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PERSONAJES:
NARRADOR
ALICIA
CONEJO BLANCO
RATON
LORO
ANIMAL 1
ANIMAL 2
PAT
ORUGA
GATO CHESHIRE
LEIBRE DE MARZO
SOMBRERERO
LIRON
DOS
CINCO
SIETE
REINA DE CORAZONES
REY DE CORAZONES
MULTITUD
10 SOLDADOS
10 CORTESANOS
10 INFANTES REALES
SOTA DE CORAZONES
GUION:
NARRADOR: Era un día bonito y caluroso, y Alicia una niña bonita y alegre, empezaba a cansarse de estar sentada
cerca de su hermana que leía un libro a la sombra de un viejo árbol.
ALICIA: No sé como mi hermana puede pasarse tanto tiempo leyendo un libro que no tiene dibujos. Si no hiciera
tanto calor, me pondría a recoger margaritas y con ellas tejería una bonita guirnalda.
NARRADOR: De pronto, paso muy cerca de ella un Conejo Blanco de ojos rosados.
NARRADOR: Alicia se sorprendió al ver que el conejo saco un reloj del bolsillo de su chaleco, lo miro, y corrió
rápidamente.
ALICIA: ¡Un conejo que usa chaleco y reloj!. ¡Tengo que alcanzarlo!.
NARRADOR: Alicia corrió a través del campo detrás del conejo, y cuando iba a atraparlo, el pequeño animal se
metió en una madriguera.
ALICIA: ¡Voy cayendo por un pozo muy hondo, pero caigo lentamente!. Qué raro, los lados del pozo están llenos
de armarios, y hay cuadros, y mapas. Allí hay un frasco de mermelada de fresa. Me la comeré, Oh no, esta vacio,
mejor lo dejo en el armario que está más abajo. ¡Este pozo es muy largo!. ¿Cuándo se acabara?.
NARRADOR: De pronto, Alicia fue a caer, sin lastimarse, sobre un montón de hojas secas. Alicia se levanto, y vio
otro largo corredor, por donde corría el Conejo Blanco.
NARRADOR: Una vez más, la niña estaba a punto de alcanzarlo, cuando el conejo dio vuelta en una esquina, y
desapareció. Alicia llego a un cuarto muy grande y muy bien iluminado, y rodeado de puertas de diferentes
tamaños. Trato en vano de abrirlas.
ALICIA: Todas las puertas están cerradas. ¿Cómo voy a salir de aquí?. Debí haber traído a mi gatita, así no me
sentiría tan sola. Allí, hay una mesa de cristal. ¿Pero de donde llego?. Hace unos minutos no estaba allí, estoy
segura de eso. Veo sobre la mesa, una pequeña llave de oro. Mmmm, es muy pequeña y no abre ninguna puerta.
NARRADOR: Sin embargo, al recorrer el salón, Alicia vio que detrás de una cortina había una pequeña puerta.
Intento abrirla con la pequeña llave de oro, y para su sorpresa, la puerta se abrió. La puerta conducía a un
pequeño pasadizo muy angosto, se arrodillo, y vio que al final del pasillo, estaba el jardín más maravilloso que
jamás hubiera soñado.
ALICIA: Oh, como me gustaría ir a ese jardín. ¿Pero cómo puedo hacerlo, si no puedo pasar a través de esa
pequeña puerta?. ¡Como me gustaría poder encogerme como un telescopio para entrar en ese jardín!. Veré si
sobre la mesa puedo encontrar otra llave. ¡Vaya, no hay otra llave!. ¿Pero que es esa botellita?. Hace un rato no
estaba allí. Tiene una etiqueta que dice “Bébeme”. Veré si no dice veneno. No, nada indica que sea veneno. La
probare. Mmm, me gusta. Me beberé toda la botella. Me siento rara. Me estoy haciendo pequeña como un
telescopio.
