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¿CUÁNDO ESTAMOS ANTE UN HEREDERO LEGAL?.

SUCESIÓN INTESTADA:
CUANDO LA LEY DETERMINA A QUIÉNES SE DEBE DECLARAR HEREDEROS
(Emilia Bustamante Oyague(*))

Todos algún día moriremos, entonces los bienes y derechos de los cuales seamos titulares
habrán de ser asignados a nuestros sucesores. Si se otorgó testamento, la designación de los
sucesores se regirá por lo dispuesto en este instrumento; sin embargo, puede ocurrir que en
algunos casos el testamento adolezca de algunos vicios o supuestos que impidan su eficacia o
validez jurídica; en tales casos, la ley resuelve el asunto determinando un orden sucesorio de
quienes pueden ser declarados herederos. En este sentido, el presente estudio tratará acerca
de las nociones doctrinarias así como la aplicabilidad de las normas de sucesión intestada en
los procesos de declaratoria de herederos.

I. SUCESIÓN MORTIS CAUSA

La muerte de una persona física tiene efectos jurídicos importantes; por una parte,
determina la extinción de la persona natural como sujeto de derechos y obligaciones; de
acuerdo al artículo 61 del CC “la muerte pone fin a la persona”; por otra parte, conlleva a la
apertura del proceso sucesorio en el cual se establecerán los derechos de los herederos
respecto a los bienes y derechos transmisibles por sucesión hereditaria.

Es de anotar que se habla de la sucesión mortis causa como oposición a la sucesión inter
vivos. Para De la Cámara la sucesión mortis causa, objeto del Derecho hereditario, es latu
senso, una variante de un concepto jurídico aún más general: la sucesión en una o varias
relaciones jurídicas, tanto en su vertiente activa (derechos) como en su vertiente pasiva
(obligaciones). La idea de sucesión comporta que la relación jurídica en que se sucede
continúa siendo la misma; ocurre simplemente que un sujeto ocupa el lugar del anterior(1).

En la Sentencia de Casación Nº 2823-98-HUÁNUCO, del 15 de abril de mil novecientos


noventinueve, se define la sucesión mortis causa en los términos de sucesión en las relaciones
jurídicas en las que el causante participaba en vida. En efecto, la Corte Casatoria analiza el
artículo 660 CC, el cual expresa que “desde el momento de la muerte de una persona, los
bienes, derechos y obligaciones que constituyen la herencia se transmiten a sus sucesores”,
del modo siguiente:

“Segundo.- Que comentando la citada norma, señala Lohmann Luca de Tena que la
herencia es el contenido y objeto de la sucesión por causa de la muerte, por ello es una unidad
transitoriamente mantenida en conjunto desde la muerte del titular hasta la partición; es decir
que se concibe a la herencia como unidad objetiva que es materia de transmisión integral
‘mortis causa’, supone un ‘universum ius’ que no consiste en la suma o agregado de bienes,
derechos y obligaciones singulares, sino en la unidad patrimonial abstracta que ellos
conforman y que abraza tanto el activo y como el pasivo del causante; agrega el citado jurista
que la herencia es una entidad objetiva que contiene los bienes, derechos y obligaciones del
causante susceptibles de transmitirse, manteniéndose fundamentalmente incólumes las

posiciones jurídicas con el solo cambio de su titular subjetivo (“Derecho de Sucesiones,


para leer el Código Civil”, Tomo 1, página sesenticuatro y siguientes)”. (Ver página 26)

Así, por una parte, en relación a los derechos de los cuales es titular el causante,
supongamos que sea propietario de bienes muebles e inmuebles, al producirse su muerte, de
iure, ocurre la transmisión de sus derechos de propiedad sobre tales bienes a sus sucesores,
sean éstos herederos o legatarios; de otra parte, en cuanto a las obligaciones a cargo del
causante, pensemos en el caso del causante que en vida concretó la venta de uno de sus
inmuebles a terceros, con quienes celebró una minuta de compraventa, pero antes del
otorgamiento de la escritura pública correspondiente, fallece el vendedor (causante). En dicho
caso, sus herederos asumen la obligación de otorgar la escritura pública de compraventa.
En ese sentido, podemos citar la sentencia de vista expedida por la Sala de Procesos
Sumarísimos de la Corte Superior de Justicia de Lima, Expediente Nº 1476-98, de fecha 19 de
noviembre de 1998, que conoció del caso en que un banco se negaba a transferir las acciones
que pertenecían al fallecido con el argumento de que los solicitantes no habían obtenido, de
modo previo al trámite, la correspondiente declaratoria de herederos. Entonces, la Sala
Superior señaló que dicha sucesión, en aplicación de lo normado en el ya antes citado artículo
660, es titular de los bienes que eran de propiedad del fallecido. La Sala Superior expresó:

“Quinto.- Que, la parte demandada no ha negado en ningún momento que las acciones
corresponden al causante, ni que el número de acciones que se solicita sea el correspondiente,
por el contrario, en su carta de fojas trece, mediante la cual contesta el pedido de la
demandante, literalmente dice que ‘cabe precisar que no está en discusión si a usted le
corresponde o no acciones del Banco y en cuanto contemos con los documentos arriba
indicados (autorización judicial), nos será grato atenderla’; Sexto.- que, el argumento de
defensa de la parte demandada, en el sentido de que debe realizarse previamente la petición
de las acciones carece de asidero legal, toda vez que los bienes materia de la presente
pretensión deben ser transferidos a favor de la testamentaria del causante, a efectos de que
sus integrantes –aquí accionantes– puedan ejercer sus derechos conforme a ley, estando a lo
dispuesto por el artículo seiscientos sesenta del citado Código Civil que establece que ‘desde
el momento de la muerte de una persona, los bienes, derechos y obligaciones que constituyen
la herencia se trasmiten a sus sucesores’, por lo que no hay necesidad de más documento que
el testamento o la declaratoria judicial de herederos, para que todos los bienes que eran de
titularidad del causante al momento de su deceso, sean transferidos a favor de sus herederos”;
(ver página 23)

Estamos conformes en que la muerte de una persona produce la transferencia inmediata de


los derechos y bienes que haya tenido aquél a sus sucesores. Sin embargo, para hacer
efectivos dichos derechos, los sucesores, sean éstos herederos o legatarios (si es que fueron
instituidos por testamento), requieren el título de sucesor para ejercer tales derechos. ¿Cuál
es ese título? Pues, la sentencia judicial de sucesión intestada que declara quiénes son los
herederos del fallecido o el acta notarial de sucesión intestada, expedida por el notario público,
en observancia de la Ley Nº 26662.

II. SUCESIÓN A TÍTULO UNIVERSAL Y SINGULAR

Por la primera se entiende la sucesión hereditaria que tiene un alcance sobre la totalidad del
patrimonio objeto de la transmisión, o a una parte alícuota del mismo sin especificación
determinada. La segunda está referida a la sucesión respecto a bienes determinados. Ferrero
Costa señala que para definir la diferencia entre ambos conceptos, resulta esclarecedora la
redacción de Andrés Bello del artículo 951 del Código Civil de Chile. Señala este dispositivo
muy didácticamente que:

“Se sucede a una persona difunta a título universal o a título singular. El título es
universal cuando se sucede al difunto en todos sus bienes, derechos y obligaciones
transmisibles o en una cuota de ellos, como la mitad, tercio o quinto. El título es singular
cuando se sucede en una o más especies o cuerpos ciertos, como tal caballo, tal casa o en
una o más especies indeterminadas de cierto género, como un caballo, tres vacas, seiscientos
pesos fuertes, cuarenta fanegas de trigo”(2).

La transmisión del patrimonio de una persona que fallece se va a regir por la voluntad del
causante expresada en el testamento, y en los casos que falte testamento o por defecto de
éste, se habla de sucesión intestada. Siendo de aplicación las disposiciones de la ley sobre
sucesión intestada, contempladas en el artículo 815 CC, que serán analizadas más adelante.

Zannoni define sucesión intestada o ab intestato como aquella que opera en virtud de
llamamientos legítimos, sin intervenir la voluntad del causante expresada en su testamento
válido, es decir, que la sucesión intestada se basa en una o más vocaciones legítimas en
ausencia del testamento del causante que instituya herederos(3).
Así, se habla de sucesión testamentaria cuando es el testamento el que contiene la
designación de los herederos o legatarios instituidos, mientras que la sucesión intestada es la
remisión a lo que establece la ley para la determinación de los herederos del causante. Aquí,
ya no se contempla a los legatarios porque el legado es una institución característica de la
sucesión testamentaria, puesto que recae en la voluntad del testador establecer un legado
dentro de la porción disponible.

