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LA FLAUTISTA DE SANTA CLARA

C/ Alfonso X, 1

En un trozo de yeso

no mayor que mi mano,

la muchacha almorávide,

con rubor de carmín que enciende sus mejillas,

apartada del tiempo,

toca siempre el mizmar,

una pequeña flauta

atada a un cordel rojo,

apenas sostenida

por las gráciles líneas

que dibujan su mano.

Tan leve es su presencia

que basta con mirarla para oír

la más sinuosa y dulce de las músicas.

Y en la asombrada viveza de los ojos

vimos un brillo azul que aún guarda su


mirada.

Juan Peña
LA JOVEN DE LA PERLA

de su mirar de cierva descendida desde un verde levísimo que traspasa las sombras

del bombón carmesí de su entreabierta boca

de ese modo de irse y de quedarse que invita sutilmente a seguirla en el lienzo

de su expresión que emana una extraña maleza de deseos y miedos y de la perla

que grávida desciende hacia su hombro como un inmenso péndulo del reloj

de la vida y que al quedar suspensa a medio movimiento

ingrávida en el lomo de su brillo nos provocó el milagro de mantenerla

joven surge una pregunta antigua tan antigua como la

juventud

dulce desconocida eterna niña nueva

que aún sin respuesta clara provocas silenciosa en mi presente Juan Carlos Gómez
El extranjero (Alarcón)
No consiste la fuerza en echar por
tierra al enemigo, sino en domar la
propia cólera, dice una máxima
oriental.
No abuses de la victoria, añade un
libro de nuestra religión.
Al culpado que cayere debajo de
tu jurisdicción considérale hombre
miserable, sujeto a las
condiciones de la depravada
naturaleza nuestra, y en todo
cuanto estuviere de tu parte, sin
hacer agravio a la contraria,
muéstratele piadoso y clemente,
porque, aunque los atributos de Dios son todos iguales, más resplandece y campea a nuestro
ver el de la misericordia que el de la justicia, aconsejó, en fin, don Quijote a Sancho Panza.
Para dar realce a todas estas elevadísimas doctrinas, y cediendo también a un espíritu de
equidad, nosotros, que nos complacemos frecuentemente en referir y celebrar los actos
heroicos de los españoles durante la Guerra de la Independencia, y en condenar y maldecir la
perfidia y crueldad de los invasores, vamos a narrar hoy un hecho que, sin entibiar en el corazón
el amor a la patria, fortifica otro sentimiento no menos sublime y profundamente cristiano: el
amor a nuestro prójimo; sentimiento que, si por congénita desventura de la humana especie, ha
de transigir con la dura ley de la guerra, puede y debe resplandecer cuando el enemigo está
humillado.
El hecho fue el siguiente, según me lo han contado personas dignas de entera fe que
intervinieron en él muy de cerca y que todavía andan por el mundo. Oíd sus palabras textuales
- II -[editar]
-Buenos días, abuelo... -dije yo.
-Dios guarde a usted, señorito... -dijo
-¡Muy solo va usted por estos
caminos!...
-Sí, señor. Vengo de las minas de
Linares, donde he estado
trabajando algunos meses, y voy a
Gádor a ver a mi familia. ¿Usted
irá...?
-Voy a Almería..., y me he
adelantado un poco a la galera,
porque me gusta disfrutar de estas
hermosas mañanas de abril. Pero,
si no me engaño, usted rezaba
cuando yo llegué... Puede usted
continuar. Yo seguiré leyendo
entre tanto, supuesto que la galera
anda tan lentamente que le
La buenaventura