NARRADOR: Ahora media solo quince centímetros de estatura. Después fue hacia la pequeña puerta esperando
llegar al jardín. Pero la puerta estaba cerrada y había olvidado la llave sobre la mesa. Trato de subir por una de
las patas de la mesa, pero como era de cristal, estaba muy resbalosa. Después se sentó en el piso, y empezó a
llorar.
ALICIA: Me estoy portando como una tonta. ¡No gano nada con llorar!. ¿Pero que hay allí debajo de la mesa?
¡Es una pequeña caja!. La abriré para ver que hay adentro. Oh, es una pequeña rebanada de pastel que dice
“Cómeme”. Bueno, me la comeré. Algo maravilloso puede suceder. He aprendido que en este lugar todo es
maravilloso. ¿Qué pasa?. ¡Me estoy estirando como un telescopio!. Me estoy haciendo grande. ¡Adiós queridos
pies!. ¡Ya no puedo verlos!. ¡Ya no me quedaran mis zapatos!. Oh, sigo creciendo. ¡Ay, ay, me pegue con el techo!.
Ya debo medir como cuatro metros. ¡Parezco un gigante!. ¡Ahora ya podre tomar esa llave!.
NARRADOR: Pobre Alicia. Ahora lo único que podía hacer era tirarse en el suelo, y mirar hacia el jardín con un
solo ojo. Ya no podría entrar. Entonces empezó a llorar.
ALICIA: ¡Debería de estar avergonzada!. No está bien que una niña tan grande como yo, llore como un bebe.
NARRADOR: Pero siguió llorando y llorando hasta que se formo una gran alberca de lagrimas a su alrededor.
Después escucho unos pasos y dejo de llorar. Allí estaba, el Conejo Blanco, muy elegantemente vestido. Traía
unos guantes blancos en una mano, y un abanico en la otra.
CONEJO BLANCO: ¡La duquesa!. ¡La duquesa!. Estará muy enojada si la hago esperar.
ALICIA: ¡Señor conejo! . ¡Señor conejo!. ¡Espere un momento!. ¡Por favor escúcheme!.
NARRADOR: Cuando el conejo escucho a Alicia, se asusto, dejo caer los guantes y el abanico, y corrió tan rápido
como pudo. Alicia recogió los guantes y el abanico, y como hacía mucho calor, se puso tranquilamente a
abanicarse.
ALICIA: ¡Que día! Ayer todo era normal. Oh, me estoy haciendo pequeña otra vez. ¿Por qué será?. ¡Tal vez es
el abanico!.
ALICIA: Ahora ya puedo ir al jardín. ¿Pero qué es esto? He caído en un mar de agua salada.
NARRADOR: El agua salada era la alberca que ella misma había hecho cuando era gigante.
ALICIA: ¡Ojala no hubiera llorado tanto!. ¡No quiero morir ahogada en mis propias lágrimas!.
NARRADOR: Empezó a nadar cuando escucho que alguien nadaba cerca de ella.
ALICIA: ¡Alguien esta nadando!. ¡Es un hipopótamo!. ¡No es una morsa!. ¡Oh es un ratón!. Pero lo veo muy
grande porque yo soy muy pequeña. Le hablare, tal vez me conteste. Dígame ratón, ¿sabe cómo puedo salir de
aquí?. ¡Estoy muy cansada de nadar!.
NARRADOR: El ratón la miro, pero no le contesto. Alicia pensó que tal vez el ratón hablaba un idioma extranjero,
así que le hablo usando la única frase que recordaba en Francés.
NARRADOR: Lo que significa donde esta mi gato. Repentinamente el ratón salió del agua.
ALICIA: ¡Perdóneme!. Olvidé que a los ratones no les gustan los gatos.
RATON: Mira niñita, tengo muchas razones para odiar a esos animales. Algún día te contare mi historia, y entonces
comprenderás como me siento. Pero nademos hacia la orilla. ¡Mira tenemos compañía!. La alberca se está
llenando de criaturas.
NARRADOR: Alicia nado con los otros animalitos, y después de un rato, llegaron a la orilla.
ALICIA: ¡Estamos todos mojados!. ¿Cómo le haremos para secarnos? ¡Si no me seco rápido voy a pescar un
resfriado!.