En el derecho moderno no rige la clásica definición romana: “nemo pro parte testatus pro
parte intestatus decedere potest” (nadie puede morir en parte testado y en parte intestado). En
el Derecho Romano había incompatibilidad entre ambas sucesiones porque el título de
heredero (heres) era lo esencial y, como consecuencia de tal título, se producía la transmisión
del patrimonio del de cujus. Si en el testamento éste había designado heredero en una parte de
los bienes, el título lo absorbía todo. Del mismo modo el testador que tenía heredes sui no
podía hacer testamento válido sin mencionarlos, bien sea para decir que fuesen sus herederos,
bien para desheredarlos: “sui hereders instituendi sunt, vel exheredandi”. En el derecho
moderno, en cambio, el testamento no es incompatible con el régimen de la sucesión ab
intestato(4). Y en el derecho sucesorio peruano se contempla la coexistencia tanto de la
sucesión testamentaria como de la intestada.

La sucesión intestada se caracteriza por ser una sucesión universal, pues en ella solo
existen herederos legales que pueden recibir todo o una parte alícuota de la herencia,
dependiendo si concurren con otros herederos legales. Como ya se indicó, no hay en esta
clase de sucesión, legatarios o sucesores a título particular.

En la sucesión testamentaria en cambio puede coexistir la sucesión a título universal al


haber designación de herederos ya sean éstos herederos forzosos, o voluntarios (que son
instituidos si es que se carece de herederos forzosos); también puede darse la sucesión a título
singular, por ejemplo, en la designación de los legados por voluntad del testador.

En el caso de una persona que fallece sin dejar herederos forzosos, el testamento que haya
otorgado en vida prevalece por el respeto a su voluntad en ordenar su sucesión. Es ilustrativa
la sentencia expedida por la Corte Suprema de Justicia en el Expediente Nº 1959-92-LIMA, de
fecha 21 de setiembre de 1993, en el que determinó la prevalencia de un testamento ológrafo
sobre una sentencia de declaratoria de herederos, teniendo en cuenta que era de aplicación el
Código Civil derogado de 1936 a los hechos del caso, estando a que el causante falleció sin
haber dejado ningún heredero forzoso, esto hizo que en virtud a la libre disponibilidad de los
bienes del causante, debía prevalecer el testamento sobre los herederos legales declarados
judicialmente, porque:

“... para determinar quién tiene mejor derecho en el presente caso, es necesario realizar
una interpretación concordada de las normas del Código anterior, en tal sentido, los declarados
herederos en el presente caso son los primos hermanos del causante, quienes si bien tienen el
reconocimiento de sus derechos hereditarios en el artículo setecientos setentiuno, éstos
pueden ser ejercidos en el caso de no existir descendientes, ascendientes, cónyuge, ni
hermanos, ni haberse otorgado testamento, ya que de acuerdo al artículo setecientos tres del
Código Civil de mil novecientos treintiséis, todo aquel que careciera de herederos forzosos, y
los primos hermanos no lo son, tienen la libre disponibilidad de sus bienes; que en el presente
caso, el causante ha realizado un testamento ológrafo, cuya autenticidad ha sido establecida
judicialmente, por lo que siendo los familiares supérstites, herederos del cuarto orden, deben
ceder sus derechos hereditarios frente al del heredero instituido en el testamento ológrafo; que
en tal sentido, la declaratoria de herederos debe someterse a los efectos del testamento
ológrafo antes señalado”;

Así, la decisión judicial determinó que la declaratoria de herederos obtenida por los primos
hermanos del causante, debía ceder ante el testamento ológrafo.

En nuestra legislación se exige que la calidad de heredero se sustente ya sea en un


testamento válidamente emitido y vigente, o en una sentencia de sucesión intestada o un acta
notarial que declare la sucesión intestada del causante y sus herederos legales. En esta línea
se encuentra la Sentencia de Casación Nº 83-95- ANCASH, del 7 de noviembre de 1995,
según la cual:

“Cuarto.- Que si bien nuestro ordenamiento jurídico no contiene disposición alguna que
subordine la transmisión sucesoria a la intervención judicial, la jurisprudencia de esta Suprema
Corte es uniforme, debido a la aplicación de las disposiciones procesales pertinentes, en el
sentido de que los herederos deben probar su calidad de tales bien con el tratamiento [sic,
entiéndase testamento] o la declaración judicial de heredero, según el caso; resultando por
tanto insuficientes las partidas de fojas ciento treintidós y ciento treintitrés para demostrar el
derecho de propiedad invocado por los demandados en mérito al recibo de fojas treintiséis
otorgado a favor de quien no es parte en este proceso ni como demandante ni como
demandado y que por lo mismo tampoco puede prevalecer al valor probatorio del instrumento
público de fojas siete”;

III. DETERMINACIÓN DE LOS HEREDEROS INTESTADOS O LEGALES

El derecho sucesorio peruano se organiza básicamente en el llamamiento de los legitimarios


o también denominados herederos forzosos, siendo tales los hijos y demás descendientes,
padres y demás ascendientes, y el cónyuge (artículo 124 CC). La noción de herederos forzosos
es el sustento del derecho a la legítima, la cual es “una cuota ideal a la que les corresponde en
la sucesión intestada, cuyas disposiciones rigen, asimismo, su concurrencia, participación o
exclusión” (artículo 729 CC).

El derecho de los herederos forzosos está reconocido en la sucesión testamentaria como en


la sucesión intestada. En la sucesión testamentaria se determina la porción intangible sobre la
cual el testador no puede disponer. En cambio, en la sucesión intestada se tiene un orden
sucesorio en el que están comprendidos los herederos forzosos y los parientes colaterales de
segundo y tercer grado de consanguinidad.

Cabe indicar que para la determinación de los herederos legales existen dos sistemas: el de
sucesión en bienes troncales y el del parentesco. Un ejemplo de sucesión en bienes troncales
está recogido en Navarra (España), según el cual, se tiene al causante que hubiera adquirido a
título lucrativo de sus parientes hasta el cuarto grado, o por permuta con otros bienes
troncales. Para que tenga lugar la sucesión troncal es menester que el causante no haya
dispuesto de tales bienes y que fallezca sin descendientes que le hereden. Así, en Navarra de
acuerdo a la Ley Nº 306, suceden en los bienes troncales los parientes que pertenezcan a la
familia de que procedan los bienes, por este orden: 1º los hermanos, sin preferencia los de
doble vínculo y con derecho de representación; 2º los ascendientes de grado más próximo; 3º
los otros parientes troncales hasta el cuarto grado; 4º en último término, el cónyuge no excluido
del usufructo de fidelidad y, finalmente, los demás colaterales hasta el sexto grado(5).

De acuerdo al sistema del parentesco, todo orden hereditario está integrado por el conjunto
de consanguíneos del causante en referencia a líneas o ramas específicas de parentesco.
También resultan de aplicación a nuestro sistema jurídico las palabras de Zannoni, quien
expresa que nuestro derecho de orientación romanista, organiza el cómputo del parentesco
sobre la base lineal. Y, sobre esa misma base, organizará más tarde el orden del llamamiento
hereditario(6).

Nuestro Código Civil regula el parentesco consanguíneo en el artículo 236, definiéndolo


como:

“la relación familiar existente entre las personas que descienden una de otra o de un
tronco común. El grado de parentesco se determina por el número de generaciones. En la línea
colateral, el grado se establece subiendo de uno de los parientes al tronco común y bajando
después hasta el otro. Este parentesco produce efectos civiles solo hasta el cuarto grado”.

De la lectura de dicho artículo se tiene que el parentesco consanguíneo está determinado


por el número de generaciones, siendo que cada generación forma un grado. La serie de
grados forma la línea, que puede ser directa o colateral. La línea directa o recta puede ser
descendente o ascendente.

En el Código Civil Español se encuentra en el artículo 916 una definición de la línea directa,
que es “la constituida por la serie de grados entre personas que descienden unas de otras y
colateral la constituida por la serie de grados entre personas que no descienden unas de otras,
pero que proceden de un tronco común”. Y en relación a la línea recta descendente y
ascendente, el mismo Código Español en el artículo 917 señala: “La primera une al cabeza de
familia con los que descienden de él; la segunda liga a una persona con aquellos de quienes
desciende”.

