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Erradicación drástica

de la pobreza en Venezuela

Carlos Urdaneta Finucci


Erradicación drástica de la pobreza en Venezuela
Carlos Urdaneta Finucci
2007

ISBN: 978-980-388-972-0
Depósito legal: lf54520073203106
Colección Ares N° 95, serie Fuera de Serie
Coedición Universidad Monteávila

Corrección de estilo: Jesús Marrero C. y María Elena D’alessandro
Correctora: Vanessa Hidalgo Freire
Portada: Himara Rodríguez
Fotografía de portada: Yanny Montilla Archivo El Nacional
Arte final: Ediplus producción, C.A. Preprensa
e impresión: Industria Gráfica Integral

Editorial CEC, S.A.
RIF: J-30448800-9

libros@el-nacional.com Apartado postal


75194, Caracas 1071-A Venezuela

Todos los derechos reservados.


Agradecimientos

Las ideas básicas de este estudio han sido desarrolladas por el economista
y profesor Carlos Urdaneta Finucci. El profesor Jesús Marrero Carpio ha ac-
tuado fundamentalmente como corrector de estilo, pero también sugiriendo
numerosas mejoras que han permitido perfeccionar el presente trabajo.
Asimismo, cabe destacar el apoyo inestimable del doctor Chi Yi Chen,
quien ha revisado todos o casi todos los capítulos del presente trabajo y nos
ha hecho valiosas sugerencias y aportes. Él ha insistido, sobre todo, en la
necesidad de proporcionar, en el corto plazo, un plan para ofrecer el mayor
número posible de empleos a la población.
Asimismo, el economista Hugo Romero nos ha hecho observaciones
que hemos introducido en el texto del el capítulo IV; y la educadora Gisela
Romero ha efectuado mejoras al capítulo referido a la educación.
Ignacio Antiveros atendió a nuestra solicitud proporcionándonos la
información estadística sobre un buen número de áreas.
Javier Reyes no sólo ha hecho correcciones al capítulo V sobre el “Capi-
tal Moral” sino también ha contribuido haciendo aportes adicionales a ese
tema. Con respecto a puntos específicos de algunas otras partes del texto,
hemos contado con opiniones de gran utilidad que nos han proporcionado
los economistas José María Benzo, Domingo Fontiveros, Francisco Faraco,
Juan Müler, José Martínez Terrero S. J., y, en particular, con respecto a los
capítulos que tratan sobre petróleo, Frank Alcook nos ha aportado útiles
observaciones. También hemos sido favorecidos con comentarios sobre te-
mas muy puntuales que nos han ofrecido: Enrique Pérez Olivares, Antonio
Luis Cárdenas C., Valmore Acevedo, P. Aldo Fonti, Samuel Hurtado, Juan
Uslar, Leonardo Pizani, Jhon Zurimendi y Alex Campos y muchos otros
especialistas que se nombran en el texto.

V
Nota preliminar

Durante los primeros dieciocho años de mi vida de casado me tocó


convivir con varias familias pobres que habitaban en ranchos a ambos cos-
tados de mi casa. Como para entrar en mi hogar, necesariamente veía y era
visto por mis vecinos, surgió un trato amigable que duró todos esos años,
ya que tuve la oportunidad de prestarles algunos servicios, e incluso aporté
mis observaciones sobre cómo afrontar algunos de sus problemas. Dieciocho
años son mucho tiempo, por lo que fueron numerosas las ocasiones que
nos permitieron conocernos mejor. Pude observar que la manera de pensar
y la conducta de todos ellos era común o semejante, así como también su
forma de resolver los problemas era muy parecida. Sin embargo, descubrí
que mi modo de enfocar esos problemas era diferente. Esa convivencia me
causó una honda impresión y despertó en mí el interés por el “problema
de la pobreza”. Sin duda alguna, la vida de los pobres es mucho más dura
y difícil de lo que somos capaces de imaginar quienes no estamos en esa
situación.
Durante esos mismos años tuve la oportunidad de conocer la obra del
antropólogo norteamericano Oscar Lewis. La lectura de su libro Los hijos
de Sánchez (1965), me impactó profundamente porque encontré en él, que
los rasgos que Lewis les atribuía a los pobres por él estudiados en México,
eran muy similares a los que yo observaba en mis vecinos. No solamente se
trataba de los rasgos exteriores sino de los patrones de conducta que seguían,
los cuales eran, precisamente, los que más nos diferenciaban y contrastaban
con mi manera de actuar. Este hecho creó en mí la necesidad de estudiar
a fondo la pobreza, razón por la cual, me propuse y logré abrir un curso
sobre la marginalidad, en la Universidad Simón Bolívar de Caracas, que
también fue dictado después en los últimos años de estudio de la Escuela
de Politología de la Universidad Central de Venezuela.
En los años siguientes, en la medida en que me vi liberado de mis cargas
profesionales y de negocios, decidí continuar estudiando el problema y he
publicado dos libros sobre el tema, los cuales han sido texto de estudio de
un seminario que dicté por ocho años a los estudiantes de 4to y 5to año de
la Facultad de Economía de la Universidad Católica Andrés Bello y ahora
este tercer libro.
VII
El presente trabajo tiene por objeto concentrarse en el estudio de los
principales o más importantes problemas que afectan el funcionamiento y
el desarrollo de la economía venezolana y han dado lugar al doloroso drama
de la pobreza, estudiando ciertas fallas, inconsistencias o errores que han
actuado en la sociedad venezolana.
Comenzaremos por presentar un esquema que resume el diagnóstico de
las causas más inmediatas de la pobreza. Las causas remotas o más profundas
de la pobreza se examinan en los distintos capítulos de este estudio en el que
se proponen algunas “novedades” que nos conducirán a caminos de solución
diferentes de los que hasta el presente se han trajinado en Venezuela.
Queremos resaltar que “el problema” fundamental a solucionar en la
Venezuela actual es la pobreza; lo cual justifica todos los esfuerzos que se
hagan por estudiar sus causas y su superación. Afortunadamente, hoy en día
hay un consenso cada vez más generalizado de que la pobreza es el principal
problema de los países subdesarrollados o en desarrollo. Sin embargo, a pesar
de los grandes esfuerzos realizados, sobre todo a partir de los años noventa,
no se ha logrado resolver ese problema. Por ejemplo, en los primeros años
de este tercer milenio, en América Latina había disminuido en una canti-
dad muy pequeña la pobreza relativa, (el porcentaje de pobres respecto al
total de la población) pero la pobreza absoluta, (que es el número total de
pobres) ha seguido creciendo y, para colmo, el grado de desigualdad entre
los ciudadanos es el mayor del planeta, sólo superado por los países que
están al sur del Sahara. Desdichadamente, aun cuando ya en el año 2005
se disminuyó en algo la pobreza absoluta, las actuales desigualdades siguen
creando una gran tensión política que tiende a desestabilizar nuestros países.
Para el momento en el que se escribe esta introducción no hay duda alguna
de que la ideología de la mayoría de los gobernantes de América Latina está
muy alejada de la propuesta de solución que se empezó a aplicar a fines del
decenio de 1980 y hasta principios del presente milenio.
Durante esos años ochenta, hubo un gran temor entre los acreedores
de la deuda externa. Pensaban que los países deudores podían dejar de
cancelarles la deuda. Tal hecho produjo entre los acreedores de la deuda
externa latinoamericana, un consenso para aprobar la renegociación de los
créditos a fin de alargar los plazos para el pago y reducir los intereses así como
otorgar algunas otras ventajas. Pero esta renegociación estaba condicionada
a que se aplicaran unas nuevas políticas económicas que aseguraran que
los gobiernos o países deudores pudiesen realmente ahorrar y disponer del
dinero suficiente para el pago o servicio de la deuda.
A fines de los años ochenta se acordaron entre los países acreedores y las
organizaciones multilaterales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario,
las políticas a ser aplicadas en los países deudores, las cuales se concretaron
en el llamado “Consenso de Washington”. Los banqueros acreedores se
organizaron en un solo grupo y renegociaron la deuda externa con cada
VIII
país deudor por separado, y cerraron acuerdos dentro de lo que se llamó
el “Plan Brady”, condicionando cada renegociación a que fuesen aplicadas
las políticas establecidas por el Consenso de Washington, mediante el cual,
los países deudores aceptaban ser inspeccionados por el Banco Mundial y el
Fondo Monetario Internacional para verificar si efectivamente se cumplían
tales políticas.
Nuestros países firmaron “cartas de intención” en las que se “les obligó
a cumplir” lo acordado. Así, en Venezuela, durante el segundo gobierno
de Carlos Andrés Pérez, se aplicaron con una rapidez vertiginosa todas
las normas de políticas de aquel consenso, lo que nos condujo, en tiempo
“récord”, a lo que se llamó una “economía abierta” en el sector privado. En
pocos meses se abolieron los subsidios, se bajaron los impuestos de adua-
nas a tal punto que muchas empresas protegidas de la competencia de los
productores extranjeros quebraron o dejaron de existir; se eliminó la regu-
lación de precios y se los dejó fluctuar libremente, de acuerdo con la oferta
y la demanda, por lo que ya no estuvieron sujetos a regulación. Lo mismo
ocurrió con las tasas de interés y el tipo de cambio, el cual se dejó fluctuar
según la inflación para mantenerlo a un nivel que les permitiera competir
a los productores de nuestro país con los productores de otros países con
base en la llamada “paridad del poder adquisitivo”1.
Por otra parte, si bien las reformas de “la economía de mercado y de la
apertura económica” fundadas en el Consenso de Washington se aplicaron
en toda su magnitud y extensión en casi todos los campos de la economía
del sector privado (con la excepción del sector automotriz), no fue posible
imponerlas al sector público o al Gobierno de Venezuela. Las pretensio-
nes de privatizar empresas y servicios públicos se limitaron a poca cosa y
principalmente, se aplicaron a un poco menos de la mitad del capital de la
Cantv y las demás privatizaciones tuvieron poca significación. En materia
de reducción, eliminación o simplificación de las disposiciones legales y los
trámites que dificultan las inversiones y las transacciones comerciales, casi
no fueron tocados2.
A fines de la década de los noventa y sobre todo, en los primeros años que
corren del siglo XXI, se pudo observar que esas políticas no proporcionaron
las ventajas esperadas, lo que ha creado una crisis de credibilidad en todo el

1
La paridad del poder adquisitivo del bolívar, con respecto a Estados Unidos, significa: ¿Cuántos
bolívares se necesitan para comprar en Venezuela lo mismo que se puede comprar con un dólar? Si se
requieren, por ejemplo, Bs. 2.000 por dólar, se trata de establecer ese tipo de cambio que mantenga ese
mismo poder de compra. En consecuencia, si en Venezuela hay inflación se irá depreciando el bolívar
para que se mantenga el mismo poder de compra.
2
En Argentina sí se privatizó un importante número de empresas y servicios públicos, pero aumentó
excesivamente la deuda externa y este hecho, tuvo mucho que ver con la quiebra de Argentina y la
suspensión unilateral de los pagos de su deuda. Hubo un momento en que el país fue incapaz de pagar
los intereses.

IX
continente, puesto que, en la factibilidad y el éxito de esas políticas, se habían
puesto grandes esperanzas. Especialmente después de haber sufrido el gran
fracaso de los años ochenta, años que se denominaron la “década perdida”,
durante la cual, el ingreso per cápita en vez de aumentar disminuyó.
Si bien el ingreso per cápita promedio se mantuvo en los años noventa,
y más bien creció en una cantidad insignificante, ocurrió que aumentó la
pobreza en cifras absolutas y, sobre todo, en el grado de desigualdad social y
económica, creando así mayores tensiones que han dado pie al surgimiento y
al apoyo de partidos radicales o de índole socialista, algunos de ellos opuestos
a las ideas fundamentales de la economía de mercado.
¿Por qué no dieron resultado las políticas propuestas por el Consenso
de Washington? ¿Por qué no atinó el Banco Mundial en la solución del
problema de la pobreza? ¿Por qué no se han venido cumpliendo las metas
moderadas de las Naciones Unidas en cuanto a la reducción de la pobreza
mundial a la mitad para el año 2015? Se han dado muchas explicaciones,
incluida la del mismo autor de la propuesta del Consenso de Washington,
pero, a nuestro entender, lo que parece haber ocurrido es que el funcio-
namiento de una economía de mercado requiere que se cumplan ciertos
requisitos previos que no se dan en nuestras economías. Desde este punto
de vista, se propone en el presente estudio la necesidad de satisfacer tales
requisitos previos, que no sólo permitan el buen funcionamiento del mer-
cado y la inevitable apertura económica al mundo de la globalización, sino
que, sobre todo, esperamos que satisfagan las condiciones de equidad que,
en países como los nuestros, donde las desigualdades son extremas y donde
la pobreza alcanza cifras absolutamente impresionantes, se imponen como
demandas de la justicia.
Si en algo ha atinado el presidente Hugo Chávez ha sido en señalar que
el objetivo principal es atacar las desigualdades sociales. Se puede estar en
profundo desacuerdo con la manera de solucionar el problema mediante las
políticas que él lleva a cabo. Más aún, se puede pensar que ése no es su verda-
dero objetivo, sino que son otros sus móviles; pero muchos de los que sufren
la pobreza creen en él y consideran que sus palabras y sus programas de ataque
a las desigualdades los ayudarán en algo o los beneficiarán en el futuro.
Por otra parte, el Banco Mundial, que cuenta con más de diez mil
especialistas y tiene más de cien oficinas en los distintos países del globo,
no ha atinado con la solución y, cada vez más, se ve claramente en sus in-
formes anuales sobre el desarrollo de nuestros países, que parece faltarle un
enfoque realmente eficiente para atacar y resolver con rapidez los problemas
fundamentales de la pobreza que, hoy por hoy, concentran la atención
de todo el tema del desarrollo económico. No tenemos duda de que el
Banco Mundial tiene los especialistas más competentes y mejor pagados
del mundo, no únicamente en el campo de la economía, sino en todos los
demás campos que se vinculan de una u otra manera con el problema de la
X
pobreza; y tampoco tenemos duda de su gran competencia, no sólo teórica
sino práctica, que abarca lo que ocurre en los países del mundo entero. Sin
embargo, hay algo que está fallando.
Por eso, nos parece necesario y encomiable que instituciones de nues-
tros propios países, que somos los interesados, emulemos la iniciativa de la
Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, de encomendar a su Centro
de Investigaciones Económicas y Sociales el estudio de los problemas de la
pobreza en Venezuela. A nuestro entender, hay un gran desconcierto respecto
a cómo atacar el problema de la pobreza. Prueba de ello es que las institu-
ciones internacionales como el Banco Mundial e inclusive la Corporación
Andina de Fomento solicitan ideas, a quienes deseen proporcionárselas a
través de Internet, sobre el tema de la superación de la pobreza. Pensamos
que, si bien ello es una actitud humilde y sabia, es también una clara señal
de que estamos viviendo una situación de perplejidad en la manera de atacar
con eficiencia los problemas de la pobreza y el subdesarrollo. Por esta razón,
la iniciativa de la Universidad antes mencionada, es inapreciable y debería
ser multiplicada no sólo en Venezuela, sino en todos los demás países de
América Latina y en todos aquellos que se encuentran en condición de
subdesarrollo.
En apoyo a esta aseveración y siguiendo la afirmación que hizo el eco-
nomista Ricardo Hausman, de que “toda la gente sana tiene algo en común,
pero los enfermos pueden serlo por muchas razones diferentes. El reto del
desarrollo es entender que en cada región del mundo puede toparse con
obstáculos muy diferentes”3 (Hausman, 2005).
Lo anterior nos permite decir que las causas de la pobreza, su naturaleza
y por ende las soluciones pueden variar de un país a otro y también, en las
regiones de un mismo país y, como pueden intervenir muchos factores, más
de los que hasta ahora podemos apreciar o medir, el estudio de la solución
del problema de la pobreza, y de aquellos otros de naturaleza económica y
política que le son conexos es complejo por lo que requiere de la contribu-
ción de muchas instituciones, de numerosos investigadores y de gente con
capacidad creativa y emprendedora, que entienda claramente que la pobreza
es nuestro principal problema.
En consecuencia ¿cómo no pensar que en nuestros países deben mul-
tiplicarse los esfuerzos por diagnosticar apropiadamente la pobreza y todo
lo que con ella se relaciona al tiempo que, se investiguen y se adopten las
soluciones que convengan a nuestras propias particularidades?
En el presente trabajo, nos hemos atrevido a enfrentar esa ingente tarea
con la esperanza de lograr un diagnóstico; pero, sobre todo, de aportar
caminos para afrontar y superar el problema de la pobreza en el que se han

3
(2005, octubre 24). Entrevista a Ricardo Hausman. El Nacional.

XI
invertido unos siete años, y esperamos que sea útil para fomentar la discu-
sión con expertos que hagan posible un acercamiento mayor a los caminos
que nos permitan convertir a la mayoría de los pobres en una numerosa y
poderosa clase media. Estamos plenamente conscientes de que las propues-
tas de solución a los problemas económicos del país aquí planteados están
sujetas a las condiciones que existan para el momento en el que deban ser
aplicadas.
También, consideramos oportuno indicar que la redacción de todo este
informe se ha hecho de tal manera, que sea asequible al mayor número de los
interesados. Creemos que los problemas económicos son esencialmente de
sentido común, nos hemos propuesto explicarlos con la mayor sencillez, de
modo que puedan ser captados sin dificultad por quienes no tengan conoci-
mientos especializados de economía. Sin embargo, en algunos casos, hemos
creído oportuno incluir algunas explicaciones técnicas para los especialistas,
las cuales se hacen al pie de página y no dentro del texto del estudio.
El presente estudio está compuesto por tres partes:
La parte “A” trata sobre la oferta de los trabajadores, en ella se examinan
la cantidad y la calidad de trabajadores disponibles en el país, es decir, de
la fuerza de trabajo y de su calificación para cumplir las diferentes tareas u
oficios que existen en la nación. Se trata también de las limitaciones que
poseen y que dificultan el aumento de sus ingresos. Se dedican los últimos
cuatro de estos siete capítulos a la forma de mejorar la mano de obra y la
calidad de los trabajadores del país. La parte “B” versa sobre la demanda de
los trabajadores, es decir, sobre las oportunidades de empleo que ofrecen
los empresarios cuando amplían sus negocios o crean nuevas empresas y,
también, cuando el Gobierno aumenta las obras públicas o da más empleos
a los trabajadores disponibles en el país. Se hace un diagnóstico de la oferta
o fuentes de trabajo que se caracterizan por ser insuficientes, pero también
se atiende a problemas específicos, como los que presenta la economía
informal, y se proponen algunas soluciones. La parte “C” se refiere a los
efectos de la economía petrolera en nuestro país.
Es importante destacar que casi todas las propuestas básicas que aquí
se presentan podrían contar con apoyo popular, pues, es posible lograr que
cada ciudadano aprecie en qué y en cuánto lo benefician personalmente,
y esto debe ocurrir en un grado mayor que en las políticas que se aplican
en la actualidad. Para finalizar, queremos transcribir aquí las palabras que
sobre el presente trabajo ofreció el rector de la Universidad Monteávila, Dr.
Joaquín Rodríguez Alonso:

Estimulados por la necesidad de aportar ideas y soluciones para


superar la pobreza, hace más de seis años el entonces rector de la
Universidad Monteávila, Dr. Enrique Pérez Olivares, le planteó al
economista Carlos Urdaneta Finucci la conveniencia de que se ocu-
XII
para en la búsqueda de ideas y soluciones que ayudaran a erradicar
la pobreza y de este modo, sumáramos nuestros esfuerzos a los ya
existentes en otras instituciones. Para tal fin, le pidió que se encargara
de profundizar el problema de la pobreza en Venezuela.
Nos hemos atrevido a enfrentar esa tarea en la esperanza de lograr un
diagnóstico lo más completo posible; pero, sobre todo, de aportar
nuevos caminos para afrontar y superar la pobreza. Una vez revisado
el borrador del presente libro, es opinión de las autoridades de la
Universidad Monteávila que el presente libro contiene conceptos
fundamentales e ideas útiles para atacar el problema de la pobreza,
que merecen ser divulgadas.

XIII
Introducción

Como trataremos de demostrar a lo largo de este libro, la pobreza es un


problema producto de la conjunción de múltiples causas de muy diversas
índoles (ver Esquema de las causas de la pobreza). Por ello, este problema no
puede ser solucionado con “medidas asistencialistas” que sólo “alivian” tran-
sitoriamente mientras se las aplica, pero que no corrigen de raíz ninguna de
sus causas. Tampoco se propone aquí, como primer objetivo, el aumento del
crecimiento económico creando condiciones que estimulen las inversiones.
Tal cosa es necesaria pero insuficiente, como explicamos en los capítulos I
y II, ya que existen demasiados trabajadores no calificados y los salarios que
reciben los pocos que logran obtener empleo son mínimos, con el agravante
de que desde hace muchos años nuestra economía ha mostrado ser cíclica, las
recesiones y la prosperidad se suceden con la rapidez de una montaña rusa.
Por contraste, lo que ocurre en la práctica con el crecimiento económico
es un incremento de la concentración de los ingresos en pocas manos y un
aumento de las desigualdades. En consecuencia, si se quiere atacar la pobreza
a fondo y erradicarla no sólo en el presente sino en las próximas generaciones,
es preciso que actuemos con el sentido común de un padre o una madre
de familia que saben que para que sus hijos no lleguen a ser pobres o mar-
ginales y pasen a pertenecer a la clase media es preciso que estudien hasta
alcanzar una profesión o un oficio. Todos sabemos que, salvo excepciones,
el camino más seguro para pertenecer a la clase media es cursando estudios
técnicos superiores o universitarios en oficios económicamente productivos,
y en la medida en que un buen número de personas se forme en oficios
productivos, el país prosperará y esa prosperidad crea oportunidades de
trabajo para aquellos otros estudiantes que se dediquen a otras opciones no
tan productivas pero que enriquezcan nuestro nivel cultural.
La realidad ratifica esa manera de pensar. Hoy en día, el desarrollo cientí-
fico hace posible que Estados Unidos alimente a toda su población con apenas
el 3% o menos de la población activa. Por otra parte, cada vez es más difícil
hacer carrera en el sector industrial pues en la gran mayoría de los países se
reduce el número de trabajadores industriales por causa de la automatización
y la robotización. Hoy, las nuevas fuentes de empleo se concentran en el sector
de “servicios calificados”, por lo que es imprescindible preparase hasta alcanzar
XVI
los niveles superiores de educación. Sólo así se creará una gran clase media
que, además de reducir la pobreza, sea mucho más inmune a los “populismos”
que desestabilizan la democracia y la economía. Por eso, proponemos darle
a los estudios la prioridad sobre cualquier otra alternativa.

LA EDUCACIÓN FORMAL
Si las escuelas y liceos ubicados en los sectores más pobres ofrecen a
los estudiantes el turno completo para que sean tutoreados en las tardes,
durante el tiempo de estudio y en la elaboración de las tareas, se reduciría
notablemente la repitencia. Faltaría aún por resolver tres problemas de los
más resaltantes de la actual educación: la cobertura, la calidad y la reforma
de su administración.
Para alcanzar la cobertura máxima, se estima necesario proporcionar-
le a los alumnos de los planteles ubicados en los sectores pobres del país
alimentación completa en la escuela y liceos durante los 365 días del año;
así como también la vestimenta y los útiles escolares y deportivos; además
la aplicación de programas de entretenimiento, culturales y otros durante
los fines de semana y las vacaciones. Estos beneficios se extenderían a los
alumnos egresados de esos liceos durante su permanencia en los tecnológicos
y universidades.
Por otra parte, conviene acabar con el centralismo administrativo de la
educación. Para alcanzar este objetivo se propone organizar a los maestros y
profesores de todos los planteles educativos en cooperativas, o todavía mejor,
en asociaciones civiles como las que suelen formar los contadores y abogados
y en cuyas directivas participen los padres o representantes cuando se trate
de escuelas y liceos. Se lograría, con todo ello, los siguientes objetivos:
1. Durante la presente generación se reduce drásticamente la pobreza en
un tiempo no mayor que el que se tome construir o alquilar los planteles y
contratar a los profesores que se necesiten. Las madres pueden aprovechar
su tiempo libre, aprendiendo un oficio en la institución que corresponda,
donde se les proveería de alimento y transporte durante el curso.
En la medida en que los jóvenes de la presente generación se gradúen
en los niveles superiores y logren empleos bien remunerados, estarán en
condiciones de sufragar, al menos parcialmente, la educación de sus hijos.
Serán parte de la clase media. Habrán “salido de abajo” tanto ellos como sus
hijos y se erradicará de ellos el sentimiento de incapacidad o impotencia. El
Estado perdería así la importancia que tiene hoy en sus vidas4.
Se estima que desde el instante en que la población confíe en el plan
propuesto, comenzará a comportarse políticamente como clase media,

4
Obsérvese que si bien el plan propuesto parece “asistencialista”, resuelve no sólo la pobreza actual sino
la futura. Es una medida de fondo contra la pobreza y técnicamente se puede definir como un plan
completo de “formación de capital humano”.

XVI
facilitando la consolidación de la democracia y la estabilidad política y
económica; todo lo cual estimulará la inversión y el empleo. Los que por
cualquier causa no logren incorporarse al proceso educativo o lo abandonen,
serán el menor grupo y, por su relativa escasez, subirá el salario de los oficios
menores como ha ocurrido en los países desarrollados5.
Alimentar, vestir y proveer de útiles escolares y de entretenimiento a los
millones de estudiantes pobres, implica que los proveedores produzcan gran-
des volúmenes, por lo que si se dispone del pago garantizado (por la banca
y otros medios) y si los contratos se procesan mediante un mercado ad hoc
transparente y competitivo, será posible abaratar los costos y producir esos
bienes en el país, aumentando apreciablemente las fuentes de empleo. Si ade-
más, los contratos son a mediano y largo plazo, es probable que reduzcan aún
más los costos y se mejore la calidad y que pueda desarrollarse la exportación
de algunos de esos bienes. En consecuencia no está reñido el presente plan
con el crecimiento económico ni con la creación de fuentes de empleo.
2. Para reforzar la calidad de la educación se podría otorgar autonomía a
los planteles educativos y libertad a los padres de familia y a los estudiantes
universitarios para que escojan el plantel educativo de su preferencia. Se
podrían abrir cuentas bancarias o tarjetas de crédito a favor de los padres y
estudiantes universitarios, que sólo podrían ser usadas para pagar las ma-
trículas de las instituciones docentes y los aportes a la empresa evaluadora
de los planteles educativos6. Estas últimas empresas surgirían como hon-
gos, pues no requieren de mayor capital y, al igual que en Estados Unidos,
competirían entre sí y ofrecerían informes de evaluación comparativos de
los distintos planteles educativos.
Estos informes ayudarían a los padres y estudiantes a informarse de la
calidad de las instituciones educativas y al Ministerio de Educación para ins-
peccionar y sancionar a los planteles ineficientes y violadores de las normas.
Pero, sobre todo, los informes inducirían a las directivas de los planteles a
corregir sus imperfecciones; todo lo cual permitiría reducir gastos y liberar
fondos para que, entre otras finalidades, se aumenten los salarios de los
profesores que cumplan razonablemente su misión7.
Respecto al financiamiento de un plan tan ambicioso como el presente,

5
Reconocemos que este tipo de política debe aplicarse también en los demás países latinoamericanos.
Si esto no es posible, será difícil contener la afluencia de inmigrantes de esos países a Venezuela (Véase
capítulo II).
6
Similar mecanismo podría usarse para que los sectores pobres escojan y paguen los seguros médicos
de su preferencia.
7
Pero éstas no son las únicas medidas para mejorar la calidad de la educación. Dada la gran importancia
que hoy se le da a la educación para resolver el problema del subdesarrollo económico y político, es muy
probable que un plan masivo de entrenamiento en nuestro país, y sobre todo en el exterior, capacite o
perfeccione a nuestros maestros y profesores universitarios, contando con la cooperación y ayuda de los
centros educativos de excelencia y de los gobiernos de los países desarrollados.

XVI
no tendríamos duda en afirmar que, si el barril de petróleo ronda los 50
dólares, como ocurrió a finales del año 2006, no habría problemas para
financiarlo. Es más, aun cuando el precio bajara a niveles inferiores, todavía
habría fondos para financiarlo. Tal cosa es cierta en tanto en cuanto se estime
la solución de la pobreza como la prioridad principal del país.
Por ejemplo, en años pasados, el rector de la Universidad Católica Andrés
Bello (UCAB) y el Directorio de la Asociación Venezolana de Educación
Católica (AVEC), que agrupa a todas las escuelas y liceos católicos, anun-
ciaron públicamente que con el dinero que gasta el Estado venezolano en
financiar la educación en todos los niveles, ellos podrían costear el triple
de estudiantes. Si se aplica esa misma proporción de gastos a las demás
actividades del Gobierno, como sería el sector salud, podría ser cierta una
afirmación como la siguiente: el Gobierno gasta mucho más del triple de
lo necesario para cumplir con sus funciones y aun así no se destaca por la
calidad de sus servicios.
Por otra parte, téngase en cuenta que cuando el rector citado y la AVEC
ofrecieron tal información, el precio del barril de petróleo estaba en 16 dó-
lares. Pero aún en el eventual caso de que los fondos no fueran suficientes, y
si efectivamente la prioridad la tiene la pobreza, se justificaría recortar gastos
en otras áreas o aumentar los ingresos, tal como podría hacerse mediante
un alza en el precio de la gasolina. Esto último lo afirmamos con la certeza
de que la mayoría del país aprobaría dicha alza si tiene la seguridad de que
los pobres van a recibir lo que se propone en estas páginas.

LA EDUCACIÓN VOCACIONAL SECTORIALIZADA


Un segundo camino, complementario del anterior para trasformar la
miseria y la marginalidad en clase media, es abrirle paso a los que ya trabajan
y desean superarse. En el capítulo VI se propone la “sectorialización de la
formación profesional”. Esto implica descentralizar o desconcentrar al Insti-
tuto Nacional de Cooperación Educativa (INCE) por sectores productivos,
creando escuelas de formación en cada uno de los sectores de producción o
de servicios que existen en el país, las cuales serían gerenciadas y adminis-
tradas por las asociaciones o gremios de productores de cada sector, con la
participación de los representantes del INCE y del sindicato respectivo en
el directorio de cada escuela sectorial.
A diferencia del INCE actual, que forma en oficios menores, se pro-
pone un proceso de formación continua hasta alcanzar el máximo nivel de
conocimiento en el sector en el cual se trabaja. Por ejemplo, no se trata en
la banca de formar un buen cajero, sino de ir más allá y formarlo progre-
sivamente en todas las tareas que se realizan en un banco, incluyendo las
gerenciales. Lo mismo podría hacerse en las compañías de seguros, hoteles,
hospitales, empresas de vigilancia, talleres de mecánica automotriz, empresas
siderúrgicas, petroleras ganaderas, pesqueras, etc. Además se propone que el
XVIII
pensum de estudios, combinado con las materias de cultura general, permita
acceder al certificado de estudios primarios, secundarios y hasta el título de
técnico superior, licenciatura, maestría y doctorado.
En horas hábiles del día, cuando los trabajadores estén laborando en las
empresas, las escuelas sectoriales podrían ofrecer formación a los trabajadores
del sector informal, a los desocupados y a las madres de familia que, por
estar sus hijos recibiendo alimentación en el plantel educativo y terminando
sus labores en dichos planteles a las 4 pm o 5 pm, estarán en condiciones de
tomar cursos y contar con la alimentación y el transporte que se les ofrece
mientras se capacitan; de modo tal que al aprender algún oficio, puedan
obtener ingresos para su sustento. Naturalmente, al Estado le corresponderá
sufragar los gastos de los que estudien en las escuelas sectoriales y no trabajen
en las empresas del sector.

LOS VALORES HUMANOS


Existe una vinculación directa entre las virtudes humanas y la prosperidad
o desarrollo económico. En el primer capítulo planteamos la necesidad de
explicar por qué los inmigrantes europeos de la última posguerra mundial,
teniendo un mismo origen campesino, con un bajo o ningún nivel de escuela
básica, ganando en sus inicios el mismo salario mínimo y trabajando como
obreros o empleados domésticos, de igual manera que los marginales de nues-
tras barriadas, no terminaron construyendo rancherías, sino que hoy viven
en apartamentos o quintas, sus hijos pueblan nuestras universidades y, en fin,
han logrado integrarse al sector moderno o dominante de nuestra sociedad,
como también lo hicieron los primeros pobladores de la Colonia Tovar.
¿Cuáles son las causas de estas diferencias? ¿Por qué nuestros pobres
son diferentes a los pobres de Europa? ¿Por qué en cambio, los inmigrantes
pobres de los países vecinos reproducen el mismo modo de vida de los
marginales de nuestro país? Descartando la poca o ninguna influencia de
factores étnicos o climáticos, pensamos que la principal causa de las dife-
rencias es cultural.
Muy probablemente la segregación de negros, indios y mestizos durante
la conquista y la colonización tenga una fuerte influencia en los sentimientos
de inferioridad, de impotencia, de falta de garra y en la pasividad de los
sectores marginales. Pero, los recientes estudios sobre la estructura de la
familia en Venezuela y su característica “matricentralidad” ayudan a explicar
mucho más el comportamiento de los sectores populares y su dificultad para
que más del 97% de ellos no pudiera prosperar y salir por sí mismos de su
condición marginal.
También existen otros antivalores que están más generalizados en la
gran mayoría de la población y que afectan no sólo nuestro crecimiento
moral sino el económico. Se trata, entre otros, de la “viveza” criolla y de la
indisciplina que generan un innumerable cúmulo de males no sólo en los
XIX
mismos portadores de esos antivalores, sino en sus familias, en las empresas
donde trabajan y en la sociedad, impidiendo el buen funcionamiento de
nuestras instituciones públicas. Los capítulos I, IV y V se ocupan de pro-
fundizar este tema.
Como una lógica conclusión, el país debe contar con planes que hasta
el presente han estado ausentes en todos los planes de la nación para proveer
a los venezolanos con una formación en valores humanos, particularmente
dirigida a los padres y a los maestros, por cuanto en esto es verdad que “no
hay mejor catecismo que un padre y un maestro ejemplar”.
En fin, consideramos que no sólo la educación sino la formación en
valores humanos son dos de los medios esenciales para salir de la pobreza.
Por tal razón se hace más patente la afirmación de Simón Bolívar: “Moral
y luces son nuestras primeras necesidades”. Obsérvese que Bolívar colocó
en primer lugar la moral, porque sin duda ésta debe ser el componente
fundamental de la formación de nuestros maestros, padres y líderes.

LA DIFUSIÓN DE LA PROPIEDAD
Hasta el presente se han comentado las vías educativas que, junto al
incremento y diversificación de las exportaciones, erradican la pobreza. Sin
embargo, en el capítulo X se presenta otro camino de particular importancia
para reducir las desigualdades y aumentar las inversiones y las fuentes de
empleo. La primera parte de ese capítulo trata de las reglas básicas que, si
se cumplen, tienden a enriquecer a las personas en magnitudes que pueden
ser asombrosas.
Por norma general, las llamadas “encuestas de hogares” suelen explicar
que la principal causa de las diferencias entre los ingresos de los que tienen
más y los que menos tienen radica en el nivel de educación. Esta conclusión
es verdadera hasta cierto punto, ya que la principal causa de desigualdades
entre los hombres es la propiedad del capital, es decir, las ganancias que
se reciben de las propias empresas, los intereses, los royalties, los alquileres
y, en general, toda renta que proviene del capital. En Venezuela, las rentas
de los capitales, que percibe una minoría de venezolanos, son mayores que
el total de los salarios de los trabajadores, y estas diferencias son también
apreciablemente mayores que en los países desarrollados.
Tal situación se evidencia desde hace muchos años en las estadísticas del
Banco Central y nos obligan a concluir que si bien la educación es un factor
clave para corregir nuestras graves desigualdades, el aumento de ingresos que
produce un más alto nivel educativo debe ser usado en parte para ahorrar
y aumentar el propio capital a lo largo de la vida. Por tal razón, se estima
conveniente el establecimiento de “fondos de capitalización de pensiones”
y, sobre todo, la formación de ahorros adicionales, según el nivel de ingresos
de las personas. El objetivo es crear y difundir en la mayor medida posible
la propiedad del capital.
XX
Es más, cabe preguntarse si lo más conveniente es que el Estado continúe
enriqueciéndose con la renta petrolera, en vez de ser los ciudadanos los que
se enriquezcan con tales ingresos. Si esto último fuera el caso, si los ciuda-
danos ahorran e invierten tales ingresos por un término prudente, podrían
disponer de rentas en el futuro y, por otra parte, para beneficio de todos, en
el ínterin, como esos ahorros se forman a largo plazo y se invierten a través
de las instituciones financieras o de manera directa, es posible prestarlos o
facilitarlos a largo plazo, de modo que permitan la ampliación y creación de
nuevas empresas aumentándose las fuentes de empleo, y particularmente,
con ello se hace posible financiar las viviendas.
En conclusión, a medida que los ciudadanos aumenten sus ingresos,
conviene aplicarles un plan de ahorros que, no sólo los beneficie a ellos en
el futuro con las rentas del capital que logren formar, sino que la inversión a
largo plazo de tales ahorros contribuya a financiar la vivienda, el crecimiento
económico y a acortar aún más las desigualdades.

MEDIOS ADICIONALES PARA MINIMIZAR LA POBREZA

La organización de las barriadas


No menos importante que otros capítulos es el referente a la necesidad
de mejorar el hábitat de los más pobres. Este tema se toca en el capítulo
VII, aunque de forma limitada pues se ocupa con preferencia del principal
mal que aqueja a las barriadas según las encuestas del año 2006. Por eso
comenzamos por el problema de inseguridad personal que es común a las
grandes ciudades de América Latina, especialmente en los sectores margi-
nales. A mayor marginalidad más incidencia de la delincuencia, pudiéndose
afirmar que si el problema no ha sido resuelto en ningún país, todo parece
sugerir que hay hechos o datos desconocidos que no han sido considerados
en los actuales planes de seguridad personal.
Por tal razón, deben considerarse datos como el siguiente: algunos ba-
rrios en Caracas (como ocurre en otras ciudades latinoamericanas) tienen
mayor población que la de, por ejemplo, el Estado Cojedes de Venezuela.
Y mientras ese estado cuenta con un gobernador, sistema tribunalicio y
unidades hospitalarias, educativas y está estructurado en seis municipios,
todos con su policía y sus servicios comunales; en contraste, los barrios
marginales más populosos no tienen ninguna organización institucional y
están sometidos a bandas de delincuentes que ejercen control sobre ellos.
Los marginales están realmente al margen de la vida civilizada, viven en
una “selva en la que rige la ley del más fuerte”. Por falta de organización
en las barriadas, los planes de seguridad no suelen contemplar la presencia
permanente de efectivos policiales, los “operativos policiales” suponen una
presencia transitoria.
Por otra parte, la falta de organización contribuye a la “anomia”. El
XXI
aislamiento en el que viven las familias de los barrios por sus limitadas
relaciones con otras familias y la sensación de falta de apoyo, ligada a la
frustración y a la impotencia, inciden negativamente en la capacidad de
adquirir valores y se hace proclive a la delincuencia. Ésta es una situación
muy diferente a la que se vive en los pequeños pueblos; en ellos muchos
valores humanos son fuertes y la delincuencia es inexistente y esto ocurre
así, no solamente por la presencia permanente de la autoridad, sino por las
relaciones más intensas que los miembros de la comunidad tienen entre sí.
Esto contribuye a que todos se conozcan, de modo que cada cual cuida su
buena reputación y la de sus hijos, evitando así la coacción social y logrando
un mejor comportamiento individual y colectivo.
Por tales razones, sugerimos la necesidad de organizar las barriadas, y
también las urbanizaciones, en pequeñas comunidades donde se puedan
conocer unos a otros, con una Junta de Condominio a la que se atribuyan
los poderes necesarios para funcionar como minimunicipios. Además, se les
debe permitir elegir su propio jefe de policía y sus jueces de paz y que asu-
man tareas de limpieza y mantenimiento de la infraestructura y actividades
recreativas y culturales y otras propias de la vida municipal. En fin, es preciso
y justo que los marginales dejen de estar marginados de las decisiones que los
afectan. Por eso se presenta y se considera necesario un plan para facilitar a los
marginales resolver por sí mismos sus propios problemas. Y esta propuesta es
perfectamente aplicable a los demás sectores de la ciudad. En atención a esa
realidad, se concluye el capítulo VII afirmando la necesidad de descentralizar
algunas funciones del poder central y sobre todo, los municipios, que más
que municipios, de hecho regentan grandes ciudades, traspasando el máximo
posible de sus funciones a los condominios que se formen con 200 o 300
familias y que han de operar como mini municipios.
Por otra parte, es necesario emprender un programa para proporcionar
viviendas en zonas debidamente urbanizadas y tal programa debe comenzar
con la construcción de viviendas para los que no la tienen todavía. Hay que
detener el crecimiento de la actual anarquía urbanística. A este fin, hay que
facilitar, cuando menos, un urbanismo que proporcione aguas blancas y la
disposición de aguas negras; que determine las áreas destinadas a viviendas
y las de uso público y, aun cuando hoy parezca difícil, se cree también en
la posibilidad de proporcionar la vivienda terminada. Esto dependerá de
la disponibilidad de fondos que en estos años son cuantiosos y deben ser
suficientes.
En el eventual caso que bajen los ingresos petroleros podría realizarse el
urbanismo aun cuando las calles no sean pavimentadas, y también se podría
autorizar a los condominios a aplicar normas mínimas de construcción
en la edificación de las viviendas, que realmente sean posibles de cumplir
por los sectores marginales. Pero en todo caso, hay que considerar que en
las actuales zonas urbanas muchos de los desarrollos podrían hacerse a
XXII
costos más bajos de los imaginables. Si se le da la importancia que merece
la vivienda y al mejorar el hábitat en su conjunto, se contribuirá a reducir
significativamente la condición marginal.

La cooperación con la economía informal


El sector informal representa algo más de la mitad de la población activa
del país. La mayoría de ellos desearía trabajar en el sector formal, pero no
encuentran trabajo allí. Sus sueldos son de un 25% a un 30% menor que
los del sector formal. Ante la magnitud del problema, es preciso ayudar
activamente a este sector para mejorar su situación.
En breves palabras, concluimos en la necesidad de reformar las leyes
y reglamentos para que puedan ser cumplidos por ese sector, facilitando o
eliminando permisos y requisitos innecesarios o abreviando y abaratando los
trámites. Pero, sobre todo, es preciso aumentar los esfuerzos por proveer el
financiamiento para sus negocios y un mejor nivel de capacitación. A otras
propuestas como las que Hernando de Soto hizo en su libro Misterio del
capital se le dan consideraciones especiales. Es de observar que si se desarrolla
una buena política para este sector es posible abrirles el camino hacia un
nivel mayor de productividad y formalidad.

La flexibilización del salario


La flexibilización del salario se explica en el capítulo titulado “Modifica-
ción de la propuesta de los salarios participativos para flexibilizar los salarios
y promover el empleo”. Entre los economistas este es un tema importante
que, de ser resuelto, ayuda al incremento del empleo y a formalizar parte de
la economía. En el tema se presenta un enfoque original y equitativo y para
entenderlo no se requiere más conocimientos que las cuatro operaciones
aritméticas y la regla de tres. Sin embargo a los lectores no familiarizados
con la economía les recomendamos un poco de paciencia. Ese capítulo
requiere mayor concentración y sin duda se piensa que es de interés para
todos, especialmente para los economistas y los sindicalistas.

POLÍTICAS DE EXPORTACIÓN

Políticas de exportación y la superación de la pobreza


Desde nuestro punto de vista, los capítulos destinados a aumentar los
valores y el nivel moral de la población, así como su nivel educativo y técnico,
aportan las principales medidas para acabar con la pobreza. Dichas medidas,
por sí solas, casi superan en su totalidad el problema. Una población con
moral y luces tiene, al menos, la preparación necesaria para resolverlo con
gran facilidad.
La propuesta sobre la difusión de la propiedad contribuye eficientemente
a largo plazo cuando la clase media sea la población mayoritaria y disponga
XXIII
de ingresos para ahorrar. Las demás medidas propuestas minimizan la po-
breza y hacen más eficiente el funcionamiento de la economía. La segunda
medida en orden de importancia viene a ser la que convierta la economía
nacional en una economía que no sólo aumente las exportaciones sino que
las diversifique. Esa política es la que nos asegura mayores fuentes de empleo
y disponibilidad de divisas para importar lo que no podemos producir a un
costo razonable. Esto se trata en el capítulo XII.
En efecto, siendo el petróleo el principal producto de exportación,
nuestra prosperidad y crisis dependen del alza o caída de los ingresos pe-
troleros. Cuando bajan éstos, también bajan los ingresos del Gobierno y,
para compensar esta caída, el gobierno vende los dólares más caros, es decir,
devalúa (deprecia) el bolívar. Este hecho aumenta los precios, profundiza la
pobreza y reduce la clase media. Y cuando suben los ingresos, el Gobierno
gasta lo que le ingresa, y aun cuando se produce la inflación de los productos
que no se pueden importar, mejora la situación económica y aumentan las
fuentes de empleo. Pero cuando los ingresos aumentan, el precio del dólar
suele dejarse estable o fijo y, mientras tanto, la inflación aumenta los costos
de producción. Se dice que el bolívar está “sobrevaluado” y, sin duda, afecta
a los exportadores que siguen percibiendo los mismos ingresos por sus ventas
pero sus costos de producción suben con la inflación. Además, desestimulan
la creación de nuevas empresas de exportación.
Pero el petróleo, a pesar de sus ventajas, presenta otro problema: las va-
riaciones de sus precios y de los ingresos suelen ser agudas, frecuentes y casi
siempre inesperadas, de modo que la economía venezolana se parece a una
montaña rusa. Estas fluctuaciones o volatilidad, superiores a la de cualquier
otro producto, influyen en nuestra economía haciéndola muy inestable y
causa temor en los inversionistas y en los ahorristas, que frenan sus inver-
siones y son propensos a la fuga crónica de sus ahorros o capitales.
Para evitar el problema de la volatilidad del petróleo, los economistas han
propuesto que cuando suban los ingresos petroleros se ahorre el excedente
a fin de que, cuando caigan, el Gobierno pueda utilizar los excedentes aho-
rrados para cubrir el déficit y mantener estable su nivel de ingresos y gastos
sin causar daños a la economía nacional. Sin embargo, durante la segunda
mitad del siglo pasado, se crearon tres “fondos de estabilización” y éstos no
han funcionado. Hasta el presente, los gobiernos no han resistido la tentación
y han gastado los excedentes. Por tal razón, en el capítulo XII se presenta
una solución alternativa para la utilización de los ingresos extraordinarios
petroleros. Por otra parte, el país está muy concentrado en el manejo de la
política petrolera y confía en la posibilidad de seguir beneficiándose de él
sin tener que afrontar los problemas que presenta. Sólo nos acordamos de
desarrollar otras exportaciones cuando caen los ingresos petroleros.
En el mundo actual, dirigir el máximo posible de la producción a la
exportación es una política ya probada y particularmente imprescindible en
XXIV
los países pequeños como el nuestro. Si Alemania, cuya producción es mayor
que la de toda América Latina y el Caribe, considera conveniente integrarse
con los países de la Comunidad Económica Europea y otras regiones del
mundo, por cuanto les proporcionan mayores mercados y especialización
para incrementar la eficiencia productiva y las innovaciones, con mucha
más razón países pequeños como el nuestro requieren desarrollar políticas
que les permitan aumentar y diversificar las exportaciones.
Es realmente extraño que los venezolanos no tengamos una “conciencia
exportadora”, sobre todo cuando aumentan los ingresos petroleros y esta-
bilizamos o anclamos el tipo de cambio para reducir la inflación y no nos
importa que se afecten los exportadores o los que deseen serlo. Además no
ha habido una política seria o estable de promoción de la diversificación
de las exportaciones.
El capítulo XII se detiene a examinar las distintas medidas o políticas
que ayudarían al desarrollo del crecimiento y diversificación de las exporta-
ciones y del aumento del empleo que éstas generan. Se estudian, entre otras
medidas, los planes de integración con Estados Unidos y Canadá y con todos
los países de América Latina, la inconveniencia y ventajas de las inversiones
extranjeras, las políticas petroleras más convenientes, un plan original de
privatización del petróleo que le asegure a cada venezolano la permanencia
de tal propiedad, se presentan medidas prácticas para crear un buen marco
institucional que le dé estabilidad y promueva las políticas exportadoras y
se sugiere el destino más conveniente al exceso de ingresos petroleros.

ESQUEMA DE LAS CAUSAS DE LA POBREZA

La abundancia de la mano de obra no calificada


a. Hoy en día se necesita una menor proporción de mano de obra
no calificada; su abundancia determina el crónico desempleo, la
economía informal e impide el alza de los salarios.
b. La prosperidad reduce el desempleo y la informalidad pero no
aumenta los salarios. Si hay recesión vuelven el desempleo y la
informalidad.
c. Por ser escasos los trabajadores calificados, sus salarios aumentan
mientras dura la prosperidad, a la par que aumentan las ganancias
de la empresa. El resultado es: desigualdad social.
d. Cuando hay prosperidad se aumenta la inmigración de los países ve-
cinos, manteniendo casi ilimitada la mano de obra no calificada.

La condición marginal
Caracterizada por la ignorancia y los sentimientos de impotencia dismi-
nuyen la “garra” para superar obstáculos e impiden la superación personal. En
consecuencia, la población marginal tiende a la pasividad y esperan todo del
XXV
Estado, del patrono o de la suerte y son propensos al clientelismo político.
El marginal cree poco en las ideologías y en las instituciones, su problema
es la supervivencia. Países con importantes desigualdades económicas y en
situación de recesión económica dan lugar a la demagogia, particularmente
a la extrema izquierda y a la inestabilidad política.

Bajos niveles de inversión


La mayoría de la población con bajos ingresos carece de capacidad de
ahorro, y los que disponen de ingresos suelen enviar parte o la totalidad de
sus ganancias al exterior por temor a la situación política, a las devaluaciones
o a la inseguridad personal causando con ello una fuga crónica de capitales.
Por eso, no se amplían suficientemente las empresas existentes ni se crean
nuevas, y continúa el desempleo, la informalidad y la pobreza también son
insuficientes el microcrédito y las ayudas al sector informal.

Ahorro nacional y extranjero insuficiente


La fuga crónica de capitales al exterior no sólo baja los niveles de in-
versión sino disminuye los depósitos en la Banca Nacional, y los que se
efectúan son a corto plazo, lo cual dificulta el financiamiento a la vivienda
y las inversiones en nuevas empresas o su ampliación, que requieren créditos
a largo plazo.

Insuficiente capital social


a. Los funcionarios públicos desconfían de los empresarios y éstos
de los funcionarios del Estado. La mutua desconfianza inhibe la
cooperación, que ha sido utilísima en el desarrollo de países del este
de Asia.
b. Además de la pasividad del marginal (ver punto B), la existencia
de algunos otros antivalores en la población como la indisciplina y
la viveza dificultan la organización del país. Por ejemplo, la viveza
genera desconfianza entre los ciudadanos y dificulta la consecución
de metas nacionales, pues pocos se sacrifican por otros que se estiman
vivos. Este antivalor impide el propio desarrollo y la prosperidad
personal y, debido a la desconfianza, reduce las oportunidades de
generar negocios, empresas y empleo.

Volatilidad de los ingresos petroleros


El crecimiento de la población a un ritmo mayor que al ingreso petrolero
real causó una disminución histórica del “ingreso petrolero por habitante”.
Pero más graves aún han sido las frecuentes fluctuaciones o volatilidad de
los ingresos petroleros, más altas que las de cualquier otro producto de
exportación de Latinoamérica.
Cuando caen los ingresos petroleros:
XXVI
• Hay menos dólares para pagar importaciones y otros gastos y bajan
los ingresos del gobierno que tiende a compensarlos aumentando los
impuestos devaluando la moneda, vendiendo más caros los dólares
petroleros todo lo cual causa la fuga de capitales y la baja inversión.
• Al devaluar suben los precios de las importaciones y la inflación. El
aumento de los precios es mayor que el del salario. Se empobrece
la población.
• Se aumenta la protección a los productores nacionales y se estimulan
las exportaciones, por lo que se incrementan sus ganancias.
• Con la inflación se reduce el poder de compra de la población,
disminuyen las ventas reales y se frena la producción y el empleo.
Cuando suben los ingresos petroleros:
• Aumenta el gasto público y, si hay confianza en el Gobierno,
aumenta la inversión privada. Hay disponibilidad de dólares para
aumentar las importaciones.
• El aumento del gasto público y la inversión privada eleva las ga-
nancias, la producción y el empleo, pero su exceso incrementa los
precios de los bienes y servicios que no se pueden importar.
• La inflación incrementa los costos internos de los productos na-
cionales y, como el tipo de cambio suele permanecer fijo o anclado
se afecta a los exportadores. Se dice entonces que el bolívar está
“sobrevaluado”.

Estado ineficiente y corrupto


a. Poco destina el Estado a la “superación de la pobreza”. El dinero se
pierde en una burocracia clientelar y en programas populistas y, aun
cuando es difícil, resulta imprescindible reasignar el gasto público
para vencer la pobreza.
b. Cuando bajan los impuestos petroleros la tendencia es a recaudar más
impuestos y, sobre todo, a devaluar. Los últimos cuatro gobiernos
han devaluado (depreciando) el bolívar en no menos del 100%.
c. La capacidad de inversión del Estado en educación, salud e infra-
estructura está mermada por la excesiva deuda pública.

En resumen, podemos decir que existen dos causas fundamentales de


la pobreza y un solo obstáculo, que son:
1. La insuficiente preparación en oficios bien remunerados (causa
A) y la carencia de valores útiles para la eficiencia productiva y la
adecuada organización social (causas B y E).
2. La poca diversificación de nuestras exportaciones y la volatilidad de
los ingresos petroleros, la cual genera reevaluaciones, devaluaciones,
inflación, recesión, desempleo y pobreza (causa F).
Cabe acotar que los bajos niveles de inversión y la insuficiencia
XXVI
I
del ahorro (C y D) requieren de un mejor funcionamiento de la
economía de mercado, pero estas causas son derivadas de las dos
primeras causas arriba mencionadas.
El obstáculo se refiere a la enorme dificultad que tiene el Estado
para reasignar el gasto publico a fin de darle preferencia y prioridad
a la solución de la pobreza (causa G).

OBSERVACIÓN FINAL
Este libro contaba originalmente con algo menos de 600 páginas. Fue
necesario suprimir muchos párrafos y páginas no directamente vinculadas
al tema de la pobreza y también fue una de las razones para suprimir tres
capítulos del texto original. Uno de ellos, dedicado a los desconocedores
del tema económico, trata del funcionamiento de nuestra economía, la in-
flación y la influencia del petróleo. Otro se ocupa de profundizar problema
de la volatilidad de los precios petroleros y el tercero trata sobre una manera
alternativa de cancelar la deuda externa y de convertir su amortización en
una palanca para el desarrollo. Si el lector está interesado en recibir copia
de los mismos por Internet, puede solicitarlos a la siguiente dirección:
carlosuf@gmail.com

XXVIII
Capítulo I
El fenómeno de la marginalidad

REFLEXIÓN INICIAL SOBRE LA MARGINALIDAD


Con el objeto de evitar los prejuicios que surjan de la siguiente reflexión
preliminar sobre la marginalidad, nos vemos precisados a advertir, que a pesar
de que el presente capítulo puede inducir al lector a creer que se plantea la
tesis de que los mismos pobres y marginales son los culpables de la situación
en la que viven, es decir, que se culpabiliza a las víctimas, no hay nada más
lejos de la verdad. Además, tal como se podrá apreciar en otros capítulos de
este estudio, son varias las causas de la pobreza y salvo la que se examina en
este capítulo, esas causas son externas a los pobres y marginales. Por todas
estas razones se insistirá en la obligación del Estado y de las élites de facilitar
y cooperar en la solución de la pobreza.
Si examinamos los datos del estudio de la Oficina Central de Estadística e
Informática (OCEI) de 1989 Impacto de la Inmigración en los países receptores,
caso Venezuela, observaremos que los venezolanos que ejercían la función
de patronos eran apenas el 6,33% de la Población Económicamente Activa
(PEA). En contraposición a eso, los nacidos en el exterior que trabajaban
en Venezuela contaban con un 20% del total de patronos, es decir, que los
extranjeros residentes en Venezuela que ejercían la condición de patronos
eran un poco más de tres veces que los nacionales. Esto significa que, en
vez de competir por fuentes de empleo, los inmigrantes abrieron fuentes de
empleo a la población y además, tuvieron la iniciativa de promover negocios,
ampliando los existentes o creando nuevos.
Ahora bien, si examinamos con más detenimiento quiénes fueron en
realidad los que abrieron esas fuentes de empleo, podemos apreciar que para
esa misma fecha tan sólo el 8,42% del total de los colombianos residentes en
Venezuela ejercían la función de patronos dentro del total de los inmigrantes
que habían llegado de ese país. Esto significa que, los colombianos habían
actuado como empresarios, pero en un porcentaje apenas un poco mayor
del promedio nacional de los venezolanos que era, como dijimos, 6,33%
del total de la población económicamente activa. Entonces, ¿quiénes eran
en realidad los extranjeros que mayormente ejercían la función de patro-
nos, realizaban inversiones en el país y aumentaban las fuentes de empleo?
Las cifras de ese mismo estudio revelan que casi la mitad de los italianos
1
llegados al país, es decir, un 49,13% de ellos, eran patronos y cuando se
trataba de españoles un 33,50% de los españoles venidos del exterior eran
patronos para esa fecha de 1989. Entre los portugueses la cifra era 29,78%,
prácticamente un 30%8.
Por otra parte, en 1981 el censo reveló que entre el total de profesionales
y técnicos inmigrantes, de sexo masculino, el 38,9% era de origen europeo,
especialmente españoles e italianos. Así mismo el 66,7% de los gerentes,
administradores, directores y afines de origen inmigrante eran oriundos de
Europa9.
Como se puede observar, hay una notoria diferencia entre los inmigran-
tes de origen europeo y los inmigrantes de los países vecinos al nuestro y
hemos escogido solamente al principal de ellos que es Colombia.
Las cifras presentadas pueden ser muy útiles, a nuestro entender, para
apreciar la diferencia entre los pobres que emigraron de Europa después de
la Segunda Guerra Mundial para venir a trabajar en Venezuela (inmigran-
tes quienes eran pobres en sus países de origen) y los pobres, venezolanos
como los que vinieron de los países vecinos. Entre ambos grupos había
pocas diferencias en el grado de escolaridad y, a la par, había analfabetos.
De modo que en general, predominaba un bajo nivel de escolaridad tanto
entre los europeos como entre los nacionales y los colombianos. Además, los
que tenían origen europeo provenían principalmente de la actividad cam-
pesina, al igual que los marginales venezolanos y los de origen colombiano
o ecuatoriano. De modo que muchos tenían un bajo nivel educativo y se
iniciaron en trabajos en los que ganaban el salario mínimo como simples
obreros, principalmente en el área de la construcción.
Pero a lo largo de los años hemos observado una notoria diferencia
entre esos grupos de inmigrantes; mientras los marginales colombianos,
ecuatorianos, peruanos, o los que vienen de las cercanas Antillas organiza-
ron barriadas semejantes a las que han formado los marginales venezolanos
y reprodujeron la misma “cultura marginal” común a nuestros países con
leves diferencias entre ellos, los europeos tenían una cultura que les impedía
limitarse a vivir en barriadas marginales. Más bien se caracterizaban por
formar familias estables en las que el padre asumía la responsabilidad que
le correspondía y pasaron, desde las ocupaciones inferiores como las que
ejercieron muchas de sus mujeres al comienzo, quienes trabajaron en el ser-

8
Impact of migration in the receiving countries. Edited by L. A.Kosinski. Caso Venezuela cuyos autores son:
A. Lauricella Flores. In collaboration with Chi-Yi-Chen. Organización Internacional para la Migración
con sede en Ginebra. Organizada por la Naciones Unidas. 1992.
9
Chi Yi Chen. “Impacto socioeconómico de la inmigración” Caracas, Venezuela. Pensamos que el objetivo
de este estudio como el referido en la nota anterior, es el de demostrar la utilidad que proporcionó al
país la inmigración extranjera durante más de la segunda mitad del siglo pasado. Pero a nosotros nos
ha sido muy útil para mostrar las diferencias que existen entre los pobres.

2
vicio doméstico, a ocupar cargos y profesiones de cada vez mayor relevancia
económica y social. Así mismo es importante observar, que se instalaron en
apartamentos constituyendo la clase media, aunque también algunos llega-
ron a formar parte de la clase media alta y de la clase alta, pues en muchos
sectores de urbanizaciones donde habitaba gente de alto poder económico
convivieron también los inmigrantes europeos y muchos de sus hijos que
están en nuestras universidades, el porcentaje es creciente y fácilmente
apreciable. Por otra parte, las modernas avenidas de muchas ciudades, que
ellos mismos ayudaron a construir como obreros, las transitan hoy ellos y
sus hijos con estupendos vehículos y cuentan con un nivel de ingresos que
les permite ahorrar e invertir10.
Uno de los planteamientos adicionales que ayudan a justificar la tesis
de que los inmigrantes europeos vienen a constituir una clase de pobres
distinta de aquellas que conforman nuestros marginales nos viene dada
por el ejemplo de la Colonia Tovar. El economista Héctor Valecillos, en un
interesante y extenso artículo que publica en la Revista SIC, nos hace una
relación del origen y de lo que ocurrió en la Colonia Tovar así como de las
causas de su prosperidad11.
La Colonia Tovar se fundó hace aproximadamente 160 años por inicia-
tiva del gobierno de José Antonio Páez y se conformó inicialmente por 352
alemanes procedentes de la Selva Negra y posteriormente se le agregaron unos
90 nuevos inmigrantes procedentes de otras regiones de ese país. Una de las
notas más características de la Colonia Tovar es la de su total aislamiento
por un poco más de dos tercios de ese período.
Originalmente reprodujeron su cultura manteniendo sus costumbres,
su manera de construir y sus instituciones de forma similar a las que ellos
vivieron en su propio país y, lógicamente se adaptaron a las nuevas condicio-
nes climáticas y a la calidad de las tierras. Sin duda alguna, no conformaron
unas rancherías como las que nosotros conocemos en los alrededores de
nuestras grandes ciudades.
Uno de los mayores impactos que ocurrió en la economía de esa colonia
vino a ser el hecho de la prosperidad que trajo el café alrededor de 1880, en
donde desarrollaron dicho producto a costa del trigo, la cebada, la avena y
las uvas, y a través de la venta del café lograron obtener buenas ganancias y
adquirir bienes que ellos no podían producir.

10
Algunos piensan que el clima es la causa del subdesarrollo. Sin embargo, ¿por qué, viviendo en este
clima tropical estos europeos se han desarrollado y el resto de la población marginal venezolana y de
inmigrantes colombianos no lo han hecho? Igual cosa se puede afirmar del sector venezolano incor-
porado a la modernidad, que viviendo en este mismo clima, han logrado desarrollo a diferencia de los
sectores marginales de nuestro país.
11
Valecillos, Héctor. (2004, marzo). “Creando Empleos Productivos”. La Importancia de la Experiencia
de la Colonia Tovar. Revista SIC, 662.

3
Pero la gran transformación que benefició a la Colonia Tovar se debió
a lo que les ocurrió hace unos 50 años, es decir, alrededor del tercer tercio
de su permanencia en Venezuela. Se trata de la construcción de la carre-
tera que los comunicó con el Junquito y Caracas y posteriormente, con
el Estado Aragua y los Teques. Esta carretera sustituyó caminos de recuas.
Tal hecho fue trascendental puesto que la zona creció por su atractivo tu-
rístico y a ellas se acercaron como polo de atracción otros empresarios que
fueron integrados al resto de la población. De manera tal que la colonia
se abrió al resto de Venezuela pero no como un sector marginal más sino
como una cuidad perfectamente integrable al resto del sector moderno y
próspero del país.
En la actualidad viven en ese municipio aproximadamente unas 20.000
personas, de las cuales 5.000 viven en el casco urbano y lo más característico
tal como lo señala el economista Valecillos es que:

… a diferencia de lo que ha ocurrido en casi todas las otras re-


giones del país, los cambios que se han experimentado en ella no
han estado acompañados de grandes problemas sociales como el
analfabetismo, el alcoholismo, la mendicidad y la prostitución, en
suma, el crecimiento desmedido de la marginalidad y la pobreza
(Valecillos, 2004).

Por el contrario, ese municipio registra unos de los niveles de ingresos


per cápita más altos del país y en él ha habido una fuerte movilidad social
de la población, que ha mejorado sin duda sus condiciones de vida para
todos los descendientes de los antiguos colonos y se ha podido asimilar, por
no decir que integrar, sin dificultad al contingente importante de forasteros
del sector próspero del país que se han residenciado en la zona.
El economista Valecillos atribuye la prosperidad de la Colonia Tovar a
dos causas o factores fundamentales: uno primero, es la ética del trabajo y
el sentido de responsabilidad que se ha trasmitido a lo largo de las seis gene-
raciones, y en segundo lugar, a un estilo de vida frugal, pues en la Colonia
Tovar se presenta una de las tasas de ahorro más elevadas del país12.
En consecuencia, el lector podrá apreciar que no se trata sólo de las
culturas de los agricultores de los países mediterráneos, sino de la cultura
occidental en general. Esta cultura proporciona valores que son más útiles
para la prosperidad y la eficiencia productiva y una mejor organización
social que aquellos otros valores de los que son portadores nuestros sectores

12
Lo paradójico de la situación es que si bien, la ética del trabajo y la frugalidad podrían ser perfectamente
identificables por Max Weber como propias del protestantismo y causas del capitalismo, la Colonia Tovar
probó ser diferente pues la mayoría de los habitantes de esa colonia son y han sido católicos.

4
marginales. Esto ocurre así aun cuando los inmigrantes son principalmente
campesinos y tienen un bajo nivel de instrucción13.
Por otra parte, es importante destacar que el marginal latinoamericano
admira la cultura de la sociedad integrada, y su mayor anhelo es “integrarse”
a esa cultura a la que reconoce superior a la suya. No obstante eso, todos los
pueblos latinoamericanos tenemos muchos importantes rasgos comunes,
aunque no poseemos la misma facilidad para integrarnos que tuvo Europa
cuando, al destruirse la estructura feudal, el desarrollo de la industrialización
ocasionó la migración de los campesinos hacia las ciudades en condiciones de
marginalidad. Ellos fueron “absorbidos” en menos de un siglo e integrados
a una gran clase media. Pero en nuestros países, a pesar de que han pasado
casi dos siglos desde la Independencia, todavía existen, fácilmente identifi-
cables, esos dos “polos” socioculturales y no se ve todavía la posibilidad de
integración de la sociedad. Más bien la tendencia es a aumentar aún más
el número de marginales.
Sin embargo, existe un importante número de economistas quienes creen
que si se aplica plenamente en nuestros países un sistema de economía de
mercado o el capitalista, la marginalidad desaparecería con cierta rapidez.
Desde nuestro punto de vista, la economía de mercado, el capitalismo y la glo-
balización, por sí mismos, serían insuficientes para superar la marginalidad.
En los Estados Unidos tanto los aborígenes como el grupo de mexicanos
descendientes de aquellos que vivían en el oeste y suroeste de los Estados
Unidos, o de los que han emigrado y siguen migrando de México, de Centro
América y del Caribe en busca de mejores niveles de vida y también, los otros
latinoamericanos provenientes de los pequeños países de Centroamérica y el
Caribe. Estos grupos o minorías, como allá se les llama, tampoco han sido
integrados al resto de la población. Lo que se ha podido lograr es aún muy
poco, a pesar de que Estados Unidos, desde el punto de vista económico,
ofrece las condiciones ideales para facilitar esa integración.
En ese país, existe un alto grado de confianza para los inversionistas,
se da alimentación en las escuelas y se satisfacen las necesidades de salud.
Sin embargo, la pobreza y la desintegración persisten. Y esto ocurre a tal
punto que la dificultad de la gran integración ha sido en el año 2005 un

13
En la publicación de la Universidad Católica Andrés Bello Detrás de la pobreza que fue realizada
con la participación de la Asociación Civil para la Promoción de Estudios Sociales se ataca duramente
la tesis de lo que se denomina “el determinismo cultural” que explica que la posibilidad de salir de
la pobreza depende de la voluntad de salir de abajo de cada quien (“voluntarismo”). Esta última tesis
implica que si los pobres realmente se ocupan y se interesan por sí mismos en salir de la pobreza tienen
poca posibilidad y la capacidad de lograrlo. Según los estudios de la UCAB, existe solo un 2,5% de la
población que tiene la capacidad de “movilizarse” hacia la prosperidad. Sin embargo, según la UCAB,
esperar que la totalidad o gran parte de la pobreza se supere por el voluntarismo es sin duda, una tesis
equivocada. Ese punto de vista lo compartimos plenamente. Creemos, y así lo proponemos en este libro
que hay mucho más que hacer para superar la pobreza.

5
fuerte argumento para promover una nueva legislación que dificulte aún
más la inmigración latina. Afortunadamente hasta ahora no han logrado
plenamente sus objetivos.
Por lo cual es fácilmente deducible que una de las características que
separa al polo hegemónico del marginal, no es solamente el “racismo” la-
tente o manifiesto a pesar de los enormes esfuerzos por afianzar los derechos
humanos desde la segunda mitad del siglo pasado, sino que priva, sobre
todo, la cultura de esos grupos étnicos. Sólo cuando logren “unificarse” los
valores culturales, la desintegración dejará de existir; pero tal como están
las cosas, será un proceso muy lento.
Finalmente, conviene destacar que la sola “discriminación” no es la causa
de la marginalidad. La discriminación la han sufrido otros grupos que hoy
están completamente integrados a la sociedad estadounidense, tales como
los judíos, los católicos irlandeses, los italianos y otros más. Por otra parte,
tal situación contrasta con la de los inmigrantes provenientes de Cuba.
Estos últimos venían del sector moderno e integrado de la economía de su
país. Su formación cultural era fundamentalmente occidental y ejercían con
anterioridad oficios técnicos, profesionales, empresariales o eran empleados
con algún grado de calificación. Resulta impresionante cómo en cuestión de
15 a 20 años alcanzaron el nivel de ingresos de la familia promedio de los
Estados Unidos. Con razón han afirmado que no existe ningún otro grupo
cultural que haya prosperado con tanta rapidez en los Estados Unidos y los
hijos de estos cubanos, que hablan inglés sin acento pueden integrarse con
toda facilidad en el resto de la sociedad estadounidense y acceden a los muy
diversos tipos de ocupaciones de buen nivel.
En consecuencia, hay diferencias entre los hispanos. A tal punto que hoy
no se habla en los Estados Unidos de la etnia hispana sino del grupo hispano.
Unos que son marginales y difícilmente integrables a pesar de que gocen
de las mismas oportunidades que los otros y los cubanos que llegaron sin
dinero a Miami, pero que ya pertenecían al sector moderno de la economía
en Cuba y que pudieron desarrollarse con rapidez por su nivel cultural y los
valores y los conocimientos que ya tenían. Por lo tanto, podemos afirmar
que su prosperidad no se debió a su condición de empresarios explotado-
res, pues la gran mayoría llega a Estados Unidos sin dinero y se emplea en
trabajos menores. Tampoco fueron sus conocimientos profesionales los que
determinaron su éxito sino sus criterios de vida y su estructura de valores,
todo lo cual permitió que alcanzaran el nivel económico que lograron.
Buena parte de la actual ciudad de Miami y de otros sectores del Estado de
Florida es obra de ellos.

¿Qué es la marginalidad?
El término “marginal” no es en modo alguno peyorativo, aunque en el
lenguaje coloquial signifique: “lo último”, “lo peor”. Aquí, lo empleamos en
6
su acepción literal: “estar al margen o excluido” término que en sociología
se aplica a la persona que está excluida de su grupo social, o al grupo social
que está excluido del todo social. Eso es, exactamente: estar al “margen”,
ser marginal.
El “fenómeno de la marginalidad” que afecta a toda América Latina y
a Venezuela en particular es, en primer lugar, la manifestación resaltante
de la pobreza; y, en segundo lugar, tiene características específicas de La-
tinoamérica que lo singularizan respecto de las poblaciones marginales de
los otros continentes, incluso de aquellos que presentan niveles de pobreza
y atraso mayores.
Probablemente, no exista en toda América Latina ninguna institución
que haya estudiado con tanta profundidad y sistematización científica el pro-
blema de la marginalidad como lo ha hecho Desal. Esta institución elaboró
un diagnóstico para explicar las causas de la marginalidad y propuso una
solución que consistió en lo que dio en llamarse “Promoción popular”14.
Oscar Lewis fue uno de los pioneros en el estudio de la marginalidad.
Desal asumió los rasgos que había enunciado Oscar Lewis para la “cultura
de la pobreza”, pero los sistematizó, profundizó y sobre todo, reestructuró
algunas características sobresalientes. Las dos principales de esas caracte-
rísticas del sector marginal son el hecho de su falta de participación, tanto
activa como pasiva. Desal explica que la participación pasiva consiste en la
poca capacidad para acceder a los bienes en la cantidad y forma suficientes.
Ni los alimentos, ni el vestido ni la vivienda ni ningún otro bien o servicio
requeridos por las necesidades básicas es “participado” adecuadamente.
Por otra parte, cuando habla de participación activa hace referencia a la
capacidad de intervenir en la “toma de decisiones” en los distintos asuntos
locales o nacionales que los afecten. Inclusive este sector de la población está
marginado de la toma de decisiones en los asuntos que más directamente les
atañen, ya que las barriadas marginales carecen de organización y no existe
en ellas una estructura de gobierno que permita organizar o vertebrar a
quienes allí viven. Por eso viven con poca comunicación y sin organización
alguna para resolver sus problemas comunes. Sólo se juntan u organizan
ante necesidades imperiosas como un terremoto o unas lluvias torrenciales,
lo cual ocurre esporádica y temporalmente.
En realidad, el poblador marginal vive prácticamente aislado, no se
organiza para defender sus propios derechos ni para exigir algún camino
que le permita integrarse al resto de la sociedad, aun cuando tiene, por
supuesto, el deseo de pertenecer a esa sociedad. La segunda característica

14
Un excelente resumen de los planteamientos de Desal se encuentra en: Fiallo, Amalio. (1968).
Promoción popular. Caracas: PEX. Otro libro que trata, con mayor amplitud, el tema de Desal es el
publicado por el Instituto Ecuatoriano para el Desarrollo Social (Inedes) (1972). Hacia la superación
de la marginalidad. Barcelona: Herder.

7
apuntada por Desal es la desintegración interna: la marginalidad carece
de unidad propia. No es un conjunto social jerarquizado y estratificado,
sino atomizado. Su mundo es un mundo desintegrado y aislado, por lo
tanto, el poblador marginal no es capaz de asumir la sociedad establecida
para participar en ella e integrarse en la misma. Mucho menos es capaz de
pensar en dominarla15. La desintegración afecta a su propia familia. En ella
no hay verdadera cohesión y tampoco se vive el sentido de solidaridad que
debería haber en toda unión conyugal, lo que explica, aún más, el grado de
atomización en el que viven.
La falta de cohesión interna es un rasgo que pone en claro la ausencia
de organizaciones propias que los vinculen entre sí. En la práctica, los
pobladores marginales conforman ghettos con los cuales no pueden “en-
gancharse” en la sociedad llamada dominante o integrada. Están, por eso,
a la defensiva frente a la gente que ellos consideran poderosa e influyente.
Por norma general, no se atreven a asumir su propia opinión personal, sino
a mostrarse de acuerdo con lo que afirmen las personas que ellos estiman
“influyentes” o “superiores”. Todo eso explica también, en parte, la carencia
de organizaciones propias y la ausencia de auténtica solidaridad. Inclusive
los sindicatos laborales no tienen para ellos el interés que suelen tener para
los obreros que ya están integrados en la sociedad formal. Tampoco las Jun-
tas de Vecinos. En fin, hay una desintegración interna y en algunos casos,
subculturas anacrónicas que refuerzan la marcada atomización social.
Por último, toda sociedad civil estructurada debe ser “englobante”
porque tiende a integrar a las sociedades menores o intermedias. Pero con
el sector marginal hay una verdadera ruptura o escisión entre la sociedad
constituida y la población marginal. El mismo término “marginal”, que
empleó Desal para denominar con mayor precisión a este sector, significa
precisamente eso: estar al margen, estar afuera de, no pertenecer a la tota-
lidad, ser excluido.
Más aún, cuando los actuales marginales urbanos vivían en el campo,
ya eran población marginal y constituían sectores también aislados entre
sí. Como campesinos tampoco se sentían integrados al resto del país. La
fuerza de la conquista y colonización europea aplastó toda organización
tribal preexistente, en general, muy débiles, y algo similar ocurrió aun con
las civilizaciones Inca, Azteca y Quechua16.
Dicho de otra manera: para lograr “incluir” al mayor número posible de
pobladores marginales a la sociedad formal en el menor tiempo posible, se

15
Sin embargo, es de observar, que a mediados de esta primera década del siglo XXI los líderes de
extrema izquierda están disputando con los marginales de muchos países la posibilidad de dominar la
sociedad establecida a través del voto que le permite ejercitar la democracia.
16
Véase en especial. Vekemans, Roger y Silva, Ismael. (1976). Marginalidad, promoción popular y neo-
marxismo. Bogotá: Andes.

8
precisa diseñar una estrategia política que realmente desmonte los factores
constitutivos de la marginalidad. Es por eso previo a toda acción eficaz,
establecer con precisión cuáles son esos “factores” que hay que desmontar.

RASGOS PREDOMINANTES DE LA MARGINALIDAD

La pobreza como rasgo de la marginalidad


Oscar Lewis señala algo que tiene particular importancia a este res-
pecto17. Los pueblos primitivos, aun cuando eran mucho más pobres que
los pobres de hoy en día, no tenían, sin embargo, los rasgos que él mismo
enunció como característicos de la “cultura de la pobreza”. Ellos no se sentían
excluidos, sino que, por el contrario, formaban una sociedad organizada
con sentido de dignidad, a la que todos pertenecían a pesar de las diferencias
de rango y de posesiones que pudiera haber.
Señala este autor, cómo en la India existe una casta inferior, la de los
parias, quienes son angustiosamente pobres, y no obstante, se sienten in-
tegrados a la sociedad por razones religiosas o por cualquier otra. Por otra
parte, esta casta está organizada y tiene una influencia fuerte en la política
de ese país, lo cual se hace más evidente a medida que avanza el proceso
democrático en la India.
Otro caso notable es el de los judíos en Europa Oriental. Tal como se
sabe, estos judíos fueron reducidos a condiciones de pobreza extrema por
largos periodos de tiempo. Sin embargo, su tradición cultural, basada en
sus textos sagrados y en el gran valor que le concedían a la educación y a su
organización como comunidad alrededor del Rabino, fueron factores que
contribuyeron a evitar la tendencia a adquirir los rasgos que hemos descri-
to como propios de la marginalidad. Hay que recordar que cada judío se
considera perteneciente al pueblo elegido por Dios18.
No obstante, para Oscar Lewis, vivir una situación de pobreza pro-
longada tiende a influir con fuerza para que las personas sometidas a tal
situación terminen adquiriendo los otros rasgos que él ha señalado como
característicos de la “cultura de la pobreza”. En todo caso debemos con-
cluir que: el “estado de pobreza” por sí solo no constituye la marginalidad,
aunque –como lo señala Lewis– pudiera terminar conduciendo hacia ella

17
Lewis, Oscar. (1965). Los hijos de Sánchez. México: Mortiz.
18
El Japón es un caso particular. Una monja que prestó servicios en los reducidos sectores marginales
del Japón, relató que el japonés no nace en los barrios marginales, sino que cae en ellos por haber
perdido su honor personal. Para un japonés el fracasar en su carrera u oficio, o en lo que se supone
que debe lograr y aspirar, es señal de un fracaso lleva la pérdida del honor y del respeto personal, y
tal cosa lo lleva al abandono y a la depravación y éstos son los que vienen a formar las barriadas mar-
ginales japonesas. Como se ve, no es la pobreza no es la causa, sino el resultado del mancillamiento
del honor personal.

9
a quienes permanezcan sumidos en situaciones de pobreza extrema por
períodos prolongados y particularmente si están sometidos al yugo de la
servidumbre o la esclavitud.

La inseguridad económica y la marginalidad


Para la socióloga Larissa Adler de Lonnitz19, quien realizó una inves-
tigación de campo en una de las barriadas marginales mexicanas y cuyos
resultados fueron publicados en un texto de amplia difusión en su tiempo,
la característica realmente distintiva de un marginal, la que le es esencial,
es precisamente la “inseguridad económica” en la que vive, la inestabilidad
de sus fuentes de ingreso, es decir, la irregularidad de sus ingresos. Para
ella, un maestro de escuela que puede recibir un ingreso promedio anual
bajo, no es un marginal, como sí puede serlo el capataz de un sector de
construcción que se ve sometido a más de un período de desempleo de du-
ración indefinida y que sufre irregularidad en unos ingresos que no puede
manejar con previsión.
Los marginales están al margen de las redes de seguridad social, lo que
no les permite afrontar los períodos de desempleo. Se apoyan entonces,
en la ayuda de los familiares y amigos la cual tiene alcance limitado. Por
esa razón, un día amanecen jardineros, otro día albañiles o ayudantes de
chofer; y si se enferman, su mujer o sus hijos salen a vender cualquier cosa
o a hacer trabajos ocasionales. Los niños salen a la calle a pedir limosnas y
suelen dejar de ir a la escuela.
Las observaciones de Larissa Lonnitz tienen importantes implicaciones.
Una de las más destacadas es que en la práctica, como el poblador margi-
nal no tiene ingresos regulares, no puede acceder al mercado financiero en
procura de un crédito hipotecario, de modo que se ve obligado a construir
su vivienda al ritmo irregular de sus ingresos, ya que no existe en el mundo
ningún tipo de financiamiento que no implique que el pago de los préstamos
deba efectuarse de una forma regular y continua durante todo el período
del préstamo. Tampoco existen disponibles en el mercado, viviendas lo su-
ficientemente económicas como para ser adquiridas con los bajos ingresos
de estos pobladores.

La significación económica del aporte laboral de la marginalidad


El economista Carlos Lessa define la marginalidad como “aquel seg-
mento significativo de la fuerza de trabajo que resulta irrelevante para el
funcionamiento de la economía dependiente”. Como bien puede observarse,
según Lessa, lo característico del marginal es que su capacidad de trabajo
es irrelevante, no tiene casi ninguna potencialidad productiva. Por lo tan-

19
Lonnitz, Larissa. (1975). Cómo sobreviven los marginados. México: siglo XXI.

10
to, el marginal es alguien que “sobra”, que está de más, ya que el “sistema
económico” no lo necesita; por lo que para Lessa este hecho viene a ser la
principal característica que marca a las personas como marginales20.
La economía tradicional del zapatero remendón, del buhonero que
vendía leña o carbón por las calles en su carreta, contrasta con una industria
mecanizada de fabricación de calzado y un sistema eléctrico o de distribu-
ción de gas a través de tuberías subterráneas, que han hecho desaparecer
esos trabajos, aunque en algunos sectores de la ciudad, como las barriadas
marginales, o en el interior del país, subsistan. Ahora bien, lo que realmente
trata Lessa es de determinar la causa de la marginalidad, que según econo-
mistas como él, como Aníbal Quijano, o muchos otros –incluyendo a la
Escuela Económica de la Cepal de las Naciones Unidas y a la mayoría de
los economistas norteamericanos de las décadas de los años 40, 50 y aun
60– es que el sistema capitalista de mercado no es capaz de ofrecer suficientes
empleos bien remunerados a esa población que los necesita. Por eso, la Cepal
pensaba que el principal esfuerzo de desarrollo consistía en industrializar a
nuestros países, mediante créditos o ayudas de los países ricos para generar
empleos; otros insistían en disponer de los ahorros foráneos facilitando la
inversión extranjera, para resolver esa “incapacidad” de nuestras economías
de generar empleos masivos. Posteriormente, economistas partidarios de “la
tesis de la dependencia”, opinaban que la solución a ese problema podría
estar en una organización socialista de la economía, y, con anterioridad,
ya existían los marxistas que llegan al extremo de pensar en un socialismo
similar al que impera en Cuba o al que existió en la Rusia Soviética o la
China de Mao21.
Como bien se puede apreciar, para los economistas, cualquiera sea su
tendencia ideológica, la marginalidad es una variable dependiente de la eco-
nomía; es decir, el producto de una falla en el sistema capitalista de mercado,
o de su mal manejo, que lo hace incapaz de ofrecer suficientes empleos a
una población que, desde el punto de vista económico es excedente. Por lo
tanto, poco se ha ocupado la economía del estudio de la marginalidad. Éste
era un tema de antropólogos y sociólogos. Para los economistas, la solución
a ese problema estaba en la necesidad de introducir reformas económicas
profundas o estructurales para mejorar el funcionamiento de la economía
de mercado, o bien cambios fuera del sistema económico, como controlar

20
Lessa, Carlos. (1974, abril 4). La marginalidad y el proceso de marginalización. Caracas [Boletín
OESE], 4.
21
Gino Germani en El concepto de marginalidad opina que no se conoce suficientemente sobre la margi-
nalidad en los países socialistas. Germani sostiene su existencia y Lewis considera que la marginalidad se
reduce en un sistema socialista. Aun cuando consideran que estos hechos no invalidan las otras muchas
limitaciones del sistema socialista.

11
la natalidad y mejorar la educación, todo ello con el fin de crear empleos
y prosperidad.
En los sectores que son partidarios de la tesis de la dependencia, se
pensaba que el problema consiste en que “el capitalismo dependiente” (el
que existe en estos países), ni siquiera es capaz de “explotar a los marginales”,
ya que no puede emplearlos ni pagándoles los salarios miserables habituales
en nuestros países.
Hoy en día los economistas han ampliado su visión. Ahora incluyen
en sus programas de desarrollo económico la llamada “Agenda social” para
enfrentar directamente las necesidades de los pobres, tendencia esta que se
acusa cada vez más en instituciones económicas internacionales, como el
BIB, el Banco Mundial y entre los economistas de otros continentes22.

La incidencia del barrio en la marginalidad


Para algunos sociólogos, a cuya cabeza figura Manuel Castells, la
marginalidad como condición sociológica es la consecuencia de habitar,
forzosamente en un barrio marginal. Se trata de un fenómeno directamente
asociado al acelerado proceso de urbanización, el cual ha sido particular-
mente virulento en las ciudades de toda América latina. Explica Castells 23.
Cómo la mayoría de los pobladores urbanos de nuestro continente, ya sean
empleados por el sector formal de la economía o trabajadores “informales”,
no logran ganar lo suficiente para acceder a la adquisición o alquiler de las
viviendas disponibles en el mercado. Esto hace –en ausencia, además, de
soluciones gubernamentales al déficit habitacional– que estos trabajadores
se vean “obligados” a dar respuesta, por sus propios medios, a su necesidad
y derecho a la vivienda. Se “autoconstruyen”, así, soluciones habitacionales
improvisadas en aglomerados carentes de urbanismo, que dan por resultado
las inmensas “barriadas marginales” que hoy conforman buena parte de
todas las ciudades del continente. La marginalidad es para este autor, una
consecuencia de “la incapacidad de la economía de mercado y de la política
del Estado, para proporcionar alojamiento y servicios urbanos adecuados a
una proporción creciente de los pobladores de las ciudades”24.
Que hay una cierta “cultura marginal” atribuible a la condición de ha-
bitantes forzosos del barrio marginal, parecieran corroborarlo otros varios
estudiosos de la incidencia del hábitat en los valores y los comportamientos
humanos. Louis Wirth en sus profundos estudios de los ghettos judíos
durante el decenio de 193025. O más recientemente Frank Fustember de la

22
World Development Report 2004. Making Service Work for People. World Bank. Véase también
Cepal Agenda Social. Equidad, Desarrollo y Ciudadanía. Tomo II. 2000.
23
Castells, M. (1983). La ciudad y las masas. Madrid: Alianza. Cap. 17 y 18.
24
Castells, M. (1983). La ciudad y las masas. Madrid: Alianza p. 261.
25
Bettín, G. (1982). Los sociólogos de la ciudad. Barcelona: G.G. Editor.

12
Universidad de Pennsiylvania26. Y en nuestro propio medio, Pedro Trigo27.
Para todos estos autores, la circunstancia de tener que habitar en un barrio
marginal causa en las personas sentimientos negativos a su autoestima, y
genera condiciones adversas a su adecuada integración social. Así mismo,
el barrio marginal, por su propia morfología da lugar a situaciones perju-
diciales, tanto para el desarrollo personal de sus habitantes, como para su
seguridad física.

La marginalidad y los sentimientos de inferioridad


El hecho de que la sociedad dominante no acoja a los habitantes mar-
ginales ni les proporcione acceso a la vivienda y sólo les ofrezca la posibi-
lidad de trabajar con remuneraciones muy bajas, ayuda a explicar por qué
el poblador marginal se siente rechazado y se considera a sí mismo como
alguien que está de más en todas partes.
Roger Vekemans resalta con particular insistencia la dominación a la que
estuvieron sometidos el aborigen americano y el esclavo africano. Este hecho
también lo resaltan los pensadores marxistas e inclusive el mismo Oscar Lewis
considera que es una de las causas que originan la marginalidad. Los aborígenes
fueron reducidos al régimen que se denominó de “encomienda” y aunque
fueron sustituidos por los esclavos negros, siempre jugaron un papel “inferior”
en la estructura social. No obstante eso se produjo un fuerte mestizaje, porque
el conquistador español llegó sin su familia, por lo tanto en las “encomiendas”
y luego en las haciendas actuó como “padrote”. Ese mestizaje, sin embargo,
causó más marginalidad, ya que se mantuvo el sector hegemónico frente al
otro sector al que se incorporaban los hijos de indias y negras.
Para Vekemans, la marginalidad latinoamericana es algo específico. Él la
diferencia de la europea cuando comienza por afirmar que la colonización
del Imperio Romano por los bárbaros, no significó que los pueblos conquis-
tados adoptaran la “cultura bárbara”, sino que ocurrió justo lo contrario,
los bárbaros, con el tiempo fueron progresivamente adquiriendo la cultura
del conquistado, es decir, la grecolatina; pero, sobre todo, influenciada por
la religión cristiana. De allí que se logró una gran homogeneidad en toda
Europa y por eso, a pesar de las diferencias lingüísticas, existe entre los
países y pobladores de Europa, más cercanía que la que hay entre un indio
del altiplano boliviano con alguien del sector hegemónico de ciudades
como Bogotá, Lima o México; y aún más, existen todavía porciones de
población, que se cuentan por millones, que no saben ni hablar español
y se han mantenido alejadas del sector de población integrado moderno.
Hay que añadir que los pueblos indígenas fueron los “liberados” por los

26
Fustemberg, F. (2000). The families in the city. Revista Urbana, 26
27
Trigo, Pedro. (2005). La cultura del barrio. Caracas: UCAB.

13
conquistadores españoles de la esclavitud a la que los tenían sometidos con
mayor rigor las tribus dominantes como Incas y Aztecas28.
En resumen, a los pueblos aborígenes sojuzgados y a los esclavos negros
se les trataba como inferiores y ciertamente se les hizo sentir como tales. Sin
duda hay que reconocer que la cultura del Renacimiento, la cual, predomi-
naba en Europa para el momento en que se inició la conquista de América,
distaba mucho de la cultura del aborigen, particularmente venezolano, que
habitaba en la zona central y oriental del país. Estos aborígenes tenían un ni-
vel de desarrollo tan primitivo que ni conocían los metales (Paleolítico). Más
bien, los negros africanos gozaban de un nivel superior, aunque todavía muy
lejano de la cultura desarrollada, para entonces, por los europeos. Es pues,
comprensible que a pesar de la existencia de ciudades como la antigua México
y de civilizaciones como la de los Incas, Quechuas o Aztecas, éstas terminarían
siendo poca cosa frente al impresionante impacto de la cultura occidental y la
implantación del cristianismo. Sin embargo, en nuestra opinión, el proceso de
conquista y colonización de los pueblos sojuzgados de América, puede ser una
causa remota pero no “suficiente” para el fuerte sentimiento de inferioridad,
impotencia y pasividad que padecen nuestros pobladores marginales.

La desesperanza aprendida
El psicólogo norteamericano Martín E.P. Seligman realizó unos experi-
mentos con varios grupos de perros que sirvieron para explicar el fenómeno
que se ha llamado: “desesperanza aprendida”. A uno de los grupos lo intro-
dujo en una jaula de la cual no había posibilidad alguna de salir por más
que se hicieran esfuerzos para encontrar una salida. A un segundo grupo,
lo introdujo en otras jaulas similares, que sí tenían posibilidades de salida
si se esforzaban en encontrarlas. Seligman aplicaba electricidad por deter-
minado tiempo a los perros de todas las jaulas y observaba sus reacciones.
Todos los perros, ante el estímulo eléctrico, buscaban cómo salirse de la
jaula y los perros que estaban en las jaulas en las que había posibilidad de
salir, lo lograban; pero aquellos que no tenían posibilidad alguna de salir,
permanecían de todos modos, sometidos a la aplicación de la electricidad
hasta tanto concluyese el tiempo establecido.
Seligman descubrió, después de sucesivas aplicaciones de electricidad,
que los perros que no encontraban manera de salir de las jaulas, dejaban de
hacer esfuerzos por encontrar una salida y permanecían quietos o echados,
“resistiendo” la descarga eléctrica. En realidad, lo que ocurría era que al
saberse impotentes para resolver “el problema”, optaban por “resignarse”.
Seligman llamó a este fenómeno: “desesperanza aprendida”.
En consecuencia, “la desesperanza aprendida” no es causada por los

28
Landes, David. (2003). La riqueza y la pobreza de las naciones. Barcelona. Cap. VII.

14
acontecimientos externos; sino por la imposibilidad que se cree tener para
resolverlos. Se “aprende” que responder es inefectivo; la desesperanza no
viene, por ejemplo porque se pierda el empleo; sino porque se cree que
ninguno de los esfuerzos adicionales que uno haga ayudará a obtener un
trabajo bien remunerado.
Según Seligman, esa desesperanza causada por situaciones incontrola-
bles, tiene cura. Él mismo observó que no todos los perros sometidos a la
electricidad y que estaban imposibilitados de salir de las jaulas se abando-
naron. Aproximadamente un tercio de ellos continuó haciendo esfuerzos.
Esto significa que hay animales –y personas– que no importa cuáles sean
los obstáculos, no cesan en su optimismo de seguir haciendo esfuerzos
continuos por alcanzar lo que se proponen.
También, descubrió Seligman que inclusive aquellos perros que se echa-
ban, si se les encerraba en jaulas de las que sí tenían la posibilidad de huir
y se les aplicaba la electricidad junto con alguna otra manera de inducirlos
a salir, el perro respondía, actuaba y salía de la jaula. Todo esto nos lleva a
pensar que las personas sometidas a un proceso de desesperanza y pasividad,
acompañados de un “complejo de inferioridad”, pueden superar tal situa-
ción, si se las somete a un proceso que les ayude a solucionar y vencer los
obstáculos. Esto puede lograrse gradualmente, aumentando la complejidad
de los retos a medida que van superándose los obstáculos y se logra adquirir
la confianza necesaria en su propia capacidad para resolver los problemas.
Según Seligman los efectos de la desesperanza son: primero, la pasividad;
la persona desesperanzada no hace esfuerzos para superar los hechos molestos
o alcanzar las metas deseadas. Simplemente, no reacciona. Segundo, existe
lo que él llama un déficit cognitivo, pues no posee suficiente capacidad inte-
lectual para buscar soluciones y cuando enfrenta una dificultad y comienza
a pensar en alguna solución, simultáneamente tiene el temor de que no
será capaz de resolver el problema y los pensamientos no se ordenan para
desarrollar un plan de acción. Tercero, la desesperanza puede tener su origen
en la niñez, porque pudo enfrentar situaciones y esa experiencia continúa
afectándolo para el resto de su vida. Finalmente, Seligman estima que una
consecuencia de la desesperanza aprendida es la tristeza29. Desafortunada-
mente, el marginal de nuestros países se adapta a su situación, de la que no
se siente culpable, y la ve como otro hecho más de la vida.

29
Las tesis de Seligman como la de otros sicólogos que usaremos en este estudio, tal D. McClelland, han
pasado a ser parte de los textos de los estudiantes de sicología. Reeve, Johnmarshall.(1994). Motivación
y emoción. McGraw Hill. Cap. 8. 1994 y de Seligman, Martín. (1998) Learned optimism published.
Pocket Books. Véase también la influencia de la pobreza, el desempleo y la discriminación de los negros
en Estados Unidos en La desesperanza aprendida, (Learned Helplessners). Cap. 7 de Seligman y otros
autores. Oxford University Press. 1995.

15
La motivación al logro y la marginalidad
El concepto de desesperanza aprendida de Seligman es lo opuesto al con-
cepto de “motivación al logro” del economista y psicólogo David McClelland,
quien desarrolló la tesis de que la prosperidad de los pueblos y la de las perso-
nas, depende de su nivel de “motivación al logro”30. McClelland clasificó las
motivaciones humanas en tres categorías: en primer lugar, la “motivación a la
filiación” que consiste en la creación y disfrute de vínculos afectivos con otras
personas, por lo que la meta de esta motivación es mejorar e incrementar las
relaciones de amistad con las demás personas, lo que lleva a la preocupación
por ser aceptado y evitar el rompimiento de esas relaciones.
Una segunda categoría de motivación humana es la “motivación al po-
der”. La cual se puede definir como la necesidad de influenciar y dominar a
otro ser humano o a un grupo de personas. La necesidad de poder, conduce
a tener fuerza e influencia suficiente para lograr el dominio sobre otros y
para que hagan lo que deseamos. Pero también, incluye una disposición
positiva de servicio para dar consejo y apoyo aun a quien no lo ha solicitado.
En fin, con la motivación al poder se busca impresionar a la otra persona
o al mundo entero, y tratar de que el propio nombre sea objeto de noticia,
de publicidad, de realce.
La tercera categoría de motivación es la “motivación al logro”, que Mc-
Clelland la define como la necesidad que tiene todo ser humano de actuar,
dentro de su ámbito social, en procura de metas sucesivas de las que se de-
rivan satisfacciones al realizar con éxito, nuevos logros de mayor excelencia.
Se trata de escalar cada vez más alto, sucesiva y gradualmente, hasta niveles
siempre superiores. Quienes actúan movidos por la propensión al logro, asu-
men riesgos, moderados y calculados, en búsqueda del éxito y la excelencia.
También saben que los resultados dependen fundamentalmente de su propia
acción, de su conducta y en consecuencia, asumen la responsabilidad de
sus actos. La “motivación al logro” induce a las personas a tener definido el
tiempo en el cual se desarrollará su plan y cuándo alcanzarán sus metas y,
tal como hemos señalado, esas metas se fijan en forma sucesiva, paso a paso,
con toda precisión. Por lo tanto, los planes se reexaminan constantemente
en orden a los resultados de modo de ajustarlos al logro de las metas.
Esas tres categorías de motivaciones son las que, según McClelland, rigen
el comportamiento humano, pero no todas guardan la misma proporción
de importancia para cada persona en particular. Para algunos la motivación
al logro juega un papel preponderante y, cuando en una sociedad la ma-
yoría de la población participa de una alta motivación al logro, entonces,
esa sociedad creará civilización y prosperará. La motivación a la filiación es
necesaria también, pero suele guardar una proporción relativamente inferior

30
McClelland, David. (1968). La sociedad ambiciosa, factores sicológicos en el desarrollo económico.
Madrid: Guadarrama.

16
respecto a la motivación al logro, y la motivación al poder también juega
un papel importante, aunque en una proporción inferior.
McClelland practicó estudios en numerosos países para verificar su
teoría y Venezuela fue uno de ellos. Aquí, a través de la fundación Funda-
se, a cargo de la doctora María Eugenia de Curiel31. Durante el decenio
de 1970, se llevó a cabo un estudio sobre las motivaciones del venezolano
referido a tres períodos (los años 1930, 1950 y 1970) dirigido por el mismo
profesor David McClelland, de la universidad de Harvard. El resultado de
ese estudio fue el siguiente:

Patrones internacionales de motivación


Logro Afiliación Poder
2 1,33 0,96

Las motivaciones en Venezuela


Logro Afiliación Poder
0,36 0,69 2,04

Como puede verse, las mediciones realizadas por el grupo de venezola-


nos y norteamericanos que hicieron las investigaciones sobre las motivacio-
nes en Venezuela, arrojó unos resultados que son, prácticamente, opuestos
a los patrones internacionales de motivación. La principal motivación del
venezolano es la del poder; en cambio, con respecto a la motivación al logro,
apenas alcanza 0,36 de una puntuación de 2, que se tiene como la norma
internacional. Cuando predomina una motivación como la del poder, el
medio para alcanzar metas o resultados o cumplir deseos en la vida, no de-
pende del esfuerzo que se realice, sino del poder que se tenga. No se depende
de un plan de acción que deba realizar el sujeto para alcanzar el objetivo,
sino que se depende de “algo” muchas veces ajeno a quien debe actuar.
Para ilustrar esto último con una anécdota, referiremos lo que un alto
ejecutivo extranjero de una trasnacional establecida en Venezuela contaba
acerca de la dificultad que tenía para promover a sus empleados venezolanos
a cargos de decisión, pues estos, una vez promovidos, consideraban que el
trabajo era ahora para sus subordinados, y ellos simplemente se dedicaban a
disponer lo que debían hacer los otros. Nunca imaginaban que “el jefe” era
quien más tenía que trabajar de todo el grupo. Esto ocurría, especialmente,
con el personal de base, cuando era ascendido.
Observa McClelland que el desarrollo de una auténtica motivación al
logro, depende, fundamentalmente, del tipo de educación que reciben los

31
McClelland, David. (1970) Informe sobre el perfil internacional observado en Venezuela, años 1930,
1950 y 1970. En colaboración con Fundase.

17
infantes, los niños y los preadolescentes. Según él, la motivación al logro
tiende a ser mayor a medida que se le fijan metas más altas a los niños y se
espera de ellos que actúen con independencia y autonomía. También suelen
generar este tipo de motivación las madres que recompensan a sus hijos, por
las metas alcanzadas, con besos, abrazos y otros estímulos. Además, generan
una autoconfianza en el niño, sin autoritarismo y sin actitudes de rechazo
por parte de los padres. De esta manera se estima que se promueve una
mayor motivación al logro en las personas y, cuando éstas se convierten en
adultos, disponen de aptitudes, pensamientos y hábitos que les permiten
lograr éxito en la vida.
En consecuencia, el desarrollo de una mayor motivación al logro es
justo lo contrario del sentimiento de impotencia e inseguridad que lleva a la
pasividad. Es lo contrario al desamparo aprendido y conviene, por lo tanto,
crear las condiciones propicias para hacer que el desamparo aprendido ceda
lugar a la motivación al logro.

El “locus de control” y la marginalidad


Los individuos con “control interno” asumen la responsabilidad por el
resultado de sus propias decisiones y acciones. Pero las personas con “control
externo” creen que el rumbo de sus vidas está fuera de sus manos y por lo
tanto, están sujetas a los caprichos del destino, la suerte, o a las decisiones
de otras personas que tienen la riqueza y el poder. Muchas personas consi-
deran que cuanto les ocurre es mayormente causado por el azar o la suerte,
o por la influencia de otras personas más poderosas; por el contrario, hay
otras personas que creen que todo lo que les ocurre es causado por su propia
conducta, por sus propias decisiones, por su propia manera de actuar.
Las personas en las que predomina un “locus de control interno”
tienen mejor capacidad para la solución de sus problemas y mayores po-
sibilidades de alcanzar objetivos. También son más versadas y críticas de
los acontecimientos políticos o sociales que pueden influir en sus vidas.
Evitan la sumisión incondicional a la autoridad y son más resistentes a las
influencias de otras personas; formulan sus juicios más independientemente
y tratan con mayor exigencia ciertas conductas de los demás. Asumen la
responsabilidad por su propia conducta sin atribuir responsabilidad a los
otros por las consecuencias de sus propios actos. Tienen mayor posibilidad
de saber acerca de las condiciones que conducen a una buena salud física
y emocional y son capaces de dar los pasos convenientes para mejorar la
propia salud, tal como: dejar de fumar, evitar el abuso de alcohol y practicar
ejercicios en forma regular.
Por el contrario, las personas sujetas al “locus de control externo”
tienden a hacerse más conformes con lo que ocurre; prefieren no tener
que tomar decisiones ni opciones y desarrollan estrategias “defensivas” que
procuran evitar el fracaso antes que buscar el triunfo. Atribuyen su falta de
18
éxito a la mala suerte o a las “dificultades de la tarea” para la cual se sienten
impotentes.
Todo eso, no obstante, conviene advertir que las personas que asumen
posiciones extremas en su “locus de control”, sea éste externo o interno,
caen en actitudes irreales, pues, la verdad es que algunas cosas dependen
de la acción de la persona y otras dependen de hechos ajenos a ella. Por
lo tanto, de lo que se trata es de averiguar el grado de preponderancia que
tiene el control externo o el interno sobre las personas. Hay algunas que se
inclinan a pensar que la mayoría de lo que les ocurre no depende de ellas.
Estas personas están sujetas a un “locus de control externo” y tienden a
hacerse irresponsables de sus actos, por cuanto, si no se tiene control sobre
los resultados, tampoco pueden sentirse responsables de aquello que está
fuera de su control.
Las personas que sufren el “desamparo aprendido” y se sienten impoten-
tes de salir de su situación, muestran una correlación con el locus de control
externo; en consecuencia, tienden a atribuir lo que les ocurre en la vida a
factores ajenos a ellos como la suerte o la política. Las decisiones que los
afectan las toman personas influyentes y poderosas quienes, por lo general,
están distantes de sus vidas. De modo tal, que evaden la responsabilidad
que puedan tener por sus propios actos. La persona que se cree impotente,
necesariamente se siente irresponsable.
Por el contrario, todos aquellos que tienden a creer que lo que les ocurre
depende de su manera de pensar y de actuar, propenden a ser más responsables
y les exigen más responsabilidad a los demás. Tanto Andrés Miñarro, jefe de
investigaciones psicológicas y educacionales de la Universidad Católica Andrés
Bello, como Rosalind Greaves de Pulido, de la Universidad Metropolitana,
realizaron en Venezuela una investigación sobre el locus de control y su
relación con algunos valores. El resultado de dicha investigación fue concor-
dante con las hipótesis que hemos venido presentando sobre la pasividad y el
sentimiento de impotencia del venezolano, que se demuestran por el hecho
de que la tendencia principal es la de un mayor locus de control externo y,
como efectos derivados de este rasgo, las personas del sector marginal vene-
zolano tienden a la dependencia, a la indefensión y baja autoestima, así como
a la sumisión frente a cualquier otro que consideren poderoso. También en
Venezuela, como consecuencia del predominio del locus de control externo,
hay una tendencia a la creencia en lo mágico y sobrenatural32. La investiga-
ción mostró, igualmente, que existe una asociación entre el locus de control
externo, que es muy alto entre los venezolanos, la viveza y el inmediatismo.

32
Miñarro, Andrés y Greaves de Pulido, Rosalind. (Junio-Julio 1999). Factores psicosociales que acompa-
ñan al subdesarrollo económico. Trabajo presentado en el XXVII Congreso Interamericano de Psicología
de Caracas.

19
EFECTOS RELEVANTES DE LA MARGINALIDAD

Consideraciones generales
Todo el que se siente impotente huye de las dificultades y, por esa razón,
las personas del sector marginal abandonan su empleo con gran facilidad.
Cualquier tropiezo que tengan con los jefes o con los compañeros de tra-
bajo, tienden a evadirlo retirándose del trabajo, sin ni siquiera haber hecho
arreglos para obtener otro empleo; y como no pueden obtener trabajo en
el mismo oficio en el que estaban, ingresan a otra actividad. Tales cambios,
y la falta de “espíritu de superación” (motivación al logro) conspiran para
que no desarrollen una profesión u oficio determinado ni hagan una carrera
continua y constante.
Esto les hace proclives a los juegos de azar, como la lotería. Piensan que
su esfuerzo personal no está ligado a una mejoría de su situación económica,
la que sí puede venir, en cambio, por un “golpe de suerte”. En otros casos se
transita el atajo de la delincuencia como medio, éste sí de sobresalir.
En segundo lugar, la “anomia” es otro de los efectos causados por el
sentimiento de impotencia e incapacidad. El poblador marginal desea inte-
grarse a la sociedad hegemónica o dominante, pero las normas de vida que
ésta tiene son demasiado exigentes para él, quien no está preparado para
cumplir con ellas, ni tiene los hábitos necesarios para hacerlas efectivas.
Toda esta imposibilidad de satisfacer las exigencias de la sociedad integrada
o formal, lo lleva al abandono de la “normativa” que debería mejorar su
vida. Tienden a exonerarse de cumplir normas, lo que explica las frecuentes
patologías a las que hacía alusión Oscar Lewis cuando realizó sus investi-
gaciones en México.
En tercer lugar, es muy probable que una de las raíces más profundas
de los problemas que confrontan los pobladores marginales se encuentre
en la “estructura familiar” que predomina en esos sectores. La experiencia
vivida por la Madre Teresa de Calcuta en las barriadas marginales y con co-
nocimiento de lo que también ocurre en los demás sectores de la sociedad,
ella lo resume confirmando así la causa del problema: “Nos damos cuenta
cada vez más en nuestros días que los sufrimientos del mundo tienen su
origen en la familia”33 (Teresa de Calcuta, 1997: 46). Según los estudios más
conocidos sobre la familia en Venezuela; como son los de Samuel Hurtado
y los de Alejandro Moreno, así como los de J. B. Betancourt34. La relación

33
Intervención en Cambridge con ocasión del doctorado “Honoris Causa” que le dio el Duque de
Edimburgo, Canciller de la Universidad. Tomado de: Teresa de Calcuta. (1997). La alegría de darse a
los demás. México: Dabar.
34
Hurtado, Samuel. (1997, enero). “Matrisocialidad” Felices aunque pobres, La cultura del abandono en
Venezuela. Revista Venezolana de Análisis y Coyuntura. VII, 1. Y Moreno, Alejandro. (1997). La familia
popular venezolana curso de formación sociopolítica. Centro Gumilla.

20
de estabilidad entre marido y mujer ha sido muy débil en Venezuela y esto
ocurre cuando se la compara con los patrones prevalecientes en el mundo
occidental.
En el núcleo familiar que predomina en las clases populares de Venezuela,
el marido juega un papel secundario o inferior. Samuel Hurtado, además
de ser pionero, quizás el sociólogo y antropólogo que más ha profundizado
en los estudios sobre la familia venezolana, se diferencia de A. Moreno en
la amplitud del diagnóstico, ya que Moreno limita los rasgos descritos a
la familia del sector marginal; mientras que Hurtado considera que tales
rasgos, en menor o mayor medida, son comunes a todas las familias ve-
nezolanas. Pensamos que es probable que tenga razón35. Sin embargo, en
el sector marginal, todos esos rasgos adquieren mayor rango y extensión.
El papel del marido en la familia, cuando lo desempeña, se reduce a ser
proveedor de las subsistencias a cambio de los “favores sexuales” que recibe
de la esposa. De esta manera, ayuda a la dama a engendrar los hijos que
ella considera imprescindibles para cumplir con su misión de mujer. El
verdadero “núcleo familiar” está entonces, constituido por la mujer, sus
hijos, y hasta por los hermanos de la mujer que pueden privar sobre sus
obligaciones con el marido.
Es más, las necesidades afectivas y de apoyo, la indisolubilidad del
vínculo matrimonial y, por lo tanto, la permanencia en el tiempo de esas
relaciones afectivas y de ayuda mutua, no se establecen entre marido y
mujer, sino entre las madres y los hijos varones, principalmente el hijo
mayor. La relación entre marido y mujer se piensa como algo transitorio e
inconsistente.
Los hijos son “propiedad” de la madre y para el hijo varón, ésta ocupa el
primer lugar, aun sobre la propia esposa que pueda llegar a tener. Se siente
más ligado u obligado con su madre que con su mujer. En consecuencia, si se
estiman transitorias e inconsistentes las relaciones entre marido y mujer, no
se confía en que el hombre satisfaga las necesidades ante las incertidumbres
de la vida y menos la previsión de la vejez. Por eso, estas obligaciones se
transfieren principalmente al hijo varón, a quien se le crea la necesidad de
“ver por su madre”, como su principal obligación. Para lograr ese objetivo,
la madre incrementa el afecto por el hijo a fin de conservarlo y tal afecto,
lo manifiesta con frecuencia en una excesiva complacencia, tolerancia o
consentimiento, con lo cual debilita el carácter del hijo privándolo de la
garra y la persistencia que necesitará para la lucha por el logro de las metas
que se debe proponer en la vida.
Como resultado de los estudios sobre la familia –tema que habría que
profundizar aún más en Venezuela– concluimos con que los hijos suelen

35
Otra importante diferencia entre Hurtado y Moreno consiste en las maneras de resolver los problemas
que plantea la familia venezolana.

21
tener una figura muy débil del padre, lo que los marca para toda su vida
futura. Se convierten en personas que tienen la necesidad de ser clientes de
alguien y que suelen buscar satisfacer esa necesidad tratando de buscarse
“amigos poderosos”. Al patrón se le nombra padrino de los hijos y se busca
el apoyo de los líderes y de los partidos políticos. Estos últimos significan
una especie de “casas de ayuda”, en las que se negocia el apoyo al partido
durante las campañas electorales a cambio de una reciprocidad que se espera
del partido para con ellos. Es decir, que de la futura acción de gobierno lo
que se espera es una “ayuda material particularizada”, sea un cargo público
o cualquier cosa que pague y haga sentir que se tiene apoyo en ese partido
o en el patrón, cuando se trata de la empresa donde se trabaja. Se establece
así una relación de cliente o vasallo que ha sido imitada por una buena parte
del resto de la población.
Lo anteriormente dicho tiene una gran trascendencia. Solemos culpar a
nuestros políticos de “populistas” y sucede que, en la práctica, es el elector
marginal el que tiene “espíritu clientelar” ya que además de ser persona poco
ilustrada está en abierta búsqueda de alguien que le “resuelva sus problemas”.
Por esa razón, la demagogia encuentra el terreno abonado, pues el voto de
estos densos sectores electorales se inclinará por todo aquel que ofrezca lo
que cada uno aspira.
En la práctica, el político que fundamente su campaña electoral en un
ideario y desconozca la condición clientelar de esos potenciales electores,
tiene muy pocas posibilidades de ganar las elecciones frente a competidores
que harán ofertas desmedidas e irrealistas con la certeza de que obtendrán
el respaldo de los pobladores marginales.
En consecuencia, todo político que aspire realmente a alcanzar el poder
se ve obligado a una “competencia de ofertas” en los sectores más populares
y numerosos del país, puesto que a estos no les interesan tanto las ideolo-
gías y los problemas públicos comunes, como sus relaciones de amistad, de
identidad con el candidato y de reciprocidad de favores.
En general, en las campañas electorales se recalca la necesidad de hacer
justicia con los pobres y se afirma que ellos tienen “derecho” a una vida mejor,
pues Venezuela es un país muy rico. Todos los procesos electorales habidos
en Venezuela han reforzado “expectativas crecientes” de un mejor futuro
para los electores más necesitados. Pero al no colmarse esas expectativas se
ha causado la pérdida de fe en el sector político y sin duda, hasta tanto no
se resuelva ese problema, la democracia tendrá una debilidad muy fuerte
para poder funcionar correctamente en nuestros países. Como ya hemos
resaltado, al poblador marginal no le importan ni la ideología política, ni
que el sistema de gobierno sea democracia, dictadura, o un totalitarismo
marxista; no le dan mucha importancia a esas “cosas”, sino a solventar los
problemas que los acosan día a día, a salir de la inseguridad económica y
de las numerosas necesidades inmediatas no cubiertas.
22
Por último, para enfrentar algunas de las dificultades insalvables que se
presentan en la vida, se hacen proclives al uso del alcohol y de la droga, que
juegan un papel evasivo de esas dificultades. El alcoholismo en Venezuela
era un hábito muy acendrado desde antes de la llegada de los españoles. Ya
los indios preparaban la “chica” que la usaban con frecuencia. Hoy ocurre
en las “barriadas marginales” que se comienza a ingerir alcohol desde el
viernes en la tarde hasta el domingo en la noche y no es nada extraño para
el venezolano típico de los sectores marginales urbanos y rurales, no acudir,
o llegar tarde al trabajo los días lunes.
En conclusión: la marginalidad, con toda la complejidad descrita, es
un gravísimo problema que afecta no sólo a un sector de la población de
América Latina, sino a la sociedad entera. Es un problema de cada Nación,
de cada Estado y de todo el Continente en su globalidad. Se requiere, por
eso, de una solución global o no habrá nunca un verdadero desarrollo, ni
económico, ni político, ni social, ni cultural (Véase anexo I). En el siguiente
esquema del complejo de la marginalidad se presenta una especie de resumen
del círculo vicioso del complejo de impotencia o de inferioridad.