LORO: ¿No lo sabes? Es como un círculo, pero la forma no es realmente importante. Cuando yo diga “YA”, todos
empiezan a correr.
NARRADOR: Alicia no sabía qué hacer. Metió la mano en su bolsillo, y saco una cajita de dulces, y se los dio como
premio. Había exactamente un dulce para cada uno.
LORO: Dámelo.
NARRADOR: Alicia le dio el dedal. Entonces todos la rodearon para que el loro le diera el dedal como premio.
NARRADOR: Todos aplaudieron. Alicia pensó que todo era muy extraño, pero cuando vio sus caras tan serias, no
se atrevió a reír, así que solo dijo.
ALICIA: Para mí es un honor aceptar este hermoso premio. Este dedal era justamente lo que necesitaba. Ratón,
me gustaría escuchar la historia que prometiste contarme.
RATON: Debo decirte que mi historia es muy triste, y tan larga como mi cola.
NARRADOR: La niña miraba la cola del ratón, pero no sabía por qué era triste. Alicia no puso atención a la historia
del ratón, así que cuando el ratón termino, le dijo.
RATON: Niñita, no estás poniendo atención. ¿En que estas pensado?. ¡Tengo un nudo en mi garganta!.
ALICIA: ¿Un nudo?. Déjame ayudarte a desatarlo. Yo siempre le desato el listón que mi gatita tiene en el cuello.
RATON: Niña, me insultas y me ofendes.
ALICIA: ¡Se fue!. Ahora puedo hablar con el Loro y con los otros pájaros, de Dina, mi gatita.
ALICIA: Dina, es mi pequeña gatita. ¡Le gusta mucho atrapar ratones y pájaros!. ¡Como me gustaría que la vieran
cuando persigue a los pájaros!. ¡Se los come tan pronto como los ve!.
LORO: Vámonos amigos, no podemos hablar con esta niña. Por eso el ratón se fue. ¡Canarios, patos!. ¡Síganme!.
ALICIA: ¡Por favor, no me dejen sola!. Ya se fueron todos. No debí haber hablado de mi gatita Dina. En este país
tan extraño a nadie le gustan los gatos. Alguien viene. Tal vez es el ratón que cambio de opinión. ¡Pero no, es
el Conejo Blanco!.
CONEJO BLANCO: ¡La Duquesa!. ¡La Duquesa!. ¡Oh mis queridas patitas!. ¡Mi piel y mis bigotes!. Hará que me
ejecuten tan seguro como que el sol sale de día. ¿Dónde pude haber dejado mis guantes y mi abanico?. ¿Dónde?.
NARRADOR: El conejo buscaba sus guantes y su abanico. Alicia, queriendo ayudar, también empezó a buscarlos.
Pero todo había cambiado desde que ella había estado nadando en la alberca. Y como magia, el cuarto había
desaparecido totalmente. Por fin, el conejo vio a Alicia y le dijo.
CONEJO BLANCO: ¡Que haces aquí Ana María!. ¡Ve a casa rápidamente y tráeme otros guantes y un abanico!.
NARRADOR: Alicia estaba muy asustada y corrió en la dirección que le indicaba el conejo, sin intentar sacarlo de
su error.
ALICIA: ¡Me ha confundido con su sirvienta!. Sera mejor que le dé su abanico y sus guantes. ¡Eso si es que puedo
encontrarlos!.
NARRADOR: Al ir corriendo, llego a una casita muy hermosa en cuya puerta se leía en letras de bronce el nombre
“C. Blanco”.
ALICIA: ¿C. Blanco? Debe significar Conejo Blanco. Entrare, aunque espero no encontrar a la verdadera Ana
María. De todas formas, esto es muy gracioso. Yo Alicia convertida en la mandadera de un conejo. ¡Que suerte
tengo! . Sobre aquella mesa hay un par de guantes y un abanico. ¡Y una botella!. Beberé un poco y espero poder
crecer otra vez, me estoy cansando de ser tan pequeña.
