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La matrona o el médico colocan al recién nacido sobre

el abdomen de la madre o en la unidad de calor radiante.


Se mantiene al recién nacido en la postura de Trendelenburg
modificada. Esta postura ayuda al drenaje de
moco desde la nasofaringe y la tráquea por la gravedad.
Se seca inmediatamente al recién nacido. La enfermera
ayuda a mantener caliente al recién nacido al colocar
mantas calientes sobre él o colocándole en contacto directo
con la madre. Si el recién nacido está ahora en una
unidad de calor radiante, se le seca, se le coloca en una
manta seca, y se le deja destapado bajo la fuente de calor
radiante. Puesto que el calor radiante calienta la superficie
externa de los objetos, un recién nacido envuelto en
mantas no se beneficiará de este calor.
Se debe aspirar la nariz y la boca del recién nacido con
una jeringa con pera de goma cuando sea necesario. La
asistencia más inmediata del recién nacido se puede llevar
a cabo cuando está en los brazos de sus padres o en
la unidad de calor radiante.

CUIDADOS DEL CORDÓN UMBILICAL


Si el médico no ha colocado ningún tipo de pinza de
cordón sobre el cordón umbilical del recién nacido, debe
hacerlo la enfermera. Antes de aplicar la pinza de cordón
la enfermera examina el extremo cortado en busca de la
presencia de dos arterias y una vena. La vena umbilical
es el vaso más grande y las arterias se ven como vasos
más pequeños. Se debe registrar el número de vasos en
la historia del parto y del recién nacido. Se coloca la pinza
en el cordón a aproximadamente 1.2 a 2.5 cm por
delante del abdomen para dejar espacio entre éste y la pinza
cuando se seca el cordón. No se debe pinzar la piel del
abdomen, porque esto producirá necrosis del tejido. El
tipo más frecuente de pinza de cordón es la pinza de cordón
de plástico de Hollister (Fig. 17-7♦). Se retira la pinza
de Hollister en la sala de recién nacidos aproximadamente
24 horas después de haberse secado el cordón.
RECOGIDA DE SANGRE DEL CORDÓN PARA
ALMACENAMIENTO
Cada vez más padres deciden almacenar sangre del cordón
(véase análisis en el Capítulo 1). Inmediatamente
después de pinzar y cortar el cordón umbilical del recién
nacido y expulsar la placenta, la matrona o el médico
retiran la sangre del resto del cordón umbilical y de la
placenta. Se coloca la sangre en un contenedor especial
que los padres reciben del Registro de Sangre del Cordón
(Cord Blood Registry) y se lo llevan con ellos. Los
padres deben haber dado instrucciones especiales para el
almacenamiento y el cuidado del contenedor.
VALORACIÓN FÍSICA DEL RECIÉN NACIDO
La enfermera realiza una valoración física abreviada sistemática
en el paritorio para detectar cualquier anomalía
(Cuadro 17-7). En primer lugar, la enfermera obser-va el tamaño del recién nacido y el contorno y el
tamaño
de la cabeza en relación con el resto del cuerpo. La
postura y los movimientos del recién nacido indican el
tono y el funcionamiento neurológico.
La enfermera inspecciona la piel en busca de decoloración,
presencia de unto sebáceo y lanugo, así como de datos
de traumatismo y descamación (pelado de la piel). El unto
sebáceo es una sustancia blanca y caseosa que se encuentra
normalmente en los recién nacidos. Se absorbe durante las
primeras 24 horas tras el nacimiento. El unto sebáceo es
abundante en los recién nacidos pretérmino y no aparece
en los recién nacidos postérmino. Con frecuencia se ve una
mayor cantidad de vello fino (lanugo) en los recién nacidos
pretérmino, especialmente en los hombros, la frente,
la espalda y las mejillas. Se puede observar descamación de
la piel en los recién nacidos postérmino.
La enfermera observa las narinas en busca de aleteo y,
cuando el recién nacido llora, inspecciona el paladar en
busca de paladar hendido. La enfermera busca moco en la
nariz y en la boca, y lo retira con una jeringa con pera
de goma si es necesario. La enfermera inspecciona el tórax
para estudiar la frecuencia respiratoria y la presencia de
retracciones. Si las hay, la enfermera valora al recién nacido
en busca de quejidos o estridor. Una frecuencia respiratoria
normal es de 30 a 60 por minuto. La enfermera
ausculta los pulmones bilateralmente en busca de los
ruidos respiratorios. La ausencia de ruidos respiratorios
en un lado podría indicar neumotórax. Se pueden auscultar
crepitantes inmediatamente después del nacimiento
porque puede quedar una pequeña cantidad de líquido
en los pulmones; este líquido se absorberá. Los roncus
indican la aspiración de secreciones orales. Si hay un
exceso de moco o dificultad respiratoria, la enfermera
aspira al recién nacido con un aspirador en circuito cerrado.
(Véase el Procedimiento 17-1 y la Fig. 17-8♦.) La
enfermera observa y registra la eliminación de orina o de
meconio en el registro del recién nacido.
IDENTIFICACIÓN DEL RECIÉN NACIDO
La enfermera coloca dos brazaletes en el recién nacido, uno
en la muñeca y otro en el tobillo. Las bandas del recién
nacido deben ajustarse bien para impedir su pérdida. Para
asegurarse una identificación correcta, la enfermera da a la
madre y a su pareja sendas bandas que se corresponden
