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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

FACULTAD DE FILOSOFÍA

EDIPO Y EL FENÓMENO DE LAS MASAS


EL CONCEPTO DE MASA EN FREUD Y ORTEGA

MARIA VICTORIA JUSTO PALEO


51222897B

MADRID, JUNIO 2017


2

INTRODUCCIÓN

El siguiente trabajo se propone analizar el concepto de masa en Sigmund Freud (1856-


1939) y Ortega y Gasset (1883-1955). Para hacerlo se estudiarán las obras respectivas
Psicología de las masas y análisis del yo (1921) del primero y la primera parte del libro La
rebelión de las masas (1930) del segundo. Si bien son dos definiciones de “masa” muy
dispares intentaremos trazar algunas lineas en común de estos pensadores.
En similitud, aparece de inmediato, el contexto histórico en el que comienzan a
preguntarse por éste fenómeno. Freud escribe sobre la masa, aunque su definición de la
misma resulte anacrónica, después de lo ocurrido en Europa entre 1914 y 1919 – primera
guerra mundial-. Ortega, lo empieza a publicar en 1929. En el origen de la masa, Ortega
encuentra como precedente el desarrollo científico-tecnológico y el liberalismo del s. XIX.
Se trata de realizar un estudio comparativo donde se presentarán, en primer lugar, las
tesis fundamentales de cada autor y en segundo lugar, se los invitará a dialogar sobre el
fenómeno social que nos compete.
Se intentará delimitar qué es lo que entiende Freud y Ortega por masa y
fundamentalmente, develar, en lo posible, la base antropológica que subyace a este concepto,
es decir, cómo entiende la condición humana Freud y Ortega y cómo se relaciona esto con el
surgimiento de este fenómeno. Para esto último se tomarán, a grandes rasgos y sólo a titulo
de información dos lineas argumentativas que estructurarán el trabajo, una la denominada El
ser humano es naturaleza que introduce el pensamiento Freudiano y otra que comprende el
pensamiento de Ortega: El ser humano es historia. Dos lineas que, como se verá juegan a
encontrarse y desencontrarse en su desarrollo y en sus posibles conclusiones desarrolladas en
el apartado el ser humano es naturaleza e historia.
3

EL SER HUMANO ES NATURALEZA

Al comienzo del ensayo, en Psicología de las masas (1929), Sigmund Freud (1856-
1939) afirmará que no hay una real oposición entre psicología individual y psicología social,
ya que el hombre como individuo siempre integra a “el otro” y de esta manera la psicología
individual es al mismo tiempo psicología social. Se trata de buscar el origen de estas
relaciones entre individuos, bien podría ser encontrado en un instinto primario o en círculos
más limitados como lo es la familia.
Freud decide comenzar su análisis del alma colectiva a través de Le Bon (1841-1931),
su punto de partida no es un clara definición del objeto de estudio si no, más bien, un análisis
fenomenológico que dará paso a los puntos más relevantes que sean dignos de investigar.
Lo que lo lleva a la obra de Gustavo Le Bon, Psicología de las multitudes (1895), es la
pregunta por la masa. Es decir, qué es la masa y por qué ejerce tanta influencia en la vida
anímica individual, y continúa preguntándose en qué consiste la modificación psíquica que
impone al individuo. Hasta aquí, se puede deducir que Freud considera que la masa ejerce una
evidente influencia en el individuo y que impone, de alguna manera “algo” en la psiquis
individual que habrá que descubrir. Ese será el punto de partida freudiano y las cuestiones a
las que intentará responder en el desarrollo de esta obra.
De esta manera se da paso a la palabra de Le Bon:

[…] cuales quiera que sean los individuos que la componen y por diversos y semejantes que puedan ser
su género de vida, sus ocupaciones, su carácter o su inteligencia, el solo hecho de hallarse
transformados en una multitud les dota de una especie de alma colectiva. Esta alma les hace sentir,
pensar y obrar de una manera por completo distinta de cómo sentiría, pensaría y obraría cada uno de
ellos aisladamente.”1

Le Bon habla de alma colectiva, de una multitud de individuos que forman una unidad
manteniéndose unidos, ¿Qué es lo que los une? Eso no lo aclarará Le Bon, sino Freud más
adelante. Le Bon, en este párrafo, remarca la diferencia entre lo que es un individuo que actúa
desde su individualidad y el mismo individuo inmerso bajo la influencia de la masa. Tesis de
la que habría partido Freud al inicio de la obra.

