Presentación del libro: El canto del volcán, música, músicos y otras historias.
Psic. Luis Martínez V
“Somos la medida exacta de nuestra historia”
En algún momento de nuestra vida, de niños jóvenes o viejos, mujer u
hombre, estudiante o profesionista, ignaro o letrado, educador o psicólogo, contador o abogado, nos hemos preguntado irremediablemente qué es lo que somos. Tal vez, como una primera respuesta tentativa, empezaríamos o trataríamos de describirnos físicamente: altos, bajos, rellenitos, flacuchos, barbudos, lampiños, morenos, blancos, ojos cafés, ojos azules, etc., pero estos retratos no sólo serían imprecisos, sino por demás carentes de profundidad.
Tal vez intentaríamos hablar de otros aspectos o características como el
ser fuerte, orgulloso, débil, inteligente, inseguro, etc., o de otras cualidades emotivas: enojón, tierno, simpático, amoroso (jajaja no me estoy describiendo), pero nuevamente estas descripciones carecerían de fondo, de estructura. Tal vez si añadiéramos nuestros estados de ánimo: alegre, triste, pensativo, ensimismado, etc., pudiéramos acércanos un poco más a esa respuesta de lo que somos, pero nuevamente quedaría imprecisa, incompleta.
¿Habrá alguna forma de responder a esa interrogante de lo que somos?:
sí. Somos historia, somos un relato, una historia breve: un cuento, una historia larga: una novela. De drama, de tragedia, cómica, de terror (como los periodos de evaluación), de ficción. Somos narrativa, prosa, somos discurso: palabra somos y en palabra nos convertiremos. Y tenemos una historia antes de nacer, y tendremos muchas después de morir. Es ella, la palabra, esencia y materia prima del análisis psicoanalítico, esencia y materia prima de los procesos educativos, que nos da nuestra naturaleza humana, nuestro código fuente. Presentación del libro: El canto del volcán, música, músicos y otras historias. Psic. Luis Martínez V
Es a través de ella (la palabra) que podemos conocer y conocernos, es a
través de ella, mediadora de lo interno y lo externo, del pensamiento y la voz, forma de comunicarnos con los otros. Y dejamos de lado ese monólogo, a ese soliloquio, para volcarlo en diálogo exquisito, lleno de significados, lo que se dice que es, y de significantes: lo que representa para nosotros. Y es entonces que presenciamos esta danza lúdica entre lo que es, y lo que representa.
Pensemos en la palabra silla. Es un concepto (significado) concreto, al
menos en nuestra realidad, y podríamos coincidir en que es un objeto con patas y respaldos, aunque esto es relativo, porque cada uno de uno de nosotros se imaginó (significante) una silla distinta, diferente no solo de forma o color, tamaño y uso, sino también de tiempos y espacios (la silla de nuestra casa o la silla de la escuela de nuestra infancia).
Ahora tratemos de imaginar un concepto (significante), por demás
abstracto, como podría ser: el amor. Estamos seguros que no podríamos definir sus cualidades o características a partir del significado, ni de forma ni de color, ni de tamaño. Aunque eso sí, los significantes se desbordarían en una multiplicidad voraz, lejos muy lejos de los fetiches característicos de un 14 de febrero.
Imaginemos estos procesos cognitivos, entre conceptos (palabras)
concretas y abstractas cuando leemos un libro, un cuento, una novela, un poema, nuestra vida misma hecha una historia. Los conceptos concretos muy probablemente los podamos interpretar e inferir de manera cercana con los del autor, aunque de manera imprecisa, en cambio los conceptos abstractos, estos significantes, se expresarán a partir de nuestra propia experiencia, nuestra subjetiva, nuestro inconsciente, a través de nuestra fantasía. Es decir, cuando Presentación del libro: El canto del volcán, música, músicos y otras historias. Psic. Luis Martínez V
leemos alguna obra literaria, en esencia no estamos leyendo al autor, sino, a
nosotros mismos: ¡dime que lees y te diré quien eres!
Ahora imaginemos lo complejo del proceso de crear a partir de estos
elementos esenciales, significado y significante, lo que dice ser y lo que interpretamos, para construir o edificar una historia. Todos en algún momento de nuestra vida, hemos intentado escribir un poema, una canción, un cuento, una novela. Hemos intentando contar una historia, nuestra propia historia. Hacemos una interpretación de nuestra propia experiencia.
Así nos volcamos a las letras, a las palabras, las entretejemos y
formamos oraciones, párrafos, cuartillas, libros, en donde la esencia misma de nuestra subjetiva se articula con la subjetividad del lector, una interacción de intersubjetividades. Deseos, pensamientos, temores, recuerdos, emociones, afectividades, verdaderos o ficticios van cubriendo ese esqueleto de significados y significantes, de conceptos, hasta cubrirlo todo, y darle sustancia a un poema, a un cuento, a una novela, a una historia, a una vida: nuestra historia, nuestra vida.