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Revolución francesa
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Esta narración de audio fue creada a partir de una versión específica de este artículo y
La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia,
que convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, a otras naciones
de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema conocido como el Antiguo
Régimen. Se inició con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea
Nacional en 1789 y finalizó con el golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799.
Si bien, después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón
Bonaparte, la organización política de Francia durante el siglo XIX osciló
entre república, imperio y monarquía constitucional, lo cierto es que la revolución marcó el final
definitivo del feudalismo y del absolutismo en ese país,1 y dio a luz a un nuevo régimen donde
la burguesía, apoyada en ocasiones por las masas populares, se convirtió en la fuerza política
dominante en el país. La revolución socavó las bases del sistema monárquico como tal, más
allá de sus estertores, en la medida en que lo derrocó con un discurso e iniciativas capaces de
volverlo ilegítimo.
Según la historiografía clásica, la Revolución francesa marca el inicio de la Edad
Contemporánea al sentar las bases de la democracia moderna, lo que la sitúa en el corazón
del siglo XIX. Abrió nuevos horizontes políticos basados en el principio de la soberanía
popular, que será el motor de las revoluciones de 1830, de 1848 y de 1871.2
Antecedentes ideológicos
Los escritores ilustrados del siglo XVIII, filósofos, politólogos, científicos y economistas,
denominados comúnmente philosophes, y a partir de 1751 los enciclopedistas, contribuyeron
a minar las bases del Derecho Divino de los reyes. La filosofía de la 'Ilustración' ha
desempeñado pues un rol significativo en el giro que tomaron estos eventos históricos pero su
influencia debe relatarse de modo más matizado: acordarle demasiada importancia a los
preceptos filosóficos nacidos durante ese siglo se revelaría como una carencia mayúscula de
fidelidad historiográfica.
La corriente de pensamiento vigente en Francia era la Ilustración, cuyos principios se basaban
en la razón, la igualdad y la libertad. La Ilustración había servido de impulso a las Trece
Colonias norteamericanas para la independencia de su metrópolis europea. Tanto la influencia
de la Ilustración como el ejemplo de los Estados Unidos sirvieron de «trampolín» ideológico
para el inicio de la revolución en Francia.
Causas
Los Estados Generales estaban formados por los representantes de cada estamento. Estos
estaban separados a la hora de deliberar, y tenían sólo un voto por estamento. La
convocatoria de 1789 fue un motivo de preocupación para la oposición, por cuanto existía la
creencia de que no era otra cosa que un intento, por parte de la monarquía, de manipular la
asamblea a su antojo. La cuestión que se planteaba era importante. Estaba en juego la idea
de soberanía nacional, es decir, admitir que el conjunto de los diputados de los Estados
Generales representaba la voluntad de la nación.
El tercer impacto de los Estados Generales fue de gran tumulto político, particularmente por la
determinación del sistema de votación. El Parlamento de París propuso que se mantuviera el
sistema de votación que se había usado en 1614, si bien los magistrados no estaban muy
seguros acerca de cuál había sido en realidad tal sistema. Sí se sabía, en cambio, que en
dicha asamblea habían estado representados (con el mismo número de miembros) la nobleza
(Primer Estado), el clero (Segundo Estado) y la burguesía (Tercer Estado). Inmediatamente,
un grupo de liberales parisinos denominado «Comité de los Treinta», compuesto
principalmente por gente de la nobleza, comenzó a protestar y agitar, reclamando que se
duplicara el número de asambleístas con derecho a voto del Tercer Estado (es decir, los
«Comunes»). El gobierno aceptó esta propuesta, pero dejó a la Asamblea la labor de
determinar el derecho de voto. Este cabo suelto creó gran tumulto.
El rey Luis XVI y una parte de la nobleza no aceptaron la situación. Los miembros del Tercer
Estamento se autoproclamaron Asamblea Nacional, y se comprometieron a escribir una
Constitución. Sectores de la aristocracia confiaban en que estos Estados Generales pudieran
servir para recuperar parte del poder perdido, pero el contexto social ya no era el mismo que
en 1614. Ahora existía una élite burguesa que tenía una serie de reivindicaciones e intereses
que chocaban frontalmente con los de la nobleza (y también con los del pueblo, cosa que se
demostraría en los años siguientes).
Asamblea Nacional
Artículo principal: Asamblea Nacional
Toma de la Bastilla
Artículo principal: Toma de la Bastilla
El 11 de julio de 1789, el rey Luis XVI, actuando bajo la influencia de los nobles conservadores
al igual que la de su hermano, el Conde D'Artois, despidió al ministro Necker y ordenó la
reconstrucción del Ministerio de Finanzas. Gran parte del pueblo de París interpretó esta
medida como un auto-golpe de la realeza, y se lanzó a la calle en abierta rebelión. Algunos de
los militares se mantuvieron neutrales, pero otros se unieron al pueblo.