En las líneas se cuentan tantos grados como generaciones o como personas descontando
la del progenitor. En la línea recta se sube solo hasta el tronco. Así, el hijo dista del padre un
grado, dos del abuelo, y tres del bisabuelo. En la colateral se sube hasta el tronco común y
después se baja hasta la persona con quien se hace la computación. Por esto, el hermano
dista dos grados del hermano, tres del tío (hermano de su padre o de su madre), cuatro del
primo hermano y así en adelante(7).

Cuando nos referimos al parentesco como fuente para la determinación de los derechos
sucesorios de las personas, debe tenerse en cuenta tanto el parentesco consanguíneo como el
parentesco por adopción, que está reconocido en el artículo 238 del CC peruano. En efecto, tal
como sanciona el artículo 377 del CC por la adopción, el adoptado adquiere la calidad de hijo
del adoptante y deja de pertenecer a su familia consanguínea. Siendo entonces consecuencias
jurídicas de la adopción que el adoptado es considerado como si fuera hijo del adoptante, y que
el adoptado lleva los apellidos del adoptante o adoptantes (artículo 22 CC). Junto al criterio del
parentesco consanguíneo y por adopción, la legislación sucesoria también contempla
al cónyuge supérstite, quien tiene el vínculo jurídico matrimonial, que sustenta sus derechos
sucesorios frente a la herencia del causante, tal como se verá al tratar el artículo 822 del CC.

Debe mencionarse que nuestra legislación también regula el parentesco por afinidad en el
artículo 237 CC(8); sin embargo, dicha clase de parentesco no está comprendida en la
regulación legal de los herederos legales que son declarados vía sucesión intestada. Y así lo
declara la Sentencia de Casación Nº 862-95 LIMA, del 14 de octubre de 1996 que señaló:

“Segundo.- Que, la peticionaria ha acreditado que tiene parentesco por afinidad con la
causante María Inés Gutiérrez de Quintanilla viuda de Galdós que fuera casada con César A.
Galdós, habiendo procreado a César Emilio Galdós Gutiérrez de Quintanilla, quien fuera su
difunto esposo, siendo ella su única y legítima heredera.

Tercero.- Que, conforme a lo dispuesto por el artículo seiscientos ochenticinco del


Código Civil en la sucesión legal, la representación se aplica a los casos mencionados en los
numerales seiscientos ochentiuno a seiscientos ochenticuatro del mismo texto legal; que, en el
Código Civil vigente se establece que dicho instituto es el beneficio que la ley concede a los
hijos y demás descendientes de una persona premuerta o que ha renunciado a su herencia o
ha sido excluida de ella por indignidad o por desheredación, para ocupar el grado o lugar
necesario para concurrir a la herencia del causante con otros herederos más próximos a éste.

Cuarto.- Que, en el caso subexamen la recurrente no reúne la condición de hábil


para tener la vocación hereditaria respecto de la causante; ni menos, la representación
invocada se encuentra autorizada por ley, por lo que resulta correcta la aplicación del artículo
seiscientos ochenticinco del Código Civil en cuanto se resuelve negativamente el derecho
sostenido por la actora para heredar en representación del premuerto esposo”. (Ver página 35)

Entonces el parentesco consanguíneo y por adopción, así como el vínculo matrimonial, son
los elementos que sustentan la vocación hereditaria y que permiten determinar quiénes son los
herederos intestados o legales, que como ya hemos señalado, son aquellos que vienen a ser
declarados por el artículo 815 del CC.
Pero, ¿en qué casos se deben determinar los herederos legales? En principio habrá que ver
si hay testamento, porque habrá que estar a la voluntad del fallecido, voluntad que si bien es
cierto está reconocida, se encuentra sujeta a determinadas normas imperativas de orden
público del derecho sucesorio como la legítima, y que le obliga a considerar siempre a sus
herederos forzosos cuando los tiene(9); así, en principio, la voluntad expresada en el
testamento debe primar, siempre que éste observe la norma de la legítima.

Empero, la ley prevé supuestos en que procede la declaración de los herederos legales, por
ejemplo aquel causante que al hacer el testamento omite u olvida comprender a sus herederos
forzosos, o el testamento que no observa la forma prevista por ley, en fin, son varios los casos
que prevé nuestro Código Civil para la determinación de los herederos legales, los cuales
vamos a conocer a continuación.

IV. CAUSALES DE SUCESIÓN INTESTADA O LEGAL

El artículo 815 del Código Civil expresa que:

“La herencia corresponde a los herederos legales, cuando:

1. El causante muere sin dejar testamento; el que otorgó ha sido declarado nulo total o
parcialmente; ha caducado por falta de comprobación judicial; o se declara inválida la
desheredación.

2. El testamento no contiene institución de heredero, o se ha declarado la caducidad o


invalidez de la disposición que lo instituye.

3. El heredero forzoso muere antes que el testador, renuncia a la herencia o la pierde por
indignidad o desheredación y no tiene descendientes.

4. El heredero voluntario o el legatario muere antes que el testador; o por no haberse


cumplido la condición establecida por éste; o por renuncia, o por haberse declarado indignos a
estos sucesores sin sustitutos designados.

5. El testador que no tiene herederos forzosos o voluntarios instituidos en testamento, no


ha dispuesto de todos sus bienes en legados, en cuyo caso la sucesión legal solo funciona con
respecto a los bienes de que no dispuso.

La declaración judicial de herederos por sucesión total o parcialmente intestada, no


impide al preterido por la declaración haga valer los derechos que le confiere el artículo 664.”

El inciso 1 del artículo 815 del Código Civil

Este inciso 1 contiene varios supuestos en los cuales la sucesión intestada opera de forma
supletoria a la sucesión testamentaria. Se prevé el caso en que el causante muere sin dejar
testamento. Entonces, la herencia en principio corresponde a los herederos forzosos, quienes
de acuerdo al artículo 724 CC ya citado: “Son herederos forzosos los hijos y los demás
descendientes, los padres y los demás ascendientes, y el cónyuge”.

En esta primera hipótesis de que el causante muera sin dejar testamento, también deben
tenerse en cuenta aquellos casos de revocación del testamento, en los cuales por la propia
voluntad del testador se deja sin efecto, ya sea de forma total o parcial, un testamento otorgado
por aquél; si se revocó totalmente, los efectos son tales como si no existiera testamento, aquí
opera la sucesión intestada de forma supletoria. El caso de revocación parcial de testamento
ocurre cuando se deja sin efecto alguna parte del mismo, en cuyo supuesto coexistirá la
sucesión testamentaria con la sucesión intestada, dándose el caso de una sucesión mixta.
También se contempla el caso en que existiendo testamento, éste deviene en nulo de forma
total o nulo parcialmente. Si se trata de testamento cerrado puede haberse dado la caducidad
del mismo por falta de comprobación judicial. Asimismo, se prevé el supuesto en el que se
declara inválida la desheredación a un heredero forzoso, en cuyo caso al desheredado le
corresponde solicitar la sucesión intestada para obtener el título de heredero que le permitirá
ejercer sus derechos sucesorios.

El inciso 2 del artículo 815 del Código Civil

Prevé el caso en que el causante sí hizo testamento, pero en este documento no instituyó
herederos, entonces opera la sucesión intestada; aquí el supuesto se refiere a que habiendo
testamento, éste no contiene la designación de herederos, y ello puede ocurrir porque puede
darse el caso de que el testamento solo contenga disposiciones de carácter no patrimonial,
como puede ser el reconocimiento de un hijo.

También cuando caducó el testamento (véanse las causales de caducidad en el artículo 805
CC), o fue declarada inválida la disposición testamentaria que los instituye (ver artículo 810
CC). Al declararse la caducidad de la cláusula respectiva, que es una modalidad de ineficacia,
la herencia corresponderá a los herederos legales. La invalidez de la disposición testamentaria
ocurre cuando el testamento se otorgó considerando como causa el fallecimiento de un
heredero, siendo esta noticia falsa.

En otras palabras, se nombró a un heredero voluntario cuando existía al menos un heredero


forzoso. Por la existencia del heredero forzoso, deviene en ineficaz la institución de heredero
voluntario. Ya que por ley los herederos voluntarios solo pueden ser designados cuando el
testador no tiene herederos forzosos (artículo 737 CC).

El inciso 3 del artículo 815 del Código Civil

De otro lado, la sucesión intestada o legal se aplica también en el supuesto de que el


heredero forzoso haya premuerto, renunciado, o haya sido excluido por indignidad o fue
desheredado sin haber dejado descendientes, es el preciso caso en el cual no opera la
representación sucesoria. Para Ferrero Costa los supuestos que contiene este inciso 3 del
artículo 815 devienen en innecesarios ya que se refiere en todos los casos a la caducidad de la
institución de heredero, figura ya contemplada en el inciso anterior. Además que la redacción
de dicho inciso no es precisa, pues hay herederos forzosos que pueden estar en esa situación
y tener descendientes, y sin embargo caducar su institución por no darse la representación
sucesoria, como es el caso de los ascendientes y del cónyuge. La disposición debería haber
dicho “cuando no hay representación” en lugar de “y no tiene descendientes”(10).

