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La bioética es la rama de la ética dedicada a proveer los principios para la conducta más apropiada
del ser humano con respecto a la vida, tanto de la vida humana como del resto de seres vivos, así
como al ambiente en el que pueden darse condiciones aceptables para la misma.
La bioética abarca las cuestiones éticas acerca de la vida que surgen en las relaciones
entre biología, nutrición, medicina, química, política
derecho, filosofía, sociología, antropología, teología, etc. Existe un desacuerdo acerca del dominio
apropiado para la aplicación de la ética en temas biológicos. Algunos bioéticos tienden a reducir el
ámbito de la ética a lo relacionado con los tratamientos médicos o con la innovación tecnológica.
Otros, sin embargo, opinan que la ética debe incluir lo relativo a todas las acciones que puedan
ayudar o dañar organismos capaces de sentir miedo y dolor.
La bioética es con frecuencia asunto de discusión política, lo que genera crudos enfrentamientos
entre aquellos que defienden el progreso tecnológico en forma incondicionada y aquellos que
consideran que la tecnología no es un fin en sí, sino que debe estar al servicio de las personas y
bajo el control de criterios éticos; o entre quienes defienden los derechos para algunos animales y
quienes no consideran tales derechos como algo regulable por la ley;8 o entre quienes están a
favor o en contra del aborto o la eutanasia.
VIDA DIARIA: la aplico con mi familia, mis amigos, y también conmigo misma y en la
forma en que actúo y tomo decisiones en función de mis valores morales y fundamentales. así,
como las emociones, las sensaciones, los sueños, las ideas, que son, en definitiva, los que
determinan mi forma de ser y cómo comportarme en la vida íntima.
contenida en los códigos deontológicos que regulan la actividad profesional, es decir, el conjunto
de normas y principios que obligatoriamente deben cumplirse en la práctica de una profesión.
además, dota al profesional de prestigio y reputación, lo hace confiable y demuestra sus
capacidades no solo en el plano de la ejecución de sus tareas, sino en la forma de hacerlas, con
sujeción a las normas morales.
1) meramente naturales: los que proceden de las potencias vegetativas y sensitivas, sobre las que
el hombre no tiene control voluntario alguno, y son comunes con los animales: p. ej., la nutrición,
circulación de la sangre, respiración, la percepción visual o auditiva, el sentir dolor o placer, etc.;
2) actos del hombre: los que proceden del hombre, pero faltando ya la advertencia (locos, niños
pequeños, distracción total), ya la voluntariedad (por coacción física, p. ej.), ya ambas (p. ej., en el
que duerme).
A) EL MIEDO. Es una vacilación del ánimo ante un mal presente o futuro que nos amenaza,
y que influye en la voluntad del que actúa. En general, el miedo -aunque sea grande- no
destruye el acto voluntario, a menos que su intensidad haga perder el uso de razón.
B) LAS PASIONES. Designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que inclinan a obrar
o no obrar. Son componentes naturales del psiquismo humano. Ejemplos de pasiones son el amor
y el odio, el deseo y el temor, la alegría, la tristeza y la ira. Deben ser dirigidas por la razón y
regidas por la voluntad.
C) LA AGRESIVIDAD. Es el impulso de un factor exterior ser físico (golpes, etc.) o moral
(promesas halagos, ruegos insistentes e inoportunos, etc.), que nos lleva a actuar en contra de
nuestra voluntad
D) LOS HÁBITOS. En el curso de su desarrollo , la persona humana adquiere hábitos que son
pautas de comportamiento estables que disponen al sujeto para bien o para mal, según su forma
de ser los cuales son difíciles tanto de adquirir como de remover.
Utilizamos este término cuando una persona sostiene que algo es bueno moralmente, pero hace
lo contrario, estamos ante una doble moral. Por lo general, el mecanismo de la doble moral es el
siguiente: algo está prohibido o mal visto socialmente y a pesar de ello se continúa practicando a
escondidas. También se habla de la doble moral para referirse a aquellas personas que rechazan
en los demás lo que ellos hacen. Este tipo de actitudes son hipócritas y suponen una evidente
contradicción personal.