1 Freud, Sigmund. 2016. Psicología de las masas, Alianza Editorial, Madrid. (p.12-13)
4

Por otra parte, Le Bon defiende, y Freud recoge para su estudio de la masa, la
existencia del inconsciente2, producto de la herencia arcaica y explica que forma parte de la
mayor parte de nuestros actos cotidianos siendo estos efectos de móviles ocultos que escapan
a nuestro conocimiento, y según él, en la multitud se borran las adquisiciones individuales
desapareciendo así la personalidad de cada uno de los que la integran, apareciendo desnuda la
base inconsciente común a todos.
En la masa, el inconsciente se deja ver, se muestra en su desnudez. Sus posibles causas
son: en primer lugar, la desaparición del sentimiento de responsabilidad como resultado del
anonimato y la potencia invencible de la que la masa dota al individuo por el mero hecho de
ser multitudinaria. Esto permitiría que el individuo suprima las represiones de sus tendencias
inconscientes. En segundo lugar, el contagio mental donde el individuo resigna sus intereses
individuales a favor del interés colectivo, según el autor, actitud contraria a su naturaleza. Y la
tercera causa, y quizás la más importante a la que Freud dará especial interés, es la aparición
del fenómeno de la sugestibilidad, raíz del contagio antes mencionado. Según esto, el
individuo habiendo perdido su personalidad consciente obedece a todas las sugestiones del
operador que se la ha hecho perder. Así es como la personalidad consciente desaparece y la
voluntad queda abolida.
En resumen, según Le Bon los principales caracteres del individuo que forma parte de
la masa son: la desaparición de la personalidad consciente, la orientación de los sentimientos
y de las idas por sugestión y contagio y la tendencia a transformar en acto las ideas sugeridas
de manera inmediata, esto es, la tendencia a realizar en acto inmediato la idea o el deseo de la
masa. En resumen, pasa a convertirse en un autómata sin voluntad.
Agrega que, además de esto, el hombre de la masa desciende varios escalones en la
escala de la civilización pasando a convertirse en un bárbaro en la multitud comparándolo con
los seres primitivos y la vida anímica de los niños. Hay en la multitud una disminución de la
actividad intelectual, la multitud es impulsiva, versátil e irritable dejándose guiar
exclusivamente por lo inconsciente. Agrega, carece de sentido crítico y lo inverosímil no
existe para ella, es así como no conoce de dudas ni incertidumbres. Además, se inclina a todos
los excesos y reacciona a estímulos muy intensos. Le Bon afirma: “quiere ser dominada,
subyugada y temer a su amo […] con un respeto fetichista a las tradiciones y un horror a las

2 Aunque no es el inconsciente psicoanalítico, en esta definición no se tiene en cuenta “lo reprimido”.


5

novedades susceptibles de modificar sus condiciones de existencia” 3. En unas palabras, todos


los residuos de épocas primitivas, latentes en el individuo, despiertan y buscan su libre
satisfacción.
Respecto a la moralidad, hay una moralización del individuo por la masa. La
moralidad del individuo queda totalmente desplazada y en manos del deseo de la masa. Al
igual que la verdad, la razón y los argumentos son impotentes frente a la palabra seductora
que brega por ilusiones dando preferencia a lo irreal sobre lo real. Es así como existe
predominio de la vida imaginativa y de la ilusión contenidas por el deseo insatisfecho, cual
síntoma neurótico.
Como se ha dicho anteriormente, en la masa hay un líder, un jefe y los elementos
individuales se colocan instintivamente bajo su autoridad. La masa busca un líder, busca una
palabra autoritaria, un padre en términos psicoanalíticos. En él recae la voluntad imperiosa y
potente susceptible de animar a la multitud. Voluntad de la que carece la misma. El jefe, así
mismo, tendrá un poder misterioso al que se le da el nombre de prestigio denominada como la
“fascinación que paraliza todas nuestras facultades críticas y llena nuestra alma de asombro y
respeto”4. El prestigio permanecerá con el éxito y cesará con el fracaso.
Hasta aquí lo dicho por Le Bon y recogido por Freud.
Ante esta teoría, Freud reconoce que el alma colectiva es capaz de dar vida a creaciones
espirituales de un orden genial, son los creadores de los cantos populares, el folclore, etc. Es
decir, reconoce el carácter creador de la masa como protagonista.
A partir de aquí, hará una distinción de las masas. Por un lado se hallan las masas de
existencia pasajera, constituidas rápidamente por la asociación de individuos movidos por un
interés común pero muy diferentes unos de otros. Por ejemplo, la masa que protagonizó la
Revolución francesa. A esta masa, se refería Le Bon. Por otro lado, están las masas estables o
asociaciones permanentes en las cuales pasan los hombres toda su vida y que toman cuerpo en
las instituciones sociales. Estas serán las masas a las que luego Freud se referirá tomando
como referente la iglesia y el ejército.5

3 Freud, Sigmund. 2016. Psicología de las masas, Alianza Editorial, Madrid. (p.19)
4 Freud, Sigmund. 2016. Psicología de las masas, Alianza Editorial, Madrid. (p.22)
5 No se dará con demasiado detalle la especificación de estas masas por que no aporta material de relevancia en
la investigación de nuestro trabajo.
6

