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INTRODUCCION
Era natural que esto pasara. Teniendo a gente anclada en el pasado como
“asesora” directa del Presidente de la República que cree que “ni el comercio, ni la
integración, ni las exportaciones son lo más importante para el país”, era previsible
que la política exterior y la política comercial boliviana se complicara tanto
poniendo en riesgo el relacionamiento bilateral con países y bloques que resultan
claves para nuestro desarrollo. En muy poco tiempo, se ha echado por la borda
tanto en lo político, como en lo comercial y económico, relaciones cuidadosa y
sacrificadamente construidas desde los ámbitos estatal y privado.
Tan lamentable situación deviene del hecho que ciertos personajes en función de
Gobierno creen ingenuamente que Bolivia es el “ombligo del mundo”, oponiéndose
a la globalización, guiándose por aquello de que “otra integración es posible”, esa
integración que después de más de dos años a nivel de la Alternativa Boliviariana
para los Pueblos de América (ALBA), no ha conseguido sino adherir a socios
fuertemente dependientes de la ideología y los recursos venezolanos -Cuba,
Bolivia, Nicaragua y Dominica- siendo que hasta Ecuador le dijo “no” al proyecto
del ALBA, seguramente por el mejor cálculo que habría hecho el Presidente
Correa que pese a su sesgo socialista y neopopulista, no deja de ser -en el fondo
de su corazón- un economista que sabe que la inversión, la integración, el
comercio y las exportaciones son cuestiones fundamentales para el desarrollo
económico de cualquier país, mucho más, para aquellos de pequeñas economías
como es el caso de Bolivia o Ecuador.
Pese a que los Estados Unidos de América es el mercado que nítidamente tiene la
mayor trascendencia para las exportaciones de manufacturas bolivianas, donde el
principal valor agregado es el trabajo de las manos de nuestros compatriotas, el
Gobierno no ha dejado de agredir verbalmente primero y con una acción de hecho
últimamente, al Gobierno de dicho país, ignorando que los EE.UU. no solo es la
primera potencia económica mundial sino que tiene el mercado más grande del
mundo, no solo por su volumen de compras que bordea los 2 billones de
dólares/año y las innumerables opciones de desarrollo que produciría para el país
con buenas políticas, sino porque de la previsibilidad del libre acceso a un
mercado tan competitivo como el estadounidense dependen miles de
empleos que se producen a partir de las ventas bolivianas de productos
industrializados y artesanales.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Bolivia exportó más de 400
productos por un total 430 millones de dólares a los EE.UU. en la gestión 2007. De
estas ventas, por lo menos 200 millones (principalmente manufacturas con alto
valor agregado originarias de La Paz y El Alto) ingresaron con “arancel cero”,
gracias al libre acceso que ofrece el ATPDEA (Andean Trade Promotion and Drug
Erradication Act), permitiendo generar más de 40.000 empleos directos e
indirectos en Bolivia, beneficiando a más de 120.000 personas ligadas al complejo
industrial-manufacturero exportador.
Siendo que estamos a solo medio año de que concluyan las preferencias del
ATPDEA que beneficia al país, solo es comprensible la forma en que el Gobierno
ataca a los EE.UU. por la perversa lógica del “enemigo externo”, como factor de
cohesión de las masas ignorantes, cada vez más desorientadas y desmoralizadas
por lo que hace “su” Gobierno “de cambio”. Como nunca antes en la historia, se ha
denigrado públicamente a un Presidente de los EE.UU.; se ha insistido
fastidiosamente en atacar al “Imperio norteamericano”; se ha instaurado la
exigencia de visa de entrada a Bolivia para los ciudadanos estadounidenses por
una cuestión de “reciprocidad” (de ser así ¿por qué no hace lo mismo con
Venezuela que exige un engorroso trámite de visa a los ciudadanos bolivianos
para entrar a su país?); ha desdeñado y politizado la cooperación que da USAID a
los propios “originarios”; se ha amenazado y se afectado a inversiones
estadounidenses; se ha insistido caprichosamente en relacionarse con Irán y
Corea del Norte (cuestionados internacionalmente por su actividad nuclear), y
hasta algunos servidores públicos han justificado la agresión a la Embajada de los
EE.UU. que se produjo recientemente en Bolivia, lo que no es un tema menor, por
ello, la llamada a consulta al Embajador Goldberg, con imprevisibles
consecuencias futuras.
Así como los EE.UU. es el mercado por excelencia para las manufacturas
bolivianas, el de la Comunidad Andina (CAN) lo es para las agroexportaciones del
país, principalmente para productos relacionados a la actividad agrícola, ganadera
y agroindustrial, habiéndose comercializado el pasado año casi 400 millones de
dólares a dicha área, por más de 370 productos, según el INE.
Pese a ello, y a que de por medio están más de 150.000 empleos ligados a tan
importante actividad productiva, no se cuidan las relaciones con los principales
miembros de la CAN, sino que por el contrario, todo parecería indicar que el fin es
enterrar definitivamente a dicho bloque que ya perdió a dos miembros a lo largo de
su historia de casi 40 años (Chile en 1976 y Venezuela el 2006).
Sin duda alguna, de existir un bloque que confió y apoyó el ascenso del actual
Gobierno al poder, ha sido y aún es, la Unión Europea (UE), aunque de un tiempo
a esta parte se empiezan a escuchar ya algunas preocupaciones y reservas por
todo lo que está pasando en el país.
No hay que olvidar tampoco que Bolivia anda tratando a las patadas a los capitales
extranjeros –incluso a los del MERCOSUR como fue el caso de PETROBRAS el
año 2006- así como últimamente a inversiones europeas, provocando demandas
de arbitraje, precisamente esas que los ingenuos gobernantes juraban que nunca
se levantarían en contra del país.
Por el contrario, el ALBA/TCP sirvió más bien para consagrar una serie de
obstáculos burocráticos y discrecionales por parte de Venezuela en contra de las
exportaciones bolivianas, lo que dificultó las posibilidades de un mayor comercio.
La “complementariedad productiva” consagrada en el espíritu del TCP había
significado ni más ni menos que proteccionismo: “Venezuela tiene la potestad de
comprar solo lo que no produce, o lo que produce insuficientemente”, ocasionando
serios problemas a los exportadores bolivianos, principalmente de bienes con valor
agregado. Asimismo, con Cuba ni con los restantes países se cumplió el objetivo
de incrementar drásticamente el comercio, el cual sigue siendo marginal y lleno de
obstáculos.
CONCLUSIONES
El acceso a los pocos mercados con los que cuenta actualmente Bolivia costó
muchos años en consolidarse, y lo estamos perdiendo en poco tiempo con
medidas poco inteligentes. ¿Qué empresario sensato en el exterior querrá
hacer negocios con un país donde prima la insensatez, poniendo en riesgo
su propio interés? El Gobierno boliviano -Gobierno de “cambio”- con este tipo de
medidas políticas mediáticas lo que hace es trabajar para favorecer a nuestros
competidores en el exterior para que copen nuestros mercados, para que se
beneficien con nuestros impuestos de los subsidios con los que abarata los
productos que se importan caros y que el Gobierno los revende baratos en el
mercado interno (por una cuestión política y no por detener la inflación, porque de
otra manera subsidiaría también a los productos nacionales a los que mas bien
impone “precios políticos” para su expendio en el mercado interno).