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SEMINARIO: INTRODUCCION A LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO FEMINISTA

Docente: Mónica Tarducci


CLASE 3: LA SEGUNDA OLA DEL MOVIMIENTO FEMINISTA

Los antecedentes
Las luchadoras feministas de los años 60 y 70 reconocen la influencia del libro El Segundo Sexo de Simone
de Beauvoir, publicado en Francia en 1949 y que fue traducido al castellano en 1954, por una editorial
argentina.
En esta obra, la filósofa marxista y existencialista, (1908-1986) miembro de un grupo cultural muy
influyente en la París de la posguerra, y cuya militancia fue inseparable de su vida, se plantea responderse la
pregunta: ¿qué es ser una mujer? A lo que contesta que a un hombre no se le ocurriría un libro sobre el
problema del hombre, se da por sentado, se da por supuesto que es hombre. Pero si una mujer quiere
definirse, empieza diciendo “soy una mujer”. Esa verdad constituye el fondo sobre el que se yergue toda otra
afirmación. La mujer es lo otro, lo negativo.
Las mujeres viven dispersas entre los hombres, sujetas a ellos por el medio ambiente, el trabajo, los intereses
económicos, la condición social. Negarse a ser el otro, es negarse a la complicidad y es muy duro, existen
ventajas en aliarse a la casta superior de los varones.
Beauvoir discute los puntos de vista de la biología, el psicoanálisis y el materialismo histórico y muestra
como ha sido constituida la “realidad femenina” abriendo a la crítica feminista posterior temas no tratados
anteriormente como la construcción cultural de la maternidad, la crítica al economicismo marxista en la
cuestión de la mujer y fundamentalmente, la concepción pionera de “género” al afirmar que la mujer no nace
sino que llega a serlo. Ningún destino biológico, físico o económico define a la figura que reviste en el seno
de la sociedad la hembra humana.
Pasaría más de una década para que los señalamientos de Simone de Beauvoir fueran tomados y
transformados en acción por las mujeres militantes.
Justamente en la época de su publicación, luego de acabada la Segunda Guerra Mundial, se vivía en los
países occidentales un período dominado por el bienestar económico y una visión muy domesticada de la
femineidad. Gobierno y medios de comunicación de masas reconducen a las mujeres al hogar, no al ejercicio
de sus derechos.
Ser ama de casa es presentado como un destino deseable. Un ama de casa que se ocupa del hogar y al mismo
tiempo presta atención al arreglo personal: maquilladas y bien vestidas, pero manejando una aspiradora.
Las revistas femeninas, que habían aparecido en los años 20, se hacen populares y se consolidan en los 50,
construyen un modelo de “mujer moderna”, con formación y competentes empresarias del hogar, un hogar
lleno de electrodomésticos, que eran la novedad de una época que invitaba al consumo masivo.
En efecto, el hogar y el consumo sufrieron grandes modificaciones tecnológicas en esa época, en las
viviendas, que se hacen mas cómodas, se expanden las redes cloacales, de agua corriente y el gas calienta
todo el hogar, no sólo la cocina. Se mecanizan muchos trabajos domésticos y se crean productos de limpieza
mas elaborados.
La soltera simpática del cine de los años 30, representada por Katherine Hepburn, la soltera y profesional,
es reemplazada por Doris Day, ideal de la esposa “moderna”, que a lo sumo participaba de asociaciones de
amas de casas o vendía productos Avon o Tupperware a domicilio.
Justamente ese es el mundo que cuestiona Betty Friedan en el libro La mística de la femineidad en 1963,
donde en su prólogo escribe:
Paulatinamente, sin llegar a verlo de una forma clara durante mucho tiempo, llegué a darme cuenta de que
existe algo equivocado en la manera en que las mujeres norteamericanas intentan vivir hoy día sus vidas.
Percibí esto primeramente como interrogación que me hacía a mi misma, como esposa y madre de tres
niños y luego valiéndome de mis facultades y de mi información, que me habían llevado a trabajar fuera de
casa.

Fue precisamente esa íntima interrogación la que la llevó, a hacer entrevistas a sus ex compañeras de la
universidad y a mujeres más jóvenes. Su viaje intelectual la acercó a la psicología, la antropología y la
sociología, así como a Simone de Beauvoir. De esta manera descubrió “la mística de la femineidad”, esa
reacción patriarcal a los avances del feminismo y a la incorporación de las mujeres a la esfera pública
durante la Segunda Guerra Mundial, que tuvo su punto mas alto en la década de los 50.