Freud introducirá el concepto de “organización” para fijar la diferencia de estos dos


tipos de masas. Este concepto pertenece a una teoría del psicólogo, Mac Dougall (1871-1938)
quien explica que la masa, que no posee organización ninguna o sólo una organización
rudimentaria, es la masa desorganizada a la que se la denomina multitud. Pero, si la multitud
no está organizada y aún así permanece unida ¿ Qué es lo que la une? Esto se explicará más
adelante por Freud.
Mac Dougall agregará a lo ya dicho por Le Bon que la masa es excitable, impulsiva,
apasionada, inconsecuente, indecisa y, al mismo tiempo, inclinada a llegar en su acción a los
mayores extremos. Entre otras cosas, carece siempre de de todo sentimiento de
responsabilidad y respetabilidad y se halla siempre pronta a dejarse arrastrar por la
consciencia de su fuerza hasta violencias propias de un poder absoluto e irresponsable. Se
comporta, pues, como un niño mal educado o como un salvaje apasionado y no vigilado. Para
el Mac Dougall el remedio para esta indisciplina es el establecimiento de una organización,
dotar a la multitud de orden. Se trata de crear en la masa las facultades del individuo y que
este ha perdido a consecuencia de su absorción por la multitud.
A continuación, Freud define dos conceptos muy importantes que explican la compleja
unión de los individuos pertenecientes a la masa. Estos son: la sugestión y la libido. Con estos
dos conceptos Freud comenta por qué y en qué medida se modifica la psiquis del individuo
bajo la influencia de la masa.
Según él, es la influencia sugestiva de la masa la que nos obliga a obedecer a esta
tendencia a la imitación, de la que hablaba Le Bon, e induce en nosotros el afecto. Freud
afirma: “la sugestión es un fenómeno primario irreductible, un hecho fundamental de la vida
anímica humana”6, siendo este un concepto obscuro de definir, esclarecerá presentando el
concepto de la libido, siendo esta la energía de los instintos relacionados con todo lo que
quepa bajo el concepto de amor -reduciendo el concepto de amor al amor sexual, cuyo último
fin es la cópula sexual-. En analogía con esta energía amorosa habla del Eros de Platón donde
se presentan los instintos eróticos denominados en psicoanálisis: instintos sexuales. Freud
parte de la hipótesis de que también en el alma colectiva existen relaciones amorosas o lazos
afectivos y justamente aquí aparece oculta la sugestión. Lo argumenta diciendo que, en primer

6 Freud, Sigmund. 2016. Psicología de las masas, Alianza Editorial, Madrid. (p.32)
7

lugar, según lo sostenido anteriormente, la masa tiene que hallarse mantenida en cohesión por
algún poder y este poder será el Eros platónico, el amor. Y además, en segundo lugar, cuando
se habla de la renuncia del individuo a sus intereses personales dejándose sugestionar por los
otros también estamos hablando de amor, amor por los demás. En definitiva, a los individuos
de la masa los une el amor a través de una relación de sugestibilidad. Y de esta manera, la
esencia de una multitud consiste en los lazos libidinosos existentes en ella.
Respecto a las masas artificiales y organizadas como la Iglesia y el Ejército: “El
pánico se produce cuando tal multitud comienza a disgregarse y se caracteriza por el hecho de
que las órdenes de los jefes dejan de ser obedecidas […] rotos así los lazos recíprocos surge
un miedo inmenso e insensato”. Dando paso a la angustia neurótica.7.
En resumen, no basta que los individuos se reúnan para considerarlos parte de la masa,
tiene que haber entre ellos los lazos antes mencionados.
Con la parábola de los puercoespines de Schopenhauer 8, Freud demuestra que casi
todas las relaciones afectivas íntimas de alguna duración entre dos personas, dejan un
depósito de sentimientos hostiles, que precisa, para desaparecer, del proceso de represión y
que el mismo hecho se produce en las masas mencionadas. Así es como en todo lazo amoroso
se encuentran inherentemente sentimientos de hostilidad.

En los sentimientos de repulsión y de aversión que surgen sin disfraz alguno contra personas
extrañas, con las cuales nos hallamos en contacto, podemos ver la expresión de un narcisismo que
tiende a afirmarse y se condice como si la menor desviación de sus propiedades y particularidades
individuales implicase una crítica de las mismas y una invitación a modificarlas. […] Toda esta
intolerancia desaparece en la masa. Mientras que la formación colectiva se mantiene, los
individuos se comportan como coartados por el mismo patrón: toleran todas las particularidades
del otro, se consideran iguales a ellos y no experimentan el menor sentimiento de aversión. Según
nuestras teorías, tal restricción del narcisismo no puede ser provocada sino por un solo factor: por
el enlace libidinoso a otras personas. 9

7 Como se ha señalado anteriormente, no nos interesa contemplar las masas organizadas para desarrollar el
tema estudiado, sólo interesa hacer referencia al fenómeno del pánico que, como se verá, estará relacionado
con Ortega y su estudio de las masas.
8 En un crudo día invernal, los puercoespines de una manada se apretaron unos contra otros para prestarse
mutuo calor. Pero al hacerlo así se hirieron recíprocamente con sus púas y hubieron de separarse. Obligados
de nuevo a juntarse por el frío, volvieron a pincharse y a distanciarse. Estas alternativas de aproximación y
alejamiento duraron hasta que les fue dado hallar una distancia media en la que ambos males resultaban
mitigados. (Schopenhauer: Parerga und Paralipomena, 2ª parte, XXXI)
9 Freud, Sigmund. 2016. Psicología de las masas, Alianza Editorial, Madrid. (p.46)
8

