Sei sulla pagina 1di 13

Lo que debes saber sobre la pornografía | Buscando un placer mayor

#SeriesDeSoldadosVida cristianaJosué Barrios29 septiembre, 2015, 2 meses atrás6196.9K

Nota del Editor: Hoy lanzamos una serie de 3 artículos donde le hacemos frente a una epidemia
que según algunos estudios afecta al 68% de hombres cristianos y al 50% de los pastores, la
pornografía. Es nuestra oración que esta serie sea de ayuda y edificación no solo a hombres sino
también a mujeres que estan batallando con este mal para que de una vez y por todas encuentren
la libertad que está en Jesucristo.

¿El cristiano cree que el sexo es malo? ¡Todo lo contrario! El sexo es un regalo que Dios nos dio
para que disfrutemos de él siguiendo el diseño y propósito establecido en Su palabra (cp. 1
Timoteo 4:1-5), pero en nuestro pecado hemos pervertido ese regalo. Por eso nuestra cultura está
llena de pornografía.

La pornografía redefine la sexualidad humana: Degrada al sexo a un mero acto animal, sin mayor
propósito que el uso de personas para nuestro placer. Dios nos hizo a Su imagen (Génesis 1:27) y
eso nos da dignidad, pero la pornografía cosifica a las personas y las presenta como productos
hechos para nuestra lujuria, de “usar y tirar” para nuestro placer. Eso es un insulto no sólo al
prójimo, sino principalmente a Dios.

El diablo ha usado la pornografía para arruinar vidas. Ella es adictiva y ha servido para ahogar a
personas en culpa, improductividad y fracasos en sus relaciones personales, e inclusive guiarlas a
cometer perversiones sexuales. Satanás usa la pornografía para destruir hogares y hasta
ministerios, antes de que inicien.

La pornografía dice a las mujeres que los hombres sólo piensan en sexo, y que ellas son realmente
libres y poderosas cuando están en “libertad sexual”. A los hombres, la pornografía les dice que las
mujeres son objetos para el placer fáciles de obtener, que ellas siempre están sugiriendo cosas
sobre sus deseos sexuales y son infelices al menos que tengan sexo, y que por eso ellas harán
cualquier cosa por tenerlo. A todas las personas, la pornografía les dice que serán felices si
rechazan la voluntad de Dios.
Hay más que podría hablarse sobre la pornografía, pero quiero enfocarme en tres verdades
cruciales que toda persona debe saber:

1. Ver pornografía es peor de lo que crees.

Nuestro Señor nos guía a entender esto cuando nos dice:

Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio.” Pero yo os digo que todo el que mire a una
mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón. (Mateo 5:27-28)

Adulterar es desobedecer al Dios Santo, bueno y digno de nuestra adoración (Éxodo 20:14). Es
pecar haciendo mal, lo cual es buscar satisfacción en algo fuera de la voluntad de Dios y así
ofenderlo a Él (cp. Jeremías 2:13). Una vida caracterizada por el adulterio nos hace merecedores
de una eternidad bajo el castigo justo de Dios (1 Corintios 6:9-10). ¡No nos conviene ser adúlteros!

Jesús enseña que ver a una persona para codiciarla, ya es adulterio. No hay diferencia entre el
corazón del que mira pornografía y el corazón de un hombre que abandona a su familia,
despreciándola para adulterar.

Jesús sigue diciendo:

“Y si tu ojo derecho te es ocasión de pecar, arráncalo y échalo de ti; porque te es mejor que se
pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno” (Mateo 5:29)

Estas palabras me llevan a tomarme el pecado en serio.

William Hendricksen explica:


Este mandamiento no se puede tomar literalmente, porque aun cuando la persona literalmente se
arranca el ojo derecho, todavía podría pecar con el ojo izquierdo. Jesús mismo nos ha
proporcionado la clave de su interpretación en Mt. 18:7–9, donde en una forma un poco diferente
repite este mandamiento. De ese pasaje se desprende claramente que el ojo y la mano simbolizan
y representan las “ocasiones de tropiezo”, o, si uno lo prefiere, la tentación de hacer lo malo, las
seducciones engañosas. Entonces, el sentido general del pasaje es éste: “Hay que tomar una
acción drástica para librarse de todo aquello que en el curso natural de los acontecimientos te
tentará a pecar”[1].

