo hubiera de ser perfecto ma­ cuestiones de la vida de familia haya coincidencia
rido, cuando bien pudiera ser insufrible en otros de criterio, aspiraciones e ideales entre marido y
aspectos. Muchos se guardan muy bien de hacer mujer; pero aparte de estas cuestiones de orden
estas cosas para aparentar comedimiento, y en cam­ íntimo, hay otros puntos que únicamente afectan a
bio disimulan astutamente vicios mucho peores que la vida individual de cada cónyuge en sus relacio­
salen a la superficie cuando se ha de convivir con nes consigo mismo o con la sociedad, en lo'' cuales
ellos. En el trato social parecen angelitos de reta­ cabe perfectamente la discrepancia y aun la opo­
blo y en la intimidad resultan demonios del averno. sición de 'criterio sin menoscabo de la paz domés­
El joven mezquino, ruín, avaro, receloso, áltanero, tica. En las cuestiones políticas, sociales, científi­
egoísta e intolerante no será buen marido aunque cas y religiosas, cada consorte puede considerarlas
253
y defenderlas desde su peculiar punto de vista, pues cida la esposa a la condición de criada o a lo sumo
no por ello se ha de quebrantar la armonía conyu­ de patrona. Por lo tanto, si el hombre quiere por
gal, antes bien hay mayores probabilidades de coin­ compañera de su vida a una mujer que sea algo
cidencia en los asuntos de interés común, cuando más que una vulgar casera para prepararle la co­
marido y mujer discrepan en los que nada tienen mida, arreglarle la ropa, limpiarle la habitación y
que ver con la administración de la hacienda, el hacerle la cama, menesteres todos que con igual so­
gobierno de la casa y la crianza de los hijos. En licitud desempeñaría una criada bien retribuida,
estos casos ha de intervenir la hermosa virtud de ha de procurar poner los ojos en una joven que
la tolerancia, tan propia de los espíritus superiores sin garrulerías de marisabidilla tenga la necesaria
y de los entendimientos agudos como su contraria cultura general para discurrir discretamente sobre
la intransigencia lo es de las almas mezquinas y los temas que la actualidad va poniendo día tras
de los entendimientos romos. día en el telar de las públicas conversaciones. Ha
Los jóvenes que a pesar de haber nacido en los de elegir una mujer que por su acabada e inteli­
albores de nuestro siglo parecen por extraviada gente feminidad sea bajo los aspectos intelectual
educación supervivencias de los pasados, no gus­ y espiritual una ayuda tan idónea como bajo el
tan de elegir por esposa a una joven que les aven­ aspecto puramente doméstico.
taje en cultura, porque temen quedar en relación Dice Lyman Abbott en su obra Reminiscencias,
de inferioridad, con peligro de que luego de casada que la solicitud de su esposa en todas las circuns­
se engría de su mayor erudición y le eche en cara tancias de la vida le mantenía en plena juventud a
a cada paso su cretinismo. Prefieren una mujer, los setenta y ocho años, y que cuando era abogado
s¡ no del todo analfabeta, por lo menos que no le le ayudaba con acertadas insinuaciones a esclarecer
interesen las cuestiones intelectuales y enfoque los asuntos, y cuando fue editor se erigió ella en
toda su actividad en las domésticas. Si la mujer su más riguroso crítico. La mayor parte de las
está dotada de talento natural, que a veces supera obras publicadas por Lyman Abbott tuvieron por
en intensidad y magnitud a la erudición libresca, pensamiento generador el de su esposa, y en las
no ensombrecerá el tedio las relaciones conyugales; épocas críticas de la vida, cuando parecía inminente
pero si por desgracia es uno de aquellos bustos de el fracaso y estaba él a punto de perder la con­
hermosísima cabeza, pero sin seso, quedará redu­ fianza en sí mismo, no perdió ella la que en él tenía
254
y su valor contuvo el desaliento que de otro tnodó los hombres* ál paso que no hay el universo
Je hubiera invadido. obra creada que en excelencia aventaje a la mujer
Aunque no lo pregonen las vocingleras gaceti­ fuerte. Quién merecerá tan inestimable'tesoro?
llas ni transcienda del círculo de las relaciones ¿Qué hombre llega hoy al día de su boda tan puro
amistosas, lo cierto es que como la de Lyman y limpio de pensamiento, palabra y obra como !a
Abbott hay en todos los países mujeres que son mujer con quien se enlaza? ¿Cabe estimar el nú­
las egerias de sus maridos. El novelista famoso,
mero de vidas malogradas y hogares arruinados
el aplaudido autor dramático, el chispeante inge­
a causa de ir el hombre al matrimonio con vicio­
nio que sin valerse del chabacano astracán rego­
sas costumbres sexuales que en la noche de bodas
cija a las gentes de buen gusto con chistes en que
hieren brutalmente la castidad de la novel esposa?
el juego de pensamientos supera en agilidad al de
E l brutal egoísmo de no pocos maridos es respon­
palabras, deben muchas veces a la inspiración de
sable de la repulsión que desde un principio expe­
su ignorada colaboradora conyugal el éxito de sus
rimentan sus esposas sin que jamás logren reco­
obras. ¿Qué joven, por espléndidamente dotado
brarse del amargo desencanto. L a mujer de alma
que esté por la naturaleza y la fortuna, no acre­
delicada y nobles sentimientos que espera en la
cienta su valía y recibe doblado beneficio por su
consumación del matrimonio un acto sacratísimo
vitalicia unión con una mujer en quien armónica­
en que los esposos colaboran con Dios, no puede
mente concuerden el cerebro y el corazón? Nin­
por menos de lamentar su desengaño al verse so­
gún hombre es lo suficiente hombre para marido
metida a la inconfesable esclavitud de la sensuali­
de una mujer que sea completa mujer.
dad del hombre que, olvidado de su divina natu­
No significa esto que todas las mujeres sean
raleza, se degrada hasta convertirse en bruto.
ángeles con faldas ni que todos los hombres sean
Como dice Elena Key al discurrir sobre el tema
necesariamente malos para el matrimonio, ni tam­
del amor y el matrimonio, muchos hijos son en­
poco que las mujeres aventajen en todos los as­
gendro de la prostitución legalizada y del legali­
pectos a los hombres, sino que en general la mora­
zado estupro.
lidad de la mujer es superior a la del hombre, y;
En verdad que un matrimonio sin amor, un
por lo mismo la mujer que por naturaleza sale per­
enlace de impura conveniencia material es un con­
versa, es mil veces peor que el más desalmado de
cubinato que las leyes civiles amparan. La socie­
257.

dad necesita en este punto tiná purifica dora rehabi­ recatada hija de familia, y excede de los ordina­
litación, y sin embargo es una de las cosas-en que rios límites de la maldad humana la bellaca acción
parece impertinente la intervención del poder pú­ de arrastrar la virginal pureza de una joven por
blico. Desde el momento en que dos se casan, la el lodo de sus vicios en la más santa de todas las
sociedad cierra la puerta y nadie tiene derecho a santas relaciones.
preguntarlo que ocurre en las alcobas conyugales; Una de las mayores dificultades con que tro­
pero lo cierto es que miles de hogares están impreg­ pieza el empeño de realzar entre los hombres el
nados de inmoralidad, impureza, sensualismo y ideal del matrimonio es el vulgar concepto que de
brutalidades de la peor especie, y a muchas espo­ su finalidad y significado tienen la mayoría de los
sas las medio convencen egoístas y brutales mari­ jóvenes, quienes por influencia de libertinos com­
dos de que todo es lícito bajo la capa del matri­ pañeros se figuran que su único objeto es satisfa­
monio. Multitud de infortunadas criaturas vienen cer los impulsos pasionales en vez de ser, como
efectivamente es en su verdadero concepto, la casta
al mundo en crueles, lascivas y aun criminales con­
unión de dos cuerpos por afinidad de las almas.
diciones cuando la mujer se casó tan sólo por tener
Mientras los jóvenes no estén honestamente alec­
marido y el hombre por razones del todo ajenas
cionados en las cuestiones sexuales y sepan no de
al sentimiento del amor. En muchos casos ni si­
quiera se desean, antes al contrario se esquivan rutina y memoria, sino con razonada argumenta­
los hijos que para algunos matrimonios son infer­ ción, que el matrimonio es un sacramento cuya
nales estorbos que a toda costa procuran evitar. moral validez demanda por requisito indispensable
E l hombre que se casa con el preconcebido propó­ el perfecto acorde de las voluntades de los contra­
sito de no tener hijos es indigno de la paternidad yentes unidas por el amor en el plano espiritual,
y no sirve para marido. Como dice el delicado continuarán los hombres degradando la más sa­
poeta español Selgas, “ ¡cuán infelices son los que grada de las humanas relaciones.
no tienen hijos, y cuán infames los que no quieren Sin embargo, el hombre exige que "la mujer de
César no sólo sea honrada, sino que también lo
tenerlos 1”
Afrenta del hombre que se ha revolcado en el parezca” . Por muy borrascosa que haya sido su
juventud, insiste el hombre en que la mujer
cieno de la inmoralidad, que ha infringido la3 leyes
morales, es solicitar en matrimonio a una pura y con quien se case este libre de toda mancha,
17.— I A N U JB K V 1 L MOOAK
258 259

