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Advertencias Desatendidas

Además de la importancia que Cristo y los apóstoles le dieron


al discipulado, pastores muy conocidos, autores y teólogos han
hecho sonar la alarma en estos años también en cuanto a la
importancia del discipulado. Lamentablemente, sus voces parecen
perderse en nuestro estilo de vida tan ocupada.
Dietrich Bonhoeffer, en su clásico libro El Costo del
Discipulado, se esfuerza por ayudarnos a entender que la
salvación genuina debe incluir discipulado. Afirma que “La gracia
barata es la predicación del perdón sin requerir arrepentimiento,
bautismo sin disciplina eclesiástica, comunión sin la confesión, la
absolución sin confesión personal. Gracia barata es la gracia sin
discipulado, gracia sin la Cruz, gracia sin Jesucristo, vivo y
encarnado.[12]
Bonhoeffer afirma que hoy en día a menudo cambiamos el
discipulado con aumentos emocionales en lugar de adherencia
firme al mandato de Cristo en cuanto a discipulado y su papel en
la vida de cada creyente.[13] Bonhoeffer clama, “Si el cristianismo
ha dejado de ser serio sobre el discipulado, si hemos diluido el
evangelio en una exaltación emocional que no hace demandas de
su vida y que no distingue entre la existencia natural y cristiana,
entonces, como resultado, la Cruz es solamente una calamidad
cotidiana normal, como uno de los ensayos y tribulaciones de la
vida.”[14]
Dallas Willard hace de la falta del discipulado como tema
importante en dos de sus libros, La Gran Omisión y El Espíritu
de Las Disciplinas. En su libro, El Espíritu de Las
Disciplinas, Willard reclama, “Un concepto específico errante que
ha hecho un daño incalculable a la iglesia y los propósitos de Dios
con nosotros es el concepto de que el cristianismo trata
mayormente con la salvación y el perdón de pecados.”[15] Willard
también hace una declaración firme en cuanto a la importancia del
discipulado cuando declara, “Creo que no existe un problema
dentro de una iglesia que el discipulado no puede resolver.”[16]
Bill Hull, también, afirma la falta de discipulado hoy y dice,
“Por desgracia, el cristianismo sin discipulado domina en gran
parte el pensamiento de la iglesia contemporánea. Además de
quitar la fuerza de la iglesia, el cristianismo sin discipulado hace
que la iglesia se asimile a la cultura. Y lamentablemente, cuando
la diferencia moral entre la iglesia y la cultura deja de existir, la
moralidad deja de existir y la iglesia pierde su poder y
autoridad.”[17]
Hull sigue con su amonestación, “Muchas iglesias evangélicas
salen de la ortodoxia porque rechazan la autoridad absoluta de la
Escritura. Sin embargo, muchas iglesias evangélicas plantean un
peligro más sutil porque dejan a un lado el evangelio que llama a
todos los creyentes a ser discípulos y seguir a Cristo en
obediencia.”[18]
George Barna también está preocupado por la falta de
discipulado hoy. Él dice, “Mi estudio del discipulado en América
ha sido reveladora. Casi cada iglesia en nuestro país tiene algún
tipo de programa de discipulado o conjunto de actividades, pero
asombrosamente pocas iglesias tienen una iglesia de discípulos.
Tal vez eso es porque para muchos cristianos hoy, como líderes
cristianos, el discipulado no es importante. Si podemos conseguir
personas para asistir a cultos, pagar los sueldos de los pastores,
los gastos de la iglesia, y fomentar actitudes positivas, amor hacia
otros y hacia el mundo, creemos que eso es suficiente.”[19] Barna
subraya, “La fuerza y la influencia de la iglesia son totalmente
dependientes de su compromiso con el discipulado verdadero. El
producir vidas transformadas, y ver a esas vidas que se
reproducen en otros, es un desafío central para los creyentes y la
iglesia local.”[20]
Greg Ogden también está preocupado por la falta de
discipulado hoy; él dice, “Si tuviera que elegir una palabra para
resumir el estado del discipulado hoy, la palabra sería superficial.
Parece que hay una falta general de comprensión entre muchos de
los que claman a Jesús como Salvador y las implicaciones de
seguirlo como Señor.”[21]
Cal Thomas, un cristiano columnista y comentarista social,
llama a los cristianos a mirar la calidad de nuestro discipulado en
lugar de dirigir nuestra indignación ante la decadencia moral.
Escribe: “El problema en nuestra cultura no son los abortistas. No
es la pornografía o los traficantes de drogas o delincuentes. Es la
indisciplinada, desobediente, y bíblicamente ignorante iglesia de
Jesús Cristo.”[22]

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