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El sacerdocio mismo era muy abundante y se dividía en varias categorías a cuya cabeza
estaba el sumo sacerdote de cada una de las respectivas divinidades (sol, Pachacamac,
huari).
Los sacerdotes también estaban divididos por jerarquías y en función de la tarea que
desempeñaban: desde los ancianos, que realizaban las ceremonias a los dioses, pasando por
los adivinadores, curanderos o hechiceros, hasta los sacrificadores de animales en los
rituales.
El sumo sacerdote del sol escogido elegido y preferido entre los del ayllu Tarpunlae tenía
su cargo la totalidad de lo relacionado al culto solar bajo su potestad accionaban toda una
multitud de otros sacerdotes residentes en el cusco y en las demás llactas del imperio, por
donde tenían sus respectivos templos.
En su selección entraba a tallar en gran manera la propensión y lealtad hacia el sapainca.
De todos modos se trataba de sujetos con cualidades especiales que un funcionario civil;
algunos documentos les llaman mayordomos del sol. Eran, pues, los tarpuntaes los dueños
de la anunciada profesión.
Los sacerdotes no estaban totalmente dedicados a sus deberes del templo. Ya se vio que,
igual que los demás hombres se casaban, tenían su esposa e hijos. El sacerdocio de
Pachacamac hasta se dedicaba al comercio, y con gran éxito. He ahí porque los prelados de
Urincusco a más de tener a su cargo la religión también se comportaban como políticos.
Entre otros de sus deberes, se ocupaban del calendario, anunciando cuando deberían
celebrarse las festividades. Los miembros de la etnia inca y nacionalidades vecinas estaban
pendientes de esas fechas.
Hatun villca
Poseían
Sirvientes
Chacareros
Pastores para cuidar sus terrenos de cultivo
Artesanos con sus respectivos talleres
Bailarines
Cantores
Tañedores de instrumentos musicales
Podía ser por herencia, pero primero el individuo debía mostrar aptitudes para el
desempeño de sus funciones.
Existían ayllus dedicados a ciertos cargos como los yañacs de Cacasica, mencionados
anteriormente, o los tarpuntay del cusco encargados de los ritos agrícolas.
El segundo modo era por elección. Los ministros reunidos nombraban al que debía ocupar
una vacante. Si algún fenómeno especial acaecía, como ser herido por un rayo y sobrevivir,
era considerado como una predestinación. Tanto hombres como mujeres cumplían muchos
de estos quehaceres; había sacerdotisas famosas como aquella del ídolo de Apurímac que
prefirió lanzarse al abismo antes de caer en manos de españoles.