y en esto da prueba del inestimable valor de la Pero las jóvenes de la nueva era no se verán
pureza, aunque incurriendo en el error de que esta en la precisión de entregarse irreflexivamente a
virtud sólo es necesaria en una de las partes con­ un hombre indigno de ellas. Saben que hay doce­
tratantes deí matrimonio. Aún no sólo admite la nas de profesiones abiertas a su actividad en las
sociedad este prejuicio, sino que lo sanciona con que pueden ganarse honradamente la vida, y que
su aprobación; pero todas las señales indican que la soltería no es ya un estigma de menosprecio co­
ha de llegar tiempo en que el hombre moralmente mo lo fué en el pasado. La joven económicamente
defectuoso no encontrará mujer con quien ca­ independiente no acechará en su rededor anhelosa
sarse, porque estará física, moral y espiritualmente de marido ni tendrá, como suele decirse, hambre
incapacitado para mantener el ideal en que ya em­ de hombre, sino que se casará con el digno de su
pieza a ser estimado el matrimonio; y cuando los amor y respeto o permanecerá soltera sin menos­
hombres se convenzan de que la impureza es un cabo de su porvenir.
impedimento para el matrimonio, mejorarán sin Las jóvenes del día están en mucha mejor si­
duda las costumbres de la juventud masculina, tuación que sus antepasadas. Frecuentan más des­
pues no querrán verse forzados a casarse con jó­ embarazadamente la sociedad y se percatan del
venes de su propia índole a quienes les negarían cúmulo de desdichas que conturban los hogares
el saludo en el trato social. domésticos a consecuencia de mal concertados
En otro tiempo no estaba la mujer en situación matrimonios. Ven que muchas casadas pierden la
rde andarse con demasiados escrúpulos para acep­ vivacidad, la alegría, el júbilo que les rezumaba
tar las amorosas declaraciones de un pretendiente, del ánimo cuando solteras, y se vuelven tristes y
porque aparte del matrimonio no tenía mejor taciturnas como si estuvieran moralmente reclui­
perspectiva por estar cohibida por los prejuicios das en un harén oriental, porque sus maridos de­
sociales que consideraban la soltería casi como una jaron de tratarlas con el cariño, la dulzura, la
desgracia y condenaban a la solterona sin recursos delicada atención que les habian mostrado hipó­
propios a una vida de sujeción en que no escasea­ critamente antes del matrimonio, y las tienen más
ban las morales torturas, y para librarse de seme­ bien’como patronas de un solo huésped que como
jante infortunio no reparaba en aceptar al pri­ esposas y compañeras de su vida. Sobre todas estas
mero que solicitase su mano. cosas reflexionan hoy día las jóvenes antes de to-
261
2ÓO
que a un hombre de buen entendimiento le cuesta
mar una resolución definitiva que afecte a su por­
asociar a otro a su negocio. Indagará cuáles son
venir, y el resultado es que los jóvenes tropiezan
sus circunstancias personales y sólo después de muy
cada día con mayores dificultades para encontrar
detenida observación se resolverá a aceptarlo. Sin
esposa según su capricho. En rigor de austera mo­
embargo, este mismo comerciante que tan escrupu­
ralidad, ningún joven debiera decidirse al matri­
losamente investigó las cualidades del presunto
monio sin estar capacitado para responder afirma­
socio, acaso se case con una joven a quien conoció
tivamente a la pregunta: "¿Seré buen marido?" hace quince días sin haberla ‘visto y hablado más
Entonces, si el examen de conciencia corrobora la que unas cuantas veces en condiciones favorables
afirmación, podrá seguir adelante con la fundada para disimular su carácter. Locura es creer que
esperanza de equiponderar sus excelentes cualida­ por tan aleatorio medio pueda encontrar una es­
des masculinas con las igualmente excelentes fe­ posa ideal, y quienes tan precipitadamente proce­
meninas de la joven elegida por esposa. den -hallan a fin de cuentas que obtuvieron cual­
Además de la salud física, moral y mental, el quier cosa menos el premio mayor que esperaban
espíritu de congenialidad y compañerismo es el de la lotería del matrimonio.
más firme fundamento del verdadero amor y de Los casamientos de dicho y hecho, de noviazgo
la felicidad conyugal. No basta que los novios se fulminante y rápido no suelen ser muy afortuna­
sientan dichosos al verse juntos y les parezcan eter­ dos. Abundan los casos en que fascinado el hom­
nas las horas que están separados. Es preciso que bre por la gallarda apariencia de una mujer, se
ambos se pongan a prueba en circunstancias en casa con ella tras breves relaciones durante las
que ni uno ni otra se hallen bajo su mutua influen­ cuales sólo la trató unas cuantas veces y en cir­
cia personal, poique sólo así manifestarán espon­ cunstancias a propósito para no manifestar más
táneamente la verdadera tónica de su carácter. que el aspecto simpático de su carácter. L a ama­
Antes de comprometerse es necesario proceder
bilidad y aun la zalamería brotaban en aquellas
con cautela sin pasionales precipitaciones que ven­
breves entrevistas de los labios de ella como si en
darían los ojos del discernimiento.
el corazón estuviese su fuente, porque nada decía
En la elección de vitalicia compañera hay que
ni hada el enamorado joven que pudiera destem­
poner mucho más cuidado que en la de un amigo o
plarla. Pero después de casada, a la menor con­
de un socio comercial. Pensad en las cavilaciones
trariedad saca la garita las uñas que tan bien es­ la irascibilidad y el horrible monstruo de los
condidas guardaba en el estuche, y descubre la celos. '
impetuosa irascibilidad de su carácter en términos Si en circunstancias ordinarias no es posible
que ni con jobiana paciencia es posible vivir con disimular por mucho tiempo estas imperfecciones
ella. En sus accesos de furor destroza las ropas, del carácter, porque surgen al toque de las coti­
rompe la vajilla, hace añicos los espejos, sería dianas experiencias de la vida, el sentimiento amo­
capaz de matar si a su alcance tuviera un anpa, y roso, y más todavía cuando es apasionado, no las
pasado el arrechucho se arrepiente de lo hecho, advierte o en todo caso las reduce a menudencias
pero no es capaz de reprimir la ira cuando de sin mayor importancia. Si los novios pudieran ob­
nuevo la acomete en cuanto tropiezan con algún servarse a hurtadillas en todas las circunstancias
obstáculo sus caprichosos deseos. de su vida ordinaria y la reflexión substituyese
Si el marido que por su mal dió con esta indó­ entretanto al apasionamiento, no resultarían de
mita fierecilla cuyo vistoso pelaje le fascinó cuan­ seguro tantos matrimonios desconcertados. El no­
do soltero, la hubiera observado no sólo en visita, vio tiene buen cuidado en presentarse ante su ama­
sino en todas las honestas circunstancias de la vida da circunspecto, afable, pulcro en el vestir, come­
familiar, en su cotidiana relación con padres, her­ dido en el hablar, obsequioso en su proceder y
manos, parientes, vecinos y criados, seguramente aparentemente engalanado con cuantas prendas
no siguiera adelante en su propósito. constituyen el equipo moral de un perfecto caba­
Desde luego que nadie ha de exigir de otro lo llero. Por su parte la novia se acicala cuidadosa­
que no pueda exigir de sí mismo, pues cada cual mente para cuando él llegue, y como ya sabe
tiene sus flaquezas de carácter y obra de miseri­ de antemano la hora acostumbrada, procura que
cordia es sufrir con paciencia las del prójimo. tocado y atavío realcen los naturales atractivos de
Pero las hay de tal gravedad que son incompati­ su persona. Por nada del mundo consentiría que la
bles con la armonía conyugal, y entre ellas sobre­ viese despeinada y de trapillo en pleno desempeño
salen por indisculpables en un marido la holgaza­ de los quehaceres domésticos, que es precisamente
nería casi siempre acompañada del vino y el juego como con más frecuencia ha de verla cuando sea su
con el lupanar por corolario; en la mujer la coma­ esposa. No sólo engalana su personal apostura con
drería, el desaseo y el despilfarro; y en ambos el inaprendido y perfecto arte de toda mujer an­
265
2Ó4
helosa de ser amada, sino que se coloca en habili­ cualidades que requiere la no digamos perfecta,
dosa actitud mental para no descubrir sus pensa­ sino buena casada.
mientos más allá del límite señalado por su feme­ Dice a este propósito un autor:
nina intuición. En suma, se dispone a producir la
más favorable impresión posible. El noviazgo ha de ser para la joven juiciosa una
reflexiva y austera preparación al matrimonio, una
Considerando todo esto, ¿es extraño que tan a especie de noviciado parecido al que precede a las
menudo oigamos hablar de consortes que con sus profesiones religiosas.
reyertas a las pocas semanas de casados acibaran La imperfección humana y lo deleznable de las
cosas terrenas no consienten que nadie esté libre de
la luna de miel? ¿Qué otra cosa cabe esperar del defectos, y así fuera gollería exigir del futuro es­
mutuo desconocimiento en que de su verdadero poso la suma de cualidades y compendio de perfec­
carácter estuvieron durante el noviazgo? ciones sólo posibles en el hombre ideal; pero tam­
poco conviene que cegada por la pasión amorosa no
Acaso alguien redarguya diciendo que sí a mi­ descubra la joven en su galanteador vicios de carác­
rarse con microscopio fueran los novios, quedaría ter cuya gravedad es de funesto presagio para la
de hecho abolida la institución del matrimonio, vida matrimonial... Antes de que la chispa amorosa
prenda en su corazón, debe la joven observar cui­
porque aun el justo peca siete veces al día y nadie dadosamente al que la haga objeto de sus atenciones,
puede en conciencia alzar la frente ante la escru­ pues si por las solas ganas de casarse las admite sin
tadora mirada de Dios. Pero no se trata de que tener en cuenta la sabiduría del adagio: antes de que
te cases mira lo que haces, se expone a enamorarse
los futuros cónyuges hayan de estar precisamente de un perdido, de un perillán, de un vago jacaran­
en inmediata vía de canonización, sino de que no doso y presumido, de arrogante presencia y suges­
transpongan por exceso de inmoralidad los ordi­ tiva labia, que invenciblemente le cautive el ánimo
y le seduzca la voluntad, de suerte que una vez ena­
narios límites de la imperfección humana. L a mu­ morada le parecerán agudezas las bellaquerías, do­
jer ha de poner el entendimiento en el porvenir naires los vicios y proezas las felonías, hasta que
de esposa, para no llevar su pasión al extremo cuando la realidad de la vida le desentelarañe los
ojos y como cristal que se quiebra no tenga ya la
de enamorarse perdidamente de un mal hombre cosa remedio, maldecirá de su destino y se execrará
o pesar de todos sus defectos. El hombre ha de con desesperados acentos sin percatarse de que ella
prever las condiciones de la vida de familia para y sólo ella tuvo la culpa de la desgracia que achaca
a mala suerte. (1)
no esclavizar su deseo a una mujer que en detenido
análisis psicológico carezca de las indispensables (1) F. C u iíen t T ehree,— E l Atoa de Casa.
266 267.
Pero tampoco está el carácter femenino libre de dades a que -se entregó aquel joven para captarse
flaquezas; y si la holgazanería, la embriaguez y el amor de su preferida. Diariamente le enviaba
los naipes son en el hombre vicios que en rigor de en el rigor del invierno canastillas de costosísimas
justicia debieran ser impedimento moral del ma­ flores desde cuantas poblaciones visitaba en sus
trimonio, en la mujer es la coquetería defecto ca­ frecuentes viajes, como si quisiera demostrarle
pital que amenaza quebrantar los lazos del matri­ con tan insistentes obsequios que doquiera estaba
monio. L a coqueta suele ser vanidosa, amiga de se acordaba de ella.
la lisonja, del lujo, de la ostentación y del pre­ Pero aunque la joven no había pensado ni por un
dominio sobre las demás mujeres de su esfera so­ momento casarse con él, aceptaba coquetonamente
cial. Bajo apariencias de urbanidad y cortesanía sus obsequios y con afectuosas cartas de agrade­
encubre las redes que en cuanto se le depara coyun­ cimiento le alentaba a proseguir en sus atenciones.
tura tiende con sutilísima destreza para prender Vivía con sus padres en una hermosa quinta si­
entre sus mallas, no sólo los corazones, sino tam­ tuada a orillas de un lago, y como era aficionadí­
bién los bolsillos de los mentecatos que creen en sima a los deportes del remo y la pesca, su admi­
sus falaces palabras, arteras sonrisas y fingidas rador le compró una magnífica canoa y un juego
miradas. Para la coqueta el amor es una incesante completo de trebejos y útiles de pesca. Invitóle
farsa en que actúa de protagonista con sus suges­ después la joven a pasar unos días en la quinta y
tionados adoradores por comparsa, y no es raro é¡ aceptó creído de que ya había logrado la anhe­
que, como jugador de doble baraja, mantenga en lada correspondencia; pero al llegar se le cayeron
vilo de indefinidas promesas a dos o tres preten­ las aütas del corazón al verla paseando en la canoa
dientes con la esperanza de resolverse en su día con un nuevo admirador. Mostróse tan esquiva
por el que más ventajoso le parezca. con el neoyorquino y tan afectuosa con el otro, que
Entre la infinidad de casos que permitiría entre­ el desengañado galanteador volvióse a su país con
sacar la experiencia de la vida, refiérese el de un el corazón oprimido y perdida su fe en el amor de
joven neoyorquino de opulentísima familia que se las mujeres. Lo peor de todo fue que durante el
enamoró perdidamente de una muchacha de la tiempo de su apasionada obcecación desperdició
Florida, a quien conoció durante un veraneo en aquel joven la oportunidad de casarse con una her­
esta región. No hay para qué decir las prodigali­ mosa señorita de excelentes prendas y carácter, a
-¿68 269
la que se había inclinado antes de tropezar en su desequilibradas las características intelectuales de
camino con la fascinadora coqueta. los cónyuges, porque si algo de hermoso hay en el
El hombre no es menos accesible que la mujer a matrimonio es el compañerismo y colaboración de
la lisonja, y su vanidad queda satisfecha cuando le marido y mujer, y no puede haber verdadero com­
parece que es el único capaz de cautivar la imagi­ pañerismo entre la delicadeza y la grosería, la tos­
nación de una joven o que se ve preferido a los quedad y la finura, la educación y la incultura. No
demás. A veces el hombre da el paso que separa será feliz el matrimonio en que uno de los cónyu­
al novio del marido tan sólo porque se lisonjea de ges haya de bajar de nivel para convivir en infe­
haber despertado en su amada un sentimiento que rior plano con el otro.
ningún otro hombre fue capaz de despertar; pero Además conviene considerar que los hijos, por
después de casado advierte que no es ella la inujer su mayor intimidad con ella, se asimilan las carac­
con quien había sonado para esposa. terísticas mentales y morales de la madre, y esta
El conocido adagio que dice: cada oveja con su es nueva razón para que el hombre no elija por
pareja no lia de tomarse en sentido exclusivamente esposa a una mujer zafia, de modales groseros e
material, por lo que al equilibrio de fortunas se inculto entendimiento. Por el bien de los hijos de­
refiere, sino que con mayor motivo ha de aplicarse biera ser la esposa algo más culta y mejor educada
a la educación y cultura de los contrayentes. Una que el marido.
joven pobre en bienes de fortuna, pero rica en los Las jóvenes de la clase media, criadas en la de­
de naturaleza avalorados por la educación, no es­ corosa comodidad tan distante de la molicie como
tará en condiciones de inferioridad respecto de de la penuria, son las que por lo general se hallan
un joven que a la opulencia añada la distinción de en más favorables condiciones para labrar la feli­
cuna; pero no será digno de ella, por muchas ri­ cidad conyugal de un hombre que en la esposa
quezas que atesore, el advenedizo cuyo reciente respete y ame a la compañera de su vida.
encumbramiento no logró borrar ruindades de
alma y groserías de carácter.
Es conveniente que si no en la forma, por lo
menos en el fondo (pues si la madera es de por si
preciosa, poco costará pulimentarla) no estén muy
XI. LA PARASITA.

L parásito es la forma inferior


de la vida vegetal o animal. En
botánica se llaman parásitas las
plantas que se nutren de los ju­
gos de otra, y la zoología deno­
mina animales parasitarios a los
que viven a expensas de otro animal.
Quien vive en la holganza y va por el mundo en
brazos ajenos, pudiendo ir por sus propios pies, no
merece titulo de hombre o de mujer, porque no es
más que un parásito humano, un ser empequeñe­
cido, indigno de la herencia divina, de aquel po­
der que sólo cabe actualizar por el ejercicio de
las propias facultades. La mujer parásita acabará
su mísera existencia en más triste obscuridad toda­
vía que la humilde ama de casa sin relaciones so­
ciales de gacetilla periodística, que sostiene deco­
rosamente una familia y desempeña a satisfacción
de su conciencia las cotidianas obligaciones domés­
ticas. Es la parásita como una gorrera que de
mogollón disfruta de todos los bienes materiales
de este mundo y vive en la molicie sin ganar ab­
solutamente nada con su esfuerzo. Los prejuicios
dominantes podrán justificar a su modo esta con­
ducta, pero en rigor es de todo punto inmoral.
Un parásito es un ladrón que roba cuanto los
271
2JZ

demás producen, y tiempo vendrá en que el mundo íarandeados por las circunstancias e inconsciente­
no tenga sino desprecio hacia estas humanas san­ mente movidos por el empuje ajeno sin hacer nada
guijuelas. Quedarán expulsadas de toda sociedad por cuenta propia en bien de la sociedad a que
decente. Se verán abominadas y aborrecidas por pertenecemos; pero será a costa de la firmeza y
todo miembro laborioso de la sociedad. Para ob­ perfeccionamiento de nuestro carácter. Podemos
tener la estimación propia y ajena debemos hacer­ eludir perezosamente el desempeñar en la obra del
nos independientes por medio del trabajo*. No nos mundo la parte de que somos capaces y reducimos
la aquistará la fortuna heredada. a la deplorable condición de parásitos humanos;
Unicamente podemos desenvolver nuestras con- pero no podremos al mismo tiempo ser dichosos.
génitas cualidades y explayar nuestra vida. Sólo Desgraciadamente es cierto que aun en nuestra
por la propia labor, produciendo algo valioso, progresiva época hay millares de mujeres que sin
dando parte de nuestro ser a la colectividad impedimento físico que las disculpe llevan una
humana, podemos gozar la genuina satisfacción vida improductiva y parasitaria. Aunque han re­
del deber cumplido. Cierto es que algo hay de cibido educación apropiada para ser útiles a la
placentero en aprovecharse de lo que otros gana­ humanidad, no han cultivado ninguna de sus fa­
ron, porque siempre es dulce la fruta del cercado cultades porque no se creyeron obligadas al tra­
ajeno; pero es un placer brutal que entraña dis­ bajo ni tuvieron en cuenta que el trabajo es la
gusto, una dulzura empalagosa, acibarada por la primera virtud, y por lo tanto el primordial deber
impotencia de explayar el alma y realzar la vida. de todo ser humano sin distinción de sexo.
No hay mayor satisfacción para el ser humano L a parábola evangélica de los talentos nos en­
que la dimanante de aplicar sus fuerzas mentales seña cumplidamente el deber en que estamos de
a los problemas de la vida y resolverlos por su acrecentar con el trabajo las facultades o talentos
propio esfuerzo, en vez de aguardar perezosamente que Dios nos concedió al venir al mundo, y no
a que otro los resuelva. L a conciencia de que es­ mantenerlas en consuntivo ocio.
tamos haciendo algo útil, que ocupamos nuestro
propio lugar en el mundo, es lo único que hace so­ Porque el reino de los cielos es como un hombre
portable la vida. que al partirse lejos llamó a sus siervos y les entregó
sus bienes.
Cabe en lo posible ir a remolque por el mundo, Y dió al uno cinco tálenlos, y al otro dos, y al
18.— L A U I1 JIR y S L HOGAR
¿74
otro dió uno, a cada cual según su capacidad, y se Los talentos simbolizan las facultades físicas,
partió luego.
El que Babia recibido los cinco talentos se fue a intelectuales y morales de que Dios dota a cada
negociar con ellos y ganó otros cinco. cual según su capacidad y el destino que ha de
Asimismo el que había recibido dos, ganó otros dos. cumplir en la vida, sin distinción de sexo, raza o
Mas el que había recibido uno, fué y cavó en la condición social. Nuestro deber es educir, forta­
tierra, y escondió allí el dinero de su señor.
Después de largo tiempo, vino el señor de aquellos lecer y acrecentar estas facultades aplicándolas por
siervos y los llamó a cuentas. Y llegando el que había medio de la actividad personal, o sea del trabajo, a
recibido los cinco talentos, presentó otros cinco, di­ objetos beneficiosos para nosotros mismos y para
ciendo: Señor, cinco talentos me entregaste, he aquí
otros cinco he ganado de más. la humanidad en general, de suerte que contribuya­
Su señor le dijo: Muy bien, siervo bueno y fiel; mos con nuestra parte alícuota al progreso de!
porque fuiste fiel en lo poco, te pondré sobre lo mu­ mundo. Si así lo hacemos nos será posible desem­
cho. Entra en el gozo de tu señor.
Y se llegó también el que había recibido los dos peñar funciones cada vez más altas y honrosas,
talentos y dijo: Señor, dos talentos me entregaste; que a tanto gquivale el ponemos en lo mucho por
aquí tienes otros dos que he ganado. haber sido fieles en lo poco, mientras que si como
Su señor le dijo: Bien está, siervo bueno y fiel;
porque fuiste fiel sobre lo poco, te pondré sobre lo el mal siervo escondemos nuestro talento, nuestras
mucho. Entra en el gozo de tu señor. facultades y potencias en el hoyo de la ociosidad,
Y llegando también el que había recibido un ta­ quedarán atrofiadas por el desuso, lo que equival­
lento, dijo: Señor, sé que eres hombre de recia con­
dición, que siegas en donde no sembraste y allegas drá a que nos las quiten, y cuando queramos uti­
en donde no esparciste. Y temiendo me fui, y escondí lizarlas nos lo impedirá la divina ley en aleccio­
tu talento en tierra: he aquí tienes lo tuyo. nador castigo de no haber querido cuando pudimos.
Y respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y
perezoso, sabías que siego en donde no siembro y A la mujer de nuestro tiempo le conviene mayor­
que allego en donde no he esparcido. Pues debiste mente tener en cuenta estas consideraciones, por­
haber dado mi dinero a los banqueros, y viniendo que no concuerda el parasitismo con el ideal femi­
yo hubiera recibido ciertamente con usura lo que nista. En el pasado variaba la cosa de aspecto,
era mío.
Quitadle,'pues, el talento y dádselo al que tiene pues la mujer dependía del hombre, sin existencia
diez talentos. propia, y estaba obligada a desplegar todas sus ar­
Porque será dado a todo el que tuviere, y tendrá tes para encontrar quien la mantuviese y ampa­
más; mas al que no tuviere, le será quitado aun lo
que parece que tiene. rase. Pero el ideal de la feminidad ha evolucionado
277