Es infinitamente mejor prepararnos para la eternidad con Dios, que jugar en el ahora con el
pecado y sus placeres temporales. Es algo serio ser expuestos a tentaciones y lanzarnos en ellas.
Amar la pornografía es preferir una eternidad de tormento. Ver pornografía es peor de lo que
creemos.

2. Ver pornografía es síntoma del verdadero problema.

Esto revolucionó por completo mi comprensión de por qué pecamos.

Nadie me ha enseñado tanto sobre esto como John Piper cuando habla del salmo 51. En ese
salmo, David clama a Dios en arrepentimiento luego a haber pecado sexualmente. Él le pide al
Señor:

“Hazme oír gozo y alegría; que se regocijen los huesos que has quebrantado… Restitúyeme el gozo
de tu salvación, y sostenme con un espíritu de poder” (Salmos 51:8,12).

El pastor John Piper señala al respecto:

“¿Por qué [David] no está clamando por limitación sexual? ¿Por qué no está orando por hombres a
quien él pueda rendir cuentas? ¿Por qué no está orando por ojos protegidos y pensamientos libres
de sexo? En este salmo de confesión y arrepentimiento luego de esencialmente violar a Betsabé,
tú esperarías que David pidiera por algo así.
La razón es que él sabe que el pecado sexual es un síntoma, no la enfermedad.

Las personas dan camino al pecado sexual porque no tienen la plenitud de gozo y alegría en Cristo.
Sus espíritus no están resueltos y firmes y establecidos. Ellos titubean. Ellos son tentados, y dan
camino [al pecado] porque Dios no tiene el lugar que debería tener en nuestros sentimientos y
pensamientos.

David sabía esto acerca de sí mismo. También es cierto acerca de nosotros. David está
mostrándonos, por la manera en que ora, cuál es la necesidad real de aquellas que pecan
sexualmente — gozo en Dios”[2].

Las personas realmente felices no sienten necesidad de acudir a lo que está mal, porque son
felices en Dios. Acudir a la pornografía es un síntoma del problema, no el verdadero problema.

3. La gracia de Dios es más poderosa que la pornografía.

Por nuestro pecado, estamos en deuda ante Dios. Merecemos ser castigados. Si Él nos perdonara
sin que la deuda fuese pagada, como si el pecado fuese insignificante cuando en realidad es una
ofensa ante la gloria infinita de Dios, Él traicionaría Su propia gloria.

Pero Dios en Su misericordia se propuso salvarnos para alabanza de Su gracia (Efesios 1:6-7) sin
pasar por alto Su justicia. Él envió a Su Hijo para que Él pagase lo que sólo Él podía pagar y así nos
hiciera Suyos (2 Corintios 5:21, Hechos 20:28).

En Cristo fue descargada toda la ira justa que merecemos. Él murió como un sustituto por
nosotros, de manera que ya no hay castigo para nosotros y Su justicia es puesta en nuestra cuenta
por medio de la confianza en Él y su obra. Así somos declarados justos ante Dios (Romanos 3:21-
26, 5:1,19).

Pero no sólo somos llamados a abrazar la verdad, quien es Cristo, en arrepentimiento para ser
salvos del infierno futuro, sino también para ser libres de la esclavitud del pecado en el ahora
(Juan 14:6, 8:31-34). Dios nos salva, no para dejarnos en la condición en la que estábamos, sino
para hacernos santos (Efesios 1:4).

Cristo resucitó victorioso para garantizar nuestra justificación, hoy intercede ante Dios por
nosotros y se compadece de nuestras flaquezas (Romanos 5:24, 8:34, Hebreos 4:15). “Por tanto,
acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos
gracia para la ayuda oportuna” (Hebreos 4:16). ¡Podemos acudir a Él!

Necesitamos a Cristo para ser verdaderamente libres del pecado sexual. Él tiene poder de sobra
para romper la adicción a la pornografía.