Esto es, el individuo aislado que no forma parte la masa se ve herido en su narcisismo
y como consecuencia, surge un sentimiento de hostilidad e intolerancia. La presencia de la
masa significa para este una invitación a cambiar sus particularidades, un ataque a su
individualidad. No se encuentran, sin embargo, estos rasgos en los individuos que forman
parte de la masa. En estos, hay una cierta limitación del yo, su narcisismo esta restringido por
el enlace libidinoso que los une.
Freud introduce el concepto de identificación explicando que el psicoanálisis conoce
la identificación como la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra
persona. Se comporta como un retoño de la primera fase, oral, de la organización libidinal, en
la que el objeto anhelado que es considerado su ideal del yo, se incorpora por devoración,
instroyección y así se aniquila como tal, siendo este el carácter ambivalente de la
identificación (amor-odio). De esta manera, el yo se ha enriquecido con las propiedades del
objeto, lo ha introyectado. “La identificación aspira a conformar el propio yo análogamente al
otro tomado como modelo” 10
¿ Dónde aparece la identificación en las masas? Las masas están gobernadas por lazos
afectivos de dos clases: uno, en el enlace con el conductor; otro, la unión de los individuos
entre sí. Entonces la masa se define como una multitud de individuos que han puesto el
mismo objeto en el lugar de su Ideal del Yo, a consecuencia de lo cual, se han identificado
entre si en su yo -esto permite que rivales al comienzo, hayan podido identificarse
entre sí por amor al mismo objeto-.
El tema del enamoramiento y la hipnosis que tratará a continuación, no nos interesa
demasiado. Sólo decir que en el enamoramiento el objeto ha ocupado el lugar del ideal del yo,
y a diferencia de la identificación donde el objeto se introyecta y el yo se enriquece, en el
enamoramiento el yo se empobrece, dándose por entero al objeto.
Para acabar con el concepto de identificación en la masa, podemos concluir que la
masa es una reunión de individuos que han reemplazado su ideal del yo por un mismo objeto
y de esta manera, se ha establecido entre ellos una identificación del yo.
Avanzando en la obra, aparece el concepto de instinto gregario propuesto por W.
Trotter que Freud recoge para fundamentar los fenómenos psíquicos de la masa. Según

10 Freud, Sigmund. 2016. Psicología de las masas, Alianza Editorial, Madrid.


9

Trotter, el individuo posee un instinto gregario que le es innato como a los demás animales,
donde el individuo se sentiría incompleto al estar solo. La objeción que hace Freud al respecto
es que esta teoría le da muy poca importancia al papel del jefe, y a demás, afirma que este
instinto es susceptible de descomposición y no primario. Freud deduce: “más que un animal
gregario, el hombre es un animal de horda, es decir, un elemento constitutivo de una horda
conducida por un jefe” 11
Entonces, ¿Cómo surge el vínculo social en Freud? Según el mito de la horda
primitiva planteado por Freud en Tótem y Tabú (1912-1913) en el origen existía una horda en
la que el macho alfa reinaba sobre sus hijos y poseía el monopolio de las mujeres. Los jóvenes
machos se rebelaron y mataron al macho viejo. Es ahí, en ese momento, cuando el miedo y la
culpa coronan al jefe asesinado con el nombre de padre. No antes, sino una vez muerto y
comido por estos. Cada miembro del grupo renuncia a ejercer la sustitución del “padre” y se
llaman entre sí, hermanos. Es decir, surge la fraternidad. En el principio, había violencia y
esta violencia y rebelión es la que da paso a la fratría. Se pasa de un estadio de violencia y
naturaleza, a una organización donde no hay poder absoluto ni relación de dependencia si no
una renuncia a la herencia del padre y la constitución de la “comunidad fraternal totémica,
cuyos miembros gozaban todos de los mismos derechos y se hallaban sometidos a las
prohibiciones totémicas que debían conservar el recuerdo del crimen”.12
La masa se nos muestra como una resurrección de la hora primitiva. Hay un
desplazamiento en la jerarquía social, muerto el padre, muerta la autoridad, la masa hace un
gran esfuerzo para mantenerse unida, facilitado por la inhibición de los sentimientos hostiles
tras la restricción del narcisismo, tratado anteriormente, como producto de los lazos
libidinosos que los une.

“Todas aquellas manifestaciones de este orden que luego encontraremos en la sociedad -así el
compañerismo, etc- se derivan también incontestablemente de la envidia primitiva. […] La justicia
social significa que nos rehusamos a nosotros mismos muchas cosas para que también los demás
tengan que renunciar a ellas o lo que es lo mismo, ,no puedan reclamarlas. Esta reivindicación de
igualdad es la raíz de la conciencia social y del sentimiento del deber” 13

11 Freud, Sigmund. 2016. Psicología de las masas, Alianza Editorial, Madrid. (p.69)
12 Freud, Sigmund. 2016. Psicología de las masas, Alianza Editorial, Madrid. (p.84)
13 Freud, Sigmund. 2016. Psicología de las masas, Alianza Editorial, Madrid. (p.68)
10

