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Derechos de los embriones congelados

Nombre del autor: DIAS COPIA, Yanali

I. Resumen:

El avance de la ciencia y de la técnica ha posibilitado la procreación de un ser humano fuera del


seno materno como alternativa a las dificultades por las que atraviesan las parejas a causa de la
esterilidad. En la regulación de las técnicas de fecundación asistida la mayoría de las legislaciones
parecen asumir como prioritarios dos intereses: a) los de los padres que recurren a estas técnicas
para solucionar situaciones de esterilidad al elevado costo de tener un hijo sacrificando la vida de
otros hijos, también propios y b) los de los médicos y científicos, que motivados sólo por intereses
económicos pretenden desarrollar estas prácticas sin límites. Este tema de contenido bioético
entraña profundas opciones éticas pues exige el respeto por la autonomía de la persona de los
progenitores siempre y cuando su ejercicio no colisione con el respeto por la dignidad y la igualdad
del concebido por vía extrauterina ni se vulneren sus derechos, lo que sin duda redundará en la
regulación jurídica de la cuestión. Teniendo en cuenta la actualidad del tema haremos un estudio
comparatístico siendo nuestro propósito proyectar una perspectiva de continuidad aunque sea
remota, o una de ruptura, desde la antigüedad romana hasta el presente.

II. Introducción

Los embriones congelados, ¿Tienen derechos humanos? Considerando que son


personas por nacer e interpretando la legislación argentina, podemos decir que se
podrían ver amenazados los siguientes derechos humanos:

-El derecho a la vida.


-El derecho al desarrollo.
-El derecho a la no discriminación.
-El derecho a la identidad.

El siguiente trabajo pretende mostrar el proceso en que están involucrados los


embriones, -congelamiento, descongelamiento y crío-preservación- y a raíz de ello su
problemática, si se afectan o no derechos humanos de los mismos, y que destino
tienen los embriones sobrantes, llamados embriones supernumerarios, una vez que se
utilizaron los que necesitaban.
Las técnicas de crío-conservación fueron elaboradas en la década del 70 con animales,
y sólo en la década siguiente se aplicaron al hombre. Hasta entonces, los embriones no
transferidos se destruían o empleaban en investigaciones. Sin embargo, estas técnicas
implican aún hoy un notable riesgo para la integridad y la supervivencia de los
embriones, ya que la mayoría de ellos muere o sufre daños irreparables, tanto en la fase
de congelación como en la de descongelación. Además, recientes estudios sobre
modelos animales han mostrado, en adultos provenientes de embriones congelados,
diferencias significativas en aspectos morfo-funcionales y del comportamiento.
Resultados:

 Ley argentina

El nuevo Código Civil y Comercial (CCC) de la Argentina en el artículo 19 sancionado dispone:


“La existencia de la persona humana comienza con la concepción”. Este artículo ha dado lugar a
una controversia en torno a sus alcances, porque algunos autores sostienen que la concepción
ocurriría recién en el momento de la anidación. En esta breve nota queremos presentar dos razones
para refutar tal postura, con base en un análisis sistemático del mismo CCC. Procuraremos mostrar
que a partir de un análisis sistemático de dos disposiciones del Código (arts. 17 y 57 CCC), debe
entenderse que la concepción se produce con la fecundación.

1) El art. 17 y la formación del cuerpo humano: En primer lugar, el art. 17 del CCC se refiere a la
titularidad de los derechos sobre el cuerpo humano y dispone: “ARTÍCULO 17.- Derechos sobre el
cuerpo humano. Los derechos sobre el cuerpo humano o sus partes no tienen un valor comercial,
sino afectivo, terapéutico, científico, humanitario o social y sólo pueden ser disponibles por su
titular siempre que se respete alguno de esos valores y según lo dispongan las leyes especiales”.

 Ley peruana

En el Perú no existe un ordenamiento jurídico especializado que regule las técnicas de


reproducción humana asistida, al revisar la legislación nacional encontramos artículos dispersos en
diversas leyes, como por ejemplo:

La Ley de propiedad industrial (Decreto Legislativo Nº 823), que señala en su artículo Nº 28, inciso
d) que no serán patentables las invenciones sobre las materias que componen el cuerpo humano y
sobre la identidad genética del mismo.

