Sei sulla pagina 1di 13

EL ARBITRAJE EN EL CONTRATO DE SEGURO

Por CARLOS ALBERTO SCHIAVO.


Profesor Asistente de Derecho de Seguros en la Pontificia
Universidad Católica Argentina. Profesor Adjunto de Derecho de
Seguros I.II y III en la Universidad Argentina de la Empresa.
Profesor del Curso de Post-Grado de Seguros. Organizado por la
Association Internationale de Droit des Assurances en la
Universidad Católica Argentina, Universidad de Morón y Colegio
de Abogados de Rosario.

Sumario: I. INTRODUCCIÓN. II. EL REGIMEN DE ARBITRAJE


EN LAS LEYES 17.418 Y 20.091. III. ANALISIS CRÍTICO DE LA
PROHIBICIÓN. IV. EL ARBITRAJE EN EL DERECHO
COMPARADO. V. EL ARBITRAJE Y LOS PROCESOS DE
INTEGRACIÓN Y GLOBALIZACIÓN. VI. CONCLUSIONES Y
PROPUESTA.

Agradezco a la Universidad Austral me haya permitido participar en este


homenaje en memoria del Profesor Dr. Juan Carlos Félix Morandi, haciendo
posible que brevemente y de manera simple testimonio mi agradecimiento por
haber podido conocer a este gran Maestro, quien además de su señorío y valía
personal, de su renombre y méritos científicos y académicos, tuvo la
generosidad propia de los grandes y así nos dispensó su confianza,
enseñanzas, afecto y amistad, permitiendo que colaborásemos en las muchas
actividades que promovía y realizaba en pos de divulgar y profundizar el
estudio del Derecho del Seguro.

I. INTRODUCCIÓN

Como tuviera a bien recordarnos Carlos Ignacio Jaramillo glosando a


Platón (De Legibus, Libros 6 y 12): “Los primeros jueces deben ser aquellos
que el demandante y el demandado hayan elegido, a quienes el nombre de
árbitros conviene mejor que el de creado y elegido de común consentimiento” 1.

Aceptando que el arbitraje es un proceso de solución (rectius:


resolución) de conflictos interindividuales, o de cuestiones litigiosas, que
1
JARAMILLO, Carlos Ignacio, el Arbitraje y la Mediación en el Derecho de Seguros: Visión
Comparada –Arquetipos de Mecanismos de Solución Alternativa de Conflictos Derivados del
Contrato de Seguro-. Informe de la Delegación Colombiana al 4to. Congreso Ibero Latino
Americano de Derecho de Seguros, Santiago de Chile, 1995.-
descansa en la voluntad de las partes en someterse al mismo 2, sustrayéndose
a la justicia ordinaria y sometiéndose a los resultados del laudo o decisión
arbitral, entendemos importante destacar alguna de sus características: a)
Mayor informalismo que los procesos judiciales, b) Celeridad en la decisión
arbitral; c) Especialidad y confiabilidad, d) Mayor inmediación y disponibilidad
de tiempo para un estudio especial y con mayor detenimiento de la
controversia, e) Economía en los costos totales, f) Privacidad de la decisión
arbitral 3.
Por otra parte también conviene distinguir el arbitraje de otras figuras o
sistemas afines o similares, tales como la transacción, la conciliación y la
mediación.
La transacción tiene como fundamento la renuncia o abandono recíproco
de derechos protagonizado por las partes, en cambio el laudo arbitral se
pronuncia sobre las pretensiones y defensas planteadas, pudiendo acogerlas
íntegramente, sin necesidad de realizar concesiones.
La transacción se orienta a precaver un litigio futuro o determinar uno
actual, es un método alternativo de carácter autocompositivo, en consideración
a que las partes son quienes componen sus diferencias, en cambio el arbitraje
es heterocompositivo pues la decisión es confiada a un tercero: el árbitro.