El inciso 4 del artículo 815 del Código Civil

Cuando no habiendo herederos forzosos, el testador instituyó herederos voluntarios o


legatarios por testamento, sin embargo, éstos han premuerto (fallecidos antes que él), o no han
cumplido con las condiciones establecidas por el testador, o han renunciado o han sido
excluidos por indignidad sin que el testador haya ejercitado su derecho de sustitución, entonces
es aplicable la sucesión intestada o legal. De producirse alguno de estos supuestos la herencia
corresponderá a los herederos legales salvo que el testador hubiere designado sustitutos de
los herederos voluntarios o de los legatarios.

El inciso 5 del artículo 815 del Código Civil

Contempla el caso en que el testador no ha instituido herederos forzosos ni voluntarios en el


testamento, y no ha dispuesto de todos sus bienes en legados, entonces se nombrarán
herederos legales para que éstos reciban los bienes que no dispuso. En cuyo caso se dará una
sucesión mixta, en parte testada en los legados y en parte intestada en lo relativo a los bienes
no dispuestos por el testador.
Debiendo precisarse que cuando hay herederos forzosos, no puede haber herederos
legales, por el derecho de acrecer que tienen los herederos forzosos, esto es, de incrementar
sus cuotas hereditarias; ya que cuando se trata del heredero forzoso siempre le corresponde
una cuota igual (artículo 729 CC) y es sucesor a título universal, esto es con derecho al todo, a
toda la herencia, pues el causante al otorgar testamento o habiéndolo hecho deficientemente,
les ha dado a sus herederos forzosos la posibilidad de acrecer sus respectivas cuotas
hereditarias sobre toda la herencia. En cambio, si una persona no tiene herederos forzosos,
tiene la libre disposición de todos sus bienes y si no instituye herederos voluntarios ni dispone
de todos sus bienes en legados sino solamente de alguno o algunos de ellos, debe darse la
sucesión intestada en forma parcial solamente respecto de los bienes no dispuestos por el
testador.

Dada la configuración de los diversos supuesto de sucesión intestada o legal que contiene
el artículo 815 del CC, se entiende que ésta es una norma de orden público, de modo
que para la institución de herederos legales es necesario declararla en un proceso ya sea
judicial o notarial. Al respecto, debe tenerse en cuenta que dichos supuestos deben
interpretarse restrictivamente porque es un enunciado taxativo, ya que fuera de estos casos no
cabe institución de herederos legales.

Se ha reconocido que la acción de declaración de herederos ya sea mediante el proceso


judicial o notarial, es de carácter imprescriptible, ejemplo de este reconocimiento lo brinda la
sentencia de vista expedida en el Expediente Nº 130-97, por la Sala Nº 1 de la Corte Superior
de Justicia de Lima, con fecha 26 de junio de mil novecientos noventisiete, que dice:

“a que conforme al inciso tercero del artículo 350 del Código Procesal Civil no hay
abandono en los procesos en que se contiendan pretensiones imprescriptibles; a que de
acuerdo al artículo 664 del Código Civil las demandas sobre declaración judicial de herederos y
petición de herencia son imprescriptibles; a que, en el presente caso, del texto de la demanda
de fojas catorce se constata que se trata precisamente de declaratoria de herederos y petición
de herencia; a que, por tanto, al emitirse la resolución apelada se ha incurrido en causal de
nulidad; en observancia de lo dispuesto por el artículo 171 del Código Procesal
Civil: DECLARARON nula la resolución apelada de fojas ciento sesentidós, su fecha tres de
febrero último; ORDENARON que la causa prosiga según su estado”;

Como señaláramos, el proceso de sucesión intestada se traduce en la resolución judicial o


acta notarial de declaratoria de herederos. La que se obtiene luego de seguir un proceso en la
vía judicial (mediante el conocido proceso de Sucesión Intestada) o notarial (iniciado ante un
notario público, de conformidad a la Ley Nº 26662, Ley de Competencia Notarial en Asuntos No
Contenciosos).

En la sentencia judicial o el acta notarial solo se señalan quiénes son los declarados
herederos legales, al ser éstos procesos de naturaleza declarativa. Quienes no sean
comprendidos en la declaratoria de herederos pueden interponer la acción petitoria de
herencia. Téngase presente que esta acción petitoria puede tener varios extremos, uno de los
cuales puede ser la declaratoria de herederos (artículo 664 CC).

Los documentos que se presentan junto a la solicitud judicial de sucesión intestada están
consignados en el artículo 831 del CPC, y son: a) Copia certificada de la partida de defunción
del causante o la declaración judicial de muerte presunta; b) Copia certificada de la partida de
nacimiento del presunto heredero, o documento público que contenga el reconocimiento o la
declaración judicial, si se trata de hijo extramatrimonial; c) Relación de los bienes conocidos; d)
Certificación registral de que no hay inscrito testamento en el lugar del último domicilio del
causante y en donde tuvo bienes inscritos; y e) Certificación registral de los mismos lugares
citados en el inciso anterior de que no hay anotación de otro proceso de sucesión intestada. En
el caso de que la solicitud se presente ante el notario público, el artículo 39 de la Ley Nº 26662
señala: a) Nombre del causante; b) Copia certificada de la partida de defunción o de la
declaración judicial de muerte presunta; c) Copia certificada de la partida de nacimiento del
presunto heredero o herederos, o documento público que contenga el reconocimiento o la
declaración judicial, si se trata de hijo extramatrimonial o adoptivo; d) Partida de matrimonio si
fuera el caso; e) Relación de los bienes conocidos; y f) Certificación registral en la que conste
que no hay inscrito testamento u otro proceso de sucesión intestada; en el lugar del último
domicilio del causante y en aquél donde hubiera tenido bienes inscritos.

En el caso de muerte de dos personas como el padre y la madre, siendo los dos intestados,
porque no otorgaron testamento, no cabe presentar una sola solicitud porque la declaratoria de
herederos debe referirse a una sola persona, a un solo causante. En este sentido se pronunció
la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Lima, en el Expediente Nº 494-94, en su sentencia
de vista del 11 de julio de 1994, del modo siguiente:

“Que, el procedimiento de declaratoria de herederos ab intestato de dos personas


diferentes, aunque sean esposos, no puede acumularse ni ventilarse dentro de un mismo
procedimiento, desde que cada uno de ellos puede tener herederos comunes y/o diferentes;
Que, en el caso de autos habiendo fallecido don Luis Gallo Mori muchos años antes que su
esposa, ésta vendrá a ser heredera de aquél; Que, no obstante, en virtud del principio de
ahorro procesal, este procedimiento puede concretarse exclusivamente para el indicado Luis
Gallo Mori; Que, la declaración de herederos a favor de los hijos matrimoniales, cuya
pretensión contiene la demanda a favor de la actora y sus hermanos, debe acreditarse con la
partida matrimonial correspondiente que no se ha presentado”; (ver página 24)

V. ÓRDENES SUCESORIOS

En cuanto a los órdenes sucesorios, el derogado Código Civil de 1936 dispuso:

“Artículo 760.- Son herederos del primer orden: los hijos y demás descendientes y los
hijos adoptivos o sus descendientes; del segundo orden, los padres; del tercer orden, los
ascendientes y los hermanos; del cuarto orden, el cónyuge; del quinto y sexto orden,
respectivamente, los parientes colaterales del tercero y cuarto grado.

Es también heredero el cónyuge en unión con los herederos de los tres primeros órdenes
indicados en este artículo”.

En cuanto a nuestro Código Civil vigente, se expresa en el artículo 816 que:

“Son herederos del primer orden, los hijos y demás descendientes; del segundo orden,
los padres y demás ascendientes; del tercer orden, el cónyuge; del cuarto, quinto y sexto
órdenes, respectivamente, los parientes colaterales del segundo, tercero y cuarto grado de
consanguinidad.

El cónyuge también es heredero en concurrencia con los herederos de los dos primeros
órdenes indicados en este artículo”.

