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Los Órdenes del Amor en la Relación en pareja

En el caso de un matrimonio, la jerarquía es la siguiente: la primera mujer, o el primer


marido, en la jerarquía tienen una prioridad ante un segundo cónyuge, En este caso no
tiene ninguna importancia si el matrimonio se contrajo oficialmente o no. Un segundo
matrimonio puede lograrse cuando cada uno de los cónyuges respeta al compañero
anterior. Donde no se dados este respeto, es decir, donde la mujer o el marido anteriores
son despreciados o excluidos, las consecuencias pueden afectar a los hijos del matrimonio
posterior. Frecuentemente, un hijo se identifica con una pareja menospreciada,
mostrando síntomas de rechazo hacia la madre o padre.

Pero también puede ocurrir como en el cuento de “La bella durmiente”: la treceava hada,
la mala, la que no fue invitada, es la primera mujer del Rey. Ella no fue reconocida como
tal, por lo que tiene que vengarse mediante un hechizo sobre la niña. Hellinger señala que
en muchas familias con una problemática de este tipo, el hijo desarrolla una
neurodermitis. Una solución sería que tanto el marido como la segunda mujer
reconocieran a la primera esposa y le pidieran su bendición para su hijo.

Hombre y Mujer
Como primer orden del amor entre hombre y mujer, es básico que el hombre quiera a la mujer
para ser su mujer y que la mujer quiera al hombre para ser su marido. Si en una relación de pareja,
el hombre o la mujer desean a la pareja por otros motivos, como por ejemplo el placer, o el
alimento, su riqueza o su pobreza, su educación o su sencillez, por ser católico o evangélico, o
porque quiere conquistarle, o protegerle, o mejorarle, o salvarle, o porque le quieren como quien
dice tan graciosamente, para ser padre o madre de sus hijos, en esos casos el fundamento de la
relación está edificado sobre arena y el gusano ya se encuentra en la manzana.

Padre y Madre
El segundo orden del amor entre hombre y mujer es aquel que dispone a marido y mujer en
función de un tercero, que completa su masculinidad y su feminidad respectivas con hijo. Con eso
y sólo con eso, el hombre se transforma en hombre completo gracias a la paternidad y la mujer en
mujer completa gracias a la maternidad. Y solo en el hijo se hacen uno en el hombre y una en la
mujer en el sentido pleno, de manera indeleble y a la vista de todos. Sin embargo, rige que su
amor de padres hacia el hijo sólo prolonga y corona su amor de pareja. Porque su amor como
pareja precede el amor como padres, y al igual que las raíces del árbol, su amor de pareja sostiene
y sustenta su amor como padres. Pero si su amor como padres de un hijo prolonga y corona su
amor de pareja, entonces el hijo se siente mirado, tomado, respetado, amado por ambos padres, y
se siente bueno y normal.
¿Cuál es el orden en el segundo matrimonio?

Una cuestión fundamental es cuál es el orden cuando ambos cónyuges ya tuvieron una
relación anterior de la que nacieron hijos. En este caso, el amor al propio hijo de la
relación anterior tiene prioridad sobre el amor de pareja. Hellinger dice que esto no puede
entenderse como un dogma, pero que muchos trastornos en relaciones radican en los
celos de uno de los compañeros hacia los hijos. Cuando se reconoce el orden, la relación
puede lograrse.

El vínculo
Con la consumación del amor, el hombre deja atrás, como dicen las hermosas palabras de la Biblia,
a padre y a madre para atarse a su mujer y de dos carnes hacer una. Lo mismo vale para la mujer.
Esta imagen se corresponde a un proceso en el alma que experimentamos como real a través de
sus efectos, porque provoca un vínculo que, incluso a pesar de nuestra voluntad, demuestra ser
imposible de anular y, por lo tanto, imposible de reproducir. Uno podría objetar que un divorcio y
una relación a continuación prueban lo contrario. Sin embargo, una segunda relación actúa
diferentemente que una primera. Un segundo hombre y una segunda mujer perciben el vínculo
que existe entre su pareja y el primer hombre o la primera mujer. Eso se muestra en un segundo
hombre y una segunda mujer no se atreve a tomar a su nueva pareja plenamente como su primera
pareja como su primera pareja, y a conservarla. Lo que pasa es que ambos viven la segunda
relación como culpable frente a la primera. Eso es válido también cuando la primera pareja ha
muerto, porque la verdadera separación se actualiza con nuestra propia muerte.
De ahí que una segunda relación se logra sólo si el vínculo con la pareja anterior es reconocido y
honrado, y si la pareja posterior guarda presente en la mente su posición de segunda pareja, en
deuda con la primera. A pesar de todo, un vínculo con segunda pareja equivalente, en el sentido
original, al vínculo con una primera pareja. Es por eso que una separación de la segunda pareja es
vivida generalmente con menos culpa y menos compromiso que cuando la ruptura de una primera
relación.