Así es como podemos afirmar que el hombre en su estado primitivo es hostil, es


envidioso y la fraternidad, propiamente dicha, no existe sino después de, en términos
psicoanalíticos, haber matado al padre. Haber roto con la relación de dependencia con un
poder absoluto, con una palabra de autoridad incuestionable. Si bien esto fue un gran paso
para la humanidad, en lo que se refiere a la civilización, no debemos olvidar el origen, no
debemos olvidar el carácter agresivo del hombre “pre-político”, su naturaleza hostil, su
pulsión de muerte, primordial e irreductible, de la que Freud hablará en su texto Tótem y
Tabú. Pero, si la pulsión de muerte es irreductible e irrenunciable, si forma parte del individuo
y no puede renunciar a ella ¿Dónde va a parar la pulsión de muerte después de la fundación de
un orden social? ¿ Cómo es que vivimos en sociedad si existe en nosotros esta pulsión?.
Cómo Freud explica en el malestar de la cultura, la pulsión de muerte se internaliza. Impulsa
al superego cuya función es la de castigar al ego con sentimientos de culpa. Pero que esté
internalizada, que no esté a la luz, que no se manifieste en su desnudez, no significa que no
esté. Sino que, por el contrario, ésta encontrará la forma de manifestarse. Si se acepta la teoría
freudiana y el mito de la hora primitiva, se puede afirmar que el hombre primitivo no está tan
lejos del hombre actual, que quizás nunca desapareció sino que permanece oculto gracias a los
dispositivos artificiales de la sociedad que permiten una posible convivencia con el otro.
11

EL SER HUMANO ES HISTORIA

No corresponde referirse a Ortega en cuanto a su obra y el tema tratado sin hacer


hincapié en la cuestión histórica. No corresponde, entonces, hablar de las masas fuera de una
línea cronológica. Justamente las masas surgen, según el filósofo español, en un momento
muy concreto de la historia precisamente en el S.XIX con el desenlace de los totalitarismos
fascista y bolchevique del s. XX; y a una sociedad concreta también, la europea. No hablamos
del hombre como género humano, sino del europeo medio del siglo XX.
Ortega y Gasset afirma que “tres principios han hecho posible ese nuevo mundo: la
democracia liberal, la experimentación científica y el industrialismo” 14 Principios que no
fueron creados en el s. XIX sino que proceden de dos siglos anteriores. 15
Para ser más precisos aún en el tiempo se resaltan fechas relevantes como 1917, esto
es, la revolución bolchevique donde se produce, para el autor, el verdadero cambio en la
sociedad europea. También, 1933, con el acceso de Hitler al poder y 1936, el inicio de la
guerra civil española. Época de crisis europea que empujan a Ortega a reflexionar sobre este
nuevo hombre-masa, y sobre todo, este contexto histórico es el que le va a permitir realizar el
diagnóstico de la enfermedad que padece Europa.
¿ A qué se refiere cuando habla de Europa? En resumidas cuentas, el término Europa
hace referencia a la vitalidad del europeo medio, del que hablará en el capítulo IV el
crecimiento de la vida, al conjunto de las naciones-estados europeas, y a una cultura
determinada, única, como la europea, cuya raíz filosófica es la griega. Es decir, heredera de la
filosofía griega. Estos, los fundamentos de la Europa a la que se refiere Ortega, y el escenario
donde nace el hombre-masa.
¿Cómo entiende Ortega el concepto de crisis? La crisis es considerada en su sentido
etimológico16, un estado donde el individuo está conforme, cómodo y converge en la crisis.

14 Ortega y Gasset. 2014 La rebelión de las masas y otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid. (p.115)
15 Se refiere a la época de la razón moderna, la modernidad.
16 Del lat. Crisis, y este del gr. κρίσις krísis. Etimológicamente crisis (del verbo kríno ‘yo decido, separo,
juzgo’) es el juicio formado sobre una cosa después de examinarla cuidadosamente. La crisis es el momento en
que la rutina ha dejado de servirnos como guía y necesitamos optar por un camino y renunciar a otro.
12

Esto como producto del crecimiento de la vida.

Con el crecimiento de la vida, Ortega expone, con la claridad que lo caracteriza, a un