en «n lapso relativamente corto, sobre todo en la la mujer endeble de cuerpo y mente, delicada, del­
sociedad norteamericana. En cada época los hom­ gaducha/ sarmentosa y desgarbada. Un maniquí
bres buscaron por esposas el convencional tipo de de carne y hueso. El tipo ideal había evolucionado
mujer que la sociedad idealizaba por entonces, y sin transición de uno'a otro extremo. ■
a causa de su dependencia del favor masculino y Pero cuando por el injerto de las multitudes
de que no había para ellas otra profesión recono­ inmigrantes y la fabulosa prosperidad material del
cida que la de esposa y madre, fueron lo que los país, desecharon los norteamericanos la puritana
idea de que la belleza corporal de la mujer era
hombres querían que fuesen.
un artificio del demonio para perder a los hombres,
■ Así, por ejemplo, en la época de la colonización
de los territorios que hoy constituyen los Estados se fijaron mucho más en la gracia, donaire, esbeltez
y hermosura que en el vigor físico. La mujer ya
Unidos, la sociedad estaba necesitada de mujeres
no era entonces tan necesaria como colaboradora,
robustas, vigorosas, capaces de soportar todo li­
y por lo tanto prefirieron los hombre a las delica­
naje de penalidades y de hacer multitud de labores
das y donosas doncellas que, como muñequitas lu­
agrícolas y domésticas. Tal era entonces el tipo
josamente ataviadas, fuesen ornamento del hogar.
ideal de esposa, porque los delanteros de la colo­
Las cualidades de la voluntad y el entendimiento
nización eran pobres y la mayor parte del trabajo
se consideraban impropias de la mujer. El hombre
industrial, que ahora se lleva a cabo en la fábrica,
buscaba en ella las finas, suaves, dulces y graciosas
el taller y el almacén, se efectuaba entonces en casa,
prendas que halagan los sentidos. No quería ni
y el feliz éxito de aquellas arriesgadas empresas
necesitaba mujer que le igualase en mentalidad,
dependía de que la mujer fuese robusta y tra­
sino dócil y obediente a su marital autoridad. Como
bajadora.
de costumbre la mujer se acomodó de por sí a la
L a gradual evolución del hogar con la trans­
nueva exigencia. Sobre todo las familias de la
ferencia a externos agentes de casi toda la activi­
clase media apartaron a sus hijas con verdadero
dad femenina del tiempo viejo, unida a la creciente
horror de cuanto tuviera visos de trabajo mecá­
prosperidad de los colonos, ya convertidos en pro­
nico y les proporcionaron, por lo menos en apa­
pietarios y hacendados, disminuyeron la demanda
riencia; más refinada cultura, con la mira puesta
de esposas aptas para las rudas labores de un
en el matrimonio, para que en su día fuesen se-
hogar en formación, y el tipo de moda fué entonces
279
27S
No se dieron cuenta las madres de que una
ñoras de su casa, pero, bajo la dependencia del
joven delicada, dócil y sumisa, sin voluntad ni
marido, quien por su parte quedaba obligado a
criterio propios, era de todo punto deficiente para
subvenir a todas las necesitades de la familia,
el matrimonio y la maternidad, resultando por lo
sin que a la mujer le hubiese de preocupar en lo
general que el período del embarazo agotaba su3
más mínimo el aspecto material de la vida. Era
creencia generalmente admitida que la mujer es­ fuerzas vitales y en muchos casos envejecía pre­
taba destinada a llevar en el matrimonio una vida maturamente o quedaba imposibilitada de por vida,
mucho más muelle que en la casa paterna, y así si no moría en el trance supremo de la maternidad.
procuraban las madres criarlas con toda suerte de ¡Todo lo que durante la soltería son atractivos,
mimos y regalos. A la joven de recia musculatura, gracias, donaires y alicientes personales se desva­
carnes rollizas, mejillas sonrosadas y complexión nece en cuanto la flor humana se dispone a dar el
atlética se la tenía por vulgarota y ordinaria, que­ fruto de la vida, como se marchitan las espléndidas
dando respecto de las probabilidades de matrimonio corolas de las flores vegetales en cuanto el pistilo
en notable inferioridad respecto de sus paliduchas recibe el fecundante polen. Pero como el marido
y lánguidas compañeras. no se enamoró de la mujer en sí, ni para nada
Desde su niñez se le enseñaba a la hija de fa­ tuvo en cuenta sus intrínsecas cualidades ni ad­
milia que había de seguir por el camino que pre­ virtió la estrecha correspondencia que debe haber
viamente se le trazaba, a fin de que fuese la clase entre el vigor físico y las naturales funciones de
de mujer preferida por el hombre; es decir, que la maternidad, resulta que una vez perdidos los
había de reprimir sus naturales inclinaciones y personales encantos que fueron la causa del enamo­
contrariar su intuitivo concepto de la vida feme­ ramiento desaparece el efecto, y si el marido es
nina para adaptarse, aunque fuese violentamente, un hombre vulgar en el aspecto espiritual, si es
al tipo preferido por el hombre. Así es que en vez grosero de alma, aunque sea finísimo de modales,
de llegar a la plena feminidad fuerte y equilibrada, se resignará a soportar a su mujer porque la
era un remedo, una caricatura física y mentalmente sociedad no le consiente repudiarla; pero al deseo
endeble del necesario tipo de mujer para que la ya satisfecho sucede la indiferencia y la esposa
familia sea firmísimo cimiento de una bien organi­ queda "en una situación moral muy parecida a la
zada sociedad. de las inquilinas de los harenes turcos, por más
28o 281

que legalmcnte este el marido obligado a retenerla tartos Unidos, durante los últimos diez años an­
por esposa, mientras no haya fundado motivo de teriores a la guerra, provino en gran parte de la
divorcio. vida ociosa y falta de ideales de las casadas, es­
Si las mujeres hubiesen tenido libertad para pecialmente de las millonarias, cuya deficientísíma
seguir el rumbo que su intuición les señalaba, se­ educación moral las incapacitaba para prestar los
guramente no desarrollaran el lánguido, fiacucho, servicios sociales que por naturaleza corresponden
endeble y delicado tipo que tanto les gustó a los a la mujer.
hombres en el siglo pasado, cuando el romanticismo A fin de evitar equívocos y ambigüedades, con­
estaba en el pináculo de la moda y las muchachas viene advertir que calificamos de parásita a toda
casaderas bebían a hurtadillas vinagre para empa­ mujer ociosa, inactiva, indolente, sea cual sea su
lidecer su rostro. La conformidad con el ideal fí­ posición, que no se emplea en una u otra modali­
sico que de la mujer tenian entonces los hombres dad de trabajo útil.
produjo el tipo que aún perdura, por desgracia, Por supuesto que la parásita es punto menos
de la parásita solterona, cuya única ocupación, arri­ que imposible en las clases populosas, proletarias,
mada al hermano o cuñado que por lástima la trabajadoras o como quiera que las denominen
mantiene, es la de desplegar todas sus artes para los sociólogos de ahora en adelante, pues tal como
encontrar marido que la mantenga. se han puesto los salarios en relación con los suel­
Si nos remontamos al origen de la parásita de dos, los un tiempo proletarios disponen hoy de
hoy día, Jo Jiallaremos en el predominante pre­ más abundantes recursos para la vida que la hasta
juicio de sus abuelas, de que el matrimonio era ahora llamada clase media, que si no en el vestir
el único e inevitable destino de la mujer. L a joven por lo menos en el comer quedará muy luego en
de otro tiempo, a la que no se la estimulaba a ínfima condición, por debajo de los peones de alba­
tener otro anhelo que el del matrimonio, es la ñil, faquines y mozos de cordel a quienes años
directa progenitora del inútil tipo de mujer fri­ atrás tenía en algo menos que en nada en punto
vola, superficial, amiga del lujo, parásita, cuyo a consideración social.
único objeto en la vida es disfrutar de cuanto le En las familias acostumbradas al trabajo, no
sea posible sin dar nada en intercambio. hay hija ociosa, pues la que no aprende un oficio
El enorme aumento de los divorcios en los Eg- o sigue una modesta carrera, se queda en casa
282 2 8 3

ayudando a la madre en los quehaceres domésti­ nes de sociedad; pero jamás la veréis consolando
cos que de por sí son una profesión meritísima por su mano al afligido, ni remediando la necesi­
cuando debidamente se desempeñan. dad, del menesteroso. Es tan ridiculamente senti­
La parásita es una especie femenina peculiar de mental que no puede ver una lástima y por no verla
las clases media y alta de la sociedad, y acaso repugna subir las estrechas y empinadas escaleras
abunde más en la clase media que en la aristocra­ del tugurio donde agoniza la pobreza honrada. ¿No
cia. Afortunadamente, va disminuyendo de día en da su dinero para obras benéficas? ¿A qué pe­
día su número, porque las madres, escarmentadas dirle más? Verdaderamente fuera pedir trinos al
en cabeza propia, se han convencido de cuán arries­ grajo si le pidiéramos a la aristócrata parásita los
gado es para sus hijas fiar en las eventualidades sentimientos de eficacísima compasión que ponen
del matrimonio, y si no a un oficio mecánico, que al bienhechor en personal contacto con el benefi­
todavía diputan por indecoroso, las dedican a los ciado, y con la palabra cariñosa, con la exhortación
del comercio y demás profesiones abiertas ya a la afable, con la promesa de alentadora esperanza es­
actividad femenina. Parásita es la plutócrata que piritualizan el valor material de las monedas y les
fiada en el periódico corte de cupones o en las ren­ quitan su degradante tintineo de limosna.
tas de fincas puestas en manos de mercenarios y no L a parásita de la clase media está definida aca­
siempre probos administradores, cree cumplida­ badamente por la intraducibie denominación de
mente desempeñada su misión social subscribién­ cursi. L a cursilería es el fatigoso esfuerzo en imi­
dose como protectora de cuantos establecimientos tar sin conseguirlo a las clases verdaderamente
benéficos solicitan su protección, o contribuyendo distinguidas por su natural elegancia en todos sus
con su cuota a las mundanas funciones de benefi­ procederes, que no se ha de confundir con el lujo,
cencia, con tal de que su nombre aparezca en las la ostentación y el boato. Una millonaría advene­
resonantes gacetillas de la periodística publicidad. diza puede ser y seguramente será cursi, mientras
Esta aristocrática parásita se levanta a la una, to­ que una señora de abolengo, aunque haya venido a
ma el desayuno, pasa tres horas en el tocador, va menos en bienes de fortuna, conservará la congé-
de visitas, no falta al té de moda por las tardes, nita distinción de su estirpe.
ni al palco de la ópera por las noches, y es el bulle­ Las familias de la clase media ya empiezan a
bulle de los espectáculos deportivos y de las reunio­ dar de mano a la cursilería que hasta hace poco
2 8 4

fue su más señalada característica. Se han conven* mediodía se levanta, antepone su personal aderezo
cido de que ni la educación de colegio ni las ense­ a todas las necesidades domésticas, y arma escán­
ñanzas de puro adorno valen un ardite para que la dalos a la infeliz madre si no encuentra las cosas
mujer salga airosa de los empeños de la vida. Y a dispuestas a su antojo. L a madre guisa, lava, plan­
no tienen por indecoroso ocuparse en las mecáni­ cha y es la fregona de la casa, en tanto que la des­
cas domésticas y encender la hornilla, barrer los fachatada parásita se entretiene en leer noveluchas
suelos, fregar los platos y lavar la ropa, tarcas o pulsar en el piano el último esperpento de moda.
todas que diez años atrás hubieran sido degradante Por su parte, el débil carácter de la madre, que
humillación para una señorita de la clase media. con sus mimos acabó por sucumbir al ascendiente
Hoy día, las hijas de los empleados, dependientes, moral de su parásita hija, no advierte que mante­
militares y profesionales de todo linaje, sin otros niéndola en ociosidad estimula en ella el egoísmo
recursos que el sueldo o los honorarios, siguen una y la incita a contraer hábitos de indolencia que
carrera corta o aprenden idiomas, mecanografía y seguramente estropearán su porvenir, al paso que
taquigrafía para dedicarse al comercio y tener el elimina todo cuanto pudiera servir de incentivo
día de mañana, cuando queden huérfanas, un de­ para el perfeccionamiento de su carácter.
coroso fundamento de vida honrada sin necesidad A veces la madre reconoce que ha echado a per­
de suspirar por el matrimonio. Las que asi no se der a su hija por mimarla con exceso; pero se
portan quedan como siniestros vestigios de la an­ disculpa diciendo que es su unirá hija, y por lo
tigua parásita, que acaso manejaba torpemente el tanto temia a cada punto perderla sino satisfacía
pincel o aporreaba el piano y chapurraba el francés, todos sus caprichos. Sin embargo, los maternos
pero que no sabía hacer siquiera unas tristes sopas mimos fueron causa de la verdadera perdición de
de ajo. la hija, pues hubiera valido mucho más verla
La parásita suele añadir a su ociosidad de vida, muerta que parásita, abúlica, incapaz de confiar
un brutal egoísmo que le encallece el corazón. Sin en sí misma para vivir en digna y honrada media­
el menor estremecimiento de sus atrofiadas entra­ nía. Lo peor en estos casos es que cuanto más mi­
ñas consiente que la madre ya sexagenaria madru­ ma y contempla la madre a sus hijas, cuanto más
gue para servirle de criada mientras ella se recrea fácilmente cede a sus exigencias, más negra es la
perezosamente en la cama; y cuando cerca del ingratitud de ellas cuando mayores, Entonces la
madre se lamenta amargamente del menosprecio La peor especie de parásita es la que el insigne
con que la tratan, y dice que criar hijos es lo místico y satírico español Quevedo llamó buscona,
mismo que criar cuervos, sin reparar en que no injerto'de caretera o coqueta en descocada, que
podía dar otro fruto la mala educación que, fo­ sabe muy bien que si logra fascinar a un hombre
mentando el egoísmo por medio de la condescen- le hará cometer mil locuras, y de esta seguridad
cia con el capricho, engendra la ingratitud, hija se vale para poner en juego sus codiciosas tretas.
natural del egoísmo. La buscona pulsa admirablemente la cuerda sen­
Así vemos que para evitar la plaga de las pará­ sible del infeliz que pierde el juicio por ella, y
sitas, han de tener muy en cuenta los padres que por no parecer ruin y mezquino, o para que ella
una de las principales obligaciones para con sus le crea un potentado, llega hasta el desfalco, cuan­
hijas es enseñarles que están en enorme deuda con do no a extremos que repugnaría si no fuera víc­
el mundo en que han nacido, pues sin esfuerzo tima del fascinador hechizo.
alguno se aprovechan del que los antepasados rea­ Pero sucede que la buscona se arrima siempre
lizaron y las penalidades que sufrieron para me­ al sol que más calienta, y como no mide a los hom­
jorar las condiciones de la vida humana, y por lo bres por su estatura ni por su continente, sino por
tanto lian de colocarse en disposición de pagar con el contenido de su cartera, resulta que en cuanto
el laborioso ejercicio de su actividad una parte encuentra quien mejor puje, abandona sin pizca de
siquiera de la deuda contraída con sus anteceso­ lástima al que hasta entonces se arruinó por ella.
res en los caminos de la existencia terrena. L a vida de estas parásitas parece al principio
Consideremos que cada parásita es una energía muy regalona, porque mientras el tiempo respeta
perdida para la sociedad, porque no es inepta de su hermosura o la retocan los gabinetes de belleza
por sí para el trabajo, sino inadaptada a él por no les faltan adoradores; pero llega día en que los
mala educación. Sus facultades mentales, sus po­ artificios de tocador ya no bastan a detener el des­
tencias anímicas, los talentos que de Dios recibiera moronamiento del rostro, y si en la época de su
al nacer están sepultados en el hoyo que cavó la prosperidad no fueron previsoras y guardaron
imprudente condescendencia. De haber recibido para la vejez, se ven sumidas en la miseria y el
apropiada educación, hubieran prestado segura­ abandono sin otro recurso que el de la beneficencia
mente servicios maso menos valiosos a la sociedad. pública.
2 8 9