No sé que día de Agosto del año 1816 llegó a las puertas de la Capitanía General de Granada
cierto haraposo y grotesco gitano, de sesenta años de edad, de oficio esquilador y de apellido
o sobrenombre "Heredia", caballero en flaquísimo y destartalado burro mohino, cuyos arneses
se reducían a una soga atada al pescuezo; y, echado que hubo pie a tierra, dijo con la mayor
frescura «que quería ver al Capitán General.»
Excuso añadir que semejante pretensión excitó sucesivamente la resistencia del centinela, las
risas de los ordenanzas y las dudas y vacilaciones de los edecanes antes de llegar a
conocimiento del Excelentísimo Sr. D. Eugenio Portocarrero, conde del Montijo, a la sazón
Capitán General del antiguo reino de Granada... Pero como aquel prócer era hombre de muy
buen humor y tenía muchas noticias de Heredia, célebre por sus chistes, por sus cambalaches
y por su amor a lo ajeno..., con permiso del engañado dueño, dió orden de que dejasen pasar
al gitano.
Penetró éste en el despacho de Su Excelencia, dando dos pasos adelante y uno atrás, que era
como andaba en las circunstancias graves, y poniéndose de rodillas exclamó:
- ¡Viva María Santísima y viva su merced, que es el amo de toitico el mundo!
- Levántate; déjate de zalamerías, y dime qué se te ofrece... -respondió el Conde con aparente
sequedad.
Heredia se puso también serio, y
dijo con mucho desparpajo:
- Pues, señor, vengo a que se me
den los mil reales.
- ¿Qué mil reales?
- Los ofrecidos hace días, en un
bando, al que presente las señas
de Parrón.
- Pues ¡qué! ¿tú lo conocías?
- No, señor.
- Entonces....
LA RANIPOSA Y LA MARIPORANA

Un día muy llovioso, una rana quiso comerse


un gusano y el gusano lucho y lucho, para que
no se lo comieran y para evitar que la rana se
lo tragara, se agarró fuertemente de la lengua
de la rana y allí se quedó para siempre. Pero
sucedió que un día el gusano creció y se
convirtió en una hermosa mariposa, la rana
nunca dejo salir a la mariposa y la mariposa
nunca se pudo soltar de la lengua de la rana,
estaban unidas para siempre, es decir eran una
“raniposa”.

Esto hizo que la vida de ambas cambiara ya que la rana saltaba y volaba, y por eso algunas veces
se veía la rana pegada a una flor tomando de ella el néctar y otras veces se le veía cazando moscas
e insectos en la charca, por la noche se escuchaba en la charca un extraño sonido mezclado de
silbido y croar.

Sucedió que un día la rana conoció a un hermoso sapo y se enamoró perdidamente de él, el sapito
se enamoró como loco de la rana y se hicieron formalmente novios, pero la relación era bastante
difícil debido a que la mariposa
siempre estaba metida entre ellos, el
sapito ya no soportaba más esa
situación y le dijo a la rana que para
poder casarse con él, ella tenía que
separarse de la mariposa, la ranita
ante esta propuesta matrimonial muy
feliz y muy triste le respondió al sapito,
-pero si es mi más grande deseo,
separarme para siempre de esta
mariposa, pero entre más hago para
despegarla ella más se agarra de mi
lengua.

Cuando la rana decía estas palabras, la mariposa vio pasar un hermoso grillo de patas muy largas y
ojos saltones y quedo perdida de amor por él y cuando quiso darse cuenta ya estaba unida en
matrimonio con él, esto fue amor a primera vista. De la unión de la rana y el sapo nació una
hermosa ranita a la que llamaron Raniposa y sus padrinos fueron la mariposa y el grillito. Y de la
unión de la mariposa y el grillo nación una hermosa mariposa a la que bautizaron con el nombre
de Mariporana y sus padrinos fueron la ranita y el sapo.
EL LEON Y LA ZORRA

Un león, en otro tiempo poderoso, ya viejo y achacoso, en vano perseguía hambriento y fiero al
mamón becerrillo y al cordero, que, trepando por la áspera montaña, huían libremente de su saña.
Afligido del hambre a par de muerte, discurrió su remedio de esta suerte: Hace correr la voz de
que se hallaba enfermo en su palacio y deseaba ser de los animales visitado.