Jesús vino a conquistar la incredulidad y los abismos de falta de gozo en Dios de nuestros
corazones. Tenemos acceso a una esperanza firme en la lucha contra el deseo de mirar
pornografía, y de eso te hablaré más a fondo la próxima semana.

[1] William Hendricksen, Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio Según San Mateo (Libros
Desafío, 2003), p. 228-229.

[2] John Piper, Why You Give in to Sexual Sin. Consultado: Agosto de 2015.

10.8k

19

Cómo luchar contra el deseo de ver pornografía | Buscando un placer mayor

#SeriesDeSoldadosVida cristianaJosué Barrios6 octubre, 2015, 2 meses atrás283.5K

Nota del Editor: En esta serie especial de 3 artículos le hacemos frente a una epidemia que según
algunos estudios afecta al 68% de hombres cristianos y al 50% de los pastores, la pornografía. Es
nuestra oración que esta serie sea de ayuda y edificación no solo a hombres sino también a
mujeres que están batallando con este mal para que de una vez y por todas encuentren la libertad
que está en Jesucristo.

Lee el artículo anterior: Lo que debes saber sobre la pornografía

“Mata el pecado o el pecado te matará a ti” — John Owen.

Ver pornografía es peor de lo que creemos, es un síntoma de un problema más grande — falta de
gozo en Dios —, y la gracia de Dios es más poderosa que la pornografía. Esas son tres verdades
que toda persona debe saber.

Ahora, demos un paso adelante y hablemos sobre cómo luchar contra el deseo de ver pornografía.
¿Cómo matas un deseo pecaminoso? ¿Cómo somos santificados por Dios?

Nos contentamos con demasiado poco

Hay párrafos que te sacuden la mente y te llevan a hacerte preguntas cruciales. Uno de esos
párrafos para mí, ha sido el siguiente de C. S. Lewis. Lo leí hace un par de años en uno de sus
sermones clásicos y desde entonces ha sido de mucha ayuda porque me apunta a verdades
bíblicas profundas.

“Si en las mentes modernas se esconde la idea de que desear nuestro propio bien y anhelar de
todo corazón disfrutar de él es algo malo, propongo que esta idea procede de Kant y de los
estoicos, y que no es parte de la fe cristiana. De hecho, si consideramos las atrevidas promesas de
recompensa y la naturaleza asombrosa de ésta en los Evangelios, parece que nuestro Señor no
piensa que nuestros deseos son demasiados intensos, sino demasiados débiles. Somos criaturas
indiferentes que jugamos con la bebida, el sexo y la ambición cuando se nos ofrece un gozo
infinito, como un niño ignorante que quiere continuar haciendo flanes de barro en un tugurio
porque no es capaz de imaginarse lo que significa pasar unas vacaciones junto al mar. Nos
contentamos con demasiado poco“[1].
Vuelve a leer con más atención. Allí Lewis dice, en otras palabras, que el problema de los hombres
es que somos muy conformistas y que por eso preferimos el pecado al gozo infinito de conocer a
Dios. ¡Boom!

Me pregunté: ¿Eso es bíblico? ¿Cuáles son las implicaciones de eso?

La respuesta a la primera pregunta es sí. La respuesta a la segunda, es que la batalla contra el


pecado no consiste simplemente en alejarse del placer, sino en perseguir activamente un gozo
infinito, mayor y más deseable que el placer que promete del pecado.

La clave de la lucha efectiva contra la pornografía

El pecado sexual de David se debió a que no tenía gozo en Dios (Salmos 51:8,12). Eso significa que
al momento de pecar, David estaba creyendo que esto sería mejor que hacer la voluntad de Dios,
conocerlo, estar agradecido ante Él y confiar en sus promesas.

Pero cuando tenemos nuestra mirada puesta en Dios, todo cambia…

“Pues su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el
verdadero conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales
nos ha concedido sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que por ellas lleguéis a ser
partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por
causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1:3-5, énfasis añadido).

