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Pregunta: “¿Cuál es el riesgo de que la práctica

colaborativa, informada por la construcción social-


postmoderna se convierta en una verdad y cómo se podría
evitar esto si la intención es mantener la práctica
coherente con las suposiciones subyacentes?”
Iniciadores de Conversación: Malena Braun, Sheila
McNamee
Malena Braun

Buenos Aires, Argentina

Sheila McNamee

Durham, New Hampshire

Malena:

Querida Sheila:

Como te dije, fui a la reunión sin saber mucho sobre prácticas colaborativas (y aún vivo con mi

ignorancia sobre ello). Conocí a Harlene en China en el 2014. Yo estaba llevando a cabo una

investigación cualitativa sobre antiguos clientes y ella pensó que sería interesante que

compartiera mi trabajo en el Congreso Internacional sobre Prácticas Colaborativas. Eso es todo

lo que sabía cuando arribé a Tucumán.

Espero que mis preguntas sean comprendidas, teniendo en cuenta que soy “una forastera

ignorante”. Y, como forastera, una de las cosas que más llamó mi atención fue cuán unificados y

convergentes eran los puntos de vista de los participantes de la reunión en Tucumán. Esto pasa

en todas las reuniones, no es para sorprenderse, pero en ésta, en donde se le da importancia a

la multiplicidad de voces, esta homogeneidad resultaba un tanto chocante. Y entonces surgió mi

primera pregunta: ¿Cómo difundir éste enfoque sin dejar fuera las voces en desacuerdo?

Sheila:

Planteas un excelente punto. Una característica central del diálogo y las prácticas colaborativas

es la noción de multivocalidad. Hay dos formar de entender éste concepto. Primero, podemos

decir que cada persona es multivocal. Tenemos muchas voces disponibles: la voz de la

apreciación, la voz de la crítica, la voz profesional, la voz familiar, la lista es interminable.

Además, podemos entender la noción de multivocalidad como enfatizadora de que existen

múltiples verdades/órdenes sociales en el mundo. Esto quiere decir que las creencias y los

valores de una comunidad no son los mismos que los de otra. Por lo tanto, la noción
de LAverdad es remplazada con la idea de verdades locales. El desafío de los practicantes

colaborativos es el de coordinar esa multiplicidad (en ambos sentidos). Dado esto, puede verse

que la visión de las voces múltiples en realidad abarca y, en ciertos aspectos, celebra que

existan “voces en desacuerdo”. Nosotros reconocemos que nunca podemos crear las condiciones

para “LA verdad” y por tanto debemos trabajar para crear condiciones en donde las voces

diferentes, las verdades diferentes, los sistemas de valores diferentes puedan de alguna manera

entrar en conversación. Es, después de todo, en la conversación que nuevos significados y

modos de entendimiento pueden ser construidos. En las prácticas colaborativas y dialógicas no

buscamos encontrar consenso pero sí crear nuevas formas de entendimiento.

Malena:

¿Sería algo bueno y por lo cual valdría la pena esforzase, el difundir esta visión posmoderna del

mundo hasta que todos la compartan?

Sheila:

Hay una importante distinción para hacer aquí. Dentro de la visión mundial moderna, las teorías

compiten por “LA verdad”. Cuando una persona acepta una forma particular de ver el mundo

(por ejemplo, la orientación cognitiva), ello se convierte en el lente a través del cual la misma

entiende al mundo. Y muchos debates sobrevienen entre las diferentes teorías del mundo social,

que compiten entre si. Sin embargo, desde una visión postmoderna, como no existe una verdad

última o universal, todas las teorías (perspectivas) son vistas como vías de conversación y

posicionamiento de nuestro ser en el mundo – no son ni verdaderas ni falsas. El criterio moderno

de veracidad es remplazado con el criterio posmoderno de utilidad. En otras palabras, ¿Cuándo

es útil hablar el lenguaje de la psicología cognitiva y cuándo utilizar el lenguaje de, por ejemplo,

el psicoanálisis? El punto es que no hay pretensión de “LA verdad” desde una visión del mundo

posmoderna. Simplemente hay múltiples verdades y, por tanto, el intento de apreciar y

reconocer ésta multiplicidad se vuelve el sello de calidad de la práctica posmoderna. De alguna

forma paradójica, una orientación posmoderna hacia el mundo no requiere que todos adopten el

posmodernismo como “LA verdad”. Para dar un paso dentro de ésto el marco teórico nos

permite usar cualquier teoría, modelo o método que impulse nuestra habilidad para colaborar y

estar en dialogo con el otro. Por ejemplo, en una sesión de terapia, si los comentarios del cliente
sugieren que él o ella privilegian entendimientos cognitivo-conductuales del mundo social, que

el/la terapeuta hable el lenguaje de la teoría cognitivo-conductual ilustra la postura colaborativa

del terapeuta (como opuesto a una postura de certeza)

Malena:

¿Cómo evitar que las voces dominantes predominen e impongan una única forma de ver el

mundo?