En ese modelo, las mujeres aparecen siempre definidas como madres y amas de casa, esposas y madres, a
eso se reduce su identidad. Desinteresadas de lo que ocurre fuera del hogar, con una vida que gira alrededor
de sus maridos e hijos y de las actividades que le son propias: la empresa en que trabaja el marido, el colegio
y las relaciones de los hijos e hijas, etc. Desde las instituciones se las persuade de aceptar ese rol. También
desde el psicoanálisis freudiano, que Friedan ve como una pieza maestra de la ideología masculina. Esa
mística cercena toda posibilidad de realización personal y culpabiliza a la que no es feliz.
Sin embargo en las entrevistas con las mujeres aparece el “problema que no tiene nombre” de las mujeres
norteamericanas. No son felices, tienen patologías que los especialistas tipifican como “femeninas”: la
depresión, la ansiedad, el abuso de consumo de tranquilizante y de alcohol.
Betty Friedan fundó NOW (Organización Nacional de Mujeres) en 1966 en Washington, que proponía
obtener la igualdad legal, enfatizaba la necesidad de la autorrealización de las mujeres y su promoción para
obtener cargos públicos.

Un mundo en convulsión
¿Cuál fue el contexto de surgimiento del feminismo de la Segunda Ola? ¿Qué pasaba en el mundo durante la
década de los 60 del siglo XX? El mayo de 68 europeo es el desencadenante de un lento proceso, que tiene
que ver con coyunturas diferentes en cada país pero que hacen a la efervescencia de la época.
Para los Estados Unidos, la desilusión con la presidencia de Kennedy (1961-1963),
la guerra de Vietnam y el Movimiento de Derechos Civiles. Política exterior intervencionista y
anticomunismo interno con las persecusiones del FBI a todo movimiento emancipatorio.
La Revolución Cubana de 1959 daba esperanzas de liberación a todo el Tercer Mundo. En África y Asia,
tenían lugar los movimientos descoloniales y aparecían por doquier nuevos sujetos políticos con identidades
basadas en lo étnico, en la sexualidad y otros aspectos no considerados como “políticos” hasta entonces,
como el movimiento negro, el de los nativos americanos, el movimiento estudiantil, los de identidad sexual
entre otros…y por supuesto, el nuevo feminismo.
Lo nuevo de este feminismo es que politiza la vida cotidiana. Cuestiones antes consideradas del ámbito
doméstico y de la privacidad del hogar, pasan a discutirse públicamente, a considerarse políticas, como la
sexualidad, el derecho al aborto, las relaciones de poder dentro de la familia, la violencia contra las mujeres,
la maternidad, por citar algunas. Nunca como antes se estaban empujando los límites de lo político. Lo
personal es político, se afirmaba desde las pancartas.
Es imposible marcar un “comienzo” para un movimiento social. Sobre todo para las feministas de década de
los 60 del siglo pasado, muchas de las cuales venían de activismos en grupos mixtos, tanto de partidos
políticos, como del movimiento contra la guerra de Vietnam, del movimiento estudiantil, de movimientos de
solidaridad con el Tercer Mundo, etc.
Lo que tenían en común estas luchadoras es su experiencia en grupos revolucionarios mixtos, es decir
compuestos por varones y mujeres. Y no sólo eran mixtos sino que eran multirraciales, como la bibliografía
mas reciente, basándose en numerosa documentación lo afirma. Esa visión tendenciosa de que eran mujeres
blancas y de clase media sin contactos con la clase obrera y con las mujeres llamadas “de color” no puede
seguir sosteniéndose sin mala fe. La participación de las mujeres negras no fue mas tardía, formaron parte
desde el comienzo de las luchas feministas, muchas veces con serios conflictos con los varones de su
comunidad y los movimientos pro-derechos civiles en el que esas mujeres también militaban.

El feminismo norteamericano
En Estados Unidos, tempranamente como en 1971, por ejemplo, existieron grupos como Chicana Group-
Hijas de Cuauhtemoc cuyo nombre homenajeaba a un periódico feminista publicado durante la Revolución
Mexicana. O la agrupación de mujeres de origen asiático Asian Sisters, surgida del trabajo de base con
mujeres de primera generación nacidas en EEUU y que se focalizaba en la intervención sobre el uso abusivo
de drogas entre las mujeres jóvenes en Los Ángeles. La organización mas conocida de mujeres de los
pueblos originarios fue Women of All Red Nations (WARN), que inició su lucha en 1974, conformada por
muchas de las mujeres que provenían de la organización mixta American Indian Movement, fundada en
1968.