El 14 de julio el pueblo de París respaldó en las calles a sus representantes y, ante el temor
de que las tropas reales los detuvieran, asaltaron la fortaleza de la Bastilla, símbolo del
absolutismo monárquico, pero también punto estratégico del plan de represión de Luis XVI,
pues sus cañones apuntaban a los barrios obreros. Tras cuatro horas de combate, los
insurgentes tomaron la prisión, matando a su gobernador, el Marqués Bernard de Launay. Si
bien sólo cuatro presos fueron liberados, la Bastilla se convirtió en un potente símbolo de todo
lo que resultaba despreciable en el Antiguo Régimen. Retornando al Ayuntamiento, la multitud
acusó al alcalde Jacques de Flesselles de traición, quien recibió un balazo que lo mató. Su
cabeza fue cortada y exhibida en la ciudad clavada en una pica, naciendo desde entonces la
costumbre de pasear en una pica las cabezas de los decapitados, lo que se volvió muy común
durante la Revolución.
Composición de la Asamblea
En una Asamblea que se quería plural y cuyo propósito era la redacción de una constitución
democrática, los 1200 constituyentes representaban las diversas tendencias políticas del
momento.
La derecha representaba a las antiguas clases privilegiadas. Sus oradores más brillantes
eran el aristócrata Cazalès, en representación de la nobleza, y el abad Jean-Sifrein Maury,
en representación del alto clero. Se oponían sistemáticamente a todo tipo de reformas y
buscaban más sembrar la discordia que proponer medidas.4
Los electores habían escogido a los miembros de los Estados Generales por un periodo de un
año, pero de acuerdo al Juramento del Jeu de paume, los miembros del Tercer Estado,
también llamados los «comunes», acordaron no abandonar la Asamblea en tanto no se
hubiera elaborado una Constitución.
Durante 1790 se produjeron movimientos antirrevolucionarios, pero sin éxito. En este periodo
se intensificó la influencia de los «clubes» políticos entre los que destacaban los Jacobinos y
los Cordeliers. En agosto de 1790 existían 152 clubes jacobinos.
A principios de 1791, la Asamblea consideró introducir una legislación contra los franceses
que emigraron durante la Revolución (émigrés). Se pretendía coartar la libertad de salir del
país para fomentar desde el extranjero la creación de ejércitos contrarrevolucionarios, y evitar
la fuga de capitales. Mirabeau se opuso rotundamente a esto. Sin embargo, el 2 de marzo de
1791 Mirabeau fallece, y la Asamblea adopta esta draconiana medida.
El 20 de junio de 1791, Luis XVI, opuesto al curso que iba tomando la Revolución, huyó junto
con su familia de las Tullerías. Sin embargo, al día siguiente cometió la imprudencia de
dejarse ver, fue arrestado en Varennes por un oficial del pueblo y devuelto a París escoltado
por la guardia. A su regreso a París el pueblo se mantuvo en silencio, y tanto él como su
esposa, María Antonieta, sus dos hijos (María Teresa y Luis-Carlos, futuro Luis XVII) y su
hermana (Madame Elizabeth) permanecieron bajo custodia.
Georges-Jacques Danton.
El calendario republicano.
Bajo la Constitución de 1791, Francia funcionaría como una monarquía constitucional. El rey
tenía que compartir su poder con la Asamblea, pero todavía mantenía el poder de veto y la
potestad de elegir a sus ministros.
La Asamblea Legislativa se reunió por primera vez el 1 de octubre de 1791. La componían 264
diputados situados a la derecha: feuillants(dirigidos por Barnave, Duport y Lameth),
y girondinos, portavoces republicanos de la gran burguesía. En el centro figuraban 345
diputados independientes, carentes de programa político definido. A la izquierda 136
diputados inscritos en el club de los jacobinos o en el de los cordeliers, que representaban al
pueblo llano parisino a través de sus periódicos L´Ami du Peuple y Le Père Duchesne, y con
Marat y Hebert como portavoces. Pese a su importancia social y el apoyo popular y de la
pequeña burguesía, en la Asamblea era escasa la influencia de la izquierda, pues la Asamblea
estaba dominada por las ideas políticas que representaban los girondinos. Mientras los
jacobinos tienen detrás a la gran masa de la pequeña burguesía, los cordeliers cuentan con el
apoyo del pueblo llano, a través de las secciones parisienses.
Este gran número de diputados se reunían en los clubes, germen de los partidos políticos. El
más célebre de entre éstos fue el partido de los jacobinos, dominado por Robespierre. A la
izquierda de este partido se encontraban los cordeleros, quienes defendían el sufragio
universal masculino (derecho de todos los hombres al voto a partir de una determinada edad).
