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Dicho por Jaume Peris Blanes en su artículo “El libro de Manuel (…) Entra la
revolución política y la vanguardia estética”, que Julio Cortázar, junto a otros escritores
de la época, protagonizó la discordia entre las políticas revolucionarias cubanas y los
intelectuales acusados por la misma de “burgueses”.

El Libro de Manue1l fue su obra más política surgida al respecto, no solamente en


el ámbito de la crítica política y la acción de guerra metafórica por medio de la palabra
y el oficio de escritor, sino netamente en la acción real y concreta que esta novela
provocó; siendo claros, los derechos de autor del Libro de Manuel fueron cedidos a los
familiares de las víctimas de la masacre de Trelew.

Pero es la “metodología” que esta novela experimental utiliza, para suscribirse a la


realidad política más próxima y tangible, para criticar usando la misma revolución en
una microesfera como lo es desestructuración de la escritura y la lectura, y el cómo
vemos a la vanguardia literaria ingresar aquí, lo interesante y aquello que nos concierne.
Pero antes de proseguir, hay que dejar en claro a qué nos referimos con esta vanguardia
literaria como metodología.

Claudia Gilman2 explica que contrario al realismo, que buscaba despertar la


conciencia de los lectores a manera de comunicación, los vanguardistas “planteaban
como su tarea la de hacer avanzar el arte del mismo modo que la vanguardia política
hacía avanzar las condiciones de la revolución (…)”. En otras palabras, llevar esta
revolúción al plano de las ideas y las abstracciones de maneras más rupturistas y
extremas, acordes por ejemplo, a la búsqueda del ‘hombre nuevo’ planteado por Ernesto
Guevara3: un hombre completamente libre fruto de la revolución, no sólo física sino
espiritualmente.

Yendo ahora al análisis y ejemplificación de los artificios, empezamos


remarcando uno de los primeros, respecto de la “presentación de las personajes”,
comienza a enlistar a los principales uno debajo del otro a un lado de la página, junto a
una aclaración muy sentenciosa: “detalles formalistas sin importancia” (Manuel, p18),
dice tras explicar que en una novela el orden de aparición no es del todo importante,

1 Cortázar, Julio. Libro de Manuel. Buenos Aires; Alfaguara, 2017.


2 Gilman, Claudia. Entre la Pluma y el Fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en
América Latina. Buenos Aires: Siglo XXI, 2003.
3 Guevara, Ernesto. “El socialismo y el hombre en Cuba” en DESNOES, E. Los dispositivos en

la flor. Cuba: literatura desde la revolución. Hanover; Ediciones del Norte, 1989.

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como tampoco lo es del todo el orden en que ésta se lea, dado que los tiempos de lectura
son muy subjetivos. Una auto-referencia muy típica teniendo en cuenta que fue el
propio Cortázar quien intentó cuestionar el orden de la cronología narrativa y del lector
pasivo diez años antes con su icónica novela Rayuela.

Tenemos también, reconocida como la forma más llamativa de insertar el contexto


político real dentro de la ficción, a la sucesión de artículos periodísticos dispuesto a
manera de collage a lo largo de todo el relato. La mayor parte de ellos, haciendo
referencias a las actividades agitadoras revolucionarias/terroristas de células latinoame-
ricanas, la represión y la detención y tortura sistemática de personas, y otras anécdotas
relacionadas a movimientos pacifistas rebeldes a lo largo del mundo, como la cultura
hippie. Otros por el contrario, muestran anuncios fútiles y sin importancia. Pero todos
ellos pasan, en la ficción, a formar parte de un libro de recortes de la época que el grupo
de la Joda, formado por los protagonistas, fabrican como legado para Manuel, el bebé
de dos de los integrantes.