Esquema del complejo de marginalidad

Complejo de marginalidad Refuerzo de la frustración

Abandono de
Evasión de situaciones difíciles
metas nacionales

Recurrencia Pobreza y subdesarrollo


Abandono de metas
a la viveza sostenido

Estado de frustración Irresponsabilidad e indisciplina

Abandono del estudio o trabajo Vicios: alcoholismo,


Inconstancia
juego, etc.

Estado de impotencia y complejo


Falta de fe en sí mismo
de inferioridad

23
La marginalidad y la inestabilidad política
Hay quienes consideran que el problema de los marginales no es un
problema del país, sino de los marginales mismos. Consideran que están en
esa situación por causa de ellos. Piensan que si los marginales fuesen más
trabajadores y más ahorrativos, más organizados y disciplinados, lograrían
salir de su situación tal como lo hicieron los inmigrantes pobres y cam-
pesinos que llegaron de Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, si bien es cierto que algunos valores, aptitudes y conductas
de las personas del sector marginal son la causa que dificulta que puedan
superar esa situación, no deja de ser igualmente cierto que la marginalidad
representa, para el todo social, muy graves consecuencias.
Cuando un problema como el de la marginalidad, que engloba al pro-
blema de la pobreza, permanece irresuelto, surgen, en el campo político,
partidos e ideologías orientados a ofrecer cambios y mejoras a una situación
de evidente injusticia social. Eso implica, que así como pudieran presentarse
propuestas de solución dentro del marco democrático, también suelen apa-
recer corrientes de extrema izquierda, y de extrema derecha, presuntamente:
revolucionarias, antidemocráticas, militaristas o totalitarias.
La historia nos muestra cómo en América Latina ha habido un con-
tinuo proceso de esfuerzos por establecer y mantener las democracias en
pugna constante con la aparición de guerrillas y golpes de estado, el arribo
al poder de presidentes sin espíritu democrático, propensos a establecer
dictaduras que proponen resolver la marginalidad, aunque nadie ha sido
capaz de lograrlo.
En contraste, nótese cómo en los países más prósperos, no suelen darse
extremos tan grandes en las posiciones políticas. En esos casos, hasta los
partidos que se autodenominan de “izquierda” son de probado talante
democrático y favorecen o al menos respetan, la economía de mercado.
Ahora bien, en América Latina la inestabilidad política y por consiguiente,
la económica, surge cada vez que alguno de los partidos de posición extrema
muestra cierta opción de poder, lo cual ocurre frecuentemente.
Cuando hay relativa prosperidad, como ha acontecido durante algunos
años en Venezuela, el crecimiento económico permite que todos obtengan
algo de él, de modo que hasta la clase marginal se beneficia con más empleos,
lo que facilita la tranquilidad en el país y una mayor inclinación a votar
por los partidos de “centro”. Pero cuando ocurre que el empobrecimiento
aumenta y se agrava el desempleo, tal como ha ocurrido en Venezuela en
los últimos veinte años del siglo XX y los primeros del siglo XXI, entones
el sector marginal busca desesperadamente cualquier propuesta que apun-
te a resolverle sus problemas, pues sus necesidades son perentorias. Ellos
viven al día y sufren con mayor fuerza el desempleo. Votarían en ese caso
hasta por perder la soberanía nacional si esa fuese la condición para poder
comer. La ideología y el nacionalismo pasan a ser algo secundario ya que
24
lo que importa es la “ilusión” inmediata de redención, de solución de sus
más inmediatos problemas.
También para el ciudadano marginal, que se encuentra en estado de
necesidad, desempleado o empleado con el salario mínimo o inclusive
inferior al mínimo legal, no importan ni el cumplimiento de la ley ni la
vigencia de la democracia. De modo que si aparece un caudillo carismático
que conozca sus necesidades y anhelos, se identifique con él y lo persuada
de sus ofertas demagógicas de un bienestar cercano, ese caudillo tendrá
muchas posibilidades de obtener el poder.
La demagogia encuentra terreno abonado en la marginalidad, no sólo
por la falta de educación, sino porque están ansiosos de creer en una solu-
ción a sus necesidades básicas, las cuales no pueden resolver por sí mismos.
Además, esa demagogia se acentúa en el caso venezolano, porque gran parte
de la población cree firmemente que viven en un país rico, en el que exis-
ten los recursos suficientes para ayudar a los pobres si esos recursos no son
“robados” por los políticos y la gente de mayor poder e influencia.
En consecuencia, tal como lo señala C. Zubillaga, la marginalidad, que
carece de casi todo en nuestra sociedad, “ha sido dotada por la democracia
de un inmenso poder político” y ese poder se hace presente con eficacia,
dado su gran número al momento de votar en la elección de las autoridades
públicas36. Por lo tanto, mientras la democracia no logre encontrar el camino
que le permita a los ciudadanos hoy marginados creer razonablemente en
la posibilidad de solución de sus problemas, habrá inestabilidad política, y
cada vez que ocurran recesiones en la economía ejercerán el voto a favor de
quien se identifique más con ellos y les inspire mayores esperanzas37.
Por todo eso, las ideologías y los programas serios de gobierno juegan un
papel secundario en las decisiones de los pobladores marginales. Ellos están
ensimismados en su propio problema económico el cual afecta, no sólo a sus
estómagos, sino también a sus relaciones familiares y a su estima personal,
de modo que son propensos a dejarse seducir por las falsas promesas y por
candidatos o partidos de inspiración marxista, socialistas extremos o bien por
golpes militares que causan hasta muertes para imponerse por la fuerza.
La propensión a buscar salidas rápidas, “mágicas” y hasta violentas
por parte de la población marginada, se ve indirectamente reforzada por
la publicidad comercial y la programación de la televisión, pues aún en las
recesiones o crisis económicas, que incrementan el desempleo y la inflación,
se muestra por televisión la publicidad de exquisiteces de todo tipo y no-
velas que se desarrollan en grandes mansiones en las que aparecen mujeres

36
Zubillaga, Carlos. (2000). La marginalidad sin tabúes ni complejos. Caracas: Gonzart.
37
Algunos de los que no encuentran solución a sus problemas pueden darle sentido a su vida creyendo
o confiando ciegamente en el líder, “el hombre” que resolverá todos sus problemas. Por otra parte hay
quienes se fanatizan y son útiles para el terrorismo y las guerrillas.

25
que visten glamorosamente y usan automóviles de lujo. Son contrastes tan
agudos con la miseria en la cual viven los habitantes marginales, que es
evidente que afectan sus decisiones políticas en la dirección que marcan los
demagogos de todo tipo. A esto hay que sumar el hecho de que los líderes
políticos democráticos se descalifican entre sí, acusándose recíprocamente
de corruptos, esto hace que se pierde la confianza en ellos y se esté siempre
a la espera de nuevos “Mesías”38.
El ilustre pensador venezolano Arturo Uslar Pietri tuvo entre sus pre-
ocupaciones conocer las características y los rasgos más definitorios del
venezolano y destaca él que leyendo las historias, los mitos, las leyendas y
las fábulas de nuestro pueblo, se podía percibir con claridad algunos de los
valores que son comunes a los venezolanos:

… por allí nos enteramos, sin lugar a dudas, de que a los venezola-
nos la igualdad le importa más que la libertad, y que la justicia no
significa para él dar a cada uno lo suyo, sino castigar y escarmentar
al poderoso, que nunca es bueno, aun cuando con ello no se remedie
el mal. La fortuna y la riqueza no provienen nunca de un trabajo
metódico y esforzado, sino de un hallazgo inesperado, de un don
mágico o de una violenta expoliación (Uslar Pietri, 1992: 386).

Este tipo de rasgo, subrayado por Uslar Pietri, tiene sus efectos impor-
tantes para explicar la agudización del conflicto por lograr una mayor justicia
en el país39. Vale la pena añadir a esto que, en las conversaciones que sostuvo
Hugo Chávez con Blanco Muñoz antes de las elecciones en las que resultó
electo Presidente, se vio muy precisado a ofrecer soluciones a los problemas
de los venezolanos, puesto que el entrevistador insistió constantemente en
que precisara algunas soluciones a esos problemas, qué aplicaría en el caso
de que accediera a posiciones de poder en Venezuela, pues deseaba conocer
qué acciones podrían derivarse de las enseñanzas de las “tres raíces de su
pensamiento”: de Simón Bolívar, de Simón Rodríguez y de Ezequiel Za-
mora. Ante tal requerimiento del periodista, el Comandante Hugo Chávez
dijo que “la doctrina política Zamorana no está escrita en manuales, pero
que hay cosas que ocurren que forman parte de esa doctrina”, luego aña-
dió: “En Elorza (un pueblo llanero) me cuentan varios viejos, que cuando

38
Un conocido político venezolano comentaba, cómo el ex presidente Frei de Chile explicaba el hecho
de la pérdida de popularidad de los políticos. Parte del problema consistía, según Frei, en que los
políticos se “carajeaban mucho”, es decir, que hablaban mal unos de otros para ganar el apoyo de la
población y esto con frecuencia lo hacían infundadamente, sólo buscando el efecto de hacer perder la
reputación de sus oponentes. Pero no se daban cuenta de que al hacerlo recíprocamente se afectaban
todos y debilitaban su credibilidad y la de las instituciones democráticas.
39
Uslar Pietri, Arturo. (1992). Medio milenio de Venezuela. Caracas: Monte Ávila

26
Maisanta (un caudillo guerrillero) tomó Elorza, mandó a abrir los grandes
comercios del pueblo, no las bodegas y autorizó el saqueo por parte de los
pobres. Esa es una idea reflejada en un evento. O cuando secuestraban a
alguien en esas sabanas y le quitaban ganado para dárselo a los indios que
se morían de hambre”.
Cuando Chávez comentó ese incidente, lo presentó como una enseñanza
que nos ofrecía nuestra propia historia para resolver problemas que no están
en los libros de economía, pero que responden bien al rasgo característico
del venezolano que señaló Uslar Pietri en la cita precedente. El saqueo se
justificaba, primero porque el rico merecía ser saqueado y segundo, porque
el pueblo tenía una gran pobreza y ante esas circunstancias se justificaban
hechos de tal naturaleza40.
Si seguimos la argumentación presentada, podemos agregar que para la
mentalidad del venezolano común, las personas prósperas, o que pertenezcan
por alguna u otra razón a las élites influyentes del país, son “sospechosas”
de haber delinquido.
Estas creencias y aptitudes de los venezolanos pueden haberse reforzado
por el hecho de que el partido político más influyente del siglo XX en Vene-
zuela, que fue Acción Democrática, para generalizar y masificar el proceso
de educación en el país, lo llenó de escuelas, liceos y universidades, todos
con un trasfondo de ideología marxista. Acción Democrática, aun cuando
se diferencia, sin duda, de los demás partidos marxistas por el hecho de ser
socialdemócrata, aspira, no obstante, al desarrollo del socialismo logrado
dentro de un régimen democrático y de una manera progresiva, sin violentar
la propiedad privada existente. Pero insistimos, su base ideológica se funda
en el marxismo y dado que ocuparon el poder durante muchos quinque-
nios en Venezuela, influyeron fuertemente en la selección de maestros y
profesores, muchos de los cuales tenían esa formación marxista. Este hecho
ha sido trascendente en Venezuela porque ha agravado la aprehensión de
los venezolanos contra todas las personas ricas o influyentes del país y del
capital extranjero. Como es sabido, Marx consideró que los empresarios son
explotadores de los trabajadores. Naturalmente, un explotador no puede
ser bien visto por los explotados, que son los trabajadores asalariados y los
desempleados, ni por los políticos que han sido formados dentro de esa
doctrina. En consecuencia, los burócratas venezolanos y los jefes políticos
han dictado leyes que muestran una gran desconfianza hacia el sector em-
presarial y han propugnado frecuentes regulaciones para evitar “los males”
que podían causar tal tipo de “explotadores”.
Esto último tiene también una enorme trascendencia para el país. Para
cualquiera que estudie la manera como los países asiáticos que alcanzaron

40
Blanco Muñoz, Agustin. (1998). Habla el comandante Hugo Chávez Frías. Venezuela del 4 de febrero
de 1992 al 6 de diciembre de 1998. Caracas: Editor Mery Samanes.

27
el alto nivel de prosperidad que hoy tienen, se encontrará con que, en
todos ellos, sin excepción, se formaban equipos entre el sector burócrata y
el sector empresarial para resolver los problemas de interés común, tanto
de los empresarios como del país como un todo. Estos equipos llegaban a
constituirse desde niveles medios hasta los niveles más altos de la jerarquía
política y gubernamental del país y la empresarial. En estos países no existió
la desconfianza que existe en nuestro medio.
Tal cosa, probablemente, repercuta mucho en las dificultades que hay
en Venezuela para que los empresarios, a su vez, confíen en los burócratas
y en los líderes políticos, a tal punto que no solamente se molestan por las
disposiciones restrictivas, sujetas a decisiones arbitrarias y al cumplimiento
de numerosas condiciones y permisos, sino que, cuando se complican los
trámites, se prestan a corrupción y se ha generalizado el criterio, dentro del
sector empresarial, de que el sector político y burocrático es un sector co-
rrupto, hecho que va aumentando el grado de distancia entre ambos sectores.
En conclusión, de una u otra manera esas actitudes deben ser modificadas;
tanto en las creencias y modos de conducta, como en los hechos concretos
que faciliten un entendimiento y una cooperación mutua en la solución de
los problemas que aquejan a los involucrados y al país entero.

La incertidumbre política causa desempleo y mayor pobreza


El crecimiento económico, que es condición necesaria aunque no su-
ficiente para la superación de la pobreza, se ve seriamente entorpecido por
la existencia misma de la marginalidad. Tal como acabamos de mostrar la
marginalidad causa inestabilidad política, y ese “clima” de zozobra política
permanente, que en ocasiones desemboca en gobiernos totalitarios o revo-
lucionarios, inhibe la realización de las inversiones que todo crecimiento
económico supone.
Por otra parte, en los países con un elevado componente de población
marginal, la capacidad de ahorro interno suele ser insuficiente para nutrir
una significativa corriente de inversiones. Aun en un caso tan excepcional
como el venezolano, en el que el Estado cuenta con una importante renta
generada por las exportaciones de petróleo, la capacidad para invertir en
un sostenido crecimiento económico es insuficiente. Hay demasiados tra-
bajadores no calificados, que crecen constantemente con el aumento de la
población. Ahora bien, dado el ambiente de inestabilidad política a la cual
propendemos por la presencia de la marginalidad, los escasos ahorros internos
tienden a “fugarse” al exterior (para estar más seguros en divisas sólidas) y en
cambio, del exterior, no fluyen suficientes inversiones pues, el “riesgo-país”
lo desaconseja, salvo en negocios que prometan muy altas rentabilidades.
También la posibilidad de obtener préstamos externos se dificulta por las
mismas razones. En consecuencia, la creación de empleos productivos se hace
inferior a lo requerido y aumentan el desempleo y el empobrecimiento.
28
De modo pues, que si por causa de las grandes desigualdades sociales y
de ingresos, los sectores políticos extremos logran tener alguna opción de
gobernar, ese solo hecho causa la paralización de las inversiones y también
la generación de empleo. Es más, si las izquierdas tienen alguna opción de
alcanzar el poder, no únicamente se frenaría el crecimiento de las fuentes
de empleo, sino se aumentaría el desempleo y comenzaría un proceso de
“desinversión”. Los empresarios reducirían su producción y todo el dinero
que lograsen obtener en efectivo, lo convertirían en dólares y lo enviarían al
exterior. Paradójicamente, la marginalidad actúa como causa de sí misma,
razón por la cual conviene tener presente que la ampliación de los negocios
y el surgimiento de nuevas empresas requieren de un clima de gran estabi-
lidad política e institucional. Por lo tanto, el mejor programa económico
que elabore el Gobierno con los más famosos economistas del mundo,
está condenado a fracasar si se crea inseguridad o incertidumbre entre los
hombres de negocios. Este punto es tan delicado que, aun cuando en de-
mocracia se discuten las “reglas del juego” político o las normas que deben
regular alguna actividad económica, se paralizan con ello las actividades de
inversión hasta tanto exista un pronunciamiento claro por parte del órgano
correspondiente. Un viejo banquero latinoamericano solía decir que, aun
cuando se tuviese por bueno un proyecto de ley sobre la banca, había que
esperar hasta tanto se lo viera convertido en ley, “pues uno sabe lo que entra
al Congreso, pero desconoce lo que va a salir de él”. Esto muestra el grado
de hipersensibilidad al que están sujetos los hombres de negocios en nuestros
países y por ende el cuidado que deben tener los políticos en el manejo de
los temas sociales y económicos.
En conclusión, la búsqueda de caminos concretos para superar el pro-
blema de la marginalidad es tarea del interés de toda la sociedad –y no sólo
de los marginales mismos o de la clase política– pues, como acabamos de
evidenciar, esta lacerante realidad social se constituye en un pesado lastre
para el crecimiento económico y la estabilidad democrática del país y por
lo tanto, para la prosperidad general de todos sus habitantes.

LA MARGINALIDAD, LA JUSTICIA SOCIAL Y EL SISTEMA ECONÓMICO


La economía de mercado ha sido capaz de producir, principalmente en
los países desarrollados, la enorme diversidad de bienes y servicios creados
para atender necesidades que antes no podían ser satisfechas. Por lo tanto
si nos fijamos en las condiciones de vida que tenía el hombre hace apenas
doscientos cincuenta años y las comparamos con las de la sociedad del siglo
XX o de principio de este tercer milenio, nos daremos cuenta de que los
saltos en la productividad, en la eficiencia, en la enorme variedad de artículos
y servicios son absolutamente sorprendentes. Podríamos ocupar muchas
páginas en enumerar los nuevos inventos y las mejoras que se han obteni-
do en la producción y la reducción de los costos. Pero sólo señalaremos el
29
siguiente: anteriormente, la gran mayoría de la población del mundo, hasta
en más de un 90 por ciento, debía trabajar en el campo para poder producir
los alimentos que necesitaba. Hoy los Estados Unidos tienen la capacidad
de producir alimentos como para satisfacer la demanda exigente de 300
millones de consumidores norteamericanos y, además, exportar excedentes
con apenas el 3% de su población activa; el resto pasó a la industria y hoy
día, con los procesos de automatización y los otros inventos que han au-
mentado la productividad industrial se requieren, también, cada vez menos
personas para trabajar en esos sectores, razón por la cual, en la actualidad,
lo que se está desarrollando más rápidamente es el sector de servicios, pues,
las oportunidades de empleo se presentan en ese sector, donde actividades
como las telecomunicaciones, la telefonía celular, el Internet, los satélites, y
múltiples tareas y oficios de estudios técnicos, así como otros muchos nuevos
inventos, permiten trabajar en la propia casa sin ser empleado y desarrollar
un ingreso apreciablemente más alto en relación con épocas anteriores.
La gran capacidad de producir mejores productos o de crear otros nuevos
que satisfagan necesidades actualmente insatisfechas, se debe fundamental-
mente a la “libre competencia”. Si hay libertad para producir lo que se desea,
todo empresario estará interesado en lograr un artículo mejor y más barato
o en introducir una novedad que pueda satisfacer necesidades no cubiertas.
Esto le permitirá vender más y ganar más. Además, si decidiera no hacerlo,
otro productor lo haría por él y le quitaría los clientes para prosperar así a
expensas del que se descuide en la competencia. En definitiva, la libertad de
producir y la competencia es la explicación del progreso y estimulan a los
inventores e innovadores. En la economía de mercado, hay necesariamente
que atender cada vez mejor al consumidor, bien sea con precios más bajos,
mejor calidad, nuevos productos o todas esas cosas a la vez41.
Por otra parte, el régimen de “economía de mercado” respeta pro-
fundamente una de las cualidades humanas más apreciadas, como es la
libertad. Dentro de este régimen los productores son libres de producir lo
que quieran, y las personas pueden movilizarse a donde deseen y consumir
lo que les plazca. Se estima que al menos para los países desarrollados de
la Tierra, nunca ha habido condiciones mejores de vida. Los habitantes de
estos países están a una enorme distancia de los hombres que vivieron en
los siglos anteriores.
Tras ese breve panegírico que hemos hecho en los párrafos anteriores, es
preciso señalar también las zonas grises que tiene el régimen de economía

41
En una economía socialista cuesta mucho introducir innovaciones o simples mejoras. Si los gerentes
tienen asegurada la venta y su primer objetivo satisfecho, como es el de producir determinada cantidad
de productos, todos los cambios que exigen las mejoras o nuevos productos son vistos como una cala-
midad por los gerentes de las empresas. No los necesitan para la sobrevivencia de la empresa, pues en
la economía socialista las empresas no compiten entre sí.

30
de mercado. Para nosotros, la principal debilidad de ese sistema consiste
en que trata a los trabajadores como si fuesen una mercancía más. El sa-
lario depende de la oferta y la demanda de trabajo, al igual que el precio
de cualquier mercancía depende de su oferta y su demanda. Por eso, aun
cuando el sistema de economía de mercado permite utilizar los recursos
disponibles con una gran eficiencia para aumentar la producción, ocurre
que no toma en consideración a las personas que, por su circunstancia, son
personas no calificadas. Por esa razón, tales individuos pasan a sobrevivir
con los ingresos miserables que pueden obtener de la “economía informal”
o cuando mucho, con el salario mínimo de la economía formal. Los altos
representantes de la Iglesia Católica desde fines del siglo XIX y durante
todo el siglo XX hasta el presente, han señalado con gran insistencia este
problema, pues, en buena lógica y en justicia, el hombre debe ser el centro
y objetivo final de toda economía y no debe ser tratado como una mer-
cancía, aun cuando algunos piensen, con gran optimismo, que a la larga
el sistema de economía de mercado ayudará a resolver mejor que todos los
otros sistemas los problemas de distribución del ingreso. J. M. Keynes, en
1936 dijo: “La falla más sobresaliente de la sociedad económica en la que
vivimos, es su fracaso para proveer el pleno empleo, y su arbitrariedad e
injusticia para distribuir la riqueza y el empleo”. Quizás esta frase resume
con mayor precisión lo que queremos decir.
En verdad, ha habido otros sistemas en los cuales no ocurría esa situación
de desempleo y de graves desigualdades. Por ejemplo, el hombre ha vivido
por milenios en sociedades que se constituyeron en forma de tribus y en
todas ellas, todos tuvieron un papel que desempeñar y prácticamente nadie
estuvo de sobra; aún las economías marxistas se las arreglaban para darle
trabajo a los desocupados, aun cuando fuesen innecesarios. Sin embargo,
todos sabemos que esas soluciones tuvieron más limitaciones que las que
presenta la actual economía de mercado. Por eso, el problema básico no
consiste en volver a la economía tribal, sino en cómo corregir el desempleo
y disminuir el grado de desigualdad mejorando las condiciones de los más
desposeídos.
Es evidente que, a pesar de sus enormes ventajas, el sistema de econo-
mía de mercado no remunera equitativamente a los factores productivos.
Y la razón está en que la sola escasez de la capacidad y de la propiedad de
capital no justifican su cuantiosa participación en los ingresos que genera
el proceso productivo. Así como tampoco es justo que el obrero tenga que
vivir con ingresos de subsistencia, o con menos que eso, por causa de la
abundancia de trabajadores no calificados. ¿Es que en general, son ellos
culpables de su situación?
Si usted hubiese nacido en un barrio, ¿Sería diferente de ellos en su
manera de pensar y actuar? ¿No es acaso ese trato de mercancía un irrespeto
a la dignidad y a los derechos del ser humano? ¿Por qué el sistema de libre
31
mercado paga más por igual trabajo cuando éste se realiza en un país in-
dustrializado? ¿Cómo es posible que la abundancia o la escasez sean criterio
para remunerar a los hombres? 42.
En resumen, si bien el sistema de economía de mercado tiene otras
limitaciones, como son las imperfecciones del mercado y las posibilidades
de monopolio, no cabe la menor duda de que su talón de Aquiles consiste
en no haber resuelto satisfactoriamente el problema del desempleo y el de
la distribución del ingreso. Por esa razón, es preciso encontrar los correc-
tivos que hagan de la economía de mercado un sistema que además de ser
eficiente, sea también justo y mejore la calidad de vida de todos.
En nuestro país, al igual que en muchos otros países latinoamericanos,
la pobreza está a la vista de todos, y todos también apreciamos las enormes
diferencias que existen entre nosotros. A unos les sobra en exceso, mientras
a otros les falta lo imprescindible para vivir. Los indicadores constantemente
recalcan las diferencias entre los latinoamericanos y las muestran en todos
los órdenes del diario vivir y Venezuela, figura entre los países en los que las
desigualdades de ingresos son más altas.
Esas agudas diferencias tienden a agravarse cada día más, configurando
una situación de injusticia social que es a todas luces, insostenible. Desafor-
tunadamente, los que vivimos en los países subdesarrollados tendemos a
acostumbrarnos a la convivencia del sector marginal con el sector integrado.
Nos acostumbramos a ver a los pobres y a pensar que es un hecho práctica-
mente normal del que muy pocos se sienten responsables, por lo que tienden
a ignorarlos, especialmente alejándose de las zonas donde ellos viven.
Sin embargo, como nos proponemos a explicar con detenimiento, la
marginalidad, tiene buena parte de su causa precisamente en un “estado de
injusticia” que tiende por sí mismo a perpetuarse y a agudizarse sin que la
sociedad integrada le dé la prioridad que requiere, dando por resultado las
situaciones de zozobra, inestabilidad e inseguridad personal y falta de paz
que agobian a todos los países de este Continente. Estos hechos corrobo-
ran las palabras escritas hace milenios en la Biblia: “La obra de la justicia
será la paz y los frutos de la justicia serán la tranquilidad y seguridad para
siempre” (Is.32,17)
La tan aguda desigualdad en los niveles de cultura, en los valores y en
la distribución de la renta nacional, es lo que da lugar a que en cada país
latinoamericano coexistan como dos naciones o sociedades contrapuestas:
una opulenta con elevada capacidad de consumo y de ahorro y otra “margi-
nada” sin capacidad de ahorro (ni de tributación) y con niveles de consumo
inclusive por debajo de los mínimos requeridos para sostener la vida. Ello
da lugar, también, a los fenómenos que explican cómo la marginalidad se

42
Urdaneta F, Carlos. (1989). Política de participación económica. Caracas: Trípode. P. 23.

32
“auto perpetúa” por el exceso de trabajadores no calificados que limitan sus
ingresos a un salario no mayor que el mínimo legal. Así, la diferencia del
aumento de los ingresos que produce el crecimiento económico se concentra
en los pequeños y escasos sectores: empresarios, profesionales y técnicos ca-
lificados, consolidando de esta forma, indefinidamente, la dispar condición
humana y la desigual distribución del ingreso nacional, a la que nos hemos
referido como una situación de injusticia social, cuya dinámica económica
trataremos con detalle en el capítulo siguiente.
Tal situación de injusticia constituye una amenaza permanente a la
estabilidad política y económica, pues es fuente de resentimiento que anida
en el ánimo de la población marginal y que conduce a lo que expresa el
presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en los siguientes términos:

… aquí, si no hay paraíso para todos no hay paraíso para nadie. Es


imposible que una minoría viva en el paraíso, y del otro lado, un
montón de gente en el infierno. Así el infierno los va a arropar a
todos43 (Chávez, 2004).

Esta constatación de una situación injusta induce a buscar “culpables”,


uno de los cuales, según la percepción de muchos, es el propio sistema eco-
nómico de “capitalismo dependiente” como se le ha llamado y al que se le
atribuye ser causa de casi todos los males que nos aquejan. Ciertamente, la
“economía de libre mercado” tiene, en nuestros países, algo que ver con la
enorme desigualdad a la que nos hemos referido y nos proponemos señalar
lo que, a nuestro juicio, es la falla que da lugar a ese problema, pero es pre-
ciso reconocer las buenas cualidades que el sistema tiene antes de sumirse
en sus limitaciones y en la solución a ellas.

43
Véase el diario (2004, abril 28). Chávez entregó Bs. 31 millardos en compras gubernamentales. El
Universal.

33
Anexo I Cultura de la
pobreza

Uno de los trabajos pioneros en el estudio de los sectores más pobres de


los países latinoamericanos lo llevó a cabo el antropólogo norteamericano
Oscar Lewis44. Comenzó estudiando las condiciones de vida de las familias
más pobres de México, tanto urbanas como rurales e intentando encontrar
los rasgos comunes que caracterizan esa manera de vivir. Son rasgos propios
de los grupos más pobres que conviven en naciones modernas y que, sin
embargo, las familias trasmiten de padres a hijos, generación tras genera-
ción. A ese modo de vivir, así caracterizado, lo denominó: “Cultura de la
pobreza”. Es decir, el conjunto de los patrones de conducta y los valores que
tienen su origen o causa en la pobreza que han sufrido esas personas por un
tiempo prolongado, a lo largo de muchos decenios. Lewis estimó que tales
rasgos de ese tipo de cultura, son comunes a los pobres de todos los países
modernos. Por supuesto, en esa “cultura de la pobreza” quedan incluidos
todos los pobres de los países de América Latina, así como también, los de
los sectores marginales de naciones tan ricas como Estados Unidos y los
bolsones de pobreza de los países de Europa. Veamos, entonces, cuáles son
esos rasgos comunes propuestos por Lewis:
Quizás el rasgo que más caracteriza al sector pobre de la población es
una lucha constante por la vida, pues pasan por períodos de desocupación
o subocupación frecuentes y cuando tienen salarios, estos suelen ser bajos
o los más bajos que se pagan en el país, inclusive por debajo del nivel de la
remuneración mínima legal. En realidad, no pertenecen a la clase obrera,
pues el obrero cobra un salario semanalmente pero los realmente pobres es-
tán “al margen” de los obreros. La irregularidad de ingresos es entonces un
rasgo común entre los realmente pobres. Además, adolecen de una escasez
crónica de dinero en efectivo, lo que hace que no cuenten con reservas
alimentarias en sus casas y que las compras de alimentos deban ser muy
frecuentes, inclusive durante un mismo día45.

44
Lewis Oscar. (1965). Los hijos de Sánchez. México: Mortiz.
45
Acostumbran muchos de ellos a empeñar las prendas personales y a pedir prestado dinero a usureros
locales, o a usar servicios de “sanes” de mutua ayuda para poder enfrentar necesidades urgentes de dinero.

34
Entre las características sociales y psicológicas, se distinguen por el
hecho de vivir hacinados en viviendas autoconstruidas y, en consecuencia,
carecen de “vida privada”, aunque, curiosamente no forman comunidades
organizadas en los barrios donde habitan. Viven más bien separados unos
de otros, aislados, y sus relaciones sociales se suelen limitar a unos pocos
familiares y amigos vecinos.
Otra característica es la alta incidencia del alcoholismo. Esta enferme-
dad viene acompañada de la violencia para zanjar las dificultades, hay poco
autocontrol en las relaciones humanas y la violencia física en la formación
de los niños es frecuente, llegándose, en muchos casos, al maltrato físico
también de las mujeres.
Por otra parte, la iniciación sexual temprana y las uniones libres y
matrimonios no legalizados son comunes a diferencia de lo que antes ocu-
rría en el sector que podríamos llamar integrado de la sociedad, donde las
uniones libres y los matrimonios no legalizados eran excepcionales. Tam-
bién es frecuente el abandono de la mujer y de los hijos. Hecho que hace
que la familia tienda a centrarse en la madre, pues, es la que ofrece mayor
estabilidad y en consecuencia, los parientes más conocidos de los hijos son
los parientes de la propia madre. Hoy en día, es muy probable que el sector
moderno o integrado de la sociedad se esté asemejando al sector marginal
en este aspecto.
Por otra parte, se ve en los sectores marginales una fuerte predisposición
al autoritarismo. Lo que convence es el temor y no la persuasión mediante
el diálogo.
Aun cuando es corriente que se insista en que hay una solidaridad fami-
liar, raras veces se practica salvo en casos extremos, ya que la misma pobreza
lo impide. Como consecuencia de esto último, la orientación de la persona
marginal es hacia el momento presente. El futuro tiene poco significado y
quizás por esto la poca capacidad para posponer los deseos. Hoy, diríamos
que se caracterizan por una baja inteligencia emocional, que difícilmente les
permite planear el futuro para obtener los altos beneficios que se obtienen
de algunos sacrificios del presente.
Otro rasgo resaltante es el sentimiento de resignación y fatalismo a la
situación que tienen que vivir. Suele existir la creencia en la superioridad
masculina y en las mujeres, una tendencia al complejo de ser mártires.
(A nuestro entender, este último rasgo parece ser más característico de los
sectores marginales mexicanos pero en Venezuela se ha perdido un poco
de su fuerza original). Finalmente, otra característica sorprendente es la
existencia de patologías de todo tipo pero no sólo eso, sino que suelen

Son también clientes del uso de ropas y muebles de segunda mano, y deudores consuetudinarios del

35
ser toleradas al punto de que, en algunas ocasiones, se ven casi como
normales46.
Los marginales están al margen de las ventajas que ofrece la vida mo-
derna. Ellos no hacen uso de los bancos, no tienen capacidad para pagar
a médicos ni odontólogos, sólo pueden ir a ellos cuando la situación es en
extremo difícil. Carecen de seguridad social y cuando el Estado no propor-
ciona el servicio gratuito de hospitales, recurren solamente a los curanderos,
comadronas y al uso de hierbas. En general, no participan de las demás
instituciones o servicios que existen en la ciudad.
Dado el hecho de que tienen un bajo nivel de educación y alfabetización,
poseen un sentimiento de inferioridad y de incapacidad, no se inscriben en
los sindicatos ni suelen hacerse miembros de partidos políticos. En general,
tienden a desconfiar de la política y los políticos, en consecuencia, también
de los gobiernos y de todos los que ocupan grandes cargos en la sociedad.
El marginal posee un fuerte sentimiento de abandono. Son como extran-
jeros en su propio país, convencidos de que las instituciones no sirven a
sus intereses y necesidades. En realidad desconfían de “todo otro”, salvo el
círculo reducido de parientes y amigos. Es útil registrar aquí la opinión de
un agudo observador acerca de la manera de comportarse de los mexicanos
frente a la autoridad y en particular, frente a la policía. Remarcaremos que
esa actitud es similar a todos los marginales de nuestros países; se trata de
lo que escribió el conocido periodista y escritor Alan Riding: el contacto
más regular que tiene el mexicano con el Gobierno es a través de la policía
y la odia de todo corazón: en el desfile anual del Día de la Independencia,
cuando se le aplaude al Ejército, las patrullas de la policía que desfilan llevan
encendidas las sirenas para acallar los silbidos e insultos que se lanzan en
su contra47.
En fin, estos rasgos que caracterizan ese modo de vivir, que Lewis llamó
cultura de la pobreza, vienen a ser consecuencia de la pobreza misma y de
adaptarse a ella, por eso conforman como “mecanismos de defensa” frente a
las condiciones de pobreza e indefensión que se traducen en un sentimiento
de impotencia y de desvalorización personal.

46
Para apreciar la tolerancia a las patologías basta leer la autobiografía de los miembros de la familia
Sánchez y la de otros personajes que O. Lewis presenta en sus obras como la titulada Vida.
47
Riding Alan. (s.f ). Vecinos distantes. Retrato de los mexicanos. México: Joaquín Mortiz p.145.

36
Capítulo II
¿El crecimiento económico acaba con la pobreza?

EL CRECIMIENTO ECONÓMICO Y SU DISTRIBUCIÓN


Es un lugar común de aceptación general entre los economistas, afirmar
que si hay crecimiento económico habrá como consecuencia de ello, más
empleo y mayor prosperidad. Cuando los economistas hablan de “crecimiento
económico” significa que aumenta la producción nacional debido a que se
invierte dinero en la creación de nuevas empresas o se expanden las existentes.
Eso supone que para que se produzca ese aumento de producción será nece-
sario contratar más trabajadores, amén de la mayor inversión en capital.
De esa manera, los trabajadores desempleados que no contaban con
ningún ingreso y tenían que vivir de préstamos o de la ayuda de parientes y
amigos, más aquellos otros trabajadores que sobrevivían en el sector informal
por salarios muy bajos, encontrarán un trabajo mejor remunerado para salir
de la pobreza48. En consecuencia, el crecimiento económico, que se suele
expresar como el porcentaje en el que aumenta anualmente la producción
nacional total, es la clave para resolver el problema del desempleo. Sin em-
bargo, conviene examinar con detenimiento esta conclusión.
En primer lugar, obsérvese que no se ha afirmado que el aumento de la
producción implique un aumento de los salarios, sino que lo que se sostiene
es que se abren nuevas fuentes de empleo y disminuyen los desocupados.
Ahora bien, si partimos de la premisa de que existe abundante mano de obra
no calificada, desocupada o subempleada entre los pobres, el aumento de la
producción, muy probablemente, no será capaz de absorber a la totalidad de
los desocupados o subempleados, puesto que son sumamente numerosos,
por lo tanto, el crecimiento económico sólo ayudaría a proporcionar empleo,
pero no a mejorar los salarios. Estos sólo aumentarán en aquellos sectores en
los que los trabajadores sean escasos y esto ocurre, preferentemente, entre
los trabajadores calificados, los profesionales y los de la alta gerencia.
En segundo lugar, el crecimiento de la producción del país (PTB) a

48
En verdad, no siempre el crecimiento implica la contratación de un mayor número de trabajadores
para aumentar la producción. Puede ocurrir que los actuales trabajadores se hagan más eficientes y sean
capaces de producir más con el mismo esfuerzo, es decir, producen más por hora trabajada. A esto los
economistas llaman incremento de la “productividad”.

37
un ritmo alto, del 5, 6 o 7% anual, no significa necesariamente que los
ingresos que se obtienen de la colocación de esa producción en el mercado,
se repartirán por igual entre todos los habitantes del país. Tal como hemos
señalado, los trabajadores que sean más escasos en sus respectivos oficios
recibirán remuneraciones más altas y aumentarán su salario; pero, en cam-
bio, los trabajadores no calificados, por el hecho de que abundan mucho,
sus salarios tenderán a permanecer inalterados. De esta última conclusión
habría que excluir a los trabajadores no calificados en cuyas empresas se hayan
suscrito contratos colectivos que aumenten automáticamente los salarios
cada tanto tiempo. Pero estos trabajadores sindicalizados, empleados en el
sector formal de la economía, obviamente son los menos.
Por otra parte, los productos que se venden fácilmente cuando aumenta
su demanda, aumentarán también de precio, con lo cual, sus fabricantes
y las empresas que los distribuyen, verán incrementados sus ingresos y sus
ganancias. En consecuencia, no son sólo los trabajadores calificados los
que se benefician de más empleos y mejores salarios, sino que también los
empresarios que producen los bienes y servicios que ahora tendrán mayor
demanda, recibirán mayores ganancias. Por lo tanto, cuando la economía
está creciendo a un buen ritmo y el ingreso por habitante (per cápita) está
creciendo igualmente, la distribución de los ingresos, muy probablemente
no será equitativa, pues, se trata de un incremento promedio que puede
esconder un agravamiento de las desigualdades económicas.
De acuerdo con toda la información relativa al crecimiento en la última
década del siglo XX, las desigualdades aumentaron a pesar de que hubo un
incremento real en la producción total. El crecimiento experimentado no se
distribuyó equitativamente porque ofrece empleos, pero no necesariamente
mejora los salarios en los sectores de trabajadores no calificados o poco califi-
cados, con lo cual no reduce la pobreza ni siquiera en lo relativo al ingreso.

LAS FLUCTUACIONES ECONÓMICAS DEL NUEVO EMPLEO


El Premio Nobel de Economía, Paul Samuelson, autor de uno de los
textos de teoría económica más conocidos en todo el mundo, explica cómo,
durante las crisis y recesiones económicas las personas más perjudicadas
suelen ser las más pobres. Cuando a una empresa le disminuyen sus ventas
y se ve forzada a disminuir su producción, despedirá, en primer término a
sus trabajadores no calificados. Si la crisis se agudiza despedirá también a
aquellos que tienen algún grado de calificación e inclusive, a los profesio-
nales universitarios. Sin embargo, si la situación de desempleo se prolonga
o se agrava, los trabajadores desempleados que tengan un mayor grado de
preparación, competirán con ventaja con los no calificados por los pocos
empleos que se ofrezcan de menor calificación, desplazando así, en mayor
grado, a los trabajadores que tienen una menor preparación. En la sociedad
moderna, la sobrevivencia no suele depender de nuestra fuerza física para el
38
trabajo, sino de nuestra preparación y capacidad para trabajar con eficiencia
y disciplina especialmente en la informática, la cual ha cambiado el proceso
de producción. Por lo tanto, a medida que las crisis económicas ejercen su
impacto, el mayor desempleo lo terminan sufriendo aquellos trabajadores
que tienen un menor grado de instrucción y calificación para el trabajo.
Como conclusión, podríamos afirmar que en tiempos de prosperidad
o crecimiento económico, la mayoría de los trabajadores no calificados
apenas logran obtener algunos empleos a los niveles de salarios más bajos;
mientras que en tiempos de depresión, crisis o recesiones, suelen ser los
más perjudicados, engrosando las filas de los desempleados. No ocurre lo
mismo con las personas que tienen un mayor grado de preparación y des-
empeñan, por ende, oficios que son más escasos. Estos, en la prosperidad,
no sólo tendrán empleo sino que terminarán obteniendo salarios más altos,
es decir, se benefician con preferencia de la prosperidad; y cuando afronten
períodos de crisis, podrán ganar menos, pero lograrán subsistir con ventaja
sobre quienes tienen una menor preparación.

EL AUMENTO DE EMPLEO Y EL INGRESO DE LOS POBRES


Si las inversiones y el crecimiento de la producción continuaran cons-
tantemente a lo largo de los años, poco a poco se irían incorporando los
desocupados a las empresas nuevas o en expansión y a la larga, se lograría
dar empleo a los trabajadores no calificados. Ocurrirá entonces lo que ne-
cesariamente debe pasar cuando se continúa buscando trabajadores y ya no
hay ninguno más, disponible para ser contratado. En ese caso, comenzarían
los empresarios a ofrecer mejores salarios a quienes ya estén trabajando en
otras empresas o continúen en el sector informal. De esa forma, sacándo-
selos a sus competidores, se causaría un aumento gradual de los salarios.
Únicamente a partir de ese momento comenzaría a mejorar el ingreso real
de los trabajadores no calificados49. De hecho una situación así se presentó
en Venezuela a fines del decenio de 1970, durante la primera presidencia
de Carlos Andrés Pérez, cuando se triplicaron los ingresos y gastos del Go-
bierno por el aumento abrupto de los precios petroleros, ocurrido de 1973
en adelante y se pensó, erróneamente, que esa bonanza seguiría así por mu-
chos años más. El optimismo entonces reinante estimuló a los empresarios
a efectuar muchas inversiones y el mismo Gobierno expandió todavía más
sus gastos, contratando a la deuda externa para financiar la expansión de
las empresas públicas y la creación de nuevas empresas.
En esa situación, aunque el empleo aumentó, los salarios no lo hicieron
mucho debido a la desatada inmigración de países vecinos, lo que impidió

49
También los salarios mejoran cuando las empresas del sector formal de la economía han suscrito
acuerdos colectivos de trabajo que las obligan a dar aumentos anuales por el mínimo trabajo que realizan
sus empleados y obreros.

39
que se concretara, en la práctica, la “escasez” de los trabajadores no califi-
cados o de relativa menor calificación. Ahora bien, si se pudiera resolver el
problema ocasionado por esa inmigración, ¿cuánto tiempo tomaría mejorar
los ingresos de los que están en pobreza critica para que cubran sus necesi-
dades más elementales?
En mayo de 1998, Nora Lusting, Jefa de la Unidad Asesora sobre
Pobreza y Desigualdad del Banco Interamericano de Desarrollo, publicó
un estudio junto a Ruthanne Deutsch, sobre la reducción de la pobreza en
América Latina y el Caribe50. Para ese entonces, calcularon en 150 millo-
nes el número de pobres que vivían en nuestra región. Uno de cada tres
latinoamericanos era pobre. Y, estimaron que, para eliminar totalmente la
pobreza, se necesitaría aumentar anualmente la producción y los ingresos
de la población en no menos de 3% por habitante, por un período de 60 a
200 años según el país del que se tratase51.
Sin duda, cualquiera que lea ese informe le impresionará el muy largo
tiempo que se requiere para superar la pobreza. Sólo algunos nietos o tata-
ranietos de los actuales habitantes comenzarían a vivir en una sociedad sin
pobres. En otros países se necesitaría que pasaran más generaciones. ¿No
se podría aumentar entonces en más del 3% per cápita la producción y los
ingresos? En verdad, eso no es nada fácil. Ya es muy difícil crecer al 3% per
cápita, sobre todo, hacerlo sostenidamente durante varios años consecutivos.
Además, esa cifra del 3% per cápita ya es el máximo histórico de crecimiento
registrado para la América Latina52.
De hecho, en vez de crecer, América Latina se empobreció a lo largo de
todo el decenio de 1980. Los ingresos por habitante disminuyeron en ese
período a razón de un 1% anual53. Según el Banco Interamericano de De-

50
Inter-American Devolopment Bank and Poverty Reduction, An Overview. Lusting, Nora y Deutsch,
Ruthanne. 1998.
51
La pobreza a la que se refiere N. Lusting es tanto la llamada pobreza crítica, que es aquella en la cual el
pobre no tiene ingresos suficientes para adquirir los alimentos que contienen el mínimo de las calorías y
las proteínas para nutrirse bien, como también la pobreza moderada, la cual presupone ingresos suficientes
para adquirir los alimentos necesarios, pero en ella, los ingresos totales no son mayores que el doble del
valor del costo de los alimentos mínimos necesarios. Y, cuando se habla de pobreza, quedan incluidas
tanto la pobreza crítica como la pobreza moderada.
De modo que, aun cuando a algunos les parezca que esa definición de pobreza se parece más bien a
la miseria, la verdad es que es la definición de pobreza de mayor uso, al menos entre los organismos
internacionales como las Naciones Unidas (Cepal, PNUD) y, particularmente, por el Banco Mundial
y el Banco Interamericano de Desarrollo.
52
A algunas personas les parece bajo el crecimiento al 3% per cápita y alegan que con frecuencia leen
que la producción creció al 5% o más. Por tal razón es bueno observar, que si la producción crece al
5% pero la población aumenta al 2%, resulta que el crecimiento promedio por habitante no es del 5%,
sino del 5% menos el 2%, esto es, de 3% per cápita.
53
Véase Equidad y transformación productiva como estrategia de desarrollo: La visión de la Cepal.
Naciones Unidas. 1990.

40
sarrollo, durante el decenio siguiente América Latina apenas creció al 1,5%
per cápita anual. Con esa tasa de crecimiento nos tomaría más de un siglo
alcanzar el nivel económico de vida que hoy tienen los países desarrollados.
Mientras tanto esos países continuarían creciendo y su nivel de vida se alejaría
aún más del nuestro. Por ejemplo, en esos mismos diez últimos años, los
países avanzados crecieron al 2% per cápita y algunos países emergentes de
Asia lo hicieron a más del 3,5% per cápita54.
Más dramático es el panorama que prevé el conocido economista del
Instituto Tecnológico de Massachussets, Rudi Dornbusch. Basándose en el
crecimiento real de los últimos 20 años del siglo XX, calculó que América
Latina tuvo un promedio anual de crecimiento de sólo el 0,37% per cápita
y comenta, en su artículo titulado “Los años de la langosta”, que:

… a ese paso una economía necesitaría 200 años para duplicar su


tamaño, mientras que Asia duplica su nivel de vida cada década. (…)
Si no cambia, América Latina podrá parecerse cada vez más a África:
una región de Estados débiles con grandes economías informales y
una pobreza generalizada55 (Dombusch, 2002).

Más aún, la tendencia de los países desarrollados a prosperar más


rápidamente que los países pobres no es reciente. En el estudio de Lant
Pritchett, del Banco Mundial, publicado en Journal of economic perspectives
en el verano de 1997, se calcula que en el año de 1870 el ingreso promedio
per cápita de los 17 países más ricos era de 2,4 veces mayor que el de los
demás países del mundo; pero para 1990, en cambio, el mismo grupo de
17 países ya era 4,5 veces más rico que el resto56.
Por lo tanto, algo tenemos que hacer los latinoamericanos para crecer
más rápidamente. Sin embargo, queda en pie la circunstancia de que, aun
cuando crezcamos al 3% per cápita anual sostenidamente, faltaría por resol-
verse el problema del largo tiempo que se requiere para superar la pobreza,
el cual, como ya dijimos, es según Nora Lusting de 60 a 200 años.
Afortunadamente, los cálculos que ha hecho un equipo multidisci-
plinario de la Universidad Católica Andrés Bello, en su “Estudio sobre la

54
Véase el estudio sobre la “Competitividad. El motor del crecimiento económico”. Del Banco Inte-
ramericano de Desarrollo, 2001.
55
El Universal, Caracas, junio, 2002.
56
Listado por Survey 20th Century “Free to be Poor.” The economist. Cálculos similares presenta el
historiador David S. Landes. En La riqueza y la pobreza de las naciones registra que hace doscientos
cincuenta años, la relación entre la nación más rica y la más pobre era quizás de 5 a 1 y la diferencia
entre Europa y, por ejemplo, el este o el sur de Asia (China o India) giraba en torno a 1,5 o 2 a 1.
Hoy la relación entre un país rico como Suiza y uno de los países más pobres como Mozambique es
de 400 a 1.

41
pobreza en Venezuela”, son menos desalentadores57. Uno de los miembros
de ese equipo, el economista Matías Riutort, estimó el plazo necesario para
superar la pobreza en Venezuela en un poco más de 24 años.
Recalquemos, no obstante, que si bien se reduce el plazo de 60 años a un
poco más de 24 años, seguimos ante un problema cuya solución es a largo
plazo y se funda en una hipótesis de crecimiento difícil de lograr como es
la del 3% per cápita anual a lo largo de todo ese período. Si tal crecimiento
disminuyese un poco, se alargaría entonces significativamente el número de
años necesarios para salir de la pobreza. Y, en todo caso, reducir la pobreza
es apenas una meta modesta. Lo deseable y conveniente sería lograr que el
mayor número posible de ciudadanos actualmente pobres se incorporasen
a una clase media realmente próspera, entendiendo por “próspera” la po-
sibilidad de acceder a los avances que la ciencia y la tecnología moderna
han puesto al servicio del hombre para una mayor calidad de vida. Esa
prosperidad permite una mejor educación y salud y facilita o ayuda a ser
más como persona.
A pesar de todo lo expuesto, hay que concluir que es imprescindible
procurar por todos los medios que la economía crezca. El crecimiento eco-
nómico debe ser un objetivo nacional en todo caso. No obstante, hay que
preguntarse: ¿Qué otra cosa podemos hacer para reducir la pobreza? o ¿Si
será posible acortar el tiempo requerido para ello por un camino distinto
al de sólo aumentar el crecimiento de la producción?
Entre las varias razones que hay para estudiar otros caminos que contri-
buyan a superar la pobreza, cabe destacar el hecho de que América Latina
tiene la mayor desigualdad en la distribución del ingreso que existe en el
mundo. El 20% más rico de la población recibe 15 veces más ingreso que
el 20% más pobre; a diferencia de lo que ocurre en Europa Occidental,
por ejemplo, donde esa relación es de apenas 5 a 158. De acuerdo con los
cálculos del Banco Interamericano de Desarrollo, publicados en un infor-
me especializado sobre la desigualdad en América Latina, el 5% más rico
recibe el 25% de los ingresos que percibe toda la población y si se amplía el
número de los más ricos al 10% estos captan el 40% del total de ingresos
generados en la región; mientras que el 20% más pobre sólo recibe el 4%
de esos ingresos59. De modo que, cuando la producción y los ingresos cre-
cen en nuestros países a una tasa cualquiera de incremento neto per cápita,
buena parte de ese aumento va a parar a manos de los más favorecidos. Por
lo que el tiempo que se requiere para salir de la pobreza se alarga más aún.
Es preciso, entonces, examinar las causas de esa desigual distribución.

57
Pobreza: un mal posible de superar. Vol. 1. UCAB. Caracas: UCAB. 1998.
58
Lusting, Nora (1998). La pobreza en América Latina. ¿Resignación o acción? Foreign Policy (Global).
59
Banco Interamericano de Desarrollo. América Latina frente a la Desigualdad – Informe 1998-
1999.

42
¿POR QUÉ LA DISTRIBUCIÓN DEL EMPLEO SE DIFERENCIA?
Paul Constante bautizó con el nombre de “los Altamira” al prototipo
de familia que, en las encuestas de hogares realizadas en América Latina,
representa el 10% que devenga mayores ingresos; y llama “los Bajares” al
prototipo del 30% más pobre. Los Bajares tienen más niños que los Alta-
mira y no sólo tienen más hijos sino que, además, en sus casas viven más
adultos, sean abuelos, tíos u otras personas que dependen de ellos, razón
por la que los Altamira no sólo ganan más, sino que tienen menos bocas
que alimentar.
En segundo lugar, las familias similares a las de los Altamira habitan en las
ciudades con urbanismo formal, mientras que la mayoría de los más pobres,
viven todavía, parte en el campo –donde no sólo es más difícil conseguir
empleo, sino que cuando lo consigue gana menos– y parte en las barriadas
informales de las grandes ciudades, lo que de suyo ya es manifestación y
causa del estado de pobreza.
En lo que a educación se refiere hay también enormes diferencias. Mien-
tras los Altamira cuentan en promedio, con algo más de 12 años de estudio
para los hombres y sus mujeres nada menos que con 11,6 años de escola-
ridad; los Bajares sólo tiene 5 años de escolaridad promedio para varones y
apenas 4,7 años para las mujeres. De ese modo, mientras una cuarta parte
de los Altamira son profesionales universitarios y ocupan cargos técnicos o
gerenciales, sólo una pequeñísima fracción de los Bajares llega a cargos de
supervisión o se ocupan en tareas técnicas. Por tal razón los señores Altamira
ganan varias veces más que los señores Bajares. Pero, los ingresos de las fa-
milias Altamira se incrementan más, porque el 60% de sus mujeres trabajan
o están buscando empleo. En cambio, sólo un 36,7% de las mujeres de los
Bajares trabajan fuera del hogar y la mayoría de ellas en el sector informal,
donde las remuneraciones son sensiblemente menores. Esto ocurre, entre
otras razones, sin duda, por su bajo nivel educativo60.
Por otra parte, si nos referimos ahora a las características propias de los
pobres en Venezuela, observaremos que son parecidas a las de los otros po-
bres latinoamericanos. En el ya aludido estudio de la Universidad Católica
Andrés Bello sobre la pobreza en Venezuela, utilizando cifras del año 1997,
se observa que la mitad de las personas que no tienen ninguna instrucción,
son personas pobres. Pero si además de no tener escolaridad alguna, estas
personas trabajan en el sector informal, su probabilidad de ser pobres se
eleva a 56,3%. Si se sobreañade, a las condiciones de ser iletrados y trabajar
en el sector informal, la cualidad de ser mujeres, el nivel de pobreza sube

60
Paul Constante: “Dos Familias Dos Destinos. Tras los orígenes de la desigualdad.” B.I.D. América.
Nov. - Dic. 1998. Los datos presentados sobre las causas de la desigualdad en América Latina en el
artículo de P. Constante fueron tomados de estudios del Banco Interamericano de Desarrollo “América
Latina Frente a la Desigualdad”. Informe de 1998-1990.

43
entonces a 78,8% de las personas que reúnen esas tres condiciones. Y si
además de eso, les toca vivir en áreas rurales la probabilidad de ser pobre
se eleva al 92%.
De modo que el hecho de no tener instrucción, es muy grave; pero, si
además debe trabajarse en el sector informal y si se es mujer, la situación
empeora, más aún si a esto se le suma que se labora en zonas rurales.
Ahora bien, si nos preguntamos cuál de esas situaciones es la que causa
el mayor número de pobres, la contestación no deja lugar a dudas: la falta
de instrucción tiene muchísimo que ver con la pobreza. El citado estudio
concluye afirmando que “Las diferencias de escolaridad entre los trabajadores
es entonces, un determinante más poderoso de la pobreza que la localiza-
ción geográfica urbano-rural o que el género (si se es hombre o mujer). De
acuerdo con los resultados obtenidos, se puede afirmar con toda propiedad
que la pobreza en el país puede ser considerada principalmente como un
problema de diferencias educacionales”61. Esto se afirma aun cuando existen
pobres entre los trabajadores con títulos universitarios. Pero estos pobres
son muy pocos.
La gente con mejor nivel educativo, no sólo tiene más oportunidades
para tener altos ingresos, sino que su formación les permite movilizarse más
fácilmente de una región pobre a otra en la que existan mejores oportuni-
dades de trabajo, y de un sector productivo menos remunerado a otro con
mejores remuneraciones. También las mujeres universitarias o con nivel
técnico acceden a mejores salarios.

LA MANO DE OBRA POCO CALIFICADA Y EL BAJO NIVEL DE REMUNERACIÓN


En los Estados Unidos o en cualquier otro país desarrollado, los traba-
jadores que desempeñan oficios para los que se requiere poca formación o
especialidad, tales como: lavar automóviles, barrer las calles, lavar platos,
podar la grama o los que trabajan en las tareas más simples de la construcción
como ayudantes de albañil y en general, en cualquiera de los otros muchos
empleos que requieren poca calificación; ganan salarios mucho mayores que
los que ganarían en cualquiera de los países de menor desarrollo relativo.
Por ejemplo, una cocinera o una empleada del servicio doméstico gana en la
ciudad de Miami de 900 a 1200 dólares por mes. Igual ocurre en todos los
demás oficios de baja calificación, en los que se devengan salarios parecidos
o mayores y si esos trabajadores migraran de Miami a las ciudades del norte
de los Estados Unidos, ganarían salarios mayores todavía. ¿A qué se deben
esas diferencias? ¿Cuál es la causa de que eso sea así?
Alguien podría pensar que los trabajadores de los Estados Unidos y en
general, los de los países más avanzados, son más eficientes o más “produc-

61
Riutort, Matías. (2001) Las causas de la pobreza en Venezuela. “Superar la Pobreza” Volumen 2.
Caracas: UCAB

44
tivos” que los de Venezuela y el resto de América Latina y que a eso se debe
sus salarios mayores. Sin embargo, aun cuando en ciertos casos eso pueda
ser verdad, de todos modos, los trabajadores no calificados de los países de
menor desarrollo, aunque sean igualmente eficientes que los de Estados
Unidos, ganarán bastante menos que lo que reciben los trabajadores en
éste país por igual trabajo. En realidad, la diferencia se debe a un simple
hecho: en nuestros países sobra gente, hay demasiada oferta para los oficios
que requieren poca o ninguna calificación. Y, si alguien quisiera cobrar
más de lo que actualmente se paga, simplemente, no conseguirá trabajo.
Por el contrario habrá otros trabajadores que para ganarse la vida, estarían
dispuestos a contratarse por salarios aún más bajos que los que ya se pagan
en nuestros países.
En Estados Unidos, en cambio, si un ama de casa quisiera pagar sa-
larios tan bajos como los que actualmente se pagan en América Latina,
simplemente no encontraría ningún tipo de servicio doméstico. Las em-
presas constructoras tampoco podrían conseguir mano de obra dispuesta a
trabajar por salarios tan bajos. La diferencia consiste, pues, en que allí, esos
trabajadores no calificados son escasos. De tal modo que, si las autoridades
norteamericanas permitieran entrar a ese país a los más de 150 millones de
marginales que viven en América Latina, cuyos ingresos por persona son
inferiores a dos dólares diarios, ocurriría que muchos de ellos se irían a ese
país, aumentarían abruptamente la oferta de mano de obra no calificada
y harían descender los salarios a niveles mucho menores. Con lo cual los
trabajadores norteamericanos, que hoy hacen esos oficios, tendrían que
aceptar rebajas considerables en sus salarios, pues, de no aceptarlas, serían
reemplazados por los trabajadores inmigrantes62. La explicación de esa caída
del salario se encuentra, pues, en la nueva abundancia de trabajadores en
esos oficios, lo que los conduciría a hacer lo mismo que actualmente ocu-
rre en nuestros países, convertirse en vendedores ambulantes de baratijas
(buhoneros) o en empleados de pequeñas empresas que pagarían menores
salarios que los pagados en el sector formal de la economía. De ese modo
también dejarían de ser contribuyentes al pago de impuestos y no aportarían
tampoco al sistema de salud ni a ningún otro sistema de protección de los
trabajadores63.

62
En el acuerdo de integración económica que firmó Estados Unidos con México y en los acuerdos
similares que desea proponer a los demás países latinoamericanos, se establece que las mercancías pro-
ducidas en cualquiera de los países pueden venderse en los otros países y en los Estados Unidos sin pagar
ningún impuesto de aduana. De igual manera, los inversionistas pueden invertir sin restricciones sus
capitales en cualquiera de los países que firmen el acuerdo. Pero los Estados Unidos se cuidan que las
personas circulen con libertad. No se permite que los trabajadores latinoamericanos migren libremente
a los Estados Unidos.
63
En Estados Unidos hay un seguro contra el desempleo, pero con una avalancha de desempleados del
exterior les costaría mucho poder financiarlo, al menos en las condiciones actuales.

45
En conclusión, el nivel del salario depende de cuán escasos sean los
trabajadores en el oficio del que se trate, y aquellos trabajadores que no
consigan empleo para sobrevivir, se verían forzados a trabajar en el sector
informal de la economía aun cuando sea por ingresos menores y sin pro-
tección social.
Por otra parte, en el extremo opuesto al de los trabajadores no califica-
dos, hay personas que hacen trabajos que ningún otro puede hacer, porque
son los más eficientes en su especialidad. Estos profesionales son escasos,
por lo que pueden llegar a ganar cifras fabulosas. Por ejemplo, el mejor
jugador de baloncesto de su tiempo, Michael Jordan, ganaba 20 millones
de dólares por hacerle publicidad a los zapatos Nike y usarlos durante los
partidos. Cifra esta muy superior a los 12,5 millones de dólares que cobra-
ban en total, por concepto de salarios, todos los 5.000 trabajadores de la
fábrica de esos zapatos en Indonesia64. La publicidad que le hacía Michael
Jordan a los zapatos no se la podía hacer ningún otro jugador, ya que él era
el primero en su profesión.
De igual manera, los grandes jugadores de fútbol o béisbol, los artistas
famosos, los altos ejecutivos de las grandes empresas y en general, los pro-
fesionales especializados, tienen unos enormes ingresos como consecuencia
de su relativa escasez. No se consiguen mejores que ellos por los salarios que
les pagan. En corroboración de esto, una investigación de Bussiness Week,
revelaba que en 1980, un jefe de empresa norteamericano ganaba en pro-
medio, 20 veces el salario de un obrero. Para 1990 esa diferencia equivalía a
85 veces y durante la expansión económica de la década del 90 –cuando se
comenzaron a vincular los salarios con la impresionante subida en el precio
de las acciones cotizadas en la bolsa– los salarios de los ejecutivos subieron a
531 veces el salario del obrero. Posteriormente, con la recesión de principios
del siglo XXI, cayeron en 32%65.
Como en las economías de libre mercado el salario depende de la oferta
y demanda de trabajo, los más altos salarios se deben a la poca o reducida
oferta de trabajadores en esos oficios mejor remunerados. En consecuencia,
surge la pregunta de: ¿cómo hacerse escaso?
Para hacerse escaso hay que prepararse en aquellos oficios o profesiones
en los que no sobren los trabajadores. Por ejemplo, no todo el mundo se
prepara para la gerencia de una gran empresa. Hoy en día capacitarse para
esa profesión suele requerir mucho estudio y tiempo, así como experiencia
y si el que se prepara tiene la vocación y alcanza las habilidades necesarias,
entonces podrá recibir un elevado salario y hasta bonificaciones complemen-
tarias. Sin embargo, la razón última por la cual ese trabajador especializado

64
Roberto Savio. El Nacional, Caracas, junio 7, 1996.
65
Veronique Dupont. AFP. The Miami Herald, junio 10, 2002.

46
gana más, consiste en que sus cualidades, naturales y adquiridas, le permiten
contribuir en un mayor grado al aumento de las ganancias de la empresa
que lo emplee. Los economistas definen esta situación afirmando que ese
trabajador es más “productivo”. De esta manera, al ser más productivos,
contribuyen más a aumentar las ganancias de la empresa.
En todo caso, es bueno observar que ser escaso requiere, además, de las
condiciones o habilidades personales para el oficio –como las que tiene el
ya citado Michael Jordan para el baloncesto– también de tiempo, esfuerzo
y recursos para formarse, entrenarse y aprovechar bien la experiencia en el
oficio. Esto es hoy más evidente que en otras épocas. Piénsese en profesiones
como la medicina que cada vez exige una mayor especialización y experiencia,
o en oficios que día a día requieren de una mayor actualización como los
relativos a la computación y los sistemas.
Refiriéndose a la población llamada marginal de los países latinoamerica-
nos, el sociólogo peruano Aníbal Quijano la calificó de población “sobrante”
o lo que es lo mismo, personas que están de más desde el punto de vista
económico, por lo que, si esa población desapareciera, afectaría poco o nada
a la economía de nuestros países y por el contrario, más bien mejoraría la
situación del resto de la población. No habría que gastar tanto en educación ni
en el sistema gratuito de salud, ni en obras de infraestructura para las barriadas
pobres. Los costos de suministro de la electricidad y de agua disminuirían
también, porque actualmente, en buena parte, esos servicios se les prestan
a los pobres gratuitamente. Adicionalmente se reducirían drásticamente
los gastos causados por los programas sociales de ayuda. Y, sobre todo, se
reducirían o desaparecerían las tensiones políticas: la extrema izquierda per-
dería su razón de ser. Los partidos políticos tenderían más hacia el “centro”,
disminuirían sus diferencias y se estabilizaría más la democracia.
La posibilidad de “hacer desaparecer” a los pobres ha sido rigurosamente
planteada en diversas realidades históricas. El economista J. K. Galbraith
cuenta la anécdota del profesor Thomas Nixon Carver, de la Universidad de
Harvard, miembro del equipo técnico de asesores del partido republicano en
el decenio de 1930, quien propuso “esterilizar” a los norteamericanos pobres
con el fin de que los Estados Unidos pudieran acabar con los menesterosos
en una generación. Como bien puede apreciarse, no propuso matar a los
pobres, pero sí impedir que tuviesen hijos. Y para definir quiénes eran pobres,
señaló que serían los que tuviesen un ingreso anual menor a $1.800,00,
lo que para aquel entonces representaba, aproximadamente, la mitad de la
población. Afortunadamente esa propuesta cayó mal entre los electores, al
punto de que el partido Republicano se vio precisado a suprimir el equipo
asesor del que formaba parte el señor Carver66.

66
Galbraith, John.(1987). Historia de la economía. Editorial Ariel. Cap. XV.

47
En la actualidad, si bien no se propone una esterilización obligatoria
de los pobres, sí se la practica de hecho en algunos hospitales públicos de
muchos países y sobre todo, se proponen métodos anticonceptivos y hasta
el aborto. Aunque curiosa y paradójicamente quienes acostumbran controlar
la natalidad no suelen ser los pobres sino las clases alta y media67.
Hoy en día la humanidad ha cobrado conciencia de que no se trata de
“eliminar” a los pobres, sino de erradicar la pobreza, para lo cual la solución
que goza de mayor aceptación mundial es la de educar y capacitar a los
pobres. En la medida en que esto ocurra, dejarán de “sobrar” y se tornarán
útiles para producir y elevar el ingreso global y la calidad de vida de toda
la población.
Es más, y esto es muy importante, en la misma medida en que la pobla-
ción “sobrante” se eduque y se capacite en oficios y profesiones necesarias
para el nivel de exigencias de esta sociedad moderna altamente calificada, en
esa misma medida comenzarán a escasear aquellos pobres que, por cualquier
causa, no quisieron o no pudieron prepararse. Y también, en esa misma
medida mejorarán sus salarios. En consecuencia, no sólo salen de la pobreza
los que pudieron y se esforzaron para educarse y capacitarse, sino que estos,
al hacerlo, convierten en escasos a los trabajadores que no pudieron o no
quisieron capacitarse.
De hecho, eso fue lo que ocurrió en los países que hoy se tienen como
más desarrollados. Allí los trabajadores no calificados o de baja calificación
se fueron haciendo cada vez más escasos, por lo que ahora reciben salarios
muchos más altos que los que se pagan en nuestros países por realizar aquí
igual trabajo al que aquellos realizan allá.
Por otra parte, aun cuando la solución del problema de la pobreza y de
la excesiva desigualdad no consiste solamente en educación y capacitación
profesional, es evidente que, en la medida que la población se eduque y
capacite estará en mejores condiciones para enfrentar, con mayor eficacia,
la superación de los demás obstáculos a vencer y lograr así una prosperidad
mejor compartida.

LA INMIGRACIÓN INDISCRIMINADA Y EL BAJO NIVEL DE LOS SALARIOS


Si por cualquier causa los salarios de los trabajadores aumentaran en
Venezuela, se abrirían con ello nuevas oportunidades de obtener empleos en
el país. Pero ocurriría que a medida que mejoren los salarios y se abran esas
nuevas fuentes de empleos, los más pobres de los países vecinos intentarían

67
Es un hecho notorio que las familias no pobres tienen un menor número de hijos que las familias
pobres. También lo es que las familias pobres urbanas tienen menos hijos que las familias rurales. De
modo que el vivir en zonas urbanas y adquirir un mayor grado de escolaridad influye en el control de
la natalidad.

48
emigrar hacia Venezuela68. Particularmente, aquellos que ya tienen parientes
establecidos en nuestro país. Este hecho es dramático porque continuaría
de ese modo abundando la mano de obra poco calificada o no calificada,
y se mantendrían, entonces, deprimidos los salarios: seguirían “sobrando”
trabajadores innecesarios con lo que se perpetuaría la pobreza.
Históricamente Venezuela siempre ha sido atractiva para los pobres que
residen en los países vecinos. La explotación petrolera permitió abrir fuentes
de empleos directos e indirectos y mejorar los salarios desde el decenio de
1940 en adelante, por lo que, hemos sido objeto de una constante inmigra-
ción que tuvo su momento principal en la segunda mitad de la década de
los setenta, durante la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez. En esa
ocasión se triplicaron asombrosamente los ingresos y gastos del Gobierno
por causa de la extraordinaria alza de los precios petroleros y con ello, au-
mentaron los salarios y la apertura de numerosas fuentes de empleo, lo que
atrajo a muchos colombianos, ecuatorianos, peruanos, dominicanos y hasta
no pocos de los habitantes de las islas angloparlantes del Caribe. La gran
mayoría de esos inmigrantes se han quedado en Venezuela, a pesar de que
han escaseado los puestos de trabajo una vez que el boom petrolero pasó, ya
que en sus países de origen la situación económica sigue siendo peor. En
consecuencia, compiten con los venezolanos por los reducidos puestos de
trabajo y por el uso de los servicios sanitarios de salud, educación, transporte
y desde luego, las viviendas.
Los sucesivos “Planes de la Nación”, formulados por los gobiernos
venezolanos, se quedaron cortos para atender las necesidades de los pobres
venezolanos y las del aumento de la pobreza “importada” del resto del Con-

68
Para conocer los datos de pobreza en América Latina, tomamos los datos de la Oficina del Economista
Jefe para América Latina y el Caribe del banco Mundial el 9 de mayo del 2006 en Internet. Ellos cal-
culan que el 25% de la población de América Latina es pobre y representa 142 millones de habitantes.
Y estiman que es pobre el que tiene ingresos diarios inferiores a 2,00 dólares de Estados Unidos por
persona, lo cual implica que la Canasta Alimentaria es de U.S.$ 1,00 por persona. Los que perciben
por debajo, están en pobreza crítica.
Además, estiman que el grado de desigualdad en la distribución de ingresos es muy alto. El 10% más
rico de la población percibe el 48% del valor de la producción total (PBI) y el 10% más pobre recibe
ingresos que apenas alcanzarán al 1,6% del valor de esa producción anual. En los países más ricos el
10% recibe el 29% de los ingresos y el 10% más pobre el 2,5%. Por otra parte, el Sr. José L. Machinea,
Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina (Cepal),
declaró en la primera reunión de la Comisión Interamericana de Desarrollo Social celebrada en Santiago
de Chile, entre el 5 y 6 de abril del 2004, que el 44% de la población de América Latina y el Caribe es
pobre y el 20% se encuentra en una situación de pobreza crítica o extrema. Si tratamos de determinar
la cantidad en cifras absolutas la población total estimada para el año 2006 según cálculos de una ins-
titución vinculada a la Cepal y denominada Centro de Estudios Demográficos (Celade), la población
total de América Latina y el Caribe para el año 2006 era de 572 millones de personas y el 44% de esa
cifra está compuesta por pobres y equivale a 228 millones y el 20% en pobreza crítica equivale a 114,4
millones de habitantes.

49
tinente. A principios de los años ochenta los gobiernos venezolanos hubieron
de comenzar a pagar la deuda externa contraída en los años precedentes,
con lo que se constriñeron significativamente las inversiones públicas en
infraestructuras (represas, carreteras, edificaciones, puertos etc.) que habi-
tualmente proporcionan fuentes de empleo de poca calificación. Además,
no había dinero para aumentar el número de escuelas, ni de hospitales, ni
de viviendas y urbanismo, así como tampoco los demás servicios dentro
de los cuales se cuentan los municipales y los programas de asistencia a la
pobreza. Al mismo tiempo, la población se multiplicó constantemente, no
ya por el flujo migratorio, sino por su crecimiento propio.
En consecuencia, solamente parece haber dos salidas para este problema:
una, restringir de manera eficaz la inmigración de los pobres que vienen de
los países vecinos. O, la alternativa de que, tanto Venezuela como los países
vecinos, logremos superar la pobreza simultáneamente, de modo que los
pobres no tengan que emigrar. Esta segunda alternativa no es fácil, pues,
supone que todos nuestros países quieran y puedan aplicar con éxito las
políticas contra la pobreza; pero parece ser más efectiva que la primera, al
mismo tiempo que satisface mejor el ideal de la solidaridad humana.
Sobre el problema de las migraciones de los pobres se volverá, de
manera particular, dentro de este mismo estudio al momento de tratar el
tema de la integración económica latinoamericana. Sin embargo, lo que
nos interesa resaltar aquí es que el problema de las migraciones no ha sido
considerado con todo su peso o significación en los estudios sobre la po-
breza que se viene realizando en todo el mundo, pese a que, como hemos
intentado mostrar, su incidencia en el bajo nivel de salarios es determinante.
Finalmente, conviene mencionar que no toda inmigración contribuye a la
pobreza. En Venezuela la inmigración europea ocurrida tras la postguerra
de 1945, cooperó significativamente a abrir fuentes de empleo y al aumento
de nuestra producción.

50
Anexo II
Nota explicativa sobre el significado
de la economía de mercado

Para aquellos que no estén familiarizados con el significado de la “Eco-


nomía de Mercado”, se ilustra su funcionamiento con el siguiente ejemplo:
supóngase que aparece en los periódicos que los científicos sospechan que el
arroz puede causar cáncer y que al mismo tiempo, se descubre que las papas
son anticancerígenas. Como consecuencia de tales noticias, la gente querrá
disminuir el consumo de arroz y al mismo tiempo, deseará consumir más
papas. Pues bien, ¿cómo resuelve la economía de mercado ese problema? Es
decir: ¿de qué manera se aumentará la producción de papas y qué se hará
con los excedentes de arroz?
Los economistas liberales y neoliberales tienen la siguiente explicación:
como la gente comprará menos arroz la demanda de arroz disminuirá.
(Siempre habrá algunos consumidores que seguirán comprando arroz) y
como muchos vendedores no venderán todo su arroz, comenzarán a bajarle
el precio no sea que los demás vendedores lo hagan y ellos se queden sin
vender el arroz. De esta manera el que lo quiera vender tendrá que hacerlo
a un precio más bajo y al caer el precio, sólo quedarán produciendo arroz
los que sean más eficientes y tengan tierras más adecuadas para producirlo
a costos más bajos, así que únicamente permanecerán activos aquellos pro-
ductores cuyos costos sean menores.
Por otra parte, ¿cómo se aumentará la producción de papas para satisfacer
los deseos de la población?
La respuesta es sencilla: como la demanda de papas ha aumentado y
no se habrá podido incrementar simultáneamente su producción, el precio
subirá y proporcionará unas ganancias extraordinarias a los productores de
dicho alimento, pero estas ganancias son transitorias. Los productores agrí-
colas de otros rubros y algunos de los que han tenido que dejar de producir
arroz, se dedicarán al cultivo de papas. El precio ahora más alto de las papas
y las ganancias que genera se convierten en el gran atractivo que aumentará
la producción de este alimento. Esas ganancias son la señal de que toda la
gente quiere más papas por lo que producirlas es un buen negocio.
El resultado de todo este proceso consiste en que las ganancias exageradas
de los productores de papas irán desapareciendo a medida que se aumente
la producción y la oferta, pues a mayor oferta menores precios. Si todo el
51
aumento en la producción de papas no se vendiera, habría que bajar el precio.
Lo más importante es que se satisfagan los deseos del consumidor. Por una
parte se reducirá la producción y el precio del arroz como efecto de la dismi-
nución de su demanda y de su precio, y por otra, se aumentará la producción
de papas para satisfacer su mayor demanda. Durante ese proceso se reducen
tanto el precio como las ganancias anormales de los productores de papas,
ya que el aumento de su producción presionará el precio a la baja.
Pero hay algo más que agregar. Durante todo el proceso descrito en
los párrafos anteriores, no se necesitó de la intervención del Estado. Si éste
hubiese intervenido habría empeorado las cosas. Por ejemplo, si se regula el
precio de las papas, para evitar su subida e impedir que los productores se
beneficien injustamente a expensas de los consumidores; no se aumentaría
tampoco la producción, al menos no con la rapidez y en las cantidades de-
seadas. De igual manera, si se subsidia y si se subvenciona a los productores
de arroz, comprándoles el Estado la parte que no hayan podido vender,
se hubiera mantenido el nivel de producción de arroz que la comunidad
ahora no desea.
Por lo tanto, lo mejor es evitar que el Estado intervenga y dejar que las
leyes de la oferta y la demanda cumplan su misión en el mercado: hacer
que se produzca lo que la gente quiere, en las cantidades que se desean y a
precios razonables.
Desafortunadamente, el mercado no funciona de una manera tan per-
fecta como la descrita. Muchos productores agrícolas no conocen los precios
que existen en el mercado de la ciudad ni los que existen en otras ciudades
y países, por lo que no saben bien qué es lo que les conviene producir.
Entre otras imperfecciones puede ocurrir que existan monopolios que
influyan en el precio del mercado, o pocos productores que se pongan de
acuerdo para controlar el precio (oligopolios). Por ejemplo, si solamente un
productor tiene las únicas tierras apropiadas para producir papas, o tiene
el control del transporte, o las reglamentaciones dictadas por el Gobierno
exigen permisos y requisitos para producir papas, no habrá productores que
compitan entre sí. Si tal fuese la situación, no se aumentaría la producción
como ocurriría si hubiese competencia y se mantendrían altos los precios
para ganar más. Por esta razón, hasta los economistas más partidarios de
la libertad de mercado opinan que el Estado debe intervenir para evitar
los monopolios. Y, sin duda, una de las maneras más eficaces para lograr
este objetivo además de dictar leyes antimonopolios consiste en facilitar el
acceso a los nuevos productores que lo deseen, por ejemplo eliminando o
simplificando los requisitos legales para producir. También, se estima que
la ventaja principal de rebajar los impuestos de aduanas consiste en obligar
a los productores nacionales a competir con los productores extranjeros.
Al aumentar el número de productores, se dificultan los posibles
acuerdos ilegales para reducir la producción y mantener altos los precios ya
52
que siempre habrá alguno que rompa el acuerdo. Por tal razón, conviene
establecer leyes que impidan o rompan los monopolios y también, que
protejan a los productores de una competencia injusta por parte de algu-
nos productores más fuertes. Tal sería la ley antidumping, que impide que
alguien baje el precio por debajo del costo de producción a fin de quebrar
a los competidores para luego quedarse con el monopolio del mercado.
Antes de finalizar este resumen de lo que es la economía de mercado,
que muchos confunden con el capitalismo, conviene destacar dos de sus
más sobresalientes ventajas para señalar después su mayor debilidad.
En Occidente se llama “libre” a la economía de mercado porque los
productores producen lo que quieren y los consumidores consumen lo que
desean. Sólo así puede funcionar bien y se preserva celosamente la liber-
tad humana. Por el contrario, en un régimen de economía centralmente
planificada, como el que existió en Rusia o existe en Cuba, el Gobierno es
el propietario de las empresas y es quien decide qué se ha de producir en
ellas y en qué cantidades. El precio no se fija por oferta y demanda sino
por decisión del centro de planificación del Gobierno. Todo cuanto ha de
producirse es una decisión de quienes dirigen la oficina de planificación
económica del Estado. Ellos deciden por los consumidores.
En segundo lugar, otra de las más grandes ventajas de la economía de
mercado se refiere a la enorme capacidad a abaratar y/o mejorar los productos
o de inventar nuevos productos y maquinaria de todo tipo como la agrícola,
la automotriz, la siderúrgica, etc. Muchos pensaron que esas maquinarias
sustituirían a los trabajadores y aumentaría el desempleo. Así ocurrió en el
campo. Antes se requería que el 90% o más de la población activa se dedi-
caran a las labores del campo para alimentar a toda la población. Hoy en
día la tecnología permite que con un pequeño porcentaje de la población
activa se produzca suficientes alimentos para nutrir a toda la población. En
Estados Unidos apenas el 3% de su fuerza de trabajo produce lo suficiente
para alimentar al país y exportar.

¿QUÉ HA OCURRIDO CON LOS TRABAJADORES SOBRANTES DEL CAMPO?


En verdad, fueron absorbidos por la fabricación de los nuevos productos
industriales y hoy en día, por el enorme desarrollo de los servicios técnicos
y profesionales de todo tipo.
Así el trabajador y profesional encuentra trabajo produciendo bienes que
antes no existían: tractores, televisores, aviones, aparatos domésticos como
lavadoras, refrigeradores, aire acondicionado, batidoras, cocinas eléctricas o
de gas… Y también películas, automóviles, cámaras fotográficas, maquinaria
de todo tipo industrial, nuevos servicios como los que se han generado en
el campo de la medicina, ingeniería, servicios financieros, de publicidad y
muchos otros más.
Piense el lector en la diferencia en los productos con los que cuenta el
53
hombre de hoy comparados con los que disponía hace 200 años. Lo más
importante es que ese dinamismo continúa. Observe cómo en estas últimas
décadas han aparecido nuevos productos, tales como las computadoras
personales, el internet, las fotocopiadoras, celulares, los aparatos musicales
como el Ipod y otros muchos más.
¿Por qué se mejoran los productos o se abaratan o se crean nuevos
con la velocidad que jamás conocieron las civilizaciones anteriores a estos
últimos siglos? La razón se funda en que la economía de mercado, al ser
libre y competitiva “obliga” a los productores a abaratar sus productos, a
mejorarlos o a arriesgarse a introducir nuevos productos. Si ellos no lo ha-
cen, los demás competidores lo harán por ellos y les quitarán los clientes.
En consecuencia, para sobrevivir en una economía de mercado hay que
estar siempre alerta para ofrecer lo mejor, lo que más agrade o sea útil al
consumidor. Ésta ha sido la raíz del enorme progreso material del mundo
moderno que aumenta con la “globalización”, la cual obliga a una mayor
competencia y eficiencia.
Por otra parte esa misma economía de mercado tiene también una falla
fundamental. Es evidente que cuando se trata de distribuir y proporcionar
empleo, el sistema de economía de mercado, es injusto. No remunera
equitativamente a los hombres. La sola escasez del capital, no justifica su
cuantiosa participación en los ingresos que genera el proceso productivo.
Tampoco es justo que el obrero tenga que vivir con ingresos de subsisten-
cia o con menos que eso, por causa de la abundancia de trabajadores no
calificados. ¿Es que la mayoría de ellos son culpables de su situación? ¿No
es acaso un irrespeto a la dignidad y a los derechos del ser humano? ¿Cómo
es posible que, la abundancia o escasez sea el criterio para remunerar a los
hombres? ¿Por qué se equipara el trabajo humano a una mercancía más
como el arroz o las papas?
Por tal razón nos parece muy acertado el juicio que hizo el economista
más famoso del siglo pasado, J. M. Keynes, quien afirmó en 1936 que: “Las
fallas más sobresalientes de la sociedad económica en la que vivimos, son
su fracaso para proveer el pleno empleo y su arbitrariedad e injusticia para
distribuir la riqueza y el ingreso”.

54
Capítulo III
Educación formal y la reducción drástica de la pobreza

DIAGNÓSTICO DE LA EDUCACIÓN FORMAL

La educación formal en la superación de la marginalidad


Al examinar el fenómeno de la marginalidad en todos sus aspectos y
detalles, llegamos a la conclusión de que se estaba ante un fenómeno de
gran complejidad, configurado por un conjunto de notas o rasgos que
se refuerzan mutuamente y que operan según una “causación circular” o
“interacción causal” en la que algunos de esos rasgos actúan como causas
de un hecho o fenómeno que luego, se convierte en causa que refuerza los
rasgos preexistentes.
En consecuencia, la superación de la marginalidad supone una solución
también compleja, de modo que puedan atacarse simultáneamente, más de
uno de los rasgos que configuran el fenómeno y “quebrar”, de ese modo,
su actuación negativa y la recurrente causación circular. En ese contexto,
la educación formal, aun cuando abarcase a todos los menores de edad del
sector de población marginal y cubriese a ese universo de personas por todo
el período requerido para completar su formación escolar; no bastaría, por
sí sola, para solucionar el complejo problema de la marginalidad, pues,
para expresarlo en forma resumida, se requerirá también que se abran más
fuentes de empleo, en número suficiente para esa población ahora capacitada
y educada y adicionalmente, que se mejoren las condiciones de vida de los
pobladores marginados. No obstante ello, hay que afirmar que la educación
formal constituye “pieza clave” entre las que han de conformar el complejo
de arbitrios destinados a la superación de la marginalidad. Así lo consideran
hoy, unánimemente, las organizaciones internacionales que se ocupan del
desarrollo económico y humano de las naciones y la inmensa mayoría de
los estudiosos de la problemática social contemporánea.
Ahora bien, para que la educación formal sea, primero, realmente ase-
quible a todos los que la requieren durante todo el período que es necesario;
y segundo, para que cause realmente el efecto deseado de superación de la
marginalidad, deberá aplicarse en conjunción con los otros factores impres-
cindibles para la solución de la marginalidad y también, deberá cumplir

55
con ciertas condiciones específicas que mejoren su calidad y se adecuen al
propósito propuesto69.

La educación venezolana no incidió en la marginalidad


Dos grandes categorías de causas explican el nulo efecto que el esfuerzo
sostenidamente hecho desde 1945, pero sobre todo a partir de 1958, en
Venezuela por “masificar” la educación formal, no haya tenido eficacia para
superar el grave problema de la marginalidad. La primera de esas categorías
de causas consiste en el hecho de que la política educativa desarrollada no
fue “contextualizada” dentro de una política más general, concebida expre-
samente para resolver el problema de la marginalidad y tal como ya hemos
dicho, la educación por sí sola no basta; es absolutamente necesaria, pero no
es suficiente. Se requiere de otras medidas complementarias para atacar el
problema en su globalidad. De esas otras medidas nos ocuparemos también
más adelante en este estudio.
La otra categoría de causas hay que buscarla en el sistema educativo
mismo, en los vicios y disfunciones con los cuales ha venido operando a
lo largo de todos estos años y en su incapacidad para educar a quienes más
lo necesitan.
Aun cuando en este capítulo sólo vamos a referirnos a esta segunda
categoría de causas, específicamente a la política de educación formal que
juzgamos necesaria para la superación de la marginalidad, sin embargo, hay
que tener presente –y así lo haremos constar más de una vez– la “necesaria
relación” de esta política con las varias otras cuyo “objeto común” es la su-
peración de la marginalidad. Advertido esto, pasemos a estudiar en lo que
sigue, las causas internas o endógenas –del sistema educativo mismo– que
han determinado su fracaso en orden a la superación de la marginalidad
para en una segunda parte, tratar entonces las “soluciones” que proponemos
a todos los problemas señalados.

Causas del fracaso de la educación venezolana


Lo que a nuestro juicio son las cuatro causas principales de que el gran
esfuerzo educativo hecho en Venezuela durante el período de 1958 hasta
hoy (2006) son: deficiente cobertura, elevada deserción, mala calidad de la
educación impartida y desfavorables condiciones del educando.

Deficiente cobertura y elevada deserción


El sistema educativo no ha alcanzado a atender al segmento de pobla-
ción más necesitado, por lo que una gran parte de los niños y jóvenes de los

69
Además, conviene considerar que una población mejor preparada está en mejores condiciones para
atraer inversiones y/o generar empleos más productivos, en comparación con la actual población de
baja calificación.

56
sectores de población marginal han quedado “fuera” del sistema. En segundo
lugar, de los niños y jóvenes de los sectores más deprimidos que ingresan al
sistema, una gran proporción de ellos lo “abandonan” prematuramente o
quedan excluidos de él. Por último, los que alcanzan a permanecer el tiempo
conveniente, han recibido una educación de “muy baja calidad” que en el
caso de los más necesitados, termina por ser frustrante.
La UCAB y el IESA, con la colaboración de otras instituciones y persona-
lidades, ofrecieron una extensa presentación pública a mediados del año 2003
que titularon “Acuerdo Social para el Desarrollo y Superación de la Pobreza”.
De allí provienen los siguientes datos que presentaremos a continuación.
El 20% más pobre de la población tiene un nivel de estudios que no
alcanza al quinto grado de la educación primaria, mientras que el promedio
nacional es un poco superior al séptimo grado. Pero todavía es más signifi-
cativo señalar que, solamente uno de cada tres estudiantes termina el ciclo
básico de estudios de nueve grados y apenas uno de cada seis llega al quinto
año de bachillerato. Además, sólo el 16.7% de los estudiantes completan
los primeros seis grados de la primaria sin haber repetido ningún año ni
haber abandonado los estudios.
Por otra parte la cobertura es insuficiente, vale decir que no hay dispo-
nibles los cupos requeridos sino, como lo señala la profesora Josefina Bruni
Celli, no existen cupos suficientes en los distintos niveles educativos, pero
en especial en el preescolar, el cual sólo atiende a un 45% de la población
siendo los más pobres los que tienen menor acceso a esos cupos70. Por eso,
los niños de los barrios marginales suelen llegar mal preparados al primer
grado, donde es alto el fracaso escolar y la repitencia de ese grado.
Pero el fenómeno de una alta repitencia y deserción se verifica también
en todos los grados. El 40% de los jóvenes entre 15 y 25 años de edad
desertan de los estudios; sólo el 57% de los que se inscriben en el primer
grado, aprueban el sexto, incluidos los que han tenido que repetir algún curso
hasta más de una vez. Entre las causas de la deserción está, precisamente, el
problema de aplazar un año escolar.
La citada profesora Josefina Bruni Celli incluye entre los factores que
causan la repitencia, el bajo clima de educación familiar en los sectores más
pobres. Se refiere a la circunstancia de que los hogares de los estudiantes
más pobres suelen no ser apropiados para estimular y apoyar a los niños en
sus labores escolares, como más adelante expondremos.
Todos estos jóvenes que abandonan la educación formal y se incorporan
a la fuerza de trabajo del país, tienen muy pocas oportunidades de capacitarse
después en una profesión u oficio que les aporte una buena remuneración.

70
Bruni Celli, Josefina. (2003). En esta Venezuela. Caracas: IESA. (Cap. 11: Historia de la otra ciudad: la
educación en Venezuela). Véase también Bruni Celli, Josefina. (2003). Políticas públicas en América Latina.
Teoría y práctica. Caracas: IESA. (Véase Cap.5 Ámbitos, temas y dilemas de las políticas educativas).

57
La programación del INCE71 durante los años 2002 y 2003 no pasó de
cubrir el 3% de la fuerza del trabajo del país, la cual sobrepasa los doce
millones de personas. Los cursos impartidos por este instituto tienen una
duración, que en promedio, es apenas superior a las 90 horas de clases. Esa
exigua cobertura que hace el INCE, no asegura la educación continua en
el sostenido proceso de avances y tecnologías, por lo que tampoco logra la
cobertura requerida para actualizar a todos los trabajadores del país o a la
gran mayoría de ellos.

Mala calidad de la educación impartida


Un tema en el cual hay consenso, es en el que la educación que se viene
impartiendo en Venezuela, sobre todo en las escuelas públicas a las que
acuden los más pobres, es de muy mala calidad.
Muy significativo a este respecto es lo comentado por José Luis Cordeiro
en relación con un estudio de las Naciones Unidas que reveló cómo los niños
venezolanos sólo superaban a los angoleños y a los mozambiqueños en las
pruebas de lectura. Igualmente, señaló Cordeiro, que en otro estudio más
reciente de la Universidad de Harvard, en el que se evaluó el rendimiento
escolar de los alumnos de 14 años de edad, los estudiantes de Venezuela sólo
estaban por encima de los de Nigeria y de Zimbabwe. También recuerda Cor-
deiro que los niños venezolanos, para el año 1999 recibían sólo 900 horas de
escolaridad al año, que en realidad eran todavía bastante menos por razón de
las numerosas huelgas, no sólo de los profesores, sino también del transporte
público y de otros sectores incidentes. Hay otros estudios que revelan que
muchos niños, en las escuelas públicas, aprueban los cursos completando
sólo 500 horas de clases al año. Es decir, no se logra ni el nivel de horas de
escolaridad de los países africanos más pobres. Adicionalmente, Cordeiro
cita el informe de Competitividad Global de 1997, elaborado por el Foro
Económico Mundial celebrado en Suiza, en el que se observa que Venezuela
aparece en el último lugar en lo que respecta al sistema de educación primaria
y recuerda cómo ya en el año 1959, el reputado filólogo Ángel Rosenblat
de la Universidad Central de Venezuela calificó el bachillerato venezolano
como un alarmante fracaso72. Nosotros mismos, por experiencia directa he-
mos observado cómo reclutas del Ejército venezolano, quienes han logrado
completar su sexto grado, no saben leer y dadas las grandes dificultades que
tienen para hacerlo, no desarrollan el gusto por la lectura.
Quizás, la declaración más fuerte y más contundente, proporcionada al
país desde la más alta jerarquía del Gobierno sobre la mala calidad de nuestra
educación, la dio Antonio Luis Cárdenas al tomar posesión del cargo de

71
Instituto de Cooperación Educativa creado en 1960 para capacitar a los trabajadores en oficios.
72
Cordeiro, José. (1999, junio 15). La africanización de la “Benezuelana”. El Universal.

58
ministro de Educación, al inicio del segundo gobierno del presidente Rafael
Caldera. En esa ocasión, el ministro dijo textualmente que: en Venezuela la
educación era un fraude. Es decir, es una educación que no es tal, que engaña
a quienes la reciben, haciéndoles creer, falsamente, que han aprendido.
Sobre el tema de la calidad de la educación en Venezuela no se puede
omitir una referencia al informe que presentó, al Presidente de la República,
en el año de 1986 la Comisión Presidencial del Proyecto Educativo Nacional,
coordinada por el Dr. Uslar Pietri y compuesta por doce personas de recono-
cida experiencia en el campo de la educación. Entre las conclusiones de ese
informe al referirse a la instauración del régimen democrático que siguió al
gobierno del General Pérez Jiménez, la comisión expresa lo siguiente: “En
el último cuarto de siglo se ha hecho un grande y meritorio esfuerzo por
llevar la educación al mayor número de personas. Lo que se ha alcanzado
en este aspecto constituye un logro eminente que merece aplauso”. Pero este
esfuerzo cuantitativo ha generado nuevos y no menos graves problemas en
este campo. “Como era de esperarse la rápida y no consolidada multiplica-
ción de las facilidades educativas se tuvo que hacer con serio desmedro de la
calidad y del rendimiento del sistema” (...) “Lo más urgente hoy es atender
a estas deficiencias que amenazan la eficacia de todo el sistema educativo, y
que plantean graves interrogantes sobre la adecuación de la educación que
tenemos con respecto a las necesidades de la Venezuela actual y, las perspec-
tivas sensatas de su necesario crecimiento y consolidación”73.
Por otra parte, quienes se incorporan a la carrera docente son los que
menos oportunidades de aprender tuvieron en sus años de escolaridad formal,
por lo tanto, ingresan a la docencia con numerosas carencias. Las mismas no
son compensadas adecuadamente durante los estudios superiores, tampoco
hay la debida atención a la educación permanente del docente en ejercicio.
Adicionalmente se ha percibido a la profesión docente como una profesión
de poco prestigio social y mal remunerada. Por esa razón, hasta los estu-
diantes provenientes de los estratos económicos de menor nivel, aun cuando
tuvieran la vocación educacional, tratan de evitar inscribirse en las Escuelas
de Educación. Todo esto ha contribuido a bajar el nivel de los docentes.
Es también importante observar, que aun cuando el nivel de exigencia
para ingresar en la carrera de educación es bajo, de todos modos no se forman
en número suficiente para dotar a todas las escuelas del personal docente que
requieren. Por tal razón, hay un 40% de profesores que no son egresados
ni de las universidades ni de institutos pedagógicos. Puede ser que cuenten

73
Hoy día, afirmar que nuestra educación es de baja calidad ha pasado a ser entre los académicos un
lugar común. La presentación ya referida de la UCAB-IESA la tacha de “fracaso escolar”. La profesora
Bruni Celli de “caos” y la Asamblea Nacional Educativa (1997-1998) propone “mejorarlas adminis-
trativamente”

59
con otro título pero, en todo caso, tienen una formación insuficiente y no
están preparados para el ejercicio de la pedagogía74.
También inciden en la mala calidad de la educación los métodos
educacionales en uso, los cuales no están debidamente actualizados. Igual-
mente hay que hacer notar que muchos establecimientos educacionales no
cuentan con un ambiente físico adecuado. Muchos están ostensiblemente
deteriorados, sin las instalaciones sanitarias requeridas y carecen de los equi-
pos indispensables, como mesas o pupitres en buenas condiciones. Pocos
disponen de bibliotecas o de computadoras.
Desde hace unos años se ha venido señalando, en el diagnóstico de la
baja calidad de la educación, un factor adicional. Se trata de la ingober-
nabilidad o la anarquía reinante en las escuelas y particularmente, en los
liceos. La profesora Bruni Celli dedica buena parte de su estudio al trata-
miento de este problema, que se resume en el hecho de que el 60% de las
escuelas no tienen director75. Según la profesora Bruni Celli, un 25% de
los sueldos y salarios que deben ser pagados a los trabajadores docentes, no
son trabajados por ellos, puesto que están fuera de servicio por una u otra
razón “justificada” mediante permisos. Eso es lo que se muestra en el cuadro
“Estatus laboral de los docentes pagados en el sistema educativo oficial” que
se inserta a continuación:

Estatus laboral de los docentes pagados


en el sistema educativo oficial (porcentajes)
DOCENTES DE DOCENTE
ESTATUS AULA, PREESCOLAR ESPECIALISTAS Y PERSONAL TOTAL
DEL DOCENTE A SEXTO GRADO DOCENTES DE LICEOS DIRECTIVO

Comisión de servicio 1 3 7 3
o sabático
Permiso médico 7 16 36 15
Otro permiso* 3 7 16 7
Docentes activos 89 74 41 75
Total 100 100 100 100
Fuente: SISE-Ministerio de Educación, 1997.

*En proceso de jubilación o licencia sindical. La licencia sindical consiste en un permiso remunerado
obtenido por quienes quieren dedicarse a labores sindicales.

74
En la actualidad no ingresan los docentes al sistema mediante concurso, como debería ser según el
Reglamento y la Ley de Educación.
75
Este problema de la ausencia de directores en las escuelas ha venido haciéndose crónico con los años.
Ya en 1996, Felipe Mujica, miembro del Comité Ejecutivo del MAS, señalaba que: de un total cercano
a 19.000 planteles escolares, el 50% de ellos no contaba con la presencia del director. Diario El Universal
del 9 de Septiembre de 1996. Caracas.

60
Si se pregunta por la causa de tal ausencia de directores en las escuelas
(columna tres del cuadro) y, particularmente, en los liceos, probablemente
se encuentre la explicación en que los directores no tienen autoridad real
suficiente para exigir un mejor desempeño a los docentes ni al resto del per-
sonal asignado a su plantel. Esto, a su vez, causa el incumplimiento laboral
de los docentes, en el número de horas no trabajadas por el excesivo cúmulo
de permisos remunerados, llegándose inclusive al alquiler de los cargos a
otras personas para que los sustituyan transitoriamente. Ante todo eso los
directores nada pueden hacer.
Tampoco con las “horas programadas” de los profesores en actividades
que beneficien a los alumnos. Estas horas programadas son las que el docente
está obligado a trabajar, ya sea dictando clases o en “otras actividades” que el
director le asigne en beneficio de los alumnos. Pues bien, los profesores en
general se resisten a cumplir sus horas programadas en otras labores distintas
del dictado de las clases, cuando bien pudieran ayudar, durante esas horas,
en el cumplimiento de otras tareas necesarias al buen funcionamiento de
los planteles.
Para dar una idea más completa de la dificultad que tiene un director
para poner orden en su escuela o liceo, Josefina Bruni Celli refiere que, si
algún profesor se ausenta sin dar razones por el término de dos días en un
mes, la sanción de acuerdo con los reglamentos, consiste en la separación del
cargo por un mes sin remuneración, pero esa sanción no la puede imponer
el Director sino mediante un “expediente” previo. Tal expediente lo debe
hacer un funcionario especializado. Se requiere el tiempo de un gerente de
recursos humanos y consultores jurídicos ubicados en los distintos niveles
de la burocracia, citaciones de abogados y la participación de un cuerpo
colegiado llamado Comisión de Estabilidad, cuyos miembros son repre-
sentantes sindicales y finalmente, tras meses de citaciones, declaraciones y
contra declaraciones, se precisa la firma del propio Ministro de Educación
en una resolución ejecutiva.
A esta complejidad se añaden las ambigüedades en la norma misma
que dan pie a impugnaciones y paralización de los procesos abiertos. “El
sistema es tan inoperante que los padres de los alumnos se ven obligados
con frecuencia a tolerar a docentes que nunca van al trabajo y contratar
suplentes pagándolos con su propio dinero”76 (Bruni Celli, 2003). Es más,
los directores suelen tener reacciones en su contra una vez hechas estas
gestiones, pues a pesar de tener la absoluta seguridad de que la sanción es
justa, a veces se revierte la situación y el afectado es el propio director. El
resultado es que los directores no sólo se inhiben de actuar, sino que ellos
también abandonan sus cargos.

76
Bruni Celli, Josefina. (2003). En esta Venezuela. Caracas: IESA

61
Como consecuencia de esa ingobernabilidad, sobreañadida a los otros
factores señalados, ocurre una desmotivación muy grande entre los educa-
dores, pues la “cultura organizacional” del sistema educativo, que a grandes
rasgos hemos descrito, es tan marcadamente vertical y poco participativa,
que no desarrolla redes de intercambio entre los que participan y ejercen
la función educativa.
La conjunción de los factores que hemos señalado como causantes de
la mala calidad de la educación constituye, de por sí, un mal ejemplo para
los estudiantes; pero, además, si existe un acuerdo general en torno a la
necesidad de formar a los alumnos en los valores adecuados, lo que se tiene
como una de las primeras necesidades del país, es evidente que como mar-
cha la educación pública en Venezuela se está muy lejos de cumplir con ese
objetivo. La misma escuela, el mismo docente y el mismo sistema forman
parte de los antivalores contra los cuales hay que luchar.
En el caso particular de la Educación Superior, la Comisión del Proyecto
Educativo Nacional antes citada, diagnosticó la situación universitaria a
mediados del decenio de 1980 y señaló un cúmulo de problemas que son
básicamente similares a los que existen en el resto de la estructura educativa
nacional. Es decir, son comunes con los de la escuela primaria y los liceos.
Hay problemas de repitencia y de deserción y de la misma manera que en
el séptimo grado fracasan muchos estudiantes por causa de la mala calidad
de la primaria, también ocurre con los bachilleres que se preinscriben en
la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU). Para el año
1984-85 el 64% de los preinscritos tuvo un promedio de notas entre 10 y
12 puntos sobre 20 y se da también una correlación fuerte entre las bajas
calificaciones y los sectores de más bajos ingresos de la sociedad. Por esas
razones son grandes las probabilidades de que esos estudiantes fracasen en
la Universidad. Además, hay una tolerancia extrema con los repitientes, lo
que aumenta los gastos del Estado y restringe el cupo a personas que podrían
aprovechar mejor la educación que se imparte en las universidades.
También la misma citada Comisión lamenta el crecimiento exagerado
de la burocracia, la mala dotación de los materiales y la poca experiencia
de los docentes77. Y llama la atención sobre un fenómeno que ha sido cri-
ticado cada vez con mayor fuerza, y es que ya para el año 1985, el 33% del
presupuesto del Ministerio de Educación se destinaba a las universidades en
detrimento de lo asignado a la primaria y secundaria, donde la población
estudiantil es mayor y más necesitada. Esto, lamentablemente, ha persistido
así, de modo que, para el año 2003 según lo señala la tantas veces citada
profesora Bruni Celli, las universidades están tomando una porción muy
alta del presupuesto educativo nacional, (alrededor de un 40% del total del

77
También estimamos conveniente comentar lo abultado del presupuesto previsto para el pago del
personal docente, administrativo y obrero del Ministerio y de los planteles educacionales.

62
presupuesto) aporte con el cual se está preparando, en gran medida, a los
estudiantes que egresan de los colegios privados del país, pues, los estudiantes
provenientes de los sectores más pobres constituyen una fracción mínima
de los estudiantes universitarios. Sólo el 7% del 30% más pobre del país,
ha completado un año de educación superior. Este cálculo se hizo entre los
jóvenes que están comprendidos entre los 17 y los 22 años.
Los estudiantes egresados de los liceos públicos tienen graves dificultades
para aprobar los exámenes de admisión en las universidades, lo que ocurre a
pesar de que el Consejo Nacional Universitario ha dado cabida a “criterios
sociales” de selección, para facilitar el acceso de los bachilleres que provienen
de liceos cuya calidad educativa es inferior. Eso no obstante, entre los años
1988 y 1999 el porcentaje asignado por el Consejo Nacional Universitario
(CNU) a los egresados de los colegios privados creció en un 69%, mientras
que el cupo asignado a egresados de los liceos públicos decreció en un 22%.
De modo tal, que la demanda de los pobres no sólo es baja (está entre el
5 y 6% de la demanda total) sino que ha decaído en un 25% respecto del
nivel alcanzado en el primer quinquenio de los años 80. Puede ser que esto
haya ocurrido por razones económicas, pero sin duda alguna, la última
explicación no es la dificultad económica o la necesidad de ganar dinero
para sobrevivir o cooperar con la propia familia; sino que la causa última es
la mala preparación que se imparte en los liceos y en las escuelas públicas,
donde, como hemos visto, existen problemas de todo orden.

Las desfavorables condiciones del estudiante


El estudiante es parte esencial del binomio educador-educando sin el
cual no hay proceso educativo. Por lo tanto, para que el sistema educativo
alcance sus fines es condición necesaria que el educando esté en la posibili-
dad “real” de ser educado. Sin embargo, si examinamos el caso de los niños
y jóvenes de nuestros sectores de población marginal encontraremos tres
categorías de “factores limitantes” con los que dichos estudiantes tropiezan:
limitaciones intrínsecas, familiares y ambientales.
La generalidad de las madres de los sectores populares concibe a sus hijos
en condiciones poco favorables, pues no tienen la alimentación adecuada
durante el embarazo, ni, en todos los casos, el estado de salud conveniente
para la gestación. Psicológicamente suelen estar en condiciones adversas:
angustia y preocupación por ellas mismas y el futuro hijo, falta del necesario
apoyo afectivo del padre en gran número de los casos y zozobra económica
permanente. Hoy en día, nadie duda que ese cuadro de circunstancias
afectara negativamente al futuro niño.
Nacido el niño, las condiciones desfavorables de la madre persisten
durante la lactancia. Tampoco en su momento recibirá el niño los comple-
mentos nutricionales indicados, no siempre los cuidados médicos preventivos
y muchas veces tampoco la atención afectiva que requiere. Como hemos
63
señalado arriba, llegado el momento en el que el niño debiera incorporarse a
la llamada educación preescolar se encontrará con el hecho de que no existe
para él, lo cual lo pondrá en condiciones muy desventajosas para ingresar
a la escolaridad (primer grado).
Durante los primeros años de vida, desde el nacimiento hasta los siete
años el niño de los sectores marginales, muy probablemente, recibió una
alimentación deficitaria, amén de que no tuvo las estimulaciones requeridas,
ni para el desarrollo de sus facultades cognoscitivas e intelectivas ni para las
habilidades motrices. Este niño, durante ese mismo período, ha tenido un
aprendizaje muy limitado e imperfecto del lenguaje oral y no ha adquirido
los hábitos de disciplina mínimos que le demandará el proceso de aprendizaje
en la escuela. Tal vez, por el contrario, habrá adquirido hábitos negativos.
La “desesperanza aprendida”, la falta de “motivación al logro”, el predo-
minio del “locus de control externo” y los otros rasgos de la marginalidad,
expuestos anteriormente, que se transmitían de padres a hijos, habrán sido
inculturados en el niño de los sectores marginales para antes de su ingreso
a la escuela, durante esos cruciales siete primeros años de su vida.
En lo que toca a la familia y el hogar del niño del sector marginal de la
población, hay que advertir que en un elevado porcentaje, pertenece a un
grupo familiar “matricentrado”, es decir, estructurado en torno a la madre
como única referencia estable. Esto da lugar, a lo que conocemos como “falta
de padre” lo cual implica, no sólo la privación de un modelo masculino
durante la infancia con la correspondiente carencia de un nivel de exigen-
cia en el cumplimiento de sus obligaciones; sino varios otros “trastornos”
en el modo de pertenecer el niño a la familia. Si el hijo primogénito de
la madre-jefe de hogar es de sexo femenino, pronto será requerida como
“madre-ayudante” en detrimento de las posibilidades de escolaridad. Si el
primogénito es de sexo masculino será requerido también prematuramente
para “suplir” al marido como sostén económico de la madre, lo cual atenta
contra las posibilidades de escolaridad. Estos roles asignados valdrán para los
terceros y cuartos hijos según la sucesión de los sexos y afectarán, en suma,
a todos los hijos que habrán de incorporarse a “trabajar en lo que sea” para
aportar al ingreso común del grupo.
Esta familia, característica del sector popular marginal, no ofrece a los
niños el ambiente cultural mínimo requerido para estimularlos a estudiar,
pero tampoco brinda, desde el punto de vista físico, las condiciones mínimas
necesarias para posibilitar el estudio. Vale decir, la vivienda marginal de
construcción precaria y, en todo caso de dimensiones insuficientes, propicia
la promiscuidad constante y hace todo el espacio interior de “uso múltiple”,
en consecuencia, no hay posibilidad alguna de que el niño practique sus
ejercitaciones escolares, ni mucho menos que logre el grado mínimo de
concentración para estudiar. Adicionalmente, en un medio familiar como
el descrito, el niño está privado por completo del apoyo y asistencia para el
64
esfuerzo que supone el trabajo escolar en casa. Por lo general los adultos que
lo rodean no están en capacidad de brindarle asesoría alguna ante cualquier
tropiezo que pueda confrontar.
El niño, los adolescentes y los jóvenes del sector marginal de la población,
habitan, en un “barrio marginal”, el cual “condiciona” toda la vida de sus
habitantes en forma negativa. Les “impone” lo que pudiéramos llamar una
“cultura habitacional” o un “modo peculiar de vida urbana”. Esa “cultura
habitacional” conspira de muchos modos contra las posibilidades de estudio
de sus habitantes comenzando por el hecho de que en el barrio se vive por-
que no queda otro remedio, pero sin sentido de identificación con él, pues
la pertenencia al barrio causa, por sí misma, un sentimiento de exclusión
social reforzador de todos los otros rasgos adversos de la marginalidad. Este
hecho lo explicó muy bien Rafael Carías en su ponencia sobre identidad
y cultura de los barrios78, donde afirma que preguntando al habitante del
barrio ¿dónde vive?, responde con orgullo “en tal ciudad” si la pregunta se
la formulan fuera de la ciudad; pero si la pregunta se la hacen dentro de
la propia ciudad, entonces tiende a evadir la respuesta o a responder con
disimulo, ya que decir “en tal barrio” le resulta penoso. De modo que, el
“ser del barrio” ya causa en el estudiante adolescente o joven un sentimien-
to de frustración que en lugar de apoyarlo para superarse, lo desestimula.
Pero el barrio como tal perturba al estudiante potencial de muchos otros
modos. Las dificultades reales de transporte, la inseguridad personal real o
presunta, el menor control social de la delincuencia y del tráfico de drogas,
la incidencia del alcoholismo, la temprana iniciación sexual, la presencia
visible del “malandro” como modelo de éxito o de liderazgo; todo eso, en
conjunción, son factores que operan en la dirección opuesta al esfuerzo, la
disciplina y la constancia que demanda el sistema de educación formal.

REFORMA RADICAL DEL ACTUAL SISTEMA EDUCATIVO PÚBLICO


Antes de entrar a explicar nuestra propuesta para superar los obstáculos
enumerados, reseñaremos brevemente los cambios que se requieren. En
primer lugar, es preciso resolver el problema de la calidad de la educación
y el de la cantidad de los docentes calificados que se necesitan. Este quizás
sea uno de los problemas más difíciles a ser resueltos. En segundo lugar, es
necesario resolver el problema de la “cobertura” referido a todos los niveles
desde el preescolar hasta las universidades. De modo tal, que todo el que
quiera estudiar tenga la oportunidad de hacerlo. Así mismo se precisa reducir
a su mínima expresión la “deserción escolar”. El logro debe ser que el sistema
educativo nacional resulte atractivo, tanto para los estudiantes como para
los mismos profesores y para quienes lo administren.

78
Carias Bazo. (1996).La cuestión de los barrios. (Identidad y cultura de los barrios).Caracas: Monte
Ávila.

65
Por otra parte, aun cuando estamos conscientes de que el sistema
educativo, por sí sólo, no puede subsanar las limitaciones que tienen los
estudiantes de los sectores marginales por causa de carencias familiares, de
vivienda y de condiciones urbanas adversas, tendremos que buscar alguna
solución que contribuya a superar las dificultades en esas áreas, mientras se
forme y capacite suficientemente la presente generación. Y es ese tipo de
solución la que presentaremos en este capítulo.
Finalmente, para poder realizar lo enunciado, se impone, como necesi-
dad insoslayable, modificar de raíz la actual organización administrativa de
la educación; es decir, el “aparato educativo” que se ha venido anquilosando
durante decenios hasta conformar una estructura extremadamente rígida en
la que se han anidado todos los vicios de la administración pública venezola-
na: desde el exceso de burocracia, clientelaje y la corrupción administrativa,
hasta el dominio no bien orientado de un sindicalismo exagerado.
El rector de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, Luis
Ugalde, S.J., afirmaba que en materia educativa se podía “hacer más con
menos”79. El periodista Salomón Baum resumió lo que afirmó el rector
Ugalde en los siguientes términos:

El costo promedio por estudiante en la UCAB es por lo menos tres


veces inferior al presupuesto por estudiante en las universidades
públicas. Esto quiere decir que el Estado podría ampliar su cupo
en las universidades públicas, en tres veces más, administrando el
presupuesto asignado eficientemente.
Algunos estudiantes de la UCAB beneficiarios de ciertas ayudas
parciales de la Universidad misma y de una subvención del Estado,
contribuyen de todos modos, con una parte del costo de la matrí-
cula. Ahora bien, como el Estado ha reducido su contribución para
ayudar a esos estudiantes (que constituyen un tercio del total de
los estudiantes de pregrado y postgrado), estos se verán forzados a
abandonar la Universidad Católica Andrés Bello, para inscribirse
entonces, en una Universidad pública, elevando así el costo al Estado
cinco veces más de lo que ahora le cuesta80 (Baum, 1999).