Los cordeliers querían la eliminación de la monarquía e instauración de la república. Estaban
dirigidos por Jean-Paul Marat y Georges Danton, representando siempre al pueblo más
humilde. El grupo de ideas más moderadas era el de los girondinos, que defendían el sufragio
censitario y propugnaban una monarquía constitucional descentralizada. También se
encontraban aquellos que formaban parte de «el Pantano», o «el Llano», como eran llamados
aquellos que no tenían un voto propio, y que se iban por las proposiciones que más les
convenían, ya vinieran de los jacobinos o de los girondinos.
En los primeros meses de funcionamiento de la Asamblea, el rey había vetado una ley que
amenazaba con la condena a muerte a los émigrés, y otra que exigía al clero prestar
juramento de lealtad al Estado. Desacuerdos de este tipo fueron los que llevaron más adelante
a la crisis constitucional.
Mientras tanto, dos potencias absolutistas europeas, Austria y Prusia, se dispusieron a invadir
la Francia revolucionaria, lo que hizo que el pueblo francés se convirtiera en un ejército
nacional, dispuesto a defender y a difundir el nuevo orden revolucionario por toda Europa.
Durante la guerra, la libertad de expresión permitió que el pueblo manifestase su hostilidad
hacia la reina María Antonieta (llamada «la Austriaca» por ser hija de un emperador de aquel
país y «Madame Déficit» por el gasto que había representado al Estado, que no era mayor
que la mayoría de los cortesanos) y contra Luis XVI, que casi siempre se negaba a firmar
leyes propuestas por la Asamblea Legislativa.
La Convención (1792-1795)
Artículo principal: Convención Nacional
La guillotina, que fue el instrumento de ejecución de entre 35 000 a 40 000 personas durante la época
del terror.
Guerra de la Vendée.
El mismo día en el que se reunía la Convención (20 de septiembre de 1792), todas las tropas
francesas (formadas por tenderos, artesanos y campesinos de toda Francia) derrotaron por
primera vez a un ejército prusiano en Valmy, lo cual señalaba el inicio de las llamadas Guerras
Revolucionarias Francesas.
Sin embargo, la situación económica seguía empeorando, lo cual dio origen a revueltas de las
clases más pobres. Los llamados sans-culottes expresaban su descontento por el hecho de
que la Revolución francesa no sólo no estaba satisfaciendo los intereses de las clases bajas
sino que incluso algunas medidas liberales causaban un enorme perjuicio a éstas (libertad de
precios, libertad de contratación, Ley Le Chapelier, etc.). Al mismo tiempo se comenzaron a
gestar luchas antirrevolucionarias en diversas regiones de Francia. En la Vandea, un
levantamiento popular fue especialmente significativo: campesinos y aldeanos se alzaron por
el rey y las tradiciones católicas, provocando la llamada Guerra de Vandea, reprimida tan
cruentamente por las autoridades revolucionarias parisinas que se ha llegado a calificar
de genocidio. Por otra parte, la guerra exterior amenazaba con destruir la Revolución y la
República. Todo ello motivó la trama de un golpe de estado por parte de los jacobinos,
quienes buscaron el favor popular en contra de los girondinos. La alianza de los jacobinos con
los sans-culottes se convirtió de hecho en el centro del gobierno.
Los jacobinos llevarían en su política algunas de las reivindicaciones de los sans-culottes y las
clases bajas, pero no todas sus reivindicaciones serían aceptadas, y jamás se cuestionó
la propiedad privada. Los jacobinos no pusieron nunca en duda el orden liberal, pero sí
llevaron a cabo una democratización del mismo, pese a la represión que desataron contra los
opositores políticos (tanto conservadores como radicales).
Charlotte Corday tras asesinar a Marat, obra de Paul Baudry.
Se redactó en 1793 una nueva Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, y
una nueva constitución de tipo democrático que reconocía el sufragio universal. El Comité de
Salvación Pública cayó bajo el mando de Maximilien Robespierre y los jacobinos desataron lo
que se denominó el Reinado del Terror (1793-1794). No menos de 10 000 personas
fueron guillotinadasante acusaciones de actividades contrarrevolucionarias. La menor
sospecha de dichas actividades podía hacer recaer sobre una persona acusaciones que
eventualmente la llevarían a la guillotina. El cálculo total de víctimas varía, pero se cree que
pudieron ser hasta 40 000 los que fueron víctimas del Terror.
En 1794, Robespierre[cita requerida] procedió a ejecutar a ultrarradicales y a jacobinos
moderados.5 6 7 Su popularidad, sin embargo, comenzó a erosionarse. El 27 de julio de 1794,
ocurrió otra revuelta popular[cita requerida] contra Robespierre, apoyada por los moderados que
veían peligroso el trayecto de la Revolución, cada vez más exaltada. El pueblo, por otro lado,
se rebela contra la condición burguesa de Robespierre que revolucionario antes, ahora
persigue a Verlet, Leclerc y Roux[cita requerida]. Los miembros de la Convención lograron
convencer al «Pantano», y derrocar y ejecutar a Robespierre junto con otros líderes del
Comité de Salvación Pública.