Las promesas de Dios hacen lucir a las promesas del pecado tan ridículas como realmente son.
Cuando tenemos ojos abiertos para ver las promesas de Dios en Su palabra y conocerlo a Él, mirar
pornografía pierde su atractivo y escapamos de la tentación. Experimentamos verdadera libertad.

Esto se confirma cuando leemos en Romanos 8:13 que debemos matar las obras de la carne (el
pecado) en nosotros por el Espíritu, y luego vamos a Efesios 6:17, donde Pablo habla sobre la
espada del Espíritu que estamos llamados a empuñar, y vemos que esa arma es la Palabra de Dios.
Con ella vencemos la tentación.

Por eso el salmista dice: “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti” (Salmos
119:11). Somos santificados por la palabra de Dios (Juan 17:17).

Centrados en el evangelio al pelear contra la pornografía

Por tanto, la lucha contra el deseo de ver pornografía es la lucha por confiar más en Dios y estar
más alegres por tener las promesas maravillosas de Dios que Cristo obtuvo para nosotros al
salvarnos, atesorando a Cristo como más digno de nuestros sentimientos y pensamientos que
todo lo demás.

John Piper fue de enorme ayuda para mi comprensión de todo esto que he venido hablando. Él
resume:

“¿El poder del pecado es la promesa de los deseos engaños? Entonces nosotros enfrentaremos
promesa con promesa… Pondremos a las promesas de Dios contra las tuyas [, pecado]. Nada —
nada en este mundo— puede sobrepasar en valor, profundidad, altura y durabilidad a los placeres
que Dios promete… La pelea por gozo es la pelea para ver y creer que Cristo es más deseable que
las promesas del pecado”[2].

¡Jesús es nuestro Salvador! Su obra fue suficiente para salvarnos. Él es tan valioso que pudo pagar
la deuda infinita que teníamos ante Dios. Cristo vale más que todo lo que este mundo pueda
darte. Conocerlo día a día es más emocionante, satisfactorio y atrapante que ver pornografía.

Cristo es la verdad, y Él nos habla de que al conocerlo, seremos libres de la esclavitud del pecado
(Juan 14:6; 8:31-34). Él es el tesoro que nos libera de la esclavitud de todas las otras cosas a
nuestro alcance (cp. Mateo 13:44-45).
La vida cristiana consiste en confiar en Jesús y apreciarlo como más valioso que todo lo demás, a
fin de conocerlo más y más (Filipenses 3:7-11). Cuanto más lleno esté tu corazón de Cristo, menos
espacio habrá para el pecado.

Adiós pornografía. No hay nada que puedas ofrecerme que yo realmente necesite. Eres mentirosa
y te quiero lejos de mí. Váyanse ustedes también, deseos lujurioso. Mueran de hambre. No
queremos flanes de barro. Tengo algo mejor. Tengo a Cristo, en quien está toda la plenitud de Dios
(Colosenses 2:9). Quiero tener un corazón puro para verlo a Él por siempre (Mateo 5:8). En Su
presencia hay plenitud de gozo (Salmos 16:11).

Mi corazón se conmueve al pensar en la gracia de Dios y sus promesas abrumadoras. Por Su gracia,
puedo testificar que llegué a ser libre de hábitos pecaminosos que me estaban destruyendo,
mientras yo sólo buscaba conocer a Jesús cada día más y más. Él hizo en mí lo que por mucho
tiempo yo traté de hacer y no logré. Cristo es así de asombroso. Ahora mi hábito favorito es ver su
poder obrando en mi vida y a mi alrededor.

Así se pelea realmente contra el deseo de ver pornografía. Todo plan de acción contra el pecado
debe estar basado en esto, porque de lo contrario será legalista y estará condenado al fracaso.

La próxima semana hablaremos más sobre eso.

ACTUALIZADO: Lee la continuación aquí.

[1] C.S. Lewis, The Weight of Glory (1942).

[2] John Piper, When I Don’t Desire God (Crossway, 2004), posición 1775.