Desde luego que si todas las busconas son pará­ saludable rigor de la disciplina, robustece su cuer­
sitas, no por ello han de ser busconas todas las po, vigoriza su voluntad, acrecienta la confianza en
parásitas, aunque están en riesgo de serlo' por! sí misma, tiene en mayor estima su honra y sin
poco que las dejen sueltas en el mundo las vicisi­ jamás capitular con la adversidad se familiariza
tudes de la vida. con ella.
Contra este riesgo han de prevenir las madres L a mujer que elige el camino, que en sus pri­
a sus hijas, acostumbrándolas desde la primera in­ meras etapas tan espacioso y florido se abre ante
fancia a levantarse temprano y distribuir las horas sus pasos, no prevé o cierra los ojos de la mente
del día entre el trabajo y el recreo, de suerte que para no preverlo, el abismo de vergüenza y miseria
no sea la hija de familia una cenicienta ni tampoco a que el camino conduce. Todo cuanto a los senti­
sea la madre la fregona de sus hijas. Desde el dos halaga y a la vanidad satisface y al cuerpo con­
punto de vista material es mucho más agradable tenta con disgusto de la íntima conciencia, se ad­
pasar las mañanitas de todo el año en perezosa quiere a costa de no pocos sinsabores y sufri­
somnolencia, levantarse cuando a una le dé la gana mientos en porfía declarada o encubierta de las
y seguir durante el día las inclinaciones del deseo poseídas de idéntica ambición.
sin fuerza de voluntad para someterlo al buen jui­ Amar, orar, trabajar y descansar: he aquí las
cio, que levantarse a las seis de la mañana, despa­ cuatro preciosas piedras angulares de la vida di­
char cada uno a su debida hora los sucesivos que­ chosa. Si falta una de ellas, se cuartea o se des­
haceres de la casa y sujetarse a la más estricta equilibra el edificio del carácter. E l amor nos pone
disciplina doméstica; pero los resultados son de en relación de verdadera caridad con nuestros se­
todo punto contrarios, porque la muchacha acos­ mejantes, en gradación de parientes, amigos, cono­
tumbrada desde niña a que, si no la criada, su cidos y desconocidos, con la particularidad de que
propia madre, le recoja el juguete que se le ha el parentesco espiritual prevalece contra el camal
caído al suelo, es muy probable que cuando mujer y el conocimiento y trato de las almas es más
sea una parásita social si tiene bienes de fortuna, íntimo que el somero trato de sociedad.
o una buscona si tan sólo posee el más deleznable L a oración nos relaciona con Dios y abre nuestra
de hermosura física, al paso que !a joven habi­ alma a la corriente de energía divina que siempre
tuada al trabajo, a la voluntaria obediencia y al está o la puerta y llama por i* alguien oye su vo2¿
19, — LA M O J Í* z B L HOOAX
2QO 291

El trabajo nos libra del tedio y del aburrimiento, el menesteroso deje de serlo por haberlo colocado
distrae la mente, robustece el cuerpo, alegra el en disposición de valerse por sí mismo.
ánimo y predispone a las dulzuras del descanso Además, nada hay que debilite tanto el carác­
que repone nuestras fuerzas para emprender gozo­ ter de la mujer «orno el parasitismo. Pierde la pa­
samente las tareas del nuevo día. rásita toda noción de dignidad, decoro, decencia,
La joven apta para el trabajo debe avergonzarse honradez, delicadeza y respeto propio al dejarse
de- ir por la vida a remolque de sus padres y de ser vencer por el egoísmo para que la mantengan, la
sanguijuela de la hacienda de familia. No signi­ vistan y cuiden de ella como si todavía fuese me­
fica esto que precisamente haya de ocuparse toda nor de edad. Con ello arriesga caer en la degene­
joven en trabajos retribuidos o asalariados, sino ración, porque de antiguo se sabe que la ociosi­
que debe emplear su actividad en algo útil y de dad es madre de todo vicio.
provecho para la familia y en más amplia esfera En pasadas épocas pudo haber disculpa para la
para la sociedad. No es parásita la joven que ociosidad de las hijas de familia acomodada, por­
ayuda eficazmente a su madre en el gobierno de que se tenía del trabajo un concepto tan falso, que
la casa, ni la que estudia una carrera, aunque no las personas de suposición lo menospreciaban por
estén empleadas en trabajos de remuneración pe­ indecoroso. Se abría un abismo entre las obreras
cuniaria. Ni tampoco fuera justo que la hija de y las señoritas, que antes se hubieran dejado morir
familia con sobrados bienes de fortuna hubiera de hambre en un rincón que ocuparse en un tra­
de trabajar a salario; pero precisamente su des­ bajo asalariado. Afortunadamente se van desva­
ahogada posición social la obliga a ocuparse en neciendo tan funestos prejuicios. Las profesiones
obras benéficas, como la de elaborar a costa propia manuales y artesánicas, ennoblecidas por las apli­
p ren d aste ropa para la infancia desvalida y la caciones de la ciencia que con las máquinas moder­
vejez desamparada. Y si acaso la dotó Dios de nas eliminan la fatiga del obrero, se colocan en el
talento literario, puede esgrimir airosamente su mismo plano de consideración social que las profe­
pluma en defensa de las muchas reformas de que siones liberales. L a industria y el comercio son tan
en sentido genuínamente cristiano está necesitada copiosos veneros de fortuna personal para quien
la actual organización social para mejorar las con­ científicamente las profesa como el acertado ejerci­
diciones de vida de todas las clases, de modo que cio de la medicina, la jurisprudencia y la ingeniería.
292

Alentada por la celérrima marcha del mundo, XII. L A M EN D IGA D E L H O GAR.


la mujer da de mano a gastadas tradiciones y des­
cubre más dilatadas perspectivas y superiores ni­ N los tiempos heroicos del femi­
veles de vida intelectual y moral. L a parásita va nismo norteamericano, una su­
siendo cada día más rara y acabará por ser una fragista neoyorquina le preguntó
momia viviente, una antigualla que perezca bajo a un europeo nacionalizado en
la insoportable pesadumbre del menosprecio y el el país, si votaría en favor del
ridículo. derecho electoral de la mujer.
La mujer está dando un novísimo toque a la El interrogado, hombre de agradable presencia
civilización. Ha transmutado en pocos años su tra­ y no vulgar cultura, respondió con exquisita cor­
dicional ociosidad en diligencia, y emplea el inago­ tesía :
table tesoro de sus compasivos sentimientos en — -No, señora. En nuestro país es costumbre que
bien de la humanidad. Está denodadamente em­ las mujeres estén bajo la autoridad de los hom­
peñada en eliminar las brutalidades de la guerra bres. Aquí en los Estados Unidos no ha variado
y en conseguir el equilibrio social en este viejo y para nosotros esta costumbre. Y o mantengo a mi
conturbado mundo, para que la vida sea más lleva­ mujer, que no ha de trabajar >por salario, y nada
dera y sólo queden por su propia culpa en la indi­ tiene que hacer ni decir fuera de casa.
gencia los enemigos del trabajo. En la sociedad El europeo iba a la sazón acompañado de su
futura, cuando la mujer ejercite todos sus dere­ cuñada, recién venida al país y desconocedora aún
chos y cumpla todos sus deberes de ciudadanía en del idioma inglés. La sufragista le rogó a! caba­
armónica colaboración con el hombre, desaparecerá llero que, oficiando de intérprete, le preguntara a
el tipo de la parásita, de la mujer frívola y ociosa su cuñada qué opinaba acerca de la intervención
sin activa participación en la obra social. De las legal de la mujer en los asuntos de interés colec­
nuevas condiciones de vida surgirá el superior tipo tivo ; pero él repuso vivamente:
de mujer que el mundo no ha visto todavía. — Señora, me es imposible preguntárselo, por­
que ni aun pensar le está permitido sin permiso de
su esposo.
A pesar de la universal fama que de país libre
293
295
¿94
que ya lleva doce o catorce horas de trabajo, toda­
gozan los Estados Unidos, donde a toda mujer se
vía ha de trajinar remendando y zurciendo las
le da el galante y lisonjero título de “ reina” , hay
ropas de los chiquillos, llevarlos a la cania, y ulti­
todavía muchísimas esposas cuyos maridos las tra­
tan exactamente según el criterio del caballero mar las mil menudencias domésticas del día hasta
europeo. Con demasiada frecuencia oímos decir a caer rendida de sueño.
las casadas que no se atreven a hacer esto o lo Aquel marido que se figura ser el único miem­
otro, ir allá o acullá, comprar tal o cual cosa, sin bro laborioso de la sociedad conyugal, el único que
consultar con el marido, pues no saben lo que pen­ allega recursos de vida al hogar, se limita a tra­
saría, diría o haría sobre el particular, y si es bajar ocho horas diarias, almuerza con sus com­
cuestión de dinero, suelen no pocos maridos tratar pañeros en una botillería cercana a la casa en
a sus mujeres como criadas y aun como mendigas. donde está ocupado, pasa la prima noche en el ca­
Nada hay tan irritante como el marido que sino y disfruta al menos quince días de vacaciones,
"mantiene" a su mujer, siendo así que, sobre todo mientras que su mujer apenas tiene variación al­
en las clases media y proletaria, puede afirmarse guna en la monótona aridez de su vida.
que la mujer “ mantiene” al marido, pues traba­ Cuando el marido termina en el taller, la fá­
jan tanto o más que él, en más penosas condicio­ brica, el almacén u oficina el trabajo del día, echa
nes y doble número de horas; pero como su trabajo la llave a sus cuidados, ansiedades y preocupacio­
no se estima en dinero, parece improductivo, y nes ; pero la mujer no se puede quitar de encima
aunque es tan importante como el del marido, no las suyas desde que se levanta hasta que se acuesta.
se le atribuye valor económico. Nunca sabe a qué hora terminará su cotidiana
Sí no diera grima, movería a risa oir hablar a labor, y en tantd los hijos son pequeños, no puede
un marido de que mantiene a una mujer que du­ decir si pasará o no la noche tranquila. Sin em­
rante años enteros no ha podido pasar una noche bargo, en los negocios domésticos ella es para el
tranquila ni un día sin cuidados y ansiedades desde marido el socio "durmiente” de la sociedad con­
el nacimiento de su primer hijo. Observad lo que yugal.
hace el marido que mantiene a su mujer. Después Tiempo atrás falleció sin testar un rico hacen­
de cenar se pone a leer tranquilamente el periódico dado, cuyos cercanos parientes pretendieron arre­
o el libro de su predilección, mientras la esposa, batarle a la viuda la legítima tercera parte de los
297
2gó
crifido, que hombre alguno es capaz de igualar.
bienes que por derecho le correspondían, alegando
Invierte toda su fortuna en la sociedad conyugal
con argucias de mala fe la ilegalidad del matri­
y todo lo arriesga en ella, aun su propia vida en
monio, y que por lo tanto no tenía ella derecho
la suprema crisis de la maternidad, riesgo incom­
alguno a la herencia del difunto. El juez que en­
parablemente mayor a cualquiera de los que ame­
tendía en el pleito, compadecióse de la pobre viuda
a quien tan arteramente querían despojar de lo nazan al hombre en las eventualidades del negocio.
suyo, y le dijo que formulara una cuenta de los El marido, en justa correspondencia, allega o se
servidos prestados en vida al fallecido, pues si no supone que allega también al matrimonio todo
la reconocían los parientes por legítima esposa, no cuanto posee; pero (y aquí está la dificultad) ¿có­
tendrían más remedio que reconocerla por criada mo trata el marido a su compañera respecto a los
y acreedora por consecuencia a razonable salario. bienes gananciales? Es dueño de la caja, coloca
El tribunal admitió su reclamación y embargó to­ los fondos donde le place, los saca cuando le pa­
dos los bienes del difunto hacendado para pagar rece, le da mensualmente a su mujer lo preciso
la cuenta. para el gasto doméstico y le exige cuenta exacta
Tal es la manera en que los maridos "mantie­ de su inversión como se la exigiría a un depen­
nen” a millares de diligentes esposas. No les dan diente o a una criada. Generalmente no le satisfa­
ni la cuarta parte de lo que darían a una vulgar cen las cuentas, y si las desaprueba asume él la di­
criada por los servicios prestados durante toda rección económica de la casa, obligando a su mujer
una vida. a pedirle céntimo tras céntimo el dinero de la com­
Se considera teóricamente el matrimonio como pra diaria. El marido retiene para sí toda la fuerza
una equitativa sociedad conyugal de marido y mu­ que da el dinero en la sociedad conyugal. L a es­
jer en la más eminente de todas las instituciones posa no recibe salario ni tiene participación en los
sociales cual es la familia. Pero en la práctica, la beneficios. E l socio que más arriesga obtiene el
mujer aporta al matrimonio todo cuanto posee: menor provecho.
su dote y sus dotes; el capital efectivo en dinero L a mayoría de maridos tratan a sus esposas más
y el todavía más valioso de su juventud, su gra­ bien como criadas que como compañeras, sin re­
cilidad, su amor, su simpatía, sus riquezas de conocer la relación de complementaria equivalen­
mente y cuerpo, y su espíritu de abnegación y sa- cia, Si la mujer se atreviera a tratar de la misma
298 299
manera al marido, sobrevendría inmediatamente juicio a quien hiciera semejante propuesta, y no
la ruptura. la aceptaría nadie que en algo se estimara. Sin
Desde el punto de vista de los intereses mate­ embargo, tal es el convenio que tácita e incons­
riales, la sociedad conyugal debería estar sujeta a cientemente aceptan la mayoría de mujeres al en­
las mismas leyes que las sociedades mercantiles. trar en la sociedad conyugal.
No se concibe que en una razón social compuesta En muchísimas familias la mujer contribuye hoy
de dos socios que interesan las mismas cantidades día en tanta o mayor proporción que el marido al
y aportan en funciones equivalentes su trabajo per­ sostenimiento de la familia; y sin embargo, están
sonal, se erija uno de ellos en árbitro del negocio, sujetas a constante humillación en las cuestiones
y en vez de dar cuenta de su gestión administrativa, de dinero, hasta el punto de que infinidad de ma­
le entregara al otro de cuando en cuando pequeñas ridos se avergonzarían de tratar a sus consocios de
sumas para sus gastos particulares, sometiéndole la ruin y despectiva manera con que tratan a sus
a la humillación de pedirlas y exigiéndole por aña­ esposas.
didura cuenta exacta de su inversión. ¿Por qué así? ¿Por qué en nombre de la justicia
En la esfera de negocios seria ridículo que uno y la sinceridad han de estar de tal modo humilla­
invitase a otro a formar sociedad, aportando toda das las mujeres? ¿Por qué se las ha de obligar a
su fortuna, pero con la condición de no tener arte pedir en súplica lo que por derecho les pertenece?
ni parte en el manejo de los intereses colectivos, ¿Por qué no han de ser los maridos sinceros con
que habrían de quedar al arbitrio del proponente. sus esposas?
Pues en la sociedad conyugal ocurre lo mismo que Nadie ha sido todavía capaz de responder sa­
si un socio le dijera al otro; “ Voy a poner yo en tisfactoriamente a estas preguntas, ni explicar por
el negocio todo mi capital y tú harás lo mismo. qué los hombres han de portarse con tanta injusti­
Pero trabajarás algunas horas más que yo y con cia con sus mujeres, en materias que afectan a la
mayor fatiga, dejando enteramente a mí arbitrio hacienda doméstica. Muchos maridos sumamente
la administración y gerencia del negocio. Cuando bondadosos en otros aspectos son mezquinos en
necesites dinero me lo pides y después me darás éste. Podrán mostrarse generosos con los extraños,
cuenta de su inversión,’' pero fruncen el ceño en cuanto se toca a los re­
Indudablemente que tendríamos por falto de cursos domésticos. A menudo dan Hberalmente
3oo 301

