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Carrera:
Derecho
Asignatura:
Derecho Penal I
Trabajo Final:
Tema:
Delito De Cuello Blanco
Facilitador:
Lic. Fernando Ozuna
Participantes:
Naysy irisnetty feliz feliz
13-5326
17-2966
Introducción:
El mundo sigue igual que hace 1.000 años, cada día observamos
continuamente como el ser humano ha variado poco su perspectiva en la
gravedad de las conductas de sus iguales y a quienes tienen en su
consideración.
En pleno Siglo XXI, tal como afirmó Marcelino Camacho Abad en una ocasión,
podríamos afirmar que "Hay clases y la lucha de clases sigue vigente”.
Siendo todas las clases privilegiadas – dentro de cada contexto histórico – una
superior a la otra en tanto cuanto poseían más derechos, más y mejores
bienes, así como en muchos casos la comparecencia ante la ley no era ni de
cerca dada.
Por un lado aquellos que tienen poder son más cautelosos en cuanto a sus
métodos, el ocultamiento de los hechos y adecuar sus delitos en torno a la
moneda o con un fuerte elemento monetario en todo caso.
Como vemos, partimos de una realidad que la evolución más que cambiar,
meramente ha matizado.
– Conclusiones finales.
Composición del delincuente de cuello blanco
Ello no quiere decir que haya por mi parte un rechazo en su totalidad, pues
estimo que ciertas composiciones biológicas permiten a un sujeto delinquir pero
no lo condicionan a ello. Un ejemplo claro seria en el caso de los delitos
violentos, el sujeto que segrega más adrenalina de la que es considerada en
cánones normales, conllevando que su actuar se acrecenté en las situaciones
que más adrenalina provoca en él.
Sin embargo en contraposición a estas teorías, estimo que las teorías psico-
sociales si condicionan al sujeto, pues la conexión entre delito y moral que es
casuística favorecen a que sea más probable que un sujeto que ha adquirido
valores sociales contrarios a los que la sociedad requiere para su
funcionamiento sea inducido desde la misma sociedad a delinquir debido a que
al tener valores bien distintos puede ponderar si los suyos deben primar sobre
los del elenco social inhibiéndose o no de delinquir según el resultado de esta
ponderación.
Realmente esto que nos parece una tarea mecánica y sistemática no lo es,
entraña una verdadera ciencia teórica tras de sí. Esta ciencia – y procuraré ser
conciso – posee una serie de elementos que se deben resolver para efectuar
una definición valida en el ámbito de la ciencia y es la atribución que se le
otorga al concepto que puede ser formal, empírico, objetivo o empírico-objetivo
y una vez hecho esto establecer su lugar en el campo de la extensión-
intensión.
Seria delincuente menor aquella persona que cometió una falta que es al igual
que el delito un acto antijurídico de menor importancia que el Derecho o
sistema legal de un estado califica como tal y sanciona con una pena
evidentemente mínima. Como vemos hay una proliferación de extensión hacia
intensión en el concepto, matizando el concepto, así como a quien se aplica.
Entonces, basándonos en este precepto la primera persona en darnos una
definición aceptada mayoritariamente ha sido Edwin H.Sutherland.
La teoría elaborada por Sutherland tenía un fin evidente, es una teoría critica
hacia las teorías convencionales de la delincuencia, siendo en especial la
principal crítica hacia la teoría del etiquetamiento o Labelling approach.
Hasta la fecha las teorías pretéritas se habían dedicado a afirmar que las
clases marginales eran aquellas propensas a delinquir y Becker afirma que
ningún acto es desviante de por sí, sino que es desviante cuando hay reacción
negativa de la sociedad siendo en el acto estigmatizado el transgresor, así
añade la idea de que dicho etiquetamiento conlleva la creación de la
delincuencia acuñándose desde los seguidores de esta teoría la frase de “Las
cárceles son escuelas del crimen”.
Comprendamos además que en ese momento el criminal era aquel que era
condenado a prisión y eso no era típico en personas de alto poder monetario.
Es decir, un delincuente es una persona que etiquetamos como tal y a través
del proceso estigmatizador que supone la prisión. Sobre estos dos
presupuestos se mueve Sutherland cuando en la 34º conferencia presidencial
anual de la American Sociological Society en 1939 presenta su término bajo en
un trabajo denominado <>.
Dos autores desarrollan principalmente una de las dos posibilidades que ofrece
Sutherland incluso antes de ofrecerse la teoría del White Collar:
Por un lado destaca en Europa Durkheim que hace clara referencia a los
abusos de poder, él es el autor de la frase <
Pese a que nos indica que “el mal se encuentra en el trono”, precisamente es
incapaz de aportar soluciones, dado que poner a alguien en el poder mediante
cualquiera que sea el tipo de mandato es lo que se conoce como un riesgo
socialmente permitido y necesario para cualquier estado.