Entre las mujeres negras, una de las primeras organizaciones fue la Third World Women's Alliance, que se
desprendió en 1968 del Student Nonviolent Coordinating Committee (SNCC).
Por eso hay que tener cuidado con la tendencia a considerar feministas solo a quienes pertenecía a grupos
que se denominaban así. Y tenemos que recordar también que las feministas no sólo trabajaban en espacio
de mujeres. Incluso los primeros escritos sobre la opresión específica de las mujeres fueron publicados en
revistas de la llamada “Nueva Izquierda”.
Las feministas no sólo radicalizaron las demandas liberales sino que llevaron las demandas feministas a las
agrupaciones de izquierda, a los movimientos identitarios, a los sindicatos, al movimiento estudiantil…Pero,
es muy importante insistir que la crítica a la izquierda tradicional e incluso al marxismo no hacía a las
feministas menos anti-capitalistas.
Pequeños grupos y grandes movilizaciones
Tempranamente se plantea la discusión acerca si es posible la militancia conjunta con los varones en
organizaciones mixtas y partidos políticos. Se forman los primeros grupos radicales y con ellos una división
que sigue hasta hoy entre las “políticas” y las “autónomas”. La autonomía de los grupos de mujeres fue y
sigue siendo fundamental, una autonomía que no excluye alianzas e interacción con otras asociaciones
mixtas, pero enfatiza la necesidad de la politización femenina alrededor de sus demandas específicas.
Siguiendo con el caso norteamericano podemos mencionar que en noviembre de 1968 doscientas feministas
radicales llegadas de 37 Estados y de Canadá se reunieron en Chicago para realizar la primera conferencia
nacional del Women Liberation Movement en la que se debatieron dos cuestiones relacionadas con la
sexualidad, a partir de una ponencia presentada por Anne Koedt, titulada The Myth of the Vaginal Orgasm y
otra de Kathie Sarachild centrada en las perspectivas del nuevo movimiento en el que se mencionaba por
primera vez la opresión sexual de la que eran objeto las mujeres.
La formación de estas organizaciones conllevó una radicalización en las tácticas reivindicativas y en los
planteamientos teóricos. El rechazo a la pasividad que la sociedad patriarcal adjudicaba a la mujer fue uno
de los elementos de conexión entre todas ellas. Al principio, se limitaban a organizar pequeñas reuniones
donde las mujeres relataban sus experiencias como madres, esposas e hijas, aportando datos acerca de su
dominación, pero muy pronto se combinó esta forma de autoconcienciación y conocimiento con
manifestaciones espectaculares destinadas a atraer la atención de los medios de comunicación y, a través de
ellos, la de la opinión pública norteamericana.
Las luchas se enmarcaban en micro y macro procesos y había un acuerdo generalizado de que la liberación
de la mujer comportaba la liberación de la sociedad en su conjunto.
Los grupos de concientización (consciousness raising) eran espacios de encuentro de las mujeres que
servían al proceso de transformar los problemas personales en un conocimiento compartido de su sentido
social y de su interés político. A través de los grupos las mujeres van a comprender las intrincadas relaciones
entre los aspectos individuales de su experiencia y lo público. Así lo personal se vuelve político. Estos
grupos fueron esenciales para el feminismo de los años 60 y 70 y muchas teóricas y activistas hicieron sus
primeros pasos en ellos.
El grupo permite reinterpretar la experiencia de las mujeres, establecer necesidades, propósitos, proveer
programas alternativos, servicios, trabajo....En los 60 fueron la base ideológica, el mecanismo de educación
y radicalización feminista. En una época en que no se había impuesto la discusión feminista en la sociedad,
los grupos eran el único espacio de crecimiento personal y de discusión política.
Con la autoconciencia también se pretendía que las mujeres de los grupos se convirtieran en auténticas
expertas en su opresión: estaban construyendo la teoría desde la experiencia personal. La sexualidad era un
tema fundamental, los grupos eran el espacio para contar lo que nunca se contaba, por ejemplo, la falta de
placer y el sentido de culpa por no llegar al orgasmo del que hablaban las revistas, haciéndose eco de la
llamada revolución sexual. Los problemas de la anticoncepción, de la falta de responsabilidad de los varones
en el cuidado, de las frustraciones de la maternidad.