2
Esta voluntad de las partes puede manifestarse con posterioridad al planteo de la
controversia a personas
3
De todas estas características resulta conveniente explicar, en virtud al objeto de este
trabajo, aquélla referida a la especialidad, puesto que las partes someten su controversia a
personas que por su especial conocimiento de una materia determinada, con un prestigio y
predicamento que en ello tienen ganado, resultan mayor garantía en la comprensión y
solución de las diferencias. Muy por el contrario nuestros sufridos jueces y magistrados, como
consecuencia de las deficiencias y carencias del sistema de administración de justicia, se han
debido “especializar” en el conocimiento de todo, como dice Bernardo María Cremades
–profesor de la Universidad de Madrid-: “el procedimiento judicial es resuelto por un juez que
tiene un enorme sentido común, es un juez de carrera que a lo largo de los años no ha podido
especializarse en materias concretas porque día a día tiene que resolver pretensiones sobre
los temas más variados...” (como es el caso de los Jueces Civiles y Comerciales de la
Provincia de Buenos Aires que debían intervenir tanto en un proceso concursal, como en un
divorcio, en una adopción, como en un daños y perjuicios, etc.). Por su parte el sistema de
mediación obligatoria impuesto a nivel Nacional, pone a un abogado especializado en
mediación para que proponga soluciones o vías de acuerdo sobre todos los temas, alguno de
los cuales resultan tan especiales y específicos, que no podemos menos que guardar
nuestras reservas respecto de la utilidad de la labor de estos nuevos funcionarios
parajudiciales, máxime que con lo visto desde la entrada en vigencia del sistema, se ven
confirmadas las críticas y observaciones de quienes lo impugnaron con tino y fundamentos.-
En tanto que la conciliación presupone la existencia de un proceso
judicial, en el cual las partes pueden arribar a la misma por iniciativa del propio
Juez (a nivel nacional y conforme el art. 360 del Código ritual, resulta una etapa
dentro del proceso judicial que está impuesta obligatoriamente al Juez), o a
instancia de las partes, en el arbitraje, en cambio las partes se marginan
directamente de la decisión, puesto que la difieren a un tercer extraño al
conflicto, a la vez que también se sustraen a la actuación del Juez en el marco
del procedimiento judicial.
La mediación (actualmente impuesta obligatoriamente a nivel Nacional,
como instancia previa a la promoción de una demanda judicial) persigue
arreglar o componer las diferencias existentes entre las partes ofreciendo y
sugiriendo alternativas de solución, que de ninguna manera se tornan
obligatorias para las mismas, hasta que éstas no concluyan celebrando el
acuerdo definitivo, por lo que la mediación se asimila a la conciliación, realizada
extrajudicialmente o prejudicialmente.
Por último conviene distinguir dos tipos de sistemas de arbitraje: a) El
institucional, también conocido con el vocablo “administrado” o “reglamentado”
y b) El “independiente” o constituido al efecto (ad hoc) y con motivo y para la
resolución exclusiva de un único caso determinado.