El profesor Luis Fuenmayor, entonces Director de la Oficina de Plani-


ficación del Sector Universitario (OPSU) denunció el hecho de que en las
carreras que tienen más demanda en las universidades públicas, las admisio-
nes se otorgan, hasta en un 40%, a los hijos de los profesores y empleados de
esa misma Universidad. Es decir, queda privilegiado para ser asignado a los

79
Ugalde, Luis. (1999, marzo 2). Presidente sí se puede. El Universal.
80
Baum, Salomón. (1999, marzo 16). Ugalde: cifras demoledoras. El Universal.

66
hijos y familiares del personal de la Universidad y no para los que obtengan
las mejores calificaciones en los exámenes de admisión81.
La UCAB, pese a sus menores costos, paga mejores sueldos a sus pro-
fesores que los que se pagan en las entidades públicas y sus egresados por
lo general, gozan de mayor prestigio82. Como bien puede observarse, las
declaraciones del Rector Ugalde son de una enorme trascendencia, pues
establece que el Estado tiene el dinero para triplicar el cupo universitario y
aun mejorar la calidad de la educación que presta en esas instituciones. El
problema es administrar mejor esos recursos.
Algunos alegan que hay Escuelas, como la de Medicina, que son su-
mamente costosas y que por eso las universidades privadas no las tienen, lo
cual explicaría el mayor costo promedio por estudiante en las universidades
públicas. Además, las jubilaciones son otro costo importante que no cons-
tituye costo para las universidades privadas, así como también es un hecho
que las universidades públicas tienen un personal más numeroso a tiempo
completo o a dedicación exclusiva. Sin embargo, lo afirmado por el rector
Ugalde respecto de las universidades privadas, vale también para las escuelas
que administra la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC) que
agrupa institutos o planteles educacionales de educación primaria y media,
de los cuales no se puede decir que sean menos costosos porque carecen
de elementos más onerosos, pues se trata de un mismo tipo de educación
básica y media que tiene los mismos contenidos y regulaciones, con mejores
servicios en los colegios privados. Pues bien, según declaraciones públicas de
la AVEC83. La cual agrupa 557 planteles, 191 centros de capacitación laboral
y 709 centros radiofónicos de alfabetización que atienden, en conjunto, a
431.843 alumnos, de los cuales 163.312 corresponden a “Fe y Alegría” en
los sectores más populares; si el Estado no aportara el 72% del costo de esa
educación que realiza la AVEC y decidiera, en cambio, asumir él mismo la
administración de todos esos centros educacionales, el costo total para el
Estado sería más del triple de lo que actualmente está aportando. Es decir,
para el Estado sería mucho más costoso administrar esas instituciones que
lo que lo es para la AVEC84.

81
Fuenmayor, Luis. (2001, mayo 11). Problemas de la Universidad. El Nacional.
82
Hay quien considera que es exagerada la afirmación de que la UCAB paga mejores sueldos, pues, los
profesores a tiempo completo de las universidades públicas tienen beneficios colaterales, prestaciones
y pensiones que sin duda aumentan el salario total. Quizás el rector Ugalde se refirió al gran uso que
hace la UCAB de los profesores a “tiempo convencional” que no son a tiempo completo y que permiten
abaratar el costo de educar.
83
La comunicación oficial de la AVEC dando información a este respecto, fue publicada en el diario El
Nacional, en un cuerpo titulado “Urbe y orbe”, p. 4 y 5 del mes de marzo del 2002.
84
Es de hacer notar, que la diferencia del aporte del 72% del costo que realiza el Estado hasta alcanzar
el 100% del valor de la matrícula, se completa con aportes de los padres de los alumnos que pueden

67
Transferir la administración a las comunidades educativas
Esta modalidad tiene antecedentes exitosos en otras latitudes, pero
también en nuestro propio continente hay una experiencia al respecto a la
que debería prestársele una particular atención. Nos referimos al caso del
ministro de Educación Humberto Belli, ministro de Educación nombrado
por la presidenta Chamorro en Nicaragua y quien continuó ejerciendo su
cargo en el siguiente período presidencial, como consecuencia del notorio
éxito de su política educativa. El ministro Belli, tal como lo informó en un
taller realizado en la sede del Banco Mundial en Washington en febrero de
1998, invitó a los profesores y maestros de su país a acogerse, por propia
voluntad, a un nuevo sistema educativo que consistía en formar en cada
centro educacional, una asociación cuya directiva estaría integrada por
tres representantes de los maestros o profesores, cuatro de los padres de los
alumnos y un octavo representante que sería el estudiante que hubiese sido
electo para ello por los estudiantes del plantel y que tuviera un expediente
académico de sobresaliente en sus estudios.
Estas directivas o consejos escolares se formaban en cada uno de los plan-
teles educativos que se hubiesen acogido voluntariamente al nuevo sistema
y les correspondía designar al director del plantel y contratar o despedir a
los docentes de acuerdo con su rendimiento y fijar los salarios. Así mismo,
aplicar las sanciones necesarias y decidir todo lo relativo a la administración
interna y a la instrucción, seleccionando los mejores métodos pedagógicos y,
de mutuo acuerdo, los objetivos educativos generales de la institución. Así,
el consejo o directiva asume la responsabilidad de la forma y el contenido
de los conocimientos que habrán de ser impartidos a los educandos y de los
valores que deben acompañar a esos conocimientos.
Si bien el Ministerio de Educación conserva la facultad de fijar los
objetivos generales y los contenidos mínimos necesarios de los curricula; la
ejecución, los ulteriores desarrollos adicionales y el perfeccionamiento de
los mismos, pasa a ser asunto de cada plantel educativo.
Para financiar este sistema, en el caso nicaragüense, se dividió el presu-
puesto total de educación entre el número total de alumnos, de modo que
se pagaba a cada plantel según el número de sus alumnos85.
Es de notar que la propuesta que se aplicó en Nicaragua terminó gene-
rando un aumento de los sueldos y salarios de los educadores en un 52%,
pues los educadores mismos empezaron a cuidar los gastos que afectaban las

contribuir, y los de las instituciones católicas o la Iglesia Venezolana que aporta las edificaciones, la
administración y la gestión que puedan obtener de diferentes fuentes.
85
Quizás sería mejor establecer el costo al nivel de algunas instituciones de referencia que ya tengan un
grado de excelencia reconocido como las escuelas de Fe y Alegría e imitar sus prácticas. Así se podría
partir de una base objetiva, sobre la cual añadir el costo de las demás prestaciones, como la alimentación,
sueldos, mejoras y otros que se suman a la propuesta que aquí presentamos.

68
disponibilidades de la institución. Así, por ejemplo, redujeron en un 80%
los gastos de agua y en un 40% los gastos de electricidad. También llama
particularmente la atención el hecho de que un gran porcentaje de profesores
y maestros, tanto de las escuelas como de los liceos, decidió acogerse volun-
tariamente al sistema y no se han retirado de él una vez aceptado el cambio,
a pesar de la oferta que el Gobierno les había hecho de reincorporarlos al
sistema anterior, regido directamente por el Ministerio de Educación, si así
lo deseaban. Es de estimar que ellos han considerado muy beneficiosa la
reforma. El propio ministro Belli afirmó, en ese taller del Banco Mundial
de febrero de 1998, que para esa fecha ya el 75% de los planteles de su país
se regía por el nuevo sistema.
Es importante destacar que el sistema adoptado por Nicaragua tiene
enormes ventajas sobre nuestro sistema administrado por el Ministerio, ya
que acaba con la burocracia central, con el llamado “monstruo” del Minis-
terio de Educación y las lentas decisiones que en él se toman, mientras que
la reforma, al descentralizar las decisiones en cada plantel, permite actuar
con gran rapidez y mucho mayor acierto, porque los profesores y maestros,
así como los padres de los alumnos de cada localidad, conocen con mayor
exactitud sus propias necesidades.
En segundo lugar, cuando algún profesor actúe incorrectamente porque
viola la disciplina no asistiendo a clases u obteniendo permisos remunerados
sin una justificación razonable, o porque incurra en cualquier otra infracción,
podrá ser sancionado de inmediato por el consejo o directiva del plantel.
Cuando algún profesor actúe de esa manera, ya no estaría defraudando al
Gobierno, sino que estaría defraudado a sus propios colegas y compañeros
de trabajo, puesto que les resta fondos que podrían ser usados para mejorar
las condiciones de la escuela o liceo, la de los profesores, o para mejorar la
calidad de la institución.
En tercer lugar, se disminuye la conflictividad laboral, lo cual simplifica
enormemente las relaciones del personal dentro de la institución. No será
necesario tener personal administrativo en exceso, ni interesará incluir a
“clientes” que reduzcan los fondos de las instituciones y las posibilidades de
mejoras de salarios de los maestros y profesores. La carrera profesional del
educador no dependerá, ni se verá en peligro, por las influencias o amenazas
políticas o ideológicas. Además, los padres tienen la opción de escoger el
colegio o liceo que desean para sus hijos, lo que obliga a las instituciones
educativas a competir entre ellas para lograr un mayor número de alumnos
y retenerlos en el sistema. Pues aquellos colegios o liceos que presten un
mal servicio o suspendan las clases por cualquier pretexto, verán reducido
el número de estudiantes y sus ingresos. Mientras que, por el contrario, los
que presten un servicio cada vez mejor verán aumentada su matrícula y los
ingresos de la institución.
La reforma nicaragüense, a grandes rasgos descrita, ilustra bien el tipo
69
de cambio radical que habría que hacer en el sistema educativo venezolano
para superar, de una vez, varios de los vicios que dejamos señalados, pero, es
importante advertir que hay otras fórmulas similares y habría que estudiar
cuidadosamente cuál de ellas permite descentralizar mejor, en las comu-
nidades educativas, la administración de los planteles, lo que aseguraría
mayor cobertura, menor deserción y una excelente calidad educativa, todo
ello con aumento de la eficiencia y una simultánea economía de recursos
financieros. Pero además de los aspectos arriba referidos con respecto a las
reformas administrativas del sistema educativo, conviene añadir que son
precisos otros elementos indispensables para que la reforma sea efectiva-
mente útil y eficaz.

Ampliar y atomizar la cobertura


La reforma administrativa del sistema educativo arriba señalada libera
suficientes recursos como para hacer posible incrementar, significativamente,
el número de unidades educativas en todo el país. Muchos cientos de nuevos
establecimientos educativos, especialmente en preescolar y educación básica,
se requieren “atomizadamente” distribuidos en el interior de las barriadas mar-
ginales urbanas. El mismo principio de “acercamiento” del servicio al lugar de
habitación de quienes lo requieren, que ha animado el programa de asistencia
sanitaria denominado “barrio adentro”, debe aplicarse a la distribución espacial
de las unidades educativas, de modo que éstas queden situadas lo más próximas
posibles a los lugares donde habitan los niños que las requieran.
Esa mejor distribución física de los establecimientos educacionales,
no sólo favorece a la asistencia de los educandos, sino que facilita, además,
la vinculación de la comunidad a la administración de la escuela y facilita
también, varias de las otras reformas que aquí se proponen, tanto para me-
jorar el sistema educativo como para valerse de él con miras a otros logros
relativos a la superación de la marginalidad. Para interesar a los maestros y
profesores competentes en dictar clases en esas zonas se estima conveniente
que gocen de salarios más altos que los pagados en escuelas ubicadas en
sectores más seguros y cercanos.

Mejorar la preparación de los docentes y los métodos pedagógicos


No podrá mejorarse la calidad de la educación, si no se mejoran sus-
tantivamente los actuales métodos de enseñanza para adecuarlos a las con-
diciones y requerimientos reales de los educandos. Pero tal progreso en los
métodos no será posible, si no se mejora antes la formación de los maestros
y profesores, tema para el cual ya se han formulado, en Venezuela, numero-
sas propuestas como la del ex ministro A. L. Cárdenas y la de la Asamblea
Nacional Educativa para la creación de “centros de formación”.
Mejorar la formación de los docentes se dice fácilmente, pero es una gran
tarea, ya que el nivel de buena parte de los actuales deja mucho que desear.
70
Entre las medidas que mejoran la calidad, están las que tienden a promover a
los docentes según los resultados que obtengan en el aula antes que mediante
el énfasis que hoy se le da a los títulos y a los cursos que logren añadir a su
currículum. Esto es bueno, pero son sólo medios. Lo importante son los
resultados en el aula, los cuales deben ser la mejor medida para determinar
las mejoras en los sueldos y la promoción del maestro o profesor.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que el prestigio de la profesión
docente no depende solamente de la elevación de los salarios, sino del ma-
yor respeto que puedan lograr con su propia honestidad y su buena calidad
profesional. Por tales razones nos inclinamos a proponer la obtención de
ayuda internacional como una medida adicional para mejorar la calidad de
nuestros docentes.
Actualmente la ayuda internacional ha disminuido con relación a otros
períodos precedentes. Casi todos los países industrializados están incum-
pliendo los acuerdos hechos en las Naciones Unidas, según los cuales deben
aportar un determinado porcentaje de su PIB para atender las necesidades
educativas de los países subdesarrollados. De hecho, se ha venido imponien-
do la idea de que las ayudas no resuelven los problemas del subdesarrollo y
se argumenta que la mejor ayuda consiste en “proponer buenos negocios”.
Esta última afirmación forma parte, desde hace años, del programa de
gobierno del partido Republicano de los Estados Unidos.
Sin embargo, se estima útil considerar la conveniencia de insistir en la
ayuda concentrada en el sector educativo. Hoy día es generalizada la idea de
que el desarrollo depende mucho de los niveles educativos alcanzados por
la población. Hace menos de 30 años no se pensaba de la misma manera,
por eso es importante aprovechar estas nuevas creencias y lograr ayudas en
esa línea que, posiblemente, no representará mayores gastos para los países
desarrollados. Nos referimos a planes de intercambio de docentes o a la
simple aceptación de nuestros docentes para que sean entrenados, de ser
posible gratuitamente, en los centros educativos calificados de los países
más desarrollados. Y no sólo nos referimos a los Estados Unidos y Canadá,
sino a los países europeos y los países desarrollados del Asia, así como a la
propuesta que ya hacía desde el año 1986, la comisión que presidió Arturo
Uslar Pietri respecto a las universidades. En ese entonces se afirmaba “la
conveniencia de mantener vínculos de carácter nacional e internacional a
través de la celebración de acuerdos de cooperación inter-institucionales”. Si
bien es cierto que la comisión lo refería a las universidades, ocurre que puede
ser útil para todos los demás niveles educativos. Es más, quizás, convenga
no sólo mantener, sino ampliar, el programa Gran Mariscal de Ayacucho
dándole preferencia a los profesores y maestros, e inclusive, condicionar
ciertos ascensos a la aprobación de cursos de postgrado en el exterior.
La estadía en el exterior permite, además de aprender el ejercicio de la
profesión tal como se lleva a efecto en los países que mejor la conducen, vivir
71
la experiencia de por sí enriquecedora de viajar y de cambiar de ambiente y de
convivir con personas de culturas diferentes, todo lo cual contribuye a que los
maestros y sus cónyuges tengan una idea más exacta del mundo en que vivimos
para que luego pueda ser transmitida, vívidamente, a sus alumnos86.

Implantar el doble turno escolar.


Efectos sobre la calidad, cobertura y deserción
A la luz de cuanto dejamos dicho al referirnos a la mala calidad de nuestra
educación y a las limitaciones de los estudiantes que provienen del sector mar-
ginal como “causas principales del fracaso de la educación formal”, resalta la
conveniencia de aumentar el número de horas de docencia hasta acercarlas a
la meta ideal de 1.600 horas / año. Para ese logro, amén de ampliar el número
de días de escolaridad, luce aconsejable, también, el incremento de las horas
/ día, para lo cual la implantación del “doble turno” (mañana y tarde) es el
modo más indicado. Sin embargo, la mayor ventaja que ofrece el estableci-
miento del doble turno consiste en poder retener al educando más horas “al
día” en el centro educativo, con miras a paliar, en parte al menos, algunos
de los condicionantes desfavorables que fueron señalados al hablar sobre las
desfavorables condiciones de los estudiantes de los sectores populares.
Reteniendo al alumno en la escuela la mayor parte del día, se hace factible
la superación de algunos de los graves tropiezos que tienen los estudiantes
para cumplir con las labores escolares (estudio y ejercicios en casa) y para
recibir apoyo y asistencia durante el cumplimiento de esas tareas escolares.
También la mayor permanencia del alumno en el centro educativo, se tra-
duce en menor exposición de éste a las influencias desfavorables del entorno.
Pero, además de eso, el doble turno brinda la posibilidad de actuar de un
modo más directo en la superación de varios otros de los escollos con los que
tropieza el estudiante de los sectores marginales de la población, utilizando
o reestructurando nuestro sistema educativo.
Si se logra enfrentar con éxito el problema de la educación, la escuela
de doble turno contribuirá a superar los dos problemas más agudos que
hoy afectan a los estudiantes de los sectores más deprimidos. Ellos son la
“repitencia” y la “deserción”. Por tal razón conviene aplicarlo tanto al ciclo
básico como al diversificado.
La escuela de doble turno, propuesta por el ex ministro A. L. Cárde-
nas con el título de “escuelas integrales”, o, más recientemente, “escuelas
bolivarianas”, incorporan a la jornada escolar otros elementos de enorme

86
Se estima que un grupo de trabajo ad hoc dotado con suficiente poder por el Presidente de la Re-
pública, por el Ministerio de Educación y Relaciones Exteriores. Podría coordinar el esfuerzo de esos
ministerios a objeto de lograr toda la ayuda necesaria para mejorar la calidad de nuestros maestros y
profesores al costo nominal o lo más posible en las instituciones educativas de excelencia de los países
desarrollados.

72
significación en relación con las condiciones desfavorables del educando:
la alimentación en el propio centro educativo y la realización, en el mismo,
de las “tareas escolares”. Con estos dos elementos, además de mejorar la
situación nutricional del estudiante, se logra una motivación importante
para aumentar la “cobertura”, sobre todo en los sectores más pobres, al
tiempo que se “retiene” al educando en el sistema y se evita buena parte del
adverso problema de la repitencia. Y esto es así, por cuanto en la escuela o
liceo se le brindaría orientación y apoyo en los estudios, tareas y trabajos
escolares, además de reforzar la actividad deportiva, ya que puede disponer
del personal especializado y de la infraestructura necesaria. Adicionalmente
se le suministraría, también, los útiles escolares y el vestido.

Incorporar la educación en valores


Para que el sistema educativo sirva realmente al propósito de “rescatar”
a la población hoy sumida en la marginalidad y la coloque en condiciones
de integrarse plenamente a la sociedad formalmente establecida, no puede
continuar siendo únicamente un sistema “transmisor de conocimientos”
por muy importantes que estos sean. Tampoco bastaría con que el sistema
educativo “desarrollará capacidades”. Esto sería, sin duda, un logro im-
portante que habría que procurar, pero, en todo caso, insuficiente. Para
erradicar los males tradicionales o crónicos, que describimos como rasgos
caracterizadores de la marginalidad –la desesperanza aprendida, la falta de
motivación al logro y la creencia en que un cambio de condición depende
por completo de factores externos–, sustituir antivalores generalizados en la
población por los valores apropiados; se requiere de cambios profundos en
las actitudes y los comportamientos de las personas. Es decir, se precisa de
un sistema educativo que, además de transmitir conocimientos y desarrollar
capacidades, forme valores en el individuo.
Entendemos como “valores” todas aquellas cualidades de la persona que
la llevan a realizarse como persona en el entorno social al que pertenece. La
educación en valores es el aspecto más significativo que deberá satisfacer el
sistema educativo para poder contribuir eficazmente a la superación de la
marginalidad.
La formación en valores debe comenzar por los maestros mismos, ya que
la adopción de los valores por parte de los docentes aseguraría gran parte
del éxito. No hay un mejor texto para explicar y transmitir los valores que
un maestro ejemplar. Tal es la importancia de este, punto que dedicamos a
él los dos capítulos siguientes del presente estudio.

Establecer el sistema de Educación Sectorial


Consideramos indispensable que al sistema educativo formal, que de-
manda escolaridad plena, debe añadirse un sistema paralelo dual, para los
jóvenes que ya pueden incorporarse al mercado laboral, es decir, que tenga
73
equivalencias con la educación formal de modo que haga posible proseguir
el desarrollo educativo, desde los mismos centros de trabajo, con énfasis en
la capacitación laboral, pero sin desmedro de las posibilidades de desarrollo
humano integral de cada ciudadano. De modo que el sistema de Educación
Sectorial, del que hay experiencias fuera de Venezuela y también en nuestro
propio país, tiene la virtualidad de poderse autofinanciar y auto administrar,
con los mismos fondos que recibe actualmente el INCE y permite reincor-
porar al proceso de formación a muchos de los jóvenes que ya “desertaron”
de la educación formal (dedicamos a esto el capítulo VI).

Establecimiento de un sistema eficaz de evaluación de los planteles


educativos y de información a los usuarios de sus resultados
Es preciso que se estudie la posibilidad de establecer un sistema de
evaluación complementario al que debe ejercer el Ministerio de Educación.
Nos referimos a empresas evaluadoras independientes, similares a las que
existen en otros países como los Estados Unidos, las cuales compararían,
mediante informes detallados públicos, los resultados y otras bondades de las
distintas unidades educativas, de modo que los padres y representantes sepan
a qué atenerse respecto de la institución que eligen para sus representados.
Para este fin, se sugiere que un pequeño porcentaje de la matricula escolar
sea asignado a una empresa privada que evalúe los servicios educativos de
los planteles. Los mismos usuarios, padres o representantes de los alumnos
serán los que escojan la empresa evaluadora de su preferencia.
La información que logren recabar de las empresas evaluadoras y los
estudios que hagan al respecto a la calidad de la educación, al tipo de alimen-
tación, recreación, entre otros, debe ser publicada y entregada a los usuarios
del sistema, de modo tal que, los representantes de los estudiantes, los mis-
mos estudiantes y los padres que formen parte de la comunidad educativa
estén perfectamente bien enterados de la calidad del servicio que se presta
en la institución, que a su vez se compara con las otras instituciones que
presten servicios similares87. Es de observar, que el Ministerio de Educación
también se beneficia de tales evaluadoras, pues contribuyen a facilitar su
propia evaluación y a la toma de sanciones cuando este fuere el caso.

VALERSE DEL SISTEMA EDUCATIVO PARA SUPERAR LA POBREZA


Tal como quedó dicho al tratar las desfavorables condiciones en las que
se encuentra el estudiante venezolano de los sectores marginales, en todo
proceso educativo interactúan el educador y el educando, por lo que el

87
Para facilitar la comparación y medir la eficiencia de los planteles educativos, conviene que las autori-
dades educativas implanten y exijan juegos de exámenes objetivos y que, el código de cuentas contable
y los demás elementos informativos que se requieran para medir y comparar la eficiencia, sean iguales
para todos los planteles educativos de cada nivel: básico, medio y superior.

74
proceso puede resultar fallido por deficiencias del educador, pero también
por las del educando. Hemos visto que en el caso venezolano el sistema
educativo presenta múltiples fallas intrínsecas cuya reforma hemos deja-
do indicada. Pero hemos visto también cómo nuestros educandos de los
sectores marginales confrontaban serios obstáculos para superar con éxito
los requerimientos de su educación. En consecuencia, se hace imperativo
incorporar al sistema educativo mismo, elementos que contribuyan a sub-
sanar las carencias y obstáculos del educando.

Apoyo del sistema para superar las carencias del hogar


Al establecer el doble turno escolar o la escolaridad de jornada com-
pleta, es conveniente que se organice la agenda de la jornada de modo que
las tareas o ejercicios escolares y también los “tiempos de estudio”, puedan
llevarse a cabo dentro de la escuela misma de suerte que el educando cuen-
te, no solamente con un mejor ambiente para el trabajo y el estudio, sino,
sobre todo, con la indispensable asistencia que sin duda requerirá y que sus
mayores no pueden brindarle en el hogar. La introducción de esta práctica
de “apoyo” ofrecida por el sistema mismo, ya sería por sí sola una impor-
tantísima contribución para superar uno de los escollos más arduos con el
que tropieza nuestro educando de los barrios marginales, que contribuiría
en mucho a reducir la deserción.

Integrar a los padres y representantes en el proceso


de formación de los alumnos
Por más que el sistema escolar se esfuerce por suplir la mayor cantidad
posible de las carencias de los educandos, nunca podría lograr subsanar
del todo las deficiencias de la familia, las privaciones de la vivienda y la
influencia negativa del barrio. Otras políticas públicas tendrían que atender
a estos graves asuntos. Sin embargo, sí es posible que el sistema educativo,
mediante las reformas aquí sugeridas, logre vincular muy estrechamente a
los representantes de los estudiantes con el centro educativo, al pasar a ser
ellos mismos coadministradores de la escuela. Esto, por sí sólo, contribuye
a estrechar los vínculos entre los educadores y los padres o representantes de
los estudiantes. Pero la escuela, al convertirse en un centro activo durante
todos los días del año calendario, puede incorporar a los padres y repre-
sentantes en muchos eventos que se programen conjuntamente. También
el centro educativo puede organizar programas especiales para los padres y
demás familiares que incluirían, desde alfabetización para adultos hasta las
llamadas “escuelas para padres”, en las que se daría orientación familiar en
todos sus aspectos. La idea es hacer que el centro educativo irradie cultura
sobre toda la comunidad a la que sirve. Y, si efectivamente se hace posible,
descentralizar los municipios para crear comunidades más pequeñas, que
operen como “minimunicipios” o condominios, entonces, la cooperación
75
entre la escuela y estas pequeñas comunidades a las que sirven, podrían
potenciarse a niveles insospechados, especialmente en cuanto a planes de
recreación y la ayuda a ciertas necesidades de la escuela.

Proveer al estudiante de la alimentación básica


en la unidad educativa
Como las deficiencias nutricionales y la incertidumbre de contar con
alimentos todos los días son otro de los factores de mayor perturbación para el
estudiante y las familias de los sectores marginales, se hace en extremo acon-
sejable suministrar la alimentación básica requerida por los educandos en el
mismo centro educativo. Por otra parte, adquirir buenos hábitos alimentarios
es parte misma del proceso educativo que se requiere. En consecuencia, nues-
tra propuesta es que se brinde a los estudiantes un desayuno y un almuerzo
como mínimo, y, de ser posible una merienda-cena al término de la jornada.
Este esfuerzo, sin duda costoso, tiene el efecto directo de mejorar la salud
alimentaria de los educandos, el efecto indirecto de reforzar los motivos de
permanencia del estudiante en el sistema. Así mismo, este esfuerzo representa,
no sólo la posibilidad de acabar rápidamente con la pobreza crítica, sino
también de disminuir, apreciablemente, la pobreza en general.

Dotar al estudiante de vestido y útiles escolares


La gratuidad de la enseñanza no basta para quienes están en situación
de pobreza extrema si no incluye la provisión de cuanto es necesario para
el proceso de aprendizaje. El estudiante debe poder contar, en su unidad
educativa, con todos los útiles, instrumentos y demás medios requeridos,
entre ellos, la ropa y calzado apropiados (uniformes escolares) para acudir
a las clases.

Extender el plan al año calendario


Los períodos vacacionales tal como hasta ahora se los aplica, presentan el
grave inconveniente de que interrumpen, negativamente, “el régimen” descri-
to. El estudiante de los sectores marginales que durante los meses de escolaridad
“vive” un régimen de disciplina, el cual lo ocupa durante toda la jornada, y
se habitúa a comer allí con regularidad, balanceado y completo; al llegar las
vacaciones quedaría virtualmente a merced del barrio y sin comida o mal nu-
trido. Este cambio tan abrupto puede dar al traste con todo lo logrado durante
los meses de actividad. En consecuencia juzgamos necesario no interrumpir
el plan propuesto durante las vacaciones, sino utilizar el tiempo de éstas, en
la misma unidad educativa, para otras actividades de carácter recreativo que
ocupen al estudiante la jornada completa durante todo el año88.

88
En América Latina existen programas similares a los presentados. Programas que condicionan el
subsidio familiar a la superación de los niños y a los jóvenes pobres. En Brasil, desde el año 2003 se

76
Extender el plan a la totalidad del sistema educativo formal
El objetivo es llevar el mayor número de alumnos posible, al más alto
nivel de educación. En consecuencia, el plan que aquí proponemos debe
comprender desde el preescolar, la escuela básica y la media hasta alcanzar la
formación técnica o profesional en un nivel superior que les permita tener
ingresos suficientes como para mejorar sus condiciones, salir de la pobreza
y lograr pertenecer a la clase media.
Es de notar, y esto es muy importante, que si buena parte del sector mar-
ginal alcanza un nivel técnico superior o profesional, la disciplina adquirida
durante los años de estudio y los altos ingresos que se derivan de un oficio
técnico o profesional bien remunerado junto a la posibilidad de salir de su
condición marginal le permitirán superar la pasividad, el resentimiento y el
sentimiento de impotencia que caracteriza nuestra marginalidad.

REQUERIMIENTOS DEL PLAN PROPUESTO


Sin duda, esta propuesta va más allá de todo lo planteado hasta ahora
a este respecto, puede ser considerada como un refuerzo a la propensión
“paternalista”, al “transferir funciones”, tareas y obligaciones de la familia y
de los padres a la escuela. Pero sobre todo, puede parecer demasiado costosa
para ser financiada por el Estado venezolano. Sin embargo, como se verá
en lo que sigue, se trata de aplicar el “principio de subsidiaridad” –de acep-
tación muy generalizada sobre todo en Europa– como recurso transitorio,
precisamente, para lograr que las familias puedan asumir en plenitud sus
roles en un plazo prudencial.

inició un programa llamado Bolsa Familia, el cual provee a los hogares más pobres con la cantidad de
$ 52 (cincuenta y dos dólares), y aunque es poco para una familia de cinco o más miembros, puede
ser muy significativo cuando se trata de una madre con dos hijos. Pero en todo caso, siendo gente tan
pobre, el programa es para ellos de gran ayuda. Sin embargo, esta ayuda, que piensa ampliarse hasta
cubrir en el año 2006 el 25% de los pobres del país, está condicionada a que los hijos sean vacunados
y utilicen el servicio de salud pública y sobre todo, a que se mantengan asistiendo a clases en la escuela.
Hasta el presente el plan ha dado resultados. Por otra parte, en México existe un programa llamado
Oportunidades, con el cual el Gobierno atiende a cinco millones de familias pobres, que representan el
25% de toda la población. Al igual que el programa Bolsa Familia, el mexicano también condiciona a
los niños y a los jóvenes a asistir a la escuela. Por lo tanto, cuando el estudiante se ausenta durante el
15% de los días hábiles de clases o reprueba un grado en dos ocasiones, los subsidios le son suspendidos
a la familia. La ayuda también está condicionada a visitas periódicas al médico. De acuerdo con la re-
vista The Economist del mes de septiembre del año 2005, el Journal of the American Medical Association
encontró mejoras en la talla y en la salud de los niños que participaban en el programa brasilero. Las
tasas de deserción entre los estudiantes de secundaria también habían disminuido y, por otra parte, el
estudio de Paúl Schultz de la Universidad de Yale encontró que la deserción había disminuido 5% para
los varones y 8% para las muchachas. Sin embargo, es importante destacar que la calidad de la educa-
ción sigue siendo deplorable. Por eso, este tipo de programa no lleva a ninguna parte si no se mejora
la calidad de la educación y de los docentes. Así mismo, algunas familias que reciben estos ingresos
complementarios del Estado, los utilizan para no trabajar en absoluto, así vivir de ellos y de algunas
otras fuentes de trabajo que requieran poco esfuerzo.

77
El deber del Estado de emplear recursos financieros
para el desarrollo humano
En realidad, el concepto de subsidio entendido como dádiva no es el más
apropiado para calificar los gastos en alimentación, vestido, útiles escolares
y otros en los que va a incurrir el Estado durante todo el proceso educati-
vo hasta que el estudiante alcance un nivel técnico superior o profesional
universitario. Tampoco lo es para aludir a los gastos en remuneraciones del
personal docente, ni en la infraestructura educacional que se necesita para
ampliar la “cobertura” escolar a todos los niveles. Hablando en términos
rigurosamente económicos, no se trata de un subsidio, sino de un incremento
del “capital humano” del país, es decir, de una inversión. El Estado invierte
en la capacitación y preparación de la población que no puede proporcio-
nársela por sí misma. Los economistas han descubierto, desde hace ya unas
décadas, que para crecer y aumentar la producción y el empleo, la inversión
en educación y capacitación es muy importante, en algunos casos aún más
importante que invertir en equipos y maquinarias.
El informe del Banco Mundial sobre “la Pobreza en el Mundo” de
1990, ya recomendaba que, para América Latina, la inversión en educa-
ción y capacitación podría aumentar la producción nacional con mayor
fuerza que las inversiones en equipos y maquinarias y demás incrementos
de infraestructura para aumentar los bienes de capital. De tal manera, que
no se está propiciando un subsidio, como gasto a fondo perdido, sino una
inversión, con indudable “retorno” económico.
La economía moderna se caracteriza porque con mayor frecuencia se
necesita un menor número de trabajadores para producir los alimentos que
se requieren. En Estados Unidos sólo trabaja en el sector agrícola el 3%
de la población activa. También el sector industrial, que antes absorbía o
empleaba a quienes quedaban desocupados en el campo, ha comenzado a
reducir el número de trabajadores que requiere para producir. Hay informes,
que hemos referido en otros lugares de este trabajo, que explican cómo en
la mayoría de las naciones desarrolladas y también en China, se ha reducido
en veintidós millones el número de puestos de trabajo del sector industrial,
lo cual ha ocurrido en pocos años. La causa se atribuye a la automatización
y robotización de las industrias. Por lo tanto, hoy las oportunidades de
trabajo se abren preferentemente en el llamado “sector servicios”, en el que
para lograr obtener un empleo se precisa de una gran preparación técnica o
profesional. En este sector, no sólo se trata del desarrollo comercial, bancario,
financiero y de seguros; o de profesiones liberales como médicos, odontó-
logos, abogados o economistas, sino de múltiples servicios que requieren
gran calificación.
Por lo tanto es evidente que en este período, que los economistas han
bautizado como la “era del conocimiento”, lo que mayor valor tiene es
la información. Bill Gates, que en algún momento llegó a ser el hombre
78
más rico del mundo, no tenía activos físicos como edificaciones, equipos,
maquinarias ni terrenos; sino, que fundamentalmente, su riqueza consistía
en el personal que le proporcionaba los conocimientos que desarrollaron
el Microsoft y todos esos otros software cuyo uso se ha generalizado en el
mundo entero, y que le han producido una enorme ganancia a su empresa.
De modo que, si Bill Gates vendiera su empresa y se llevara consigo a los
técnicos que trabajan con él, el comprador solamente adquiriría unas ins-
talaciones que sin duda, tendrían un valor menor con relación al precio de
mercado de la empresa como tal.
Pues bien, el objetivo buscado con la presente propuesta, es capacitar
profesionalmente al mayor número posible de nuestra población, lo cual
se nos impone como una meta ineludible a perseguir. Más aún, esto es una
“precondición” necesaria para que pueda haber crecimiento económico.
Hay que recalcar esta última afirmación, capacitar a nuestros sectores po-
pulares para que alcancen crecientes niveles de ingresos que les permitan
acceder a la clase media y salir de las rancherías marginales, es un objetivo
previo e imprescindible para el crecimiento económico. Además, durante
el tiempo que toma preparar a la población se comienza a facilitar ese
crecimiento. De modo tal que en vez de ser lo aquí propuesto contrario
al crecimiento, es más bien su condición sine qua non para que comience
a hacerse efectivo.
Por otra parte, el crecimiento económico requiere, además de “estabili-
dad política”, la cual difícilmente se alcanza en situaciones de desigualdad
educativa.
Lo que acabamos de expresar, palabras más o palabras menos, equivale
a lo observado por Aristóteles en el siglo IV a.C. Éste había notado, por la
experiencia que le ofrecía la historia, que en las ciudades en las cuales había
una enorme diferencia entre los que poseían casi todo –a los cuales llamaba
oligarquía– y los que no tenían nada o tenían muy poco, la democracia
resultaba ser sumamente inestable. Fundamentaba esta afirmación en el
hecho de que sociedades así constituidas eran propensas al populismo y,
particularmente cuando el populista era un militar, la democracia era pro-
pensa a la tiranía. En conclusión, Aristóteles sostenía la necesidad de crear
una “clase media” para poder estabilizar la democracia.
Si tenemos en cuenta que en Latinoamérica y en Venezuela se dan los
extremos de muchos bastante pobres y pocos excesivamente ricos con una
clase media reducida, se explica la inestabilidad de la democracia en Vene-
zuela y en el resto del continente. Queda claro que, para lograr la estabilidad
política y económica, hay que elevar el sector de las clases populares a los
niveles medios. Para Aristóteles se trataba de los de “mediana propiedad”, hoy
preferiríamos decir que son los que tienen una preparación suficiente para
ganar una remuneración que les permita adquirir esas medianas propiedades,

79
que les den acceso a una vivienda digna y a los demás bienes que ofrece el
progreso económico para continuar progresando según sus posibilidades.
El Estado, pues, tiene el deber de reorientar su gasto para incrementar al
máximo el componente de inversión y focalizar esa inversión en el “desarrollo
del capital humano”, fundamentalmente, en un plan educativo integral como
el aquí propuesto. Además, es importante destacar que si efectivamente, se
pone en marcha un plan como el propuesto, será posible aumentar el nivel de
empleo; pues, al conocerse por anticipado, el enorme volumen de productos
alimenticios que comprarían las instituciones educativas para alimentar a
millones de escolares que irían aumentando a medida que progresan y as-
cienden de grado en su formación educativa y si, a su vez, lo mismo ocurre
con la vestimenta, los útiles escolares y el material recreativo, así como con
los servicios que se requieren para hacer posible tales objetivos; los produc-
tores y las empresas de servicio podrán vender también por anticipado sus
productos o servicios y asegurar altos volúmenes de venta que, en última
instancia, serán adquiridos por los planteles escolares con los fondos que les
proporcione el Estado, atados a sus compras nacionales89.
De manera que si los productores –agricultores, textileros, casas edito-
riales, etc.– contratan la venta de su producción por grandes volúmenes,
gozarán de las ventajas de la producción en gran escala, tendrán como
resultado un abaratamiento de los costos y/o una mejora en la calidad de
los productos.
En efecto, la posibilidad de efectuar ventas por montos elevados y la
certidumbre del pago en los contratos de venta, permitirán el uso de las
técnicas más modernas que hará posible competir en varios rubros con
productores extranjeros y hasta exportarlos.
De modo que es muy probable que las compras que ocasione el plan
educativo propuesto, se transformen en un aumento de la producción
nacional y del empelo, similar al que causarían algunas inversiones en in-
fraestructura (Véase anexo III).

El Estado tiene el deber de sanear sus finanzas y reorientar su gasto


Como pudiera parecer que no habría los recursos financieros suficien-
tes para poder acometer un plan tan ambicioso como el que proponemos,
comenzaremos por presentar primero, la visión pesimista que nos expresó
el economista Hugo Romero, ex vicepresidente ejecutivo del Banco Central

89
Tales operaciones podrían facilitarse si se estudia la posibilidad de asegurar el cumplimiento del pago
que harán los planteles escolares a los productores, a los intermediarios y a los empresarios de servicios.
Es probable la posibilidad de que tales contratos puedan contar con el pago porque estarían garantizados
por los bancos comerciales contra la entrega de los productos o servicios. Tal cosa puede ocurrir si el
Gobierno garantiza a su vez a los bancos con bonos de deuda pública.

80
de Venezuela. Hugo Romero, sin entrar a considerar la conveniencia o no
del plan aquí propuesto, dijo:

Por mi experiencia de muchos años en el Banco Central, donde


estamos obligados a conocer las políticas y los programas de los
distintos gobiernos y además, debemos emitir opinión sobre los
mismos y atender las consultas que formulaba el Congreso (hoy
Asamblea Nacional) he llegado a la conclusión de que, durante
todos los cuarenta y más años que he permanecido ligado al BCV,
ningún gobierno ha sido capaz de lograr las metas que se propuso
en su programa al momento de las elecciones.

Hugo Romero no juzgaba las buenas o malas intenciones con respecto


a la voluntad de cumplir las promesas que se efectuaron en las campañas
electorales. Simplemente, quería recalcar que ningún Gobierno pudo dis-
poner del dinero suficiente para llevar a efecto sus propuestas, en orden a
mejorar la situación de los venezolanos, pues, todos los fondos que recibe
el Estado están comprometidos de antemano de una u otra forma y es muy
difícil cambiarles el destino al cual están asignados previamente.
De manera tal, que aun cuando el Estado contara con los ingresos
suficientes para realizar las inversiones que demanda cualquier plan de
desarrollo, para Hugo Romero, es casi imposible lograr la reorientación del
gasto público. Él resume la situación diciendo: “soy pesimista con respecto
al futuro”.
Lo dicho por Romero se agrava con lo ocurrido al principio de los
años 80, cuando el Gobierno tuvo que comenzar a pagar la deuda externa
y sus intereses; en ese momento, en vez de reducir su personal innecesario
y eliminar algunas de las actividades improductivas que realizaba, prefirió
devaluar la moneda y como el Estado es el dueño de los dólares, al venderlos
más caros aumentó sus ingresos pero no aumentó los sueldos en la misma
proporción. Los contratos de inversión en obras públicas que redujo, le
permitió que fuese la empresa privada la que tuviese que despedir a sus
trabajadores, para no tener que hacerlo el Gobierno. Éste es por naturaleza
muy temeroso del “costo político”, de la pérdida del apoyo popular y de los
ataques de la oposición.
Sin embargo, a pesar de que la historia de las propuestas de planes de
cambio inducen a ser pesimistas, tenemos la convicción de que sí hay el
camino para llevarlas a efecto. Como es evidente, la propuesta que aquí
presentamos demandará una inversión pública que habría que cuantificar
con precisión para poder establecer la gradualidad y los plazos de su implan-
tación. Habría que comenzar aplicando el plan, primero, a los de mayor
estado de pobreza, para continuar ascendiendo de los sectores más deprimi-
dos hacia los no tan críticos, en los que los aportes o gastos serían menores.
81
Sin embargo, tenemos la convicción de que los recursos precisados, pese a
su cuantía, pudieron ser provistos aún en un año como 1999 en el cual el
Padre L. Ugalde S.J. hizo la denuncia y el precio del barril era US$16. En
el año 2006 cuando la cesta de petróleo venezolano sobrepasa fácilmente
los US$50 sobraría dinero. Tal como lo indicó el rector de la Universidad
Católica Andrés Bello, Luis Ugalde y como lo hizo también el Consejo
Directivo de la AVEC, antes citados, es posible proporcionar educación
de calidad a un costo igual o inferior a un tercio del que actualmente gasta
el Estado venezolano para llevar a efecto el mismo servicio educativo con
inferior calidad. Si las afirmaciones del mencionado rector Ugalde y de la
AVEC son ciertas y no conocemos quien las haya contradicho, eso, por sí
solo, ya significa que habría dinero suficiente para triplicar los cupos y al
mismo tiempo, mejorar la calidad de la educación que se presta. Pero no
es necesario triplicar el cupo para ofrecer una cobertura total a las personas
en condiciones de estudiar en los distintos niveles del sector educativo, por
lo que con sólo administrar mejor crecería la cobertura y sobrarían recursos
para los otros aspectos del plan.
Podemos pensar que con el “sobrante de dinero” que se ocasionaría,
podrían mejorarse los sueldos de los educadores y financiarse los programas
de capacitación, más los de alimentación, vestimenta, útiles escolares y re-
creación, incluidos los que brinden las escuelas sectoriales para las madres
de los estudiantes, las cuales tendrían tiempo para trabajar y estudiar, una
vez que se haya puesto en marcha el doble turno escolar para sus hijos.
No obstante, es claro que el costo de la alimentación, tal como la hemos
propuesto, más la duplicación de las horas de clases y el financiamiento de la
recreación y del mejoramiento profesional, así como todos los otros costos,
demandarán fondos adicionales a los que puedan lograrse administrando
con mayor eficiencia los actuales recursos destinados a la educación y a otros
fines. Sin embargo, si efectivamente se desea elevar el nivel de los sectores
populares para incorporarlos o integrarlos al resto de la sociedad y evitar
su actual exclusión, se justifica sobradamente adoptar otras medidas que
amplíen la capacidad de financiamiento, pero también, algunas dirigidas
a disminuir los actuales gastos. Para poder generalizar y dar cobertura al
máximo posible de la población del país dentro del sistema de educación y
formación profesional, es necesario que se prescinda de ciertos criterios que
vienen a ser “un lujo” para un país como el nuestro. Tal cosa supone, por
ejemplo, que en los centros de educación superior o técnica, y en menor
grado también en los liceos y escuelas, se recurra a profesores a “tiempo
convencional”, en lugar de los de tiempo completo. Así podrían reducirse
los gastos totales respecto de los que se requerirían para contratar a tiempo
completo a la mayoría de los profesores y tampoco habría presiones sindicales
en el área educativa, por cuanto los profesores contratados a tiempo con-
vencional tendrían como fuente principal de ingresos sus otras actividades
82
profesionales. Esta política la lleva a efecto la Universidad Católica Andrés
Bello y nadie discute la calidad de la educación que presta90. Además, no
requerirá otorgar jubilaciones por servicios prestados en las entidades edu-
cativas, especialmente en las universidades públicas.
Esta propuesta acoge la tesis de la “masificación educativa”, pues se basa
en la absoluta necesidad de elevar el nivel de capacitación y preparación de
las grandes masas venezolanas91, ya que si no, sería imposible dotarlas de
empleos formales bien remunerados, pues, aun cuando se lograra crear las
oportunidades para darles empleo, no los podrían desempeñar sin la debida
capacitación. Esto es así porque las nuevas fuentes de empleo requieren de
un personal muy calificado.
En consecuencia, el Estado debe disponer los fondos para financiar
estos programas y también, el de salud pública, asistencia médica y otros
complementarios, para lo cual ha de estar dispuesto a mejorar y reestructurar
la administración de los recursos ya disponibles y los que se puedan añadir.
(Véase el anexo III-1).
En el caso particular de Venezuela, en el que el Estado cuenta con una
cuantiosa renta generada por el negocio petrolero, sería perfectamente
justificado destinar la totalidad de esa renta a un programa como el aquí
propuesto. “Todo el petróleo para los pobres”, no sería un slogan populista,
sino un postulado de justicia social. El resto de las funciones del Estado
habría que financiarlo con los impuestos –no con la renta– tal como lo
hacen la gran mayoría de los Estados del mundo, pues son pocos los que
producen petróleo y aún así, sabemos que de sus propios impuestos destinan
a la educación un porcentaje de la producción total del país que es similar o
mayor que el nuestro. De este modo, nos aseguraríamos que la renta petrolera
no sería “consumida” en gastos improductivos, sino invertida en “capital
humano y social” por lo que estamos seguros de que esa renta aumentaría
la productividad nacional.

90
Para hacer atractiva la actividad docente a los profesionales convendría modificar las leyes del tra-
bajo para que el salario a pagar por horas de clases efectivamente dictadas se efectúe por conceptos de
honorarios y no diera lugar a ningún tipo de prestaciones. Así se podría pagar un monto mucho más
alto por hora de clase y por lo tanto se facilitaría el reclutamiento de profesores, particularmente de
los jóvenes.
91
El doctor Arnoldo Gabaldón, quien coordinó con éxito la campaña contra el paludismo en Venezuela,
era partidario de la tesis opuesta. Él partía de la premisa de que los recursos económicos eran escasos
y, por lo tanto, debían ser invertidos en centros de verdadera excelencia, semejantes a las mejores uni-
versidades e instituciones educativas del mundo. Y sólo dar acceso a los estudiantes que tuvieran las
mejores cualidades y capacidades para que se pudiese aprovechar la enseñanza. Él consideraba que en
Latinoamérica el afán generalizado de lograr un título universitario era una enfermedad que no podía
ser financiada por el Estado. Gabaldón, Arnoldo. (1982). La enfermedad latinoamericana de Educación
Superior. Venezuela: Fedes.

83
El plan puede aplicarse con progresividad,
pero demanda continuidad
Como es evidente, un plan como el aquí propuesto, debe desarrollarse
por etapas sucesivas, aunque respondiendo a una programación integral
establecida de antemano. Las escuelas deben llevarse a doble turno (jornada
completa) en la medida en que puedan ser dotadas de los comedores, la
provisión alimentaria, el personal idóneo y los demás requerimientos; tam-
bién habría que alquilar locales y construir nuevos planteles para ampliar la
cobertura. Al mismo tiempo que deberá irse transfiriendo su administración
a las correspondientes comunidades educativas y los maestros y profesores
puedan organizarse en cooperativas o todavía mejor, en asociaciones civiles
parecidas a las que usan los contadores y abogados.
Sabemos que este proceso tomará tiempo, pero debe acelerarse cuanto sea
posible para que en 2 o 3 años cubra a la gran mayoría de los niños y jóvenes
en edad de estudiar. En todo caso, tomará un tiempo mucho menor que el
que se han propuesto las instituciones más optimistas para reducir o acabar
con la pobreza crítica y disminuir drásticamente la pobreza moderada.
Es, pues, un plan cuya implantación y desarrollo puede llevarse a cabo
en la medida en que se liberen los recursos y en la medida en que el factor
humano (personal docente) se vaya reclutando y recapacitando. Sin embargo,
hay que recalcar que se trata de un plan para dar sus frutos en el plazo de
una generación completa de venezolanos, por lo tanto su implantación tiene
que ser sistemáticamente sostenida en el tiempo a lo largo de no menos de
tres o cuatro decenios consecutivos y una vez preparada esa generación, y
completados los otros programas dirigidos a superar la marginalidad, esti-
mamos que habrán desaparecido, en una gran proporción, la marginalidad
y la pobreza del país. Por esa razón creemos que este plan debe asegurarse y
ser objeto de un “pacto social” refrendado por la población entera.

OTROS BENEFICIOS DERIVADOS DEL PLAN


De la ejecución misma de este plan de “desarrollo del capital humano”
se derivan varios beneficios sociales y económicos colaterales o asociados
que son de gran importancia:

Creación de empleo
El primer beneficio derivado del plan, como efecto de su implantación,
es la generación abundante de nuevos empleos. Incrementar el número
de unidades educativas y en éstas el número de días y de horas de funcio-
namiento, da lugar a la generación de más empleos directos en el sistema
educativo mismo. La creación de las empresas evaluadoras y la del sistema
de “educación sectorial” brindará, igualmente, más oportunidades de nuevos
empleos. Sin embargo, el mayor volumen será el de empleos indirectamente
inducidos como consecuencia de las demandas derivadas del suministro, a
84
las unidades educativas, de la alimentación, vestido y útiles de los estudiantes
de todo el sistema. Millares de empleos se habrán de crear en las empresas
de preparación, suministro y distribución de las comidas a las escuelas; en
las empresas de confección y provisión de ropa y calzado, fabricación de
libros, cuadernos y demás útiles escolares; en la contratación de personal
para atender los servicios recreativos de fines de semana y vacaciones; en la
construcción de nuevas edificaciones escolares, etc. (Véase Anexo III-1).
La inversión educativa concebida en el marco de este esfuerzo integral
por consolidar el desarrollo pleno de toda una generación, tendría un salu-
dable efecto derivado en la expansión de la demanda de alimentos, vestidos,
calzado, insumos varios de la industria editorial y de la construcción, todo lo
cual será de gran efecto expansivo del empleo y de la economía en general,
amén de lo requerido por los otros programas simultáneos.

Transferencia de personal público a empresas autosostenibles


Con la transferencia de la administración de las unidades educativas a
sus respectivas comunidades, el actual aparato burocrático del Ministerio del
ramo, puede ir siendo gradualmente desmontado y transferido su personal
a las nuevas empresas surgidas de esta propuesta. Eso permitirá notables
economías al Estado, en beneficio del financiamiento del propio plan, de la
eficiencia del Estado y de las condiciones de vida de sus actuales empleados.
Él acabaría con la “politiquería” al tiempo que se promueve la “meritocracia”
de los mejores maestros y profesores.

Disminución de la delincuencia y de la niñez abandonada


Por último, hay que destacar que al lograrse –como se pretende– retener
en el sistema educativo todo el año a todos los educandos, disminuyen los
niños abandonados y obviamente las oportunidades de delinquir. Si toda
persona en edad escolar permanece todo el día y todos los días en su centro
educativo, donde recibe alimentación completa y vestimenta suficiente, los
pocos que realmente no tengan donde pasar la noche, podrían ser fácilmente
acogidos por las instituciones que ya existen o que se crearían al efecto, pues
gran parte del costo de subsistencia y de atención al niño con los servicios
educativos y de recreación habrán sido cubiertos.

Reducción drástica y a corto plazo de la pobreza


El beneficio directo y más importante de este plan consiste, no sólo en
la elevación de la presente generación al nivel de la clase media, sino en la
erradicación de la pobreza crítica y la reducción de la pobreza en general,
en el tiempo que toma alquilar o construir planteles educativos y dotarlos
del personal docente necesario. Tal cosa se logra mediante la asunción por el
Estado de la alimentación y el vestido de toda la población infantil y juvenil
del sector más empobrecido del país. En efecto, al asumir el Estado la carga
85
que supone alimentar, vestir y educar a los niños y jóvenes los 365 días del
año libera de esa misma carga a sus padres o representantes, dejándoles a
estos la obligación de proporcionarles el techo y algunas otras necesidades
menos apremiantes y –lo que no es menos importante– con más disponibi-
lidad de tiempo, gracias al doble turno escolar, para emplearse en cualquier
actividad que les pueda generar ingresos. Particularmente las madres, hoy
agobiadas por los requerimientos primarios de sus hijos, experimentarían
el doble beneficio de saber que los mismos están debidamente cuidados y
provistos de cuanto necesitan en su centro educativo, y ellas con tiempo
libre para aprender algún oficio y recibir el almuerzo y el costo del transporte
en las escuelas sectoriales y obtener algún empleo al cual dedicarse durante
algunas horas hábiles al día.

Disminución de la demagogia y las posiciones radicales


La posibilidad real que tienen los niños y jóvenes de la presente gene-
ración para alcanzar un nivel social más alto y una remuneración que los
saque de la pobreza despierta tanto en ellos como en sus padres la “esperanza
aceptable” de que es posible salir de la pobreza y es probable que comiencen
a actuar y asumir las actitudes de la clase media que reduce las posibilidades
de la demagogia.

Los trabajadores que no logren capacitarse mejorarán su salario


Otra importantísima ventaja que se deriva del éxito de un plan como el
propuesto, consiste, en que se reduce el número de “toderos” y se incremen-
tan sus salarios tal como ocurre en los países desarrollados. Esta posibilidad
depende de que nuestros vecinos de una u otra manera apliquen políticas
semejantes.

El plan de educación propuesto supera los rasgos


de la marginalidad
Quizás, la ventaja más importante, además de la superación de la pobreza
actual y futura, consiste en que los rasgos fundamentales de la marginali-
dad serán superados durante el proceso educativo propuesto, por cuanto el
alto grado de capacitación que implica superar los retos del mundo laboral
actual, supone que la disciplina adquirida durante los numerosos años de
estudio y los apreciables ingresos que han de percibirse en el ejercicio de un
oficio o profesión rentables, reducen o eliminan esos rasgos de impotencia,
pasividad y falta de “garra” tan distintivos de la marginalidad. En fin, son
muchos los logros que se alcanzarán con la medida propuesta.

86
VIABILIDAD POLÍTICA DEL PLAN

Resistencia de los gremios y sindicatos


Tanto los docentes como los numerosos burócratas del dilatado Minis-
terio de Educación, que se agrupan en gremios y sindicatos mediante los
cuales han venido logrando “reivindicaciones” de diversa índole, plasmadas
en los contratos colectivos por ellos suscritos con los sucesivos gobiernos,
opondrán resistencia a este plan. Son estos poderosos gremios y sindicatos
los que “amparan”, de cierto modo, muchos de los vicios que dificultan la
disciplina en los centros educativos y que afectan –como veíamos– la calidad
y la eficiencia de la educación venezolana.
Al frente de tales organizaciones laborales hay una “dirigencia” que
se opondría al plan propuesto, pero no porque desmejore las condiciones
de trabajo de sus afiliados, sino porque significaría la pérdida de su poder.
Éste es un duro escollo que hay que tener en cuenta para superarlo conve-
nientemente.

La concepción estatista predominante


La influencia determinante que en la política venezolana del siglo XX
–sobre todo de 1945 en adelante– tuvo el partido Acción Democrática
liderado por Rómulo Betancourt, sembró en la conciencia del pueblo
venezolano una fuerte propensión “estatista”, asociada a la idea de “nacio-
nalismo”. No pocos males de los que aquejan al desarrollo sociopolítico
y económico de Venezuela derivan de esa singular “propensión estatista”;
como el desarrollo de nuestro sistema educativo, impulsado por Rómulo
Betancourt desde la Revolución de Octubre de 1945 y después, desde los
gobiernos presididos por líderes de Acción Democrática entre 1959 y 1969.
Con ese signo se formaron varias generaciones de maestros y profesores, por
lo que en Venezuela, es casi un dogma indiscutido que la educación pública
debe ser impartida directamente por el Estado. Simultáneamente, la misma
mentalidad estatista ha establecido el estereotipo de que “todo empresario
privado es un explotador”, por lo que toda empresa privada es vista con
reservas y en todo caso, inconveniente para ocuparse de la prestación de
servicios públicos.
Todo eso configura para el plan aquí propuesto un verdadero obstáculo,
doblemente arduo de superar, puesto que la pieza clave de esta propuesta
es hacer posible que cada unidad educativa se convierta en una “empresa
autónoma” en manos de los propios docentes y de las familias de los es-
tudiantes. Hay, pues, que sobrepasar estos obstáculos sin desmedro de las
funciones que en esta área le incumben al Estado como son regir el sistema,
supervisarlo y controlarlo.

87
Necesidad de un Pacto Social en torno al plan propuesto
Uno de los hechos más dramáticos ocurrido desde el decenio de 1980 en
adelante, ha sido el constante empobrecimiento de la población venezolana.
El número de los pobres no sólo no ha disminuido, sino que ha aumentado;
además, creció también la severidad de la pobreza no ya en términos de
ingreso sino de condiciones de vida. En tal sentido, la clase media también
se ha visto afectada. Después de un proceso de ascensión social de varias
décadas, en el que se había formado una creciente clase media, ahora ha
venido decayendo en proporción y en calidad de vida.
En el mes de enero de 1998, fue orador de orden ante el Congreso de la
República Luis Castro Leiva, un intelectual sin compromisos partidistas. El
objetivo fundamental de su discurso fue proponer un acuerdo nacional para
definir y asegurar las políticas públicas que convengan más al país en orden
a resolver los problemas fundamentales que se habían venido acumulando
en Venezuela. Y proponía excluir esas políticas de las luchas electorales de-
magógicas. De tal manera que hubiese continuidad en llevarlas a efecto. Sus
palabras fueron muy bien recibidas porque esa era una necesidad sentida,
no sólo de la población sino del mismo sector político.
Desde que Castro Leiva pronunció ese discurso, ha habido otros que
han abogado también por la necesidad de un Pacto Nacional como ese92.
Y lo que nos ha ocurrido en los años transcurridos de este tercer milenio es
que la necesidad de un Pacto Nacional se ha convertido, o se está convir-
tiendo, en una matriz de opinión en los sectores democráticos del país. Hoy
se considera imprescindible superar la pobreza y esa meta implica muchos
cambios en las estructuras y modos de hacer política actualmente.
Desde nuestro punto de vista, la necesidad del acuerdo es tal que, muy
probablemente se alcance un consenso con respecto a algunas políticas
que se estimen como lo “mínimo necesario” para encauzar al país hacia la
superación de los principales problemas que lo afectan; pero hay que tener

92
El economista Maxím Ross, años después, ha insistido en numerosas ocasiones en la necesidad de los
acuerdos. Se trata de la salida a la crisis creada por el presidente H. Chávez, y de la necesidad de que
exista un acuerdo sobre políticas básicas, indispensables para hacer una transición feliz en la política y
en la economía del país. (Maxím Ross. Véase El Nacional del 16 de abril de 2003 y 9 de mayo de 2003.)
Quizás, una de las personas que con más empeño se ha dedicado a propagar la necesidad de un pacto
nacional ha sido Luis Pedro España, quien es el coordinador del estudio sobre la pobreza en Venezuela
que inició la UCAB. Él no desea un acuerdo de transición sino más bien aspira a un acuerdo que sea
a largo plazo, y fija las condiciones que debe reunir tal acuerdo. Según él, hoy en día el conocimiento
está en las universidades y no en el medio político. Es preciso entonces, que sean las universidades las
que estudien y propongan un plan, o las bases para llegar a un acuerdo nacional sobre las políticas a
seguir. Además, se trata de que el objetivo no es el de complacer a todos y sumando las propuestas de
todos. Tal cosa podría hacer incurrir en contradicciones e incoherencias, pues lo que se necesita es una
política coherente. Finalmente, lo más importante, es que estas políticas sean ciertamente conocidas y
aceptadas por el sector político a quien toca en gran parte la ejecución de las mismas. (2003, abril 26).
España, Luis. Por un Nuevo Acuerdo Social. El Nacional.

88
muy presente que además de los intereses personales y los privilegios que
denunciara Luis Castro Leiva en su discurso, que se refieren a las ventajas del
clientelismo, la ambición personal del poder o de enriquecerse ilícitamente
en el Estado, o el simple deseo de los burócratas de no ver alterado su status
quo por simple comodidad, son factores que tendrán que ser vencidos para
que el acuerdo sea efectivo93.
Sin embargo, además de las condiciones y obstáculos que hemos enume-
rado y que deben ser sorteados para alcanzar un acuerdo, queremos añadir
algo que recomendó Michael Penfold, director ejecutivo de Conapri. Él
estima que hay que evitar a toda costa, soluciones mesiánicas por cuanto
los problemas son “tan complejos que tiene que hacérseles frente gradual-
mente, convenciendo a la gente de cuáles son los costos y los beneficios de
afrontarlos”… “se tienen que resolver muchos problemas al mismo tiempo
para que la economía y la sociedad respondan” (Penfold, 2002). Por eso es
que el acuerdo debe estar avalado por la sociedad civil. Con esto Penfold
quiere afirmar que no basta llegar a un acuerdo entre políticos. Se requiere
un acuerdo con toda la sociedad civil. Esto supone un penoso trabajo, hay
que explicar con claridad la naturaleza de las políticas, señalando sus pros
y sus contras, para evitar algo que el mismo Penfold afirma: “aquí nunca
hemos concluido ninguna reforma. ¿Por qué? Porque ninguna ha salido de
un compromiso, de una visión compartida a largo plazo que surja de un
acuerdo político mismo”94 (Penfold, 2002).
Por eso, una vez estudiada en detalle la viabilidad de la propuesta y de
informar debidamente a todos los ciudadanos del país sobre sus ventajas y
desventajas y una vez agotados todos los esfuerzos por hacer efectivo un pacto
nacional, mediante la aprobación de las leyes respectivas, convendría acudir
al recurso de un referéndum aprobatorio. En ese caso, el Presidente de la
República puede lograr el respaldo suficiente para ejecutar el plan así referido.
La realización de un referéndum permitiría explicar, con toda precisión, los
fines, los medios y las ventajas que recibiría cada quien. Sometamos, pues,
lo aquí propuesto a la aprobación plena del pueblo.
Así pues, no se trata de proponer en términos vagos, que se va a disminuir

93
Trasparency International organización no gubernamental ubicada en Berlín, Alemania, publica desde
hace unos 10 años un indicador del grado de corrupción que existe en los niveles gubernamentales de
numerosos países del mundo. Éste fue publicado en octubre del año 2003 coloca a Venezuela con un
puntaje muy bajo. Ellos suelen calificar a los países dando un puntaje de “0”, que significa el máximo de
corrupción, a 10 que significa el máximo de falta de corrupción. Pues bien, Finlandia ocupa el primer
puesto con 9,7 puntos, pero en los países subdesarrollados ocurre que, cada 5 de 10 países obtienen
menos de 3 puntos sobre ese total máximo de 10. En el caso venezolano, la puntuación es todavía más
baja, pues de 12 encuestas utilizadas para determinar el puntaje, se le dio una puntuación de 2,4 sobre 10
puntos, y por lo tanto ocupa el puesto número 102 en un total de 133 países. www.trasparency.org.
94
(2002, noviembre 17) Penfold, Michael. Estamos en un país donde las mayorías son muy arrogantes.
El Nacional.

89
la corrupción y que se van a suprimir algunos organismos innecesarios o
que se van a congelar por determinado tiempo los salarios de los empleados
públicos, sino que se trata de señalar las ventajas concretas que se van a
derivar de las reformas para cada uno de los ciudadanos. En consecuencia,
consideramos que un referéndum de esta naturaleza, que supone un esfuerzo
previo de elaboración de la propuesta para no exagerar en la oferta que se
hará a los beneficiarios, permitiría consolidar un verdadero pacto nacional
para superar la marginalidad y salir de la pobreza.

90
Anexo III
¿Es posible alimentar a esa enorme
población estudiantil?

En una entrevista celebrada el día lunes 5 de abril del 2005, con quien
dirigió la empresa Productoras Feriaevent C.A. El promotor y director de la
misma, el arquitecto Vicente Irazábal, me informó directamente que durante
el período que va desde fines del año 1997 o principios del año 1998 del
siglo pasado, hasta fines del año 2004, es decir, en cuestión de siete años, la
empresa había proporcionado más de 350 millones de ingestas; conformadas
por desayunos, almuerzos o meriendas. En todo caso, las ingestas de cada
turno escolar, sean los de la mañana como el desayuno y el almuerzo o sean
los de la tarde como el almuerzo y la merienda. La ingesta total por día para
cada alumno beneficiario de este programa fue de 1200 calorías.
El arquitecto Irazábal subraya que no hubo jamás una queja durante
todo ese tiempo por un dolor de estómago o por el incumplimiento en la
entrega de los alimentos en el momento oportuno.
Es de señalar, que la empresa de acuerdo con los dirigentes de cada
comunidad, elegía a un grupo de mujeres del barrio quienes actuaban
como cocineras y las dotaban de los equipos necesarios para preparar la
comida a ser repartida a los estudiantes. Estas cocineras se organizaban en
una asociación civil y eran asesoradas y ayudadas por el mismo Estado para
constituir esa empresa que a su vez recibía por contrato un pago total por
sus servicios, lo cual les permitía a cada una de las mujeres percibir ingresos
por montos equivalentes al salario mínimo. Es de notar que las dos ingestas
que recibía cada turno escolar, tanto el de la mañana como el de la tarde y
que les proporcionaban 1.200 calorías, tenían un costo de Bs. 1.200,00 a
diciembre del 2004. Se trata de un precio inferior al de una arepa que se
expende en las areperas.
Es evidente que 1.200 calorías no alcanzan el número que se requieren
y que deben ser completadas con comidas adicionales en el hogar. Una per-
sona necesita nutrirse con alimentos que contengan más de 2.400 calorías
diarias. En todo caso, si se eleva en la jornada completa el poder calórico
de la alimentación a través de tres ingestas con su merienda a 2.400 calorías
en promedio entre los estudiantes, ocurriría que el costo total no pasaría
de 2.400 bolívares por día y por alumno. Es más, según Irazábal y nosotros
estamos de acuerdo con él, el costo tendría que ser menor, porque si se cubre
91
a toda la población estudiantil que lo requiera, con un programa como el
aquí propuesto, se tiene la absoluta seguridad de que el gran volumen de
alimentos, de vestimenta, de útiles escolares, de servicios recreativos y otros
bienes y servicios, permitirán una mayor especialización y tecnificación que
hará posible una notoria reducción en los costos de producción de esos
bienes y servicios.
Si observamos el relativo a la estimación de la población de 5 a 24 años
de edad para julio del 2005 (en miles) que está al final de este anexo, no-
taremos que el total de la población venezolana entre esas edades es de 10
millones 616 mil niños y jóvenes95. Es evidente, que no toda esa población
estará dispuesta o le será posible estudiar hasta alcanzar un nivel superior
técnico o profesional. Tampoco están incluidos en esa cifra los alumnos de
los planteles privados de educación básica, diversificada o universitaria. Pero
es de observar que si partimos de la hipótesis de que todos fuesen pobres y
estudiantes, el costo total de alimentar a toda esa población estudiantil, los
365 días del año con las tres comidas y la merienda que le proporcionen
2400 calorías promedio por estudiante (los niños y las mujeres necesitan
menos) sería el equivalente de $4.893 millones de dólares de los Estados
Unidos calculados al tipo de cambio oficial de Bs. 2.150 por dólar.
Esta cifra podrá parecer enorme pero en realidad no representa más
de 14,82% del ingreso bruto por ventas de petróleo del país. Para realizar
este cálculo hemos utilizado un pronóstico del Morgan Bank que estima
los ingresos brutos petroleros de Venezuela en 33.000 millones de dólares
para el año 2005. Es posible que sea más y, en consecuencia, sea menor el
porcentaje requerido de esos ingresos para alimentar a la población.
Sin duda, la alimentación no es el único gasto que hay que considerar.
La escuela que opere mañana y tarde deberá aumentar el personal, no sólo
para monitorear el estudio de los alumnos y ayudarlos en la elaboración
de las tareas, sino también para proporcionarles actividades recreativas y
algunas otras actividades. Además, su costo apreciable será el causado por
la necesidad de alquilar los locales con el mobiliario y los equipos docentes
necesarios a fin de cubrir cuanto antes las solicitudes de inscripción en los
nuevos planteles.
También habrá que construir planteles que, aunque carezcan de lujo,
satisfagan los requerimientos del cumplimiento adecuado de las tareas do-
centes. Por otra parte, es preciso proveer la vestimenta, los útiles escolares
y el costo de los servicios de recreación durante los fines de semana y las
vacaciones.

95
Los dos cuadros estadísticos que presentamos en este apéndice se los debemos al Dr. Chi Yi Chen,
economista y demógrafo, ex decano y ex director del Centro de Investigaciones Económicas de la
Universidad Católica.

92
Sin embargo, a pesar de que tales gastos adicionales puedan impresionar
al lector, creemos que un estudio detenido sobre su costo total puede ser
financiado con la renta petrolera del Estado venezolano. Por ejemplo, la
vestimenta y los útiles escolares representan menos costos que los gastos de
alimentación. Sólo la jornada completa obliga a disponer de más locales y
personal. En todo caso, los gobiernos de la gran mayoría de los países viven
solamente de impuestos y de esa misma fuente se financia la educación
y la salud. Nosotros disponemos de una renta petrolera que aun cuando
disminuya podrá financiar el plan que aquí se propone. Esta afirmación
parte del supuesto de que se reestructure la administración del Estado,
de la educación y la salud, de la manera como ha sido planteada en este
capítulo. Además, si fuese necesario, el Estado podría proporcionar de los
ahorros que obtendría si se reestructura el mismo, aumentando su eficiencia.
Si eventualmente aún faltasen recursos podría aumentarse el impuesto al
consumo de gasolina y otros productos derivados del petróleo. Estimamos
que habría poca resistencia si la población percibe que esos recursos serán
realmente destinados al plan propuesto.
Por otra parte, los costos serían menores, no sólo porque la población
estudiantil sería menor a los 10.616.000 estudiantes, sino que al determinar
cuántos niños hay en edad escolar de cada uno de los estratos socioeconó-
mico, se dosificarían los gastos de alimentación, vestimenta o útiles, según
el nivel económico de sus padres. Por lo tanto la metodología a seguir con-
sistiría en clasificar el nivel socioeconómico de la zona donde está ubicada
la escuela y el de los padres, dotar a las escuelas de cada zona con lo que
realmente necesitan. Por supuesto que un plan de esta naturaleza implica
que los más pobres recibirán los beneficios completos que ofrece el plan y
los menos pobres, como los estudiantes de un liceo en la urbanización El
Cafetal en Caracas, recibirán el mínimo posible o quizás, ninguno de ellos,
salvo el beneficio de la jornada escolar a tiempo completo.
Para abaratar los costos del plan, el Dr. Irazábal nos informó que cuan-
do el Gobierno depositaba por adelantado en un banco en fideicomiso el
valor del contrato anual o semestral, de la alimentación a los estudiantes,
la empresa entregaba los alimentos a las escuelas, no cobraba su valor al
Gobierno, sino, directamente en los bancos que a su vez pagaban a la em-
presa con cargo a los fondos depositados por el Gobierno. De esta manera,
la empresa tenía la seguridad de recibir el pago sin retardo.
También podrían estudiarse otras fórmulas si se masifica el proceso en
el ámbito nacional. Por ejemplo, es posible estudiar que el proveedor de
alimentos de las distintas escuelas logre que el Gobierno le facilite un aval
bancario de modo tal que en caso de que el Gobierno incumpla con el com-
promiso de pagar al proveedor, éste pueda exigirle a la banca comercial el
pago de los alimentos entregados. La posibilidad de que los bancos avalen la
obligación que tiene el Gobierno de pagar a los proveedores contra entrega
93
de los alimentos, podría darse si el Gobierno les proporciona alguna garantía,
como podrían ser los bonos de la deuda pública. De este modo, los bancos
privados tendrán garantía de que el Estado cumplirá con sus obligaciones y
en caso de que las incumpla, estos están en condiciones de rematar o vender
públicamente los bonos del Gobierno. En todo caso, un plan como el que
se propone, supone, por lo menos, que el Estado este en capacidad de pagar
los bonos a su vencimiento con los intereses convenidos.
Si tal cosa es posible y si se otorgan por licitación pública los contratos
para dotar de alimentación a cada una de las escuelas, desde el preescolar al
nivel superior, los agricultores tendrían la certidumbre de que los interme-
diarios mayoristas que contraten con el Estado les podrán pagar la cosecha
oportunamente, puesto que podrían hacer contratos con los intermediarios
mayoristas en términos similares a los que ellos hicieron con el Gobierno96.
Quizás, el instrumento más apropiado podría ser a través de la constitución
de una bolsa agrícola que permita una mayor transparencia de los precios
existentes de compraventa de alimentos entre agricultores e intermediarios,
que asegure una mayor competencia.
Además, dado el hecho de la seguridad del pago y de que es posible que
los contratos se puedan otorgar por 3 o 5 años, el largo plazo les permitiría a
los agricultores poder dotar su sistema de producción con la mejor tecnolo-
gía y adelantos científicos, para así aumentar todavía más su productividad.
Entonces, los costos bajarían y es posible que en algunos rubros comencemos
a exportar. Tal podría ser el resultado de contratos de venta a largo plazo
por grandes volúmenes cuya venta está garantizada a los precios conveni-
dos. Es más, los agricultores podrían asegurar la cosecha con las empresas
aseguradoras mediante el pago de primas que podrían ser mucho menores
de las que hoy exigirían si se desarrollan las mejores tecnologías.
A esa lista de ventajas se le añade que el hecho de disponer de contratos
garantizados a largo plazo por grandes volúmenes, implica el desarrollo de
la especialización y de la promoción de innovaciones que mejoran la calidad
y/o abaratan aún más los costos. Finalmente, el presente plan destinado a
proveer alimentación podría aplicarse también a la vestimenta, los útiles es-
colares, la recreación y todos los demás bienes que se necesitan para cumplir
con las metas propuestas en este capítulo.

96
Los agricultores podrían obtener garantías bancarias del cumplimiento de los contratos con los
intermediarios y podrían otorgar con facilidad esos avales por cuanto saben que el gobierno ha dado
garantías a los bancos de que pagará a los mayoristas intermediarios y estos podrán cumplir sus obliga-
ciones con los agricultores. Los bancos están cubiertos con la garantía de pago del Gobierno asegurada
por los bonos públicos.

94
Estimación de la población de 5 a 24 años de edad para julio 2005 (en 1.000)
Grupo/edad Total Clases Sociales (a)
AYB C D E
5-6 1.098 33 175 253 637
7-9 1.645 50 263 378 954
10-14 2.717 82 435 625 1.575
15-19 2.696 80 432 620 1.564
20-24 2.460 73 394 566 1.427
Total 10.616 718 1.699 2.442 6.157
Notas:
Base de la proyección: censos anteriores
Población Total 2005: 26.577.000
Hipótesis adoptada: A y B: 3% del universo; C: 16% del universo; D: 23% del universo;
E: 55% del universo.
Asistencia a la escuela de los jóvenes entre 7 a 14 años: 93% = 4.056.000 personas.
Asistencia a las escuelas de los jóvenes de 15 a 19 años: 56% = 1.510.000 personas.
No se investigó el porcentaje de los niños que asisten a la escuela preescolar; ni tampoco se estima
el número de los estudiantes de educación superior o técnica. Se desconoce el número de desertores.

Estimación de la población de 7 a 19 años de edad para julio de 2005


(en 1000)
Grupo/edad Clases Sociales
TOTAL
AYB C D E
7-9 49 263 378 959 1.645
10-14 86 435 625 1.576 2.717
15-19 80 432 620 1.564 2.696
Total 210 1.130 1.623 4.099 7.058
Notas:
Proyección sobre la base de los datos censales anteriores
Población total (2005) = 26.577.000 personas.
Hipótesis adoptada:
A + B: 3% del universo
C : 16% del universo
D : 23% del universo
E : 58% del universo
Se estima que un 93% de los jóvenes entre 7 a 14 años asisten a las escuelas representando ello unas
4.056.000 personas.
Se estima que un 56% de los jóvenes de 15 a 19 años asisten a las enseñanzas, representando
aproximadamente unas 1.510.000 personas.
No se estimó el número de desertores.

95
Capítulo IV
El capital moral. Los valores y su importancia
económica y política

IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LOS VALORES HUMANOS PARA LOS PROCESOS


DE DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL
Apenas pasada la devastadora Segunda Guerra Mundial, hacia fines de
los años cincuenta y primeros años del sesenta, era notoria la prosperidad
de Europa y particularmente la de Alemania Occidental, por lo que se hizo
muy frecuente hablar del milagro alemán. Esto dio lugar a que en el año
1961, los rusos construyeran una muralla en la dividida ciudad de Berlín
para impedir que los europeos del Este, es decir, los de la ocupada Alemania
Oriental, se fugasen hacia el tentador y próspero Occidente.
Por ese entonces, los estudiantes y los profesores marxistas de la Escuela
de Economía de la Universidad Central de Venezuela atacaban duramente la
imagen que el capitalismo había logrado con el milagro alemán. Se señalaba,
curiosamente, que la prosperidad de Alemania Occidental era un “producto
publicitario” financiado por los norteamericanos. Esta Alemania no desem-
peñaba, en consecuencia, otro papel que el de una vitrina del capitalismo para
impresionar y contrastarla con la vecina República comunista de Alemania
Oriental. La prosperidad alemana no era, pues, producto del propio país,
sino un esfuerzo concentrado de préstamos concedidos mediante el Plan
Marshall y de cuantiosas inversiones norteamericanas. Sin proponernos
hacer ahora ningún elogio del capitalismo, sí conviene a nuestro propósito
evidenciar ciertos hechos relevantes a ese respecto:
En primer lugar, para los primeros años de la década de los sesenta, Ve-
nezuela había recibido más dólares por su petróleo que la destruida Alemania
por el Plan Marshall. Los ingresos de dólares que percibió el Banco Central
de Venezuela por petróleo totalizaron, entre 1948 y 1960, la cantidad de
12.587 millones de dólares97. Mientras que del total de 14.727 millones
de dólares con los que Estados Unidos ayudó a Europa a través del Plan
Marshall, sólo se aportó a Alemania Occidental (a partir de 1947) la cifra
de 1.473 millones de dólares en donaciones. Adicionalmente Alemania
Occidental contrajo algunas deudas, las cuales pagó en fecha adelantada.

97
La Economía Venezolana en los últimos 35 años. Editado por el Banco Central de Venezuela.
97
En segundo lugar, la inversión directa norteamericana en Alemania
totalizó la cifra de 1.006 millones de dólares para ese período hasta 196098.
Mientras que el total de la inversión bruta acumulada de Estados Unidos en
Venezuela alcanzó, para ese mismo año de 1960, la cifra de 4.382 millones
de dólares99. Por otra parte, tanto las donaciones y los préstamos a largo
plazo recibidos por Alemania100, como las inversiones directas de Estados
Unidos, se distribuyeron en una población mucho más numerosa que la de
Venezuela. En efecto, la población de Alemania Occidental para 1960 era
más de seis veces que la de Venezuela101.
La conclusión a esas consideraciones es la de que en Venezuela los dólares
recibidos no han tenido el mismo efecto multiplicador en la producción
nacional. Ni los dólares petroleros, ni la inversión externa han producido
ningún milagro venezolano102.
De igual manera, los dólares que han recibido los países árabes expor-
tadores de petróleo no han causado un milagro económico allá, lo que se
hace más evidente al observar que durante los años setenta, aumentaron
extraordinariamente los precios y los ingresos en dólares generados por
el petróleo (incluyendo Venezuela), sin que se pueda asegurar que han
alcanzado o que estén en camino de alcanzar, el desarrollo autosostenido e
independiente de los vaivenes del petróleo.
También se puede afirmar sin dificultad que el ingreso per cápita de
Kuwait, superior al de Estados Unidos en un 63% para 1978, no ha sido
garantía para que Kuwait sea un país de economía más desarrollada, por el
contrario, nos impresiona por su condición de rentista pasivo. Igual cosa
puede decirse de los Emiratos Árabes Unidos cuyo ingreso per cápita, en
1983, era un 69% mayor que el de los Estados Unidos.
Los hechos descritos mueven a la reflexión y sugieren que el problema
del subdesarrollo no es sólo un problema de formación de capital, es decir,
de acumulación de ahorros para ser invertidos en equipos, maquinaria y
otros bienes que sirven para producir; ni siquiera es un problema de dis-
ponibilidad de dólares o de ayuda externa. ¿No se suscita acaso este mismo

98
Fuente Statistical Abstract of USA-1963.
99
Fuente Banco Central de Venezuela.
100
El total de préstamos a largo plazo de Estados Unidos a Europa Occidental durante los años
1947-1955, fue de 6.521 millones de dólares, de los cuales Alemania Occidental recibió solo una
fracción.
101
Urdaneta, Carlos. (1989). Política de participación económica. Caracas: Trípode (págs. 230-232).
102
De acuerdo con el estudio del Dr. Asdrúbal Baptista, en El caso Venezuela (Caracas, IESA, 1984),
Venezuela ha prosperado realmente a lo largo de los últimos 60 años, es que contradice la opinión
dominante, creada por ideólogos, de que Venezuela no ha tenido progreso. Sin embargo, también es
verdad que ese progreso, no guarda proporción con el que le correspondería si se lo compara con el
habido en Alemania Federal o el Japón o China y otros países en igual período.

98
planteamiento al contrastar el éxito del Plan Marshall en Europa frente al
fracaso de la Alianza para el Progreso en América Latina?103.
La verdad es que existe una variada capacidad para “absorber” y utilizar
los dólares o el capital que los pueblos reciben a largo plazo. Esa diferencia
de potencial económico entre los distintos países está, principalmente, en
la “capacidad de su población” y no en la infraestructura económica ni en
otros aspectos materiales.
Piénsese, por ejemplo, cuál sería el grado de desarrollo económico y social
que alcanzaría Venezuela si imaginamos mudar a toda la población del país al
territorio que hoy ocupan, por ejemplo, los suizos o los franceses y, a la vez,
trasladásemos al territorio venezolano la población entera de esos países. Si
tal cosa ocurriese, no sería difícil percatarse de que Venezuela se desarrollaría
con rapidez, mientras que los territorios que podamos ocupar los venezo-
lanos en Suiza o Francia pronto pasarían a catalogarse como los de un país
subdesarrollado. Obsérvese cómo los alemanes después de la Segunda Guerra
Mundial, con el 75% de sus ciudades e industrias destruidas, se recuperaron
en pocos años y hoy en día son la primera potencia de Europa Occidental,
mucho más prósperos que antes de la guerra. Verdad es que comenzaron su
recuperación por reconstruir toda su infraestructura, pero ello fue posible
con los relativamente pocos recursos de inversión que dispusieron gracias
a que la gente supo y quiso hacerlo. Obsérvese que no se trata tampoco de
que la raza blanca sea superior a la mestiza de nuestros pueblos. El Japón,
con otra raza, se convirtió también, en una potencia mundial después de
la guerra. Seguidamente otros países asiáticos que no estaban poblados por
blancos, lograron igualmente ingresar al club de países desarrollados.
Por otra parte, considérese también que el cambio profundo de la es-
tructura económica y social no es causa suficiente para el desarrollo. Entre
los países de Europa Oriental persistió el mismo orden de importancia
relativa de antes de la Segunda Guerra todo lo demás equivalente, en orden
de importancia y medido por el ingreso promedio por habitante, Alemania
Oriental encabezó la lista, seguida de los checoslovacos, húngaros, polacos,
búlgaros y rumanos. Esta circunstancia evidencia el hecho de que sometidos
durante más de 35 años al mismo régimen marxista no se produjo igualdad
entre ellos. De modo que sólo el cambio de estructura institucional y social,
aun cuando sea un cambio tan radical como aquel, no es suficiente para
explicar el desarrollo.

103
La Alianza para el Progreso fue un plan promovido por el Presidente J. F. Kennedy, el cual consistió
en donaciones y créditos concedidos fundamentalmente por los Estados Unidos para el desarrollo eco-
nómico latinoamericano. Sus resultados fueron limitados, especialmente si se compara con el exitoso
Plan Marshall que destinó donaciones y empréstitos norteamericanos para la recuperación europea
inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Esta recuperación ha sido asombrosa en
relación con los escasos resultados de la Alianza para el Progreso.

99
Europa del este y Cuba
PNB per cápita de esos países en dólares de Estados Unidos en relación
a la República Federal Alemana, cuya base = 100 (12)
AÑOS 1978 1970 1967
PAÍSES
República Federal Alemana $5.670 $2.490 $1.300
(100%) (100%) (100%)
Checoslovaquia 83.4% 89.6% 85.4%
URSS 65.4% 71.9% 74.6%
Polonia 64.4% 56.2% 60.0%
Hungría 61.1% 64.3% 69.2%
Bulgaria 56.6% 30.5% 53.1%
Rumanía 29.1% 37.4% 55.4%
Cuba 22.4% 21.3% 25.4%
Fuente: Banco Mundial. Anexos Estadísticos de los Informes sobre el Desarrollo Mundial. (El Banco
Mundial no ofrece datos de fechas posteriores por cuanto estaba en desacuerdo con los cambios
en las metodologías de cálculo que adoptaron esos países).

Por lo tanto, el problema del menor desarrollo de algunos pueblos


no tiene su origen en la raza, ni es consecuencia exclusiva de la falta de
capitales o de la necesidad de más reformas o cambios de estructuras, sino
principalmente que posean, debidamente los valores convenientes para el
desarrollo. Ahora bien, ¿qué entendemos por valores? Y en todo caso, ¿de
qué valores hablamos y por qué tales valores se encuentran en unos pueblos
sí y en otros no?
Roberto Zapata, autor pionero de un acucioso estudio sobre los valores
de los venezolanos, afirma en la introducción del libro, el cual recoge los
resultados de su investigación: “El título de nuestra publicación habla de
“valores” queriendo designar con esa palabra al complejo conjunto que
conforma lo que llamamos “cultura social” y las creencias y principios de
conducta generalizados entre los miembros de nuestra sociedad”104. (Zapata,
1996:11).
Recientemente en Detrás de la pobreza, libro en que se da cuenta de
los primeros resultados del proyecto de investigación que sobre las causas
de la pobreza en Venezuela ha venido adelantando la Universidad Católica
Andrés Bello de Caracas, se habla de valores sin que hayamos encontrado allí
una definición explícita de ese término. Sin embargo, se colige de la línea
argumental de ese importante estudio que se tiene por valores los aspectos
“actitudinales” y las creencias que hacen parte de la cultura propia de los
venezolanos, considerándose como “valores positivos” aquellos que coinciden

104
Zapata, Roberto. (1996). Los valores de los venezolanos. Caracas: IESA.

100
o armonizan con las notas características de la modernidad y como valores
negativos, los que se oponen o la obstaculizan105.
El empleo de la noción de valor, en ciencias como en la filosofía moral,
la sociología y la psicología social, es de uso más bien reciente, razón por la
cual, se le dan acepciones muy variadas que la hacen sumamente imprecisa
y equívoca.
A los efectos del presente estudio, vamos a fijar nuestro concepto
de valor en los siguientes términos: “Cualidad de las personas –innata o
adquirida– que las mueve al logro del bien, tanto el propio de la persona
como el común de la sociedad”. En efecto, todas aquellas condiciones de la
persona que la movilicen hacia el logro de su bien, son cualidades estimables
–valores– con potencialidad de bien. Así por ejemplo, la autoestima o la
conciencia de la propia dignidad es una cualidad que mueve a las personas
a superarse, a cultivarse, a mejorar de condición, en suma, a alcanzar un
mayor bien como persona.
No obstante, en este estudio concentramos nuestra atención en los va-
lores que contribuyen a aumentar la productividad y, en general, en los que
son útiles al desarrollo económico y social del país. Jesús Marrero Carpio,
quien coordinó en 1998 un estudio cuyos resultados se consignaron en una
publicación llamada Educación para la convivencia, propone los siguientes
valores como claves para el desarrollo106:

• Autoestima.
• Deseo de Superación (mejorar de condición).
• Disciplina (sometimiento voluntario al orden establecido).
• Laboriosidad.
• Espíritu de iniciativa (libertad).
• Responsabilidad.
• Acuciosidad (deseo de aprender y saber).
• Estima a los otros (respeto al derecho ajeno).
• Honestidad y rectitud.
• Solidaridad.

105
UCAB. Detrás de la pobreza. Asociación civil para la promoción de estudios sociales. Caracas,
2004.
106
Recomendamos consultar: Educación para la convivencia Ifedec, Caracas, 1998, estudio en el que
tomaron parte las siguientes personas: Alejandro Moreno, Antonio Pérez Esclarín, Beatriz de Capdeville,
Roberto Zapata, Jaime Cruz, Luis Alberto Machado, Ludwig Schmidt, Eduardo Sapene, Elena Block,
Mercedes Pulido de Briceño, Oscar Yánez Febles, Oscar Meza, Winfried Horalek, Elvia Gómez, Ruth
Capriles, Dulce María Roa, Ramón Piñango, Enrique Silva, Ma. Teresa Romero, Francisco Javier Duplat,
Américo Gómez López, Pablo Marrero Blanco, Gadir Dayub y Jesús Marrero Carpio. En ese estudio
resultaron reseñados como “valores deseables” para los venezolanos los que señalamos.

101
Cuando en la generalidad de los integrantes de una sociedad (Nación)
están inculturados todos o casi todos esos valores, esa sociedad tiene un
elevado potencial de desarrollo humano, social y económico; por lo tanto,
diremos que cuenta con un elevado “Capital Moral”. Pero cuando algunos
de tales valores faltan en la mayoría de una población o lo que es peor,
cuando en su lugar la mayoría de las personas tienen valores opuestos o
“antivalores”, entonces, esa población puede tener seriamente comprome-
tido su potencial de desarrollo y verse así forzada a padecer situaciones de
atraso y pobreza generalizados, lo que a nuestro juicio constituye el caso de
Venezuela en particular y de América Latina en general. Antes de señalar lo
que consideramos como los principales antivalores que deben ser atacados
en nuestro país, creemos útil efectuar dos observaciones.
En primer lugar, conviene observar que los valores son casi innumera-
bles, igual cosa ocurre con los antivalores. Hoy en día el número de libros
que se publican sobre ese tema es creciente. Cada vez más se llenan los
estantes de las librerías de este tipo de literatura, particularmente, la que
se refiere a los valores que deben ser inculcados en el proceso educativo o
a los valores que adornan a los hombres de negocios, al igual que aquellos
libros que se refieren a temas relacionados con la filosofía ética o moral. Sin
embargo, nuestro estudio se va a restringir a los valores que más afectan a
la “eficiencia productiva” de las personas y de la nación como un todo, es
decir, los valores que tienen mayor incidencia en la economía y que son
también convenientes para el buen funcionamiento de las instituciones, sin
los cuales, no podría desarrollarse el país.
Una segunda observación, útil para algunos lectores, consiste en que las
diferencias de los valores y los antivalores de nuestros países con respecto a
los que existen en los países más desarrollados, sólo se aprecian bien, cuando
se ha vivido en esos otros países, sea por razones de estudio o de trabajo. Para
aquellas personas que no conocen otro medio sino aquel en el cual viven,
las diferencias entre valores y antivalores son más difíciles de percibir.
La viveza criolla y la indisciplina son antivalores presentes en toda la
sociedad venezolana, es decir, en todos sus estamentos y niveles socioeconó-
micos107. En cambio, los antivalores que configuran la condición marginal,

107
Los antivalores relativos a la viveza y a la indisciplina, los hemos fundado en las experiencias directas
de vivir en el país y en otras partes del mundo y en la investigación que ha hecho el psicólogo Andrés
Miñarro, jefe del Centro de Investigaciones de Educación y Psicología de la UCAB, y Rosalín Greaves
de Pulido, de la UNIMET, quienes presentaron los resultados de su investigación confirmando la
existencia de antivalores como el de la viveza, el de la indisciplina y el de la de condición marginal, que
anteriormente mencionamos, como factores psicosociales que acompañan al subdesarrollo económico.
Los resultados de ese trabajo fueron presentados ante el XXVII Congreso Interamericano de Psicología
celebrado en Caracas, entre junio y julio de 1999. Además, tal y como veremos posteriormente, dos
de los antivalores señalados se confirman en el amplio estudio que ha realizado la misma Universidad
Católica: Detrás de la pobreza.

102
aun cuando algunos de ellos puedan detectarse fuera de este segmento
poblacional, son en conjunto, característicos de ese sector de la población
tal como quedó ampliamente expuesto en el capítulo I de este estudio. En
consecuencia, en el presente capítulo fijaremos principalmente nuestra
atención en los antivalores comunes a todos los venezolanos.

SIGNIFICADO DE LA VIVEZA CRIOLLA


La “viveza” es una cualidad positiva si se refiere a la habilidad para de-
fenderse de otros o para actuar con ingenio y diligencia en la consecución de
metas. Sin embargo, la viveza a la que aquí nos referimos como “antivalor”
es la que caracteriza la conducta de quienes procuran lograr sus objetivos
pasando por encima del derecho de los otros o de la comunidad o cuando
a conciencia, se trata de derivar ventajas personales a expensas de los otros.
Esta viveza es obviamente nociva.
Los ejemplos de viveza son abundantes y se encuentran en las más
variadas situaciones de la convivencia social. Así, en el tránsito urbano,
los “vivos” de todos los estratos sociales circulan por los “hombrillos” de
las autopistas dificultando el tráfico, a la entrada de los túneles que no
tienen hombrillos, adelantan en los semáforos con luz roja y acortan ca-
mino circulando en la dirección prohibida. Pero también son “vivos” los
expendedores comerciales que ocultan los desperfectos de la mercancía, la
adulteran en calidad o en cantidad, cuentan deliberadamente mal el dinero
que devuelven o las unidades que despachan etc. Proverbial es el caso de los
mecánicos automotores (y otros), pues se sospecha siempre de la calidad de
los repuestos o de la sustracción de partes en buen estado, para ser usadas
como repuestos en otras reparaciones.
A un ama de casa se le descompone la instalación de un baño de su vivien-
da y para reparar esos daños contrata a un plomero. En los países subdesarro-
llados y de manera particular en sus grandes centros urbanos, esta ama de casa
está sujeta a sufrir las consecuencias de contratar a un “vivo”. Puede ocurrir
que si se le adelanta algún dinero para que compre los materiales necesarios
para hacer el trabajo, el “vivo” se apropie del dinero y no se presente más en
la casa o se presente en una fecha posterior a la acordada. También es posible
que instale repuestos usados o de inferior calidad o todavía más grave, que
diagnostique un daño mayor al que efectivamente existe, a fin de aumentar
el precio de la reparación. También pude ocurrir que realice una reparación
incompleta por intentar reducir el tiempo que le toma el trabajo.
Naturalmente todos estos plomeros “vivos” se han beneficiado con la
reparación. Han cobrado un precio mayor del que les correspondía o han
trabajado menos de lo que debían. Por su parte, el ama de casa ha sido de-
fraudada y es muy probable que de una u otra manera se percate con poste-
rioridad de que el precio fue excesivo o de que la reparación fue incompleta
o deficiente. Ella decidirá no contratarlo más. Tampoco lo recomendará
103
a sus amigos y parientes. Estos hechos tienen sus ventajas de corto plazo:
gana más por su trabajo o trabaja menos; pero, a cambio de esas “ventajas”,
tendrá que buscar constantemente clientes nuevos hasta que, finalmente,
se verá obligado a cambiar de trabajo o cuando llegue a la edad madura,
no ganará más que su joven hijo al momento de ingresar en la fuerza de
trabajo. Tampoco habrá “hecho carrera” en ningún oficio.
Examínese otro ejemplo, en este caso real. Si el plomero o fontanero
es un inmigrante europeo de los venidos a América Latina después de la
Segunda Guerra Mundial, muy probablemente cumplirá cabalmente con su
trabajo. Estos inmigrantes no suelen engañar al cliente y tienden a realizar
su trabajo de tal modo que dan la sensación de que se exceden en el celo
por cumplirlo correctamente.
Los efectos de este comportamiento no se hacen esperar. Las amas de
casa se sienten más seguras y confiadas cuando contratan a alguno de estos
inmigrantes y la satisfacción y admiración que despiertan ocasiona que se les
vuelva a contratar cada vez que se les necesite. Además, se lo recomendará
a sus parientes y amigos.
Estos inmigrantes han visto así acrecentada su clientela y, para aten-
derla, han contratado ayudantes. A varios de ellos, conocidos por nosotros,
les propusieron contratos para instalar la plomería de casas y edificios en
construcción. Terminaron, de ese modo, convertidos en propietarios de
empresas de construcción y en hombres prósperos. La clave de su prospe-
ridad no fue sólo el trabajo duro y constante, sino la honradez en el trato
a sus clientes.
Algunos pensarán que la ignorancia y las urgencias de la pobreza son los
factores que inducen a los trabajadores nativos a ser pícaros. Según esta tesis,
la viveza es producto de la necesidad de supervivencia. Sin embargo y aun
cuando la pobreza y la incapacidad inducen a las personas a ser “vivos” para
sobrevivir, no es menos cierto que en iguales circunstancias se encontraban los
inmigrantes europeos y ellos superaron su situación sin necesidad de actuar
con la “cortedad de miras” de la viveza que busca un provecho inmediato en
desmedro de la prosperidad futura que proporcionan la honradez y el trato
justo. En esto es verdadera la sentencia que reza: “Si los pícaros compren-
dieran las ventajas de ser honrados, serían honrados por picardía”.
El análisis de los efectos de la viveza, y de los otros antivalores, tiene
consecuencias importantes para el desarrollo del país por múltiples razones.
En primer término, la “viveza” generalizada atenta contra el orden estable-
cido en todos sus aspectos, desde el funcionamiento del tránsito urbano
y el transporte público –como ya hemos dicho– pasando por la violación
frecuente de todas las normas y procedimientos, hasta llegar a la misma
administración de la justicia. Como es bien sabido, el adecuado funciona-
miento de un Estado moderno y de una economía también moderna se
fundan en la vigencia del orden establecido mediante normas. En segundo
104
término, la “viveza” genera una desconfianza generalizada hacia los demás y
con respecto a todos los trámites. Esta desconfianza conspira contra el desa-
rrollo social en todos sus aspectos e impide la formación del “capital social”
indispensable para el crecimiento económico y el cabal funcionamiento de
la genuina democracia. En tercer término, como el caso de los plomeros, la
“viveza” opera en contra de su desarrollo personal, pues de actuar de forma
correcta, llegarían a ser profesionales de éxito.
En un seminario sobre el diagnóstico del proceso de integración eco-
nómica en América Latina tuvimos la oportunidad de escuchar, de uno de
los economistas latinoamericanos, una anécdota relacionada con la política
proteccionista aduanera. Contó él, que cuando era adolescente, al recorrer
con un amigo uno de los barrios de la ciudad, se topó con otros jóvenes
enemigos de su compañero. Entre ellos se desarrolló una disputa: el econo-
mista trató de evitarla y sujetó a su amigo para impedir que peleara, pero
uno de los oponentes aprovechó esa oportunidad para darle un gran golpe
en la cara. Después del incidente, el amigo golpeado se lo reclamó diciéndole
que “a quien debía haber sujetado no era a él, sino a su oponente”.
Pues bien, el economista refirió esa historia a propósito de las violaciones
de los acuerdos sobre impuestos de aduanas y el exagerado proteccionismo:
nosotros los latinoamericanos no tenemos que protestar o preocuparnos
cuando en nuestro país se violan los acuerdos internacionales y se establece
un exagerado proteccionismo aduanero que impide o dificulta las expor-
taciones de los extranjeros hacia nosotros. Quienes se tienen que ocuparse
de esta protección son los exportadores afectados y sus respectivos países.
Nosotros sólo debemos preocuparnos de los altos impuestos de aduana
y otros obstáculos que aplican otros países a nuestros exportadores. De
modo que ese problema es de los países industrializados y de sus afectados,
mientras que nosotros nos ocuparemos de exigir que no se nos afecte con el
proteccionismo extranjero. Esta conclusión tuvo aceptación entre muchos
de los asistentes, incluyendo economistas experimentados de diversos países
latinoamericanos quienes habían ejercido altos cargos en instituciones de
integración económica.
En esencia: cada cual debe preocuparse de que el otro no lo perjudique.
Del propio incumplimiento no hay que preocuparse mucho, pues es pro-
blema de la otra parte, que es quien debe cuidarse y estar pendiente de que
sus derechos sean respetados. A primera vista esa actitud parece razonable
y conveniente, especialmente cuando se refiere a los países ricos e industria-
lizados, pero, si se consideran sus efectos prácticos se verá que envuelve un
profundo error que acarrea grandes daños económicos y políticos, como se
muestra en lo que sigue.
Las dificultades de integración económica en el Pacto Andino pueden
ser un ejemplo concreto. Los exportadores de algunos de esos países vieron
con asombro cómo otros países no cumplían con el acuerdo de integración
105
y ponían dificultades a sus exportaciones. Ante tal incumplimiento pro-
testaron los exportadores afectados y sus respectivos países. Pero persistió
el incumplimiento y entonces se aplicaron sanciones por causa de la vio-
lación de los acuerdos. Este hecho contribuyó al debilitamiento y virtual
estancamiento del Pacto Andino. Hacia el final de la década de los años
ochenta era difícil reactivar ese Pacto. Uno de los obstáculos fue la falta de
confianza de los empresarios en tales acuerdos. ¿Quién se arriesga a ampliar
o construir una planta industrial para producir y exportar a los países del
Pacto Andino? La experiencia acumulada hasta el presente, enseña que tal
decisión sería muy riesgosa.
La anécdota contada por el economista latinoamericano podría com-
pletarse con la clasificación que hizo un experimentado banquero de los
deudores de su banco. En un primer grupo incluyó a los que siempre tie-
nen la intención de pagar al banco al vencimiento de la deuda y si no les
es posible hacerlo así, proponen una reformulación de sus pagos como les
sea factible. En el segundo grupo incluía a los estafadores que en ningún
momento tienen o habían tenido la intención de pagar. Y agregaba, en ter-
cer lugar, al grupo de deudores que sólo pagan si no tienen otra alternativa
que la de pagar. De modo que si por cualquier causa el banco no cobra
oportunamente o si se pierden los giros o pagarés firmados por el deudor,
se excusan de pagar alegando que ya lo han hecho o que tal deuda no figura
en sus registros contables. Este grupo lo conforman los “vivos”. Es verda-
deramente asombroso observar cómo es de aguda esta actitud en los países
subdesarrollados. Y si bien existen, también, algunas personas de esa laya
en los países desarrollados, su proporción es mucho menor.
Por causa del hábito de ser vivo, se hacen pequeñas trampas, fraudes o
engaños con los que se arriesgan contratos y empleos y esto ocurre aun en
negocios bien remunerados. Así, pues, la actitud del vivo genera un proceso
que tiene consecuencias nefastas para él mismo, para la economía y para la
organización social.
En primer lugar, tal y como hemos visto, afecta al propio vivo. Si es
asalariado, le será difícil conservar el empleo. Si tiene su propio negocio o
empresa, perderá a los clientes descontentos y pondrá en riesgo sus negocios.
En segundo lugar, la viveza dificulta la formación de asociaciones, por no
afirmar que las imposibilita. Pocos son los que “creen” en sus socios y des-
afortunadamente los hechos tienden a justificar tal desconfianza.
Quien considera normal obtener beneficios sin respetar el derecho
ajeno o a costa de los demás, pensará que todas las otras personas actúan
de la misma manera que él. De modo que toda forma de asociación se hace
precaria por causa de la desconfianza mutua. Entonces, ¿cuántas empresas
no se dejan de promover por la falta de confianza? ¿Cuántos negocios dejan
de prosperar o de crecer por los recelos y la desconfianza para encontrar o
mantener socios?
106
Después de meditar sobre estos planteamientos, entendemos bien el
porqué de las actitudes aparentemente ingenuas de algunos extranjeros prove-
nientes de países más desarrollados. En verdad no son actitudes ingenuas como
a primera vista nos parece. Nos sorprende que suelan cumplir cabalmente
sus compromisos, aun teniendo oportunidad para no hacerlo. Esta es una
conducta que contrasta enormemente con la mentalidad maliciosa y ladina
de los “vivos”, pero es la que ha hecho posible a esos extranjeros levantar las
numerosas y grandes empresas con las que han contribuido al desarrollo.
La confianza en los demás es necesaria para el progreso y no sólo desde
el punto de vista económico. La confianza es imprescindible para lograr la
“solidaridad” y ésta es clave para la organización y el progreso de un país. La
persona que no tiene confianza en los demás cree que la gente sólo piensa
en sí misma y no encuentra razones para cooperar y ser generoso con la
comunidad. Para el vivo es una tontería prestar servicios a la comunidad y
una locura participar en los ideales nacionales. ¿Qué sentido tiene sacrificarse
y ser solidario con ideales nacionales si los demás son unos “vivos”, a su vez
que se aprovecharían de su generosidad?
Cuando una persona clasifica a los seres humanos en vivos y tontos se
hace proclive al individualismo y al egoísmo. También, esa actitud de viveza
induce a la persona a perder el respeto por la ley. Según el vivo, la ley es para
los tontos, para los que no tienen influencia, poder o dinero o para los que
son poco hábiles en manejarla y acomodarla a su propio provecho.
Un corolario de tal actitud es que la gente tiende a sentirse liberada del
cumplimiento de la ley, por cuanto “si los demás no la cumplen ¿por qué
han de hacerlo ellos?” De modo que se facilita la corrupción se evaden con
mayor tranquilidad los impuestos, se transgreden las normas de tránsito,
se ensucia la calle y el entorno y se pierde todo respeto por “lo público”, lo
cual, si se es vivo, se ordena al interés particular.
En tercer lugar, la viveza dificulta todo el proceso de reformas sociales
y los mecanismos para hacerlas efectivas. El gobernante o el reformador
duda justificadamente de los resultados prácticos de las medidas que debe
tomar; y cuando se decide a implantar alguna, centra buena parte de su
preocupación en cómo sortear con una instrumentación eficaz los efectos
contrarios o anuladores de la viveza.
En cuarto lugar, los gastos para el control se aumentan por causa de
la viveza. Se gasta más dinero en controlar a los que controlan o vigilan
el trabajo de los otros. Así mismo, se teme a quienes nos deben proteger,
sean estos vigilantes contratados a empresas privadas del ramo o sean los
mismos policías o detectives de los cuerpos de seguridad del municipio o
del Estado.
En quinto lugar, existe una fuerte relación entre la viveza y “la impu-
nidad” general. La impunidad de la delincuencia, de la indisciplina social,
del irrespeto a las leyes, de la corrupción burocrática, ha justificado el
107
calificativo de “países blandos” que nos diera el famoso premio Nobel de
Economía Gunnar Myrdal.
Myrdal observa que en los países subdesarrollados no se es exigente, ni
mucho menos severo, con el incumplimiento. La ausencia de rigor es conna-
tural al subdesarrollo. De allí el calificativo de “países blandos”. Por ejemplo,
en casi todos nuestros países, a diferencia de los industrializados, no se suele
sancionar con prisión al que evade fraudulentamente los impuestos.
Finalmente, la naturaleza humana revela un hecho que constantemente
se repite en la historia: los votantes en cualquier sistema electoral tienden
a elegir a personas que se parezcan a ellos tanto como sea posible. El ser
humano tiende a preferir a los hombres cuyos criterios y conducta son
similares a los que ha escogido para sí mismo. La conclusión lógica de
esta premisa es que los ciudadanos de un país tienden a elegir las personas
que se les parecen más y de ese modo terminan teniendo los gobernantes
que merecen. Si tomamos el caso de Venezuela como ejemplo, durante las
elecciones ganadas por Jaime Lusinchi en 1983, el slogan Jaime es como
tú”, utilizado por este candidato, estaba dirigido a identificar su personali-
dad con la de la mayoría de la gente y ciertamente, su imagen personal era
más cercana a la del venezolano promedio que la de los otros candidatos.
Lusinchi daba la impresión de ser bonachón, sencillo y amigo de fiestas. El
hecho de que tuviera una amante y muchas de las características comunes a
otros políticos del país (tales como la tendencia a favorecer arbitrariamente
a sus amigos por encima de los derechos de otros, la maniobra política y
la “viveza”) no impidió que los votantes lo eligieran. Por el contrario, estas
características ofrecieron una identidad más cercana a la de la mayoría de
los venezolanos.
Para el “vivo”, la persona que tiene esa cualidad está mejor preparada
para resolver los problemas del país y la deshonestidad implícita en ello es
aceptada como un costo que hay que pagar y que en el momento de votar,
es minimizado por la ilusión de que no sea muy significativo.
En otra ocasión, aquellos que apoyaron de nuevo a Carlos Andrés Pérez
como candidato a pesar de que pensaban que había actuado con deshones-
tidad en su gobierno anterior, decían que “ya había robado lo suficiente y
por consiguiente, no robaría más, porque no necesitaba más dinero”. Otros
de sus seguidores, más descarados, argumentaban que “los adecos robaban,
pero dejaban robar a los demás”. Muchos de los que votaron esperaban que
les ofrecieran mejores oportunidades de negocios y otros porque creyeron
que tendría la fuerza necesaria para imponer las reformas económicas del
neoliberalismo. Los miembros de su partido votaron por él para asegurar
sus cargos gubernamentales; y el resto de sus electores, porque pensaron que
volverían los años de extraordinaria prosperidad de su primer gobierno. En
otras palabras, la mayoría del país creyó en la oportunidad de una nueva
bonanza y, aunque dudaban de la honestidad del candidato, prefirieron
108
optar por el bienestar personal. Lo que nos interesa señalar es que aquellos
que creían que era cierta su deshonestidad, pensaron que la prosperidad
esperada estaba por encima de ese asunto.
Tales criterios difieren sustancialmente de los que existen en los países
desarrollados. Durante el mismo año electoral en el que ganó de nuevo
la presidencia Carlos A. Pérez, el Sr. Gary Hart, precandidato del Partido
Demócrata de los Estados Unidos, se vio obligado a renunciar a su postu-
lación debido a que se publicó en la prensa que había mantenido relaciones
sexuales con una mujer que no era su esposa. Ese hecho no tendría ninguna
trascendencia en Venezuela, de modo que de los candidatos que se oponían
a Pérez, ninguno se molestó en denunciar su notoria infidelidad conyugal.
Debe recordarse, en el mismo sentido, cómo en las elecciones de 1974,
el candidato socialcristiano Lorenzo Fernández no obtuvo ventaja para el
respaldo electoral de su condición de buen padre de familia.
En la enseñaza del “análisis de solicitudes de crédito”, a los estudiantes
de técnica bancaria se les advierte que los solicitantes deben satisfacer varios
requisitos. Los cuales a veces esos requisitos varían de un banco a otro, pero
en todos los casos se evalúa como fundamental “la moralidad” del solicitante,
es decir, que si ofrece excelentes garantías y cuenta con prestigio gerencial y
una empresa exitosa, pero no es moralmente sólido y su reputación ética es
débil, las buenas prácticas bancarias establecen que tal solicitud de crédito
debe ser rechazada por representar un “riesgo anormal”.
Todo esto destaca la siguiente verdad: si el establecimiento de una
relación de negocios está condicionada por requisitos éticos, ¿cómo no va
a estarlo la elección de un gobernante? Con el fin de tener las instituciones
de un país en buenas condiciones de operación, los gobernantes deben,
necesariamente, satisfacer algunos requisitos morales básicos. Por ejemplo,
¿cómo puede un gobernante “sacrificarse” por el interés de sus gobernados,
a quienes ni conoce, cuando es capaz de abandonar a su mujer y a sus hijos
o se ocupa deficientemente de su familia?

EL FAMILISMO AMORAL
A mediados del siglo XX, el sociólogo Edward C. Banfield vivió durante
9 años en un pueblo muy pobre del sur de Italia y las experiencias que obtuvo
las registró en un libro que tituló Las bases morales de una sociedad atrasada
(1987)108. Lo primero que impresionó a Banfield fue la total ausencia de
organizaciones en esa población, lo que contrastaba con lo que ocurría en
pueblos de semejante dimensión en los Estados Unidos, como era el caso

108
El resumen de las ideas de Banfield que hemos presentado en los párrafos anteriores ha sido tomado
del libro de Lawrence Harrison, Lawrence. (1987). El subdesarrollo está en la mente. Editorial Clayor.
(Págs: 53 y siguientes).

109
de St. George en Utah, por ejemplo. Esto lo indujo a preguntarse: ¿cuáles
serían las causas de esa ausencia? Entre ellas menciona las siguientes:
Faltaba coraje para echar hacia adelante y más bien había una tremenda
envidia entre los habitantes cuando alguien lograba prosperar. Banfield
afirma que esto es común en Haití donde se dice que “el haitiano es celo-
so” y en Jamaica, donde se dice que “el negro no soporta que otro negro
prospere”, por lo que se llega a emplear “la magia” para afectar a la persona
a la que se envidia. Así como también se estima que el trabajo manual es
degradante, lo que implica que si se puede contratar a alguien para que
trabaje por uno, se hará.
Nadie suele conceder ventajas o beneficios a los otros, salvo que reci-
ban algo a cambio. Los campesinos asumen una actitud desesperanzada
y pasiva ante la posibilidad de prosperar en el futuro. Por otra parte, los
funcionarios que se eligen son atacados una vez que comienzan a ejercer
su cargo. Y muchos piensan en Dios como una fuerza hostil y agresiva que
puede ser apaciguada.
Sobre tales características, Banfield consideró que había un factor limi-
tante o estratégico que él denominó el “familismo amoral” para referirse con
este término a la “incapacidad de las personas para actuar conjuntamente
en beneficio propio o, de hecho, para cualquier fin que vaya más allá del
interés inmediato y material de la familia nuclear”.
Tal como puede observarse, ese concepto de familismo amoral tiene
mucho que ver con el fenómeno de la viveza que hemos descrito en pá-
ginas anteriores. Muchas de las características que llevaron a Banfield a
conformar la idea del familismo amoral coinciden en buena parte con las
que encontramos en la población de nuestro propio país. Banfield deduce
de sus observaciones diecisiete corolarios que hemos agrupado en dos ca-
tegorías: una primera, que se refiere a la falta de cooperación desinteresada
o falta de espíritu de servicio a la comunidad. Nadie suele cooperar con el
grupo, salvo en el caso de que sus propios intereses se vean beneficiados
y los problemas que puedan tener otras personas no son asunto sino de
los funcionarios que ocupan los cargos públicos. Esa falta de cooperación
se manifiesta hasta en las votaciones, pues solamente se vota con la mira
puesta en el corto plazo y se apoyan únicamente las actividades comunales
que traen algún beneficio directo para el que vota. Además, cómo justificar
el servicio sacrificando a los demás cuando no se espera reciprocidad sino
más bien desconfianza.
El restante grupo de corolarios se puede poner bajo el rótulo de: “falta de
confianza mutua”, es decir, la gente trabajaba para sí y su familia y tan solo
para ese fin. Únicamente para la familia se cumplirán los deberes morales
fundamentales. El hecho de “hacer mal” se entendía como actuar de un modo
tal que se haga uno mismo objeto de castigo o desgracia y lógicamente, este
tipo de mentalidad es propenso a que los regímenes políticos sean dignos de
110
miedo y tengan el poder suficiente para imponer obediencia y mantener la
ley. En consecuencia, ese tipo de moral “familista” conforma un ambiente
propenso a favorecer a los gobiernos dictatoriales y se aleja de las bases que
requiere el desarrollo de un sistema democrático.
Banfield insiste en que el código de normas éticas funcionaba sólo
dentro de la familia y regulaba sólo las relaciones de los miembros de ésta.
Fuera de la familia no se sentían obligados a actuar moral o cívicamente,
salvo en el caso de que esto ocasionara perjuicios reales por violar la ley o
causar daño a terceros. Banfield también encontró que el tipo de educa-
ción que prestaban los padres a sus hijos en esa población del sur de Italia
era muy indulgente y por lo tanto, no ayudaba a adquirir ni la disciplina
ni la conformación de normas morales. Por otra parte, los castigos a los
hijos se aplicaban arbitrariamente, según el humor de la situación en que
se encontraban los padres. De modo tal que los hijos no tenían claro del
todo, cuándo cometían un error que merecía castigo. Según Banfield esto
terminaba por hacerles creer que cuando sufrían de algún mal se debía a la
mala suerte y cuando recibían un bien a su buena suerte y no lo atribuían
a sus propios valores y esfuerzo personal.

