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PRIMER MISTERIO

En este misterio le pedimos a Jesús que imponga espiritualmente sus manos sobre nuestras cabezas y nos
libere de aquellos pensamientos hacia nuestros hermanos que van en contra de sus Divinos Pensamientos.

Reflexión:
¿Cuánto tiempo tú consumes cada día, y cuanta energía gastas, pensando en los errores de tus hermanos?

En adelante, al dar lugar a esos pensamientos, ten presente que ellos te desgastan, y contaminan a quienes están
cerca de ti haciendo daño de una manera silenciosa pero real a ti mismo y a quienes más amas. Esos
pensamientos son una de las armas más poderosas y frecuentes con las cuales Satanás intoxica tu alma, impide
tu verdadero crecimiento espiritual y te roba las bendiciones que Dios quisiera dar a tu vida y a la de tu familia.

Si te falta la alegría, si tus familiares no cambian de vida, y si las cosas no van mejor, entonces pregúntate, como
piensas de tu prójimo. Quizás cambiando lo interior, el Señor podrá trabajar más poderosamente en lo exterior.
Recuerda que al final de esta vida, cuando Dios venga a buscarte no te preguntará por los defectos y errores de
tus hermanos, sino por el amor que hayas tenido en tus pensamientos, palabras y obras.

Pide y decídete:

A partir de este momento a cuidar los pensamientos que vengan a ti, para recibir solo aquellos que vayan de
acuerdo al amor de Dios y rechazar el más pequeño pensamiento que se oponga a la caridad de Cristo.

Dice la Palabra de Dios:


“Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado
mucho amor.”. Lc. 7:47

Dice San Josemaría Escrivá de Balaguer:


“No admitas un mal pensamiento de nadie, aunque las palabras u obras del interesado den pie para juzgar así
razonablemente”

Un Padre Nuestro
1. De los pensamientos de juicio hacia el hermano. – Libérame Señor. Ave María…
2. De los pensamientos de condenación hacia el hermano. – Libérame Señor. Ave María…
3. De los pensamientos de rechazo hacia el hermano. – Libérame Señor. Ave María…
4. De los pensamientos de desconfianza crónica hacia el hermano. – Libérame Señor. Ave María…
5. De los pensamientos negativos, producidos por las heridas de la vida, aún no sanadas. – Libérame Señor. Ave
María…
6. De los pensamientos que se oponen a tu misericordia. – Libérame Señor. Ave María…
7. De los pensamientos que se oponen a ver lo bueno que hay en el otro. – Libérame Señor. Ave María…
8. De los pensamientos obsesivos hacia el otro. – Libérame Señor. Ave María…
9. De los pensamientos que nos roban la alegría de Dios y destruyen la vida comunitaria. – Libérame Señor. Ave
María…
10. De los pensamientos nos los cuales Satanás nos tiene cautivos. – Libérame Señor. Ave María…

Gloria…

Jaculatoria:
“Por el poder de tus Santas Llagas, provocadas en tu bendita cabeza y frente por la corona de espinas. Libérame
y sáname Señor”.

Oración:
“Señor Jesús, perdóname por las veces que con diversa clase de pensamientos negativos hacia algún hermano,
he abierto a Satanás las puertas de mi mente, de mi casa y de mi comunidad.
Con tu Preciosísima Sangre sella mi mente, para que de ahora en adelante, no me quiera justificar a mi mismo, y
que estando alerta, tenga la valentía de reconocer los pensamientos que vienen del maligno para rechazarlos por
medio del poder de la oración y de la verdadera caridad. Amén”.
La calidad de nuestros pensamientos, determinará la calidad de nuestra vida.
SEGUNDO MISTERIO

En este misterio le pedimos a Jesús que imponga espiritualmente sus manos sobre nuestro corazón y nos libere
de aquellos sentimientos hacia nuestros hermanos que van en contra de su Divino Corazón.

Reflexión:
Hermano o hermana, tu corazón es tan hermoso, y Dios lo ama tanto, que ha querido hacer de él templo de su
Santo Espíritu. Cuando tu corazón se llena de amor, de perdón y de misericordia, se transforma en un cielo, en el
cual Dios gusta de morar. Sin embargo, eso también lo sabe Satanás, por eso hace todo lo posible para llenar
poco a poco tu corazón de enojo, mal humor, antipatías, prejuicios y resentimientos. Una vez que logra introducir
cualquiera de estas emociones oscuras, el Espíritu Santo se entristece y debe marcharse, pues su santidad no le
permite habitar junto a esos malos sentimientos. Entonces el diablo ya tiene, por medio de esas emociones, la
llave para entrar todas las veces que quiera, y producir todo el daño que desee.