Sheila:

Siempre existe algún desafío y, dado nuestro enfoque en la multiplicidad, nunca deberíamos

desear el silencio de cualquiera de las voces – incluso de las dominantes. Más bien, podría ser

útil el pensar sobre “suavizar” las voces dominantes y abrir espacio para las voces alternativas

(no escuchadas o previamente silenciadas).

Malena:

Gergen, en el video, estaba “triste” (o decepcionado) porque su estudiante brillante había

desarrollado una escala para la depresión. Luego, en la charla que tuvimos con el pequeño grupo

después de ver ese video observé que había consenso unificado acerca de la idea de que las

escalas son algo malo porque objetivan algo tan subjetivo como la enfermedad mental.

Personalmente, no pienso que las escalas para depresión sean buenas o malas en sí, pero de

alguna manera sentí que en aquel contexto uno tenía que adherir que eran poco deseables y

“malas”. Y entonces otra pregunta me viene a la mente: ¿Qué está proscripto y por qué, en las

prácticas colaborativas?

Sheila:

Estoy de acuerdo con vos en que las escalas y la medición, en y sobre sí mismas, no son buenas

o malas, correctas o incorrectas. Históricamente hubo reacción contra la medición simplemente

porque es una marca de la ciencia moderna. Aun así, mientras nos movemos hacía un

entendimiento enfocado en ideas posmodernas, podemos ver que una vez la postura

posmoderna es adoptada, nos alejamos de la visión dicotómica de ver las cosas. Esto incluye

cuestiones de medición (y además de uso de teorías que emergieron dentro de una postura

modernista filosófica como dije más arriba). La medición es otro juego de lenguaje. La discusión

no debería ser orientada a si la medición es buena o mala per se, sino hacia cómo hacemos uso

de la misma. ¿La tratamos como “LA verdad” (lo cual supongo constituiría una práctica

proscripta para practicantes posmodernos)? ¿O la vemos como una manera entre tantas de dar
sentido a una fenomenología particular (una práctica prescripta para practicantes

posmodernos)? En el caso del estudiante de Gergen yo preguntaría: ¿Qué suposiciones hizo el

estudiante durante el diseño de la escala para depresión y para qué utilizó los resultados? Si la

escala fue diseñada y usada para “probar” y documentar la existencia de depresión (una práctica

proscripta), sería una vergüenza, porque ello sería silenciar cualquier otra voz/entendimiento de

qué podría pasar en la vida de la persona (otra práctica proscripta). Si, por el otro lado, el

diseño y uso de la escala estuvieron orientados a examinar cómo los clientes navegan entre

discursos culturales dominantes sobre la depresión y su más amplia red de relaciones, sería una

forma muy interesante y potencial de abrir nuevas avenidas a explorar.

Parece ser que identificar prácticas que están proscriptas por una postura posmoderna nos ubica

directamente de vuelta en el discurso moderno de correcto/incorrecto, verdadero/falso. Por

ende, dejame decirlo de ésta manera: Hay ciertas formas de acción que el practicante

posmoderno tenderá a usar menos (Por ejemplo, diagnosticar en base a síntomas

descontextualizados o actuar con certeza en relación a una única mirada acerca de la situación

del cliente). De todos modos, ninguna forma de acción está prohibida de manera uniforme. Toda

acción toma lugar en un contexto y en relación con el cliente. A ese fin, si el cliente está

pidiendo por la voz de la certeza del practicante, podría ser útil emplear esa voz (pero ello no

significa que el practicante entienda su “certeza” como buena o verdadera)

Malena:

¿Qué es lo que otros terapeutas hacen pero que un terapeuta colaborativo no debería hacer?

Sheila:

Actuar con certeza, imponiendo la verdad personal sobre el cliente. De todos modos, dicho eso,

debemos dar cuenta de que hay veces en que contextos socio-culturales más amplios requieren

que actuemos con certeza (Por ejemplo, en casos de violencia). En tales casos la postura

posmoderna de incertidumbre/curiosidad permite al practicante explicar las expectativas socio-

culturales y simultáneamente abrir espacio para la reflexión conjunta en aspectos específicos del

caso del cliente, orientadas a coordinar las diversas visiones del mundo.