6.52k

10

Plan de acción contra la pornografía | Buscando un placer mayor


#SeriesDeSoldadosTeologíaJosué Barrios13 octubre, 2015, 2 meses atrás342.5K

Nota del Editor: En esta serie especial de 3 artículos le hacemos frente a una epidemia que según
algunos estudios afecta al 68% de hombres cristianos y al 50% de los pastores, la pornografía. Es
nuestra oración que esta serie sea de ayuda y edificación no solo a hombres sino también a
mujeres que están batallando con este mal para que de una vez y por todas encuentren la libertad
que está en Jesucristo.

Lee los artículos anteriores: Lo que debes saber sobre la pornografía, y Cómo luchar con el deseo
de ver pornografía.

“Ser un cristiano es menos acerca de evitar el pecado cautelosamente y más acerca de hacer la
voluntad de Dios valientemente y activamente” (Frase atribuida a Dietrich Bonhoeffer).

Tal vez al saber sobre esta serie de artículos esperabas una lista épica de “10 cosas que debes
hacer para nunca más ver pornografía” o un programa de “12 pasos efectivos para tener menos
pornografía en tu mente”.

Seré honesto: Eso no es exactamente lo que leerás acá.

Una diferencia radical al luchar contra la pornografía

En el mundo hay personas que se han esforzado por abandonar la pornografía sin acudir a Jesús, y
han tenido éxito en lo que buscaban. Pero todos esos esfuerzos que no son basados en el
evangelio, aunque podrán alejarte de la pornografía, no podrán librarte del pecado en tu corazón
y de la condenación.

Si tu motivación para huir del contenido obsceno no es Dios y Su gracia revelada en el evangelio,
entonces tu motivación es idólatra. Tus esfuerzos sólo cambiarían deseos pecaminosos por otros
deseos pecaminosos[i] y no atacarías la raíz del problema.
Por eso te he hablado de algo radicalmente distinto: Ya que el deseo pecaminoso de ver
pornografía es síntoma de no tener gozo en Dios, la clave para hacer morir tal deseo es conocer a
Dios mediante Jesucristo, gracias a Su obra en la cruz, y ver que Sus promesas son mejores que las
del pecado.

Esta no es solo la base de una guerra genuina contra el pecado en nuestros corazones, sino que
también es la garantía de que tendremos la victoria.

Plan de acción: Hacer la voluntad de Dios.

Por tanto, en la guerra contra el pecado, primero debes admitir que en tus propias fuerzas no
podrás ganar. Debes aceptar que necesitas a Cristo más de lo que crees. Reconoce tu pecado,
arrepiéntete y deposita tu confianza en Jesús (1 Juan 1:5-10). En Cristo hay perdón, libertad,
salvación, gracia. David testifica de eso en el Salmo 51 para pecadores como nosotros.

Entonces, todo cambia porque empiezas a ver que debes luchar contra la pornografía no para
ganarte tu salvación, sino porque Dios ya te ha salvado a través de Cristo, por medio de la fe, y Él
te ha dado promesas magnificas y el deseo de vivir para Su gloria.

Así comienzas a pelear contra tu incredulidad como un pecador justificado, confiando en que Dios
está contigo y guiándote. “El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas?” (Romanos 8:32).

Confiando en Dios, empuña la espada del Espíritu: Su Palabra. En el artículo anterior hablé de su
poder santificador. Ella es útil para equiparte para toda buena obra, lo cual incluye decir no a la
tentación (2 Tim 3:16-17).

Pero recuerda: El reconocer que necesitamos a Dios es algo de todos los días. No podemos vivir la
vida cristiana, y por tanto luchar contra el pecado, si la oración no es importante para nosotros.
“Un cristiano que no ora es como un conductor de autobús que trata de empujar solo su autobús
para sacarlo de un bache porque no sabe que Clark Kent está a su lado” [ii].
Necesitamos que Dios purifique nuestra percepción de Su verdad e incline nuestros corazones a
Sus promesas, y podemos orar pidiendo eso (Salmos 119:18; 36-37). Pide a Dios conforme a Su
Palabra y se te dará (Mat 7:7). De hecho, no tienes hasta ahora porque no has pedido (Santiago
4:2).