Acudieron algunos de contado: mas como el grave mal que le postraba era un hambre voraz, tan
sólo usaba la receta exquisita de engullirse al Monsieur de la visita. Acércase la zorra, de callada, y
a la puerta asomada atisba muy despacio la entrada de aquel cóncavo palacio. El león la divisa, y al
momento le dice: "¡Ven acá; pues que me siento en el último instante de mi vida! Visítame, como
otros, mi querida." "¿Cómo otro? ¡Ah, señor! He conocido que entraron sí, pero que no han salido.
¡Mirad, mirad la huella, bien claro lo dice ella! Y no es bien el entrar do no se sale."
MORALEJA: La prudente cautela mucho vale.

Un nuevo continente

El 11 de octubre del año de 1492, tras la puesta del sol la carabela llamada La Pinta iba
avanzando unas 12 millas cada hora.

Siendo las 10 de la noche del mismo día el Almirante ya había visto en el horizonte algo que
parecía fuego, pero era tan poca la visibilidad que apenas y se podía distinguir. Llamaron a
Pedro Gutiérrez, de profesión repostero, para que diera su punto de vista sobre esto, a lo que
dijo que efectivamente parecía luz de una fogata.
En ese momento el Almirante Cristóbal Colón ordenó que se montara guardia ininterrumpida
y durante el tiempo que fuese necesario hasta que se divisara tierra, prometiendo a quien
fuera el primero en verla, que le daría un jubón de seda, aparte de los otros regalos que los
reyes ya habían prometido.

A las dos de la mañana del día siguiente la Pinta divisó tierra e informó de inmediato al
Almirante; fue el marinero Rodrigo de Triana quien dio el tan esperado grito de ¡Tierra!
¡Tierra a la vista!, Que estaba a escasas dos leguas de distancia.
En ese momento amainaron las velas e iniciaron el desembarco. Era viernes cuando
desembarcaron en la isla que en el idioma de los nativos se llamaba Guanahani.

Autor: Adriana Barrientos

La ida al hospital

Eran las seis de la tarde cuando mi madre me llamó al celular, es entonces que me entero
que un tío tuvo una descompensación por diabetes, en realidad nunca habíamos tenido ese
problema y no sabían que hacer.

Lo peor es que vive alejado de centros de salud, aunque vive en la ciudad.

Lo primero que hice fue sacar lo más que pude de dinero de un cajero automático y les pedí
a algunos familiares dinero prestado, preparé todo para llevarlo al primer hospital y el más
cercano era un hospital privado.

Llamé a un taxista y estuvo presto para ayudarnos, pero el taxista no conocía la ciudad y
tuve que indicarle a donde debíamos ir.

Finalmente llegamos al “Hospital Asunción” y lo atendieron bien, pero la sorpresa fue que
cobraban $15,000.00 para ingresarlo, y generalmente cobraban $1,700.00, era mucho para
sostenerlo.

Finalmente ya estabilizado me cobraron solo 5,000.00 y lo llevamos a otro centro de salud


más económico que nos permitió salir mejor del problema. Tras tres días lo tenemos
nuevamente en casa.

Autor: Víctor Humberto Clemenceau

Epopeya de Ulises

Ulises y sus hombres fueron capturados en su paso de vuelta a Ítaca por el reino de
Meginequio, un rey déspota y mezquino que valoraba en gran medida la inteligencia de sus
rivales e ideó una manera de desafiar a Ulises:

- Mañana os pondré en fila, de tal manera que cada uno solo pueda ver a los que tiene
delante de él. Colocaré sobre cada una de vuestras cabezas un pileus blanco (sombrero
griego de esa época) o un pileus negro. Preguntaré el color de su pileus a cada uno por
turno, comenzando por el último de la fila (el que ve a todos los demás) y de tal forma que
todos puedan escuchar su respuesta.