El Código de los Niños y Adolescentes (Decreto Ley Nº 26102), establece en su artículo primero
que todo niño y adolescente tiene derecho a la vida desde el momento de la concepción. El
presente código garantiza la vida del concebido, protegiéndolo de experimentos o manipulaciones
genéticas contrarias a su integridad y desarrollo físico o mental.

La Ley General de Salud ( Ley Nº 26842) indica en su artículo Nº 7 que toda persona tiene derecho
a recurrir al tratamiento de su infertilidad, así como a procrear mediante el uso de técnicas de
reproducción humana asistida, siempre que la condición de madre genética y madre gestacional
recaiga sobre la misma persona. Para la aplicación de técnicas de reproducción humana asistida,
se requiere el consentimiento previo y por escrito de los padres biológicos.
Está prohibida la fecundación de óvulos humanos con fines distintos a la procreación, así como la
clonación de seres humanos.
Como podemos percibir en nuestro derecho positivo carecemos de una normatividad que regule
el avance de la genética y su influencia sobre las relaciones sociales. Si bien existen de manera
dispersa algunos artículos sobre la materia, éstos son por demás insuficientes para dar efectiva
protección jurídica al sujeto de derecho.

En éste sentido es de vital importancia contar con una legislación acorde que regule los avances de
la genética en beneficio del ser humano, sobre la base de protección al embrión y a las personas
que recurren a las técnicas como beneficiarias.

Es importante señalar que la presente ley busca unificar en un texto normativo especializado la
problemática jurídica relacionada al uso de las técnicas de reproducción humana asistida.;
manteniendo el criterio personalista que emana de nuestro Código Civil.

III. EL COMIENZO DE LA VIDA HUMANA: distintas teorías.

En la actualidad se plantea una nueva problemática jurídica a resolver que es


determinar cuándo comienza la vida. Su importancia radica en que de ello dependerá a
partir de cuándo comenzará la tutela jurídica y por ende qué conductas serán
jurídicamente tolerables y cuáles reprochables1.

La respuesta jurídica a tal cuestionamiento solo podrá basarse en la información


de la ciencia biológica y médica. De ésta manera podemos distinguir:

a) TEORIA DE LA FECUNDACION: esta teoría afirma que desde el momento en que el


espermatozoide ingresa al óvulo existe un nuevo ser humano, con todos los atributos
de la persona, resultando indiferente que el mismo se encuentre en el seno de una
mujer o en una placa de laboratorio. Los sostenedores de esta teoría2 afirman que
desde el momento de la fecundación cuando los dos gametos se unen se encuentra
reunida toda la información genética necesaria para expresar todas las cualidades
innatas del individuo.
La objeción a esta teoría se encuentra desde un ángulo estrictamente biológico
derivada del hecho que se presenta como un instante lo que en realidad es un proceso,
que tratándose de una fecundación in Vitro, dura entre diez y veinticinco horas3.

Sin embargo, los antecedentes jurisprudenciales existentes en la Argentina


adoptan esta teoría como el fallo de la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil “R., R.D. S/ medidas precautorias” del 3 de diciembre de 19994 en donde se sostuvo
que en nuestro sistema legal el ser humano y todo ser humano es persona, susceptible de
adquirir derechos y contraer obligaciones, carácter que, no sólo se atribuye a la persona
nacida, sino también a la persona por nacer desde el momento de la concepción, siendo
irrelevante que esta última se produzca dentro o fuera del seno materno. En este sentido
La Corte Suprema de Justicia de la Nación también adhirió a esta teoría por voto
mayoritario en el precedente “Portal de Belén – Asociación Civil sin Fines de Lucro c/
Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación”5 en el cual sostuvo que “…ante el
carácter plausible de la opinión científica según la cual la vida comienza con la
fecundación constituye una amenaza efectiva e inminente al bien jurídico primordial de la
vida que no es susceptible de reparación ulterior. En efecto, todo método que impida el
anidamiento debería ser considerado como abortivo. Se configura así una situación que
revela la imprescindible necesidad de ejercer la vía excepcional del amparo para la
salvaguarda del derecho fundamental en juego (Fallos: 280:238; 303:422; 306:1253, entre
otros) Que esta solución condice con el principio pro homine que informa todo el derecho
de los derechos humanos. En tal sentido cabe recordar que las garantías emanadas de
los tratados sobre derechos humanos deben entenderse en función de la protección de
los derechos esenciales del ser humano. Sobre el particular la Corte Interamericana, cuya
jurisprudencia debe seguir como guía para la interpretación del Pacto de San José de
Costa Rica, en la medida en que el Estado Argentino reconoció la competencia de dicho
tribunal para conocer en todos los casos relativos a la interpretación y aplicación de los
preceptos convencionales (conf. arts. 41, 62 y 64 de la Convención y 2° de la ley 23.054),
dispuso: "Los Estados...asumen varias obligaciones, no en relación con otros Estados
sino hacia los individuos bajo su jurisdicción" (O.C. - 2/82, 24 de septiembre de 1982,
parágrafo 29, Fallos: 320:2145).