Como se aprecia en el artículo 816 se establecen seis órdenes sucesorios de los herederos
legales: en el 1ro. hijos y demás descendientes; 2do. padres y demás ascendientes; 3ro.
cónyuge sobreviviente; 4to., 5to, y 6to. parientes consanguíneos colaterales de segundo, tercer
y cuarto grado respectivamente. En el caso de que no hubiera herederos hasta el 6to. orden de
los contemplados en el artículo 816 CC, entonces los bienes pasan al Estado, el cual es
considerado sucesor en el artículo 830 CC, previéndose en dicho artículo las entidades
estatales que tendrán la representatividad del Estado.

Orden sucesorio es diferente a grado, ya que cada orden sucesorio puede comprender
parientes de diversos grados, por ejemplo en el primer orden se considera a los parientes en
línea recta descendente compuesto de los hijos y demás descendientes, entonces en el primer
orden sucesorio pueden encontrarse los hijos (primer grado), los nietos (segundo grado),
bisnietos (tercer grado), tataranietos (cuarto grado), etc.

Igual situación puede presentarse en el segundo orden, cuarto, quinto y sexto orden
sucesorio. En efecto, en el segundo orden se tiene a los padres y demás ascendientes, esto
es, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, etc. En cambio, en el cuarto orden sí hay coincidencia
con un solo grado, en el que se comprende a los hermanos, quienes son parientes colaterales
de segundo grado.

En el quinto y sexto orden sucesorio coinciden parientes de un mismo grado pero de


diferentes líneas, tal es el caso del quinto orden en el que se ubican los parientes colaterales
de tercer grado como los tíos (línea ascendente) y los sobrinos (línea descendente); por otro
lado, en el sexto orden se considera a los parientes colaterales de cuarto grado como el primo
hermano, el sobrino nieto (línea descendente), y el tío abuelo (línea ascendente).

VI. EXCLUSIÓN SUCESORIA

El artículo 817 CC contiene el principio de exclusión sucesoria, según el cual:

“Los parientes de la línea recta descendente excluyen a los de la ascendente. Los


parientes más próximos en grado excluyen a los más remotos, salvo el derecho de
representación”.

En sucesión intestada deben aplicarse de forma concordada los artículos 816 y 817 del CC,
habiendo parientes del causante que estén comprendidos en uno o varios de los órdenes

sucesorios, no todos van a tener derecho a heredar en calidad de herederos legales,


habrá que seguir el orden que prescribe el artículo 816, y aplicar el principio de exclusión
sucesoria, así cuando en un mismo orden coincidan parientes de diversos grados o líneas, en
primer lugar se aplica la regla de exclusión sucesoria por líneas, prefiriéndose a los parientes
de la línea recta a la colateral; en segundo lugar se prefiere a los parientes de la línea recta
descendente sobre los de la línea recta ascendente. Por ejemplo, el padre del causante es
excluido por el nieto de éste, ya que prima la línea recta descendente sobre la línea
ascendente. En tercer lugar, se aplica la regla de la proximidad en grado, esto es, cuando en
la misma línea de parentesco hereda al causante el pariente en grado más próximo a aquél,
excluyendo o desplazando al de grado más remoto salvo el caso de la representación
sucesoria que es una excepción que complementa dicha regla. Debe tenerse en cuenta que
solo una vez que se ubiquen los parientes en la línea preferencial, recién debe aplicarse la
regla de la exclusión por la proximidad en el grado de parentesco.

Al orden prelatorio que consigna el artículo 816 del CC, y la aplicación de las reglas de
exclusión sucesoria y de proximidad en grado, existen dos situaciones a tener en cuenta: nos
referimos al caso del cónyuge sobreviviente y la aplicación de la representación sucesoria.

Así, las dos situaciones de excepción en el orden prelatorio que contempla nuestro Código
Civil son:

a. Cónyuge sobreviviente: quien no tiene vínculo de parentesco consanguíneo con el


causante, pero que concurre con otros parientes consanguíneos, en efecto, con el primer y
segundo grado cohereda el cónyuge. Sin embargo, si no hay parientes del primer y segundo
grado, entonces el cónyuge hereda todo.

b. Representación sucesoria: caso en que los parientes más lejanos en grado pero
que heredan lo que le habría correspondido a su representado. Debe tenerse en cuenta que,
de acuerdo al artículo 682 del CC, en la línea recta descendente la representación es ilimitada
a favor de los descendientes de los hijos, y en el artículo 683 se expresa que en la línea
colateral solo hay representación sucesoria en el caso de los sobrinos que heredan a los tíos,
siempre que concurran con un tío sobreviviente (artículo 683 CC).

VII. SUCESIÓN DE LOS DESCENDIENTES

De acuerdo a nuestro Código Civil, los hijos tienen derecho preferente a heredar, al haber
sido declarados como herederos forzosos (artículo 724). Ahora, sean hijos matrimoniales o
extramatrimoniales, reconocidos o declarados judicialmente como tales, y los adoptivos. Todos
cuentan con los mismos derechos. Ello porque expresamente se ha reconocido la igualdad de
los derechos sucesorios de los hijos, en el artículo 818 CC que dice:

“Todos los hijos tienen iguales derechos sucesorios respecto de sus padres. Esta
disposición comprende a los hijos matrimoniales, a los extramatrimoniales reconocidos
voluntariamente o declarados por sentencia, respecto a la herencia del padre o de la madre y
los parientes de éstos, y a los hijos adoptivos”.

En este sentido, la jurisprudencia es uniforme en requerir el acreditamiento del


entroncamiento familiar. Así, en la sentencia expedida por la Corte Superior de Justicia de
Lima, en el Expediente Nº 3836-93, de fecha 29 de setiembre de 1995, se resalta la necesidad
de que en el proceso de declaratoria de herederos se pruebe dicho entroncamiento familiar con
el causante:

“que en ese orden de ideas no obstante los numerosos documentos aportados por la
parte accionante, no ha quedado demostrado fehacientemente que el de cujus haya declarado
el nacimiento de la actora, que ha fallecido el treintiuno de diciembre de mil novecientos
noventitrés según partida de defunción obrante a fojas ciento treinticinco, ni que la hubiese
reconocido, apareciendo solo el nombre del causante en el documento copiado a fojas ciento
veintisiete y reproducido a fojas ciento sesentiséis, conjuntamente con el del declarante, el
abuelo materno de la accionante, y, sin que tampoco se haya probado en estos autos si los
rasgos gráficos que aparecen en los citados documentos correspondieron o no al puño gráfico
de don Pablo Genaro Ramírez Lorenzis; que de consiguiente, no habiendo los co-demandados
acreditado en estos autos tener vocación hereditaria: CONFIRMARON la sentencia apelada de
fojas ciento quince, su fecha veintitrés de setiembre de mil novecientos noventitrés, que declara
infundada la demanda de fojas trece”. (Ver página 40)

En similar sentido, encontramos la sentencia emitida en el Expediente Nº 1109-97, por la


Sala Nº 4 de la Corte Superior de Justicia de Lima, del 22 de julio de 1997, cuando señala:

“Primero.- Que, con el escrito de fojas cincuenticinco, don Napoleón Ortiz Iberico se
apersona al proceso solicitando se le admita el derecho sucesorio que invoca; reitera su
solicitud con escrito de fojas ciento dieciocho; adjunta, como fundamento de su pedido, la
constancia de la partida de bautismo, efectuada en la Diócesis de Chachapoyas, conforme es
de verse del documento que en original corre a fojas cincuentitrés; Segundo.- Que, del análisis
del citado documento se evidencia que en él no se ha consignado el nombre completo del
padre, pues como se aprecia, no se ha consignado el apellido materno de éste, habiéndose
consignado solo el nombre de ‘Gregorio Ortiz’; así mismo, no aparece del propio documento
que, quien aparece consignado como padre, haya efectuado reconocimiento del menor
bautizado o haya sido él quien haya solicitado el citado bautismo; tampoco aparece de modo
alguno que los que aparecen como padres del mismo sean o no casados, a efectos de
establecer la filiación legítima o la legitimación del menor bautizado; en consecuencia, tal

documento no resulta suficiente para acreditar, de modo indubitable, el


entroncamiento familiar entre el referido solicitante, y don Gregorio Ortiz Zelada; Tercero.-
Que, dado el carácter no contencioso de este proceso solo procede declarar el derecho
sucesorio a quienes lo acrediten con copia certificada de la partida correspondiente, o
instrumento público que contenga el reconocimiento o la declaración judicial de filiación,
conforme lo dispone el primer párrafo del artículo ochocientos treinticuatro del Código Procesal
Civil; en el presente caso, como se ha establecido en el considerando que antecede, el señor
Napoleón Ortiz Iberico no ha proporcionado prueba suficiente que acredite el derecho
sucesorio invocado, conforme está obligado, a tenor de lo establecido en el numeral ciento
noventiséis de la norma procesal acotada, resultando insuficiente, por sí solo, el documento de
fojas cincuentitrés; en consecuencia la sentencia recurrida debe ser revocada en el extremo
que incluye como heredero del causante al citado señor Napoleón Ortiz Iberico,”