Tú podrás seguir orando, cantando y sirviendo, pero ya no lo harás con la unción de Dios, pues el maligno será el
dueño de ese corazón resentido.
En el corazón misericordioso de Cristo, solo hay lugar para quien no deja a ningún hermano o hermana afuera del
propio corazón. Por eso tu combate no es contra los demás, sino contra la cizaña de división que durante la
noche el maligno haya sembrado en tu corazón.

Pide y decídete:
A partir de este momento, de entrar en combate espiritual contra cualquier sentimiento que te impide amar y
abrazar a todas y a cada una de las personas que están cerca de ti.

Dice la Palabra de Dios:


“Pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores”. Rom
5:8
Y también: “Ámense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos. Con solicitud
incansable y fervor de espíritu, sirvan al Señor.” Rom 12:10-11

Dice san Pío de Pieltrecina:


“La caridad es la medida con la que el Señor nos juzgará a todos.”

Un Padre Nuestro

1. De los sentimientos hacia el hermano, que manchan mi corazón. – Libérame Señor.


2. De los sentimientos que nos llevan a desvalorizar al hermano. – Libérame Señor.
3. De los sentimientos que nos llevan a rechazar al hermano que piensa diferente. – Libérame Señor.
4. De los sentimientos de autocompasión y susceptibilidad que me llevan a sentirme ofendido por lo que hizo o
dijo el hermano. – Libérame Señor.
Ave María…
5. De los sentimientos que nos llevan a desear el mal a nuestros hermanos. – Libérame Señor. Ave María…
6. De los sentimientos de querer manejar la vida de los otros. – Libérame Señor. Ave María…
7. De los sentimientos con los cuales el maligno quiere dividirnos. – Libérame Señor. Ave María…
8. De los sentimientos negativos, que en nuestra familia se repiten en las diversas generaciones. – Libérame
Señor. Ave María…
9. De los sentimientos enfermizos que nos roban la paz de Dios y destruyen la vida comunitaria. – Libérame
Señor. Ave María…
10. De los resentimientos producidos a lo largo de la vida. – Libérame Señor. Ave María…

Gloria…

Jaculatoria:
“Por el poder de la Santa Llaga, provocada en tu Divino Corazón por medio de la lanza. Libérame y sáname
Señor”.

Oración:
“Señor Jesús, perdóname por las veces que he dado espacio en el santuario de mi corazón a las sombras de
oscuridad que astutamente Satanás fue proyectando en mi alma y que me llevaron a cerrar las puertas de mi
corazón a… (Nombre al hermano y bendígalo).
Con la Sangre y el agua que brotaron de tu pecho, sella mi corazón y todo las dimensiones del nivel emocional,
para que de ahora en adelante, no me quiera justificar a mi mismo, y que estando alerta, tenga la valentía de
reconocer los sentimientos negativos que se producen por las heridas de mi historia que aun no han sido
sanadas y de las cuales se aprovecha el maligno. Que pueda rechazar todo sentimiento de antipatía por medio del
poder de la oración y de la verdadera caridad. Amén”.

Nos ha tocado la mejor herencia: la perla de la caridad. San Camilo

TERCER MISTERIO

En este misterio le pedimos a Jesús que imponga espiritualmente sus manos sobre nuestros labios y nuestros
oídos y nos libere de participar de aquellas conversaciones que nos llevan a hablar de los defectos u errores de
los demás.

Reflexión:
Cuando Dios te soñó y te creó, te diseñó con oídos y labios, para que lleno tu corazón de su amor y de los
conocimientos que vienen de lo alto, lo pudieses transmitir con palabras y gestos a todos tus hermanos. Sin
embargo, Satanás con su astucia sabe como contaminar lo más bello, y corromper lo más sagrado, por lo cual al
no poder anular nuestra audición y nuestra voz ha querido contaminarlas, deformando el proyecto divino para la
comunicación entre las personas.