El Directorio (1795-1799)
Artículo principal: Directorio (Francia)
Napoleón liderando a sus tropas en la Batalla del puente de Arcole.
El Consulado (1799-1804)
Artículo principal: Consulado (Francia)
Escarapela tricolor.
Los tres colores azul, blanco y rojo eran ya frecuentes en diversos pabellones, uniformes y
banderas de Francia antes del siglo XVIII. El azul y el rojo eran los colores de la villa de París
desde el siglo XIV,8 y el blanco era en aquella época el color del reino de Francia, y por
extensión de la monarquía borbónica.
Cuando Luis XVI visitó a la recién creada Guardia Nacional en el Ayuntamiento de París el 17
de julio de 1790, aparece por primera vez la escarapela tricolor, ofrecida al Rey por el
comandante de la Guardia, el marqués de La Fayette. Unía la escarapela de la Guardia
Nacional que llevaba los colores de la capital, con el color blanco del reino. No fue sin
embargo hasta el 20 de marzo de 1790 que la Asamblea Nacional mencionó en un decreto los
tres colores como "colores de la nación: azul, rojo y blanco".9 Pero la escarapela no era aún
un símbolo nacional, y el primer emblema nacional como tal fue la bandera diseñada para la
popa de los buques de guerra, adoptada por decreto de la Asamblea Nacional el 24 de
octubre de 1790. Constaba de una pequeña bandera roja, blanca y azul en la esquina superior
izquierda de una bandera blanca. Esta bandera fue modificada posteriormente por
la Convención republicana el 15 de febrero de 1794, a petición de los marineros de la marina
nacional que exigieron que se redujera la predominancia del blanco que simbolizaba todavía la
monarquía.10 La bandera adoptó entonces su diseño definitivo, y se cambió el orden de los
colores para colocar el azul cerca del mástil y el rojo al viento por motivos cromáticos, según
los consejos del pintor Louis David.
Otro símbolo de la Revolución francesa es el gorro frigio (también llamado gorro de la
libertad), llevado en particular por los Sans-culottes. Aparece también en los Escudos
Nacionales de Francia, Haití, Cuba, El
Salvador, Nicaragua, Colombia, Bolivia, Paraguay y Argentina.
El himno «La Marsellesa», letra y música de Claude-Joseph Rouget de Lisle, capitán de
ingenieros de la guarnición de Estrasburgo, se popularizó a tal punto que el 14 de
julio de 1795 fue declarado himno nacional de Francia; originalmente se llamaba «Chant de
guerre pour l'armée du Rhin» («Canto de guerra para el ejército del Rin»), pero los voluntarios
del general François Mireur que salieron de Marsella entraron a París el 30 de
julio de 1792 cantando dicho himno como canción de marcha. Los parisinos los acogieron con
gran entusiasmo y bautizaron el cántico como «La Marsellesa».
El lema Liberté, égalité, fraternité («Libertad, igualdad, fraternidad»), que procede del lema no
oficial de la Revolución de 1789 Liberté, égalité ou la mort («Libertad, igualdad o la muerte»),
fue adoptado oficialmente después de la Revolución de 1848 por la Segunda República
Francesa.
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Bandera de Francia.
Uno de los acontecimientos con mayor alcance histórico de la revolución fue la declaración de
los derechos del hombre y del ciudadano. En su doble vertiente, moral (derechos naturales
inalienables) y política (condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos naturales e
individuales), condiciona la aparición de un nuevo modelo de Estado, el de los ciudadanos,
el Estado de Derecho, democrático y nacional. Aunque la primera vez que se proclamaron
solemnemente los derechos del hombre fue en los Estados Unidos (Declaración de Derechos
de Virginia en 1776 y Constitución de los Estados Unidos en 1787), la revolución de los
derechos humanos es un fenómeno puramente europeo. Será la Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano francesa de 1789 la que sirva de base e inspiración a todas las
declaraciones tanto del siglo XIX como del siglo XX.
El distinto alcance de ambas declaraciones es debido tanto a cuestiones de forma como de
fondo. La declaración francesa es indiferente a las circunstancias en que nace y añade a los
derechos naturales, los derechos del ciudadano. Pero sobre todo, es un texto atemporal,
único, separado del texto constitucional y, por tanto, con un carácter universal, a lo que hay
que añadir la brevedad, claridad y sencillez del lenguaje. De ahí su trascendencia y éxito tanto
en Francia como en Europa y el mundo occidental en su conjunto.