Malena:

También me preguntaba acerca de que esta visión, el cliente sabiendo y el terapeuta estando allí

para escuchar los deseos del cliente, y de generar nuevos significados a través del lenguaje, sin
recetas, es lo que muchas escuelas de psicoterapia dicen hacer. Pero, al mismo tiempo

desacreditan todas las demás formas de terapia, generado una práctica rígida con muchas

reglas. Se ha vuelto una especie de religión, donde los seguidores son más estrictos que los

maestros, y pienso sobre el riesgo de ello en terapias posmodernas. ¿Cuáles piensas que son las

formas de prevenir que esto ocurra?

Sheila:

Estoy de acuerdo contigo. Los tan llamados “maestros” están abiertos a diferentes formas de ser

y aún así, una vez que empezamos a escribir acerca de una forma particular de práctica o de un

modelo y a integrarlos en el entrenamiento de nuevos practicantes, se vuelve LA verdad. Esto

es la razón de que sea tan importante empezar sobre una base firme en lo que significa dar un

paso dentro de la estancia posmoderna filosófica. Cómo dije anteriormente, el posmodernismo

no se trata de la verdad, se trata de reconocer, respetar y apreciar las diferentes maneras de

hablar y actuar en el mundo. Todas las teorías se vuelven recursos de posible uso. Si los

“seguidores” fueran en principio introducidos a éstas ideas, verían la flexibilidad de moverse

dentro y fuera de varios discursos.

Malena:

Me gustó mucho lo que dijiste sobre la investigación en tu discurso. ¿Qué tipos de investigación

piensas que son los más apropiados para investigar sobre terapias posmodernas?

Sheila:

Depende en quién participa de la investigación, cuál es el foco, dónde se desarrolla ésa

investigación. Un modo generativo en investigación es incluir a quienes son el foco de tu

investigación en el planeamiento y desarrollo del proyecto. De esa forma la investigación no se

vuelve tan “extraña” y desanclada de los participantes y el contexto. Si las entrevistas parecen

apropiadas entonces ello podría ser una forma de proceder. Si los cuestionarios están más

alineados con lo que los participantes esperan y encuentran útil, entonces no hay razón para no

usarlos. Investigación, como cualquier otro tipo de conversación, es una actividad que se va

desarrollando.

Malena:

Me gustaría volver a China, a una conversación que tuve con una participante, en la cual me

contó cómo, en su cultura, cuando van a ver a un doctor, o a un psicoterapeuta, esperan que

esa autoridad les diga qué hacer y cómo hacerlo. Y por eso,muchas veces cuando los terapeutas
no les dan respuestas precisas y direcciones, los pacientes se van decepcionados, y a veces

nunca vuelven a la consulta. Para no decepcionarme a mí, ¿qué sugerencias o direcciones le

darías a los terapeutas posmodernos que trabajan con clientes con ese trasfondo cultural?

Sheila:

Otro excelente y muy importante punto. Si un practicante siempre evita ofrecer consejo o

respuestas, entonces ha convertido prácticas colaborativas y posmodernas en una técnica. Por el

otro lado, si el practicante es responsivo hacía el cliente, entonces puede ofrecer consejo,

sugerencias, y aún directivas, siempre que se mantenga en una estancia de “no saber”, en

términos de creer que su consejo, sugerencias y directivas son lo correcto. El punto no es asumir

como practicantes que “no sabemos nada”, pero si asumir que “sabemos diferente”.

Malena:

Otro pensamiento me llama la atención, que no tiene nada que ver con la temática, aunque

quizá sí: en el taxi, me hablaste sobre “Big” (personaje de la serie de televisión Sex and the

City). Conozco quién fue, y también conozco a Walter White de Breaking Bad, y también he visto

cada capítulo de How i met your Mother. Las series de televisión estadounidense son muy

populares en Buenos Aires. Es poco probable que conozcas quien es Floricienta (una seria de TV

argentina) o el Chavo del 8 (una serie de TV mexicana) , y eso me hizo pensar en cómo las

culturas dominantes, o el conocimiento fluyendo generalmente en una dirección, deja de lado las

voces más débiles. Por lo que sé la idea de las prácticas colaborativas es rescatar todas las

voces, independientemente del poder, pero ¿puede ello ser logrado?

Sheila:

Quién sabe si todas las voces serán (o podrán ser) alguna vez rescatadas; ¡pero vale la pena

intentarlo!

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