Cada vez que prestamos nuestros oídos a las criticas y a las murmuraciones, sean sobre hechos reales o no,
perdemos algo de la presencia de Dios y de la paz interior que de él procede. Cada vez que de nuestros labios
sale alguna palabra en contra del hermano y ensucia su buen nombre o lo hiere, entonces estamos hiriendo al
mismo Jesucristo, y renovando de algún modo el dolor de la crucifixión.

Pero no debe ser así, pues cada palabra queda escrita en el pensamiento de Dios y Dios nos ha enseñado por
medio de Santiago que: “Si alguien cree que es un hombre religioso, pero no domina su lengua, se engaña a sí
mismo y su religiosidad es vacía”. (Stgo. 1,26-27).

Pide y decídete:
Hoy y cada día a comenzar de nuevo, tomando conciencia de que puedes cambiar tu modo de comunicarte con
los demás; también trayendo luz y corrigiendo con amor a quienes quieran contaminar tu corazón por medio de la
crítica y el pesimismo.

Dice la Palabra de Dios:


“Yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de cualquier palabra inútil que hayan
pronunciado. Pues por tus propias palabras serás juzgado, y declarado inocente o culpable." (Mt. 12:36-37)

Y también:
"Quien quiera amar la vida y pasar días felices, cuide su lengua de hablar mal” 1Pe. 3:10

Dice S. Josemaría Escrivá de Balaguer: “No hagas crítica negativa: cuando no puedes alabar, cállate.”

Un Padre Nuestro

1. De oír o de pronunciar palabras de crítica en contra del hermano. – Libérame Señor. Ave María…
2. De oír o de pronunciar palabras que generan pesimismo y desesperanza. – Libérame Señor. Ave María…
3. De pronunciar palabras que contienen ironía. – Libérame Señor. Ave María…
4. De pronunciar palabras que manchan el buen nombre de otras personas. – Libérame Señor. Ave María…
5. De pronunciar palabras que tienden a manifestar los defectos del hermano. – Libérame Señor. Ave María…
6. De pronunciar juicios temerarios en contra del prójimo. – Libérame Señor. Ave María…
7. De pronunciar palabras punzantes o agresivas. – Libérame Señor. Ave María…
8. De pronunciar palabras con tono de superioridad o de desprecio. – Libérame Señor. Ave María…
9. De no dar testimonio en las conversaciones a quienes tienen poca fe. – Libérame Señor. Ave María…
10. De todo pecado en el hablar. – Libérame Señor. Ave María…

Gloria…

Jaculatoria:
“Señor por el poder de tus benditos labios y oídos y por cada palabra que pronunciaste en tu vida terrena,
edúcame para que reciba de tu santo Espíritu un nuevo modo de oír y de hablar.”

Oración:
“Señor Jesús, perdóname por las veces que he propiciado conversaciones que no venían de tu Santo Espíritu.
Solo tú conoces el daño que esas palabras pudieron haber producido en mí, en las personas a quien se lo conté, a
la persona de quien hablé y también a tu cuerpo místico. Lamento no poder volver el tiempo atrás para juntar las
palabras soltadas al aire. Pero Señor, a partir de hoy te pido junto al salmista que coloques, una guardia en mi
boca, un centinela a la puerta de mis labios. (Sal. 140,3)
Que sepa descubrir cuando el maligno se acerca a contaminar mis oídos y mi corazón por medio del que critica o
de quien está enfermo de negatividad y pesimismo. Que yo pueda ayudarlo a adquirir un nuevo modo de pensar y
de hablar desde mi discreción, valentía, prudencia y ejemplo.
Que el mal ya no tenga espacio en mis conversaciones, y que tus Ángeles y Tu mismo se alegren en todas la
charlas que de ahora en adelante he de tener. Amén”.

La murmuración es roña que ensucia y entorpece el apostolado. —Va contra la caridad, resta fuerzas, quita la paz,
y hace perder la unión con Dios.
S. Escrivá de Balaguer

CUARTO MISTERIO

En este misterio le pedimos a Jesús que bendiga nuestros ojos, para mirar a nuestros hermanos con su mirada.