crecimiento del mundo, de carácter cuantitativo, y con él, el de la vida.
Con mundo se refiere, y esto es importante en Ortega, al repertorio de nuestras
posibilidades vitales. Es decir, nuestras posibilidades, lo que podemos ser dentro de nuestras
circunstancias. Y con vida, a las propias circunstancias. “Toda vida es hallarse dentro de la
circunstancia o mundo”17
Si crece el mundo, si crece la vida, las posibilidades se multiplican y las maneras en
las que se accede a esas posibilidades también. Así se dibuja una época que se caracteriza por
la “proximidad de lo lejano, la presencia de lo ausente, que aumenta en proporción fabulosa el
horizonte de la vida”18 . Un mundo donde al matar distancias y matar el tiempo, se hace de
ello un aprovechamiento vital, se goza más y de manera inmediata,. Un mundo donde “Cada
cosa es algo que se puede desear, intentar, hacer, deshacer, encontrar, gozar o repeler, nombres
todos que significan actividades vitales”19
Esto propicia una vida inmediata, una atmósfera de “todo es posible”, lo mejor y lo
peor, donde se mueve el hombre vulgo, el hombre-masa, el individuo sin calidad que se siente
como todo el mundo y sin embargo, no se angustia, sino que se jacta de ser así.
El hombre-masa es un hombre vaciado de valores, de tradición. Un hombre que carece
de pasado, y sin pasado no tiene consciencia histórica, virtud necesaria para afrontar el
presente de una manera racional y edificativa. Y si el hombre está vacío provoca, de alguna
manera, que se lo pueda “llenar” de cualquier tipo de contenido, de todo lo que el líder desee.
Esto en contraposición al liberal medio que sigue creyendo en los valores establecidos. Esta es
la situación que describe Ortega, Europa se ha quedado sin clasismo, sin pasado, sin
ejemplaridad. Si todo el posible y no hay criterio que designe que camino seguir se produce la
barbarie, como relata Ortega al principio de la obra: “ Como las masas, por definición, no
deben ni pueden dirigir su propia existencia y menos regentar la sociedad, quiere decirse que
Europa sufre ahora la más grave crisis que a pueblos, naciones, culturas, cabe padecer. […] Se

17 Ortega y Gasset. 2014 La rebelión de las masas y otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid. (p.98)
18 Ortega y Gasset. 2014 La rebelión de las masas y otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid. (p.96)
19 Ortega y Gasset. 2014 La rebelión de las masas y otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid. (p.97)
13

llama la rebelión de las masas”20


Esta crisis europea y el surgimiento del hombre-masa es el punto central del
diagnóstico Ortegiano.
Respecto a la caracterización del hombre-masa, que Ortega compara con un niño
mimado, se pueden señalar cuatro características principales: en primer lugar, el hermetismo.
Es decir, el hombre medio europeo es un individuo que no atiende a lo que se dice de afuera,
mayormente, a la tradición. Es, como se ha dicho anteriormente, un hombre incapaz de
aprender de su propio pasado. No está a la “altura de nuestro tiempo” porque para él el tiempo
no tiene altitud, hace tabla rasa de cualquier acontecimiento histórico, no incorpora el pasado
sino que lo omite, y “en su raíz misma encuentra oscuramente la intuición de que no hay
tiempos definitivos, seguros, para siempre, cristalizados “21Se pierde el respeto por el pasado,
y su atmósfera es el presente donde todo es posible. Ya no hay tradición, ni normas, ni pautas
que exijan, ni razón histórica. Todo es actualismo, todo es comienzo.
Se encuentra, también como carácter, el capricho. Relacionado directamente con lo
dicho respecto al hermetismo. Si no hay norma, ni leyes que pongan límites el hombre se
encuentra en un estado de acción libre, donde el deseo pasa a la acción de manera inmediata e
irracional.
La violencia y el primitivismo también perfilan a esta clase de hombre. Hay una
ignorancia de la complejidad civilizatoria y un uso desmedido de la violencia para obtener lo
que se desea. Los principios en que se apoya el mundo civilizado-el que hay que sostener- no
existen para el hombre medio actual. No le interesan los valores fundamentales de la cultura. .
Es un hombre arcaico y silvestre. Ortega hace un llamamiento a conservar el liberalismo
europeo para superarlo, en contraposición al primitivismo y al gesto vulgo y rebelde de las
masas totalitarias que “no traen la mañana de mañana, sino la de un arcaico día”. El hombre-
masa confunde civilización con naturaleza, cree que todo le es dado por derecho y sin
obligaciones. Este forma de moverse del hombre se opone a la tesis ortegiana que “Toda vida
es la lucha, el esfuerzo por ser sí misma”22 Esfuerzo, como virtud humana.

20 Ortega y Gasset. 2014 La rebelión de las masas y otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid.(p.95)
21 Ortega y Gasset. 2014 La rebelión de las masas y otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid.(p.89-90)
22 Ortega y Gasset. 2014 La rebelión de las masas y otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid. (p.161)
14

Esto nos permite inducir el tema de las minorías en contraposición al hombre-masa.


Las minorías, dice Ortega en el capítulo I del libro, se separa de la muchedumbre por razones
especiales, se singularizan, se distinguen de la masa y esa es cualidad esencial. Se
individualizan.
¿Qué se puede decir de estas condiciones especiales? Se puede decir que hace alusión
al esfuerzo, de connotación moral, que lo distingue de la carencia de este por parte del vulgo,
y se refiere también a la racionalidad, como virtud intelectual. Así es como la minoría es
aquel grupo al que pertenece el hombre selecto, que se exige más que los demás e intenta
superarse. Son almas disciplinarias.
En contraposición a este, en el prólogo para franceses a La rebelión de las masas
(1930) Ortega declara al hombre vulgo como “un tipo de hombre hecho de prisa, montado
nada más que sobre unas cuantas y pobres abstracciones y que, por lo mismo, es idéntico de
un cabo de Europa al otro [...]sólo tiene apetitos, cree que tiene sólo derechos y no cree que
tiene obligaciones: es el hombre sin la nobleza que obliga -sine nobilitate-, snob23
Para concluir, se dirá que cuando la minoría deserta de su condición de minoría, es
decir, entrega o le es arrebatado el mando del mundo y deja de responsabilizarse respecto a la
educación de las masas, se vuelve demagogia. Esta es la enfermedad de la minoría, este
convertirse en “los grandes estranguladores de la civilización”.24
Es así como Ortega propone luchar contra la condición del hombre-masa. Se trata de
asumir la responsabilidad y elegir comportarse de una manera u otra, como siendo parte de
una minoría o como parte de una masa. Ser minoría o masa es una forma de ser, una forma de
estar en el mundo. En estas dos lineas se juega la sociedad, sociedad que es, por definición y
por esencia, según Ortega, aristocrática.