La falta de acreditación del entroncamiento entre el causante y los solicitantes del proceso
de declatoria de herederos o sucesión intestada, es evidente en la siguiente Ejecutoria
Suprema expedida en el Expediente Nº 641-87 Cusco, de fecha 19 de enero de mil
novecientos ochentiocho, según la cual:

“VISTOS; por sus fundamentos pertinentes; y CONSIDERANDO: que con arreglo a lo


dispuesto en el artículo mil doscientos dieciocho del Código de Procedimientos Civiles, cuando
se trata de procedimiento no contencioso sobre declaratoria de herederos, el juez efectuará la
declaración de quienes hubiesen acreditado su derecho con la pertinente prueba instrumental
o, en su defecto, dispondrá que se verifique en la vía ordinaria infiriéndose, entonces, que
pueden adoptarse las dos medidas simultáneamente como ha ocurrido en el caso de autos;
que entrando al fondo mismo del asunto, adviértese que no se ha probado el entroncamiento
entre don José Farfán Herrera y el “de cujus”; de otro lado, la partida de defunción de fojas
treinticuatro establece que don Jorge Farfán Herrera falleció en la ciudad de Anta el doce de
setiembre de mil novecientos setentiuno, en cuanto que la partida de nacimiento de su hijo
Fernando Farfán Choque fue inscrita por mandato judicial, de conformidad con el Decreto Ley
diecinueve mil novecientos ochentitrés el dieciocho de marzo de mil novecientos ochentiuno,
como aparece del instrumento agregado a fojas veintidós, por cuya razón tampoco surte
efectos en este procedimiento; que, de otro lado, es de verse del testimonio de escritura
pública de fojas diecisiete de doña Florencia Hortencia Farfán Herrera fue reconocida por su
padre, don Zenón Farfán Herrera, en la forma prevista en el artículo trescientos noventa del
Código Civil; y si bien es verdad que a fojas veintiséis dicha partida fue impugnada bajo
fundamento de corresponder a Florencia Cornejo Herrera (fojas veintiocho), no debe perderse
de vista que con arreglo a lo prescrito en los artículos cuatrocientos dos y cuatrocientos cinco
del Código de Procedimientos Civiles, la referida escritura pública tiene valor probatorio
mientras no se declare su nulidad en la vía correspondiente; que, finalmente, no existe prueba
de la vocación hereditaria de don Alejandro y doña Natividad Farfán Olivera;”

En esencia la jurisprudencia al exigir el acreditamiento del entroncamiento familiar, se dirige


a que los medios probatorios presentados con este fin sean de naturaleza indubitable, así
tenemos la sentencia de vista emitida por la Corte Superior de Justicia de Lima, en el
Expediente N-1143-97, de fecha 21 de enero de 1998, que expresó:

“PRIMERO: que, la vocación hereditaria de la solicitante debe emanar indubitablemente


de su respectiva partida de nacimiento que corre a fojas tres; SEGUNDO: que, el nombre de su
progenitora puesto en dicho instrumento público, no coincide con el que aparece en la partida
de defunción de fojas dos, atribuida a la causante; TERCERO: que, de igual modo, el nombre
de esta última no coincide con el de la contrayente que aparece consignado en la partida de
matrimonio de fojas sesentidós; CUARTO: que, finalmente el nombre del contrayente que
aparece en dicha partida de matrimonio no coincide con el que aparece en la partida de
defunción de fojas sesentitrés, atribuida al cónyuge de la causante; QUINTO: que, las referidas
discrepancias impiden formar convicción sobre el derecho que invoca la
actora; CONFIRMARON la sentencia que declara infundada la solicitud presentada por Rosa
Isabel Vilar Bazay”.

Derechos de otros descendientes

Nuestro Código Civil tiene una norma expresa para el caso de la sucesión de los
descendientes, en el artículo 819 CC, según el cual:

“La misma igualdad de derechos rige la sucesión de los demás descendientes.


Éstos heredan a sus ascendientes por cabeza, si concurren solos, y por estirpe, cuando
concurren con hijos del causante”.

Para la aplicación de esta norma debe concordarse con lo que disponen los artículos
681 a 684, normas que regulan la representación sucesoria ya citadas. Los herederos heredan

a sus ascendientes por cabeza si concurren solos, y por estirpe cuando concurren con
hijos del causante en representación sucesoria.
VIII. SUCESIÓN DE LOS ASCENDIENTES

En el artículo 820 se regulan las cuotas hereditarias que corresponden a los padres
cuando heredan, del modo siguiente:

“A falta de hijos y otros descendientes heredan los padres por partes iguales. Si existiera
solo uno de ellos, a éste le corresponde la herencia”.

De acuerdo a esta norma, en la sucesión de los ascendientes los parientes del mismo
grado heredan lo mismo, teniendo cada uno las mismas cuotas hereditarias alícuotas.

Debe tenerse en cuenta que hay casos en que los padres no tienen derecho a heredar

a sus hijos: como es el supuesto de la desheredación o de la exclusión por indignidad.


Por otra parte, expresamente se ha establecido en nuestro Código Civil que los padres no
tienen derecho a heredar a sus hijos:

a) el previsto en el artículo 398 CC: cuando se realiza el reconocimiento del hijo mayor de
edad, este reconocimiento no genera derechos hereditarios a favor de quien los hace, salvo en
el caso de que el hijo tenga respecto a él la posesión constante de estado (nombre, trato y
fama) o que hubiera consentido en el reconocimiento.

b) es expresa la prohibición contenida en el artículo 412 CC, esto es, en el caso de la


sentencia que declara la paternidad o maternidad extramatrimonial, entonces el padre o madre
que fue demandado y declarado judicialmente tal, no tendrá derechos sucesorios respecto a su
hijo.

En el caso de que los ascendientes sean los abuelos del causante, el artículo 821
CC expresa:

“Si no hubiere padres, heredan los abuelos, en igual forma que la indicada en el artículo
820”.

Por la prelación de los órdenes sucesorios contenida en el artículo 815 del CC, no es
posible que cohereden abuelos con padres, ya que debe primar que heredan los más próximos
en grado al causante. Si le sobreviven al causante sus tres abuelos, y ningún hijo ni cónyuge,
entonces a cada abuelo le corresponderá una cuota igual de herencia.

IX. SUCESIÓN DEL CÓNYUGE

El reconocimiento del derecho hereditario del cónyuge ha sido objeto de un largo proceso
histórico. La tradición le era contraria. En el derecho romano primitivo, solamente la esposa in
manu tenía vocación sucesoria, reputándose que ocupaba el lugar de una hija (loco filiae). Pero
caída en desuso la manus hacia el final de la República, la esposa quedó excluida de la
sucesión del marido, a menos, claro está, que él la instituyera heredera. Más tarde, Justiniano
reconoció a la viuda pobre y sin dote derecho a la cuarta parte de los bienes del marido(11).

En el derecho germánico, tampoco se admitía la sucesión intestada del cónyuge viudo con
el propósito de mantener los bienes en el tronco familiar, que no traspasaran los bienes a la
familia de la mujer. El Código Francés de Napoleón llamaba al cónyuge supérstite, solo a falta
de parientes en grado sucesible.

En torno al cambio de posición sobre la exclusión de los derechos hereditarios del cónyuge,
Zannoni refiere que la larga resistencia a reconocer derechos hereditarios al cónyuge,
obedecía al propósito de evitar el traspaso de la fortuna de una familia a otra. Era una
concepción feudal del derecho. Las fortunas (y sobre todo los bienes más importantes, que
eran las tierras), se consideraban patrimonio de una familia, se adquirían generalmente por
herencia, eran el fruto de varias generaciones; se acrecentaban o disminuían paulatinamente, y
rara vez eran el producto de un esfuerzo individual. Pero cuando el capitalismo alteró
profundamente las bases de la economía, la exclusión del cónyuge dejó de ser justa. Las
fortunas se adquirirían rápidamente, eran principalmente el resultado del trabajo personal. En
gran parte estaban compuestas por bienes muebles. Carecía ya de sentido reservarlos a los
parientes de sangre, perjudicando al cónyuge que había colaborado con su esfuerzo y su
compañía al logro de ese bienestar(12)

En nuestra legislación, el cónyuge supérstite ocupa aparentemente el tercer lugar en el


orden general de los llamamientos que contiene el artículo 816 del CC; sin embargo, ello no es
así porque el cónyuge supérstite puede concurrir con los herederos del primer y segundo orden
sucesorio (sean éstos hijos u otros descendientes, o padres u otros ascendientes), ya que tiene
un derecho equivalente a ellos y que es reconocido en el último párrafo del mismo artículo 816.
En el caso de concurrencia con tales herederos, el cónyuge supérstite recibe en cuotas iguales,
de acuerdo al artículo 824 CC.