b) TEORIA DE LA FORMACION DEL GENOTIPO: para esta teoría una vez concluida la
fusión entre los pro núcleos de los gametos – proceso que tiene lugar alrededor de
veinticuatro horas de haber sido penetrado el óvulo por el espermatozoide – surge una
nueva vida. Para quienes sostienen esta postura, el embrión de más de veinticuatro
horas es una persona en potencia y tal potencialidad deriva su inviolabilidad, aunque
para otros es persona en el acto que durante su desarrollo completa su potencialidad.
Se ha dicho al respecto que el cigoto es material celular humano vivo, merece
reconocimiento y protección jurídica por lo que es y por lo que está destinado a ser, pero
ese reconocimiento en modo alguno exige que se le otorgue la misma consideración
bioética y jurídica que a un hombre6.

También se ha criticado a esta teoría al confundir unidad genética (presente desde


el instante de la fecundación) con unidad de desarrollo (recién es constatable al aparecer
el surco neural), por cuanto el óvulo fertilizado puede derivar en formaciones patológicas
que son material celular humano y portadoras de un código genético único pero no logran
desarrollo alguno.

c) TEORIA DE LA IMPLANTACION EN EL UTERO: para esta teoría el comienzo de la


vida humana se origina con la implantación en el útero del óvulo fecundado que se
produce recién a los 14 días de aquel acto. El fundamento de esta teoría radica en la
posibilidad de que un grupo de células se escinda y continúe un desarrollo
independiente dando lugar a un nuevo embrión (gemelos monocigóticos) que
transcurrido el lapso de 14 días ya no existe dicha posibilidad afirmando a partir de
éste momento la individualidad (sin individualización no hay personalización). Los
seguidores de esta teoría utilizan el término “pre embrión” refiriéndose al huevo-cigoto
en sus primeros 14 días de vida antes de su implantación en el útero.
También apoya esta teoría el hecho que recién se confirma el embarazo de
una mujer a partir de la implantación en el útero. En los casos de la utilización de
técnicas de fecundación asistida, la anidación determinada el límite entre la obra del
hombre y la obra de la naturaleza ya que una vez implantado el embrión éste queda
librado a su suerte natural7.

Las criticas a esta teoría, refieren que antes de la segmentación el ser


viviente es único y es uno solo, simplemente tiene la característica de poder dividirse
hasta determinado estadio de su evolución. En caso de que esa división excepcional
se produzca, estaremos frente a dos o tres individuos cada uno de los cuáles será
único. A ello hay que agregar que conforme los parámetros habituales utilizados en el
derecho penal, si se considera que un bien jurídico determinado merece protección,
ante la duda sobre la existencia de una o varias entidades a proteger, lo lógico sería
mantener o incrementar esa protección, no eliminarla.8

La diferencia entre pre embriones (ovocito fertilizado hasta los 14 días) y


embrión (desde su anidación en el útero materno) constituye una distinción central en
relación a la utilización destinada a los primeros, que abordaremos más adelante

d) TEORIA DE LA FORMACION DE LOS RUDIMENTOS DEL SISTEMA NERVIOSO


CENTRAL: para esta teoría la vida humana comienza con aparición del llamado surco
neural (rudimento de lo que será la corteza cerebral). Este comienzo de la
organización básica del sistema nervioso central tiene lugar entre el día 15 y el 40 de
evolución embrionaria. Los fracasos en la formación de la corteza cerebral se ven
acompañados mayoritariamente con abortos espontáneos, siendo por ello
excepcionales los supuestos de anencéfalos nacidos a término.
La actividad eléctrica recién puede ser registrada a partir de las 8 semanas, lo que
ha llevado a algunos adherentes de la teoría de la formación del sistema nervioso central
a sostener que tan sólo con la emisión de impulsos eléctricos cerebrales verificables
puede estimarse que se ha iniciado una vida específicamente humana.