ANÁLISIS DE LAS PREFERENCIAS VALORATIVAS A LA LUZ DEL FAMILISMO AMORAL


Y LA VIVEZA CRIOLLA
La Universidad Católica Andrés Bello en la citada publicación, Detrás
de la pobreza (2004) señala, principalmente, tres causas o actitudes que
dificultan el proceso de superación de la pobreza y del desarrollo de la
modernidad en Venezuela: una llamada, la psicosocial, la cual pretende
evaluar las actitudes de los individuos en razón del grado de control que
tienen sobre la realidad que los circunda. Una segunda, la social, que es a
la cual nos referiremos ahora con el concepto de “Preferencias Valorativas”
para las que se utilizarán las llamadas variables –pauta de Talcott y Parsons–.
Y una tercera dimensión denominada sociopolítica con la que se midió el
grado de confianza que existía entre las personas y las instituciones. Sobre
la base de estas tres dimensiones se construyeron, posteriormente, los tipos
culturales para estudiar las relaciones entre pobreza y cultura.
Es de observar que de esas tres dimensiones, el estudio citado da a la
dimensión social, es decir, a las Preferencias Valorativas, un carácter deter-
minante, pues varias de tales variables se consideraron como los elementos
principales que influían en nuestra cultura para dificultar la modernidad y el
progreso económico y social. Analizaremos a continuación esas variables.

Universalismo vs. particularismo


Una sociedad moderna se guía por principios y normas universales y no
atendiendo a lealtades particulares o a las amistades. De modo que, lo que es
bueno y correcto puede ser definido y siempre es aplicable en todos los casos,
111
a diferencia de las actitudes particularistas en las que la amistad genera obliga-
ciones especiales y por lo tanto, privan sobre las reglas generales en detrimento
de ellas con la consiguiente violación de los códigos legales e incluso de las
normas informales. De esta manera, el universalismo no le da preponderancia
a la amistad sobre el cumplimiento de las obligaciones y de las normas.
Para entender esto con más claridad, veamos un ejemplo que propone
Trompenaars en su libro. Si un amigo suyo va conduciendo un automóvil
en compañía de usted y golpea a un peatón a una velocidad de 35 millas
por hora, en un área de la ciudad donde el máximo permitido es de sólo 20
millas por hora y tal cosa ocurre cuando no hay testigos; cabe la posibilidad
de que usted salve a su amigo de ser sancionado y penado, si declara que él
manejaba sólo a 20 millas por hora y con eso lo salva de serias consecuen-
cias, no tanto del pago de los daños causados al peatón y los gastos de su
recuperación, sino de las multas y las penas de cárcel que pueda establecer
la ley. Si tal es el caso y su amigo espera que usted lo proteja, ¿cuál sería la
conducta más correcta a seguir? El universalista declararía la verdad aun
cuando su amigo se vea afectado.

Individualismo vs. comunitarismo


El individualista le da prioridad a sus intereses personales sobre los de
su grupo y su comunidad. Se estima que esta actitud es menos moderna
y contribuye menos al desarrollo de la comunidad. El comunitarismo, en
cambio, atiende prioritariamente a los intereses colectivos que privan sobre
los propios. Así por ejemplo, Trompenaars hace la siguiente pregunta: ¿Qué
clase de trabajo se realiza con más frecuencia en su organización? Y propone
dos opciones:
a) Todos trabajan juntos y reciben créditos individuales por su
trabajo.
b) A todo el mundo le está permitido trabajar individualmente y cada
uno recibe sus propios reconocimientos.
Quienes contestan afirmativamente a la opción “b” tienden a ser indi-
vidualistas, a diferencia de los que contestan afirmativamente a la pregunta
“a” quienes son colectivistas.

Neutral vs. emocional


Las personas que actúan con neutralidad, tratan de ser más objetivas,
evitan expresar sus emociones para no causar disgustos en los otros. Entre
negociantes se toma esta actitud en espera de que el negocio sea más fácil de
realizar, a diferencia de aquellos otros que son sumamente afectivos y pueden
mostrar emociones conflictivas, que si bien, le proporcionan una gratifica-
ción inmediata, dificultan el desarrollo y la conclusión de la negociación.
La neutralidad es más propia de la modernidad que la afectividad.

112
Específica vs. difusa
Cuando una persona se involucra en una relación hay un contacto
personal real que puede abarcar múltiples aspectos. Por el contrario, cuan-
do se actúa específicamente, solo se establece la relación en cosas que son
necesarias para llevar a efecto el objetivo o la negociación determinada. Los
demás aspectos de la personalidad de la contraparte no son relevantes para
el negocio ni se inmiscuyen dentro de la negociación.
Trompenaars escoge un ejemplo muy claro para mostrar la diferencia.
Se trata del caso de una empresa norteamericana que intenta vender algo a
un cliente suramericano, pero descuida las relaciones personales y termina
perdiendo la posibilidad de hacer negocios con él. Esto ocurre aun cuando
el precio y las condiciones del producto que ofrecía eran mejores que las de
su competidor suizo, quien se le había adelantado una semana para conocer
bien al cliente. Por cinco días, el suizo habló de todo con el cliente, menos
de lo relacionado con el producto, sólo el último día, éste fue presentado y
aunque era un poco menos atractivo y su precio algo mayor, el hecho de que
los latinoamericanos habían terminado por familiarizarse y generar algún
grado de amistad con el suizo, le aseguró a este último ganar el contrato.
Es evidente que hay diferencias entre las culturas donde la gente tiende a
ser “difusa” y desea conocer a cabalidad a la contraparte con la que negocia,
y aquellas otras en las que las relaciones personales sólo se concentran en lo
necesario para que la negociación se lleve a efecto.

Desempeño (logro) vs. adscripción


En una sociedad moderna, cuando alguien va a ser contratado para
realizar una tarea o un trabajo, lo primero que se le pregunta al candidato
es: ¿qué estudió? ¿Qué experiencia tiene? En una sociedad no moderna la
primera pregunta es: ¿dónde estudió? ¿Para quién trabajó? De esta manera,
cuando se trata de medir el “logro o desempeño”, se valora a los trabajadores
o personas en atención a los logros alcanzados; mientras que cuando sólo se
atiende a su posición social y a sus relaciones, se trata de la “adscripción”.
El logro significa que a usted se le juzga por lo que ha realizado, por los
resultados que ha obtenido, que se muestran en su hoja de servicio. La ads-
cripción se refiere, en cambio, a su nacimiento, a su género, a sus conexiones
(a quién conoce) y a su historial educativo, incluyendo dónde se educó.
Expuestas las “Preferencias Valorativas”, veamos ahora cómo se com-
portan en relación con los valores y antivalores en el caso que nos ocupa.
En primer lugar, se puede apreciar con claridad que el “familismo amoral”
encaja de manera especial en el particularismo, porque la persona afectada
por éste no dará un trato igual a todos, sino, que preferirá a su familia y a sus
amigos. En Venezuela el “amiguismo” consiste en que quien es amigo tiene
preferencia sobre los demás, aun cuando se violen las normas y las costumbres
e incluso la ley. También en la actitud frecuente de querer solucionar todo
113
conflicto buscando primero la amistad de la otra parte, a fin de llegar a un
arreglo sin hacer uso de una actitud o conducta exigente. Pero también es
conveniente señalar que ese particularismo implica el irrespeto al derecho
ajeno, lo cual combina con la viveza. La cual se caracteriza, precisamente, por
esa falta de respeto hacia el otro, de honestidad y de integridad personal.
En segundo lugar, sobre el individualismo y el comunitarismo resulta
claro que en las comunidades donde prevalece la viveza, el individualismo
es una expresión connatural al vivo, puesto que no sólo pretende obtener
ventajas del otro de manera injusta, sino que suele mirar a los demás a través
de su propia viveza. Ve al mundo con unos lentes que tienen el color de la
viveza y de esa misma manera suele juzgar a los demás. Como consecuencia,
si se estima que los demás también son “vivos” la desconfianza tiende a ge-
neralizarse y se destruyen las conductas cooperativas, pues no tiene sentido
sacrificarse por una comunidad de vivos, que sólo piensan para sí y en obtener
ventajas personales. Por eso no es de extrañar que podamos expresar este
individualismo como falta de honestidad y de integridad personal.
En tercer lugar, con respecto a la neutralidad enfrentada a la condición
emocional, es de observar que por una parte, puede reducirse este concepto
a la capacidad de controlar las emociones versus la espontaneidad en la
forma de expresarlas, lo que supone no cuidarse de los efectos que la libre
expresión de las emociones pueda producir en la otra parte. El neutral se
limita a la negociación, suele diferir sus sentimientos para otra ocasión y
mantiene fría la cabeza para realizar el negocio con objetividad. Trompenaars
examina esto en términos de países en los que predominan las reacciones
emocionales y en otros las neutrales. Se trata del temperamento predomi-
nante que puede ser dominado por la manera de conducirse ambas partes
para concretar una negociación.
En cuarto lugar, el hecho de que una relación sea “difusa” supone in-
volucrar el máximo posible de los aspectos de la personalidad de las partes.
Quizás la razón de ser de la difusividad se funde en una desconfianza muy
general y la persona que actúa según esta característica lo haga tratando de
conocer todos los aspectos de la contraparte a fin de asegurarse el grado de
confianza que puede depositar en ella para hacer la negociación. Se trata de
invitarla a almorzar, de hablar de asuntos personales, de hacer amistad.
Ahora bien, si ciertamente en el subdesarrollo existe de manera más
generalizada la característica de difusividad y de involucrar los aspectos per-
sonales de las otras partes, quizás eso tenga mucho que ver con el problema
de la desconfianza, que tiene su origen en la misma viveza y en el “familismo
amoral” que llevan implícita la desconfianza al entorno, salvo al entorno
íntimo que se limita a algunos amigos y no tanto a su propia familia.

114
EL PANTALLERISMO
La décima acepción que registra el Diccionario de la Lengua Española
para la palabra “pantalla”, aparece como propia de El Salvador e indica:
“Apariencia falsa que da alguien que quiere impresionar”109.
No deja de ser interesante el advertir que la pantalla, en voz y en con-
tenido, es algo presente en varias naciones de Hispanoamérica. En efecto,
la poca modestia se ha hecho típica en casos como el de los argentinos,
de quienes se ha sacado ya todo un género de chistes que parodian aquel
rasgo del carácter. La pantalla venezolana no sólo pretende ostentar cosas
materiales, sino que en ocasiones es de signo marcadamente individualista,
de suerte que no es difícil descubrir el parentesco que guarda en muchas
situaciones con otros vicios nacidos de la falta de escrúpulos, como por
ejemplo la viveza.
Como establecen los diccionarios mencionados, en la actitud del panta-
llero hay dos elementos constitutivos: el deseo de impresionar y la mentira.
La diferencia entre uno y otro es de grado, puesto que para impresionar
se recurre a la ostentación, que lleva a su vez a la exageración, y la parte
que se exagera es mentira. Se exaltarán desproporcionadamente las propias
posesiones y si no son suficientes para deslumbrar como se quiere, se fingirá
tener otras mayores, aunque no sea verdad. Se convierte en viveza cuando
se pretende obtener injustamente con el engaño una ventaja o beneficio
del prójimo. Por ejemplo, cuando se aparenta que se conoce un oficio y en
realidad se es muy deficiente en su ejercicio.
El pantallerismo venezolano nunca tiene por objeto prendas morales o
virtudes: de lo que se hace ostentación es de cosas materiales. Sin embargo,
tampoco resulta lo más importante la cualidad propiamente material de
los bienes, digamos su utilidad práctica o su buena factura. Lo singular del
pantallero es que no estima las cosas en cuanto tales, sino como símbolos
de estatus; de ahí que esté asociado también estrechamente al consumismo
y que conceda el mayor valor a bienes bastante fútiles, siempre que se iden-
tifiquen socialmente con el poder y la riqueza.
El pantallerismo es desde luego insincero, pero además, fomenta la
pusilanimidad, porque sustituye la realización personal por una mera apa-
riencia de éxito. Hay, pues, una vinculación con la viveza en el deseo de
arrogarse prerrogativas (en este caso la admiración, la consideración social) a
cuenta de artes de pícaro. Se le parece también en la fruición de apabullar al
prójimo y de empinarse por encima de él y se inscribe en lo que ha dado en

109
Núñez, Rocío y Pérez, Francisco Javier. (1994). Diccionario del habla actual de Venezuela. Caracas:
UCAB. “Pantalla: Apariencia de tener alguna cualidad, bien o característica que en verdad no se posee”,
y pantallero: “persona que aparenta otra cosa distinta de la realidad”. El verbo pantallar da un matiz
adicional: “Alardear exageradamente una persona de lo que tiene”, y junto a él aparecen “pantallear”
y “apantallar”.

115
llamarse pajarobravismo, porque supone una actitud aspaventera, imponente,
de agresiva ostentación. Tal afán de lucimiento es especialmente notorio
en contextos que le son ajenos y así se vuelve proverbial cuando salen los
venezolanos al exterior. Por otra parte, lejos de resultar esa conducta una
buena herramienta para las relaciones sociales acaba minándolas, porque el
pantallero se hace difícilmente soportable para quienes no lo son.

LA INDISCIPLINA PERSONAL
En una zona residencial de clase medial alta, buena parte de los vecinos
del sector recibían en sus casas a muy tempranas horas de la mañana, el o
los diarios de su preferencia y algunos de ellos también, pan, leche y jugos
para el desayuno. Ese servicio lo prestaba, desde hacía muchos años, un
ciudadano de origen portugués, con un hijo suyo como ayudante, en una
camioneta de reparto.
Alguien de la comunidad propuso, un buen día, la idea de ayudar a
un habitante de un barrio aledaño quien prestaba servicios ocasionales en
el sector. Logró, este buen vecino, que entre todos los de la comunidad le
hiciesen un préstamo para comprar una camioneta de reparto y sustituir al
portugués en el servicio que les venía prestando.
La noble iniciativa comenzó con buen pie y durante unos cuantos días no
se percibió diferencia alguna entre la labor del portugués y la del compatriota
quien lo había sustituido. Pero eso fue sólo durante unos pocos primeros
días. Desafortunadamente, el nuevo repartidor poco a poco comenzó a
hacer sus entregas con algún retraso, lo cual afectaba a varios vecinos que
requerían salir temprano. Días hubo en que el nuevo repartidor falló por
completo, no efectuando la distribución correspondiente. El resultado de
esta experiencia fue, que en apenas seis meses, los vecinos tuvieron que
recontratar al ciudadano portugués y rescatar la camioneta del compatriota
para resarcirse de parte de lo invertido en el préstamo.
De la historia que acabamos de narrar pueden hacerse muchas lectu-
ras, pero la que aquí nos interesa es la de resaltar cómo “la indisciplina”,
tan arraigada como un antivalor en los venezolanos, impide a muchos el
“mejorar de condición”, aun cuando se les brinden los medios para hacer-
lo. Obviamente, la indisciplina generalizada es un serio obstáculo para el
progreso personal, pero lo es igualmente y hasta en un mayor grado para el
progreso social en su conjunto.
Un mediano empresario, italiano de origen, quien fundó y desarrolló
una fábrica de muebles de madera en los decenios de 1950 a 1970, contaba
que se había visto obligado a cerrar su empresa cansado de “batallar” con
el personal. “No podía crecer como quería porque no encontraba carpin-
teros competentes que se estabilizaran en el trabajo”. Explicaba él que eran
numerosos los trabajadores que enganchaba y que luego tenía que despedir
porque faltaban los lunes, porque llegaban tarde, o porque interrumpían
116
frecuentemente el trabajo para salir a tomar café o con cualquier otro
pretexto. Todo eso, según él, le había impedido “estabilizar un equipo de
trabajo bien ensamblado” y lo sometía a un continuo recomenzar a enseñar
y entrenar gente nueva que luego tenía que despedir o que simplemente se
le iban. Él decía que eso le ocasionaba “incumplimiento” en sus entregas
de los muebles a los clientes y además, mayores gastos. Nosotros debemos
añadir que menor productividad.
La indisciplina, como actitud instalada en el común de la población,
se constituye en una causa directa de la ineficiencia de todos los sistemas u
ordenamientos sociales: el económico, el jurídico, el educativo y, en general,
de todo el orden establecido.
En los casos antes reseñados se aprecia bien cómo la indisciplina del
repartidor del pan, la leche y los jugos puede determinar que algunos niños
lleguen retrasados a sus escuelas, lo cual perturba a su vez el buen funciona-
miento de la misma. Asimismo, por desayunar con retraso, alguien puede
llegar tarde a su trabajo (o salir sin desayunar, lo cual sería otro tipo de tras-
torno). El fabricante de muebles, por la indisciplina de sus trabajadores, no
puede entregar sus productos a tiempo, lo cual a su vez repercute en la fecha
de inauguración de una tienda u otro negocio. La indisciplina tiene, pues,
el efecto de causar severas perturbaciones en todo el acontecer social.
Debemos señalar también el fenómeno llamado por alguien de “in-
ducción del desorden”. Cuanto más desarrollada es una sociedad, a mayor
número de asociaciones intermedias pertenece una misma persona. El
ingeniero que es ejecutivo de una empresa industrial, puede ser a la vez jefe
de un hogar, miembro de la junta del condominio de su edificio, afiliado al
gremio de ingenieros de su ciudad, integrante del consejo parroquial de su
iglesia y ser parte de la asociación de padres y representantes de los colegios
de sus hijos.
Esta múltiple pertenencia a tan diversas asociaciones o comunidades
obliga a la disciplina en todas ellas o, de lo contrario, el desorden de una
se terminará trasmitiendo a todas las demás. De no respetarse el horario de
trabajo en la empresa, este ingeniero llegaría retrasado a la reunión del con-
dominio o a la del gremio. De igual modo al no ser rigurosamente puntual
en esas reuniones, se perturbarán las otras en la parroquia o en los colegios
y por supuesto, también se terminará desordenando la vida de la familia. Al
ocurrir estas “cadenas de indisciplinas”, simultáneamente, en muchos casos
individuales, se induce un desorden generalizado en toda la sociedad, que
es, precisamente lo que acontece en Venezuela.
La indisciplina personal y su necesaria consecuencia que es la inconstan-
cia, son fenómenos comunes en los países subdesarrollados y particularmente
propios del sector marginal de sus poblaciones, pero también son comunes
a las clases marginales de los países ricos. En Estados Unidos, el ausentismo
escolar derivado de la indisciplina de las poblaciones de raza negra y de Puerto
117
Rico alcanza niveles similares a los de nuestros países. Esto es cierto aun en
los casos en los que la asistencia a los cursos de adiestramiento es remunerada.
Por otra parte, un porcentaje muy alto de nuestros estudiantes de primaria
deja de asistir a clases y nunca termina el ciclo básico. La deserción escolar
es también típica de la educación secundaria y superior, así como de las
escuelas técnicas y de los institutos de enseñanza profesional.
Probablemente las investigaciones sobre las causas de la deserción escolar
revelan que las principales razones son la falta de recursos económicos de
los padres, el hambre endémica o la necesidad del estudiante de trabajar
para contribuir al ingreso familiar. Seguramente todos estamos dispuestos
a aceptar esas razones. Sin embargo, valdría la pena averiguar hasta qué
punto son las únicas. En la Alemania de la posguerra a la que aludimos al
comienzo de estas líneas, ni la devastación, ni el hambre, impidieron que
las madres enviaran a sus hijos regularmente a clases, a tal punto que los
mismos estudiantes universitarios tomaron parte en la reconstrucción de
sus centros de estudio.
En consecuencia a las otras causas del ausentismo y de la deserción
escolar, hay que sumar, en nuestro caso, el de la indisciplina.
La indisciplina se refleja en la impuntualidad, en la irresponsabilidad
familiar y en la ineficacia de los servicios públicos. La persona indisciplinada
es incapaz de hacer frente a sus obligaciones. La falta de responsabilidad, por
supuesto, es el resultado de muchos factores. Sin embargo, uno de los más
importantes es la ausencia de una educación real en materia de disciplina
personal.

EFECTO EN CONJUNTO DE LOS ANTIVALORES


Cada uno de los antivalores que hemos señalado como presentes en la
cultura de los venezolanos causan, por sí solos, los trastornos que hemos
nombrado anteriormente, todos de muy graves consecuencias para el desa-
rrollo humano y social del país. Se colige, entonces, que al incidir simultá-
neamente todos ellos en el funcionamiento del orden social, las consecuencias
deben ser sumamente adversas, como en efecto lo son.
Si el desarrollo, tanto personal como colectivo, demanda el ejercicio
generalizado de ciertas virtudes sociales –valores– y esos valores no sólo
faltan, sino que son contrarrestados por antivalores que operan en sentido
opuesto, el resultado será el “no desarrollo” ni personal ni social, como en
efecto ocurre.
Veíamos al comienzo de estas páginas, cómo en Venezuela ingresaron
dólares por la renta de la explotación petrolera y por la inversión externa acu-
mulada, en una cantidad equivalente a cuatro veces los capitales financieros
que recibió la Alemania de la posguerra de 1945 y ello para una población
seis veces menor. Sin embargo, la recuperación alemana fue asombrosa,
mientras que el desarrollo venezolano fue deficiente y parcial, no obstante el
118
largo período de crecimiento económico sostenido. Un solo dato basta para
poner de relieve lo que decimos. La Alemania devastada por la guerra logró
construir –como parte de su proceso de reconstrucción urbana– 3.375.000
viviendas en sólo cinco años (1950-1956)110.
En cambio Venezuela ha acumulado desde 1960 un alarmante déficit
habitacional que los cálculos más conservadores estiman en un millón y
medio de unidades y que, en todo caso, es apreciable a simple vista ante el
doloroso espectáculo de las barriadas marginales, que conforman gran parte
de nuestras ciudades. Los antivalores presentes en la cultura del pueblo de
Venezuela son causa, si no directa, al menos coadyuvante, del subdesarrollo
económico y social persistentes y por ende, del vasto fenómeno de la pobreza
de gran parte del pueblo.
Es, por todo eso, imperativo desarraigar los “antivalores” y en su lugar,
sembrar las “virtudes sociales convenientes” y solventar los problemas que
nos ocasionan las otras causas de la pobreza.
La verdad es que en la práctica se le ha dado a este tema muy poca im-
portancia. No conocemos la existencia de un plan o programa de acción para
combatir los antivalores y promover los valores adecuados en ningún Plan de
la Nación de los países latinoamericanos. Además, el estudio de los valores
y antivalores es un tema que apenas comienza a estar presente en los textos
de estudio de las Escuelas de Economía de nuestros países. Sin embargo, un
análisis de la trascendencia de los valores para el desarrollo, tanto personal
como del país, es algo que todavía suele ser desconocido para los estudiantes
de economía, por cuanto los economistas suelen buscar las soluciones en las
políticas que implican reformas de las instituciones existentes, a objeto de
modificarlas o sustituirlas por otras que permitan corregir las actuales fallas.
Es decir, se buscan las soluciones fuera del hombre y se suelen dirigir a la
manera de organizar y reorganizar las instituciones sociales existentes o crear
nuevas sin procurar investigar el origen de algunos problemas que pueden
tener su causa, precisamente, en la falta de los valores básicos necesarios,
para que las instituciones funcionen bien y sean más justas y adecuadas a las
necesidades del país. En consecuencia, los valores no sólo ayudan a descubrir,
promover y construir las instituciones adecuadas, sino que las mantienen
en buen funcionamiento.
Por otra parte, hay quienes creen que la existencia de valores y antivalores
es común a todos los países desarrollados o no. Por lo cual pasan a ser un dato
común que en consecuencia, no merece nuestra atención. Afortunadamente,
este criterio es cada vez más débil en vista de que se ha comenzado a medir
el grado de corrupción de los gobiernos por diversos métodos y entidades,
lo que ha permitido la comparación entre las distintas naciones y a su vez, se

110
Heinz, Lamper. (1991). El orden económico y social de la República Federal Alemana. Madrid: Unión
Editorial. (Pág.: 240)

119
han mostrado con gran claridad las diferencias de confiabilidad que existen
como consecuencia de los valores prevalecientes.
Otros se oponen a promover los valores porque creen que es imposible
cambiarlos. Posiblemente esto se deba a que ellos mismos se sienten incapaces
de cambiar y mejorarse a sí mismos. Pero, quizás, el criterio más generalizado
y que tiene mayor fundamento consiste en que las personas que defienden
los intereses de las clases populares o “trabajadoras” se ofenden cuando se
argumenta que una de las causas principales del subdesarrollo está en los
antivalores de la gente y particularmente de los trabajadores. Consideran que
se culpa con ello, a las mismas víctimas de su propia situación de pobreza y
piensan que éste es un planteamiento de las clases adineradas o privilegiadas
para eludir su responsabilidad en las urgentes políticas sociales que se requie-
ren en los países subdesarrollados. Piensan que estas clases o élites poderosas
lo que proponen es el cambio de mentalidad en los pobres, y asignan la tarea
de solucionarlo al Gobierno o a otras instituciones. De esta manera se evade
la realización de políticas más justas dentro de nuestros países.
En verdad, es común que los empresarios, los ejecutivos y todos los
que lideran organizaciones de grupos humanos den mucha importancia a
la necesidad de superar antivalores como la negligencia, la falta de iniciativa
o de espíritu de superación, la irresponsabilidad o la indisciplina. Pero, tal
como lo hemos demostrado en las páginas anteriores, si bien los antivalores
afectan a la productividad y el desarrollo, también es verdad que esa no es
la única causa de la pobreza y, sobre todo –y esto es muy importante– que
aquellas personas que consideran los antivalores como la única causa de la
pobreza, no tienen razón en culpar a las propias víctimas de su condición de
marginales. ¿Cuán probable sería el modo de conducirse una persona en la
vida si hubiese nacido en un barrio marginal brasileño, colombiano, vene-
zolano o inclusive de los Estados Unidos? Lo más seguro es que sus criterios
de vida, sus hábitos en general y su forma de proceder no se diferenciarían
mucho de los hombres que viven en esos ambientes. La información, que
nos proporciona la última encuesta de los hogares publicada en Detrás de
la pobreza de la UCAB, es que una ínfima minoría de aproximadamente un
2% a un 2,4% de los pobres la que es capaz de salir por su propio esfuerzo
de la condición de marginal y convertirse en clase media. El hecho es que
el medio influye de una manera casi determinante en cuanto a los valores se
refiere. Y esto es así, salvo que antes de caer en esa situación de pobreza ya
se poseyeran unos valores culturales que ayudaran a salir de esa condición
e impidan resignarse a permanecer en la marginalidad. Tal ha sido el caso
de los inmigrantes europeos o de los judíos quienes en medio de la mayor
pobreza y miseria tuvieron que vivir en la Rusia de los zares, o de otras
comunidades que por diversas razones y credos tenían la capacidad y los
valores necesarios para superar su condición de marginalidad.

120
Afortunadamente, hoy en día nos acercamos velozmente a una mayor
comprensión del problema y de la importancia de los valores. Todo comenzó
en la década de los setenta cuando se reconoció la importancia que tienen la
educación formal y la profesional en el crecimiento de la economía (capital
humano) y hoy en día, se está desarrollando también, con una gran fuerza el
concepto de Capital Social y de su necesidad para asegurar el desarrollo111.
Este capital tiene como fundamento la confianza mutua entre las personas
y entre éstas y los distintos grupos que componen la comunidad o la socie-
dad. Esta confianza es, de por sí, un valor ético y está ligada a muchos otros
valores como la honestidad (y se opone radicalmente a la “viveza”).
El creciente interés por lo social se ve por el aumento exponencial de
los estudios que se realizan sobre ese tema. Es más, las mismas institucio-
nes multilaterales de crédito han abierto páginas web en las cuales tratan y
ofrecen informaciones extensas sobre el tema. Particularmente, Bernardo
Kliksberg, quien es actualmente el Coordinador General de la Iniciativa
Interamericana sobre Capital Social y Ética del Desarrollo del Banco Inte-
ramericano de Desarrollo (BID), en uno de sus recientes libros amplía el
concepto de capital social dándole un peso cada vez mayor a la ética. Hasta
el presente, se da por sentado que la confianza es el “lubricante” de ese nuevo
concepto del Capital Social. En la práctica, Kliksberg entiende que es algo
más, no sólo lubricante sino fundamento y promotor de los valores y de
las instituciones portadoras de los mismos, y, además, del mantenimiento
dentro de las conductas adecuadas de esas instituciones. Y así, entre los cuatro
elementos que componen la definición de capital social incluye: clima de
confianza al interior de la sociedad, capacidad asociativa, conciencia cívica
y valores éticos112.

UNA RAZÓN DE FONDO: LA FALTA DE RESPONSABILIDAD EN EL DESARROLLO


Nuestros pueblos son pueblos “expectantes”. Esperan alguna alternativa
que ofrezca esperanzas aceptables a la solución de sus problemas. No sólo en
lo que respecta a un reconocimiento real de la trascendencia de la dignidad
humana y el derecho a una mayor participación e integración en la vida
social y política, sino, que desean gozar del nivel de vida pregonado por la
publicidad, las películas, la radio, la televisión, etc. El efecto demostración

111
La definición del Banco Mundial se puede encontrar en la página web Poverty “social capital for
development” “what is social capital?” Véase también: Putman, Robert. (2002). El declive del capital
social. Barcelona: Nueva Galaxia. Gutemberg. La idea central del capital social es que tanto los ami-
gos, la familia y los compañeros de trabajo constituyen un valor importante a quienes recurrir en una
situación de crisis. Es importante contar con las referencias de amistades, grupos o asociaciones a las
que pertenece para obtener un trabajo en comparación con aquellos otros que no tienen esas relaciones
o redes de intercambio. Por tal razón, el capital social facilita y contribuye a la producción y es factor
de crecimiento económico.
112
Kliksberg, Bernardo. (2001). El capital social. Caracas: Panapo.

121
de esos patrones de consumo contrasta con su pobreza y su incapacidad
para procurárselos.
Hasta ahora, la estructura económica y social de nuestras sociedades no
ha sido capaz de generar una esperanza aceptable para lograr mejores niveles
de vida para todos. Esta realidad lleva a una creciente inestabilidad política
ante la incapacidad de los grupos gobernantes para resolver los problemas
y abre cauce a cualquier ideología populista.
Ahora bien, el proceso de concientización de la población sobre la
importancia de los nuevos valores habrá de generar un nuevo sentido de
responsabilidad personal en el desarrollo propio y general, ya que las expec-
tativas de bienestar dependen también del propio esfuerzo, de la capacidad
individual para desarrollar iniciativas, de la constancia, de la capacidad para
hacerse cargo de la familia, de sentir la necesidad de capacitarse, etc. A partir
de ese momento, el Estado no será el único responsable del desarrollo.
Si se atacan con éxito las otras causas de la pobreza, el proceso de con-
cientización de la población acerca de los valores y de la formación de los
hábitos correspondientes, cambiará el esquema de la situación política descrita
en los párrafos anteriores. Esto es así porque el nuevo esquema de valores
genera un sentido de responsabilidad distinto. El desarrollo y las expectativas
de bienestar pasan así a depender, en buena parte, del esfuerzo personal para
ajustarse a los nuevos patrones de conducta exigidos por el desarrollo.
Por supuesto, no pretendemos negar la existencia de los serios problemas
económicos, sociales y políticos que padecen nuestros pueblos. Sabemos,
que si no se atacan eficazmente esos problemas, será mucho más difícil aún
tener éxito con un programa basado únicamente en el desarrollo de los
valores. Sin embargo, debe quedar claro que sin un cambio en los patrones
de conducta del actual hombre subdesarrollado, no será posible enfrentar y
solucionar consistentemente los problemas reales que nos afectan.

EL GRAN PROBLEMA DE LA CORRUPCIÓN Y LA INGOBERNABILIDAD


La cadena de consecuencias negativas que van derivándose de la caren-
cia de los valores indispensables para el desarrollo personal y el de la vida
social en permanente crecimiento y prosperidad, desemboca en dos efectos
nefastos por su universalidad y su capacidad destructiva de la convivencia
civilizada. Ellos son la corrupción y la ingobernabilidad que le es sucedánea.
La corrupción es como un “cáncer social” que impone el interés particular
–alcanzado deshonestamente– por sobre toda legalidad. Se viola así el or-
denamiento jurídico, político, económico, administrativo y judicial o de
cualquier otra índole, con las únicas limitaciones de no ser ni descubierto ni
sancionado. Si tales prácticas corruptas se hacen generales en la sociedad, la
misma termina por perder la confianza en sus instituciones de toda índole, a
las cuales dejará de acatar o respetar con lo que se desemboca en un estado
próximo a la anarquía o la ingobernabilidad.
122
¿TIENEN SENTIDO LOS VALORES PARA LA ECONOMÍA ?
Creemos que lo expuesto en las páginas anteriores constituye una
argumentación a favor de la necesidad de los valores para asegurarnos el
desarrollo económico; pero vamos a añadir, en las siguientes páginas, algunas
demostraciones más.
En efecto, considérese cómo preparamos a nuestros hijos para que
enfrenten la vida con éxito. Es evidente que una de las primeras cosas en
las que usted piensa es en la necesidad de que sus hijos estudien y cuanto
mayor sea el nivel de formación cultural, técnica o profesional que puedan
adquirir, considerará usted que estarán mejor dispuestos para defenderse en
la vida moderna. Sin embargo, todo padre de familia tiene también una clara
conciencia de que esa sola preparación será insuficiente para progresar en la
vida si no se satisface otra condición adicional, ciertas “virtudes humanas”
o valores indispensables. Por ejemplo, si su hijo es cobarde será incapaz
de hacerle frente a las situaciones difíciles y por lo tanto, no podrá asumir
responsabilidades como la de tener a su cargo un número cualquiera de
personal. Asimismo, toda persona “de bien” precisa ser constante, ordenada,
puntual, laboriosa, cordial, entre otros aspectos personales, para lograr que
el conocimiento profesional dé los frutos esperados.
En su visita a Chile, en la ciudad de Santiago, el papa Juan Pablo
II pronunció ante la Comisión Económica de las Naciones Unidas para
América Latina (Cepal), las siguientes aplaudidas palabras, cargadas de un
gran sentido común:

Las causas morales de la prosperidad son bien conocidas a lo largo


de la historia. Ellas residen en una constelación de virtudes: labo-
riosidad, competencia, orden, honestidad, iniciativa, frugalidad,
ahorro, espíritu de servicio, cumplimiento de la palabra empeñada,
audacia; en suma, amor al trabajo bien hecho. Ningún sistema o
estructura social puede resolver como por arte de magia el problema
de la pobreza al margen de estas virtudes; a la larga, tanto el diseño
como el funcionamiento de las instituciones reflejan estos hábitos de
los sujetos humanos, que se adquieren esencialmente en el progreso
educativo y conforman una auténtica cultura laboral.

En este orden de ideas, vamos a exponer ciertas propuestas de Max


Weber, Amartya Sen y de James M. Buchanan (ambos, premios Nobel de
Economía) que conviene que examinemos con detenimiento.

LA TESIS DE MAX WEBER


Max Weber, uno de los padres de la Sociología, propuso en El protes-
tantismo y el espíritu del capitalismo, cómo el desarrollo del capitalismo en la
prosecución de la ganancia económica por medio de una conducta racional y
123
sistemática, ha sido uno de los factores clave para la sociedad. Weber atribuía
esa conducta racional y sistemática para perseguir y aumentar las ganancias
a dos doctrinas sostenidas y enseñadas por los protestantes. Se trata de la
doctrina de la “vocación” de Martín Lutero y la de la “predestinación” de
Juan Calvino. La doctrina de la vocación de Lutero tiene un fuerte funda-
mento cristiano, al sostener la tesis de que la vida no debería ser tomada a
la ligera, por cuanto cada quien ha recibido una vocación, una misión para
realizar en este mundo, una función o tarea, para la cual Dios lo ha provisto
de los talentos o dotes necesarios para cumplirla. De modo que el camino
de la santificación para alcanzar la justificación divina está al alcance de
todos y consiste en cumplir correctamente con el oficio, la tarea o la misión
señalada por la propia vocación. Esta vocación la revela el Creador en algún
momento de la vida de cada persona y, el creyente, contribuye esforzándose
por descubrirla. Las vocaciones (o llamados de Dios hacia algo específico)
son muy variadas y es responsabilidad del creyente distinguirse por la calidad
del esfuerzo puesto en el desarrollo de sus talentos y en el cumplimiento
de su vocación. Por esta razón, no debe extrañarnos que en un país como
Estados Unidos, donde el protestantismo cuenta con el mayor número de
creyentes, se incluya entre las celebridades, no sólo a las grandes figuras de
la Independencia del país, o a los políticos notables como Lincoln o algún
famoso intelectual como Einstein, sino, junto a ellos, también a un Babe
Ruth por su buena condición de jugador de béisbol o a los artistas de cine
o cantantes, pues todos ellos destacan en el cumplimiento esforzado de su
vocación. Por lo tanto, no se desprecian las tareas o trabajos cualquiera que
ellos sean. Todo trabajo es digno y Dios no le da preferencia a los intelectuales
o militares, ni a los políticos en detrimento de los comerciantes, los actores
y actrices, siempre que todos cumplan con sus mandamientos.
Es de observar, que en el mundo católico se ha recuperado esta visión de
santificación a través del buen cumplimiento de la vocación que le ha sido
asignada a cada quien, no importa el rango que ésta tenga. Todo trabajo
honesto dignifica y santifica si se hace con el debido amor o cuidado. Por lo
tanto, el problema es darle buen uso a los talentos recibidos para el cumpli-
miento de la propia misión. Hoy en día se ha vuelto a la doctrina original
cristiana de que, a los ojos de Dios, lo que importa es amarlo sobre todas
las cosas y al prójimo como a uno mismo, cumpliendo con su voluntad en
cuanto a la tarea que él nos pide realizar en este mundo.
Pero tal doctrina, para que pudiera contribuir al proceso del desarrollo
del capitalismo, tuvo que apoyarse, según Max Weber, en otro protestante,
llamado Juan Calvino y su doctrina sobre la predestinación. Según la cual,
la salvación de los hombres y la posibilidad de ganar el cielo está ya decidida
antes del propio nacimiento. Algunos terminarán siendo condenados a di-
ferencia de los que están “predestinados” a la salvación. Esta doctrina cobró

124
mucha fuerza entre las diversas denominaciones protestantes que poblaron
los países nórdicos de Europa y Estados Unidos.
Sin embargo, esa doctrina causaba y causa una gran ansiedad en los
creyentes. ¿Cómo podía saber alguien, que estaba predestinado a la salvación
y no a la condenación eterna? Según Max Weber, los pastores protestantes
enseñaban que para calmar la conciencia, había signos que mostraban cuál
era la predestinación de cada quien. Un signo seguro de ello era la prospe-
ridad en esta misma vida, por cuanto los hombres que obraban bien y eran
aprobados por Dios se hacían prósperos en esta vida.
Como consecuencia de esta explicación que dieron los pastores calvinis-
tas, se creó entre sus fieles la necesidad de acumular riquezas, porque veían
que en la medida en que alcanzaban y disfrutaban de la prosperidad, eso era
un claro signo de que habían sido predestinados al cielo. Como resultado
de esa búsqueda de la prosperidad se desarrolló una sistemática búsqueda
de ganancias y un aprecio especial por la frugalidad y el ahorro para formar
el capital suficiente a fin de invertirlo y reinvertirlo hasta hacerse cada vez
más ricos. En consecuencia, se estimaba que las virtudes que merecían ser
elogiadas eran la austeridad, la frugalidad, el ser industrioso y la capacidad
para desarrollar negocios, porque ese era un camino que ayudaba a asegurarse
a sí mismo que se estaba entre el grupo de los elegidos.
Como bien se puede apreciar, Max Weber pensó que estas doctrinas
fundamentaron el desarrollo de lo que hoy llamamos capitalismo. De
modo tal que esas doctrinas le dieron valor a todo tipo de trabajo honra-
do y concentraron a la gente en el éxito material, en contraste con ideas
monacales como la de retirarse del mundo, la de darle valor a la pobreza o
la de despreciar los trabajos manuales y artesanales. Por otra parte, lo que
importaba era ser exitoso en la vida de los negocios o en el trabajo en el
que se ejercía la vocación. Max Weber consideró que éste fue el motor del
capitalismo y del desarrollo de todos los países del mundo occidental. A
este tipo de ética, se la llamó y se la sigue calificando de “ética puritana”.
La cual da por supuesta, la necesidad de ser particularmente honestos en
el trato con los demás.

LA TESIS DE JAMES M. BUCHANAN


El premio Nobel de Economía de 1986, James M. Buchanan, publicó,
en 1996, un libro cuyo objetivo fundamental era demostrar de una manera
racional, cómo el comportamiento ético puritano, influía en la economía. Su
tesis es que de la ética de la conducta humana en el ejercicio de la actividad
económica, se siguen resultados, positivos o negativos, para la economía
en general, los cuales son susceptibles de ser medidos. Según esto, el com-
portamiento ético de los demás influye en el nivel de bienestar económico
de cada individuo de la sociedad. Y también, que algunos preceptos éticos

125
son mejores que otros, cuando se trata de medir sus resultados en términos
de bienestar económico general.
Buchanan divide su estudio en tres partes. La primera, la dedica a los
efectos económicos que tiene el principio moral de “trabajar duro o trabajar
más”. En segundo lugar, estudia cómo afectan a la economía los niveles de
austeridad y ahorro de la población. Y por último, examina la conveniencia
de pagar a los predicadores de esos valores en cuanto contribuyen a aumentar
la producción y bienestar de la economía en general.
En relación con la idea de “trabajar duro”, Buchanan propone que ima-
ginemos estar en una nave espacial en la que tenemos que elegir descender
en uno u otro de dos planetas, que llama A y B. La diferencia entre estos
planetas consiste en que, en el planeta A, las personas trabajan, en promedio,
40 horas por semana; mientras que en el planeta B las personas trabajan,
en promedio, sólo 20 horas por semana. Según Buchanan, él escogería
convertirse en participante de la economía del planeta A donde las personas
trabajan más, ya que esto haría posible que aunque él sólo trabajase 20 horas
a la semana, la cantidad y/o calidad de bienes que podría comprar con el
dinero que se ganaría por sus 20 horas de trabajo sería mayor que lo que
podría comprar en el planeta B con el mismo trabajo. Es decir, que a medida
que se trabaje más, se aumenta más la productividad, pues la producción
global no aumenta en proporción al número de horas trabajadas, sino que
aumenta en una proporción mayor a la de las horas trabajadas113.
Cuando por razones éticas se toma la decisión de trabajar más y dedicar
menos tiempo al ocio, se aumenta la producción y esto daría lugar también
a la ampliación del mercado, lo cual hace posible operar a menores costos e
introducir otras mejoras; entonces estamos ante efectos económicos positivos
derivados de una decisión ética.

113
¿Cómo puede explicarse tal afirmación? Desde 1776, el llamado padre de la economía, Adam Smith,
en: De la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones ya enseñaba cómo la principal fuente del aumento
de la productividad de una nación se debía a la división y especialización en el trabajo, lo cual supone
que el mercado sea cada vez más grande.
La razón, según Adam Smith, es muy simple, consiste en que a medida que aumenta el mercado,
los seres humanos nos especializamos en producir algo que vendemos en él y, con el dinero que
obtenemos, adquirimos de los demás aquellos otros bienes que no podemos producir por nosotros
mismos. Pero al ocurrir esto, también ocurre que el mayor conocimiento y destreza adquiridos por
causa de la especialización, permitirá producir más en el mismo tiempo y/o producir con mayor
calidad, e inclusive, introducir innovaciones en los procesos y los productos. Por ejemplo, si hay un
gran mercado no será necesario que los muebles y automóviles se produzcan por encargo, sino que
será posible producirlos en serie y hacerlos en serie, o producirlos con robots y, en consecuencia, se
podrán producir a un costo mucho más bajo. En conclusión, las personas que se especializan en áreas
específicas profundizan cada vez en el conocimiento de cómo hacerlo mejor y de cómo desarrollar
nuevas técnicas que permitan aumentar la producción. Y un alto volumen de producción hace posible
que se usen técnicas más eficientes o productivas. La consecuencia de lo explicado en los párrafos
anteriores es evidente.

126
Por lo tanto, puede afirmarse que en una sociedad en la que todos en
general trabajen más, aun aquel que trabaje menos recibirá más a cambio, por
el hecho de que la sociedad en conjunto es más productiva y más eficiente;
a diferencia de aquellas otras sociedades en las que en conjunto se trabaja
menos, los cuales tendrán un mercado menor.
En conclusión: una ética del trabajo, que considere bueno el esfuerzo
y el trabajo duro, y que desestime como mala la vagancia y nos haga sentir
culpables cuando seamos perezosos, puede conducirnos, sin duda alguna,
a un mejor y más elevado nivel de vida económico, pues contribuye al
crecimiento y al desarrollo y al bienestar de la población.
En segundo lugar, Buchanan aprecia que la frugalidad y la austeridad,
es decir, la capacidad de abstenerse de gastar todo lo que se recibe como
ingreso en consumo, es lo que permite que las personas ahorren parte de
sus ingresos y puedan invertirlos. Tal cosa, significa que a medida que una
persona ahorra parte de lo que le ingresa, absteniéndose de consumirlo, y
lo invierte en su propio negocio o lo presta para que otro lo invierta o, en
fin, lo deposita en un banco o entidad financiera para que ese banco o esa
entidad sean quienes lo presten a los inversionistas para ampliar o crear
nuevas empresas; ocurre que esa persona está haciendo algo de una enorme
trascendencia económica, ya que ahorrar, e invertir esos ahorros, es uno
de los requisitos para hacer posible la producción de bienes de capital, es
decir, de máquinas, equipos e instalaciones que son medios para aumentar
la producción. Los economistas consideran que el ahorro, y por lo tanto la
inversión de estos, es un factor importante para acrecentar la producción
de una economía114.
En consecuencia, en la medida en que la población aumente su grado
de austeridad, desarrolle la virtud del ahorro y sea capaz de sacrificar su
consumo, ahorrando parte de sus ingresos y se arriesgue a invertirlos o al
menos a colocarlos en instituciones financieras para que estas presten el
dinero a quienes lo inviertan, se aumentarán las fuentes de empleo y la
producción se verá incrementada en una proporción mayor a lo ahorrado
e invertido115. De este modo, el valor ético del sacrificio de ahorrar, invertir
y trabajar duro, que supone abstenerse del gozo, del ocio o de consumir de

114
Ahora bien, ¿cuál es el resultado del ahorro y la inversión en bienes de capital? El resultado es que
se aumenta más que proporcionalmente la producción cuando se usan bienes de capital. Por supuesto
que esto ocurre en el tiempo, o sea, durante la “vida útil” de esos bienes de capital. Pero el resultado
siempre es mayor productividad, mayor producción de bienes y una elevación del nivel económico de
la comunidad en una proporción mayor que el costo de esos bienes de capital. Imagínese el lector la
diferencia entre producción de alfileres hechos a mano y los que produce una máquina.
115
Técnicamente, el concepto de capital incluye a las tecnologías modernas como hoy podrían ser no sólo
los equipos de computación, sino el software y también incluye los mejores métodos de organización de
una empresa para que sea más eficiente en la administración de los recursos humanos, en los procesos
de ventas y en los mismos procesos de producción. Incluye pues, bienes que son intangibles. Hoy en

127
inmediato lo que se desea, contribuye a obtener una mayor prosperidad y
bienestar en la propia familia y la nación entera116.
Buchanan termina afirmando que al ser tan efectivamente útiles el
ahorro y el trabajo duro conviene promover esos valores y se justifica, des-
de un punto de vista, estrictamente económico, financiar a todos aquellos
que prediquen, enseñen e insistan en concientizar a los demás sobre la
importancia de tales valores a fin de desarrollar los hábitos que aseguren la
permanencia de conductas ahorrativas y del trabajo duro y de arriesgarse
en invertir. Estos son principios éticos, que bien intencionados contribuyen
sin duda alguna al progreso del país.

LA TESIS DE AMARTYA SEN


La Real Academia Sueca de las Ciencias le otorgó el premio Nobel de
Economía en 1998 a Amartya Sen por sus investigaciones sobre los pro-
blemas fundamentales de la economía del bienestar. Sus contribuciones en
este campo van desde la teoría de la “elección social” hasta la definición
del bienestar y de los índices de pobreza, amén de sus estudios empíricos
sobre las grandes hambrunas en el mundo. El hilo conductor de todos esos
estudios es, según señala la Academia Sueca, su especial preocupación por la
distribución del ingreso tomando en consideración el interés de los sectores
más empobrecidos de la sociedad. El propio Sen señala que: “terminar con
la pobreza, la ignorancia, la enfermedad y la desigualdad de oportunidades,
es la base de mi trabajo”. Pero nuestro interés está en destacar cómo, en
esos trabajos, Sen le da una importancia especial al tema de los valores que
forman la cultura de una sociedad y de su influencia en las ciencias sociales
y particularmente, en la economía, que es en realidad el asunto que nos
ocupa117.

día, a estos medios de producción, se les llama “tecnologías” o “Know how”, pero en todo caso, vienen
a ser bienes que sirven para producir otros bienes, es decir, son bienes de capital.
116
Desde el punto de vista de la persona que ahorra e invierte, el valor ético de su decisión de ahorrar
y/o invertir depende de la intención que tenga al hacerlo. Si lo mueve la codicia tiene un valor distinto
que si su motivación es mejorar la calidad de vida mínima de la familia, o la de contribuir a abrir más
fuentes de empleo o cualquier otra intención noble que se origine en un mayor amor por los demás.
117
Los trabajos de Amartya Sen son numerosos pero fundamentalmente versan sobre problemas del
desarrollo económico y de nuevos posibles enfoques para solucionarlos. La Real Academia Sueca de
Ciencias en su nota de prensa del 14 de octubre de 1998, señaló algo que revela exactamente las ideas
centrales que guiaron a Amartya Sen en sus estudios y dice que el interés principal de Sen, el eje sobre el
cual se agrupan sus preocupaciones y estudios, son los problemas relativos a la distribución del ingreso
pero con especial referencia a los miembros más empobrecidos de la sociedad. Por otra parte, quizás
los documentos que puedan ser más útiles para resumir las ideas de A. Sen sobre la ética y el desarrollo
se condensan y se explican de una manera clara en dos de sus conferencias. La primera de ellas, de la
cual nos ocuparemos ahora, fue dictada en la reunión que tuvo el banco Mundial en Tokio el 13 de
diciembre del año 2000, con el título “Culture and Development”.

128
Sen está conforme con que determinados valores tienen influencia direc-
ta en la eficiencia productiva y en la buena organización social y política de
una comunidad, aunque reconoce que tales valores varían de una sociedad
a otra, tanto en calidad como en cantidad. Eso no obstante, Sen critica lo
que él llama las “grandiosas teorías culturales”, dentro de las que incluye la
sostenida por muchos, en el sentido de que la prosperidad generada por el
capitalismo en los países industrializados de occidente se debió a la Ética
Protestante. Esa tesis la combate señalando que existen otras sociedades
de origen no protestante y, sin embargo, han logrado alcanzar grados de
desarrollos similares.
Sen señala que esas “teorías grandiosas” de la influencia de la cultura
en el desarrollo, tienen serias limitaciones. Justo cuando se difundió la tesis
de Max Weber sobre la ética protestante como causante del desarrollo ca-
pitalista, países católicos como Francia e Italia alcanzaron niveles iguales o
mayores que la misma Gran Bretaña. Entonces, los que sostenían esa tesis
la adaptaron para incluir a “la cristiandad” en su totalidad y señalaron que
el origen de tal crecimiento estaba en la civilización europea, en la cual la
ética cristiana desempeñaba un papel fundamental.
Esta teoría “eurocéntrica” recibió gran apoyo pero, al emerger Japón,
con una tasa asombrosa de crecimiento hubo que incluirlo entre las cul-
turas privilegiadas y se comenzaron a estudiar otras tesis que explicasen
cómo los “valores” de la cultura japonesa contribuyeron a un crecimiento
tan significativo. Los valores que se califican como distintivos de Japón se
refieren al énfasis que ponen los japoneses en la responsabilidad del grupo;
en la lealtad a la empresa; en la confianza interpersonal que suelen generar
y en el cumplimiento fiel de las obligaciones o contratos que suscriben. Los
partidarios de las “grandiosas teorías culturales” fundaron esos valores en la
herencia de los códigos Samurai o en las tradiciones centradas en la familia
para realizar los negocios. Ocurrió que otros países asiáticos distintos de
Japón, como Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur, comenzaron
a desarrollarse de manera muy satisfactoria y los que buscaban los “gran-
diosos factores” “culturales” los identificaron en lo que llamaron “valores
asiáticos” y abandonaron la tesis del Código Samurai, para fundarse en las
virtudes del Confucionismo y el Budismo como fuentes de los valores que
determinaron el crecimiento de esos países.
En fin, Sen considera mucho más apropiado referirse a valores concretos,
de los que puede apropiarse cualquier pueblo y que lo ayudan a aumentar
la eficiencia productiva y a mejorar su organización social y la distribución
en su ingreso. Tal sería el caso de los valores que expuso el papa Juan Pablo
II en el ya referido discurso ante los economistas de la Cepal, en Santiago
de Chile.
Sen considera que es básica para el desarrollo la presencia de algunos
valores como, por ejemplo, la moralidad que se debe tener en los negocios,
129
que es uno de los principales retos que tienen los países subdesarrollados
en su etapa inicial de industrialización para lograr la confiabilidad que
merecen los contratos entre las partes, así como la confianza en general
que han de tenerse unos a otros en el cumplimiento de las obligaciones y
deberes. También el orgullo respecto a la calidad de la producción y otras
“virtudes” similares son imprescindibles para que el sistema económico
pueda tener éxito.
Sen incluye, al igual que el Banco Mundial, una gran preocupación por
la corrupción y afirma que va necesariamente ligada al crimen y a la violen-
cia, pone como ejemplos a Rusia y a la mafia del sur de Italia; casos ambos,
en los que no se respeta o no existe la confianza mutua en los negocios y
no hay seguridad alguna de que cada quien cumplirá con sus obligaciones.
Para él hay una necesaria conexión entre las fuertes limitaciones para los
negocios y el crimen organizado.
También señala otros valores que estima “más sofisticados” pero que
desempeñan un papel estelar en el desarrollo, tal es el caso de la protección
del ambiente, la aceptación general de las redes de seguridad social, la in-
aceptabilidad por la sociedad de un excesivo desempleo, así como muchos
otros valores y virtudes que pueden tratar de asuntos tan sencillos como la
limpieza de las calles o el reciclaje de la basura. Además, considera indispen-
sable la eliminación de todo tipo de exclusión o aislamiento social, mediante
oportunidades para desarrollarse y ayudas necesarias para superarse.
Entre las consecuencias que Sen sacó de sus estudios sobre los valores
está la de que ellos no son permanentes. Los países pueden cambiarlos o
disminuir la importancia de ellos y darle más importancia a otros, inclusive,
pueden moverse de valores positivos a valores negativos. Así como también,
ciertos valores que distingan a una sociedad pueden serle útiles en deter-
minadas circunstancias, pero en otras situaciones, resultarles insuficientes
para resolver problemas distintos de los que usualmente ha venido mane-
jando. De tal manera que un cierto conjunto de valores predominantes en
un determinado país, pueden ser insuficientes para resolver circunstancias
nuevas en las que pueda verse envuelto. En todo caso, Sen atribuye gran
importancia a la ética en relación con el desarrollo de la economía.
El tema ha sido muy manejado por él desde hace muchos años, pues
en 1987 publicó un libro sobre ética y economía. Sin embargo, para refe-
rirnos a sus ideas, tomamos un documento presentado por este autor en
un encuentro internacional llevado a efecto en el Banco Interamericano de
Desarrollo.
Sen comienza señalando que son muchos los que no tienen interés
o creen innecesaria la ética para conocer y explicar la ciencia económica:
“Muchas personas son renuentes a mezclar la ética con la economía –afir-
ma– por el mismo motivo que declinarían beber si tienen que conducir
después” (Sen, 2002).
130
Expresando con esta ironía, cómo la “ética” impediría conducirse en
economía con la “soltura” que permitiría la no-ética118.
En su exposición, Sen comenzó por preguntarse qué razones y qué
impacto tiene la ética para que pueda ser considerada con seriedad en el
campo económico. A diferencia de aquellos que no dan ninguna explicación
para alejarse de la ética en las investigaciones económicas, hay quienes como
Adam Smith se ocupan de explicar por qué la ética está relacionada con la
economía. Adam Smith explica su punto de vista así:

… no es de la benevolencia del carnicero, del cervecero, o del pa-


nadero que esperamos nuestra comida –afirma– sino de la conside-
ración que ellos hacen de sus propios intereses. Nosotros apelamos,
no a su sentido humanitario, sino a su amor por ellos mismos.

Esta afirmación denota claridad, pues tanto el carnicero como el cervece-


ro y el panadero, quieren ganar dinero de nosotros y nosotros, los consumi-
dores, deseamos la carne, la cerveza y el pan que ellos tienen para vender. Lo
que se requiere para generar el intercambio es, simplemente, algo de “amor
por uno mismo”, lo que Adam Smith llamaba “el propio interés”. Según
Sen, esta idea ayuda a explicar por qué deseamos el intercambio, pero no
nos dice absolutamente nada acerca de cómo asegurar que esos intercambios
se organicen y ocurran, en la práctica, de manera correcta y ética.
En realidad, Smith pensó que la ética empresarial era necesaria, inclu-
sive en el comercio normal, porque las personas que persiguen su beneficio
personal captan la clara conveniencia de actuar en una forma moralmente
apropiada debido a las exigencias del esclarecido interés propio, lo que Smith
llamaba “prudencia”. Todos quieren cuidarse de tener una buena reputación,
de ser íntegros y dignos de confianza porque ese esclarecido interés propio o
prudencia les ha enseñado que en la medida en que ellos actúen de manera
incorrecta pierden la reputación y la confianza de los demás y verán dismi-
nuidas sus ventas. En resumen, las personas actúan correctamente porque
les conviene a sus intereses más inmediatos.
Pero Sen se pregunta, después, si ese esclarecido interés propio será
suficiente para lograr una correcta ética del comportamiento. Curiosamente
el propio Smith no lo creía así. Por ello apeló a la importancia de virtudes,
como: la comprensión, la generosidad y el actuar en función del colectivo,
pues eso nos situaría en un más amplio esclarecido interés propio que nos

118
Sen, Amartya.(2002). Encuentro internacional sobre ética y desarrollo del BIB en colaboración con el
Gobierno de Noruega, en diciembre del año 2000. Editorial Ateneo. Ver: Bernardo Kliksberg. (Coordina-
dor). Ética y Desarrollo. La Relación Marginada. También hemos hecho uso, entre otros documentos,
de los Comentarios de Alejandro Schtumann sobre el libro de Sen Desarrollo y Libertad. Edit. Planeta,
2000.

131
mostraría las ventajas de actuar correctamente. Por eso él creía que los seres
humanos deberían tender a una “consideración más plena de nuestro papel
en la sociedad y de nuestras mutuas interdependencias, lo cual nos conduciría
mucho más allá de la búsqueda del bien personal, aun del esclarecido”. Y
sugería que cada persona se imaginase lo que le indicaría como correcto un
“espectador imparcial”. En este caso, consideraríamos o respetaríamos los
intereses ajenos pues nuestras vidas trascurren en una situación de depen-
dencia mutua y nos debemos algo los unos a los otros, lo cual se ubica más
allá de aquello que nos aporta un beneficio personal aun a largo plazo119.
En la práctica, para muchos economistas y científicos sociales el obje-
tivo del desarrollo suele centrarse en el crecimiento de la producción total
(PTB), de los ingresos personales, de los niveles de industrialización, del
avance tecnológico o en la misma modernización social del país. Pero según
Sen, estos no son más que medios o instrumentos para alcanzar el verdadero
desarrollo que gira en torno al concepto de bienestar de la persona, el cual,
está íntimamente ligado al de la libertad. Sen se pregunta cómo se pueden
desarrollar las “capacidades” de aquellas personas que están padeciendo una
hambruna, están mal nutridas, propensas a una mortalidad temprana, carentes
de asistencia médica, de instalaciones higiénicas o de agua potable, la cuales
sucumben a muertes prematuras. Para Sen ellos tienen una libertad limitada
por las carencias y su calidad de vida y su bienestar son también limitados.
De esta manera la libertad, en Sen, pasa a ser el eje central. El éxito del
desarrollo depende de la capacidad de la gente para actuar libremente y la
medida del desarrollo vendría a consistir en el grado óptimo de libertad de
la población, la cual, tal y como hemos visto, se refiere a proporcionar a
los individuos la posibilidad de alcanzar los logros que puedan obtener de
acuerdo con sus capacidades. Es decir, es necesario cooperar para que cada
persona pueda desarrollar al máximo sus capacidades y a través de ellas, los
logros que se determinen según la cultura y el estilo de vida propio de su
medio. Por otra parte, el logro de esta libertad, que es mucho más amplia que
el restringido concepto de libertad tal y como normalmente lo empleamos,
puesto que no sólo incluye las libertades políticas y civiles, y la libertad de
iniciativa personal, sino también, la posibilidad de prepararse, capacitarse
y adquirir los conocimientos que hoy están disponibles en la humanidad,
supone a su vez, la necesidad de disponer de instituciones que sean capaces

119
Cuando Smith afirma que: “no es de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero que
esperamos nuestra comida, sino de la consideración que ellos hacen de sus propios intereses”, pensamos
que esas personas no necesariamente actúan por un interés egoísta. Ellos deben ocuparse primero de
llevar el pan a su mujer y a sus hijos, es decir, a quienes deben amar con prioridad, lo que implica que
no necesariamente los guía un interés egoísta. Inclusive, pueden ayudar a otros que no forman parte
de su familia. Y en fin, nada más lógico que quien trabaja en producir algo tenga derecho a recibir la
paga por lo que hace.

132
de proporcionarlas y que también influyan para que se realicen los logros
individuales y sean ejercitadas las libertades a plena capacidad.
Por lo tanto, la pobreza ha de medirse en atención a la privación de
las capacidades básicas, más que en los niveles de ingreso, entendiendo por
capacidades básicas todas esas cosas que le dan más opciones a la persona,
tales como: buena salud, educación, posibilidad de participar libremente en
las decisiones colectivas y en los asuntos y decisiones que los afectan, etc.
Por lo tanto, el desarrollo, desde la óptica de Sen, requiere remover todos
los obstáculos que impiden la libertad, como la pobreza y la tiranía. Estos
son los obstáculos fundamentales al desarrollo, así como la exclusión social
que puede revestir diversas formas, no solamente la racial o la religiosa, sino
todas aquellas que atenten o limiten a la persona en las posibilidades de gozar
de salud, educación, planes de prevención social para las contingencias que
pueda sufrir en la vida y de las libertades políticas necesarias.
El análisis de Sen lo lleva a diferenciarse del énfasis que han puesto los
economistas tanto en el capital físico (equipos, maquinarias y otros medios
de producción) como en el capital humano que se refiere a la formación
educativa y profesional de las personas. Para él, lo que se requiere es desarro-
llar algo más amplio, como son las capacidades humanas en su totalidad, las
cuales miden las oportunidades para alcanzar el bienestar de las personas y,
lógicamente, la amplitud de opciones que tienen para lograr tales objetivos.
En síntesis, la pobreza es vista como una privación de las capacidades y es
por lo tanto injusta.
Algunos han rechazado la tesis de que para el desarrollo es necesaria la
existencia de libertades políticas y han puesto como ejemplo el hecho de
que algunos países que se han desarrollado en el sureste asiático han esta-
dos sometidos a dictaduras o semidictaduras. Sen admite tal realidad, pero
alega que después de la crisis asiática de los años noventa ha habido una
fuerte reacción en todos los países clamando por la libertad, porque si bien
es cierto que durante todo un período pudo sostenerse la dictadura gracias
a un crecimiento económico constante que permitió disponer de empleo
a la gran mayoría de la población; durante la crisis se vio con claridad que
hubo también importantes sectores afectados, que eran precisamente los más
débiles. Tal hecho, entre otros factores, ha presionado políticamente por el
establecimiento del régimen democrático en esos países. De modo que la
libertad termina siendo un acompañante necesario del desarrollo.
Sen advierte que muchos economistas aceptan la necesidad de equidad,
pero al darle prevalencia a las libertades económicas ocurre que, con frecuen-
cia, se afecta a la equidad causando una mayor desigualdad. De modo que,
insiste Sen, la desigualdad es una preocupación central en la perspectiva de
la libertad y el miedo a ésta adopta muchas caras, fundamentalmente puede
ser el temor a las clases descontentas de menores ingresos, a las masas rurales
afligidas, a las mujeres descontentas que rezongan por el lugar que les ha
133
sido asignado en este mundo, a la juventud rebelde que se niega a acatar y
obedecer a ciegas o a los disidentes empecinados que protestan por el orden
existente. Por lo tanto la necesidad de lograr la equidad, la igualdad y el
derecho a la libertad es un elemento central dentro de la perspectiva de la
libertad en general y en particular de la idea del desarrollo con libertad.

DEFINICIÓN DEL CAPITAL MORAL


No es necesario estar totalmente de acuerdo con la vieja tesis de Max
Weber, ni con las más recientes propuestas de los premios Nobel Buchanan
y Sen, ni con otros estudiosos sobre el tema, para concluir, que un cierto
conjunto de valores humanos es indispensable en la generalidad de los inte-
grantes de un pueblo o de una nación para que ese pueblo o nación alcance
su pleno desarrollo humano y social –económico en particular– y pueda
existir como sociedad organizada en progreso continuado. Ese conjunto de
valores constituye lo que denominamos el Capital Moral de esa sociedad
y nos atrevemos a afirmar que así como hoy en día hay consenso general
en que para alcanzar el desarrollo económico de la sociedad se requiere
del Capital Humano (gente capacitada para producir), de Capital Físico
(equipos o medios de producción, de infraestructuras y equipamiento del
territorio), y del Capital Social (redes sociales). También proponemos que
es necesario el Capital Moral (valores y actitudes favorables al desarrollo)
como base fundamental e ingrediente esencial para asegurar la promoción
y el buen funcionamiento de los otros capitales, así como la buena orga-
nización social y la sujeción a un estado de derecho que haga posible la
gobernabilidad de un país.
De modo que a los capitales físicos, humanos y sociales, hay que añadir
uno nuevo y aún más importante por sus trascendentes efectos, que es el
Capital Moral de los ciudadanos de la Nación como un todo, tal como lo
dejamos definido.

¿CONTRIBUYE LA RELIGIÓN CON LOS VALORES QUE PROMUEVEN


EL DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL?
Ahora bien, ¿de qué depende que en unas sociedades el “Capital
Moral” sea satisfactorio y, en otras, presente situaciones negativas, como
hemos considerado? No creemos que sea una sola y única respuesta, pero
sí coincidimos con Max Weber y los otros autores que hemos presentado,
que la religión brinda un andamiaje apropiado para estructurar y sostener
un sistema de valores en la sociedad civil.
Sin embargo, desde los siglos XVII y XVIII se desarrollaron teorías
contrarias que han tenido trágicas consecuencias. Pensadores como John
Locke y Jean-Jacques Rousseau habían escrito que los niños venían a este
mundo como tablas rasas; esto es, como pizarras en blanco sobre las cuales la
sociedad y el ambiente escribían o desarrollaban los valores fundamentales y
134
las instituciones de la sociedad. De modo que la creencia en que el ambiente
y las instituciones no son sólo factores influyentes, sino hasta determinantes,
de la conducta humana no es nueva en el mundo occidental.
En el año de 1755 Rousseau declaró que la ciencia, el arte y las insti-
tuciones sociales habían corrompido a la humanidad: “Todo es perfecto al
salir de las manos del Creador y todo degenera en las manos de los hom-
bres”. De esta forma Rousseau consideraba que las malas actuaciones de
los hombres, e inclusive las buenas, eran producto de la ciencia, el arte y
las instituciones sociales reinantes en un ámbito social. Y concretamente,
en su famoso Discurso sobre el origen de la desigualdad de los hombres le daba
una especialísima importancia a la propiedad privada de los medios de pro-
ducción, es decir, a la propiedad del capital, de los equipos, maquinarias y
las tierras como la causa de las desigualdades entre los hombres. Estas tesis
sobre la naturaleza humana, en la que la conducta no es libre sino deter-
minada por el ambiente o las instituciones, creó muchísimos problemas en
los últimos ciento cincuenta años y lo curioso es que de una u otra manera
se sigue sustentando.
Para comprender los efectos que han tenido en la humanidad las tesis
de Rousseau y de todos aquellos que sostienen que las instituciones o el
ambiente son determinantes de la conducta del ser humano, vamos a utilizar
la experiencia histórica que nos ha dejado el marxismo. Décadas atrás, hace
unos cuarenta o cincuenta años, cuando el marxismo estaba en su pleno
apogeo, muchos de los jóvenes partidarios de tal ideología en nuestro país
cuestionaban a los cristianos la posibilidad de que su doctrina solucionara el
problema de las injustas desigualdades entre los hombres. Según los marxis-
tas, después de dos mil años de cristianismo, estos no habían sido capaces de
lograr una sociedad sin explotados y explotadores, donde todos se tratasen
como hermanos y donde se pudiese disfrutar de la paz y la felicidad por el
cumplimiento de los principios cristianos. Según los marxistas, la ausencia
de tal sociedad es señal de que, en la práctica, el cristianismo no ha sido, ni
es capaz de solucionar los problemas de la humanidad.
Para Marx el mal fundamental de la sociedad consiste en la existencia
de dos clases sociales: explotadores y explotados, y la causa de esta divi-
sión se debe a la propiedad privada de los medios de producción. Para los
marxistas, la institución de la propiedad privada de la tierra o del capital
condiciona al propietario a ser codicioso y explotador; al querer acumular
riquezas a toda costa, no paga a los trabajadores lo que les corresponde. A
su vez, estos pierden en su pobreza el sentido de la dignidad personal y se
alienan, abandonando su propia persona a los vicios que los dañan y los
disminuyen como hombres.
Por lo tanto, suprimir la institución de la propiedad privada del capital
resolvería el problema en su raíz. Al dejar de ser propietarios, los capitalistas
dejan de ser codiciosos. Y los trabajadores, al dejar de ser explotados, dejan
135
de ser alienados y se despierta en ellos la fuerza creativa que les permitirá
resolver sus problemas y lograr la felicidad en esta misma tierra. La institución
de la propiedad tiene para el marxismo un poder mayor que el de Lucifer,
pues este último sólo puede tentar al hombre, pero según Marx la propie-
dad es capaz de obligar a actuar mal a los propietarios y a los trabajadores,
determina su conducta y su medianidad es mayor.
Para los marxistas, pues, el origen del mal está fuera del hombre, en
la institución de la propiedad privada. Para las religiones monoteístas, en
cambio, el origen de los vicios humanos y de la corrupción es diferente.
Así, para los cristianos la causa del problema es otra y se basan en las ense-
ñanzas de Cristo tomadas de los Evangelios. Una de las normas del Antiguo
Testamento (Lev. 11 y Dt. 14) exigía lavarse las manos antes de comer y
consideraba que comer alimentos impuros, como la carne de cerdo, conta-
minaba. Cuando los enemigos de Cristo, los escribas y fariseos, le reclamaron
públicamente que sus discípulos quebrantaban esa tradición de lavarse las
manos, Jesús les contestó:

… que nada fuera del hombre que entra en él puede mancharlo,


porque no entra en su corazón sino en su vientre, y va a la letrina.
Lo que contamina al hombre es lo que sale de él, porque del corazón
del hombre salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos,
homicidios, adulterios, codicia, dolo, intemperancia, envidia, blas-
femia, insensatez, todas estas cosas salen de dentro y hacen impuro
al hombre. (Mc. 7, 14-23)

Marx pensaba que el hombre se contaminaba con algo externo, como


era la propiedad privada de los medios de producción, y que, al desaparecer
ésta, desaparecería el drama humano de las diferencias de clase en la sociedad
causadas por la explotación del hombre por el hombre. Desafortunadamente,
la solución del problema es mucho más compleja.
Aun cuando los hombres sean capaces de diseñar y construir una so-
ciedad más perfecta basada en estructuras y políticas más justas, no existe
ninguna seguridad de que tal sociedad persista en el tiempo. Cada uno de
los seres humanos es libre de optar por el bien o el mal, por el egoísmo o
el respeto al otro, por el amor o el odio. Si en una sociedad o comunidad
muchos optan mal, no existirá estructura social, política o económica capaz
de resistir a la corrupción y a la destrucción que ello acarrea. Por tal razón,
Cristo afirma que son los hombres quienes contaminan las instituciones o
las cosas al optar por el mal, a diferencia de Rousseau y Marx quienes creían
que la institución de la propiedad era la causante del mal.
Un ejemplo puede servir para diferenciar la posición marxista de la cris-
tiana y la de otras religiones o posiciones frente al problema del mal moral.
Si se sabe que un hombre quiere asesinar a otro con un cuchillo de cocina:
136
¿cómo puede impedirse ese homicidio? Una solución sería eliminar todos
los cuchillos de cocina. Sin embargo, eso no garantiza que ese hombre no
se busque otra arma para matar. Y, por otra parte, nos privaríamos de algo
que bien usado, es útil. Tal solución se parece a la marxista. Al eliminar la
propiedad privada del capital, se elimina la explotación. ¿Pero no existen
otros medios de explotación como el poder, por ejemplo?
A diferencia del marxismo y de cualquier doctrina que enseñe que el mal
viene de fuera del hombre –como la creencia de que la condición humana
está determinada por los astros–, el Cristianismo, al igual que otras religiones
y corrientes de pensamiento, enseña que para superar la corrupción se debe
comenzar por reformar al hombre mismo. La solución no es fácil pero sí es
posible, como lo demuestran, por ejemplo, los alcohólicos anónimos quienes,
entre otras cosas, se apoyan para superar ese vicio en la ayuda de Dios.
Por ejemplo, la meta de las principales religiones es ayudar al hombre
a alcanzar su fin último, que es Dios, y esta meta se debe lograr a través
de la colaboración y el amor hacia los demás hombres. Una de las formas
en que se manifiesta ese amor es mediante la construcción de estructuras e
instituciones sociales más justas, que contribuyan no sólo a encauzar mejor
a los hombres hacia su fin principal, sino que les permitan una vida más
justa y feliz en este mundo.
De nada valen las mejores instituciones si el corazón de los hombres
que las informan no es justo, si en ellos no hay rectitud de intención. Si
los hombres son injustos ya se encargarán de adulterar y dañar las mejores
instituciones. Así se observa cómo en las épocas de gran inmoralidad, tam-
bién han existido rectas leyes que los hombres, sin embargo, han conseguido
burlar.
Jesús, en su tiempo, dio un ejemplo de esa situación. Un grupo de sus
coterráneos, los fariseos, encontró la forma de violar el mandamiento de
honrar al padre y a la madre, al inventar la costumbre de ofrecer sus bienes a
Dios, pronunciando sobre ellos la palabra Korban, es decir, que son ofrendas
sagradas (Mc. 7, 10-12). De esta manera los bienes no podían ser entregados
a sus padres, pero sí podían disfrutarlos ellos mismos. Así encontraron una
excusa para satisfacer su egoísmo. Si los hombres, obrando de ese modo
han conseguido pretextos para no ayudar a sus padres, ¿quién nos garantiza
que no los encontrarán para incumplir o violar las instituciones públicas o
privadas y obrar con injusticia frente a los demás hombres?
Las razones expuestas explican por qué, después de miles de años de
judeocristianismo y de otros miles de otras enseñanzas religiosas, los hombres
no han construido una sociedad perfecta, pues siempre habrá quienes opten
por el mal120. La lucha entre el bien y el mal es permanente en cada hombre

120
Las afirmaciones dichas en este párrafo coinciden con las del siquiatra judío Víktor Frankl, un prisio-
nero en los campos de concentración nazis, que al sobrevivir escribió varias obras como: Víctor, Frankl.

137
y por ende en cada sociedad. Para apreciar el significado de esta afirmación
basta que cada quien se observe a sí mismo y verá que tiene virtudes y defectos
en su lucha interior. De hecho lo que importa es el balance y la tendencia
hacia la cual nos inclinamos, sea hacia el bien o hacia el mal.
El bienestar que pueda lograrse en toda sociedad depende del grado
del éxito de la mayoría de los hombres en su lucha personal por superar las
tinieblas del egoísmo y abrirse a la luz de la verdad y del bien. De modo
que cuanto se pueda hacer por ayudar a los demás a optar por el bien, es
tarea muy importante. El hombre que opte por el bien y la justicia tenderá
a corregir, a mejorar, a crear y a mantener instituciones o estructuras sociales
más perfectas.
La tesis marxista ha mostrado su fracaso pues la eliminación de la
propiedad privada y de los bienes de capital no resultó para la creación de
“hombres nuevos” y una nueva sociedad libre de desigualdades más feliz,
más creativa, más productiva y eficiente. En tal sentido, consideramos que
el error fundamental del socialismo es de carácter antropológico. Sin em-
bargo, por ese error ¿cuántas decenas de millones no han muerto y cuántos
millones más han sufrido temor, persecución y encarcelamiento?
Las ideas de Locke y de Rosseau continúan ejerciendo influencia en la
sociedad actual. Particularmente entre los psicólogos, sociólogos, siquiatras y
educadores es muy frecuente encontrar la idea dominante, de que el ambiente
(algo exterior al hombre) es un factor determinante de la manera de actuar
de los seres humanos. Al referirnos al ambiente incluimos no sólo al medio
familiar, que es muy importante, sino a las instituciones, a las normas, a las
creencias en general y a la cultura. Y a tal punto se cree que el ambiente es
determinante de la conducta, que es frecuente que se considere que los niños
sólo reaccionan ante las influencias del medio ambiente en el que viven y, si
se llegaran a conocer todos estos factores ambientales relacionados con las
experiencias que deben vivir, quedaría explicada toda forma de conducta,
sea esta correcta o incorrecta.
Según eso, la conducta humana no es el resultado de la libertad personal,
pues se propone que el hombre es producto del ambiente, y particularmente,
hoy en día, del ambiente familiar y de los traumas que ha sufrido en su niñez.
Esta tesis parte de la idea de que somos efecto de la suma total de nuestras
experiencias y se basa en el principio de que como dicen muchos expertos,
los bebés nacen buenos y más tarde aprenden a hacer el mal.
Sin embargo, es importante que se comprenda que el tema no es la
pureza o la inocencia de los bebés. Nadie puede poner en duda su gran
valor como seres creados por Dios. El punto de desacuerdo se refiere a las

(2003). El Hombre en busca de sentido. Editorial: Herder. donde narra su experiencia refiriéndose tanto
a sus compañeros de prisión como a los guardias nazis. Él afirma que sólo “hay dos “razas” de hombres
en el mundo y nada más que dos: la “raza” de hombres decentes y la de los indecentes”. Pag: 126.

138
tendencias o inclinaciones que son innatas o heredadas. Los que creen en la
bondad innata quieren que creamos que por naturaleza los seres humanos son
generosos, honrados, respetuosos y bondadosos con los demás, que tienen
dominio propio, obedecen a las autoridades, etc. Y únicamente aprenden a
hacer el mal cuando se encuentran con una sociedad corrompida y desca-
rriada, por lo tanto las malas experiencias serían las responsables de su mala
conducta. Entonces, para crear niños saludables, los padres tendrían que
proporcionarles un ambiente lleno de amor y después… la bondad natural
brotaría de su interior.
Esta es la perspectiva humanista sobre la naturaleza infantil seguida por
millones de personas quienes creen que es cierto. La mayoría de los psicólogos
han aceptado y enseñado también estas nociones a lo largo del siglo XX. Sólo
hay un problema con este concepto: es totalmente erróneo121. Si esa tesis
fuese correcta, habría que preguntarse: si el hombre es naturalmente bueno
y bondadoso por nacimiento y la sociedad es la que lo ha corrompido, ¿Cuál
ha sido la fuente de corrupción de la sociedad? En realidad, nadie explica
este cuestionamiento y es necesario explicarlo, porque la corrupción debe
haber tenido alguna causa. Según la tesis ambientalista, para que alguien
sea corrupto, tiene que haber habido un ambiente previamente malsano, de
forma tal, que lo haya inducido a ser corrupto y a actuar incorrectamente.
Y si los hombres son buenos por naturaleza, ¿cómo es que han producido
ese mal ambiente que nos corrompe e induce al mal?
En segundo lugar, ¿cómo es que siendo buenos por naturaleza, después
de milenios no hemos corregido nuestra manera de actuar y todavía con-
tinuamos cometiendo los mismos errores, los mismos actos delictivos, las
mismas fallas morales que ya se habían cometido desde la antigüedad más
remota? ¿Qué es lo que ha impedido que podamos corregir esos males, si
somos naturalmente tan buenos como afirma la tesis? ¿Por qué en todos los
países y en todas las épocas se han presentado las mismas faltas? ¿Por qué
no existe ninguna sociedad totalmente exenta de ellas?
Si en efecto somos naturalmente buenos, lo razonable sería que hubiése-
mos puesto, desde hace tiempo, los medios para acabar con aquellos males.
Pero sean los Diez Mandamientos o su correlato actual de los Derechos
Humanos, sean otros códigos éticos como el de Hammurabí, lo cierto es
que se violan constantemente.
Por consiguiente, tanto si andan en malas compañías como si no, los
niños tienen una inclinación natural a la rebelión, al egoísmo, a la falta de
honradez, a la agresión, a la explotación y a la codicia, es decir, lo que hoy
llamamos la “sombra” del ser humano. Y estas incorrectas formas de conducta
no son aprendidas, son innatas en ellos y propias de la condición humana. En

121
Dobson, James. (1991). Respuestas confiables. Miami: Unilit. 1 Dobson es psicólogo y sus opiniones
se difunden en más de 2400 emisoras en todo el mundo.

139
realidad, el gran esfuerzo del educador consiste en corregir estas tendencias
y desarrollar los talentos y las otras aptitudes positivas del ser humano a fin
de darle luces sobre lo que es correcto y sobre todo, ayudarlo en su lucha
para que haga privar a estas últimas inclinaciones sobre aquellas otras:

Aunque el mundo secular de hoy vea con desdén esta perspectiva,


las experiencias que la apoyan son abrumadoras. ¿De qué otra forma
podemos explicar la naturaleza conflictiva e imperfecta de todas las
sociedades que hay en el mundo? Las guerras sangrientas han sido
la nota central de la historia mundial durante los años que tiene
el hombre en la Tierra. En todas las razas, en todos los credos del
planeta, siglo tras siglo, hay gente que ha tratado de violar, saquear,
quemar, hacer añicos y matar a los demás. La paz no ha sido más
que una pausa momentánea mientras se detenían a reponerse para
seguir adelante. Hace más de dos mil trescientos cincuenta años,
Platón dijo: “sólo los muertos le han podido ver un final a la guerra”,
y tenía razón122 (Dobson, 1991: 22).

En fin, ¿cómo explicamos esta maldad tan extendida en un mundo de


gente que es buena por naturaleza? ¿Cómo explicar ese desvío permanente
hacia estas formas antisociales e inmorales de conducta a pesar de que es
innata su bondad? De ser así, de conservar la bondad con la que nacen
los niños, seguramente, habrá alguna parte del mundo o comunidad que
haya sido capaz de conservarla. Pero, ¿dónde está? ¿Existe algún lugar así?
No, aunque admitimos que hay sociedades que son más morales que otras.
Con todo, ninguna de ellas refleja la armonía que se podría esperar de los
teóricos de la bondad natural. ¿Por qué no? Porque su premisa básica está
equivocada.
A título de resumen, basta observar las conductas de los niños desde que
son bebés y a medida que van creciendo. Para cualquier padre de familia o
abuelo, lo afirmado en los párrafos anteriores con respecto a las tendencias
negativas de los niños son hechos evidentes; basta observar, la conducta de
los propios hijos. Todos son diferentes y todos tienen algunas inclinaciones
negativas aunque varían de unos a otros, tanto en la naturaleza como en
la intensidad. A fin de cuentas, educar es reforzar los talentos y enseñar el
camino correcto, como lo es aprender a ponerse en el lugar del otro, y esto
es así por cuanto el niño tiene también el deseo de actuar bien y la capacidad
de aprender a hacerlo.
En realidad, el ambiente, las instituciones, la crianza, el medio familiar,
en fin, la cultura y las experiencias personales tienen sin duda influencia en las

122
Dobson, James. (1991). Respuestas confiables. Miami: Unilit.

140
personas. Por ejemplo, un indio nacido en una tribu del Amazonas brasilero,
que no conozca otra manera de pensar, que no tenga otros conocimientos
que los que le proporciona la propia tribu, lógicamente tiene limitaciones
en su libertad de escoger entre las muy diversas formas que el ser humano
ha descubierto para actuar de la mejor manera posible. Y creerá en muchas
cosas que sabemos están totalmente equivocadas, sea por nuestros avances
científicos, por nuestras experiencias o por el desarrollo moral e intelectual
del mundo en general. Pero hay una cosa que es cierta: dentro de esos limi-
tados conocimientos y dentro de las normas de conducta que le proporciona
la tribu dentro de todos estos límites a su libertad, él termina por decidir
libremente si actúa bien o mal, respetando o irrespetando las reglas éticas
que conoció en el medio en el que vive. Él tiene libertad para tomar esas
decisiones y esas son las decisiones éticas que en definitiva pueden llegar a
calificarlo de honesto, de corrupto, deshonesto y de contribuir a mejorar o
a empeorar la comunidad en la que vive.
Igual cosa ocurre en nuestra sociedad: todos al nacer contamos con
los aportes que nos hacen las experiencias y los conocimientos de nuestra
sociedad y con las experiencias críticas que tenemos que vivir a lo largo de
nuestra vida. Pero estas últimas son como un cruce de caminos frente al
cual tenemos que decidir cuál tomar. Así, en buena parte, nuestra propia
conducta depende de la forma en que reaccionemos frente a esas experiencias
críticas; y la forma en que usemos nuestra libertad para escoger lo que es
bueno y lo que es malo, es lo que en definitiva define cuán honestos o des-
honestos somos. El psiquiatra Víktor Frankl, a quien ya nos hemos referido,
había observado que entre sus propios compañeros judíos había personas
que le causaban mayores males que los que le ocasionaban los guardias
nazis de la prisión. Al mismo tiempo, observó que dentro de esos guardias,
algunos que eran mejores personas que muchos de sus compañeros judíos,
a tal punto de que el mismo jefe de la prisión fue protegido por jóvenes
judíos frente a los invasores norteamericanos a fin de que éstos últimos le
garantizasen la vida. De modo tal que la conducta a adoptar viene a ser un
asunto de cada individuo y las sociedades terminan siendo peores o mejores
según el número de individuos que se inclinen a favor de actuar correcta
o incorrectamente.
Por norma general, en los estudios universitarios de las ciencias sociales,
tales como la economía, la sociología y en los estudios políticos, se suele
evitar comentar la importancia que puede tener la religiosidad y la existen-
cia de Dios en esas áreas de estudio que se estiman de carácter científico y
totalmente desconectadas de la religión.
Sin embargo, en la práctica, nosotros observamos que la gran mayoría
de la población, quizás algo más de un 90% de ella, cree en la existencia de
un ser superior. Y para muchos de ellos, ese ser superior tiene influencia en
lo que les ocurre y en lo que ocurre en todo el país y en el mundo entero.
141
Es decir, creen en la “providencia de Dios” que ejerce, sin duda alguna,
influencia en la actividad humana.
En segundo lugar, hay otro grupo que no está seguro de la existencia
de Dios. A éste se le suele calificar de agnóstico y es menos numeroso, pero
menor es el grupo que abiertamente no cree en Dios. Quizás no pasen del
2% o 3% de la población total. A pesar de eso, la experiencia también nos
enseña, que dentro del numeroso grupo que dice creer en la existencia de un
ser superior se ha desarrollado, de hecho, una tendencia creciente a pensar
que Dios no tiene mucha influencia en la vida personal de cada quien, ni
contribuye a su existencia de una manera eficaz. Es como si estuviera lejos
de ellos y no tuviera injerencia en los asuntos humanos. Aun cuando dicen
creer en un ser superior, en la práctica, estas personas, terminan actuando
como si Dios no existiera y todo dependiese de ellos. En este sentido se
acercan más al grupo de los no creyentes. Si esta afirmación es cierta, como
lo parecen demostrar las estadísticas, ocurre que se hace cada vez más co-
mún dudar de la existencia de otra vida después de la muerte. Y también
se duda de la posibilidad de ser juzgados por las acciones cometidas en este
mundo o, cuando menos, la muerte se ve tan lejana que no se suele pensar
en estos asuntos.
La realidad descrita, que se ignora en los estudios científicos como ve-
remos, tiene mucha influencia sobre los problemas que hemos comentado
acerca de la corrupción, la gobernabilidad y la prosperidad. Y por tal razón
no nos explicamos por qué no se han estudiado los efectos y la trascendencia
de las creencias religiosas en áreas tan importantes como las que estamos
considerando e inclusive, como veremos después, en un área tan fundamental
como es la del desarrollo económico.
Siendo eso así, nos proponemos considerar en lo que sigue, el significado
de la religiosidad y de la existencia de Dios en el comportamiento social
de las personas. Comencemos por afirmar que para obrar moralmente y
perseverar en los sanos principios, la gente necesita tener buenas razones,
motivos o principios morales. Lo que ocurre en muchos casos es que las
exigencias del deber ético en ocasiones imponen sacrificios que no tienen
lógica para aquellas personas que consideran que la vida es corta y que ven
en ella la única oportunidad que tienen de ser felices.
Es evidente que esta filosofía materialista de la vida se opone radicalmen-
te a las motivaciones que derivan de una fe religiosa. Según esta última, el
hombre viene a la Tierra a hacer el bien a los demás y a amar a Dios sobre
todas las cosas. Sólo así se logra la paz interna que proporciona una felicidad
más profunda y se goza de la esperanza de otra vida mejor. Aquí se aplica
el principio, que no es únicamente cristiano ni judío ni mahometano, sino
que ya compartían filósofos griegos y pensadores asiáticos de: “Hazle a los
demás lo que te gustaría que te hicieran a ti”. Pero este principio o norma,
que posteriormente hemos llamado la “regla de oro”, es la clave para entender
142
el sentido de la vida que impone la religión. Por ejemplo, Jesucristo afirmó
que todas las enseñanzas de la Biblia se resumen en amar a Dios sobre todas
las cosas y al prójimo como a uno mismo. Es decir, repite el concepto de
la “regla de oro”. De tal manera que la razón de ser religioso inculca en lo
más profundo del ser humano la necesidad de actuar correcta y éticamente
aun en los ambientes más difíciles.
Tal como se ha señalado, creemos que hay una relación de causa-efecto
entre los valores éticos y el desarrollo económico y social. También, cree-
mos haber demostrado que cuando menos, las religiones monoteístas no
solamente aportan esos valores, sino que fundamentan con gran solidez la
necesidad de cumplir con ellos, pues fundamentan la conducta en la creencia
en un Dios providente que remunera a los que obran bien, es decir, a los
que aman a Dios y al prójimo como a sí mismos.
Finalmente, conviene agregar que todas esas ventajas de cumplir con la
ley de Dios se dan por añadidura o por supuestas y el creyente debe ocuparse
con preferencia en concentrar sus esfuerzos en cumplir con la ley del amor
a Dios y al prójimo y no detenerse en cálculos sobre las añadiduras, pues en
la medida en que lo haga se aleja de la perfección que ofrece el amor. Este
último es el que da motivo o sentido a la vida.

143
Capítulo V
La formación del capital moral. De cómo inculcar
los valores apropiados y erradicar los antivalores

ES IMPRESCINDIBLE TOMAR CONCIENCIA


Muchos antivalores son percibidos como positivos. La viveza, por ejem-
plo, es percibida como habilidad, sagacidad, ingenio, creatividad, rapidez
mental, sentido de oportunidad y otras tantas notas similares; todas enco-
miables. La indisciplina tampoco es vista como tal, sino como flexibilidad,
tolerancia, adaptabilidad, distensión, amplitud de criterios y algunos otros
adjetivos equivalentes. Por último, el locus de control externo lejos de ser
percibido como la falta de iniciativa personal o del ejercicio responsable de
la propia libertad, se lo ve como el derecho a “recibir” del Estado la cuota
parte de la supuesta riqueza nacional que a todos pertenece.
En todo caso otros muchos perciben que tales antivalores son moral-
mente incorrectos pero como son parte de nuestra cultura los aceptan y los
incorporan a su conducta, conformándose con esa realidad. En consecuencia,
debemos concienciar a la población de que todas esas presuntas cualidades
positivas con las que se enmascaran los “antivalores” no son tales, y por el
contrario, hay que poner en evidencia que la viveza, el pantallerismo, la
indisciplina y la falta de control interno, conspiran contra toda posibilidad
de desarrollo personal y social.
L. E. Harrison en El subdesarrollo está en la mente (1987), se pregunta
¿Qué pueden hacer las sociedades para garantizar que sus valores y actitudes
sean los convenientes para acelerar el progreso y sostenerlo en el tiempo?
Contestaremos con sus palabras iniciales:

Al plantear esta pregunta, cruzamos la frontera del conocimiento


científico. Aunque muchos sociólogos han observado y analizado el
cambio cultural, muy pocos se han planteado la cuestión de cómo
lo guiamos conscientemente y lo aceleramos, y, la mayoría de estos
pocos han tratado la cuestión especulativa e intuitivamente. Mis
propias recetas que van a continuación son, lo admito, especulativas
e intuitivas123 (Harrison, 1987: 248).

123
Harrison, Lawrence. (1987). El subdesarrollo está en la mente. Madrid: Playor.
145
Sin duda alguna, a pesar de los esfuerzos realizados hasta el presente, se
puede discrepar acerca de cuáles son los valores que se requieren y que deben
inculcarse. Sin embargo, no es difícil un consenso, en todo caso, respecto de
la necesidad de divulgar y promover, de la mejor forma posible, los valores
que se determinen como necesarios para el desarrollo humano en la socie-
dad. Es más, el problema no sólo consiste en seleccionar y concienciar a la
población de los valores que son necesarios, sino, que hay que formar hábitos
acordes con tales valores; el alumno puede interiorizar la conveniencia de
estudiar diariamente, pero lo importante es que lo haga y forme el hábito
correspondiente y esto solamente se logra mediante la promoción constante
de los valores y la demostración de su ejercitación. Por eso, en lo que sigue
vamos a sugerir varios de los posibles caminos que sirven para la promoción e
inculcación de los valores útiles para la buena marcha de la economía y de la
organización social en nuestro país, así como de los hábitos correspondientes,
sin ánimo de ser exhaustivos y sin pretender agotar el tema.

CURSOS DE ORIENTACIÓN FAMILIAR PARA MAESTROS, PROFESORES,


PADRES Y ALUMNOS
Consideramos de la mayor utilidad los cursos dictados a los padres de
familia y a los maestros. Conocemos a este respecto una organización sin
fines de lucro de nombre Enlace (En la Comunidad Encuentro A.C.) que
opera en México desde hace varios años y que ha desarrollado cursos de
este tipo con éxito. Esta asociación civil, según hemos podido conocer, en
el período de 1991 a 1998, había entrenado a 7.700 maestros en cursos de
orientación familiar cuya duración fue de 160 horas en 36 sesiones. Esta
tarea fue realizada en las barriadas marginales y tuvo un amplio radio de
expansión, puesto que los participantes eran maestros que luego trasmitieron
los conocimientos adquiridos a 308.000 padres de familia con influencia
sobre dos millones de alumnos. Esa Asociación ha desarrollado todo un
material de apoyo y diversos libros sobre la materia y aspira a alcanzar metas
aún mucho más ambiciosas en el futuro.
Los cursos dictados a los padres de familia pueden ser considerados
un arma realmente estratégica en la promoción de los valores, porque los
padres y las madres cumplen esa función mucho mejor que la escuela, la
cual sólo reforzaría y ampliaría, de una manera subsidiaria, las enseñanzas
que se reciben en el hogar. El ejemplo de los padres es el mejor medio para
enseñar a los hijos la manera de vivir. Si hubiera discordancia entre el hogar
y la escuela, ésta tendría que multiplicar su esfuerzo, siempre en desventaja,
para lograr superar las limitaciones que existan en el hogar.
Por esta razón, estimamos que los cursos para padres, aun cuando
sólo logren crear conciencia de la utilidad y conveniencia de los valores,
constituyen un avance, pues neutralizarían al menos en parte, la difusión
de los antivalores y sembrarían la idea de los valores y su necesidad. Por
146
estas razones queremos insistir en la necesidad de promover este tipo de
formación entre los maestros, y a otras instituciones interesadas, que serían
los agentes multiplicadores entre los padres para lograr la perseverancia de
sus hijos en el cumplimiento de los valores elegidos.
Por otra parte, téngase en cuenta que el desarrollo de cursos para pa-
dres debe fundarse en un exacto conocimiento de la realidad de la familia
venezolana, que tal como hemos visto es matricentrada. Este hecho supone
aumentar las investigaciones para confirmar y ampliar los resultados conoci-
dos y determinar la estrategia adecuada para escoger los valores apropiados
en los que debe insistirse con más fuerza, así como los razonamientos o
argumentaciones que justifiquen su utilidad y aplicación.
No hay duda que uno de los medios eficaces para lograr la toma de con-
ciencia y la formación de hábitos de los valores son los medios de comunica-
ción. Esta afirmación implica que habría que poner énfasis en su enseñanza
y propagación entre aquellos que trabajen en los medios y particularmente,
en las escuelas de “comunicación social”. También, podrían premiarse con
generosidad a los que logren no sólo cumplir correctamente su misión de
comunicador, sino también, por ejemplo, a aquellos libretistas de novelas
que además de entretener, propagasen los valores y sus beneficiosos efectos
haciéndolos encarnar en los protagonistas, al mismo tiempo que evidencian
los perjuicios que originan los antivalores que se atribuyan a los villanos.
Algo semejante se podría hacer con creativos de la publicidad.
Convendría que tanto el Estado venezolano como las instituciones
privadas organizaran fundaciones con representantes de instituciones que
gocen de prestigio nacional, para financiar a través de ellas la publicidad de
los valores en los medios. Para tal fin se estima que existen medios del Estado
que incurren en altos costos y tienen poca receptividad en los ciudadanos.
Los fondos que anualmente se gastan en estos medios podrían ser usados
para otorgar premios a quienes se distingan difundiendo los valores.

LA CREACIÓN DEL CAPITAL SOCIAL


El aprendizaje de las actitudes sociales convenientes –valores– no es
nada fácil como bien lo reconocen todos los estudios que se realizan sobre
este importante tema. El muy reciente y varias veces aquí citado Proyecto
pobreza de la Universidad Católica Andrés Bello reconoce –y nosotros lo
compartimos plenamente– que es en la familia donde todo ser humano
adquiere sus valores –o antivalores– más arraigados y en ausencia de ésta
como formadora de los valores positivos, son la escuela y la empresa for-
mal, los ámbitos de “socialización” en los cuales la persona que en ellos se
inserte, habrá de adquirir las actitudes y hábitos pertinentes al desarrollo
humano y social.
A nuestro juicio, conviene señalar, además, que es en el vecindario
urbano –barrio o urbanización– donde puede incidirse más eficazmente
147
en la “creación de capital social” mediante la implantación de “formas de
organización” que induzcan particularmente a los adolescentes, a la prác-
tica, cuasiforzada, de algunos valores sociales básicos para la convivencia
armoniosa y fecunda. De allí nuestras propuestas sobre organización veci-
nal ampliamente desarrolladas en el capítulo VII. Sin embargo, queremos
destacar aquí, de modo particular, cómo la creación del capital social con-
tribuye a la inculturización de varios de los valores que demanda el cabal
desarrollo humano y social. A partir de los años 80, el sociólogo James S.
Coleman junto con el politólogo Robert D. Putnam, han divulgado con
gran fuerza ese nuevo concepto de “Capital Social” que hoy en día es objeto
de numerosos estudios.
Robert Putnam, profesor de la universidad de Harvard y Presidente de la
Asociación de Ciencias Políticas de los Estados Unidos, nos presenta, en un
libro suyo de reciente publicación, las siguientes consideraciones en torno a
lo que significa el capital social. Putnam cita a Michael Woolcok y a Deeta
Narayan, quienes nos exponen la idea básica del capital social, la cual se
reduce a que, para cada persona, su familia, sus amigos y sus compañeros:

… constituyen soporte importante al que recurrir, o con quienes


disfrutar, o en quienes apoyarse para obtener algunas ventajas ma-
teriales. Además, esto que es cierto para los individuos también vale
para los grupos. Las comunidades con recursos variados de redes
sociales y asociaciones cívicas, se encuentran en una posición más
sólida para hacer frente a la pobreza y la vulnerabilidad, resolver
disputas y sacar partido de oportunidades nuevas124 (Woolcok y
Narayan, 2000 en Putnam, 2003).

Putnam define, pues, el Capital Social como:

... las redes sociales y las normas de reciprocidad asociadas a ellas que
al igual que el capital físico y humano (maquinarias y herramientas
y el conocimiento), crean valor, tanto individual como colectivo,
así que podemos “invertir” en construir una red de relaciones
(Putnam, 2003).

Después Putnam cita a Michael Argyel quien afirma que:

Docenas de estudios han demostrado que la posesión de capital


social permite pronosticar la probabilidad de la felicidad humana

124
Putnam, Robert. (2003) (Editor). El declive del capital social. Barcelona: Nueva Galaxia Gutenberg.
Él cita a M. Woolcock y Deeta Narayan “Social Capital: Implications for Develomenp Theory, Reserch
and Policy”. The World Bank Observer, 1 (agosto 2000) pp. 225-249.

148
mejor que la posesión de capital económico. De hecho, según la
conclusión particular más común de medio siglo de investigacio-
nes sobre los correlatos de la satisfacción con la vida en países de
cualquier parte del mundo, el mejor predictor de la felicidad es la
amplitud y profundidad de los contactos sociales de una persona”125
(Putnam, 2003).

Es evidente que a lo largo de este siglo XX y particularmente desde su


segunda mitad hasta el presente, ha habido un fuerte proceso de urbanización
en Latinoamérica. La gente abandonó el campo, y las ciudades han ido cre-
ciendo enormemente. Este fenómeno ha causado cambios que ya se habían
producido antes en los países desarrollados. Fukuyama cita a Ferdinand
Tönnier para referirse al cambio de la vida de la aldea o el campo, donde
había una densa red de relaciones personales que descansaban en el trato
directo y en el parentesco, las cuales estaban sujetas a normas tácitas, donde
había una gran interdependencia en todas las áreas que posteriormente pasó
a convertirse en ciudad, la cual se refiere a una sociedad compleja en la que
operan leyes y regulaciones formales e informales con menos obligaciones
morales entre los miembros de esa colectividad126.
En términos generales, tal como lo afirma Putnam en El declive del
capital social, el único punto de vista particular común predominante entre
los sociólogos, ha sido probablemente, que los lazos comunitarios se han
atrofiado a medida que la sociedad se ha modernizado e industrializado, es
decir, a medida que ha dejado de ser una aldea. Sin embargo, esta “teoría
de la modernización”, del paso de la aldea o del campo a la ciudad, no
explica los cambios que han permitido que se desarrollen nuevas formas de
capital social en sustitución de las que anteriormente había en las pequeñas
comunidades o aldeas. Por todo eso queremos detenernos a examinar si
estas nuevas formas de capital social que se desarrollan en las zonas urbanas
están creciendo o se están deteriorando y cuán suficientes son en nuestros
países latinoamericanos.
A este respecto Putnam comienza por señalar que hay formas de capital
social muy difíciles de medir. Tal sería el caso de los almuerzos en familia,
que no sólo dependen del número de veces que ocurren sino de la intensidad
y calidad de los mismos. Formas como éstas de “capital social informal” son
numerosas, y difíciles de medir.
Por otra parte, Putnam advierte en el mencionado libro cómo algunas
instituciones importantes del “capital social formal”, tales como la participa-

125
Putnam, Robert (2003). El declive del capital social. Barcelona: Nueva Galaxia Gutenberg. S. A.
Ob. cit.
126
Fukuyana, Francis. (1999). La gran ruptura. Editorial Atlántida. En: Tönnior, Ferdinand. (1995).
Comnunity and association. Londres: Roufledge y Kegab Paul.

149
ción de los ciudadanos en las elecciones y en los partidos políticos, así como
su afiliación a los sindicatos y la asistencia a las reuniones de las iglesias, vienen
deteriorándose en los países más desarrollados. Tales formas de capital social
fueron particularmente estudiadas en ocho países desarrollados pertenecientes
a la OCDE. A las conclusiones a la que llega Putnam revelan lo siguiente: en
primer lugar, hay un descenso en la participación electoral en casi todo el mun-
do. En segundo lugar, el descenso también se da en la afiliación a los partidos
políticos. En tercer lugar, ha habido igualmente un descenso en la afiliación
sindical. En cuarto lugar, también ha habido un descenso en la participación
y asistencia a la iglesia, mayor en Europa que en los Estados Unidos.
De lo indicado se desprende una conclusión evidente. El declive de
los partidos, los sindicatos y las iglesias, que en el pasado dieron oportu-
nidades a los menos afortunados y también le dieron el sentido a la vida
de los emprendedores preocupados por la cuestión social y el bienestar de
los conciudadanos, se puede vincular a un descenso en la confianza social.
Y en este sentido Putnam afirma que “la mengua de la participación en
las elecciones, en los partidos políticos, en los sindicatos y en las iglesias,
parecen ser prácticamente universales. Estas formas de capital social fueron
particularmente importantes para brindar oportunidades a los sectores de
la población con menos estudio y fortuna. También eran la encarnación de
objetivos sociales más amplios –la liberación de la clase obrera, la salvación
de las almas o la consecución de cambios programáticos de la sociedad– no
meramente en sus “declaraciones misionales”, sino también, en las vidas de
los activistas individuales.
Como bien se puede apreciar, este punto de vista contradice el opti-
mismo de Ronald Inglehart, quien observando la prosperidad después de la
postguerra llegó a la conclusión de que la próxima meta de los seres humanos
sería la de una mayor participación, la liberación y el idealismo. Pues bien,
Putnam difiere de ese optimismo pues señala expresamente que:

… en nuestra obra, en cambio, encontramos ciertas pruebas de la


existencia de una brecha generacional diferente: una cohorte joven,
singularmente desinteresada por la política, que desconfía tanto de
los políticos como del prójimo en general, escéptica hacia los asun-
tos públicos, menos inclinada a la participación en organizaciones
sociales permanentes. Las pruebas de la existencia de este cambio
generacional son más fuertes en los Estados Unidos y Reino Unido,
pero ciertos indicios de una tendencia similar los hay en Alemania,
Suecia, Japón y otros países127 (Putnam, 2003).

127
Putnam, Robert (2003). El declive del capital social. Barcelona: Nueva Galaxia Gutenberg. S. A

150
Putnam considera que los efectos más importantes que ha causado el
desgaste del capital social se reflejan tanto en la educación y bienestar de
la niñez como en la propia familia. Tal cosa ha ocurrido durante estas dos
últimas generaciones. Con respecto a la niñez, señala el fenómeno de la
caída del rendimiento escolar, el cual está ligado al decrecimiento del nivel
de capital social, hecho que es de especial trascendencia, pues influye en el
desarrollo personal, en el grado de compromiso social que estarán dispuestos
a asumir los jóvenes, y en la calidad de la interacción social que tendrán
con las demás personas.
Por otra parte, los padres se involucran menos en la educación de sus
hijos y también en sus actividades extraescolares y, además, el ambiente
generado en la colectividad, en el que se confía menos en los demás y en
las instituciones, influye en el comportamiento de las personas y en el resto
de la comunidad128.
A la variedad de explicaciones que se han dado para el declive del capital
social, podríamos agregar la llamada actividad del Estado, puesto que este
último puede estimular el capital social si subsidia o financia actividades y
asociaciones voluntarias privadas, permitiendo a las empresas deducir de
los impuestos los aportes que hagan a esas organizaciones encaminadas a
satisfacer y proporcionar servicios a las comunidades, estimulando así, a
todos aquellos civiles deseosos de cooperar y solidarizarse con las necesidades
de otros. O también, el Estado puede contribuir a incrementar el capital
social con un proceso de educación masiva y, sobre todo, corrigiendo los
problemas de corrupción que existen entre los dirigentes y su burocracia,
a fin de afianzar una mayor credibilidad, la confianza en los políticos y en
las organizaciones políticas.
Como demostramos en el capítulo III del presente estudio, luego del
diagnóstico de la educación en el país, propusimos soluciones para que éste
adquiera un desarrollo educativo masivo, particularmente entre los secto-
res más desposeídos de la población, vinculando la solución de la pobreza
crítica que, a su vez, condiciona la superación del problema educativo.
Además, también es importante señalar que en el capítulo VII, destinado a
la descentralización de los municipios y a la organización de las barriadas, la
propuesta que allí se hace está encaminada a insistir en la descentralización,
fundamentalmente, de los municipios en “condominios” o “minimunici-
pios”, dirigida a contribuir eficazmente al desarrollo del capital social de
los sectores que más carecen de él. También se promueve el Capital Social
en el tema en el cual tratamos de la economía informal.
Adicionalmente, deben promoverse muchas organizaciones sociales inter-

128
Véase a Putnam, Robert. (2000). Jugando al bowling solo. Edición de Simón-Schenter. Del cual existe
un excelente resumen hecho por Alejandro Schtumann que forma parte de la Biblioteca Digital que
tiene el Banco Interamericano de Desarrollo en su página web de Ética y Desarrollo.

151
medias con cuantos propósitos puedan ser útiles para consolidar redes sociales
y cultivar valores humanos. Como, por ejemplo, asociaciones y clubes depor-
tivos, la organización de los niños exploradores conocida como boy scout,
los grupos corales y de teatro, las organizaciones de servicio comunitario y
otras, para todo lo cual es conveniente contar y fomentar el apoyo a las iglesias
establecidas. Es bueno destacar, en este punto, la experiencia encomiable del
Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles, creado por el tesón y
el talento de José Antonio Abreu, como ejemplo de los altos logros que en
materia de formación de capital social y de inculturación de valores humanos
y sociales pueden alcanzarse mediante ciertos proyectos. Es necesario “generar”
redes sociales en las que las personas singulares “practiquen” y se “beneficien”
de valores tales como la solidaridad, el respeto a los demás, la responsabilidad,
la honestidad y la disciplina, en beneficio propio y del grupo.
Siguiendo en parte los significativos planteamientos de Francis Fukuya-
ma, el mundo moderno se caracteriza por una búsqueda de mayor libertad
que se refleja en la ruptura con las normas tradicionales. Han surgido así
numerosos movimientos “libertarios” que han conducido a una situación
en la cual la moral, conocida como las normas de conducta hasta ahora
aceptadas, ha perdido la fuerza que antes tenía, generando una tendencia
que aleja a las personas de las asociaciones. Hoy se exalta la libertad con
énfasis en el individualismo para justificar todo tipo de libertad, razón por
la cual se hace oposición al “moralismo”. En resumen, se han socavado los
“valores morales heredados o tradicionales” y se han alterado, ciertamente,
las relaciones y las instituciones existentes, aunque se han creado otras.
Fukuyama, para reducir el campo de estudio y de eventual discusión
sobre la cuestión moral, se limita a un subgrupo de normas que, según él,
constituyen el capital social, que tal como él lo entiende, es un:

… conjunto de valores o normas informales compartidas entre los


miembros de un grupo, que permiten la cooperación entre los mis-
mos. Si los miembros de ese grupo observan que los demás integran-
tes del mismo se comportan en forma correcta y honesta, terminarán
por confiar los unos en los otros129 (Fukuyama, 1999).

De esta forma, Fukuyama continúa afirmando, al igual que todos los


estudiosos del capital social, que la confianza que nace entre los grupos
que comparten valores de honestidad, solidaridad y corrección, viene a ser
el “lubricante” que hace que cualquier grupo u organización funcione en
forma más eficiente.
Por tal razón, al examinar el capital social observamos que los valores

152
morales no son limitaciones arbitrarias que restringen la capacidad que tiene
todo individuo de hacer elección de sus propias reglas de conducta, sino
que son una condición previa y necesaria a cualquier tipo de actividad que
requiera la convivencia con otras personas, sea la familia, sean las asociaciones
intermedias de todo tipo o las demás instituciones públicas y sociales.
Hoy por hoy, para muchos, las limitaciones a la libertad personal que
son necesarias para la vida en comunidad, no parecen ser algo evidente e
imprescindible. Incluso es fácil observar cómo la gente, para “liberarse”
y realizar la búsqueda de su propia felicidad, se separa del cónyuge, de
su familia, de sus hijos, de su vecindario, de su lugar de trabajo y de los
compromisos cívicos y con esto, tienden a elegir lo que desean; pero ese
proceso de desvinculación, que después es sustituido por otros vínculos,
afecta a los vínculos sociales en general. Hay un menor compromiso y el
resultado es un aumento del sentimiento de soledad y desorientación en el
mundo moderno130.
La necesidad de convivir en múltiples asociaciones, demanda la necesi-
dad de reglas y normas de conducta que nos comprometan y nos ayuden a
ser capaces de actuar de forma tal, que estemos aptos para cooperar, con la
esperanza de que los otros lo harán también con nosotros. Esto último es la
clave. Si hay confianza en que los otros cumplirán las reglas, se generará el
capital social y estas reglas serán la base del buen funcionamiento de toda
la sociedad, tanto de la política como de la económica y opere en beneficio
de todos los que la integran.
Por tal razón, hoy, al llamado capital físico (maquinarias, herramientas)
y al capital humano (conocimientos y valores) para explicar las causas del
crecimiento económico, se añade el “capital social” como factor indispen-
sable que nos conduce a la prosperidad. Por lo tanto, se propicia la creación
y el buen funcionamiento de numerosas sociedades intermedias –desde el
condominio de las viviendas, pasando por la organización y administración
directa del vecindario y la administración societaria de la escuela, hasta la
participación en política– todo lo cual demanda “valores cívicos” que, a
su vez encontrarán molde y fragua adecuados en la praxis de todas esas
instituciones.

130
La tendencia al aislamiento, a no asumir compromisos como los del matrimonio ya ha tenido efectos
crecientes en muchos países desarrollados. Fukuyama comenta: “La cantidad de personas que viven
solas ha crecido en forma significativa… Escandinavia, la región donde mayor deterioro ha sufrido la
familia nuclear es una de las áreas con más solitarios: aproximadamente la mitad de todos los hogares
está conformada por personas que viven solas (En la ciudad de Oslo, la cantidad de personas que viven
solas asciende al 75% de todos los hogares) En Noruega el promedio es del 45% y en los Estados Unidos
ya alcanza el 25% de la población. En los Países Bajos, es del 31,8%. Véase Fukuyama, Francis. (1999).
La gran ruptura. Madrid: Atlántida. Observemos, además, que el número de los hijos que nacen fuera
del matrimonio es creciente. Por ejemplo en Francia casi se acerca a la mitad de los nacimientos.

153
LA IMPORTANCIA DE LA FE RELIGIOSA Y SU PRÁCTICA
Un dato que revela la encuesta realizada a 13.000 hogares venezolanos
por el citado estudio de la pobreza de la UCAB,131 es que el 85% de los en-
cuestados dice ser católico, mientras que el 15% restante se distribuye de la
siguiente forma: un 5% son evangélicos, otro 5% son ateos, un 2% judíos y
el 3% de otras religiones. La gran mayoría de los encuestados son cristianos,
entre católicos y evangélicos alcanzan el 90% y si a esto le sumamos el 2%
de judíos, tenemos que un 92% pertenece a dos religiones monoteístas de
amplia trayectoria, mientras que apenas un 5% dice ser ateo.
Ya vimos en el capítulo precedente, cómo la religión contribuye a la
promoción de los valores que sustentan el desarrollo económico y social.
La fe, muy especialmente la de los credos monoteístas como el cristiano,
ayuda apreciablemente al desarrollo ético personal que conduce al respeto
de los derechos humanos y a la práctica de virtudes favorables al desarro-
llo económico y social. Por esas razones, y sobre la base de la religiosidad
arraigada, consideramos no sólo útil, sino necesario y justo que en los
planteles de educación pública se enseñe religión en los distintos niveles y
que los representantes, o los alumnos mayores de edad, escojan los cursos
de religión que deseen.
Para el caso de alumnos cuyos representantes sean ateos o agnósticos
convendría que de todos modos, se les dictaran cursos que promuevan los
valores humanos aunque no estén basados en la fe religiosa. Se trata de
un derecho que tienen los alumnos a recibir, en todo caso, una formación
humana integral, derecho de cuyo ejercicio cabal se beneficiaría enorme-
mente al país.

LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN Y LA ADQUISICIÓN DE VALORES HUMANOS


Todas las religiones, cuando realmente tienen como propósito regular las
“relaciones” de la persona humana con Dios, traen como resultado práctico
la “elevación” de la persona a estadios de desarrollo más altos cuanto mayor
sea la relación entablada con Dios. Así mismo, de la relación de cada uno
con Dios, deriva, como corolario, una elevación simultánea del aprecio y
respeto de cada uno por los demás. Para referirnos al que en concreto nos
atañe, los diez mandamientos que son base común del código moral de
judíos y cristianos. Del mandato primero de: “amar a Dios sobre todas las
cosas” –lo que significa: querer en sumo grado el bien supremo, la sabiduría
plena, la máxima belleza, etc.– se pasa, de inmediato, a la “necesidad” de
rendirle culto a ese Ser Supremo y sobre todo, a la necesidad de “respe-
tarlo” al punto de que “su nombre” no puede ser invocado en vano. Pero,
los “mandamientos de la Ley de Dios” no paran ahí, en la regulación de la

131
Detrás de la pobreza. Págs: 122-123.

154
relación de la persona con su Creador, sino que inciden, a renglón seguido,
en la “relación de las personas entre sí”, comenzando por el acatamiento de
la autoridad social natural, representada en primera instancia por los propios
padres, para luego establecer el respeto a la vida de todos –“no matarás”– y
al de sus bienes y demás “derechos humanos”. En palabras de Jesucristo,
amar, servir y ayudar al prójimo, especialmente a los más necesitados, es
una forma de amar a Dios.
No cabe duda alguna de que estos “mandamientos”, encarnados pri-
mero por el pueblo judío y su sólida cultura teocéntrica, para luego ser
ampliamente difundidos por el cristianismo con el “nuevo enfoque” que
les aportó Jesús de Nazaret, han sido junto con la cultura grecolatina, la
base del desarrollo de la llamada “civilización occidental”, la cual, si bien ha
tenido graves desviaciones y distorsiones respecto de las pautas “religiosas”
originarias, también condujo a la humanidad a conquistas definitivas como:
la aceptación de la democracia como modo superlativo de la convivencia
humana y el reconocimiento de la dignidad personal de todos los seres
humanos como fundamento de iguales derechos para todos132.
La tesis de origen marxista, según la cual la religión es el “opio del
pueblo” que conduce a las mayorías pobres y oprimidas a permanecer
“resignadas” en su postración y alienación actuales, a la “espera” de una
“vida futura” en la cual serán felices para siempre, se fundamenta en una
lectura equivocada de las enseñanzas de Jesús, las cuales, en ocasiones han
sido trastrocadas por algunos cristianos. Ya Max Weber, argumentaba como
el gran desarrollo económico –y el subsiguiente bienestar social– alcan-
zado por los países industrializados entre mediados de los siglos XVIII
y XX, se debió a la influencia del cristianismo según lo concibieron y
practicaron los reformadores luteranos y calvinistas; pero, independien-
temente de eso, cuando se examinan las enseñanzas de Jesús, tal como
se las encuentra consignadas en los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas
y Juan, se descubre, enseguida, el enorme potencial que esas enseñanzas
encierran para elevar a las personas al más alto grado de superación per-
sonal y, en consecuencia, llevar a toda la humanidad a su plenitud como
tal. Veamos, para ilustrar lo que acabamos de exponer, uno de los pasajes
de esa enseñanza que muchos “mal interpretan” como propiciadora de la
resignación y el inmovilismo.
Jesús dijo:

… por lo tanto yo les digo, no se preocupen por lo que han de co-


mer o beber para vivir ni por la ropa que han de ponerse. ¿No vale
la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren las

132
En todo caso, a pesar de la irreligiosidad de la Revolución Francesa sus lemas y principios básicos de
libertad, igualdad y fraternidad fueron tomados del cristianismo.

155
aves que vuelan por el aire: ni siembran, ni cosechan ni guardan la
cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en
el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las aves! En todo
caso por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongarse su
vida ni siquiera una sola hora? ¿Y por qué se preocupan ustedes por
la ropa? Fíjense como crecen las flores del campo: no trabajan ni
hilan. Sin embargo, les digo que ni siquiera el Rey Salomón, con
todo su lujo, se vestía como una de ellas. Pues si Dios viste así la
hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno,
¡con mayor razón los vestirá a ustedes, gente falta de fe! Así que no
se preocupen, preguntándose: ¿Qué vamos a comer? ¿Qué vamos
a beber? o ¿Con qué vamos a vestirnos? Todas estas cosas son las
que preocupan a los que no conocen a Dios, pero ustedes tienen un
Padre Celestial que ya sabe que las necesitan. Por lo tanto, ocúpense
del reino de Dios, en hacer lo que Dios exige y recibirán también
todas estas cosas por añadidura. No se preocupen por el día de
mañana porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día
tiene bastante con sus propios problemas (Mt. 6, 25-34).

Si se analiza con atención esta declaración de Jesús, se pueden derivar


de ella sorprendentes consecuencias:
En primer lugar hay que resaltar que Jesús no dice que no trabajen sino
que afirma que no se preocupen, ni se angustien, ni se lleven a agobio por
las necesidades materiales; para, seguidamente, señalar que los pájaros, que
salen a buscar su alimento, es decir, que hacen “su trabajo” para alimentarse
según lo planteado por la naturaleza para ellos, “encuentran” lo que necesitan
porque Dios les procura ese alimento y añade: ustedes los hombres valen
mucho más que esos pájaros, por lo que, con mayor razón, Dios procurará
que encontremos nuestro sustento, si trabajamos según nos corresponda y
sin preocupación.
En segundo lugar, obsérvese, que Jesús considera que las “preocupa-
ciones” por las necesidades sólo son propias de los que no conocen a Dios.
Quienes realmente creen en él y, sobre todo, quien se sabe hijo de “Dios
Padre Todopoderoso”, no debe tener temor ni incertidumbre por la conse-
cución de sus necesidades materiales.
En tercer lugar, y esto es lo más importante, Jesús establece una condi-
ción que consiste en ocuparse “primero” del Reino de Dios y su justicia para
que todas las otras cosas se den por añadidura. El Reino de Dios y lo que
Dios exige, consiste, en primera instancia en cumplir con los mandamientos
que, como el mismo Jesús dijo, se reducen a “amar a Dios sobre todas las
cosas y al prójimo como a uno mismo; o todavía mejor, amar al prójimo
como Jesús nos amó”. De modo que, en la medida en que se cumpla con
esas “obligaciones”, no se debe temer por la satisfacción de las necesidades,
156
ni de las propias ni de las de todos aquellos que dependan de nosotros, pues
de tal conducta provendrán la abundancia y la equidad.
Por último, señala que tanto la vida misma como su duración no
dependen de nuestra preocupación, por eso dice: ¿cómo podrá prolongar
su vida alguien siquiera una sola hora? El énfasis, pues, está en cumplir lo
establecido por Dios –sus mandatos– y confiar que de allí derivarán las
condiciones óptimas para vivir a plenitud. Cuando un pájaro muere por
hambre es que le había llegado su hora. Y si a nosotros nos ocurre lo mismo
a pesar de haber hecho los esfuerzos necesarios para evitarlo, sin angustias
y preocupaciones, es porque también a nosotros nos ha llegado la hora de
morir, la cual, repetimos, no depende de nosotros.
Obsérvese también, que Jesús promete a todo aquel que haga algún
sacrificio, sea pequeño o grande, con el propósito de cumplir con Dios y
amar al prójimo, que recibirá en esta misma vida hasta el ciento por uno
de su esfuerzo y además, la vida eterna.
Si usáramos una terminología económica diríamos que no existe una
tasa de retorno mayor sobre la inversión. Es difícil imaginar una mejor
rentabilidad para los esfuerzos que se realicen en ese orden. Aun cuando
todos esos beneficios no son sólo de orden material, pues el hombre tiene
múltiples necesidades. Todos sabemos que no sólo de pan vive el hombre.
Este enfoque de lo que Jesús llama el “Reino de Dios” y que hoy los Su-
mos Pontífices de la Iglesia Católica denomina: “Civilización del Amor”, no
es sino el estado de cosas que se produciría en el mundo si todas las personas
practicaran los diez mandamientos –amar a Dios y al prójimo, en sínte-
sis– sin violaciones ni desviaciones. En tal caso, el mundo sería realmente
un Paraíso en el que reinaría la paz e imperaría la justicia.
La enseñanza de la Religión es por eso de gran importancia, no sólo en los
años de la infancia, sino también a lo largo de todo el período de formación
de la persona hasta la educación superior. Y aunque la experiencia indica
que ni siquiera con una fuerte base religiosa, los seres humanos estaremos
exentos de incurrir en transgresiones a los diez mandamientos o a algunos de
ellos, de todos modos, la práctica de la religión contribuye mucho a reforzar
la vivencia de valores humanos de alta significación, tanto para el desarrollo
humano personal como para la mejor convivencia social.

LA IMPORTANCIA DE LOS MODELOS-TESTIMONIO


Proponer ejemplos concretos de personas que cumplan a cabalidad con
su fe o simplemente practiquen por honradez personal las virtudes humanas
y cívicas, es de una fuerza persuasiva enorme, ya que evidencia cómo esos
valores efectivamente rinden más que el ejercicio de los antivalores. Tal es
el caso admirable de la muy conocida Madre Teresa de Calcuta, de quien
citaremos algunos pensamientos:

157
Como ustedes bien saben, nuestras Hermanas hacen voto de en-
tregarse de todo corazón al libre servicio de los pobres más pobres
y con este voto depositamos toda nuestra confianza en la Divina
Providencia. Nosotras no aceptamos retribución alguna por el tra-
bajo que llevamos a cabo, ni constituimos una organización para
recolectar fondos133.
Ni yo lo permito en la India ni quisiera que lo hicieran ustedes:
pedir a la gente que se comprometa a dar una cantidad fija de dinero
cada semana o cada mes.
Nosotras dependemos de la Divina Providencia y no me gustaría
que la gente se hiciese a la idea de que estamos pendientes de sus
ofertas, de que deseamos su dinero, que somos un grupo de hombres,
mujeres o niños que miran a ver cuánto dinero pueden sacarles.
Si la gente da, gracias a Dios, pero no ocupen su tiempo en recau-
dar dinero ni en hacerlo. Preferiría que ocupasen su tiempo en un
servicio efectivo a los pobres.
Absténganse de hacer publicidad o de escribir cartas pidiendo
dinero. También, de hacer cosas para vender. (Teresa de Calcuta,
1997)

Sin embargo, las donaciones siempre les llegaron a tal punto que ella
afirmó:

Tendría para contarles por un día y una noche enteros los miles de
pruebas de la amorosa providencia y paternidad de Dios para con
nosotras.
Tenemos que hacer con millares de personas y jamás se ha presentado
una ocasión en que hayamos tenido que decir a nadie: Lo sentimos,
pero hemos quedado en blanco.
En Calcuta nos hacemos cargo diariamente de unas 7.000 personas.
Si un día no cocinamos, no pueden comer.
Recuerdo a una Hermana que vino a decirme: Madre, no hay arroz
para viernes y sábado. Deberíamos decírselo a la gente. Me sentí
sorprendida, porque a lo largo de 25 años jamás había tenido que es-
cuchar nada semejante. El viernes por la mañana, a eso de las nueve,
llegó un camión cargado con millares de barritas de pan. Nadie en
Calcuta supo por qué el Gobierno había cerrado las escuelas, pero

133
Es conocido el hecho de que la Madre Teresa nunca quiso crear ni dejó promover una organización
para recolectar fondos y producir una renta que asegurase los ingresos de sus numerosas obras que se
extendieron a muchos países. En este sentido, Teresa de Calcuta pensaba igual que Mahatma Gandhi.
La organización de Teresa de Calcuta cuenta en Venezuela con dos casas ubicadas en el corazón de dos
barrios marginales.

158
el hecho se produjo y todo el pan nos fue traído: durante dos días,
nuestros atendidos pudieron comer pan a saciedad. Yo adiviné por
qué Dios había cerrado las escuelas: quería que nuestros atendidos
supiesen que ellos eran más importantes que la hierba, los pájaros
y las flores del campo; que ellos eran sus predilectos.
Aquellos millares de personas debían tener una prueba de que Él
los amaba, de que se preocupaba por ellos.
Aquello era una reiterada prueba de la ternura de Dios hacia sus
hijos (Teresa de Calcuta, 1997).

Además, es de notar que Teresa de Calcuta revela algo sorprendente res-


pecto a su seguridad personal viviendo en las zonas más pobres y marginales:
“Os puedo asegurar que a lo largo de todos estos años, las Hermanas jóvenes
han venido penetrando en los lugares más difíciles sin que nadie hasta hoy
las haya tocado”134. (Teresa de Calcuta: 1997: 53-54, 78-80 y 29)
Otro ejemplo sobre cómo la vida retribuye lo que se le da es el siguiente.
Pauline Nichter, de 46 años y su esposo, Tom de 44, habían perdido
sus respectivos empleos. Ella había sido supervisora de bodega y él bode-
guero. Vivían precariamente en un motel tras otro, con Jason su hijo de
11 años y estaban a punto de perder su coche porque no podían pagar las
mensualidades.
Un día, en el invierno de 1992, Pauline se encontró en un centro co-
mercial una billetera que contenía una tarjeta de crédito, un boleto de avión
a Nueva Zelanda y 2.394 dólares en efectivo.
“Por un momento pensé en quedarme con el dinero”, contó ella des-
pués. Pero lo que hizo fue entregar la billetera en la estación de policía más
cercana, a donde fue a reclamarla su dueño. Pronto se corrió la voz sobre su
honradez y la comunidad respondió con la misma moneda.
Los Nichter recibieron más de diez ofertas de trabajo y alguien puso
a su disposición un apartamento por el cual no tendrían que pagar renta
durante seis meses. Un benefactor anónimo efectuó los pagos atrasados del
automóvil y otros contribuyeron con dinero en efectivo. Un matrimonio
mayor entró en la estación de policía y preguntó cuánto dinero tenía la
billetera. Al enterarse de la cantidad, el hombre dijo: “Entonces eso es lo
que se merecen y giró un cheque por 2.400 dólares”. En una conferencia
de prensa, Pauline, con lágrimas en los ojos, declaró: “Jamás me habría
imaginado que esto pudiera pasarnos a nosotros. Hemos recibido mucho
más de los que había en la billetera”135.

134
Madre Teresa de Calcuta. (1997). La alegría de darse a los demás. México D.F: DABAR.
135
Reader`s Digest publicó en febrero de 1994 esta anécdota tomada de Reuters, que en su sencillez,
ilustra no sólo el efecto benévolo que tuvo en sus semejantes la honradez de la protagonista, sino su
claro significado económico medido en términos de prosperidad material.

159
Ejemplos como estos o como otros muchos que pudieran aducirse para
ilustrar la conveniencia de la práctica de los valores humanos y sociales,
deben divulgarse por cuantos medios sean adecuados en reforzamiento de
la enseñanza teórica de la religión y de las virtudes cívicas.

POLÍTICA JUVENIL Y VOLUNTARIADO


Una característica relevante de la estructura demográfica en Venezuela
–que se repite en casi toda América Latina– es la presencia de un segmento
poblacional mayoritariamente joven. Esto obliga a la sociedad en general
y al Estado en particular, a prestar atención preferente a ese sector juvenil,
pues el inmediato porvenir de la nación va a depender de lo que esos jóve-
nes sean. La mayor parte de estos jóvenes “pertenecen” al sector excluido
de la población, y, en consecuencia, encarnan los antivalores que hemos
expuesto. Se ven forzados a ser “vivos” como condición indispensable para
sobrevivir en el medio en el que se encuentran. Padecen todos los atavismos
característicos de la condición marginal; en gran proporción abandonan el
sistema educativo formal, no se capacitan para el trabajo productivo y son
indisciplinados. Todo eso indica que es precisa una “política de juventud”
diseñada e instrumentada para incorporar a ese enorme contingente juvenil
a la “sociedad formal” en todos sus aspectos.
En este mismo trabajo, en el capítulo siguiente, consignamos con deta-
lle, la propuesta de una “Educación Sectorial” impartida desde los mismos
centros de trabajo especialmente para los jóvenes que ya están en empleos
formales, pero no es suficiente, se requieren muchas otras acciones simul-
táneas para atraer a los jóvenes hacia actividades que no sólo los ocupen,
sino que los formen en la práctica de los valores humanos y cívicos que
se precisen, tanto para la propia superación personal, como para su plena
integración a la sociedad establecida.
Entre esas “otras acciones”, una es sin duda, el fomento de todos los depor-
tes disciplinadamente ejercitados. Esto implica desarrollo de canchas y demás
instalaciones, pero sobre todo, promocionar la organización de los jóvenes
en clubes dotados de entrenadores capacitados y de los demás recursos para
estos fines. Igualmente, así como ha operado con éxito notable el “Sistema
Nacional de Orquestas infantiles y juveniles de Venezuela”, podrían lograrse
resultados similares en torno a movimientos corales, de danza y de teatro.
En ese mismo contexto de una “Política de Juventud” debe prestársele
particular atención a la promoción y apoyo de los llamados: “voluntariados”,
para los cuales, los jóvenes de todo el mundo se muestran particularmente
proclives. En ese sentido, el Secretario General de las Naciones Unidas,
Kofi Anann, dice:

El ofrecimiento voluntario del tiempo y el esfuerzo propios para ayu-


dar a otros es un impulso humano básico”. Luego añade: “También
160
reporta notables beneficios a las personas que tienen oportunidad de
prestar ese servicio. Ayuda a ampliar las redes sociales, económicas
y culturales, (capital social), aumenta la autoestima, satisface las
necesidades individuales de aprender los unos de los otros, facilita
la adquisición de conocimientos y experiencias y amplía así las
opciones de empleo, y crea reservas de buena voluntad que pueden
resultar invalorables llegado el caso136 (Anann, 2001).

A raíz de la celebración del año 2001 como Año Internacional de los


Voluntarios, las Naciones Unidas aprobó su resolución 56/38 en diciembre
de 2001, en la cual formula un conjunto de recomendaciones a los Gobiernos
en relación con los voluntariados, nos vamos a referir sucintamente sobre
algunas dada la importancia que tienen para lograr los propósitos dichos
sobre la adquisición de valores humanos y cívicos.
Los gobiernos deben contribuir a “sensibilizar” a la población acerca de
la importancia de los voluntariados, especialmente difundiendo información
al respecto. También deben los gobiernos adoptar medidas de estímulo y
facilitar la formación de los voluntariados por diversos medios.
Así mismo se requiere de leyes que incentiven los servicios voluntarios,
mediante medidas fiscales (Ejemplo: deducciones de impuestos por aportes
a organizaciones de voluntariado) y el establecimiento de facilidades para
que quienes están empleados puedan disponer del tiempo para las activi-
dades voluntarias.
Integrar los movimientos voluntarios a los planes de desarrollo nacional
y a otros programas sociales.
Aunque es característico de los voluntariados que se realicen por vo-
luntad propia de las personas que en ellos se incorporan y además, que se
orienten al beneficio de terceros sin obtener fines lucrativos, en no pocos
casos de los voluntariados exitosos, se incluyen algunos beneficios directos
concretos para sus participantes. Tal es el caso del llamado “Servicio Civil
Voluntario de Brasil”, programa en el cual los jóvenes que participan reciben
una beca equivalente a 40 dólares mensuales durante seis meses.
Invertir, por parte del Estado en estos voluntariados de todo tipo, tiene
una justificación inclusive económica. A ese respecto el Secretario General
de las Naciones Unidas dice en el citado informe:

Las encuestas realizadas en los Estados Unidos de América indi-


can que las actividades voluntarias equivalen a nueve millones
de empleos de jornada completa con un valor anual de 225.000

136
Informe del Secretario General a la Asamblea General de las Naciones Unidas en el quincuagésimo
sexto período de sesiones, con motivo de la culminación del año 2001, dedicado como el “Año Inter-
nacional de los Voluntarios”.

161
millones de dólares de Estados Unidos. En el Canadá equivalen a
1.110 millones de horas al año, o sea, 578.000 empleos de jornada
completa con un valor estimado de 11.000 millones de dólares de
los Estados Unidos, y en los Países Bajos, 802 millones de horas
al año, o sea, 455.000 empleos de jornada completa con un valor
de 13.650 millones de dólares. En el Reino Unido se calcula que
las actividades voluntarias tienen un valor equivalente a 57.000
millones de dólares al año y en Corea del Sur 3.898.564 personas
dedicaron 451 millones de horas a las actividades voluntarias en
1999, con un valor superior a los 2.000 millones dólares. Aunque
las metodologías de cálculo varían de un país a otro y las compa-
raciones resultan poco fiables, en los casos en que existen datos se
considera que las actividades voluntarias representan entre el 8% y
el 14% del producto interno bruto137 (Anann, 2001).

Como se aprecia, la contribución de los voluntariados llega a ser tan


significativa que se justifica sobradamente cuanto los gobiernos hagan e
inviertan en ese importante sector. De hecho, consideramos que la política
de juventud constituye una “inversión” de muy alta rentabilidad tanto social
como económica.

POLÍTICA DE FAMILIA
Aun cuando en el comienzo mismo de este capítulo nos hemos referido
a las “escuelas de padres”, pues son ellos los primeros transmisores de los
valores –o antivalores– a sus hijos; aquí queremos enfatizar la importancia
de la familia como tal.
La formación y desarrollo de los niños y jóvenes necesita como indis-
pensable pertenecer a una familia bien constituida. Así lo ponen de relieve,
cada vez en mayor grado, numerosos estudios recientes sobre esta materia.
Bernardo Kliksberg, quien es Coordinador de la Iniciativa Interamericana
sobre capital social, ética y desarrollo del BID y es asesor en estas materias
de las Naciones Unidas, la OIT, la Unesco y la Unicef, propone en su libro
sobre el Capital Social, las conclusiones de algunos estudios:

En todos los niveles de ingreso, salvo el muy alto (más de 50.000


dólares al año), en el caso de los dos sexos y para los blancos, negros
e hispanos por igual, los niños que vivían con una madre divor-
ciada o que nunca se había casado, estaban claramente peor que
los pertenecientes a familias que vivían con los dos progenitores.
En comparación con los niños que vivían con sus dos padres bio-

137
K. Annan. Ob. cit.

162
lógicos, los niños de familia con un solo progenitor eran dos veces
más propensos a ser expulsados o suspendidos en la escuela, a sufrir
problemas emocionales o de la conducta y a tener dificultades con
sus compañeros. También eran mucho más proclives a tener una
conducta antisocial138 (Kliksberg, 2001).

Kliksberg cita también otros estudios realizados en nuestro continente


que revelan cómo los niños fuera de un núcleo familiar estable padecen
severos trastornos de salud y de conducta, que los ponen en desventaja con
respecto a los otros niños y que inducen a la delincuencia139.
También en el exhaustivo estudio que realizó el Ifedec en nuestro propio
país durante el año 1995 sobre el problema de la “seguridad personal” se
evidenció como el auge delictivo se debía principalmente a la carencia de
familias formales. “Numerosísimos son los “hogares” en los que una mujer
sola es la cabeza de familia aun cuando tenga compañeros ocasionales. Son
núcleos “seudo familiares” en los que no sólo hay ausencia de la referencia
masculina, sino también de la femenina, pues la mujer obligada a ejercer
actividades fuera del hogar abandona de hecho a los hijos, especialmente
a los que por tener edades intermedias (4 a 12 años) ya no pueden serles
confiados a algún cuidador eventual. En esta “familia matricentrada fallan
elementos esenciales a la formación de la personalidad del niño tales como la
seguridad, la disciplina, el principio de autoridad, la supervisión, el estímulo
y el castigo, la afectividad”140. (Ifedec, 1996: 56)
Podrían acumularse citas y testimonios como los aducidos para enfati-
zar cómo la pertenencia a una familia conformada tanto por ambos padres
como por sus hijos, es esencial para que los niños adquieran, desde temprana
edad, los valores humanos fundamentales para su futura vida de adultos,
debidamente integrados a la sociedad, pero no creemos necesario abundar en
ello, sino poner de manifiesto cómo se impone –dada la particular realidad
venezolana– acometer acciones concretas para rescatar la institución familiar,
fomentarla y propiciarla por todos los medios, protegerla y apoyarla; en fin,
disponer de una verdadera “Política de Familia”.
Cometido primero de una política tal, en el caso concreto de Venezuela,
debe ser, divulgar por todos los medios la importancia de las relaciones de
pareja –hombre-mujer– estables y responsables. No deben procrearse hijos
fuera del marco de parejas consolidadas como tales. El compromiso de que
ambos progenitores asuman la responsabilidad por los hijos que se engen-

138
Estudio de la Secretaría de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, mencionado por J. Wilson,
“Los valores familiares y el papel de una Mujer”, Facetas núm. 1, Washington, 1994, citado por B.
Kliksberg, B. (2001). El capital social. Caracas: Panapo.
139
B. Kliksberg, B. (2001). El capital social. Caracas: Panapo.
140
Ifedec. (1996). Política integral de seguridad personal. Caracas. (pág. 56).

163
dren debe ser sólidamente establecida en nuestra cultura, ya que, de no ser
así, los hijos traídos al mundo fuera del contexto de padres responsables
constituidos en pareja o familias se convierten en una grave carga para el
resto de la sociedad.
Desde el punto de vista de los derechos del niño, no cabe duda de que se
le vulneran derechos fundamentales directamente asociados con el derecho a
la vida, cuando los padres lo traen al mundo privándolo, desde el comienzo
de su existencia, del derecho a pertenecer a una familia. Esto vulnera aspectos
que van desde la lactancia materna –no siempre posible cuando la madre
se ve forzada a trabajar fuera del hogar– hasta deficiencias en la afectividad
requerida para el adecuado desarrollo psíquico del menor.
La política de familia debe, pues, estimular eficazmente la formación
de parejas estables, para lo cual los matrimonios o los concubinatos debi-
damente legalizados, deben ser privilegiados en los beneficios que otorguen
las políticas sociales y, en particular, las de vivienda.
Énfasis debe ponerse por lograr el ambicioso pero necesario objetivo de
que cada familia pueda acceder a una vivienda digna, ya que la base material
que significa la casa para el adecuado desenvolvimiento y la estabilidad de
la familia es de la mayor importancia.
Son tantos y tan significativos los roles que las familias cumplen en
orden al buen funcionamiento de la sociedad, que es del interés general que
la familia como institución social fundamental sea consolidada y protegida.
Una política de familia, beneficia no sólo a sus destinatarios inmediatos,
sino a la sociedad en general141.

141
Recomendamos a este respecto, revisar la propuesta recogida en el libro: Cuatro políticas para el
desarrollo humano de Venezuela, coordinado por J. Marrero-Carpio. Fundación Instituto Federal.
Caracas (2002).

164
Capítulo VI
Sectorializar la formación profesional

EL PROBLEMA EDUCATIVO EN VENEZUELA


De acuerdo con el informe publicado sobre el de Desarrollo humano en
Venezuela 2000, elaborado por las Naciones Unidas (Programa de las Na-
ciones Unidas para el Desarrollo PNUD) y la oficina Central de Estadísticas
e Informática (OCEI) del Gobierno de Venezuela, existe un 12,2% de los
jefes de hogares del país que tienen un grado educativo universitario o de
postgrado. Si bien esta cifra es ciertamente significativa, conviene también,
tener en cuenta que en el otro extremo el 22,2% de los jefes de hogares del
país no tienen ningún nivel educativo y que el 53% del total de los jefes
de hogar, esto es, más de la mitad de los jefes de los 5.330.000 hogares que
existen en Venezuela sólo tienen educación básica. Si sumamos estas dos
últimas cifras observamos que el 75,3% de los jefes de hogares del país, es
decir, cuatro millones trece mil cuatrocientos noventa, no pasa de tener
educación básica.
El hecho de que exista un 53% de jefes de hogares con educación básica
es un dato impresionante por sí mismo, si lo comparamos con los bajos
niveles educativos de la población venezolana a comienzos de los años se-
senta del siglo pasado. Sin embargo, hoy en día, en virtud de las exigencias
del mundo moderno, esa cifra es insuficiente. Además, durante la década
de los años noventa se nos hizo evidente la baja calidad de la educación
en nuestro país. Uno de los ministros de educación confesó expresamente
que la educación en Venezuela era un “fraude” y, que se recuerde, nadie lo
desmintió. Esto significa que aun cuando se obtengan títulos académicos
de primaria y de otros niveles educativos, puede perfectamente ocurrir que
el titular del mismo no posea los conocimientos correspondientes al título
que le acredita. En verdad, son muchos los que poseen el sexto grado o la
educación básica completa (que incluye el noveno grado) que no saben leer
ni escribir correctamente. De hecho, pasan a ser unos analfabetos funcionales
que bien podrían sumarse al 7% de la población total del país que tiene más
de 10 años y es analfabeta.

165
LA FORMACIÓN PROFESIONAL DEL INCE
Como consecuencia de la evidencia de los datos arriba referidos, es con-
veniente señalar, que el problema de la educación formal está muy lejos de
cumplir su cometido. Si existe una gran deserción en el sector de educación
formal y además de eso la calidad de la educación es baja, el problema de
la formación profesional o vocacional se agiganta. Esto se debe resolver de
una u otra manera.
Según el trabajo conjunto de la OCEI y las Naciones Unidas, el dato
más relevante que conviene destacar del estudio en relación con la formación
profesional, es el hecho de que el 44% de los jóvenes entre 16 y 17 años está
fuera del sistema educativo. Para 1998 esa cifra equivalía a 790.000 jóvenes.
Por otra parte, y esto es importante, de 3.800.000 jóvenes entre 14 y 25
años con niveles inferiores a la educación media, diversificada y profesional
únicamente el 11,3%, (430.000 jóvenes), está asistiendo a algún curso de
formación profesional o ha finalizado uno de ellos.
En conclusión, a pesar del gran esfuerzo educativo que ha hecho el
país en las pasadas décadas los resultados son insuficientes, no sólo es bajo
el número promedio de años de escolaridad sino que sabemos que la ca-
lidad deja mucho que desear. Además, esta insuficiencia en los niveles de
preparación se refleja con particular incidencia en los sectores más pobres
del país. El 89% de los niños de 4 a 15 años que no asisten a la escuela son
pobres. Esa realidad ayuda a explicar cómo el 70% de los nuevos puestos de
trabajo que se crearon desde 1990 a 1998 se ofrecieron en el sector informal
de la economía. El sector formal tan sólo pudo absorber una minoría de
los trabajadores.

EXIGENCIAS DEL MUNDO MODERNO


En estos últimos años se va haciendo cada vez más clara y evidente la
necesidad de aumentar el nivel educativo y de capacitación para el trabajo.
En la actualidad, el mundo es cada vez más interdependiente por efecto del
proceso de globalización y la necesidad de prepararse ha adquirido un rango
cada vez más alto. Hoy se habla de la era de la “economía del conocimiento”,
dando a entender que el conocimiento es imprescindible para cumplir con
las exigencias actuales. De manera tal, que cada vez es más difícil sobrevivir
en el mundo de la competencia económica si no se tiene la preparación
adecuada y la capacidad de producir las nuevas ideas que sean eficaces para
mejorar la calidad de los productos y hacerlos accesibles económicamente.
Es más, no sólo se trata de confeccionar mejores productos y más baratos,
sino de producir nuevos productos que sean capaces de satisfacer las nece-
sidades que no habían sido cubiertas o lo eran de una manera deficiente.
La prestigiosa revista inglesa The Economist, en una de sus ediciones de
septiembre de 1999, elogiaba al presidente de la empresa General Electric,
Jack Welch, porque su nuevo método de administrar consistía básicamente
166
en promover e instalar de manera permanente la necesidad de cambiar la
organización y la producción de la empresa. Se trata de estar inventando de
manera continua cómo hacer mejor las cosas y qué nuevas se pueden hacer.
La ideología que inspira esta actitud se basa en la necesidad de competir,
pues si no se mejoran los precios o se crean nuevos productos lo hará el
competidor y la empresa será desplazada de la actividad. En este sentido
uno de los más altos ejecutivos de Bill Gates, el señor Nathan Myhrvolt,
advirtió que no importa cuán bueno sea el nuevo producto, siempre estará
a la distancia de 18 meses de fracaso. Con esto quería decir, que quien no
mejoraba el producto en 18 meses no sería capaz de competir. Alguien lo
haría en ese plazo y lo desplazaría del mercado142.
En el mundo actual, el elemento clave para enfrentar la competencia
empresarial se está centrando en el conocimiento en sí mismo o lo que es
todavía mejor, en la capacidad de profundizar constantemente los propios
conocimientos. Este hecho supone necesariamente entre otras cosas, un
proceso de “formación continua” para impedir el rezago en relación con
los cercanos competidores y el resto del mundo143. Desafortunadamente,
tal como hemos podido apreciar con los datos aportados en las páginas
anteriores, en nuestro país aún se está muy lejos de cumplir con esa meta.
La escolaridad promedio por hogar en Venezuela es de apenas 6 años.
Sin duda, hemos mejorado en cuanto a la cantidad de personas que
tienen nivel universitario, pero aún estamos lejos de generar un proceso
continuo de formación y de superación en estas mismas áreas y, sobre
todo, y de manera particular, de resolver el problema de la formación de
las masas del país. Tal como hemos visto, no es sólo un problema de baja
calidad educativa y de repitencia de los estudiantes en el sistema formal,
sino de abandono o deserción y de la insuficiencia del INCE para atender
la formación de innumerables trabajadores que hoy en día han abandonado
sus estudios en el sistema formal y están al margen de la preparación en los
propios oficios que actualmente realizan o que pudieran realizar. Todavía, el
problema se complica más porque en relación con el total de los trabajadores
del país, el INCE atiende a una porción mínima de ellos.
Obsérvese que, de la fuerza de trabajo total del país estimada para el
2004 en aproximadamente 12 millones de personas, el INCE solamente
atiende al 3% o menos de esa fuerza de trabajo. Si bien un porcentaje de esa

142
Toro, Hardy. (2001, marzo). El Universal.
143
El trabajo titulado La nueva educación técnica publicado en el año 2001, del venezolano Dr. Leonardo
Martínez H, explica en las primeras 17 páginas lo que podrían ser las tendencias actuales que modifican
y completan la formación profesional. También puede verse el documento de Vargas Zúñiga, Fernando.
(2000 mayo-agosto). De las virtudes laborales a las competencias claves: un nuevo concepto para antiguas
demandas. [Boletín de Cinterfor], 149, p 15. Se listan las diferencias entre los contenidos, destrezas y
habilidades de la formación profesional de antes con la que se exige en la actualidad.

167
población tiene preparación universitaria o conoce el oficio que desempeña,
la gran mayoría no es atendida por el INCE. Esto ocurre en una época en la
cual la formación profesional continua es una necesidad muy real. El INCE
dicta cursos que en promedio no se extienden más allá de aproximadamente
97 horas de formación.
Puede haber muchas razones que expliquen esa situación, como el hecho
de que la gran mayoría de esa fuerza de trabajo no está ocupada en el sector
formal y no cotiza al INCE. Pero sea cual fuere la explicación, lo cierto es,
que para prosperar, esos trabajadores tienen que estar al día en el oficio a
realizar y además, deben capacitarse lo más ampliamente que se pueda para
facilitar el acceso a la prosperidad. Sin embargo, y desafortunadamente, el
INCE está lejos de cumplir con ese cometido.
Lo que parece ocurrir en Venezuela es que el país no se ha percatado
de que al “abrir” nuestra economía a la competencia extranjera, las futuras
fuentes de empleo deben originarse principalmente en la diversificación y
en el aumento de las exportaciones. Venezuela es un país con un pequeño
mercado interno que al eliminar la política de sustitución de importacio-
nes, necesita exportar para generar divisas con las cuales importar lo que
no produce y sobre todo, se necesita de la exportación porque ésta pasará
a ser la principal fuente de empleo. Y si tal cosa es cierta, también lo es el
hecho de que para exportar se requiere una fuerza de trabajo bien formada
y competente. Por tal razón, hay consenso en que la educación formal y la
formación profesional son la primera prioridad.

NUESTRA PECULIAR ESTIMACIÓN DEL TÍTULO UNIVERSITARIO


Nuestros jóvenes consideran, hasta cierto punto con razón, que la vía
más segura para la superación personal, social y profesional del estudiante,
consiste en cursar una carrera universitaria y obtener un título académico
de licenciado o doctor. Este criterio se ha generalizado entre los padres de
familia. No quieren para sus hijos oficios tales como los de plomero, en-
fermero, carpintero o chef. Saben que los cargos o posiciones importantes
en el Gobierno o en la actividad privada están generalmente ocupados por
personas que tienen un título universitario y esas mismas personas suelen
tener obviamente un mayor nivel cultural y social. De esta forma, para la
gran mayoría de las personas se ha generalizado el criterio de que el título
universitario está asociado a deseos de prosperidad económica, alta posición
social y cultural y, en otros casos, a aspiraciones más nobles, como servir
mejor a los demás y a la propia familia.
Estos hechos se manifiestan por un exceso de demanda en nuestras cos-
tosas universidades, con el agravante problema de la limitación de los cupos.
Ciertas soluciones, como el sistema de bachillerato diversificado, que se
propuso asociar los estudios de educación media con el aprendizaje de algún
oficio, apenas ha tenido algún éxito. Tampoco han sido atractivas las escuelas
168
técnicas o los institutos nacionales de formación profesional como el INCE.
Por norma general, los jóvenes únicamente se dirigen a estos centros cuando
no pueden conseguir cupos universitarios o han fracasado en la educación
formal, pues prefieren ser ingenieros, médicos, abogados, administradores
o economistas ¿Qué hacer, pues, para contener esta corriente?
La primera reacción ante el problema consiste en destruir el mito del
título universitario y valorar más el trabajo de ciertos oficios considerados
como menores; sin embargo, es difícil tener éxito en esa tarea. Tal como
hemos dicho, la realidad enseña que la mayoría de los cargos importantes
están en manos de universitarios. Por otra parte, no se puede menospreciar
el deseo de ser un profesional universitario, con su enorme fuerza motiva-
cional en la mentalidad popular. Ese deseo de prosperar responde a nobles
virtudes de autoestima, superación personal y no se puede desconocer que
estos impulsos son altamente positivos. Si los jóvenes quieren superarse,
ser bachilleres, optar por una formación superior y luchar por obtener el
título universitario, este enorme afán de mejorar debe ser aprovechado. No
debemos contrarrestar esta energía ni limitar a la gente al aprendizaje de
oficios de escaso alcance, con los que no se puede avanzar a niveles superio-
res. Además, tal como se destacó en párrafos anteriores, estamos en la era y
en la economía del conocimiento. Cada día que pasa se hace necesario una
capacitación actualizada.
Pero también sabemos que no todos nuestros jóvenes deben ser ingenie-
ros, médicos, abogados, economistas o egresados de las carreras y opciones
que ofrecen nuestras universidades. Frente a esa realidad, ¿qué podemos
hacer?, ¿cómo encauzarlos adecuadamente?
La solución debe estar en un plan de formación y capacitación conti-
nua y gradualmente ascendente en cada uno de los oficios que existen en el
país. De tal manera que los jóvenes puedan profundizar progresivamente
sus conocimientos y llegar con el tiempo a niveles superiores de formación
universitaria relacionados con los oficios o profesiones en los que están
trabajando.
De acuerdo con ello, se trata más bien de que el joven que se inicie en
la carrera bancaria y ejerza a lo largo de su vida de trabajo las distintas tareas
u oficios que conforman la actividad bancaria, simultáneamente logre con
el tiempo una formación integral en el conjunto de oficios que configuran
esa actividad. De modo que, a medida que progresa su formación pueda
optar a los títulos académicos que se correspondan con la profundización y
amplitud de los conocimientos que va adquiriendo en el campo financiero
y ascienda en los puestos de trabajo del sistema bancario.
Estos estudios podrían llevarse a cabo en las instituciones especializadas
creadas en cada uno de los sectores de la producción (Institutos de Forma-
ción Sectorial). Los estudios que se realicen en estos institutos de cada sector
productivo, se acreditarían con certificados iguales o equivalentes a los de
169
la educación formal: certificado de la escuela básica, título de bachiller o de
técnico superior y cuando se justifique plenamente, la licenciatura, maestría
o el doctorado. Se trata de que el joven pueda optar a títulos académicos que
se correspondan con la profundización y amplitud de los conocimientos que
va adquiriendo en la actividad productiva en la que está trabajando.
No se pretende, naturalmente, convalidar sin más los conocimientos
prácticos que se adquieren con los títulos de bachiller, licenciado, o doctor.
Lo que se pretende es que se sistematicen y ordenen en forma escalonada los
estudios según las distintas tareas u oficios que existen en la banca. De esta
manera y siguiendo con el mismo ejemplo, los empleados y los jóvenes que
trabajan en esa actividad y estudian en el Instituto de Formación Sectorial
de la Banca adquieren simultáneamente los conocimientos que proporcio-
nan la práctica del trabajo en la empresa y la formación sistemática que les
imparte esa institución docente. Por tal razón, toca a estos Institutos de
Formación Sectorial profundizar sus conocimientos, no sólo en materias
directamente relacionadas con la banca y ciencias afines; sino, además, con
los conocimientos propios de un nivel adecuado de cultura general; de modo
que el alumno adquiera una formación integral y particularmente dirigida
al trabajo que realiza.
En el caso de la banca, la persona que tuviese aprobado el tercer año de
bachillerato o la escuela básica podría optar, después de completar dos años
de estudios adicionales, por el título de “bachiller en banca”, con mención
en algunas de las especialidades u oficios, como “operaciones bancarias con
el exterior”, “crédito bancario”, “contabilidad y auditoría bancaria”, “banca
hipotecaria” entre otros. Esta posibilidad de aprender un oficio concreto
permite al empleado hacerse más productivo además de ganarse la vida desde
temprana edad. De igual manera se pretende que, quien posteriormente
continúe los estudios superiores en la institución universitaria bancaria,
pueda optar al certificado de técnico superior y posteriormente, a los títulos
de licenciado en banca y finanzas, o maestría o doctorado en esas materias.
Si bien no todos los sectores podrán proporcionar el nivel universitario, la
banca y otros muchos sectores productivos cuentan con un amplio mercado
para tales cursos y disponen de personal capacitado para ejercer la docencia
universitaria.
En este orden de ideas, es posible crear instituciones de formación
profesional en la numerosa lista de sectores productivos tan diferenciados
y divergentes como la formada, por ejemplo, en los sectores automotriz,
metalmecánica, petróleo, aire acondicionado y refrigeración, transporte,
seguros, construcción, salud, electricidad, plásticos, ganadería, hotelería,
pesca, textiles, periodismo, confección de calzado, agricultura, artes gráficas,
servicios paramédicos, vigilancia privada, mantenimiento de ascensores,
televisión, radio, minería, siderúrgica, comercio al detal, distribución de

170
alimentos y en otras muchas ramas de la producción y de los servicios tanto
del sector privado como público.
Una vez llegado a este punto, es posible que algunos piensen que lo
propuesto en los párrafos anteriores es algo ideal o al menos, muy difícil
de realizar. No obstante, hay tres fuertes argumentos que apoyan no sólo la
necesidad sino la viabilidad de la propuesta anterior:
1. Hoy en día hay un criterio prácticamente unánime sobre la nece-
sidad de elevar los niveles de educación y la capacitación de la población.
Desde los años 80 del siglo XX, los economistas han redescubierto el valor
de la educación y de la capacitación. Su valor se estima en mucho más de
lo que anteriormente se apreciaba. Hoy por hoy se le atribuye un carácter
prioritario en el proceso del desarrollo económico, además de ser el medio
indispensable para competir y sobrevivir en este proceso de globalización.
En el documento del Banco Mundial más reciente sobre los problemas de
educación y capacitación en América Latina y el Caribe, se insiste en que
lo característico de la situación es la creciente demanda por trabajadores
que tengan altas calificaciones y capacidad para continuar aprendiendo, así,
como para adaptarse a los cambios. Y agrega, que elevar la capacitación de la
población es un requisito necesario para corregir las desigualdades crecientes
en los ingresos, disminuir la pobreza y estabilizar la democracia144.
De modo que no se trata sólo de ayudar a los trabajadores que se han
separado del sistema de educación formal para que puedan continuar pro-
fundizando los conocimientos generales y de algún oficio hasta alcanzar
niveles superiores, sino que, además, se propone generar una “esperanza
aceptable” por un futuro mejor. Se requiere destruir la desesperanza de
aquellos que no encuentran la salida que los lleve al logro de su superación
personal. Por eso, la elevación del nivel educativo y de capacitación de los
trabajadores y de la población como un todo es de interés público: interesa
a la empresa, a los trabajadores y a toda la colectividad.
Tradicionalmente, las instituciones como el INCE han limitado sus
esfuerzos a preparar en oficios concretos que suelen requerir de un nivel
bajo de preparación previa y cuya remuneración tiende a estar en los ni-
veles bajos o medios. Esto es necesario que se continúe, pero hoy día, no
solamente requiere ocuparse de los muchos oficios de este tipo que no son
atendidos por el INCE y para los que no se ofrece ningún curso, sino, que
también hay que elevar los niveles de capacitación a los numerosos oficios
que requieran una formación más compleja.
2. A los cursos que actualmente dicta el INCE, que podríamos llamar
de “Formación Específica en los Oficios”, tal como lo refiere María Anto-

144
Ver la reciente publicación del Banco Mundial: Educational change in Latin America and the Cari-
bbean: A world bank strategy paper.

171
nia Gallart145, hay que añadir un segundo tipo de conocimientos que se
refieren a la “Formación Profesional No Específica o General”. Se estima
que esta clase de conocimientos son aquellos que ayudan a la persona para
ser “entrenable” con facilidad en los distintos oficios que componen una
actividad económica o un oficio aún más complejo146. Por ejemplo, si alguna
persona se inicia en la capacitación del aprendizaje de bancos comerciales,
es conveniente que no tan sólo conozca un oficio determinado como po-
dría ser el trabajo de un cajero, sino, que además conviene que previa o
simultáneamente se le forme con conocimientos que le permitan tener la
capacidad para poder ser entrenado en otros oficios de la banca. Por ejemplo,
el conocimiento de la contabilidad general, el aprendizaje de instrumentos
negociables tales como el cheque, el pagaré, la carta de crédito y algunos
otros cursos que son comunes a las muchas actividades que se realizan en
los distintos departamentos del banco. Tal sería el caso del curso en el que
se enseñen las funciones que se realizan en los distintos departamentos de
la entidad bancaria así como de la misión de un banco en la sociedad. Un
curso de este tipo le prepara para comprender el engranaje de la actividad
en la que está inmerso y la interrelación entre los distintos oficios y funcio-
nes del banco. Además, le proporciona al trabajador una orientación en su
vocación personal dentro de la empresa, es decir, se le tiende una escalera
para facilitar su ascenso.
3. Siguiendo lo que parece ser una fuerte tendencia entre los expertos,
María Antonia Gallart agrega la necesidad de una “Educación General For-
mal”, es decir, se trata de ampliar la formación con cursos de educación for-
mal de carácter general, lo cual, es un punto delicado. Aun cuando se estime
necesario elevar el nivel de los conocimientos de los trabajadores en cursos
tales como escritura, lectura o matemáticas, hoy en día se agregan aquellos
otros propios del bachillerato y de la educación superior. Estos completan
aún más los conocimientos requeridos para asegurar la “entrenabilidad” y
“empleabilidad” en otros oficios y en los que requieren de mayor nivel y
complejidad. La necesidad de estos cursos de Formación General obliga a
un acercamiento de los Institutos de Formación Profesional al Ministerio
de Educación, tal acercamiento se hace más evidente al requerirse la auto-
rización para que los Institutos de Formación Sectorial expidan certificados
de ciclo básico y títulos de bachiller o de educación superior en los oficios
de sus respectivas áreas de actividad.
Facilitar la consecución de tales objetivos no es fácil, pues se trata de
superar la aprehensión que le tienen los funcionarios e instructores del
INCE a los funcionarios del Ministerio de Educación. Los que dirigen los

145
Asesora de Cinterfor, Organismo de la OIT para América Latina
146
Labarca, Guillermo. (2001). Formación para el trabajo ¿Pública o privada? Cinterfor. (págs. 23 - 59.)

172
institutos de formación profesional siempre se han cuidado de evitar que
el Ministerio de Educación intervenga en la formación profesional. Este
cuidado no se debe únicamente al celo profesional o a la conveniencia de
asegurar la libertad de acción o de independencia, sino, a una necesidad pro-
fesional. La educación no formal, profesional o vocacional, requiere de una
gran flexibilidad y no podrá realizarse con los sistemas rígidos que regulan
la educación formal. No sólo es cuestión de horarios ni de contenidos, sino
que es de muy diversa índole y se relaciona con la dinámica misma de los
cambios que hay que estar introduciendo constantemente en la formación
profesional para adaptarse a las exigencias de trabajo en las empresas. Se
refiere a los lugares en los que se dictan los cursos que pueden estar en la
propia empresa, a sistemas de evaluación que suelen ser distintos y, así, en
muchas otras áreas existe una gran disparidad en la forma de procesar la
formación de los estudiantes. En consecuencia, la autonomía del INCE y la
de los Institutos de Formación Sectorial es una verdadera necesidad como
lo ha establecido la ley.
Quizás una posible solución consiste en que el Ministerio de Educación
establezca, mediante reglamentos, las condiciones mínimas a satisfacer tales
como los cursos a dictar y sus contenidos, el número de horas de clases y
otros requisitos que deben cumplir los Institutos de Formación Sectorial
para satisfacer las exigencias de la educación general de carácter formal,
las cuales una vez cumplidas les permiten otorgar los certificados y títulos
correspondientes al ciclo básico, al título de bachiller y a otros niveles de
educación superior.
Es evidente que el número de estas materias y contenidos deben referirse
al mínimo necesario, pues las Escuelas Sectoriales completarán la forma-
ción con las materias propias del oficio y de la cultura general que sea más
conveniente para un oficio o profesión.
Si tal cosa es posible y si se evita otorgar discrecionalidad a los funciona-
rios del Ministerio de Educación para autorizar los programas de las materias
requeridas y otros requisitos, se evitará gastar energías y el largo tiempo que
toman los procesos burocráticos, así como las eventuales arbitrariedades que
pueden cometer algunos funcionarios.
4. La propuesta que se hace en estas páginas para desarrollar la capaci-
tación por sectores de la producción no es sólo una teoría que puede lograr
apoyo en las tendencias actuales de la formación no formal. En realidad,
existen en Venezuela antecedentes que permiten evidenciar su viabilidad
en al menos el sector bancario y como lógica consecuencia en los demás
sectores productivos o en la mayoría de ellos.
En efecto, el Instituto de Capacitación Bancaria (Insbanca) que se cons-
tituyó en 1963 bajo el patrocinio de la Asociación Bancaria de Venezuela y
el INCE, fue autorizado por el Ministerio de Educación a principios de los
años 70 para convalidar los estudios que hacían los aprendices de la banca
173
en el Instituto de Formación Sectorial. Los jóvenes que ingresaban con tercer
año de bachillerato aprobado, después de dos años de aprendizaje en alguno
de los oficios de la banca, pudieron obtener el título de Bachiller en Ciencias
Financieras y con él, tuvieron acceso a las universidades nacionales. De esta
manera, el joven aprendiz de la banca resolverá tres de sus necesidades:
Por medio de la formación práctica en las aulas de Insbanca y en las
oficinas del banco, el joven aprende un oficio para ganarse la vida. Durante
el aprendizaje percibe un salario por su condición de aprendiz.
En tercer lugar, recibe el título de bachiller que le da acceso a la Uni-
versidad. ¿Existe acaso un programa más útil para facilitar la superación de
los jóvenes en el subdesarrollo?
Como las carreras que se estudiaban en las universidades no estaban
directamente vinculadas a la banca y a las operaciones que ésta realiza y en
vista de que a lo largo de varios años Insbanca había desarrollado con éxito
el adiestramiento de unos 400 jóvenes universitarios en cursos anuales,
algunos de los cuales han sido presidentes de bancos y hasta del actual
Consejo Bancario Nacional, la Asociación Bancaria Venezolana elaboró un
proyecto para promover un centro de estudios superiores y lo propuso al
Ministerio de Educación, el cual, contando con la aprobación del Consejo
Nacional de Universidades, autorizó la creación del Instituto Universitario
de Banca y Finanzas147.
Esto reafirma la posibilidad real de cumplir con una propuesta como la
descrita en las páginas anteriores, que permita el ascenso permanente en el
proceso de superación de los trabajadores del país; tal proceso se cumplió en
relación con el sector bancario, es decir, que no es algo que está por hacerse
o por demostrarse148.

147
Desafortunadamente, Insbanca fue liquidada por decisión de la Asociación Bancaria ante la imposi-
ción del INCE de reservarse para sí el derecho de elegir la presidencia y gerencia de la institución y de
reducir a los banqueros a tener una representación minoritaria en el Directorio. Ante tal exigencia, la
Asociación Bancaria Nacional prefirió liquidar la institución y transferir sus activos al INCE.
148
De hecho se creó el bachillerato en ciencias financieras el 15 de enero de 1972. “De conformidad con
lo dispuesto en el artículo 12 de la Ley de Educación, del artículo 8 del Reglamento para la Educación
Secundaria y la Educación Técnica y en concordancia con los artículos 11, 12 y 16 del Reglamento para
la Educación Permanente; por disposición del ciudadano Presidente de la República:
SE RESUELVE:
ARTÍCULO 1: Se autoriza al Instituto de Capacitación Bancaria para dictar los cursos correspondien-
tes al ciclo diversificado de educación media de adultos en la mención ciencias financieras a través del
régimen de créditos y prelación de asignaturas.
ARTÍCULO 2: Para ingresar al ciclo diversificado de educación media de adultos en ciencias financieras
se deberán cumplir los siguientes requisitos:
a) Haber aprobado los estudios correspondientes al ciclo básico común o al ciclo de cultura básica de
educación de adultos.
b) Cumplir con los demás requisitos que establezca el Instituto para garantizar el mejor desarrollo de
los estudios.

174
En consecuencia, la propuesta de las páginas anteriores no sólo tiene
apoyo por parte de los expertos mundiales en materia de capacitación sino,
que además existen antecedentes de que es factible.

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL SISTEMA EDUCATIVO A TRAVÉS


DE LOS INSTITUTOS DE EDUCACIÓN SECTORIAL
Se trata de una modalidad complementaria al sistema de educación
formal y comprende todos los niveles educativos: básica, técnica, superior
y educación continua. Los Institutos de Formación Sectorial se caracte-
rizan por una gran flexibilidad en el horario de clases. Los que trabajan
asisten a los cursos fuera de las horas de labor, al terminar la jornada o al
principio de ellas. Las empresas podrán cooperar permitiendo dictar los
cursos en sus propios locales y en horas de trabajo. También, existirán
cursos a tiempo completo, particularmente cuando se trate de los pro-
gramas de aprendizaje que se refieren a jóvenes adolescentes, pero aún
en estos casos, debe combinarse la enseñanza teórica con el aprendizaje
de las tareas que componen el oficio, que es el objetivo del curso que se
dicta o cuando se trata de cursos especiales acordados con las empresas
que requieren capacitar aceleradamente a un grupo de trabajadores o a un
grupo desocupado que esperan contratar. De modo que, existe una enorme
flexibilidad para ajustarse a las exigencias de las personas que trabajan,
de la condición de trabajador o desempleado o aprendiz o si la empresa
misma requiere satisfacer ciertas necesidades específicas de capacitación. En
consecuencia, la carga horaria de clases teóricas es también muy flexible,
se podrían tomar cursos que se dicten en dos o cinco sesiones a la semana,
de dos horas cada una. En total podrían ser cursos de cuatro a diez horas
a la semana y, en muchos casos, se pueden ofrecer los sábados y hasta el
fin de semana completo.
El objetivo fundamental es diversificar la formación profesional y
profundizarla al máximo posible, desde los niveles de oficios y tareas más
elementales hasta los superiores. Los cursos de los Institutos de Formación
Sectorial deberán ser reconocidos para optar a los títulos de educación
formal en el ciclo básico o en el diversificado o en los que se expidan en la
educación superior. También es preciso facultarlos para que promuevan y
patrocinen la capacitación a niveles equivalentes a la de centros universitarios
y tecnológicos que impartan la educación superior en el sector respectivo
de la producción. Una condición necesaria para el éxito de estos institutos
sectorializados sería facultarlos no sólo para que expidan el título de técnico
superior sino, para que con estudios adicionales, puedan otorgar el título
de licenciados, ingenieros, maestría y doctor tal como lo hacen las univer-
sidades nacionales.
Se trata de una educación en el trabajo y para el trabajo. Desde los prime-
ros cursos se formarán estudiantes en oficios relacionados con su trabajo. De
175
este modo se pretende capacitarlos para ganarse la vida en tareas adecuadas
a su edad e intereses y fundamentalmente, en aquellos oficios que les toque
desempeñar dentro de la empresa. Los Institutos de Formación Sectorial de
cada sector productivo, pueden llegar a ser una especie de holding educativo
que promueva instituciones docentes para la educación técnica docente y
cultural a todos los niveles.
De modo que el trabajador adquiere así una esperanza aceptable en la
prosperidad de su futuro profesional, al ofrecerle una escalera que lo capacite
para lograr promociones y ascensos que impliquen una mayor responsa-
bilidad y ofrecerle una salida para la superación personal. Se disminuirán
así las frustraciones y las actitudes negativas ante la vida, la sociedad, la
empresa y la familia. También serán poco proclives a posiciones políticas
extremistas o violentas, pues tienen la esperanza real de avanzar y prosperar
a lo largo de su vida.
Imaginemos oficios difíciles de desarrollar, como el de repartidor de
una casa de abastos o el dependiente de un supermercado de alimentos. Tal
como se indicó anteriormente, se trata de desarrollar a la persona en todas
o buena parte de las tareas y oficios propios de la profesión, según se trate,
en el oficio de almacenista o encargado del depósito o como vendedor, en
fin, como supervisor de personal o gerente de una de estas dependencias de
los supermercados. Pero también se podría incrementar aún más la forma-
ción si se le prestan cursos relacionados con las operaciones de mercadeo
de tales mercancías, y a las propias de la administración de una cadena de
supermercados, o a las relativas a la exportación de alimentos. Sin duda,
ayudar a ascender a un joven hasta que alcance, de ser posible, un grado
universitario, no es una tarea fácil, ni todos pueden lograrlo, pero tampoco
es imposible y sin duda, el sistema puede ofrecer una esperanza aceptable
de superación para todo aquel que ingrese en él.

RAZONES QUE JUSTIFICAN LA SECTORIALIZACIÓN DE LA CAPACITACIÓN


Existen indudables ventajas en la decisión de especializar la capacitación
por sectores productivos; en verdad no hay mejor manera de crear un acerca-
miento real entre la escuela y la empresa. Podemos enumerar las ventajas:
1. En primer lugar, sería necesario que los directores y administradores
de los Institutos de Formación Sectorial puedan conocer individualmente
no sólo a los dueños de las empresas que operan en el sector productivo sino
a los ejecutivos y hasta a muchos de los trabajadores del respectivo sector.
Esto ofrece importantes beneficios.
La posibilidad de que los directores y administradores de los Institutos
de Formación Sectorial sean profesionales del sector al que sirven, facilita el
establecimiento de relaciones personales estrechas entre los empresarios y el
personal de la empresa y este hecho trae consigo una mejor apreciación de las
necesidades de capacitación. Se puede determinar con mayor precisión los
176
cursos que se necesitan y el número de personas que deben ser capacitados.
También, podrán conocerse los cambios en la tecnología y la necesidad de
desarrollar nuevos cursos o de actualizar los existentes para adaptarse al
dinamismo de la producción.
Hay que advertir que uno de los principales problemas de los que ado-
lecen las instituciones de formación profesional de hoy en día consiste en su
alejamiento de las empresas y del conocimiento de las necesidades de nuevos
cursos y de las demás necesidades reales de capacitación. Los Institutos de
Formación Sectorial son una institución que está mucho más próxima a la
empresa por el hecho de que se especializa en ese sector productivo y, hacia
ese sector, dirige la totalidad de su acción, sin dispersarse o debilitarse, asu-
miendo responsabilidades de capacitación en otros o en todos los sectores
productivos. El problema de atender a las necesidades de capacitación es un
problema que sin excepción resaltan los documentos de los especialistas de las
Naciones Unidas, del Banco Mundial y de la OIT y sin duda, es un problema
no claramente resuelto por las instituciones del Estado como el INCE.
Por otra parte, la descentralización del INCE por regiones, no resuelve
adecuadamente el problema y la razón es sencilla: las asociaciones regiona-
les para la capacitación profesional deben atender a los cursos de todas las
empresas en la región y esto les obliga a conocer un universo de necesidades
mucho más amplio que aquel que atiende un Instituto de Formación Secto-
rial. Esta última se concentra en un área o especialidad en la cual el mismo
director de la institución y sus inmediatos funcionarios administrativos son
profesionales y conocedores de tal actividad.
2. Además, el conocimiento del oficio, del personal de las empresas,
de sus ejecutivos y de sus capataces, permite al director de los Institutos de
Formación Sectorial conocer de una manera personal a los potenciales ins-
tructores que requiera la institución y por lo tanto, estará en mejor capacidad
para seleccionar a los más adecuados. No le será difícil encontrar referencias
en el medio y al mismo tiempo, le ayudarán los cursos que les dicten para
entrenarlos como instructores. Es más, estos instructores ayudarán a conocer
mejor las necesidades de actualización y de nuevos cursos.
3. Para todos aquellos que tienen experiencia en las muy diversas tareas
que se realizan en un centro o instituto de formación profesional, se estima
que coincidirían en la siguiente apreciación: la tarea que requiere el mayor
esfuerzo y el lapso de tiempo más largo para cumplir con ella viene a ser la de
la elaboración de los textos o manuales de enseñanza e instrucción. Esta tarea
supone, en primer lugar, la búsqueda del manual no sólo en el propio país, sino,
que con algunas excepciones obliga a una investigación a nivel mundial y una
vez determinado el mejor de texto o manual, si está en una lengua extranjera
debe traducirse y adecuarse a nuestra legislación y a la manera cómo se práctica
en el país. Además, y esto es lo más difícil, requiere adecuarse al nivel cultural
de los cursantes. En ocasiones, hay que elaborarlo íntegramente.
177
En consecuencia, si el director y los funcionarios de los Institutos de
Formación Sectorial son profesionales del sector productivo, estarán en capa-
cidad de seleccionar los cursos y coordinar su ejecución con los facilitadores
que se contraten a tal efecto. Esto no es una tarea fácil, pues requiere de
gente conocedora del oficio, que tenga un nivel suficiente para ordenar los
conocimientos de una manera clara y sistemática, como lo requiere la labor
docente. La experiencia enseña que las personas que poseen un nivel superior
de educación, están mejor preparadas que aquellos que conocen empírica-
mente el oficio pero carecen de la formación y la disciplina académica.
Las tareas de selección, programación y construcción de los manuales
de información para el sector productivo son tareas que están más allá de
las posibilidades de una institución de capacitación que centraliza todas
las labores de formación del país como lo hace el INCE. Por esta razón, se
explica su notorio rezago en la actualización de los cursos y en la producción
de nuevos. Por otro lado, esta tarea está fuera del alcance de las asociaciones
civiles regionales; pues no están en condiciones de hacer este tipo de tra-
bajo, no sólo porque repetirían en cada Estado la misma tarea sin ninguna
necesidad, sino porque son más débiles que el INCE. Y tal como hemos
señalado, creemos que los Institutos de Formación Sectorial son sin duda
las instituciones llamadas a cumplir con esa tarea.
Conviene señalar también, que una empresa o un grupo económico
por sí solo difícilmente es capaz de financiar el costo de esta actividad. En
nuestros países y particularmente en Venezuela, no existen empresas gigantes
como pueden ser algunas compañías norteamericanas que producen al año
lo que produce la totalidad en nuestro país, sino más bien, son empresas
pequeñas y medianas que sólo pueden resolver este problema si se asocian
con otras del mismo sector productivo como lo harían a través de los Insti-
tutos de Formación Sectorial para cumplir con el cometido aquí propuesto.
Además, las empresas más grandes, con disponibilidad de personal de mayor
calificación, pueden contribuir a la capacitación de los trabajadores de las
empresas pequeñas, en la elaboración de manuales y proporcionando ins-
tructores que beneficiarán a todos los trabajadores del sector.
4. Lo probable es que los directores de los Institutos de Formación
Sectorial y sus administradores conozcan muy bien a su sector, el número
de empresas y de sus trabajadores, pues sin duda estarán en conocimiento
del tamaño de las empresas y del monto aproximado de aportes que deben
pagar según la Ley del INCE. Por esta razón, cuando ellos observen que
no se reciben suficientes aportes de algunas empresas y sepan de otras que
no aportan nada al proceso de capacitación, pero que existen por cuanto
capacitan a algunos de sus trabajadores, podrán cooperar con los recauda-
dores del INCE suministrándole la información. Téngase en cuenta que los
ingresos de los Institutos de Formación Sectorial dependen de tales apor-
tes. También los empresarios, que participan en la dirección de la escuela
178
sectorial, contribuirán a la efectividad de esos cobros. Ellos cuidarán de
que el dinero que aportan sus empresas no sea destinado a capacitar a los
trabajadores de las otras compañías que omiten su contribución y, por lo
tanto, se asociarán al Director para informar al INCE los posibles incum-
plimientos. En resumen, los Institutos de Formación Sectorial constituyen
una organización que facilitaría extraordinariamente el cobro de los aportes
que deban las empresas al INCE.

ORGANIZACIÓN Y ADMINISTRACIÓN DE LA CAPACITACIÓN


Los sectores que de una u otra manera se benefician de la actividad ca-
pacitadora en el país son: el INCE, por ser responsable del interés público
que tiene la Nación en esa actividad; el sector empresarial que demanda
mano de obra calificada y el sector laboral que eleva su nivel de instrucción
y mejora su productividad e ingresos. Examinemos seguidamente el rol
que puede corresponder a cada uno de estos sectores en la organización y
administración de la capacitación.

ROL DEL INCE


Antes de definir el rol del INCE proponemos examinar sus debilidades
y fortalezas. Pero aun antes de examinar las limitaciones y debilidades del
INCE, sería injusto dejar de señalar expresamente que los institutos de
formación profesional como el INCE han cumplido una labor positiva en
sus respectivos países; y que por lo tanto, debemos insistir en que sólo se
pretende mejorar, perfeccionar su labor y, sobre todo, adecuarlos al gran
dinamismo que ha generado el cambio tecnológico y la globalización. Los
institutos de formación profesional han llenado el vacío que existía en los
países latinoamericanos para capacitar a la juventud y a los adultos que se
habían retirado o que por cualquier otra causa no se habían beneficiado con
la educación formal, ni de ningún otro medio de formación profesional.
Tampoco se puede olvidar la lucha de los fundadores por atinar en
muchas de sus actividades, ni dejar de agradecer a los hombres que actuaron
con honestidad aportando su capacidad y su trabajo.
En nuestras críticas tenemos principalmente presente al Instituto de
Formación Profesional venezolano INCE, pero sabemos que esas críticas
son aplicables a la mayoría de los Institutos de Formación Profesional de
Latinoamérica. A continuación nos referiremos a las principales dificultades
y debilidades.

Debilidades
La primera dificultad que se le presenta a estos institutos de formación
profesional se origina en el hecho de que dichas instituciones están sujetas
a las contingencias de los cambios políticos del país. En muchos países
europeos e industrializados, los cambios políticos sólo acarrean cambios de
179
los altos ejecutivos de la administración de los institutos o entes públicos,
pero no implican cambios en el resto del personal. Sin embargo, no es así
en los en los países menos desarrollados. Con frecuencia se sustituye no
solamente al personal de mayor nivel jerárquico, sino a buena parte de los
otros niveles y en ciertos casos se crean cargos innecesarios. La gravedad
de este fenómeno depende del gobierno de turno y de la disponibilidad de
dinero para aumentar el número de cargos. Afortunadamente, los institutos
de formación profesional, sobreviven. Sus ingresos dependen de un aporte
fijo que no está vinculado a la calidad y cantidad del servicio que prestan.
Según el país de que se trate, la Ley obliga a los empresarios, a los trabaja-
dores y al Gobierno a efectuar aportes en dinero.
A medida que el trabajador público es más eficiente y exitoso en su tarea,
encontrará mayores dificultades para su promoción a niveles jerárquicos
superiores, ya que dicha promoción dependerá más de la confianza política
que de los méritos personales derivados de su labor. Además, nuestra triste
realidad revela que a medida que se asciende en jerarquía, la posición se
hace más inestable ante los incontables cambios políticos. De modo que,
sea por la dificultad en ser promovido y hacer carrera dentro de la organiza-
ción, sea por la corrupción o por el efecto negativo que estos hechos tienen
sobre la mística de trabajo y la devoción por la institución, lo cierto es que
el personal competente y trabajador tiende a abandonar el cargo y a buscar
un mejor destino en otra parte.
Para ilustrar lo referido hasta el presente, basta haber visto a los presiden-
tes o directivos de instituciones de formación profesional latinoamericanas
que concurrieron a la “XVIII reunión de Cinterfor” en Brasilia (mayo
1980). Como posiblemente ocurrió y sigue ocurriendo, en otras tantas
reuniones técnicas anuales de “Cinterfor”, la abrumadora mayoría de los
presentes asistía por primera o cuando más, por segunda vez a la misma.
Esta situación contrasta notoriamente con los representantes brasileros
cuyas instituciones no dependen del sector público; pues entre ellos quien
contaba con menos años de servicio en el “Seniat” o “Senac” tendría unos
20 años. Las contingencias políticas a las que están sometidos los institutos
de formación profesional en nuestros países causan la inestabilidad del
personal, ocasionando la subsecuente ineficacia productiva y, como lógica
consecuencia, han sido frecuentes las quejas que se han venido escuchando
respecto a la calidad de los egresados y a la insuficiencia de los servicios en
varios sectores productivos del país.
Por otro lado, la segunda dificultad la encontramos al sumar a este cuadro
los salarios insuficientes que con frecuencia paga la administración pública;
particularmente en los niveles gerenciales y de dirección, entenderemos bien
por qué no aceptan entrar en los institutos públicos de formación profesional
muchos gerentes experimentados y jóvenes con capacidad y competencia.
Éstos prefieren hacer carrera en otro lugar. Desafortunadamente, la ineficacia
180
se amplía por los efectos del irrazonable crecimiento de la burocracia. Es
frecuente que gran parte del presupuesto se gaste en el personal adminis-
trativo y obrero a expensas del número y calidad de los instructores de los
cursos. Este asombroso crecimiento de la burocracia proporciona una razón
más de la ineficiencia de los servicios prestados.
La tercera dificultad que tienen los institutos de formación profesional se
refiere a su insuficiencia para conocer y atender las necesidades de formación
profesional del país, que puede estar atendiendo el 3% de la fuerza de trabajo
del país; por lo tanto, cada vez más, se justifica y se precisa de la participación,
del apoyo y la cooperación de las empresas y los trabajadores, para abaratar
los costos y disponer de medios adicionales de financiamiento.
Lo ideal es que una persona no tenga que pasar su vida desempeñando
un mismo tipo de trabajo; la necesidad de adaptación a los cambios obliga
a prosperar y a capacitarse para trabajos de mayor responsabilidad dentro
del ramo u oficio en el que se ha iniciado. Para favorecer este proceso es
necesario establecer sistemas de adiestramiento y capacitación continuos,
que permitan al trabajador progresar constantemente en los conocimientos
de su profesión. Esa capacitación para nuevas tareas más complejas y exi-
gentes, le crea al INCE la obligación de multiplicar los cursos y programas
a todos los niveles. Infortunadamente, el INCE no está en capacidad de
cumplir con esas metas.
La cuarta razón se refiere al contagio que ha tenido el INCE con la
“corrupción” de no pocos de sus funcionarios. Este hecho contribuye a la
ineficiencia y desmoralización de su personal.
La quinta dificultad consiste en que a medida que pasa el tiempo, los
centros de formación profesional van quedando situados más lejos de los
centros de producción beneficiarios de su labor. Se inclinan a repetir los
cursos sin crear otros nuevos que se adapten a las nuevas necesidades del
país y no se cubren áreas en las que se está ausente; de ahí que pierdan dina-
mismo y tiendan a fosilizarse. De esta manera se aíslan y quedan rezagados
del desarrollo productivo del país. Éste es uno de los principales problemas
que hacen evidente la necesidad de mecanismos de acercamiento a la em-
presa. Por lo tanto, se hace necesario “institucionalizar” la relación de estos
institutos con las empresas: éste es uno de los objetivos de los Institutos de
Formación Sectorial.
En fin, si el INCE hubiese sido sometido a la evaluación crítica perma-
nente de su actividad como lo ha sido el Ministerio de Educación en diversos
sectores, se harían más evidentes las debilidades señaladas anteriormente,
así como lo limitado de su productividad.

Fortalezas
Por una parte, es evidente que el proceso de capacitación de los vene-
zolanos es un problema de interés nacional y, toca al Estado como vigilante
181
del interés público el responsabilizarse cuando menos por el dictado de las
normas legales que se encaminen a satisfacer tal necesidad y lo hagan con
justicia. Esto es, cuidando de que los sectores menos favorecidos tengan
acceso u oportunidad de alcanzar niveles de capacitación como los demás
habitantes del país. En consecuencia, una institución autónoma como el
INCE es la que está en mejores condiciones de establecer las políticas que de
acuerdo con la Ley que lo regula, permitan alcanzar el objetivo de capacitar
a los trabajadores del país. Se requiere una institución que esté más libre
de los intereses particulares de un sector, para acercarse al interés de todos
y ser justa en la asignación de los recursos disponibles para la capacitación.
Por ejemplo, el INCE está mejor facultado para evitar que los aportes se
destinen a becar y a capacitar élites privilegiadas, tanto sindicales como
empresariales, en detrimento de los trabajadores menos calificados.
En segundo lugar, como una lógica consecuencia de lo expuesto en el
párrafo anterior, una institución de carácter público como el INCE es la más
indicada, por su propia naturaleza, para supervisar e inspeccionar el cumpli-
miento de las normas de política educativa y de control que establezca, así
como la correcta ejecución de los programas anuales de trabajo aprobados por
las Directivas o Consejos de Administración de los Institutos de Formación
Sectorial; en estos casos y en los de violación de las normas establecidas, es
el más indicado para aplicar las sanciones correspondientes.
En tercer lugar, aun cuando la función de evaluar la calidad y los costos
de producción docente no es exclusivo del INCE, conviene que esté facul-
tado para realizarla e informar a las Juntas Directivas de los Institutos de
Formación Sectorial si su programación docente mantiene el dinamismo
que se requiere en la actualización de los cursos, en la creación de nuevos
programas docentes y en la racionalidad de los costos en los cuales incurre
para el cumplimiento de sus programas de trabajo. Es más, este proceso de
evaluación que bien podría delegarse en terceras personas, le es necesario al
INCE para poder tener una idea exacta de cuán bien se está ejecutando el
proceso de capacitación del país.
En cuarto lugar, una función en la cual el INCE difícilmente tiene
quien lo pueda sustituir consiste en actuar “subsidiariamente” en aquellos
casos en los cuales los empresarios de algún sector no tengan interés en res-
ponsabilizarse por la capacitación de sus trabajadores. Si ésta es la situación,
conviene que un ente público asuma directamente la responsabilidad para
satisfacer la preparación y calificación de los trabajadores del país. De igual
manera, se precisa que una institución como el INCE asuma la responsa-
bilidad de administrar directamente los Institutos de Formación Sectorial
cuando estos no funcionen correctamente, es decir, cuando no satisfagan el
mínimo requerido en las resoluciones, reglamentos y normas del INCE. Sin
embargo, también es necesario agregar que toca también al INCE crear las
condiciones para que los propios sectores productivos asuman su responsabi-
182
lidad y participen activamente en la capacitación de los trabajadores. Como
consecuencia de lo expuesto en los párrafos anteriores, necesariamente el
INCE es el más indicado para regular el proceso de formación sistemática
dentro del programa nacional de aprendizaje y también para supervisarlo y
sancionar los incumplimientos.
Como ejemplo de lo expuesto en los párrafos anteriores, el INCE puede
establecer el código contable de los Institutos de Formación Sectorial con
el cual se formula el presupuesto de la institución y se elabora la estadística
que se requiere en la programación docente, así como para establecer los
índices que permitan una evaluación comparada de la productividad de la
eficiencia y de la calidad de las tareas ejecutadas entre los distintos Institutos
de Formación Sectorial. También, dispone de la capacidad y autoridad para
aplicar auditorías, tanto contables como operativas y para suspender los
aportes económicos que deban recibir los Institutos de Formación Sectorial
en el caso del incumplimiento de sus funciones149.
Como resultado de lo anteriormente expuesto y, a pesar de las debilida-
des del INCE, de seguir operando como hasta el presente, es conveniente
concluir con la afirmación de que dadas las funciones de interés público
propias del INCE, es preciso que en sus órganos decisorios prive el voto de
los representantes del sector público, aun cuando exista una mayor repre-
sentación de los sectores empresariales y laborables. Por eso, conviene que
la presidencia y la gerencia de la institución continúen, como hasta ahora,
controladas por el sector público. Esto significa que el Presidente de la
República tenga la facultad de nombrar y remover al presidente del INCE,
al vicepresidente y al secretario general, pero por otra parte, convendría
que la representación empresarial y sindical en el Consejo sea ejercida por
representantes genuinos de los sectores y que esto lo hagan al más alto nivel
que pueda establecerse.
Si la capacitación y la educación de los venezolanos es una prioridad
nacional convendría que los presidentes de organizaciones como Fedecá-
maras, la Cámara de Comercio y la Cámara de Industriales sean necesaria-
mente los que deban representar al sector empresarial. De igual manera,
los representantes sindicales deben corresponderse con los cargos más altos
dentro de la Central Sindical del país. Sólo así tomaremos en serio la res-
ponsabilidad de priorizar la capacitación. También, para facilitar la labor de
estos representantes, el Comité Ejecutivo del INCE, que lleva la adminis-
tración diaria de la institución, no sólo se conforme con los tres más altos
ejecutivos del INCE, sino con las personas que designen los representantes
de los sectores empresariales y laborables, de modo que estos últimos estén

149
Quizás convendría estudiar la posibilidad de que una comisión permanente formada por los sectores
estatal, laboral y empresarial actúe como árbitro al momento de decidir sobre los incumplimientos de
los Institutos de Formación Sectorial que justifiquen la suspensión de los aportes que deba recibir.

183
bien informados para el momento de tomar decisiones en el Consejo que
se reúne pocas veces al año.

ROL DEL SECTOR LABORAL

Debilidades
1. Es probable que la mayor debilidad del sector sindical se refiera al
hecho de que su capacidad es fundamentalmente reivindicativa de los de-
rechos de los trabajadores y no administrativa o gerencial. En muchos casos
los representantes laborales no tienen la preparación suficiente para cumplir
con la función de administración ni la vocación para hacerlo.
2. Al igual que el sector público el sector sindical venezolano tiende a hacer
uso del clientelismo, dificultando de esta manera la eficiencia de la adminis-
tración. En ocasiones esta debilidad se agrava por actos de corrupción.
3. En la historia del sindicalismo venezolano resalta el hecho de la gran
afinidad que existe entre el sindicato y los partidos políticos, de tal manera
que en muchos sindicatos el grado de independencia en el cumplimiento de
su misión es limitado. Además, ésta se refleja en el hecho de compartir con
los representantes del sector público las decisiones que se tomen, de manera
tal, que podría hablarse de un sector público ampliado que incluya tanto a
los representantes de este sector como el de los sindicatos. Afortunadamente,
es probable que en el futuro la actuación de los sindicatos se realice con un
mayor margen de libertad.

Fortalezas
1. Es probable que ningún otro sector sea tan sensible como el sector labo-
ral para asegurar los derechos de los trabajadores, ni siquiera el sector público
cumple con esta misión con el mismo celo que el sindicato. Por ejemplo, si
eventualmente los dueños de algunas empresas están tentados a usar los aportes
de los Institutos de Formación Sectorial para privilegiar con becas a ciertas
personas inclusive a sus hijos, para estudiar en el exterior, es muy probable
que tal tentación sea descartada de antemano, por lo tanto, ni siquiera será
sugerida en el directorio de los Institutos de Formación Sectorial.
En fin, el sindicato sería el ente llamado a vigilar con celo los derechos
de los trabajadores y hacer que estos se cumplan a cabalidad y, por tal razón,
sus líderes deben estar presentes en el consejo del INCE y en los directorios
de los Institutos de Formación Sectorial.

ROL DEL SECTOR EMPRESARIAL

Debilidades
1. Quizás la mayor debilidad del sector privado consiste en el desinterés
por la capacitación de los trabajadores. Salvo las empresas grandes y algunas
184
medianas, la gran mayoría de éstas no suelen destinar personal y recursos
al proceso de capacitación. En los momentos en los cuales necesitan de
personal especializado se limitan a contratarlos.
Por otra parte, las empresas grandes sólo suelen mostrar interés por la
capacitación de los trabajadores en aquellos momentos en los cuales se ex-
pande la producción o se crean nuevas empresas o actividades y no cuentan
con el personal idóneo para realizarlas. Pero, en situaciones de recesión o de
crisis económicas suelen recortar los gastos destinados a la capacitación y lo
hacen así por la sencilla razón de que no necesitan más personal, sino, por
el contrario están interesadas en reducir o despedir a parte del mismo.
Como consecuencia de lo anteriormente expuesto es necesario mantener
el aporte obligatorio que actualmente deben pagar según la Ley del INCE.
Si éste queda al arbitrio de la empresa, lo más probable es que se reduzcan
significativamente los aportes para la capacitación.
2. En segundo lugar, y por norma general, los empresarios no suelen
tener conocimientos sobre la formación profesional. Por esta razón en los
directorios de los Institutos de Formación Sectorial se requiere que además
de su director ejecutivo, estén presentes otros directores que conozcan acerca
de la formación profesional para que ayuden a formar una mejor opinión de
la gestión de la institución y de lo que conviene hacer. Esta debilidad podría
subsanarse mediante la participación en los directorios de los Institutos de
Formación Sectorial de funcionarios idóneos del INCE con conocimientos
y experticias sobre el proceso de capacitación de formación profesional.

Fortalezas
1. Una de las fortalezas más significativas del sector empresarial consiste
en que suelen tener una mayor capacidad de administrar y de exigir resulta-
dos. En esto se diferencian con frecuencia de la administración llevada a cabo
por el sector público o eventualmente por el sindical. El sector empresarial
es refractario al clientelismo y a otorgar ascensos al personal por el grado de
confianza política que les inspiren y, en general, la administración en este
sector está afectada por un menor grado de corrupción.
Tal fortaleza es apreciable y es imprescindible para operar con eficiencia y
a bajos costos y, sobre todo, para alcanzar los objetivos que se pretenden.
2. Los Institutos de Formación Sectorial tienen una personería jurídica
de carácter privado y esto se reasegura financiando su actividad mediante
deducciones a los aportes que las empresas deben pagar al INCE. Se entiende
que los salarios a pagar a los ejecutivos, programadores e instructores de
cada Instituto de Formación Sectorial no están sometidos a las normas y
limitaciones que regulan los funcionarios públicos y podrán variar de un
sector a otro de la misma manera como varían los salarios de un sector a
otro. Este hecho es importante, permite ajustar los sueldos y salarios a los
niveles que se requieren en cada sector productivo.
185
El Instituto de Formación Sectorial se asemeja a un holding educativo
por cuanto de él dependen diversos niveles de formación (básica, media y
superior) y, además, incluye programas especiales que se ajustan a las ne-
cesidades contingentes de cada sector productivo. Por esta razón, conviene
que la dirección esté a cargo de personas con un alto nivel de preparación,
que puedan desarrollar proyectos que alcancen niveles superiores y que
puedan ejecutarlos progresivamente sin las limitaciones propias que tienen
los empleados públicos. Los sueldos en el sector público son bajos y, además,
tienden a homogeneizarse para cada función. Si los Institutos de Forma-
ción Profesional fuesen departamentos del INCE ocurriría, como es lógico
esperar, que los sueldos de los directores fuesen todos iguales. Y, además,
inferiores a los demás ejecutivos de mayor jerarquía dentro del INCE.
Tal situación sería contraria a la necesidad de pagar sueldos altos en
algunos sectores como el bancario, el asegurador, el automotriz, etc. Además,
las modificaciones del salario no están en función de decretos presidenciales
ni de la situación de los ingresos públicos.
3. En consecuencia, la posibilidad de que los Institutos de Formación
Sectorial estén regulados por el derecho privado, sumado al hecho ya referido
de que son instituciones con poco personal a tiempo completo y adminis-
tradas por un pequeño grupo de funcionarios, disminuye significativamente
el grado de una eventual conflictividad laboral150. En verdad, no se recuerda
ningún caso de huelga en los Institutos de Formación Sectorial del INCE
gerenciadas por el sector empresarial.
4. En cuarto lugar, quizás la principal fortaleza consiste en que si los
Institutos de Formación Sectorial están administrados directamente por el
sector empresarial, ocurre que es más fácil que su programación se adecue
a las necesidades de las empresas, evitándose así una de las mayores difi-
cultades o limitaciones en las que incurren los institutos similares al INCE
cuando centralizan el proceso de formación. Cada Instituto de Formación
Sectorial tiene por finalidad especializarse en la labor de la formación de
los trabajadores de un sector específico y si los empresarios, quienes son los
que mejor conocen las necesidades de capacitación de ese sector, son los que
administran o llevan la gerencia de la institución, es lógico suponer que estas
instituciones se adecuarán mucho mejor al nivel de necesidades del sector.
Así, serán más rápidas las actualizaciones de los cursos y la programación de
los nuevos, para atender las innovaciones que introduzcan en la actividad
de las empresas. Téngase en cuenta que se trata de atender el objetivo prin-

150
Los instructores de los Institutos de Formación Sectorial solían ser en su gran mayoría contratados
entre los empleados, funcionarios y capataces de las empresas por las horas que duraba el curso. Por lo
tanto los ingresos de estos instructores no dependían de los honorarios pagados por los Institutos de
Formación Sectorial, su principal fuente de ingresos provenía de la empresa. Por esta razón no existieron
conflictos laborales.

186
cipal del INCE que consiste en formar para el trabajo, no para actividades
improductivas o de poco rendimiento o remuneración.
5. En quinto lugar, si cada Instituto de Formación Sectorial es regentado
o administrado por las asociaciones de productores respectivas, es de esperar
que se facilite la cooperación entre las empresas y su respectivo Instituto
de Formación Sectorial. Por norma general, las compañías suelen temer o
desconfiar de las entidades públicas y es de suponer que la labor de capaci-
tación se facilitaría mucho más si los Institutos de Formación Sectorial son
regentados por los mismos empresarios. Esta circunstancia, ligada al hecho
de que los funcionarios de los Institutos de Formación Sectorial pueden
conocer personalmente a la gerencia y a los ejecutivos de las empresas de
su sector, facilita una cooperación que se extiende a varios campos: a la
determinación de las necesidades de capacitación, a las facilidades para la
selección de los instructores y a los horarios convenientes para el dictado
de los cursos. Y, sobre todo, al hecho de que en muchos casos facilitarán
los locales requeridos para impartir los cursos y, en otros casos, los equipos
necesarios para los mismos. Esta clase de cooperación es de extraordinaria
importancia.
Si se quiere extender el proceso de capacitación al mayor número posible
de trabajadores se precisa utilizar los recursos con una mayor eficiencia. Si
como ha ocurrido en el pasado en el Instituto de Formación Sectorial de
la Banca, más de la mitad de los cursos llegaron a dictarse en los locales de
la Banca, esto significa que el costo directo de los cursos se reduce al pago
de instructores y al material didáctico. Si esto puede extenderse al resto
de los sectores productivos, significa que puede ampliarse el proceso de
capacitación a un número muchísimo más elevado que el que actualmente
cubre el INCE con los aportes que recibe. Es más, es posible financiar el
proceso de formación a niveles superiores sin requerir aportes adicionales,
especialmente si se suman a esta cooperación todas las demás fortalezas
enlistadas en los párrafos anteriores. Solamente así es posible masificar el
proceso con mayor eficiencia.
En las páginas anteriores, después de analizar las debilidades y fortalezas
del INCE, se concluyó proponiendo que la administración y gerencia de la
institución fuese encomendada al sector público. Esto se propuso así, aun
cuando en el Consejo Nacional Administrativo del INCE la participación
de los sectores laboral y empresarial fuese paritaria. Sin embargo, en esta
ocasión, al tratar de la organización y administración de Los Institutos de
Formación Sectorial la conclusión es diferente. En estas instituciones con-
viene que la administración y la gerencia correspondan al sector empresarial
de cada sector. De modo que el presidente de la asociación empresarial de
productores de cada sector sería el presidente de la junta directiva de los
Institutos de Formación Sectorial y la gerencia a tiempo completo será
nombrada también por esta asociación. Si bien la directiva es tripartita
187
y faculta al INCE y al sector sindical a nombrar sus representantes en la
directiva de los Institutos de Formación Sectorial, la asociación empresarial
respectiva tiene a su cargo la administración y gerencia, así como el mayor
peso al momento de tomar las decisiones.
Esta forma de organizar los Institutos de Formación Sectorial permite
aprovechar todas las fortalezas que tiene el sector empresarial y al mismo
tiempo las ventajas de la acción del INCE en función del interés nacional,
así como la posibilidad de que la acción subsidiaria del INCE resuelva aque-
llos casos en los cuales los empresarios no tienen interés en ocuparse de la
formación profesional o lo hacen manifiestamente de forma deficiente. De
modo que mediante esta combinación de administración, tanto en el INCE
como en las instituciones sectoriales se puede lograr un máximo de eficiencia
con una participación real de los sectores envueltos en el problema.
Es conveniente reiterar lo dicho anteriormente usando las palabras
de un estudio del Banco Mundial elaborado en 1991 “La capacitación o
entrenamiento en el sector privado dirigido por los empresarios privados
y realizado en instituciones de entrenamiento privado puede ser el camino
más efectivo y eficiente para desarrollar las destrezas y habilidades de la
fuerza de trabajo”151.
Es de señalar que la representación que tenga el INCE en los Institutos
de Formación Sectorial no sólo tiene por función supervisar y participar en
la toma de decisiones, sino que tiene una especialísima función asesora. Si
el INCE entrena en las técnicas de capacitación a sus representantes ante
los Institutos de Formación Sectorial y cada uno de estos trabaja a tiempo
completo, asistiendo en representación del INCE a un grupo de Institutos
de Formación Sectorial, pueden ayudar a los demás miembros de la junta
directiva que no tengan los conocimientos de la formación profesional. Esta
contribución que se vería potenciada por el uso de las estadísticas y los índices
de productividad construidos a partir de la información contable y de otra
naturaleza que deba ofrecer cada Instituto Sectorial. Con ella al INCE le
será posible comparar la eficiencia de los distintos Institutos de Formación
Profesional de similar naturaleza, como serían las del sector servicios por un
lado y las del sector industrial, agrícola o pecuario por el otro.
Si bien los empresarios pueden cumplir con ventaja su función de
gerencia y administración y por lo tanto exigir resultados a la gerencia, los
representantes del INCE le proporcionarán la información complementaria
necesaria que ayude a los representantes del sector empresarial y sindical a
determinar los costos comparados con instituciones semejantes y la calidad
y el cabal cumplimiento de la programación de los Institutos de Formación
Sectorial. Así, se asegura un mecanismo de control y mediante él se eleva

151
Vocational and technical education and trainning. World Bank. 1991.

188
el grado de eficiencia de las instituciones. Además, los empresarios pueden
conocer los resultados de la gestión de la escuela por la calidad de los egre-
sados en el cumplimiento del oficio que estudiaron.

FINANCIAMIENTO
Si las tareas de los Institutos de Formación Sectorial consisten en la
programación de los cursos y en impartirlos al mayor número posible de los
trabajadores del sector y, si la meta se amplía con el objetivo de profundizar
los conocimientos hasta los niveles superiores o de mayor complejidad, lo
lógico es que se requiera una cantidad significativa de los aportes de las
empresas para cumplir con tales objetivos. Por esta razón, se propone que
las empresas puedan deducir la totalidad del aporte que deban pagar al
INCE para transferir dichos fondos a los Institutos de Formación Sectorial
respectiva. Esta decisión tiene la ventaja de asegurar que el financiamiento
que recibirán los Institutos de Formación Sectorial es de carácter privado. No
proviene de una fuente pública como lo sería el INCE y, en consecuencia, se
hace más evidente que el personal que trabaja en los Institutos de Formación
Sectorial no está sujeto al régimen de los empleados públicos.
Si existe alguna duda respecto a esta condición, convendría que en la Ley
se excluyese expresamente a los trabajadores de los Institutos de Formación
Sectorial del régimen que regula a los empleados del sector público. Por otra
parte, el INCE puede financiar su actividad normal con una cantidad menor
que aquella que le asigna el Estado según la Ley vigente y la cual podría
ser ampliada según las nuevas responsabilidades que le asigne el Estado,
como las que se refieren a la capacitación de los trabajadores desocupados
y a los trabajadores del sector informal de la economía. Más aún, el INCE
podría contratar la formación de los jóvenes o trabajadores desocupados
con los Institutos de Formación Sectorial y financiar el costo del dictado de
dichos cursos con el dinero proveniente del sector público, el cual podría
aumentarse según las necesidades en que incurra el INCE para cumplir
con tal cometido.

DESCENTRALIZACIÓN POR REGIONES


En la presente propuesta se ha establecido que la primera preferencia
es la de descentralizar por sectores de la producción y se tiene la certeza de
que las razones en las cuales se fundamentó esta decisión son convincentes:
los Institutos de Formación Sectorial aventajan por un gran margen a las
asociaciones civiles regionales en cuanto se refiere a la determinación de las
necesidades de capacitación. También, los Institutos de Formación Sectorial
están en mejores condiciones para elaborar y programar los textos, actuali-
zarlos y promover nuevos cursos. Además, tienen mayores facilidades para
asegurar el cobro de los aportes que deban pagar las empresas y, en general,
evitarían muchas de las debilidades que le son propias al INCE y a las aso-
189
ciaciones civiles regionales. Tales serían las que se refieren al clientelismo, a
la burocracia y a las posibilidades de corrupción de los funcionarios.
No obstante, a pesar de que se ha propuesto descentralizar el INCE a
través de los Institutos de Formación Sectorial, aún cabe la posibilidad de
estudiar y descentralizar a estas instituciones por las regiones del país. Hay
casos que parecen evidentes, como el del Sector de la Construcción. En este
caso los Institutos de Formación Sectorial podrían diseñar los cursos que
son necesarios, elaborar los manuales y textos respectivos y fundar en cada
región del país centros de capacitación para la construcción que estarían
administrados por los representantes de las cámaras regionales de la cons-
trucción, de los sindicatos regionales y de los representantes que tenga a bien
enviar el INCE. Los Institutos de Formación Sectorial podrían financiar
cada una de estas instituciones con los aportes que provengan de la región
y sólo deducirían los costos en los cuales incurran para la programación de
los cursos y demás gastos de carácter administrativo.
Cabe estudiar una tercera alternativa para la descentralización regional
y nacional que consiste en que los cursos elaborados por los Institutos de
Formación Sectorial puedan ser dictados por cualquier persona o entidad y
los aportes que deban pagar las empresas se utilizarían para costear los cursos
que seleccionen los trabajadores con la aprobación de su empresa.

190
Anexo A

Las nuevas características en la organización del trabajo y su incidencia en


nuevas competencias (Boletín Cinterfor No 149, Mayo-Agosto 2000)

ANTES AHORA
• Organización jerárquica. • Organización del trabajo inicia en los
• Objetivos impuestos, responsabilidad limi- trabajadores.
tada. • Participación en la conceptualización de los
• Puestos predefinidos. proyectos.
• Entendimiento limitado del marco general • Flexibilidad en actividades y roles.
del proceso del trabajo. • Comprensión de todo el proceso.
• Trabajo especializado con tecnologías • Trabajo complejo con enriquecimiento
tradicionales. horizontal y vertical y ayuda de tecnología
• Gerencia del flujo de producción en un informática.
ambiente estable. • Gerencia de flujos de información en un
• Trabajo basado en la fuerza física aplicada a ambiente cambiante.
materiales o a la manipulación de objetos. • Trabajo intelectual basado en manejo y
• Habilidades manuales, destreza y velocidad. transmisión de información.
• Rutina, situaciones repetitivas y problemas • Velocidad intelectual en términos de percep-
predecibles. ción, reacción y coordinación.
• Predominan trabajadores manuales espe- • Manejo de situaciones imprevistas y des-
cializados. rutinizadas que requieren acumulación de
• Trabajo desarrollado por órdenes y especi- experiencia.
ficaciones. • Predominan trabajadores competentes,
• Trabajo supervisado. técnicos, ingenieros y staff de gerencia.
• Separación entre pensamiento y acción. • Trabajo requiere autonomía, iniciativa,
responsabilidad y creatividad.
• Individuos adaptados a los requerimientos
de las máquinas. • Trabajo autoevaluado.
• Perfiles homogéneos de habilidades y • Integración de pensamiento y acción, solu-
estrecho campo de competencia. ción de problemas.
• Capacitación inicial complementada con la • Adaptación para responder a los requeri-
experiencia en el empleo. mientos de cada situación.
• Clasificaciones ocupacionales rígidas ba- • Habilidades heterogéneas, amplio rango
sadas en habilidades y experiencia. de competencias que incluye competencias
relacionales.
• Bajo grado de autosatisfacción.
• Capacitación inicial y luego capacitación
• Sindicatos estructurados por sector.
continua formal o informal.
• Clasificaciones vinculadas a la adaptabi-
lidad y capacidad para asimilar nuevos
conocimientos.
• Énfasis en la autosatisfacción, inversión en
personal.
• Sindicatos por ocupación y compañía.

191
Capítulo VII
La organización de las barriadas

LA FALTA DE ORGANIZACIÓN SOCIAL EN LOS BARRIOS


Existe la creencia generalizada de que los pobladores de los barrios mar-
ginales son gente que suele estar unida y que se ayudan unos a otros. Se cree
que en los barrios se practica una vida solidaria que los lleva a organizarse
para atender las necesidades comunes.
Sin embargo, la realidad es muy distinta, pues si bien es verdad que la
necesidad hace que pequeños grupos de vecinos se ayuden entre sí, y que
en situaciones de grandes emergencias, surjan casos de solidaridad y de
organización espontánea para enfrentar las crisis, lo cierto es que no hay
nada más lejos de la realidad que imaginarse a un barrio marginal como
una colectividad organizada. Es más, la organización y cooperación que
surgen cuando se ven afectados por problemas urgentes, se deshace una
vez pasado el problema, y cuando éstas perduran sin solución, la incipiente
organización desaparece, teniendo cada quien que afrontar el problema
individualmente.
De acuerdo con las investigaciones de campo efectuadas en barriadas
marginales, el habitante de los barrios únicamente se vincula a un pequeño
núcleo de familias cuyo promedio oscila entre dos y seis152. De modo que
el espíritu de solidaridad y el ejercicio de la vida social es muy limitado,
lo que tiene por resultado que el poblador marginal no se sienta integrado
al barrio, sino, a ese pequeño grupo de amistades o de familias a las que
pertenece. Con frecuencia, el resto del barrio es para él un territorio hostil
y peligroso.
Por otra parte, las organizaciones que se establecen en los barrios como
consecuencia de la acción de funcionarios o agentes externos, como fundacio-
nes privadas o entidades oficiales, duran sólo mientras tales agentes externos
se ocupan de ellas. Éste ha sido el caso frecuente de muchas iniciativas de

152
La cifra presentada de 2 a 6 familias fue tomada de la investigación realizada por la socióloga Larissa
de Lomnitz en México. Sin embargo, dada la gran similitud de las barriadas marginales latinoamericanas
se estima aplicable a la mayoría de los barrios. Véase: Lomnitz, Larissa. (1975). Cómo sobreviven los
marginales. México: Siglo XXI. (Cap. VI).
193
los movimientos inspirados en la ideología del Desarrollo de la Comunidad
o de la Promoción Popular153.
En cuanto a urbanismo se refiere, todos sabemos que las barriadas han
sido construidas al margen de las leyes y de las autoridades competentes.
En ellas no se han ordenado las construcciones respetando las áreas desti-
nadas al tránsito, ni las destinadas a las actividades recreativas, a la escuela
o los servicios en general. Los proyectos de construcción de las viviendas
no fueron sometidos al examen previo de las autoridades de ingeniería
municipal, ni existe la certidumbre de que las edificaciones de varios pisos
que se han hecho en algunas barriadas latinoamericanas sean resistentes y
seguras; pues cada quien construye como quiere y donde quiere, lo que se
traduce en un completo desorden.
En un barrio marginal es frecuente que la basura se amontone en cual-
quier sitio, y que el agua de las cloacas corra por las veredas y vías de paso. Las
drogas circulan con mayor libertad y el respeto a la persona y al transeúnte
es muy limitado. Las barriadas marginales tampoco han sido organizadas
por los gobiernos. En principio, los barrios forman parte de las ciudades y,
por lo tanto, están sujetos a las leyes y a las ordenanzas de los Concejos Mu-
nicipales. Los servicios públicos que deben prestarles son los mismos que se
tienen para toda la ciudad: policía, aseo urbano, teléfonos, agua, luz, salud,
educación, deporte, transporte, etc. Sin embargo, una de las razones por las
que a tales barrios se les llama “marginales”, es precisamente porque están al
margen del uso de tales servicios, al menos de una manera satisfactoria.
En resumen, en las barriadas no hay verdadera vida comunal ni urba-
na, sino, que más bien, están excluidos, de la organización social de la que
deben formar parte.
Para apreciar mejor lo que esto significa, consideremos que hay barrios
marginales en Caracas cuya población es mayor que la de algunos estados,
como el estado Cojedes. Sin embargo, éste cuenta con una Gobernación, un
sistema tribunalicio, unidades hospitalarias, educativas y de toda índole, que
han establecido los órganos y ministerios del poder central del país; además,
está organizado en seis municipios, cada uno de ellos con su policía y demás
servicios comunales. En cambio, en los populosos barrios urbanos no hay
ni un indicio de tal ordenamiento, sino, que están sometidos a bandas de
jóvenes delincuentes que ejercen el control de la comunidad. En los barrios
no sólo están marginados de la vida civilizada, sino que viven sometidos a
la ley del más fuerte.

153
Las políticas de Desarrollo de la Comunidad fueron promovidas por las Naciones Unidas en los
años cincuenta. En esos años se inició, con Desal en Chile, la puesta en marcha de tesis y políticas más
comprensivas de los problemas de marginalidad como son las de Promoción Popular, las cuales se han
extendido a varios países latinoamericanos. Sin embargo, por distintas razones, ambas políticas no han
tenido, hasta el presente, los resultados esperados.

194
Los planes de seguridad que se formulan para los barrios no suelen con-
templar la presencia permanente en ellos de agentes policiales suficientes.
Los operativos que se realizan suponen una presencia transitoria. Por lo
tanto, los delincuentes no están sometidos a persecuciones permanente y
terminan siendo personajes temidos y hasta admirados por los jóvenes que
tienen que convivir con ellos.
Por otra parte, la falta de organización social contribuye a la “anomia”
y a la “alienación”. El aislamiento en el que viven las familias de los barrios
por sus limitadas relaciones con otras pocas familias, y la sensación de falta
de apoyo ligada a la frustración y a la incapacidad de vivir según los patrones
de la sociedad dominante a la que se desean integrar; influyen en la pérdida
de valores morales, la promiscuidad, la inestabilidad y el abandono personal
y, en algunos casos, en la delincuencia. Ésta es una situación muy diferente
a la que se vive en las aldeas o en los pueblos pequeños, cuyo contraste
conviene considerar.
En una aldea la delincuencia es inexistente y esto es así, no ya por la
presencia permanente de la autoridad, sino, por las relaciones más intensas
que tienen sus habitantes entre sí, lo que contribuye a que todos, o casi to-
dos, se conozcan y a que cada quien cuide de su buena reputación, dándose
lugar a una fuerte coacción social.
Por ejemplo, si uno de los niños de la aldea se roba una pelota o cual-
quiera otra cosa, pronto se sabrá y la madre de éste será objeto de presión
social. Se la culpará de no saber educar a su hijo y eso influirá para que se
ocupe de corregirlo. No en balde, antiguamente la delincuencia desapareció
de los poblados pequeños, y huyó hacia los caminos. Los delincuentes eran
señalados y bien conocidos por lo que, de arriesgarse a cometer cualquier
acto criminal, todos los dedos del pueblo los señalarían. Por eso, quien
optaba por vivir como delincuente tenía que irse del pueblo
Hoy en día, en las barriadas de nuestras ciudades casi nadie se conoce
entre sí y los que allí viven se mueven en esa selva como animales asustadizos
que, al regresar de su trabajo, se dirigen directamente a su “cueva” o refugio
y no se atreven a salir de allí hasta el nuevo día. Como consecuencia de
la ausencia de organización y solidaridad, el poblador de los barrios es el
más desprotegido de la ciudad. Su vida social tiende a limitarse a lo que de
ella logra con los compañeros de trabajo y las pocas familias de parientes y
vecinos que lo rodean.

LA INSEGURIDAD PERSONAL, EL MAYOR PROBLEMA DEL BARRIO


Dada la altísima incidencia de delitos contra las personas, surge como
primera necesidad la de organizarse para defenderse de esa amenaza, por
lo cual, conviene “sectorizar” los grandes barrios en segmentos territorial-
mente menores en los cuales quepa la posibilidad de que los pobladores se
conozcan entre sí, y conozcan quiénes son los “malandros” y traficantes de
195
drogas del lugar, con lo cual, podría aplicarse una solución semejante a la
que aplicaron los pobladores del lejano oeste norteamericano en el siglo XIX.
En aquel ambiente, para protegerse y alejar a los malhechores, los habitantes
de cada uno de esos poblados, escogían y le pagaban un salario a un hombre
a quien nombraban jefe de policía (Sheriff ), quien a su vez, escogía a sus
colaboradores. Sin duda, no es necesario copiar íntegramente este modelo,
pero es útil tomar de él algunos de sus elementos. El primero es que sean
los mismos pobladores de los barrios quienes escojan o seleccionen a sus
comisarios, sus alguaciles o jefes de policía de entre ellos mismos. De este
modo, es probable que al ser escogidas las personas y sus ayudantes dentro
de la gente del lugar, aun cuando no sean los más ejemplares, sí deberán ser
de los más idóneos para tal labor.
El hecho de que los policías designados sean vecinos del mismo barrio
es importante, no sólo porque conocerán a los delincuentes y traficantes de
drogas del lugar, sino porque estarán directamente comprometidos con sus
propias familias, vecinos y amigos en lograr que los malhechores se alejen de
su sector. Deberán contar para ello con la cooperación de los cuerpos actuales
de policía municipal y nacional. Estos cuerpos, no sólo pueden contribuir
proporcionando el entrenamiento básico a los policías designados por los
vecinos, sino, que también pueden cooperar con los policías y con los vecinos
en todo lo que sea necesario. Tal sería el caso, si los policías del barrio se aso-
ciaran con los malhechores, abusaran de su poder y se erigiesen en autoridad
permanente a pesar del deseo de removerlos que tengan los habitantes del
barrio. De modo que cuando el barrio pierda el control de su policía, pueda
contar con el apoyo e intervención de los cuerpos de seguridad del Estado.
En segundo lugar, de la misma manera que los miembros de un con-
dominio eligen a sus guardianes y tienen poder para despedirlos, la gente
de las barriadas dispondría de ese mismo poder.
La derrota o ineficiencia de la policía, su corrupción o su falta de valor,
no sólo serían causa de despido, sino de algo más significativo, les afectaría
la fama y el aprecio que esperan tener de quienes conviven con ellos en el
barrio. Además, es conveniente observar que la policía contratada por la
junta de vecinos de los barrios debe ser menos costosa, pues los salarios que
se pagan dentro del propio barrio suelen ser menores. También, la reducción
o expulsión de los delincuentes permitirá disminuir en el futuro el número
de policías y el gasto total por ese servicio.
Por otra parte, a pesar de su autonomía y a diferencia de los “sheriffs” del
lejano oeste quienes vivían en pueblos distantes entre sí, las policías de las
distintas comunidades de vecinos de un mismo barrio no estarían aisladas sino
que cooperarían entre ellas para efectuar operaciones coordinadas o prestarse
ayuda mutua según las circunstancias y dado que estas ayudas se requerirán
con frecuencia, será preciso crear algunas instituciones como comités o con-
sejos que operen permanentemente para garantizar este sistema de ayuda mu-
196
tua. Para facilitar este objetivo es conveniente crear “asociaciones o juntas de
vecinos” de un mismo barrio o parroquia. Estas asociaciones estarán dirigidas
por representantes de las mismas. Si la policía del barrio mantiene un registro
de los malhechores o de los sospechosos de serlo en su territorio, podrá ofrecer
la información que las otras asociaciones de vecinos le requieran y también a
los cuerpos centrales de seguridad del Estado. Estos mismos cuerpos estarían
igualmente en capacidad de informar a los policías de cualquier barrio sobre
los antecedentes de cualquier recién llegado. La automatización del servicio
sería ideal para agilizar la cooperación y la información.
A este plan se le ha objetado, que si los actuales cuerpos de policía no
funcionan bien, menos lo harían los policías vecinales. Si la policía actual
es corrupta, también lo será la de los barrios marginales y la delincuencia,
en vez de decrecer, aumentaría.
A esa objeción pueden hacérsele las siguientes observaciones:
En los actuales cuerpos de policías no hay buenos sistemas de control
sobre sus miembros. Por ejemplo, si con cualquier pretexto, un policía mu-
nicipal le exige a alguien que le entregue una cantidad de dinero, la víctima
no tendrá manera de defenderse o de denunciar al policía, bien sea porque
no tiene acceso a los superiores de ese agente policial, o bien, porque tema
que estos superiores también estén implicados en la corrupción.
En cambio si el policía es nombrado y puede ser removido, por una
junta de vecinos que agrupa unas 200 o 300 familias, en donde todos tienen
la posibilidad de conocerse, pronto se correrá el rumor de lo sucedido entre
los pocos habitantes agrupados en la junta de vecinos. La víctima podrá
denunciar el caso a la junta o posiblemente, tendrá a un familiar o amigo
que conozca alguno de confianza en la junta y el policía sería removido o,
por lo menos, se comenzaría a desconfiar de él. Si el hecho se repitiese, las
protestas aumentarían y lo probable es que fuese despedido. Para asegurar
que así sea, es necesario que la junta de vecinos haya sido elegida democrá-
ticamente. Si las autoridades municipales garantizan con el uso de la fuerza
pública, la elección sin fraudes de las juntas de vecinos, en forma democrática
y mediante el voto secreto, el sistema tendrá fuerza para ejercer el control
sobre las policías del barrio.
El plan propuesto es también perfectamente aplicable en las áreas no
marginales y en aquellas en que habita aproximadamente la otra mitad de
la población. Además, este otro sector de la población tiene la capacidad
de autofinanciarse, al menos parcialmente, los costos de los servicios que
requieren, aunque deben enfrentar el problema de contar con las suficientes
contribuciones voluntarias. Por eso es preciso facultar a las juntas de vecinos
para que las impongan obligatoriamente154.

154
No es extraño que en otros países, como ocurre en los Estados Unidos y en algunas urbanizaciones
de Caracas, quien adquiere una vivienda individual en una urbanización individual se obliga a contri-

197
Los resultados de un régimen de policía local como el propuesto se
sentirían con prontitud. Los malhechores dejarían de ser personas temidas y
admiradas y se convertirían en perseguidos y fugitivos. Ya no podrán formar
sus pandillas en el interior del barrio, más bien, tendrían que cambiarse de
residencia y mudarse155. Dejarán de ser importantes y su ejemplo pasaría a
ser una conducta cada vez menos digna de ser imitada.
Es de notar que cuando se presentó la primera versión de la presente
propuesta el Dr. José G. Lugo Lugo, experto en criminología y director
fundador de la Disip en Venezuela, opinó que la proliferación de policías
crearía un caos en el sistema de seguridad personal. Además, sostuvo que las
policías de barrios podrían convertirse en grupos de delincuentes tan peli-
grosos como los llamados, en aquella ocasión: “Escuadrones de la Muerte”.
Pero posteriormente, el Dr. Lugo cambió radicalmente de opinión. En un
amplio reportaje que le hizo el diario El Nacional (1996, junio 9) recomendó
abiertamente lo que en esta propuesta llamamos “sheriffs del barrio” y con-
cluyó que la proliferación de policías podía funcionar coordinadamente. El
hecho de que en Estados Unidos funcionasen, sin problema más de 60.000
cuerpos de seguridad contribuyó a su cambio de opinión.
Ahora bien, ¿por qué no se han constituido desde hace tiempo las po-
licías locales? ¿Por qué los antiguos servicios y movimientos de desarrollo
de la comunidad no lo han logrado? ¿Es que acaso la seguridad personal
no es una de las necesidades más sentidas en los barrios marginales? Proba-
blemente, la explicación radique no tanto en la dificultad que los vecinos
del barrio tienen para organizarse, cuanto en su falta de capacidad para
financiar permanentemente a una policía que viva en el barrio y dependa
directamente de ellos mismos.
Hasta el presente una de las razones que explican el por qué las juntas
de vecinos de los sectores de clase media y alta siguen teniendo un papel
limitado es que las contribuciones de sus miembros no son obligatorias.
Esto da lugar a que los montos de tales contribuciones sean insuficientes,
lo cual se agrava por causa de la “viveza criolla” que induce a algunos a
no contribuir, basados en que los otros lo harán por ellos. Esta actitud
destruye la confianza de los demás y afecta la solidaridad, pues, los que
desean contribuir dejan de hacerlo o lo hacen en pequeñas cantidades. De
modo que, para evitar la insuficiencia de las contribuciones se precisa, aun
en las urbanizaciones de más alto nivel, que tales contribuciones sean tan
obligatorias como los pagos por concepto de condominio en los edificios
de apartamentos. En consecuencia, una primera fuente de financiamiento

buir con los gastos comunes, dentro de los cuales van incluidos los de la vigilancia policial municipal
o privada.
155
La posibilidad de que el delincuente realice actos delictivos fuera de su propio barrio, es una de las
razones que justifica el sistema de información al control central de los cuerpos policiales del Estado.

198
podría consistir en las contribuciones según la capacidad de pago de los
pobladores, pero que obligatoriamente, deberán aportar según el monto que
fije la junta de vecinos. Por otra parte, como es evidente que en las barriadas
marginales las contribuciones, aunque obligatorias serían insuficientes, se
precisará de fondos adicionales que aporte el Municipio, el Estado regional
o algún ente del poder central del Estado; los cuales pueden provenir de la
descentralización de los mencionados servicios.
Para estimular las contribuciones que deben hacer los vecinos “según
sus capacidades”, los aportes que otorguen los municipios o el Estado a las
juntas de vecinos de los barrios y urbanizaciones, pueden otorgarse en una
proporción ajustada a las cantidades que se recauden en cada barrio. El
aporte oficial y su proporción, variarían también según el nivel económico
de las barriadas y sus necesidades.