El grupo contribuía a la revalorización de la palabra y las experiencias de un colectivo sistemáticamente
inferiorizado y humillado a lo largo de la historia. Incrementaba el autorespeto, el autoconocimiento y la
autoestima de las mujeres a la vez que producía conocimiento sobre los efectos del sexismo y los roles de
género. Aumentaba el sentido de comunidad, de cosas en común, con otras mujeres y en ese sentido era un
aliento a la solidaridad entre ellas. Al desarrollar un análisis sociopolítico de la experiencia femenina, de la
naturaleza de la opresión crea una identidad feminista e involucra a las mujeres en actividades militantes.
Estos grupos de concientización existían paralelamente a grupos que tomaban la calle en marchas y
manifestaciones, cartas a los periódicos y al presidente de la nación, boicot a los concursos de belleza,
concentraciones frente a la Casa Blanca así como convenciones multitudinarias.
Algunos de esos primeros grupos fueron New York Radical Women (1968) al cual pertenecían Shulamith
Firestone y Ann Koedt, que no sólo cuestionaban las estructuras autoritarias y el rol sexual asignado a las
mujeres, sino que luchaban por la legalización del aborto. Incluso planearon fondear un barco-hospital en
aguas extraterritoriales, donde médicos y enfermeras voluntarios pudieran practicarlo y garantizar las
debidas condiciones sanitarias a toda mujer que lo deseara. También propusieron la apertura de un centro
educativo experimental para el cuidado de los niños, en el que no se podía establecer ningún tipo de
diferenciación sexual, para demostrar así el fundamento cultural de la discriminación
WITCH era otro grupo cuyo nombre jugaba con la palabra “bruja” (en realidad era Women International
Conspiracy from Hell), que en su manifiesto de 1968 dicen cosas que suenan a esotéricas en su
reivindicación de la brujería, sin embargo planificaban acciones de gran impacto como aparecer vestidas
como brujas en 1960, delante de la bolsa de Nueva York, recitando una maldición contra Wall Street. Al
año siguiente hicieron un aquelarre en el edificio donde funcionaba el Comité de Actividades
Antiamericanas.
Estos grupos junto otros como SCUM, las Redstocking, las Radicals Lesbians, entre otros, realizaban
acciones muy populares, tanto como para que el FBI infiltrara agentes en los grupos mas aguerridos, desde
mediados de los años 60 hasta la muerte de su director John Edgar Hoover, en 1972.
Las publicaciones sobre el tema, también, se multiplicaron destacando entre ellas la prestigiosa revista Ms
que apareció por primera vez en 1972.
Las grandes movilizaciones se plasmaron en reformas concretas. En 1972, se consiguió un gran triunfo
legislativo al lograr que el Congreso de Estados Unidos aprobara la Equal Rights Amendment, que
equiparaba por completo los derechos de hombres y mujeres y prohibía toda discriminación por razón de
sexo en cualquier ley o acto de los gobiernos federal, estatal o municipal.
Un año después, el Tribunal Supremo falló a favor del derecho de cualquier mujer norteamericana a solicitar
la interrupción de su embarazo en los tres primeros meses y bajo consejo médico.
Para tener una idea del fermento femenino, en 1973 el periódico San Francisco Cronicle tenía 10 páginas
con actividades de los grupos feministas, que podían ser publicaciones, locales, establecimientos de salud,
psiquiátricos, radios, bibliotecas, grupos de arte. En esa misma ciudad, el Canal 9 de televisión se
especializó en temas dedicados a la liberación de la mujer. En Los Ángeles existían hasta 100 grupos
feministas distintos.

El feminismo en Europa
El feminismo de la Segunda Ola fue un movimiento que se expandió por toda Europa con diferentes
características, según los países, pero conservando una distinción general que sería que en su seno se
encontraban grupos reformistas, a la manera del NOW de Estados Unidos, que luchaban por reformas
legales, otros mas relacionados con las luchas de la clase obrera y los partidos de izquierda, si bien muy
críticos a estas organizaciones que no habían tenido en cuenta la opresión específica que sufren las mujeres
y por último, lo que podríamos englobar como feminismo radical, también anti-capitalistas pero mas
enfocados a trabajar temas de sexualidad, autocuidado, etc.