Desde el punto de vista jurídico esta teoría luce particularmente atrayente por
cuanto numerosas legislaciones establecieron que el fin de la vida humana está dado por
la falta de actividad eléctrica del encéfalo momento a partir del cual el hombre deja de ser
tal para comenzar a ser un cadáver.9 Así el concepto de muerte cerebral sirve para avalar
esta teoría de la formación de los rudimentos del sistema nervioso central ya que si
aceptamos que un ser humano dotado de una estructural corporal en la plenitud de su
desarrollo – pero poseedor de un cerebro que no revela la existencia de impulsos
eléctricos- es un cadáver, cuyos órganos pueden ser extraídos e implantados en otro
sujeto, no podemos simultáneamente proclamar la calidad de persona de una criatura
viviente que aún no posee – y a cuyo respecto es imposible predicar a ciencia cierta que
alguna vez vaya a poseer- ni tan siquiera los rudimentos del órgano susceptibles de emitir
tales impulsos.10

IV. ¿LOS EMBRIONES CONGELADOS TIENEN DERECHO A LA VIDA?

1. El embrión humano, protegido por el Derecho

Dos caminos se abren ante nosotros: ya sea respetar la vida humana


desde que existe, o establecer "niveles" de personalidad. Mientras que
el primer camino parece el más lógico y el más justo, el segundo,
aparte su carga de arbitrariedad, se funda en una visión cientista del
hombre que corre el riesgo de abrir las puertas a los peores abusos.

A.- Mas allá de los reduccionismos ideológicos, la protección del


hombre.

El común denominador de todas las tesis que tratan de fijar un


criterio de personalidad distinto al de la concepción, es la paradoja
combinación de materialismo científico y de reduccionismo de la
persona, ya sea al pensamiento o la autoconciencia.

En efecto, puede hablarse de materialismo científico o ideológico (por


oposición al materialismo puramente metodológico de las ciencias
positivas) cuando se considera que llamamos "conciencia" o "espíritu"
no es más que un producto emergente de la materia, pudiéndose
explicar toda la conducta humana en términos de actividades
neuronales. El hombre mismo es, en el esquema del reduccionismo
cientista, un animal más evolucionado que los demás. El término
"persona", lejos de referirse a una realidad substancial, no sería más
que la "significación especial que atribuimos a ciertos cuerpos".
Entonces, "¿para qué seguir hablando de espíritu?".

En esta perspectiva, si el embrión humano no está provisto de un


cerebro, o si éste no está suficientemente desarrollado, nada
impondría su respeto. Se llega a afirmar así que "el embrión humano
puede tener menos valor que el embrión de un ave en vías de
extinción. Es por ésto que puede preferirse destinar inversiones para
proteger especies animales en peligro que para salvar embriones
humanos que tal vez jamás lleguen a término". La negación del
espíritu termina así colocando al hombre en un nivel inferior al animal.

Este materialismo se ve acompañado, paradójicamente, por un


reduccionismo espiritualista, ya que la persona aparece identificada al
pensamiento o a la conciencia. El cuerpo no es más que un
instrumento del pensamiento. Se reencuentra de este modo el antiguo
dualismo según el cual ya no debe hablarse del hombre, sino del "yo"
del "ego": la res cogitans, opuesta a la res extensa, ya no es el
"hombre", porque el hombre tiene un cuerpo físico. Este último es un
objeto del cual puede disponerse sin límites. El cuerpo no es algo que
la persona es, sino algo que la persona posee.

La dimensión corporal del hombre es así reducida a la categoría de las


"cosas", es decir, a puros materiales sometidos a criterios de utilidad.
Y dado que el cuerpo del embrión es tan pequeño, casi invisible, se
concluye que no merece siquiera ser objeto de controversias:
utilicémoslo en nuestras experimentaciones sin preocuparnos por
cuestiones metafísicas", parecen decirse algunos científicos, sin
advertir que con esa actitud toman una posición neta en el debate, ya
que el embrión se vuelve para ellos una "cosa".