cuando se les halaga la vanidad, sm que sus es­ mujer insinúa la necesidad de unas cuantas mo­
posas lógren obtener de ellos ni un céntimo. nedas* parece como si se despertara en ellos la
H ay quienes anotan su nombre en una suscrip­ bestia humana. Vemos frecuentemente una exqui­
sita, refinada y culta mujer humillada brutalmente
ción con cuantiosa cuota, porque saben que se pu­
por su marido, porque se atrevió a decirle que los
blicará la lista y esperan verse alabados por sus
amigos y conocidos, al paso que escatiman a su chiquillos necesitaban calzado o que disminuían
esposa el dinero necesario para indispensables aten­ los acopios de la despensa.
ciones de la vida de familia. A veces, las mujeres que así se ven tratadas
Uno de los más absurdos prejuicios sociales de recurren a ingeniosas tretas para agenciarse dinero,
boy día es el de creer que únicamente el marido sin menoscabo de su honra, pero con burla del
sostiene la familia, y con ello se arroga cierta marido, quien no se da cuenta de las funestas con­
inmunidad para faltara las más elementales reglas secuencias de su imprudente tiranía. Es una situa­
de decoro respeto de su esposa, a quien cuando le ción deplorable para la mujer, sobre todo si de
pide algo le responde: ¿Para qué lo quieres? ¿Qué soltera estuvo acostumbrada a manejar dinero pro­
has de hacer con ello? ¿No puedes prescindir? pio.
¿Cuánto necesitas? ¿Qué hiciste de lo que te di Aun en los casos, todavía por desgracia dema­
la semana pasada?*' De estas o parecidas imper­ siado numerosos, en que la mujer trabaja fuera
tinencias resultan en las familias más asperezas, de casa y contribuye al sostén de la familia en
rozamientos, disgustos y altercados que de cuales­ mayor proporción que su consorte, se arroga el
quiera otros motivos. marido el derecho de disponer a su talante de los
Decía una mujer, cansada de batallar con su fondos domésticos y exigir de su esposa la entrega
cicatero marido: "N i por todo el oro del mundo íntegra del producto de su trabajo.
me volvería a casar con un hombre que escatima En una justa y equitativa asociación no cabe
los céntimos y arma un escándalo cada vez que el conceder por una parte favor y recibir dádivas
he de hacerme un traje, comprarme un abrigo, un por otra. Cada socio hace cuanto puede en benefi­
sombrero o un miserable par de guantes.” cio y prosperidad de la razón social a que pertenece.
Muchos maridos son afables y complacientes Por lo tanto, en la asociación de dos seres humanos
mientras no les tientan el bolsillo. En cuanto su de distintos sexo, para los más nobles fines de la
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vida humana, el marido y la mujer son recípro­ La situación mendicante de la mujer que no tiene
camente complementarios. No es cuestión de su­ nada suyo, ni siquiera en copropiedad con su ma­
perioridad e inferioridad, de mayor o menor, de rido,-es por todo extremo ingrata y desmoraliza­
amo y criada. £1 matrimonio es una sociedad de dora, degradante para ambos consortes y de desas­
dos en continuada relación de interdependencia. trosa influencia en el hogar y en la familia.
Cada uno de ellos tiene en el seno de la familia Debiera considerar el marido que si la esposa
su determinada e intransferible función, sin per­ le ayuda a vivir decorosamente por medio de una
juicio de que las funciones de uno y otra puedan acertada economía, tiene tanto derecho a la retri­
ser comunes en el más amplio seno de la vida bución moral como a la material de su labor. Pón­
social. gase imaginativamente en el lugar de ella y piense
A este propósito dice Mabel M. Irwin: qué diría si se viera en tan dura esclavitud como
El hombre produce las materias primas del hogar; la retiene en cuestiones de dinero, y hubiese de
pero la mujer las transforma^ en productos. Por lo pedirle diariamente para café, tabaco y demás su­
tanto, le corresponde a la mujer igual honra y pro­ perfluidades personales. A quien tal hiciera le ta­
vecho en el resultado final de la obra de familia. Si
el marido le da a su mujer el dinero necesario para charían las gentes de calzonazos.
los gastos de la casa, como si le diera una limosna L a salsa que sirve para la carne de buey, ha de
o le hiciese un favor, lo mismo podría conducirse con servir también para la de vaca; y seguramente si
un ama de llaves, una criada o una esclava, y por alguien da de sí cuanto de mejor hay en el mundo
consiguiente no existe en tal caso la complementaria
correspondencia de afectos y la comunidad de inte­ es la fiel y diligente esposa y madre, firmísimo fun­
reses en que virtualmente se funda el matrimonio. damento de la nación, que presta a la humanidad
No son entonces en realidad espiritual marido y mu­ más altos servicios que el marido, quien por lo
jer, sino amo y criada. Pero si el marido entrega el
dinero, porque es su deber entregarlo, y no exige, lauto debe hacer todo lo posible para colocarla en
sino que espera la cuenta de su inversión, entonces superior nivel bajo todos los aspectos. En bene­
la esposa es verdadera partícipe de la sociedad fa­ ficio de la raza humana ha de mantener la esposa
miliar.
íntegramente su autonomía y confianza propia,
Si desde un principio no hay sincero acuerdo pues no puede transmitir a sus hijos lo que no po­
entre los cónyuges acerca de los intereses mate­ see, y precisamente de estas cualidades de autono­
riales de la casa, será un fracaso el matrimonio. mía y confianza en sí mismos depende el éxito feliz
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en las eventualidades de la vida. H ay quienes sin­ gobernar la casa y administrar la hacienda domés-
ceramente creen que las mujeres no saben manejar tica,- representándole las funestas consecuencias
el dinero con tanto acierto como los hombres ni que en los órdenes material y moral acarrea el
obtener de su administración tan crecidos réditos ; despilfarro. Esta saludable inversión de la pródiga
pero la experiencia enseña que la mayoría de las en económica, sin llegar al opuesto extremo de la
casadas son más hábiles que sus maridos en el de­ mezquina, no se logra por el erróneo procedimiento
licado arte de dar vueltas a un peso. E s muy de reducirla al papel de criada, entregándole dia­
general la creencia de que las mujeres se inclinan riamente lo estrictamente preciso para el gasto de
a gastar en costosas chucherías el dinero de que la casa y pasándole después la cuenta de la vieja
pueden disponer, y que si tuvieran en sus manos al volver de la compra, sino por el contrario, alec­
la gerencia de la casa comprarían a diestro y si­ cionándola prácticamente en la distribución men­
niestro cosas de que bien podrían prescindir; pero sual o semanal de fondos, con arreglo a un presu­
los maridos que en este sofisma se amparan para puesto doméstico a cuyas partidas ha de atenerse
cohonestar su tiranía, no advierten que en casinos, rigurosamente como medida disciplinaria que le
cafés, teatros, tabaco, licores y francachelas dila­ avive el sentido de la proporcionalidad entre los
pidan mucho más de cuanto sus mujeres puedan gastos y los ingresos. L a mujer derrochadora, si
gastar en moños, cintas y lazos. no tiene mayor flaqueza en su carácter y es dócil
Pero hay casos y casas en que «1 marido no a la voz de la razón, no tardará en fortalecer aquel
puede por menos de asumir la administración do­ débil eslabón de su psíquica cadena, y bajo la amo­
méstica, poique la mujer desconoce el valor del rosa guía de su marido aprenderá a conocer el valor
dinero y no sabe distribuirlo con el necesario tino del dinero.
para equilibrar el presupuesto doméstico. Ignoran L a educación de la juventud femenina propende
las leyes del ahorro y no les enseñaron cuando sol­ cada vez con mayor empeño a eliminar de las edu-
teras el provechoso manejo de las monedas. Son candas el germen de esta siniestra cualidad, que de
manirrotas más bien por deficiencias de educación lo contrario brota alimentado por el vano afán de
y falta de práctica que por espontánea inclinación al ostentación.
derroche. Pero aun en estos casos, el marido debe Generalmente los errores en la administración
instituirse en educador de su mujer y enseñarle a doméstica provienen de anteponer lo accesorio a
L E u v j w t y EL UOCAB
lo esencial, el lujo en el vestir a ia nutrición en el hacer muchas esposas. Desde luego que al marido
comer, el malsano temor de parecer pobretona a ha de halagarle la hacendística habilidad de una
los ojos de las amigas, a la gozosa satisfacción de mujer que sin escatimar nada de lo necesario para
ser buena esposa a los ojos del marido y excelente la vida de familia, ha subvenido a ella con menor
madre a la vista de los hijos. A veces, por no ser cantidad de la que él había presupuesto, y si la
menos que la amiga que a cada punto varía de ata­ codicia no le ciega ni el egoísmo le nubla la mente,
vío, la imprudente esposa cuyos ordinarios recur­ ahondará en el terreno de la confianza, de suerte
sos no llegan a tanto, contrae deudas con los pro­ que así como ella no le ocultó el sobrante de su
veedores a espaldas de su marido, y va trampeando gestión administrativa, tampoco él le ocultará la
de un mes a otro hasta sobrevenir la inocultable cuantía de sus emolumentos. Pero no hay peor
quiebra. Ha de tener en cuenta la buena esposa que traba para la comunidad de intereses que debe
si no quiere ser mendiga en el hogar, debe ponerse acompañar y ser el material cimiento de la comu­
en condiciones morales de demostrar prácticamen­ nidad de afectos, que la resultante de tirar cada
te a su marido que no necesita tutores ni rodrigo­ uno por su lado, sisando la mujer y poniéndose
nes para el atinado manejo de la hacienda domés­ con ello imprudentemente en la humillante condi­
tica, y que aun cuando toda entera la pusiera en sus ción de criada, y ocultando el marido parte de sus
manos, no le remordería la conciencia de haber ganancias profesionales para derrocharla en pe­
malgastado ni una milésima de céntimo. Esta de­ caminosos devaneos.
mostración ha de hacerla por un procedimiento en Cuando hay verdadero amor, hay confianza mu­
que se concierten la delicadeza y la sinceridad. Si tua y no caben secretos ni recelos entre marido y
desde el primer día de vida doméstica nota la mu­ mujer. El comunismo en su más noble acepción y
jer que el marido guarda para sí la llave de la sentido es el régimen económico de la familia ver­
gabcta, y le da un tanto para los gastos de la se­ daderamente digna de este nombre. Uno para todos
mana o del mes, no espere a que él le pida cuentas y todos para uno es su lema. A cada cual según su
de la inversión, sino apresúrese a darlas en cuanto necesidad y de cada cual según su facultad, es
termine el período, y procure que haya un sobrante, su máxima- Sin embargo, esta comunidad de inte­
por corto que sea, sin jamás ocultarlo en su pro­ reses no es contraria a la propiedad individual,
vecho personal, como inconsideradamente suelen antes bien la favorece, pues cada miembro de una
familia bien organizada obtiene de la colectiva Cfi- XIII. L A A U T O N O M IA D E L A E SP O SA
laboración los beneficios personales que le corres­
ponden según sus peculiares necesidades. U A N D O Florencia Nighiingale
La mujer del porvenir insistirá en la positiva clamaba con todas las energías
equidad de las relaciones conyugales. Y a levanta de su ser por las posibilidades
su protesta contra la tradicional condición de men­ de realizar la obra a que se sen­
diga del hogar, sujeta a los caprichos, condescen­ tía llamada por Dios, se.vió du­
dencias o tiranías, según el humor de su marido. rante algún tiempo detenida por
Los cónyuges reconocerán mutuamente sus de­ los férreos grilletes de las rutinas y tradiciones
rechos, y habrá tan completo conocimiento de la sociales. Sus padres la enviaron a viajar en com­
valía de la cooperación de cada cual a la prospe­ pañía de unas señoras amigas, primero por Euro­
ridad del hogar y bienestar de la familia, que el pa y después por Egipto, para que se le quitara la
matrimonio será la más perfecta y equitativa de idea, a su modo de pensar descabellada, que tenía
las asociaciones humanas. de ser enfermera. Cuantos la trataban se esforza­
ban en convencerla de que a una joven de rica y
distinguida familia le seria imposible dar seme­
jante paso. En carta escrita a una de las pocas
amigas que la alentaban en su propósito, decía
Florencia: “ Al ver la oposición que entre parien­
tes y amigos encuentro, cualquiera pensaría que
quiero meterme a cocinera."
Pero nada fue capaz de contrariar su ardentí­
sima vocación. Desafió gallardamente toda hostili­
dad y se sobrepuso a los prejuicios sociales con los
espléndidos resultados que el mundo entero conoce
en beneficio de la humanidad.
Si Florencia Nightingale hubiera sido una mu­
jer de carácter débil, seguramente la oposición de
309
3i o
su familia y las preocupaciones de su tiempo le rido sus aspiraciones por temor al ridículo! ¡Cuán­
impidieran realizar la grandiosa obra que Dios le tas mujeres en quienes alienta el genio de la mú­
confiara al venir al mundo, y la humanidad hubiera sica, del arte, de la literatura, del comercio o de
sufrido incalculable pérdida. alguna profesión, languidecen entre las cuatro pa­
El más grave problema de la vida para todo ser redes del hogar, donde la monotonía de los que­
humano estriba en llevar completamente a cabo haceres domésticos no actualizan ni una fracción
la obra que le corresponde según la condición en de su capacidad porque le son ingratos 1
que el destino le haya colocado en el mundo. No ¿Es extraño que estas mujeres cuya natural
importa la magnitud, sino la calidad de la obra. manifestación está del todo amortiguada, no alcan­
Por lo tanto, la mujer se ha de preguntar: "¿L o cen la altura intelectual de sus maridos cuyo talento
que estoy haciendo en la vida, el empleo de mi ac­ se ha cultivado en la tenaz porfía con multitud
tividad responde cumplidamente a mis facultades de otros hombres que luchan por sobresalir en la
y a mi peculiar vocación?” Si el hogar lo significa misma profesión?
todo para la esposa y madre; si el gobierno de la No faltará quien redarguya diciendo: Pues si
casa y el cuidado de la familia es para ella la más tan felices disposiciones mostraban dichas muje­
soberbia de todas las profesiones y el arte de las res, ya desde solteras, para la música, el arte, la lite­
artes; si en ello encuentra satisfactoria respuesta ratura o los negocios, ¿por qué no obedecieron a
a la vocación que le enardece el ánimo, prueba es la voz interior que las llamaba a determinada pro­
entonces de que se halla en su apropiado lugar. fesión? ¿Por qué se casaron si tan ingratos ha­
Hace lo que por naturaleza está mejor capacitada bían de parecerles los quehaceres domésticos? Si
para hacer. No malogrará su vida ni habrá pér­ su vocación no era la del matrimonio, ¿a qué con­
dida para ella ni para el mundo, sino por el con­ traerlo?
trario, beneficio y ganancia, porque todo el que Y a dijimos en otro capítulo que ni el matrimo­
realiza la obra para que está destinado es colabo­ nio n¡ la maternidad son incompatibles con la plena
rador de los planes de Dios y contribuye al realce expresión personal de la mujer. De lo que ahora
y progreso del género humano. tratamos es de la pesadumbre arrojada sobre la
Pero ¡cuántas esposas y madres reprimen sus mujer casada por los prejuicios sociales y la alta­
naturales talentos sin atreverse a declarar al ma­ nería marital que, aun en circunstancias de suyo
312 3 i3

compatibles con las obligaciones domésticas, le im­ de concretar en eficaces leyes y en arraigadas
piden'explayar sus facultades. Desde luego que costumbres las ideas que encierran aquellas pa­
esto no reza con los maridos razonables cuya dis­ labras. •
creción los mueve a considerar como propios los No son verdaderamente posibles en la práctica
adelantos y éxitos personales de su esposa, sino de las relaciones humanas la libertad, la justicia,
con los cretinos y filisteos de escasa cultura, para la. igualdad y el derecho con sus derivaciones de
quienes todo lo que no pueda reducirse al común paz y trabajo, si antes no tenemos exacto concepto
denominador del lucro material, al tanto por cien­ de nuestros deberes para con la familia, la patria
to, son estériles divagaciones de monomaníaca. y la humanidad, empezando por cumplir los de la
Este ruin linaje de maridos no advierten que el familia, sin cual requisito no será acabado el cum­
desenvolvimiento y evolución psíquica de sí mismo plimiento de los demás.
es labor privativa y sagrada de cada cual, en la Pero a nuestro entender no es posible cumplir
que nadie tiene derecho a inmiscuirse mientras el los deberes de familia sin practicar al propio tiem­
interesado o la interesada no perturben la análoga po la hermosa virtud de la tolerancia, hermana ge­
labor ajena. El marido no és quién para trazarle mela de la caridad y antítesis del egoísmo. Aunque
a su mujer con el tiralíneas de su abusiva auto­ marido y mujer disientan radicalmente en su cri­
ridad el camino que ha de seguir respecto a sus terio acerca de los problemas que hoy como nunca
pensamientos, palabras y obras referente a cues­ distienden la mente humana en los órdenes social,
tiones de libre examen que nada tengan que ver político y económico, pueden convivir en completa
con los intereses de la sociedad conyugal ni sean armonía con tal de que coincidan en el austero
estorbo para el amor y la paz del matrimonio. cumplimiento de sus respectivos deberes conyu­
A pesar de lo mucho que encomiamos los pro­ gales, cuyo fundamento son las naturales normas
gresos de la civilización, y de lo frecuentemente de rectitud que, sin distinción de raza, nacionali­
que de labios de los estadistas en cuyas manos está dad ni fe dogmática, grabó el dedo de Dios en la
el eje político del mundo brotan las palabras de conciencia humana.
libertad, justicia, derecho, paz, trabajo, igualdad Por supuesto que la autonomía de la esposa, aun
y demás flatulencias del hipócrita nominalismo, lo libre de las trabas con que pudiera estorbarla la
cierto es que aun está la humanidad bastante lejos oposición marital, está subordinada a las condi­
315