En relación a la sucesión del cónyuge, hay una ejecutoria suprema expedida en el proceso
relativo al Expediente Nº 2334-88 Lima, del 27 de noviembre de 1991, que precisa los alcances
sucesorios de la cónyuge del causante, señalando que no se comprende a la cónyuge del
hermano del causante:

“Que solo la esposa del causante es heredero forzoso conforme lo establece el artículo
setecientos veinticuatro del Código Civil, pero tal calidad de la cónyuge no se extiende a la
esposa de uno de los hermanos que heredan al de cujus”;

Concurrencia con otros herederos

Cuando el cónyuge supérstite concurre con hijos u otros ascendientes del de cujus, de
acuerdo al artículo 822 CC:

“El cónyuge que concurre con hijos o con otros descendientes del causante, hereda una
parte igual a la de un hijo”.

En caso de concurrencia del cónyuge con los padres u otros ascendientes del causante, el
artículo 824 CC dice:

“El cónyuge que concurra con los padres o con otros ascendientes del causante,
hereda una parte igual a la de uno de ellos”.

Aquí puede variar la cuota, si el cónyuge supérstite concurre con padres del causante, le
toca un tercio, pero si concurre con los abuelos, entonces le podría tocar un quinto.

Sucesión exclusiva del cónyuge

Si no hay herederos del primer y segundo orden sucesorio, el cónyuge hereda solo. Así lo
establece el artículo 825 CC que consagra la sucesión exclusiva del cónyuge:

“Si el causante no ha dejado descendientes ni ascendientes con derecho a heredar ,


la herencia corresponde al cónyuge sobreviviente”.

Usufructo de la tercera parte de la herencia

El Código Civil reconoce el derecho de usufructo de la tercera parte de la herencia en el


artículo 823 CC
“En los casos del artículo 822 el cónyuge puede optar por el usufructo de la tercera parte
de la herencia, salvo que hubiere obtenido los derechos que le conceden los artículos 731 y
732”.

Nuestra ley le reconoce dos derechos especiales al cónyuge sobreviviente: según el artículo
823 CC tiene derecho a optar por el usufructo de la tercera parte de la herencia salvo que haya
optado por el régimen que se establece en las normas de sucesión testamentaria, y que
acuerdan los artículos 731 (derecho real de habitación) y 732 CC (el derecho real de usufructo,
que el juez le concede porque tiene incapacidad económica para sostener los gastos de
mantenimiento de la casa habitación).

Matrimonio “in extremis” (in artículo mortis)

Se conoce como matrimonio in artículo mortis aquel que es contraído hallándose enfermo
uno de los cónyuges al celebrarse el matrimonio (causante); cuando el cónyuge enviuda de
acuerdo al artículo 826 CC, habrá sucesión si muere el cónyuge pasados los 30 días de
celebrado el matrimonio, o si fue para legalizar una situación de hecho. Esto se
hace para evitar los matrimonios por interés.

En efecto, el artículo 826 CC regula la improcedencia de la sucesión del cónyuge:

“La sucesión que corresponde al viudo o a la viuda no procede, cuando hallándose


enfermo uno de los cónyuges al celebrarse el matrimonio, muriese de esa enfermedad dentro

de los treinta días siguientes, salvo que el matrimonio hubiera sido celebrado
para regularizar una situación de hecho”.

De la lectura de la precitada norma, fluye que las condiciones previstas para excluir al
cónyuge supérstite: a) que el de cujus haya estado enfermo al momento de celebración del
matrimonio; b) que el fallecimiento se haya producido dentro de los 30 días de celebrado el
matrimonio, transcurrido este plazo, no hay ya pérdida del derecho hereditario, por más que se
cumplan las otras condiciones legales; c) que el deceso haya sido causado por una misma
enfermedad o por complicaciones derivadas de ella. Así, si el causante muere de otra
enfermedad o de un accidente, no hay exclusión de la herencia.

La cónyuge supérstite no será excluida de la herencia, aunque se trate de un matrimonio in


extremis; si éste se hubiera celebrado para regularizar una situación de hecho, es decir,
cuando los cónyuges vivieron en concubinato. Esta solución jurídica es justa, pues la ley está
conforme en que se regularicen las uniones de hecho. Por otra parte, también resulta justo que
la mujer que ha compartido largos años de su vida con el causante y a quien éste ha elevado a
la categoría de esposa, lo herede.

Nulidad de matrimonio

En el caso del matrimonio putativo, esto es, cuando una persona que tenía un impedimento
matrimonial pero aun así contrae un segundo matrimonio civil. Gráficamente diremos que se

trata de A que se casa con B y luego A (con impedimento matrimonial) se casa con C.
Para el derecho de familia, el segundo matrimonio (A-C) es nulo, y hasta que se expida la
sentencia de nulidad de matrimonio, el segundo cónyuge (C) tendrá vocación sucesoria
respecto de A, esto significa que la tercera persona tendrá derecho a heredar siempre que el
primer cónyuge (B) fallezca y, además, que al contraer el matrimonio hubiera tenido buena fe.
Mientras que el primer cónyuge (B) no fallezca, entonces el segundo cónyuge no tendrá
derecho a heredar a B.

Este derecho sucesorio del cónyuge putativo de buena fe, está reconocido en el artículo 827
CC:
“La nulidad del matrimonio por haber sido celebrado con persona que estaba impedida
de contraerlo no afecta los derechos sucesorios del cónyuge que lo contrajo de buena fe, salvo
que el primer cónyuge sobreviva al causante”.

Obviamente, si el segundo cónyuge tuvo mala fe al celebrar el segundo matrimonio, y si el


cónyuge (A) fallece no habiéndose dictado sentencia de nulidad, tampoco habrá derecho
hereditario alguno a favor suyo. Si se declara judicialmente la nulidad del segundo matrimonio,
ya no tendrá ningún derecho hereditario expectaticio el segundo cónyuge (C).

X. SUCESIÓN DE LOS PARIENTES COLATERALES

Sucesión de los colaterales en general

Los parientes colaterales heredan no habiendo descendientes o ascendientes, ni cónyuge;


este derecho queda limitado hasta el cuarto grado inclusive. Al respecto, el artículo 828 CC
expresa:

“Si no hay descendientes, ni ascendientes, ni cónyuge con derecho a heredar, la


herencia corresponde a los parientes colaterales hasta el cuarto grado de consanguinidad
inclusive, excluyendo los más próximos a los más remotos, salvo el derecho de los
sobrinos para concurrir con sus tíos en representación de sus padres, de conformidad con el
artículo 683”.

Estando reconocido el derecho de representación en la línea colateral para que los sobrinos
puedan coheredar con los tíos respecto al causante (artículo 683 CC), este derecho está

asimismo comprendido en la norma referida. En tal caso, los sobrinos heredan por estirpe,
esto es, reciben la cuota que le hubiera correspondido a su padre, mientras que los
tíos heredan por cabeza (por cuotas iguales).

Igualmente, en la sucesión de los parientes colaterales es exigible el acreditar el


entroncamiento familiar con el causante, así lo ha expresado la sentencia de vista expedida en
el Expediente Nº 1280-95, conocido por la Corte Superior de Justicia de Lima, de fecha 20 de
octubre de 1995, del modo siguiente:

“que conforme al artículo ochocientos dieciséis del Código Civil la sucesión legal alcanza
hasta los parientes colaterales del tercer grado de consanguinidad, es decir los hijos de
hermano del causante, lo que significa que, eventualmente, la vocación hereditaria de los
concurrentes es expectaticia, en la medida que se pruebe el entroncamiento familiar y se
cumplan las exigencias procesales debidas; que el juez de la causa ha previsto como
necesarias para la admisión de la demanda una declaración jurada como mención de no haber
descendencia o ascendencia directa con el causante y las declaratorias de herederos de los
peticionarios respecto a sus padres, siendo que ni uno ni otro son documentos que la ley exige
como requisitos de admisibilidad, además que conforme al artículo ochocientos treinta del
Código Procesal Civil la apertura del proceso sucesorio puede ser solicitada por cualquier
interesado y mejor aún por quienes se atribuyen condición de herederos y que las copias
certificadas de nacimiento de las pretendientes y de los padres de ellos, eventualmente,
podrían acreditar el entroncamiento, sin necesidad de la sentencia de declaratoria de
herederos; que siendo así DECLARARON NULA la resolución apelada de fojas treinta y
cuarenta, de fechas trece de junio y seis de julio de mil novecientos
noventicinco, MANDARON admitir la presente demanda conforme a Ley;”

Sucesión de hermanos

En el caso de la sucesión de los parientes colaterales de segundo grado, el Código Civil


distingue la concurrencia de los hermanos de doble y simple vínculo, en el artículo 829:
“En los casos de concurrencia de hermanos de padre y madre con medio hermanos,
aquéllos recibirán doble porción que éstos”.

