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¿Qué necesita una ciudad para ser resiliente?

Hay tres cualidades reales sobre una ciudad resiliente. Primero, deben ser integradas. Los
pueblos deben mezclar el desarrollo económico, la movilidad, el cambio climático, que todo
esté relacionado al generar un proyecto. La segunda es que sean más estratégicas. Sabemos
que lo que ocurre hoy necesariamente no va a suceder mañana a causa del cambio climático,
de la urbanización, del crecimiento, del desarrollo tecnológico y la economía. Por último,
deben ser inclusivas. Comúnmente un pequeño grupo decide sobre la vida de las demás
personas. Los proyectos hacen que los sujetos se sientan excluidos, y cuando las crisis y los
desastres suceden la gente no se sienten parte del proceso del pueblo. Las ciudades más
resilientes ven a la inclusión como un elemento clave de la planificación resiliente.

¿En base a qué se eligieron las 100 ciudades?

Elegimos estás 100 ciudades para trabajar cómo se acercan a la resiliencia y qué elementos las
hacen resilientes. Ninguna de las ciudades con las que estamos trabajando ya es declarada
resiliente. Quizas en estos pueblos se pueden encontrar elementos que las hacen más
resilientes, y por lo tanto una ciudad puede aprender de la otra.

¿Qué ciudad es resiliente?

No se puede decir que una ciudad es resiliente o no. De lo que sí se puede hablar es que
existen ciudades más resilientes que otras. Por ejemplo, Medellín actualmente es mucho más
resiliente de lo que era hace 15 años. En este tiempo allí se han conectado los barrios
periféricos con el centro de la ciudad a través de los metrocables en una forma muy inteligente
e innovadora. Eso ha permitido mejorar la seguridad, salud pública, economía y movilidad. La
ciudad también cuenta con UVAs (tanques de agua) que se han convertido en lugares públicos
preciosos para encontrarse. Son áreas que han unido a la comunidad. La ciudad finalmente
tiene su propia compañía que genera energía hidráulica. Esta iniciativa permite abastecer a la
ciudad de energía, pero también distribuirla a otras ciudades aledañas. Todas estas cosas han
hecho que Medellín sea más fuerte, de tal manera que es capaz de sobrellevar cualquier
problema futuro, ya sea un terremoto o una guerra. Esta ciudad ahora es capaz de superar esos
desastres de mejor manera.

¿Por qué Quito es considerada una de las 100 ciudades que son parte del proyecto?

Elegimos 100 ciudades para trabajar en ellas, pensar en sus problemas de resiliencia. Quito es
parte de la lista porque buscábamos variedad en las ciudades, pueblos que estén trabajando en
sus problemas y soluciones. Existen ciudades que parecería que no cuentan con planes de
resiliencia o que no fueron planificadas de una forma resiliente, y que sufren alguna catástrofe
natural o crisis económica, como es el caso de los pueblos de Hait.

¿Es posible en estos casos aplicar planes de resiliencia?

Una cosa sobre la catástrofe es que se presenta la oportunidad. Eso vimos en el caso de New
Orleans, después de ser afectada por el huracán Katrina, hace 11 años. (El huracán) Hizo que la
transformación sea posible. Todos entendieron que la forma antigua de hacer las cosas no
servía. Comprendieron que la ciudad debía cambiar cómo afrontaba los riesgos y las
oportunidades. La oportunidad que existe en una crisis es que las personas entiendan que la
ciudad debe cambiar y se deben tomar acciones innovadoras. En Ecuador,

¿Cómo las ciudades de esta zona pueden ser resilientes? Las ciudades, los pueblos, la gente
tienen una resiliencia natural que les permite seguir adelante. Ecuador tiene unos buenos
planes de respuesta a emergencias. Lo que nosotros queremos es que la gente piense de
manera más estratégica en cómo alcanzar los riesgos y oportunidades. No solo pensar en un
plan de respuesta después de un terremoto, erupción volcánica o inundación, sino que piensen
en un plan a largo plazo. Planear una ciudad más fuerte, no solo para la emergencia, sino para
el día a día. Ese es el cambio que queremos que logren las ciudades.

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