ciones y circunstancias en que la colocó el destino, individual, es conveniente que no olvide este requi­
o mejor dicho, en que ella misma se situó con su sito en las capitulaciones matrimoniales.
precedente conducta, porque por más que achaque­ Por otra parte, si la esposa no descuida ninguna
mos a mala suerte cuantas desgracias nos suceden de las cotidianas atenciones de la casa y familia,
en la vida, si bien miráramos atrás echaríamos de muy desalmado ha de ser el marido que la prive
ver que nuestra actual situación es consecuencia de emplear sus ratos libres en el cultivo de las in­
forzosa de nuestra conducta pasada, así como nues­ trínsecas cualidades de su individualidad. Mientras
tra conducta presente determinará con exactitud todo marche en la casa ordenadamente y el ma­
matemática nuestra situación futura. rido vea bien distribuidos los recursos y satisfe­
Vale decir esto en atención a que si, por ejemplo, chas sus necesidades, nada ha de importarle ni le
una joven de especializado talento para las bellas importará sin duda, si está en sus cabales, que su
artes, que con igual despejo cultive la pintura, la mujer componga versos, escriba novelas, dé con­
escultura, la música y la poesía, carece del prác­ ferencias, pinte cuadros o publique artículos en
tico talento que requiere el éxito de la vida mate­ los periódicos sobre temas de actualidad.
rial y se enamora de un hombre de alma grosera Cuando al talento acompaña la fortuna mate­
y corazón metalizado, para quien la pintura sean rial, es entonces muchísimo más viable la autono­
mamarrachos, la escultura monigotes, la música mía de la esposa, porque tiene sirvientes a quienes
un ruido molesto y la poesía un montón de líneas confiar las mecánicas domésticas, reservándose
cortas, no se queje si después de casada tropieza ella la dirección y gobierno, con lo que le sobra
con la brutal intolerancia del marido que le sofoca tiempo para la completa expresión de su indivi­
las ansias del espíritu en la monotonía de las ruti­ dualidad.
nas domésticas. Tal es la posición social de la mayoría de muje­
Lo mismo cabe decir de la mujer con natural dis­ res que hoy sobresalen en ciencias, artes y letras,
posición a la literatura o a los negocios comercia­ sin que el matrimonio haya sido obstáculo para
les. Cuanto más claro entendimiento tiene una mu­ su actuación fuera del hogar, y muchas más so­
bresaldrían a no ser por la timidez que las mantiene
jer, mayor es su responsabilidad respecto de las
condiciones en que se halle después de casada, y en vitalicia latenciade sus facultades, sin advertir
para gozar en el matrimonio de toda su autonomía que bien pudieran aprovechar en educirlas el tieni-
316
po que malgastan en las siniestras murmuraciones ha de presentar áqueíla misma noche el dictamen
de tertulias y visiteos. sobre la Regeneración moral de la familia, de
Pero justamente provoca la indignación del ma­ cuyo tema es ponente en el Instituto Enciclopédi­
rido, por condescendiente que sea, la vanidosa ma­ co de Cultura femenina.
risabidilla pagada de sí misma, con loco afán de El tipo no muy raro de la casada marisabidilla,
figurar en la intelectualidad femenina, a quien por que no vale confundir con la intelectual, de quien
opuesto extremo de las preocupaciones sociales, le es caricatura, ha sido más funesto para la causa del
parece que agujas, soplillos y escobas son incom­ feminismo que las resistencias masculinas, porque
patibles con tedas, libros y plumas, cuando pre­ dió motivo a que los enemigos de la mujer esgri­
cisamente la mujer de veras superior, la mujer mieran el arma temible del ridículo.
fuerte, acierta a conciliar los más humildes que­ Es por lo tanto necesario colocarse en el punto
haceres de la mecánica muscular con las más no­ equidistante del cretinismo y de la pedantería, para
bles operaciones de la mente, y en unos y otras in­ que sean perfectamente compatibles las labores in­
funde todo su ser y pone todos sus sentidos, por­ telectuales con las domésticas y la periódica actua­
que sabe que no hay tarea indecorosa ni labor ruin, ción de la mujer en la vida social con su coti­
si acabadamente se cumple con la míra puesta diana actividad doméstica. Lo difícil es colocarse
en el beneficio que a los demás allega. Las mismas acertadamente en dicho panto de justa equ ipon­
manos que poco antes fregaban los platos en la deración y estable equilibrio, porque se necesita
cocina pueden sin desdoro pulsar las sublimes no­ para ello que a la cultura o educación intelectual
tas beethovianas en la sala. Pero la marisabidilla acompañen las dotes de habilidad, discreción y
no lo entiende así. Repugna por humillante y aun tacto que ni libros ni escuelas ni colegios pueden
deshonrosa toda labor doméstica que embastezca otorgar. En sus relaciones fisiológicas y jurídicas,
las manos, y esclavizada por tan funesto prejui­ los cónyuges son recíprocamente complementarios;
cio desatiende las necesidades de la familia, y con­ pero en sus relaciones Psíquicas, cuando se con­
siente que la casa esté hecha una pocilga, y los tactan y afrontan los caracteres, que es tanto como
chiquillos vayan descalzos y en pernetas, sin otra decir las almas, forzosamente ha de haber uno su­
disciplina que sus antojos, y nunca encuentra el perior y otro inferior, salvo en los rarísimos casos
marido nada a punto, porque la señora de la casa de las almas gemelas que estén en la misma etapa
de evolución. .Pero no siempre es Superior el hom­ Ha de tener la esposa el suficiente valor para,
bre, sino que muchas veces la superioridad psíqui­ escudada en el estricto cumplimiento de sus deberes
ca está en la mujer, que entonces prevalece contra conyugales/explayar autonómicamente las cuali­
su marido. No hay necesidad de demostrar esta dades propias de su espíritu, líbre de las materiales
afirmación porque de continuo y desde el primer limitaciones del sexo. No ha de consentir que con
especiosos pretextos ponga el marido carriles a
matrimonio que hubo en el mundo, nos la está de­
su pensamiento, freno a su palabra y trabas a sus
mostrando la experiencia en la multitud de ma­
acciones en la esfera de la vida genuinamente
ridos cuyos pantalones se puso varonilmente la
individual. Ha de desechar la prejuiciosa idea de
mujer. Viene esto de propósito para argumentar
que por elevadas que sean sus aspiraciones y nobles
que no han de fiarlo todo las mujeres y especial­
sus anhelos y vehemente el clamor de su alma
mente las casadas a la marcha progresiva de los
por manifestar la porción de su ser, extraña a
tiempos ni cruzarse de brazos en espera de que los
las funciones de esposa y madre, debe estar re­
esfuerzos de unas cuantas campeonas de la autono­
cluida en el domicilio conyugal y gobernada por
mía femenina les pongan el fruto en los labios.
los deseos de su marido.
Toda esposa tiene en su mano el medio lícito y
A la plena consecución de esta legitima autono­
honroso de no sólo conservar sino de acrecer el
mía de la esposa contribuye hoy la ciencia, aplicada
amor de su marido; no el amor egoísta del niño
a la industria, con los nuevos artificios que facili­
que se recrea en su juguete, sino el amor impreg­
tan las tareas domésticas y dan aun a las mujeres
nado de consideración y respeto. Cumpla digna­
de no muy holgada posición, tiempo bastante para
mente sus deberes de esposa y madre, situándose
cultivar sus especiales facultades sin abandono de
así en un plano superior o por lo menos igual al
sus deberes domésticos. L a cocina del porvenir es­
de su marido, y como quiera que obrando de esta
tará libre, a favor de la electricidad, de todas las
suerte encontrará el reino de Dios y su justicia,
incomodidades que hoy alejan de ella a las jóvenes
recibirá lo demás por añadidura. Si con su con­
ducta realza la mujer su conciencia moral, for­ de refinada cultura, y las tareas tenidas hasta ahora
por serviles, serán tan gratas, amenas y entreteni­
zosamente despertará en su marido los sentimien­
das como las de bastidor, dedal, ganchillo y agujas,
tos que le muevan a respetar su individual auto­
con la ventaja de emplear en ellas menos tiempo y
nomía.
321

trabajo del que requirieron en la época del soplillo ción de la mujer en los negocios públicos. Cada
y del carbón. razón expuesta es al propio tiempo un estigma de
Interminable sería la lista de mujeres famosas la ineptitud del hombre de por sí para el buen go­
por su actuación en diversas profesiones sociales, bierno y prosperidad de los pueblos.
que en ellas sobresalieron, sin descuidar sus de­ Decía así la mujer insigne;
beres domésticos.
Para que los establecimientos de Beneficencia no
Si a la mujer se le hubiese reconocido desde parezcan que se llaman asi por una especie de burla
hace medio siglo el derecho a desenvolverse auto­ de los mismos que en ellos reciben tanto mal.
nómicamente como ser humano, prescindiendo del Para que los manicomios no sean escándalo y dolor
de quienes tienen corazón y conciencia.
sexo; si hubiese tenido independencia económica Para que los niños no se hacinen en escuelas donde
y política, con directa influencia en U^obra social, pierden en salud más que ganan en conocimientos,
sería muy superior nuestra cívilizacivn, y hubiera o no tengan escuela a donde ir y vaguen por calles
y campos, iniciándose en los juegos de azar y en el
sido imposible esa guerra asesina en que los hom­ robo, con pequeños hurtos.
bres se acometían con mayor ferocidad que las Para que se aprenda lo que conviene saber y los
bestias salvajes. La madre hubiera comprendido conocimientos no seaq un elemento perturbador por
que por horribles que sean las penalidades de los su aglomeración en las profesiones menos necesarias.
Para que al que pide limosna por necesidad no se
soldados en campaña, mayor es todavía la angus­ le persiga como a un criminal, y el mendigo vicioso
tiosa desolación en que la guerra deja transido no viva a costa de la caridad ciega.
el amante corazón de la mujer. Para que la caridad pase de instinto a sentimiento,
y razone y no arroje ciegamente la limosna.
La unilateral autonomía del hombre, su secular Para que las prisiones sean auxiliares del Derecho
monopolio del gobierno de las ciudades y naciones y no escarnio de la Justicia. Para que los presos no
no ha podido dar más desabridos y agusanados se pudran en las cárceles y los penados no se co­
rrompan en las penitenciarías.
frutos. La ya citada socióloga «española Concep­ Para que ios moralmente huérfanos, aquellos que
ción Arenal, cuya fama ha de elevar el tiempo a no tienen padres más que para el mal ejemplo y el
la enésima potencia, trazó magistralmente, hace mal trato, hallen protección, guía y consuelo.
Para que quienes por cualquier motivo, en ia ni­
cerca de medio siglo, el siniestro balance de la ñez o en la juventud se hayan extraviado, hallen
administración masculina, al exponer las razones quien los vuelva al buen camino.
por las que consideraba indispensable la interven­ Para que la mujer no encuentre cerrados todos
í l . — L A NUJ EE ÍY Í L MOCAS
322
323
Jos caminos cuando quiere trabajar y para que el
precio de su trabajo sea equitativo. La inicua desigualdad a que las leyes someten a
Para-que las leyes inicuas no pasen sin protesta
y las buenas sin cumplimiento. la mujer, es un siniestro estimulo para que los
maridos vulgares, y no pocos de ellos estultos, de­
No sólo en España, a que aludía la insigne so-
ban de acuerdo con el bajo nivel de la conciencia pública, son
cióloga, sino en los países que el error público co­ hoy día sarcasmo de la justicia y legalización de la iniquidad.
loca a la vanguardia de la civilización mundial, se Los derechos de ambos cónyuges deben ser idénticos, tal como
los reconoce desde hace siglos el fuero de Vizcaya, en cuyo
echan de ver, aunque no tan intensos, los males espíritu habrían de inspirarse ios reformadores del absurdo
señalados como poderosas razones para que la Código civil español.
A nuestro modo de ver, esta igualdad de derechos civiles en
mujer intervenga por derecho propio en la vida la sociedad conyugal ha de preceder a la otorgación de los
política, (i) derechos políticos con carácter general; pero entretanto, nin­
gún menoscabo sufriría la justicia si se procediera at estable­
cí miento gradual de la reforma, concediendo inmediatamente
(i) Por [o que a España se refiere, tiene todavía el femi­
el voto en las elecciones municipales a las casadas y viudas y
nismo muchos adversarias, sobre todo en su aspecto de reco­ en las de las diputaciones provinciales y parlamentarias a las
nocer la intervención de las mujeres en los asuntos de público que, aun siendo solteras, poseyeran titulo académico o hubiesen
interés, y aun la mayoría del elemento femenino no está favo­ demostrado capacidad intelectual. Es notoriamente absurdo que
rablemente dispuesta al ejercicio de los derechos políticos, la condesa de Pardo Bazán, gloria de las letras y catedrática de
porque parece bien hallada con la esclavitud a que su incons­ la.Central, no tenga voto sólo por ser mujer, y en cambio lo
ciencia la somete. Es como cautivo que al cabo de largos años tengan sus criados, incapaces de construir gramaticalmente el
de privación de libertad, toma cariño a su cadena y teme verse niás sencillo párrafo. Y lo que decimos de la ¡lustre autora de
dueño de su albedrío porque no sabría cómo valerse de ia La mujer española, puede aplicarse a tantas otras literatas,
recobrada libertad. La tradición con todas sus preocupaciones sociólogos y artistas de mentalidad incomparablemente superior
y arcaísmos tiene aún hondas raíces en el alma de la mujer a la de la multitud de analfabetos para quienes es mercadería
española, que se resigna y aun se complace en su inferioridad vendible el voto electora!. Si nadie niega ni puede negar que la
política respecto dtl hombre, como si le bastaran las adula­ mujer es la mitad del género humano, resulta evidente injusti­
ciones, lisonjas y preferencias con que ¿1 la alucina en el trato cia que el género humano esté torpemente gobernado por la
de sociedad, a manera de víctima coronada de flores. Por otra mitad.
esta razón, Consideran algunos estadistas tan eminentes como La pasión partidista, el egoísmo de los políticos de oficio,
don Antonio Maura, que es prematura la reforma, aunque sim­ la acerba hostilidad entre derechas e izquierdas con sus dos
patizan con ella; pero si se difiriera hasta que todas las mu­ fanatismos, dificultan en España el avance del feminismo, por­
jeres españolas estuvieran en condiciones de ejercer los dere­ que las derechas temen que el voto femenino vigorice a las
chos de ciudadanía, fuera forzoso esperar aún tres O cuatro izquierdas con el refuerzo de la mujer obrera, al paso que
siglos; y por lo tanto, para no prolongar la demora, bien pu­ las izquierdas recelan que prevalecerían las derechas por el
diera acometerse desde luego sin mayor inconveniente, reno­ numerosísimo contingente de mujeres sugestionadas por Influen­
vando por de pronto el Código civil en el sentido de. suprimir cias reaccionarías.
de su articulado todas las vetusteces que si en otra época esta- El temor de unos y el recelo de otros no tendría fundamento
si al voto femenino acompañara la reforma de la ley electoral
325
324
que lograrían sí disfrutaran de autonómica liber­
priman los nobles anhelos de sus esposas y esgri­
tad. Millares de casadas están muertas en muchos
man contra ellas las armas del ridículo y del es­
carnio cuando intentan exponer su opinión sobre aspectos de su naturaleza por falta de ejercicio y
las cuestiones de interés social. Procediendo de aplicación de sus facultades, pues al que no tiene,
tan tiránica suerte estropean los maridos los natu­ aun lo que tiene se le quitará, lo cual significa exo­
rales talentos y especiales facultades de sus es­ téricamente que quien no ejercita sus facultades
posas, con inestimable pérdida para la humanidad. naturales, sin remedio ha de perderlas por atrofia.
El hogar nada gana con ello y en cambio el mun­ Si la pérdida es involuntaria por parte del indi­
do pierde no poco, porque el tiempo que la mujer viduo y queda sofocado el talento por oposición
emplee en seguir con razonable autonomía su na­ ajena, se resiente la salud corporal, y así sucede
tural vocación, será aun para el mismo hogar mu­ que muchos maridos se extrañan a! ver que sus
cho más provechoso que si ocupase todas las acti­ mujeres pierden su vivacidad de ánimo, se depri­
vidades de su vida en los quehaceres domésticos, men y se vuelven melancólicas hasta desfallecer
imposibilitada de explayar su individualidad. como marchitas flores. De solteras siguieron los
Muchas casadas podrían brillar en el mundo in­ estudios de colegio o academia y estaban en el cen­
telectual con luz propia, no sólo sin perjuicio, sino tro normal de la manifestación de su individuali­
con mayor provecho del hogar, a causa de la ple­ dad, cuando de repente las sacaron de su esfera
nitud de vida y desenvolvimiento de todo su ser para colocarlas en un hogar donde se vieron obli­
gadas a llevar una monótona vida sin amplios
en el sentido de establecer el sistema de representación pro­
porcional, mucho más equitativo que el vigente de amontona­ ideales, mientras se iban amortiguando hasta anu­
miento, cuyo resultado ha sido substituir la autocracia de loa larse los medios y facilidades que antes tenían
reyes absolutos por la de los sanliedrines de partido que en
misteriosos conciliábulos entretejen las candidaturas que el para desenvolver su íntima naturaleza En seme­
día de la elección votan los pseudociudadanos con panúrgica jantes condiciones no cabe que sea dichosa una
docilidad, con fundiendo la disciplina con la inconsciencia. Si
por ño sigue España el ejemplo de las naciones donde la inter­ mujer activa, enérgica, anhelosa, por mucho que
vención de la mujer en todos los sectores de la vida social la ame su marido o por muy amable que con
está dando admirables resultados, habrá de ser sobre la base
de la representación proporcional, para que en municipios, dipu­ ella se muestre en los demás aspectos de las rela­
taciones y Parlamento tengan seguro asiento y no se yea bur­ ciones conyugales.
lado su derecho por las artimañas del caciquismo partidista.
C.V. d e l T .) Tan inútil es que un marido intente satisfacer
327