23 En Inglaterra las listas de vecinos indicaban junto a cada nombre el oficio y rango de la persona. Por eso,
junto al nombre de los simples burgueses
24 Ortega y Gasset. 2014 La rebelión de las masas y otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid. (p.53)
15

EL SER HUMANO ES NATURALEZA E HISTORIA.

Si se parte de esta tesis: “el ser humano es naturaleza e historia” habrá que aceptar que
Freud y Ortega comparten pensamientos y el mito de la horda primitiva como origen de las
relaciones entre individuos, como origen de la fraternidad, no está tan lejos del pensamiento
ortegiano. Y esto no es tarea fácil pero se intentará demostrar.
Pese a que, como se ha dicho anteriormente, Ortega en su abordaje de la condición
humana parte de que somos herederos de la filosofía griega, filosofía que se propone superar
lo mitológico resulta que, aunque pareciera colisionar con lo defendido por Freud no resulta
del todo claro.
Por un lado, existe en Freud un sustrato mítico de importancia crucial para el
conocimiento de la condición humana. Esto no es casual, sino coherente con su pensamiento.
Se pone en juego es su teoría psicoanalítica una tensión que se verá ilustrada en los mitos
entre destino e historia. Es decir, no somos sólo producto de la historia, no sólo somos
conciencia y actores de nuestra vida, somos algo más, algo que se nos escapa de nuestras
manos, de nuestras elecciones racionales. Somos también, y fundamentalmente, destino,
naturaleza. Esto es: no solo somos “yoes” racionales, no es la razón lo más poderoso del ser
humano, sino que es mucho más importante, más humano, más originario, su pensamiento
inconsciente..
Por otro lado, Ortega, en su obra la rebelión de las masas parte de una filosofía
raciovitalista donde el sujeto epistemológico obtiene conocimientos por obra de la razón dada
en la vida, entendida en un sentido experiencial, temporal e histórica y rodeada, por tanto, de
elementos no racionales, una razón "limitada" por ellos, y tales límites, lejos de poner la razón
en un plano inferior, manifiestan su carácter imprescindible, ya que para pensarlos es
necesaria la razón misma.
Esto quiere decir que tampoco sólo somos razón, y que tanto Ortega como Freud se
plantean la tarea intelectual de pensar lo humano desde la posibilidad de articular el mundo de
la cultura con el mundo de la civilización. Los dos comparten, de esta manera, la crítica a la
modernidad, donde el ser humano queda absolutamente plano y reducido a la facultad de la
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razón.
Tanto en Ortega como Freud, los integrantes de la masa son caracterizados, cada autor con sus
propios términos, como autómatas sin voluntad. Individuos que son comparados con niños
mimados en Ortega y con hombres primitivos en Freud. Individuos que descienden en
aptitudes civilizadas y en actividad intelectual. Tienen, además, en su naturaleza, ninguna
noción de responsabilidad en sus actos y poseen una gran tendencia a considerarse potencias
invencibles, donde todo lo transforman en posibilidad. Hombre que es frenesí en acto, donde
su inconsciente queda al descubierto en Freud y primer hombre, vacío de todo pasado en
Ortega. Donde en su mundo de posibilidades, frase que sería redundante en Ortega, todo es
deseo llevado al acto, sin límites, de manera compulsiva y violenta. Es decir, en la
caracterización del hombre como parte de la masa sí coinciden ambos, si pueden converger en
un lugar común que lo ilustre y lo recree.
Pero, no así en su justificación. Es decir, no así en el origen de este hombre-masa, en
el origen de la masa. Según Ortega, esto es posible, porque el contexto histórico lo permite, y
no sólo lo permite, sino que lo crea. El fenómeno de las multitudes es un producto histórico.
En otras palabras, la Europa del S.XIX crea al individuo al que nos referimos y esto da paso a
la masa, a las aglomeraciones, a la multitud.
En Freud en cambio, no se hace referencia a la historia, porque, justamente, el
hombre-masa, término orteguiano, es ahistórico. La psiquis del individuo es influenciada por
la masa y pierde su individualidad, en esta moralización por parte de la masa al individuo
brota y se manifiesta su inconsciente en su esplendor. En este caso, es incoherente hablar de
historia. Se refiere a un estado primitivo, pre-histórico, pre-civilizado.
Otra distinción que resulta interesante es que, en referencia a la aparición cronológica
del hombre-masa, como individuo anteriormente descrito, y de la masa, como fenómeno
social, en Ortega, primero es el individuo y luego la masa. Es decir, es gracias a la aparición
del individuo que se forma la masa. Gracias al vaciamiento del individuo de sus valores,
costumbres, tradición, etc, hay masa. En Freud, sin embargo, es la masa la que, a través de la