II. EL REGIMEN DE ARBITRAJE EN LAS LEYES 17.418 Y 20.091

El art. 57 de la ley 17.418 (LS) prohibe la inclusión de cláusulas


compromisorias en la póliza, ya que según Halperín 4 se trata así de evitar que
se transforme en una cláusula de estilo y se sustraiga la ejecución del contrato
al control judicial, indispensable dado que el seguro es un contrato de masa,
cuyas condiciones generales se imponen al asegurado. En igual sentido Meilij y
Barbato sustentan que el procedimiento del juicio arbitral está excluido como
solución amistosa predeterminada 5, pues la característica de contrato de
4
HALPERIN, Isaac, Seguros, Exposición Crítica de las leyes 17.418 y 20.091, Segunda
Edición actualizada por MORANDI, Juan Carlos Félix, Ed. Depalma, Buenos Aires, 1983, t. II,
p. 595.
5
MEILIJ, Gustavo Raúl y BARBATO, Nicolás Héctor, Tratado de Derecho y Seguros, Ed. Zeus,
Rosario, 1975, p. 285.
adhesión que reviste el de seguros, y la particularidad del acto jurisdiccional
que reviste el arbitraje, que sustrae los conflictos de las partes al control judicial
llevó al legislador a adoptar este criterio en salvaguarda de los intereses de los
asegurados, tratando de impedir de esta manera que la cláusula compromisoria
se transforme en una cláusula de estilo.
Por supuesto que no existe objeción legal alguna para que las partes
con posterioridad al acaecimiento del siniestro puedan acordar la solución de
sus controversias mediante el sistema arbitral, ya sea mediante la celebración
específica de un compromiso arbitral para cada caso determinado o mediante
la actuación de un órgano arbitral permanente.
Justamente el art. 11 de la ley 20.091 (LAC) regula y delimita una luenga
institución Cooperativa, al permitir que las sociedades de seguro solidario
puedan establecer en sus estatutos o reglamentos la actuación permanente de
un órgano arbitral, el cual estará facultado a actuar frente a un conflicto
determinado, sólo cuando el asociado afectado aceptase que su disputa sea
resuelta por ese sistema estatutariamente predeterminado. La razón de esta
disposición también se justificó en razones de prudencia que resultaban de la
prohibición establecida en el art. 57 de la LS y toda vez que se estimó que el
accionar de esta institución podía desvirtuar el funcionamiento eficaz del
seguro y el pago oportuno de la indemnización debida 6.

III. ANALISIS CRITICO DE LA PROHIBICIÓN

Ciertamente las normas mentadas han sido el corolario y la reacción


lógica, a un largo proceso e historial de abusos de parte de muchos
aseguradores, a los que el legislador quiso poner coto. Sin lugar a dudas la
normativa reguladora del contrato de seguros fue precursora en el
reconocimiento de las asimetrías entre las partes del contrato, y el
establecimiento de un régimen tuitivo a favor del asegurado frente a la

6
HALPERIN, Isaac, ob. cit., actualizada por MORANDI, Juan Carlos Félix, t. I, p. 174.
imposición que realiza la entidad aseguradora de cláusulas y condiciones
contractuales predispuestas, a las que aquél sólo puede adherir 7.
No obstante entendemos que las justificaciones esgrimidas en defensa
de la prohibición legal para incorporar en las pólizas una cláusula
compromisoria arbitral, no resultan del todo exactas.
Tampoco podemos aceptar sea correcta una interpretación amplia, como
suele hacerse de los arts. 57 LS y 11 LAC, en virtud a la cual muchas veces se
ha concluido impidiendo todo tipo de acuerdo previo a un siniestro, en el que se
predetermine la actuación de árbitros para la solución de eventuales conflictos
que pudieran suscitarse entre asegurador y asegurado.
Muchas disposiciones de la LS han sido criticadas, o bien interpretadas
en forma amplia, por entender que frente a determinadas circunstancias
especiales respecto de la persona del asegurado resultaban excesivamente
rigurosas para con el mismo, en tanto que frente a otras, se les endilgaba pecar
de una lenidad extrema 8. Por nuestra parte venimos propugnando, desde hace
tiempo, sobre la necesidad de distinguir legislativamente entre los seguros de