En Francia, donde sin duda el antecedente de Simone de Beauvoir fue muy importante, los primeros grupos
surgen en las jornadas del Mayo Francés del año 1968, durante las cuales se formaron, por ejemplo, el
Movimiento Democrático Femenino (MDF) socialista y vinculado a la Federación Democrática de Mujeres
y Feminin-Masculin-Avenir (Femenino-Masculino-Porvenir) conocido por su sigla FMA.

En agosto de 1970, algunas mujeres se manifestaron ante el Arco del Triunfo en París, frente a la tumba del
soldado desconocido, colocando una corona y llevando una pancarta donde se lee “Hay alguien aún más
desconocido que el soldado desconocido: su mujer”, a raíz de lo cual varias fueron detenidas. Fue la primera
vez que en los periódicos hablaron del MLF (Mouvement de Liberation des Femmes). La prensa dio este
nombre al movimiento por analogía del Women’s Lib norteamericano.
En el mismo año, Annie de Pisan, Anne Tristan y Christine Delphy (en ese momento C. Dupond) publican
en la prestigiosa revista de izquierda Partisans, (Nº 54-55) el texto fundacional del feminismo francés de
este período: La libération des Femmes: Année Zéro (La liberación de las mujeres: año cero). Uno de los
textos que formaban parte de esta antología fue El enemigo principal de C. Delphy, básico para la
comprensión del feminismo materialista francés.
En Enemigo Principal se afirma que en la sociedad capitalista hay dos modos de producción: 1) modo de
producción capitalista industrial, que es el teatro donde se juega la explotación capitalista y 2) el sistema de
explotación familiar, en el cual la mujer provee los servicios domésticos, y es el lugar donde se cría a los
niños y donde se producen algunos bienes para el consumo y el intercambio. Por supuesto esta producción
disminuye cuando aumenta la producción capitalista. La explotación y opresión de la mujer dentro de la
familia deriva del control del hombre de las actividades productivas y reproductivas llevadas a cabo en el
hogar. Capitalismo y patriarcado ocupan esferas autónomas, cada una con su propio sistema de explotación
y sus clases sociales.
En 1970 también, como lo relata Mª Angeles Larumbe Gorraitz, la revista mensual Elle organizó los Estados
Generales de la Mujer, reuniendo a 365 mujeres representativas del conjunto de la población francesa. De
esta singular reunión, producto de la publicidad, surgió una especie de manifiesto programático titulado “Lo
que quieren las mujeres” dirigido a obtener la igualdad de oportunidades en todos los campos. Esta toma de
posición a favor del feminismo por una revista de prestigio destinada al consumo de la mujer tradicional,
contribuyó de modo poderoso a que las ideas del movimiento se difundieran por toda la sociedad francesa.
Mas allá de los diversos grupos y de su intensa actividad, un hecho histórico es recordado por su audacia, El
Manifiesto de las 343 aparecido en el semanario Le Nouvel Observateur, el 5 de abril de 1971, reclamando
por el derecho al aborto, firmado por 343 mujeres que se autoinculpan de habérselo practicado, muchas de
ellas famosas como Catherine Deneuve, Françoise Sagan, Jeanne Moreau, Delphine Seyrig, Marguerite
Duras, entre otras. Simone de Beauvoir, además de firmarlo fue quien redactó el texto.
El manifiesto fue corto y sencillo:
“Un millón de mujeres se hacen abortar cada año en Francia. Lo hacen en condiciones peligrosas debido a
la clandestinidad a que están condenadas, cuando en realidad esta operación, efectuada bajo control
médico, es de las más sencillas. Se calla sobre esas millones de mujeres. Declaro ser una de ellas. Declaro
haber abortado. Al igual que reclamamos el libre acceso a los medios anticonceptivos, reclamamos el
aborto libre.”
En el momento de mayor auge del Movimiento feminista en Italia, el final de los años ’60 y los ’70,
muchas mujeres habían sido incorporadas al mundo del trabajo, como fruto del boom económico de los 60 y
trabajaban afuera de su hogar, pero su representación política era mínima.
En el contexto de una sociedad fuertemente influenciada por la presencia de la Iglesia Católica, empiezan a
surgir tanto al interior de los partidos, como de manera autónoma los distintos colectivos de mujeres.
