Según plantea este autor es posible acercarse a las diferencias individuales a partir de estilos cognitivos. En especial más que en las capacidades cognitivas, preguntarnos acerca de los estilos de toma de decisiones. Según este autor, si las capacidades cognitivas influyen en la facilidad con que adquirimos habilidades cognitivas, entonces los estilos de toma de decisiones influyen en nuestra forma de tratar las circunstancias vitales como individuos, lo cual sería un elemento relevante para el estudio de las diferencias individuales. En este sentido, se plantean principalmente dos estilos: a) Independiente del contexto: en un entorno, tomo relativamente estacionario en la toma de decisiones es probablemente el más correcto. Si el conocimiento de la situación es poco firme, no está familiarizado, puede ser más prudente fiarse de este estilo. b) Dependiente del contexto: En un entorno altamente inestable es preferible. La elección de estrategias depende igual lo bueno que sea el conocimiento que tiene el individuo en cuestión de las situaciones concretas entre manos. Si el individuo, tiene mucho conocimiento, entonces, preferiblemente el uso de este tipo de estilo, lo ayudará más. Así, una estrategia dependiente del contexto refleja un intento de capturar las propiedades o al menos específicas, de la situación entre manos y cortar a la medida la respuesta del organismo. Fracasa intentando esto con una situación totalmente nueva. Sin embargo, la estrategia óptima para la toma de decisiones se consigue probablemente, a través del equilibrio dinámico entre ambos enfoques. Lóbulos frontales, hemisferios y estilos cognitivos Los lóbulos frontales exhiben asimetría diferencias de género morfológicas que los humanos comparten con varias especies no-humanas. Así, torque Yakovleviano (protuberancia en el polo frontal derecho, sobre el polo frontal izquierdo), es notorio en los varones y menos pronunciada en las hembras. Asimismo, El grosor cortical de los lóbulos frontales izquierdo y derecho es similar en las hembras, pero diferente en los varones (el derecho más grueso que el izquierdo). Los humanos comparten también las diferencias en el grosor cortical frontal izquierdo y derecho en los varones con otras varias especies. También existen diferencias bioquímicas, como que Los receptores de estrógenos están distribuidos simétricamente en los lóbulos frontales en las hembras y asimétricamente en los varones. Sobre esta base, es altamente probable que los lóbulos frontales sean funcionalmente diferentes en hombres y mujeres. También es probable que los lóbulos frontales izquierdo y derecho sean funcionalmente diferentes en los hombres, pero menos en las mujeres. Así, los hallazgos de una investigación hecha por el autor son: a) Los hombres con el lóbulo frontal derecho dallado se comportaban de una manera extraordinariamente dependiente del contexto, mientras que los que tenían el izquierdo dañado de una manera independiente del contexto. Así, parece que en los hombres los dos lóbulos frontales hacen sus elecciones de formas muy diferentes y opuestas. b) En cuanto a las mujeres, tanto las lesiones frontales izquierdas como derechas producían comportamiento extraordinariamente dependiente del contexto, mientras que las mujeres normales neurológicamente sanas exhibían, como ya sabemos, comportamiento independiente del contexto. Estilos cognitivos y cableado cerebral Las diferencias estructurales, bioquímicas y funcionales entre los hemisferios son mayores en los hombres que en las mujeres. Incluso, la esquizofrenia, el síndrome de Tourette y el trastorno de déficit de atención con hiperactividad son más comunes en hombres que en mujeres. Esto se podría ver reflejado en que los dos lóbulos frontales femeninos son funcionalmente más parecidos, y por consiguiente cada uno de ellos es más capaz de asumir las funciones del otro en el caso de disfunción lateralidad del lóbulo frontal. En este sentido, existe pues, menos diferenciación en los hemisferios de las mujeres que en el de los hombres. En una investigación posterior, acerca de los estilos cognitivos, pero en personas con lesiones en el temporal y parietal, se halló que en las mujeres los efectos de las lesiones posteriores eran opuestos a los de las lesiones frontales: hacían la ejecución menos dependiente del contexto en lugar de más dependiente del contexto. Así, parece ser que la diferencia no es meramente de grado sino de cualidad, es decir, los dos sexos acentúan aspectos diferentes de la diferenciación cortical funcional, en el cerebro masculino las diferencias izquierda-derecha están mejor articuladas que en el cerebro femenino, pero en el cerebro femenino las diferencias delante-atrás están mejor articuladas que en el cerebro masculino. Así, quizás estamos hablando de una mayor integración funcional