7
Reconocimiento que ratifica nuestra adhesión a la posición sustentada por el Instituto de
Derecho del Seguro de San Isidro en su ponencia Aplicabilidad de la Ley de Defensa del
Consumidor al Contrato de Seguro (VIIas Jornadas Nacionales de Derecho de Seguros.
Termas de Río Hondo, Santiago del Estero, 1996), en la cual se concluye que las
disposiciones de la LS son suficientes para procurar la defensa de los derechos del
asegurado, sin que resulte necesario forzar la interpretación de la ley 24.240 para pretender
aplicarla al contrato de seguro, ya que este no se encuentra comprendido dentro del ámbito
específico de la ley de defensa del consumidor, ni alcanzado por sus disposiciones.
8
La realidad es que la LS partió de la base, de un parámetro de asegurado medio y no
consideró los casos en que el mismo podía tener mayor capacidad empresarial, económica y
de negociación que la misma aseguradora. Situaciones estas últimas para las cuales la LS no
resultaba lo suficientemente rigurosa respecto de las obligaciones y cargas del asegurado. En
tanto se verificaba que era excesivamente estricta para con el simple asegurado masivo,
imponiéndole cargas de muy difícil y complejo cumplimiento o interpretaciones que no se
condecían con los usos y hábitos regulares de estos asegurados masivos, a la vez que con la
correcta aplicación de la técnica estadística se verificaba que ni siquiera tales incumplimientos
causaban perjuicio a la aseguradora o a la masa de riesgos (como es el caso la estricta y
abusiva aplicación del art. 47 de la LS). Por su parte J.C.F. Morandi dijo: “se ha señalado que
la finalidad del control de los seguros, centrando exclusivamente en la esfera de la defensa de
los intereses de los asegurados, va perdiendo importancia en virtud de un avance del control
en los aspectos económicos y financieros... porque en muchos casos se está en presencia de
asegurados que han perdido el carácter de parte débil de la relación contractual... Esto
estaría originando una disminución del control jurídico. Del seguro y las políticas de dirección
e intervención del Estado, en Revista Universitas Pontificia Universidad Javeriana”, Bogotá N°
59, 1980, p. 178.-
“grandes riesgos” y seguros “domésticos”, o de “riesgos masivos” o bien “de
comercialización masiva” 9.
Lo cierto es que quienes propugnan una interpretación amplia del art. 57
de la LS, por la que concluyen vedando todo posible acuerdo compromisorio
anterior a la ocurrencia de un siniestro, parecen no tener en cuenta que:
a) Existen muchos contratos de seguros que –tal como dijéramos en
virtud a las características especiales del asegurado- se los ha denominado “de
grandes riesgos”. En estos seguros, resulta que la parte asegurada suele ser
una empresa, profesionalmente organizada, que actúa mediante alguna forma
de societaria compleja –como el de las sociedades anónimas- y con un
completo asesoramiento profesional, por lo cual no se puede predicar de la
misma que esté en una situación de “debilidad” negocial precontractual.
b) Que el sistema judicial, desde hace tiempo que viene padeciendo un
largo y lamentable proceso de colapso por el cual se dilatan excesivamente las
conclusiones de las causas impidiendo que el asegurado logre eficaz y ágil
resolución de sus reclamaciones insatisfechas 10.
c) La LAC dotó a la SSN de amplias facultades reglamentarias 11, por lo
cual, cuando el legislador de la LS optó por la prohibición de las cláusulas
compromisorias incluídas en las pólizas, como imposición de estilo en contra
del asegurado y dentro de los límites y bajo supervisión de la entidad de
control. Una interpretación y aplicación armónica de los arts. 25 y 67 de la LAC