las ansias del alma con lujosos trajes, valiosas Las preocupaciones sociales consideran indeco­
joyas, morada suntuosa y esparcimientos de so­ roso que una casada de acomodada familia siga
ciedad, como satisfacer el hambre del cuerpo con ejerciendo su profesión de soltera, y en cambio
vimtas. Nadie puede sofocar sus talentos, su tienen por cosa naturalísima que trabaje en su
ingenio o su peculiar habilidad y al propio tiem­ casa. Parece como si mejor le conviniese a la ca­
po desenvolverse normalmente, pues siempre ha­ sada aburrirse en labores por las que siente repug­
brá algo que le represente la pérdida de sus fa­ nancia, cuando si se dedicara a su especial pro­
cultades. El marido habría de fijar la atención fesión podría en la cuarta parte del tiempo ob­
en estas consideraciones y observar cuáles son las tener rendimientos de sobra para pagar a una
naturales facultades de su esposa, a fin de darle criada que mucho mejor que ella se desempeñase
la libre oportunidad de educirlas y aplicarlas al en los quehaceres domésticos.
determinado objeto de su vocación, de la propia Con esta cuestión se relaciona estrechamente la
manera que daría a sus copartícipes en el negocio de la independencia económica de la mujer. Tra­
la libre oportunidad de explayar sus personales baje en el hogar o fuera de él, la mujer futura
dotes. El marido necesita estar orgulloso de su será capaz de subvenir a sus propias necesidades
mujer, no porque le cuide y asista y le sírva de sin necesitar que su marido la proteja, como con
ama de llaves, o mayordoma o cocinera y criada, arcaico criterio prescriben todavía algunos códi­
sino porque en la plenitud de su ser esté prestando gos civiles. No será parásita ni sierva, y ni la dig­
sus mejores servicios posibles a la familia, a la nidad de esposa ni las funciones de madre le im­
patria y a la humanidad con la manifestación de pedirán seguir libremente su natural inclinación
sus más vigorosas y nobles cualidades. Podrá ha­ al noble empleo de sus facultades. Si se casa con
cer lo poco en el hogar; pero mejor pudiera hacer un hombre de mediano pasar, contribuirá con su
lo mucho en la vida social, y ¿cómo consentir trabajo profesional a nivelar el presupuesto do­
este malogro de facultades tan ruinoso para los méstico hasta que aumenten los emolumentos del
intereses mismos del marido? E l ideal que el mo­
marido; y si se casa con un rico no le servirá de
derno progreso tiene de la eficiencia no puede con­
primorosa muñequita dependiente de su generosi­
sentirlo. La esposa no puede tampoco sumir su
dad. La conciencia de cuantos piensan y meditan
individualidad en la del marido.
sobre las cuestiones de nuestro tiempo está ya en
328

vías de reconocer que no será posible el equilibrio cia económica de las casadas, poique su entendi­
social mientras una mitad del género humano de­ miento, acostumbrado a los goces intelectuales y su
razón diestra en el buen juicio examinarán cuida­
penda económicamente de la otra mitad:* La equi­ dosamente las causas y los efectos, a fin de obrar con
dad política y social es absolutamente indispensa­ el mayor conocimiento posible y asentarse sobre fir­
ble para asegurar la cooperación que requiere el mísimas bases cuando tomen una determinación. An­
tes de comprometer su palabra exigirán del preten­
bienestar y sosiego de la humana sociedad. diente igualdad de derechos y correlación de debe­
En otro tiempo, las casadas no preveían la época res, con el bien entendido de que habrán de tener
de su vida en que ya emancipados los hijos de la completa libertad para seguir ejerciendo su profe­
sión, mientras su ejercicio sea compatible con las
autoridad patrimaterna, y ellas aun en la madurez angustas funciones maternales, pero delegando su
de su vida, habrían de verse solas y aburridas, sin representación en una sirviente que estará en su ele­
tener en qué emplear fructuosamente sus activi­ mento desempeñando los mecánicos quehaceres do­
mésticos.
dades. La mujer futura, aunque durante el periodo El ejemplo de estas jóvenes integralmente educa­
crítico de la crianza y educación de sus hijos dé das hará oficio de levadura en 1% compacta masa de
de mano a sus tareas profesionales, no desoirá del sus infortunadas compañeras, determinando un nue­
vo y mejor régimen conyugal. La mujer está ya en
todo su vocación ni permitirá que por absoluto camino de la victoria y no puede volver atrás.
desuso se atrofien sus especiales talentos, sino que
aprovechará los intervalos de sosiego para man­ En efecto, no puede ni quiere ni debe retroce­
tener el sagrado fuego de su mente, a fin de que der. Las maestras neoyorquinas obtuvieron re­
cuando libre de las perentorias atenciones de fa­ cientemente un señalado triunfo sobre los elemen­
milia, por estar ya bien criados los hijos, pueda tos regresivos de la Junta de Instrucción pública,
dedicarse sin trabas a su nativa vocación, y halle que por mayoría de votos les reconoció el derecho
en las ocupaciones intelectuales saludable compen­ de seguir ejerciendo la enseñanza aun después de
sación a la rutinaria materialidad de las domés­ casadas. En otras profesiones reclaman las mu­
ticas. jeres igual derecho, pues aunque parezca extraño
Dice a este propósito una escritora norteame­ por la fama de país líbre de que en Europa gozan
ricana : los Estados Unidos, todavía predominan allí mu­
chas prejuiciosas vetusteces del tiempo de los pu­
A m¡ juicio, la mujer de equilibrada cultura re­
solverá con el tiempo el problema de la independen­ ritanos, que contrastan con la libertad profesional
33 °
X IV . R E IV IN D IC A C IO N E S FEM E N IN A S.
de ia mujer española, a pesar de su inferior con­
dición desde el punto de vista de los derechos
políticos y civiles. ON lo expuesto en los capítulos
La independencia económica de todo adulto, sin anteriores nos parece suficiente­
distinción de sexo, es el más firme fundamento de mente dilucidado el tema de esta
una sociedad equilibrada, pues nadie puede alcan­ obra desde los puntos de vista
zar la plenitud de su individualidad mientras de­ teórico y especulativo, por lo que
penda del bolsillo ajeno. La mujer soltera o casada conviene exponer conclusiones
prácticamente concretas, cuya realización en el
sólo podrá ser mujer completa cuando logre su
orden social no tropieza con otro obstáculo que
independencia económica.
con la mala voluntad de los gobernantes y la pre­
juiciosa enemiga de los legisladores contra las
justas reivindicaciones de la mujer de nuestros
dias.
A fin de puntualizar en toda su extensión el
programa feminista, hemos de situamos en los
países donde todavía está iniciándose el movimien­
to de protesta contra el secular monopolio mas­
culino en todos los órdenes y funciones sociales.
E l primero y capital término del problema es
la educación. Sin este cimiento no será posible
levantar sólidamente el edificio. Es indispensable
que el país cuente con bastante número de escuelas
nacionales donde ineludiblemente, sin atendible ex­
cusa, reciban todas las niñas, hasta los doce anos
de edad, la gratuita educación fundamental que
desenvuelva y vigorice las buenas cualidades de
su carácter c o t í ja los defectos y extirpe los vicios
33i
332 333

congénitos, estimule sus naturales aptitudes y las que la borrachera habitual y los malos tratos cons­
oriente hacia la más adecuada profesión, sin des­ tituyan causa bastante de divorcio o de separación
cuidar los elementos propios de la genuina femini­ matrimonial; castigar al cónyuge que abandone
dad, por si el destino de su vida le ciñe la doble el hogar; agravar la penalidad contra los atenta­
corona de esposa y madre. dos al pudor; reparación por parte del seductor de
Mientras no se reorganice la educación primaría los perjuicios morales y materiales causados a la
en este sentido exigiéndola contra la ignorancia, seducida, y legitimación obligatoria de los hijos
tan rigurosamente como sin tanta transcendencia naturales, investigando de oficio su paternidad;
se exige la vacunación y revacunación contra la interdicción de la patria potestad a los padres cuya
viruela, tendrán muy poca eficacia cuantas refor­ conducta les haga notoriamente indignos de este
mas feministas se intenten remedando a los países nombre; y por último, otorgar a la mujer el dere­
en donde vivazmente arraigaron desde luego por cho de ser jurado cuando el delincuente sea de su
tener años ha resuelto el problema de la cultura sexo.
general de la mujer. El código de comercio, en el sentido de que el
El segundo punto del programa de reivindica­ trabajo de la mujer tenga en igualdad de oficio,
ciones ha de ser la reforma inmediata de los códigos profesión o empleo, la misma retribución que el
civil, penal y de comercio. El civil en el sentido del hombre, pues todavía andan en este punto mu)
de que la mujer tenga en la sociedad conyugal duras las conciencias y excesivamente rutinarios
los mismos derechos y deberes que el marido, res­ los entendimientos de los que en las comisiones
pecto a la patria potestad y a la administración de paritarias truenan contra la tiranía de los patro­
los bienes conyugales, con perfecta autonomía para nos, y en cambio se muestran ellos más que tiranos
dar a sus facultades intelectuales honesto empleo con sus compañeras de trabajo, menospreciando
compatible con sus deberes conyugales, participar injustamente los servicios de la mujer, que no
en los consejos de familia, comparecer libremente ceden en valía a los del hombre.
en juicio, ejercer la tutoría y gozar de completa Que la casada pueda ejercer una industria o
personalidad jurídica. comercio y ser gerente de una razón social con
El código penal, en el sentido de idéntica san­ todas las atribuciones legales de estos cargos, inde­
ción para ambos sexos en el delito de adulterio; pendientemente del marido, con tal de que no in-
334 335

¡vierta en los negocios la hacienda conyugal sin la por indispensable antecedente el reconocimiento de
conformidad de su consorte. ios derechos civiles. L a incomprensión del pro­
Que los ramos del comercio de índole privati­ blema feminista o su somero y fragmentario exa­
vamente femenina tengan dependencia femenina. men, sin la debida visión del conjunto, han levan­
Una vez reformados en este sentido los tres tado en las mentes vulgares el prejuicio de que
códigos y afianzada su educación, quedaría la mu­ con otorgar a las mujeres el derecho electoral y
jer airosamente dispuesta para el ejercicio de los permitirles el ejercicio de la medicina estaba re­
derechos y cumplimiento de los deberes políticos, suelta la cuestión. Sin embargo, el voto de la
reconociéndosele tan plena ciudadanía como al mujer y su libre acceso a los cargos públicos y las
hombre. Entonces podría ser electora y elegible carreras profesionales, aunque condiciones nece­
para los cargos populares y tendría aptitud so­ sarias, no son suficientes para que ocupe el lugar
brada para desempeñar cargos públicos en todas que por justicia le corresponde en la sociedad. Ne­
las instituciones económicas, culturales, benéficas cesita independencia económica que la emancipe
y sociales relacionadas con los intereses de su sexo. de la protección equivalente a servidumbre a que
la tienen sujeta los códigos civiles de algunos paí­
Habría de tener representación en las Cámaras de
la Propiedad, de la Industria y de Comercio, por ses. Sin la independencia económica de nada o de
cuanto podría ser de por sí propietaria, industrial muy poco sirve la libertad política. Donde el ma­
y comerciante. Por análoga razón, se le ha de re­ rido administra a su talante y no siempre según su
conocer el derecho de constituir las Juntas directi­ talento, porque de esta dote anda escaso, los bienes
vas de los gremios o sindicatos de los oficios pro­ de la sociedad conyugal y aun los frutos de los
pios de su sexo, y tener representación proporcional bienes parafernales, no es posible que la mujer vote
en las de las profesiones comunes a los dos. libremente ni que ejerza una profesión con com­
pleta autonomía individual, porque siempre traba
Sin la previa realización de estas reformas so­
sus pasos la autoridad legal del marido.
ciales, no en beneficio, ni mucho menos en privile­
Los misoneístas que esgrimen las innobles ar­
gio, sino en justicia de la mujer, será en balde
mas de la sátira, el ridículo y aun la calumnia
que de golpe y porrazo se le concedan en aquellos
contra la emancipación legal de la mujer, suponen
países donde aún predomina la tiranía masculina,
los derechos políticos cuyo libre ejercicio requiere que si se le concediera el derecho electoral votarían
336 337

siempre según les dictaran las insinuaciones o exi­ porque los asuntos de la incumbencia de estas cor­
gencias del marido, cuando no del amante. Cabrá poraciones populares son por lo general más pro­
esto en lo posible si la mujer no tiene indepen­ pios de mujeres que de hombres, sobre todo lo
dencia económica y se halla en inferioridad legal relativo a subsistencias, abastos, higiene y benefi­
respecto de su marido; pero colocadla en el mismo cencia; pero se les eriza el cabello a la sola pre­
plano que el hombre, con los mismos derechos y sunción de que también pudieran ser electoras y
deberes de ciudadanía, y entonces, sin temor de elegibles en los Parlamentos. Ambos bandos de­
que nada ni nadie coaccione su conciencia, mani­ fienden obstinadamente su criterio, y por fortuna
festara libérrimamente su voluntad. para la causa de la libertad, la justicia y el derecho,
Como vemos, el problema feminista es más la experiencia está dando la razón a los feministas;
complejo de lo que les parece a quienes somera­ pero la mayoría de los paladines de la mujer no
mente lo miran bajo sus aspectos político y profe­ advierten los aspectos que pudiéramos llamar civil
sional, que no son ni de mucho los únicos. Entraña y económico del problema, ni se percatan de su
varios otros problemas parciales que es necesario forzosa prelación sobre el aspecto político.
ir resolviendo en ordenada serie, porque cada uno En cuanto al aspecto civil, ya hemos dicho que
de ellos es antecedente del que le sigue en enlace es indispensable colocar a la mujer casada en pari-
y consecuente del que le precede. E l error está, a gualdad de derechos y deberes con el marido, y a
nuestro entender, en que todas las polémicas entre la soltera mayor de edad en el mismo nivel de
feministas y an ti feministas en los países rezagados ciudadanía que al hombre. Pero tampoco fuera efi­
caz la igualdad civil sí no la acompañara en el
en este punto, se contraen a si se les debe conceder
aspecto económico la igualdad en la retribución
o no voto a las mujeres en las elecciones. Los anti­
del trabajo, que debe pedirse, no mirando quién lo
feministas recalcitrantes dicen con sorna que sólo
hace, sino cómo lo hace y el rendimiento que alle­
faltaba que las mujeres se metiesen en política para
ga. No por ser hombre el que cuida del telar
enmarañarla más de lo que está, y nadie les quita
van más deprisa las lanzaderas. Para el trabajo,
de la cabeza que la mujer es por naturaleza infe­
tanto monta el telar como la máquina de coser o
rior al hombre y ha de quedarse en casa con la
la taquilla de una estación. La injusticia está en
pierna quebrada. Otros confiesan que no estaría
que valiendo lo mismo y a veces más el trabajo
mal la intervención de la mujer en los municipios,
2 2.— L A B U J IA V B L BO G AS
33* 33a