en el cerebro femenino que en el masculino, en tanto que en las mujeres existe una mayor integración funcional entre los dos hemisferios debidos a un cuerpo calloso más grande, en los hombres se exhibe una mayor integración entre las regiones frontales y posteriores debido a fascículos longitudinales más largos. Rebeldes en pequeña proporción: lateralidad manual y búsqueda de novedad En principio, los monos tienden a ser atraídos por la novedad mucho más que los humanos. En general, los monos aprendían a responder a los nuevos estímulos con más rapidez que a los familiares, lo que sugiere que tienden a ser más atraídos hacia lo nuevo que hacia lo familiar. Sin embargo, en los humanos es distinto, parece ser que los humanos sanos diestros y pacientes de daño cerebral son más atraídos por lo familiar. Esto se explica a que los humanos, al menos los humanos adultos, se guían por el conocimiento previamente acumulado (historia, cultura, memorias) en mucha mayor medida que cualquier otra especie. Por consiguiente, parece que nuestro sesgo hacia lo familiar tiene una función adaptativa. Asimismo, predisposición humana hacia la familiaridad puede cambiar a medida que se acumula nuevo conocimiento a un ritmo exponencial, debido a un predominio del conservadurismo. Sin embargo, es importante mantener un equilibrio en cualquier sociedad mediante convenciones tacitas y reglas explícitas que determinan la altura del obstáculo que debe superar una nueva idea para tener aceptación. Así, en la especial controversia preferencia hacia lo familiar versus lo nuevo, parece que los zurdos varones son los buscadores de la novedad. En este sentido, los zurdos son los buscadores de innovación, los rebeldes culturales cuya presencia es necesaria para el fermento social; pero cuanto más baja relativamente se mantiene su proporción, menos pierde la sociedad sus amplias amarras culturales. Esto refleja entonces que, ciertos aspectos de la especialización hemisférica estén invertidos en los zurdos, mientras que otros permanecen invariables. Talentos ejecutivos: el Factor I y la Teoría de la Mente Ser "inteligente» (o «estupido») no es un atributo de usted. Así, las investigaciones del factor g, reflejan resultados incongruentes. Esto nos lleva a la conclusión de que muchas formas de «genio, reflejan propiedades locales de la mente (y por implicación, del cerebro) y quizá tienen poco que ver con nuestro sentido intuitivo de «ser inteligente» como un atributo global y central definitorio de la personalidad. Este autor plantea que a diferencia del factor g, el factor I (talento ejecutivo) si existe. Además, es la inteligencia ejecutiva lo que intuitivamente reconocemos como ser inteligente. En este sentido, el factor I, se refiere a nuestra capacidad para formamos una idea de otras personas y anticipar sus comportamientos, motivos e intenciones, es decir, nuestra inteligencia refiere es la capacidad de hacernos una teoría de la mente de otras personas en nuestra mente. Esto porque, que el proceso ejecutivo requerido para el éxito en un entorno social e interactivo sea mucho más complejo que los procesos ejecutivos que se requieren en una situación solitaria, tal como resolver un rompecabezas Así, por ejemplo, el ajedrez o las damas representan un ejemplo formalizado y altamente depurado tales funciones ejecutivas sociales. En este sentido, basado en todo lo que sabemos sobre el cerebro, esta capacidad evasiva pero fundamental reside en los lóbulos frontales. Una pobre capacidad para formar la teoría de la mente puede ser una expresión de la variabilidad normal en la función del lóbulo frontal sin que implique necesariamente una patología del lóbulo frontal, de la misma forma que la mayoría de los ejemplos cotidianos de lenguaje inarticulado no implican un daño severo en el lóbulo temporal. Esto induciría a decir que, una incapacidad extrema para formar la teoría de mi mente, que me obliga a concluir la presencia de una abierta patología del lóbulo frontal. Asimismo, esta capacidad parece estar ligada al concepto de yo mental y diferenciación yo, no-yo mental. En este sentido, si no logro diferenciar el no-yo pues hare una teoría de la mente en función de mi mente, lo cual resultaría estúpido, en este caso también diríamos que la evolución biológica de los lóbulos frontales no es suficiente para la comprensión de la diferenciación yo no-yo. la corteza frontal es la única parte del cerebro, y por supuesto del neocórtex, en donde la información sobre el medio interno del organismo converge con la información sobre el mundo exterior la evolución biológica de los lóbulos frontales se extendió hasta una etapa más tardía en In historia de lo que nuestras hipótesis evolutivas hubieran pensado. Quizá la humanización del gran simio haya durado más tiempo incluso de lo que pensábamos.