NARRADOR: Efectivamente, como supuso Alicia, al beber el contenido de la botella la hizo crecer, pero tan de
prisa que tuvo que sacar un brazo por la ventana y una pierna por la chimenea. Quedando atrapada en la pequeña
casa. Afortunadamente, la pequeña botella mágica dejo de hacer efecto. Aun así, Alicia se sentía muy incómoda,
y como no podía salir del cuarto, empezó a llorar. Después de un rato, escucho una voz.
CONEJO BLANCO: ¡Ana María!. ¡Ana María!. ¡Contéstame!. ¿Dónde están mis guantes?. ¿Puedes escucharme?.
¡Que pasa!. ¡La puerta no se abre!. Ana María, dime por que cerraste la puerta. ¿No contestas?. ¡Muy bien!.
¡Tendré que entrar por la ventana!.
NARRADOR: El conejo estaba justamente debajo de la ventana, cuando Alicia abrió la mano, y no atrapo a nadie.
En ese instante se escucho un fuerte ruido de vidrios rotos, y el conejo grito.
CONEJO BLANCO: ¡Ven a ayudarme!. ¡Dime que eso que está en la ventana!.
CONEJO BLANCO: No seas cobarde. Entonces, te ordeno que bajes por la chimenea.
NARRADOR: Alicia lo pateo tan fuerte, que Pat salió disparado por el aire. Después escucho las voces de unos
animales.
CONEJO BLANCO: ¡Te vimos!. Y como no podemos hacer nada, debemos quemar la casa.
NARRADOR: Alicia no podía ver lo que sucedía, pero los escuchaba hablar.
ALICIA: ¡Espere señor conejo!. Si usted quema la casa, lanzare a mi gata contra ustedes. ¡Se lo advierto, a ella le
gusta comer conejos!.
NARRADOR: Todos permanecieron en silencio. Después sintió una lluvia de pequeñas piedrecillas que entraban
por la ventana golpeándola en la cara. También se dio cuenta de que todas las piedras se convertían en pasteles
cuando caían en el piso, y se le ocurrió una brillante idea.
ALICIA: Ahora tengo que comer y beber algo para recuperar mi estatura normal. Además, debo encontrar la
manera de entrar en aquel hermoso jardín. Me pregunto qué podre comer.
NARRADOR: Cerca de ella había un hongo enorme. Alicia se estiro con la punta de sus pies para ver por arriba de
el, y lo que vio, fue una gran oruga azul que estaba sentada arriba del hongo fumando tranquilamente una larga
pipa. Los dos se miraron, hasta que finalmente la oruga azul se saco la pipa de la boca y le hablo con voz
adormilada.
ALICIA: Supongo que no lo sé. Al menos sabía quien era yo cuando me desperté esta mañana, pero creo que
desde entonces he cambiado varias veces.
ALICIA: Me temo que no puedo explicarme mejor. Pero cuando usted tenga que convertirse en una crisálida, y
después en una mariposa, sabrá como me siento yo.
ORUGA: ¿Crisálida?. ¿Mariposa?. No me gusta la idea. ¿Ahora dime, quien eres tú?.
ALICIA: Sera mejor que me vaya señor Oruga, o empezaremos esta conversación otra vez. Póngase la pipa en la
boca y comience a fumar. ¡Nos vemos!.
ALICIA: ¿Qué?
ALICIA: ¡Imposible!. Me gustaría estar más alta. Debo medir siete centímetros, y eso es ridículo.
ALICIA: Perdóneme señor Oruga, y no se sienta ofendido, pero no estoy acostumbrada a ser tan pequeña.
ORUGA: Ya te acostumbraras.
NARRADOR: La oruga volvió a meterse la pipa en la boca y empezó a fumar de nuevo. Después se saco la pipa de
la boca, y bostezo varias veces. Después se bajo del hongo, y se alejo deslizándose por la hierba.