La declaración sin embargo excluyó a las mujeres en su consideración de ciudadanas y se
olvidó de las mujeres en su proyecto igualitario. Dos años más tarde de la redacción de
la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano la activista política Olympe de
Gougesescribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana (1793) que se
convierte en uno de los primeros documentos históricos que plantea la equiparación jurídica y
legal de las mujeres en relación a los varones.11
Las mujeres ocupan la calle durante las semanas precedentes a la insurrección y tuvieron un
papel protagonista en el inicio de la Revolución. El 5 de octubre de 1789 fueron ellas quienes
iniciaron la marcha hacia Versalles a buscar al rey. Sin embargo cuando las asociaciones
revolucionarias dirigen el alzamiento las mujeres quedan excluidas del pueblo deliberante, del
pueblo armado -la guardia nacional- de los comités locales y de las asociaciones políticas.
Al no poder participar en las asambleas políticas toman la palabra en las tribunas abiertas al
público y crean los clubes femeninos en los que leen y debaten las leyes y los periódicos.
Entre los más reconocidos estaba la Sociedad Patriótica y de Beneficencia de las Amigas de
la Verdad (1791-1792) fundada por Etta Palm en el que se reclamaba educación para las
niñas pobres, divorcio y derechos políticos.
Entre las revolucionarias más destacadas esta la dramaturga y activista política considerada
precursora del feminismo, Olympe de Gougesque escribió la Declaración de los Derechos de
la Mujer y la Ciudadana (1793) reivindicando la equiparación de derechos entre hombres y
mujeres. Olympe se enfrentó a Robespierre y publicó la carta Pronostic de Monsieur
Robespierre pour un animale amphibie12 que la llevó a ser acusada de intrigas sediciosas. Fue
juzgada, condenada a muerte y guillotinada.13
El 30 de septiembre de 1793 se prohibieron los clubes femeninos. En 1794 se insistió en la
prohibición de la presencia femenina en cualquier actividad política y en mayo de 1795, la
Convención prohibió a las mujeres asistir a las asambleas política ordenando que se retiraran
a sus domicilios bajo orden de arresto si no cumplían lo prescrito.14 Finalmente el Código
Napoleónico aprobado en 1804 consagró la derrota femenina en la lucha por
la igualdad, libertad y fraternidad que la revolución significó para los varones.15
Véase también
La Revolución Francesa (1789-1799) significó el derribo del Antiguo Régimen dominado por la
monarquía absoluta y la aristocracia feudal de la edad media y la implantación del liberalismo
dominado por la burguesía.
A nivel político, la monarquía absoluta dejó paso a una monarquía constitucional, y ésta a una
república liberal de tipo moderado, salvo el paréntesis radical del gobierno jacobino. A nivel
socioeconómico, e impulsado por el cambio político, Francia inició el camino hacia la
industrialización moderna y el establecimiento de la sociedad burguesa.
Causas de la revolución Francesa
En 1789, Francia se encontraba en una profunda crisis económica y social. Las causas
fueron las siguientes:
Desde 1760 había malas cosechas que provocaron el alza del precio de los alimentos y el
descontento popular.
burguesía se mostraba descontenta ante su marginación política porque sólo los
privilegiados podían ostentar cargos y disfrutar de reconocimiento social.
Además, la monarquía estaba sumida en una crisis financiera profunda, provocada por los
gastos elevadas del Estado y de la corte.
El movimiento de Ilustración.
La Ilustración
Por lo tanto, hicieron hincapié en la defensa de conocimiento racional para deconstruir los
prejuicios y las ideologías religiosas. Por su parte, éstas serían superadas por las ideas de
progreso y perfectibilidad humana.
Se dio entre 1789-1792. Al separarse de los Estados Generales los representantes del Tercer
Estado y algunos de los representantes de los otros dos, se constituyó la Asamblea Nacional
que transformó Francia en una monarquía constitucional, con soberanía nacional, división
de poderes y sufragio censitario.
Se suprimieron todos los vestigios del sistema feudal que se creó en la edad media, y se
promulgó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (agosto de 1789).
Paralelamente a sus inicios se produjo una revuelta popular en el campo y en París (toma de
la Bastilla). La Asamblea Constituyente aprobó la primera constitución de la
revolución francesa en 1791.
Se dio entre 1792 hasta 1794. La persistencia de los problemas económicos y sociales,
junto con la oposición de la nobleza y del rey, motivaron una nueva ola revolucionaria que
desembocó en la instauración de una República, la asamblea de la que era la Convención.
El rey Luis XVI fue juzgado, condenado y ejecutado. En un primer período la República
estuvo en manos de los girondinos (Convención Girondins). Después accedieron al poder
los jacobinos, grupo radical que instauró una dictadura de carácter popular, presidida por
Robespierre.
El Directorio (etapa 3)
Se dio entre 1795 a 1799. Aunque mantenerse la República, una nueva Constitución (la
tercera) venía a consolidar una reacción moderada contra el terror implantado al final de la
anterior etapa y volvía el poder a la burguesía. Tuvo que mantenerse frente a las tendencias
monárquicas y la izquierda jacobina. Precisamente el miedo a un nuevo triunfo de estos
últimos promueve un golpe de Estado (1799) que lleva Napoleón al poder y pone fin al
proceso revolucionario.
Desde 1799 y hasta 1815, Napoleón regirá los destinos de Francia, primero como
cónsul y luego como emperador, al conseguir hacerse dueño de buena parte de
Europa.
Esta Revolución, que ocurrió en el año 1789, es el evento que, según algunos autores,
inaugura la llamada Edad Contemporánea. Los historiadores del siglo XIX, que hicieron la
línea divisoria de la historia, imputaron a este acontecimiento el carácter de marco divisor
entre la Edad Moderna y la Contemporánea, por la radicalización política que lo
caracterizó, hay que recordar que en la edad Contemporánea se dio también la revolución
industrial. Para entender la Revolución de Francia es necesario conocer un poco de la
situación económica y social de la Francia del siglo XVIII.
Hasta el siglo XVIII, Francia era un estado en el que mandaba el modelo del absolutismo
monárquico. El entonces rey francés, Luis XVI, personificaba al Estado, reuniendo en su
persona los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
Crisis Politica
Dentro de la estructura del Estado Absolutista, había tres diferentes estados en los cuales la
población se enmarca: el primer estado era representado por los obispos del Alto Clero.
El tercer estado, por su parte, era representado por la burguesía, que se dividía entre
miembros del Bajo Clero, comerciantes, banqueros, empresarios, los sans-cullotes ("sin
pantalones"), trabajadores urbanos, y los campesinos, totalizando cerca de 97 % de la
población.
Crisis Económica
Durante los años previos a la revolución Francesa estaba en una situación de crisis
profunda, a nivel social, política y económica.
Francia había participado en una guerra contra Inglaterra que había terminado sin ningún
ganador. La aristocracia estaba fuertemente endeudada y los abusos que habían realizado
durante años, habían hecho que la opinión pública sobre ellos fuera nefasta. Francia había
intervenido en el conflicto Norte América, lo que aún había generado más deudas.
En julio de 1788, hubo la convocatoria de los Estados Generales, es decir, una reunión para
deliberación sobre asuntos relacionados con la situación política de Francia. En esa
convocatoria, el conflicto entre los intereses del tercer estado y los de la nobleza y del Alto
Clero, que apoyaban al rey, se agudizaron.
En esta serie de reuniones, cada estado tuvo un voto en cada tema discutido. Como sus
intereses eran bastante similares, el clero y la nobleza tendían a votar juntos, ganando
consistentemente todos los votos. Sin embargo, el día de la apertura de los Estados
Generales de 1789, el tercer Estado pidió estar en igualdad de condiciones a la hora de
votar.
La burguesía, que lideraba el tercer estado, propuso el 10 de junio una Asamblea Nacional,
es decir, una asamblea para formular una nueva constitución para Francia. Esta propuesta
no obtuvo respuesta por parte del rey, de la nobleza y del Alto Clero. El 17 de junio,
burgueses, trabajadores y demás miembros del tercer estado se declararon en una reunión
para la formulación de una constitución, incluso sin la respuesta del primero y del segundo
estado. Al mismo tiempo, comenzaba un levantamiento popular en París y otro entre los
campesinos. La revolución de francia se inició.
El 14 de julio de 1789, la burguesía tomó la Bastilla, la prisión que era símbolo del Antiguo
Régimen y el 4 de agosto, la Asamblea Nacional declaro una serie de decretos que, entre
otras cosas, cortaba los privilegios de la nobleza, como la exención de impuestos y el
monopolio sobre tierras cultivables. La Asamblea se establece la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano.
El ala más radical de la Revolución francesa, los jacobinos (que habían participado de la
Asamblea Constituyente, sentándose a la izquierda del plenario y oponiéndose a los
girondinos que se posicionaban a la derecha), defendían una ampliación de la perspectiva
revolucionaria, cuya propuesta era no someterse a las decisiones de la alta burguesía, que se
articulaba con la nobleza y el monarca. Los jacobinos querían radicalizar la presión contra
los nobles y el clero, e instituir una República Revolucionaria, sin ningún resquicio de la
Monarquía.
Predicando la amenaza que venía de los rumbos que la Revolución tomaba, el rey Luis XVI
articuló un levantamiento contrarrevolucionario con el apoyo de la monarquía austriaca y
prusiana. En 1792, Austria invadió Francia y ésta declaró la guerra a aquella. La población
de París, después de enterarse de los planes del rey, invadió el palacio real de Tulleries y
detuvo al rey y su familia. El Rey y su esposa, María Antonieta, tuvieron sus cabezas rotas
por la guillotina en 1793 y la Monarquía Constitucional llegó a su fin el mismo año.
En 1795, la burguesía logró retomar el poder y, a través de una nueva constitución, instituir
una nueva fase a la Revolución francesa llamada el Directorio, órgano compuesto por cinco
miembros indicados por los diputados. Pero a partir de este mismo año la crisis social se
volvió muy amplia en Francia, lo que exigió un entorno político más eficaz.
Uno de los más jóvenes y destacados generales de la Revolución, Napoleón Bonaparte, era
el nombre esperado por la burguesía para dar orden a la situación política francesa. En
1799, al regresar de Egipto a Francia, Napoleón encontró un escenario conspiratorio contra
el gobierno del Directorio.
Fue en este escenario que pasó a figurar como dictador, inicialmente, dando el golpe de
estado para convertirse en emperador de Francia. El Período Napoleónico duró de 1800 a
1815 y cambió el escenario político del continente europeo, mientras que expandió el ideal
nacionalista para varias regiones del mundo.
En diez años, de 1789 a 1799, Francia pasó por profundas modificaciones políticas, sociales
y económicas.
La aristocracia del Antiguo Régimen perdió sus privilegios, liberando a los campesinos de
los antiguos lazos que los prendían a los nobles y al clero.
La Revolución de Francia fue la palanca que llevó a Francia del estadio feudal al
capitalista.
instaló la separación de poderes y la Constitución, una herencia dejada para varias naciones
del mundo.
En 1799, la alta burguesía se alió al general Napoleón Bonaparte, que fue invitado a formar
parte del gobierno. Su misión era recuperar el orden y la estabilidad del país, proteger la
riqueza de la burguesía y salvarlos de las manifestaciones populares. En torno a 1803
comienzan las Guerras Napoleónicas, conflictos revolucionarios imbuidos de los ideales de
la Revolución que tuvo como protagonista a Napoleón Bonaparte. Fue una de las guerras
más importantes de la historia.
Causas
Políticas
Los abusos y atropellos de la monarquía, en la que el rey no daba cuenta de sus
actos a nadie, pues el poder de este era:
Sociales
La sociedad existente no contaba con la misma igualdad y privilegios. Francia se
encontraba dividida en tres Estados que tenían grandes contradicciones y
diferencias entre sí.
Económicas
La riqueza del país se encontraba monopolizaba por los dos primeros Estados. El pago
de impuestos a cargo solamente del Tercer Estado y la decadencia del comercio y la
industrias unido a las trabas aduaneras y al comercio, arruinaban al Estado francés y
creaban una situación de miseria que se generalizaba. A ésto se le unía el derroche
existente por parte del Rey y la corte, que llevaron a la bancarrota a Francia obligando
así al rey a convocar a los Estados Generales.
El inicio de la Revolución
Más de un siglo antes de que Luis XVI ascendiera al trono en 1774, el Estado
francés había sufrido periódicas crisis económicas motivadas por las largas guerras
emprendidas durante el reinado de Luis XV, la mala administración de los asuntos
nacionales en este reinado y el aumento de la deuda generado por los préstamos a
las colonias británicas de Norteamérica durante la Guerra de la Independencia de
las Trece Colonias (1775-1783). Pero la situación económica existente en 1789
superó las precedentes por suma y acumulación, y colocó a la monarquía francesa
en una situación desesperada y al Estado francés en franca bancarrota. El Rey ante
esta situación, para sanear las finanzas necesitaba aumentar los impuestos
existentes y fijar nuevos, pero tanto el clero como la nobleza, amparados en sus
privilegios se negaban a contribuir con los gastos del Estado.
Para solucionar los problemas económicos, Luis XVI convocó a los Estados
Generales del Reino a una asamblea consultiva. Esta convocatoria fue exigida por
los "privilegiados" (clero y nobleza) quienes se negaban a pagar los tributos
indispensables para conjurar la crisis económica.
Los burgueses se aprovecharon de estas circunstancias y, ante la amenaza de la
nobleza armada que pretendió mantener sus privilegios, movilizaron a toda la
nación. El 14 de julio de 1789, el pueblo tomó; las calles de París, apoderándose de
la vieja fortaleza - prisión de La Bastilla, la cual constituía un símbolo del
Absolutismo francés.
En esta jornada, una muchedumbre de artesanos, obreros, tenderos, estudiantes y
funcionarios se impusieron a las tropas reales. Durante el transcurso de los diez
años siguientes a estos acontecimientos, los ideales revolucionarios demostraron
su fuerza. Se obtuvo la libertad política, dictandose una Constitución que dividía los
poderes del Estado garantizandese: la libertad individual, la igualdad de todos los
ciudadanos ante la ley y la expresión de la soberanía popular mediante el sufragio.
A fin de defender sus conquistas ante la reacción de la nobleza que se alió con los
monarcas extranjeros, los burgueses revolucionarios exaltaron el principio de la
nacionalidad identificando a la Nación con el Estado.
Etapa monárquica
Etapa Republicana
La Convención
Al disolverse la Asamblea Constituyente (1792-1795), luego de la victoria de Valmy,
se formó otra asamblea denominada la Convención Nacional. Los principales actos
de dicha convención fueron:
1. Decretó la abolición de la Monarquía y proclamó la República.
2. Sancionó el sufragio universal (derecho de voto para todo ciudadano).
3. Procesó y ordenó a muerte a Luis XVI. Ejecución que realizó el 21 de enero de
1793.
Obra Cultural de la Convención
1. Estableció la enseñanza primaria, obligatoria y gratuita.
2. Fundó la Escuela Normal (maestros), la Escuela Politécnica (ingeniero), la Salud
(médicos), la de artes y oficios, la Biblioteca Nacional y el Museo de Louvre.
3. Implantó el sistema Métrico Decimal.
El Directorio (1795-1799)
Antes de clausurar sus seciones, la Convención Nacional promulgó la Constitución
del año III, en 1795, que establecía el Directorio, gobierno republicano moderado,
que tuvo la siguiente organización:
Representación de la mujer
En el curso de los grandes días en los que se decidió la suerte de la revolución, las
mujeres jugaron un papel decisivo. La situación económica y financiera general,
en 1788 y 1789 era cada vez peor. Las malas cosechas de 1787 y 1788
aumentaron el precio del pan, que en algunos lugares se duplicó, mientras el paro
crecía en las ciudades. Los pobres se morían de hambre y las quejas se
multiplicaban.
Los objetivos de los grupos feministas burgueses buscaban ampliar los privilegios
de las mujeres de las clases dominante, mientras que los grupos de la otra ala del
movimiento pedían la emancipación plena de la mujer. Las mujeres del Tercer
Estado se encontraron presentes en distintas acciones durante la Revolución
francesa, confiando en que la revolución triunfante las protegería de las penurias
del hambre.
Las mujeres de los pueblos del Delfinado y la Bretaña fueron las primeras en
desafiar a la monarquía. Seguidas por las ciudadanas de Angolouse y Chevan
Seaux. Las mujeres de Angers redactaron un manifiesto revolucionario contra las
arbitrariedades de la casa real. Las féminas estuvieron hasta el final en la lucha
revolucionaria, animando incluso a los hombres más vacilantes, lo que trajo consigo,
un temple de ánimo de gran decisión en aquellas que fueron llamadas por la
burguesía contrarrevolucionaria como “calceteras”, que no eran otras sino, las
hambrientas, las artesanas, las esposas de los campesinos, trabajadoras a domicilio
que odiaban la aristocracia y el antiguo régimen.
Al iniciarse los mítines se comenzaron a destacar las voces de mujeres
como Théroigne de Méricourt y de Mirabeau esta última partidaria del Tercer
Estado, las que jugaron un papel importante en la revolución. En la toma de la
Bastilla las mujeres fueron una parte fundamental, tanto por su número como por
su valor: mujeres artesanas, dedicadas a diferentes oficios, igual que mujeres
pertenecientes a la aristocracia liberal fueron decididas simpatizantes de la
Revolución. La acción sirvió para que el rey no disolviese a los diputados de la
Asamblea que acababan de juramentarse en la sala del juego de la pelota el 20 de
junio de 1789.
Marcha de las mujeres sobre Versalles
Asimismo, las mujeres, lideradas por Louison Chabry y Renée Audon, fueron
protagonistas en la marcha de mujeres, las obreras de los arrabales de Saint-Antoine y la
mayoría vendedoras del mercado parisiense del barrio Les Halles, que se dirigieron a
Versalles el 5 de octubre en número de miles,[1] reclamando pan, haciendo una protesta
además por el hambre y los altos precios, - esta manifestación se inicia motivada por la
noticia del banquete que los guardias de corps habían ofrecido el 1 de octubre de 1789 a
los regimientos de Flandes, mientras los parisenses seguían castigados por el hambre.
Los periodistas en Le Fouet national habían publicado un artículo que decía:
Desde el lunes, los buenos parisinos tienen las mayores dificultades para proporcionarse
pan. Sólo el señor Révèrbere puede procurárselo, y desdeñan recurrir a este buen patriota[2]
Además de los factores políticos, la crisis económica que traía consigo la escacés de
alimento, jugó un papel importante en la manifestación popular -; en horarios de la tarde
las mujeres enviaron representantes a la asamblea y al Rey quienes le
prometieron trigo y pan[3]