La Carne
Lo especial, y en sentido profundo lo indisoluble de un vínculo entre hombre y mujer, nace la
consumación de su amor. Sólo ello lo hace del hombre y de la mujer una pareja, y sólo ellos los
transforma e padres. Amor espiritual o re conocimiento público de su relación no son suficientes
para ello. Por eso, si esa consumación es perjudicada, en el caso de que el hombre o la mujer
hayan sido esterilizados antes de la relación, por ejemplo, no nace ningún vínculo, aunque ambos
lo quieran. Ese tipo de relación se queda sin compromiso y las personas, en caso de separación, no
sienten ni culpa ni obligación.
Si la consumación del amor es perjudicada posteriormente al comienzo de la relación por un
aborto, por ejemplo, entonces se produce una ruptura en la relación, aunque el vínculo se
mantenga. Si luego el hombre y la mujer quieren permanecer juntos, deben decidirse una segunda
vez el uno para el otro, así como para una vida en común, como si fuera una segunda relación.
Porque la primera está, por lo general, terminada.
En el cumplimiento del amor se ve la superioridad de la carne sobre el espíritu, y se muestra su
veracidad y su grandeza. Sin embargo, estamos a veces tentados de menospreciar la carne con
respecto al espíritu como si lo resultante del instinto, de la necesidad, del anhelo y del amor fuera
menos que lo que la razón y la voluntad moral nos ofrecen. Y justamente, el instinto demuestra su
sabiduría y su fuerza ahí donde lo razonable y lo moral alcanzan sus fronteras y fracasan. A través
del instinto actúa un espíritu más grande, un sentido más profundo, ante el cual nuestra razón y
nuestra voluntad moral se asustan y se escapan cuando las cosas se ponen complicadas.
Cuando un niño se cae al agua y hombre salta detrás de él para salvarle, no lo hace por haber
reflexionado ni ponderado, tampoco por moral. No, de ninguna manera. Lo hace por instinto. ¿Es
por eso menos correcto, menos valiente, menos bueno? Cuando un pájaro le canta su hembra,
uniéndose a ella, cuando hacen su

Las relaciones pueden disolverse; el vínculo, no

En este contexto surge la pregunta de si una relación puede ser disuelta, y de qué
manera se realiza este paso. Hellinger afirma que bien es posible terminar una relación,
pero no el vínculo que esta relación conlleva. En el caso de un matrimonio con hijos, esto
significa que los padres siempre seguirán unidos como tales. Pero también las relaciones
sin hijos conservan su vínculo.

Los órdenes no son dogmáticos

Según Hellinger, los órdenes siempre están presentes, independientemente del


comportamiento de una persona. Son inamovibles, pero es imposible abarcarlos por
completo. Es posible observar las leyes, pero el resulta será diferente en cada caso. El
secreto de estas leyes se fundamente en que es posible intuirlas, pero no, determinarlas.
Permiten muchos resultados diferentes. La forma en que se plasman estos ordenes, es
decir, cuales son las consecuencias de qué sucesos, puede verse en el trabajo con
constelaciones familiares.

Las cuatro dinámicas fundamentales

El proceder de Bert Hellinger no se trata de una técnica, sino de un acercamiento


respetuoso del cliente a una profunda comprensión de los órdenes del amor en su familia.
A continuación, siguen diversos pasos necesarios para restablecer los órdenes, y
finalmente, la configuración de una imagen de solución que el cliente asimila en su
interior. En la mayoría de los casos se pregunta por cuatro dinámicas fundamentales:

1. ¿Hubo alguien en la familia que murió pronto?


2. ¿Existen enfermedades en la familia?
3. ¿Se le negó la pertenencia a un miembro de la familia?
4. ¿Alguien en la familia contrajo una culpa?
La muerte temprana de uno de los padres constituye una experiencia traumática porque
interrumpe el movimiento amoroso del hijo hacia los padres. En consecuencia, es posible
que el hijo quisiera seguirles a los padres para unirse a ellos en la muerte. En el caso de
miembros de la familia enfermos puede tratarse de una identificación por la que un
miembro de la familia sano dice: “Mejor que sea yo que tú”. Cuando a un miembro de la
familia se le negó la pertenencia, por ejemplo, a un hijo ilegitimo o a una pareja anterior,
otra persona en la generación siguiente puede reproducir estos sentimientos de rechazo y
la reacción correspondiente. En el caso de la culpa que alguien contrajo, es posible que un
posterior miembro de la familia pretenda expiar esta culpa.

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