9
Concepto igualmente expuesto en la ley Española, 21 de 1990, la Directiva Comunitaria
referida a la libertad de prestaciones y de establecimiento de 1988. Ver también LOPEZ DE
ZAVALÍA, Fernando J. Teoría de los Contratos, Parte General. Ed. Víctor P. de Zavalía
Buenos Aires, 1984, pág. 79, referidos a las categorías de los llamados “macro y micro
contratos”. Igualmente ver la Ley del Contrato de Seguros Belga de 1992.
10
Lo cual genera un nuevo y más grave abuso que aquel que se pretende evitar prohibiendo el
sistema de arbitraje, y que resulta ser la habitual y regular demora en el cumplimiento de sus
obligaciones por parte de algunas aseguradoras, que frente a la fruslería de una sanción por
mora, de tasas pasivas de intereses, optan por prolongados procesos judiciales, que
desvirtúan el objeto y concepto del seguro, agotan las expectativas del asegurado y lo
predisponen a renunciar a parte de sus derechos (transar, conciliar, mediar) procurando
concluir el agotador y costoso proceso de reclamación judicial impetrado, o bien lo disuaden
directamente para no promover tales reclamaciones y aceptar las imposiciones abusivas de la
aseguradora.
11
Y de las que la Entidad de Control ha hecho regular uso y abuso, como aquellos casos en
que estableció reglamentariamente, en forma obligatoria y general, el texto y redacción de
condiciones de póliza, sumas máximas asegurables para determinados planes,
insegurabilidad de algunos riesgos.
y 10 de la 22.400, permiten sostener una interpretación restrictiva del art. 57 de
12
la LS y limitarla exclusivamente al único caso previsto en la norma y referido
a la incorporación en la “póliza” de una cláusula compromisoria obligatoria para
el asegurado, máxime si se considera la necesaria aplicación del principio de
reserva (art. 19 de la Constitución Nacional) y el establecimiento de una
cláusula que será obligatoria para el asegurador, cuando el asegurado –para
quién resultará facultativa- opte por su aplicación.

IV. EL ARBITRAJE EN EL DERECHO COMPARADO

No obstante que el Profesor Morandi al elaborar su proyecto de Ley


Modelo sobre el Contrato de Seguros para América Latina, mantuvo en el art.
84 la nulidad de las cláusulas compromisorias incluidas en la póliza y que en el
capítulo de antecedentes y lineamientos del proyecto, reiteró el argumento por
el cual se trata de evitar que una cláusula de estilo pudiera resultar
eventualmente perjudicial para el asegurado, atento la diferencia de
desigualdad de fuerzas económicas de las partes, especialmente en los
seguros domésticos, lo cierto es que la institución arbitral ha tenido difusión y
mayor respaldo en la órbita asegurativa, con diferentes matices, en Dinamarca,
Holanda, Inglaterra, Grecia, Italia, Suecia, Suiza, Bolivia, Chile, Colombia,
Ecuador, El Salvador, Panamá, Venezuela y México 13.
De los diversos sistemas reguladores de la institución arbitral, podemos
distinguir tres tendencias legislativas:

12
VERNENGO, Roberto, La interpretación literal de la Ley, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1971, p. 7.
13
Ver art. 135, fracción II de la Ley General de Instituciones de Seguro, conf. MARTINEZ GIL,
José de Jesús, Manual Teórico y Práctico de Seguros, Ed. Porrúa México, 1984, p. 42; RUIZ
RUEDA, Luis, El Contrato de Seguro Ed. Porrúa México, 1978; y BLANPAIN, R. General
Editor y FREDERICQ, Simón y COUSY, Hernán, International Encyclopaedia Of Laws,
Insurance Law, Ed. Kluwer Law and Taxation Publishers, Deventer, The Netherlands, 1993;
BAEZA PINTO, Sergio, El Seguro, Ed. actualizada por Juan Achurra Larrain, Ed. Jurídica de
Chile, Santiago, 1994; CHANCE, CLIFFOR, Insurance Regulation in Europe, Ed. Lloyd’s Of
London Press Ltda., London 1993.
14
a) Las que proscriben la pertinencia de la cláusula compromisoria .
Entre las que podemos distinguir aquellas que la prohiben en forma total y
amplia de las que únicamente se limitan a declarar la nulidad de las cláusulas
compromisorias incluidas en las pólizas 15.
b) Una segunda tendencia, otorga plena validez a la inclusión de la
cláusula compromisoria, ya sea en el instrumento del contrato o en el contexto
del complejo negocio jurídico asegurativo 16.
c) Y por último aquellos sistemas que legitimizan un empleo relativo, sólo
en determinadas circunstancias, previamente calificadas 17.