Por otro lado, debe destacarse la inconsistencia de la tesis que


identifica la "persona" a la "autoconciencia": los actos por los cuales
se toma conciencia de sí son los actos de alguien, de un personal self.
Esto significa que los dos términos son diferentes: la persona no es su
autoconciencia. En todo caso, aún siendo consciente de su identidad y
de su valor, la persona no se identifica a este conocimiento. La tesis
de la autoconciencia parece haber perdido en el camino algo esencial:
la existencia de un sujeto substancial.

Además, si el ser de la persona reposara enteramente sobre la


autoconciencia, ello querría decir que la persona viene al ser
gradualmente. Así el niño de un año no tendría más que un leve
indicio de personalidad, que se afirmaría poco a poco, a medida de su
crecimiento. Inicialmente no sería, entonces, más que una persona a
medias. Ahora bien, por principio, el ser personal no puede venir a la
existencia gradualmente: sólo las cosas constituidas por una pluridad
de elementos pueden venir al ser gradualmente. Una casa comienza
por los cimientos y se construye poco a poco. Puede hablarse de una
"casa a medias"; no puede, en cambio, hablarse de una "persona a
medias". La persona goza de la simplicidad ontológica sobre la cual
muchas cosas han sido dichas en la historia de la filosofía. La persona
no essusceptible de una ontogénesis gradual o progresiva. Ella sólo
puede venir al ser en forma instantánea.

B.- El legislador puede y debe proteger la vida humana embrionaria

Los conocimientos científicos actuales permiten afirmar que la vida de


cada ser humano es un continuum desde el momento de la
fecundación del óvulo. Tanto la noción biológica como la filosófica de
"individuo" son aplicables al embrión humano. Este es, entonces, un
"individuo de la especie humana", una "persona" de acuerdo al sentido
clásico de este término.

Pero más allá del debate ontológico sobre el estatuto de embrión, que
podría ser interminable, los problemas esenciales y más urgentes
generados por las biotecnologías se plantean a nivel práctico, del
deber ser, que es el campo propio de derecho. No le incumbe a éste,
en efecto, definir la ontología de las cosas, sino más bien regular las
conductas humanas.

La realidad sirve sin duda al Derecho como punto de referencia, pero


su vínculo con ella no es servil. El recurso, muy frecuente, por parte
de la ley a "ficciones" y "presunciones" lo demuestra. Es conocido que
cuando la realidad es materia de debate, cuando hay dudas, el
Derecho trata de adoptar la posición que mejor protege al hombre, en
particular a los más débiles. In dubio pro reo e in dubio pro
debitore son antiguos principios jurídicos que expresan esta idea.

Es por ésto que el legislador incurre en un grave error cuando


pretende abstenerse de proteger al embrión humano, bajo el pretexto
de que su status es de definición imposible o que él depende de la
filosofía o de la convicción personal de cada uno. El error es doble. En
primer lugar, porque la abstención constituye de por sí una elección,
ya que no adoptar ninguna postura equivale, lejos de constituir una
posición "neutra" equivale en la práctica a optar por la reificación de la
vida humana: el embrión será tratado como una "cosa". En segundo
lugar, porque no es exacto -es incluso muy peligroso- el sostener que
la protección de la vida humana es una cuestión subjetiva, que sólo
releva de la conciencia individual de cada uno. Si así fuera el caso, no
se vé cuál sería el rol del Derecho en la sociedad. Ya que, si el
principio según el cual "debe protegerse la vida y dignidad de los
hombres" fuera enteramente subjetivo, habría que suprimir todo
orden jurídico, dado que el Derecho se inspira implícitamente en ese
principio.

En efecto, el orden jurídico ha tenido siempre como misión asegurar la


justicia en las relaciones interindividuales. Esto se traduce, en algunos
campos, en una garantía de libertad, sobre todo en materia de
contratos de Derecho privado y en una parte importante del Derecho
constitucional.

En otros casos, en cambio, el Derecho ejerce una función


de protección. Es lo que ocurre, por ejemplo, en Derecho privado
cuando hay una desproporción entre los contratantes: si una de las
partes es un menor o un demente, la ley exige que sea representado
para evitar abusos. En el Derecho penal la función de protección es
predominante, ya que él tiene por objeto precisamente el proteger
ciertos bienes jurídicos considerados esenciales para la vida individual
y social, ya sea a través de la prevención de los delitos como de su
sanción.