A los que acierten, los dejaré libres, y los que no, morirán en el acto. Ulises preguntó: -
¿Cuántos pileus habrá de cada color? -Solo necesitas saber que no serán todos iguales.-
Contestó Meginequio.-Y nada más te diré.

Dicho esto, dejó a Ulises y a sus hombres


solos en su encierro. Esa noche, gran
desconcierto y temor se adueño de sus
almas, pero Ulises pensó un plan que
garantizaba la salvación de todos ellos,
salvo de uno: el último de la fila. Por
suerte, aquella mañana, Colisius, colocado
en último lugar, se salvó por obra y gracia
del azar, que no de la lógica.
La guerra de Troya

Hace mucho mucho tiempo sucedió la primera guerra que fue la guerra de Troya. Griegos y
troyanos se enfrentaron por Helena, la mujer más bonita del mundo. Helena era griega, pero un
príncipe troyano se enamoró de ella y se la llevó a Troya. Unos dicen que el príncipe troyano la
raptó, mientras que otros aseguran que fue Helena la que quiso irse a Troya.

Eso nadie lo sabrá. Lo que sí sabemos es que entonces comenzó la famosa guerra de Troya. Los
griegos juntaron todos sus barcos que eran más de mil y navegaron hasta Troya pensando que
podrían entrar en la ciudad en unos pocos días y llevarse de vuelta a Helena. Pero nada de eso,
porque los troyanos eran valientes guerreros y no se lo pusieron nada fácil a los griegos. Así
estuvieron luchando durante 10 largos años.

Griegos y troyanos estaban deseando que se terminara ya la guerra, pero ninguno conseguía la
victoria. Si los griegos conseguían entrar en la ciudad, entonces ganaban la guerra y Helena se
volvía a su casa. Pero si no lo conseguían, Helena se quedaba en Troya. ¿Qué pasó al final? Pasó
que los griegos siempre consiguen lo que se proponen porque nunca pierden la esperanza y
luchan hasta el final. Fue a Ulises al que se le ocurrió la gran idea y gracias a él consiguieron entrar
en la ciudad.

El caballo de madera

Ulises y el resto de los griegos construyeron un enorme caballo de madera sin que los troyanos se
dieran cuenta. El caballo llevaba truco porque hicieron un agujero en la barriga del caballo y allí se
metieron muchos guerreros. Luego dejaron el caballo con la tripa llena de griegos a la entrada de
Troya. Los troyanos pensaron que los griegos se habían rendido y se habían vuelto a su casa, pero
no era así. Allí estaban todos escondidos en la barriga del caballo.

Pensando que el caballo era un regalo de los griegos para los dioses, los troyanos metieron aquella
enorme construcción de madera en la
ciudad. Y cuando todos en Troya
celebraban la supuesta victoria, los
griegos aprovecharon su despiste para
salir de la barriga del caballo de
madera y recuperar Helena. Y con este
truco del ingenioso Ulises fue como
los griegos ganaron la guerra de Troya.
La leyenda del Sombrerón

Una de las leyendas más conocidas sobre este personaje de la


cultura guatemalteca y además también es muy conocida en
Aguadas, Caldas dice así: Una noche El Sombrerón caminaba
en un barrio de La Antigua Guatemala cuando vio a una
muchacha muy bella con pelo largo y se enamoró de ella.
Buscó su casa y le llevó serenata una y otra noche, pero ella no
le dijo nada a sus padres sobre él. Un día empezó a dejar de
comer hasta el punto de que casi murió, y fue entonces cuando
la madre se dio cuenta que era por El Sombrerón.