DISTRIBUCIÓN DEL SUBSIDIO DIRECTO Y JUNTAS DE CONDOMINIO


La creación y fortalecimiento de “juntas de condominio” por sectores
de cada barrio, permitiría utilizarlas también para otros fines distintos de
la seguridad, como: la administración de algunos subsidios, la preservación
de un “hábitat” adecuado y el desarrollo de una sana vida comunal. Segui-
damente describiremos el modo de utilizar esas juntas para la asignación
de los subsidios directos; además, a partir de esa explicación expondremos
la forma como podrán estructurarse y operar.
De acuerdo con los criterios en boga, los subsidios dirigidos a subsanar la
pobreza se focalizan o limitan a las personas que realmente los necesiten. Los
enfoques modernos de este tema, del que participan organizaciones interna-
cionales como la Cepal de las Naciones Unidas y el Banco Mundial, tienden
a apoyar la conveniencia de organizar a los sectores marginales y al resto de
la población, para que sean ellos mismos quienes determinen el orden de
prioridad de sus necesidades y las personas que ameriten el subsidio.
Al apoyar un proceso de descentralización de los gobiernos centrales y
regionales, y en este caso, también de las municipalidades, las organizaciones
internacionales coinciden en aplicar el principio de subsidiariedad mediante
la transferencia de competencias o funciones a los municipios y de estos
a cuerpos intermedios como es el desarrollo de un vigoroso movimiento
vecinal o de condominios sectorizados.
Con el propósito de contribuir a hacer realidad ese proceso se sugieren
las siguientes ideas:
En primer lugar dividir a los municipios en tantas áreas como sean
precisas para ser administradas por las juntas de condominio sectoriales, a
las cuales hay que darles estabilidad y permanencia en su administración y
servicios. Esa permanencia se puede lograr si los funcionarios responsables
de la buena marcha de la junta de condominio, como son sus secretarios
ejecutivos, trabajan a tiempo completo mediante el pago de un sueldo
199
adecuado, de manera similar a como el condominio de un edificio paga
el sueldo del conserje o de los guardias. Solamente así se puede evitar la
actividad espasmódica que ocurre cuando todo depende del empuje y la
generosidad de los dirigentes que trabajan gratuitamente. Estos, al cesar en
sus funciones, son difíciles de sustituir.
En segundo lugar, para cumplir cabalmente la función de distribuir los
subsidios, se precisa de muy buenos controles. La experiencia obtenida de la
distribución del subsidio de la leche, nos enseña que cuando ésta se lleva a
efecto a través de las actuales modalidades se presta al robo y a una injusta
distribución. ¿Cómo lograr, entonces, un control adecuado?
La cantidad total de subsidios asignados a cada junta de condominio
se publica en una lista en los periódicos de mayor circulación de la locali-
dad; el total de esas cantidades debe coincidir con la partida presupuestaria
asignada por el órgano legislativo correspondiente. En consecuencia, no
será posible sustraer nada ni a nivel del poder central ni del Municipio.
Cualquier junta de condominio denunciaría la discrepancia que hubiese
entre las cantidades que efectivamente se le entregan y la cantidad publicada
en los periódicos.
Observemos que la asignación de recursos a cada junta se determina
previamente mediante la precisión del número de habitantes y tras haber
practicado algunas encuestas por muestreo que permitan clasificar a los
barrios por su nivel socioeconómico y por la naturaleza de sus necesidades
básicas. Si se asigna una cantidad fija a cada condominio, según el barrio
de que se trate y si toca a las autoridades de la junta respectiva determinar
los beneficiarios del subsidio y las cantidades que cada uno ha de recibir,
las personas que abusen de su autoridad mermando o malversando de una
u otra forma los subsidios, ya no estarían defraudando al Gobierno, sino
a sus propios vecinos. Por ejemplo, la publicación de los nombres de los
beneficiarios en el ámbito local, mediante la fijación de un cartel en un lugar
visible, permitiría a todos los vecinos conocer quiénes son los beneficiarios
y en qué cuantía; por lo tanto, cualquier incorrección sería inmediatamente
conocida y reclamada. Así, si el secretario ejecutivo de la junta asigna el
subsidio a un pariente suyo o a alguien que no reúna las condiciones para
recibir el subsidio, sería un hecho conocido por los perjudicados y recla-
mado por ellos.
Para que ese control social sea eficaz, es imprescindible que el territorio
de la junta se imite apropiadamente para que todos los vecinos puedan
conocerse. Además, conviene reiterar que toda ayuda del poder central,
regional o municipal debe estar condicionada a que los vecinos contribuyan
según sus capacidades con algún aporte pecuniario, aun cuando éste sea
bajo. Esta recomendación tiene varios objetivos, pues quien contribuye,
exige buen cumplimiento.

200
Para que las juntas de condominio que existen en cada barrio o urbani-
zación logren las finalidades señaladas se requiere que estén bien organizadas
y adicionalmente protegidas de caudillos advenedizos que las gobiernen
tiránicamente. La experiencia demuestra que cuando el Gobierno ofreció
distribuir un subsidio como el de la leche a través de las juntas vecinales, éstas
se organizaron rápidamente. De hecho surgieron por toda la ciudad; pero
sus directivos no fueron representativos de la comunidad. Por esa razón, y
por el conocimiento que proporcionan las investigaciones de campo hechas
en el sector marginal, las cuales demuestran lo extremadamente limitadas
que son las relaciones interpersonales en ese sector (tal como dijimos las
amistades suelen limitarse hasta seis familias del sector), se propone que cada
seis familias que se conozcan entre sí, elijan un representante de su confianza
a la asamblea de vecinos, la cual operaría como junta de condominio del
respectivo sector.
Esa asamblea, que puede constar de cuarenta o sesenta representantes de
unas 300 a 400 familias, elegirá a su vez, a su Junta Directiva, al Presidente y
a un Secretario Ejecutivo. Tal junta equivale a un poder ejecutivo colegiado.
Además, podría elegir a las personas que gratuitamente o por una cantidad
módica, cumplirían la función de jueces que requiera la comunidad. De
modo tal que los vecinos dejarían de estar marginados del acceso a la justicia,
al menos en sus litigios menores.
Una organización con las características señaladas o con otras similares a
esas, ayudaría a disminuir las posibilidades de un caudillismo local arbitrario
y garantizaría una representación verdaderamente efectiva. Cada familia
tendría a un pariente o conocido en la asamblea y la comunidad no sólo
habría encontrado la manera de participar en las decisiones que la afectan,
sino que aprendería a vivir democráticamente y a amar y comprender las
limitaciones del funcionamiento de la democracia. Ésta puede ser la mejor
manera de profundizar y arraigar la democracia en una población, que por
su condición de marginalidad, está excluida del disfrute y deberes de la
democracia. Hoy en día, ni siquiera participan en las decisiones que más
los afectan como son las relativas a su propio hábitat.
En cuarto lugar, suele afirmarse, que es raro el condominio que funciona
debidamente. Por lo tanto, las juntas de condominio sectoriales estarán
sujetas al mismo problema, pues en ellas el ejercicio de los cargos de asam-
bleístas, directores, jueces y de otras funciones realizadas a tiempo parcial
son gratuitas, se puede predecir con facilidad la inoperancia e ineficiencia
de tales juntas.
No obstante, si bien es verdad que existen quejas sobre el mal funcio-
namiento de los condominios habitados por personas que tienen un alto
nivel cultural, también es una verdad evidente que sin la existencia de las
juntas de condominio, la vida en esos conjuntos residenciales sería un caos.
¿Quién busca, escoge, supervisa y despide al conserje o a los guardianes?
201
¿Quién se ocuparía de fijar y cobrar las cuotas del condominio y ordenar
las reparaciones?
De modo que, a pesar de sus imperfecciones, el condominio es indis-
pensable y útil, pero, tal como lo hemos descrito desde el comienzo de esta
propuesta, está plenamente ausente en las barriadas en donde se vive en ayu-
nas en lo relativo a cualquier tipo de organización. Las siguientes funciones
que pueden cumplir las juntas de condominio a nuestro entender, deben ser
más útiles e importantes para los sectores marginales del país.

EL URBANISMO Y LA VIVIENDA MARGINAL


En todas las barriadas marginales de las ciudades latinoamericanas
se violan en forma abierta y generalizada las normas sobre urbanismo y
construcción que establecen las leyes, reglamentos y ordenanzas. Como es
evidente, para ese importante grupo de la sociedad, que en ocasiones so-
brepasa el 50% de la población, esas normas no tienen sentido ni vigencia,
pues no pueden ser cumplidas por el sector marginal de la población. Se
tiene la certeza de que no tienen el dinero necesario para pagar la tierra ni
para costear el largo proceso de obtención de los permisos de construcción.
Y aun en el caso de que pudieran acceder a la propiedad de la tierra, no
perciben ingresos por semanas, quincenas, o meses, sino que son irregulares
y no existe banco que financie viviendas con fuentes de ingresos irregulares
e inestables. Esta irregularidad es característica de gran parte del sector mar-
ginal, por esa razón las viviendas informales se construyen progresivamente
al ritmo irregular de los ingresos.
En consecuencia, se ha hecho usual que las autoridades se hagan de la
“vista gorda” e ignoren el incumplimiento abierto de las normas urbanís-
ticas y la invasión de terrenos. El resultado de esta práctica ha sido doble:
por una parte, aun cuando sea precaria, los pobladores de las barriadas
logran una solución para su vivienda; pero por otra, ha sobrevenido un
verdadero caos urbanístico con el surgimiento de densas zonas marginales
en las ciudades.
Como no han existido planes de urbanismo receptor para las áreas que
se pueblan, no hubo ni hay previsión en el trazado de las futuras calles por
donde puedan transitar los vehículos de transporte, de manera tal, que una
vez establecido y desarrollado un barrio, se presentan serias dificultades
tanto para el tránsito automotor como para el peatonal. Tampoco se suele
prever los espacios para ubicar las instituciones de interés colectivo como:
el mercado, la autoridad civil, la escuela, el dispensario médico, la iglesia,
las plazas, jardines de infancia o campos deportivos. Tampoco se prevén las
facilidades para las instalaciones de servicios públicos.
Uno de los problemas más graves consiste en que, dada la ausencia de
estudios de los suelos, se realizan asentamientos en zonas inestables, produ-
ciendo deslizamientos de las tierras en épocas de lluvia, con las consecuentes
202
pérdidas de vidas y de bienes materiales. La situación se agrava en aquellos
sectores en los que, por su cercanía a zonas comercialmente valiosas, se
construyen casas de dos o más plantas y hasta edificios, sin estudios previos
de suelos ni de la resistencia de las estructuras.
Es evidente que la autoridad pública debe hacer algo para evitar que esto
siga ocurriendo. Por ejemplo, se pueden prever las necesidades de viviendas
y preurbanizar zonas convenientemente localizadas y atractivas para los
nuevos pobladores. El acondicionamiento de las tierras para la construcción
de viviendas no precisa de la dotación completa de todos los elementos que
idealmente se requieren. En general, lo más importante consiste en dotar
a las tierras de un sistema de aguas blancas y negras y definir los espacios
destinados a las viviendas y a los otros usos. Un plan de este tipo, que permita
vender las parcelas a un precio asequible al comprador, puede ser útil para
las nuevas zonas a ser habitadas y detener así el crecimiento caótico de las
actuales barriadas. Y, de poderse contar con más recursos económicos, se
completaría el proceso urbanístico y la infraestructura requerida. Pero sobre
todo, en estos años de bonanza petrolera, de mediados de esta primera década
del milenio, el Estado podría subsidiar de diversas maneras el desarrollo de
la construcción de viviendas que satisfagan los requisitos mínimos.
También habría que establecer ciertas normas mínimas para la cons-
trucción de las viviendas que efectivamente puedan ser cumplidas por sus
pobladores, como lo serían: el respeto a los espacios públicos y el máximo
de metros cuadrados a construir según el área del terreno, etc. Y estas
normas podrían ser más exigentes si se condicionan los subsidios a su
cumplimiento.
Ahora bien, como el problema no consiste tan solo en establecer las
normas sino en hacerlas cumplir, es precisamente en este campo en el que
las autoridades que integren las juntas de condominio o vecinales de los
barrios podrán exigir, con mayor posibilidad de éxito, su cumplimiento,
sobre todo si tienen autoridad para hacerlo.

LA FORMACIÓN DE LA COMUNIDAD
En la medida en que las juntas de condominio de los barrios dispon-
gan de fondos, su organización será estable y permanente para atender
los problemas de seguridad personal y las otras necesidades y actividades
comunales. Un clima de mayor seguridad personal ya disminuye, por sí
solo, el miedo para salir de la vivienda y relacionarse con los demás; pero el
verdadero incremento del contacto de unos con otros está en la posibilidad
de participar en las decisiones sobre los servicios y las tareas comunales,
como la recolección de la basura, la limpieza, el mantenimiento de las calles,
las cloacas y los drenajes; la vigilancia en el cumplimiento de las normas
mínimas de convivencia, el nombramiento de los jueces y los policías, el
acondicionamiento de los espacios públicos y los sitios de recreación y,
203
sobre todo, crecerán las interrelaciones personales con el nacimiento de las
asociaciones derivadas de la nueva vida comunal. Todas estas actividades
harán que los habitantes del barrio desarrollen el sentido de pertenencia
al grupo y comiencen a llevar una “vida de comunidad” donde todos se
conozcan y participen.
En efecto, todo ser humano desea ser apreciado, estimado y respetado
por los miembros de los grupos a los que pertenece; sea la propia familia o
los compañeros de trabajo y a partir del momento en que se desarrolle una
comunidad vecinal, deseará ser también apreciado por sus vecinos. Esta
circunstancia tenderá a hacerlo participar más efectivamente en la nueva red
de relaciones de intercambio. Y donde hay que tomar decisiones o realizar
tareas comunes se requiere de la cooperación de todos, por lo que el grupo
exigirá la responsabilidad en el cumplimiento de las tareas comunes. De
modo que se proporciona la posibilidad de dar y exigir solidaridad. A su vez,
la posibilidad de ganar el aprecio y la gratitud de los vecinos, puede ser para
muchos un poderoso estímulo en la mejoría de sus patrones de conducta y
en su espíritu de cooperación con los demás.
Como resultado de este proceso, es posible que disminuyan los robos
casuales, propios de la viveza y sus otras manifestaciones. Las nuevas comu-
nidades comenzarían a vivir una vida donde la “coacción social” facilita la
adopción de patrones éticos de conducta social. La comunidad, a través de las
normas propias que genere y de sus convencionalismos sociales, “coacciona”
a sus miembros a adoptar conductas de convivencia más beneficiosas para
la comunidad y las personas que la forman. Este proceso se refuerza por el
hecho de que muchos aceptarán como convenientes y buenas estas normas
y las arraigarán en sus conciencias, reduciendo el alto grado de anomia que
reina en las zonas marginales.
Por otra parte, el hecho de que una porción creciente de las decisio-
nes que afectan la vida de los pobladores de los barrios sean tomadas por
ellos mismos y no por personas e instituciones ajenas a ellos; además, la
posibilidad real de participar en asociaciones y actividades que se deriven
de la institucionalización de las juntas de condominio y del poder de sus
autoridades, constituye un medio poderoso para reducir o eliminar la
alienación de los pobladores marginales. Aquellos que opten por mejorar y
superarse a sí mismos, aprenden a creer en el esfuerzo propio como camino
de solución a sus problemas. Las tareas en las que participan dentro de la
comunidad están al alcance de sus posibilidades, pues los otros pobladores
del barrio con los que se vinculan o compiten son de su misma condición
y nivel. Esto contribuye a que superen los sentimientos de impotencia y de
ausencia de control de su situación, tan comunes en las zonas marginales.
Aun cuando el aprendizaje de un oficio bien remunerado y sobre todo,
un buen nivel de educación integral son los mejores antídotos contra el
sentimiento de impotencia y de falta de control sobre la propia vida, la
204
participación activa en la vida comunal es también un medio que contribuye
a la superación de tales sentimientos.
Además, quienes tengan vocación de líderes encontrarán un cauce apro-
piado a las necesidades de su personalidad, y tendrán la posibilidad de ejercer
su vocación. Las juntas de condominio vienen a aumentar la participación
de la gente y, sin duda, eso constituye una verdadera y legítima profundi-
zación de la democracia. Los pobladores aprenden, por vivencia propia, el
significado de la vida democrática, sus ventajas y sus limitaciones.

DIFICULTADES Y PELIGROS DEL PLAN PROPUESTO


Existe el temor y el riesgo de que las organizaciones de los barrios se
sometan o se hagan “clientes” de algún partido político o que se constituyan
en factores de agitación política. También puede ocurrir que los habitantes no
tengan interés en participar o que los administradores malversen los fondos,
o sean ineficientes administrando el dinero o solucionando los problemas,
y puede ser que todas estas cosas ocurran en tal grado que no valga la pena
promover el plan que se ha propuesto en estas páginas. Veamos, pues, cómo
salirle al paso a esas dificultades.

Las interferencias políticas


Existen muchas alternativas para elegir las directivas de las juntas de
condominio, pero se propone escoger aquella que permita fortalecer el
“poder local” evitando interferencias políticas externas que las desvíen hacia
objetivos diferentes de su propio cometido.
Por eso, basándonos en el hecho de que las personas en los barrios so-
lamente suelen vincularse con pocas familias, vecinos, amigos o parientes,
puede establecerse que cada 4 o 6 familias se pongan de acuerdo para elegir
un representante a la asamblea de la Asociación de Juntas de Condominio.
De esta manera se encamina a que las familias escojan a una persona de
confianza, que sea capaz de defender sus intereses en la comunidad. Por lo
tanto, se evitaría elegir por planchas a candidatos que propongan los parti-
dos políticos, a los que no conocen o de los que no tienen garantías de su
honestidad. El sistema que se propone permite que cada poblador del barrio
tenga vínculos directos con algún miembro de la asamblea para evitar que
la elección obedezca a razones de lealtad política u otras ajenas.

La malversación de fondos
Dada la característica mentalidad de viveza que existe entre nosotros,
la segunda dificultad que debe enfrentarse consiste en evitar que las au-
toridades y los miembros de las juntas de condominio cometan fraudes
y malversen los fondos recibidos Para evitarlo se propone que se celebren
contratos entre las juntas y los entes que les proporcionarán los fondos, en
los que se establezca que:
205
La movilización de la cuenta bancaria requiere la firma conjunta de las
personas autorizadas por la junta y por el ente aportante. El representante
del aportante o su contralor, únicamente podrá firmar una vez que se veri-
fique que el gasto está previsto en el presupuesto aprobado por la asamblea
y la junta directiva de la asociación de vecinos. Obsérvese que el aportante
no decide en qué se debe gastar el dinero. Esta decisión es de la asamblea
y del directorio de la junta, pero sí cuida que los gastos estén debidamente
autorizados.
Para facilitar la labor contralora, se establecen normas operativas que
obliguen a la junta a adoptar el código contable y presupuestario que le fije
el aportante, así como a suministrar la información requerida y facilitar
todas las operaciones de inspección y auditoría requeridas para informar
debidamente a los asambleístas. De acuerdo con los términos del contrato,
el aportante tendrá derecho a que sus representantes asistan a las reuniones
de la directiva y de la asamblea de la asociación. Este derecho permitiría
prestar asesoría de toda índole e informar o alertar a los miembros de la
asociación sobre posibles peligros de malversación de fondos.
Téngase en cuenta que el tamaño de los barrios propuestos no es gran-
de, lo que de por sí constituye una especie de mecanismo de control que
facilitará la marcha correcta de la administración. En efecto, en un barrio
pequeño existe la posibilidad de que la gente se conozca entre sí, especial-
mente si tiene intereses o bienes comunes que administrar; y este control
social tiende a imponer más respeto a la ética social. La formación de una
comunidad hace desaparecer la sensación de anonimato que es propia del
barrio marginal y de la gran ciudad y que hace proclive a la gente a actuar
incorrecta e imprudentemente confiada en que no va a sufrir ningún tipo
de sanción, ni siquiera la coacción de los convencionalismos sociales.

La ineficiencia administrativa
Aun cuando la junta de vecinos tenga expresamente señaladas las fina-
lidades en las que podrá invertir o gastar el dinero, las cuales son amplias,
son fundamentalmente similares a las del Municipio. Por lo tanto, la junta
tendrá amplio margen para decidir sobre cómo y en qué cosas se gastará
el dinero y, al estar conscientes de que los pobladores de los barrios tienen
poca preparación frente a los funcionarios que administran los servicios
públicos a nivel nacional o municipal, hay quienes abrigan el temor de que
la administración de los fondos será muy ineficiente. Sin embargo, hay que
tener presente que los funcionarios de un barrio cualquiera tendrán más
interés en resolver sus problemas de seguridad, limpieza y comunicaciones
que la gente que no vive en ellos
Por otra parte, obsérvese que el derecho que tiene el ente aportante de
asistir a las reuniones de los órganos de la asociación, no es únicamente para
informarse sobre la marcha de la misma o para informar a los miembros
206
de la asociación de eventuales peligros de malversación del dinero, sino,
que tiene por particular finalidad la de asesorar y ayudar a los directivos y
asambleístas en la toma de decisiones. De modo que sin imponer los fines a
los cuales deben ser asignados los fondos, pueden cooperar con sus consejos
técnicos a la mejor utilización de los mismos.

207
Capítulo VIII
Insuficiencia de inversiones, escasez de empleos y pobreza

EL EMPLEO GENERADO POR LA INVERSIÓN PÚBLICA


A diferencia de lo que muchos piensan, el sector público no tiene capa-
cidad para darle empleo a la mayoría de los venezolanos. Para el año 2003
apenas empleaba a una de cada diez personas que están en edad de trabajar. Es
cierto que el Gobierno podría aumentar el número de empleos si aumentara
sus niveles de inversión en obras públicas tales como: carreteras, autopistas,
puertos, aeropuertos, construcciones hidráulicas y eléctricas, escuelas y vi-
viendas, entre otras. Sin embargo, desde que Venezuela empezó a pagar el
servicio de la deuda, es decir, desde que comenzó a amortizar los intereses
más el capital que recibió en préstamo, han disminuido consistentemente
las inversiones en obras de “infraestructura”.

Inversión pública en infraestructura en Venezuela 1974-2000 (porcentajes del PIB)

0
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000

Fuente: Banco Central de Venezuela, Anuario Estadístico (varios años).

Tomado del artículo de Dinorah Singer y Diego Lombardi de la revista Debates IESA No. 1. Volumen VIII.
Caracas.
209
Las empresas contratistas de las obras públicas compraban, a su vez,
numerosos insumos de producción nacional como: cemento, ladrillos,
cerámica y granzón o como derivados del hierro o el aluminio, y daban así
empleo indirecto a numerosas personas, amén del empleo directo generado
para numerosos trabajadores de poca calificación. Pero los gobiernos han
preferido recortar el porcentaje de las inversiones en obras respecto a la
producción total del país (PTB), antes que disminuir el número de sus
empleados en la administración pública, es decir, optan por seguir man-
teniendo departamentos u organismos burocráticos que no tienen mayor
utilidad y prefieren no celebrar o renovar contratos con el sector privado,
de modo que sean las empresas privadas las que despidan a sus propios tra-
bajadores. Así se evita que el Estado entre en conflicto con sus trabajadores
sindicalizados, e incurra en los costos de liquidación de su personal. Por otra
parte, se evade el “costo político” que tendría esa decisión, pues la oposición
podría aprovechar el hecho para salir en defensa de los empleados públicos
despedidos. Se estima, según la opinión generalizada entre los estamentos
más pobres del país, e inclusive en la propia clase media, que no es nece-
sario despedir a los trabajadores del sector público por lo que siempre se
ha pensado que el Estado venezolano es muy rico y no tiene necesidad de
incurrir en despidos.
No obstante, aunque no hubiese el servicio de la deuda, el Estado ve-
nezolano no tendría capacitad para generar, por sí solo, empleos suficientes
para todos, pues también el ingreso que le produce el petróleo al Estado ha
caído en las dos últimas décadas del siglo pasado. Caída que se aprecia con
mayor claridad cuando se tiene en cuenta que el volumen de población ha
ido creciendo constantemente en el país, mientras que los ingresos petroleros
no han crecido a ese mismo ritmo. En consecuencia, hay cada vez menos
ingresos petroleros por persona o lo que es igual, ha venido disminuyendo
el ingreso petrolero per cápita. Ocurre entonces que aumenta la demanda
de cupos en las escuelas, la demanda de atención a la salud y la de los ser-
vicios públicos, y el Estado tiene relativamente menos dinero para atender
esas necesidades.
La caída de la inversión pública explica en buena parte la caída del
empleo y el aumento de la informalidad económica, y es la explicación,
también en buena parte, del enorme grado de pobreza en que vive el país.
Tal situación coincide, como hemos señalado, con dos fenómenos claramente
identificables durante las dos últimas décadas del siglo pasado, en las que
ocurrió una caída de las inversiones públicas originada en una disminución
de los ingresos que genera el petróleo en relación con la creciente población
(disminución del ingreso petrolero per cápita) y, ha ocurrido, además, la
necesidad de pagar simultáneamente el servicio de la deuda pública. Ambas
realidades combinadas limitan la capacidad de inversión del Gobierno y
por razones que veremos posteriormente, influyen negativamente en las
210
decisiones de inversión del sector privado, reduciendo en mayor proporción
aun las inversiones que requiere el país.

SITUACIÓN DE LA INVERSIÓN PRIVADA


Abrir fuentes de empleo mediante la creación de nuevas empresas o
ampliando las existentes, es una actividad que corresponde al sector pri-
vado de la economía, tal como ocurre en todos los países en los que opera
la economía de libre mercado. Sin embargo, ha sido un hecho notorio, tal
vez el más resaltante de la economía venezolana durante las últimas dos
décadas del siglo XX y primeros años del siglo XXI, que la inversión privada
ha experimentado una caída progresiva, que se hace más notable si se la
considera como inversión privada per cápita, es decir, cuánto se invierte en
promedio, por cada venezolano. En el año 2004, la inversión privada per
capita se situó en un nivel semejante al que existía a principios de los años
50 del siglo pasado. El retroceso ha sido enorme y se refleja en que muchas
empresas han cerrado sus puertas o han tenido que reducir su personal, a
pesar de que la ley le otorga estabilidad en el empleo a los trabajadores, pero
de alguna manera las empresas se las han arreglado para hacer los ajustes
necesarios, pues nadie puede continuar operando con pérdidas.
El resultado es un círculo vicioso: a menos inversiones, menos empleo;
y si aumenta el desempleo disminuye la demanda agregada, pues, la gente
desempleada no tiene ingresos; y al no tener ingresos no puede comprar y al
no poder comprar, las empresas dejan de vender y se agudiza el número de des-
pidos y el cierre de negocios. Los que quieren sobrevivir deben aceptar salarios
reducidos o, cuando menos, no recibir aumentos a pesar de la inflación.
Esto se refleja en la caída del ingreso real per cápita. Divididos los ingresos
totales que se generan en el país, entre el número de habitantes, observaremos
que en promedio, los venezolanos tienen un ingreso personal cada vez menor.
El país se está empobreciendo. Para el año 2002 el ingreso per cápita de un
venezolano era prácticamente equivalente al del año 58 del siglo pasado, y
para comienzos del año 2004, ha continuado retrocediendo.
Resultado de lo descrito es que para el año 2003, de cada diez vene-
zolanos solamente dos están empleados en la empresa formal, es decir, en
empresas sujetas a la Ley del Trabajo, que pagan prestaciones sociales y
obedecen a las normas de dicha Ley. Las otras ocho personas están desem-
pleadas (20%) o en la “economía informal”, es decir, en empresas de menos
de cinco trabajadores, distintas de las que están manejadas por profesionales,
es decir: se trata de “empresas” que consisten en un pequeño taller de coser
ropa, una “venta” de alimentos caseros, la buhonería, el servicio doméstico
o los mil y un trabajos que realizan por cuenta propia para poder sobrevivir.
Estas personas representan algo más de la mitad de la fuerza de trabajo. Sin
embargo, aún así, las cifras que registran el “desempleo abierto” son altas,
pues ha llegado a constituir cerca del 20% de la población, es decir, 2 de
211
cada 10 personas, a mediados del año 2003. Tal cosa ocurre aun cuando el
actual Gobierno del presidente Chávez hace continuamente intentos para
tratar de aumentar el número de empleos y compensar la gran caída de la
inversión privada, mediante planes especiales156.
En el sector privado no sólo ha venido ocurriendo que las empresas
existentes no se amplían; sino, que por el contrario, son más las empresas
que cierran que las nuevas que se crean. Tal circunstancia se refleja en el
aumento del trabajo informal, donde los trabajadores aceptan ingresos
menores para sobrevivir de alguna manera.
Para noviembre de 2003, el 52,5% de la población que trabajaba lo hacía
en el sector informal, donde los salarios, en promedio, son significativamente
menores que en el sector formal. Esto es así, a pesar de que algunos de ellos
tienen ingresos altos por razón de que actúan como patronos o porque son
más hábiles al ubicarse o seleccionar lo que venden. Sin embargo, reitera-
mos que la mayoría suele tener un salario promedio de 25% a 30% inferior
al que exige la ley o los decretos del salario mínimo. Así se explica cómo
el empleo informal supera al formal, el cual ha caído a 47.5% de los que
trabajan (excluyendo a los desempleados).
En los años anteriores al período considerado la situación era diferen-
te. Así, entre 1977 y 1979, la informalidad se situó en un nivel cercano
al 30% de la población activa. Fueron los años en los cuales el Gobierno
triplicó su presupuesto como consecuencia del aumento de los precios del
petróleo, durante el primer gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez.
Al gastarse ese ingreso extra en múltiples obras, el “trabajo formal”, tanto
el público como el generado por abundantes inversiones privadas, se situó
en una cifra cercana al 70% de la población trabajadora, al tiempo que
el desempleo registró su mínimo histórico. En realidad fue una situación
absolutamente excepcional. Sin embargo, insistimos en hacer notar, que,
a pesar del exceso de inversión pública y privada quedó sin poder absorber
un 30% de la población en el sector informal. Con esto queremos llamar
nuevamente la atención sobre un hecho que ya hemos señalado en capítulos
anteriores: es que en Venezuela, así como en los demás países de América
Latina y otros países subdesarrollados del mundo, existe un exceso de mano
de obra no calificada que no puede ser absorbido por el sector formal, aun
cuando se alcancen cifras muy elevadas de inversión poco comunes o
exageradas a las que puede absorber la economía sin desembocar en una
apreciable inflación.
En tiempos del primer gobierno del presidente Pérez, amén de que el
Gobierno invertía mucho, se tenía la sensación de que los altos ingresos pe-

156
Las cifras de la ocupación de la fuerza de trabajo así como otros cuadros estadísticos fueron presen-
tadas por la UCAB y el IESA en la presentación del “Acuerdo Social para el Desarrollo y la Superación
de la Pobreza” 2003. Caracas.

212
troleros seguirían aumentando o serían permanentes por lo que la inversión
privada también creció a todo vapor; y sin embargo, no pudo absorber la
economía formal a toda la población no calificada. Hoy en día, ya pasado
el primer lustro de este tercer milenio, han vuelto a subir los ingresos pe-
troleros, pero como la inversión privada se ha retraído por la incertidumbre
política, la producción total y el empleo han crecido poco y para el 2006,
los aumentos sólo tienden a compensar la disminución de la producción
de años anteriores. Por ejemplo, en el año 2005, la inversión, después de
ajustarla por la inflación, es menor que en 1998. Y esto ocurre a pesar de
que el precio del barril de petróleo era de US$ 10,7 en 1998 y mientras que
en el 2005 alcanzó US$ 45,3157.
No puede omitirse el señalar cómo al aumentar la inversión se causa
una fuerte atracción de mano de obra del exterior, parte de la cual va a
engrosar el sector informal, de tal manera, que para el momento al que nos
referimos vinieron muchos colombianos, ecuatorianos y peruanos y además
migrantes de las islas de las Antillas, inclusive de Trinidad, buscando trabajo
en Venezuela, donde había esa gran oferta de empleos y oportunidades para
sueldos mejores de los que podían obtener en sus propios países. Aumentó,
así, la población y la marginalidad.

FACTORES QUE DISUADEN LA INVERSIÓN EN VENEZUELA


Ni las ganancias que generan las empresas, ni los fondos que ellas mismas
constituyen como reservas, ni los ahorros acumulados por las personas que
habían logrado ahorrar en los años anteriores, se invirtieron totalmente en
Venezuela desde el año 1983. ¿Por qué ocurre esto? Dos son las causas que se
destacan con particular fuerza: en primer lugar el temor a las devaluaciones
y el control de cambio y en segundo lugar la incertidumbre política.

El temor a las devaluaciones y los controles cambiarios


El temor a las devaluaciones o a los controles de cambio ha sido una
de las principales causas de que la gente no invierta en el país y prefiera, en
cambio, comprar dólares para no perder el poder adquisitivo de los bolívares
que posee, pues si ocurriese una devaluación, el ahorrista perdería parte del
valor de sus bolívares debido a que la devaluación incrementa paulatinamente
el nivel promedio de los precios en el país. Por el contrario, si se convierten
los bolívares en dólares con anterioridad a la devaluación, no sólo no se pierde
nada, sino que se hará, en principio, una ganancia porque por cada dólar
adquirido, obtendrá más bolívares de los que antes tenía. Esto explica por qué
es fácil prever que al caer los ingresos petroleros el Gobierno nacional tendrá

157
Véase en diario El Universal del 2 de abril del 2006, p. 2-1. Caracas. La Inversión (Formación Bruta
del Capital Fijo) fue de Bs. 10.897.703 millones en el 2005, mientras que en 1998 fue de Bs. 11.274.818 a
precios constantes de 1997.

213
un déficit y los que tienen ahorros, presumirán que el Gobierno devaluará
el bolívar para aumentar sus ingresos, pues con la devaluación venderá más
caros los dólares que recibe de las petroleras y así puede mantener su nivel
de gasto en bolívares; en consecuencia, antes de que el Gobierno devalúe,
se desencadena una “voracidad” por comprar dólares y colocarlos a buen
recaudo en el exterior. Esto se llama fuga de capitales.
Como esa ha sido la práctica recurrente de los gobiernos en Venezuela,
apenas se observa que caen los ingresos petroleros se inicia el proceso de
convertir los bolívares en dólares para depositarlos en bancos extranjeros o
invertirlos en fondos mutuales en dólares o en otras monedas “duras”. Al ha-
cer esto, ya no se invierte en Venezuela, ni en ampliar las empresas existentes
ni en crear nuevas. De modo que los dólares que generan las exportaciones
de petróleo y que son adquiridos por el Banco Central, son vendidos a los
ahorristas venezolanos a cambio de los bolívares que tienen depositados en
los bancos nacionales, para luego enviarlos al exterior.
La “fuga de capitales” suele agravarse, pues los gobiernos tratan de re-
tardar la devaluación, ante la inevitable consecuencia de que ésta aumentará
el “costo de la vida”, lo cual afecta el nivel de “popularidad” del Gobierno y
del partido que gobierna. Se retrasa la devaluación a la espera de alternativas
para evitarla. Por ejemplo, pueden confiar en que el nivel de los ingresos
petroleros se recuperará prontamente o que se podrá encontrar otras fuentes
alternativas de ingresos, como el aumento de la deuda pública o la creación
de nuevos impuestos para compensar el efecto que causa la disminución
de los ingresos petroleros en los ingresos del Gobierno; pero, para asegurar
lo que mucha gente tiene ahorrado, convierten sus bolívares en dólares y
reducen, de ese modo, los depósitos en bolívares en la banca nacional y las
reservas en dólares del Banco Central158.
El resultado es una fuerte salida de dólares al exterior efectuada tanto
por los grandes empresarios y la gente adinerada del país, como por los
pequeños comerciantes y ahorristas. Cuando menos, los que tienen pocos
ahorros en bolívares, comprarán dólares en efectivo que guardarán en sus
propias casas. Este problema, que se ha acentuado en las últimas décadas,
pero que es un problema crónico de la economía venezolana, tiene tantas
otras repercusiones, que en la tercera parte de este estudio, se profundizará

158
Como resultado de la compra de dólares al Banco Central para atender las exigencias de los deposi-
tantes, los bolívares disponibles en las entidades bancarias disminuyen, pues buena parte de los depósitos
recibidos, los tienen colocados en préstamos. La escasez de bolívares eleva las tasas de interés: cobran más
intereses por los nuevos préstamos que otorguen y, para atraer a los depositantes, pagan mejores tasas.
Si se elevan muchos los intereses que reciben los depositantes, se puede disminuir la fuga de capitales.
Esta situación tranquiliza al Gobierno y al Banco Central pues se atenúa la pérdida de reservas y puede
reducirla o evitarse la devaluación en algunos casos. Sin embargo, si se prolonga, arruina a las empresas
deudoras de los bancos y quiebra a los mismos que no pueden cobrar los créditos que otorgaron.

214
en él y en sus efectos colaterales, así como en las vías de solución que tienen
tales problemas.

La incertidumbre política ahuyenta la inversión


y refuerza la fuga de capitales
Nuestra democracia a pesar de haber sido reestablecida en 1958, no es del
todo estable; pues desde sus propios inicios ha tenido constantes amenazas.
En el propio decenio de 1960, hubo que confrontar a la guerrilla marxista
en los sectores urbanos primero y después, con mucha mayor fuerza en las
zonas rurales del interior del país. Al mismo tiempo, la ideología marxis-
ta, alentada por corrientes del exterior, ganó terreno en nuestras propias
universidades donde contó con fervientes seguidores, cuyo optimismo fue
tal, que consideraron que en poco tiempo, el Gobierno democrático sería
reemplazado por la “revolución”. Naturalmente que al contar la guerrilla
con la confianza de los estudiantes, profesores e intelectuales marxistas que
vivían en las ciudades, trasmitían temor al resto de la población, apoyada por
las acciones de la guerrilla urbana. Esto, sumado a la crisis económica que
siguió a la caída del gobierno de Pérez Jiménez, llevó al país a una primera
devaluación y al establecimiento de un rígido control de cambio.
Sin embargo, a medida que el movimiento guerrillero fue debilitándose,
se gestó una mayor confianza en la nueva ideología de “centroizquierda”
del presidente Rómulo Betancourt que generó la sensación de estabilidad
política, la cual se consolidó cuando se hizo efectivo el proceso de pacifica-
ción de las guerrillas en el decenio de 1970. Muchos antiguos guerrilleros se
integraron al orden democrático y, cuando aumentaron asombrosamente los
ingresos petroleros en la segunda mitad de los años setenta, aumentó tam-
bién la sensación de estabilidad económica y política. En esos años se tuvo
la creencia de que la prosperidad sería permanente. Los precios petroleros
no retrocederían en el futuro, sino que más bien aumentarían.
No obstante, salvo escasos períodos, nunca dejó de existir el temor a
“cambios en las políticas públicas” por cuanto los varios partidos políticos
democráticos, tenían todavía una fuerte tendencia “socialista” fundada en
el pensamiento marxista o cuando menos, veían con buenos ojos la expan-
sión de la actividad económica del Estado y no favorecían la apertura de
las inversiones privadas en muchos campos. Por el contrario desconfiaban
de la inversión privada, cuyo ámbito lo restringieron a áreas en las que los
empresarios privados podían operar, pero siempre sometidos a “permisos”
y controles. Además, los criterios económicos prevalecientes en América
Latina favorecían la creciente intervención del Estado en la economía.
Con la devaluación del bolívar, a partir del llamado “viernes negro” a
principio de los años ochenta, que luego se hizo recurrente en todos los
sucesivos gobiernos hasta el presente, se consolidó la “inestabilidad del tipo
de cambio” como causa inhibitoria de la inversión que propendió a la fuga
215
de capitales. Además, con las devaluaciones y la reducción de las inversiones,
hubo un empobrecimiento progresivo de la población trabajadora, inclu-
yendo a la clase media, así como un aumento en la intensidad o gravedad
de la pobreza de los que ya eran pobres que junto a la gran desigualdad
económica del país, predispuso a más inestabilidad política.
Tal como hemos visto, cuando el número de pobres aumenta y el país
sufre una recesión o crisis económica, la misma pobreza tiende a generar
inestabilidad por la incertidumbre política. Y esto ocurre por cuanto au-
mentan las posibilidades de que un líder o partido de izquierda extrema
alcance el poder o influya en las leyes que se dicten. Esa posibilidad causa
incertidumbre entre los empresarios, que temen a un cambio en las reglas
de juego y a los eventuales perjuicios que se les pueda causar a sus nego-
cios. Se genera, de ese modo, una situación que los economistas suelen
bautizar con el título de “Volatilidad Macroeconómica”, por las probables
fuertes variaciones en las políticas económicas debidas al déficit fiscal, las
devaluaciones, las fluctuaciones de los ingresos petroleros, la disminución
de la inversión, el aumento del desempleo y la pobreza. A su vez, esa po-
sibilidad de cambio en las reglas de juego puede indicar inestabilidad y
cambio en las instituciones mismas que tienen por objeto regular y hacer
funcionar la economía. Ésta es una de las razones básicas de nuestra debi-
lidad institucional.
Por otra parte, los golpes de Estado, o las amenazas de golpe, que con-
currieron con la pérdida de la legitimidad moral de los partidos del statu
quo, aumentaron los temores y la incertidumbre política. Con la llegada del
presidente Chávez al poder, se ha acrecentado apreciablemente el temor a
invertir en el país por causa de la misma inestabilidad política y la percepción,
cada vez más real, de que el Gobierno llevará a efecto medidas socialistas
extremas que afectarán a la propiedad privada, lo cual se traducirá en un
aumento de la fuga de capitales.
En consecuencia, aun cuando en Venezuela hay varias explicaciones para
la fuga de capitales, de una manera crónica tenemos como causas principales
las señaladas: la incertidumbre política y el temor a las devaluaciones o a los
controles de cambio, ello vinculado a la volatilidad de nuestra economía
(variaciones en los ingresos petroleros y fiscales) y a su influencia recíproca
con relación a la volatilidad de la política, pues en nuestros países existen
posiciones ideológicas extremas que pueden tener posibilidades reales de
alcanzar el poder, en aquellos momentos en los cuales se prolongan las
recesiones y sobrevienen las crisis económicas.
Una encuesta realizada por la firma Datanálisis en el año 2002, preguntó
a los entrevistados: ¿qué harían con las utilidades y aguinaldos de ese fin de
año? La respuesta más frecuente consistió en “pagar sus deudas”. Pero una
vez pagadas las deudas, las personas deseaban ahorrar el dinero remanente
“preferiblemente en dólares”. La encuesta revelaba cómo la adquisición de
216
divisas sólidas se convierte en la primera alternativa de ahorro e inversión
en Venezuela. El director de Datanálisis, Luis Vicente León, señaló que el
73% de las personas prefieren ahorrar en dólares y agrega, que el 76% de los
encuestados percibía que el Gobierno no podría sostener el tipo de cambio
en los siguientes dos años, por lo cual, para el común de los venezolanos, la
decisión de invertir en Venezuela ya no es importante, pues lo importante
es protegerse de las devaluaciones159.
Por otra parte, hay que añadir que aquellos que deciden ahorrar en el país,
para disminuir sus riesgos, colocan su dinero en certificados de depósitos a
30 o 60 días y renuncian a los intereses más altos que se les ofrecen por de-
positar el dinero a plazos más largos. En la práctica, procuran tener su dinero
disponible a corto plazo, debido la incertidumbre en el futuro del país.
Sin embargo, a los ahorristas venezolanos les ocurre a veces que las tasas
de interés que reciben suelen ser menores que la inflación que existe en el
país. De modo tal, que la suma de los ahorros más los intereses que logren
acumular durante el año, es una cantidad con la cual terminarían comprando
menos que lo que hubieran podido comprar al principio de ese mismo año.
Los intereses no compensan la inflación y además, corren el riesgo de que
se devalúe su dinero160. Cuando esto ocurre, se brinda una razón adicional
a los ahorristas para la fuga de sus capitales.

Sobrevaluación del bolívar


La sobrevaluación del bolívar es otro factor que dificulta de manera
significativa las inversiones en el país, y particularmente, afecta a las em-
presas ya establecidas en Venezuela. A continuación veremos cómo opera
la sobrevaluación. La inflación dentro del país afecta no sólo a los precios
de los bienes de consumo, sino también, a los costos de producción de los

159
Información publicada por el diario El Universal de Caracas del 17 de noviembre del año 2002.
160
Es importante señalar, que en el mundo moderno se ha desarrollado de una manera extraordinaria la
forma de ahorrar mediante la cual, los ahorristas ganan más dinero que los intereses que normalmente
suelen pagar los bancos a sus depositantes. Cualquiera puede invertir dinero en “fondos mutuales”. Hay
miles de fondos mutuales especializados en muy diversas actividades, en los cuales el que deposita su
dinero corre el riesgo de los resultados de las inversiones que hagan los administradores del fondo en
valores muy variados. Además de los fondos mutuales existen empresas especializadas en administrar el
dinero y esto es especialmente útil para aquellas personas que disponen de fortunas importantes de un
millón de dólares o más. También, se han desarrollado empresas especializadas en administrar y colocar
los fondos de personas que disponen de cantidades menores a la señalada.
Por las razones antes dichas, la situación actual de Venezuela es muy distinta de la que existía en los años
40, 50, y en los 60 y 70, cuando si alguien quería transferir su dinero lo hacía tratando de depositar
el mismo en bancos extranjeros en una cuenta a plazos que le rindiera una tasa de interés común a la
banca internacional, la cual normalmente, era inferior a la que se pagaba en Venezuela. Este proceso
se facilitaba ya que los bancos extranjeros que operaban en el país se ocupaban de todos los trámites
necesarios para convertir los bolívares en dólares, abrir la cuenta a través de la sucursal o banco asociado
al banco extranjero ubicado en Venezuela e informarle regularmente del estado de su cuenta.

217
empresarios nacionales, como: salarios, electricidad, materias primas y otros
insumos; los cuales al menos durante ciertos períodos de diversa duración,
experimentan aumentos mayores que la devaluación del bolívar. Esto im-
plica, fundamentalmente, dos cosas:
a) Que mientras la producción nacional se va encareciendo por el aumen-
to de los precios de venta causados por los mayores costos de producción; el
producto extranjero equivalente pasa a ser, poco a poco, relativamente más
barato respecto al venezolano, de modo que puede llegar un momento en el
cual al consumidor venezolano le convenga comprar el producto importado
en vez del nacional, con lo que se desplaza la producción y se reduce el nivel
de empleo de las empresas nacionales.
b) Si el productor nacional es exportador, entonces, el aumento de
sus costos de producción causados por la inflación venezolana, reducirá
su ganancia, ya que los precios en el exterior en dólares u otras monedas,
no aumentan al mismo ritmo que la inflación. De modo tal, que cuando
este exportador convierte en moneda nacional las divisas que recibe por la
venta de sus productos, sigue obteniendo la misma cantidad de bolívares
por producto vendido, pero sus costos internos, al ser cada vez mayores, van
mermando sus ganancias hasta llegar el momento en el que le ocasionen
pérdidas que lleven a la quiebra de la empresa exportadora161.
Por otro lado, si aumentan los ingresos que genera el petróleo y el
Gobierno decide gastarlos y simultáneamente, el país se hace atractivo a
las inversiones extranjeras, tal como ocurrió con el programa de apertura
petrolera durante el segundo gobierno del presidente Caldera, entonces
se abrirán más fuentes de empleos, particularmente para aquellos que son
personas con mayor capacitación y tienen formación profesional o técnica y
sobre todo, para los que tengan capacidades gerenciales. Se precisan, en ese
caso, muchas empresas para que realicen las obras de infraestructura y las
otras inversiones requeridas. Ocurre entonces que la escasez de mano de obra
calificada y la escasez de empresarios y de empresas, lleva a los contratistas a
cotizar precios más altos que contemplan el aumento real o esperado en las
materias primas y otros insumos como los salarios del personal.
Como bien puede apreciarse, se causa una inflación, porque la enor-
me cantidad de dinero que gasta el Gobierno y las empresas extranjeras y
nacionales que invierten en el país, no puede ser “absorbida” sin ocasionar

161
En realidad el concepto de sobrevaluación puede afinarse señalando hechos como el siguiente: a la
inflación nacional hay que restarle la inflación de los productos importados. Del mismo modo que los
precios en Venezuela aumentan, también ocurre lo mismo en el exterior, aun cuando la inflación externa
es bastante menor y esto es particularmente cierto cuando se trata de los países desarrollados. También,
existen otros elementos a considerar cuando se hacen estos cálculos de la sobrevaluación, por ejemplo,
conviene escoger los precios y la inflación de los países con los cuales más comerciamos puesto que esos
son los mercados de los exportadores nacionales.

218
inflación en los costos de la producción, lo cual termina acarreando un
aumento general de todos los costos y precios, porque cada vez es más di-
fícil conseguir a los profesionales, técnicos y obreros especializados que se
necesitan. De igual manera, aumentarán de precio los insumos y servicios
que se fabrican en el país.
Si tal es la situación y el dólar no se devalúa manteniéndose fija su
cotización, es decir, no varía su precio en bolívares; entonces ocurre lo que
hemos llamado “sobrevaluación del bolívar”, la cual consiste en mantener
estable o relativamente bajo el tipo de cambio, mientras que se gasta más
dinero del que puede “absorber” el país sin incurrir en una inflación.
De este modo, el crecimiento del sector petrolero a lo largo del siglo
pasado y del presente, ha venido causando una constante tendencia a la
sobrevaluación, puesto que genera muchos ingresos al país. Los dólares que
se obtienen por la venta del petróleo se transforman en bolívares para pagar
al personal y realizar las compras internas que requieren las empresas petro-
leras; pero también, abultan los ingresos con los que el Gobierno aumenta
sus gastos en obras públicas, en emplear a más gente y en remunerar mejor
a sus trabajadores o en hacer compras de materiales y equipos que pueda
necesitar. Así se aumenta la demanda ante una oferta que es insuficiente,
por lo que suben los precios y los costos.
Por otra parte, si los ingresos petroleros son abundantes y el Banco Cen-
tral los compra a las petroleras a cambio de bolívares, que luego usan para
atender sus gastos de operación e inversiones como, pagar los impuestos y
regalías al Gobierno, el Banco Central tendrá dólares en abundancia y no
habrá necesidad de devaluar el bolívar. Con ello el consumidor nacional
se beneficia, pues, a medida que aumentan sus ingresos por salarios, bo-
nificaciones o ganancias, puede adquirir o comprar artículos importados
a precios que siguen siendo constantes. En resumen, la sobrevaluación
afecta negativamente a las empresas, a la producción y al nivel de empleo,
pero favorece, de momento, a los consumidores. Además, como sobran los
dólares en el Banco Central abultando sus “reservas”, los gobiernos tienen
un fuerte argumento para resistirse a devaluar.
A pesar de ello, puede haber otras causas que generan la sobrevaluación
del bolívar. En el gobierno del presidente Hugo Chávez las razones para
la sobrevaluación fueron marcadamente diferentes. En sus comienzos, ese
Gobierno se propuso reducir o eliminar la inflación como una de sus prio-
ridades económicas. Para lograr ese objetivo, incluyó en sus políticas lo que
se llamó “anclaje del tipo cambiario”, es decir, evitar devaluar el bolívar, para
que no influyera en el precio de las mercancías importadas. En resumen, se
pensó que si los bienes importados subían al bajo ritmo de la inflación de
los países desarrollados, sus precios no contribuirían a la inflación interna.
Pero la realidad demostró, después de varios años de mantener esa política,
que la inflación interna continuó por otras razones, aunque sin duda alguna
219
a un ritmo menor que en los años anteriores, pero de todos modos bastante
mayor que las pequeñas devaluaciones que se hacían al bolívar a lo largo
de cada año. De modo tal que la inflación acumulada interna, durante
todo el primer trienio del gobierno de Chávez, fue bastante mayor que las
devaluaciones del bolívar.
Por tal razón, empresas como Sivensa, que producía derivados del hierro,
tanto para empresas venezolanas como para la exportación, se encontró
en una situación sumamente difícil. Los precios en el exterior no subían
y se estima que bajaron, mientras que en Venezuela sus costos internos
aumentaban con la inflación por cuanto lo que obtenían por las ventas
de sus productos en el exterior no compensaba los aumentos de costos.
Esto causó, primero, la reducción de las ganancias y después, pérdidas que
afectaron a esa empresa como a las otras exportadoras. Además, también
se perjudicaron otras empresas que producían para vender en el mercado
venezolano.
En síntesis, en estos últimos 25 o 30 años, el volumen irregular de los
ingresos petroleros ha generado sobrevaluaciones en unos años, mientras
que en otros se han efectuado devaluaciones, con lo cual se desestabiliza a
las empresas productoras nacionales y aun cuando afortunadamente para
ellas, a lo largo de los últimos 20 años del siglo pasado, las devaluaciones
han resultado ser mayores que la inflación, lo que les permitió aumentar
sus exportaciones no tradicionales al exterior, la disminución de la inflación
durante el gobierno de Chávez, a expensas de no devaluar, sacrificó a las
empresas nacionales. Por lo tanto, la sobrevaluación es un fuerte riesgo que
corren las empresas venezolanas y que atemoriza a los inversionistas. Sólo las
empresas que contratan poca mano de obra (capital intensivas) e importan
sus insumos, al tiempo que gozan de un buen margen de ganancias, se ven
mucho menos afectadas por el riesgo de la sobrevaluación, cuando exportan
sus productos nacionales.
El economista Hugo Faría admite la posibilidad de que en Venezuela se
continúe presentando el fenómeno de la sobrevaluación; pero muestra un
gran optimismo y una confianza, si se logran las siguientes condiciones: se
estabilizan las tasas de interés en montos menores; se reducen los tributos
o impuestos, simplificándose el sistema de pago de impuestos; se reduce
también y se limita el gasto público; se disminuye la tardanza en la obtención
de permisos en las oficinas públicas; se dejan de pagar las comisiones a los
funcionarios públicos; si el país logra establecer un juego de reglas econó-
micas estables y confiables; si se reduce la inseguridad personal; si se evitan
las invasiones a la propiedad privada; si los servicios públicos pasan a ser
eficientes; si los salarios en vez de ser rígidos pasan a ser flexibles, es decir,
que no sean fijados de acuerdo a los contratos colectivos en montos que
suelen ser mayores a los que habría si se dejara operar la oferta y demanda de
trabajo como ocurre en el sector informal; si se reducen los elevados costos
220
de importación de las materias primas por los altos impuestos y aranceles y
que las aduanas funcionaran con mayor eficiencia; entre otros, se reduciría
los costos operativos de las empresas y podría compensar los aumentos de
costos que le genera la inflación que acarrea el aumento de los ingresos
petroleros u otros ingresos162.
La propuesta del economista Faría tiene sentido; sin embargo, creemos
que la disminución de los costos por las medidas que él propone, que en
términos más técnicos consisten en una reducción de los “costos de tran-
sacción”, son insuficientes para resolver el problema. Así, por ejemplo,
muchísimas de las dificultades que habría que superar para disminuir los
costos de transacción no existían entre los años de 1940 a 1970 y, sin em-
bargo, el bolívar estuvo sobrevaluado, lo que fue una evidente dificultad
para el ingreso de Venezuela al Pacto Andino, puesto que los empresarios
venezolanos alegaban que sus productos tenían costos y precios superio-
res a los de nuestros países vecinos. Como consecuencia de ello, una vez
firmado el acuerdo, las exportaciones venezolanas fueron insignificantes y
siguieron siéndolo hasta que, en los años ochenta y noventa se aplicaron
las devaluaciones en magnitudes importantes hasta el día de hoy. Es más,
durante los años setenta, con el extraordinario aumento de los precios
petroleros y del gasto público, la creación de un Instituto de Comercio
Exterior tuvo muy poca trascendencia en sus esfuerzos por aumentar las
exportaciones del país. La elevada sobrevaluación de ese período, llegó a
tal punto, que se adoptaron medidas protectoras a los empresarios vene-
zolanos que violaron el mismo convenio que se había celebrado con los
países del Pacto Andino, ya que la causa de la sobrevaluación no estaba en
los productores nacionales163.
Conviene mencionar que los países que han logrado el desarrollo en el
sureste Asiático han aplicado lo que se llama una “política cambiaria compe-

162
Faría, Hugo. (2003). Diez autores y siete propuestas para rehacer a Venezuela. Las bases de la estabilidad.
Caracas: Panapo.
163
El desarrollo de la industrialización por sustitución de importaciones en Venezuela, que tuvo sus inicios
con el gobierno de Rómulo Betancourt en los años 60, era un proceso bien visto por los ideólogos de
la economía de aquellos tiempos. La Cepal proponía esta política como una solución e insistía en que
los Estados debían facilitar y subsidiar con créditos baratos el desarrollo de las industrias nacionales.
Y no sólo ellos, las mismas políticas del gobierno norteamericano veían como normal que los Estados
latinoamericanos invirtieran grandes sumas en industrias tales como Siderúrgica o Petroquímica. Basta
conocer que el plan de financiamiento de muchas de esas industrias, y de otras actividades estatales, lo
puso en práctica Estados Unidos con la llamada “Alianza para el Progreso”, pues ofrecía créditos blandos
(a bajas tasas de interés y a largo plazo) que sólo se otorgaban a los gobiernos latinoamericanos y no a las
empresas del sector privado. De modo tal que en cierta manera se apoyaba un proceso intervencionista
del Estado en el desarrollo industrial del país al tiempo que se aceptaba la adopción de una industria-
lización por sustitución de importaciones.

221
titiva”164. Esto quiere decir, que recurren a un tipo de cambio que protege a
sus productores de la sobrevaluación de sus monedas, mediante la compra o
venta de divisas, para lograr que el tipo de cambio se mantenga al nivel que
permita competir ventajosamente a sus empresas nacionales en el exterior
y proteger de ese modo a los productores nacionales de la competencia
extranjera. Igualmente se emplean otras políticas para impedir la inflación
y lograr mantener bajos los costos165. Si bien es cierto que el manejo del
tipo de cambio es un trabajo delicado, éste puede y debe encomendársele a
un pequeño grupo de técnicos competentes sujetos a la supervisión de los
Directivos del Banco Central166.

La inseguridad personal y la criminalidad


América Latina se ha ganado la dudosa fama de ser la región más violenta
del planeta, sólo equiparable a algunos países africanos del sur del Sahara.
Durante los años noventa, en América Latina ocurrían 23 homicidios anuales
por cada 100.000 habitantes, pero lo más grave es que la criminalidad va
en aumento Esta cifra es más del doble del promedio mundial, pues hay
ciudades, como Tokio, donde sólo ocurren 2 homicidios por cada 100.000
habitantes. Por ejemplo, Colombia, Argentina y Perú triplicaron, su índice de
homicidios durante la década de los años noventa. En Colombia la principal
causa de muerte es el asesinato, también lo es en El Salvador, Guatemala
y en casi 27 estados de Brasil. Cuando se jerarquizan las ciudades por el
número más alto de homicidios, Caracas es la undécima en el continente
con 76 homicidios por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, Venezuela es
el quinto país con un mayor índice de criminalidad en América Latina.
Según los datos de Provea publicados por H. Gómez Samper, para el
2003 los homicidios en Caracas por cada 100.000 almas eran ya de 154.
(El Universal 07-06-05). Una información aún más reciente, publicada
en abril del año 2004 por el Programa de las Naciones Unidas para el

164
Ver: The East Asian Miracle. Publicado por el Banco Mundial en el año 1993. Trata específicamente
del estudio del crecimiento y de las políticas públicas aplicadas en los países del sureste Asiático mediante
las cuales dejaron de ser subdesarrollados.
165
También es conveniente llamar la atención sobre el hecho de que el tipo de cambio sobrevaluado
puede ser compensado por un aumento en la productividad o eficiencia de los productores nacionales.
Si estos son capaces de producir más a un menor costo, lógicamente podrán competir sin mayor difi-
cultad y compensar cualquier sobrevaluación que sobrevenga. Tal hecho lo debe tener en consideración
la autoridad monetaria. Pero, insistimos, se requiere que el aumento de la productividad sea por lo
menos igual a la sobrevaluación.
166
Es importante que el lector esté informado de que la política que recomendaban el Banco Mundial
y el Fondo Monetario Internacional, desde fines de los años 80, se fundaba en las proposiciones del
llamado Consenso de Washington que, al igual que las Naciones Unidas, no sólo recomendaba un tipo
de cambio competitivo sino un tipo de cambio subvaluado para facilitar las exportaciones y proteger
a los productores nacionales.

222
desarrollo (PNUD) indica que la criminalidad en Latinoamérica fue aún
mayor en el año 2.000. El promedio subió a 25,1 por cada 100.000 habi-
tantes y Venezuela, en particular, llegó a tener 33,2 homicidios por cada
100.000 habitantes. Sólo Honduras y Colombia por causa de la guerrilla
están en una situación peor. Latinoamérica en conjunto, sobrepasa por
amplio margen, el promedio mundial que es de 8 homicidios por cada
100.000 habitantes 167.

Homicidios en Latinoamérica:
asesinatos por cada 100.000 habitantes durante el decenio de 1990
CIUDAD NÚMERO DE ASESINATOS
Escuintiá, Guatemala 165
San Salvador 150
Diadema, Brasil 140
Izabal, Guatemala 127
Medellín, Colombia 124
Cali, Colombia 114
Sao Paulo, Brasil 103
Santa Rosa, Guatemala 111
Guatemala, Guatemala 101
Embú, Brasil 93
Caracas, Venezuela 76
Vitória, Brasil 64
Oaxaca, México 63
Fuente: Banco Interamericano de Desarrollo, Naciones Unidas. Tomado del trabajo de William C.
Prillaman “Crime, Democracy and Development in Latin América”. Jun. 2003.

Por otra parte, hay que considerar que más de la mitad de los crímenes
no son reportados debido a que los ciudadanos desconocen los derechos que
tienen en el proceso de acusación o sospechan que sea la misma policía la
causante del hecho violento o tienen temor a represalias. Además, algunas
de las oficinas del Gobierno encargadas de ofrecer las cifras, las subestiman
con el fin de aparentar que ha habido progresos en la reducción de la cri-
minalidad. Pretenden así tranquilizar a los inversionistas, a los turistas, a
los mismos ciudadanos del país y poder seguir recibiendo donaciones para
la lucha contra la criminalidad de instituciones extranjeras; pero, también
para ocultar que la policía misma es culpable de un número apreciable de
los casos de homicidios168.

167
(2004, abril 22). Informe del PNUD. El Nacional, Pág:1
168
Prillaman, William.(2003, June). Crime, Democracy, and Development in Latin America.Policy Paper
on the Americas. Center for Strategic and International Studies (CSIS).

223
Homicidios dolosos en América Latina, año 2000
PAÍS NÚMERO DE MUERTOS POR 100.000 HABITANTES
Argentina 8,20
Bolivia 32,00
Brasil 23,00
Chile 4,50
Colombia 70,0
Costa Rica 6,20
Ecuador 25,90
El Salvador 34,30
Guatemala 33,30
Honduras 154,02
México 14,00
Nicaragua 24,10
Panamá 2,00
Paraguay 5,00
Perú 15,80
República Dominicana 4,60
Uruguay 33,20
Venezuela 25,10

Referentes extraregionales
PAÍS NÚMERO DE MUERTOS POR 100.000 HABITANTES
Europa Occidental 1,40
Mediterráneo del este 7,10
Asia del sur y este 7,00
África 22,20
Pacífico occidental 5,10
Mundo 8,80
Nota: Las cifras regionales son la suma de todos los casos en los que existen datos disponibles, y reflejan
un promedio no ponderado. El número de homicidios para El Salvador y Honduras es estimado. El número
de homicidios por 100.000 habitantes ha sido calculado con datos de población de la ONU. Europa
Occidental no incluye a Luxemburgo ni al Reino Unido.

En relación con Venezuela, el ex director de la Policía Científica, Co-


misario Elisio Guzmán declara que, de cada 100 crímenes que se cometen
solamente 7 son sentenciados y penados. El resto de los delincuentes se vale
de la inoperancia o de la corrupción policial y judicial para ganar nueva-
mente la calle y, agrega, que en muchos casos no se realiza la investigación
pertinente, al menos llenando los requisitos que esta requiere. El ex director
de la Policía Científica criticó el precario conocimiento que poseen muchos
fiscales del Ministerio Público, razón por la que las investigaciones no suelen
tener éxito. Se desconocen no sólo las normas del Código Orgánico Procesal
224
Penal, sino los aspectos técnicos que deben ser aplicados a cada caso para
determinar y probar la culpabilidad169.
Es conveniente hacer notar que una de las afirmaciones más comunes
entre los expertos en criminología es que los gobiernos latinoamericanos,
incluyendo el venezolano, no se toman lo suficientemente en serio los
problemas de la criminalidad y la seguridad personal, y le dan prioridad a
otras necesidades. Sin embargo, todos los expertos coinciden en que tiene
un alto grado de importancia para América Latina resolver el problema de
la inseguridad personal, aun cuando reconocen que siendo ello común a
todo el continente, obedece a razones propias que difieren de las de los países
desarrollados y de las naciones de otros continentes que también tienen un
alto índice de criminalidad170.
Los estudios más recientes, como los que señala William Prillaman,
atribuyen la causa principal al incremento de las desigualdades económicas
entre los habitantes latinoamericanos171. Aun cuando se sabe, tal como refiere
el experto Irving Waller172, directivo de la Sociedad Mundial de Victimi-
nología, que hay otras causas como las referidas a los problemas de familia,
dentro de los que se cuentan el abandono del hogar por parte del padre, la
violencia doméstica, las malas condiciones de la vivienda y urbanismo, la
deserción escolar, el desempleo y el hecho de que no se restrinja el uso de
las armas de fuego ni se tome en serio la necesidad de una política antialco-
hólica. Desafortunadamente, en nuestros países nada de eso se suele tomar

169
Cuando la Policía Metropolitana dejó de realizar el patrullaje preventivo en Caracas, la criminalidad
se disparó en un 40%. Esto fue ocasionado por la crisis de la policía uniformada del Distrito Capital
por cuanto se le privaba de armas suficientes. El ex comisario Guzmán comentaba que en los asaltos a
los blindados se utilizaron armas potentes, incluso morteros semejantes a los de las Fuerzas Armadas.
Por otra parte el comisario Iván Simonovis, ex secretario de Seguridad Ciudadana de la Alcandía
Mayor, declaró que las autoridades de Cicpc no tomaron en consideración el problema medular y, es
el hecho, de que mientras los casos de criminalidad van en aumento, el número de casos que debe ser
atendido, en promedio, por cada policía o por cada fiscal, va creciendo a números mayores de los que él
tiene posibilidad de atender. En resumen, no hay capacidad para atender el problema con las medidas
convencionales para atacar la criminalidad, puesto que no se puede procesar el abultado número de
expedientes, tanto en la policía como en la Fiscalía o en los tribunales. Tomado de: Rodríguez, G. (2004,
marzo 3). Entrevista a Eliseo Guzmán e Iván Siminovis. El Nacional.
170
Rodríguez, G (2004, marzo 3). Entrevista a Eliseo Guzmán y a Iván Simonovis. El Nacional.
171
W. Prillaman cita a: Bpurguignon, “Crime as Social Costo of Poverty and Inequality” (DELTA 1998);
C.Hsieh and M.D.Pugh, “Poverty In come Inequality and Violent Crime: A Meta. Analysis of Recent
Agrégate data Studies”, Criminal Justice Review 18 (1993): 182-202; and Fajnzyeber, Lederman and
Loaiza. “Determinants of Crime Ratos in Latin América and the World”, Miguel Azakely and Marianne
Hilgert, “The 1990s in Latin América: Another Decade of Persistent Inequality (Washinton, D.C. Inter
American Development Bank. (1999) pp.3-9; Miguel Azekely “The 1990s in Latin American Another
Decade of Persistent Inequality, but with Somewhat Lower Poverty (Washinton, D.C. Inter American
Development Bank, 2001).
172
Ornelas, E. (2004, enero 27). Entrevista a Irving Waller. El Universal.

225
en cuenta cuando existe una estrategia global para atacar la criminalidad.
Generalmente, se limitan a aumentar el número de policías, la calidad de las
armas, el número de cárceles o la ampliación de las mismas y de la cantidad
de jueces necesarios para atender la multiplicidad de casos que se presentan
y otras medidas tradicionales, que son las más fáciles de aplicar y de mayor
impacto publicitario173.
El grado de inseguridad personal y su crecimiento, reduce la expansión
de las empresas existentes y tiende a disuadir la creación de nuevas empresas,
tanto de inversionistas nacionales como extranjeros. En Venezuela, según
Patricia Monteferrante, los sectores más afectados en las empresas son las
instituciones financieras, las empresas de transporte de valores y las empresas
de transportes de mercancías de consumo masivo174.
En el caso de las instituciones financieras, en Venezuela ocurrieron, sólo
en enero y febrero del año 2001, 53 atracos y estos han aumentado a la
fecha de hoy. Existen otras modalidades de estafas y fraudes, especialmente
con las tarjetas de crédito, pero el punto central parecen ser los atracos.
En el caso del transporte de valores, el delito más frecuente es el asalto a
los camiones blindados. Las pérdidas que han asumido estas empresas son
cuantiosas y las obligan, a su vez, a tener mejores controles internos para
evitar la complicidad de alguno de sus trabajadores, lo cual les acarrea costos
adicionales en el reclutamiento y selección de personal y en los mecanismos
de control interno.
Con respecto al transporte de mercancías de consumo masivo, la “pi-
ratería” en carreteras es cada vez mayor, lo cual implica un aumento de los
costos de transporte por contratación de personal especial, efectuar cambios
de rutas, realizar una custodia satelital, un blindaje de la cabina de los ca-
miones, equipos de radios y celulares y toda otra clase de implementos que
ayuden a protegerse, así como de primas de seguros más elevadas.
Esta creciente ola delictiva que afecta a las empresas y que constituye
una amenaza para las familias en sus propios hogares, ha causado aumentos
considerables en los costos para lograr algo de protección frente a la crimi-
nalidad. Se aumentan las contrataciones de seguros por incremento de las
primas, pero también las familias como las empresas terminan por “privatizar
la seguridad”. Esta privatización ha llegado a tal punto, que en países como
Guatemala, el número de agentes de seguridad privada supera el número de
las fuerzas policiales de la Nación; en Colombia, ese número de efectivos
contratados privadamente es mayor del que dispone el Ejército; en Sao
Paulo, los empresarios contratan 400.000 agentes privados de seguridad,

173
Véase al respecto el estudio hecho por Ifedec, publicado como “Política Integral de Seguridad
Personal”. Caracas, 1996.
174
Monteferrante, Patricia (2002, julio-septiembre). Los negocios: los otros dolientes de la inseguridad.
Revista Debates IESA, VIII, 1.

226
esto significa un número que es 3 veces mayor que el tamaño de la fuerza
policial de ese Estado y en la práctica, ellos suelen ser agentes armados.
Por otra parte, los condominios tienden a contratar personal y a tomar
otras medidas para la seguridad de sus hogares. En los sectores marginales,
se tiende a la “privatización de la justicia”, ya que la ausencia de medios para
controlar la criminalidad en esos sectores que sufren hasta el 93% de los
homicidios que se cometen en las ciudades (caso de Caracas) la población
tiende a ejecutar “linchamientos” tomando la justicia en sus manos. Este
hecho es también generalizado en otros países de América Latina.
Es de hacer notar que Patricia Monteferrante incluye un cálculo pre-
sentado por V. López, en un artículo titulado “Venezuela un nicho para el
crimen 2001”, publicado en la revista Mundo de la Seguridad, donde indica
que la facturación anual por importaciones, distribución y ventas de equipos
de seguridad y protección contra robos para industrias, hogares y empresas
llegó a ser de 250 millones de dólares en el año 2001; además, en 1998 ya
se gastaba en Venezuela, en seguridad privada, el equivalente aproximado
de un 75% de lo que el Gobierno central gastaba en esa actividad. Es decir,
que por cada bolívar que el Gobierno gastaba en seguridad, el sector pri-
vado gastaba 75 céntimos adicionales. Y, para aquella fecha, existían ya en
Venezuela 360 empresas que operaban en el sector de seguridad y señalaba
que hay quien ha calculado que los costos en seguridad tienden a absorber
el 15% de las ganancias de las empresas.
Otro rubro que resulta afectado es el de las inversiones en turismo. Es
prácticamente un lugar común afirmar que el turismo externo ha venido
disminuyendo progresivamente en Venezuela y una de las causas es la cre-
ciente inseguridad personal, debido a la criminalidad en nuestro país.
Naciones como Italia y Japón expresamente informan a sus ciudada-
nos del alto grado de inseguridad que ofrece América Latina, pero son las
agencias de viajes extranjeras las que en realidad más contribuyen a ahu-
yentar al turista divulgando información sobre el grado de inseguridad que
presentan los distintos países. Por tal razón, una industria como el turismo,
cuyo desarrollo tendría grandes posibilidades en Venezuela, se ve impedida
de atraer inversiones a diferencia de lo que sí logran otros países del área
del Caribe.
Por supuesto que el desarrollo del turismo no depende únicamente del
grado de inseguridad, pero éste es quizás el principal obstáculo que tiene
hoy esa actividad en Venezuela, salvo que se desarrollen “enclaves” turísticos
que se protejan de la inseguridad. Conviene destacar que también la pro-
ductividad laboral se ve afectada por la criminalidad. En Venezuela un 25%
y en México un 33% de los trabajadores dicen que ellos reducen sus horas
de trabajo por temor al crimen, lo que sugiere que se abstienen de asistir a
otras actividades, como a las escuelas, reuniones sociales o actividades de
esparcimiento.
227
Estos datos son una de las tantas razones que influyen en los efectos que
causa el temor a la inseguridad personal en las empresas, las cuales se ven
obligadas a extremar sus mecanismos de “control”, lo cual causa descontentos
y molestias entre el personal y los clientes. La criminalidad incide, además,
en las transacciones comerciales, ya que muchas empresas tienen que evitar
vender o realizar sus operaciones en zonas donde existe una alta crimina-
lidad. Así se evita llegar a pueblos cuyos caminos son peligrosos o a zonas
marginales donde se sabe claramente que el riesgo es mayor. Por ejemplo,
los camiones que distribuyen Gas-LP en bombonas en las zonas marginales
urbanas, solían llegar hasta los extremos del barrio y en el caso de Caracas,
recorrían las colinas circundantes de los sectores más pobres. Pero a medida
que el número de atracos fue aumentando, dado que la venta del gas se
hace de contado, los camiones distribuidores de gas se han visto forzados a
operar sólo a la entrada del barrio. Por lo que quienes compran la bombona
tienen que cargar con ella hasta el lugar de su vivienda. Perjudicados resultan
también los pequeños comerciantes que operan dentro del barrio o tienen
que cobrar un sobreprecio significativamente mayor que el precio regulado
por el Estado, dado el alto grado de riesgo en el que incurren.
La inseguridad personal constituye, además, uno de los tres factores
principales que originan la fuga de cerebros y de jóvenes emprendedores.
Se suma con peso propio a la incertidumbre política reinante en el país,
al desempleo local y a la posibilidad de obtener mejores salarios en otros
países, así como la de gozar de una mucho mejor calidad de vida. Parece ser
que los jóvenes suelen ser más sensibles que los mayores al problema de la
inseguridad personal mientras que la gente mayor lo es menos.
Tal hecho es mucho más importante de lo que se imagina, porque
los que amplían empresas y crean nuevas empresas y por lo tanto, abren
fuentes de empleo, suelen requerir, en primera instancia, de ese personal
más calificado.
Adicionalmente, la inseguridad reinante, incrementa los “costos de
transacción”. Este término, que ha sido introducido por el premio Nobel
de economía Douglas C. North, alude a muchos de los casos presentados en
las páginas anteriores. Patricia Monteferrante señala, en el artículo citado,
como ejemplos típicos del aumento de los costos transacción en Venezuela, la
necesidad de gastos crecientes en personal y equipos de seguridad, así como
la de incorporar cada vez más sofisticados sistemas de control. También
efectuar mayores pagos por concepto de primas de seguros e incurrir en
costos asociados a la rotación del personal por causa de delitos e infracciones
que son comunes en Venezuela. Piénsese en el incremento de costos en las
actividades relacionadas con la selección de personal, en entrevistas y otras
investigaciones y hasta en los cursos de adiestramiento.
Estos no son todos los costos de transacción, pero son costos que afectan
a las inversiones en el país. Además de ellos y sus efectos en los costos de
228
transacción, hay que incluir los vinculados a la justicia y a la protección de
la propiedad. En este último caso se engloban los costos de registro de la
propiedad y otros derivados de supervisar, cumplir y proteger los derechos
de propiedad.
El buen funcionamiento de las instituciones es fundamental. Un país
es más atractivo a los inversionistas en la medida en que sus costos de tran-
sacción sean menores, pero Venezuela le ha prestado poca atención a este
problema, las reformas pendientes consisten en resolver simultáneamente
esos objetivos175.
Entre los factores que influyen más en la reducción de los costos de
transacción están las inversiones en infraestructura. Sin embargo, en Ve-
nezuela, desde hace aproximadamente unos 25 años, ha decaído progre-
sivamente la proporción de gasto que se hace en esta área con relación a
la producción total del país. Esto se ha debido, entre otras causas, al pago
del servicio de la deuda del Estado venezolano. Sin embargo, es evidente
que la falta de inversiones externas en infraestructuras tiene relación directa
con la inseguridad general, pues al no haber empleo se abona el terreno
para delinquir.
Finalmente hay dos costos de transacción que son particularmente de-
licados y que perjudican de manera importante a las inversiones en nuestro
país. Se trata de que nuestro sistema judicial funciona deficientemente y
además de eso, goza de una fama creciente de corrupción. Por otra parte,
la institución de la propiedad se ve cada vez más indefensa frente a la incer-
tidumbre reinante en cuanto a su protección por parte de las instituciones
públicas y por las normas o costumbres no escritas, tal como se aprecia en
las invasiones de terrenos y edificaciones o, por ejemplo, cuando se vuelca
un camión con alimentos en una carretera, los que se detienen no lo hacen
para ayudar sino para sustraer la mercancía.
Tenemos que aludir también a los costos en que nos hace incurrir la
administración pública con el gran número de requisitos, permisos, licen-
cias, muchos de los cuales dependen de las decisiones discrecionales que
tomen los funcionarios y que, por norma general, suelen estar ligados o al
menos facilitan hechos de corrupción. En conclusión, el problema como
ya lo hemos señalado no consiste únicamente en preparar a la población
para que alcance un nivel superior de educación y disponga de los valores
adecuados, sino también, en superar todos los obstáculos que enfrentan las
inversiones en el país.

175
Véase al respecto artículos de: Penfold, Michael. (2002, septiembre-octubre). ¿Cuánto cuesta invertir
en Venezuela? Revista Debates IESA, VIII, 1 y Penfold, Michael. (2002, septiembre-octubre). Los costos
de la debilidad Institucional. Revista Debates IESA, VIII, 1.

229
Riesgo país
Con el término “riesgo país” nos hemos tenido que familiarizar los la-
tinoamericanos, al igual que los ciudadanos de los otros países del mundo
en desarrollo, a partir del problema de la deuda externa. El “riesgo país” es
un coeficiente que mide la posibilidad de que el gobierno del país de que se
trate cumpla o no con el pago de sus deudas. Para establecer este coeficiente
se calcula la diferencia entre la tasa de interés que paga el Gobierno de los
Estados Unidos por los bonos que emite como deuda y los intereses que
pagan los bonos de deuda emitidos por los gobiernos de los otros países. Por
supuesto, se comparan emisiones de características equivalentes. Así, a mayor
diferencia, habrá mayor riesgo, puesto que nadie está dispuesto a recibir
intereses bajos si hay mucha desconfianza en el país que emite la deuda.
El economista Miguel Ángel Santos, en una entrevista que concedió
al diario El Nacional, el día 23 de marzo de 2004, estimó que si Venezuela
hubiese tenido el mismo riesgo que en promedio, tenía América Latina para
aquel momento (con excepción de Argentina que había suspendido el pago
de su deuda) se podía haber ahorrado 477,4 millones de dólares en intereses,
puesto que como ofrecía un riesgo mayor que el resto del continente, tuvo
que pagar intereses más altos. En realidad, para aquel momento, después de
Argentina y Ecuador, Venezuela era el país que representaba el mayor riesgo
para los inversionistas o compradores de bonos emitidos por los gobiernos
latinoamericanos.
El riesgo país no sólo se mide por estas diferencias entre los intereses
que pagan los bonos del Gobierno norteamericano y los del país correspon-
diente, sino que existen empresas especializadas que “califican” los riesgos
de cada país según sus propias metodologías. Ellas son Standard & Poor’s,
Moody’s y Fitch Ratings (que ha resultado de la fusión de varias empresas
calificadoras). Éstas se esfuerzan por calcular y estudiar el verdadero riesgo
que representa cualquier país para un inversionista o prestamista, pues no
estudian únicamente al Gobierno del país, sino a las empresas del mis-
mo; pues si un banco se plantea dar un préstamo a una empresa, obtiene
información directamente de estas agencias mediante un pago, de modo
que la empresa calificadora suministra la información requerida y aporta
su opinión con respecto al grado de solvencia y de cumplimiento de una
empresa en particular.
Pues bien, a nosotros nos interesa saber que estas empresas calificadoras
hacen estudios realmente amplios de la situación económica y política del
país. Sobre todo, el problema político e institucional juega un papel muy
significativo a los fines de cuantificar el “riesgo país”. Para las empresas
calificadoras, el objetivo es formular una “apreciación” que permita al
inversionista determinar cuál es su riesgo al invertir o comprar papeles de
deuda de ese país. Así, pues, examinan múltiples factores de la realidad del
país, pero la situación política es, en definitiva, determinante para precisar
230
no solamente la capacidad de pago que tiene el Gobierno sino su voluntad
de cumplir con los compromisos contraídos.
En este capítulo hemos destacado sólo parte de los factores que influyen
en los inversionistas para determinar que tan riesgoso es nuestro país. Con
este propósito, escogimos los factores que consideramos más importantes
y que, por lo tanto, influyen más en los niveles de inversión, tanto de los
empresarios nacionales como de los extranjeros, excluyendo a las inversiones
petroleras.
Creemos que en momentos como los actuales, los factores políticos
inciden mucho al afectar la calificación de riesgo de nuestro país. De modo
tal que si el Gobierno venezolano desea colocar bonos en dólares en los
mercados financieros del exterior, el país deberá pagar mayores intereses.
Este hecho contribuye a explicar por qué, en estos primeros años del 2000,
el Gobierno se financia mayormente con préstamos en bolívares tomados
de la banca nacional.
Desafortunadamente, también nos afecta la aprensión que entre los
inversionistas privados extranjeros generan las calificaciones que otorgan
las empresas del ramo. Estas son ciertamente negativas. A manera de ilus-
tración ofrecemos un cuadro que presentó el economista Carlos Hernández
Delfino en una exposición que hizo en la Universidad Monteávila sobre
“El riesgo-país y su valoración”, el día 27 de mayo del 2003. Allí se puede
apreciar cómo ha ido evolucionando la calificación de nuestro país según
la nomenclatura de Standard & Poor y Moody’s176, que se usa para definir
el grado de riesgo. Este sistema de calificación señala con letras “A” o doble
“AA” el máximo de seguridad o mínimo riesgo; mientras que en el otro
extremo la letra “D” implica el máximo riesgo o la virtual incapacidad de
pago del país de que se trate177.

Rigidez de los costos laborales


En Venezuela, el sector formal de la economía, está sometido a una
legislación laboral muy favorable para los trabajadores y poco favorable para
los países subdesarrollados, pues, establece “prestaciones” que constituyen
costos muy altos para muchas de las empresas. Este hecho no sólo opera en
contra de la contratación de trabajadores, pues causa desempleo y aumento

176
Para mayor información sobre la nomenclatura de Standard & Poor’s & Moody, ver: http://www.
maui.net/~qmartyn/standard&poors.htm
177
Sobre el “riesgo país” se puede consultar en Venezuela la referida conferencia de Carlos Hernández
Delfino del día 27 de mayo de 2003 en la Universidad Monteávila, así como la entrevista al economista
Miguel Ángel Santos publicada en el diario El Nacional el 23 de marzo del 2004 y unos artículos que
son también muy explicativos sobre el riesgo país publicado por Hernández, Aureliano en la revista SIC
de abril de 2002, y otro más publicado por Garay, Urbi(2002 abril-junio) en la revista Debates IESA
en el volumen séptimo Número 4.

231
Venezuela: rating de crédito obligaciones externas
FECHA RATING DE CRÉDITO EN MONEDA EXTRANJERA
LARGO PLAZO/OUTLOOK/CORTO PLAZO
5 de octubre de 1977 AAA/-
13 de agosto de 1982 AA/-
11 de febrero de 1983 A-/-
28 de marzo de 1983 BB/-
17 de enero de 1989 B+/-B
26 de junio de 1989 B+/Negativo/B
1º de noviembre de 1990 B+/Positivo/B
24 de julio de 1991 BB/Positivo/B
4 de noviembre de 1992 BB/Estable/B
5 de abril de 1993 BB/Negativo/B
4 de marzo de 1994 BB-/Estable/B
16 de junio de 1994 BB-/CW-Negativo/B
27 de julio de 1994 B+/Negativo/B
21 de noviembre de 1995 B+/CW-Negativo/B
23 de febrero de 1996 B/Negativo/C
26 de junio de 1996 B/Estable/C
24 de enero de 1997 B/Positivo /C
5 de junio de 1997 B+/Estable/B
31 de agosto de 1998 B+/Negativo/B
21 de diciembre de 1999 B/Estable/B
11 de febrero de 2002 B/CW-Negativo/B
18 de marzo de 2002 B/Negativo/B
23 de septiembre de 2002 B-/Negativo/C
13 de diciembre de 2002 CCC+/Negativo/C
16 de abril de 2003 CCC+/Estable/C
Fuente: Standard & Poor’s. CHD

del sector informal de la economía, sino que encarece las inversiones que
demandan mano de obra en mayor cuantía. El resultado conjunto es di-
suadir las inversiones que no sean capital-intensivas y reducir la oferta de
empleo.
Es de tal naturaleza importante este punto en relación con la consoli-
dación de la pobreza en el país que hemos juzgado conveniente tratarlo en
capítulo aparte y proponer en él una modalidad de “salarios participativos”
que, garantizando la justicia a favor de los trabajadores, está mejor adaptada
a las peculiaridades de la realidad venezolana.

EL MONTO DE LA FUGA DE CAPITALES


En realidad se trata de una cifra muy difícil de determinar. Los cálculos
de la fuga de capitales han sido muy diversos, pero, en general, se encuentran
232
entre sesenta y más de cien mil millones de dólares. Estas cifras se refieren
al período anterior a Chávez178.
Por ejemplo, el economista venezolano, Ricardo Haussman, ex ministro
de Cordiplan y, posteriormente, economista Jefe del Banco Interamerica-
no de Desarrollo en Washington durante los años noventa, declaró que
las cifras de fuga de capitales acumuladas, hasta aquel entonces, podrían
alcanzar un monto que estaba alrededor de cien mil millones de dólares o
poco más. Otros han estimado cantidades aún mayores y, por supuesto,
también hay quienes estiman montos menores. Pero en todo caso, cual-
quiera que sea la cifra, esta siempre es mayor a más del doble de la deuda
externa venezolana, ya que la gente, por una u otra razón, sea por temor a
las devaluaciones y a los controles de cambio o sea por la incertidumbre de
lo que ocurrirá con la política y sus consecuencias, tiende a sacar al exterior,
al menos parte de sus ingresos. Tales remesas al exterior se agudizan en los
momentos en los cuales el grado de incertidumbre política, o el temor a
la devaluación, es mayor.
Esto se ha hecho más evidente durante el gobierno del presidente Chávez
por la incertidumbre política sumada a la inestabilidad económica, lo que
ha influido notoriamente en la fuga de capitales. Desde el primer momento
de ese Gobierno se comenzaron a observar grandes salidas de capitales. Por
ejemplo, para el año 2001, el conocido economista jefe del Banco Mercantil,
Francisco Vivancos, informaba que, según su estimación, la fuga de capitales
se había triplicado en ese año179.
También Ramón Espinaza, quien fue economista jefe de Pdvsa durante
los años 90 y actualmente es economista del BID, dice:

El primer punto a señalar es el de destacar la magnitud de la in-


versión privada en el exterior en 1999 (fuga de capitales) tanto en
términos absolutos como relativos. Con las cifras preliminares dis-
ponibles la inversión del sector privado (no petrolero) en el exterior
estuvo en el orden de seis millardos de dólares. Si suponemos que
el ingreso del sector privado no petrolero es aproximadamente dos
tercios del ingreso nacional (producción nacional), concluimos que
este sector invirtió en el exterior cerca del 10% del ingreso que ge-

178
Es sumamente difícil investigar lo que tienen invertidos los venezolanos en el exterior, sea en depó-
sitos bancarios, valores o inmuebles. Por eso, normalmente, el cálculo se realiza mediante los registros
contables que lleva el Banco Central de todas las operaciones que en Venezuela se realizan con el exterior.
Sin embargo, este camino no está exento de algún grado de imprecisión, cuya importancia varía según
ciertos aspectos. En todo caso, la fuga de capitales ha sido y es apreciable. Los banqueros que tratan
con sus clientes no suelen tener dudas respecto a su importancia.
179
Vivancos, Francisco. (2003, noviembre 23). Fuga de Capitales se triplicó en el 2001. El Universal.

233
neró la producción del país; sin duda, una fracción considerable”180
(Vivancos, 2001).

Y las estimaciones que ha hecho la Cámara de Industriales, Conindustria,


revelan, según declaraciones efectuadas en febrero de 2003 para el diario El
Universal, que ellos estimaron la fuga de capitales ocurrida durante los tres
primeros años de gobierno de Hugo Chávez en 33.179 millones de dólares
de los Estados Unidos. Estas cifras fueron obtenidas fundándose en cálculos
del Banco Central y en los propios de esa organización gremial. Como bien
puede observarse, con tal salida de capitales, tienen que contraerse signifi-
cativamente los depósitos en la banca nacional.
Pero el hecho resaltante durante este último período (1999 en adelante)
consiste en que como la situación económica ha empeorado con fuerza,
la inversión privada se ha contraído de tal manera que los empresarios no
tienen interés en solicitar créditos a los bancos, y estos a su vez, no tienen
donde colocar el dinero que les ha quedado después de la fuga de capita-
les. El Gobierno ha utilizado ese dinero tomándolo a crédito y colocando
bonos del Estado con los cuales ha financiado un fuerte déficit fiscal para
aumentar el gasto público y tratar de reactivar la economía por esa vía,
además de desarrollar programas de muy diversa índole que los sectores
de la oposición, han calificado de demagógicos alegando que implican
“comida para hoy y hambre para mañana”, puesto que tienen una base de
financiamiento en créditos que en algún momento deberán ser limitados
y cancelados.
En resumen, la capacidad de otorgar créditos de la banca nacional
se reduce por la fuga de capitales, afectando las posibilidades de otorgar
créditos y de aumentar la inversión y el empleo. Pero también ese mismo
hecho contribuye a aumentar la inflación, por lo que los bolívares que no
se fugaron y permanecieron depositados en la banca, cada vez valen menos,
principalmente por causa de las devaluaciones. En fin, la banca se achica,
por la fuga de capitales y por efecto de las devaluaciones, de modo tal, que
Víctor Salmerón calculó que el total de créditos de la banca, en términos
reales, después de descontada la inflación, alcanzó solamente al 6% de la
producción nacional (PIB) lo que es la relación más baja entre los principales
países de la región latinoamericana.
Ocurre, además, que por esa misma incertidumbre en la estabilidad
política, y en los posibles cambios que pueda haber en las instituciones que
afecten la economía y las empresas, el depositante común de los bancos
prefiere poder disponer de su dinero a muy corto plazo. Como vemos en
el cuadro de los depósitos en la banca nacional privada para el año 2003,

180
Espinaza, Ramón. (2000, abril). “El Destino del Ahorro Nacional”. Revista SIC.

234
más de la mitad están en cuentas corrientes, es decir, a la vista181. Respecto
a los depósitos en ahorro, que representan apenas el 24,78% del total, son
a los efectos prácticos, depósitos a la vista; y en relación con los depósitos
a plazo que son 22,32% del total, la mitad está a 30 días; si le sumamos a
estos últimos los depósitos que están colocados entre 31 y 60 días, el total de
los depósitos a plazo que están disponibles para el depositante en un plazo
no mayor de 60 días equivale al 78,40% de los depósitos a plazo.

Depósitos en la banca nacional privada al 31-08-03


DEPÓSITOS PORCENTAJE
Cuentas Corrientes 10.670.315 52,90 %
Ahorro 4.996.938 24,78 %
A Plazo 4.501.128 22,31%
Total 20.168.381 100,00 %
Fuente: Formulario SBIF.007. Gerencia de Normas y Regulaciones. Dpto. de Estadísticas y Publicaciones.
Sudeban, Venezuela.

Distribución de los depósitos a plazo por vencimiento en la Banca Nacional


Privada. Marzo 31 del 2003
DEPÓSITOS PORCENTAJE
Hasta 30 días 2.299.834 51,09
De 31 días a 60 días 1.229.057 27,31
De 61 días a 90 días 373.290 8,29
De 91 días a 180 Días 556.883 12,37
De 180 días a 360 días 41.309 0,92
Más de 30 días 755 0,02
Total 4.501.128 100,00
Fuente: Balance General “Forma E” Gerencia de Normas y Regulaciones. Dto. De Estadísticas y
publicaciones Sudeban

El economista Francisco Faraco, señaló en un artículo de prensa:

… que los pasivos (de la banca) tienen un plazo de rotación de 9


días en promedio, en el mejor de los casos, embarcándose (los ban-
cos) con papeles en bolívares de 15 años o más y bonos en dólares
pueden bajar de precio.

181
Según la Ley los bancos deben inmovilizar un porcentaje de los depósitos que reciben reteniéndolo
en su caja y en la del Banco Central. De modo que aun cuando pagan intereses sobre ese dinero no
pueden hacer uso de él prestándolo a las empresas y a otros solicitantes de créditos.

235
Faraco se refiere al hecho de que, mientras en su mayoría los depósitos
pueden ser retirados de inmediato, la banca coloca ese dinero en bonos
del Gobierno en bolívares y dólares a muy largo plazo corriendo riesgos
anormales, uno de los cuales es que el valor de los bonos puede disminuir
afectando la solvencia de los bancos. En nuestro concepto Faraco tiene
razón, pero hoy por hoy, el riesgo no es tan grande, aun cuando sí puede
aumentar al cambiar ciertas circunstancias182.

CÓMO AFECTA LA FUGA DE CAPITALES A LA ACTIVIDAD ECONÓMICA DEL PAÍS


Resultado de las fugas de capitales y de las devaluaciones ha sido un
proceso de achicamiento o reducción de la banca nacional, fenómeno que
es común a muchos de los países de América Latina. El problema que se
deriva del achicamiento de los bancos, es que se reducen sus posibilidades
para otorgar créditos a las personas o a las empresas y, por ende, las posibi-
lidades de éstas para invertir.
El índice que mide esa situación se denomina “profundidad financiera”
y es un importante indicador del uso que hacen las empresas y los agentes
económicos de los créditos que puede dar la banca de un país. Tal índice
expresa el porcentaje que representa el total de los créditos bancarios al
sector privado, respecto a la producción total del país (PTB). En América
Latina “no llega al 35%, mientras que en los países del sureste Asiático es
prácticamente el doble y en los países desarrollados supera el 100% del
PTB de esos países183.

Efectos sobre la producción y el empleo


Es entonces evidente que en los países desarrollados se utiliza el crédito
bancario como fuente de inversión con mucha intensidad. En esos países, hay
una gran posibilidad de otorgar créditos a mediano o largo plazo para ampliar
la capacidad de producción o financiar la creación de nuevas empresas, con
la correspondiente apertura de más fuentes de empleo. En nuestros países,
la fuga de capitales, por el contrario, reduce y disminuye la “profundidad
financiera”, debilitando el potencial de crédito a ser otorgado a las empresas
del país y disminuyendo, por lo tanto, la capacidad de invertir y ampliar
las fuentes de empleo184.

182
La experiencia nos ha enseñado que, en la práctica, el Banco Central, de una u otra manera, termina
adquiriendo esos valores u otorgando créditos a la banca en momentos de repentinos retiros de los
depósitos.
183
Los Derechos del Sistema Financiero (2003). Políticas Económicas de América Latina, banco Intera-
mericano de Desarrollo, primer trimestre, Pág: 3.
184
En la práctica la “profundidad financiera” puede ser ampliada cuando se obtienen créditos en el país
con garantía de dinero depositado o invertido en valores en un país extranjero. Esta potencialidad es
difícil de cuantificar.

236
En realidad, la importancia del crédito bancario consiste, fundamen-
talmente, en que amplía la capacidad de inversión de los empresarios. No
sólo porque pueden agrandar aún más sus empresas con base en sus pro-
pios ahorros, aumentando la producción o contratando más trabajadores,
sino, porque pueden obtener créditos para inversiones en nuevas empresas,
ofreciendo fuentes de empleo adicionales. El banco actúa como un interme-
diario, usa el dinero ahorrado por la población, que no tiene oportunidad o
que no tiene intención o simplemente no quiere correr el riesgo de invertir
por su cuenta y lo presta a quienes sí están dispuestos a invertirlo. Otro tipo
de depositantes son las empresas mismas que abren cuentas bancarias para
efectuar los pagos que corrientemente, tienen que hacer a sus proveedores,
sus trabajadores o por impuestos.
Por su parte, el banco, como no todos los depositantes retiran al mismo
tiempo todo su dinero, utiliza gran parte del mismo para colocarlo en cré-
ditos a los empresarios e inclusive, también, a otras personas que solicitan
créditos (préstamos personales, tarjetas de crédito, etc. incrementando el
consumo). El resultado de esta intermediación es la ampliación de la capa-
cidad de inversión del país.
De acuerdo con el economista Francisco Faraco, el porcentaje de cré-
ditos que los bancos otorgan al sector privado con relación a la producción
total del país, ha venido disminuyendo progresivamente en Venezuela. Tal
hecho se refleja en las estadísticas, pues se disminuyen las inversiones y la
producción total del país.
Faraco afirma que, al cierre del año 2000, la utilización del crédito por
parte de la economía venezolana era tan baja como al principio de la década
de los cincuenta y muy inferior a la que reportaban países latinoamericanos
de similar grado de desarrollo. Ha sido como volver al pasado, dejamos de
incorporar mano de obra y bienes de capital a la producción y como con-
secuencia de ello, nuestro sistema bancario ha involucionado hacia etapas
que creíamos superadas185.

185
El economista Francisco Faraco recuerda, en una declaración al diario El Universal el 23 de enero
del año 2004, que el Directorio del Banco Central de Venezuela, en una carta enviada al Ministro de
Agricultura y Tierras, solicita mejoras en el manejo de la “Tesorería del Sector Oficial, toda vez que el
Gobierno nacional y otras entidades públicas mantienen, en forma permanente, fondos depositados
bajo diversas modalidades en niveles muy elevados, que alcanzan, al 31 de diciembre del 2003 la
cantidad de 13.472 millardos de bolívares”. En resumen propone que el Gobierno tiene depositado
en la banca más dinero que los préstamos que ha solicitado durante el año pasado. Y, además, que los
depósitos oficiales respecto al presupuesto suelen oscilar entre el 1% y 2% de ese presupuesto, pero
en los últimos años ha llegado hasta el 37% del presupuesto del 2003, y lo curioso es que el Estado se
endeuda teniendo dinero en los bancos. Y esto lo hace de una u otra forma, porque no sólo se tiene
dinero en forma de depósito, sino en fideicomisos, (muchos de los cuales son depósitos disfrazados
o inversiones cedidas).

237
Efectos sobre el financiamiento a la vivienda
La mayoría de los compradores de una vivienda no suelen tener la to-
talidad del dinero para pagarla de contado. Lo normal es que se aporte una
“cuota inicial” y se pague el remanente mediante un crédito hipotecario a
largo plazo, que se cancela regularmente en cuotas mensuales consecutivas
y en ocasiones, con pagos extras en fechas determinadas. Durante los años
sesenta y setenta del siglo XX, los créditos hipotecarios para adquirir vivien-
das llegaron a tener un gran desarrollo en Venezuela. La existencia de tasas
de intereses bajos y fijos permitió a la clase media que estaba en proceso de
ascenso y en no pocos casos, inclusive a los obreros que tenían trabajos fijos
bien remunerados, adquirir casa propia. Esto es prácticamente imposible
desde hace 20 años para acá. De modo tal, que ofertas como la que se hizo
durante el gobierno de Hugo Chávez, de construir viviendas de 70 metros
cuadrados y además de eso, venderlas amobladas a los sectores populares,
fue y es una real imposibilidad dadas las circunstancias en las que vive Ve-
nezuela, particularmente durante el primer quinquenio del tercer milenio,
ya que desde hace años, tanto la clase media como el sector obrero se han
empobrecido.
Actualmente, salvo los de más altos ingresos, no hay quien pueda pagar
el valor de las casas o apartamentos, pues no existe la capacidad para cu-
brir el monto ni de las cuotas iniciales ni de las mensualidades y, además,
son pocos los que pueden arriesgarse a contraer créditos hipotecarios, aun
cuando tengan la posibilidad de pagar sus cuotas, por el temor a las fluc-
tuaciones y alzas abruptas en los tipos de interés. Y si tal cosa ocurre en los
sectores que tienen empleos regulares e ingresos fijos, qué podrá decirse
de los sectores marginales que tienen ingresos bajos e irregulares y que no
tienen ninguna posibilidad de optar a un crédito hipotecario. No solamente
por su pobreza que ya también se está haciendo común en los sectores de
clase media, sino por la irregularidad de sus ingresos, lo que no les permite
pagar las cuotas mensuales fijas que implica el otorgamiento de cualquier
crédito hipotecario.
Tal es la situación del lado de los demandantes de viviendas, es decir,
quienes las necesitan y no tienen posibilidad real alguna de acceder a ellas.
Pero, del lado del sistema financiero, hay también severas limitaciones que
constituyen un grave freno a la inversión en este sector.
En primer lugar, por lo general, todo inversionista que amplía su
empresa o crea una nueva, suele invertir una parte con su propio dinero
y solicitar el resto a crédito a largo plazo, con garantía de los activos de la
empresa que está ampliando o construyendo; puesto que las ganancias de
un año no serían suficientes para cancelar todo el crédito. De modo que
las inversiones no se suelen financiar con créditos a un año plazo. Suelen
requerir de tres a cinco años y en algunos casos, de muchos años más. Pero,
dada la estructura de los depósitos venezolanos, es muy difícil que los ban-
238
cos puedan otorgar créditos por plazos largos, ya que los depósitos están
colocados a plazos muy breves.
Ya hemos visto arriba cómo el economista Francisco Faraco señalaba que
en términos promedio, la obligación de los bancos de restituir los depósitos
no pasa de nueve días, por lo que los préstamos a largo plazo para financiar
inversiones de cualquier tipo tienen enormes limitaciones. Esa estructura de
depósitos de la banca venezolana y ese tamaño tan pequeño de la capacidad
para otorgar créditos, limita gradualmente el financiamiento de los préstamos
para la adquisición de viviendas. Hoy por hoy, los bancos y las “entidades
de ahorro y préstamo”, tienen la mayor parte de sus depósitos a la vista y los
depósitos a plazo son pocos y a corto plazo. Por lo tanto no pueden arries-
garse a otorgar préstamos a diez o más años, como son los requeridos para
las viviendas. Por esta razón, desde el llamado “viernes negro”, a principios
de los años ochenta, se han venido reduciendo las posibilidades de otorgar
créditos hipotecarios para el financiamiento de viviendas. Con esto también
se quiere afirmar que las cifras que se han mostrado correspondientes al año
2003 no son nuevas para Venezuela, es un mal que se ha agudizado en estos
primeros años del tercer milenio.
Por otra parte, otro de los grandes riesgos que dificulta el desarrollo de la
vivienda consiste en que los intereses pueden variar fuertemente, fenómeno
que se ha presentado con particular persistencia e intensidad durante los
últimos 25 años. Tal como hemos comentado en otras ocasiones todos los
gobiernos han devaluado la moneda durante su período de gobierno en un
100% de su valor. Hay gobiernos que han triplicado las devaluaciones, es
decir, que han reducido el valor del bolívar a un tercio o menos de lo que
valía al momento en que comenzaron su período constitucional, y como
dijimos, ante las devaluaciones se producen fugas de capitales, escasean los
bolívares en los bancos y suben los tipos de interés.
Ese aumento en las tasas de interés suele ser bien visto por el Banco
Central por cuanto más alta sea la tasa de interés más depositantes preferirán
dejar el dinero en los bancos del país y ganar esos altos intereses y estarán
dispuestos a correr el riesgo de una eventual devaluación o de tener la suerte
de retirar el dinero momentos antes de que eso ocurra. Esto disminuye o
detiene la fuga de capitales. Sin embargo, las tasas de interés aumentan
también para los que han recibido préstamos, especialmente, quienes han
obtenido créditos hipotecarios para comprar su vivienda, puesto que la
cuota de amortización mensual de los préstamos es mucho más alta por
causa de los altos intereses, lo cual, en numerosas ocasiones ha obligado a
los prestatarios a vender su vivienda para poder cancelar los créditos que
no pueden cumplir por sus salarios.
Es de notar, que a lo largo de todos estos años los salarios han aumentado
menos que la inflación, lo que significa que el “salario real” es negativo, lo
cual contribuye a que se dificulte, no sólo la cancelación de los créditos,
239
sino, la posibilidad misma de obtenerlos para quienes están necesitados de
vivienda. Con salarios bajos no se pueden adquirir las viviendas que cada
día son más caras por efecto de la inflación.
Por lo tanto, la inestabilidad política que está vinculada a la marginalidad
y al empobrecimiento progresivo, sumada a las frecuentes devaluaciones
que acompañan a esa inestabilidad, ocasiona daños directos en el nivel de
empleo y en el empobrecimiento de la población, a la vez que dificulta la
obtención de viviendas y las hacen inalcanzables para la mayoría de los
venezolanos. Dada esta situación se requiere diseñar planes realistas que
permitan enfrentar el problema.

Efectos en la fuga de cerebros y de los emprendedores


Uno de los fenómenos más dañinos que sufre el país o que ha comenzado a
afectarlo desde fines de los años ochenta y que se ha agudizado recientemente,
ha sido la “fuga de cerebros”. Se trata de personas con un buen nivel de pre-
paración que abandonan el país para trabajar y hacer su vida en otros países.
El sociólogo Iván de La Vega, del departamento de Estudios de la Ciencia del
Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, señaló “que aunque el
Estado no ha recabado cifras hay datos que pueden ilustrar la magnitud de la
emigración en el área”. Cita la estadística de la National Science Foundation,
de Estados Unidos, según las cuales cerca de 9.000 venezolanos trabajan en
esa nación en empleos vinculados con la actividad científica y tecnológica,
“más de la mitad cuentan con la nacionalidad estadounidense, y cerca de tres
mil tienen visa permanente, lo que revela que casi en su totalidad se encuen-
tran radicados en los Estados Unidos”. Esto lo apunta Iván de La Vega en
un trabajo publicado en la revista Interciencia. Es de observar que ese mismo
investigador agrega “que más de 800 venezolanos considerados en la estadística
tienen títulos de Doctorado y más de 2.000 títulos de Maestría186.
Esos datos reflejan, sin duda alguna, el fenómeno creciente de la salida
constante de venezolanos capacitados al exterior. En las encuestas realizadas
en Venezuela se percibe claramente que a un alto grupo de venezolanos les
gustaría salir del país, pero únicamente una parte de ellos puede hacerlo.
Santiago Schnell, un investigador venezolano que actualmente trabaja en
el Instituto de Matemáticas de la Universidad de Oxford del Reino Unido,
señala que, aunque él no se considere un cerebro fugado, tiene un claro
panorama del impacto de este fenómeno. “Alrededor del 90% de quienes
fueron mis compañeros de la universidad o del colegio, están fuera del país.
La situación política, social y económica no se resolverá hasta dentro de
una generación y todos estos factores no facilitan la sanidad mental social
y económica para el trabajo científico en Venezuela”.

186
De la Vega, Iván. (2003, noviembre 23). El Nacional.

240
El sociólogo Iván de La Vega informa también, que “Fundayacucho”
ha distribuido más de 30.000 becas y que tal institución alega que no
supera el 1% de esa cifra el total de las personas que no regresan al país.
Sin embargo, observa que esto es cierto mientras están obligados por sus
contratos, pero que desde el momento que quedan “liberados”, es decir,
cuando el que recibió el crédito deja de tener obligaciones económicas con la
institución, entonces ya está libre para movilizarse y esos no están incluidos
dentro de las estadísticas de Fundayacucho. De hecho, es impresionante que
solamente en Estados Unidos, se encuentren cerca de 9.000 universitarios
venezolanos y esto según una sola entidad como lo es la National Science
Foundation187.
Hoy en día hay una fuerte tendencia, especialmente entre los hijos de
inmigrantes, a regresar a Europa, a España en particular, país que se ha
vuelto atractivo también para los venezolanos cuyos padres tienen otras
nacionalidades puesto que los hijos de esos inmigrantes son venezolanos que
hablan español y les es más afín un ambiente como el de España.
No quisiéramos ser tan pesimistas como Santiago Schnell, por lo que
preferimos pensar que, si el país logra retomar su rumbo y estabilizar su
economía y su situación política y social, es probable que exista un fuerte
retorno de esos científicos y se detenga la continuidad de la fuga. Hay que
añadir, que en la encuesta de Datanalisis, efectuada el 12 de agosto del
año 2003, la mayoría de los jóvenes venezolanos deseaban emigrar a otros
países, pues seis de cada diez, entre los 15 y 24 años, prefería emigrar del
país. Se trata de una intención de fuga que ha ido aumentando a través de
los años. Datanalisis informa, por ejemplo, que en el año 1997 se trataba
únicamente del 28% de los encuestados. Afortunadamente, no todos
concretan la posibilidad de irse, pues, son más o menos un 14% los que
han logrado completar algún trámite para salir del país188. Como evidente
consecuencia de lo expuesto, es preciso reestructurar los programas de vi-
vienda. Es necesario ser realistas, por lo que sugerimos estudiar las siguientes
recomendaciones.
En primer lugar, es preciso hacer un esfuerzo contundente, rápido y
privilegiado sobre cualesquiera otras decisiones, para estabilizar a como dé
lugar la volatilidad de la estabilidad política y económica del país que influye
en las devaluaciones a fin de detener la fuga de capitales.
En segundo lugar, es preciso estimular la inversión para que no solamente
se creen más empleos, sino, para que el aumento de la oferta de empleos
sea tal que al menos, la clase media comience a aumentar sus ingresos al

187
Declaraciones del sociólogo Iván de La Vega a la periodista María Elba Núñez: (2003, noviembre,
23). Venezuela exporta talento científico. El Nacional.
188
Encuesta de Datanalisis en el diario El Nacional del 11 de junio del 2003. Y en el diario El Universal
de agosto, 12 del 2003. Caracas.

241
punto de que puedan optar a pagar las cuotas iniciales y comprometerse con
créditos a largo plazo. Y a su vez, para que puedan gozar de la certidumbre
de que los tipos de interés y la inflación se estabilizarán en un bajo nivel
razonable al lograr dominar la volatilidad política, económica y sus efectos
sobre la fuga de capitales.
En tercer lugar, hoy en día son pocos los que pueden pagar las casas
y los apartamentos disponibles en el mercado. Por eso es preciso explorar
nuevos enfoques urbanísticos que incrementen la oferta y la abaraten y, entre
tanto, revitalizar la idea de la “construcción progresiva de la vivienda”. Ésta
es una solución realista para los sectores de menos ingresos y, por lo tanto,
es preciso hacer todos los esfuerzos posibles para que ésta se desarrolle de
forma ordenada.
Por ejemplo, cuando se trate de viviendas para los sectores marginales,
la prioridad debe ser que los nuevos asentamientos, que día a día se efectúan
en el país, no se realicen con construcciones anárquicas a las orillas de las
carreteras o en tierras inestables y, sobre todo, de forma inorgánica y desor-
denada. Para lograr un buen “ordenamiento del territorio” es preciso prever y
urbanizar el terreno previamente de modo tal que se hagan los movimientos
de tierra necesarios, en los planos y sobre el terreno, estén delimitados con
claridad los lotes o áreas que serán destinados a las viviendas y a los servicios
públicos, tales como los de la policía, la iglesia, los campos deportivos, las
plazas y por supuesto, las calles y las aceras. Una vez seleccionados los terrenos
que sean de verdadero interés para los nuevos pobladores por su cercanía y
acceso a fuentes de trabajo estables, hay que nivelarlos correctamente para
facilitar el proceso de desagüe y dotarlos, al menos, de las tuberías para aguas
blancas y negras y del sistema del tratamiento para éstas.
El precio de venta y registro público de estos terrenos conviene que sea
bajo o nominal. Los marginales no suelen disponer de ahorros y por norma
general sus ingresos son irregulares. Como bien se puede apreciar, el plan
que se propone es realista, pues solamente se ofrece lo que efectivamente
es posible. La construcción la realiza el adquiriente del lote de terreno en
el área asignada tal como hasta ahora se hace, es decir, al ritmo de sus in-
gresos irregulares. Y si se descentralizan los municipios y se organizan las
barriadas, es posible que las asociaciones de vecinos sean facultadas para
aplicar y exigir algunas normas básicas de construcción cuyo cumplimiento
sea realmente posible a fin de que mejoren su calidad y también el aspecto
de las mismas.
Si hubiera aún más dinero, sería posible, entonces, desarrollar algunos
otros elementos que provean otros servicios imprescindibles; tales como la
electricidad, el gas por tubería y el asfaltado para las calles. De este modo
la vivienda puede crecer verticalmente y en profundidad, asegurando una
fachada digna y el ancho de la construcción podría limitarse para abaratar la

242
construcción. Si tal es el caso, serían viviendas continuas, es decir, contiguas
(una al lado de la otra)189.
Hemos señalado en el párrafo anterior una posible solución para adecuar-
nos a la realidad, pero estamos seguros de que pueden presentarse algunas
otras que faciliten aún más atender el problema de la vivienda dentro de
las escasas posibilidades que tiene actualmente el país para hacerle frente a
su realidad, como es la gran pobreza en que vive sumida la mayoría de la
población.
Tal pobreza incluye a buena parte de la clase media y por lo tanto se le
puede ofrecer un plan similar al del sector marginal, pero sin duda alguna,
mejorando sus condiciones. Este sector, a pesar de su empobrecimiento,
cuenta con más medios económicos y una mayor capacidad de respuesta
si la situación económica mejora, por lo que aumentará su capacidad de
pago rápidamente. Por tal razón, además de una adecuada ubicación de
los parcelamientos, se les podrá ofrecer parcelas mayores y más elementos
de la construcción que posiblemente sean de orden progresivo. Es decir, el
comprador completa lo que le falta por construir.
Tal posibilidad está fuertemente relacionada con la estabilidad econó-
mica y política y, además, es necesario señalar que si el plan de vivienda
se limita por ahora a los términos expresados en los párrafos anteriores,
el Estado puede afrontarla y para su mayor eficacia debe ser realizada en
cooperación con el sector privado.

189
Véase una explicación detallada sobre la vivienda progresiva y de algunas novedades que hacen
más económico el proceso de urbanizar los terrenos y desarrollar la vivienda progresiva en: Urdaneta,
Enrique. (1994). Hábitat para todos. Vivienda progresiva de unidades básicas ampliables y preservación de
la ecología urbana. Caracas: Monfort.

243
Capítulo IX
La pobreza y la economía informal

LA IMPORTANCIA DEL SECTOR INFORMAL


No todo el sector informal de la economía de países como Venezuela
lo conforma gente pobre e ignorante, tachados de ser incumplidos o de
actuar con viveza. Tampoco todos los que están en la informalidad lo hacen
“transitoriamente”, sino mientras logran obtener un empleo en el sector
formal y gozar así de estabilidad, con posibilidades de jubilación y demás
prerrogativas que otorgan las leyes laborales y la seguridad social. Por el
contrario, muchos de los que conforman el “sector informal” están en él
por razones de peso y sin pretender salir de allí, al menos no en las actuales
condiciones de la “institucionalidad”.
Desde el punto de vista del Instituto Nacional de Estadísticas, se
consideran como “informales” a los que trabajan por cuenta propia y a los
que son cabezas de empresas de cinco o menos empleados (sin incluir a las
conformadas por algún profesional universitario) que operan principalmente
en el sector servicios. Dentro de esta definición están los vendedores am-
bulantes o los buhoneros con puestos improvisados en las calles; también
los que trabajan en la artesanía menor (en pequeños talleres) y el servicio
doméstico. Así, pues, el cuadro de diversidad es muy grande, porque cubre
muchos de los aspectos de las actividades económicas a pequeña escala. El
Banco Interamericano de Desarrollo, agrega una condición más para calificar
una actividad económica como “informal” y es que tengan un capital no
mayor de US$ 20.000.
Todo lo anterior obliga a considerar al “sector informal” no como un
hecho necesariamente negativo y, además, nos impone prestarle una atención
que hasta ahora no se le ha concedido. Hay otras razones que inducen a darle
a este sector una nueva consideración respecto a las microempresas que lo
componen. Así, por ejemplo, con la “globalización” de la economía mundial,
se ha extendido la práctica de que las grandes empresas contratan servicios
a otras más pequeñas, como “outsourcing” lo cual, aunado a las fusiones
de las grandes empresas, ha reducido el número de empleos formales en las
empresas y da pie a la inestabilidad de los trabajadores en ellas. De modo
que el empleo, aún en el sector formal, tiende a tener poca estabilidad.

