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De Ibarrola, M citando a Labarca afirma que “en el sistema escolar, en la práctica pedagógica, en
los contenidos de la enseñanza, en los fines mismos de la escuela existe subyacente una
“determinación de clase” lo que hace que el aparato escolar se conciba como un “aparato
ideológico del Estado”. Un aparato cuya función es concurrir a la reproducción del sistema de
explotación sobre el que esta sociedad se asienta y a la perpetuación de la división de la sociedad
en dos clases antagónicas: explotadores y explotados, o en términos de Marx burgueses y
proletarios.
Precisamente la visión marxista de los fenómenos educativos así como de la sociedad, acentúa la
naturaleza conflictiva de la sociedad, especialmente el conflicto entre las clase sociales. La
estabilidad y el orden, de acuerdo con esta visión, son logrados pero solo temporalmente y por
medio de la dominación de una clase por otra. Esta dominación incluye la coerción, el uso de los
aparatos represivos cuando sea necesario (o aun sin serlo), así como la persuasión y supremacía
ideológica para prevenir que la clases dominadas luchen por la liberación y por grandes
transformaciones sociales (Ornelas, C).
La escuela capitalista está organizada en cierta forma en que la provisión de habilidades a la gente
es desigual. Por una parte, las escuelas infunden en la gran mayoría de los estudiantes de las
habilidades básicas (leer, escribir, contar) necesarias para ejecutar tareas rutinarias y burocr´ticas.
Por otra parte, las escuelas proveen a una minoría habilidades altamente desarrolladas para que
manejen tecnología sofisticada y el aparato estatal burgués. La preparación de personal científico
y de alta administración, así como los políticos, en el último de los análisis tienen sus raíces en las
diferencias de clases. (Suchodolski, 1971).
En términos de Bowles y Gintis el papel de la escuela es inculcar a los estudiantes las conductar
apropiadas para ocupar roles sociales en la estructura jerárquica del trabajo y la sociedad
capitalista. Esta jerarquía es reproducida después en las relaciones sociales de la escuela,
básicamente a través de un mecanismo que los autores denominan “reproducción de la
conciencia”. Esta correspondencia entre las relaciones sociales de producción y las relaciones
sociales de la escuela, no implica que todos los individuos reciban la misma clase de educación.
Por el contrario, la producción y la organización social capitalista requieren que un pequeño grupo
de futuros técnicos y gerentes desarrollen la capacidad de diseñar, mandar, calcular y decidir,
mientras que un grupo mucho más grande aprende a seguir instrucciones idóneamente. Esta
estratificación de la futura fuerza laboral es lograda parcialmente proporcionando diferentes
escuelas y tipos de escolaridad al alcance de los niños y jóvenes de acuerdo a la clase social a que
pertenecen.
CARLOS ORNELAS