Llevó a su hija a un convento creyendo que ahí iba a estar


mejor, pero la niña siguió sin comer y un día despertó con una
trenza en su pelo hecha por el espectro y ese día murió. Luego
en el velorio, apareció El Sombrerón llorando y sus lágrimas
eran como cristales. Jamas olvida a las muchachas que ha
amado. También se cuenta que les hace trenzas a los caballos
y mulas... Se cuenta también que este espanto a parte de
enamorar a muchachas jóvenes, gusta por cabalgar mulas y
caballos de los establos de las fincas en las noches agotándolos. Por ello, las bestias durante el
día no cumplen las tareas sumado a que se vuelven hostiles con las personas, los campesinos y
finqueros al ver este comportamiento buscan si el Sombrerón no les ha hecho trenzas en la
greñas. Si es así, el animal ya no sirve para tareas...

Una forma de saber si el Sombrerón está haciendo de las suyas en fincas y casas, es colocar ya
sea cerca de un balcón de casa o cerca de los establos una silla y mesa de pino recién elaboradas,
junto a aguardiente y una guitarra en noche de luna y deben guardar silencio todas las personas,
sólo así se escuchará la guitarra y los cantos del Sombrerón. Al Sombrerón le atraen las
muchachas de pelo largo y ojos grandes, por ello, cuando se sospecha que está tras una joven se
le debe cortar el pelo a esta para que el Sombrerón no se gane el alma de la joven.
La leyenda de la Tatuana

Hay relatos que cuentan que hace muchos años, en época colonial, hubo en Guatemala una joven
y bella mujer de origen mulato a la que llamaban Tatuana, que disfrutaba con los placeres de la
carne y con los placeres del lujo, los cuales no estaban bien vistos en una sociedad recatada y
religiosa. Así pues, se acusó a la joven de brujería y de hacer maleficios para conseguir a los
hombres. Se le acusó de codicia y de no seguir los preceptos de la iglesia.

Por todas estas razones fue juzgada por el tribunal de la Santa Inquisición, y fue condenada a
muerte. La Tatuana se negó a recibir la gracia de confesión de sus pecados antes de morir.
Cuentan, que la noche anterior a su muerte, pidió como última gracia un trozo de carbón, unas
velas y unas rosas blancas. Con estas tres cosas hizo en la celda una especie de altar donde
realizó una hechicería.

Con el carbón pintó en la pared una gran barca mientras recitaba conjuros, y se dice que se
presentó ante ella el mismo demonio. El demonio le sacó de la celda montada en la barca que
había pintado en la pared, y se dice que todavía se la puede ver en los días que llueve grandes
aguaceros.

Se cree que los antecedentes de esta leyenda provienen de la mitología maya, y más
concretamente de la leyenda de Chimalmat (Diosa que se vuelve invisible por causa de un
encantamiento).
Connotativas y denotativas

Burro> animal solípedo; hombre bruto o carente de delicadeza.

Cordero> cría de la oveja; hombre manso, dócil y humilde.

Zorro> macho de la zorra; hombre astuto y solapado.


Zángano> macho de la abeja reina; holgazán.

Cotorra> ave americana parecida al papagayo; persona habladora.

Hormiga> insecto himenóptero; persona ahorradora y laboriosa.


Mango> fruta oval, arriñonada, amarilla, de corteza delgada y correosa y muy aromática; hombre
muy guapo.

Horno> aparato culinario cerrado, en cuyo interior se asan, calientan o gratinan alimentos; lugar
muy caliente.

Mono> nombre genérico para designar a cualquiera de los animales del suborden de los Simios;
niño bonito, lindo o gracioso.
Coyote> especie de lobo; persona que se encarga oficiosamente de hacer algunos trámites,
mediante una remuneración.

Codo> parte posterior y prominente de la articulación de brazo con el antebrazo;


tacaño,mezquino.

Cochino> cerdo, mamífero artiodáctilo; hombre muy sucio y desaseado.


Gallina> hembra del gallo; persona cobarde, pusilánime y tímida.

Gallo> ave del orden de las Galliormes; nota falsa y chillona que emite quien canta o habla.

Verde> color semejante al de la hierba fresca, la esmeralda, etc.; persona inexperta y poco
preparada.

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