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Antes hablamos de las modalidades sutiles del individuo, a través de las cuales se
establece la comunicación con superiores estados de consciencia. Estas modalidades
sutiles tienen relación con el simbolismo de la marcha del Aprendiz masón, que
combinando la lógica con la intuición espiritual, se logra un disciplinado intelecto iluminado
por lo Divino. Como señala el Tao Te Ching: “Hacer que el cuerpo y el espíritu se
armonicen y no puedan desligarse”.
Vamos a incursionar ahora en un tema o asunto que exige la cabal aplicación del
simbolismo esotérico de la marcha masónica. Recordemos ante todo que la marcha se
efectúa partiendo del punto equidistante, punto medio o central entre las Dos Columnas, y
prosigue por sobre el Pavimento Mosaico, compuesto de cuadrados blancos y negros
alternados, símbolo que viene a reiterar la dualidad expresada por las Dos Columnas.
Como estamos en el mundo de la manifestación, la dualidad se manifiesta en multitud de
aspectos. Tomemos, para los efectos del tema que nos ocupa, la dicotomía entre la
personalidad o el ser y la individualidad o “yo inferior”. La primera es una unidad integral
total; la segunda es una unidad fragmentaria, una porción del ser. El estado de unidad
relativa o de unicidad de existencia, es el grado o estado de consciencia particular
sometido a las limitaciones de la existencia en el dominio de la manifestación formal (de
las formas), es decir: lo manifestado. Existir, como lo indica la etimología de la palabra, es
estar dependiente y condicionado; es decir: no tener en sí mismo su propio principio o su
razón suficiente (tan cara a Leibniz). Existir es estar subordinado a la experiencia del
pensamiento en lugar de la consciencia de Ser. Sin embargo, esa inconsciencia o
ignorancia del Ser, del estado individual humano, es totalmente accidental, no de fondo o
connatural; a pesar de sus restricciones esenciales, es susceptible de alcanzar
extensiones indefinidas de su consciencia. La Iniciación es una vía o método que conduce
a los estados superiores del ser: es la marcha de re-torno, desde la substancia hacia la
esencia.
Hemos comparado la inteligencia pura a un espejo; hay que recordar que existe
siempre una relación de inversión entre el sujeto y el objeto; es decir, que el sujeto, quien
refleja, invierte el objeto que es reflejado. Un árbol que se refleja en el agua está invertido,
y por lo tanto es falso en relación con el árbol real, pero es siempre un árbol y jamás otra
cosa. Por lo tanto, el árbol reflejado es perfectamente verdadero, a pesar de su carácter
de ilusión; de tal manera, que es erróneo concluir que la intelección es ilusoria a causa de
su marco subjetivo. El mundo es antinómico por definición, lo que es una manera de decir
que no es Dios, aunque todo es en Dios (toda cosa es atma); toda imagen es a la vez
verdadera y falsa, basta discernir las diferentes relaciones. No hay dificultad alguna en el
hecho de que la inteligencia pura (el intelecto) excede inmensamente a la mente, y que no
hay ninguna continuidad, a pesar de la identidad de la esencia, entre el concepto como tal
y la realidad, la aseidad de lo real. Lamentarse de las deficiencias de la mente es pedirle a
ésta lo que no es; es el error clásico de los filósofos, que quieren encerrar todo en el mero
“cogito” (pensar, imaginar, reflexionar).
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Prof. Michele Trimarchi, Director del Centro de Estudios de la Evolución Humana. Italia.
orden más alto de conocimiento o un nuevo estado de consciencia. Este nuevo estado es
lo que algunos denominan consciencia cósmica, es decir, un ingreso a lo cosmológico, al
universo más allá de la simple consciencia humana. Es por lo tanto una re-integración al
estado primordial, que constituye la meta de los Misterios Menores.
Hechas las consideraciones que hasta aquí se han señalado, estamos seguros de
que ustedes podrán comprender ahora con más propiedad y convicción, la realidad e
importancia del rito y del ritual, especialmente el aspecto del proceso de relación directa o
indirecta con los niveles superiores del ser, y podrán darse cuenta de las modalidades
sutiles que entran en juego. El trabajo ritual de Logia es un trabajo colectivo donde cada
“obrero” aporta su obra a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo. La iniciación,
considerada como realización es puramente individual. Pero así como en una Logia, como
cuerpo colectivo, puede hacer mucho por un miembro, por una ciudad o por un país como
medio de transmisión de la influencia espiritual, también cada miembro puede aportar a su
Logia una parte de la fuerza que ella requiere para que la manifestación descendente de
la influencia espiritual pueda felizmente llevarse a cabo. Evidentemente, la calidad del
aporte individual dependerá del progreso espiritual de cada miembro.
No podemos concluir sin hacer algunas consideraciones finales, que no por ser
últimas son menos importantes. Al hablar del trabajo colectivo surge la idea de lo que se
puede llamar propiamente una entidad colectiva, de orden esencialmente psíquico. Y es
aquí justamente donde está el origen de la confusión de los ocultistas, que confunden la
gimnasia con la magnesia: confunden lo psíquico con lo espiritual. La famosa palabra
“egregor”, que fue empleada por primera vez en el lenguaje ocultista por Eliphas Levi, es
una inadecuada aplicación de un término de origen griego que nunca ha significado otra
cosa que vigilante o velador. Término que se encuentra repetidamente en El libro de
Henoch Capítulos XII, XIII, XIV, XV y XVI, donde se refiere a los egregoroi, es decir, a los
vigilantes del cielo o los guardianes del cielo, los hijos del cielo, “que existen desde la
eternidad, los que adoraron el cielo altísimo, el lugar santo, eterno, y que han tomado
mujeres como hacen los hijos de los hombres, engendrando con la sangre de la carne,
como hacen aquellos que mueren y perecen, los que serán castigados por haber
comunicado a los hombres un secreto funesto” (sic). Tales entidades pertenecen al
mundo intermediario o mundo astral.
Ahora bien, si es cierto que cada colectividad humana dispone de una fuerza de
orden sutil constituida por los aportes de todos sus miembros pasados y presentes, y que
es susceptible de producir efectos tanto más intensos cuanto más antigua es la
colectividad y cuanto más numerosa sea la composición de sus miembros, esa fuerza es
de orden psíquico, no de orden espiritual, como sí lo es en efecto la influencia que
transmite el ritual.
Queridas Hermanas y Hermanos, que vuestros ojos y oídos internos estén prestos
para la percepción cordial íntima que os ponga en relación directa con vuestro Venerable
Maestro íntimo, o al menos, a través de alguno de los Dos Vigilantes que le ayudan a abrir
y cerrar los Trabajos.
Ex Corde
ALBANASHAR
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Guénon, René. Iniciación y Realización Espiritual, Cap. VI.