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Lectura compartida.

El papel clave de las familias en la educación.

Las familias son una pieza importante en la comunidad educativa, pero para que la
participación sea posible es necesario que ellas realmente quieran intervenir en el proyecto
educativo, en las actividades, en las diferentes propuestas que puedan surgir. Un punto
importante es la motivación que impulsará a la participación. Y para que haya motivación las
propuestas deben surgir de un interés común, de una necesidad real o de una actividad
atractiva para todos.
6 tipos de participación:
Participación como Espectador:
El centro prepara eventos para que las familias disfruten. Implica también la asistencia a
actividades lúdicas preparadas por la institución en general o por el docente en el aula.
Ejemplos: Fiestas de educación física, actos patrios, etc., las familias asumen un papel de
espectadores.
Participación como Informador
El centro mantiene un feedback positivo con las familias. Es necesario una comunicación
asertiva de todas las partes: administración, docente y familia. Cada centro educativo debe ser
conocido por los padres, gestionando una política de puertas abiertas. Debemos recordar que
se valora y aprecia aquello que se conoce. Por eso es importante proponer canales de
comunicación fluidos; por ejemplo, disponibilidad de los docentes, etc.
Ejemplos:
Desde el centro: Cuando se realiza algún cambio que involucre a los padres, como puede ser un
cambio en la fecha de un viaje, etc.
Desde la familia: Cambios familiares, separación de los padres, viaje por mucho tiempo de uno
de los padres, etc.
Participación como Consultor
El centro consulta a las familias sobre temas que son de interés para ambos, y conocer la idea
de los hogares nos permite ver diferentes puntos de vistas. Por eso es importante que los
padres participen en comisiones de trabajo.
Ejemplos:
Desde el centro: Temas en que a los padres les gustaría recibir orientación, organización de
escuelas para padres, cursos, etc.

Desde la familia: La institución tiene la posibilidad de escuchar opiniones y vivencias de los


padres. Sugerencias que pueden ser tenidas en cuenta si es que la gestión administrativa las
considera válidas y que no afecten la misión, la visión ni la filosofía de nuestras instituciones.
Participación en las decisiones
El centro toma decisiones junto con las familias. Participar en grupos de decisión.
Ejemplos: Situaciones donde se ven afectadas todas las partes, como puede ser un tema de
disciplina, alguna actividad solidaria que se desee realizar, etc.
Participación como evaluador
El centro forma parte de las evaluaciones junto con las familias. Y es aquí donde todos en
forma conjunta pueden proponerse logros y prioridades a alcanzar y se asume:
La responsabilidad para promover el crecimiento social y académico.
La responsabilidad de controlar el progreso académico de los alumnos y tener razonables
expectativas de éxito.
Las familias deben tener en claro que su participación en las escuelas debe servir como ayuda
para lograr el desarrollo integral de los niños. No debe ser un papel asumido como control del
docente sino como colaborador del mismo.
Participación como educador
El centro abre sus puertas para que las familias sean parte del proceso enseñanza-aprendizaje y
a su vez la institución sea partícipe del desarrollo y la formación familiar.
Esta participación se realiza cuando las familias se involucran voluntariamente para organizar y
ser parte en diferentes eventos institucionales.
La familia asume su rol de educador cuando se hace responsable de los resultados del
aprendizaje de sus hijos.
Los hijos asumen con responsabilidad actividades en el hogar y la familia coordina y se ocupa
para que puedan llevarse a cabo.
Organizar actividades para el centro educativo en forma conjunta.
Participación de los padres o familiares en las aulas: profesiones, temas relacionados a su labor
diaria, etc. Estas instancias hacen que los alumnos se sientan motivados a aprender y por otro
lado hace que las familias se sientan incluidas en el aprendizaje de los niños.

Es necesaria una nueva forma de enfocar la educación en la familia, que ha de tomar


conciencia de la necesidad de su participación en ámbitos sociales más amplios.

La sociedad ha sufrido una evolución en los últimos tiempos que ha repercutido de forma
directa en la familia y la escuela. Tanto es así que uno de los temas más destacados respecto a
la educación en estos días es la colaboración entre ambas.

El papel de la familia ha ido evolucionando con la incorporación de la mujer al mundo laboral y


con otros cambios de diversa índole, sobre todo política y económica. Esta ha pasado de ser la
encargada única y exclusiva de la formación de los hijos e hijas, a delegar en la escuela parte de
esta tarea.