NARRADOR: Tan pronto como la oruga se fue, Alicia estiro los brazos y corto un pedazo del hongo. Un pedazo
con su mano derecha, y otro pedazo con su mano izquierda. Después comió un poco, hasta que recupero su
estatura normal. Después se guardo un pequeño pedazo del hongo en su bolsillo, y empezó a caminar por el
bosque. Repentinamente, vio un gran gato negro que sonreía de oreja a oreja. Era el gato Cheshire.
GATO CHESHIRE: Ja, ja, ja, ja, depende a donde quieras llegar.
ALICIA: Mientras llegue a algún lugar. ¿Qué tipo de gente vive aquí?.
GATO CHESHIRE: Al norte vive un sombrerero, y al sur vive una liebre de marzo. Los dos están bien locos.
ALICIA: ¿Por qué dice eso?. ¿Cómo sabe que yo estoy loca?.
GATO CHESHIRE: Porque estás aquí. ¿Dime, vas a jugar al croquet con la Reina?
NARRADOR: Y el gato desapareció. Pero desapareció lentamente. Primero la cola, después las patas, enseguida
su cuerpo, y finalmente su sonrisa, la cual tardo un rato en desaparecer.
ALICIA: ¡Eso fue muy gracioso!. Muchas veces he visto un gato sin una sonrisa, pero no una sonrisa sin un gato.
Iré a visitar a la Liebre de Marzo.
NARRADOR: Alicia no había caminado mucho, cuando vio la casa de la Liebre de Marzo. Las chimeneas tenían
forma de orejas, y el techo era de piel. Se dirigió hacia la casita, y comió un pedacito del hongo mágico para
reducir un poco su tamaño. Delante de la casa había una mesa puesta para dos, y allí se encontraban sentados la
Liebre de Marzo y el Sombrero tomando té. Entre los dos estaba sentado un Lirón profundamente dormido, al
que usaban como almohada. La mesa era muy grande, pero los tres todos estaban en un rincón amontonados.
Cuando Alicia se acerco, ellos le dijeron.
ALICIA: Entonces por qué me dices que me lo tome. ¡Eres muy descortés!.
LIEBRE DE MARZO: Tampoco es cortes sentarse a una mesa donde no te han invitado.
ALICIA: Tal parece que nunca le dijeron que no se metiera en las cosas ajenas.
SOBRERERO: No es lo mismo. ¿Es lo mismo decir decir veo lo que como, que como lo que veo?.
LIEBRE DE MARZO: O ¿Me gusta lo que tengo, que tengo lo que me gusta?.
NARRADOR: Todos guardaron silencio por un rato, mientras Alicia pensaba en todo lo que sabía sobre cuervos y
escritorios. Entonces el Sombrerero le pregunto a Alicia, mientras veía su reloj.
SOMBRERERO: Este reloj se equivoca por dos días. Te dije tonta Liebre de Marzo, que la mantequilla no
funcionaria.
LIEBRE DE MARZO: Era la mantequilla de mejor calidad. Déjame ver tu reloj. Lo sumergiré en el té y espero que
funcione.
ALICIA: Que reloj tan raro. Te dice el día del mes, pero no te dice la hora.
SOBRERERO: Entonces no le veo nada raro al mío. El Lirón se durmió otra vez, le echare te caliente en la nariz.
Ahora que lo recuerdo, ¿ya sabes la respuesta de la adivinanza?.
LIEBRE DE MARZO: Tienes razón. Nos estamos aburriendo. Cuéntanos una historia, jovencita.
LIRON: No estoy dormido. He escuchado cada palabra que ustedes han dicho.
NARRADOR: Alicia se enojo tanto por la grosería del Sombrerero, que se levanto y se fue. Ninguno trato de
detenerla , aunque ella tenía la esperanza de que lo hicieran. En lugar de eso, tanto la Liebre de Marzo como el
Sombrerero intentaban meter al Lirón adentro de la tetera.
ALICIA: ¡Jamás volveré a ver a esos locos!. Ah, en ese árbol hay un pequeña puerta en el tronco. Entrare. ¡Pero
qué hermoso jardín!. ¡Es el mismo que vi a través de la pequeña puerta de aquel salón!. ¡Hay flores de brillantes
colores, y una fuente de agua fresca y clara!.
