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Nos habla sobre los negocios guaneros monopólicos, El infame Contrato Dreyfus,
Avalancha de obras públicas, Hacia la bancarrota Ignominia de la guerra, Pérdidas
exacerbadas.
Un nuevo ciclo de corrupción sería iniciado por la explosión del auge guanero, que se
materializaba en una engañosa prosperidad urbana, en donde los costos de la corrupción
llegaron a 108 millones de soles en 1870, como producto del manejo malintencionado de la
deuda pública, los contratos de obras y de la concesión guanera.
El historiador también demuestra que las sospechas cotidianas de obras públicas infladas y
sobrevaluadas no son temas de nuestra época en este capítulo dedicado a los corruptos
arreglos financieros de las élites del país, refiere cómo ciertos discursos de políticas de
inversión parecen repetirse entre décadas, sobre todo en los hipos temporales de bonanza
económica. Así, apenas unos cuantos años antes de la guerra con Chile, «se desató un
frenesí en la contratación de obras públicas para la construcción de ferrocarriles, proyectos
de irrigación, puentes, embarcaderos, muelles, edificios públicos y mejoras urbanas sin un
cálculo sólido de su rentabilidad y factibilidad.
Sin embargo, estas obras públicas se anunciaron a la ciudadanía como la varita mágica que
llevaría a la riqueza y el desarrollo» Eso ocurría ya entre 1868 y 1879.
Manuel Gonzales Prada fue testigo presencial de la caída y ocupación de Lima. Culpa del
desastre a la dirigencia política y social del país.
Los partidos políticos eran meros clubes electorales de malsanas ambiciones mercantiles. El
poder judicial, Almoneda pública desde la corte Suprema hasta el juzgado de paz.
Define los contratos Dreyfus. Meiggs y Grace como grandes ferias en los cuales la prensa,
empleados públicos, diplomáticos, tribunales de justicia, Cámaras del Congreso, ministros
y presidentes se ponían a la venta.
Se alquilan militares
Iglesias también recibió el respaldo de los principales jefes Pierolistas (Manuel Antonio
Barinaga, Juan Martín Echenique, Joaquín y Rufino Torrico), quienes serían ministros de su
primer gabinete, así como Ignacio de Osma, hermano de Pedro de Osma, un seguidor
incondicional de Piérola.
Mientras las tropas Chilenas eran evacuadas en agosto de 1884, un amargo conflicto
armado se libraba entre Iglesias y el general Andrés Avelino Cáceres, tenaz héroe de la
resistencia contra la ocupación.
Cáceres aspiraba a lo que Gonzales Prada consideraba que era la meta de los altos oficiales
militares: alcanzar la presidencia como el ascenso máximo en la carrera militar.
Posteriormente en Diciembre de 1885 obliga a Iglesias a renunciar. Por otro lado Piérola
preparaba su insurrección.
Cáceres gana las elecciones pero no se distingue mucho de los caudillos militares
anteriores. Sus dos mandatos son: 1886-1890 y 1894-1895.
El gobierno chileno trata de sobornar a Cáceres para que desbarate acuerdos financieros,
quien se da cuenta de que era una trampa para conseguir sus intereses.
La popularidad de Cáceres comienza a decaer hacia enero de 1891, y se hace de una fortuna
privada, no obstante que había llegado al poder sin nada, mientras que el tesoro se
encontraba en bancarrota.
El Contrato Grace
Michael P. Grace, negociador y piedra angular del arreglo con los acreedores extranjeros
del Perú conocido como el contrato Grace.
M.P. Grace mantuvo relaciones amistosas y estrechas con cada uno y todos los gobiernos
que iban llegando, lo cual era un signo de la gran corrupción que se vivía.
Todos estos contratos de empréstitos al Perú, que no tenía como devolverlos, se traducen
en cesiones de líneas ferroviarias u otras concesiones a largo plazo empeñando al país.
Sin embargo, Manuel Gonzales Prada lo clasifica como uno de los peores líderes políticos
de la historia, al no ser capaz de cambiar sus errores anteriores, y ser uno de esos políticos
nacido para la ruina y vergüenza de su gente, pues con una mano dejaba manchas de
sangre, y con la otra, rastros de lodo.
La conexión privada y corrupta con Grace y Dreyfus, fueron denunciadas por diferentes
entidades hasta por su correligionario Guillermo Billinghurst que en una de sus cartas de 14
páginas denuncia la corrupción en préstamos y demás hechos.
Para reinventar las estrategias corruptas del Califa, aparece otro candidato que fue Augusto
B. Leguía.
Leguía y los civilistas
Los herederos de la organización fundada por Manuel Pardo en la década de 1860 fueron
capaces de derrotar a Piérola a largo plazo. A comienzos del siglo veinte, los civilistas se
encontraban liderados por una nueva generación de hombres como Manuel Candamo y José
Pardo, lo que contribuyó a que el país alcanzara un grado de modernización institucional.
Se llega a acusar a los civilistas de corrupción, pero comparados con la que hubo en los
gobiernos de Piérola y Cáceres fue marcadamente inferior a éstos.
Unos cuantos casos flagrantes de corrupción fueron hechos públicos durante el gobierno de
transición de López de Romaña (1899-1903). Tal vez el más importante y documentado fue
el que involucró al empresario Mariano A. Belaunde, cercano amigo del presidente y su
ministro de hacienda, además de amigo político de Piérola y vínculo sólido entre López de
Romaña y el ex -presidente demócrata.
Los corresponsales europeos, no aceptaron sus letras desatando un gran escándalo político
y financiero.