Estos cambios de la sociedad actual son rápidos y profundos. La complejidad, cada vez mayor,
demanda una nueva visión educadora de la familia y la escuela, lo que exige su compromiso
para trabajar unidas en un proyecto común.

La familia

La familia como primer ámbito educativo necesita reflexionar sobre sus pautas educativas y
tomar conciencia de su papel en la educación de sus hijos e hijas. La realidad actual se le
escapa, y esto repercute en la vida del niño y la niña, lo cual conlleva a su vez problemas
escolares y familiares que surgen a diario: desinterés, falta de motivación, dependencia, bajo
rendimiento, fracaso escolar, violencia, etc., y no se pueden achacar a la sociedad en abstracto,
a la familia, a la escuela o al alumnado, de manera independiente, sino que la interacción de
todos ellos es la que propicia esta situación.

Son los padres y las madres quienes gozan de una relación de intimidad única que
exclusivamente se da en el seno de la familia y que permite todo tipo de interrelaciones
personales: de afecto, ayuda, orientación, soporte, etc, que influyen y modifican los
comportamientos de todos sus miembros. Suele decirse que en una familia todos educan y son
educados.

Son, asimismo, los padres y madres quienes están en mejores condiciones, a causa de su cariño
desinteresado, de conseguir el aumento en autonomía de sus hijos e hijas y, por tanto, la
madurez: un crecimiento en libertad y responsabilidad que solamente es posible, de manera
armónica, cuando la familia soporta las decisiones personales, con su mezcla de aciertos y
errores.

La participación de los padres en la vida escolar parece tener repercusiones tales como:

• Una mayor autoestima de los niños y niñas.


• Un mejor rendimiento escolar.
• Mejores relaciones padres/madres e hijos/hijas.
• Actitudes más positivas de los padres y madres hacia la escuela.

Los efectos repercuten incluso en el profesorado, ya que los padres y madres consideran que
los más competentes son aquellos que trabajan con la familia (Pineault, 2001).

¿Cómo llevarlo a la práctica?

Es necesaria una nueva forma de enfocar la educación en la familia, que ha de tomar


conciencia de la necesidad de su participación en ámbitos sociales más amplios. Esto exige una
formación de padres y madres a través de programas.

Las propuestas han de ir enfocadas hacia intervenciones globales en las que se impliquen las
instituciones sociales, escolares y familiares, desde una perspectiva interactiva, ecológica y
comunitaria.

La escuela

La escuela se sitúa en el segundo espacio, de vital importancia, en la vida de los niños y niñas.

Entre sus objetivos se encuentra:

• Fomentar la participación.
• Cooperación.
• Colaboración entre el alumnado.

En consecuencia, la puesta en práctica de los valores comunitarios y democráticos que se


proponen en la familia y la escuela formarían parte de las experiencias y vivencias del
alumnado, desde los dos ámbitos en los que interactúa cada día, configurando su identidad y
autoconcepto.

La educación no se puede fragmentar, y la familia y escuela son entidades paralelas y


complementarias en este proceso, por ello la educación no tendrá éxito si no hay coherencia y
comunicación en los dos ámbitos.
¿Qué tipo de escuelas pueden responder a estas demandas?

Las escuelas pueden enfrentar esta función social y educativa de diferentes formas, tan válidas
unas como otras según los recursos y características de la comunidad.

• Escuelas que convocan a los profesionales de su comunidad educativa y forman un equipo de


voluntariado para cumplir con esta función.
• Escuelas que se agrupan con otras en una suma cualitativa de sus recursos humanos.
• Escuelas que contratan un sistema intermedio (centros de formación para padres y docentes)
que con un equipo de profesionales idóneos cumpla esta tarea.

¿Qué escuelas promueven esta formación?

No todas las escuelas tienen el estilo institucional para iniciar esta tarea. Adhieren a esta
propuesta aquellos centros educativos que:

• Están convencidas de la necesidad de la relación familia-escuela.


• Buscan la participación de la familia en las aulas.
• Tienen muy en cuenta la opinión de la familia frente a sus cambios y transformaciones.

Establecen diálogos cálidos, organizados, en donde la escuela se comunica con la familia de


forma integral y con la intención de compartir un trabajo en común.

Concluiré con este pensamiento: se han de unificar esfuerzos para superar las dificultades. Las
características de una nueva sociedad traen consigo la formación y el estilo de un profesorado
diferente. La familia debe aportar su granito de arena y asumir el compromiso de participar en
una tarea común parar poder atender positivamente a las necesidades afectivas, cognitivas de
los niños y niñas, así como de toda la comunidad educativa.

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