Reflexión:
Cuando te estabas gestando en el vientre materno, Dios iba formando todo tu cuerpo con amor y de manera
particular tus ojos, pues ellos te ayudarían a contemplar la creación, a mirar por donde caminar y a descubrir las
particularidades de los rostros de cada persona.
Por medio de tus ojos, puedes transmitir a quien a ti se acerca, el amor y la aceptación, o por el contrario, puedes
decirle que no le quieres y que lo rechazas. Sin embargo, si Dios te ha dado los ojos, es para que mires a tus
hermanos y hermanas, como él los mira. Él sabe ver lo bueno que hay en ti y presta más atención a lo positivo
que a lo negativo.

En cambio el demonio, trata de resaltar lo negativo, tus pecados y defectos, para así desanimarte. Por lo cual
deberías imitar a Jesús en la manera de ver a cada persona y pedirle la gracia de que te preste sus ojos y su
manera de mirar. No lo dudes, si le entregas tu mirada interior y exterior, el Espíritu Santo la dulcificará, te
embellecerá y con solo una mirada de amor, estarás sembrando bendiciones en aquellas personas que están
junto a ti.

Pide y decídete:
Hoy y cada día que cada persona que Dios ponga frente a ti, se sienta abrazada y bendecida por tus miradas de
amor y de aceptación. Que puedas descubrir a Cristo, presente en cada persona de esta tierra.

Dice la Palabra de Dios:


“Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero,
ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad. Tener amor es
sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo.” (1 Cor. 13:4 -7)
También: “Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén
en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.” (Jn. 17:21)
Y también: “Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón". (1
Sam. 16,7)

Dice San Pío de Pieltrecina: Faltar a la caridad es como herir a Dios en la pupila de sus ojos. ¿Hay algo más
delicado que la pupila del ojo?

Un Padre Nuestro

1. Bendice mis ojos, para que vea de cada persona lo mejor. – Bendíceme Señor. Ave María…
2. Bendice mis ojos, para que aprenda a mirar con misericordia los defectos de mi prójimo. – Bendíceme Señor.
Ave María…
3. Bendice mis ojos, para que pueda descubrir las virtudes y talentos de cada persona. – Bendíceme Señor. Ave
María…
4. Bendice mis ojos, para que sepa cerrarlos a aquellos comportamientos que pudiesen fastidiarme. – Bendíceme
Señor. Ave María…
5. Bendice mi mirada, para que transmita tu amor. – Bendíceme Señor. Ave María…
6. Bendice mi mirada, para que transmita tu aceptación. – Bendíceme Señor. Ave María…
7. Bendice mi mirada, para que transmita tu alegría. – Bendíceme Señor. Ave María
8. Bendice mi mirada, para que transmita tu paz. – Bendíceme Señor. Ave María…
9. Bendice mi mirada, para que transmita tu aliento y fortaleza. – Bendíceme Señor. Ave María…
10. Bendice mi mirada, para que transmita tu amistad. – Bendíceme Señor. Ave María…

Gloria…
Jaculatoria:
“Señor Jesús, por el poder de tus benditos ojos, guíame cada día de mi vida, para que con solo mirar a mis
hermanos, pueda transmitirles tu amor.”

Oración:
“Señor Jesús, perdóname por las veces que he mirado a alguien de mala manera. Perdóname por las veces que
pude darle vuelta la cara, negarle el saludo o la sonrisa que, al menos por obligación le debo a cada hijo tuyo.
Sana Señor a esos hermanos o hermanas de las secuelas que este comportamiento pudo haberles dejado y
sáname también a mí, pues cada vez que miro sin amor, tú sientes un profundo dolor en tu corazón, al ver el daño
que yo mismo me estoy produciendo. Libera mis ojos de toda mirada ociosa, de toda mirada que pueda ensuciar
o dañar mi corazón.
A partir de hoy Señor, cada mañana quiero consagrarte mis ojos, para que ya no sean míos, sino tuyos y así tus
miradas en mi producirán todo el bien para el cual mis ojos han sido creados. Te alabo y te glorifico Señor por tu
mirada puesta en mí y por el don de los ojos renovados por tu Santo Espíritu. Amén”.

La persona que no tiene un corazón caritativo padece del peor de los males cardiacos. Autor anónimo

QUINTO MISTERIO

En este misterio le pedimos a Jesús que libere nuestros pies y nuestras manos, para que los pongamos al
servicio de nuestros hermanos.