Como puedes ver, el plan para luchar contra el pecado es en esencia hacer la voluntad de Dios:
Vivir en devoción a Él, reconociendo nuestra necesidad de Él, atesorando y recordando sus
promesas, descansando en Su gracia. Todos los cambios que necesitamos en nuestras vidas se
derivan de esto.

Ese es el plan de acción que te presento.

Sé que tal vez esperabas algo más, pero realmente eso es lo que necesitas: Hacer la voluntad de
Dios. Ocupa tu mente en Él, y menos espacio tendrá el pecado en tus pensamientos porque
tendrás más gozo al crecer en la fe. Sé activo al obedecer a Dios en agradecimiento por tu
salvación.

Algunas implicaciones bíblicas y consejos prácticos.

Ya que necesitas recordar la Palabra de Dios, la vida en comunidad es crucial. Introdúcete en una
atmosfera en la que Su Palabra te rodee y así mantengas presente Sus promesas, congregándote y
haciendo amigos cristianos que te hablen constantemente la verdad (Hebreos 10:-23-25).

Empieza a construir amistades Cristo-céntricas con personas de tu mismo sexo, y empieza a ver las
personas del sexo opuesto como hermanas (o hermanos) a quienes debes estimar, y ora por eso
(cp. 1 Timoteo 5:1-2). Abandona el mundo de las fantasías comenzando amistades sólidas que
honren al Señor.

Busca a un amigo confiable de tu mismo sexo (puede ser un pastor o diacono) que ame a Dios, que
te pueda aconsejar hablándote la Biblia constantemente y a quien puedas rendir cuentas. Los
cristianos nos necesitamos unos a otros (1 Corintios 12:12-20).

Además de confesar tu pecado a tu amigo, si estás casado debes confesarlo a tu cónyuge. Eso
suena terrorífico, pero debes hacerlo con mucho cuidado y sabiduría, recordando que Dios nos ha
llamado a confesar y pedir perdón (Santiago 5:16). La confesión abre las puertas a la honestidad, la
ayuda y la restauración.
Ver pornografía es orgullo y egocentrismo. Servir a otros en amor es lo opuesto a eso. Comparte lo
que vas aprendiendo en la Biblia. Mira la necesidad a tu alrededor y busca suplirla olvidándote de
ti mismo (1 Juan 3:14-18). Busca ser luz en donde estés (cp. Filipenses 2:14-16).

Escribe un diario con reflexiones sobre lo que aprendes en la Biblia. Asimismo, anota allí las veces
y ocasiones en que eres tentado. Empezarás a notar un patrón de cosas que haces en esos
momentos, y de características de esos instantes (hora, lugar, etc), y pecados específicos que
subyacen en tu deseo de ver pornografía. Busca en la Biblia promesas específicas contra esos
pecados y cambia los patrones que te exponen a la tentación, buscando hacer la voluntad de Dios.

Estos son recordatorios de mandatos bíblicos y algunas sugerencias personales que están
conforme a la Biblia. En la Palabra está cómo debes y necesitas vivir. Sigue eso. ¡No desperdicies tu
vida!

Descansando en Su gracia.

Estoy seguro de que a medida que busques hacer la voluntad de Dios, verás por Su gracia cambios
en la característica y frecuencia de tu pecado. Aunque probablemente tarde o temprano vuelvas a
pecar, cada día lo odiarás más y desearás más a Dios. Eso es un avance por el cual darle gracias a
Dios, porque significa que hizo un cambio en tu corazón y continúa obrando.

Es seguro que cuando peques el diablo susurrará a tu oído que eres un fracaso y que Dios te
abandonó, pero puedes contrarrestar eso abrazando la potente verdad de que nada te separará
del amor de tu Creador (Romanos 8:38-39). Dios terminará lo que empezó en ti (Filipenses 1:6).

[i] Ejemplos de deseos pecaminosos: El buscar salvación en mis obras en vez de humillarme ante
Dios y creer el evangelio, ser más productivo para tener más poder social para mí, guardar mi
reputación para que me ego no sea lastimado, etc.

[ii] John Piper, Sed de Dios (Andamio, 2011), p. 168.

Potrebbero piacerti anche