con las del recién nacido (mientras todavía están en la habitación
individual para el parto o en el paritorio). Las bandas
permiten el acceso a las áreas de asistencia de lactantes
y no se deben retirar hasta que se da de alta al lactante.
Muchos hospitales también registran las huellas del pie
de los lactantes y la huella dactilar de la madre. Para preparar
al recién nacido para la huella del pie, la enfermera
limpia las plantas de los dos pies del recién nacido para
retirar cualquier resto de unto sebáceo. diferencia del adulto, el recién nacido comunica
sus necesidades mediante su comportamiento.
Como la enfermera es la observadora
más constante del neonato, es la que tiene
que traducir el comportamiento a información sobre el
estado del niño y responder con las intervenciones adecuadas.
Este capítulo está dedicado a la valoración del
recién nacido y a la interpretación de las observaciones.
La valoración del recién nacido es un proceso continuo
destinado a evaluar su desarrollo y su adaptación a la vida
extrauterina. En el momento del nacimiento, el método
de puntuación del índice de Apgar (véase el Capítulo 17)
y la observación cuidadosa constituyen la base de la valoración
y guardan una estrecha relación con la información
siguiente:
• Asistencia prenatal de la madre
• Desarrollo del parto
• Analgesia y anestesia maternas
• Complicaciones durante la dilatación o el expulsivo
• Tratamiento instaurado inmediatamente después del
nacimiento, combinado con la determinación de la
edad gestacional clínica
• Consideración de la clasificación del recién nacido
según su peso y edad gestacional, y según el riesgo de
mortalidad neonatal
• Exploración física del recién nacido
La enfermera acumula los datos procedentes de estas
fuentes junto a las observaciones relativas a la valoración
que efectúa durante las primeras 1 a 4 horas después del
parto y con ello establece un plan para las intervenciones
de enfermería. Las diversas valoraciones del recién nacido
y los datos obtenidos a partir de ellas sólo son válidas en
la medida en que se comparten con los padres. Éstos
deben participar en el proceso de valoración desde el mismo
momento del nacimiento del niño. En necesario explicar
de inmediato a la familia qué es y qué significa el índice
de Apgar, y los padres deben intervenir también en la
valoración física y del comportamiento lo antes posible.
La enfermera anima a los padres a que identifiquen las
características peculiares del comportamiento de sus
hijos. Cuando aquéllos tienen la oportunidad de explorar
a su hijo recién nacido en privado y de identificar sus
características físicas y de comportamiento, la formación
del vínculo se potencia. Las respuestas positivas de la
enfermera a las preguntas y observaciones de los padres
son esenciales durante todo el proceso de valoración. Por
tanto, la exploración física del recién nacido es el comienzo
de su vigilancia sanitaria y de la educación de la familia
en relación con su salud, que continuará en su entorno
social.
Momentos adecuados para
la valoración del recién nacido
Las primeras 24 horas de vida son importantes porque en
ellas el recién nacido hace la transición crítica de la vida
intrauterina a la extrauterina. Los riesgos de morbilidad y
mortalidad de este período son altos. La valoración del
recién nacido es esencial para garantizar una transición
satisfactoria (Rinehart, Terrone y Magann, 2000).
Existen tres tramos horarios importantes en la valoración
del recién nacido mientras se encuentra en la maternidad:
• La primera valoración se hace inmediatamente
después del parto, en el área de paritorio, y sirve para
determinar si precisa reanimación u otro tipo de
intervención. Los recién nacidos estables pueden
permanecer con su familia después del nacimiento,
con el fin de iniciar un vínculo precoz. Los que
presentan complicaciones suelen ser trasladados a salas
especiales para su estudio e intervención posteriores.
• La segunda valoración se lleva a cabo en las primeras
4 horas siguientes al nacimiento y forma parte de los
procedimientos sistemáticos del ingreso. En esta
valoración, la enfermera realiza una breve exploración
física para calcular la edad gestacional y valorar la
adaptación del niño a la vida extrauterina. No más
tarde de 2 horas después del parto, la enfermera
encargada del ingreso en planta debe valorar el estado
del recién nacido y cualquier problema que suponga
una situación de riesgo (American Academy of
Pediatrics [AAP] y American College of Obstetricians
and Gynecologists [ACOG], 1997).
• Antes del alta, una matrona, un médico o una
enfermera realizan una valoración del comportamiento
y una exploración física completa para detectar
cualquier posible problema urgente. En este momento
se hace también una evaluación general.
En este capítulo se describen los procedimientos para
calcular la edad gestacional y llevar a cabo una exploración
física completa y una valoración del comportamiento.
Véase datos clave a recordar: momentos y tipos
de valoración del recién nacido. (En el Capítulo 17 se
estudió la valoración neonatal inmediata.)

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