Uno de los aspectos distintivos del movimiento feminista italiano fue su voluntad de incidir en las políticas
públicas del país. Hubo distintas corrientes, con algunas directamente relacionadas con partidos políticos,
como el Partido Radical, el Partido Comunista y partidos de izquierda, como Democracia Proletaria o
extraparlamentarios. Gran parte del feminismo se mantuvo unido frente a luchas importantes, como la ley de
divorcio y el referéndum - aprobación de la ley de aborto legal.
De los grupos surgen las denominadas “ángeles del ciclostile”, (ángeles del mimeógrafo) término que se
opone al tradicional “ángeles del hogar”. Estos ángeles hicieron hincapié en la autonomía del movimiento
feminista, evidenciando la discriminación en los roles adentro de los mismos partidos, del movimiento
estudiantil, incluyendo los de extrema izquierda.
Como relatan Rosalba Spagnoletti yVirginia Ciuffini, en el año 1966 se crea un Milán un grupo conformado
sólo por mujeres, el DEMAU (DEMistificazione AUtoritarismo patriarcale), cuyo objetivo era superar a las
organizaciones históricas femeninas como la UDI (Unione Donne Italiane), que existían desde la posguerra.
En 1970, se constituye el MLD (Movimento di Liberazione Della Donna) como parte del Partido Radical (de
izquierda). Al año siguiente realiza su primer congreso donde se denuncia “la naturaleza específica de la
opresión de las mujeres a nivel económico, psicológico y sexual”, propone un proyecto de ley de
legalización del aborto, exige la venta libre de anticonceptivos y la construcción de guarderías. Este grupo,
al igual que el FILF (Fronte Italiano di Liberazione Femminile), permitía todavía hombres en su seno a
diferencia de Rivolta Femminile nacida en 1970, que los excluye y propone la reunión de mujeres en
grupos de autoconciencia.
Rivolta Femminile fue fundado por Carla Lonzi, una figura capital del feminismo de los años 70, autora de
Escupamos sobre Hegel (1970) donde denuncia al pensamiento filosófico occidental y La mujer clitórica y
la mujer vaginal (1971) que, al igual que El mito del orgasmo vaginal de Anne Koedt, en Estados Unidos, es
una crítica a las concepciones imperantes sobre la sexualidad femenina (heterosexual), creadas por los
freudianos y compartidos por todo el mundo, incluso los medios de comunicación que los difunden a nivel
popular.
El congreso de 1971 fue también el escenario de dos tendencias principales que perduran aún hoy en el
feminismo italiano, la de Rivolta que podríamos denominar de la diferencia, radical, centrado
fundamentalmente en lo cultural y la otra representada por los grupos mas comprometidos con la situación
general, relacionados con la izquierda, que bregaban por cambios políticos, económicos y legales.
En 1972 se desarrolla la primera convención nacional feminista, un “encuentro de mujeres” donde se
discuten las características antiburocráticas y antipersonalistas del movimiento, así como la necesidad de la
autonomía política y organizativa. Un movimiento sólo de mujeres más allá de que sus militantes hayan
estado o lo sigan estando en partidos políticos.
A diferencia de otros países, en Italia existía una tradición de lucha del movimiento obrero que se hace
sentir en todo el movimiento feminista. De hecho, la necesidad de situar la liberación de las mujeres dentro
de un cambio social general y profundo fue un tema siempre presente en todos los grupos feministas,
además de los grupos específicamente feministas comunistas.
Más allá de la diversidad de grupos, todos bregaban por la autonomía política y organizativa, criticaban
radicalmente a la familia como el centro de la opresión de las mujeres, a la doble jornada laboral de las
mujeres (en el trabajo remunerado y en el hogar), rechazaban una concepción de la sexualidad con finalidad
reproductiva, bregaban por el reconocimiento de la homosexualidad, la anticoncepción y el aborto gratuitos
y luchaban contra cualquier tipo de violencia contra las mujeres.
En 1972 y por iniciativa de María Rosa Dalla Costa se fundó en Padua, un colectivo internacional para
luchar por el salario del ama de casa.
El grupo de teatro feminista La Maddalena nace en 1973, junto con la librería y la revista Effe,
pertenecientes al grupo. Hoy existen grupos de teatro “magdalenas” en todo el mundo, incluso en Argentina.