En el caso del embrión, la referencia jurídica al mismo pareciera, por


la importancia del bien jurídico en juego, del campo de la protección y
especialmente del derecho penal. Es por esta razón que limitarse a un
reconocimiento civil del embrión como sujeto de derecho, si no va
acompañado de sanciones penales tendientes a evitar lesiones a su
integridad física, es claramente ineficaz. El legislador alemán lo ha
comprendido bien, decidiendo proteger al embrión desde el momento
de la concepción. El legislador español en cambio, dando preeminencia
a la técnica, ha olvidado que su misión era proteger la vida.

Debe advertirse que las disparidades filosoficas sobre el embrión,


invocadas muy a menudo, son un falso obstáculo a su protección
jurídica. El Derecho no tiene estrictamente ninguna necesidad de
definir ontológicamente al embrión como "persona". de hecho, no es
ése su rol. Pero, en cambio sí puede protegerlo como si fuera una
persona, desde el momento que es altamente probable que realmente
lo sea. El legislado, actuando de esta manera, no impone de ningún
modo su convicción personal, sino que se limita a hacer lo que hace
siempre, es decir, a considerar los hechos que pueden ser dañosos
para la vida o la integridad humana, y a tratar de prevenirlos y/o
sancionarlos.

Las perspectivas de una generalización de la fecundación "in vitro"


fuera de todo problema de esterilidad, seguida de una selección
genética de los embriones previa a la transferencia, hace aún más
urgente la intervención legislativa, no para legitimar las prácticas
médicas, sino para proteger la vida humana.

En otros términos, el legislador puede -y debe- proteger al embrión


humano, no porque esté seguro de su carácter de "persona", sino
porque lo ignora. Y en caso de duda sobre la violación de un derecho
subjetivo, cuando es altamente probable que tal violación exista, la
protección jurídica se impone. El Derecho, si no quiere perder su
razón de ser, no puede abstenerse de proteger la vida humana en
todas las etapas de su desarrollo, incluso -sobre todo- cuando ella es
más débil para defenderse por sí misma.

V. OPINION SOBRE LA POSIBILIDAD (CON BASE LEGAL) DE QUE EN EL


PERÚ SE DESIGNE UN TUTOR DE LOS EMBRIONES CONGELADOS TAL
COMO OCURRIÓ EN ARGENTINA.

La Ley General de Salud (Ley Nº 26842) indica en su artículo Nº 7 que toda


persona tiene derecho a recurrir al tratamiento de su infertilidad, así como a
procrear mediante el uso de técnicas de reproducción humana asistida,
siempre que la condición de madre genética y madre gestacional recaiga sobre
la misma persona.

En Perú no existe una ley específica que regule al detalle las distintas técnicas
de reproducción asistida (TERAS) y su aplicación en cada caso. No obstante, la
Ley General de Salud, en su Artículo 7, indica que la madre genética debe
coincidir con la madre gestante y ambos padres biológicos deben aportar su
consentimiento para que se lleve a cabo el tratamiento reproductivo.
Actualmente, son varias las propuestas de ley presentadas ante el Congreso de
la República.

VI. Conclusiones:

Existen serios argumentos, biológicos y fisiológicos, para considerar al embrión


humano como "persona". Si el legislador quiere evitar que las nuevas técnicas
de reproducción artificial lo reduzcan al estado de "cosa", el único medio de
que dispone es de reconocerlo como "persona" en sentido jurídico,
sancionando las conductas dañosas a su respecto.

VII. Bibliografía:

1. Langman (1999). Embriología Médica. Panamericana. pp. 3.


2. Carlson, Bruce M. (1999). Embriología humana y biología del desarrollo. Elsevier
España. pp. 2.
3. Moore, Keith L.; Persaud, T.V.N. (2004). Embriología clínica. Ed. Interamericana –
Mc Graw-Hill. pp. 1.
4. R.; Norwitz, M.D., Ph.D., Danny J. Schust, M.D., and Susan J. Fisher, Ph.D.
(noviembre 2001). «Implantation and the Survival of Early Pregnancy». N Engl J
Med (345): pp. 1400-

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