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Para hablar del comportamiento humano como base de la acción penal, previo a ello
haremos un concepto de Teoría General del Derecho, ya que engloba a nuestro tema.
Teniendo ello en cuenta podemos decir que en el derecho penal los elementos positivos,
negativos y accidentales del delito, se nos enseña que la acción humana, es uno de los
elementos positivos del delito, y que definitivamente sin acción humana no podría haber
delito. Ya que por noción general se sabe que al derecho penal le interesa
fundamentalmente, como único objeto de conocimiento, el comportamiento antisocial del
individuo, en la medida que se adecue a las figuras típicas contenidas en la ley penal, en
virtud de que es la conducta humana la base de toda reacción jurídico penal.
Como bien se sabe lo que importa al derecho es la conducta humana, sobre todo el
comportamiento antisocial y las repercusiones que se tiene, por consecuencia la
sanción penal. Por lo que (STEIN, 2016) en su libro “Derecho Penal (Parte General)”
menciona que: El punto de partida del derecho penal no es otro que la conducta
humana que pretende regular y lo hace seleccionando de un universo indeterminado,
aquel número preciso de conductas, previstas como tipos penales en la parte especial
del catálogo, que el legislador las considera relevantes desde el punto de vista jurídico
penal, por transgredir normas protectoras de determinados bienes jurídicos o para
prevenir daño social, que determinada racionalidad político criminal ha decidido
tutelar.
Por lo que para (PUIG, 1996) Se confirma que la delimitación de este concepto de
acción no puede obtenerse de la estructura lógica-objetiva del concepto de acción
sino de condicionamientos de la función de las normas penales. Mientras que para
(JESCHECK, 1993) acción es el comportamiento socialmente relevante.
(MUÑOZ CONDE, 1990) manifiesta que de la concepción del derecho penal como
derecho penal de acto se deduce que no pueden constituir nunca delito ni el
pensamiento, ni las ideas, ni siquiera la resolución de delinquir, en tanto no se
traduzca en actos externos.
Así Santiago (PUIG, 1996) nos dice que el “Estado Social y democrático de derecho
sólo es lícito prohibir penal: mente comportamientos externos y no meramente
mentales”
Aquí se pune los casos de tentativa inidónea, como el del homicidio imposible
de quien dispara sobre un cadáver creyendo erróneamente se trata de un
humano vivo.
Nos dice con razón (MUÑOZ CONDE, 1990) qué desde el punto de vista penal, la
capacidad de acción, de culpabilidad y de pena, exige la presencia de una voluntad,
entendida como facultad psíquica de la persona individual.
A Mediados del siglo XIX aparece la «teoría de la realidad» de GIERKE, para quien
la persona jurídica, a manera de un organismo, existe con cerebro (gobierno), sistema
nervioso (comunicaciones), células (individuos), etc., y existiendo discordancia entre
las voluntades de la persona integrante del organismo, con el organismo mismo, la
persona jurídica; debía esta responder por sus actos, por ser el verdadero sujeto del
delito.
Entonces se puede concluir que las personas jurídicas no son responsables penales
por lo de “Societas Delinquere Non Potesh”, lo que no equivale a la impunidad o
impasibilidad del derecho frente al eventual abuso económico, ecológico,
monopólico, financiero, en que pudieran incurrir.