NARRADOR: Había un gran rosal cerca de la entrada del jardín. Las rosas eran blancas, pero había tres cartas de
la baraja, los cuales hacían de jardineros, y que estaban pintando las flores de color rojo. Alicia escucho la
conversación que tenían estos extraños jardineros.
CINCO: ¡Cállate, Siete!. Ayer, la Reina dijo que merecías que te cortaran la cabeza!.
CINCO: ¡Si le importa!. Por llevarle bulbos de tulipán a la cocinera en vez de cebollas.
ALICIA: ¿Serian tan amables de decirme por que están pintando esas rosas?.
DOS : Sucede señorita, que cometimos un error. Plantamos un rosal blanco, en lugar de uno rojo como dijo la
Reina. Así que estamos haciendo lo mejor que podemos para pintarlo de rojo antes de que ella venga.
REINA DE CORAZONES: ¿Y esos que estan en el suelo de espalda, quienes son?. Todos mis cortesanos son iguales
por el reverso!. ¡Contéstame, Alicia!
REY DE CORAZONES: ¡Un momento!. Yo, el Rey, tengo derecho de opinar. ¿Que no ves, mi querida Reina, que
ella es tan solo una niña. Tal vez ella sepa jugar croquet.
REINA DE CORAZONES: Si sabe jugar, la perdonare. ¡Alicia, sígueme y párate enseguida del Conejo!.
ALICIA: Hola, señor Conejo, hasta que nos encontramos otra vez. ¿Dónde está la Duquesa?.
CONEJO BLANCO: Se le hizo tarde, la Reina se enojo y la regaño porque no traía el abanico, y la Duquesa le dio
una bofetada.
CONEJO BLANCO: ¡La Reina te escuchara!. Guarda silencio, hemos llegado al campo de Croquet.
NARRADOR: Era un campo muy extraño. Estaba lleno de elevaciones y zanjas. Las pelotas eran erizos, y los mazos
eras flamencos vivos. Los soldados tenían que doblarse para formar los arcos. Cuando la Reina dio la orden, todos
empezaron a correr en diferentes direcciones, peleando y gritando. Pero cuando alguno lograba aventajar a la
Reina, ella gritaba.
NARRADOR: Alicia jugo lo mejor que pudo, y sin darse cuenta se adelanto a la Reina, por lo que ella grito.
ALICIA: Usted no puede dejarme sin cabeza. ¡Tengo el derecho a tener un juicio!.
REINA DE CORAZONES: ¡Muy bien, vayamos a mi castillo!.
NARRADOR: Así fue como Alicia entro al castillo de naipes, acusada de vencer a la Reina en el partido de croquet.
Allí había un jurado. El Sombrerero y la Liebre de Marzo eran los miembros del jurado. El Conejo Blanco era la
parte acusadora, y Pat era la parte defensora. Alicia se imagino lo fea que se vería sin cabeza, así que tomo de su
bolsillo un pedazo de hongo, se lo comió y dijo.
ALICIA: Si crezco me salvare. Es mi única oportunidad. ¡Si estoy creciendo!. ¡Me estoy haciendo grande, y más
grande!.
ALICIA: ¡No creo que lo logres Reina de Corazones!. ¡Tú no eres más que una simple baraja!. ¡Y yo estoy grande!.
ALICIA: ¡No me callare!. ¡Todos ustedes solo son unas barajas!. ¡ No les tengo miedo!.
NARRADOR: Entonces las Barajas se levantaron, y enfurecidas cayeron sobre Alicia. La niña trato de luchar con
ellas, pero no pudo. Trato de levantarse, y entonces se dio cuenta de que estaba recostada con la cabeza en el
regazo de su hermana, y que todo había sido un sueño maravilloso.
ALICIA: ¡Ay hermanita, tuve un sueño muy raro!. ¡Algún día te lo contare!. ¡Eso sí, te prometo que no volveré a
ser tan curiosa!.
Fin