de la mujer que el del hombre, abusen de su des­ petó ¿qué colegio de abogados la admitirá al ejer­
amparo legal quienes precisamente aparecen más cicio de su profesión? ¿le será posible hacer opo­
ardientes feministas en el aspecto político. El estó­ siciones a la judicatura, a la notaría, al registro
mago es entraña común de dos, y en donde no hay de la propiedad ? ¿ podrá ni siquiera ejercer el car­
pan no acallan el hambre los derechos políticos. go de juez municipal que en algunos países anda
Las carreras y oficios de la mujer han de dar en manos de palurdos casi analfabetos? Si de las
lo suficiente para el decoroso mantenimiento de ciencias puras tratamos, tendrá matrícula abierta
una vida y asegurar la independencia económica, en las aulas de cualquiera de las tres secciones de
compañera forzosa de la verdadera libertad cí­ la Facultad, y sin reparo, si talento tiene para ello,
vica. podrá cursar con sobresaliente aprovechamiento
En cuanto al aspecto profesional, no hay ley todas las asignaturas hasta doctorarse; pero una
humana ni divina que impida a la mujer abrazar vez recibido el título ¿podrá hacer oposición a cá­
una carrera, aprender un oficio o seguir la natural tedras o la admitirán en calidad de profesora los
inclinación que la lleve al cultivo de las artes. La establecimientos de enseñanza privada?
medicina, la abogacía, las ciencias puras y las de Se echa de ver, por lo tanto, que en los países
aplicación, la ingeniería, el comercio y la industria donde cuanto la tradición legó de malo prevalece
están para ella abiertas en las universidades y es­ contra cuanto el progreso nos trae de bueno, los
cuelas profesionales. El obstáculo está en la posH caminos que con tanto aparato de instituciones e
tcrgación cívica de la mujer, en su perpetua de­ institutos femeninos se le abren a la mujer, resul­
pendencia del padre cuando menor, del marido tan al fin y al cabo callejones sin salida, porque
cuando casada y de los prejuicios sociales cuando sí bien no se le niegan los medios, se le prohíbe
viuda o mayor de edad en soltería. Cierto es que alcanzar el fin.
nadie le impide ejercer privadamente su profesión L a dificultad con que tropiezan dichos países es
a una doctora en medicina; pero ¿qué municipio que por secular apatía, por haber escondido bajo
la nombrará médica titular? ¿qué Academia de el hoyo los talentos que Dios les dio, y desaprove­
Medicina le dará asiento en sus escaños? ¿qué char las ocasiones deparadas por la historia para
tribunal de justicia la designará por perito? Podrá ser luz que puesta en el candelero alumbrara a la
estudiar sin trabas la carrera de jurisprudencia; humanidad entera, se encuentran encerrados en
341
un círculo vicioso parecido al que trazó el insigne sin recelo de que reivindiquen unos derechos que
satírico español Mariano José de Larra, al decir desconocen, y al propio tiempo hay con ello apa­
de su patria: "sí no se escribe porque no se lee, o rente razón de replicar a los defensores del femi­
no se lee porque no se escribe” . Análogamente, los nismo diciendo: ¿cómo queréis que las zafias al­
adversarios del feminismo aducen por argumento deanas, las incultas lugareñas, de romo entendi­
la incultura rayana en la barbarie de la inmensa miento, cretinas y analfabetas, en número tan infi­
mayoría de las mujeres aldeanas y lugareñas, es­ nito como el de los necios a que alude el rey sabio,
clavas de las más groseras supersticiones, para intervengan ni siquiera en la vida municipal, abru­
quienes la religión no va más allá de un fetichismo mada hoy de problemas sociales y económicos cuya
egoísta, y que bien halladas con su inferioridad acertada resolución requiere consumada experien­
social, no acertarían a ejercer dignamente sus de­ cia y profundos conocimientos? ¿cómo pretendéis
rechos ni a cumplir estrictamente sus deberes. Por que esas mismas mujeres, incapaces de gobernarse
otra parte, las mujeres de la clase media sólo di­ a sí mismas, veleidosas como niños y necesitadas
fieren de las plebeyas en la externa vistosidad que de protección y tutela a causa de su ignorancia,
les prestan el traje, los modales urbanos y la su­ tengan en la sociedad conyugal los mismos dere­
perficial educación de colegio, parecida por lo arti­ chos que sus maridos?
ficiosa a esos barnices que dan al pino apariencias El argumento parece a primera vista contun­
de madera fina. Para la eficacia social de las rei­ dente; pero valga considerar que la inmensa ma­
vindicaciones feministas es indispensable fomen­ yoría de aldeanos, campesinos y lugareños están
tar con resuelta sinceridad la cultura de la mujer en el mismo nivel intelectual que sus mujeres y tan
y ponerla así en condiciones de aptitud para ocu­ faltos ele positiva educación como ellas; y sin em­
par en la sociedad el lugar que en justicia le co­ bargo, no por su cultura ni por su aptitud ni por
rresponde ; pero precisamente d particular y egoís­ su moral superioridad de que carecen, sino por
ta interés de las predominantes oligarquías mas­ la sola rasión de su sexo, les otorgó una ley injusta
culinas, sobre todo en los países seudodemocrátí- los mismos derechos civiles y políticos que a los
cos, está en mantener a las masas populares y ma­ ciudadanos de cultivado entendimiento y conscien­
yormente a las femeninas en supina ignorancia, tes de su virilidad.
porque así se las puede subyugar más fácilmente Al punto a que han llegado las cosas en el orden
343 343
social, no es posible esperar a que todas ni siquiera como nunca debió dejar de ser, el probo manejo de
la mayoría de mujeres de un país estén intelectual- los intereses públicos.
menté capacitadas para el ejercicio de sus dere­ Además, es de presumir que cuando la mujer se
chos. Si no lo están, culpa fue y sigue siendo de vea en plena posesión de sus inherentes derechos,
los gobernantes que descuidaron en tiempo opor­ durante tanto tiempo detentados por el egoísmo
tuno su educación, y ahora la situación general del masculino, tendrá más clara conciencia de la res­
mundo exige por imperio de los tiempos que, a pe­ ponsabilidad que contrae, por su mayor libertad;
sar de todos sus inconvenientes, se realicen las ne­ y en consecuencia, cumplirá mucho mejor en aras
cesarias reformas sociales para colocar a la mujer del propio interés los deberes sociales y domésti­
en el lugar que por derecho le corresponde. La cos. Entonces todas las mujeres en potencia más
selecta minoría femenina, de sobra capacitada o menos propincua de matrimoniar, considerarían
para colaborar con el hombre en las funciones de la gerencia del hogar como la profesión por exce­
la vida colectiva, no ha de sufrir en perjuicio de lencia, porque al intervenir en la vida colectiva
su dignidad moral y de sus materiales intereses las aprenderían experimentalmente que el hogar es
consecuencias de los errores de acción y omisión fundamento de las sociedades, y la madre, en la
en que más bien por malicia que por inadvertencia plenitud de sus derechos individuales, la más segu­
incurrieron pertinazmente los gobernantes. ra fianza de la prosperidad de las familias, de que
Desde luego que la intervención de la mujer en deriva la de las naciones. Por mucha prudencia y
la vida administrativa y política de la sociedad acierto que tenga la mujer en el gobierno del hogar
civil no ba de entenderse en el sentido de agravar y la educación de los hijos, de ningún provecho
los crónicos males que en los países torpemente serán para la sociedad tan relevantes dotes si no
regidos por el hombre han convertido la política transcienden de la vida de familia a la del muni­
en feria de bajas concupiscencias y la administra­ cipio y sucesivamente a la de la comarca, la región
ción en un legalizado latrocinio. Por el contrario, y la nación.
cabe la esperanza de que cuando la mujer triunfe Asi vemos, si bien reflexionamos, que el logro
en la lucha por sus justas reivindicaciones, recobre de las reivindicaciones femeninas no traerá apa­
la política su genuino carácter de ciencia y arte de rejada, como sus adversarios predicen, la ruina del
gobernar a las sociedades, y la administración sea, hogar, la disolución de la familia, la mayor fre­
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cuencia de los conflictos tonyugales y el incremento cabeza en los regímenes democráticos está en la
de los divorcios, sino que por el contrarío se echará soberanía del individuo, fundamento de la sobera­
de ver la recíproca influencia, hoy inadvertida, en­ nía nacional; pero esa soberanía la venderá el in­
tre el hogar y la sociedad, entre la primieval insti­ dividuo por tan vil precio como Esaú la prímoge-
tución de la familia y cuantas instituciones han n itura, si carece de la cultura cívica, de la educa­
venido ulteriormente a complicar el organismo ción armónica que debe darle el hogar auxiliado
social. por la escuela, la madre en santa connivencia con
- La historia de la humanidad es una continua el maestro.
ascensión en espiral hacia el perfeccionamiento que Las condiciones de la vida social han variado
le tiene señalado su ultérrimo destino, A lo largo tanto en sólo un siglo, que ya no es posible negar
de su camino ha ido abandonando, como impedi­ a la mujer la activa colaboración que reclama en
menta inservible, costumbres, usos, leyes, tradicio­ nombre de la moralidad y la justicia. Todo ha
nes, creencias e instituciones que durante cierto progresado en cien años, todas las cosas parecen
tiempo reverenció y mantuvo diputándolas por sa­ entonar con el elocuente silencio de los hechos, el
gradas e intangibles. Unicamente ha subsistido, recedant vétera nova sint omnia del hermoso him­
perpetua e inmutable, la familia inconmovible^ no eucarístico. El teléfono, el telégrafo, el automó­
mente asentada en el hogar. vil, las máquinas agrícolas, el alumbrado eléctrico,
Pero hasta ahora la familia y con ella la mujer, los celérrimos medios de locomoción y transporte
estuvieron apartadas de la vida social, a pesar de han difundido por el campo las comodidades que
que de familias se forman las sociedades. Nuestros en otro tiempo monopolizaban las urbes y han des­
esfuerzos se encaminan hoy día a que la mujer, y terrado del hogar la tediosa monotonía que trans­
con ella la familia, influyan en Ja vida social hasta tomó la razón de muchas lugareñas. En donde an­
el punto de tonal izar el régimen del Estado a través tes sólo llegaba el correo una vez a la semana, trae
del'municipio, la comarca y la región. Se ha de hoy dos veces al día la correspondencia del mundo
invertir para ello el procedimiento y desechar el entero, y los periódicos, revistas, ilustraciones y
tradicional error de que los gobiernos son la cabeza libros que en otro tiempo eran raras curiosidades,
de las naciones, cuando en realidad son los pies con andan hoy en manos de Jos vecinos de los más
que anda y las manos con que obra. La verdadera humildes villorrios. La ciencia hermanada con Ja
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industria está aproximando de más en más a los siempre hubieron de seguir las ideas de moralidad
pueblos en estrecha solidaridad de ideas, y no es y justicia; Tres siglos de persecución y martirio,
ya posible que ninguno viva en soberbio aisla­ de sangre y tortura, de escarnio y menosprecio
miento. Los adelantos, reformas e innovaciones precedieron al triunfo de la idea cristiana. Prolon­
que en todos los órdenes y modalidades de la acti­ gadas luchas hubo de sostener la nobilísima idea
vidad humana se operan en los países delanteros, de la libertad de conciencia antes de prevalecer
han de repercutir necesariamente en los zagueros contra la opresión de las almas. L a emancipación
y forzarlos mal que les pese a obedecer al impulso de la raza negra costó millares de vidas en la gue­
recibido del exterior. rra de Secesión y hubo de afrontar la prejuiciosa
Lo que no supieron hacer a su debido tiempo en hostilidad de las más conspicuas mentalidades de
favorables condiciones, habrán de hacerlo obliga­ aquella época, que ridiculizaban a los antiesclavis­
dos por el empuje de los tiempos. El movimiento tas tan sarcásticamente como a Colón los doctores
feminista es un movimiento uniformemente ace­ salmantinos y a Galilea los inquisidores romanos.
lerado, mientras que el movimiento de las rutinas Con los mismos obstáculos tropieza en su camino
y prejuicios tradicionales es un movimiento sobre­ la justa idea de la emancipación civil, política y
saltadamente retardado. No quiere la mujer mo­ económica de la mujer. Se blanden contra ella las
derna abandonar el hogar para entremeterse hom­ innobles armas del ridículo, de la calumnia y del
brunamente en la política de caciquismo y bande­ sofisma, diciendo que de triunfar en sus reivindi­
ría que escinde los vecindarios lugareños en luchas caciones perderían las mujeres la encantadora gra­
fratricidas, sino que anhela infundir en la vida cia de su sexo convirtiéndose en repulsivos mari­
social el espíritu de la familia verdaderamente cris­ machos. Pero los hechos valen más que las pala­
tiana, que tiene por constitución doméstica la in- bras cuando las palabras son vehículos del error
derogable ley de Dios, y en vez de ostentar hipó­ y falaz expresión de la mentira. El sano y pru­
critamente el Cristo muerto pendiente de las pa­ dente feminismo que ve en cada mujer un alma
redes, lleva el Cristo vivo en sus corazones. libre y responsable de sus acciones, ha de lograr
Las reformas sociales cuyo índice se resume en el triunfo de sus reivindicaciones, porque defiende
el programa de las reivindicaciones feministas, han la santa causa de la restauración del equilibrio
de seguir el proceso de tormentosa evolución que social.
348 FAMOSAS OBRAS
Pero no hay victoria sin batalla ni logro sin DEL INSIGNE PSICÓLOGO Y EDUCADOR
esfuerzo, y por el de su mente y de sus brazos ha
de alcanzar la mujer la plenitud de su feminidad.
D octor M ARDEN
La mujer latina ha de seguir el ejemplo de la
anglo-sajona. Condiciones le sobran para ello, pues I. — ¡SIEMPRE ADELANTE!
II. - ABRIRSE PASO
la aventaja en agudeza de ingenio y profundidad
III. — EL PODER DEL PENSAMIENTO
de intuición, aunque para estorbo del éxito le sea
IV. - L A INICIACIÓN EN LOS NEGOCIOS
inferior en la clarividencia de la positiva realidad. V. - EL ÉXITO COMERCIAL
Es la mujer latina más esbelta, gentil y hermosa VI. — ACTITUD VICTORIOSA
de cuerpo y rostro que la anglo-sajona; pero tiene VIL — PAZ, PODER Y ABUNDANCIA
la desventaja de su débil voluntad, de su rutinario VIII. — PSICOLOGÍA DEL COMERCIANTE
misoneísmo que la mueve a repugnar por extra­ IX. — LA OBRA MAESTRA DE LA VIDA
vagancia la originalidad de pensamiento y acción. X. - IDEALES DE DICHA
Cuando la mujer latina, y más particularmente XI. -DEFIENDE TUS ENERGÍAS
la española, cuya donosura no tiene rival en el XII. — LA MUJER Y EL HOGAR
mundo, comprenda que de su fraternal solidaridad XIII. — EL CRIMEN DEL SILENCIO
XIV. — QUERER ES PODER
depende el pronto logro de sus reivindicaciones,
XV. — LOS CAMINOS DEL AMOR
aliviará su mente y desembarazará sus manos de
XVI. - LA VIDA OPTIMISTA
cuanto privativamente pertenezca a la conciencia XVII. - EL SECRETO DEL ÉXITO
individual y empuñará por arma de combate las XVIII. - SOBRE LA MARCHA
reivindicaciones de la mujer considerada como XIX. — AYÚDATE A TI MISMO
parte integrante del conjunto social. XX. - LA ALEGRÍA DEL VIVIR
XXL - EFICACIA PERSONAL
XXII. — DELANTEROS Y ZAGUEROS
FIN XXIII. — SED BUENOS CON VOSOTROS MISMOS
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