Cuando varios hermanos completos, con doble o simple vínculo, concurren en el proceso de
sucesión intestada, los hermanos completos recibirán cuota completa y los medio hermanos
recibirán la mitad del hermano entero. La diferencia en las porciones hereditarias se
fundamenta en que los hermanos de padre y madre tienen lazos de sangre y de familiaridad
más fuertes, a diferencia de los medio hermanos que no siempre se incorporan al seno familiar.
Como se trata de los hermanos del causante, éstos son parientes colaterales de segundo
grado, no son herederos forzosos con derecho a la legítima, ya que no están comprendidos en
el anteriormente citado artículo 724 CC, que consagra la igualdad de cuotas hereditarias de los
herederos forzosos.

XI. SUCESIÓN DEL ESTADO

En el Código Civil de 1936 se contempló la figura de la herencia vacante en las normas


siguientes:

“Art.773.- Cuando no haya herederos legales de los indicados en el título anterior, la


herencia se declarará vacante una vez cumplidos los trámites señalados en el artículo 1219 del
Código de Procedimientos Civiles.

Art.774.- Declarada vacante la herencia pasarán los bienes a la Beneficencia Pública del
último domicilio que tuvo el causante, y a la de la capital de la República si estuvo domiciliado
en el extranjero”.

En el Código Civil de 1984 se consigna un tratamiento distinto al tratar la sucesión del


Estado, pues no se requiere la declaración judicial previa de herencia vacante para que opere
la transferencia de los bienes al Estado, ahora el juez o el notario procede a adjudicar los
bienes al Estado, en uso de la facultad que confiere el artículo 830 CC, que dice:

“A falta de sucesores testamentarios o legales el juez o notario que conoce del proceso o
trámite de sucesión intestada, adjudicará los bienes que integran la masa hereditaria, a la
Sociedad de Beneficencia o a falta de ésta, a la Junta de Participación Social del lugar del
último domicilio del causante en el país o a la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana
si estuvo domiciliado en el extranjero.

Es obligación de la entidad adjudicataria pagar las deudas del causante si las hubiera,
hasta donde alcance el valor de los bienes adjudicados.

Corresponde al gestor del proceso o trámite de sucesión intestada, el diez por ciento del
valor neto de los bienes adjudicados, el mismo que será abonado por la entidad respectiva, con
el producto de la venta de dichos bienes u otros, mediante la adjudicación de alguno de ellos”.

Por mandato del artículo 830 entonces existe una adjudicación legal de bienes al Estado,
que recibe a título de dueño los bienes y derechos de la herencia en la que no ha habido
sucesores testamentarios o legales.

XII. A MODO DE CONCLUSIÓN

Como conclusiones podemos señalar:

a) La muerte de una persona física determina la extinción de la persona como sujeto de


derechos y obligaciones; y, a su vez, conlleva la apertura del proceso sucesorio en el que se
establecerán los derechos de los herederos con relación a los bienes y derechos transmisibles
por sucesión hereditaria.
b) La sucesión es a título universal cuando tiene alcance sobre la totalidad del patrimonio
objeto de la transmisión, o a una parte alícuota del mismo sin especificación determinada.
Mientras que la sucesión a título singular está referida a la sucesión respecto a bienes
determinados.

c) La sucesión intestada se caracteriza por ser una sucesión a título universal, pues en
ella solo existen herederos legales que pueden recibir toda o una parte alícuota de la herencia,
dependiendo de si concurren con otros herederos legales. No hay en esta clase de sucesión,
legatarios o sucesores a título particular.

d) Solo el parentesco consanguíneo y por adopción, así como el vínculo matrimonial, son
los elementos que sustentan la vocación hereditaria y sirven para determinar quiénes son los
herederos intestados o legales.

e) En el artículo 816 CC se establecen seis órdenes sucesorios de los herederos legales:


en el 1ro. están los hijos y demás descendientes; 2do. los padres y demás ascendientes; 3ro.
cónyuge sobreviviente; 4to., 5to, y 6to. parientes consanguíneos colaterales de segundo, tercer
y cuarto grado respectivamente. En el caso de que no hubiera herederos hasta el 6to. orden de
los contemplados en el artículo 816 CC, entonces los bienes pasan al Estado, el cual es
considerado sucesor en el artículo 830 CC.

f) Según nuestro Código Civil, los hijos tienen derecho preferente a heredar, al haber sido
declarados como herederos forzosos (artículo 724). Sean hijos matrimoniales o
extramatrimoniales, reconocidos o declarados judicialmente como tales, y los adoptivos. Todos
tienen los mismos derechos.

g) La ley prevé algunos supuestos en que los padres no tienen derecho a heredar

a sus hijos: como cuando hay desheredación o exclusión por indignidad. También,
cuando: a) se realiza el reconocimiento del hijo mayor de edad, este reconocimiento no genera
derechos hereditarios a favor de quien los hace, salvo en el caso de que el hijo tenga respecto
a él la posesión constante de estado (nombre, trato y fama) o que hubiera consentido en el
reconocimiento (artículo 398 CC); y b) es expresa la prohibición contenida en la sentencia que
declara la paternidad o maternidad extramatrimonial, entonces el padre o madre que fue
demandado y declarado judicialmente tal, no tendrá derechos sucesorios respecto a su hijo
(artículo 412 CC).

h) El cónyuge supérstite ocupa aparentemente el tercer lugar en el orden general de los


llamamientos que contiene el artículo 816 del CC; sin embargo, puede concurrir con los
herederos del primer y segundo orden sucesorio (sean éstos hijos u otros descendientes, o
padres u otros ascendientes), ya que tiene un derecho equivalente a ellos.

i) Los parientes colaterales heredan no habiendo descendientes o


ascendientes, ni cónyuge; este derecho queda limitado hasta el cuarto grado inclusive.

j) Por mandato del artículo 830 el Estado recibirá en adjudicación legal los bienes de la
herencia en la que no ha habido sucesores testamentarios o legales.

Lima, enero de 2003

NOTAS:

(1) DE LA CÁMARA ÁLVAREZ, Manuel. “Compendio de Derecho Sucesorio”. La Ley.


Madrid, 1990. Pág. 5
(2) FERRERO COSTA, Augusto. “Derecho de Sucesiones”. Cultural Cuzco S.A. Lima,
1993. Págs. 72-73

(3) ZANNONI, Eduardo. “Derecho de las Sucesiones”. Astrea. Buenos Aires, 1982. Pág.
361.

(4) ZANNONI, Eduardo. Op. cit. Pág. 362.

(5) DE LA CÁMARA ÁLVAREZ, Manuel. Op. cit. Págs. 313-314.

(6) ZANNONI, Eduardo. Op. cit. Págs. 362-363

(7) DE LA CÁMARA ÁLVAREZ, Manuel. Op. cit. Pág. 301.

(8) El referido artículo 237 CC, define el parentesco por afinidad así:
“El matrimonio produce parentesco de afinidad entre cada uno de los cónyuges con los
parientes consanguíneos del otro. Cada cónyuge se halla en igual línea y grado de parentesco
por afinidad que el otro por consanguinidad.
La afinidad en línea recta no acaba por la disolución del matrimonio que la produce. Subsiste la
afinidad en el segundo grado de la línea colateral en caso de divorcio y mientras viva el ex
cónyuge”.

(9) Como lo prescribe el artículo 723 CC:


“La legítima constituye la parte de la herencia de la que no puede disponer libremente el
testador cuando tiene herederos forzosos”.

(10) FERRERO COSTA, Augusto. Op. cit. Pág. 681.

(11) ZANNONI, Eduardo. Op. cit. Pág. 300.

(12) ZANNONI, Eduardo. Op. cit. Págs. 300-301.

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