Es un ejemplo la noticia leída por Susana titulada, según ella, “Los juegos de
Circo”, en la cual el Sr. Étienne Metreau es invitado a asistir al “boom-barricada” en el
campus de Saint-Martin-d’Hères, e interceptado posteriormente por un comando de
siete personas que bajan de un auto (Manuel, p42). Otra de las particularidades de estos
relatos, en los casos en que son traducidos por la voz de Susana, son las acotaciones que
la misma hace sobre su traducción aproximada: diferente del formato clásico de
paréntesis, líneas de diálogos puestas por el propio autor para especificar cosas más allá
de la voz de su personaje, o cualquier otra estructura que no interrumpa el relato,
aparecen aquí varios párrafos claramente diferenciados, con distintos márgenes, y sin
las separaciones de puntuación correspondientes, que denotan ser comentarios propios
de la traductora.

Pasando ahora de los puros artificios literarios del modo de escritura, nos
focalizamos en uno más centrado en el contenido.

Como anteriormente mencionamos, la búsqueda del “hombre nuevo” de Guevara


al cual Cortázar también aspiraba, se vislumbra durante una escena en la que Lonstein,
autodenominado “el pajero”, dialoga con el que te dije, aparente narrador constante de
los acontecimientos pero muchas veces oculto. El primero le habla a modo de catarsis
personal sobre su particular situación respecto del sexo. Según parece por lo que su

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historia narra, su preferencia no va más allá de la autosatisfacción, una clase de auto-


sexualidad, y algo que desde luego ni el que te dije ni ningún otro es capaz de entender.
Aclara Lonstein que no ha tenido suerte ni con hombres ni con mujeres, llegando a la
conclusión de que la vida sexual de pareja no era lo suyo, pero esto no es entendido por
los demás como una forma válida o digna de vivir la sexualidad, sino más bien penosa.

“¿Así que vos crees que la Joda es falsa?/No es aso, dijo Lonstein
un poco arrepentido, es falsa a medias porque una vez más será un
eslabón incompleto de una cadena nuevamente incompleta (…)”
(Manuel, p207).

Esta cita de la conversación posterior muestra que, tras la acusación de Lonstein al


que te dije de ser nada más que un montón de cobardes con ideas revolucionarias vacías,
añade que ninguna Joda —forma de referirse a su pequeño golpe rebelde violento— ni
revolución estará del todo completa si no se quitan los prejuicios respecto de las otras
“liberaciones” del hombre, la proclama de todos sus derechos individuales, de sus
elecciones personales, como lo es en su caso masturbarse antes que tener sexo, o en
cualquier otro contexto de la época podrían ser las libertades homosexuales, pocas veces
defendida por aquellos que se decían rebeldes.

Es esta parte la que deja ver el cuestionamiento de Cortázar a los métodos de la


revolución y a alineamiento con la idea del hombre nuevo de Guevara.

Hay que mencionar también, no solo por el lado de las formas sino también de los
contenidos, el segmento altamente metafórico, próximo al final del libro, en el cual,
durante una extensión de al menos seis página, las carillas está completamente
volteadas, con letras patas arriba. Medio capitulo transitamos de esta forma; nada más
rupturista con el modo de narración tradicional. Pero incluso, no nos queremos quedar
tan sólo en lo anecdótico, puesto que es en estas páginas que encontramos ciertas líneas
muy pretenciosas:

“(…) Gómez, Roland, Lucien Verneuil [tres de los más radicales


de la Joda] son de esos que repetirán la historia, te los ves venir
de lejos, se jugarán la piel por la revolución, lo darán todo pero
cuando llegue el después repetirán las mismas definiciones que
acaban en los siete años de cárcel de Bukovsky. (…) Me dan

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miedo los Gómez y los Lucien Verneuil que son las hormigas
del buen lado, los fascistas de la revolución (…)” (Manuel,
p321).

La mención de que estos hombres busquen perseguir un objetivo por los mismos
medios y bajo la misma lógica “doctrinaria” que aquellos a los que pretenden combatir,
dicha precisamente en aquél tramo de la narración en que todo se pone de cabeza, no es
casual, a nuestro punto de vista. A eso aludíamos anteriormente con “metafórico”: la
supuesta revolución, por estas vías microscópicas, viene a tratar de imponer la misma
dureza pero con otra premisa, y eso es contradictorio.