V. EL ARBITRAJE Y LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN Y GLOBALIZACIÓN

En la segunda mitad del presente siglo se destaca la existencia de un


nuevo proceso de cambio cuya aceleración ha rebasado la capacidad decisoria
de nuestras instituciones, tornando anticuadas las estructuras, es un proceso
18
que se retroalimenta produciendo nuevos cambios y a mayor velocidad aún .
Uno de estos cambios fundamentales es la tendencia a la globalización de los
mercados, que comienza produciendo modificaciones en las estructuras
económicas, de comercialización y, en general, de intercambios de bienes y
servicios y luego concluye propiciando un necesario reajuste de las
instituciones y normativas legales en materia comercial 19.

14
Código Civil Peruano.
15
Según nuestro criterio en esta categoría está el art. 57 de la LS Argentina y el Cód. Civil
Paraguayo.
16
Entre las legislaciones que la admiten sin condicionamientos se encuentran Chile,
Colombia, Ecuador y Panamá. En tanto los ordenamientos danés, italiano y español, lo
aceptan legislativamente, cuentan con sistemas reglamentarios que lo condicionan. Así en
Dinamarca se requiere que el asegurador informe previamente al asegurado sobre el
contenido y alcance de la cláusula compromisoria, en tanto en Italia y España es necesario
que el asegurado acepte expresamente la inclusión e igualmente que luego, su inclusión
aparezca claramente destacada en el frente de la póliza.
17
Estos sistemas legislativos aceptan la inclusión de las cláusulas compromisoria,
particularmente en los denominados “grandes riesgos”, como es el caso del Derecho de
Seguros Belga.
18
TOFFLER, Alvin, La Tercera Ola, Ed. Plaza / Janés, Cuarta Ed., Barcelona 1981.
19
CAIVANO, Roque J., El Arbitraje y los Procesos de Integración, Rev. J.A. N° 5991,
26/06/96, p. 2.
En el caso del Mercosur esta globalización tiene la virtud de promover un
nuevo espacio jurídico-económico para el comercio internacional y las posibles
controversias que se presente entre los particulares, domiciliados en distintos
20
países del Mercosur, deberán ser resueltas en forma privada . La inexistencia
de Tribunales del Mercosur, ante los cuales se pudieran llevar aquellos litigios
que eventualmente derivasen de los negocios jurídicos que se celebren entre
vecinos de los países miembros y la desconfianza que generalmente tienen las
partes para someter su reclamación a la jurisdicción nacional de la otra, hace
necesario acordar contractualmente el funcionamiento de mecanismos para
una solución que pudiera resolver los conflictos en forma rápida, equitativa y
económica 21.
22
En el caso del Mercoseguros resulta estimable que se pudiera producir
en los contratos de seguros, la implementación de cláusulas compromisorias
de estilo, lo que permitirá dar mayor confianza en el consumidor de otro país
miembro, máxime cuando se llegue a la etapa en que se produzca el libre
intercambio de bienes y servicios transfronterizos. Pero además estas
cláusulas producirán una situación de desigualdad injustificada entre los
negocios transfronterizos y los locales, ya que en aquellos el asegurado
contará con un mecanismo ágil, económico y eficiente en tanto que en los otros
se seguirá sosteniendo la nulidad de tales cláusulas compromisorias.

IV. CONCLUSIONES Y PROPUESTA

Este breve desarrollo en el que planteo la cuestión del arbitraje en el


contrato de seguro, además de destacar elogiosamente lo avanzado de la LS
en la protección del asegurado (ver nota 7), permite también colegir que, se
hace necesaria una interpretación restrictiva del art. 57 de la LS, limitándola