Reflexión:
Cuando en la calidez del vientre de tu madre te ibas formando, Dios te miraba y se deleitaba en el desarrollo de
tus brazos, de tus manos, de tus piernas y de tus pies. El los alentaba para que cuando hubiesen crecido
totalmente, los pusieses al servicio de todos tus hermanos. Hoy dale gracias por cada paso que has dado a lo
largo de la vida para servir a quienes te necesitaron, y por cada vez que extendiste tus brazos para recibir a tu
prójimo. Sin embargo también debes pedirle a Dios que te perdone, por las veces que tus brazos han estado
ociosos, o los has puesto solamente al servicio de tus amigos.
Hoy es tiempo para comenzar de nuevo, redireccionando tus pasos al servicio de tus hermanos y extendiendo tus
manos en un servicio de autentico compromiso hacía quienes Dios te envía.

Pídele a Dios y decídete:


Para que hoy y cada día él guíe tus pasos por caminos en los que puedas guiar a otros en la verdadera paz; y que
al extender tus brazos seas sembrador de la amistad, la concordia y la armonía, que necesita la sociedad.

Dice la Palabra de Dios:


“El fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y
temperancia.” (Gal 5:22-23)
Y también:
“(Dios) nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su
presencia, por el amor.” (Ef. 1,4)

Dice San Pío de Pieltrecina:


La caridad es la reina de las virtudes. Como el hilo entrelaza las perlas, así la caridad a las otras virtudes; cuando
se rompe el hilo caen las perlas. Por eso cuando falta la caridad, las virtudes se pierden.

Un Padre Nuestro
1. Bendice mis piernas y mis pies, para que me sostengan y yo pueda sustentar a quienes me necesitan. –
Bendíceme Señor. Ave María…
2. Bendice mis piernas y mis pies, para que siga las huellas de amor y de perdón dejadas por Jesús. – Bendíceme
Señor. Ave María…
3. Bendice mis piernas y mis pies, para que jamás pisen al hermano. – Bendíceme Señor. Ave María…
4. Bendice mis piernas y mis pies, para que los ponga al servicio de quienes tienen dificultades para caminar. –
Bendíceme Señor. Ave María…
5. Bendice mis brazos y mis manos, para que nunca sean usados para lastimar a los demás. – Bendíceme Señor.
Ave María…
6. Bendice mis brazos y mis manos, para que estén extendidos para abrazar a todos. – Bendíceme Señor. Ave
María…
7. Bendice mis brazos y mis manos, para que sean como los del Padre Misericordioso y estén abiertos para
perdonar. – Bendíceme Señor. Ave María…
8. Bendice mis brazos y mis manos, para que puedan levantar a quienes caigan. – Bendíceme Señor. Ave María…
9. Bendice mis brazos y mis manos, para que sostengan a quien vacila. – Bendíceme Señor. Ave María…
10. Bendice mis brazos y mis manos, para que se comprometan en un servicio concreto y perseverante en la
propia comunidad. – Bendíceme Señor.
Ave María…

Gloria…

Jaculatoria:
“Señor Jesús, por el poder de las llagas de tus benditas manos y pies, libera y bendice mis manos y mis pies de
cualquier atadura que puedan estar impidiéndome dar más amor y asumir un compromiso de mayor servicio”

Oración:
“Señor Jesús, perdóname por las veces que he perdido tiempo y oportunidades al no ir donde tu me enviabas y
por no llegar a quienes me necesitaban.
Perdóname por las veces que he tenido los brazos cruzados, en lugar de tenerlos extendidos para recibir a todos
mis hermanos. Perdóname por los abrazos selectivos y por dar la espalda a quien debería haber extendido la
mano. Perdóname también por los pecados de omisión.

Hoy, puesto en tu presencia, te consagro mis pies, para ir donde tu me indiques, ayúdame a caminar tras tus
huellas y a no apartarme nunca del camino de la verdadera caridad.
Te consagro mis brazos y mis manos, llénalos del poder de tu amor, para que pueda acariciar con tu pureza a
quien necesita de tu amor y sostener con tu fuerza a quien vacila por el peso de las cargas de la vida.
Gracias Señor porque tu Espíritu me alienta a comenzar con una nueva actitud a servir a mis hermanos. Amén.”

La caridad no busca jamás la propia comodidad. San Camilo

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