Y son muchos más los métodos vanguardistas, aunque no tanto de línea política,
lo que siguen apareciendo, pero vamos a redondear estos análisis con dos parte
diferentes, donde los recortes de documentos —no estrictamente de prensa— se hacen
presentes por medio de una presentación previa del narrador y los personajes que, a
diferencia de muchos otros recortes, dan cuenta de sus intenciones concretas de
incluirlos como fundamentales en la memoria del pequeño Manuel.

En el primero de ellos, un conjunto de telegramas que María Montessori,


trabajadora de la prensa latina, les regaló, y que según Marcos, eran más importantes
por el hecho de ser información con verdades más fidedignas (“profundas”, en palabras
de él), por no estar previamente masticadas por el periodismo (Manuel, p248). Por
ejemplo, aparece un diálogo entre Fidel Castro y ministros con un grupo de estudiantes
universitarios cubamos:

“?Y ustedes? ?Cuánto estudian? Entienden realmente el


problema de que deben rendir el máximo posible en sus
estudios. Como la misión que les han encomendado la
revolución+?

(…)

Una muchacha pide la palabra. Explica que ella es casada y por


eso tiene otros problemas que resolver y que tiene algunas
dificultades para estudiar. +?Por qué no pones a cocinar
también a tu marido+? Fue la respuesta del primer ministro.
[Transcripción apegada al texto original]”.

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En el segundo, y para finalizar, nos encontramos al final mismo del libro, tras la
acción violenta llevada adelante entre la Joda y las hormigas, modo que tenían de
llamarle a la policía.

Tal parece, que alguno de los integrantes del grupo rebelde ha perdido la vida, y
aunque nunca se diga puntualmente de quién se trata, se deduce que se trata del que te
dije, “aparente narrador” del texto y que, según la valoración de Susana Gómez en su
artículo “Tres palabras sobre el Libro de Manuel (…)”, es la pérdida de su vida lo que le
quita a la novela el autor de artificio dramático, el agente que “noveliza” lo que ocurre.
Y es tras este suceso que lo que sigue es un collage casi competo de testimonios de
presos políticos y torturadores, de Argentina, que los supervivientes del hecho
encuentran en el saco del difunto y añaden como última incorporación importante al
libro de Manuel (Manuel, p337-p349). Toda una sección dedicada al testimonio oral
transcripto de víctimas y victimarios de las torturas sistematizadas y del entrenamiento
para ejercerlas, sin ningún tipo de censura ni edición.

En conclusión, el Libro de Manuel no sólo es el relato más político de Julio


Cortázar por el contenido crítico y hasta cierto punto beligerante con su, en un principio,
propio movimiento; sino además, es la representación de la literatura política de ruptura
con la norma, la imposición de otros estilos, la desestructuración intencional y la
experimentación. El texto plasma con innumerables métodos, que la revolución cultural
buscada por adeptos al vanguardismo literario como Cortázar debía generarse desde los
mismos cimientos y las esferas más pequeñas de la sociedad.

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Bibliografía

 Cortázar, Julio. Libro de Manuel. Buenos Aires; Alfaguara, 2017.

 Gilman, Claudia. Entre la Pluma y el Fusil. Debates y dilemas del


escritor revolucionario en América Latina. Buenos Aires: Siglo XXI, 2003.

 Guevara, Ernesto. “El socialismo y el hombre en Cuba” en DESNOES,


E. Los dispositivos en la flor. Cuba: literatura desde la revolución.
Hanover; Ediciones del Norte, 1989

 Blanes, Jaume Peris. Libro de Manuel, de Julio Cortázar, entra la


revolución política y la vanguardia estética. Universidad de Valencia.

 Gómez, Susana. Tres palabras sobre “El libro de Manuel”.


Temporalidad, lenguaje y (cultura) política. Universidad nacional de
Córdoba.

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