Por otro lado autores como Newman y Quinney niegan el tipi cismo de la
pertenencia a una alta esfera o clase privilegiada lo cual amplia en demasía el
termino siendo extensible a cualquier delito especial.
Siendo así aquel señor que expende gasolina y a su vez roba del depósito
seria un delincuente de cuello blanco. Incluso el cartero que roba para si las
muestras de perfume de la suscripción que una señora hace a una revista
mensual y así hasta llegar a límites demasiado absurdos con perdón de lo
descalificativo que pudiese sonar de cara al trabajo de estos señores.
El delito de cuello blanco propio seria aquel delito que se lleva a cabo desde la
facilidad de su cargo, empleando el fraude y con un fin evidentemente
económico o político.
Por otro lado el delito de cuello blanco impropio seria aquel efectuado por un
delincuente que habitualmente lleve a cabo delitos de cuello blanco impropio.
La diferencia esencial radica en el sujeto en sí que lo realiza debido a que con
su dinero e influencia podría conseguir cosas que opta por conseguir
delinquiendo, es decir, encontramos una contradicción entre posibilidad y
motivación.
Tomando de base las teorías delictivas anteriores, renegando por ello que las
minorías sean las únicas en realizar ciertos delitos fundándolo en la inclusión
de lo que he denominado delito de cuello blanco impropio, así como optando
por la definición de Sutherland hemos configurado la descripción tanto de delito
de cuello blanco y el delincuente de cuello blanco respondiendo a las
cuestiones de concepto, definición y extensión/intensión.
Visión del delito de cuello blanco desde la victimología.
Según Edelhertz (1970), cuanto más avanzamos en el tiempo más fácil nos es
convertirnos en víctimas de los delitos de cuello blanco. El fundamento de su
opinión se basaba en la exposición de los ciudadanos al abuso, al debilitarse
las garantías dentro de los patrones de distribución y ventas. Exponiéndonos
por tanto a tratar con desconocidos y confiar plenamente en las instituciones
gubernamentales que son quienes nos deben proteger. En base a ello
distingue dos factores que incrementan el riesgo: De un lado tenemos el
avance de la tecnología y la dificultad de su control como en el caso de los
programas de ordenador que han ido convirtiéndose en medios o instrumentos
de la delincuencia económica bastante efectivos. De otro lado tenemos el
continuo incremento de la complejidad de nuestra sociedad, que dificulta la
compensación de las pérdidas sufridas; ya que la victima debe calcular primero
si le compensa la pérdida de tiempo y dinero que deberá gastar en un proceso,
esto es todos los gastos relativos a la consecución de un proceso Civil que
además puede ser fallido para el sujeto. Sabemos que hay altos riesgos, pero
dentro de ese riesgo habría que dilucidar hacia quien se dirige el delito.
Tomlin nos indica cuatro factores que resumen la relación entre el delincuente y
la propia víctima y de un delito de cuello blanco: Ingenuidad por parte de la
víctima, previsible retraso por parte de la víctima en darse cuenta de su
condición de tal, la codicia del delincuente y la creencia del delincuente de que
no será detenido por ese delito. A ello posteriormente se le añaden varios
elementos referentes a la cooperación, negligencia o descuidos de la victima;
los cuales producen que la actitud del delincuente quede como reprobable en la
medida que la victima pierde esa connotación de victima sin conciencia de
victima que permitía la consecución del delito bajo la definición exacta dada por
Sutherland, esto es un delito obrado desde la confianza plena de la víctima.
Todos podemos hacernos una idea de lo que sería dicho delito. No obstante,
siempre que hacemos alusión a estos delitos sólo pensamos en los delitos
socio-económicos, sin prestar atención a otros delitos con victimas individuales
que en su conjunto ofrecen una mayor lesividad social de la que producen otros
tipos delincuenciales que afectan a otros bienes jurídicos. Esto es una de las
mayores causas de la ineficacia de la persecución de este tipo de delitos junto
a la permisión aún a día de hoy de los salones de espera de presión política
más allá del mero colectivo electoral puro y sin desglosar.
Como conclusión final, entendemos que este tipo de delitos; nacidos del seno
de la sociedad y el hombre, desde su condición de ser social y sus realidades
creadas como son la misma sociedad y la economía; son delitos que sólo se
pueden abordar desde un único punto, detrás de otra realidad creada: La
educación en valores.
Bibliografías: