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ARQUEOLOGIA DEL VALLE DEL CHILLON: Una Introducción

Carlos Farfán Lobaton


Resumen
Nuestra investigación en la cuenca del Chillón está basada en toda la información
empírica recopilada en trabajos de campo y documentos de distinta índole. Se
pretende ordenar y precisar una problemática basada en la arqueología de los
asentamientos y la arqueología de la arquitectura como construcción social. Para
ello, se debe reorientar los datos hacia el entendimiento estructural de los
componentes físicos de los asentamientos y su dispersión espacial en la cuenca,
identificando los factores causales del modelo económico de subsistencia de los
pueblos, la dinámica del urbanismo y el patrón de asentamiento. Del mismo modo,
se pretende también definir el manejo del espacio desde una perspectiva de la
arqueología del paisaje y la visión simbólica de los asentamientos.

Palabras clave: Simbolismo, arqueología, Chillón, Asentamiento, social


Abstract
Our research in the basin of Chillon is based on all the empirical data collected in
field studies and documents of various kinds. It aims to organize and clarify an issue
from settlement archeology and archeology of architecture as a social construction.
To do this, you must redirect the data to the structural understanding of the physical
components of the settlements and their spatial dispersion in the watershed,
identifying the causal factors of the economic model of livelihood of the people, the
dynamics of urban and settlement pattern. Similarly, it is also intended to define the
space management from the perspective of landscape archeology and the symbolic
vision of the settlements.
Keywords: Symbolism, archeology, Chillon, settlement, social
Introducción

La arqueología del valle del Chillón tiene una configuración muy compleja, debido
en primer lugar, a su topografía donde podemos diferenciar tres espacios bien
marcados a saber: valle bajo, valle medio y valle alto. Nuestro interés está
focalizado en el valle medio y el valle alto. Este interés nace como consecuencia de
un análisis exhaustivo del territorio como paisaje y como espacio social construido.
En el valle medio la configuración de los asentamientos encierran tres
emplazamientos bien diferenciados: la primera está basada en la ocupación de
espacios planos en el lecho de valle; la segunda, está basada en la ocupación de las
laderas, conos de deyección y eventualmente las partes altas de los promontorios
con vista al valle. En el valle alto los asentamientos están emplazados en las
cumbres de los cerros como patrón constante. Sin duda, estos emplazamientos están
condicionados a la configuración geomorfológica y ambiental del territorio. Pero
hay factores mucho más complejos que no solo dependen del medio ambiente, sino
más bien de la organización sociocultural de los pueblos, tales como la presencia o
ausencia de los recursos, estrategia defensiva y etnicidad basada en mitos de origen
imbricados en una dimensión simbólica.
Para visualizar estos fenómenos se ha explorado la cuenca media y alta del
río Chillón de manera sistemática, tomando en cuenta el registro de los
asentamientos y demás evidencias arqueológicas de ambas márgenes del río. Estos
reconocimientos lo hemos realizado por lo general al valle medio en compañía de
los alumnos de la especialidad de arqueología de la Universidad Nacional Federico
Villarreal, dentro del curso de Métodos y Técnicas I y II, como continuación a otros
estudios ya realizados en la década de los 90 hasta el 2011. En esta etapa logramos
reconocer la configuración de los asentamientos tanto del valle medio como del
valle alto, generalmente basado en la caracterización de los asentamientos según su
densidad, composición urbana, arquitectura y principalmente el patrón de
asentamiento para los periodos tardíos. Sin embargo, por la naturaleza del área de
investigación y como cuestión metodológica, en este artículo nos abocaremos a dar
cuenta de los estudios más resaltantes de la cuenca media y alta.

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Para el caso del valle medio, la configuración espacial de los asentamientos
sugiere varias posibilidades de interpretación: primero, a partir del patrón de
asentamiento donde se puede visualizar una tendencia hacia la maximización del
uso del espacio útil para el cultivo, con la consecuente ocupación de zonas de los
conos de deyección, faldas de las estribaciones laterales, y cumbres. Segundo, la
configuración lineal de los asentamientos, basados principalmente en el uso y
manejo de las laderas y faldas de los cerros a lo largo del valle, lo que de facto
implica que hubo un silencio geomorfológico, donde prácticamente los antiguos
lechos aluviónicos fueron inactivos para el Periodo Intermedio Tardío y Tardío,
favoreciendo de este modo el emplazamiento de los asentamientos. Tercero, hay
una alta concentración de estos asentamientos conformando pequeños caseríos que
ocupan cada espacio de ladera o cono de deyección, incluso con linderos de muros y
murallas de separación, lo que implicaría una segmentación de los espacios
productivos en áreas pequeñas trayendo como consecuencia falta de recursos de
subsistencia llevando a las poblaciones a una crisis económica, consecuentemente
alteración del orden y tensiones sociales que derivaron en luchas por la disputa y
acceso a los recursos. Cuarto, finalmente, se puede identificar hasta 5 grandes
grupos étnicos ocupando ambas márgenes del río en el valle medio. Se trata de los
colli, según María Rostworowski (1977), ocuparon la margen izquierda del río hasta
Quivi, Pero según, Dillehay (1987), en el valle medio había un poder económico
caracterizado por los Huancayo Alto, que sin duda, se contradice con
Rostworowski. Pero en realidad quizá fue una incursión temporal de los collis en
distintos momentos. En la margen derecha se hallaban los carahuayllo, macas,
huarabi que a su vez conformaban agrupaciones y caseríos y centros poblados muy
dispersos con un incipiente ordenamiento urbano. Pero de todos ellos habían
algunos densamente poblada con asentamientos muy concentrados como los de
Trapiche, el conjunto Macas A y B, el cerro Macas A y B donde hemos identificado
presencia de cerámica Formativa y del Horizonte Medio; Huarabi seguido de una
serie otros agrupamientos conformadas por cementerios con mausoleos que serían
los componentes de estos poblados. En la quebrada Carrizal hallamos evidencias de
recintos circulares sepultados por la torrentera de la quebrada sobre su margen

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derecha, pero al centro de esta quebrada, de Sur a Norte se proyecta una muralla con
parapetos a manera de fuerte con vista hacia el agrupamiento de los recintos
circulares y más hacia Este sobre la margen izquierda de la quebrada existe un gran
asentamiento amurallado a 200m de altura desde el lecho de la quebrada. Es un
asentamiento típicamente con el patrón serrano sobre cumbre igual que Cerro Macas
A y B en Huarabi. Estas tres evidencias (recintos circulares, Muralla con parapeto y
asentamiento amurallado), sugieren que esta zona fue ocupada por sociedades en
conflicto permanente.

Parea el caso del valle alto, las características de los asentamientos son
mucho más ligadas a un modelo de patrón de asentamiento de cumbre a pesar de la
diversidad del terreno. Al ocupar las cumbres de los cerros estos asentamientos
adoptan la tendencia de controlar las laderas con terrazas que es el único sistema de
agricultura, consecuentemente la tecnología hidráulica es la más importante, puesto
que se tiene domino total del control de agua con red de canales y reservorios y
tecnología de terrazas alternada con la ganadería.

La margen izquierda de la cuenca alta corresponde al curacazgo de los canta


cuya capital fue Cantamarca, que es un asentamiento muy extenso algo más de 10
hectáreas. Hay también otros asentamientos en esta margen, como las de Cushpa en
Culluhuay, Carcas, Huanchosmarca y Quecamarca en San Lorenzo de Cochabamba
como los más importantes, mientras que la margen derecha era un territorio atavillo
que ocuparon la margen izquierda del rio Chancay hasta antes de la llegada de los
incas (Rostworowski, 1978), estaban conformados por los asentamientos de Aynas,
Huishco, Huacosmarca, Pumacoto, Auquimarca, Tauripunku como los más
importantes.

Tomando en cuenta el manejo territorial podemos decir que en el valle


medio hay un panorama muy complejo a nivel de las ocupaciones humanas. Se trata
de la distribución del espacio útil para la vivienda y para el cultivo. Por la densidad
poblacional esta parte del valle estaba altamente saturada, donde posiblemente era
muy difícil acceder a los recursos o había un alto índice de conflictos o disputas por
la subsistencia. En la gran mayoría de los asentamientos de esta margen se ha

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notado la presencia de rasgos muy consistentes de la cultura Chancay,
fundamentalmente en varios espacios de arquitectura funeraria con el modelo de
enterramientos Chancay asociado a cerámica con rasgos típicos chancay , por lo
que Aranguren propone que hubieron colonias Chancay, en el valle medio,
(Aranguren, 2005). Tanto en la cuenca media como en la alta el aspecto de
territorialidad estaba organizado conforme Rostworowski (1978) nos lo señala que
los linderos tenían mojones o sea hitos. Sin embargo, se ha hallado que aun hasta la
fecha los pueblos de las partes altas tiene sus chacras de maíz en las partes bajas,
ejemplo: los de San Lorenzo de Cochabamba tiene su maizal en la parte baja “Tierra
Amarilla”, los de San José, su pueblo fue reubicado junto a sus maizales, Huaros
reclama sus derechos a sus maizales en Acochaca (Manuscrito Aranguren 2006) . Es
decir, al parecer, se estaba cumpliendo el modelo de J. Murra, (1976) en el control
vertical de un máximo de pisos ecológicos. Este modelo económico de acceso a los
recursos estaba complementado con la ganadería. Los asentamientos de la parte alta
no son muy extensos, fueron aldeas pequeñas con viviendas hechas de piedra con
planta circular, con cubiertas de paja y estructura de madera, en algunos casos
techos con laja de piedra y vaciado de barro con falsa bóveda. Solo para el caso de
Cantamarca, Aynas y Pumacoto llevan columnas y pilastras las viviendas y eran
más extensas (ver Mapa 1). En ninguno de los casos hemos hallado un edificio
sagrado que simule o se parezca a un templo o adoratorio. Este aspecto es algo aun
no investigado, al parecer sus deidades estaban centradas en ancestros o mallquis
litificados y que se hallaban en las altas montañas envueltas de mitos y leyendas que
marcan por lo general su origen, como es el caso de los cerros tutelares.

Es en base a toda esta fuente de información empírica que se pretende


abordar una problemática basada en definir la arqueología de los asentamientos.
Para ello se debe reorientar los datos hacia el entendimiento estructural de los
componentes físicos de los asentamientos y definir el manejo del espacio desde una
perspectiva de la arqueología del paisaje, la visión simbólica de los asentamientos y
la configuración de las formas arquitectónicas. De otro lado, también nos referimos
al enfoque etno-arqueológico donde nuestro interés se centra en una visión regional,
por lo que tuvimos el compromiso de ampliar nuestro universo espacial de la cuenca

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con reconocimientos puntuales de varios poblados actuales y correlacionar con sus
pueblos viejos con el fin de encontrar continuidades y relaciones de ancestralidad.
Entendimos que hay una fuente de informaciones basadas en la narración oral que
contiene un discurso rico en mitos y tradiciones con una carga simbólica de la
cosmovisión andina, aún vigente en las comunidades campesinas de la cuenca alta.
De este modo, comprendimos que la explicación arqueológica de los asentamientos,
desde su dinámica social, podía abordarse con el apoyo y contrastación del dato
etnográfico y la participación del comunero comprometido con su identidad. En este
sentido, hemos avanzado en el acopio del dato empírico que requiere una
interpretación sólida y holística.

La presente investigación tiene como objetivo principal la de identificar y


diagnosticar el patrón de asentamiento basado en la arqueología del paisaje y la
arquitectura en el valle medio y alto y los mecanismos de control territorial.

Este estudio no puede estar ajeno a definir también la dimensión temporal, espacial
y funcional de los sistemas de asentamiento y la capacidad económica basada en la
producción agraria en el valle, para lo cual se cuentan con los indicadores
arquitectónicos y asociaciones de materiales de superficie como el elemento más
diagnóstico.

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Fig. 1: Mapa de la cuenca alta con los sitios arqueológicos

Manejo metodológico de la investigación


El registro de campo implica un diagnóstico y evaluación de las evidencias
arqueológicas, principalmente asentamientos de la cuenca media como en la cuenca
alta. Lo que hemos notado es el uso y manejo de sistemas de terrazas y su posible
asociación con los asentamientos prehispánicos. Estos datos de campo fueron
sometidos a un análisis comparativo para definir los factores diferenciales basado en
las evidencias referentes a sistemas de irrigación y su asociación a terrazas en todos
los sitios arqueológicos. Los indicadores están basados en tres elementos: la
asociación, el componente arquitectónico y el componente cultural. La asociación
es quizá el elemento más determinante, debido a que nos permite correlacionar los
distintos materiales hallados en superficie, tales como la cerámica, enterramientos
con presencia de osamentas y otros elementos. El componente arquitectónico son

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las formas y modelos constructivos; el componente cultural, es su filiación basada
en rasgos estilísticos y temporales.
Sistema de Información
Se está haciendo un registro sistemático de los asentamientos a fin de identificar
patrones constructivos y variabilidad en los componentes estructurales. De este
modo establecer relaciones entre asentamientos. Para un mejor registro estamos
empleando fichas arquitectónicas analíticas que permiten ordenar la información y
generar otra ficha de Inventario de cada agrupamiento con informaciones basadas en
los elementos visibles en superficie. Esta información debe estar referido a
recolectar todo los datos referidos a sistemas de riego y terrazas, sus asociaciones y
cambios; una evaluación de uso y función actual, abandono y habilitación,
injerencia de las actuales comunidades, etc.

Resultados Preliminares

a) Asentamientos del Valle Medio


Los asentamientos del valle medio están compartidas en ambas márgenes del rio:
margen derecha y margen izquierda. Como diagnostico general de campo podemos
decir que los asentamientos de la margen derecha son los más grandes y al parecer
fueron los más poderosos. En tanto, los asentamientos de la margen izquierda son
mucho más pequeños la conforman caseríos aislados. Hemos identificado 15 sitios
de esa naturaleza pero que pertenecen a distintas épocas. Los más antiguos son los

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Fig. 2: Huanchipuquio, montículo del Periodo Formativo

Fig. 3: Plano de Zapan


Montículos del Periodo Formativo lo que hemos denominado sitio 4 Huanchipuquio
y el sitio 13 denominado Cocayalta. Ambos son montículos amorfos con estructuras
de canto rodado pero que fueron estructuras piramidales que coexistieron con
Chocas y Huacoy grandes edificios o templos en “U” de este periodo. Luego hay

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evidencias alfareras en superficie en las partes altas y faldas de las estribaciones que
corresponden a la cultura Lima de 200 a 600 a.C., de las fases más tempranas y
están asociadas a algunas estructuras aisladas de planta circular y rectangular. Al
parecer, a juzgar por las evidencias de superficie el escenario del valle medio fue
propicio para la ocupación humana desde épocas muy tempranas. Pero en lo que si
estamos convencidos es en la ausencia de restos del Horizonte Medio de 600 a 1000
d.C. en lo que corresponde a la hegemonía Huari. De este periodo tenemos el sitio
que ocupa el cono de deyección de la quebrada Socos. La arquitectura hasta hace
pocos años era visible, pero ahora ya han sido alterados por fenómenos naturales y
por pastores de cabras que ahí se han posesionado.
Para el periodo Intermedio Tardío (siglos XI al XV) la densidad poblacional
es una característica. El crecimiento demográfico aumento vertiginosamente a tal
punto que los asentamientos se hallan más cercanos entre sí. Los cementerios son
más concentrados, las vías de comunicación son más visibles en ambas márgenes
del valle. En este escenario surgen los curacazgos tanto de los canta, como de los
atavillos y principalmente de los collis de Carabaylo que fueron los grupos de poder
que presionaron a los asentamientos del valle medio con el fin de arrebatarles sus
tierras, este hecho fue documentado por Rostworowski (1977, 1978) en base a
documentos de visitas y testimonios y juicios de aguas y tierras.
Los datos de campo recuperados por nosotros nos muestran dos fenómenos:
primero, que hay rasgos típicos en el modelo de asentamiento y sistemas
constructivos que provienen de la sierra como los de Cerro Macas A y B o como los
de la quebrada Carrizal, ambos en la margen derecha. Esto hecho supone presencia
de poblaciones serranas que se están asentando en esta parte del valle. Lo segundo,
es la presencia de gentes provenientes del valle de Chancay con rasgos y objetos
suntuarios y evidencias de haber sido enterrados en el valle, lo que equivale pensar
que estos convivieron con los del Chillón no sabemos en qué tipo de arreglos
políticos o sociales. Lo cierto es que el valle medio ha sufrido impactos exógenos
que han podido cambiar, acelerar o retardar el desarrollo autónomo de los grupos
sociales.

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Fig. 4: Zapan 3 cementerio

Fig.5

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Fig. 6

Fig. 7

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Fig. 8: Tambo Inga de Macas Margen izquierda
b) Valle alto
El valle alto comprende desde la zona de Tierra Amarilla en la quebrada de
Tacurme a 1400 m.s.n.m. hasta la región puna en Culluhuay siguiendo el valle. En
todo este segmento de cuenca de ambas márgenes se han establecido asentamientos
prehispánicos, en su gran mayoría durante el periodo Intermedio Tardío entre los
1100 al 1500 d.C.
Margen derecha: Los asentamientos más importantes de esta margen están
identificadas a partir de su tamaño y emplazamiento. Tenemos a Purumarca uno de
los pueblos viejos de Humantanga que mira hacia el valle mientras que el otro es
Pueblo Viejo ambos fueron reducidos a lo que hoy se conoce como Huamantanga
organizados en dos barrios Anduy y Chihual conforme provenían de Purumarca o
Pueblo Viejo respectivamente. Purumarca está emplazado sobre una cumbre
empinada y mira directamente a otra cumbre ligeramente más bajo hacia el Sureste
donde se halla Tauripunku. En Purumarca la arquitectura esta en conformado por
recintos hechos a base de piedra formando unidades familiares y construidas sobre
terrazas, ocupa la cima de la cumbre. Tauripunku es el otro asentamiento casi
hermanado con Purumarca. Es un asentamiento de forma alargada orientado de

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Norte a Sur y está emplazado siguiendo la cresta del cerro, pero con mayor
concentración en la falda del lado Este, similar a Cantamarca. Ocupa la Margen
derecha del rio Chillón y hacia la margen izquierda de la quebrada Huarimayo con
cauces de fuerte pendiente que desemboca en el rio Chillón. Río arriba tenemos el
pueblo viejo de San Buenaventura denominada Auquimarca y está conformado por
dos sectores, uno en la cumbre más alta y la otra en un nivel más bajo pero
siguiendo la cresta del cerro. Nosotros estamos identificándolo como anan y urin.
Aquí las construcciones son con techos de laja y columna, se puede decir que esta
amurallado por su lado noreste y poseen recintos de forma ovalada con techos de
lajas de piedra con vaciado de barro y se maneja también la falsa bóveda. Frente a
este asentamiento hacia el Noreste se halla otro asentamiento grande denominado
Pumacoto, que es el pueblo viejo de San Miguel. Recibe este nombre debido a que
en una de sus recintos, el más importante tiene una cabeza clava de un puma. Este
sitio ocupa una explanada de suave pendiente. A diferencia de los anteriores que
ocupan crestas de cerros, este ocupa espacio más plano. Ambos sitios, -Auquimarca
y Pumacoto-, son separados por la quebrada Tingo idéntico a Huarimayo que separa
Purumarca y Tauripunku.
Un poco más alto siguiendo la misma margen, encontramos algunos sitios aislados
como Sacato y Achim, que se hallan en la jurisdicción de Acochaca. Estos sitios
como el de Achim se halla sobre una terraza natural por encima de Acochaca al
parecer hubo alguna vez una laguna encantada que ahora es seca según
Rostworowski (1978) y fue documentado en la visita de 1549, señalándolo también
como una de las 16 aldeas mencionadas en dicha visita Achim-Olleros, (Op.cit).
Mientras que Sacato está ubicado más arriba de Achim sobre una cumbre muy
elevada apenas, hay pocos recintos sobre terrazas. Pero más arriba en la jurisdicción
de Huacos se halla Huacosmarca, un asentamiento emplazado sobre una pendiente
hacia la margen izquierda de la quebrada Llamecoto. Lo más importante de este
asentamiento es su carácter disperso que se desarrolla sobre la pendiente siguiendo
la topografía que es una formación rocosa, todas construidas sobre terrazas.
También es importante la presencia de una plaza sagrada con huanca al centro y
precedido por una deidad tallada en la roca natural.

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Fig.9

Fig.10

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Fig.11

Foto 1: Adoratorio de Cahuara, San Lorenzo de Cochabamba, margen izquierda

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Foto 2:Cantamarca vista desde el Sur
Siguiendo la quebrada Llamecoto hacia lo alto encontramos uno de los
asentamientos también de importancia que es el pueblo viejo de Huaros llamado
Huishco. Tiene la misma configuración que Huacosmarca se desarrolla sobre la
formación rocosa de una cresta orientado de Norte a Sur, sus construcciones son de
planta ovalada y cuadrangular muy similar a Pumacoto. En los extramuros del lado
Norte se halla una plaza que los comuneros de Huaros lo denominan Jayanpampa
donde antiguamente se hacía una parada en la fiesta del agua Limpiacequia. Otro
asentamiento de esta misma jurisdicción de Huaros, es Aynas emplazado en un
promontorio alargado que se orienta de Norte a Sur a 200mt sobre el lecho del río.
El asentamiento es aglutinado un poco más grande que Huishco, pero adopta rasgos
muy similares a Cantamarca por la presencia de columnas típicas de forma
troncocónico invertido. Este sitio a tenido fuerte impacto por la ocupación inca
debido a la presencia de edificios de forma cuadrangular y edificios de vanos
trapezoidales. Este asentamiento sería el último de esta margen puesto que colinda
con las zonas de pastizal de puna. Es oportuno mencionar que tanto Aynas como
Huishco son pueblos viejos de Huaros. Hasta la actualidad la comunidad está
dividido en dos barrios: Huaroslao l para los provenientes de Huishco y Huanarpun
para los provenientes de Aynas.

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Fig.12

Foto 3: Columna troncocónica en Cantamarca

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Foto 4: detalle de muro con alero en Huarabi

Foto 5: Detalle de muros y recintos en Macas


Margen Izquierda.
Esta margen la podemos considerar a partir de Quecamarca que es pueblo viejo de
San Lorenzo de Cochabamba. Ocupa la parte superior de una lomada de forma
alargada y con un amplio espacio plano que aparenta ser una meseta. La
conformación del asentamiento es aglutinada con recintos de planta circular y
estuvo amurallado. En el lado opuesto hacia el Noreste se halla Huanchosmarca otro
asentamiento un poco más pequeño que Quecamarca pero mucho más conservado.

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Está emplazado sobre una cumbre de fuerte pendiente. Sus edificios tienen planta
circular y ovalada y se adaptan a la pendiente. Ambos, Quecamarca y
Huanchosmarca son pueblos viejos de san Lorenzo de Cochabamba.
Luego ya en Canta tenemos la gran aldea capital de los canta denominada
Cantamarca, ocupa la cumbre de un gran cerro con vista al valle. La gran mayoría
del asentamiento se desarrolla en el flanco Este. Es el asentamiento que contiene en
gran parte de sus recintos las columnas troncocónicas únicas en el valle. Tiene un
poco más de 10 hectáreas superando ampliamente a los demás asentamientos. Tiene
un fuerte impacto de la presencia inca, tanto en la arquitectura del asentamiento
como en los extramuros, a 2 km hacia el Este sobre una falda de una fuerte
pendiente se ubica Carcas otro asentamiento, pueblo viejo de Obrajillo, es un caso
atípico debido a que su emplazamiento está en una ladera de fuerte pendiente con
edificios similares a los de Cantamarca con columnas. Finalmente tenemos el último
asentamiento que se halla en las inmediaciones de Culluhuay. Nos referimos a los
sitios de Cushpa Chico y Cushpa Grande algo como el pueblo viejo de San
Buenaventura que está conformado por dos sectores bien diferenciados lo que
nosotros estamos definiendo como asentamientos con una bipartición del espacio en
mitades anan y urin. Cuspa es lo mismo, solo que Cushpa Chico de la parte más
baja está sumamente depredado. Este sitio también esta amurallado por las llamadas
Murallas de Kapur.
De este modo, hemos hecho un diagnóstico de los asentamientos del valle del
Chillón, quedando pendiente como era la economía de estos pueblos, en que se
basaba, eran sociedades
Diquebasadas en la agricultura? O eran ganaderos? Las
prehispánico
evidencias arqueológicas nos llevan a que la gran mayoría de los Asentamientos
tanto del valle medio como del valle alto estaban basados en la agricultura con el
control racional de agua y la construcción de terrazas para optimizar la producción.
De este modo, podemos decir que el poder económico en esta cuenca ha estado
centrado en el control de los sistemas hidráulicos y la agricultura, que conllevan al
manejo racional del espacio, consecuentemente del agua. Esta relación espacio-
agua incorporado a la dimensión simbólica, nos permite entender otra relación

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sociedad-ritual. Ambas relaciones están imbricadas en el manejo y control del agua
y la agricultura.

Foto 6: Plaza sagrada en “D” en Huarabi Alto


No es casual que en la mayoría de los asentamientos actuales de la cuenca alta del
Chillón se practiquen aun ritos propiciatorios y fiestas dedicadas al agua. Si bien es
cierto que estos rituales consistentes en la memoria de los pueblos obedece a
sociedades con escaso recurso de agua o sociedades propensas a sequias cíclicas, los
actos propiciatorios son un argumento de justificación y legitimacion cuyas
plegarias deben ser escuchados por los dioses del agua y de la tierra. En este
sentido, estos pueblos como Huaros, Huacos, Culluhuay, San Miguel, San
Buenaventura, San José, Lachaqui y Arahuay, tan solo de la cuenca del Chillón, son
ejemplos de esta permanencia muy arraigada de evocar los mitos de origen de las
aguas y sus pueblos. Al parecer en este límite se consagra los valores de
reciprocidad e intercambio, de la instauración del orden y principalmente la
racionalidad y manejo del agua y los recursos.
El control simbólico de las aguas cargadas de rituales y mitos de origen, explican
con claridad la circulación del agua dentro de un calendario agrario ligado a la
cosmovisión altamente sofisticada (Farfán: 2002). De este modo, las evidencias
materiales de estos actos aparecen en los cauces de los canales, como son las
huancas, plazas sagradas y un sinnúmero de espacios denominadas “paradas” que es
una especie de espacio ritual, a lo largo del cauce del canal y las chacras. Aquí se

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evocan los mitos de los héroes civilizadores, constructores de canales, mallquis
litificados, etc. Estos parajes con estos atributos son la sustentación material de estos
actos que según la narración oral pertenecería a épocas pretéritas, es decir a la época
prehispánica. Partiendo de este principio, asociamos a los sitios arqueológicos y su
entorno y se explicaría la continuidad cultural de estos pueblos.
En la época prehispánica el poder económico siempre ha estado ligado a la
producción agrícola en terrazas tanto en el ámbito del valle medio, como en el valle
alto, aunque debemos advertir que la ganadería fue otro aspecto que contribuyó en
la consolidación de la economía. Este fenómeno fue un factor determinante de estos
pueblos que originaron disputas con poder hegemónico, tales como los canta,
atavillos, collis, etc. La red de canales en ambas márgenes y las poblaciones rurales
articuladas a caminos troncales por ambas márgenes, nos conducen a plantear la
existencia de linderos territoriales de ciertos curacazgos como los cantas para la
margen izquierda y los atavillos para la margen derecha, condicionada al control de
los recursos. Estos linderos generaron disputas por los pastos, tierras de cultivo y el
agua, siendo posiblemente el factor más determinante que definió el poder político
en esta cuenca. Sin embargo la ritualidad y los mitos de origen, son dos factores
vigentes todavía en los pueblos actuales de la cuenca del Chillón, que están ligados
a a la fertilidad, el agua a la ancestralidad y consecuentemente a los mallquis. En
muchos casos las terrazas de cultivo son la morada de los ancestros, como en el caso
de las terrazas de Huracaure y Aynas en Huaros. Si a esto le agregamos la presencia
de huancas los denominados chacrayoc o dueños de la chacra estaríamos hablando
de una estructura simbólica muy compleja que no solo denota un factor
propiciatorio dentro del discurso mítico o ritual, sino otro factor ordenador donde
se involucra lo social lo económico y político. De ahí que tanto el rito como el mito
se convierten en medios de control ideológico capaces de articular el
funcionamiento económico y social de estos pueblos.

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Foto 7: Detalle de los muros de contención de las terrazas

Discusión
El corredor geográfico del valle del Chillón, tal como hemos dicho encierra tres
dimensiones de análisis, estos son: el valle bajo, el valle medio y el valle alto, esta
forma de ver el escenario de esta cuenca no es una novedad, ya fue planteado por T.
Dillehay (Dillehay, 1987) y Jorge Silva (Silva, 1996). Porqué insistimos en ver bajo
estas tres dimensiones el valle, a sabiendas que podemos caer en determinismos ya
superadas ampliamente o enfoques deterministas de décadas pasadas? Bien
sabemos que el valle muestra un potencial de evidencias contundentes de
asentamientos muy organizados, por lo menos desde el Periodo Horizonte
Temprano (siglo II a.C.), con presencia de templos o edificios sagrados como las de
Huacoy, Chocas, Cocayalta, Huarabi, Pucara, etc. Las evidencias de la cultura Lima,
(siglo IV d.C.), con evidencias basadas en presencia de asentamientos muy
dispersos en las faldas y cumbres de los cerros del valle medio. Esta ocupación
quizá sea la más conspicua, debido a que está asociada a terrazas, tanto
habitacionales, como de cultivo.
En este contexto cronológico de las formaciones sociales en el valle, es factible
platearse la posibilidad de una explicación basada en el ordenamiento territorial y
manejo de los recursos. Estas prácticas no se han hecho de manera casual, tuvieron
un ordenamiento de la estructura social y un modelo de autorregulación de las
tensiones sociales. Aquí podemos anotar como uno de los reguladores es el espacio

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físico y la presencia o ausencia de recursos, del mismo modo, podemos señalar otro
regulador que serían los mitos y los ritos que se articulan a un discurso que
involucra escenarios, personajes míticos ligados al agua a los cerros que en resumen
sería una cosmovisión basada en la circulación del agua, cuyos componentes serian:
las lagunas de las punas donde se almacena el agua y de donde se reparten por
acequias y canales; los nevados, donde nacen las aguas, las lluvias juntamente con
el trueno y el relámpago, el rio, y los puquios. Todo este conjunto de elementos
son conformantes de la cultura del agua y está estrechamente ligado a la agricultura.
Por tanto, es obvio que aparezcan ritos y mitos en torno a estos elementos que
explican la racionalidad del manejo dentro de la sociedades tanto del valle bajo,
medio y alto.
Desde tiempos muy antiguos este valle, al igual que todos los valles costeños
funcionaron considerando una especie tripartición del espacio basado en la altitud y
espacios de uso. Pero es en el periodo Intermedio Tardío que el crecimiento
poblacional es intenso, por lo que los recursos no abastecían, por tanto, estos
poblados accedían a otros territorios a complementar los recursos necesarios. Bajo
este principio se inspiró propuestas y enfoques basados en los aspectos adaptativos
y complementaridad dentro de una interacción interregional, (Murra,, 1975;
Dillehay, 1987). La complementaridad es un modelo interpretativo para explicar
justamente sociedades en ambientes diversos, con oportunidades económicas
limitadas, por tanto, la regulación y equilibrio en el acceso a los recursos, solo es
posible cuando se han trazado las reglas interacción económica y cultural entre
sociedades coetáneas. Estas reglas estuvieron basadas en la reciprocidad, tanto en el
intercambio como en la prestación de servicios, solo así es posible explicar las obras
de envergadura como son los canales, caminos troncales y vecinales pero también
estuvieron organizados por una estructura de simbolismo basada en el agua y la
tierra independiente de sus linderos étnicos y territoriales. Pero aun así, no es
convincente cómo funcionaron estas sociedades en cuanto a la territorialidad.
Rostworowski encontró documentos que explican los linderos territoriales a través
de mojones entre los canta, los atavillos y quive (Rostworowski, 1978). Si esto es
así, el control del agua estaba sujeto no solo a un pueblo sino varios que

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usufructuaban a lo largo de ambas márgenes del valle, este hecho presupone
arreglos políticos de características reciprocas y de complementaridad para
solucionar las diferencias. De aquí se podría desprender cuales asentamientos eran
los ejes que imponían el poder, quizá sean aquellos que por su tamaño y extensión
los asentamientos podían asumir el control, pero aún no tenemos claro este
problema, será motivo de la continuar estas investigaciones en el futuro.

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