20
VITTERBOLI, Juan C., Solución de controversias en el sistema del Mercosur, L.L. 1995-A-
717.
21
FARINA. Juan M., El Arbitraje en el Comercio Internacional, Revista Zeus, 05/02/90.
22
Toda vez que se logren superar las múltiples asimetrías existentes entre las diversas
legislaciones, tanto en materia del contrato de seguros, control estatal, libertad del
establecimiento, forma jurídica –en especial el caso de las Cooperativas de Seguros, que
inexplicablemente no aceptan Brasil ni Uruguay. y reaseguros entre otros.
exclusivamente al propio texto de la norma, sin buscar encontrar en la misma la
justificación de una prohibición genérica a todo acuerdo compromisorio entre
asegurado y asegurador.
La LS se ha limitado a establecer la nulidad de lo que hoy la doctrina dio
en llamar: “cláusulas sorpresivas”, debiéndose descartar que el legislador
hubiera juzgado al sistema arbitral como “abusivo”, y mucho menos que
prejuzgando sobre la honorabilidad, honestidad personal e intelectual de los
árbitros, considerase la nulidad de la cláusula, por entender que la misma daría
lugar a un “abuso” contra el asegurado.
Entendemos que hoy, no se puede sostener que los asegurados que
fueran sociedades comerciales, -profesionalmente organizadas como empresa-
o asegurados de grandes riesgos, pudieran verse “sorprendidas” con la
existencia de una cláusula compromisoria preestablecida en el contrato de
seguro.
Tampoco vemos inconveniente alguno en que un simple asegurado
individual pudiera aceptar un acuerdo especial, fuera de aquel asegurativo
instrumentado en la póliza, por el cual se estableciera –exclusivamente a favor
23
del mismo- una opción entre recurrir al procedimiento judicial, o al arbitral
establecido en la cláusula compromisoria.
Nos permitimos reiterar que, la SSN se encuentra facultada para
reglamentar, regular y controlar los convenios y cláusulas compromisorias que
se celebren antes de la ocurrencia de un siniestro, respetando el único límite
establecido en el art. 57 de la LS (cláusula compromisoria incorporada a la
póliza), por lo tanto nuestra propuesta consiste en:
1) Que la SSN debería reglamentar los convenios arbitrales que
pudieran celebrar asegurado y asegurador anexos o aparte del acuerdo
asegurativo instrumentado mediante la póliza.
2) Dicha reglamentación debería establecer y regular:
a) Sobre la base de aceptar únicamente la actuación de tribunales
arbitrales institucionales, las condiciones que deben reunir los mismos.

23
En nuestra propuesta entendemos que deberá ser obligatorio para la aseguradora
someterse al procedimiento por el cual optase el asegurado.
24
b) Habilitación de un Registro de Tribunales Arbitrales “autorizados”
por la SSN para laudar en materia de Seguros.
c) Establecimiento de garantías mínimas que deberá seguir el
procedimiento arbitral, entre ellas:
 tiempo máximo para determinar las cuestiones que se someterán al
juicio arbitral 25, transcurrido el cual quedaría habilitada la vía judicial;
 cuantía máxima de las multas que se podrán estipular;
 plazo máximo en que los árbitros deberán pronunciar el laudo;
 costos y gastos máximos para lograr la constitución y funcionamiento
del tribunal;
 tasas mínimas de intereses punitorios para los casos en los cuales el
Tribunal Arbitral entienda que se ha verificado una demora
injustificada o la mora del obligado;
 prohibición recursiva (salvo aclaratoria y nulidad).
d) Reafirmar normativamente que el compromiso arbitral deberá ser
siempre obligatorio para la aseguradora (que así solicite y obtenga la
aprobación previa de la SSN, del texto del compromiso) y también para el
asegurado de grandes riesgos o sociedad comercial, que hubiera aceptado
celebrar el acuerdo compromisorio arbitral, en instrumento separado de la
póliza.
Por su parte el asegurado individual o de riesgos de masa, aún en
aquellos casos en que hubiera aceptado celebrar el acuerdo en instrumento
separado de la póliza, siempre tendrá la facultad de optar por el procedimiento
arbitral o directamente por el judicial.

24
Concepto similar al utilizado por los arts. 24 y 25 de la LAC, en virtud al cual están
autorizados todos aquellos que la SSN no hubiera expresamente y por resolución fundada,
previo procedimiento (art. 28 LAC) desautorizado.
25
Muchos autores han señalado que el procedimiento arbitral tuvo poco predicamento entre
comerciantes y en especial en materia de Seguros, pero pocos expusieron o buscaron las
razones de la supuesta falta de éxito de este sistema. Lo cierto es que establecer en forma
clara y determinada cuales serán las cuestiones que se someterán al arbitraje, quedó
exclusivamente diferido al previo acuerdo de las partes, las que, cuando carecen de
voluntad pactista, suelen prolongar en exceso la formulación común de aquellas cuestiones
a laudar.
Hasta tanto la SSN no dictase una reglamentación como la propuesta
que serviría para establecer bases uniformes, entendemos que los
aseguradores podrían solicitar y obtener la aprobación del texto de convenio
tipo con la cual puedan pactar con el asegurable, un acuerdo compromisorio.
Dicho texto debería conformarse a las disposiciones del art. 25 de la
LAC (que las condiciones sean equitativas) y a lo antes indicado en 2 c) y d),
evitando se los pudiera tildar de “abusivos”. Asimismo se debería establecer
claramente que el convenio se celebrará e instrumentará por separado y que
no estará incorporado entre las condiciones generales de la póliza, procurando
de tal manera evitar la cláusula “sorpresiva”.
Nuestra propuesta permitirá a los asegurados obtener una rápida,
económica, especializada y equitativa solución a las controversias que pudiera
tener con su asegurador. Debiéndose reiterar y destacar que para los casos de
asegurados de riesgos de masa o individual, no obstante la suscripción del
acuerdo compromisorio arbitral, la constitución del mismo en caso de
controversia, será optativa para éstos.
En cuanto a las entidades aseguradoras, para ellas el sistema propuesto
tiene varias ventajas:
1) Comerciales: Se permite celebrar estos acuerdos anexos a los
contratos de grandes riesgos –transfronterizos o nacionales- frente a
asegurados que en sus otras operaciones y negocios contractuales
acostumbran establecer esta forma alternativa de solución de conflictos.
En el caso de los seguros de masa o asegurados individuales, se puede
utilizar como ventaja comparativa de promoción, ofreciendo a la otra parte una
alternativa de procedimiento.
2) Contables: La rápida solución de las controversias permite mantener
durante menos tiempo las reservas correspondientes a las reclamaciones de
asegurados.
3) Económicas: Los procesos arbitrales suelen resultar mucho menos
costosos que los judiciales tradicionales, y atento el menor tiempo del
procedimiento tienen una menor carga de intereses y reajustes.
4) Prácticas: La especialización de los correspondientes miembros de
los Tribunales Arbitrales en materia del Derecho Técnica y Economía del
Seguro, permitiría alentar grandes ventajas prácticas a favor del mayor
conocimiento de los temas controvertidos, sin los conocidos y nocivos
prejuicios o generalizaciones, contra la actividad aseguradora 26.
La imposición de la mediación obligatoria previa al proceso judicial, en el
ámbito Nacional, como la propuesta de aplicar un proceso similar en la
Provincia de Buenos Aires, resultan sistemas que –para quienes lo sostienen-
pueden tener algunas ventajas, pero no resultan idóneos para satisfacer las
reales y actuales necesidades de asegurables, productores asesores,
asegurados y aseguradores, para la solución de controversias. Estos últimos
observan que en tanto el sistema judicial se encuentra en un progresivo
colapso, los otros medios obligatorios que se implementaron tampoco
satisfacen plenamente sus requerimientos, por lo cual se va imponiendo el
arbitraje, como “novedoso” –y tan antiguo- sistema alternativo para la
resolución de controversias.

26
Muchas veces injustamente estigmatizada como buscando, por cualquier medio, un
supuesto lucro indebido, otras bajo el manto de una difusa y genéricamente enunciada
“función social”, se realizan interpretaciones que denotan graves desconocimientos de la
técnica y economía del seguro y que la más de las veces perjudican a la masa de
asegurados, que a su tiempo no podrán ver satisfechas sus reclamaciones.

Potrebbero piacerti anche