En junio de 1973 el proceso contra una mujer acusada de aborto, se transforma en una inmensa
manifestación de protesta que hace confluir en Padua a miles de mujeres de toda Italia. Comienza así la
lucha por la despenalización y legalización del aborto, que une a las mujeres en marchas multitudinarias. En
1978 la Ley Nº194 permite el aborto voluntario, que es sostenido por un referendum posterior. En 1974 se
gana el referendum que posibilita la ley de divorcio en Italia.
Al igual que en otros países grupos de mujeres profundizan el conocimiento del cuerpo femenino de manera
de poder controlar su propia salud y reivindicar una medicina que responda a las necesidades de las mujeres.
Se crean centros de salud feministas e incluso clínicas que hacen abortos.
Muy importante fue también la manifestación contra la violación y todo tipo de violencia, que tuvo lugar
una noche, en Roma a fines de 1976 donde las feministas tomaron las calles al grito de "riprendiamoci la
notte, riprendiamoci la vita” (retomemos la calle, retomemos la vida).
A finales de los setenta, con la radicalización de la vida política italiana el Movimiento sufrió la represión,
incluso fueron arrestadas muchas feministas y sus locales sufrieron ataques de la derecha italiana, que las
acusaba de estar vinculadas a las Brigadas Rojas y a otros grupos de la izquierda radical.

En cuanto a Gran Bretaña las principales teóricas militantes provienen de la Nueva Izquierda, como Sheila
Rowbotham y Barbara Taylor, que participaban activamente de los History Workshops desde su creación al
principio de los años 60 y que se proponían talleres de historia social abiertos donde se estudiara a los de
“abajo”, a la gente común, a la clase obrera. Como su fundador Raphael Samuel lo expresó, los talleres
debían servir al activismo. Crearon una revista muy prestigiosa, que hoy continúa el History Workshops
Journal. No es de extrañar por lo tanto el compromiso del feminismo inglés con las mujeres obreras, que se
puede ver en la película Made in Dagenham, basada en la huelga llevada a cabo por mujeres en la empresa
Ford en 1968 por la equiparación salarial y mejoras en las condiciones laborales.
Basada en esa lucha se crea en 1969, la National Joint Action Campaign Committee for Women's Equal
Rights conformada por mujeres sindicalistas, que luchan por la igualdad de derechos.
Los diferentes grupos existentes, que iban desde sindicales, amas de casa, lesbianas radicales, marxistas
revolucionarias, etc, se coordinan para emprender acciones comunes, entre ellas la gran manifestación de
marzo de 1971, y para demandar por igualdad de oportunidades en el trabajo y la educación, guarderías,
anticonceptivos y derecho al aborto.
En 1972, Erin Pezzey, estableció en Gran Bretaña el primer refugio para mujeres maltratadas, que para 1980
llegaban a 200, organizados por diferentes grupos feministas, que se habían coaligados en una federación
llamada Women’s Aid Federation. Las activistas contra la violencia también crearon centros para las
mujeres violadas, el primero en 1976.
En 1970 se aprueba en el Parlamento la Equal Pay Act, que prohibe cualquier trato desfavorable entre
hombres y mujeres en cuanto al salario y condiciones de trabajo. Le siguió en 1975 la Sex Discrimination
Act que protegía (luego se añadieron otras enmiendas) a los hombres y las mujeres de la discriminación
basada en el sexo o el status marital, en el empleo, la educación, en la provisión de bienes y servicios, etc.
En 1975 se reconoce el permiso pago por maternidad y se protege a las mujeres contra el despido durante el
embarazo. Un año después, se refuerza por ley a las mujeres contra la violencia de sus maridos y también se
mejoraron las garantías de la mujeres que habían sufrido violencia sexual.

Este brevísimo resumen del surgimiento del feminismo de la Segunda Ola en algunos países, además de
informarnos sobre su dinámica nos aportan datos sobre cuáles fueron los temas urgentes que requerían
reflexión, cambios legales y culturales.
Como veremos a lo largo de todo el Diplomatura, su influencia tuvo enormes repercusiones en la
concepción de la política, la sexualidad, la familia, los Derechos Humanos, el arte y la literatura, las
relaciones sociales en general, que influyeron en las Ciencias Sociales, haciendo visible no sólo a un sujeto,
las mujeres, sino también llevando el conflicto a zonas que se creían libres de él. Ninguna disciplina va a ser
la misma luego de su impacto.

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