245
Por otra parte, y este rasgo es concluyente en Venezuela, la informalidad
en lugar de decrecer y ser absorbida por el sector formal de la economía,
ha aumentado en detrimento del sector formal, al punto de que más de la
mitad de la fuerza de trabajo está en el sector informal, mientras que el sector
formal únicamente ofrece empleo a tres de cada diez personas incorporadas
a la fuerza de trabajo.
Causa directa de esa situación es como vimos en el capítulo anterior,
la insuficiente inversión pública y la enorme caída de la inversión privada,
ligadas a la fuga de capitales causada por la incertidumbre política, la inse-
guridad personal y el temor a las recurrentes devaluaciones monetarias; todo
lo cual ha empobrecido a la mayoría de la población, incluidos sectores de
las clases medias que al quedar desempleados, han tenido que “sobrevivir”
en el sector informal.
Según el economista Antonio Frances del IESA, hay en el país tres mi-
llones de empleados por cuenta propia y ochocientas mil microempresas, es
decir, empresas que emplean a cinco o menos personas cada una, pero que
acumulan más de dos millones de empleos190. Esta circunstancia nos obliga
a reflexionar sobre la consideración que debemos darle al sector informal
de la economía en Venezuela. Es necesario redefinir con mayor claridad la
condición de trabajo informal y estudiarlo con más profundidad. Así, por
ejemplo, hay en nuestra realidad microempresas que por todos sus rasgos
se inscriben claramente en el sector informal, pero que tienen más de cinco
trabajadores. Otras cuentan con capitales superiores a 20.000 dólares; otras
se han inscrito como empresas en los registros mercantiles del país. Pero,
sobre todo, quienes laboran en el sector informal ya no son los campesinos
que llegaban a las ciudades y poco a poco, iban siendo absorbidos por las
empresas del sector formal de la economía. Sino que ahora son los nietos
y bisnietos de esos primeros emigrantes del campo que continúan siendo
“informales” y hasta grupos numerosos de la clase media que también operan
dentro del sector informal. Hay por lo tanto entre ellos una diversidad de
niveles de formación educativa, aun cuando la gran mayoría y particular-
mente los que no son emprendedores, está formada por los de más bajo
nivel de escolaridad. Sobre todo, si tenemos en cuenta que ese bajo nivel de
escolaridad ha consistido en una formación de muy mala calidad que no se
corresponde con los años de estudios cursados.
El volumen que ha cobrado la economía informal se debe no sólo a
la contracción de la inversión, que ha venido decayendo en estos últimos
25 años, sino también debido a que parte del sector comercial se ha visto
desplazado por los buhoneros y por la inseguridad personal reinante y ha
ido reduciendo el comercio formal a los “centros comerciales”, dejando un

190
Frances, Antonio. (2004, enero). El sector emprendedor clave del empleo. El Universal.

246
amplio espacio para los buhoneros. De acuerdo con el Instituto Nacional
de Estadísticas, para el año 2004, quienes trabajaban en el sector formal
del comercio se habían reducido a 783.995 personas. Cosa contraria ha lo
ocurrido en el sector informal del comercio, que para el mismo 2004, ya
contaba con 1.650.256 personas.
Por lo tanto, aun cuando se logre tener éxito en resolver el problema de
la capacitación formal de la actual generación de niños y jóvenes y elevar
su nivel a estratos superiores que les permitan salir de la pobreza y hacerse
capaces de financiar la educación de sus hijos; no podemos abandonar a la
actual generación de trabajadores del sector informal. Es preciso que des-
de ya, casi todos tengan al menos la esperanza de progresar en un futuro
cercano. Esto obliga a que mientras tratamos de recuperar y aumentar el
sector formal, es preciso generar un proceso que permita el desarrollo de esas
empresas informales dentro de un marco que sea viable para su prosperidad
y protegerlas de toda actuación incorrecta o discriminatoria por parte de
las instituciones existentes en el país.

RAZÓN DE SER DE LA INFORMALIDAD


Apuntemos en primer lugar las explicaciones que enumera Samuel Frei-
je191. Éste señala, primeramente, los requisitos que exigen las autoridades para
obtener los permisos para el establecimiento regular de cualquier actividad
económica y el pago de los impuestos correspondientes; todo lo cual suele
ser tremendamente dificultoso para la gente que opta por el sector informal.
Muchas de estas regulaciones se establecen para lograr el pago de comisiones
a los funcionarios públicos por lo que, como dice Priman, citado por Freije,
en América Latina esos trámites pueden tomar desde un mes hasta dos años
para registrar una pequeña empresa y el costo de ello puede equivaler hasta
el 10% de las utilidades anuales de esas pequeñas empresas.
Con el objeto de conocer de manera práctica “el costo de la ilegalidad”,
el Instituto Libertad y Democracia dirigido por H. de Soto, en el Perú,
montó un taller de confecciones ficticio y tramitó oficina tras oficina, su re-
conocimiento jurídico. Habían decidido no pagar ningún soborno, salvo en
aquellas instancias en que, de no hacerlo, el trámite quedaría definitivamente
interrumpido. De diez ocasiones en que los funcionarios se lo solicitaron,
en dos se vieron obligados a gratificarlos. Registrar debidamente el supuesto
taller demoró 289 días de gestiones que exigieron una dedicación casi exclu-
siva de los investigadores del instituto empeñados en la simulación, y una
suma de 1.231 dólares americanos (computando los gastos realizados y lo
dejado de ganar en ese tiempo) que significaba treinta y dos veces el sueldo
mínimo. La conclusión del experimento fue que “legalizar” una pequeña

191
Freije, Samuel. (2002, mayo). Empleo Informal en América Latina y el Caribe. Revista SIC.

247
industria en esas condiciones, está fuera de las posibilidades de una persona
de modestos recursos192.
Por otra parte, las pequeñas empresas no están en condiciones de pagar
los costos que implica la Ley del Trabajo. Freije cita en este caso hechos
como el siguiente: el costo de despedir a un empleado en los países próspe-
ros, tal como informa la OCDE, es inferior al 15% del salario anual, con
las excepciones de España y Portugal que tienen costos del 26% y 35%
respectivamente; pero en nuestros países ese costo puede llegar a 40%. Y
así como la Ley del Trabajo impone estos costos, los montos pueden ser tan
significativos que hagan imposible la viabilidad de desarrollar una microe-
mpresa en el sector informal.
Los especialistas Ángel Alayón y Abelardo Daza193 concluyen que en el
caso “venezolano, los costos laborales son significativamente superiores a
los de otros países de la región y son principalmente el resultado de la im-
posición de gastos o erogaciones obligatorias por despidos y para financiar
el sistema de seguridad social”.
Por eso es muy importante que la discusión actual sobre el financia-
miento de la seguridad social, tome en consideración el efecto que ella tiene
en los costos de las empresas, con el fin de evitar mayores problemas en las
decisiones de contratación y de despidos de los trabajadores y, sobre todo,
desalentar el auge de la informalidad.
Venezuela es el país con los más altos costos laborales en América Latina,
lo que contribuye a que muchas empresas informales, donde los salarios son
hasta 30% inferiores, se vean imposibilitadas para convertirse al sistema de la
economía formal. Sobre todo, cuando estas microempresas requieren evitar,
por todos los medios, los elevados costos relacionados con los pagos de todo
tipo y otras regulaciones burocráticas relacionadas o no con su personal. En
consecuencia, concluimos que la realidad nos enseña que todas las leyes y
los impuestos que regulan o afectan al sector formal de la economía para
el año 2003, solamente eran aplicables a no más del 30% de la fuerza de
trabajo, incluyendo al Gobierno y todas sus empresas.
Finalmente, Freije señala que así como hay un exceso de regulación que
afecta seriamente a las empresas formales, también ocurre que en el sector
informal, las autoridades se hacen de la vista gorda en algunas áreas de acti-
vidad que deberían ser, no sólo reguladas para un mejor funcionamiento de
las mismas, sino que se debe asegurar la aplicación de normas ya existentes
que podrían ser de gran utilidad sobre el uso de la tierra y la construcción
anárquica de viviendas.
Patricia Márquez y Henry Gómez Samper resumen la situación de la

192
De Soto, Hernando. (1987). El otro sendero. Bogotá: Oveja Negra.
193
Alayón, Angel y Daza, Abelardo. (2002, julio-septiembre). La Regulación Laboral y sus defectos.
Debates IESA. Véase en el presente estudio el capítulo relativo a los Salarios Participativos.

248
informalidad en los siguientes términos: “antes que un problema de cua-
lidades individuales se trata, en gran medida, de condiciones del entorno
donde se desenvuelven las microempresas: un entorno hostil, que incluye
inseguridad personal, excesiva permisería, acoso de las autoridades y poco
acceso a servicios financieros y tecnológicos disponibles para empresas de
mayor tamaño; en pocas palabras, la misma brecha social y económica que
divide a la sociedad venezolana. En este marco los esfuerzos de los empren-
dedores venezolanos son aún más meritorios”194.

EXPLORANDO CAMINOS DE SUPERACIÓN

Microempresas y microempresarios
Cuando se trata de decidir qué hacer para mejorar la situación del
sector informal, Patricia Márquez y Henry Gómez Samper se concentran
en los estímulos para facilitar el trabajo de los “emprendedores”, gente de
iniciativa para buscar oportunidades y negocios y encuentran la manera
de abrirse paso con éxito en las actividades que emprenden en el sector
informal. Ellos son los creadores de las microempresas, ofreciendo fuentes
de empleo para otros. Esta clase de hombres, que reúnen las cualidades
innatas para ser emprendedores, no es común y se encuentran en todos los
estratos sociales de la población. Así Márquez y Gómez se concentran en
lo que un economista de principios de siglo pasado, Joseph Schumpeter,
definió como “empresario”, al cual muchos consideran el “cuarto factor de
la producción”, además de la tierra, el trabajo y el capital.
Sin embargo, los emprendedores del sector informal cuentan con pocas
oportunidades para desarrollar sus capacidades. Esto se hace evidente si se
compara su situación con la de los que nacen en los sectores privilegiados
del país, cuyas familias pueden financiar una excelente educación para sus
hijos, hasta con postgrados en el exterior, al tiempo que ya desde su juven-
tud, empiezan a tener lazos y formar redes de interrelaciones personales
con las otras familias del mismo nivel y de capacidad financiera para desa-
rrollar negocios. Estas oportunidades, que se originan por el nacimiento y
la convivencia en las escuelas, amistades o clubes, facilita enormemente el
desarrollo de las personas que tienen cualidades de emprendedor. Pero en los
barrios marginales, los emprendedores tienen que abrirse paso contra muchas
dificultades para poder prosperar en sus negocios. Ya se han señalado en las
páginas anteriores y aun cuando muchas de esas dificultades también lo son
para las empresas medianas y grandes del país; éstas tienen mejor capacidad
para enfrentar los retos, el acoso de las autoridades corruptas, la inseguridad
porque disponen de un mayor nivel cultural y una gran capacidad para

Márquez, Patricia y Gómez, Henry Samper. (2001). Microempresas – “Alianzas para el éxito”. Caracas:
194

IESA.

249
relacionarse con el resto de las instituciones del país, por lo que no sufren
de los prejuicios que existen contra los sectores populares.
Pues bien, Márquez y Gómez intentan compensar esas limitaciones al
estimular y ayudar a prosperar a estos emprendedores. Por eso se ocupan de
cómo superar las barreras institucionales (redes institucionales) que se pre-
sentan para relacionarse con empresas más grandes y también para vencer los
obstáculos que les impiden construir redes verticales que los interrelacionen
con los proveedores de insumos o los distribuidores; y redes horizontales con
los empresarios similares a ellos o microempresarios del mismo ramo para
asociarse y alcanzar metas que individualmente no podrían lograr.
Los mencionados investigadores se dedicaron a estudiar cómo los que
alcanzaron sus objetivos han tenido éxito. Lo primero que parece destacarse
es la cualidad de ser persistentes y constantes y en especial, contar con el
deseo de aprender, aunque, entre los casos escogidos para la investigación
hay dos que son bachilleres, uno tiene un nivel técnico y sólo el cuarto,
que es una mujer, fue formándose de un nivel de educación inferior hasta
alcanzar conocimientos más acordes con su desarrollo gerencial. También
resalta el modo de superar los obstáculos que se les presentan para desarrollar
las redes de alianzas con las microempresas, superar los otros obstáculos y la
vulnerabilidad de las alianzas y hacer efectivos los acuerdos que logran.
Hay que agregar a lo señalado otros dos objetivos importantes para que
los emprendedores informales tengan éxito: la necesidad de una formación
en la que se incluyan conocimientos administrativos y gerenciales básicos,
así como facilitarles el crédito y los capitales necesarios para que puedan
consolidar y ampliar las oportunidades que presenta el mercado.

Microfinanzas
Las personas que operan en la informalidad lo hacen como empleados de
empresas informales. Unos pocos operan con su propia empresa o actividad,
pero no tienen acceso al crédito para ampliar sus negocios o crear nuevos. Sólo
muy pocos de ellos han logrado ese acceso y, de hecho, lo que generalmente se
usa es lo que en Venezuela llamamos “sanes”, que consiste en la constitución
de un grupo de personas que se comprometen a hacer aportes mensuales a
un “pote” común de una cantidad predeterminada, que rifan entre ellos para
determinar a quién le toca la cantidad en cada oportunidad. Por supuesto, la
persona beneficiada del primer aporte recibe toda la cantidad y deberá después
contribuir durante todos los meses que se han establecido para la fijación del
total de los aportes que se comprometió a efectuar como cualquiera de los
otros aportantes. De tal manera que todos y cada uno de los miembros del
grupo reciban la cantidad aportada total aun cuando no saben cuándo les
tocará, a menos que hayan hecho la rifa desde el mismo comienzo. Éste es
uno de los sistemas más generalizados, no sólo en Venezuela, sino en todos
los demás países del mundo en los sectores pobres o marginales.
250
Sin embargo, el verdadero desarrollo de un sistema microfinanciero y en
general, el movimiento actual que existe en el mundo a favor del desarrollo
de las microfinanzas se debe al doctor Muhammad Yunus, de Bangladesh,
quien logró obtener títulos de postgrado en universidades norteamericanas
en la especialidad del Desarrollo Económico, pero al dictar clases de esa
materia en su propio país fue percatándose de que había que tomar otro
tipo de acciones para lograr beneficiar a los sectores más desfavorecidos.
Por su cuenta, inició un proceso de créditos en las barriadas circundantes a
su Universidad. Comenzó con las mujeres. El desarrollo de su sistema fue
tal, que culminó con la constitución del banco denominado “Grameen”,
que actualmente sobrepasa los dos millones cuatrocientos mil clientes, 94%
de los cuales son mujeres. Este banco ha sido el modelo de otras muchas
instituciones microfinancieras para el mundo, y ha influido en casi todos
los países del subdesarrollo. Los elementos que permitieron el desarrollo del
banco Gramenn fueron los siguientes:
En primer lugar, el banco es autosostenible, no depende de subsidios
ni privados ni públicos para su funcionamiento, aunque está abierto a la
recepción de ellos para facilitar su expansión que, como hemos visto, fue
extraordinaria. Esto se debe a que cobra una alta tasa de interés porque los
sectores marginales están en condiciones de pagarla y, a pesar de eso, ob-
tiene sustanciales ganancias en sus operaciones. La razón de esto es que en
los sectores pobres hay buenas oportunidades de hacer pequeños negocios
y lo que les falta son ahorros. Y, además, dada la forma en que él comenzó
manejando el negocio ha logrado obtener una alta tasa de recuperabilidad
de los créditos, de modo tal que las pérdidas son prácticamente ínfimas con
relación al volumen de créditos y a las ganancias por los intereses. Además,
es importante observar, que dado el hecho de que se trata de créditos de
pequeños montos, la simplificación de la contabilidad, control y garantías
tienen que ser muy distintas a la de los bancos comerciales tal como hoy
las conocemos.
En segundo lugar, Yunus se inició haciendo préstamos a personas que
estaban ya trabajando con éxito. De hecho su objetivo era aumentar el ca-
pital de trabajo y las pequeñas inversiones de sus clientes, a fin de que ellos
ampliaran su producción. Así por ejemplo, si la persona podía obtener un
crédito para adquirir las materias primas y después vender directamente
el producto en el mercado, podría obtener mayores ganancias que las que
obtendría sin esas dos ventajas. Pues quien le proveería la materia prima y
después le compraba el producto elaborado, era quien vendía en el mercado
a un precio mucho mayor y era quien realmente se llevaba la mayor parte
de la ganancia.
Es de observar que para simplificar la contabilidad y las garantías,
suele hacerse que los créditos otorgados y la contabilidad descansen en
grupos básicamente de mujeres organizados de la siguiente manera: ellas
251
se responsabilizan del pago de los créditos que reciben cada una, es decir,
una responsabilidad solidaria de modo tal que si una no paga las demás
deberán hacerlo. Ellas mismas llevan el control de quien ha pagado y quien
no. El banco lleva la cuenta de cuánto le debe el grupo y acostumbra a co-
brar cada semana (originalmente se cobraba diariamente), evitando así la
tentación de gastar el dinero acumulado para el pago. Y, además, la sanción
por incumplimiento consiste en que no se le da más crédito a ninguno del
grupo, si no se cancela lo adeudado, de modo que todo el grupo pierde
cuando alguien no puede cumplir con las obligaciones. El banco no exige
garantías, pues los créditos son por pequeños montos y sería más costoso
exigir el pago haciendo uso de la garantía que hacer un esfuerzo por elegir
bien a las prestatarias, que, tal como se dijo son mujeres, las cuales por su
instintiva responsabilidad maternal y protección a sus hijos suelen ser mejores
pagadoras que los hombres.
Por supuesto que las personas que toman las decisiones de a qué grupo
darle el dinero, a cuáles no y a qué fines deben destinarse los créditos, deben
ser personas honestas que demuestren poseer la habilidad o la vocación
correspondiente. Sólo así tienen éxito en la mayoría de los casos. Como
bien se puede apreciar, el objetivo es que la institución de microfinanzas
sea sustentable por sí misma, sin necesidad de subsidios de ninguna na-
turaleza. Ella debe generar ingresos para cancelar todos los gastos en que
incurra e inclusive obtener ganancias para ampliar su capacidad de otorgar
créditos195.
En tercer lugar, los pobres pueden pagar tasas más altas de interés por-
que de todos modos son inferiores a las de los usureros y en la mayoría de
los casos, les es muy rentable ampliar sus negocios. También es condición
necesaria el logro de una masa crítica, de un volumen tal de clientes y cré-
ditos otorgados para poder cubrir los costos fijos del personal mínimo que
se requiere para una actividad de esta naturaleza.
En Venezuela hay varias instituciones que se han ocupado de atender al
sector de los microcréditos más o menos inspiradas en la citada experiencia
de Bangladesh. De esas instituciones hay algunas entre las que destaca por
su eficiencia y antigüedad la vivienda popular, pero acaso la más represen-
tativa de la banca, sea “Bangente”, con cuyo presidente, el señor Juan Uslar,
sostuvimos una entrevista el día 20 de junio de 2004. Afirma el señor Uslar
que se debe establecer como política pública, que todos los que tengan capa-
cidad para “emprender” una actividad económica puedan hacerlo, aunque
desde un punto de vista práctico convenga atender, en principio, a quienes
ya tienen una iniciativa en marcha, muy probablemente con necesidades
de capital, y apoyarlos con los créditos que les permitan sostenerse y crecer,

195
Yunus, Muhammad. (1998). Hacia un mundo sin pobreza. Chile: Andrés Bello.

252
pues han probado su capacidad de gerencia y han atinado al escoger una
actividad productiva.
No obstante, aclara el señor Juan Uslar, que con ser esa política de
crédito a los emprendedores importante y necesaria, no hay que esperar de
ella solución al problema de la pobreza como tal, ni tampoco al problema
de la incorporación de las mayorías informales al “pensamiento moderno”
que implica “tomar control de la propia vida”. Los emprendedores –a los
que sin duda hay que apoyar– son unos pocos y las posibilidades de otorgar
microcréditos son limitadas y difíciles.
Sin duda alguna, el impacto que puede tener esta actividad en la pobreza
y en la economía, está en función del volumen de colocaciones; según una
encuesta comentada por Joanna Ledgewood en su Manual de microfinanzas
que editó el Banco Mundial196. En dicho manual la autora informó sobre el
resultado del proyecto de “Sustainable Banking” (1995-1996) el cual hizo
un inventario mundial de mil instituciones existentes que prestaban servi-
cios de microfinanzas a por lo menos, mil clientes en un período no menor
de funcionamiento de tres años. Doscientas instituciones respondieron el
cuestionario y, como resultado de estos, para 1995, esas instituciones habían
otorgado siete mil millones de dólares en préstamos, a más de trece millones
de personas o grupos y habían movilizado más de diecinueve mil millones
de dólares en cuentas activas de depósitos.
Las conclusiones del estudio revelan que las principales instituciones
que operan con mayor eficiencia y manejan mayor volumen dentro de estas
actividades, son los bancos comerciales, fundamentalmente los privados197.
Si bien se pudo observar que hay una tendencia creciente al desarrollo de
las instituciones financieras y al convencimiento de su necesidad como un
instrumento facilitador del desarrollo del sector informal y de apoyo a los
desempleados, no es menos cierto que ha habido unos cuantos fracasos,
quizás más numerosos que los éxitos, lo que presupone que deben estudiar-
se muy bien los objetivos que se persiguen cuando se funda una de estas

196
Ledgerwood, Joanna. (1998). Manual de microfinanzas. Banco Mundial.
197
Quizás una de las cosas que más llama la atención entre las conclusiones del estudio en referencia,
es el hecho de que la contabilidad no suele estar bien llevada y es preciso estandarizar los sistemas
para poder facilitar los análisis de la situación real de tales empresas y las causas que la expliquen. A su
vez, se observa que no es conveniente que tales instituciones financien los gastos de entrenamiento y
capacitación en labores de administración de posibles prestatarios. Tales costos deben ser financiados
por otras instituciones de carácter público o privado y son prácticamente a fondo perdido, puesto que
constituyen donaciones para ayudar a preparar mejor los posibles clientes de las instituciones. En nuestra
propuesta de la Educación Sectorial, se sugiere que sean las Escuelas Sectoriales las que proporcionen
ese entrenamiento financiado por el Estado venezolano, aun cuando no se descarta, sino que se procura
el apoyo de las instituciones financieras que puedan prestarlo. A título de ejemplo, el Banco Provincial,
que es una entidad privada, ofreció entrenar en el 2005 a 5000 emprendedores del sector informal, a un
costo de más de 500 MM de dólares de Estados Unidos. (El Nacional Oct. 27, 2004. Caracas)

253
instituciones, y la adecuación de los objetivos al medio donde va a operar
la institución.

El misterio del capital


No podríamos omitir, en este estudio, el considerar la conocida tesis
de Hernando de Soto, publicada en el libro El misterio del capital 198. La
tesis central de De Soto consiste en que los pobres, refiriéndose en especial
a los marginales, tienen invertidas en las construcciones de sus viviendas
cantidades importantes. Por ejemplo, en el Cairo, el Gobierno egipcio
calculó que los pobres tienen más de 245 millardos de dólares en activos
en sus inmuebles y en las máquinas de sus pequeñas empresas. Tal monto
es cincuenta y cinco veces mayor que la inversión privada extrajera directa
en Egipto en los últimos doscientos años y equivale a treinta veces el valor
de todos los efectos que se cotizan en la Bolsa; sin embargo, esas viviendas
no cumplen la misma función económica que tienen en los Estados Uni-
dos. Allí con frecuencia, el dueño de una casa de habitación, una vez que
ha cancelado total o parcialmente su hipoteca, puede aspirar a un crédito
adicional hipotecario sobre la misma, para ampliar su negocio o abrir uno
nuevo. Así utiliza su propiedad como garantía para financiar nuevas in-
versiones y abrir fuentes de empleo, aumentando el grado de prosperidad,
tanto personal como colectivo.
Sin embargo, los constructores de las rancherías no tienen la propiedad
de los inmuebles, igual cosa le ocurre a otras personas pertenecientes a la
clase media. Ésta es la principal razón que imposibilita a los que puedan
obtener créditos hipotecarios en la banca a largo plazo con los cuales
financiar sus inversiones o iniciarse en su propio negocio. Hernando de
Soto prevé graves dificultades para llevar a efecto el objetivo que propone,
pero es sin duda enormemente optimista en cuanto a las posibilidades
que existen para aumentar el potencial económico de financiamiento de
las clases populares y a su vez, para ayudar a financiar el crecimiento y el
desarrollo de nuestros países. Sin embargo, existen críticas como la que le
hace Heather Bourbeau.
Lamentablemente las ideas planteadas por De Soto son tan

… reduccionistas como seductoras, su simplificación de los hechos


es tan abrumadora que amenaza con afectar los elementos positi-
vos que pudieran surgir de una presión más integral a favor de los
derechos de propiedad en el mundo del desarrollo. El atractivo
que despiertan sus propuestas sólo son reflejos de las carencias y
modas pasajeras que presenta el debate actual sobre la economía del

198
De Soto, Hernando. (2000). El misterio del capital. Lima: El Comercio S.A. (The Mistery of Capital).
Batam Press-Radom Hause. 2000.

254
desarrollo, pero también del hecho que el fracaso de los programas
tradicionales para combatir la pobreza ha promovido la búsqueda
de unas soluciones rápidas al problema de la miseria en el mundo199
(Bourbeau, 2001).

El punto crítico central de la tesis de Hernando de Soto consiste en que


aun cuando se tenga la propiedad de la casa o inmueble, que no es fácil de
lograr pues implica superar un conjunto de reformas legales, lo difícil será
obtener sobre ellas créditos hipotecarios de instituciones privadas a mediano
o largo plazo. De modo que el sólo hecho de llegar a obtener la propiedad
de la tierra donde está construida su vivienda o su taller, no es suficiente
para lograr la obtención de créditos. En el capítulo relativo a la Insuficiencia
de la Inversión en Venezuela, hemos mostrado la gran dificultad que existe
para los financiamientos a mediano y largo plazo. Y así, estimamos, que
es aún más difícil destinar la escasa posibilidad de tales tipos de créditos a
los sectores populares en los que hay un gran número de personas cuyos
ingresos son escasos e irregulares y, por lo tanto, insuficientes para cancelar
sus créditos en mensualidades regulares consecutivas.
No obstante, reconocemos que podría ser de gran utilidad a este respecto
realizar esfuerzos para encontrar soluciones al problema de la vivienda de
los sectores populares, e inclusive de la clase media.
La posibilidad de que las personas sean dueñas de la vivienda y del
terreno les daría una gran seguridad y potencialidad de desarrollo.

Formación y apoyo al microempresario


Atender a los “empresarios” ya existentes en el sector informal es funda-
mental, pero es harto insuficiente como también hemos señalado. Por eso
se imponen otras muchas acciones en orden a ir superando la informalidad,
al menos en sus manifestaciones negativas. Algunas de esas acciones nos las
mencionó Leonardo Pizanni en una entrevista que nos concedió el 10 de
agosto de 2004. Según él, un tema que hay que trabajar a fondo es el del
fomento de la “vocación empresarial”, lo cual habría que hacer en todos los
sectores de la población, pero desde la escuela primaria, de modo que aumente
rápidamente el número de los emprendedores. Aduce Pizanni como ejemplo,
lo logrado por Estados Unidos en este campo, en apenas 15 años.

En ese país –afirma Pizanni– hasta hace quince años alrededor del
30% de los graduados en las universidades aspiraban a montar una
empresa y el 70% a emplearse. Eso se invirtió y quince años después,

199
Véase Bourbeau, Heather. (2001, diciembre11). Hernando de Soto: El Gurú Tercer Mundista de la
Economía Informal. Foreign Policy. Primicia.

255
es exactamente al revés, 70% aspira a montar su propia empresa. Eso
se logró –añade Pizanni– con cambios en el sistema educativo.

Hay, pues, que propiciar por todos los medios que surjan cada vez más
personas con la disposición de emprender su propio negocio. Ahora bien,
a estas personas hay que brindarles “facilidades” para que, efectivamente,
puedan desarrollarse en la actividad que elijan. Una de esas facilidades es
el apoyo crediticio, pero no es la única ni la más importante. El mismo
Pizanni hace énfasis en lo que él llama: “servicios no financieros”, entre los
cuales menciona la “asistencia técnica dirigida a mejorar el producto”; la
formación propiamente empresarial; la prestación de “servicios de consulto-
ría” especializada para la microempresa; y, la adecuación de la información
requerida para la toma de decisiones (no sólo enseñar contabilidad, sino
enseñar a interpretarla). Otra área importante, señalada por Pizanni, es la de
la “desregulación” o mejor aún, la simplificación de los trámites de todo tipo,
por ejemplo, con el establecimiento de la “taquilla única” para los trámites
en las instituciones públicas y así ahorrar tiempo y costos.
El fomento y apoyo de las microempresas está asociado al efecto de
generación de empleo; pero se trata, como hemos visto antes, de “empleo
informal”, con salarios frecuentemente inferiores a los mínimos legales y
sin la cobertura de las demás prestaciones sociales vinculadas al salario. En
consecuencia, conviene salirle al paso a esta “dificultad real” con soluciones
ingeniosas que pongan a estas microempresas en la ruta de la formalización,
sin entorpecerles su fase de desarrollo inicial. Un régimen laboral especial
para ellas es conveniente y tal vez, para estos trabajadores, el Estado deba
asumir toda la carga de la seguridad social. Introducir un “sistema de salarios
participativos” en el sector formal de la economía tal vez pueda facilitar la
normalización del sector informal.

Atención especial al comercio informal


Para el segmento comercial del sector informal, en el cual se ocupa hoy
la mayoría de los trabajadores informales, se impone la formulación de una
política al efecto que contemple el asentamiento ordenado de estas activida-
des en espacios diseñados y construidos al efecto. Si a este microcomercio
(buhoneros) se le exonera de todos los impuestos municipales y nacionales
que los pudieran gravar en el caso de “formalizarse”, probablemente podría
asumir el pago regular de un canon de arrendamiento por locales adecuados
a sus requerimientos. De este modo, los espacios construidos con ese fin,
podrían contar con una “renta de retorno” suficiente para reembolsar la in-
versión que suponga construirlos, y para su mantenimiento y administración.
Estudios de factibilidad a este respecto ya han sido hechos en Venezuela.
Simultáneamente con una política de asentamiento de los microcomer-
ciantes, lo cual implica seleccionar adecuadamente los emplazamientos en
256
relación con la dinámica de la ciudad y hacerlos atractivos para la clientela
habitual de estos comerciantes, hay que ofrecer el apoyo técnico-educativo
conveniente junto al otorgamiento de créditos y, tal vez, algunos estímulos
adicionales que aseguren el flujo de los clientes hacia los nuevos asentamien-
tos. Esos estímulos pudieran ser la exoneración total o parcial del impuesto
al valor agregado (IVA), pero también condiciones de alta seguridad personal
o mayor comodidad para comprar.
Ahora bien, el éxito de cualquier política seria a este respecto, está di-
rectamente asociada a una enérgica política de “ordenamiento urbano” que
erradique por completo la anarquía en el comercio callejero tal como ahora
viene desenvolviéndose. Esto último es indispensable, no solamente para
mejorar la calidad de vida y el ornato urbano, sino, sobre todo, para asegurar
el éxito de los nuevos asentamientos, los cuales no operarían con los resul-
tados deseados si, en paralelo, continúa el actual desorden imperante.

257
Capítulo X
Ahorro, inversión y difusión de la propiedad

AHORRO, RENTA E INVERSIÓN


Una persona que desea reunir un capital que le produzca una renta que
por lo menos sea igual a sus ingresos actuales, debería tomar el camino más
seguro para lograrlo, es decir, ahorrar e invertir el dinero ahorrado; veamos
cómo hacerlo. Supongamos que usted decide ahorrar en un año el equivalente
al salario completo de un mes, lo cual supondría ahorrar el 8,33% de lo que
gana cada mes. Si ahorra esa cantidad y la invierte, por ejemplo, en la empresa
de un amigo asociándose con él o simplemente se la da en préstamo al 12%
por año: ¿cuánto tiempo le tomaría acumular un capital que le produzca
ganancias o intereses iguales a su salario actual, de modo que pueda recibir
una renta que le permita retirarse del trabajo y vivir de esa renta?
Para lograr eso, hay que acumular un capital equivalente a 100 salarios
mensuales, el cual, invertido al 12% anual, le reportaría una renta igual al
salario que usted está devengando actualmente. Eso se lograría exactamente
en 21 años y 9 meses, lo cual le tomaría 100 años si sólo ahorra un sueldo
por año y lo guarda sin obtener ganancias ni intereses. De manera que si
usted comienza a ahorrar a los 20 años de edad, al cumplir 41 años y 9 me-
ses podría retirarse del trabajo y vivir de la renta ganando lo mismo (Véase
cuadro Fondo de capitalización).
Ahora bien, ¿cómo es posible reunir un capital equivalente a 100 meses
de salarios ahorrando solamente un mes por año durante 21 años y 9 meses?
¿Cómo es posible que 21.9 sueldos se multipliquen por más de 4 veces?
La explicación es muy sencilla: el dinero que usted ahorra, a medida que
se va invirtiendo, va produciendo ganancias o intereses que se reinvierten,
es decir, que se van agregando a sus propios ahorros y causan intereses o
ganancias adicionales. Esto es lo que explica por qué se logra acumular un
capital tan grande en ese período más bien reducido.
Asimismo, si usted decide que su renta sea el doble de su salario y
no igual, entonces, necesitaría duplicar su capital de 100 a 200 salarios.
¿Cuánto tiempo le tomaría alcanzar ese monto de capital? Apenas 27 años
y 5 meses (Véase columna No. 2 del cuadro Fondo de capitalización), de tal
modo que si usted ahorra los primeros 100 salarios en 21 años y 9 meses,
duplicar ese capital solamente le tomaría 6 años y 8 meses adicionales. Y si
259
Fondo de capitalización
Número % del salario Tiempo que toma formar un capital que produzca una renta mensual equivalente
de salarios anual a uno y más salarios mensuales hasta alcanzar ocho veces el salario
mensuales ahorrado
AHORRADOS AL AÑO 1 2 3 4 5 6 7 8
años meses años meses años meses años meses años meses años meses años meses años meses
1 8,33 21 9 27 5 30 11 33 4 35 4 36 11 38 3 39 5
2 16,66 16 4 21 9 25 0 27 5 29 4 30 11 32 3 33 4
3 25,00 13 5 18 6 21 9 24 1 25 11 27 5 28 10 29 11
3,6 30,00 12 11 18 0 21 2 23 6 25 4 26 10 28 2 29 4
4 33,33 11 5 .16 4 19 5 21 9 23 6 25 0 26 4 27 5
5 41,67 10 1 14 8. 17 8 19 11 21 9 23 2 24 6 25 7
6 50,00 9 1 13 5 16 4 18 6 20 3 21 9 23 0 24 1
260

7 58,33 8 3 12 4 15 2 17 4 19 1 20 6 21 9 22 10
8 66,67 7 6 11 6 14 3 16 4 18 0 19 5 20 8 21 9
El capital acumulado es igual
a multiplicar el salario mensual
del trabajador por: 100 200 300 400 500 600 700 800
Rentabilidad real de la inversión de los ahorros: 12% mensual
decidiera triplicar su capital, entonces eso únicamente le tomaría 3 años y
6 meses más, tal como se puede apreciar en la columna No. 3 del cuadro
Fondo de capitalización.
Para tener una idea de cuánto tiempo se requiere para triplicar o cuadru-
plicar el capital siga el mismo procedimiento. Reunir un capital equivalente
a 300 salarios que rente el triple de su salario actual, le tomaría 30 años y 11
meses. Si usted sigue ahorrando y logra alcanzar la suma de 700 salarios y
desea pasar de ahí a 800 salarios, apenas requeriría de 1 año y 2 meses adi-
cionales. En efecto, reunir 700 salarios requiere 38 años y 3 meses, mientras
que para alcanzar 800 salarios se necesitan 39 años y 5 meses. Le tomaría
sólo 14 meses. Esto significa que si usted ahorra un salario mensual al año,
esto es el 8,33% de su salario mensual, en 14 meses usted aporta un poco
más de un salario mensual al año, para ser más preciso el 1,17 del salario
mensual, pero ese aporte al capital es casi nada comparado con el aporte del
capital acumulado, pues en 14 meses genera una renta equivalente a 100
salarios adicionales. Y usted solamente ha contribuido a esos 100 salarios
con apenas el 1,7 del salario mensual, los otros 98,3 los han aportado sus
ahorros. Así, su dinero trabaja para usted y le produce mucho más de lo
que usted gana con su trabajo.
De cuanto llevamos dicho se ve con claridad que los primeros ahorros,
las primeras cifras de capital, toman mucho tiempo y exigen un esfuerzo
constante y persistente. Pero a medida que va pasando el tiempo, el capital
acumulado genera rentas que se agregan a ese capital y aceleran su creci-
miento, tal como lo hemos podido ver en el último caso, cuando se analizó
el aumento de 700 a 800 salarios.
Veamos ahora qué ocurriría si usted decidiera ahorrar el 30% de su
salario mensual. En ese caso el tiempo requerido para reunir los primeros
100 sueldos se hace mucho más corto. La columna No. 1 del cuadro Fondo
de capitalización, muestra que se requieren 12 años y 11 meses, tiempo
mucho menor que los 21 años y 9 meses requeridos cuando únicamente se
ahorra el 8,33% del salario. Así, si usted comienza a trabajar a la edad de
20 años, cuando tenga 31 años y 5 meses, esto es a los once años de traba-
jo, ya tendrá acumulado un capital que le dará de renta el equivalente al
salario que está ganando. Y si observa la columna No. 8 del cuadro Fondo
de capitalización, para aquellos que ahorren el 30%, notará cómo en vez
de tomarse 39 años y 5 meses, logra acumular un capital de 800 salarios en
tan sólo 29 años y 4 meses, es decir, 10 años menos que cuando se ahorra
solamente un salario mensual.
En consecuencia, para hacerse rico la primera regla es sencilla: ahorrar
e invertir lo más que se pueda para acelerar y reducir el tiempo que le tome
reunir el capital que se desea, pero, todavía se puede aumentar en mucho
la “velocidad para hacerse rico” si se logra invertir el dinero en un negocio
seguro que le produzca más del 12% por año. Lo contrario ocurriría si la
261
Fondo de capitalización constituido con aportes del 30% del salario
Tasa de interés anual Tiempo que toma formar un capital que produzca una renta equivalente
o garantías anuales a uno o más salarios hasta alcanzar ocho veces el salario
1 2 3 4 5 6 7 8
años meses años meses años meses años meses años meses años meses años meses años meses
1% 146 7 203 10 240 1 266 8 287 8 305 0 319 10 332 9
2% 73 3 102 0 120 2 133 6 144 1 152 9 160 3 166 8
3% 48 10 68 0 80 3 89 2 96 3 102 1 107 0 111 4
4% 36 7 51 1 60 3 67 0 72 3 76 8 80 5 83 8
5% 29 3 40 11 48 3 53 8 57 11 61 5 64 6 67 1
6% 24 5 34 1 40 3 44 9 48 4 51 4 53 10 56 0
7% 20 11 29 3 34 6 38 5 41 6 44 1 46 3 48 1
8% 18 3 25 7 30 3 33 8 26 4 38 7 40 6 42 2
262

9% 16 3 22 9 26 11 30 0 32 5 34 5 36 1 37 7
10% 14 7 20 6 24 3 27 0 29 2 31 0 32 6 33 10
11% 13 3 18 8 22 1 24 7 26 7 28 3 29 8 30 10
12% 12 2 17 1 20 3 22 7 24 5 25 11 27 2 28 4
13% 11 3 15 10 18 9 20 10 22 7 24 0 25 2 26 2
14% 10 5 14 8 17 5 19 5 21 0 22 3 23 5 24 5
15% 9 9 13 9 16 3 18 2 19 7 20 10 21 11 22 10
16% 9 1 12 10 15 3 17 0 18 5 19 7 20 7 21 5
17% 8 7 12 1 14 4 16 0 17 4 18 5 19 4 20 2
18% 8 1 11 5 13 7 15 2 16 5 17 5 18 4 19 1
19% 7 8 10 10 12 11 14 5 15 7 16 7 17 5 18 2
20% 7 3 10 4 12 3 13 8 14 10 15 9 16 7 17 3
El capital acumulado es igual
a multiplicar el salario mensual
del trabajador por: 100 200 300 400 500 600 700 800
renta de su inversión fuese menor. De modo que, la segunda regla para
hacerse rico con la mayor rapidez consiste en invertir el dinero en un buen
negocio que produzca muchas ganancias.
Si usted es capaz de ahorrar e invertir el 30% de su salario, el cuadro
Fondo de capitalización constituido con aportes del 30% del salario le
muestra el tiempo que toma multiplicar el capital ahorrado dependiendo
de las ganancias o el interés que produzca el negocio o la inversión. En la
primera columna se enlistan los rendimientos anuales de la inversión de los
ahorros, desde el insignificante 1%, hasta un 20% de rendimiento anual.
La importancia de la tasa de rendimiento se aprecia con claridad. Si usted
gana solamente el 1 % anual sobre sus ahorros, reunir un capital equivalente
a 100 veces su salario le tomaría 146 años y 7 meses. Pero si la tasa de ren-
dimiento es del 20% anual, el tiempo requerido para lo mismo se reduce a
apenas 7 años y 3 meses. De modo que si se tiene la constancia de ahorrar
el 30% del ingreso mensual durante 16 años y 7 meses, se logrará acumular
un capital que rentaría lo equivalente a 7 salarios mensuales (Columna 7) y
nótese que si decide ahorrar 8 meses más (Columna 8) aportando el 30%
de su salario, el capital acumulado contribuirá con 100 salarios más, en esos
pocos 8 meses adicionales.
En consecuencia, la cantidad que usted ahorre es importante y tam-
bién lo es el tiempo que decida ahorrar y reinvertir lo que se gana; lo que
es asombroso es el efecto que causa con una alta tasa de rendimiento para
enriquecerlo con gran rapidez. El asunto básico es ahorrar lo suficiente e
invertir lo ahorrado en un buen negocio para lo cual hay que acostumbrarse
a vivir con austeridad y ser constante en el esfuerzo.
No podemos menos que asombrarnos de cómo crecen los capitales
cuando las personas ahorran e invierten por mucho tiempo con una ren-
tabilidad alta, y podemos entender así cómo hay quienes logran acumular
capitales en cantidades importantes. Hay personas muy ricas, con miles de
millones de dólares de capital, lo que sin duda alguna, tiene mucho que ver
con el “proceso de capitalización” que hemos descrito; y no como muchas
veces se piensa, que para acumular esos capitales hubo, necesariamente,
que actuar inescrupulosamente. Hacerse rico con el salario si no se ahorra,
es imposible. En cambio los que ahorran e invierten su dinero, amasan
capitales que crecen.
Hay otros medios que permiten, al que ahorra e invierte, aumentar
más rápidamente su capital. Quienes tienen una empresa pueden ampliar
su negocio o iniciar otros negocios paralelos con préstamos bancarios o de
otras fuentes. De esa forma, si los intereses que pagan por tales préstamos son
inferiores a las ganancias del negocio, la diferencia entre intereses pagados
y ganancias obtenidas permite aumentar rápidamente el capital y acelerar
su enriquecimiento.
La posibilidad de obtener créditos depende o está en función, del grado
263
de confianza que le inspire al banco la seguridad que se ofrece de pagar el
préstamo en el plazo convenido. Por ejemplo, si el solicitante tiene capital
propio suficiente invertido en el negocio, eso es señal de que cuidará que
no se pierda el dinero invertido y luchará, por todos los medios, para pagar
los préstamos recibidos. La razón es evidente, si no se es capaz de pagar los
préstamos, el banco puede legalmente lograr que se vendan los activos de
la empresa para recuperar los préstamos que otorgó; y ya hemos visto lo
que cuesta ahorrar e invertir bien para acumular el capital y levantar una
empresa. Además, para lograr préstamos de los bancos, también se requiere
que la economía del país y la del sector donde opere la empresa, marchen
bien. Pero sobre todo, que la gerencia sea experimentada y competente y
esto se demuestra cuando a lo largo de los años la empresa ha operado con
eficiencia y es rentable.

¿POR QUÉ NO AHORRA LA GENTE?

Ingreso insuficiente
Si no se tienen suficientes ingresos para cubrir el consumo indispensable,
es decir, si se es pobre, no se puede ahorrar ni invertir. Es evidente que no se
podrá ahorrar cuando las personas se encuentran en un estado de pobreza
en el cual los ingresos no son suficientes para cubrir las necesidades básicas.
Tampoco cuando, según los cánones internacionales, las familias cuentan con
un ingreso por persona menor del doble del necesario para alimentarse.
Sin embargo, ¿qué ocurre con los que no son tan pobres, con los que
ganan una cantidad algo superior al mínimo establecido para ser pobre? Si
preguntáramos a los que no son tan pobres si se consideran en condiciones
de ahorrar parte de su ingreso, lo más probable es que la gran mayoría
nos responderá que sus ingresos son insuficientes para ahorrar. Más aún,
cuando aumentan sus ingresos lo que suele ocurrir es que ya tienen asig-
nado el aumento para adquirir algún bien de consumo. Prueba de ello es
que, aun la clase media profesional tiende a gastar todo lo que gana y no
es raro que gaste más de lo que ingresa, utilizando las facilidades que les
proporcionan las tarjetas de crédito, los préstamos de parientes y amigos, o
los préstamos personales bancarios. De tal manera que, aun cuando se viva
en una situación de bonanza económica, es frecuente encontrarse con que
se deja de ahorrar y, se solicitan préstamos para consumir más de lo que
se gana. ¿Qué razones hay para que ocurra eso en la clase media que no es
pobre? ¿Qué hacer para incentivar el ahorro y la inversión entre los que sí
pudieran hacerlo? Veámoslo.

El efecto demostración y el fenómeno de la moda


En nuestra sociedad vivimos altamente influenciados por lo que po-
dríamos llamar “medio ambiente social”, en el cual opera el fenómeno de
264
la “moda”, que aunque es de raíces psicológicas, tiene importantes implica-
ciones sociológicas y sobre todo económicas, con la particular repercusión
sobre la poca o ninguna “propensión al ahorro”.
La moda opera sobre dos tendencias humanas que lucen, en principio,
contrapuestas pero que son las que en su origen, dotan a este fenómeno de
su carácter cíclico y recurrente: la “tendencia a la diferenciación”, que lleva
a ciertos grupos sociales a buscar singularidad y notoriedad; y la “tendencia
a la imitación” que lleva a las mayorías a “copiar” los “modos” y usos de
quienes alcanzan notoriedad diferenciándose del común.
La economía de libre mercado ha tomado en cuenta ese fenómeno
psicosocial y ha aprendido a dominarlo en función de estimular al máximo
el consumo mediante el acertado manejo de la publicidad; dando lugar
a recurrentes renovaciones de todo tipo de bienes de consumo –desde el
vestido hasta los automóviles– mediante una “obsolencia artificial” debida
a una simple desactualización en el gusto de la gente: el bien deja de ser
útil por “pasado de moda”. Esta inducción de consumo actúa en contra de
la “propensión al ahorro”.
Otro factor inductor de consumo es el que pudiéramos denominar el
“patrón del status social”. En efecto, en ciertos grupos sociales, como por
ejemplo los “ejecutivos” de determinado nivel o los profesionales de un
gremio, se “imponen” algunos usos que tienden a ser reproducidos por todo
el grupo, obligando a estándares de consumo que muchas veces superan a
los niveles medios de ingresos.
Si los vecinos, familiares y amigos o la gente del propio medio prosperan,
entonces los demás se sienten casi obligados a mantener un “nivel de vida”
similar al de ellos, so pena de ser considerados incapaces de proporcionar
prosperidad a sus familias. Si los vecinos, amigos o parientes compran ca-
rros nuevos de determinada categoría, cambian los muebles de sus casas, o
van de vacaciones al extranjero, hay que imitarlos. También si se mudan a
urbanizaciones de nivel más alto, pagan costosas diversiones a sus hijos o los
inscriben en colegios más caros, todo ello ejerce “presión social” sobre el resto
del grupo. De ese modo, mientras más prosperen algunos, más aumentan
los gastos de todos y en algunos casos, más aumenta la “necesidad de gastar”,
por encima de las posibilidades reales, mediante el uso de préstamos que
comprometen los ingresos futuros.
Sin duda los avisos publicitarios, las películas y las telenovelas son
factores que inducen a un mayor nivel de necesidades materiales y a gastar
más. De modo que, cuando algunos se “dejan llevar” y compran, amplifi-
can con esa conducta el “efecto de demostración” sobre los que los rodean,
presionando así a sus vecinos, amistades y parientes a gastar más de lo que
ganan. La mayoría se deja arrastrar por esta corriente, que, en su último
extremo, expresa la tesis de que el valor de la persona depende de lo que
tiene. A esto se le llama “el consumismo”.
265
A diferencia de lo que se pensaba en otras épocas y en otros países cuan-
do se consideraban la austeridad y la frugalidad como virtudes socialmente
deseables y se despreciaba todo derroche consumista, la sociedad moderna
tiende a lo contrario, hay una intensa búsqueda de disfrute o placer inme-
diato, en la que priva el criterio de "comamos y bebamos que mañana ya
veremos". Sin duda, esta mentalidad ha influido muy negativamente en
los niveles de formación de ahorro de algunos países y, por lo tanto, en la
cantidad de capitales que se pueden acumular.
Por otra parte, cuando las personas se han “acostumbrado” a un nivel
de consumo, ya no quieren cambiar sus hábitos de vida incluso cuando
disminuyan sus ingresos. Estos hábitos son sin duda resistentes a todo cam-
bio. También hay personas que por el simple deseo de distinguirse de los
demás, para ser consideradas especiales, se esfuerzan en incurrir en niveles
de consumo y de vida superiores a su medio y muestran su “sentimiento de
superioridad” mediante el nivel de consumo. En esto fundan su autoestima
y, sin duda, con esa manera de proceder no sólo dejan de ahorrar, sino que
causan un “efecto de demostración” que influye en otras personas.
Por todo lo expuesto, ahorrar es muy difícil. Por ejemplo, si usted decide
no comprar una máquina lavaplatos que le cuesta el equivalente a mil dólares
y decide ahorrar ese dinero y colocarlo a plazo fijo ganando el 12% al año,
usted tendrá al final del año la cantidad de 1.120 dólares, sus mil dólares
ahorrados más los 120 dólares de los intereses. Entonces la pregunta que surge
es: ¿valió la pena, para ganar solamente el equivalente a 10 dólares mensuales,
haber desaprovechado todo ese año una máquina lavaplatos? Mucha gente
considera que es preferible tener su lavadora de platos y disfrutar de una vida
más confortable ahora, y no en el futuro. Más aún, si usted trata de ahorrar
en su propia vestimenta y compra menos ropa de la que normalmente com-
praría, el ahorro que usted haría y los intereses que se ganaría, no justifican
“el sacrificio” de los vestidos que no se compró y no disfrutó.
No obstante, si razonamos correctamente, nos daremos cuenta de que
para sobrevivir no hace falta tanto dinero y que son muchos los gastos que
podrían eliminarse para ahorrar. Por supuesto, si tomamos esa decisión,
tendremos que enfrentar algunas situaciones difíciles. No sólo sacrificaremos
parte del “confort” que se nos ha convertido en hábito, sino también una
disminución en el nivel de vida, contra la tendencia a no quedarse “atrás”
de los demás o a querer sobresalir y aparentar.
Sobre todo, los primeros años de ahorro son muy sacrificados, a diferen-
cia de los años posteriores, en los cuales ya el fondo de capital acumulado
comienza a proporcionar rentas cuyo monto, no sólo llegan a ser equivalentes
a lo que se puede ahorrar, sino que aportan sumas mayores que el total de
los salarios que se ganan anualmente. Esto es un gran aliciente para seguir
ahorrando, pero no ocurre en los primeros años cuando los rendimientos
totales son más bajos.
266
Piénsese en los inmigrantes italianos, españoles, portugueses y de otros
países europeos que llegaron a Venezuela después de la Segunda Guerra Mun-
dial. Ellos ahorraron a pesar de que la mayoría ganaba el salario mínimo. A
muchos les tocó trabajar como peones en la construcción de obras públicas,
y no pocas de sus mujeres e hijas se colocaron como empleadas del servicio
doméstico. Hoy en día, ellos son los dueños de edificios y de empresas de todo
tipo, grandes y pequeñas, y sus hijos estudiaron y se graduaron en nuestras
universidades. La gran mayoría de ellos “hizo dinero” con trabajo duro y
ahorrando e invirtiendo esos ahorros en negocios que les proporcionaron
legítimas ganancias. No es de extrañar, por eso, que entre ellos existan hom-
bres ricos o algunos muy ricos. Ese ejemplo muestra que es posible obtener
los mismos resultados, si se logra hacer lo que ellos hicieron.

El miedo a la inflación
No hay duda de que la inflación afecta a las personas que deciden aho-
rrar, por eso es importante que aquellos que decidan invertir sus ingresos
aprendan a cuidarse de la inflación. Ejemplificaremos con algunos casos.
Supongamos que usted ahorra Bs. 100.000,00 en un banco, ganando el
5% anual en intereses. Al final del año tendrá Bs. 105.000,00, cien mil que
tenía más 5.000 de los intereses. Vamos a suponer, así mismo, que en el
país ha habido una inflación del 3%. Eso significa que para poder comprar
las mismas mercancías que antes podía adquirir con Bs. 100.000,00 ahora
necesita Bs.103.000.00. Por lo tanto, para preservar el mismo capital que
usted tenía a comienzos del año, será necesario que separe Bs. 3.000,00
de las ganancias que ha recibido por intereses y se las sume al depósito de
capital, con lo que, en la práctica, usted únicamente ha ganado en realidad
Bs. 2.000,00 durante el año. De modo tal, que usted apenas habría ganado
un 2%, o, lo que es lo mismo, el 5% de intereses menos el 3% de inflación.
Ese 2% habría sido su “interés real”, como efectivamente así se le llama.
De esa manera podemos afirmar que si en su país los intereses que se
ganan en el banco son del 30%, pero la inflación es del 25%, en realidad lo
que usted gana es sólo el 5% de interés real. Puesto que tiene que reponer
las pérdidas de su capital en la cantidad del 25% de su monto, es decir, gran
parte de los intereses deben ser destinados a cubrir la pérdida que ha tenido el
poder adquisitivo del dinero. También puede ocurrir que la tasa de inflación
sea mayor que los intereses. Supongamos que la inflación sea del 16% y los
intereses del 13%. En ese caso los intereses no son suficientes para poder
cubrir las pérdidas que ocasiona la inflación y usted no ganaría nada, más
bien habrá perdido. Su tasa real de interés es negativa: menos 3% (13 - 16
= -3%). Como en Venezuela se ha dado el caso de intereses negativos en
más de una ocasión y como con frecuencia se devalúa el bolívar, ello causa
pérdidas a los prestamistas y a los que depositan dinero en los bancos. Los
intereses negativos desestimulan el ahorro o aumentan la fuga de capitales
267
al exterior y se hace preciso que el Banco Central, actuando juntamente con
el Gobierno, evite que tal fuga ocurra; aun cuando desafortunadamente,
muchas veces los intereses negativos son consecuencia de la política econó-
mica que adoptan el Banco Central y el Gobierno.
Sin embargo, si usted ha invertido su dinero en alguna actividad eco-
nómica productiva, entonces su capital estará representado por los equipos,
máquinas y otros activos necesarios para la producción. Por lo tanto, en
ese caso, la inflación le afectará menos que si hubiera prestado su dinero o
lo hubiera depositado en un banco, pues los activos se revalorizan con la
inflación. Muchos ahorristas, en cambio, prefieren convertir su dinero en
dólares e invertirlo y depositarlo en bancos del exterior, donde lo “sienten
más seguro”. Los pocos que prestan su dinero o lo depositan en Venezuela, lo
hacen para atender los gastos de sus negocios (capital de trabajo) y los depo-
sitan en cuentas corrientes o a plazos muy cortos a fin de tenerlo disponible
para comprar dólares en el momento en que teman que sobrevendrá una
devaluación. La verdad es que lograr una rentabilidad real del 12% no es fácil.
La mayoría de los países desarrollados suelen tener tasas mucho menores.
Pero en el subdesarrollo es posible que las tasas reales sean más altas que en
el exterior, donde especialmente se invierte el dinero en empresas.
En el mundo menos desarrollado hay frecuentes oportunidades para
invertir en ampliar empresas o crear nuevas, pero no existe el dinero su-
ficiente para financiar esas operaciones. La única forma de hacerlo es con
fondos propios o de personas asociadas, o contar con familiares que se
arriesguen a hacer préstamos a largo plazo, tal como es el caso del padre de
familia que financia el negocio de sus hijos. Son situaciones de escasez de
capital financiero, por lo que las pocas personas que se deciden a ahorrar
suelen encontrar muy buenas oportunidades para invertir a largo plazo en
negocios que tienen muchas ganancias o que pueden pagar una alta tasa
de interés. Un ejemplo de lo que se acaba de afirmar fue el caso de Chile,
cuando el Gobierno constituyó los "fondos de capitalización individual",
esto es, un plan de ahorro forzoso destinado a financiar la pensión de ju-
bilación de los trabajadores200. Esos “fondos” los administraron entidades
privadas especializadas llamadas AFP, que se dedicaban a invertir en muy
diversos negocios u otorgar créditos. Cada trabajador está facultado para
escoger, entre las empresas administradoras privadas, la de su preferencia,
para que esta invierta sus ahorros, ya sea en la compra de bonos de empresas
privadas o del gobierno, o en acciones de empresas u otros valores, como
cédulas hipotecarias para el financiamiento de viviendas. Es de notar que
en Chile, las tasas de rendimiento durante los primeros 14 o 15 años de

200
Por ley el fondo se constituye con aportes de los trabajadores y de la empresa, en la esperanza de que
al capitalizar esos aportes, y las ganancias e intereses que produzcan, el fondo genere una renta, con la
cual cada trabajador tenga dinero para vivir en los años que se retira por la jubilación.

268
haberse constituido esos “fondos de capitalización individual” alcanzaron
el 12,5%. Se logró esa alta tasa de rendimiento por causa de la escasez de
financiamiento a largo plazo que entonces había y también, porque hubo
estabilidad política y económica en ese país, lo cual facilitó las inversiones
en las cantidades que ahorraban los trabajadores201.
En consecuencia, en nuestros países todavía existe un buen margen para
colocar dinero con tasas de rendimiento atractivas. Aunque es evidente que
si el país logra desarrollarse, a largo plazo esas tasas de beneficio o de rendi-
miento reales descenderán, salvo que se encontrara la manera de desarrollar
nuevos negocios que sean muy productivos. Pero aún en el caso de que baje
la rentabilidad real, también es evidente, que la idea de capitalizar resulta
ser muy beneficiosa para todos aquellos que se propongan llevarla a cabo.
Ahorrar e invertir siempre paga sus beneficios y especialmente, cuando se
llega a la vejez. Hoy en día, según declaraciones del presidente de las AFP,
Sr. Guillermo Arthur202. La tasa de rendimiento real promedio durante esos
24 años fue del 10,3%. Y a pesar de que ha bajado sigue siendo alta. Es de
notar que los trabajadores chilenos tienen ya acumuladas 63.000 millones
de dólares que representan más del 60% de lo que produce anualmente
Venezuela y los chilenos son apenas 15 millones de personas.
Sin embargo, es conveniente agregar que la inversión tiene riesgos que
son mayores de lo que el común de la gente se imagina, particularmente
si los inversionistas son jóvenes, pues de la misma manera que ahorrar es
difícil, también lo es invertir con éxito. Las estadísticas son reveladoras. En
Estados Unidos, de 30 a 40 de cada 100 empresas “dejan de existir” en los
dos primeros años y el promedio de vida suele ser de seis años. Los que
invierten su dinero en actividades que operan con una franquicia son la
excepción, ganan menos, pero tienen asegurada su inversión.
Es preciso por eso alertar a los ahorristas para que no incurran en fra-
casos que evaporen el sueño de lograr el propio negocio, fracasos que con
frecuencia, se llevan los ahorros de toda una vida de trabajo. El error más
frecuente suele ser la falta de “experiencia previa” y, por tanto, el descono-
cimiento del tipo de negocio que se emprende. Muchos deciden invertir
sus ahorros en negocios que, de oídas, estiman fabulosos, porque están
enriqueciendo a algún amigo o pariente. Sin embargo, lo conveniente es

201
Como una observación al margen, es bueno notar que los fondos de capitalización que se estable-
cieron en Chile han sido imitados por la mayoría de las naciones latinoamericanas. Dado el hecho de
que los sistemas de seguridad social para atender las pensiones de los trabajadores que llegaban a la edad
de retiro no han funcionado bien en nuestros países, se ha impuesto la nueva idea de crear fondos de
capitalización individual con los cuales, o con cuya renta, el trabajador podría retirarse cuando llegue
a la edad de su jubilación. En Venezuela solo ha habido proyectos que en los primeros años de este
segundo milenio han sido desarrollados.
202
Arthur, Guillermo. (2005, julio 18). El ahorro de largo plazo se funda en la confianza. El Mercurio.

269
invertir en actividades bien conocidas, sea porque se tiene experiencia en
ellas al haber trabajado en una empresa del ramo, o porque se forma sociedad
con alguien que domina la actividad. Además, no todos tienen vocación de
empresarios, razón por la cual les convendría una asociación con quien sí
tenga la capacidad gerencial y promotora.
En todo caso, se puede continuar como empleado y adquirir acciones
u otros valores de empresas que ofrezcan un razonable grado de confianza
por sus posibilidades de ser exitosas. Es más, hoy en día hay muchas em-
presas especializadas que prestan el servicio de invertir los ahorros de sus
clientes con menos riesgo, mediante el pago de una comisión. Ésta es la
función de los Fondos Mutuales que son equivalentes a las AFP de Chile.
Sin embargo, a estas últimas, únicamente se les puede retirar la renta que
produce el capital al momento del retiro, por jubilación o por los herederos
a la muerte del trabajador.
Finalmente, existe también una limitante psicológica: hay quienes tie-
nen la vocación y la capacidad gerencial y hasta los ahorros con los cuales
iniciar una empresa propia, pero los paraliza el miedo a arriesgar su dinero,
su reputación y el cargo que ocupan. Y ese miedo aumenta con los años y
con los ascensos en la empresa donde se trabaja.

LA PROPIEDAD DEL CAPITAL TIENDE A DISTORSIONAR LA DISTRIBUCIÓN


DE LOS INGRESOS
Se suele señalar como principal causa de la diversidad de los ingresos
entre las personas, su desigual preparación educativa. Sin embargo, hay
otra causa que a nuestro juicio, es mucho más importante que esa, la cual
curiosamente, se ignora en los estudios recientes sobre la pobreza y si se la
menciona, no se analizan sus importantes consecuencias203. Se trata de la
propiedad de los medios de producción (capital), es decir, la propiedad de
las empresas y de sus activos; de la propiedad de los inmuebles destinados
a alquiler y de cuantos medios sirven para producir rentas. Pues bien, las
rentas, alquileres, intereses, royalties o dividendos que generan esos bienes

203
Nos referimos a informes recientes (sobre la pobreza) del Banco Mundial, BID, CEPAL, PNNU,
UCAB, IESA, etc. La probable razón que explique la omisión acerca del tema consiste en que los estu-
dios sobre la pobreza y la desigualdad se suelen basar en las “encuestas de hogares” y, si bien en ellas, se
pregunta a los encuestados el origen y monto de sus ingresos, los estadísticos saben por experiencia que
la información sobre ingresos es sumamente difícil de obtener. Muchos de los encuestados tienden a
ocultar el monto real de sus ingresos, y esto lo hacen casi todos los que obtienen altos ingresos.
Nora Lusting, directora del estudio sobre la pobreza mundial, publicado por el Banco Mundial en su
informe sobre el Desarrollo Mundial de principios de este milenio, comenta que la información obtenida
para hacer sus cálculos sobre las desigualdades e ingresos, subestiman de manera significativa los datos
sobre consumo e ingresos proporcionados por los encuestados (especialmente del sector de más altos
ingresos). Inter-American Development Bank and Poverty Reduction. An Overview. By Nora Lusting
and Ruthanne Deutsch. 1998.

270
son mucho mayores que el volumen total de todos los salarios de los traba-
jadores y los honorarios de los profesionales universitarios en conjunto.
La realidad es que de cada bolívar que se produce en el país, los capita-
listas reciben por concepto de ganancias, intereses, dividendos o royalties,
casi dos tercios, mientras que los asalariados reciben apenas poco más de
un tercio. En 1997 las rentas de capital, llamadas técnicamente “excedente
de explotación”, representaban el 65% del total producido, mientras que
los trabajadores asalariados recibían el 35%. En la serie cuyo año base de
referencia es 1997 se observa, al igual que en las demás series, un decreci-
miento progresivo de la remuneración de empleados y obreros la cual pasa de
42,8% en 1997 a un 35,2% en el estimado del 2004. En décadas anteriores
esa relación era más desfavorable todavía para los asalariados. Esas cifras
no provienen de las encuestas de hogares, sino que se obtienen del cálculo
del valor de la producción nacional al llamado “costo de factores”, cuya
estimación la realiza el Banco Central de Venezuela (ver cuadro de Ingreso
interno de los factores a precios corrientes).
Del análisis de ese hecho surgen varias consideraciones importantes:
• Los propietarios del capital se llevan la “parte del león” de lo que se
produce o se comercializa en el país.
• Las elevadas rentas del capital son la primera causa de la desigualdad
económica entre los habitantes del país.
• En Venezuela, a medida que ha pasado el tiempo, la situación de
los asalariados se ha deteriorado más. La cuota de participación
de los trabajadores en el producto total es cada vez menor, lo cual
es más contrastante cuando se compara con lo equivalente en los
Estados Unidos, donde los trabajadores perciben entre un 75 y un
80% de los ingresos totales, mientras que los capitalistas un 25 a
un 20%.204. Es de notar que en Europa la distribución de ingresos
favorece aún más a los trabajadores.
Una posible explicación de esa tan desigual distribución del producto
nacional o de la renta nacional en Venezuela se debe a:
• La abundancia excesiva de mano de obra no calificada que da lugar
a muy bajos salarios; mientras, la escasez de capital proporciona
ganancias extraordinarias a los inversionistas. A la escasez de capital
se añade la restricción de la propensión a invertir, ocasionada por el
“alto riesgo país”. Riesgo que se origina en la incertidumbre causa-
da por la situación política, por la eventual aplicación de medidas
improvisadas por el populismo o por una izquierda extrema que
causa temor entre los propietarios del capital.
• También el temor a las devaluaciones monetarias aumenta el “riesgo

204
Samuelson, Paul y Nordhaus, W. (1984). Economía. Capítulo 20; Weistman Share Economy. Harvard
University. y Página web del Departamento de Trabajo de Estados Unidos.

271
Ingreso interno de los factores a precios corrientes
AÑOS TOTAL REMUNERACIONES DE EMPLEADOS Y OBREROS EXCEDENTE DE EXPLOTACIÓN

(MILLONES DE BS.) MILLONES DE BOLÍVARES PORCENTAJE MILLONES DE BOLÍVARES PORCENTAJE


SERIE AÑO BASE DE REFERENCIA 1968
1970-1972 146,919 70,217 47.8 76,702 52.2
1973-1975 273,026 111,127 40.7 161,969 59.3
1976-1978 413,894 193,531 46.8 220,363 53.2
1979-1981 672,200 311,387 46.3 360,813 53.7
1982-1984 806,407 376,552 46.7 429,855 53.3
SERIE AÑO BASE DE REFERENCIA 1984
1984-1986 1,188,529 491,304 41.3 697,225 58.7
1987-1989 2,728,623 1,083,887 39.7 1,644,736 60.3
272

1990-1992 8,446,031 3,139,107 37.2 5,306,924 62.8


1993-1995 23,934,323 8,906,365 37.2 15,027,958 62.8
1996-1997 61,864,335 20,249,079 32.7 41,615,256 67.3
SERIE AÑO BASE DE REFERENCIA 1997
1997-1998 70,171,389 32,137,331 45.8 38,034,058 54.2
1999-2000 107,713,994 47,428,596 44.0 60,285,398 56.0
2001-2002 152,848,098 66,897,584 43.8 85,950,514 56.2
2003-2004 269,289,773 98,734,661 36.7 170,555,112 63.3
Distribución del ingreso entre asalariados y capitalistas*
DÉCADAS % PARTICIPACIÓN % PARTICIPACIÓN
DE LOS ASALARIADOS DE LOS PROPIETARIOS DEL CAPITAL

1950-1960 51.1 48.9


1961-1970 51.0 49.0
1971-1980 44.6 55.4
(*) Las cifras se refieren tanto al sector público como al privado y fueron obtenidas de los informes del
Banco Central de Venezuela por P. Paúl Bello. Se refieren a la participación de los asalariados y
propietarios del capital privado y, por tanto, no incluyen los salarios y excedentes de explotación del
Estado venezolano y sus empresas.

país” y desestimula las inversiones, reduciendo la disponibilidad de


capitales para las inversiones. En consecuencia, quienes se deciden a
invertir, como arriesgan mucho, lo hacen solamente si sus ganancias
esperadas son muy altas. De otra manera no invertirían.
• En tercer lugar, es muy probable que el deterioro de la participación
de los salarios en estos últimos 20 o 25 años, tenga que ver con
las devaluaciones. Éstas han encarecido el costo de la vida y han
deteriorado el poder adquisitivo real de los salarios por cuanto estos
no han aumentado al mismo ritmo de la inflación causada por las
devaluaciones.
• Por otra parte, aun cuando los empresarios suben los precios a medi-
da que se devalúa la moneda, también es verdad que venden menos
porque los precios son más altos y los consumidores tienen menor
poder de compra. Por lo tanto, sus ganancias no son iguales a las
que tenían antes de la devaluación, sino algo menores; pero ocurre
que los empresarios se ven, de todos modos, menos afectados que
los asalariados, lo cual se refleja en que participan de un porcentaje
mayor en los ingresos del país. En fin, ganan menos pero los traba-
jadores de las clases medias y pobres ganan mucho menos aún.

LA CRISIS SOCIAL Y POLÍTICA COMO EFECTO DE LAS DESIGUALDADES


En consecuencia, acortar las desigualdades se logra no solamente con un
mayor nivel educativo, sino, que requiere aumentar el acceso a la propiedad
de los medios de producción. Aun cuando inevitablemente siempre habrá
desigualdades de todo tipo entre los seres humanos, las graves desigualda-
des en los niveles de ingresos tienen consecuencias nefastas sobre todo en
momentos críticos de la economía. Mientras haya prosperidad, los ricos
participan de ella en mayor grado, pero algo les tocará a los más pobres,
sea porque consiguen trabajo o porque los buhoneros venden más y, de
alguna manera, mejora la situación de todos. No obstante, cuando vienen
las crisis económicas y, especialmente, cuando las crisis se prolongan en el
tiempo, los pobres sufren las consecuencias en mayor grado y desaparecen
273
sus esperanzas de prosperar, mientras que los ricos continúan disfrutando de
su elevado nivel de vida que contrasta radicalmente con el pésimo hábitat y
las carencias de todo tipo que los pobres padecen. Esta situación es caldo de
cultivo para la rebelión y el conflicto social que, por muy diversos medios,
destruyen la paz en la sociedad.
Todo eso cobra más fuerza hoy en día, cuando aproximadamente el 90%
de la población ha dejado de vivir en el campo y se concentra en las zonas
urbanas. En las ciudades los contrastes son más evidentes, pues las televisoras
muestran la opulencia en sus cuñas publicitarias e igualmente exhiben los
ambientes en los que se desenvuelven los ricos de ficción de sus telenovelas,
todo lo cual hiere y choca con la miseria creciente de los pobres.
La necesidad de vivir en paz y de actuar con justicia imponen la con-
veniencia de tomar las medidas que corrijan toda esa realidad para crear
condiciones que auguren una vida de convivencia armónica.
No hay que olvidar que los conflictos ocasionados por las excesivas
desigualdades en la distribución de ingresos, durante los siglos XIX y XX,
dieron lugar a ideologías y contiendas cuyos resultados fueron dañinos para
la humanidad. Baste recordar las revoluciones, las guerras, y las guerrillas que
causaron la Ilustración y la Revolución Francesa, que junto con la Revolu-
ción Industrial y el Capitalismo dieron paso a los movimientos marxistas
de Rusia y de gran parte del mundo, incluyendo a Latinoamérica.
Todavía hoy, cuando los países que adoptaron sistemas socialistas-mar-
xistas los han abandonado, y cuando esa ideología ha perdido credibilidad,
algunos intelectuales y jóvenes de América Latina, que sienten la necesidad
de reaccionar frente a la pobreza creciente y a las graves desigualdades, si-
guen buscando apoyo en esas doctrinas desechadas, ante la carencia de otra
propuesta que trace un camino verdadero para superar la injusticia social.
La “cuestión social” sigue vigente en los países que aún viven en el subde-
sarrollo y, si todavía tiene vigencia la izquierda extrema, es porque existe un
vacío ideológico que espera ser llenado con alguna propuesta mejor cimen-
tada. De hecho, están dadas las condiciones para que las inquietudes sociales
de muchos encuentren cauce en nuevos movimientos de parecido tenor a
los que tuvieron lugar en los siglos XIX y XX. Por tal razón, es preciso dejar
de ignorar nuestra lacerante realidad y esforzarnos por encontrar efectivos
caminos que ayuden a superar tan tremendas desigualdades entre nuestros
connacionales y a asegurar la paz y la prosperidad de estos pueblos.
Reconociendo, pues, que las causas de la desigualdad son muy diversas
y que en ellas intervienen el grado y tipo de inteligencia innata, la edad,
la salud, el sexo, el sitio donde se vive y hasta el color de la piel; y pese a
que sabemos que la educación junto a los talentos innatos para la actividad
empresarial juega un papel mucho más importante que cualquiera de esas
causas, al examinar los hechos, encontramos que la concentración de la
propiedad de los medios de producción en pocas manos, es la causa princi-
274
pal de la desigual distribución en el ingreso de las poblaciones de los países
regidos por la economía de mercado.
En los países industrializados, la educación y la capacitación han sido
el motivo fundamental de su prosperidad; sin embargo, todavía las rentas
que proporciona la propiedad del capital mantienen en ellos diferencias
importantes de ingresos con respecto a los asalariados, a pesar de que estos
últimos han compartido, en buena parte, los aumentos de la productividad
que ha proporcionado el progreso técnico. Algunos de los esfuerzos em-
prendidos, como la aplicación progresiva del impuesto sobre la renta y los
sucesorales, no han podido corregir las excesivas desigualdades de ingreso.
Aun cuando han sido muy favorables la instauración de la seguridad social
y los servicios gratuitos de educación.
En los países subdesarrollados la situación es más grave y más notoria
debido a la alta proporción de pobreza y porque hay períodos prolongados
en las que ésta se incrementa. La corriente dominante entre los economistas
era hasta hace poco tiempo que se confiaba en que, a largo plazo, con el sólo
aumento de la producción nacional se disminuiría la pobreza y, en algún
momento, mejoraría la distribución de la renta. Pero este crecimiento de la
producción, cuando ha ocurrido, ha sido insuficiente o con irregularidades y,
además, por cada bolívar que aumenta la producción, la mayor porción va a
parar a manos de los detentadores del capital y, en cierta medida, de las pocas
personas que tienen un alto nivel de capacitación. Por eso y por las bajas y
a veces nulas tasas de crecimiento, no se avizora sino muy remotamente la
posibilidad real de superar la pobreza. Si el crecimiento ha sido un factor
imprescindible para resolver los problemas de pobreza del país, también se
tiene la certeza de que se requiere hacer algo más para superarla.
El agravamiento de las desigualdades de ingreso hizo crisis con el adve-
nimiento del moderno proceso capitalista. Karl Marx comprendió bien que
la causa principal de las desigualdades se debía, y se debe, a la existencia de
la concentración en pocas manos de la propiedad privada de los medios de
producción, es decir, del capital; y creyó que con la eliminación de la pro-
piedad se lograría la desaparición de las clases sociales, de las desigualdades
y de los otros males que afectan a la humanidad. Desafortunadamente, los
males sociales y las desigualdades son mucho más complejos de como lo
previó Marx. Hemos aprendido a lo largo del siglo pasado, que el resto del
diagnóstico marxista y, sobre todo, las soluciones que sobrevendrían según
su teoría –que fueron modificadas para acelerarlas por Lenin– no lograron
darle solución al problema de las agudas desigualdades. Las tesis marxistas,
en la práctica, resultaron ser altamente equivocadas.
Los socialdemócratas fundaron sus esperanzas en transferir poco a poco
la propiedad de los capitales al Estado mediante un proceso de socialización
que se llevaría a efecto de manera pacifica y apegados al sistema democrático.
Pensaban que el Estado distribuiría mejor los ingresos de los capitales; pero
275
sus objetivos “socialistas” han caído en el descrédito desde fines del siglo
pasado. El Estado ha perdido su reputación como buen administrador y ha
ganado una fama creciente de propiciador de la corrupción. Hoy en día,
andan a la zaga de una evaluación que permita retener lo que se considera
favorable de su posición y están abiertos a nuevas ideas.
Además de Marx, muchos otros han hecho críticas y han presentado
caminos de solución a los males inherentes a la economía capitalista o de
mercado, particularmente al desempleo y a las excesivas e injustas desigual-
dades. Los Sumos Pontífices de la Iglesia Católica también han intervenido,
a lo largo de los años, mediante sus cartas encíclicas y alocuciones, para
aportar luces, así como los principios que deben informar o impregnar
cualquier sistema económico que pretenda ser justo y equitativo. Pero
hasta allí ha llegado la intervención de la Iglesia, la cual considera que,
fundándose en los principios y directrices propuestos en su doctrina social,
corresponde a los hombres de buena fe y a los laicos católicos el desarrollo
de modelos alternativos o de las correcciones y estrategias que permitan
solucionar adecuadamente y con justicia, los graves problemas que presenta
el capitalismo.
De modo que no solamente los marxistas, los social demócratas y otros
muchos grupos han tratado de resolver los males del capitalismo, sino que
a ese propósito se han añadido los socialcristianos, también en la línea de
buscar las soluciones que plantea el problema de la concentración del capital
y de la mala distribución de la riqueza, dándole preferencia a la modificación
del derecho de propiedad. Se trata, entre otras propuestas, de lo que se ha
llamado: “Reforma de la Empresa”.
Fundamentándose en que se consideran modificables las prerrogativas
de los actuales empresarios o dueños de las empresas y de los medios de
producción, que según la legislación vigente, tienen la exclusividad de decidir
qué se ha de producir, cómo se va a producir, con quiénes se ha de producir,
y para quién se ha de producir. De hecho, estas potestades han permitido
comparar al empresario o propietario de los medios de producción con un
monarca del absolutismo (Véase Anexo X).
Y tal cosa es así, porque los asalariados están excluidos de todo dere-
cho a participar en las decisiones que los afectan dentro de la empresa. En
consecuencia, han tratado de buscar soluciones a través de una corrección
o modificación de los atributos o facultades que le otorga el derecho de
propiedad del capital a los empresarios.
Como resultado de la búsqueda por encontrar algún modo de partici-
pación de los trabajadores en la gestión y los resultados de las empresas, se
ha llegado a encontrar fórmulas tales como las que ofrece el cooperativismo,
especialmente la cooperativa de producción y también otras fórmulas que
procuran una coparticipación en las decisiones empresariales (cogestión).
Esta última se ha puesto en práctica en algunas empresas de Alemania e, in-
276
clusive, en algunas empresas públicas de Venezuela. Igualmente, y de manera
más ambiciosa, también se ha propuesto la “autogestión” de la empresa por
los trabajadores205. Coincidencialmente, los marxistas yugoslavos no sólo
fueron convencidos por la idea de la “autogestión”, sino que fundaron en ella
su organización económica sujeta a la autoridad comunista del Estado.
Las fórmulas concretas que han tenido relevancia política en América
Latina han sido la llamada “sociedad comunitaria” y las que se concretaron
en las leyes de Comunidad Industrial y de Propiedad Social en el Perú. Sin
embargo, algunas de estas propuestas han fracasado y otras solamente han
tenido un alcance muy limitado.
Por las razones expuestas y para tratar de llenar el vacío existente en la
solución de este problema, consideramos oportuno presentar aquí una vía
distinta a la de modificar el derecho de propiedad. Se trata de un camino
que permite no sólo corregir las desigualdades que origina la concentración
del capital, sino que ofrece una oportunidad real a los trabajadores para que
tengan acceso tanto a la gestión como a los resultados económicos de la
empresa a fin de que puedan desarrollar sus potencialidades creadoras.

MEDIOS PARA LOGRAR LA DIFUSIÓN DE LA PROPIEDAD DEL CAPITAL


La propuesta consiste en dar acceso o difundir masivamente la propiedad
al mayor número posible de los trabajadores del país. En el medioevo los
jóvenes que alcanzaban la edad laboral entraban de aprendices a trabajar
con un “maestro”. Una vez que adquirían ciertos conocimientos, obtenían
el titulo de “oficial” y, posteriormente, al llegar a conocer bien el arte u ofi-
cio correspondiente, se graduaban de “maestros”. A partir de ese momento
creaban y administraban su propia empresa y, muchas veces, el mismo
interesado fabricaba sus propias herramientas. Hoy en día, este proceso no
se puede llevar a la práctica por cuanto, las modernas empresas requieren
de un capital muy grande y de alta tecnología.
Ahora bien, es posible en la actualidad que los trabajadores que tengan
capacidad de ahorro, después de algunos años de trabajo y de aprendizaje del
propio oficio en, por ejemplo, las Escuelas Sectoriales propuestas, cuando
alcancen una edad apropiada y hayan acumulado cierto capital, puedan
disponer del monto suficiente para abrir su empresa por sí solos o asocia-

205
El movimiento cooperativo y, en particular, las cooperativas de producción son muy apreciadas por
los socialcristianos y otros grupos reformistas. Sin embargo, todavía no se ha encontrado una fórmula
que generalice su desarrollo. La cooperativa todavía no compite con las empresas mercantiles. Por cada
cooperativa que se funda se crean numerosas empresas mercantiles. Por esta razón, si bien conviene
seguir estimulando el cooperativismo, es preciso disponer de algún otro camino que lo perfeccione,
complemente y logre resolver el problema de manera general. Desafortunadamente, y tal como se ha
dicho antes, los esfuerzos hechos han dado resultados muy limitados en todos estos caminos. A pesar de
que cabe la posibilidad de atinar con fórmulas verdaderamente eficaces y realistas, todavía no se dispone
de alguna de ellas para enfrentar el reto actual que se nos presenta en América Latina.

277
dos con otros trabajadores o inclusive, mediante acuerdos con sus actuales
patronos para ejecutar independientemente y por contrato, alguna de las
actividades que requiere la empresa en la que operaban como asalariados.
De modo tal que el trabajador o los trabajadores asociados, contratarían
con la empresa o las empresas originarias la ejecución de algunas tareas o
la fabricación de insumos o productos. Así, los trabajadores que lo deseen
podrán administrar o autogestionar su propia empresa sin entrar en conflicto
con los empresarios con los que previamente trabajaban.
Por otra parte, aquellos trabajadores que no deseen abrirse por su propia
cuenta, y que teman el riesgo de asumir ese camino, podrán continuar siendo
empleados, y a partir de cierta edad, contar con los rendimientos que les pro-
duzcan sus capitales ahorrados para elevar su nivel de vida o de consumo.
La idea de que la propiedad de los medios de producción se difunda al
máximo posible podría contar con una aceptación muy generalizada. No
sólo sería bien vista por los sectores llamados neoliberales, sino que contaría
con apoyo de diversos sectores, especialmente de la Iglesia Católica.

El ahorro forzoso
Se puede establecer un plan de ahorro forzoso para aquellos trabajado-
res que perciban ingresos suficientes, según el cual se les obligue a ahorrar
parte de sus salarios. No obstante, hay que admitir que esto presenta algu-
nas dificultades. La mayor, proviene de que la mayoría de los trabajadores
que pueden ahorrar consideran que necesitan aumentar sus ingresos para
completar “el nivel de vida que estiman satisfactorio”. Son pocos los que se
consideran satisfechos, y esto ocurre hasta en los niveles de más altos ingre-
sos. Las necesidades humanas son ilimitadas y, por el “efecto demostración”,
en la práctica, el ahorro juega un papel secundario mientras que muchos
artículos de lujo o superfluos pasan a ser tenidos como necesarios.
El ahorro también se dificulta porque se le da poca importancia a las
necesidades futuras y en cambio, se sobreestiman las necesidades inmediatas.
En los países subdesarrollados este fenómeno cobra mayor importancia y se
conoce, en la teoría del consumo, como “principio de la subestimación de
las necesidades futuras”206. Sin embargo, los Estados modernos han obliga-
do a sus poblaciones a ahorrar para prever salud y vejez, a través de planes
obligatorios de seguridad social, aunque algunos economistas y políticos
rechazan la idea del ahorro obligatorio ya que la consideran violatoria de
la libertad humana.
Para ilustrar ese punto de vista se recuerda una anécdota que se le atri-
buye al economista W. Roepke: A principios del siglo pasado un miembro
del Parlamento inglés quien apoyaba la necesidad de aprobar una ley de

206
Stacklberg, Henrich. (1946). Principios de teoría económica. Madrid: Instituto de Estudios Políticos.
(Pág.138 y siguientes).

278
pensiones para proteger la ancianidad, relató que su padre, quien era médico,
había dedicado toda su vida a servir a los pobres y le había sobrevenido la
vejez sin medios para asegurar su propia manutención. Por lo tanto pedía
la protección del Estado para atender sus necesidades. Un parlamentario
liberal refutó tal planteamiento, señalando que el padre de su colega había
actuado irresponsablemente, pues no había previsto su vejez y no era justo
que por su imprevisión, se convirtiera ahora en una carga para los demás.
De modo que la libertad personal es un derecho precioso, pero conlleva
necesariamente la responsabilidad personal por el mal uso que se le dé.
El ahorrar o no ahorrar es una decisión personal que se debe asumir con
responsabilidad.
Dentro de esta posición algunos economistas podrían darle apoyo a las
medidas de “estímulo” al ahorro voluntario de los trabajadores, bien sea a
través de campañas publicitarias o aceptando que el Estado y las empresas
contribuyan al fondo de ahorro de los trabajadores. Esto último suele estar
sujeto a que los trabajadores ahorren voluntariamente parte de su sueldo.
También, una de las posibles contribuciones del Estado podría consistir en
establecer rebajas del impuesto sobre la renta a los trabajadores que ahorren.
Tal medida ayudaría a cierto sector de la clase media.
Todas esas medidas tienen la cualidad de respetar la libertad personal
de los trabajadores. Sin embargo, se teme que su eficacia sea casi nula en los
países menos desarrollados y, sobre todo, por causa de la potente corriente
comunista que ha invadido a casi todos los países, aunque también incide el
descrédito de la virtud, de la frugalidad y la austeridad en el nivel de vida.
Es importante observar que en atención al bien común, hoy en día se
ha generalizado la aceptación de “intervenir” la libertad humana en más
de un aspecto. Todos los sistemas de seguridad social para atender la salud,
prever la vejez y otras contingencias, se fundan en “obligar” a los trabaja-
dores a aportar parte de su salario para atender a esas necesidades futuras.
Tal obligación se ha establecido, precisamente, porque el principio de la
subestimación de las necesidades futuras es un hecho real y las personas no
ahorran para asegurarse la previsión de esas necesidades que inevitablemente
se convertirían en una pesada carga social.
Es más, hoy en día nadie duda en “obligar” a los niños a estudiar el ciclo
básico. También existen en muchos países “servicios sociales” obligatorios.
En consecuencia, conociendo los efectos de las agudas desigualdades de
ingresos en Latinoamérica, y sabiendo la importante función social que
cumplen el ahorro y la inversión, estimamos prudente aplicar algún plan
de ahorro obligatorio para los que alcancen cierto nivel de ingresos. Para
fundamentar la importancia de esta propuesta, reproducimos los siguientes
argumentos que evidencian su función social:
a. Contribuye a proporcionar los fondos necesarios para aumentar la
inversión y la producción. Esto es útil para disminuir el desempleo, inclu-
279
yendo el de los propios hijos de los ahorristas y el de otras personas. Además,
contribuye a la estabilidad económica.
b. Un elemento clave para el desarrollo económico de las naciones es la
capacidad de ahorro e inversión, pues la tecnología contemporánea requiere
de inversiones cuantiosas según cada empresa.
c. La otra función que cumple este plan es la de proporcionar “paz so-
cial”. Una mayor justicia en la distribución de la propiedad y de los ingresos,
en suma, de la riqueza, hace que toda la población participe en el poder
económico que tales bienes proporcionan y evita la pugnacidad social. Los
trabajadores que lo deseen podrán fundar sus propias empresas y gestionar
directamente su funcionamiento.
d. Adicionalmente, se pretende sumar estos ahorros a los de capitaliza-
ción individual para las pensiones de vejez, se disminuiría rápidamente la
escasez crónica de fondos para financiar proyectos a largo plazo. La cantidad
de ahorros sobrepasaría en pocos años a todos los fondos líquidos que tienen
los bancos y las otras instituciones financieras, los cuales estarían disponibles
para ser invertidos a largo plazo. Por esa razón, existiría la posibilidad de
otorgar gran cantidad de créditos para financiar la adquisición de viviendas
y financiar la ampliación de las pequeñas y medianas industrias. Tómese
como ejemplo que, desde hace 24 años, Chile, que es un país más pobre
y con 10 millones de habitantes menos que Venezuela, cuenta hoy con
63.000 millones de dólares de Estados Unidos ahorrados únicamente para
las pensiones de vejez.

Canalizar los ahorros a la inversión


Para inducir a los trabajadores a incrementar su nivel de ahorro es po-
sible basarse en el mismo principio de la subestimación de las necesidades
futuras. Si éstas se subestiman, también deben subestimarse los ingresos
futuros. Basados en eso, se podría dictar una disposición legal que obligue
a los trabajadores a ahorrar e invertir una parte de los aumentos futuros,
tanto del sueldo como de sus otras prestaciones laborales o complementos
salariales. Es muy probable que una ley así tenga poca resistencia por cuanto
la reducción de ingresos futuros con fines de ahorro es incierta o al menos
no es inminente y afecta muy poco el presente.
Hoy son pocos los que pueden ahorrar, pero, en la medida en que se
recupere el crecimiento y disminuya la pobreza, aumentarán las clases media
y alta con lo que se incrementará el número de ahorradores.
Así, no solamente se propone ahorrar para la enfermedad y la vejez, sino,
para disponer de capital con otros fines, como formar una empresa propia
o gozar de las rentas de ese capital, una vez alcanzada cierta edad.
La forma más sencilla de llevar a la práctica el ahorro de los trabajadores
en general, consiste en que cada uno de ellos abra una cuenta de capitaliza-
ción a su nombre en las instituciones autorizadas por la ley con ese fin. Si
280
en Venezuela se adopta un sistema de fondos de capitalización para atender
al problema de las pensiones de la vejez, estas instituciones podrían ser
parecidas a las “Administradoras de Fondos de Pensiones” (AFP) de Chile,
en las que cada trabajador podrá abrir una cuenta adicional para los aho-
rros, distintos de los que se asignan a las pensiones de vejez. Las empresas
deducirían del salario las cantidades establecidas y enviarían los fondos a la
institución escogida por el trabajador, a esa cuenta especial que bien podría
llamarse “fondo de inversión”.
Es importante que las instituciones administradoras de los ahorros de
los trabajadores estén supervisadas por el Estado, que sean entes privados y
compitan entre sí para asegurar un buen servicio. Para fomentar esa com-
petencia es conveniente que se autorice la inversión extranjera en esta área.
La gente de los países industrializados suele tener una tradición de ahorrar
y cuenta con estupendas administradoras de ahorros. Por otra parte, las
empresas financieras que prestan esos servicios pueden estimular la com-
petencia en nuestros países y ayudar a elevar la calidad y seguridad de una
adecuada inversión de los fondos de ahorro y capitalización.

El Estado como agente de redistribución de ingresos


Desde hace ya muchas décadas, el Estado actúa como un agente de
redistribución de los ingresos, aplicando impuestos más altos a los que
ganan más con el objeto de prestar servicios gratuitos o subsidiados a toda
la población. Se pretende beneficiar así a los más necesitados.
Esa función del Estado se celebró en su día como un notorio avance
social. Pero en la medida en que el Estado aumenta el gasto público para
cumplir con la redistribución, se ha descubierto que no es eficiente en el
cumplimiento de esa tarea. Se le acusa de corrupto y de restringir cada vez
más la libertad individual. En los países de menor desarrollo esos efectos
suelen ser mayores. En las encuestas mundiales figuran nuestros gobiernos
dentro de los más corruptos207. Sobre todo por la ineficiencia en la admi-
nistración de la cosa pública. Los hombres de estudio de nuestros países
están conscientes de esta situación, pero la alternativa de privatizar algunos
servicios y empresas públicas, empresas extranjeras y/o las de las clases
pudientes del país, no es del todo bien vista, porque se sabe que solamente
ellas podrían ser las beneficiarias directas208.
Para la solución de ese problema se propondrá un camino diferente.

207
Véase el índice de Credibilidad, Informe sobre el Desarrollo Mundial del Banco Mundial. 1997, P.
5, y también otras instituciones como Transparencia Internacional.
208
Además, la historia de las privatizaciones en América Latina es, por lo general, muy lamentable. El
dinero que reciben los gobiernos por las privatizaciones lo usan para financiar gastos corrientes con los
cuales cubrir déficit presupuestario. No se ejecutan obras de infraestructura que aumenten la inversión
pública.

281
Debemos preguntarnos: ¿qué será lo más conveniente, si dejar que el Estado
se enriquezca en nombre de los ciudadanos, o hacer posible que sean los
ciudadanos directamente los que prosperen? Creemos que definitivamente
conviene que, en la medida de lo posible, la renta del Estado se distribuya
directamente entre los ciudadanos.
Mientras la población tenga escasa capacidad de ahorro y sólo unos
pocos dispongan de dinero, la privatización de las empresas del Estado y
de algunos servicios públicos, únicamente puede beneficiar a los pocos que
tienen dinero y capacidad para administrar tales empresas y servicios.
En los países subdesarrollados, la privatización sólo implica una trans-
ferencia de poder y riqueza del Estado a los extranjeros o a las clases más
pudientes. Y, aunque sepan administrar con mayor eficiencia que el Estado,
no es justo agudizar las diferencias de riqueza y poder entre las clases so-
ciales209. En consecuencia, en los países subdesarrollados conviene estudiar
la posibilidad de que el Estado traspase a los ciudadanos del país buena
parte de las acciones de las empresas y servicios privatizables. Este traspaso
podría ser gratuito y serían aportados a una cuenta especial en los fondos
de capitalización o mejor dicho, en los fondos de inversión de cada uno
de ellos, sea en las AFP o en otro tipo de instituciones para el manejo de
estos fondos de inversión. La venta del resto de las acciones podría licitarse
entre empresas nacionales o extranjeras con experiencia en la actividad de
la empresa a privatizar. No obstante, y esto es importante, conviene estu-
diar que cuando se trate de petróleo las acciones no sean transferibles, se
destruyan cuando muera el propietario y se creen nuevas para asignarlas a
cada venezolano que nazca.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que durante la presente gene-
ración la renta que le correspondería a cada venezolano debe ser asignada
a capacitar a los pobres hasta que alcancen un nivel de superación, de
instrucción técnica o profesional. Éste es el impuesto que le debemos a los
pobres, por solidaridad y en medida en que dejen de ser pobres comenzarán
a ahorrar y se irá reduciendo el aporte que dé cada venezolano por la renta
petrolera recibida. De esta manera el objetivo final es el de ampliar los fondos
de inversión de cada venezolano.
Como bien se puede apreciar, no se trata de transferir las acciones de
Pdvsa a los ciudadanos para que estos vendan las acciones a empresas ex-
tranjeras o a las clases pudientes del país. Tampoco se trata de que se gasten
la renta apenas la reciban. Lo que en realidad se busca es que inviertan y

209
En los países subdesarrollados, es imposible privatizar las empresas del Estado como lo ofreció el
Gobierno británico, el 15 de octubre de 1987. Cuando ese Gobierno decidió privatizar la British Petro-
leum Co., en donde se habían invertido 12.000 millones de dólares, seis millones de británicos tuvieron
opción a comprar las acciones de esa empresa. Esto no puede ocurrir en el mundo subdesarrollado. La
mayoría de la gente no tiene dinero ni para comprar unas pocas acciones.

282
capitalicen ese dinero junto a sus ahorros personales para contar con un
mayor capital al momento de abrir un proyecto o si se desea, para contar
con ingresos adicionales después de haber invertido el dinero por un razo-
nable período de tiempo. En todo caso, el objetivo de ahorrar e invertir no
es por tiempo indefinido.
A modo de ilustración se presenta el caso de la renta petrolera de
Venezuela. El Estado venezolano es actualmente el único propietario, en
la práctica, del petróleo del país. Ha recibido cantidades importantes por
royalties e impuestos y, tras la nacionalización de las empresas petroleras
en los años 70, alcanzó el monopolio completo de la actividad petrolera en
todas sus fases. Si parte de la renta neta del petróleo se hubiese repartido
directamente a la población, para ser ahorrada e invertida por ella misma
mediante cuentas de capitalización, la inversión de esos fondos hubiese
enriquecido a la población directamente.
Supongamos que el Estado hubiese retenido para sí un tercio de la renta
y los otros dos tercios se hubiesen repartido entre los jefes de hogares, y que
el rendimiento anual sobre la inversión hubiese sido de un 12% real. Los
que alcanzaron la condición de jefes de hogar en 1940 tendrían, después de
44 años (1984), un capital de US$ 608.623 cada uno. Los que se iniciaron
como jefes de hogares en 1950, tendrían en 1984 US$ 288.631 y los de
1961 tendrían, en 1984, US$ 110.170. Si tal política hubiese proseguido
hasta el presente año las cantidades ahorradas por todos los venezolanos
serían asombrosas.
Aunque el Estado solamente hubiese repartido el 50%, o hasta un
tercio de la renta del petróleo desde sus orígenes hasta hoy, de todas formas
todos los trabajadores habrían tenido acceso a la propiedad del capital y su
distribución sería en la actualidad verdaderamente equitativa.
Si la renta petrolera se hubiera destinado, desde el principio, a educar y
a capacitar a la población y a eliminar la pobreza crítica de los que se educan
y, una vez cumplido este objetivo, se destina esa renta junto a las que pro-
duzcan otras empresas del Estado (o los propios ahorros de los que pueden
ahorrar) a acumular capitales; la inversión de ese dinero y la reinversión de
las ganancias a través de instituciones especializadas en invertir, como son
los antes mencionados AFP o Fondos Mutuales regulados y supervisados por
el Estado, estarían razonablemente representadas en equipos, maquinarias,
tierras preparadas para el cultivo, edificaciones, materias primas, etc., y desde
hace algún tiempo, el país habría dejado de ser subdesarrollado.

283
Anexo X. La autogestión y la cogestión como mecanismos de
difusión del capital y del ingreso

La idea fundamental de la autogestión consiste en que la comunidad


organizada de los trabajadores asume el poder de administrar la empresa210.
Los trabajadores son quienes eligen a las autoridades de la empresa y a través
de ellos o participando activamente en la gerencia, toman decisiones sobre
la producción, la distribución del producto y los resultados financieros de
la empresa. También son los trabajadores quienes, por medio de sus órga-
nos competentes, deciden sobre los recursos humanos, es decir, a quienes
contratan o despiden.
Dentro de un sistema autogestionario el aporte de capital no da derecho
a la gestión o solamente proporciona un derecho limitado, los aportantes
del capital se convertirían en algo similar a un prestamista que suele recibir
una remuneración fija como son los intereses. Naturalmente, existen dife-
rentes formas y modalidades de autogestión así como diferentes estrategias
para llevarlas a la práctica. Las estrategias suelen ser dos la expropiación o
la compra.
La primera propone imponer la autogestión de una manera violenta,
expropiando a los actuales dueños de las empresas y organizando toda la
sociedad en una forma autogestionaria. Este camino fue el escogido por los
marxistas yugoeslavos y, curiosamente, es también compartido por uno de
los grupos de las Teologías de la Liberación fuertemente influenciado por
la doctrina marxista. Estos últimos teólogos, principalmente provenientes
de la Iglesia Católica, se separan de la doctrina del Vaticano y creen en la
lucha de clases y en agudizar el conflicto entre capitalistas y trabajadores.
De igual manera tiende a justificar casi cualquier medio, con tal de asegurar
con eficacia el logro de una sociedad sin clases y sin propiedad privada. La
lucha de clases tiende a llevarlos a una “moral de situación” donde los ricos
son los malos y los pobres son los buenos. De este modo, sea en forma
velada o abierta, proponen la revolución violenta y el apoyo a las guerrillas
como el único camino para la superación del conflicto entre el capital y

210
Urdaneta, Carlos. (1993). Derrota de la pobreza. Editorial San Pablo. (Pág. 70).

284
el trabajo. Las demás estrategias para el logro de este fin sólo tienen una
utilidad táctica transitoria.
La segunda estrategia para establecer la autogestión consiste en promo-
ver empresas autogestionarias dentro del actual sistema capitalista de libre
mercado, con la creencia de que no sólo sobrevivirán en la competencia, sino
que se expandirán e irán cobrando cada vez más una mayor importancia. Las
empresas capitalistas serán vencidas en la competencia o se transformarán
en empresas autogestionarias. Esta estrategia no es violenta sino gradual y
se desarrolla respetando las reglas de competencia pacífica en el sistema de
mercado.
Se considera indispensable la creación de una entidad financiera que
obtenga fondos del Estado y depósitos o préstamos del público, que serán
utilizados para financiar las incipientes empresas autogestoras.
Los trabajadores se agruparán en empresas autogestoras, con la ayuda
de otra entidad que les capacite convenientemente para su manejo y el
fondo o entidad financiera les otorgará créditos a largo plazo para adquirir
los equipos, maquinarias e instalaciones y poner en marcha la nueva em-
presa. En estos casos no es necesario que los trabajadores aporten capital,
solamente deben contar con los demás requisitos que aseguren el éxito de
la empresa.
Naturalmente el fondo de financiamiento y el éxito del programa depen-
den del apoyo inicial del Gobierno. Posteriormente, los hechos evidenciarán
la superioridad y el crecimiento propio de las empresas autogestionarias,
por cuanto el espíritu de solidaridad y los otros valores propios de un
espíritu verdaderamente comunitario les dará ventajas sobre las empresas
capitalistas.
La brevísima exposición de las dos estrategias autogestionarias, corren
el riesgo de ser excesivamente simplificadas y de omitir facetas que son
sin duda muy enriquecedoras. Sin embargo, el propósito que anima estas
páginas es el de destacar aquellos rasgos de la estrategia autogestionaria que
faciliten la exposición del análisis crítico que invalida tales modalidades y
estrategias de autogestión. Todo ello con el fin de poner en evidencia las
ventajas y la conveniencia de las propuestas que se han efectuado en las
páginas anteriores de este estudio para lograr el acceso a la propiedad y a la
gestión de la empresa por parte de los trabajadores.
Sin embargo, las estrategias de autogestión y de cogestión contienen
aspectos que requieren un análisis critico, ya que las realidades y experiencias
no siempre confirman los planteamientos teóricos.
Primero, la piedra angular de la estrategia consiste en que el financia-
miento del capital lo efectúe el fondo de financiamiento autogestionario.
Los trabajadores no aportan o aportan poco capital; pero, al hacer esto, se
viola una regla fundamental del crédito bancario.
Es de aceptación general entre los profesionales del crédito bancario,
285
particularmente de aquellos que financian inversiones a largo plazo, que los
solicitantes de crédito aporten una parte apreciable del capital. Ésta es una
de las pocas reglas sine qua non del crédito y es por lo tanto, una condición
que necesariamente debe satisfacer toda solicitud de crédito para convertirse
en un “riesgo normal” o razonable para quien presta el dinero. La razón de
esta regla es doble:
En segundo lugar, otra crítica consiste en destacar el hecho de que la
empresa autogestionaria propuesta, que debe competir con las empresas
existentes en el mercado, tendrá serias dificultades para disponer de gerentes
competentes. En tercer lugar, la gente competente no tiene mucho interés en
promover nuevas empresas. La etapa más difícil de una empresa es la de su
promoción y puesta en marcha. Este esfuerzo no parece bien remunerado en
una empresa autogestionaria. El promotor o los promotores pueden perder
los cargos gerenciales con facilidad. El desarrollo de la empresa acrecienta el
número de socios trabajadores y debilita la posibilidad de que el promotor
sea elegido para la gerencia de la empresa.
La dificultad en conseguir una gerencia apropiada y la inestabilidad del
promotor pueden ayudar a explicar parte de las dificultades que ha tenido
la cooperativa de producción para su desarrollo y crecimiento. En verdad,
éste ha sido casi nulo en el mundo occidental. Se requiere de personas con
vocación y un espíritu singular para promover y mantener una cooperativa
de producción. Esta situación requiere de un espíritu y vocación que no es
general en todos los miembros de la población.
En cuarto lugar, en algunos países y concretamente en los países sub-
desarrollados, existen antivalores o patrones de conducta habituales que
obstaculizan la autogestión. Se quiere destacar en esta ocasión la “viveza”.
En quinto lugar, si las empresas autogestionarias deben operar con un nuevo
tipo de propiedad denominado “propiedad social”, las dificultades se au-
mentan. Se entiende que este tipo de propiedad es indiviso. De modo que
el trabajador que se retire de la empresa no puede retirar los ahorros que ha
hecho y ha invertido en ella. La propiedad es comunitaria e indivisa, y por
esta razón, es posible imaginar que los trabajadores difícilmente aportarán
sus ahorros para constituir empresas de propiedad social y toca al Estado
proporcionar el capital de estas empresas. También es fácil entender cómo
los trabajadores de las empresas de propiedad social no estarán dispuestos
a aprobar propuestas de disminuir los salarios para aumentar la inversión
o para reinvertir los beneficios. En consecuencia la tendencia normal de
los trabajadores debe ser la de tratar de aumentar sus ingresos personales o
salarios a expensas de los posibles incrementos en el capital y del crecimiento
de la empresa.
En sexto lugar, en Perú se dictó una “Ley de Propiedad Social” a media-
dos de los años setenta. Con esta Ley se proponía establecer la autogestión
con una estrategia fundamentalmente similar a la descrita en los párrafos
286
anteriores y los resultados han sido muy insatisfactorios. Este hecho revela
lo apropiado de las críticas anteriores211.
Como consecuencia de lo anteriormente dicho, no se propone dar fin
o liquidar el movimiento cooperativo sino aceptar el hecho de que, si bien,
es una forma más perfecta de organización, no se puede generalizar a toda
la población con las actuales estrategias de hacerla competir con las demás
empresas.

211
Iturraspe, Francisco. (1986). Participación, cogestión y autogestión en América Latina. (Tomo II). Carlos
Napurí. Las experiencias de propiedad social en el Perú. Caracas: Nueva Sociedad.

287
Capítulo XI
Modificación de la propuesta de los salarios participativos
para flexibilizar los salarios y promover el empleo

Uno de los grandes males de la sociedad económica moderna es el des-


empleo o el subempleo de la fuerza de trabajo humana. El desempleo genera
pobreza y desigualdad, además de desventajas o patologías, que inducen a
quienes están desocupados a pensar que son incompetentes y que, por su
culpa, no obtienen el empleo que buscan. Son varias las causas y los tipos
de desempleo, pero el más común y más difícil de resolver es el causado por
las recesiones o crisis económicas.
La recesión implica una contracción en las ventas de la mayoría de
las empresas, causada por una reducción global de la demanda de bienes
y servicios, lo que lleva a los empresarios a disminuir la producción y
a reducir, cuanto les sea posible, los costos y gastos, incluyendo los de
personal, que suelen representar un porcentaje importante del total de
esos costos y gastos. Por ende, a los empresarios les conviene “despedir” a
una parte de sus trabajadores, a quienes les será muy difícil encontrar un
nuevo empleo, ya que, en una recesión, casi todas las empresas están en
la misma situación.
Cabe preguntarse entonces si en períodos de recesión, habrá otras opcio-
nes distintas a las de bajar la producción y reducir el empleo. ¿Qué pasaría,
si en vez de restringir la producción, los empresarios bajaran los precios de
sus productos? Es muy probable que una disminución de los precios lograría
mantener estable la demanda y la producción de los productos y servicios,
aun en épocas de recesión.
Para estudiar esto nos valdremos del análisis de un caso hipotético que
denominaremos: “Empresa La Nacional”, la cual vende dos millones de
unidades, a un precio de 1,00 y tiene costos de producción y otros gastos
de 1.000.000. Paga salarios (incluidos bonos, vacaciones, prestaciones,
bonificaciones, etc.) por 700.000 y el empresario obtiene una ganancia de
300.000 (Véase cuadro Escenario La Nacional 1).
Durante una recesión, el empresario tiene dos opciones: o baja la pro-
ducción, lo que inevitablemente lleva a una reducción de los costos y gastos
incluyendo los de personal, o baja los precios para poder conservar la deman-

289
Cuadro Escenario La Nacional 1
SIN RECESIÓN CON RECESIÓN

ESCENARIO OPCIÓN 1 OPCIÓN 2


BASE BAJAR PRODUCCIÓN BAJAR PRECIOS
Unidades vendidas 2.000.000 1.500.000 2.000.000
Precio por unidad 1.00 1.00 0.88
Ventas totales 2.000.000 1.500.000 1.760.000
Costos (Materia prima,
empaque, servicios) 700.000 525.000 700.000
Otros gastos 300.000 225.000 300.000
Utilidad antes del salario 1.000.000 750.000 760.000
Salarios 700.000 625.000 700.000
Utilidad empresario 600.000 225.000 60.000
Número de empleados 150 113 150
Salario promedio por empleado 4.667 4.667 4.667
Variación en los ingresos del trabajador 0% 0%
Variación en la utilidad para el empresario -25% -80%

da y mantener la producción212. En el ejemplo, como en la mayoría de los


casos reales, para el empresario suele ser mucho mejor bajar la producción,
puesto que con ello su utilidad se reduce sólo de 300.000 a 225.000 (véase
cuadro Escenario La Nacional 1, opción 1) en cambio, si decidiera bajar
los precios para conservar la demanda, su utilidad bajaría a 60.000 apenas
(véase cuadro Escenario La Nacional 1, opción 2). Por lo tanto opta por
reducir la producción con la consiguiente disminución de los costos laborales
mediante una reducción del 25% en el número de los trabajadores al pasar
estos de 150 a 113 (Véase el cuadro Escenario La Nacional 1).

LA PROPUESTA DE MARTÍN WEITZMAN


Una solución que, en el corto plazo, evitaría que los empresarios se
vieran inducidos a despedir a sus trabajadores durante la recesión y que, a
la larga, acabaría también con el desempleo, es la que se conoce como: “Sa-
larios Participativos”. El autor de esta propuesta es Martín Weitzman, de la
Universidad de Harvard, quien la expuso en su libro: The share economy213.

212
Sin embargo, sería fácil bajar los precios si se pudiesen reducir los salarios, pero estos pueden ser
rígidos o fijos, sólo tienden a ser aumentados haciéndose poco flexibles a la baja. En el sector informal
donde no se cumple con las exigencias de la Ley del Trabajo, en la práctica, bajan los salarios. Es más,
ya están en bajos niveles por cuanto muchos negocios de ese sector informal no están en capacidad de
pagar los salarios mínimos ni las prestaciones y otros beneficios que exige la Ley del Trabajo. Y es notable
el hecho de que este sector es mucho más numeroso que el formal.
213
Weitzman, Martín. (1984). The share economy Harvard. México: Fondo de Cultura Económica.

290
Esta propuesta consiste en hacer fluctuar los salarios junto con las utilidades
de la empresa, con lo cual los salarios dejarían de ser rígidos para pasar a
ser variables. A mayores utilidades, mayores salarios y a menos ganancias
menores salarios. Esta modalidad tiende a crear una verdadera asociación
entre los detentadores del capital y los trabajadores.
La propuesta de “Salarios Participativos” abre la puerta a una tercera
opción para afrontar la recesión sin causar desempleo. Explicaremos esto
valiéndonos nuevamente de la “Empresa La Nacional”.
Los Salarios Participativos no son una propuesta del todo nueva. Antes
del advenimiento de la era industrial, entre el 85% y el 95% de la población
de cada región o país vivía del campo, y percibía sus ingresos mediante un
sistema muy parecido al de los salarios participativos. Los agricultores se
repartían la cosecha con los propietarios de la tierra. El ingreso del campesino
dependía, pues, de los resultados de la producción y de la venta de su cuota
parte. No existía desempleo, puesto que los terratenientes siempre deseaban
contratar campesinos para poner en producción las tierras desocupadas. De
un modo parecido, en el sistema de Salarios Participativos hay que establecer
en cada empresa, de mutuo acuerdo entre trabajadores y patronos, la pro-
porción en la cual participarán los trabajadores y los jefes en el ingreso de la
empresa. Por ejemplo, en la “La Nacional” los salarios son de 700.000 y los
beneficios del empresario de 300.000, así que podemos partir del hecho de
que, entre trabajadores y patronos, pudiera establecerse de mutuo acuerdo
esa misma proporción de distribución de los ingresos entre ellos. El acuerdo
de distribución sería de 70% para el trabajo y 30% para el empresario que
es lo que actualmente ocurre en la empresa.
A esos porcentajes los llamaremos “coeficientes de participación” y
podrán variar de una empresa a otra, según predomine en ella el capital
o el trabajo. Por ejemplo, en una refinería de petróleo que es altamente
automatizada, se requieren grandes inversiones de capital y muy pocos
trabajadores, por lo tanto, allí habrá un “coeficiente de participación” del
capital mucho más alto que en la “Empresa La Nacional”.
El establecimiento de los coeficientes de participación deberá ser el re-
sultado de un acuerdo entre el patrono y sus trabajadores, de modo similar
al que hoy se usa para acordar o convenir los salarios fijos.
Veamos ahora cómo se comporta el sistema de salarios fijos respecto a
los salarios participativos en el caso de una recesión, en la que la empresa
decide no bajar los precios (opción 1) o mantener los volúmenes de venta y
producción (opción 2). En ambos casos los salarios permanecen fijos, pero
el resultado es una reducción del gasto en personal de 700.000 a 625.000
por reducción del número de trabajadores a 113, (opción 1) y el empresario
gana 225.000, que es apenas un poco menos que los 300.000 que ganaba
antes de la recesión. Si baja los precios (opción 2) se mantendría el personal

291
Cuadro Escenario La Nacional 2
SIN RECESIÓN CON RECESIÓN

ESCENARIO OPCIÓN 1 OPCIÓN 2 OPCIÓN 3


BASE BAJAR PRODUCCIÓN BAJAR PRECIOS BAJAR PRECIOS
CON SALARIOS
PARTICIPATIVOS

Unidades vendidas 2.000.000 1.500.000 2.000.000 2.000.000


Precio por unidad 1.00 1.00 0.88 0.88
Ventas totales 2.000.000 1.500.000 1.760.000 1.760.000
Costos (Materia prima,
empaque, servicios) 700.000 525.000 700.000 700.000
Otros gastos 300.000 225.000 300.000 300.000
Utilidades antes del pago
de los salarios 1.000.000 750.000 760.000 760.000
Coeficiente capital 30%
Coeficiente trabajador 70%
Salarios 700.000 525.000 700.000 532.000
Utilidad empresario 300.000 225.000 60.000 228.000
Número de empleados 150 113 150 150
Salario promedio
por empleado 4.667 4.667 4.667 3.547
Variación en los ingresos del trabajador 0% 0% -24%
Variación en la utilidad para el empresario -25% -80% -24%

completo, pero el empresario ganaría solamente 60.000, esto es muchísimo


menos que si hubiese despedido a los 37 trabajadores de la opción 1.
Ahora bien, si examinamos la tercera opción, la de los salarios partici-
pativos, veremos que en ella se reducen los precios para mantener el mismo
volumen de producción, con lo cual el ingreso por ventas disminuye a
1.760.000, pero no se despide ni a un solo trabajador, y las ganancias de los
empresarios se mantienen en 228.000. En este caso los salarios se reducen
en un 24%, al bajar su promedio por trabajador de 4.667 a 3.547, que es
la misma proporción o porcentaje en la que el empresario ve reducida su
ganancia de 300.000 a 228.000. De más está decir que los 37 empleados
que no se despidieron por aceptar la nueva propuesta están mucho más
felices con esta situación que con la opción 1.
En una recesión la mayoría de las empresas están en el mismo caso, y
si todas operaran bajo el esquema de Salarios Participativos, ocurriría que
a todos los trabajadores del país se les rebajaría el salario en alguna propor-
ción, pero esta disminución se compensaría, al menos parcialmente, con la
reducción general de los precios de todos los bienes y servicios. En nuestro
ejemplo, la disminución del salario en un 24% es igual a la disminución
de los beneficios del empresario, pero eso ha ocurrido como consecuencia
de reducir los precios en un 12%, de 1 a 0,88 (Véase el cuadro Escenario
292
La Nacional 2, opción 3). Si esta misma situación se repitiera en la mayoría
de las empresas, se compensarían en buena medida, los efectos negativos
de la recesión.
En el caso contrario, cuando la economía prospera y aumentan las ventas,
veríamos que tanto los empresarios como los trabajadores se beneficiarían,
tal como lo ilustra el siguiente ejemplo: si el coeficiente de participación es
de 70% para los salarios y el 30% para el empresario, cuando la ganancia
antes de salarios se mantiene en 1.000.000, los salarios serán de 700.000 y
el beneficio del empresario en 300.000. Si las ventas se incrementan y las
ganancias, antes de salarios, aumentan a 1.500.000; los salarios aumentarán
de 700.000 a 1.050.000 (70% de 1.500.000) y el beneficio del empresario
aumentará de 300.000 a 450.000 (30% de 1.500.000). Es decir todos ganan
más y la economía en general también.