sugestión y los lazos libidinosos que une a los individuos entre sí, la que devela al individuo
antes caracterizado. Es la masa la que posibilita la emergencia de este hombre arcaico oculto
en la civilización.
¿ Qué papel cumple la instauración de la Ley en este “niño mimado”, en este “hombre
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arcaico”? Entiéndase ley como límite, como autoridad, como la palabra del padre en el
psicoanálisis o como los valores, la tradición y la palabra educadora, propios de las minorías
en Ortega.
En Freud la instauración de la ley es un proceso represor donde quedará como resto el
deseo, cicatriz imborrable de la falta de un goce para siempre perdido. Lo inconsciente se
organiza, así, como el lugar en el que la fantasía recoge y sostiene el cumplimiento imaginario
de aquellos actos que aportarían la máxima satisfacción al individuo, pero a los que hubo de
renunciar en la realidad de lo social. Lo inconsciente, como aquel lugar de las fantasías
primordiales formado con lo que la instauración de la cultura necesita evacuar de las
exigencias de los instintos de su propia naturaleza animal, originaria del hombre.
En la masa freudiana, el líder se caracteriza por el prestigio, el cual depende de su
éxito o fracaso en la dirigencia de la masa. Según Freud, la masa es una resurrección de la
horda primitiva, según la cual habría sido la horda sometida al dominio absoluto de un
poderoso macho, en analogía el líder de la masa, donde los individuos se hallaban enlazados
unos a otros y el jefe, padre, líder permanecía libre. Su voluntad no necesitaba de ser
reforzada. Los individuos reposaban en la ilusión de que el jefe amaba a todos por igual y los
hijos amaban y temían al padre, también por igual. Este es el estado primitivo donde la masa
hallaría su identificación.
El nudo del problema está en que hay un paso más que nos legitima como civilizados
y nos separa de la naturaleza y aquí es donde se distingue el hombre-masa con la minoría.
Este paso es el parricidio, donde el lugar de la ley queda vacío. Se trata de matar al padre, con
esto aparece la culpa y aparece, también, la ligazón de los hermanos. Todo esto, conduce a
erigir al muerto en tótem. Aquí, finalmente, aparece la ley. Pero surge la ley , la fraternidad
sólo bajo esta condición, haber matado al padre tiránico y rebelarse radicalmente.
En Ortega, hay un llamamiento a Europa a recuperar su conservador liberalismo para
superarlo, hay una necesidad de que los hombres “contemporáneos” sientan debajo de sí el
subsuelo histórico, se hagan cargo de éste y repugnen todo gesto arcaico y silvestre. Hay una
necesidad de recuperar la historia para escapar de ella y no, de manera contraria, recaer en
ella por defecto. Esto es, hay una necesidad de restaurar la palabra del padre, la palabra de la
tradición , de los valores perdidos, para analizarlos y superarlos. Recuperar al padre, para
matarlo y erigirlo en tótem.
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Para finalizar, se puede decir que Ortega hace una invitación al parricidio, se trata de
salir de ese estado primitivo, donde los miembros de la masa se encuentran gozando al
someterse a un líder que posee de manera exclusiva la voluntad de todos. Esto implicaría
dejar de ser un “niño mimado” y empezar a hacerse cargo de lo que se es. Dejar de ser un
hombre-masa. Es comenzar a defender nuestra individualidad, nuestra singularidad. Terminar
con el hermetismo y recuperar nuestra actividad intelectual. ¿ Pero esto es realmente una
cuestión de decisión? ¿De una forma de ser deliberada que consiste en actuar como minoría o
como masa? O en otras palabras, ¿Estamos todos capacitados para recostarnos en el diván y
escuchar, hacernos cargo y trabajar nuestras verdades? ¿Nos interesa hacerlo?
En lo que sí coinciden Freud y Ortega es que nadie logra constituir su subjetividad si
antes, como Edipo, no mata a su propio padre. Matar al padre no es tarea fácil, es un monstruo
de mil cabezas y se deberá intentar una y otra vez para dejar de ser “el hijo de” y pasar a ser,
en el caso de Ortega, parte de la minoría, o en el caso de Freud, un sujeto que asume su
verdad. En ambos casos, conocer y asumir la historia de cada uno con sus propias
limitaciones. En definitiva “Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender”25

25 Ortega y Gasset. 2014 La rebelión de las masas y otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid. (p.67)
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BIBLIOGRAFÍA

• Freud, Sigmund. 2016. Psicología de las masas, Alianza Editorial, Madrid.


• Ortega y Gasset. 2014 La rebelión de las masas y otros ensayos, Alianza Editorial,
Madrid.

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