SOLUCIÓN AL DESEMPLEO ACTUAL


El esquema de Salarios Participativos hace posible que los empresarios
puedan contratar nuevos empleados sin necesidad de aumentar los costos
de personal. Propongamos un caso extremo para ilustrar este punto. Supon-
gamos que la “Empresa la Nacional” aumenta su plantilla de trabajadores
en un 10% y que, sin embargo, su producción no aumenta.
Como se aprecia en el cuadro Escenario La Nacional 3, los resultados
o ganancias de los empresarios no se modifican del escenario base al nuevo
escenario, sino que sólo varían los salarios de los trabajadores, disminuyen-
do prácticamente en la misma proporción (aprox. 9%) en la que aumentó
el número de empleados, de 150 a 165. Si todas las empresas estuvieran
Cuadro Escenario La Nacional 3
AUMENTO DEL NÚMERO
BASE DE EMPLEADOS EN 10%
Unidades vendidas 2.000.000 2.000.000
Precio por unidad 1.00 1.00
Ventas totales 2.000.000 2.000.000
Costos (Materia prima,
empaque, servicios) 700.000 700.000
Otros gastos 300.000 300.000
Utilidad antes de salarios 1.000.000 1.000.000
Coeficiente trabajador 70% 70%
Coeficiente capital 30% 30%
Salarios y beneficios 700.000 700.000
Utilidad empresario 300.000 300.000
Número de empleados 150 165
Salario por empleado 4.667 4.242
Variación Salario Promedio por trabajador -9%

293
trabajando bajo ese mismo esquema, eso permitiría disminuir o suprimir el
desempleo, y la disminución del salario promedio nunca sería mayor que el
nivel o porcentaje de quienes estuvieran disponibles para trabajar. Por otra
parte, una vez alcanzado el pleno empleo, no bajaría más el nivel promedio
de los salarios. De modo que sí es posible eliminar el desempleo con una
caída de los salarios que sería transitoria.
Sin embargo, es razonable pensar que de aumentarse el número de
empleados, se incrementaría también la producción y las ventas y con ello,
las ganancias totales. En ese caso, los empresarios ganarían más, pues tienen
un porcentaje fijo de la utilidad, pero igualmente, los trabajadores experi-
mentarían ulteriores mejoras. Podría parecer poco justo que todo el sacrificio
lo realicen los trabajadores, pero en su momento, a los propugnadores de
la economía de libre mercado en el siglo XVIII, les pareció más razonable
que si disminuían las ventas de las empresas, los trabajadores antes de ser
despedidos, estarían más bien dispuestos a emplearse por un menor salario,
ya que si no lo hacían, el patrono los podría sustituir por otros dispuestos
a recibir menores salarios.
En consideración a estos hechos que afectan al trabajador, se han ideado
alternativas y mecanismos para disminuir el impacto sobre el salario pro-
medio así como otras medidas que faciliten su aplicación. En mi ya citado
libro La derrota de la pobreza se exponen estas medidas. Sin embargo, las
limitaciones, desventajas o dificultades a ser superadas no son ni fueron la
causa que impidió la aplicación de los salarios participativos. La verdadera
crítica la examinaremos más adelante.

LA ELASTICIDAD. PRECIO DE LA DEMANDA Y SU EFECTO EN RELACIÓN


CON LOS SALARIOS PARTICIPATIVOS
El concepto de elasticidad-precio de la demanda hace referencia a la rela-
ción que existe entre la variación de los precios y el aumento o disminución
de la demanda como consecuencia de esa variación de los precios. Se dice
que la demanda es inelástica cuando la cantidad demandada no aumenta o
aumenta en una proporción sensiblemente menor que la proporción en que
bajan los precios. Si para vender un 20% más hay que bajar el precio mucho
más de un 20%, entonces el empresario no aumentará la producción ni el
empleo. Éste es el caso, por ejemplo, de los alimentos precederos; aunque
baje mucho su precio, la gente no comprará más cantidad de ellos.
Se dice que la demanda es elástica cuando la proporción en que aumen-
ta la cantidad demandada es mayor que la proporción en la que se baja el
precio. Si para vender un 20% más bastara con bajar el precio en un 10%,
valdría la pena aumentar la producción y el empleo. Afortunadamente, to-
dos los estudios económicos coinciden en que la mayoría de los productos
presentan demandas elásticas, lo cual, no sólo facilita, sino, que hace posible
la absorción del desempleo con un sistema de salarios participativos. En el
294
cuadro siguiente a la “Estructura de la producción, salarios y empleo en
una empresa con salarios participativos y demandas elástica e inelastica” se
muestran 7 variaciones de precios en las que la demanda es elástica, aun
cuando puede ocurrir que a partir de determinados precios, se torne en
inelástica. Sin embargo, insistimos en que el caso más frecuente es el de
demandas elásticas a la variación de los precios214.

Estructura de la producción, salarios y empleo en una empresa con salarios


participativos y demandas elástica e inelástica
SITUACIONES

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

Utilidad empresario 30%. Utilidad (5 - 6)


Unidades producidas y vendidas

Elasticidad demanda (9 / 10)


% Aumento cantidad vendida
Utilidad antes de salarios

Número de trabajadores
Salarios 70% de utilidad

% Disminución precio
Ventas totales (1 x 2)
Precio por unidad

Total de gastos

A 1.000 5,00 5.000 2.500 2.500 1.750 750 50 - - -


B 1.030 4,95 5.099 2.535 2.564 1.795 769 52 3 -0 3,0
C 1.061 4,88 5.177 2.562 1.615 1.831 784 54 3 -1,5 2,0
D 1.093 4,80 5.245 2.589 2.656 1.859 797 56 3 -1,7 1,8
E 1.126 4,70 5.289 2.607 2.682 1.877 805 58 3 -2,0 1,5
F 1.159 4,60 5.333 2.624 2.709 1.896 813 60 3 -2,1 1,4
G 1.194 4,46 5.325 2.621 2.704 1.893 811 62 3 -3,0 1,0
H 1.230 4,31 5.301 2.615 2.686 1.880 806 64 3 -3,3 0,9
I 1.266 4,16 5.270 2.598 2.672 1.870 802 66 3 -3,5 0,85

Columna 1: se supone que las cantidades vendidas aumentan un 3%


(Véase columna 9)
Columna 2: los precios normalmente fluctúan en proporciones variables.
En este ejemplo las variaciones oscilan entre 1% y 3,5% (columna 10)

214
Urdaneta, Carlos. (1989). Política de participación económica. Caracas: Trípode. (Pág. 95)

295
Columna 3: ventas totales = Unidades vendidas (columna 1) por los
precios por unidad vendida (columna. 2)
Columna 4: hemos supuesto que los costos son decrecientes, es decir,
que a medida que se aumenta la producción el costo por unidad producida
disminuye. Esta afirmación se verifica dividiendo el total de gastos (colum-
na 4) entre las unidades vendidas (columna 1) y se observará que el costo
promedio por unidad decrece en una proporción menor a la proporción
en que se aumenta la producción que se vende215. Esta situación, de costos
decrecientes a medida en que se aumenta la producción suele ser la más
frecuente en las empresas.
Columna 5: la utilidad antes de salarios es igual a las ventas totales
(columna 3) menos el total de gastos (columna 4)
Columna 6, 7: el coeficiente de participación es de un 70% para los
trabajadores y un 30% para el empresario.
Columna 8: para aumentar la producción en 3% se supuso que el nú-
mero de trabajadores debe aumentar en la misma proporción.
Columna 9: porcentaje de aumento en la cantidad vendida.
Columna 10: porcentaje de disminución en el precio.
Columna 11: muestra la elasticidad de la demanda: es el resultado de
dividir las variaciones porcentuales de las cantidades vendidas (columna 9)
entre las variaciones porcentuales de los precios (columna 10)
Las columnas 9, 10 y 11 nos ofrecen la clave para conocer el límite
de la producción y del nivel de empleo. En ellas se ve claramente que
conviene continuar aumentando la producción, cuando el porcentaje en
el cual disminuye el precio es inferior al porcentaje en el que aumentan la
cantidad producida y vendida. En las situaciones que van de la A a la F,
las disminuciones porcentuales en el precio (columna 10) son inferiores a
los aumentos porcentuales constantes de un 3% en la cantidad. En todas
esas situaciones conviene aumentar la producción y el empleo, pues de esta
forma los beneficios aumentan. Sin embargo, cuando las variaciones por-
centuales en el precio sean iguales o inferiores a los aumentos porcentuales
en la cantidad, los beneficios disminuirán progresivamente. Es evidente que
los aumentos en el nivel de empleo, hasta 60 trabajadores (columna 8) se
detendrán en la situación F.

215
En economía se dan tres situaciones respecto a los costos de producción:
1 Costos decrecientes, ya explicados y referidos en la columna 4.
2 Costos constantes, que implican que el costo promedio por unidad producida se mantiene a medida
que se aumenta la producción.
3 Costos crecientes, cuando el costo por unidad producida aumenta en una proporción mayor que el
aumento de la producción. Si la situación es de costos crecientes, se afectan las utilidades del empresa-
rio y puede que no le sea conveniente aumentar la producción a pesar de que la demanda sea elástica.
Afortunadamente, esta situación no es la frecuente. Lo normal es que los costos por unidad producida
sean constantes o decrecientes a medida que se aumenta la producción.

296
La última columna del cuadro (columna 11) ayuda a resumir las situa-
ciones descritas en los dos párrafos precedentes. Las cifras que figuran en
ella representan la “elasticidad de la demanda”, y en el caso que nos ocupa,
significa que, cuando las empresas operan con un régimen de salarios
participativos, y la elasticidad de la demanda es superior a uno (demanda
elástica), los beneficios aumentan y se incrementa el nivel de empleo. Pero
una vez que la elasticidad de la demanda se haga igual a uno (elasticidad
unitaria) o inferior a uno (demanda inelástica) los beneficios disminuirán
y se paralizarán la producción y el empleo.
La consecuencia que se deriva de lo dicho es que la expansión de la
producción y del empleo, en un sistema de salarios participativos, está li-
mitada por las situaciones en las que la demanda sea inelástica y eso ocurre
cuando para aumentar la producción y las ventas, hay que bajar el precio
en una proporción mayor. Ahora bien: ¿hasta qué punto las demandas son
inelásticas?
Los textos de economía y los estudios empíricos enseñan que son muy
numerosos los bienes que tienen demanda elástica. Dentro de esa lista fi-
guran los bienes de consumo duraderos, que constituyen un gran número
de productos como: artefactos electrónicos, automóviles, relojes, vestidos,
libros, etc. De modo que el grado de elasticidad de la demanda global, es
más que suficiente para absorber el desempleo hasta en los países que tengan
el mayor número de desocupados. Además, a largo plazo, la demanda de
todos los bienes tiende a desarrollar un mayor grado de elasticidad ya que
de no ser así: ¿cómo podría haber un crecimiento económico, si la mayoría
de las demandas de los bienes fuesen inelásticas? Afortunadamente, la rea-
lidad nos enseña que el crecimiento económico implica que las situaciones
de elasticidad de la demanda, tanto al precio como al ingreso, son más
frecuentes que las situaciones de inelasticidad.

EFECTOS DEL SISTEMA DE SALARIOS PARTICIPATIVOS EN LA ECONOMÍA


Antes de examinar las ventajas y las limitaciones o críticas que se le
han hecho al sistema de salarios participativos, es conveniente reiterar
que este sistema no constituye una novedad. Su uso, como ya vimos, era
generalizado en el pasado cuando la economía se encontraba en un estado
preindustrial, y aún hoy en día, se continúa usando ese sistema en algunas
actividades y empresas.
Actualmente, hay no pocos oficios que se remuneran con ingresos varia-
bles, como son casi todos los que trabajan por cuenta propia, los que reciben
propinas además de salarios fijos bajos y los que trabajan basándose en comi-
siones. En todos esos casos se suele conseguir empleo durante las recesiones.
El ejemplo más notable de salarios participativos lo ofrecen hoy en día
las grandes empresas japonesas. Éstas les han remunerado a sus trabajadores,
entre un 33% y un 50% del sueldo total, con bonificaciones variables que
297
dependen de las ganancias de la empresa, lo que explica en buena parte la
baja tasa de desempleo en el Japón de la posguerra. Como es de esperarse,
la implantación de esta modalidad de remuneración del factor trabajo, que
“asocia” la participación de este factor a los resultados de la producción,
causa varios notables efectos en la economía en general.
Ya hemos visto que un efecto inmediato consiste en la estabilización del
empleo existente, porque de haber una recesión económica, que reduciría
la demanda y las ventas de las empresas, los empresarios no tendrían que
despedir a sus trabajadores ni reducir la producción, sino, que más bien,
bajarían los precios manteniendo la producción y el empleo.
Otro efecto saludable consiste en la posibilidad de absorber el desempleo,
ya que emplear a un número adicional de trabajadores no afectaría las ganan-
cias del empresario, sino, a las remuneraciones de los mismos. Pero, a su vez,
lo lógico es que la disminución del salario promedio de los trabajadores podrá
compensarse con un incremento de la producción, que genera aumento de
las ventas y las utilidades. Este aumento de la producción es incentivado por
una disminución de los precios dependiente de la elasticidad de la demanda
de los bienes y servicios. Adicionalmente, los trabajadores se beneficiarían de
la disminución generalizada de los precios aunque, también se podría aplicar
medidas compensatorias a la reducción del salario promedio.
El sistema de salarios participativos tiene como uno de sus principales
efectos que los empresarios pasan a ser los primeros interesados en aumentar
el empleo y también la producción, al menos mientras exista desempleo.
Hay que recordar que el desempleo es el principal problema a resolver en
las economías de mercado contemporáneas.
Al ocurrir una asociación tan positiva y clara entre el capital, que de
hecho son los empresarios, y los trabajadores, se genera internamente en las
empresas la unificación de esfuerzos por mejorar la eficiencia de la organi-
zación. Si bien es cierto que, inicialmente, se les pide a los trabajadores una
cuota de sacrificio (que de alguna manera puede compensarse), también
es cierto que ellos se beneficiarán más en los momentos de crecimiento y
expansión de la economía. Todo esto hace pensar que, en el mediano y largo
plazo las economías tenderán a crecer y no a contraerse. Adicionalmente,
los trabajadores verán sus salarios directa y automáticamente relacionados
con los aumentos de los ingresos y beneficios de la empresa.
Otro de los benéficos efectos del sistema de Salarios Participativos es que
facilitan las inversiones al disminuir su riesgo. Al dejar de ser los salarios un
costo, los resultados, buenos o malos, se compartirían con los trabajadores.
Sin embargo, una de las críticas más fuertes opuestas al esquema de Salarios
Participativos, señala, paradójicamente, que desestimula la inversión, pues,
los beneficios por ella generados deberán ser compartidos por el inversionista
con los trabajadores.

298
LA OBJECIÓN FUNDAMENTAL DEL SISTEMA DE SALARIOS PARTICIPATIVOS
A pesar de que el sistema de salarios participativos disminuye el riesgo de
toda inversión, no obstante las dificulta y, con ello, la aplicación de nuevas
tecnologías e innovaciones, lo cual hace más lento el progreso. Después
de intensas discusiones en los medios académicos, en años relativamente
recientes, es precisamente por causa de este desestímulo a la inversión de
capital por donde ha surgido la principal objeción a la implantación del
sistema de Salarios Participativos. Esta critica, realmente importante, ha
sido formulada por varios economistas destacados entre los cuales figura el
premio Nobel de Economía, James Meade216.
Continuando con el ejemplo de la “Empresa La Nacional” en la que
los empresarios estudian hacer una inversión adicional de 1.000.000, que
permitiría adquirir una máquina para automatizar los procesos y mejorar
así la calidad del producto sin aumentar el número de trabajadores:

Cuadro Escenario La Nacional 4


SALARIOS
BASE SALARIOS FIJOS PARTICIPATIVOS

Inversión 1.000.000 1.000.000


Unidades vendidas 2.000.000 2.400.000 2.400.000
Precio por unidad 1,00 1,00 1,00
Ventas totales 2.000.000 2.400.000 2.400.000
Costo (Materia prima, empaque, servicios) 700.000 840.000 840.000
Otros gastos 300.000 360.000 360.000
Utilidad antes de salarios 1.000.000 1.200.000 1.200.000
Coeficiente trabajador 70% 70%
Coeficiente capital 30% 30%
Salarios 700.000 700.000 840.000
Utilidad empresario 300.000 500.000 360.000
Número de empleados 150 150 150
Salario por empleado 4.667 4.667 5.600
Variación en los ingresos del trabajador 0% 20%
Variación en la utilidad para el empresario 67% 20%
Utilidad Incremental para el empresario 200.000 600.000
Rendimiento por la inversión adicional de 1.000.000 20% 6%

Hemos supuesto que la inversión adicional de 1.000.000 permite au-


mentar la producción en un 20% es decir, pasar de 2.000.000 unidades a

216
Quien desee conocer la crítica referida y otras fórmulas sobre economía participativa de James E.
Meade, puede consultar el estudio que efectuó con ocasión de una charla dictada en octubre 25, 1984
en la Universidad de Sterling. Posteriormente, amplió su análisis en un libro titulado: Meadle, James.
(1986). Diferents forms of share economy. Inglaterra: Public Policy.

299
2.400.000. (columnas 2 y 3 en el cuadro La Nacional 4). Si los costos y la
utilidad antes de salarios, aumentan en la misma proporción, y si el em-
presario espera como ganancia o retorno de su capital un 15% de su nueva
inversión, observaremos que bajo el esquema de Salarios Participativos, él
no estará suficientemente incentivado a realizar la inversión puesto que el
Rendimiento que obtendría sería de apenas un 6% (Columna 3 del cuadro
La Nacional 4). En cambio, bajo el esquema de salarios fijos, él recibiría
un rendimiento, por su inversión, del 20%, esto es, cinco puntos más del
15% que esperaba obtener de la inversión adicional de 1.000.000. Lo que
deja de percibir el empresario por su inversión bajo el esquema de Salarios
Participativos va a parar a los trabajadores, que verían aumentado su ingreso
promedio en un 20%. De modo que sin invertir nada, los trabajadores tie-
nen derecho al 70% de todas las ganancias de la empresa, según el sistema
participativo.
Por supuesto, no todas las innovaciones que mejoran la productividad y
los beneficios de la empresa suponen nuevas o costosas inversiones de capital.
Así por ejemplo, es posible que mejores métodos de organización aumenten
la eficiencia e incrementen las ganancias de la empresa; sin embargo, gran
parte de todo lo que causa incrementos en las ganancias, supone inversiones
de capital adicional.
Por el efecto que acabamos de explicar, se dice que en la práctica, mu-
chas inversiones que pudieran efectuarse dejarían de realizarse, por cuanto
la tasa de beneficio obtenida dejaría de ser atractiva para el inversionista.
Ocurriría, entonces, que disminuiría el ritmo del crecimiento económico,
la prosperidad general y la introducción de nuevos inventos y de las nuevas
y mejores tecnologías que aumentarían la calidad de vida.
Muchas inversiones consisten en la introducción de innovaciones; es
decir, de inventos, de nuevas maneras de producir más eficientemente, de
nuevos productos para satisfacer necesidades insatisfechas o parcialmente
satisfechas y, en general, de todas las mejoras a las que estamos acostumbrados
a ver constantemente. Si, como consecuencia de los salarios participativos,
se frenara el proceso de innovaciones e inversiones, entonces todas las ven-
tajas de ese sistema se opacarían por la dificultad que representaría para el
estímulo de las inversiones nuevas y el crecimiento económico.

ALGUNAS SOLUCIONES A LA OBJECIÓN FUNDAMENTAL


Weitzman formuló algunos arbitrios de solución a los planteamientos
realizados por sus críticos. Propuso, entre otros, que las autoridades moneta-
rias (Banco Central y Ministerio de Hacienda) desarrollaran, como política,
reducir lo más posible el impuesto sobre la renta y, también, las tasas de
interés que cobran los bancos a las empresas. Efectivamente, si se redujeran
los impuestos se aumentarían las ganancias, lo que también ocurriría si se
bajan las tasas de interés, ya que al obtenerse préstamos con intereses me-
300
nores, financiar las inversiones tendría un costo menor. En consecuencia
las ganancias totales serían más altas217.
Además de eso, creemos nosotros, que sería posible que los empresarios
negociaran con los trabajadores un cambio en los Coeficientes de Participa-
ción, de modo que se incremente la participación de los empresarios hasta
el punto en el que el rendimiento de la nueva inversión les sea satisfactorio.
Existe también la posibilidad de que los inversionistas opten por crear una
nueva empresa para realizar las nuevas inversiones que desean hacer o al
menos, que amenacen con crearla, de modo que puedan presionar a los tra-
bajadores de la empresa originaria a convenir en disminuir su participación
hasta el límite que los empresarios requieran para realizar la inversión con
el adecuado rendimiento.
Sin embargo, hay que destacar que este tipo de soluciones conduce a
negociaciones que son una traba que no tiene el sistema de salarios fijos. En
este sistema las inversiones se realizan con mucha más facilidad, agilizando
el extraordinario progreso que proporcionan las innovaciones tecnológicas.
Por lo tanto, conviene explorar otras vías de solución de ese grave incon-
veniente. Es decir, se debe buscar un sistema de Salarios Participativos
que no obstaculice el proceso de inversiones como el que a continuación
propondremos.
Expondremos nuestra propuesta en dos partes:
En primer lugar, hay que dejar que los salarios sean los que “establezca”
el mercado. Esto implica la eliminación del salario mínimo legal y de buena
parte de los otros beneficios colaterales al salario establecido por leyes o
contratos, salvo algunos de ellos como los aportes para seguros de salud y
vejez. En consecuencia, los nuevos salarios serían determinados por la oferta
y la demanda, lo cual acarrearía una reducción de los salarios actuales. Es
de advertir, que al procederse de esta forma, todos los salarios que hoy se
pagan en el sector formal de la economía, bajarían por lo que tenderían a
acercarse a los salarios que se devengan en el sector informal; al menos, los
correspondientes a los trabajadores no calificados. Este salario así establecido,
lo definiríamos como el componente “fijo” de la remuneración del trabajador,
de modo que su costo para la empresa se deduciría de los beneficios sobre los
cuales se aplicarían los Coeficientes de Participación. Obviamente, se hace
necesario negociar el Coeficiente de Participación tomando en cuenta esta
parte del salario que reciben los trabajadores de manera fija, sin importar
los resultados de la empresa. Veamos un ejemplo:

217
El mecanismo más usado para bajar las tasas de interés consiste en que el Banco Central preste dinero
a los bancos comerciales a tasas bajas de interés, menores que las que cobran los bancos a sus clientes.
Pero a medida que los bancos reciben préstamos a bajas tasas de interés para ganar más prestándoselos
a sus clientes, se aumenta la cantidad de dinero disponible para ser ofrecido a las empresas y en esa
medida bajan las tasas de interés.

301
Cuadro Escenario La Nacional 5
SALARIOS SALARIOS PARTICIPATIVOS
PARTICIPATIVOS CON PARTE DE SALARIOS FIJOS

Unidades vendidas 2.000.000 2.000.000


Precio por unidad 1,00 1,00
Ventas totales 2.000.000 2.000.000
Costo (Materia prima,
empaque, servicios) 700.000 700.000
Otros gastos 300.000 500.000
Salarios fijos 300.000
Utilidad antes de salarios
participativos 1.000.000 700.000
Coeficiente trabajador 70% 57%
Coeficiente capital 30% 43%
Salarios participativos 700.000 400.000
Utilidad variable empresario 300.000 300.000
Total salarios Utilidad 700.000 700.000
empresario Número de 300.000 300.000
empleados Salario por 150 150
empleado 4.667 4.667
Variación en los ingresos del trabajador 0%
Variación en la utilidad para el empresario 0%

En la segunda columna del cuadro La Nacional 5 podemos apreciar una


nueva partida llamada “Salarios Fijos”, la cual reduce el monto de las ganan-
cias a ser repartidas entre los empresarios y los trabajadores, de 1.000.000
a 700.000. Con este nuevo esquema se les garantiza a los trabajadores un
salario o ingreso básico fijo que estará determinado por las condiciones del
mercado. Adicionalmente, con unos Coeficientes de Participación ahora
ajustados (Véase la segunda columna del cuadro La Nacional 5) para que el
empresario no salga perjudicado. Efectivamente, el coeficiente del trabajador
tiene que pasar de 70% a 57%, para que, de esta manera compense el efecto
del componente fijo del salario y, ni los empresarios ni los trabajadores se
perjudiquen.
Una segunda corrección al sistema de Salarios participativos consiste
en la posibilidad de que una vez deducidos de las ventas los costos de los
insumos y los otros gastos, más el componente de salario básico fijo se
deduzca, igualmente, como “otro costo”, el monto equivalente a los in-
tereses que percibiría el capital invertido por los empresarios, tal como si
este capital hubiese sido obtenido en préstamo bancario. Es decir, que así
como los trabajadores reciben el salario de mercado como ingreso mínimo
garantizado, los empresarios recibirían igualmente, un monto equivalente
a los intereses del mercado por su capital invertido.
302
Veamos esto también ilustrado con un ejemplo en el cuadro La Nacional
6. Supongamos que los empresarios desean invertir 1.000.000 en un nuevo
equipo para aumentar la producción, sin tener que aumentar el número
de los trabajadores. Supongamos además, que los empresarios requieren,
para arriesgarse a hacer esa inversión, un retorno o ganancia de, al menos,
el 15%. Supongamos, así mismo, que los empresarios recibirán el equiva-
lente a un 12% de interés por el monto de la inversión que realicen y que
esta cantidad se deducirá de la utilidad a repartir entre los empresarios o
patronos y los trabajadores.

Cuadro Escenario La Nacional 6


ACTUAL SISTEMA SALARIOS SALARIOS NUEVA PROPUESTA
DE SALARIOS FIJOS PARTICIPATIVOS PARTICIPATIVOS DE SALARIOS
SEGÚN CON PARTE PARTICIPATIVOS
WEITZMZAN DE SALARIOS
FIJOS Y PARTE
VARIABLE

Inversión 1.000.000 1.000.000 1.000.000 1.000.000


Unidades vendidas 2.400.000 2.400.000 2.400.000 2.400.000
Precio por unidad 1,00 1,00 1,00 1,00
Ventas totales 2.400.000 2.400.000 2.400.000 2.400.000
Costo (Materia prima,
empaque, servicios) 840.000 840.000 840.000 840.000
Otros gastos 360.000 360.000 360.000 360.000
Salarios fijos 700.000 300.000 300.000
Intereses de capital
por inversión 12% 120.000
Utilidad antes de salarios
participativos 1.200.000 900.000 780.000
Coeficiente trabajador 70% 57% 57%
Coeficiente capital 30% 43% 43%
Salarios participativos 840.000 513.000 445.714
Utilidad variable empresario 360.000 385.714 334.286
Total salarios 700.000 840.000 813.000 745.714
Utilidad empresario 500.000 360.000 387.000 454.286
Número de empleados 150 150 150 150
Salario por empleado 4.667 4.667 5.429 4.971
Variación en los ingresos
del trabajador 0% 20% 16% 7%
Variación en la utilidad
para el empresario 67% 20% 29% 51%
Utilidad incremental para el
empresario Rendimiento por 200.000 60.000 85.714 154.286
la Inversión
de 1.000.000 20% 6% 9% 15%

303
Claramente se puede observar cómo el empresario obtiene bajo el nuevo
esquema (cuarta columna) una rentabilidad del 15%, que es menor que el
20% que obtendría con un esquema 100% de Salarios Fijos (Columna 1
del cuadro La Nacional 6). Pero, también es cierto, que recibe mucho más
que el 9% que recibiría bajo un esquema de salarios participativos en el que
no se fijara también una remuneración de base para el capital. (Columna
3). Según este ejemplo el empresario recibe lo que estaba dispuesto a reci-
bir desde el principio. El nuevo sistema asegura el adecuado retorno de la
inversión y beneficia también a los trabajadores que terminan percibiendo
un 7% más de ingresos.
Es de notar que habrá que determinar con precisión el patrimonio o
capital de la empresa y, al mismo tiempo, la modalidad de cálculo de la tasa
de interés del mercado, la cual podría referirse a los intereses activos o pasivos
de la banca, o a un promedio de ellos, o mediante cualquier otra modalidad
que resulte conveniente. También puede contemplarse la inclusión o no del
costo total o parcial del riesgo que implica el país en el cual se realizan las
inversiones. Todas estas reglas deberán ser determinadas por la ley que se
apruebe al respecto, a fin de evitar que el monto de los intereses a deducir
por los empresarios se deba al arbitrio del Superintendente de Bancos o del
Directorio del Banco Central.
El procedimiento que acabamos de reseñar resuelve satisfactoriamente
la objeción del profesor Meade a la propuesta inicial de Martín Weitzman
con relación al posible desestímulo a la inversión, ya que garantiza a toda
inversión un “piso” mínimo igual a las tasas de interés prevalecientes en
el mercado y, a partir de allí, la remuneración adicional aportada por el
coeficiente de participación, el cual será también mayor cuanto mayor sea
la “intensidad” del capital en la empresa de que se trate.
Como bien puede apreciarse, esta fórmula promete ser más realista, ya
que también los trabajadores estarán seguros de recibir una remuneración
fija, así como los empresarios reciben, cuando menos, la tasa de interés de
los capitales que inviertan y el remanente, que será variable, completa los
ingresos tanto de los trabajadores como de los empresarios. Igualmente
el costo de emplear a más trabajadores sería menor, por lo que, no sólo
disminuye el riesgo de la inversión, sino que, al reducirse el costo de los
salarios fijos, se flexibilizan más y permiten que los empresarios tengan más
estímulos para aumentar la producción y elevar el nivel de empleo. Además,
la propuesta tiene la ventaja de asociar al trabajo con el capital.
Observemos también que la propuesta ofrece una ventaja clara sobre la
pura y simple de flexibilizar el salario, pues éste se determina por la ley de
la oferta y la demanda, bajando los salarios y disminuyendo muchas de las
prestaciones que actualmente reciben los trabajadores, pero en beneficio de
más estabilidad en el oficio, más empleo y mejores expectativas de progreso
personal.
304
Capítulo XII
Las políticas de exportación y la superación de la pobreza

EL SIGNIFICADO E IMPORTANCIA DE LA VOLATILIDAD


DE LOS INGRESOS PETROLEROS
Tal como se expone al principio de este libro, otra de las principales
causas de la pobreza en nuestro país, consiste en la volatilidad de los ingresos
petroleros. Como es de todos sabido, Venezuela exporta principalmente
petróleo y éste es el origen principal de los dólares que llegan al país, y tam-
bién de los ingresos del gobierno; pues las empresas petroleras han vendido
los dólares al Banco Central para obtener los bolívares con los cuales pagan
sus gastos de producción de petróleo y los impuestos y regalías al Estado
venezolano. De modo que, a medida que aumentan los ingresos petroleros,
aumentan también los ingresos del Estado; de igual manera, en la medida en
que se reducen los ingresos petroleros, se reducen los ingresos del Estado. Sin
embargo, la frecuencia e intensidad de los altibajos de los precios e ingresos
petroleros, tal como los ocurridos en estos últimos 25 años del siglo XX y
los primeros años del siglo XXI, constituye una de las causas principales de
la pobreza en Venezuela.
Los precios del petróleo son los más volátiles que existen. Así, por
ejemplo, cuando caen los ingresos petroleros se ocasionan los siguientes
efectos:
1. Cuando escasean los ingresos fiscales y de dólares u otras divisas, surge
el temor –bien confirmado por la experiencia– de que el gobierno aplicará
devaluaciones o el control de cambio para vender los dólares a mayor precio
y compensar de esta manera la caída de sus ingresos. Tal hecho causa la fuga
de capitales. En Venezuela es muy fácil prever la devaluación, con sólo tener
noticias de que la caída de los ingresos petroleros tiende a ser más o menos
permanente. La mayoría de la población sabe que, en poco tiempo, se pro-
ducen aumentos de los impuestos pero principalmente devaluaciones.
2. Con las devaluaciones hay un encarecimiento de los productos impor-
tados, del costo de la vida y, a pesar de que los gobiernos y empresas suelen
subir los salarios, estos aumentos son menores que la inflación. Puesto en
palabras del economista H. Malaver: “Mientras que los salarios suben por
las escaleras, los precios suben por el ascensor”. Así, caen los salarios reales
y se empobrece más la población.
305
3. Se favorece a los productores nacionales, que quedan más protegi-
dos, y se estimulan también las exportaciones, por cuanto los productos
venezolanos suelen ser más baratos en términos de dólares y compiten más
fácilmente con productos extranjeros.
4. Si se aumentan los precios, se disminuyen las ventas de las empresas,
reduciéndose la producción y el empleo que a su vez aumenta la pobreza.
Por otra parte, en el caso contrario, si aumentan los ingresos petroleros,
aumentan también los ingresos de dólares y de otras divisas, aumentando
también los ingresos públicos:
1. Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el gobierno tiende
a gastar esos ingresos, incrementando el empleo del sector público y, sobre
todo, los del sector privado. Esto último ocurre cuando el sector privado
confía en que las políticas del gobierno no lo afectará y prevé que los altos
ingresos petroleros se mantendrán estables.
2. El exceso del gasto público es el verdadero causante de la inflación,
pues se gasta mucho dinero y no se aumenta la producción al ritmo del
gasto del Estado. Así, la inflación no suele ser mayor porque es posible
aumentar las importaciones y puede mantenerse estable el tipo de cambio,
ya que existen muchas reservas en dólares en el Banco Central procedentes
de los aumentos de ventas del petróleo. Pero este “anclaje del tipo de cam-
bio” ocasiona que mientras aumenta la inflación interna, no aumentan los
ingresos de los exportadores, puesto que dicho anclaje genera pérdidas en
estas últimas empresas, dificultando el desarrollo de sus exportaciones.
Por otra parte, se perjudica también a los productores nacionales, agri-
cultores e industriales por cuanto la inflación interna aumenta sus costos
y éstos tienden a subir los precios, mientras que los productos importados
comienzan a competir con ventajas respecto a los productos venezolanos.
El resultado de este proceso es la disminución de la inversión, del empleo
y la pobreza. En resumen, cuando se trata de la volatilidad de los ingresos
petroleros, la Dra. Ruth de Krivoy, ex presidenta del Banco Central, calificó
la situación expresando que “la dependencia del petróleo engendró también
la inestabilidad fiscal y económica arrastrando a Venezuela a un eterno paseo
en la montaña rusa”218.
En conclusión, existe una gran relación entre las alzas y bajas de los
ingresos petroleros con las devaluaciones, la inflación y el empobrecimiento
de la población. Igual cosa ocurre con la revaluación cuando estos ingresos
petroleros son altos, pues disminuye el potencial que tiene el país para
aumentar la producción, las exportaciones y las fuentes de empleo. En el
capítulo VIII examinamos también las devaluaciones, revaluaciones y sus
efectos sobre el empleo y la pobreza.

218
Ruth de Krivoy. Colapso. La crisis bancaria venezolana de 1994. Ediciones IESA. Caracas, 2002.

306
Una vez planteado el problema de la volatilidad, se trata de determinar
cuál es la solución para el exceso de ingresos de divisas y de déficit en los
ingresos de divisas. Los planteamientos de los economistas para resolver el
problema han sido sumamente lógicos y consisten en proponer “un plan de
estabilización del tipo de cambio”. Esta propuesta de solución es aparente-
mente muy sencilla pero de difícil aplicación. El planteamiento es sencillo
por cuanto se trata de ahorrar los excedentes de ingresos petroleros que se
produzcan en las épocas de bonanzas por la subida de los precios del petróleo
para utilizarlos cuando disminuyan los precios y los ingresos petroleros. De
esta manera se espera mantener en equilibrio el gasto público y estable el
tipo de cambio, pues se evitan la inflación, la devaluación, las revaluaciones
y todos los demás efectos que acompañan el exceso de crecimiento o la con-
tratación de los gastos públicos. Es más, si tal cosa se logra y deja de haber
incertidumbre en la posibilidad de devaluación, se aumenta la inversión y
el empleo, disminuyéndose la pobreza219.
Sin embargo, en la práctica, el fondo de estabilización no funciona. Los
gobiernos de turno de una u otra manera tratan de aumentar el gasto públi-
co a expensas del fondo de estabilización. En estos últimos 50 años se han
instituido legalmente tres fondos de estabilización sin que logren alcanzar su
objetivo. Por tal razón, y por la necesidad de encontrar soluciones alternati-
vas a la volatilidad del petróleo y a la necesidad de aumentar establemente
las exportaciones y también por la importancia que esta política tiene para
proporcionar más fuentes de empleo, se estudiarán en este capítulo nuevas
medidas y políticas que aseguren tales objetivos.

ENTENDIENDO EL PROBLEMA
El exceso de población no calificada es de tal magnitud relativa que,
aun cuando se efectuasen niveles de inversión acordes con la capacidad de
ahorro del país, éstas no serían suficientes para absorber la totalidad de las
personas de baja calificación que hay en el mercado de trabajo. ¿Qué se
podrá hacer entonces para resolver tan vasto problema?
La primera respuesta, que frecuentemente se oye, apunta al tema de
capacitar adecuadamente a esa población semicalificada o no calificada.
Cuando usamos la palabra adecuadamente, nos queremos referir, no sólo
a la conveniencia de proporcionar una educación básica satisfactoria, sino
que estimamos necesario ampliarla hasta el nivel superior o técnico para
permitir que se obtenga un ingreso satisfactorio, suficiente para cubrir las
necesidades básicas y acceder a la clase media. Enfatizamos, sobre todo, la
necesidad de una adecuada formación en valores morales que incluya los

219
Luis Rivero. Fondo de estabilización macroeconómica. Banco Central de Venezuela. Caracas, 2001. Este
libro recoge los planteamientos de un grupo de expertos venezolanos y extranjeros sobre el establecimiento
del último Fondo de Estabilización que se a propuesto y aprobado en Congreso Venezolano.

307
ordenados al buen funcionamiento de la economía y la estabilidad política
del país. Todavía más, la educación que se requiere exige integrar, junto con
la preparación académica, la formación en los oficios y en las tecnologías más
necesarias y actualizadas que permitan elevar los niveles de productividad y
operar eficientemente frente a la competencia extranjera, tal como se explicó
en el capítulo VI relativo a la educación sectorial.
Sin embargo, capacitar a la mayoría de la población toma mucho
tiempo. Por lo tanto, se precisa encontrar fuentes adicionales de empleo
que permitan a la generación actual, no solamente sobrevivir, sino, en la
medida de lo posible, también prosperar.
Sin duda, en el grado en que se contribuya a “formalizar” y a ayudar a la
economía informal y se amplíe la actividad petrolera, en la medida en que
se supriman las causas de la fuga de capitales y se superen otras dificultades,
como la sobrevaluación del bolívar, se irán disminuyendo apreciablemente,
el desempleo y la pobreza. No obstante, la posibilidad de que persista la
insuficiencia relativa de inversiones nacionales, subsistiría, de todos modos,
la necesidad de las inversiones extranjeras. Por eso pensamos, como muchos
otros economistas, que conviene facilitar la inversión extranjera para ampliar,
cuanto sea posible, las fuentes de empleo que permitan absorber al menos
parte de la población excedente. Sin embargo, hay que considerar con de-
tenimiento qué inversión extranjera conviene y cómo se comportaría.

COMPORTAMIENTO DE LA INVERSIÓN EXTRANJERA


Para ilustrar la importancia y también las limitaciones de la inversión
extranjera, podemos utilizar como ejemplo el esfuerzo que hizo México
al integrarse económicamente con los Estados Unidos de Norte América
y Canadá. En esa integración, los mexicanos tenían la ventaja de que los
salarios de sus trabajadores de baja calificación eran mucho menores que los
de los trabajadores no calificados de los Estados Unidos, razón por la que
podían producir más baratas aquellas cosas que requerían de más mano de
obra de baja calificación. Esto hizo que muchas empresas norteamericanas
emigraran de los Estados Unidos para reinstalarse en México o que crearan
nuevas y adicionales plantas de producción en este último país. Desde los
Estados Unidos o desde otros países, se enviaban a México los insumos o
las materias primas necesarias. Los productos así fabricados en México se
vendían en Estados Unidos y Canadá sin pagar impuestos de aduana, de
modo que podían competir, con ventaja, con los productos de otros países,
los cuales sí debían pagar impuestos de aduana para ingresar al mercado
norteamericano.
Este plan marchó magníficamente al comienzo. Numerosas empresas
norteamericanas se instalaron rápidamente en el norte de México, cerca de la
frontera con los Estados Unidos y esas empresas, a las que se les llamó “ma-
quiladoras”, contrataron a miles de mexicanos. Hubo un rápido crecimiento
308
de las exportaciones mexicanas hacia los Estados Unidos y Canadá e inclusive
un aumento de los salarios de los trabajadores de esas maquiladoras.
Sin embargo, después de diez años de estar operando este acuerdo,
su experiencia arroja dudas sobre la efectividad de programas como ese
para reducir consistentemente la pobreza mediante el empleo estable de la
mano de obra no calificada. Por esa razón, aun cuando en esos 10 años se
dio trabajo a 8 millones de mexicanos, estos sólo representaron 46,6% del
aumento de la población que se incorporó a la fuerza de trabajo del país. Es
decir, que esos 8 millones de nuevos empleos ni siquiera alcanzaron a cubrir
la totalidad de los trabajadores que buscan empleo por primera vez.
Tal como lo hemos afirmado en los primeros capítulos de este estudio, el
incremento de ingresos generado por los aumentos de la producción debidos
a mayor eficiencia o productividad, beneficia en mayor medida a los secto-
res más escasos, es decir, a los profesionales, los técnicos, los dueños de las
empresas y de los capitales; pero, el resto de la población, solamente puede
aspirar a aumentos en el número de los empleos, pero no de los salarios.
De acuerdo con el balance de las ventajas y desventajas que presentó el
acuerdo de México con Estados Unidos y Canadá en sus primeros 10 años,
según el análisis que presenta Klaus Vathroeder, director del Centro Gumilla;
la mayor parte de los productos objeto de las exportaciones mexicanas, se
elaboraron con insumos o partes importadas, de modo tal que los insumos
mexicanos apenas representaron el 3% del total, y si se le suma los salarios
de la mano de obra mexicana, el valor agregado por México alcanza solo a
17% del valor de lo exportado. También ocurrió que la industria nacional
que adquiría insumos en el país por el 90% del valor del producto, hoy
importa muchos insumos y esa proporción decayó al 40% de partes o
insumos nacionales.
El acuerdo creó algunos centros o empresas prósperas. Estos centros de
alta productividad, que en economía se llaman “enclaves”, son pocos y no
ofrecieron empleo suficiente, ni están en camino de ofrecer más fuentes de
trabajo. Entre la gran mayoría de los trabajadores mexicanos, continúan
sobrando los no calificados o semicalificados. Se entiende entonces lo que
afirma en su artículo Klaus Vathroder: que en esos 10 años, México vio au-
mentada la productividad en un 53%, pero los salarios no se han beneficiado
con aumentos de ese rango, sino que más bien se han visto afectados (por
la inflación) a tal punto que el salario real es 36% menor que al comienzo
del período referido220.
Hoy en día, no sólo se ha paralizado la instalación de nuevas empresas
maquiladoras en México, sino que se han venido reduciendo las existentes,
tal como lo ha revelado el ministro mexicano del ramo. En la práctica, el

220
Las cifras han sido tomadas de: Vathroder, Klauss. (2004, mayo). Éxito o Fracaso del Tratado de
Libre Comercio de las Américas del Norte (TLCAN). Revista SIC.

309
acuerdo de integración con los Estados Unidos (ALCA) ni siquiera está en
camino de absorber ni significativa ni consistentemente la gran oferta de
trabajadores no calificados mexicanos; por el contrario, aquellos que lograron
algún acomodo al principio, están ahora siendo despedidos de sus puestos,
ya sea por reducción de la producción o por el cierre de las plantas.
¿Qué es lo que ha ocurrido? Ha ocurrido un hecho que afecta no sola-
mente a México sino que puede afectar a todos los demás países de América
Latina que hagan acuerdos similares con los Estados Unidos. Ocurre que
las empresas norteamericanas, por las mismas razones que fueron a México,
prefieren ahora producir en China o en otros países asiáticos, donde la mano
de obra es aún más barata y en muchos casos también más eficiente, que la
que pudieron encontrar en México. De modo que la lógica inexorable de la
economía de mercado, los lleva a desplazar la producción hacia esos otros
países. Tan barato debe ser producir en países como China, que, aun cuando
las mercancías allí producidas pagan impuestos de aduana para ingresar en
los Estados Unidos y mayores fletes, eso no impide que resulten más baratas
que las mercancías producidas por las empresas maquiladoras mexicanas.
En consecuencia, se sugiere estudiar cuidadosamente la manera de asegu-
rarnos, lo más que podamos de que la inversión extranjera, efectivamente,
proporcione trabajo a los más pobres221.
Por otra parte, si todos los países de América Latina firmaran un acuer-
do de integración con los Estados Unidos. En lo que respecta a la super
abundancia de trabajo no calificado, parece fácil predecir que una gran
porción de estos trabajadores no tendrían posibilidades de obtener empleo.
Cabe preguntarse, suponiendo que no existiese la competencia de la mano
de obra asiática, habría en Estados Unidos y Canadá tantas empresas que
requirieran mano de obra no calificada como para que pudieran ofrecerle
empleo a los millones de trabajadores no calificados que abundan en nues-
tros países. Hay que tener presente que la producción moderna demanda
cada vez mayores niveles de preparación superior en los trabajadores, de
modo que la mano de obra no calificada será menos necesaria a medida
que avance este siglo XXI222.

221
Ver. Foreign Policy (sep.-oct., 2002) presenta un debate sobre si existen o no beneficios para México
con ocasión de la firma del acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá.
222
Por otra parte, el sector empresarial y profesional latinoamericano es probable que se vea afectado
por el acuerdo de integración con Estados Unidos, particularmente cuando están muy protegidos de
la competencia extranjera como ocurre en Brasil. Sin embargo, es perfectamente posible que de una
u otra manera sobrevivan en la competencia con las empresas norteamericanas. Algunas quebrarán,
otras serán vendidas a extranjeros, otras se fusionarán, pero en todo caso, en un breve plazo esas élites
empresariales y esos profesionales encontrarán algún lugar donde operar con éxito y contribuirán con
los extranjeros a incrementar la productividad y la producción total del país. Prueba de ello es que la
mayoría de los inmigrantes cubanos que llegaron a Estados Unidos, a fines de los 50 y durante los 60,
con ocasión de la revolución castrista en Cuba, arribaron a ese país sin un centavo. Sin embargo, no

310
Por todas esas razones, la solución que parece imponerse, en la práctica,
consiste en acelerar el proceso de capacitación de la población (Véase los
capítulos III, IV, V, y VI) pero, mientras efectivamente esto se logra, esta
población sobrevivirá en la economía informal, por lo que se hace imperativa
la creación de políticas activas para mejorar la productividad, los salarios de
la economía informal y asegurar su desarrollo y progresiva transformación.
Además, el resto de la economía debe operar al máximo de su capacidad, de
modo tal que los buhoneros, los cuidadores de automóviles, los empleados del
servicio doméstico, los que prestan servicios en las barriadas marginales a otros
marginales en su condición de mecánicos, albañiles, carpinteros o costureras,
encuentren empleo con una mejor remuneración. Hasta ahora, esta forma de
sobrevivir en el sector informal es lo que se ha llamado el trickle-down.
Por el contrario, si la producción de la economía formal no alcanza su
máximo posible, sino que más bien se contrae y entra en etapas recesivas,
la posibilidad de que los buhoneros encuentren quienes les compren lo que
venden, y de que los trabajadores no calificados encuentren ocupación, re-
sulta limitada y, así, se agudizará aún más su pobreza. Por lo tanto, además
de aliviar la pobreza por otros medios, es absolutamente necesario que la
economía formal opere al máximo posible de su capacidad productiva.

OTRAS ALTERNATIVAS DE GENERACIÓN DE EMPLEO


Sin embargo, como proporcionar empleo a esa enorme población es
algo de carácter ineludible, se impone considerar otras posibles alternativas
para resolver el problema del desempleo. Es muy probable que convenga
incluir el estudio de una integración latinoamericana, previa a la integración
con los Estados Unidos y con el resto del mundo.
Efectivamente, si América Latina o al menos Sudamérica, se uniese en
un mercado común o una unión aduanera similar a la que han logrado los
países europeos, cabría la posibilidad de que nuestros países alcanzaran un
alto grado de autosuficiencia, por cuanto en nuestro territorio existen todos
los recursos naturales necesarios para producir. Lo que le falta a uno de
nuestros países lo tiene algún otro. Y la posibilidad de que surjan inversiones
para producir lo necesario se explica por el hecho de que, si se otorga una
protección “inteligente” contra la competencia extranjera a los productores
que fabriquen en nuestros países, las empresas extranjeras que actualmente
tienen un mercado para sus productos en América Latina, tratarían de
establecerse en nuestro continente a fin de evitar que alguna otra empresa
de su competencia se les adelante y les tome el mercado latinoamericano.
Si bien el tamaño del mercado latinoamericano no es tan atractivo como
el de los grandes países desarrollados, es de todos modos, suficientemente

sólo sobrevivieron sino que en menos de 20 años alcanzaron el nivel de vida promedio de las familias

311
interesante como para establecer en él plantas, fábricas o empresas de servicio
que hoy no existen en nuestros países y lo tendrían como mercado cautivo.
Esas mismas fábricas o servicios necesitan insumos, equipos, maquinarias y
nuevos servicios cuya producción hará posible la ampliación del mercado y
de nuevas oportunidades de invertir con mayor eficiencia.
Tal hecho, junto con las otras condiciones que conviene satisfacer para
que los inversionistas se interesen por invertir en un mercado integrado de
América Latina, podría provocar un gran volumen de inversión que permi-
tiría profundizar la capacidad de producir bienes que obliguen a la creación
de nuevas empresas y a abrir más fuentes de empleo.
Además, una integración latinoamericana como la que aquí se propone
requerirá, y en consecuencia promoverá por distintos medios (inclusive
por el sistema de concesiones) una cuantiosa inversión en infraestructura
tal como carreteras, puertos, aeropuertos, ferrocarriles, etc. aumentando
significativamente o por millones las fuentes de empleos.
La ampliación del mercado haría viable las posibilidades de fabricar, a
bajo costo, muchísimas cosas que actualmente son imposibles de producir,
a costos razonables, en nuestros países aisladamente o en nuestros mercados
subregionales imperfectos como el Pacto Andino o Mercosur. También,
probablemente, permitirían abrir fuentes de empleo de una manera mucho
más rápida. Además, esta diversificación y crecimiento de las actividades
productivas haría posible que se abran oportunidades de aprendizaje de los
muy diversos y modernos oficios que se requieren en el mundo actual.
Sin embargo, son muy conocidos los peligros y las limitaciones de
proteger excesivamente la producción mediante aumentos en los impuestos
de aduana o de cualquier otra medida que dificulten la competencia de los
países extranjeros. Si bien esa protección asegura un desarrollo rápido de
las industrias y de cualquier otra actividad mercantil, también ocurre que
lo hace a costos altos y dificulta competir con los países del exterior. Por
lo pronto, los insumos producidos en nuestra región serían más costosos.
Además, pasados algunos años, al profundizar y avanzar en la sustitución de
productos importados por productos nacionales, ocurrirá que no se podrá
aumentar aún más la producción sin que los costos y los precios se hagan
tan altos que sean absolutamente inaceptables para el consumidor y por otra
parte, alejan aún más la posibilidad de exportar. Cosa que es absolutamente
necesaria para obtener los dólares y divisas con los cuales importar aquellos
bienes que no se produzcan o no puedan producirse en nuestros países a
un costo aceptable y terminar integrándonos con otros países o con el resto
del mundo a través de la globalización.
Pero aún así, conviene impulsar la integración latinoamericana para
ofrecer oportunidades de inversiones que den empleo a esa enorme pobla-
ción excedente y, al mismo tiempo, no presenten los inconvenientes de una
alta protección para los productos que se fabriquen en nuestros países, tal
312
como lo ha logrado la Unión Europea al proteger su producción sin perder
capacidad competitiva frente al resto del mundo. Habría que estudiar el
nivel y las condiciones proteccionistas que nos convienen. Esto es lo que
supone una sustitución inteligente y si logramos acelerar tal tipo de inte-
gración, tendremos la que sin duda, ofrece una apertura mayor de fuentes
de empleos para trabajadores no calificados.
También, convendría estudiar la posibilidad de asegurar que pasado
cierto tiempo, se establezca de antemano el compromiso a fecha cierta de
integrarnos con los Estados Unidos o con otros de los acuerdos de integración
que existan, es decir, ampliar nuestra capacidad de apertura al comercio con
el resto del mundo. La integración previa de América Latina nos propor-
cionaría un más rápido aumento del nivel de empleo y nos prepararía para
dar los siguientes pasos en la apertura al comercio exterior, sobre todo, si la
actual generación y las siguientes se educan y capacitan como se ha explicado
en la primera parte de este estudio.
Sin duda lo que aquí se propone no es fácil, ni siquiera lo es el objetivo de
la integración previa con Sudamérica. Lo realmente probable es que resulte
más fácil integrarnos con Estados Unidos223. Sin embargo, es conveniente
insistir en abrirnos a la posibilidad de estudiar fórmulas innovadoras que
nos permitan ofrecer el mayor número posible de fuentes de empleo a las
mayorías pobres de América Latina. Quizás el primer enemigo a vencer sea
nuestra tradicional desconfianza en nuestra propia capacidad creativa.
Y esa desconfianza tiene poco fundamento, pues en verdad, con ella o
sin ella, necesitamos ser innovadores. Nuestra común realidad económica,
lingüística y cultural nos hace diferentes en ciertos aspectos y justifican la
búsqueda de fórmulas propias y aún en el caso de que las fórmulas ajenas
puedan seguir siendo las más útiles, al menos debemos crear nuestros propios
mecanismos de adaptación a nuestro medio. En fin, lo que se propone es
no temer el intento.

PROMOCIÓN DE LAS EXPORTACIONES NO TRADICIONALES

Priorizar las exportaciones


La preocupación por aumentar y diversificar las exportaciones es cí-
clica en Venezuela. En los momentos en los que los ingresos petroleros
se hacen insuficientes, resurge con fuerza la necesidad de incrementar las
exportaciones en otras áreas. Así fue como a principios de los años sesenta

223
En todo caso, es necesario observar que, si terminamos integrándonos con Estados Unidos y regiones
como la Comunidad Europea, no lo hagamos sin integrarnos al mismo tiempo nosotros mismos. Si dismi-
nuimos o elimináramos los aranceles a Estados Unidos, debemos hacerlo también entre nosotros mismos.
Si no lo hacemos así, nos convertiríamos en países que nos separamos cada vez más unos de los otros y nos
hacemos más débiles frente a los países desarrollados con quienes nos integraremos.

313
se suscribe el acuerdo de integración latinoamericano (ALAC) y, en los
años setenta, el Pacto Andino. También por esa razón, en el Instituto de
Comercio Exterior y en algunos servicios conexos, para ayudar al desarrollo
de las exportaciones se actúa más intensamente. Sin embargo, cuando los
ingresos petroleros aumentan de nuevo, como ocurrió a mediados de los
años 70, entonces se olvida la necesidad de desarrollar el resto de las expor-
taciones no petroleras. Esto es tan cierto, que se tolera, sin resistencia, que
el bolívar se sobrevalúe.
Por ejemplo, en Venezuela se le ha dado preferencia, desde los primeros
años del siglo XXI, a la estabilización del tipo de cambio para disminuir la
inflación. Si el bolívar no se devalúa, o se devalúa poco, no aumentarán los
precios de los productos importados y se atenúa la inflación. Pero, si bien
es cierto que el crecimiento de los precios no ha sido tan alto, sí ha conti-
nuado la inflación interna, la cual incrementa el costo de los productores
nacionales y afecta seriamente a las empresas de exportación. Esta tendencia
a la estabilización o anclaje del tipo de cambio, demuestra que las expor-
taciones distintas del petróleo dejan de ser prioritarias para el país, cuando
los precios de éste van en alza.
Por eso, y aun reconociendo que el desarrollo del petróleo puede generar
una mayor rentabilidad, hay también que tener como propósito estable la
necesidad de desarrollar otras exportaciones, aun cuando éstas tengan una
rentabilidad más baja. Es de notar, que cuando existan fondos disponibles
para invertir, éstos pueden destinarse a la promoción de esas otras expor-
taciones distintas del petróleo; ya que, al mismo tiempo, siempre podrá
contarse con la inversión extranjera en un sector tan atractivo y rendidor
como lo es el petrolero.
En todo caso es preciso que el país cobre conciencia de la importancia
de incrementar las fuentes de ingreso de divisas, amén de diversificarlas,
para aumentar así la estabilidad de esos ingresos. Si Alemania, que es capaz
de producir al año más que toda América Latina y los países del Caribe,
necesita aumentar y diversificar sus exportaciones participando del Mercado
Común Europeo y de otros acuerdos comerciales, con más razón Venezuela,
que dispone de un pequeño mercado, necesita prepararse para desarrollar y
diversificar sus exportaciones224.
Tal objetivo después del ataque a la pobreza y la correspondiente reforma
del Estado que ésta requiere, debe ser el segundo gran objetivo nacional.
En verdad, si se educa y capacita a la población, atacando simultáneamente
la pobreza, al tiempo que se incrementan y diversifican las exportaciones,
no hay razón para que ocurra la fuga de capitales; además, si se ataca la

224
Véase el World Development Indicators del año 2002 donde el PIB de Alemania produjo $ 2.063,7
millardos de dólares y fue superior al PIB de toda América Latina y el Caribe que produjo $ 1.895
millardos de dólares.

314
inseguridad personal y la sobrevaluación, la insuficiencia de inversiones
dejará de ser causa de pobreza: razón por la cual, si se educa a la población
y se realiza la respectiva reforma del Estado y el aumento y diversificación
de las exportaciones, se estaría suprimiendo o acabando con las principales
causas de la pobreza.
Por eso, y aun reconociendo que el desarrollo del petróleo puede generar
una mayor rentabilidad, hay también que tener como propósito estable la
necesidad de desarrollar otras exportaciones, aun cuando éstas tengan una
rentabilidad más baja. Es de notar, que cuando existan fondos disponibles
para invertir, estos pueden destinarse a la promoción de esas otras expor-
taciones distintas del petróleo, ya que al mismo tiempo, siempre podrá
contarse con la inversión extranjera en un sector tan atractivo y rendidor
como lo es el petrolero.
En todo caso es preciso que el país cobre conciencia de la importancia
de incrementar las fuentes de ingreso de divisas, amén de diversificarlas,
para aumentar así la estabilidad de esos ingresos. Éste, después del ataque a
la pobreza y la correspondiente reforma del Estado que ésta requiere, debe
ser el segundo gran objetivo nacional. En verdad, si se educa y capacita a la
población, atacando simultáneamente la pobreza al tiempo que se incremen-
tan y diversifican las exportaciones, no hay razón para que ocurra la fuga de
capitales y si además, se ataca la inseguridad personal y la sobrevaluación,
la insuficiencia de inversiones dejará de ser causa de pobreza; razón por la
cual, si se educa a la población y se realiza la respectiva reforma del Estado
y el aumento y diversificación de las exportaciones, se estaría suprimiendo
o acabando con las principales causas de la pobreza.
Por otra parte, no basta que el Gobierno, los partidos y los empresarios
reconozcan la prioridad de exportar, se necesita que todo el país tome con-
ciencia de ello. En este mundo globalizado, en el que se plantea la “economía
abierta”, las empresas que exportan deben competir con sus productos en
todo el mundo, y las que no exportan, de todos modos han de competir
con los productos importados. Por eso ambas necesitan que el transporte
y los caminos por donde transitan sus productos dentro del país se acorten
cada vez más para que esos costos sean cada vez más bajos; pues ninguna
empresa compite por sí sola, sino, que requiere que sus trabajadores sean
más eficientes y por lo tanto, exige que el sistema educativo del país eleve su
calidad constantemente, y que igual cosa ocurra con la seguridad personal,
la salud, la justicia, los demás servicios públicos, la legislación, la política
y la moral. Se necesita que todo el entorno ayude a abaratar y a perfeccio-
nar la calidad de las materias primas nacionales, la calidad de la mano de
obra local y la calidad de toda la infraestructura y los servicios internos. La
competencia exterior hace que no sea la empresa aislada la que compita,
sino todo el país. El buen funcionamiento de todo el sistema económico

315
influye poderosamente en nuestra capacidad competitiva. Por eso se dice
que exportar es un “problema sistémico”.
A título de ejemplo se recuerda un incidente que ocurrió a fines de los
años 80. El presidente de una de las más importantes empresas textileras
comentó, que había perdido la posibilidad de exportar ropa a Italia por
cuanto su cliente en ese país desistió de telefonearle para negociar el pedido.
El sistema telefónico que existía en ese momento era muy ineficiente y no se
contaba con correos electrónicos. Todos recordamos que para poder lograr
una llamada telefónica había que intentarlo varias veces y en ocasiones sin
obtener ningún resultado.
Tal como lo hemos señalado, en la economía abierta o global, la compe-
tencia es “sistémica”: somos todos los que competimos y los éxitos y errores
de unos benefician o afectan a todos. En fin, es el sistema económico, social,
moral y político el que compite con el exterior, por lo tanto se precisa que
los ciudadanos tengan idea clara de que cada quien debe aumentar progre-
sivamente su propio nivel de excelencia y, con este propósito, se justifican
plenamente programas tales como los de “calidad total” y otros similares.
Todo puede contribuir a empeorar o mejorar el desarrollo de las expor-
taciones de un país. Por lo tanto, si se quieren priorizar las exportaciones
en Venezuela, el primer paso a dar es que todos los ciudadanos tomen
conciencia de la importancia del desarrollo de las exportaciones, lo que
será aún más importante en la medida en que se profundicen los acuerdos
de integración con América Latina, con toda América y con el resto del
mundo. De manera que cuando se pretenda emitir una Ley, construir una
autopista, comprar armas, o invertir en alguna otra cosa; hay que incluir
en el análisis el preguntarse: cuánto pueden ayudar o entorpecer tales me-
didas al desarrollo de las exportaciones. Esta priorización la proponemos,
aun cuando siempre se necesitará del gasto público en infraestructuras y
del desarrollo de empresas nacionales formales e informales que produzcan
para el mercado interno con miras a absorber el desempleo. La priorización
de la diversificación e incremento de las exportaciones, es difícil de lograr,
pero es imprescindible para reducir y acabar con los nefastos vaivenes en los
ingresos de divisas que desestabilizan la economía con las contracciones y
expansiones que dan pie a las devaluaciones. Tan sólo así, se eliminaría una
de las causas de la pobreza y una de las principales causas de la continua
fuga de capitales al exterior. Además, la diversificación e incremento de las
exportaciones aumenta el nivel de empleo.

Marco institucional para exportar


Por otra parte, existe algo más que nos ayuda a superar los obstáculos
señalados y nos permite comprender cabalmente la importancia de las
instituciones y de qué manera fortalecerlas. Examinemos lo que nos ense-
ñan los países del sudeste asiático, como: Corea del Sur, Taiwán, Singapur,
316
Hong Kong, Malasia, Japón, y otros. Estos países no sólo han aplicado con
eficacia las “políticas fundamentales” que le son inherentes a una “econo-
mía moderna de mercado”, sino que han utilizado también mecanismos e
instrumentos de intervención del Estado para corregir fallas o disfunciones
del mercado, y para desarrollar asombrosamente sus exportaciones. Estas
“intervenciones” han sido posibles mediante el empleo de instituciones
creadas ad hoc para hacer efectiva precisamente la intervención. Gracias a
ese modo de proceder, esos pueblos asiáticos han demostrado que es posible
superar la condición de subdesarrollo y alcanzar impresionantes niveles de
progreso en relativamente poco tiempo.
Sin embargo, el Banco Mundial considera que en América Latina no
están dadas las condiciones para que el desarrollo de las exportaciones pueda
hacerse mediante los mismos medios de intervención usados por los países
asiáticos. La razón es que en algunos países latinos ya han probado no ser
igual de eficientes a los asiáticos, pero, sobre todo, porque las instituciones
latinoamericanas son débiles en comparación a las de esos países asiáticos.
Por ejemplo, después de la última guerra mundial, las siderúrgicas
japonesas tuvieron dificultades para vender y exportar su acero. El carbón
producido en Japón, que necesitaban esas siderúrgicas, era muy costoso y
había que importarlo de otros países, ya que las minas japonesas de carbón
habían dejado de producir por causa de sus elevados costos. Todo ello en-
carecía el precio del hierro y del acero, y dejaba fuera de competencia a los
productores japoneses de máquinas-herramientas y a los astilleros. Ante esa
situación, el gobierno nipón creó una comisión mixta, compuesta por los
empresarios de todos los sectores involucrados y los técnicos del gobierno,
que se denominó: “Consejo para la Racionalización de la Industria”.
Este Consejo, tras minuciosos estudios y múltiples concertaciones, logró
un acuerdo entre todas las partes, según el cual, los industriales carboníferos
se comprometieron a invertir una cuantiosa suma para modernizar y au-
mentar la producción de carbón y reducir su costo y su precio. La industria
del acero se obligó a comprar el carbón japonés para asegurar, de ese modo,
que la inversión de los carboníferos fuese un buen negocio. Y así se logró
que el acero japonés se hiciera competitivo en los mercados exteriores, y
que los fabricantes de maquinarias y de construcciones navales japonesas
se comprometieran a su vez a comprar el acero japonés.
Adicionalmente, el Banco de Fomento del Japón se comprometió a
financiar a cada uno de esos sectores sus respectivas inversiones a tasas de
intereses un poco más bajas que las prevalecientes en el mercado. Esto es,
subsidió a esas empresas. Ese vasto acuerdo se cumplió cabalmente, lo que
dio paso a una enorme expansión en las inversiones, en la producción, en
el empleo y en las exportaciones. Hay que recalcar que la raíz del acuerdo,
su desarrollo y cumplimiento estuvo en la coordinación y cooperación del
gobierno con los empresarios privados.
317
El Banco Mundial se pregunta si, acuerdos como ese, podrán llevarse
a efecto con facilidad en los países de América Latina, pues se requiere: 1.
Gran capacidad técnica y de honradez en los funcionarios del gobierno; 2.
Gran eficiencia y capacidad de cumplimiento por parte de los inversionistas
privados; 3. “Credibilidad mutua entre todas las partes”, en el sentido de
que cada cual cumplirá su compromiso en los términos pautados; pues, si
una de las partes no cumple, ocasiona graves daños a todas las otras y hace
imposible lograr los objetivos del acuerdo225.
Sin embargo, a pesar de lo dicho por el Banco Mundial, es posible
fortalecer las instituciones; al menos aquellas que están vinculadas a las ex-
portaciones. El caso de Corea del Sur puede servirnos de ilustración no sólo
de cómo dar prioridad a las exportaciones, diversificarlas o incrementarlas,
sino que proporciona un medio que sirve para fortalecer las instituciones.
La primera de ellas consistió en la fijación de metas de exportación anua-
les, las cuales eran propuestas por las mismas empresas productoras. Esto es
como un plan de trabajo de todo el país en el que toca al gobierno cooperar
y facilitar el desarrollo de ese volumen de exportaciones. En la ejecución de
ese plan se comprometían no sólo las empresas mismas, sino los bancos que
aportaban financiamiento (y hasta los departamentos de investigación de
las universidades) y los gobiernos locales; inclusive los partidos políticos de
oposición, y cuantas otras entidades públicas existían, prestaban su apoyo
para asegurar el cumplimiento de las metas, de modo que todos cooperen
a fin de que los instrumentos elegidos para promover las exportaciones
funcionen correctamente.
La segunda institución consistió en una reunión mensual presidida
por el propio Presidente de Corea del Sur. Esa reunión equivalía a una del
gabinete ministerial, pero era exclusivamente referida al desarrollo de las
exportaciones. De modo que el Estado coreano trató el tema de las expor-
taciones como el de máxima importancia entre los asuntos públicos de ese
país y facilitaba el buen funcionamiento de las instituciones. A ese “gabinete
de exportaciones” asistían, no sólo los ministros del sector económico, sino
también los banqueros, los empresarios claves en el desarrollo de las expor-
taciones, las asociaciones exportadoras, etc.
De esa manera, bajo la responsabilidad y conducción directa del Presi-
dente de la Nación, con toda la influencia que él representaba, los exporta-
dores encontraban un apoyo sólido en el Estado para el cumplimiento de las
metas. En esas reuniones se trataba, principalmente, de hacer seguimiento al
plan de exportaciones y, en el caso de que no se estuviesen cumpliendo las
metas, se trataba de determinar quiénes eran los responsables y el por qué
y cómo superar los obstáculos. También las reuniones servían para tomar

225
El estado en un mundo en transformación. Informe sobre el Desarrollo Mundial. Banco Mundial
1997. Págs. 83 a 85.

318
decisiones en áreas distintas de la exportación propiamente dicha, pero que
podían repercutir en el cumplimiento de las metas de exportación.
Ambas instituciones jugaron un papel que sin duda alguna contribuyó
determinantemente al desarrollo económico y social de Corea del Sur226.
Y es de notar que instituciones, comisiones o subcomisiones más o menos
similares se han creado en todos los países del Asia que han salido, o están
saliendo, del subdesarrollo.
El desarrollo de las exportaciones no depende sólo del buen uso de
los múltiples instrumentos de que se dispone para estimularlas, como lo
son las políticas para promover la innovación y la difusión tecnológica, las
redes de comercialización y la reconstrucción de los encadenamientos de
las actividades exportadoras con el resto de las empresas productivas del
país. Tampoco depende del simple establecimiento de tipos de cambio
competitivos, ni de las negociaciones internacionales para abrir mercados
o de la eliminación de trámites excesivos. Tampoco es suficiente con luchar
por obtener ventajas en instituciones como la Organización Mundial de
Comercio (OMC), ni con tomar medidas de fomento a la exportación como
la eliminación de impuestos a los insumos importados por los exportadores,
ni de la facilidad para obtener informaciones cruciales, ni de los subsidios,
ni de la integración económica, ni de las zonas francas y los otros muchos
instrumentos y medios que pueden ser útiles para exportar227. En verdad,
todos esos instrumentos y arbitrios son convenientes y necesarios, pero se
requiere por encima de todos ellos, de instituciones que aseguren su buen
funcionamiento y sobre todo, que aseguren el cumplimiento de las metas
de exportación establecidas.
Quizás en Venezuela una gran dificultad que se presente para un pro-
yecto similar, que no se toma en cuenta en nuestros estudios económicos,
consista en la desconfianza que existe entre los funcionarios que trabajan
en el sector público y los del mundo empresarial. Muchos políticos y buró-
cratas de profesión piensan que los empresarios son unos desalmados que
sólo persiguen su interés egoísta y tratan de hacer ganancias sin importarles
el bien común. Por lo tanto, es preciso tenerlos bajo control y a ese efecto,
los técnicos de la burocracia oficial son propensos a establecer todo tipo
de regulaciones y controles, supuestamente para asegurar la protección del
interés común.
Por otra parte, para la mayoría de los empresarios, el Estado es como
un enemigo, que en vez de ayudarles obstaculiza su trabajo y el desarrollo
de sus empresas. No pocos piensan que los funcionarios del sector público

226
Korea’s competitive EDGE. Yung Whee Rhee, Bruce Ross-Larson y Gary Pursell, a World Bank
Research Publication. The John Hopkins University Press. 1984.
227
Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina. (2000, diciembre). Agenda
económica, Cepal, Tomo III, Cáp. 3.

319
son, en gran número, corruptos predispuestos a exigir o recibir cualquier
soborno o, cuando menos, sólo preocupados por su popularidad y prota-
gonismo político.
En consecuencia, es preciso que la promoción de las exportaciones y
cualquier otra actividad productiva, se acompañe de vínculos institucionales
entre ambos sectores para propiciar la cooperación y el acercamiento entre
ellos. Estos acercamientos permitirían un mayor conocimiento entre las par-
tes y sus intereses mutuos y también ayudarían a apreciar los valores mutuos,
así como a evitar enfrentamientos y suspicacias. Tales entendimientos son un
hecho común en los países del sudeste asiático, y se consideran absolutamente
indispensables para el desarrollo y diversificación de las exportaciones.
Para el caso de Venezuela, lograr lo equivalente es indispensable para en-
frentar con éxito los problemas que acarrea la sobrevaluación del bolívar, los
desequilibrios presupuestarios, reducir las excesivas regulaciones y trámites
burocráticos y bancarios, y acabar con el incumplimiento de los acuerdos
internacionales que dificultan los avances en los procesos de integración,
y todos aquellos otros obstáculos que constantemente minan el desarrollo
de nuestra producción y exportación. Pero de una manera especial, es pre-
ciso lograr que exista un equipo técnico del Estado, que esté directamente
vinculado a las exportaciones y logre estar tan alejado como estuvieron las
petroleras de la injerencia política.

LÍNEAS GENERALES DE LA POLÍTICA PETROLERA DE EQUILIBRIO


En Venezuela se han hecho numerosos esfuerzos por aumentar y diversifi-
car las exportaciones. Sin embargo, el petróleo y sus productos refinados han
sido los que han constituido el principalísimo renglón de exportación desde
el decenio de 1930 y han mantenido su importancia hasta el día de hoy.
Las razones que han justificado la preferencia por el desarrollo del sector
petrolero son fundamentalmente dos. En primer lugar, la diferencia entre
el costo de producción de un barril de petróleo y su precio de venta es muy
apreciable, más que la de otros muchos posibles productos de exportación.
De modo tal que, aun cuando bajen los precios de venta del petróleo, el
negocio es tan bueno que seguirá produciéndole ingresos al fisco y ganancias
a la empresa. En segundo lugar, el sector petrolero es la actividad econó-
mica que cuenta con un mayor número de personas preparadas para ella,
así como de expertos y analistas que no sólo operan dentro de la empresa
petrolera sino también fuera de ella; en la administración pública o en la
actividad privada. De modo que cuando se trata de desarrollar e incremen-
tar las exportaciones, bien sea invirtiendo las ganancias de la industria o
bien estimulando a otros para que inviertan, el petróleo tiende a ocupar el
lugar principal en el planteamiento de exportar. No existen en el país otras
actividades que generen una renta tan alta como la petrolera y que cuenten
con un numeroso personal competente e idóneo para su desarrollo.
320
Por otra parte, es conveniente detenerse a examinar un hecho funda-
mental que ha afectado a toda la historia petrolera de Venezuela. En nuestro
país hay dos posiciones extremas ante las políticas que se han aplicado en la
práctica para producir y exportar el petróleo. Comencemos por describir,
brevemente, la primera de ellas, que podemos denominar tendencia “Nacio-
nalista-Reivindicativa”. Esta es la tendencia que en sus comienzos, se había
preocupado porque el Estado venezolano tuviese la mayor participación
posible en las ganancias que del petróleo obtenían las empresas concesio-
narias extranjeras y, también, por lograr un “precio justo” para el petróleo
exportado. Originalmente esta tendencia le daba mucha importancia al nivel
de reservas petroleras del país, pues se creía que el petróleo se haría cada vez
más escaso y subiría de precio y precisamente por esa razón, se pretendía
reducir la producción para hacer subir el precio. Así, se economizarían las
reservas petroleras y, al mismo tiempo, se hacían subir los precios de expor-
tación y los ingresos del Estado venezolano.
Para lograr ese objetivo, se promovió la creación de la Organización
de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en el decenio de 1960, en
asociación con otros países petroleros exportadores con el fin de lograr
precios más altos mediante el control de la cantidad producida por cada
uno de sus socios.
En segundo lugar, esta corriente procura que el Estado incremente su
injerencia en el negocio petrolero, a tal punto, que se logró la nacionalización
de las empresas petroleras concesionarias, lo que se alcanzó durante los años
70, con lo cual el Estado se constituyó en el único dueño de la actividad.
De esta forma se pretendía maximizar las ganancias obtenidas por el Estado
y provenientes del petróleo. Por esas razones, los opositores a esa tendencia,
la califican de Petro-Estado228.
En los años noventa esta tendencia ha sufrido una modificación. Los
ingresos petroleros per cápita tendían a la baja y el país decidió abrirse a
la inversión extranjera. Y esto lo hizo mediante fórmulas que manejan la
figura de “asociaciones estratégicas” y los “convenios operativos” con em-
presas transnacionales que inviertan lo que el Estado, por sí solo, no puede
aportar y permitan ampliar y desarrollar la actividad petrolera y obtener
mejor tecnología.
La otra tendencia consiste en la “apertura” total del mercado petrolero.
Esta tendencia no tiene su preocupación principal en el precio de venta sino
en aumentar la capacidad de exportación de la industria, pues habiendo
sido Venezuela el país proveedor del 14% del total mundialmente expor-
tado en 1960, en el año 2003 apenas si se logra exportar el 3,6% del total

228
Para un breve estudio sobre las posiciones asumidas frente al petróleo véase: Baptista, Asdrubal y
Mommer, Bernard. (1999). El petróleo en el pensamiento político venezolano. Caracas: IESA.

321
mundial229. Se ha perdido, entonces, una importante cuota de exportación
a los mercados mundiales la cual ha sido tomada por otros países, todo ello,
más que por la nacionalización de la industria petrolera, por causa de seguir
las políticas de reducción de la producción impuestas por la OPEP.
Esta segunda tendencia no se preocupa por la conservación de las re-
servas petroleras, sino, en todo caso, por aumentarlas mediante la continua
inversión en exploración. Además, esta postura viene acompañada por la
creencia de que, en las venideras décadas, aparecerán nuevos medios de
producción de energía que sustituirán al petróleo. De tal manera hay que
aprovechar el momento actual para obtener las ventas máximas posibles de
nuestras reservas petroleras. Como consecuencia de lo anterior, esta tendencia
propicia el retiro de Venezuela de la OPEP o al menos, el no cumplimiento
de los límites a la producción, para alcanzar cuotas mayores en los merca-
dos de importación de petróleo. Adicionalmente, considera irrelevante la
propiedad estatal de toda la actividad petrolera. Por consiguiente, propone
un proceso de privatización de la industria petrolera.
Sin embargo, es importante destacar que el problema que nos ocupa
no es sólo de exportar más petróleo, sino de incrementar la exportación
global del país mediante la diversificación de las exportaciones. Además, se
trata de que las exportaciones ayuden a generar nuevas fuentes de empleo
y a expandir el número de los actuales contribuyentes al fisco nacional.
Consideradas las dos posiciones extremas reseñadas, se proponen como las
más convenientes para el país las siguientes políticas.

Recuperación del mercado de exportación petrolera


A nuestro juicio fue un error haber perdido la participación que el país
ya tenía en el mercado de exportación mundial de petróleo. Venezuela llegó
a ocupar el primer lugar como exportador mundial, pero hoy apenas ocupa
el 4to lugar en ese mercado. Si nos referimos solamente a Estados Unidos
sus importaciones actuales de petróleo provienen en un 50% del Golfo
Pérsico, especialmente de Arabia Saudita; otro 15% proviene del Canadá
y el 35% restante del área de América Latina y el Caribe. A mediados del
2006 la situación ha cambiado. El principal exportador a Estados Unidos
es Canadá, le sigue México y en tercer y cuarto lugar están Arabia Saudita
y Venezuela, Nigeria vendría a ser el quinto exportador. Es preciso, por lo
tanto, que Venezuela encuentre la manera de recuperar su nivel anterior de
exportaciones para dinamizar su economía, incrementar sus ingresos y abrir
mayores fuentes de trabajo en el país.
De acuerdo con Ramón Espinaza, quien fuera economista jefe de Pdvsa
y actualmente se desempeña en el Banco Interamericano de Desarrollo, Es-

229
Sosa Pietro, Andrés. (2002). Venezuela y el petróleo. Caracas: La Galaxia.

322
tados Unidos se ha visto obligado a triplicar sus importaciones de petróleo
en los últimos 15 años del siglo XX, hecho que se debe a la disminución de
su producción y al aumento de su consumo. Actualmente Estados Unidos
importa alrededor de once millones de barriles diarios y se presume que en
los venideros 20 años duplicará esas importaciones si se mantiene la actual
tendencia de crecimiento.
Entre las circunstancias que podrían ayudar a aumentar la exportación
venezolana de petróleo a Estados Unidos está la suscripción de un acuerdo
de Integración Energética Hemisférica (Norte, Centro y Sur América). Según
Espinaza, con ello todos saldríamos ganando, pues el petróleo importado por
Estados Unidos de otras áreas del mundo representa, para ese país, una fuente
más insegura. Por el contrario, en América Latina, tradicionalmente Estados
Unidos ha gozado de una gran seguridad de aprovisionamiento, lo cual ha
quedado demostrado con las guerras mundiales y otras circunstancias. Aun
cuando es preciso añadir, que en la actualidad, el hecho de que el presidente
Hugo Chávez considere a Estados Unidos como el enemigo principal de la re-
volución, influye en que se esté tratando de sustituir ese mercado por otros.
Por otra parte es conveniente observar que Venezuela cuenta con cuan-
tiosas reservas petrolíferas y que son fundados los temores de que en un
futuro, el petróleo tenga sustitutos energéticos que nos obliguen a vender
menos a menores precios. Por lo tanto, la política de abrir la producción
petrolera para incrementar el total de barriles diarios exportados es válida.
En consecuencia, según la argumentación de Espinaza, si efectivamente,
América Latina logra vender a los Estados Unidos el 50% de lo que ese país
importa, eso supondría tener que multiplicar por dos veces y media la actual
producción, lo que implicaría un logro muy importante230.
Sin embargo, esta “apertura” a la inversión extranjera está siendo reverti-
da. En los años 2005 y 2006 el presidente Hugo Chávez alteró el proceso de
apertura y regresó a la tesis nacionalista reivindicativa de la propiedad y de las
ganancias que genera el petróleo: se exigió a las 32 empresas transnacionales
que tenían “Convenios Operativos” para producirle petróleo a Pdvsa que si
deseaban continuar operando en el país, debían convertirse forzosamente
a lo que se llama “empresas mixtas” o migrar. En estas empresas el Gobier-
no tiene la mayoría de las acciones o propiedad de las empresas y deben
pagar impuestos mayores desde entonces, pagan por regalía o impuesto de
explotación el 30% del valor del barril a boca del pozo. A este impuesto se
le aumenta un 3,33% más para totalizar 33,33%. Además, se establece en
50% el impuesto sobre la renta sobre las ganancias netas.
El hecho de que la mayoría de las empresas transnacionales aceptaran las
nuevas reglas se debe a que las ganancias han aumentado apreciablemente

230
Espinaza, Ramón. (2003, junio). Una Estrategia en la que todas las partes ganan. Revista SIC.

323
con el inesperado aumento de los precios del petróleo desde mediados del
primer quinquenio del siglo XXI. Por otra parte, las “asociaciones estraté-
gicas” de Pdvsa con transnacionales para explotar el “petróleo pesado” de la
Faja del Orinoco, subieron, en la práctica, la regalía del 16,66% a 33,33%
y el impuesto sobre la renta pasó del 34% al 50% de las ganancias netas.
En mayo del 2005 se anunciaba que la Asamblea Nacional proponía
al Gobierno asumir el control de las petroleras de la Faja del Orinoco,
pues, hasta ese momento la mayoría accionaria de las cuatro “asociaciones
estratégicas” estaba bajo el control de las transnacionales231. De modo que,
la nueva política del Estado venezolano tiende a asumir, de ser posible, la
totalidad de las acciones o propiedad de las empresas petroleras que operan
en el país232.
También es conveniente llamar la atención sobre un nuevo elemento en
la política petrolera de Venezuela. Los informes de Veneconomía ya obser-
vaban a mediados del 2005, que la meta que persigue la política petrolera
del presidente Chávez, no es únicamente la de obtener el máximo control
posible de las empresas petroleras y obtener el máximo de las ganancias
que éstas generen, sino “hacer de Pdvsa un instrumento para lograr las
metas internacionales, políticas, económicas y sociales de la Revolución
Bolivariana”.

Apertura petrolera para inversiones extranjeras


y nacionales privadas
De acuerdo con lo calculado por el economista Espinaza, multiplicar por
dos veces y media las exportaciones latinoamericanas de petróleo a Estados
Unidos, demandaría una inversión de doscientos mil millones de dólares
en toda América Latina y el Caribe en los próximos años. A Venezuela le
correspondería hacer, tal vez, la parte mayor de esa gigantesca inversión y
sin duda, la economía venezolana no está en condiciones de financiar tal
expansión petrolera. De modo que, si Venezuela quisiera incrementar su
producción y exportaciones, tendría, necesariamente que abrirle oportuni-
dades a la inversión extranjera además de la nacional y privada.
Por otra parte, no habría por qué limitarse a desarrollar las exportaciones
a los Estados Unidos, sino, también, al resto del hemisferio y al mundo. Tal
cosa obligaría a una apertura real frente a todos los países que consumen
petróleo y, por lo tanto, a las inversiones que provengan de esos países, así
como también a los inversionistas nacionales que puedan estar interesados
en participar en esos negocios. De modo que habría que pensar en incluir
también a los “fondos de capitalización individual” que se crearían a favor

231
Véase el diario El Nacional del 12 de mayo del 2005. Caracas.
232
Es de observar que, los convenios operativos y las asociaciones estratégicas estaban aportando más
del 40% de la producción total del país.

324
de los trabajadores venezolanos. Dichos fondos tendrían la oportunidad
de invertir en la adquisición de las acciones de las nuevas empresas que se
constituyan en el área del petróleo y de sus derivados.
Por otra parte, si el precio de nuestro petróleo baja, tal apertura nos
obligaría a flexibilizar las condiciones que se han de exigir a los inversionistas
privados extranjeros y nacionales y puede ocurrir que, por razones competiti-
vas con otros países petroleros, convenga reducir la regalía petrolera y, de igual
manera, algo similar podría ocurrir con la tasa del impuesto sobre la renta.
En general, la idea consiste en darle mayor flexibilidad a los términos de
las negociaciones para asegurar el crecimiento del sector petrolero y el de los
demás sectores conexos al petróleo, así como el de otras actividades distintas
a la del petróleo. Por esa razón, conviene comenzar a estudiar fórmulas para
ser incluidas en los acuerdos petroleros con cualquier tipo de inversionista
que permitan hacer fluctuar la regalía y los demás impuestos en función
de los precios petroleros. Fórmulas de esta naturaleza deberían considerar
la variación en los costos y de otras magnitudes que influyen o afectan las
ganancias de esas empresas.

Que se enriquezcan los ciudadanos antes que el Estado


Lo deseable es que sean los ciudadanos los que gocen y dispongan de
la riqueza nacional y no el Gobierno de turno. Esto quiere decir que lo
más conveniente al progreso general es que la renta de la riqueza minera
y petrolera del país, así como la de los otros muchos activos en manos del
Estado, estén en cabeza de cada habitante en lugar de ir a parar a las arcas
del Estado.
Sin embargo, con respecto a la renta que produzcan las acciones petro-
leras es preciso hacer un señalamiento sumamente importante. Si efectiva-
mente queremos darle prioridad a la solución del problema de la pobreza,
se estima que el primer objetivo para lograr resolver el problema, consiste
además de facilitar la creación de nuevas fuentes de empleo, en proporcionar
a los ciudadanos, particularmente a los más pobres, una formación que los
capacite para desempeñar un oficio productivo que les reporte lo suficiente
para superar la pobreza. Para lograrlo habría que invertir grandes cantida-
des de dinero que comprometerían la renta petrolera completa y hasta una
cantidad mayor si bajan los precios y los ingresos; se precisa que, al menos
por la presente generación, las rentas se destinen con prioridad a asegurar
el objetivo de educar y capacitar a todos los venezolanos que no puedan
hacerlo por sí mismos. Esta tarea supone, a lo largo del año, alimentar,
vestir, dotar de útiles escolares, financiar el doble turno escolar y costear las
tareas de los períodos de entretenimiento de fines de semana y durante las
vacaciones, tal como fue propuesto en el capítulo III.
La posibilidad de superar gran parte de la pobreza de manera casi
inmediata se debe a que el plan propuesto no solamente ayudaría a supe-
325
rar la pobreza capacitando a la presente generación, sino que eliminaría
o cuando menos aliviaría apreciablemente la pobreza de los padres y de
sus hijos, puesto que, tal como lo hemos expuesto, a los jefes de hogares
de los sectores más pobres del país únicamente les quedaría la carga de
dotar de un techo a los niños y jóvenes. El resto lo proporciona el Estado
mientras los niños y jóvenes asistan y cumplan con sus labores escolares
y el aprendizaje de oficios. Además, los adultos desocupados podrán ser
capacitados en las “escuelas sectoriales” en las que también se les propor-
cionaría alimentación.
Lo que se propone entonces es un “subsidio condicionado a la superación
de la pobreza en una generación”, por eso no es un gasto para consumir
sino que es una inversión que los economistas califican como “Inversión
en capital humano”, por cuanto, al igual que el capital físico, contribuye a
aumentar la productividad del país. Se entiende que una vez que se eduquen
y capaciten dejarán de ser pobres y no requerirán el subsidio propuesto. Y
los que por cualquier causa no se capaciten, se harán relativamente escasos
y se elevará por eso su salario tal como ocurre en los países industrializados.
Así, se crearía entre los pobres, casi de inmediato, una esperanza razonable
en un futuro mejor, lo que eliminaría los radicalismos políticos, suprimiendo
una de las causas importantes de la fuga de capitales. Si bien las rentas del
petróleo les corresponden a todos los venezolanos se trata de establecer una
especie de “impuesto por solidaridad” con los pobres del país.
De hecho, en situaciones normales, buena parte de la renta petrolera
del Estado la absorben los gastos en educación y salud; pero la idea que
sugerimos apunta a que, mediante el aumento de la eficiencia en el cobro de
los impuestos y en el uso de los recursos públicos se pueda, efectivamente,
aliviar la pobreza condicionando todo el subsidio a su superación.
En la medida en la que se vaya logrando superar la pobreza, podrán
irse liberando las rentas que genere el petróleo, y los venezolanos podrán
entonces destinarlas a aumentar su capacidad de ahorro y de inversión y de
contribuir a la apertura de fuentes de empleo y de crecimiento económico
del país. Sin embargo, como el objetivo del ahorro y la inversión no es el
de hacerlo hasta el momento de morir, sería razonable estudiar el estableci-
miento del número de años que se requieren para disponer de las rentas de
esos ahorros e inversiones y, también, del número de años que se requieren
para disponer libremente de las cantidades ahorradas e invertidas.

Destino de los ingresos petroleros extraordinarios


En Venezuela ha sido prácticamente imposible el buen funcionamiento
de un Fondo de Estabilización destinado a amortiguar los déficit causados
por las caídas en los precios de exportación del petróleo, con los ingresos
extraordinarios causados por los aumentos de esos precios. Por esa razón,
hemos propuesto corregir los efectos de las fluctuaciones de los ingresos
326
petroleros mediante el incremento diversificado de las exportaciones. Pero,
¿qué hacer con el exceso de ingresos petroleros cuando esto ocurra? Veamos
el uso que conviene darle.
En primer lugar el exceso de ingresos no petroleros es menos frecuente.
Además, la experiencia histórica indica que con la estructura social y política
del país, es muy difícil constituir fondos de estabilización de los ingresos
fiscales tal como el FIEM. Por lo tanto sugerimos, entre otras alternativas,
considerar la posibilidad de que cualquier exceso de ingreso de divisas que
genere la exportación petrolera se destine, con preferencia, a financiar y/o
subsidiar con bajos intereses la importación de equipos y maquinarias desti-
nadas a la inversión en actividades de exportación distintas del petróleo. De
ese modo se disminuye la posibilidad de inflación en el país y se aumenta
la capacidad de producción a fin de lograr la estabilización de los ingresos
fiscales y de divisas a través de la diversificación de las exportaciones.
En la medida en que se agote la demanda de créditos para comprar
equipos y maquinarias destinados a la producción para la exportación se
puede permitir la importación de equipos y maquinarias para fines distintos
de exportar. En todo caso, habrá que asegurarse de que no sean excluidos
la pequeña y mediana empresa y los microempresarios.
También, parte de esos fondos podrían usarse para incrementar los
programas de becas de estudios en el exterior, privilegiando su otorgamiento
a los docentes tanto de la educación formal de todos los niveles como a los
de la educación vocacional.
En fin, esta propuesta también tiene como propósito evitar que el exceso
de dinero sea gastado en el país, por cuanto no puede ser “absorbido” por
su economía sin causar inflación, y sea usado para ampliar la capacidad
productiva interna mediante la compra de equipos y maquinarias en el
exterior que se destinen, con preferencia, al desarrollo de las exportaciones
distintas del petróleo, y para pagar estudios en el exterior de los maestros
y profesores del país.
Sin embargo, si se privatiza el petróleo en cabeza de cada ciudadano
y se ha aplicado un impuesto transitorio por solidaridad para financiar la
educación de los pobres, aun así creemos que se justifica por vía de excep-
ción, inducir de alguna manera a los que perciban esas rentas petroleras para
financiar las importaciones de equipos y maquinarias y la formación de los
maestros y profesores en el exterior. Este financiamiento podría realizarse
a través de los bancos comerciales que recibirían el dinero de los Fondos
de Capitalización a bajos intereses para utilizarlos en el susodicho plan de
subsidiar a los importadores de maquinarias y equipos y en la formación de
los docentes en el exterior. Se trata de que el petróleo deje de proporcionar
su renta para financiar gastos corrientes del Estado, y pase a financiar el
capital humano, para superar la pobreza, y las inversiones de capital en el
sector de exportación.
327
¿Qué hacer cuando caigan los ingresos petroleros y se genere una recesión
económica y el Estado vea mermados sus ingresos por impuestos? Para esta
situación deficitaria del Estado estimamos que la solución que propone el
economista Hugo Faría podría ser muy útil: cuando tal cosa ocurra, se con-
tratarán créditos en el exterior para cubrir el déficit fiscal, los cuales se pagarán
con prioridad en la ocasión en que aumenten los ingresos petroleros233.
Por otra parte, muchos economistas que son partidarios de la expansión
de la industria petrolera, confían en que esa expansión aumentará el nivel
de empleo en el país, no sólo por el aumento de los ingresos fiscales y, en
consecuencia, del gasto público y sus efectos expansivos en el resto de la
actividad económica sino por el correlativo aumento de todas las actividades
relacionadas con la exploración, explotación y refinación del petróleo y su
secuela de efecto multiplicador en la economía. Así, califican a la actividad
petrolera como: “locomotora” de la economía nacional. Sin embargo, no
se ha cuantificado el alcance de una expansión de la actividad económica
petrolera, aun cuando sabemos que la expansión de los años 70, que triplicó
los gastos públicos, no fue suficiente para absorber al trabajador informal,
por eso se cree que hoy en día, sería insuficiente para generar la cantidad
de empleos necesarios que, de manera permanente, absorban la enorme
población subempleada o desempleada que existe en el país234.
Sin embargo, llegados a este punto, es importante destacar que el tema
no es solamente de exportar más petróleo, sino de incrementar la exportación
de cuanto se pueda exportar además del petróleo. También se trata de que las
exportaciones contribuyan, en conjunto, a proporcionar fuentes de empleo,
directas e indirectas, y un mayor número de contribuyentes al Fisco y que
mediante la diversificación, estabilicen los ingresos de divisas.
En consecuencia, conviene insistir, enfáticamente, en la necesidad de
añadir a la política de expansión petrolera la de la expansión de la capaci-
dad de exportación de otros productos distintos del petróleo. Entre ellos
los derivados del mismo, tal como la de ciertos productos de la industria
petroquímica.
Si bien la expansión de la actividad petrolera requiere de grandes vo-
lúmenes de inversión, la diversificación es tan necesaria para estabilizar y
aumentar los ingresos de divisas que aun cuando se requiera invertir en el
sector petrolero para aprovechar su alta rentabilidad, convendría destinar
fondos para promover la producción de otros productos que diversifiquen
el sector de exportación. Por tal razón se hace necesario abrirse a la inversión

233
Faría, Hugo (coord.). (2003). 10 autores y 7 propuestas para rehacer Venezuela. Caracas: Panapo. (Cap.
“Las Bases de la Estabilidad”).
234
Lo dicho en el párrafo se hace más evidente cuando la desconfianza de los inversionistas privados
se agudiza, sea por razones de temor e incertidumbre en las políticas del Gobierno o por el temor a
las devaluaciones.

328
privada, nacional y extranjera, para cumplir con ambos objetivos: aprovechar
al máximo el incremento de la producción y los beneficios que genera el
petróleo, al mismo tiempo que se estimulen y, si fuera necesario, se incentiven
de diversas maneras durante un tiempo las demás exportaciones.
En todo caso, si el petróleo es rentable y se invita a las empresas extran-
jeras y nacionales a asociarse y a invertir en él, los venezolanos recibirían
su retribución por dividendos, regalía e impuestos y se podría utilizar este
incremento de los ingresos petroleros para estimular con rebajas de impuestos
y otros incentivos, a las otras exportaciones y, tal como lo hicieron los paí-
ses que han logrado gran desarrollo en el sudeste asiático, financiar a bajos
intereses, a través de la banca comercial, las otras exportaciones.
Por otra parte, como existe la posibilidad de que la apertura a la inversión
petrolera, y el esfuerzo por diversificar las exportaciones no sean suficientes
para ofrecer empleo a todos los trabajadores venezolanos no calificados,
conviene desarrollar políticas realmente efectivas para estimular la Pequeña y
Mediana Empresa (PYME) y también a los empresarios y microempresarios
del sector informal. Es más, estas políticas cobran mayor importancia y son
imprescindibles en el futuro inmediato, pues toman menos tiempo para su
implementación. De modo que entre tanto se capacite la población y se
desarrollen las exportaciones no es posible descuidar la producción destinada
a atender las necesidades de abrir fuentes de empleo en el país.
Por una razón semejante conviene cancelar la deuda pública externa e
interna para incrementar las fuentes de empleo en la construcción de obras
de infraestructura y viviendas, y también para acumular fondos suficientes
para prever el pago de las prestaciones de los empleados públicos y, de ma-
nera particular, disponer de una cantidad suficiente de dinero para facilitar
la transición del sistema de pensiones de jubilaciones al de los Fondos de
Capitalización235. Sabemos que lograr ambos objetivos no es fácil si deseamos
financiar la capacitación de los sectores populares hasta el nivel superior
técnico y profesional. Sin embargo, si existen recursos por exceso de ingresos
petroleros que puedan invertirse sin causar inflación, es preferible usarlos
para los fines señalados en este párrafo. Si tal es el caso, es importante señalar
que es mucho más fácil cancelar tales deudas o subsidios antes de privatizar
el petróleo y sus rentas. Además, existe la posibilidad de utilizar alguna de
las fórmulas que han presentado algunos economistas notables del país para
salir de tales deudas.

235
Al establecer los Fondos de Capitalización, los trabajadores que por su edad estén próximos a la edad
de jubilarse, no habrán acumulado un capital suficiente como para disponer de una renta que cubra
sus necesidades. Por tal razón, le corresponderá al Estado completar la cantidad que mensualmente
reciba el jubilado para que cubra sus necesidades. Para este fin necesita disponer de suficiente dinero
mientras vivan esos jubilados.

329
Enfoque favorable al mercado
Hay economistas venezolanos sobresalientes que creen que si el Estado
venezolano genera las condiciones propicias, se establecerían en el país em-
presas que exportarían todas aquellas cosas en las cuales tengamos “ventajas
comparativas” para competir con el resto del mundo. De modo que, sin
necesidad de promoción o subsidios del Estado, puedan competir con éxito
en los mercados mundiales generando ganancias atractivas. Concluyen,
entonces, que no se requiere de ninguna intervención Estatal, salvo la de
dar lugar a las condiciones previas que requiere una verdadera “economía
abierta de mercado”, y éstas, fundamentalmente, consisten en que el Estado
tenga su presupuesto de ingresos y gastos equilibrado y cuide los demás
equilibrios macroeconómicos, privatice sus actuales empresas públicas y
ofrezca seguridad jurídica junto con las libertades económicas. El Estado
debe elevar el nivel educativo y de salud pública así como debe evitar toda
clase de controles, subsidios o protecciones que distorsionen los precios en
el mercado y las decisiones de los productores. Para estos economistas, con
satisfacer esas condiciones, es suficiente para el desarrollo de las exportaciones
con posibilidades de competir internacionalmente.
Por otra parte, los defensores más radicales de la economía abierta de
mercado, hacen caso omiso de la sobrevaloración del bolívar. Ni el Banco
Central ni ninguna otra autoridad monetaria debe intervenir en el valor de
la moneda. El valor del bolívar frente al dólar debe depender, únicamente,
de la oferta y la demanda de divisas. Sin embargo, en la práctica, las Institu-
ciones Multilaterales de Crédito y la Comisión Económica de las Naciones
Unidas para América Latina (Cepal) han recomendado evitar la sobreva-
loración. Guiándose por el llamado consenso de Washington de 1989, el
economista John Williamson, el Banco Mundial y el FMI recomendaban
tasas de cambio “competitivas” para promover las exportaciones al hacerlas
más baratas en los mercados exteriores236. Igual cosa recomendaba la Cepal
desde 1990237. En tal recomendación participa de lo que realmente hicieron
los países emergentes del Asia que lograron desarrollarse238.
Sin embargo, en Venezuela hay economistas tan reputados como Maxim
Ross y Emeterio Gómez que no creen necesario evitar la sobrevaloración
del bolívar. Piensan que en el país hay un “amplísimo sector o conjunto de
actividades en las que tenemos ventajas comparativas” tales como el petróleo
y sus derivados, la minería y sus derivados, el gas, la petroquímica, el turis-
mo, las telecomunicaciones y “sobre todo, aquellas actividades que dentro

236
Rossi, Carlos. (s.f.). Caída y auge de América Latina. Caracas: Panapo. (Pág. 261)
237
Transformación productiva con equidad. Cepal. P.107. 1990. También el tomo III de la Agenda
Económica. Págs. 20 y 71. Cepal.2000.
238
The East Asian Miracle. A World Bank policy researche report. Págs. 125-127. Banco Mundial.
1993.

331
de la industria y la agricultura tengan ventajas comparativas relativas” (Se
refieren a las que habiendo recibido en sus inicios protección aduanera o de
otro tipo pueden desarrollarse y competir internacionalmente).
Según estos economistas, hay en el país posibilidad de desarrollo de un
amplísimo sector exportador, que sólo requiere que el Estado venezolano
cuide las condiciones fundamentales para los equilibrios y libertades, lo cual
sería suficiente para abrir cauce al número necesario de empresas de exporta-
ción que proporcionen fuentes de empleo a los venezolanos. Adicionalmente,
la abundancia de divisas que generarán esas exportaciones, mantendrá el tipo
de cambio estable, con su consecuente efecto positivo en la sobrevaloración
del bolívar. Pero las oportunidades de exportar con ganancias apreciables
son tales, en sectores como los señalados, que ello no disminuirá el nivel de
exportaciones que el país requiere para ofrecer empleo a la población. Antes
bien, un dólar que no se devalúa, sumado a una mejora en los salarios por
el aumento en la productividad, permitirán elevar los niveles de consumo
y bienestar de la población venezolana239.
Sin embargo, a nuestro juicio, frente a tal optimismo exportador, tal
vez convenga ser prudentes en el manejo que haga el Banco Central del tipo
de cambio. Convendría evitar la sobrevaloración del bolívar hasta tanto se
pruebe que el desarrollo de las exportaciones logre ofrecer suficiente empleo
a los venezolanos y, sólo a partir de ese momento, sería recomendable per-
mitir gradualmente la sobrevaloración del bolívar para incrementar el nivel
de vida de los venezolanos. Con un bolívar revaluado se podrá adquirir más
bienes importados con los salarios que se perciban.

239
Ross, Maxin y Gómez, Emeterio. (1999). Tareas pendientes de la Venezuela moderna.

331
Índice

Agradecimientos..................................................................................... V
Nota preliminar...................................................................................... VII
Introducción.......................................................................................... XV
La educación formal........................................................................ XVI
La educación vocacional sectorializada............................................. XVIII
Los valores humanos........................................................................ XIX
La difusión de la propiedad............................................................. XX
Medios adicionales para minimizar la pobreza........................................ XXI
La organización de las barriadas....................................................... XXI
La cooperación con la economía informal........................................ XXIII
La flexibilización del salario............................................................. XXIII
Políticas de exportación.......................................................................... XXIII
Políticas de exportación y la superación de la pobreza...................... XXIII
Esquema de las causas de la pobreza....................................................... XXV
La abundancia de la mano de obra no calificada.............................. XXV
La condición marginal………………………………………………… XXVI
Bajos niveles de inversión................................................................ XXVI
Ahorro nacional y extranjero insuficiente………………………………. XXVI
Insuficiente capital social......................................................................................... XXVI
Volatilidad de los ingresos petroleros................................................ XXVI
Estado ineficiente y corrupto........................................................... XXVII
Observación final................................................................................... XXVIII

Capítulo I. El fenómeno de la marginalidad


Reflexión inicial sobre la marginalidad.................................................... 1
¿Qué es la marginalidad?.................................................................. 6
Rasgos predominantes de la marginalidad............................................... 9
La pobreza como rasgo de la marginalidad....................................... 9
La inseguridad económica y la marginalidad.................................... 10
La significación económica del aporte laboral de la marginalidad..... 10
La incidencia del barrio en la marginalidad...................................... 12
La marginalidad y los sentimientos de inferioridad.......................... 13
La desesperanza aprendida............................................................... 14

333
La motivación al logro y la marginalidad......................................... 16
El “locus de control” y la marginalidad............................................ 18
Efectos relevantes de la marginalidad............................ 20
Consideraciones generales................................................................ 20
La marginalidad y la inestabilidad política....................................... 24
La incertidumbre política causa desempleo y mayor pobreza............ 28
La marginalidad, la justicia social y el sistema económico....................... 29
Anexo I. Cultura de la pobreza............................................................... 34

Capítulo II. ¿El crecimiento económico


acaba con la pobreza?
El crecimiento económico y su distribución ........................................... 37
Las fluctuaciones económicas del nuevo empleo ..................................... 38
El aumento de empleo y el ingreso de los pobres .................................... 39
¿Por qué la distribución del empleo se diferencia? ................................... 43
La mano de obra poco calificada y el bajo nivel de remuneración ........... 44
La inmigración indiscriminada y el bajo nivel de los salarios................... 48
Anexo II. Nota explicativa sobre el significado de la economía de mercado . 51
¿Qué ha ocurrido con los trabajadores sobrantes del campo? .................. 53

Capítulo III. Educación formal y la reducción


drástica de la pobreza
Diagnóstico de la educación formal ........................................................ 55
La educación formal en la superación de la marginalidad................. 55
La educación venezolana no incidió en la marginalidad ................... 56
Causas del fracaso de la educación venezolana ................................. 56
Reforma radical del actual sistema educativo público.............................. 65
Transferir la administración a las comunidades educativas ............... 68
Ampliar y atomizar la cobertura....................................................... 70
Mejorar la preparación de los docentes y los métodos pedagógicos... 70
Implantar el doble turno escolar. Efectos sobre la calidad,
cobertura y deserción ....................................................................... 72
Incorporar la educación en valores ................................................... 73
Establecer el sistema de Educación Sectorial .................................... 73
Establecimiento de un sistema eficaz de evaluación de los planteles
educativos y de información a los usuarios de sus resultados ............ 74
Valerse del sistema educativo para superar la pobreza .............................. 74
Apoyo del sistema para superar las carencias del hogar ..................... 75
Integrar a los padres y representantes en el proceso de formación
de los alumnos................................................................................. 75
Proveer al estudiante de la alimentación básica en la unidad
educativa ......................................................................................... 76
Dotar al estudiante de vestido y útiles escolares................................ 76

334
Extender el plan al año calendario.......................................................... 76
Extender el plan a la totalidad del sistema educativo formal……….. 77
Requerimientos del plan propuesta... ........................................................ 77
El deber del Estado de emplear recursos financieros
Para el desarrollo humano................................................................ 78
El Estado tiene el deber de sanear sus finanzas y reorientar su gasto... 80
El plan puede aplicarse con progresividad, pero demanda
continuidad..................................................................................... 84
Otros beneficios derivados del plan................................................................................ 84
Creación de empleo…………………………………………………………. 84
Transferencia de personal público a empresas auto-sostenibles.......... 85
Disminución de la delincuencia y de la niñez abandonada……………. 85
Reducción drástica y a corto plazo de la pobreza............................... 85
Disminución de la demagogia y las posiciones radicales.................... 86
Los trabajadores que no logren capacitarse mejorarán su salario........ 86
El plan de educación propuesto supera los rasgos de la marginalidad... 86
Viabilidad política del plan..................................................................... 87
Resistencia de los gremios y sindicatos.............................................. 87
La concepción estatista predominante.............................................. 87
Necesidad de un Pacto Social en torno al plan propuesto................. 88
Anexo III. ¿Es posible alimentar a esa enorme población estudiantil?...... 91

Capítulo IV. El capital moral.


Los valores y su importancia económica y política
Importancia del estudio de los valores humanos para los procesos
de desarrollo económico y social............................................................. 97
Significado de la viveza criolla................................................................. 103
El familismo amoral................................................................................ 109
Análisis de las preferencias valorativas a la luz del familismo amoral
y la viveza criolla..................................................................................... 111
Universalismo vs. Particularismo....................................................... 111
Individualismo vs. Comunitarismo.................................................... 112
Neutral vs. Emocional....................................................................... 112
Específica vs. Difusa.......................................................................... 113
Desempeño (logro) vs. Adscripción................................................... 113
El pantallerismo...................................................................................... 115
La indisciplina personal........................................................................... 116
Efecto en conjunto de los antivalores....................................................... 118
Una razón de fondo: la falta de responsabilidad en el desarrollo.............. 121
El gran problema de la corrupción y la ingobernabilidad......................... 122
¿Tienen sentido los valores para la economía? ......................................... 123
La tesis de Max Weber............................................................................ 123
La tesis de James M. Buchanan............................................................... 125

335
La tesis de Amartya Sen .......................................................................... 128
Definición del capital moral ................................................................... 134
¿Contribuye la religión con los valores que promueven el desarrollo
económico y social? ................................................................................ 134

Capítulo V. La formación del capital moral.


De cómo inculcar los valores apropiados y erradicar los antivalores
Es imprescindible tomar conciencia........................................................ 145
Cursos de orientación familiar para maestros, profesores, padres
y alumnos............................................................................................... 146
La creación del capital social................................................................... 147
La importancia de la fe religiosa y su práctica ......................................... 154
La enseñanza de la religión y la adquisición de valores humanos ............. 154
La importancia de los modelos-testimonio ............................................. 157
Política juvenil y voluntariado ................................................................ 160
Política de familia ................................................................................... 162

Capítulo VI. Sectorializar la formación profesional


El problema educativo en Venezuela........................................................ 165
La formación profesional del INCE........................................................ 166
Exigencias del mundo moderno.............................................................. 166
Nuestra peculiar estimación del título universitari. ................................ 168
Características generales del sistema educativo a través de los institutos
de educación sectorial............................................................................. 175
Razones que justifican la sectorialización de la capacitación..................... 176
Organización y administración de la capacitación................................... 179
Rol del INCE.......................................................................................... 179
Debilidades...................................................................................... 179
Fortalezas......................................................................................... 181
Rol del sector laboral............................................................................... 184
Debilidades...................................................................................... 184
Fortalezas......................................................................................... 184
Rol del sector empresarial........................................................................ 184
Debilidades...................................................................................... 184
Fortalezas......................................................................................... 185
Financiamiento....................................................................................... 189
Descentralización por regiones................................................................ 189
Anexo A.................................................................................................. 191

Capítulo VII. La organización de las barriadas


La falta de organización social en los barrios............................................ 193
La inseguridad personal, el mayor problema del barrio............................ 195
Distribución del subsidio directo y juntas de condominio....................... 199

336
El urbanismo y la vivienda marginal........................................................ 202
La formación de la comunidad ............................................................... 203
Dificultades y peligros del plan propuesto............................................... 205
Las interferencias políticas ............................................................... 205
La malversación de fondos ............................................................... 205
La ineficiencia administrativa........................................................... 206

Capítulo VIII. Insuficiencia de inversiones,


escasez de empleos y pobreza
El empleo generado por la inversión pública........................................... 209
Situación de la inversión privada ............................................................ 211
Factores que disuaden la inversión en Venezuela ..................................... 213
El temor a las devaluaciones y los controles cambiarios .................... 213
La incertidumbre política ahuyenta la inversión y refuerza
la fuga de capitales ........................................................................... 215
Sobrevaluación del bolívar ............................................................... 217
La inseguridad personal y la criminalidad ........................................ 222
Riesgo país....................................................................................... 230
Rigidez de los costos laborales.......................................................... 231
El monto de la fuga de capitales ............................................................. 232
Cómo afecta la fuga de capitales a la actividad económica del país .......... 236
Efectos sobre la producción y el empleo........................................... 236
Efectos sobre el financiamiento a la vivienda.................................... 238
Efectos en la fuga de cerebros y de los emprendedores ..................... 240

Capítulo IX. La pobreza y la economía informal


La importancia del sector informal ......................................................... 245
Razón de ser de la informalidad.............................................................. 247
Explorando caminos de superación......................................................... 249
Microempresas y microempresarios.................................................. 249
Microfinanzas .................................................................................. 250
El misterio del capital ...................................................................... 254
Formación y apoyo al microempresario............................................ 255
Atención especial al comercio informal ............................................ 256

Capítulo X. Ahorro, inversión y difusión de la propiedad


Ahorro, renta e inversión ........................................................................ 259
¿Por qué no ahorra la gente? ................................................................... 264
Ingreso insuficiente.......................................................................... 264
El efecto demostración y el fenómeno de la moda............................ 264
El miedo a la inflación ..................................................................... 267
La propiedad del capital tiende a distorsionar la distribución
de los ingresos ........................................................................................ 270

337
La crisis social y política como efecto de las desigualdades ...................... 273
Medios para lograr la difusión de la propiedad del capital....................... 277
El ahorro forzoso ............................................................................. 278
Canalizar los ahorros a la inversión .................................................. 280
El Estado como agente de redistribución de ingresos ....................... 281
Anexo X. La autogestión y la cogestión como mecanismos de difusión
del capital y del ingreso .......................................................................... 284

Capítulo XI. Modificación de la propuesta de los salarios participativos


para flexibilizar los salarios y promover el empleo
La propuesta de Martín Weitzman ......................................................... 290
Solución al desempleo actual .................................................................. 293
La elasticidad. Precio de la demanda y su efecto en relación
con los salarios participativos .................................................................. 294
Efectos del sistema de salarios participativos en la economía ................... 297
La objeción fundamental del sistema de salarios participativos................ 299
Algunas soluciones a la objeción fundamental ........................................ 300

Capítulo XII. Las políticas de exportación


y la superación de la pobreza
El significado e importancia de la volatilidad de los ingresos petroleros... 305
Entendiendo el problema ....................................................................... 307
Comportamiento de la inversión extranjera ............................................ 308
Otras alternativas de generación de empleo ............................................ 311
Promoción de las exportaciones no tradicionales .................................... 313
Priorizar las exportaciones................................................................ 313
Marco institucional para exportar .................................................... 316
Líneas generales de la política petrolera de equilibrio .............................. 320
Recuperación del mercado de exportación petrolera......................... 322
Apertura petrolera para inversiones extranjeras y nacionales privadas . 324
Que se enriquezcan los ciudadanos antes que el Estado.................... 325
Destino de los ingresos petroleros extraordinarios ............................ 326
Enfoque favorable al mercado .......................................................... 330

338

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